Mito de Quitumbe
Mito de Quitumbe
Mito de Quitumbe
Libro Primero del manuscrito original del R.P. Anello Oliva, S.J.
Digo que después del diluvio general que hubo en el mundo y del cual tuvieron noticia los Indios y
tienen memoria del hasta el día de hoy llamándole Pachacuti. Los primeros que pasaron a habitar
esta tierra, (ahora fuese por la mar por tempestad desecha como quieren algunos, ahora por tierra
como ventilan y defienden otros en especial el Pª Joseph de Acosta, ahora saliesen de África, de
Europa, o fuesen de la nación hebrea, lo cual contradice el mismo Acosta a quien me remito, pues
en cosa tan incierta podrá cada uno seguir la opinión que más le contentare) aportaron a Caracas,
donde poblaron y hicieron alto; y de donde después el tiempo adelante se fueron extendiendo en
las demás tierras y provincias de Perú.
De estos primeros pobladores pasaron algunos a las partes de Sumpa, que es aquel paraje que
ahora los Españoles pobladores la llaman la punta de Santa Elena que esta en dos grados, donde
tuvieron una gran población, siendo el principal de ellos un Cacique llamado Tumbe, o Tumba, que
con su buena industria y gobierno mantuvo su gente en paz y justicia. Este después de algún
tiempo, deseoso de descubrir nuevas tierras envió aun Capitán suyo con alguna gente a este
efecto, y con orden que dentro de un año volviese con relación de lo que hubiese descubierto, y
aunque se paso el año ni volvió el Capitán, ni otro alguno de los que le acompañaron como
tampoco se supo el paradero de ellos, hasta que (como diremos adelante parecieron hacia Chile,
el Paraguay, Brasil y otros confines de esta tierra. De no volver esta gente sin tener nueva de ella el
Cacique Tumbe recibió muy gran pesar, así por que entendía habrían perecido todos con algún
caso desastrado, como por no poder en persona buscarlos, siendo ya hombre viejo y impedido,
con esta pesadumbre enfermo, y falleció. En su muerte dejo mandado que en todo caso fuesen en
busca de su gente, y que los suyos descubriendo tierras de nuevo las poblasen.
Quedaron de este Cacique dos hijos varones el uno llamado Quitumbe, y el otro menor Ótoya.
Estos después de algunos días que murió su padre tuvieron entre si diferencias sobre el gobierno,
de suerte que cada uno vivía con recelo del otro. Pero Quitumbe el hermano mayor como más
sagaz por evitar inconvenientes determinó dejar su patria y también por cumplir con la orden de
su padre. Salió con la gente que le quiso seguir descubriendo tierras hasta que dio con unos llanos
apacibles, donde le pareció era sitio para poblar y más por ser punto a la mar y pobló allí el pueblo
de Tumbes en memoria de su padre que esta en tres grados de altura.
Antes que Quitumbe saliera de su tierra estuvo casado con Llira mujer muy célebre entre los
antiguos por su buen parecer, esta quedó preñada de su marido y con promesa que le hizo que
volvería dentro de cierto tiempo señalado, con esta seguridad le dejo ir sin seguirle, que sintió con
todo extremo porque con el mismo se amaban. Llegado el tiempo de su parto, parió un infante
muy bello a quien su madre llamo Guayanay, que quiere decir Golondrina, de este descienden y
tienen origen los Reyes Incas del Perú, aunque esto fue por grandes venturas y raros sucesos que
diré adelante, volvamos a donde se dejó a su padre Quitumbe, que después de tener bien
asentadas las cosas de su población determinó enviar gente que corriese la tierra, así para
descubrir otras, como para ver si podía tener alguna noticia de la gente que había enviado su
Padre, despachó exploradores, estos llegaron al cabo de muchos días por la costa de la mar a
Rimac que es el paraje donde al presente esta fundada la ciudad de Lima, emporio de todo el Perú,
de donde se volvieron y dieron por relación la mucha y buena tierra que habían descubierto,
aparejadas para nuevas poblaciones pero que no habían hallado rastro de la gente que buscaban y
que había despachado su padre Tumbe.
