Geopolitica de Mares y Oceanos

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Capítulo tercero

Geopolítica de los mares y océanos


Samuel Morales Morales

Resumen

En la geopolítica actual de los mares y océanos, hay una creciente


competencia entre potencias mundiales por el control estratégico
de rutas marítimas y los recursos marinos. El mar del Sur de
China es un punto focal, con tensiones entre China y otros países
ribereños. Además, el Ártico se ha convertido en un escenario
importante debido al deshielo, generando disputas por la sobera-
nía y recursos. La seguridad marítima, la piratería y la protección
de las comunicaciones submarinas son preocupaciones globales.
Múltiples actores buscan fortalecer sus flotas y alianzas para ase-
gurar sus intereses en esta compleja arena geopolítica.

Palabras clave

Geopolítica Marítima, Poder Naval, Seguridad Nacional, Seguridad


Marítima.

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Samuel Morales Morales

Geopolitics of the seas and oceans

Abstract

In today’s geopolitics of the seas and oceans, global powers are


increasingly competing for strategic control of key shipping lanes
and marine resources. The South China Sea is a focal point, with
tensions between China and other littoral states. In addition, the
Arctic has become an important arena due, generating dispu-
tes over sovereignty and resources due to melting ace. Maritime
security, piracy and the protection of undersea communications
are global concerns. Many actors are seeking to strengthen their
fleets and alliances to secure their interests in this complex
geopolitical arena.

Keywords

Maritime Geopolitics, National Security, Naval Power, Maritime


Security.

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Geopolítica de los mares y océanos

1. Los mares y océanos como espacio geopolítico:


una revisión teórica

Heródoto y Tucídides utilizaron la palabra talasocracia para descri-


bir una forma de superioridad política y económica por parte de un
Estado sobre la base del dominio de los mares. Un espacio central
que no solo servía para asegurar la prosperidad económica y garan-
tizar el ejercicio del poder, sino que también se convertía en una
seña de identidad nacional y cultural. Esta forma de superioridad no
requería, necesariamente, de una marina de guerra poderosa, sino
de una priorización de la armada sobre otras formas de defensa. Es
lo que ha venido a conocerse como poder naval, término acuñado
por Alfred Thayer Mahan (1890) y que según Geoffrey Till debe
ser entendido como la capacidad de influir en las acciones de otros
actores en la mar o desde la mar (Monaghan y Connolly, 2023).
Por otra parte, el poder naval también ha sido utilizado a través
de la historia por las potencias continentales, mayoritariamente
con fines políticos. La pretensión de influir políticamente a través
del poder naval en un entorno, el marítimo, que no es objeto de
jurisdicción por ningún Estado más allá de las aguas territoria-
les y las zonas económicas exclusivas y tiene unas implicaciones
de gran calado en la política exterior de un país, configurando
de forma decisiva, las capacidades que conformarán las marinas
de guerra concernidas, ya que en caso de conflicto será el país
que posea las capacidades adecuadas quien podrá ejercer una
influencia política relevante sobre el entorno marítimo.
No debemos olvidar que la definición y extensión de los espacios
marítimos reconocidos internacionalmente deviene de lo que un
Estado considere la mejor defensa de sus intereses marítimos y,
a nivel internacional, no es eterna ni definitiva, siendo previsible
que vaya cambiando a medida que lo hagan los intereses de los
Estados, ya que su definición y extensión es un asunto político,
aunque requiera de un fuerte soporte jurídico (Ramírez, 2021).
Así, las marinas de guerra de ciudades Estados o países como
Atenas, Venecia, Holanda o Reino Unido se conformaron para
tener una influencia en el entorno marítimo que les permitiese
proteger el comercio por vía marítima, defender sus posesiones
de ultramar o como estrategia en caso de conflicto armado por
estar definidos por una geografía insular o cuasi insular. Unas
capacidades que, tras la Revolución Industrial, a mediados del
siglo XIX, trajo consigo la fabricación de buques en acero, la
mejora de la movilidad gracias a la introducción de las calderas

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de vapor y al auge del arma submarina, que facilitaron la espe-


cialización de las potencias navales y permitieron satisfacer nece-
sidades estratégicas que iban desde la defensa del litoral propio
hasta la influencia en alta mar.
En contraposición a estas últimas, las marinas de guerra de las
potencias continentales han sido diseñadas para prevalecer en la
«batalla decisiva» y conseguir efectos diplomáticos o estratégicos
amenazando o, incluso, destruyendo las armadas de las potencias
navales adversarias. Para las potencias continentales, el éxito en
el entorno marítimo es solo el antecedente de una invasión que lle-
vará la «batalla decisiva» al dominio terrestre. Estas potencias no
suelen dotarse de marinas de guerra de elevado coste, centrando
sus opciones estratégicas en el empleo de las fuerzas terrestres y
aeroespaciales; y en la defensa de la costa mediante la creación
de zonas de negación que han derivado en lo que hoy se conoce
como negación de área y acceso (anti-access area denial A2/AD).
Mahan, al que ya nos hemos referido anteriormente, es uno de
los ideólogos más importantes, aunque no el único, en el diseño
de las implicaciones del poder naval y afirmaba que las guerras
se ganan desde el mar. Su aproximación a las características que
posibilitan que un país pueda convertirse en una potencia naval
establece seis factores que, a grandes rasgos, mantienen su
vigencia hoy en día: la situación geográfica de la nación de que
se trate, en especial su relación con el elemento marítimo; sus
condicionantes físicos bajo una amplia perspectiva, que abarca
desde los recursos naturales hasta la climatología; la extensión
de su territorio; una población hecha al mar; el carácter de la
ciudadanía y el temple de los Gobiernos e instituciones rectoras.
No podemos obviar que Mahan escribe su obra en medio de la
confusión creada por el cambio desde el siglo XIX al XX, en el
que, tal y como afirma el economista Calvo González-Regueral,
se pasa de una fabricación artesanal a la producción en cadena,
de los cuadros de fusileros a la ametralladora, de la vela al vapor,
del absoluto dominio británico de los mares a su rivalidad con
otras potencias, primero con la Alemania del Kaiser y luego con
Estados Unidos y Japón (González-Regueral, 2023).
Mahan afirmaba que «la estrategia naval tiene por objetivos encon-
trar, mantener y potenciar, tanto en paz como en guerra, el poder
naval de una nación». Su aseveración, que mantiene plena vigencia
hoy en día y que consagra la libertad de comercio, deber ser con-
textualizada al hilo de los desarrollos acaecidos en el último siglo.

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Geopolítica de los mares y océanos

Así, el almirante estadounidense Stavridis añade nuevos elementos,


como la importancia que ha adquirido la guerra submarina y su
influencia en la estrategia marítima; el carácter conjunto, y cada
vez con mayor tendencia integrado, de las operaciones actuales
frente a lo específico de los planteamientos de Mahan; un carácter
integral que aglutina actualmente al ciberespacio y a las agencias
civiles; una capacidad de comunicaciones constante; la creciente
importancia de los elementos no tripulados en el entorno marítimo;
y, finalmente, la relevancia de las comunicaciones a través de cables
submarinos que han conformado en nuestros días una verdadera
red de comunicaciones submarinas (Stavridis, 2017).
Tras analizar los elementos del poder naval, se hace necesario ana-
lizar la forma en la que los objetivos políticos se transforman en
una situación final deseada a través de la estrategia marítima. Tal y
como afirmó Sir Julian Corbett, la estrategia marítima es una opción
política que deriva de la decisión consciente de centrar el esfuerzo de
un país en el mar para garantizar aspectos como la seguridad nacio-
nal, la cultura o, incluso, su identidad (Corbett, 1911). Por lo tanto,
la estrategia marítima integra esfuerzos en los dominios terrestre,
aeroespacial y ciberespacial, tanto de carácter civil como militar, en
una política cuyo objetivo fundamental es asegurar el control del mar.
Estas estrategias son aplicadas de forma exitosa exclusivamente por
estados insulares o cuasi insulares de pequeño o mediano tamaño
con una gran dependencia del mar para su desarrollo.
Las estrategias marítimas, aplicadas de forma holística, llegan
a producir sinergias positivas entre el desarrollo económico y el
poder naval, mientras que el poder naval proporciona protección
frente a los riesgos provocados por amenazas, como la piratería
o las que representan los actores estatales o no estatales con
intención hostil, el progreso económico permite el desarrollo de
la flota mercante, pesquera y de guerra. Así, el interés en el
ámbito marítimo puede llegar a tener un impacto significativo
en las políticas a nivel interno y externo 1, 2. Por lo tanto, es

