EUTANASIA

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EUTANASIA

MI VIDA, MI DECISIÓN.

Nombre: MARIO ZAMBRANO GONZÁLEZ

Fecha: JUNIO DE 2017

1
La vulnerabilidad es el lugar de manifestación
de la belleza y de la otredad,
Avenatti

2
CAPÍTULO I

DELIMITACIÓN DEL TEMA

1. INTRODUCCIÓN.

México ha entrado en el debate mundial sobre la eutanasia. Y lo ha hecho con el


argumento de que la muerte digna 1 es un derecho humano2. La eutanasia ha entrado por
consenso en México. El Legislador Jesús Ortega, del Partido de la Revolución
Democrática (PRD) fue el encargado de presentar la propuesta. Habiendo ocurrido el
debate, la votación terminó con 56 votos a favor, 27 en contra y una abstención. Esto
sucedía el 4 de enero, alrededor de las 13:30 hrs. (tiempo de la Cd. de México). Diez
minutos después, en su cuenta de Twitter publicaba lo siguiente:

“Toda persona tiene derecho a la autodeterminación personal y al libre


desarrollo de una personalidad. Este derecho fundamental deberá posibilitar que
todas las personas puedan ejercer plenamente sus capacidades para vivir con
dignidad. La vida digna contiene implícitamente el derecho a una muerte
digna” 3.

1
En el presente trabajo tomaremos “muerte digna” como eufemismo para designar el concepto
“eutanasia”.
2
Pueden leerse las noticias de al menos estos dos periódicos de tirada nacional:
http://www.eluniversal.com.mx/articulo/metropoli/cdmx/2017/01/5/constituyente-aprueba-derecho-
muerte-digna y https://www.forbes.com.mx/asamblea-constituyente-aprueba-derecho-la-eutanasia/
3
El texto puede leerse en el siguiente enlace:
https://twitter.com/jesusortegam/status/816806579542626304

3
El reformado fue el Artículo 11, Inciso A de la Constitución sobre el Derecho a la
autodeterminación personal el cual, ad literam, dice lo siguiente:

“Toda persona tiene derecho a la autodeterminación y al libre desarrollo de una


personalidad” 4.

Le fue agregado el siguiente texto seguido del anterior:

“Este derecho humano fundamental deberá posibilitar que todas las personas
puedan ejercer plenamente sus capacidades para vivir con dignidad. La vida
digna contiene implícitamente el derecho a una muerte digna”5.

El susodicho Legislador, en una entrevista concedida posteriormente, señaló que no


se ha incluido el término eutanasia “porque hay palabras que generan suspicacias, sobre
todo a la ultraderecha y grupos ultrarreligiosos” 6, sin embargo, en esa misma entrevista
señala que sí se aprueba la eutanasia. Luego, efectivamente, “muerte digna” disfraza,
suspicazmente, la eutanasia.

2. JUSTIFICACIÓN.

Nos parece serio y relevante entrar en el debate sobre la eutanasia en México. Esto
para clarificar algunos conceptos que, nos parecen, manifestar cierta ambigüedad a la
hora de entablar diálogos sobre estos temas. Como dijimos más arriba, el debate es
nuevo en México y por lo mismo, los conceptos son tratados con poca profundidad y
pueden generar confusión entre la población 7 8. En este sentido, la literatura9 explica

4
Puede consultarse: http://gaceta.diputados.gob.mx/ACCM/GP/20170130-AA.pdf
5
Puede consultarse: http://gaceta.diputados.gob.mx/ACCM/GP/20170130-AA.pdf
6
Véase parte de esa entrevista en
http://www.eluniversal.com.mx/articulo/metropoli/cdmx/2017/01/5/constituyente-aprueba-derecho-
muerte-digna
7
Al respecto, Enrico Pascucci apunta: “la opinión pública no parece estar correctamente informada y, lo
más grave, parece que algunos tienen cierto interés en sembrar esta confusión deliberadamente”. En
Cuestiones en torno a la eutanasia. Saberes, vol 1, 2003, 1-27;
8
Pablo Requena enuncia, por su parte que el concepto de eutanasia se caracteriza por una amplia
polisemia que incluso puede depender de intereses ideológicos. Requena Meana, P. Eutanasia. En García
José Juan (dir): Enciclopedia de Bioética. 2012. URL: http://enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-
las-voces/222-eutanasia

4
que, de por sí, existe una confusión y ambigüedad del término eutanasia en el devenir de
la historia. ¡Cuánto mayor será el riesgo de un debate del tema sin las debidas
clarificaciones! Por esto, creemos imprescindible clarificar algunos conceptos que serán
vitales en el análisis ético de la moralidad de la eutanasia.

Por otro lado, puesto que la eutanasia ha sido, en el debate en México, entablada
desde la autodeterminación, será necesario enmarcar este concepto en aquel de corte
kantiano que es la autonomía. De modo que al momento se pondrán en el banquillo el
término eutanasia y autonomía.

Sin embargo, este tema lejos de ser un asunto de fuero interno (autonomía y
autodeterminación personal) tiene implicaciones sociales sobre las que conviene decir
alguna palabra, a saber: el papel del médico, el rol de la familia del paciente, las
cuestiones jurídicas.

Además, se plantea el contencioso de entender si los derechos humanos deben ser


otorgados por los legisladores (como en el caso presente) o simple y llanamente deben
ser reconocidos como expresión de la dignidad inherente a todo ser humano, a cada ser
humano.

Con esto nos introducimos en otro tema importante: ¿qué es la dignidad? Este
concepto es fundamental, ya que los defensores y los detractores de la eutanasia la
esgrimen como su bandera: los unos para subrayar que la muerte debe ser digna; y los
otros para sostener que la eutanasia atenta contra la dignidad. Nuevamente nos
encontramos con un concepto cuya ambigüedad ha suscitado ríos de tinta desde antiguo
y que, aquí y ahora, no podemos soslayar. Y dentro de este tema, como adyacente a él,
se deben dedicar algunas líneas al concepto de calidad de vida (concepto de corte
utilitarista, pero tan de moda en el debate).

9
Así por ejemplo puede citarse, por lo pronto: León Correa FJ. El debate sobre la eutanasia y la medicina
actual. Ars Brevis. 1998. 105-117; Pascucci de Ponte E. Cuestiones en torno a la eutanasia. Saberes, vol
1, 2003, 1-27; Pérez M. Bioética: perspectivas históricas e ideológicas sobre la eutanasia. Rev. Med. Clin.
Condes, vol 14 n.4. 2004. 157-160; Requena Meana, P. Eutanasia. En García José Juan (dir):
Enciclopedia de Bioética. 2012. URL: http://enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-las-voces/222-
eutanasia

5
3. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.

