Anl Pallares Elogio - WB

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ACADEMIA NACIONAL

DE LETRAS

Washington Benavides, Académico de Honor


Discurso de recepción
por Ricardo Pallares

Sr. Presidente de la Academia Nacional de Letras D. Adolfo Elizaincín, señores académicos de


número, estimado Washington Benavides, señoras, señores, amigos todos:

Hoy recibimos a WB en calidad de Académico de Honor: un acto justo y merecido. Más de


medio siglo de intensa producción poética y de aporte activo a la cultura dan cuenta de su
indeclinable tarea con la palabra y de su protagonismo en el trabajo con el idioma español y su
variante uruguaya.

Hace exactamente 48 años, un día de marzo como estos, corregía en Tacuarembó el primer
trabajo escrito de un grupo de estudiantes del liceo que, por entonces, era departamental. A la sazón
tenía un diccionario viejo y prestado, casi insuficiente, que no despejó la duda que me asaltó: ¿era
“oscuro” u “obscuro”; vendría del latín obscùrus? Era fin de semana y las instituciones públicas
estaban cerradas. (Imposible acceder al Diccionario manual de la RAE, en Espasa Calpe, 1950, que
se guardaba en los anaqueles del mencionado liceo en número de 18 o 20 con muy poco préstamo y
consulta).

Fui a la casa de WB a consultarlo pues era mi referente y uno de los que eventualmente
tutelarían mi condición de recién llegado. Le planteé la duda. Después de un momento, con el gesto
que todos uds. imaginarán, me respondió: -“Ah, con el diccionario hemos topado”; hacía paráfrasis de
un conocido parlamento de Don Quijote, resignificado con cierta ironía crítica, y agregó: -“Es asunto
que lo resolvés vos”.

La duda tuvo lugar hasta que recién en 2005 la despejó el Diccionario Panhispánico de Dudas
al recomendar tibiamente la escritura de la forma más sencilla, sin be.

Es por lo dicho que creo que un hilo académico invisible nos trajo desde entonces hasta aquí,
hasta este encuentro que en representación de la Academia celebramos y compartimos.

Pero como continuidad quieren las cosas difíciles, ese hilo estuvo a punto de romperse en
1993. WB integraba el tribunal de Concurso para la Inspección de Literatura en la Secundaria y
representaba a los que éramos oponentes.

En una ocasión lo llamé por teléfono y lo informé de mi intención de abandonar la oposición,


antes de la última prueba, pues los puntajes dados a conocer me hacían sentir en situación de creer
que se podía pasar por el ojo de una aguja. WB que no podía decir nada que contradijera la ética
profesional, hizo un silencio tras el cual afirmó vehemente: -“¡Hombre de poca fe!”, y cortó la
comunicación.

Tal respuesta provocó mi reacción y retomé el desafío. Me interesa señalar que es esa misma
fe la que por caminos distintos nos condujo hasta aquí. La fe en el denuedo y también en la palabra
que nos identifica como trabajadores, la fe en la cultura a la que nos debemos como construcción
inacabable.

En el merecimiento de esta distinción que hoy se le otorga, destacamos que por vocación y por
la gracia inapelable de sus dones dedica el tiempo a la poesía, la enseñanza, la gestión cultural, la
promoción y difusión de la cultura y de la lengua. Que también lo dedica a la observación crítica de la
creación poética uruguaya, latinoamericana y universal, a las conferencias, la producción de ensayos,
reseñas y prólogos, a la participación académica y popular. Todo con una coherencia e integridad que
fortalece la comunicación de los creadores con el público.

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La obra de WB es quizá la más diversa de su generación (“la promoción de los sesenta”), la de


registros más variados y una de las más acendradas en los dominios de la lengua, sin perjuicio de lo
americano con su riqueza inagotable y fecundante. Reúne lo universal con lo local y trasciende
nuestra idiosincrasia, a veces intransferible, mediante una reinscripción significativa de la oralidad,
incorporada a la escritura, según las tradiciones más arraigadas y elevadas.

Su obra revela a un creador atento a las vertientes renovadoras de la poesía del XX, atento a la
evolución y transformación de las vanguardias, al universo de los autores, a los códigos literarios, a
los ritmos cultos y populares, a sus heterónimos “personales”. Lo erudito, los tópicos, lo folclórico y
los imaginarios confluyen en una recreación continua que sostiene un alto grado de originalidad. A la
manera de un bajorrelieve no especialmente buscado también pasan por su poesía y su prosa las
realidades de nuestro tiempo y sus mutaciones.

En esta oportunidad me detendré solo en tres textos de su poesía que seleccioné de modo
inevitablemente arbitrario no obstante lo cual me permitirán centrar algunos comentarios.