1 Según datos publicados por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio
y Desarrollo (UNCTAD), la globalización ha provocado un fuerte aumento del comercio
marítimo en las últimas décadas, con un volumen total que ha pasado de cuatro mil
millones de toneladas cargadas en 1990 a más once mil millones en 2019. El transporte
marítimo de contenedores en particular ha experimentado un auge en las tres últimas
décadas, con un volumen total de transporte marítimo que se ha multiplicado casi por
ocho desde 1990. Información disponible en: https://unctadstat.unctad.org/datacentre/
2 A partir de los años ochenta, los avances tecnológicos redujeron drásticamente los

costes de transporte y comunicación. Estos avances permitieron la desagregación de


la producción, es decir, la posibilidad de externalizar algunas etapas de la producción

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necesario que los países con vocación marítima hagan públicas


sus estrategias marítimas para concienciar a la opinión pública
ante una realidad que afecta a su propia seguridad como nación,
al bienestar de los ciudadanos y al desarrollo de su economía.
Para ello, el ejercicio del poder naval, su modernización y su
desarrollo futuro deberán formar parte esencial de sus políticas
nacionales (Paredes, 2021).

2. Principales dinámicas y tendencias

De acuerdo con la revisión de la bibliografía académica, cuatro


son las principales tendencias que condicionan en la actualidad,
y se prevé que lo sigan haciendo a medio plazo, la geopolítica de
los mares y océanos: la economía azul, la competencia estraté-
gica, las amenazas asimétricas y el cambio climático (Mehta y
otros, 2023).
Según Gunter Pauli, la economía azul parte de una premisa sen-
cilla: servirse del conocimiento acumulado durante millones de
años por la naturaleza para alcanzar mayores niveles de eficacia,
respetando el medio y creando riqueza, y traducir esa lógica del
ecosistema marino al mundo empresarial (Pauli, 2011). Por lo
tanto, se entiende como economía azul el desarrollo económico
sostenible de los océanos e incluye sectores económicos como la
pesca, la minería de los fondos marinos, la energía y el transporte
marítimo, el turismo y otras actividades de carácter económico.
Si bien el desarrollo económico de los recursos marinos y coste-
ros no es una actividad nueva, sí se puede afirmar que solo en las
últimas décadas se le ha prestado una atención prioritaria, configu-
rándose como un elemento relevante en la geopolítica marítima. Al
mismo tiempo, los avances en diversos ámbitos, incluida la automa-
tización de la explotación pesquera, el uso de combustibles alterna-
tivos, el incremento de la explotación de los recursos presentes en

y de dividir geográficamente las distintas fases de producción. Combinado con una


ambiciosa liberalización de la política comercial y la integración de los antiguos blo-
ques oriental y occidental en una única economía mundial, los avances tecnológicos
han dado lugar a una compleja estructura de cadenas de valor transfronterizas que se
benefician de la especialización basada en la ventaja comparativa de cualquier econo-
mía de la cadena de valor. En consecuencia, el comercio mundial y, especialmente, el
comercio de insumos intermedios han experimentado un auge. La expansión de las
cadenas de valor mundiales da lugar a un recuento múltiple del valor añadido, ya que
los insumos intermedios cruzan las fronteras varias veces antes de llegar al consumidor
final (González y Ossa, 2023).

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Geopolítica de los mares y océanos

el subsuelo marino gracias a los avances tecnológicos, el empleo de


rompehielos con mayores capacidades y la mejora de la infraestruc-
tura portuaria, han contribuido a un incremento de la diversidad de
actividades económicas alrededor de los mares y océanos.
La gestión de la economía azul afecta a diversos aspectos de la
gobernanza de ámbito particular y también general que se desa-
rrollan haciendo énfasis en la sostenibilidad y que requiere de la
implementación de normas de protección medioambientales y de
seguridad global que contribuyan a la regulación de la minería
submarina, mitiguen las actividades de pesca ilegal, los tráficos
ilícitos de todo tipo y mejoren la capacidad de respuesta ante
desastres con origen en la acción humana en la mar.
La competencia estratégica se relacionada con la economía azul
y la competencia por los recursos, no solo en el ámbito de la
gestión, sino también del desarrollo normativo internacional en
organismos como la Organización Marítima Internacional, donde
cada vez son más evidentes los impulsos revisionistas de deter-
minados actores en los procesos de negociación entre países para
la asignación de cupos de capturas, también en otros aspectos
bilaterales tales como la definición de las fronteras marítimas en
espacios en litigio o la definición de la Zona Económica Exclusiva
(ZEE) con países vecinos3.
Así, la competencia estratégica puede concebirse como una forma de
contención, de ejercer influencia en actores terceros o de gestionar
la escasez de determinados recursos críticos. Siguiendo esta orien-
tación, China ha ampliado su presencia y aumentado sus inversio-
nes en diversas áreas marítimas en la última década, fortaleciendo
además las asociaciones diplomáticas y económicas con múltiples
naciones insulares del Pacífico. Por otro lado, Rusia reclama una
vasta ZEE en el Ártico, ante la previsible apertura de rutas maríti-
mas y, así, continuar manteniendo una relevante influencia sobre la
libertad de comercio a nivel internacional. Esta reclamación podría
tener amplias repercusiones estratégicas a medio plazo.

3 En este sentido, cabe recordar que, en 1945, el presidente estadounidense Harry


Truman decidió poner bajo la jurisdicción y control nacional los recursos naturales de
la plataforma continental hasta la isobata de 200 m. Ese mismo día, Estados Unidos
emitió una segunda proclamación declarando su derecho a establecer zonas de con-
servación pesquera en las zonas de alta mar contiguas a sus costas con el objetivo
de proteger las pesquerías de salmón de Alaska. Estas proclamaciones no respondían
a ninguna evolución de los conceptos jurídicos vigentes en la época, sino que se tra-
taron de decisiones de carácter exclusivamente político que los juristas codificaron
posteriormente.

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Por otra parte, las amenazas asimétricas son cada vez más diver-
sas y difíciles de detectar. Es sabido que estas amenazas, nor-
malmente, suelen proceder de actores que cuestionan el actual
orden internacional y su implementación suele ser difícil de iden-
tificar, vigilar y atribuir. Unas amenazas que previsiblemente
aumentarán su ocurrencia, debido a los intereses creados por
el crecimiento de la economía azul y por la intensificación de la
competencia estratégica entre actores.
Los riesgos provocados por estas amenazas pueden orientarse
hacia la consecución de objetivos físicos, tales como el bloqueo
de puntos de tránsito obligado o a labores de vigilancia; también
a objetivos lógicos, como ataques cibernéticos a la infraestructura
digital que soporta la seguridad marítima o amenazas logarítmi-
cas que pueden llegar alterar la recogida de datos de sensores
marítimos. Todas ellas son susceptibles de llegar a tener un gran
impacto en el espacio marítimo, afectando directa o indirecta-
mente tanto a la economía azul como a la percepción pública
de la eficacia de las autoridades estatales, que serán percibidas
como incapaces de hacer frente a estos incidentes.
Finalmente, el cambio climático y sus efectos asociados son
posiblemente la tendencia con mayor impacto potencial sobre
las anteriormente mencionadas, ya que funciona como un ele-
mento catalizador de los elementos constituyentes de las antedi-
chas tendencias. Así, por ejemplo, el cambio climático contribuye
a la erosión del litoral, al surgimiento de condiciones climáticas
extremas que afectan a todas las actividades en el entorno marí-
timo, a la apertura de nuevas rutas comerciales cuya explotación
podría reconfigurar los flujos comerciales marítimos e, incluso,
puede llegar a afectar a la viabilidad de muchas infraestructuras
físicas a medio y largo plazo; también es una de las causas del
acercamiento diplomático de China a las naciones insulares del
Pacífico. Las consecuencias de esta tendencia tienen una dimen-
sión transversal sobre los principales factores que condicionan la
geopolítica de los mares y océanos.

3. Principales áreas de interés geopolítico desde una


perspectiva marítima

A nivel internacional, podemos delimitar seis zonas de interés


que no solo se diferencian geográficamente, sino que también
enfrentan diferentes tipos particulares de amenazas, desafíos y
problemas.

