Guía para Investigaciones en Salud Humana

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MINISTERIO DE SALUD

2011-09-21

Ministerio de Salud

SALUD PUBLICA

Resolución 1480/2011

Apruébase la Guía para Investigaciones con Seres Humanos.


Objetivos.

Bs. As., 13/9/2011

VISTO el Expediente N° 1-2002-11.180/11-8 del registro del MINISTERIO


DE SALUD; y

CONSIDERANDO:

Que la investigación en salud humana resulta importante para la


sociedad por permitir mejorar la calidad de vida, la protección de la
salud y la atención de la enfermedad de los individuos que la
componen.

Que la investigación en salud humana comprende tanto los


estudios epidemiológicos como la investigación biomédica y los
ensayos clínicos que evalúan una intervención preventiva,
diagnóstica o terapéutica sobre la enfermedad.

Que toda investigación que involucra seres humanos debe basarse


en valores éticos fundados en el respeto por la dignidad de las
personas, el bienestar y la integridad física y mental de quienes
participan en ella.

Que en consecuencia resulta imprescindible abordar metódica y


sistemáticamente tanto las cuestiones éticas, como la validez y
significación científica que surgen a partir de toda investigación en
seres humanos, formulando las directivas que recepten los
principios éticos a los que deberá ajustarse la actividad de la
investigación clínica.

Que existen numerosas guías éticas y operativas internacionales


relativas a la investigación en salud humana, entre ellas, el Decálogo
de Nüremberg (1948), la Declaración de Helsinki (última versión
2008), las Pautas éticas internacionales para la investigación
biomédica en seres humanos (última versión 2002), las Pautas éticas
internacionales para estudios epidemiológicos (última versión 2009),
las Guías operacionales para comités de ética que evalúan
investigación biomédica (2000) y los Lineamientos de Buena
Práctica Clínica (1996), como así también las Declaraciones
internacionales sobre datos genéticos humanos y sobre bioética y
derechos humanos (2003 y 2005, respectivamente) a las que el país
ha adherido.

Que los comités de ética en investigación conformados de manera


multidisciplinaria en el ámbito oficial jurisdiccional o en las
instituciones que llevan a cabo investigación para la salud
constituyen el eje central de la vigilancia de la protección de los
participantes en tales investigaciones.

Que el MINISTERIO DE SALUD DE LA NACION emitió una GUIA DE


BUENAS PRACTICAS DE INVESTIGACION CLINICA EN SERES
HUMANOS aprobada por Resolución N° 1490 del 14 de noviembre
de 2007, pero que se hace necesario ampliar las pautas éticas y
operativas a todas las investigaciones en salud humana.

Que en cumplimiento del rol de rectoría del MINISTERIO DE SALUD


DE LA NACION, la SUBSECRETARIA DE RELACIONES SANITARIAS E
INVESTIGACION ha elaborado una GUIA PARA INVESTIGACIONES
CON SERES HUMANOS, la cual contiene pautas éticas y operativas
para orientar a investigadores, patrocinadores, miembros de
comités de ética en investigación y autoridades reguladoras y
sanitarias de las distintas jurisdicciones en el desarrollo y evaluación
adecuados de las investigaciones en las que participan seres
humanos.

Que esta GUIA PARA INVESTIGACIONES EN SALUD HUMANA se


complementa con el Régimen de Buena Práctica Clínica para
Estudios de Farmacología Clínica aprobado por Disposición de la
ADMINISTRACION NACIONAL DE MEDICAMENTOS, ALIMENTOS Y
TECNOLOGIA MEDICA -ANMAT N° 6677/10.

Que es función del MINISTERIO DE SALUD DE LA NACION la


promoción de las investigaciones en salud y que parte importante
de la promoción la constituye la sistematización y difusión de la
información sobre tales investigaciones con el objeto de socializar
sus resultados y favorecer su aplicación en la formulación de
políticas y programas sanitarios, como así también evitar la
duplicación de esfuerzos y estimular la transparencia de las
investigaciones que el propio Ministerio financia por sí mismo o a
través de sus organismos descentralizados o regula a través de la
ADMINISTRACION NACIONAL DE MEDICAMENTOS, ALIMENTOS Y
TECNOLOGIA MEDICA - ANMAT.

Que el MINISTERIO DE SALUD DE LA NACION ya creó un REGISTRO


DE ENSAYOS CLINICOS EN SERES HUMANOS mediante la
Resolución 102/09 que aún no fue implementado pero que se hace
necesario ampliar su cobertura a todas las investigaciones en salud
humana.

Que la DIRECCION GENERAL DE ASUNTOS JURIDICOS ha tomado


la intervención de su competencia.

Que se actúa en uso de las facultades otorgadas por la Ley de


Ministerios N° 26.338 (T.O. por Decreto N° 438 del 12 de marzo de
1992 y sus modificatorios y complementarios).

Por ello,

EL MINISTRO DE SALUD
RESUELVE:

Artículo 1° — Apruébase la GUIA PARA INVESTIGACIONES CON


SERES HUMANOS, que como ANEXO I forma parte integrante de la
presente Resolución y cuyo objetivo es orientar a investigadores,
patrocinadores, miembros de comités de ética en investigación y
autoridades reguladoras y sanitarias de las distintas jurisdicciones
en el desarrollo y evaluación adecuados de las investigaciones en las
que participan seres humanos.

Art. 2° — Créase el REGISTRO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN


SALUD con el objeto de sistematizar, consolidar y poner en acceso
público la información referente a las investigaciones en salud
humana.

Art. 3° — Tanto la GUIA PARA INVESTIGACIONES CON SERES


HUMANOS como el REGISTRO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN
SALUD serán de aplicación obligatoria para los Estudios de
Farmacología Clínica con fines de registro en el ámbito de
aplicación de la ADMINISTRACION NACIONAL DE MEDICAMENTOS,
ALIMENTOS Y TECNOLOGIA MEDICA (ANMAT) y para toda
investigación que se financie con fondos del MINISTERIO DE SALUD
y/o de sus organismos descentralizados dependientes.

Art. 4° — Facúltase a la COMISION NACIONAL SALUD INVESTIGA


que funciona en el ámbito de la SUBSECRETARIA DE RELACIONES
SANITARIAS E INVESTIGACION dependiente de la SECRETARIA DE
DETERMINANTES DE LA SALUD Y RELACIONES SANITARIAS para
actualizar o modificar la GUIA PARA INVESTIGACIONES CON SERES
HUMANOS cuando lo considere necesario.

Art. 5° — Desígnase a la COMISION NACIONAL SALUD INVESTIGA de


la SUBSECRETARIA DE RELACIONES SANITARIAS E INVESTIGACION
dependiente de la SECRETARIA DE DETERMINANTES DE LA SALUD
Y RELACIONES SANITARIAS órgano de administración del
REGISTRO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN SALUD quedando
facultada para su diseño e implementación.
Art. 6° — Derógase la Resolución del MINISTERIO DE SALUD N° 1490
del 14 de noviembre de 2007 que aprobaba la GUIA DE LAS BUENAS
PRACTICAS DE INVESTIGACION CLINICA EN SERES HUMANOS, la
cual se reemplaza por la GUIA PARA INVESTIGACIONES CON SERES
HUMANOS aprobada por el artículo 1° de la presente Resolución.

Art. 7° — Derógase la Resolución del MINISTERIO DE SALUD N° 102


del 2 de febrero de 2009 que creaba el REGISTRO DE ENSAYOS
CLINICOS EN SERES HUMANOS, el cual se reemplaza por el
REGISTRO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN SALUD creado por
el artículo 2° de la presente Resolución.

Art. 8° — La presente resolución entrará en vigencia a los NOVENTA


(90) días de su publicación en el Boletín Oficial.

Art. 9° — Regístrese, comuníquese, publíquese, dése a la Dirección


Nacional del Registro Oficial y archívese. — Juan L. Manzur.

ANEXO I

GUIA PARA INVESTIGACIONES EN SALUD HUMANA

INDICE
I
NTRODUCCION
ALCANCE
SECCION A: ASPECTOS ETICOS
A1. Justificación ética y validez científica
A2. Evaluación ética y científica
A3. Consentimiento informado
A4. Beneficios y riesgos de la investigación
A5. Selección de los participantes
A6. Confidencialidad de la información
A7. Conflicto de intereses
A8. Manejo de datos y resultados
A9. Consideraciones especiales para ensayos clínicos
A10. Ensayos clínicos de terapias celulares y génicas
SECCION B: ASPECTOS OPERATIVOS
B1. El consentimiento informado
B2. El comité de ética en investigación
B3. Registro y supervisión de comités de ética en investigación
B4. Ensayos clínicos
GLOSARIO

INTRODUCCION

Esta Guía es una expresión de la preocupación por asegurar que las


investigaciones en salud humana se atengan a pautas éticas y a
técnicas científicas y metodológicas aceptables. Las cuestiones
éticas generalmente son el resultado de conflictos entre conjuntos
de valores que compiten entre sí, por ejemplo, el conflicto entre los
derechos individuales y las necesidades de desarrollo de la
comunidad. La diversidad de valores presentes en una sociedad
justifica la elaboración de pautas de conducta por consenso, con el
objetivo de garantizar el mayor nivel de protección alcanzable para
los individuos.

Las primeras guías éticas internacionales para investigación fueron


el Código de Nüremberg (1947) y la Declaración de Helsinki
(Asociación Médica Mundial, 1964, última actualización 2008),
fijando el modelo ético aún vigente para la realización de estudios
con seres humanos. En 1979, el Informe Belmont (National
Commission for the Protection of Human Subjects of Biomedical
and Behavioral Research) estableció los principios éticos para la
investigación que involucra sujetos humanos. En 1982, el Consejo de
Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS, por
sus siglas en inglés) formuló las Pautas Eticas Internacionales para la
Investigación Biomédica en Seres Humanos (actualizadas en 1993 y
2002) y, en 1991, las Pautas Internacionales para la Revisión Etica de
Estudios Epidemiológicos (actualizadas en 2009 como Pautas Eticas
Internacionales para Estudios Epidemiológicos).
La Buena Práctica de Investigación Clínica (BPIC) es un conjunto de
requerimientos éticos y científicos establecidos para el diseño,
conducción, registro e informe de los ensayos clínicos llevados a
cabo para sustentar el registro de productos farmacéuticos para uso
humano, con el propósito de garantizar que se protegen los
derechos y la integridad de los participantes y que los datos y los
resultados obtenidos son confiables y precisos. Esta normativa fue
desarrollada en 1978 por la Administración de Alimentos y
Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos,
y luego convalidada en 1996 entre este país, la Unión Europea y
Japón en la Conferencia Internacional de Armonización (ICH, por sus
siglas en inglés).

En 2002, la Organización Mundial de la Salud emitió un Manual de


BPIC (Handbook for Good Clinical Researc Practice) y en 2005, la
Organización Panamericana de la Salud editó la guía de BPIC
conocida como “Documento de las Américas”, la cual sirvió de base
para la “Guía de las Buenas Prácticas de Investigación Clínica en
Seres Humanos” del Ministerio de Salud de la Nación (Resolución
1490/07), destinada a regular los ensayos clínicos en su ámbito de
aplicación. Posteriormente, esta Guía se revisó con el objetivo de
ampliar su alcance a todas las investigaciones en salud humana y el
presente documento es el resultado de esa revisión.

