Problemas Relato
Problemas Relato
Problemas Relato
A ella le gustaba mucho enterarse de muchas cosas, de qué había dicho el presidente,
de si había subido el precio de la lechuga, quién hizo el gol de Peñarol y quién el de
Nacional, si encontraron al asesino misterioso de Nueva York, qué se puso en la fiesta
del sábado Eunice Castro y qué dice el horóscopo de la semana que viene…. Y, por
supuesto, leía sin parar de reírse todos los chistes de la última página.
Pero lo que Mafalda más esperaba del diario del domingo, era esa jugada de ajedrez
que solían publicar. A ella le encantaba resolver los problemas y concursar con su
solución junto a todos los lectores, y también le gustaba ver cómo había ganado el
campeón mundial su última partida.
Y en eso estaba Mafalda, cuando se dio cuenta de lo que había pasado… ¡Su queridísimo
Pluto (su perrito), se había comido un pedazo del
diario! ¡Y justo había dejado el jaque Mate del
campeón mundial por la mitad! ¡Qué desgracia!
¿Cómo habría salido airoso esta vez Carlsen? Mafalda se desesperaba por averiguarlo,
pero en la parte del diario que Pluto había dejado sana, se podían leer las jugadas de las
negras, y tan sólo la última jugada de las blancas:
Blancas Negras Y a continuación podía leerse: “Y con su cuarto movimiento,
Carlsen dio el Jaque Mate de la Escalera al Rey negro”
4.Ta6 mate
Sin embargo, existe una solución alternativa, muchísimo más compleja, que nos puede
auxiliar si lo que nos interesa es trabajar en búsqueda de soluciones no convencionales
con nuestros alumnos.
Conociendo las movidas que realizará nuestro oponente, sólo es cuestión de imaginar
dónde deben quedar nuestras piezas en la posición final, independientemente de lo
lógicas que puedan resultar las jugadas.
Este cuento está inspirado en un viejo relato creado por Sam Loyd, que propone un mate
en sólo cuatro jugadas desde la posición inicial.
1. f3
2. Rf2
3. Rg3
4. Rh4
Y en este momento, las negras dieron jaque mate.
1. f3 e5 (ó e6)
2. Rf2 Df6
3. Rg3 Dxf3???!!!
4. Rh4 Ae7 mate!
Tan difícil y tan pareja, que nadie podía adivinar quién ganaría…. ¡Y ninguno de los
jugadores podían distraerse ni un segundo, pues ello podría resultar fatal!
Y así fue que comenzó esta historia…. Cuando la partida llegó a la posición del tablero,
a Juanma lo llamaron por teléfono.
Cuando Juanma se retiró del tablero, Daniel comenzó a pensar su movimiento…. A ver…
puedo comer el peón de a7, puedo comer
también el de d4… ¡Uy! ¡Tengo mi alfil en
peligro!… Hmmm… entonces… ¡Hago esta
movida!
Y la hizo, nomás.
Pero cuando Juanma volvió, lo primero que advirtió fue la terrible trampa de su amigo.
Y estaba a punto de decirle que estaba muy enojado por eso, cuando se dio cuenta de
que en realidad, le había dejado el partido servido… ¡Podía darle Jaque Mate!
• Te daré una lección – dijo Juanma, e inmediatamente ¡le dio el mate del Pasillo!
¿Puedes descubrir cuáles fueron las tres jugadas tan pero tan malas que hizo Daniel y
cómo le dio Jaque Mate Juanma? Muéstralas sobre el tablero con flechitas
¿Y con la de Juanma?
El relato toma además elementos de la mitología griega, algo que le otorga el valor
adicional de vincularnos con una parte importante de la cultura de la humanidad, y abre
las puertas a un trabajo interdisciplinar de singular interés.
En este caso, como indica el nombre del cuento, el relato nos llevará al Rey Midas, ese
monarca que tenía la capacidad de convertir en oro todo lo que tocaba…
La mitología griega cuenta que el Rey Midas en cierta ocasión agasajó por una semana
al tutor del dios del vino Dioniso y este, en agradecimiento prometió concederle el deseo
que Midas quisiera. El rey pidió el poder mágico de transformar todo lo que tocase en
oro y Dioniso cumplió.
Al principio todo parecía maravilloso pero… ¡todo don tiene un precio! Y este fue para
Midas el que no pudiera usar su mano como lo hacía habitualmente: en algún momento,
por ejemplo, tocó a una persona amada y también la transformó en oro. Por ello fue que
Midas habló con Dioniso contándole lo sucedido y rechazó el don. Dioniso se rió, lo
mandó a bañarse en el río Pactolo y así todo volvió a la normalidad. Por ese motivo es
que, tiempo después, a orillas de ese río se encontraron pepitas de oro.
