Introduccion Que Es El Hombre
Introduccion Que Es El Hombre
Introduccion Que Es El Hombre
(disciplinas filosóficas)
El punto de partida para ingresar al problema ético es la persona humana, quien es origen y sujeto
de la actividad moral. De tal modo, es imposible plantear la ética sin un fundamento antropológico,
que considere al hombre en cualquier tiempo y espacio.
El ser humano siempre se preguntó sobre sí mismo y deseó saber quién es, cuál es su naturaleza
y su destino. Cuando fue capaz de distanciarse de las cosas que lo rodeaban, la propia capacidad
racional lo llevó a buscar respuestas acerca del mundo, de sí mismo, de su realidad.
Es por esto que encontramos que ya en los mitos arcaicos, el ser humano trataba de responder a
esos interrogantes y conforme progresaba en el ejercicio de sus capacidades propias, sus
respuestas iban adquiriendo una mayor relevancia conceptual.
De este modo, en la Antigüedad, cuando el hombre llegó a elaborar un saber crítico, las reflexiones
acerca del ser humano se hicieron presentes en diferentes pensadores. Pero el uso del término
"Antropología", para hacer referencia a una disciplina que abordara el estudio del hombre, es
mucho más reciente y data de fines del siglo XVIII.
Las Antropologías científico-positivas, surgidas a fines del siglo XVIII, se mantienen en el campo
fenoménico: nos dicen cómo es el hombre, lo que acontece en él, pero no nos dan una respuesta
acerca del ser humano como totalidad.
La Antropología Filosófica, en cambio es una rama de la Filosofía que estudia al hombre desde la
perspectiva de aquello que propiamente lo distingue como tal. Trata de responder a la pregunta:
¿qué es el hombre?; es decir, se propone descubrir la esencia humana.
Al enfocar la totalidad del ser humano, la Antropología filosófica busca captar las dimensiones que
caracterizan al hombre como tal, que definen su auto- comprensión espiritual y que le confieren un
sentido total a la existencia humana. Por consiguiente, para saber qué es el hombre, no son
suficientes las Antropologías científico-positivas; sino que se requieren respuestas más profundas.
Los conocimientos que éstas aportan son muy valiosos; pero son conocimientos parciales y
limitados por el método y finalidades propios de las ciencias empíricas.
Por eso, Ítalo Gastaldi afirma, que el hombre que estudian las demás ciencias no es el hombre
vivido realmente por el hombre, sino el "hombre-objeto" de estudio, como realidad física,
vegetativa, psíquica o social. Mientras que la Filosofía estudia al hombre como sujeto personal, se
interesa por su ser y por su obrar específico, formulando una pregunta que cuestiona la existencia
del mismo que la formula.
Siendo "filosófica" esta Antropología se enfrenta al hombre como un todo, se abre al para qué, el
sentido de su existencia como posibilidad, como proyecto, como compromiso ofrecido a su
libertad... Y se pone en marcha hacia una meta, hacia el mundo de los valores que le hacen crecer
como persona. Su pregunta por el hombre no termina en el conocimiento, sino en la acción: "¿Qué
es el hombre?" implica el "¿cómo debe ser?, ¿qué debe hacer?" La respuesta está destinada a
traducirse en conducta. Por eso es preámbulo para la ética, la educación, la política., en una
palabra, para la "praxis" humana individual y social.
NOCIÓN DE “PERSONA”
¿Qué entendemos por persona? Para ello haremos referencia primero al significado del término y
luego, al modo en que fue definida a lo largo de la historia. Es probable que el origen del término
latino "persona" provenga de la palabra griega 'prósopos' (máscara que cubre el rostro); se trata de
la máscara que los actores griegos (del siglo VI-VII-VIII a.C.) utilizaban en el teatro para
representar diferentes personajes.
El punto de partida para ingresar al problema ético es la persona humana, quien es origen y sujeto
de la actividad moral. De tal modo, es imposible plantear la ética sin un fundamento antropológico,
que considere al hombre en cualquier tiempo y espacio. El ser humano siempre se preguntó sobre
sí mismo y deseó saber quién es, cuál es su naturaleza y su destino. Cuando fue capaz de
distanciarse de las cosas que lo rodeaban, la propia capacidad racional lo llevó a buscar
respuestas acerca del mundo, de sí mismo, de su realidad. Es por esto que encontramos que ya en
los mitos arcaicos, el ser humano trataba de responder a esos interrogantes y conforme
progresaba en el ejercicio de sus capacidades propias, sus respuestas iban adquiriendo una mayor
relevancia conceptual.