En este tiempo Otoya, el otro hijo menor de Tumbe y hermano de Quitumbe que había dado en
Sumpa, como estaba solo y sin la compañía de su hermano en el gobierno dio larga a su natural
mal inclinado, y tan dado a la sensualidad y embriagues, que habiendo grandes demasías y
exorbitancias en ambas cosas determinaron sus vasallos de matarle con todo secreto, pero no
tuvieron el que pedía caso semejante, pues llegó a noticia de Otoya la conjuración que le tenían
armada; mandó prender a los conspirados y matarlos bárbaramente, con esto prosiguió con sus
vicios hasta que aportaron a aquella tierra unos gigantes tan disformes y temerarios en el aspecto,
cuanto crueles en las obras; estos tiranizaron la tierra y se hicieron tan señores de todos, que
teniendo preso a Otoya tenían a sus vasallos confusos y atemorizados, pero presto los libró Dios
de esta opresión y tiranía con un castigo que envió del cielo contra estos Gigantes, que como no
tuviesen mujeres y usaban de pecado nefando, por esto les llovió copos de fuego de manera que
los consumió y abrasó a todos dejando libres a los pobladores de la tierra de tan gran trabajo
aunque sin cabeza que los gobernase porque Otoya murió en la prisión.
Ay tradición que estos gigantes llegaron allí por la mar en balsas (que como dije es una junta de
maderos) y que eran tan grandes, y desproporcionados que tenían tanto uno de ellos de la rodilla
abajo, como un hombre ordinario en todo el cuerpo, y que hicieron unos posos hondísimos en
peña vina que hoy día se ven con agua muy fresca y dulce en la punta de Santa Elena que es obra
de gran admiración, hállense ahora en aquel sitio grandísimos huesos de hombres y pedazos de
muelas de catorce onzas de peso, de ellas e visto dos o tres tan grandes y desproporcionadas, que
contado solo sin verlo parecería increíble, señal cierta que es verdadera la tradición, y que estos
gigantes serían semejantes y de la misma casta de los otros que aportaron en la nueva España y en
el distrito de Hascala donde han hallado huesos de la misma grandeza.
También hay tradición entre los indios Quipocamayos que para hacer guerra y consumir a estos
Gigantes apareció en aquella tierra y población un mancebo hermosísimo y resplandeciente (y si
esto fue verdad, pudo ser algún Ángel del cielo) y que este solo tirándole los copos de fuego los
abrazo y consumió a todos, como quiera que sea, es cierto fue fuego del cielo que volvió en ceniza
a tan maldita canalla en la tierra.
No nos olvidamos de Quitumbe, nuevo poblador del pueblo Tumba, que sabiendo de la llegada de
los gigantes en su patria y tierra de su hermano y de sus crueldades y bestialidades, temeroso de
ellos determinó hurtarles el cuerpo y así por estar más seguro mandó hacer unas canoas y se
metió con su gente en la mar. Al segundo día descubrieron una isla y saltando en ella le hallaron
fértil y abundante de frutas y otras semillas; entre ellas la del maíz: llamaron La Puna, donde
contentos del temple suelo y cielo poblaron otro pueblo con determinación de no salir a tierra
firme, pero viendo después que era tierra seca y no llovía donde estaba, mudó de temple y suelo,
y se fue a la sierra de Quito donde pobló otro pueblo de su nombre: y desde allí algunos de sus
compañeros y vasallos pasaron a las partes del Sur en contorno de los Charcas, y Cuzco. Pero
Quitumbe como era hombre de buen entendimiento vino hasta Rimac juzgando que faltándole el
riego del cielo para sus sementeras no le faltarla de la tierra en aquel río: y así en aquel paraje las
hizo de regadío, y edificó un suntuoso y costoso templo a Pachacamac, donde le hizo muchos
sacrificios, cuyas reliquias duran hasta el día de hoy cerca de la ciudad de Lima. Acabado con el
edificio del templo, y con la nueva población murió Quitumbe y le enterraron en la sierra
conforme la costumbre de aquella antigüedad bárbara y gentil. Dejó otro hijo llamado Thome que
fue muy belicoso de Quitumbe y fue el primero que en esta tierra inventó guerras pretendiendo
sujetar a su dominio las gentes de ella, y mandó hacer armas ofensivas, y defensivas. Este fue de
condición cruel y rigurosa.
