Nqem 23-07-22

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(algún poema tiene que haber)

Casa San Martín de los Andes


Colectiva de Escritoras Patagónicas
NOS QUEDA
EL MUNDO
(algún poema tiene que haber)

Flavia Carballo - Marisa Godoy - Guadalupe Guevara


Marcela Lucero - Ayelén Martínez
Florencia Nobre - Tamara Padrón Abreu
María Martha Paz - Ailén Ponce
Carla Potenza - Graciela Rendón - Melisa Sansotta
María Cristina Venturini

Casa San Martín de los Andes


Colectiva de Escritoras Patagónicas
Nos queda el mundo (algún poema tiene que haber)
Antología.
Casa San Martín de los Andes
Colectiva de escritoras Patagónicas
Agosto 2021 - segundo año vivido en peligro
I.S.B.N. 978-987-88-1068-3
Poesía
Microrrelato

Coordinación: Tamara Padrón Abreu


[email protected]
IG @tamapadron

Diseño Editorial: flow


[email protected]
IG @flow.del80

Corrección: Julieta Santos


[email protected]
IG @julietaesantos

Fotografía: Camila Calderoni


[email protected]
IG @camilacalderoni.ph

IG @nos_queda_el_mundo

Para escribir comentarios y sugerencias sobre esta obra


podés hacerlo a: [email protected]

Todos los derechos sobre las obras incluidas en la presente


antología, pertenecen a sus respectivas autoras.
NOS QUEDA
EL MUNDO
(algún poema tiene que haber)
Prólogo

El Cóndor, noviembre de 2020

En mi lado del mundo, al este del paraíso, sobre la


costa del mar, adonde habito, llegó hasta mí un latido
de bandurria, se posó en mi mesa de escribir y me habla
del poema.
Dice que enterrado escarba un corazón entre la
nieve, que hay una mirada que reposa sobre lo blanco
esperando que el rosal se encienda, que es preciso
volver a la vida, que todavía nos queda el mundo, que
al final lo mejor será creer, que las plantas se cansan
de crecer solas, que las fosas comunes a veces no son
tan comunes, que los relojes esperan en las siestas
y me golpea de pronto una pregunta: “¿para qué las
palabras?”.
Entonces levanto mi mirada de la mesa de escribir y
encuentro el punto donde el viento se desata. Afloja el
aire la lluvia que al lado del mar es menos lluvia y mi
cabeza entiende que mi corazón está en condiciones de
responder a esa pregunta.
¿Para qué las palabras? Para decir, decirnos, decirles
que a pesar de las confabulaciones, las teorías, las
mentiras, la pandemia, los encierros, la soledad, y la
materia oscura que se ha apoderado de parte de nuestra
vida, nos queda el mundo. 7
Construido a fuerza de palabras, ese mundo otro, más
interno, más profundo, es lo que queda de este tiempo
que vivimos en la pausa.
Se juntaron estas mujeres a echar brotes, a colgar
versos como si fueran glicinas, poemas como música
que no acuna, que nos pone en sintonía, una base ancha
de percusión, puro latido.

Liliana Campazzo,
en el mar mirando hacia el oeste.
[nos queda el mundo]
Flavia Carballo
(1990, otoño)

11
Nací en Concordia, Entre Ríos, a mediados de los ´90.
De una manera casi sobrenatural, la corriente del río
Uruguay me trajo hasta las orillas del Lácar. Actualmente
curso el Profesorado de Lengua y Literatura en el ISFD
N°3 de San Martín de los Andes y formo parte del Centro
Editor Municipal de la misma ciudad.
Sueño del litoral

Flavia Carballo
Me abren el cuerpo
las raíces de un níspero.
Mis piecitos tibios
se hunden
en limón y miel
en naranja y malva.
Mi vientre curvo
hierve y transpira
el rocío nocturno
mientras
mis brazos amplios
reverdecen de amanecer.
Todos mis trozos
todos,
despiertan
bajo la sombra
de un calor abrasador

13
Sueño de Venus

Muchachas nacen
bajo cardo y lavanda,
sus cuerpos
dorados de vino
se embriagan
en un vicio juvenil.
Cantan
en tribu
melodías brujas
mientras tejen
sus vestidos
de armonía y primavera
y las bocas braman
notas de incienso.
Vuelan.
Ríen.
Gozan
con sus sonrisas
pájaros del desierto.
Nos queda el mundo
Sueño de agua

Flavia Carballo
El río
trenza mis dedos,
los acaricia
entre piedras dulces.
Corriente tibia
suave
mística,
lleva mis escamas,
devuelve el sol
a mi piel.
Ha traído
el aire sumiso
el aire húmedo
de vientre fértil.
Me siembra
el rostro
con un manto
de fuego
con un manto
de flores preciosas.

15
En carne viva

El universo
esta noche

parece temblar
bajo la pared virgen
se somete
como una niña bajo el agua
parece el impacto sordo
de vientre ahumado
el pellejo de una mano
diluida en la arena

parece el deseo en alza


de una manzana en flor
una mordida jugosa
de café luminoso

parece mi boca
tu boca
tu lengua
salpicando un pecho atado
de electricidad roja
un instante de pupilas doradas

parece mi boca
Nos queda el mundo

tu boca
tu lengua
salpicando sonidos
de amnesia tardía
huesos roídos

Flavia Carballo
por la sal

parece mi boca
tu boca
tu lengua
salpicando ácidos
de los que te dejan boba
de los que solapan la vista
salpicando la ropa
de pieles inmutables
salpicando la caparazón
de mis visiones nocturnas
de mis cartas mezcladas y solas.

Toda esta noche


en este universo
en esta constelación desangrada
se parece a mis cabellos salados
(los probé mientras me ignorabas)
un estallido de venas marchitas

se parece esta noche


este universo
a la caída infinita
de una muralla viva.

17
Testamento

Si me quiebro en mil
llorame en la cama
perfumá el cuerpo
con lavanda hervida.

Abrí la ventaba
ante mi fantasma turbulento
traeme las flores
que amarillean el río

Enterrame con monedas


sobre los ojos
estoy segura
de no querer volver al mundo.

