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Lady Ariadna 1st Edition Sahara Jane

Rose
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Lady Ariadna
Sahara Jane Rose
Contenido
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Epílogo
Capítulo 1

Lady Ariadna suspiró mirando por la ventana, el invierno al fin


estaba despidiéndose y la primavera estaba por llegar, aunque en
Londres el clima siempre era húmedo, esperaba ansiosa por salir a
cabalgar por las mañanas y que le diera un poco de sol en el rostro,
estaba tan ansiosa por que comenzara la temporada, ese año,
ambas debutarían, y según los rumores que corrían por la buena
sociedad londinense, se presagiaba que ellas serian la sensación de
la temporada.
Ariadna era un manojo de nervios imaginandose en su fiesta de
presentación, suspiró pensando que le gustaría mucho que su madre
le prestara un poco de atención y la ayudara a erradicar todos esos
miedos y dudas que la embargaban, pero Lady Margaret Bristol,
marquesa de Bedford, siempre había preferido pasar las largas
noches en bailes a los cuales ni ella ni su prima podían asistir hasta
que no las presentaran en sociedad. Su prima era huérfana de
padres y desde muy pequeña se había mudado a vivir con ellos, sus
padres la trataban al igual que a ella, no es que no las quisiera, pero
preferían mil veces asistir a bailes y meriendas que pasar tiempo a
su lado.
La única persona que estaba a su lado, era su nana Mery, en cuanto
Ariadna nació, su nana ya no se pudo separar de ella, y eso que era
muy joven, ella la adoraba y la consideraba casi una madre, al
contrario de Adriana que siempre estaba provocando que la
regañaran al hacer alguna travesura, Ariadna sonrió al recordar el
día en que su prima por error había tirado un jarrón antiguo, le
estuvieron doliendo las orejas de la regañina que le dio Mery por
días.
Observó como la doncella de su prima Adriana salía al encuentro del
cartero, lo que se le hizo muy raro, porque por lo regular era
Jeremy; su mayordomo, quien recibía la correspondencia.
Ariadna vio que la doncella entraba corriendo en la casa y llevaba
oculto algo entre sus manos, seguramente algún enamorado de su
prima le había enviado algún presente, su prima era muy hermosa,
ambas compartían el mismo color de cabello rubio, y el tono azul de
sus ojos, aunque claro mientras Ariadna era de complexión menuda,
Adriana era más voluptuosa. Ambas se querían mucho y darían la
vida a una por la otra.
Ariadna salió de su habitación y entró la de su prima, su doncella
estaba parada junto a ella, se dio cuenta de que le había entregado
una carta, y ambas se giraron cuando escucharon que ella abría la
puerta.
—Milady —dijo Betty la doncella de su prima, haciendo una
reverencia y saliendo de la habitación, lo más rápido posible.
—¡Ari! —exclamó su prima, mientras se llevaba una mano al pecho
de manera teatral como si estuviera asustada —me has dado un
susto de muerte.
Ariadna se dio cuenta de que su prima trataba de ocultar algo detrás
de su vestido, siempre había sido muy alegre y la complicidad con
Adriana era tan especial que cualquiera que las observara diría que
eran hermanas. Ariadna se acercó hasta ella y trató de ver que era
lo que ocultaba.
—¿Qué es lo que ocultas Adriana, acaso tienes un enamorado
secreto? Le diré a mi madre —le dijo sonriendo mientras trataba de
alcanzar la hoja de papel, lo que claramente era una carta.
—No seas tonta Ariadna, es una carta que le ha enviado su familia a
mi doncella, pero como no sabe leer, me ha pedido que se la leyera,
le acaban de notificar que un familiar suyo ha muerto. Ni siquiera me
dejaste consolarla.
—Vaya lo siento por Betty.
—Yo también, prima, has pensado que collar llevaras en tu fiesta de
presentación.
—Sí, mi padre me ha dado un collar de esmeraldas que es hermoso
y perteneció a la abuela.
—Cómo te envidio, pero te quería pedir un favor prima, mi relicario
con mi inicial se ha estropeado, ha sido una desgracia, es la única
herencia que tenemos del abuelo, esperaba que pudieras prestarme
alguno de tus collares para nuestra fiesta de presentación.
Ariadna acarició el suyo que estaba colgado en su cuello, ambas
tenían el mismo relicario, con su inicial grabada en oro, y dentro de
él, tenían una foto de sus padres para llevarlos cerca de ellas.
—Claro, te puedo prestar el collar de esmeraldas, será mejor que yo
utilice el relicario del abuelo, así ambas llevaremos un recuerdo de
ellos, en nuestra noche especial.
—Aun no puedo creer que ahora podremos asistir a bailes, mamá
dice que seremos las debutantes más cotizadas de la temporada, su
amiga la condesa de Windsor, ha prometido decir a todas sus
