Sesión 14 Responsabilidad Civil Por Manipulación Genética

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E. Llamas Pombo: responsabilidad civil por manipulación
genética
RESPONSABILIDAD CIVIL POR
MANIPULACIÓN GENÉTICA
Por Eugenio Llamas Pombo *

SUMARIO
I.-Preliminar. II.- Daños causados directamente al paciente. III.-Res-
ponsabilidad por destrucción-desviación de material genético. IV.-
Responsabilidad por transmisión de enfermedades genéticas previ-
sibles. 1.- Planteamiento. 2.- Responsabilidad del médico. a) Frente
a los padres del nacido con enfermedades o malformaciones. b)
Frente al nacido con taras o malformaciones (wrongful life). 3.- Res-
ponsabilidad de los padres frente al nacido. 4.- Responsabilidad del
donante de gametos. V.- Daños derivados de las técnicas de repro-
ducción asistida. VI.- Indicación bibliográfica.

I.- Preliminar
A partir de la década de los 80 (alguna impronta científico-práctica tenía
que dejar el emblemático año orwelliano), hemos asistido a una verdadera
eclosión de las técnicas científicas relacionadas con la genética humana, si por
tal eclosión entendemos un notable abaratamiento de costes, y el paso del si-
lencio del laboratorio al rumor de los mass media. El estudio del funciona-
miento de la herencia y la transmisión de los caracteres genéticos de los seres
vivos, mediante el aislamiento (y clonación) de los genes -no otra cosa es la
genética-, antes se hacía con guisantes, conejos o cabras, y ahora se aplica a la
persona humana, con resultados espectaculares, sobre todo en fertilización y
en la prevención de enfermedades genéticas.
———
* Profesor Titular de Derecho Civil, Universidad de Salamanca. Abogado.
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Junto a algunos problemas ético-jurídicos (como la licitud de determina-


das técnicas, entre las que se encuentra la clonación u otras manipulaciones de
embriones, la maternidad por sustitución o la inseminación artificial post
mortem), y otros efectos jurídicos (determinación de la filiación tanto inter vi-
vos como mortis causa, o de la autoría en la investigación criminal), es eviden-
te y numerosísimo el catálogo de posibles daños resarcibles desencadenados
como consecuencia de la aplicación de los modernos avances en genética hu-
mana, tanto con fines terapéuticos como de investigación, u otros. Por ello,
quizá resulte útil ofrecer de manera resumidísima un catálogo sistemático de
dichos supuestos dañosos, y plantear de momento los problemas más llamati-
vos de cada uno de ellos, dejando para trabajos más extensos los detalles y las
soluciones a dichos problemas.

II.- Daños causados directamente al paciente


La aplicación de ciertas técnicas genéticas conlleva casi siempre una inter-
vención sobre el cuerpo humano: extraer una muestra de líquido amniótico de
la gestante para realizar un diagnóstico prenatal por amniocentesis, recolectar
los óvulos o implantar embriones en la fecundación in vitro, etcétera. Tales ac-
tuaciones pueden, es evidente, causar daños al paciente, por lo que abren nues-
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tro catálogo; lesiones que, en principio, debemos someter a los criterios gene-
rales que definen los contornos de la responsabilidad civil del médico, bien co-
nocidos hoy ya, e íntegramente aplicables a estos supuestos.
Deberá tenerse en cuenta, eso sí, que dada la novedad de buena parte de es-
tas técnicas, su desempeño está regido por las pautas o requisitos objetivos
aplicables a toda actividad médica de investigación terapéutica, establecidos en
las Declaraciones de la Asociación Médica Mundial de Helsinki (1964) y To-
kio (1975), y entre los que destacan las rigurosas exigencias -deben llegar aquí
a su grado máximo- sobre consentimiento informado, la proporcionalidad
-de siempre difícil valoración- entre los objetivos buscados y los riesgos que se
corren, el respeto de los principios morales y científicos de la investigación en
Medicina, y la alta y especializada cualificación de los intervinientes. El despre-
cio de cualquiera de dichas pautas, con resultado dañoso, dará lugar sin nin-
guna duda a la correspondiente responsabilidad profesional, que muy frecuen-
temente alcanzaría tintes penales.

