Índice
1. Introducción: contexto mundial y europeo del uso de biomasa
La IEA o Agencia Internacional de la Energía ha llevado a término proyectos sobre la
biomasa y sus conclusiones es que aproximadamente el 10% de la energía primaria
mundial proviene de la biomasa, tanto en su forma sólida, como líquida
(biocombustibles) como en formato de biogás. La gran mayoría de esta corresponde a
países en vías de desarrollo donde la FAO o Fondo de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura, señala que aproximadamente alrededor del 90% de la
energía en países de este tipo proviene de la leña y otros biocombustibles. ¿Dónde se
encuentran estos países? Generalmente en África, Asia y Latinoamérica, donde la
producción de energía a partir de la biomasa supone la fuente de energía básica para
alrededor de 2000 millones de personas. Por otro lado, aunque la biomasa como ya
hemos dicho se trata de una energía renovable, lo que muchas veces se asocia con una
energía respetuosa con el medio ambiente, en estos países la dependencia que tienen no
se gestiona de forma sostenible y se deforestan grandes porciones de territorio en su
obtención. Aún esto, podemos afirmar que la energía producida a partir de la biomasa
podría permitir el desarrollo de estos grupos de países en vías de crecimiento evitando
aumentar el peligro medioambiental, sobre todo en cuanto a las emisiones de CO2 a la
atmosfera. Por otro lado, las previsiones realizadas por el Panel Intergubernamental
sobre Cambio Climático, que es un grupo creado con el objetivo de proponer
evaluaciones sobre el estado del conocimiento científico, socioeconómico y técnico
relacionado con el cambio climático.
Hemos visto que en el mundo la biomasa supone un porcentaje importante de la
producción de la energía total sobre todo en países en vías de desarrollo, ¿pero y en
Europa donde prácticamente la totalidad de sus países pueden ser considerados como
‘desarrollados’? En esta isla de desarrollo que llamamos Europa, la energía generada a
partir de la biomasa siempre ha sido de entre las renovables la más popular, siendo hasta
la década de los 2000 la única junto con la hidráulica que se utilizaba para la producción
de electricidad. Si observamos datos más o menos recientes, en concreto los de 2016,
podemos observar como entorno al 17% de la energía consumida en la UE es de origen
renovable y de esta más de la mitad, un 60% en concreto, sigue teniendo su origen en la
biomasa. De este 60% la gran mayoría se consume con fines térmicos frente a la
producción de energía eléctrica y de biocarburantes para el transporte. Por último,
comentar que en el caso concreto de la UE y sus países miembros, la gran mayoría de
biomasa consumida es de origen ‘local’, solo importando un volumen de biomasa de
solamente el 4%.
Algunos casos curiosos que podemos encontrar en el mundo en cuanto al uso de
biocombustibles lo encontramos en Brasil. Hacia el año 76 el gobierno del país decidió
impulsar un programa para la producción masiva de etanol a partir del azúcar de la caña
de azúcar para utilizarlo como combustible. La mayoría de este etanol se mezcla en
ocasiones con gasolina y supone un 20% del combustible utilizado en los automóviles,
lo que supone alrededor de 8 millones de vehículos funcionando con este tipo de
combustibles. En este país las grandes extensiones de tierra libre, su alto nivel de
producción agrícolas y los abundantes niveles, tanto de precipitaciones como de
insolación hacen que este tipo de combustible sea perfecto para el país.
Aunque como hemos dicho anteriormente los países en fase de desarrollo tienen en la
biomasa una buena opción de fuente de energía para hacer frente a su crecimiento, cada
vez más países desarrollados buscan formas de reducir su consumo de combustibles
fósiles y han visto en este tipo de energía como una buena opción. Ejemplo de esto lo
tenemos en Europa, con ejemplos como el de Suecia, que ya obtiene un 10% de la
energía que produce a partir de los desechos forestales y agrícolas o Finlandia, que lo
hace en un 14%. Reino Unido sigue un ejemplo similar al de Brasil y posee varios
proyectos para producir alcohol en fermentadores capaces de generar alcohol tan
concentrado que puede competir incluso con los combustibles fósiles para el transporte.
2. La biomasa: definición, tipos y usos
2.1 Definición y concepto de biomasa
¿Qué es la biomasa? Podríamos definirlo como toda aquella materia orgánica
susceptible de ser aprovechada con fines energéticos y aunque no estaríamos
equivocados, la realidad es más compleja. Se puede considerar biomasa a un gran
conjunto heterogéneo de materias orgánicas y por lo tanto, estas no responden a un
único origen ni naturaleza. Si hablamos de biomasa en la generación de energía,
primero de todo tenemos que tener claro que nos encontramos ante una energía de
carácter renovable cuyo combustible o materia prima básica es la materia orgánica o los
productos derivados de ella. También se le llama biomasa a la materia orgánica
contenida en las aguas residuales, en los lodos de las depuradoras o en la fracción
orgánica de los Residuos Sólidos Urbanos, aunque estos se consideran un grupo a parte.