amistades nuestras cualidades, me muero por ver a todas esas
damas, bailando, y a los hombres casaderos —dijo Ariadna
sonriendo.
—Sera algo emocionante, después de la visita que le hecho a la tía
Bethany en Bach, el ambiente de la ciudad lo siento muy triste, allá
la tía, me llevaba a las meriendas y alguno que otro baile, no son
tan estirados con las normas de etiqueta.
—La tía Bethany es algo alocada. Fue una lástima que mis padres no
me dejaran ir con ustedes, pero las fiebres por la gripe que pasé, me
dejaban agotada.
—Ya tendremos oportunidad de visitarla en otra ocasión. Porque
mejor no vamos a tu habitación para que me des el collar de
esmeraldas, estoy tan nerviosa por la presentación en sociedad,
¿crees que asista la reina?, tu madre le ha enviado una invitación, ya
sabes que son primas lejanas, tal vez nos haga el honor —dijo su
prima guardando la carta de su doncella en la mesilla que estaba
junto a su cama.
—De solo pensarlo me da un miedo, no sé si podré soportar la
presión de tenerla en nuestra fiesta.
—Si ella viene, entonces seremos las debutantes más cotizadas del
momento, puede que entonces un duque se interese en mí —
exclamó Adriana soñadora, mientras suspiraba teatralmente.
—Yo solo quiero encontrar a un hombre que me ame.
—Deja de soñar Ariadna, en nuestro círculo social las mujeres no
nos desposamos por amor. Debemos encontrar el hombre más
codiciado de la temporada, así le daremos en las narices a esa
entrometida de Lady Ema, siempre piensa que todos le debemos de
besar los pies.
—Es la hija de un duque, es obvio que se cree mejor que todas. Su
padre tiene mucho poder en el parlamento, su palabra es ley.
—Se morirá de la envidia cuando vea que me casaré con un duque.
Ariadna escuchó el sonido de un carruaje acercándose a la casa, y
se acercó a la ventana, vio que sus padres llegaban en ese
momento, su madre bajó del carruaje con ayuda de su padre, algo
grave tenía que haber sucedido para que regresaran tan pronto,
salieron de la habitación de su prima y fueron a su habitación para
que Ariadna le diera el collar a su prima, después bajaron al
saloncito continuo al comedor principal, ahí su padre estaba parado
junto a la chimenea bebiendo de su copa de brandi, y su madre
bebía un jerez mientras suspiraba dramáticamente.
—Padre, madre, ¿qué ha sucedido?, han regresado demasiado
pronto del baile de lady Rochester —dijo al ver su rostro pétreo.
—Ha pasado una desgracia, hija, Lord Freddie Russell duque de
Devonshire, ha muerto, nos han dicho que se ha suicidado. Al
parecer su mayordomo lo encontró en su despacho, se pegó un tiro
en la frente.
Ariadna dio un jadeo de asombro, había conocido a ese hombre en
una merienda aun recordaba que su prima había resbalado y él la
había ayudado como todo un caballero, incluso charlaron y su prima
se veía muy a gusto con ella, tanto que creyeron que él tenía algún
interés en su prima, pero después de ese instante, sus caminos no
se volvieron a cruzar. Ariadna giró la vista y vio que su prima había
palidecido, pero recompuso el gesto en cuestión de minutos.
—Es una desgracia padre, lo conocimos en una merienda, había
escuchado que era un lord muy apreciado en el parlamento, al
parecer sus propuestas, aunque eran muy idealistas al parecer
estaban siendo aceptadas. Será ese el motivo de su suicidio.
—Al parecer dicen que fue una mujer la causante de sus desgracias,
dicen que la conoció en Bach, que estaba tan enamorado de ella,
que no pudo soportar que esta dama en cuestión lo abandonara.
—Es verdad tío, cuando estuve con la tía Bethany, todos vimos lo
enamorado que ese hombre estaba. Coincidamos en varias
meriendas.
Su padre terminó la copa que se había servido y tomó a su madre
del brazo para pasar al comedor, el amor entre ellos era raro, de
esos amores que no los comprende la razón, porque Ariadna sabía
que entre ellos existía una complicidad que los hacia ser una de las
parejas más envidiadas entre sus pares, pero a veces sentía que
todo era una actuación, como si esa felicidad que demostraban no
fuera más que un simple acuerdo entre ambos. Ariadna se preguntó
si eso era lo que ella quería cuando contrajera matrimonio, y la
respuesta fue sencilla, no, ella quería vivir un amor tan intenso que
le robara en aliento de solo pensarlo.
Se sentaron a la mesa, y aunque no tenían tratado directo con lord
Freddie, su muerte parecía haber opacado la cena de ese día. Su
prima estaba nerviosa, y Ariadna sentía que una opresión en el
pecho la alteraba, pero no entendía por qué, suponía que nunca era
agradable enterarse de una muerte.
—¿Quién habrá heredado el ducado? Tengo entendido que Lord
Russell no tenía hermanos —dijo su madre bebiendo de su tacita de