Una versión de la historia cuenta que a Midas le habían dado un guante que anulaba
momentáneamente su toque de oro, pero más allá de todo lo que se pueda decir sobre
este rey, hoy quiero contar la historia de su hija.
Zoe era una inteligentísima y bellísima princesa que creció disfrutando de los placeres
que da la riqueza pero su verdadero goce lo tenía jugando ajedrez. Era casi invencible.
Tanto le gustaba jugar, que su padre le regaló un hermoso ajedrez ¡hecho de... oro! Pero
no todas las piezas -sino no se podría diferenciar cada bando- así es que las blancas eran
de oro pero las negras, de plata. En este increíble tablero, Zoe llevaba adelante sus
mejores batallas.
Cierto día, llegó al palacio, el príncipe Sargón para pedirle a Midas la mano de su bella
hija.
-¡Espera padre! –dijo Zoe y agregó –A Sargón lo conozco. Sé que es ambicioso. Tal vez
venga acá por tu riqueza. También sé que es un embustero peleador, que podría tomar
mi negativa como una ofensa y así generar una pelea entre reinos.
-Tengo una idea. Lo vi jugar ajedrez y lo hace mal. ¿Por qué no le propones que juegue
un partido conmigo? Si me gana, me caso con él; caso contrario puede darse por
rechazado. De esa manera no podrá acusarte de nada.
-Confía en mí.
Así fue como el rey Midas, haciéndole caso a su hija, lo invitó a cenar a Sargón y le
comunicó la propuesta. Al terminar de comer, trajeron el juego de Zoe y dispusieron una
mesa para que los dos pudieran jugar más cómodos. El rey junto con el resto de la corte
eran los espectadores privilegiados del evento.
-¡Qué hermoso juego! Muy lindo material.
Todos habían visto esta secuencia, incluso su rival pero en el preciso instante en que Zoe
agarró su dama, Sargón, con la excusa de acomodarse en la silla, le dio un rodillazo a la
mesa y tiró el peón blanco de c6. Por supuesto, la princesa tomó al peón caído, lo volvió
a colocar en la casilla y entonces realizó la esperada 1.De3+.
-¿Qué está usted haciendo, princesa? –le increpó Sargón -¡No resulta válido realizar tal
cosa!
-No comprendo, príncipe Sargón ¿Insinúa usted que no resulta posible que mi dama
pueda ofender a su majestad negra? ¡No he hecho más que darle un Jaque!
-Sí, princesa, está usted en lo correcto: esa jugada da jaque. Pero es importante que
observe que luego de tomar su dama, ha tocado mi peón… Y como reza la regla sagrada
del ajedrez: ¡Pieza tocada, pieza movida!
-Es correcto príncipe. Lo he tocado con mi delicada mano, pero tan sólo para acomodarlo
en el tablero porque usted lo había tirado involuntariamente.
-Comprendo princesa, pero tal comportamiento no se adecúa a las reglas de este noble
juego. Entiendo que el rey Midas y su noble familia respetarán las reglas de juego y los
acuerdos. Según el reglamento al tocar su dama debe usted moverla, pero si en el mismo
acto toca usted también mi peón, está obligada a capturarlo con ella.
-¡Qué modales los de mi futura esposa! Llamarme tramposo a mí, cuando la que no
respeta las reglas es ella.
El murmullo de los presentes sólo era silenciado por la preocupante mirada de Midas.
De hecho, el rey estaba a punto de frenar todo cuando Zoe lo miró y mientras capturaba
el peón, le hizo una seña tranquilizadora.
-No resultaría de mi agrado contradecirlo, príncipe . Pero realmente, creo que es usted
un oponente menos calificado en estas artes que en muchas otras. Diría que puedo
vencerlo hasta con las manos atadas…
-¿Cree usted que está en condiciones de apostar al respecto? ¡Prometo darle Jaque
Mate en dos jugadas y con mis manos atadas!
-¿Jaque Mate? ¡Quizás los nervios del momento han confundido a la princesa, y no ha
notado que las piezas de oro son las mías!