Para la obtención de energía a partir de la biomasa, bien podemos quemarla
directamente, o bien podemos transformarla mediante un proceso químico, como se
hace con el petróleo. Debemos considerar también que la biomasa, como hemos dicho
está compuesta por materia orgánica que en algún momento perteneció a un ser vivo o
incluso lo fueron. Este gran conjunto es muy heterogéneo y puede ir desde plantas, a
animales, vegetales, heces, o más concretamente, residuos de aprovechamientos
forestales y de cultivos agrícolas, residuos de podas de jardines, residuos de industrias
agroforestales, cultivos con fines energético etc. ¿No está entonces el petróleo
compuesto de biomasa? Pues sí, pero ya que para obtener petróleo se necesita esperar
varios millones de años y también unas condiciones específicas, no podemos
considerarlo un biocombustible o una bioenergía, por lo tanto no entrará dentro del
grupo de energías producidas a partir de la biomasa.
¿En qué nos podemos basar para afirmar que la biomasa tiene un carácter de energía
renovable? Para contestar a esta pregunta básicamente debemos fijarnos en cuál es su
origen en primera instancia: tiene carácter de energía renovable porque el origen de su
contenido energético se encuentra en la energía del sol que es fijada por los vegetales
mediante el proceso de fotosíntesis. La energía de la biomasa se basa en la absoción y
almacenamiento por pare de los vegetales de la energía solar y estos son ingeridos por
animales. Cuando la materia orgánica almacena la energía solar, también genera
subproductos que nos son útiles ni para los animales ni para fabricar alimentos, pero si
lo son para la generación de energía. Por lo tanto, es una energía renovable que además
en su combustión no contribuye a incrementar el CO2, ya que el dióxido de carbono que
se emite a la atmósfera ya formaba parte de la atmósfera actual a diferencia del
contenido en combustibles de origen fósil que capturó su CO2 en épocas remotas.
Como hemos visto, la biomasa abarca un gran conjunto de materias orgánicas las cuales
son susceptibles de ser utilizadas como fuente o materia prima de energía. Sin embargo,
antes de entrar en los tipos de biomasa debo aclarar que no es lo mismo biomasa, que
bioenergía o biocombustible, aunque los tres conceptos están muy relacionados entre sí.
Cuando hablamos de biomasa nos estamos refiriendo estrictamente a la materia
orgánica que es susceptible de ser utilizado para producir energía, como por ejemplo la
madera, es en otras palabras la materia prima. La bioenergía, es un tipo de energía de
carácter renovable que se obtiene a partir de la transformación química de la biomasa.
Biocombustible por último, los biocombustibles son todos aquellos productos a base de
biomasa como el biodiesel o el bioalcohol.
2.2 Tipos de biomasa
Podemos clasificar los tipos de biomasa de muchas maneras, aunque en este trabajo
vamos a utilizar la más aceptada. Esta se basa en: la composición, el origen y el estado
en el que se encuentra.
-Natural:
Hablamos de biomasa de origen natural al referirnos aquella que se produce de forma
espontánea en lugares donde no ha habido ninguna intervención del ser humano. Su
explotación no resulta ser demasiado rentable básicamente porque no suele ser
económicamente rentable el transporte de la materia prima desde dónde se extrae a
donde se consume. Sin embargo, en países subdesarrollados y en algunas comunidades
locales, esta sigue siendo la principal fuente de energía.
-Residual:
La biomasa de origen residual es aquella que procede de residuos producidos por
actividades humanas y de los vertidos que llamamos biodegradables. Los más
importantes son los siguientes:
Residuos de actividades agrícolas, forestales y de jardinería: pajas de cereales,
excedentes agrícolas, leña, los purines…
Residuos industriales agrícolas y forestales: los que provienen de la producción
de aceite de oliva, recortes de madera, serrín, cáscaras o restos de frutos secos…
Residuos sólidos urbanos y aguas residuales urbanas
Residuos agroindustriales: industrias lácteas, restos de la industria papelera,
destilerías, conserveras…
Residuos ganaderos: principalmente purines. Los purines son por lo general los
excrementos de los animales mezclados con agua.
