Tarea Gustavo

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Primera etapa (1810-1811): Conspiración de Querétaro y Grito de

Dolores
En las poblaciones de Nueva España se protestó contra la ocupación del ejército francés en
España. Para desplazar a los colaboradores del nuevo orden se organizaron conjuras y
conspiraciones. Entre estas, la conjura de Valladolid, que fue descubierta en 1809 y fracasó.

Luego, la Conspiración de Querétaro de 1810 fue un movimiento organizado por Miguel


Domínguez, Miguel Hidalgo, Juan Aldama e Ignacio Allende. Estos apoyaban la vuelta al
poder del rey Fernando VII, pues era el heredero legítimo del trono español. Pensaban
erróneamente que el rey le concedería más autonomía a las provincias americanas si volvía
al mando.

Los planes de rebelión que preparaban los conspiradores fueron descubiertos el 10 de


septiembre de 1810. Como respuesta, el día 16 de septiembre Hidalgo convocó al pueblo de
Dolores a llevar a cabo un enfrentamiento armado en contra del gobierno, promulgando el
famoso Grito de Dolores: “¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Viva
Fernando VII!”.

Hidalgo contaba con multitudes que querían tomar tierras, confiscar bienes españoles y
redistribuirlos. Sin embargo, hubo diferencias entre los líderes de la rebelión y nunca
llegaron atacar la capital virreinal.

El movimiento armado fue vencido en enero de 1811 en el Puente de Calderón, cerca de


Guadalajara. Sus líderes: Hidalgo, Allende y Aldama fueron capturados en su huida hacia
el norte, en Coahuila. Los tres fueron fusilados meses más tarde en la ciudad de Chihuahua.

Segunda etapa (1811-1815): Congreso de Anáhuac y la constitución


de Apatzingán
Tras la muerte de Hidalgo, los líderes encargados de continuar la rebelión fueron el
sacerdote José María Morelos e Ignacio López Rayón. Morelos fue un líder que se
caracterizó por su sentimiento nacionalista y por haber organizado un ejército más
disciplinado que el de Hidalgo.

En 1812, las fuerzas de Morelos ocuparon provincias en el centro y sur de México. Los
insurgentes promulgaron decretos que favorecían el autogobierno y le entregaban tierras a
los pueblos para su cultivo. Luego Morelos convocó el Congreso de Anáhuac en 1813.

En este congreso se leyeron los Sentimientos de la Nación. Entre otras cosas, este
documento establecía que la soberanía de la nación provenía de su pueblo. Abolía la
esclavitud y se eliminaba la distinción de castas. Además, se dividía los poderes en
ejecutivo, legislativo y judicial.
Para octubre de 1814, el Congreso de Anáhuac concluyó la redacción del Decreto
Constitucional para la libertad de la América Mexicana, o Constitución de Apatzingán.
Este documento recogió el espíritu de los Sentimientos de la Nación y es señalado por
diversos historiadores como la primera constitución del México independiente.

No obstante estos logros, los insurgentes continuaron siendo perseguidos por el General
español Félix María Calleja. Las tropas realistas al mando de Agustín de Iturbide
capturaron a Morelos a finales de 1815 y lo fusilaron el 22 de diciembre del mismo año en
Ecatepec. Los rebeldes que sobrevivieron se dispersaron y buscaron refugio en la Sierra
Madre del Sur.

Tercera etapa (1815-1820): resistencia de las guerrillas


En España el rey Fernando VII había vuelto a tomar el poder en 1814, pero se manifestó
como un monarca absolutista. Él suprimió la Constitución de Cádiz y no reconoció
el Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana. Así, después de la
muerte de Morelos, vinieron años difíciles para la causa de la independencia.

Los insurgentes se dispersaron y lucharon separados, formando guerrillas. El ejército


realista tuvo ventajas, por lo que recuperó y ocupó pueblos y ciudades antes controladas por
las fuerzas independentistas. No obstante, la resistencia continuaba ahora bajo el liderazgo
de personajes como Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo.

Ante la dificultad de acabar con la rebelión, el virrey novohispano Juan Ruiz de Apodaca le
ofreció indulto a los jefes insurgentes. El indulto significaba el perdón por sus acciones y
por su pretensión de separarse de la corona española. Los líderes no hicieron caso y
continuaron con la guerra de guerrillas, que se mantuvo por más de cinco años en regiones
del sur y de Veracruz.

El panorama no cambió hasta 1820, cuando el militar realista Agustín de Iturbide vio con
desagrado lo que acontecía en España. En el viejo continente el rey Fernando VII se vio
obligado a admitir y respetar la Constitución de Cádiz debido a la inestabilidad política de
su país. La independencia tomaría otro rumbo.

Iturbide consiguió el apoyo de los sectores conservadores de Nueva España. La iglesia, el


ejército y los criollos de la alta sociedad querían mantener los valores tradicionales. Para
ello incluso estuvieron dispuestos a negociar con los insurgentes. Así comenzó el contacto
y el intercambio de correspondencia entre Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero.

Cuarta etapa (1821): el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba


Aunque fueron adversarios durante años, Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero
convinieron terminar su lucha. En febrero de 1821 tuvo lugar el Abrazo de Acatempan,
cuando estas dos figuras sellaron la reconciliación del ejército de la Nueva España con las
tropas insurgentes.
El 24 de febrero Iturbide expuso su Plan de Iguala para la independencia de México.
Quedaba claro que se unirían las fuerzas de ambos bandos y que pasarían a formar el
Ejército Trigarante, o ejército de las tres garantías. Las garantías eran la defensa de la
independencia, la religión católica y la unidad.

El Plan de Iguala contenía ideas que se distanciaban de los propósitos expuestos en


los Sentimientos de la Nación de José María Morelos años atrás. Sin embargo, se tenía que
detener la confrontación y con el pacto de varios sectores por fin se abrió paso a una
independencia sostenible en el tiempo.

Al llegar al país, Juan O' Donojú (el último virrey enviado por la corona), notó que el plan
de Iturbide era ampliamente aceptado por la sociedad novohispana. En agosto de 1821, los
ejércitos ratificaban su alianza y firmaron los Tratados de Córdoba. Mediante estos se
estableció el retiro de las tropas españolas de Ciudad de México. O' Donojú había decidido
renunciar a su cargo.

Finalmente, el 27 de septiembre de 1821, el Ejército Trigarante entró a la ciudad de México


con Iturbide al frente y con Vicente Guerrero en la retaguardia. Pronto se firmó el Acta de
la Independencia y con esta se selló el proceso que dio nacimiento al Primer Imperio
Mexicano (1821-1823).

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