Ecodoppler de Acceso Venoso HD
Ecodoppler de Acceso Venoso HD
Ecodoppler de Acceso Venoso HD
2012;3:21-35 | doi:
10.3265/NefrologiaSuplementoExtraordinario.pre2012.Dec.11877
Ecografía del acceso vascular para hemodiálisis: conceptos teóricos,
prácticos y criterios
JOSÉ IBEAS-LÓPEZa, JOAQUIM VALLESPÍN-AGUADOb
a
Servicio de Nefrología, Parc Taulí Sabadell, Hospital Universitari. Universitat Autònoma de Barcelona., Sabadell, Barcelona, ,
b
Servicio de Cirugía Vascular, Parc Taulí Sabadell, Hospital Universitari. Universitat Autònoma de Barcelona., Sabadell, Barcelona, ,
E-mail: [email protected]
RESUMEN
El acceso vascular supone una parte fundamental del tratamiento sustitutivo renal, tanto por poder
condicionar la calidad de la diálisis como por derivarse de él una alta morbilidad y costos. A pesar de ser
fundamental la colaboración multidisciplinar con cirujanos vasculares, radiólogos intervencionistas y
enfermería, esta se puede optimizar con el uso de la ecografía por el nefrólogo al permitir no solo la
monitorización del flujo, sino el diagnóstico inmediato de patología y su nivel de urgencia terapéutica. Con
una prueba no invasiva y sin demoras en su realización, cubre además zonas sin cobertura de imagen en la
actualidad, como el control de la maduración, ayuda a la punción difícil, despistaje inmediato de
pseudoaneurimas, colecciones dudosas, fístulas profundas, etc. Ello puede permitir evitar pruebas agresivas
innecesarias por un lado y demoras en patología urgente que podía haber pasado desapercibida por otro. Es
necesario, por lo tanto, que el nefrólogo conozca los principios teóricos en que se basa la ecografía vascular
y su aplicación práctica al acceso vascular. Esta revisión pretende repasar los principales conceptos con que
el nefrólogo debería estar familiarizado en este ámbito.
Palabras Clave: Pseudoaneurisma, Aneurisma, Robo, Mapeo, Flujo, Trombosis, Estenosis, Hemodiálisis,
Seguimiento, Vigilancia, Monitorización, Ultrasonido, Doppler, Ecografía, Fístula arteriovenosa, Injerto
Criterios de la revisión: Se revisan, además de las citas clásicas en revistas y libros, las derivadas de una
selección tras una revisión sistemática de los últimos 10 años en la U.S. National Library of Medicine, National
Institutes of Health, Trip Data Base y Cochrane-Plus Library. Se ha utilizado la combinación de los términos
MeSH: [Arteriovenous Fistula]; [Arteriovenous Shunt, Surgical]; [Blood Vessels]; [Renal Dialysis];
[Constriction, Pathologic]; [Trombosis]; [Follow-Up Studies]; [Population Surveillance]; [Monitoring,
Physiologic]; [Ultrasonography]; [Preoperative Care]; [Vascular Patency]; [Randomized Controlled Trials as
Topic]; [Prospective Studies]. Publication Type: [Practice Guideline]; [Clinical Trial, Controlled Clinical Trial] y
[Review]. Términos no MeSH: Fistula, Echography, Graft y Monitoring.
INTRODUCCIÓN
El acceso vascular (AV) para el paciente en hemodiálisis supone una parte fundamental del proceso asociado
al tratamiento sustitutivo renal, fundamentalmente por dos conceptos. En primer lugar, por depender de él
una parte importante de la calidad adecuada de diálisis y, en segundo, por producir una parte importante de
la morbilidad y mortalidad en este tipo de pacientes. Es por ello por lo que resulta vital optimizar los puntos
relacionados con su supervivencia del acceso vascular y morbilidad. Estos pasan por la creación del AV, la
monitorización para evitar la trombosis asociada a la estenosis y la detección precoz de toda patología no
asociada a la estenosis que puede dar lugar a morbilidad. Las estrategias que es preciso utilizar para
conseguir unos buenos resultados dependen, por lo tanto, de una colaboración multidisciplinar con cirujanos
vasculares, radiólogos intervencionistas y enfermería para poder realizar un mapeo prequirúrgico, la cirugía,
el seguimiento y las indicaciones del tratamiento. Esto supone una adaptación a la idiosincrasia de cada
centro, que puede tener más o menos recursos, una diferente capacidad organizativa o distintas
posibilidades de colaboración. En cualquiera de los casos, el nefrólogo tiene un alto grado de dependencia
de ámbitos externos a su servicio, que da lugar a demoras en el diagnóstico y tratamiento de la patología
asociada al AV, con la morbilidad que ello conlleva. La incorporación de la ecografía al entorno de diálisis de
la mano del nefrólogo, y más con los dispositivos portátiles, ha demostrado una alta eficiencia en el
diagnóstico y orientación terapéutica en patología renal en general y del AV en particular en otros sistemas
sanitarios1. En el nuestro, nos encontramos ahora en una fase inicial que sin duda alguna se irá consolidando
progresivamente. El objetivo de esta revisión es hacer un repaso de los principales principios teóricos y
conceptos prácticos aplicables a la práctica clínica en el entorno del AV que el nefrólogo debe tener en
cuenta en esta área. Se hará un repaso de los fundamentos físicos básicos necesarios para la exploración
vascular, traducción a la práctica clínica y qué criterios existen hoy en día para la toma de decisiones.
FUNDAMENTOS FÍSICOS
Cuando se utiliza el eco-Doppler, son necesarios unos mínimos conocimientos de las bases físicas de los
ultrasonidos y el efecto Doppler. Ayudará a evitar errores y, en el contexto del AV, lo hará sobre todo en el
análisis de los flujos con rangos de velocidades exageradamente amplios. Paralelamente, los distintos tipos
de ecógrafos pueden impresionar, con todos los botones y diferentes tipos de mandos, por lo que es
conveniente familiarizarse con las principales funciones que se van a usar adaptadas al campo de estudio,
que en el caso del AV será en el entorno de los parámetros hemodinámicos.
