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Clase Especial 1

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Una aproximación a la estructura

social y política argentina


Anexo
Derechos Humanos:
una agenda insoslayable para un proyecto democrático
autoridades
Alberto Fernández
Presidente de la Nación

Cristina Fernández
de Kirchner
Vicepresidenta de la Nación

Wado de Pedro
Ministro del Interior

editorial Hernán Brienza


Titular del INCaP
Facundo Sassone
Coordinador general

María Agustina Díaz


Coordinadora académica

Alejandro Sosa Días


Pedro León Alonso
Autores y autoras de contenido

Daniela Drucaroff
Josefina Rousseaux
Tomás Litta
Editores y correctores de contenido

Lía Ursini
Diseño, diagramación, ilustración
Derechos Humanos:
agenda insoslayable para un proyecto democrático

Pensar los derechos humanos en este tiempo histórico, en nuestra región y en particular en
Argentina, implica la conjunción de muchos campos. Sin pretender establecer ninguna
relación jerárquica entre ellos ni agotar la cuestión en su totalidad, podría citarse:

➔ Los derechos humanos como cuerpo doctrinario


➔ Los derechos humanos como defensa ante la arbitrariedad estatal
➔ Los derechos humanos desde la perspectiva económica, social y cultural
➔ La historia de los derechos humanos en Argentina, la defensa frente al terrorismo de
estado, los derechos humanos bajo los gobiernos constitucionales y la actividad
concreta de los organismos de derechos humanos
➔ Los derechos humanos y su proyección en la acción política y, especialmente, en el
Estado

1.

Los derechos humanos como cuerpo doctrinario


encuentran su inicio en fases previas a la amplia
etapa histórica que, convencionalmente,
designamos como modernidad. Dejando de
lado los complejos procesos de aceleración de la
dinámica económica y social que trajo consigo, la
modernidad replanteó las concepciones
existentes acerca de lo humano. Es decir, cuáles
eran los derechos inherentes a la persona
humana. Parte importante de esta discusión fue
impulsada por la Escuela de Salamanca,
especialmente por Francisco de Vitoria, y por el
desarrollo escalonado de las doctrinas
iusnaturalistas. Francisco de Vitoria defendió la
realidad efectiva de una serie de derechos
derivados de la mera existencia de las personas,
los cuales el poder político temporal debía
respetar y defender.

Alumnos en un aula de la Escuela de


Salamanca, siglo XVII.

Página | 1
El punto de vista general del iusnaturalismo defendía que había derechos naturales –es
decir, anteriores a la constitución del orden social- y que la misma sociedad y el Estado
deben reconocer. Se postula, por lo tanto, que hay un derecho que tiene un carácter
natural y que es anterior al derecho positivo. Anterior significa que el derecho positivo
ejecutado por los seres humanos concretos no puede pasarlo por alto. Si lo hace, cae en la
ilegitimidad. Los principios fundantes del iusnaturalismo o del derecho natural pueden ser
conocidos como tales mediante el ejercicio de la razón humana y tienen su fundamento en
la moral y las costumbres. Evidentemente, las ideas del Iusnaturalismo han tenido una
gran influencia en el inicio de los derechos humanos.

Representación de la Declaración de los


Derechos del Hombre de 1789.

En términos de acontecimientos históricos, las concepciones sobre los derechos humanos


tienen una referencia central en la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, votada por la Asamblea Nacional francesa en 1789. Allí se proclamaba la
libertad y la igualdad jurídico-política entre todos los hombres, y se defendían los
derechos naturales irrevocables –como la libertad, la resistencia a la opresión, la
propiedad, etc.-, que constituían la base inalienable para la constitución de la sociedad. En
relación a esto, hay que aclarar dos cuestiones:

1. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano tuvo como


antecedentes a los “Bills of right” inglés y norteamericano, documentos políticos que
tenían una común inspiración iusnaturalista.

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2. El decurso de la revolución francesa y sus cambiantes momentos históricos puede
encontrar varios antecedentes de las discusiones futuras respecto a los derechos
humanos. Los planteos respecto al “derecho a la existencia” pusieron sobre la mesa
una concepción que iba más allá de los derechos postulados por el iusnaturalismo.
Esto abría la puerta a una mirada abiertamente social sobre los derechos humanos.
En la experiencia de la revolución francesa este punto de vista fue abandonado
después del Thermidor.

