EUTANASIA
EUTANASIA
EUTANASIA
MI VIDA, MI DECISIÓN.
1
La vulnerabilidad es el lugar de manifestación
de la belleza y de la otredad,
Avenatti
2
CAPÍTULO I
1. INTRODUCCIÓN.
1
En el presente trabajo tomaremos “muerte digna” como eufemismo para designar el concepto
“eutanasia”.
2
Pueden leerse las noticias de al menos estos dos periódicos de tirada nacional:
http://www.eluniversal.com.mx/articulo/metropoli/cdmx/2017/01/5/constituyente-aprueba-derecho-
muerte-digna y https://www.forbes.com.mx/asamblea-constituyente-aprueba-derecho-la-eutanasia/
3
El texto puede leerse en el siguiente enlace:
https://twitter.com/jesusortegam/status/816806579542626304
3
El reformado fue el Artículo 11, Inciso A de la Constitución sobre el Derecho a la
autodeterminación personal el cual, ad literam, dice lo siguiente:
“Este derecho humano fundamental deberá posibilitar que todas las personas
puedan ejercer plenamente sus capacidades para vivir con dignidad. La vida
digna contiene implícitamente el derecho a una muerte digna”5.
2. JUSTIFICACIÓN.
Nos parece serio y relevante entrar en el debate sobre la eutanasia en México. Esto
para clarificar algunos conceptos que, nos parecen, manifestar cierta ambigüedad a la
hora de entablar diálogos sobre estos temas. Como dijimos más arriba, el debate es
nuevo en México y por lo mismo, los conceptos son tratados con poca profundidad y
pueden generar confusión entre la población 7 8. En este sentido, la literatura9 explica
4
Puede consultarse: http://gaceta.diputados.gob.mx/ACCM/GP/20170130-AA.pdf
5
Puede consultarse: http://gaceta.diputados.gob.mx/ACCM/GP/20170130-AA.pdf
6
Véase parte de esa entrevista en
http://www.eluniversal.com.mx/articulo/metropoli/cdmx/2017/01/5/constituyente-aprueba-derecho-
muerte-digna
7
Al respecto, Enrico Pascucci apunta: “la opinión pública no parece estar correctamente informada y, lo
más grave, parece que algunos tienen cierto interés en sembrar esta confusión deliberadamente”. En
Cuestiones en torno a la eutanasia. Saberes, vol 1, 2003, 1-27;
8
Pablo Requena enuncia, por su parte que el concepto de eutanasia se caracteriza por una amplia
polisemia que incluso puede depender de intereses ideológicos. Requena Meana, P. Eutanasia. En García
José Juan (dir): Enciclopedia de Bioética. 2012. URL: http://enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-
las-voces/222-eutanasia
4
que, de por sí, existe una confusión y ambigüedad del término eutanasia en el devenir de
la historia. ¡Cuánto mayor será el riesgo de un debate del tema sin las debidas
clarificaciones! Por esto, creemos imprescindible clarificar algunos conceptos que serán
vitales en el análisis ético de la moralidad de la eutanasia.
Por otro lado, puesto que la eutanasia ha sido, en el debate en México, entablada
desde la autodeterminación, será necesario enmarcar este concepto en aquel de corte
kantiano que es la autonomía. De modo que al momento se pondrán en el banquillo el
término eutanasia y autonomía.
Sin embargo, este tema lejos de ser un asunto de fuero interno (autonomía y
autodeterminación personal) tiene implicaciones sociales sobre las que conviene decir
alguna palabra, a saber: el papel del médico, el rol de la familia del paciente, las
cuestiones jurídicas.
Con esto nos introducimos en otro tema importante: ¿qué es la dignidad? Este
concepto es fundamental, ya que los defensores y los detractores de la eutanasia la
esgrimen como su bandera: los unos para subrayar que la muerte debe ser digna; y los
otros para sostener que la eutanasia atenta contra la dignidad. Nuevamente nos
encontramos con un concepto cuya ambigüedad ha suscitado ríos de tinta desde antiguo
y que, aquí y ahora, no podemos soslayar. Y dentro de este tema, como adyacente a él,
se deben dedicar algunas líneas al concepto de calidad de vida (concepto de corte
utilitarista, pero tan de moda en el debate).
9
Así por ejemplo puede citarse, por lo pronto: León Correa FJ. El debate sobre la eutanasia y la medicina
actual. Ars Brevis. 1998. 105-117; Pascucci de Ponte E. Cuestiones en torno a la eutanasia. Saberes, vol
1, 2003, 1-27; Pérez M. Bioética: perspectivas históricas e ideológicas sobre la eutanasia. Rev. Med. Clin.