1. El estudio morfológico mediante la ecografía en modo B, que nos da la imagen morfológica mediante una
escala de grises (figuras 1 y 2).
2. La valoración hemodinámica por el efecto Doppler de la velocidad del flujo sanguíneo, donde en una
imagen de registro continuo en el eje de ordenadas se registra la velocidad en cm/s o m/s (figura 3).
3. El color, que ofrece información de la dirección del flujo (figura 4) y la velocidad (figura 5).
Efecto Doppler, Doppler continuo y Doppler pulsado
El efecto Doppler es el cambio en la frecuencia de una onda y por lo tanto en su longitud, percibida por un
observador de una fuente de ondas que se mueve hacia él o en dirección contraria. Por ello, esta frecuencia
será proporcional a la velocidad con la que se mueve la fuente de las ondas, fruto de la contracción o
expansión de la longitud de onda por delante o detrás de su trayectoria. La aplicación médica del ultrasonido
en el diagnóstico por imagen permitirá, con un haz de ondas que se envía al objeto en movimiento, observar
un efecto Doppler en la onda emitida y reflejada. Si conocemos el tiempo de recorrido de las ondas, la
velocidad en el medio y la frecuencia de las ondas emitidas y recibidas, podremos deducir la velocidad del
objeto en movimiento2,3. El fundamento se basa en la ecuación:
2FT V cos θ
(FR-FT) = -----------------
Si el efecto Doppler se basa en el cambio de frecuencia del ultrasonido al chocar contra un objeto en
movimiento, (FR-FT) es la diferencia entre la frecuencia transmitida F T y la reflejada FR; V es la velocidad de la
sangre hacia el transductor; θ es el ángulo de insonación entre el haz de ultrasonidos y la dirección en que se
mueve la sangre y C es la velocidad del sonido en el tejido. De esta fórmula se derivará por tanto el cálculo de
la velocidad de la sangre.
El Doppler continuo utiliza un transductor que emite el sonido y otro que lo recibe continuamente. Un
avance de este es el Doppler pulsado, en el que se basará principalmente la ecografía médica. Se trata de un
único transductor que de modo alterno emite y recibe ultrasonidos. Si trabaja en tiempo real, dará el modo
B; si trabaja sobre una «muestra» concreta, permitirá analizar objetos en movimiento, y si se añade el color
permitirá completar la información2,3.
Ecografía Modo B
Es el modo que hay que utilizar para ver la imagen en tiempo real. El transductor genera un pulso de
ultrasonidos que, tras su reflexión, vuelven a este. La variable capacidad de reflexión de los tejidos provoca
distintas intensidades de ecos que darán una imagen en escala de grises o modo B ( brightness
mode)2,4 (figuras 1 y 2). Es importante tener en cuenta la distancia focal, es decir, ajustar la parte más útil del
haz de ultrasonidos o foco a la profundidad que interese, lo que permite realzar la calidad de imagen de unas
zonas sobre otras (ver figura 6, con el foco ajustado en comparación con la figura 2, sin ajustar).
Doppler espectral
Permite la medición de la velocidad de partículas en movimiento (figura 3). Se trata de la emisión de una
salva de pulsos de ultrasonidos (entre 8 y 20 secuencialmente) dirigida hacia un área concreta de flujo a
estudio. Esta área de estudio se denomina «volumen de muestra». Es el punto exacto donde se concentra la
emisión y recepción del Doppler. Es fundamental, como se verá más adelante, el ajuste del ángulo de
incidencia entre 30 y 60º, para evitar errores. En la frecuencia de emisión de pulsos (PRF o pulse repetition
frecuence), cuanto menor sea, es decir, mayor intervalo entre ellos, más selectiva será la información
recogida, como en los flujos lentos, y, por otro lado, cuanto mayor sea, más fácil resultará analizar un alto
volumen de información, como en los flujos altos. Es importante destacar que, si la velocidad del flujo que
medimos excede en más de 2 veces la frecuencia de emisión de pulsos, las velocidades registradas son en
realidad menores al sobrepasarse la capacidad del transductor en recoger las frecuencias. Es lo que se
denomina aliasing2-4. En el modo Color se observará como un pixelado heterogéneo (figura 5) y en el modo
Doppler se difuminará el registro espectral. Es, por lo tanto, fundamental la corrección de la escala del PRF
adaptándola a la velocidad del flujo para evitar un falso aliasing en bajos flujos o una deficiente detección del
flujo en caso de un PRF excesivamente bajo. Es decir, cuando tengamos que analizar un flujo bajo,
descenderemos el PRF, y si es alto lo subiremos.
Doppler color
El transductor explora un área concreta, fragmentándola en diversas líneas de ultrasonido. En cada una de
ellas se calcula el cambio entre frecuencia emitida y recibida. A cada frecuencia media se le otorga un valor
proporcional en la escala de color, dando lugar a una imagen que se superpone a la del modo B en tiempo
real2 (figura 4).
Para poder llevar a cabo la exploración, tenemos que entender unas funciones básicas:
Frecuencia del transductor. La sonda o transductor utiliza un registro concreto de frecuencia. El tipo de
exploración irá asociado al tipo de frecuencia. Para el estudio del flujo se requieren frecuencias altas, que
son mucho más sensibles, pero que tendrán limitaciones en la capacidad de penetración. Por lo tanto, en
estudios en que se requiere penetración, como los abdominales, se utilizarán las de baja frecuencia. Así, en la
exploración vascular se recomiendan entre 5 y 15 MHz dependiendo de la penetración, y, en concreto en el
AV por sus características de superficialidad y requerimiento de sensibilidad en la exploración, al menos de 10
MHz y mejor superior a 12 MHz3-6
.Rango dinámico. Relaciona la señal de brillo más alta y más pequeña. El brillo de cada píxel refleja la
amplitud del eco reflejado de cada zona insonada. Esa amplitud puede modularse arbitrariamente. En el
modo B se traduce en una escala de grises, expresada en decibelios, por lo que si se disminuye el rango se
desciende el registro de ecos débiles, obteniéndose una imagen más contrastada. Y si se sube el rango, se
suaviza la imagen, incrementándose los ecos débiles4-6.
