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TERIGI, FLAVIA- SUJETOS DE LA EDUCACIÓN-1a ed.
- Buenos Aires: Ministerio
de Educación de la Nación, 2010. 1. El sujeto como problema La cuestión de sujeto está atravesada por los debates teóricos y políticos que suscita la crisis de la noción moderna de sujeto. En el mundo metateórico de la modernidad, el sujeto constituía el núcleo duro de una identidad que se reconocía a sí misma como tal, que se diferenciaba del objeto que tenía enfrente y prescindía de cualquier otredad. Esta noción de sujeto moderno está firmemente apoyada sobre el cogito cartesiano: un sujeto “unitario, autocentrado, racional, consciente de sí mismo” (Pineau, 1999:40). El discurso de la modernidad ha ofrecido de distintos modos la imagen de un ser consciente, racional y libre, cuya razón lo llevaría a controlar el mundo natural, disminuyendo la incertidumbre (Beck, 2006). La mirada de la pedagogía sobre los alumnos es tributaria de esa noción moderna de sujeto. Señala Pineau que la modernidad convierte a la educación en el proceso por el cual el hombre se vuelve hombre, sujeto moderno, cartesiano, con las características antes apuntadas (Pineau, 1999). La educación tenía además la expectativa de eliminar las limitaciones derivadas del nacimiento y de permitir que los humanos tuvieran su lugar en el tejido social sobre la base de su libre decisión y su actuación individual, para las cuales los formaría la escuela. Sin embargo, el sujeto de la educación así definido no ha estado exento de tensiones. Así, no puede dejar de señalarse la paradoja de la educación concebida por la tradición iluminista: por un lado, debía satisfacer el objetivo de autonomía del sujeto, haciéndolo capaz de servirse de su propia razón sin tutelas ajenas; pero al mismo tiempo debía responder a la necesidad social de que ese sujeto fuera gobernable (Cerletti, 2008). Somos testigos, sujetos y objetos, de una fenomenal fractura del discurso de la modernidad en torno al sujeto. Los planteos de los pensadores posmodernos coinciden en generalizar la caída del proyecto ilustrado y el agotamiento de la razón moderna. Sin necesidad de adscribir plenamente a esa coincidencia, podemos reconocer que transitamos un momento histórico atravesado por las ideas de lo provisorio, fugaz y transitorio, y también por la noción de riesgo debido a la socialización de las destrucciones de la naturaleza (Beck, 2006). Con relación a estos procesos de rupturas aceleradas, se ubica una crisis de sentido del discurso emancipador del humanismo moderno. La confusión, la desorientación, el desconcierto, se expresan en la desconfianza hacia las posibilidades emancipadoras de la sociedad. Butler acuña el concepto de vidas precarias para denunciar la diferencia entre el desamparo original, propio de la condición humana, y el desamparo restrictivo de lo humano que se basa en la exclusión: “La vida se cuida y se mantiene diferencialmente, y existen formas radicalmente diferentes de distribución de la vulnerabilidad física del hombre a lo largo del planeta. Ciertas vidas están altamente protegidas, y el atentado contra su santidad basta para movilizar las fuerzas de la guerra. Otras vidas no gozan de un apoyo tan inmediato y furioso, y no se calificarán incluso como `vidas que valgan la pena ́” (Butler, 2006:58). La crítica a la exclusión se extiende al mundo escolar: es suficientemente conocida la sospecha sobre la capacidad de la educación escolarizada para producir igualdad en quienes la sociedad discrimina y excluye. En virtud de lo expuesto, tratar la problemática del sujeto de la educación en la formación de maestros y profesores implica proponer un debate sobre las formas de producción de subjetividades, pero también sobre el sentido y la crisis de la educación moderna. La escolarización es una manera de dar tratamiento a la humanidad; una manera en ocasiones violenta, ya que implica obligaciones de asistencia, permanencia, trabajo, logros, para evitar sanciones, así sea la del fracaso (Baquero y Terigi, 1996). Si bien esta caracterización puede parecer excesivamente dura con respecto a una práctica que se considera no sólo deseable sino un derecho subjetivo, nos permite insistir en que la cuestión del sujeto de la educación y en la educación debe ser tratada sin que nuestro compromiso con los derechos del niño nos lleve a desconocer el carácter político del proyecto escolar y las decisiones que involucra sobre la manera en que nuestras sociedades (atravesadas por la escuela) producen subjetivación. 