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El regreso de la Dama Caballero

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El regreso de la Dama Caballero


de Lee Halin

Ilustración: Jiya

Primer Arco

Capítulos: 21 al 30

Titulo original: 돌아온 여기사

Otro Título: Return of the Female Knight

Género: Acción, Fantasía, Histórica, Romance

Traducción: Kiara

Edición: Nemoné

Diseño: Nidhogg, AruFerrari

Confección de PDF: Kuromi

Aclaración:

La siguiente traducción ha sido realizada por fans y para fans, sin


ánimo de lucro, con objetivo de difundir obras orientales desconocidas en
países de habla hispana a través de diferentes fuentes gratuitas online. En
caso de licenciamiento de la obra en países de habla hispana o por pedido
del autor se procederá a eliminar esta publicación y su correspondiente ver-
sión web.

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El regreso de la Dama Caballero

Contenido

Capítulo 21: Este es el principio (2) .................................................................................... 5


Capítulo 22: Este es el principio (3) ................................................................................. 10
Capítulo 23: Tengo una condición (1) .............................................................................. 13
Capítulo 24: Tengo una condición (2) ............................................................................ 20
Capítulo 25: Llámame Caril (1).......................................................................................... 25
Capítulo 26: Llámame Caril (2) ......................................................................................... 32
Capítulo 27: ¿Eres un mujeriego? (1) .............................................................................. 35
Capítulo 28: ¿Eres un Mujeriego? (2) ............................................................................. 40
Capítulo 29: ¿Cuánto tiempo ha estado allí? (1) ......................................................... 49
Capítulo 30: ¿Cuánto tiempo ha estado allí? (2) ........................................................ 52

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Capítulo 21: Este es el principio (2)


La mente de Helen se aceleró mientras trataba de pensar en una forma de salir
de esta situación. Sin embargo, negarse a tomar la bebida era equivalente a revelar
que había algo ahí.

Sintió que todos las murmuraciones giraban entorno a ella. No había podido
destruir la evidencia, y no tenía más remedio que beberla. Una vez que esto terminara,
volvería a arriesgarse y rompería la tetera.

Helen aceptó la taza de té de Elena con manos temblorosas.

—Por supuesto. No hay nada distinto en él.

Ella habló suavemente, a pesar de saber cuánta sal contenía el té. Beberlo esta-
ría lejos de ser agradable, pero ella no podría retirarse ahora.

Helen cerró los ojos y tomó un sorbo.

— ¡Uub... ub!

Helen intentó soportarlo, pero había sido educada como una mujer noble deli-
cada y mimada y no podía tolerar algo tan horriblemente fuerte. Ella lo escupió de su
boca.

Helen intentó apresurarse a limpiar el té salado derramado de su cara de color


rojo brillante, pero ya era demasiado tarde. Hizo un lío irreparable frente a tantas per-
sonas.

Elena mantuvo su cabeza levantada elegantemente mientras miraba a Helen. La


multitud murmuraba sobre ellas. Era parte del plan de Elena pagarle a Helen por lo
ocurrido en su vida pasada dándole a beber el mismo té salado que Mirabelle estaba a
punto de beber.

Ella predijo que Helen intentaría deshacerse de la tetera y bloqueó su intento.


Sin embargo, incluso si se añadiera sal a la tetera, sería difícil demostrar que fue Helen

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quien lo hizo. Algunos pueden sospechar tranquilamente de ella, pero si un culpable no


es realmente identificado, la situación eventualmente sería enterrada.

Elena no perdería tan fácilmente. Helen tuvo que intentar romper la tetera de-
lante de todos, de lo contrario, podría haber sido difícil arriconarla tal y como estaba
ahora.

Elena fingió taparse la boca con sorpresa, tal como Helen había hecho.

—Oh, ¿qué podría haber en el té? ¿No dijo lady Selby que no había nada en ello?
No es un veneno, ¿verdad?

La sola palabra onduló a través de la multitud grandemente.

— ¿Veneno?

—Seguramente no…

El ruido de la multitud se hizo más fuerte, y Elena miró a su alrededor con una
expresión de miedo.

—Lady Selby, estoy preocupada por su salud. Deberíamos llamar a un médico.

La marquesa Marissa parecía tener fuego en la mirada, dándose cuenta de que


su merienda había sido arruinada completamente. Su furia estaba dirigida hacia Helen.
Si los demás hubiera visto sus intentos por intentar romper una tetera, no podrían evi-
tar pensar que ella era la culpable.

El rostro de Helen perdía color cuando notó que la situación comenzaba a ir en


su contra. Para la nobleza, el honor era tan importante como la vida. Si los rumores se
desbordaran sobre lo que sucedió hoy, Helen no podría mostrar su rostro en la socie-
dad del sur. Su intento de arruinar a Elena había terminado en su propia derrota.

Helen señaló rápidamente a Margaret de pie junto a ella.

— ¿Qué pusiste en esto?

—¿Qué? B-Bueno, eso es...

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— ¿Me usaste para avergonzar a lady Blaise? Ni siquiera me di cuenta...

Helen llevaba una máscara inocente mientras culpaba a Margaret por su crimen.

Margaret, ya asustada, comenzó a preocuparse aún más.

— ¿De qué estás hablando? Solo hice lo que tú, lady Selby, me dijiste que hi-
ciera...

—Nunca dije tal cosa. Esta broma es demasiado cruel, ¿no?

Helen miró rápidamente a Sarah, pidiendo simpatía. Sarah se dio cuenta de su


significado y rápidamente la apoyó.

—Sí, fue lady Lawrence quien nos pidió que fuéramos a la mesa donde estaba
sentada lady Blaise. Es un insulto que haya derribado las tazas de té a propósito.

Helen se relajó cuando Sarah tomó su lado.

Elena se apartó de ellos como si ya no fueran dignos de tratar con ella. Las mu-
jeres habían cambiado de objetivo y condujeron a su miembro más débil a un rincón.
Elena sabía desde el principio que Helen era la mente maestra, sin embargo, no se mo-
lestó en decir la verdad. Por alguna razón, Sarah y Margaret habían seguido las ins-
trucciones de Helen y también eran culpables.

Los ojos de Elena volvieron a su posición original, y vio a Mirabelle sentada allí
con una cara pálida. Le habló con una voz completamente diferente de cuando condujo
a Helen a una esquina.

—Mirabelle, ¿estás bien?

A pesar de su respuesta, Mirabelle todavía parecía sorprendida por los aconteci-


mientos que ocurrieron. Elena, sin decir nada, deslizó su mano en la de Mirabelle para
tranquilizarla.

Para Mirabelle, esta era la primera vez que ocurría algo como esto. Aunque no
tenía mucha experiencia social, no podía haber imaginado que habría algo extraño en

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El regreso de la Dama Caballero

el té que le habían ofrecido. Aún más, recordaba la mirada de desprecio que todos ha-
bían dirigido hacia ella. En ese momento, todos los pelos de su cuerpo se erizaron y se
quedó inmóvil, sin saber qué hacer.

Elena, sin embargo, había tratado la situación con calma.

— Mi hermana.

— ¿Sí?

— ¿Cómo supiste lo que había en esa taza?

Elena volvió la cabeza hacia Helen, que aún intentaba hablar para salir de la si-
tuación, y luego se volvió a Mirabelle para responder su pregunta. El perfil de Elena era
tan elegante como una estatua de mármol tallada por los dioses.

Después de pensar por un momento, Elena respondió con voz suave.

—Es un secreto.

Mirabelle puso mala cara a su respuesta. Entonces ella levantó un pulgar hacia
arriba y le susurró en voz baja.

—Eso fue tan increíble.

Elena parecía un poco diferente de la que Mirabelle conocía hasta ahora, pero no
lo dijo en voz alta. Ella parecía aún más asombrosa cuando tenía confianza.

Elena sonrió en secreto y se inclinó hacia Mirabelle.

—Este es el comienzo.

No habría imaginado que cambiaría el futuro a través de un encuentro con la hija


de un Marqués.

Sin embargo, de ahora en adelante, el enemigo con el que tenía que lidiar era Pa-
veluc, quien derrocaría al Emperador en el futuro y se convertiría en un Rey traicionero.
Y, para evitar un camino así para Paveluc, a Elena nunca le faltarían habilidades como

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caballero o como dama. Ella podría hacer algo más que llorar como Helen si es necesa-
rio; tenía que actuar más inteligente que nadie.

De repente recordó que se suponía que Carlisle la visitaría pronto. ¿En qué es-
taba pensando Carlisle? Elena deseó que fuera tan simple como conocer las intencio-
nes de Helen.

Sin respuesta, suspiró para sí misma.

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Capítulo 22: Este es el principio (3)


El día después de la fiesta de té.

