Guion Toc-Toc
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TOC TOC
DE LAURENT BAFFIE
ACTO 1
39:29:38
Se abre el telón, dejando ver una sala de espera. En ella, seis sillas y una mesa baja de
gran tamaño con revistas y algún que otro libro. Al fondo, una gran estantería llena de
libros y objetos decorativos. Muy cerca, una chimenea.
Entra la ayudante de la doctora Cooper con actitud distraída y de pronto voltea a ver al
público y se asusta.
Entra PAZ y se sienta en una de las sillas de en medio, se pone a ordenar varios
documentos en un maletín de cuero situado a sus pies. Tras guardarlos, Paz extrae del
maletín un cuadernillo de crucigramas. De repente, con un espectacular espasmo, mira al
público y lanza un gesto obsceno sacando el dedo prohibido.
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PAZ: “¡Chinguen a su madre!”
Paz relaja el gesto y se concentra en su crucigrama. En ese momento entra CAMILO, un
taxista en jeans y tenis, preso de una agitada respiración.
CAMILO (recuperando el aliento)… Buenas tardes.
Paz le saluda con un gesto de la cabeza.
CAMILO: Uf! Usted disculpe, es que subí por las escaleras…cuatro pisos, 22 escalones
por piso, 88 escalones con exactitud…y todo en (mira su reloj) 28 segundos y 73
centésimas! Todavía no hay quien pueda conmigo…y eso que me paso 10 horas al día
planchando nalga en el asiento del taxi…¡La pura vida! (se va a sentar)
PAZ: (con un gesto obsceno)“¡Tu puta madre!”
CAMILO: ¿Perdone? (Pausa) ¿Podría repetir? (Pausa) ¿Me lo imagino o acaba de insultar
a mi santa madre?
PAZ: No, no. Le ruego que me disculpe. No lo hago adrede.
CAMILO (acercándose a Paz, amenazante) ¿Cómo que no, si le acabas de llamar puta a
mi jefesita? ¿Y a usted le basta con una disculpa?
PAZ: Por favor, le pido de nuevo que me disculpe. Soy una simple víctima de lo que los
especialistas llaman el “Síndrome de Tourette”. Sí, sí. Lanzo insultos y gestos obscenos a
la gente sin querer. La culpa no es del todo mía. Se me escapan por la boca sin control.
CAMILO (incrédulo)¡Bah!
PAZ: - Se lo juro que es verdad…me pasa desde los 11 años y tengo 38, llevo años viendo
doctores y psicólogos pero esta enfermedad no se cura (en ese momento grita) – ¡Vete al
carajo! Ay, bueno, si se cura, si se atiende a tiempo…aunque a mi edad ya solo quiero
(grita nuevamente) ¡Que vayas a chingar a tu madre! (sacándole el dedo) . (Pausa) ¿Lo
ve? ¡Me sale solo!
CAMILO (mirándolo con pena) Vaya, pobrecilla. (Pausa) Mire, perdone si he reaccionado
mal antes, pero es que no me lo podía imaginar.
PAZ: Tranquilo, es normal. Este malentendido me ocurre a menudo.
CAMILO: Pero… ¡debe ser horrible vivir con una cosa así!
PAZ: Sí, fácil no es, no. Aunque con el tiempo uno se acostumbra. “¡Revienta cabrón!”. Lo
siento…¡estoy en plano ataque!
CAMILO: Ya veo, ya.
PAZ: Por esto es por lo que he pedido cita con la Doctora Cooper. Parece que es una de
los mejores especialistas del mundo.
CAMILO: Una de las mejores no, ¡la mejor!, según mi doctor. Trece meses y medio
esperando para que me diera cita. ¡Trece y medio!, ¿se da cuenta? 410 días, 9.840 horas,
590.400 minutos,35.424.000 segundos.
PAZ: Y además nunca ve a un mismo paciente dos veces.
CAMILO: Me lo ha dicho también mi doctor. Que con su técnica, en una sola sesión, te
desbloquea lo desbloqueable.
PAZ: En mi caso solo espero que consiga reducir mis ataques, porque lo que es
curarme…(acaba la frase lanzando un suspiro). No…no…no…no
CAMILO; Cuánto lo siento por usted, eh, de verdad.
PAZ: (tendiéndole la mano) Paz, me llamo Paz.
CAMILO (dándole la mano) Encantado. Camilo.
PAZ: Encantada de conocerle, Camilo.
CAMILO: Igualmente. Y… ¿por la noche?
PAZ: ¿Por la noche qué?
CAMILO: Si, si, que si también lo hace? (ademán de insulto)
PAZ: No. Afortunadamente, por la noche duermo.
CAMILO: Ya, ya, pero cuando se sueña, ¿también dice groserías o no?
PAZ: No, cuando duermo… ¡soy educadísima!
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CAMILO: Pues mire, ¡menos mal! (Pausa) Y esto de insultar...¿cuántas veces le ocurre al
día?
PAZ: No sé. Nunca me he fijado.
CAMILO: ¿No se ha hecho usted ni un promedio?
PÄZ: Pues no, nunca lo he contado.
CAMILO: ¡Hombre, pues calculemos! A ver, tiene 38 años y me dice que le pasa desde los
11, ¿verdad?...lleva 27 años diciendo groserías
PAZ: La verdad nunca se me había ocurrido
CAMILO: Ah, pues faltaba más, mire: en 5 minutos ha tenido 3 espasmos, lo que hacen 36
veces la hora, que multiplicado por 16, porque no cuento las 8 horas de sueño, eso nos
da un total de 576 insultos al día…
PAZ: ¡Tanto!
CAMILO: No, y no he acabado…576 insultos al día, por 365 nos da un total de 210,240
insultos al año!...
PAZ: Ah caray, no pus si son . . .
CAMILO: No y para acabar 210,240 por 27 nos sale un total de 5,676,486 insultos y
gestos obscenos!
PAZ: Aproximadamente…
CAMILO: ¡no¡ Exactamente…
PAZ: ¡Su puta madre! (grita y se avergüenza)
CAMILO: Y… sin ser indiscreto… ¿a qué se dedica usted? Porque no me la imagino
trabajando en atención al cliente, ni en nada por el estilo.
PAZ: Cuando era joven siempre quise ser “¡imbécil!”. Perdone, lo siento.
CAMILO No pasa nada.
PAZ: ¡Siempre quise ser abogada! (Camilo se ríe) Abogada… ¡ah! Me hubiera encantado
emplear frases y gestos grandilocuentes, para defender a todo inocente injustamente
condenado. Pero con mi problema… ya se puede imaginar la cara del juez, dándome el
ataque en pleno alegato.
CAMILO: Pues sí, valiente cuadro. (Imitandola) “Su señoría, con todo el respeto…”(gesto
obsceno).
PAZ: Exacto. Así que, finalmente, decidí dedicarme a una actividad que pudiese ejercer
sola en casa. Trabajo para una editorial haciendo corrección de estilo desde mi casa…¿Y
usted?
CAMILO: Como lo mencioné antes. Soy taxista.
PAZ: No, ya. Me refería al asunto que lo trae por aquí.
CAMILO: Nada, que dice mi mujer que al parecer estoy obsesionado con los números.
PAZ: ¿Ah sí? No me había dado cuenta eh (sonríe)
CAMILO: Sí, pero escuche: yo mi TOC, como lo llaman a esto, Trastorno Obsesivo
Compulsivo. ¡lo llevo estupendamente! Es mi mujer la que no lo aguanta y ha sido ella la
que me ha obligado a venir. Se pone negra con tanta cifra, pero le juro que es más fuerte
que yo. Necesito contarlo todo desde que me levanto hasta que me acuesto. Para ella es
un infierno, pero para mí es como un hobby.
PAZ: Además ese defecto suyo, si es que lo es, hace de usted alguien brillante.
CAMILO: ¿Usted cree?
PAZ: Claro, porque me he fijado que hace los cálculos “¡en putiza!”. Perdón, quería
decir… como el mismísimo rayo.
CAMILO: ¿Usted me haría a mí un favor, Paz?
PAZ: Por supuesto.
CAMILO: Deje de disculparse cada dos por tres, que ya veo que no lo hace adrede. Antes
he estado a punto de partirle toda su madre, pero ahora entiendo perfectamente lo que le
pasa.
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PAZ: Gracias, lo intentaré.
CAMILO: Yyyyy. (Pausa) ¿Y usted está casada?
PAZ: No. Estuve a punto una vez, pero al final nada. (Pausa) Roberto Topacio... Creo que
le dio miedo que insultara al cura en el momento del sí quiero. ¡“Que me la chupes”!... Y en
el fondo la entiendo. Yo misma, en su lugar, tampoco hubiera querido, probablemente. No
era nada fácil ni para él, ni para sus amigos, ni para su familia y mucho menos pensando
en tener hijos. En fin…. (Paz se limpia las gafas, emocionada) ¿Tiene usted hijos?
CAMILO: Dos. Aunque como ve, no es ‘el cálculo del siglo’. Dos es una cifra muy
simplona.
PAZ: De todas formas, tampoco podría engendrar millones.
CAMILO: Potencialmente sí podría. ¿Sabe cuántos espermatozoides suelta un hombre en
cada eyaculación?
PAZ: “¡Dando por el culo!”
CAMILO: Bueno así o como sea, ¿sabe cuántos? Venga, que le dejo un margen de error
de 10 millones.
PAZ: Francamente, no tengo ni la más mínima idea. Pero imagino que deben ser
muchísimos.
CAMILO: Más que muchísimos. ¡Una barbaridad! A razón de 60 millones de
espermatozoides por mililitro y sabiendo que en cada eyaculación se dan entre 2 y 5
mililitros, eso hace un total de entre 120 y 300 millones de espermatozoides. ¡Imagínese el
genocidio en cada chaquetita!
En ese momento entra BLANCA, provista de un maletín de aseo.
BLANCA: Buenas tardes.
CAMILO: Buenas tardes.
Blanca entra cautelosamente en la sala de espera, saludando a Paz y a Camilo. Ambos le
responden con un gesto de la cabeza.
PAZ: Buenas tardes. (Dirigiéndose a Camilo con discreción) Creo que sería conveniente
cambiar de tema…
CAMILO: Como quiera, yo soy taxista. Le puedo echar una charla de lo que haga falta. De
política, del tiempo, de fútbol… lo que sea.
Blanca, armada con unas toallitas, limpia el respaldo de una de las sillas con mucho
ajetreo. Camilo se le queda mirando.
CAMILO: ¿Hay algún problema?
BLANCA: No, nada. Es para los microbios.
Abriendo su maletín, Blanca saca una toallita y limpia el asiento de la silla antes de
sentarse.
BLANCA (a Paz) Perdone, ¿sabe usted dónde está el baño?
PAZ: No tengo ni idea, lo siento.
CAMILO (señalando hacia el baño) Creo que es, en el pasillo, la primera puerta a la
derecha. BLANCA (cogiendo un dispensador de jabón de su maletín) Gracias.
Blanca echa a andar hacía el baño.
PAZ: “¡Cagona de mierda!” (Se dirige a Camilo) No, no, esta vez sin disculpas.
CAMILO: Así me gusta, Paz. (Pausa) ¿Qué, ha visto a la maniaca? Está idéntica a mi
mujer. Si no lo deja todo impecablemente limpio, no se queda a gusto. ¡El otro día me la
llevé a un hotel y quería tender las camas! Me da temor llevarla a un restaurant y que
quiera lavar los platos
PAZ: ¿Sabe usted que esa manía de limpiarlo todo es también un TOC?
CAMILO: ¿En serio?
PAZ: Por supuesto. Se llama… mmm… espere. (Paz saca unos documentos de su
maletín). Hace tanto tiempo que voy a médicos, que tengo una documentación enorme
sobre los TOC´s. Lo último lo saqué de Internet el otro día. Mírelo, aquí está. A eso le
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llaman rituales de limpieza. Pero espere, porque seguro que encuentro el término
específico. A ver…
Blanca vuelve del baño.
CAMILO: Mejor me lo dice después, ahí viene.
BLANCA (se sienta en su silla y guarda el jabón en su maletín) Disculpen, ¿no está la
doctora?
PAZ: No lo sé, señora, estamos esperando.
CAMILO: Y llevamos ya 750 segundos..
Blanca se mira las manos, coge el dispensador de jabón y se va al baño apurada.
CAMILO: (susurrando con fuerza) ¡¿OTRA VEZ?!
PAZ: (mirando en sus documentos) ¡Aquí está! El término exacto es…
CAMILO (mirando hacía el baño, pensativo) ¡Che vieja loca! Perdone, eh, esta vez mea
culpa. (Pausa) Se me hace que el problemita que tiene usted es contagioso...
PAZ: (refiriéndose a Blanca) No, no se contagia, pero... ¿por qué ha insultado la señorita?
CAMILO: No, si no la insultaba a ella, pensaba en mi mujer. Llegó a insistir hasta 82 veces
para que viniera a ver a la Doctora, y ahora resulta que la que tendría que estar aquí, es
ella…no yo,
PAZ: (mirando unas fichas) Ya está, lo tengo. Nosofobia.
CAMILO: ¿Nosofobia?
PAZ: Sí, nosofobia. Miedo exagerado a las enfermedades.
CAMILO: Ah, vale. Oiga y para lo mío, ¿cuál es el nombre científico?
PAZ: (mirando en sus documentos) Espere, deme dos segundos. Lo suyo se llama…
Aritmomanía.
CAMILO: ¿Sí? ¿O sea que soy un..?
PAZ: Aritmomaniático. Alguien que no puede parar de hacer cálculos con la mente.
CAMILO: (muy preocupado, impactado) Vaya…me urge llegar a mi casa y decirle ¡vieja,
póngase sexy que ya llegó su aritmomaniaco!.
Blanca vuelve del baño, pone aerosol en su lugar, se sienta en su silla y guarda el
dispensador de jabón en su maletín.
En ese momento, entra MARÍA.
MARÍA: (con timidez) Buenas tardes.
BLANCA: Buenas tardes.
CAMILO: Buenas tardes.
PAZ: Buenas tardes.
María atraviesa la sala de espera y se sienta, sin decir nada, a lado de Blanca, quien toma
actitud de rechazo.
PAZ: “¡Putísima y se casó de blanco!”
MARÍA (santiguándose tres veces con rapidez) ¡Ahhh! Jesús, María y José, ¿pero esto
qué es?
Maria se pone a rezar un padrenuestro.
PAZ: Perdone señora, le ruego que me disculpe.
MARÍA: ¿Está usted mal de la cabeza? ¿Ha bebido o qué?
CAMILO: Espere, no se ofenda, mujer. Paz es buena gente, pero tiene un problemilla.
Suelta palabrotas y gestos obscenos sin querer.
BLANCA: Ah, sí. Eso es el ‘Síndrome de Tourette’.
PAZ: Exacto.
CAMILO: (à Blanca)¿Ah, pero lo conoce?
BLANCA: Si, un poco. He visto algún que otro documental en la tele donde lo explicaban,
¿usted no?
MARÍA: No, nunca.
PAZ: “¡Cómemela!”
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MARÍA (santiguándose tres veces con rapidez y rezando) ¡Ahhh!
PAZ: Perdone, lo siento.
MARÍA: ¡Jesús, María y José!
CAMILO: ¡No Paz, las disculpas otra vez, no! (a María) Y usted, lo de rezar el Rosario me
lo pausa un ratito, que me va a hacer sentir culpable aquí a la amiga Paz, cuando es una
simple enfermedad y no lo hace adrede.
MARÍA: (a Blanca) ¿Pero es que no está la doctora?
BLANCA: Que yo sepa no. Aunque solo llevo aquí dos minutos.
CAMILO: No, no, no, no... ¡4 minutos, 15 segundos!
MARÍA (a Camilo) ¡Ah! ¿Usted sabe algo?
CAMILO: No señora. Yo que voy a saber, si pedí esta cita hace trece meses y medio, así que
me dan ya igual cinco minutos más que menos. Además está noche no trabajo, voy sin
prisa…
PAZ:: “¡A joderse todos!”
