Bazan Paola Carolina
Bazan Paola Carolina
Bazan Paola Carolina
Córdoba, Argentina
2014
COMISIÓN DE TESIS
Director:
Co-Director:
Comisión Asesora:
(R. D. 2634 )
CERTIFICO que el presente trabajo de Tesis de la Bióloga Paola Carolina Bazán, fue
----
A mi director de Tesis, Prof. Dr. Walter Rivarola, guía de este trabajo, cuyo constante
A la Prof. Dra. Patricia Adriana Paglini, quien me acompañó durante esta tesis,
A la Bióloga Mariana Strauss y la Dra. Alejandra Báez, por su amistad, y por hacer más
A la Méd. Noemí Miler, por compartir esta importante etapa de mi vida, haciéndola más
cálida y divertida.
A mis compañeros de laboratorio y amigos: Dra. María del Carmen Baez, Dra. Mariana
Tarán, Méd. Romina Blasco, Biól. Molec. Blanca Esteves, Biól. Daniela Velazquez, Dr.
Gustavo Mentesana, Méd. Ariel Balceda, a los tesinistas: Malena, Diego, Mariana y
Antonella, por todos los momentos compartidos y la alegría de estar trabajando juntos…
A las Dras. Vilma Campana y Mónica Moya, por su compañía en estos años,
A Pablo, por su incondicional apoyo, por su amor, paciencia y por compartir esta y otras
A mis amigas de la vida, por todos los momentos compartidos y la alegría que me brindan.
A todos aquellos que de alguna manera hayan colaborado para hacer posible este
trabajo…
RESUMEN-----------------------------------------------------------------------------------------1-
ABSTRACT----------------------------------------------------------------------------------------5-
INTRODUCCIÓN---------------------------------------------------------------------------------9-
OBJETIVOS--------------------------------------------------------------------------------------32-
MATERIALES Y MÉTODOS-----------------------------------------------------------------33-
RESULTADOS----------------------------------------------------------------------------------40-
DISCUSIÓN--------------------------------------------------------------------------------------88-
CONCLUSIÓN-----------------------------------------------------------------------------------98-
BIBLIOGRAFÍA---------------------------------------------------------------------------------99-
RE S U M E N
1
tradicionales (xenodiagnóstico, hemocultivo) tienen escasa sensibilidad en esta etapa de
la infección. Además, la evolución clínica de la enfermedad es de lenta progresión y un
elevado porcentaje de pacientes infectados permanece aún sin tratamiento. Para evaluar
la respuesta a la quimioterapia específica, se recomienda utilizar la combinación
diagnóstica: inmunoserológica y parasitológica. Otras investigaciones, al analizar la
reactividad de muestras de suero de ratones infectados contra proteínas recombinantes
de T. cruzi, observaron que los antígenos más fuertemente reconocidos fueron 1, 2, 13,
30, 36 y SAPA. En pacientes chagásicos crónicos post tratamiento, el antígeno
recombinante 13 fue el más sensible a la eficacia del mismo, presentando una temprana
disminución y negativización.
Con respecto al diagnóstico parasitológico, en pacientes crónicos la única forma de
detección del T. cruzi es a través de la técnica de PCR convencional (cualitativa) y PCR
en tiempo real (cuantitativa). La PCR es útil para el control de tratamientos ya que se
utiliza tanto para la selección de los pacientes que deben ser tratados como para, una vez
iniciado el tratamiento, comprobar su eficacia, siendo importante para ello disponer de
métodos cuantitativos; la técnica de PCR en tiempo real permite esta cuantificación.
Por ello el objetivo de la presente tesis fue evaluar con métodos no convencionales,
ELISA con antígenos individuales y PCR en tiempo real, el tratamiento con
clomipramina en la etapa crónica cardíaca de la enfermedad de Chagas experimental, en
ratones infectados con diferentes cepas de T. cruzi.
Se utilizaron ratones Albinos Suizos adultos con un peso promedio 30±1 g que fueron
divididos en los siguientes grupos: No infectados, sin tratamiento (n=10), No
infectados y tratados con clomipramina 5 mg/kg/día (n=10). Infectados: ratones
infectados con la cepa Tulahuen o con el aislamiento SGO Z12 (n = 90 para cada
cepa/aislamiento) y que, luego de realizarles el estudio electrocardiográfico, se
clasificaron en: sin alteraciones electrocardiográficas y con alteraciones (SA)
electrocardiográficas (CA); estos últimos a su vez fueron divididos en: No tratados
(NT) y Tratados (T) con clomipramina 5 mg/Kg/día. El tratamiento consistió en una
dosis diaria durante 60 días. Los ratones que ingresaron al grupo T fueron definidos
como crónicos con patología demostrada, en función de la presencia de alteraciones
electrocardiográficas (ECG): a los 90, 180, 270 y 360 días post infección. La evolución
de la infección experimental en los diferentes diseños se llevó a cabo a través del
seguimiento de la parasitemia, sobrevida, electrocardiografía, histopatología, PCR
convencional, PCR en tiempo real y serología (ELISA).
2
Los resultados muestran que la PCR en tiempo real resultó más sensible a la presencia
del parásito, ya que el grupo infectado con el aislamiento SGO Z12 y NT, que resultó
negativo para la presencia de T. cruzi por PCR convencional a los 90 d.p.i, fue positivo
por la PCR en tiempo real. Además, en ratones infectados con la cepa Tulahuen y T a
los 90 y 180 d.p.i. se observó una disminución de la cantidad relativa del producto
amplificado, al año de infección. Sin embargo, a los 270 días se observó que la cantidad
relativa del producto amplificado detectada fue mayor en aquellos animales T a los 90
d.p.i., comparado con los valores encontrados antes de comenzar el tratamiento. Por el
contrario, en los tratamientos realizados a los 90 y 180 d.p.i. vemos un aumento de la
cantidad relativa del producto amplificado en los grupos infectados con el aislamiento
SGO Z12 y T con clomipramina. El grupo más sensible al tratamiento resultó así ser el
infectado con la cepa Tulahuen, ya que los animales que fueron T a los 90 d.p.i,
disminuyeron la cantidad relativa del producto amplificado en un 40% al año de
infección; en los ratones NT por el contrario, aumentó un 225%. En cuanto a los
estudios serológicos, los antígenos totales permanecieron elevados a lo largo de la
evolución de la infección (360 d.p.i). Los antígenos 1 y 13 del grupo de ratones
infectados con la cepa Tulahuen y T a los 90 d.p.i presentaron una disminución
significativa con respecto a los no tratados. Por otro lado en los T a los 180 d.p.i. los
antígenos 1, 13, 36 y SAPA disminuyeron significativamente a los 360 d.p.i. Desde el
punto de vista serológico, el aislamiento SGO Z12 mostró ser más sensible al
tratamiento, ya que los animales T a los 90 y 180 d.p.i. presentaron una significativa
disminución en los títulos para la mayoría de los antígenos analizados (2, 13, 30 y
SAPA). En nuestro modelo experimental se observó que tanto en los ratones infectados
con la cepa Tulahuen como con el aislamiento SGO Z12, el porcentaje de ratones con
alteraciones electrocardiográficas aumentó a medida que progresa la infección. Se pudo
observar además que el porcentaje de ratones con alteraciones era el doble en los
infectados con SGO Z12 (100%) que en los infectados con Tulahuen (50%) a los 360
d.p.i. Aquellos animales tratados a los 90 d.p.i. presentaron una disminución progresiva
de las alteraciones ECG, hasta que al año de infección no se observaron ratones con
alteraciones ECG.
Similar comportamiento presentaron entre si los ratones infectados con el aislamiento
SGO Z12 y con cepa Tulahuen y T a los 180 d.p.i., en los que el 50% de los mismos
poseían alteraciones a los 360 d.p.i. Los efectos beneficiosos (prevención y regresión)
de los fármacos sobre la evolución del trazado electrocardiográfico, parecen también ser
3
independientes de la condición parasitológica: en el grupo infectado con el aislamiento
SGO Z12 y T con clomipramina a los 90 d.p.i. que no presentó alteraciones ECG al año
de infección, se detectó un nivel de parasitemia cuatro veces mayor que al inicio del
tratamiento. Los estudios histopatológicos demostraron en todos los grupos una mayor
cantidad de infiltrados inflamatorios en músculo esquelético que en músculo cardíaco.
Por otra parte se observaron diferencias entre el grupo infectado con SGO Z12 y el
grupo infectado con Tulahuen, en relación a los procesos inflamatorios y de fibrosis, ya
que el grupo infectado con la cepa Tulahuen presentó una mayor cantidad de áreas con
fibrosis, tanto en músculo cardíaco como en músculo esquelético. En los ratones
infectados con SGO Z12, no encontramos diferencias significativas (P>0.05) con
respecto al porcentaje de infiltrados inflamatorios entre T y NT a los 360 d.p.i. en
músculo cardíaco; sin embargo, los T a los 180 d.p.i presentaron menor porcentaje de
fibrosis en el corazón que los NT. Por el contrario, en los animales infectados con
Tulahuen, los T presentaron un menor porcentaje de infiltrados inflamatorios en
músculo cardíaco que en los NT a los 360 d.p.i., y se observó en los T a los 180 d.p.i.
una significativa reducción de la fibrosis cardíaca con respecto a los NT. Todos los
animales tratados, presentaron una sobrevida mayor a los NT, llegando a un 100 % de
sobrevida de los ratones infectados con SGO Z12 y T, frente a un 20% en los ratones
NT. La relevancia del tratamiento antiparasitario específico en la enfermedad de Chagas
fue objeto de un intenso debate por muchos años, en particular para la fase crónica de la
enfermedad. Ahora, se está llegando a un consenso en que se requiere la eliminación del
T. cruzi en los individuos infectados, para prevenir el desarrollo de las lesiones que son
características de la enfermedad de Chagas. Sin embargo, en la actualidad la
quimioterapia disponible, sobre la base de nifurtimox o benznidazol, es insatisfactoria
debido a la eficacia limitada en la fase crónica de la enfermedad y debido a los efectos
secundarios tóxicos frecuentes. Además se necesitan de nuevos métodos para evaluar la
efectividad del tratamiento en la etapa crónica; el fármaco utilizado debe ser también
seguro y efectivo frente a la variabilidad que presenta el T. cruzi. La presente tesis
pretende ser un aporte en ese sentido.
4
AB S T R A CT
The disease caused by Trypanosoma cruzi, despite having been discovered over 100
years ago by Carlos Chagas, it remains as the largest public health problem in Latin
America. This disease presents with variable clinical manifestations including an acute
and a chronic phase, with or without established pathology. Chagas myocardiopathy is
the most common and serious clinical consequence of infection with T. cruzi. The
presence of the parasite triggers an inflammatory and autoimmune damaging process,
which culminates in fibrosis foci. Nifurtimox and benznidazole are used to this
infection; both drugs have trypanocidal action but produce multiple adverse effects,
leading many patients to discontinue the treatment. Their effectiveness depends on the
susceptibility of the strain of T. cruzi, as resistant strains have been described. New
approaches have provided the basis for identifying new molecular targets for treatment,
from which more specific and more effective trypanocidal drugs may be developed.
Among these, trypanothione reductase (TR) is an enzyme that plays a vital role in T.
cruzi. Tricyclic psychotropic drugs, such as phenothiazines, and classical
antidepressants, such as imipramine, amitriptyline and derivatives are inhibitors of the
TR; in our laboratory, using experimental models we have shown that tricyclic drugs,
such as clomipramine, are effective in preventing the progress of T. cruzi infection to
the chronic stage. The significance of antiparasitic treatments in the management of
Chagas disease has been the subject of much controversy. Recent studies on the
pathogenesis of this infection have led to a consensus that the removal of the etiologic
agent in the infected people would be a necessary and sufficient requirement to slow the
progression of the disease and prevent its long term consequences. Several studies had
shown that patients treated in the chronic phase of the disease had fewer
electrocardiographic changes and less deterioration of the clinical condition, with
decreased antibody titters and reduced parasite load than the untreated patients.
However, the effectiveness of specific antiparasitic treatment in adult patients
undergoing the chronic phase of T. cruzi infection is currently not fully established. This
is because conventional serology remains reactive in the majority of patients, even
many years after the end of trypanocidal therapy; moreover, traditional parasitological
methods (xenodiagnosis, blood culture) have low sensitivity at this stage of infection.
The clinical course of the disease is slowly progressive and a high percentage of the
5
infected patients still remain untreated. To assess the response to a specific
chemotherapy, a combined immunoserological and parasitological diagnosis is
recommended. Other researchers, analysing the reactivity of sera from mice infected
with T. cruzi recombinant proteins, observed that the most strongly recognized antigens
were 1, 2, 13, 30, 36 and SAPA. In post treatment chagasic patients, the recombinant
antigen 13 was the most sensitive to treatment effectiveness, presenting an early decline
and negative cultures.
With respect to parasitic diagnosis, the only way to detect T. cruzi in chronic patients is
through the conventional PCR (qualitative) and real-time PCR (quantitative). PCR is
used both for the selection of the patients to be treated and to test treatment
effectiveness; for this, it is important to have quantitative methods: the technique of
real-time PCR allows parasite quantification after specific chemotherapy.
Therefore, the purpose of this work was to evaluate, using unconventional methods
(single ELISA antigens and real-time PCR), clomipramine therapy in the chronic
cardiac stage of experimental Chagas disease, in mice infected with different T. cruzi
strains.
