Pec Teodosio I
Pec Teodosio I
Pec Teodosio I
Para empezar, debo confesar que tras leer las primeras 70 páginas decidí no realizar le
recensión, ya que, con sinceridad, el libro me pareció una tomadura de pelo. En absoluto
me refiero a la seriedad del autor, a su acierto en los contenidos históricos, o al adecuado
tratamiento de los temas. Me refiero a que el libro se titula “TEODOSIO. Último
emperador de Roma, primer emperador católico”. Es decir, sería de entender que el
grueso principal del libro transcurriera desde un tiempo antes de su exposición pública
hasta algo después de su muerte y sus consecuencias.
En definitiva, toda esta árida perorata, por la que pido perdón, nos lleva a una
consecuencia última. De un total de 356 páginas el cuerpo central del tema, sin desdeñar
los demás temas en absoluto, ocupa un total de 63 páginas (pag.131 a pag.193), lo que
incluye los capítulos IV y V. Pero, aun más, en estas páginas vuelve el autor a introducir
elementos generales de este periodo, o incluso periodos anteriores, reduciendo todavía
más el que debería ser corpus principal de la obra.
Considero que un autor e historiador reputado como Gonzalo Bravo no debería caer en
este tipo de maniobras donde el “relleno” supere de manera tan amplia al tema principal
del libro, creo que hubiese sido mucho más acertado haber cambiado el título de la obra,
o bien haber escrito un libro de divulgación mucho mas corto, pero centrado en aquello
que se supone que trata. Por lo tanto, y lo digo con gran disgusto y pesar, me siento
defraudado e incluso en cierta forma engañado con esta publicación.
Tal y como comentaba al principio, había decidido no realizar esta PEC, pero
casualmente, a pesar de no entrar frecuentemente en los foros por falta de tiempo, entré
en el foro de tutoría, donde leí sus propias consideraciones sobre la realización de esta
recensión en concreto, y ello me impulso a hacerla. Trataré de seguir sus recomendaciones
por lo que, en estas “consideraciones previas” quisiera explicarle que estructuraré esta
recensión de la siguiente manera.
PARTE II: “Intento” de aproximación a las peticiones del equipo docente sobre la
realización de esta PEC.
Espero no haberle aburrido con esta introducción, como también espero que este enfoque
sea aprobado por usted o al menos no me penalice en exceso, pero creo que es el más
adecuado en esta ocasión concreta… o al menos así lo siento yo.
PARTE I:
I. MARCO HISTÓRICO
Partimos de un marco histórico definido por la política diocleciana que nos deja, a
principios del siglo IV, un imperio con una mayor división provincial, prácticamente
duplicando el número de provincias, un nuevo sistema fiscal donde destaca la iugatio-
capitatio, reformas monetarias con la revalorización de algunas monedas, regulación por
el Edicto de Precios de 301, tanto de precios como de salarios y otros costes.
Todo ello ayudó a la reactivación del imperio, pero impuso una mayor burocracia,
creando un monstruoso complejo funcionarial, aumentando grandemente el número de
los mismos y más presencia del ejército, con lo cual se fue alimentando un estado mas
burocratizado y cambios en la estructura de poder, con más preeminencia de los potentes
y las villae, en detrimento de los gobernadores y las propias provincias como unidades de
poder. Paralelamente fue surgiendo y tomando fuerza la figura del obispo, especialmente
tras el Edicto de Milán de 313 con Constantino, primer emperador cristiano, al bautizarse
en su lecho de muerte.
Para empezar, desde Trajano y Adriano y hasta el periodo teodosiano que nos ocupa, se
puede decir que Hispania pudo perder importancia de forma relativa, pero en absoluto se
puede considerar una provincia menor o marginal, en todo caso periférica, y ello en
sentido geográfico. Este periodo es extraordinariamente largo, con diferentes etapas y con
momentos de gran apertura de Hispania al mundo romano.
Con Magno Máximo, Arcadio y el propio Teodosio se incrementa su importancia,
especialmente de algunas ciudades (Cauca, Toletum…) que se convirtieron en centros de
referencia.