Elevame
rápido
a la sombra del sauce
dejame quieta
tibia
perdida
o
escrita
sobre su tronco.
Nos queda el mundo
19
Marisa Godoy
(1968, otoño)

21
Nací en San Martín de los Andes, maestra de grado,
profesora de literatura, escribidora y hacedora cultural.
Coordino talleres de poesía y publiqué Anfibia (2018),
además de participar en otras publicaciones colectivas.
Surcos

Marisa Godoy
Hay un terrón por desarmar
ahí afuera
lo aprieto en mi mano -igual que hace el frío
en mi garganta-

Venimos de rechinar los dientes


de quitarnos la nieve del cuerpo
entumecido

Y la herida
no hace callo en la esperanza

Late
como el corazón de esa bandurria
que elige mi jardín
como destino

Y la miro
le hablo del poema que dice
estamos
acurrucados
pero estamos

Como esta primavera en medio


de la lluvia
como los terrones dispuestos a ser
surcos
23
Como el rosal
que guarda -como si fueran nervaduras-
las hebras
de un perro
amarillo

Nos queda el mundo


Pies descalzos

Marisa Godoy
(a Olaf y porque siempre Dog Songs
de Mary Oliver)

Ayer caminé sobre tu tumba


Con pies descalzos, caminé
Ha crecido el pasto en ella
aunque le cuesta

Una bandurria voló sobre mi cabeza


iba hacia el oeste
como la tarde

Un perro negro iba a mi lado


Acaricié la panza del perro negro
hipnótico
hechizado
como también sabías

Ayer volví a Mary


leí al azar:

Ven conmigo al bosque donde la primavera está


avanzando a su manera, no importa cómo

Ayer caminé sobre tu tumba


con flores en las manos, caminé

A lo lejos, un ladrido
y el sol
cayendo
detrás de la montaña

25
Un corazón bajo la tierra

Renacemos
como las tortugas en Galápagos luego de
cien años de espera

Atravesamos la noche
deseando la certeza de los murciélagos
en la oscuridad

Resurgimos
como el membrillo que -derribado por la
nieve-
escarba un corazón bajo la tierra

Aprendimos
a resguardar la semilla en cántaros paridos
del fuego

Regamos
la sal de los días con un rosal encendido

Somos
un conglomerado de voces
intentando acortar distancias
entre los cuerpos
y
Nos queda el mundo

enhebrarnos/sostenernos/abrazarnos
en la noción
de un círculo
infinito
Memoria

Marisa Godoy
Evocamos el gesto
donde la memoria es una piedra levantada
a mitad de camino

Tomamos el pulso de su corazón


La condensación exacta
en que fue una flecha parida en el desierto
e hizo de la sed, un milagro

La sostenemos en la palma de la mano


nos hacemos de la aspereza de su piel
donde cada partícula forja una huella
en la foto
una marca en la tierra
una geometría engarzada
en otros cuerpos

Y la echamos a rodar de un bolsillo a otro


y otro
y otro
más

Naufragamos en su opacidad

Y con una fuerza voraz


la lanzamos
a otra orilla

27
Acaso las huríes (a Toto)

Cada tanto
se me da por sacar a ventilar
a mis muertos

Quitar el polvo a los santitos de la pared


Ir por velas amarillas a cajones oscuros
Apartar telarañas que envuelven
otoños de fuego
Como estas velas que arden
en campos nocturnos

Encender madera de copal


-como hacen en México-
para que las almas atraviesen la línea
del horizonte

Dialogar con mis muertos


con el murmullo del río y con la sombra
que deja el remolino
a la vuelta de los sauces

Allí
donde el agua hace un recodo y se pierde
Hay que pedirle permiso al río
Nos queda el mundo

-decía Raymundo-
Hacerse de su cauce con mesura
no sea cosa que te chupe el remolino
y te lleve
Marisa Godoy
Un pozo oscuro
Un agujero infinito
Una fuerza centrífuga que arrasa
y no hay soga capaz de sostener
el halo de nostalgia que dejan
tus zapatillas en la playa

Hay una parte de mi historia


que se llevó la correntada

Hay un beso
un primer beso que no salió en las noticias
y se vuelve real
Tan real
que mi boca se abre
y recibe

¿Cómo es que dejaste que el río


te besara?

¿Cómo es que los epitafios encallan


en la certeza?

¿O acaso las huríes te sujetaron


al mástil de la tentación?

Y te dejaste cantar
que te miraran a los ojos
que hicieran el hechizo de convertirte
29
en pez
que atravesaras escombros
y lograras
-al igual que en la escritura-
votos
de silencio

Nos queda el mundo


31
Guadalupe Guevara
(1983, primavera)

33
Nací en Buenos Aires en 1983. Transité por la carrera de
Filosofía hasta 2006 cuando me mudé a San Martín de los
Andes, donde me recibí de Profesora de Lengua y Literatura.
Mi profesión la combino con la música, la narración oral y
algunas otras disciplinas artísticas.
Visiones, el día

Guadalupe Guevara
Oculto,
el sol avisa
que es preciso
volver a la vida.

Algo de la niñez
se posa en los oídos,
como abejas
constantes en la miel.

Con temor a los perros


que devoran el mundo,
espío aquello
que aún no entiendo.

Su forma nebulosa
me sostiene,
se demora
en los ojos
la vigilia.

La ventana recibe
mis plegarias:
cuenta a cuenta,
en su rosario me perdono
sostener esta distancia.

Mi aire, solo,
mueve el mundo.
¿Es el paso del tiempo

35
o mi duda
lo que juega rítmico,
a moverse de sitio?

Acaso sea
el costado del viento,
un dolor en partes,
un desvío de la materia,
el trasluz
de una mancha en el vidrio.

Restos de ardor,
de luces y sombras,
se aquietan en los rincones.
La realidad
con sus recortes,
termina por cegarme.

El resto es helada,
una mosca
en las heridas del cielo,
un pequeño
cosmos dorado,
partículas,
que parecen ser yo.

¿Si me voy con ellas?


¿En ellas?
¿Si soy?
Nos queda el mundo

Me lanzo.
Aún me queda el mundo.
Tránsito del día

Guadalupe Guevara
Repto
hacia el día
entre laberintos.

Mitad en este
mundo, mitad
en algún otro
que aún es
sombra.

Cada bocanada
trae vértigo,
irónicos desenlaces
en el fugaz
tránsito del día.

La manía cotidiana /me fragmenta.

Doblo y cruzo
esquinas,
memorias
que despliegan
mudanzas inevitables.

Frente a la misma
pared insondable
abro la boca.

De mi voz
salen las
alas.

37
Descenso

Llegué para asegurarme


la humanidad.
Mi condición es
un hecho inalterable.

Sin círculos
ni peregrinajes,
la bajada es
súbita.

Lo que espera
es conocido como
la propia palma,
la certeza del espejo.

Alojar el dolor
en las comisuras
me sonroja
y me aterra.

Arriesgo
el pellejo más íntimo,
expongo mi
idolatría.

Nazco
Nos queda el mundo

para cumplir
la dulce servidumbre
del tiempo.
Ascenso

Guadalupe Guevara
Mi instinto grita
contra el viento
que despeina
las flores

rasga todo
velo
para discutir
el sentido de
la lengua
del olfato
tacto, gusto

de estar.

La experiencia
aúlla
levantando
las mareas,
fija la mirada
y arde.

Tengo el
primer hambre,
laten los pelos
que me cubren,
y yo
agazapada
reconozco
el pulso de la vida.

39
Visiones, la noche

Anochece despacio
esta primavera.

No entiendo si es la luz
la que se lleva consigo
los sonidos, o es
la sordera del silencio
que consume la visión.

El aire se pone
azul. Denso,
borra las líneas que distinguen
cada cosa en el mundo,
devora lo que hubo.

¿qué queda?