Ángulo Doppler. Es el ángulo entre el haz de ultrasonidos y la dirección del flujo de la sangre o la pared del
vaso (figura 7). Debe ser menor o igual a 60º. El fundamento se basa en la ecuación antes expuesta:
2FT V cos θ
(FR-FT) = -----------------
Volumen de muestra. O tamaño de la muestra. Se trata del espacio en tres dimensiones en el que se realiza
la medición concreta. Cuando se trabaja con el color se trata del cajón de color en forma de trapecio que
delimita la zona de color en la pantalla (figura 4). Lo podemos expandir, contraer y cambiar la dirección de
insonación. Cuando se trabaja en modo Doppler, se representa por un cursor en forma habitualmente de dos
líneas paralelas que delimitan un espacio entre ambas donde se realiza la medición (figura 7). Este volumen
de muestra puede modificarse en función de la necesidad. Para la medición de velocidades en diferentes
puntos del vaso o en la estenosis, debe situarse en el centro de la luz o el punto de máximo aliasing en caso
de haberlo, donde se encontrará la mayor velocidad por las características del flujo laminar en los vasos
sanguíneos, que irá disminuyendo progresivamente hasta la zona próxima a la pared del vaso. La muestra
del Doppler debe ser del menor tamaño posible para detectar discretos cambios y minimizar el artefacto
derivado del ensanchamiento espectral. Para el cálculo del flujo, sin embargo, el tamaño de la muestra
deberá ensancharse, para intentar abordar la mayor amplitud del vaso y recoger toda la información
derivada de las diferentes velocidades del volumen intravascular, evitando llegar hasta la pared por las
turbulencias que se pueden incluir en el registro3-8 (figuras 8 y 9).
Ganancia modo B, Color y Doppler. En el modo B modula la amplitud de la señal recibida, pudiendo por
ejemplo amplificar la señal recibida de las zonas más profundas. En el modo Color modula la intensidad de la
imagen, siendo útil su aumento para mejorar la sensibilidad a velocidades lentas. En el modo Doppler modula
la imagen espectral, requiriendo especial atención, dado que un exceso de ganancia puede producir ruido de
fondo que se pueda confundir con el flujo o hacer pasar desapercibidas estenosis y, si es demasiado baja por
otro lado, infraestimar el flujo4-6.
Filtro de pared. Corrige, haciendo desaparecer, la señal Doppler derivada por el movimiento de la pared del
vaso, evitando los ruidos de baja frecuencia. Hay que tener presente que, si es muy alto el filtro, pueden
perderse flujos lentos o telediastólicos en arteria6.
Cadencia de imagen (frame rate). El ecógrafo tiene la capacidad de procesar las imágenes obtenidas para
darnos una visualización continua en tiempo real. Sin embargo, esta cadencia puede enlentecerse si se
aumenta mucho la ventana de color o se trabaja en campos profundos. Debido a ello, cuando trabajamos
observando en la pantalla al mismo tiempo en una parte el Doppler y en otra el Color (que también se
denomina modo Tríplex), se trabaja con altos volúmenes de información que enlentecen la cadencia. Por ello
se aconseja, en caso de limitarse la cadencia, fijar la muestra en el centro del vaso y registrar solo el Doppler
o, cuando se trabaja en Color, disminuir el tamaño de la caja 5,6. Comparar el color en la figura 8 respecto a la
figura 4. En la primera hay una menor visualización del color, por enlentecerse la cadencia de imagen, en este
caso por el uso del triplex.
Escala de velocidad. Modula el rango de frecuencias. Básico en Doppler Color y pulsado. Hay que adecuar la
escala a la velocidad para evitar perder señal si la subimos excesivamente o sufrir artefactos con demasiado
descenso6.
Mediciones. La medición de las dimensiones de un vaso o distancias se realizará en modo B, evitando el
Color por el riesgo de sobredimensionar la medición (figura 2). En el registro Doppler espectral podremos
medir el pico de velocidad sistólica (PVS) o la velocidad diastólica final (VDF), la velocidad media, índice de
pulsatilidad, índice de resistencia (IR), tiempo de aceleración e índice de aceleración 6. De estas, las que
utilizaremos principalmente serán la PVS, VDF y el IR, que será fruto de un cálculo entre ambas (figura 8).
1. Con codificación de frecuencias (DCF), en que, tras asignar a cada píxel de la imagen una determinada
escala de color acorde a la frecuencia del eco recibido, se obtiene una imagen que refleja el sentido y la
velocidad del flujo. Se puede elegir el código de colores, siendo el habitual rojo/azul. Cada color identifica
una dirección que se acerca o aleja del transductor y la intensidad del color se asocia a la velocidad. Cuanto
más claro, más rápido, y cuanto más lento, más oscuro será el rojo o el azul. La no presencia de color
identificaría la ausencia de flujo. Esta función será la que utilizaremos en el diagnóstico de estenosis, por la
necesidad de identificar las turbulencias y velocidades altas.
2. Codificando amplitudes (DCA). Existe un modo de color denominado Power Doppler o angio que es
monocromo, amarillo o naranja, independiente de la velocidad, pero que depende de la densidad de
eritrocitos en un lugar. Útil en vasos pequeños o de bajo flujo para delimitar mejor la imagen, o para
identificar vascularización de pequeño calibre, sobre todo por ser independiente del ángulo de insonación, a
diferencia del CDF, que puede dar falsos negativos en función del ángulo de insonación 3-7.
