La Descripcion de Africa en Plinio Nat V
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JOSE MARiA CANDAU MORON
FRANCISCO JOSE GONzALEZ PONCE
ANTONIO LUIS CRA VEZ REINO
(Coordinadores)
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SECRETARIADO B
PUBLICACIONES
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PRoLOGO (los editores) . 9
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PUBLICACIONESDELPROF. JEHANDESANGES . 13
Secci6n Segunda
El entomo Jibio a los qjos de la literatura greconomana:
realidad y distorsi6n
Arcanus orbis. Per una morfologja delj'jgnoto geografico (Pietro Janni) 173
Parmenjdes, the Njle and the Ckcumnavjgatjon of Afiica by the Phoellldans
(Dmitri Panchenko) 189
11 mjstero del Njl0 e j'jdea dj Afiica nel pensjero geografico antjco (Serena
Bianchetti) 195
Ethe dj ethne afiicani' "testimonia Libyca" jn Ellalll'co dj Lesbo (Gabriella
Ottone) 211
Heradoto, Ljbla y la geografia de 10s confines (Francisco Javier Gomez Espe-
losin) 235
Res Indicae: quelques remarques au sujet du papyrus PCair.Zen. 59532 et du
tragmentSat. 66 V2 d'Enlll'us (Pierre Schneider) 253
LJ"xusy 10s Jjxl"tasen el Perjpl0 de Hanan (Adolfo J. Dominguez Monedero) 271
Los hllldjzos gonJas de Hanan y la tradkjan helenistka sobre la zoologia m-
bulosa de la 1ndja (Francisco J. Gonzalez Ponce) 291
Acerca de las mentes empleadas por Agatarqujdes en su Sobre el mar Eritreo
(Manuel Albaladejo Vivero) 305
En tomo al mraan Bacorjs (1). Bacorjs entre la hjstona y la leyenda (Antonio
L. Chavez Reino) 319
La descripcian de Atrka en Pljnjo (Nat. Vy VI) (Antonio Santana Santana
- Trinidad Arcos Pereira) 347
La Llbye dans la Description de 1a Terre habitee de Denys d'Alexandrje (Pa-
trick Counillon) 361
RESuMENES 445
DIRECTORIO 457
iNDICES 461
LA DESCRIPCI6N DE AFRICA EN PUNIO (NAT. V y VIr
La Naturalis histona de Plinio el Viejo' es una magna obra que sintetiza los conoci-
mientos que se poseian sobre la naturaleza en el siglo I d.C., compi1ados en treinta y seis
libros, de 10s cua1es cuatro (del III a1 VI) se dedican a 1a descripci6n de la Ecumene.
Desde su editio princeps en 1469, ha sido objeto de numerosos estudios que han dado
lugar a un profunda debate sobre su contenido que aun est'! 1ejos de concluir. En este con-
texto, la labor del profesor J. Desanges ha resultado ser una de 1as mas importantes. Son
especia1mente valiosas sus Recherches SUI l'activite des mediterraneens aux confins de
l'Afiique (DESANGES1978a) y 1a edici6n de1libro V 1-46 de 1a Naturalis historia, publi-
cado en 1a colecci6n Les Belles Lettres en 1980 (DESANGES 1980), ademas de numerosas
comunicaciones y articu10s, en los que se ha ocupado de estudiar 1a obra de P1inio el Vie-
jo y de otros autores clasicos re1acionadas con e1 conocimiento de 1a Ecumene, en gene-
ral, y del continente africano, en particular.
Para e1aborar su obra Plinio manej6 un ingente vo1umen de datos y de fuentes y se do-
cument6 en 10s trabajos de numerosos autores de distintas epocas que menciona en el in-
* Esta contribucion se ha realizado en el marco del Proyecto de Investigacion E/ conocimiento geogniiico de AfTica
en /a Histona Natural de P/inio el Viejo (BS02002-03112), fmanciado por el Ministerio de Ciencia y Tecnolo-
gia espanol, que se ha llevado a cabo por miembros del Grupo de Investigacion Juan de Idarte de la Universidad
de Las Palmas de Gran Canaria en su linea de investigacion Geograiia antigua, medieval y renacentista, que co-
ordina Antonio Santana Santana.
I El texto que hemos utilizado en este trabajo ha sido el de la edicion de C. Mayhoff, publicada en Leipzig (cf.