María se persigna de nuevo compulsivamente mientras Blanca limpia y Paz manifiesta sus
Tic´s
CAMILO: ¿Otra vez? Pero no le estoy diciendo que no lo hace adrede, ¿En qué lengua se
lo tengo que decir, en Arameo?
MARÍA: ¡Oiga, que yo tampoco, eh!
CAMILO: ¿Cómo?
MARÍA: Que yo tampoco lo hago adrede.
CAMILO (impactado con actitud de llanto) ¿Dónde me vine a meter!
Blanca se levanta y camina hacia el baño apurada. María se queda mirando las revistas y
los libros que hay en la mesa baja.
MARÍA (a Blanca) Perdone, pero ¿eso de ahí es una biblia?
BLANCA (se detiene y contesta con angustia) ¿El qué?
MARÍA: Ese librito, la biblia ¿me lo pasa?.
BLANCA: Ah, pues sí. ¿Lo quiere?
María asiente. Blanca recoge el librito con un gesto de repulsión y se lo da a María
sosteniéndolo con la punta de los dedos.
MARÍA: Gracias.
Blanca corre hacia el baño. María se pone a leer el evangelio.
CAMILO (a Blanca) ¿Sabe dónde es, no?
BLANCA (de camino al baño) Sí, gracias.
CAMILO (a Paz) ¡Y van tres! ¡Esta es de las que se come el jabón de postre! Me está
picando una curiosidad por saber cuánto jabón usa al año… Grosso modo, yo diría entre
175 y 210 litros al año.
En ese momento, entra LILÍ.
LILÍ (saludando con la cabeza tímidamente)
Buenas tardes. Buenas tardes.
TODOS: Buenas tardes.
LILÍ se adentra en la sala de espera y toma asiento a lado de Camilo
MARÍA: (a Lilí) ¿Usted también tiene cita con la Doctora Cooper?
LILÍ: Sí. Sí.
MARÍA: ¿Pero ésta mujer a cuánta gente le dio cita hoy?
CAMILO: Habrá que apagar las luces para no atraer más bichos raros.
MARÍA: ¡Oh, Dios mío, la luz! Dejé las luces encendidas en casa. Maldita sea, qué tonta.
(Pausa) ¡Ahhhh! ¡¡¡El gas!!!
CAMILO: ¡¿También el gas?!
MARÍA: Quizá, sí, puede… ay, ya no sé. Señor-señor, ayúdame… ¿Hay tres personas
delante de mí, verdad?
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CAMILO: Sí, es usted la cuarta por orden de llegada. Pero con el percance que tiene en
casa, no me importa dejarle mi lugar, si con eso ayudo a evitar una explosión. Eso sí, yo
solo soy el segundo. La dama aquí presente va delante de mí y la señorita que se pasa la
vida en el baño va después.
PAZ: No, pero yo tampoco tengo prisa. Si le viene bien, le dejo pasar la primera.
MARÍA: Hay muchas gracias es usted muy amable.
CAMILO: ¿Lo ve? Si ya le decía yo que era buena gente.
PAZ:“¡Tócamela que estoy caliente!”
MARÍA: ¡Jesús, María y José!
CAMILO: (a Lilí) No te asustes Paz lanza insultos como una bestia, pero no lo hace
queriendo
LILÍ (incómoda) Vale. Vale.
PAZ:“¡A joderse todos!”
MARÍA: ¡Jesús, María y José!
CAMILO: Y cuando Paz suelta un improperio, aquí la señora se santigua más que en misa
de domingo.
LILÍ (a Camilo) Ya. Ya.
MARÍA (lanzándose sobre su bolso y registrándolo) ¡Jesús bendito, mis llaves! ¿Pero
alguien sabe a qué hora vamos a pasar consulta y cuánta gente más va a llegar?
BLANCA sale del baño y se dirige a su lugar
CAMILO: No sé, pero quedando solo una silla, a los que vengan vamos a tener que
cargarlos.
BLANCA: Ni de chiste. No he venido yo aquí para que me peguen una micosis o cualquier
otra cosa por el estilo.
CAMILO: ¡Era broma! (a Lilí)
LILÍ: Ya veo. Ya veo.
MARÍA (apartando la mirada de su bolso) Gracias Dios mío, ¡aquí están! Ay Virgen Santa,
como alguien toque al timbre en mi casa con el gas abierto, va a ocurrir una catástrofe.
PAZ: Perdone, pero… ¿no comprobó antes de salir si estaba el gas cerrado?
MARÍA: Sí, bueno… la verdad es que… tengo la costumbre de comprobarlo siempre.
Incluso varias veces.
CAMILO: Muy emocionado ¿Cuántas exactamente?
MARÍA: No sé ahora, pero bastantes.
PAZ: ¿Más de diez?
MARÍA: Huy, muchas más.
CAMILO: ¿Cuántas? Vamos, más o menos…
MARÍA: No sé, pero yo diría que unas treinta como mínimo.
PAZ (con un expresivo gesto). Entonces no hay problema.
MARÍA: ¿Usted cree?
CAMILO: Pues claro señora, estése tranquila. Si ha comprobado el gas tantas veces, ya
está. Vamos, que con una sola vez ya vale, ¿no? No hace falta mimar tanto la llave del
butano…
PAZ: “¡Me la agarras con la mano!”
MARÍA: ¡Jesús, María y José!
En ese momento llega PEPE, quedándose de pie en la entradita de la sala de espera.
PEPE: Buenas tardes.
CAMILO: Aquí está, ¡la sexta silla!
Todos se giran para mirar a Pepe.
TODOS: Buenas tardes.
CAMILO: Pase, pase sin miedo, que no mordemos.
PEPE: Eso espero.
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PAZ Hace como gallina y se tapa la boca apenada
CAMILO: Bueno, sí. Tengo que decirle una cosa para que no haya más conflictos. Aquí la
amiga Paz no para de decir barbaridades, pero lo hace sin querer.
Paz esgrime un pequeño gesto de resignación.
MARÍA: ¿Y usted también tiene cita con la Doctora Cooper?
PEPE: Sí, claro.
MARÍA: Pues lo de dar tanta cita no tiene sentido. ¿O acaso no se me ha dicho que esto
iba a ser una terapia de grupo?
CAMILO: No, hombre, no lo creo.
Todos se miran con gesto de duda.
BLANCA (a Lilí) ¿A usted le dijeron que sería una terapia de grupo?
LILÍ: No. No.
PAZ (con fuerza) “¡Me la pelas puto!” Hay, perdón, pero es que la idea de la terapia de
grupo me pone muy nerviosa. En tantos años de consultas médicas, siempre he estado
sola frente al doctor y no estoy dispuesta a otra cosa.
BLANCA: Le entiendo perfectamente. A mí me pasa igual. Ya me es difícil contarle mi
problema a un desconocido, imagínese con más gente escuchando.
CAMILO: Venga, tranquilidad, que seguro que nos estamos calentando sin razón. Vamos
a ver primero qué dice la Doctora Cooper. (A Pepe) ¿Y tú qué? ¿no quieres entrar?
PEPE: Sí, me encantaría.
CAMILO: Pues venga, pasa, tienes una silla esperándote.
PEPE: Sí, pero… con estas líneas.
CAMILO: ¿Qué líneas?
PEPE: El dibujo del suelo. Yo nunca piso una línea cuando camino, nunca. Y aquí está
todo lleno.
CAMILO: Pues échate un brinco, si total, solo tienes 72.
PEPE: Si, pero… me da miedo que se burlen de mí.
CAMILO: Pero hombre, ¿Y tú te burlaste de Paz con su último ataque?
PEPE: Pues no.
CAMILO: ¿Y te burlarías de mí si hago algo que no veas normal?
PEPE: No, claro que no.
CAMILO: ¿Y de las damas aquí presentes?
PEPE: En absoluto, jamás.
MARÍA (a Camilo) Oigan, que yo estoy aquí por una amiga que me pidió que venga en su
lugar, ¿eh? Yo personalmente estoy bien, gracias.
CAMILO: Sí, claro, lo que usted diga. (A Pepe) Toma, toma mi silla, así acortas camino.
Pepe entra en la sala de espera subiéndose al zócalo de la chimenea. Después trepa a
una de las estanterías, coge un libro y lo tira al suelo. Tras un breve instante, Pepe da un
salto sobre el libro y rebota subiéndose a la silla que le ha colocado Camilo, cual canguro.
CAMILO: ¡Qué máquina! Impresionante.
PAZ: Juventud, divino tesoro…
CAMILO: Anda, si es usted poeta.
PAZ: “Poeta-poeta, ¡me la pones prieta!”
MARÍA (irónica) Al menos le salió un verso sin esfuerzo.
CAMILO (acercándose a un distribuidor de agua) ¡Esto se pone bueno! ¿Alguien quiere un
vaso de agua?
PEPE: Yo.
MARÍA: Ay, Virgen del Carmen, ¡el agua! Ahora sí que sí, seguro que me he dejado
abiertos los grifos de la cocina. Señor, cuando llegue a casa… ¡la inundación!
CAMILO: No, mujer. Con un poco de suerte ya habrá explotado antes el gas. Vasos de
agua en mano, Camilo brinda con Pepe.
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PAZ: ¿No ha comprobado usted los grifos antes de salir?
MARÍA: Sí, claro, varias veces. Pero aun así tengo miedo de haberme dejado alguno
abierto.
María se pone a registrar su bolso, comprobando si tiene las llaves de casa. En
ese momento aparece en la sala de espera AYUDANTE DEL DOCTOR, saliendo por una
puerta que da a un pasillo. Va vestido con una bata blanca.
EL AYUDANTE: Buenas tardes.
PAZ: “¡Pinche joto!”
EL AYUDANTE: Disculpen, pero estaba en una llamada más larga de lo habitual.
PAZ: Perdón, ¿usted es el “Doctor Cooper”?
EL AYUDANTE: No, yo soy su ayudante.
MARÍA: Mire jovencito, yo he llegado detrás de estas dos damas y de este caballero. Pero
ellos han tenido la amabilidad de dejarme pasar primero, porque es muy posible que haya
salido de casa sin haber cerrado correctamente el gas. Y seguramente tampoco he
cerrado el agua.
EL AYUDANTE (a María) Ok. Muy bien.
BLANCA (atónita) Ah, o sea que yo también la he dejado pasar, ¿no?
MARIA: Ah, es que usted estaba en el baño
PAZ: Joven, explíqueme algo, a ver si me calmo. ¿La Doctora Cooper no practica la
terapia de grupo, verdad? Porque en ese caso yo prefiero entrar sola…
EL AYUDANTE: Lo siento, pero yo no dispongo de información sobre el método de la
Doctora. Todo lo que les puedo decir es que su vuelo se ha retrasado en la Ciudad de
México debido a la niebla. Y como no consigo contactar con élla, no sé si se encuentra
todavía en el avión o viene de camino en un taxi. Y ahora discúlpenme, pero tengo que
estar pegado al teléfono. En cuanto sepa algo, con gusto les informo.
El Ayudante abandona la sala de espera, cerrando la puerta del pasillo tras el.
MARÍA: Virgen Santa, como me haya dejado todo abierto en casa, ¡los cuentones que voy
a tener que pagar!
CAMILO: ¿Quiere que le calcule el gasto?
TODOS: ¡No!
CAMILO: ¡Grosso modo!
TODOS: ¡Que no!
CAMILO: Está bien, está bien, ¡ya entendí!
PEPE: ¿A qué terminal llegan los vuelos de la Ciudad de México?
CAMILO: A la 1. A la única que tenemos en el rancho
PAZ: ¡Ah pero que pendejo! (muy apenada) Disculpe usted….
PEPE: (A Paz) No se preocupe. (A Camilo) ¿Y cuánto cree usted que tardará?
CAMILO: Pues mira, si el taxista es medio Wey, media hora. 20 minutos si es normal y 10
minutos si se llama Camilo y es premio nacional.
PEPE: Si son 20 minutos, no es tanto.
MARÍA: Excepto si sigue metido en el avión.
BLANCA: Perdonen, ¿les importa si ventilo un poco la sala? Porque si no veo ya muy
sano que seis personas respiren en la misma habitación, y menos en con tanta gripe,
bronquitis, laringitis, ¡Covid!… ¡y me quedo corta!
MARÍA: Pues calor-calor no es precisamente lo que hace.
BLANCA (abriendo la ventana) Solo dos minutos. Luego vuelvo a cerrar.
PAZ: “¡Putos!”
MARÍA: ¡Jesús, María y José!
CAMILO: Ya se había tardado.
Con los pies encima de sendas revistas, Pepe se acerca a la biblioteca y ordena varios
objetos decorativos.
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CAMILO(A Pepe): Y ahora tú, ¿Qué haces?
PEPE: Nada, dándole armonía al conjunto. ¿A nadie le molesta el desorden?
CAMILO (mirando la biblioteca) ¿Qué desorden?
PEPE: ¿No ven que no está simétrico? (Pepe hace un gesto simétrico
con sus manos, enseñando su peinado, donde destaca una raya al medio también
perfectamente simétrica)
CAMILO: Nada más eso faltaba… ¡la cereza en el pastel! (A Paz) Mire, Paz, no lo digo
para molestar, pero ¿qué tiene usted contra las terapias de grupo? Porque como la
doctorcita nos tenga que ver uno a uno, nos vamos a pasar aquí toda la tarde. A mí me da
un poco igual, pero hay gente a la que no.
LILÍ: No, no. Yo no tengo la tarde entera, ¿eh? No, no. Yo no tengo la tarde entera, ¿eh?
BLANCA: Yo tampoco.
MARÍA: Ni yo. Sobre todo con los grifos del gas y el agua abiertos. (María se pone a buscar
sus llaves en el bolso).
PEPE: A mí me dijeron que era un trabajo en grupo.
PAZ: (nerviosa)¿En serio? ¿Y quién se lo dijo?
PEPE: El médico que me recomendó a la Doctora Cooper.
PAZ: “¡Imbécil!”
María se santigua.
CAMILO: Tranquila Paz, a ver, ¿qué le pasa ahora?
PAZ: Nada. Simplemente, prefiero estar sola con la terapeuta. Porque como la gente se ha
reído de mí toda la vida, cada vez lo aguanto menos.
BLANCA: Yo personalmente no he venido aquí a reírme de nadie.
MARÍA: Y yo tampoco, se lo aseguro.
CAMILO: ¿Lo ve Paz? Calma, tranquilidad, sosiego.
LILÍ: ¡Ego-ego-ego-ego-ego-ego! Todos miran a Lilí muy intrigados.
PEPE: Yo hice una terapia de grupo hace dos años y allí nadie se burló de nadie.
CAMILO: ¡Natural!
PEPE: Miren, ¿saben lo que tendríamos que hacer?
CAMILO: No.
PEPE: Una ronda de presentaciones.
MARÍA: ¿Dios Santo y eso por qué?
PEPE: Porque creo que lo vamos a tener que hacer delante de la doctora. Así que, si lo
hacemos ahora, además de ganar tiempo nos conoceremos un poco mejor y no
estaremos tan tensos delante de ella.
CAMILO: Pues no es ninguna tontería. ¿Está usted de acuerdo, Paz?
PAZ: Si sólo hay que presentarse…
PEPE: No sólo eso. Hay que decir también la razón de su presencia aquí y su color
favorito.
BLANCA: ¿Mi color favorito? ¿Y eso para qué sirve?
PEPE: Dicen que tiene que ver con el estado de ánimo general. Por ejemplo, si usted es
depresiva, su color será seguramente el negro. Y si es optimista, será el rosa.
CAMILO: Con el rosa hay que ir con cuidadito, ¿eh?, que puede llevar a confusión. A ver,
¿quién empieza?
PEPE: Va, yo empiezo. (se pone de pie en su silla) Bueno, pues… me llamo Pepe. (Gritando)
PAZ: ¡Tu pene nene! (se tapa la boca apenada)
PEPE: ¡PE PE!
MARÍA: Perdone (a Blanca), ¿puede cerrar la ventana? Porque lo que es calor, no hace.
CAMILO (cerrando la ventana) A ver, a partir de ahora… ¡prohibido interrumpir!