Los actos de Helen y sus cómplices pronto se convirtieron en un chisme genera-


lizado en la sociedad del sur. Se rumoreaba que Margaret había obligado a Helen y Sa-
rah a entrar en su plan, pero cualquier persona sensata sabía que la culpable era He-
len. Margaret era una criatura tan tímida.

Sin embargo, nadie lo mencionó abiertamente. Helen estaba respaldada por el


poder del marqués Selby. El nombre de Elena también había pasado por la boca de mu-
chas personas, pero se negó a involucrarse en eso. Solo había una cosa que le impor-
taba.

La visita del Príncipe Heredero.

—No haría una visita real oficial al castillo Blaise, ¿verdad?

De forma privada o pública, Carlisle y Elena no tenían contacto entre sí, por lo
que una visita oficial no tenía sentido de muchas maneras.

El príncipe Carlisle fue un héroe de guerra y el heredero al trono, sus movimien-


tos eran observados de cerca por todo el mundo. Además, toda la sociedad estaba
emocionada por su primera aparición en el baile. Incluso en la parte sur del país, se
prepararon montones de carruajes para llevar a innumerables nobles a la capital. Si vi-
sitaba a Elena, seguramente llamaría la atención.

Simplemente esperó un mensaje para reunirse, pero pronto empezó a preocu-


parse de que algo malo hubiera pasado mientras tanto se encontraba lejos.

—Consígueme un carruaje. Tengo que irme un rato.

Tal vez sería mejor salir y darle a Carlisle la oportunidad de acercarse a ella. La
criada de pie junto a ella, Mary, respondió de inmediato.

—Sí, mi señora.

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Una mirada celosa cruzó la cara de Sophie.

—Le ayudaré a prepararse para salir.

Elena miró a Sophie. Ella fue la criada que la cubrió cuando fue a rescatar al
Príncipe Heredero. Sin embargo, a pesar de la recompensa en oro, Sophie había comen-
zado a actuar con arrogancia y Elena no aprobaba ese comportamiento.

—No gracias. Mary se encargará de los arreglos.

—Sí, mi señora.

Sophie le lanzó a Elena una mirada de resentimiento, mientras Mary se ocupó de


los preparativos.

Elena ignoró la mirada de Sophie y se permitió prepararse con los suaves movi-
mientos de Mary. Más tarde tendría que abordar la actitud de Sophie, pero ahora su
mente estaba ocupada con los pensamientos acerca de Carlisle, así que tenía poco
tiempo para otra cosa distinta.

Ella no sabía de qué manera Carlisle iba a llegar, pero, ¿seguro tendría al menos
un guardia con él? Decidió que sería mejor asegurarse de que supiera dónde estaba
ella y reunirse con él afuera. Sería más seguro que el castillo Blaise, donde había mu-
chos ojos en el reloj.

Elena salió corriendo del castillo y encontró al mayordomo mayor, Northman,


esperando frente a un carruaje preparado.

—Allí están los caballeros que te acompañarán, así que espera...

—No voy a ir muy lejos, así que voy a ir sola hoy.

— ¡Ah, pero mi señora!

Elena se montó rápidamente en el carruaje y el cochero se dio la vuelta.

— ¿A dónde, mi señora?

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El regreso de la Dama Caballero

—A la calle principal.

Tenía que ir al lugar más concurrido, donde sería fácil encontrarla.

♦♦♦

Después de llegar a la calle principal, la más transitada del sur, Elena le dijo al
cochero que la recogiera nuevamente por la noche y le devolvió el carruaje.

Poco después de caminar por la calle, notó que la seguían.

¿Mi predicción era correcta?

Esperaba que si deambulaba por la concurrida calle por un tiempo, aparecería


Carlisle.

El problema era, sin embargo, que había más de uno o dos seguidores.

¿Por qué había tantos?

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Capítulo 23: Tengo una condición (1)


Había algo extraño en el hecho de que tantas personas la siguieran a la vez. Se
metió en un callejón para poder determinar su número, y sus perseguidores comenza-
ron a seguirla.

Uno, dos, tres... ¿Siete?

Ella tenía una sensación ominosa. Carlisle no habría enviado a todas estas per-
sonas.

Se preguntó si alguien tenía un rencor contra ella, y la cara de Helen emergió en


su mente. Elena no sabía si lady Selby iría tan lejos como para lastimarla, pero era la
única que tenía motivos para estar resentida con ella en este momento.

Qué problemático.

Elena entró más profundamente en el callejón donde no podía ver fácilmente.


Sacó una pequeña daga de una correa de cuero en su tobillo que estaba oculta debajo
de sus faldas.

Pronto descubriré quién les ordenó que me siguieran.

Se trataba de capturar e interrogar a sus perseguidores. El proceso de extraer la


verdad no sería tan limpio.

Este era el centro de la ciudad más grande de la región sur, pero al salir de la ca-
rretera principal uno podía encontrar un lugar fresco incluso a mediodía. Irónicamente,
no había ningún lugar tan sucio y feo como este en un área rica.

Elena se deslizó en un callejón oscuro sin dudar. Miró a su alrededor y vio un es-
pacio adecuado para tratar con sus perseguidores. Ella hizo lo posible para moverse
hacia allí rápidamente cuando...

Una mano de repente agarró a Elena por el hombro y la llevó a la oscuridad.

—Eus...

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El regreso de la Dama Caballero

Elena inmediatamente giró la daga en su mano hacia su oponente. El filo de la


navaja brilló en la penumbra.

La otra persona rápidamente capturó su muñeca para bloquear su daga mien-


tras apuntaba a su cuello. Escuchó una voz baja en su oído antes de poder lanzar el si-
guiente ataque.

—Shh.

Era una palabra corta, pero ella había escuchado esa voz antes. Elena dejó de lu-
char. Si su memoria le servía bien...

A medida que sus ojos se acostumbraban gradualmente a la oscuridad, su mi-


rada se movía lentamente hacia arriba. Un pecho firme, hombros anchos y cuello del-
gado. Sus ojos se posaron en la cara del hombre. Una mandíbula afilada y una nariz
recta y, sobre ella, iris azul pálido que la miraban.

Era como si el azul de sus ojos fuera el único color en el mundo y ardieran como
las llamas.

—Su Alteza.

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Era el príncipe Carlisle.

Tan pronto como se dio cuenta de quién era, notó que podía sentir su cálido
aliento en su frente. Su mano grande aún se aferraba a su hombro, y él tenía la altura
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El regreso de la Dama Caballero

suficiente para que ella solo pudiera hacer contacto visual cuando levantaba la cabeza.
Podía sentir la fuerza de su cuerpo donde estaban presionados juntos.

Elena contuvo el aliento ante el repentino contacto. Lo observó mientras él revi-


saba cuidadosamente sus alrededores, sintió que debía tener un propósito y esperó
pacientemente por su próxima acción.

Luego, después del breve silencio...

—Kugg...

Ante el repentino sonido de la risa suave de Carlisle, Elena lo miró con una ex-
presión confusa.

—Esto no fue intencional, pero tampoco está tan mal.

Él susurró en su oído, causando que un sonrojo se deslizara por sus mejillas.

—No sé lo que está pasando, pero por favor déjame ir.

Ante su tono frío, Carlisle apartó la mano de su hombro con una mirada de pe-
sar.

—No planeaba tocarte, así que por favor no me mires así.

— ¿Cómo qué?

—Como si yo fuera un villano. Debes haberlo olvidado ya, además fuiste tú quien
me apuntó con un cuchillo primero.

No podía discutir con eso. La hoja todavía estaba peligrosamente cerca de su


cuello, pero ella no sabía que terminaría en esa posición.

—No puedo evitar que seas popular. Tan pronto como saliste del castillo Blaise,
tenías tanta gente siguiéndote.

Después de que Elena entró en el callejón, escuchó el sonido de pasos que la


perseguían. Pero ahora no había ninguna señal de nada en absoluto.

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— ¿Sabes quién me seguía?

—Vamos a movernos por ahora.

Después de que Carlisle terminó de hablar, él se alejó primero y ella supo que
debía seguirlo. Caminó detrás de Carlisle y después de una corta distancia llegaron a
una casa en mal estado.

Carlisle parecía haber planeado un área segura para su reunión con Elena. En el
exterior, la casa parecía bastante normal, pero el interior estaba limpio y ordenado,
como si estuviera bien cuidado. La llevó a la mesa y sacó una silla para que pudiera
sentarse, luego se sentó frente a ella.

Elena no sabía si era un comportamiento arraigado1, pero él tenía excelentes


modales hacia las mujeres.

— ¿Hay algo más que quieras saber aparte de la identidad de las personas que
te siguieron?

— ¿Estás bien?