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Geopolítica de los mares y océanos

3.1. Atlántico Norte y Mar del Norte

En esta región, las principales cuestiones son la seguridad de los


flujos comerciales en las rutas de aproximación a Europa noroc-
cidental, la protección de las infraestructuras submarinas y el
equilibrio entre las fuerzas navales de los diferentes actores.
En primer lugar, en relación con la seguridad de los flujos, el principal
cambio a tener en cuenta en los próximos años es el retorno de ame-
nazas militares creíbles sobre las Líneas Marítimas de Comunicación
(SLOC) hacia y desde Europa, con el consiguiente impacto en las
cadenas de suministro. Un riesgo relacionado con la amenaza a las
SLOC podría ser el posible uso de minas marinas, unos sistemas que
están ampliamente disponibles y que pueden configurar el espacio
de batalla naval y las aproximaciones al mismo. En segundo lugar,
no se puede obviar que la lucha contra las actividades delincuen-
ciales, fundamentalmente el tráfico de sustancias estupefacientes
desde Latinoamérica, es un aspecto que cada vez requiere una
mayor demanda de la actuación por parte de los Estados.
Además, en lo que se refiere a la protección de las infraestructuras
submarinas, las principales implicaciones están relacionadas con el
hecho de que las zonas marítimas cada vez tienen una mayor impor-
tancia económica relacionada con el valor inherente a las instalacio-
nes en alta mar, así como a la explotación de los recursos naturales
y submarinos. Unas instalaciones cuya protección es necesaria y
que también tienen su vertiente en la costa materializada en los
cables submarinos, cuya protección, incluso, mayores dificultades.
Por último, es previsible que, en la próxima década, los avances
tecnológicos afecten aún más al equilibrio entre fuerzas nava-
les, pudiendo vislumbrarse que esta afectación puede llegar a
desequilibrar la vertiente ofensiva frente a la defensiva. Por ser
una zona donde se concentran modernas marinas de guerra, este
desequilibrio tendrá importantes consecuencias, tanto en el desa-
rrollo de las estrategias navales de los países concernidos como
en la necesidad de establecer prioridades de inversión que contri-
buyan a mitigar el antedicho cambio del centro de gravedad entre
la vertiente ofensiva y la defensiva de las acciones militares.

3.2. Regiones Báltica y Ártica

En estas regiones, las cuestiones más relevantes en el ámbito


de la seguridad incluyen la evolución de la guerra híbrida y los

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enfrentamientos en zonas grises, las nuevas SLOC que se están


abriendo con el deshielo y que podrían afectar a la libertad de
comercio, y el control asimétrico del mar mediante capacidades
A2/AD cada vez más avanzadas.
Es innegable que en los últimos años las estrategias híbridas han
ganado terreno rápidamente, convirtiendo los conflictos laten-
tes en un problema multidimensional. Las vulnerabilidades ante
las amenazas híbridas a la seguridad marítima afectan a diver-
sos ámbitos, siendo el militar uno de los que más rápido tiene
que adaptarse para seguir contribuyendo de forma efectiva a la
gobernanza marítima. Si bien estas amenazas no son exclusivas
de esta región, sí es cierto que el permanente desafío revisionista
de Rusia hace que esta sea una de las regiones en las que mayor
probabilidad de ocurrencia encontramos.
Además, aunque es poco probable que el Ártico se convierta
en una SLOC vital de forma inmediata o que se vislumbre una
posibilidad real de conflicto a corto plazo, es necesario conocer
y anticipar la evolución que factores como el cambio climático
provocarán sobre el área ártica, ya que a medida que se vayan
consolidando estas nuevas SLOC irán surgiendo cuestiones de
soberanía entre diferentes actores que, con seguridad, se enfren-
tarán con los intereses prioritarios en el campo de la seguridad
de Rusia y con las pretensiones chinas de explotación de recursos
naturales en esa zona.
Por último, el aumento de la capacidad de atacar objetivos a larga
distancia está provocando un cambio en el equilibrio ofensivo-de-
fensivo de las fuerzas navales a favor de las medidas ofensivas.
Dada la naturaleza multidominio de la A2/AD se debe considerar
que cualquier estrategia que intente minimizar la influencia de los
sistemas de ataque a gran distancia pasa por la creación y man-
tenimiento de burbujas A2/AD, lo que elevará el coste económico
de la victoria y podría hacer que el conflicto sea menos deseable
para cualquiera de los dos bandos.

3.3. Mediterráneo

La importancia geopolítica de esta región es el resultado de tres


factores: su ubicación en la confluencia de Europa, Asia y África;
sus importantes rutas marítimas internacionales jalonadas de
estrechos a la navegación; y su potencial como fuente de petró-
leo y gas natural. A medida que crezca el potencial energético

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Geopolítica de los mares y océanos

del Mediterráneo Oriental, también crecerá el interés interna-


cional en la zona, así como las posibilidades de un potencial de
conflicto. Esta región es de gran importancia para Europa, en
parte porque la seguridad europea está intrínsecamente ligada
a la de Oriente Medio y el Norte de África. Una vinculación que
requerirá la acción en los niveles estatal y supraestatal de los
países de la Unión Europea para desarrollar soluciones militares
y civiles.
Dentro de la región Mediterránea, reviste especial interés para
España el estrecho de Gibraltar, una zona donde confluyen Europa
y África, Oriente Medio y el Atlántico. Su seguridad se enfrenta en
la actualidad a dinámicas y desafíos que deben ser abordados en
un mundo cada vez más complejo e interdependiente.
Durante la Guerra Fría, el estrecho de Gibraltar, además de man-
tener su originaria importancia en relación con el tráfico marítimo
mundial, añadió un nuevo valor estratégico al convertirse en el
lugar de paso obligado de los buques de la OTAN, mientras los
del extinto Pacto de Varsovia se adiestraban en cerrarlo para que
el flanco sur no pudiera ser reforzado desde el Atlántico, pese a
mantener la tensión de forzarlo y poder asegurarse un acceso
hacia el Mediterráneo y Oriente Medio, ampliando la importancia
estratégica del eje este-oeste de este paso. Con la desaparición
de la Unión Soviética en 1991, el estrecho de Gibraltar mantuvo
su importancia en relación con el tráfico marítimo internacional
y perdió casi de golpe la estratégica, al no contar la OTAN con
un enemigo claro que se le opusiera. De forma progresiva se fue
añadiendo una nueva dimensión sobre el eje norte-sur, a medida
que la seguridad europea se veía cada vez más amenazada por
las turbulencias del continente africano; o más recientemente
con los flujos no regulados de inmigrantes explotados por redes
internacionales de crimen organizado.
En los últimos años, el renacer de la geopolítica a raíz de la
configuración de un mundo cada vez más multipolar y el nuevo
papel de Rusia en el Mediterráneo Oriental y Oriente Medio
han revitalizado la dimensión estratégica del eje este-oeste del
estrecho de Gibraltar, que se viene a sumar a la ya establecida
sobre el eje norte-sur. Por otra parte, la paulatina descomposi-
ción del Estado libio, tras la intervención de la OTAN en 2011,
y el asentamiento de organizaciones terroristas en el país, han
sumado una clara amenaza al tráfico marítimo en las inmedia-
ciones de este estratégico punto (Morales Morales y Romero
Bartumeus, 2017).

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Samuel Morales Morales

A medio plazo, en la región del Mediterráneo y el Mar Negro, los


principales puntos de preocupación son la integridad de las fron-
teras de la Unión Europea, la seguridad político-económica y la
política de los recursos y flujos energéticos con origen marítimo
o que se realiza a través de la mar.
Además, en esta región, China mantiene importantes inversiones
económicas y relaciones políticas, lo que a medio plazo podría
implicar una mayor presencia militar china en la región. Por otra
parte, en su búsqueda de puertos cálidos, la flota rusa es un
actor presente en el Mediterráneo, no solo por su base en la
península de Crimea, sino por las relaciones que mantienen con
países ribereños para garantizar el atraque de sus buques, en
puertos de apoyo, situados en estos países.