MAYHOFF 1892-1909), tanto en su edicion impresa como en la digital del Packard Humanities Institute. Se ha
consultado, tambien, la edicion de H. Rackham (et aJ.), bilingUe latin-ingles, publicada en Harvard, Mass. y
Londres, entre 1938 y 1963 (cf. RACKHAM let a/.] 1962); la bi1ingUe latin-frances publicada bajo la direccion de
A. Ernout (et a1.), que empezo a publicarse en Paris, en 1950 y que aIm hoy no se ha completado, especialmen-
te, el tome dedicado allibro V 1-46, realizado por DESANGES 1980; Y los volumenes I y II de la traduccion espa-
nola, publicada por la Editorial Gredos con numerosas notas (1995-), bajo la direccion de A. Fontan y que han
sido reaLizados por varios especialistas espaiioles (Ana Ma Moure, Ignacio Garcia Arribas, Encarnacion del Ba-
rrio y Ma Luisa Arribas, c[ FONTAN[etaJ.] 1998). Aparte de las referencias bibliograficas concretas, cf. para los
textos citados JONES 1924-1932; OLTREMARE 1929; RANSTRAND 1971.
J. M. CANDAU MOR6N- F. J. GONZALEZ PONCE-A. L. CHAVEZ REINO (coords.), Libyae lustrare extrema. Realidad y literatura en la visi6n greco-
rromana de Afhca. Estudk,s en honor del Profesor Jehan Desanges. Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2008. pp. 347-
360 (ISBN: 978-84-472-1156-2).
dice de cada libro inc1uido en el primero de la obra. Asi, en los indices de los libros V y
VI menciona un total de sesenta y ocho autores, aunque en los paragrafos que dedica es-
pecificamente a la descripcion de Africa (Nat V 1-65 y VI 163-205) solo cita expresa-
mente a veinticuatro, cantidad que se ve incrementada con otras cinco fuentes, que si cita
en el texto pero que no inc1uye en los indices2, de modo que las fuentes realmente utiliza-
das ascienden a veintinueve.
De estas, unas son romanas, como Cornelio Nepote, Agripa, Claudio, Licinio Mucia-
no y Estacio Seboso y las expediciones romanas realizadas por Polibio por la costa atlan-
tica, ordenada por Escipion Emiliano; por Publio Petronio al Nilo ordenada por Augusto;
por Cornelio Balbo contra los garamantes; por Suetonio Paulino al Atlas; y la ordenada
~ por Neron a Etiopia. Las otras fuentes no latinas inc1uyen a Hanon, Herodoto, Eroro, Ti-
meo, Timostenes, Calirnaco, Clitarco, Jenofonte, Dalion, Aristocreonte, Eratostenes, Eu-
doxo de Cicico, Bion, Artemidoro, Juba II, Isidoro, 0 Basilide y Simoni des el Menor. A
ellas hay que afiadir otras fuentes, anonimas, a las que en varios pasajes del texto atribuye
ciertas informaciones empleando formulas como: "los nativos cuentan", "se dice", "algu-
nos dicen", "hay quienes opinan", "10 que cuentan autores muy citados", "la mayoria de
los autores", "todos los demas han dejado escrito", etc.
A muchos de estos autores solo los cita en una 0 en varias ocasiones para aportar algu-
na medida 0 dato, mientras que a unos pocos los menciona de forma recurrente. Entre los
primeros se encuentran Herodoto, que utiliza para describir las crecidas del Nilo (Nato V
57); el emperador Claudio, al que cita solo para dar una medida (Nat V 63); Jenofonte
para dar la distancia de las Gorgades (Nat. VI 200); Licinio Muciano, tambien para dar
una medida (Nato V 50); Calimaco, para aportar el nombre de Palas para la laguna Triton
(Nato V 28); Eforo, del que menciona un dato sobre una isla Cerne situada en el mar Etio-
pica (Nat. VI 199); Dali6n, del que sefiala que llega mas alIa de Meroe y del que toma
una relacion de poblaciones del interior del continente (Nat. VI 183 y 194); Isidoro, del
que obtiene dos medidas (Nato V 40 y 47); Timeo, que menciona en relacion a la explica-
cion de las crecidas del Nilo (Nato V 55-56); Cornelio Nepote, al que menciona para situar
una isla Cerne frente a Cartago (Nat VI 199) Y para apoyar la circunnavegacion de Eudo-
xo (Nat II 169; VI 198); Aristocreonte, del que toma medidas y nombres de poblaciones
del Nilo (Nat. V 59; VI 183 y 191); Estacio Seboso, del que obtiene una medida en Egipto
y la descripcion de las Islas atlanticas mauritanas (Nat. VI 183 y 201-202); Cornelio Bal-
bo, del que dice que somete a los garamantes y de cuyo triunfo obtiene una amplia rela-
cion de pueblos y accidentes geograficos (Nat V 36-38); Suetonio Paulino, del que refiere
su expedicion que cruza el Atlas hasta el rio Ger (Nat. V 14-15); y Hanon, al que utiliza
como fuente en la descripcion de la costa atlantica (Nat II 169; V 8; VI 200).
