Reflexiones para Padres.

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Papá … yo quiero ser como tú.

Mi hijo nació hace pocos días, llegó a este mundo de una


manera normal… Pero yo estaba de viaje … ¡tenía tantos
compromisos!
Mi hijo aprendió a comer cuando menos lo esperaba, y comenzó
a hablar cuando yo no estaba… ¡Cómo crece mi hijo! ¡Cómo pasa
el tiempo!A medida que crecía, mi hijo me decía:
— ¿Papá, algún día seré como tú? ¿Cuándo regresas a casa,
papá?
— No lo sé, hijo, pero cuando regrese, jugaremos juntos; ya lo
verás.
Mi hijo cumplió diez años hace pocos días y me dijo:
— ¡Gracias por la pelota, papá!, ¿quieres jugar conmigo?
— Hoy no hijo; tengo mucho que hacer.
— Está bien papá, otro día será.Se fue sonriendo, siempre en
sus labios las palabras: «Yo quiero ser como tú».

Mi hijo regresó de la Universidad el otro día, todo un hombre.


— Hijo, estoy orgulloso de ti, siéntate y hablemos un poco.
— Hoy no papá, tengo compromisos. Por favor, préstame el auto
para visitar a algunos amigos.
Ahora ya estoy jubilado, y mi hijo vive en otro lugar. Hoy lo
llamé:
— !Hola hijo, ¿cómo estás? ¡Me gustaría tanto verte! – le dije.
— Me encantaría, padre, pero es que no tengo tiempo. Tú sabes,
mi trabajo, los niños… !Pero gracias por llamar, fue increíble oír
tu voz!
Al colgar el teléfono me di cuenta que mi hijo había llegado a
ser como yo …
Una emotiva reflexión para padres de
familia.
Un anciano que no podía valerse ya por sí mismo se tuvo que
mudar a vivir con su hijo, la esposa de su hijo y su pequeño
nieto de 4 años. Al pobre anciano ya las manos le temblaban, su
vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.

La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos


temblorosas y la vista enferma del anciano hacían de
alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de la cuchara
al suelo y cuando intentaba tomar el vaso derramaba las
bebidas sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación, así que el


matrimonio decidió poner una pequeña mesa en la esquina del
comedor, ahí el abuelo comía solo y como ya había roto por
accidente uno o dos platos, su comida se la servían en un viejo
tazón de madera.

De vez en cuando, los ahora jóvenes, miraban hacia donde


estaba el abuelo y veían una lágrima en sus ojos mientras
estaba ahí sentado solo. Las únicas palabras que recibía eran
llamadas de atención de la pareja cada vez que dejaba caer el
tenedor o la comida.

“El pequeño niño de la familia observaba en silencio todo lo que


ocurría.”

Una tarde antes de la cena el papá observó que el pequeño


estaba jugando con unos trozos de madera, con fuerza trataba
de moldearlos con las manos. El señor le preguntó: -“¿Qué
intentas hacer hijo?”, el niño respondió con inocencia: –“hago
dos platos, para que cuando yo crezca, tú y mamá coman en
ellos en la mesa de la esquina, así como el abuelo”.

“Toma en cuenta que: Las personas olvidarán lo que dijiste o


lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo los hiciste sentir.”
Los adultos somos ejemplo de aprendizaje y educación
En esta reflexión para padres de familia podemos darnos cuenta
de que nuestros hijos aprenden de lo que los padres hacemos y
de lo que decimos. Como ellos vean que tratamos a los demás
así ellos también tratarán a las personas.

Pensemos en nuestros ancianos, sobre la tolerancia y la


paciencia que debemos tener hacia ellos. Seguramente que no
es fácil, pero debemos recordar que el tiempo no se detiene y
que nosotros algún día también llegaremos a una edad
avanzada y que vamos a necesitar de esas misma paciencia y
tolerancia. Tengamos misericordia hacia nuestros ancianos y
demos buen ejemplo a nuestros niños cultivando el amor.

Carta de un hijo a todos los padres del


mundo.
No me den todo lo que les pido a veces sólo pido para ver hasta
cuánto podré tomar No me griten, los respeto menos cuando me
gritan y me enseñan a gritar a mí también, y yo no quisiera
gritar.

No me den siempre órdenes y más órdenes, si a veces me


pidieran las cosas yo lo haría más rápido y con más gusto.
Cumplan sus promesas, buenas o malas. Si me prometen un
premio, quiero recibirlo y también si es un castigo.

No me comparen con nadie, (especialmente con mi hermano) si


me presentan como mejor que los demás alguien va a sufrir y
peor, seré yo quien sufra.