—Tan bien como puedes ver.

Tenía una flecha en la espalda la última vez que se encontraron. Era imposible
que la lesión se hubiera curado en solo diez días, pero Carlisle se comportó como si
nunca hubiera estado lesionado. No era nada más que una rutina diaria para él.

Elena lo miró para evaluar su condición y luego volvió al tema.

— ¿Cuánto tiempo me has estado observando?

—En lugar de vigilancia, piense en ello como protección desde la última vez que
nos separamos.

Aunque había sospechado que Carlisle contrataría a alguien para vigilarla, fue
mucho antes de lo que ella esperaba. La hizo sentir un poco incómoda pensar en los

1
Arraigado = Acostumbrado.

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El regreso de la Dama Caballero

ojos que la habían estado observando silenciosamente. Sin embargo, ya que decidió
eventualmente convertirse en emperatriz, sabía que era inevitable.

—Si vas a atrapar y torturar a las personas que me estaban siguiendo, yo perso-
nalmente...

—No tienes que hacer nada. Te traje aquí porque algunos de ellos eran caballe-
ros de tu familia.

— ¿Qué?

Solo entonces, Elena pensó en la posibilidad de que los caballeros de su familia


la hubieran seguido para protegerla.

Si Carlisle no la hubiera detenido antes, Elena podría haber levantado una cuchi-
lla contra ellos. Puede haber habido una situación en la que se tuvo que derramar san-
gre para guardar sus secretos. Carlisle le había dicho a Elena que cubriera sus habilida-
des si era posible.

Cuando comprendió mejor la situación, hizo una pequeña reverencia hacia Car-
lisle, estaba agradecida de que él la encontrara primero.

—Gracias. Su Alteza me salvó de los problemas.

Fue cuando la mano de Carlisle se movió hacia adelante. Él capturó su barbilla


con una mano y le levantó la cabeza de nuevo.

—No te inclines.

—Oh, pero...

— ¿Has olvidado de quién serás mujer?

Elena miró directamente a los ojos de Carlisle. Había un curioso calor en ellos.
Eran de un color azul frío, pero ardían tan calientes como una llama.

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El regreso de la Dama Caballero

Capítulo 24: Tengo una condición (2)


En el futuro, no tendrás que inclinarte ante nadie, incluyéndome a mí.

Elena recordó que el hombre frente a ella provenía de uno de los linajes más no-
bles en todo el Imperio de Ruford. Es el siguiente en convertirse en emperador. Llevaba
su orgullo con la misma facilidad que lucía sus galas.

Elena se apartó de la mano caliente que sostenía su rostro y se obligó a mante-


ner la calma.

—Ya veo.

—Con la excepción de los caballeros de tu familia, están mis hombres y los hom-
bres del marqués Selby.

Elena sabía que sus sospechas eran correctas. Sin embargo, era difícil decir con
qué fin había contratado Helen a los hombres. Elena no sería derrotada fácilmente por
nadie, pero no podía adivinar si su propósito era su propia vida o simplemente la vigi-
lancia.

En una palabra, era molesto.

—Ella fue la que hizo lo incorrecto, pero se atreve a vengarse.

Fue Helen quien la provocó primero. Era ridículo querer tomar venganza solo
porque las cosas no habían resultado como ella quería.

Elena se perdió en sus propios pensamientos por un momento. Carlisle la miró y


luego habló en voz baja.

— ¿Algo más?

— ¿Como qué?

—Si tienes mas preguntas, puedes preguntarme.

—No lo sé. Nada me viene a la mente en este momento.

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La expresión de Carlisle se movió ante la respuesta de Elena.

— ¿Tiene alguna pregunta sobre tu futuro marido?

— ¡Oh! Había una pregunta que quería hacer. Nunca antes nos hemos visto públi-
camente, pero si nos casamos de repente, todos a mi alrededor pensarán que es ex-
traño. Necesito crear algunas historias que los convenzan.

Se sintió aliviada de que Carlisle no hubiera cambiado de opinión sobre el matri-


monio. Ahora deberían apresurarse con la boda. Se sentiría mejor una vez cuando estu-
viera casada con él y estuviera en la corte imperial.

—Sí. ¿Aparte de eso... no tienes más preguntas?

—No. Bueno, por ahora.

La frente de Carlisle se arrugó un poco. Elena sólo notó el cambio en su estado


de ánimo, pero no sabía la razón de su disgusto. Estaba segura de que no esperaba que
ella le hiciera preguntas triviales, como sus gustos, su personalidad y aversiones...

Carlisle parecía haber perdido sus palabras por un tiempo, así que Elena tomó la
conversación.

—En primer lugar, me gustaría organizar los contratos para nuestro matrimonio.
¿Hay algún término que quieras que acepte?

—Cuando te veo, siento que no necesito nada. Pero a veces siento una codicia in-
soportable.

—Ah...

Elena no sabía cómo responder a eso. Desde su primer encuentro, Carlisle a ve-
ces le había hablado con un extraño afecto. Una vez más, ella quería preguntarle si se
habían conocido en el pasado, pero pensó que él lo negaría como la última vez.

Y supongamos que no se conocieran. ¿Eso hizo alguna diferencia? No había


forma de que Carlisle pudiera estar lo suficientemente enamorado como para casarse

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El regreso de la Dama Caballero

con alguien que acababa de conocer. Una de las hipótesis más realistas se formó en su
cabeza.

— ¿Eres un filántropo?2

Se sabía que el Príncipe Heredero había vivido en el campo de batalla desde la


infancia, pero en realidad podría ser el tipo de hombre que roba los corazones de las
mujeres. Carlisle encajaba a la perfección con ese tipo de hombres. Solo su rostro po-
día hacer llorar a las mujeres.

Incluso Elena, que no prestaba mucha atención a la apariencia de otras perso-


nas, a veces se sorprendía cada vez que lo veía. Si se convierte en emperador, puede
tener varias mujeres, pero aun así, ella no quería interferir.

Se preguntó si se amarían.

Como su matrimonio simplemente sería un contrato para beneficio mutuo, Elena


no tenía la intención de abordar tales asuntos personales si era posible. Sin embargo,
no podía permitir que su esposo se encontrará con otra mujer al comienzo de su matri-
monio. El poder de una mujer en cualquier familia provino del pleno apoyo de su es-
poso y, si el Príncipe Heredero no la favorecía, su título sólo sería de nombre.

Si es posible, ella necesitaba el poder que trae consigo el título de Princesa He-
redera.

Después de reflexionar brevemente sobre esto, Elena miró directamente a Car-


lisle y volvió a hablar.

—Si no hay nada que se te ocurra ahora, piensa más en las condiciones que
deseas. Mientras tanto, te diré la mía.

Carlisle cruzó los brazos, interesándose en sus palabras.

—Dime.

2
Filántropo = Persona que ayuda a los demás de manera desinteresada.

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Frente a sus ojos azules mortales, Elena repitió sus palabras con voz clara.

—Por favor, actúa en público como si me amaras una vez que te conviertas en
emperador.

— ¿Eh...?

Carlisle se echó a reír. Quizás nunca había pensado en esta condición.

Elena lo miró sin parpadear. De ahora en adelante, si tuviera que firmar un con-
trato, obtendría tantos beneficios como pudiera. La negociación por unos pocos años
de poder no era suficiente; ella también tenía que controlar períodos más largos. No
tenía ninguna intención de comprometerse.

— ¿Por qué necesitas esa condición?

— ¿No te lo dije primero? Espero que te conviertas en emperador. Igualmente,


dijiste que no tenías quejas de que yo fuera una emperatriz.

— ¿Quieres decir que quieres poder?

—Sí.

Elena no se molestó en ocultar su ambición. Ella sería su compañera, quien lo


ayudaría a subir a la cima y derribar a Paveluc.

—Bien. Estoy de acuerdo.

La respuesta de Carlisle dejó a Elena con una alegría indeleble.3

—Pero tengo una condición.

Todos los contratos fueron un intercambio de uno por uno. Ahora que Carlisle
aceptó la condición de Elena, se sintió inclinada a aceptar lo que él quisiera.

Elena tenía una expresión alentadora y Carlisle continuó con voz suave.

3
Un recuerdo que es inolvidable/imborrable/inextinguible.

23
El regreso de la Dama Caballero

—Las personas en los matrimonios políticos no siempre conviven juntos.

—Cierto.

—Quiero tanto lo real como la fachada.

Elena vaciló por un momento. El matiz de esta conversación fluía extrañamente.

Carlisle continuó.

—Quiero que compartamos una cama.

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Capítulo 25: Llámame Caril (1)


—Quiero que compartamos una cama.

Ella respondió antes de que incluso se diera cuenta.

—No me gusta esa condición.

— ¿Por qué?