Es probable que el origen del término latino "persona" provenga de la palabra griega 'prósopos'
(máscara que cubre el rostro); se trata de la máscara que los actores griegos (del siglo VI-VII-VIII
a.C.) utilizaban en el teatro para representar diferentes personajes.
En el derecho romano, la noción de persona se encuentra muy ligada al nombre que se recibe con
el nacimiento y en virtud del cual pasa a ser reconocido como parte de una sociedad, con
capacidad de acción respecto de los demás. Corresponde a una configuración social del carácter
de persona, y con ésta se relacionan la mayoría de los estudios psicológicos, sociológicos o de la
antropología cultural. Relacionada con esta idea, desde el punto de vista filosófico, algunos
sostienen la necesidad de la intersubjetividad para que el ser humano se constituya
existencialmente, reconociéndose como sujeto.
La definición clásica de persona es la de Severino Boecio, autor latino (480-526), para quien la
persona es "substancia individual de naturaleza racional".
b. - individual: un ser individual es aquel que es uno en sí; es lo que en sí mismo no está dividido,
pero sí lo está de cualquier otra cosa. Esta indivisión interna no significa que la substancia no sea
un compuesto y que excluya que tenga partes; sino que se refiere a que las partes no están
separadas o divididas y, por lo tanto, conforman un todo unitario.
c. - racional: es decir, que es capaz de un conocimiento intelectual, con autoconciencia, que tiene
dominio de sus propios actos; diferenciándose así de las cosas, de las plantas y de los animales.
Santo Tomás define a la persona como "una realidad distinta y subsistente de naturaleza
intelectual". "El ser humano es un todo y, fuera de ello debe estar ordenado a un fin. No es un
alma encerrada en un cuerpo (Platón), ni mucho menos alguien que se reduce meramente al
plano físico (Aristóteles), es una unidad que a través de los sentidos y de la entelequia
deberá obedecer a su naturaleza. (S. Th, I, q76, art.5)"1
• La visión del hombre que tiene como un todo unitario, le permite dar a entender
quién es y cuál debe ser el direccionamiento de todos sus actos, puesto que no deberá
obrar orientado a un medio, sino que cada acción debe tener un fin último y, a su vez,
corresponder a lo que él es como animal racional y trascendental.
1
Echegoyen, J. (s.f.). Torre de Babel. de http://www.etorredebabel.com/Historia-
de-lafilosofia/Filosofiamedievalymoderna/SantoTomas/Actosdelhombre.htm
• Define la persona como: Individua "substantia rationalis naturae" (Culleton, 2010);
cuando se manifiesta que el ser humano debe entrar en comunión con los demás seres, lo
que se está resaltando es que ese ser que es indivisible debe abrirse a otros tal como él, lo
cual no le llevará a alienarse o afectar dicha indivisibilidad, sino que, por el contrario,
deberá mantenerse intacto, dispuesto a comunicarse para hacerse también, responsable
de los otros y de lo otro.
Antonio Rosmini la llama: "Un sujeto inteligente en cuanto contiene en sí un principio activo,
supremo, incomunicable".
Jacques Maritain, dice que "La persona es una substancia individual, completa, de naturaleza
intelectual y dueña de sus acciones, sui juris, autónoma".
Emerich Coreth, dice: "Llamamos Persona a la unidad esencial humana de cuerpo y espíritu, como
ser individual autónomo, que se realiza en la posesión consciente y en la libre disposición de sí
mismo".
La persona humana está formada por dos elementos, uno material y otro espiritual, por lo cual
podemos decir que es un compuesto corpóreo-espiritual en unidad esencial.
La Antropología Filosófica, es decir, el estudio filosófico de la naturaleza del hombre, analiza estos
dos componentes de la persona humana: corporeidad y espiritualidad.
Dejando de lado tesis materialistas, las cuales consideran que el hombre es pura materia, como lo
es el animal irracional o los vegetales, las principales corrientes modernas del pensamiento
filosófico (no solamente las de orientación cristiana) reconocen:
En razón del cuerpo, cada uno se encuentra en una cierta condición o situación; por ejemplo, es
varón o mujer, joven o viejo, fuerte o débil. En su cuerpo y por medio de él, el ser humano
permanece siempre manifiesto y revelado. Este componente le permite tomar contacto con el
mundo exterior y comunicarse con los demás.
