Pec Teodosio I

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CONSIDERACIONES PREVIAS

Desearía, antes de entrar directamente en la PEC, realizar unas reflexiones o


consideraciones respecto a la misma, las cuales creo que son necesarias a tenor del propio
libro objeto de esta.

Para empezar, debo confesar que tras leer las primeras 70 páginas decidí no realizar le
recensión, ya que, con sinceridad, el libro me pareció una tomadura de pelo. En absoluto
me refiero a la seriedad del autor, a su acierto en los contenidos históricos, o al adecuado
tratamiento de los temas. Me refiero a que el libro se titula “TEODOSIO. Último
emperador de Roma, primer emperador católico”. Es decir, sería de entender que el
grueso principal del libro transcurriera desde un tiempo antes de su exposición pública
hasta algo después de su muerte y sus consecuencias.

En absoluto cuestiono la necesidad o la oportunidad de reflejar el marco histórico del


bajoimperio (capítulo I), la situación del imperio a la llegada de Teodosio (capítulo II),
aun cuestiono menos el debate sobre su origen hispano, la existencia de un clan hispano
o las mujeres de esa época (capítulo III). Pero todo ello se desarrolla hasta casi la página
130 lo cual, si me parece exagerado, falto de motivo y distractivo de lo que debería ser el
tema principal.
Y esta sensación de relleno innecesario queda ampliamente reforzada cuando en la página
197 se aborda la división del imperio, tema de capital importancia, y este queda reducido
a una somera introducción y a una suerte de biografías cortas de sus descendientes hasta
acabar la dinastía teodosiana (capítulo VI). Continuando con un repaso al siglo V
(capitulo VII) y finalmente unas conclusiones resumidas en apenas 6 páginas.
A partir de ahí nos enfrentamos a 124 páginas (pag.233 a pag.356) de más material, que
en este caso podríamos encontrar en cualquier libro de texto especializado, sin aportación
novedosa del autor, salvo el hecho de aunarlo. Esta parte se compone de un Corpus de
personajes de época teodosiana, una cronología de época tardorromana, un glosario, una
confección de listados e índices, algún mapa y terminando en las fuentes de
documentación básica y la bibliografía.

En definitiva, toda esta árida perorata, por la que pido perdón, nos lleva a una
consecuencia última. De un total de 356 páginas el cuerpo central del tema, sin desdeñar
los demás temas en absoluto, ocupa un total de 63 páginas (pag.131 a pag.193), lo que
incluye los capítulos IV y V. Pero, aun más, en estas páginas vuelve el autor a introducir
elementos generales de este periodo, o incluso periodos anteriores, reduciendo todavía
más el que debería ser corpus principal de la obra.
Considero que un autor e historiador reputado como Gonzalo Bravo no debería caer en
este tipo de maniobras donde el “relleno” supere de manera tan amplia al tema principal
del libro, creo que hubiese sido mucho más acertado haber cambiado el título de la obra,
o bien haber escrito un libro de divulgación mucho mas corto, pero centrado en aquello
que se supone que trata. Por lo tanto, y lo digo con gran disgusto y pesar, me siento
defraudado e incluso en cierta forma engañado con esta publicación.

Tal y como comentaba al principio, había decidido no realizar esta PEC, pero
casualmente, a pesar de no entrar frecuentemente en los foros por falta de tiempo, entré
en el foro de tutoría, donde leí sus propias consideraciones sobre la realización de esta
recensión en concreto, y ello me impulso a hacerla. Trataré de seguir sus recomendaciones
por lo que, en estas “consideraciones previas” quisiera explicarle que estructuraré esta
recensión de la siguiente manera.

PARTE I: Recensión, en el sentido de resumen de la obra, y con aportaciones externas.


Será realizada teniendo en cuenta estas premisas;
De las páginas 233 en adelante no haré mención en absoluto, salvo que deba recurrir por
algún detalle concreto.
De los primeros capítulos, que evidentemente nos ponen en situación y contexto, realizaré
un escueto resumen, obviando, si los veo relativamente irrelevantes, aspectos, detalles o
partes de los mismos.
Los últimos capítulos y las conclusiones serán tratadas de la misma manera, por lo que
obviaré las partes que considere oportunas.
Finalmente será, en los capítulos que creo fundamentales, donde centre el grueso de esta
recensión.

PARTE II: “Intento” de aproximación a las peticiones del equipo docente sobre la
realización de esta PEC.

PARTE III: Conclusión y crítica personal.


Trataré de aprender y ampliar mis conocimientos sobre Teodosio a la par de realizar un
análisis y crítica del personaje en cuestión y de la obra que nos ocupa.

Espero no haberle aburrido con esta introducción, como también espero que este enfoque
sea aprobado por usted o al menos no me penalice en exceso, pero creo que es el más
adecuado en esta ocasión concreta… o al menos así lo siento yo.

Muchas gracias por su comprensión.


