Nqem 23-07-22
Nqem 23-07-22
Nqem 23-07-22
IG @nos_queda_el_mundo
Liliana Campazzo,
en el mar mirando hacia el oeste.
[nos queda el mundo]
Flavia Carballo
(1990, otoño)
11
Nací en Concordia, Entre Ríos, a mediados de los ´90.
De una manera casi sobrenatural, la corriente del río
Uruguay me trajo hasta las orillas del Lácar. Actualmente
curso el Profesorado de Lengua y Literatura en el ISFD
N°3 de San Martín de los Andes y formo parte del Centro
Editor Municipal de la misma ciudad.
Sueño del litoral
Flavia Carballo
Me abren el cuerpo
las raíces de un níspero.
Mis piecitos tibios
se hunden
en limón y miel
en naranja y malva.
Mi vientre curvo
hierve y transpira
el rocío nocturno
mientras
mis brazos amplios
reverdecen de amanecer.
Todos mis trozos
todos,
despiertan
bajo la sombra
de un calor abrasador
13
Sueño de Venus
Muchachas nacen
bajo cardo y lavanda,
sus cuerpos
dorados de vino
se embriagan
en un vicio juvenil.
Cantan
en tribu
melodías brujas
mientras tejen
sus vestidos
de armonía y primavera
y las bocas braman
notas de incienso.
Vuelan.
Ríen.
Gozan
con sus sonrisas
pájaros del desierto.
Nos queda el mundo
Sueño de agua
Flavia Carballo
El río
trenza mis dedos,
los acaricia
entre piedras dulces.
Corriente tibia
suave
mística,
lleva mis escamas,
devuelve el sol
a mi piel.
Ha traído
el aire sumiso
el aire húmedo
de vientre fértil.
Me siembra
el rostro
con un manto
de fuego
con un manto
de flores preciosas.
15
En carne viva
El universo
esta noche
parece temblar
bajo la pared virgen
se somete
como una niña bajo el agua
parece el impacto sordo
de vientre ahumado
el pellejo de una mano
diluida en la arena
parece mi boca
tu boca
tu lengua
salpicando un pecho atado
de electricidad roja
un instante de pupilas doradas
parece mi boca
Nos queda el mundo
tu boca
tu lengua
salpicando sonidos
de amnesia tardía
huesos roídos
Flavia Carballo
por la sal
parece mi boca
tu boca
tu lengua
salpicando ácidos
de los que te dejan boba
de los que solapan la vista
salpicando la ropa
de pieles inmutables
salpicando la caparazón
de mis visiones nocturnas
de mis cartas mezcladas y solas.
17
Testamento
Si me quiebro en mil
llorame en la cama
perfumá el cuerpo
con lavanda hervida.
Abrí la ventaba
ante mi fantasma turbulento
traeme las flores
que amarillean el río
Elevame
rápido
a la sombra del sauce
dejame quieta
tibia
perdida
o
escrita
sobre su tronco.
Nos queda el mundo
19
Marisa Godoy
(1968, otoño)
21
Nací en San Martín de los Andes, maestra de grado,
profesora de literatura, escribidora y hacedora cultural.
Coordino talleres de poesía y publiqué Anfibia (2018),
además de participar en otras publicaciones colectivas.
