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¿Y COMO quererte SIN ningún dolor de por medio?

Porque nada más quisiera el influjo,


nada más el deseo de una delicia.
Porque la muerte es muy certera, nada más.
Porque yo quisiera no pertenecer a un grupo
nada más por eso daría un pedazo de mi vida y quizá de mi muerte.
no quiero sino el despido y el olvido.
Sólo aspiro a no permanecer.
A darme cuenta de la pobreza del espíritu.
me burlo de mí mismo y de mis contemporáneos.
me retuerzo en la sonrisa.
De la falacia que me persigue.
Si yo pudiera demostrar nada más una sonrisa...
desearía la revolución del espíritu.

Yo no existo
yo no muero
yo no pervivo.
Yo nada más deseo
porque soy
muy pobre porque soy muy absurdo.

Yo sólo quiero.
Yo sólo quiero, y si esta angustia es
pura fatuidad
pues que se la coman los
enanos porque todos lo son

Yo no quiero la gloria
de hecho yo no quiero sino la nada.
no quiero querer
deseo un esfuerzo por mis dioses.
Y si los dioses existen,
ojalá pronto se mueran.
el ser humano no puede ser
cuando los dioses se hacen presentes.

Eres la presencia de todos los días


y al mismo tiempo eres el deseo.
Porque si estuvieras aquí
no habría de desearte.
Sólo eres el deseo solo.
Solamente eres la encarnación del bien.
te quiero
y si ninguna de mis palabras es suficiente,

que sólo uno de mis actos lo sea.

yo soy el despojo,
la muerte
la cobardía
la cobardía por la muerte.
el olvido
la penuria .
y Tú, tú la responsable eras mi todo.

hoy me di cuenta :
una más de mis fobias es por la belleza.
he descubierto que sólo me queda
el patrimonio de la fealdad y la pobreza
que por fortuna son sinónimos.
descubrí que me odio. Descubrí que soy el gran cobarde.

hoy me di cuenta que no pertenezco, no soy. no vivo en el instante de las


imbecilidades cotidianas
sino en el de las permanentes.
RER:
Y bueno camarada: ¿qué manera la tuya de irte? ¿Esos son modales propios de un
revolucionario?. Hoy nos dejas solamente sin la posibilidad de despedirnos. Si, si ya sé que
las despedidas son nomás para los que suponen no se volverán a ver, pero también es cierto
que un último abrazo o apretón de manos hubiera sido muy bueno. Quizá te reprocho todo
esto por que no fuí capaz de percibir ese instante que tantos suponen enorme en el que cada
cual reconstruye su vida y sus obras y se despide de cada uno. Solamente unos cuantos
tienen aún la percepción tan fresca y tan poco ensoberbecida por el pensamiento que
pueden percatarse de estos movimientos de almas o de sentimientos o de naturaleza; como
quiera que sea, yo ya no fuí capaz de esa percepción y por ello la tristeza mi buen camarada
de no darme cuenta de tu despedida. Sé que estarás bien y que ese mundo que tantas veces
construimos en las conversaciones ya no te será utópico. Bueno camarada, recuerda que
aquí dejaste memorias y querencias y por ello siéntete feliz pues no vivimos en nosotros
mismos sino en los demás.
Con gran cariño: AVM

¿Qué condición es necesaria para estar felices con la vida?

Solamente sin testigos, sin que las cosas que digo o pienso puedan contaminar más aún el
exceso de ideas y escrituras que pululan por todos lados. Solamente de ese modo puedo
atreverme a expresar cosas. ¿Qué puedo añadir a lo que todos los gigantes y semidioses de
la palabra y el pensamiento han dicho ya? De hecho ellos mismos, ¿qué cosa pueden ahora
decirnos, que no haya sido ya expresada?. Ni siquiera se percibe el cambio eterno sino
únicamente un refrito asqueroso ya. Sin embargo estos semidioses, estos enanos, insisten en
barbotar su letanía de sumos sacerdotes, de jefes de mafias y clanes. Permanecen sentados
en sus tronos recibiendo premios de los poderosos, según ellos sin mancharse porque ¿a
quién la caen mal unos pesos?. A nadie por supuesto, pero que no nos quieran vender su
imagen inmaculada de eternos críticos o inconformes. Es como un cuento del eterno crítico
que por serlo siempre dejó de serlo. De tanto reiterarse le vaciaron el significado a las
palabras, no las transformaron en verdad como dijera el demagogo.