Sin embargo, el cuerpo es mantenido en la existencia por el alma espiritual. Y es precisamente por
su espiritualidad que la persona trasciende el cuerpo y participa de la condición de las creaturas
espirituales. Está marcada por la relación directa con Dios y sobrepasa a la especie de la que
participa. Como espíritu el hombre está por encima del espacio y del tiempo. Y como espíritu no
puede ser medio sino sólo fin. En razón de su espiritualidad, la persona es libre y responsable de
sus acciones, tiene dominio de sus propios actos y es capaz de derechos y deberes. Ella tiene la
posibilidad de crecer, de amar, de ser enriquecida con la elevación a un orden sobrenatural.
Ítalo Gastaldi sintetiza los rasgos fundamentales del misterio del hombre, diciendo: "La persona se
manifiesta esencialmente como un ser único, irrepetible, dotado de interioridad -autoconciencia y
libertad-, y destinado a la comunión; es decir, es un sujeto que existe corporalmente con otros en el
mundo, para realizarse con ellos en la historia, personal y comunitariamente, tomando una actitud
o, lo que es lo mismo, comprometiéndose libremente frente a los valores, frente a las demás
personas y, sobre todo, frente a Dios"3
FACULTADES DE LA PERSONA
La persona se diferencia del animal por poseer ciertas facultades que le son propias. Pero, ¿qué es
una facultad? Una facultad es una capacidad o potencia que permite realizar ciertas operaciones.
En el ser humano encontramos capacidades tales como el entendimiento, la voluntad, los
fenómenos afectivos (sentimientos, emociones y pasiones).
Esta presencia de lo universal y de lo necesario en el pensar, es una de las diferencias que tiene el
ser humano con el animal irracional. El hombre por su intelecto es capaz de abstraer, de pasar de
lo singular a lo universal (ej: de esta montaña a la idea de montaña); así elabora conceptos, juicios
y razonamientos y es capaz de dedicarse a una actividad práctica en busca del bien del hombre en
cuanto tal (moral) o del bien de tal o cual artefacto (técnica).
En tanto que la voluntad es la tendencia racional hacia un objeto conocido, por lo cual es llamado
apetito racional. La voluntad tiende hacia cierto bien (una cosa que encierra un valor) presentado
por el intelecto; es libre frente a los bienes finitos (que perecen) o finitamente conocidos.
La voluntad goza de libre albedrío o libre arbitrio, que consiste en la capacidad que tiene el ser
humano para elegir entre diferentes alternativas; se trata de la posibilidad de decidir o de elegir, lo
cual constituye la fase esencial del acto voluntario. El acto libre no está predeterminado, porque
3
GASTALDI, Italo (1.990) “El Hombre. Un misterio.” Quito. (Ecuador.): Edit. Inst. Sup. Salesiano pág. 169.
está exento de una inclinación necesaria a elegir o tomar una determinada decisión. Es decir, se
trata de la capacidad de hacer o no hacer, de obrar de una manera o de otra.
En el hombre existen también fenómenos afectivos: los sentimientos, las emociones y las pasiones.
Los sentimientos son estados afectivos duraderos. Los extremos de los sentimientos son lo
agradable y lo desagradable. También encontramos variantes como el amor, el odio, la depresión.
Estos estados de ánimo surgen como consecuencia de un suceso, de algún acontecimiento y se
desarrollan en nosotros porque hemos tomado conciencia de algo que nos agrada o nos
desagrada. Rara vez se dan los sentimientos de un modo aislado, pues se manifiestan dentro de
un todo más complejo.
En tanto que las emociones son estados afectivos de mayor intensidad y menor duración (angustia,
miedo, alegría y tristeza). Siempre vienen acompañadas por reacciones externas o internas (rubor,
llanto, grito, risa, temblor, modificación del ritmo cardíaco, etc.). Las pasiones, por su parte, son
disposiciones sentimentales internas; se trata de afecciones o modificaciones de la afectividad, de
carácter más o menos permanente. Son movimientos del apetito. Por eso si no poseemos un bien,
el amor es deseo; si está presente es delectación o goce. Ante un bien difícil de obtener, el deseo
genera dos pasiones: si es alcanzable, esperanza y, si no lo es, desesperación. Si luchamos ante
un mal presente aparece la cólera; si el mal lo consideramos vencible, vamos a su encuentro con
audacia; pero si no es vencible, nos alejamos de él por el temor.