Surcos
Marisa Godoy
Hay un terrón por desarmar
ahí afuera
lo aprieto en mi mano -igual que hace el frío
en mi garganta-
Y la herida
no hace callo en la esperanza
Late
como el corazón de esa bandurria
que elige mi jardín
como destino
Y la miro
le hablo del poema que dice
estamos
acurrucados
pero estamos
Marisa Godoy
(a Olaf y porque siempre Dog Songs
de Mary Oliver)
A lo lejos, un ladrido
y el sol
cayendo
detrás de la montaña
25
Un corazón bajo la tierra
Renacemos
como las tortugas en Galápagos luego de
cien años de espera
Atravesamos la noche
deseando la certeza de los murciélagos
en la oscuridad
Resurgimos
como el membrillo que -derribado por la
nieve-
escarba un corazón bajo la tierra
Aprendimos
a resguardar la semilla en cántaros paridos
del fuego
Regamos
la sal de los días con un rosal encendido
Somos
un conglomerado de voces
intentando acortar distancias
entre los cuerpos
y
Nos queda el mundo
enhebrarnos/sostenernos/abrazarnos
en la noción
de un círculo
infinito
Memoria
Marisa Godoy
Evocamos el gesto
donde la memoria es una piedra levantada
a mitad de camino
Naufragamos en su opacidad
27
Acaso las huríes (a Toto)
Cada tanto
se me da por sacar a ventilar
a mis muertos
Allí
donde el agua hace un recodo y se pierde
Hay que pedirle permiso al río
Nos queda el mundo
-decía Raymundo-
Hacerse de su cauce con mesura
no sea cosa que te chupe el remolino
y te lleve
Marisa Godoy
Un pozo oscuro
Un agujero infinito
Una fuerza centrífuga que arrasa
y no hay soga capaz de sostener
el halo de nostalgia que dejan
tus zapatillas en la playa
Hay un beso
un primer beso que no salió en las noticias
y se vuelve real
Tan real
que mi boca se abre
y recibe
Y te dejaste cantar
que te miraran a los ojos
que hicieran el hechizo de convertirte
29
en pez
que atravesaras escombros
y lograras
-al igual que en la escritura-
votos
de silencio
33
Nací en Buenos Aires en 1983. Transité por la carrera de
Filosofía hasta 2006 cuando me mudé a San Martín de los
Andes, donde me recibí de Profesora de Lengua y Literatura.
Mi profesión la combino con la música, la narración oral y
algunas otras disciplinas artísticas.
Visiones, el día
Guadalupe Guevara
Oculto,
el sol avisa
que es preciso
volver a la vida.
Algo de la niñez
se posa en los oídos,
como abejas
constantes en la miel.
Su forma nebulosa
me sostiene,
se demora
en los ojos
la vigilia.
La ventana recibe
mis plegarias:
cuenta a cuenta,
en su rosario me perdono
sostener esta distancia.
Mi aire, solo,
mueve el mundo.
¿Es el paso del tiempo
35
o mi duda
lo que juega rítmico,
a moverse de sitio?
Acaso sea
el costado del viento,
un dolor en partes,
un desvío de la materia,
el trasluz
de una mancha en el vidrio.
Restos de ardor,
de luces y sombras,
se aquietan en los rincones.
La realidad
con sus recortes,
termina por cegarme.
El resto es helada,
una mosca
en las heridas del cielo,
un pequeño
cosmos dorado,
partículas,
que parecen ser yo.
Me lanzo.
Aún me queda el mundo.
Tránsito del día
Guadalupe Guevara
Repto
hacia el día
entre laberintos.
Mitad en este
mundo, mitad
en algún otro
que aún es
sombra.
Cada bocanada
trae vértigo,
irónicos desenlaces
en el fugaz
tránsito del día.
Doblo y cruzo
esquinas,
memorias
que despliegan
mudanzas inevitables.
Frente a la misma
pared insondable
abro la boca.
De mi voz
salen las
alas.
37
Descenso
Sin círculos
ni peregrinajes,
la bajada es
súbita.
Lo que espera
es conocido como
la propia palma,
la certeza del espejo.
Alojar el dolor
en las comisuras
me sonroja
y me aterra.
Arriesgo
el pellejo más íntimo,
expongo mi
idolatría.
Nazco
Nos queda el mundo
para cumplir
la dulce servidumbre
del tiempo.
Ascenso
Guadalupe Guevara
Mi instinto grita
contra el viento
que despeina
las flores
rasga todo
velo
para discutir
el sentido de
la lengua
del olfato
tacto, gusto
de estar.
La experiencia
aúlla
levantando
las mareas,
fija la mirada
y arde.
Tengo el
primer hambre,
laten los pelos
que me cubren,
y yo
agazapada
reconozco
el pulso de la vida.
39
Visiones, la noche
Anochece despacio
esta primavera.
No entiendo si es la luz
la que se lleva consigo
los sonidos, o es
la sordera del silencio
que consume la visión.
El aire se pone
azul. Denso,
borra las líneas que distinguen
cada cosa en el mundo,
devora lo que hubo.
¿qué queda?
Dentro
del oscuro borrón
se sacuden
las flores despiertas
de un cerezo de jardín.
Nos queda el mundo
Pequeños tumultos
rosados
se agrupan contradiciendo
la noche.