Esta es la justificación, o pretende serlo, al silencio propio, a la incapacidad para decir, para
comunicar, para expresar. ¿Qué por que ya no escribo? ¿Para qué? Hace falta un mínimo de
soberbia o de seguridad en sí mismo para tener el atrevimiento de emponzoñar con más
mediocridad y resentimiento el espacio incomunicante de los medios. Tengo algunas ideas
es cierto, pero siempre me doy cuenta que alguien tendrá, o ya tuvo, la capacidad de
expresarlas en una forma infinitamente más bella, con mejor adorno y concierto que yo: en
todo lo que pretendo hacer ya sea escribir, dibujar, diseñar espacios; en suma todas las
cosas que yo creía poder hacer. En la creación. Por eso es que también me queda la exigua
felicidad de disfrutar todo eso que los demás han hecho. Y ¿cómo no enmudecer ante la
música, la arquitectura, la literatura y todas las obras de arte que nos han legado los
verdaderos gigantes de todos los tiempos? Hay que ser muy bruto o muy talentoso para
pretender siquiera tomar un lápiz. Y es que los que como yo, lo queremos todo, terminamos
por inmovilizarnos. Disfrutemos de las joyas. Ni toda la vida nos alcanzará para disfrutarlas
todas: ese es el pequeño paraíso terrenal, ese es nuestro patrimonio universal, esas piezas
del humano cuando no se ocupa en asesinar al otro.

Benditos sean los artistas anónimos, populares o “cultos” y bien hayan los Per Abat que
solamente transmitieron las gemas para las generaciones futuras. A nosotros nos toca el
deleite y por supuesto la responsabilidad de la conservación y transmisión al futuro.
Cuidemos hoy lo que por definición no nos pertenece sino en función de las próximas
generaciones ¿cómo nos atreveremos a destruir, si ni siquiera somos capaces de crear?.

Solamenta estamos condicionados,


todo el tiempo premanecemos expectantes de
una sola autorización de uno solo de nuestros actos.
Únicamente somos dueños de lo que pensamos y a veces ni siquiera de ello por que
correspondemos a los impulsos emanados de una fuerza doblegadora de la cual esclavos
permaneceremos toda la vida.
Los dioses por fortuna no existen, pero si existieran nos darían la pequeña razón del olvido.
Yo no soy nada y a pesar de todo estoy atrevidamente reflexionando en torno a algo: que
puede ser ello
no importa; lo único cierto es que es una mentira perfecta; no importa la belleza, no importa
nada.
La muerte como sujeto es bastante aburrida dado que todos tendemos hacia ella. Expresado
en términos de alguna matemática o lógica o lo que sea, podríamos decir que todo ser
humano tiende a cero, es decir, hacia la muerte. Me derroto ante tal argumento y por ello
podría decir que no merezco sino el vivificante olvido. Ojalá y el olvido sea verdad,

Me derroto ante una sola exigencia de una persona que me ama, pero ¿cómo saber que eso
es cierto?
Lo único verdadero sigue siendo la muerte.
La vida como tal y como accidente que es: es bastante simpática.-Yo solamente quisiera un
poco, solamente un poco de piedad para no pensar, pero es demasiado pedir.
Yo a veces quisiera ni siquiera existir, pero eso es mucho pedir. Dios es el único que sabe,
A dios le encomiendo el dolor, a dios le encomiendo el placer, a dios le encomiendo las
veces de mis frustraciones de las que todos abominan. Sin embargo me atrevo a pedirle a
dios alguna gracia que me dure un minuto. -adiós.