Condes, vol 14 n.4. 2004. 157-160; Requena Meana, P. Eutanasia. En García José Juan (dir):
Enciclopedia de Bioética. 2012. URL: http://enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-las-voces/222-
eutanasia
5
3. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.
Dicho en una sola pregunta: ¿es la eutanasia la decisión por antonomasia que debe
realizar todo hombre, que se precie de ser realmente libre, en el último tramo de su
vida? Como respuesta, adelanto que, según mi parecer (y fundado en las posturas que
más adelante señalaremos), no nos parece así. De modo que nuestra respuesta, lejos de
alentar la eutanasia, se mueve en el terreno escabroso de fundamentar desde lo
humanamente posible la más alta dignidad del ser humano en este momento vital:
enfrentar con entereza y dignidad el momento de la muerte. No creemos que la
eutanasia sea la solución que los legisladores proponen frente al problema del mal y el
sufrimiento del paciente terminal. Antes al contrario, creemos que esta solución acarrea
más problemas que los que resuelve (o intenta resolver) como ya lo veremos más
adelante.
4. OBJETIVOS.
Objetivos generales:
1. Mostrar que la muerte digna no es un derecho.
2. Mostrar que los cuidados paliativos son aquello que es éticamente conforme a la
dignidad del paciente hacia el final de su vida.
6
Objetivos específicos sobre la muerte digna como derecho:
1. Establecer la dignidad de la persona como origen y fin del Derecho.
2. Mostrar que la autonomía no es razón suficiente para solicitar la eutanasia y
mucho menos para su posterior legislación.
7
CAPÍTULO II
MARCO REFERENCIAL
1. DEFINICIÓN DE CONCEPTOS.
1.1 Eutanasia.
1.1.1 Qué es y qué no es la eutanasia
1.1.2 Conceptos adyacentes:
1.1.2.1 Distanasia.
1.1.2.2 Ortotanasia.
1.1.2.3 Eutanasia social.
1.1.3 Elementos de la eutanasia.
1.2 Autonomía.
1.3 Dignidad.
1.3.1 Documentos internacionales.
1.3.2 Contexto bioético.
1.4 Calidad de vida.
1.5 Cuidados paliativos.
8
Estos cinco conceptos son los pilares sobre los que descansará nuestra postura. Por
lo que será menester una definición clara de cada uno de ellos. Con todo, en el desglose
argumentativo nos veremos en la necesidad de precisar algún otro concepto adyacente a
estos.
1.1 Eutanasia.
Eutanasia proviene del griego eu (bien, buen) y thánatos (muerte), por lo que
etimológicamente significa buena muerte. En su acepción más original significaba una
muerte serena, sin amarguras, ni angustias, sin pesadumbre, es decir, en paz con uno
mismo10. De aquí que, en su etimología no resulte moralmente ilícito. Sin embargo, esta
definición ya no es útil en el debate, la evolución semántica le ha conferido una
significación diferente.
10
Carrasco de Paula I. Eutanasia. Consultado el 25 de abril de 2017. Puede verse en
http://www.staffcatholic.net/archivos/lexicon/eutanasia.pdf
11
Para mayores informes sobre este aspecto: Monge MÁ., León JL. El sentido del sufrimiento. 4ª Ed.
Madrid: 2008. 145; Declaración sobre la eutanasia de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, 2002;
Declaración de la Comisión Central de Deontología Médica de España, Sobre el significado de la
expresión ‘eutanasia pasiva’, 1993; León Correa FJ. El debate sobre la eutanasia y la medicina actual. Ars
Brevis. 1998. 105-117; Pascucci de Ponte E. Cuestiones en torno a la eutanasia. Saberes, vol 1, 2003, 10.
9
interventi medici; ma la parola ‘passiva’ ha un significato molto
piú ampio e, perció, poteva ingenerare ambiguitá” 12.
Por ello recogemos, la que, a nuestro juicio, sería la mejor definición de eutanasia (y
en este sentido la que deberá entenderse por tal en el presente trabajo):
Así, ahora, se entiende como aquel acto médico que, por compasión, priva de la vida
a un paciente que lo solicita. En esta descripción tenemos los elementos que son
imprescindibles en la definición contemporánea de eutanasia. A saber: acto médico que
priva de la vida por compasión.
1.1.2.1 Distanasia.
Como hemos dicho más arriba, este concepto también se suele llamar ensañamiento
o encarnizamiento terapéutico que consiste en prolongar la vida de un paciente mediante
12
Sgreccia E. Manuale di bioética, Vita e pensiero, Milano. 1986. 542. Citado en Pascucci de Ponte E.