Los siguientes documentos se usaron como referencia para la


elaboración de esta Guía:

— Declaración de Helsinki (AMM, 2008)

— Pautas éticas internacionales para investigación biomédica en


seres humanos (CIOMS, 2002)

— International Ethics Guidelines for Epidemiological Studies


(CIOMS, 2009)

— Guidelines for the Clinical Translation of Stem Cells (ISSCR, 2008)


— Guías operativas para comités de ética que evalúan investigación
biomédica (OMS, 2000)

— Surveying and Evaluating Ethical Review Practices (OMS, 2002)

— Lineamientos para la Buena Práctica Clínica (ICH, 1996)

— Handbook for Good Clinical Research Practice (OMS, 2002)

— Buenas prácticas clínicas: Documento de las Américas (OPS,


2005)

— Comité de ética. Procedimientos normalizados de trabajo (OPS,


2009)

— Declaración universal sobre el genoma humano y los derechos


humanos (UNESCO, 1997)

— Declaración internacional sobre los datos genéticos humanos


(UNESCO, 2003)

— Declaración internacional sobre bioética y derechos humanos


(UNESCO, 2005)

La presente Guía ha sido sometida a evaluación de las siguientes


entidades:

— Academia Nacional de Farmacia y Bioquímica

— Academia Nacional de Medicina

— Academia Nacional de Odontología

— Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud


(ANLIS)
— Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y
Tecnología Médica (ANMAT)

— Asociación Argentina de Medicina Respiratoria

— Asociación de Facultades de Medicina de la República Argentina


(AFACIMERA)

— Asociación de Facultades de Odontología de la República


Argentina (AFORA)

— Comisión Conjunta de Investigación en Salud y Comité de Etica


Central - Subsecretaría de Planificación para la Salud - Ministerio de
Salud de la Provincia de Buenos Aires

— Comité Central de Etica en Investigación - Ministerio de Salud del


Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA)

— Comité de Etica de Protocolos de Investigación - Hospital Italiano


de Buenos Aires

— Consejo de Evaluación Etica de Investigación en Salud - Ministerio


de Salud de Córdoba

— Dirección de Investigación, Ciencia y Tecnología - Subsecretaría


de Planificación y Control - Ministerio de Salud de Mendoza

— Dirección General de Docencia e Investigación - Ministerio de


Salud - GCBA

— Dirección de Docencia e Investigación - Ministerio de Salud de


Jujuy

— Federación Argentina de Cardiología

— Federación Argentina de Enfermería


— Federación Argentina de Sociedades de Investigación Clínica

— Fundación Cardiológica Argentina

— Fundación para la Etica y la Calidad de la Investigación Clínica en


Latinoamérica

— Organización Panamericana de la Salud (OPS)

— Organización Mundial de la Salud (OMS)

— Secretaría de Programación Sanitaria - Ministerio de Salud de


Córdoba

— Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Buenos Aires

— Sociedad Argentina de Cardiología

— Sociedad Argentina de Diabetes

— Sociedad Argentina de Gastroenterología

— Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial

— Sociedad Argentina de Infectología

— Sociedad Argentina de Medicina Interna

— Sociedad Argentina de Nefrología

— Sociedad Argentina de Nutrición

— Sociedad Argentina de Oncología Clínica

— Sociedad Argentina de Pediatría

— Sociedad Argentina de Reumatología


Nota: Todos los comentarios y sugerencias recibidos se consideraron
y, la mayoría de ellos, se incorporaron a la presente Guía. En los casos
de disenso, se priorizó la posición presentada en las guías
internacionales de referencia.

ALCANCE

A los fines de esta Guía, “investigación en salud humana” se refiere a


cualquier actividad de las ciencias de la salud que involucre la
recolección sistemática o el análisis de datos con la intención de
generar nuevo conocimiento, en la que se expone a seres humanos
a observación, intervención u otro tipo de interacción con los
investigadores, sea de manera directa o a través de la alteración de
su ambiente o por medio de la recolección o el uso de material
biológico o datos personales u otro tipo de registros.

Con el fin de evitar que se impongan a la práctica habitual de la


medicina o la epidemiología las reglas y procedimientos creados en
las últimas décadas para proteger a los participantes de las
investigaciones, es importante definir que, convencionalmente,
“investigación” se refiere a aquellas actividades diseñadas para
desarrollar o contribuir al conocimiento generalizable. Tal
conocimiento consiste de teorías, principios o relaciones, o la
acumulación de información en la cual éstos se basan, que pueden
corroborarse por métodos científicos de observación y de inferencia.
En el caso de la práctica médica, un profesional podría modificar un
tratamiento convencional para producir un mejor resultado para un
paciente; sin embargo, esta variación individual no produce
conocimiento generalizable; por lo tanto, tal actividad se relaciona
con la práctica y no con investigación. De la misma manera, los
estudios observacionales llevados a cabo por o en conformidad con
las autoridades sanitarias, tales como la vigilancia de brotes
epidémicos o de infecciones intrahospitalarias, los registros de
enfermedades o de los efectos adversos de medicamentos o la
evaluación de impacto de un programa sanitario, deben verse como
una práctica epidemiológica o sanitaria y no como investigación.
La necesidad de establecer mecanismos de guía, regulación y
control sobre una actividad dada surge del riesgo específico de
ocasionar un daño a los individuos destinatarios de la actividad. Por
la misma razón, esos mecanismos deben corresponderse con el
nivel de riesgo derivado. En primer lugar, las guías de ética para
investigación biomédica fueron concebidas con el fin de orientar a
los investigadores a planificar estudios de manera tal que la
consideración por el bienestar y los derechos de los participantes
sea el valor primordial, por encima del interés por la ciencia o
cualquier otro interés. De esos lineamientos éticos surgieron,
primero, el requisito del consentimiento informado de la persona
previamente a su participación, como prueba del respeto por su
autonomía y, segundo, la exigencia de la evaluación ética de los
proyectos por un comité de ética en investigación (CEI), como
instancia de garantía de la adherencia de los investigadores a tales
pautas. La naturaleza multidisciplinaria y multisectorial de los CEI
pone de relieve que la interpretación y la aplicación de los principios
éticos no pueden ser ni rígidas ni dogmáticas, si no que deben ser el
resultado de un consenso entre los distintos actores de la
investigación con sus respectivos abordajes.

Posteriormente, las autoridades reguladoras de medicamentos


establecieron regulaciones para el ensayo de productos
farmacéuticos en fase de desarrollo, previo al registro comercial.
Este conjunto de requisitos éticos y administrativos, conocido como
“Buena Práctica Clínica”, se utiliza como base para las inspecciones
que las agencias reguladoras realizan para verificar la protección de
los derechos y el bienestar de los participantes, y la calidad y la
veracidad de los datos generados para sustentar la solicitud de
registro. A esos requisitos se sumó, más tarde, la recomendación de
la Organización Mundial de la Salud de implementar un sistema de
registro de investigaciones en salud y de acreditación y supervisión
de los CEI.

Considerando las probabilidades de riesgo de la investigación en


salud, es posible establecer, en primer lugar, que las investigaciones
que no se realizan sobre seres humanos, o que utilizan datos ya
disponibles y de dominio público, o que se realizan con datos o
muestras biológicas almacenados en servicios de salud de manera
tal que no se pueda determinar la identidad de los titulares, no
representan ningún riesgo y no requieren de ningún mecanismo de
control.

En segundo lugar, las investigaciones observacionales que incluyen


encuestas o entrevistas o procedimientos diagnósticos de rutina o
se limitan al análisis de muestras biológicas o datos vinculados a
personas y las investigaciones experimentales epidemiológicas o
clínicas que se realizan con productos o procedimientos ya
registrados por la autoridad reguladora, requieren de la obtención
de un consentimiento informado de los participantes y de la
evaluación inicial y periódica por un CEI. Dentro de este grupo, los
estudios observacionales considerados de bajo riesgo, es decir,
aquellos que presentan el mismo riesgo que la práctica médica de
rutina, pueden recibir una evaluación inicial expeditiva y no
requieren de revisión periódica.

En tercer lugar, los estudios de farmacología clínica con fines de


registro o regulación de un producto requieren, además de los
mecanismos descriptos anteriormente, de la autorización de la
Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología
Médica (ANMAT) a nivel nacional. Por su parte, cada jurisdicción
sanitaria tiene competencia para establecer un organismo local de
regulación y fiscalización para este tipo de investigación.

Finalmente, se debe reconocer que el contenido de esta Guía no


resolverá todos los problemas éticos que pudieran surgir de la
investigación en salud. Algunas situaciones requerirán de un
exhaustivo análisis y de una opinión informada de investigadores,
miembros de los comités de ética, profesionales de la salud,
autoridades y representantes de la comunidad.

Sanciones. Los Comités de Etica en Investigación tienen autoridad


para no aprobar, suspender o cancelar definitivamente una
investigación que no cumpla con los estándares éticos, y deben
informar a las autoridades de la institución o sanitarias sobre
cualquier incumplimiento ético grave o persistente en el desarrollo
de investigaciones previamente aprobadas. No someter un
protocolo de investigación a la evaluación de un CEI se considera
como una seria violación de las normas éticas.

Las autoridades sanitarias, de la institución o de asociaciones


profesionales deben sancionar a los investigadores que no adhieran
a los requisitos éticos, mediante multas o la suspensión de subsidios
de investigación.

ANMAT, en caso de incumplimiento de preceptos éticos y en su


ámbito de aplicación, puede:

(a) objetar o rechazar un proyecto de estudio de farmacología clínica


o a un investigador o un centro de investigación propuesto;

(b) suspender o cancelar un estudio de farmacología clínica durante


su ejecución, y aplicar las sanciones administrativas o financieras
que correspondan;

(c) rechazar datos presentados como apoyo de una solicitud de


registro para comercialización.

Las sanciones de las autoridades sanitarias de las jurisdicciones y de


ANMAT pueden aplicar tanto al investigador como a la institución
sede de la investigación y, si corresponde, también al patrocinador
en el caso de los estudios de farmacología clínica con fines de
registro.

Los editores de revistas científicas no deberían publicar resultados


de estudios realizados sin respeto por las normas éticas y
desautorizar a posteriori aquellos artículos en los que se hayan
verificado datos falsificados o que se hayan basado en
investigaciones no éticas.
SECCION A: ASPECTOS ETICOS

En esta sección se presentan pautas éticas para la investigación en


salud humana destinadas a orientar a los investigadores durante la
planificación y ejecución de los estudios y a miembros de comités
de ética en investigación para la evaluación de los proyectos.

A1. JUSTIFICACION ETICA Y VALIDEZ CIENTIFICA

P1. Para que una investigación en salud sobre seres humanos se


justifique desde el punto de vista ético, debe proporcionar un
conocimiento nuevo y científicamente válido que no sea factible
obtener sin la participación de ellos.

P2. Toda investigación en salud humana debe sustentarse en el


conocimiento científico vigente y fundamentarse con una revisión
comprehensiva de la literatura especializada. La investigación de
una intervención nueva sobre la salud humana debe estar basada
en una experimentación apropiada previa de laboratorio, preclínica
y clínica y justificada por su valor preventivo, diagnóstico o
terapéutico.

P3. Las investigaciones en salud humana deben ser conducidas por


investigadores que posean una apropiada formación y capacitación
para la tarea.

Principios éticos básicos: Las investigaciones en salud sobre seres


humanos deben ajustarse a los tres principios éticos básicos:
respeto por las personas, beneficencia y justicia.