2. Las diferentes disciplinas que convergen en el estudio de la problemática del sujeto Podemos definir al sujeto de/en la educación como un sistema complejo. Esto significa que estamos frente a un objeto caracterizado por fenómenos que están determinados por procesos donde entran en interacción elementos que pertenecen al dominio de distintas disciplinas (García, 1986). Aceptado que el campo del sujeto es un campo en construcción y también sumamente dinámico, es necesario sopesar la dificultad que impone, a una unidad curricular centrada en el sujeto de/en la educación, la necesaria concurrencia de disciplinas muy diversas. Entre ellas, la filosofía que aporta debates sobre la noción misma de sujeto y sobre la crisis de la modernidad; la sociología, que aproxima nociones importantes para plantear las dinámicas de la acción de los sujetos; la antropología, que ilumina contrastivamente aspectos poco visibles de la experiencia contemporánea; la psicología que, en la medida en que puede desprenderse de su corset normativo, se convierte en una referencia valiosa para entender los procesos de constitución subjetiva; y, por supuesto, la pedagogía. Sin que este listado sea exhaustivo, es suficientemente amplio como para que quede planteada una aproximación a la complejidad del problema teórico que se tiene por delante. Ahora bien, durante décadas las disciplinas modernas se han desarrollado especializándose, bajo el supuesto de que cada una podía abordar dimensiones diferentes de la experiencia humana. Problemas teóricos importantes como la oposición entre objetivismo y subjetivismo en la producción de la acción humana resultan en parte efectos de esos modos disciplinados de acumulación de saber. La oposición objetivismo/ subjetivismo ilustra las dificultades teóricas que podemos encontrar para la articulación de contenidos de distintas disciplinas en torno a la problemática del sujeto, sobre todo si no queremos reducir el tratamiento de esta problemática a una simple y uxtaposición de saberes disciplinados. La decisión de constituir un campo del “Sujeto de la educación” en los planes de estudio de la formación de maestros y profesores responde a la definición de módulo que ofrece la Res. CFE 24/07, en la que los módulos son caracterizados como “unidades de conocimientos completas en sí mismas y multidimensionales sobre un campo de actuación docente, proporcionando un marco de referencia integral, las principales líneas de acción y las estrategias fundamentales para intervenir en dicho campo”. Las dificultades del campo de saberes pueden suscitar razonablemente el siguiente interrogante: ¿puede una asignatura de un plan de estudios satisfacer la difícil situación de atender adecuadamente a un objeto definido como un sistema complejo, cuando el propio campo de saberes no lo consigue del todo? Nuestra perspectiva es que, sin desconocer las dificultades que se presentan, una instancia curricular indisciplinada resulta facilitadora: la creación de instancias curriculares no disciplinares se justifica especialmente en los casos en que las disciplinas tradicionales tienen problemas para tratar ciertos objetos de conocimiento o cierto campo de problemas. Más aun, es justamente la creación de instancias curriculares lo que permite construir una tradición de enseñanza sobre estos temas indisciplinados. Aunque los planes de estudio puedan no contar con una instancia como ésta, usualmente cuentan con otras que responden al mismo tipo de definición: “Sujetos de la Educación Inicial”, “Sujetos de la Educación Primaria”, “Sujetos de la Educación Secundaria”, etc. Los planteamientos de este documento pueden ser relevantes para esas instancias curriculares, en la medida en que la denominación “Sujetos de...” no sea un mero cambio de nombre a la tradicional perspectiva psicoevolutiva, sino la expresión de un esfuerzo por abordar los procesos de constitución subjetiva en el sistema escolar entendiendo al sujeto de y en la educación como un sistema complejo en 3. El sujeto de/ en la educación. Sujetos y alumnos En otro análisis (Baquero y Terigi, 2006) hemos mostrado las características de las escuelas y del dispositivo escolar en su conjunto como peculiares de un cierto proyecto político sobre la infancia. Si la escuela es un producto histórico, sus sujetos también lo son. En nuestra cotidianeidad se nos confunden