EL COLOR. Diccionario de Los Símbolos

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Color. 1.

Aun cuando la cromatología ha evolucionado mucho estos


últimos años, en particular por influencia de Kandinsky, Herbin y Henri
Pfeiffer, la simbólica del color guarda todo su valor tradicional. La figura de
la página 318, comunicada amable mente por Henri Pfeiffer, orientará un
poco la interpretación general que da este artículo: cada uno de los colores
principales será objeto de un artículo particular en su lugar alfabético:
blanco, azul, marrón, gris, amarillo, negro, naranja, rojo, verde, violeta.

2. El primer carácter del simbolismo de los colores es su universalidad,


no solamente geográfica, sino a todos los niveles del ser y del conocimiento,
cosmológico, psicológico, místico, etc. Las interpretaciones pueden variar y
el rojo, por ejemplo, recibir diversas significaciones según las áreas
culturales; los colores siguen siendo, sin embargo, siempre y en todas partes
soportes del pensamiento simbólico. Los siete colores del arco iris [saber:
rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, azul celeste y violeta (en los cuales
el ojo podría distinguir más de 700 tintes), por ejemplo, se han puesto en
correspondencia con las siete notas musicales, los siete cielos, los siete
planetas, los siete días de la semana, etc. Ciertos colores simbolizan los
elementos: el rojo y el naranja: el fuego; el amarillo o el blanco: el aire; el
verde: el agua; el negro o el marrón: la tierra. Simbolizan también el espacio:
el azul, la dimensión vertical, azul celeste en la cúspide (el cielo) azul oscuro
en la base; el rojo, la dimensión horizontal, más claro en el oriente, más
oscuro en el occidente. Simbolizan también: el negro, el tiempo; el blanco,
lo intemporal; y todo lo que acompaña al tiempo, la alternancia de la
oscuridad y de la luz, de la debilidad y de la fuerza, del sueño y del despertar.
En fin los colores opuestos, como el blanco y el negro, simbolizan el
dualismo intrínseco del ser. Un vestido de dos colores; dos animales
enfrentados o adosados, el uno blanco, el otro negro; dos danzantes, el uno
blanco, el otro negro, etc.: todas estas imágenes coloreadas traducen
conflictos de fuerzas que se manifiestan en todos los niveles de existencia
del mundo cósmico al mundo más íntimo, representando el negro las fuerzas
nocturnas, negativas e involutivas, y el blanco las fuerzas diurnas, positivas
y evolutivas.

Es preciso sin embargo retener que lo oscuro es el medio del germen y que
el negro, como lo ha subrayado fuertemente C.G. Jung, es el lugar de las
germinaciones: es el color de los orígenes, de los comienzos, de las
impregnaciones, de las ocultaciones, en su fase germinativa, antes de la
explosión luminosa del nacimiento. Quizás éste sea el sentido de las
Vírgenes morenas, diosas de las germinaciones y de las à cavernas, como
Artemisa de Efeso de cara negra y brillante.

3. Los colores presentan un simbolismo cósmico e intervienen como


divinidades en muchas cosmogonías. Desempeñan por ejemplo un papel
importante en el relato de la creación del Sol entre los navajo (ALEC, 29-
31): «Los navajo ya habían separado parcialmente la luz en sus colores
diversos. Cerca del sol estaba el blanco, indicando el valores alba; por
encima del blanco estaba esparcido puros el azul, para la mañana; por encima
del azul estaba el amarillo, símbolo del ocaso del sol; y sobre éste estaba el
negro, imagen de la noche.» Más adelante en el mito, el blanco se utiliza en
forma de perlas, mientras que el azul en la de turquesas.

Según el mismo autor (ALEC, 114, y MULR, 278) el simbolismo cósmico


de los colores entre los indios pueblo es el siguiente: amarillo-maíz = norte;
azul oeste; rojo = sur; blanco = este; moteado = arriba; negro = abajo; lugar
del hogar encendido, centro del mundo = multicolor. Entre los indios de la
Pradera: rojo = oeste; azul = norte; verde = este; amarillo = sur (ALEC, 181).
Entre los andaman el hombre posee un alma roja, y un espíritu negro. Del
alma viene el mal y del espíritu el bien (SCHP, 165). Según Hero doto la
ciudad de Ecbatana tenía siete murallas, pintadas con los colores de los siete
planetas: estaba concebida como un micro cosmos.

