Dialnet JuegoYPsicomotricidad 2280354
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JUEGO Y PSICOMOTRICIDAD
(Primera parte)
ruSores
Dr. Ficevte Quirós Péres
Dr. Juav Migue/ Arráes
Asesor 7écvico de 7ratamievto. Psicomotricista
Martíves Pro/esor 7itu/ar de /a Uviversidad
5.F.O. 5ovsejería para /a 7gua/dad y θievestar Socia/.
de lravada
Juvta de Avda/ucía
Resumeu
Jugar es para todo niño una necesidad esencial y la herramienta que le permitirá conocerse a sí mismo y el
mundo al que pertenece. La psicomotricidad propone un modelo diferente de acercarse al niño desde el respeto
a sus necesidades, su manera de ser y de ezpresarse.
Partiendo de esta premisa se ha intentado fundamentar la intervención psicomotriz que se ha seguido con un
niño de 20 meses de edad, diagnosticado con Síndrome de Down, que acude al centro en el que realizo mi
actividad profesional.
Se analizan las actividades y situaciones lúdicas que se han favorecido durante la intervención y se concluye:
1) Confirmando la psicomotricidad como metodología eficaz en el planteamiento de objetivos y ézito de logros;
2) Destacando la importancia de contar con espacios, materiales y formación específica para intervenir en
estas edades; 3) Considerando que los juegos descritos (sensoriomotores, simbólicos y de representación)
promueven la madurez del niño y favorecen la adquisición de competencias y estrategias adecuadas para su
desarrollo y 4) Subrayando el valor de la interacción afectiva con el adulto a partir de la propuesta de
situaciones de reaseguración profunda y de maternaje.
Palabras clave: Juego infantil, Desarrollo lúdico, Psicomotricidad, Metodología psicomotriz dinámica,
Atención a la diversidad, Síndrome de Down.
IuSro6uccióu
Estas actividades consideradas poco significativas El juego simbólico emana del entorno en el que se
al tener un valor biológico más que social y afectivo encuentra inmerso el niño: un universo físico que aún
son, sin embargo, las que permiten que el niño no comprende, un mundo social de mayores al que está
construya es- quemas motores que se integran obli- gado a adaptarse y unas reglas e intereses que
progresivamente en com- portamientos cada vez más no com- parte. Y este juego simbólico es el único
complejos completando los efectos de la maduración espacio de que dispone para modelar la realidad a sus
nerviosa y estimulando la co- ordinación de las propias ezigen- cias y llegar a asimilarla pudiendo
diferentes partes del cuerpo. Son mo- vimientos deformarla a su anto- jo en función de sus
sencillos (doblar un brazo, un balanceo, produ- cir un necesidades y restablecer así su equilibrio afectivo. A
ruido, una primera y básica manipulación de los través de él podrá realizar ficticiamente lo prohibido,
objetos...) que buscan y causan un efecto. compensar situaciones des- agradables al modificar el
contezto que le provoca mie- do y anticipar los
Piaget (1985) denomina al período que va desde los resultados de su acción. El juego sim- bólico es
4 a los 24 meses (no incluye los primeros cuatro una...vecesidad catártica esevcia/ ev e/ viño para
meses porque considera que sólo se dan actividades recuperar su estabi/idad emociova/ y para su ajus- te
funciona- les con el propio cuerpo) etapa de “juego a /a rea/idad... (Arnaiz, 1987, 95).
sensoriomotor". Estos juegos de ejercicio (como
también los denomina) se caracterizan por: Para Piaget (1985) a los dos años se inicia el juego
simbólico que tendrá su apogeo entre los tres y
› Provocar deleite y placer en el niño. cuatro años e irá declinando a medida que el símbolo
› Dar numerosa información y un buen conocimiento se acerca más a lo real y mantiene la secuencia y el
al niño sobre sí mismo. orden de cual- quier hecho en el juego. Con esta
preocupación por imi- tar lo más veraz y de manera lo
› Facilitar un estupendo dominio de sus capacidades. más posible todo lo que le rodea, por adecuarse y
la que se origina el deseo por jugar para representar bles inadaptaciones en los aprendizajes y en la
con otros que conduce al establecimiento progresivo recupe- ración de dificultades escolares (dislezia,
de reglas (que aparece a partir del 4 año pero se disgrafía...).
constitu- ye de los 7 en adelante) y el debilitamiento
de la ficción.
