DESAMORTIZACIONES

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DESAMORTIZACIONES

INTRODUCCIÓN

Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX se produce en Gran Bretaña el proceso de
Revolución Industrial, que se extiende al resto de Europa, EEUU y Japón a lo largo del siglo XIX
en el llamado proceso de Industrialización.
- Una de las causas de la Revolución Industrial y de la Industrialización fue la Revolución Agraria,
consistente en un crecimiento de la producción y productividad agraria como consecuencia del
asentamiento de la propiedad privada, la introducción de innovaciones técnicas (sistema Norfolk,
mecanización) y nuevos cultivos (patata, maíz) y del consiguiente paso de una agricultura de
subsistencia a otra dirigida al mercado.

- En España, como en el resto de la Europa Meridional y Oriental, no se produjo la revolución


agraria, debido sobre todo a la ausencia de una verdadera reforma agraria. Ello explica en buena
medida el fracaso del proceso de industrialización y el constante problema de la conflictividad
jornalera en nuestro país.

Los cambios agrarios durante la revolución liberal. La desamortización

La revolución liberal trajo consigo una serie de cambios que transformaron el campo español
hacia una agricultura capitalista:

• El primero de ellos fue la supresión definitiva de la vinculación de las tierras, tanto


civiles como eclesiásticas.
• En segundo lugar, la abolición del régimen jurisdiccional, que transformó los señoríos
en propiedades privadas y a los vasallos en trabajadores libres.
• En tercer lugar, un decreto aprobó la libertad de cercamiento de tierras, de
comercialización de las cosechas y de fijación de precios, implantando así el libre
mercado en el sector agrario.
• En cuarto lugar, se suprimió el diezmo que pagaban los campesinos a la Iglesia.

Aunque sin duda, la medida más importante desde el punto de vista económico y social, fue la
desamortización de las tierras de la Iglesia y los concejos:

Consistieron en la expropiación, por parte del Estado, de las tierras eclesiásticas y municipales
para su posterior venta a particulares en subasta pública. En compensación por el patrimonio
confiscado a la Iglesia, el Estado se hacía cargo de los gastos del culto y clero.

Aunque se dieron algunos precedentes a finales del siglo XVIII, el verdadero proceso de
desamortización se desarrolló a partir de 1837 en dos fases, a cada una de las cuales se las
conoce por el nombre del ministro que la puso en marcha: la desamortización de Mendizábal y
la de Madoz.
La desamortización eclesiástica de Mendizábal (1837-1849)

Mendizábal inició una etapa de gobierno progresista; la medida más significativa que adoptó
fue la llamada desamortización eclesiástica (1836), proceso de nacionalización de los bienes
del clero regular para venderlos en pública subasta.

Tenía por objeto dinamizar la economía agrícola del país sacando al mercado libre el
patrimonio de las órdenes religiosas, formando además con sus compradores una clase media
dispuesta a apoyar el régimen liberal y la causa de Isabel II; al mismo tiempo, la operación
serviría para reducir la deuda pública y proporcionar al Estado medios económicos con los que
financiar la guerra civil contra los carlistas.

En 1837, Mendizábal, desamortizaba los bienes del clero secular y más tarde confiscaba los
diezmos eclesiásticos.

La desamortización no eliminó la deuda, pero si contribuyó a atenuarla. Los terrenos


desamortizados fueron únicamente eclesiásticos que habían caído en desuso, y la Iglesia no
recibió ninguna compensación a cambio.

Por esto la Iglesia tomó la decisión de excomulgar tanto a los expropiadores como a los
compradores de las tierras, lo que hizo que muchos no se decidieran a comprar directamente
las tierras y lo hicieron a través de intermediarios o testaferros.

Las consecuencias de la desamortización fue el desmantelamiento casi completo de la


propiedad de la Iglesia y de sus fuentes de riqueza.

La desamortización no produjo un aumento de la producción agraria, ya que los nuevos


propietarios, en general, no emprendieron mejoras, sino que se limitaron a seguir cobrando las
rentas y las incrementaron, al sustituir el pago de los derechos señoriales y diezmos por
nuevos contratos de arrendamiento.

Muchos de los nuevos propietarios vivían en las ciudades, completamente ajenos a las
actividades agrícolas; la desamortización provocó un reforzamiento de la estructura de la
propiedad de las tierras y se acentuó el latifundismo.

La desamortización general de Madoz (1855-1867)

La segunda gran desamortización iniciada con la Ley Madoz de 1855, formó parte del
programa del gobierno progresista del bienio.
Establecía la venta en subasta pública de toda clase de propiedades pertenecientes al Estado, a
la Iglesia, los Municipios y, en general, todos los bienes que permanecieran amortizados; se
trataba, por tanto, de completar y terminar lo que inició Mendizábal en 1836.

Las consecuencias de la Ley Madoz fueron:

• La eliminación de la propiedad comunal y de lo que quedaba de la eclesiástica, lo que


provoco un agravamiento considerable de la situación económica del campesinado, y
una ruptura de las relaciones con la Iglesia, ante la violación del Concordato.
• Una considerable atenuación de la deuda pública, si bien esta no se eliminó por
completo.

Como ya se hiciera en la Desamortización de 1836 se pretende crear una masa de burgueses,


compradores de tierra afines al régimen liberal.
En lo económico puso en circulación nuevas tierras que antes habían estado vinculadas.
En el apartado social la desamortización benefició principalmente a los antiguos terratenientes
en las zonas rurales y grandes burgueses en las ciudades, sin embargo, las consecuencias sobre
los campesinos fueron muy negativas.

Se consolidó el latifundio sobre todo en el centro y sur de la Península, se perdieron muchos


libros y obras de arte, además de una ruptura de relaciones con el Vaticano al violar el
Concordato con la Santa Sede de 1851.

Los grandes perjudicados por las desamortizaciones van a ser:

• La Iglesia que pierde sus tierras, pero es compensada a través de los acuerdos del
Estado con la Santa Sede y por la obligación de mantener el culto por el Estado.
• Los ayuntamientos que pierden sus propiedades y que a partir de entonces no tienen
dinero para hacer frente a sus obligaciones con los ciudadanos.
• Los campesinos que se ven privados de los bienes comunales que les servían
históricamente de complemento a su economía familiar, a la vez que se convierten en
asalariados.

Evolución de la agricultura a lo largo del siglo XIX


La eliminación de los señoríos y de la desamortización no se tradujeron en innovaciones
agrícolas, ya que los nuevos propietarios prefirieron mantener los sistemas de cultivo en vez
de invertir en mejoras.

Además, se produjo una clara decadencia de la cabaña ganadera. La desamortización y el


cercamiento de tierras permitieron la puesta en cultivo de tierras antes reservadas a la Mesta.

Por otra parte, las telas de algodón desplazaron a la industria lanera, lo que hizo poco rentable
la cría de ovejas.

A lo largo del siglo se sucedieron periódicas crisis agrarias; sin embargo, en las primeras
décadas de la Restauración, la producción aumentó, gracias a la prosperidad internacional y al
crecimiento del consumo urbano.

Pero la sobreproducción perjudicó a los campesinos al hundir los precios y, con ellos, los
jornales.

Al iniciarse el siglo XX, la agricultura española estaba estancada. Se caracterizaba por:

• Injusta distribución de la propiedad


• La ausencia de inversiones y de desarrollo técnico
• Situación de miseria de los campesinos y una conflictividad creciente

La “cuestión agraria” se convertirá en uno de los problemas cruciales de la España de la


primera mitad de siglo XX.

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