Libros de Caballerias

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Libros de caballerías

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Xíbros de Caballerías

Segunda $>arte
llueva biblioteca &e &utoree £epañolee
bajo la dirección del

11

Xíbros de Caballerías

Segunda fiarte

Ciclo de loe 1£>almerinee <*> l&rtravagantee

6loeario Cariantes Correccíonee índices

Bdolto ^Bonilla i ^an Martín

Catedrático de la Universidad Central. dDiembro de la totepanic Societp


of Smerlca (Hete yort), etc.. etc.

O&adrfd

Wllfr Xiilliére é fójos, Vítores


piaja de Santa Bna. nñm. 10.
1908

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CICLO DE LOS PALMERINES

k y eaa Palma de Ingalaterra «e


guardo y ae conserve como á comí única, y
«e hnga para ella otra caja como la que
halló Alejandro en los despojos de Darío,
que la diputó para guardar en ella las
ohraa del Poeta Homero.»

(Miguel de Cervantes Swvedn: hl 1 npen toso


Hidalgo don Quijotr >le la Mancha; t,fí.»

MBB06 DE CABALLERÍAS.— 11.— 1

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Cauallero 3jbalmerín t>e ínglatcrrabíjoocfrcKfi^

©uardos: £ t>c fuá grandes pzoc^ae : ? &e §lo:ún<rt>el

fcefierto fu fcermanoxon algunas bel punctpe^lozencloa

tojo be Camaleón. 3mp:elío Mño.í)b¿®x\vi\i

u**m or chiumíh,- ir,, uto. 3

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LIBRO DEL MUY ESFORZADO CABALLERO

PALMERIN DE INGLATERRA

HIJO DEL REY DON DUARDOS, Y DE SUS GRANDES PROEZAS}

T DE FLORIANO DEL DESIERTO, SU HERMANO} CON ALGUNAS DEL PRÍNCIPE

FLORENDOS, HIJO DK PRIMALEÓN

PRÓLOGO satisfacer este mi desseo. Y como supiesse


vuestra merced ser aficionado a leer hechos
DIRIGIDO AL MUY MAGNÍFICO SEÑOR DON ALON- grandes de i>ersonas señaladas en armas, y
SO Carrillo, etc., mi señor, hecho por fuesse dado tanto á la milicia dellas, quisse
Miguel Ferrel, servidor y criado stjyo. este pequeño fruto dedicalle á vuestra mer-
ced, para que tomasse el favor necessario, no
osando sin el sol tal lo en tan bravas ondas de
Demetrio Falereo, magnifico señor, amo- tan tempestuoso mar de las mordaces len-
nesta al rey Ptolomeo que leyesse muchas guas de los ociosos lectores. Y bien só, según
roces loe libros que hablan del reino y del el Apóstol dice, que todas las cosas que es-
imperio ó caballería, porque lo que los ami- criptas son, se escribieron para nuestra doc-
ffos no osan amonestar se halla escripto en trina enseñanza.
y Y aunquo estas historias do
ellos; sentencia por cierto excelente, porque caballerías algunos las muerden y detraen,
no hay cosa más provechosa al caballero que diciendo ser mal ejomplo para los que las
poder atraer á su utilidad y provecho los leen, no deben de saber, como dice el sabio,
ingenios y consejos y dichos prudentes y que en el mundo hay dos maneras de millicia,
cabios de aquellos que de todos los passados y que en cada una se tratasse y hobiosse ejer-
han sido muy estimados, y tener de donde cicio de aquellas cosas que do mayor primor
pueda tomar industria para gobernar sus y perfición la adornassen; como en esta nues-
amigos, y aviso para regir su persona (que tra milicia de lo humano estas cosas tan ne-
es lo más difícil de todo), y su prudencia y cessarias sean para traer los ánimos á las ar-
ingenio augmentarlo de tal manera, que no mas yejercicio dellas, comoviendo los áni-
solamente en estado y riquezas, pero tam- mos varoniles á semejantes cosas hacer que
bién en virtudes, con verdadera opinión y los antiguos hicieron. Y esto aviso bien só que
kor de todas las gentes, parezca exceder á en vuestra merced no cabe, pues todos sus an-
los ntros. Pues como yo siempre enderezasse tecessores pueden « aliar sus famas con la que
mi desseo á que mis servicios pudiesson traer de vuestra merced se suena, magnífico como
alzún fructo al servicio de vuestra merced, Aristomeno Menessio, constante assí como
ai¡nque me han faltado las fuerzas, no me ha Rómulo, immutable según Marco Servilio,
faltado la voluntad. La cual, según dice el bien afortunado como Marco Sergio, paciento
porta, como no por esso sea menos de loar, en las adversidades y infortunios (pues como
Uniéndola yo, como siempre la tuve, tan mortal les es vuestra merced obligado) como
aparejada para servir á vuestra merced , Scipión africano, y, on fin, escudo y amparo
esforoéme á que en alguna manera pudiesso de los que poco pueden. Y aunque se revol-