—Al parecer hay un primo lejano, que era el administrador de un
condado, al no haber herederos él tomara el ducado y todas las
responsabilidades que eso conlleva.
—Debe de ser un viejo achacoso —dijo Adriana, llamando la
atención de todos.
—¡Adriana! Eso no se dice, debes compórtate como una verdadera
dama —reprendió su madre a su prima, que solo se sonrojó por su
comentario impulsivo.
Después de cenar, Ariadna subió a su habitación, su nana ya estaba
esperándola para ayudarla a que se metiera en la cama.
—Te has enterado nana, Lord Russell, se ha suicidado.
Su nana se santiguo al escucharla.
—No puedo creer que un joven Lord con toda la vida por delante, se
quitara la vida de esa manera.
—Padre dice que es porque se enamoró de una mujer que no le
convenía.
—Sabes, el amor, es el mejor sentimiento que podemos
experimentar, pero también nos puede llevar a perder la razón, dicen
que los hombres se vuelven locos, y las mujeres son capaces de
soportar muchas cosas por amor. Así que, si algún día te enamoras,
mi niña, deseo que el hombre que robe tu corazón se merecedor de
él.
—También lo deseo nana, quiero que mi esposo me ame, Adriana
me ha dicho que en nuestra sociedad los matrimonios no son por
amor, que debemos casarnos por conveniencia.
—Lamentablemente así es niña, todas las debutantes esperan
encontrar al Lord más acaudalado para poder desposarse, deben
asegurar su futuro y el de sus hijos, el amor es un sentimiento puro,
pero jamás servirá para llevar una vida de lujos, tus padres por
ejemplo tienen un buen matrimonio, puede que no se amen de
manera apasionada, pero ambos llevan una buena vida. Es lo menos
que tú mereces en un matrimonio.
—Tengo tantos nervios por la fiesta de presentación, me da miedo
cometer algún error que haga que sea la burla de las demás
debutantes, escuché el rumor que la temporada pasada, una
debutante se atrevió a comerse tres pastelillos, una debutante que
la odiaba se burló de ella y después de todas las burlas la pobre se
fue a recluir en su casa de campo. Dicen que se quedara solterona y
amargada.
—Las debutantes suelen ser muy crueles con tal conseguir sus
propósitos, pero tú no tienes nada que temer, serás la sensación de
la temporada.
Ariadna sonrió y se metió en la cama después de que su nana le
cepillara el cabello dejándolo brillante, esperaba que pronto pasara
la angustia de esperar el día de su presentación. Durante los días
siguientes todo fue una vorágine de emociones, su prima estaba
loca recorriendo la ciudad en busca de todos los detalles de la fiesta,
su madre se dejaba llevar por ella, aunque se notaba que prefería
mil veces estar en cama descansando para asistir al próximo baile.
Su madre y su prima estaban absortas mirando unos preciosos
sombreros de ala ancha, pero Ariadna estaba aburrida de buscar
una cinta que le gustara, vio que un pequeño pajarillo se posaba en
uno de los arbustos que estaba afuera de la tienda, y salió para
apreciarlo, era tan hermoso con sus colores amarillo y rojo. Se
acercó de manera sigilosa esperando no asustarlo, sonrió cuando el
pajarillo se le quedo mirandola, pero en cuanto ella levantó la mano
para tocarlo, la pequeña ave salió volando, Ariadna se giró para
entrar de nuevo en la tienda, con tan mala suerte, que no se percató
de que alguien estaba pasado justo detrás de ella, chocó con un
caballero y casi cae al suelo de ser porque el hombre reaccionó de
manera rápida, tomándola entre sus brazos para evitar la caída.
El corazón de Ariadna comenzó a latir de manera desenfrenada al
ver quien era su salvador. Unos ojos grises como el acero la miraban
con suficiencia, Ariadna recorrió el rostro del hombre del cual
desconocía el nombre, su mandíbula cuadrada y sus gruesos labios
estaban apretados en una fina línea de disgusto, tenía el cabello
negro como la noche, levemente rizado, aunque llevaba un
sombrero que no le permitía distinguirlo bien, era el hombre más
atractivo que ella había conocido.
—Milady, debe de tener más cuidado al caminar. —Su voz ronca hizo
que un escalofrió le recorriera la espalda.
—Milord, discúlpeme, estaba distraída.
El caballero terminó el mágico momento al separarse de ella,
Ariadna sintió el frio recorrer su cuerpo al estar tan lejos de él, pero,
aunque sentía que su presencia le había afectado la respiración, ella
parecía no haber causado ningún estrago en él. Se despidió con una
leve reverencia y entró en la tienda, donde su madre y su prima
seguían mirando guantes y demás prendas. Ariadna sentía que su
respiración aún no se normalizaba, miró atreves del escaparte y
observó a su salvador subirse en un carruaje de alquiler. Lo que
había sentido minutos antes, no se comparaba con ninguna situación
vivida.
Su rostro estaba teñido de rojo, al recordar sus fuertes manos
tomándola por la cintura para evitar la caída. Su madre giró la
mirada a donde ella estaba, levantando una ceja de manera
interrogante, pero Ariadna disimuló cogiendo una cinta en tono rosa,
que le combinaría a uno de sus vestidos. Las tres salieron de la
tienda, y Ariadna buscaba con la mirada algo o a alguien que no
llegaba a encontrar, daría lo que fuera por volver a sentir lo que
había experimentado en los brazos de ese hombre.
El día de su presentación en sociedad, los nervios la estaban
matando, incluso había llegado a vomitar de lo nerviosa que estaba,
se miró en el espejo, su rostro estaba pálido, esperaba no ponerse
enferma. Su prima entró en su habitación, y Ariadna la observó casi
con envidia pues estaba radiante mientras ella era un manojo de
nervios.
—Por Dios Ariadna, no puedes ser tan patética de ponerte enferma,
justo en este día tan especial —dijo Adriana mirándola con reproche.
—Han sido los nervios, enseguida estaré lista.
—A tu madre le dará un vagido si no te presentas. Vamos, piensa
que esta noche serás la envidia de todas las debutantes y conocerás
al hombre de tus sueños.
Ariadna lo dudaba, pero, aun así, sonrió de manera tímida a su
prima y se giró para mirarse en el espejo, tomó aire varias veces y
se dijo que ella podía soportar la presión, estaba segura que solo era
el nerviosismo del momento, nunca se le había dado bien estar entre
tanta gente. Su prima salió de la habitación moviendo la falda de su
pavoroso vestido en color blanco. Ariadna tomó aire por última vez
acercándose a las escaleras que daban al salón de su casa, sus
padres estaban en la entrada saludando a unos conocidos y su prima
estaba junto a ellos sonriendo radiante. Su padre en cuanto la vio
llegar, la saludó de manera cariñosa, pero ella podía ver en sus ojos
que no estaba para nada contento.
Estuvieron saludando y presentándolas a la buena sociedad
londinense, un tiempo que a Ariadna se le figuró eterno, estaba
cansada de estar sonriendo y fingiendo que estaba a gusto. Estaba
distraída mirando el sombrero de una de las damas, era de unos
colores tan llamativos que incluso lastimaban la vista, Ariadna
sonrió, cuando vio que el sombrero en cuestión era tan pesado que