- Veo que tiene más rapidez para el sentido del humor que para aceptar mi reto, príncipe
Sargón. ¿Se siente quizás intimidado? Haré mi próxima movida y entonces
encomendaremos a los guardias que han tenido la delicadeza de acompañarlo que me
aten las manos detrás de la espalda. Tan sólo entonces, usted moverá una de sus piezas
y yo encomendaré a una persona de mi confianza que realice la jugada precisa para dar
Jaque Mate, dado que tendré mis manos
inmovilizadas.
-Le queda una movida, majestad. Una movida para ser mi legítima esposa, a menos que
logre dar un jaque mate poco menos que imposible... ¿Está usted preparada?
-Por supuesto. Le diré a una persona muy querida por mí que realice la jugada final. -
dijo Zoe, y sin más, llamó al Rey Midas.
-¡Padre! ¿Serías tan amable de quitarte el guante de tu mano y jugar por mi 3…hxg3?
Al realizar esa movida, el peón negro de plata que estaba en h4 se transformó en oro
por lo que en el tablero quedó la siguiente posición con el rey blanco en Jaque Mate.
El peor jugador del mundo resulta un hombre que podemos inventarnos de distintas
maneras. Un apasionado por el juego, algo distraído, de escasa fortuna y mucha timidez,
que se pone excesivamente nervioso cuando está a punto de ganar un juego.
No es que juegue especialmente mal, no, para nada. El peor jugador del mundo ama al
ajedrez y lo ha jugado por mucho tiempo, lo ha abrazado con pasión y ha entregado
horas y horas a su estudio. De hecho, suele obtener buena ventaja en partidas con
jugadores de buen nivel, e incluso alcanza situaciones completamente ganadoras. ¿Y
entonces? ¿Qué sucede?
Entonces sucede que el peor jugador del mundo, siempre, absoluta e invariablemente
siempre, entra en estado de pánico ante la proximidad de la victoria. Una victoria que
no se le ha presentado nunca en primera persona, a la que aún no ha tenido el gusto de
conocer.
Nunca el peor jugador del mundo ha logrado ganar una partida. Cada vez que está a
punto de hacerlo, comete una torpeza de un nivel inimaginable, y, lejos de ganar el
juego, la derrota se le presenta una vez más, inexorable y vacía.
Sus manos sudorosas se acercaron a sus piezas, pero no movió. Dudó, dudó y volvió a
dudar. ¿Ataco o me defiendo? ¿Me defiendo o ataco? La duda lo carcomía, tanto que
optó por dejar de lado sus pensamientos y guiarse por sus emociones. ¡Craso error!
Justo esas emociones que son las que lo traicionan en los momentos decisivos.
Y así, el peor jugador del mundo volvió a cometer el error decisivo. ¿Sabes qué jugada
eligió, y cómo lo condujo a la derrota?
Bueno, el fin del relato en forma de interrogante puede ser el disparador en el aula para
entregarnos colectivamente al despeje de esa incógnita. Muchas jugadas muy malas se
pueden sugerir, y los chicos suelen proponer aquellas en que las blancas entregan
sosamente su dama perdiendo toda ventaja. 1.Dg8+, 1.Df8+, 1.Dd2, 1.Dd5, etcétera…
Sin embargo, el peor jugador del mundo es realmente el peor: sus errores lo conducen
a algo mucho menos irrevocable que la pérdida de una pieza, por más valiosa que esta
sea: sus errores lo llevan a recibir jaque mate de manera instantánea, sin posibilidad de
levantarse más…
Delfina era una excelente jugadora. Realmente era muy superior a nuestro héroe. Tan
superior, que logró encontrar una forma de que él pudiera ganarle, sin que pudiera
evitarlo cometiendo ningún tipo de sus habituales torpezas de último minuto…
La posición a la que arribaron es la que muestra el diagrama. ¡El peor jugador del mundo
debía mover con negras en este momento, y no tenía más que retroceder con su alfil de
h4 -por ejemplo 1...Ag5- para permitir que la torre de h6
ataque al rey y dé… jaque mate!
1… Txh7?????
¡¡Tremendo error!! La torre optó por comerse un alfil inexpresivo, que atacando por
casillas blancas no molestaba de momento a su rey, amén de que se encontraba en un
cuadro en el que el propio rey podía capturarlo, y de que, por supuesto, perdiera la
oportunidad de dar jaque mate.
¡Pero no sólo eso! Además, ahora la torre ha encerrado a su propio rey, y son las blancas
las que pueden dar un simple mate del pasillo…
Delfina lo pensó muy bien… podría acabar ya mismo la partida si movía 2.Tf8 mate…
pero ella, desde su profundo amor, tuvo una idea mucho mejor. ¿Sabes cómo hizo
Delfina para ayudar al peor jugador del mundo a ganar su primer partida de ajedrez?
