Romanticismo y Realismo
Romanticismo y Realismo
Romanticismo y Realismo
- Retrato. Uno de los temas con mayor continuidad en la historia del arte. El retrato
romántico hará hincapié en los aspectos psicológicos que reflejen la singularidad del
retratado, especialmente cuando se trate de artistas.
Junto al retrato individual también habrá gran demanda de retratos familiares. Este
tema es un claro reflejo del triunfo de la burguesía que muestra con orgullo su poder y su
continuidad a través de sus vástagos.
- Paisajes. Este tema, anecdótico y complementario en los periodos anteriores, va
a tomar mucha fuerza durante el romanticismo, siendo los pintores británicos como
Turner o Constable sus máximos exponentes. Estas obras están llenas de una atmósfera
de calma melancólica, paisajes con ruinas, niebla o castillos.
Delacroix (1798-1863).
Desde el punto de vista artístico Eugene Delacroix inicia sus estudios de pintura
sobre 1815 con el pintor neoclásico, seguidor de David, Pierre-Narcisse Guérin, tras
demostrar grandes dotes para el dibujo durante su formación en el liceo. Pronto, como ya
había ocurrido con autores anteriores que dan el salto de un estilo antiguo a otro nuevo,
va a despegarse de la linea clara y las composiciones “estáticas” del neoclasicismo.
El principal motor de este cambio fue La Balsa de la Medusa (1818-1819) de
Théodore Géricault. Este autor va a ser una de sus primeras influencias románticas junto
con el poeta y dramaturgo George Gordon Byron, Lord Byron. La visión de este cuadro,
que causó gran impacto en su época, tanto por sus características técnicas (pincelada,
composición, movimiento) como por la temática, el naufragio de una nave francesa frente
a la costa de Mauritania y el posterior rescate de los supervivientes, momento que refleja
el cuadro. La fama de la obra fue tal que hasta el pintor británico Turner realizó varias
versiones del mismo.
Inspirado por la obra de Géricault, Eugene Delacroix en 1822 va a pintar y
presentar al Salón de París su obra La barca de Dante donde, aparte de la influencia
antes citada, podemos observar ciertas reminiscencias del barroco, especialmente de
Rubens, pintor al que también admiraba en una clara muestra de ruptura con el
neoclasicismo.
Tras el éxito de la obra, que fue adquirida por el Estado Francés para ser expuesta
en la Galería del Palacio de Luxemburgo, el pintor comienza a ahondar más en el espíritu
romántico interesándose por temas exóticos y medievales.
La guerra greco-turca o guerra de independencia de Grecia (1821-1829), va ser su
fuente de inspiración. Este enfrentamiento entre el decadente y despótico Imperio Turco
Otomano y los patriotas griegos, que luchaban por su libertad, inflamó la imaginación y el
espíritu aventurero de los artistas románticos, especialmente del poeta más admirado de
Delacroix, Lord Byron, que llegó a luchar en la guerra, muriendo durante el conflicto
debido a una mala praxis médica.
Delacroix creará dos obras relacionadas con el conflicto: La matanza de Chios
(1824) y Grecia expirando entre las ruinas de Missolonghi (1826) (en clara referencia a la
muerte de Byron).
De las dos obras la que mayor éxito tuvo fue La matanza de Quíos (Scène des
masacres de Scio). En ella nos presenta un visión totalmente distinta de la idea de
heroísmo de un pueblo, en vez de presentárnoslo victorioso o en armas, nos presenta a
simples hombres y mujeres griegos tendidos en el suelo agonizando bajo la mirada
despectiva y arrogante de un oficial turco a caballo. Una nueva visión de Grecia, que
nada tiene que ver con las obras del neoclasicismo, una imagen actual de un conflicto
actual. La obra todavía muestra una fuerte influencia de Géricault.
Tras el éxito de estos cuadros, siguiendo con la línea del exotismo que había
abierto con las obras griegas, Delacroix, basándose en una obra de Byron, pinta una de
sus obras más convulsas y coloridas, La muerte de Sardanápalo (1827) (La Mort de
Sardanapale). La escena, donde predomina el rojo, color de la opulencia, nos muestra el
momento en el que los sirvientes del rey asesinan a las concubinas, pajes y animales
(caballos y perros) del gobernante asirio antes de su suicidio.
Sobre un lecho descansa Sardanápalo, que contempla indolente toda la
destrucción que están causando sus órdenes.
Todo el escenario, los elementos, los colores, las ropas… son muestras de
exotismo, de riqueza desmedida, con la que se asociaba a los gobernantes asirios.
Al despegarse de la temática antigua greco-romana y adentrarse en el mundo
oriental antiguo, su monstruosidad y desproporción, Delacroix está afirmando claramente
su apuesta por el romanticismo frente al neoclasicismo.
Madurez y viajes a África del Norte.