Es importante tener en cuenta todos estos conceptos. Nunca hay que olvidar que un ángulo incorrecto,
colocar mal el volumen de muestra e incluso la ganancia son fuente de errores y de una importante
variabilidad9.
LA EXPLORACIÓN
Mapeo prequirúrgico
El mapeo preoperatorio del territorio arterial y venoso del paciente candidato a la realización de un AV, en
especial en el paciente con comorbilidad, permite incrementar la tasa de AV nativos 10,11 y una mayor tasa de
supervivencia en la fístulas12,13. Esto sucede a expensas de los pacientes cuya exploración física puede tener
limitaciones, sobre todo del paciente con lecho vascular límite, que cada vez es más prevalente. De ese
modo, la exploración física debería usarse inicialmente en todos los pacientes, debiendo considerar la
utilización de la ecografía de rutina en caso de una exploración física insuficiente (obesidad, pulsos ausentes,
cirugía previa), posible enfermedad arterial (edad avanzada, diabetes, enfermedad cardiovascular) y posible
enfermedad venosa (canalizaciones venosas previas)14,15.
La exploración rutinaria mediante la exploración física debe incluir unas venas visibles de diámetro uniforme
tras la colocación de un torniquete, con un curso superficial, ausencia de tortuosidades y un pulso radial
fácilmente palpable con un arco palmar permeable (test de Allen) con ausencia de diferencia de presión
arterial superior a los 20 mmHg entre ambos miembros superiores 16.
El equipo debe ajustarse de modo que detectemos flujos lentos, mediante la disminución de PRF y el
aumento de la ganancia de color. Interesa utilizar abundante gel para que no se pierda información de los
laterales de la sonda en los campos curvos del antebrazo. Hay que evitar la presión sobre la piel por el fácil
colapso de las venas superficiales15,17.
El paciente debería ser colocado inicialmente en decúbito supino, sin angular el codo. Se explorará el sistema
arterial en esta posición para la medición de la presión arterial y la valoración de las venas subclavias y
axilares. Para la evaluación de las venas del brazo, es aconsejable levantar la cabecera a 45º, con el brazo
relajado y un torniquete colocado para provocar la dilatación de las venas. Es importante tener un ambiente
cálido para evitar el vasoespasmo venoso 18. En caso de injerto en la pierna, deberá colocarse en rotación
externa.
La exploración morfológica ser realizará de modo transversal y la dinámica en longitudinal, por lo que es
aconsejable comenzar la exploración en modo transversal, empezando por la arteria a nivel distal y
recorriendo su trayecto en dirección proximal para después hacer lo mismo con el territorio venoso, lo que
permitirá observar toda la anatomía. Posteriormente se llevará a cabo la misma exploración pero en sentido
longitudinal al vaso. Primero la arteria con color que nos permitirá valorar zonas con aliasing y luego con
Doppler, midiendo el PVS.
Se explorará el sistema venoso superficial y profundo desde la muñeca hasta las venas centrales (axilar o
subclavia) si es técnicamente posible. Utilizando un torniquete se deben medir los diferentes diámetros a
nivel de muñeca, antebrazo, codo en perforante y salida hacia cefálica y basílica, basílica y cefálica en brazo
(figura 2). Se valorarán los diámetros mínimos y la profundidad, descartándose signos de flebitis a expensas
de la no compresibilidad del vaso y el engrosamiento de la pared. Debe descartarse la presencia de estenosis
segmentarias, segmentos ocluidos y valorar la continuidad con el sistema venoso profundo 15,17,18. La parte no
visualizada de las venas centrales únicamente puede ser explorada mediante signos indirectos por la forma
del Doppler espectral. Esto es, la presencia de fasicidad respiratoria y pulsatilidad cardíaca transmitida. La
primera consiste en observar las modificaciones de la velocidad en el Doppler espectral con los movimientos
respiratorios al insonar sobre las venas más proximales (axilar o subclavia), y la segunda, en observar las
ondas transmitidas retrógradamente desde las cavidades cardíacas derechas hacia las venas centrales y
venas proximales del brazo.
En el sistema arterial debe explorarse la existencia de calcificaciones en la pared, que se verán por la
hiperecogenicidad y las irregularidades de la pared. Estos hallazgos son difíciles de extrapolar a la
supervivencia del AV. Se han propuesto una asociación entre supervivencia y diámetro arterial ≥ 2,0 mm y un
PVS de al menos 50 cm/s19, incrementándose significativamente el riesgo de fallo con un diámetro ≤ 1,6
mm20 y sobre todo en ≤ 1,5 mm14. No existe un nivel de recomendación claro para la arteria braquial, dado su
mayor calibre14. Se recomienda realizar la medición del diámetro de la luz del vaso, entre las caras internas de
la pared del vaso en modo B. La correcta maduración del AV requiere un aumento del flujo a través de la
arteria dadora de 10 a 15 veces su flujo normal. Esto se consigue mediante una dilatación e hipertrofia de
dicha arteria, por lo que se valorará su capacidad de distensibilidad usando el test de hiperemia reactiva al
observar la forma de la onda del Doppler espectral durante una hiperemia reactiva inducida mediante la
apertura del puño cerrado activamente durante 2 minutos. La onda trifásica de alta resistencia con el puño
cerrado cambará a una de baja resistencia bifásica tras abrirlo. El IR en la fase reactiva puede ser fácilmente
calculado: IR = PVS – VDF/PVS. Si es ≥ 0,7 indicaría una respuesta inadecuada relacionada con una menor
supervivencia20 (figura 3).
En el mapeo venoso se ha demostrado un diámetro ≤ 1,6 mm como el límite a partir del que se observa una
alta tasa de fracaso21, estableciéndose en el estudio sin compresión con manguito un diámetro mínimo de 2,0
mm en antebrazo para poder conseguir una apreciable tasa de éxito (76 %) 16 y 3 mm en el brazo20,22. Con
compresión, otro estudio muestra un límite de 2,5 mm para fístula y 4 mm para injerto 23. Es importante
asimismo la asociación entre distensibilidad tras la compresión con manguito y fracaso, relacionándose en
un estudio el éxito con un aumento del diámetro del 48 %20 (tabla 1).
