Sociologia Parcial UCES
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de Marx inédita hasta entonces, fue un acontecimiento decisivo. En el marco de esa obra, el
concepto de alienación remite al fenómeno por el cual el producto del trabajo se opone al trabajo
como algo ajeno, como un poder independiente del productor. Marx definió cuatro formas de
alienación del trabajador en la sociedad burguesa: (1) por el producto de su trabajo, que se
convierte en un objeto extraño que ejerce un poder sobre él; (2) en su actividad laboral, a la que
percibe como dirigida contra sí mismo y como si no le perteneciera; (3) por la “esencia genérica”
del hombre que se transforma en un ser ajeno; y (4) por otros seres humanos y en relación con su
trabajo y con el objeto de su trabajo.
Bajo estos lineamientos, Marx extenderá el concepto de alienación a todos los alcances de la
actividad humana, empezando por la actividad esencial del ser humano: la producción de bienes
para la satisfacción de sus necesidades, vale decir, el trabajo. Marx explica que los hombres son
parte de la naturaleza, y por tanto la vida física y espiritual del hombre dependen de la
naturaleza. Sin embargo, a diferencia de los animales, los hombres producen los medios
materiales de subsistencia; es decir, crean bienes para satisfacer sus insuficiencias, por ejemplo
fisiológicas, y para ello ocupan un medio material, cultural y tecnológico que es heredado por la
historia y por ende es producto humano. La acción del hombre siempre está dentro del proceso
de creación, satisfacción y nueva creación de necesidades. En este transcurso, el hombre
trabajador se crea a sí mismo, se forma, se desarrolla, se potencia a sí modificando la naturaleza,
despliega su personalidad dominando el ambiente mediante el trabajo. El trabajo se presenta
como medio de existencia, como un proceso vital y emancipado en donde los hombres, en un
sentido genérico, median, regulan y controlan su organismo en relación a la naturaleza, en él
ponen en movimiento las fuerzas naturales que pertenecen a sus cuerpos y a su ser; inteligencia,
brazos, piernas, manos, etc., a fin de apoderarse de los materiales de su entorno bajo una forma
favorable para su propia vida. Este proceso es una actividad consciente, y por ende pensada, libre
y gratificante. Ahora bien, esta situación cambia ostensiblemente en el capitalismo. El trabajo se
reduce a una actividad lucrativa. La idea de que los productos inventados por el hombre
mediante su trabajo sirvan para la producción de la vida, no produce este encuentro: el hombre
va por una dirección y los productos van por otro distinto. No le han servido para la producción
social de la existencia, han existido sólo para ir a parar a manos de unos pocos: los propietarios
de los medios de producción. Por lo demás, el acto mismo de la creación de estos productos, el
trabajo, ha cambiado.
En esta lógica, podemos exponer como síntesis que la alienación económica estaría dividida a su
vez en dos; respecto del producto y respecto del acto de la producción, o en otras palabras,
alienación del objeto (la alienación de la cosa) y alienación de la actividad (la autoalienación).
En la alienación del objeto el trabajo es la actividad creadora del hombre, es parte de la esencia y
de la naturaleza humana. El hombre, al trabajar, se proyecta sobre los productos de su trabajo:
pone en cada producto algo de su ser, mas en el sistema capitalista la propiedad privada de los
medios de producción forja que los objetos confeccionados por la actividad del obrero no le
pertenezcan a él, los vive como ajenos, el producto hecho por el obrero no le concierne más que
al capitalista. La alienación de la actividad surge en el proceso del trabajo, el trabajador se
enajena de sus propias facultades creadoras, no vive su actividad como algo que realmente le
pertenezca, no es una actividad que forma parte de sus aspiraciones, es un autosacrificio. El
trabajo se vive como algo exterior y forzado. Dicho de otro modo, el trabajo debiese ser un
medio para la autorrealización del obrero, pero si el obrero comercia su fuerza de trabajo es por
dinero, no porque la actividad en sí misma le sea atractiva. Para Marx el trabajo está mucho más
allá de ser una simple actividad. económica, sino que es una actividad “existencial”. Esta
actividad alienante hace que el hombre sólo se sienta libre en sus funciones animales, en el
comer, beber, engendrar, y todo lo que toca a la habitación y al atavío, y en cambio en sus
funciones humanas se siente como animal. “Lo animal se convierte en humano, y lo humano en
animal” (Marx, 1844). La auto alienación del hombre tiene su raíz en una dependencia
económica. En el trabajo alienado, el obrero es sólo un objeto que aislado no tiene utilidad, en la
faena: “La actividad personal del hombre es un gasto de las fuerzas que está dotado su cuerpo”
(Marx, 1844). Sin embargo, este gasto resulta contraproducente pues el trabajo no lo
recompensa, y si tomamos en cuenta que el trabajo mismo es vital para la actividad del obrero, y
esta actividad vital la vende para poder subsistir, el trabajador resulta en el trabajo sólo un
cuerpo-engranaje, en el mercado sólo un accesorio a la venta.
