Ana Pizarro La Amazonia
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Ana Pizarro
Universidad de Santiago de Chile
1 fator: concepção ampla de cultura permitiu alargar a gama de sujeitos culturais da Amazônia
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Por tanto, nuestra pregunta es la siguiente: ¿Cuáles son los pergunta que orienta o
elementos constitutivos de la articulación cultural que apunta a la artigo
imaginação: "forja cultural" señalábamos antes, países que entraban en la contienda por el bo-
tín americano impulsaban a sus representantes a la aventura
amazónica:
[Inglaterra] tiene otra heredad y la seguridad de riqueza y gloria en los
viajes a las Indias Occidentales –escribe en su dedicatoria a personajes
de la corte inglesa Sir Walter Raleigh–, y una entrada fácil para invadir
las mejores partes de ella, por la vía común [Raleigh, 1980: p.27].
difusão dos relatos na Europa Estos textos son significativos de la construcción de la imagen
occidental, que se internacionaliza a través de la difusión que ad-
quieren estos relatos en Europa. El texto de Walter Raleigh de su
viaje a la Guayana y el Orinoco –él no llega al río Amazonas–, fue
traducido de inmediato al latín, lengua franca de la época, publi-
cado en 1599 por Théodore de Bry y traducido al alemán, francés,
holandés e italiano. El interés abierto por la aventura americana
iba a hacer que el género tuviese un enorme éxito en los siglos
XVIII y XIX como ha observado Ottmar Ette [Ette, 2001].
¿Cómo y porqué se construye este nuevo espacio cultural en el
primer momento colonizador, esta imaginería fantástica sobre la
Amazonía?
La interpelación a lo desconocido es un atractivo singular de
todos los tiempos, más aún en un momento en que se trataba de
espacios que se estaban abriendo paulatinamente. En esta inter-
imaginação povoada pelación no todo era desconocido, el relato de los viajes remitía a
por representações tradicionais
da mentalidade cultural europeia un mundo que ya estaba consignado en su fascinación, el de los
viajeros conocidos, con sus topologías y bestiarios, su zoología fan-
tástica y sus aventuras inauditas desde Pierre d’Ailly con su Ima-
go Mundi, Mandeville o Marco Polo. No era sólo el placer de atis-
bar lo desconocido que hacía del relato de viajes un atractivo espe-
cial: era que en él se leía el intertexto, se reconocía a los personajes
de otros viajes, de otras naturalezas inusitadas, otras zoologías,
como los que aparecían en las Etimologías de San Isidoro de Sevi-
lla que incluso estaban organizados en grupos: los portentos, los
ostentos, los monstruos y los prodigios. El iwaipanoma de Sir Wal-
ter Raleigh, este personaje del que escribe, es un ejemplo:
Son llamados Ewaipanomas; se informa que tienen los ojos en los hom-
bros, y la boca en la mitad del pecho y que una gran cola de pelo les cre-
ce hacia atrás entre los hombros [Raleigh, 1980: 161].
controlar e subjugar a natureza selvagem Pero aquella naturaleza soberana y brutal, en plena expansión
de sus energías, es una adversaria del hombre. Así, éste evidencia
una carencia pecaminosa de atributos superiores, una falta siste-
mática de escrúpulos, un corazón débil para los errores, observa el
brasileño. La naturaleza incide con su influencia climática –está
hablando Euclides, el positivista– en su falta de voluntad y egoís-
mo, la superexcitación de las funciones psíquicas y sensuales, la
debilidad de las facultades, comenzando por las más nobles.
El discurso del brasileño no tiene imaginería previa: tiene prin-
cipios con los que quiere medir la realidad y el resultado es un len-
guaje que, siendo aparentemente denostador, humaniza la supues-
ta barbarie del trabajador del látex, tanto en su intento descriptivo
del universo real y simbólico de ellos como en su denuncia. El se-
ringueiro rudo, dice, no se rebela, no blasfema, no abusa de la bon-
dad de su dios con peticiones. “E mais forte, é mais digno. Resigno-
se á desdita. Nao murmura. Nao reza” [Da Cunha, 2003:118-119].
Tiene la convicción de que Dios no puede bajar, ensuciándose, en
medio de aquellos matorrales.
Un segundo texto, El proceso del Putumayo y sus secretos inau-
eventos contemplados pelo
ditos, fue escrito por un joven abogado de 32 años, Carlos A. Val- romance "O sonho do celta", do
escritor peruano Mario Vargas Llosa
cárcel, y publicado en 1915, algún tiempo después de su escritura,
por el acoso a que fue sometido.
Se trata de un relato que narra, denuncia y muestra los docu-
mentos de los juicios del Putumayo para dar instrumentos proba-
torios a su testimonio. Éste juicio se abre con motivo de las denun-
cias de un periodista peruano, Saldaña Roca, en Iquitos y en Lima.
Ellas se refieren al trato y los crímenes cometidos por la empresa
del peruano Julio Arana, en propiedades de los afluentes del río
Putumayo. Allí denuncia el autor los delitos de estafa, robo, incen-
dio, violación, estupro, envenenamiento y homicidio, agravados és-
tos con los más crueles tormentos, como el fuego, el agua, el látigo
y las mutilaciones.
Sus denuncias no tuvieron demasiado efecto en un sistema do-
minado por el poder de Arana. Poco después, un estudiante nor-
teamericano, Walt Hardenburg, luego de un viaje aventurero por
la zona –“paraíso del demonio”, como la llamó–, publicó en Lon-
dres, sede de la compañía de Arana y por lo tanto con implicacio-
nes en el asunto, su denuncia. El escándalo tomó entonces en 1909
un cariz internacional y el gobierno inglés se vio obligado a hacer
una investigación, impulsado también por la Sociedad Antiescla-
vista y de Protección de los Aborígenes.
El texto de Valcárcel es poco conocido en el continente y tam-
bién fuera de él (recién acaba de hacerse una reedición, felizmente,
en la Colección Monumenta Amazónica). Esto tiene que ver, pen-
samos, con la secular estigmatización, por las culturas del altipla-
no, de la selva como lugar salvaje e impenetrable. Este estigma ya
se hace patente en los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la
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del caucho? ¿Bajo qué formas se puede encontrar ese sujeto enun-
ciante? Un incendio de los Archivos de los Tribunales de Iquitos
hace algunos años terminó con documentos de denuncias, testimo-
nios, juicios. Esa voz sin embargo sobrevive bajo otras formas.
Primeramente, a través de algunos escasos testimonios publicados
respecto de la situación en Venezuela, en donde el gran empresario
del caucho fue el histórico Funes. En segundo lugar hemos podido
entrevistar hijos de caucheros de origen huitoto, en la frontera de
Perú y Colombia, una de las etnias más golpeadas por el período.
Se trata ahora de un discurso oral que recogimos en una de las en-
tradas a la zona:
Los Arana mandaban a su peón para que mate –cuenta Virginia, una
mujer huitoto de unos 50 años–. Sufrida era la gente. Las mujeres tra-
bajaban con su muchacho en las espaldas. Mi mamá con su dedo que-
brado ha muerto porque no quería al hombre ella. Les daban a cualquier
hombre [Puca Urquillo, 31/01/2005].
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