Como Llira mujer de Quitumbe viese que su marido se había olvidado de ella y no le había
cumplido la palabra de volver dentro de los años prometidos, todo el amor que le tenía se le
convirtió en odio y aborrecimiento, y por no poderse vengar de él determinó salirse secretamente
del pueblo y se fue a lo alto de las montañas de Tancar con su hijo Guayanay, donde puesta de
rodillas sobre una piedra y la cabeza baja bañada en lagrimas pidió al Pachacamac y al Sol que la
vengasen de su marido pues le había sido tan desleal.
Aquí refiere la historia algunas supersticiones o por lo menos apariencias con que el diablo
acreditara su falso culto. Dice que en señal de que había sido oída se enturbio el cielo y vino una
gran tempestad de vientos, truenos y relámpagos, con rayos y granito y tan grandes terremotos
que parecían los elementos tener contienda entre si y como después de algunas horas que duro,
aplacándose la tormenta y limpiándose los nublados, quedó el día claro y que desde entonces se
trocaron los vientos de toda aquella tierra y costa, cesando las lluvias y predominando solo el
sudueste: y que agradecida Llira de esta señal que le daba el cielo en que el Pachacamac la había
de vengar, quiso sacrificarle a su hijo Guayanay, para lo cual mandándola se lavase en una fuente,
y poniéndole encima de un altar lleno de leña, ya que estaba para encenderla vino un águila Real
que arrebatando al muchacho a vista de su madre se le llevó hacia la mar, y dio con él en una isla.
Y se llama Guayan, por estar llena de sauces. Y aunque el Demonio suele hacer semejantes
apariencias para engañar las almas mucho de esto tengo por fabuloso. Pero no que el mancebo
huyendo de la ira de su madre enojada, y de la muerte procurase conservar su vida haciendo fuga
y retirándose hacia la mar adentro en alguna canoa, donde aportaría a la dicha Isla que decían ser
movediza quizás porque la cubrían las aguas y no viéndola imaginaban mudarse sustentándose de
las frutas y raíces que había en ella, sin que nadie supiese de él; al cabo de todo este tiempo
cuando sería de poco mas o menos de veinte y dos años; temiendo la inconstancia de aquella Isla y
cansado de aquella vida solitaria, con una balsa se fue a la orilla y costa de la mar donde descubrió
una cordillera con mucha serranía y tierra y viendo que por la costa andaban canoas, que
encontraron con Guayanay, echaron mano de él aprisionándole como a esclavo que sufrió vencido
de la fortuna y ver que no tenia otro remedio, y tanto menos cuanto estaba suspenso y admirado
considerando cuan fiera y bárbara era la gente, pues iba vestida de pieles de animales, lleváronle a
tierra firme a una gran población, donde le presentaron al Cacique, este le examinó de toda su
vida y de la causa por que hubiese escogido por su habitación aquella isla y después de haberse
dado cuenta de lo que pasaba de acuerdo y parecer de los principales de su pueblo le dedicaron
para un sacrificio en la primera solemnidad que se hiciese a sus ídolos, para lo cual le aprisionaron
en una casa fuerte con guardas con le tuvieron seguro sin recelar se les escapase.