En Ciertas tradiciones agrarias de Europa se hace a la última gavilla de la


cosecha una cabeza negra con labios rojos: originaria mente los colores
mágico-simbólicos del órgano femenino (ELIT, 306). En la fiesta india de la
vegetación, el holi, se desencadena una orgía colectiva. Grupos de hombres
y niños recorren las calles, rociándose con el polvo de holi y con agua
enrojecida, siendo el rojo el color vital y genésico por excelencia (ibid.).

Los aztecas, como la mayor parte de los amerindios, no tienen más que una
palabra para designar indiferentemente el azul y el verde. El simbolismo de
las piedras azul o azul-verde es doble para ellos: por un parte, un simbolismo
solar asociado con la turquesa, piedra del fuego y del sol, signo de sequía y
de hambre; el azul, o el verde, es aquí un sucedáneo del rojo; por otra parte,
el azul-verde de las piedras chalchiuitl, que se introducía a guisa de corazón
en el cuerpo de los muertos es un símbolo lunar de fertilidad, de humedad y
un seguro de renacimiento. Es incluso él color de la serpiente emplumada
(las plumas azul-verde del pájaro Quetzal, símbolo de la primavera) y del
pez chalchiuitl.

Para muchos indios de América del norte, a cada uno de los seis sectores
cósmicos está asociado un color sagrado: el norte es amarillo; el oeste azul;
el sur rojo; el este blanco; el à cenit (lo alto) es multicolor; el à nadir (lo bajo)
negro (MYTF, 177- 179).

Para los alakalufe de la Tierra de Fuego, el hombre ocupa el centro de una


esfera ideal donde los cuatro vientos están representados por cuatro colores
simbólicos: azul: cielo, norte; verde: tierra, sur; rojo: sol naciente, este;
amarillo: roca, es decir, las montañas rocosas donde el sol se pone, morada
occidental del Trueno y de los muertos (1-LB. lexander, citado por A. Breton
en AMAG).’

4. Los colores tienen también un simbolismo de orden biológico y ético.


Entre los antiguos egipcios, por ejemplo, el valor simbólico de los colores
interviene muy frecuentemente en las obras de arte. El negro es signo de
renacimiento póstumo y de preservación eterna; es el color del betún que
impregna la momia, el color de los dioses Anubis y Mm, de los cuales el
primero introduce a los muertos en el otro mundo, y el segundo preside la
generación y las cosechas. El verde cobra a veces al negro Osiris, por que es
color de «vida vegetal, de juventud y de salud. La piel de Amón, dios del
aire, se cobra de azul puro. El amarillo es el oro, la carne de los inmortales.
El blanco es también fausto y alegre... El rojo es en caso favorable violencia
terrible; a lo peor, mal dad perversa. El rojo es el color maldito, de Seth y
todo lo dañino. Los escribas mojan la pluma de tinta roja para señalar las
palabras de mal augurio, como los nombres de Apofis, el demonio-serpiente
de la adversidad, o de Seth, dios del mal, Tifón del Nilo»(PosD).

5. El simbolismo del color puede tomar también un valor eminentemente


religioso. En la tradición cristiana el color es una par ticipación de la luz
creada e increada. Las Escrituras y los padres no saben sino exaltar la
grandeza y la belleza de la luz. El Verbo de Dios es llamado «luz procedente
de la luz». Los artistas cristianos son en consecuencia de los más sensibles a
este reflejo de la divinidad que es «la estructura luminosa del universo. La
belleza de los colores es extraordinaria en las miniaturas y en las vidrieras...
La interpretación de los colores sigue las normas de la antigüedad, evoca las
pinturas egipcias arcaicas. El color simboliza una fuerza ascensional en este
juego de sombra y luz tan cautivante en las iglesias románicas donde la
sombra no es el revés de la luz, sino que la acompaña para remozar su valor
y colaborar a su florescencia... Hay una presencia solar magnificada, no sola
mente en la iglesia, sino en la liturgia que celebra el encantamiento del día»
(DAVS, 159- 160).

No obstante, para luchar contra la seducción sensible de la naturaleza en


aquellos que no refieren sus bellezas directamente a Dios, san Bernardo
recomienda la grisalla en la arquitectura cisterciense; un capítulo de su orden
exige que las letras historiadas no sean más que de un color y sin florituras.
Mientras tanto Suger tritura zafiros para obtener el azul de sus cristalerías.
Pero no hay que contentarse con admirar la belleza de los colores, hay que
captar su significación y elevarse por ellos hasta la luz del Creador (ibid.,
174,21 1). El arte cristiano ha terminado poco a poco, sin hacer de ello regla
absoluta, por atribuir el blanco al Padre, el azul al Hijo, y el rojo al Espíritu
Santo; el verde a la esperanza, el blanco a la fe, el rojo al amor y a la caridad,
el negro a la penitencia, el blanco a la castidad.

