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El Enojo

Este documento trata sobre el tema del enojo y cómo los cristianos deben manejar esta emoción. Explica que la raíz del enojo descontrolado es el ego, y que Jesús murió en la cruz para que los cristianos puedan dejar de ser dominados por su ego. También da consejos prácticos sobre cómo enfrentar y confesar el enojo.

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El Enojo

Este documento trata sobre el tema del enojo y cómo los cristianos deben manejar esta emoción. Explica que la raíz del enojo descontrolado es el ego, y que Jesús murió en la cruz para que los cristianos puedan dejar de ser dominados por su ego. También da consejos prácticos sobre cómo enfrentar y confesar el enojo.

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EL ENOJO

Cuando una persona llega a ser cristiana, su conducta y personalidad deben pasar por ciertos
cambios. Uno de esos cambios tiene que ver con el temperamento. Un cristiano debe reaccionar
de una manera cristiana. No debe perder el control.
Esta lección tratará el problema de la ira y del enojo. Veremos:
1) la causa básica del enojo
2)aprenderemos cómo podemos librarnos del pecado del enojo.

La Destructividad de la Ira
El primer hombre que descubrió el poder destructivo de la ira, fue Caín. Caín y su hermano Abel,
fueron los dos primeros hijos de Adán. Cuando estos hijos llegaron a ser adultos, Caín se hizo
agricultor y Abel era pastor de ovejas.

Abel trajo un cordero como ofrenda, pero Caín trajo frutos de sus cosechas.
Dios aceptó a Abel y su ofrenda, pero rechazó a Caín y la suya. Como resultado de esto, Caín se
enojó mucho. Estaba enojado con Dios y tenía envidia de su hermano.

Dios le advirtió a Caín de las consecuencias de su ira.

Génesis 4:6-7
Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu
semblante? 7 Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la
puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.

NTV
6
«¿Por qué estás tan enojado?—preguntó el SEÑOR a Caín—. ¿Por qué te ves tan
decaído? 7 Serás aceptado si haces lo correcto, pero si te niegas a hacer lo correcto,
entonces, ¡ten cuidado! El pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte;
pero tú debes dominarlo y ser su amo».

El mensaje de Dios para Caín era éste: “¡Cuidado! Tu ira es como un león esperando a tu puerta.
Debes controlar tu ira o ella te controlará a ti”. Pero Caín no respondió a la advertencia de Dios.
Sus celos hacia su hermano Abel se transformaron en odio.

Un día en que Caín y Abel estaban juntos en el campo, Caín se levantó contra su hermano y lo
asesinó. Así, el primer hombre nacido en este mundo se hizo asesino porque no controló su ira.

Enfrentando la Ira
Igual a Caín, tenemos al “león” de la ira dentro de nosotros. Debemos controlarlo o él nos
controlará a nosotros. Dios no ha dicho que nunca debemos enojarnos, pero nos ha advertido del
peligro de la ira descontrolada.

La Biblia dice:
Efesios 4:26
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo.

La ira es la más violenta de las emociones humanas.


Debido a que involucra sentimientos tan fuertes, la ira está muy cerca del pecado.
La Biblia no dice: “Sé bueno y no peques”, o “Ama, pero no peques,” porque la bondad y el amor
están muy lejos del pecado. Pero cuando estamos enojados, estamos en peligro de pecar.

Hay tres cosas que podemos hacer con nuestra ira:

1) Podemos expresarla.
Cuando la ira está fuera de control, hace gran daño. Cuando nos enojamos tanto que deseamos
arremeter contra alguien y herirlo, estamos cometiendo un gran pecado. Lo llamamos “perder el
control”. A veces pensamos que demostramos lo fuerte que somos cuando nos descontrolamos,
pero perder el control es señal de debilidad, no de fuerza. La Biblia dice:

¿Es bueno expresar la ira? ¿porqué?


No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios
(Eclesiastés 7:9).