2.Tc8+????
¡Gracias Delfina!
El Dr. Copiowsky era uno de los hombres menos conocidos de su Varsovia natal. Lo
conocían sus padres, una abuela –pero que en los tiempos que corrían al relatar esta
historia, ya había abandonado esta tierra-, un primo lejanísimo, tan lejano que vivía en
Rumania, y también lo conocían dos vecinos y tres pacientes a los que atendió hasta el
día en que se jubiló, dos de los cuales, tal vez –pensaba Copiowsky- ya estarían visitando
a su abuelita en el más allá… Eran pacientes que lo estimaban mucho, y se atendieron
con él durante años: les encantaba que Copiowsky abriera el libro añejo de sus tiempos
de Facultad, y buscara en las imágenes del libro cuál era la dolencia que había que curar.
Y que les recetara exactamente –ni más ni menos-, lo que en el libro indicaba…
Sí, Copiowsky era un hombre gris. Gris, ni siquiera en blanco y negro. Gris, todo gris,
totalmente gris. Hasta se vestía de gris. Y no era porque le gustara especialmente el gris,
sino más bien porque nunca había tenido una idea brillante. Ni siquiera una idea no tan
brillante. Casi ninguna idea, casi casi se podría decir que tampoco había tenido jamás
una mala idea. Ni una sola idea.
Un día gris, como casi todos, caminaba Copiowsky por el centro de su Varsovia. Al pasar
frente al Klub Szachowy Warszawa (el club de ajedrez de Varsovia), inesperadamente se
encuentra con uno de sus viejos pacientes, uno de los más más más viejos de todos ellos,
al que Copiowsky ya imaginaba junto a su abuelita en alguna nube, pero que estaba allí,
junto a un señor muy alto y delgado, con un bigote largo que se enrulaba en las puntas
y vestía trajes de colores muy llamativos.
Y así comenzó una larga conversación en la que el Barón contó sus peripecias en los
países más exóticos, y las aventuras más desopilantes… y Copiowsky se limitaba a decir…
Ambos subieron los cuarenta y ocho escalones que separaban la bellísima puerta de
entrada del salón principal, y al cabo de unos pocos instantes estaban apoltronados en
unas antiguas y muy cómodas sillas, frente a frente, y separados por un juego de ajedrez
de madera, tallado a mano, bien de época y con rasgos evidentes de haber sido utilizado
en muchísimas batallas memorables.
En unos instantes, la partida comenzó… El Barón se había sentado del lado de las
blancas.
Partida número 1
1. c4
El Barón eligió comenzar con esta movida, llamada “Apertura Inglesa”, que según él
había aprendido en una tarde de alto el fuego en plena primera guerra mundial, ¡cuando
compartió trincheras con el gran Howard Staunton! ¡Pero los conocimientos
ajedrecísticos de Copiowsky no eran lo suficientemente amplios como para saber qué
Staunton había muerto mucho antes de la Primera Gran Guerra!
1…. c5
Copiowsky elige la llamada “Variante Simétrica”, una de las maneras más utilizadas para
luchar contra esta apertura.
2. Cf3, Cf6
3. g3, g6
4. Ag2, Ag7
Ambos bandos han elegido desarrollar sus piezas de una manera muy normal… sin
embargo, una leve sospecha entra en la cabeza del Barón. Y para comprobarla, hace una
mala jugada a propósito…
5. a3, a6
- Mmmmm… “¡probaré con otra!” – pensó el Barón, que seguía
sospechando cada vez más, y jugó…
6. h4, h5
7. Da4
- Jeje, ahora tendrás que pensar tu propia jugadita, jajaja –se relamió para
sus adentros-.
Pero sin embargo, la respuesta del imperturbable hombrecito de gris fue inmediata
y sin lugar a duda alguna:
7… Da5????
- ¡Pero esto no me ha sucedido ni en Kamchatka! ¡Le comeré la dama de
inmediato! Ahhh noooo… se me ocurre una idea mucho mejor… Quiero
ver si este hombre copia todas las movidas, y asumiré el riesgo de que
me coman la dama en lugar de aprovecharme y comerla yo… Total, si
pierdo, le digo que me distraje y empezamos una nueva partida, jejejeje.