Guadalupe Guevara
“No pasarás sobre mí”
gritan sus pezones
brotados,
“No vas a negarme”
aúllan frente a mis ojos.
41
Marcela Lucero
(1974, otoño)
43
Nací en el barrio de Once a las 19:20 de un viernes de mayo.
Este es el décimo primer invierno que estoy en San Martín de
los Andes. Trabajo como profe de Lengua y Literatura en la
escuela media y el ISFD N°3.
Opciones
Marcela Lucero
Intervenir el documento en blanco
Desandar el camino sin rencores
Descubrir la sangre y que sea remolino urgente
Trazar un camino sin frontera
¿Qué río trae ese océano salvaje y hambriento?
Guardar con otro nombre que nos busque
y cuente qué hay detrás del agua de la
[memoria
Frecuentar hoteles sin que sea un riesgo
Amar sin que sea un riesgo
Tocar la textura de tus labios
Romper el deseo de una madre
¿Qué fiesta se esconde detrás de la desgracia?
Llamar a los ángeles por su nombre uno a uno
y exigir que atiendan las puertas del
[nuevo mundo
Barrer la mugre del centro hasta que no
[queden huellas
Arriesgarlo todo antes de que sea desierto
Sostener los carteles que dignifiquen
y peguen el grito en la tierra
¿Qué lágrimas van a caer ahora?
Aullar tu nombre y que ardan los enlaces
[viejos
Imprimir la nueva era en las ansias de
[quienes patean el tablero
Dar siempre con la fe del inicio
Multiplicar el gesto que abraza
Cazar la utopía en la próxima parada
45
Desclavar la cruz
perdonar los pecados
Desafiar la muerte
y transformarla en palabra.
Marcela Lucero
No solo la muerte
detiene el abrazo
algunas revelaciones también
Tus últimas palabras fueron
una despedida cruel
Sobre algunas heridas
no se puede volver a caminar
Tomé a mi niña y la acomodé
en el baúl de la abuela
Un ratito nomás –le dije-
hasta que pueda volver a cantar
Me quité las ropas
unté mi cuerpo de barro
cerré los ojos y me quedé al sol
Varios días estuve así
Una costra cubrió mi cuerpo
al abrigo de la noche
Nadé en mi sangre espesa
caliente y bulliciosa
Tenía un eco de otras vidas
mi sangre
Tenía la urgencia del amor
el latido de otro cuerpo en mí
Galopaba desenfrenada
mi sangre
y fue vertiente en mi cuerpo desnudo
Agradecí la noche y el sol
el barro y mi propia costra
Agradecí tus últimas palabras
y la despedida
47
Agradecí la herida
y la revelación
Me miré a los ojos
abracé mi sangre
bendije mi nuevo nacimiento
y canté.
Marcela Lucero
En el sueño
su lengua se partía en dos
Un gran molusco viscoso
daba nueva vida a su boca
y la novedad fue bienvenida
Poco a poco la gente de la aldea
acudía a su puerta
para ver el milagro
para hacer un pedido
para encontrar una revelación
En el sueño
ella era la niña de lengua bífida
Enseguida se improvisó un santuario:
la gente necesita alguien en quien creer
y la fe se manifiesta en sucesos impredecibles
Hablaba en un lenguaje
que solo sus fieles comprendían
Atendía en cuestión de segundos
apenas un gesto
apenas una palabra que llegaba de otro mundo
En el sueño
ella era la niña serpiente
sagrada pequeña sabia
Comenzaron a dejarle flores y frutas
prendieron incienso
y un shehnai sonó lo que duró el ritual
En el sueño
luego de la ceremonia
la niña serpiente fue libre
y volvió al monte
dejando apenas un leve surco
sobre la tierra.
49
Se teje en el horizonte
Vivir
Sin escatimar temores ni perfumes
Con la voracidad del tigre
Con la experiencia grabada en la
[memoria de la piel
-esa será nuestra fortaleza-
Con la certeza del presente que nos llama
y la fantasía segura de respirar bajo el agua
Con una tierra que nos abrace como
[cauce de río grande
Arrojados y salvajes
Como las yeguas en el monte
que tiran coces al alba y dibujan
tormentas en el horizonte
Despojados y simples
como el dibujo de una niña en la arena
Envueltos en la misma constelación
En la música de una sonrisa
En el aleteo del aire
Sublimes yeguas
que buscan una orilla para abrevar
y transformar el mundo
Nos queda el mundo
mientras la tormenta
se teje en el horizonte.
