La Promesa en La Sociología

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Charles Wright Mills - La imaginación sociológica Cap 1: La promesa

Los hechos de la historia contemporánea son también hechos relativos al triunfo y al fracaso de
los hombres y mujeres individuales. Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad
pueden entenderse sin entender ambas cosas. Los hombres no poseen la cualidad mental
esencial para percibir la interrelación del hombre y la sociedad, de la biografía y de la historia,
del yo y del mundo. Aun cuando no se sientan consternados. Los hombres advierten con
frecuencia que los viejos modos de sentir y de pensar se han ido abajo y que los comienzos
más recientes son ambiguos hasta el punto de producir parálisis moral. Lo que los hombres
necesitan es una cualidad mental que les ayude a usar la información y a desarrollar la razón
para conseguir recapitulaciones lúcidas de lo que ocurre en el mundo y de lo que quizás está
ocurriendo dentro de ellos, esto se llama la imaginación sociológica, lo que posibilita la reflexión
acerca de la relación entre experiencia individual y contexto.

1. La imaginación sociológica permite a su poseedor comprender el escenario histórico más


amplio en cuanto a su significado para la vida interior y para la trayectoria exterior de diversidad
de individuos. El primer fruto de esa imaginación es la idea de que el individuo sólo puede
comprender su propia experiencia y evaluar su propio destino localizándose a sí mismo en su
época. También nos permite captar la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro de
la sociedad, ésa es su tarea y su promesa y es la señal de todo lo mejor de los estudios
contemporáneos sobre el hombre y la sociedad. Es la capacidad de pasar de una perspectiva
a otra, de las transformaciones más impersonales y remotas a las características más íntimas
del yo humano, y de ver las relaciones entre ambas cosas. Los hombres, por medio de la
imaginación sociológica, adquieren un modo nuevo de pensar, experimentan un trastrueque de
valores; en una palabra, por su reflexión y su sensibilidad comprenden el sentido cultural de las
ciencias sociales.

2. La distinción más fructuosa con que opera la imaginación sociológica es quizás la que hace
entre “las inquietudes personales del medio” y “los problemas públicos de la estructura social”.
Esta distinción es un instrumento esencial de la imaginación sociológica y una característica de
toda obra clásica en ciencia social. Una inquietud es un asunto privado: los valores amados por
un individuo le parecen a éste que están amenazados. Los problemas se relacionan con
materias que trascienden del ambiente local del individuo y del ámbito de su vida interior. Darse
cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez es ser capaz de descubrir esos
vínculos entre una gran diversidad de medios; y ser capaz de eso es poseer imaginación
sociológica.

3. ¿Cuáles son en nuestro tiempo los mayores problemas para los públicos y las inquietudes
clave de los individuos particulares? Para formular problemas e inquietudes amenazados, y
cuáles preferidos y apoyados por las tendencias características de nuestro tiempo. El nuestro
es un tiempo de malestar e indiferencia, pero aún no formulados de manera que permitan el
trabajo de la razón y el juego de la sensibilidad. En lugar de inquietudes, hay con frecuencia la
calamidad de un malestar vago; en vez de problemas explícitos, muchas veces hay sólo el
desalentado sentimiento de que nada marcha bien. “El principal peligro” para el hombre reside
hoy en las fuerzas ingobernables de la sociedad contemporánea misma, con sus métodos
impersonales de producción, sus técnicas envolventes de dominación política, su anarquía
internacional, en una palabra, con sus penetrantes transformaciones de la “naturaleza” misma,
del hombre y las condiciones y finalidades de su vida. La primera tarea política e intelectual del
científico social consiste hoy en poner en claro los elementos del malestar y la indiferencia
contemporáneos. Es a causa de esta tarea por lo que las ciencias sociales se están
convirtiendo en el común denominador de nuestro periodo cultural, y la imaginación sociológica
en la cualidad mental más necesaria.
4. En todas las épocas intelectuales tiende a convertirse en común denominador de la vida
cultural determinado estilo de pensamiento. Uno de los significados de la idea de un común
denominador intelectual en que los hombres pueden formular sus convicciones más poderosas
según sus términos. Otros términos y otros estilos de pensamiento parecen meros vehículos de
escape y oscuridad. El que prevalezca común denominador no significa, naturalmente, que no
existan otros estilos de pensamiento y otros tipos de sensibilidad. La imaginación sociológica
se está convirtiendo en el principal común denominador de nuestra vida cultural y en su rasgo
distintivo. Las cualidades de esta imaginación se han convertido en rasgos fundamentales de
esfuerzo intelectual y de sensibilidad cultural en una gran diversidad de expresiones. Es una
cualidad que parece prometer de la manera más dramática la comprensión de nuestras propias
realidades íntimas en relación con las más amplias realidades sociales.

