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Tema 8 - Estado Del Bienestar Comparado

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Méndez Vázquez, Isaac.

Tema 8_ Estado del Bienestar

TEMA VIII. OPINIÓN PÚBLICA Y ESTADO DE BIENESTAR

❖ Introducción.
a) La opinión ciudadana y la evaluación de las políticas públicas.
Uno de los aspectos esenciales que ha de tenerse en cuenta en el estudio de la
opinión pública hacia las políticas de bienestar, es saber en qué fase de este ciclo se
genera. En concreto, las actitudes ciudadanas se circunscriben dentro de la fase de
evaluación de las políticas, si bien se conoce que dicha evaluación puede generarse:
ex ante, in itinere o ex post.

La evaluación no es más que el proceso sistemático de recolección y análisis de la


información, destinado a describir la realidad y emitir juicios de valor sobre su
adecuación a un criterio de referencia previamente establecido. Evaluar es participar
en la construcción de un tipo de conocimiento axiológico, interpretando la información
obtenida, estableciendo visiones no simplificadas de la realidad y suministrando
resultados fundamentados en evidencias que sean creíbles, fiables y útiles, facilitando
la incorporación oportuna de los hallazgos, recomendaciones y lecciones en los
procesos de toma de decisión.

La evaluación mide cualquier función, característica o capacidad de una política que


sea necesaria para satisfacer las necesidades del ciudadano —evaluación subjetiva—
o para alcanzar la aptitud que su utilización requiere —evaluación objetiva—, teniendo
en cuenta el contexto político—administrativo en el que se enmarca. Las instituciones
adoptan las mejores prácticas y herramientas para mejorar las políticas pero no
alcanza con incrementar los recursos públicos que se entregan si no se mide el
impacto que provocan en la vida diaria de las personas. No basta con gestionar bien
si, finalmente, no agregan ningún valor al ciudadano. Lo trascendental de la evaluación
estriba en eso, en medir lo que las mejoras suman al bienestar de cada
ciudadano.

Es por ello por lo que se puede distinguir dos tipos de evaluaciones diferentes de
las políticas públicas:

1º.- La evaluación objetiva. Mide cómo se presta la política (procesos y medios),


utilizando prescriptores estadísticos, porcentuales, etcétera. Dentro de este tipo de
evaluación puede distinguirse, a su vez, dos categorías:
• Evaluación interna; realizada por los propios órganos y unidades administrativas
que analizan sus procesos y resultados.
• Evaluación externa; realizada por los propios órganos y unidades administrativas.

2º.- La evaluación subjetiva. Recoge las valoraciones sobre quién se beneficia de


ella. Dentro de este tipo de evaluación, se puede distinguir, a su vez: las encuestas de
opinión pública o los estudios e informes de percepción ciudadana.

Precisamente, cuando se trata de explicar cuáles son las actitudes ciudadanas


hacia las políticas que se implementan en el Estado de Bienestar, se esta a hacer
referencia a un tipo de evaluación subjetiva, a la opinión que le merece a la
sociedad determinadas criterios de análisis sobre los que, posteriormente, se
intentan realizar resultados generalizables. Por tanto, se da la necesidad de contar

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

con evidencias empíricas extraídas de encuestas de opinión pública o estudios e


informes de percepción ciudadana.

No obstante, tampoco puede obviarse la existencia de dos niveles de evaluación


diferentes:

− La evaluación de los servicio; es especialmente útil para medir los resultados en


su implementación, así como recopilar datos acerca de la percepción de los
usuarios de dichos servicios y conocer con ello su índice de impacto.

Sobre esta cuestión debe tenerse en cuenta todos los atributos que conforman el
servicio público: los elementos tangibles; la fiabilidad; la capacidad de respuesta a
los usuarios de los servicios; la seguridad; la empatía; la puntualidad; el
conocimiento y la competencia; la amabilidad; o la atención de los resultados
esperados, entre otros muchos factores.

− La evaluación de las políticas y programas públicos; aporta una dimensión


superior en la organización, relacionada con la toma de decisiones estratégicas y la
legitimación social de la acción pública. Sin embargo, en último término, la política
no es sino un conjunto relacional de servicios prestados por una institución político-
administrativa.

A su vez, se ha de recordar la existencia de tres diferentes niveles de evaluación,


siendo de especial interés, para el tema de la opinión pública acerca del Estado de
Bienestar, el nivel macro de estudio:

• Nivel macro. Abarca el ámbito de las relaciones entre Estado y sociedad civil,
en concreto, el servicio público prestado al ciudadano. La evaluación tiene la
finalidad de garantizar la calidad de la democracia precisada como la eficacia y la
legitimación social de la acción pública.

• Nivel meso. Hace referencia a las relaciones entre quienes producen y


gestionan los servicios y quienes los reciben y utilizan. Este nivel de evaluación
indaga sobre el grado de satisfacción de la ciudadanía con el fin último de contribuir
a la mejora de los servicios públicos. El contexto de dicha evaluación viene
marcado por las organizaciones públicas y su relación con los usuarios de dichos
servicios.

• Nivel micro. Alude a las relaciones internas de la organización. Aquí, la


evaluación constituye un diagnostico de la gestión —estructuras, procesos,
personas—, con la finalidad de mejorar la prestación del servicio.

b) La opinión pública, las actitudes y las preferencias.

Resultan casi sinónimas las expresiones de opinión pública, actitudes


ciudadanas o preferencias sociales hacia las políticas de bienestar. Son términos
muy similares y su empleo puede resultar indiferente. Empero, conviene matizar
estos conceptos a fin de mejorar su uso.

• La opinión pública es la tendencia general de una sociedad hacia las


políticas del bienestar.

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• La actitud ciudadana es una “disposición psicológica relativamente general


y suficientemente permanente que está en el origen de las opiniones
particulares” (Dean et ál., 1980), una “organización relativamente duradera de la
creencia de un individuo sobre un objeto, que predispone sus actuaciones o
acciones hacia aquél” (Rogers, 1983). Por tanto, de estas definiciones se
pueden extraer una serie de características básicas en torno a las actitudes:

Son constructos psicológicos; implican una evaluación (favorable o no


favorable), de un objeto que puede ser abstracto o concreto; están formadas por
la conjunción de valores e intereses; y se presentan en forma de sentimientos,
referencias, opiniones y conductas relevantes.

• Las preferencias son consideradas una manifestación de las actitudes y


hacen referencia a gustos, prioridades, aspiraciones y pretensiones que se
manifiestan en forma de priorización de unos objetos sobre otros.