A cada momento reapareces


y de la misma forma,
inasible como eres, te evades.
A cada instante reverdeces
de algún modo sutil
en mi memoria.
Yo te reconstruyo, para que cada día
permanezcas inmóvil,
pero cada vez eres distinta.
Te me sitúas en el músculo ese
como si fueras perfecta
y como tal te desearía,
mas no tenemos lo deseado
y cada mañana cuando partes
sé que a tu regreso habrás mudado
a cada momento eres otra; y la misma
en cada día no sé si eres mía,
unas veces eres tú indiscutiblemente,
aunque en otras no hay tal certeza.
Todos los días te reconstruyo
y todos los días;
inasible como eres,
me obligas a buscarte
¿con qué herramientas es posible?
No lo sé, como quizá tu tampoco:
a veces yo no soy indiscutiblemente yo,
pero tu convicción siempre vence
y termino por ser yo otra vez
a pesar de mí.
avm.

De suerte que las elucubraciones


Desgranadas en todo lo inútil
Se hacen por necesidad útiles.
De esta suerte y modo
Lo no útil, es igual a lo útil
Y así se descubre lo uno como lo otro
En su necesaria coexistencia inseparable.
avm

Sin saber cómo quererte


Me fui volviendo más parco.
Sin saber cómo decirlo
Me fui quedando más callado.
Sin saberlo aun; te quiero
Y a veces, incluso, te lo digo.
A pesar de mi ignorancia
En materia de amores
Y palabras relativas
Me aventuré en esa odisea.
También me perdí durante años,
Pero también, como el otro,
Regresé por mi reino.

Todos tenemos nuestro camino de Damasco,


Nuestra odisea personal.
Cada uno en su interior
es un héroe épico.
Somos la semilla y el fruto
De la más grande historia:
¡ qué importa si ésta se vive en
privado o se hace pública!
avm

Con la pequeña Mariana he comprendido por fin la sentencia de san Agustín: “La medida
del amor es amar sin medida”.

Si de cierto encanto
Desconocido un tanto,
Pero sabido siempre
Me hubiesen conversado.
Pero del saber al vivir
queda siempre un gran trecho
y hoy es cuando me digo:
¡Que viva la Mariana!
avm

Del cerebro en blanco a la hoja en blanco


no hay como expresar algo.
Del confuso creer siquiera
Basta un pretexto para decirlo:
- este es mi teorema;
no hay simpatía ni amigos fuera de él.
avm

La estúpida sensación de que somos importantes se desprende de una realidad muy


subjetiva. Nace de la creencia en algo que rebasa la mera experiencia, que objetivamente no
existe.
Veracruz, Veracruz a 16 de febrero de 1999.
AMOR CON ADJETIVOS.
Para Mariana cuando se fue al df.

Este amor con adjetivos: loco, incontrolable, gratuito, infinito.


Este amor que esclaviza, dichosa esclavitud, adorable tormento.
Este amor que suena y que aturde, que descontrola.
Este amor de todos los días y todos los instantes, este amor sin tiempo.
Este amor presentido, increíble sin la prueba de los sentidos.
Este amor terrenal, de tacto y caricia: epidérmico.
Este amor magnífico e irrepetible: diverso y unitario.
Este amor que todo lo llena, todo lo encanta, todo lo transmuta.
Este amor temerario, irresponsable, excesivo.
Este amor que es llama viva, “que madura, quemadura”.
Este amor bálsamo que todo lo cura, que es todo locura.
Este amor de aprendiz, de inexperiencia y de risa.
Este amor que apenas empieza y ya es eterno
Este amor de miedo de vértigo, de espanto
Este amor de despeñadero de salto y caída de cumbre y sima.
Este amor que huele, que impregna, que penetra.
Este es un amor con adjetivos, con palabras y sin ellas
Este es un amor que no nació: se encarnó.
Este es un amor que sabe a miel, a sal y agua.
Este es un amor también desesperado y de promesa.
Este es un amor que mata y resucita.
Este es un amor sin dimensión conocida ni hilo conductor.
Este es un amor sonoro, de resonancias primigenias.
Este es un amor de risas y caracolas y arenas y dientecillos.
Este es un amor tectónico, geológico, cósmico.
Este es un amor con fiesta, con pequeños pasos y carrerillas.
Este es un amor sin asideros y sin alternativas.
Este es un amor que canta, baila, navega, vuela.
Este es un amor libre, indomable, incendiario, subversivo.
Este es un amor irrevocable, sin salida ni remedio.
Este es un amor natural, ecológico, instintivo.
Este es un amor cambiante, útil e inútil, igual y diferente.
Amor con adjetivos, amor con palabras, amor con actos,
Amor con silencios, sosegado y tierno, amor sensorial,
Visible e invisible, nacido antes de todos los siglos:
Al fin y al cabo; amor.
Avm.