Para Filón de Alejandría, cuatro colores recapitulan el universo,


simbolizando sus cuatro elementos constitutivos: el blanco, la tierra; el
verde, el agua; el violeta, el aire; el rojo, el fuego. Los hábitos litúrgicos o
los vestidos de ceremonia que integran estos cuatro colores simbolizan el
conjunto de los elementos constitutivos del mundo y asocian así la totalidad
del universo a las acciones rituales.

6. En el Africa negra, el color es un símbolo igualmente religioso, cargado


de sentido y de poder. Los diferentes colores son otros tantos medios de
acceder al conocimiento del otro y de actuar sobre él. Se invisten de un valor
mágico: «el blanco es el color de los muertos. Su significación ritual va más
lejos aún, ya que sirve también para alejar la muerte. Se le atribuye un poder
curativo inmenso. A menudo en los ritos de iniciación el blanco es el color
de la primera fase, la de la lucha contra la muerte... El amarillo ocre es el
color neutro, intermediario, el que sirve para guarnecer los fondos, pues es
color de tierra y de hojas muertas... El rojo es color de sangre, color de la
vida... Jóvenes mamás, jóvenes iniciados y hombres maduros todos están, en
los ritos estacionales, engalanados de rojo, cubiertos de Nkula y chorreantes
de ungüentos. El negro. color de noche, es color de la prueba, del
sufrimiento, del misterio. Puede ser la guarida del adversario al acecho... El
verde raramente se emplea solo; los follajes verdes son adornos de iniciados,
en la fase de la victoria de la vida» (MVEA, 32). A.G.

7. En las tradiciones del islam, el simbolismo de los colores es muy rico y


está también impregnado de creencias mágicas.

A) Los animales negros se consideran nefastos. Un perro negro causa la


muerte en la familia. Las gallinas negras se emplean en brujería. El negro se
utiliza como sortilegio contra el mal de ojo, como medio de influir sobre el
tiempo, según el principio de la magia homeopática.

El blanco, color de la luz y del brillo, es al contrario de buen augurio. Se


atribuye virtud mágica a la leche, en parte por su color. En Fez, cuando las
fiestas de esponsales se da leche a beber para que torne la vida blanca. En las
bodas campesinas se salpica a la novia de leche. Harina, lana y huevos
blancos son favorables. La blancura del dinero también. Cuando una persona
está enferma y se lee sobre ella un encantamiento o se le da un filtro, es
preciso que ella dé al médico, o al escriba, dinero o algo blanco.

El verde también es de buen augurio; es símbolo de la vegetación. Ofrecer a


alguien un objeto verde, sobre todo por la mañana, le trae suerte. Se arroja
hierba en la dirección de la luna nueva para hacer verde el mes o para
bendecirlo. La verdura que crece gracias al agua, fuente de vida, se cree que
produce un efecto sobre el muerto, transmitiéndole la energía vital (WESR,
11 ,532). En ciertas partes de Marruecos se ponen también ramos de mirto u
hojas de palmera en el fondo de la tumba.

El amarillo, color del oro y del sol, posee una virtud mágica. El azafrán debe
sus propiedades profilácticas a su color.

B) Pero los colores nos transportan además a otro nivel del símbolo. Para los
místicos, una escala de colores representa las manifestaciones de la luz
absoluta en el éxtasis. Así, en Jalal-od-Din-Riimi, una va del azul, rojo,
amarillo, pasando por el blanco, el verde, el azul pálido, hasta la luz sin color.
Otra escala va del blanco (color del islam), amarillo (color del creyente), azul
os curo (color del bien que se hace), verde (color de la paz), azur (color de la
certidumbre intuitiva), rojo (color de la gnosis), al negro (color de la
Existencia divina, es decir, el color en el sentido propio, en el cual se
comprenden todos los colores y donde no se pueden reconocer ya otros
colores) (NICM, 265).

Para Rumi igualmente, el rojo y el verde simbolizan la gracia divina, y llevan


al alma el mensaje de la esperanza, cuando ésta se halla en la oscuridad. El
rojo proviene del sol y es en este sentido el mejor de los colores.

Según el método del dhikr (invocación del Nombre divino) entre los
maestros nakka benditas, se contemplan los centros sutiles del ser humano
asociándoles unas luces correspondientes. Así, la luz del corazón es amarilla;
la del espíritu, roja; la del centro, sutil, llamado el secreto, blanca. El centro
llamado «el escondido» es negro. El «más escondido» tiene una luz verde
(Petite Philocalie de la priére du coeur, «Cahiers du sud», 1953, p. 323s).