Es una facultad mental que posibilita a los hombres evaluar las situaciones desde una
perspectiva superadora de los estrictos límites de la particularidad, tomando en cuenta los
procesos históricos y la formación económico-social en la que están insertos; y también les
permite superar el sufrimiento y la desvalorización de sí mismos, ocasionados por una visión
ingenua.

La necesidad sentida de revalorar la ciencia física refleja la necesidad de un


nuevo denominador común. Es el sentido humano y el papel social de la ciencia, sus
consecuencias militares y comerciales, su significación política, lo que está experimentando una
revaloración confusa. Es la realidad social e histórica lo que los hombres necesitan conocer, y
muchas veces no encuentran en la literatura contemporánea un medio adecuado para
conocerla. Quieren hechos, buscan sus significados, desean un “gran panorama” en el cual
puedan creer y dentro del cual pueda llegar a comprenderse a sí mismos. Quieren también
valores orientadores y maneras apropiadas de sentir y estilos de emoción y vocabularios de
motivación.

A falta de una ciencia social adecuadas, los críticos y los novelistas, los dramaturgos y los
poetas han sido los principales, si no los únicos, formuladores de inquietudes individuales y
hasta de problemas públicos. El arte no formula ni puede formular esos sentimientos como
problemas que contienen las inquietudes y las dudas a las que los hombres tienen que hacer
frente ahora si han de vencer su malestar e indiferencia y las insufribles angustias a que
conducen.

5. Mi propósito en este libro es definir el significado de las ciencias sociales para las tareas
culturales de nuestro tiempo. Deseo especificar las clases de esfuerzo que están detrás del
desarrollo de la imaginación sociológica, indicar lo que ella implica para la vida política y para la
vida cultural, quizá señalar algo de lo que se necesita para poseerla, y de esta manera, aclarar
la naturaleza y los usos de las ciencias sociales en la actualidad. Precisamente ahora hay entre
los cultivadores de las ciencias sociales un malestar muy generalizado, tanto intelectual como
moral por la dirección que parece ir tomando la disciplina de su elección, que, así como las
infortunadas tendencias que contribuyen a producirlo, forman parte, de un malestar general de
la vida intelectual contemporánea. Dicho con toda franqueza, espero aumentar ese malestar,
definir alguna de sus fuentes, contribuir a transformarlo en un apremio específico para
comprender la promesa de la ciencia social y limpiar el terreno para empezar de nuevo: en
suma, indicar alguna de las tareas que hay que hacer y los medios disponibles para hacer el
trabajo que hay que hacer hoy.

Creo que lo que puede llamarse análisis social clásico es una serie de tradiciones definibles y
usables; que su característica esencial es el interés por las estructuras sociales históricas; y que
sus problemas tienen una relación directa con los urgentes problemas y las insistentes
inquietudes humanas.
La atención intelectual y la atención pública están ahora tan manifiestamente fijas sobre los
mundos sociales que se supone que los profesionales de las ciencias sociales estudian, que
hay que reconocer que se encuentra por única vez ante una oportunidad en la cual se revelan
la promesa intelectual de las ciencias sociales, los usos culturales de la imaginación sociológica
y el sentido político de los estudios sobre el hombre y la sociedad.

6. Todas las infortunadas tendencias que estudiaré en los capítulos siguiente caen dentro de lo
que generalmente se considera “el campo de la sociología”. Una diversidad de trabajo
intelectual verdaderamente notable ha entrado a tomar parte en el desarrollo de la tradición
sociológica, quizás se admita que lo que ahora se reputa trabajo sociológico ha tendido a
moverse en una o más de deformaciones.