Imágenes cuya fuerza expresiva e intemporalidad ha hecho que sean


retomadas y citadas en múltiples ocasiones como es el caso de esos obreros
siendo devorados por Molock o las vistas urbanas con diferentes niveles para
la circulación citadina, el héroe de la cinta manipulando una especie de reloj
gigante, todos los obreros realizando trabajos rutinarios y carentes de
verdadero significado. Todos estos ejemplos nos remiten a The Wall y esa
escuela que adoctrina niños para que después dócilmente se arrojen al molino
de carne, las mismas vistas urbanas o muy similares en cintas como Brasil,
Blade Runner o el quinto elemento, Harold Lloyd y el reloj de cuyas
manecillas colgaba sobre la calle y del cual dependía literalmente su vida,
Charles Chaplin en los tiempos modernos y la secuencia del apretador de
tuercas que pierde el ritmo. El héroe, la heroína, los malvados incluyendo esa
especie de Terminator femenino, todo se conjuga para que las referencias y
las citas a la cinta de Lang ya no nos sorprendan. Al contrario, no sabemos
ahora si son guiños o citas o plagios de la excelente cinta de Metrópolis.

Aparentar que no pasa nada aunque por dentro la depresión y el desamparo


nos carcoman. De cualquier manera ya sabemos que por más represión, o
mejor dicho, por más energía que utilicemos en ocultar la verdad, ésta tarde o
temprano sale por algún flanco débil, por algún punto en donde no haya
alcanzado la energía del autoengaño. Quizá ni siquiera hay negación sino sólo
mentirle a los demás, porque siempre sabe uno mismo lo mediocre e infeliz
que es. Ahora bien ¿qué es lo que nos causa tanto dolor?. ¿Porqué es tan
vergonzoso mostrarme ante mis amigos? Ya casi no me gusta ver gente, o
bien: lo que no me gusta es que me vean.
El charco

Regateando a la ciudad
un trozo natural se niega
a la muerte por los hombres.
Cielo o nube capturada,
en susurros apenas escuchados.
Intenso tráfico e indiferencia
más letal que un relleno.
Susurros de juncos con el viento
y de aves transmigrantes.
Pero nada se escucha ya:
sólo el zumbido de las ruedas
o el áspero sol calcinando
sobre asfalto toda posibilidad
de germinación...
avm

Ya que me has regresado esta impaciencia,


este añejo sentir sepultado en lo cotidiano.
Dudas, temblores, angustias y palpitaciones.
Caminar desesperado o estar lejos y cerca
no tener asidero posible en lo inmediato
y de modo infalible recordarte.
Ya que me has resucitado los viejos dolores:
nuevamente me abandono.
De nueva cuenta desespero
hoy me desgarra el monstruo de ojos verdes
y el miedo con el deseo se combinan.
avm


De miradas inocentes
y ojos como ventanas
invitando a penetrarlos
He sucumbido al embeleso
mas detengo el viaje:

para intentar atisbar


semejante paisaje
haría falta una cuerda infinita,
el libro de todos los caminos,
una lámpara mágica –por supuesto-
y el coraje necesario
Me quedo en la orilla
y sólo canto en soledad
la belleza conocida
Celebro el regalo de esta vida
Intento imaginar lo demás:
ya en este afán siento vértigo
¿Qué sería de atreverme?
Avm