Cuestiones en torno a la eutanasia. Saberes, vol 1, 2003, 1-27.
13
Herranz G. Eutanasia o medicina. Cuadernos de Bioética, 4, 1990. 21. Citado en León Correa FJ. El
debate sobre la eutanasia y la medicina actual. Ars Brevis. 1998. 105-117.
10
medios desproporcionados o extraordinarios 14. Asimismo, la Sociedad Española de
Cuidados Paliativos afirma que son “aquellas prácticas médicas con pretensiones
diagnósticas o terapéuticas que no benefician realmente al enfermo y le provocan
sufrimiento innecesario” 15. Esta obstinación surge del déficit de competencia
profesional16.
Por otro lado, las aportaciones de las Enfermeras Chaiane Amorim Biondo, Maria
Júlia Paes da Silva y Lígia Maria Dal Secco nos parecen, cuando menos interesantes,
cuando afirman que:
14
Niño L. Eutanasia. Morir con dignidad: consecuencias jurídico-penales. Buenos Aires: Editorial
Universidad; 1994.
15
Declaración sobre la eutanasia de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, 2002.
16
Declaración sobre la eutanasia de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, 2002.
17
La cursiva es nuestra. Amorim Biondo C. Paes da Silva MJ. Dal Secco LM. Distanasia, eutanasia y
ortotanasia: percepciones de los enfermeros de unidades de terapias intensiva e implicaciones en la
asistencia. Rev Latino-am Enfermagem 2009 setembro-outubro; 17(5). Puede consultarse en
www.eerp.usp.br/rlae
11
esquivar la muerte inevitable, sino sólo aplazarla unas horas o
unos días en unas condiciones lamentables para el enfermo”18.
Así, pues, queda claro que la distanasia es un acto moralmente ilícito tanto por su
método como por su intención, que de fondo refleja una actitud de utópica inmortalidad
del hombre.
1.1.2.2 Ortotanasia.
Estas consideraciones, nos hacen percibir la licitud moral y ética de este proceder.
Por lo que no diremos más palabras al respecto, al menos no de momento.
18
Gamarra MP. La asistencia al final de la vida: la ortotanasia. Horizonte Médico, vol. 11, núm. 1, junio,
2011, pp. 40-46 Universidad de San Martín de Porres La Molina, Perú.
19
Gamarra MP, op. cit.
12
tratamientos en pacientes en los que su pronóstico de curación es muy bajo. En este
sentido, la eutanasia social sería un balance entre los costos y beneficios de los
esfuerzos médicos por la curación de los pacientes. Si recordamos la última expresión
en la definición que ofrece Herranz sobre la eutanasia encontramos este motivo, a saber:
“librar a la sociedad de una carga inútil”. Si bien es cierto, en lo mencionado no se dice
nada de utilidad, Pascucci señala que el argumento principal para sostener esta idea
sería que los esfuerzos de los profesionales debieran estar centrados en aquellos
enfermos con posibilidad de curación, es decir, aquellos en los que es útil realizar algún
esfuerzo20. Misseroni, en cambio la llama eutanasia económica, pero no deja de ser lo
mismo21.
Con lo dicho hasta el momento, es posible delimitar algunos elementos que nos
harán posible, más adelante, elaborar un juicio ético sobre la eutanasia. Por principio
señalamos los siguientes: el acto médico (acción u omisión) por el cual se produce la
muerte del paciente y la intención del administrador: que sea por compasión. Aunque
cabe señalar que algunas legislaciones piden como requisito indispensable el
consentimiento firme y reiterado del paciente. Tal como sucedió en el caso de Karen
Ann Quinlan en 198522. Volveremos sobre estos elementos más adelante en la
valoración de la eutanasia.
1.2 Autonomía
20
Pascucci de Ponte E. Cuestiones en torno a la eutanasia. Saberes, vol 1, 2003, 1-27.
21
Misseroni Raddatz A. Consideraciones jurídicas en torno al concepto de eutanasia. Acta Bioethica Año
VI, n°2, 2000. 248-263.
22
Para una revisión extensa del caso véase Santos M. El caso de Karen A. Quinlan: comentario ético a
una sentencia. Persona y Derecho, 2 (1975): 465-518.
23
Paz Urritia V. Eutanasia y principio de autonomía. Rev. Medicina y Humanidades Vol VII, n°1, 2015.
13
Es casi un suicidio intelectual no empezar el tema de la autonomía por citar, por lo
menos, la teoría kantiana. Para Kant, la autonomía es esa propiedad que tiene la
voluntad de ser ella misma su propia ley 24. De este modo, se ha de elegir aquellas cosas
que puedan ser consideradas imperativos, o con otras palabras, morales, puesto que el
principio de autonomía es el principio de la moralidad. Esta consideración de la
autonomía es heredad de Rousseau, quien afirma que hay que obedecer las leyes que
uno mismo se ha dado: en eso consiste la libertad 25. Más aún, Kant funda en la
autonomía la dignidad del hombre 26.