La antropología que presentamos es personalista sobre todo porque afirma el valor autónomo y
absoluto del hombre, en cuanto sujeto no referenciable a otra realidad: el hombre es un fin en sí
mismo y nunca puede ser utilizado como medio. En esto el hombre se distingue radicalmente de
las cosas. Y es totalmente original frente al resto de la realidad. "La lengua misma lo distingue: algo
y alguien, nada y nadie, qué y quién. Es lo que ha llevado a la pareja de conceptos cosa y
persona".
El fundamento está claramente sintetizado en el teólogo Kart Rahner: "El hombre es persona que
consciente y libremente se posee. Por tanto, está objetivamente referido a sí mismo, y por ello no
tiene ontológicamente carácter de medio, sino de fin; posee, no obstante, una orientación -saliendo
de sí- hacia personas, no ya hacia cosas (que más bien están orientadas hacia personas). Por todo
ello le compete un valor absoluto y, por tanto, una dignidad absoluta".
4
Reproducimos los conceptos que Ítalo Gastaldi expone en su obra “El hombre. Un misterio”, pags. 169-171, realizando
las adaptaciones que consideramos necesarias
hombre el sentido de su dignidad, una dignidad que por ser "esencial" nunca se borra, ni
siquiera cuando se tiene una conducta indigna.
c. El valor absoluto de la persona abarca tres núcleos que no pueden ser desconocidos sin serias
consecuencias éticas:
1°.- El primer núcleo es el valor del individuo, del "yo". Frente a toda tentación colectivista
de resolver la realidad humana en "estructuras" o "mediaciones sociales", el enunciado de
la dignidad humana recuerda permanentemente que cada uno de nosotros es único,
insustituible, irrepetible; que no es un "trozo de mundo", sino un mundo aparte y nadie lo
puede sustituir en la elección y realización de su destino.
2°- Pero esto no implica una postura "privatizante", una concepción cerrada de sí mismo.
Somos interioridades abiertas, destinadas a la comunión. La dimensión social entra en la
definición de la persona. Hoy se insiste en que el hecho decisivo que da origen a la persona
es la intersubjetividad. La "alteridad", la "orientación al otro" corrige la posible concepción
individualista y abstracta del personalismo.
3°- Por último, no hay que olvidar la afirmación de las estructuras o "mediaciones" éticas
del individuo y de la alteridad. Las mediaciones políticas, económicas, culturales, etc.,
condicionan enormemente la realización individual y social de las personas, influyen
decisivamente en la construcción de la historia humana, por tanto, tienen que ser objeto de
nuestro compromiso.
d. Hoy se acentúa sobre todo la relación interpersonal, frente al "dominio del mundo". El
humanismo que se va imponiendo es el humanismo personalista y dialogal, que ubica la
dimensión social en el centro de la Antropología. La verdad más profunda del hombre es su
relación con el "otro". El hombre es un "ser-en-relación", un "ser-para-el-encuentro". La clave de
su realización está en reconocer a los otros, promover a los otros, ser alguien frente a los otros.
El sentido de la existencia del hombre está vinculado a la existencia del otro.
e. El hombre no acaba en la piel: es pluridimensional, es "un-ser-en-el-mundo con-otros"..., pero
abierto a la trascendencia.
1- INTERIORIDAD La persona posee vida interior, a diferencia de los animales que sólo poseen
exterioridad. Por la interioridad el hombre se percibe como un "yo", como origen de sus actividades,
como un ser capaz de pensar y obrar conscientemente y como responsable de sus opciones libres.
Es decir, se percibe como sujeto, centro consciente de atribución de todas las realidades que
constituyen su ser. Por eso es capaz de una vida biográfica, pues la persona puede entender y
querer. Por tener interioridad, el hombre es capaz de:
5
Para este tema, tomamos el cap. 3 de la obra de Ítalo Gastaldi, págs. 83 a 97, introduciendo las adaptaciones y
aclaraciones necesarias.
para obrar: eso que llamamos libertad. Por la autodecisión, se actúa con plena conciencia y control
de su propio ser, y de su ubicación en las circunstancias en que debe decidir.