8. Dc6??!!
¡El Barón se arriesga al todo o nada! En lugar de comer la dama negra, hace esta insólita
movida, ¡que permite a su oponente comer la suya de tres maneras diferentes! ¡La
jugada es muy mala en sí misma, pero si Copiowsky sigue con su plan imitativo…
funcionará!
8….Dc3????
- Jeje, ¡Lo sospeché desde un principio! –pensó el Barón, muy feliz por su
astucia.
- No, por favor, siéntese… ¡Nunca dejo a un oponente sin derecho a una revancha!
Copiowsky retornó a su silla, y rápidamente volvió a acomodar las piezas negras de su
lado. El Barón sabía que debían cambiar de color, pero entendió que Copiowsky no sabía
mucho de ajedrez, y decidió aprovecharse de la ventaja que su oponente le concedía.
En tantos años de guerras e historias de supervivencias, Münchaussen había aprendido
que ninguna oportunidad de salir airoso debía dejarse pasar…
Partida número 2
Esta vez, el barón cambió de apertura, pero no de táctica… ¡Y la victoria fue más rápida
aún!
1. d4, d5
Apertura de peón dama, pero… ¿A quién sorprende a estas alturas que Copiowsky imite
a su oponente?
2. Dd3, Dd6
El hábil Barón Münchaussen tenía un plan entre manos…
3. Dh3??!!!!
¿Muy mal jugado? El alfil de c8 podría comer la dama ya mismo, pero conociendo al
oponente, una vez más el Ba rón aceptó correr el riesgo. Y una vez más, los resultados
le dieron la razón!
3…Dh6??????
Ninguna sorpresa, ¿Verdad?
El Barón había notado que no había equivalencias en la lucha, y quiso ser cortés con su
nuevo amigo. Sin embargo, por primera vez, o al menos por primera vez en muchísimo
tiempo, o mejor dicho, por primera vez que él recuerde, a Copiowsky se le había ocurrido
una idea. Es más: ¡Se le había ocurrido una genial idea!
Y así fue que volvió a tomar las piezas negras, con la complicidad secreta del Barón, que
esperaba una nueva y rápida victoria…
Partida número 3
1. e4
Esta vez, un poco aburrido por los juegos precedentes, el Barón Münchaussen decidió
comenzar con el peón del rey. Esperaba la respuesta automática 1… e5, pero Copiowsky
lo sorprendió.
1….d5!!
Esta era la idea del Doctor… ¡En pocas jugadas, serán testigos de su nueva técnica!
2. e5 d4
3. c3 f6!
4. exf6 dxc3!
Copiowsky está copiando las jugadas…. ¡Pero en sentido inverso! Les tengo que confesar
que esto a Münchaussen lo estaba poniendo nervioso… y eso que no era fácil poner
nervioso a un hombre que había pasado por tantas aventuras en su vida. La partida
continuó por esas sendas…
5. fxe7 cxd2+
6. Axd2 Axe7
7. Cf3 Cc6
8. Cc3 Cf6
9. Ce2 Cd7
10. C3d4 C3e5
11. Ce6
- jejeje… ¡La nueva técnica no le ha servido al pobre! ¡Le he encerrado la dama! –pensó
Münchaussen con una sonrisa triunfal debajo de su enrulado y largo bigote-.
Partida número 4
• No se enoje, Barón, pero se me hace muy tarde… Es que son las 8 de la noche en
punto, y ni una sola vez en toda mi vida adulta, he dejado de llegar a casa a la
misma hora…
• ¡Pamplinas! –bramó Münchaussen- Una vez en la vida… ¡Deje sus insoportables
rutinas! ¡Esta partida es mucho más importante que cualquiera de ellas!
Partida número 5
1.e4 e5 2.d4 d5 3.c4 f5 4.f4 c5 5.exf dxc 6.dxc exf 7.Axc4 Axf5 8.Axg8 Axb1
9.Axf4 Axf5 10.Axb8 Axg1 11.Txb1 Txb8 12.Txg1 Tx g8 13.Dxd8+
Y ahora sí, por fin, el Barón sabía que había arruinado definitivamente los planes de su
archirrival. Ahora no había más opción que tomar la dama, terminando con las simetrías
definitivamente…
Los rivales se estrecharon las manos y se retiraron sin hablar. Ambos habían aprendido
algo muy importante para el resto de sus vidas: Copiowsky comprendió que el valor de
las ideas propias, y que copiar no era una buena “receta” para la vida. Y el Barón terminó
de entender que en la vida, el rival a superar es siempre… ¡Uno mismo!
¡¿Vale retroceder la jugada?!
