Concepciones Filosoficas Sobre El Ser Humano

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 4

Filosofía de la Educación Unidad n°4

Concepciones filosóficas sobre el ser humano: El ser humano en la historia de la


filosofía

Esta unidad va a girar en torno a lo que la filosofía ha dicho sobre el hombre,


centrándonos muy especialmente en el problema de la libertad y en el problema de la naturaleza
última del ser humano.
En este apartado se tendrá en cuenta la concepción de ser humano de los siguientes
pensadores:
 Platón
 Tomas de Aquino
 Hume
 Freud
Seleccionamos estos autores porque cada uno de ellos es representativo de un período,
de una época. Y a través de sus pensamientos podremos darnos cuenta de cómo ha ido
cambiando la forma de ver al ser humano desde la Antigua Grecia hasta la Europa
contemporánea.
Edad Antigua: Platón
La antropología platónica divide al ser humano en una entidad compuesta por dos
elementos antagónicos, cuerpo (material) y alma (inmaterial), siendo el alma quien tiene
prioridad y prevalencia sobre el cuerpo. Platón elaboró una teoría tripartita del alma en su
diálogo La República, y también con la alegoría del carro alado en el Fedro. En la República,
Platón afirmó que el alma (psique) se compone de tres partes:
 Alma racional, la verdaderamente inmortal, cuya misión consistía en
dominar y guiar al ser humano en su tránsito por esta vida.

 Alma irascible, sede de la voluntad y de los impulsos activos, que deben


ponerse al servicio del alma racional.
 Alma concupiscible/ apetitiva, lugar de donde arrancan las pasiones
corporales que deben ser dominadas por el alma racional con la ayuda del alma irascible.

1
Filosofía de la Educación Unidad n°4

PARTES DEL ALMA RACIONAL IRASCIBLE APETITIVA


(nous, lógos) (Thymós) (epithymía)
CARÁCTER Inmortal Mortal Mortal
SITUACIÓN Cabeza Tórax Estómago
VIRTUDES Prudencia, sabiduría Fortaleza, valor Templanza
(Phrónesis, sophía) (andreía) (Sophrosyne)

CLASES SOCIALES Gobernantes-filósofos Guardianes Productores

A cada tipo de alma le pertenecen unas características esenciales propias. La


clasificación es, por tanto, cualitativa.
El alma superior, propia y exclusiva del hombre es la racional. Ésta es inmortal y se halla
ubicada en la cabeza.
Las otras dos almas, la irascible y la concupiscible (o apetitiva) son mortales y se hallan
situadas respectivamente en el tórax y en el abdomen.
El hombre es propiamente su alma racional, no su cuerpo. Nuestra naturaleza propia es
intelectual, lo único que puede distinguirnos de los demás animales. En tanto que cuerpo, no
somos nada distinto de aquellos
Esta división tripartita le permite al filósofo, por una parte, dar cuenta de ciertas
tendencias e instintos humanos y, por otra parte, jerarquizar a la sociedad en distintas clases
sociales según la naturaleza propia de cada quién, que viene determinada por el mayor peso
o predominio de un tipo de alma u otro.

Edad Media: Santo Tomás


La Edad Media marcó una forma de entender el ser humano. En la Edad Media
predominaba una visión religiosa de la vida. Y la filosofía estaba impregnada de dicha visión. El
filósofo elegido para ilustrar el pensamiento de esa época es uno de los más importantes
pensadores cristianos cuyo pensamiento, con el devenir de los siglos, va a convertirse en el
pensamiento oficial de la Iglesia Católica. Nos referimos al monje dominico Tomás de Aquino.
Para Santo Tomás, el ser humano formaba parte del plan divino. De entre todas las
criaturas, la persona humana no es ni la más perfecta, como sucede con ángeles y arcángeles,
ni la más imperfecta, como ocurre con los animales. Pese a sus limitaciones ontológicas, no
obstante el ser humano puede perfeccionarse a sí mismo, elevarse sobre sus defectos y
alcanzar la santidad. Para lograr tal meta, el ser humano ha de obedecer los mandatos divinos,