El respeto por las personas. Este principio implica que las personas
autónomas o capaces de deliberar sobre sus decisiones sean
respetadas en su capacidad de autodeterminación, libres de
incentivos e influencia indebidos y de coerción, y que las personas
absoluta o relativamente incapaces de otorgar un consentimiento
reciban protecciones especiales adicionales.
La autonomía es la capacidad de autodeterminación de una
persona para tomar una decisión de manera voluntaria, en función
únicamente de los propios valores, intereses y preferencias, y
siempre que cuente con la información necesaria para evaluar las
opciones. Una persona autónoma, por definición, puede otorgar su
consentimiento informado sin necesidad de otra protección que la
de recibir la información que necesite para deliberar libremente. Por
otra parte, aquellos individuos que posean una autonomía
disminuida o inexistente se encuentran en una situación vulnerable
para defender sus propios intereses y requieren, por lo tanto, de
protecciones especiales. Una autonomía se considera disminuida en
los casos de desventaja cultural, educativa, social o económica, por
ejemplo, minorías étnicas o personas analfabetas, subordinadas,
refugiadas, indigentes o con necesidades básicas insatisfechas. En
los ensayos clínicos, una protección adicional para ellos es la
participación de un testigo independiente durante el proceso de
consentimiento para garantizar el respeto por sus derechos e
intereses. La ausencia de autonomía ocurre cuando un individuo
está legal o mentalmente incapacitado para dar un consentimiento
voluntario, tal como sucede en los menores de edad y en aquellos
que padecen un trastorno mental transitorio o permanente. En tales
casos, el consentimiento debe obtenerse de un representante
legalmente reconocido del potencial participante, siempre
respetando la voluntad de este último, en la medida que su
capacidad lo permita.

La beneficencia. Este principio se refiere a la exigencia ética de


lograr los máximos beneficios posibles y de reducir al mínimo la
probabilidad de daño. Esto implica que los riesgos de una
investigación deban ser razonables frente a los beneficios previstos,
que la investigación esté bien diseñada y que los investigadores
sean competentes para llevarla a cabo, garantizando el bienestar de
los que participan en ella. De este principio se desprende otro
principio: el de “no maleficencia”, que protege contra daños
evitables a los participantes en un estudio.
La justicia. Este principio se refiere a la obligación ética de tratar a
cada persona de manera equitativa, salvo que haya diferencias
relevantes que justifiquen un trato distinto.

La justicia distributiva requiere que todos los beneficios y las cargas


de la investigación sean distribuidos equitativamente entre todos
los grupos y clases de la sociedad, especialmente si se trata de
personas dependientes o vulnerables. Los estudios deben
planificarse de modo que los conocimientos que se buscan
beneficien al grupo representado por los participantes. Por ejemplo,
los riesgos para participantes vulnerables están más justificados
cuando surgen de intervenciones o procedimientos que ofrecen un
beneficio específico para su salud. En suma, aquellos que
sobrelleven la carga de la participación deberán recibir un beneficio
adecuado y el grupo que se beneficiará deberá asumir una
proporción equitativa de los riesgos del estudio.

Respeto por las comunidades. Cuando un investigador planifica o


conduce una investigación en comunidades de cultura diferente a
la suya, debe respetar los valores culturales y éticos de la comunidad
anfitriona. Una investigación que busca estimular un cambio de
costumbres o conductas de una comunidad con el objeto de lograr
conductas más saludables o un resultado que se prevé provechoso
para la salud se considera ética y no perjudicial.

En general, no debería considerarse a los investigadores o a los


patrocinadores de un estudio responsables de las condiciones
injustas del lugar donde éste se lleve a cabo, pero ellos deben
garantizar que no llevarán adelante prácticas que pudieran
aumentar la injusticia o contribuir a nuevas desigualdades. Las
investigaciones en comunidades vulnerables deben responder a sus
necesidades y prioridades de salud, como una manera de evitar su
explotación en favor de las comunidades más favorecidas.

Validez científica. Una investigación se considerará válida desde el


punto de vista científico cuando los métodos propuestos se
adecuan a los objetivos de la investigación y al campo de estudio.
Sin validez científica, las investigaciones no pueden generar
conocimiento válido, producir ningún beneficio ni justificar la
exposición de los participantes a los riesgos de las mismas. Los
estudios no válidos ocasionan, además, un desperdicio de recursos.

Investigadores idóneos. Las investigaciones en salud humana deben


realizarse o supervisarse sólo por investigadores que demuestren
instrucción, capacitación y experiencia suficientes. La instrucción o
educación se refiere a la posesión de un título profesional terciario,
universitario o especialización, según el objeto de investigación.
Capacitación significa la participación en programas de formación
focalizados y de duración relativamente corta. Experiencia se refiere
a los antecedentes laborales específicos o a la realización de manera
estable y prolongada de tareas relacionadas con la práctica
profesional y de investigación.

En los ensayos clínicos, en particular, un médico o, si corresponde,


un odontólogo calificados y debidamente matriculados deben ser
responsables del cuidado médico de los participantes y de cualquier
decisión médica que se tome por ellos. El currículo vital de los
investigadores, incluyendo constancias de títulos, especializaciones,
habilitación profesional, entrenamiento y experiencia, puede
proveer información sobre su idoneidad para el patrocinador, el CEI
y las autoridades reguladoras, si corresponde. El resto del equipo
deberá acreditar entrenamiento apropiado en el protocolo del
estudio, la conducción de ensayos clínicos y los aspectos éticos de
las investigaciones en salud sobre seres humanos.

A2. EVALUACION ETICA Y CIENTIFICA

P4. Los antecedentes, objetivos, diseño, tamaño y selección de la


muestra, mecanismos de selección de participantes, métodos de
medición de las variables, análisis estadístico, detalle de la
intervención propuesta, si corresponde, y los aspectos éticos,
financieros y administrativos de una investigación en salud humana
deben detallarse de manera clara y exhaustiva en un protocolo del
estudio.
P5. El protocolo del estudio y la información destinada a los posibles
participantes deben someterse a evaluación y aprobación de un
comité de ética en investigación (CEI) antes de iniciar el estudio. El
CEI debe ser independiente de patrocinadores e investigadores. El
investigador deberá informar al CEI periódicamente acerca de la
marcha del estudio y, en forma inmediata, los hallazgos o
acontecimientos relevantes que impliquen riesgos no previstos para
los participantes de la investigación. Los cambios que se propongan
en el estudio y que puedan afectar la seguridad de los participantes
o su decisión de seguir participando deben ser evaluados y
aprobados por el CEI antes de su implementación.

Alcance. El requisito de que los proyectos de investigación en salud


humana se sometan a una revisión ética se aplica de manera
independiente al origen del proyecto: académico-científico,
gubernamental, de atención de salud, comercial u otros. Los
investigadores deben reconocer la necesidad de esta evaluación.

Excepciones. Los siguientes casos no requieren de revisión por un


CEI:

(a) cuando en la investigación no participan seres humanos o


cuando se utiliza información de tipo pública, siempre que no se
identifique a los individuos de ningún modo. Por ejemplo, los
estudios de Fármaco-economía;

(b) cuando la intervención se limita al estudio de los sistemas de


salud, programas oficiales de salud pública o la vigilancia de la salud
pública, siempre que no exista ninguna posibilidad de identificar a
los individuos. La vigilancia de la salud pública incluye los registros
oficiales o realizados en conformidad con la autoridad sanitaria de
enfermedades y de efectos adversos de medicamentos ya
registrados por la autoridad reguladora competente.

A veces puede ser difícil distinguir si un proyecto específico es para


una investigación o para la evaluación de un programa sanitario o
de un servicio de salud. La característica que define a la
investigación es que su finalidad es producir conocimientos nuevos
y generalizables, en cambio, en una evaluación sólo se busca
conocer y describir una característica o diagnóstico pertinentes sólo
a una persona, grupo de ellas o un programa específico.

La evaluación de un programa sanitario oficial o servicio de salud,


realizada por los propios operadores del programa o por el personal
de la institución deberían considerarse una acción necesaria para
garantizar la eficacia y seguridad de una instalación o
procedimiento, siempre bajo la perspectiva de beneficiar a las
personas. La misma justificación aplica a la vigilancia de eventos
epidemiológicos o de efectos secundarios de medicamentos u otros
productos de uso humano. Pero si el examen se realizara con fines
de investigación o si no quedara claro el alcance, el proyecto deberá
someterse al CEI para su evaluación y definición.

Comités institucionales o centrales. En virtud de la responsabilidad


de vigilar la protección de los participantes, es conveniente que los
CEI funcionen en las instituciones donde se llevan a cabo las
investigaciones o en el nivel de la autoridad jurisdiccional. Esto no
impide que otras entidades tales como los colegios médicos o las
asociaciones profesionales puedan constituir un CEI en sus ámbitos
respectivos.

En caso de que una institución no cuente con un CEI o que éste no


cumpla con los requisitos establecidos en esta Guía, sus proyectos
de investigación deberían ser evaluados por un CEI que pertenezca
a otra institución o al nivel central de la jurisdicción.
Evaluación científica y ética. Los propósitos principales de la
evaluación son: proteger a las personas contra riesgos de daño o
perjuicio y facilitar la realización de estudios beneficiosos para la
sociedad. Los aspectos científico y ético están íntimamente
relacionados: no es ético realizar un estudio que no posea solidez
científica al exponer a los participantes a riesgos o a molestias sin
lograr ningún beneficio. Los CEI pueden requerir asesoramiento
científico de un experto o consejo idóneo, pero deberán tomar su
propia decisión sobre la validez científica del estudio, basada en esas
consultas. Luego de establecer la validez científica, se debe evaluar
si los beneficios previstos justifican los riesgos conocidos para los
participantes, si los riesgos se han minimizado y los beneficios se
han maximizado, si los procedimientos de selección serán
equitativos y si el procedimiento para la obtención de
consentimiento es apropiado.

La evaluación científica implica también considerar el valor social de


la investigación, esto es, asegurar que sus resultados conducirán a
una mejora en la salud o el bienestar de la sociedad, aun cuando el
conocimiento no sea de aplicación inmediata. No es ético someter a
personas al riesgo de una investigación si ésta no ofrecerá ninguna
utilidad ni es justo desperdiciar fondos o recursos que podrían
dedicarse a otros beneficios sociales.
Adicionalmente, los CEI institucionales deben contemplar el
impacto que las actividades de investigación tendrán sobre el
funcionamiento habitual de la institución.

Evaluación de riesgos, beneficios y mecanismos de selección. Los


CEI deben prestar especial atención a los proyectos de investigación
que involucren niños, mujeres embarazadas o que amamantan,
personas con enfermedades mentales o algún tipo de discapacidad,
miembros de comunidades no familiarizadas con los conceptos
médicos y personas con libertad restringida para tomar decisiones,
tales como: personas privadas de su libertad, estudiantes de
ciencias de la salud en investigaciones llevadas a cabo por sus
docentes y empleados de las entidades que llevan a cabo la
investigación. También deben prestar atención a los mecanismos de
selección para evitar inequidades basadas en la edad, condición
socioeconómica, grado de invalidez u otras variables, a menos que
sean criterios de inclusión. Los posibles beneficios o daños de la
investigación deben distribuirse de manera equitativa entre grupos
que difieren desde el punto de vista de la edad, el sexo, la raza, la
cultura u otras variables, así como al interior de ellas.
Composición. Los CEI deben estar compuestos de manera tal que se
garantice una evaluación adecuada de los proyectos de
investigación. Entre sus miembros debe haber profesionales de la
salud y expertos en metodología, en ética de la investigación y en
derechos de participantes, además de personas legas en ciencias
pero capacitadas para considerar una gama de valores
comunitarios, culturales y morales. Los miembros deben renovarse
periódicamente con el fin de conjugar las ventajas de la experiencia
con las de las nuevas perspectivas. Para mantenerse independientes
de los investigadores, los CEI deberán evitar que todo miembro que
tenga un interés directo en un proyecto participe en la evaluación y
la decisión acerca del mismo.

