HIPERTIROIDISMO
HIPERTIROIDISMO
HIPERTIROIDISMO
CONTENIDO DE ESTUDIO
Se denomina hipertiroidismo a la presencia de un trastorno funcional del tiroides caracterizado por la secreción, y el
consiguiente paso a la sangre, de cantidades excesivas de hormonas tiroideas en relación con las necesidades del
organismo.
La enfermedad es de aparición frecuente, aunque su incidencia real resulta difícil de establecer, alcanza al 0,4 % de la
población (2,7 % en las mujeres y 10 veces menor en los hombres). La incidencia con relación al sexo varia con la edad,
de modo que después de los 45 años la relación es solo 3:1 a favor de la mujer, y antes de los 8 años es tan frecuente en
las niñas como en los niños.
La enfermedad de Graves-Basedow, abandonada a su evolución espontánea es un proceso grave con una importante
mortalidad, en cambio, sometida a tratamiento adecuado su pronóstico es favorable, a pesar del porcentaje de pacientes
en el que el proceso recidiva tras tratamiento médico.
La enfermedad de Graves-Basedow constituye la entidad más importante por su frecuencia (85 % de los hipertiroideos) de
modo que a menudo se identifican con ella los términos genéricos de hipertiroidismo o tirotoxicosis.
Enfermedad de Graves-Basedow.
Bocios nodulares tóxicos (Adenoma tóxico y bocio multinodular tóxico.)
Otros procesos que pueden cursar con hiperfunción tiroidea.
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Actualmente es posible afirmar que la enfermedad de Graves-Basedow es un proceso de patogenia autoinmune en el que
la hiperfunción tiroidea depende de la producción de inmunoglobulinas estimulantes del tiroides que ocurre en una
población predispuesta, a través, de los genes del sistema HLA (DR3 en la población blanca y B8 en la japonesa),
predominantemente femenino, por herencia de una alteración inmunológica de mecanismo desconocido.
El hipertiroidismo condiciona un estado catabólico con incremento del consumo de oxígeno y aumento del tono simpático
que condiciona gran parte de la clínica, que varía en función de la etiología y gravedad de la tirotoxicosis.
Como sucede en el hipotiroidismo inmunitario, una combinación de factores genéticos, entre ellos polimorfismos HLA-DR
y CTLA-4 y factores ambientales contribuyen a la susceptibilidad a la enfermedad de Graves. La concordancia para la
enfermedad de Graves en gemelos monocigóticos es de 20 a 30%, mientras que en los gemelos dicigóticos es de menos
de 5%. Las pruebas indirectas con que se cuenta sugieren que el estrés es un factor ambiental de importancia, que
posiblemente opera a través de efectos neuroendocrinos sobre el sistema inmunitario. El tabaquismo es un factor de
riesgo menor de enfermedad de Graves y un factor de riesgo mayor para el desarrollo de oftalmopatía. Los incrementos
repentinos de la ingestión de yodo pueden precipitar la enfermedad de Graves y ésta es tres veces más frecuente durante
el posparto.
El hipertiroidismo de la enfermedad de Graves se debe a TSI que se sintetizan en la glándula tiroides, en la médula ósea y
en los ganglios linfáticos. Estos anticuerpos se pueden identificar mediante bioensayos o empleando los análisis de TBII
ampliamente disponibles. La presencia de TBII en un paciente con tirotoxicosis es una prueba indirecta firme de la
existencia de TSI. Estos estudios son de utilidad para vigilar a las pacientes embarazadas con enfermedad de Graves en
las cuales las TSI elevadas pueden atravesar la placenta y producir tirotoxicosis neonatal. Los pacientes con enfermedad
de Graves sufren otras reacciones autoinmunitarias tiroideas semejantes a las del hipotiroidismo autoinmunitario (véase
con anterioridad en este capítulo). En 80% de los casos se encuentran anticuerpos anti-TPO que son marcadores de
autoinmunidad fáciles de medir. Como la citotoxicidad mediada por células T puede afectar también la función tiroidea, no
existe una correlación directa entre la concentración de TSI y la de hormonas tiroideas. A largo plazo, 15% de quienes
sufren enfermedad de Graves desarrollan hipotiroidismo autoinmunitario.
Las citocinas parecen desempeñar una función de primera importancia en la oftalmopatía relacionada con los trastornos
tiroideos. Los músculos extraoculares sufren infiltración por células T activadas; la liberación de citocinas como IFN- , TNF
e IL-1 activa a los fibroblastos y aumenta la síntesis de glucosaminoglucanos que atrapan agua, lo que provoca la
tumefacción muscular característica. En el transcurso de la enfermedad aparece fibrosis y las células musculares
manifiestan la lesión. Los fibroblastos orbitarios son particularmente sensibles a las citocinas, lo que quizá explique la
localización anatómica de la reacción inmunitaria. Aunque no está del todo clara la patogenia de la oftalmopatía que
acompaña a los trastornos tiroideos, cada vez hay más pruebas de que la expresión de TSH-R puede proporcionar un
autoantígeno orbitario importante. De hecho, la inyección de TSH-R a ratones de ciertas cepas induce hipertiroidismo
autoinmunitario y la oftalmopatía característica. Se han identificado diversos autoanticuerpos contra los antígenos del
músculo orbitario y de los fibroblastos en pacientes con oftalmopatía, pero es más probable que estos anticuerpos se
originen como un fenómeno secundario que depende de reacciones autoinmunitarias mediadas por células T. Mecanismos
semejantes participan en la dermopatía.
