Padres Solteros
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Papeles de Población
ISSN (Versión impresa): 1405-7425
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Universidad Autónoma del Estado de México
México
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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Padres solteros de la Ciudad de México. Un estudio de género/P. MENA y O. ROJAS
Resumen
Palabras clave: padres solteros, Ciudad de México, género, masculinidad, crianza y cuidado de
los hijos.
Abstract
In this article we analyze from a gender perspective the experience of some single fathers
living in the Metropolitan Zone of Mexico City. We use a qualitative approach to study in depth
the way in which these fathers organize their working and family life once they are in charge
of their children in absence of the mother. The aim of our study is to discover any changes
in father’s role related not only with breadwinning but also with domestic labor as well as
children upbringing.
Key words: single fathers, Mexico City, gender, masculinity, children upbringing.
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INTRODUCCIÓN
L
a sociedad mexicana se ha transformado significativamente
durante las recientes décadas como resultado de un proceso
acelerado de modernización, industrialización y urbanización.
A ello se agregan los avances sustantivos en los niveles educativos
alcanzados por la población, además del acceso masivo a los servicios de
salud y de planificación familiar que han redundado en un significativo
descenso de la fecundidad. Es también notorio el sostenido incremento
de la participación femenina en el mercado de trabajo, al tiempo que se
deterioran las condiciones laborales para los varones mexicanos.
Este conjunto de cambios sociales, económicos y culturales ha afectado
de manera significativa la formación, los arreglos, así como la composición
y estructura de las familias mexicanas. Se detecta un aumento paulatino de
las separaciones y divorcios, de las familias recompuestas,1 monoparentales
y sin hijos, así como de los hogares unipersonales, de aquellos con varios
proveedores y de los encabezados por mujeres (Oliveira, 1994 y 1998;
Salles y Tuirán, 1997; García y Oliveira, 1994 y 2006).
Además de estas transformaciones en la conformación de los hogares
mexicanos, que divergen claramente de las formas tradicionales, también
se han detectado cambios en su organización y funcionamiento, que
probablemente estén implicando una modificación en algunas dimensiones
de las relaciones y de las identidades de género. La investigación reciente
da cuenta de que en algunos sectores sociales se están registrando procesos
de redefinición de las imágenes sociales sobre lo femenino y lo masculino
(Oliveira, 1998; Ariza y Oliveira, 2004; García y Oliveira, 2005, 2006).
En particular, la creciente precarización del empleo masculino y la
consecuente reestructuración de los arreglos laborales de los hogares por
la creciente participación económica femenina, producto de las continuas
crisis económicas experimentadas en el país desde los años setenta y de
los nuevos requerimientos del mercado de trabajo, están contribuyendo a
poner en cuestionamiento el esquema de familia nuclear, el papel de los
hombres como proveedores únicos de las familias, así como la centralidad
del poder y la autoridad en la figura del padre (Vivas, 1996; Gutmann,
1996; Tuñón, 1997; García y Oliveira, 2005, 2006; Salguero, 2006; Rojas,
2008).
1
Familias compuestas por padrastros, madrastras, hijos e hijastros (Arriagada, 2005).
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Por lo que respecta a las posibles transformaciones del papel que los
varones están desempeñado en el ámbito doméstico, la investigación en el
país aporta elementos para señalar que entre los varones de generaciones
más jóvenes, sobre todo de sectores medios y urbanos, es destacable un
cambio en las representaciones que tienen de sí mismos, al compararse
con la figura tradicional del hombre fuerte, proveedor único que detentaba
la autoridad familiar y ante el cual la esposa y los hijos se subordinaban
(Vivas, 1993; Salguero, 2006).