Aceites alimentarios que ya han sido usados
-Cultivos energéticos:
Cuando hablamos de este tipo de biomasa, nos referimos a aquella que proviene de
cultivos que se trabajan no con fines alimentarios, si no que su producción se destina a
la producción de biomasa con la que generar energía. En estos cultivos, a diferencia de
los convencionales, no se busca una gran calidad de cultivo, sino que lo realmente
interesante es su capacidad de producir biomasa. Suelen ser cultivos baratos de
mantener y de carácter leñoso o herbáceo. Del tipo de leñosos encontramos ejemplos
como el maíz, el girasol o la caña de azúcar. Del tipo herbáceo encontramos ejemplos
como la paja o el heno.
2.3 Los biocombustibles
Es importante que no confundamos biocombustibles y biomasa, pues pese a que ambos
términos se encuentran muy relacionados entre sí no son estrictamente lo mismo. La
biomasa es toda aquella materia orgánica susceptible de ser transformada en fuente de
energía, mientras que los biocombustibles son los productos derivado de la biomasa que
son directamente empleados para la producción de energía, ya sea eléctrica, térmica o
mecánica. A continuación vamos a ver los diferentes tipos de biocombustibles que
tenemos en base al estado en el que se encuentran, es decir, si están en estado sólido
líquido o gaseoso.
-Biocombustibles en estado sólido:
Dentro de los biocombustibles sólidos los más importantes son los procedentes del
sector agrícola, del forestal y de las industrias de transformación que general residuos en
estado sólido. De entre los agrarios podemos encontrar la paja, los restos de poda de la
vid o el olivo o la leña, entre otros. También entra dentro de este grupo las cáscaras de
frutos secos, los huesos de los frutos como el de la oliva, el orujo sobrante de la
producción de aceite, restos de las industrias del corcho, la madera o el mueble…
Pese a que gran parte de la biomasa que se utiliza se hace directamente sin ningún
proceso de transformación, por ejemplo la leña en los hogares para obtener calor, otros
sí que son sometidos a transformaciones, sobre todo en su forma. Los ejemplos más
representativos en este sentido son las astillas, el serrín, los pelets y las briquetas.
¿Qué son las briquetas? Son pequeños cilindros con una gran densidad que se produce a
partir de poner el material, generalmente astillas, en una prensa a la que se le aplica una
alta temperatura y presión que generan que el producto se quede muy compacto. ¿Y los
pelets?¿Qué son? Son cilindros de menor tamaño que las brinquetas preparados
mediante prensas granulares similares a los que se utilizan en las industrias de piensos.
En ambos casos el producto debe tener una baja humedad y debe estar formado por
granos muy pequeños.
Otro ejemplo muy representativo de la biomasa en estado sólido es el carbón vegetal.
Este se obtiene como producto de someter biomasa leñosa con un cierto de contenido en
humedad, a un proceso de combustión lento con temperaturas de entre 250 y 600ºC. De
la creación del carbón vegetal se saca otra serie de productos conocidos como breas que
pueden ser utilizados como fuente de energía para sustituir algunos combustibles
líquidos, aunque esta función aún sigue en fase de desarrollo.
Dentro de la biomasa en estado sólido, la biomasa forestal, es decir la que tiene su
origen de procedencia en los bosques, es de las más importantes y la más antigua,
puesto que la utilización de madera para cocinar o calentarse es una forma de obtener
energía por medio de la biomasa. La madera sigue siendo el recurso energético de la
biomasa más utilizado.
-Biocombustible en estado líquido:
Los bicombustibles líquidos son un conjunto de productos derivados de la biomasa cuya
principal atracción es que se pueden utilizar para sustituir los productos derivados del
petróleo y como consecuencia paliar los nocivos efectos que tiene el uso de estos sobre
nuestro planeta y atmósfera. Existe una amplia variedad de biocombustibles líquidos,
aunque los más importantes, más extendidos y que vamos a tratar aquí son el etanol y el
biodiesel.
El bioetanol es un biocombustible o biocarburante que se obtiene a partir de la
fermentación de los azúcares procedentes de algunas especies vegetales como la caña de
azúcar y el maíz. Es el biocarburante más extendido del mundo siendo Brasil uno de los
mejores ejemplos
2.4 Biomasa: ¿Qué energía obtenemos y cómo lo hacemos?
A partir de la heterogénea gama que conforma la biomasa producimos los
biocombustibles descritos en el apartado anterior, de los cuales podemos obtener varios
tipos de energía. Como hemos visto en al apartado anterior, más concretamente en la
parte dedicada a los biocombustibles líquidos, de la biomasa podemos obtener energía
mecánica, aunque esta no es ni de cerca la más extendida ni la más frecuente. En este
sentido las energías que se llevan la palma son la electricidad, pero sobretodo la térmica,
que se erige como la más extendida dentro del sector de la biomasa y la bioenergía.