Funcionamiento. Un CEI debe establecer sus procedimientos


operativos estandarizados para, por ejemplo, la frecuencia de las
reuniones, el quórum de miembros y los mecanismos para el
análisis y toma de decisiones, y debe comunicar dichas reglas a los
investigadores. Cuando se evalúa un proyecto, los diferentes
sectores del comité, científicos y no científicos, deben estar
representados para asegurar una evaluación integral.

Responsabilidades de los miembros. Los miembros de un CEI


deberán poner especial cuidado en evitar toda conducta no ética,
incluyendo los conflictos de intereses que pudieran surgir en las
evaluaciones. Los miembros del CEI deben respetar la
confidencialidad de los documentos recibidos para evaluación y las
deliberaciones del comité.

A3. CONSENTIMIENTO INFORMADO

P6. La decisión de un individuo o su representante de participar en


una investigación debe ser voluntaria y libre de influencia indebida,
incentivo indebido o coerción. Para tomar una decisión libre, cada
potencial participante o su representante legal deben recibir la
información de manera clara y precisa acerca del propósito,
procedimientos, beneficios y riesgos previsibles y fuentes de
financiamiento de la investigación, y de sus derechos a acceder y a
rectificar sus datos y a rehusarse a participar o a abandonar el
estudio en cualquier momento, sin necesidad de justificarse y sin
exponerse a ninguna represalia. Después de verificar que el
individuo o su representante han comprendido toda la información,
el investigador debe solicitar el consentimiento.

P7. En toda investigación experimental, cada potencial participante


debe ser informado, además, de los riesgos y beneficios esperados
tanto de la intervención experimental como de las alternativas
disponibles; del pago por la participación y la retribución por gastos,
si corresponden; y de la cobertura de atención y compensación
previstas en caso de daño directamente relacionado con la
investigación.

P8. En el transcurso de la investigación, los participantes deben ser


informados de todo hallazgo o acontecimiento que pudiera afectar
su seguridad o su decisión de continuar participando. Al finalizar la
investigación, los resultados de la misma deben ponerse a
disposición de los participantes.

Definición. Un consentimiento informado es voluntario y libre


cuando lo otorga una persona autónoma y competente que puede
entender el propósito y la naturaleza de la investigación, los riesgos
que deberá afrontar y los beneficios que podría recibir, y que conoce
sus derechos como participante de una investigación. Una persona
autónoma y competente es aquélla capaz para tomar una decisión
de manera voluntaria, únicamente en función de sus propios
valores, intereses y preferencias, y siempre que cuente con la
información necesaria para evaluar sus opciones. Como principio
general, el consentimiento deberá obtenerse para toda
investigación en la que participen seres humanos o se realicen con
muestras biológicas o datos personales.

El proceso de consentimiento informado deberá incluir los


siguientes elementos: competencia para tomar decisiones del
potencial participante o su representante legal, información clara y
completa antes y durante la investigación, comprensión de la
información, decisión voluntaria y libre, y documentación de todo el
proceso. La comprensión de la información depende de la madurez,
inteligencia y educación de los individuos, pero también de la
capacidad y voluntad del investigador para transmitirla.

Excepciones a la obtención del consentimiento. En las siguientes


situaciones, aplicables sólo a investigaciones observacionales, un
CEI podría exceptuar la obtención del consentimiento:

(a) cuando en la investigación se utilizan sólo datos o muestras no


vinculables, o información de conocimiento público. Es decir, no es
posible establecer la identidad de las personas y, por lo tanto, los
investigadores no pueden contactarlas para solicitar su
consentimiento.

(b) cuando se utilizan datos vinculables pero la obtención del


consentimiento es impracticable o muy dificultosa, y la
investigación propuesta representa sólo riesgos mínimos. Por
ejemplo, un estudio que utilice sólo historias clínicas. En tales casos,
el investigador deberá garantizar que protegerá la confidencialidad
de los datos, por ejemplo, eliminando toda la información de
identificación personal de los registros del estudio después de
compilar los datos de salud. Sin embargo, el uso de datos médicos o
de muestras biológicas con un fin para el cual no se ha consentido
es un problema ético, aun cuando ello no implique ningún riesgo
para el titular; por lo cual, las instituciones de salud que realicen
estudios sobre registros médicos o bancos de muestras deben
obtener un consentimiento anticipado de sus pacientes para tales
prácticas, informándoles sobre las medidas que se tomarán para
proteger su confidencialidad.

(c) cuando el estudio utiliza registros sanitarios establecidos u


oficialmente reconocidos por las autoridades sanitarias, por ejemplo,
registros de enfermedades o de efectos terapéuticos o adversos o de
datos genéticos, siempre que los datos registrados no se
encuentren vinculados a las personas. Estos registros son una
fuente importante de información para actividades de salud pública
tales como la prevención de enfermedades y la asignación de
recursos.

Excepciones a requisitos específicos del proceso de consentimiento.


El CEI podría exceptuar un requisito del proceso de obtención del
consentimiento en las siguientes situaciones:

(a) cuando la antelación del consentimiento podría invalidar los


resultados de la investigación, por ejemplo, cuando se estudia el
comportamiento de un grupo humano. Al ser advertidos, los sujetos
podrían modificar sus conductas habituales o ello podría causarles
una preocupación innecesaria. Los investigadores deberán justificar
ante el CEI la excepción y comprometerse a obtener el
consentimiento de los participantes antes de difundir los resultados
del estudio;

(b) en las investigaciones epidemiológicas experimentales en las


que la intervención se dirige a un grupo de personas o a una
comunidad, tales como los alumnos de una escuela o todos los
residentes de un área definida, por ejemplo, cuando se estudia una
estrategia de inmunización o de educación o la fluoración del agua
para evitar caries, el consentimiento puede obtenerse de un
representante de la comunidad o de la autoridad correspondiente,
quien debe evaluar si los beneficios esperados de la intervención en
estudio para el grupo o la comunidad superan a sus riesgos.
Adicionalmente, los individuos deben ser informados acerca de la
investigación y tener la oportunidad, dentro de lo posible, de
rechazar su participación;

(c) en ensayos clínicos sobre situaciones que requieren una


intervención médica inmediata, el CEI podrá aprobar el uso de una
versión abreviada que contenga información esencial sobre el
estudio para el potencial participante o su representante. En tal
caso, la información deberá suministrarse en presencia de un testigo
independiente, quien deberá firmar el formulario de consentimiento
junto con el investigador y el participante o su representante.
Un investigador que proponga una excepción a la obtención del
consentimiento o a alguno de los requisitos del proceso deberá
justificar ante el CEI el fundamento de la solicitud y explicar cómo se
protegerán los derechos de los participantes. El investigador no
deberá proceder con la investigación sin contar con la aprobación
específica del CEI para tal excepción.

Incapacidad para otorgar el consentimiento. En el caso de las


personas que no pueden otorgar un consentimiento voluntario por
razones físicas, mentales o legales, éste deberá obtenerse de un
representante autorizado por leyes aplicables, por ejemplo, el padre
o la madre en el caso de los menores de edad. El representante
conserva la potestad de retirar de la investigación al participante si
fuera necesario por su seguridad o si esa fuera la decisión que mejor
representa sus valores y preferencias. El respeto por las personas
que no pueden otorgar por sí mismas un consentimiento requiere
que se les brinde igualmente la oportunidad de decidir si participan
o no de la investigación, luego de ser informadas según su
capacidad de comprensión.

Las personas que padecen trastornos mentales transitorios o


permanentes, tales como el estado de coma o la enfermedad de
Alzheimer, y que no poseen representante designado por un Juez,
plantean una situación particular. Desde el punto de vista ético,
estas personas no debieran ser privadas del beneficio de obtener
nuevos conocimientos o de desarrollar nuevos tratamientos para la
condición que padecen. En acuerdo con el Art. 7º de la Ley Nacional
de Salud Mental Nº 26.657 y con el Art. 4º de la Ley Nacional de
Derechos del Paciente Nº 26.529, un familiar hasta el cuarto grado
de consanguinidad, el cónyuge o el conviviente del paciente son
quienes mejor podrían responder por sus intereses y por la decisión
que él o ella tomarían si estuvieran en pleno uso de sus facultades,
por lo tanto, son ellos quienes deben representar al potencial
participante para la obtención de un consentimiento informado
fehaciente. En la medida de lo posible, o cuando el participante
recupere el uso de sus facultades, se le debe informar acerca de la
investigación y solicitar su consentimiento antes de continuar con la
misma.

El testigo del proceso de consentimiento. La figura del testigo


independiente del investigador es una garantía adicional a la
evaluación del CEI de que el investigador respetará los valores e
intereses durante la obtención del consentimiento de un potencial
participante vulnerable a un posible incentivo indebido o coerción.
Este requisito aplica exclusivamente a los estudios de farmacología
clínica con fines de registro o regulación sujetos a la supervisión de
ANMAT, en los siguientes casos:

(a) cuando se prevé la participación de poblaciones en situación de


vulnerabilidad por razones culturales, educativas, sociales o
económicas; y

(b) en el caso de situaciones urgentes que requieran el uso de un


consentimiento abreviado.

El testigo debe firmar el formulario de consentimiento como


constancia de su participación.

Objeción deliberada y asentimiento de los menores de edad. En


general, debiera buscarse la cooperación voluntaria o asentimiento
de un menor para participar en una investigación, luego de
brindarle la información adecuada a su grado de madurez. Los niños
que fuesen inmaduros para asentir con entendimiento pueden ser
capaces de manifestar una ‘objeción deliberada’, es decir, una
expresión de desaprobación o negación al procedimiento
propuesto, la cual debiera respetarse, a menos que el niño necesite
un tratamiento no disponible fuera del contexto de la investigación,
la intervención en estudio implique una probabilidad de beneficio
terapéutico y no haya una terapia alternativa aceptada. El CEI
deberá determinar la edad a partir de la cual se requerirá el
asentimiento del menor, en función de las características de cada
estudio.
Anuencia de la comunidad. Cuando se planifican investigaciones
sobre comunidades o grupos de personas vinculadas por razones
étnicas, geográficas, sociales o por intereses comunes, se debe
procurar la conformidad de un representante de la comunidad, por
ejemplo, incluyéndolo en la evaluación del CEI. El representante
deberá elegirse según la naturaleza y tradiciones de la comunidad, y
los investigadores y miembros de CEI deberán asegurarse que estas
personas inequívocamente representan los intereses de aquélla. En
las comunidades en las que suelen tomarse decisiones colectivas,
los investigadores deben considerar la conveniencia de obtener la
aprobación de los dirigentes comunitarios, previamente a las
decisiones individuales.

Incentivo indebido. En ocasiones, puede ser difícil distinguir


claramente entre una motivación legítima y la oferta de un estímulo
excesivo o inapropiado. Los beneficios potenciales y reales de la
investigación, por ejemplo, la obtención de un conocimiento, son
incentivos apropiados. Del mismo modo, la promesa de
indemnización y atención médica por perjuicios, lesiones o pérdida
de ingresos no deben considerarse como una inducción para
participar. Por otra parte, aquellos que carecen de bienes básicos o
de adecuada atención de salud están especialmente expuestos a un
incentivo indebido cuando se les ofrecen bienes, servicios o pagos
en efectivo por su participación y requieren por ello de una garantía
de consentimiento libre y voluntario a través de la presencia de un
testigo independiente en el proceso de obtención del mismo.

