1er Stencil
1er Stencil
1er Stencil
El Bicho Raro apareció un día como otros días en la Plaza de la Vuelta de la Ciudad Importante, justo a la
hora en que Anastasio, como siempre, rastrillaba el arenero.
El Bicho Raro miraba con sus ojos rosados desde debajo de una hamaca.
Era verdaderamente raro, raro sin chiste. Tenía una gran cabezota llena de rulos y bigotes muy lacios.
Tenía un cuerpo gordo de vaca y cuatro pies diminutos, cada uno con sus cinco dedos. Tenía ojos rosados. Tenía
orejas imposibles. Tenía cola ridícula, dientes absurdos, hocico inverosímil.
El Bicho Raro era de esos que no pueden ser pero que son, nomás, porque están ahí parados.
Bicho Raro
El Bicho Raro apareció un día como otros días en la Plaza de la Vuelta de la Ciudad Importante, justo a la
hora en que Anastasio, como siempre, rastrillaba el arenero.
El Bicho Raro miraba con sus ojos rosados desde debajo de una hamaca.
Era verdaderamente raro, raro sin chiste. Tenía una gran cabezota llena de rulos y bigotes muy lacios.
Tenía un cuerpo gordo de vaca y cuatro pies diminutos, cada uno con sus cinco dedos. Tenía ojos rosados. Tenía
orejas imposibles. Tenía cola ridícula, dientes absurdos, hocico inverosímil.
El Bicho Raro era de esos que no pueden ser pero que son, nomás, porque están ahí parados.
Bicho Raro
El Bicho Raro apareció un día como otros días en la Plaza de la Vuelta de la Ciudad Importante, justo a la
hora en que Anastasio, como siempre, rastrillaba el arenero.
El Bicho Raro miraba con sus ojos rosados desde debajo de una hamaca.
Era verdaderamente raro, raro sin chiste. Tenía una gran cabezota llena de rulos y bigotes muy lacios.
Tenía un cuerpo gordo de vaca y cuatro pies diminutos, cada uno con sus cinco dedos. Tenía ojos rosados. Tenía
orejas imposibles. Tenía cola ridícula, dientes absurdos, hocico inverosímil.
El Bicho Raro era de esos que no pueden ser pero que son, nomás, porque están ahí parados.
Bicho Raro
El Bicho Raro apareció un día como otros días en la Plaza de la Vuelta de la Ciudad Importante, justo a la
hora en que Anastasio, como siempre, rastrillaba el arenero.
El Bicho Raro miraba con sus ojos rosados desde debajo de una hamaca.
Era verdaderamente raro, raro sin chiste. Tenía una gran cabezota llena de rulos y bigotes muy lacios.
Tenía un cuerpo gordo de vaca y cuatro pies diminutos, cada uno con sus cinco dedos. Tenía ojos rosados. Tenía
orejas imposibles. Tenía cola ridícula, dientes absurdos, hocico inverosímil.
El Bicho Raro era de esos que no pueden ser pero que son, nomás, porque están ahí parados.
BICHO RARO
EL BICHO RARO APARECIÓ UN DÍA COMO OTROS DÍAS EN LA PLAZA DE LA VUELTA DE LA CIUDAD
IMPORTANTE, JUSTO A LA HORA EN QUE ANASTASIO, COMO SIEMPRE, RASTRILLABA EL ARENERO.
EL BICHO RARO MIRABA CON SUS OJOS ROSADOS DESDE DEBAJO DE UNA HAMACA.
ERA VERDADERAMENTE RARO, RARO SIN CHISTE. TENÍA UNA GRAN CABEZOTA LLENA DE RULOS
Y BIGOTES MUY LACIOS. TENÍA UN CUERPO GORDO DE VACA Y CUATRO PIES DIMINUTOS, CADA
UNO CON SUS CINCO DEDOS. TENÍA OJOS ROSADOS. TENÍA OREJAS IMPOSIBLES. TENÍA COLA
RIDÍCULA, DIENTES ABSURDOS, HOCICO INVEROSÍMIL.
EL BICHO RARO ERA DE ESOS QUE NO PUEDEN SER PERO QUE SON, NOMÁS, PORQUE ESTÁN AHÍ
PARADOS.