Ecosistemas y Salud Humana

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Universidad de Carabobo, sede Aragua

Facultad de Ciencias de la Salud

Escuela de Medicina “Dr. Witremundo Torrealba”

Departamento de Salud Pública

Salud de los Ecosistemas y


Salud Humana.

Profesora: Bachilleres:

Eudolina Rodríguez. Arellano Genesis.

Salud y Sociedad. Aldana Ángeles.

Acosta Yordenson.

Blanco Robetsy.

Arenas Wilmarys.

Sección 1, grupo 4.

INTRODUCCIÓN.
Los ecosistemas son indispensables como reguladores de la temperatura
atmosférica, para garantizar la disponibilidad de agua y alimentos, para la
purificación del aire, agua y suelo, así como para regular las poblaciones de
parásitos y de organismos transmisores de agentes infecciosos al humano y
otros animales. En concreto, si los servicios del ecosistema dejan de
satisfacer las necesidades sociales, es muy probable que se produzcan
diversos problemas que afecten la salud humana. La naturaleza es esencial para
la salud de la humanidad, tanto física como mental. Un ecosistema sano se encarga por
sí mismo de regular la aparición de plagas, patógena, depredadora, parásitos y otros
organismos que amenazan la supervivencia de la especie humana. La biodiversidad es el
mayor proveedor de sustancias y compuestos químicos para curar numerosas dolencias
y enfermedades. Para apreciar esta escala y el tipo de influencia en la salud humana se
requiere una nueva perspectiva concentrada en los ecosistemas y reconocer que el
fundamento de una buena salud en las poblaciones depende en gran parte de la
estabilidad que puedan conservar los sistemas que mantienen la vida en la biosfera. El
objetivo de éste ensayo es concientizarnos de la relación que debe existir entre ambiente
y salud, y buscar mecanismos que nos permitan evaluar, y prevenir cualquier factor
ambiental capaz de afectar adversamente la calidad de vida de las comunidades actuales
y futuras.

DESARROLLO.
Los ecosistemas de sostén de la vida sobre el planeta para la especie humana y todas
las otras formas de vida. La biología humana tiene una necesidad fundamental de
Los impactos del cambio en los ecosistemas sobre la salud son tanto mundiales
como locales; aquí el polvo del norte de África que se distribuye extensamente a
lo largo del continente, con impactos potenciales en la salud. La degradación de
las tierras secas, así como la quema de biomasa, exacerban los problemas
asociados con las tormentas de polvo. alimento, agua, aire limpio, protección
contra la intemperie y relativa estabilidad climática. Otros beneficios para la salud
incluyen aquellos derivados de tener una dotación completa de especies, cuencas
intactas, regulación climática y diversidad genética. Un alto estrés en las fuentes
de agua dulce, en los sistemas que producen alimento y en la regulación climática
podrían causar fuertes impactos adversos sobre la salud. Los servicios de los
ecosistemas son indispensables para el bienestar y la salud de las personas en todas
partes. Además de proporcionar las necesidades básicas de la vida (antes mencionadas),
los cambios en su flujo afectan a los medios de subsistencia, los ingresos, la migración
local y, ocasionalmente, el conflicto político. Los impactos resultantes en términos de
seguridad económica y física, de libertad, de elección y de relaciones sociales tienen
impactos de amplio alcance sobre el bienestar y la salud.

