El Salvador Sigue en El Sendero Angosto

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¿El Salvador sigue en el sendero angosto?

Amparo Casamalhuapa (Nejapa, 1909-1971) intelectual, maestra, escritora y activista

política. Estudió docencia normalista y escribió poesía (El Joven sembrador, 1938) y

una novela autobiográfica (El angosto sendero, 1971). Desde joven y por su profesión

como maestra desarrolla un interés por la situación social emprendiendo un camino para

la justicia social y a generar cambios en la política. En el pensamiento vitalista del

escritor y maestro Alberto Masferrer encuentra un espacio para su desarrollo intelectual

y activista como discípula, pero con una línea propia de su lucha dirigida a la situación

de la mujer y la precariedad en la vida de las infancias. El 29 de agosto de 1939,

Amparo da en la plaza Barrios un discurso en honor a Gerardo Barrios, que se

transforma en una denuncia pública sobre las arbitrariedades y corrupción en el

gobierno de Maximiliano Hernández Martínez, lo que provoca su exilio a Honduras y

luego a México donde conoció al antropólogo salvadoreño Alejandro Dagoberto

Marroquín, con quien se casa y tiene una hija, Rosalba y dos hijos, Alejandro, Rolando.

En su novela autobiográfica El angosto sendero narra su vida entre 1910-1940, bajo el

nombre ficticio de Rosalba Juárez; nos va narrando una serie de eventos de gran

importancia en su vida y que la llevan por un crecimiento interno que florece en su

pensamiento, críticas sobre la política y situación salvadoreña de ese periodo de tiempo,

dejando entre letras las emociones e ideales que a guiarán desde su adolescencia, exilio

y el resto de su vida. La obra también cumple la función de fuente histórica pues narra

la situación de El Salvador en medio de la dictadura militar de Maximiliano Hernández

Martínez y así la situación en pequeños rasgo del resto de Centroamérica y México.

¿Qué tanto ha cambiado El Salvador con el paso de los días, años y épocas? Es la

pregunta que surge al concluir la lectura de la obra El angosto sendero de la intelectual

salvadoreña Amparo Casamalhuapa, hija de un país que le ha dado un mal trato a su


historia, siendo casi una desconocida para generaciones que aspiran por conocer y verse

representadas por mujeres marcando en la historia, sin saber que ya las hubieron y las

hay. Para dar respuesta a la pregunta creo justo mencionar a Amparo y rasgos de su

vida, fue una mujer adelantada a su época, con rasgos en su pensamiento que ahora

vemos en el feminismo, su cuestionamiento sobre los roles del género, en específico lo

que la sociedad patriarcal impone sobre las mujeres, lo que significa la religión y la

iglesia y sobre la dinámica sociopolítica; dar a conocer su vida y su activismo; el tipo de

pensamiento que ella poseía y el cual va desarrollando a lo largo de su vida

permitiéndole ver la precariedad a la que la sociedad salvadoreña era llevada por la

dictadura militar.

Por medio de sus reflexiones y acciones Amparo llega a conclusiones que en práctica

siguen siendo válidas en nuestra época actual pues sus denuncias sobre la situación de la

mujer y las comunidades marginadas, política y educación son actuales reclamos en

nuestra sociedad. Ella cuenta su vida, sus pensamientos y los riesgos que vive para

poder existir a como desea y cómo entiende la justicia para el resto de la población que

está viviendo en una etapa en nuestro país marcada por la violencia y sin libertades.

Uno de los mayores ejemplos que tenemos de Amparo es la capacidad que tenía para

cuestionar su realidad, es decir lo que se le enseña en casa, en la iglesia, como

profesional y en lo social, porque a partir de ello crea para sí misma una firmeza que la

impulsa a generar cambios y tomar acción contra el gobierno y para una transformación

interna que va experimentando.