III.- Responsabilidad por destrucción-desviación del


material genético
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Este segundo grupo de supuestos es hoy particularmente problemático:


por la enorme disponibilidad de material embrionario “sobrante” de las técni-
cas de reproducción asistida (hace ya tiempo señaló TRABUCCHI que es mu-
cho más caro un embrión de chimpancé que uno humano); por el campo de
actuación que abren los embriones, fetos y sus materiales biológicos en la fa-
bricación industrial de productos farmacéuticos, diagnósticos, cosméticos,
etc.; y por el siempre difícil equilibrio entre la libertad y progreso científicos,
patrimonio de la Humanidad, por una parte, y los derechos de la personalidad
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como la vida, la libertad o la dignidad humana, por otra. Todavía resuena el
eco de la polémica abierta este mismo año 1996, a raíz de la Sentencia dictada

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en el Reino Unido autorizando la inseminación con gametos crioconservados
procedentes de un antiguo marido (hoy divorciado) de la paciente, y contra la
voluntad de aquél; polémica que estuvo aderezada con la inevitable declara-
ción de la Iglesia Católica a propósito de la destrucción del material embrio-
nario.
Sin entrar en la calificación de la naturaleza jurídica del material embrio-
nario, lo que requeriría mayor detenimiento, existen al menos dos reglas de
oro que presiden esta materia, con independencia de que el embrión nos pa-
rezca un nasciturus, una “vida en formación”, una spes hominis, o una persona
no nacida: 1ª) Tal material constituye res extra commercium, como cualquier
órgano del cuerpo humano, o la sangre (según calificación de la mayor parte
de las legislaciones sobre transplantes y hemodonación), lo que determina la
nulidad radical de todo contrato que recaiga sobre el mismo. Eventualmente,

genética
apunta la doctrina (PANTALEON) la posibilidad de compensar gastos por
desplazamientos o absentismo laboral de los donantes de gametos, lo que
nunca puede verse como una contraprestación. 2ª) Ha de excluirse toda ma-
nipulación genética sobre embriones de la que pueda derivarse un sacrificio
de la vida humana, u otras graves consecuencias para el porvenir de la misma.
En palabras de TRABUCCHI, “ni siquiera la perspectiva de un destino mejor
para la vida del hombre del mañana, puede justificar el sacrificio de la vida de
hoy”.
Tales principios han tenido su adecuada formulación positiva en España, a
través de la Ley 42/1988, de 28 diciembre, sobre donación y utilización de em-
briones y fetos humanos o de sus células, tejidos u órganos. En Argentina, el
2º Congreso de Daños (Buenos Aires, junio 1991) propugnó una responsabi-
lidad contractual y objetiva para toda destrucción o utilización desviada del
material genético, lo que ha dado lugar a recientes críticas de ZANNONI.

IV.- Responsabilidad por transmisión de enfermedades


genéticas previsibles
1.- Planteamiento.
Parece ser que el 5% de las enfermedades infantiles en el nacimiento (co-
mo el síndrome de Down o la hemofilia, por ejemplo), obedecen a trastornos
genéticos. Y teniendo en cuenta el avance de las técnicas de diagnóstico prena-
tal (amniocentesis, biopsia coriónica, etc.), se llega a la conclusión de que las
enfermedades y deficiencias físicas o psíquicas de origen genético, entran a
menudo dentro del campo de lo previsible y, por tanto, en muchos casos, den-
tro de lo evitable. Porque, en efecto, cuando se detecta una tara o enfermedad
genéticamente transmisible, la evitabilidad del fatal resultado es bastante sim-
ple: bien previniendo la concepción mediante fórmulas anticonceptivas, bien
interrumpiendo la gestación ya iniciada (aborto terapéutico), allí donde no
esté legalmente prohibido.
Esa posibilidad humana de prever y evitar un resultado dañoso (y tener un
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hijo con deficiencias o enfermedades frecuentemente incurables, o padecerlas


uno mismo, indudablemente constituye “un resultado dañoso”), nos lleva de
lleno al mundo de la responsabilidad civil: en unos casos, derivada de no pre-
ver lo previsible, errando el diagnóstico, por ejemplo; en otros, dimanante de
no permitir evitar, o de no evitar, lo que es evitable, una vez que fue previsto,
en los casos de responsabilidad por contraconcepción impedida o por aborto
impedido.
A menudo se han estudiado estos problemas de una manera unitaria, mez-
clando unos casos con otros, lo que lleva a veces a soluciones ridículas. Por
ello, es importante un esfuerzo sistemático encaminado a deslindar los distin-
tos posibles responsables y las diferentes eventuales víctimas del daño, para es-
tudiarlos por separado, como se hace a continuación:

