Contaminación Atmosférica
Contaminación Atmosférica
Contaminación Atmosférica
Eva Dallo
Actualizado Miércoles, 19 junio 2024 - 14:04
Más mortífera que el tabaco, la diabetes, o el agua insalubre. La quinta edición del informe sobre el
Estado del Aire en el Mundo que se publica hoy sitúa la contaminación atmosférica como
segunda causa de mortalidad a nivel mundial sólo por detrás de la hipertensión, y de la
desnutrición en el caso de los menores de cinco años. Elaborado por la organización
estadounidense Health E ects Institute en colaboración, por primera vez, con UNICEF, el
documento señala que, sólo en 2021, 8,1 millones de personas perdieron la vida en todo el mundo
a causa de la contaminación atmosférica, y que 700.00 de ellas eran niños que no habían
alcanzado el lustro de edad. Detalla, además, que 500.000 de estos últimos murieron en relación a
las condiciones del aire en el que debería haber sido un lugar seguro para ellos: sus casas, debido
al uso de combustibles contaminantes para cocinar, principalmente en África y Asia.
El documento se basa en datos de más de 200 países del estudio Global Burden of Diseases,
Injuries and Risk Fasctors de 2021 en el que han colaborado más de 10.000 investigadores de
todo el mundo, y se centra en los efectos para la salud de tres de los seis contaminantes
ambientales clave: las partículas moleculares finas (PM2.5), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el
ozono (O3).
En lo referente al ozono, la exposición prolongada a este gas contribuyó a unas 489.518 muertes a
nivel global. El ozono no se libera directamente al aire; la quema de combustibles fósiles en
vehículos, plantas de energía, fábricas, hogares y actividades industriales (como la extracción y el
procesamiento de petróleo y gas) genera los precursores químicos que resultan en la formación de
ozono en presencia de luz solar. Por ello, el calentamiento global hace que se genere cada vez
más ozono en las zonas con mayores niveles de NO2 y luz, como las zonas metropolitanas de
las grandes ciudades.
El tercero de los tres contaminantes estudiados, que se estrena este año en el informe sobre el
Estado del Aire en el Mundo, es precisamente el NO2, gas que tiene en los vehículos de
combustión una de sus primeras fuentes, así como en centrales eléctricas e instalaciones
industriales. Las zonas urbanas densamente pobladas, sobre todo en los países de renta alta,
suelen registrar los niveles más altos de exposición al NO2.
Igual que el informe Estado del Aire en el Mundo, la Evaluación de la Calidad del Aire en España
publicada en julio de 2023 señala que este tipo de contaminación es el factor medioambiental
más peligroso para la salud humana, junto a una dieta deficiente y el consumo de tabaco.
Respirar aire contaminado durante meses o años puede provocar enfermedades cardíacas,
pulmonares y diabetes, y aumentar la probabilidad de resultados adversos en el parto, incluidos
nacimientos prematuros, mortinatos y abortos espontáneos.
EFECTOS EN LA INFANCIA
En la infancia, los efectos negativos de la mala calidad del aire se amplifican y están directamente
relacionados con la neumonía, responsable de 1 de cada 5 muertes infantiles en el mundo, y con
el asma, la enfermedad respiratoria crónica más frecuente en los niños mayores y adolescentes.
"A pesar de los avances en salud materno-infantil, cada día mueren casi 2.000 niños y niñas
menores de cinco años debido a efectos relacionados con la contaminación atmosférica sobre
nuestra salud", señala Kitty van der Heijden, directora ejecutiva adjunta de UNICEF. "Es imperativo
que los gobiernos y las empresas tengan en cuenta estas estimaciones y los datos disponibles a
nivel local y los utilicen para fundamentar acciones significativas y centradas en la infancia, para
reducir la contaminación atmosférica y proteger la salud de los niños y niñas", añade.
Sin embargo, no todo son malas noticias: según el informe Estado del Aire en el Mundo, la mejora
de los servicios públicos de salud, de la calidad del agua, el saneamiento y la higiene, de la
alimentación, la educación y la protección de la infancia han contribuido a un importante
descenso del número de muertes infantiles relacionadas con la contaminación del aire desde el
año 2000. Las mejoras en el acceso a fuentes de energía limpias y reducir el uso de
combustibles sólidos para cocinar y calentar hogares y escuelas ha hecho que las muertes de
niños de menos de cinco años atribuibles a la contaminación del aire haya disminuido en el
mismo periodo un 53%.
Otros factores que han contribuido a esta mejora han sido las redes de vigilancia de la
contaminación atmosférica, la aplicación de políticas más estrictas sobre la calidad del aire o la
compensación de la contaminación atmosférica relacionada con el tráfico mediante el uso de
vehículos híbridos o eléctricos. Los esfuerzos no son en vano.