Las actitudes ciudadanas hacia el Estado de Bienestar se entienden como la


expresión de la opinión de los ciudadanos sobre el grado en que el gobierno
debería intervenir o no en el mercado de la economía y en la propia redistribución
de recursos, cuya investigación ha surgido recientemente debido a diferentes
motivos:

1º.- Las actitudes ejercen una función de contrapunto a la acción política y


pueden dificultar, impedir o ser utilizadas como un recurso o una oportunidad para
poner en marcha reformas estructurales o coyunturales de las políticas de
bienestar.

2º.- Las actitudes contribuyen a evaluar críticamente y poner en cuestión las


estrategias, discursos y opiniones de las élites políticas y económicas.

3º.- Las actitudes permiten analizar las políticas de bienestar no sólo teniendo
en cuenta criterios de redistribución económica y eficiencia financiera, sino también
en aspectos relacionados con la legitimidad social del sistema, la solidaridad, la
tolerancia y la conciencia cívica de la ciudadanía.

❖ Origen y Evolución del Estudio de la Opinión Pública en el Estado de


Bienestar.
En la segunda mitad del siglo XX se produce una mayor expansión del Estafo de
Bienestar en Europea, promovido por incrementos constantes del nivel de intervención
pública y del gasto público en muchos Estados del continente. De hecho, hasta 1980,
se mantuvo el consenso entre los representantes políticos, los investigadores y los
ciudadanos que sostener cierto nivel de gasto público y de impuestos era el elemento
clave para asegurar el crecimiento económico y la estabilidad social, en definitiva, el
bienestar de la ciudadanía. No obstante, a partir de esa fecha, la perspectiva cambia y
el debate político, académico y social se enfoca en la «crisis del Estado de
Bienestar».

Así, desde la Academia —empezando por economistas, hacendistas y politólogos—


, se empieza a desarrollar una serie de argumentos a favor y en contra de las nuevas

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teorías que ponen en jaque el Estado de Bienestar. Coincidiendo en el tiempo, se


producen revueltas fiscales y comienzan a emerger movimientos contrarios a la
introducción de una mayor carga impositiva con la que sostener el sistema de
bienestar, e incluso a mostrar una actitud anti-intervencionista.

Este cambio en la opinión pública de las democracias europeas avanzadas provocó


que muchos gobiernos se replanteasen sus objetivos en materia de política económica
y social y en lo relativo al gasto público y la política fiscal. Un claro ejemplo es la
subida al poder de Margaret Thatcher tras lograr una amplia victoria en las elecciones
generales de Gran Bretaña de 1979 y en la evidente pérdida de apoyo popular que,
hasta la fecha, había tenido el Estado de Bienestar. Tal es así que, lo que en un
principio se entendió por algunos como un mero problema financiero y fiscal para
sostener las políticas de Bienestar, más tarde se analizó por otros como una autentica
crisis de legitimidad del modelo.

La emergencia de este tipo de planteamientos y el giro del electorado en países a la


vanguardia del bienestar hacia posiciones menos intervencionistas (como es el caso
de Gran Bretaña), explican el interés que empieza a generar el análisis de la actitudes
y preferencias ciudadanas en lo que respecta a las políticas públicas del Estado de
Bienestar.

El estudio de las actitudes ciudadanas hacia el bienestar, cobró autentica relevancia


a partir de trabajos —de carácter tanto teórico como empírico— realizados en
Noruega, Suecia y Gran Bretaña, los cuales proporcionaron un marco metodológico
fundamental para adentrarse en el estudio de esta materia. Así, los primeros estudios
se centran en la perspectiva más económica del Estado de Bienestar, en:

• Su aparente ineficacia e ineficiencia.


• Su incapacidad para evitar las recesiones cíclicas o los efectos negativos
sobre le funcionamiento general del mercado.
• Su inviabilidad desde un enfoque financiero y presupuestario.

Sin perder el punto inicial de interés sobre la crisis de este modelo de Estado, a
partir del año 1978, los trabajos de investigación adoptan nuevos criterios. En la citada
fecha, el Institut of Economic Affairs de Gran Bretaña publica los resultados de una
encuesta realizada en el país sobre las actitudes de los ciudadanos hacia el Estado de
Bienestar. Los resultados muestran el apoyo mayoritario de los británicos a la
reducción del sistema de bienestar y a la privatización de sus principales servicios y —
lo que es más llamativo— la ciudadanía no concibe este problema simplemente como
un problema económico, sino que se había convertido en un problema social al
apostar por su desmantelamiento. Es decir, a la crisis financiera y fiscal del
sistema, se añade su posible crisis de legitimidad.

Así, desde una doble perspectiva, tanto económica como de legitimidad, el análisis
en la crisis del modelo de bienestar, provoca dos consecuencias inmediatas:

1º.- El estudio del Estado de Bienestar empieza a ser objeto de interés para otras
disciplinas y no solo para la economía (por ejemplo para la Ciencia Política).

2º.- La opinión pública sobre el sistema de bienestar y sus componentes cobra gran
relevancia en la materia.

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

A título ilustrativo, en 1981, la OCDE publicó el informe “The Welfare State in Crisis”
y en él se recogían los aludidos problemas económicos y financieros y problemas de
legitimidad, comenzaron a utilizar el término «crisis» hacia el Estado de Bienestar.

Pero la evidencia empírica arrojaba resultados poco generalizables y que


permitiesen extraer conclusiones para todos los Estados del Bienestar. Estas idas y
venidas respeto a la posible crisis de legitimidad y a las actitudes de la ciudadanía en
este modelo, llevaron a algunos científicos a formular la tesis de la ambivalencia: la
mayoría de la población apoya claramente el sistema, sin dejar de realizar críticas
importantes a cómo funciona. No porque exista una crisis de legitimidad y la
ciudadanía ya no crea en los principios básicos del sistema, sino que existe una
crítica respecto a prácticas y procesos concretos del modelo. De ese modo, la
sociedad legitima los fines del modelo de bienestar. Aunque se cuestiona alguno de
sus medios o sus políticas concretas; siendo las más costosas en gastos e impuestos
las que cuentan con mayor respaldo de la ciudadanía.

Desde 1995, en numerosos estudios realizados en diversos países, se ha llegado a


la conclusión de que la crisis de legitimidad del Estado de Bienestar realmente no se
ha producido. En el supuesto de los países nórdicos —Dinamarca, Suecia, Noruega y
Finlandia— se creía que el apoyo social al modelo había descendido debido a la
imposición de valores más individualistas. Al final, los datos muestran que el grado de
apoyo al bienestar ha permanecido estable, e incluso con ligeros ascensos. Incluso en
otros países como Países Bajos los ciudadanos no sólo apoyan el Estado de
Bienestar, sino que perciben que los programas sociales son todavía insuficientes.