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LIBROS DE CABALLERIAS
EL AÜCTOR AL LECTOR
viessen todas las antiguas y modernas his-
torias, no se hallarla en tan próspera for-
tuna nadie más humano ni de toda soberbia Leyendo esta obra, discreto lector,
más enemigo. Ni aquesto hará presumptuoso vi ser espejo de hechos famosos,
á vuestra merced como á muchos, pero mag- y viendo aprovecha á los amorosos,
nífico como á pocos. Mas passando por esto se puso la mano en esta labor;
como por cosa quo más espacio requiere, y halló que es muy digno de todo loor
más vivo juicio que el mío con más delicado un libro tan alto en todo facundo;
decir, suplico á vuestra merced que este mi reviven aquí los nuevo que al mundo
atrevimiento sea tomado con la intención que tomaron renombres de fama mayor.
fue fabricado, que os comenzar á Bervir algo Aquí los passados su nombre perdieron,
de las muchas mercedes que de vuestra mer- dejando la gloria aquestos presentes;
ced recebidas tengo. Y suplico á vuestra mer- olvido se tenga de aquellos valientes,
ced ponga cobertor á mi atrevimiento y es- habiendo mirado lo questos hicieron;
fuerce mi temor (que no ha sido pequeño) de veréislos, letores, en cuanto subieron
poner este mi pequeño fruto en el examen de tratando las armas en las aventuras,
su mucha prudencia. Que, como otros escrip- obrando virtudes dejaron ascuras
tores temen á la antigua costumbre del mal- Roldán y Amadís que ya perescieron.
decir del vulgo, assí yo [he] estado temblan- Aquí Palmerín os es descubierto,
do sabiendo lo mucho que vuestra merced los hechos mostrando de su fortaleza;
alcanza, que es tanto, que, á querer favorecer leelde, pues es historia de alteza,
á la patria y naturaleza, sería entre los espa- en todo apacible con dulce concierto;
ñoles otro quo fue Mario Cario entre los ro- coged con sentido en ello despierto
manos. T pues, según dice el Philósopho, el todas las flores de dichos notables,
afición es la que rige la voluntad, y ésta tanta oyendo sentencias que son saludables,
siempre haya tenido á vuestra merced como á robando la frota de ajenos güertos.
señor, gobierne y lime su mucha prudencia Diróte, lector, aquí solamente:
mi grande ossadía. Quiriendo antes, como aqueste tratado no dejes de haber,
dice el philósopho Polemón , dicípulo y su- sabiendo cuán poco puedes perder:
cessor de Xenocrates, de los que ni mucho habiendo mirado el bien de presente,
alcanzan ni saben sor juzgado por indocto y la habla amorosa y estilo elocuente,
atrevido, que de vuestra merced, como pru- verás las razones y gracias donosas;
dente ysabio, dejar de ser con clemencia dirás no haber visto batallas famosas
reprendido y enmendado. si aqueste mirares, en todo excelente.