3.4. Indo-Pacífico

La región del océano Índico está formada por cinco subregio-


nes4 que representan todos los niveles de desarrollo económico,
desde los países más pobres a los más ricos del mundo, de los
países con economías basadas en la pesca a los custodios del
40 % de la producción mundial de petróleo; desde Estados falli-
dos que luchan con los terroristas a los países que sirven como
modelos para la democracia con diferente potencial demográfico
y nivel de desarrollo; crisol de civilizaciones, religiones y culturas
que contienen el 40 % de la población mundial que se estima que
podría alcanzar el 55,3 % en 2050.
Además, la región alberga el corredor de comunicaciones marí-
timo más transitado y significativo del mundo, con el 61 % del
tráfico mundial de contenedores y el 70 % del tránsito mun-
dial de petróleo. Las SLOC van de un punto de estrangulamiento
estratégico a otro, desde Bab el Mandeb y el estrecho de Ormuz,
por donde pasa el 40 % del comercio mundial de crudo; al estre-
cho de Malaca, por el que transita 40 % del comercio mundial.
Al mismo tiempo, esta región es considerada como «un arco de
inestabilidad», porque contiene once de los veinte Estados inclui-
dos en el «Índice de Estados Fallidos» (Lukaszuk, 2020).
El sudeste asiático, a diferencia del noroeste inmerso en las ten-
siones provocadas por Corea del Norte, se configura como un

4 Oriente Próximo, Mar Rojo y Cuerno de África, África Oriental y Subsahariana, Asia
Meridional, Sudeste Asiático/Oceanía.

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Geopolítica de los mares y océanos

conjunto de Estados que, dejando atrás sus problemas de legiti-


midad interna y construcción del Estado, están preparados para
defender lo que consideran sus derechos territoriales fuera de sus
fronteras; convergiendo en el entorno marítimo con dos gigantes
demográficos como China y la India. Durante las últimas décadas,
el eje económico y demográfico del planeta se ha desplazado de
forma considerable hacia el extremo opuesto de Eurasia, donde
los espacios entre los grandes centros de población son esencial-
mente marítimos. El mar del Sur de China, la masa de agua a la
que se refería Spykman (1944), se ha transformado en un lugar
estratégico para el comercio marítimo internacional, pero también
en un entorno fundamental para el proyecto de integración regio-
nal presentado por China en 2013, la Ruta de la Seda Marítima,
un proyecto que responde a la construcción de una franja econó-
mica alrededor de la histórica Ruta de la Seda y el moderno Collar
de Perlas de la ruta marítima, con la intención de establecer una
infraestructura capaz de soportar el comercio marítimo mundial5.
Además, no puede obviarse que el mar del Sur de China se ha
transformado en los últimos años en un foco de tensiones, motiva-
das fundamentalmente por las reclamaciones territoriales, cuyas
verdaderas causas se pueden situar en la existencia de ingentes
recursos energéticos y biológicos (Morales Morales, 2016). Por
otra parte, China sostiene una reclamación histórica sobre el mar
del Sur de China, situando sus derechos sobre un gran anillo,
conocido como «la lengua de vaca», que abarca desde la isla
china de Hainan en el extremo norte del mar del Sur de China
hasta mil doscientas millas de distancia de Singapur y Malasia.
El resultado de esta reclamación es que los nueve Estados ribe-
reños están más o menos enfrentados con Pekín y, por lo tanto,
dependen en gran medida del apoyo diplomático y militar de los
Estados Unidos. China se niega a negociar las disputas territo-
riales en el seno de la ASEAN y exige encuentros bilaterales con
las naciones afectadas, lo que limita las posibles alianzas entre
diferentes actores, como Japón, cuyas disputas se localizan en el
mar de China Oriental y Filipinas, cuyas disputas se ubican en el
mar del Sur de China.
Este entorno, influenciado por las políticas de sesgo nacionalista
y acciones de relativa agresividad, está en el origen de que la

5 La Ruta de la Seda Marítima incluye acuerdos con más de 65 países que en el


entorno marítimo se plasman en concesiones para terminales marítimos y bases mili-
tares en más de veinte naciones.

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Samuel Morales Morales

mayor parte de las fuerzas armadas de los países de la región


estén orientándose hacia el exterior, con marinas de guerra y
fuerzas áreas caracterizadas por un alto nivel tecnológico. Así,
durante más de una década, gran parte de ellos han incremen-
tado su gasto en defensa con objeto de modernizar sus capa-
cidades militares, particularmente en los dominios aeroespacial
y marítimo. Esta modernización se ha visto influenciada de una
manera decisiva por dos factores: la crisis económica y finan-
ciera de carácter global que floreció en 2008 y la expansión marí-
tima de China durante los últimos años. En concreto, en un claro
efecto de acción-reacción ante la expansión de China, un gran
número de países del sudeste asiático han realizado importan-
tes inversiones para dotarse de modernas capacidades navales
y aéreas orientadas a la vigilancia y defensa del territorio. Sin
embargo, la mayor parte de ellos no han desarrollado de forma
simultánea las capacidades de construcción, operación y mante-
nimiento de estos sofisticados medios; ni tampoco han tenido en
consideración su impacto sobre la estructura de sus respectivas
fuerzas armadas, lo que a medio plazo podría provocar un sig-
nificativo desequilibrio en sus respectivas estructuras de fuerza
(Lee, 2015).
El otro gran actor regional, los Estados Unidos, es una potencia
cuya preponderancia mundial podría ir disminuyendo paulatina-
mente en los próximos años, sin que pueda ser considerado como
una potencia en decadencia en términos absolutos. Su dominio
tecnológico y económico a nivel mundial y sus capacidades mili-
tares le permiten ejercer una gran influencia sobre otros actores,
aislándole de sus eventuales aliados; mientras, de forma simultá-
nea, garantiza el acceso a los recursos internacionales tanto a sus
aliados como a sí mismo. Sus principales intereses en el sudeste
asiático responden, en primer lugar, a garantizar la suficiente
presencia estratégica en los asuntos regionales, de manera que
pueda evitar el intento de cualquier otra potencia por dominar
la región; y en segundo lugar, pretende asegurar el acceso a los
mercados internacionales y recursos estratégicos, tanto para sí
mismo como para sus aliados en caso de crisis6 (Mearsheimer y
Walt, 2016).

6 Según Mearsheimer y Walt, una estrategia de equilibrio extraterritorial «Offshore


Balancer Strategy» permitía a una gran potencia mantener su poder sin los costes de
grandes despliegues militares en todo el mundo. Es un tipo de gran estrategia que solo
pueden seguir los Estados insulares situados en los bordes de Eurasia y las grandes
potencias aisladas, como Estados Unidos. Exige que dichos Estados mantengan un

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Geopolítica de los mares y océanos

Como actores emergentes, es necesario hacer referencia a dos


naciones marítimas continentales: India y Australia. Australia,
una nación con clara mentalidad marítima, proporciona toda la
importancia a la ZEE que rodea al continente, rica en recursos
naturales, y a las SLOC que circulan por su entorno y que unen
el continente americano con el sur de África, optando por una
estructura de fuerzas con capacidad de actuación en la región del
noroeste del océano Índico, el Sudeste asiático y el Pacífico sur.
Por otra parte, India es un subcontinente rodeado por dos ini-
ciativas chinas: la Ruta de la Seda terrestre y el Collar de Perlas
marítimo, una situación de cerco que le hace tomar iniciativas
para asentarse como líder regional en la mar. Considera como
intereses marítimos principales la protección del territorio nacio-
nal, asegurar la estabilidad regional en el entorno marítimo inme-
diato y crear, desarrollar y sustentar una economía azul basada
en la infraestructura off shore y portuaria; para ello se encuentra
inmersa en un programa de incremento de su potencia naval, que
mantendrá a la expectativa mientras se estabiliza la región y se
conforman las alianzas militares en la zona (Paredes, 2021).
A medio plazo, las principales preocupaciones en la región que
pueden afectar a la seguridad son el cada vez mayor papel de la
Iniciativa de la Ruta Marítima de la Seda de China, la creciente
presión revisionista sobre el orden mundial post Segunda Guerra
Mundial, la militarización del océano Índico y fenómenos no erra-
dicados de piratería.
Por una parte, China prosigue con el desarrollo de la Ruta
Marítima de la Seda. En este desarrollo se atisban numerosos
indicios de que algunos puertos, situados a lo largo de las SLOC
y en la confluencia de estrechos de carácter estratégico, podrían
llegar a ser utilizados con fines militares como bases auxiliares
para la marina de guerra el Ejército Popular de China en su afán
por garantizar el flujo de los vitales recursos naturales que China
importa y que sirven como motor de su economía.
Por otra parte, dentro del marco de la creciente importancia de
la «economía azul», será necesario promover un uso equitativo
de los océanos y de los recursos oceánicos. Sin embargo, el cre-
ciente poderío de la marina de guerra china y la utilización de
tácticas híbridas con su flota de guardacostas limitando el acceso

equilibrio aproximado de poder en las tres regiones geopolíticas clave del mundo:
Europa, el Golfo Pérsico y el Noreste Asiático; interviniendo ante posibles situaciones
de crisis solo si la amenaza no es gestionable para las potencias regionales.