Dentro
del oscuro borrón
se sacuden
las flores despiertas
de un cerezo de jardín.
Nos queda el mundo

Pequeños tumultos
rosados
se agrupan contradiciendo
la noche.
Guadalupe Guevara
“No pasarás sobre mí”
gritan sus pezones
brotados,
“No vas a negarme”
aúllan frente a mis ojos.

41
Marcela Lucero
(1974, otoño)

43
Nací en el barrio de Once a las 19:20 de un viernes de mayo.
Este es el décimo primer invierno que estoy en San Martín de
los Andes. Trabajo como profe de Lengua y Literatura en la
escuela media y el ISFD N°3.
Opciones

Marcela Lucero
Intervenir el documento en blanco
Desandar el camino sin rencores
Descubrir la sangre y que sea remolino urgente
Trazar un camino sin frontera
¿Qué río trae ese océano salvaje y hambriento?
Guardar con otro nombre que nos busque
y cuente qué hay detrás del agua de la
[memoria
Frecuentar hoteles sin que sea un riesgo
Amar sin que sea un riesgo
Tocar la textura de tus labios
Romper el deseo de una madre
¿Qué fiesta se esconde detrás de la desgracia?
Llamar a los ángeles por su nombre uno a uno
y exigir que atiendan las puertas del
[nuevo mundo
Barrer la mugre del centro hasta que no
[queden huellas
Arriesgarlo todo antes de que sea desierto
Sostener los carteles que dignifiquen
y peguen el grito en la tierra
¿Qué lágrimas van a caer ahora?
Aullar tu nombre y que ardan los enlaces
[viejos
Imprimir la nueva era en las ansias de
[quienes patean el tablero
Dar siempre con la fe del inicio
Multiplicar el gesto que abraza
Cazar la utopía en la próxima parada
45
Desclavar la cruz
perdonar los pecados
Desafiar la muerte
y transformarla en palabra.

Nos queda el mundo


Nacimiento

Marcela Lucero
No solo la muerte
detiene el abrazo
algunas revelaciones también
Tus últimas palabras fueron
una despedida cruel
Sobre algunas heridas
no se puede volver a caminar
Tomé a mi niña y la acomodé
en el baúl de la abuela
Un ratito nomás –le dije-
hasta que pueda volver a cantar
Me quité las ropas
unté mi cuerpo de barro
cerré los ojos y me quedé al sol
Varios días estuve así
Una costra cubrió mi cuerpo
al abrigo de la noche
Nadé en mi sangre espesa
caliente y bulliciosa
Tenía un eco de otras vidas
mi sangre
Tenía la urgencia del amor
el latido de otro cuerpo en mí
Galopaba desenfrenada
mi sangre
y fue vertiente en mi cuerpo desnudo
Agradecí la noche y el sol
el barro y mi propia costra
Agradecí tus últimas palabras
y la despedida
47
Agradecí la herida
y la revelación
Me miré a los ojos
abracé mi sangre
bendije mi nuevo nacimiento
y canté.

Nos queda el mundo


Pequeña Kundalini

Marcela Lucero
En el sueño
su lengua se partía en dos
Un gran molusco viscoso
daba nueva vida a su boca
y la novedad fue bienvenida
Poco a poco la gente de la aldea
acudía a su puerta
para ver el milagro
para hacer un pedido
para encontrar una revelación
En el sueño
ella era la niña de lengua bífida
Enseguida se improvisó un santuario:
la gente necesita alguien en quien creer
y la fe se manifiesta en sucesos impredecibles
Hablaba en un lenguaje
que solo sus fieles comprendían
Atendía en cuestión de segundos
apenas un gesto
apenas una palabra que llegaba de otro mundo
En el sueño
ella era la niña serpiente
sagrada pequeña sabia
Comenzaron a dejarle flores y frutas
prendieron incienso
y un shehnai sonó lo que duró el ritual
En el sueño
luego de la ceremonia
la niña serpiente fue libre
y volvió al monte
dejando apenas un leve surco
sobre la tierra.

49
Se teje en el horizonte

Desplegar el mapa que somos


Abrazar el animal de la noche
sentir su latido
cobijar su sed y hacerla nuestra

Vivir
Sin escatimar temores ni perfumes
Con la voracidad del tigre
Con la experiencia grabada en la
[memoria de la piel
-esa será nuestra fortaleza-
Con la certeza del presente que nos llama
y la fantasía segura de respirar bajo el agua
Con una tierra que nos abrace como
[cauce de río grande

Arrojados y salvajes
Como las yeguas en el monte
que tiran coces al alba y dibujan
tormentas en el horizonte
Despojados y simples
como el dibujo de una niña en la arena
Envueltos en la misma constelación
En la música de una sonrisa
En el aleteo del aire
Sublimes yeguas
que buscan una orilla para abrevar
y transformar el mundo
Nos queda el mundo

mientras la tormenta
se teje en el horizonte.
Invocación

Marcela Lucero
Se acumulan los rostros como las cartas
en las oficinas de correos
Se reza una plegaria al arcángel Miguel
para que el hijo regrese
En algún lugar de Europa no cae esta nieve
que insiste en cerrar caminos
Se limpian las turmalinas negras
para renovar la protección
Se visitan sueños nuevos en mitad de la noche
se suspenden los viajes se muere lejos de
quien se ama se recorre el cuerpo con el
disparo de un recuerdo
Se restriegan los párpados y el hambre
los niños sin pan
Se descascara este mundo que nunca
fue para siempre
Se respira con dificultad se para
el reloj a las 3:03 am
Se sostiene el tiempo en manos
de otros dioses
Alguien susurra tu nombre como un mantra
y se da vuelta la página
y quiebra el horizonte
el rayo de un lenguaje nuevo

51
Ayelén Martínez
(1989, verano)

53
Soy Ayelén Martínez. Algo de la poesía, la voz cantada, la
música y la antropología siempre rondan cerca del pecho y
hacen que el fuego amigo crezca vivo, por mar o cordillera,
entre coplas y versos. Vivo en San Martín de los Andes desde
el 2019.
El pulso de la flor