No cambien de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer,


decídanse y mantengan esa decisión. Déjenme valerme por mí
mismo. Si hacen todo por mí nunca podré aprender. Corríjanme
con ternura.

No digan mentiras delante mío, ni me pidan que las diga por


ustedes, aunque sea para sacarlos de un apuro. Está mal. Me
hace sentir mal y pierdo la fe en lo que ustedes dicen. Cuando
hago algo malo no me exijan que les diga el "porqué lo hice" a
veces ni yo mismo lo sé. Si alguna vez se equivocan en algo,
admítalo, así se robustece la opinión que tengo de ustedes y me
enseñaran a admitir mis propias equivocaciones. Trátenme con
la misma amabilidad y cordialidad con que veo que tratan a sus
amigos, es que por ser familia no significa que no podamos ser
también amigos.

No me pidan que haga una cosa y ustedes no la hacen, yo


aprenderé a hacer todo lo que ustedes hacen aunque no me lo
digan pero difícilmente haré lo que dicen y no hacen.

Cuando les cuente un problema mío, aunque les parezca muy


pequeño, no me digan "no tenemos tiempo ahora para esas
pavadas" traten de comprenderme, necesito que me ayuden,
necesito de ustedes.

Para mí es muy necesario que me quieran y me lo digan, casi lo


que más me gusta es escucharlos decir: "te queremos"

Abrázame, necesito sentirlos muy cerca mío. Que ustedes no se


olviden que yo soy, ni más ni menos que un hijo.

Por Marita Abraham.

Un buen padre vale por cien maestros.


Las sociedades modernas nos han proporcionado tecnologías y
herramientas que facilitan la vida del ser humano. Cuanto más
desarrollada y moderna es una ciudad, hay mayor crecimiento
urbanístico, trayendo consigo la vida agitada, la reducción de
tiempo y el menoscabo de las relaciones humanas.

Estos grandes adelantos han revertido el orden de las cosas,


siendo el deterioro familiar la consecuencia más trágica. Hoy
día los esposos son extraños, no se comunican, los hijos tienen
más confianza en el personal de servicio doméstico o con sus
amigos, que en sus propios padres.

La televisión, la computadora y los demás dispositivos de


comunicación son sus guías; y todo esto sumado a la
globalización y el aceleramiento y facilidades de las
migraciones; que ha traído consigo el aumento de la
conflictividad social y la complejidad para solucionarla.

Todos coinciden y demandan mayor inversión y mejor calidad en


la educación; entendemos de la importancia de este reclamo.
Pero la verdad es que muchas veces los más educados en
conocimientos de desarrollo profesional son los peores y más
siniestros funcionarios y ciudadanos destacados a favor del
mal. Pues sin una base sólida de formación y educación en el
hogar, cimentada en valores, es imposible formar ciudadanos
responsables y honestos con principios éticos y morales.

Siendo los hijos los más afectados, es tiempo de que los padres
y maestros reflexionemos y trabajemos para revertir el
retroceso familiar, reflejado en los problemas sociales, cada vez
más complicados.

Los valores, principios éticos y enseñanzas cristianas


fomentadas en el hogar vienen a darnos luz, guía y esperanza
frente al deterioro social y a la crisis mundial.

Pues la situación socio política, económica, cultural y ambiental


actual exige de forma inmediata la participación y el
involucramiento de todos, para la búsqueda de respuestas y
soluciones a los conflictos que nos afectan, como son: la crisis
de valores que nos están llevando al colapso. el deterioro
familiar, la falta de moral y ética , la ausencia de patriotismo y
amor por nuestra historia y raíces, el colapso y destrucción del
medio ambiente, el desconocimiento del papel rector del
estado, las instituciones, las leyes y las normas mínimas de
convivencia,...

Por todo eso, es urgente ir al rescate de la conciencia en cada


familia, de los padres, de los hijos, de los hermanos,...,. La
familia es la institución más importante de toda sociedad, es
por ello la premura de ir en su auxilio.
Recordemos que por culpa de nuestros padres, en la
adolescencia: Ninguno de nosotros estuvo envuelto en
problema de drogas, robos, actos de vandalismo, violación de
propiedad, actos de corrupción, ni estuvimos presos por ningún
crimen. ¡Todo fue culpa de ellos!

Ahora que nosotros somos adultos, honestos y educados,


estamos haciendo lo mejor para ser “Buenos Padres”, como
fueron nuestros padres. Este es uno de los males del mundo de
hoy: No hay suficientes Buenos Padres!

Reflexionemos y corrijamos, nunca es tarde para aprender.

Los buenos padres no le enseñan a su hijo a superar siempre a


los demás. Le enseñan a superarse a sí mismo, para luego en
unión de todos superarnos como sociedad.

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