2- UNICIDAD La interioridad fundamenta la unicidad del hombre, el hecho de que cada uno tenga
una manera rigurosamente sin igual de ser persona.
a. - Los animales, "individuos" pertenecientes a una especie, se definen por las características
generales de la especie; basta predicarlas de cada uno. Es cierto, un perro no es el otro: se
distinguen entre sí por la forma, el peso, el color, etc., por los "caracteres individuantes".
c. - La interioridad fundamenta la unicidad del hombre, pero también su libertad, el poder ser dueño
de la propia individualidad y de poder moldearla: esto es lo que lo va configurando y
diferenciándolo de los demás. Esto hace que aún en el caso de los gemelos, cada uno reaccione
diversamente ante los mismos estímulos y se diferencie radicalmente del otro.
CONCLUYENDO: las cosas son "trozos de mundo"; el hombre, en cambio, percibe su radical
"alteridad" frente a las cosas y frente a los demás: no forma con ellas un todo único, es un mundo
aparte, siempre nuevo y original. Por eso la persona es misteriosa. Pretender esclarecer su
misterio es emprender un imposible viaje de estudios al país de la "alteridad"
El surgir del sentido comunitario, el hecho del diálogo en todos los niveles y para las empresas más
diversas y el fenómeno de la socialización, han llevado a la conclusión de que la dimensión social
es esencial, constitutiva del hombre. El filósofo se pregunta: Todas estas manifestaciones, ¿son
solamente hechos instintivos, biológicos, fenoménicos, hechos "brutos", sin sentido profundo..., o
bien brotan de una exigencia natural, revelando una dimensión esencial del hombre? ¿Hasta qué
grado el "tú" y el "nosotros" entran en el "yo"? ¿Se puede resolver el problema del hombre sin
hablar explícitamente de las otras personas?
En otras palabras: "ser-en-el-mundo-con-otros". ¿es para mí algo accidental, como para el vino
estar en el vaso o en la botella o en la cuba..., o significa más bien lo que para el pez vivir en el
agua? (el pez tiene que vivir allí y su organismo esta internamente organizado para vivir allí). "Yo
soy yo y mis circunstancias", escribía Ortega y Gasset en 1914. Pertenecemos a un entramado
social. Vivimos en un contexto mundano del que jamás podemos prescindir y al que
constantemente estamos referidos. Nos volcamos hacia el no-yo como complemento necesario del
propio existir. Somos "seres-en-el-mundo- a-través-del-cuerpo": eso es innegable. Pero la pregunta
fundamental que nos permite entender la problemática que atormenta la época actual y que al
mismo tiempo nos introduce en el misterio eterno del hombre, se puede expresar así: "El hombre,
¿es un ser (individual) orientado en primer lugar hacia el mundo -en el cual existen también otros
hombres- o bien es, antes que nada, un ser en comunión con otras personas en el mundo? Según
la respuesta que se dé, la Antropología es muy distinta.
b. - El hombre "ser - en - el - mundo"
También Carlos Marx insistía en que "el mundo es como el cuerpo inorgánico del hombre" y
nuestra vida "es un metabolismo con el mundo".
a- La primera experiencia que nos sale al paso es que nos hallamos rodeados de cosas que
influyen sobre nosotros y con las que nos vinculan muchas relaciones. Nuestra vida está
orientada hacia el mundo infrahumano, ese mundo que es nuestro espacio vital, donde hay
seres que nos sirven de alimento, vestido y habitación y de los cuales echamos mano para
subsistir. Vivimos en un constante intercambio con el mundo que nos rodea, intercambio que
nos enriquece y nos permite realizarnos. Formamos con él un sistema de reciprocidad, de
sentido y de vida. El hombre es un "ser-en-el-mundo"; nos insertamos en él a través del cuerpo.
Pero no estamos como el animal simplemente vinculados al entorno: vivimos en un mundo
abierto, con fronteras fluidas que se ensanchan continuamente...
c- Martín Buber dice que gracias al hombre existe el mundo. Sin el hombre habría muchas cosas,
pero ningún ser que las captara en su conjunto. Sólo el hombre puede pensar la pluralidad
como unidad, como totalidad de la experiencia externa.
Así, pues, al decir "mundo" no nos referimos al mundo objetivista, visto independientemente de su
relación con nosotros, ese mundo regido por las leyes que las ciencias van descubriendo. No
somos espectadores pasivos en el mundo: estamos en diálogo con él. Mediante la ciencia, la
técnica y el arte ponemos un sello espiritual a la materia y la "hominizamos", llenándola de
significados: elevamos la "naturaleza" al rango de "cultura". No es sólo el mundo físico el que está
ante nosotros, sino también el mundo simbólico. Aquí nos referimos al mundo del hombre, ese
mundo que hemos construido a través de nuestras propias experiencias, teñido de subjetividad.