En Francia y en Inglaterra se impondría el liberalismo censitario. Es decir, el derecho al


voto limitado solamente a los sectores acomodados. Una concepción de los derechos que se
encuentra por debajo de lo buscado por las teorías iusnaturalistas y del corpus doctrinario
de los derechos humanos. El liberalismo, al que suele atribuirse la paternidad de los
derechos humanos, en su práctica concreta, estuvo muy lejos de ser su defensor. El
utilitarismo, base filosófica de la mayoría de las variantes del liberalismo, repudiaba esta
tradición. Jeremy Bentham, su principal exponente, denostaba la idea de que los seres
humanos somos portadores de derechos. Y afirmaba, sarcásticamente, que si los derechos
eran un error, los derechos humanos eran un error al cuadrado.

Desde la revolución francesa hasta el fin de la segunda guerra mundial, los derechos
humanos estuvieron borrados de la consideración política. La reaparición de los derechos
humanos estuvo vinculada a la tragedia europea de los grandes crímenes del nazismo. El
documento en que se materializó esta circunstancia fue la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de
diciembre de 1948. También los derechos humanos, en Europa occidental, fueron
contemporáneos al establecimiento de los Estados de bienestar y, por lo tanto, terminaron
de adquirir una perspectiva y contenido colectivo. La sospecha de un carácter
cerradamente individualista de los derechos humanos comenzó a disolverse y el cuerpo
doctrinario de los derechos humanos amplió sus horizontes.

Personas sosteniendo una copia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Página | 3
2.

Sin embargo, esta tensión entre una mirada individual de los derechos humanos y una
afirmación social como derechos colectivos, se mantuvo pero cada vez más relativizada. En
las últimas décadas, el lado colectivo o social de los derechos humanos ha sido
conceptualizado como los derechos económicos, sociales y culturales (más conocidos
como DESC), formulados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en los
artículos que van del 22 al 27.

Los DESC incluyen, entre otros: el derecho a un nivel de vida adecuado, a la alimentación, a
una vivienda digna, al agua y al saneamiento, a la educación, al trabajo, a la salud
(incluyendo la salud sexual y reproductiva), a la libertad sindical, a la seguridad social y a la
protección familiar, a la vestimenta, a la cultura, a una vida plena para las personas
discapacitadas, etc.

Conceptualmente, los DESC son entendidos a partir de una idea de progresividad, en la


que no es posible implantar su vigencia de inmediato por parte de los gobiernos. Sin
embargo, este reconocimiento no significa que los gobiernos dispongan de una completa
libertad de maniobra para dejar de cumplir con los derechos populares consagrados en los
DESC. La vigencia de los DESC también supone una progresiva mejora para las condiciones
de vida de las personas.

En ese sentido, no puede dejar de observarse que los derechos humanos como cuerpo
doctrinario han tenido una transformación. Comenzaron siendo una barrera doctrinaria
contra la arbitrariedad estatal. Si el Estado detenta el monopolio legítimo de la violencia
–como lo definía Max Weber– esta situación siempre conlleva una serie de riesgos. El Estado
dispone de la fuerza pero de una fuerza legitimada por el orden social. Aquí encontramos
dos problemas: el mal uso de la violencia estatal y su consentimiento pasivo por parte de
los ciudadanos. Una de las misiones que parecen destinadas a los derechos humanos es
hacerse cargo de la defensa de ciertas causas justas pero impopulares en ciertas
circunstancias. La experiencia muestra que a veces la mayoría de la sociedad tolera
importantes dosis de violencia contra grupos que carecen de medios de defensa o cuya voz
es incapaz de trascender hacia toda la sociedad.

Con las políticas desarrolladas por los estados de bienestar después de la segunda guerra
mundial y con la formulación de los DESC por una serie de organismos internacionales, el
cuerpo doctrinario de los derechos humanos comenzó a abarcar los territorios
económicos y sociales. Se puede decir que, sin definir una pertenencia política específica,
de esta manera los derechos humanos se constituyen como una utopía concreta –en el
sentido definido por el filósofo Ernst Bloch– en la que se sienten integrados, de diferentes
maneras, los diversos progresismos, los movimientos nacional-populares y la izquierda en

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sus distintas variantes. Algunas variantes del liberalismo podrán aceptar, como principio, la
defensa de los individuos frente a la arbitrariedad estatal. Pero difícilmente podrán
compartir la mirada de los DESC, que generalmente son, para ellos, una obligación imposible
de cumplir para la sociedad y un escape respecto a la regla del mérito, además de un
aumento injustificado de la burocracia estatal. Las extremas derechas internacionales
siempre han tenido una actitud hostil hacia los derechos humanos. El origen de esto se
halla en la mística afirmación de algún “pueblo elegido” en detrimento de toda
universalidad. Y también, en parte, al malentendido de ubicar a los derechos humanos
como algo propio del liberalismo.