En 1830 Delacroix pinta una de sus obras más famosas, La libertad guiando al
pueblo, obra conmemorativa del triunfo de la revolución liberal de julio de ese mismo año
que derrocó al último monarca absoluto francés, Carlos X.
La obra fue encargada por el nuevo gobierno liberal francés, que pagó al autor
3.000 francos de la época, para ser expuesta en el palacio de Luxemburgo. En ella
aparece la imagen icónica de la Libertad como una mujer semidesnuda, muy clásica,
tocada por el gorro frigio, símbolo de la revolución de 1789, ligando así las dos
revoluciones en un sólo personaje.
Esta obra resume, a mitad de su vida y su carrera, las principales líneas del trabajo
de Delacroix.
Por un lado tenemos una composición basada en La balsa de la Medusa, si bien
en este caso la composición es inversa, en la obra de Géricault el marinero que se alza
sobre la pirámide humana se dirige hacia el interior del cuadro, hacia la vela del barco de
rescate que se intuye en el horizonte, sin embargo, en la obra de Delacroix la libertad se
alza sobre los cuerpos sin vida guiando al pueblo hacia la victoria, siendo la bandera
tricolor el cenit de la composición.
Movimiento y teatralidad. Sin ser una composición convulsa como la de la Muerte
de Sardanápalo o la Masacre de Quíos, en esta obra podemos observar el movimiento
decidido de la Libertad y sus acompañantes al asalto, supuestamente, de las posiciones
realistas o del poder.
Para hacer la imagen de la libertad más potente, más presente, no duda en dejar
parte de la bandera fuera de la obra, resaltando así su presencia.
Muerte y sacrificio. Al igual que en la Masacre de Quíos, el autor no duda en
mostrarnos la crudeza del momento, el sacrificio y la muerte de los soldados y los
habitantes de París, cómo los revolucionarios alcanzan la victoria sobre los cuerpos de
los caídos.
Contemporaneidad y compromiso. Al igual que con la Masacre de Quíos o Grecia
expirando entre las ruinas de Missolonghi, el autor toca un tema de rabiosa actualidad, no
habían pasado ni cuatro meses cuando el autor decide crear el cuadro, como sabemos
por una carta a su hermano fechada el 21 de octubre en la que se refiere a su estado de
ánimo a la hora de afrontar la obra. Compromiso, como en caso griego, por su defensa
de las ideas liberales frente al absolutismo.
Tras el éxito de la Libertad guiando al pueblo, el pintor va a conseguir un puesto
diplomático en Argelia, no hay que olvidar que su padre había sido ministro de exteriores
durante el Directorio, lo que le va a permitir entrar en contacto real y directo con ese
mundo oriental que tanto le había atraído desde joven.
De ese periodo debemos destacar Las mujeres de Argel en su Apartamento
(1834) (Las remes d’Alger das leur appartement), donde el autor representa un momento
íntimo en la vida de estas mujeres. Es difícil saber cómo llegó a conocer estos espacios,
ya que el mundo de la mujer en el mundo islámico era de muy difícil acceso. La obra
puede entrar en competencia con el Baño turco de Ingres, uno de sus competidores
artísticos.
También de temática Norteafricana destacar La boda judía en Marruecos y
Fantasía, entre las más de 100 obras que pintó inspiradas en durante su estancia.
A su regreso a Francia se convirtió en un pintor consagrado y respetado, su
estudio, que todavía se puede visitar, estaba repleto de artefactos que se trajo de Argelia
y que utilizaba en sus obras.
De estos últimos años de consagración hay que señalar retratos de artistas
contemporáneos como Chopin o George Sand o los murales del Palacio Borbón en París.
Un año antes de su muerte, en 1862, participó en la creación de la Société
Nationale des Beux-Arts, grupo de artistas franceses de diversas procedencias y estilos
entre los que se encontraba el escritor Théophile Gautier o los pintores Gustav Doré o
Édouard Manet.
Junto a estas nuevas temáticas que hemos visto en el realismo se van a dar
pequeños cambios técnicos pero de gran importancia.
La pincelada realista se hace más vaporosa, desdibujada, hay que tener en cuenta
que para 1850, fecha de inicio del estilo, la fotografía, y su verismo, ya estaba a la orden
del día siendo bastante común entre las clases más acomodadas.
Es pues, curiosamente, la técnica pictórica realista poco “real”, poco preciosista,
ya que busca salir más al exterior y pintar las cosas tal y como las percibe el autor.
Esta pincelada suelta, rápida y vaporosa, va a suponer la antecámara del
movimiento siguiente, el impresionismo.
Junto a la pincelada, los artistas realistas tenderán a una paleta oscura,
dominando los tonos ocres, tierra o negro sobre los colores brillantes o cálidos.
Los principales pintores realistas son: Gustave Courbet, Jean François Millet,
Honoré Daumier y Corot, siendo Courbet el inventor del término y uno de los más
influyentes del grupo.
Gustave Courbet (1819-1877).