PAZ: “¡el culo te voy a partir!”
CAMILO: Menos Paz, claro está, que lo no hace adrede.
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PEPE: Bueno, pues repito… Pepe, 26 años, soy diseñador de videojuegos y sufro varios
TOCS desde la adolescencia. Los más importantes son mi incapacidad total para caminar
por encima de las líneas y mi fascinación por la simetría y el orden.
BLANCA: ¿Y cuál es su color?
PEPE: El verde.
BLANCA: ¿Por qué?
PEPE: Porque es el color que está justo en medio del arco iris. Están de un lado el rojo, el
naranja y amarillo, y del otro el azul el índigo y el violeta. Tres y tres. Y justo en el centro
está el verde.
CAMILO: Lo sabía. ¡Me hubiera apostado un ojo!
PEPE: Va, ¿a quién le toca? Nadie se anima.
CAMILO: ¿Y si lo hacemos por orden de llegada?
PAZ: Entonces me toca a mí.
CAMILO: Si quiere me presento yo antes que usted.
PAZ: Antes o después… da lo mismo. Va. (Se pone de pie y hace una pausa) Me llamo
Pazcuala, pero mis amigos me llaman Paz, aunque no me queden muchos. Tengo 38
años y sufro desde niña el ‘Síndrome de Tourette’ y además tengo Procolalia. Como
además estos TOC es el único que no tiene cura definitiva, solo me queda la esperanza
de que la doctora sea una “¡Basura!”…en fin, que sea una eminencia como dicen y
consiga disminuir en cierta medida mis ataques. Eso es todo.
BLANCA ¿Y su color?
PAZ: Mi color… (suspira) es el Topacio.
BLANCA: Pero eso es más una joya, ¿no?
PAZ (nostálgica) Lo era. Pero lo perdí.
MARÍA También puede ser un color.
PAZ: (afectada, a Camilo) Le toca.
CAMILO: Bueno, pues nada, yo me llamo Camilo…
Blanca se levanta de golpe, con su dispensador de jabón en mano y se va al baño.
CAMILO: ¡Gracias, simpática!
BLANCA: Vuelvo enseguida.
CAMILO: En fin… me llamo Camilo..
En ese momento, Camilo se desabrocha la camisa y enseña con orgullo una camiseta
donde aparece estampado las letras: “K-1000-0”. Los demás miran la camiseta atónitos.
Camilo chulea. “CA - MIL - O”
CAMILO: Soy taxista, tengo 30 años y mi color es… ¡el crema!
MARÍA: Eso si que no es un color. ¡Eso es un postre!
CAMILO: Señora, no me toque al América, ¡que muerdo! (Se pone de rodillas y canta
“América…” y hace como gallina) A ver... mi problema… bueno el problema de mi mujer,
porque yo lo llevo estupendamente, es que a mí me gusta contarlo todo. Con lo cual, visto
mi nivel actual de calculitis, tengo dos opciones. O me calmo un poco, o mi mujer pide el
divorcio después de 12 años de casados. Eso es lo que hay.
PEPE: ¿Cuantos días son 12 años?
CAMILO: 4,380.
PEPE (silbando, muy sorprendido) ¿Y cuantos minutos?
CAMILO: 6,307,200.
PEPE: ¡Sin pensárselo un segundo!
CAMILO: Y eso no es nada. Lo mío, lo mío es la raíz cuadrada. Bueno, va, ¿a quién le
toca?
Blanca vuelve del baño.
MARÍA (refiriéndose a Blanca): ¡A ella!
CAMILO (Se interpone en el camino de Blanca) Acabo de confesar que cuando hablo
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lanzo herpes asesinos.
BLANCA Se asusta y dispara su atomizador desinfectante mientras corre a su lugar
atemorizada
PEPE: Que no, mujer, está bromeando. Que su manía es la de contarlo todo, nada más.
En el fondo es un genio.
CAMILO: Ah, pues lo de genio me gusta.
PEPE (a Blanca): Su turno, Blanca.
BLANCA: ¿Ya? Muy bien. (Pausa) Pues bueno, yo me llamo Blanca…
CAMILO: ¡Ni más ni menos…! Pepe y Camilo se ríen.
PAZ (con un gesto de negación, a Camilo) ¡Hemos dicho que no se interrumpe!
CAMILO: Perdón, perdón.
BLANCA: Como pueden constatar, mi color es el blanco (enseñando su ropa). Soy auxiliar
de laboratorio, tengo… 26 años…
CAMILO: Grosso modo.
BLANCA: …y me dan pánico los microbios y las enfermedades. Alguna gente me dice que
soy Hipocondriaca, pero cuando se oye lo que se oye y se lee lo que se lee, yo me digo
que hago muy requetebién en preocuparme. Lo único es que, como me angustio
demasiado, mis amigos insistieron en que fuera al médico. Y así, de consulta en consulta,
se me recomendó finalmente a la Doctora Cooper, que dicen es la mejor especialista para
mi caso.
MARÍA: Sí, sí, ¡una eminencia! Y, ¿con que edad empezó su problemilla?
BLANCA: Uy, lo he tenido toda la vida. Pero creo que se me acentuó, yo diría, hace
unos… diez años.
PAZ: “Año, ano, anal, ¡cerito rectal!”
CAMILO: Impresionante cadenita. María se santigua sin parar.
CAMILO (a María): ¡Eh!... ¡Ueo!… ¡Ahorita que termine va usteeed!
PAZ: ¡Camilo, dijimos que burlas no!
CAMILO: Ok, ok, perdón.
PAZ: (a María) María, la escuchamos.
MARÍA: No, no, pero si yo ya lo dije antes. Yo estoy aquí por una amiga que no pudo
venir.
CAMILO: ¡Qué casualidad! Digo, no conozco a su amiga pero han de ser como dos gotas
de agua.
MARÍA: Dios mío, ¡el agua!
PAZ: ¡Camilo! (a María) Se lo ruego señora, preséntese, por favor.
MARÍA (respirando profundamente) Señor mí Dios, no me dejes sola, ¡dame fuerza!
(Pausa. Los demás la miran raro) Yo… me llamo… (lo dice estoicamente) María
Auxiliadora…
CAMILO (a Pepe): Esta vez hubiera apostado los dos ojos.
MARÍA: …y tengo… bueno no, no tengo edad. Mi color es el azul, pero no el azul normal,
sino otro azul más puro. El azul cielo.
CAMILO (santiguándose y cantando latín): ¡Amén!
MARÍA: Y si estoy aquí es porque tengo una muy mala manía que, según mi médico, ha
degenerado en… en un TOC.
PEPE: ¿Qué manía?
MARÍA: Lo compruebo todo una y otra vez.
BLANCA: ¿Pero todo, el qué?
MARÍA: Pues para empezar, mi bolso. Luego, cuando salgo de casa, compruebo varias
veces si he cerrado bien con llave todas las cerraduras. ….abro entro, salgo y cierro…
abro entro, salgo y cierro… abro entro, salgo y cierro…abro entro, salgo y cierro…abro
entro, salgo y cierro…abro entro, salgo y cierro…y todavía me quedo pensando…
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¡ ¿cerré?!..no, no cerré…¿cerré?!..no, no cerré…¿cerré?!..no, no cerré…¿cerré?!..no, no
cerré… Y lo mismo hago con el gas, la luz y el agua
CAMILO: ¿Tiene el nombre de eso, Paz?
PAZ: Sí, claro. Lo llaman TOCs de verificación, todo un clásico. Pero por lo que he leído
se cura bastante bien.
CAMILO: ¿Lo ve? Nada, mujer. Que se ahoga usted en un vaso de agua.
MARIA: Hay, ¡otra vez con el agua!
BLANCA (a Lilí): Niña, sólo quedas tú.
MARÍA: Esperen. También tengo… pensamientos extraños.
PEPE: ¿Extraños? ¿Extraños cómo?
MARÍA: Ideas que se me pasan una y otra vez por la cabeza. Siempre las mismas,
siempre.
BLANCA: Cuéntenos, ande.
MARÍA: No, lo siento. Se lo contaré a la Doctora a solas.
CAMILO: ¿Persignarse y rezar a cien por hora es también un TOC?
MARÍA: No lo sé… Quizá… ¿Usted cree que estoy loca?
CAMILO: No hombre, no. Por esa regla de tres estaríamos todos encerrados en el
manicomio.
PAZ. (A María) Claro, no. Que tengamos un problema no quiere decir que estemos locos,
quédese tranquila.
BLANCA (a Lilí) Niña, tu turno.
LILÍ: No, no, yo no. No, no, yo no.
PEPE: Pero si todo el mundo lo ha hecho, hasta Paz y María.
LILÍ: Ya. Ya.
BLANCA: Pues dentro de un rato, delante de la Doctora, no te va a quedar más remedio.
PEPE: Blanca tiene razón. Yo me lo tomaría como un training para después, porque en el
grupo seremos los mismos. ¡Va, ánimo!
LILÍ (tras respirar profundamente y asentir con la cabeza) Me llamo Lilí, de Liliana, y…
algo me pasa en la cabeza que me obliga a repetirlo todo.
Todos se disponen a hablar, pero Lilí vuelve a tomar la palabra.
Me llamo Lilí, de Liliana, y… algo me pasa en la cabeza que me obliga a repetirlo todo.
PEPE: ¿En serio? ¿Y te pasa mucho?
LILÍ: Pues todo el tiempo. Pues todo el tiempo.
CAMILO: ¿Pero lo repites todo dos veces?
LILÍ: Sí. Y a veces también repito las últimas sílabas de lo que dicen los demás. Sí. Y a
veces también repito las últimas sílabas de lo que dicen los demás.
MARÍA: ¿Y te pasa sistemáticamente desde siempre?
LILÍ: No… desde que murió mi padre. No… desde que murió mi padre.
CAMILO: Buenooo…¡esta si se voló la barda! Con eso si que no debe ser fácil vivir.
LILÍ: No, no, es… es durísimo (riéndose). No, no, es… es durísimo (riéndose).
PEPE: ¿Y qué pasa si no repites algo?
LILÍ: Tengo miedo de morirme. Tengo miedo de morirme.
PEPE: ¿Así de claro?
CAMILO (a Paz) Mire a ver si esa cosa está en sus fichas, Paz.
PAZ: (mirando sus documentos) Dos segundos.
PEPE (a Lilí) Si se fijan, la ventaja de decirlo todo dos veces, es que queda súper
simétrico. ¡A mí me encanta!
LILÍ: Ay, pues gracias, eso me anima (con sonrisa tímida). Ay, pues gracias, eso me anima
(con sonrisa tímida).
BLANCA: ¿Y a que su color es el…?
LILÍ: Gris. Gris.
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PEPE. ¿Y eso por qué?
LILÍ (sonriendo con ingenuidad) Bueno, no sé. Pensé que me traería suerte (se ríe).
Bueno, no sé. Pensé que me traería suerte (se ríe).
CAMILO (sin enterarse) ¿Cómo?
BLANCA: El Grisgris es un amuleto africano de la suerte. También lo he visto en un
documental.
LILÍ (sonriendo) Sí. Sí.
MARÍA: Por Dios.
PAZ: Ya está. Lo encontré. Palilalia y Ecolalia.
CAMILO: ¡Estos le ponen nombre a todo! ¿Y lo mío qué era?
PAZ: Ya se lo dije. Aritmomanía.
PEPE: Yo encuentro que no está mal ponerle un nombre al problema. Me parece un buen
principio.
El Ayudante entra en la sala de espera.
CAMILO ¿Alguna novedad?
EL AYUDANTE: Lo siento, pero aún no he conseguido localizar a la Doctora.
PAZ: “¡Me como hasta tu polla!”
MARÍA: Un año de espera para esto. Me parece inadmisible.
LILÍ: ¡Ible – ible- ible – ible!
BLANCA: ¿Les importa si abro un momento?
TODOS: ¡Sí!
LILÍ: Sí.
EL AYUDANTE: He podido sin embargo hablar con la aerolínea y me han dicho que el
avión ha despegado, muy posiblemente con la Doctora dentro.
MARÍA: ¿Muy posiblemente? O sea, que no es seguro.
EL AYUDANTE: Sí, sí, seguro.
BLANCA: ¿Si es seguro, por qué ha empleado entonces ese término?
EL AYUDANTE: No, no, discúlpenme. El avión y élla han despegado.
PEPE: ¿Hace cuánto?
EL AYUDANTE: Eso no me lo han dicho. Pero como mucho el vuelo durará una hora.
CAMILO: ¡Tres mil seiscientos segundos!
PAZ: “¡Pedazo de cabrón!”
CAMILO: Eso se lo diría yo… ¡pero a la cara! Que se está pasando ya la doctorcita con
tantos aires de grandeza.
EL AYUDANTE: Si me disculpan, tengo que estar pendiente del teléfono.
El Ayudante abandona la sala de espera. Blanca se acerca a abrir la ventana.
BLANCA: Solo un minutito (la abre).
CAMILO: Anda que… vamos a agarrar una enfermedad…
BLANCA: Al contrario. Es así como se expulsa al microbio.
LILÍ: ¡Obio, obio, obio, obio!
MARÍA (a los demás) ¡60 minutos! ¿Pero y qué hacemos mientras?
PEPE: (registra la biblioteca y encuentra unos juegos de mesa) ¿Quieren que juguemos a
un juego?
LILÍ: No estaría mal. No estaría mal.
PAZ: Depende de a qué tipo de juego.
PEPE: A uno de estos juegos de mesa.
PAZ (irritado) ¿Los seis juntos? No, gracias. Prefiero una actividad más solitaria.
BLANCA (à Paz) Uy, la solitaria, ¡qué horror! ¿Saben que la solitaria puede medir hasta
doce metros y ocupar todo el intestino de una persona? ¡Imagínense!
Todos ponen cara de asco.
CAMILO: Pues cuidado, que después de los treinta, la solitaria ataca a su huésped. (Lilí se
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ríe)
BLANCA: De eso nada.
PEPE: También hay unas cartas, Paz, por si quiere hacerse un solitario.
CAMILO (a Paz) No, no, aquí jugamos todos o ninguno.
MARÍA: Personalmente yo no venido aquí para ponerme a jugar, pero si todos están de
acuerdo… ¿me indica qué juegos hay?
PEPE: Además de las cartas… el ajedrez.
CAMILO: Me da a mí que al ajedrez no jugamos los seis.
PEPE: Pues para los seis…
LILÍ: ¿No hay el parchís? ¿No hay el parchís?
PEPE: El parchís es para cuatro, pero hay un Twister!!
BLANCA: ¡ni de chiste!
PEPE:¡Pero miren que tenemos aquí! . Mi viejo amigo el Monopoly. Vale, ya sé que no es
lo más moderno del mundo, pero...¿qué dicen?
Todos se miran, con gesto se duda. Se cierra telón.
TELÓN
ACTO 2
Nuestros seis protagonistas se encuentran en plena partida de Monopoly, alrededor de la
mesa baja. Lilí lanza los dados. Blanca limpia su peón.
TODOS: Siete.
Lilí desplaza su peón.
LILÍ: Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete. Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete.
Cuando Lilí repite, los demás la miran molestos.
PEPE: Cuidado, por favor. No muevas mi peón con el brazo que va a rozar esa línea.
LILÍ: Perdón. Perdón.
PAZ: ¡Tu nalga parece jamón!
MARÍA: No le dé tanta importancia, Pepe. Mi peón también roza una línea y a mí me da
igual.
PEPE (à María) Sinceramente, no sé cómo lo aguanta usted.
PAZ: “¡Jodiendo!”
CAMILO: Pero ahora no, ¿eh?, que estamos jugando. Venga Lilí, ¿compras “Insurgentes”
o esperas que María la salpique de agua bendita?
LILÍ: La compro. La compro.
CAMILO: ¡Pues soltando 200 pesos!
LILÍ (pagando) 100, 150 y 200 pesos.
CAMILO (cogiendo el dinero) Gracias Lilí. ¡Me toca!
LILÍ: 100, 150 y 200 pesos.