-Producción de calor:
Como acabo de adelantar, la producción de calor a partir de la biomasa es de entre las
energías que podemos obtener de ella, la más extendida. Dentro de la producción de
calor a partir de la materia orgánica encontramos diferentes niveles que corresponden a
la escala en la que producimos este tipo de energía, es decir si lo empleamos para
caldear una habitación o una casa, un bloque entero o, unidades más grandes, como por
ejemplo urbanizaciones o hospitales. Las materias primas más utilizadas para conseguir
este tipo de energía en el sector de los biocombustibles son residuos de las industrias
forestales, de las industrias agrícolas y de los restos de las actividades selvícolas. Estas
materias primas pueden ser consumidas directamente, como en el caso de la madera,
aunque algunos de estos se transforman para su consumo en pellets o briquetas, ya
explicados en el apartado dedicado a los biocombustibles sólidos. La justificación para
ello es que su almacenamiento es mucho más sencillo si se transforma la materia prima
que si no, aunque la obligación de tener que tratarla hace que los costes de producirla
sean mayores y que, como consecuencia, el producto final sea también más caro.
En el primero de los niveles encontramos la producción térmica enfocada a
proporcionar calor a una estancia o a un hogar. Normalmente esta se obtiene mediante
la combustión de materia orgánica en una caldera o estufa individual, como por ejemplo
la estufa de pellets que en la actualidad está muy extendida. Por otro lado, en la
actualidad existen diferentes aparatos, tanto de aire como de agua, que permiten adaptar
este primer modo de generar calor a partir de biomasa a un sistemas de radiadores o de
suelo radiante, una tecnología que nos permite a través de diferentes conductos que van
bajo el suelo de la casa, distribuir el calor por toda ella.
Un segundo estadio sería el dedicado a calderas más grandes que se emplean para
calentar un bloque de viviendas entero, proporcionando a las casas tanto calefacción
como agua caliente. Uno de los inconvenientes principales que podemos encontrar en la
utilización de estas calderas es que, al necesitar grandes cantidades de biomasa de forma
diaria para mantener caldeado el edificio, puede resultar problemático el
almacenamiento de esta. Si se estandarizase la utilización de la biomasa con estos fines,
sería interesante que en la construcción de nuevos edificios, los arquitectos contasen con
la creación de un espacio limpio y seco apto para almacenar el biocombustible
necesario, ya sean pellets, madera u otro. Por otro lado, pese al inconveniente del
almacenamiento, este tipo de calderas tiene la ventaja de que resulta muy sencillo y
relativamente barato sustituir la vieja de carbón o gasóleo por una que funcione con
biomasa, lo que con el tiempo significará para la comunidad de vecinos que la instale un
ahorro económico en el consumo de calefacción y agua caliente.
El tercero y último de los niveles que encontramos en la producción de calor a partir de
la biomasa son las redes de calefacción centralizadas. Desde hace ya varias décadas,
este tipo de sistemas está muy extendido en el Centro y Norte de Europa, aunque en
España, como veremos más adelante, también contamos con algunas importantes. Estas
redes de calor y agua caliente están destinadas para suministrar energía térmica a
superficies más grandes que un bloque de viviendas, pudiendo suministrar calor a
urbanizaciones, edificios públicos, centros comerciales, grandes instalaciones
deportivas… A parte de la aplicación como fuente de calor y agua caliente para los
hogares o lugares públicos, algunas industrias utilizan este tipo de fuente de energía
para suplir sus consumos térmicos. Debido al gran tamaño de las calderas, así como de
los silos necesarios para almacenar la biomasa para la puesta en marcha de este tipo de
redes de calefacción centralizadas, se necesitan instalaciones específicas y exclusivas
para el óptimo funcionamiento de este tipo de centrales térmicas.
