Las Colectividades Como Impulsoras Del Cambio Social, de Manuel Vicent Balaguer
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blicanos, una sociedad que iba mucho más allá de lo que se planteaban los
socialistas y una sociedad que acababa con las posibilidades de realizar una
revolución bolchevique que diera como resultado la dictadura comunista del
proletariado.
Ante esta situación la lucha a la que se enfrentan las masas trabajadoras del
país es en varios frentes y, en muchos casos, la unidad obrera UGT-CNT será
una realidad; en otros casos, donde no se daba, se intentaría relegar la fuerza
de los anarcosindicalistas por la imposición de los dirigentes políticos para que
hubiese representación de los dos sindicatos aunque se tuviese que hacer por la
fuerza de las armas.
Todo este proceso revolucionario lo iremos viendo tal y como se produjo,
estudiando en un primer momento los diferentes tipos de colectividades que
nos encontramos, en el sector agrario, nos fijaremos en un proyecto revolu-
cionario conjunto de la UGT y la CNT que englobaría toda la producción y
exportación agraria de la España republicana, como fue el Consejo Levantino
Unificado de Exportación Agrícola (CLUEA).
Y acabaremos estudiando la transformación social en la industria, dete-
niéndonos en un caso concreto como el de la Cooperativa de Trabajadores
Chocolateros de Torrente que, impulsada por la CNT, no será denominada
colectividad y su funcionamiento será algo diferente. Esto nos puede dar idea
de lo heterogéneo que fue todo el proceso y del sentido común que demostró
la población a la hora de mantener en marcha el sistema productivo en un
momento de guerra, al tiempo que iniciaban un proceso de cambio social que
era impensable unos meses antes.
Formando colectividades
Según el predominio sindical de cada localidad, variaron las formas de
ocupar la tierra. La colectivización agraria tuvo un ámbito y amplitud con-
siderable, afectando a casi la totalidad del territorio leal a la República fuera
cual fuera la correlación de fuerzas políticas, la estructura socioeconómica
de la región y el estado de las diversas ramas de producción. Con frecuencia
abarcó la esfera del consumo y la producción, orientándose hacia una eco-
nomía autosuficiente.
A partir de este momento el poder estará por algún tiempo en manos de los
sindicatos y de los trabajadores.
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Las incautaciones
La incautación supone la apropiación de la tierra o de las fábricas sin elimi-
nar que posteriormente pueda haber una indemnización.
En el proceso revolucionario español de 1936 a 1939 estas incautaciones
se van a realizar sobre tierras, fábricas y propiedades que normalmente habían
sido abandonadas por sus dueños, al ser declarados fascistas o porque se mar-
charon en los primeros momentos del golpe militar y la respuesta popular al
mismo.
Los motivos de la expropiación eran:
-Políticos: estuvieron generalizados en Albacete, Jaén, Almería, Toledo,
Valencia, Córdoba, Cuenca y Murcia.
-Sociales: en Ciudad Real, Castellón, Alicante, Madrid, Cuenca y
Guadalajara.
La expropiación no se realizó al mismo tiempo en todas partes pero la
obra expropiadora fue una labor continua, sobre todo por el fuerte impulso
colectivizador por parte de los trabajadores agrícolas de la libertaria CNT
(Confederación Nacional del Trabajo) y de la socialista UGT (Unión General
de Trabajadores).
En líneas generales se expropiará alrededor del 15 por 100 de la tierra útil y
de ésta sólo un 30 por 100 será colectivizada.
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Colectividades de la UGT-FETT
Tras el 18 de julio los afiliados ocupan las tierras y las ponen en explotación
colectiva. En un principio se realiza de forma espontánea, pero a partir de otoño
aparecen las primeras orientaciones para su organización insistiendo en: evitar
la violencia, la ayuda y asistencia eficaz, el fomento de cooperativas, el respeto
a la pequeña propiedad.
En el estudio realizado por Aurora Bosch nos expone que la posición adop-
tada por la FETT era pregonar las innumerables ventajas del colectivismo sobre
el cultivo individual, pero tuvieron que adoptar una posición de acuerdo con
los intereses de gran parte de sus afiliados que eran aparceros, arrendatarios,
pequeños propietarios y medieros, que pretendían el reparto de la propiedad
incautada antes que la colectivización.