En primer lugar es un texto del libro “Las milongas”, de 1965, el cuarto de sus libros, que tengo
entre mis manos en la primera edición en rústico, de ocho por once centímetros, de la Revista Siete
Poetas Hispanoamericanos. Se trata de la milonga “Yo no soy de por aquí”:

Yo no soy de por aquí


no es este pago mi pago
que es otro que ya no sé
si lo hallo

lugar que ponga en su sitio


mi corazón desvelado
pero es bien que ahora lo diga
y claro:

ese lugar si es que existe


tendrá que ser como un playo
donde se nivelen todos
la misma tierra pisando
si llega a estar a la vuelta
de algún cerrito esperando
no me lo pongan en duda
que me abajo

pero también si me dicen


que ese paraje que no hallo
tengo que ayudar a hacerlo
meter el hombro y alzarlo

no me lo pongan en duda
que me abajo.

Estas estrofas octosílabas asonantes, en a-o en los versos pares, con pie quebrado, que se
aproximan al habla rural remiten al pasado lejano de la poesía popular en versos de ocho sílabas. En
ese pasado encontramos la poesía nativista, la gauchesca y más atrás aun la poesía de los gauchos
y la tradición del romance español. El tema está vinculado con la utopía de un lugar igualitario y justo
para todos, largamente buscado por el hablante, lugar asociado con el pago como sitio primero en el
que radica la identidad y la pertenencia.

Se puede observar que el yo enunciador asume el compromiso que corresponde a su intenso


deseo, por tanto si el lugar deseado requiere una construcción colectiva se bajará del caballo para
colaborar y ayudar a hacerlo, la misma tierra pisando. La anáfora con la que se cierra el texto da la
firmeza de la decisión.

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Es relevante asimismo el pronombre personal al comienzo: la primera persona que abrevia lo


más posible la distancia entre el hablante y el yo autoral se afirma luego en la desinencia de los
verbos y en los giros coloquiales de la auto referencia. Esta particularidad implica un cambio radical
en la ideación poética que acompaña al tópico. En efecto, si lo recorremos desde el mencionado
nativismo, por ejemplo, pasando por Sara de Ibáñez (su poema “Artigas”) y por la poesía política de
Idea Vilariño, se advierte que predomina el empleo de la tercera persona (singular y plural). WB en
cambio sustituye a los pronombres él y ellos (Artigas y los gauchos, los orientales) por el de la
primera persona, como ya se dijo, lo que en nuestra opinión constituye un progreso ideológico, en el
amplio sentido del término, muy importante.

El segundo texto pertenece al libro “El mirlo y la misa” (2000):

Recuperaciones
“Tenía una casa enorme,
llena de fantasmas”.
G. García Márquez

Ahora que lo pienso: ¿dónde


vivieron mis abuelas?
De niño recorría los desvanes,
los cuartos deshabitados
(habitados por ratones y arañas),
investigando sobre duendes.
Tampoco los hallé.
Debí recurrir a la hipertrofia
de recuperarlos en los libros
-Grimm, Andersen,
alguna buena balada de Goethe
o Heine-.
Pero nunca encontré a mis abuelas.
También con ellas debí recurrir a la hipertrofia
de fotos sepias, en álbumes novecentistas,
o de algún retrato oral
(de sus hijos, hermanos o sus primos)
todos distintos.
Alguno acentuaba determinado rasgo,
otro cumplía -como un ritual- con su familia,
apartando el trigo de la paja.
Quiero decir “mejorando lo presente”
parcializaba su opinión (¿su memoria?).
Sé que tuve dos abuelas
por razones obvias.
Y pienso que su falta me negó
esos territorios benévolos, siempre luminosos,
que los abuelos crean para sus nietos.
Los abuelos/abuelas: esos padres/madres
que mejor conocen a sus nietos/hijos,
y que jamás aceptan que sean irresponsables
salvajes o mezquinos.
Mi investigación no ha terminado.
He descubierto duendes. He charlado con ellos
(no son muy amistosos);
por qué -entonces- no puedo dar con mis abuelas?
Es cuestión de tiempo
y darse maña.

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En una primera lectura nos parece que el hablante quiere recuperar el sentido que tiene ser un
artífice o al menos un trabajador de la palabra. En un primer nivel lo que se desea en el texto,
expresado a través de la búsqueda que supone su recorrido discursivo, es recuperar la carencia o
falta de las abuelas. Según nos parece dicha carencia está por todas las otras que asoman
progresivamente por vía de las asociaciones y sugerencias recurrentes en el texto a modo de vueltas
o recursividades y del sentido último de la acción: “Es cuestión de tiempo / y de darse maña”. De ese
sentido último hasta la identidad como objeto de la recuperación hay una pequeña contigüidad
mediadora.

Pero como mi investigación es una búsqueda, en tanto que acción sostenida en el tiempo
poético, da cuenta de que la identidad es una construcción permanente. La identidad nunca está
definitivamente hallada porque es un asunto en construcción. Hay aquí otra idea poética muy
avanzada sostenida en un concepto complejo y actual de sujeto.

Avanza la ciencia y la tecnología de nuestros días, también avanza la poesía en la


categorización ontológica.