Con referencia a lo expuesto, el Estado de Bienestar no parece tener una crisis de


legitimidad y, en consecuencia, los trabajos de investigación se centran en analizar por
qué este modelo goza de un nivel elevado y persistente de apoyo social.

− Al respecto, ciertos autores señalan que la propia existencia del Estado de


Bienestar genera una inercia en la opinión pública que imposibilita la
retirada de su apoyo por el fuerte sentido de dependencia del sistema, y eso
provoca que manifiesten su interés por defenderlo.
− Otro sector sostiene que las demandas sociales tienen un impacto
significativo en la continuidad del modelo porque han contribuido a
institucionalizar las políticas sociales en determinados contextos y por la
destacada popularidad que ciertas políticas generan en la sociedad y que hacen
que los responsables políticos las mantengan o las amplíen.
− Incluso otros autores creen que el Estado de Bienestar “muere de éxito”, esto
es, genera unas expectativas tan altas entre el conjunto de la ciudadanía que
puede desembocar en su propio colapso.

En resumidas cuentas, los estudios coinciden en tres aspectos básicos:

1º.- No hay constatación empírica de que el Estado de Bienestar haya perdido


apoyo social con carácter permanente y sostenido en el tiempo (no hay crisis de
legitimidad, nadie cuestiona el modelo). Más bien, la popularidad de sus políticas
concretas varía en función de los cambios generales en la situación política y
económica de cada país.

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2º.- Las opiniones ciudadanas varían dependiendo del área de política pública
objeto de análisis, de modo que las actitudes ciudadanas son más favorables, en
términos generales, hacia las políticas públicas que más utilizan (pensiones,
sanidad y educación) que aquéllas dirigidas a grupos específicos (por ejemplo,
prestaciones por desempleo).

3º.- Existen variaciones evidentes en las actitudes entre países, que dificultan el
análisis agregado de las preferencias de la ciudadanía hacia los Estados de
Bienestar en Europa.

En base a lo anterior, cabe decir que si la preocupación inicial de la doctrina se


centró en demostrar la supuesta crisis del Estado de Bienestar y medirla a niveles
económicos y fiscales o de legitimidad, ahora la investigación relativa a las actitudes
ciudadanas hacia este sistema se ha convertido en un objeto de estudio con entidad
propia en la disciplina: desde le estudio de las actitudes hacia cada política sectorial,
hacia las preferencias de los ciudadanos respecto a los programas sociales, o las
opiniones sobre la justicia social y la redistribución de la riqueza, o las actitudes hacia
el gasto público y los impuestos.

❖ Los Condicionantes de las Actitudes Ciudadanas hacia el Sistema de


Bienestar.
a) Condicionantes generales y dimensiones de estudio.
Uno de los focos de estudio más importantes en la opinión pública del bienestar, es
el de los condicionantes de las actitudes ciudadanas hacia el sistema de bienestar,
cuáles son los factores que permiten explicar y analizar por qué algunas personas son
más favorables a sus políticas que otras. En este sentido, ha emergido una fructífera
línea de investigación referida a las variables independientes que determinan las
actitudes hacia el bienestar. En concreto, la literatura empírica alude a cuatro tipos de
determinantes básicos:

1º.- El interés propio: muchas investigaciones han demostrado la relevancia del


autointerés como determinante principal de las actitudes hacia el bienestar y los
ingresos de los hogares serían los predictores. Los individuos evalúan positivamente
sólo aquellos aspectos del sistema de bienestar que les reportan un beneficio
personal para sus intereses. Incluso, los expertos han identificado tres tipos de
”interés” respecto al bienestar.

a. El interés de los consumidores de los servicios y de los receptores de las


prestaciones que muestran un grado de apoyo mayor a este modelo que otros
ciudadanos.
b. El interés de los contribuyentes que financian el sistema de bienestar, entre los
cuales es más probable que existan percepciones desfavorables.
c. El interés de los individuos que forman parte del sistema como “productores”,
es decir, aquellos que trabajan directa o indirectamente para el sector público,
y cuyos salarios y promociones profesionales dependen de su desarrollo.

2º.- Los valores y normas que las personas han ido asimilando en su
entorno, o que forman parte de su cultura política. Estos factores determinan las
opiniones de los ciudadanos respecto a cuáles han de ser las responsabilidades

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

estatales e individuales a asumir dentro del sistema, respeto a si es el Estado o el


propio individuo quién debe encargarse de garantizar el bienestar de cada persona, o
respecto a la redistribución y la justicia social en el país.

3º.- Las constantes culturales que predominan en un país y que conforman


una especie de ideología sobre el bienestar. Algunas de estas constantes son la
religión, la historia de las ideas políticas, el desarrollo socioeconómico, la
heterogeneidad étnica o las diferencias institucionales.

4º.- La socialización de los individuos, medida a través de indicadores sobre las


características de los mismos: edad, el género, el nivel de formación, la clase social y
el sector laboral.

Con independencia de estos cuatro tipos de variables, muchos trabajos empíricos


sobre las actitudes hacia el Estado de Bienestar, coinciden en señalar otros aspectos
fundamentales como:

• La clase social: si es baja, la actitud será más positiva hacia el bienestar,


mientras que la clase media, media-alta o alta valora menos el sistema. Desde esta
perspectiva, se supone que aquellas clases más expuestas a los riesgos
sociales, y con menores recursos, serán mucho más favorables a un sistema de
bienestar públicamente gestionado que las clases que disfrutan de una posición
más privilegiada en el mercado. Sin embargo, las características de las políticas
sociales varían entre países, y estas variaciones han de afectar a la relación entre
clase y actitudes.
• La autoubicación ideológica y los valores (justicia social, redistribución o
igualitarismo): los ciudadanos con ideología o valores de izquierda serian mucho
más favorables a los programas de bienestar que los ciudadanos con ideología de
derecha o conservadora.
• Otros como la riqueza económica del país y/o la situación económica del mismo,
el régimen de bienestar, la cantidad de recursos públicos destinados a financiar las
políticas sociales, el tipo de instrumentos fiscales adoptados para recaudar los
recursos necesarios para sostener el sistema, la calidad de los servicios de
bienestar y la confianza en las instituciones públicas.

