Tema 2
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Además, Sánchez Vidal contempla 5 tipos o funciones del cambio en la acción social:
- Prestación de servicios personales, sociales o comunitarios
- Desarrollo de RRHH
- Prevención (primaria, secundaria y/o terciaria) de problemas psicológicas o sociales. Prevención
terciaria sería cuando ya ha ocurrido y se hace prevención para que no vuelva a ocurrir. Ocurre cuando
se radicaliza el problema (con los primeros casos sería secundaria).
- Reconstrucción social a través de la potenciación de determinados contextos o instituciones. Ej:
solucionar el problema de bajo grado de población activa en el Puche a través del uso de capacitación
profesional (potenciamos un contexto). Luego se pueden producir impactos (resultado inesperados
producto de esa intervención).
- Cambio social de una sociedad o comunidad, incluyendo la redistribución del poder.
1.2 Definiciones
Collerete y Delise (1988) definieron la intervención como “esfuerzo deliberado para cambiar una
situación que resulta insatisfactoria, mediante una serie de acciones cuya elección y coordinación
son producto de un análisis sistémico de la situación en cuestión”.
En resumen, los cambios planificados son provocados por intervenciones planificadas (programas
sistemáticos) con acciones organizadas, estructuradas y secuenciadas; y orientadas a la
optimización del comportamiento de individuos, grupos, organizaciones, etc.
Sin embargo, también se pueden producir cambios no intencionales. Los efectos finales pueden ser
positivos o negativos. Así, toda intervención, por muy planificada que esté, debe asumir el cambio
intencional y el no intencional.
Fisher (1982) describe las estrategias del cambio planificado desde tres perspectivas:
- Perspectiva racional-empírica. Ej: covid. Cambio que se produce cuando las personas
reciben suficiente info que justifique el cambio. Se entiende que los individuos son racionales
y actúan en interés propio.
- Perspectiva reeducativa-normativa. Además de la racionalidad se asume una serie de
normas sociales y compromisos (actitudes, valores) que guiarán la conducta.
- Perspectiva coercitiva de poder: Cambio por presión del poder político establecido (ej:
tabaco).
Perseguir el cambio social debe constituir siempre una meta continua a formular tanto teórica como
prácticamente, independientemente del tipo o modelo de intervención social que se lleve a cabo.
En general, las definiciones del concepto de intervención están muy vinculadas al concepto de acción,
pero no a una acción causal ni sistémica, sino intencionada y planificada, llevada generalmente a
cabo a través de algún tipo de interacción interpersonal, con el objetivo de buscar soluciones efectivas
a problemas prácticos concretos y proveer de bienestar a la población destinataria. Para algunos
autores el término intencional es impreciso, por lo que se entiende que hay que hacer explícito que se
alude convencionalmente a las intervenciones derivadas de las decisiones de las políticas sociales
públicas (Casas).
Sánchez Vidal, por su parte, distingue entre intervención social y acción social (A raíz de una
acción social, se puede generar una intervención social):
- Intervención social → alude a un enfoque técnico y externo, cuyo protagonista es el
interventor.
- Acción social → la estrategia de cambio la protagoniza la comunidad. El profesional se limita
a animar, asesorar o impulsar acciones interventivas.
Define intervención social como: “Acción intencionada desde la autoridad para cambiar una
situación, que según algún criterio se considera intolerable o marcadamente alejada de una pautas
ideales de funcionamiento humano o social”. (Sánchez Vidal, 2002).
Este autor considera 5 características básicas de toda intervención social:
- El sujeto o destinatario de la intervención social son los sistemas sociales, ya sea a nivel
comunitario u organizacional, y los procesos complejos y multidimensionales en interacción
ecológica con su entorno.
- Existe un estado inicial a partir del cual se implantará la intervención social; estado que será objeto
de evaluación y permitirá conocer las necesidades de los individuos. La intervención se planifica para
dar respuesta a esas necesidades. → evaluación de necesidades.
- El objetivo es el cambio, la transformación social, que no se da directamente sobre los individuos
sino que se incide sobre ellos a través de la intervención sobre las estructuras y procesos sociales.
- Los objetivos específicos de la intervención social se fijarán tras la evaluación de contexto y análisis
de necesidades (se fijan según la dirección que se pretenda dar a la intervención)
- Los campos de aplicación de la intervención social son múltiples, recogiendo todos los ámbitos de la
vida social.
- Utilización de técnicas o estrategias de intervención múltiple adaptadas a la complejidad de los
problemas sociales.
- Principios de organización de servicios y recursos para proporcionar atención integral.