3.

La Argentina moderna ha visto numerosas


violaciones a los derechos humanos de las personas.
Desde la llamada “Semana trágica” (1919) por la
prensa o “Semana de enero” por los movimientos
sindicales reprimidos, hasta la dictadura de la llamada
“Revolución Argentina” (1966-1973) se puede
establecer una elocuente línea de tiempo.

Muchas personalidades y muchos organismos


creados ad hoc llevaron adelante esa lucha en
minoría ante una sociedad indiferente. El organismo
de derechos humanos más antiguo es la Liga
Argentina por los Derechos del Hombre, fundada
en 1937 por Lisandro de la Torre, Mario Bravo,
Deodoro Roca, Alcira de la Peña y otras importantes
personalidades. En 1975 se fundó la Asamblea
Permanente por los Derechos Humanos, con el
compromiso y la práctica de defender los derechos
humanos a partir de una inusual pluralidad de
pertenencias políticas y religiosas.

Carnet de afiliado a la Liga Argentina por


los Derechos del Hombre (1955).

Asamblea Permanente por los Derechos


Humanos en manifestación.

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La represión de la dictadura militar del PRN (Proceso de Reorganización Nacional) superó a
todos sus antecesores en el autoritarismo y la opresión. A esto hay que agregar el carácter
regional que alcanzó la coordinación represiva entre las diferentes dictaduras de derecha del
Cono Sur, como en el Plan Cóndor.

Durante la dictadura militar surgieron organismos que agrupaban a los familiares de los
desaparecidos (Madres, Familiares y Abuelas) así como otras organizaciones como el Centro
de Estudios Legales y Sociales (CELS), el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), el Movimiento
Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH).

Los años dictatoriales fueron de intensa actividad para el movimiento de derechos


humanos. En el peor momento represivo, varios integrantes de este movimiento fueron
víctimas del terrorismo de Estado, como en la masacre de la Iglesia de la Santa Cruz.
También existía una opresiva intimidación cotidiana. Por ejemplo, las casas de los familiares
comprometidos con esta lucha eran marcadas con aerosol denunciando que allí vivía una
“madre de terrorista”. El tiempo de la dictadura fue una dura prueba para el movimiento
por los derechos humanos.

Marcha de Abuelas de
Plaza de Mayo.

Con la crisis de la dictadura posterior a la guerra de Malvinas y el retorno de la democracia


política se dieron avances y retrocesos en la búsqueda de reparación para las víctimas. Pero
hacia el final de la transición democrática concluyó triunfando la impunidad para los
militares. Durante los años noventa, con los represores libres y a salvo de la justicia
republicana, empezó una discusión cultural y política más profunda sobre los años
setenta, que permitió empezar a poner en duda las ventajas que la sociedad obtenía con
la impunidad de los militares comprometidos en las violaciones de los derechos humanos.
Se generaron movimientos sociales como el de H.I.J.O.S., que reunía a los descendientes

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directos de los desaparecidos. De manera creativa, el movimiento de H.I.J.O.S. supo
denunciar públicamente a los represores impunes mediante diversas acciones, como los
“escraches”1.

Este clima cultural, más la crisis del 2001 y la emergencia del kirchnerismo produjeron un
cambio radical de la situación: se restableció el equilibrio entre los delitos y las penas. Los
represores comenzaron a ser juzgados.

Durante un período las políticas de juicio a los represores gozaron de un importante


consenso social. Con el paso de los años, y mezclándose impropiamente con los episodios de
la política local, este consenso se perdió e hizo su aparición el negacionismo respecto a la
represión militar. Lejos de ser un fenómeno marginal ha terminado ocupando un lugar en
la agenda de un amplio sector de la política argentina y formando parte de un vasto
consenso liberal autoritario de derecha que hoy se encuentra en expansión.
Desgraciadamente, no ha sido posible consensuar una política de Estado en este terreno. El
crecimiento del negacionismo es un fenómeno relativamente nuevo en la política
argentina. No es posible determinar hoy cuáles son las posibilidades que tenga de superar
una existencia coyuntural. Desde una perspectiva que aspira a construir políticas públicas de
larga duración, es necesario establecer de manera duradera un compromiso democrático en
el que los derechos humanos tengan un lugar central.