Imposible

Ahora he deseado atreverme


Al último suspiro
A la mirada absoluta
A perderme en tus ojos

Misericordiosos

Y Tú, piadosa e indulgente


me has preservado de esa locura
de esa muerte
de ese extravío
pues no tengo
ni mapa
ni lámpara
ni cuerda
mágicos
Has preferido protegerme
no sé de qué verdad
dolor o conocimiento
mas agradezco tu sabiduría
¿habría yo sobrevivido semejante fuego
fuerza
incandescencia?
Ya tu sonrisa me ha esclavizado
¿qué sería de este tu siervo de asomarse al fondo de tus ojos?

Avm
Marzo

Ver de otro modo


siempre de otro modo
cada día mutando
Ver diferente
el cambio permanente
de apariencia congelada
Cómo detener esta carrera
para paladear cada minuto
Sólo la inocencia
nos regala esta dicha
Ver todo nuevo
Todo es siempre nuevo:
el yo, el nosotros
Esa es la fórmula:
percibir el vertiginosamente lento
andar de los ciclos universales.
Nada es nuevo
y todo parece novedad
siempre y cuando
estés conmigo
avm
Un día de fines del 2008
Y este dolor de soledad
de angustia...
clavado en el lado derecho
y el izquierdo
y arriba
y abajo
y delante
y detrás
¡Cuánta soledad, cuánto vacío!
asombro, sopor, dolor...
no soy necesario
el cosmos bien puede seguir
y el tiempo perdido
que tanto pesa
que tanto duele
y el pecho tan pequeño
y el dolor tan grande
y uno desvalido
ante este tremendal de soledad
No hay esperanza
Nunca la hubo
¿qué hice?
¿qué hicimos?
¿para qué?
Angustia y espanto
sólo un poco de amargura
y el dolor de ver lo amado
y la imposibilidad
de despertar lo mismo

¡cuánta soledad!

Aveme
Bueno, planteado el problema:

soy malo

¿Qué nos queda como hipótesis?

Primero, para desenredar


las primeras causas
y luego los últimos dolores
La vida desperdiciada
los dones perdidos
la sed que no se sacia

Aveme

Fingir que vivo, que siento, que me apasiona algo


Fingir que no pasa nada
levantarse, lavarse la cara, los dientes
Mirarse al espejo
Ver a un impostor delante
Un sujeto despreciable
al cual debemos moldear todos los días
Para intentar que supere ese estadio primitivo
Moldear al sujeto ese para bien o para mal
Pero domarlo, domeñarlo, castigarlo...
Hacer de esa bestia un humano
El trabajo ese de todos los días, de todos los minutos
Templanza, disciplina, trabajo, orden
¡cómo dominar tanta bestialidad con herramientas tan endebles!
¡si los condenados instintos se nos salen por los poros!
Ese ligero barniz llamado educación, o cultura o domesticación...
Todos los días, a cada minuto, ir contra la corriente
Contra la naturaleza, contra los impulsos y las pulsiones
Cada segundo perseverar y reprimir
Vivir la permanente angustia de no vivir sino como otro
Como un animal domesticado bajo cuya piel subyace la bestia
¡cuánto trabajo, cuánto trabajo, cuánta energía, cuánto esfuerzo!
¿ y eso me hará mejor?
¿ me ganaré un mejor lugar en el espectáculo de contemplar a Dios nuestro
señor?
Perseverar, perseverar o perder el espacio de aceptación y comodidad
La aprobación externa y el visto bueno social
Bien, bien ¡pues a seguir en esta representación cotidiana!...
Aveme

Detenido el tiempo en el espacio de mis pensamientos


anulada la capacidad de crear
perdido en un mar de soberbia y egoísmo

Drenar el pus de la melancolía


añadir dolor al dolor, en vano ejercicio
intentar recordar la ofensa recibida
¡ Y uno tan olvidadizo!