Cuando Irina y Matías se encontraban a la salida de la Escuela, entre cafés con leche y
tostadas con mermelada jugaban muchas partidas de ajedrez.
Los Simpson eran su dibujo preferido, y, como los daban siempre a esa hora, ponían la
tele mientras jugaban. Por ese motivo, mientras se reían de lo que había hecho Burt, o
de la ingeniosa respuesta de Lisa, los partidos transcurrían sin demasiada concentración
de ninguno de los dos, que solían meter la pata bastante seguido…
Por eso, habían puesto una regla que respetaban a rajatabla, de la que nadie se quejaba:
se podía pedir disculpas y retroceder la jugada tres veces por partida para cada uno,
siempre y cuando lo pidiese antes de que su rival tocara la pieza para mover.
Así, llevaban muy bien la cuenta de quien había ya usado ese derecho, anotando con
palitos en una servilleta de papel.
Cuando en la primera partida de la tarde llegaron a la posición del diagrama, las blancas,
que las estaba usando Irina, acababan de mover.
Mientras ambos reían a pata suelta de la macana de Homero, Irina advirtió su error, y
exclamó:
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¡¡Encuentra la manera!!!
Las blancas habían movido
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Durante sus travesías, habían construido un tablero con las maderas de una balsa que
encontraron en el mar, seguramente de algún náufrago que se la había dejado olvidada
en el agua… Y las piezas, lograron hacerlas con migas de pan. Para colorear las negras,
usaron tinta de calamar, de los que pescaban todos los días.
Casi siempre, Parche Torcido y Calavera No Chilla jugaban sus partidas en la cocina del
barco, dónde comían más pescado que piezas contrarias.
Pero ese día, el sol estaba precioso, y decidieron salir a jugar una partidita en la cubierta
del barco. Claro, con el olorcito a pan y tinta de calamar que salía del tablero, la cubierta
se llenó de hermosas gaviotas que revoloteaban
sobre ambos jugadores, en busca de poder comer
alguna miguita.
Pero fue entonces que otra gaviota cayó inesperadamente sobre el tablero, llevándose
a la panza la torre negra de b5…
- ¡Quien ríe último ríe mejor, tonto! - se burló Parche Torcido-. Ahora te
daré mi favorito “Mate de las Dos Espadas”
Y sin esperar que otra gaviota le arruine la
partida, dio Jaque Mate a su sorprendido
oponente, que juró vengarse en la próxima
partida.
Esta historia siempre la tuve en un sitial de privilegio, dentro de las que más me gustan
de mi propia cosecha hasta el momento…. Me gusta la idea de que las piezas se hicieran
con migas de pan y tinta de calamar y que eso atrajera a las gaviotas y así se llegase al
nudo del problema. También, por supuesto, la escenificación ajedrecística que se
produce, con dos problemas de mate en la misma situación, lo que también implica un
desafío creativo bien interesante.
• En la primera situación, las blancas podía jugar 1.Dc7 mate, ya que la dama se
encontraría defendida por el alfil de g3. Sería un grave error 1.Db8+?? porque las
negras comerían la dama con su torre.
• En la segunda posición, desaparecidas la dama y la torre, las blancas darían un
bonito jaque mate con 1.Axa6, coordinando la acción de ambos alfiles y
controlando los cuadros de ambos colores en torno al rey adversario.
Para niños de un nivel más avanzado, generé posiciones de mate en dos jugadas con
idéntica lógica.
En la posición del primer diagrama, las blancas planean dar mate con su dama en g7 ó
h8. Para ello, deben despejar la diagonal que obtura su propia torre. Por lo tanto, la
jugada planificada es 1.Txg6+! y ante cualquier respuesta de las negras (tanto 1… fxg6
como 1...Rf8), las jugadas 2. Dg7 ó 2. Dh8 serían jaque mate. En caso de no tomarse la
torre (1… Rf8), hay otros dos jaques mate posibles, tanto con 2. Txf7, dando acción a la
potente torre blanca de f2, como con 2.Ce6!, aprovechando la clavada del peón de f7.
Pero para el segundo diagrama, las cosas han cambiado: la dama blanca desapareció, y
también el peón negro de g4. Esto nos habilita a pensar que será el alfil blanco de h3 el
que cobre vida, y nuevamente la jugada clave 1.Txg6+!! resuelve el conflicto: si la torre
es capturada (1… fxg6), es mate con 2.Ae6! y si el rey se retira (1… Rf8), continúan
vigentes las posibilidades de dar mate con 2. Txf7 y 2.Ce6.