PEC HISTORIA ANTIGUA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA II:
ÉPOCAS TARDOIMPERIAL Y VISIGODA

EXPEDITO CABRA NARVÁEZ


CENTRO ASOCIADO MARÍA ZAMBRANO
MÁLAGA
TEODOSIO. ÚLTIMO EMPERADOR DE ROMA.
PRIMER EMPERADOR CATÓLICO

PARTE I:

I. MARCO HISTÓRICO

Partimos de un marco histórico definido por la política diocleciana que nos deja, a
principios del siglo IV, un imperio con una mayor división provincial, prácticamente
duplicando el número de provincias, un nuevo sistema fiscal donde destaca la iugatio-
capitatio, reformas monetarias con la revalorización de algunas monedas, regulación por
el Edicto de Precios de 301, tanto de precios como de salarios y otros costes.
Todo ello ayudó a la reactivación del imperio, pero impuso una mayor burocracia,
creando un monstruoso complejo funcionarial, aumentando grandemente el número de
los mismos y más presencia del ejército, con lo cual se fue alimentando un estado mas
burocratizado y cambios en la estructura de poder, con más preeminencia de los potentes
y las villae, en detrimento de los gobernadores y las propias provincias como unidades de
poder. Paralelamente fue surgiendo y tomando fuerza la figura del obispo, especialmente
tras el Edicto de Milán de 313 con Constantino, primer emperador cristiano, al bautizarse
en su lecho de muerte.

A nivel político es muy relevante el sistema de tetrarquía que, con diferentes


modificaciones, en número y funciones de los mandatarios (usurpaciones, corregencias,
asociaciones al trono, etc…), fue utilizado frecuentemente en toda la centuria, a pesar de
los fracasos iniciales, luchas intestinas y usurpaciones constantes que caracterizaron todo
el periodo.
También asistimos a la perdida de importancia del senado especialmente tras la creación
del senado oriental en 330 por Constancio II.

Administrativamente el bajoimperio se caracterizó por la separación de poderes militares


y civiles, dividiéndose en 5 prefecturas que posteriormente se redujeron a 3.
Estas prefecturas se subdividieron en 12 diócesis por Constantino y, dentro de las mismas,
recibían acomodo las provincias y obviamente dentro de estas las entidades locales.
Esta administración se ejercía sobre una sociedad bajoimperial dividida básicamente en
honestiores, los ciudadanos con mayor honor y normalmente mayor riqueza y humiliores,
prácticamente todos los demás. Esta división era originalmente jurídica y paso,
finalmente, a ser una división social a todos los efectos.
Militarmente, Diocleciano y Constantino, nos dejaron un ejército apartado de la
administración civil, con dos cuerpos principales, uno en los limes del imperio y otro
interior con mayor movilidad. Pero, sobre todo, nos dejo un ejercito donde además de los
auxilia, nos encontramos ejércitos mixtos de romanos y barbaros o incluso se recurrió a
los bárbaros como foederati, y por tanto existiendo ejércitos completos de bárbaros al
servicio del imperio.
Este ejército se sobredimensionó por las necesidades defensivas, tanto en las fronteras
como en el interior.
La administración y especialmente el ejército se convirtieron en los principales
consumidores del ingente presupuesto imperial que, ante estas necesidades, se multiplicó
y provocó la aparición de nuevos impuestos. Algunos, como los que gravaban el
transporte, provocaron una caída severa del comercio a larga distancia, con todo lo que
ello conllevaba, mayor regionalismo, comercio local, casi desaparición del comercio a
grandes distancias, disminución de las relaciones en el interior del imperio, etc…

Este marco histórico se completa con dos aspectos importantes.


Por un lado, las relaciones entre romanos y bárbaros, marcadas por una mayor cercanía a
la par que una mayor tensión, con incursiones frecuentes de estos en diferentes frentes
del imperio, e incluso venciendo a los romanos en importantes batallas, como
Adrianópolis en 378, que incluso provocó la llegada al poder de Teodosio, tras la muerte
de Valente.
Por otro lado, el cristianismo iba ganando terreno al paganismo tradicional, es la imagen
de “la iglesia triunfante”, mientras se multiplicaban las, según los dirigentes eclesiásticos,
herejías (arrianismo, priscilianismo…). En cualquier caso, el cristianismo fue alcanzando
progresivamente más poder y presencia social y finalmente también política.

II. EL IMPERIO A LA LLEGADA DE TEODOSIO

El imperio, por necesidades militares, ya se encontraba, de facto, en manos de dos


emperadores desde el 364, Valentiniano, ocupado en los asuntos de occidente y su
hermano Valente en los de oriente. Este último se encontró con la resistencia interna,
especialmente de la aristocracia, además de la presión persa y por supuesto la de los
barbaros, aunque estos también formaban parte de sus ejércitos.
Los visigodos consiguieron un pacto (foedus), con cesión de tierras en Tracia, a cambio
de su participación en el ejercito imperial. Pero los abusos contra ellos, más penetraciones
de bárbaros y las circunstancias hicieron que se rebelasen y aplastasen a Valente en
Adrianópolis en 378, matando al emperador en la batalla y ocasionando terribles perdidas.
Mientras, en occidente, se iban sucediendo las usurpaciones o sus tentativas al tiempo que
los bárbaros presionaban las fronteras, de modo que, a la llegada de Valentiniano, este
tuvo que marchar a occidente, fijando su sede en Milán, por más de una década, dejando
a Valente como corregente en oriente. A su muerte quedará como Augusto en occidente
Graciano y, además, su hermanastro, Valentiniano II como Augusto tutelado por su tío
Valente.
Con Valentiniano fue nombrado magister equitum, jefe del ejército de occidente, Flavio
Teodosio, padre de Teodosio I, destacando en campaña hasta caer en desgracia,
posiblemente a principios del 376, siendo acusado de traición y ejecutado en Cartago.
Concretamente en Hispania, al margen de la discusión sobre su saludable posición
económica, social, política… o bien todo lo contrario, de la posible existencia de
problemas que justifiquen la presencia de numerosas cohortes en el territorio (limes
interior), de la indudable vitalidad y reforzamiento de las villae y los potentes que las
poseían, etc…, lo más destacable fue la proliferación de sectas rigoristas y ascéticas,
destacando la disputa de la iglesia oficial y su papa Dámaso con los priscilianistas, que
incluso sobrevivió a la muerte de Prisciliano en 385, hasta su condena oficial en el I
concilio de Toledo en el 400.