Invocación
Marcela Lucero
Se acumulan los rostros como las cartas
en las oficinas de correos
Se reza una plegaria al arcángel Miguel
para que el hijo regrese
En algún lugar de Europa no cae esta nieve
que insiste en cerrar caminos
Se limpian las turmalinas negras
para renovar la protección
Se visitan sueños nuevos en mitad de la noche
se suspenden los viajes se muere lejos de
quien se ama se recorre el cuerpo con el
disparo de un recuerdo
Se restriegan los párpados y el hambre
los niños sin pan
Se descascara este mundo que nunca
fue para siempre
Se respira con dificultad se para
el reloj a las 3:03 am
Se sostiene el tiempo en manos
de otros dioses
Alguien susurra tu nombre como un mantra
y se da vuelta la página
y quiebra el horizonte
el rayo de un lenguaje nuevo
51
Ayelén Martínez
(1989, verano)
53
Soy Ayelén Martínez. Algo de la poesía, la voz cantada, la
música y la antropología siempre rondan cerca del pecho y
hacen que el fuego amigo crezca vivo, por mar o cordillera,
entre coplas y versos. Vivo en San Martín de los Andes desde
el 2019.
El pulso de la flor
Ayelén Martínez
Lucía me pregunta
por la voz de las plantas
la savia
roza toda su espesura
se desliza
(como la sangre)
de la raiz al sol
el verde
se suspende frágil constante
como si la gravedad
pudiera ser burlada
si tienen cosquillas
si les da frío
55
Cauce
a la medida de tu templo
de tu casa
de tu sitio
como un eco
va a resonar
siempre adentro
a la medida de tu cauce
Nos queda el mundo
Ayelén Martínez
Vendrá
el momento de aullar
para cuidar lo que se quiere
de titilar incansable
dibujar una constelación en el aire
y que nos guíe
vendrá
el momento de cantar
comunicar de océano a océano
nuestros cuerpos vibrantes
chirriar el verano
sudando en el patio vaporoso
en cualquier rincón de la casa
de cacarear y anunciar
en el sol
un comienzo
57
de relinchar y presagiar
un movimiento brusco del suelo
vendrá
el momento de ulular
colgando de una estrella
y volver a oler la noche
de graznar recordando
un cambio de ciclo
y en un nido grande
sin puerta
trinar a cualquier hora
con quienes quieran
rugir
para que el eco de la piedra
retumbe preciso
y haga vibrar las aguas
silbar
paciente
despertando
una a una las ánimas
vendrá
Nos queda el mundo
el momento
una sinfonía
que anuncie
urgente.
Domingo Martinez
Ayelén Martínez
Hay
en esta foto
una cara
un colectivo viejo
un día en la vida de Domingo
50 años de distancia
hay un termo
un llavero que cuelga del espejito
no sé
si está nublado
o hay sol
hay un hombre
un hombre que viaja
de ida y de vuelta
cientos de kilómetros
por una ruta que no conozco
como no conocí a él
hay un padre
que también es hijo
y será abuelo
con el tiempo
aunque ese tiempo
sea de papel
hay aciertos
desaciertos
hay infancias, apellidos
cambios de nombre,
hay familias, hay reuniones
hay
en ese colectivo
un hombre que viaja
y sonríe para la cámara
qué lo conmueve
qué lo confunde
qué música escucha
qué piensa de los pájaros
Nos queda el mundo
Irse
Ayelén Martínez
La aventura niña de irse
es un riesgo con olor y sabor
el cuerpo es cachorro
que no pierde bocanada
sin jugar
61
Florencia Nobre
(1980, primavera)
63
Flow 1980. Busco el arte en cualquier rincón y no me caso
con ninguna profesión. Escribo desde siempre. Un poco
docente, ahora costurera y carpintera.
Cascotes
Florencia Nobre
Una oscuridad que invita a viajar
túnel aborda la trama-misterio
Un puentecillo de cuentos
une aquí
con allá
flotante
cruzado
65
En sueños te supe
queriéndote ir
las llamas hablaban con sus lenguas
cada vez más cerca
altas y voraces
Despierta sobre polvo gris aún tibio
ojos sacudiéndose
tan volátil la razón como el sol
que cae
estropea hasta las almas más fuertes
unas cuerdas de guitarra, sonido torpe
destroza el aire quieto.
