3259-Texto Del Artã Culo-12294-1-10-20121110
3259-Texto Del Artã Culo-12294-1-10-20121110
3259-Texto Del Artã Culo-12294-1-10-20121110
La Constitución y
el poder
DIEGO VALADÉS'
SUMARIO 1. CONSIDERACIONES
l. CONSIDERACIONES GENERALES GENERALES
2. COINCIDENCIAS CONSTITUCIONALES Muchas son las formas de
IBEROAMERICANAS: entender lo que es una Constitu-
A. En cuanto al procedimiento de ción. Para los efectos de este tra-
adopción bajo aceptaremos que la Consti-
B. En cuanto al contenido tución es el estatuto jurídico del
3. CONSIDERACIONES FINALES poder. Desde esta perspectiva, la
Constitución regula cuatro for-
4. FUENTES
mas de relación con el poder: el
derecho al poder, el derecho del
poder, el derecho ante el poder y
el control del poder.
El derecho al poder incluye
toda la gama de libertades públi-
cas, entre las que figuran los de-
rechos electorales, el derecho de
asociación, y la libertad de pen-
samiento y expresión. Por otra
parte la Constitución también
contempla el derecho del poder.
En este rubro figuran la forma de
organización y funcionamiento
de todos los órganos del Estado
2. COINCIDENCIAS CONSTITUCIONALES
VEGA, Pedro de. «La reforma constitucional y la problemática del poder consti-
tuyente». En Temas clave de la Constitución Española. Madrid: Editorial Tec-
nos, 1985, p. 69.
DIEGO V ALADÉS: La Constitución y el poder 65
B. EN CUANTO AL CONTENIDO
a) Derechos
l. lniciativa popular
De acuerdo con Constitución española (artículo 87.3), la iniciativa
popular para la presentación de leyes procede cuando, con arreglo a la
ley, se reúne un mínimo de quinientas mil firmas acreditadas. Esa ini-
ciativa no es admitida por la Constitución en materias propias de leyes
orgánicas, tributarias o de carácter internacional, ni en lo concerniente
70 Pensamiento Constitucional Año VII N. 07
2. Referéndum y plebiscito
La Constitución española contiene una triple regulación del refe-
réndum. Por un lado la que aparece en el a. 92.1, de naturaleza política,
y por otra las modalidades de carácter constitucional, referidas al ám-
bito autonómico (artículo 151.2) y al ámbito nacional (artículos 167.3
y 168.3). De esas tres posibilidades de referéndum, la que menor aco-
gida ha tenido en los sistemas constitucionales iberoamericanos es la
de naturaleza legislativa y política.
El artículo 92 de la Constitución española presenta una redacción
equívoca, porque si bien la disposición alude a que se someterán a con-
sulta popular «decisiones políticas», en cuyo caso habría que hablar de
72 Pensamiento Constitucional Año VII N. 07
VALADÉS, Diego. El control del poder. México: UNAM, 1998, pp. 205 Y ss.
DIEGO V ALADÉS: La Constitución y el poder 73
3. Ambiente
La defensa constitucional del ambiente, así como otros derechos a
los que se identifica como la tercera generación de los derechos huma-
nos, 8 forma un capítulo central en el constitucionalismo iberoamerica-
no. El artículo 45 de la Constitución española incluye una amplia refe-
rencia al medio ambiente, que comprende: a) el derecho a disfrutar de
un ambiente sano; b) el deber individual, social e institucional de con-
servarlo, y c) la garantía de ese derecho. En términos análogos se pro-
nuncian las normas básicas de Argentina (artículo 41), Colombia (artí-
culos 49 y 79), Chile (artículo 19.8), Ecuador (artículos 22.2 y 44),
Guatemala (artículo 97), Nicaragua (artículo 60) y Panamá (artículos
114 y ss.). En Paraguay (artículos 7 y 8), Brasil (artículo 225) y Vene-
zuela (artículos 127 y ss.), además de los tres elementos antes apunta-
dos, las constituciones agregan la regulación de material genético.