incluso se le ladeaba peligrosamente a la pobre dama. La voz gruesa
de un hombre, hizo que su sonrisa se quedara congelada, y su
corazón se comenzó a acelerar de manera frenética.
Sentía un leve zumbido en los oídos, y su respirar alterado, giró la
vista para quedar frente a frente con el hombre que había evitado
que cayera al chocar con él.
—Ariadna, saluda a Lord Jack Kendrich, duque de Devonshire.
Ariadna abrió los ojos como platos, al escuchar ese título, no
esperaba que estando tan cerca la muerte de su primo, el nuevo
duque ya estuviera asistiendo a bailes, pero suponía que quería
integrarse a sus obligaciones lo antes posible, Ariadna sonrió de
manera angelical y le tendió la mano para saludarlo, Jack la tomó
entre la suya y depositó un suave beso, que la derritió por completo.
Ni siquiera fue consiente del jadeo que emitió su madre, era obvio
que había roto alguna de las tantas normas de la buena sociedad.
—Milady, un placer conocerla, espero me reserve un baile esta
noche.
—Encantada mi lord.
Él se alejó dejando un tenso silencio, su padre la miraba
fulminándola con la mirada y su madre con reproche, aunque sabía
que le esperaba una buena regañina, sonrió viendo alejarse al
hombre que le había robado el corazón desde el primer instante en
que lo conoció.
Capítulo 2
El salón de baile de la casa de sus padres estaba lleno, las parejas
en el centro del salón bailaban, al ritmo de la música, los vestidos de
las damas giraban al compás de la luz de las velas, parecían
caleidoscopios de colores, la cuadrilla que estaban bailando sus
invitados terminó y la orquesta anuncio el primer vals de la noche
que sería el primero en bailar con su padre, los asistentes hicieron
un espacio para que ella pasara junto con su padre al centro del
salón, sonrió nerviosa, por más clases de baile que tomara, siempre
le entraba el nervio de saber que ella era centro de atención de
todos sus invitados. Su padre la tomó de la cintura y en cuanto
comenzaron a sonar los primeros acordes la dirigió de manera
magistral por todo el salón, su padre la miró con cariño, ella nunca
había dudado de que la quisieran, pero ellos eran demasiado
distantes con los sentimientos.
—Siempre temí que llegara este momento hija, aun te recuerdo
jugando a las muñecas en tu habitación. Pero ahora es momento de
que encuentres tu propio camino.
—Dejaras que elija yo al hombre con el que quiero compartir mi
vida, padre.
—Debe de ser un hombre con posibles, que te de una vida de lujos y
que no pases penurias.
—Yo solo quiero que me ame. —Su mirada fue a parar a Lord
Kendrich que en ese instante estaba tomando una copa al lado de la
chimenea.
—Él no te conviene hija, su apellido está envuelto en la escandalosa
muerte de su primo. No quiero que tu reputación se vea afectada
por eso.
Ariadna sabía que su padre tenía razón, pero eso no evitaba que le
doliera el que Jack fuera un hombre prohibido.
—No creo que este buscando esposa, está muy reciente la muerte
de su primo.
Su padre sonrió para que sus invitados observaran lo feliz que era,
cuando las ultimas notas del vals sonaron, su padre la abrazó y
depositó un tierno beso en su frente, la tomó del brazo para llevarla
hasta la orilla de la pista de baile donde su madre sonriente la
esperaba para darle un abrazo también, pocas veces le demostraban
su afecto, y era una lástima que lo hicieran en esas condiciones.
Sonrió a su prima que tomada del brazo de su padre se dirigía al
centro del salón de baile para comenzar su primer baile, Ariadna se
abanicó mirando a todos lados, cuando encontró a Jack, sus ojos
coincidieron, su mirada penetrante la sonrojó, y le dedicó una tímida
sonrisa, mineras se refrescaba con su abanico de nácar. Su madre
llamó su atención diciéndole lo maravillosa que estaba su prima,
pero ella, aunque trataba de prestar atención, no lo lograba, giró la
vista de nuevo, pero Jack no se encontraba en el mismo lugar, y
aunque recorrió todo el salón con la mirada no lo encontró,
decepcionada, sonrió a su padre y su prima que regresaban en ese
instante, después de que su madre también abrazara a su prima,
varios caballeros se acercaron para pedirles un baile.
Ariadna suspiró mirando a todos esos hombres que no la conocían
de nada, sin embargo, estaba segura de que si pudieran pedirían su
mano en ese instante al enterarse de la cuantiosa dote que tenía, su
padre se había asegurado de que todo Londres supiera que el
hombre que se desposara con ella se llevaría un buen aliciente
económico. Si antes pensaba que el matrimonio entre sus pares era
una farsa, ahora lo confirmaba.
Un hombre apuesto se acercó hasta ella, tenía el cabello rubio y sus
ojos azules brillaban con emoción, Ariadna sonrió tímidamente.
—Lady Ariadna, me haría el honor de concederme esta pieza. —Ella
estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de
que incluso su prima ya estaba con un joven, lista para comenzar
una cuadrilla. Ariadna giró la vista a su padre como pidiéndole
permiso, y este asintió con la cabeza, a ella no le quedó más
remedio que tomar del brazo a su pareja de baile para seguirlo hasta
sus posiciones.
Ariadna sonrió abanicándose, antes de que la música comenzara a
sonar, bajó su abanico y tomó su vestido siguiendo el ritmo de la
música, su pareja la miraba embelesado y ella se sonrojó porque
nunca nadie la había mirado de esa manera, como si la deseara. Sus
mejillas estaban teñidas de rojo por el baile y sus ojos brillaban de
manera seductora, la música le indicaba que tenían que intercambiar
pareja con la cuadrilla de al lado, y Ariadna se detuvo en seco
cuando vio que ahora Jack era su pareja, su corazón comenzó a latir
de manera desenfrenada, al ver que Jack alzaba una ceja, mirándola
con suficiencia. Su sonrisa burlona, hizo que saliera de su estupor y
comenzara a bailar igual que las demás.
Por suerte la música volvió a cambiar y de nuevo regresó con su
anterior pareja, lo que había sentido desde que conocía a ese
hombre, era algo tan desconocido para ella que incluso la asustaba.
Por suerte la música terminó y cada pareja se dispersó, Ariadna
tomó del brazo a su acompañante, escuchó la risa cantarina de su
prima, y se alegró porque estuviera feliz, Adriana era la que más
emocionada estaba por su presentación en sociedad, su pareja la
dejó a un lado de su madre que la miraba orgullosa como un
pavorreal, varios jóvenes se acercaron a saludarla, y ella bailó con
algunos, al final de la velada le dolían los pies de tanto pisotón y los
mofletes de estar sonriendo de manera fingida, se dio cuenta de que
algunos caballeros solo estaban interesados en su dote, tanto que
incluso la única frase que le habían dedicado era que si podían
hablar con su padre.
Ella les contestaba que sí, porque no quería ser descortés, ya su
padre se encargaría de despacharlos a todos. Estaba bailando un
vals con un joven que al parecer heredaría un condado vecino,
cuando la risa escandalosa de una mujer la hizo girar la mirada para
encontrarse a Jack tomando entre sus brazos a esa mujer mientras
