Capítulos 97 - Heredera Divorciada. - Novela Romantica Gratis
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Miré por enésima vez mi celular que estaba sobre el escritorio, esperando que la
pantalla se encendiera en cualquier momento con la llegada de la llamada que
he estado esperando desde hace días.
No podía concentrarme en los documentos que tenía que revisar y firmar, pues
la ansiedad me estaba superando. Llegamos a un acuerdo con el abogado, que
buscaría todas las pruebas que incriminaban a los Dubois y cuando lo tuviera
en sus manos, nos reuniríamos con mis abogados para iniciar la demanda en
contra de todos los responsables de los delitos en contra de mi familia.
Tan pronto como escuché sus ultimas palabras, recordé que le había pedido
que nos reuniéramos hoy a las diez de la mañana, para tratar el tema de la
asociación.
— Sí, sí. Disculpa, tengo la cabeza en otro lado, pero siéntate, ¿quieres algo de
tomar? —hablé en un intento por ocultar lo distraída que estaba últimamente y
para mi suerte, lo conseguí. Julián negó con su cabeza y me relajé en mi
asiento. Ahora que lo recordaba, no podíamos iniciar la reunión hasta que no
llegara Vincent con el hombre que estaba interesado en asociarse con L&J. —
Vale, entonces, esperemos que llegue Vincent. Pasemos a la sala de juntas,
estaremos más cómodos.
Me puse de pie mientras tomaba los folders con las propuestas para los socios
y mi celular, guardando la esperanza que el nombre del abogado apareciera
pronto en la pantalla y le pedí a Julián que me siguiera.
— Jack, por favor, cuando llegue Vincent le dices que lo estoy esperando en la
sala de juntas. —le pedí a Jack cuando pasé por su escritorio y este asintió con
su cabeza en respuesta. Sin más, retomé mi camino a la sala de juntas.
Por supuesto que debía mantener fuerte ante las adversidades, aunque por
dentro todo estaba patas arriba, no podía derrumbarme por las desgracias que
me rodeaban, mucho menos dejaría que los malos se salieran con la suya.
— Que Sarah Doinel lo diga, me hace sentir importante. —dijo antes de llegar a la
puerta de la sala de juntas y le dediqué una amable sonrisa, antes de invitarlo a
pasar.
— También me alegro de saludarte, Sarah. —su tono lleno de sarcasmo fue tan
evidente como mi voz desanimada. —Llegaré en unos minutos a la empresa, el
vuelo de futuro socio se retrasó un poco, pero ya estoy con él. ¿El Sr. Ferrer está
contigo?
— Sí, ya está aquí. —respondí dándole una rápida mirada a Julián, que
aprovechó para revisar su celular. —¿Has dicho vuelo? ¿De dónde es? ¿No
piensas decirme ni su nombre? —pregunté con curiosidad, pues desde el
momento que me informó que encontró el socio perfecto, no ha querido darme
más detalles.
¿Cómo se le ocurría hacerme esto? ¿Por qué tanto misterio con ese hombre?
¡Debería saber toda la información de la persona con la que iba a asociarme!
Tomé una bocanada de aire para calmarme y cuando me recuperé, miré a Julián
con una sonrisa casi imperceptible, mientras dejaba el teléfono sobre la mesa.
No hallaba donde meter mi cara de la vergüenza, por tener a Julián sentado por
tanto tiempo. Al menos logramos distraernos conversando de los planes que
tenía con mi empresa y las colaboraciones con marcas reconocidas que
depositaron toda su confianza en mí, aun sabiendo que esto apenas estaba
comenzando.
— Me he enterado de que vas a casarte de nuevo. —abrí mis ojos con sorpresa
cuando Julián mencionó aquello con ojos afligidos, después de dar por
terminado el tema del lanzamiento.
Aquello fue una pequeña mentira que le seguí a Alexander para cerrarle la boca
a Paul, pero no imaginé que fuese a llegar a oídos de otras personas, aunque
debí suponerlo, teniendo en cuenta que Julián trabajaba actualmente en la
colaboración con Doinel.
Ahora no sabía si negarlo o si debía continuar con la mentira hasta las últimas
consecuencias.
Quedé petrificada en mi lugar con los ojos abiertos de par en par y cubriendo
mis labios con las manos, al reconocerlo en cuestión de segundos, mis piernas
flaquearon en el siguiente segundo, logrando que me sentara de golpe en la
silla, es que no daba crédito a lo que estaba viendo.
¿Este era el socio misterioso del que Vincent no podía darme información?
No puede ser.
Sus ojos color miel se cruzaron con los míos y ni siquiera pude parpadear
cuando una auténtica sonrisa se dibujó en su rostro, como si estuviera feliz de
verme, su mirada reflejaba la emoción del momento y yo no sabía ni como
sentirme.
Debo estar alucinando, sí, eso es, el estrés y los problemas me estaba jugando
una mala pasada.
La mirada del pelinegro dejó mi rostro para posarse en Julián y estiró su mano
hacia él con seguridad, con una expresión en su rostro que no pude descifrar, tal
vez sea porque le causaba gracia la repentina pregunta de Julián Ferrer.
— Usted debe ser Julián Ferrer, un gusto conocerle, soy Alexis Lancaster. —en
cuanto escuché su voz profunda, muy diferente a como lo recordaba, caí en
cuenta que esto no era producto de mi imaginación y que, efectivamente, el
hombre que estaba de pie estrechando la mano de Julián, era Alexis.
No pude evitar mirarlo detenidamente de pie a cabeza, sin perderme el más
mínimo detalle. Pronto, una emoción indescriptible se alojó en mi pecho,
sacándome de aquel estado de shock en el que me encontraba, al verlo tan
recuperado, al verlo de pie con un mejor semblante.
Tuve que desviar la vista hacia Vincent, reclamándole con la mirada por todo
esto, se suponía que mi empresa no estaría relacionada con LC y me había
traído al gemelo de Alexander, ahora entendía porque no quiso decírmelo antes.
— Las terapias han sido muy favorables y he puesto de mi parte. ¿Un abrazo de
bienvenida? —su pregunta me tomó desprevenida, sin embargo, accedí cuando
abrió sus brazos esperando por ese abrazo.
Por supuesto que los beneficios eran muy buenos, pero en dado caso que no
sea lo que esperaba, la pérdida sería muy grande.
— Entonces, no se diga más, cerramos el trato. —Vincent habló por mí, al darse
cuenta de que estaba atónita, sin ser capaz de mover un solo músculo.
— Sr. Richman, estaba esperando su llamada. —fue lo primero que dije sin antes
saludar, no tenía ánimos de ser cordial en este momento.
— Sra. Doinel, tengo una gran parte de las pruebas que incriminan a los Dubois
en muchos de sus crímenes. ¿Podemos vernos?
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