Fin del prólogo.


Deo yracia*.

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LIBRO PRIMERO

DEL FAMOSO Y MUY ESFORZADO CABALLERO PALME RÍN DE INGLATERRA,


HIJO DEL REY DON DÜARDOS, Y DE SUS GRANDES PROEZAS; É DE FLORIANO
DEL DESIERTO, 8Ü HERMANO, CON ALGUNAS DEL PRÍNCIPE
FLOREN DOS, HIJO DE PRIMALEÓN

Capítulo I. — Cómo saliendo don Duardos ú allí viera , como en esta primera parte se
caza ú la Floresta del Desierto se perdió, y cuenta, assí como aconteció.
fue ú la torre de Dramusiando, donde por Que saliendo un día don Duardos á monte
engaño fue preso. á la floresta del desierto, que hacia la parte
de la mar que de ahí á cuatro leguas estaba,
Después que don Duardos, príncipe de llevando consigo á Flérida y á sus damas,
Inglaterra, vino del imperio de Grecia, aca- mandó asentar sus tiendas en un verde pra-
badas las fiestas de su casamiento, como en do, junto de una ribera que por allí corría,
el libro de Primaleón se cuenta, no passó que con sus corrientes y claras aguas con-
solaba los corazones tristes. No passó mucho
mucho tiempo que Flérida' se halló preñada,
y porque en estos días era tanto su enamo- tiempo, dewpués que allí llegaron, que hacia
rado, como los otros en que se llamara Julián, la parte do la floresta se hacía mayor, comen-
buscábale todas maneras de passatiempos, zó á sonar la vocería de los monteros, é
para que con ellos sintiese menos su dolen- yendo don Duardos hacia aquella parte vio
cia, porque algún tanto, juntamente con la un puerco grande, que, acosado de los pe-
preñez, se hallaba mal dispuesta, llevándola rros, trasponía por un recuesto; mas él, fián-
muchas veces por los lugares deleitosos de ri- dose en la ligereza do su caballo, le siguió
beras yarboledas, creyendo que, con el gusto de manera que en pequeño trecho le alcanzó
de aquellos deleitosos prados, perdería parte de vista y los suyos le perdieron á él, alon-
de pensar en su dolencia, tomando también gándose tanto, que por harto tiempo no le
por ejercicio ir á montear por las florestas, á pudieron más ver, porque como el puerco no
donde el rey su padre tenía aquellos pala- fuese natural, quien allí le hizo venir le supo
cio» reales, donde él, siendo mancebo, vio á guiar de manera que pudo bien satisfacer
Gridonia sacada por el natural con su león en su intención; los que seguían á don Duardos
sn regazo, cosa que entonces le hizo salir do fueron por el rastro en cuanto la claridad
lngalaterra y combatirse con Primaleón, del día les duró; mas como les fue faltando,
como en su libro se cuenta. Assí por ser los la oscuridad los hizo desatinar de manera
mejores y más bien obrados del mundo, como
que perdieron el rastro. Don Duardos, enle-
por el lugar en que estaban ser aparejado á vado en el gusto de la caza y olvidado de
todo placer, Flérida holgaba tanto en ellos, cualquier peligro que de allí se pudiesse
que rogó á don Duardos que no la llevase do suceder, siguió tanto tras el puerco, hasta
allí hasta su parto ser passado. Y porque tanto que el caballo de cansado no se podía
entonces su padre el rey Fadrique estaba menear; entonces se apeó dél, y quitán-
bueno, no entendía en las cosas del reino, dole el freno le dejó pacer do la yerba para
quería antes passar su vida en lugares soli- que tomasse algún esfuerzo, y con la des-
tarios que en la corte, quiso hacer su volun- confianza que tuvo, no creyendo que á tales
tad en ello como en todo lo demás. Mas la horas podía acertar al lugar do su gente
fortuna, que hasta allí le favoreciera en todas
} quedaba, se acostó al pie de un árbol pen-
las cosas, cansada ó arrepentida de tantas sando dormir algún poco; mas viniéndole á
bonanzas como hasta allí le mostrara, por la memoria con cuánta pena Flérida estaría
usar de su acostumbrado natural y oficio, por su tardanza, nunca pudo reposar, pa-
toIvíó la rueda tanto al revés de lo que hasta sando en esto y en otras imaginaciones que