2
Filosofía de la Educación Unidad n°4

los principios emanados de la bondad y sabiduría de Dios que están inscritos en los seres
humanos en forma de Ley natural.
La Ley natural es parte de la Ley Cósmica, que es la ley que rige toda la Creación. Y
puesto que el ser humano está armoniosamente integrado en la Creación, ha sido creado por
Dios para que goce de la felicidad eterna, y ha sido investido de dignidad, de igualdad, pues la
Ley natural es igual para todas las personas.
Ahora bien, el ser humano puede obedecer o desobedecer la ley natural, ya que está
dotado de libre albedrío, y posee la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Aunque su
conciencia le dice lo que está bien y lo que no, tiene libertad para decidir. A diferencia de la
posterior filosofía luterana y calvinista de los protestantes, para Tomás de Aquino el ser humano
no está determinado ni predestinado.
También la concepción del ser humano en Sto. Tomás está basada en la concepción
aristotélica. El ser humano es un compuesto sustancial de alma y cuerpo, representando el
alma la forma y el cuerpo la materia de dicha sustancia.
Sto. Tomás afirma la unidad hilemórfica del ser humano, que constituye una unidad en
la que existe una única forma sustancial, el alma racional, que informa inmediata y directamente
a la materia prima constituyendo el compuesto "hombre".
Del mismo modo que Aristóteles había concebido la existencia de una sola alma en el
ser humano, que engloba las funciones vegetativa y sensitiva, santo Tomás afirma que esa
única alma es la que regula todas las funciones del "hombre" y determina su corporeidad.
Edad Moderna: David Hume
En esta nueva visión del ser humano han tenido mucho que ver las nuevas corrientes
filosóficas de la época y la novel concepción de la ciencia (revolución científica). Para estudiar
este período, hemos elegido a David Hume (1711-1776). ¿Por qué razón? Por su audaz manera
de romper con los dogmatismos y prejuicios filosóficos de la época.
En la Edad Moderna, la mirada de la filosofía se vuelve hacia el propio ser humano, que
aparece escindido entre el cuerpo cuyo funcionamiento debe ser desvelado por la ciencia, y el
espíritu, mente o consciencia, y sede del pensamiento. Pero, ¿en qué consiste ese
espíritu? Para el filósofo escocés David Hume la cuestión es extremadamente difícil de resolver.
Hume fue, a este respecto, un escéptico.
Hume pensaba que el "yo", que el "espíritu" o "alma" no puede demostrarse realmente,
que el "yo", "espíritu" o "alma" era una mera idea, una creencia fruto de la costumbre. Solamente
podemos alcanzar la certeza, argüía Hume, de aquello que percibimos a través de nuestros
sentidos. Y puesto que carecemos de experiencia sensorial del "yo", éste es indemostrable; y
por eso, y a lo sumo, tenemos la creencia de que existe basándonos en nuestros recuerdos.
Edad Contemporánea: Freud

3
Filosofía de la Educación Unidad n°4

Prácticamente en todas las épocas históricas la racionalidad ha sido un atributo, una


característica fundamental del ser humano, un elemento crucial en el que se confió para
conseguir el progreso. Pero, ¿realmente la racionalidad entraña siempre y en todo momento
mayores cotas de progreso? La filosofía moderna, al menos en el siglo XIX, va a descubrir que
no. Y es que tras el supuesto barniz de racionalidad que mueve el mundo, y en la que confiaban
mucho los modernos, para algunos pensadores contemporáneos se esconde una realidad
disfrazada de racionalidad, pero que, por irracional, hay que desenmascarar. Surgen así los
grandes maestros de los bajos fondos, los filósofos de la sospecha: Marx, Nietzsche y Freud.
De ese período contemporáneo elegimos al psiquiatra y pensador austríaco Sigmund
Freud (1856-1939). ¿El motivo? Abrió una nueva dimensión, desconocida hasta entonces, en
la comprensión del ser humano. En efecto, Freud fue quien introdujo en el ámbito de la
psicología, en particular, y en el ámbito de la cultura, en general, la noción de inconsciente.
Lo "inconsciente" remite a contenidos mentales de los que no somos conscientes y que
afectan profundamente tanto a nuestra vida como a nuestra conducta. Con la noción de
inconsciente, Freud se alejaría de la visión plana, racional, luminosa y hasta cierto punto
ingenua que predominaba en la época.
Para Freud el inconsciente está poblado de fuerzas instintivas, de elementos atávicos y
primitivos: el impulso erótico y el impulso destructor o tanático (del griego "thanatos", que
significa muerte). Esos impulsos suelen ser reprimidos porque constituyen una amenaza tanto
para el entramado social, como para el frágil ego humano. Así, la represión de nuestros
instintos, según Freud, nos libra, al menos aparentemente, de esa amenaza. Sin embargo, los
instintos buscan una manera de expresarse, de manifestarse. Aparecen, así, las neurosis o
trastornos del carácter.
Freud analiza al ser humano desde esta visión profundamente turbadora: por debajo de
nuestra aparente racionalidad late la presencia de fuerzas oscuras y amenazadoras. ¿Pero,
puede el ser humano alcanzar en tales condiciones la felicidad? Freud cree que el ser humano
puede curarse de sus neurosis tras un profundo y difícil proceso terapéutico: el psicoanálisis.

También podría gustarte