2.- Responsabilidad del médico


a) Frente a los padres del nacido con enfermedades o malformacio-
nes.
Nos referimos aquí a uno de los supuestos de wrongful birth (junto con los
casos de esterilización, contracepción o aborto fallidos, que provocan el naci-
miento de un hijo sano, pero no deseado), frente al wrongful life, que se reser-
TEMAS DE DERECHO PRIVADO

va a las pretensiones resarcitorias del niño nacido tarado, las que ofrecen una
problemática mucho más compleja.
Si se trata de procreación natural, es clara la responsabilidad del médico
frente a los padres, fundamentada en el deber, generalmente contractual, que
tiene el médico de realizar unas pruebas genéticas y diagnósticas, e informar a
esos padres de los riesgos del nacimiento. Tal responsabilidad ha sido recono-
cida en Alemania (Bundesgerischtshof, 18 enero 1983, por no diagnosticar una
rubeola de la madre), y en EE.UU. (Trib. Apelación de New York, caso Becker,
por no realizar amniocentesis a la madre de 37 años de un niño con síndrome
de Down), según relata PANTALEON. En España, recientemente el Juzgado de
lo Penal Nº 1 de Figueres condenó a un ginecólogo en una reclamación casi
idéntica al caso Becker. La culpa consistirá en la contracepción impedida o el
aborto impedido (allí donde el aborto terapéutico está legalizado, claro es). Y
el resarcimiento alcanzará tanto el daño patrimonial, consistente en los mayo-
res gastos derivados de las taras (no todos los gastos de cuidado y matenimien-
to del niño, como sostiene PANTALEON, pues ese niño hubiera nacido de to-
dos modos), como el daño moral constituido por el natural sufrimiento que
comporta un hijo tarado.
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Si se trata de procreación asistida, la responsabilidad del médico resulta to-


davía más clara: el deber de diagnosticar y asesorar sobre los riesgos genéticos
alcanza un grado de exigencia más elevado, por lo que comparto la opinión de
tan citado autor español de que tal deber pesa aunque los padres no hayan
consultado, pues el médico coparticipa activamente en la procreación, y ade-
más lo hace como experto.
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b) Frente al nacido con taras o malformaciones (wrongful life).
En caso de procreación natural, son tres las posiciones que pueden encon-

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trarse en la jurisprudencia comparada (seguimos aquí el trabajo de PANTA-
LEON): 1ª) La mayoritaria, que niega la responsabilidad médica frente al na-
cido. 2ª) La que admite tal responsabilidad, pero limitada a los special
damages, es decir, a los gastos del tratamiento que excedan a los que ya se tu-
vieron en cuenta en la indemnización reconocida a los padres, con el argu-
mento de que es imposible determinar el resto de los perjuicios, dado que la
diligencia del médico hubiera llevado a la no existencia del niño, lo que, para
éste, hubiera constituido un daño aún mayor. Ésta parece ser la más extendi-
da en EE.UU. 3ª) Admitir sin limitaciones la responsabilidad, extendida inclu-
so a los general damages, como la pérdida de posibilidades de obtener empleo
o rentas, sufrimiento, etcétera.
La segunda tesis resulta rechazable, pues viene a ser una compensatio lucri
cum danno. La misma existencia del niño no puede considerarse un lucro que