-Producción de electricidad:
Si bien es menos importante que la producción de calor, la producción de electricidad es
sin duda la segunda aplicación más extendida en cuanto a la obtención de energía a
partir de materia orgánica. ¿Qué podría explicar la menor aplicación de los
biocombustibles para obtener electricidad en vez de calor? Una de las posibles razones
es que la producción de esta energía resulta ser más complicada principalmente por tres
razones: su bajo poder calorífico, su alto contenido en humedad y su alto contenido de
orgánicos volátiles, que se pueden definir como el conjunto de hidrocraburos que se
encuentran en estado gaseoso a temperatura ambiente y que, además, resultan
tremendamente inestables a estas temperaturas. A estas tres razones se les une el gran
espacio que se necesita para instalar, tanto las grandes calderas dónde se quema la
biomasa, como los lugares de almacenamiento de la materia prima, ya que, al ser
densamente poco calorífica se necesitan quemar grandes cantidades de biomasa en
comparación con el resto de combustibles convencionales. Pese a estos problemas que
presenta la producción de electricidad mediante el uso de biocombustibles, estos
también tienen otras ventajas, sobre todo frente a otras energías renovables, ya que la
utilización de materia orgánica para este fin no depende ni de la estación en la que nos
encontramos, ni de las condiciones meteorológicas, lo que permite tener un suministro
continuo de electricidad durante toda la jornada.
¿Cómo generamos esta energía? ¿Cómo funciona una central eléctrica de biomasa?
Primero tenemos que considerar que este tipo de centrales almacenan toda la cantidad
de biomasa en sus instalaciones, pero además, en algunas también cuentan con lo
necesario para transformarla. Por lo tanto, un posible primer paso en el proceso seguido
en estas centrales es el de la transformación de la materia orgánica. Cuando la biomasa
ha sido transformada a biocombustible, este es conducido a una gran caldera donde será
quemado con el objetivo de calentar el agua proveniente del tanque de alimentación,
que está contenida en el sistema de tubos que también se encuentra dentro de la propia
caldera. Cuando el agua se evapora, es conducida a presión hacia una turbina que a su
vez está unida a un generador eléctrico, donde la energía mecánica de la turbina girando
se convertirá en eléctrica. El
agua en forma de vapor de
agua vuelve a su estado
líquido tras ser enfriada en el
condensador para ser
utilizada de nuevo de la
misma forma. Para ilustrar la
explicación, adjunto un
esquema del funcionamiento
de una de estas centrales.
2.5 Biomasa ‘¿sí o no?’: el debate
Para abarcar el debate en torno a si debemos o no utilizar la biomasa como materia
prima de la que poder extraer energía, voy a desglosar las principales ventajas y
desventajas que ofrece esta renovable, para de esta forma poder ver de forma clara y
esquemática los principales argumentos a favor y en contra. Con ello busco, por un lado
dar a conocerlos, pero a la vez poder permitir al potencial lector de este trabajo formarse
el mismo una opinión. Sin embargo advierto al respecto que el tema es muy complejo
como para poder entenderlo simplemente leyendo un conjunto de argumentos, pero si
que puede ayudar a entender las principales fortalezas y debilidades de esta fuente de
energía, pudiendo esto servir a construir una base desde la que formarse una opinión.
Para empezar, vamos a ver las ventajas principales, las cuales podemos dividirlas en dos
grupos: ventajas medioambientales y ventajas socioeconómicas.
En cuanto a las ventajas medioambientales, la primera de ellas es que la energía
que generamos a partir de la materia orgánica es una energía limpia y por lo
tanto su balance de emisiones de CO2 a la atmósfera es neutro. ¿Cómo es esto
posible? La explicación es que las plantas, materia prima base en la pirámide de
la biomasa, durante su crecimiento por medio de la fotosíntesis absorben y
almacenan el dióxido de carbono de la atmósferas en su organismo, el cual es
expulsado cuando esta muere. Por lo tanto, cuando quemamos biomasa estamos
devolviendo a la atmósfera un CO2 que ya existía en ella, no como ocurre en el
caso de los combustibles fósiles, cuyo uso sí incrementa el nivel de este gas y
por lo tanto agrava el calentamiento global. A su vez, con la combustión de la
materia orgánica, la emisión de otros gases contaminantes como el azufre es
mínima, lo que reduce la posibilidad de que acontezca la lluvia ácida.
Otra de las ventajas que ofrece el uso de la biomasa para el medio ambiente es
que como los biocombustibles extraen la materia prima en gran medida de los
residuos que nosotros generamos en nuestras actividades diarias, su uso
contribuye al reciclaje de estos desechos al convertirlo en una provechosa fuente
energética. Es como se dice ‘matar dos pájaros de un tiro’.
Por último, en cuanto a las ventajas medioambientales, tenemos que la
reforestación mediante el uso de cultivos energéticos, previene la deforestación
y la erosión del suelo. Además, en cuanto a la calidad del suelo hace que
aumente, ya que este tipo de cultivos hace que se incremente el nivel de materia
orgánica del suelo y por lo tanto sus nutrientes. Por otro lado, en cuanto a los
recursos forestales, la limpieza y recolección de estos ayudan a prevenir los
incendios forestales, circunstancia que por ejemplo en España todos los años es
muy común.