A estas sazón tenía Guayanay (como esta dicho) poco más de veinte y dos años era de buena
estatura de rostro grave, hermoso, blanco y algo crespo el cabello, de miembros fornidos y bien
formados, de buena y agradable conversación. En esta prisión fue visitado de casi toda la gente de
la tierra comarcana, porque a la nueva de caso tan maravilloso concurrieron los más de ella,
quedando todos aficionados de su buen talle, entre los que le vieron y visitaron fue también
llenada de la curiosidad una doncella hija del Cacique llamada Cigar que viendo a Guayanay le
quedo aficionada y tan rendida a su voluntad que determinó dar traca como sacarle de aquel
aprieto y trance de la muerte y hacerle compañía en vida, para lo cual buscó primero ocasión de
hablarle a solas, como la tuvo y en ella le avisó del peligro en que estaba y como su padre tenía
determinado para solemnidad de una de sus fiestas sacrificarle vivo a sus Dioses, y que se había de
celebrar el día siguiente. Pero que si quería ella le libraría arriesgando su vida, con solo una
condición, esta fue le diese palabra de llenarla en su compañía donde quiera que fuese y la
ventura los quisiese guiar. Guayanay escuchando con atención sus razones y atónito así de la
muerte que le estaba aparejada como del modo con que el Pachacamac le quería librar de ella, le
respondió que aunque estaba en prisiones por su padre, mayores se las había echado con el favor
que le hacía y que así sí le cumplía lo que le prometía y el lo alcanzaba por su medio estuviese
cierta que en lo que le quedaba de vida había de estar rendido sólo a su servicio y voluntad.
La doncella Cigar dejándole en la prisión la noche siguiente tomo una hacha que es la arma que
llaman ellos champí y fue después el blasón de sus armas y con esta seña pidió a los prisioneros le
entregase a Guayanay para sacrificarle el día siguiente con esto le saco quitole las prisiones y diole
la hacha para su defensa y pusiéronse en camino, y aunque en el encontraron con seis indios
corredores de la tierra Guayanay como tenía armas peleó con ellos que no las tenían tan
valientemente que habiendo muerto cuatro de ellos los otros dos siguieron de llenar la nueva al
cacique con que tuvo tiempo Guayanay para ponerse en cobro en la canoa que por diligencia de
Cigar estaba prevenida con cuatro indios confidentes que con toda diligencia se metieron la mar
adentro y se volvió a su isla de donde había salido con no pequeño gusto así por que allí tenía su
casa, porque conocía las yerbas, frutas y raíces de que se habían de sustentar y llevó a los demás
que estaban en su compañía a un prado ameno y deleitoso donde tenía una manera de choza, o
ramada y cerca de ella estaba un árbol gigante muy copado que por providencia del cielo destilaba
tanta agua dulce que bastaba a sustentar más gente de la que ellos eran como acontese a los de
canaria que una de las siete islas afortunadas llamada la del hierro tiene un árbol incógnito que
cerrado por la mañana de una niebla se humedece de suerte que del agua que después destila sin
haber otra en la isla se sustentan los hombres y animales de ella, siendo tan grande como es
notorio y refiere Silva.
Determinaron hacer allí su asiento y habitación como en efecto la hicieron por muchos años y no
serían pocos pues cuando fueron hallados (como luego diré) ya, Guayanay había muerto viejo
mucho tiempo antes. Dejó entre los demás hijos a uno por heredero llama de Atau que fue padre
de Manco Capac primero Inca, pero para decir esto de raíz veamos primero como fueron
descubierta isla.
La ocasión de ser hallados y descubiertos los hijos y vasallos de Guayanay fue que el Cacique
Thome su hermano que gobernaba los llanos y era señor de Quito, siendo de su natural cruel
aunque justiciero estableció una ley que el que fuese cogido en adulterio muriese por ello
despegado, un hijo suyo fue acusado por este delito y habiendo de ejecutarse en el la ley tuvo
modo para ausentarse metiéndose en una canoa con cuatro, o seis indios con intento de andarse
costa a costa por la mar hasta que su Padre mudase de parecer, pero un día sopló de la tierra un
viento tan regio que causó en toda la costa una tan peligrosa tempestad, que les obligó dejarse ir
por la mar y anduvieron tan perdidos por veinte días que duró la tormenta que al cabo de ellos
faltos de mantenimientos descubrieron la isla movediza y saltando en ella se comunicaron con los
isleños y aunque apenas se entendían porque el lenguaje era distinto al fin comunicáronse un día y
otro determinaron vivir juntos y habitar la isla.