Ayelén Martínez
Lucía me pregunta
por la voz de las plantas

si se ríen con las abejas


las flores

si tiemblan los tallos


cuando el rocío

si suspiran sus hojas

la savia
roza toda su espesura
se desliza
(como la sangre)
de la raiz al sol

el verde
se suspende frágil constante

como si la gravedad
pudiera ser burlada

si tienen cosquillas
si les da frío

antes de tener algo para decir


mejor sentarnos
a escuchar cómo laten

55
Cauce

A la medida de tus pasos


de tu tiempo lento
del fuego que te intriga

al ritmo de las cosas


que no te responden

al compás del viento


que te desteje la pregunta

al principio del día


cuando descanses
cuando suspires

a la medida de tu templo
de tu casa
de tu sitio

todo lo que intuyas


lo que percibas
lo que guardes
lo que decores hacia afuera

como un eco
va a resonar
siempre adentro

a la medida de tu cauce
Nos queda el mundo

del río que te lleve


Sonora

Ayelén Martínez
Vendrá
el momento de aullar
para cuidar lo que se quiere

de croar para anunciar


el suspenso
de una tormenta nocturna

de titilar incansable
dibujar una constelación en el aire
y que nos guíe

de subir a los techos


con los pelos erizados como antenas

juntar viento con las plumas


y dejarse llevar
sin abandonar resistencia

vendrá
el momento de cantar
comunicar de océano a océano
nuestros cuerpos vibrantes

chirriar el verano
sudando en el patio vaporoso
en cualquier rincón de la casa

de cacarear y anunciar
en el sol
un comienzo

57
de relinchar y presagiar
un movimiento brusco del suelo

vendrá
el momento de ulular
colgando de una estrella
y volver a oler la noche

de graznar recordando
un cambio de ciclo

reunir todos los zumbidos


como incómodas presencias

y en un nido grande
sin puerta
trinar a cualquier hora
con quienes quieran

rugir
para que el eco de la piedra
retumbe preciso
y haga vibrar las aguas

silbar
paciente
despertando
una a una las ánimas

vendrá
Nos queda el mundo

el momento

una sinfonía
que anuncie
urgente.
Domingo Martinez

Ayelén Martínez
Hay
en esta foto
una cara
un colectivo viejo
un día en la vida de Domingo
50 años de distancia

hay un termo
un llavero que cuelga del espejito
no sé
si está nublado
o hay sol

hay un hombre
un hombre que viaja
de ida y de vuelta
cientos de kilómetros
por una ruta que no conozco
como no conocí a él

hay un padre
que también es hijo
y será abuelo
con el tiempo
aunque ese tiempo
sea de papel

hay una cara


y el juego es imaginar
qué voz tiene
cómo se ríe
qué palabras usa seguido
hay mucho espacio 59
entre esa foto
y este día

hay aciertos
desaciertos
hay infancias, apellidos
cambios de nombre,
hay familias, hay reuniones

también hay silencio

hay
en ese colectivo
un hombre que viaja
y sonríe para la cámara

qué lo conmueve
qué lo confunde
qué música escucha
qué piensa de los pájaros
Nos queda el mundo
Irse

Ayelén Martínez
La aventura niña de irse
es un riesgo con olor y sabor

el mundo ya no es solo el barrio


y es también una ruta larga
campo, árboles, vacas, campo

el mar es un monstruo ruidoso


con un lomo donde jugar
que cosquillea bruto
y escupe saliva salada

la distancia es un mapa y una siesta


el tiempo: un mismo sol y muchas olas
[seguidas

el cuerpo es cachorro
que no pierde bocanada
sin jugar

nuestra casa está a unas horas


y yo no sé si por eso
nos volvemos distintos
o nos volvemos totales

lo que trajimos y lo que dejamos


es ahora lo que somos

61
Florencia Nobre
(1980, primavera)

63
Flow 1980. Busco el arte en cualquier rincón y no me caso
con ninguna profesión. Escribo desde siempre. Un poco
docente, ahora costurera y carpintera.
Cascotes

Florencia Nobre
Una oscuridad que invita a viajar
túnel aborda la trama-misterio

Estas mandíbulas crujen


herencia de un dolor primitivo
encendida hurgo el altar de mis muertos
Adentro se aviva el fuego
incendia en su furia
agobia
todo lo que se piense
todo lo que se ame

El oráculo en mi pecho débil en su decir


y entonces sigilosa voy
A un costado
pieles despedazadas despedidas
ese cuerpo me pertenecía gemelo de amor
ahora no
Se va, de este mundo,
aburrido

Un puentecillo de cuentos
une aquí
con allá
flotante
cruzado

65
En sueños te supe
queriéndote ir
las llamas hablaban con sus lenguas
cada vez más cerca
altas y voraces
Despierta sobre polvo gris aún tibio
ojos sacudiéndose
tan volátil la razón como el sol
que cae
estropea hasta las almas más fuertes
unas cuerdas de guitarra, sonido torpe
destroza el aire quieto.

Moverse en cualquier dirección urgente


nada puede escribirse sin sentir
una acidez que corroe todo adentro. Nos queda el mundo
Tejido

Florencia Nobre
Preguntando hasta dónde
hilos de color sangre unen voluntades
débiles
Sin saber del tiempo certero,
el sentir de las horas solas me define
Quedarme en un silencio vacío
los años que hagan falta

El fondo del tugurio de cualquier mundo paralelo


como otro laberinto Bowie
Hoy, de tarde lluvia
súper dark
el manto confort de la melancolía
entrelazan piernas sin futuro

Imagino secuencia, escenas

Todo, sabemos, todo


puede ser trastocado y convertido en farsa
chiste estúpido
Alguna historia posible
aparente, intrascendente
la inagotable cantera de las sensaciones
recurso recurrente

De abajo hacia arriba


mustias musarañas musitan
al final sólo era creer.

67
Juego eterno

Hubo un conjuro
se dispuso olvidar la singularidad
abandonarse y perderse

Bulle el caldero
de pasión animal
dos paredes expectantes
chorrean
de vahos
sofocan
de humedad
henchidas
de placeres

Alquímica dérmica fusión


de lejos se augura transmutación
hay unos vapores, se elevan, mezclan
engendran algo, una oruga
con su viscosidad,
engulle y digiere
denso, dentro, oscuro
no halla saciedad
Nos queda el mundo

Necesidad de poseer
formas humanas arrojadas
desprendidas ya
en su desamparo
Florencia Nobre
El juego eterno de
lo que nos huye
es el aprendizaje final
que se pierde en los
pliegues de la memoria.

69
Durante

Ya sabías al llegar
que mis palabras
nunca explican nada
Tan inútiles como tatuarse una verdad
como trazar un plan
sin memoria
Solos, se activan los resortes del desespero
cuando buscan cobijo en un plato vacío

Hastiada del terreno más explorado,


el único abismo
fatigados los párpados
un corazón a prueba de todo veneno
que encierra su dolor inacabable
durante eterno trajín
quedan expuestos los secretos
al ridículo universal

Entro así a mi atmósfera maldita


algún significado me salva
ahogo mi boca de muerte.
Nos queda el mundo
Escenario

Florencia Nobre
No estuvo resultando fácil
recrear tu personaje,
las oxidadas vueltas de tuerca
sabías que terminan
por complicar lo simple,

podés destrozar la narrativa


tanto como multiplicar relatos
en fractal
podés murmurar,
maldecir,
conjurar
tanto como idear un nuevo plan
(quien se burla del ritual
carece de identidad)

Como Diógenes
pretendiendo ser un buscador
ignoraba ser quien guía.
Cuánto tiempo te llevó
delimitar la escena
Cuántas de tus líneas
confundiste con las mías
Cuántos espejos evadiste
para ser una con tu rol
Cuántos relojes rompiste sin querer
por no acceder a la trama sin fin.

