El documento habla sobre el segundo domingo de Cuaresma y la transfiguración de Jesús en el monte, mostrando a los discípulos su gloria futura. También menciona que Dios el Padre les pide a todos que escuchen a Jesús.
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El documento habla sobre el segundo domingo de Cuaresma y la transfiguración de Jesús en el monte, mostrando a los discípulos su gloria futura. También menciona que Dios el Padre les pide a todos que escuchen a Jesús.
El documento habla sobre el segundo domingo de Cuaresma y la transfiguración de Jesús en el monte, mostrando a los discípulos su gloria futura. También menciona que Dios el Padre les pide a todos que escuchen a Jesús.
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2° DOMINGO DEL TIEMPO DE CUARESMA (A) 5/3/23
“[Jesús] se transfiguró en presencia de ellos…” Mt 17,1-9
En este día estamos celebrando el 2° domingo de Cuaresma. Estamos en el 2° escalón en
nuestro camino hacia la gloria de Jesucristo en la cima del monte Calvario. Hoy contemplamos el misterio de Jesús transfigurado, mostrándonos de este modo nuestro destino pascual. Si leemos el pasaje anterior a esta escena, encontramos que Jesús había anunciado su pasión, muerte y resurrección luego de la confesión de fe de Pedro: “Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día” (Mt 16, 21). Este anuncio generó una gran conmoción y confusión en los discípulos. Sus expectativas sobre Jesús comenzaron a verse seriamente amenazadas. Ellos esperaban que el Mesías triunfara de una manera vistosa derrotando a los enemigos de Israel manifestando, de este modo, el poder liberador de Dios, y así reinar para siempre en el trono de David. Jesús sabiendo lo que había provocado este anuncio, se lleva a Pedro, Santiago y Juan a un monte elevado. Se los lleva de retiro. Lleva a aquellos que luego de la Resurrección serán llamados columnas de la Iglesia (cf. Gal 2,9). Los Apóstoles son los testigos de la Resurrección (cf. Hch 1,22). En el monte elevado —lugar privilegiado para el encuentro con Dios según la espiritualidad de Israel— se transfigura, manifiesta su gloria. Brilla con una blancura fulgurante, brilla como el sol. No hay palabras para describir semejante acontecimiento. Luego de que se aparecieron Moisés y Elías, desde una nube se escucha la voz del Padre diciendo: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo». Y este es el mensaje de hoy para toda la Iglesia y para cada uno de nosotros. El Padre nos pide que escuchemos a Jesús. En Él podemos encontrar todo la Verdad. Se aparecen Moisés, representante de la Ley, Elías, representante de los Profetas, y en el centro la Palabra misma de Dios. Dios había hablado antes por medio de Moisés, por medio de los Profetas y ahora habla en la Persona del Hijo (cf. Hb 1,1-3). Escuchémoslo. Jesús nos muestra la gloria que nos espera. No nos espera la oscuridad de la muerte eterna — a menos que la elijamos— sino que nos espera la gloria de Dios, la Vida Eterna. La puerta es la Cruz, la puerta es la muerte, pero no el fin último. Es un paso, es una Pascua (ver ruta). “Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán” (Salmo 34). Miremos a Jesús, escuchemos la Palabra de Dios. Que el Señor ilumine nuestras tinieblas con su luz. Que el Señor haga resplandecer lo que hay de bueno. En este tiempo de oración más intensa, ayunemos de tiempo y dediquémoslo a leer más la Palabra de Dios. Si es en familia o con otros hermanos, mucho mejor. Si nunca leíste un evangelio de corrido te animo a hacerlo. Por ejemplo, en este tiempo, el de san Mateo. Que nuestro libro de oración sea la Sagrada Escritura. También hay libros de formación espiritual, la vida de los santos, maestros de oración. Así como la Eucaristía nos va transformando cada vez más a imagen de Jesús, lo mismo realiza su Palabra. Conociendo más a Jesús, amándolo más, dejándonos amar, nos vamos pareciendo cada vez más a Él. Dice la 2° carta de san Juan “…en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Esta es la señal de que vivimos en él. El que dice que permanece en él, debe proceder como él” (1 Jn 2, 5- 6). En este camino de subida vamos siendo transfigurados por el Espíritu Santo para vivir y proceder según el corazón de Jesús. Demos gracias a Dios por su gran Amor y Misericordia. Sigamos caminando de la mano de Jesús hacia la Gloria de la Resurrección.