CAMILO (con excitación) Gracias Lilí. ¡Me toca! (frotando los dados con las palmas de las
manos). Venga cinco, cinco… si caigo en Taxqueña ya tengo tres, con la de Observtorio y
la del Norte. Nada más me faltaría la Tapo y ¡¡¡me los abrocho a todos!!!.
BLANCA: ¿Tiene que manosear así los dados cada vez que tira? Es que, nada más falta
que se los meta a la boca y se los escupa.
CAMILO: Yo al menos tengo las manos limpias, no como otras. (Blanca se altera). Que
no, que es broma. Deje el baño tranquilo un rato, ande. (Tirando los dados) Tres y dos
cinco!!. Estación Taxqueña. Uno, dos tres cuatro, cinco. Pago y tomo la tarjeta…no te
muevas estación Tapo, que voy por ti chiquita.
BLANCA: ¿Pero que tiene usted con las estaciones? Con lo insalubres que son!
CAMILO: Ah, es que lo mío es el transporte público. Vea, conocí a mi mujer en la estación
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“la virgen”, luego le pedí matrimonio en la terminal “observatorio” y al más chiquito de mis
hijos lo hicimos “enPino” Suarez
MARÍA: ¿Usted copula en las estaciones?
CAMILO: Hay señora! Había usted de ver como estaba ese viernes en la noche el último
vagón de la línea rosa! Te toca Paz.
LILÍ: ¡Suerte! ¡Suerte!
PAZ: (tirando os dados)¡Nueve! Mueve su figura mientras hace gestos y ademanes “Vaya
a la Zona Rosa y pasa por la casilla de salida cobre 200 pesos” (extendiendo la mano
hacia Camilo). Pues sí que paso por la salida, sí. Y compro la Zona Rosa de una vez (Paz
paga).
PEPE: Hay, eso es visión de negocios, felicidades Paz.
PAZ: Ya sabe, la suerte del… “¡cabrón!”, digo del principiante.
CAMILO (indignado) Como que en sólo dos vueltas ya se forró de dinero
PAZ: Imagino que sabe exactamente cuánto tengo.
CAMILO: 795 pesos, exactamente. Es usted la más rica.
PAZ: Al final, estas terapias de grupo tienen sus beneficios. (Todos ríen) Le toca, Blanca.
Paz le da los dados. Blanca los limpia con un Kleenex, antes de tirar.
BLANCA: Hay, déjelos en la mesa, por favor…¡gracias! (tiernamente)
CAMILO: Si, claro, no la vaya a contaminar. Deja los dados en la mesa
BLANCA: Se acerca a levantarlos y no lo hace. No, yo no puedo tirar, ¡estoy refundida en
la cárcel, que asco!
PEPE: Pero, si saca doble si puede…
CAMILO: Lo bueno es que no puede ganarme la Tapo, tendría que sacar un cinco, y cinco
no es doble
LILI: Si puede si primero saca un doble uno y luego un uno y un dos. Si puede si primero
saca un doble uno y luego un uno y un dos.
CAMILO: Bueno, así si, pero, si tiene esa suerte, yo me hago Cura…
MARIA: (Riendo) Gracias, pero la iglesia, no lo necesita.
CAMILO: Ah, ahora usted es la portavoz del Vaticano. Ni se imagina la cantidad de gente
que se sube a mi taxi, se confiesa conmigo y se baja llorando.
MARIA: Pero claro que me lo imagino. Yo si me subo a su taxi, seguro me bajo llorando
Dios me libre de confesarme algún día con un taxista y menos con uno como usted!
PAZ: Perdóneme María, pero en eso no estoy de acuerdo.
MARIA: Ah, no?
PAZ: Una vez me subí a un taxi, y a los dos minutos se me escapó uno de mis insultos,
pero esta vez, el chofer me dijo que había visto en la televisión un documental sobre mi
TOC y empezó a hacerme preguntas Entonces ahí, tuvimos de repente una conversación
tan intensa a nivel humano que hubiera querido que la ciudad entera se paralizara con uno
de esos bloqueos de peseras que hay en las entradas de las colonias y avenidas para
seguir hablando un poco más.
CAMILO: ¿Cómo la ve?
PAZ: Ese día…(sollozando) aquel hombre me hizo un regalo maravilloso. Durante un
instante, me trató como una persona normal.
Camilo toma la caja de Kleenex y los reparte Lilí acepta y se seca las lágrimas
LILÍ: Gracias. Gracias
CAMILO (a Paz) ¿Y le dio usted propina?
PAZ: Quise, pero no me la aceptó.
CAMILO (ffinge llorar) Eso si me parte el alma.(Se limpia la nariz sonándola fuerte)
BLANCA: ¡¡Por favor no haga eso!! Se levanta y se va por su spray.
Pepe le lanza un beso
CAMILO: Hay, mira este qué lanzado
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PEPE: Es para consolarla
CAMILO: AH si, así le dijeron a mi mamá y mírame
BLANCA Corre hacia la ventana. La voy a abrir sólo unos segundos. Abre la ventana y se
cruza al baño
MARIA: Pero si hace mucho frío
BLANCA: Regresando la cierro, lo prometo.
PEPE: Bueno, ¿pues a quién le toca?
CAMILO: Al tonto que pregunta.
PEPE: Ah, a mí…lanza los dados ¡Siete! Un, dos , tres, cuatro, cinco, seis, siete. Si! Calzada de
Tlalpan, la quiero!!
CAMILO. Lo siento, pero no tienes suficiente, son 160 pesos y a tí te quedan 120
PEPE: No me importa, de todas maneras la quiero.
PAZ: ¿Y eso por qué?
PEPE: Porque es la calle más recta de toda la ciudad. La quiero! Miren allá! (señala al lado
contrario de los demás y trata de tomar la tarjeta a escondidas)
MARIA: Hey, hey deja ahí!
PAZ: A ver Pepe, si realmente te hace tan feliz, te puedo prestar los 40 pesos que te faltan.
LILÍ: Yo también puedo prestarte, eh. Yo también puedo prestarte, eh.
CAMILO: No, no se puede prestar dinero hasta que esté vendido el talero complleto.
PEPE: ¿Quién lo dice eh?
Camilo señala al juego haciendo sonido de inconformidad y Pepe toma sus revistas y las va
poniendo en el suelo ara ir a revisar al librero
CAMILO: No, espérate, ¿a dónde vas?
PEPE: Pues a checar las instrucciones.
CAMILO: No, espérate, mejor vamos a votar, ¿qué les parece..? Los que no estén de acuerdo
que se preste dinero, que levanten la mano (Sólo él la levanta) Está bien, estoy de acuerdo.
Pepe regresa emocionado a su lugar.
PAZ: Le entrega los billetes Ten Pepe.
PEPE: Hay, te los debo, gracias!
PAZ: No hay de qué, luego me los das.
Blanca regresa en ese momento del baño y pasa frente a todos directo a cerrar la ventana
PAZ: (A Maria) Maria, le toca…¡María!
MARIA: Voy, voy (mientras observa la conducta de Blanca) Se levanta, toma los dados y los
lanza.
MARIA: Seís!
LILI: Seís, seis…
MARIA: Un, dos , tres, cuatro, cinco, seis,
CAMILO: Plaza Garibaldi. La compra ¿no?
MARIA: Definitivamente, no.
CAMILO: Hay, pero si son 320 pesos y a usted le quedan 575
MARIA: Ese no es el problema
CAMILO: Bueno, pero si la compra ya va a tener dos plazas, con la del Zócalo.
MARIA: Ya les dije que no me interesa, gracias!
PAZ: Perdóneme que insista Maria, pero puede usted hacer un muy buen negocio
LILI: Tiene razón, tiene razón
PEPE: Si
LILI: Tiene razón, tiene razón
LILI: Tiene razón, tiene razón
LILI: Tiene razón, tiene razón
LILI: Tiene razón, tiene razón
LILI: Tiene razón, tiene razón
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LILI: Tiene razón, tiene razón
LILI: Tiene razón, tiene razón
LILI: Tiene razón, tiene razón
Camilo toma una revista y le pega en la espalda para “destrabarla” ella se duele y todos lo miran
asustados
CAMILO: ¿Qué? ¿No vieron que se trabó?
MARIA: Hace un rato, Pepe estaba terco que quería comprar la Calzada de Tlalpan, y todos lo
apoyaron. Bueno, pues ahora yo no quiero comprar esa plaza. Y exijo que se me respete.
BLANCA: Pero, ¿por qué no la quiere?
MARIA: (Se levanta y se mueve asustada a lado opuesto) Porque está plagada de esas malas
mujeres y yo no quiero tener nada que ver con ese templo de…lujuria y fornicación
PEPE: ¿Lo de la lujuria lo dice por los lujos?
MARIA: Ash! Así que ¿ya les quedó claro?
CAMILO: Tampoco le estamos pidiendo que regentee un hotelito de paso.
MARIA: Ah, faltaba más! Si todavía no entiendo cómo pueden tener de patrona a (se persigna)
Santa Cecilia en ese recinto de depravación.
CAMILO: Hay, pero si San Jorge mató al dragón, usted no se va a asustar con cuatro putas. Se
levanta y va al librero
MARIA: Si, usted blasfeme! Lo que me faltaba…me voy!
TODOS: No Maria no se vaya. María camina hacia afuera y PAZ se interpone en su camino.
MARIA: Ya estoy viendo llegar a los cuatro jinetes del apocalipsis con el látigo final. Señor, te
ruego que me envíes una señal!!
Camilo toma un libro y lo azota al suelo
CAMILO: (Señalando al libro) ¡La señal!
MARIA: ¡¡Gracias Dios mío!!
CAMILO: (levanta el libro y se lo muestra) ¡El Kama Sutra! - María se asusta y quiere salir, Paz la
detiene
PAZ: A ver María, Cuándo usted juega a algo ¿prefiere ganar o perder?
MARIA: Ganar, por supuesto
PAZ: Entonces compre Garibaldi (mientras la lleva de regreso)
MARIA: Hay, ¿usted cree?
PAZ: No sólo lo creo, estoy segura.
CAMILO: Es una plaza que cualquiera querría
MARIA: Hay si, pero, con esas mujeres tan cerca, yo…
CAMILO: No se preocupe María, uno se acostumbra a todo.
PAZ: No mire, ya remodelaron la plaza y quedó muy bien, no le haga caso a este ¡Cabrón!
CAMILO: ¡Ora!
MARIA: Bueno, si es así. ¿Cuánto cuesta?
CAMILO: La pregunta perfecta para irse ambientando!
MARIA: Basta! Mire, la compro eh, pero lo hago por ustedes porque mi Dios es testigo que yo
nunca en la vida…
Camilo la interrumpe dándole la tarjeta, ella se calla, la toma y paga el dinero.
CAMILO; Gracias Maria!!
LILI; Bueno, me toca. Bueno, me toca. Lanza los dados – Ocho!. Ocho! Mueve su figura
mientras cuenta: Un, dos , tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, Un, dos , tres, cuatro, cinco, seis,
siete, ocho, Bono del ahorro nacional, Bono del ahorro nacional.
CAMILO: Bueno, voy.
LILI: Espere, no he leído la tarjeta. Espere, no he leído la tarjeta. Camilo se asusta y se sienta
LILI: Pague una multa de 10 pesos o saque una tarjeta de la suerte. Pague una multa de 10
pesos o saque una tarjeta de la suerte. ¿Qué hago? ¿Qué hago?
PAZ: Hay, sinceramente no sé.
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MARIA: Yo, por 10 pesos, no correría riesgos
LILI: Eso es cierto, eso es cierto (se mueve como para buscar su bolso)
PEPE: Espera Lilí, esto es un juego y como en la vida, hay que arriesgarse
LILI: ¿Tú crees? ¿ tú crees?
CAMILO: Apúrate que voy yo
PEPE: Lili, saca una tarjeta de la suerte, no tienes nada que perder.
LILI; Me voy a arriesgar, me voy a arriesgar. Saca la tarjeta, ser ríe tapándose la boca y la
muestra a todos menos a Camilo:
CAMILO: ¿Qué?...¿qué?
LILI: Leyendo la tarjeta Vaya a la terminal Tapo, si pasa por la casilla de salida, reciba 200 pesos
CAMILO: (Al mismo tiempo que Lili) No, esto no puede ser, es trampa.
TODOS en coro; Vaya a la terminal TAPO, si pasa por la casilla de salida reciba 200 pesos
LILI: (a Camilo) ¡ La compro! ¡la compro!
CAMILO: (toma los dados, les sopla y se dirige a Pepe) Gracias compadre! Sin tu sermón, Lili
hubiera pagado los 10 pesos y yo todavía tendría posibilidades.
PEPE: Bueno, pero ya está vendido todo el tablero, ahora si se permiten los intercambios
Camilo se emociona y se pone frente a Lili
CAMILO: Te cambio la terminal Tapo.
LILI: Ash, está bien, te la cambio, Ash, está bien, te la cambio.
CAMILO: ¿Cuánto quieres?
LILI: (viendo a Pepe) ¿Cuánto?
PEPE; Desplúmalo
LILI; ¡Todo! ¡todo!
CAMILO; ¿Cómo que todo?
LILI: Todas tus propiedades, excepto las estaciones, claro.
CAMILO: ¿Qué?
LILI: Todas tus propiedades, excepto las estaciones, claro…¡Además!, de todo tu dinero.
¡Además!, de todo tu dinero.
CAMILO; ¡Estás loca! Si te doy todo eso yo me quedo sin nada
PEPE: No hombre, te quedas con las cuatro terminales
TODOS DISCUTEN y en eso entra el Ayudante
EL AYUDANTE: Por fin localicé a la doctora
TODOS: ¿Y….?
EL AYUDANTE: No pudimos hablar mucho porque se le acabó la pila del celular, pero me dijo
que ya venía en un taxi, sólo que no avanzaba porque se quedó atorada en una manifestación.
LILI: ¡Una manifestación! ¡Una manifestación!
CAMILO: Esto es una mierda eh!
LILI: ¡mierda! ¡mierda!
MARIA; Entonces, ¿eso quiere decir que la doctora no va a dar consulta?
EL AYUDANTE: Ah no la doctora ya no tarda más de 45 minutos.
LILI: ¡45 minutos! ¡45 minutos! Se levanta y se va molesta hacia el otro lado del consultorio
PAZ: ¡Mierda!
EL AYUDANTE: Yo sé que esto puede ser un contratiempo, pero la doctora quiere que por favor
la esperen.
CAMILO: ¿Contratiempo? ¡Es una vergüenza!
BLANCA: A mi esto me parece una falta de respeto, tener a seis personas esperando meeeeses
cuando sabe que va a llegar a último minuto.
MARÍA: Escúcheme bien, jovencito. Yo me voy. Pero dígale usted a su doctorzucha esa
que tendrá noticias mías. Un año de espera para acabar jugando al Monopoly… ¡es
indecente!
LILÍ: ¡Ente, ente, ente, ente!
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BLANCA: También tendrá noticias mías, créame. Porque aunque yo no soporte los virus,
¡pienso infectarle su página web!
PAZ: A la ‘Gran Doctora Cooper’, la mejor especialista del mundo, a la eminencia… le dice
de mi parte que es… ¡una farsante!
LA AYUDANTE: Sinceramente no sé qué decirles, excepto que la paciencia…
CAMILO …es la madre de la ciencia, ya. ¡Con un refrán no lo arreglas!
Angustiado, el Ayudante abandona la sala, raudo y veloz.
Lilí la persigue y se acerca a la puerta del pasillo, cerrándosela en las narices con un
portazo.
PAZ: ¡Baboso!
LILÍ (a la Ayudante, repitiendo la sílaba justo antes del portazo) ¡¡¡Oso, oso, oso, oso!!!
Un silencio. Todos se miran, apenados. ….
MARIA: Bueno, yo me voy.
BLANCA: Y yo también!
LILI: Y yo también! Y yo también!
CAMILO: ¿En serio? pero por qué?
LILI: Pues, porque se va a tardar casi una hora. Pues, porque se va a tardar casi una hora.
CAMILO: Pues si todo el mundo se larga, yo… (A Paz) ¿Y usted Paz? ¿se queda?