71
Hoy vestís tu alma nueva
con ropajes menos pretenciosos
Aquel baúl tras la última escena
ofreció infinitas posibilidades
En una de esas,
la estrategia funciona.

Nos resta improvisar

Gracias por el espectáculo,


sin aplausos esta vez.

Nos queda el mundo


73
Tamara Padrón Abreu
(1980, primavera)

75
Nací en la ciudad de Lima y por eso siempre estoy volviendo
al mar. Soy profesora de literatura, editora y coso. Publiqué
varios libros, coordino revistas y talleres. Me aburro rápido
y me cuesta dormir por las noches.
Kamishibai

Tamara Padrón Abreu


Cierta mañana
antes de incorporarte,
envuelta todavía
por las sábanas,
observarás el juego
entre una rama
y una sombra en la pared.
El diálogo es tan delicado
como una pintura oriental
fuga, luz, siluetas
cada hoja puesta en
el único espacio posible,
logran emocionarte
y vos no aprendiste
a soportar lo pequeño
de una forma
de un reflejo
de unas luces
que saldrán a tu encuentro
bajo la helada.
La rama continuará
el dibujo en la ventana,
nunca podré ser tan frágil como
el pequeño paraíso que ocultamos
tras los cristales.

77
Sustituciones

Mi padre está enterrado en un lugar impreciso,


quiero creer en una fosa común
en el cementerio de Flores, pero podría
estar casi en cualquier otra parte.
¿Habrá un registro
para los muertos no reclamados?
¿qué tan común puede ser una fosa?

Mi padre duerme junto a otros huesos


no necesito saber si fue un hombre bueno
basta con tener los mismos ojos extraviados,
el filo en el rostro, estos poemas manuscritos
que simulan ser la foto
que nadie pudo tomarnos.
Juegan a cerrar una ceremonia a medias
pala a pala, marcando el ritmo
de lo que se hunde.
Una película noir, dos cuerpos bajan
para que solo uno suba.
Nos queda el mundo
Amplitud unilateral

Tamara Padrón Abreu


Vi un hombre en la cola del banco
tan parecido a vos, que a pesar
de no recordar tu cara
entendí qué era la apnea,
entonces la canción
que sonaba en la radio
se convirtió de inmediato
en nuestra canción,
porque no me resigno
a que esta historia
haya dejado de crecer
antes de alcanzar
el clímax prudente.

79
Botánica elemental

Antonio Abreu poseía


un estilo único hasta
para orinar en las mañanas,
un garbo inigualable
para escabullirse
antes del desayuno,
luego de hacer el amor
y escribir otro poema
dentro de su cabeza
que nunca acabaría en papel.
No hubo editor interesado
más que el corazón atento
de unas mujeres descalzas
que solían prepararle el café
negro con una mancha de leche
y tres de azúcar, poco antes
de ser abandonadas.

Sabía construir
ficciones sólidas
mientras manejaba
un taxi alquilado
por las calles empedradas
Nos queda el mundo

de Parque Patricios.
Su metro ochenta y seis
intentando caber en el Peugeot,
un ave zancuda en posición fetal
sin poder frenar el movimiento

Tamara Padrón Abreu


que a veces se pone trágica
y piensa en la muerte
o desintegra familias
finas y quebradizas
como cáscara de huevo.

Unos años después


Antonio Abreu
vuelve para morir
a la ciudad de Montevideo.
No tiene el valor de visitar
el pueblo de su infancia
mirar de frente el rosal
que mató a su madre
y también a su a padre
de tristeza colateral.
Esa flor prolongó sus espinas
como un clavel del aire,
apoderándose del árbol familiar
haciendo un culto
de las cosas deshechas
y el tétanos mal curado.

81
Accidente geográfico

Soy el Tapón del Darién de tu vida


apenas 86 kilómetros
de selva y agua dulce,
un ecosistema tan frágil
que debe ser declarado
patrimonio intangible de la humanidad
por la Unesco o tu psicóloga
al menos una vez por semana,
y que resulta suficiente para poner un alto
en tu carretera Panamericana.

Alaska y Ushuaia
nunca estarán conectadas
se interpondrán:
los cantos furiosos de las aves
el agua borrando los rastros de viajeros
una flora capaz de engullir
aquello que se detenga,
la migra rastrillando el pantano.

Fue más sencillo excavar


el canal de Panamá
el siglo pasado
Nos queda el mundo

aunque no para los obreros


que ven la quilla de los barcos
pasar desde abajo.
Nunca aprenderás a lo largo de los años
que detrás de la creciente

Tamara Padrón Abreu


se levantan pueblos enteros
iniciados en el arte de navegar
un laberinto líquido.

Tus extremos no van a conectarse


mientras mi istmo verde
estropee tus mejores planes
obligándote a tomar
embarcaciones inestables
una pequeña comunidad lacustre
que no sabrás entender.

Nunca tendrás
la habilidad de cruzar el Darién
un infierno demasiado húmedo
cuyos senderos están marcados
por lo que se descompone
a la vera del camino.

83
María Martha Paz
(1969, invierno)

85
Escritora y docente, nací en Buenos Aires en los años 70 y
vivo en la Patagonia hace casi 20. Me encantan los faros,
las lunas y el mar. Tengo además caminos, secretos y muchos
sueños. Algunos, enredados.
Buscar belleza

María Martha Paz


Hay días que cuestan más que otros
¿serán las noticias como espejos de dos lados?
¿será Internet que nos quiere robots?
¿será que esta grieta no es donde cayó Alicia?

Es imperativo encontrar la flor que crece


[en el asfalto
en esos vidrios rotos que harán un vitraux
en la mancha de humedad donde el hombre
[fuma pipa
en los restos de piedra que le sobran al David
en la sombra del reflector brillante que
[ilumina el escenario vacío
en el pliegue de esos dedos arrugados
en la gota que arrastra la lagaña
en los agujeros de aquel paraguas que
[cuelga en el perchero
junto al sombrero de ala ancha y quebrada

Los días cuentan noches


los perros ladran nubes
la luna crece en lo oscuro
el río dobla y sigue
el volcán no sabe esperar

87
Orden vs. Caos

Hay gente a la que le gusta ordenar


así existen psicólogos y contadores
peluqueros y recopiladores
abuelas e historiadores
bibliotecarios y zapateros
que ordenan la ropa y las cuentas,
los zapatos y las ideas
los papeles y los pelos
los libros y los sentimientos
las historias y los discos

Separan la paja del trigo


la mentira de la verdad

Pero resulta que a mí me encanta


que los zapatos pisen mis cuentas
para hacer una gambeta y patearlas
de puntín en el ángulo y gritar ¡GOL!

Que en mi sostén quede alguna idea


para poder sostenerla aunque sea una hora

Que mis discos se mezclen con los


[sentimientos
así quizás entiendo lo que siento
Nos queda el mundo

Que los pelos se enreden con historias


y se hagan bolas que crezcan en las tripas
para luego vomitarlas como cuentos
María Martha Paz
Que las verdades se hagan papel picado
para jugar al carnaval carioca y cantar
Pepe pepe pepe

Que la mentira se haga paja en el ojo


[ajeno
y que los libros sean trigo molido,
harina del pan nuestro de cada día.