La creación poética que recupera y hace crecer a las palabras también procura suplir las
carencias y las ausencias connaturales del hombre. Según dice Tomás de Mattos en el prólogo, WB
“a lo largo de unos cuantos años ha acopiado los más variados nutrientes, fueran propios o
arrebatados a la vivencia ajena, en esa consensuada antropofagia o laica eucaristía en la que suele
transformarse la mejor literatura”. Es un modo de decir que la literatura nace de la literatura y que por
tanto acarrea y acrece una red sutil de conocimiento, de imaginarios y de valores que nos vinculan al
pasado más remoto y al futuro tan ignoto como inminente. Es así porque también el hombre nace del
hombre no solo en el sentido biológico sino fundamentalmente en el de la cultura. Tal razón es la que
determina que las artes y particularmente la poesía busquen que al hombre no le nazca más el lobo.

En todo caso la composición intercala momentos de fina ironía no exenta de crítica al mundo
de los adultos y al escamoteo de la realidad que hace el mundo institucionalizado. Desde el epígrafe
da cuenta del mundo fantasmático que llena o puebla lo desconocido: en los cuartos deshabitados, en
el relato literario, las antiguas fotos color sepia, los mitos privados en versión oral, en el mundo de
“esos territorios benévolos” de la infancia, la ideación de los duendes propios. Finalmente aparece la
conclusión de que hay que seguir dándose maña aunque el tiempo sea largo. Porque los misterios no
tienen respuestas; los de la existencia ni los de las suertes individuales.

Para otro momento dejamos la consideración de las particularidades gráficas del poema y las
del registro léxico y expresivo que en este texto se alinean más con las formas estándares.

El tercer poema al que me referiré es del libro “El niño metafísico” recogido en la recopilación
recientemente publicada por el Ministerio de RREE y el Consejo de Educación Técnico Profesional
(2012), con el título genérico “Como un comanche”.

Defensa del pródigo

La elite defendió la imagen


del poeta
que destila sus versos
y acopia en su bolsita de velludo
perfectas perlas periféricas.
Un volumen pequeño
donde ha fijado la quintaesencia
de su lirismo.
(Aclaro que defiendo al culpable
de ser un manirroto, un disipador
que consume y desperdicia su hacienda
en gastos inútiles y vanos, sin medida,
orden ni razón.

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Todos estos, términos que definen,


en el Diccionario de la Real,
a la palabra “pródigo”).
Siempre se ha destacado
al poeta-extracto.
(no por aquello de Pound del: Dichten=condensare);
sino por una determinación aristocrática
de suponer lo único, lo distinto,
lo incunable, como definición
de la poesía.
Aclaro que defiendo al tipo que conozco
desde niño: dispendioso,
disipador, manirroto.
Dispendioso del almacén que el diccionario
estiba;
disipador de sílabas, de contradictorios
versos, de paranomasias
reversibles.
Manirroto absoluto. Que piensa seriamente
que ni muerto descansará en paz,
que ni muerto cesarán los versos
de sobrevolar sobre su cuerpo;
como las abejas virgilianas en campo de amarantos
o, si quieres, las moscas sobre su mascarilla.

Se trata de un texto rico en alusiones y asuntos relativos a la lengua, la poesía y al poeta;


también dispone en caligrama a muchos de sus versos, aunque esta no es ocasión oportuna para
interpretar este nivel del texto.

Defensa del pródigo muestra otro rasgo de WB: la búsqueda continua con afán por
universalizar y expandir, parecida a la de Ezra Pound, aunque más apegada al mundo de la erudición,
de las letras y en especial de la poesía.

Un ejemplo de la referida influencia es la proliferación recurrente de temas y asuntos de


infancia que se enriquecen con reflexiones actuales, de las lecturas, del sueño, la ensoñación y el
deseo cotidiano, la aventura del amor y de la propia poesía que experimenta formas, voces (incluidas
las heterónimas), lenguajes, puntos de vista, nuevas dimensiones, etc.

Esta poesía se inicia con un desarrollo en el que el hablante comienza a auto referirse y
probablemente cede la voz al coautor ficcional del libro, a John Filiberto (Aclaro que defiendo al
culpable / de ser un manirroto, un disipador). Por tanto la defensa del título es la de la opción de vivir
en la palabra y con ella, es la opción de ser poeta-extracto (escribir poesía es condensar) de ser
original. De modo que la justificación recae no sobre una bohemia de autor sino sobre un generoso,
un dispensar a mano abierta la riqueza del lenguaje, sus combinaciones posibles y los usos originales
que hace y otorga a los demás como una fuente para la eventual libre apropiación. Así, proclama
finalmente una transpoesía, una poesía propia más allá de la muerte (como las abejas virgilianas en
campo de amarantos).

Porque la poesía es la dulce abeja de oro que liba en lo invisible (Rilke lo dijo), porque WB
poeta, narrador y ensayista fundamenta como pocos la variante uruguaya del español, fundamenta
nuestra identidad y la cultura como un continuo, al universo líquido e inagotable del idioma como
patria primera de la vida puesta en valores, porque su escritura quiere que seamos más hombres,
más mujeres, más crecidos, por todo esto y por su exploración del ser, en nombre de la ANL lo
declaro bienvenido.

Montevideo, 13 de marzo de 2013

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