PAZ: Sinceramente, no lo sé. Me habían convencido con eso de la terapia de grupo,
pero… si ahora todos se van…
CAMILO: Yo no. ¡Si usted se queda yo me quedo!
PAZ: ¿En serio?
CAMILO: Pues sí. Tengo curiosidad por saber lo que va a decirme la Doctora Cooper. Y
como no salga convencido de la consulta, que se prepare, ¡porque de ésta no le salva ni la
caridad!
MARÍA (santiguándose) Amén.
PAZ: En ese caso, me quedo con usted, aunque solo sea para evitar que haga una
tontería.
CAMILO: Muchas gracias, hombre. (A Pepe) ¿y tú? ¿te vas o te quedas?
PEPE: Hombre, pues me quedo, al fin no tengo nada más que hacer
PAZ (a Pepe) Por simple curiosidad, Pepe, antes de que ellas se vayan… Usted que ha
participado en terapias de grupo, ¿qué es lo que se hace exactamente?
PEPE: Muy sencillo. Al principio todo el mundo se presenta, expone su problema y luego
se trabaja individualmente, por turnos..
PAZ: ¿Por turnos?
PEPE: Sí, durante un intervalo de tiempo X todo el grupo se centra en una persona.
BLANCA: Pero sin tocarse, ¿verdad?.
CAMILO: No se preocupe, que no es una orgía.
BLANCA: Uy, qué horror. La de enfermedades que se pueden contagiar en una cosa así.
CAMILO: Espere, espere. Si lo he entendido bien, ¿en las terapias esas el grupo es el
médico?
PEPE: Totalmente. El doctor orienta la sesión, pero todo el mundo participa.
CAMILO: Estupendo entonces. ¿Por qué no lo hacemos?
MARÍA: Perdone, ¿bromea usted?.
CAMILO: Para nada. ¿Por qué no intentarlo sabiendo lo que es? Después del plantón que
nos ha dado “la eminencia”...
MARÍA: Pero nosotros no somos terapeutas. Y aunque todo el mundo participe, el doctor
debe estar presente para guiar a los pacientes… Además, en 30 minutos debo estar en la
parada del autobús.
PAZ: ¡Paradas las tengo!.
Cada uno reacciona a su manera.
22
(Paz toma a Blanca de la mano amistosamente. Ella grita y se va al baño, rauda y veloz)
CAMILO: Bueno, ¿qué? ¿Se va a hacer o no se va a hacer?
PEPE: Por mí perfecto. Total, no tenemos nada que perder.
CAMILO: Bien dicho, hijito. ¿Usted Paz?
PAZ: Escuchen, a mí los grupos siempre me han dado pavor, pero con ustedes cinco no
me importa intentarlo.
CAMILO Bien dicho, Paz (a Blanca, que está en el baño) ¡Blanca! ¡Si se queda, le dejo
hacer limpieza general!
BLANCA (asomando la cabeza por la puerta de baño) No lo sé… siendo franca no tengo
fe en este tipo de cosas.
MARÍA: ¡Pues anda que yo!
CAMILO (mirando a María con expresión de reproche) Venga Blanca…
BLANCA (asomando la cabeza por la puerta de baño) Lilí, ¿tú qué haces?
LILÍ: Si todos se quedan… yo me quedo. Si todos se quedan… yo me quedo.
PEPE (a Blanca) Venga Blanca, un poco de valor. Ahora nos conocemos mejor que antes
y estamos en confianza.
CAMILO: Venga, mujer, por una vez en su vida… ¡no se lave las manos con este tema! Si
no lo quiere hacer por si misma, hágalo por el grupo.
MARÍA: Y ahora encima, chantajista emocional.
LILÍ: ¡Nal, nal, nal, nal, nal, nal!
BLANCA (saliendo del baño) Vale, de acuerdo, lo voy a intentar. Pero por darles gusto,
¿eh?
TODOS: ¡Bien!
CAMILO: Genial. (A María, masajeándole los hombros y tarareando) “María-María”, “llena
eres de gracia”, “sólo queda usted”...
Maria saca del bolso un teaser que da descargas eléctricas y amenaza a Camilo.
MARÍA: Los halagos conmigo son inútiles. ¡Jamás me quedaré! Esto de la terapia es un
simulacrucho de consulta y san se acabó.
PAZ: “¡Cula si no!”
CAMILO: No Paz. ‘El que esté libre de pecado que tire la primera piedra’.
PEPE: Haciendo el tonto no la vas a convencer.
MARÍA: Ni así, ni de ninguna manera. Cuando yo digo que no, es que no y que no.
CAMILO: ¿Pero por qué, a ver, por qué?
MARÍA: ¡Porque no me gusta el ambiente! Entre Paz que no lo hace adrede y usted que
se comporta como le da la gana y quiere, parece que estuviéramos en un bar y no en la
consulta del médico.
Camilo la mira, con risa burlona.
PAZ: Y si Camilo hace un esfuerzo, ¿haría usted también el esfuerzo de quedarse?
MARÍA (ajustándose su pañuelo al cuello) Si no solo es eso. Es que tengo que tomar la
KLH y como mucho, me podría quedar media hora.
PAZ (consultando sus documentos) Espere, ¿no me dirá que es usted también sidero…
sidero... siderodromófoba?
MARÍA: ¿Y yo que sé qué es eso?
PAZ: Siderodromofobia. Miedo de perder el tren.
CAMILO: ¡Es que le ponen nombres a todo, eh! ¿Y cómo se llama la gente que tiene
miedo de perder el avión? Porque de esos en el taxi me caen diez al día.
PAZ: Persona con miedo a perder el avión. Aerodromófobo.
BLANCA: Anda. ¿Y cómo se llama a alguien que anda perdido en la vida?
MARÍA: Un taxista.
Todos se ríen con apogeo.
CAMILO: Gracias, eh, muy amable.
23
MARÍA (imitando a Camilo) Que no, que… “es broma”.
CAMILO: Una cosa, Pepe. Las sesiones de tu terapia, ¿cuánto duraban?
PEPE: Una hora más o menos.
MARÍA: ¿Lo ven? Lo siento, pero incluso de buena voluntad me es rotundamente
imposible. María se levanta de la silla, avanzando hacia la puerta de salida.
CAMILO (reteniéndola) María, María, María... ¿Y dices, Pepe, que al principio, el grupo
entero se presenta exponiendo su problema?
PEPE: Sí, es como un ritual básico antes de comenzar con el “trabajo” en sí.
CAMILO ¿Y cuánto dura ese ritual, grosso modo?
PEPE: Como la mitad de la sesión.
CAMILO: ¿Solo es la segunda media hora la se dedica a la verdadera terapia?
PEPE: Sí, Camilo, sí.
CAMILO: ¡Pero si es perfecto! Nosotros ya hemos hecho las presentaciones y cada uno
conoce de sobra el problema de los demás. Si entramos directamente al tema, en media
hora estamos en la calle. ¿No les parece?
MARÍA: Sea como sea, yo no puedo perder la pesera. María echa a andar dispuesta a
irse.
CAMILO Venga María, relájese! (Camilo la retiene tirándole de la capa).Mire, si
empezamos justo ahora, a razón de tres minutos por persona, en 18 minutos hemos
acabado. Aún le quedarían 12 minutos para alcanzar la pesera de la KLH.
MARÍA: ¿Pero usted cree que vamos a solucionar los problemas que arrastramos desde
hace años en tres minutillos de nada?
CAMILO: Ni idea, pero al menos intentarlo.
MARÍA: Miren, no es para hacerme de rogar, pero…
CAMILO: ¡Entonces, acepte!
Camilo se acerca tanto a María, que cuando ella se gira hacia él para responderle, ambos
están a punto de besarse. María se pone muy nerviosa y se persigna.
MARÍA: ¡Ay Dios mío, ya no sé en qué mundo vivo! ¿Usted qué opina, Paz?
PAZ: Personalmente, el asunto me pone de los nervios a más no poder. Pero a estas
alturas les conozco lo suficiente como para saber que no van a juzgarme.
LILÍ (a María) Yo igual. Yo igual. Yo igual. Yo igual…
Camilo la para dándole un golpecito en las manos. Lilí da un respingo.
CAMILO (suplicándole) Tres minutos, mujer. ¡Menos que un padre nuestro!
MARÍA: Bueno, está bien. ¡Me rindo!
TODOS: ¡Bien!
MARÍA: Pero Dios es testigo que no tengo ninguna fe en todo esto.
CAMILO: Dios es testigo y hasta testigo de Jehová si usted quiere.
BLANCA: ¿Y qué vamos a hacer en esos tres minutos?
CAMILO: ¿Qué le parece rezar?
MARÍA: ¿De verdad?
CAMILO: No mujer… (renunciando) Pepe, cuéntaselo.
PEPE. Durante tres minutos todo el grupo se centrará en una persona, para ayudarla a
desbloquear su problema.
MARÍA: Perdonen, pero a mí todo esto me parecen sandeces.
LILÍ: Eces, Eces, Eces, Eces…
Blanca mete la cabeza en su maletín, asqueada.
PAZ: Digamos que cada uno tiene que enfrentarse a su TOC delante de los demás, ¿es
eso?
PEPE: Exacto. Ese es el principio.
CAMILO: ¿Lo hacemos? (Todos se miran) ¿Lo hacemos?
TODOS: ¡Lo hacemos!
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CAMILO: Venga, ¡lo hacemos!
PEPE: (levantándose y subiéndose a la mesa) Va, que cada uno tome su silla.
Todos se levantan y toman sus respectivas sillas.
CAMILO: ¿Y cómo nos ponemos?
PAZ: En círculo.
PEPE: No, no. Tres de cada lado. Simétricas.
Cada uno coloca su silla de una manera, creando desorden en la sala.
PEPE (de pie, encima de su silla) No, no. Simétricas.
Mientras colocan las sillas en su sitio, se forma un pequeño barullo. Lilí le da a Blanca su
maletín de aseo y sus Kleenex.
BLANCA: Ay, sí, gracias.
Blanca coge un Kleenex y limpia con rapidez su maletín, dejándolo abierto. Lilí se sienta
en su silla.
CAMILO ¿Lo hacemos por orden de llegada?
PAZ: Bien, así me ahorro la angustia de la espera…al agua patos!.
CAMILO (a María) ¡El agua, sus grifos!
María se levanta para irse, alterada, pero vuelve a sentarse retenida por Camilo.
PAZ: (a Pepe) ¿Qué es lo que tengo que hacer?
PEPE: Es fácil. Durante tres minutos tiene que evitar los insultos y los gestos obscenos.
Colóquese allí. (señala la mesa que movieron un poco hacia atrás)
Paz se sienta en la orilla de la mesa
PEPE: Ah, no,no,no… suba, por favor (le toma la mano y la ayuda a subir)
PAZ: ¿Quién toma el tiempo?
CAMILO: ¡Cronómetro a punto!
PAZ: “¡A punta de chingadazos!”
MARÍA: Me parece que el experimento este se está quedando corto muy rápido.
PEPE: No es un experimento, señora, es un ejercicio de solidaridad.
CAMILO: María, ¡deje de enviar malas vibraciones al grupo!
PAZ: ¡¡¡VIBRACIÓN, VIBRADOR!!! CONSOLADOR!!! MASTURBADOR!!! (con un gesto
obsceno) Me parece que no deberíamos haber comenzado por mí. El grupo va a acabar
con la moral por los suelos.
PEPE: ¿Pero no siente que ya lo está empezando a dominar?
PAZ: “¡Mejor vamos a cachondear!”
MARÍA: Uy sí, se ve que lo está dominando.
PAZ: Es normal. Cuanto más tensa estoy más fuerte me da el ataque. Después de tanto
tiempo, ya conozco la mecánica y solo me calmo un poco si meto los pies en remojo.
LILÍ: ¡Mojo, mojo, mojo, mojo, mojo, mojo!
PAZ: (A Camilo) ¿Cuanto tiempo me queda?
CAMILO: Un minuto, 45 segundos.
BLANCA: Perdonen, ¿les importa que abra un poco?
PAZ: “¡Ábrete de patas!”. Perdone Blanca.
BLANCA (abriendo la ventana) Nada, nada. Usted a lo suyo.
MARÍA: Qué pena, si la Doctora nos viera… ¡Somos un esperpento!
CAMILO: Estamos haciendo lo que podemos
PAZ: “¡Por el culo te la metemos!“
MARÍA: Dios mío, ¡pero esta mujer va a soltar la Biblia en verso!
CAMILO: Paz, hombre, conténgase. Concéntrese.
PAZ: “¡Mejor agáchese!”
CAMILO: Ese ha estado mejor, mucho mejor. Treinta segundos.
MARÍA: ¿Todavía? Esto no se va a acabar nunca.
PAZ: ¡Chúpame la nuca! ¡¡¡Guarra, corriente, zorra maloliente!!!
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MARÍA: ¡Hala, el broche de oro!
CAMILO: ¡Atentos! Cinco, cuatro, tres…
PAZ: “¡Remilputas la madre que te parió!” (con gesto obsceno)
MARÍA: Y un último de los gordos para rematar el desastre.
PAZ: Ya les había avisado, que conmigo no hay manera. Bueno, ¿quién es el siguiente?
Paz se levanta, coge su silla y se coloca en el lugar donde estaba antes.
MARÍA: ¿Ah, que no les ha parecido suficiente fracaso?
PEPE: Tampoco hay que esperar curaciones espectaculares, María.
CAMILO: (Mientras cierra la ventana) Venga, ahora yo. Tengo que evitar hacer cálculos
durante tres minutos. Tres, dos, unos… ¡ya! (Largo silencio) Pero digan algo, hombre, que
me voy a pasar aquí las horas muertas.
BLANCA: ¿Y qué quiere que digamos?
CAMILO: No sé, cosas que me fuercen a calcular, para que yo me resista.
PAZ: ¿Doce por doce?
CAMILO: ¡Ciento cuarenta y cuatro!
MARÍA: Bravo. A eso lo llamo yo resistir.
CAMILO: Bueno, venga, me concentró. Ya. Ya está. ¡Listo!
PEPE: ¿Torre Latinoamericana?
CAMILO: 204 metros eso incluye la antena con 44 pisos
PAZ: ¿La fecha de la independencia de México?
CAMILO: (con mucho esfuerzo) ¡No había nacido!
MARÍA: ¿Estados de la república mexicana?
CAMILO: ¡Nunca he salido de Matamoros!
PAZ: Bravo Camilo, estoy impresionada.
CAMILO: Nos montamos toda una película, pero al final no es para tanto.
LILÍ: ¿Dálmatas?
CAMILO: ¡¡101!!
LILÍ: ¿Dálmatas?
CAMILO: ¡¡101!! …Bueno ya, la tercera es la vencida.
BLANCA: ¿Paracetamol?
CAMILO: ¡500 miligramos!
PEPE: ¿Blanca nieves y los..?
CAMILO: ¡Sie… si es que no tienes imaginación!
PAZ: ¿La cintura de Thalia por el busto de Sabrina, entre la estatura de Lin May?
CAMILO: ¡¡Treinta y cuatro punto setenta y nueve centímetros!! ¡Ah carajo!
PAZ: Perdón, en serio.
CAMILO: No, si esta pelea es de las buenas. Además soy yo el que ha empezado.
LILI: ¿Pi?
CAMILO: 3.1616
BLANCA: ¿Rigo Tovar?
CAMILO (señalándose la cabeza) 1946 - 2005.
MARIA: ¿Los mandamientos?
CAMILO: Diez.
PEPE: ¿Los cochinitos?
CAMILO: ¡Tres! ¡¡¡Basta, se acabó, paren!!! ¡Por favor! Esto es una carnicería
PAZ: ¿Ya se ha acabado el tiempo?
CAMILO: ¿Qué más da, no ven que no funciona? María tenía razón, esto no es una
terapia ¡
PEPE: No hombre, ¿por qué dices eso? Todos hemos visto que has hecho un gran
esfuerzo.