Así, una persona actúa autónomamente cuando opta libremente por lo que
moralmente debe optar, es decir sigue el dictado de su recta razón 27. Para que la
voluntad pueda elegir de modo libre es necesario que con anterioridad la razón haya
presentado los bienes o fines hacia los que la voluntad puede tender y decidirse por
alguno de ellos. Ahora bien, sin un fin último suficientemente claro para la inteligencia,
es fácil que las decisiones tomadas en el transcurso de la vida se vean afectadas. Por
citar algunos ejemplos de la vida cotidiana: aquél alumno que en preparatoria no sabe
qué quiere hacer con su vida encontrará serios problemas a la hora de elegir carrera
universitaria; por esta razón es frecuente saber de alumnos que cambian de carrera
constantemente. Si en condiciones de cierto apremio, como lo puede ser el caso
mencionado, la persona encuentra dificultades serias, entonces cómo se puede esperar
que un paciente en etapa terminal actúe conforme a la recta razón, es decir
autónomamente. Al respecto, Prat escribe lo siguiente:
“El enfermo está muy vertido hacia sí mismo; es natural. Por lo general
está bajo la influencia de un cierto shock, y sufre con dolor físico o
psíquico. Es dudoso que en esas condiciones pueda, por sí sólo, lograr la
distancia necesaria sobre la materia que debe juzgar, como para hacerlo
24
Kant I. Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres. Edición de Pedro M. Rosario Barbosa.
Puerto Rico. 60.
25
Rousseau JJ.Contrato social, Alianza Madrid, 1989. 27-28. Ad literam dice el autor: “la obediencia a la
ley que uno se ha prescrito es libertad”.
26
Kant I. op. cit. 49.
27
Prat, E., El principio de autonomía: una nueva perspectiva. Conferencia de clausura del Master en
Bioética, Pamplona 23 de mayo de 2009. Disponible en http://www.unav.es/cdb/prat2.pdf. Consultado el
3 de mayo de 2017.
14
correctamente, libre de aprensiones, temores y angustias más o menos
perturbadoras” 28.
1.3 Dignidad
28
Idem.
29
León Correa FJ. Autonomía y beneficencia en la ética clínica: ni paternalismo ni medicina defensiva.
Biomedicina, 2 (3). 2006.
30
Idem.
31
León Correa FJ. op. cit.
32
Prat, E., op. cit.
33
Informe Belmont, Disponible en http://www.bioeticaweb.com/el-informe-belmont-
principios-y-guasas-acticas-para-la-protecciasn-de-los-sujetos-humanos-de-investigaciasn-18-
abril-1979/. Consultado el 5 de mayo de 2017.
15
la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de
hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y
a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad”.
3. Artículo 1: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros”
34
Gros Espiell H. La Dignidad Humana en los Instrumentos Internacionales sobre Derechos Humanos.
Anuario de Derechos Humanos. Nueva Época. Vol. 4. 2003. 193-223.
35
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Preámbulo. México ratificó este
Documento en 1981. Por tanto es vinculante tal como lo expresa la Constitución Mexicana en su artículo
1.
16
concepto de dignidad inherente al ser humano y en principio estas convenciones, de
acuerdo a su temática, fundamentan cómo ha sido vilipendiada o menospreciada.
Hemos querido dejar para el final el Pacto de San José, donde el término dignidad se
emplea en el Art. 11, párrafo 1, que dice: “Toda persona tiene derecho al respeto de su
honra y al reconocimiento de su dignidad”. Hasta aquí ninguna falta. Sin embargo, el
artículo 27, que habla de la suspensión de garantías por amenaza al Estado, podría
sugerir que en un determinado caso, sería posible suspender el reconocimiento de la
dignidad inherente de la persona. Se presenta una contradicción en este Art. 27. En
efecto, sugiere no reconocer la dignidad en determinados casos, pero siempre y cuando
no sea incompatible con el Derecho Internacional, del cual hemos dicho que casi todos
los Documentos hablan de la dignidad inherente al ser humano. Se ve, a leguas, la
contradicción en los términos que se expresa el Pacto.
Visto el estatuto del que goza la idea de dignidad en los estatutos jurídicos, pasemos
a revisar lo concerniente a su estatuto en el ámbito bioético. Por tanto nos acercamos a
una exposición netamente filosófica 36. Para, así fundamentada, poder utilizar este
concepto de dignidad en los debates bioéticos.