Uno de los momentos en donde se puede apreciar su capacidad de cuestionar es en la

relación que mantuvo con la religión y la espiritualidad; en su etapa de adolescencia ella

forma parte de distintas órdenes religiosas ya que se esperaba en una joven con su
posición y preparación, pero esto cambia cuando en una de las confesiones el padre la

interrumpe para averiguar si es que ella sabe de política a lo que Amparo responde:

“-No sé nada padre, y aunque supiera algo de eso, no se lo diría a usted, porque

eso no serían mis pecados…, contestó Rosalba con las mejillas encendidas de

cólera, y se levantó rápidamente del confesionario.”(Casamalhuapa, 1971, p. 30)

Este evento la lleva a la crítica profunda sobre el verdadero interés que en ese momento

la iglesia tiene, pues para ella, el interés era tras el dinero, posición social y política de

sus feligreses y que de lado había quedado la redención de las almas, esto hace que se

separé de la iglesia, pero sigue cultivando y creciendo su fe hacia Dios, buscándole por

medio de las actividades primarias de lo que significaba para ella ser cristiana.

Otro ejemplo que deja ella en su vida viene desde el ejercicio de la docencia y como

escritora, Amparo ve de primera mano la situación que viven las mujeres y niñez

salvadoreña de clase social baja, sumándole el acercamiento al pensador y maestro

Alberto Masferrer y con ello a la corriente vitalista que es donde ella encuentra un

respaldo a su manera de pensar y ver la realidad desde la manera en como ella ya la

percibía, desigual, así sus ideas confluyen con lo que representa el vitalismo, formando

parte del grupo de discípulas de Masferrer, donde con demás jóvenes comienzan a

cruzar ideas, posturas y vivencia sobre su realidad y tiempo, buscando una

transformación comienzan su activismo social, en eso Amparo participa en campañas de

alfabetización y a colaborar en distintos periódicos donde expresa ya su posición

política, educándose como crítica del gobierno y de sus acciones. Por expresarse en

contra de la dictadura y negar su apoyo en la reelección del dictador Martínez el

gobierno prohíbe que sea contratada en el sector público.


El 29 de agosto de 1939 acontece en la plaza Bolívar, en centro histórico de San

Salvador, un homenaje en memoria al Gral. Gerardo Barrios, ese mismo día la vida de

Amparo Casamalhuapa tomará un giro radical, a ella se le pide redactar y leer un

discurso en honor al Gral. dicho discurso se transforma en una denuncia pública contra

la dictadura de Hernández Martínez, destapando la corrupción que el gobierno encubría

ante la sociedad civil.

Hombres de El Salvador, yo como mujer salvadoreña, protesto con todas mis

fuerzas de un Gobierno que en nombre del orden público ha venido callando las

voces de los hombres honrados que saben estas cosas y otras de igual gravedad.

Salvadoreños todos: estáis en la obligación de saber que el Gobierno de una

nación no está formado sólo de un Presidente, sino que gobierno es el conjunto de

funcionarios al servicio del país entero. (Casamalhuapa, 1971, p. 41)

Toca reflexionar sobre qué tanto ha cambiado El Salvador desde la primera mitad del

siglo XX, pues por el contexto en el desarrollo de la vida de Amparo, pareciera que el

sistema de opresión en que vivimos no ha cambiado; cuestiones como el género, raza,

posición socioeconómica y cultural parecen seguir sujetos al mismo pensamiento y a

nivel político se distinguen factores que se vuelven a repetir en la política salvadoreña,

como si la corrupción fuese inherente con la toma del poder en el gobierno y en el

Estado; ese panorama no solo es en El Salvador, pues se vuelve a repetir a nivel

centroamericano y latinoamericano.