CAMILO: ¡¿Esfuerzo?! ¿Aquí la calculadora con patas que no se puede concentrar ni diez
26
segundos? Y encima la cago con los tres cerditos. ¡Tres! ¡Es humillante! Mejor ya me voy.
BLANCA: Yo quiero probar
CAMILO: Que no, que esto no funciona no vale la pena.
PEPE: Espera, hombre. Porque no haya funcionado contigo no quiere decir que no vaya a
funcionar con los demás.
LILÍ: Con los demás, con los demás, con los demás, con los demás, con los demás, con
los demás, con los demás, con los demás, con los demás, con los demás, con los demás,
con los demás, con los demás,
María cruza el escenario, toma un libro y le pega en la cabeza
LILI: (reaccionando) Gracias, gracias
PEPE: Bueno, va, ¿a quién le toca?
BLANCA (cogiendo su silla) Me toca a mí. Perdón, perdón, perdón.
Blanca coloca su silla en el medio de la sala de espera. Tras sentarse, se mira
inmediatamente las manos y se levanta de golpe para irse directa al baño.
TODOS: No, no, no, no, no, no, no.
PEPE: Tiene que estar tres minutos sin lavarse las manos.
BLANCA: ¿Y eso?
LILÍ: Pues porque si no sería muy fácil. Pues porque si no sería muy fácil.
Blanca corre hacia la ventana
MARÍA: ¡Y sin abrir la ventana!
CAMILO: Exacto. Gracias María (un silencio) ¿Listos? ¡Ya! …pequeño silencio.
(Camilo se mira las manos). ¡Anda! No sé dónde habré metido las manos, pero las tengo
más sucias que nunca.
PEPE: Pues mira, yo también.
PAZ: (mirándose las uñas) Y yo tengo las uñas negras.
LILÍ (se mira las uñas y se mete un dedo en la nariz) ¡Ahg, tengo mocos!
Pepe le hace un gesto a Lilí para que se meta el otro dedo en la nariz.
LILÍ (metiéndose el otro dedo en la nariz) ¡Ahg, tengo mocos!
MARÍA (mirándose las uñas): ¡Qué horror, me huelen fatal los dedos!
BLANCA No, no puedo, es demasiado. ¡No puedo! Blanca se levanta y se va al baño.
CAMILO: Ya les dije que esto no funciona. María tenía razón.
MARÍA: Sí, pero yo ahora prefiero que lo hagamos hasta el final.
CAMILO: ¡Mírala! ¿A qué horas cambiaste de parecer?
MARÍA: Bueno, tres minutos pasan volando y quizá esto ayude a alguien.
BLANCA (gritando endemoniada) ¡¡¡El jabón!!!
CAMILO: Pues no será a ella...
LILÍ (cogiendo el jabón del maletín de Blanca, agachándose) Ya voy… Ya voy…
PAZ: “¡Ya se cagó!”
Lilí se levanta y se va al baño con el dispensador de jabón.
MARÍA: La pobre, debe sentirse fatal.
PEPE: Pues no debería, porque no le va a servir de nada.
CAMILO: Pues si, pero de todos modos debe estar hecha polvo.
PAZ: Bueno, al menos Lilí está con ella.
Lilí y Blanca vuelven de baño. Blanca está avergonzada.
PAZ: ¿Todo bien, Blanca?
BLANCA: Sí, bueno… solo que no duré nada. (Lilí le pone la mano en el hombre, cariñosa.
Blanca grita) ¡Ahhh!
PEPE: No pasa nada. Va, inténtelo otra vez.
BLANCA: Si, pero les suplico que no me digan cosas tan fuertes.
PAZ: De acuerdo. Solo le pido que me deje tocarle una vez las manos, porque las mías
están muy pero que muy limpias. (poniendo sus manos encima de las de Blanca).
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LILÍ (con el mismo gesto de las manos) Las mías también. Las mías tambien
Blanca se queda inmóvil en su silla, algo tensa.
PEPE (con el mismo gesto de las manos) Yo también!.
MARÍA (acercándose, con el mismo gesto de las manos) Y las mías.
CAMILO: ¡¡¡Y las mías!!! Camilo le pone las manos en las mejilla, apachurrándoselas. A
Blanca le da un ataque y se va corriendo al baño, completamente desestabilizada. Todos
lanzan a Camilo miradas asesinas, antes de volverse cada uno a su sitio con resignación.
CAMILO: Lo ven. Está peor que yo. No se ha podido concentrar ni diez segundos.
PAZ: Es que las fobias tampoco son fáciles de llevar.
PEPE: Yo la entiendo. A mí con las líneas me pasa igual.
CAMILO (murmurando) ¿Qué hacemos cuando vuelva, pasamos al siguiente?
PAZ: No, le vamos a dar una última oportunidad.
MARÍA: Sí, la pobre.
CAMILO: Vale, pero ¿qué le hacemos?
LILÍ (sacudiendo las manos en el aire) ¿Y si hacemos esto? ¿Y si hacemos esto?
PEPE (sacudiendo las manos en el aire) Pues no está mal.
PAZ: (sacudiendo las manos en el aire) Muy buena idea.
CAMILO: ¡Una idea cojonuda!
MARÍA: ¿Así nada más?
CAMILO (a María) Exacto, venga, todos igual.
Los cinco se ponen a sacudir las manos en el aire. María se une la última, imitando al
resto. Blanca vuelve del baño y se topa con el grupo. Tras quedarse paralizada por un
instante, pega un grito histérico y se vuelve al baño.
CAMILO: Esto es ya claramente una sesión de humillación.
PAZ: No estoy de acuerdo. Para nosotros no lo es.
CAMILO: Bueno, ¿seguimos o qué?
TODOS: Sí, seguimos.
PEPE: María, le toca.
MARÍA: Pero vamos a esperar que vuelva, ¿no?
PAZ: Por supuesto.
CAMILO: Hay si siempre se tarde lo mismo en el baño.
PEPE: ¿Cuántos segundos tarda?
CAMILO: Veintitrés segundos. Debería estar de vuelta en cinco, cuatro, tres, dos,…
Blanca vuelve a la sala con su dispensador de jabón en la mano.
CAMILO: ¡Bienvenida!
LILÍ: Le toca María. Le toca María.
MARÍA: Dios mío, ¡me temo lo peor! (María respira profundamente y aprieta su bolso
contra su pecho) A ver, ¿qué tengo qué hacer?
PEPE: Tiene que estar tres minutos sin comprobar nada.
PAZ: “¡Excepto mi cola!”
MARÍA (santiguándose) ¡Jesús amado!
LILÍ: Y sin persignarse, ¿eh? Y sin persignarse, ¿eh?
CAMILO: Exacto. ¡Prohibido el tricotaje! (se santigua, imitando a María).
MARÍA (alterada) ¿Eso es todo?
CAMILO: Sí. Preparados, listos, ¡ya! ¿Tiene o no tiene las llaves de casa?
MARÍA (con mucho carácter) Claro que las tengo.
PAZ: ¿Está segura?
MARÍA: Cien por cien segura.
LILÍ: ¿Segura? ¿Segura?
MARÍA: Segura. Segura.
BLANCA: ¿Pero ya se fijó bien?
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MARÍA: Sí, un montón de veces.
PEPE: Ya, pero a veces creemos que lo hemos comprobado y finalmente las llaves no
están en el bolso.
CAMILO: A veces incluso tomamos el llavero que no es, por equivocación.
PAZ: O reconocemos el ruido, pero al final es otra cosa.
LILÍ: Como un brochesito o monedas sueltas. Como un brochesito o monedas sueltas.
CAMILO: Sin las llaves, a ver cómo abre usted la puerta de su casa. Y ya ni le digo de
haberla cerrado…(Animando a los demás con un gesto).
PEPE: … o el gas…
BLANCA: … la luz…
PAZ: … y el agua…
LILÍ: Que lo inunda todo. Que lo inunda todo.
CAMILO: Hasta que el piso explota.
MARÍA: ¡No, por Dios, mis llaves! (lanzándose como una loca a registrar en su bolso) San
Antonio bendito, acepta mis súplicas, ¡que encuentre mis llaves!
En ese momento, a María le da un ataque tan fuerte, que termina estirándose en la silla
cual parturienta, como faltándole el aire hasta desmayarse sentada
CAMILO: ¡Se nos pone de parto!
BLANCA: No hombre, ¡es un ataque de catalepsia!
CAMILO: Pues será lo que sea, pero se está ahogando…
PAZ: “¡Cagando!”
LILÍ: ¡María! ¡María!
PAZ: Pepe, rápido, ¡un vaso de agua! (Pepe se va corriendo al distribuidor de agua)
Blanca, abra la ventana.
BLANCA: ¿En serio puedo? (yéndose a la ventana)
CAMILO: ¡Rápido, venga!
PAZ: (A María) Respire profundamente.
Pepe le da a Lilí un vaso de plástico con agua. Lilí da de beber a María, la cual lo hace a
horcajadas, con un extraño hipo.
BLANCA: Hay que desabrocharle la faja.
MARIA: (respirando con dificultad) ¡no…traigo… faja!
CAMILO: Pues hágalo usted, porque como sea yo, ¡la remato!
LILÍ: Yo lo hago. Yo lo hago.
PAZ: ¿Está usted mejor?
MARÍA: Sí, gracias.
CAMILO (tomándole el pulso) Tiene el pulso a… ¡118! Pero bajando. Venga, respire.
MARÍA: Ya, ya está. No es la primera vez que me pasa. Según mi médico es espasmofilia.
No es nada grave.
LILÍ: Nada grave. Nada grave.
BLANCA: La espasmofilia puede degenerar en infarto.
CAMILO: Pues cuando se le han vuelto los ojos en blanco, parecía la niña del exorcista.
No, en serio, pensé que estiraba la pata.
MARÍA: ¿Y le hubiera gustado, no?
CAMILO: (Sigue tomándole el pulso) ¿Pero qué dice? ‘102’. A mí me cae usted bien,
aunque yo le caiga mal. Además forma parte del grupo y el grupo es sagrado. ‘88’. ¡El
contador desciende!
PAZ: (a Blanca) ¿Se siente algo mejor, María?
MARÍA: Sí, estoy mejor, gracias. Sigan ustedes, por favor. Porque por lo que a mí
respecta el experimento se ha acabado. El siguiente.
Todos se sientan en su sitio. Camilo cierra la ventana.
PEPE: (a Lilí) Bueno, pues te toca.
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LILÍ (cogiendo su silla y colocándose en medio de la sala) ¿Qué tengo que hacer? ¿Qué
tengo que hacer?
PAZ: (a Lilí) Te vamos a hacer preguntas un poco tontas. Pero tienes que responder
dando la respuesta una sola vez.
LILÍ: Lo voy a intentar. Lo voy a intentar
CAMILO: ¡Viene de ahí! Preparado, listos…
LILÍ: Solo tres minutos, ¿no? Solo tres minutos, ¿no?
CAMILO: ¿Lista?...¡Ya!... ¿Cuántos años tienes?
LILÍ: Veintitrés. Veintitrés.
PAZ: ¿Ahora has hecho un esfuerzo para no repetir?
LILÍ: Pues claro. Pues claro.
BLANCA: ¿Y dónde vives?
LILÍ: En la Mariano. (hace un esfuerzo y le sale otra vez) En la Mariano.
PEPE: ¿En serio que te es imposible repetirlo todo?
LILÍ: Me gustaría no hacerlo, pero… no soy capaz. (hace un esfuerzo y le sale otra vez)…
Me gustaría no hacerlo, pero… no soy capaz.
BLANCA: ¿Y eso por qué?
LILÍ: No sé, es como… muy complicado en mi mente. (hace un esfuerzo y le sale otra vez)
…No sé, es como… muy complicado en mi mente.
PAZ: ¿Nos dijiste hace un rato que tenías miedo de morir si no lo haces?
LILÍ: Sí, bueno. Yo o alguien de mi familia. (Se echa a llorar) Sí, bueno. Yo o alguien de mi
familia.
MARÍA (elevando los brazos al cielo, a punto de rozar a Blanca) Ay, pobrecilla.
BLANCA (evitando los brazos de María, con un grito) ¡Ahhh! Blanca se levanta y se
acerca a Lilí. BLANCA (consolando a Lilí) No pasa nada. Llorar es bueno para descargar.
(cogiendo a Lilí de la mano y apretándosela con fuerza). Estamos contigo.
María coge la caja de Kleenex y golpea a Camilo en la espalda con ella, dándosela.
Camilo se la ofrece a Blanca, la cual la agarra y se la da a Lilí.
LILÍ: Gracias. Gracias.
Lilí se suena dos veces. Blanca ve los mocos y se vuelve a su sitio, asqueada.
BLANCA (asqueada) ¡Qué horror!
CAMILO: ¿Puedo probar una cosa?
PAZ: “¡Mierda!”
CAMILO: Gracias, pero no se antoja. A ver, Lilí repite conmigo: Picapica.
LILÍ: Pica-pica. Pica-pica.
PAZ: ¡Pica-pica me la cola!
CAMILO: Can-cán.
LILÍ: Can-cán. (hace un esfuerzo y le sale otra vez)…Can-cán.
CAMILO: José-José.
LILÍ: José-José (hace un esfuerzo y le sale otra vez)…José-José.
CAMILO: Nada, no funciona.
LILÍ: No, no funciona. No, no funciona.
PEPE: ¿Estás mejor, Lilí?
LILÍ: No puedo vivir con esto. No puedo vivir con esto.
BLANCA (besándola) Venga, ánimo, un besito. Le hace la seña a Pepe. Y éste se acerca y le
da un beso en cada mejilla a Lili, ella reacciona apenada
MARÍA (a Lilí) Tarde o temprano lo superarás, mujer. Hazme caso, que yo tengo intuición
para estas cosas.
TODOS: Seguro.
LILÍ (se levanta, coge su silla y se coloca donde estaba antes) Gracias, de verdad. Me
emociona mucho que sean tan adorables conmigo, pero aún así mi problema… no tiene
30
arreglo. Gracias, de verdad. Me emociona mucho que sean tan adorables conmigo, pero
aún así mi problema… no tiene arreglo.
A Camilo se le saltan las lágrimas. Blanca coge la caja de Kleenex y golpea con ella a
María en la espalda. María comprende que la caja es para Camilo, la coge y se la tiende al
taxista con un golpecito. Camilo coge un Kleenex.
MARÍA: No lo digo para desanimar, Pepe. Pero hay que reconocer que, hasta ahora,
todos hemos fracasado estrepitosamente.
CAMILO: Oiga, hable por los demás, ¡que yo he resistido diez segundos!
MARÍA (irónica) ¡Uhhh, el Record Guinnes!
PEPE: ¿Y en diez segundos qué distancia recorre la luz?
CAMILO: 2 millones 997 925 kilómetros.
PEPE: ¡Caíste!
CAMILO: Pues no, porque no era mi turno. Y además prefiero cagarla con un cálculo así
que con el de los tres cerditos, porque eso para mí es humillante. ¡Tres! ¿Se dan cuenta?
¡¡¡Tres!!!
Todos se ríen abiertamente.
LILÍ (suspira dos veces y se pone a hablar con rapidez) ¿Saben lo que sería increíble?
Pues que Pepe consiguiera lo que los demás no hemos conseguido. Se que van a decir
que lo digo porque me acaba de dar un beso. ¡Pues no! Sinceramente, sería maravilloso a
nivel humano que cinco personas que no se conocían hace dos horas, ayudaran a otra a
superarse a si misma para acabar de una vez por todas con su maldito TOC. Yo
personalmente, si Pepe lo consigue aquí y ahora delante de nosotros, yo ya no estaría
deprimida por no haberlo conseguido. Sobre todo porque estaría orgullosa de haberle
ayudado a ganar su batalla personal. Y eso no solo le daría más confianza a él, sino que
también daría esperanza al grupo entero.
Todos se quedan pasmados. Se instala en la sala un tenso silencio.
LILÍ ¿Saben lo que sería increíble?
CAMILO: ¡Atención! ¡Segundo asalto!
LILÍ: Pues que Pepe consiguiera lo que los demás no hemos conseguido. Se que van a
decir…
BLANCA: A mí personalmente no me molesta que lo repita. Me ha parecido tan bonito…
PAZ: Sí, ha sido precioso. Del corazón a la boca directamente.