Sobre las ventajas socioeconómicas, una de las más interesantes es que el uso de
la biomasa aumenta las ofertas de empleo y dinamiza la actividad económica del
lugar donde se instala una planta, ya que para su uso se deben realizar varias
tareas que las debe hacer un empleado. Entre estas destaca, el uso de ingenieros
para el diseño de la planta, personal que opere y mantenga en buen estado la
central, personal que se ocupe de la transformación de la biomasa en
biocombustible para ser utilizada, mano de obra que se encargue de transportar
la biomasa hasta los lugares donde se transforma y a la propia central… Para
ilustrar esto adjunto un gráfico que, pese a que utiliza datos de 2015, refleja muy
bien esta realidad. En el gráfico podemos ver que el conjunto de trabajos
dedicados a la biomasa, sea generando biocarburantes, biogás o cualquier tipo de
energía, es la que más puestos de trabajo genera en el sector de las energías
renovables.
Otra de las principales ventajas es que el uso de la biomasa como fuente de
energía disminuye la dependencia energética en dos sentidos. Por un lado, como
se trata de un combustible que no depende ni de la estación ni de las condiciones
meteorológicas, por lo tanto hablamos de una energía disponible las 24 horas del
día y todos los días del año. También disminuye la dependencia energética
externa para abastecerse, ya que la mayoría de países del mundo tienen biomasa
suficiente para asumir parte de la producción energética del país. De esta forma
no haría falta importar tantos combustibles fósiles y disminuir así el coste de la
producción de energía.
Por último y relacionado con el aumento de la oferta de empleo, todo el proceso
que conlleva la producción de energía con biomasa puede ser un factor
fundamental para la generación de riqueza en el medio rural, pues es el lugar
donde se encuentran gran parte de la biomasa. Además, la instalación de una
central puede actuar como agente unificador del territorio y la población, sobre
todo en aquellos lugares donde los efectos de la despoblación son más graves.
Algunos de estos lugares tienen problemas con el abastecimiento energético, por
lo que la obtención de electricidad o calor a partir de los biocombustibles, en el
lugar donde la materia prima esencial es tan abundante , puede ser una
oportunidad decisiva.
Presentadas las principales ventajas y fortalezas que nos ofrece esta fuente de energía
orgánica, vamos a pasar a ver las principales debilidades que tiene.
La principal y más grave desventaja es que los combustibles derivados de la
biomasa tienen mucho menor rendimiento y densidad energética que los
combustibles fósiles. Esto comporta que se necesita mucha más cantidad de
biocombustible para generar la misma cantidad de energía que con los
combustibles fósiles.
La segunda debilidad más notoria es su alto nivel de humedad en algunas de las
principales materias primas que se utilizan. Esto obliga a someterla a ciertos
procesos tanto químicos como físicos que disminuyan los niveles de agua y que
como consecuencia aumente el poder calorífico de la materia obteniendo de esta
forma un mayor rendimiento energético. Además esto hace que se sume un paso
al proceso de generación de energía, lo que comporta un incremento de su
precio.
Otra de las desventajas es que muchas formas de biomasa ocupan mucho
espacio, en parte por su forma y tamaño, en parte porque la necesidad de tener
que gastar mucha materia prima para la generación de energía obliga a tener a
mano grandes cantidades de la misma. Por lo tanto, algunas de estas materias
primas como la madera tienen que ser sometidas a procesos de transformación
física para transformarlo a un formato que se pueda almacenar mejor.
Ya hemos presentado los principales argumentos a favor y en contra de la utilización de
la biomasa para la obtención de energía, ¿qué podemos concluir? Si ponemos unos
argumentos junto a los otros vemos que las ventajas que ofrece son mucho más
numerosas que las desventajas. Además, el uso de energías renovables en todas sus
versiones se hace no porque sean más cómodas o económicas, sino porque su utilización
fomentan la independencia energética de los combustibles fósiles, disminuyendo así los
efectos del cambio climático y cuidando el medio ambiente en general. Por esa razón,
ya que las principales desventajas que presenta esta fuente energética están basadas o
bien en el espacio que ocupa su almacenamiento, o bien en el número de procesos
previos a su uso, creo que la balanza se decanta hacia el lado de las ventajas y que por lo
tanto, al menos en mi opinión, la utilización de la biomasa como fuente de energía es
una gran opción, sobre todo en el medio rural donde la abundancia de biomasa hace que
su transporte sea prácticamente nulo o a niveles regionales muy pequeños.