Podemos establecer el alcance de la intervención social, ya que el objeto a evaluar puede estar
asentado en distintos niveles contextuales: estatal, autonómico, provincial y loca. En este sentido es
importante subrayar el interés por describir esta pluralidad y la articulación contextual entre política,
programas, proyectos y elementos que integran los mismos. Se diferencian en función de los distintos
niveles contextuales en que se encuentren, yendo la secuencia lógica desde la política social a los
proyectos específicos, pasando por los planes y los programas.
El programa se relaciona más directamente con el nivel de acción, mientras que la política engloba un
planteamiento más amplio, de filosofía subyacente a la intervención.
Esta limitación la subsana en cierta medida la propuesta de Hernández y Valera (2001). Incluye un
proceso valorativo en tres momentos o fases del ciclo: evaluación inicial, evaluación de la
implantación y evaluación final. En definitiva, podríamos decir que hablan de 2 tipos de evaluación:
- de los resultados obtenidos (eficacia)
- De los efectos producidos (cambio social)
Tras esta primera actividad evaluativa ya es posible la emisión de un juicio por parte del evaluador
acerca de la pertinencia o no del programa.
Fase Actividades/propósitos
Se llevará a cabo la emisión de juicios sobre la suficiencia del programa y el nivel de cobertura.
Además, la evaluación formativa (Scriven, 1967) permitirá el perfeccionamiento y mejora del
programa.
En general, las condiciones para una adecuada implementación son (Pozo, 2013):
- Compromiso de la organización (responsables y líderes).
- Establecimiento de roles y funciones claramente definidos
- Personal con dedicación al Programa
- Disponiblidad de recursos materiales y financieros
- Compromiso de los miembros de la organización
- Liderazgo fuerte
- Formación del personal en las áreas deficitarias
- Establecimiento de conexiones con otras organizaciones de la comunidad.
La evaluación sumativa incluirá mostrar los resultados finales, la rendición de cuentas y la toma de
decisiones con respecto al Programa.
La emisión de juicios se llevará a cabo sobre eficacia, efectividad, eficiencia e impacto.
Gerardo Marín afirma que los requisitos mínimos que una intervención debe cumplir para
considerarse como culturalmente apropiada son:
- la intervención está basada en los valores culturales del grupo
- las estrategias que forman parte de la intervención reflejan las características de la cultura subjetiva
de los miembros del grupo (actitudes, expectativas, etc).
- los componentes que conforman la estrategia reflejan las preferencias comportamentales y
expectativas de los miembros del grupo.
Al final de esta fase es deseable comunicar los resultados obtenidos a los agentes implicados en la
intervención con el fin de planificar la misma de una manera consensuada, realista y viable.
En esta etapa debemos establecer estrategias de ejecución del programa, distinguiendo entre ellas,
por niveles: centradas en la persona, en el grupo-pequeño, en la comunidad, organización o en
instituciones. También podemos distinguir estrategias por funciones u objetivos: presentación de
servicios, desarrollo de rrhh, prevención, reconstrucción social, cambio social y comunitario.
Tb deberemos asignar responsabilidades respecto de las actividades a realizar para conseguir los
objetivos: quién hace y para qué. Esta asignación está relacionada con la formación de equipos. Es el
momento para diseñar el conjunto de acciones a realizar, definir los materiales, criterios e
indicadores de resultado, analizar costos y procurar determinar si es posible alcanzar los mismos
objetivos por métodos más económicos.
Habrá que establecer los elementos y medios de mantenimiento del programa, fuentes de
financiación e identificar las fuentes para obtención de recursos.
Otro elemento importante es la formación (de equipos de trabajo, equipos de apoyo y base social; y
del personal local). El equipo de trabajo debe incorporar, además de su director, un productor,
metodólogo, equipo de formadores, de apoyo, comunicadores, promotores.
Además de contar con el equipo de trabajo y la participación de personal de apoyo, la mayoría de
veces resulta imprescindible preparar y contar con la participación de personas vinculadas al contexto
donde se va a realizar la intervención. Tendremos que formar o conseguir fomentar la aparición de
líderes locales que colaboren en promover la participación y que facilitan el acceso del equipo
inventor.
5. Ejecución
Durante la ejecución, los sujetos reciben el tratamiento. Es importante el “compromiso con la
especificidad y flexibilidad en la implementación de un programa. Un programa correctamente
diseñado debe permitir a todos los agentes implicados en su desarrollo conocer con claridad cuáles
son los objetivos, qué tareas deben realizar, cómo y en qué plazos deben llevarlas a cabo y con qué
recursos cuentan para ello (Rodríguez- Marín et al.,2007).