genética
vaya en beneficio del médico negligente. Y la primera, a mi juicio, también lo
es, por varias razones: 1) Es inaceptable afirmar que el niño no tiene daño (“es
mejor nacer con taras que no nacer”), pues como se ha afirmado, ése es un jui-
cio personalísimo e insustituible por el Juez, por la Ley, (¿e incluso por los pa-
dres?). 2) Tampoco convencen quienes niegan la imputabilidad subjetiva al
médico, afirmando que el médico no ha desencadenado las taras (esto es cier-
to), que dicho profesional tiene deber frente a los padres de permitir que im-
pidan el nacimiento, pero no frente al hijo nacido, frente al que ni siquiera tie-
ne el deber de permitir que sean los padres quienes decidan, pues tampoco es-
tos padres tienen derecho a decidir. Y no convencen porque, en definitiva, al-
guien tiene que acabar decidiendo, y prefiero que sean los padres quienes “pe-
chen” con tal elección, que no el médico (quien al no informar a los padres,
está optando por el nacimiento). 3) Además, como intuye PANTALEON, ¿có-
mo vamos a negarle la pretensión indemnizatoria al principal perjudicado,
que es el hijo, si se la otorgamos a los padres? Por muy duro que sea tener un
hijo tarado, más lo es vivir toda la vida con la propia tara. Es más, de no ad-
mitir esta responsabilidad, encontraríamos que el fallecimiento de los padres
exoneraría en la práctica al médico. Por todo ello, me inclino por la verdade-
ra restitutio in integrum que supone la indemnización de los general damages.
En caso de procreación asistida, la responsabilidad del médico frente al na-
cido es tan clara, que incluso quienes niegan la legitimación de éste en la pro-
creación natural, la admiten en este caso. Y existen numerosos argumentos: en
la natural puede discutirse el deber jurídico del médico de impedir que el ni-
ño venga al mundo tarado, pero en la asistida es indudable el deber jurídico
de no contribuir, de no provocar activamente un wrongful life. Además, al di-
sociarse sexualidad y procreación, ya no están implicados los derechos de los
padres (intimidad, desarrollo de la personalidad...), y el compromiso de terce-
ros intervinientes (médico, clínica...) ofrece la posibilidad y exigencia de un
mayor control y diagnosis. Es más, ni siquiera el consentimiento o petición de
los padres, sabedores de los riesgos o posibles malformaciones, puede exone-
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rar al médico o la clínica, por ese deber que pesa sobre éstos de no contribuir
en ese objetivo.

3.- Responsabilidad de los padres frente al nacido


El punto de partida en esta materia lo constituye la famosa Sentencia del
Tribunal de Piacenza (1950), que obligó a una pareja a resarcir a su hijo naci-
do con sífilis hereditaria, por haberlo generado sin curarse esa enfermedad de
transmisión genética o hereditaria. Se consagraba así la responsabilidad “por
un hecho que transforma el gran don de la vida en una tremenda infelicidad”,
en palabras de la propia Sentencia.
Frente a dicha aseveración, se suele negar la viabilidad de tal responsabili-
dad civil de los padres por el wrongful life del hijo, argumentando que maius
est esse et esse miserum, quam omnino non esse, o sea, mejor vivir enfermo o ta-
rado, que no vivir.
Tan tremenda polémica sigue abierta. Así, por ejemplo en Argentina -pese
a opiniones autorizadas, como la de ZANNONI- en las XIII Jornadas de De-
recho Civil, se aprobó un despacho proclamando la “responsabilidad de los
padres frente a los hijos por taras hereditarias que ocasionen a raíz de una en-
fermedad de la que tuvieran conocimiento”. Y el problema, a mi juicio, es que
TEMAS DE DERECHO PRIVADO

no todos los argumentos que se utilizan para negar esta responsabilidad son
siempre de recibo. Analicemos tales razonamientos uno a uno, y discutamos
su virtualidad:
1) La compensatio lucri cum danno, según la cual, los padres no responden,
pues al fin y al cabo, han dado al hijo un bien mucho mayor, como es la vida.
No me convence. La generación del nuevo ser hace posible la lesión, no la
compensa.
2) No hay lesión de bien jurídico (TRABUCCHI), pues “no ser” no puede
considerarse un bien jurídico lesionable. No me convence tampoco. Las taras
o malformaciones son, sin duda, un daño contra el bien jurídico integridad fí-
sica o psíquica, contra el desarrollo de la personalidad, contra la salud, y otros
derechos de tal personalidad.
3) Cuando se realiza el acto que genera la responsabilidad (la procreación),
no existe un sujeto titular de un derecho a la integridad física o psíquica, y
cuando nace, ya tiene las lesiones, por lo que éstas nada menoscaban, y no
existe daño. Tampoco resulta convincente, pues nada impide hoy resarcir da-
ños surgidos en momento posterior al acto que los provocó (el mal llamado
“daño sobrevenido”, tan frecuente, por ejemplo, en las lesiones derivadas de
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accidente).
4) Falta la antijuricidad, pues la relación sexual generatriz es un acto lícito.
Tal argumento no se tiene en pie: el moderno derecho de daños, resarcitorio y
no sancionatorio, tiende a reparar todo perjuicio, con independencia de que
éste proceda de actos lícitos o ilícitos; así, estamos hartos de ver cómo un acto
perfectamente lícito, como conducir un vehículo, o practicar la caza, obliga a
quien lo realiza a resarcir los daños que produzca. Y es que antijuricidad es in-
justicia del daño (danno iniusto) y no ilicitud del acto u omisión dañoso.
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5) Sin embargo, ese cuarto argumento tiene una segunda cara más convin-
cente: predicar esta responsabilidad de los padres, a la larga equivale a anular