En investigaciones sin beneficios potenciales para la salud de los


participantes, por ejemplo, cuando se trate de voluntarios sanos,
éstos podrán recibir un pago, cuyo tipo o monto deberán ser
aprobados por el CEI. En cambio, cuando la investigación plantea un
beneficio potencial para la salud de los participantes, sólo es
aceptable una retribución por gastos o lucro cesante.

Coerción. El uso intencional de la fuerza o de amenazas para


modificar la voluntad de otras personas, por ejemplo, una amenaza
de daño físico o de castigo tal como la pérdida de trabajo o de
atención médica por rehusarse a participar en una investigación, es
inaceptable.

Influencia indebida. Los potenciales participantes pueden no


sentirse libres de rehusar pedidos de quienes tengan poder sobre
ellos, por lo tanto, no deberían proponerse investigaciones con
individuos cuya decisión pueda ser afectada por una autoridad
relacionada, si ellas pudieran realizarse con participantes
independientes. De otro modo, los investigadores deben justificar
esa elección ante el CEI y exponer el modo en que planean
neutralizar esa posible influencia.

Uso de datos médicos y muestras biológicas. Los pacientes tienen


derecho a saber si sus datos o muestras serán usados para una
investigación por lo que los investigadores deberán obtener su
consentimiento previamente. Un CEI podría aprobar el uso para
investigación de datos o de muestras provenientes de atención
médica, sin el consentimiento previo de los pacientes, sólo cuando
se demuestre que el proyecto es científicamente válido, se prevé un
riesgo mínimo, la obtención del consentimiento será dificultosa o
impracticable y se garantizará la protección de la privacidad y la
confidencialidad de los individuos mediante una disociación
irreversible de los datos o muestras biológicas. Una probable
negativa a participar por parte de los individuos no debe
considerarse criterio de impracticabilidad para aprobar la omisión
del consentimiento.

En caso de obtenerse muestras biológicas como parte de la


investigación, el consentimiento informado deberá incluir la
siguiente información:

(a) los posibles usos, directos o secundarios, de muestras biológicas


obtenidas en el estudio;

(b) el destino de las muestras biológicas al finalizar el estudio, por


ejemplo, su destrucción o el almacenamiento para uso futuro. En
este último caso, se debe especificar cuáles serían los usos futuros
posibles y dónde, cómo y por cuánto tiempo se almacenarán las
muestras, y que el participante tiene derecho a decidir sobre esos
usos futuros;

(c) una declaración de que las muestras o los datos derivados no


serán comercializados; y

(d) en caso de plantear un posible desarrollo de un producto


comercial a partir de las muestras biológicas, si se prevé ofrecer al
participante beneficios monetarios o de otro tipo por ello.

La transferencia de cualquier muestra o material biológico


destinado a investigación científica entre participante e investigador
o entre investigadores u otros debe ser gratuita, sin perjuicio de que
el participante pueda recibir una retribución financiera por gastos o
molestias sufridas o que el receptor deba cubrir los gastos de envío
y conservación de las muestras o materiales.

Uso secundario de muestras biológicas. Puede suceder que los


investigadores soliciten usar muestras biológicas que han sido
obtenidas como parte de otra investigación, o muestras que al
momento de obtenerse no se había definido su finalidad. Los usos
secundarios están sujetos a las condiciones definidas en el
consentimiento original, sin embargo, un CEI podría aprobar un uso
secundario siempre que el consentimiento original haya
especificado lo siguiente:

(a) si habrá o podría haber un uso secundario para esas muestras y,


en caso de haberlo, qué tipo de estudios podrían realizarse con esos
materiales;

(b) las condiciones bajo las cuales los investigadores tendrán que
contactar a los participantes para solicitar autorización adicional
para un uso secundario o aún no definido;

(c) el plan, si lo hubiera, para destruir las muestras sin uso o


disociarlas irreversiblemente; y
(d) el derecho de los participantes a solicitar la destrucción o
disociación de las muestras.
Consentimiento en investigación genética o proteómica. Antes de
obtenerse muestras para una investigación genética o proteómica,
los potenciales participantes deben ser informados sobre la
finalidad de la investigación, sus riesgos y consecuencias, que
poseen el derecho de decidir a conocer o no sus datos genéticos y
que, si lo desean, tendrán acceso a ellos, a menos que se hayan
disociado irreversiblemente de su identificación o que la
información obtenida no tenga consecuencias relevantes para su
salud.

Como regla general, los datos genéticos o proteómicos humanos


obtenidos para investigación científica no deben conservarse
asociados con una persona identificable por un tiempo mayor al
necesario para llevar a cabo la investigación.

Los datos genéticos o proteómicos humanos recolectados con fines


de investigación científica no deberán utilizarse con fines
incompatibles con el consentimiento original, a menos que se
obtenga un nuevo consentimiento del participante o de su
representante. Los investigadores deben garantizar, además, que el
uso de los datos no expondrá a las personas, familias, grupos o
comunidades al riesgo de discriminación o estigmatización.
Cuando se realicen pruebas genéticas que puedan tener
consecuencias relevantes para la salud de una persona, debe
ponerse a disposición de ésta un asesoramiento genético adecuado.
Este asesoramiento debería ser no coercitivo, adaptarse a la cultura
que se trate y atender el interés superior de la persona involucrada.

Consentimiento por correo o por medios electrónicos. Cuando se


proyecta una encuesta a gran cantidad de personas, habitualmente
los investigadores proponen realizarla por correo postal, correo
electrónico o por Internet, lo cual incluye obtener el consentimiento
de los potenciales encuestados por el mismo medio. El problema en
este caso es la dificultad para garantizar que los participantes
entenderán los aspectos relevantes de su participación en el estudio.
Por esto, es importante que el lenguaje usado en el texto del
consentimiento sea claro y preciso, y que los investigadores pongan
a disposición un número de teléfono o un correo electrónico para
responder las preguntas de los destinatarios de la encuesta.
Considerando, además, el riesgo de violación de correspondencia
por terceros, los investigadores deben evitar la inclusión de
información potencialmente sensible acerca de los individuos en
todo el proceso.

Retención parcial de la información. En algunos estudios de


observación de conducta humana se suele proponer una
comunicación selectiva de la información del estudio a los
participantes para evitar influir en la conducta que se investiga y
obtener respuestas destinadas a complacer al investigador, lo que
parece contradecirse con los requisitos del consentimiento
informado. El CEI podría aprobar el uso de esa técnica siempre que
la retención selectiva no induzca a las personas a hacer lo que de
otra forma no consentirían hacer y el investigador se comprometa a
comunicar a los participantes esa información y obtener su
consentimiento antes de usar los datos que se hayan generado.
Responsabilidades acerca de la información para participantes. La
responsabilidad primaria sobre la información, tanto oral como
escrita, para los participantes de la investigación recae sobre el
investigador. Sin embargo, en los casos en que se trate de
intervenciones en salud con productos, la veracidad de la
información sobre la eficacia y la seguridad de los mismos serán
responsabilidad del productor y/o patrocinador de la investigación.
En todos los casos, el CEI debe verificar que la información escrita se
presenta de manera adecuada.

A4. BENEFICIO Y RIESGOS DE LA INVESTIGACION

P9. Todos los proyectos de investigación en salud humana deben


incluir una meticulosa evaluación de los riesgos y cargas previstos
en comparación con los beneficios esperados. Esto no impide la
participación de voluntarios sanos en investigación médica.
P10. Una investigación en salud humana podrá realizarse sólo si los
beneficios para los individuos o para la sociedad superan claramente
a los riesgos previstos, y éstos han sido minimizados en la medida
de lo posible. La investigación deberá detenerse si durante su
transcurso se observara que los daños resultan mayores que los
beneficios o un análisis interino mostrara que la pregunta de la
investigación ya se ha respondido.

P11. En toda investigación observacional o experimental, los


productos y procedimientos indicados en el protocolo deben ser
gratuitos para todos los participantes.

Justificación de riesgos. La participación en una investigación en la


que se prevé un beneficio diagnóstico, terapéutico o preventivo para
el individuo debe justificarse por la expectativa de que la
intervención será, según el estado del conocimiento, tan ventajosa
como cualquier otra alternativa disponible. En cambio, los riesgos de
investigaciones sin posibilidad de beneficio diagnóstico, terapéutico
o preventivo para el participante pueden justificarse por la
relevancia del nuevo conocimiento que se espera obtener.

Identificación de los riesgos. El término “riesgo” se refiere a la


posibilidad de que ocurra un daño. Por su parte, las expresiones
“bajo riesgo” y “alto riesgo” describen la magnitud de la probabilidad
de ocurrencia del daño en términos de frecuencia y de severidad.
Un riesgo se considera bajo cuando es similar o equivalente a los
riesgos de la práctica médica de rutina. Cuando planifican una
investigación, los investigadores deben tratar de identificar todos los
riesgos posibles para los participantes. Los riesgos pueden ser:

(a) físicos: riesgos de efectos adversos de las intervenciones o


procedimientos del estudio;

(b) mentales o emocionales: cuando se puede afectar la sensibilidad,


los valores o derechos de los participantes, por ejemplo, si se revela
información personal a terceros; y
(c) económicos: cuando la participación puede causar pérdidas
pecuniarias.

Minimización de riesgos: Luego de la identificación de los riesgos,


los investigadores deberán elaborar un plan para minimizar sus
efectos. Las estrategias usuales para minimizar son:

(a) vigilancia de la seguridad de los participantes con controles


adecuados y frecuentes para prevenir, detectar y tratar rápidamente
la ocurrencia de eventos adversos;

(b) informar periódicamente los eventos adversos al CEI y, si


corresponde, al patrocinador;

(c) informar inmediatamente los eventos adversos serios e


inesperados al CEI y, en caso que corresponda, al patrocinador y a la
autoridad reguladora;

(d) realizar análisis interinos para detectar cambios en la frecuencia


o magnitud de los eventos adversos esperados en relación con los
beneficios previstos y/o una resolución prematura de la pregunta de
la investigación. En los ensayos clínicos que midan frecuencia de
mortalidad o de eventos de salud graves, tales como los
cardiovasculares, o que evalúen intervenciones de alto riesgo o en
los que participe una gran cantidad de individuos, es recomendable
contar con un consejo independiente de monitoreo de datos para
evaluar los datos interinos; y

(e) suspender provisoria o definitivamente la intervención del


estudio en un participante, o su participación en el estudio o, si fuera
necesario, toda la investigación para proteger la salud y el bienestar
de los participantes.

Riesgos para grupos o comunidades. Un estudio puede causar daño


a un grupo o comunidad, por ejemplo, cuando se desvía de sus
obligaciones de rutina al personal de salud para atender las
actividades de la investigación, se modifican las prioridades de la
atención de la salud o se crea una situación de inequidad entre los
usuarios.

Las investigaciones de intervenciones preventivas, por ejemplo, de


una vacuna, merecen una consideración especial, debido a que
estas intervenciones implican que todos los participantes se
someten a sus riesgos potenciales mientras que sólo se beneficiarán
aquellos que hubieran contraído la enfermedad si no se hubiera
realizado la investigación. Este es, en realidad, un problema
inherente a todos los programas preventivos, y requiere de especial
atención de los investigadores y del CEI para evaluar los riesgos e
inconvenientes para quienes pudieran no recibir ningún beneficio
directo por su participación.