Es evidente que el término dignidad puede ser utilizado para dos proposiciones
contradictorias: o bien para defender la eutanasia, como muerte digna, y los que
rechazan ésta por ser un atentado contra la dignidad. Si hacemos un ejercicio lógico, dos
enunciados contradictorios no pueden ser verdaderos. Solo puede resolverse este
conflicto en cuanto se esclarezca el término dignidad. Si esto queda claro, entonces
podremos valorar ambas proposiciones y encontrar su valor de verdad. Por tanto la
pregunta de este epígrafe es: ¿Qué queremos decir cuando decimos dignidad?
36
En este punto es importante señalar que la corriente filosófica que persigue el autor es de corte
personalista: a nuestro juicio, responde mejor a las expectativas más profundas que posee el ser humano.
Solo de esta postura se puede defender cabalmente y sin menoscabo alguno en ninguna de sus etapas, la
vida humana integral. Ahora bien, es de su conocimiento la distinción que hace Burgos sobre las
diferentes corrientes del personalismo. Ver: Burgos JM. El personalismo ontológico moderno I
Arquitectónica. Quién, nº 1, 2015. 9-27.
17
Recogemos lo ya dicho más arriba por Kant, a saber, que la autonomía funda la
dignidad del hombre. El hombre es digno en tanto que libre y por tanto en tanto que
racional. Sin embargo, cómo se puede contestar, en términos de varo de verdad, a la
pregunta: ¿qué pasa con las personas que duermen 37, los comatosos? Ellos, en sus casos
particulares, no tienen una autogestión en tanto que su racionalidad está como
suspendida, por tanto no son dignos. Tendríamos que decir, entonces, que a veces es
autónomo y a veces no lo es. Lo que significaría que a veces es digno y a veces no lo es.
O en otras palabras: a veces es persona y a veces no lo es.
Por tanto, la delimitación ha de ir por otros rumbos. En este sentido nos parece
interesante lo siguiente: Burgos, una vez que establece la problematicidad del sujeto
durmiente en la concepción de Engelhardt (es persona aquella que es capaz de dar
permiso), describe la respuesta de éste al caso que se le presenta: “integra –dice
Burgos– indisolublemente a la persona con su cuerpo, concluyendo que si está el
cuerpo, también está la persona” 38. No nos parece despreciable la solución, el problema
es que aparece ahora la referencia corporal. Traemos a colación las palabras de
Spaemann39, que en esta materia nos parece clarividente: “la contraposición entre
naturaleza y persona olvida que la persona es en sí misma una naturaleza en la que se
representa la persona, en la que la persona se puede contemplar y tocar”, pues «el
hombre no es una subjetividad descarnada que disponga de un organismo natural. El
cuerpo humano es el hombre mismo”. Con estas últimas palabras, también se puede
hacer la crítica a la postura kantiana.
Una pregunta que nos puede parecer oportuna en nuestro recorrido es si la dignidad
puede perderse. La pregunta es seria ya que incluso en el ámbito de tradición católica
37
Un análisis de este tema se presenta en Burgos Velazco JM. Persona versus ser humano: un análisis del
esquema argumentativo básico del debate. Cuadernos de Bioética, vol XIX, n°3, septiembre-diciembre,
2008. 433-477.
38
Burgos Velazco, op. cit.
39
Citado por González AM. Naturaleza y dignidad personal desde el pensamiento de Robert Spaemann.
El Primado de la persona en la moral contemporánea: XVII Simposio Internacional de Teología de la
Universidad de Navarra / edición dirigida por Augusto Sarmiento… [et al.], Servicio de Publicaciones de
la Universidad de Navarra, 1997, 215-224
18
pueden leerse expresiones de dos personajes que se consideran maestros de la doctrina y
que en apariencia son contradictorias (y se aplicaría el mismo criterio ya mencionado
más arriba). Por un lado, Juan Pablo II asevera que “Ni siquiera el homicida pierde su
dignidad personal” 40. Por otro, Tomás de Aquino, afirma que “El hombre, al pecar, se
separa del orden de la razón, y por ello decae en su dignidad, es decir, en cuanto que el
hombre es naturalmente libre y existente por sí mismo; y húndese, en cierto modo, en la
esclavitud de las bestias” 41 42.
40
Carta Encíclica Evangelium Vitae 1995, n°9.
41
Summa Theologiae II-II, 64, 2 ad 3: “quod homo peccando ab ordine rationis recedit, et ideo decidit a
dignitate humana, prout scilicet homo est naturaliter liber et propter seipsum existens, et incidit
quodammodo in servitutem bestiarum”
42
Esta sentencia del Aquinate pasó a formar parte del corpus doctrinal de la Iglesia en el sentido que la
primera referencia para hablar de pecado en el Catecismo de la Iglesia Católica se dice explícitamente que
es un “atentado contra la razón” (CEC 1849).