2 Salvo Romero, que eita en el texto, pero que no meneiona en la relaei6n de autores, estos son jefes de expedi-
eiones militares: Suetonio Paulino, Cornelio Balbo, Elio Galo 0 la expediei6n de Ner6n al Nilo.
Entre los autores mas citados destacan unos de los que s6lo obtiene medidas, como
Artemidoro (Nat V 40, 47 y 59; VI 156, 164, 183 y 207); Agripa (Nat V 9, 40 y 65; VI
164, 196 y 206); Erat6stenes (Nat. V 39,41 y 47; VI 163, 171 y 183); Tim6stenes (Nat. V
47; VI 163, 183 y 198); y otros de los que toma medidas y descripciones, como Polibio
(Nat. V 9,26 y 40; VI 199 y 206) 0 Bi6n (Nat VI 179, 180, 183, 191 y 193). El autor que
mas utiliza es, sin duda, Juba II, del que obtiene amplias y ricas informaciones sobre las
regiones mas remotas del continente y que, para Plinio, son las tmicas que emplea 0 las
que considera mas autorizadas, como sucede en la descripci6n del Atlas (Nat V 16), del
Nil0 (Nat. V 51-54), de la Trogloditica (Nat VI 170-177),0 de las Islas Afortunadas (Nat.
VI 202-205); 10 cita tambien para aportar una medida desde el delta del Nilo a Filas (Nat
VI 59), una relaci6n de poblaciones y pueblos localizados entre Siene y Meroe (Nat VI
179), Y para apoyar la idea de la navegabilidad del Atlantico (Nat. VI 175).
En muchas ocasiones, Plinio utiliza informaciones procedentes de varios autores, selec-
cionando aquellas que Ie resultan en cada caso mas veridicas. Otras veces ofrece varios datos,
10 que es habitual en el caso de las medidas 0 de los nombres de pueblos y ciudades ya desa-
parecidos en su epoca, como hace, por ejemplo, cuando describe las poblaciones del Nilo en-
tre Siene y Meroe (Nat VI 177-185); 0 de Mauritania, donde sei'iala cambios en la distribu-
ci6n de 10s pueblos (Nat. V 17). Tambien es frecuente que aporte varios nombres de un mis-
mo lugar, unos antiguos y otros recientes, unos griegos y otros romanos.
Otro aspecto importante que hay que destacar sobre el uso de las fuentes es la omisi6n
de informaciones significativas, que si transmiten otros autores. Asi, de la expedici6n de
Petronio a Etiopia, dice que penetr6 hasta Napata (Nat VI 181-182) y aporta una lista de
poblaciones, mientras que Estrab6n aporta mas datos (STR., XVIII, 53-54). Tambien, en
relaci6n con la expedici6n organizada por Ner6n a Etiopia (Nat. VI 181-186), menciona
varios pueblos y ofrece comentarios de caracter eco16gico, pero, en cambio, omite la in-
formaci6n transmitida por Seneca, que aiiade que oy6 ados centuriones relatar que alcan-
zaron unos pantanos inmensos donde habia dos rocas que manaban grandes cantidades de
agua (SEN., Nat. VI 8, 3-5). Tambien omite, por ejemplo, el nombre de Nuchul con el que
s6lo Mela se refiere alas fuentes del Niger (MELA, III 96).
Por ultimo, hay que destacar que Plinio se esfuerza en documentar la descripci6n de
los territorios mas remotos y, por ello, menos conocidos en su epoca, como el tramo me-
dio del Nilo, entre Tebaida y Meroe, la costa del mar Rojo y la costa noroccidental del
continente. Para ello aporta varios datos, medidas y descripciones obtenidos de diversos
autores que, en ultimo extremo, producen confusi6n. Asi, para describir el tramo del Nilo
comprendido entre Tebaida y Meroe, cita a once autores: Bi6n (Nat. VI 178); Juba II
(Nat. VI 179); una fuente an6nima (Nat. VI 180-181); la expedici6n de Petronio (Nat.
