VAlores y Ética en La Educación Inclusiva

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Educación Inclusiva

UNIDAD I Marco conceptual de la educación inclusiva

TEMAS: Procesos de desarrollo de la Inclusión educativa. Valores y


principios éticos para una educación inclusiva.

LOS VALORES
1. No hay educación sin valores.
El objetivo primordial de la escuela son los valores y aquellos que afectan a la
persona toda: “Ser un buena persona”. El educando que quiere realizarse tiene
que optar libremente por los valores, asumirlos y encarnarlos en su obrar para
su realización plena como persona y una convivencia con el otro, que es tú.
El gran objetivo de la educación es quizás que el educando aprenda a ser siempre
él mismo mediante el esfuerzo incesante y generoso de las opciones libres
orientado por los valores para ser una persona plena, ciudadano comprometido
y profesional responsable.
Los valores son capaces de sacar al educando de su indiferencia y provocar en él
una actitud de estimación: vitales, intelectuales, afectivas, estéticas, entre otras.

2. Pero es la persona el primer valor, como valor absoluto.


La persona es un ser único, irrepetible, dado de interioridad autoconciencia y
libertad, y destinado a la comunión; es decir, es un sujeto que existe
corporalmente con otros en el mundo, para realizarse con ellos en la historia,
personal y comunitariamente, responsablemente libremente frente a los valores,
frente a las demás personas.
“El hecho de que sea enteramente un sujeto de derechos, no debe hacernos
olvidar que cada uno de nosotros debe siempre llegar a ser él mismo mediante
el esfuerzo incesante y generoso de las opciones libres”.
El hombre es totalmente original frente al resto de la realidad. “La lengua misma
lo distingue: algo y alguien, nada y nadie, qué y quién. Es lo que ha llevado a la

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pareja de conceptos cosa y persona”. Por eso, cada persona con su modo se
existir único es el primer valor y posee el carácter de absoluto.
3. Cómo educar en valores.
Los niños aprenden con el ejemplo. El ejemplo que dan sus padres en su forma
de relacionarse con los demás, de pedir las cosas, de compartir, de cooperar, de
ayudar a los demás, de defender, de reclamar, de tolerar y aceptar, entre otros.
Si los padres no tienen paciencia con su hijo, ¿qué creen que el niño va a
aprender? La responsabilidad que tienen los padres en la transmisión de los
valores a sus hijos es crucial. Esto mismo ejemplo debe extenderse en la escuela
con los docentes incluyendo la palabra, pero palabra reflexiva y concientizadora.
Pero si cada docente hace lo suyo no vasta, esto se debe planificar y consensuar
institucional.
4. Valores necesarios para una educación inclusiva.
Estás son algunos valores importantes a una convivencia inclusiva y que ayuda
al educando a una convivencia ciudadana: Como docentes, enseñar a nuestros
educandos, estos valores no solo con palabras sino con el ejemplo y la
planificación de todo el cuerpo docente.

Amabilidad.
A través de la amabilidad se asientan otros valores como la cordialidad, la
empatía, ser atento, y la sensibilidad. Valores de una persona que se gana el
amor dando lo mejor de sí misma a los demás. Las personas amables son
cosechadores natos de esperanzas y buenos frutos. De la amabilidad nacen otros
muchos valores, al igual que se sustenta de una actitud de respeto y
reconocimiento hacia las demás personas.

Amistad.
Se trata del afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra. Una
amistad es una relación afectiva entre dos personas, construida sobre la base de
la reciprocidad y el trato cotidiano. Valores fundamentales en una amistad son la

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lealtad, el amor, la solidaridad, la incondicionalidad, la sinceridad y el


compromiso.

Compasión y comprensión.
Tener en cuenta la realidad de otras personas. La compasión es capaz de
comprender la situación del otro conectándose desde un sentimiento de
solidaridad para responder a sus necesidades.
La comprensión es una actitud de tolerancia frente a una situación determinada.
Las personas comprensivas, de este modo, logran justificar o entender como
naturales las acciones o las emociones de otras.
Se trata de ponerse en el lugar o la situación de otra persona. El valor de la
comprensión es muy importante ya que les ayudará a valorar y entender las
diferencias de los demás.
Los valores éticos suponen la libertad. Pues yo elijo. Los valores éticos provocan
la obligación, del “tú debes”, en una paradoja de que “mi libertad no es libre”
para rechazarlos si quiero mi realización personal. Esto es debido a que si somos
personas y afectan a la realización de su existencia como tal nos debemos a ellos,
estamos sujetos a asumirlos para realizarnos humana y comunitariamente.
Cooperación.
Este valor el principal componente para mantener relaciones sociales armoniosas,
por eso, la cooperación no puede pasarse por alto. La cooperación no es más
que la asistencia que se ofrece para llevar a cabo un trabajo en común.
Se hace para cumplir un objetivo compartido. Tal y como ocurre con el resto de
los valores, se trata de hechos sociales que se producen en el entorno en el que
se desenvuelven las personas.

Empatía.
El educando tiene que aprender a ponerse en el lugar del otro, entender cómo
piensa y las emociones que sienten. Es un valor necesario para la convivencia.