Con lo dicho al momento se percibe claramente el problema, sin embargo, vamos a


delimitarlo un poco más. En nuestro problema se nos presentan las siguientes
interrogantes: ¿es la muerte digna un derecho humano? ¡Es verdad, como dice el
legislador Ortega, que el derecho a la muerte está implícito en el concepto de
autodeterminación de una personalidad? ¿Es la autonomía razón suficiente para dar
muerte a alguien? ¿Puede ser la muerte más fuerte que la vida? ¿Cómo se puede medir
el dolor (y el sufrimiento) para determinar quién puede tolerarlo y quién no? ¿Qué
relación existe entre la dignidad personal y la enfermedad? ¿Solo se es digno cuando se
cumplen las condiciones de “calidad de vida”? Si esto es así, entonces, ¿la dignidad
puede perderse? Como se ve, el tema de la eutanasia suscita muchos interrogantes.

Dicho en una sola pregunta: ¿es la eutanasia la decisión por antonomasia que debe
realizar todo hombre, que se precie de ser realmente libre, en el último tramo de su
vida? Como respuesta, adelanto que, según mi parecer (y fundado en las posturas que
más adelante señalaremos), no nos parece así. De modo que nuestra respuesta, lejos de
alentar la eutanasia, se mueve en el terreno escabroso de fundamentar desde lo
humanamente posible la más alta dignidad del ser humano en este momento vital:
enfrentar con entereza y dignidad el momento de la muerte. No creemos que la
eutanasia sea la solución que los legisladores proponen frente al problema del mal y el
sufrimiento del paciente terminal. Antes al contrario, creemos que esta solución acarrea
más problemas que los que resuelve (o intenta resolver) como ya lo veremos más
adelante.

4. OBJETIVOS.

Objetivos generales:
1. Mostrar que la muerte digna no es un derecho.
2. Mostrar que los cuidados paliativos son aquello que es éticamente conforme a la
dignidad del paciente hacia el final de su vida.

6
Objetivos específicos sobre la muerte digna como derecho:
1. Establecer la dignidad de la persona como origen y fin del Derecho.
2. Mostrar que la autonomía no es razón suficiente para solicitar la eutanasia y
mucho menos para su posterior legislación.

Objetivos específicos sobre los cuidados paliativos:


1. Mostrar que la salud física no es sinónimo de calidad de vida, como tampoco
una salud menguada es sinónimo de vida deficiente o de segundo grado.
2. Establecer la posibilidad de la “pendiente resbaladiza”, tal como la experiencia
en otros países ha mostrado.

7
CAPÍTULO II

MARCO REFERENCIAL

1. DEFINICIÓN DE CONCEPTOS.

En el presente epígrafe daremos las definiciones sobre las que fundamentaremos


nuestra postura:

1.1 Eutanasia.
1.1.1 Qué es y qué no es la eutanasia
1.1.2 Conceptos adyacentes:
1.1.2.1 Distanasia.
1.1.2.2 Ortotanasia.
1.1.2.3 Eutanasia social.
1.1.3 Elementos de la eutanasia.
1.2 Autonomía.
1.3 Dignidad.
1.3.1 Documentos internacionales.
1.3.2 Contexto bioético.
1.4 Calidad de vida.
1.5 Cuidados paliativos.

8
Estos cinco conceptos son los pilares sobre los que descansará nuestra postura. Por
lo que será menester una definición clara de cada uno de ellos. Con todo, en el desglose
argumentativo nos veremos en la necesidad de precisar algún otro concepto adyacente a
estos.

1.1 Eutanasia.

1.1.1 Qué es y qué no es la eutanasia.

Este epígrafe es altamente importante. En él precisaremos qué se debe entender por


eutanasia en el presente escrito para poder entablar un debate serio sobre el asunto. Nos
queda claro que la terminología no es de fácil uso para el vulgo, pero no puede decirse
lo mismo en los ámbitos académicos. En éstos, la terminología debe ser unívoca, es
decir, debe precisar qué se quiere decir cuando se utiliza el término eutanasia. Por esto
vamos a constreñir el término para evitar toda ambigüedad.

Eutanasia proviene del griego eu (bien, buen) y thánatos (muerte), por lo que
etimológicamente significa buena muerte. En su acepción más original significaba una
muerte serena, sin amarguras, ni angustias, sin pesadumbre, es decir, en paz con uno
mismo10. De aquí que, en su etimología no resulte moralmente ilícito. Sin embargo, esta
definición ya no es útil en el debate, la evolución semántica le ha conferido una
significación diferente.

Tampoco creemos válida la distinción habitual entre eutanasia pasiva y activa.


Puesto que la comprensión de la eutanasia pasiva suscita, también graves confusiones 11.
Sgreccia señala que:
“Viene anche evitata una distinzione frequente nel linguaggio
medico tra eutanasia attiva e eutanasia passica, ove l’aggettivo
‘passiva’ veniva ad indicare l’ommissione delle cure e degli

10
Carrasco de Paula I. Eutanasia. Consultado el 25 de abril de 2017. Puede verse en
http://www.staffcatholic.net/archivos/lexicon/eutanasia.pdf
11
Para mayores informes sobre este aspecto: Monge MÁ., León JL. El sentido del sufrimiento. 4ª Ed.
Madrid: 2008. 145; Declaración sobre la eutanasia de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, 2002;
Declaración de la Comisión Central de Deontología Médica de España, Sobre el significado de la
expresión ‘eutanasia pasiva’, 1993; León Correa FJ. El debate sobre la eutanasia y la medicina actual. Ars
Brevis. 1998. 105-117; Pascucci de Ponte E. Cuestiones en torno a la eutanasia. Saberes, vol 1, 2003, 10.

9
interventi medici; ma la parola ‘passiva’ ha un significato molto
piú ampio e, perció, poteva ingenerare ambiguitá” 12.

Por ello recogemos, la que, a nuestro juicio, sería la mejor definición de eutanasia (y
en este sentido la que deberá entenderse por tal en el presente trabajo):

“Matar sin dolor y deliberadamente, de ordinario mediante


procedimientos de apariencia médica, a personas que se tienen
como destinadas a una vida atormentada por el dolor o limitada
por la incapacidad, con el propósito de ahorrarles sufrimientos y
de librar a la sociedad de una carga inútil” 13.

Así, ahora, se entiende como aquel acto médico que, por compasión, priva de la vida
a un paciente que lo solicita. En esta descripción tenemos los elementos que son
imprescindibles en la definición contemporánea de eutanasia. A saber: acto médico que
priva de la vida por compasión.

1.1.2 Conceptos adyacentes.

Anejos al concepto de eutanasia se encuentran los conceptos de distanasia y


ortotanasia. El primero también se le suele denominar ensañamiento o encarnizamiento
terapéutico y que, de suyo, tanto los defensores como los detractores de la eutanasia
están en contra del mismo. Vamos a describir estos conceptos.

1.1.2.1 Distanasia.

Del griego dis (dificultad, anomalía) y thánatos (muerte).