Otro caso particular son las investigaciones que incluyen el tamizaje


de enfermedades para las cuales no existe un tratamiento eficaz,
puesto que los participantes obtendrán un diagnóstico pero sin
posibilidad de solución. Para que se justifique su realización, estos
proyectos deben ser de suficiente relevancia para la salud de
terceras personas, por ejemplo, en el caso de una enfermedad
transmisible infecciosa o genética. El participante de estas
investigaciones tiene derecho a decidir si será o no informado de los
resultados de sus estudios y, en caso de serlo, deberá contar con un
asesoramiento profesional apropiado, por ejemplo, consejería
genética.

Maximización de los beneficios. El término “beneficio”, en el


contexto de las investigaciones en salud humana, se refiere a un
efecto positivo relacionado con la salud o el bienestar de un
individuo o una comunidad. Los beneficios de una investigación
pueden ser maximizados con las siguientes estrategias:

(a) capacitación del personal de salud: una investigación es una


oportunidad para capacitar al equipo de salud en técnicas y
procedimientos que puedan optimizar la atención de rutina;
(b) mejora en los servicios de salud: la incorporación a los servicios
de salud de los insumos o instrumentos que se hayan obtenido o
adquirido para el estudio es un beneficio adicional para la
comunidad donde se realiza la investigación; y

(c) difusión de los resultados de la investigación: la difusión de los


resultados del estudio en la comunidad estudiada o en el ámbito
científico es un beneficio en sí mismo, ya que con esto se tiende a
mejorar la salud de la población.

Financiamiento de la investigación. En cualquier tipo de


investigación, todos los tratamientos y procedimientos definidos en
el protocolo deben suministrarse a todos los participantes sin costo
alguno para ellos. En el caso de estudios que no cuenten con
patrocinio financiero o que éste fuese sólo de tipo filantrópico o
científico, es decir, sin fines industriales o comerciales, es aceptable
que los tratamientos o procedimientos sean cubiertos por el
financiador habitual de salud del participante, siempre y cuando
estos tratamientos y procedimientos se encuadren en la práctica
médica corriente para la enfermedad en estudio y que el costo de
los mismos no se encuentre incluido en el subsidio o financiamiento
recibido para la investigación.

A5. SELECCION DE LOS PARTICIPANTES

P12. Los participantes deberán seleccionarse en función de los


objetivos y del diseño de la investigación, y de la mayor probabilidad
de minimizar los riesgos y de maximizar los beneficios a nivel
individual. Todos los individuos y/o grupos de una sociedad deberían
tener acceso equitativo a la posibilidad de beneficiarse de
investigaciones científicamente válidas, de manera independiente a
su situación cultural, educativa, social o económica, a menos que
exista una razón científica o de seguridad adecuadamente
justificada.

Selección justa. Si bien el objetivo científico de la investigación es el


principal criterio para la selección de los participantes, los principios
que sostienen que los iguales deben ser tratados de la misma
manera y que los beneficios y las cargas generados por una
cooperación social, como lo es la investigación, se deben distribuir
equitativamente entre los grupos involucrados, deben tener similar
consideración en la evaluación ética. Esto no significa que los
individuos o grupos seleccionados deban beneficiarse directamente
de todo proyecto de investigación ni tampoco que las personas
marginadas, estigmatizadas o en desventaja socioeconómica nunca
deban ser incluidas.

Población vulnerable. Grupo de individuos con incapacidad mental


o legal para comprender las características de una investigación o
para expresar su voluntad o que por una condición social, cultural,
educativa o económica desfavorable es susceptible a ser
influenciado por la expectativa de recibir un beneficio por participar
en la investigación (incentivo indebido) o a ser víctima de una
amenaza por parte de los investigadores u otros en una situación de
poder si se rehusaran a participar (coerción).

Una investigación sobre una población vulnerable podría implicar


una distribución desigual de sus cargas y beneficios, por lo que los
investigadores deberán garantizar al CEI que:

(a) la investigación no podría ser igualmente bien realizada con


personas menos vulnerables;

(b) la investigación intenta obtener un conocimiento que conducirá


a mejorar la atención de enfermedades u otros problemas de salud
característicos o propios del grupo vulnerable;

(c) los participantes del estudio y otros miembros del grupo


vulnerable tendrán un razonable acceso a los productos que lleguen
a estar disponibles como resultado de la investigación;

(d) los riesgos asociados a intervenciones o procedimientos sin


beneficio directo para la salud de los participantes no sobrepasan a
los asociados con exámenes médicos o psicológicos de rutina de
tales personas, a menos que el CEI autorice un leve aumento de ese
nivel de riesgo;

(e) en el caso de los ensayos clínicos, se obtendrá el consentimiento


en presencia de un testigo independiente para garantizar la
voluntariedad y la libertad de la decisión de participar.

Los investigadores deben identificar aquellas personas o grupos en


situación de vulnerabilidad a fin de implementar una protección
especial para ellos. No obstante, algunas vulnerabilidades pueden
ser relativamente fáciles de identificar, tales como la incapacidad
física, legal o mental para otorgar un consentimiento voluntario,
mientras que otras son difíciles de definir, como la condición
económica, social, cultural o educativa desfavorable.

Individuos incapaces para otorgar el consentimiento. Son los


individuos menores de edad y las personas con trastornos mentales
transitorios, fluctuantes o permanentes. La investigación con estos
grupos sólo se justifica cuando:

(a) el conocimiento que se espera obtener de la investigación es


suficientemente relevante en relación con los riesgos previsibles;

(b) los riesgos de un estudio observacional son sólo ligeramente


mayores a los asociados a los exámenes médicos y psicológicos de
rutina de tales personas en la condición que se investiga;

(c) los riesgos de una investigación experimental son similares a los


de las intervenciones que usualmente reciben los individuos por la
condición que se investiga; y

(d) el CEI cuenta con especialistas o consulta a expertos en esos


grupos en particular.

Vulnerabilidad cultural, educativa, social o económica: la


participación en ensayos clínicos de poblaciones vulnerables por
razones culturales, educativas, sociales o económicas, como es el
caso de las minorías étnicas o de personas analfabetas,
subordinadas, refugiadas, indigentes o con necesidades básicas
insatisfechas, requiere de protecciones adicionales. Como garantía
de que se respetaron los valores e intereses particulares del
potencial participante vulnerable, el consentimiento debe obtenerse
en presencia de un testigo independiente del investigador y de su
equipo. A modo de orientación, la observación de uno o más de los
siguientes indicadores puede usarse para establecer la necesidad de
esta protección adicional:

(a) desocupación o trabajo informal o inestable en el principal sostén


familiar;

(b) sin vivienda o vivienda precaria (hotel o pensión, inquilinato, casa


tomada o construcción no destinada a vivienda) o ubicada en áreas
desfavorables (villa o asentamiento informal);

(c) sin cobertura de seguridad social (obra social o prepaga);

(d) analfabetismo o estudio primario incompleto;

(e) pueblo originario o perteneciente a una etnia cuya lengua


primaria no sea el español;

(f) condición de refugiado o desplazado.

Cuando se proponga una investigación en poblaciones o


comunidades con recursos limitados, los investigadores deben
garantizar que la investigación responde a las necesidades de salud
y las prioridades de la población o comunidad y que cualquier
beneficio que se genere a partir de la investigación, ya sea un
conocimiento o un producto, estará disponible razonablemente
para beneficio de esa población o comunidad. Si el conocimiento
obtenido de la investigación se usara primariamente en beneficio de
otros grupos que pueden asumir el costo del producto una vez
comercializado, la investigación puede caracterizarse como
explotadora y no ética.
Participación de mujeres en edad reproductiva o embarazadas. La
posibilidad de embarazarse durante el estudio no debiera, por sí
misma, ser utilizada como razón para excluir o limitar la
participación de mujeres en edad reproductiva. Los requisitos para
minimizar los riesgos son: informar a las potenciales participantes
en detalle sobre los riesgos para el embarazo y el feto y garantizarles
el acceso a pruebas de embarazo y a métodos anticonceptivos
efectivos antes y durante toda la investigación.

En el caso de las mujeres embarazadas, además del requisito de


proveer información detallada sobre los riesgos para ellas y para el
feto, es recomendable que se obtenga el consentimiento de la
pareja de la mujer embarazada, si corresponde. Una investigación
en esta población sólo podrá realizarse si es relevante para los
problemas de salud relacionados con el embarazo y el producto de
la concepción, y si está adecuadamente respaldada por
experimentos previos en animales, particularmente para establecer
los riesgos de teratogénesis y mutagénesis.

A6. CONFIDENCIALIDAD DE LA INFORMACION

P13. Los investigadores deben tomar todas las precauciones


necesarias para proteger la privacidad y la confidencialidad de la
información de los participantes en el estudio.

Confidencialidad. La investigación en salud humana


frecuentemente implica la manipulación de datos sensibles de
individuos o grupos; por lo cual existe el riesgo de que la revelación
de esos datos a terceros pueda causar perjuicio o angustia a los
participantes. Los investigadores deben tomar todas las
precauciones posibles para proteger la privacidad y la
confidencialidad de la información de los participantes, conforme a
la Ley Nacional 25.326 de Habeas Data, por ejemplo, omitiendo los
datos que pudiesen identificar a los individuos o limitando su
acceso sólo a personas autorizadas.
No deberían usarse datos personales identificables cuando un
estudio pueda hacerse sin ellos. Cuando fuese necesario registrar los
datos de identificación personal, los investigadores deben justificar
esa necesidad ante el CEI, y explicar cómo se protegerá su
confidencialidad y cuáles serán las limitaciones de tal protección,
por ejemplo, que los registros de investigación serán revisados por
personal del patrocinador o de la autoridad reguladora. Un
mecanismo usual de protección es la eliminación de los datos de
identificación cuando se consolidan los resultados para el análisis
estadístico. Los investigadores deben obtener el consentimiento
previo de los potenciales participantes para utilizar sus datos y
expresarles su compromiso para preservar la confidencialidad de los
mismos.

El CEI debe aprobar tanto la información que se provee a los


potenciales participantes como los mecanismos previstos para
proteger su privacidad y confidencialidad.

Información no vinculada. Es la información que no se puede


relacionar con el individuo a quien se refiere y, dado que el
investigador no conoce a la persona, la confidencialidad no está en
riesgo y no surge la necesidad de obtener un consentimiento. Los
datos o muestras pueden haber estado originalmente vinculados y
luego haberse destruido el nexo con la información que identifica al
individuo (“anonimización” o “disociación irreversible”), con lo que
deja de ser posible conectar un dato o muestra con la persona a la
que se refiere. Para poder proceder con la anonimización de datos o
de muestras, el titular debe haberlo consentido previamente.

Información vinculada. Es la información que puede relacionarse o


conectarse con la persona a quien se refiere. La información
vinculada, por su parte, puede ser:

(a) anónima, cuando no se puede vincular con la persona a quien se


refiere excepto mediante un código u otros medios conocidos sólo
por el titular de la información;
(b) no nominal, cuando la información se puede vincular con la
persona a través de un código, que no incluye la identificación
personal y es conocido por la persona y el investigador; o

(c) nominal, cuando la información se vincula con la persona por


una identificación personal, habitualmente el nombre.

Los dos primeros casos (anónima y no nominal) se conocen también


como datos “codificados o reversiblemente disociados” y son
aquellos datos no asociados a una persona identificada o
identificable por haberse sustituido o desligado la información que
identifica a esa persona a través de un código que permite la
operación inversa.

Confidencialidad en investigación genética. Siempre que se planee


realizar pruebas genéticas de valor clínico conocido o predecible
sobre muestras vinculadas a un individuo identificable, se debe
obtener previamente su consentimiento. A la inversa, para poder
realizar una prueba genética de valor clínico conocido o que aporte
información sobre una condición hereditaria conocida sin obtener
consentimiento previo, el investigador debe garantizar que las
muestras biológicas se han disociado irreversiblemente de sus
titulares y que no podría derivarse de la investigación información
alguna sobre individuos específicos.