Jili, en su tratado del Hombre Perfecto (Jns declara que los místicos han visto
los siete cielos que se elevan por encima de las esferas de la tierra, del agua,
del aire y del fuego, y que ellos pueden interpretarlos para los hombres
sublunares:

a) El Cielo de la Luna, invisible en razón de su sutilidad, creado de la


naturaleza del Espíritu, morada de Adán; su color es más blanco que la plata;

b) El Cielo de Mercurio, morada de ciertos ángeles, creado de la naturaleza


del pensamiento; su color es gris;

c) El Cielo de Venus, creado de la naturaleza de la imaginación, morada del


Mundo de las Similitudes; su color es amarillo;

d) El Cielo del Sol, creado de la luz del corazón;

e) El Cielo de Marte, gobernado por Azrael, ángel de la muerte; este cielo


creado de la luz del juicio es de color rojo sangre;

f) El Cielo de Júpiter, creado de la luz de la meditación, habitado por los


ángeles que tienen a Miguel por jefe, es de color azul;

g) El Cielo de Saturno, creado de la luz de la Primera Inteligencia; su color


es el negro (NIcM, 12s).
C) El mismo autor describe los siete limbos de la tierra, también con unos
colores:

a) La Tierra de las Almas, creada más blanca que la leche, pero vuelta color
de polvo, después que Adán hubo marchado sobre ella tras la caída,
excepción hecha de una región hacia el norte, habitada por los hombres del
Mundo invisible;

b) La Tierra de las Devociones, habitada por los Jinns que creen en Dios. Su
color es el de la esmeralda;

c) La Tierra de la Naturaleza, color amarillo azafrán, está habitada por los


Jinns incrédulos;

d) La Tierra de la Concupiscencia, habita da por demonios, es color rojo


sangre;

e) La Tierra de la Exorbitancia (arzu’l tughyan habitada por los demonios,


es cobre azul índigo.

f) La Tierra de la Impiedad (arzu’l-ilhadl), color negro como la noche;

g) La Tierra de la Miseria (arzu ‘l-shaqaw suelo del Infierno (NICM, 124-


125).

D) De los siete cielos y de las siete tierras, pasamos al hombre interior y a


los siete colores de los órganos de la fisiología sutil. Según Al Semanani
(siglo x ((la coloración característica de las luces, que son los tenues velos
que envuelven cada uno de los centros sutiles, descubre al peregrino la etapa
del crecimiento o del itinerario espiritual donde se encuentra.

»La luz del cuerpo (el Adán de tu ser) es de color gris humo, tendiendo al
negro; la del alma vitál (el Noé de tu ser) es de color rojo; la del fuero íntimo
(Moisés) es blanca; la del espíritu (David) es de color amarillo; la del arcano
(Jesús) es de un negro luminoso; la del centro divino (Mohammad) es de un
color verde brillante, pues el color verde es más apropiado para el secreto del
misterio de los Misterios» (H. Corbin, L’in leriorisation du sens en
herméneutique souJil iranienne, en «Eranos- Jahrbuch», 26, 1958).
E) Los colores revisten igualmente una significación política en el islam. El
color negro entró con los abbasidas en los emblemas del Califato y del
Estado en general. Los estandartes negros se convirtieron en el símbolo de
la revuelta abbasida.

Según Btikhari y Muslitn, el Profeta lleva ba un turbante negro el día de su


entrada en La Meca; se dice también que su bandera personal, llamada Al-
‘ikab, era negra. Según otras tradiciones, era de color verde.

Un dicho refiere que los árabes no llevaban el turbante negro más que cuando
te nían que cumplir una venganza.

El negro era el color del duelo en Iran. El uso ha persistido en el islam. El


historiador mahgrebí Makkary dice que; entre los antiguos musulmanes de
España, el blanco era signo de duelo, mientras que entre los orientales era el
negro.

Se encuentran así unidas las nociones de duelo, venganza y revuelta.

El Califa llevaba una capa negra, un alto tocado del mismo color; no se debía
permanecer en palacio más que vestido de negro; vestidos de negro iban los
notables a la mezquita. Las prendas de honor eran negras. Negro era el
guardarropa de un gran personaje, las estofas, las cortinas de su sala de
audiencia. El velo de la Caaba es negro. El llevar vestidos blancos se ordena
a guisa de castigo.

Como el color negro era el emblema de los abbasidas, los alidas, por
oposición, adoptaron el verde. Al comienzo de su reinado, el califa Ma’mun,
que simpatizaba con los alidas, abolió el uso del negro.