VI 181); otros autores de los que toma diversas informaciones (Nat. VI 183), como Da-
li6n, que Heg6 por el rio mas aHa de Meroe, posiblemente en tiempos de Tolomeo Fila-
delfo\ Aristocreonte, viajero griego un poco anterior a Bion\ Basilide; Simonides el Me-
nor, etiam quinquennio in Meroe moratus, cum de Aethiopia scriberet, Timostenes, del
que obtiene la informacion de la duracion de 60 jomadas de viaje entre Siene y Meroe;
Eratostenes, del que aporta una distancia de 625.000 pasos; Artemidoro, del que toma la
medida de 600.000 pasos; Seboso, que aporta la distancia de 1.665.000 desde el extremo
de Egipto, mientras que los dos anteriores estiman que solo es de 1.000.000 de pasos.
Tambien en la descripcion de la costa africana del mar Rojo (Nat. VI 163-174) aporta
varias medidas tomadas de divers os autores (Timostenes, Eratostenes, Artemidoro y
Agripa), aunque la descripcion la obtiene solo de Juba II (Nat. VI 166-174).
Sin embargo, es en la descripcion de la costa nordatl[llltica del continente donde mues-
tra el mayor esmero en el uso de varias fuentes. En este pasaje utiliza los datos propor-
cionados por Agripa, Polibio, Hanon, Estacio Seboso, Juba II, asi como por informantes
anonimos y nativos. A estos hay que aiiadir Jenofonte, Clitarco, Timostenes y Eudoxo de
Cicico, a los que solo menciona de forma imprecisa cuando cita a £foro, para corroborar la
existencia de numerosas islas en el mar Etiopico (Nat VI 198). De estas fuentes obtiene
mediciones y descripciones, unas cercanas en el tiempo y otras antiguas, que transmite de
forma confusa. A esta confusion contribuye tambien la discontinuidad de la descripcion,
realizada al comienzo dellibro V (Nat VI-B) y al final dellibro VI (Nat VI 197-201) y,
sobre todo, el empleo de dos sentidos descriptivos, uno de las Colurnnas a Theon Ochema
(Monte Cameron) y otro desde Theon Ochema alas Fortunatae Insulae, que entremezcla, a
veces, en el relat05.
De acuerdo con nuestra interpretacion, los conocirnientos que Plinio el Viejo transmite
en su Naturalis historia sobre el continente africano no son homogeneos, sino que varian del
conocimiento profunda de algunas zonas al escaso conocirniento de otras (Fig. 1). Conoda
bien la franja costera meditem'mea, desde Sala alas bocas del Nilo (Nat V 1-8 y 10-40), las
islas adyacentes (Nat. V 41-42) y el valle del Nilo hasta Siene (Nat V 47-50); transmite in-
formacion contrastada de otras zonas menos conocidas en su epoca como el valle del Nilo
entre Siene y Meroe (Nat VI 178-186), la costa africana del mar Rojo, desde el sinus Laeani-
ticushasta el Mossylicum promunturium (Guardafui) (Nat VI 163-177), la costa nordocci-
dental del continente, desde el Atlas mauritano hasta Theon Ochema (Nat V 8-10; VI 197-
S La interpretacion de la descripcion de este tramo de la costa african a ha dado lugar a un largo debate, pues en
ella se siruan hitos geognificos emblematicos y muy mitologizados del extremo occidental de la ecfunene cl<isi-
ca, como Theon Ochema, las Gorgades insulae, las Hespen'des y las Fortunatae Insulae (SANTANA SANTANA [et
al] 2002).
200), Y las islas adyacentes (Nat VI 198-205).
Conoda con menor profundidad el valle del Nilo situado al sur de Meroe (Nat V 43-46;
VI 187-194) hasta las lagunas del Niger, de acuerdo con el curso descrito por Juba II, la Tro-
gloditica (Nat VI 169-177), el Fezzan (Nat V 36-38), el Sahel (Nat VI 194) y el Atlas mau-
ritano (Nat V 6, 11-16). Por ultimo, el territorio costero situado al sur de la linea trazada en-
tre el Mossylicum promunturium y Theon Ochema Ie era completamente desconocido, con
excepcion de la isla del 'monte sagrado'6 (Nat VI 198), aunque acepta la circunnavegacion
del continente apoyandose en Hanon, Cornelio Nepote (Nat II 169) y Juba II (Nat VI 175).