la giraba por todo el salón de baile, incomprensiblemente, Ariadna
sintió que la furia la recorría y no entendía la razón, tenía pocos días
de conocer a ese hombre y apenas si habían cruzado alguna
palabra, pero su corazón se alteraba al tenerlo tan cerca.
Sonrió a su compañero de baile y este la miró como su le hubiera
regalado la luna, gimió para sus adentros porque lo que menos
quería era darle falsas esperanzas. En cuanto la música acabo, llegó
junto a su madre que estaba sentada platicando con las matronas,
que la miraron con aprobación, se disculpó diciendo que tenía que
tomar aire fresco, algunas damas abusaban de las fragancias que
vendían en la perfumería, y los bailes solían inundarse de los aromas
de moda.
Estaba parada detrás de una columna que la protegía de salir a la
terraza, así nadie podría poner en riesgo su reputación, cuando
sintió que una mirada penetrante se posaba sobre de ella, recorrió la
terraza con la mirada y encontró a los ojos grises que la
atormentaban, Jack estaba parado recargado de la barandilla,
fumándose un puro, su mirada la estremeció, pero no porque le
tuviera miedo, sino por el deseo de correr hasta él. En contra de los
deseos de su padre, salió a la terraza; el aire fresco de la noche le
pegaba en el rostro. En cuanto llegó hasta donde estaba Jack, elevó
el rostro y sus ojos se posaron tímidamente sobre los de él.
—Milady, este no es el lugar ideal para una debutante.
—Milord, solo quería acercarme para agradecerle que me ayudara a
no caer afuera de la sombrerería.
Él soltó un gruñido en respuesta y se le quedó mirando como si
esperara que ella dijera algo más, pero Ariadna solo se quedó
mirándolo fijamente.
—Milady, será mejor que regrese con su padre, estará buscándola y
sabemos que, si la encuentran aquí, su reputación quedara dañada.
Esas palabras hicieron que Ariadna asintiera con la cabeza y se diera
media vuelta para regresar al salón de baile, tenía sentimientos
encontrados, pero es que era una tonta, se imaginaba que, al salir a
verlo a la terraza, él le declararía su amor eterno y le pediría que
fuera su esposa, algo totalmente estúpido, pues ese hombre no la
conocía de nada y estaba pasando por un periodo de luto. Que ilusa
era, un caballero como Jack no se puede enamorar de una
debutante con solo una mirada.
Encontró a su prima rodeada de pretendientes y en cuanto se
percataron de su presencia, algunos se acercaron para ofrecerle un
refresco, ella lo agradeció porque estar tan cerca de ese hombre le
había dejado seca la boca, bailó otras pizas más con algunos amigos
de su padre, estaba punto de decirle a su madre que se quería
retirar cuando alguien la tomó del brazo llevándola casi a la fuerza al
centro del salón de baile, para su asombro Jack la miraba de manera
seductora mientras la sostenía por la cintura para guiarla al compás
de las notas musicales.
En ese instante para Ariadna fue como si todo el mundo hubiera
desaparecido, solo estaban ellos dos, mirándose fijamente, como si
nada importara, Jack la atrajo casi de manera indecente junto a su
cuerpo, y Ariadna pudo sentir lo fuerte y musculoso que era, el
aroma de su fragancia inundaba todo el espacio. Ariadna no quería
que el momento terminara, se sentía tan especial estando entre sus
brazos, pero sobre todo se sentía tan suya. El mágico momento fue
interrumpido por la orquesta que terminó la pieza musical
devolviéndola al presente.
Como todo un caballero, Jack la llevó hasta donde su madre estaba,
mirándolos con los ojos abiertos como platos. Las matronas
cuchicheaban, mirando al nuevo duque bailar con una debutante.
Ariadna quería gritar de gusto, ese era por mucho el mejor baile que
ella había tenido, aunque en realidad ese era el primer baile al que
asistía, así que no tenía mucho de donde comparar.
—Duquesa, le entregó a su hija. Espero que me permita visitarla.
Su madre se sonrojó como una debutante, y después se abanicó de
manera discreta, dándole las gracias a Jack, diciéndole que por
supuesto era bienvenido.
En cuanto Ariadna vio que Jack salía por la puerta principal de su
casa, toda la fiesta perdió la diversión, así que le dijo a su madre
que estaba muy cansada y que se recostaría un rato, su nana la
estaba esperando mientras remendaba uno de sus faldones, en
cuanto la vio llegar se levantó para ayudarla con su vestido.
—Nana, no tenías que esperarme, alguna de las doncellas me podía
ayudar.
—Sabes que quería saber cómo ha sido tu primer baile. Cuéntame
que me estoy muriendo de la intriga.
—Lo he conocido nana, he visto al hombre que quiero por esposo.
Su nana sonrió, porque sabía que cuando a Ariadna se le metía una
idea en la cabeza no descansaba hasta lograr su objetivo.
—¿Es guapo? —preguntó su nana, quitándole el vestido y pasándole
un camisón.
—Es tan guapo que quita el aliento, nana, cuando ha bailado
conmigo, he sentido que todos los demás desaparecían y solo
estábamos nosotros dos bailando.
Su nana se llevó una mano a su pecho emitiendo un jadeo de
asombro.
—No lo puedo creer mi niña, te has enamorado.
—¿Crees que me he enamorado, nana? —contestó Ariadna
asombrada.
—No estoy muy segura mi niña, pero por lo visto ese hombre te ha
alterado.
Ariadna se sentó en el banquillo del tocador y su nana comenzó a
cepillarle el pelo hasta dejarlo brillante, miró su reflejo y se dio
cuenta que sus ojos brillaban de una manera tan especial, como si
estuviera enamorada en verdad.
Después de que su nana terminara de cepillarla, se metió en la cama
cubriéndose con una frazada, su nana se sentó junto a ella y le
acarició el cabello tal y como cuando era una niña y le costaba
dormirse, sus padres siempre tenían un baile al que asistir así que
era su nana quien velaba su sueño.
—Descansa mi niña, mañana seguramente tendremos a todos los
jóvenes casaderos en la puerta de la casa. Tu padre tendrá que
ahuyentarlos con la escopeta.
—Papá no sabe disparar, seguramente se pegaría un tiro en el pie,
antes de darle a alguno de nuestros pretendientes.
Ariadna estuvo tratando de conciliar el sueño, pero estaba tan
inquieta que no lo lograba, se levantó para mirar por la ventana y la
silueta de un hombre parado en la esquina de su casa mirando
fijamente a su ventana, le cortó el aliento, Jack la miraba, aunque
estaba tan lejos que no podía asegurarlo. Se escondió detrás de las
cortinas, pero después de unos minutos vio como el caballero se
alejaba, subiéndose en un carruaje de alquiler, Ariadna regresó a su
cama, y aunque le costó logró dormirse, lo único malo es que toda
la noche en sus sueños se metían unos ojos grises que la miraban
entre furiosos y atormentados.
La despertó la luz que se filtraba por la ventana, su nana había
corrido las cortinas, para que le diera el sol.
—Por favor nana, déjame dormir un poco más —suplicó
envolviéndose con las mantas hasta la cabeza.
—Nada de por favor, debes levantarte, sino después no querrás
dormir la siesta, y he escuchado a tus padres decir que esta noche
asistirán a un baile muy importante. Eso es lo que conlleva tu