LILÍ: …que lo digo porque me acaba de dar un beso. ¡Pues no! Sinceramente, sería
maravilloso a nivel humano que cinco personas que no se conocían hace dos horas,
ayudaran a otra a superarse a si misma para acabar de una vez por todas con su maldito
TOC.
PEPE: Ha sido genial, sí, pero yo no sé si pueda con tanta presión.
LILÍ: Yo personalmente, si Pepe lo consigue aquí y ahora delante de nosotros, yo ya no
estaría deprimida por no haberlo conseguido. Sobre todo porque estaría orgullosa de
haberle ayudado a ganar su batalla personal. Y eso no solo le daría más confianza a él,
sino que también daría esperanzas al grupo entero.
MARÍA (a Lilí) Continúa amor mío, que yo te sigo escuchando. (A los demás) Tiene gracia
que digan que les ha encantado y luego ni caso le hacen cuando repite.
CAMILO: Pues porque ya sabemos lo que va a decir y eso le quita todo el suspenso.
PAZ: “¡Ya callen a este lorillo!”
MARÍA: ¡Anda, ya te estaba extrañando!
PEPE (a Lilí) Gracias Lilí, por darme ánimos. Me ha llegado al alma, de verdad. Pero si
luego no lo consigo, no me odies, por favor.
LILÍ: (corre hacia él) No te preocupes. No te preocupes. (Lilí le da un beso en una mejilla).
Buena suerte. (Pepe le pone a otra mejilla). Buena suerte. Lilí le da un segundo beso.
Pepe hace su ya conocido gesto simétrico.
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MARÍA: Si ya, ya ¡mucho beso!
CAMILO (besándola con ternura) Ah ¡Celosilla!
MARÍA: ¡¡¡No!!! ¡Vade retro Satanás!
MARÍA: Y ahora resulta que después de tanta majadería, termine perdiendo mi camión.
CAMILO: No se preocupe por su camión, que yo me encargo. (Tarareando la música de
‘Misión Imposible’). ¡Agente Pepe! Si acepta su misión, tendrá que caminar sobre las
líneas que se ven en el suelo. Todas. Las gruesas, las finas, las rectas, las torcidas,
¡todas! No obstante si usted o alguno de sus compinches son capturados, nuestros
servicios negarán haber tenido conocimiento de sus artimañas. Este mensaje se
autodestruirá en… tres dos, uno…(imitando la autodestrucción del mensaje)
TODOS: ¡Pepe, pepe!
CAMILO: Crono en marcha… ¡ya! (Camilo se queda petrificado). Venga hijito, estamos
contigo. ¡Pe-pe, Pe-pe!
TODOS: ¡Pe-pe, Pe-pe!
PAZ: ¡Ánimo Pepe, puedes hacerlo!
BLANCA: ¡Tienes que hacerlo!
CAMILO: Por nosotros.
LILÍ: Por el grupo. Por el grupo.
MARÍA: ¡Por la Santísima Trinidad!
CAMILO:¡Eh, tarjeta amarilla! ¡Prohibida la publicidad clandestina!
MARÍA: ¡Tampoco ha sido para tanto!
BLANCA: Anímo Pepe, ya verá qué bien.
PEPE: No puedo. Me es imposible.
CAMILO: ¡Pero si ya lo hiciste una vez cuando viniste a sentarte! Márcate un baile si
quieres, pero intenta algo, hombre.
PEPE: No puedo. Estoy completamente bloqueado.
CAMILO: Solo una línea…
PAZ: (sacándole el dedo) ¡Una sola!
LILÍ: Venga Pepe, hazlo por mí.
PEPE: Me encantaría, pero…
LILÍ: Venga Pepe, hazlo por mí.
PEPE: Bueno va, pero una pequeñita...
CAMILO: Hecho. Una pequeñita. ¡Venga! ‘Yes, we can’, como se dice ahora.
PEPE: Lilí… si lo hago, ¿me darás otra vez un beso?
LILÍ: ¡Te daré dos! ¡Te daré dos!
PEPE: Vale, allá voy (aterrorizado). A la una…a las dos…a las tres! Simula lanzarse, pero
no puede.
CAMILO: Cuando quieras, hombre, nosotros estamos listos.
PEPE: ¡Denme ánimos, please!
TODOS: ¡Pe-pe! ¡Pe-pe! ¡Pe-pe!
PEPE (dudando hace el intento de bajar un pie y al final se detiene) No, no puedo. ¡Estoy
paralizado!
CAMILO: ¿Y si te empujo?
PEPE: No-no-no-no, por favor, eso no, de verdad.
PAZ: No creo que sea una buena idea.
CAMILO: Pero, ¿por qué? Si no es capaz de tomar la decisión por sí mismo, se le puede
ayudar, ¿no?
PEPE: ¡Que no!
BLANCA: Tiene que salir de él.
MARÍA: Por supuestísimo.
LILÍ: ¡Venga, a animarlo otra vez! ¡Venga, a animarlo otra vez!
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TODOS: ¡A la bio, a la bao, a la bim bom ba Pepé, pepé ra,ra rá!
LILI: ¡A la bio, a la bao, a la bim bom ba Pepé, pepé ra,ra rá!
PEPE (se tambalea, duda y finamente se rinde) Stop, paren, finito. ¡Game Over!
CAMILO: De todas formas se había acabado el tiempo.
PEPE: Lo ven, estaba seguro. Ahora les he decepcionado a todos. Lo siento.
LILÍ: No pasa nada. No pasa nada.
PAZ: Hay que decir en su favor, que pasar al último no es nada fácil.
PEPE: ¡Pfff! También me hubiera bloqueado si hubiera pasado el primero.
CAMILO: Eso no se sabe, a no ser que empecemos todos de nuevo, pero al revés.
MARÍA: ¡No, por Dios, mí KLH!
CAMILO: ¿Otra vez beatona? ¡Pero si solo son tres minutos!
MARÍA: ¿Alguien le quiere explicar lo que significa “me voy”?
PAZ: ¡Camilo! Por favor, un poco de compostura… “¡Pendejo!”.
MARÍA: ¡Señor!
BLANCA: ¿Es que quiere que le de otro ataque de catalepsia a María?
CAMILO: Anda ya, si eso ha sido todo un numerito de vieja. Camilo imita el ataque de
catalepsia de María.
TODOS (impactados) ¡Pero…!
LILÍ: ¿Numerito de vieja? ¿Numerito de vieja?
PEPE: Te estás pasando, papá.
MARÍA: Qué vergüenza, ¡decirme eso a mí!
PAZ: No creo que Camilo haya querido decir eso.
CAMILO: Pues claro que sí, ¿qué pasa?
MARÍA: ¡Que arderán en el infierno, usted y su maldad!
CAMILO: ¡Maldad la del Papa prohibiendo condones!
MARÍA (indignada) ¡Ahhh!
BLANCA ¿Y sigue encima? Mire, si no tuviera miedo de ensuciarme, ¡le daría una buena
cachetadaa!
CAMILO: Si me hace eso, ¡le vomito encima!
TODOS: ¡Ah!
CAMILO (metiéndose los dedos en la boca, a Blanca) ¡Venga, valiente, vamos, vamos!
LILÍ: Pero qué cochino. Pero qué cochino.
CAMILO: ¡Más cochino el que te arrimo!
TODOS: ¡Ah!
PEPE: Papá, para. ¡Te estás pasando!
CAMILO: No puedo, ¡soy taxista! ¡Hasta el cabreo lo tengo mecanizado!
MARÍA (agitando hacia Camilo la cruz que lleva al cuello) ¡Sal de su cuerpo, Satán!
CAMILO: Y que lo diga, ¡Satán vive en mí!
MARÍA (estrangulándose con el crucifijo) ¡Aaaahhh!
LILÍ: Esto es lamentable. Esto es lamentable.
CAMILO: Anda ya lorito. ¡Co-co-ro-co-coooo!
Pepe desplaza su silla, colocándola entre él y Camilo, dispuesto a subirse en ella para
acercarse al taxista.
PEPE: No sé cómo no te parto la cara ahora mismo.
CAMILO (retirando la silla de Pepe) ¿Que no? ¡Pues por las líneas!
PAZ: Camilo, dijimos que nada de burlas. El grupo se va a sentir decepcionado.
CAMILO: ¿El grupo? ¡El grupo me lo paso por el arco del triunfo!
TODOS: ¡Ah!
CAMILO: ¡Porque yo digo palabrotas cuando quiero, los digo una sola vez, sin repetir y no
me dan miedo ni las líneas, ni los microbios, ni su Dios bendito!
BLANCA ¿Lo ven? ¡Se retrató! (A Camilo) Toda la tarde dándoselas de simpático y en el
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fondo ¡es usted una rata!
CAMILO: Rata y de las gordas. Con todas las infecciones habidas y por haber ¡y con
todos los virus!
BLANCA (asqueada) ¡Qué horror!
CAMILO (persiguiendo a Blanca) ¡El virus de las paperas!
BLANCA: ¡Ahhhhh!
CAMILO: El de la rubéola.
BLANCA: ¡Ahhhhh!
CAMILO: El Covid.
BLANCA: ¡Bastaaa!
CAMILO: La lepra, el paludismo y el cólera.
Lilí se interpone entre Camilo y Blanca.
BLANCA: ¡Pare!
CAMILO: ¡Y llenito de herpes!
BLANCA: ¡Eso sí que no!
CAMILO: Herpes bucal y herpes genital, ¡los dos!
LILÍ (yendo hacia Camilo y golpeándole en la espalda) Escuche, escúcheme bien, porque
no se lo pienso repetir. (hace una pausa) Escuche, escúcheme bien, porque no se lo pienso
repetir.
CAMILO: Hija mía, ¡qué credibilidad!
LILÍ: ¿Quién se cree usted para tratarnos como se le dé la gana? ¡Pues no! La próxima
vez que se atreva a meterse con alguien del grupo, meto un ladrillo en el bolso de María y
le reviento la cabeza, ¿me entendió?
Camilo se queda mirando a Lilí un instante, algo temeroso.
LILÍ: ¿Quién se cree usted para tratarnos como se le dé la gana?
CAMILO: Nooo… Camilo coge a Lilí del brazo, la arrastra hasta la puerta del pasillo que
da al despacho de la Doctora, la abre y le empuja dentro, cerrando la puerta tras ella.
PAZ: ¡Pero Camilo!
CAMILO: Lo siento, pero no hay ganas de escucharlo dos veces.
Se escucha en off a Lilí, repitiendo el parlamento en el pasillo.
PEPE (yendo de silla en silla para ponerse al lado de Camilo) ¡Déjala salir
inmediatamente!
CAMILO: Sólo son dos segundos, ya no tarda.
BLANCA (amenazante) Si yo fuera un hombre…
PEPE: ¡Déjala salir!
PAZ: Abres esa puerta y cuando salga pídele perdón.
LILÍ (gritando en off) ¡Déjeme salir!
Camilo abre la puerta. Lilí sale.
LILÍ (gritando) ¡Déjeme salir!
CAMILO: Lo siento.
LILÍ: ¡Otra vez y de verdad!... ¡Otra vez y de verdad!
CAMILO: Lo siento, me dio un ataque, no sé qué me pasó. Es que la terapia ésta me puso
los nervios de punta.
BLANCA: Eso no justifica que la tome con nosotros.
CAMILO (a Pepe y a Lilí) Lo siento chavos, esta vez se me salió el chamuco.
MARÍA: Taxista tenía que ser.
CAMILO: Oiga, ¿dónde usted tiene usted la caridad cristiana?
PAZ: “¡En el culo!”
El Ayudante aparece en la sala, abriendo la puerta del pasillo.
EL AYUDANTE: ¿Hay algún problema?
TODOS: No, no, no.
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EL AYUDANTE: Ah, es que creí haber escuchado golpes…gritos
TODOS (cada uno señala hacia un lugar diferente, disimulando) No, fue allí, una cosa
que…
El Ayudante abandona la sala, cerrando la puerta del pasillo.
CAMILO (recolocando las sillas, a Pepe) Hijito… hubiera querido verte triunfar.
LILÍ: Yo también, sí.
BLANCA: No será por no haberle dado ánimos.
LILÍ: Yo también, sí.
MARÍA: Y tanto, que nos hemos desgañitado gritando su nombre.
PAZ: Perdone Pepe, ¿cuántas veces le hemos echado porra?
PEPE: No tengo ni idea.
PAZ: ¿Camilo?
CAMILO ¿Sí?
PAZ: ¿Cuántas porras le echamos a Pepe?
CAMILO: Mmm… ¿cada uno?
PAZ: No, en total.
CAMILO: Pues así en total…
PAZ: Grosso modo, ya sabe.
CAMILO: Pues grosso modo… pues… ¡pues no lo sé!
PAZ: ¿Y cada uno?
CAMILO: ¿Cada uno? Pues tampoco lo sé.
PAZ: Y usted, ¿cuántas veces usted solo?
CAMILO: Ni idea tampoco.
PAZ: Pero, ¿cómo es posible?
CAMILO: Es posible porque… (bajando el tono) no conté.
TODOS: ¿¿¿Cómo???
LILÍ ¿Cómo?
PAZ: ¿Disculpe?
CAMILO: Pues… ¡que no lo he contado!
MARÍA: ¿Pero cómo que mister “K-1000-O” no lo ha contado?
CAMILO: No me dado ni cuenta, lo siento.
PEPE: Eso es genial.
CAMILO: ¿El qué, que pida perdón?
MARÍA: No hombre, que no lo haya contado. Es sorprendente, viniendo de usted.
BLANCA: ¿Cómo es posible que no lo haya contado, usted que lo cuenta todo y más?
CAMILO: No sé, estaba concentrado con Pepe y lo único que tenía en mente es que
pusiera sus patotas sobre las líneas, lo demás no…
PAZ: ¿Y si fuera ésa la solución?
CAMILO: ¿El qué?
PAZ: No sé. No pensar tanto en uno. Olvidarse de si mismo.
PEPE: ¿Por qué dice eso?
PAZ: ¿No han percibido ningún comportamiento extraño esta tarde?
TODOS; No…
PAZ: ¿Nadie?
TODOS: No.
LILÍ: Pero, ¿qué comportamiento extraño?
BLANCA: Sí, eso.
LILÍ: Pero, ¿qué comportamiento extraño?
PAZ: Hace un rato, cuando Pepe fue corriendo a buscar un vaso de agua para María que
se asfixiaba…
CAMILO: ¿Qué?
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PAZ: Pues… que caminó sobre las líneas.
MARÍA: ¡Dios!
PEPE (pensativo) Anda, es verdad.
CAMILO (mirando al suelo) Y no solo piso una. Grosso modo yo diría que entre 16 y 18.
LILÍ: Ya, pero ¿tú te diste cuenta o no?
PEPE: No, para nada.
LILÍ: Ya, pero ¿tú te diste cuenta o no?
PEPE: Como María se asfixiaba, me centré en lo más urgente.
LILÍ: ¡Eso quiere decir que lo lograste, Pepe! ¡Eso quiere decir que lo lograste, Pepe!
MARIA: Pues al final esto no resultó tan desastroso como parecía..
CAMILO: Le parecía a usted
MARIA: Bueno, debo admitir que al principio no tuve fe, pero, 2 de seis, está muy bien!
LILÍ: ¡Y tres, está mejor! ¡Y tres, está mejor!
PEPE: ¿Tres por qué? ¿Hay un tercero?
LILÍ: Tercero no. ¡Tercera! Tercero no. ¡Tercera!
TODOS ¿Quién?
LILÍ: Usted, Blanca. Usted, Blanca.
BLANCA: ¿Yo? Pero, ¿qué he hecho yo para merecer esto?
LILÍ: Hace un rato, cuando me puse a llorar, se acercó a darme ánimos agarrándome las
manos así fuerte y luego no se las lavó.
BLANCA: ¿En serio?
LILÍ: Hace un rato, cuando me puse a llorar, se acercó a darme ánimos agarrándome las
manos así fuerte y luego no se las lavó.