En México, una reforma de 1987 (artículo 27) establece apenas una
discreta facuItad para que, mediante ley, se adopten las medidas para
«preservar y restaurar el equilibrio ecológico», así como en Perú (artí-
culo 67) solo se faculta al Estado para determinar «la política nacional
del ambiente».
Con las disposiciones relativas al ambiente las constituciones atien-
den a un problema central de la vida del Estado moderno. Se trata de
una materia cuya normación internacional va en aumento, porque el
deterioro ambiental tiene efectos más allá del ámbito territorial nacio-
nal. Esta materia es objeto de tratados, pero ello no excluye que, como
ratificación de una decisión soberana, los Estados la incorporen en sus
textos constitucionales.
4. Salud
Directamente vinculada con la protección del ambiente, está la que
respecta a la salud. Acertadamente, la Constitución española (artículo
43) consigna el «derecho a la protección de la salud», que por su parte
también recogen los textos de Colombia (artículo 49), Chile (artículo
19.9), El Salvador (artículo 65), Honduras (artículo 145), México (ar-
tículo 4, reformado en 1982), Panamá (artículos 102 y ss.), Paraguay
(artículo 68), Perú (artículos 7, 8 Y 11).
una norma más fácil de precisar. En este aspecto el habeas data permi-
te determinar el alcance del derecho a la intimidad. Aunque parezca
una paradoja, a veces es a través del instrumento de garantía de un de-
recho que podemos saber cuál es el contenido de ese derecho. Según
una de las formas entender la garantía denominada habeas data 11 se
trata de una facultad del individuo para disponer de sus datos persona-
les y de vigilar a quien los utiliza.
La otra vertiente a considerar es el derecho a la información, que
incumbe a la sociedad, como contrapunto del derecho a la intimidad,
que corresponde al individuo. Establecer el punto de intersección de
ambos derechos, el que ejerce el colectivo social y el que ejerce cada
uno de sus componentes, es una de las tareas más delicadas del cons-
titucionalismo contemporáneo.
El derecho a la intimidad y su garantía aparecen en el texto cons-
titucional español (artículo 18). Diversas constituciones iberoameri-
canas han incorporado también esos preceptos. Es el caso de Argentina
(artículo 43), Brasil (artículo 5-X), Colombia (artículo 15), Costa Rica
(artículo 24, reformado en 1996), Ecuador (artículos 22.4, y 30), El
Salvador (artículo 2), Guatemala (artículo 31), Honduras (artículo 76),
Nicaragua (artículo 26.4), Paraguay (artículos 33, 135), Perú (artículo
2.6 y 2.7) y Venezuela (artículos 60 y 143).
B) INSTITUCIONES
1. Ombudsman
El fin de la segunda guerra mundial marca a su vez el inicio de una
nueva etapa en la defensa de los derechos humanos. En un mismo año,
1948, son adoptadas las declaraciones Universal y Americana de los
derechos humanos y se inicia un proceso institucional que habría de
desembocar en la creación de nuevas instituciones nacionales encami-
nadas a asegurar su eficaz protección.
La institución escandinava del Ombudsman tardó mucho en per-
mear la estructura constitucional iberoamericana. Aun cuando comen-
zó a ser discutida en los medios académicos desde finales de los años
sesenta, solo en los setenta comenzó a recibir atención creciente. Entre
los juristas que con mayor determinación impulsaron su adopción en
América Latina figuran Héctor Fix-Zamudio, en México; Humberto J.
La Roche, en Venezuela; Carlos Restrepo Piedrahita, en Colombia;
Héctor Gross Espiell, en Uruguay; Eduardo Soto Klos, en Chile; Car-
los Rivera, en Costa Rica; Jorge Mario García Laguardia, en Guatema-
la, y Miguel M. Padilla, en Argentina,15 para mencionar solo algunos
de los distinguidos profesores que impulsaron su adopción, familiari-
zando a los legisladores, a los gobernantes y a la propia opinión públi-
ca con la figura del ombudsman.