Van Oorschot y Meuleman (2012) señalan que la mayoría de estudios realizados en


torno al análisis de las actitudes ciudadanas hacia las políticas de bienestar, se
centran en la legitimidad de las mismas, tendiendo a reducir sus expectativas a una
única dimensión: la responsabilidad del Estado en la provisión de bienes y
servicios, cuestión sobre la que la población tiende a contestar afirmativamente.

Svallfors (1991) establece cuatro dimensiones relacionadas con la provisión de


servicios de bienestar.

− La primera dimensión hace referencia a cómo se distribuye el gasto social en


áreas concretas de bienestar, como la salud, la educación, la familia, los servicios
sociales o el apoyo a los mayores.
− La segunda dimensión se refiere a la actitud de la ciudadanía hacia las
instituciones y procesos que administran, implementan y desarrollan los servicios
de bienestar.

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− La tercera dimensión se centra en las actitudes hacia la financiación de este


modelo.
− Y la cuarta dimensión hace referencia a la actitud general de la ciudadanía
hacia as demandas realizadas por parte de colectivos específicos.

Por su parte, Sihvo y Uusitalo (1996) establecen cinco dimensiones en el estudio de


la opinión pública hacia las políticas de bienestar:

1.º La responsabilidad de los servicios de bienestar (pública, privada o civil).


2.º La financiación por parte del Estado —el gasto público—.
3.º La utilización de los servicios por parte de la ciudadanía (sobreutilización e
infrautilización).
4.º La adecuación de las prestaciones sociales del Estado (suficiencia de ingresos
y servicios).
5.º Los efectos que el Estado de Bienestar produce en la reducción de la
desigualdad y dependencia de la población.

Sabbagh y Vanhuysse (2006) defienden la existencia de seis dimensiones distintas


que se pueden agrupar en dos grupos de actitudes.

− Un primer grupo incluiría una serie de actitudes centradas en el mercado, como


el individualismo, la ética del trabajo y la atribución interna de la desigualdad.
− El segundo grupo, en cambio incluiría actitudes centradas en el Estado como
proveedor de bienestar: la redistribución igualitaria, la extensión de los servicios
de bienestar y la atribución externa de la desigualdad social.

Finalmente, Van Oorschot y Meuleman señalan que las actitudes hacia el Estado
de Bienestar pueden dividirse en cinco grandes dimensiones:

1.º Apoyo a los principios del Estado de Bienestar.


2.º Extensión del Estado de Bienestar.
3.º Intensidad del gasto público.
4.º Evaluación e implementación de las políticas de bienestar.
5.º Evaluación de los resultados y consecuencias políticas.

A pesar de la cantidad de contribuciones científicas sobre esta materia, hay que


destacar el hecho de que los estudios que han analizado los factores que condicionan
las actitudes ciudadanas hacia el Estado de Bienestar son todavía insuficientes, o no
se ha llegado a conclusiones definitivas, limitándose a realizar un análisis de casos
nacionales.

b) Crisis económica, reformas y actitudes hacia el Estado de Bienestar.


Conviene destacar que un ámbito de investigación de creciente interés es el efecto
que provocan las crisis económicas sobre las actitudes ciudadanas hacia el Estado de
Bienestar, centrándose sobre todo en el impacto de las recesiones sobre la legitimidad
de los sistemas de bienestar. Al respecto, se ha demostrado la teoría de que el
contexto económico es un condicionante significativo.

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

Así, algunos autores sostienen que en las fases de prosperidad económica, la


sociedad tiene más confianza en la responsabilidad individual y creen que el papel del
Estado debe reducirse. Pero cuando la situación económica vuelve a ser estable, los
ciudadanos perciben que los programas sociales son menos necesarios que
determinadas ayudas a los desfavorecidos y el gasto público en actividades concretas
se hace innecesario. Es decir, en etapas de recesión se incrementa el apoyo a las
políticas de bienestar

Otros autores argumentan lo contrario, esto es, mientras la economía sea favorable,
los ciudadanos apoyan las ayudas a los más desfavorecidos y los programas sociales
pero, cuando el sistema entra en crisis, prefieren reducir estas partidas de gasto
(Stevenson, 2001). Incluso otros afirman que cuando se extienden las dificultades
económicas, los individuos pierden su sensación de seguridad material y esto les lleva
a centrarse más en ellos, en su propio interés, concediendo menos importancia a los
problemas de los más desfavorecidos y se reduciéndose las políticas de redistribución
y solidaridad (Durr, 1993).

En definitiva, no existe un acuerdo entre los científicos sobre cuál es el efecto que
el estado de la economía produce sobre las actitudes ciudadanas hacia el bienestar.
Aún así, los resultados indican que las crisis socavan la legitimidad de los sistemas de
bienestar y rompen el consenso interclases y que cuando estos países logran la
recuperación, las tendencias cambian nuevamente y el sistema de bienestar regresa a
los niveles de legitimidad anteriores a la recesión.

Dentro de esta misma perspectiva, ha surgido otra línea de investigación en los


últimos años: las actitudes de los ciudadanos hacia la reforma del sistema. Parece
que la opinión pública se opone frontalmente a las reformas y, en consecuencia, los
gobiernos se han abstenido de implantar programas reformistas críticos que resulten
impopulares, a fin de evitar castigos electorales posteriores. Así, la falta de apoyo de la
opinión pública no permitiría a los políticos asumir el riesgo de iniciar reformas y
realizar recortes importantes. Todo parece indicar que, en la actualidad, os ciudadanos
se muestran poco favorables a los recortes sociales, pero tampoco están dispuestos a
pagar mayores impuestos ni contribuciones para mantener los niveles actuales de
prestación, en un contexto de fuertes presiones económicas.

Lo único cierto es que los Estados de Bienestar llevan más de dos décadas
resistiendo a crecientes presiones para su reforma o su desmantelamiento, situación
que los expertos denominan el statu quo en torno al modelo. Pero los estudios
muestran que la opinión pública sigue aprobando el mantenimiento, e incluso la
expansión, de las políticas de bienestar y que estaría dispuesta a asumir reformas si
éstas no pusieran en riesgo el sistema.

Pero ¿qué tipo de reforma del Estado de Bienestar aprobaría la sociedad?


¿Prefieren recortes limitados, transformaciones restringidas y progresivas, o
una restructuración profunda, incluso un desmantelamiento parcial del sistema?
Al respecto, la mayoría de los estudios se han centrado en analizar las actitudes
ciudadanas hacia una reforma de las políticas del conocido como “núcleo duro” del
Estado de Bienestar, el área donde los ciudadanos son más reacios a los cambios.