CAMILO: Lo ven, lo que yo decía.
MARÍA: ¿Y por qué no se lavó las manos?
CAMILO (parodiando a Paz) Porque estaba concentrada en Lilí.
PAZ: ¡Exacto!
PEPE: Pero entonces, ¡lo que está pasando aquí es muy grande! Creíamos que nadie lo
había conseguido y finamente es lo contrario.
MARÍA: Claro, hombre, en cuanto deja uno de mirarse el ombligo.
BLANCA: Es cierto que siempre me lavo las manos cuando alguien me toca o cuando yo
toco a alguien. Pero en ese momento no se me pasó por la cabeza, no sé por qué.
PAZ: Yo sí lo sé. Es porque al tomarle la mano a Lilí la ha dado usted su amistad. Y la
amistad nunca es sucia.
CAMILO: Qué bonito, Paz. Vamos, ¡ni Paulo Coello! (Pausa) Ya ven. A lo tonto, a lo tonto…
¡50 % de éxito! ¡Nada mal!
PEPE: A lo mejor hay alguien más y no nos hemos dado cuenta.
LILÍ: Pensemos. Pensemos
BLANCA: Esta sesión de reajuste es maravillosa! Bueno, ¿a quién le toca? Sigan, que ya
vuelvo. Blanca coge el dispensador de jabón y se va al baño.
MARÍA: ¡Dios mío, pierdo la KLH!
CAMILO: Espere, mujer, que estamos en todo el meollo. Si lo pierde ya tomará el de
después.
MARÍA: Si hombre, si quiere me quedo parada en la esquina esperando sola bajo la
luna…
PAZ “¡Parada la tengo!”.
María se santigua.
CAMILO: ¿A ver, qué pesera, qué esquina y a qué hora?
MARÍA: KLH es la última, la de las ocho y media, en Periférico y Sexta.
CAMILO ¿Periférico y Sexta, en serio? (a Pepe) Pero si esa es mi esquina… (haciendo
con los brazos un gesto de cópula).
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BLANCA (gritando desde el baño, en off) ¡Ya está, ya lo tengo!
TODOS ¿El qué?
Blanca vuelve del baño.
BLANCA: Acabo de acordarme de otra persona que se olvidó de su TOC durante un
segundo.
TODOS ¿Sí? ¿Quién? ¿Quién?
BLANCA: María.
MARÍA: ¿Yo, en serio?¡Jesús, María y José! ¿Y cuándo ha sido eso?
BLANCA: Hace un momentito de nada, sin darse cuenta, por supuesto. Cuando Lilí
amenazó a Camilo con meter un ladrillo en su bolso y partirle el cráneo.
CAMILO: Cierto, me acuerdo.
PAZ: Es posible, pero ¿y qué?
BLANCA: Pues que María no registró su bolso.
María registra su bolso.
LILÍ: Pero, ¿por qué hubiera tenido que hacerlo? Pero, ¿por qué hubiera tenido que
hacerlo?
BLANCA: Pues porque cuando se dice la palabra bolso, María se lanza sobre el suyo para
registrarlo. Es como un reflejo. Ahí tienen, la prueba palpable. Blanca señala a María, que
está registrando su bolso.
MARÍA (alterada) No, no, si ahora es porque me preguntaba si no habría perdido mis…
(se da cuenta de que se está justificando y cierra su bolso)… nada, nada, las tengo.
BLANCA: ¿Se acuerda usted por qué no lo registró en aquel preciso momento, María?
MARÍA: A decir verdad, estaba tan indignada con el taxista que ni lo pensé.
PEPE: Si admitimos entonces que María ha vencido a su TOC, entonces solo nos quedan
dos. (A Paz) Usted Paz y Lilí.
PAZ: Sí, pero ya les dije que yo no cuento, lo mío es incurable.
PEPE: En ese caso intentemos recordar si Lilí olvidó repetir algo.
LILÍ: Que va, si lo he repetido todo-todo desde el principio. Que va, si lo he repetido todo-
todo desde el principio.
PEPE: Espera, no te des por vencida antes de empezar.
CAMILO: ¡Ohhh! Cuanto la quiere a su amorcito.
PEPE: A veces te pones tan pesado…
CAMILO: Relaja chavo, no hay vergüenza ninguna porque alguien te guste.
PEPE: No me da vergüenza y además si Lilí quiere que nos sigamos viendo, mi teléfono
es el 868 80 18 80.
LILÍ: 868 80 18 80…868 80 18 80..
CAMILO: Mira, la que parecía tonta.
MARÍA: No, si ya verán... ¡Al final vamos de boda!
CAMILO: No tiene por qué. A lo mejor se arrejuntan a vivir ‘en pecado’.
PAZ: ¡Sexo!
PEPE: Lilí, ¿estás segura que desde que llegaste lo has repetido absolutamente todo?
Pero, ¿todo- todo-todo?
LILÍ: Todo-todo-todo. Todo-todo-todo.
PAZ: Todo excepto dos letras.
MARÍA: ¿Qué letras?
PAZ: Una simple sílaba.
BLANCA: ¿Qué silaba?
Paz: Pi.
LILÍ: ¿Pi? ¿Pero eso cuándo ha sido? ¿Pi? ¿Pero eso cuándo ha sido?
BLANCA: ¡Ah, sí! En el turno de Camilo. Cuando dijo 3,1416.
CAMILO: Y eso que los libré de la lista entera de los decimales, que no se acaba nunca
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LILÍ: ¿Pero dos letras, eso cuenta? ¿Pero dos letras, eso cuenta?
PEPE: Pues claro que cuenta.
BLANCA: Ay, qué pareja tan mona hacen juntos. Bueno, ¡a no ser que tengan herpes!
CAMILO: Pues yo ya sé porque ella no repitió el ‘Pi’.
MARÍA: ¡El retorno del geniecillo Camilo en todo su esplendor! Siempre más listo que
ninguno.
CAMILO: Piénsenlo. Si Lilí hubiera repetido PI, hubiera dicho PIPÍ y ella es demasiado
educada como para soltar eso por la boca.
PAZ: Lilí…
LILÍ (muy rápido) ¿Sí, sí?
PAZ: En el alfabeto, después de la J viene la…
LILÍ: K – K.
CAMILO: Nada, no he dicho nada.
BLANCA: En mi opinión, pasa lo mismo que con nosotros. Lilí estaba metida en el fuego
de la acción, concentrada con Camilo y durante un segundito se ha olvidado de su TOC.
LILÍ (a Pepe) Un segundo no es mucho que digamos. Un segundo no es mucho que
digamos.
PEPE: Vale, pero ¿cuántas veces te ha pasado en los últimos diez años?
LILÍ: ¿Grosso modo? (Camilo se ríe) Nunca. ¿Grosso modo? (Camilo se ríe) Nunca.
PEPE: Entonces ese segundo tiene mucho valor, porque es… como una luz de esperanza.
¿Lo comprendes? Si lo comprendes, respóndeme ‘sí’, pero una sola vez, por favor.
LILÍ: Sí… Lilí se tensa pero al final consigue retenerse y cuando está a punto de decirlo por
segunda vez, Pepe salta sobre las líneas, la abraza y le da un beso impidiendo que hable
TODOS: ¡Bravo! ¡Bravo Lilí! Camilo empuja a Pepe sin querer.
CAMILO (a Pepe) Perdón.
BLANCA (a Lilí) No te beso con mi cuerpo, pero sí con mi alma.
LILÍ: Gracias. Gracias.
PEPE: Al final, no nos ha salido mal la jugada, así entre nosotros.
LILÍ: Y no creo que la Doctora Cooper lo hubiera hecho mejor, sinceramente.
TODOS: Exacto.
LILÍ: Y no creo que la Doctora Cooper lo hubiera hecho mejor, sinceramente.
TODOS: Exacto.
PAZ: Me da la sensación que nos vamos a ir todos a casa con muy buen sabor de boca y
una gran esperanza para el futuro.
BLANCA: Todos menos usted.
PAZ: (con gesto obsceno) “¡Te la meto del revés!”
MARÍA: ¡Señor!
BLANCA: Estoy segurísima que en algún momento ha conseguido controlarse.
Blanca abre la ventana.
CAMILO Pues mira, a lo mejor tiene razón.
PAZ: ¿Ah, sí, cuándo?
CAMILO: No sé, déjeme cavilar dos segundos.
MARÍA (imitando el sonido y el movimiento de un tren) Dos segundos, ¿eh? Recuerde mi
KLH.
Se hace un silencio. Todos se ponen a pensar. Camilo se dirige a Paz para decirle algo
señalándole con el dedo.
PAZ: (esperanzado) ¿Sí?
Camilo se echa hacia atrás, con un gesto de negación de la cabeza.
PAZ: Lo ven. Lo sabía.
El Ayudante aparece en la sala de espera.
EL AYUDANTE: Traigo estupendas noticias. He hablado con la doctora y me dice que
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ahora si, ya no tarda en llegar.. Les pido que disculpen todos estos contratiempos ajenos a
la voluntad y espero que puedan quedarse a la consulta.
CAMILO: ¿Pero dónde está?
EL AYUDANTE: Por el seguro, se bajó del taxi y ya viene caminando.
CAMILO: ¡Hay no! ¡lo siento, pero yo no la espero!
MARÍA: Ni yo, pierdo mi camión.
CAMILO: Pero si ya lo perdió.
MARÍA: ¡Usted me dijo que me iba a avisar!
CAMILO: No se preocupe señora, yo la llevo.
MARÍA: ¡Yo no pienso pagar ningún taxi!
CAMILO: Pero si no le voy a cobrar.
MARÍA: ¿En serio? Muy amable entonces.
PEPE (a los demás) ¡Y vivieron felices para siempre!.
Camilo recoge sus cosas dispuesto a irse.
CAMILO: Vámonos María
EL AYUDANTE: ¿Entonces no esperan a la doctora?
CAMILO: Pues no. Ya hemos esperado hoy bastante. Pero, ¿puede darle un recado de mi
parte?
EL AYUDANTE: Por supuesto.
CAMILO: Déle las gracias por no haber venido. Porque no sé lo que habríamos hecho con
ella, pero me extraña que hubiera sido mejor… ¡de lo que hemos hecho sin ella!
TODOS: ¡Bravo!
Todos aplauden a Camilo.
PEPE: Bien dicho, papá.
MARÍA: Dígale también que aunque yo me puse en contra al principio, ahora estoy
encantada de la vida.
EL AYUDANTE: Muy bien, se lo diré.
PAZ: De mi parte puede decirle que su retraso ha sido “¡una chingadera!”. No, bueno,
que su retraso… En fin, déjelo, ya se lo diré yo en persona.
CAMILO: ¿Cómo?¿Usted se queda? Blanca se va al baño.
PAZ: Si, yo no tengo nada mejor que hacer. Tengo todo el tiempo del mundo y no quiero
renunciar a la consulta, aunque solo sea por ver lo que va a decirme la ‘famosa
especialista’. Pero estoy segura que será menos efectivo que con ustedes.
MARÍA (al Ayudante) Por cierto, ¿le debemos algo?
EL AYUDANTE: No. Por supuesto que no. Con permiso, eh…
LILÍ: ¡Mejor que mejor! ¡Mejor que mejor!
El Ayudante abandona la sala de espera.
CAMILO (a Lilí y a Pepe) ¿Los acerco, chavos? Aprovechar, que hoy pongo el taxi en
barra libre.
LILÍ (colocando varias revistas en el suelo delante de Pepe, para que pueda salir de la
sala)
No, a mí me lleva Pepe en su moto. No, a mí me lleva Pepe en su moto.
CAMILO: ¿La acerco a usted, Blanca?
BLANCA (saliendo del baño) No gracias, voy en mi coche.
CAMILO: ¿Su coche, una ambulancia, no? .. Bueno Paz, pues nada. Hasta la vista.
PAZ: “¡Hijo de puta!”
CAMILO (dándole una tarjeta): Gracias Paz, muy amable. Yo tampoco podré olvidarle
nunca. Tenga, le doy mi tarjeta. Si alguna vez necesita un taxi, no me llame porque estará
ocupado. Pero si alguna vez necesita un amigo, el número es el mismo.
PAZ: Gracias Camilo.
Paz y Camilo se dan primero la mano, para darse después un abrazo.
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CAMILO (dándole una tarjeta a Lilí) Venga, otra para ti.
LILÍ: Gracias. Gracias.
Camilo le ofrece una tarjeta a Blanca.
BLANCA: ¡En la bolsa! Gracias!
LILÍ (a Paz, dándole un beso) Encantada de haberla conocido, de verdad. Encantada de
haberla conocido, de verdad.
PAZ: Yo también, guapísima, yo también.
CAMILO (a Lilí, mientras reparte sus tarjetas) Toma, para ti van dos.
Lilí se encoge de hombros, sonriente.
PEPE (dándole un abrazo) Aunque esta mañana no nos conocíamos, desde esta tarde
será usted… alguien importante en mi vida.
PAZ: (Paz le da a Pepe un beso en la mejilla) Lo mismo le digo, Pepe.
Pepe coloca la otra mejilla. Paz le da otro beso y Pepe hace su ya famoso gesto simétrico.
BLANCA: ¡Paz!
PAZ: (acercándose a besar a Blanca) ¡Blanca!
BLANCA: No, nada de besos, gracias. Quería decirle solamente que aunque nosotros no
nos hayamos dado cuenta, estoy segura que en algún momento ha vencido a su TOC.
PAZ: Gracias Blanca. Me toca usted en lo más hondo.
BLANCA: Pues mire qué bien. Por una vez… consigo tocar a alguien.
Blanca, Pepe y Lilí se van. María se coloca en la cabeza un pañuelo, impreso con el rostro
del Papa.
PEPE: Adiós.
BLANCA: Adiós.
LILÍ (saliendo por la puerta) Adiós-Adiós-Adiós. Adiós-Adiós-Adiós. Adiós-Adiós-Adiós.
Lilí sale la última. Camilo le cierra la puerta en las narices.
MARÍA (a Paz) Permítame hacerle un regalito.
PAZ: Con mucho gusto.
MARÍA: Es una estampa del Papa Juan Pablo II.
CAMILO: ¡Si hasta lleva merchandising!
MARÍA: Cállese, que usted no sabe ni quién es.
PAZ: Gracias María, la llevaré siempre encima… por las dudas…
MARÍA: Va sin garantía de milagro, pero seguro que le ayuda.
CAMILO: Venga María, ¡vamonos!
Camilo le da una nalgada a María.
MARÍA: ¡Jesús, María y José! Camilo y María salen.
CAMILO: ¡Adiós Paz!
PAZ: ¡Adiós Culero! … Paz se queda sola.
OSCURO EPÍLOGO
En la sala de espera, Paz ordena sus documentos, como al principio de la obra.
PAZ: “¡Puto metiche!”
EL AYUDANTE: ¿Me ha llamado, Doctora?
PAZ: No, pero ya que estás aquí, toma. He acabado las notas. Haz que las pasen a la
computadora y después las envías con los originales a mi despacho de la Ciudad de
México.
EL AYUDANTE (mientras recoloca las sillas en su sitio) Muy bien, Doctora. ¿Ha sido un
buen grupo, no? Bueno, lo poco que pude ver.
PAZ: Un grupo excelente. El mejor de este año. Yo creo que ha sido mejor que el de París
e incluso yo diría mejor que el de Brasil.
EL AYUDANTE: Ya sabe que, aunque sea políglota, usted es mucho mejor cuando trabaja
en su lengua materna. Aunque, bueno, aquella sesión de Londres de hace dos años no
40
estuvo mal.
PAZ: (nostálgica) Ah… ¡Londres!
EL AYUDANTE: Ah, por cierto. El martes que viene tenemos la sesión de Nueva York.
PAZ: Of course!
El Ayudante le da unos documentos nuevos.
EL AYUDANTE: Estos son los nuevos expedientes que me pidió
El ayudante se va. Paz toma los documentos mientras camina al centro del escenario, se
queda mirando al público.
PAZ: “Fuck you!”
OSCURO
FIN