3. La biomasa en España
España es una de las mayores potencias europeas en cuanto a los recursos biomásicos se
refiere. Es el tercer país de Europa con una mayor cantidad de biomasa forestal por
detrás de Suecia y Finlandia. En total, la superficie forestal del país ocupa un 57% del
total, lo que equivale a casi 28 mil hectáreas. Pero los datos en este sentido no se
detienen aquí, sino que además, es el país del continente con un mayor incremento de la
superficie de los bosques con un ritmo de crecimiento al año del 2,2%, valor mucho
mayor que el de la UE que está entrono al 0,50%.
A parte del potencial en cuanto a los recursos forestales, España es también uno de los
líderes en cuanto a otros recursos biomásicos. En este sentido tenemos que considerar
que es uno de los mayores y principales productores, si no el que más, de aceite de oliva
del mundo. En cuanto a los residuos derivados de las industrias agroalimentarias, otra
de las industrias que más interesan para la obtención de materia prima y que en España
tiene mucha importancia es la vitivinícola, ya que genera biomasa tanto en los viñedos
con la poda, como en el proceso de transformación de la vid en vino. Además, España
es uno de los países que ocupan los puestos más altos en cuanto a la producción del
ganado porcino a nivel del continente europeo, lo que se traduce en la generación al año
de más de 50 toneladas de purines. Por último y relacionado con la agricultura, el país
es una potencia en el cultivo de productos hortícolas, actividad que también genera una
gran cantidad de materia susceptible de ser convertida en fuente energética.
Pese a este enorme potencial que tiene España en cuanto a los recursos biomásicos,
podrimos decir que estos se encuentran bastante infrusados, sobre todo si nos
comparamos con otros países de la UE. Sin embargo, en los últimos años y sobre todo
desde finales de la década pasada esto ha ido cambiando y cada vez la biomasa tiene
más peso en el cómputo general de la energía producida por España, sobre todo la que
se utiliza con fines térmicos. En el año 2023, un 82% del calor y un 5% de la
electricidad producida a partir de las renovables fue a partir de la biomasa, lo que
supone cubrir alrededor de un 14% del total de las necesidades térmicas del país y casi
un 2% de las eléctricas.
Pese al peso cada vez mayor de este tipo de energía renovable, España tiene la
capacidad biomásica para continuar aumentando la porción que supone esta energía en
el cómputo de la energía total generada, tanto para usos domésticos como para usos
industriales y eléctricos. Hacia el año 2022, en España se aprovecharon alrededor de 4.3
millones de toneladas de biomasa, aunque si lo comparamos con el total de los recursos
biomásicos en nuestras fronteras, esta cantidad se queda corta. Uno de los retos a
afrontar que tiene España en los últimos años es dirigir toda esa biomasa infrautilizada
para redirigirla hacia el sector energético.
En 2022, la bioenergía continuó demostrando ser una alternativa competitiva frente a
los combustibles fósiles, fundamental para la descarbonización de la economía
española, europea y mundial. Destaca la creación de la red europea de bioeconomía
rural, BioRural, en la que la Asociación Española de Valorización Energética de la
Biomasa (Avebiom) participa activamente. Esta red facilita que agentes clave, empresas
y centros de conocimiento compartan innovaciones en bioeconomía, detallando cómo se
han implementado y cómo replicarlas. Además, en el pasado 2022 la producción
nacional de pellet alcanzó niveles record, con el lanzamiento de casi 800 mil toneladas
al mercado. Por otro lado, en el mismo año, la reducción que se ha hecho desde el
gobierno del IVA al 5% en biocombustibles como leña, pellets o briquetas ha sido uno
de los responsables de impulsar el sector de este tipo de biocombustibles con el objetivo
de equiparar su competitividad con los combustibles fósiles. La solicitud reiterada de
para la rebaja del IVA en los biocombustibles sólidos, finalmente atendida en 2022,
refleja un paso importante hacia su consolidación como medida permanente. Esta
rebaja, solicitada durante los 15 años, representa una importante victoria para el sector,
que espera que incentive a más ciudadanos y empresas a optar por la biomasa como
fuente de energía renovable y sostenible. La bioenergía sigue siendo una alternativa
viable y esencial en la transición energética, demostrando su capacidad para adaptarse y
prosperar incluso en tiempos de incertidumbre.