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el derecho de la pareja a planificar su reproducción (integrante de la intimi-
dad familiar), aunque sea como efecto no deseado de tal responsabilidad, que
podría llevar a conclusiones absurdas y atentatorias contra los derechos más
elementales de los progenitores, como hacerles responsables de “no haber
abortado”.
Dado lo poco convincentes que resultan todos esos argumentos tradicio-
nalmente esgrimidos en contra de la responsabilidad de los padres frente a los
hijos tarados, se me ocurren otros -quizás en una línea más valorativa-, que
no pueden ser desconocidos:
- La procreación es un valor en sí mismo, desde el punto de vista de la vi-
da como bien supremo, privilegiado por el Derecho (así lo señala la famosa
Sentencia del T. Constitucional español de 11 abril 1985, a propósito de la
constitucionalidad de la Ley de despenalización de determinados supuestos de

genética
aborto).
- La eventual indemnización derivada de tal responsabilidad no podría
cumplir nunca una verdadera función resarcitoria. Los padres tienen, cierto
es, el deber de cubrir las consecuencias patrimoniales que la lesión acarrea pa-
ra el hijo; pero tal deber no procede de su responsabilidad extracontractual,
sino de su officium de patria potestad, o incluso, de su obligación legal alimen-
ticia.
- Repugna la idea de considerar al hijo como un mero acreedor de los pa-
dres, que pueda contabilizar los pros y los contras de haber nacido, o de ha-
berlo hecho con mejor o peor calidad de vida. Como dice TRABUCCHI, el hi-
jo, heredero de los padres, no puede aceptar la vida a beneficio de inventario.
Rechazo, por inhumana, la película del Ministerio Fiscal reclamando judicial-
mente una indemnización, en nombre y beneficio del hijo enfermo o tarado,
frente a los padres que empiezan a asumir y superar el drama que para ellos
supone tal enfermedad o malformación (seguramente no es dramática para
ellos la misma vida del hijo, pese a todo).
- A mi juicio, el mundo de la responsabilidad civil, tan necesario hoy, pre-
cisamente por introducir criterios de humanidad frente al maquinismo, el
consumismo y el desarrollismo a toda costa, no puede irrumpir estrepitosa-
mente en el seno de la relación paterno-filial, basada en los afectos, y en unos
deberes inherentes a la propia naturaleza de esa relación. La generación, la
procreación, dan lugar al surgimiento de una especialísima relación jurídica
de filiación, y no a un aséptico derecho de crédito.
Cuestión distinta es tal responsabilidad de los padres cuando la procrea-
ción es asistida, en la que aquéllos incumplen una legítima prohibición por
parte de la sociedad y del legislador, dirigida a vedar el acceso a tales técnicas
asistidas cuando exista riesgo grave de taras o deficiencias hereditarias (tal
prohibición se recoge en el artículo 2.1 de la Ley española sobre Reproducción
Asistida Humana, de 22 noviembre 1988).
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4.- Responsabilidad del donante de gametos


Es evidente la responsabilidad civil del donante de gametos que, conocien-
do o sospechando tener una enfermedad de transmisión hereditaria, oculta tal
información y efectúa la donación. Responsabilidad tanto frente a la madre
usuaria de dichos gametos, como frente al marido o compañero de la misma,
como frente al propio nacido, y que tendrá carácter solidario con la del médi-
co o centro, que no realizó las verificaciones oportunas.
Algo tan evidente tiene un grave escollo en España: el anonimato del do-
nante que consagra el artículo 5.5 de la Ley citada, y que ni siquiera cesa en es-
te supuesto.