¿alguna vez has dañado a alguien a causa de reaccionar con ira?


¿Qué sentiste después de eso? ¿Hiciste algo al respecto?

2) Podemos suprimirla.
Suprimir la ira es guardársela adentro. Hay personas que se enojan y expresan su furia
abiertamente. Otras tienen los mismos sentimientos de ira, pero logran guardarlos dentro de sí.

¿Es bueno guardar la ira? ¿por qué?


La ira que se guarda o se mantiene encerrada dentro de nosotros, nos hiere y continúa
hiriéndonos. Se convierte en resentimiento y amargura y puede causar una depresión o también
muchas clases de enfermedades físicas.

3) Podemos confesarla.
La mejor manera de tratar con los sentimientos de enojo, es hablar con Dios acerca de ellos. Ésta
es una buena forma de desahogarse sin pecar. Dios nos conoce mejor que nos conocemos a
nosotros mismos y siempre será comprensivo con nosotros.

El sólo estar en la presencia de Dios ya nos puede ayudar a calmarnos. También nos ayuda a ver
las cosas en su perspectiva correcta.
Muchas veces nos damos cuenta de que lo que nos molestaba tanto, en realidad no era tan
importante.
Debemos Luchar contra el Pecado del Enojo

La ira es enojo descontrolada y esto siempre es malo.


Cuando perdemos el control, sólo queda una cosa por hacer. Debemos confesárselo al Señor como
pecado y confiar en su perdón.
Si hemos ofendido o herido a otras personas debemos, desde luego, pedirles perdón.

No importa cuántas veces pierdas el control, debes arreglar las cosas con los demás cada vez.
Esto te ayudará a ser humilde y a ver el daño que haces con tu enojo.

Ahora, si aún estás enojado, es mejor no buscar a la otra persona; espera hasta que estés calmado
y luego ve y arregla las cosas con ella. (pero que no se ponga el sol sobre tu enojo, es decir, que no
pase mucho tiempo. Que el enojo no te domine).

Debemos Buscar la Causa del Enojo


Aunque confesemos fielmente nuestro pecado a Dios cada vez que perdemos el control, seguimos
teniendo un problema. El problema es que seguimos haciendo la misma cosa vez tras vez.
Perdemos el control y lo confesamos. Después perdemos el control de nuevo y de nuevo lo
confesamos. Y hacemos lo mismo una y otra vez. No importa cuánto nos esforcemos, seguimos
perdiendo el control.

¿Hay algún remedio para este problema? ¡Sí, lo hay! Lo primero que debemos hacer es descubrir
qué es lo que nos causa esa pérdida de control.

La Biblia no dice mucho sobre el enojo. La razón es que la Biblia se preocupa por la raíz que causa
el enojo, y no sólo por el enojo en sí.

¿Cuál es la raíz del enojo? ¡Es el YO!


Recuerda que no estamos hablando del enojo como emoción sana que Dios nos dio. (Jesús en el
templo). Estamos hablando del enojo descontrolado.

El “YO” es lo que produce el enojo.


Cada vez que el enojo descontrolado se expresa exteriormente… podemos estar seguros de que
hay un “YO” enojado por dentro.
Podemos esforzarnos mucho en controlar nuestro enojo pero a menos que nos enfrentemos con
el “YO”, seguiremos enojándonos y descontrolándonos.

Veamos algunas situaciones que producen el enojo para que podamos ver más claramente que el
YO es la causa real de nuestro mal temperamento.

• Alguien nos desprecia.


Ser menospreciado o rebajado por los demás, es una de las causas más comunes del enojo.
Alguien dice algo desagradable o hiriente acerca de nosotros, y nos enojamos por dentro. Nuestro
orgullo ha sido herido. Esto es sólo una de las muchas formas del YO.
• No podemos salirnos con la nuestra.
Somos obstinados y decididos a salirnos con la nuestra. Cuando alguien se nos opone y no
podemos hacer lo que queremos, tal vez nos ponemos de mal humor, de mala cara o damos
rienda suelta a nuestra ira. ¿Cuál es la causa real de este enojo? Es el YO.