Como hemos dicho más arriba, este concepto también se suele llamar ensañamiento
o encarnizamiento terapéutico que consiste en prolongar la vida de un paciente mediante

12
Sgreccia E. Manuale di bioética, Vita e pensiero, Milano. 1986. 542. Citado en Pascucci de Ponte E.
Cuestiones en torno a la eutanasia. Saberes, vol 1, 2003, 1-27.
13
Herranz G. Eutanasia o medicina. Cuadernos de Bioética, 4, 1990. 21. Citado en León Correa FJ. El
debate sobre la eutanasia y la medicina actual. Ars Brevis. 1998. 105-117.

10
medios desproporcionados o extraordinarios 14. Asimismo, la Sociedad Española de
Cuidados Paliativos afirma que son “aquellas prácticas médicas con pretensiones
diagnósticas o terapéuticas que no benefician realmente al enfermo y le provocan
sufrimiento innecesario” 15. Esta obstinación surge del déficit de competencia
profesional16.

Por otro lado, las aportaciones de las Enfermeras Chaiane Amorim Biondo, Maria
Júlia Paes da Silva y Lígia Maria Dal Secco nos parecen, cuando menos interesantes,
cuando afirman que:

“La distanasia es sinónimo de tratamiento fútil o inútil, sin


beneficios para la persona en su fase terminal. Es el proceso por el
cual se prolonga solamente el proceso de morir, y no la vida
propiamente dicha, teniendo como consecuencia una muerte
prolongada, lenta y, con frecuencia, acompañada de sufrimiento,
dolor y agonía”17.

Lo interesante de la aportación es la clarificación del hecho de que la distanasia no


ayuda efectivamente a la vida, sino que es un retraso en el morir y que provoca no pocos
sufrimientos. Por ello es que tiene no pocos detractores. En similares palabras sostiene
lo mismo Pilar Gamarra para quien la distanasia:

“Consiste en retrasar la muerte todo lo posible, por todos los


medios disponibles, aunque no haya esperanza alguna de
curación, y eso signifique infligir al moribundo unos sufrimientos
añadidos a los que ya padece, y que, obviamente, no lograrán

14
Niño L. Eutanasia. Morir con dignidad: consecuencias jurídico-penales. Buenos Aires: Editorial
Universidad; 1994.
15
Declaración sobre la eutanasia de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, 2002.
16
Declaración sobre la eutanasia de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, 2002.
17
La cursiva es nuestra. Amorim Biondo C. Paes da Silva MJ. Dal Secco LM. Distanasia, eutanasia y
ortotanasia: percepciones de los enfermeros de unidades de terapias intensiva e implicaciones en la
asistencia. Rev Latino-am Enfermagem 2009 setembro-outubro; 17(5). Puede consultarse en
www.eerp.usp.br/rlae

11
esquivar la muerte inevitable, sino sólo aplazarla unas horas o
unos días en unas condiciones lamentables para el enfermo”18.

Así, pues, queda claro que la distanasia es un acto moralmente ilícito tanto por su
método como por su intención, que de fondo refleja una actitud de utópica inmortalidad
del hombre.

1.1.2.2 Ortotanasia.

Del griego orto (recto, digno, correcto) y thánatos (muerte).

Siguiendo con las consideraciones de la Dra. Pilar Gamarra, médico geriatra,


considera que la ortotanasia es, a diferencia de la distanasia, una ayuda en el morir y no
una ayuda para morir. Por ello, la ortotanasia consiste en aquellas medidas encaminadas
a mejorar la vida de los enfermos terminales. Además, estas medidas son siempre en
beneficio del paciente. Muy importante el acotamiento que hace sobre, lo que ella
considera como aspectos sumamente importantes: “la comunicación y el diálogo del
enfermo con su médico, sus familiares, amigos y, en su caso, con el ministro de su
religión, quienes proporcionan apoyo psíquico, moral y espiritual […] Tiende a
conocer y respetar el momento natural de la muerte de cada hombre y sus circunstancias
concretas, sin querer adelantarlo para no incidir en la eutanasia reprobable, ni tampoco
prolongar artificialmente la vida con medios improporcionados para caer en el extremo,
en distanasia” 19.

Estas consideraciones, nos hacen percibir la licitud moral y ética de este proceder.
Por lo que no diremos más palabras al respecto, al menos no de momento.

1.1.2.3 Eutanasia social.

Este concepto es relativamente nuevo. No así su práctica. Hace referencia a la


aplicación de técnicas eutanásicas cuya razón suficiente sería los costos de los

18
Gamarra MP. La asistencia al final de la vida: la ortotanasia. Horizonte Médico, vol. 11, núm. 1, junio,
2011, pp. 40-46 Universidad de San Martín de Porres La Molina, Perú.
19
Gamarra MP, op. cit.

12
tratamientos en pacientes en los que su pronóstico de curación es muy bajo. En este
sentido, la eutanasia social sería un balance entre los costos y beneficios de los
esfuerzos médicos por la curación de los pacientes. Si recordamos la última expresión
en la definición que ofrece Herranz sobre la eutanasia encontramos este motivo, a saber:
“librar a la sociedad de una carga inútil”. Si bien es cierto, en lo mencionado no se dice
nada de utilidad, Pascucci señala que el argumento principal para sostener esta idea
sería que los esfuerzos de los profesionales debieran estar centrados en aquellos
enfermos con posibilidad de curación, es decir, aquellos en los que es útil realizar algún
esfuerzo20. Misseroni, en cambio la llama eutanasia económica, pero no deja de ser lo
mismo21.

1.1.3 Elementos de la eutanasia.

Con lo dicho hasta el momento, es posible delimitar algunos elementos que nos
harán posible, más adelante, elaborar un juicio ético sobre la eutanasia. Por principio
señalamos los siguientes: el acto médico (acción u omisión) por el cual se produce la
muerte del paciente y la intención del administrador: que sea por compasión. Aunque
cabe señalar que algunas legislaciones piden como requisito indispensable el
consentimiento firme y reiterado del paciente. Tal como sucedió en el caso de Karen
Ann Quinlan en 198522. Volveremos sobre estos elementos más adelante en la
valoración de la eutanasia.

1.2 Autonomía

El concepto de autonomía es el más citado cuando se quiere argumentar a favor de


la eutanasia23. De hecho este fue uno de los argumentos para la reforma en México. Por
tanto nos interesa que el concepto quede bien definido.

20
Pascucci de Ponte E. Cuestiones en torno a la eutanasia. Saberes, vol 1, 2003, 1-27.
21
Misseroni Raddatz A. Consideraciones jurídicas en torno al concepto de eutanasia. Acta Bioethica Año
VI, n°2, 2000. 248-263.
22
Para una revisión extensa del caso véase Santos M. El caso de Karen A. Quinlan: comentario ético a
una sentencia. Persona y Derecho, 2 (1975): 465-518.
23
Paz Urritia V. Eutanasia y principio de autonomía. Rev. Medicina y Humanidades Vol VII, n°1, 2015.