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

En un estudio reciente, se sugiere que los cambios en las actitudes hacia el Estado
de Bienestar en los países de la Eurozona, deben analizarse independientemente en
cada uno de ellos. Además, en muchos de estos países, los ciudadanos perciben que
sus gobiernos carecen de los instrumentos de política necesarios, al estar en manos
de la Unión Europea y ello puede incrementar la desafección política y la desconfianza
hacia el sistema de bienestar.

Los estudios especializados en el Estado de Bienestar, desde la perspectiva del


ciudadano, surgen en la década de 1980, al hilo de la crisis económica de la década
de 1970, primero, y de la crisis de legitimidad del sistema de bienestar después.
Inicialmente esta línea de investigación es copada por los hacendistas y economistas,
puesto que la tesis dominante es que existe una crisis fiscal del Estado.
Posteriormente, ya en la década de 1980, empieza a cobrar fuerza la teoría de la crisis
de legitimidad.

En resumen, en la literatura relativa a las características, tendencias y factores


determinantes de las actitudes ciudadanas sobre Estado de Bienestar es amplia pero
insuficiente y, además, se ha focalizado excesivamente en los países escandinavos y
en Gran Bretaña. El análisis micro ha impedido la proliferación de estudios a nivel
macro y donde puedan compararse diferentes estados a través del empleo de una
metodología común. Se trata, pues, de un área de investigación que aún se está
consolidando, pero que despierta cada vez un mayor interés.

❖ Las Actitudes Ciudadanas en España hacia las Políticas de Bienestar.


Estudiar las percepciones ciudadanas sobre el Estado de Bienestar en Europa sería
una investigación muy interesante pero, lamentablemente, excede del propósito
general siendo, además, inviable en el tiempo. Por este motivo, el objetivo ha de
orientarse en el análisis de la opinión pública en España, partiendo de la dimensiones
o categorías establecidas por Van Oorschot y Meuleman (2012) a fin de clarificar y
facilitar su posterior estudio. Son las siguientes:

1º.- Apoyo a los principios del Estado de Bienestar.


2º.- Extensión del Estado de Bienestar.
3º.- Intensidad del gasto público.
4º.- Evaluación de la implementación de las políticas de bienestar.
5º.- Evaluación de los resultados y consecuencias percibidas.

Para cada una de las dimensiones utilizadas, son muchos los indicadores que
pueden integrarse en ellas .Conforme a lo referido por la doctrina mayoritaria de la
disciplina, se incluyen algunos de los indicadores con mayor empleo y que, a su vez,
ofrecen una mayor comprensión para abordar el estudio de las actitudes ciudadanas
hacia las políticas de bienestar en España.

1º.- Apoyo a los principios del Estado de Bienestar.


a) Satisfacción con la democracia.

Si se examinan las respuestas a la pregunta sobre si los ciudadanos están en


general, satisfechos o no con el funcionamiento de la democracia en su país, se
observa, de media y en general, que el 55 % de los ciudadanos de la Unión Europea
se declaran satisfechos con el funcionamiento de la democracia en su país. Esto

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

supone un punto porcentual más que en marzo de 2017. La media en la Unión de


encuestados que se declaran insatisfechos con el funcionamiento de la democracia en
su país es del 42 %, lo que representa un ligero descenso de dos puntos porcentuales
desde marzo de 2017.

En resumidas cuentas, 18 países obtuvieron una mayoría absoluta de ciudadanos


satisfechos con la democracia en su país, liderados por Dinamarca (91 %),
Luxemburgo (85 %) y los Países Bajos (82 % ) . En 10 países, la mayoría de los
encuestados no están satisfechos con el funcionamiento de la democracia en su país.
Al igual que con la democracia en la Unión, también Grecia presenta la menor
satisfacción (28 %) seguida de Rumanía (32%) y Eslovaquia (35 %).

Si se examina de nuevo la representación geográfica de la satisfacción con el


funcionamiento de la democracia en los distintos países de la Unión, el gradiente
cambia más bien hacia una distribución norte-sur. Los países nórdicos obtienen el
mayor grado de satisfacción con la democracia en su país, mientras que en el sur y
sureste de Europa, este grado es inferior (siendo Portugal y Malta las excepciones).

b) Principal problema del país.

Si se observan cuales han sido los tres principales problemas que existen en
España a lo largo de la última década, el desempleo resulta ser el principal problema,
seguido por los problemas económicos. Claro cambio de patrón respecto del período
anterior a 2008.

c) Papel del Estado en el Bienestar de los ciudadanos.

Para una amplia mayoria de ciudadanos, el Estado ha de ser el responsable del


bienestar de todos (73 %), mientras que el 17 % considera que el Estado solo debe
ser el responsable de los menos favorecidos. Para el resto, son los propios
ciudadanos responsables de su bienestar. Resulta destacable el hecho de que ha
crecido exponencialmente el porcentaje de personas que cree que el Estado ha de ser
el responsable del bienestar de todos los ciudadanos (del 46.3 % en 1996, al 67,1 %
en 2011), mientras que han descendido aquéllos que opinan que cada cual es
responsable de su bienestar (del 1,4 % en 1996 al 1 % en 2011) o que el Estado solo
debe responder por el bienestar de los más desfavorecidos (del 35,7 % en 1996 al
21.3 % en 2011).

Si se observa la importancia que la opinión pública otorga a los diversos aspectos


de la vida en bienestar, sin duda, la salud es el mejor valorado (9,62 sobre 10),
seguido de la vida familiar y el trabajo. A la hora de analizar estos mismos aspectos
en relación a los servicios públicos del bienestar, la mayoría valoran el cobro de una
pensión, el acceso a una sanidad pública y el disfrute de una educación de calidad en
las primeras posiciones.

d) Importancia concedida a los servicios públicos.

Los datos refieren el elevado grado de importancia que los ciudadanos conceden a
los servicios públicos y cómo esta tendencia suele ir en aumento. Tal es así que el 91
% de la población evalúa la importancia de los servicios con puntuaciones
comprendidas entre el 7 y el 10, mientras que tan solo el 1 % la califica con
puntuaciones de 4 o inferiores.

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

Las diferencias en función del sexo son significativas, pues las mujeres conceden
un mayor grado de importancia (media de 8,80 sobre 10) a los servicios que a los
hombres (8,60 %).