Los datos genéticos o proteómicos de una persona no deben ser


dados a conocer ni puestos a disposición de terceros, en particular
de empleadores, compañías de seguros, establecimientos de
enseñanza o familiares de la persona en cuestión. Los investigadores
deben esforzarse por proteger la privacidad de las personas y la
confidencialidad de los datos genéticos humanos asociados con
una persona, una familia o un grupo identificables. Por regla
general, los datos genéticos o proteómicos humanos obtenidos con
fines de investigación científica no deberían conservarse asociados
con una persona identificable por más tiempo del necesario para
llevar a cabo la investigación. Aun cuando estuvieren disociados de
la identidad de una persona, se deben adoptar todas las
precauciones necesarias para garantizar la seguridad de esos datos.

Confidencialidad cuando se usa Internet en investigación. Hay varias


maneras por las cuales los investigadores podrían usar Internet para
sus investigaciones:

(a) para obtener datos: los investigadores podrían enrolar personas


para responder encuestas o cuestionarios colocados en un sitio Web
o usar sitios de acceso público para observar, como fuente de datos,
lo que sus usuarios dicen o hacen sin necesariamente interactuar
con ellos.

(b) para transmitir datos: los investigadores podrían enviar archivos


electrónicos con datos de investigaciones a otros investigadores con
fines de colaboración, o los patrocinadores instalar una base para
ingreso de datos en un sitio Web en estudios multicéntricos.

(c) para comunicar resultados: algunos investigadores difunden los


resultados de sus estudios a través de un sitio Web.

En cualquier caso, la privacidad, confidencialidad y seguridad de los


participantes deberá ser garantizada por los investigadores durante
la obtención de datos, transmisión a otros centros y la construcción
de una base de datos compartida, particularmente cuando se
transmitan datos de identificación personal. Los investigadores o
patrocinadores deben usar claves de acceso y la mejor tecnología
disponible, por ejemplo, la encriptación, para garantizar que sólo
personas autorizadas podrán leer los datos. Estos requisitos aplican
también cuando se transmiten datos desde dispositivos electrónicos
implantables o portátiles, por ejemplo, marcapasos o sistemas de
monitoreo de signos vitales.

A7. CONFLICTO DE INTERESES

P14. El deber primario de toda persona que planifica, patrocina,


conduce o comunica una investigación en salud humana es
respetar la dignidad, los derechos, los valores, los intereses, el
bienestar y la integridad física y mental de los individuos que
participan en ella, por encima de cualquier interés financiero,
científico, social o de otro tipo.

Definición: Se considera un conflicto o competencia de intereses en


la investigación cuando el juicio profesional relacionado con un
interés o deber primario del investigador, tales como el bienestar de
los participantes o la validez de la investigación, puede ser influido
por un interés secundario, por ejemplo, la obtención de fondos o el
reconocimiento profesional. El interés de proteger a los
participantes y obtener un conocimiento válido debe siempre
prevalecer sobre cualquier otro interés.

En muchos casos puede ser realmente difícil determinar cuándo


hay un verdadero conflicto de intereses debido a que el interés que
compite no es siempre financiero y puede estar solapado. Los CEI
deben prestar atención al riesgo de conflicto de intereses y no
aprobar propuestas en las que haya evidencia de que el juicio
profesional de los investigadores pueda ser afectado por una
incompatibilidad de intereses.

Un caso particular son los posibles conflictos de intereses


financieros, académicos o políticos dentro de la institución a la que
pertenece el investigador. Por esta razón, un CEI institucional
deberá incorporar miembros imparciales y externos a la institución
para ayudar al manejo de una situación de estas características.

Declaración de conflictos de intereses. La honradez, la transparencia


y la imparcialidad son fundamentales para formular, conducir,
interpretar y comunicar los resultados de los estudios. Los
investigadores deberán revelar al CEI y a los potenciales
participantes de la investigación sus fuentes de financiación y los
posibles conflictos de intereses, particularmente en el caso en que
un patrocinador comercial o de otro tipo prevé usar los resultados
de la investigación para el registro o la promoción de un producto o
servicio.
Estudios patrocinados internacionalmente. Los estudios
patrocinados internacionalmente son aquéllos realizados en un país
anfitrión pero iniciados, financiados y, a veces, conducidos por una
entidad extranjera o internacional con colaboración o conformidad
de la autoridad local. En estos casos, podría haber un conflicto entre
los intereses del país o entidad patrocinadora y los de la comunidad
local, razón por la cual se deben cumplir los siguientes requisitos
éticos:

(a) los proyectos deberán ser sometidos a evaluación ética tanto en


el país patrocinador como en el país anfitrión;

(b) el CEI del país anfitrión debe asegurarse que el proyecto cumple
sus exigencias éticas; y

(c) los investigadores deben cumplir las reglas éticas del país
patrocinador y las del anfitrión.

El comité del país patrocinador u organización internacional tienen


la responsabilidad especial de determinar si existe una justificación
para realizar el estudio en el país anfitrión en lugar de efectuarla en
el país patrocinador y si el proyecto concuerda con los estándares
éticos del país patrocinador u organización internacional.

El comité del país anfitrión tiene la responsabilidad especial de


determinar si los objetivos de la investigación responden a los
propios requisitos éticos y a las necesidades y prioridades de salud
locales. También debe asegurarse que la propuesta de realizar la
investigación en el país anfitrión en lugar del país patrocinador no
obedece a un impedimento ético en este último y, si ese fuera el
caso, la propuesta no deberá aceptarse.

A8. MANEJO DE DATOS Y RESULTADOS


P15. La información obtenida en una investigación en salud humana
debe registrarse y archivarse de manera tal que permita su
adecuada interpretación y verificación.

P16. Cuando se publica el resultado de una investigación, se debe


mantener la exactitud de los datos y de su interpretación. En las
publicaciones se deberán declarar las fuentes de financiación,
relaciones laborales y otros posibles conflictos de intereses. Los
artículos que no cumplan con los estándares éticos no deberían ser
aceptados para publicación.

Registro de datos. Toda la información que se obtenga de la


investigación debe ser registrada, conservada, analizada,
interpretada y comunicada de manera tal que permita demostrar la
calidad y la integridad de los datos. Calidad de los datos significa
que ellos deben ser exactos, legibles, completos, contemporáneos
(registrados en el momento que se miden u obtienen) y atribuibles
a la persona que los haya generado. La integridad de los datos es
una atribución del conjunto de ellos y se refiere a que los datos son
creíbles, consistentes y verificables.

El registro de datos puede ser manuscrito o electrónico. En


cualquier caso, se debe asegurar su preservación y la
confidencialidad de los datos personales. Se denomina documentos
“fuente” a aquellos documentos en los cuales los datos se registran
por primera vez, por ejemplo, las historias clínicas de los
participantes. En tanto, los documentos “esenciales” son aquellos
que permiten demostrar que durante la investigación se han
cumplido todos los requisitos éticos y científicos, por ejemplo, el
protocolo, los documentos del consentimiento informado y la nota
de aprobación del CEI. Los documentos esenciales deben
conservarse en un lugar seguro para proteger la confidencialidad de
la información y permitir su preservación y su acceso directo para
verificación, si fuera requerido por el CEI o la autoridad competente.
Al tratarse de datos de salud de personas, los documentos
esenciales de un estudio deberán cumplir los requisitos legales de
conservación de información médica.
Comunicación de los resultados del estudio. Parte de los beneficios
que las comunidades y los individuos pueden esperar de su
participación en investigaciones es que se les informe de las
conclusiones o resultados concernientes a su salud. En caso de
surgir recomendaciones para la salud pública, ellas deben ponerse a
disposición de las autoridades sanitarias.

Imposibilidad de comunicar los resultados del estudio. En algunos


casos, por ejemplo, cuando los datos no están vinculados a
personas, no será factible extraer de los resultados generales la
información concerniente a ellas o sus familias, por lo cual, los
participantes de estos estudios deben ser advertidos que no serán
informados acerca de las conclusiones concernientes a su salud y
que no deben inferir por ello que no padecen la enfermedad o
condición en estudio.

Publicación de los resultados del estudio. Los investigadores tienen


la obligación de divulgar información que sea de interés público, por
cualquier medio apropiado disponible y siempre que se respete la
confidencialidad de los participantes y que las interpretaciones o
inferencias no se presenten como si fueran verdades probadas o de
manera que promuevan o parezcan promover intereses especiales,
por ejemplo, que se ha demostrado que un producto es eficaz. Se
recomienda enfáticamente la publicación de los resultados, tanto
positivos como negativos, de las investigaciones, para facilitar su
transparencia y para evitar que se repitan estudios ya realizados y se
someta a nuevos participantes a un riesgo innecesario.

Para garantizar la integridad de la información científica y promover


los más altos estándares de conducta profesional, los investigadores
deberían presentar sus resultados en publicaciones o en
conferencias científicas evaluadas por pares antes de comunicarlos
a los medios públicos o las asociaciones de defensa de pacientes.

A9. CONSIDERACIONES ESPECIALES PARA ENSAYOS CLINICOS


P17. Los beneficios y riesgos de una nueva intervención deben
compararse con aquella que haya demostrado ser la mejor hasta el
momento. El uso de placebo sólo es aceptable cuando no exista una
intervención alternativa de eficacia probada o cuando esta técnica
sea necesaria por razones metodológicas o científicas válidas y los
riesgos de daño o de padecimiento sean menores.

P18. En caso de daño derivado de la participación en un ensayo, los


participantes deben tener acceso a la atención médica necesaria y a
una compensación apropiada mediante la contratación de un
seguro u otra forma de garantía demostrable.

P19. Al finalizar la investigación, todos los participantes deben


compartir los beneficios que hayan surgido de la misma, por
ejemplo, continuar recibiendo la intervención que se haya
identificado como la más beneficiosa para ellos. Si no fuera posible
asegurar esa intervención, por una razón justificada, se debe
garantizar el acceso a una intervención alternativa apropiada u otro
beneficio adecuado, aprobado por el CEI y por el plazo que éste
determine o hasta que su acceso se encuentre garantizado por otro
medio.

Grupos controles. El diseño de grupos controles se justifica sólo


cuando exista una verdadera incertidumbre en la comunidad
científica acerca de cuál de los tratamientos del estudio es el mejor,
dado que no es ético someter a los participantes al riesgo de recibir
un tratamiento de inferior eficacia. Por esta razón, los protocolos de
estos ensayos deben incluir procedimientos para vigilar la
ocurrencia de fallas terapéuticas o de eventos adversos y las
medidas del caso, por ejemplo, cancelar la investigación si un
análisis interino demostrara que un tratamiento es claramente
superior a los demás. En tal caso, y como principio general, se
debería ofrecer a los demás participantes el tratamiento que haya
resultado superior, siempre en función de la situación clínica y la
respuesta de cada participante. En ensayos clínicos que midan
frecuencia de mortalidad o de eventos de salud graves, evalúen
intervenciones de alto riesgo o incluyan gran cantidad de individuos,
es recomendable contar con un consejo de monitoreo de datos y
seguridad independiente para evaluar los datos interinos.

Distribución al azar. De la misma manera que para el uso de grupos


controles, los ensayos en los que la asignación de un tratamiento
experimental se determina por medio del azar pueden realizarse
sólo cuando haya verdadera incertidumbre acerca de cuál sea el
mejor de ellos. En tal caso, se debe informar a los participantes
acerca de esa incertidumbre entre las alternativas en estudio y que
el propósito del ensayo es conocer cuál es la más beneficiosa.

