PENTECOSTES

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MONICION DE ENTRADA

Buenas noches, hermanos. Sean bienvenidos a la celebración de esta Solemne Vigilia de


Pentecostés, previa a la gran fiesta con la que los cristianos clausuramos la Pascua.

En la luz del Espíritu Santo queremos concluir la cincuentena pascual con la misma
actitud de unánime y perseverante oración que caracterizó la espera de Pentecostés
cuando los discípulos estaban reunidos en el Cenáculo con María, la Madre de Jesús.

También hoy tenemos necesidad de la efusión del Espíritu Santo, para que con el soplo
de su vida fecunde nuestros esfuerzos y haga nuestros corazones disponibles y
generosos para comprometernos cada día más en el seguimiento de Cristo Jesús
sirviendo a quienes sufren las nuevas cautividades del mundo actual.

La Iglesia entera está de fiesta y el Espíritu de Pentecostés nos empuja a dar testimonio
de nuestra fe con la coherencia y la valentía de nuestras palabras y de nuestras obras.

Preparémonos a celebrar con gozo a Aquel que por ser Dios es capaz de llenarnos del
mismo amor de Dios y transformarnos en el fuego de sus dones y hacer santa nuestra
vida en la plenitud de sus frutos.

Abrámonos a la acción del Espíritu y comencemos con gozo esta celebración,


entonando juntos el canto de entrada…

ANTÍFONA DE ENTRADA Rom 5, 5; 8, 11

El amor de Dios ha sido infundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que
habita en nosotros. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios eterno y todopoderoso, que quisiste que la celebración del sacramento de la Pascua
perdurara a lo largo de estos cincuenta días, haz que todos los pueblos de la tierra, en
otro tiempo dispersos, superada la multiplicidad de lenguas, se congreguen y, movidos
por el don venido del cielo, confiesen unánimes la gloria de tu nombre. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios por los siglos de los siglos. Amen

LITURGIA DE LA PALABRA

Primera Lectura
La lectura del Génesis que a continuación se proclamará nos revela cómo la soberbia y
la autosuficiencia alejan el corazón de las personas del amor de Dios. Ya no solo
quieren ser como dioses, ahora pretenden además ocupar su lugar. Por contraste, solo el
don del Espíritu Santo dará a la humanidad la docilidad que engrandece, la humildad,
que sublima. Mientras en Pentecostés, a partir de muchas lenguas, el Espíritu obra la
unidad entre los hombres, el libro del Génesis nos relata un acontecimiento que
contrasta en lo absoluto: Babel y la dispersión de las lenguas. Escuchemos

Del libro del Génesis 11, 1-9

Lectura del libro del Génesis 11, 1-9

En aquel tiempo, Toda la tierra hablaba la misma lengua con las


mismas palabras.
Al emigrar (el hombre) de oriente, encontraron una llanura en el
país de Senaar y se establecieron allí.
Y se dijeron unos a otros:
—«Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos».
Emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de
cemento.
Y dijeron:
—«Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo,
para hacernos famosos, y para no dispersarnos por la superficie de la
tierra».
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo
los hombres; y se dijo:
—«Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que
el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les
resultará imposible. Voy a bajar y a confundir su lengua, de modo
que uno no entienda la lengua del prójimo».
El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de
construir la ciudad.
Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de
toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.

Palabra de Dios.

Símbolo TORRE DE BABEL

2da. Lectura

Escuchar la voz del Señor, guardar sus mandatos. En esto cifra el siguiente texto la
clave para alcanzar a ser pueblo de Dios, nación santa y consagrada ¿Y acaso no es el
Espíritu Santo el único capaz de enriquecernos con sus dones para que también nosotros
podamos exclamar: “Haremos cuanto nos ha dicho el Señor!” Escuchemos.

Lectura del libro del Éxodo 19, 3-8a. 16-20b

En aquellos días, Moisés subió hacia Dios. El Señor lo llamó desde


el monte, diciendo:
—«Así dirás a la casa de Jacob, y esto anunciarás a los israelitas:
«Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a
vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí.
Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza,
vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos,
porque mía es toda la tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y
una nación santa. Éstas son las palabras que has de decir a los
israelitas».
Moisés convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que
el Señor le había mandado. Todo el pueblo, a una, respondió:
—«Haremos todo cuanto ha dicho el Señor».
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una
densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y
todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar.
Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de
Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque
el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Subía humo
como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El
sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y
Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la
cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.
Palabra de Dios.
SIMBOLO: LOS DIEZ MANDAMIETOS

Tercera Lectura Ez. 37, 1 – 14

El Espíritu Santo es Señor y dador de vida. Ezequiel nos presenta esa visión en la cual
Dios infunde su Espíritu sobre huesos y éstos reviven, porque ahí donde todo parece
muerte, el poder del Espíritu Santo hace que existe vida. Escuchemos.