En función de la edad, los ciudadanos entre 35 y 54 años otorgan una mayor


importancia a los servicios públicos (el 50 % califica de 10). La nacionalidad no
parece un factor, condicionante en la percepción de las políticas de bienestar. Por
último, en lo relativo a la autoubicación ideológica, la ciudadanía que se sitúa más a
la izquierda en el espectro, concede una importancia superior a estos servicios (8,64),
aunque la diferencia con los que se posicionan a la derecha no dista en demasía
(8,57).

En este apartado, resulta destacable el hecho de que el 20 % y el 22 % de la


población, respectivamente, consideran que la sanidad y la educación son las dos
políticas que más contribuyen a la distribución de la riqueza entre la ciudadanía.

e) Administraciones prestadoras del bienestar.

Cuando se analizan las percepciones ciudadanas hacia el Estado de Bienestar en


función del gobierno encargado de prestar los servicios, el 87, 8 % cree que el
gobierno central influye mucho o bastante, mientras que en el 1996 tan solo el 65,8 %
de la población encuestada llegaba a esta conclusión.

Cifras superiores arroja el gobierno autonómico, puesto que el 96, 4 % cree que el
gobierno regional influye mucho o bastante, mientras que en el año 1996 tan sólo el
66,3 % de la población encuestada llegaba a esta conclusión.

Cifras similares se observan con el gobierno local, puesto que el 81, 7 % cree que
el gobierno municipal influye mucho o bastante en su bienestar, mientras que en el
año 1996 el 78,6 % de la población encuestada llegaba a esta conclusión.

Por último, ha descendido el escaso porcentaje de población que opina que los
impuestos se cobran con justicia puesto que en 2008 esta cifra se situaba en el 15,4 %
y en 2018 en el 8,5 %. Para una amplia mayoría (el 87, 6 %), los impuestos no se
recaudan con justicia.

Además, ha aumentado el número de personas que entiende que el fraude fiscal


disminuye los recurso del Estado de Bienestar del 27 % en 1995 al 43 % en 2017,
aunque ha descendido la cifra de los que consideran que crea injusticias.

2º.- Extensión del Estado de Bienestar.


A la pregunta de si la actuación de la Unión les parece excesiva, adecuada o
insuficiente, el 59 % de los ciudadanos de toda la Unión afirma que la lucha contra el
desempleo es insuficiente. El 58 % considera que la acción comunitaria es insuficiente
en temas de migración, y el 57 % afirma que la Unión no está haciendo lo suficiente en
la lucha contra el fraude fiscal o, con el mismo porcentaje, en la lucha contra el
terrorismo.

La mayoría de los ciudadanos de la Unión también piensa que la actuación de la


Unión Europa es insuficiente en materia de protección del medio ambiente (51 %),
protección de las fronteras exteriores (50 %), sanidad y seguridad social (49 %),

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

fomento de la democracia y la paz en el mundo (45 %) y política de seguridad y


defensa (43 %).

Es más, si se observa lo que espera el conjunto de la ciudadanía de la futura acción


de la Unión Europea en las mismas esferas de actuación, el 77 % de los europeos
desean que la Unión intervenga más en la lucha contra el terrorismo, seguida del
desempleo (76 %), la protección del medio ambiente (75 %), la lucha contra el fraude
fiscal (74 %), el fomento de la paz y la democracia en el mundo (73 %) y la inmigración
(72 %).

En el año 2017, los servicios sanitarios mantienen la posición de liderazgo siendo el


servicios más utilizado por los hogares españoles. Las infraestructuras se encuentran
en la posición de segundo servicio público más utilizados. El transporte público es el
tercer servicio más utilizado por la población. La educación, que ocupa la cuarta
posición entre los servicios empleados. Como en los años previos, las pensiones de
enfermedad o invalide se posicionan como el servicio que menos se utiliza. Se
mantiene estable y no se perciben variaciones importantes desde 2011.

Así mismo, parece existir una percepción de un cierto margen de mejora (3,2) y
también se viene observando una percepción de mejora en los últimos cinco años.
También se entiende que hay una apreciación de accesibilidad para todos (2.7), y se
considera que la oferta pública de servicios es adecuada para le nivel de presión fiscal
que se soporta, que contribuye a la redistribución de la riqueza y que justifica el pago
de los impuestos. Se observa que hay una percepción de la mala utilización por
parte de los usuarios, y por otro lado y en menor medida, de que están gestionados
correctamente. Una de las percepciones de menor alcance, aunque con un peso
considerable es aquella que sostiene que ningún servicio público es útil o necesario.

Por último, se observa que la percepción de la iniciativa privada tiene una


valoración también dentro de las más bajas, aunque considerable, tanto en lo que
respecta a la gestión, como en lo relativo a la financiación de los diferentes servicios y
prestaciones considerados en la encuesta.

En lo que respecta a la oferta de servicios, por quinto año consecutivo, menos de la


mitad de los entrevistados opina que la oferta pública de servicios t prestaciones ha
mejorado mucho o bastante en los últimos cinco años. Se mantiene una tendencia
evolutiva de carácter negativo de los entrevistados opinando que estos servicios han
evolucionado “poco” o “nada favorablemente” a lo largo del período considerado.

El 74 % de la población cree que no existe ningún servicio o prestación que sea


menos útil o necesario en 2017, y son las infraestructuras las que obtienen una
puntuación superior, seguida de los transportes. Por otro lado, el 22 % de la población
sostiene que ningún servicio es el mejor gestionado, mientras que el 23 % considera
que es la sanidad y tan solo un 9 % la educación.

Para finalizar, dos factores: en primer lugar, en el momento de analizar aquellas


políticas a las que la ciudadanía otorga mayor importancia a la hora de conseguir un
nivel de bienestar mayor, la seguridad, la salud, la vida en comunidad y la vivienda son
las mejor puntuadas. Y, en segundo término, España alcanza un progreso social alto
(86, 96 %) para el año 2017.

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

3º.- Intensidad de gasto en el Estado de Bienestar.


España ha reducido su porcentaje de PIB destinado al gasto social, del 41, 1 % al
40,4 % entre 2017 y 2018, cuando la media de los estados miembros ha pasado del
45, 5 % al 46 %.

La carga impositiva que se afronta en España y los servicios y prestaciones


implementados por el Sector Público no son percibidos como equiparables por el
grueso de la ciudadanía española desde un enfoque netamente comparativo ya sea
entre sí ya sea tomando como contraparte otros países comunitarios. Empero, a partir
de 2003, los datos reflejan una tendencia a la baja de quienes carecen de opinión al
respecto, así como un leve incremento de la proporción de quienes opinan que la
relación española de intercambio fiscal es similar a la del resto de europeos, o incluso
mejor. Pero esa tendencia a percibir una progresiva equiparación entre España y el
resto de países de la Unión Europea no se ha consolidado ya que la peor opinión
vuelve a aumentar.