—Porque…

Elena se mordió el labio. No era algo en lo que ella no pensara. Solo porque era
un matrimonio político, no significaba que no compartieran una cama ocasionalmente.
Para solidificar su poder, era mejor dar a luz a un príncipe que heredaría el trono en el
futuro.

Ella lo sabía bien. El problema era que sus ambiciones no consistían necesaria-
mente en consolidar su poder como emperatriz en sí misma. Su objetivo era evitar la
destrucción de su familia con Carlisle a su lado, y dio la casualidad de que convertirse
en emperatriz era la mejor manera de hacerlo.

En la sociedad aristocrática, donde los escándalos a menudo resultaban ser


ciertos, Elena había crecido con una rara inocencia. Después de la muerte de su familia,
nunca tuvo tiempo de estar con hombres, ya que pasó toda su vida tratando de ven-
garse, y sin darse cuenta nunca tuvo ninguna experiencia. Ni siquiera la de una historia
de amor común, y ella había rechazado instintivamente la idea de tener intimidad con
alguien.

Elena trató de obligarse a pensar racionalmente, ella había acestado el primer


golpe con su condición. Fue quien propuso un matrimonio político, y Carlisle solo plan-
teó un tema relacionado que tenía que ser tratado aunque no quisiera.

Ahora era el momento de hacer un juicio sereno en lugar de uno emocional.

—Esto no es una opinión. Pensando objetivamente, no creo que ahora sea el mo-
mento adecuado.

25
El regreso de la Dama Caballero

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Eso... significa que no puedo vivir solo como tu mujer. No sé por qué aceptaste
casarte conmigo, pero hice esta propuesta porque quería ser la emperatriz. Hasta en-
tonces, no quiero renunciar a mis habilidades de combate con espada.

Carlisle escuchó a Elena en silencio. Ella no podía leer ninguna emoción de su


rostro inexpresivo, así que intentó persuadirlo aún más.

—Hasta que me convierta en emperatriz, preferiría actuar como tu arma secreta


en lugar de tu esposa. No me resentiré por esta decisión, incluso si más adelante nace
un niño de otra mujer y se convierte en el príncipe heredero. Lo escribiré en el contrato
si quieres.

Entrenó todos los días después de volver al pasado. Elena se convertiría en la


espada más afilada de Carlisle. Sería la misma Elena quien estaría a la vanguardia de
cada guerra y eliminaría a los enemigos que se interponen en su camino.

La vida ordinaria de vestirse para él y esperar a que regresara a la cama por la


noche no era adecuada para ella. Elena no estaba destinada a ser una simple empera-
triz.

Carlisle, que había estado escuchando en silencio hasta entonces, fue el primera
en hablar.

— ¿Realmente quieres convertirte en emperatriz?

Ante esa pregunta, de repente se preguntó cómo se vería en los ojos de Carlisle.
Ella debe parecer una aristócrata pueril4. Sin embargo, no le importaba si arriesgaba su
vida por el poder o parecía una loca, siempre que mantuviera a su familia a salvo.

—Sí, quiero ser emperatriz.

Carlisle escuchó su respuesta y permaneció en silencio otra vez.

4
Pueril: Es un adjetivo que se utiliza para señalar que un adulto tiene conductas infantiles.

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Kovel Translations

Elena tragó secamente. Cualquier contrato requería una concesión mutua, y


aunque Elena estaba negociando desde una posición relativamente débil, todavía es-
taba firme en sus condiciones. Desde el punto de vista de Carlisle, no podría haber sido
agradable.

Luego dijo algo totalmente inesperado.

—Por tu culpa, hay una razón más por la que debería ser emperador.

—Eso significa…

—Si eso es lo que quieres, aceptaré la oferta. No dormiremos juntos…

—Oh, gracias, Alteza.

Su rostro se iluminó. Le preocupaba lo que haría si Carlisle se negaba.

Gracias a Dios.

Fue solo por un momento que Elena pudo suspirar de alivio. Carlisle aún no ha-
bía terminado.

—Hasta que te conviertas en emperatriz. Después de eso, no. Una vez que te
conviertas en la emperatriz que deseas, entonces vive solo como mi esposa.

—Ah...

Elena no respondió de inmediato a lo que dijo. Estaba en una posición de matri-


monio, y había elegido a la persona que creía que sería la más ventajosa para ella.

De hecho, esta vida matrimonial era un futuro que no había pintado más allá de
que Carlisle se convirtiera en emperador. Después de eso, existía la posibilidad de que
él pudiera conocer a otras mujeres y volverse indiferente ante Elena. Así, podía disfru-
tar de una vida relativamente libre como emperatriz y terminar su vida en silencio. O
bien, Carlisle podría despedirla de la posición de emperatriz, o Elena podría destro-
narlo si él dirigiera un mal gobierno y ella pudiera poner a alguien más en su lugar.

27
El regreso de la Dama Caballero

No le importaba en qué tipo de futuro viviría. Pero lo que Carlisle propuso ahora
era un futuro en el que nunca había pensado hasta ahora. Sus palabras de vivir única-
mente como su mujer le parecían llenas de significado.

Carlisle habló como si él pudiera decir lo que ella estaba pensando.

— ¿No te gusta? Aun cuando me estás utilizando para convertirte en empera-


triz...

—No, lo haré. Viviré igual que tu esposa.

Tan pronto como llegó la implicación de que ella lo estaba "utilizando", Elena
dejó de pensar y respondió rápidamente. Carlisle ya había hecho muchas concesiones
y necesitaba urgentemente su protección. Su conciencia le picó culpable, pero ella no
había podido dar ninguna otra respuesta.

Él tenía una mirada de satisfacción, sin saber si era una elección renuente o no.

La mirada sonriente en sus ojos azules se desvaneció.

—Te lo dije, a veces me haces codicioso.

De nuevo, Elena no supo qué responder.

—Espero que tengas a mis hijos. Serían encantadores si tuvieran el cabello rubio
y los ojos rojos como tú.

— ¿Qué?

Elena se perdió. Parecía que no podía amar a su hijo a menos que se pareciera a
ella.

Carlisle cambió suavemente de tema, como si no tuviera intención de explicarse.

—Sabes, he estado tratando de escuchar muchas de tus opiniones.

—Oh, sí. Por eso estoy agradecida.

—Te diré lo que quiero a partir de ahora.


28
Kovel Translations

—Por favor, hazlo.

Era hora de que Carlisle ofreciera sus condiciones para el contrato de matrimo-
nio.

Elena tragó secamente la tensión que flotaba en el aire.

—Llámame Caril.

— ¿Eh? disculpa

Elena abrió la boca como una tonta.

¿Él quería que lo llamara por un apodo, asi tan… de repente? ¿Por qué?

Carlisle continuó con una expresión suave.

—Me pediste que fingiera amarte. ¿Pero seguirás dirigiéndote a mi tan formal-
mente? Seré tu marido, ¿verdad?

—Ah, pero...

Las parejas no necesariamente usan apodos cariñosos entre ellos. En la socie-


dad aristocrática donde los matrimonios políticos son comunes, muchas parejas usa-
ban honoríficos hasta el día de su muerte. Un apodo, de hecho, era una expresión ín-
tima que solo podía usarse para los amantes.

Más preguntas amenazaron con salir de su boca, pero ella simplemente asintió
con la cabeza cuando vio la mirada decidida de Carlisle en su rostro.

—Está bien... Te llamaré así.

Sí. No importaba si ella lo llamaba Caril. Con gusto lo llamaría caquita de perro si
él aceptaba sus otras condiciones.

—Puede que a los demás les parezca extraño si uso un apodo desde el principio,
así que actuaré formalmente en situaciones externas. Por favor entiende eso.

—Lo dejaré a tu juicio. Pero puedes llamarme así cuando estemos solos.
29
El regreso de la Dama Caballero

—Sí, yo... Caril.

Una sonrisa pintoresca se dibujó en los labios de Carlisle. Fue su primera sonrisa
genuina que no parecía ser una broma o una expresión sombría.

Elena lo miró aturdida por un momento, y luego pronto recobró el sentido.

¿Qué fue eso?

Ella no conocía a nadie que sonriera así solo porque se le llamaba por un apodo.
Pero aún no había terminado.

30
Kovel Translations

—Tomemos cada comida juntos. A menos que tengas otros compromisos.

Eso significaba verlo todos los días. Por lo general, las parejas en matrimonios
políticos terminan tomando sus propias comidas y no se encuentran cara a cara a me-
nos que sea absolutamente necesario. Por supuesto, en el caso de Elena, tenía la in-
tención de permanecer lo más cerca posible de Carlisle para protegerlo. Pero ella
nunca imaginó que él lo sugeriría primero.

—Acepto tus términos.