Los primeros países iberoamericanos en adoptar constitucionalmen-
te el ombudsman fueron Portugal y España,16 y su fuerza expansiva
entre los países iberoamericanos ha sido de gran trascendencia. Aun-
que en 1976 se presentó un proyecto de reformas constitucionales en
Colombia para incorporar la figura de la Veeduría de la Administra-
ción,17 la iniciativa no prosperó. El impulso más importante que se
produjo en el constitucionalismo iberoamericano parte de la figura del
2. Tribunal Constitucional
La justicia constitucional tiene una larga trayectoria en América
Latina. En este aspecto la relación entre las constituciones iberoameri-
canas no se da tanto por la materia ni por la modalidad de control de la
constitucionalidad adoptada, sino por la naturaleza del órgano que lo
ejerce. 19 Aun cuando la aparición del primer tribunal constitucional,
con esta denominación, se produjo en la Constitución austriaca de 1920,
la denominación se incorporó en los países hispanohablantes después
de promulgada la Constitución española.
Eso no obstante, se registran algunos casos previos como la crea-
ción del Tribunal Constitucional chileno en 1925 y de la Corte de Cons-
titucionalidad en Guatemala, en 1965. 20 En Colombia se propuso la
creación de la Corte Constitucional desde 1945, aunque solo fue esta-
blecida hasta 1991 (RESTREPO, p. 275).
En cuanto a la modalidad de control, el sistema español correspon-
de al sistema concentrado, que es seguido por Bolivia, Costa Rica,
México (si bien el control compete al poder judicial federal, no solo a
la Suprema Corte de Justicia), Panamá, Paraguay y Uruguay en tanto
que en Argentina, Brasil, Nicaragua y Perú se aplica el modelo de con-
trol difuso y en Colombia, Chile, Ecuador (de acuerdo con las reformas
de 1992), El Salvador, Guatemala y Venezuela rige un sistema mixto.
La diversidad de denominaciones para los órganos encargados de
la justicia constitucional, las variaciones en cuanto a su integración y a
los procedimientos de designación de sus titulares 21 obedece en buena
medida a que se trata de una institución de larga trayectoria en el con s-
titucionalismo latinoamericano, que hunde sus raíces en el siglo XIX.
Esto no es óbice para que se puedan registrar los casos, como los de
Guatemala y Perú, donde, a pesar de las soluciones finalmente incor-
poradas a las respectivas constituciones, se tuvo muy presente la ex-
periencia española. 22
3. Comisiones congresuales
Como instrumentos constitucionales para el control del poder y por
lo mismo para garantizar el espacio individual y colectivo de liberta-
des, el funcionamiento de las comisiones congresuales tiene una gran
trascendencia. En este sentido la Constitución española dispone (artí-
culo 76.2) que «será obligatorio comparecer a requerimiento de las
Cámaras» ante las comisiones de investigación. El incumplimiento de
esta obligación, impuesta a todos los habitantes sin distinción de na-
cionalidad, da lugar a sanciones. El paso dado por el constituyente
español amplía considerablemente las facultades tradicionales de in-
vestigación de las comisiones parlamentarias.
En esa misma dirección se orientó la Constitución brasileña (artí-
culo 58.V), aunque restringió las posibilidades de requerir la presencia
solo a los ciudadanos nacionales; Paraguay (artículo 195), en cambio,
adoptó el criterio constitucional español y admite la posibilidad de que
las comisiones hagan comparecer a «los particulares» y en caso de no
hacerlo quedan sujetos a la sanción correspondiente.
La presencia de este precepto en el resto del constitucionalismo
americano apenas se ha dejado sentir, porque se teme que sea contrario
3. CONSIDERACIONES FINALES