III. UN EMPERADOR HISPANO

Para empezar, desde Trajano y Adriano y hasta el periodo teodosiano que nos ocupa, se
puede decir que Hispania pudo perder importancia de forma relativa, pero en absoluto se
puede considerar una provincia menor o marginal, en todo caso periférica, y ello en
sentido geográfico. Este periodo es extraordinariamente largo, con diferentes etapas y con
momentos de gran apertura de Hispania al mundo romano.
Con Magno Máximo, Arcadio y el propio Teodosio se incrementa su importancia,
especialmente de algunas ciudades (Cauca, Toletum…) que se convirtieron en centros de
referencia.
Tras la muerte de su padre, en el 376 Teodosio se refugia en Hispania, en Cauca, puede
que afectado por su muerte o posiblemente huyendo de una posible persecución como a
su padre. Pero Graciano, para congraciarse con él y su familia o bien para contentar a los
hispanos en general lo reclamó e invistió como magister militum en el limes danubiano.
Tras Adrianópolis, en el 378, fue nombrado emperador en enero de 379, fijando su
residencia en Constantinopla y no volviendo jamás a Hispania, aunque si volvió
a Italia, donde moriría.
El hecho en sí de su nombramiento por parte de Graciano
se apoya en diversas teorías, destacando hasta hoy la que
propugna la existencia de un previo clan hispano que lo
encumbró, pero en realidad, no hay base que sustente esta
teoría, ya que, si acaso mas que un grupo de influyentes
hispanos, se podría hablar de galo-hispanos y no de forma
previa.
Parece más posible, documentalmente, la existencia de un
grupo de presión religioso cristiano ortodoxo (niceno),
que lo veía como paradigma del príncipe cristiano, en este
grupo destacaría la presencia del papa Dámaso, que sí,
efectivamente era hispano circunstancialmente.
Respecto de su origen, al margen de dudas sobre la adscripción de Cauca a una u otra
provincia, el equilibrismo intentado hacerlo oriundo de una noble ciudad de la Bética,
haciendo dudar de la imparcialidad de ciertos autores o cualesquiera otras disquisiciones
al respecto, parece claro que Teodosio era natural de Cauca, actual Coca en Segovia.
Respecto a la posible existencia de un clan hispano, a pesar de la insidiosa insistencia de
J. Matthes (y otros), no puede concluirse que existiera, aunque indudablemente hubo una
mayor presencia de hispanos bajo la administración de Teodosio y con posterioridad,
aunque curiosamente hubo más galos. De hecho, estas teorías incluían a uno de sus
mayores colaboradores, Materno Cynegio, en este clan hispano, cuando hoy nos
inclinamos a pensar en su origen oriental, aceptando este hecho, nos encontraríamos
entonces que bajo Teodosio ningún hispano llego a ser cónsul, cosa ilógica si admitimos
la existencia de este clan.
Parece, por el contrario, que pudo haber un grupo unido por afinidades políticas e
ideológicas. Incluso, a pesar del apoyo de los cristianos en su encumbramiento, parece
que la religión tampoco fue óbice para la presencia de paganos en todas las esferas de
poder.
A modo de broma podemos decir que, si hubo un clan hispano, este fue de mujeres ya
que un buen grupo de ellas tuvieron gran importancia en la corte teodosiana tanto a nivel
político como esposas, madres o hijas, como a nivel ideológico en el caso de las religiosas.
En definitiva, podemos concluir: Más hispanos, sí. Clan hispano, no.