La mayor parte de la población muestral ha venido manifestando que los impuestos


que se pagan son poco o nada adecuados en relación a los servicios y prestaciones
que se reciben. Y, si bien no se perciben diferencias significativas ente los distintos
segmentos analizados, parece especialmente más criticas las mujeres cuya edad
oscila entre los 55 y los 64 años, junto con el colectivo de empresarios.

A la vista de los datos reflejados en los gráficos se dibuja una percepción bastante
fluctuante de la función redistributiva de los impuestos, con predominio de una
redistribución correcta únicamente en el año 2000, en el bienio 2004- 2005 y en 2007,
predominando una percepción de redistribución escasa en la mayoría de los casos.

En ediciones precedentes (1995-2001) la intervención del sector privado


encontraba pocos apoyos, siendo la opinión mayoritaria favorable a que su gestión
fuera pública y se financiara con impuestos. A partir de 2002, el desacuerdo de los
entrevistados con la participación tanto en la financiación como en la gestión de la
oferta pública de servicios y prestaciones sigue siendo evidente. Medidas estas
opiniones en una escala de 1 a 4 (punto medio es 2,5), las valoraciones obtenidas
quedan claramente por debajo del punto medio de la escala, en ambos casos, y en los
catorce años considerados. Parece, por tanto, que esta percepción se mantiene
estable en el tiempo, aunque se mida de manera diferente.

La sanidad es el servicio que más justifica el pago de los impuestos (61 %),
seguido de la educación (10 %). De igual forma, el servicio considerado más adecuado
para la distribución impositiva es la sanidad (47 %), seguido de la educación (10 %).

El sector público desempeña un papel fundamental en garantizar la igualdad de


oportunidades entre los ciudadanos de un territorio y mejorar los niveles de bienestar
de la sociedad.

En España, el gasto público en los servicios públicos fundamentales (SPF) que


componen el estado de bienestar (sanidad, educación y protección social) supone una
cifra equivalente al 26,8 % del PIB, un ratio que se sitúa casi 5 puntos porcentuales
por debajo de los países de la eurozona e inferior a la de las cuatro mayores
economías europeas (Alemania, Reino Unido, Francia e Italia).

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

Durante los años de expansión, el gasto real en SPF por habitante experimentó un
crecimiento generalizado en el conjunto de las Administraciones Públicas. Empero,
con motivo de la Gran Recesión, la Seguridad Social logró proteger el nivel de gasto
en SPF, frente a las administraciones regionales que tuvieron que ajustarlo en un 15 %
de media.

Empero, no todas las comunidades se han comportado de la misma manera a lo


largo de todo el período analizado (2003-2016). Durante la etapa expansiva (2003-
2009) el gasto real en SPF por habitante experimentó un crecimiento acumulado de
más del 20 % en todas las comunidades, llegando a superar el 40 % en Murcia y en
Castilla- La Mancha. De igual forma, la intensidad de los ajustes no fue la misma en
todas las regiones durante los años de crisis. Castilla- La Mancha redujo su gasto en
SPF por habitante en más de un 26 % entre 2009 y 2013, mientras que País Vasco,
Asturias y Cantabria lo hicieron en menos de un 10 %.

Existe una relación positiva entre el nivel de gasto en SPF por habitante ajustado y
el valor agregado del indicador del bienestar objetivo de la población con un
coeficiente de correlación del 54 % en 2015. Sin embargo, la ordenación en el ranking
no es exactamente igual en ambas variables puesto que existen otros factores que
pueden influir en los niveles de gasto en SPF y bienestar de las Comunidades
Autónomas, como la participación de las corporaciones locales en materia social, la
importancia del sector privado en los servicios educativos y sanitarios o las
ineficiencias en la gestión de los recursos.

4º.- Evaluación de los resultados de las políticas públicas.


Dado que el grado medio de satisfacción general es de 2,5 estos datos sugieren un
nivel promedio de satisfacción moderada con la oferta pública de servicios y
prestaciones sociales. No obstante, esta satisfacción se reparte de manera distinta
entre los diversos servicios y prestaciones consideradas, de manera que se pueden
agrupar de la siguiente forma:

La sanidad, las infraestructuras, los transportes, la educación y los servicios


sociales os los que obtienen los índices de satisfacción más altos. Una moderada
satisfacción en el caso de las pensiones por jubilación, valoración que ya por debajo
del punto medio de escala. Por último, el servicio de pensiones por enfermedad o
invalidad y el seguro de desempleo, obtienen la peor de las puntuaciones.

En este sentido, cabe destacar que el grado de satisfacción de los diversos


servicios públicos y prestaciones sociales va a diferir si se tiene en cuenta la edad de
sus usuarios .Así, por ejemplo, las infraestructuras y la sanidad están especialmente
bien valorados por los usuarios mayores.

También puede apreciarse alguna diferencia significativa según el genero de los


usuarios en el grado de satisfacción descrito. En este sentido, por ejemplo, las mujeres
se sienten más satisfechas que los hombres con respecto al servicios sanitario. De
forma semejante, habrá algunas diferencias significativas según segmentos de
ocupación, como por ejemplo son los empresarios, quienes están mas satisfechos con
el servicio de transportes.

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

Examinando ahora la satisfacción ciudadana en relación con la oferta pública de


servicios y prestaciones consideradas en su conjunto, se parecía cierta estabilidad en
la misma, si bien con ligeras variaciones. En particular, en el año 2016 la puntuación
asciende a valores de 2010 y 2011. Las puntuaciones logradas más altas tampoco
representan una magnitud muy diferente, ya que son de 2,8 alcanzadas en los años
2004, 2006 y 2007.

Por otra parte, los resultados sobre la pertenencia a la Unión Europea muestran
que los ciudadanos son más conscientes que la pertenencia a la Unión ha beneficiado
a los distintos países. El 67 % de los encuestados, cifra sin precedentes, considera
que su país se ha beneficiado, en conjunto, de la pertenencia a la Unión. Este
porcentaje aumenta en 25 estados miembros, alcanzando así el nivel global más
elevado desde 1983.

La población muestral que considera que su pañis se ha beneficiado en mayor


medida de la adhesión a la Unión son los de Malta (93 %), Irlanda (91 %) y Lituania
(90 %). Si bien el número de ciudadanos que creen que su país se ha beneficiado es
menor en Chipre (56 %) Austria (54 %) e Italia (44 %), estas cifras siguen
representando la opinión mayoritaria.