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o LIBROS DE CABALLERIAS

en semejantes tiempos suelen venir, hasta representaba ser persona de merecimiento,


ser casi la mañana, adonde en aquellas horas tiniendo tal presencia y auctoridad, que obli-
el sueño le vino á vesitar, porque siempre gaba á todo hombre tratalla con mayor aca-
en este tiempo viene á aquellos que bus tamiento de lo que sus obras merecían. Es-
horas gastan en otras cosas. taba acompañada de algunas dueñas y don-
Durmiendo con tanto reposo como se le cellas, ycon ellas le vino á recebir con tan
dejara su cuidado, después que recordó y gran placer, como le hacía tener tenelle en
echó el freno á su caballo, caminó hacia su poder. Don Duardos, después de hacelle
aquella parte que á su parecer su gente que- la cortesía que le pareció necessaria, le dijo:
dara; mas su camino era tan apartado, que cSeñora, estoy tan espantado de lo que aquí
cuanto más caminaba, más se alongaba della, veo, que quería saber de vos quién sois y
y desta manera anduvo hasta tanto que el cuya es esta casa tan encubierta á todos y
sol se quería poner, que se halló en un tanto para no encubrirse á nenguno». La
campo verde, cubierto de deleitosos árbo- dueña le tomó por la mano, y le llevó á una
les, tan altos, que parecían tocar las nubes; ventana que sobro el río caía, diciendo: «Se-
por medio dellos pasaba un río de tanta agua, ñor don Duardos, la fortaleza y el dueño
que en nenguna parte parecía haber vado, y della ostá todo á vuestro servicio; roposa
tan clara, que quien por junto á la orilla ca- aquí esta noche, que por la mañana sabréis
minaba podía contar las guijas blancas que lo que desseáis» . Ño tardó mucho que llama-
en el suelo parecían ; y como la tarde fuese ron á cenar, siendo tan bien servido como lo
serena, y los árboles con gracioso aire se me- pudiera ser en casa del rey su padre ; de ahí
neasen, juntamente con el cantor de las aves le llevaron á una cámara, donde había de
do que los árboles estaban poblados, le trujo dormir, en la cual estaba una cama tan bien
á la memoria aquel gracioso tiempo y las obrada ó rica, que parecía más para ver que
enamoradas arboradas que pasara al cantar para ocuparla en aquello para que fue hecha.
de los ruiseñores en la guerra del emperador Don Duardos se acostó, espantado de lo que
Palmerín llamándose Julián ; y como pensar vía; aunque pensar en Flérida no le dejasse
en esto le trujeHse nueva alegría, caminó descansar, el trabajo passado le hizo bien
por el río abajo tan transportado y desacor- dormir. La señora del castillo, que no espe-