IV. UN EMPERADOR ROMANO (379-395): UN HISPANO EN LA CORTE


DE CONSTANTINOPLA

Hay que tener en cuenta el debilitamiento de la figura del emperador durante buena parte
del siglo IV, favorecido por los enemigos exteriores, persas y bárbaros especialmente y
por los enfrentamientos en el interior, potentes-tenuiores, paganos-cristianos, ortodoxos-
herejes, usurpadores, descontento del ejercito… Como consecuencia estos intentan
asegurarse su sucesión dinástica, también actuaron con el principio de la corte itinerante
(Roma esta donde esta el emperador) e incluso, al reforzarse el cristianismo, se debilita
el culto al emperador y estos lo compensan con prácticas como la proskynesis, que derivó
a la adoratio purpurae. Estas fueron continuadas por los emperadores cristianos, incluso
con el incremento de la invisibilidad imperial, salvo para los más allegados, como signo
de su dignidad.
También se afianzó el consistorium como principal órgano político de la administración
central, encabezado por los diversos jefes militares, seguidos de los diferentes comites y
tras ellos jefes de las distintas secciones. Es obvio que entre estos puestos destacaron los
hispanos, pero en ningún caso formaron un clan, como ya hemos visto.
En la corte teodosiana ya vimos la importancia de las mujeres hispanas y el mayor
exponente es la propia emperatriz Aelia Flavia Faccilla, quien parece que en cierta forma
participó del poder imperial, incluso fue representada como Augusta, o al menos tuvo una
gran influencia hasta su muerte en el 386, siendo además la progenitora de la dinastía
teodosiana y sirviendo como modelo de emperatriz cristiana.
En otro orden de cosas, en la primavera del 383 los soldados de Britannia aclamaron
emperador a su jefe, el comes Britanniarum, Magno Máximo, quién mató a Graciano en
Lyon y buscó enseguida el apoyo del hermano de este Valentiniano II, aun menor de edad
y de Teodosio, este último lo acepto como Augusto, restringiéndole a la prefectura de las
Galias. Por ello fue el responsable de la ejecución por hereje y maniqueo, entre otras
cosas, de Prisciliano, Obispo de Abula, en el 385. Teodosio aguantó la situación hasta que
Máximo entró en Italia presionando a la familia de Valentiniano II. Teodosio, ya viudo,
se casó con Gala, tía de Valentiniano, en 387 y finalmente venció a Máximo en verano
de 388.
Al año siguiente en Roma se presentó en el senado donde Pacato leyó un panegírico
ensalzando a su persona y sus políticas, excesivamente laudatorio, pero aviso a
navegantes ya que el senado, mayoritariamente pagano, no veía bien su política religiosa,
su filobarbarismo y otras más. Pero, no por ello, dejó de contar con paganos en su
administración.
De regreso en Constantinopla en el 191 vuelven los problemas, en este caso el usurpador
Eugenio que se subleva en 192 y mata a Valentiniano en batalla. Eugenio se gana el favor
de gran parte de las élites occidentales, e incluso con políticas regresivas frente a la
política teodosiana. Pero Teodosio no lo reconoce como Augusto, nombra como tales a
su hijo Arcadio en oriente y a su hijo Honorio en occidente, todo ello en 393 y se prepara
para la guerra venciéndolo finalmente a orillas del rio Frígido, al norte de Italia y
restaurando la unidad imperial. Estableció su corte en Milán y allí murió en enero de 395.
Vamos a reparar ahora en algunas de sus principales reformas:
La defensa de las fronteras:
Desde inicios de siglo IV se reforzaron y aseguraron los limes, especialmente en algunos
puntos concretos, donde se aumentaron los limitanei, fuerzas fronterizas, con un cuerpo
de ripenses, encargados de la vigilancia de las orillas de los principales ríos, sobre todo
Rin y Danubio. Pero también se establecieron diferentes acuerdos con los pueblos
bárbaros, incluso dejando asentarse a bárbaros en territorios fronterizos romanos como
foederati, al servicio del imperio romano. Y esta fue la política seguida por Valente que,
incluso al producirse las incursiones godas en 376 por el Danubio oriental, prefirió
concertar un foedus y asentarlos en tierras tracias. Pero tras algunos altercados llegó la
rebelión, Adrianópolis y… Teodosio, que siguió esta política y estableció un nuevo
foedus que aseguro la paz por casi 20 años. Aunque tras varias casi rupturas, rebeliones,
etc… acabó con el saqueo de Roma por Alarico I en 410.
Movilidad social:
Teniendo en cuenta que en esta época el censo se establecía según origo, ciudad de origen,
domicilium, lugar de residencia, y status, que establecía las diferencias sociales y
jurídicas, y por tanto también fiscales, se intentó que el statu quo permaneciese estable.
Pero, en época de cambios, la movilidad social fue un hecho imparable a pesar de las
políticas al respecto. Como ejemplo vemos el caso del control sobre los curiales.
Desde tiempos de Constantino se intentó frenar los intentos de las curias para evitar los
costos del mantenimiento de la ciudad, munera, con huidas al campo, ingresos en clero
etc… Aun así, se deterioraron las ciudades y Constancio II redujo la extensión de las
propiedades a 25 iugera para acceder a las curias ciudadanas. Posteriormente se obvió el
domicilium para incluir a los residentes, incolae. e incluso a veces se saltaron el stuatus y
se recurrió a libertos ricos.
Una forma habitual de evasión fiscal fue la promoción a los ordines superiores, muy
habitual todo el siglo IV, ya que estos homines novi, quedaban exentos, junto con sus
familias de los munera. Esto fue atajado por Teodosio reforzando las obligaciones cívicas
de cada uno con independencia de su adscripción senatorial o ecuestre.
Moneda:
Tras la crisis del siglo III, con sus fluctuaciones
monetarias, la recuperación del siglo IV y las
reformas dioclecianas y constantinianas
permitieron mejorar la situación, a pesar de
continuar los problemas inflacionarios. Una gran
ayuda fue la creación del solidus de Constantino,
que disminuyó la presencia de monedas de oro y
plata devaluadas, ayudando a frenar la inflación.
Incluso Teodosio retiró las monedas de bronce (mairina y centenionalis), para emitir solo
plata siliqua. Además, se comenzaron a tasar en oro todas las transacciones estatales,
pagos de impuestos, salarios, etc… haciendo habituales las monedas de oro y frenando
definitivamente las devaluaciones e inflaciones que habían sido crónicas desde el siglo
III, e incluso II. Un triunfo de Teodosio.
Tierras abandonadas:
Recordemos que la explotación de la tierra en época bajoimperial paso de ser bajo control
directo del propietario, que usaba mucha mano de obra esclava, al colonato, que permitía
al colono mantener a su familia con su trabajo y al patrono recibir beneficios sin gastos
de inversión ni de mantenimiento, especialmente de esclavos. Por lo demás hubo pocos
cambios en técnicas y tipos de cultivos.
Pero en tiempos de Teodosio aun continuaba el problema, de alrededor de un siglo, de los
campos abandonados, agri deserti, que influían directamente en las arcas imperiales, que
se nutrían básicamente de las rentes agrarias. Por ello Teodosio continuó implementando
medidas, lo que ya se venía haciendo con anterioridad, favoreciéndose la puesta en cultivo
de nuevas tierras con ventajas fiscales a quien permaneciese en las tierras e incluso a los
diez o veinte años permitiendo la posesión, que no la propiedad, del usufructo a los
cultivadores. Ello permitió incrementar la productividad, los beneficios y con ellos la
recuperación fiscal.