Nos vemos en un ámbito repleto de significados, en un ambiente organizado por el hombre
mismo.
El hecho fundamental de la existencia es que todo hombre es interpelado como persona por
otro ser humano, en la palabra, en el amor y en la obra, y debe dar su respuesta: aceptación
o rechazo.
d- Amor
El ser humano tiene el impulso de "ser-más por la comunicación". Desde lo más profundo de su ser
necesita comunicarse con otros, y la comunicación más plena se cumple por el amor. Afirma Ismael
Quiles, que toda persona, todo espíritu tiene, como primera aspiración de su esencia, el amor. Este
es el aspecto de la vida que más puede realizar al ser humano como persona.
e- Apertura a la Trascendencia:
La fenomenología nos muestra, entonces, que el otro está delante de mí como un valor que se me
impone por sí mismo; un valor que el hombre mismo no ha creado ni puede destruir, pues se
identifica con la misma dignidad de la persona humana, fundada en su conciencia y libertad. Se
trata de un "dato primario", de una constatación inmediata que no puede ser negada sin la
conciencia íntima de infidelidad con nosotros mismos. Hay que decirle que "si" a su existencia,
independientemente del color de la piel, de su pertenencia a una raza o a una condición social y de
la posibilidad de utilizarlo más tarde en el proceso de producción. Hay que aceptarlo simplemente
porque es un ser humano.
La existencia del otro, su presencia soberana, es algo situado "más allá" de la voluntad arbitraria
del otro, es algo trascendente. En último análisis no depende de él existir de ese modo. Por eso
podemos concluir que en la exigencia incondicional del prójimo está en cierta forma presente el
totalmente Otro, Dios, que protege la criatura humana, porque fue querida y hecha por El. Tomar
en serio al otro, incondicionalmente; reconocer -por lo menos implícitamente- la realidad misteriosa
que está detrás del hombre y lo constituye precisamente en su singularidad inviolable.
Inmanente, porque lo obtenido como fruto del conocer, permanece en el ser que lo produce, que
es la persona misma.
Formalmente subjetivo, porque es una de actividad interna del sujeto, el que es consciente de
que conoce y de lo que conoce, no así las demás personas, que sólo pueden conocer lo que el
sujeto conoce si éste de algún modo se lo manifiesta.
Intencionalmente objetivo, porque todo conocer tiene un objeto conocido, un objeto al cual se
refiere. El conocimiento en sí mismo considerado constituye un enriquecimiento de la persona. Se
trata de las dos especies de conocimiento que posee el hombre: el conocimiento sensitivo y el
conocimiento intelectual.
La realización del acto humano es el obrar humano, que es, por lo tanto, un obrar consciente,
deliberado, libre, iluminado por el previo conocimiento; un obrar que será bueno o malo, según que
se ajuste a los principios básicos de la moralidad.
El hacer significa un actuar hacia el exterior del sujeto para crear cosas o modificar las existentes;
como tal pertenece al campo del arte o de la técnica; pero en cuanto obrar humano entra de lleno
en la ética.
Es importante tener presente que el conocer humano constituye una actividad plenamente
intelectual, en tanto que el obrar humano es actividad plenamente volitiva. La conciencia moral es
mayor cuanto mayor y más claro es el conocimiento que posee la persona. De allí que la ignorancia
y el error dificultan muchas veces el proceder moral. Por eso, cuanto más conoce una persona,
más claridad puede tener respecto a la bondad o malicia de los actos; pero esto no asegura que
sus elecciones sean correctas, pues se puede obrar mal a sabiendas. En este sentido, es que lo
más oculto en la persona humana son sus intenciones, ese ámbito interno donde se producen las
decisiones.
Allí radica justamente la raíz del carácter constitutivamente ético de la persona, en esa posibilidad
de la libre decisión, acto interno de la voluntad, que puede traducirse, o no, en una acción externa
del sujeto.
Por ello, un cerebro electrónico, un chip no tiene problemas éticos, como no los tiene tampoco el
animal irracional. Los seres en quienes funcionan procesos automáticos, determinados e incluso
instintivos, genéticamente determinados, no tienen problemas éticos; los tendrán, sí técnicos o
mecánicos (caso de las máquinas) o disfuncionales (caso de los animales). El único ser que se
angustia por el problema ético, porque le acarrea permanentes luchas internas, es la persona, el
ser humano.