dado de sí, que no tenía memoria para gozar raba otra cosa, viéndole vencido y ocupado
el deleite de tal valle ni sentido para sentir del sueño, mandó á una doncella que en la
el peligro en que ya estaba metido ; antes, cámara entró tomar la su muy rica espada
soltando las riendas al caballo, lo guió para que traía siempro consigo, que la tenía á la
aquella parto para donde su fortuna lo tenía cabecera, y dospués do tomada, sintiendo
ordenado, y assí anduvo tanto, hasta que le que su desseo podía venir á lo que siempro
puso al pie de una torro que en medio del desseara, dijo á otra: «Di á mi sobrino que
río, encima do una gran puente, estaba edi- venga, que con menos trabajo do lo que pen-
ficada, bien obrada y fuerte, y allende desto samos puede tomar venganza de la muerte
muy hermosa para mirar do fuera y mucho de su padre, pues en nuestro poder está ésto,
más para recelar los peligros de dentro, cer- que es nieto y yerno de aquel que le mató» .
cada de álamos altos que de lo hondo del En esto bajó de lo más alto de la torre un
agua salían, tan espessos, que casi empedían gigante mancebo, acompañado de algunos
la vista della á quien de fuera miraba; la hombres armados, y tomando el espada do
entrada della, assí do la una parte como do la don Duardos en la mano, que la dueña le
otra, era por la puente, la cual era tan ancha, dio, dijo: «Por cierto, tú estabas empleada
que se podían combatir en olla cuatro caba- en quien mejor que otro te merecía, mas en
lleros. Don Duardos, recordando de su des- mi poder seras más temida de lo que podía
acuerdo, viendo
y la novedad del castillo y ser por ti aquel que te tenía». Hablando
fortaleza dól, llamó á unas aldabas de hierro estas palabras entró dentro en la cámara assí
que en la puerta estaban. acompañado, diciendo: «¡Don Duardos, don
No tardó mucho que en las almenas se Duardos!» en alta voz: «con menos repodo
paró un hombre, que, por lo ver desarmado, que esso habías de estar en esta casa». Don
le fun luego á abrir. Al cual preguntó cuyo Duardos recordó á sus voces; queriendo to-
era aquel castillo. El portero le rosjvondió mar su espada no la halló, y viendo ansí
que «ubiesse arriba, (pie allá se lo dirían, y aquella gente, dijo: «Por cierto, agora creo
como su corazón no temió los peligros antes •pie en las muy buenas muestras están los
que los viesse, perdido todo temor, entró en muy mayores engaños». Respondió el gi-
el patío, y de ahí subió á una sala, donde fue gante : « Es tan cruda la venganza que des-
recebido de una dueña, que en su presencia seo tomar en tu generación, que contigo solo