V. UN EMPERADOR CRISTIANO

Teodosio es un símbolo de los nuevos tiempos en materia religiosa, con la definitiva


imposición del cristianismo como religión oficial del imperio. Pero esto, naturalmente,
provocó las reacciones de adhesión y loas, por un lado, y de rechazo y crítica por otro.
Así el obispo Hidacio, también hispano, lo considera un símbolo cristiano, luchador de la
ortodoxia y promulgador de leyes contra paganos (391 y 392). De todos modos, cabe
recordar que desde principios del siglo IV el cristianismo ya estaba en expansión
especialmente en zonas como la Hispania previa a Teodosio.
En cambio, Zósimo, como autor pagano hace una critica despiadada y ácida del personaje,
en contraposición a la versión ideal de Pacato, que ya vimos. Lo califica de mal
gobernante, perezoso, tendente a los vicios y a la molicie y con pocos recursos de mando.
Probablemente la verdad este en el término medio. Zósimo, en realidad ataca a los
emperadores cristianos que, según él, minaron la tradición, y de alguna manera, la
grandeza y costumbres de la antigua Roma, debilitando senado y aristocracia y pecando
de filobárbaro en el caso de Teodosio.
Sabemos que durante todo el siglo IV, la iglesia y el estado, mantuvieron un sistema de
poder paralelo, en el que finalmente la iglesia, por medio de sus obispos fue acaparando
poder. Aunque ni el cristianismo se impuso fulgurantemente ni el paganismo decayó de
forma rápida. Por otro lado, dentro del cristianismo tenemos a la ortodoxia representada
por los nicenos y los herejes por los arrianos en 325, para posteriormente cambiar las
tornas a manos de Constancio II. Y de esta forma llegamos al año de 379, cuando
Teodosio, de credo niceno, camino de Constantinopla, emite el edicto de Tesalónica, y se
convirtió en paladín de la ortodoxia nicena, gran paso si sabemos que iba a oriente donde
eran mayoría los proarrianos. Era, por tanto, una declaración religiosa, pero también
política.
Así, el 27 de febrero de 380 se promulga, en Tesalónica, el edicto por el cual se nombran
a todos los pueblos gobernados como cristianos, en concreto como católicos
(universales), pero basado en el credo niceno, eliminando así el arriano. Se impone así el
cristianismo como religión del estado (aunque no de forma oficial, como si realmente lo
fuese).
De aquí nace el concilio de Constantinopla de 381 (segundo ecuménico), para imponer
eclesiásticamente lo legislado el año anterior. Al acabareste, los obispos informan a
Teodosio de sus conclusiones, aplaudiendo sus esfuerzos por unir al cristianismo, pero
este aprovecha el momento para declarar el credo único que, respecto a la santísima
trinidad, cumple el credo niceno, prohibiendo otras iglesias y el poseer iglesias si no se
abraza esta creencia. El arrianismo había muerto en el imperio… pero florecía con fuerza
entre los germanos y ya tendría su momento.
Por todo lo explicado, no se entiende como un niceno e hispano como Teodosio se
mantuvo tibio con el priscilianismo y su progresión, incluso, rehabilitándolo y
permitiendo a Prisciliano convertirse en obispo de Ávila.
Pero en 384, en Burdeos, Prisciliano fue acusado como
hereje y maniqueo, y al gobernar Máximo, este derivó el
caso a un tribunal civil y allí fue condenado y ejecutado.
Un tanto para Máximo… y Teodosio en la sombra,
incomprensible.
Ya hemos comentado, repetidamente, la creciente
importancia de los obispos durante todo el siglo IV, lo
que nos lleva a la conocidísima disputa de Ambrosio,
obispo de Milán con Teodosio, mientras este residió en
Milán 388-391. Esta fue el reflejo de la pugna entre el
poder divino y el poder temporal.
Ambrosio pretendió establecer las normas morales por
las que debían regirse las políticas de un buen
gobernante cristiano. Pretendía el apoyo ideológico
imperial para sustituir los símbolos paganos y sustituir al senado, como consejo, por los
obispos.
En tres casos concretos recriminó Ambrosio a Teodosio su actitud, por blanda con los
paganos o por excesivamente severa con cristianos. Tras la última, la matanza del circo
de Tesalónica en 390, exigió del emperador arrepentimiento bajo amenaza de
excomunión (solo dios sabe cuantos papas siguieron después su ejemplo). Teodosio
cedió, y tras la reconciliación vinieron las legislaciones antipaganas de 391 y 392, sin
duda influenciadas por un Ambrosio que, a la muerte del emperador lo calificó de buen
dirigente y buen cristiano.
No puedo resistirme a recordar en este momento a mi adorado Indro Montanelli, que con
su exquisita ironía escribe sobre Ambrosio en su “Historia de Roma”, pág.370, <<A la
sazón ni siquiera estaba bautizado, y la elección presentaba todo el cariz de una
irregularidad. Pero Valentiniano I, que le tenía en gran estima, la confirmó. Y
Ambrosio, en pocos días, recibió los sacramentos, las ordenes y el capelo episcopal.
Era un hombre que, de haber nacido hoy en América, hubiera llegado a ser un Ford
o un Rockefeller.>>. Si unimos lo que, según Montanelli, le llamaban sus enemigos a
Teodosio <<cagadudas>>, quizá podamos entender mejor como Ambrosio, un obispo,
salió vencedor frente a un emperador romano por primera vez en la historia.
En otro frente, durante años ya hubo controversias entre emperadores cristianos y el
senado, mayoritariamente pagano, en occidente, el oriental era mayoritariamente cristiano
en época de Teodosio. En 357 Constancio II retiró el Altar de la Victoria, como símbolo
pagano y a pesar de los numerosos intentos nunca fue repuesto en su lugar, manteniéndose
constantemente el pulso con el senado occidental. Lo que vemos es también reflejo de la
rivalidad política oriente - occidente, llevada al plano religioso con un occidente católico,
con pocos herejes y muchos paganos y un oriente aun arriano, con pocos católicos y
algunos paganos.
En lo religioso el siglo IV asistió a la convivencia entre un paganismo que se apagaba y
un cristianismo en expansión, no en conflicto inicialmente, pero en pugna creciente hasta
culminar en Graciano y como no, la aniquilación con Teodosio. De hecho, los
emperadores ya cristianos mantuvieron iconografías y titulaciones paganas de tradición
altoimperial (pontifex maximus, divi…). Pero gradualmente, fueron entrando en conflicto
y algunos de estos emperadores legislaron o tomaron iniciativas, no solo procristianas
sino incluso antipaganas, veámoslo siempre con una intencionalidad política, además de
religiosa, por ejemplo, la prohibición de arte mágicas nocturnas o la retirada de la estatua
de la Victoria del ara de la curia.
Pero de entre todos, destacó Teodosio con 3 demoledoras leyes antipaganas. Entre 391 y
392 prohibió los sacrificios paganos, públicos y privados, en todo el imperio, prohibió las
visitas a templos paganos y finalmente, en noviembre de 392, la prohibición definitiva de
los cultos paganos en todo el imperio. El paganismo paso a ser una religión perseguida.
Como vimos anteriormente, la mujer cristiana tuvo su importancia religiosa en esta época,
destacando algunas mujeres que, especialmente desde Hispania, viajaron a oriente, bien
las aristócratas a la corte, algunas otras solo como peregrinas y algunas como ascetas o al
menos entregadas a la vida religiosa Therasia, Melania, Egeria, Poemenia…)
VI. TEODOSIO Y LA DIVISIÓN DEL IMPERIO