las características de los chicos de seis años o de los adolescentes de trece con las características de los alumnos de primer grado de la escuela primaria o de los de primer año de nuestra tradicional escuela secundaria. Sin embargo, un niño y un alumno, un adolescente y un estudiante, no son equivalentes. Un niño, un adolescente, no es un ente natural: es un sujeto producido socialmente en unas determinadas coordenadas socio-históricas. En sociedades cada vez más diferenciadas, como la nuestra, la homogeneidad del universo familiar y de los procesos de crianza que se presupone en el concepto naturalizado de infancia está visiblemente desmentida. No se puede pensar en saberes sobre el desarrollo subjetivo despojados de referencias a las prácticas instituidas en que se constituyen los sujetos; por ejemplo, no es posible estudiar de modo neutral las adquisiciones de conocimientos, como si la crianza o la vida cotidiana de los niños fueran contextos naturales (Castorina, 2007), para luego ver cómo funcionan esos conocimientos en la escuela. Por otro lado, la escuela somete a los niños y adolescentes a un cierto régimen de trabajo (que creemos justificado por el beneficio de los aprendizajes) que interviene productivamente en un desarrollo subjetivo que no puede pretenderse “natural”. El régimen de trabajo escolar contribuye a constituirlos no sólo como alumnos sino también como niños o adolescentes. La escuela define lo que es esperable y lo que no: no sólo lo que significa un “alumno medio”, sino también un “niño normal”, ofreciendo a ambos como términos de comparación para el comportamiento y el desempeño de los sujetos reales. Este material se construye desde una perspectiva advertida acerca del modo en que la escuela genera la condición de alumno y sobre la influencia del dispositivo escolar en nuestra visión no sólo naturalizada sino también normalizada de la infancia y de los procesos de constitución subjetiva (Baquero y Terigi, 1996). La naturalización dota al sujeto de rasgos y capacidades que se pretenden intrínsecos a su naturaleza infantil (o adolescente, o adulta); por su parte, la normalización lo pretende transitando por un único camino de desarrollo según niveles uniformes, y mide como desvío, como retraso, etc., todo alejamiento de ese camino. Una asignatura sobre los sujetos de/en la educación pone en cuestión los discursos naturalistas y normalizadores sobre el desarrollo, constituidos en estrecha vinculación con las prácticas instituidas (Walkerdine, 1995), entre ellas las escolares. El reconocimiento de que la producción de saberes sobre los sujetos depende de relaciones de fuerza y de prácticas que subyacen a ella no impide sostener la producción de discursos según reglas y métodos de investigación, pero exige incorporar a esta producción la crítica de las condiciones de producción de saberes y a sus efectos, como la naturalización de la vida psicológica.
4. Sujetos de/en la Educación - Psicología Evolutiva (sujeto-desarrollo)
La creación de una instancia curricular como ésta tiene la intención de intervenir decididamente en cierta mirada psicoevolutiva sobre los sujetos, a favor de enfoques que plantean las particularidades del desarrollo ontogenético en los procesos sociohistóricos y, en particular, en el dispositivo escolar. Se debate con las asignaturas que adoptan un enfoque evolutivo naturalista, y ese debate justifica una selección de contenidos que incorpora dimensiones de análisis poco trabajadas en tal enfoque, como las relativas a las condiciones pedagógicas de la escolarización y su posible impacto en la formación subjetiva. Durante muchos años, la Psicología Evolutiva ha sido el principal referente disciplinario para el tratamiento de la cuestión de los sujetos, resuelta en numerosos programas elaborados por los profesores mediante la presentación de las secuencias de desarrollo evolutivo informadas por las diversas corrientes psicológicas. El enriquecimiento teórico e investigativo que ha tenido lugar en las últimas décadas, gracias, entre otros, a los aportes de las investigaciones sobre el aprendizaje en contexto escolar y de los enfoques culturales del desarrollo subjetivo, ha generado procesos de revisión de la identificación entre la problemática de los sujetos y los enfoques psicoevolutivos. En una mirada que toma a los sujetos de/en la educación como foco de análisis, el campo de saberes se amplía para incluir los enfoques culturalistas del