Ante esta realidad la FETT adoptaría una posición conciliadora entre los
intereses de los individualistas y colectivistas, aunque seguirían preconizando
y favoreciendo el colectivismo. Para poder garantizar unos intereses comunes
entre los colectivistas y los individualistas organizarían las Cooperativas de
Base Múltiple y Carácter Popular7.
Aunque los campesinos de la UGT optaron por este tipo de organi-
zación, ello no impidió que surgiesen problemas y discrepancias, para
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Colectividades de la CNT
Según Sánchez Jiménez; "se deduce más claramente la espontaneidad junto
a la falta de planificación o de organización concreta, pese a muy contadas y
representativas excepciones"11.
A esta opinión hay que matizar que en el Congreso de Zaragoza, de mayo
de 1936, la CNT elaboró su posición con respecto a la Reforma Agraria y su
concepto de comunismo libertario12, como guía del proceso revolucionario y
desde septiembre de 1936 se estuvo buscando las formas organizativas más
adecuadas, especialmente en Levante. Además, no hay que olvidar la opinión o
el planteamiento que, salido del Congreso de Zaragoza con respecto a la famo-
sa Reforma Agraria, hablaba de la explotación directa y colectiva por parte de
los sindicatos de campesinos de todas las tierras comunales, de todas las tierras
que estuviesen insuficientemente cultivadas y la expropiación de todas aquellas
propiedades de más de 50 hectáreas. Para conseguir la aceptación por el campe-
sinado de la colectivización se plantean un plan de propaganda que les acerque
hacia los postulados colectivistas13.
Era patente que, en ese momento, los sindicalistas de la CNT no veían nada
claro que los campesinos pudiesen abrazar sus planteamientos sin un adecuado
plan de propaganda en el que se les explicasen los fundamentos del colectivis-
mo y lo beneficioso que podía ser para todos.
En sus objetivos son mucho más ambiciosos y plantean el colectivismo
como una forma de educar a los trabajadores del campo en “hábitos de soli-
daridad colectiva que los disponga y capacite, sin reservas y en interés propio,
para la implantación de un régimen comunista libertario”14.
Este dictamen quedaría completado con el Concepto Confederal del
Comunismo Libertario en el que sí se establecen las formas organizativas de la
nueva sociedad, así como el funcionamiento interno de las comunas.
Por todo ello no es difícil concluir que los anarquistas, poco dados a leyes
y normativas, con esto tenían suficiente para poder hacer frente a las situacio-
nes que se pudiesen producir; los hechos nos demostrarán que las situaciones
no serán tan sencillas y que en muchos casos la falta de preparación de los
campesinos, que ellos ya preveían, y la oposición, lógica, de las instituciones
estatales y de los partidos dificultará el funcionamiento de las colectividades y
su estructuración.
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Los anarquistas van a tener, sobre todo, una preocupación obsesiva por una
organización solidaria de abajo a arriba; la contraposición entre Revolución
y Estado y la diferenciación entre "colectividades agrarias" (interesadas en la
explotación colectiva de la tierra) y los pueblos en comunismo libertario (donde
se haya realizado la "esperada revolución social" capaz de controlar el poder
municipal, dirigir la incautación de toda la riqueza y organizar la colectiviza-
ción total conforme a los principios anarquistas).
La lucha contra aquellos que pretenden garantizar la continuidad del régi-
men republicano será una grave dificultad, añadida al desarrollo de los plantea-
mientos anarquistas, en el proceso revolucionario iniciado como respuesta al
levantamiento militar derechista.
Desde el momento en que inician el proceso revolucionario ven que sus
planteamientos colectivistas se ponen en marcha de forma poco organizada y
más voluntariosa que consecuente.
Tal como dice Aurora Bosch, la CNT ante esta situación, durante los años
1936 y 1937, iría perfilando su política agraria y la fisonomía que debían tener
sus colectividades. Poco a poco los anarcosindicalistas irán adaptando sus
acuerdos y sus planteamientos a las circunstancias, al igual que hicieron en la
cuestión salarial, y llegarán a crear un tipo de organización colectivista adapta-
da a la legalidad republicana y que se conoció como Colectividad Cooperativa
Confederal de Trabajadores Campesinos. Estas colectividades adoptarían unos
mismos estatutos que les facilitarían la legalización por parte del Gobierno,
pero esto sucedería ya a mediados del año 1937, antes las colectividades se fue-
ron formando y rigiéndose por sus propios estatutos y éstos serán los que estu-
diaremos aquí, para ver cuál era la postura de los trabajadores, de las “bases”
del sindicato con respecto al trabajo colectivo, a la propiedad y a la sociedad
que pretendían conseguir.