13
Es casi un suicidio intelectual no empezar el tema de la autonomía por citar, por lo
menos, la teoría kantiana. Para Kant, la autonomía es esa propiedad que tiene la
voluntad de ser ella misma su propia ley 24. De este modo, se ha de elegir aquellas cosas
que puedan ser consideradas imperativos, o con otras palabras, morales, puesto que el
principio de autonomía es el principio de la moralidad. Esta consideración de la
autonomía es heredad de Rousseau, quien afirma que hay que obedecer las leyes que
uno mismo se ha dado: en eso consiste la libertad 25. Más aún, Kant funda en la
autonomía la dignidad del hombre 26.

Así, una persona actúa autónomamente cuando opta libremente por lo que
moralmente debe optar, es decir sigue el dictado de su recta razón 27. Para que la
voluntad pueda elegir de modo libre es necesario que con anterioridad la razón haya
presentado los bienes o fines hacia los que la voluntad puede tender y decidirse por
alguno de ellos. Ahora bien, sin un fin último suficientemente claro para la inteligencia,
es fácil que las decisiones tomadas en el transcurso de la vida se vean afectadas. Por
citar algunos ejemplos de la vida cotidiana: aquél alumno que en preparatoria no sabe
qué quiere hacer con su vida encontrará serios problemas a la hora de elegir carrera
universitaria; por esta razón es frecuente saber de alumnos que cambian de carrera
constantemente. Si en condiciones de cierto apremio, como lo puede ser el caso
mencionado, la persona encuentra dificultades serias, entonces cómo se puede esperar
que un paciente en etapa terminal actúe conforme a la recta razón, es decir
autónomamente. Al respecto, Prat escribe lo siguiente:

“El enfermo está muy vertido hacia sí mismo; es natural. Por lo general
está bajo la influencia de un cierto shock, y sufre con dolor físico o
psíquico. Es dudoso que en esas condiciones pueda, por sí sólo, lograr la
distancia necesaria sobre la materia que debe juzgar, como para hacerlo

24
Kant I. Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres. Edición de Pedro M. Rosario Barbosa.
Puerto Rico. 60.
25
Rousseau JJ.Contrato social, Alianza Madrid, 1989. 27-28. Ad literam dice el autor: “la obediencia a la
ley que uno se ha prescrito es libertad”.
26
Kant I. op. cit. 49.
27
Prat, E., El principio de autonomía: una nueva perspectiva. Conferencia de clausura del Master en
Bioética, Pamplona 23 de mayo de 2009. Disponible en http://www.unav.es/cdb/prat2.pdf. Consultado el
3 de mayo de 2017.

14
correctamente, libre de aprensiones, temores y angustias más o menos
perturbadoras” 28.

Siguiendo esta línea de pensamiento, Francisco León señala que en bastantes


autores se puede encontrar una afirmación radical sobre la autonomía. Esta sería “como
una posesión del individuo que decide con independencia absoluta sobre sí mismo” 29.
Stuart Mill es el precursor de esta idea cerrada de autonomía: “En lo que no interesa a
nadie sino a él, su independencia es de derecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su
cuerpo y sobre su espíritu, el individuo es soberano” 30. De modo que se viene
entendiendo, en la literatura actual, la autonomía como la capacidad de autogobierno. Y
es verdad que así es porque la “autonomía es expresión de la dignidad de la persona
humana”31. Es más, “la autonomía es una prerrogativa de la persona” 32. Finalmente, y
por citar un documento de envergadura, el Informe Belmont, define a la persona
autónoma como “un individuo que tiene la capacidad de deliberar sobre sus fines
personales, y de obrar bajo la dirección de esta deliberación” 33.

1.3 Dignidad

1.3.1 El concepto de dignidad en los Documentos Internacionales.

El referente más conocido es la Declaración Universal de los Derechos Humanos


(1948). Tal documento menciona en tres ocasiones el término dignidad:

1. Preámbulo, párrafo I: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el


mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los
derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.
2. Preámbulo, párrafo V: “Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas
han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en

28
Idem.
29
León Correa FJ. Autonomía y beneficencia en la ética clínica: ni paternalismo ni medicina defensiva.
Biomedicina, 2 (3). 2006.
30
Idem.
31
León Correa FJ. op. cit.
32
Prat, E., op. cit.
33
Informe Belmont, Disponible en http://www.bioeticaweb.com/el-informe-belmont-
principios-y-guasas-acticas-para-la-protecciasn-de-los-sujetos-humanos-de-investigaciasn-18-
abril-1979/. Consultado el 5 de mayo de 2017.

15
la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de
hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y
a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad”.
3. Artículo 1: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros”

Es interesante notar que a partir de esta Declaración, la noción de dignidad ha


tenido un rol fundamental en documentos posteriores. Tanto así que “es prácticamente
imposible encontrar un instrumento internacional relativo a los derechos humanos que
no se refiera, invoque o aplique el concepto de dignidad humana” 34. Así, el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, reconoció en su
Preámbulo que “estos derechos se desprenden de la dignidad inherente a la persona
humana”35. Lo mismo vale decir de los siguientes textos: Preámbulo del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas las formas de la Discriminación Racial, (1965), la Convención
sobre Tortura (1985), la Convención sobre el Apartheid en los Deportes (1986), la
Convención sobre los Derechos del Niño (1989), la Convención de las Naciones Unidas
sobre Diversidad Biológica (1992), las dos Conferencias de las Naciones Unidas sobre
Derechos Humanos (Teherán, 1968 y Viena, 1994).

Los documentos americanos más importantes en esta materia son: la Declaración


Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (Bogotá, 1948), Preámbulo de la
Declaración Americana (1948), el Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(Protocolo de San Salvador), la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la
Tortura, la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas y la
Convención Interamericana para la Prevención, Sanción y Erradicación de la Violencia
contra la Mujer (Convención de Belém do Pará). Todas ellas a su manera expresan el

34
Gros Espiell H. La Dignidad Humana en los Instrumentos Internacionales sobre Derechos Humanos.
Anuario de Derechos Humanos. Nueva Época. Vol. 4. 2003. 193-223.
35
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Preámbulo. México ratificó este
Documento en 1981. Por tanto es vinculante tal como lo expresa la Constitución Mexicana en su artículo
1.

16
concepto de dignidad inherente al ser humano y en principio estas convenciones, de
acuerdo a su temática, fundamentan cómo ha sido vilipendiada o menospreciada.

Hemos querido dejar para el final el Pacto de San José, donde el término dignidad se
emplea en el Art. 11, párrafo 1, que dice: “Toda persona tiene derecho al respeto de su
honra y al reconocimiento de su dignidad”. Hasta aquí ninguna falta. Sin embargo, el
artículo 27, que habla de la suspensión de garantías por amenaza al Estado, podría
sugerir que en un determinado caso, sería posible suspender el reconocimiento de la
dignidad inherente de la persona. Se presenta una contradicción en este Art. 27. En
efecto, sugiere no reconocer la dignidad en determinados casos, pero siempre y cuando
no sea incompatible con el Derecho Internacional, del cual hemos dicho que casi todos
los Documentos hablan de la dignidad inherente al ser humano. Se ve, a leguas, la
contradicción en los términos que se expresa el Pacto.