En su relato se pueden diferenciar cinco tramos descriptivos principales en los que, en
ocasiones, utiliza sentidos opuestos (Fig. 2): 1) el prirnero, a 10 largo de la costa mediterra-
nea, exclusivamente en sentido Columnas-delta (Nat V 1-8 y 10-40) y en el que se incluyen
las incursiones de Suetonio Paulino en el Atlas mauritano hasta el rio Ger (Nat V 14-16) y
de Cornelio Balbo en el Fezzan (Nat V 36-38); 2) el segundo, interior, desde la Libia Mareo-
tide a la costa senegalesa que pasa por las lagunas del Niger (Nat V 43-46), siguiendo posi-
blemente la antigua ruta de los nasamones7 0 la mas antigua de los carros8; 3) el tercero, tam-
bien interior, que sigue el curso del Nilo seglin la concepcion de Juba II, prirnero desde el
delta hasta la costa senegalesa, para el que utiliza a varios autores (Nat V 47-50; VI 175-
195), y, luego, desde su nacimiento en el Atlas hasta el delta, basandose exclusivamente en
Juba II (Nat V 51-54); 4) el cuarto, a 10 largo de la costa del mar Rojo (Nat VI 163-174),
desde el sinus Laeaniticushasta el Mossylicum promunturium; y 5) el quinto y ultimo, cos-
tero atlantico, que describe utilizando dos sentidos opuestos: prirnero desde las Columnas
hasta Theon Ochema (Nat V 8-10) y, despues, desde este ultimo lugar alas Fortunatae Insu-
lae (Nat VI 196-205).
Basandose en Han6n, Polibio y Juba II, Plinio considera que el Atlas era la "gran monta-
na del continente" y suponia que discurria paralela a 10 largo de toda la costa atlantica, ab
oriente hiberno ad occidentem hibemum (Nat VI 197), a monte eo [Atlas mauritano] ad
occasum uersus (Nat V 9). Basandose exclusivamente en Polibio, emplea en su relato los
dos sentidos descriptivos y senala, como ya hemos mencionado antes, la existencia de sal-
tus plenos fens, quas generat A/hca (Nat V 9) y del rio Bamboto (Senegal 0 Gambia), cro-
codilis et hippopotamls retertum. Ab eo montes perpetuos usque ad eum, quem Theon
Ochema dicemus. Inde ad promuntwium Hesperu [Cabo Palmas]9 nauigationem dierum
ac noctium decem. In medio eo spatio Atlantem locauit, ceteris omnibus in extremls
Mauretaniae proditum (Nat. V 10); siguiendo a Estacio Seboso, sima el Atlas entre las Gor-
gades insulae (Dos Bissagos) y las HespeJides (Lanzarote y Fuerteventura)lO, a 10 largo de
un trayecto de cuarenta dias en navegaci6n costera (Nat. VI 201). En medio de esta cordille-
ra, convertida ocasionalmente en colinas de mediana altura cubiertas de bosques de ebano
(Nat VI 197) se alza el monte Theon Ochema, imminens man' [..] aetemis ardet ignibus,
(Nat VI 197). Aqui, in extrema Mauretania contra montem Atlantem a terra stadia VIII
(Nat VI 199) sima, siguiendo a Polibio, una de las Ceme (Isla del Rey) y, en direcci6n ha-
cia las Columnas, la isla Atlantis (lies de Los) (Nat VI 199), las Gorgades insulae, Gorgo-
num quondam domus, bidui nauigatione distantes a eontinente (Nat VI 200), las mujeres
velludas del relata de Han6n (18), y, mas alIa, las Hespendes, situadas a cuarenta dias desde
las Gorgades insulae, navegando frente al Atlas en direcci6n alas Columnas (Nat VI
201).
Del Atlas mauritano destaca el efecto de fachada generado por su vigoroso relieve (4071
m) y su situaci6n: e mediis [..] harenis in eaelum attolJjprodldere, asperum, squalentem
9 Inversion del sentido descriptivo, en SANTANA SANTANA (et al ) 2002, pp. 152-155.
10SANTANA SANTANA (et al) 2002, pp. 190-225.
qua uergat ad litora oceani, cui cognomen inposuit, eundem opacum nemorosumque et
scatebris mntium riguum qua spectet AfTicam, fTuctibus omnium generum sponte ita sub-
nascentibus, ut numquam satias uoluptatibus desit (Nat. V 6); precisa que, en los bosques
de las laderas que dan a los valles de la Mauritania Tingitana, se encuentran marfil y alerce
(Nat V 12); siguiendo a Suetonio Paulino, menciona arboles fTondes cupressi similes prae-
terquam grauitate odoris I J cubiertas de suave pelusa, la presencia de nieve en su cumbre
incluso en verano (Nat. V 14), Y afirma que los montes pr6ximos a la Tingitana estan refer-
tos elephantorum ferarumque et serpentium omni genere (Nat. V 15). Por ultimo, citando
a Juba II, sefiala que aqui gigni herbam [..} euphorbeam nomine, ab inuentore medico suo
appellatam (Nat. V 16).