Si bien hay quién considera que ya a finales


del siglo III se venía gestando esta división,
esto genera debate, naturalmente. Pero hay
ciertos momentos que son críticos en este
proceso. Por un lado, la asunción de que la
capital está donde está el emperador, la
creación de 4 sedes imperiales durante la
tetrarquía y la propia fragmentación del
poder en varios cogobernantes. Y, por otro
lado, y ya definitivo, la creación de una nueva capital, Constantinopla, dotada de un nuevo
senado, administración, ejército e incluso diferencias religiosas (arrianismo versus
nicenismo).
De todas formas, el autor considera responsables a los valentinianos del hecho mismo de
la división, por provocar sobre la ruptura ideológica una separación política y militar. Al
margen de que la división oficial llegase tras la muerte de Teodosio. Tampoco olvidemos
que en 316 Constantino y Licinio, en 337 los hijos de Constantino y en 364 Valentiniano
I y Valente ya dividieron el imperio, pero eso sí, jurisdiccionalmente y no territorialmente.
Teodosio muere en Milán el 17 de enero de 395, dando lugar a la llamada partitio imperio,
división del imperio en pars Occidentis, que dejó en manos de su hijo Honorio y pars
Orientis que correspondió a Arcadio. La partición del imperio paso de ser de hecho, de
facto, a ser de derecho, de iure.
Esta partitio imperio, parece tener una intención política y principalmente dinástica,
tratando de impedir el acceso al poder de otros personajes ajenos a la familia de Teodosio.
De hecho, consiguió que sus hijos y descendientes de estos gobernasen oriente y
occidente durante casi 80 años, hasta la muerte de Valentiniano III, emperador en
occidente en 455.