Monitorización
Para el rastreo de patología se deber realizar una exploración transversal y longitudinal desde la arteria
nutricia, atravesando la anastomosis y recorriendo el territorio venoso hasta alcanzar los vasos centrales. Se
debe explorar asimismo el trayecto arterial desde la arteria subclavia hasta la anastomosis. El espacio
perivascular debe rastrearse en busca de estructuras que puedan producir una estenosis funcional
extraluminal, como colecciones, hematomas o seromas. Se valorará el nivel de profundidad del acceso en
todo el trayecto, identificando las zonas de difícil punción, > 6 mm de profundidad. En primer lugar se
realizará la exploración en modo B y posteriormente en modo Color para detectar las posibles zonas con
modificaciones significativas de velocidad a expensas de la presencia de aliasing. En una siguiente fase, se
realizarán mediciones de Doppler espectral, con la valoración de la PVS y VDF, aunque esta última se usará
en escasa medida, encontrándose habitualmente PVS entre 150 y 300 cm/s. Se analizará la anastomosis,
documentando el PVS y la morfología espectral. En el lecho arterial se valorará asimismo el ensanchamiento
espectral característico tanto en caso de fístula como de injerto, en lugar de la onda trifásica característica
del territorio arterial periférico normal de alta resistencia previo a la creación del AV. Se recorrerá el trayecto
venoso hasta los vasos centrales y se explorará el trayecto del injerto en caso de prótesis; en este último
caso, con especial énfasis en las anastomosis, sobre todo la venosa, lugar donde se suele dar la presencia de
estenosis5,8,18.
Maduración
Una de las mayores utilidades de la ecografía es la identificación de la maduración del AV nativo. No son
infrecuentes las esperas prologadas para la punción o dudas en la viabilidad en la práctica clínica habitual.
Por ello, en el caso de que la exploración física genere dudas en la maduración de la fístula, deberá realizarse
una exploración ecográfica, considerada prueba de elección. Un diámetro de 4 mm con un flujo de 500 ml se
ha establecido como criterio de maduración 24. En una fase posterior, el AV ideal es el que cumplirá la regla de
los «6»: no más de 6 mm de profundidad, al menos 6 mm de diámetro y con un flujo mínimo de 600
ml/min18,25.
A partir del momento en que el AV se considera desarrollado es cuando se plantean las estrategias de
monitorización periódica. Esta está basada en el control periódico del flujo (Q A). La determinación del flujo se
puede realizar durante la sesión de hemodiálisis con los métodos dilucionales basados en ultrasonidos, como
el Transonic®26, o en la concentración del hematocrito27. La medición mediante ecografía requiere su
realización fuera de la sesión de diálisis, a no ser que se esté efectuando la diálisis por catéter, caso en el que
se puede realizar durante la primera hora para evitar el sesgo de la depleción de volumen. Ambos métodos
tienen demostrada una capacidad equivalente en la medición del flujo 28 y en la capacidad predictiva de
estenosis y reestenosis comparada con la angiografía 29. La ventaja que puede aportar la ecografía a la
medición del flujo es el estudio morfológico y la capacidad de guiar en la punción ya desde la primera
canalización en el proceso de maduración30.
La medición del flujo a nivel de la arteria braquial con el análisis de la forma del Doppler espectral permite
una rápida aproximación a la calidad del acceso. Mientras que la medición en el injerto puede realizarse en
cualquier área de este, en la fístula se recomienda en la arteria braquial, en la que se ha demostrado una
buena correlación con el flujo del AV. La medición en la arteria radial en las fístulas de muñeca puede resultar
infraestimada, dado que en una gran parte de los casos la fístula recibe una parte del flujo desde la arteria
cubital por la arcada palmar. La medición en el trayecto venoso, aunque realmente sería lo ideal,
habitualmente resulta difícil por las curvaturas, bifurcaciones, variaciones en el diámetro, turbulencias
etc.8,30,31.
Los datos necesarios para la medición del flujo son el diámetro del vaso y la media de la velocidad media, que
en los dispositivos habitualmente viene como TAMEAN (time averaged mean velocity) Es fundamental no
olvidar que el ángulo de insonación debe ser menor de 60º (entre 30 y 60º). El tamaño de la muestra debe
ser lo suficientemente amplio para cubrir la luz del vaso 18 (figura 8), aunque también hay autores que
aconsejan que comprenda entre el 50 y el 70 % de la luz para evitar las interferencias producidas por la
vibración de la pared del vaso8 (figura 9). Los dispositivos actuales por lo general disponen de un software
que hace el cálculo automáticamente al introducir el diámetro y la TAV. Por lo tanto, es preciso revisar
siempre que el dispositivo realmente realice los cálculos sobre estas premisas, ya que la velocidad media que
proporcionan algunos dispositivos es a expensas de la media de la velocidad máxima y esto genera un
cálculo no real al no utilizar la media de la velocidad media 32,33 (figuras 8 y 9). Por último, es recomendable
realizar la medición de 3 flujos y obtener la media para intentar evitar la variabilidad. La fórmula en que se
basa es la siguiente:
No existe un punto de corte a partir del cual establecer un claro riesgo de trombosis. En injertos se sugiere
entre 500 y 800 ml/min y en fístulas puede ser tan amplio como entre 300 y 700 ml/min, dada su mayor
adaptabilidad vascular y su capacidad de proporcionar un flujo adecuado a la máquina de diálisis con flujos
cercanos a 300 ml/min. Por ello, globalmente, se sugiere en fístulas los 500 ml/min y en injertos los 600
ml/min, o un descenso del 20-25 %, para el despistaje de estenosis 25,30,34.