43
González AM. La dignidad de la persona, presupuesto de la investigación científica. Concepciones de
la dignidad. Publicado como Capítulo 1 en Biotecnología, dignidad y Derecho: bases para un diálogo.
Ballesteros J. Aparisi Miralles Á. (eds), Pamplona. Eunsa, 2004. 17-41.
44
Para nuestro trabajo, es importante esta distinción pero nos quedaremos solo con la descripción
ontológica, que nos servirá de fundamento para el rechazo a la eutanasia.
45
Pero ciertamente ordenado por la recta razón en la consecución del fin último. En esto seguimos a
Tomás de Aquino cuando afirma que la “raíz de la libertad está en la razón” (I-II, 17, 1 ad 2).
19
dignidad no solo sea por ser racional o espiritual, sino también como un ser corporal:
Como dice Spaemann:
Mariano Rojas que: “En el paradigma de calidad de vida el fin de esta es la vida
misma; por ello, hay calidad de vida cuando las personas están satisfechas, se sienten a
gusto, tienen vivencias afectivas positivas y van logrando paso a paso sus
aspiraciones” 48. En general, las descripciones sobre la calidad de vida versan en este
sentido. La problemática mayor es que es más un ideal al que se aspira según el
46
Citado por González AM. Naturaleza y dignidad personal desde el pensamiento de Robert Spaemann.
El Primado de la persona en la moral contemporánea: XVII Simposio Internacional de Teología de la
Universidad de Navarra / edición dirigida por Augusto Sarmiento… [et al.], Servicio de Publicaciones de
la Universidad de Navarra, 1997, 215-224.
47
Epicuro, por ejemplo, escribía: “Cuando afirmamos que el placer es un bien, no nos referimos para
nada a los placeres de los disipados, que consisten en embriagueces, como creen algunos que ignoran
nuestras enseñanzas o las interpretan mal. Aludimos a la ausencia de dolor del cuerpo (aponía), a la
ausencia de perturbación en el alma (ataraxia)”. Citado en Reale G. Antiseri D. Historia del pensamiento
filosófico y científico I. 3ª ed. Barcelona. 2001. 220. Los paréntesis son nuestros.
48
Rojas M. Hacia una sociedad con alta calidad de vida. Documentos Estratégicos CIIE · No.4, Julio
2012
20
contexto en que se vive49. Con similares palabras, Cardona y Agudelo mantienen esta
postura y lo importante de estos autores es señalizar que el concepto depende en gran
medida de la subjetividad de quien valora 50. Por su parte, la OMS define la calidad de
vida como: “la percepción individual de la propia posición en la vida dentro del
contexto del sistema cultural y de valores en que se vive y en relación con sus objetivos,
esperanzas, normas y preocupaciones”51. Nuevamente nos encontramos con un
concepto netamente subjetivo.
Quizá este concepto hunde sus raíces en lo que Gabriel Marcel tanto criticó: el ser y
el tener. Y es que en efecto: “Al sustituir los valores del ser por los del tener, ratifica
que el único fin que cuenta es la consecución del propio bienestar material; es así como
interpreta la llamada calidad de vida exclusivamente como eficiencia económica,
consumismo desordenado, belleza y goce de la vida física, olvidando las dimensiones
más profundas -relacionales, espirituales y religiosas- de la existencia” 52.
Esto tiene relevancias prácticas y con mayor razón en Bioética. En efecto, ¿cómo
medir la subjetividad? ¿Podemos aplicar del mismo modo el concepto a un joven
somalí, a una joven de la tribu Masai o a la Reina Isabel II de Inglaterra? A las claras, el
concepto para cada uno de ellos significa algo completamente diferente. Por tanto, la
aplicación de este principio subjetivo en Bioética tiene serias complicaciones éticas.
49
Pascucci, op. cit.
50
“La calidad de vida es una definición imprecisa y la mayoría de investigaciones que han trabajado en la
construcción del concepto están de acuerdo en que no existe una teoría única que defina y explique el
fenómeno. La calidad de vida pertenece a un universo ideológico, no tiene sentido si no es en relación con
un sistema de valores, y los términos que la han precedido en su genealogía ideológica remiten a una
evaluación de la experiencia que de su propia vida tienen los sujetos. Tal evaluación no es un acto de
razón, sino más bien un sentimiento. Lo que mejor designa la calidad de vida es la calidad de la vivencia
que de la vida tienen los sujetos”. Cardona D. Agudelo H. Construcción cultural del concepto calidad de
vida. Revista Facultad Nacional de Salud Pública, vol. 23, núm. 1, enero-junio, 2005, 79-90.