El proceso está caracterizado por la tríada constituida por hipertiroidismo, bocio difuso y oftalmopatía, cabría añadir un
cuarto elemento característico pero de aparición poco frecuente que es el mixedema pretibial.
El paciente hipertiroideo presenta un aspecto pletórico con aumento de la sensibilidad al calor y suele referir sudoración
excesiva, que es caliente y generalizada. Destaca también astenia, poliuria y polidipsia frecuente y pérdida de peso,
aunque el apetito suele estar conservado o incluso aumentado.
La piel está caliente y húmeda como resultado de la vasodilatación cutánea y excesiva sudoración. Se aprecia eritema
palmar y puede observarse aumento o disminución de la pigmentación cutánea (esta última en forma de vitíligo).
El cabello se vuelve fino y en ocasiones frágil y las uñas pueden transformarse en blandas y friables. Aparece una
alteración característica denominada uñas de Plummer que consiste en una onicolisis con despegamiento de la parte
distal de la uña del lecho ungueal.
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El gasto cardiaco esta aumentado como consecuencia del incremento del volumen sistólico y de la frecuencia cardiaca
(prácticamente se puede descartar el diagnostico de hipertiroidismo si no existe taquicardia).
Suele existir nerviosismo, agitación, inquietud, taquilalia, hipercinesia y labilidad emocional y solo está limitado por su
fatigabilidad muscular de predominio proximal, constituyendo la auténtica miopatía tirotóxica.
En el varón puede manifestarse impotencia y en algunos casos ginecomastia. En la mujer pueden aparecer
irregularidades menstruales y disminución de la fertilidad.
En cuanto al metabolismo la curva de glucemia suele presentar un pico elevado a la hora, con una cifra normal a las dos
horas, disminución de la colesterolemia y tendencia a la hipoalbuminemia.
La exploración debe recoger un examen meticuloso del tiroides, el peso y la talla, las características de la piel, la
frecuencia cardiaca, tensión arterial, auscultación cardiaca, presencia de temblor, exploración dermatológica, oftalmológica
y de la fuerza muscular proximal.
Como pruebas complementarias es suficiente la determinación de T4 libre y TSH (monitorizadas cada 4-6 semanas).
El diagnóstico de la enfermedad de Graves-Basedow debe basarse fundamentalmente en una recogida y una valoración
adecuadas de los síntomas, así como en la observación cuidadosa de los signos. En las formas completas o típicas de la
enfermedad el diagnóstico es fácil, y puede establecerse con absoluta certeza a través de los datos clínicos.
Los exámenes generales de laboratorio pueden demostrar un aumento moderado de la VSG, discretas leucopenia y
anemia, moderadas hipercalcemia e hiperfosforemia, aumento de Fosfatasa Alcalina, así como discreto aumento de la
bilirrubina, GGT y GOT y descenso del Colesterol-LDL.
Para el diagnóstico definitivo de la enfermedad habitualmente es suficiente la determinación de los niveles de T4 libre
(alta) y de TSH (baja).
La infrecuente aparición de tirotoxicosis únicamente por T3 no justifica su determinación sistemática, aunque debe
solicitarse si la sospecha de tirotoxicosis es elevada y la T4 libre es normal.
El hipertiroidismo subclínico ocurre con menor frecuencia que el hipotiroidismo subclínico, se caracteriza por la presencia
de cifras normales de T4 y T3 con TSH disminuida en un individuo asintomático.
La determinación de los anticuerpos antitiroideos y antireceptor de la TSH, no suele ser necesario. Las pruebas
destinadas a estudiar la morfología del tiroides poseen valor escaso o nulo para el diagnóstico.
Para controlar la excesiva secreción de hormonas tiroideas se dispone en la actualidad de tres tipos de medidas: la
administración de fármacos tirostáticos, la tiroidectomía, y el empleo de radioyodo.
El principal grupo farmacológico de sustancias tirostáticas está constituido por los derivados de las tionamídas como el
propiltiouracilo, el metimazol y el carbimazol. Su toxicidad es escasa y aumenta con la dosis, actúan a nivel tiroideo
inhibiendo la organificación del yodo, el propiltiouracilo inhibe, además, la conversión periférica de T4 a T3.
Para tratar el hipertiroidismo por enfermedad de Graves actualmente parece consensuado la utilización de antitiroideos en
los niños y adolescentes mientras que en el resto de las situaciones la actitud terapéutica va a depender de los medios
disponibles.