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Hay indicios de que entre estos varones está ocurriendo una cierta
flexibilización y ampliación del papel de padre más allá de su desempeño
como proveedor, pues se detectan entre ellos signos de un mayor nivel
de involucramiento en la crianza y, en menor medida, en el cuidado de
sus hijos, así como el establecimiento de relaciones más cercanas con sus
pequeños. Estos varones valoran a sus hijos no solamente en términos de
los costos que implica su manutención y educación, sino fundamentalmente
del tiempo, afecto y atención que desean brindarles. Puede decirse que entre
estos padres existen nuevas normas de relación paterna, basadas más en la
amistad y el compañerismo con sus hijos que en el ejercicio de autoridad
(Vivas, 1993; Gutmann, 1996; Salguero, 2006; García y Oliveira, 2006;
Rojas, 2008).
Estos hallazgos han llevado a proponer que estas modificaciones en
los significados y en las prácticas de la paternidad pueden formar parte de
reevaluaciones y cambios en la identidad masculina (Gutmann, 1993).
A pesar de estos significativos avances en la ampliación y flexibilización
en su papel como padres entre los varones mexicanos, hay una dimensión
que todavía refleja cierto apego de la mayoría de los padres mexicanos a
los estereotipos tradicionales de género, y se refiere a la preferencia que
muestran por procrear al menos un hijo varón y al establecimiento de
diferencias en la forma de criar y cuidar a sus hijos e hijas, puesto que
prefieren relacionarse de manera más cercana con sus hijos antes que con
sus hijas (Torres, 2006; Haces, 2006; Rojas, 2008).
Existen diversos contextos sociales, principalmente indígenas y rurales,
en los cuales los hijos varones todavía son más valorados que las mujeres
en términos económicos porque pueden ayudar a aportar parte del sustento
familiar y porque pueden asumir la autoridad en la familia en ausencia del
padre, debido a que se considera que tienen más carácter y pueden cuidar
a su madre y hermanas. A ello se agregan las consideraciones de que los
hijos varones sufren menos que las mujeres y que ellas requieren de más
cuidados (Castro y Miranda, 1998; Bellato, 2001; Módena y Mendoza,
2001; Torres, 2006; Haces, 2006, Rojas, 2008).
En el ámbito urbano mexicano, sobre todo en sectores populares,
también se han encontrado evidencias de una preferencia masculina por
tener al menos un hijo varón. Las razones tienen que ver con el deseo de
perpetuar el apellido paterno, con el orgullo y la satisfacción de hacerse
acompañar por los hijos varones cuando se está con los amigos, cuando se
acude a los partidos de futbol o basquetbol que disputan con sus amigos
durante los fines de semana, o cuando se acude al trabajo. Todo ello implica
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también una preferencia por establecer un vínculo más cercano con los
hijos hombres, pues su labor formativa como padres está estrechamente
ligada a las enseñanzas necesarias para llegar a ser un buen proveedor. En
este proceso, los padres pueden contar eventualmente con el apoyo de sus
hijos para complementar el sustento familiar debido a la precaria situación
de sus hogares. Se considera que los padres, en tanto hombres, no pueden
relacionarse de manera cercana con sus hijas porque no pueden salir con
ellas cuando visitan a sus amigos, ni pueden participar directamente en su
crianza, pues las niñas han de permanecer al lado de su madre, quien tiene
mayor responsabilidad en esta materia (Torres, 2006; Haces, 2006; Rojas,
2008).
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LA PROPUESTA DE INVESTIGACIÓN
4
En esta investigación entendemos como cuidado de los hijos aquel trabajo que consiste en bañarlos,
vestirlos, alimentarlos, llevarlos a la escuela, jugar y realizar alguna actividad extraescolar con
ellos. En cambio, la labor de crianza implica informar y formar a los hijos, además de fomentar en
ellos ciertas actitudes, valores y conductas (Carrasquer et al., 1998).