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PALMERÍN DE INGLATERRA

no quedo satisfecho, y porque después sabrás quien se puede decir que, presumiendo de
quién soy, agora no te digo más». Entonces esforzado, se venció de quien no lo había
ie mandó prender, sin él poderse resestir, de
que sólo con el corazón sin otras armas le
tomaron ; de ahí le llevaron á una torre en
Cap. DT. — Que declara quién era el gigante
k> más alto de la fortaleza, á donde, cargado
en cuyo poder don Duardos quedaba.
de hierro, le dejaron, con intención de nunca
soltalle. Cuando Don Duanlos se vio solo y Para saber quién fue este gigante en cuyo
assí tratado, con ira que de sí mesrao tenía, poder don Duardos quedaba, dice la histo-
comenzó á decir palabras de tanto dolor y ria que al tiempo que Palmerín de Oliva,
lástima, que nenguno lo pudiera oir que no siendo caballero andante, vino A la corto del
la hubiera dól: «¡Oh, don Duardos! i A qué rey de Inglaterra, agüelo de don Duardos,
estado te trujo tu fortuna, que sin defensa con Trineo, hijo del emperador do Alomaña,
de tu persona estás en poder de quien con- por servir á Griola su hija, que, andando en
fiessa ser tu enemigo! ¡Oh, mi señora Flé- la corte desconocidos, por la grandeza de su
rida! ¿qué pensaréis de mí cuando vierdes esfuerzo y la mucha bondad que en ellos el
que vuestro don Duardos no torna á donde rey conocía, fueran siempre tratados, assí
vos estáis? bien sé que esto os ha de doler del rey como de todos los caballeros, con
tanto como á mí la passión que de mi pér- tanto amor y cortesía, como era necessario
dida tengo; y si esta prisión que tengo fuera para les pagar los servicios que le hicieron,
en parte que me dejaran veros, por grande puesto que sus intenciones eran alcanzar
que fuera, viviera contento; mas estoy adon- mayor premio de su trabajo, que fue á Grio-
de no pienso salir, y con esto pierdo la espe- la, la cual de allí llevaron, casándose Tri-
ranza de veros; ansí que, mi señora, acon- neo con ella, como en la historia de Palme-
sejadme lo que haga, que sin vos no tengo rín se cuenta. En ella se escribe que, yendo
vida, y con tanto, sé que este cuidado me el rey á una montaña, llevando consigo á
durará poco, porque él me matará presto; la reina é á su hija, fueron á reposar á un
mas tengo miedo que después de muerto campo que en la floresta donde habían de
sienta lo que de vos me ha de quedar; cierto montear estaba, acompañadas de muchas da-
es que nunca me vi en nengún gran peligro mas ycaballeros, que aquel día habían sa-
que sólo traeros á la memoria no me sacase lido desarmados, porque el ejercicio á que
del, mas este en que estoy estaba guardado iban roquería más hábito de fiesta que de
para mí y para vos, y por esso no me valis- guerra, salvo Palmerín y Trineo, que siem-
te» antes; agora que vos había menester para pre acostumbraban á la mayor parte de ir
el remedio de entrambos, me hallo desacom- armados, por estar más apercebidos para los
pañado ysolo de todo, j Oh, esforzado prín- peligros que en tales fiestas suelen suceder.
cipe Primaleón! bien sé yo que cuando mi Dospués de sor allí llegados, el rey se apar-
desventura supiéredes no seréis quien menos tó por el monte, dejando á la reina acom-
**ta pérdida sentirá; mis amigos Soldán de pañada do mucha gente, adonde, pensando
Xiquea, Mayortes, Gatazu, é rey Tarnaes, que estaba segura, fue salteada del gigante
¿qué haréis? porque aunque vosotros me Franaque con veinte caballeros que con él
queráis valer, no es en vuestra mano, por- venían, llevando á la reina y á su hija; ma-
que este lugar, según veo, ninguno lo sabe, taron áaquellos caballeros y gente que en
«alvo quien su dueño quiere». su guarda quedaron, porque como el gigante
En estas palabras y otras llenas de dolor fuesse fuerte, y sus caballeros viniessen bien
passaba don Duardos su tiempo, y tornando armados, y los que estaban con la reina es-
á Flérida, decía: «Señora, no es esta la pri- tuviessen sin armas, hubo muy poca defensa
sión que á mí me ha de matar, mas matarme en ellos. Estas nuevas fueron á Palmerín y
ha vuestro desseo, que siempre está conmigo; á Trineo, á quien más que á otro esta tan
y este es el principal enemigo con quien gran injuria tocaba; no lo hobieron bien sa-
todas las horas y momentos que en esta pri- bido, cuando al más correr de sus caballos si-
sión estuviere me tengo de ver en batalla, guieron lavía que el gigante y su gente lle-
porque esta es la mayor en que nunca mi vaba, con el cual Palmerín hobo una brava
corazón se vio, y assí le hace creer que batalla, y al fin lo mató, no con poco traba-
aquí está la muerte más cierta que en nin- jo, porque el gigante era muy temido entre
runa do cuantas passo». En esta congoja todos los que le conocían. Trineo, que passó
pasñó don Duardos toda la noche; después, dolante, hizo tanto entre los caballeros que
acordándose cuán poca defensa tuvo en su llevaban á Griola y á la reina, que los des-
prisión, decía: «Por cierto, no soy yo por barató juntamente con ayuda de Palmerín,