En Torrente se formó una colectividad de la CNT que agrupaba a 384
personas y que representaba, aproximadamente, un 4 por 100 de la población
total del municipio15. Esta colectividad se organizó siguiendo los postulados
y planteamientos emanados de la Federación Regional de Campesinos de
Levante y que se concretaban en los estatutos-tipo de los que hemos hablado
anteriormente, aunque tampoco es nada anormal que tuviesen un reglamento
de régimen interno parecido a los que se dieron en otras colectividades y que
podremos conocer seguidamente.
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mientos, como muestra nos vale el siguiente comentario extraído del libro de
Gutiérrez Molina, que dice:
En líneas generales, las colectividades del Centro tuvieron las mismas caracterís-
ticas que las de Aragón, Cataluña o el País Valenciano, si bien no alcanzaron el
grado de coordinación que en Aragón y las colectividades industriales fueron menos
espectaculares que en Cataluña.
De todas maneras, y fundamentalmente en el campo, las colectividades se desa-
rrollaron, bajo el impulso de los sindicatos de la UGT y, fundamentalmente, de
la CNT, incluso en algunos pueblos la creación de un Sindicato Único de Oficios
Varios fue anterior a la creación de la colectividad.
El afiliado a la colectividad entraba a formar parte de ésta con todas sus pertenencias
que las ponía en el fondo común de la colectividad. Si alguno quería retirarse, por
norma general podía llevarse aquello que aportó en el momento de su ingreso y que
constaba en el libro de registro de la colectividad.
Una de las mayores aspiraciones era la desaparición del salario, y para ello cada
colectivista, a veces, tenía derecho a una serie de productos y una “retribución”
familiar.
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Este salario familiar da origen a cosas tan naturales, curiosas para unos y extra-
ñas para otros, como la de que el responsable del economato gane la mitad que
el dependiente, y el “mandamás” del garaje, un tercio que el chófer. Y hasta que
alguien que trabaja para fuera, como el veterinario mismo y un pastor, reintegren
a la caja común el exceso de lo que ganan sobre lo que como colectivizados les
corresponde.
Han estado disfrutando hasta hace poco de los beneficios del salario familiar, y, por
no sé qué egoísmos inconfesables de algunos, han vuelto a un tipo de salario fijo,
impropio de las necesidades de nuestra grandiosa Revolución en marcha.
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los momentos críticos de gravedad suma (...) nos obliga a armonizar en lo posible
nuestros puntos de vista ideológicos con la cruda realidad.
Somos enemigos tradicionales -valga la palabra- del salariado. (...) Pero sabemos
que no son estos los momentos para imponer a rajatabla nuestros principios y nues-
tras tácticas. Pero si bien no nos es posible esto, sí podemos humanizar el salario,
de forma que pierda todo lo injusto y arbitrario que tuvo, estructurándolo de forma
que responda, si no al total concepto que de la justicia social tenemos nosotros, al
sentido de justicia y equidad que nos plantea la hora histórica que vivimos.
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100 por el primer familiar menor de 16 años; y en un 15 por 100 por cada familiar
menor de dicha edad20.
Colectividades mixtas
Se realizaron conjuntamente por la UGT y la CNT, aunque surgieron otras
con organizaciones de lo más variopinto: UR, IR (Izquierda Republicana),
PCE, Frente Popular.
Para constituir estas colectividades mixtas se llega a un acuerdo entre
las organizaciones que las componían a la hora de realizar conjuntamente la
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los colectivistas aportaban todos sus bienes ya que, en el mismo, se dispone que la
colectividad se haría cargo de todos los débitos, gravámenes, contribuciones, repar-
timiento general, etc. que estos tuviesen.
Incluso permitirían a los hijos, cuyos padres no hubiesen entrado en la misma y
fuesen propietarios de tierras no pudiéndolas cultivar por su edad o por enfermedad,
que pudiesen trabajarlas, por un periodo no superior a diez días, sin percibir salario
de la colectividad durante ese tiempo25.
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El Gobierno, por fin, ha comprendido toda la grandeza de la obra que hemos reali-
zado. No podía suceder de otro modo, pues el Gobierno, como es natural, está inte-
resado en la exportación de la naranja, lo mismo que en la de los demás productos
agrícolas, pues constituye el medio de producir divisas que necesita para sostener y
ganar la guerra. El Gobierno ha reconocido, para satisfacción y honra nuestra, que
el CLUEA ha resuelto muchos problemas.