Adult Swiss albino mice (average weight 30±1 g) were divided into the following
groups: not infected and not treated (n=10); not infected and treated with clomipramine
5 mg/kg/day (n=10). Infected: mice infected with the Tulahuen strain or SGO Z12
isolate (n=90 for each strain/isolation) which then, after the electrocardiographic (ECG)
study, were classified into: without (SA) or with ECG alterations (CA); the latter in turn
were divided into: not treated (NT) and treated (T) with clomipramine 5 mg/kg/day. The
treatment consisted of a daily dose for 60 days. The mice which entered the T group
were classified as chronic with established pathology depending on the presence of
ECG abnormalities on days 90, 180, 270 and 360 post infection (p.i.). The study of the
evolution of the infection in the different experimental designs was carried out by
monitoring parasitaemia, survival, electrocardiography, histopathology, conventional
PCR, real time PCR and serology (ELISA).
Results show that real-time PCR resulted more sensitive to the parasite, since the group
infected with the SGO Z12 isolate and NT, which tested negative for the presence of T.
cruzi by conventional PCR on day 90 p.i., was positive using real-time PCR.
Furthermore, a decrease in the relative amount of amplified product a year after the
infection was observed in mice infected with the Tulahuen strain and T on days 90 and
180 p.i. However, the relative amount of amplified product detected on day 270 was
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higher in the treated animals (treatment at day 90 p.i.), compared to the values found
before the treatment. By contrast, in treatments performed on days 90 and 180 p.i. on
the groups infected with the SGO Z12 isolate, we observed an increase in the relative
amount of amplified product. Thus, the group most sensitive to treatment was the
infected with the Tulahuen strain, since in the animals treated on day 90 p.i., the relative
amount of amplified product decreased 40% a year after the infection; in the NT
animals by contrast, increased 225%. Regarding the serological studies, the total
antigens fraction remained elevated throughout the course of the infection (360 days
p.i.). Antigens 1 and 13 in the mice infected with the Tulahuen strain and treated on day
90 p.i. showed a significant decrease compared to NT. Furthermore in T (180 days p.i.),
antigens 1, 13, 36 and SAPA decreased significantly by day 360 p.i. From the
serologically point of view, SGO Z12 isolate showed to be more sensitive to treatment,
since the animals treated on days 90 and 180 p.i. had a significant decrease in the titres
for most of the antigens tested (2, 13, 30 and SAPA). In our experimental model, we
observed that in animals infected with either the Tulahuen strain or the SGO Z12
isolate, the percentage of mice with ECG abnormalities increased as the infection
progresses. It was also observed that the percentage of mice with ECG alterations was
twice in SGO Z12 infected (100%) than in those infected with Tulahuen (50%) by day
360 p.i. Those animals treated on day 90 p.i. presented a progressive decrease in the
ECG alterations until the year of infection, when no mice with ECG alterations were
observed.
Similar behavior was observed between mice infected either with the SGO Z12 isolate
or the Tulahuen strain and were treated on day 180 p.i, in which 50% of them had
alterations by day 360 p.i. The beneficial effects (prevention and regression) of drugs
upon the evolution of the electrocardiographic tracings also appear to be independent of
the parasitological status: in the SGO Z12 group treated on day 90 p.i., which did not
present ECG alterations a year after the infection, parasitemia levels were four times
higher than at the beginning of the treatment. Histopathological studies in all groups
showed a greater number of inflammatory infiltrates in skeletal muscle than in cardiac
tissue. Furthermore, differences between the SGO Z12 and Tulahuen groups were
observed in relation to the inflammatory and fibrotic processes, as the Tulahuen strain
infected group had a larger amount of fibrotic areas, both in cardiac and skeletal
muscles. In SGO Z12 infected mice, we found no significant differences (P> 0.05) in
the percentage of inflammatory infiltrates in cardiac muscle between T and NT by day
7
360 p.i.; however, the group treated on day 180 p.i. showed a lower percentage of
fibrosis in the heart than the NT group. By contrast, in the animals infected with
Tulahuen, T showed a lower percentage of cardiac muscle inflammatory infiltrates than
NT by day 360 p.i.; a significant reduction in cardiac fibrosis was also observed with
the treatment on day 180 p.i. All treated animals had a higher survival than the NT ones,
with a 100% of survival in those infected with SGO Z12 and treated, versus 20% in the
NT mice.
The relevance of specific antiparasitic treatment in Chagas disease was the subject of
intense debate for many years, particularly in the chronic phase of the disease. Now, it is
coming to a consensus that the elimination of T. cruzi in infected individuals is required
to prevent the development of the lesions that are characteristic of Chagas disease.
However, currently available chemotherapy, based on nifurtimox and benznidazole, is
unsatisfactory due to the limited efficiency when used in the chronic phase of the
disease and due to the frequent toxic side effects. Furthermore, new methods are needed
to evaluate the effectiveness of the treatment in chronic phase; the drugs used should
also be safe and effective taking into considaration the variability presented by T. cruzi.
This thesis aims to contribute in this regard.
8
INTRODUCCIÓN
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Etiología
10
Formas celulares y ciclo de vida del Trypanosoma cruzi
11
migran hacia el intestino posterior del insecto. Cuando alcanzan el recto se adhieren a la
pared mediante su flagelo y se diferencian en tripomastigotes metacíclicos. Una vez que
se despegan de la pared intestinal, son eliminados por las heces de la vinchuca, cerrando
el ciclo de vida (Tyler y Engman, 2001) (Figura 3).
12
diversas subpoblaciones que exhiben un alto grado de polimorfismo cuando son
analizadas por diferentes métodos bioquímicos y moleculares (Buscaglia y Di Noia,
2003; Macedo et al, 2004) presentando distintas características biológicas,
inmunológicas, bioquímicas y distinto comportamiento frente a la acción de fármacos
(Brener et al, 1992; Gomes et al, 1998).
Estas subpoblaciones están compuestas por un pool de cepas que circulan en los ciclos
doméstico y selvático de la enfermedad, que incluyen al hombre, insectos vectores y
reservorios. Todas ellas han sido recientemente agrupadas en seis grandes grupos,
linajes o unidades discretas de tipificación denominados T. cruzi I – VI (Zingales et al,
2009, 2012; Guhl y Ramírez, 2011), además del genotipo TcBat, recientemente
identificado, y restringido a los murciélagos (Zingales et al, 2009; Marcili et al, 2009).
Esta variabilidad genética del parásito en un mismo huésped determina un tropismo
diferencial de estos clones a los diferentes órganos del huésped (Vago et al, 2000; Mejia
y Triana, 2005; Andrade et al, 2010); es la distribución de estos clones la que podría
influir o determinar la patogénesis de la enfermedad. Algunas cepas presentan tropismo
por células musculares (esqueléticas o cardíacas); otras prefieren células mononucleares
fagocíticas; y un tercer grupo prefiere aún otros tipos de tejidos, entre los que se pueden
nombrar al tejido nervioso, tejidos del sistema reproductor, hígado, bazo y aún, tejido
adiposo (Andrade, 1999). En este sentido, en los últimos años, diferencias de virulencia
y tropismo han sido reportadas en diferentes cepas genéticamente distantes (Roellig et
al, 2010).
La aparición de cepas de T. cruzi naturalmente resistentes, es uno de los factores más
importantes para explicar las bajas tasas de curación en algunos pacientes chagásicos
tratados, procedentes de zonas endémicas (Filardi y Brener, 1987; Toledo et al, 1997).
Formas de transmisión
13
para el control de los vectores así como el control de la sangre para transfusiones y de
donantes de órganos, en algunos países estas formas de transmisión han disminuido
significativamente (Cabello y Cabello, 2008).
En la actualidad existen 141 especies reconocidas de triatominos, pero sólo cinco de
ellas, pertenecientes a tres géneros (Triatoma, Rhodnius y Panstrongylus), pueden
considerarse importantes vectores de la enfermedad de Chagas (Noireau y Dujardin,
2010).
En este contexto, otras formas de contagio han tomado importancia; una de ellas es la
transmisión por vía oral debido al consumo de alimentos contaminados (Barbosa, 2006).
14
llevados al hígado, bazo, ganglios linfáticos y músculos esquelético y cardíaco, donde
forman pseudoquistes de amastigotes. Con la ruptura de estos pseudoquistes en el
miocardio y en los plexos mientéricos, comienza la miocarditis aguda mediada por
células T CD4+ y T CD8+ e interleuquinas (IL) –mayormente IL-2 e IL-4. Esta reacción
inflamatoria lleva a la destrucción muscular y nerviosa, que se mantiene por la presencia
del parásito o sus fragmentos (particularmente su ADN) (Coura, 2007).
Sin tener en cuenta el modo de invasión, la infección persiste en el huésped para toda la
vida, con manifestaciones clínicas variables y con una carga parasitaria que disminuye
con el tiempo. El curso de la infección estaría determinado por la cantidad de parásitos
con que se infectó el paciente (número de tripomastigotes), el linaje de T. cruzi
infectante (TcI – Tc IV), las posibles reinfecciones (Bustamante et al, 2003 a; 2003 b;
2007), el histotropismo de la cepa o aislamiento infectante, y la respuesta inmune del
paciente (Coura, 1988; Días, 1989; Macedo y Pena, 1998; Andrade et al, 2006; Teixeira
et al, 2006).
Según la última clasificación del Comité Científico de Enfermedad de Chagas de la
Federación Argentina de Cardiología y del Consejo de Miocardiopatías y Enfermedad
de Chagas de la Sociedad Interamericana de Cardiología, esta enfermedad comprende
dos etapas: CHAGAS AGUDO: Sintomático o Asintomático y CHAGAS CRÓNICO: Con
o sin patología demostrada (Mordini, 2010).
Etapa aguda
El curso de la etapa aguda varía según la cepa y la cantidad de parásitos, así como
también la vía de infección. En esta etapa se produce una elevada proliferación
intracelular del parásito (Andrade et al, 2000) y se puede manifestar de una forma típica
o atípica. En el primer caso puede observarse el chagoma hematógeno, que es una
tumoración dura, roja y dolorosa en el sitio de la inoculación, y edema de los miembros.
El segundo caso puede presentarse con un cuadro febril o manifestarse según el
compromiso orgánico que tenga; la afección cardíaca o meningoencefálica son las
responsables de los casos de muerte en este período (Chiarpenello, 2004). El
compromiso cardíaco se presenta como una miocarditis aguda difusa, con edema
intersticial, hipertrofia de las fibras miocárdicas y dilatación de las cavidades cardíacas.
15
El paciente presenta taquicardia e hipotensión. La destrucción de las neuronas cardíacas
y de los plexos mientéricos, con reducción en el número de neuronas, comienza en esta
etapa y continúa en la etapa crónica de la enfermedad (Tanowitz et al, 1992; Andrade,
2000; Andrade, 2005). La mortalidad en esta etapa implica alrededor del 5% de los
pacientes infectados, consecuencia de una miocarditis aguda o de meningoencefalitis.
Se destaca además, que la infección aguda puede tener un curso agresivo en casos de
infección transplacentaria, infección postransfusional o en pacientes
inmunocomprometidos. Sin embargo es fundamentalmente asintomática, y el 90% de
las personas sobreviven a la infección (Chiarpenello, 2004).
Etapa Crónica
Los individuos infectados permanecen como fuente de parásitos para toda la vida, como
reservorio en etapa crónica sin patología demostrada. Este periodo puede durar desde
unos pocos meses hasta décadas (Macêdo, 1999). Esta etapa se define de acuerdo a los
siguientes criterios (Macêdo, 1999; Teixeira et al, 2006; WHO, 2002):
16
Algunos autores postulan que los acontecimientos ocurridos en esta etapa pueden ser la
clave para determinar qué pacientes desarrollarán la miocardiopatía chagásica y por qué
un 70% de los pacientes infectados nunca desarrollarán la enfermedad cardíaca (Elizari,
1999).
A pesar de ser asintomáticos, estos pacientes presentan reacciones serológicas positivas
para la infección por T. cruzi y la mayoría de ellos puede presentar xenodiagnóstico y
reacción en cadena de la polimerasa [(PCR), por sus siglas en inglés] positivos repetidas
veces por muchos años. Por lo tanto, estos pacientes estarían presentando un verdadero
equilibrio entre el parásito y su sistema inmunológico (Coura, 2007). Las escasas
lesiones histopatológicas de la etapa crónica sin patología demostrada de la enfermedad
se caracterizan por la presencia de focos inflamatorios puntuales y aislados, y lisis y
degeneración de células del músculo esquelético (Sicca et al, 1995; Lo Presti et al,
2008). Las lesiones inflamatorias del corazón, del tracto digestivo y del músculo
esquelético son similares a las encontradas en los pacientes crónicos clínicamente
manifiestos, pero en un grado menor (Teixeira et al, 2006; Lo Presti et al, 2008).
También se presenta una leve reducción en el número de neuronas cardíacas y de los
plexos mientéricos que generalmente es insuficiente para producir manifestaciones
clínicas (Andrade et al, 1997).
Forma cardíaca.
17
observado destrucción y disminución de fibras cardíacas y fibrosis intersticial, con
liberación de antígenos intracelulares que suelen inducir la síntesis de auto-anticuerpos
contra el endocardio, vasos sanguíneos y fibras cardíacas. El sistema de conducción está
alterado y en todos los casos se presentan infiltrados inflamatorios (Teixeira et al,
2006). Así, la génesis de la cardiopatía es multifactorial: lisis del miocardio parasitado
por los amastigotes, denervación por ataque selectivo al sistema nervioso parasimpático
y generación de autoanticuerpos. A nivel ultraestructural, en adición a la asociación de
los infiltrados mononucleares con las células blanco que experimentan lisis, las fibras
miocárdicas se muestran hipertróficas, con dilatación mitocondrial (Báez et al, 2011),
necrosis, degeneración hialina, disrupción y pérdida de miofibrillas (Tafuri et al, 1973;
Teixeira et al, 2006).