Las referencias a los pobladores del Atlas son vagas y estill envueltas en misterio, pues
sJiere omnia haut alio quam solitudinum horrore; subJi'e tacitam religionem animos pro-
pius accedentium praeterque horrorem elati super nublJa atque in uicina lunans circuli
(Nat V 7); Y afiade que, durante el dia, incolarum neminem interdiu cemi, mientras que
noctibus micare crebns ignibus, Aegipanum Satyrorumque lasciuia inplen; tibiarum ac
fistulae cantu tympanorumque et cymbalorum sonitu strepere (Nat V 7). Destaca tambien,
siguiendo a Suetonio Paulino, la presencia de Canarii, llamados asi qmppe uictum eius ani-
malls promiscuum Jis esse et diuidua ferarum mscera (Nat V 15)12.
Pero, ademas de ser la gran cordillera que bordea el continente, el Atlas es ellugar en el
que, segun Juba II, nace el Nilo.
Plinio hace nacer el Nilo in monte inkrioris Mauretaniae non procul oceano habet lacu
protinus stagnante, quem uocant MJidem (Nat V 51), donde sefiala la existencia de peces
alabetas, coracinos y siluros, y cocodrilos, argumentando que, como se ha observado, prout
in Mauretania niues imbresue satiauerint, ita Nilum increscere (Nat V 51)13 (Fig. 3). Lue-
go, se esconde durante unos cuantos dias de camino y vuelve a aflorar alio lacu maiore in
Caesariensls Mauretaniae gente Masaesylum (Nat V 52), desde donde desaparece nueva-
II Seglin FONTAN (ef ai.) 1998, p. 185, n. 52, podria tratarse del enebro turifero 0 del cedro del Atlas, salvo por las
caracteristicas de sus hojas.
12 La identificacion de estos canarios con los habitantes de las Islas Canarias en la Antigtiedad ha sido frecuente,
aunque, en nuestra opinion, esta vinculacion estaria en contradiccion con el hecho de que los habitantes de Canaria/
Gran Canaria desarrollaron la agricultura de regadio, actividad que no menciona Plinio al referirse a los "cananos
del Atlas",
13 Sin embargo, en otros lugares de su obra sei'iala otras teorias entre las que destaca, como mas probables, las que re-
lacionan las crecidas con los efectos de los vientos etesios, porque en esta epoca del ano soplan en senti do contrario y
llevan el agua del mar mas alla de la costa; con las lluvias estivales de Etiopfa; con el calentarniento estival de las
aguas embalsadas en cavidades subterraneas que se desbordarian, teoria esta ultima que atribuye a Timeo; aunque,
para el, fa mayoria de los autores relaciona las crecidas con el alejamiento del sol hacia el septentrion, que tiene como
consecuencia e1 que seque menos (Nat V 55-56).
mente bajo las arenas del desierto durante otros veinte dias de camino, resurgiendo definiti-
vamente fonte [..} iIJo quem M"gnin uocauere (Nat V 52). Este primer tramo, de cankter
discontinuo a traves del desierto del Sahara, se reconoce en el trazado imaginario que, par-
tiendo del Atlas, en las proximidades del monte Jbel Ayachi (3797 m), discurre por Wadi
Guir hasta la cubeta endorreica de Tidikelt, que se identifica con ellago Nilida, desde donde,
a excepci6n de su reaparici6n en Hamada el Haricha, el otro lago mayor, discurriria subterra-
neo un largo trecho hasta reaparecer definitivamente en los pantanos del rio Niger, en los que
se reconoce la fuente llamada Nigris (Nat V 52).
Desde aqui, ya por la superficie, recibe el nombre de Astapus (Nat V 53) y, tras pasar par
un tramo donde existen numerosas islas, algunas de gran tamafio (Nat V 53-54), se divide en
dos ramales, Astabores y Astosapes, que vienen de las tinieblas, y mas adelante queda in-
clusus montibus (Nat V 54)14. Este segundo tramo se puede reconocer en una compleja "ru-
ta imposible" que enlaza las lagunas del Niger con los grandes lagos de Uganda y Tanzania a
traves de los rios Niger y Benue, que conforman la cuenca del Niger, y los rios del cauce me-
dio de la cuenca del rio Congo, constituido por los rios Ubangi y Zaire, donde existen nume-
rosas Islas. Por ultimo, a partir de los grandes lagos, se dirige, ya coincidiendo con el trazado
real del Nilo, hacia su desembocadura.