VII. Y DESPUÉS… EL SIGLO V

La vulnerabilidad del imperio en sus


fronteras y el hecho de que militares
de prestigio en las mismas se
sublevaran frecuentemente, era una
fuente constante de inestabilidad que
en ocasiones provocaba la aceptación
de los usurpadores como legítimos.
Siendo, aparte de Eugenio, el último
caso importante el de Máximo en 383.
Unámosle la presión de los visigodos en el Ilírico asentados desde el foedus, de 382 y que
con Alarico I llegaron a pretender asediar Constantinopla y que en el transcurso de ciertas
luchas imperiales intestinas (Aureliano – Estilicón), llegó a Italia en 401 y exigió
condiciones como las obtenidas anteriormente en oriente. Esto obligó a Honorio a huir de
Milán e instalarse definitivamente en Ravena (recordemos que Ravena, en este tiempo,
estaba protegida naturalmente por marismas y cenagales) que la hacían mucho más
segura. Mientras se sucedían las incursiones bárbaras por otros puntos de occidente,
Alarico presionó a Honorio, retuvo como rehén a su hermanastra Gala Placidia y asedio
Roma tres veces. Finalmente saqueó e
incendió Roma en 410.
Por no profundizar más, las
penetraciones en siglo V de Vándalos,
Suevos, Alanos, etc… y principalmente
Visigodos, que crearon el primer reino
bárbaro en Tolosa en 418 fueron
conformando el final del imperio
occidental en 475 y la propia Europa
tardoantigua.

CONCLUSIÓN

El siglo IV fue un periodo de cambios sociales, políticos, económicos, administrativos,


religiosos… que aun se profundizaron más en el último cuarto de siglo, particularmente
con Teodosio I. Pero, como conclusión a este libro, podemos decir sobre Teodosio y su
obra que:
No hubo un clan hispano, según la documentación existente, ni tan siquiera que estos
fuesen predominantes en la administración imperial. Incluso Materno Cynegio, uno de
sus más cercanos colaboradores, no fue hispano con total seguridad, aunque se casara con
una hispana, Achantia. Teodosio I era natural de Cauca, a pesar de otras teorías no
fundamentadas sobre su origen en la Bética, y además era noble y de una importante
familia aristocrática. Si bien era militar se rodeó de buenos consejeros, con funcionarios
expertos y eficaces, independientemente de su condición social o religiosa, de hecho,
implementó políticas filobarbáricas, a pesar de ser él cristiano niceno y proclamarse
católico. Incorporó a Flaccilla, como emperatriz, al aparato de poder imperial. Su dinastía
gobernó casi 80 años, hasta Valentiniano III en 455. Dieciséis años que desembocaron en
la división del imperio y la aceleración del fin, el comienzo es muy anterior, del imperio
romano occidental.
PARTE II

Intentando acercarme a lo solicitado por el equipo docente comentar que:


Los contenidos de la obra están claros en el epígrafe de cada capítulo, y son desarrollados
en el resumen.
Como puntos mas destacados, decir que se habla del marco de la época, de los personajes
cercanos al protagonista y si estos formaban un clan hispánico, comentar sus políticas
principales, con especial relevancia de la religiosa y desde ahí, comentar las principales
vicisitudes religiosas y sus consecuencias. Para finalmente llegar a su muerte, división
del imperio, su dinastía y el siglo V, particularmente en occidente.
Como aportación novedosa, quizá comentar la documentación analizada para refrendar
el origen de Teodosio en Cauca, el estudio exhaustivo para demostrar la NO existencia
de un clan hispano y la recopilación, meritoria, del corpus de personajes, que facilita la
contextualización de los mismos.
Respecto de la crítica personal basándonos en la bibliografía básica lo siento… pero es
imposible. No se puede basar una crítica en un texto que está escrito por el mismo autor
y, para más inri, no solo incorpora del mismo palabras, frases, expresiones, etcétera, sino
incluso llega a incluir fragmentos de texto íntegros. En definitiva, es de pura lógica que
no haya prácticamente divergencias entre ambos textos y ni tan siquiera mas información
en la bibliografía básica. Creo que hubiese sido más acertado buscar un libro de un autor
diferente, y también más enriquecedor.
Respecto a los elementos ideológicos de la teología política Teodosiana serán comentados
en la parte III.

PARTE III

En primer lugar, realizaré una crítica a la propia obra. En ella observo una cantidad
ingente de trabajo, que evidentemente se encuentra plasmado en el libro, en lo preciso y
exhausto de los datos, nombres, fechas, acontecimientos… aportados, y particularmente
en el estudio de los personajes que da lugar al corpus que incluye la obra.
Pero de otra parte no es menos cierto, como ya he hecho constar en varias ocasiones, que
el autor peca de varios defectos, en mi opinión. Primeramente, el exceso en recreaciones,
anteriores y posteriores al protagonista, de contextos históricos, de hechos de otros
personajes, de consecuencias etcétera, necesarias pero excesivas. En segundo lugar, la
repetición frecuente de hechos o circunstancias en diferentes partes del libro. Lo cual lo
convierte en repetitivo y a veces cansino. Además, suele reutilizar otros textos por él
escritos. Al menos lo hace con su “Nueva Historia de la Hispania Antigua. Una revisión
crítica”, que sirve de bibliografía básica en nuestra asignatura.
Por otro lado, después de haber “buceado” intensamente en la búsqueda de información
sobre Teodosio, tanto en biblioteca, como a través de internet, reconozco la dificultad
para encontrar buena información al respecto (en otros trabajos me ha resultado más
fácil), y además esta es muy repetitiva y concisa en su mayoría. Aun así, me reitero en mi
postura expresada con anterioridad y quizá hubiese sido mejor que el titulo hubiese sido
algo así como “El bajo imperio, una época de cambios culminada por Teodosio I” y si no,
haber publicado un pequeño ensayo centrado en el personaje.