La sentencia del juicio a las Juntas Militares puso fin al proceso penal contra los jerarcas que llevaron a cabo un plan
sistemático de exterminio en el marco de la dictadura cívico militar desde el 24 de marzo de 1976 (1985).

1
Años después esta práctica fue resignificada y utilizada por los sectores conservadores y reaccionarios de la
sociedad como método de protesta frente a proyectos democratizadores.

Página | 7
4.

El fundamento por el cual la importancia de los derechos humanos en una política


democrática, nacional y popular es tan destacada se desprende de todo lo expuesto hasta
este punto.

También es decisivo no perder el costado republicano de esta cuestión. Entendemos al


republicanismo como el punto de vista que privilegia la autonomía de las personas y las
condiciones materiales reales de la libertad, tratando de atemperar el carácter muchas
veces abstracto del pensamiento normativo; al cual es imposible renunciar pero sí
debemos intentar convertirlo en lo más concreto posible. Los derechos humanos son una
cuestión completamente ligada con la autonomía real de las personas. Si el Estado
consigue transformarse en un constructor real de libertad para todas/os y cada una/o, los
derechos humanos deberán ser parte de esa arquitectura política. Este problema debe
verse tanto en lo que atañe a las violaciones de los derechos humanos en el pasado como
en lo que involucra la vigencia de los derechos humanos, incluyendo los DESC, en el
presente y en la construcción de una sociedad que garantice a todos sus integrantes el
derecho a la existencia, el viejo proyecto de la libertad republicana y la revolución francesa.

Hay un último aspecto que debemos considerar en esta cuestión. Argentina ha conseguido
una particular autoridad internacional en el juzgamiento de los represores y, por lo tanto,
en el ámbito de los derechos humanos. Durante los años noventa y la década siguiente el
mundo asistió a una serie de intervenciones llamadas humanitarias por parte de Estados
Unidos y sus aliados, invocando muchas veces los derechos humanos.

Se trata de un problema político complejo y muy difícil de solucionar en la realidad efectiva.


Muchas veces los regímenes atacados por Estados Unidos han sido blancos fácilmente
criticables por su naturaleza no-democrática, lo cual fortalecía el consenso internacional de
la hegemonía norteamericana (además de las adhesiones o los silencios que esta potencia
obtiene gracias a su gran poder de presión). Jurgen Habermas criticó con justeza este tipo de
empresas políticas planteando que socava cualquier clase de compromiso con un
universalismo igualitario.

En las relaciones internacionales, los sistemas de Estados se encuentran en un estado de


naturaleza, ya que hasta ahora el género humano no ha conseguido edificar un orden
internacional democrático que pueda estar más allá del poderío específico de cada país;
una escena pública internacional basada en la cooperación y el universalismo igualitario.
Un consenso en base a una concepción de los derechos humanos fundada en el
universalismo igualitario y no instrumentalizada en torno a proyectos nacionales
excluyentes podría ser una oportunidad en la cual la asunción de esta temática como
política de Estado duradera por parte de Argentina marcaría un perfil y una presencia
distintiva en la escena internacional.

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Bibliografía
● Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (A.P.D.H.): ¿Qué son los derechos humanos?
● Bobbio, Norberto; Matteucci, Nicola y Pasquino, Gianfranco (1991): “Derechos del hombre” en
Diccionario de Política. México: Siglo XXI editores.
● Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789)
● Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948)
● Domènech, Antoni (2020). “La tradición socialista y el pensamiento republicano” en Sociedad
Futura.
Disponible en:
http://sociedadfutura.com.ar/2020/09/17/antoni-domenech-la-tradicion-socialista-y-el-pensamien
to-republicano-parte-3/
● Harvey, David (2003). “Capítulo 5” en Espacios de esperanza. España: Akal.
● Habermas, Jûrgen (2005): “What does the Felling of the Monument Mean?”
https://slash.autonomedia.org/analysis/03/05/12/1342259.htm
● Ministerio Público Fiscal (2017): Cuadernillo 6. Los derechos económicos, sociales y culturales.
Procuración General de la Nación, República Argentina.
● Nikken, Pedro (1994): “El concepto de los derechos humanos” en Estudios Básicos de Derechos
Humanos. San José: Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH).

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