El pronóstico de la forma cardíaca varía considerablemente de un caso a otro. Los
pacientes con lesiones mínimas, como sólo bloqueo de rama derecha o extrasístoles
unifocales ventriculares o auriculares, tienden a permanecer estables y la mayoría de
ellos sobreviven por largos periodos. Por otro lado, los pacientes con arritmias
complejas, extrasístoles multifocales, taquicardia paroxística, fibrilación auricular,
bloqueo aurículo-ventricular de tercer grado o insuficiencia cardíaca, tienen un
pronóstico de mayor gravedad (Coura, 2007).
Forma digestiva.
Otra porción de los enfermos chagásicos (entre 5 a 10% de los pacientes) desarrollan
megavísceras de esófago o colon. Estos síndromes aparecen principalmente por la
reducción en el número de neuronas de los plexos mientéricos del esófago y colon, que
lleva a la disperistalsis y a la dilatación de éstos y otros órganos huecos, como vejiga,
uréteres y vesícula biliar (Lopes y Chapadeiro, 1997; Prata, 2001; Dias y Macedo,
2005). Al alterarse la motilidad del esófago, se produce disfagia, dolor epigástrico o
retroesternal y regurgitaciones. El enfermo por lo tanto, se desnutre y sufre de
neumonitis por aspiración repetitiva. Cuando esta afección se da en los niños, suele
provocar malnutrición crónica y “enanismo chagásico” secundario (Carrada-Bravo,
2004). El pronóstico de la forma digestiva es generalmente bueno, a excepción de las
complicaciones que pudieran aparecer, como cáncer esofágico, obstrucción con torsión,
y necrosis en el colon (Coura, 2007).
18
Patogénesis de la miocardiopatía chagásica crónica
Los mecanismos por los cuales las lesiones tisulares se desarrollan en el curso de la
infección por T. cruzi han sido y continúan siendo objetivo de intensos debates.
Numerosos trabajos han propuesto diversas hipótesis sobre el origen de las lesiones
patológicas de la enfermedad (Levin, 1996; Kierszenbaum, 1999); sin embargo, aún es
un campo abierto para la investigación.
A pesar de más de un siglo de investigaciones, el desafío más interesante para entender
la fisiopatología de la forma cardíaca de la enfermedad de Chagas todavía yace en la
compleja interacción entre el parásito y el huésped (Kierszenbaum, 2005). Esta
interacción, a través de mecanismos que todavía no se comprenden completamente,
determina que la agresión miocárdica permanece controlada y en bajos niveles en la
mayoría de los pacientes. Estos pacientes permanecerán a lo largo de su vida en la etapa
crónica sin patología demostrada de la infección (Dias, 1989). Sin embargo, una tercera
parte de las personas infectadas desarrollan signos y síntomas de enfermedad cardíaca
de diferente grado que pueden llevar a la muerte súbita.
A partir de la evidencia obtenida a través de estudios en pacientes y en modelos
animales, se han propuesto cuatro mecanismos principales para explicar el desarrollo de
la forma cardíaca: la disautonomía cardíaca, los disturbios microvasculares, las lesiones
cardíacas dependientes de la presencia del parásito y el daño miocárdico mediado por la
respuesta auto-inmunológica del huésped (Marin-Neto et al, 2007):
19
chagásicos antes del desarrollo de la disfunción ventricular y en todas las etapas de la
enfermedad, aún en las formas indeterminada y digestiva (Marin-Neto et al, 1998;
Ribeiro et al, 2001). En los pacientes con la forma digestiva, la pérdida neuronal
intramural ha sido considerada como el mecanismo patogénico esencial para la
formación de megacolon y megaesófago (Meneghelli, 2004).
Debido a que los ganglios intramurales cardíacos son en su mayoría parasimpáticos, la
teoría neurogénica para explicar la patogénesis de la enfermedad de Chagas postula que,
de manera similar a lo que ocurre con los órganos del sistema digestivo, la
cardiomiopatía chagásica es esencialmente debida a una denervación parasimpática, lo
que implica que un prolongado desequilibrio autonómico llevaría eventualmente a una
cardiopatía inducida por catecolaminas (Köberle, 1968; Oliveira, 1969). Sin embargo,
más tarde se comprobó que es improbable que la disfunción autonómica juegue un rol
patogénico esencial en el desarrollo de la cardiomiopatía chagásica crónica siendo sólo
un factor más que contribuye a las complicaciones de la etapa crónica (Marin-Neto et al,
2007).
20
interacción entre el parásito y el huésped en relación a la invasión celular y a la
localización de los parásitos en los tejidos, se ha sugerido que las variaciones en el
tropismo tisular encontradas, que dependen de las propiedades genéticas tanto del
parásito como del huésped, pueden explicar las diferentes formas clínicas de la
enfermedad (Andrade y Andrews, 2005).
Desde los primeros estudios histopatológicos, el daño tisular del corazón y del tracto
gastrointestinal ocurrido en la etapa aguda ha sido claramente relacionado con la intensa
parasitemia y el parasitismo de los órganos blanco (Vianna, 1911). Sin embargo,
estudios histopatológicos posteriores, en la etapa crónica de la enfermedad, mostraron
un bajo grado de parasitismo en las fibras miocárdicas y una falta de correlación entre
los focos inflamatorios y los nidos de amastigotes. En base a esta evidencia, el rol del
parásito en la génesis del daño cardíaco durante la etapa crónica de la enfermedad, ha
sido cuestionado por los defensores de hipótesis patogénicas alternativas (Köberle,
1968; Kalil y Cunha-Neto, 1996).
Estudios posteriores, con técnicas histológicas más sensibles (inmunohistoquímica,
PCR e hibridación in situ), permitieron identificar antígenos del T. cruzi o su material
genético en los focos inflamatorios (Ben Younes-Chennoufi et al, 1988; Franco, 1990;
Higuchi et al, 1993 a; Jones et al, 1993; Bellotti et al, 1996; Añez et al, 1999). Estos
estudios destacaron nuevamente el rol patogénico de la persistencia del parásito en los
tejidos del huésped.
Modelos experimentales de tratamiento también sugieren que la persistencia del parásito
está directamente implicada en la patología de la etapa crónica, ya que una reducción en
la carga parasitaria, mediada por diferentes fármacos tripanocidas, lleva a una
atenuación en los síntomas de la miocardiopatía (Rivarola et al, 2001; Lo Presti et al,
2004; García et al, 2005; Rivarola et al, 2005; Bustamante et al, 2007; Gobbi et al,
2007).
21
al, 2006). A pesar de esta clara participación de la respuesta inmune en la génesis del
daño miocárdico, la naturaleza de los antígenos del parásito que provocan esta respuesta
inmunológica destructiva aún permanece sin determinar (Marin-Neto et al, 2007). En
este sentido, antígenos y ADN del T. cruzi han sido encontrados en tejidos cardíacos de
pacientes chagásicos crónicos, y células T CD8+ específicas del T. cruzi han sido
aisladas de biopsias endomiocárdicas de pacientes con enfermedad de Chagas (Fonseca
et al, 2005).
Estos resultados muestran el reclutamiento y la expansión de células T específicas del T.
cruzi en el miocardio, probablemente debido a la presencia del parásito en la forma
cardíaca de la etapa crónica de la infección (Marin-Neto et al, 2007).
Inmediatamente después del comienzo de la infección, el alto parasitismo tisular
provoca una fuerte respuesta inmune, tanto humoral como celular, contra el T. cruzi,
que lleva al control biológico del parásito, pero no a su eliminación. Macrófagos y
células dendríticas promueven la endocitosis de los parásitos y, junto a la expresión de
IL-12 y otras moléculas co-estimuladoras, activan células T productoras de interferón γ
(INF-γ) específicas del T. cruzi, que migran en respuesta a quimioquinas liberadas
localmente y participan en la respuesta inmunológica contra el parásito (Teixeira et al,
2002). En la infección crónica humana, el perfil de citoquinas se mantiene desplazado
hacia citoquinas de tipo Th1 como INF-γ, con supresión de citoquinas tipo Th2 como
IL-4 (Ribeirao et al, 2000; Abel et al, 2001), y niveles plasmáticos elevados del factor
de necrosis tumoral a (TNF-α) (Ferreira et al, 2003). Además, las células
mononucleares periféricas CD4+ de pacientes chagásicos con cardiopatía, producen más
INF-γ y menos IL-10 que las de los pacientes en la forma indeterminada de la
enfermedad (Abel et al, 2001; Gomes et al, 2003), lo que apoya la idea de que los
pacientes que evolucionan hacia la forma cardíaca desarrollan una respuesta inmune de
tipo Th1 más exacerbada (Marin-Neto et al, 2007).
Estudios en modelos experimentales y en pacientes infectados con T. cruzi han
demostrado la presencia de auto-anticuerpos específicos para varios autoantígenos
cardíacos, nerviosos y de otros tejidos del huésped, entre los que se pueden nombrar:
neuronas, proteínas estructurales como la miosina, desmina y actina cardíacas; músculo
cardíaco, liso y esquelético, receptores colinérgicos muscarínicos y receptores
adrenérgicos (Cunha-Neto et al, 2004; Lo Presti et al, 2009).
22
Ninguno de los mecanismos o hipótesis descriptos es mutuamente excluyente, por lo
que varios de ellos actuando en conjunto podrían ser los responsables de la génesis de la
cardiopatía (Tarleton, 2001; Hyland y Engman, 2006). La gran variabilidad de
manifestaciones clínicas de la enfermedad de Chagas y el amplio rango de severidad,
aún entre aquellos individuos con cardiopatía, hace razonable considerar a la
enfermedad como dependiente de múltiples mecanismos patogénicos (Hyland y
Engman, 2006).
Tratamiento
Los primeros fármacos eficaces contra la infección por T. cruzi (nifurtimox, producido
por Bayer, y benznidazol, producido por Roche) llegaron a estar disponibles en los años
1960 (Coura y Castro, 2002; Dias y Macedo, 2005). Debido a que estos medicamentos
fueron inicialmente sólo recomendados para los casos agudos, la demanda internacional
de su producción era muy baja. En los siguientes 20 años, los buenos resultados del
tratamiento para la infección crónica en niños estimularon varios estudios en adultos en
la etapa crónica sin patología demostrada de la enfermedad e incluso en adultos en las
etapas iniciales de la miocardiopatía crónica (Andrade et al, 2011; Ministério da Saúde,
2005).
La eficacia antiparasítica de los compuestos varía según la región geográfica,
probablemente como resultado de la diferente susceptibilidad intrínseca a las drogas de
las cepas del T. cruzi que circulan en diferentes zonas endémicas (Andrade et al, 1992;
Cançado, 1999).
El nifurtimox y el benznidazol actúan inhibiendo el DNA, RNA y por consiguiente la
síntesis proteica del parásito y aumentan la degradación de macromoléculas (Gugliotta
et al, 1980; Goijman y Stoppani, 1985; Gonzales y Cazzulo, 1989). El ciclo redox de
ambas drogas genera especies reactivas del oxígeno lo que contribuye a su efecto
tripanocida, pero también a sus acciones tóxicas en el paciente (Marr y Docampo, 1986;
de Castro, 1993; Segura et al, 1994). Estos compuestos presentan frecuentemente
efectos colaterales deletéreos, que pueden conllevar a la interrupción del tratamiento
(Cançado, 1999). Ambos tienen efectos adversos especialmente en adultos, ya que
recién nacidos y niños menores toleran mucho mejor estos fármacos (Viotti et al, 2009).
23
Algunos autores señalan que son fármacos que podrían tener efectos mutagénicos
(Castro y Diaz de Toranzo, 1988; Gorla et al, 1989).
Los efectos secundarios del nifurtimox y benznidazol se describen en la Tabla 1.
Varios estudios han demostrado el beneficio del tratamiento durante fase aguda con
benznidazol y nifurtimox. La evaluación de fracaso o la eficacia del tratamiento en
pacientes tratados durante la fase aguda es demostrable en poco tiempo porque la
parasitemia (test parasitológico o molecular), se convierte en negativa a los pocos días
después de finalizado el tratamiento. Además, los anticuerpos desaparecen
completamente (seronegativización) en al menos 65% de los casos, con algunos
estudios que demuestran la seronegatividad en el 100% de los casos hasta a los 18
meses de seguimiento después del tratamiento (Cerisola, 1977a; Blanco, 2000).
Desde hace décadas existe una controversia sobre el tratamiento que debe darse a los
enfermos crónicos de Chagas. El investigador brasileño Romeo Cançado en 1969,
describió la persistencia de anticuerpos (serología positiva) en pacientes crónicos
tratados con drogas parasiticidas, lo cual sugería que continuaba el estado de
enfermedad. Luego, entre 1977 y 1978, los resultados de las investigaciones
sistematizadas por Cerisola y colaboradores argentinos y brasileños (1977) acerca de la
24
efectividad del Nifurtimox en la fase crónica de la enfermedad, y por Barclay (1978) y
colaboradores argentinos, sobre la efectividad del Benznidazol en la misma fase,
demostraron altos porcentajes de cura de enfermos crónicos desde el punto de vista
parasitológico (desaparición del parásito en sangre). En este estado de incertidumbre e
indefinición, en 1983, las normas de tratamientos elaboradas por el Ministerio de Salud
de la Nación dejaron afuera del tratamiento parasiticida a los enfermos crónicos,
primando el criterio serológico sobre el parasitológico para la determinación de cura.
Pese a lo cual, o debido a ello, en Argentina la controversia médica no se cerró y se
siguieron desarrollando investigaciones tendientes a probar la eficacia de los
medicamentos en los enfermos crónicos (Cerisola et al, 1977b; Barclay et al, 1978).
25
¿Cómo evaluar si el tratamiento es efectivo en pacientes crónicos?