La admiración hacia Amparo es por el ímpetu de su cuestionamiento, nada detuvo su

“por qué” hacia todo, eso la llevo a conclusiones que la sociedad no espera de ella,

porque sin conocerla se emite un juico y de cómo debe ser, porque la sociedad patriarcal

impone una única manera de actuar, de ser, de cumplir con las expectativas que se

imponen y a que llevan a la deshumanización; ella busca primero vivir por quien ella es,
decir lo que piensa y lo que nadie espera, tener una opinión propia que parte de sus

propias vivencias como mujer, como educadora y como intelectual.

En la obra de Amparo Casamalhuapa, El Angosto sendero, nos muestra una parte muy

importante de su vida por medio del personaje ficticio de Rosalba Juárez y a la vez nos

muestra su contexto, su realidad, El Salvador de la primera mitad del siglo XX, donde

en diversos puntos nos muestra como el género y la raza son percibidos, funcionando

como cadenas de opresión para las personas, nos permite ver cómo la sociedad

salvadoreña valida la opresión que se genera a partir de estos dos aspectos que además

siguen vigentes y en práctica en nuestros días.

Para empezar en este punto lo haré con el tema racial y es que Amparo nos muestra

como la sociedad marca a las personas desde su origen y de ese modo les asegura un

valor y/o estatus; una primera muestra de ello la encontramos al inicio de la obra y cito:

Leonor tenía consciencia plena de haber sido la hija predilecta de aquel hombre de

elevada estatura, de porte distinguido, tez blanca y mejillas sonrosadas que,

arrostrando la desaprobación materna, llegó al pueblo solicitando la mano de

Teresa María Josefa Quijada, señorita “mengala” perteneciente a una familia muy

acomodada. (Casamalhuapa, 1971, p. 1)

En esa descripción se puede notar en Leonor, madre de Amparo, no solo la admiración

de una hija por su padre, sino también el alto valor que sus rasgos le otorgan como

persona, refiriéndose como características de orgullo que refuerzan la idea de un “buen

origen” y estas son características hegemónicas, eurocéntricas y hay una notoria

diferencia en la descripción que nos brinda doña Leonor de su madre, con nada más

destacar que es mengala1 y de clase acomodada y más adelante en el desarrollo de la

obra se vuelve a referir a su madre otra vez como mengala, pero esta vez agrega que de
1
designa a las mujeres de origen indígena que viven en la ciudad. (Revista Realidad, 2018, p. 49)
“pueblo”; mengala bajo quien lo dijera llegaba a ser un comentario despectivo e

inapropiado y como muestra del racismo en el contexto de la época de 1910 a 1940, la

represión a las comunidades indígenas y la masacre de 1932 que llevo al genocidio de la

población indígena-campesina del occidente del país, silenciando y criminalizando

lengua, vestimenta y cultura, la categorización en la sociedad que reconoce y ejecuta

entre individuos y minorías; ejemplos, el momento que al salir a escondidas de San

Salvador, Amparo usa una vestimenta propia de mujeres de ascendencia indígena y al

presentarse frente a sus hermanos le preguntan por qué va disfrazada de volcaneña y ella

misma en sus adentros afirmando que esas ropas le dan derecho a llamarse Tomasa,

Casimira o Eustaquia.

El racismo que viven las personas indígenas y campesinos no solo se ve reflejado los

comentarios estereotípicos que suceden dentro de la familia de Amparo Casamalhuapa

sino que también se ve en las condiciones de vida en la sociedad salvadoreña, es muy

notable en estudiantes que viven desnutrición a los cuales Amparo tiene que ver

mientras ejerce su profesión; en su viaje al exilio se encuentra personas campesinas que

viven una realidad totalmente distinta a la que ella experimentó toda su vida en la

capital pues son personas que día a día buscan el sustento diario; ella reflexiona la

situación y comprende que son personas a las cuales les deja sin interés el ajetreo

político que se vive en la capital, son personas que desconocen totalmente la dictadura

en la que están viviendo y el régimen de opresiones, pues a pesar de ser parte de la

población son tratados como personas de segundo nivel, pero son las y los primeros que

sufren las consecuencias de los regímenes, cabe agregar que el vivir este acercamiento

con otras realidades distintas a la suya es lo que logra en Amparo impulsar la denuncia

social desde su posición para que se escuche lo que se tiene que decir sobre desigualdad
social y comprender qué existen realidades tantas como personas por las cuales se tiene

que velar el cumplimiento de sus derechos.