El blanco se convirtió en el emblema de la causa de los omeyas. Los cronistas


designan los movimientos de- revuelta omeya por la expresión «blanquear».
Poco a poco el blanco se convertirá en la insignia de toda oposición. Los
carmatas marchan con banderas blancas. Por extensión, se da el calificativo
de blanca a una religión que se opone al islam. La religión de los rebeldes se
llama la religión blanca.

La expresión «el Negro y el Blanco» significa el conjunto de sujetos del


imperio, leales y rebeldes.
A los rebeldes de Persia se los llama a veces «los Rojos». Pero esto viene de
otro orden de ideas. Desde tiempos preislámicos a los persas y extranjeros
en general se los llama los Rojos por oposición a los árabes, que son los
Negros: de donde la expresión «lo Rojo y lo Negro», que significa para ellos
todo el mundo. E.M.

8. Los psicólogos han distinguido los colores calientes y los colores fríos;
los primeros favorecen los procesos de adaptación y de animación (rojo,
naranja, amarillo); tienen un poder estimulante, excitante; los segundos
favorecen el proceso de oposición, de caída (azul, índigo, violeta); tienen un
poder sedante, apaciguador. Numerosas aplicaciones de estos valores se han
experimentado en apartamentos, oficinas y talleres. Suscitan lo que
simbolizan.

Es oportuno tener en cuenta igualmente su tonalidad, su fulgor, su brillantez.


Claros y luminosos, producen un efecto más positivo, pero que puede
volverse desmesurado y llegar a la excitación; mates apagados, se interioriza
más su efecto, pero puede convertirse en bastante negativo.

9. Los sueños coloreados son expresiones significativas de lo


inconsciente.

Represen tan ciertos estados del alma del soñador y traducen las diversas
tendencias de pulsaciones psíquicas. En la concepción analítica (según C.G.
Jung) los colores 346

expresan las principales funciones psíquicas del hombre: pensamiento,


sentimiento, intuición, sensación.

El azul es el color del cielo, del espíritu: en el plano psíquico, es el color del
pensamiento.

El rojo es el color de la sangre, de la pasión, del sentimiento.

El amarillo es el color de la luz, del oro, de la intuición.

El verde es el color de la naturaleza, del crecimiento: desde el punto de vista


psicológico, indica la función de sensación (función de lo real), la relación
entre el soñador y la realidad (TEIR, 64).
A veces, observa J. de la Rocheterie, «un objeto o una zona onírica atrae la
atención por la vivacidad de sus colores, como para subrayar la importancia
del mensaje que lo inconsciente dirige a lo consciente. Rara mente, todo el
sueño resplandece de colores fulgurantes. En tal caso, los contenidos de lo
inconsciente se viven entonces con gran intensidad de emoción. Pero estas
emociones pueden ser extremadamente diversas pues, lo mismo que los
colores nacen de la variedad de las ondulaciones de la luz, también la
cualidad de la emoción varía con el tono del color.

10. Según la simbólica masónica el color blanco corresponde a la


Sabiduría, a la Gracia y a la Victoria; el color rojo a la Inteligencia, el Rigor
y la Gloria; mientras que el azul concuerda con la Corona, la Belleza y el
Fundamento; el negro en fin corresponde a Malkuth, el Reino. El azul es
también el color del Cielo, del Templo y de la Bóveda estrellada.

Los cofrades llevan cintas fijadas al sombrero, al bastón o al ojal: los


Canteros del Deber de libertad llevaban cintas verdes y azules en el ojal del
lado derecho; los Carpinteros del mismo Deber cintas verdes, azules y
blancas en el ojal del lado izquierdo.

La banda es azul según el rito francés; azul también en el rito escocés, pero
además ribeteada de rojo: «la dualidad de los colores del cordón, dice Henri
Jullien, puede considerarse como la traducción de las dos formas, positiva y
negativa, de la energía telúrica y del magnetismo universal... El rojo y el
azul, según Frédéric Portal, representaban la identificación del amor y de la
sabiduría. El rojo... dice Jules Boucher, hace sensible una irradiación, una
extensión del sentido espiritual» (en BOUM, 140,206,304-306).

11. La alquimia conoció también su escala de colores. Siguiendo un orden


ascendente, atribuye el negro a la materia, a lo oculto, al pecado, a la
penitencia; el gris a la tierra; el blanco al mercurio, a la inocencia, a la
iluminación, a la dicha; el rojo al azufre, a la sangre, a la pasión, a la
sublimación; el azul al cielo; el oro a la Gran Obra.

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