En América Latina se desarrolló una técnica de ELISA con una mezcla de antígenos
recombinantes que comprende seis proteínas recombinantes de epimastigotes y
tripomastigotes de T. cruzi. Estos antígenos consistieron en un antígeno (SAPA), que es
reactivo durante la etapa aguda de la infección; antígenos 1, 2 y 30, que detectan
anticuerpos principalmente en individuos en la etapa crónica; y antígenos 13 y 36, que
26
son reactivos tanto durante la etapa aguda como en la crónica (Rassi y Luquetti, 2003;
Ibanez et al, 1988; Vergara et al, 1991).
2. Control del tratamiento: se utiliza tanto para la selección de los pacientes que deben
ser tratados como para, una vez iniciado el tratamiento, comprobar su eficacia, siendo
importante para ello disponer de métodos cuantitativos. La nueva técnica de PCR en
tiempo real permite esta cuantificación. Esta es una importante técnica para analizar
muestras de sangre en serie y poder observar una tendencia creciente o decreciente en
las cargas parasitarias en pacientes crónicos en tratamiento (Duffy et al, 2009), siendo
de particular importancia para futuros ensayos de drogas (Molina et al, 2000).
27
3. Caracterización genética de agentes infecciosos: Genotipificación; identificación
de mutaciones determinantes de resistencias a fármacos o de virulencia; epidemiología
molecular; etc. (Costa, 2004).
Tripanotiona reductasa
28
Fármacos tricíclicos y su efecto sobre el Trypanosoma cruzi
29
Clomipramina
30
Estudios realizados en ratones infectados con T. cruzi, hemos demostrado que si
clomipramina es utilizada en la fase aguda o crónica sin patología demostrada, modifica
la evolución natural de la enfermedad y previene la cardiopatía (Rivarola et al, 2001,
2005; Bazán et al, 2008).
El uso experimental del modelo ratón propicia la oportunidad de estudiar y entender las
alteraciones promovidas por el parásito de forma sistemática y no solamente en un
órgano. La primer infección experimental con T. cruzi fue realizada por Oswaldo Cruz,
de acuerdo con la descripción del propio Chagas en 1909. Chagas inoculó
experimentalmente varias especies animales, entre ellas perros, cobayos y monos con T.
cruzi tratando de estudiar la evolución de la infección en diferentes vertebrados
(Romanha et al, 2010).
El modelo experimental con ratones para la enfermedad de Chagas fue descripto por
Laguens y colaboradores (1980) y se demostró que reproduce las 2 fases de la
enfermedad humana desde el punto de vista patológico, inmunológico y
electrocardiográfico. Además su pequeño porte, facilidad de obtención y mantenimiento
hace que sea el animal preferido para un gran número de experimentos. El modelo
murino de la cardiopatía crónica chagásica reproduce el cuadro de miocarditis crónica
con lesiones fibróticas e inflamatorias, cardiomegalia, dilatación y trombosis de las
cavidades cardíacas. También en este modelo se observan similitudes en relación a los
aspectos clínicos: serología positiva y disturbios hematológicos. Este modelo posibilita
el estudio de nuevos blancos terapéuticos en el control de la inflamación cardíaca como
propósito para mejorar la calidad de vida de los pacientes chagásicos (Laguens et al,
1980; Romanha et al, 2010).
31
OBJETIVO
Teniendo en cuenta todos estos aspectos analizados, entre los que se pueden destacar:
32
MATERIALES Y MÉTODOS
Animales. 200 ratones Albino suizos adultos, machos y hembras de un peso promedio
de 30 ± 1 g.
Modelo Experimental:
Los animales se dividieron en los siguientes grupos:
● No infectados, sin tratamiento (n=10).
● No infectados y tratados con clomipramina 5 mg/kg/día (n=10).
● Infectados: ratones infectados con las diferentes cepas/aislamiento (n = 90 por cada
cepa/aislamiento) y que se dividen en:
Sin alteraciones electrocardiográficas (SA)
Con alteraciones electrocardiográficas (CA)
33
No tratados (NT): ratones infectados y no tratados.
Tratados (T): tratados con clomipramina 5 mg/Kg/día. En trabajos previos en
ratones, esta droga ha demostrado ser efectiva en el tratamiento de la
Enfermedad de Chagas Experimental en fase aguda y crónica sin patología
aparente (Rivarola et al, 2005; Bazán et al, 2008). El tratamiento consistió en
una dosis diaria durante 60 días.
Los ratones que ingresaron al grupo tratado fueron definidos como crónicos con
patología demostrada, en función de la presencia de alteraciones
electrocardiográficas (ECG): a los 90, 180, 270 y 360 días post infección.
Grupos experimentales
Grupos
experimentales
No tratados (NT)
Tratados (T)
34
El estudio de la evolución de la infección experimental en los diferentes diseños
planteados se llevó a cabo a través del seguimiento de la parasitemia, sobrevida
electrocardiografía, histopatología, PCR convencional, PCR en tiempo real y serología
(ELISA).
35
hematoxilina-eosina (HE) para determinar la presencia de infiltrados inflamatorios y
Tricrómico de Gomori (TG) para determinar la presencia de fibrosis. Un total de 3
cortes de cada órgano de cada animal (n=3 por grupo) fueron analizados con objetivos
de 4X, 10X, 20X y 40X.
36
Tabla 2: Componentes de cada una de las reacciones para la amplificación de los diferentes
marcadores moleculares.
Tabla 3: Condiciones de reacción para la amplificación de cada uno de los marcadores moleculares.
37
datos y calidad de las reacciones de amplificación fue el programa MxProTM QPCR
versión 3.20 (Stratagene. Agilent Technologies, Santa Clara, CA, USA).
Los datos se analizaron usando el método de 2–∆∆Ct (análisis de la expresión génica
relativa) (Livak et al, 2001). Los resultados expresan la relación entre los valores Ct de
la muestra inicial (90 o 180 d.p.i, según corresponda) y los valores Ct de las muestras a
comparar. Este método es un modelo matemático que calcula los cambios relativos de
expresión génica (número de veces) entre una muestra experimental o fragmento de
interés (TCZ) y un calibrador o gen endógeno (β-actina).
La sangre que se obtuvo de los diferentes grupos de ratones, se centrifugó a 5000 r.p.m
durante 15 minutos para separar el plasma.
Luego se realizó una dilución del plasma 1/20, añadimos las muestras a las placas de
micropocillos y se incubaron a 37 ° C durante 30 min. Después de cinco lavados (NaCl
[1,4 M] en tampón fosfato [100 mM]) para eliminar la inmunoglobulina (Ig) no unida,
las muestras fueron incubadas a 37 ° C durante 30 min con un conjugado anti-IgG
humana diluido (1: 40.000) y marcado con peroxidasa. El conjugado no unido, se
elimina mediante otro paso de lavado. Las placas de microtitulación fueron luego
reveladas con peróxido de hidrógeno (60 mM en tampón de citrato [50 mM], pH 3,2) y
tetramethybenzidine (0,01 mM en ácido clorhídrico [0,1 N]). La solución desarrolla un
color azul con una intensidad proporcional a la concentración y afinidad de los
anticuerpos anti-T. cruzi en la muestra. La reacción se detuvo mediante la adición de
ácido sulfúrico (2 N), y el color de la solución se volvió a amarillo.
Luego de 20 minutos, las placas se leyeron a una longitud de onda de 450 nm. Una
muestra es considerado no reactivo si la absorbancia es menor que el valor de corte (Cut
38
off: Control Negativo [CN] + 0,300). Por otro lado, una muestra se considera reactiva si
la absorbancia es igual o mayor que el valor de corte. (Sáenz-Alquézar et al, 2004).
Los resultados se expresaron como densidad óptica (450 nm).
39
RESULTADOS
275 ∗
229
Parásitos por microlitro
183
138
92
∗
46
0
7 14 21 28 35 42 49
Días post infección
Se considera que a partir del momento en que se negativiza la parasitemia detectada por
este método, los ratones infectados con la cepa Tulahuen y el aislamiento SGO Z12,
finalizan la etapa aguda e ingresan en la etapa crónica sin patología demostrada. A los
ratones de ambos grupos, a los 90 y 180 d.p.i. se les realizaron electrocardiogramas para
determinar el ingreso a la etapa crónica con patología demostrada.
40
Tabla 4. Porcentaje de ratones que ingresaron a la etapa crónica con patología
demostrada a los 90 y180 d.p.i.
% de ratones que
ingresaron en la etapa
Días post infección Parásitos
crónica con patología
demostrada
Tulahuen 47
90
SGO Z12 36
Tulahuen 61
180
SGO Z12 62
A los ratones de cada grupo que ingresaron a la etapa crónica con patología demostrada
en cada momento según los estudios electrocardiográficos, se los dividió en: tratados
con clomipramina 5 mg/Kg/día durante 60 días y no tratado utilizado como control.
Electrocardiogramas
Al grupo en la etapa crónica sin patología demostrada (es decir, sin alteraciones
electrocardiográficas –SA) y a los grupos en la etapa crónica con patología demostrada
T y NT se les realizaron electrocardiogramas cada 90 días hasta los 360 d.p.i.
41
la infección (P< 0,0001) hasta llegar a un 50% de los individuos con alguna alteración
ECG a los 360 d.p.i. En los animales tratados (T 90) se observó una situación similar
(P< 0,0001), pero el porcentaje de ratones con alteraciones disminuye hasta un 0%.
Tabla 5: Estudio electrocardiográfico de ratones infectados con T. cruzi cepa Tulahuen, sin y
con alteraciones ECG, NT y T (n=90).
Días % de ratones
Frecuencia
Grupo Post QRST (s) PR (s) con alteraciones
(latidos/min)
Infección EGC
Sin Infectar _ 555,54 ± 13,99 0,0298 ± 0,0008 0,0247 ± 0,0009 10
90 524,59 ± 161,10 0,03 ± 0,01 0,03 ± 0,01 100 (a)
180 431,71 ± 101,61 0,02 ± 0,049 0,04 33 (b)
NT 270 480 ± 83,67 0,01 ± 0,0022 0,04 50 (b)
CA: con alteraciones ECG; SA: sin alteraciones ECG; NT: no tratado; T 90: tratado con clomipramina.
Letras distintas indican diferencias significativas entre los diferentes momentos con respecto al inicio
del tratamiento (90 d.p.i.) (Chi cuadrado de Pearson; P< 0,0001).
42
En todos los momentos se encontraron diferencias significativas entre los grupos T y
NT (P< 0,0001), excepto a los 270 d.p.i.
Días % de ratones
Frecuencia
Grupo Post QRST (s) PR (s) con alteraciones
(latidos/min)
Infección EGC
Sin Infectar _ 555,54 ± 13,99 0,0298 ± 0,0008 0,0247 ± 0,0009 10
90 566,8 ± 91,47 0,05 ± 0,01 0,02 ± 0,0022 100 (a)
180 386,50 ± 160,51 0,03 ± 0,01 0,02 ± 0,0035 40 (b)
NT
270 667 0,04 0,015 50 (b)
CA 360 500 0,035 0,04 100 (a)
180 566,67 ± 57,74 0,04 ± 0,0029 0,02 ± 0,01 67 (b)
Infectado
T 90 270 633,50 ± 47,38 0,03 ± 0,01 0,03 ± 0,0035 50 (b)
SGO Z12
360 500 0,03 ± 0,0035 0,04 ± 0,01 0 (b)
90 554,88 ± 70,32 0,04 ± 0,003 0,02 ± 0,0041 -
180 516,75 ± 21,50 0,04 0,02 ± 0,025 -
SA
270 553,25 ± 35,50 0,04 ± 0,01 0,02 ± 0,0025 -
360 590,33 ± 16,74 0,035 ± 0,01 0,02 ± 0,0029 -
CA: con alteraciones ECG; SA: sin alteraciones ECG; NT: no tratado; T 90: tratado con clomipramina.
Letras distintas indican diferencias significativas entre los diferentes momentos con respecto al inicio
del tratamiento (90 d.p.i.) (Chicuadrado de Pearson; P< 0,0001).
PCR convencional
Las PCRs específicas para T. cruzi (utilizando los cebadores TCZ) se realizaron con el
fin de verificar la presencia de parásito en las diferentes etapas del estudio.
La calidad del ADN de las muestras se verificó mediante la amplificación de un gen
constitutivo del huésped (β actina).
En la figura 8 se puede observar la presencia del parásito en todos los grupos estudiados
e infectados con la cepa Tulahuen. A los 360 d.p.i el porcentaje de PCRs positivas para
los ratones NT y SA fue del 100% y en los T se observó una disminución significativa
(75%).
La figura 9 muestra la presencia de parásitos en la mayoría de los grupos infectados con
el aislamiento SGO Z12, excepto en los NT y T a los 270 d.p.i. A los 360 d.p.i los
43
ratones T y SA presentaron un 100% de PCRs positivas en sus muestras, no así los NT
donde la totalidad de las muestras presentaron PCRs negativas para T. cruzi.
b b b a a
100 100
a a a
Porcentaje de PCR positivas
40 40
20 a 20
0 0
90 180 270 360 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
44
Tabla 7: PCR en tiempo real de los diferentes grupos de tratamiento
infectados con la cepa Tulahuen en comparación con el momento antes
de iniciar los mismos (n=90).
Cantidad relativa
del producto de
Días post
Muestra amplificación en
infección
relación al inicio
del tratamiento
90 1,00
180 0,12
Tratados
270 5,21
360 0,59
CA
180 4,15
No
Infectado tratados 270 2,67
Tulahuen
360 2,25
90 0,04
180 0,31
SA
270 1,14
360 0,02
C con alteraciones ECG. SA: sin alteraciones ECG.
CA:
45
Tabla 8: PCR en tiempo real de los diferentes grupos de tratamiento
infectados con el aislamiento SGO Z12 en comparación con el
momento antes de iniciar los mismos (n= 90).