En consecuencia, esto conduciría a otros dos tipos de alienación. La primera, la del ser genérico,
la del hombre, pues tanto su cuerpo, su espíritu, su naturaleza, su esencia humana ha sido
quebrantada, se vuelve externa a él como ser genérico. Segundo, hay una alienación del hombre
respecto del hombre, pues no sólo el hombre se enfrenta consigo mismo, sino que también se
enfrenta a otro hombre. Si tanto la actividad como el producto del trabajo le es ajeno al
trabajador, ¿a quién pertenece entonces? esta fuerza extraña colocada por encima del hombre no
es más que otro hombre que ve al primero como una cosa.
2) En el Manifiesto Comunista (1848) Marx determina que “La historia de todas las sociedades
que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.”. Esto quiere decir que
la evolución histórica se caracteriza por las persistentes luchas entre diversas clases sociales. A lo
largo del tiempo, ya sea de manera encubierta o abierta, se ha desarrollado una contienda
constante entre distintos grupos: desde hombres libres y esclavos en sociedades antiguas hasta
patricios y plebeyos en la Roma antigua, y señores feudales y siervos en la Edad Media. Estas
confrontaciones, marcadas por la opresión de unos sobre otros, han culminado invariablemente
en transformaciones revolucionarias de la sociedad o en el colapso de las clases en conflicto. A
pesar de la transición de la sociedad feudal a la sociedad burguesa, las contradicciones de clase
persisten en la era moderna. La burguesía y el proletariado emergen como dos fuerzas
antagónicas principales en una lucha directa. La industrialización, si bien aumenta la cantidad de
proletarios, también los concentra en masas considerables, fortaleciendo su unidad y conciencia
colectiva. La igualación de intereses y condiciones de vida de los proletarios resulta de la
uniformidad inducida por el desarrollo tecnológico, que nivela las disparidades existentes. El
progreso industrial, al tiempo que intensifica la competencia entre los burgueses y provoca crisis
comerciales, conlleva salarios cada vez más variables y una creciente precariedad para los
trabajadores. Las colisiones individuales entre obreros y burgueses evolucionan hacia conflictos
que adquieren una dimensión más amplia y sistemática, transformándose en colisiones entre dos
clases sociales claramente definidas.
Es por eso que los hechos fisiológicos, los actos reflejos, los procesos inconsciente o
subconsciente que se dan en una persona, no caen en la definición dada anteriormente, porque el
sujeto actor de la misma no tiene un sentido consciente de ello. Para que una acción se considere
de interés para la sociología, de acuerdo con Weber, la persona debe percatarse conscientemente
del sentido que está otorgando a su actuar. En este sentido, es fundamental reconocer todos los
tipos de conducta para diferenciarlos efectivamente de la acción social. Weber define cuatro tipos
de conducta: (1) la conducta reactiva; (2) la conducta con sentido o mera acción; (3) la acción
social y (4) la relación social.
El individuo puede tener una conducta reactiva, esto es, puede reaccionar sin darle un sentido
mentado a esa reacción. En la conducta con sentido o mera acción, puede darle sentido a su
acción pero ésta está orientada sólo a la reacción de los objetos materiales. Por último, para
Weber (1922) una relación social es “un comportamiento de muchos individuos cuyo sentido está
definido recíprocamente y que por esa reciprocidad se orienta” como puede ser una conversación
entre dos o más individuos.