1.3.2 El concepto de dignidad en el contexto de la Bioética.

Visto el estatuto del que goza la idea de dignidad en los estatutos jurídicos, pasemos
a revisar lo concerniente a su estatuto en el ámbito bioético. Por tanto nos acercamos a
una exposición netamente filosófica 36. Para, así fundamentada, poder utilizar este
concepto de dignidad en los debates bioéticos.

Es evidente que el término dignidad puede ser utilizado para dos proposiciones
contradictorias: o bien para defender la eutanasia, como muerte digna, y los que
rechazan ésta por ser un atentado contra la dignidad. Si hacemos un ejercicio lógico, dos
enunciados contradictorios no pueden ser verdaderos. Solo puede resolverse este
conflicto en cuanto se esclarezca el término dignidad. Si esto queda claro, entonces
podremos valorar ambas proposiciones y encontrar su valor de verdad. Por tanto la
pregunta de este epígrafe es: ¿Qué queremos decir cuando decimos dignidad?

36
En este punto es importante señalar que la corriente filosófica que persigue el autor es de corte
personalista: a nuestro juicio, responde mejor a las expectativas más profundas que posee el ser humano.
Solo de esta postura se puede defender cabalmente y sin menoscabo alguno en ninguna de sus etapas, la
vida humana integral. Ahora bien, es de su conocimiento la distinción que hace Burgos sobre las
diferentes corrientes del personalismo. Ver: Burgos JM. El personalismo ontológico moderno I
Arquitectónica. Quién, nº 1, 2015. 9-27.

17
Recogemos lo ya dicho más arriba por Kant, a saber, que la autonomía funda la
dignidad del hombre. El hombre es digno en tanto que libre y por tanto en tanto que
racional. Sin embargo, cómo se puede contestar, en términos de varo de verdad, a la
pregunta: ¿qué pasa con las personas que duermen 37, los comatosos? Ellos, en sus casos
particulares, no tienen una autogestión en tanto que su racionalidad está como
suspendida, por tanto no son dignos. Tendríamos que decir, entonces, que a veces es
autónomo y a veces no lo es. Lo que significaría que a veces es digno y a veces no lo es.
O en otras palabras: a veces es persona y a veces no lo es.

Por tanto, la delimitación ha de ir por otros rumbos. En este sentido nos parece
interesante lo siguiente: Burgos, una vez que establece la problematicidad del sujeto
durmiente en la concepción de Engelhardt (es persona aquella que es capaz de dar
permiso), describe la respuesta de éste al caso que se le presenta: “integra –dice
Burgos– indisolublemente a la persona con su cuerpo, concluyendo que si está el
cuerpo, también está la persona” 38. No nos parece despreciable la solución, el problema
es que aparece ahora la referencia corporal. Traemos a colación las palabras de
Spaemann39, que en esta materia nos parece clarividente: “la contraposición entre
naturaleza y persona olvida que la persona es en sí misma una naturaleza en la que se
representa la persona, en la que la persona se puede contemplar y tocar”, pues «el
hombre no es una subjetividad descarnada que disponga de un organismo natural. El
cuerpo humano es el hombre mismo”. Con estas últimas palabras, también se puede
hacer la crítica a la postura kantiana.

Por tanto, la profundización sobre la dignidad ha de encaminarse a través del


sendero del hombre en cuanto hombre: espíritu encarnado. De este modo, el hombre no
solamente es digno en cuanto a su racionalidad, sino también a su corporalidad.

Una pregunta que nos puede parecer oportuna en nuestro recorrido es si la dignidad
puede perderse. La pregunta es seria ya que incluso en el ámbito de tradición católica
37
Un análisis de este tema se presenta en Burgos Velazco JM. Persona versus ser humano: un análisis del
esquema argumentativo básico del debate. Cuadernos de Bioética, vol XIX, n°3, septiembre-diciembre,
2008. 433-477.
38
Burgos Velazco, op. cit.
39
Citado por González AM. Naturaleza y dignidad personal desde el pensamiento de Robert Spaemann.
El Primado de la persona en la moral contemporánea: XVII Simposio Internacional de Teología de la
Universidad de Navarra / edición dirigida por Augusto Sarmiento… [et al.], Servicio de Publicaciones de
la Universidad de Navarra, 1997, 215-224

18
pueden leerse expresiones de dos personajes que se consideran maestros de la doctrina y
que en apariencia son contradictorias (y se aplicaría el mismo criterio ya mencionado
más arriba). Por un lado, Juan Pablo II asevera que “Ni siquiera el homicida pierde su
dignidad personal” 40. Por otro, Tomás de Aquino, afirma que “El hombre, al pecar, se
separa del orden de la razón, y por ello decae en su dignidad, es decir, en cuanto que el
hombre es naturalmente libre y existente por sí mismo; y húndese, en cierto modo, en la
esclavitud de las bestias” 41 42.

Estas dos posturas aparentemente antagónicas, no lo son en realidad, como bien ha


expuesto Marta González43. La solución, expone González, ha de entenderse desde la
distinción ente dignidad ontológica y dignidad moral 44. La primera está ligada al modo
de ser del hombre en tanto racional y libre (sin olvidar su corporalidad) y la segunda
está estrechamente ligada al comportamiento debido y exigido por esta naturaleza, es
decir: libre45. Así, de un modo de ser se deriva el modo de actuar; y en este sentido, se
puede valorar la acción de un individuo en referencia a su ser, por ejemplo: se le puede
exigir a un Presidente que se comporte con decoro en alguna reunión de corte
internacional o, desde el punto de vista negativo, se puede valorar como incorrecta e
inmoral aquella acción de un Presidente que, durante su cargo, realizó actos de
corrupción. Y es necesaria esta distinción porque el hombre, por su libertad, puede no
estar a la altura de su ser. Por todo esto, la dignidad ontológica no se puede perder, ya
que está anclada en el ser de la persona, en tanto que la moral puede perderse por un
mal uso de la libertad.

Ahora bien, el ser de la persona es, ontológicamente hablando, un espíritu encarnado


o un cuerpo espiritualizado. Si esto es así, entonces es necesario que el respeto por la

40
Carta Encíclica Evangelium Vitae 1995, n°9.
41
Summa Theologiae II-II, 64, 2 ad 3: “quod homo peccando ab ordine rationis recedit, et ideo decidit a
dignitate humana, prout scilicet homo est naturaliter liber et propter seipsum existens, et incidit
quodammodo in servitutem bestiarum”
42
Esta sentencia del Aquinate pasó a formar parte del corpus doctrinal de la Iglesia en el sentido que la
primera referencia para hablar de pecado en el Catecismo de la Iglesia Católica se dice explícitamente que
es un “atentado contra la razón” (CEC 1849).
43
González AM. La dignidad de la persona, presupuesto de la investigación científica. Concepciones de
la dignidad. Publicado como Capítulo 1 en Biotecnología, dignidad y Derecho: bases para un diálogo.
Ballesteros J. Aparisi Miralles Á. (eds), Pamplona. Eunsa, 2004. 17-41.
44
Para nuestro trabajo, es importante esta distinción pero nos quedaremos solo con la descripción
ontológica, que nos servirá de fundamento para el rechazo a la eutanasia.
45
Pero ciertamente ordenado por la recta razón en la consecución del fin último. En esto seguimos a
Tomás de Aquino cuando afirma que la “raíz de la libertad está en la razón” (I-II, 17, 1 ad 2).