Se inicia el tratamiento con una dosis elevada (300-600 mgrs/día para el propiltiouracilo y el metiltiouracilo y 30-40
mgrs/día para el metimazol y el carbimazol) con ello se consigue que el 90% de los pacientes estén normo o hipotiroideos
a las 6 semanas de tratamiento, disminuyendo progresivamente una vez que se ha logrado la compensación, hasta
alcanzar la dosis de mantenimiento. Esta es de 10-20 mgrs/día con el metimazol y el carbimazol, administradas en tres
dosis fraccionadas (cada 8 horas), aunque también son eficaces en una sola toma diaria, y 100-200mg/día para el
propiltiouracilo.
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Por tanto una vez elegido el tratamiento ha de mantenerse durante 12-24 meses, a dosis progresivamente descendentes,
sin suspenderlo de forma brusca (sólo la reducimos 6 meses en casos especialmente favorables) realizando controles
cada 1-2 meses para ajustar la dosis.
La terapia prolongada con antitiroideos pretende la remisión de la enfermedad, considerando como tal el mantenimiento
de eutiroidismo tras un año de suspensión del tratamiento.
Otras medidas a emplear son el reposo relativo en las fases iniciales del tratamiento y una dieta rica en calorías, que
ayude a recuperar la pérdida de peso. A veces es útil el empleo de pequeñas dosis de ansiolíticos o propanolol para
controlar la hiperactividad simpática y la ansiedad.
La tiroidectomía subtotal es el método quirúrgico más aconsejable, debiendo estar previamente compensados de su
hipertiroidismo para realizarla.
El tratamiento con radioisótopos es poco utilizado debido a la aparición de hipotiroidismo en un elevado porcentaje de
casos (40-70%), en un plazo máximo de 10años.
Una vez suspendido el tratamiento se ha de seguir con controles periódicos (trimestrales durante el primer año), ya que
aunque la probabilidad de recidiva es mayor en los 6 primeros meses tras la supresión, puede aparecer en cualquier
momento y un 5-20% de los pacientes puede desarrollar un hipotiroidismo espontáneamente.
La derivación a atención especializada se realizará para estudio en caso de TSH aumentada o normal (Hipertiroidismo
secundario/terciario), o cuando la TSH este disminuida y la T4 libre sea normal (probable hipertiroidismo T3). También
derivaremos para su tratamiento los casos de diagnóstico de hipertiroidismo primario.
En caso de sospecha de crisis tirotóxica (hipertermia, taquicardia, agitación y obnubilación en paciente hipertiroideo) se
deberá remitir al paciente al Servicio de Urgencias del Hospital para su ingreso.
Las dos complicaciones más graves en el hipertiroidismo son la exoftalmia maligna cuyo tratamiento corresponde a la
atención especializada y la crisis tirotóxica que debe ser remitida al Servicio de Urgencias Hospitalario.
Las características clínicas suelen empeorar sin tratamiento; la mortalidad era de 10 a 30% antes de la introducción de un
tratamiento satisfactorio. Algunos pacientes con enfermedad de Graves experimentan recidivas y remisiones espontáneas.
Rara vez puede haber fluctuaciones entre hipotiroidismo e hipertiroidismo debido a cambios en la actividad funcional de
los anticuerpos frente al TSH-R. Aproximadamente 15% de los pacientes que entran en remisión tras el tratamiento con
antitiroideos padecen hipotiroidismo 10 a 15 años después a consecuencia del proceso autoinmunitario destructivo. El
curso clínico de la oftalmopatía no sigue el de la enfermedad tiroidea. La oftalmopatía habitualmente empeora durante los
primeros tres a seis meses, seguido de una fase de meseta durante los siguientes 12 a 18 meses, con mejoría
espontánea, especialmente en las alteraciones de los tejidos blandos. Sin embargo, el curso es más fulminante hasta en
5% de los pacientes, que requieren intervención en la fase aguda si existe compresión del nervio óptico o úlceras
corneales. Puede aparecer diplopía en las fases tardías de la enfermedad debido a fibrosis de los músculos extraoculares.
Algunos estudios sugieren que el tratamiento del hipertiroidismo con yodo radiactivo empeora la enfermedad ocular en
una pequeña proporción de pacientes (especialmente en los fumadores). Los fármacos antitiroideos o la cirugía no tienen
efectos adversos sobre la evolución clínica de la oftalmopatía. La dermopatía tiroidea, cuando aparece, suele empezar
uno a dos años después del hipertiroidismo de Graves y puede mejorar espontáneamente.
Harrison, Principios de Medicina Interna, 16a edición; Mcgraw-Hill Interamericana. Autores: Anthony Fauci; Dennis L.
Kasper; Eugene Braunwald
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http://www.san.gva.es/docs/dac/guiasap07bocio.pdf
Sistema de puntuación para calibrar el alcance y la actividad de los cambios orbitarios de la enfermedad de Graves. NO
SPECS:
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