Por este tiempo las seis personas que habían entrado en ella que fueron Guayanay con Cigar su
mujer y los cuatro indios ya habían llegado al número de ochenta sin otros que dijeron haberse
muerto de hambre los años atrás. Gobernabalos en esta sazón Atau (que quiere decir en la lengua
de los indios, dichoso y feliz, y lo fue en el hijo que tuvo pues fue la cepa y tronco de los Reyes
Incas del Perú) de los nuevos huéspedes se informó Atau y supo como había mucha tierra firme
por todas partes y cerca de donde estaba, con lo cual se le encendió el deseo de asegurar
habitación pues lo que tenía en la isleta movediza veía que ni era segura para si ni para los suyos.
Pero no alcanzó la ejecución de este buen deseo por que ya era muy viejo y estaba cercano a la
muerte. Atau consolábase con un hijo que tenía llamado Manco por cuanto le veía mozo de altos
pensamientos y de buen gobierno, prudente, afable con sus deudos y vasallos y sobretodo
intrépido para cualquiera trabajo y empresa.
Llamóle cuando era de edad de veinte y cinco años, y cuando estaba para morir y habiéndole
hecho reconocer por señor de la Isla, de todos los que estaban en ella, le encargó que en todo
caso procurase después de su muerte salir de aquella isla y fuese a poblar en tierra firme. El hijo se
lo prometió y no pudo ser menos, por que además de ser la isla pequeña que por lo mas ancho no
tenía más de una legua corta y ya eran muchos los que la habitaban y padecían hambre y lo peor
de todo era que estaban sujetos a perecer en alguna tempestad. Falleció el viejo Atau y quedó por
señor absoluto su hijo Manco que dio principio a su monarquía e Imperio del Perú por un modo
extraordinario y sagasísimo que nos dirá el paragrapho siguiente.
DEL MODO Y SAGACIDAD GRANDE QUE TUVO MANCO CAPAC PARA SER EL PRIMERO REY INCA
DEL PERÚ.
En el paragrapho pasado queda averiguado donde nació Manco Capac, que fue en la mar y en una
isleta movediza, también quedó entendido quienes fueron sus padres naturales, pues este fue
Atau, que le hubo de su hermana (cuyo nombre se ignora) sus abuelos fueron Guayanay y Cigar:
los bisabuelos, Quitumbe y Llira, los tatarabuelos Tumbe, o Tumba, con su mujer que fueron los
primeros pobladores de las tierras de Sumpa y señores de ellos que es donde hoy llamamos la
punta de Santa Elena, con que quedan desechas las fábulas que sobre su nacimiento se han
divulgado y prosiguiendo con esta noticia por más cierta del primer Inca diré el modo maravilloso
y sagasísimo que tuvo para entablar su Imperio y monarquía y algunas cosas notables que
acontecieron en su nacimiento que he guardado para este lugar, porque fueron manifiestos
pronósticos de lo que había de ser maravillas en adelante y fue ansi; que cuando nació estando su
madre de parto hubo en la mar una terrible tempestad, que tembló muchas veces la isleta y de tal
suerte que entendieron todos que se hundiría y obligaría a Atau su padre a desampararla y buscar
más firme y estable habitación, pero luego que acabó de nacer el niño cesó la tempestad,
llamándole al recién nacido Capac que quiere decir Solo, como que solo el había sido poderoso
para que Pachacamac por su respeto hubiese aplacado aquella tempestad y librándolos a todos de
la muerte lo cual afirmaron mas por que vieron volver el día alegre y sereno, pronóstico de la vida
alegre y venturosa que habían de gozar por su medio.
A estos dos pronósticos se añadió otro tercero y especial y fue que siendo el niño de seis, o siete
años saliendo al campo con otros de su edad algunas veces le seguía una Águila real, que tal vez le
defendía del Sol con sus alas y de tal suerte le acompañó que hizo nido en su casa, donde sacó sus
pollos, por lo cual le pronosticaron, que de él descendería algún gran linaje como el tiempo
adelante descendió que fueron todos los Reyes Incas del Perú.