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LIBROS DE CABALLERIA8

que.H le socorrió á muy buen tiempo, porque, porque la intención de la giganta era que
venciendo y matándolos todos, libraron á la él entrasse, y ya que la voluntad de la gi-
reina y á su hija, que en gran congoja es- ganta no fuera, la virtud de su espada des-
taban viéndose llevar de tan cruel gente, hacía todos los encantamentos; y llegado á
que assí habían muerto á quien les había la torre, fue recebido dentro por la manera
querido defender. Este Franaque tenía una que ya dije. Las condiciones de Dramusiando
hermana, muy gran sabidora en las artes de eran éstas: de todas las cosas que naturaleza
encantamento, llamada Eutropa, que en su le podía doctar era asaz perfecto, de cuerpo
tiempo passó á todas las personas que de muy bien proporcionado, no de la grandeza
aquel arte sabían. Y sabiendo la triste nue- de otros gigantes, su rostro no feroz, sino
va de aqueste su hermano, tomando en sus más hermoso que para gigante convenía,
brazos un pequeño hijo que le quedaba, que apacible en la conversación; era muy diestro
tenía por nombre Dramusiando, con grandes en las armas y sobre todo el mejor caballero
llantos lloraba la muerte de su padre, pro- que en su tiempo entre todos los gigantes
metiendo que con sus artes, y con las fuer- hobo. Este, después de tener á don Duardos
zas de aquel niño, tomaría tal venganza del en su prisión, gustó tanto de su conversa-
que lo mató y de todos los quo de su linaje ción, que le quitó los hierros, llevándole con-
pudiesse haber, que quedasse dello perpetua sigo algunas veces á montear, dándole licen-
memoria, como se aparejaba en el estado que cia para todas aquellas cosas de que él re-
agora estaba. Passados los días del ímpetu cebía placer, puesto que del sitio encantado
de su passión, quísose proveer como sabía no salió. Assí, aliende tener su palabra, lo
en aquello que vio que era menester para guardaba, porque tenía por muy cierto que
su guarda, temiéndose que el rey, por los ¡>or él habría todos los que desseaba, porque
muy grandes deservicios que del gigante ha- como él no volviesse, salidos de sus tierras á
bía recebido, querría destruir toda la si- buscalle, su tía Eutropa los trairía á aquella
miente que dél quedara, y haciendo de nue- parte, que entonces estaría en su mano ha-
vo aquel castillo en que don Duardos fue cer dellos lo que él quisiesse. Algunas veces,
preso, se metió en él con toda su familia para el placer del gigante, Eutropa metía
fortificándole todo lo que más pudo; y no se caballeros en aquella floresta, y muchos ex-
confiando desto, j>orque al poder de su rey tremados gigantes con quien ejercitasse las
poca defensa i>odía tener en aquel castillo armas, y desta manera passaba su tiempo:
por fuerte que fuesse, y considerando ella mas á don Duardos ninguna cosa de todas
estas cosas, encantó de tal suerte toda aque- estas le hacían alegre, porque el amor de
lla floresta al derredor, que ninguna persona Flérida y su soledad le hacían perder el
podía entrar dentro si no fuese por su volun- contentamiento que destas cosas podía tener.
tad. En este castillo crió su sobrino hasta
edad de ser cabal loro, y fuolo }>or mano de
Caí*, in.— De lo que aconteció a Florida
un gigante su pariente que Eutrojia hizo riendo que don Duardos no venía.
allí venir. Esto Dramusiando, como tuviesse
edad y entendimiento, y tuviesse el ánimo Estando Flérida en la Floresta del Desierto,
muy grande, supiendo la muerte de su pa- que quedara con Arfada y otras damas junto
dre, el esfuerzo de su ánima le provocaba á con la ribera folgando y cogendo de las flo-
ir por el mundo á vengar la muerto de su res de que el campo está cubierto, que esto
padreen todos aquellos que lo merecían; mas era en el mes de mayo, tiempo en el cual
Eutropa, como por sus artes alcanzaba mu- ellas tienen su gracia, esperó á don Duardos
chas cosas, y sabía la fortaleza de aquellos hasta las horas que le pareció que debía ve-
en quien se había de tomar la venganza, nir; yviendo que tardaba, comenzó de en-
tenía este pensamiento por muy vano, so lo tristecerse, anunciándole el corazón el de-
impidió siempre, diciendo que viviesse con- sastre que aun ella no sabía, porque á la
tento, que ella le prometía de le traer á su mayor parte, antes que acontezcan, las ade-
jK)der en quien pudiosse tomar muy cruel vina él. y más cuando es entre personas á
venganza de la muerte do su padre; con esto donde el amor tiene mucha ó alguna parte,
quo Eutropa lo dijo, se asosegó ol gigante, que entonces es el primer*) á quien este re-
aunque no se le perdía de la memoria por celo viene. Allegada la noche, parecióle más
quién fue muerto. Pues passando en esto escura á Flérida de lo que do su natural lo
mucho tiempo, aconteció que don Duardos podía ser; ninguna consolación la podía ale-
vino hacia aquella parte adonde sin ningún grar; los monteros acudían y su don Duar-
perjuicio pudo entrar, aunque la florcota, dos no venía; los suyos no sabían qué conse-
como ya dije, estuviesse encantada, assí jo tomarían: si dejalla para iUe á buscar, ó