Cantidad relativa
del producto
Días post
Muestra amplificado en
infección
relación al inicio
del tratamiento
90 1,00
180 1,23
Tratados
270 2,06
360 4,05
CA
180 1,85
No
Infectado tratados 270 0.74
SGO Z12
360 0.62
90 1,13
180 5,43
SA
270 1,97
360 2,57
CA: con alteraciones ECG. SA: sin alteraciones ECG.
Serología
Las figuras 10 y 11 muestran la concentración de los antígenos recombinantes totales a
lo largo de la infección experimental para los grupos infectados con la cepa Tulahuen y
el aislamiento SGO Z12 respectivamente y sus correspondientes tratamientos.
46
3,00 a 3,00 ♦a
b ♦b
c ♦c
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
90 180 270 360 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 10: Concentración de los antígenos Figura 11: Concentración de los antígenos
totales en ratones infectados con T. cruzi, totales en ratones infectados con T. cruzi,
cepa Tulahuen. SA (); CA, T () y CA, aislamiento SGO Z12. SA (♦); CA, T (♦) y
NT (). (n=90). (Densidad óptica: 450 nm). NT (♦). (n=90). (Densidad óptica: 450 nm).
(Letras diferentes indican diferencias (Letras diferentes indican diferencias
significativas P< 0,0001. Test de Hotelling). significativas P< 0,0001. Test de Hotelling).
En la figura 14, que muestra la evolución de los niveles del antígeno 2, se pueden
observar diferencias significativas entre los distintos tratamientos de los grupos
infectados con la cepa Tulahuen. En los grupos infectados con el aislamiento SGO Z12
no se observan diferencias significativas entre los animales T y NT.
47
3,00 a 3,00 ♦a
b ♦b
b ♦b
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
90 180 270 360 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 12: Concentración de los niveles del Figura 13: Concentración de los niveles del
antígeno 1 en ratones infectados con T. antígeno 1 en ratones infectados con T.
cruzi, cepa Tulahuen. SA (); CA, T () y cruzi, aislamiento SGO Z12. SA (♦); CA, T
CA, NT (). (n=90). (Densidad óptica: 450 (♦) y CA, NT (♦). (n=90). (Densidad
óptica: 450 nm). (Letras diferentes indican
nm). (Letras diferentes indican diferencias
diferencias significativas P< 0,0001. Test de
significativas P< 0,0001. Test de Hotelling). Hotelling).
3,00 a 3,00 ♦a
b ♦b
c ♦ab
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
90 180 270 360 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 14: Concentración de los niveles del Figura 15: Concentración de los niveles del
antígeno 2 en ratones infectados con T. antígeno 2 en ratones infectados con T.
cruzi, con la cepa Tulahuen. SA (); CA, T cruzi, aislamiento SGO Z12. SA (♦); CA; T
() y CA, NT (). (n=90). (Densidad (♦) y CA, NT (♦). (n=90). (Densidad
óptica: 450 nm). (Letras diferentes indican óptica: 450 nm). (Letras diferentes indican
diferencias significativas P< 0,0001. Test de diferencias significativas P< 0,0001. Test de
Hotelling). Hotelling).
48
Los resultados obtenidos en los diferentes grupos infectados con la cepa Tulahuen,
utilizando la concentración del antígeno 13, demostró una disminución significativa de
anticuerpos entre los animales T y los demás grupos (figura 16); de manera similar, el
grupo infectado con el aislamiento SGO Z12 y T presenta diferencias significativas
entre éste y los demás grupos (figura 17).
3,00 a 3,00 ♦a
b ♦b
c
♦b
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
90 180 270 360 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 16: Concentración de los niveles del Figura 17: Concentración de los niveles del
antígeno 13 en ratones infectados con T. antígeno 13 en ratones infectados con T.
cruzi, con la cepa Tulahuen. SA (); CA, T cruzi, aislamiento SGO Z12. SA (♦); CA, T
() y CA, NT(). (n=90). (Densidad (♦) y CA, NT (♦). (n=90). (Densidad
óptica: 450 nm). (Letras diferentes indican óptica: 450 nm).(Letras diferentes indican
diferencias significativas P< 0,0001. Test de diferencias significativas P< 0,0001. Test de
Hotelling) Hotelling)
49
3,00 a 3,00 ♦a
a ♦a
a ♦b
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
90 180 270 360 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 18: Concentración de los niveles del Figura 19: Concentración de los niveles del
antígeno 30 en ratones infectados con T. antígeno 30 en ratones infectados con T.
cruzi, con la cepa Tulahuen. SA (); CA, T cruzi, aislamiento SGO Z12. SA (♦); CA, T
() y CA, NT (). (n=90). (Densidad (♦) y CA, NT (♦). (n=90). (Densidad
óptica: 450 nm). (Letras diferentes indican óptica: 450 nm). (Letras diferentes indican
diferencias significativas P< 0,0001. Test de diferencias significativas P< 0,0001. Test de
Hotelling). Hotelling).
3,00 a 3,00 ♦a
a ♦a
b ♦a
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
90 180 270 360 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 20: Concentración de los niveles del Figura 21: Concentración de los niveles del
antígeno 36 en ratones infectados con T. antígeno 36 en ratones infectados con T.
cruzi, con la cepa Tulahuen. SA (); CA, T cruzi, aislamiento SGO Z12. SA (♦); CA, T
() y CA, NT (). (n=90). (Densidad (♦) y CA, NT (♦). (n=90). (Densidad óptica:
óptica: 450 nm). (Letras diferentes indican 450 nm). (Letras diferentes indican
diferencias significativas P< 0,0001. Test de diferencias significativas P< 0,0001. Test de
Hotelling). Hotelling).
50
En la evolución de la concentración del antígeno SAPA, se pudo observar que el grupo
infectado con el aislamiento SGO Z12 y T, muestra diferencias significativas con
respecto a los grupos SA y NT (figura 23).
3,00 a 3,00 ♦a
a ♦b
b ♦b
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
90 180 270 360 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 22: Concentración de los niveles del Figura 23: Concentración de los niveles del
antígeno SAPA en ratones infectados con T. antígeno SAPA en ratones infectados con T.
cruzi, con la cepa Tulahuen. SA (); CA, T cruzi, aislamiento SGO Z12. SA (♦); CA, T
() y CA, NT (). (n=90). (Densidad (♦) y CA, NT (♦). (n=90). (Densidad
óptica: 450 nm). (Letras diferentes indican óptica: 450 nm). (Letras diferentes indican
diferencias significativas P< 0,0001. Test de diferencias significativas P< 0,0001. Test de
Hotelling). Hotelling).
Histopatología
Las figuras 24 y 25 muestran el porcentaje del área del corazón cubierta por infiltrados
inflamatorios en los diferentes grupos estudiados a lo largo de la infección. Como puede
observarse, tanto en los grupos infectados con la cepa Tulahuen como en aquellos
infectados con el aislamiento SGO Z12, el área del corazón cubierta por infiltrados se
mantuvo por debajo del 1%. En ME (figuras 26 y 27), el área cubierta por infiltrados
inflamatorios fue levemente superior al MC del mismo grupo.
51
Figura 24: Porcentaje de infiltrados Figura 25: Porcentaje de infiltrados
inflamatorios en MC de ratones infectados inflamatorios en MC de ratones infectados
con T. cruzi, cepa Tulahuen en los grupos con T. cruzi, aislamiento SGO Z12 en los
SA ( y ); CA: antes del tratamiento () grupos SA ( y ); CA antes () del
y después, T () y NT () (Tinción: HE). tratamiento y después, T () y NT ()
(Tinción: HE).
20
b
20
Porcen taje de in filtrados inflam atorios
18
Porcentaje de infiltrados inflam atorios
18
16 16
b
13 13
11 11
9 9
7
7 a
4
4 a
a a
aa a 2
2
a a
0
0
90 180 270 360
90 180 270 360
Días post infección Días post infección
52
Cuantificación de áreas de fibrosis
Con respecto a las áreas cubiertas por fibrosis en el MC, se puede observar que al final
de la infección (360 d.p.i.) en los grupos infectados con la cepa Tulahuen, el grupo T
fue el que presentó un ligero aumento en el porcentaje de áreas de fibrosis (figura 28),
sucediendo lo mismo en el grupo infectado con el aislamiento SGO Z12 (figura 29).
Figura 28: Porcentaje de área con fibrosis Figura 29: Porcentaje de área con fibrosis
en MC de ratones infectados con T. cruzi, en MC de ratones infectados con T. cruzi,
cepa Tulahuen en los grupos SA ( y ); aislamiento SGO Z12 en los grupos SA (
CA: antes del tratamiento () y después, T y ); CA antes () del tratamiento y
() y NT () (Tinción: TG). después, T () y NT () (Tinción: TG).
53
22 22
b
17 17
15 15
12 12
10 10
7 a 7
a a
5 aa 5
a aa
2 a 2
a
0 0
90 180 270 360 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 30: Porcentaje de área con fibrosis en Figura 31: Porcentaje de área con fibrosis
ME de ratones infectados con T. cruzi, cepa en ME de ratones infectados con T. cruzi,
Tulahuen en los grupos SA ( y ); CA: aislamiento SGO Z12 en los grupos SA (
antes del tratamiento () y después, T () y y ); CA antes () del tratamiento y
NT () (Tinción: TG). Letras distintas después, T () y NT () (Tinción: TG).
indican diferencias significativas entre los
diferentes grupos en el mismo período de
tiempo (Chicuadrado de Pearson; P< 0,05).
Infiltrados inflamatorios
a b c d
Figura 32: MC de ratones sin infección. Se Figura 33: ME de ratones sin infección. Se
observa una estructura muscular sin observa una estructura muscular sin
alteraciones. a) Tinción HE y b) Tinción TG. alteraciones. c) Tinción HE y d) Tinción TG.
Aumento 200X. n= 3 cortes. Aumento 200X. n= 3 cortes.
54
Las figuras 34 y 35 muestran cortes histológicos de MC y ME correspondientes a los
grupos SA y CA respectivamente, a los 90 d.p.i. En MC, tanto en los grupos infectados
con la cepa Tulahuen, como con el aislamiento SGO Z12, se observaron leves
infiltrados inflamatorios (figura 34 a y c; 35 a y c). Por el contrario, el ME, presentó
mayor porcentaje en ambos grupos (figura 34 b y d; 35 b y d).
a c a c
b d
MC MC
b d b d
ME ME
55
A los 180 d.p.i en los grupos infectados con la cepa Tulahuen y el aislamiento SGO Z12
se observó la presencia de leves infiltrados inflamatorios en MC tanto en los grupos SA
(figura 36 a y c), NT (figura 37 a y c) y T (figura 38 a y c). En ME se pudo observar
mayor presencia de infiltrados inflamatorios en todos los grupos mencionados
anteriormente.
Sin alteraciones
Tulahuen SGO Z12
a c
MC
b d
56
No tratados Tratados
Tulahuen SGO Z12 Tulahuen SGO Z12
a c a c
MC MC
b d b d
ME ME
A los 270 d.p.i, se observa un perfil similar a los 180 d.p.i, se detecta mayor cantidad de
infiltrados inflamatorios en ME (figura 39, 40 y 41).
57
Sin alteraciones
a c
MC
b d
ME
No Tratados Tratados
Tulahuen SGO Z12 Tulahuen SGO Z12
a c a c
MC MC
b b d
ME ME
58
Los estudios histopatológicos del MC y el ME de los ratones infectados con la cepa
Tulahuen, a los 360 d.p.i, mostraron un mayor porcentaje de infiltrados inflamatorios en
el grupo NT en ambos tejidos, pero en mayor proporción en ME (figura 42, 43 y 44).
Los grupos infectados con el aislamiento SGO Z12, presentaron mayor porcentaje de
infiltrados inflamatorios en el grupo SA en MC y el grupo T para ME. Siempre el ME
presentó mayor porcentaje de infiltrados inflamatorios que el MC.
Sin alteraciones
Tulahuen SGO Z12
a c
MC
b d
ME
59
No Tratados Tratados
Tulahuen SGO Z12 Tulahuen SGO Z12
a c a c
MC MC
b d b d
ME ME
Áreas de fibrosis
60
Sin alteraciones Con alteraciones
Tulahuen SGO Z12 Tulahuen SGO Z12
a c a c
MC
MC
b d b d
ME
ME
61
Sin alteraciones
Tulahuen SGO Z12
a c
MC
b d
ME
No Tratados Tratados
a c a c
MC MC
b d b d
ME ME
62
Las figuras 50, 51 y 52 muestran cortes histológicos de MC y ME correspondientes a
los grupos infectados con la cepa Tulahuen y el aislamiento SGO Z12, SA y CA; T y
NT a los 270 d.p.i, presentando las mismas alteraciones mencionadas anteriormente.
Sin alteraciones
a c
MC
b d
ME
63
No Tratados Tratados
a c a c
MC MC
b d b d
ME
ME
64
Sin alteraciones
a c
MC
b d
ME
No Tratados Tratados
a c a c
MC MC
b d b d
ME ME
1,00 1,00 a
0,75 0,75
a
a
Sobrevida
Sobrevida
0,50 0,50 b
b c
0,25 0,25
0,00 0,00
0 90 180 270 360 0 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 56: Sobrevida de los grupos Figura 57: Sobrevida de los grupos
infectados con T. cruzi, cepa Tulahuen, SA infectados con T. cruzi, aislamiento SGO
(); CA, T () y CA, NT (), (n = 90). Z12, SA (♦); CA, T (♦) y CA, NT (♦), (n =
(Letras diferentes indican diferencias 90). (Letras diferentes indican diferencias
significativas. Chi cuadrado de PearsonP<
significativas. Chi cuadrado de PearsonP<
0,0001).
0,0001).