Índice de resistencia
Un índice que puede ser relevante es el IR, derivado de la ratio PVS – VDF/PVS, por lo que, a más altos valores
de VDF, menor IR. En la monitorización del AV, se ha observado un cambio inversamente proporcional al
flujo8,35,36. De hecho se ha establecido una relación entre su descenso tras la creación de la fístula y su
maduración. Un incremento detectado durante la monitorización ha de hacer sospechar complicaciones a
nivel de aparición de estenosis. Se ha sugerido un incremento a partir de 0,6 en la medición a nivel de la
arteria braquial como sugestivo de la presencia de estenosis35 (figura 8).
Detección de estenosis
La estenosis en el segmento venoso de la fístula se puede producir en vasos centrales, segmento medio y
zona yuxtaanastomótica (primeros 5 cm), siendo esta última la más frecuente, mientras que en el injerto
habitualmente aparece en el trayecto de salida de la anastomosis con la vena. En estos puntos se produce el
resultado de una hiperplasia fibromuscular causada por el shear stress en las zonas más expuestas a este 37.
En los lugares en que se modifica el diámetro de la luz, se produce siempre una aceleración de la velocidad
(PVS) que puede dar lugar alaliasing (figura 5). Es un artefacto que aparece cuando el PRF es menor que el
doble de la frecuencia más alta de la señal Doppler, como sucede en las áreas turbulentas de alta velocidad
de las estenosis.
En el caso de detectarse una estenosis, se medirá el porcentaje que representa sobre la luz normal. Para el
cálculo de la estenosis se compara el diámetro mínimo intraluminal con el diámetro normal del segmento
próximo de la fístula (figura 10):
Aunque es fácil medir esta reducción en injertos, no lo es tanto en fístulas por las grandes dilataciones pre y
posestenóticas. Asimismo, en la zona yuxtanastomótica, la angulación del vaso no permite una fácil
medición. En este caso hay que recurrir a parámetros indirectos en la arteria que nutre la fístula para
conseguir una evidencia indirecta de una estenosis que puede llegar a ser importante. Esto también puede
suceder en injertos hechos de material radiopaco30.
La exploración ecográfica comenzará en la arteria braquial, que nos permitirá evaluar el flujo (el cual en el
caso de una estenosis significativa estará por debajo de 600-700 ml/min) y el IR, que puede encontrarse
elevado. Estos hallazgos, sin embargo, en una estenosis proximal podrían no estar presentes en el caso de
que existiesen colaterales previas a la estenosis que mantuvieran un flujo aceptable. Después recorreríamos
el resto de la arteria en el caso de la fístula radiocefálica, hasta llegar a la anastomosis, a partir de donde
continuaríamos proximalmente para recorrer todo el tracto venoso, primero en transversal para realizar el
estudio anatómico buscando los cambios de calibre. Una vez localizada la estenosis, con el modo Color
confirmaríamos la existencia de aliasing, ajustando siempre al alza el PRF (figura 5). Con el Doppler
cuantificaremos el PVS en la zona de calibre conservado previamente a la estenosis (figura 7), así como en la
estenosis en la zona de aceleración (figura 11) y la zona posestenótica (figura 12). Una medición de PVS > 400
cm/s se considera como hemodinámicamente significativa. Estableceremos asimismo el ratio de PVS entre la
zona estenótica y preestenótica. Se considera al menos un ratio de 2 para interpretar la estenosis
hemodinámicamente significativa tanto en injertos como en FAV; algunos autores consideran en esta última
más específico un ratio de 2,5 o incluso 3. En la zona posestenótica se observará un registro Doppler
característicamente turbulento18,30,38,39 (figura 12).
Una vez diagnosticada una estenosis significativa, no está clara la indicación y el momento de intervenir,
dado que, aunque hay estudios que demuestran un descenso de la trombosis con la intervención profiláctica
asociada al descenso del flujo42, un metanálisis reciente intenta demostrar la ausencia de beneficio en evitar
trombosis en injertos y, aunque desciende las trombosis en las fístulas, no modifica la supervivencia en
estas43. Sin embargo, este estudio ha sido relativizado por la heterogeneidad de los trabajos incluidos, por las
características de algunos pacientes con mayor riesgo de trombosis y, sobre todo, porque la definición de
estenosis era morfológica en la mayoría de ellos, y no hemodinámica 44,45. En una reciente revisión en la
utilidad de la monitorización, se confirma su ausencia de utilidad en el injerto, pero sigue sin quedar claro en
uno u otro sentido en la fístula por la ausencia de estudios con nivel de evidencia, y menos con ecografía
Doppler46.
El gran riesgo de una intervención profiláctica con una angioplastia innecesaria, basada únicamente en
imagen, es generar una hiperplasia intimal que puede desencadenar una trombosis, cuando una
monitorización conservadora podría haberlo evitado 47. Por lo tanto, la decisión de intervenir
radiológicamente debería basarse no solo en una imagen de estenosis de alto grado, sino en una
repercusión hemodinámica clara30,34. En este contexto, la ecografía se convierte en una herramienta de gran
utilidad, dado que en la misma exploración proporciona la información de la severidad de la estenosis y su
repercusión funcional. Ello puede permitir al nefrólogo tomar decisiones desde la cabecera del paciente,
evitando tanto demoras en las decisiones que implican un tratamiento precoz como pruebas agresivas en
casos en que las decisiones pueden ser conservadoras48-50.
La utilización de estos criterios ha de traducirse, por un lado, en la indicación del tratamiento orientada a
evitar el riesgo de trombosis y, por otro, en evitar el riesgo de reestenosis por el tratamiento de una
estenosis con poca o ninguna repercusión hemodinámica. Hay grupos que comienzan a utilizar la
combinación de criterios de un modo riguroso orientado en este sentido, como el grupo de Malik, que usa la
combinación de la reducción de la luz en modo B > 50 % + ratio PVS > 2 + al menos un criterio adicional (1.