presentación, que debes de estar a la vista de todos los jóvenes para
que alguno se anime a pedir tu mano. Aunque ya lo han hecho.
El corazón de Ariadna se detuvo pensando en que Jack la había
pedido en matrimonio.
—¿Quién ha sido nana?, sabes que le ha dicho mi padre.
—Al parecer es un conde venido a menos, así que tu padre lo ha
despachado, el muy infeliz, incluso tuvo el descaro de decirle a tu
padre que entonces se casaría con tu prima. Como i fuera un premio
de consolación.
—Adriana seguramente estará furiosa.
—Furiosa es poco, estaba histérica.
Ariadna se levantó y se lavó el rostro en la palangana que tenía en
una mesilla, su nana le dio un vestido en tono rosa, con pequeñas
florecillas en color amarillo, la ayudó a ponerse el corsé, y después
su nana le hizo un primoroso recogido que hacía que su rostro
luciera más delgado. Bajó las escaleras agarrada de la barandilla, y
le sonrió a su mayordomo que estaba esperándola para abrirle la
puerta que daba al comedor, en cuanto entró vio a sus padres que
estaban desayunando y a su prima que por la cara que tenía,
necesitaba dormir un día entero.
—Buenos días padre —se acercó hasta él para darle un beso en la
mejilla, después fue hasta la silla de su madre he hizo lo mismo.
—Hija, desayuna, tenemos que hablar acerca de sus pretendientes.
—Pareces disgustado padre, es que acaso alguien te ha faltado al
respeto.
—No lo harían hija por la cuenta que les corre, pero eso no evita que
muchos se quieran acercar a ustedes solo para quitarles el dinero de
su dote, deben elegir bien con quien compartirán su vida.
Esas palabras se clavaron en Ariadna, sabía que su padre no
aprobaba a Jack, pero ya ella lo convenciera de que era el hombre
ideal.
—Tío, no te preocupes, que nosotras sabremos elegir muy bien.
—Ariadna, el duque de Devonshire, estuvo bailando de manera
escandalosa contigo, estaba a punto de entrar a interrumpir el baile
cuando por suerte la pieza se acabó, pero debes saber que ese error
no se puede volver a cometer, o es que quieres que tu reputación se
vea dañada, no creo que lord Kendrich esté buscando esposa.
—Le ha pedido permiso a madre, para poder visitarme. Tal vez entre
sus nuevas responsabilidades este encontrar una esposa que le dé
un heredero.
—Es inadmisible, no quiero a ese hombre cerca de ti, no me da
confianza, es como si estuviera mirando con odio mal disimulado a
todo el mundo.
—Seguramente es porque aún no se adapta a su nueva posición
social.
—Para ser duque se nace, se tiene una vida de preparación, y él solo
ha llegado a tomar un título porque la desgracia cayó sobre su
familia.
Ariadna suspiró, quería decirle a su padre que le diera una
oportunidad a Jack, pero en ese instante no escuchaba de razones,
lo mejor era dejar que los aires se calmaran, cuando se dieran
cuenta de que Jack se involucraba en todo lo que conlleva las
responsabilidades de un duque, su padre lo aceptaría gustoso.
Desayunó pensando en que tal vez ese día fuera a visitarla, así que
debía estar especialmente hermosa, quería agradarle y que de esa
manera no se fijara en nadie más.
Salió con su madre y su prima de compras, al parecer no tenían
suficientes medias, y aunque Ariadna estaba rogando encontrarse a
Jack, esta vez no tuvo la misma suerte, llegaron agotadas y se
fueron directo a tomar una siesta, esperaba encontrar al hombre que
le robaba el sueño en el baile de esa noche.
Ariadna sonrió a sus anfitriones que les daban la bienvenida de
manera cálida, todo el salón de baile estaba primorosamente
decorado con flores que hacían el ambiente más agradable, caminó
detrás de sus padres, junto con su prima, que veía todo con
admiración, la música era un deleite para los oídos, y aunque
llegaban a buena hora, ya había varias parejas bailando. Se dio
cuenta que varios de sus pretendientes estaban esperándola, a
Ariadna se le escapó una risa traviesa al ver que se empujaban por
llegar a su lado, se sonrojó de gusto, cuando uno le besó la mano
pidiéndole que le concediera un baile, ella aceptó gustosa porque
eso era lo que esperaba de ella, pero en el fondo Ariadna solo quería
encontrar a su duque para bailar con él, y olvidarse de que todos a
su alrededor existían.
Si por ella fuera se marcharía de ese lugar para buscarlo, durante
todo el día no hacía más que añorar su compañía y llevarlo en el
pensamiento. Sus pretendientes no les dieron tregua pues Ariadna
bailó varias piezas, sonrió encantada, algunos eran unos aduladores
de cuidado y otros simplemente le endulzaban el oído porque
querían congraciarse con su padre.
Estaba riendo de un chiste que le había contado lord Chapman,
cuando sintió una mirada penetrante justo sobre ella, su corazón
comenzó a latir de manera desenfrenada, era él, era su duque, que
estaba mirándola. Cuando su acompañante la dejó en la orilla, ella
lo buscó con la mirada, no quería irse de la fiesta sin antes haber
bailado con él.
—Lady Ariadna, ¿está buscando a alguien? —la voz ronca de Jack la
estremeció.
—Lord Kendrich, me ha dado un susto —Ariadna se sobresaltó al
darse cuenta que estaba justo detrás de ella.
—Lo lamento milady, no era mi intensión, me he acercado para
pedirle que me conceda un baile.
Ariadna que estaba deseando pasar un tiempo con él, aceptó
encantada, se dio cuenta que su madre se acercaba a ella de
manera decidida, así que antes de que le dijera que se tenían que
marchar, tomó a Jack del brazo para caminar a hasta el centro del
salón de baile, los músicos comenzaron a tocar un vals, y Ariadna
sentía que rozaba el cielo cuando Jack la tomó de la cintura y unió
sus manos, en ese instante Ariadna sintió que partencia a ese lugar,
sonrió de manera enamorada, no entendía como funcionaba el amor,
pero estaba claro que a ella le había llegado de golpe. Sus miradas
estaban tan fijas que para ella no existía nadie en ese instante más
que él. Le sonrió de manera encantadora y Jack dio un vistazo a las
demás parejas de baile antes de mirarla a ella.
—No soy como ellos, Ariadna.
—No entiendo lo que quieres decir —dijo sin darse cuenta que lo
estaba tuteando.
—No soy un hombre que le regale los odios a una mujer para
llevarme al lecho.
Ariadna se sonrojó de tan solo imaginarlos a los dos en el lecho,
desvió la vista para que no notara la tonalidad de su rostro, pero con
la luz de las velas era imposible. Jack levantó una ceja con
suficiencia, Ariadna, al ver ese gesto, se sintió tan viva, la mirada
peligrosa de Jack no hacía más que incitarla a conocerlo más.
—¿Y cómo es, milord? —dijo seductora.
—Soy un hombre de verdad, Ariadna, y necesito una mujer igual, no
una chiquilla que se deja endulzar el odio por cualquiera.
—¿Esto es una propuesta, milord? —preguntó ella asombrándolo.
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The Project Gutenberg eBook of Peck's Bad Boy in
an airship
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United States, you will have to check the laws of the country where
you are located before using this eBook.