66
Tratamiento a los 180 d.p.i
Tabla 9: Estudio electrocardiográfico de ratones infectados con T. cruzi cepa Tulahuen, sin
y con alteraciones ECG, NT y T (n= 90).
Días % de ratones
Frecuencia
Grupo Post QRST (s) PR (s) con alteraciones
(latidos/min)
Infección ECG
Sin Infectar _
555.54 ± 13.99 0.0298 ± 0.0008 0.0247 ± 0.0009 10
Letras distintas indican diferencias significativas entre los diferentes momentos con respecto al inicio
del tratamiento (180 d.p.i.) (Chi cuadrado de Pearson; P< 0,0001).
67
En el análisis electrocardiográfico del grupo infectado con el aislamiento SGO Z12, se
pudo observar que el grupo CA y NT mantuvo el porcentaje de alteraciones ECG que
presentaba antes de iniciar el tratamiento (100%), a los 360 d.p.i. De manera diferente
se comportaron los ratones T los cuales, a los 360 d.p.i, presentaron una disminución
significativa (P< 0.0001) con respecto al momento antes de iniciar el tratamiento (50%).
En todos los momentos se encontraron diferencias significativas entre los animales
tratados y no tratados (P< 0,001).
Tabla 10: Estudio electrocardiográfico de ratones infectados con T. cruzi aislamiento SGO
Z12, sin y con alteraciones ECG, NT y T (n= 90).
Días % de ratones
Frecuencia
Grupo Post QRST (s) PR (s) con alteraciones
(latidos/min)
Infección ECG
Sin Infectar _ 10
555.54 ± 13.99 0.0298 ± 0.0008 0.0247 ± 0.0009
CA: con alteraciones ECG. SA: sin alteraciones ECG. NT: no tratado; T 180: tratado con clomipramina.
Letras distintas indican diferencias significativas entre los diferentes momentos con respecto al inicio
del tratamiento (180 d.p.i.) (Chi cuadrado de Pearson; P< 0,0001).
PCR convencional
La figura 58, muestra que el parásito se encontró en todos los grupos infectados con la
cepa Tulahuen analizados a lo largo de la infección, en un porcentaje del 100% en los
ratones NT y SA a los 360 d.p.i, no así en los ratones T donde se pudo observar que el
67% de las muestras fueron positivas para T. cruzi en ese mismo momento.
68
En los grupos infectados con el aislamiento SGO Z12, todos presentaron PCR positivas
en los diferentes períodos de tiempo, excepto en el grupo SA a los 270 d.p.i, donde no
se detectó la presencia del parásito en las muestras. A los 360 d.p.i, los animales T y
NT, presentaron un porcentaje del 50% de muestras positivas para T. cruzi; en el grupo
SA el porcentaje fue del 100% (figura 59).
bb b
100 100
Porcentaje de PCR positivas
20 20
0 0
180 270 360 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 58: Porcentaje de ratones infectados Figura 59: Porcentaje de ratones infectados
con T. cruzi, cepa Tulahuen; con PCR con T. cruzi, aislamiento SGO Z12; con PCR
positivas, SA () y CA (), T () y NT (). positivas, SA () y CA (), T () y NT ().
Letras distintas indican diferencias Letras distintas indican diferencias
significativas entre los diferentes grupos (Chi significativas entre los diferentes grupos (Chi
cuadrado de Pearson; P< 0,05). cuadrado de Pearson; P< 0,0001).
69
Tabla 11: PCR en tiempo real de los diferentes grupos de tratamiento
infectados con la cepa Tulahuen en comparación con el momento
antes de iniciar los mismos (n= 90).
Cantidad relativa
del producto de
Días post
Muestra amplificación en
infección
relación al inicio
del tratamiento
180 1,00
270 0,13
Tratados
360 0,08
CA
No 270 0,06
tratados
Infectado 360 0,02
Tulahuen
90 0,04
180 0,31
SA
270 1,14
360 0,02
Cantidad relativa
del producto de
Días post
Muestra amplificación en
infección
relación al inicio
del tratamiento
180 1,00
270 24
Tratados
360 16,77
CA
No 270 1,25
tratados
Infectado 360 1,13
SGO Z12
90 5,43
180 1,97
SA
270 2,57
360 24
70
Serología
3,00 ab 3,00 ♦a
b ♦a
a
♦a
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
180 270 360 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 60: Concentración de los antígenos Figura 61: Concentración de los antígenos
totales en ratones infectados con T. cruzi, con totales en ratones infectados con T. cruzi,
la cepa Tulahuen. SA (); CA, T () y CA, aislamiento SGO Z12. SA (♦); CA, T (♦) y
NT (). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). CA, NT (♦). (n= 90). (Densidad óptica: 450
(Letras diferentes indican diferencias nm). (Letras diferentes indican diferencias
significativas P< 0,0001. Test de Hotelling). significativas P< 0,0001. Test de Hotelling).
Los resultados obtenidos en los diferentes grupos infectados con la cepa Tulahuen,
utilizando el antígeno 1 demostraron diferencias significativas entre los ratones T, los
cuales manifestaron una disminución significativa de anticuerpos a lo largo de la
infección con respecto a los NT (figura 62). En los grupos infectados con el aislamiento
SGO Z12 no se observaron diferencias entre los grupos (figura 63).
71
3,00 a 3,00 ♦a
a ♦a
b
♦a
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
180 270 360 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 62: Concentración del antígeno 1 en Figura 63: Concentración del antígeno 1 en
ratones infectados con T. cruzi, con la cepa ratones infectados con T. cruzi, aislamiento
Tulahuen. SA (); CA, T () y CA, NT SGO Z12. SA (♦); CA, T (♦) y CA, NT (♦).
(). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). (Letras
(Letras diferentes indican diferencias diferentes indican diferencias significativas
significativas P< 0,0001. Test de Hotelling). P< 0,0001. Test de Hotelling).
3,00 a 3,00
♦a
b ♦ ab
c
♦b
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
180 270 360 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 64: Concentración del antígeno 2 en Figura 65: Concentración del antígeno 2 en
ratones infectados con T. cruzi, con la cepa ratones infectados con T. cruzi, aislamiento
Tulahuen. SA (); CA, T () y CA, NT SGO Z12. SA (♦); CA, T (♦) y CA, NT (♦).
(). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). (Letras
(Letras diferentes indican diferencias diferentes indican diferencias significativas
significativas P< 0,0001. Test de Hotelling). P< 0,0001. Test de Hotelling).
72
Analizando la concentración del antígeno 13 a lo largo de la infección, se observó que el
grupo infectado con la cepa Tulahuen y T presentó un marcado descenso en los niveles
de anticuerpos, presentando diferencias significativas (P< 0,0001) con respecto a los
demás grupos (figura 66). Algo similar sucedió en los grupos infectados con el
aislamiento SGO Z12, donde los ratones T presentaron niveles inferiores de anticuerpos
al compararlos con los demás grupos (figura 67).
3,00 a 3,00
♦a
b
c
♦b
♦b
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
180 270 360 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 66: Concentración del antígeno 13 en Figura 67: Concentración del antígeno 13 en
ratones infectados con T. cruzi, con la cepa ratones infectados con T. cruzi, aislamiento
Tulahuen. SA (); CA, T () y CA, NT SGO Z12. SA (♦); CA, T (♦) y CA, NT (♦).
(). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). (Letras
(Letras diferentes indican diferencias diferentes indican diferencias significativas
significativas P< 0,0001. Test de Hotelling). P< 0,0001. Test de Hotelling).
73
3,00 a 3,00 ♦a
a ♦a
a
♦b
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
180 270 360 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 68: Concentración del antígeno 30 en Figura 69: Concentración del antígeno 30 en
ratones infectados con T. cruzi, con la cepa ratones infectados con T. cruzi, aislamiento
Tulahuen. SA (); CA, T () y CA, NT SGO Z12. SA (♦); CA, T (♦) y CA, NT (♦).
(). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). (Letras
(Letras diferentes indican diferencias diferentes indican diferencias significativas
significativas P< 0,0001. Test de Hotelling). P< 0,0001. Test de Hotelling).
3,00 a 3,00 ♦a
a ♦b
b ♦c
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
180 270 360 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 70: Concentración del antígeno 36 en Figura 71: Concentración del antígeno 36 en
ratones infectados con T. cruzi, con la cepa ratones infectados con T. cruzi, aislamiento
Tulahuen. SA (); CA, T () y CA, NT SGO Z12. SA (♦); CA, T (♦) y CA, NT (♦).
(). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). (Letras
(Letras diferentes indican diferencias diferentes indican diferencias significativas
significativas P< 0,0001. Test de Hotelling). P< 0,0001. Test de Hotelling).
74
Las curvas de concentración del antígeno SAPA, se observan en las figuras 72 y 73 en
los diferentes grupos, infectados con la cepa Tulahuen (figura72) y con el aislamiento
SGO Z12 (figura73). Ambos mostraron diferencias significativas entre los animales T y
NT, siendo los primeros los que presentaron menor valor de densidad óptica al final de
la infección (360 d.p.i).
3,00 a 3,00 ♦a
b ♦b
b
♦b
2,25 2,25
Densidad óptica
Densidad óptica
1,50 1,50
0,75 0,75
0,00 0,00
180 270 360 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 72: Concentración del antígeno Figura 73: Concentración del antígeno
SAPA en ratones infectados con T. cruzi, con SAPA en ratones infectados con T. cruzi,
la cepa Tulahuen. SA (); CA, T () y CA, aislamiento SGO Z12. SA (♦); CA, T (♦) y
NT (). (n= 90). (Densidad óptica: 450 nm). CA, NT (♦). (n= 90). (Densidad óptica: 450
(Letras diferentes indican diferencias nm). (Letras diferentes indican diferencias
significativas P< 0,0001. Test de Hotelling). significativas P< 0,0001. Test de Hotelling).
Histopatología
Las figuras 74 y 75 muestran el porcentaje del área del corazón cubierta por infiltrados
inflamatorios en los diferentes grupos estudiados a lo largo de la infección. Como puede
observarse, tanto en los grupos infectados con la cepa Tulahuen como en aquellos
infectados con el aislamiento SGO Z12, el área del corazón cubierta por infiltrados se
mantuvo por debajo del 1%. En ME (figuras 76 y 77) el área cubierta por infiltrados
inflamatorios fue levemente superior al MC del mismo grupo.
75
Figura 74: Porcentaje de infiltrados Figura 75: Porcentaje de infiltrados
inflamatorios en MC de ratones infectados inflamatorios en MC de ratones infectados
con T. cruzi, cepa Tulahuen en los grupos con T. cruzi, aislamiento SGO Z12 en los
sin alteraciones ECG ( y ); con grupos sin alteraciones ECG ( y ); con
alteraciones ECG: antes del tratamiento () alteraciones ECG antes () del tratamiento y
y después, T () y NT () (Tinción: HE). después, T () y NT () (Tinción: HE).
20 20
Po rcen taje d e in filtrad o s in flam ato rio s
Po rcen taje d e in filtrad o s in flam ato rio s
18 18
b
16 16
13 13
11 11
9 9
7 a 7
4
a 4
a
2 a a 2
a a
0 0
180 270 360 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
76
Cuantificación de áreas de fibrosis
En relación a las áreas cubiertas por fibrosis en el MC, se puedo observar que al final de
la infección (360 d.p.i.) en los grupos infectados con la cepa Tulahuen, los animales NT
presentaron mayor porcentaje de área de fibrosis (figura 78). En los grupos infectados
con el aislamiento SGO Z12 (figura 79), los animales T fueron los que presentaron
mayor porcentaje de fibrosis.
Figura 78: Porcentaje de área con fibrosis Figura 79: Porcentaje de área con fibrosis
en MC de ratones infectados con T. cruzi, en MC de ratones infectados con T. cruzi,
cepa Tulahuen en los grupos sin aislamiento SGO Z12 en los grupos sin
alteraciones ECG ( y ); con alteraciones alteraciones ECG ( y ); con alteraciones
ECG: antesdel tratamiento () y después, T ECG antes () del tratamiento y después, T
() y NT () (Tinción: TG). () y NT () (Tinción: TG).
77
22 22
7 7
5 5
2 2
0 0
180 270 360 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 80: Porcentaje de área con fibrosis Figura 81: Porcentaje de área con fibrosis
en ME de ratones infectados con T. cruzi, en ME de ratones infectados con T. cruzi,
cepa Tulahuen en los grupos sin aislamiento SGO Z12 en los grupos sin
alteraciones ECG ( y ); con alteraciones alteraciones ECG ( y ); con alteraciones
ECG: antesdel tratamiento () y después, T ECG antes () del tratamiento y después, T
() y NT () (Tinción: TG). () y NT () (Tinción: TG).
Infiltrados inflamatorios
78
Sin alteraciones Con alteraciones
a c a c
MC
MC
b d b d
ME ME
Los estudios histopatológicos de los ratones infectados con la cepa Tulahuen y con el
asilamiento SGO Z12, a los 270 d.p.i, mostraron menor porcentaje de infiltrados
inflamatorios en MC que en ME en todas las muestras estudiadas (figuras 84, 85 y 86).
79
Sin alteraciones
a c
MC
b d
ME
No tratados Tratados
a c a c
MC MC
b d b d
ME ME
80
Al final del estudio, a los 360 d.p.i, la totalidad de los grupos, infectados con la cepa
Tulahuen o el aislamiento SGO Z12, presentaron mayor porcentaje de infiltrados
inflamatorios en ME que en MC, como se observara en períodos anteriores (figuras 87,
88 y 89).