51
Organización Mundial de la Salud. Programa Envejecimiento y Ciclo Vital. Envejecimiento activo: un
marco político. Rev Esp Geriatr Gerontol 2002; 37(S2). 74-105.
52 Obiglio H. Calidad de Vida Valor o Disvalor en una Sociedad Utilitarista. Comunicación en sesión
privada de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, (8 de junio de 2005). Véase:
http://www.ancmyp.org.ar/user/files/obiglio11.pdf
21
1.5 Cuidados paliativos
He querido iniciar estos párrafos con el título del libro de Joaquín Callabed53, que
nos parecen sumamente adecuadas al tema tratado aquí. En efecto, Twicross, al referirse
a la filosofía de los cuidados paliativos, escribe que: “La Medicina Paliativa es un
intento por restablecer el rol tradicional de médicos y enfermeras: “curar a veces, aliviar
frecuentemente, confortar siempre” 54 55.
Por esto nos parecen acertadas las palabras de Manuel Nóvoa cuando escudriñando
los conceptos de “care” (cuidado) y “cure” (curar, en referencia a los tratamientos).
Sostiene que el primero, se basa en el respeto a la persona en todas sus dimensiones y
que, por tanto, no solo se ocupa de su enfermedad, sino del enfermo en sí mismo y sus
circunstancias. Por otro lado, los segundos, se centran en la enfermedad que en el
enfermo. Sin embargo, también hay que decir que ambas posiciones no son
53
Callabed J. Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre. Barcelona. PPU – Promociones y
Publicaciones Universitarias. 2013.
54
Twycross R. Medicina paliativa: Filosofía y consideraciones éticas. Acta Bioethica 2000; año VI, nº 1
27-46.
55
Es de nuestro conocimiento la distinción entre medicina paliativa (acciones paliativas realizadas por
médicos) y cuidado paliativo (acciones interdisciplinarias de cuidado del paciente). Aunque las
utilizaremos sinonímicamente: tal parece ser la sugerencia de Pessini y Bertachini cuando citan la 3ª Ed
del Manual de Medicina Paliativa de Oxford en el ensayo Nuevas perspectivas en cuidados paliativos.
Acta Bioethica 2006; 12 (2). 231-242.
56
Pessini L. op. cit.
22
incompatibles sino que pertenecen a diferentes momentos del proceso de desarrollo de
la enfermedad del paciente57.
2. ANTECEDENTES.
2.1.1 Bélgica.
57
Nóvoa Santos M. Cuidados paliativos y Bioética. Cuadernos de Bioética 1998/2. 305-321
58
Vega Gutiérrez J. La práctica de la eutanasia en Bélgica y la «pendiente resbaladiza». Cuadernos de
Bioética, Vol XVIII, n°1, enero-abril, 2007. 71-87. Simón Lorda P. Barrio Cantalejo IM. La eutanasia en
Bélgica. Rev Esp Salud Pública, n°1 enero-febrero, 2012. 5-19.
23
concepto, se prosigue a desglosar el contenido de la ley. Sólo señalaremos aquellos que
nos parecen importantes en referencia a nuestro trabajo global.
Esta Ley fue modificada en 2005 con un añadido al Art 3 referido al papel de los
farmacéuticos.
En 2014 le fue añadida una extensión sobre la eutanasia a menores. Este añadido
exige que al momento de la petición, el menor sea capaz y debe estar en condiciones de
enfermo terminal con las condiciones ya mencionadas del sufrimiento incurable.
Además debe ser apoyado por sus padres o su tutor legal 59.
59
Parreiras Reis de Castro M. Cafure Antunes G. Pacelli Marcon LM. Silva Andrade L. Rückl s. Ângelo
Andrade VL. Eutanasia y suicidio asistido en países occidentales: una revisión sistemática. Rev. bioét.
2016; 24 (2). 355-367.
24
2.1.2 Holanda.
De lo dicho nos quedamos con tres cosas: el motivo y conclusiones del Informe
Remmelink y la reglamentación de 1993; y la Ley terminada de 2002.
60
Ortega I. La pendiente resbaladiza en la eutanasia, ¿ilusión o realidad?, en «Annales Theologici» 17
(2003) 77-124. Citado en Vega Gutiérrez J. La «pendiente resbaladiza» en la eutanasia en Holanda.
Cuadernos de Bioética, vol. XVIII, núm. 1, enero-abril, 2007. 89-104.
61
Vega Gutiérrez J. op. cit.