19
dignidad no solo sea por ser racional o espiritual, sino también como un ser corporal:
Como dice Spaemann:

“Si se debe respetar en general al hombre se debe respetar su


naturaleza. El hombre como tal y su dignidad pueden ser
lesionados en su naturaleza. No se puede escupir al hombre en la
cara y señalar con ello que no se le ha querido ofender como
persona. […]. Hacerle algo al cuerpo del hombre significa
siempre hacérselo al hombre” 46.

Por tanto, el origen y fundamento de la dignidad de la persona es, ontológicamente


hablando, su composición indisoluble de los aspectos espirituales (razón y libertad) y su
corporalidad. En tanto que hombre, es digno.

1.4 Calidad de vida

El planteamiento sobre la calidad de vida es una concepción antigua que se


fundamenta en el grado de bienestar 47 o felicidad del hombre. Aunque como tal, el
concepto es moderno.

Mariano Rojas que: “En el paradigma de calidad de vida el fin de esta es la vida
misma; por ello, hay calidad de vida cuando las personas están satisfechas, se sienten a
gusto, tienen vivencias afectivas positivas y van logrando paso a paso sus
aspiraciones” 48. En general, las descripciones sobre la calidad de vida versan en este
sentido. La problemática mayor es que es más un ideal al que se aspira según el

46
Citado por González AM. Naturaleza y dignidad personal desde el pensamiento de Robert Spaemann.
El Primado de la persona en la moral contemporánea: XVII Simposio Internacional de Teología de la
Universidad de Navarra / edición dirigida por Augusto Sarmiento… [et al.], Servicio de Publicaciones de
la Universidad de Navarra, 1997, 215-224.
47
Epicuro, por ejemplo, escribía: “Cuando afirmamos que el placer es un bien, no nos referimos para
nada a los placeres de los disipados, que consisten en embriagueces, como creen algunos que ignoran
nuestras enseñanzas o las interpretan mal. Aludimos a la ausencia de dolor del cuerpo (aponía), a la
ausencia de perturbación en el alma (ataraxia)”. Citado en Reale G. Antiseri D. Historia del pensamiento
filosófico y científico I. 3ª ed. Barcelona. 2001. 220. Los paréntesis son nuestros.
48
Rojas M. Hacia una sociedad con alta calidad de vida. Documentos Estratégicos CIIE · No.4, Julio
2012

20
contexto en que se vive49. Con similares palabras, Cardona y Agudelo mantienen esta
postura y lo importante de estos autores es señalizar que el concepto depende en gran
medida de la subjetividad de quien valora 50. Por su parte, la OMS define la calidad de
vida como: “la percepción individual de la propia posición en la vida dentro del
contexto del sistema cultural y de valores en que se vive y en relación con sus objetivos,
esperanzas, normas y preocupaciones”51. Nuevamente nos encontramos con un
concepto netamente subjetivo.

Quizá este concepto hunde sus raíces en lo que Gabriel Marcel tanto criticó: el ser y
el tener. Y es que en efecto: “Al sustituir los valores del ser por los del tener, ratifica
que el único fin que cuenta es la consecución del propio bienestar material; es así como
interpreta la llamada calidad de vida exclusivamente como eficiencia económica,
consumismo desordenado, belleza y goce de la vida física, olvidando las dimensiones
más profundas -relacionales, espirituales y religiosas- de la existencia” 52.

Esto tiene relevancias prácticas y con mayor razón en Bioética. En efecto, ¿cómo
medir la subjetividad? ¿Podemos aplicar del mismo modo el concepto a un joven
somalí, a una joven de la tribu Masai o a la Reina Isabel II de Inglaterra? A las claras, el
concepto para cada uno de ellos significa algo completamente diferente. Por tanto, la
aplicación de este principio subjetivo en Bioética tiene serias complicaciones éticas.

49
Pascucci, op. cit.
50
“La calidad de vida es una definición imprecisa y la mayoría de investigaciones que han trabajado en la
construcción del concepto están de acuerdo en que no existe una teoría única que defina y explique el
fenómeno. La calidad de vida pertenece a un universo ideológico, no tiene sentido si no es en relación con
un sistema de valores, y los términos que la han precedido en su genealogía ideológica remiten a una
evaluación de la experiencia que de su propia vida tienen los sujetos. Tal evaluación no es un acto de
razón, sino más bien un sentimiento. Lo que mejor designa la calidad de vida es la calidad de la vivencia
que de la vida tienen los sujetos”. Cardona D. Agudelo H. Construcción cultural del concepto calidad de
vida. Revista Facultad Nacional de Salud Pública, vol. 23, núm. 1, enero-junio, 2005, 79-90.
51
Organización Mundial de la Salud. Programa Envejecimiento y Ciclo Vital. Envejecimiento activo: un
marco político. Rev Esp Geriatr Gerontol 2002; 37(S2). 74-105.
52 Obiglio H. Calidad de Vida Valor o Disvalor en una Sociedad Utilitarista. Comunicación en sesión
privada de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, (8 de junio de 2005). Véase:
http://www.ancmyp.org.ar/user/files/obiglio11.pdf

21
1.5 Cuidados paliativos

“Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre”.

He querido iniciar estos párrafos con el título del libro de Joaquín Callabed53, que
nos parecen sumamente adecuadas al tema tratado aquí. En efecto, Twicross, al referirse
a la filosofía de los cuidados paliativos, escribe que: “La Medicina Paliativa es un
intento por restablecer el rol tradicional de médicos y enfermeras: “curar a veces, aliviar
frecuentemente, confortar siempre” 54 55.

Desde este punto de vista se entiende perfectamente el objetivo que se plantea


Cicely Saunders cuando afirma que los “cuidados paliativos se han iniciado desde el
supuesto que cada paciente tiene su propia historia, relaciones y cultura y de que merece
respeto, como un ser único y original. Esto incluye proporcionar el mejor cuidado
médico posible y poner a su disposición las conquistas de las últimas décadas, de forma
que todos tengan la mejor posibilidad de vivir bien su tiempo” 56.

Y de esta descripción podemos sacar una conclusión: no es intención de los


cuidados paliativos la cura del paciente, sino ayudar a vivir los últimos momentos del
modo más humano posible. Esto es así porque se es consciente que la medicina no tiene
cura para todas y cada una de las enfermedades.