1. Hacia una teoría de la historia: la sociología es una empresa enciclopédica, relativa a la


totalidad de la vida social del hombre y es al mismo tiempo histórica y sistemática.

2. Hacia una teoría sistemática de “la naturaleza del hombre y de la sociedad”: en las obras
de los formalistas la sociología trata de conceptos destinados a servir para clasificar
todas las relaciones sociales y penetrar sus características supuestamente invariables, en
suma, se interesa en una visión más bien estática y abstracta de los componentes de la
estructura social en un nivel muy elevado de generalidad.

3. Hacia el estudio empírico de los hechos y los problemas sociales contemporáneos: en la


medida en que es definida como el estudio de algún sector especial de la sociedad, la sociología
se convierte fácilmente en una especie de trabajador suelto entre las ciencias sociales ocupado
en estudios misceláneos de sobrantes académicos. El estudio de los hechos contemporáneos
fácilmente puede convertirse en una serie de datos de ambiente sin relación entre sí y con
frecuencia insignificantes. La imaginación sociológica es una cualidad mental que nos ayuda a
usar la información y a desarrollar una razón para conseguir recapitulaciones lúcidas de lo que
ocurre en el mundo y de lo que quizás está ocurriendo dentro de nosotros mismos.

La imaginación sociológica permite a su poseedor comprender el escenario histórico más amplio


en cuanto a su significado para la vida interior y para la trayectoria exterior de diversidad de
individuos. La primera lección es la idea de que el individuo solo puede comprender su propia
experiencia y evaluar su propio destino localizándose a sí mismo en su época, y solo puede
conocer sus propias posibilidades en la vida si conoce las de todos los individuos que se hayan
en las mismas circunstancias.

La imaginación sociológica nos permite captar la historia y la biografía y la relación entre


ambas dentro de la sociedad. Esa es su tarea y promesa. Reconocer esa tarea y promesa
es la señal del analista social clásico. Esta imaginación es la capacidad de pasar de
una perspectiva a otra. Es la capacidad de pasar de las transformaciones más impersonales
y remotas a las características más íntimas del yo humano, y de ver las relaciones entre ambas
cosas.

La imaginación sociológica es la forma más fértil de la conciencia de si mismo. La distinción


más fructuosa con que opera la imaginación sociológica es quizás la que hace entre “las
inquietudes personales del medio” y “los problemas públicos de la estructura social”. Esta
distinción es un instrumento esencial de la imaginación sociológica y una característica
de toda obra clásica en ciencia social.

El enunciado y la resolución de esas inquietudes planteadas corresponde propiamente al


individuo como entidad biográfica y dentro del ámbito de su ambiente inmediato; los valores
amados (o considerados buenos) por un individuo le parecen a éste que están amenazados, es
decir tanto los valores como uno mismo se siente amenazado. Los problemas se relacionan con
materias que trascienden del ambiente local del individuo y del ámbito de su vida interior. Un
problema es un asunto público; se advierte que está amenazado un valor amado por la gente.
Un problema implica muchas veces una crisis o cambio en los dispositivos institucionales, y con
frecuencia implica también lo que los marxistas llaman “contradicciones” o “antagonismos”.
Darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez es ser capaz de descubrir
esos vínculos entre una gran diversidad de medios; y ser capaz de eso es poseer imaginación
sociológica.

Cuando la gente estima una tabla de valores y no advierte ninguna amenaza contra ellos,
experimenta el bienestar. Cuando la gente no siente estimación por ningún valor ni percibe
alguna amenaza es la experiencia de indiferencia. Si parece afectar todos los valores se
convierte en apatía. Supongamos que perciba agudamente una amenaza y tampoco siente
estimación por ningún valor, esta es la experiencia de malestar, de la ansiedad que si es
insuficiente total se convierte en una indisposición mortal no específica. Pasa a dejar de haber
vida individual. La primera tarea política e intelectual del científico social consiste hoy en poner
en claro los elementos del malestar y la indiferencia contemporáneos La imaginación sociológica
es una cualidad mental necesaria hoy en día en esta sociedad.

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