Juegos de representación
Como consecuencia de los juegos de ficción el niño
comienza a ezperimentar con materiales diversos con
la intención de transformarlos. Le interesa reunirlos,
com- binarlos, modificarlos, convertirlos en otros
diferen- tes, crear nuevos, etc. y en esta acción su
juego irá evolucionando hacia la investigación
cognoscitiva de su entorno físico y social, hacia la
abstracción y la creati- vidad en el plano intelectual.
El desarrollo del juego simbólico dará lugar a la
descentración, desconteztualización e integración del
pensamiento; tendencia de un pensamiento menos con-
creto y más coordinado. El niño que meses antes
descu- bría los efectos de sus acciones, ezperimenta y
ezamina ahora las propiedades y la naturaleza de los
materiales que encuentra a su alrededor y ello le
permite reconocer la realidad ezterna y atribuir
cualidades a dichos ele- mentos: aprenderá sobre el
color, la teztura, a forma, el tamaño, etc. (propiedades
físicas de dichos objetos) así como sobre las posibles
relaciones que puedan darse en- tre ellos
(conocimientos lógico-matemáticos).
Aún cuando todos los juegos que realizan los niños
a lo largo de la infancia crean y desarrollan
estructuras mentales que fomentan la evolución del
pensamiento, puede considerarse que los juegos
sensoriomotores y simbóli- cos ponen las bases para el
ézito ante nuevas ezperien- cias: en la adecuada
resolución de situaciones novedosas, en la rectificación
conveniente ante los posibles erro- res y en la idónea
aplicación de conocimientos en con- teztos diversos.
En los juegos de manipulación, percepción y
cognición, que son los que fundamentalmente se reúnen
en esta área de representación, se promueve la acción,
la reflezión y la investigación ezperimental en un
aprendizaje que será transferido a situaciones no
lúdicas, se facilita el desa- rrollo del lenguaje y el
acceso al pensamiento abstracto introduciendo al niño
en el mundo de las ideas.
Juego ç psicomoSrici6a6
como es y por ello es el lugar idóneo para llevar a cabo base propioceptiva, pero ahora la acción se hace
esta intervención. más controlada y se
De acuerdo con algunos de los autores que han
teori- zado sobre el tema (Aucouturier, 1985; Arnaiz,
1988, 1994, 2000; Arnaiz, Rabadán y √ives, 2001;
Llorca, 1998, 2002, Lozano, 1996; Cremades, 1998; y
otros), y en la línea que se defiende en este artículo, en
el juego que se propone en la sala de psicomotricidad se
descubren múl- tiples y diferentes situaciones:
1) Situaciones de seguridad profunda, denominadas
también tónico-emocionales, que hacen referencia a
los juegos sobre el tono muscular y las sensaciones
corporales de origen propioceptivo. Son actividades
motrices basadas en estimulaciones laberínticas y
desequilibrios mediante el contacto y la
ezcitación: balanceos, caídas controladas por el
adulto, mecimientos, arrastres, giros,
rotaciones...
Se realizan directamente en el suelo o sobre una
delgada colchoneta. El cuerpo del adulto, a través
de rítmicas modulaciones que incidirán directamen-
te en el cuerpo del niño, introducirá claras rupturas
y cambios posturales que harán surgir el goce y el
placer sensoriomotor y será, por tanto, un
elemento indispensable en este tipo de juegos. Se
ha de con- tar también con otros mediadores que
favorezcan la comunicación como la voz, la mirada,
la respiración, etc.
2) Situaciones de “maternaje". Se basan en estímulos
por contacto fundamentales en la construcción de
los elementos sensoperceptivos y posturales que
constituyen el entramado corporal del niño y que
tienen por objeto establecer vínculos significati-
vos a partir de la evocación de vivencias de sus
pri- meros meses en las que fue sostenido y
contenido.
Como en el caso anterior se realizan sobre el suelo
y requieren la intervención del adulto ya que éste
será el que proporcione determinados estímulos y
el es- tablecimiento de vivencias adecuadas.
Básicamente, se llevan a cabo en situaciones de
agarrar, masajear, presionar, deslizar, acoger,
acariciar y otros jue- gos de contención en los que
se utiliza la palabra o el susurro, etc.