desarrollo, los aportes de perspectivas sociológicas y antropológicas, los trabajos recientes en torno a los procesos de comunicación en sala de clases, y un número importante de estudios que ponen de relieve la peculiaridad de las demandas y procesos cognoscitivos que tienen lugar en la escuela. No se trata de añadir a los planteos psicoevolutivos tradicionales otras perspectivas disciplinarias, sino de privilegiar los enfoques teóricos y aportes investigativos que estén en condiciones de responder al sentido de la conceptualización sobre los sujetos que fue explicitada. Tampoco se trata de descartar todo lo que sabemos acerca de los niños, adolescentes, jóvenes y adultos gracias a la investigación psicológica, sino de evitar naturalizar el sujeto producido por ese saber, y de considerar por tanto en el análisis el papel que cumplen las psicologías del desarrollo en la de prácticas culturales en general y pedagógicas en particular. “A nosotros no nos prepararon para esto”, escuchamos lo que dicen maestros y profesores en ejercicio en numerosas oportunidades. Tantas veces leemos y escuchamos que la diversidad que caracteriza al alumnado del sistema educativo los encuentra faltos de respuestas, por haber sido formados con la imagen de un sujeto/alumno que no es el que encuentran en las escuelas... La formación inicial es la oportunidad para enviar a las escuelas maestros y profesores con mejores marcos conceptuales y estrategias de intervención, y con un planteamiento reflexivo sobre su posición como adultos en los procesos de constitución subjetiva de quienes asisten a las escuelas en calidad de alumnos. La Psicología Evolutiva1 es la parte de la Psicología que se ocupa del estudio de los procesos de cambio psicológico que ocurren a lo largo de la vida humana. En concreto, los cambios que interesan a los psicólogos evolutivos son aquellos que se relacionan con tos procesos de desarrollo de las personas, con sus procesos de crecimiento y con sus experiencias vitales significativas. Tales cambios guardan relación con tres grandes factores: 1) la etapa de la vida en que la persona se encuentre; 2) las circunstancias culturales, históricas y sociales en las que su existencia transcurra, y 3) experiencias particulares privativas de cada uno y no generalizables a otras personas. Mientras que el primero de estos factores introduce una cierta homogeneidad entre todos aquellos seres humanos que se encuentren en una determinada etapa (por ejemplo, los adolescentes), y el segundo introduce una cierta homogeneidad entre quiénes tienen en común vivir en una misma cultura, en el mismo momento histórico y dentro de un determinado grupo social (cultura occidental, década de los noventa, clase social media, por ejemplo), el tercero de los factores introduce factores idiosincrásicos que hacen que el desarrollo psicológico, a pesar de presentar semejanzas de unas personas a otras, sea un fenómeno irrepetible que no ocurre de Ia misma manera en dos sujetos distintos. Aunque durante mucho tiempo la expresión Psicología Evolutiva se utilizaba de hecho para referirse a los procesos de desarrollo psicológico de la infancia y la adolescencia, los psicólogos evolutivos han ido progresivamente aceptando que su objeto de estudio es la vida entera de las personas y los procesos de cambio psicológico que en ella ocurren. Se estableció, además, que a medida que los sujetos avanzan en edad completan procesos madurativos vinculado al crecimiento orgánico y logran mayor autonomía en la satisfacción de sus necesidades biológicas primarias. También se reconoció la influencia decisiva que el curso de la cultura y del medio social tienen en el desarrollo de las características psicológicas y sus procesos de cambio. Por otra parte, los procesos históricos y los valores sociales fueron reconocidos como moduladores de los procesos de desarrollo psicológico individual. Pero quizás el cambio más importante en la concepción del desarrollo psicológico ha sido el de adoptar una perspectiva diferente acerca del sujeto, como un ser de naturaleza compleja, activo, proactivo y con capacidad para regular, representarse e interpretar sus procesos de cambio.
1 Jesús Palacios. Introducción a la Psicología Evolutiva.
Ens. de Los Mitos Ilustrados de La Educación A La Re-Significación Del Sujeto' Como Marginado: Algunas Consideraciones para Hacer Frente A La Educación Neoliberal PDF
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