Ella aceptó de inmediato, ya que no era un mal negocio, pero se preguntó qué
quería realmente. Después de un momento de contemplación, volvió a hablar.

—Nuestro contrato se está haciendo más largo, así que, ¿podrías traerme un bo-
lígrafo y papel?

Carlisle se levantó y luego colocó una pluma y un papel en la mesa frente a ella.
Elena comenzó cuidadosamente a anotar todas sus condiciones.

Por alguna razón se sintió como un día muy largo.

31
El regreso de la Dama Caballero

Capítulo 26: Llámame Caril (2)


Sophie estaba furiosa. Ella fue quien cubrió a Elena cuando se escabulló para
encontrarse con su amante. Aunque era cierto que lo hizo por una moneda de oro, no
sabía que sería tratada de esta manera después de proteger el secreto de su ama.
Nada había cambiado desde que regresaron del viaje. Pensó que su posición aumenta-
ría, pero Elena no le había dado ningún tratamiento preferencial.

Ella se escabulló en secreto en medio de la noche para ver a un hombre. No tiene


miedo de que la vaya a descubrir ante todo, ¿verdad?

Sophie fue incapaz de contener su ira y colgó la ropa. Mary se acercó a Sophie
con su lavado en una cesta.

— ¿Qué te pasa estos días?

— ¿Qué pasa conmigo?

— ¿No estás siendo demasiado grosera con lady Elena después de regresar del
viaje?

— ¡Ah! ¿Grosera? ¿Yo? —Expresó Sophie enojada.

Elena no podía tratarla así. Era increíble que Sophie cerrara los ojos por ella
cuando solo le dio una fría moneda.

—Mary, no hables de cosas que no sabes. Ella es la que me debe una deuda.

— ¿Qué? ¿Deuda? Como tú, soy yo quien está en deuda con lady Elena. No actúes
arrogante y compórtate. Estoy diciendo esto por tu bien...

— ¿Qué puedes saber tú? Ni siquiera conoces a su amante.

— ¿Q-Qué...?

Sophie hizo una mueca cuando se dio cuenta de las palabras que inadvertida-
mente salieron de su boca.

32
Kovel Translations

Sin embargo, ella no se retractaría. Si nada cambiaba en su vida actual, no tenía


que mantenerlo en secreto, y si Elena sospechaba de ella, simplemente lo negaría. No
había manera de probar que Sophie había empezado el rumor. Si el precio del secreto
había sido una moneda de oro, que ella ya tenía, entonces no había nada que perder.

— ¿De qué demonios estás hablando?

—Fue cuando viajamos a la boda de Glenn. En medio de la noche, lady Elena salió
a ver a un hombre y no regresó hasta la mañana.

— ¿Q-Qué? ¿De verdad?

— ¿Por qué te mentiría? Ella me dijo personalmente que hay un hombre que
ama.

—No puedo creerlo...

Sophie se llevó un dedo a los labios y miró a Mary, que tenía una mirada incré-
dula en su rostro.

—Solo te lo digo a ti, así que guarda el secreto. ¿Bien?

—Oh, ya veo. ¿Entonces ella ha estado haciendo esto todas las noches?

Elena solo se había ido una vez, pero Sophie asintió.

—Sí.

— ¿Eres la única que sabe?

— Sí, pero Lady Elena no sabe que yo sé, entonces, ¿puedes guardar un secreto?

—No puedo creer que ella haría algo así.

—Una vez más, no puedes decirle a nadie más.

Sophie le había advertido repetidamente a Mary que se lo guardara para sí


misma, pero al mismo tiempo sabía que los rumores podrían aumentar. Algo explosivo
podría pasar.
33
El regreso de la Dama Caballero

Sophie se tragó una sonrisa, imaginando a Elena atrapada en un escándalo. Ella


pagaría por descuidarla.

34
Kovel Translations

Capítulo 27: ¿Eres un mujeriego? (1)


『Términos del contrato』

1. En público, tratar de demostrar amor el uno al otro.

2. No compartir una cama hasta que Elena se convierta en emperatriz.

3. Usar apodos.

4. Si no hay otros compromisos, tener cada comida juntos.

Eran solo unas pocas líneas escritas en una hoja de papel, pero Elena sabía el in-
menso peso de este contrato sobre su futuro matrimonio. Hasta ahora, todo había sa-
lido de la forma que había querido, pero aún se sentía tensa, ya que todavía no había
garantías.

Elena terminó de escribir en la hoja y luego miró a Carlisle.

—Por casualidad, nos concedimos dos favores el uno del otro.

Los términos de Elena parecían adecuados para un matrimonio político, pero los
de Carlisle parecían como el de dos amantes.

Carlisle habló en voz baja, con una expresión ilegible.

—Sí. Si hay algo más que quieras agregar, dímelo.

—Dije antes que quería ser tu arma secreta. Para ser más claros, quiero crear
otra identidad, una que no sea ni Elena Blaise, ni una princesa.

— ¿Qué quieres decir?

—Quiero crear un alias como caballero y ser tu guardaespaldas en la noche.

—No.

35
El regreso de la Dama Caballero

Carlisle se negó rotundamente antes de que pudiera siquiera terminar. Sin em-
bargo, Elena tampoco se rendiría fácilmente. El alcance de su actividad en su vestido
era muy limitado, y Elena quería darle fuerzas a Carlisle no solo como una princesa,
sino como un caballero.

Además, no podía arriesgarse a quitarle los ojos de encima por un momento, te-
miendo que él pudiera ser asesinado en su ausencia. No había mucho tiempo antes de
que Paveluc se revelara. Para entonces todo tiene que estar listo.

—No me rendiré con lo que dije.

—Aunque te permitiré usar tu espada para defenderte en situaciones desconoci-


das, no aceptaré que te pongas una armadura todas las noches.

—Sabes cómo son mis destrezas de esgrima. ¿Quieres desperdiciar mis habilida-
des?

—Ya dije que no —habló con firmeza.

Ella sintió un pinchazo de culpa por la forma en que condujo con decisión hacia
su objetivo, pero todo esto se trataba de convertirlo en emperador. Aunque no había
estado cerca de Carlisle por mucho tiempo, ella ya notó que él no cambiaba de opinión
fácilmente.

¿Qué tengo que hacer?

Tenía la sensación de que no importaba cuán racionalmente intentará argumen-


tar, él no lo consentiría.

Ella recordó cómo él sonrió cuando lo llamó por el apodo.

—Caril... por favor.

Ella dudaba si este método funcionaría, pero la luz en sus ojos inesperadamente
comenzó a brillar.

—No quiero que estés en peligro.

36
Kovel Translations

La firmeza es que su voz se había suavizado un poco.

Elena nunca había estado en una situación como esta en su vida. La mera idea de
actuar de un modo lindo le hizo sentir la piel de gallina en el brazo, pero si funcionaba,
ella haría más que eso.

Cerró los ojos con fuerza y abrió la boca para hablar de nuevo.

—Sé lo que quieres decir. Pero quiero protegerte. Por favor, permíteme esto.

Puso énfasis adicional en la palabra "por favor", y su corazón latía con anticipa-
ción por su respuesta. La preocupación revoloteó en la cara de Carlisle antes de que se
convirtiera en algo más suave.

—Todavía no…

—Caril, por favor.

Elena tomó sus manos en un gesto de mendicidad.

—Kugg.

El repentino resoplido de risa de Carlisle causó que los ojos de Elena se ensan-
charon. Ella pensó que podría haber sido burlada.

—Me gustaría molestarte más, pero es probable que te enojes si voy más lejos.

Elena apretó los dientes pero habló con voz fría.

—Al parecer te gusta jugar con la gente.

—No, me temo que querré hacer lo que me pides. Puedes ser más peligrosa de lo
que pensaba.

—Si realmente quieres hacerme un favor, solo acepta esto.

—Te dije que no. No puedo permitir que estés en peligro.

37
El regreso de la Dama Caballero

Elena estaba empezando a impacientarse con la actitud de Carlisle. Ella se había


estado conteniendo hasta ahora.

—La primera mujer en casarse contigo corre el riesgo de ser infeliz. ¿Sería tan
malo si me pudieras permitir esto?

— ¿Estás diciendo que me beneficio más que tú en este matrimonio?

—Sí.

—Quizás. Pero fuiste tú, no yo, quien propuso esta boda. No olvides que fuiste tú
quien vino a mí ese día.

Ella había tratado de apelar a su corazón, pero no funcionó. Si no había res-


puesta al encanto y la compasión, entonces la única manera de salir era negociar un
precio razonable. Sin saber si iba a funcionar, Elena jugó su mano.

—Si me permites esta condición, haré una cosa que desees en el futuro.

— ¿Cualquier cosa?