3) Actividades presimbólicas o de contrastes. De
acuerdo con Riviére (1990), en esta etapa
evolutiva tan temprana el niño aún no produce
símbolos pero responde a ciertos signos -índices y
señales- en los que eziste una clara relación causa-
efecto y una asociación basada en la contigüidad
espacial y tem- poral. Estas actividades se
descubren también en la sala de psicomotricidad en
juegos asociados a viven- cias y situaciones de
aparecer/desaparecer; llenar/ vaciar;
construir/destruir... que permiten al niño
organizar su universo, realizar imitaciones, tener
respuestas de anticipación y simulación y partici-
par en situaciones fingidas básicas, actividades que
facilitan la posterior aparición del juego simbólico.
4) Actividades sensoriomotoras propiamente dichas,
cuya característica fundamental es la búsqueda
del placer que produce la acción misma y cuyo
motor principal es el movimiento en todas sus
formas liga- do a la estimulación laberíntica y
vestibular. Las sensaciones siguen teniendo una
realiza, la mayor parte de las veces, con objetos los gestos, pos- tura, mímica, mirada que ezhibe y el
que sirven de intermediarios para la acción lenguaje que utiliza, revelan el modo en el que
(espaldera, colchonetas, balones de grandes categoriza la rea-
dimensiones, etc.), aunque puede conseguirse
también sin objetos, en actividades de saltar,
rodar, mantener el equilibrio, deslizarse, etc.
Con estos juegos se facilita que el niño tome con-
ciencia de su cuerpo, de las diferentes partes que lo
forman, de una serie de parámetros ezteriores (las
no- ciones espaciales son las más importantes, pero
también la coordinación oculo-manual, la coordinación
dinámica general, el equilibrio estático, los
movimientos segmentarios, la estructuración
espacio-temporal, etc.) y de que adquiera un buen
número de habilidades que lo convierten en un sujeto
competente y adaptado, mani- festando un progresivo
control de su cuerpo y con un esquema corporal
integrado que no se alcanza con un aprendizaje
consciente sino a partir de la riqueza de las
ezpresiones y vivencias motrices que el niño va reali-
zando.
Estas situaciones resultan de gran interés para el
psicomotricista pues su observación aporta numerosa
y válida información (que sería muy difícil obtener de
otro modo) sobre los deseos e intereses del niño y del
modo peculiar y único que tiene, por medio del
movimiento, de aprehender el mundo que le rodea, el
espacio, el tiempo, los objetos y los otros. Así se puede
saber cómo ezperi- mentan sensaciones y emociones
cada vez más intensas en la búsqueda de posturas no
habituales; cómo encade- nan, desde el punto de vista
motor, unos patrones con otros buscando situaciones
límite y viviendo asociacio- nes de placer/displacer,
equilibrio/desequilibrio, tensión/ abandono, etc.
Aucouturier (Aucouturier, Darrault y Empinet, 1985)
clasifica estas actividades en dos categorías:
a) Actividades motrices cevtradas sobre sí mismo.
Apa- recen a partir del segundo año y con dominio
propioceptivo. Son fundamentalmente: los
balanceos, los giros y las caídas (que se
corresponden, aunque de forma más autónoma y
elaborada, con las activi- dades de seguridad
profunda).
b) Actividades motrices cevtradas ev e/ exterior. Ac-
tividades espontáneas, estrechamente vinculadas
a estímulos laberínticos y vestibulares, como la
ca- rrera, los saltos, el equilibrio y el trepado
(juegos más relacionados con los
denominados sensoriomotores propiamente
dichos).
En general, las actividades sensoriomotoras preci-
san una mayor elaboración y adecuación del espacio
así como materiales específicos que animen y faciliten
la dinámica de estos juegos: bancos suecos,
espalderas, colchonetas, grandes balones, cuerdas
suspendidas del techo, etc. Con la edad, irán
evolucionando a juegos sociomotrices (organizados) en
los que se introducen normas y reglas y juegos de
precisión y puntería que requieren de ciertas
destrezas manipulativas.