Sin alteraciones
a c
MC
b d
ME
81
No Tratados Tratados
a c a c
MC MC
b d b d
ME ME
Areas de fibrosis
82
Sin alteraciones Con alteraciones
a c a c
MC MC
b d b d
ME ME
83
Sin alteraciones
a c
MC
b d
ME
No Tratados Tratados
Tulahuen SGO Z12 Tulahuen SGO Z12
a c a c
MC MC
b d b d
ME ME
84
A los 360 d.p.i., los corazones y el ME de los ratones infectados con la cepa Tulahuen y
el aislamiento SGO Z12, presentaron similares alteraciones a los demás períodos
mencionados con anterioridad, es decir, leves áreas de fibrosis en ambos tejidos,
principalmente en MC (figuras 95, 96 y 97).
Sin alteraciones
a c
MC
b d
ME
85
No Tratados Tratados
a c a c
MC MC
b d b d
ME ME
Sobrevida
86
1,00 1,00
a
a
0,75 b 0,75 a
b
Sobrevida
Sobrevida
0,50 0,50 b
0,25 0,25
0,00 0,00
0 90 180 270 360 0 90 180 270 360
Días post infección Días post infección
Figura 98: Sobrevida de los grupos Figura 99: Sobrevida de los grupos
infectados con T. cruzi, cepa Tulahuen, SA infectados con T. cruzi, aislamiento SGO
(); CA, T () y CA, NT () (Letras Z12, SA (♦); CA, T (♦ ) y CA, NT (♦)
diferentes indican diferencias significativas (Letras diferentes indican diferencias
P< 0,005. Test de Hotelling). (n = 90) . significativas P< 0,0003. Test de Hotelling).
(n = 90) .
87
DISCUSIÓN
“La tierra se resquebraja bajo sus pies, el sol quema su piel trigueña, posee seis o, tal
vez, siete años. Sentado sobre un tronco a modo de silla, espera que los días se sucedan
unos tras otros. Primero fue su ojo derecho, ahora, es el izquierdo; no puede abrir el
párpado por la hinchazón. Posee el signo de Romagna ó chagoma de inoculación en su
rostro, la marca de que ha sido picado por una Vinchuca y que el Trypanosoma cruzi
ha ingresado a su cuerpo. Ese niño que está sentado sobre el tronco tiene la
particularidad de encontrarse en varios lugares a la vez. Puede estar en el Chaco, en el
noroeste argentino, o en la región de Chiapas, o tal vez sea un campesino colombiano,
o uno de los "sin tierra" del Brasil, o cualquier otro en Iberoamérica. Un paisaje
diferente para la misma situación”.
Esta enfermedad es uno de los problemas sanitarios más relevantes de la Argentina.
Aproximadamente unas 3.000.000 de personas están infectadas y entre un 15% a un
30% de ellos presentan lesiones cardíacas o de otros órganos, que son irreversibles
(OPS, 2006).
Las drogas de uso clínico habitual y aprobadas por la OMS han sido por años
Nifurtimox y Benznidazol, las cuales generalmente se usan en la etapa aguda y menos
frecuentemente en el estadio crónico de la enfermedad (Duschak, 2011; Villarreal et al,
2004).
La problemática de esta enfermedad se profundiza aún más debido a que la búsqueda de
nuevos fármacos para su tratamiento no es redituable para las industrias farmacéuticas;
la raíz de este problema es el alto costo de las inversiones y la falta de un mercado
potencial y seguro en los países en desarrollo. De las 1393 nuevas drogas sintetizadas
entre 1975 y 2000, menos de 1,1% fueron para enfermedades tropicales (WHO, 2010).
Por estas razones la OMS establece que para el desarrollo de una quimioterapia
antiparasitaria para la enfermedad de Chagas se debe tener en cuenta:
1) Los principios activos de plantas utilizadas en medicina popular.
2) Fármacos ya aprobados para el tratamiento de otras enfermedades, ya que éstos
han sido sometidos a ensayos clínicos.
3) La determinación de blancos específicos identificados en vías metabólicas
claves del parásito.
88
Estudios recientes han permitido la identificación de blancos potenciales en T. cruzi,
que incluyen el metabolismo de esteroles, ADN (particularmente del kinetoplasto) y
diferentes enzimas propias del parásito (Lisboa de Castro y Soeiro, 2007), que
contribuyen a la especificidad del tratamiento y a la disminución de los efectos adversos
de las drogas, comunes en los fármacos de uso habitual.
En la búsqueda de blancos específicos identificados en vías metabólicas claves del
parásito, uno de los grandes hallazgos fue la tripanotiona y la tripanotiona reductasa
(Lantwin et al, 1994). Clomipramina, droga que demostró inhibir la enzima tripanotiona
reductasa, se ha convertido en un prometedor agente tripanocida para el tratamiento de
la enfermedad (Rivarola et al, 2005; Bazán et al 2008; Gobbi et al, 2010).
Por otra parte es necesario que estos nuevos fármacos sean seguros y efectivos tanto en
fase aguda como en la fase crónica de la enfermedad de Chagas.
Se ha estimado que aproximadamente 8 millones de personas se encuentran en la fase
crónica de la enfermedad de Chagas (OPS, 2006), una gran proporción de los cuales no
reciben tratamiento antiparasitario específico. Se recomienda el tratamiento
antiparasitario para la enfermedad de Chagas universalmente para los casos agudos y
para los niños de hasta 14 años de edad en la mayoría de los países (WHO, 2002). A
pesar de la inclusión de los pacientes crónicos en las guías de tratamiento, la mayoría de
los médicos sólo prescriben el tratamiento sintomático de la cardiomiopatía y los
síntomas digestivos y evitan las drogas antiparasitarias (Brener, 1984).
El uso de técnicas de laboratorio de mayor sensibilidad ha demostrado que el parásito se
oculta profundamente en el corazón y otros tejidos, circulando en la sangre en bajo
número, lo que coincide con la fase crónica de la enfermedad (Clayton, 2010). Además
se ha demostrado experimentalmente que la eliminación de los parásitos resulta en la
reducción o eliminación de las respuestas autoinmunes, que atacarían al miocardio, en la
fase crónica de la infección (Garcia et al, 2005).
En la presente tesis se buscó evaluar a través de métodos no convencionales
(inmunológicos y moleculares), el efecto de clomipramina en el tratamiento en fase
crónica de la enfermedad de Chagas de ratones infectados con el aislamiento SGO Z12
y con la cepa Tulahuen.
La detección de los parásitos se realizó por técnicas moleculares: PCR convencional
(cualitativa) y PCR en tiempo real, permitiendo esta última la determinación de la
cantidad relativa del producto amplificado, que corresponde a ADN del parásito. En
numerosos trabajos de investigación, la técnica de PCR se ha propuesto como una
89
herramienta alternativa para la detección y cuantificación del T. cruzi; esta técnica es
más sensible que los métodos parasitológicos tradicionales, tales como el examen de
gota fresca, hemocultivo y xenodiagnóstico (Moser et al, 1989; Junqueira et al, 1996;
Kirchhoff et al, 1996; Marcon et al, 2002, Caldas et al, 2012). En este contexto,
considerando que la presente investigación se basa en la etapa crónica experimental, fue
necesario utilizar esta técnica para la determinación de la cantidad relativa del producto
amplificado, debido a la imposibilidad de realizarlo con las técnicas tradicionales.
Los resultados obtenidos avalan la presencia del T. cruzi en la fase crónica de la
enfermedad, aun después de un año de haber sido infectados los ratones con el
aislamiento SGO Z12 o con la cepa Tulahuen. Ambas técnicas de PCR, convencional y
en tiempo real, son técnicas muy sensibles a la presencia del parásito, ya que al año de
infección detectaron la presencia de T. cruzi en sangre. Sin embargo, la técnica de PCR
en tiempo real resulto ser más sensible: el grupo infectado con el aislamiento SGO Z12
y no tratado resultó negativo para la presencia del parásito por PCR convencional a los
90 d.p.i., parásitos que sí fueron detectados por PCR en tiempo real. Como hemos
podido comprobar en este estudio, no todas las técnicas de amplificación genómica
muestran la misma sensibilidad analítica. La PCR convencional que utilizamos
rutinariamente se basa en la amplificación del ADN del parásito y su detección
mediante la visualización de las bandas amplificadas en geles de agarosa. Esta técnica
es por lo tanto ligeramente subjetiva y precisa de una carga de ADN mínima para poder
ser observada; no así la PCR en tiempo real que detecta niveles más bajos de parásitos
(Reina et al, 2014; Cummings y Tarleton, 2003).
Además, en ratones infectados con la cepa Tulahuen y tratados a los 90 y 180 d.p.i. se
observó una disminución de la cantidad relativa del producto amplificado al año de
infección. Sin embargo, a los 270 días se observó que la cantidad relativa del producto
amplificado detectado fue mayor en aquellos animales tratados a los 90 d.p.i.,
comparado con los valores encontrados antes de comenzar el tratamiento. Esta mayor
cantidad relativa del producto amplificado podría coincidir con las parasitemias
intermitentes características de la fase crónica que estarían influenciando la cantidad de
parásitos que circulan en el momento de la extracción de sangre (Castro et al, 2002).
Al analizar el efecto del tratamiento realizado sobre ratones infectados con el
aislamiento SGO Z12 se encontraron resultados controversiales. En los tratamientos
realizados a los 90 y 180 d.p.i se observó un aumento de la cantidad relativa del
producto amplificado en los animales tratados con clomipramina. Esto podría deberse a
90
numerosas causas. Por un lado el T. cruzi presenta una población heterogénea que está
compuesta por diferentes cepas que varían ampliamente en su respuesta a fármacos
(Correia Soeiro et al, 2013). En este sentido, en nuestro laboratorio hemos encontrado
que el aislamiento SGO Z12 está formado por una mezcla de los linajes II y VI; la cepa
Tulahuen por su parte pertenece al linaje V de T. cruzi (resultados aún no publicados).
Esta diferente composición genética podría explicar parte de las diferencias
encontradas.
En infecciones experimentales mixtas con parásitos de diferentes genotipos, puede
producirse una interacción entre las subpoblaciones, dando lugar a cambios importantes
en las características biológicas de los parásitos y en la evolución de la infección (Deane
et al, 1984; da Silveira Pinto et al, 1998, 2000; Martins et al, 2006, 2007). Las
infecciones mixtas muestran respuestas al tratamiento distinta de la respuesta esperada
en base a análisis de una infección única (Martins et al, 2007), lo que sugiere que la
correlación esperada entre la susceptibilidad al tratamiento es difícil de establecer para
las infecciones duales, en las que puede producirse combinación genética. La existencia
de una alta incidencia de infecciones mixtas en seres humanos (Solari et al, 2001) y
vectores (Bosseno et al, 2000) ha sido verificada y plantea preguntas acerca de sus
consecuencias en cuanto a la morbilidad, la dinámica de la transmisión del parásito y la
respuesta a la quimioterapia. Los resultados contradictorios obtenidos por diferentes
autores en relación al tratamiento en seres humanos, están probablemente influenciados
por la ocurrencia de infecciones mixtas, ya que las personas provenientes de zonas
donde la enfermedad es endémica pueden volver a infectarse varias veces, muy
probablemente con diferentes poblaciones de parásitos (Brenière et al, 1998). Estos
resultados enfatizan la importancia de la diversidad genotípica de las diferentes
poblaciones de T. cruzi en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad de Chagas.
Otro aspecto a tener en cuenta es que los tratamientos con antidepresivos
(clomipramina, imipramina, citalopram) tienen efectos inmunoreguladores negativos,
suprimiendo de forma significativa la secreción de IL-2 e IFNγ por linfocitos T y de IL-
1 por macrófagos (Maes, 2001; Diamond et al, 2006).
Cuando el T. cruzi ingresa al organismo, el sistema inmunológico está equipado para
detectar y controlar los parásitos a través de la respuesta inmune. El IFN-γ producido
por las células T activadas CD4+, CD8+ y Natural Killers juega un papel crucial en la
eliminación del parásito (Cardillo et al, 1996; Sardinha et al, 2006). El IFN-γ potencia la
actividad efectora de macrófagos mediante la inducción de la transcripción del gen
91
codificador de la enzima óxido nítrico sintetasa inducible (iNOS), que actúa
produciendo óxido nítrico, y el aumento de éste tiene un potente efecto en la
eliminación del parásito (Gazzinelli et al, 1992). Se ha informado que los ratones
deficientes en iNOS son altamente susceptibles a la infección (Saeftel et al, 2001); sin
embargo otros investigadores (Cummings y Tarleton, 2004) demostraron que iNOS es
importante pero no esencial para el control de la infección por T. cruzi. Si bien, la
concentración de clomipramina utilizada en el presente estudio corresponde a una
concentración subterapéutica (Rivarola et al, 2005), la droga podría estar interfiriendo
en el sistema inmunológico, lo que también explicaría el aumento de la carga parasitaria
en los grupos infectados con SGO Z12 y tratados.
Por otro lado, el grupo más sensible al tratamiento resultó ser el infectado con la cepa
Tulahuen, ya que los animales que fueron tratados a los 90 d.p.i, disminuyeron la
cantidad relativa del producto amplificado en un 40% al año de infección, de acuerdo a
los resultados obtenidos con la técnica de PCR en tiempo real; en el grupo NT por el
contrario, la cantidad relativa del producto amplificado aumentó un 225%. Los linajes
de T. cruzi presentan distintas características biológicas, inmunológicas y bioquímicas
(Brener, 1992; Gomes et al, 1998, Zingales et al, 2009, 2012; Correia Soeiro et al,
2013). En el presente trabajo se evaluó el efecto de clomipramina sobre la cepa
Tulahuen y el aislamiento SGO Z12 que, como se mencionó anteriormente, están
formados por linajes diferentes; debido a que el blanco molecular de clomipramina es la
enzima TR (Ravaschino et al, 2006; Olin-Sandoval et al, 2010), la expresión de esta
enzima podría variar en cada uno de los linajes, observándose un efecto diferencial en la
actividad de la droga, como lo obtenido en los presentes resultados.