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Es por ello que casi todos ellos consideran que la ausencia de la madre
tiene repercusiones negativas en la vida de sus hijos, pues piensan que ellos
no pueden brindarles el mismo afecto que da la madre. Éste es uno de los
motivos por el que un par de nuestros entrevistados buscó una nueva pareja
que se hiciera cargo de sus hijos. Sin embargo, al no lograr consolidar estos
nuevos vínculos, uno de ellos terminó haciéndose cargo de sus hijos y el
otro delegó las actividades domésticas y el cuidado y crianza de sus hijos
en otros miembros de su familia:
Pero lo malo es que no estuvo la mamá, pero, la mamá es otra cosa. Usted vea
a su mamá, no es lo mismo que… no sé, cómo la ve, pero yo considero que su
mamá es otra cosa que su papá.
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Y él [su hijo] hace, y él como que ha sabido; por ejemplo, nunca ha llorado
por la falta de mamá, no porque no la quiera, porque la quiere mucho y ella
también lo quiere muchísimo, porque creo que siempre como le hablaba por
teléfono y le decía: “Mi amor, tienes que mudarte conmigo”, y como que es
muy consciente de lo que está pasando.
P: Pero, entonces ¿el niño tiene contacto con su mamá?
R: Ah, sí, claro, ahorita es como dos o tres veces por semana, porque ha habido
problemas de comunicación y luego ella se desespera.
P: ¿Pero se hablan por teléfono?
R: Sí, sí, pero le habla cinco minutos y ya se cansa (37 años, sector medio).
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hijos], ellos ya lo hacen ahorita ¿no?, pero en ese momento era, toda la ropa
sucia iba a la lavadora y el fin de semana era separar blanca de color y se
lavaba. Entonces nos acoplamos […] ahorita sigue siendo así, yo cocino, ellos
lavan. Ellos lavan trastes, ellos ponen la mesa, o sea, son normas que se han
ido haciendo y que se mantienen, sí, entonces, se compró lavadora porque no,
no había lavadora, pero la solventamos, solventamos la situación (45 años,
sector medio).
Contrasta con esta actitud, aquella mostrada por los padres maduros
de sectores medios, y sobre todo de los más jóvenes de ambos sectores
sociales, quienes señalaron que su participación en estas labores ya era
significativa cuando vivían con su cónyuge, por lo que no es extraño para
ellos hacerse cargo de las mismas ahora que se han hecho cargo de sus
hijos:
A mi me tocaba lavar la ropa, a mi me tocaba esto, ¿por qué?, pus porque
ella trabajaba. Yo salía a descanso, tal día también descansaba, total que…
empezamos bien. Empezamos bien, hasta el punto en que yo terminaba
haciéndome cargo de mi hija completamente y de las labores del hogar (24
años, sector medio).
Cabe señalar que los padres solteros que ahora realizan el trabajo
doméstico en sus hogares lo valoran sólo hasta que ellos se empiezan a
hacer cargo del mismo, porque se dan cuenta del tiempo y esfuerzo que
implican estas tareas:
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Sí, la comida, ya aprendí, aprendí. Fue muy difícil porque nunca… Bueno, sí
había visto la cocina, ya la había visto, pero nunca me… Se veía fácil, pero
no.
P: ¿Y cuándo aprendió a cocinar?
R: Pus fíjate que este, cuando yo y ella [su exesposa] hablamos. Pus luego,
luego, al otro día o el mismo día creo [se ríe] Yo, en lo que me acomodaba dejé
de trabajar en lo que aprendía, porque sí fue muy… se ve fácil, ¿eh? Pero no,
el trabajo de una mujer, híjole, es respetable, es mucho, la verdad. Yo respeto
mucho su labor ante un hogar. Entonces en lo que yo me adapté, llevaba a los
niños, me chillaban, no me chillaban y que órale a las juntas y todo ese rollo
(41 años, sector popular).