89
Samuel Morales Morales

de algunos Estados ribereños a estos recursos, incluso contra-


viniendo resoluciones internacionales, podría ser fuente de con-
flicto a medio plazo que implicase a Japón7 o India directamente
e, incluso, a los Estados Unidos indirectamente, en su afán por
mantener la libertad de navegación en esta región del mundo.
Finalmente, es necesario tener en cuenta que la región alberga
dos de las zonas más activas a nivel mundial en materia de pira-
tería. Una actividad delincuencial que deriva de una falta de
gobernanza marítima y que tiene influencia directa en los cos-
tes asociados a los tráficos marítimos desde Asia a Europa y en
la expansión comercial de empresas europeas hacia esa región.
Además, podría llegar a significar un aliciente para la explotación
de la ruta ártica por parte de algunas navieras (Martínez-Zarzoso
y Bensassi, 2013).

3.5. África occidental

África occidental se caracteriza por una abundancia de recursos


naturales, una falta de gobernanza marítima y una persistencia
de organizaciones de crimen organizado, entre las que se incluye
la piratería, con fuertes vínculos dentro de las organizaciones
gubernamentales.
A nivel internacional, existe un gran esfuerzo por colaborar con
los países de la región en fomentar una mejor gobernanza marí-
tima que mitigue la acción de las redes de crimen organizado,
fundamentalmente en el robo de hidrocarburos, y de las acciones
de piratería. Además, existe un gran déficit en el control de la
explotación de los recursos naturales que lastra las oportunida-
des económicas de los países ribereños y su consiguiente desa-
rrollo económico.

3.6. Caribe

En esta región, las principales amenazas son la carencia de un


nivel adecuado de gobernanza marítima y la necesidad de pro-
veer de ayuda humanitaria derivada de las constantes catástro-
fes naturales que asolan a los países ribereños. Una gobernanza

7 Ante las restricciones impuestas por su Constitución a las Fuerzas Armadas en lo


referente a áreas de actuación, Japón ha optado por desarrollar una marina de guerra
con unas capacidades limitadas, pero disponibles para asumir la práctica totalidad de
las formas de combatir en la mar (Paredes, 2021).

90
Geopolítica de los mares y océanos

marítima que se ve influenciada por la inestabilidad que proyecta


la situación política de Venezuela en la región, tanto en materia
de incremento de la criminalidad, especialmente en lo correspon-
diente a tráficos ilícitos, como de dependencia de actores terce-
ros, como China y Rusia, lo que favorece la influencia de estos
dos países en la región.
Por último, los efectos del cambio climático tienen una especial
incidencia en los países de la región con un incremento de los
efectos provocados por catástrofes naturales, que podrían reque-
rir esfuerzos en gestión de crisis en el dominio marítimo y de
reconstrucción de infraestructuras portuarias, necesarias para el
desarrollo económico.

4. Rusia y China como actores revisionistas

Rusia y China pretenden disuadir a las naciones en conflicto de la


presencia de Estados Unidos para solventar disputas regionales
y desplazar a esta potencia como principal socio en el comercio,
por lo que sus acciones constituyen la mayor incógnita de cara al
futuro en el dominio marítimo. Además, los dos países, compiten
con Estados Unidos para dominar las reglas del comercio marí-
timo, negar el libre acceso a los centros logísticos de distribu-
ción, restringir la libertad de los mares y controlar los estrechos
(Paredes, 2021).
La marina de guerra rusa puede ser considerada hoy en día como
heredera de la soviética y se describe como el último medio para
asegurar los objetivos rusos en este dominio, constituyendo el
«componente principal» del potencial marítimo de Rusia y una de
las principales herramientas de la política exterior rusa. Su doc-
trina marítima fue revisada en el año 2015 y mantuvo la mayor
parte de los cometidos tradicionalmente asignados a esta rama
de las fuerzas armadas, entre ellos proteger el territorio nacional
frente a enemigos que dispongan de armamento de precisión de
largo alcance, tanto en el entorno litoral como en alta mar. De
esta manera, la marina de guerra sería un instrumento orien-
tado a proporcionar capacidad de disuasión a través del potencial
lanzamiento de misiles balísticos armados con cabezas nuclea-
res desde su flota de submarinos y llevar a cabo la protección
de los submarinos y la defensa de las aguas territoriales con
las unidades de superficie (Gorenburg, 2017). Con respecto a
la proyección del poder naval sobre tierra, su capacidad es limi-
tada, aunque las acciones desarrolladas durante el conflicto sirio

91
Samuel Morales Morales

han mostrado una mejora de esta capacidad, que no ha sido


totalmente refrendada durante el conflicto con Ucrania. Por otra
parte, durante los últimos años se ha observado una tendencia a
la actuación conjunta con el resto de las fuerzas armadas rusas,
en línea con las lecciones aprendidas tras el conflicto de Georgia
en 2008. Las limitaciones presupuestarias y el verdadero alcance
de los planes de modernización existentes permiten atisbar que a
corto y medio plazo la marina de guerra rusa continuará centrada
en los objetivos de disuasión y defensa de las aguas territoriales,
manteniendo unas limitadas capacidades de proyección del poder
naval sobre tierra (Fedyszym, 2017).
En su renovada doctrina, tal y como indica Richard Connolly, hay
cambios significativos, aunque a veces sutiles, con respecto a
la doctrina de 2001. La reivindicación de la exclusividad de la
jurisdicción sobre la exploración, explotación y conservación de
los recursos naturales situados en la plataforma continental rusa
es reforzada en el nuevo documento con referencias concretas a
la «participación de componentes militares» de las capacidades
marinas de Rusia para garantizar esta exclusividad de la jurisdic-
ción. De este postulado se podría deducir que los responsables
políticos de Rusia ven el Ártico como una zona de posibles conflic-
tos militares en el futuro, donde mantienen una presencia militar.
La doctrina también afirma que la flota de transporte comercial
y la infraestructura de Rusia (puertos, infraestructura de servi-
cios, etc.) deben modernizarse para garantizar que el país siga
siendo competitivo en el comercio y el transporte marítimos. Por
otra parte, se señala que la flota pesquera, junto con la infraes-
tructura asociada, necesita afrontar un proceso de moderniza-
ción. Por último, la doctrina también destaca la importancia de
emprender investigaciones científicas en el ámbito marino para
comprender mejor los procesos antropogénicos que afectan al
mar y que pueden tener implicaciones sobre la seguridad nacio-
nal rusa (Connnolly, 2017).
Por otra parte, al centrar la atención en China, se puede consi-
derar que ha sido el máximo beneficiario a nivel estratégico del
colapso de la Unión Soviética. En el plano continental, supera-
das las divisiones internas y el estancamiento económico, el país
disfruta de ventajas en el plano geopolítico con respecto a Rusia
como resultado de su mayor población, recursos agrarios y cen-
tros industriales en el noroeste de Asia; además, posee líneas de
comunicación interna que le proporcionan una importante pro-
fundidad estratégica. Todo ello le ha permitido ejercer una gran