Tras la muerte de su padre, en el 376 Teodosio se refugia en Hispania, en Cauca, puede
que afectado por su muerte o posiblemente huyendo de una posible persecución como a
su padre. Pero Graciano, para congraciarse con él y su familia o bien para contentar a los
hispanos en general lo reclamó e invistió como magister militum en el limes danubiano.
Tras Adrianópolis, en el 378, fue nombrado emperador en enero de 379, fijando su
residencia en Constantinopla y no volviendo jamás a Hispania, aunque si volvió
a Italia, donde moriría.
El hecho en sí de su nombramiento por parte de Graciano
se apoya en diversas teorías, destacando hasta hoy la que
propugna la existencia de un previo clan hispano que lo
encumbró, pero en realidad, no hay base que sustente esta
teoría, ya que, si acaso mas que un grupo de influyentes
hispanos, se podría hablar de galo-hispanos y no de forma
previa.
Parece más posible, documentalmente, la existencia de un
grupo de presión religioso cristiano ortodoxo (niceno),
que lo veía como paradigma del príncipe cristiano, en este
grupo destacaría la presencia del papa Dámaso, que sí,
efectivamente era hispano circunstancialmente.
Respecto de su origen, al margen de dudas sobre la adscripción de Cauca a una u otra
provincia, el equilibrismo intentado hacerlo oriundo de una noble ciudad de la Bética,
haciendo dudar de la imparcialidad de ciertos autores o cualesquiera otras disquisiciones
al respecto, parece claro que Teodosio era natural de Cauca, actual Coca en Segovia.
Respecto a la posible existencia de un clan hispano, a pesar de la insidiosa insistencia de
J. Matthes (y otros), no puede concluirse que existiera, aunque indudablemente hubo una
mayor presencia de hispanos bajo la administración de Teodosio y con posterioridad,
aunque curiosamente hubo más galos. De hecho, estas teorías incluían a uno de sus
mayores colaboradores, Materno Cynegio, en este clan hispano, cuando hoy nos
inclinamos a pensar en su origen oriental, aceptando este hecho, nos encontraríamos
entonces que bajo Teodosio ningún hispano llego a ser cónsul, cosa ilógica si admitimos
la existencia de este clan.
Parece, por el contrario, que pudo haber un grupo unido por afinidades políticas e
ideológicas. Incluso, a pesar del apoyo de los cristianos en su encumbramiento, parece
que la religión tampoco fue óbice para la presencia de paganos en todas las esferas de
poder.
A modo de broma podemos decir que, si hubo un clan hispano, este fue de mujeres ya
que un buen grupo de ellas tuvieron gran importancia en la corte teodosiana tanto a nivel
político como esposas, madres o hijas, como a nivel ideológico en el caso de las religiosas.
En definitiva, podemos concluir: Más hispanos, sí. Clan hispano, no.
Hay que tener en cuenta el debilitamiento de la figura del emperador durante buena parte
del siglo IV, favorecido por los enemigos exteriores, persas y bárbaros especialmente y
por los enfrentamientos en el interior, potentes-tenuiores, paganos-cristianos, ortodoxos-
herejes, usurpadores, descontento del ejercito… Como consecuencia estos intentan
asegurarse su sucesión dinástica, también actuaron con el principio de la corte itinerante
(Roma esta donde esta el emperador) e incluso, al reforzarse el cristianismo, se debilita
el culto al emperador y estos lo compensan con prácticas como la proskynesis, que derivó
a la adoratio purpurae. Estas fueron continuadas por los emperadores cristianos, incluso
con el incremento de la invisibilidad imperial, salvo para los más allegados, como signo
de su dignidad.
También se afianzó el consistorium como principal órgano político de la administración
central, encabezado por los diversos jefes militares, seguidos de los diferentes comites y
tras ellos jefes de las distintas secciones. Es obvio que entre estos puestos destacaron los
hispanos, pero en ningún caso formaron un clan, como ya hemos visto.