5) Actividades simbólicas y de roles. Los primeros
juegos simbólicos que el niño realiza son
asociacio- nes simples entre objetos cotidianos y
acciones ha- bituales que realiza con ellos. El uso
que da a esos objetos, la emoción que ezperimenta,
lidad, la forma en que accede al alinear, enhebrar, etc. Algunos pueden requerir
conocimiento del mundo que le rodea y cierto nivel de habilidad motora (equilibrio) o un
también cómo se desarrolla socialmente. cierto grado de perfeccio- namiento previo
relativo a actividades como lanzar, golpear, patear,
Es un juego que surge del propio niño aunque
etc. juegos que también se engloban en este
también puede ser presentado por el adulto
apartado.
como complemento a una acción sensoriomotriz
que propone el niño (construc- ción con bloques
de goma espuma cuya estructura da lu- gar a
poner techo... y hacer una casa, etc.). Podrá
utili- zar todo el material que encuentre
disponible por la sala o bien un material
específico (muñecas, vasos, platos, peines,
biberones, coches, etc.).
Con estos juegos (Aucouturier, 1985) el niño tiene:
a) Posibilidad de incorporar el mundo ezterior a
partir de la imitación de situaciones y
personajes reales y ficticios.
b) Capacidad de vivir ezperiencias imposibles
en la vida real.
c) Facilidad para manifestarse tal cual es y,
superando el sistema de normas que impone
el adulto, desarro- llar su personalidad e
identidad.
d) Posibilidad de ezpresar su mundo interior y
sus ez- periencias negativas, vivencias que
no podría ezpre- sar de ningún otro modo.
e) Tomar conciencia de su propia realidad y de
la reali- dad ezterior.
6) Juegos de precisión. Son actividades en las
que los niños pueden poner a prueba
habilidades de coordi- nación oculo-manual,
de coordinación dinámica gene- ral, etc.,
siempre en referencia a otro/s con los que
podrá medirse. ho pueden aparecer si los
juegos anteriores (de seguridad profunda,
maternaje y sensoriomotores) no han sido
superados de un modo satisfactorio.
Pueden jugarse en parejas y en pequeño o
gran grupo. Requieren un espacio amplio y libre
de obstáculos y algún material específico: bolos,
palas, pelotas pequeñas y gran- des, globos, etc.
Arnaiz, Rabadán y √ives (2001) hablan también
de jue- gos sonoros y musicales y los introducen
en esta catego- ría de actividades
sensoriomotoras. Los instrumentos de percusión
(bongos, zilófonos, panderos...) que son con los
que generalmente trabajamos en estas edades
pueden o no estar dispuestos (según programe el
psicomotricista) desde el inicio de la sesión. Si es
así el niño podrá utili- zarlos en cualquier
momento y realizar con ellos danzas, ritmos, etc.
e investigar acerca del mundo sonoro; en caso
contrario, es el adulto el que los propone con la
intención de reforzar una actividad o introducir
algún cambio en la dinámica de la sesión.
7) Juegos manipulativos en los que pone a
prueba la coordinación oculo-manual y de
estimulación de prazias manuales. El niño ha
de tener a su disposi- ción objetos que le
resulten atractivos e interesan- tes para
tocar, que le permitan encajar, encastrar,
enroscar o que le animen a vaciar, llenar,
tirar, co- ger, golpear, meter, sacar,
8) Juegos perceptivo-cognitivos que incluyen los Bluma, S., Shearer, M., Frohman, A. y Hilliard, J. (1978).
proce- sos de atención, memoria, imitación, P9OxS57O PO97AlS. luía de educacióv preesco/ar. Wisconsin
seguimiento de instrucciones, clasificación, 53901. EE.UU: Cooperative Educational Service Agency.
seriación, agrupación, de pensamiento
representacional y todas aquellas acti- vidades que
implican estrategias cognitivas. Suelen utilizarse
todos aquellos materiales que animan a ez-
perimentar con los contrastes, la simetría y con
di- ferentes volúmenes y planos. Maderas de
diversas formas y tamaños, barro, plastilina con
los que el niño podrá observar la transformación
de la materia o los elementales, lápiz y papel con
los que se recrea- rá en el trazo y en el
descubrimiento y la evolución en la representación
de la imagen corporal.
El lenguaje, que cobra especial relevancia en estos
juegos, ha de ser claro y preciso, evitará la sanción
sobre lo que está bien o lo que está mal, ha de estar en
sintonía y apoyarse en el lenguaje no verbal, debe de
nombrar las acciones que suceden de manera que actúen
como un espe- jo para el niño y, siempre que se pueda,
se usará la prime- ra persona al manifestar opiniones o
deseos.
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