Descenso del QA > 20 %; 2. QA < 600 ml/min; 3. Diámetro residual < 2,0 mm). Demuestran, de hecho, que las
estenosis sin criterios adicionales presentan un riesgo de trombosis a las 6 semanas del 1 % 50. Nuestro grupo,
en la misma dinámica, utiliza un criterio más riguroso, con una reducción de la luz en modo B > 50 % + ratio
PVS > 2, pero con criterios adicionales basados en el Q A < 450 ml/min, consiguiendo una tasa de trombosis
por paciente/año < 0,05 (en remisión a publicación). Sirva como ejemplo el paciente de las figuras 7 a 12, en
que con una estenosis > 50% y un ratio PVS >2, presenta un Q A > 700 ml/min.
Por último, conviene descartar la posible presencia de estenosis central. Aunque la ecografía tiene
limitaciones en esta área, en ocasiones puede visualizarse directamente. Los criterios hemodinámicos son
similares al resto del territorio venoso, describiéndose un ratio de PVS pre y posestenosis de 2,5 53.
Trombosis
La ecografía es el mejor método no invasivo para la detección de trombosis en fístulas e injertos. Permite un
diagnóstico precoz, sobre todo en el posoperatorio inmediato, bien por signos directos o indirectos. Los
criterios ecográficos de trombosis se basan en primer lugar en la ausencia de flujo tanto en Doppler como en
Color. Por otro lado, es fundamental constatar la no compresibilidad del vaso trombosado, dado que el
trombo puede no verse en la fase aguda. Ello, además, permite evaluar la extensión del trombo. El material
trombótico antiguo con mayor ecogenicidad se puede visualizar mejor en modo B 39.
Los signos indirectos se basan en la visualización en la arteria dadora de una onda trifásica de alta resistencia
similar a la de una arteria normal, no unida a una fístula, así como un bajo flujo en esta. Sin embargo, es
importante el diagnóstico de la presencia del trombo, ya que los signos indirectos en la arteria en caso de
trombosis pueden ser similares a los de una estenosis crítica 30 (figura 4).
Aneurismas y pseudoaneurismas
Ambos aparecen en las zonas de punción como consecuencia del daño vascular. La ecografía permite
diferenciar entre el aneurisma o dilatación venosa, el hematoma y el pseudoaneurisma. El aneurisma supone
una dilatación venosa superior a 1,5-2 veces el diámetro del vaso no dilatado. Puede estar desencadenado
por punciones repetidas o una estenosis proximal. El pseudoaneurisma supone una cavidad extravascular
generada por un hematoma en el que el orificio del vaso no se cierra y permanece una alimentación de
sangre constante. La ecografía es especialmente útil en diferenciar el pseudoaneurisma del hematoma al
permitir ver el flujo activo de sangre fuera del vaso, constatándose la presencia de característicos signos de
«entrada-salida» en el registro Doppler. La ecografía permite diferenciar, por lo tanto, entre un aneurisma,
un hematoma, un pseudoaneurisma tributario de cirugía o un pseudoaneurisma en proceso de trombosis
que se puede manejar de un modo conservador30,54 (figura 4).
Robo
Las características del paciente que llega a programa de hemodiálisis a expensas de la cada vez mayor
comorbilidad, sobre todo diabetes y arteriopatía, incrementa el riesgo de isquemia en relación con el AV. Es
especialmente frecuente en injertos, por el mayor flujo. El AV roba no solo la sangre de la arteria dadora, sino
también la de la mano retrógradamente, pudiendo comprometer la vascularización de esta. De hecho, se
asume que este «robo» sucede en el 75-90 % de los pacientes tras la cirugía 18. Habitualmente este fenómeno
transcurre asintomático por mecanismos compensatorios. Sin embargo, cuando estos fallan en mantener la
perfusión distal, convierten el fenómeno de robo en síndrome de robo. Este se caracteriza por el dolor
durante la diálisis o en reposo, aparición de úlceras tróficas, etc. Por ello es importante en el mapeo el
despistaje de patología que puede conducir a su aparición. Esto implica una cuidadosa evaluación tanto de la
arteria radial como de la cubital para descartar estenosis u oclusiones. El Doppler espectral, en especial en la
maniobra de hiperemia reactiva, se ha relacionado con el robo no relacionado con alto débito por la
incapacidad de las arterias de la arcada palmar de vasodilatarse 30. La dirección del flujo distal a la
anastomosis es fácil de demostrar por el Doppler, documentado el robo.
Desde el punto de vista etiopatogénico, existirían 3 formas diferentes de síndrome de robo: a) presencia de
una estenosis arterial con una reducción anterógrada del flujo; b) un alto flujo del AV provocado por una
anastomosis de grandes dimensiones, que se ha sugerido a partir de 1600 ml/min 55, aunque las Guías de la
Vascular Access Society sugieren que puede aparecer a partir de flujos de 1000 ml/min 56, y c) fracaso del
lecho vascular del antebrazo para adaptarse a las nuevas condiciones hemodinámicas del AV, generalmente
con relación a la presencia de arteriosclerosis54.
La utilidad de la ecografía será identificar su causa, jugando un papel estratégico para enfocar el
tratamiento. En primer lugar se medirá el flujo braquial que excluiría la posibilidad de un robo de alto flujo;
posteriormente habría que intentar identificar lesiones en lecho vascular arterial, para finalmente estudiar la
dirección del flujo en la arteria distal a la anastomosis. En el caso de que se observase invertido, la dirección
adecuada se asume que se recuperaría con la compresión del AV54.
El siguiente objetivo de la ecografía sería sugerir los potenciales tratamientos capaces de resolver o mejorar
el cuadro antes que tener que cerrar el AV. En el caso de estenosis arterial, la posibilidad de angioplastia; en
el caso de alto débito, se podrían plantear diversos tratamientos orientados a reducirlo, desde la ligadura de
venas de drenaje al sistema profundo, como la perforante a cirugías de reconstrucción como el DRIL (Distal
Revascularization - Interval Ligation), RUDI (Revision Using Distal Inflow), banding, etc.