Además, a la hora de llevar las ideas a la práctica siempre surgen imprevistos que requieren una
respuesta adecuada o eficaz. El diseño y la preparación de los agentes implicados en su ejecución se
debe realizar con un margen de flexibilidad suficiente como para poder afrontar con éxito este tipo de
situaciones. Según Achúcarro y San Juan, resulta clave que antes de iniciar un programa se prepare a
entrevistadores o ejecutores teniendo en cuenta: la demanda, recursos comunitarios, el caso objeto
de la intervención, la ev. inicial, los profesionales-mediadores y los ajustes en el programa.
Para cada instrumento de autoinforme debe documentarse la fiabilidad (si es precisa la medida) y la
validez (si mide lo que tiene que medir).
Además de los comportamientos, cogniciones y emociones que nos interesen, también debemos
intentar evaluar el entorno. Por observación es muy costosa y a veces imposible. Por eso, la mayoría
de veces se hace por autoinforme. Las medidas del entorno social pueden ir desde cuestiones simples
acerca de la composición de la familia hasta medidas muy elaboradas del apoyo social.
7. Evaluación
Una parte importante del diseño es
contemplar cómo haremos una
“pre-evaluación”.
Debemos considerar la distinción entre
ev. de proceso y ev. de resultados. Si
bien la de resultados es lo que se
suelte entender por evaluación del
programa, la evaluación de proceso
debe llevarse a cabo a medida que se
ejecuta. Para Thompson y
McClintock, toda evaluación deberá
tener ciertos componentes básicos:
Debemos programar que, en la fase de evaluación, habrá que analizar qué hemos hecho, con qué
resultados, si se corresponde con lo previsto, si se ha concluido conforme al calendario, si existe
desfase entre el presupuesto y el coste, si se ha atendido a un nº de personas diferente al previsto, etc.
Dejaremos señalado en el diseño cómo evaluaremos esos elementos y estudiaremos qué modificar
para ser más eficientes.
Un buen diseño:
- permite al evaluador sacar conclusiones sobre los efectos del programa con cierto grado de
seguridad.
- ayudará a establecer hipótesis con cierto grado de confianza sobre lo que habría pasado si los
participantes no hubiesen participado.
8. Seguimiento
Se debe contemplar cómo vamos a realizar el examen del progreso del programa una vez ha sido
implantado. A la hora de planificar el seguimiento debemos tener en cuenta los siguientes parámetros:
- Cuál es la finalidad: por qué y para qué se va a realizar. Podemos distinguir dos grandes tipos de
objetivos, el de impacto y el de mejora del programa. El seguimiento del impacto se puede centrar en
las consecuencias directas para los participantes o en las indirectas pra el entorno social inmediato y
para el entorno comunitario-institucional. El seguimiento de mejora se centra en relacionar los
resultados de seguimiento del impacto con la info y con el diseño y ejecución del programa, para
detectar puntos fuertes y débiles del mismo y las medidas que se pueden acometer para su mejora.
- Quién va a realizar: pueden ser agentes internos o externos.
- Sobre qué vamos a realizarlo: el establecimiento de los objetivos de seguimiento facilitará
clasificar las áreas prioritarias que podemos desglosar en el contenido del propio programa, el
contexto en el que se inserta o la gestión necesaria llevada a cabo.
- Cuándo realizarlo: Normalmente se utilizan tres grandes etiquetas para acotar esta dimensión
temporal: corto, medio y largo plazo:
a) Largo plazo: proporciona info sobre el éxito en la estrategia general que se eligió para su
diseño.
b) Medio plazo: info sobre el conjunto de acciones o tácticas que se eligieron para desarrollar la
estrategia y articular todo el programa de intervención.
c) Corto plazo: info técnica sobre las acciones más concretas y específicas que se utilizaron para
realizar el programa.
Dada la importancia, y si la complejidad del programa lo requiere, puede ser conveniente y práctica
planificar la existencia de un grupo o comisión de seguimiento que se encargará de elaborar y
utilizar protocolos de recogida de información. Esta comisión debería incluso prever la evaluación del
funcionamiento del propio sistema de seguimiento para seguridad que están presentes todas las
informaciones necesarias, así como la participación de todos los agentes implicados.
9. Informe
Deberán ser varios y adaptarse a cada una de las fases del proceso. Debemos informar tras la
elaboración del diseño y planificación, en cada una de las etapas establecidas en la ejecución, al
finalizar la intervención, e incluso, en el proceso de seguimiento de la misma.
Para la elaboración de un informe deberemos tener en cuenta varios aspectos como son la audiencia,
los contenidos y el formato. Un buen informe debe constituir el documento maestro sobre el que se
basará todo el desarrollo de la intervención
- Audiencia → eje principal sobre el que se debe desarrollar el informe
- Contenidos → debe contener, al menos, los siguientes apartados.