—Sí. Excepto por asesinato u otra cosa inmoral.

El dedo de Carlisle comenzó a acariciar su barbilla afilada.

Ella debe haber atraído su atención más de lo que pensaba. Esperaba que fuera
suficiente. Carlisle no tenía nada que perder.

Ella no conocía todas las variables que cambiaron en este futuro, pero sería me-
jor que actuará como su caballero.

— Todo bien. Pero no te quedes lejos de mí.

—Sí. Me mantendré lo más cerca posible.

Ella rápidamente puso una quinta condición en el papel antes de que él pudiera
cambiar de opinión.

38
Kovel Translations

5. Permitir que Elena Blaise oculte su identidad cada noche y actúe como un
caballero. A cambio, ella hará cualquier cosa por Caril.

Mientras observaba las letras escritas en el papel, Carlisle murmuró para sí


mismo.

—El costo es alto para este seguro.

Se habían añadido tantas cosas grandes, como pequeñas.

39
El regreso de la Dama Caballero

Capítulo 28: ¿Eres un Mujeriego? (2)


Había pasado bastante tiempo mientras organizaban su contrato y conversa-
ban. Debido a que Elena se había escabullido de los caballeros de su familia, le preocu-
paba que estuvieran inquietos.

—Dejémoslo como está, y cuando necesitemos añadir algo más, podemos sim-
plemente agregarlo. Si queremos cambiar algún punto, ambos tenemos que estar de
acuerdo con ello.

—Bien.

En la parte inferior del contrato, Elena escribió que se podría agregar o eliminar
más contenido con el consentimiento mutuo. La mayoría de lo que pensaba que era im-
portante ya estaba resuelto, por lo que ahora sólo faltaba afinar los detalles.

Era hora de decidir las consecuencias que implicaba no cumplir o romper lo pro-
puesto en el contrato.

— ¿Qué harás si no puedes respetar estos términos?

— Bueno... ¿Qué quieres de mí?

De hecho, la mayor parte del contrato estaba a favor de Elena. Solo tenía dos co-
sas en mente: primero, que tenía que comprometerse antes de convertirse en la mujer
de Carlisle y que eso sería después de haber sido elevada a emperatriz, y segundo, que
ella haría una cosa que él quisiera. Carlisle no tenía otras condiciones difíciles, pero
Elena quería proteger el contrato.

—Pensando en eso, no sé si tengo algo que te satisfaga… —Expresó Elena

—Hmm... Entonces, prométeme una cosa. Que no me odiarás por lo que haga
cuando no puedas cumplir tu promesa.

— ¿Qué? Eso es...

— ¿No tienes confianza?

40
Kovel Translations

Carlisle estaba sentado frente a ella con los brazos cruzados, emitiendo un aura
que lo hace parece peligroso.

Los instintos de Elena estaban en alerta. Algo era ominoso. Era una condición
simple, pero de alguna manera se sentía más inquieta de lo que estaría arriesgando su
vida. No le molestó que no le diera ningún detalle, pero su imaginación la dejó sin re-
solver.

¿Qué vas a hacer?

Ella echó a un lado su inquietud y asintió.

—Bien. Y no importa lo que hagas, no te odiaré.

De todos modos, no había posibilidad de que Elena rompiera el contrato. Más


bien, estaba preocupada si Carlisle no cumplía con los términos.

— ¿Qué hay de ti, Caril? ¿Qué harás si no cumples tu contrato?

—Lo que mi señora desee.

Elena pensó por un momento, mirando el contenido del papel. Ella tomó una de-
cisión en su corazón y luego le respondió con un tono de voz uniforme.

—Pon tu vida en peligro por mi familia.

— ¿Qué?

Carlisle se quedó asombrado ante su respuesta. Se suponia que sería algo que le
beneficiara a ella, no a otros. Sin embargo, Elena estaba más interesada en lograr su
propósito original en lugar de castigarlo.

—Tengo un padre, un hermano mayor y una hermana menor. Prométeme que no


morirán antes que tú, Su Alteza. Si no puede cumplir esa promesa, renuncie a todo lo
que tiene como miembro real de la familia.

Era mucho más específico y aterrador que los términos vagos que ofrecía. Ella
se preguntó acerca de su disposición a aceptarlos, pero él asintió con la cabeza.

41
El regreso de la Dama Caballero

—Por supuesto.

Ella decidió no cuestionarlo. Como hasta ahora, Elena estaba ocupada escri-
biendo cosas antes de que Carlisle cambiara de opinión. Desde el principio, era impor-
tante llevar este contrato en una dirección más ventajosa para ella. No importaba lo
que Carlisle estuviera pensando.

Ella empujó el contrato hacia él.

—Por favor, firma en ese espacio en blanco.

Carlisle tomó la pluma sin dudarlo y colocó su firma al final del contrato. De al-
guna manera, la nitidez de su guión parecía encajar con su personalidad. Cuando Elena
terminó de firmar por fin, le entregó una copia del contrato.

—Ah, tenemos que crear una historia para convencer a otros de nuestro matri-
monio. ¿Por qué no tenemos nuestro primer encuentro en un baile?

—Buena idea.

—Entonces, ¿debemos decir que fue amor a primera vista en el baile?

Los ojos de Carlisle se alzaron en diversión.

—No está mal.

—Sí, me alegro que pienses eso. Así que la próxima reunión...

— ¿Vas a volver a casa tan pronto como hemos terminado aquí?

—Los caballeros de la familia deben estar preocupados. Tengo que volver a casa
a tiempo.

—Es problemático seguir reuniéndose en el lugar de otra persona. Sería mejor


casarse lo antes posible.

—Ah, sí.

42
Kovel Translations

Ella también quería casarse rápidamente. Pero el tono de Carlisle, era distinto al
de ella, sonaba como si no quisiera pasar un minuto más alejado.

¿Usted también es un mujeriego?

Su voz tenía un tono casual, pero parecía saber cómo agitar el corazón de una
mujer. ¿Hablaba habitualmente a otras mujeres también? Elena sacudió la cabeza des-
preocupadamente ante el pensamiento.

—Si planeas asistir al baile, entonces debes ir a la Ciudad Capital.

—Sí, lo haré.

—Entonces apresúrate. También tengo que irme, tengo algunos negocios espe-
rándome en la Ciudad Capital.

—Sí.

Elena había planeado mudarse a la Ciudad Capital lo antes posible para poder
proteger a Carlisle en caso de peligro. Pero luego Carlisle dijo exactamente lo contrario
de lo que Elena estaba pensando.

—Estoy ansioso por tener que dejarte aquí sola. Así que te veré de nuevo en la
capital lo más rápido posible.

—Sí.

Ella no sabía cómo responder a su tono preocupado, por lo que dio una res-
puesta simple.

Cuando Elena se levantó para levantarse, Carlisle se levantó de su asiento pri-


mero. Él tomó la iniciativa sin decir nada y la acompañó afuera. Elena caminó tranqui-
lamente detrás de él bajo su cuidado.

—Tengo que presentarte a alguien antes de que regreses.

— ¿Quién es?

43
El regreso de la Dama Caballero

—Uno de mis subordinados. Sus habilidades son encomiables. Necesitas mante-


ner ocultas tus habilidades, así que si alguien te sigue como hoy, deja que él se ocupe
de ello.

—No tienes que ser tan atento...

—Cualquiera haría esto por su futura esposa.

Elena trató de rechazar la bondad excesiva de Carlisle, pero él la bloqueó con un


solo movimiento. Al final, es una oferta muy buena, así que decidió aceptarlo.

—Gracias. No olvidaré tu amabilidad.

—Asegúrate de no hacerlo.

Normalmente, uno diría humildemente que no era necesario hacerlo. Una son-
risa divertida se extendió en la cara de Elena.

Por un momento, sintió que Carlisle dudaba acerca de algo, pero pronto la ex-
presión de su rostro cambió. Elena pensó que debía haber sido un error y apartó la mi-
rada. Fue entonces, antes de que ella lo supiera, un hombre apareció súbitamente ante
los dos.

A primera vista, tenía el cabello azul oscuro, casi negro. Su piel era pálida, sus
ojos color gris piedra y la expresión en su rostro le daban un aire de tristeza. Era una
cara graciosa pero normal, algo que no le llamó la atención a simple vista y podía olvi-
darse fácilmente. Sin embargo, los instintos de Elena cosechados gracias a su antigua
vida le dijeron que este hombre era tan peligroso como una hoja afilada.

Se dirigió a Elena con una expresión de piedra.

— ¿Cómo lo haces?

Había algo muy singular en su voz plana. En lugar de un caballero que mostraba
su rostro al aire libre, era como un asesino al acecho en la oscuridad.