92
Geopolítica de los mares y océanos

influencia sobre el territorio continental del sudeste asiático, tras


la retirada de los Estados Unidos en 1975.
La publicación de su Estrategia Militar, en mayo de 2015, supuso
una verdadera revolución en la concepción sobre el empleo de la
marina de guerra del Ejército Popular chino. Con la publicación
de este documento, China mostró una ambición más global, que
incluye su proyección a través del dominio marítimo. Ante los
nuevos desafíos a los que se enfrenta el país más allá de su terri-
torio, la Estrategia proporciona directrices a la marina del Ejército
Popular para que de forma progresiva dirija su esfuerzo desde un
concepto de empleo orientado a la defensa de las aguas terri-
toriales, hacia otro que combine la defensa de estas y la acción
en las aguas internacionales, todo ello con el fin de contribuir a
proteger los intereses nacionales más allá del propio territorio; a
la vez que se constituye una estructura de fuerza eficiente, multi-
funcional y que fomente el carácter conjunto. Con esta intención,
la marina del Ejército Popular orientará sus esfuerzos a desarro-
llar sus capacidades de disuasión estratégica y actuación con-
junta e integral.
La importancia conferida por China al entorno marítimo se hace
patente cuando la Estrategia Militar concluye que el tradicional
modo de pensamiento, que identificaba el entorno de las opera-
ciones terrestres como prioritario, debe abandonarse en benefi-
cio de la importancia que posee la protección de los intereses y
derechos territoriales en la mar. La Estrategia instituye como una
necesidad para el país el desarrollo de unas capacidades maríti-
mas en consonancia con la salvaguarda de su seguridad nacio-
nal, intereses, soberanía y derechos marítimos; proporcionando
seguridad a las líneas de comunicación marítima y a los intereses
nacionales fuera de territorio nacional, todo ello con el objeto de
convertir a China en una potencia marítima.
Durante los próximos años, China y los Estados Unidos serán las
dos grandes potencias del sudeste asiático. Difícilmente, en el
futuro, construirán sus relaciones sobre la base de una alianza
estratégica, antes bien, previsiblemente, sus relaciones estarán
caracterizadas por rivalidades estratégicas sobre la base de la
competencia en ámbitos como el de la seguridad y la influencia
regional. Los Estados Unidos han manifestado de forma clara su
intención de continuar sus tránsitos y patrullas militares, tanto
aéreas como marítimas, a través de las aguas y territorios recla-
mados por China en el mar de China, para contribuir a mante-
ner, entre otros objetivos, la libertad de navegación y un entorno

93
Samuel Morales Morales

seguro con la intención de mantener la estabilidad en una región


que tiene gran influencia sobre el transporte de bienes y produc-
tos energéticos, flujos comerciales de los que China es depen-
diente, ya que su modelo de crecimiento económico está muy
influenciado por la exportación de productos manufacturados
desde los puertos de Hong Kong, Shénzhen y Guangzhou, que
representan el cuarenta por ciento del producto interior bruto del
país (Matsamura, 2015).

5. El desarrollo de las capacidades navales en un entorno en


evolución

En un entorno con una alta dosis de incertidumbre, donde las


relaciones entre actores estatales y no estatales fluyen de forma
muy dinámica, las capacidades navales incrementan su valor
militar y político debido a las oportunidades que presentan como
facilitador del acceso geográfico, manteniendo el respeto de la
legalidad internacional y minimizando los acuerdos necesarios
con terceros países o la exposición previa en zonas de conflicto.
En este sentido, las capacidades navales permiten reaccionar
ante un entorno incierto mediante la adaptabilidad y la conver-
gencia, proporcionando posibilidades de actuación en todo el
espectro del conflicto, desde actividades de presencia y diplo-
macia naval hasta la proyección del poder naval sobre tierra. El
empleo de estas capacidades siempre tendrá un objetivo funda-
mental y prioritario: la protección física de la integridad territo-
rial. Este objetivo se alcanzará, fundamentalmente, a través de
la proyección del poder naval, la disuasión, el control marítimo y
la provisión de ayuda humanitaria.
Aunque en los últimos años fenómenos como la piratería y el
terrorismo han centrado el debate sobre la seguridad marítima,
aspectos como la carrera de armamento, las aspiraciones de nue-
vos actores emergentes, la lucha por el acceso a los recursos, el
control de las rutas marítimas y la dependencia del ciberespacio,
son aspectos que influirán decisivamente sobre esta dimensión
de la seguridad en los próximos años. Todas estas dinámicas ten-
drán un claro reflejo tanto sobre las flotas mercantes como sobre
las marinas de guerra, siendo quizá las más disruptivas la proli-
feración de capacidades de negación de área o acceso y la gran
influencia del ciberespacio sobre los nuevos sistemas; dinámicas
cuya evolución podría avocarnos a una verdadera revolución en
los asuntos marítimos.

94
Geopolítica de los mares y océanos

Por otra parte, es necesario tener en cuenta que la situación final


deseada que pretende alcanzar el concepto de negación de área
o acceso se centra en evitar el acceso de las fuerzas de un deter-
minado país a un potencial teatro de operaciones con la intención
de limitar la capacidad de estas fuerzas de proyectar su poder
sobre tierra. En el dominio marítimo este concepto está directa-
mente relacionado con el ciberespacio, ya que en los últimos años
los sistemas desarrollados tienen una gran dependencia de este
dominio. Esta tendencia no variará a corto o medio plazo, sino
que previsiblemente aumentará. Se debe tener en cuenta que el
dominio ciberespacial posee características críticas que influyen
sobre el marítimo, ya que en su seno se desarrollan los inter-
cambios de información. Además, en el ámbito militar, facilita el
funcionamiento de los sistemas de mando y control, la difusión
de la inteligencia y el empleo de las armas de precisión. Por todo
ello, tanto las flotas mercantes como las militares deben asegurar
el libre acceso y empleo al ciberespacio para poder garantizar su
efectividad en el mar.
Como se infiere fácilmente, la vinculación entre los dominios
marítimo, aeroespacial y ciberespacial constituirá un reto para las
marinas de guerra modernas, que deberán afianzar la integración
y protección de todos estos dominios para enfrentar de forma
efectiva a un adversario con capacidades de negación de área o
acceso. Esta actuación multidominio requiere de forma inevitable
del fomento de la acción conjunta para incrementar la resiliencia
de las capacidades propias mediante el máximo empleo de las del
resto de las fuerzas armadas, dando lugar a una interdependen-
cia de la fuerza conjunta que facilitará el planeamiento y conduc-
ción de operaciones de carácter distribuido de forma simultánea
en estos cuatro dominios.
Mantener la libertad de acceso y empleo a estos dominios, incluso
en condiciones en las que las comunicaciones pueden llegar a ser
interrumpidas o degradadas, obligando a operar exclusivamente
en zonas restringidas, constituye un elemento indispensable para
desplegar, sostener y apoyar de forma efectiva el empleo de
las fuerzas expedicionarias a través del control de las líneas de
comunicación marítima, con el objeto de desarrollar cometidos
de disuasión, operaciones expedicionarias o de proyección de la
fuerza.
Otro aspecto de interés vendrá determinado por el empleo de
herramientas no convencionales orientadas a influir en la seguri-
dad marítima. Un aspecto que se analizará más detalladamente

95
Samuel Morales Morales

en el epígrafe siguiente, pero que está obligando a la reconfigu-


ración de algunas capacidades en aquellas marinas de guerra que
han dado la suficiente importancia a esta nueva amenaza, ya que
la preparación para el conflicto de alta intensidad puede no llegar
a ser suficiente para preservar los intereses de los países contra
una agresión caracterizada por la amenaza híbrida marítima.
La disuasión y la defensa deben integrarse a lo largo y ancho
de la doctrina de defensa de un país conformándose como un
principio informador de esta. Por otra parte, los requisitos para
la disuasión mediante la negación de la guerra y la lucha real no
son los mismos. El reto consistirá en encontrar un equilibrio ade-
cuado entre ambas opciones, maximizando la interrelación para
garantizar que las fuerzas de disuasión sean eficaces y sosteni-
bles antes de la guerra, al tiempo que contribuyen y facilitan el
éxito de la flota en las fases iniciales de un intercambio cinético.
Finalmente, es necesario tener en cuenta que todos estos desa-
fíos deberán ser contemplados al referirnos a la proyección del
poder naval sobre tierra en la zona litoral, una acción que reque-
rirá cada vez en mayor medida de una fuerza conjunta interde-
pendiente dónde, como ya se ha comentado, las opciones de
acceso a la zona litoral se sustenten en la suma de capacidades
que permitan operar de forma simultánea en todos los dominios.