(...) Debo hacer constar, máxime después de mi viaje al extranjero, que gracias
a nuestra insuperable organización habrán revertido a España, calculando por lo
bajo, muy por debajo de la realidad, un millón de libras esterlinas, 150 millones de
francos, dos millones de florines, y de los países que actúan fuera de la órbita en
que se mueven las naciones satélites de la libra, unos 25 millones de francos, sin
exagerar el cálculo27.
A pesar de este optimismo del secretario del CLUEA, la realidad fue que el
Gobierno nunca llegó a apoyar al CLUEA de forma abierta porque siempre lo
vio como un peligro para la República, una república burguesa que temía más
por su continuidad que por solventar los problemas económicos que habían
soportado los jornaleros y pequeños campesinos, que era el principal objetivo
de los revolucionarios.
El CLUEA tuvo que enfrentarse desde el principio a la hostilidad del
Gobierno, que no le garantizaba créditos y que apoyaba, más bien, a las
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manos libres, o sea, el control de las finanzas a la vez que la gestión de las
fábricas, los trabajadores de Cataluña, que demostraron espíritu de iniciativa y
de inventiva y un profundo sentido de la responsabilidad social, podrían haber
logrado frutos sorprendentes.
Podemos afirmar que sus éxitos en los servicios de asistencia social, que no
dependían tanto de las finanzas del Gobierno ni de las materias primas y esta-
ban más al cubierto de la extorsión gubernamental, ha suscitado la admiración
durante sus primeras fases.
Los trabajadores catalanes fueron capaces de hacerse cargo de los ferrocarri-
les, de los transportes urbanos y suburbanos en Barcelona y hacerlos funcionar
con mayor eficiencia que antes. Además hicieron funcionar con normalidad los
servicios públicos como teléfonos, gas y electricidad a las 48 horas de sofocar
el levantamiento del general Goded.
Hicieron funcionar las panaderías colectivizadas mientras la harina no esca-
seó, al igual que los servicios sanitarios y la asistencia social creados por los
sindicatos en toda España33.
Además de la zona catalana, por todo el territorio que estaba libre del
fascismo se fueron constituyendo colectividades industriales y socializando la
industria para facilitar la producción y el abastecimiento de los frentes tanto en
alimentos como en material de guerra. Son ejemplos destacados:
-La industria metalúrgica socializada de Alcoy, llevada a cabo por la CNT y
que fue capaz de organizar la producción de armas y vehículos para la guerra;
funcionó desde el 18 de julio de 1936 hasta el 28 de marzo de 1939. Al empezar
la socialización las industrias estaban sin dinero y una semana antes de concluir
la contienda entregaron a la Delegación de Hacienda de Alicante un millón de
pesetas en concepto de impuesto de beneficios y teniendo un superávit en caja
de siete millones de pesetas34.
-También se colectivizó el sector textil, que no paró de fabricar ropa y man-
tas para la guerra y para la retaguardia.
-La colectivización creada por el Sindicato de la Industria del Calzado de
Elda y Petrel de la CNT y de la UGT, que abasteció de calzado a todo el terri-
torio libre.
-En Castellón se colectivizan muchas industrias que producirán también
para la guerra: carrocerías, lejías, espejos, sastrerías, imprentas.
-No quiero olvidarme de la colectivización en la industria pesquera que se
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Notas:
1.- H. E. Kaminski, Los de Barcelona, Ediciones del Cotal, Barcelona 1976, p.171-
172.
2.- Informe de Luis García sobre incautaciones en distintas poblaciones del 25
agosto de 1937, AHNSGC, Madrid, P-S, cp.975, leg.4.072.
3.- Aurora Bosch, Ugetistas y libertarios. Guerra civil y revolución en el País
Valenciano, 1936-1939, Instituto Alfonso el Magnánimo, Valencia 1983, p.372.
4.- Luis Garrido, Colectividades agrarias en Andalucía: Jaén (1931-1939), Siglo
XXI, Madrid 1979, p.33-34.
5.- Frank Mintz, La autogestión en la España revolucionaria, La Piqueta, Madrid
1977, p.153-164.
6.- José Luis Gutiérrez Molina, Colectividades libertarias en Castilla, Campo
Abierto, Madrid 1977.
7.- A. Bosch, op. cit., p.246-248.
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