La eficacia del tratamiento antiparasitario específico en pacientes adultos con infección
crónica por T. cruzi no es actualmente del todo comprobable, debido a que la serología
convencional permanece reactiva en la gran mayoría de los pacientes, aún muchos años
después de finalizado el tratamiento tripanocida, sumado a que los métodos
parasitológicos tradicionales (xenodiagnóstico, hemocultivo) tienen escasa sensibilidad
en esta etapa de la infección. Además la evolución clínica de la enfermedad de Chagas
es de lenta progresión y un elevado porcentaje de pacientes infectados permanece, aún
sin tratamiento, en el período indeterminado sin manifestaciones electrocardiográficas y
radiológicas (Fabbro et al, 2007).
92
Los estudios serológicos llevados a cabo en el presente trabajo presentan un
comportamiento similar a los reportados por otros investigadores. Los antígenos totales
permanecen elevados a lo largo de la evolución de la infección (360 d.p.i.), en forma
parecida a lo que ocurre con el tratamiento en fase crónica en humanos. Para algunos
investigadores, la conversión serológica es indicación de curación, pero esto sólo
sucede en el 70-75% de los casos agudos adquiridos y en el 100% de los casos agudos
congénitos; en los casos crónicos, la seroconversión muchas veces ocurre recién a los
20 o 30 años después del término de la terapia, y en muchos casos los pacientes fallecen
antes que esto suceda (Apt y Zulantay, 2011). Es decir, en los casos crónicos puede
haber curación parasitológica aún con serología convencional positiva. En estudios
recientes realizados en animales infectados con T. cruzi y curados, que no presentaban
parásitos ni antígenos de T. cruzi, tenían linfocitos CD8+ centrales de memoria que
mantenían una serología positiva por más de un año (Bustamante et al, 2008), lo cual
podría indicar una cura parasitológica en casos crónicos, sin conversión serológica. En
el presente trabajo medimos antígenos recombinantes que, como se mencionó
anteriormente, comprenden seis proteínas recombinantes de epimastigotes y
tripomastigotes, medidos en conjunto (antígenos totales) o cada uno de ellos por
separado (1, 2, 13, 30, 36 y SAPA). Los resultados obtenidos marcan una mayor
sensibilidad de algunos de estos antígenos al tratamiento. Los niveles de antígenos 1 y
13 del grupo de ratones infectados con la cepa Tulahuen y tratados a los 90 d.p.i.
presentaron una disminución significativa con respecto a los NT. Por otro lado en los
tratados a los 180 d.p.i. los antígenos 1, 13, 36 y SAPA también disminuyeron
significativamente a los 360 d.p.i. Desde el punto de vista serológico, el aislamiento
SGO Z12 mostró ser más sensible al tratamiento, ya que los animales tratados a los 90 y
180 d.p.i. presentaron una significativa disminución de los títulos para la mayoría de los
antígenos analizados (2, 13, 30 y SAPA).
Similares resultados fueron encontrados por Sanchez Negrette y colaboradores, quienes
demostraron que el antígeno 13 muestra niveles de absorbancia mayores en muestras
obtenidas antes del tratamiento que en las obtenidas después del mismo: de los nueve
pacientes originalmente positivos para este antígeno, seis pacientes se convirtieron en
negativos después del tratamiento. Estos mismos autores encontraron que el antígeno
SAPA tiene una buena capacidad de detectar regresiones, ya que en tres de los nueve
pacientes los títulos de anticuerpos disminuyeron de forma clara y todos los pacientes
analizados muestran un cierto grado de regresión. El antígeno 36 mostró una regresión
93
en 2 de los pacientes. Finalmente, los antígenos 1, 2, y 30 tenían menos capacidades
para revelar regresiones, aunque se observó la tendencia general hacia una regresión a
la negatividad, incluso con los últimos tres antígenos (Sánchez Negrette et al, 2008).
La importancia o no de la eliminación o disminución del parásito en el organismo
infectado, y de la consecuente disminución de los títulos de anticuerpos, se asocia a la
controversia pendiente acerca de la fisiopatogenia de la enfermedad de Chagas.
No hay datos que demuestren sin lugar a dudas que esta enfermedad resulte de un
proceso autoinmune (Benoist y Mathis, 2001). En los últimos años se asigna cada vez
más relevancia a la presencia y persistencia del parásito como hecho indispensable para
el desarrollo de la enfermedad.
Algunos investigadores postulan la presencia de un “disparador” que inicia el proceso
patológico. Este “disparador” o gatillo activaría algunos linfocitos T (específicos para
autoantígenos y/o antígenos de reacción cruzada del parásito). Cuando estas células T
son activadas, segregan citoquinas inflamatorias que serían responsables del daño
cardíaco. Los autoantígenos liberados (por ejemplo la miosina) son reconocidos por otro
grupo de células T autoreactivas y otros autoanticuerpos, los cuales dañan el tejido
cardíaco. Simultáneamente, este daño cardíaco favorecería la inducción de moléculas
co-estimuladoras necesarias para la activación específica de las células T autorreactivas
(Girones y Fresno, 2003).
Más allá de las controversias sobre los mecanismos etiopatogénicos de la enfermedad,
los pacientes obtienen beneficio real con una reducción de la carga parasitaria (Tarleton,
2003).
Las manifestaciones cardíacas precoces de la enfermedad de Chagas son detectadas por
el electrocardiograma. Las alteraciones de la conducción cardiaca preceden a las
lesiones de los miocitos y de la microcirculación (Prata, 1990). La electrocardiografía es
así uno de los métodos de diagnóstico más sensibles para diagnosticar la miocarditis
chagásica crónica (Madoery, 1993), especialmente en pacientes con serología positiva y
antecedentes epidemiológicos para Chagas. La detección de trastornos de la conducción
intraventricular, como el bloqueo de rama derecha con o sin hemibloqueo anterior,
constituye un marcador diagnóstico altamente sensible. Si a ello se agregan presencia de
bradicardia, alteraciones inespecíficas de la repolarización y arritmia ventricular, el
diagnóstico de miocardiopatía chagásica crónica es prácticamente seguro, en especial si
se trata de una persona joven (Elizari, 1999).
94
En nuestro modelo experimental se observó que tanto en los ratones infectados con la
cepa Tulahuen como con el aislamiento SGO Z12, el porcentaje de ratones con
alteraciones electrocardiográficas aumenta a medida que progresa la enfermedad. Se
pudo observar además que el porcentaje de ratones con alteraciones era el doble en los
infectados con SGO Z12 (100%) que en los infectados con Tulahuen (50%) a los 360
d.p.i. Esta condición no estaría relacionada con la cantidad de parásitos, ya que en SGO
Z12 medimos un 40 % menos de parásitos a través de PCR en tiempo real, mientras que
el grupo infectado con Tulahuen presentó un 400% más de T. cruzi al año de infección.
Existen diversos estudios en pacientes chagásicos no tratados que determinan que la
parasitemia no se asocia a la evolución o condición clínica de estos individuos (Castro
et al, 2005; Monteon-Padilla, 2001), mientras que otros autores, establecen una estrecha
correlación entre la persistencia de T. cruzi y la progresión de la enfermedad (Rangel-
Flores et al, 2006; Zulantay et al, 2005).
Con respecto a los grupos infectados con SGO Z12 o con Tulahuen y tratados a los 90
d.p.i. presentaron una disminución progresiva de las alteraciones ECG, hasta que al año
de infección no se observaron ratones con alteraciones en la conducción.
Similar comportamiento presentaron entre si los ratones infectados con el aislamiento
SGO Z12 y con cepa Tulahuen y tratados a los 180 d.p.i., en los que el 50% de los
mismos poseían alteraciones a los 360 d.p.i. Los efectos beneficiosos (prevención y
regresión) de los fármacos sobre la evolución del trazado electrocardiográfico, parecen
también ser independientes de la condición parasitológica: en el grupo SGO Z12 tratado
con clomipramina a los 90 d.p.i. que no presentó alteraciones ECG al año de infección,
se detectó un nivel de parasitemia cuatro veces mayor que al inicio del tratamiento.
Nuestros resultados son concordantes a los obtenidos por Viotti y colaboradores (1994),
que observaron en individuos tratados con Benznidazol y evaluados durante 8 años
post-terapia, una marcada reducción en el desarrollo de alteraciones ECG y una menor
frecuencia del deterioro de la condición clínica, a pesar de la persistencia de las pruebas
parasitológicas positivas. También se han reportado resultados similares en pacientes
chagásicos crónicos tratados con itraconazol y alopurinol (APT et al, 2003).
Algunos investigadores sostienen que cuando las anormalidades electrocardiográficas
son iniciales, es posible la regresión. Conversiones de alteraciones menores tales como
QT prolongado y bloqueo aurículo-ventricular de 1º y 2º grado, pueden ser observadas
incluso, en ausencia de tratamiento. La intervención quimioterapéutica puede causar así,
95
reversión de anormalidades más severas, tales como bloqueos fasciculares y
bifasciculares, modificando la historia natural de la enfermedad (Arribada et al, 1993).
La cardiomiopatía chagásica es en parte el resultado de un proceso inflamatorio, y la
presencia de un gran número de células inflamatorias en el miocardio y en ME es una de
las características patológicas de la infección crónica (Gutierrez et al, 2009). Los
estudios histopatológicos realizados mostraron en todos los grupos una mayor cantidad
de infiltrados inflamatorios en ME que en MC. Este es un aspecto que ya ha sido
señalado por otros investigadores en animales de experimentación, donde también se
encontraba un claro predominio del compromiso esquelético sobre el miocardio (Pizzi
et al, 2005; Lo Presti et al, 2009). Estos datos coinciden con los encontrados en
humanos, donde esta enfermedad produce alteraciones en los músculos esqueléticos
periféricos, lo cual puede contribuir a la incapacidad funcional que presentan muchos de
los enfermos chagásicos. Es posible que al estar alterada la microcirculación, el riego y
la oxigenación de las fibras musculares estén disminuidos, originando cambios
metabólicos anaeróbicos y comprometiendo la función muscular (Montes de Oca et al,
2007).
Por otra parte se observaron diferencias entre el grupo infectado con SGO Z12 y el
grupo infectado con Tulahuen, en relación a los procesos inflamatorios y de fibrosis, ya
que el grupo infectado con la cepa Tulahuen presentó una mayor cantidad de áreas con
fibrosis, tanto en ME como en MC. Esto estaría relacionado con lo demostrado por
numerosas investigaciones, donde el tipo de T. cruzi que infecte al huésped determinaría
el curso clínico de la infección (Coura, 1988; Días, 1989; Macedo y Pena, 1998;
Andrade et al, 2006; Teixeira et al, 2006).
Con respecto al tratamiento, también observamos diferente comportamiento de acuerdo
a la cepa infectante: en los ratones infectados con SGO Z12, no encontramos diferencias
significativas (P>0.05) con respecto al porcentaje de infiltrados inflamatorios entre T y
NT a los 360 d.p.i. en MC; sin embargo, los T a los 180 d.p.i presentaron menor
porcentaje de fibrosis en MC que los NT. Por el contrario, en los animales infectados
con Tulahuen, los grupos tratados presentaron un menor porcentaje de infiltrados
inflamatorios en el MC que el grupo NT a los 360 d.p.i., y se observó en los T a los 180
d.p.i. una significativa reducción de la fibrosis en MC con respecto a los NT. Este
comportamiento variado frente al tratamiento de las diferentes cepas de T. cruzi
concuerda con lo descripto por numerosos autores (Bustamante et al, 2007; Mejía-
Jaramillo et al, 2012).
96
Algunos trabajos reportan que 27% de las cepas de T. cruzi aisladas de diferentes
orígenes biológicos y geográficos, poseen resistencia natural al benznidazol y al
nifurtimox, con porcentajes de curación en ratones menores al 50%, a pesar de que los
parásitos nunca habían estado en contacto con estos medicamentos. Además, se reportó
que es posible inducir resistencia en este parásito, tanto in vitro como in vivo, por
presiones continuas por la utilización de estos medicamentos, lo cual generaría
poblaciones resistentes a concentraciones de benznidazol de hasta 220 µM; incluso se
han propuesto algunos genes involucrados en el surgimiento del fenotipo de resistencia
a este medicamento (Villarreal et al, 2004)
Se ha descrito que no existe una clara relación entre los niveles de parasitemia y la
sobrevida de los animales infectados. Estudios previos con la cepa Brazil de T. cruzi
mostró que cepas de ratones con altos niveles de parasitemia mueren en un lapso corto
de tiempo, mientras que aquellos con bajos niveles, sobreviven a la infección. Estos
resultados, sugerirían que el grado o magnitud de la parasitemia sería responsable de la
muerte. Sin embargo, este mismo estudio mostró que ratones resistentes de la cepa
B10.S infectados con la cepa Perú de T. cruzi presentaban niveles de parasitemia iguales
o superiores a los de las cepas susceptibles (Zuñiga et al, 1998). Nuestros resultados en
relación a la sobrevida concuerdan con esta situación, puesto que todos los grupos de
animales tratados, presentaron una sobrevida mayor a los NT, llegando a un 100% de
sobrevida en los ratones infectados con SGO Z12 y tratados, frente a un 20% en los
ratones NT, a pesar que la parasitemia evaluada por PCR en tiempo real se presenta en
forma variable. Resulta claro entonces que el nivel de parasitemia es solo uno de los
muchos factores involucrados en determinar la susceptibilidad o resistencia a la
infección y la efectividad del tratamiento.
El patrón inmunogenético del hospedero y la demostrada heterogeneidad de las
poblaciones circulantes de T cruzi, podrían ser factores que den cuenta de la
independencia observada entre evolución clínica y parasitemia (Zulantay et al, 2005).
97
CONCLUSIONES
98
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