6. La amenaza asimétrica y la zona gris en el entorno marítimo

Jesús Pérez Triana resume de forma magistral, en un artículo


publicado en la Revista General de Marina en 2011, la capacidad
mostrada por la amenaza asimétrica en el entorno marítimo en el
marco del ejercicio Millenium Challenge 2002. El escenario hipo-
tético consistía en un conflicto entre Estados Unidos y un país no
definido del golfo Pérsico que utilizaba una estrategia asimétrica
durante el enfrentamiento. Un escenario en el que teóricamente
existía una desproporción de medios que hacían improbable que
se pudiese rechazar la invasión estadounidense. El segundo día
del ejercicio el actor adversario tomó la iniciativa utilizando tác-
ticas asimétricas consistentes en el empleo de embarcaciones
ligeras para localizar la posición de la flota enemiga y, posterior-
mente, atacó a los buques con misiles antibuque lanzados desde
la costa y con enjambres de embarcaciones suicidas. El resultado
de esta confrontación, según los jueces, llevó al hundimiento de
un portaaviones nuclear, diez escoltas y cinco buques de asalto
anfibio (Triana, 2011).

96
Geopolítica de los mares y océanos

El adversario teórico había utilizado una estrategia asimétrica


basada en evitar confrontaciones directas o sostenidas en el mar,
basándose en ataques sorpresa, provocando la saturación en las
defensas propias mediante ataque en enjambre y emboscadas;
y utilizando una estructura de mando descentralizado que fuese
capaz de garantizar la continuidad de las operaciones en el caso
de que se produzca un colapso de la capacidad de mando y con-
trol, después de un ataque inicial por parte del país atacante8.
Irán, Rusia y China lideran la guerra híbrida en la mar, es decir,
emplean de forma simultánea medios convencionales e irregu-
lares, lícitos e ilícitos, civiles, militares o criminales para alcan-
zar los objetivos políticos marcados por su estrategia marítima
(Izquierdo, 2019). Una actuación que puede llegar a provocar sus
efectos con una absoluta falta de adherencia, si es necesario, a
las normas, convenciones o valores internacionales, lo que repre-
sentaría el mayor desafío para los regímenes democráticos en los
países occidentales, cuestionando la versión oficial de cualquier
hecho y promoviendo una especie de parálisis en los procesos
políticos de toma de decisiones, de forma prioritaria en aquellos
que estén relacionados con sus objetivos geopolíticos en asuntos
de seguridad (Morales Morales, 2017a).
Esta amenaza puede concretarse en sistemas submarinos capa-
ces de interrumpir las comunicaciones a través de los cables sub-
marinos, utilizar buques mercantes para el sembrado de minas
marítimas que impidan el uso de determinados puertos o buques
de la flota pesquera dotados misiles portátiles tierra-aire (Schaub,
Murphy y Hoffman, 2017).
Sin embargo, de estos tres países, China es quien mejores resul-
tados del empleo de una estrategia híbrida en la mar obtiene en
sus conflictos con Taiwán, Corea del Sur y Japón. Además, según
Hunter Stires, China se esfuerza en el mar de China Meridional en
someter a la población civil marítima de sus vecinos y, a su vez,
a sus gobiernos, a la visión autoritaria de Pekín sobre la sobe-
ranía marítima. Para ello, libra una «insurgencia marítima» que
pretende acabar con la libertad marítima y derrocar el sistema
de Derecho internacional respaldado por Estados Unidos. Esta
estrategia de China atenta contra intereses vitales para Estados

8 Según John Arquilla y David Ronfeldt, existen dos requisitos para llevar a cabo un
ataque de enjambre; que lo lleve a cabo un gran número de unidades pequeñas que
maniobren y estén estrechamente interconectadas, pero que además no solo actúen
como elementos de combate, sino también de reconocimiento (Triana, 2011).

97
Samuel Morales Morales

Unidos, que se verá obligado a evitar el éxito de esta campaña o,


de lo contrario, podría suponer un grave perjuicio a largo plazo
(Stires, 2020).
El desarrollo de la guerra híbrida en el mar permite defender
los intereses nacionales sin necesidad de comprometer grandes
inversiones y de manera relativamente anónima mediante el
empleo de herramientas no convencionales orientadas a influir
en la seguridad marítima. Una primera aproximación a esta ten-
dencia viene determinada por el creciente empleo de medios no
militares, tales como guardacostas, con la intención de coaccio-
nar a terceras partes, pero también comienza a hacerse evidente
la ejecución de actividades planeadas, coordinadas y controladas
de forma centralizada, que incluyen tanto acciones convenciona-
les como no convencionales, llevadas a cabo por actores militares
y no militares siguiendo el modelo de lo que conocemos como
estrategias híbridas.
Estas estrategias se orientan a incrementar la ambigüedad de las
acciones desarrolladas con el objetivo de dificultar los procesos de
decisión propios y ralentizar la coordinación para la provisión de
respuestas efectivas. Según el almirante estadounidense, James
G. Stavridis, las acciones llevadas a cabo por estados en el marco
de una estrategia híbrida marítima se desarrollarán fundamental-
mente en el entorno de las aguas territoriales a través del empleo
de una variedad de plataformas civiles armadas, tanto con arma-
mento letal, tales como cañones, misiles y minas, o no letal, que
podría incluir emisores sónicos o de alta intensidad energética,
cañones de agua, etc.; además, contarían con la capacidad de
desplegar sonoboyas y vehículos controlados remotamente para
obtener información de interés. Todo ello, controlado y coordi-
nado bajo una estructura de mando y control unificada (Morales
Morales, 2017b).
En cuanto a los actores no estatales, las organizaciones terroris-
tas suponen un gran riesgo en el dominio marítimo no siempre
lo suficientemente valorado. De acuerdo con los datos contenidos
en las diferentes bases de datos sobre terrorismo, la incidencia
de este fenómeno en el dominio marítimo oscila entre el 1 y el
2 %. Sin embargo, los ataques sobre el USS Cole (DDG 67) en
2000, el M/V Limburg en 2002, el USS Ashaland (LSD-48) y el
USS Kearsage (LHD-3) en 2005 y sobre el M/V Star en 2010; así
como el frustrado ataque sobre la fragata paquistaní PNS Zulfiqar
(FFG-251) en 2014, con la intención de atacar con su armamento
a buques de la marina de guerra estadounidense surtos en el

98
Geopolítica de los mares y océanos

puerto de Karachi, han demostrado tanto la capacidad como la


voluntad de estas organizaciones para actuar en el dominio marí-
timo (Echevarría Jesús, 2017).
De igual forma, existen indicios que hacen pensar que Dáesh
podría haber utilizado el mar Mediterráneo para realizar la trans-
ferencia de medios y personal desde Oriente Medio hacia Libia,
utilizando para ello buques de pequeño porte con destino a la
ciudad portuaria de Misrata, a los que previamente habrían trans-
bordado en aguas internacionales.
A pesar de que los objetivos marítimos proporcionan a las orga-
nizaciones terroristas un carácter menos icónico que los objeti-
vos aéreos, de acuerdo con el investigador de la Universidad de
Halifax, Peter Hayden, una acción terrorista de grandes dimen-
siones en el dominio marítimo es inevitable, es solo cuestión de
determinar dónde y cuándo. De esta forma, la hipótesis más
probable, y también la de mayor impacto, se centraría en una
acción terrorista orientada a la desestabilización económica (Asal
y Hastings, 2014).

7. Conclusiones

En las próximas décadas, el entorno marítimo reunirá caracte-


rísticas como la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la
ambigüedad. Aspectos que no son ajenos a otras épocas, pero
que en la actualidad se ven influidas por la intensidad con la que
se manifiestan las amenazas. La intensificación de las activida-
des humanas sobre los mares y océanos en pacífica convivencia
demandan una prudente gestión de las tensiones geopolíticas y
una acción colectiva que preserve el medio natural.
Sin embargo, no parece que la convivencia pacífica esté asegu-
rada plenamente. La era posterior al 11 de septiembre sitúa a
los países occidentales ante un creciente número de desafíos y
crisis emergentes que en conjunto representan los más comple-
jos desafíos a la seguridad, desde el final de la Segunda Guerra
Mundial, y cuyas amenazas incluyen la guerra cibernética y de
información; el terrorismo; el surgimiento de redes corporativas
criminales transnacionales e incluso globales; los rápidos avan-
ces en inteligencia artificial y su potencial aplicación a actividades
delincuenciales; la proliferación de misiles de largo alcance que
proporciona a los actores la capacidad de atacar a los adver-
sarios con gran precisión alterando el equilibrio existente entre