Pero hay gente que insiste en ordenar la


[vida
como si fuera el tránsito de la ciudad
Ignora que, después del Agente 86,
con la 99 y el robot Jaime
con el zapatófono y el tubo del silencio
algunos queremos ser Siegfried
y quedarnos del lado del Kaos

89
Hoy voy a ser normal

Hoy voy a ser normal, de pueblo, dicen.


Una madre argentina, quizás.
Una más.
Desayunaré mate con tostadas del pan de ayer
con manteca.
Haré las compras en un mercado con olor a
chivo y a mierda.
Al mediodía, los noticieros me contarán quién
ganó hoy: si el carnicero o el ladrón.
Después viene la novela de las tres.
El galán es bueno y la villana, linda. ¡Pasión!
A las cinco, haré tortas fritas y tejeré un
sweater verde.
A las seis, iré al gimnasio a hacer abdominales
con música fuerte.
Otra vez mate pero esta vez con la vecina.
Me cuenta chismes hasta de las gallinas.
Hablaré del aumento de la lechuga, del gas y
hasta de las velas.
Haré la tarea de mis hijos y a cocinar como lo
hacía mi abuela.
Cocinaré puchero y leeré las revistas de la
peluquería.
A escondidas, fumaré un pucho y sabré de las
estrellas su vida.
Nos queda el mundo

Miraré a Tinelli y me enteraré de los romances


aunque en la esquina se mueran de hambre
aunque los libros me miren de lejos,
y me ignoren hasta los espejos
aunque la lluvia apenas me moje

María Martha Paz


y no me importe quién se enoje
olvidaré quién soy,
mis gustos y mi gente.
Sólo importan el fútbol y no ser diferente.
Hipocresía barata y zapatos de goma.
Alpargatas y tacos.
Filosofía de moda.
Hoy seré normal, de pueblo, dicen.

91
Café

Desde una taza verde me dice que sí puedo


me da calor y coraje para arreglar el mundo
mi mundo edulcorado con stevia
me dice que todo vale la pena
que lo oscuro aclara lo inevitable
que el humo solo tapa lo evidente
que el vapor perfuma el aire viciado
y que revuelva una, dos, tres veces
que todo gira una y otra vez
que la espuma está en la superficie
que lo mejor está en el fondo
allá donde raspa la cucharita
allá donde no se ve
y yo sigo dando vueltas
buscando en la borra una respuesta
a una pregunta que nunca hice
Nos queda el mundo
Retazos

María Martha Paz


Amor hecho de retazos
para coser todo por dentro
suturar pieles cansadas
gastadas
ajadas
heridas que ya son cicatrices eternas
externas
internas

Hilos que nunca serán invisibles


puntadas que crean puentes imperfectos
sobre zanjones de riachos indecisos

Retazos de amor que emparchan


[empachan
jirones de telas y almohadones
de plumas de gansos asfixiados
gallinas emplumadas desplumadas
despuntando el vicio de encajar

Amores hechos pedazos


hechos pelota
pelota de trapo vomitada de las tripas
tripa corazón, dijo el gato de Alicia
y se trepó al ciprés

Sueño de una noche de verano


pesadilla de un día infernal
93
Ailén Ponce
(1987, invierno)

95
Nací en San Martín de los Andes, Patagonia argentina. Soy
Licenciada y Profesora en Artes, actualmente trabajo como
docente y productora cultural.
Primavera

Ailén Ponce
A veces siento que no
voy a poder salir de este pozo
cuando me fui
era septiembre y florecían las plantas
yo me caía en la hiedra
tierra blanda de la vida
me embarré
me ensucié
pobre mi alma manchada
se me rompió el cuerpo.

97
Medieval

Perdón, mamá
Mientras papá te golpeaba
yo rompía el vidrio
cuando pasaban los autos por arriba
en la autopista
todo era ciencia ficción.
Perdón, mamá por saber desde el principio
algunas cosas
y decidir hacerlas
para romperme
qué se yo
hay manzanas arenosas que no quitan el
hambre]
Perdón, mamá por querer llevar solo una
bolsa al supermercado]
y darme cuenta que hay muchas cosas
más para guardar]
compré muchos secretos
para lucir tus odios como perlas
Una mano libre
que rosa pasto
y se hunde en el barro suelto
hay olor a mierda de caballo
perdón mamá, porque me gusta
Nos queda el mundo

me masturbo
me siento medieval
nadie me dijo que era tan fácil encontrar la
felicidad]
a los dioses desde el cielo

Ailén Ponce
a la diosa Medea
a vos mamá
les pido perdón por no saberlo.

99
azúcar impalpable

esta mañana blanca


no tiene ni una mancha el mantel
fundo la mirada
hay tanto por hacer
hierve el agua
suelto un dolor
preparo café.

Nos queda el mundo


Mientras miro las flores de lavanda

Ailén Ponce
Acá crece un Nogal
que da sombra
en el verano caliente de los almuerzos
extendidos como sábanas al viento
mi mamá prepara la comida con sus manos
mientras del nogal nace un ruido tibio
el viento circunda nuestra casa
vos podrías
bajar corriendo las escaleras
vos podrías tantas cosas
pero dedicís quedarte leyendo en la cama
andá a saber
nunca intenté atravesar tu oscuridad
tu plato se enfría
debajo de un nogal que sigue creciendo dentro
nuestro.

101
El puelche

hay que saber resistir


al enfrentamiento de dos cuerpos que se
chocan
cuando el frío es la calidez
el invierno más blanco que viviste
no dejabas restos
era solo mirar para arriba mientras caían
los pétalos blancos]
profundos en tu piel que absorbía tanta magia
esa vez te perdí
yo le pido a Dios
que el viento puelche te traiga de vuelta
creo que te sentí esta mañana
¡ay! la brisa que todo lo calma.
Nos queda el mundo
103
Carla Potenza
(1991, otoño)

105
Nací en Castelar en 1991. Estudié en Buenos Aires y me
recibí de Licenciada y Profesora en letras. Actualmente, vivo
en San Martín de los Andes y trabajo como docente. Mi obra
Los pies están primero fue premiada por el Centro Editor
Municipal de San Martín de los Andes y será publicada en
2021.
Carla Potenza
Dibujos en la piel.
Tótem.
Venas que resisten
o recitan,
acarrean agua.

107
¿Dónde cae la gota?
La que rebalsa el vaso,
digo.
La que perfora la piedra
y seca la paciencia.

Te la dibujo despacito
mientras
los planetas
se trazan a tus espaldas.

Nos queda el mundo


Carla Potenza
Y si llovieras
serías granizo.

Y si llovieras
quizás yo vería
que sos
un hueso.

Un hueso que rompe vidrios


de autos
que se sienten solos.