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padres recurren. Es conveniente señalar que entre estos padres fue común
el señalamiento de que tuvieron que hacerse cargo de sus hijos por que
no tuvieron otra alternativa, situación que muy probablemente se asocie a
este mínimo involucramiento en los cuidados que sus hijos requieren y a
la distancia emocional que establecen con ellos. Sus testimonios indicaron
que casi no comparten actividades con sus hijos en su tiempo libre, por
lo que sus hijos realizan actividades de esparcimiento con amigos de su
misma edad.
El caso del padre maduro de sector popular, asociado a este grupo de
padres, llama la atención porque aunque él decidió quedarse de manera
arbitraria con sus hijos desde que eran muy pequeños, hace 13 años, ello
no propició una modificación y ampliación de sus funciones paternas. Este
padre recurrió desde el principio a su madre y a su hermana para que se
hicieran cargo de los cuidados de sus hijos, mientras él ha tenido poco
contacto con ellos.
Contrasta, en cambio, la actitud mostrada por los otros padres maduros
y los jóvenes, de ambos sectores sociales, quienes en la práctica modifican
de manera significativa los roles y estereotipos asociados a las formas de
ser padre, al mostrar un alto nivel de participación tanto en los cuidados
como en la crianza de sus hijos, y al procurar pasar más tiempo con ellos
e involucrarse en sus actividades de esparcimiento. La investigación
encontró que, en particular, los padres jóvenes ya tenían una relación muy
cercana con sus hijos y una participación muy activa en sus cuidados y
formación desde antes que se separaran de sus esposas y se hicieran cargo
de los hijos:
Yo le daba de comer, le daba este… Ella [su expareja] lo bañaba al principio.
Lo bañaba. De repente, si tenía que comer otra vez, ya le daba su papilla y,
pues, en la noche, chiquitito, pues ya casi no daba lata, y nada más le daba de
cenar como a las nueve de la noche.
P: ¿Quiénes hacían la tarea?
R: Él [refiriéndose a su hijo] y yo. Hacíamos la tarea ¿qué más?, o jugar un
rato, pero eso de jugar un rato por lo regular era en los días que yo descansaba,
porque el mismo día pues si estaba medio dañado por, por estar trabajando. Al
otro día, pues ya me levantaba bien, dormía mis ocho horas y ya nos salíamos
enfrente. Teníamos un parque, pues ya nos salíamos allá. Y al otro día también.
Ya nada más de regreso, pues este, en la tardecita dormía un rato y ya para
prepararme para irme a trabajar.
P: En esa época ¿quién bañaba a su hijo?
R: Yo.
P: Y ¿quién lo vestía?
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R: Yo.
P: ¿Le preparaba la comida?
R: De hecho, hubo un tiempo en que estaba haciendo la comida yo. Pero ¡no!
también quita mucho tiempo.
P: O sea que, prácticamente, cuando vivías con tu expareja, ¿te hacías cargo de
bañarlo, de vestirlo, y de todo?
R: Casi un setenta por ciento. Sí, de hecho, siempre está bañado, pero bueno,
ya después de este, chiquitito, como hasta los dos años y medio. Ya después
de todo ese tiempo pues ya se estuvo bañando conmigo. Inclusive cuando era
chiquito, luego, cuando me metía a bañar, ya cuando le toca a ella, pues ya, en
la regadera, pues ya. Sí, y vestirlo, peinarlo (29 años, sector popular).
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R: Sí, los gastos, los gastos […] entonces estamos, ya no me acuerdo, seis
meses. Yo me comencé a aburrir […] Yo a ella no le daba molestias, porque
entonces ella era la que monetariamente apoyaba, entonces si le daba más
molestias, ya como que no. Entonces a los seis meses salí así, dije: “Voy a ir
a conseguir trabajo, a ver en la noche, a donde sea”, pero yo... también para...
pus ya no quería que ella me ayudara. Yo ya no quería, realmente.
P: ¿Por qué?