Describe asi un recorrido en forma de "L", con vertices en el Atlas mauritano, los gran-
des lagos y el delta del Nilo, pero, aunque admite expresamente su origen mauritano siguien-
do a Juba II, en otros lugares de su obra sefiala, como Mela (MELA, III 96)15, que nace en
unos incertis fontibus (Nat V 51), 0 inter paludes (lagunas del Niger), donde habitan los pig-
meos (Nat VI 188).
A diferencia de la descripci6n del cauce del rio, la extensa relaci6n que ofrece de los pue-
blos que habitan sus rib eras resulta muy confusa, tanto por el usa que hace de distintas fuen-
tes, como por la segmentaci6n de la descripci6n en varias partes de la obra 0 por los cambios
inesperados del sentido del relato. S6lo sima de manera precisa deterrninados pueblos cuya
localizaci6n resulta contrastada y cuya ubicaci6n apoya la idea de un conocimiento real del
territorio descrito del que afirma que ha sido explorado s6lo por su fama sine bellis, quae ce-
teras omnes terras inuenere (Nat V 51).
Describe el curso del rio siguiendo sentidos opuestos, del Atlas al delta primero (Nat V
47-54) y, luego, del delta a la costa senegalesa (Nat. VI 175-195). A estos dos sentidos se
made una ruta descliptiva terrestre que parte de la Libia Mare6tide y que, tras pasar por las
lagunas del Niger, finaliza en la costa senegalesa (Nat V 43-46). En el sentido Atlas-delta
(Nat V 47-54) cita pocos pueblos, como los masesilos, que sima en las inmediaciones del
otro lago mayor (Nat V 52) de la Mauritania Cesariense (Hamada el Haricha); luego, a partir
14 Con esta expresi6n se refiere sin duda a alguno 0 a todos 105 lagos de Uganda, Tanzania y Kenia (Alberto, Eduardo,
Victoria y Tanganica).
15 Mela 10 hace nacer en 105 desiertos de Afiica (MELA, I SO), en la fuente Nuchul (MELA, III 96).
de las lagunas del Niger, especifica que etiamsi non protinus populis, feris tamen et beluis
iTequens siluarumque opifex, medios Aethiopas secat (Nat. V 53); sima una Meroe ubicada
en una isla en el tramo llamado Astabores (Nat V 53); y, por ultimo, menciona a los etiopes
catadupos que ubica por debajo de la ultima catarata (Nat V 54), al pie de los grandes lagos.
En el sentido delta-costa senegalesa y entre Siene y Meroe, cita, siguiendo varias fuentes,
diversos pueblos y ciudades. Primero ofrece una relacion que toma de Bion (Nat VI 178);
luego, otra que obtiene de Juba II (Nat VI 179) y, por ultimo, otra siguiendo a Publio Petro-
nio (Nat VI 181-182), si bien aclara que en su epoca casi no quedaba ninguna poblacion a
ambos lados del rio (Nat VI 181). A continuacion, tras un amplio comentario sobre la expe-
dicion organizada por Neron a Etiopia, de la que aporta datos de cankter ecologico y un am-
plio comentario sobre Meroe (Nat VI 184-186), ofrece una confusa relacion de pueblos y
ciudades, siguiendo a unas fuentes anonimas (Nat VI 190), a Aristocreonte (Nat VI 191) Y
a Bion (Nat. VI 187-194), no sin antes advertir que animaliwn hominumque monstrificas
effigies circa extremitates eius gigni minime mirum, artifici ad formanda corpora efigies-
que caelandasmobilitate ignea (Nat VI 187). De toda esta confusa relacion, en la que men-
ciona pueblos distribuidos indistintamente por el interior del continente, la Trogloditica y el
cauce medio del Nilo, tienen especial interes para nosotros, por su localizacion, los pigmeos
(Nat VI 188) que habitan inter paludes ex quibus MJus oriretur (las lagunas del Niger), y
los nisicatas y nisitas (Nat VI 194), que habitan las costas y que localizamos en la desembo-
cadura del rio Niger. Completa esta relacion con un listado de pueblos que distribuye ab ea
uero parte Nili, quae supra Syrtes Maiores oceanumque mendianum protendatur (Nat VI
194), en la que cita a Dalion y que finaliza con los HespeJioe, Perorsi et quos in Maureta-
niae confinio diximus (Nat VI 195).