Ya personalmente, observo un siglo IV plagado de reformas, de hecho, son básicos


emperadores reformistas como Diocleciano, Constantino y Constancio II, tratándose
Teodosio de otro gran reformista, a todos los niveles, profundizando especialmente en el
tema religioso.
Teodosio, podría parecer un personaje fanático cristiano de credo niceno, que utilizó el
poder para imponer sus convicciones religiosas. Pero yo me sitúo más en la línea de
Hartmut Leppin, en su biografía de Teodosio cuando se pregunta << ¿Se sirvió el Dios
cristiano, ya hegemónico en el siglo IV, de un emperador nacido en Hispania y
afincado en Constantinopla para afirmar en el orbe conocido la fe verdadera
trinitaria? ¿o bien fue el emperador segoviano quien, desde el extremo oriental del
imperio, se sirvió de la fe en un único Dios trinitario para consolidar la unidad de su
imperio, a ejemplo de su predecesor Constantino? >>. Y, de hecho, se contesta a si
mismo cuando concluye que lo novedoso en el gobierno de Teodosio es la capacidad de
servirse del cristianismo, que se había convertido en una potencia social de primer orden,
para afirmar su poder.
En definitiva, así lo creo yo también. Si analizamos un poco su biografía vemos un
aristócrata hispano, cristiano niceno, pero parece que hijo de un padre aun pagano. Este
hombre se hace con el poder en 379 en un contexto donde el cristianismo es preeminente,
pero esta dividido, viaja a Constantinopla, donde el arrianismo está mucho más arraigado
y parece ver en la prohibición del mismo y el nombramiento de la doctrina nicena como
católica, es decir universal, una vía para imponer su poder, y el de sus colaboradores, en
la corte oriental. De hecho, vemos que no tiene problemas en implantar políticas
filobarbáricas, siendo estos mayoritariamente arrianos. Tampoco tiene miramientos en
buscar los mejores colaboradores donde inicialmente había arrianos y por supuesto
paganos. Tampoco es un problema para él mantener una postura laxa contra Prisciliano,
que está en su tierra natal y promueve lo que luego será condenado como herejía,
permitiendo hasta su nombramiento como obispo Abulense, e incluso tras su condena y
muerte (bajo la autoridad de Máximo) permite una cierta exoneración de su imagen.
Pareciendo, por tanto, todas estas acciones más intencionadamente políticas que
religiosas.
Pero hay un punto de inflexión. En su estancia en Milán se producen las disputas con
Ambrosio, obispo de Milán, que se ve capaz de amenazarle incluso con la excomunión.
Creo sinceramente que en este momento percibe que ese catolicismo, que el había
encumbrado para unir el imperio y someterlo a su poder, es un monstruo que podría
devorarlo, transige ante Ambrosio y automáticamente promulga leyes que acabarán con
el tradicional paganismo romano, llegando a la persecución de los paganos que persistan
en sus creencias. De esta forma recibe la palmadita en la espalda de Ambrosio, en forma
de reconocimiento como campeón del cristianismo.
Dicho en otras palabras; Teodosio se sirvió de la religión… pero la iglesia se sirvió aun
más de Teodosio.
En labores mas terrenales, parece que fue un buen gobernante, cuyas medidas
económicas, sociales, administrativas, etc.… llevaron a una mejora de las condiciones del
imperio. En especial su política de acercamiento a los bárbaros fue positiva, al traer casi
20 años de paz con ellos, gracias al pacto de 382. Aunque también podríamos valorar que
sus concesiones fueron la base de las exigencias de Alarico I a su hijo Honorio, y estas
ya sabemos que debilitaron al imperio, provocó el cambio de sede a Ravena y culminó
con el saqueo e incendio de Roma.
También es evidente que su idea de división del imperio, aunque buscase salvar al mismo,
no fue muy exitosa. Fue muy positiva para oriente, pero el principio del ocaso para
occidente. El mayor éxito de esta partitio imperio fue un éxito familiar, el afianzamiento
de su dinastía en ambos imperios.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

Teodosio. Último emperador de Roma. Primer emperador católico. Gonzalo Bravo


Castañeda. Esfera de los libros. 2010. Reimpresión 2020.

Nueva Historia de la Hispania Antigua. Una revisión crítica. Gonzalo Bravo Castañeda.
Alianza Editorial. 2011. Reimpresión 2019.

Teodosio. Hartmut Leppin. Herder Editorial. Mayo 2008.

https://www.fuenterrebollo.com/faqs-imperio/379-395-solido-teodosio.html

https://reproarte.com/es/seleccion-de-temas/a-tecnica/pintura-al-oleo-sobre-lienzo-
papel/20779-san-ambrosio-y-el-emperador-teodosio-detail

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cristianismo_6742

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