El agua dulce es esencial para la salud humana. Se utiliza para cultivar alimentos,
beber, la higiene personal, el lavado, la preparación de comidas y la dilución y reciclaje
de los desechos. La escasez de agua compromete la producción de alimento, la salud
humana, el desarrollo económico y la estabilidad geopolítica. Globalmente, la
disponibilidad de agua por persona ha declinado de forma marcada en décadas
recientes. Un tercio de la población mundial vive actualmente en países que
experimentan un estrés hídrico entre medio y alto. Esta fracción continuará aumentando
ya que tanto el tamaño de la población como la demanda de agua per cápita se
incrementan como consecuencia del creciente uso de agua dulce para la agricultura bajo
riego, la producción ganadera, la industria y los requerimientos de los residentes
urbanos más ricos. Más de 1.000 millones de personas no tienen acceso a
abastecimientos de agua segura, y cerca de 2.600 millones no cuentan con el
saneamiento adecuado. Estas condiciones han conducido a una extensa contaminación
microbiana del agua para consumo humano. Las enfermedades infecciosas asociadas
con el agua se cobran hasta 3,2 millones de vidas cada año, aproximadamente el 6% de
todas las muertes del mundo. La carga de morbilidad ocasionada por el agua, el
saneamiento y la higiene inadecuados es de 1,7 millones de muertes y la pérdida de más
de 54 millones de años de vida sana.
Los alimentos Los ecosistemas terrestres y marinos productivos, en estado silvestre o
bajo prácticas de manejo, son la fuente de nuestro alimento - un requisito previo para la
salud y la vida. La producción agregada global de alimento es actualmente suficiente
para satisfacer las necesidades de todos. Sin embargo, de los 6.500 millones de personas
que conforman la población actual del mundo, más de 800 millones -casi todos en
países de bajos ingresos- no obtienen suficientes proteínas y calorías para su energía. En
todo el mundo, una cantidad similar de población (en aumento) está sobrealimentada.
Varios miles de millones de personas experimentan deficiencias de uno o más
micronutrientes (especialmente vitamina A, cinc y yodo).
Alrededor del mundo, la desnutrición representa casi el 10% de las causas de
enfermedad. Casi todo ello ocurre en los países pobres donde la producción de alimento
no ha ido a la par con el aumento de la población, particularmente en el África
subsahariana. Además, la desnutrición se relaciona fuertemente con la pobreza en los
países en desarrollo con altas tasas de mortalidad; entre una sexta y una cuarta parte de
las causas de enfermedad está relacionada con la desnutrición materna y durante la
infancia.