Lectura del libro de Ezequiel 37, 1-14

En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mí y, con su


Espíritu, el Señor me sacó y me colocó en medio de un valle todo
lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran
innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente
secos.
Me pregunto:
—«Hijo de Adán, ¿podrán revivir estos huesos?».
Yo respondí:
—«Señor, tú lo sabes».
Él me dijo:
—«Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: “¡Huesos
secos, escuchad la palabra del Señor! Así dice el Señor a estos
huesos: Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu, y viviréis. Pondré
sobre vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne,
extenderé sobre vosotros piel, os infundiré espíritu, y viviréis. Y
sabréis que yo soy el Señor”».
Y profeticé como me había ordenado y, a la voz de mi oráculo,
hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé
en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido, y la piel los
recubría; pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo:
—«Conjura al espíritu, conjura, hijo de Adán, y di al espíritu: “Así
dice el Señor: De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos
muertos para que vivan”».
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu,
y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.
Y me dijo:
—«Hijo de Adán, estos huesos son la entera casa de Israel, que
dice: “Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido,
estamos destrozados.” Por eso, profetiza y diles: “Así dice el Señor:
Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros
sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando
abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo
mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os
colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo
hago”». Oráculo del Señor.
Palabra de Dios.
SIMBOLO HUESOS SECOS

Cuarta lectura Joel. 3, 1 – 5

Joel anuncia que el Espíritu será derramado y profetizarán mayores y jóvenes: esta es la
explicación que da Pedro, en la mañana de Pentecostés, ante la evidencia de los
carismas del Espíritu. Escuchemos.

Lectura de la profecía de Joel 3, 1-5

Así dice el Señor:


—«Derramaré mi Espíritu sobre toda carne:
profetizarán vuestros hijos e hijas,
vuestros ancianos soñarán sueños,
vuestros jóvenes verán visiones.
También sobre mis siervos y siervas
derramaré mi Espíritu aquel día.
Haré prodigios en cielo y tierra:
sangre, fuego, columnas de humo.
El sol se entenebrecerá,
la luna se pondrá como sangre,
antes de que llegue el día del Señor,
grande y terrible.
Cuantos invoquen el nombre el Señor
se salvarán.
Porque en el monte del Sión y en Jerusalén
quedará un resto;
como lo ha prometido el Señor
a los supervivientes que él llamó».

Palabra de Dios.
SIMBOLO LLAMAS DE FUEGO (ANTORCHA)

SALMO RESPONSORIAL

Con el Salmo 103 Respondamos:

Envía tu Espíritu Señor y renueva la faz de la tierra. Aleluya.

Bendice, alma mía, al Señor:


¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R.

Envía tu Espíritu Señor y renueva la faz de la tierra. Aleluya.

Les retiras el aliento, y expiran


y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R.

Envía tu Espíritu Señor y renueva la faz de la tierra. Aleluya.

Gloria a Dios para siempre,


goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R
5TA. LECTURA ROM. 8, 22 – 27

San Pablo en su carta a los romanos nos explica algunas de las funciones del Espíritu
Santo, además de las que ya escuchamos en las lecturas del Antiguo Testamento. Este
Espíritu clamará por nosotros también esta noche. Escuchemos

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,


22-27

Hermanos:
Sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella
con dolores de parto.
Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del
Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser
hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve
ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve?
Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con
perseverancia.
Pero además el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad,
porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu,
y que su intercesión por los santos es según Dios.

Palabra de Dios

PROCLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

EVANGELIO
La obra de Jesús es incomprensible sin el Espíritu Santo. Más aún, la obra de Jesús es
incompleta sin el Espíritu Santo. Bien lo entendió san Juan, que explica el torrente de
agua viva que brota en el corazón de los que creen en Jesús como una desbordante
manifestación del Espíritu Santo. Puestos de pie. Cantemos el Aleluya.

R. Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de
tu amor.
R. Aleluya.