V.- Daños derivados de las técnicas de reproducción


asistida
Entramos aquí de lleno dentro de los dominios de la responsabilidad mé-
dica, que cobran ciertos matices específicos al aplicarse a esta materia, y de los
que nos hemos ocupado pormenorizadamente en otro lugar, hace ya tiempo.
Baste aquí, por razones de espacio, dejar enunciados los posibles actos u omi-
siones que pueden dar lugar a esta responsabilidad:
- Falta de información o inadecuación de la misma.
TEMAS DE DERECHO PRIVADO

- Ausencia o defectos de consentimiento. La inseminación artificial contra


la voluntad de la madre dará lugar, además de a la responsabilidad penal co-
rrespondiente (es una suerte de violación), a una responsabilidad civil de los
agentes similar a la derivada de las esterilizaciones fallidas, que alcanzará los
gastos de mantenimiento del nuevo ser. Tal responsabilidad, como dice PAN-
TALEON, no atenta en absoluto contra la dignidad del nacido, y no se ve afec-
tada por el hecho de que la madre no haya abortado o dado el hijo en adop-
ción. La fecundación in vitro, y en la inseminación artificial, tanto homóloga
como heteróloga, realizadas sin consentimiento del esposo o compañero, ge-
nera responsabilidad civil del médico o centro y, si ella consintió, solidaria-
mente de la madre.
- Fallos o defectos en el material genético utilizado, tanto originarios (ga-
metos portadores de enfermedades hereditarias) como sobrevenidos (deriva-
dos de la obtención, conservación o manipulación posterior). Caso especial
constituye el nacimiento de un hijo de raza diferente de la de los padres usua-
rios de las técnicas asistidas, que ya ha dado lugar a algunos fallos (y a no po-
cas polémicas) en el Reino Unido.
- Realización de procedimientos ilícitos o “no deseables” (como eufemísti-
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camente los denominan las normas sobre la materia). Así, allí donde no esté
permitida (en España lo está), la inseminación artificial post mortem plantea
una eventual indemnización al hijo por el daño consistente en “nacer sin pa-
dre”.
- Desconocimiento o desprecio de la lex artis, al estilo de la culpa médica
general, al realizar la técnica irrogando daños al paciente o pacientes (omisión
o mala ejecución de pruebas de histocompatibilidad, preintervención, etc.).
- Hay, por último, algunos daños y responsabilidades que no derivan de la
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manipulación o intervención genética, sino del juego de las relaciones resul-
tantes de la aplicación de las técnicas (filiación, de pareja, etc.), que obligan a

E. Llamas Pombo: responsabilidad civil por manipulación


pronunciarse primero sobre la licitud de ciertas prácticas.

VI.- Indicación bibliográfica


ESSER, A.: “¿Genética, gen-ética, Derecho genético? Reflexiones político-
jurídicas sobre la actuación en la herencia humana”, en La Ley, 1986, Nº 1397.
LLAMAS POMBO, E.: “Responsabilidad médica y reproducción asistida”, V
Congreso Mundial de Derecho de Familia, (Chiapas, México, 1989). MAPPES,
Th. A., Biomedical Ethics, (New York, 1981). MONTES PENADES, V. L.: “La
genética actual y el Derecho de familia”, Congreso Hispanoamericano de Dere-
cho de Familia, (Cáceres, 1987). MORO ALMARAZ, Mª J.: Aspectos civiles de
la inseminación artificial y la fecundación in vitro, (Bosch, Barcelona, 1988).
PANTALEON PRIETO, F.: “Procreación artificial y responsabilidad civil”, en
La filiación a finales del siglo XX. Problemática planteada por los avances cientí-

genética
ficos en materia de reproducción humana, Trivium, Madrid, 1988. RESCIGNO,
P.: “Il danno da procreazione”, en Rivista di Diritto Civile, 1956, págs. 614 y ss.
RUIZ VADILLO, E.: “La investigación científica y genética”, en Revista General
de Derecho, 1986. SILVA RUIZ, P.: “La inseminación artificial. Reproducción
asexual. Implicaciones jurídicas de las nuevas tecnologías de reproducción hu-
mana”, en Revista de Derecho Puertorriqueño, vol. 32, 1992, págs. 45 y ss. TRA-
BUCCHI: “La procreazione e il concetto giuridico di paternità e maternità”, en
Rivista di Diritto Civile, 1982, págs. 617 y ss.; íd., en Rivista di Diritto Civile,
1986, Nº 5, pág. 508. ZANNONI E.: “Tutela de la persona por nacer y respon-
sabilidad civil”, en TRIGO REPRESAS y STIGLITZ, R., Derecho de daños. Ho-
menaje al Prof. Jorge Mosset Iturraspe, Buenos Aires, 1989, págs. 619 y ss. ZA-
RRALUQUI SÁNCHEZ EZNARRIAGA: “La naturaleza jurídica de los ele-
mentos biológicos”, en Revista General de Derecho, 1986.

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