En la corte teodosiana ya vimos la importancia de las mujeres hispanas y el mayor
exponente es la propia emperatriz Aelia Flavia Faccilla, quien parece que en cierta forma
participó del poder imperial, incluso fue representada como Augusta, o al menos tuvo una
gran influencia hasta su muerte en el 386, siendo además la progenitora de la dinastía
teodosiana y sirviendo como modelo de emperatriz cristiana.
En otro orden de cosas, en la primavera del 383 los soldados de Britannia aclamaron
emperador a su jefe, el comes Britanniarum, Magno Máximo, quién mató a Graciano en
Lyon y buscó enseguida el apoyo del hermano de este Valentiniano II, aun menor de edad
y de Teodosio, este último lo acepto como Augusto, restringiéndole a la prefectura de las
Galias. Por ello fue el responsable de la ejecución por hereje y maniqueo, entre otras
cosas, de Prisciliano, Obispo de Abula, en el 385. Teodosio aguantó la situación hasta que
Máximo entró en Italia presionando a la familia de Valentiniano II. Teodosio, ya viudo,
se casó con Gala, tía de Valentiniano, en 387 y finalmente venció a Máximo en verano
de 388.
Al año siguiente en Roma se presentó en el senado donde Pacato leyó un panegírico
ensalzando a su persona y sus políticas, excesivamente laudatorio, pero aviso a
navegantes ya que el senado, mayoritariamente pagano, no veía bien su política religiosa,
su filobarbarismo y otras más. Pero, no por ello, dejó de contar con paganos en su
administración.
De regreso en Constantinopla en el 191 vuelven los problemas, en este caso el usurpador
Eugenio que se subleva en 192 y mata a Valentiniano en batalla. Eugenio se gana el favor
de gran parte de las élites occidentales, e incluso con políticas regresivas frente a la
política teodosiana. Pero Teodosio no lo reconoce como Augusto, nombra como tales a
su hijo Arcadio en oriente y a su hijo Honorio en occidente, todo ello en 393 y se prepara
para la guerra venciéndolo finalmente a orillas del rio Frígido, al norte de Italia y
restaurando la unidad imperial. Estableció su corte en Milán y allí murió en enero de 395.
Vamos a reparar ahora en algunas de sus principales reformas:
La defensa de las fronteras:
Desde inicios de siglo IV se reforzaron y aseguraron los limes, especialmente en algunos
puntos concretos, donde se aumentaron los limitanei, fuerzas fronterizas, con un cuerpo
de ripenses, encargados de la vigilancia de las orillas de los principales ríos, sobre todo
Rin y Danubio. Pero también se establecieron diferentes acuerdos con los pueblos
bárbaros, incluso dejando asentarse a bárbaros en territorios fronterizos romanos como
foederati, al servicio del imperio romano. Y esta fue la política seguida por Valente que,
incluso al producirse las incursiones godas en 376 por el Danubio oriental, prefirió
concertar un foedus y asentarlos en tierras tracias. Pero tras algunos altercados llegó la
rebelión, Adrianópolis y… Teodosio, que siguió esta política y estableció un nuevo
foedus que aseguro la paz por casi 20 años. Aunque tras varias casi rupturas, rebeliones,
etc… acabó con el saqueo de Roma por Alarico I en 410.
Movilidad social:
Teniendo en cuenta que en esta época el censo se establecía según origo, ciudad de origen,
domicilium, lugar de residencia, y status, que establecía las diferencias sociales y
jurídicas, y por tanto también fiscales, se intentó que el statu quo permaneciese estable.
Pero, en época de cambios, la movilidad social fue un hecho imparable a pesar de las
políticas al respecto. Como ejemplo vemos el caso del control sobre los curiales.
Desde tiempos de Constantino se intentó frenar los intentos de las curias para evitar los
costos del mantenimiento de la ciudad, munera, con huidas al campo, ingresos en clero
etc… Aun así, se deterioraron las ciudades y Constancio II redujo la extensión de las
propiedades a 25 iugera para acceder a las curias ciudadanas. Posteriormente se obvió el
domicilium para incluir a los residentes, incolae. e incluso a veces se saltaron el stuatus y
se recurrió a libertos ricos.