En otro lugar de su obra, en el que realiza una descripcion de la parte mas alejada de Afri-
ca, sima a los Nigritae a quo dictwn est flumine [Nigris-Niger], Gymnetes Pharusi, iam
oceanum attingentes quos in Mauretaniae fine diximus Perorsi (Nat V 43); a los etiopes
tarrelios y ecalices, que habitan en los alrededores de las lagunas del rio Nigris-Niger (Nat V
44) y que tienen una poblacion llamada Magio; y a diversos pueblos fantasticos como los
atlantes, egipanes, blernias, ganfasantes, satiros e hirnantopodas. De la descripcion de estos
pueblos llama la atencion la de los atlantes por su extension y por el gran parecido con la rea-
lizada por 1. Sabater Pi (SABATERPI 1984) del comportamiento de los simios de Guinea
Ecuatorial. Asi, rnientras Plinio sefiala que los Atlantes degeneres sunt humani nius, si cre-
dimus. Nam neque nOminwn ullorum inter ipsos appellatio est et solem orientem occi-
dentemque dim inprecatione contuentur ut exitialem ipsis agrisque, neque in somno ui-
sunt qualia reliqui mortales (Nat V 45), J. Sabater Pi (ibid, p. 195) precisa que los gropos
farniliares de simios reunidos durante la noche desarrollan una "notable actividad comunica-
tiva plasmada en vocalizaciones [...] y en ruidos provocados por golpes en el pecho [gori1as]
o percusiones contra el tronco de los arboles [chirnpances]", y especifica que, rnientras que
el chimpance desarrolla este comportarniento a 10 largo de toda la noche, el gorila concentra
su actividad "entre las 18 y las 22 horas, que no se reanuda hasta 1as 4 horas, para aumentar
poco antes de que la manada, con las primeras luces del alba (entre las 5 y 6.30 horas), aban-
done sus camas para iniciar su actividad troika" (SABATERPI, ibid, p. 150). Por 10 demas, la
descripcion de los egipanes (semikros, Nat V 44) hace pensar tambien en los simios del A-
frica occidental, en los que se reconocerian caracteristicas cercanas alas humanas. Aunque
en la actualidad la distribucion de estos grandes simios tropicales es muy limitada, en un
momenta del pasado habitaron toda la selva hillneda del Africa ecuatorial, practicamente a 10
largo de toda la costa de las Guineas y, hacia el interior, la cub eta del rio Congo hasta los
grandes lagos.
Hay que destacar tambien, como argumento a favor de un conocimiento real, directo 0 in-
directo, de estos pueblos del interior en la tradicion cultural grecolatina, que los recorridos
descriptivos que utiliza Plinio para describir la costa atlantica y el interior del continente con-
fluyen en los etiopes perorsos y en los hesperios. A los perorsos los siuta, en la descripcion
de la costa atlantica, mas alIa del rio Salso (Nat V 10), junto a los canarios del Atlas (Nat
V 16) Y al final de la ruta interior en sentido Libia Mareotide-costa senegalesa (Nat V 43), Y
a los hesperios los localiza en la descripcion de la costa atlantica cerca del primer Hespera
Ceras (Cabo ROXO)16(Nat. VI 197), donde sima Atlantis (Nat VI 199), Y al final de la ruta
nilotica en sentido delta-costa senegalesa, junto a los Perorsi et quos in Mauretaniae confi-
mo dixJmus (Nat VI 195). De este modo, los etiopes pemrsos y los hesperios se convierten
en la clave en la que confluyen, de forma coherente, la ruta nilotica en sentido delta-costa
senegalesa, la libica mareotide-costa senegalesa y la costera atlantica.
Por ultimo, hay que destacar que, segun Plinio, el Nilo establece los limites de la distribu-
cion de los grandes gropos etnicos del continente (Fig. 4). De esta forma, los arabes y troglo-
ditas se extendian entre la costa del mar Rojo y el cauce del rio Nilo, descendiendo en latitud
hasta la ciudad de Siene17 (aproximadamente a 24° N), donde comenzaban los etiopes (Nat
VI 177), que dominarian al sur del cauce del Niger y que, por la costa atlantica, ascenderian
hasta el Atlas mauritano (aproximadamente 30° N), donde, proximos a los Canarii estin los
etiopes a los que se llama perorsos (Nat V 16).
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Figura 2. Tramos y sentidos descriptivos
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