Por esto nos parecen acertadas las palabras de Manuel Nóvoa cuando escudriñando
los conceptos de “care” (cuidado) y “cure” (curar, en referencia a los tratamientos).
Sostiene que el primero, se basa en el respeto a la persona en todas sus dimensiones y
que, por tanto, no solo se ocupa de su enfermedad, sino del enfermo en sí mismo y sus
circunstancias. Por otro lado, los segundos, se centran en la enfermedad que en el
enfermo. Sin embargo, también hay que decir que ambas posiciones no son
53
Callabed J. Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre. Barcelona. PPU – Promociones y
Publicaciones Universitarias. 2013.
54
Twycross R. Medicina paliativa: Filosofía y consideraciones éticas. Acta Bioethica 2000; año VI, nº 1
27-46.
55
Es de nuestro conocimiento la distinción entre medicina paliativa (acciones paliativas realizadas por
médicos) y cuidado paliativo (acciones interdisciplinarias de cuidado del paciente). Aunque las
utilizaremos sinonímicamente: tal parece ser la sugerencia de Pessini y Bertachini cuando citan la 3ª Ed
del Manual de Medicina Paliativa de Oxford en el ensayo Nuevas perspectivas en cuidados paliativos.
Acta Bioethica 2006; 12 (2). 231-242.
56
Pessini L. op. cit.

22
incompatibles sino que pertenecen a diferentes momentos del proceso de desarrollo de
la enfermedad del paciente57.

2. ANTECEDENTES.

La presente sección pretende mostrar, sin ánimos de exhaustividad, las legislaciones


en diferentes partes del mundo. El por qué es muy simple: así podremos analizar las
consecuencias previsibles para México. Por esto seguiremos este orden.

2.1 Leyes eutanásicas en Europa.


2.2 Leyes eutanásicas en América.
2.3 Evolución en la legislación sobre el concepto de eutanasia en México.

En el primer apartado, nos centraremos en las leyes de Holanda y Bélgica, aunque


nombraremos las existentes. En el segundo epígrafe mostraremos aquella que es la más
relevante en América, es decir, la de Colombia, pero, asimismo, mencionaremos las de
otros países. Finalmente, haremos un barrido histórico sobre las legislaciones en México
al respecto.

2.1 Leyes eutanásicas en Europa.

2.1.1 Bélgica.

En Bélgica la eutanasia está presente en el ordenamiento jurídico desde mayo de


2002, cuando se promulga la Ley 58. Sin establecer conclusión alguna, nos limitamos a
exponer, a grandes rasgos, el contenido de dicha legislación.

Nada más comenzar, en el Art. 2, la Ley establece el modo en cómo se debe


comprender el término eutanasia: “acto, practicado por un tercero, que pone
intencionalmente fin a la vida de una persona a petición suya”. Una vez definido el

57
Nóvoa Santos M. Cuidados paliativos y Bioética. Cuadernos de Bioética 1998/2. 305-321
58
Vega Gutiérrez J. La práctica de la eutanasia en Bélgica y la «pendiente resbaladiza». Cuadernos de
Bioética, Vol XVIII, n°1, enero-abril, 2007. 71-87. Simón Lorda P. Barrio Cantalejo IM. La eutanasia en
Bélgica. Rev Esp Salud Pública, n°1 enero-febrero, 2012. 5-19.

23
concepto, se prosigue a desglosar el contenido de la ley. Sólo señalaremos aquellos que
nos parecen importantes en referencia a nuestro trabajo global.

En lo que respecta al paciente terminal, el sujeto, al momento de solicitar la


eutanasia, ser mayor de edad o menor emancipado, capaz y consciente. Que sea un
enfermo grave e incurable, es decir, que tenga pronóstico de poca esperanza de
recuperación, padecer sufrimiento (físico o psíquico) insoportable y sin alivio. La
solicitud debe ser voluntaria, reiterada sin coacción, reflexionada y por escrito.

En cuanto a las responsabilidades del médico, cabe señalar que es requisito


necesario la consulta con otro galeno sobre las condiciones referidas del dolor y
sufrimiento del paciente, quien, a su vez, debe hacer un informe sobre su diagnóstico.
Ahora bien, existe la opción por la objeción de conciencia y por tanto, el médico, no
está obligado a realizar la eutanasia, pero está obligado a informar al paciente su
negativa. En estas circunstancias debe ceder su expediente clínico a otro colega
designado por el paciente o su representante legal.

También cabe la posibilidad de aplicar la eutanasia en pacientes no terminales, para


lo que el médico debe consultar con otro colega, diferente del citado en el párrafo
anterior, que sea especialista en la patología presentada por el solicitante, quien también
debe confirmar los padecimientos insufribles del paciente. Sin embargo, este tipo de
casos tienen un matiz: desde la petición de la eutanasia hasta su aplicación, ha de pasar
un mes.

Esta Ley fue modificada en 2005 con un añadido al Art 3 referido al papel de los
farmacéuticos.

En 2014 le fue añadida una extensión sobre la eutanasia a menores. Este añadido
exige que al momento de la petición, el menor sea capaz y debe estar en condiciones de
enfermo terminal con las condiciones ya mencionadas del sufrimiento incurable.
Además debe ser apoyado por sus padres o su tutor legal 59.

59
Parreiras Reis de Castro M. Cafure Antunes G. Pacelli Marcon LM. Silva Andrade L. Rückl s. Ângelo
Andrade VL. Eutanasia y suicidio asistido en países occidentales: una revisión sistemática. Rev. bioét.
2016; 24 (2). 355-367.

24
2.1.2 Holanda.

Largo ha sido el recorrido holandés para la liberación de la eutanasia. Pero se


pueden poner como ejemplos paradigmáticos los siguientes: en 1973 se da la primera
sentencia absolutoria de un caso de eutanasia. En 1984 se despenaliza. En 1991 se da a
conocer el informe Remmelink. 1993 se reglamenta para evitar los abusos presentados
tal como se citaban en el informe60. En 2000 se aprueba la “Ley de verificación de la
terminación de la vida a petición y suicidio asistido”, pero no entró en vigor sino hasta
200261.

De lo dicho nos quedamos con tres cosas: el motivo y conclusiones del Informe
Remmelink y la reglamentación de 1993; y la Ley terminada de 2002.

En 1984 se había despenalizado la eutanasia y se podía aplicar a condición de que 62:

1. La petición de la eutanasia debe venir únicamente del paciente y ser enteramente


libre y voluntaria.
2. Dicha petición debe ser estable, bien considerada y persistente.
3. El paciente debe experimentar sufrimientos intolerables sin perspectivas de
mejora.
4. La eutanasia debe ser el último recurso.
5. El médico debe consultar con un colega independiente con experiencia en este
campo.

Sin embargo, se sucedieron bastantes abusos en cuanto al cumplimiento de estos


condicionantes. Por lo que el Gobierno tomó la medida de hacer una investigación. Ésta
arrojó los resultados presentados en el Informe Remmelink, que trajo como
consecuencia, primeramente, la intensificación del debate, y en segundo término, el
estudio para legislar sobre la eutanasia. En efecto, la investigación arrojó que los
médicos habían aplicado la eutanasia en pacientes que no habían expresado su

60
Ortega I. La pendiente resbaladiza en la eutanasia, ¿ilusión o realidad?, en «Annales Theologici» 17
(2003) 77-124. Citado en Vega Gutiérrez J. La «pendiente resbaladiza» en la eutanasia en Holanda.
Cuadernos de Bioética, vol. XVIII, núm. 1, enero-abril, 2007. 89-104.
61
Vega Gutiérrez J. op. cit.
62
Vega Gutiérrez J. op. cit.