—Se dice hola. Este es Kuhn Kasha. Es mi subordinado del que te hablé antes.

44
Kovel Translations

—Hola, sir Kasha. Escuché que tú serás quien me proteja. Soy Elena Blaise.

Kuhn la miró sin decir nada. En cuanto a las primeras impresiones, parecía un
poco arrogante.

Hubo un sonido contundente, al parecer Carlisle lo había pateado rápidamente


en las espinillas.

—Hazlo bien. En el momento en que huyas de su lado, mueres.

—Lo tendré en cuenta, general.

Kuhn Kasha ni siquiera emitió un gruñido de dolor, como si estuviera acostum-


brado a este tipo de tratamiento.

Después de escuchar el tono escalofriante de Carlisle, Elena lo vio con otros


ojos. Era completamente diferente de cuando le habló antes. Carlisle pareció notar su
mirada en él y habló.

—Hay algunas personas bajo mi mando que a veces no escuchan mis palabras.

—Ah, ya veo —Elena quería decir "¿Es eso una excusa?", pero pensó que era me-
jor simplemente asentir.

—Al menos es fácil sentirse cómodo con su silencio. No podemos ir juntos al


Castillo de Blaise, pero Kuhn todavía estará en algún lugar cercano, así que puedes
convocarlo si es necesario.

—Entiendo.

Tal vez fue porque Carlisle le dio una patada antes, que Kuhn habló.

—Entonces llamaré al carruaje.

Carlisle asintió en silencio. A pesar de su buena apariencia, parecía tener un lado


rudo, posiblemente de su tiempo en el campo de batalla.

45
El regreso de la Dama Caballero

Tan pronto como llegó el carruaje, Elena se despidió brevemente de Carlisle an-
tes de entrar.

—Me voy a ir ahora.

Ella estaba levantando los pies para subir al carruaje cuando Carlisle le tendió la
mano para ayudarla a entrar. Ella lo aceptó como parte de la buena etiqueta estable-
cida en su cerebro desde temprana edad.

Cuando llegó el momento de que sus manos se separaran, Carlisle no parecía


querer dejarla ir.

Elena volvió la cabeza, perpleja.

Carlisle miraba directamente a Elena con ojos profundos, luego presionó lenta-
mente sus labios en el dorso de su mano blanca. Era un saludo común entre los nobles,
pero esto era algo diferente. Esto venía de un príncipe a una joven noble.

46
Kovel Translations

El área donde los labios de Carlisle tocaban su piel parecían arder.

—Mantente a salvo —dijo mientras ella seguía aturdida.

♦♦♦

El cuerpo de Elena se sonrojó mientras montaba el carruaje. No debería ser un


gran problema, pero no podía dejar de pensar que Carlisle le había besado el dorso de
la mano. Kuhn también había estado observando la escena desde un lado, pero no ha-
bía dicho una palabra. Carlisle tenía razón acerca de su reticencia.

47
El regreso de la Dama Caballero

— ¿Su Alteza es un casanova por naturaleza?

Carlisle había sonreído ante sus súplicas hoy, y parecía disfrutar bromeando con
ella besándole la mano.

Kuhn, que había estado observando a Elena, respondió en voz baja.

—En mi evaluación del General, él nunca ha sido un casanova

—Oh, ya veo…

De alguna manera era extraño. Era como si solo estuviera mostrando ese lado
de sí mismo a Elena.

48
Kovel Translations

Capítulo 29: ¿Cuánto tiempo ha estado allí? (1)


Elena ordenó que el carruaje se detuviera antes de llegar al castillo de Blaise. A
ella le preocupaba que alguien la viera y lo considerara extraño.

En el camino a la ciudad, le había ordenado a su cochero que la recogiera de


nuevo por la noche, sin embargo, él podría sorprenderse si ella ya había llegado a casa
en un transporte diferente. También quería evitar la posibilidad de explicar a Kuhn a su
familia.

Cuando Elena detuvo el carruaje, el silencioso Kuhn rompió su silencio.

—Ate un pañuelo rojo a su ventana si desea llamarme.

—Entonces, ¿qué pasa?

—Voy a ir a verla.

La reacción inmediata de Elena fue la duda. Por un lado, se preguntaba si él sa-


bría dónde estaba su habitación. Además, tampoco tenía idea de cuánto tiempo le to-
maría responder. Si tardará varios días, no sería de ninguna utilidad entonces.

Sin embargo, Carlisle le había asegurado que era un hombre capaz, y también
sentía curiosidad por el alcance de las habilidades de Kuhn.

—Bien. Si necesito algo, pondré un pañuelo en mi ventana.

Elena no interrogó a Kuhn sobre cómo la visitaría.

Uno podría preguntarse acerca de sus intenciones, pero Kuhn solo la miró en si-
lencio con una expresión inmutable. Comparado con Carlisle, este hombre parecía no
tener ninguna emoción.

Ella negó con la cabeza y luego salió del carruaje. Kuhn se inclinó detrás de ella
en despedida.

♦♦♦

49
El regreso de la Dama Caballero

Elena comenzó a caminar sola hacia el castillo de Blaise. Únicamente el sonido


de sus pasos resonó claramente en la calle oscura.

Perdió la cuenta de cuánto tiempo caminó hasta que levantó la vista y vio que la
entrada del castillo Blaise estaba iluminada con varias antorchas. Cuando se acercó,
vio a un grupo de personas reunidas afuera, incluido su hermano Derek.

— ¿Hermano?

Derek corrió hacia Elena cuando la vio.

— ¿Estás bien?

—Sí. ¿De qué se trata todo esto?

Derek la miró de arriba abajo para ver si estaba lastimada, y luego frunció el
ceño.

— ¿A dónde diablos fuiste? ¿Y cómo volviste? ¿Sabes lo preocupado que estaba


cuando te escapaste de los caballeros de la familia?

—Ah...

Solo entonces Elena se dio cuenta de quién fue la persona que asignó a los caba-
lleros para seguirla. Rápidamente volvió sus pensamientos hacia una excusa ade-
cuada.

Pensó que podría haber preocupado a alguien en casa, pero no esperaba que su
hermano la estuviera esperando con el castillo iluminado de esta manera. Si ella hu-
biera llegado más tarde, seguramente todo el lugar se hubiera puesto de cabeza.

—Yo... Yo solo quería un poco de aire fresco, así que vagaba por las calles. Ni si-
quiera sabía que los caballeros me estaban siguiendo, ¿cómo podría decir que me es-
capé de ellos?

—Si solo estabas caminando por las calles, ¿cómo te perdieron?

—Porque era una zona concurrida y había tanta gente, ¿verdad? No sé qué pasó.

50
Kovel Translations

Miró a Derek con ojos grandes e inocentes.

Derek no le hizo más preguntas a Elena, y miró a los caballeros que estaban de-
trás de él. Algunos de los caballeros parecían apagados, pero no podía preguntarles
por la historia completa.

— ¿Salieron todos aquí porque estaban preocupados por mí?

—No. Íbamos a tener un entrenamiento extenso esta noche en realidad.

Las expresiones en las caras de los caballeros se desmoronaron. Elena no pudo


evitarlo, pero se echó a reír.

Por todas las apariencias, Derek estaba demasiado avergonzado para admitir
que estaba preocupado por Elena. Sintió pena por los caballeros que tendrían que so-
meterse a los ejercicios, pero a la vez se se sintió entusiasmada de que su hermano es-
tuviera preocupado.

—Gracias, hermano.

La severa expresión de Derek se suavizó. Se dio la vuelta y regresó al castillo,


hablando con Elena en un tono relajado.

—Hace frío. No hablemos tonterías y entremos.

Derek y todos los caballeros de la familia volvieron al castillo. Mirando a sus es-
paldas retirarse, la cara de Elena se ensanchó en una sonrisa.

51
El regreso de la Dama Caballero

Capítulo 30: ¿Cuánto tiempo ha estado allí? (2)

Cuando Elena entró en su habitación, encontró a Mirabelle esperándola dentro.

—Mirabelle, ¿también estabas preocupada por mí?

— ¿Eh? ¿Por qué estaría preocupada? ¿Pasó algo?

Ante el tono confuso de Mirabelle, Elena supuso que Derek aún no le había dicho
nada al resto de la familia. Eso fue un alivio. Ella no quería que todos se preocuparan.

—No, nada. Solo me preguntaba porque llegué un poco tarde.

—Bueno, es tarde, pero no es tan tarde. ¿Y qué más hay que hacer en casa? A ve-
ces necesitas salir afuera para aliviar el estrés. Aunque hubiera sido mejor si me hubie-
ras llevado contigo.