R: Porque pus ella, fíjate, ganaba poco, entonces como que yo sentía un abuso
que me estuviera dando ¿no? y pus yo decía: “Pus bueno, pus más o menos
joven, pus yo puedo ¿no? Yo puedo, yo puedo hacer también”. Encontré a
unos amigos que ya tenía tiempo que no los veía, ellos se dedican al comercio
ambulante … Comienzo a vender y comienzo a ganar bien... en ese entonces
ya comienzo a ver. Yo hablo con ella ¿no? Le digo: “Ora sí, gracias” ¿no?
Entonces, “ya, mira, me puedo sostener”, Insiste y dice que no, que le quiere
dar a sus hijos. Le digo: “Pus ya mejor no me los des a mí y mejor, este... ven
por ellos y cómprales o llévatelos a comer.” Y así estuvimos.
P: ¿Actualmente les da ella algo para sus hijos, lo apoya?
R: No, ya tiene a su pareja. Entonces yo hablé con ella y le dije —y pus creo
que le gustó ¿no?— que yo realmente pus orita yo podía con ellos, que ahorita
no había la necesidad de que ella me apoyara, que ella me había apoyado, que
pus ora, realmente… porque ella todavía trabaja, trabaja y no gana mucho, pero
trabaja. Entonces le dije, pus “Ya, yo me hago cargo”, pero sí ¿eh? A la niña,
en ropa o lo que le piden se los da, se los da, se lo compra. En los cumpleaños
les manda sus regalos, o a veces les hace fiesta, o sea, ese lado sí, sí, sí les…
cuando ellos tienen la necesidad se los da (41 años, sector popular).
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P: ¿Por qué?
R: Tal vez por machismo, tal vez por machista, por decir: “Mira, es hombre”.
¿No?, a veces […] Un sentimiento, sí un sentimiento bonito de paz, de hombre,
de que tu hijo es varón. O sea qué padre (38 años, sector social popular).
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CONSIDERACIONES FINALES
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para hacerse cargo de los hijos y por ello la ausencia de las madres, en
su opinión, tiene repercusiones negativas en la vida de sus hijos, porque
ellos no pueden brindarles el mismo afecto que una madre. Sin embargo, a
pesar de la existencia de estas concepciones, varios entrevistados terminan
haciéndose cargo de sus hijos porque piensan que las madres de sus hijos
no tienen la capacidad de hacerlo.
Entre los entrevistados es generalizada su identificación como varones y
como padres a partir del cumplimiento del papel como proveedores de sus
hogares, manifestando fuertes resistencias a modificarlo o flexibilizarlo.
Esta resistencia se expresa de manera muy clara en el manifiesto rechazo
a recibir aportaciones económicas de las madres de sus hijos para su
manutención cuando ellos se quedan a su cargo.
Por lo que se refiere a las posibles modificaciones en las prácticas
paternas una vez que se hacen cargo de sus hijos, notamos que los padres
mayores, y uno maduro de sectores populares, es decir, los de mayor
edad, cumplen exclusivamente con el rol de proveedores y formadores
de sus hijos, participando exclusivamente en su crianza pero no en sus
cuidados ni en las labores domésticas. Estos varones prefieren recurrir a
sus redes familiares de apoyo, conformadas principalmente por mujeres,
para la realización de estas actividades. Notamos que esta resistencia para
expandir su papel como padres más allá de la proveeduría ya existía en sus
hogares antes de quedarse solos con sus hijos, puesto que eran sus esposas
quienes se encargaban por completo de las labores domésticas, así como
del cuidado de los hijos. Estos padres se caracterizan por mantener una
distancia emocional y física con sus hijos y por utilizar formas un tanto
violentas para disciplinarlos.