Sentir el dolor clavado en la garganta, el estómago, los ojos


no respirar adecuadamente
examinarme con detenimiento
llegar a una o dos conclusiones:
soberbia y rabia
suponer que son hipótesis …
mejor descartarlas
La otra posibilidad es terrible:
Simple y llana
i m b e c i l i d a d

Aveme

¿Y de qué sirve?
¿Había de servir?
¿Era necesaria alguna utilidad?
Sólo transcurrir
Dejar pasar
Dejar ser
Amoldarse
Junco al viento
Cáscara a la tormenta
Indolencia
Indolencia
¿De qué sirve?
Nada sirve
Sólo existe
No busques más
No hay propósito
Sólo vamos a la nada
O al ruido de fondo
O al colapso
O entropía
O desgaste
Vamos y vamos
Corre que corre
Vuela que vuela
Repta que repta
Rueda que rueda
Allí nos vemos
En el gran sumidero
Vertedero
Basurero…
Entropía, entropía, entropía

Aveme

Y estas rabietas de absurdo que manifiestan la pequeñez del ser. Qué


vergüenza y qué miedo. Ahora me has descubierto. En toda esta dimensión
miserable y egoísta. Ya ni siquiera vale la pena pedir perdón. Quién sabe de
qué, pero la costumbre sana de pedir perdón a veces no la trabajamos porque
equivaldría a perdonarnos a nosotros mismos y asumir con humildad que
hemos fallado.
Señor: aquí estoy una vez más, Padre nuestro, pidiendo tu consuelo y consejo.
Estaré atento a tu respuesta. Gracias.

Me preguntas: ¿Qué quieres realmente de mí, Gordito?


Es una buena pregunta. Capciosa, breve, cariñosa, bien planteada, difícil de
responder como todas las buenas preguntas. Pero estoy tentado a responder
con otra del tipo ¿Y tú qué esperas en realidad de mí? Pero quien pregunta
primero tiene el privilegio de esperar una respuesta y no otra pregunta y para
colmo similar. De cualquier manera cedí a la tentación de también plantearla
ya que al final las relaciones de pareja también son juegos de espejos en los
que en el otro esperas hallar, en los que en el otro deseas, en el otro juzgas, en
el otro te descubres, en el otro te complementas o por lo menos encuentras esa
complicidad que te permite leer hasta los brevísimos gestos con que
manifiestas tu impaciencia o hartazgo, tu deleite o tu tormento. Esa
complicidad que puede hacerte entender todo, el todo, el universo con un solo
rotar de la mirada. Con un suspiro o un roce breve de la piel.

El otro, la otredad, la insalvable ontología. El abismo y soledad de nuestra


autoconsciencia y la necesidad de explorar en el otro todo aquello que nos
complementa, nos maravilla, nos aterra, nos deleita, nos llena de pesar o de
contento… en resumen: lo que nos da vida y modo y sustancia y forma y
accidente y esencia ¿Qué quiero realmente de ti? Ese realmente que suena a
estruendo a demanda a la duda misma dentro de la interrogante ¿Y no lo
sabes. Realmente no lo sabes? Esto denota e implica una cierta distracción, un
pequeño terreno vago en donde nada ha quedado claro ni ha sido declarado
con suficiencia ni energía. Realmente. Se exige realidad porque todo parece
ser vano, extraño, fugaz y etéreo. Se demanda lo que realmente es. Porque lo
real no adquiere consistencia y por ello se necesita, se requiere un asidero en
donde lo real vaya a un nivel donde no se pueda revelar ya nada. Eso es, se
pide una suerte de revelación dado que se intuye o se tiene la certeza de una
profundidad soterrada, escondida que no ha logrado emerger del todo y por
eso mismo se plantea de este modo: realmente.

Quiero amor, solidaridad, compañía, compromiso, felicidad, colaboración.