Madera, fibras y combustibles, muchos procesos y recursos de la naturaleza


proporcionan energía que puede ser utilizada por las comunidades humanas,
especialmente el viento, el agua y la combustión de biomasa. Diversas regiones
geográficas y países en diferentes etapas de desarrollo usan una variedad de métodos
para la generación de energía. Esto tiene muchos impactos sobre la salud, y la
disponibilidad de energía, especialmente de electricidad, tiene importantes aplicaciones
en los cuidados de salud. Más de la mitad de la población mundial continúa basándose
en el uso de combustibles sólidos para cocinar y calentarse. Estos combustibles -
incluyendo la leña, las sobras de los rastrojos y el estiércol- son un producto directo de
los ecosistemas. La contaminación del aire dentro de las viviendas producida por el uso
de combustibles de la biomasa y de carbón en lugares para cocinar y calentarse mal
ventilados, es causa de una significativa mortalidad y morbilidad por enfermedades
respiratorias, particularmente entre los niños. La explotación maderera ha contribuido a
la pérdida de especies y a la degradación de los ecosistemas en muchas regiones del
mundo en desarrollo, afectando a los medios de subsistencia tradicionales y la ecología
microbiana, y causando otros riesgos relacionados con la salud. En particular, la
destrucción y fragmentación de hábitats, acompañadas por los nuevos patrones de
contacto entre el ser humano y los microbios, ha introducido nuevas enfermedades
infecciosas en poblaciones humanas, como por ejemplo el virus de Nipah en Malasia y
varias fiebres hemorrágicas virales en Suramérica.
Productos biológicos, millones de personas alrededor del mundo dependen en parte o
completamente de los productos naturales derivados de los ecosistemas para fines
medicinales. Aunque las medicinas sintéticas (la mitad de las cuales tienen su origen en
precursores naturales) están disponibles para muchos propósitos, persiste la necesidad y
la demanda global de productos naturales. Algunos de los productos farmacéuticos
comunes más conocidos de origen natural incluyen la aspirina, la digitalina y la quinina.
Como resultado de las acciones humanas, la estructura y el funcionamiento de los
ecosistemas del mundo cambiaron más rápidamente durante la segunda mitad del Siglo
20 que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad. La magnitud de
dichos cambios está creciendo a medida que aumenta el tamaño de la población y la
intensidad de la actividad económica. Una consecuencia de ello es que la diversidad de
la vida en la Tierra se está agotando aceleradamente. La pérdida de especies de plantas y
animales es irreversible. También lo es la descomposición o eliminación de ecosistemas
enteros. Las sociedades humanas han logrado beneficios para el bienestar y la salud
mediante la reestructuración y manejo de distintos ecosistemas. En la mayoría de los
países y regiones, los cambios realizados en las últimas décadas en los ecosistemas
productores de alimento han contribuido a obtener aumentos sustanciales en la
producción. Muchos de los cambios más significativos inducidos por el ser humano en
los ecosistemas han sido esenciales para satisfacer las necesidades crecientes de agua y
alimentación. Estos cambios han ayudado a reducir la proporción de personas
desnutridas y a mejorar la salud humana.
Sin embargo, estos beneficios se han alcanzado con costos cada vez mayores: la
degradación del 60% de los servicios de los ecosistemas; la acentuación de la pobreza
para algunos; e injusticias y disparidades cada vez mayores para ciertos grupos de
personas. La intensificación de los métodos de producción de alimento, el mayor uso de
la irrigación, la tala de bosques y la explotación intensiva de las pesquerías de captura
(por ejemplo la pesca en aguas marinas abiertas o en aguas continentales), han
ocasionado, todos, pérdidas en los recursos naturales y cambios en las funciones de los
ecosistemas. La pérdida de compuestos medicinales potenciales es una de las
consecuencias. Además, estos cambios en los ecosistemas han ocurrido de forma
irregular, a menudo agravando las desigualdades en el acceso a los servicios de los
ecosistemas y contribuyendo aún más a la pobreza. Tanto dentro de los países como
entre ellos, la pobreza es un determinante subyacente constante de desnutrición; de falta
de acceso a agua segura y saneamiento; y de falta de acceso a servicios públicos
importantes para la salud y el bienestar, como servicios de salud, eliminación de
residuos, etc. Estos factores adversos tienen consecuencias impresionantes sobre la
salud humana, con el costo de millones de vidas cada año. Como resultado de unos
niveles de consumo mucho más altos por persona, las poblaciones más ricas del mundo
ejercen una presión desproporcionada sobre los ecosistemas mundiales, y sin embargo
son menos vulnerables a las consecuencias adversas. Estas poblaciones exhiben una
vulnerabilidad menor a los efectos de la degradación de los ecosistemas, en gran parte
como resultado de su capacidad de importar recursos de y desplazar los riesgos de salud
a otras zonas geográficas. La pobreza y el hambre han tendido a forzar el
desplazamiento de la población rural hacia tierras marginales propensas a la sequía y
con escasa fertilidad del suelo, y a otros hacia tugurios urbanos. Cerca de 1.000
millones de personas están afectadas por la degradación de las tierras, como la causada
por la erosión del suelo, la saturación hídrica o la salinidad de las tierras bajo riego. La
erosión en África ha causado una reducción sustancial del rendimiento de las cosechas.
La disminución en salud y bienestar humano tiende a aumentar la dependencia
inmediata de los servicios de los ecosistemas. La presión adicional resultante puede
dañar (aún más allá) la capacidad de los ecosistemas de proporcionar sus servicios
(certeza media). A medida que el bienestar declina, se reducen las opciones de la gente
para regular el uso de sus recursos naturales en niveles sostenibles. Las necesidades
inmediatas adquieren inevitablemente prioridad, aumentando la presión sobre los
servicios de los ecosistemas, y pueden crear una espiral descendiente de creciente
pobreza y más degradación de los servicios de los ecosistemas.