Title: Peck's Bad Boy in an airship

Author: George W. Peck

Illustrator: Charles Lederer

Release date: November 27, 2023 [eBook #72237]

Language: English

Original publication: Chicago: Stanton and Van Vliet Co, 1908

Credits: Stephen Hutcheson, Gísli Valgeirsson, Rod Crawford, Dave


Morgan and the Online Distributed Proofreading Team at
https://www.pgdp.net

*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK PECK'S BAD


BOY IN AN AIRSHIP ***
PECK’S BAD BOY IN AN
AIRSHIP
“Take That from Your Little Hennery.”
Peck’s Bad Boy
in an Airship
By Hon. Geo. W. Peck
Author of Peck’s Bad Boy, Peck’s Bad Boy Abroad, Peck’s Bad Boy
With the Circus, Peck’s Bad Boy With the Cowboys, Etc.

Humorous and Interesting


A story relating the adventures of Peck’s Bad Boy and
His Pa who are sent to Europe to investigate airships
with an idea of using them in the United States Navy.
Tells of their adventures in Europe also in South Africa
where the airship is used in hunting wild animals.

Illustrated by Charles Lederer


The Celebrated Illustrator and Cartoonist
Copyright, 1908
By W. G. CHAPMAN

Copyright, 1908
By THOMPSON & THOMAS
CONTENTS.

CHAPTER I.
The Bad Boy Wants to Be an Orphan—The Bad Boy Goes to an Orphan
Asylum—The Government Gives the Bad Boy’s Pa an Appointment to
Travel Over the World and Get Information About Airships, Dirigible
Balloons and Everything to Help Our Government Know What Other
Governments are Doing in Case of War 15

CHAPTER II.
No Encouragement for Inventive Genius in Orphan Home—The Boy Uses
His New Invention, a Patent Clothes Wringer, in Milking 28

CHAPTER III.
The Boy Escapes from Orphan Asylum—The Boy and His Chum Had Red
Letter Days—The Boy is Adopted by New Friends 42

CHAPTER IV.
A Bad Railroad Wreck—The Boy Contrasts Their Ride to One in a Parlor
Car—The Lawyer is the Greatest Man on Earth—The Boy Settles His
Claim for $20 55

CHAPTER V.
The Bad Boy Leaves St. Louis in a Balloon—The Boy Makes a Trip to San
Francisco and Joins Evans’ Fleet—The Police Arrest Boy and Tie Up
Balloon 67

CHAPTER VI.
The Balloon Lands in Delaware—The Boy Visits the Battleships—They 78
Scour the Boy With a Piece of Brick and Some Laundry Soap—The Boy
Investigates the Mechanism of the Battleships—The Boy Goes With the
Ships as a Mascot

CHAPTER VII.
A Storm Comes from the Coast of Cuba—Everyone Goes to Sleep on the
Ship Except the Watchman and Pilot—The Bad Boy is Put in the
Dungeon—The Captain Says to Throw the Boy Overboard to Feed the
Sharks 91

CHAPTER VIII.
The Boy Dresses Up in His Sunday Clothes and Tells the Captain He is
Ready to Die—The Crew Throw a Steer Overboard to Feed a School of
Sharks—The Boy Produces His New Electric Battery—The Bad Boy
Makes a Trip to France to Meet His Pa 104

CHAPTER IX.
The Bad Boy Arrives in France—The Boy’s Pa is Suspected of Being an
Anarchist—The Boy Finds Pa Seated at a Large Table Bragging About
America—He Told Them the Men in America Were All Millionaires and
Unmarried 131

CHAPTER X.
Pa Had the Hardest Time of His Life in Paris—Pa Drinks Some Goat Milk
Which Gives Him Ptomaine Poison in His Inside Works—Pa Attends the
Airship Club in the Country—Pa Draws on American Government for
$10,000 145

CHAPTER XI.
The Boy and His Pa Leave France and Go to Germany, Where They Buy
an Airship—They Get the Airship Safely Landed—Pa and the Boy With
the Airship Start for South Africa—Pa Shows the Men What Power He
Has Over the Animal Kingdom 157

CHAPTER XII.
All Kinds of Climates in South Africa—Pa Hires Men to Capture Wild
Animals—The Boy and His Pa Capture Some Tigers and a Big Lion—
They Have a Narrow Escape from a Rhinoceros 170
CHAPTER XIII.
Pa Was a Hero After Capturing Two Tigers and a Lion—Pa Had an Old
Negro With Sixty Wives Working for Him—Pa Makes His Escape in
Safety—Pa Goes to Catch Hippopotamusses 181

CHAPTER XIV.
Pa Was Blackmailed and Scared Out of Lots of Money—Pa Teaching the
Natives to Speak English—Pa Said the Natives Acted Like Human
Beings—Pa Buys Some Animals in the Jungle 194

CHAPTER XV.
The Idea of Airships is All Right in Theory, but They are Never Going to Be
a Reliable Success—Pa Drowns the Lions Out With Gas—The Bad Boy
and His Pa Capture a Couple of Lions—Pa Moves Camp to Hunt Gorillas 207

CHAPTER XVI.
The Boy’s Pa Shows Bravery in the Jungles in Africa—Four Gorillas Chase
Pa—The Boy and His Pa Don’t Sleep Much at Night—The Boy
Discovers a Marsh Full of Wild Buffaloes 220

CHAPTER XVII.
The Boy’s Experience With an African Buffalo—The Boy’s Pa Shoots
Roman Candles to Scare the Buffaloes—The Boy’s Pa Tames the Wild
Animals 234

CHAPTER XVIII.
The Boy and His Pa Start for the Coast in an Airship—Pa Saluted the
Crowd as We Passed Over Them—The Airship Lands Amid a Savage
Tribe—The King of the Tribe Escorts Pa and the Boy to the Palace 246

CHAPTER XIX.
The Boy’s Pa Becomes King over the Negroes—Pa Shows the Natives
How to Dig Wells—Pa Teaches the Natives to become Soldiers—The
Boy Uses a Dozen Nigger Chasers and Some Roman Candles—The
Boy, His Pa and the Natives Assist at the 4th of July Celebration 258
ILLUSTRATIONS.

Gee, My Ideas of an Orphan Home Got a Shock.


The Way Freshmen Do in College When They’re Being
Murdered.
Gosh, But I Never Had Such an Excursion.
Grabbed the Balloon Rope and Gave it a Hitch Around the
Pole.
Any Man That Lays Hands on the Government Mail Can
Be Imprisoned for Life for Treason.
Hit the Chief of Police With a Bottle.
They Pulled Me Through the Forty-Foot Gun to Swab it
Out.
When it Exploded the Jap Was the Scaredest Person I
Ever Saw.
The Boss of the Boat Ordered Me Pulled Out With a Boat
Hook.
I Am Thy Father’s Ghost—Come on in, the Water’s Fine.
The Captain Got Upon a Chair and Pulled a Revolver and
Was Going to Shoot.
I Gave Him a Squeeze That Sent a Shock Through Him
That Loosened His Teeth.
Pa’s Face Was Scratched So They Sent Him to the Pest
House.
After Pa Had Been Ducked in the Fountain They Charged
for Two Ducks He Killed by Falling on Them.
The Fireworks Went Off. The Woman Threw a Fit and Pa
Raised Out of the Smoke.
Up She Went With the Inventor Steering and Pa Hanging
on for Dear Life.
Pa Gave a Honk Honk Like an Auto, But the Lion Wasn’t
Frightened So You Would Notice.
When Pa Found the Snake Coiled Up on His Blanket He
Threw a Fit.
Looking Him Square in the Face I began to Chant, Ene-
Mene-Miny-Mo.
Pa Astride of a Zebra, Has Frightened the Elephants Into a
Stampede by Playing “A Hot Time” on a Mouth Organ.
Pa Made a Lunge and Fell on Top of the Little Elephant,
Which Began to Make a Noise Like a Baby.
“There’s Your Lions, About a Dozen, Captured Down in
That Hole; Help Yourselves,” Said Pa.
“Get in There, You Measly Cur Dog,” Said Pa, Kicking the
Big Lion at Every Jump.
Pa Stopped the Music and Repeated an Old Democratic
Speech of His, and They Acted Just Like a Caucus.
All He Had to Do Was Play “Supper is Now Ready in the
Dining Car.”
Some of Those Negroes are Running Yet, and Will, No
Doubt, Come Out at Cairo, Egypt.
Pa Had to Put His Foot on Their Necks and Acknowledge
Him Their King and Protector.
Peck’s Bad Boy in an Airship.
CHAPTER I.
The Bad Boy Wants to Be an Orphan—The Bad Boy Goes to an
Orphan Asylum—The Government Gives the Bad Boy’s Pa an
Appointment to Travel Over the World and Get Information About
Airships, Dirigible Balloons and Everything to Help Our Government
Know What Other Governments Are Doing in Case of War.