❖ Conclusiones.
Los análisis muestran una clara preferencia de los españoles, sostenida y
aumentada en el tiempo, por un modelo de universalismo protector según el cual el
Estado es responsable del bienestar del conjunto de los ciudadanos.

La reforma del Estado de Bienestar pasa por el desarrollo de los servicios y las
prestaciones sociales que se entienden como derechos adquiridos y la mejora de la
protección a ciertos colectivos, especialmente mayores en situación de soledad,
pensionistas y jóvenes, que se perciben como insuficientemente cubiertos por el
sistema.

Los ciudadanos no se plantean la posibilidad de un recorte, y afirman que no lo


tolerarían en ninguna política en general y, especialmente, ni en sanidad ni en
educación. A pesar de que muchos ciudadanos piensan que es posible mantener
servicios y prestaciones sociales sin incrementar los impuestos y mediante la mejora
de la gestión, la mayoría estaría incluso dispuesta a admitir una subida de la carga
impositiva antes que afrontar la reducción en la oferta de este tipo de servicios y
prestaciones.

En los últimos años, existe un mayor porcentaje de ciudadanos que valora


positivamente la percepción de eficacia de los servicios. Sin embargo, todavía esta
pendiente su mejora. Existe una estrecha relación entre la percepción de ineficacia de
los servicios y la valoración de gasto social como insuficiente. En otras palabras, el
insuficiente gasto puede ser causa de la ineficacia y, en coherencia,
independientemente de otras características, altísimos porcentajes de ciudadanos
están en contra de que se reduzca en cualquier sector de política.

La participación del sector privado en la prestación de servicios se valora de forma


ambivalente. Se le reconocen algunas características positivas, pero también se le
mira con cierto recelo. Razones como la percepción de que el sector público se

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

preocupa más por la equidad y otros valores, hacen que se prefiera que la titularidad,
la gestión y la financiación de los servicios y políticas sociales permanezcan en las
administraciones.

Aunque la mayoría de los ciudadanos prefieren modelos puramente públicos, el


nivel educativo y la clase social dibujan algunas líneas de fractura que podrían ser
aprovechadas por un gobierno reformador. Aquéllos con un nivel educativo más alto y
que se sitúan en una clase social más alta estarían más dispuestos a admitir otras
fórmulas de gestión alternativas a un sistema puramente público para la
sanidad, la educación, y sobre todo, para las pensiones.

Se observa, asimismo, una presencia de distintas actitudes hacia el régimen de


bienestar en las diferentes Comunidades Autónomas.

Atendiendo a cuáles han sido los tres principales problemas que existen en
España a lo largo de la última década, el desempleo resulta ser el principal problema,
seguido por los problemas económicos. Significativamente, la corrupción y el fraude
junto con los políticos y los partidos llevan siéndolo bastante tiempo. Esto supone un
claro cambio de patrón respecto del período anterior a 2008 cuando políticas como la
inmigración y la vivienda captaban un mayor interés ciudadano.

La sanidad y la educación son las políticas de mayor alcance entre la población


española. Pensiones, desempleo o servicios sociales son empleados por una cantidad
inferior de hogares. Con ligeras alteraciones estos niveles de uso de los servicios
públicos se mantienen en el tiempo, lo que contribuye a explicar el vínculo con las
políticas de educación y sanidad.

Los niveles de satisfacción con las políticas siguen siendo una distribución similar
a los de uso. En cuanto a la satisfacción que los ciudadanos manifiestan respecto a su
funcionamiento, los servicios sanitarios muestran altos niveles, junto con transporte y
seguridad ciudadana. Menores son los niveles de satisfacción de enseñanza y los
servicios sociales, seguidos por gestión de pensiones y de desempleo.

Por otro lado, se puede diferenciar entre aquellas políticas sociales a las que
acceden una gran mayoría de los hogares con elevados niveles de satisfacción por
parte de los ciudadanos (servicios sanitarios, tanto ambulatorios como hospitalarios, y
en menor nivel servicios educativos) y aquellas políticas, a las que por su propia
naturaleza, accede un sector más restringido de la población cuyo funcionamiento es
evaluado como menos satisfactorio (servicios sociales, prestación de desempleo o
tramitación de las pensiones).

La presión por la austeridad y el equilibrio fiscal han convertido el recorte en gasto


social en la opción única en el discurso sobre el papel de las políticas públicas en la
aparente salida anticrisis. Claramente, la resistencia al recorte de gasto en las políticas
de bienestar es mayor que en otras.

El número de ciudadanos posicionados en la defensa de una mejora de los


servicios aún a costa de mayores impuestos, supera al de aquéllos que muestran una
preferencia por la disminución de impuestos. No obstante, a lo largo del período de
recesión los partidarios de la mejora de los servicios disminuyeron entre 2009 y 2011,
para modificar su tendencia de ligero ascenso en 2013. La trayectoria de la proporción

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Méndez Vázquez, Isaac. Tema 8_ Estado del Bienestar

de ciudadanos que prefieren la reducción de impuestos es más estable, pero también


ligeramente descendente. Con todo, la opción mayoritaria es aquélla que ocupa
posiciones intermedias y, por lo tanto, poco definidas en la relación entre los
impuestos y los servicios.

En Europa los datos revelan un gran apoyo entre los europeos hacia la
redistribución del bienestar. La idea de que los gobiernos/administraciones públicas
nacionales ostentan la responsabilidad del bienestar de los grupos vulnerables está
ampliamente respaldada. El contexto de múltiples crisis económicas no ha erosionado
la legitimidad del Estado de Bienestar.

• Los ciudadanos europeos se muestran más entusiasmados con algunas


relaciones de solidaridad que con otras. Si bien el apoyo a la protección de las
personas mayores es casi unánime, la redistribución hacia los desempleados y los
inmigrantes recién llegados se encuentra con la oposición de una parte
considerable de la población.
• Los ciudadanos europeos se muestran muy divididos sobre las nuevas
propuestas de políticas públicas, como la implementación de un sistema de
prestaciones y servicio común en la Unión Europea o de una renta básica universal.
Se constatan diferencias llamativas entre países con respecto a estas nuevas
propuestas que desafían los fundamentos del Estado de Bienestar delimitado
nacionalmente.

En Europa oriental y meridional, la insatisfacción con las provisiones actuales es


más generalizada, y las nuevas propuestas se consideran una oportunidad para
mejorar las condiciones de vida.

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