Platon - Carmides - v1.0
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CÁRMIDES
INTRODUCCIÓN
CÁRMIDES
SÓCRATES
c
que no había deshonra alguna en cortar suelas de za-
patos, en preparar salazones o en sentarse a la puerta
del burdel? Seguro que no hay que creerlo, Sócrates;
más bien, pienso que aquél tenía por distinto el hacer
(poieîn), de la actividad (práxis) y del trabajo (ergasía),
y qui lo hecho (poiēma) a veces es deshonroso cuando
no sale con belleza, mientras que el trabajo no es
ninguna deshonra. Porque a lo que se ha hecho bella y
provechosamente llama trabajo, y las cosas así hechas
son trabajos y actividades 29. Habría, pues, que decir
que él sólo consideraba tales cosas como propias, y
todas las malas como ajenas. De modo que hay que
creer que Hesíodo y cualquier otro, con tal que sea
cuerdo, llamarán sensato a aquel que se ocupe de lo
suyo.
d -Oh Critias, respondí yo entonces, tan pronto como d
empezaste a hablar, entreví por dónde ibas con tu dis-
curso, o sea que llamarías, a las cosas propias y de uno
mismo, buenas, y que, a la creación (poíesis) de cosas
buenas, le llamarías actividades (práxeis). Pues también
de Pródico30 he oído un sin fin de distinciones sobre las
e palabras;. pero yo te dejo que fijes como quieras el
sentido, con tal de que expliques adónde vas con el
término que uses 31. Vamos ahora, pues, a empezar a
definir claramente desde un principio. ¿Es, pues, a la
«ocupación con». (práxis) cosas buenas, o a su creación
o producción (poíesis), o como quieras llamarlo, a lo que
denominas sensatez?
27. Con el empleo de los verbos poieîn, práttein, ergázesthai, que
ocupan partes de un campo semántico (hacer, actuar, trabajar,
elaborar, etc.), va a provocar Sócrates una cierta confusión, pero, al
mismo tiempo, llevará a cabo un interesante análisis lingüístico.
28
HESÍOTO, Trabajos y días 311. (Cf. JENOFONTE, Memorables I 2,
56 sigs.)
29. Para Critias, «hacer» (poieîn) tiene un carácter más neutral que
«ocuparse de» (práttein) y «trabajar» (ergázesthai). Cf. EKKEHARD
MARTENS, Das selbstbezügliche Wissen in Platons Charmides, Munich,
1973, pág. 33.
30. Pródico de Ceos, el sofiista que desarrolló su actividad en Atenas
en torno al año 425. Platón lo ha caracterizado en el Protágoras (315d
sigs.). Se ocupó de problemas políticos y se hizo famoso por su
preocupación por la sinonímica y por otros problemas de lenguaje.
También en el Protágoras (341a) Sócrates alaba a Pródico y reconoce
haber aprendido de él. En este pasaje, Pródico pone de manifiesto su
«análisis del lenguaje» en la interpretación de unos versos de
Simónides. En el Teeteto (151b), Sócrates recuerda que, a algunos de
los que nada tienen que aprender con él, los envía a Pródico. En el
Eutidemo 277e, se destaca este carácter analítico de Pródico: «Porque,
en primer lugar, como dice Pródico, conviene aprender el uso exacto
de los nombres». A continuación se nos muestran las diferencias
semánticas entre aprender y comprender, para concluir con el carácter
de juego que tiene el lenguaje.
31 Esta llamada a la univocidad puede ser la única posibilidad de
escapar a la original ambigüedad del lenguaje. El pasaje del Eutidemo
al que se refiere la nota anterior señala, con una modernidad
extraordinaria, el marco del problema y, al mismo tiempo, ejemplifica
un cierto proceder dialéctico que Sócrates practica en el Cármides:
«Todo esto es en el fondo un juego... y, ello, porque si uno aprendiese
mucho o incluso si lo aprendiese todo, no por ello sabría más de los
objetos mismos y de su naturaleza, sino que sólo estaríamos
preparados para jugar este juego con la gente, al hacer que
tropezasen y cayesen, con los diversos significados de los nombres,
como los que te quitan la silla cuando te vas a sentar» (278b).
165a
saberlo. Pues casi iba yo a sostener eso mismo de que
ser sensato es conocerse a sí mismo, y coincido con
aquel que en Delfos puso aquella inscripción que, según
creo, está dedicada a esto, a una bienvenida del dios a
los que entran, en lugar de decir «salud», ya que esta
fórmula de «salud» no es correcta, ni deseable como ex-
hortación de unos a otros, sino la de «sé sensato». El
dios da la bienvenida, pues, a los que entran al templo,
de diferente manera que los hombres. Esto es lo que
tuvo en su cabeza el que puso la inscripción, cuando la
puso. Al menos, así me parece. Y el dios no dice otra
cosa, en realidad, a los que entran, sino «sé sensato».
Bien es verdad que habla más enigmáticamente, como
un adivino. Porque «el conócete a ti mismo» y el «sé
sensato» son la misma cosa, según dice la inscripción, y
yo con ella; pero fácilmente podría pensar alguno que
son distintas 32. Cosa que me parece que les ha pasado
a los que después han hecho inscripciones como, por
ejemplo, la de «Nada demasiado» y «El que se fía, se
arruina». También ellos tomaron el «Conócete a ti
mismo» por un consejo, y no por una salutación del dios
a los que entraban. Así pues, para no ser menos en eso
de dar consejos útiles han grabado estas inscripciones y
las han puesto ante nosotros. Por qué, Sócrates, estoy
diciendo todo esto, es por lo siguiente: olvidémosnos de
todo lo que antecede, porque creo que es indiferente el
que haya sido yo, o hayas sido tú, quien ha dicho algo
justo; lo cierto es que no ha sido mucha la claridad de lo
b que decíamos. Ahora, sin embargo, quiero darte razón
de esto otro: de si no es la sensatez el conocimiento de
uno mismo.
32. La fórmula «conócete a ti mismo» viene, según el Protá goras
(343a), de los Siete sabios, que hicieron ponerla como inscripción en
el santuario de Apolo en Delfos. La tradición doxográfica atribuye el
dicho a Quilón (DIELS, I 63, 25) y, en otra variante, a Tales (DIELS, I
64, 6-7). Para la escuela pitagórica, el «conócete a ti mismo» era
respuesta a «¿qué es lo más difícil?...» (DIELS, I 464, 18).