Las personas, ya sean elegidas o excluidas para el tratamiento o


procedimiento experimental, pueden sentirse inquietas o
preocupadas acerca de las razones por las que se las haya elegido o
excluido. Los investigadores deberían comunicar a los potenciales
participantes la razón por la que se utiliza la aleatorización
(prevención de sesgos), y tranquilizarlos en el sentido de que el
proceso de distribución al azar no es discriminatorio ni se basa en su
estado de salud.

Consideraciones sobre la necesidad científica de usar placebo. En los


casos en los que existe una terapia estándar, el uso de control
placebo en lugar de ese control activo debe restringirse a
situaciones en las que los riesgos de daño o padecimiento sean
menores y se haya justificado adecuadamente su necesidad
científica. Un principio metodológico señala que la comparación
entre dos o más sustancias activas sólo muestra la eficacia relativa
entre ellas, mientras que la comparación con placebo permite
establecer la eficacia real y, además, distinguir los efectos adversos
específicos de la sustancia activa. Esto tiene especial relevancia
cuando la condición se caracteriza por presentar síntomas
fluctuantes y/o de remisión espontánea, posee altas tasas de
respuesta a placebo y las terapias existentes sólo tienen eficacia
parcial o no han mostrado superioridad a placebo de manera
consistente en estudios previos.
El efecto placebo se refiere a los beneficios de salud, fisiológicos o
psicológicos, producidos por un tratamiento inerte desde el punto
de vista farmacológico. Un placebo puede modificar la percepción
del paciente sobre sus síntomas y ocasionar, por esto, un sesgo en
los resultados de un ensayo, particularmente cuando las técnicas de
diagnóstico y de medición se sustentan en la subjetividad de la
percepción del paciente o el observador. Ejemplos de estas
situaciones son: la depresión (los síntomas se confunden con otros
problemas de salud mental o suelen ser influenciados por factores
externos), la hipertensión idiopática (la presión arterial se modifica
espontáneamente o por influencia de la dieta, estado de ánimo, etc.)
y el dolor (la percepción del dolor varía entre personas). Todo esto
sujeto a la condición del riesgo menor. En cambio, cuando la
respuesta farmacológica pueda medirse con técnicas objetivas, es
menos probable la necesidad de usar control placebo, excepto que
sea en adición a la terapia estándar. Ejemplos de estos casos son: las
infecciones (la evolución de una neumonía se mide con radiografías
y análisis de laboratorio) o el cáncer (la reducción de un tumor se
puede verificar con imágenes o el retroceso de una leucemia con
recuentos de células sanguíneas).

Cuando un proyecto proponga el uso de placebo, el CEI deberá


evaluar si el protocolo incluye los siguientes mecanismos para
minimizar los riesgos:

(a) el consentimiento expresa claramente el uso de placebo y sus


riesgos;

(b) el período de tratamiento es el mínimo posible para reducir la


exposición a no-tratamiento;

(c) el control de los participantes será frecuente y estricto, y se prevé


retirar al paciente del estudio o transferirlo a tratamiento activo
(rescate) apenas se detecte falla terapéutica;
(d) existe un plan de análisis interinos y un consejo independiente
de monitoreo de datos, con reglas claras para la detención del
estudio por razones de seguridad;

(e) diseño cruzado: los grupos reciben alternativamente tratamiento


activo o placebo; y

(f) diseño de adición: cuando sea científica y médicamente posible,


todos los participantes deberían recibir el tratamiento estándar,
agregando ya sea el producto experimental o placebo.

Debe prestarse especial atención a los proyectos que proponen el


uso de placebo en grupos o comunidades que no tienen acceso a
una terapia estándar. El uso de placebo no debe aceptarse cuando
éste sea su único fundamento.

Indemnización por lesiones accidentales. Si una investigación


causare un perjuicio, la entidad patrocinadora deberá compensar al
perjudicado de manera apropiada según el tipo de daño. Las
pérdidas pecuniarias deben repararse con prontitud. En los demás
casos, puede ser difícil determinar una compensación apropiada. La
violación de la confidencialidad o la publicación indiscriminada de
las conclusiones de un estudio, causando el desprestigio de un
individuo o grupo, pueden resultar difíciles de remediar, y el CEI
deberá definir cuál es la compensación apropiada en tales casos. La
aprobación del estudio por el CEI no exonera al investigador, a la
institución o al patrocinador de ninguna responsabilidad legal en
caso de un daño que sufra el participante como consecuencia de su
participación en el estudio.

Acceso al tratamiento. Al finalizar la investigación, todos los


participantes deberían compartir los beneficios obtenidos de la
misma, por ejemplo, mediante el acceso a la intervención que haya
resultado más beneficiosa, a una intervención alternativa u a otro
beneficio apropiado.
En particular, en los ensayos clínicos patrocinados por una
compañía farmacéutica que hayan demostrado que un producto
experimental es beneficioso, el patrocinador deberá continuar su
provisión a los participantes hasta que su acceso se garantice por
otro medio. La exigencia de este requisito debe determinarse en
función de ciertas consideraciones relevantes, tales como la
gravedad de la condición médica en cuestión y el efecto esperable
de retirar o modificar el tratamiento, por ejemplo, dejar una secuela
o causar la muerte del enfermo. Cuando no fuese posible cumplirlo
cabalmente, se puede acordar la provisión de una intervención
alternativa o de otro beneficio apropiado, aprobado por el CEI y por
el plazo que éste determine.

A10. ENSAYOS CLINICOS DE TERAPIAS CELULARES Y GENICAS

P20. Los ensayos clínicos de terapias celulares y génicas deben


seguir los principios que protegen a los participantes en
investigación, incluyendo: la adecuada planificación del ensayo, la
selección equitativa, el consentimiento informado, el control médico
estricto de los participantes, la revisión por un CEI y un consejo de
expertos y la supervisión de una autoridad reguladora competente.

Justificación ética de los ensayos con terapias celulares y génicas.


Un enfoque terapéutico con terapias celulares y génicas debería
aspirar a ser clínicamente similar o superior a las terapias existentes.
Si ya existe una terapia eficaz, los riesgos asociados a una terapia
celular o génica deben ser bajos y ofrecer una ventaja potencial, por
ejemplo, un mejor resultado funcional o tratarse de un
procedimiento único versus un tratamiento prolongado con
medicamentos con efectos adversos asociados. Si no existe aún una
terapia, la gravedad de la enfermedad podría justificar los riesgos de
una terapia celular o génica experimental. En todo caso, debe
hacerse el máximo esfuerzo para reducir al mínimo los riesgos de
posibles efectos adversos asociados con la utilización de células o
genes y no tomar ventaja de las esperanzas de los pacientes con
mal pronóstico. En las terapias génicas en particular, dada su
complejidad, los riesgos podrían trascender al propio individuo y
afectar al patrimonio genético del ser humano. Por todo esto, la
idoneidad e integridad moral de los investigadores y la validez
científica de la investigación deben evaluarse de manera cuidadosa.

Adecuada planificación del ensayo. Las siguientes pautas deberán


considerarse al planificar un ensayo clínico con terapias celulares o
génicas:

(a) los estudios preclínicos en animales y/u otros modelos y los


estudios clínicos previos de la propuesta terapéutica experimental
deben mostrar una evidencia convincente de seguridad y de
beneficios terapéuticos potenciales para justificar su uso en seres
humanos;

(b) las características biológicas de la intervención y los


procedimientos de producción deben estar claramente
establecidos. Siempre que sea aplicable, la producción debe
adecuarse a la Buena Práctica de Laboratorio, y realizarse en las
condiciones apropiadas de bioseguridad;

(c) el ensayo clínico propuesto debe prever una evaluación de


seguridad a corto, mediano y, si corresponde, a largo plazo, con un
plan oportuno y eficaz de notificación de eventos adversos;

(d) la terapia experimental se debe comparar con el mejor


tratamiento disponible, si existiese;

(e) los riesgos de la terapia experimental deberán identificarse y


reducirse al mínimo posible, y los beneficios terapéuticos
potenciales definirse de manera realista;

(f) la evaluación y supervisión del ensayo requiere de un detallado


protocolo, con objetivos bien definidos, estándares de fabricación y
de laboratorio e información de toxicología; y

(g) la terapia experimental, si se aprobara, debería resultar accesible


para la población local a través de los servicios de salud disponibles.
Atención médica de los participantes. Los participantes tienen
derecho a recibir toda atención médica que requieran en caso de
toxicidad, incluyendo el tratamiento de tumores que puedan
aparecer, y una compensación por lesiones derivadas de la
investigación. Dada la persistencia a largo plazo de productos
celulares implantados y según el tipo de intervención experimental,
los participantes deben someterse a controles de salud a largo
plazo.

El consentimiento informado. Además de los requisitos usuales para


el consentimiento de los potenciales participantes en investigación,
la información debe expresar claramente:

(a) los riesgos previsibles de la terapia experimental propuesta. Por


ejemplo, en el caso de las terapias con células madre, la proliferación
celular y/o el desarrollo de tumores, la exposición a materiales de
origen animal y la posibilidad de transmisión de vectores virales; y
en el de las génicas, los posibles efectos sobre las células gaméticas
y la descendencia;

(b) los beneficios terapéuticos potenciales de la intervención


experimental y la existencia o no de alternativas terapéuticas. El
consentimiento deberá enfatizar el aspecto experimental de la
intervención para evitar expectativas erróneas sobre su potencial
terapéutico;

(c) en el caso de las terapias celulares, la irreversibilidad del


trasplante celular debe explicarse con claridad. Las células, a
diferencia de muchos productos farmacológicos o de dispositivos
médicos implantables, no pueden extirparse del cuerpo y podrían
seguir generando sus efectos adversos durante toda la vida del
paciente;

(d) para avanzar en el conocimiento científico, se debería solicitar a


los posibles participantes el consentimiento para que en caso de
fallecimiento sea posible realizar una autopsia parcial o completa
para evaluar el alcance de la implantación celular y sus
consecuencias morfológicas y funcionales. La solicitud de una
autopsia debe tener en cuenta las sensibilidades culturales y
familiares. El tema es delicado pero, sin el acceso al material
post-mortem, la información del ensayo se vería afectada en
detrimento de los futuros productos o mejoras de productos.

Reconociendo el valor potencial de las nuevas terapias celulares y


génicas para pacientes con deterioro cognitivo y la importancia de
que estos no resulten excluidos de tales avances, los investigadores
deben desarrollar un procedimiento para que los representantes
autorizados de los pacientes puedan tomar una decisión en nombre
de ellos. Los representantes deberán estar debidamente calificados
y con conocimiento suficiente para evaluar el ensayo y proporcionar
una protección adecuada.

Consejo de expertos. La revisión por expertos debería asegurar que


el ensayo conducirá a una mejora en la atención de la enfermedad y
generará nuevos e importantes conocimientos. Esta revisión debería
incluir una comparación de la nueva terapia con los tratamientos
disponibles. Los siguientes elementos deben ser evaluados por
expertos: los estudios preclínicos in vitro e in vivo, los estudios
clínicos previos, los fundamentos científicos del ensayo, los objetivos
del estudio, el análisis estadístico y los aspectos específicos de la
enfermedad en estudio.

Supervisión de la autoridad reguladora. La supervisión de una


autoridad reguladora debería asegurar que el ensayo con terapias
celulares o génicas tiene mérito científico, fue diseñado
correctamente, se llevará a cabo de manera segura y producirá un
conocimiento confiable.

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