Ésta última al nivel de complicidad que se expresaba más arriba. Y tengo todo
ello, no abrigo duda al respecto, pero en este juego de espejos o de
reconocerse en el otro… no he sido tan claro como tú o quizá en el mundo de
las proyecciones que también sobre el otro desplegamos percibo esta
seguridad dado que es lo que pongo en ti desde mi corazón. Y quizá, sólo digo
que quizá, tú no has podido proyectar en mí tu confianza, tu bondad, tu
compromiso, tu pasión. Entonces el otro nos construye y reconstruye. Nos
interpretamos a nosotros mismos en el otro y por ello confío. No abrigo miedo
porque sé que jamás me mentirías, jamás cambiarías tu verdad, tu arrebato, tu
entrega. Y así me concibo y me construyo y reconstruyo e interpreto y
reinterpreto en ti mi vida. Esto es así. Simple. No hay recodo, ni escondrijo,
no es necesario realmente. Tengo tus ojos, tu risa, sonrisa, luz, alegría, llanto,
enojos, desconsuelos. Otra vez, permíteme insistir: el todo.

Quiero, quiero, quiero de ti querencia, quiéreme. Es lo que al final siempre se


quiere y necesita. Cuando se tiene es tan increíble que se llena uno de miedos
y de dolores y de espinas en la garganta y de polvo en los ojos y de opresión
en el pecho. Lo tengo ¿puedo querer realmente algo más de ti? Puedo querer
que la situación cambie, que los factores externos terribles, negativos, pesados
como una losa se aligeren, se vuelvan pasado y desaparezcan. Pero esto lo
quiero del entorno, del destino, de Dios, no de ti. Porque, permíteme otra vez
insistir: de ti no puedo querer más. Me lo has dado todo: la vida y la muerte, el
dolor sin límites y la alegría completa. La desazón más grande y la certeza
más profunda. La rabia contenida y el júbilo. El sabor de tu cuerpo, el sonido
de tu respiración, tus pequeñas y deliciosas particularidades, la geografía
corporal que aún no he terminado de explorar y que no terminaré en toda la
vida pues obedece a la volubilidad de la ola y el eterno cambio de todo lo que
vive y respira y se anima por estos caminos que reptan bajo la mirada de Dios
todopoderoso que me ha obsequiado con tanta suerte y dicha y promesa.

Si pudiese querer algo más de ti ya no sería de esta dimensión, de este mundo,


de esta época. En otros mundos y tiempos me diste el todo y me lo quitaste,
pero en todos ellos me entregué por completo y sin condiciones. Todo eso es
consecuencia de no poder querer realmente algo de ti. Del cosmos espero y de
mí que haya la suficiente combinación de paciencia, tesón, confluencia y
anuencia para estar, estar, estar siempre y cotidianamente acompañados,
amados, confortados y optimistas tú y yo ¿Qué quiero realmente de ti? Me has
dado el propio sentido y la creatividad y las ganas y la manía y la depresión y
el equilibrio y el desequilibrio. La congoja y el consuelo. Las manos con
sentido trascendente y el descubrimiento de mi propia realidad corporal y el
miedo a quedarme sólo y la desesperación cuando parece que me odias o que
me desprecias o me colocas en el sitio de la incomunicación. Cuando pareces
desdeñar mi amor o eso que llamo amor y que es tan imperfecto y tan pobre.
Me has dado las palabras afiladas que saben herir con precisión y rigor porque
realmente me conoces y en esa misma medida me has llevado por sendas de
deleite que rebasan todo lo conocido. Me entrego a ti y como otras tantas
veces. Hoy también te recuerdo y declaro que soy vulnerable por completo
ante ti y que puedes hacerme pedazos cuando quieras y que lo sabes
realmente. Y que tienes un poder que espanta, que petrifica. Me tienes a tus
pies y no te das cuenta o temes semejante responsabilidad, no lo sé. Y puede
ser loco o insensato andar diciendo estas cosas, pero la misma pregunta
requería este estar ante ti desnudo como siempre ¿Qué quiero? ¿Y si estoy
equivocado al querer que me quieras, comprendes ese miedo, esa angustia?
Por ello me cuestiono a menudo porque no sé en ocasiones que quieres de mí
realmente y esa ignorancia me hace temer lo peor: que te canses, te aburras y
me deseches. Pero eso no importa. Me has dado el todo, si después sólo hay
desolación será para que seas feliz pues para ella estás destinada.

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