99
Samuel Morales Morales

los sistemas de armas marítimos y terrestres; los sistemas no


tripulados; y la falta de gobernanza en una gran parte de los
países del mundo lo que provoca, entre otras causas, movimien-
tos migratorios que dificultan la capacidad de proporcionar una
repuesta adecuada por parte de organizaciones internacionales,
nacionales y no gubernamentales. Amenazas que de una u otra
manera tienen su reflejo en el dominio marítimo.
Otro rasgo definitorio de la última década es el retorno de la riva-
lidad entre grandes potencias como fuente de fricción en el sis-
tema internacional. Esta rivalidad está indeleblemente moldeada
por la geografía del mundo, un hecho que habla de la importancia
de las marinas de guerra en este momento de cambio geopolítico.
Así, entre los retos geopolíticos importantes del sistema interna-
cional se incluyen la modernización de las Fuerzas Armadas rusas
y chinas; el regreso de China a la condición de gran potencia y
la consiguiente afirmación de su ascenso sobre los estados del
noreste, sureste y sur de Asia; la implosión de Oriente medio
con la consiguiente reordenación política regional y la drástica
reducción en los últimos años del tamaño y las capacidades de
las Fuerzas Armadas de los Estados de Europa Occidental.
Por otra parte, el concepto de poder naval ha cambiado y hoy en
día está más vinculado a la cuestión del alcance de las activida-
des de las fuerzas navales fuera de las aguas territoriales y a sus
esfuerzos por garantizar la seguridad de las vías marítimas de
comunicación estratégicas, garantizando las cadenas de sumi-
nistro, que a la protección de la supervivencia de los Estados. La
seguridad marítima moderna aborda no solo cuestiones que son
competencia de la Organización Marítima Internacional, como la
seguridad de los buques y las instalaciones marítimas, con el
objetivo principal de proteger a los profesionales marítimos con-
tra los piratas, los terroristas y el tráfico de personas y mercan-
cías, sino también el medio ambiente marino.
El desarrollo económico marítimo de la segunda mitad del siglo XX
y XXI ha dado lugar a la creación de la economía azul, un con-
cepto que está vinculado a la seguridad marítima, ya que las
estrategias de gestión sostenible no solo requieren la aplicación y
el control de leyes y reglamentos, sino que un entorno marítimo
seguro constituye la condición previa para la gestión de los recur-
sos en este dominio.
Con esta reconfiguración del concepto del poder naval Abenheim,
Gingeras, James A. Russell, Wirtz, Young y Twomey sostienen

100
Geopolítica de los mares y océanos

que su futuro estará sometido a tres dinámicas. En primer lugar,


para mantener una capacidad de disuasión creíble, las marinas
de guerra deberán preservar su capacidad para proyectar el
poder en las aguas litorales de los principales teatros de conflicto
geopolítico y mantener la capacidad de proporcionar asistencia
militar a los países aliados y amigos o, en caso necesario, llevar
a cabo una intervención en estas regiones. En segundo lugar,
las marinas de guerra deben organizarse en torno a conceptos
estratégicos coherentes en el marco de la fuerza conjunta, velen
por la seguridad de la nación, de sus intereses y de sus aliados,
y apoyen las necesidades y fines de la política nacional en su
totalidad, tanto a nivel interno como externo. En tercer lugar, se
puede afirmar que, desde una perspectiva centrada en la segu-
ridad internacional, las fuerzas navales han adquirido una mayor
relevancia dentro de la fuerza conjunta, esta importancia de las
capacidades marítimas modernas debe ser comprendida y tenida
en cuenta dentro de la comunidad de defensa, proporcionando
una mayor integración que, en el seno de las marinas de guerra,
puede llegar a implicar la reorganización de aquellas estructuras
subsidiarias que lo requieran para facilitar y apoyar el antedicho
concentro estratégico (Abenheim y otros, 2018).
Estas tres afirmaciones sobre el poder naval deben constituir la
base de una estrategia sólida en el mar y mantenerse constante-
mente en primera línea del debate sobre la composición, entidad
y organización de la estructura de la fuerza; pero a contrario
sensu, también están provocando una creciente militarización del
dominio naval, a la que no son ajenas potencias como China, la
India o Australia, y que puede llegar a suponer una amenaza para
la seguridad y la estabilidad económica.
Desde una perspectiva más centrada en el nivel regional, quizá
el principal foco de tensión deba situarse en la región del sudeste
asiático, cuya realidad geopolítica en la actualidad es abordada
mayoritariamente en clave de bipolaridad entre China y los
Estados Unidos. La aproximación a la región bajo el prisma exclu-
sivo de relaciones de bipolaridad es argumentada con base en el
auge militar y económico de China en los últimos años; no obs-
tante, no pueden obviarse otros aspectos de importancia como el
auge demográfico de la India o las relaciones trilaterales entre los
Estados Unidos, la India y Australia o Estados Unidos, la India y
Japón. En este entorno, China desarrolla una política basada en la
defensa de sus intereses geopolíticos con acciones que van desde
la colaboración pacífica hasta el conflicto (Blanchard y Flint, 2017).

101
Samuel Morales Morales

Una combinación entre las teorías de Mackinder (1904) y


Spykman (1944) sugeriría que los esfuerzos de China para esta-
blecer una zona de influencia en la periferia marítima de Eurasia
podrían significar un desafío para el resto de la comunidad inter-
nacional (Wey, 2022). Así, podemos concluir que la estabilidad
del sudeste asiático dependerá de las aspiraciones y estrate-
gias que desarrollen China y Estados Unidos para penetrar la
esfera de influencia el uno del otro, pero fundamentalmente de
la predisposición de los Estados Unidos a compartir con China el
liderazgo internacional en aquellos aspectos que afecten a sus
intereses nacionales y que pasan por garantizar la libertad del
tráfico marítimo, entre otros aspectos. En resumen, el resultado
final dependerá de los apoyos que ambos países consigan de
otras naciones con intereses en el ámbito global, pero también
de la capacidad de convencer a las opiniones públicas de esas
naciones de la ventaja que supone el apoyo de cada uno de
estos actores.
Finalmente se hace necesario dedicar una reflexión final a la
importancia del pensamiento estratégico en el dominio marítimo.
En el mar, como en la tierra, la estrategia es hoy en día más
un método de pensamiento de carácter visionario que un modo
de actuación, con una forma más aspiracional que pragmática e
inmediata.
Para determinar un punto de partida en el pensamiento estra-
tégico naval será necesario establecer una clara diferenciación
no solo entre la visión a largo plazo, sino también en el recono-
cimiento de que la estrategia debe esforzarse por ser coherente
y duradera. Las potencias marítimas han perseguido siempre el
mismo objetivo estratégico: la preservación de los intereses his-
tóricos ligados al ejercicio de la libertad de los mares, es decir,
la libre circulación de bienes y personas, el libre despliegue de
fuerzas navales, el libre acceso a sus territorios de ultramar y
la libre explotación de los recursos marinos. Así, la razón de ser
de las flotas durante décadas fue la adquisición, conservación y
explotación de los mares, lo que hizo buena la formulación de
las misiones de las fuerzas navales realizada por el almirante
Turner: disuasión oceánica, dominio de los mares, proyección de
la potencia y presencia.
Sin embargo, en la actualidad, podría parecer más acertado el
enfoque del almirante Adolphe Auguste Marie Lepotier, susten-
tado en tres misiones: asegurar la libertad de acción y la movili-
dad estratégica, proteger las líneas de comunicación y mantener

102
Geopolítica de los mares y océanos

la capacidad para participar en operaciones conjunto-combinadas


contra la costa y las líneas de comunicación del adversario; a las
que habría que añadir la vigilancia del litoral para evitar los tráfi-
cos de todo tipo y proteger el tráfico marítimo y las instalaciones
estratégicas (Morales, 2019).
Para terminar esta reflexión sobre la geopolítica en el mar, es
necesario reconocer la importancia del pensamiento estratégico
del almirante Mahan. Una importancia que deviene de haber
sistematizado un modo de pensamiento con una incuestionable
potencia, lo que no supieron hacer otros pensadores, por lo que
es justo reconocerle como el principal fundador del pensamiento
estratégico naval moderno alrededor del concepto del Seapower,
un pensamiento de la misma categoría que el de Mackinder
entorno a la idea del Heartland. A futuro, el principal reto para los
estrategas será determinar la mejor manera de anticipar el cam-
biante panorama estratégico global para que la estrategia naval
y la estructura de fuerza permanezcan alineadas para responder,
de forma eficiente, a las amenazas emergentes y las correspon-
dientes estrategias nacionales.

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