El marco regulatorio de la biomasa en España está conformado por varias leyes clave,
comenzando con la Ley 43/2003 de Montes, que asegura la conservación y protección
de los montes españoles. A nivel regional, cada Comunidad Autónoma cuenta con
legislaciones específicas que deben cumplirse. Entre las normativas más recientes
destacan el Real Decreto-ley 15/2018, que establece medidas urgentes para la transición
energética y protección de los consumidores, y el Real Decreto 244/2019, que regula las
condiciones del autoconsumo de energía eléctrica. Además, el sector energético
renovable se rige principalmente por el Real Decreto-Ley 9/2013, que implementó
medidas para garantizar la estabilidad financiera del sector eléctrico, la Ley 24/2013 de
Sector Eléctrico, que estableció las bases para la regulación económica de las energías
renovables, y el Real Decreto 413/2014, que regula la producción de energía eléctrica a
partir de fuentes renovables, cogeneración y residuos. Esta normativa se complementa
con diversas órdenes que abordan aspectos más específicos de la actividad.
3.1 Usos energéticos de la biomasa en España
Tradicionalmente la biomasa en España se ha empleado para la generación de
electricidad y calor, aunque también se producen algunos biocarburantes para la
generación de energía mecánica. De entre estos usos sin duda la producción de calor, es
y ha sido, el más importante. La energía térmica que se genera normalmente se consigue
mediante la combustión y sus aplicaciones más comunes son para nutrir sistemas de
calefacción, para la producción de agua caliente sanitara y para la realización de ciertos
procesos industriales que requieren calor. Los biocombustibles más comúnmente
utilizados con estos fines son las astillas, el orujillo y los pellets.
Del tipo de instalaciones y tecnologías necesarias para la generación de calor a partir de
la biomasa ya he hablado en este trabajo, por lo tanto no lo voy a volver a explicar.
Simplemente comentar que los 3 niveles descritos en la generación de energía térmica
tienen su aparición en el contexto español. En 2022 se pusieron en funcionamiento 17
redes térmicas nuevas que funcionan a base de biomasa, lo que ascendió el número de
estas a 479. Este dato conllevó que el mismo año se cerrase con un gasto de alrededor
de 200 mil toneladas de biocombustible para fines térmicos.
En cuanto a la energía biotérmica las comunidad autónomas más importantes, al menos
hasta 2022, fueron Cataluña y Castilla y León, tanto en número de redes como en
potencia instalada. La primera de ellas cuenta con un total de 218 instalaciones, lo que
supone casi la mitad de las totales del país, mientras que la castellanoleonesa cuenta con
69 redes, aunque con una gran potencia instalada (30% de la total en España). Cada una
de estas dos comunidades sin embargo han seguido modelos diferentes de desarrollo de
este tipo de energía. Mientras que en Cataluña se promueve la construcción de redes en
pequeños municipios cuya potencia no es muy elevada, en Catilla y León, sin embargo
la estrategia se basa en menos redes y más potencia, lo que explica que conforme un
30% de la potencia instalada en todo el territorio nacional. A pesar de los desafíos, las
redes de calor con biomasa son esenciales para alcanzar los objetivos de
descarbonización de la UE y se espera que su desarrollo se acelere en los próximos
años.
La producción de electricidad mediante biocombustibles es menos importante que la
producción de energía térmica, aunque es un sector importante sobre todo con
previsiones de conseguir una mayor independencia respecto a los combustibles fósiles.
El año 2019 fue crucial en este campo, puesto que se construyeron hasta cuatro nuevas
plantas que aumentaron en 200 Mw la capacidad instalada en España. De esta manera a
finales de ese año la generación eléctrica por medio de la biomasa ascendió hasta los
718 Mw. Sin embargo, este resulta muy poco significativo si contamos que esto sólo
supondría un 1% de la producción total de energía mientras que en otros países como
Alemania supuso en 2020 alrededor de un 4% del mix eléctrico.
Tradicionalmente, las centrales de producción de energía eléctrica con biomasa se han
asociado a industrias como la papelera o la olivarera, cuyos residuos son utilizados en
estas instalaciones. Sin embargo, con el tiempo esto se ha ido diversificando y ya son
muchas las que utilizan los residuos de las cosechas y de los usos forestales.
Pese a que como hemos visto la generación de la electricidad mediante esta materia
prima es mucho menos importante que la generación de energía térmica, la realidad es
que, teniendo en cuenta el volumen de recursos biomásicos en España puede suponer
una muy buena opción para disminuir su dependencia económica de los combustibles
fósiles y por lo tanto de otros países que exportan este tipo de combustibles no
renovables. Se trata de una electricidad que se puede producir en cualquier momento del
día o la noche durante todos los días del año. Teniendo esto en cuenta no sorprende que
las plantas de biomasa pueden llegar a estar produciendo durante más de 7500 horas al
año.