¿Cómo podrían cambiar los ecosistemas y cuáles serían las consecuencias para la
salud?
La continuación de la doble tendencia de explotación cada vez mayor de los servicios de
los ecosistemas y de deterioro generalizado de la condición de la mayoría de los
ecosistemas es insostenible y es probable que conduzca a cambios irreversibles. Cuando
los cambios en un ecosistema superan un umbral, la recuperación es generalmente lenta
y costosa, y hasta imposible. Los umbrales pueden hacerse más bajos en la medida en
que los impactos antropogénicos simplifican estos sistemas naturales y reducen su
resiliencia intrínseca ante el cambio. Muchas de las personas y de los lugares afectados
adversamente por los cambios en los ecosistemas y por la disminución en sus servicios,
son altamente vulnerables y están mal equipados para hacer frente a una pérdida
adicional de servicios de los ecosistemas. Los grupos altamente vulnerables incluyen
aquellos cuyas necesidades de servicios de los ecosistemas ya exceden los suministros.
Esto incluye a las personas que carecen de abastecimientos adecuados de agua segura,
así como aquellos que viven en áreas con rendimientos agrícolas en decline y que por lo
tanto corren el riesgo de desnutrición y de desarrollo infantil deteriorado. En regiones
tropicales y subtropicales, la mayor parte de la deforestación en curso altera la dinámica
de la transmisión de enfermedades infecciosas, especialmente al cambiar las
condiciones para las poblaciones de mosquitos, garrapatas y roedores. Esto puede
ocasionar un aumento en los brotes de enfermedades como la malaria o el dengue. Las
regiones que hacen frente a los mayores desafíos para alcanzar los Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM) se traslapan en gran parte con aquellas que enfrentan los
problemas más grandes relacionados con el suministro de los servicios de los
ecosistemas. Muchas de estas regiones incluyen vastas áreas de tierras secas, en las que
la combinación del crecimiento poblacional con la degradación del suelo está
aumentando la vulnerabilidad humana tanto frente al cambio económico como al
cambio en el medio ambiente y, por lo tanto, está deteriorando sus condiciones de
bienestar y salud. Los cambios en los ecosistemas pueden ocurrir a una escala tan
grande que su efecto sobre la salud humana puede ser catastrófico. Existe un creciente
riesgo de cambios no lineales en los ecosistemas, incluyendo cambios acelerados,
repentinos y potencialmente irreversibles (evidencia establecida pero incompleta). La
probabilidad creciente de estos cambios no lineales proviene de la pérdida de
biodiversidad y de las presiones cada vez mayores de múltiples generadores directos de
cambio en los ecosistemas. Se prevén cambios no lineales similares en contextos socio-
político-económicos. Por ejemplo, una situación de inseguridad alimentaria extendida,
como resultado de un severo cambio climático, fallos institucionales y suelos cada vez
más dañados, podría empeorar la desigualdad y conducir a un conflicto generalizado.
Mientras tanto, es probable que un gran número de pérdidas en los servicios de los
ecosistemas individualmente menos drásticas, tengan un efecto adverso sobre la salud
humana.
En un sentido fundamental, los ecosistemas son los sistemas que dan apoyo a la vida en
el planeta - para la especie humana y todas las otras formas de vida. Las necesidades del
organismo humano de alimento, agua, aire limpio, refugio y de estabilidad climática
relativa son básicas e inalterables. O sea que los ecosistemas son esenciales para el
bienestar humano y especialmente para la salud, definida por la Organización Mundial
de la Salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social. Quienes viven
en entornos urbanos materialmente cómodos, comúnmente dan por sentados los
servicios de los ecosistemas para la salud y asumen que la buena salud deriva de
opciones y comportamientos prudentes de consumo, con acceso a buenos servicios de
salud. Sin embargo, esto ignora la función del medio ambiente natural: del conjunto de
ecosistemas que permiten que la gente goce de buena salud, de organización social, de
actividad económica, de un medio ambiente construido y de la vida en sí misma.

CONCLUSIÓN.
La salud de las personas depende de su capacidad de crear una relación armoniosa con
el ambiente, por este motivo no solo se debe tener en cuenta el efecto que los agentes
ambientales puedan generar sobre la salud sino también las acciones que el individuo
realiza para mantener la integridad de estos ambientes naturales. La salud individual
está claramente ligada a la salud de la comunidad y el entorno donde una persona vive,
trabaja o se divierte. Los peligros ambientales de gran escala y alcance mundial que
amenazan la salud humana comprenden el cambio climático, el agotamiento de la capa
estratosférica de ozono, la pérdida de diversidad biológica, cambios en los sistemas
hidrológicos y en las reservas de agua dulce, la degradación de la tierra y las presiones
ejercidas sobre los sistemas de producción de alimentos.

BIBLIOGRAFÍA.
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