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Este valor nos da la capacidad de entender, comprender, ayudar, apoyar y


motivar a nuestros semejantes. Es sentir lo que el otro siente, reconocer que
necesita de los demás para el buen desarrollo de todas sus áreas, ser consciente
de que todo en la vida de las personas que nos rodean puede no estar bien y
que nosotros podemos ayudarlos.
Generosidad.
Entendida como el acto de dar a otros, el acto de servir sin esperar nada a
cambio. La generosidad, es un valor que motiva a dar, a ayudar, a tener
compasión. Las personas generosas tienen una buena autoestima, son
conscientes de que ellas son importantes, pero también saben que los demás lo
son. Son personas agradecidas que corresponden a los demás con iniciativas
positivas y muestras de cariño.
Justicia.
La justicia es uno de los valores que tiene mayor relación con la convivencia
armoniosa de los educandos. Se basa en el conjunto de reglas y normas que se
establecen para que puedan existir relaciones adecuadas entre personas e
instituciones.
Esta es la que permite autorizar, prohibir o permitir acciones específicas en la
interacción que ocurre entre individuos e instituciones. En pocas palabras, este
valor tiene que ver con la concepción de lo que es bueno para todos los que
conforman una misma comunidad.
En la práctica, su finalidad es reconocer qué es lo que le corresponde y le
pertenece a cada persona. A través de la justicia se respeta el derecho de los
individuos, se recompensa su esfuerzo y se garantiza su seguridad.
Respeto.
Este es el valor que permite que el educando pueda reconocer, aceptar y apreciar
las cualidades que tienen otras personas, así como sus derechos.
El respeto es entender que más allá de ‘mis derechos’ y ‘mis libertades’, también
existen los derechos y las libertades del prójimo. Este valor resulta esencial para
tener una buena convivencia y comunicación con las demás personas.

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Solidaridad.
Para convivir de forma armoniosa es necesario que exista la solidaridad. Este
valor consiste en prestar ayuda a otras personas sin importar cuál sea su religión,
su cultura, su género o su posición social. Con la práctica de la solidaridad se
crean lazos sociales que unen a los distintos miembros de una comunidad.
Este valor implica tener sentimientos como el afecto, la empatía, el sentido de
justicia y la ayuda desinteresada. Además, la solidaridad es lo que permite que
se lleven a cabo acciones concretas que respondan de manera favorable a las
necesidades de los demás.
Tolerancia.
La tolerancia es un valor íntimamente relacionado con el respeto. Se trata de la
capacidad para aceptar la diversidad de opinión, social, cultural, étnica y religiosa.
También tiene que ver con el saber escuchar y aceptar a las demás personas tal
y como son, sin juzgarlos.
Gracias a la tolerancia se puede vivir en una sociedad donde se respeten las
diferencias de cada persona, desde su pensamiento hasta sus acciones. Pero, a
pesar de lo mucho que ha evolucionado el mundo y las sociedades que lo
componen, la tolerancia es un valor ausente en muchos lugares.

LA ÉTICA

La diversidad en el aula increpa, asusta, molesta. La diversidad en el aula es una


realidad que no podemos obviar. Responder a esta diversidad es una obligación
regulada normativamente; ofrecer los apoyos y los ajustes necesarios en función
de las necesidades individuales, también. Hablamos de inclusión bajo la mirada
de responsabilidad jurídica, cuando es necesario comenzar a hacerlo desde la
ética, desde la filosofía, desde los cuestionamientos personales que responden a
las preguntas ¿Cómo veo la diversidad? ¿Cómo la siento? ¿Cómo la vivo? ¿Cómo
la nombro? Estas respuestas concretarán las propias barreras personales y la
lucha para eliminarlas será un triunfo para la inclusión.

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La ética pretende definir los comportamientos correctos, no los que son


aceptados por la sociedad, porque estos pueden ser injustos y la ética nos hace
reflexionar sobre ello. La ética implica reflexión individual para poner en duda la
normalidad, para ser disruptivos con la norma que nos constriñe. En este
momento actual, donde todas las Comunidades Autónomas están elaborando
normativas sobre inclusión, el debate que falta es un debate ético. Centramos la
mirada en la diferencia, en el otro y nos fijamos en su déficit para categorizarlo,
para normalizarlo. Nos fijamos en lo que tiene o no tiene, que lo distingue de los
demás; nos fijamos en sus necesidades educativas para hacer adaptaciones y
que sea igual al resto; pero no nos cuestionamos qué sentimos nosotros, como
personas, con la diferencia, con el otro. Lo que pasa, lo que está pasando, ya lo
sabemos: segregación, acoso, injusticias… Pero lo que sentimos… seguramente
no es lo mismo. Y la educación inclusiva es pensar con el corazón, es ver al otro
como igual, es transformar.

Asociamos la diversidad a etiquetas, a números, a dictámenes, a informes, y


pocas veces hablamos de humanidad, de personas, de vida. ¿Cuándo les
preguntamos a los niños y niñas, a los adolescentes, a los jóvenes, cómo se
sienten? ¿Cuándo les preguntamos qué sueños tienen? ¿Cuándo caminamos a su
lado? Asusta la heterogeneidad, porque la sociedad nos habla de perfección
uniforme, asusta lo diferente porque es distinto y desconocido. Por eso más que
nunca, es necesario replantearse la educación desde una concepción humanista
que sitúa en el centro a la persona, desarrollando las capacidades necesarias
para que todas las personas tengan calidad de vida y ofreciendo alternativas al
modelo dominante del conocimiento, que se dirige, casi exclusivamente, a la
validación del mismo.

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