Florencia Nobre
Preguntando hasta dónde
hilos de color sangre unen voluntades
débiles
Sin saber del tiempo certero,
el sentir de las horas solas me define
Quedarme en un silencio vacío
los años que hagan falta
67
Juego eterno
Hubo un conjuro
se dispuso olvidar la singularidad
abandonarse y perderse
Bulle el caldero
de pasión animal
dos paredes expectantes
chorrean
de vahos
sofocan
de humedad
henchidas
de placeres
Necesidad de poseer
formas humanas arrojadas
desprendidas ya
en su desamparo
Florencia Nobre
El juego eterno de
lo que nos huye
es el aprendizaje final
que se pierde en los
pliegues de la memoria.
69
Durante
Ya sabías al llegar
que mis palabras
nunca explican nada
Tan inútiles como tatuarse una verdad
como trazar un plan
sin memoria
Solos, se activan los resortes del desespero
cuando buscan cobijo en un plato vacío
Florencia Nobre
No estuvo resultando fácil
recrear tu personaje,
las oxidadas vueltas de tuerca
sabías que terminan
por complicar lo simple,
Como Diógenes
pretendiendo ser un buscador
ignoraba ser quien guía.
Cuánto tiempo te llevó
delimitar la escena
Cuántas de tus líneas
confundiste con las mías
Cuántos espejos evadiste
para ser una con tu rol
Cuántos relojes rompiste sin querer
por no acceder a la trama sin fin.
71
Hoy vestís tu alma nueva
con ropajes menos pretenciosos
Aquel baúl tras la última escena
ofreció infinitas posibilidades
En una de esas,
la estrategia funciona.
75
Nací en la ciudad de Lima y por eso siempre estoy volviendo
al mar. Soy profesora de literatura, editora y coso. Publiqué
varios libros, coordino revistas y talleres. Me aburro rápido
y me cuesta dormir por las noches.
Kamishibai
77
Sustituciones
79
Botánica elemental
Sabía construir
ficciones sólidas
mientras manejaba
un taxi alquilado
por las calles empedradas
Nos queda el mundo
de Parque Patricios.
Su metro ochenta y seis
intentando caber en el Peugeot,
un ave zancuda en posición fetal
sin poder frenar el movimiento
81
Accidente geográfico
Alaska y Ushuaia
nunca estarán conectadas
se interpondrán:
los cantos furiosos de las aves
el agua borrando los rastros de viajeros
una flora capaz de engullir
aquello que se detenga,
la migra rastrillando el pantano.
Nunca tendrás
la habilidad de cruzar el Darién
un infierno demasiado húmedo
cuyos senderos están marcados
por lo que se descompone
a la vera del camino.
83
María Martha Paz
(1969, invierno)
85
Escritora y docente, nací en Buenos Aires en los años 70 y
vivo en la Patagonia hace casi 20. Me encantan los faros,
las lunas y el mar. Tengo además caminos, secretos y muchos
sueños. Algunos, enredados.
Buscar belleza
87
Orden vs. Caos
89
Hoy voy a ser normal
91
Café
95
Nací en San Martín de los Andes, Patagonia argentina. Soy
Licenciada y Profesora en Artes, actualmente trabajo como
docente y productora cultural.
Primavera
Ailén Ponce
A veces siento que no
voy a poder salir de este pozo
cuando me fui
era septiembre y florecían las plantas
yo me caía en la hiedra
tierra blanda de la vida
me embarré
me ensucié
pobre mi alma manchada
se me rompió el cuerpo.
97
Medieval
Perdón, mamá
Mientras papá te golpeaba
yo rompía el vidrio
cuando pasaban los autos por arriba
en la autopista
todo era ciencia ficción.
Perdón, mamá por saber desde el principio
algunas cosas
y decidir hacerlas
para romperme
qué se yo
hay manzanas arenosas que no quitan el
hambre]
Perdón, mamá por querer llevar solo una
bolsa al supermercado]
y darme cuenta que hay muchas cosas
más para guardar]
compré muchos secretos
para lucir tus odios como perlas
Una mano libre
que rosa pasto
y se hunde en el barro suelto
hay olor a mierda de caballo
perdón mamá, porque me gusta
Nos queda el mundo
me masturbo
me siento medieval
nadie me dijo que era tan fácil encontrar la
felicidad]
a los dioses desde el cielo
Ailén Ponce
a la diosa Medea
a vos mamá
les pido perdón por no saberlo.