62
Vega Gutiérrez J. op. cit.
25
consentimiento. Esto suscitó el debate para reglamentar jurídicamente acciones que de
hecho ya sucedían. Así es como en 1993 se reglamenta la eutanasia para evitar abusos.
Los cuales no se evitaron, por supuesto.
Veamos cómo quedó establecido el criterio para la eutanasia 63, esto en el Capítulo
II, denominado Requisitos de cuidado y esmero profesional, de esta Ley,
específicamente en el Art. 2:
En el numeral 1 de este Artículo se encuentran las disposiciones para los médicos que
consiste en asegurarse de que la petición es voluntaria y bien meditada; que no haya
esperanza de mejora en el sufrimiento insoportable; que el paciente haya sido informado
adecuadamente; se ha convencido que no existe otra alternativa razonable; se ha
consultado con otro colega independiente al caso y ha corroborado los requisitos
anteriores; finalmente llevar a cabo, cito textualmente: “la terminación de la vida o el
auxilio al suicidio con el máximo cuidado y esmero profesional posibles” 64.
2.1.3 Otras.
63
Para esto, nos referimos a la Ley tal como queda expresada en 2000. Se puede consultar en:
https://www.bioeticaweb.com/holanda-ley-de-la-terminaciasn-de-la-vida-a-peticiasn-propia-y-del-
auxilio-al/
64
Art 2, f.
65
Parreiras Reis de Castro M. op. cit.
26
2.2 Leyes eutanásicas en América.
2.2.1 Colombia.
Ovidio González pasó a la historia por ser el primer hombre en América Latina en
recibir la eutanasia. En este país eutanasia se entiende como homicidio por piedad. Así
lo estipula que tal homicidio es punible con prisión de seis meses a tres años. Sin
embargo, en una sentencia posterior, la Corte Constitucional de Colombia declaró que:
“en el caso de los enfermos terminales en que concurra la voluntad libre del sujeto
pasivo del acto, no podrá derivarse responsabilidad para el médico autor, pues la
conducta está justificada” (la itálica es nuestra) 66. Ad literam la Sentencia dice lo
siguiente:
“El sujeto activo no mata por desdén hacia el otro sino por
sentimientos totalmente opuestos. El sujeto activo considera a la
víctima como una persona con igual dignidad y derechos, pero
que se encuentra en una situación tal de sufrimiento, que la
muerte puede ser vista como un acto de compasión y
misericordia”67.
Esta misma sentencia, ofrece los elementos a considerar para regular la acción
eutanásica: que el paciente sea competente, quién debe intervenir en el proceso, las
circunstancias de la manifestación de su voluntad de solicitar la eutanasia, las medidas
para un resultado humanístico y los temas que han de manejarse en el ámbito educativo.
2.2.2 Bolivia.
En el Art. 257 del Código Penal establece la pena sobre el homicida, donde el que
actúa movido por la piedad, puede, en casos excepcionales, obtener el perdón, por ser el
móvil un atenuante especial (Art. 39)68.
66
Misseroni A. op cit.
67
Sentencia C-239/97. Consultado en 3 de junio 2017. Puede verse en:
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1997/c-239-97.htm
68
Código Penal Bolivia. Consultado 3 de junio de 2017. Puede verse en :
http://www.oas.org/juridico/spanish/gapeca_sp_docs_bol1.pdf
27
3. DEONTOLOGÍA MÉDICA.
“[…] Evitando todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen
la administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa semejante […]. Pasaré mi vida y
ejerceré mi profesión con inocencia y pureza” 69.
69
De la traducción que aparece en Seifert JM. Juramento hipocrático y obligaciones morales absolutas, en
García, José Juan (director): Enciclopedia de Bioética,
URL:http://www.enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-las-voces/300-juramento-hipocratico-y-
obligaciones-morales-absolutas
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no deja de ser un crimen que repugna profundamente a la vocación médica sincera. […]
Pero el médico traicionaría su vocación de sanador y de protector de la vida humana si
acabara con un enfermo o colaborara a su suicidio voluntario. Nunca puede el médico
provocar deliberadamente la muerte: la medicina no está para eso. Aunque alguna Ley
lo permitiera, jamás el médico podrá usar el poder y las prerrogativas que la sociedad le
ha concedido para ejecutar una pena capital ordenada por un tribunal de justicia o para
suprimir la vida de un enfermo, aunque se lo solicitara él, o su familia o un comité de
cuidados hospitalarios. Un médico es culpable de una grave infracción deontológica si
se niega a prestar a un moribundo una asistencia médica competente y, sobre todo, si se
arroga el poder desorbitado de destruir voluntariamente una vida humana”.
29