Una forma habitual de evasión fiscal fue la promoción a los ordines superiores, muy
habitual todo el siglo IV, ya que estos homines novi, quedaban exentos, junto con sus
familias de los munera. Esto fue atajado por Teodosio reforzando las obligaciones cívicas
de cada uno con independencia de su adscripción senatorial o ecuestre.
Moneda:
Tras la crisis del siglo III, con sus fluctuaciones
monetarias, la recuperación del siglo IV y las
reformas dioclecianas y constantinianas
permitieron mejorar la situación, a pesar de
continuar los problemas inflacionarios. Una gran
ayuda fue la creación del solidus de Constantino,
que disminuyó la presencia de monedas de oro y
plata devaluadas, ayudando a frenar la inflación.
Incluso Teodosio retiró las monedas de bronce (mairina y centenionalis), para emitir solo
plata siliqua. Además, se comenzaron a tasar en oro todas las transacciones estatales,
pagos de impuestos, salarios, etc… haciendo habituales las monedas de oro y frenando
definitivamente las devaluaciones e inflaciones que habían sido crónicas desde el siglo
III, e incluso II. Un triunfo de Teodosio.
Tierras abandonadas:
Recordemos que la explotación de la tierra en época bajoimperial paso de ser bajo control
directo del propietario, que usaba mucha mano de obra esclava, al colonato, que permitía
al colono mantener a su familia con su trabajo y al patrono recibir beneficios sin gastos
de inversión ni de mantenimiento, especialmente de esclavos. Por lo demás hubo pocos
cambios en técnicas y tipos de cultivos.
Pero en tiempos de Teodosio aun continuaba el problema, de alrededor de un siglo, de los
campos abandonados, agri deserti, que influían directamente en las arcas imperiales, que
se nutrían básicamente de las rentes agrarias. Por ello Teodosio continuó implementando
medidas, lo que ya se venía haciendo con anterioridad, favoreciéndose la puesta en cultivo
de nuevas tierras con ventajas fiscales a quien permaneciese en las tierras e incluso a los
diez o veinte años permitiendo la posesión, que no la propiedad, del usufructo a los
cultivadores. Ello permitió incrementar la productividad, los beneficios y con ellos la
recuperación fiscal.
V. UN EMPERADOR CRISTIANO
CONCLUSIÓN
PARTE III
En primer lugar, realizaré una crítica a la propia obra. En ella observo una cantidad
ingente de trabajo, que evidentemente se encuentra plasmado en el libro, en lo preciso y
exhausto de los datos, nombres, fechas, acontecimientos… aportados, y particularmente
en el estudio de los personajes que da lugar al corpus que incluye la obra.
Pero de otra parte no es menos cierto, como ya he hecho constar en varias ocasiones, que
el autor peca de varios defectos, en mi opinión. Primeramente, el exceso en recreaciones,
anteriores y posteriores al protagonista, de contextos históricos, de hechos de otros
personajes, de consecuencias etcétera, necesarias pero excesivas. En segundo lugar, la
repetición frecuente de hechos o circunstancias en diferentes partes del libro. Lo cual lo
convierte en repetitivo y a veces cansino. Además, suele reutilizar otros textos por él
escritos. Al menos lo hace con su “Nueva Historia de la Hispania Antigua. Una revisión
crítica”, que sirve de bibliografía básica en nuestra asignatura.
Por otro lado, después de haber “buceado” intensamente en la búsqueda de información
sobre Teodosio, tanto en biblioteca, como a través de internet, reconozco la dificultad
para encontrar buena información al respecto (en otros trabajos me ha resultado más
fácil), y además esta es muy repetitiva y concisa en su mayoría. Aun así, me reitero en mi
postura expresada con anterioridad y quizá hubiese sido mejor que el titulo hubiese sido
algo así como “El bajo imperio, una época de cambios culminada por Teodosio I” y si no,
haber publicado un pequeño ensayo centrado en el personaje.
Nueva Historia de la Hispania Antigua. Una revisión crítica. Gonzalo Bravo Castañeda.
Alianza Editorial. 2011. Reimpresión 2019.
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