99
azúcar impalpable
Ailén Ponce
Acá crece un Nogal
que da sombra
en el verano caliente de los almuerzos
extendidos como sábanas al viento
mi mamá prepara la comida con sus manos
mientras del nogal nace un ruido tibio
el viento circunda nuestra casa
vos podrías
bajar corriendo las escaleras
vos podrías tantas cosas
pero dedicís quedarte leyendo en la cama
andá a saber
nunca intenté atravesar tu oscuridad
tu plato se enfría
debajo de un nogal que sigue creciendo dentro
nuestro.
101
El puelche
105
Nací en Castelar en 1991. Estudié en Buenos Aires y me
recibí de Licenciada y Profesora en letras. Actualmente, vivo
en San Martín de los Andes y trabajo como docente. Mi obra
Los pies están primero fue premiada por el Centro Editor
Municipal de San Martín de los Andes y será publicada en
2021.
Carla Potenza
Dibujos en la piel.
Tótem.
Venas que resisten
o recitan,
acarrean agua.
107
¿Dónde cae la gota?
La que rebalsa el vaso,
digo.
La que perfora la piedra
y seca la paciencia.
Te la dibujo despacito
mientras
los planetas
se trazan a tus espaldas.
Y si llovieras
quizás yo vería
que sos
un hueso.
109
Tumba.
El cementerio a vos, te queda bien.
A mí, el corazón ortiba
me pesa el entrecejo.
Soy un vientre
que respira.
111
Graciela Rendón
(1955, otoño)
113
Hace 40 años que vivo en la Patagonia. Soy maestra y
escritora. Trabajo en la biblioteca popular Ruca Trabún de
San Martín de los Andes. La literatura es mi casa y en ella
también habitan la inclusión social, la Patria mirando al
otre, el feminismo y la diversidad.
Bajo tierra
Graciela Rendón
El hijo entra a la mina, y la montaña se parte
en dos. Una oscuridad lo aprieta. Una boca de
lobo lo desmenuza.
Cambia la historia. En segundos lo aplastan
culpas y pecados. Se mira los pulmones, los
respira, repasa despacio su vida de escombros
y encierro. Y encuentra rencor y tizne: ¡la voz
enorme de su padre!
-Trabaje, hijo, trabaje, a la tierra no se la ama,
se la preserva.
-El pan nuestro de cada día, ¿no es cierto,
padre?
El muchacho no está solo. Hay treinta y tres
como él allí abajo. Sacian hambre y alimentan
destreza. Durante setenta días suturan el rostro
de la piedra. Lo descansan. Lo duermen. Por
fin el muchacho ve una luz que le devuelve el
horizonte, es la vida que entra.
-Vio hijo, se lo advertí, la montaña no traga lo
que no es su alimento.
115
Espejos y mentiras (el día que Blancanieves y
Alicia se miraron por primera vez)
Graciela Rendón
Antes de que llegue el Conquistador algunos
creían vivir en una masa de aire y nada. Veían
que solo faltaba todo. Les pesaba. Y miraban
el horizonte esperando una buena noticia. Un
barco, un semental, una orgía, un acto bondadoso
que los calmara. Algo que les dijera que vivir
valía la pena.
El Conquistador tenía el ticket para la entrada
al espejito de color. Era cara, eso sí. Pero esas
fuerzas brutas eran capaces de cambiar el rumbo
del sol con tal de conseguir lo deseado. Hicieron
fila. Se alinearon, escupieron al cielo. Y el
espejo se partió en dos dejando la entrada libre.
Encontraron del otro lado una masa de aire y
nada, faltaba todo y nadie podía.
El Conquistador sí.
117
El Señor Fiscal
El Señor Fiscal
y el crucifijo atrás.
Verborragia, retórica y buenas costumbres
todo eso,
pero hay más.
Ciudadano ilustre el señor fiscal
un hombre bien,
sentencia de día
y sale a cazar de noche.
Él no,
sus hijitos lobos, sí.
El señor fiscal duerme
sobre las eyaculaciones de sus lobitos.