109
Tumba.
El cementerio a vos, te queda bien.
A mí, el corazón ortiba
me pesa el entrecejo.

Nos queda el mundo


Carla Potenza
El vacío entre tu nombre y mi asfixia
se aloja
en la duda.
La falta de amor
o su excedente.
En el letargo
crezco y me achico
como un latido.

Soy un vientre
que respira.

111
Graciela Rendón
(1955, otoño)

113
Hace 40 años que vivo en la Patagonia. Soy maestra y
escritora. Trabajo en la biblioteca popular Ruca Trabún de
San Martín de los Andes. La literatura es mi casa y en ella
también habitan la inclusión social, la Patria mirando al
otre, el feminismo y la diversidad.
Bajo tierra

Graciela Rendón
El hijo entra a la mina, y la montaña se parte
en dos. Una oscuridad lo aprieta. Una boca de
lobo lo desmenuza.
Cambia la historia. En segundos lo aplastan
culpas y pecados. Se mira los pulmones, los
respira, repasa despacio su vida de escombros
y encierro. Y encuentra rencor y tizne: ¡la voz
enorme de su padre!
-Trabaje, hijo, trabaje, a la tierra no se la ama,
se la preserva.
-El pan nuestro de cada día, ¿no es cierto,
padre?
El muchacho no está solo. Hay treinta y tres
como él allí abajo. Sacian hambre y alimentan
destreza. Durante setenta días suturan el rostro
de la piedra. Lo descansan. Lo duermen. Por
fin el muchacho ve una luz que le devuelve el
horizonte, es la vida que entra.
-Vio hijo, se lo advertí, la montaña no traga lo
que no es su alimento.

115
Espejos y mentiras (el día que Blancanieves y
Alicia se miraron por primera vez)

¿Quién es el más lindo de esta espesura? Le


pregunta el espejo a la niña de las nieves, con
la cara blanca.
Por supuesto que usted mi señor, que siempre
me mira devolviéndome un elogio.
¿Entonces por qué mis vidrios se arrugan y me
voy volviendo ocre?
Quizás me miré demasiado y lo fui dejando
ciego.
Es verdad, usted se llevó mi luz, buscándose a
sí misma, deleitándose.
De mentiras estás hecho espejito, te peinaste y
te peinaste, y querías ser el rey.
¡Usted siempre me decía que yo era el más
lindo!, ahora me voy yendo, con mis ojos sin
paisaje.
La muerte es un día largo, espejito, y el final
del cuento se aproxima.
¿Y me atravesarás?
Sí. Me espera un conejo y un reloj. Y una reina
con cara de póker, que sigue siendo la más
linda.
Nos queda el mundo

¿Y el que gane la partida?


Será el primero que se vuelva a ver.
La diferencia

Graciela Rendón
Antes de que llegue el Conquistador algunos
creían vivir en una masa de aire y nada. Veían
que solo faltaba todo. Les pesaba. Y miraban
el horizonte esperando una buena noticia. Un
barco, un semental, una orgía, un acto bondadoso
que los calmara. Algo que les dijera que vivir
valía la pena.
El Conquistador tenía el ticket para la entrada
al espejito de color. Era cara, eso sí. Pero esas
fuerzas brutas eran capaces de cambiar el rumbo
del sol con tal de conseguir lo deseado. Hicieron
fila. Se alinearon, escupieron al cielo. Y el
espejo se partió en dos dejando la entrada libre.
Encontraron del otro lado una masa de aire y
nada, faltaba todo y nadie podía.
El Conquistador sí.

117
El Señor Fiscal

El Señor Fiscal
y el crucifijo atrás.
Verborragia, retórica y buenas costumbres
todo eso,
pero hay más.
Ciudadano ilustre el señor fiscal
un hombre bien,
sentencia de día
y sale a cazar de noche.
Él no,
sus hijitos lobos, sí.
El señor fiscal duerme
sobre las eyaculaciones de sus lobitos.
Por cada caperucita eyaculada
el señor fiscal,
leguleyo, creyente, buena fe
explica:
las transpiraciones naturales del hombre
que en algún lado tienen que caer.
No es delito ahogar el grito,
cuando lobitos en manada lo necesitan.
Pero lo peor,
Nos queda el mundo

de lo peor, de lo peor,
en este bosque de machos lobos lascivos
es que ningún alumno eficiente de la justicia
haya salido
a deshacerse en pedazos.
Se necesita, con urgencia

Graciela Rendón
una indignación primaria
un grito desgarrador que haga temblar
los siniestros oráculos de la ley.

No he visto poesía sobre el señor fiscal


No he visto.
Siempre es sobre nosotras.
Somos caperucitas descuartizadas
por la palabra ya escrita
que los años de los años en palabras difíciles
no se dignan cambiar.
Búsquenlos a ellos, póngale nombre,
retuerzan el hilo de la cultura y desgarren,
Solo una poesía nos falta
una nada más.

Necesitamos descansar en paz.

119
Ay Ramona, ojos de agua

¿Cómo se hace
para hacer agua de la lluvia?
¿para hacer agua del río
del océano
de los charcos de los canales
de las canaletas diques baldosas flojas?
Por donde vayas
hay lluvia y agua,
si algo sobra en Buenos Aires
es agua.
Agua que viene de los ríos del norte
suculentos cabalgan desde más norte
del este y el oeste llueve y lloverá
pero no hay flor celeste
que le de luz a la tristeza
de la pobreza
de los pobres.
Agua que no deja de venir nunca.
Nunca deja de llover.
Nunca.
¿Entonces qué es lo que no hay?
-dice Ramona-
-dijo Milagro- antes que le pusieran
el barbijo del silencio.
Una se murió
Nos queda el mundo

y la otra está presa.


Dijeron agua los mapuches
antes que alcanzara la bala
el líquido que fermentó a Santiago.
Cómo es que no hay agua para las manos de

Graciela Rendón
los que comen sin dientes.
Cómo es que no hay agua para las manos de
los que respiran estiércol.
Como es que no hay agua para las caras
negras
para las panzas de nunca cena
para diez en una pieza
para quince en un baño.

En frente mismo del hambre


un hotel consume el agua
para digerir sus excesos.
Si Buenos Aires no es África,
cómo es entonces que no hay agua.
Si las casas que están enfrente juegan al
carnaval
todo el año.
Ay, Ramona,
mucha agua y todo seco.
Dame de tus ojos de sed,
para que me mires líquido y mas líquido.
En esta tierra puerca
de diferencias torrenciales
Ramona es el mar que nos falta.

(Ramona Medina, 42 años, murió con Covid, el año 2020. No


había agua en su casa, ni en ninguna casa de villa que está
frente al Sheraton Hotel. La calle de su casa es un pedacito
de África, hay que hacer la cola para buscar en una única
canilla, el agua. Ramona no llegó)

121
Melisa Sansotta
(1986, verano)

123
Periodista y bicho de aire. Capricorniana, de Boca, parida
a las 20.02 de un 5 de enero del 86 en Bernal. Regina de
segundo nombre. Podría haber sido Melchora. O Gaspara. O
Baltazara. Resido de San Martín de los Andes desde el 2015.
Porque no quiso

Melisa Sansotta
Cuando se muere una planta no es culpa
[del frío.