La cuestión del género en específico los roles de género en la sociedad Salvadoreña del

siglo XX es algo que también se muestra en su obra, ya sea en los oficios designados

para la enseñanza a las mujeres y la obediencia permanente que ellas debían con las

figuras de autoridad en específico esposos, padres y hermanos como la que vive su

madre con Ricardo su segundo esposo nos expresan la situación en la que vivían, y

viven, las mujeres, en oposición Amparo rechaza vivir sometida bajo esas normas que la

sociedad estipula.

Su hermano, mi tío, dice que las niñas decentes deben crecer para casarse, pero yo

-como maestra- he estado presenciando desde mi temprana juventud hambre y

miseria por todos lados. He visto desmayarse de debilidad a niños adolescentes y

conocido, entre párvulos, a una niña prostituída por su padrastro. Por qué he de

pensar solamente en los atardeceres llenos de colores, en el canto de los pájaros

por la mañana, en el velo y en los azahares?... (Casamalhuapa, 1971, p. 114)

En su vida vive situaciones en la que otras personas tratan de decidir por ella como

intentaron hacer sus pretendientes, muchas veces le exigieron qué se quedará

escribiendo sobre la belleza y la bondad, cosa que no haría, ya no podía negar sus

deseos de escribir sobre política y sobre la situación de la población, era algo que no

permitiría que le fuese arrebatado.

El Salvador de 1910 a 1940 comparte tanto con El Salvador del siglo XXI pareciera que

esta tierra en verdad es mágica y el tiempo no avanza en ella y las vueltas al sol no nos

han envejecido, pues el pensamiento colectivo se mantiene igual, seguimos viviendo el

abuso del poder de los gobiernos, el clasismo, el racismo, en general el sistema de


opresión patriarcal se mantiene intacto, porque Amparo en su vida muestra su realidad

similar a la actual y percibida en detalles claros, tan definidos que al ser parte de

minorías se ven y viven; la manera en que se describen a las minorías, el pensamiento

eurocéntrico y el enaltecimiento por lo extranjero entre la clases acomodadas,

dominantes que viven desde sus privilegios se contrapone bruscamente con la realidad

de las personas empobrecidas que Amparo observa de cerca, ¿no es esto tan actual? ¿No

es esto lo que día a día se lee en notas académicas y en redes sociales? Vivir su

reflexión y cada una de sus perspectivas, opiniones e ideas sobre lo que gira alrededor

de lo sociopolítico.

El Salvador no ha cambiado, como respuesta a la pregunta del principio, el pensamiento

crítico se ha concentrado en las academias y estando ahí no hace nada más que validar

la opinión de un pequeño grupo de personas, no ha avanzado y no se ha hecho mayor

esfuerzo por llevarlo a la población total quienes son el sujeto de transformación de las

sociedades, pues los cambios deben de partir desde una perspectiva cultural para ser

efectiva en la estructura social de lo contrario no se corregirán ni arrancarán

problemáticas que están enraizadas muy profundo en nuestros país, hace falta mayor

apoyo y esfuerzo al activismo para llevarlas a las personas y así poder ver cambios que

realmente nos beneficien.

Eduardo Rodezno.
Casamalhuapa, A. (1971). El angosto sendero. San Salvador: Tipografía Ungo.

Salamanca, E. (2018). “Ellas también pueden ser heroínas”. Un acercamiento a Amparo

Casamalhuapa (1910-1971) en el campo intelectual salvadoreño. Realidad: Revista

de Ciencias Sociales y Humanidades, (151), 41-62.

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7871244

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