• Otra persona recibe más honores que nosotros.


Nos gusta que los demás nos respeten y admiren. Por esta razón nos ponemos celosos de otras
personas cuando tienen éxito. Los celos se transforman pronto en ira cuando alguien obtiene el
empleo o el honor que nosotros deseábamos. Nuevamente la causa real de estos sentimientos
malos es el YO.

Estas son sólo unas pocas situaciones que producen el enojo, pero nos demuestran que la raíz que
causa ese temperamento es el YO. Puede ser que no nos demos cuenta, pero la razón principal de
todo nuestro descontento es que nos amamos a nosotros mismos y queremos agradarnos.
Mientras sigamos haciendo de nosotros mismos el centro de todo, reaccionaremos con ira cuando
cualquier persona se nos oponga.

En resumen, el enojo proviene del ser interno. Proviene del YO. Y hasta que no se trate el
problema del YO, el problema del enojo no será resuelto.

NOTA: Hay una parte de mi ser interno que debo aceptar y un “YO” que debo negar.
Debo aceptarme a mí mismo como una persona única y especial que Dios ha creado.
Pero debo negar ese YO, esa vida egoísta y pecadora que ofende a Dios y daña a otros.

El Remedio de Dios para el Yo


Por el hecho de que el “YO” es tan desagradable a Dios y tan destructivo para nosotros, Dios quiso
hizo algo al respecto.

¿Qué es lo que hizo Dios respecto al YO?


Dios trató con el YO colocándonos en Cristo en la cruz.
Cuando Cristo fue crucificado, nosotros fuimos crucificados con Él.
Gálatas 2:20
Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que
vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios,
quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.

¿Por qué Dios nos crucificó con Cristo?


Nos crucificó con Cristo para que pudiéramos dejar de ser controlados por el YO.
La Biblia dice:
Romanos 6:6
6
Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el
pecado perdiera su poder en nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado.
Dos realidades grandes y verdaderas para cada cristiano son:
(1) Cristo murió por nosotros, y
(2) nosotros morimos con Cristo (Nuestra naturaleza pecaminosa ya no nos puede dominar, si no
la dejamos).

Dios quiere que veamos que, en Cristo, morimos a nuestra vida pasada. Ya no somos la misma
persona que éramos antes.
Somos “una nueva criatura” en Cristo. No tenemos que ceder a los pecados pasados. Morimos a
todos nuestros pecados, incluyendo el pecado del enojo.

Pasos Practicos que Debemos Dar


Hemos visto que la raíz que causa el enojo es el YO, y hemos visto como Dios trata con él. Ahora
veamos algunos pasos prácticos que debemos dar:

Debemos reconocer nuestra necesidad.


Mucha gente cuando se enoja, simplemente no reconocen su enojo. Dicen: “¡No estoy
enojado!” Otros aceptan que tienen enojo, pero no lo ven como un pecado serio.
En realidad el enojo es uno de los pecados peores. La Biblia coloca la ira descontrolada junto con
pecados como embriaguez, hechicería, adulterio y asesinato. (Ver Gálatas 5:19–21). El enojo
simplemente no es aceptable en la vida de un cristiano. La Biblia dice:
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia (Efesios
4:31).
A menos que veamos la gravedad del enojo y nos propongamos librarnos de él, no lo venceremos.
Si nos conformamos en seguir como hasta hoy, no sabremos nada de la victoria de Dios sobre el
pecado de la ira.

Debemos aceptar la responsabilidad por nuestro enojo.