Sí lo es del destino,
la falta de agua,
de sol,
o de algún nutriente.

Cuando se muere una planta que estaba en una


maceta
adelante de la ventana y de tu jeta,
es culpa de él o la fulana
que no hizo bien su tarea.

No se mienta, no se excuse, ya no hizo.

no la cuidó porque no quiso

y la planta se cansó de crecer sola.

125
Siempre estaban vivos

Perdí lo más importante que tuve


aunque lo cuidé como a un tesoro

(evidentemente no lo cuidé tanto, pues lo


perdí)

un cassette, un TDK
con una entrevista de una hora a mis abuelos.

Con sus risas, sus recuerdos


(un modo vago, lo reconozco, de aferrar los
míos).

Ahora siento que los suelto


que día a día se me caen,
que no puedo retenerlos.

En el cassette no había tiempo:


había olores,
hervía el tuco.

En el cassette no hacía frío,


era siempre domingo.
En el cassette que perdí
ellos siempre estaban vivos.
Nos queda el mundo
Ojalá

Melisa Sansotta
Ojalá se te rompa el corcho adentro
por la mitad,
que se te pique el vino
esperando para abrirlo la ocasión
especial.

que se te queme el asado y la tortilla


se te pegue
de un lado,
que tu milanesa sea nerviosa,
grasienta
que confundas harina integral con pan
rallado.

que te quedes sin agua caliente


mientras te depilás la segunda pierna,
que te roben la almohada
que se te salga de abajo la sábana,
que te suene un domingo la alarma.

Te deseo males cotidianos,


ni la muerte tuya, ¡no!
ni la de un pariente cercano,
para que mi
sentir de culpa
me sea más liviano

127
Mantra de la reconversión

Yo
Yo no
Yo no soy
Yo no soy esto
Yo no soy esto en lo que me estoy
convirtiendo

siempre
hay
tiempo

Nos queda el mundo


Estamos muriendo todo el tiempo

Melisa Sansotta
y aún así nos empecinamos en vivir
y en que los demás no mueran.

Es como si en verdad nadie entendiera


que no depende de un sentir
ni de cuánto lo intentemos:
morir es para chetos y villeros
para blancos, grises, amarillos y negros.

Morir muere el que se encrema antes de


dormir,
el que se mata para no vivir
y el que se muere de pena por existir.

Morir mueren las plantas


aunque son menos ruidosas,
morir mueren las mascotas,
los viejos, los jóvenes
y quien a la Parca se le canten las pelotas.

No hay potencial en la muerte


no hay discriminación en la muerte
hayas vivido pleno o de lo ajeno
hayas sido malo o bueno

Te vas a morir y acá no hay suerte…


nadie vive para siempre.

129
María Cristina Venturini
(1962, primavera)

131
Nací en Paraná. Vivo en San Martín de los Andes y escribo
cuentos y poemas. Coordino el sitio web
escritoenpatagonia.com.
Camino nuevo.

Cristina Venturini
En la arena de siempre
amanecen flores.

Poemas inconclusos
en el fondo del vaso.
Música contra el viento.

Diving into the dark.


Getting ready for light
when it comes up.

133
Junto a la ventana una glicina
se empeña en echar brotes
sobre las ramas secas del verano.
Se sacude cada vez
que un fringilo la viene a picotear.
Cerca de otra ventana
los renuevos de magnolia
conviven con las ramas opacas,
brotan simétricos
a los lados del tallo viejo
y culminan en un pompón turgente.
Hay tallos secos
difíciles de superar.

de 123 kilitos de amor, Orcalumis, 2020.


Nos queda el mundo
Fabiana conversa con los pájaros

Cristina Venturini
¿Por qué sólo las aves atinan la respuesta
a los jazmines urdidos en tu pelo?

¿Para qué las palabras?

Ellas saben de tus interrogantes


y agitan las alas al clamor de tus latidos.
Saben del vuelo en los amaneceres,
de los jardines donde nace el aire.
Reconocen la exacta magnitud de las
tormentas
y el punto donde el viento se desata.

Toda esa ciencia,


aire y sal en tus pupilas,
aparece sobre la superficie
tosca de una terraza
donde te convocaron
pingüinos y petreles
a vos, garza del alba,
dorada equilibrista de las sombras
en la espesa manía del follaje.

En términos del aire,


lista para la espuma y el graznido,
te va brotando la voz entre los labios
y un durazno encendido en las mejillas.

Se está acercando el sol.


Vas sacudiendo

135
las plumas en las alas que te dieron.
Se va instalando el día en los jazmines
y en los pies, que presienten las baldosas.

Allí donde se juntan las razones


para volar
y para ser el día,
se genera tu luz.
Es el encuentro
del astro con el mundo
sobre tu risa nueva,
plumífera y salina.

de Jaguar de Abril, Delta Editora, 2014.

Nos queda el mundo


un lugar donde todo es posible

Cristina Venturini
donde tiempo y espacio
se conjugan
licor sagrado
el poema

137
“love is a place”
e.e. cummimgs

por verte una vez más


vuelvo a ese lugar
y una vez más
la espiga del corazón
desprende su latido
de barro
amarillo sobre el agua
mientras pasa el azul
la carne se hace silencio
y yo persigo
los rayos de la luna sobre el río
por verte una vez más
amaneciendo

De 123 kilitos de amor, Orcalumis, 2020.


Nos queda el mundo
139
Camila Calderoni
(1994, verano)

141
Nací en Merlo, provincia de Buenos Aires, pero desde el
99 mi lugar-base-corazón es San Martín de los Andes. Soy
fotógrafa y observadora del mundo. Desde el 2013 trabajo
con cámara en mano y coordino diversos talleres en torno a
la construcción de la mirada.
143
Índice

7 Prólogo por Liliana Campazzo

11 FlaviaCarballo

21 Marisa Godoy

33 Guadalupe Guevara

43 Marcela Lucero

53 Ayelén Martínez

63 Florencia Nobre

75 Tamara Padrón Abreu

85 María Martha Paz

95 Ailén Ponce

105 Carla Potenza

113 Graciela Rendón

123 Melisa Sansotta

131 María Cristina Venturini

141 Camila Calderoni


Las fotos que componen este libro fueron tomadas el
10 de diciembre de 2020, día en que fue aprobada la
I.V.E. en la Cámara de Diputados.
Unos días después fue Ley.
En este libro usamos Papel Bookcel ahuesado 80 grs.
y Papel Ilustración de 300 grs.
Fuentes: Averia Serif y Liberation Serif
En esta edición autogestiva contamos con la
colaboración de Ediciones Las Guachas, porque la
salida es colectiva.
Este libro se terminó de imprimir en el mes de
julio de 2022
en la provincia de Buenos Aires
en los talleres de Semilla Creativa
con las influiencias de la temporada Leo.

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