Por cada caperucita eyaculada
el señor fiscal,
leguleyo, creyente, buena fe
explica:
las transpiraciones naturales del hombre
que en algún lado tienen que caer.
No es delito ahogar el grito,
cuando lobitos en manada lo necesitan.
Pero lo peor,
Nos queda el mundo
de lo peor, de lo peor,
en este bosque de machos lobos lascivos
es que ningún alumno eficiente de la justicia
haya salido
a deshacerse en pedazos.
Se necesita, con urgencia
Graciela Rendón
una indignación primaria
un grito desgarrador que haga temblar
los siniestros oráculos de la ley.
119
Ay Ramona, ojos de agua
¿Cómo se hace
para hacer agua de la lluvia?
¿para hacer agua del río
del océano
de los charcos de los canales
de las canaletas diques baldosas flojas?
Por donde vayas
hay lluvia y agua,
si algo sobra en Buenos Aires
es agua.
Agua que viene de los ríos del norte
suculentos cabalgan desde más norte
del este y el oeste llueve y lloverá
pero no hay flor celeste
que le de luz a la tristeza
de la pobreza
de los pobres.
Agua que no deja de venir nunca.
Nunca deja de llover.
Nunca.
¿Entonces qué es lo que no hay?
-dice Ramona-
-dijo Milagro- antes que le pusieran
el barbijo del silencio.
Una se murió
Nos queda el mundo
Graciela Rendón
los que comen sin dientes.
Cómo es que no hay agua para las manos de
los que respiran estiércol.
Como es que no hay agua para las caras
negras
para las panzas de nunca cena
para diez en una pieza
para quince en un baño.
121
Melisa Sansotta
(1986, verano)
123
Periodista y bicho de aire. Capricorniana, de Boca, parida
a las 20.02 de un 5 de enero del 86 en Bernal. Regina de
segundo nombre. Podría haber sido Melchora. O Gaspara. O
Baltazara. Resido de San Martín de los Andes desde el 2015.
Porque no quiso
Melisa Sansotta
Cuando se muere una planta no es culpa
[del frío.
Sí lo es del destino,
la falta de agua,
de sol,
o de algún nutriente.
125
Siempre estaban vivos
un cassette, un TDK
con una entrevista de una hora a mis abuelos.
Melisa Sansotta
Ojalá se te rompa el corcho adentro
por la mitad,
que se te pique el vino
esperando para abrirlo la ocasión
especial.
127
Mantra de la reconversión
Yo
Yo no
Yo no soy
Yo no soy esto
Yo no soy esto en lo que me estoy
convirtiendo
siempre
hay
tiempo
Melisa Sansotta
y aún así nos empecinamos en vivir
y en que los demás no mueran.
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María Cristina Venturini
(1962, primavera)
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Nací en Paraná. Vivo en San Martín de los Andes y escribo
cuentos y poemas. Coordino el sitio web
escritoenpatagonia.com.
Camino nuevo.
Cristina Venturini
En la arena de siempre
amanecen flores.
Poemas inconclusos
en el fondo del vaso.
Música contra el viento.
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Junto a la ventana una glicina
se empeña en echar brotes
sobre las ramas secas del verano.
Se sacude cada vez
que un fringilo la viene a picotear.
Cerca de otra ventana
los renuevos de magnolia
conviven con las ramas opacas,
brotan simétricos
a los lados del tallo viejo
y culminan en un pompón turgente.
Hay tallos secos
difíciles de superar.
Cristina Venturini
¿Por qué sólo las aves atinan la respuesta
a los jazmines urdidos en tu pelo?
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las plumas en las alas que te dieron.
Se va instalando el día en los jazmines
y en los pies, que presienten las baldosas.
Cristina Venturini
donde tiempo y espacio
se conjugan
licor sagrado
el poema
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“love is a place”
e.e. cummimgs
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Nací en Merlo, provincia de Buenos Aires, pero desde el
99 mi lugar-base-corazón es San Martín de los Andes. Soy
fotógrafa y observadora del mundo. Desde el 2013 trabajo
con cámara en mano y coordino diversos talleres en torno a
la construcción de la mirada.
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Índice
11 FlaviaCarballo
21 Marisa Godoy
33 Guadalupe Guevara
43 Marcela Lucero
53 Ayelén Martínez
63 Florencia Nobre
95 Ailén Ponce