Es muy fácil disculparnos echándole la culpa a otra persona por nuestro enojo. Decimos, “Si fulano
no me hubiera hablado en esa forma, no me habría descontrolado”. En otras palabras, pensamos
que el enojo es un problema externo, causado por algo que viene de afuera.
El hecho es que el enojo es un problema interno. El enojo proviene de nuestro interior, no de
afuera. Los demás pueden decir o hacer cosas que me incomoden pero nadie puede hacer que yo
pierda el control excepto yo mismo.

Debemos contar con nuestra muerte con Cristo.


Dios nos ha dicho claramente que El nos ha librado del poder del pecado y del YO por medio de
nuestra muerte con Cristo. El nos dice que debemos contar con estas grandes realidades. La Biblia
dice:
Así también vosotros consideraos muertos al pecado (incluyendo el pecado del enojo), pero vivos
para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro (Romanos 6:11).
Debemos poner en práctica las verdades de Dios. Cuando nos demos cuenta de que nos estamos
enojando, podemos decir: “¡Un momento! No me estoy comportando como la persona que
realmente soy. Ya no soy la persona que era antes. Mi antiguo y enojado “YO” fue crucificado con
Cristo. No tengo que ceder a mi enojo nunca más. Soy una nueva criatura en Cristo. Cristo vive en
mí. El es mi vida”.

Debemos negarnos al YO.


Que perdamos o no el control del enojo, no se determina por lo que suceda exteriormente. Eso se
determina por quien está controlando nuestro ser interno.

Sólo Cristo tiene el derecho de dirigir nuestra vida, pero el YO aún intenta gobernarnos. Cada
cristiano debe elegir si será gobernado por Cristo o por el YO.
El propósito de Dios es que Cristo reine en el trono de tu corazón. Para que El pueda reinar, el YO
debe quedarse en el lugar de muerte en la cruz.
Una cosa es comprender la enseñanza de que fuimos crucificados con Cristo. Es otra cosa el poner
esto en práctica y realmente negarnos al YO. Pero ésto es lo que debemos hacer. Jesús dijo:
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame (Lucas
9:23).
Para vencer el enojo, debemos negar al YO. ¿Qué significa negar al YO? Significa escoger la
voluntad de Dios en lugar de la mía. Negar al YO es como decir: “No insisto en salirme con la mía.
Acepto el plan de Dios”.
El mundo dice: “Preocúpate por ti mismo”, pero Jesús dice: “niegate a ti mismo”. Nunca podremos
controlar el temperamento a menos que le entreguemos a Dios nuestra voluntad y escojamos la
de Él.
Con el tiempo veremos que el Señor nos permitirá pasar por muchas situaciones en las que
seremos despreciados, maltratados o molestos. Ésta es la manera en que Dios trata con el “YO” y
con nuestro enojo. El propósito de Dios en todas estas circunstancias es que aprendamos a tener
paciencia y a negarnos a nosotros mismos, permitiendo de buena gana que Dios haga lo que
quiere en nuestra vida.

Cuando alguien te hace esperar por mucho tiempo, no tienes que enojarte. Puedes decir: “Señor,
Tú sabes que necesito aprender a tener paciencia. Tú estás al control de mis circunstancias y has
permitido ésto para enseñarme a ser más paciente”.
Cuando alguien dice o hace algo que hiere tu orgullo, tampoco debes enojarte. Puedes
decir: “Señor, Tú sabes lo orgulloso que soy. Te doy gracias por tratar conmigo en cuanto a mi
orgullo pecaminoso”.
Cuando otros no hacen lo que tú quieres y no puedes salirte con la tuya, ésta es la oportunidad
para morir al YO. Puedes decir: “Señor, siempre quiero salirme con la mía, pero Tú sabes lo que es
mejor para mí. Acepto Tu voluntad”.
En cualquier situación que el Señor disponga para nosotros, podemos decir: “Señor, ésto es lo que
Tú has dispuesto para mí y es Tu manera de tratar con mi vida egoísta y con mi enojo. Acepto todo
ésto de Ti y te doy gracias por ello”.

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