I have always wanted to be an orphan and I guess now I have got


my wish.
I have watched orphans a whole lot and they have seemed to me to
have the easiest job outside of politics.
To see a good mess of orphans at an Orphan Asylum, with no
parents to butt in and interfere with your enjoyment has seemed to
me to be an ideal existence.
When a boy has a father that he has to watch constantly to keep him
from going wrong he has no time to have any fun, but to belong to a
syndicate of orphans, with an easy old maid matron to look after the
whole bunch, an individual orphan who has ginger in him can have
the time of his young life. At least that is the way it has always
seemed to me.
They set on the food at an orphanage, and if you have a pretty good
reach, you can get enough corralled around your plate to keep the
wolf from the door, and when it comes to clothes, you don’t have to
go to a tailor, or a hand me down store, and take something you
don’t want because it is cheap, but you take any clothes that are
sent in by charitable people, which have been worn enough so there
is no style about them, and no newness to wear off by rolling in the
grass, and you put them on and let it go at that, if they do smell of
moth balls.
Pa has skipped and I am left alone and I shall enter as a freshman in
an Orphan Asylum, and later go out into the world and travel on my
shape.
Pa took me to Washington and for a week he was visiting the
different Departments, and nights he would talk in his sleep about air
ships and balloons, and forts and battleships, and about going
abroad, until I thought he was getting nutty.
One day he called me up to our room in the hotel and after locking
the door, and plugging up the keyhole with chewed paper he said:
“Now, Hennery, I want you to listen right out loud. The government
has given me an appointment to travel over the world and get
information about air ships, divagable balloons, and everything that
will help our government to know what other governments are doing
in inventing things to be used in case of war. I am to be the Billy
Pinkerton of the War Department and shall have to spy in other
governments, and I am to be the traveling diplomat of the
government, and jolly all nations, and find out how things are running
everywhere.
“You will have to stay home this time because you would be a dead
give away, so I will send you to a nice orphan home where you will
be taught to work, and where guards will keep you on the inside of
the fence, and put you to bed in a straight jacket if you play any of
your jokes, see?” and Pa gave me a ticket to an orphans’ home, and
a letter of introduction to the matron and the next day I was an
inmate, with all the degrees coming to me. What do you think of that,
and Pa on the ocean, with a government commission in his pocket?
Gee, but my ideas of an orphans’ home got a shock when I arrived
at the station where the orphans’ home was located. I thought there
would be a carriage at the train to meet me, and a nice lady dressed
in white with a cap on her head, to take me in her arms and hug me,
and say, “Poor little boy, I will be a sister to you,” but there was no
reception committee, and I had to walk a mile with my telescope
valise, and when I found the place and went in the door, to present
my letter to the matron, a man with a scar on his face, and one eye
gone, met me and looked over my papers, and went, one eye on me,
and called an assistant private and told him to take me and give me
the first or entered apprentice degree.

Gee, My Ideas of an Orphan Home Got a Shock.

The private took me by the wrist and gave me a jerk and landed me
in the laundry, and told me to strip off, and when I had removed my
clothes and folded them and laid them on a table, he took the clothes
away from me, and then told me to climb into a laundry tub, and he
turned cold water on me and gave me a bar of yellow laundry soap,
and after I had lathered myself he took a scrubbing brush, such as
floors are scrubbed with, and proceeded in one full swoop to peel the
hide off of me with a rough crash towel till you could see my veins
and arteries, and inside works as well as though you had used X-
rays, and when I was ready to die and wanted to, I yelled murder,
and he put his hand over my mouth so hard that he loosened my
front teeth, and I guess I died right there or fainted, for when I came
to, and thought the resurrection morning, that they used to tell me
about in the Sunday School, had come. I found myself dressed in a
sort of combination shirt and drawers, like a bunny nightie, made of
old saddle blankets, and he told me that was the uniform of the
orphanage and that I could go out and play for fifteen minutes, after
which the bell would ring and I could go from play to work. Gosh, but
I was glad to get out doors, but when I began to breathe the fresh air,
and scratch myself where the saddle blanket clothes pricked me,
about fifty boys, who were evidently sophomores in the orphanage,
came along, and made a rush for me, to haze me as a freshman.
Well, they didn’t do a thing to me. They tied a rope around one
ankle, and threw the rope over a limb, and pulled me off the ground,
and danced a war dance around me and run thistles up my trouser’s
legs, and spanked me with a board with slivers in it, and let me down
and walked over me in a procession, singing “There’ll be a hot time
in the old town to-night.” I laughed all the time, because that is the
way freshmen do in college when they are being murdered, and I
thought my new associates would like me better if I died game. Just
before I died game the bell rang, and the one eyed pirate and his
chief of staff came out and said we would go to work, and the boys
were divided into squads and put to work, some husking corn, others
sweeping up dead leaves, others milking cows, and doing everything
necessary around a farm.
Before I was set to work I had a few minutes of silent reflection, and I
thought of my changed condition from my porcelain lined bath tub
with warm water and soft towels, to that bath in the laundry, and the
skinning process of preparing a boy for a better life.

The Way Freshmen Do in College When They’re Being


Murdered.

Then what do you suppose they set me to work at? Skinning bull
heads and taking out the insides. It seems the boys catch bull heads
in a pond, and the bull heads are used for human food, and the
freshest boys were to dress them. Well, I wasn’t going to kick on
anything they gave me for a stunt, so I put on an apron, and for four
hours I skinned and cut open bull heads in a crude sort of way, until I
was so sick I couldn’t protect myself from the assaults of the live bull
heads, and the cook said I done the job so well that she would ask to

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