Es conocido el riesgo de que un AV con un inapropiado alto flujo pueda desencadenar un fallo cardíaco. La
sobrecarga en el miocardio implica un remodelado caracterizado por el aumento del diámetro ventricular a
expensas de una hipertrofia excéntrica, observándose un aumento de masa del ventrículo izquierdo, hecho
que retrograda con el cierre del AV57. Hay, sin embargo, una falta de consenso en qué se entiende por AV de
alto flujo y sus posibles efectos cardiovasculares relacionados. Se ha considerado que a partir de un Q A de
1000 - 1500 ml/min, puede haber complicaciones a nivel cardiaco 56.
Sin embargo, de algún modo la adaptación cardíaca al AV puede tener cierto parecido con el corazón del
corredor de maratón en que el continuo entrenamiento provoca un descenso en la resistencia periférica,
como si se tratase de una «fístula fisiológica» con una sobrecarga de volumen e hipotrofia ventricular 57. En
este contexto hay una corriente importante que destaca la importancia del ratio entre flujo y gasto cardíaco
(ratio QA/GC), resaltando que si la ratio excede el 30 %, un fallo congestivo de alto débito puede presentarse
independientemente del valor absoluto de QA58. Los pacientes con AV de alto débito incrementan su
volumen telediastólico con el consabido riesgo de fallo cardíaco. De hecho, se ha propuesto que los
pacientes con QA > 2000 ml/min en comparación con los de Q A < 1000 ml/min presentan una marcada
tendencia a un alto volumen ventricular izquierdo 59. Un reciente trabajo muestra como la ratio Q A/GC
presenta un comportamiento en curva polinómica, esto es, valores de 0,95 l/min a 2,2 l/min no presentan
cambios significativos en el gasto cardíaco, es decir que un incremento en el Q A no se asocia a un paralelo
aumento del GC, hipotetizándose la posible existencia de una reserva funcional capaz de soportar un
incremento en el QA a largo plazo sin provocar insuficiencia cardíaca. Pero, a partir de aquí, el análisis por
curva ROC propone un punto de corte en 2-0 l/min como valor predictivo para la aparición de fracaso
cardíaco congestivo de alto débito, incluso con niveles de recirculación pulmonar del 20 % 60.
No hay que olvidar, no obstante, que, en un fallo cardíaco, antes de intervenir para reducir el Q A debieran
descartarse otros factores, como anemia, hipertensión, exceso de peso seco, etc. Si los signos de fallo
cardíaco persisten, el cirujano tendrá que corregir un Q A persistentemente > 2,0 l/min, valorando una cirugía
reductora del flujo o incluso el cierre del AV57.
En resumen, la presencia de una fístula puede tener un paradigmático efecto protector sobre el miocardio a
expensas de un remodelado positivo61; incluso se ha demostrado que pacientes con AV con adecuado Q A se
asocian a menor incidencia de isquemia miocárdica asociada a la diálisis y riesgo de mortalidad 62, pero, por
otro lado, no hay que soslayar sin embargo el continuo envejecimiento de la población y la comorbilidad que
hacen al miocardio vulnerable, por lo que habrá que valorar el riesgo/beneficio en la situación siempre antes
de la realización de un AV proximal que podría dar lugar a complicaciones cardiovasculares; y, una vez
realizado este, en caso de fallo cardíaco, ponderar el valor de los flujos elevados, en especial a partir de 2000
ml/min57.
FORMACIÓN
Estos programas de formación han logrado dotar al nefrólogo de un grado de autonomía que permite
rentabilizar la logística sanitaria en un alto grado, al no depender de otros ámbitos para solventar la mínima
duda diagnóstica y poder optimizar los recursos radiológicos y quirúrgicos al usarlos de un modo mucho más
específico65. En nuestro entorno comienza a haber experiencias consolidadas 49,66,67, que pueden ir abriendo
un camino que a la larga se traducirá en su incorporación al sistema de formación del especialista en
Nefrología. Por ello, habrá que ir adaptándose en función de las circunstancias de cada centro, para que
todas las especialidades involucradas en este proyecto multidisciplinar participen de forma que todos
podamos salir beneficiados.
Conceptos clave
1. La ecografía es una técnica no invasiva que permite el diagnóstico de la patología del AV con una alta
sensibilidad y especificidad.
3. El mapeo ecográfico permite aumentar el éxito en la creación del AV en pacientes de alto riesgo de
fracaso.
5. Tiene la misma capacidad diagnóstica que la radiología (salvo en vasos centrales), a lo que se añade la
ventaja de la valoración hemodinámica que se ha demostrado necesaria para la indicación del tratamiento de
la estenosis.
9. Puede permitir al nefrólogo tomar decisiones desde la cabecera del paciente, evitando pruebas
agresivas en las decisiones conservadoras o demoras en las decisiones que implican un tratamiento precoz.
Arteria
Muñeca > 1,5-2,0 mm
PVS > 50 mmHg
IR (test hiperemia) < 0,7
Morfología de pared y calcificaciones
Vena
Cefálica muñeca > 2 mm
Cefálica brazo > 3 mm
Incremento de calibre tras torniquete > 40-50 %
Permeabilidad central
-Fasicidad respiratoria
-Pulsatilidad cardíaca transmitida
Fig. 05. Modo Color Estenosis Fig. 06: Trombosis parcial de anurisma venoso de FAV
Foco
Figura 7. Modo Doppler espectral. Estenosis. Figura 8. Medición del flujo. Arteria braquial.
Muestra colocada preestenosis Muestra ocupando toda la luz. Flujo: 749 ml/min, IR 0,54.
Fig. 09. Medición del flujo. Arteria braquial. Fig. 10. Modo B. Cuantificación de la estenosis (> 50 %)
Fig. 12. Modo Doppler espectral. Estenosis. Muestra colocada posestenosis. Flujo turbulento
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