Los padres más jóvenes de ambos sectores sociales, en cambio, han
ampliado de manera significativa su papel como padres, aportando la
manutención de sus hogares y participando activamente no sólo en el
cuidando y la crianza de sus hijos, sino también haciéndose cargo de buena
parte del trabajo doméstico. Se trata de padres muy cercanos a sus hijos,
puesto que conocen sus necesidades y conversan con ellos para corregir sus
comportamientos. Sin embargo, esta forma de paternidad tan participativa
en la crianza y cuidado de sus hijos y en las labores de la casa, ya era
característica de estos varones aun antes de la separación de su cónyuge.
Entre los padres maduros encontramos algunos cambios en sus actitudes
y prácticas una vez que se hacen cargo de sus hijos al separarse de sus
compañeras. Estos padres solteros señalaron que tuvieron que adaptarse a
la nueva situación de sus hogares y hacerse cargo de gran parte del trabajo
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doméstico, así como de los cuidados que sus hijos requerían, actividades
en las que eran muy poco colaboradores cuando convivían con sus esposas.
Esta adaptación fue particularmente difícil para ellos porque no contaron
con redes familiares de apoyo para auxiliarlos en estas labores. Además de
estos cambios, también relataron que habían logrado estrechar el vínculo
emocional con sus hijos, puesto que ahora los conocen más y están más
tiempo con ellos conversando o jugando.
A pesar de estas modificaciones, queremos destacar que el apego que
los entrevistados mostraron a las valoraciones tradicionales en torno a lo
masculino y lo femenino se expresan también en la forma de educar a
su descendencia, puesto que establecen claras diferencias entre sus hijas
y sus hijos cuando se relacionan y conversan con ellos. Estas mismas
construcciones de género prevalecen cuando se distribuye el trabajo
doméstico entre los hijos, puesto que en los hogares donde hay hijos e
hijas, son ellas y los padres solteros quienes llevan a cabo los quehaceres,
dejando al margen de esta responsabilidad a los hijos varones.
En otro orden, nos interesa comentar que al indagar sobre los estigmas
que pudieran recaer sobre los padres solteros entrevistados, de la misma
forma en que las madres solteras los padecen, encontramos que lejos de ello,
estos padres son admirados y altamente valorados por familiares, amigos
y conocidos. Son las exparejas de estos varones quienes son criticadas y
estigmatizadas por dejar el cuidado de los hijos en manos de los padres.
De tal suerte que el estigma parece perseguir siempre a las mujeres, ya
sea como madres solteras o como madres que dejan a sus hijos a cargo de
quienes fueron sus esposos.
Podemos señalar finalmente que los hallazgos de esta investigación
sugieren que las transformaciones en el ejercicio de la paternidad de
los padres entrevistados se deben fundamentalmente a un cambio en las
mentalidades de los padres, cambio que está influido por la generación a
la que pertenecen, tal como lo ha señalado la literatura en la materia. Sin
embargo, no podemos descartar los cambios operados en las percepciones
y las prácticas de los varones maduros, quienes a partir de su condición
de padres solteros se involucran de manera más activa en la crianza y
cuidados de sus hijos, además de las labores domésticas de sus hogares.
Finalmente, creemos que es necesario continuar estudiando en profundidad
las experiencias de los padres solteros con investigaciones que consideren
un mayor número y diversidad de casos.
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Olga ROJAS
Licenciada en Sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana,
maestra en Demografía y doctora en Estudios de Población por El Colegio
de México, institución donde labora como profesora-investigadora desde
hace varios años. Ha sido profesora en diversas instituciones de educación
superior como la Universidad Autónoma Metropolitana, El Colegio de la
Frontera Norte y El Colegio de México. Es miembro del Sistema Nacional
de Investigadores en el nivel II. Sus temas de interés en la investigación
están relacionados con la familia, el género y la reproducción. Temas sobre
los que ha publicado diversos artículos y capítulos de libro. Es autora
del libro Paternidad y vida familiar en la ciudad de México, publicado
recientemente por El Colegio de México.
Correo electrónico: [email protected]
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ANEXO
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Papeles de POBLACIÓN No. 66
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CIEAP/UAEM