Del santo Evangelio según san Juan 7, 37-39


El último día de la fiesta, que era el más solemne, exclamó Jesús en voz alta: "El que
tenga sed, que venga a mí; y beba, aquel que cree en mí. Como dice la Escritura: Del
corazón del que cree en mí brotarán ríos de agua viva".
Al decir esto, se refería al Espíritu Santo que habían de recibir los que creyeran en él,
pues aún no había venido el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado.

Palabra del Señor.

SIMBOLO: REVESTIR ARBOL

ORACION DE LOS FIELES

A cada “Envía, Señor, tu Espíritu que renueve nuestros corazones”

 Por la Iglesia, extendida por todo el universo, para que, impulsada por el
Espíritu Santo, permanezca atenta a lo que sucede en el mundo, haga suyos los
sufrimientos, alegrías y esperanzas de los hombres de nuestro tiempo, intuya los
signos caritativos que debe realizar y así pueda iluminarlo todo con el
Evangelio. Roguemos al Señor.

 Por todos los pueblos y razas en la diversidad de culturas y civilizaciones, para


que el Espíritu Santo abra los corazones de todos al Evangelio proclamado en
sus propias lenguas y los guíe hasta la verdad plena. Roguemos al Señor.

 Por el mundo que hoy nos ha tocado vivir, sujeto a cambios profundos y rápidos,
para que el Espíritu Santo, que abarca la historia humana, promueva la esperanza
de un futuro mejor y vislumbremos el gran día de Jesucristo. Roguemos al
Señor.

 Por todos los laicos comprometidos, para que, renovados por el Espíritu Santo,
sepa llevar el mensaje de Jesús a la vida de cada día. Roguemos al Señor.

 Por nosotros aquí reunidos, para que iluminados y fortalecidos por el Espíritu
Santo, demos testimonio de nuestra fe. Roguemos al Señor.

1.Para que Dios siga derramando su Espíritu sobre la Iglesia y su magisterio. Roguemos
al Señor. 2.Para que Dios ilumine las mentes de los gobernantes y mueva sus corazones
con la luz y la fuerza del Espíritu de verdad. Roguemos al Señor. 3.Para que el Espíritu
Santo mueva los corazones de todos los cristianos a obrar en favor de los más
necesitados en nuestra sociedad. Roguemos al Señor. 4.Para que todos los que estamos
aquí reunidos, lleguemos a formar, según el deseo de Jesús, un único redil, del que él
sea guía y pastor. Roguemos al Señor.
1. Los dones de tu Espíritu Santo enriquezcan por siempre, Padre, a los que has
consagrado a tu servicio: el Papa, los obispos y sacerdotes. Para que sus vidas y su
ministerio den frutos abundantes de santidad para tu pueblo. Oremos…
2. Los dones de la inteligencia y la justicia inunden los corazones de nuestros servidores
públicos, para que en todos sus actos busquen el bien común y con el don de la fortaleza
superen las tentaciones del poder. Oremos…
3. Los frutos de la caridad y la benignidad caractericen a nuestra parroquia de Cristo Rey
y la Santa Cruz para que los pobres y desamparados encuentren en nosotros el apoyo y
aliento necesario para frente a sus necesidades. Oremos…
4. Los dones del consejo y el santo temor de Dios, acompañen, Señor, todas nuestras
iniciativas pastorales para que en todo y sobre todo busquemos siempre tu voluntad y
jamás nuestro cómodo interés. Oremos…
5. Los frutos de la modestia, continencia y castidad adornen el corazón de toda la juventud
de nuestra parroquia en particular, y nuestra Arquidiócesis en general. Para que con un
corazón puro y dócil se acerquen a ti, Señor. Oremos…

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Derrama, Señor, sobre estos dones la bendición de tu Espíritu Santo, para que, por
medio de ellos, reciba tu Iglesia tan gran efusión de amor, que la impulse a hacer
resplandecer en todo el mundo la verdad del misterio de la salvación. Por Jesucristo,
nuestro Señor.

Prefacio de Pentecostés, como en la Misa del día, p. 408 [407]. Si se usa el Canon
Romano, se dice Reunidos en comunión, p. 558 [560]. En las otras Plegarias
eucarísticas también se dicen las partes propias para esta Misa.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 7, 37
El último día de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: El que tenga sed, que venga a
mí y beba. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que nos aprovechen, Señor, los dones que hemos recibido, para que estemos siempre
llenos del fervor del Espíritu Santo que derramaste de manera tan inefable en tus
Apóstoles. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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