Mirabelle dijo la última parte con cierta tristeza. La débil constitución de su


cuerpo le impedía salir mucho del castillo, mientras que por otro lado, Elena tenía sufi-
ciente libertad como para salir por su cuenta. Hasta ahora incluso se había escapado y
dado varias excusas para encontrarse con Carlisle; desde la boda de Glenn hasta la sa-
lida de hoy.

En su vida anterior, las dos nunca habían estado lejos por mucho tiempo, pero
después de regresar al pasado, había dejado a Mirabelle sola más a menudo. Elena
apreciaba mucho a su hermana. Su corazón ansiaba estar con ella, pero ahora Elena se
veía obligada a estar lejos; en las sombras.

Luego, después de su boda con Carlisle, ya no tendría mucho tiempo para estar
con ella...

Le habló a Mirabelle, con un tono cargado de pesar.

— ¿Saldremos juntas la próxima vez?

Mirabelle aplaudió ante el repentino estado de ánimo deprimido de Elena.

52
Kovel Translations

—Hermana, te tomaste la broma demasiado en serio. Por supuesto que me en-


canta estar contigo, pero eso no significa que tengamos que estar unidas por la cadera.
¿Sabes a lo que me refiero?

—Sí, lo sé.

Elena fue directamente a donde estaba sentada Mirabelle y la tomó con fuerza
en sus brazos. La diminuta figura de Mirabelle fue sofocada por su abrazo.

— ¿Te he dicho alguna vez cuánto te amo, Mirabelle?

— Oh, ya es suficiente. Esto es embarazoso…

Elena sintió que se extendía un calor en su pecho por tener a su familia a su


lado. No se imaginaba cuán agradecida estaba por tenerla a su lado.

Elena le dio otro apretón a su hermana y volvió a hablar.

—Entonces, ¿por qué estabas esperando por mí?

—Me preguntaba si podríamos comprar algunas joyas esta vez. Si lo compramos


ahora, puedes llevarlo a los bailes en la Ciudad Capital... Todo lo que tienes es dema-
siado viejo.

— ¿Joyería?

Solo entonces Elena se dio cuenta de que su joyero estaba abierto junto a Mira-
belle.

En el pasado, a ella no le había gustado tanto esas baratijas y tenía menos de


una docena de accesorios durante su tiempo anterior como mujer noble. El pequeño jo-
yero estaba lo suficientemente desnudo como para parecer casi vacío, hasta que algo
dentro llamó la atención de Elena.

Era un anillo con una cuenta de gema azul. A la mayoría de los nobles les en-
canta adornarse con joyas finas; Cuanto más grande es la piedra preciosa, más impor-
tante se siente la persona. Sin embargo, este anillo era una banda lisa y delgada de

53
El regreso de la Dama Caballero

plata sin una ornamentación elegante, nada más que una cuenta azul en el medio. Era
muy simple y barato.

Tan pronto como Elena vio el anillo, se acercó como si estuviera poseída.

Aquí está.

En su última vida, nunca había quitado este anillo de su cuerpo ni por un mo-
mento. Después de que su familia muriera, ella huyó del castillo Blaise y, durante mu-
cho tiempo, del Imperio de Ruford. Tenía que ocultar su identidad como mujer noble y
había vagado desesperada por la necesidad de dinero. Ella vendió el vestido que lle-
vaba y los pocos accesorios que tenía en ese momento.

Este anillo fue lo único que le quedó, el que no pudo vender por su poco valor.
Recordó una conversación que tuvo con el dueño de una joyería en ese momento.

—No sé qué gema es la que está puesta en este anillo. Lo compraría si fuera un
zafiro, pero nunca antes había visto o escuchado de una piedra como esta.

Su necesidad era demasiada, y había tratado de venderla en algún lugar donde


tuviera más valor. Sin embargo, al final, el anillo fue el único recuerdo que tuvo para
memorar el tiempo que pasó con su familia. Irónicamente, el artículo más barato era lo
que ella guardaba.

— ¿Cuánto tiempo ha estado aquí este anillo? —murmuró para sí misma—. Este
anillo es muy viejo. Debe haber sido hace diez años cuando lo vi por primera vez.

— ¿De verdad?

Estaba segura de que el anillo no era de su madre. Aparte de eso, no sabía cómo
terminó en su joyero.

—Ahora que lo pienso, ¿desde cuándo he guardado esto?

No podía recordar en absoluto cómo lo había conseguido. En su última vida, sim-


plemente lo usaba para recordar a su familia y no se acordaba de dónde venía.

Lo examinó de cerca, y una voz resonó en su mente


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Kovel Translations

—Quédatelo. Voy a volver por él, te lo aseguro.

Ella sabía que la voz pertenecía a un hermoso joven, y su tono era grave con se-
riedad. ¿Quién era ese chico? Por mucho que lo intentara, no podía recordar nada más.
Se preguntaba quién se la había dado cuando era joven.

Miró en silencio la cuenta azul, y con familiar facilidad, se la volvió a poner en el


dedo. En el pasado, la piedra se había vuelto áspera y rayada con el uso, pero ahora la
superficie lisa estaba tan intacta como el corazón de Elena. Ella lo había echado mucho
de menos.

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El regreso de la Dama Caballero

No sabía cómo había conseguido el anillo, pero ahora lo usaría para recordar los
días en que ella era un caballero solitario.

— ¿Te vas a poner ese anillo, hermana?

—Sí. Ha sido un largo tiempo.

— ¿Pero no es un poco simple? Si te gustan los anillos, puedes llevar algo más
bonito.

—No, está bien. Lo guardé durante mucho tiempo, por lo que debe ser querido
para mí.

Recordar el pasado difícil ayudaría a motivarla en el futuro. Mirabelle parecía


preocupada de que Elena estuviera satisfecha con ese anillo ordinario.

—Pero eso es una cosa, y comprar nuevas joyas es otra. Hay una nueva joyería
que dice que tienen muchas piezas excelentes.

— ¿De dónde has oído eso?

—Las criadas me lo dijeron.

—Con que es así... Está bien, lo pensaré.

— ¿De verdad? ¿De verdad?

Mirabelle estaba a su lado. Elena vivió una vida de austeridad y de alguna ma-
nera ahorró incluso más dinero que en el pasado. Sin embargo, había una lección im-
portante que sabía.

『Deberías gastar dinero cuando lo tengas. El dinero no se puede llevar a la otra

vida, así que disfrútalo cuando puedas.』

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Kovel Translations

Más importante aún, Elena tenía que crear su primera reunión con Carlisle en el
baile, y tendría que prestar especial atención a su apariencia. Afortunadamente, el ves-
tido ya se había pedido y la compra de joyas sería suficiente para completar los prepa-
rativos.

— ¿Cuándo vamos a ir al joyero? ¿Podemos ir mañana?

Mirabelle parpadeó ansiosamente, y una pequeña sonrisa se formó en el rostro


de Elena.

—Ya es tarde, así que necesito prepararme para ir a la cama.

—Ya veo, ya veo. Entonces, definitivamente iremos, ¿verdad? ¡Hasta mañana,


hermana!

Mirabelle le dio un rápido abrazo a Elena, se despidió y luego se dirigió brusca-


mente hacia su habitación. Elena la miró correr feliz por el pasillo, luego levantó una
campana dorada sentada en la mesa para prepararse para la cama.

La campana fue utilizada por los nobles para llamar a las criadas que esperaban
afuera. Elena estaba acostumbrada a hacer todo por sí misma, pero podría parecer
inusual para los demás, por lo que trató de usar a las criadas siempre que fuera posi-
ble. Era un hábito crucial si se convertía en princesa más tarde.

Sin embargo, la criada generalmente puntual, estaba tarde el día de hoy.

¿Qué está pasando?

Finalmente, la puerta se abrió y Mary entró corriendo en la habitación.

— ¿Me llamaste, mi señora?

Mary estaba tartamudeando, incapaz de hacer contacto visual. Elena sintió que
algo estaba mal, así que habló en un tono casual.

— ¿Qué pasa?

— ¡N-Nada! ¡No es nada!

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El regreso de la Dama Caballero

Su fuerte negación despertó las sospechas de Elena, pero la fatiga en su cuerpo


se había ido acumulando al trabajar en el contrato con Carlisle durante el día. Como era
rutina, Elena le dio la espalda a Mary para poder quitarse el vestido.

La doncella se apresuró a desatar la banda en la cintura de Elena, luego se aven-


turó con cuidado.

—Mi señora, ¿tienes... tienes planes para salir esta noche?

— ¿Qué significa eso?

Elena giró bruscamente la cabeza y Mary sacudió la cabeza, sorprendida.

—Lo siento. Simplemente no sé cómo prepararte para tu salida de medianoche...

Los ojos de Elena se estrecharon.

—Esta es la última vez que lo pregunto. ¿Qué pasó hoy?

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Kovel Translations

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