25
consentimiento. Esto suscitó el debate para reglamentar jurídicamente acciones que de
hecho ya sucedían. Así es como en 1993 se reglamenta la eutanasia para evitar abusos.
Los cuales no se evitaron, por supuesto.

Veamos cómo quedó establecido el criterio para la eutanasia 63, esto en el Capítulo
II, denominado Requisitos de cuidado y esmero profesional, de esta Ley,
específicamente en el Art. 2:

En el numeral 1 de este Artículo se encuentran las disposiciones para los médicos que
consiste en asegurarse de que la petición es voluntaria y bien meditada; que no haya
esperanza de mejora en el sufrimiento insoportable; que el paciente haya sido informado
adecuadamente; se ha convencido que no existe otra alternativa razonable; se ha
consultado con otro colega independiente al caso y ha corroborado los requisitos
anteriores; finalmente llevar a cabo, cito textualmente: “la terminación de la vida o el
auxilio al suicidio con el máximo cuidado y esmero profesional posibles” 64.

2.1.3 Otras.

En 2009 se legalizaron formalmente tanto la eutanasia como el suicidio asistido. No


mucho se diferencia de la Ley holandesa: se puede aplicar en pacientes adultos
enfermos sin cura y que padezcan sufrimiento (físico o psicológico) agudo y sin
esperanza de alivio. Asimismo, el paciente ha de solicitar la medida a través de un
documento denominado “Disposiciones para el final de la vida”, el cual es registrado y
analizado por una Comisión competente. Tal solicitud puede ser revocada cuando el
paciente así lo disponga y se elimina el registro. Luxemburgo también solicita dentro de
los procedimientos precedentes la consulta con un segundo médico 65.

63
Para esto, nos referimos a la Ley tal como queda expresada en 2000. Se puede consultar en:
https://www.bioeticaweb.com/holanda-ley-de-la-terminaciasn-de-la-vida-a-peticiasn-propia-y-del-
auxilio-al/
64
Art 2, f.
65
Parreiras Reis de Castro M. op. cit.

26
2.2 Leyes eutanásicas en América.

2.2.1 Colombia.

Ovidio González pasó a la historia por ser el primer hombre en América Latina en
recibir la eutanasia. En este país eutanasia se entiende como homicidio por piedad. Así
lo estipula que tal homicidio es punible con prisión de seis meses a tres años. Sin
embargo, en una sentencia posterior, la Corte Constitucional de Colombia declaró que:
“en el caso de los enfermos terminales en que concurra la voluntad libre del sujeto
pasivo del acto, no podrá derivarse responsabilidad para el médico autor, pues la
conducta está justificada” (la itálica es nuestra) 66. Ad literam la Sentencia dice lo
siguiente:

“El sujeto activo no mata por desdén hacia el otro sino por
sentimientos totalmente opuestos. El sujeto activo considera a la
víctima como una persona con igual dignidad y derechos, pero
que se encuentra en una situación tal de sufrimiento, que la
muerte puede ser vista como un acto de compasión y
misericordia”67.

Esta misma sentencia, ofrece los elementos a considerar para regular la acción
eutanásica: que el paciente sea competente, quién debe intervenir en el proceso, las
circunstancias de la manifestación de su voluntad de solicitar la eutanasia, las medidas
para un resultado humanístico y los temas que han de manejarse en el ámbito educativo.

2.2.2 Bolivia.

En el Art. 257 del Código Penal establece la pena sobre el homicida, donde el que
actúa movido por la piedad, puede, en casos excepcionales, obtener el perdón, por ser el
móvil un atenuante especial (Art. 39)68.

66
Misseroni A. op cit.
67
Sentencia C-239/97. Consultado en 3 de junio 2017. Puede verse en:
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1997/c-239-97.htm
68
Código Penal Bolivia. Consultado 3 de junio de 2017. Puede verse en :
http://www.oas.org/juridico/spanish/gapeca_sp_docs_bol1.pdf

27
3. DEONTOLOGÍA MÉDICA.

En esta sección brindaremos un elenco, a modo documental, sobre las Declaraciones


o Instrumentos que hayan hablado sobre la labor del Médico y su papel o función
respecto de la eutanasia.

3.1 Juramento de Hipócrates:

“[…] Evitando todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen
la administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa semejante […]. Pasaré mi vida y
ejerceré mi profesión con inocencia y pureza” 69.

3.2 Código Internacional de Ética Médica. Londres, Inglaterra, 1949. (Enmendado


en Syndey, Australia en 1968 y en Venecia, Italia en 1983):

“El médico debe recordar siempre la obligación de preservar la vida humana”.

3.3 Declaración de Ginebra, Suiza, 1948 (Enmendada en Sydney, Australia en 1986


y en Estocolmo, Suecia en 1994):

“Prometo solemnemente consagrar mi vida al servicio de la humanidad, […] Velar


con el máximo respeto por la vida humana desde su comienzo, incluso bajo amenaza, y
no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas. Hago estas
promesas solemne y libremente, bajo mi palabra de honor”.

3.4 Comisión Central de Deontología de la OMC, 1986:

“[…] La eutanasia, que es la destrucción deliberada de una vida humana, que,


aunque se realizara a petición de la víctima o por motivos de piedad en el que la ejecuta,

69
De la traducción que aparece en Seifert JM. Juramento hipocrático y obligaciones morales absolutas, en
García, José Juan (director): Enciclopedia de Bioética,
URL:http://www.enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-las-voces/300-juramento-hipocratico-y-
obligaciones-morales-absolutas

28
no deja de ser un crimen que repugna profundamente a la vocación médica sincera. […]
Pero el médico traicionaría su vocación de sanador y de protector de la vida humana si
acabara con un enfermo o colaborara a su suicidio voluntario. Nunca puede el médico
provocar deliberadamente la muerte: la medicina no está para eso. Aunque alguna Ley
lo permitiera, jamás el médico podrá usar el poder y las prerrogativas que la sociedad le
ha concedido para ejecutar una pena capital ordenada por un tribunal de justicia o para
suprimir la vida de un enfermo, aunque se lo solicitara él, o su familia o un comité de
cuidados hospitalarios. Un médico es culpable de una grave infracción deontológica si
se niega a prestar a un moribundo una asistencia médica competente y, sobre todo, si se
arroga el poder desorbitado de destruir voluntariamente una vida humana”.

3.5 Asociación Médica Mundial (Adoptada en Madrid, España en 1987):

“La eutanasia, es decir, el acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente,


aunque sea por voluntad propia o a petición de sus familiares, es contraria a la ética.
Ello no impide al médico respetar el deseo del paciente de dejar que el proceso natural
de la muerte siga su curso en la fase terminal de su enfermedad”.

29

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