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PALMERÍN DE INGLATERRA

acompañaba, porque viniendo, y hallándola muy grandes fiestas viniendo todos de la


sola, no se quejase; con todo, por mandado guerra del caballero de la Isla Encubierta;
del duque de Galez, aguardaron hasta otro y desta Argónida hubo don Duardos á Pom-
•lía; Flérida no durmió en toda la noche, pides su hijo, por la manera que en el libro
porque siempre en estos casos el cuidado de Primaleón se cuenta; y tornando con esta
vence el sueno. Ya que la mañana esclares- nueva donde Flérida estaba, puesto que con
ría, el duque mandó á toda aquella gente ella le certificaba don Duardos ser vivo,
que, repartidos, corriesen toda la floresta y quedó más triste de lo que antes estaba.
inirassen si lo hallarían, y tornassen allí con Porque promesa ó esperanza de tan largo
el recaudo, porque Flérida tenía ordenado apartamiento, no podía dar placer perfecto.
no hacer de allí mudanza hasta saber lo que Ycomo pocas ve<-es una passión venga sola,
dél era hecho. Pridos, hijo del duque de con este acídente le dieron dolores de parto,
Galez, primo de don Duardos y muy grande y ]>orque también ya el tiempo era llegado,
amigo suyo, se metió por lo más espesso de sin mucho trabajo parió dos hijos tan crecidos
la montana, contra aquella parte do la mar y hermosos, que en aquella primera hora pa-
batía, y atravesándola sin hallar á quién pre- recía que daban testimonio de lo que des-
guntar, vio á dos monteros que aquella no- pués hicieron. Artada y otras damas los to-
che habían quedado fuera y en ellos halló maron, yenvolviéndolos en ricos paños, se
muy mal recaudo. Desta manera lo anduvo los presentaron delante, creyendo que con
revolviendo todo, é ya desconfiando de le ha- la vista dellos mitigaría la pena; Flérida los
llar, creyendo que de las alimañas bravas de tomó en sus brazos con amor de madre; con
que aquella montana era poblada lo matarían palabras de mucha lástima decía: «¡Oh hijos
l>or ir desarmado, tornóse tan triste con sin padre! ¡cuánto más próspero pensé que
aqueste pensamiento, que desacordado de sí, vuestro nacimiento fuera! mas en lugar de
••on los ojos llenos de agua, las riendas suel- las fiestas que él para entonces aparejaba,
tas sobre el cuello del caballo, haciendo yo moriré con este dolor y vosotros queda-
muy grandes lástimas por aquellas muy réis sin él, y sin mí y sin edad para sentir
grandes concavidades que la mar tenía he- tan gran pérdida». Luego un capellán que
chas, yretumbando dentro el tono con que ahí estaba los bautizó, y preguntando por los
las decía, parecía que le ayudaban á sentir nombres, Flérida, acordándose del naci-
su muy [grande] passión con aquellas mis- miento que oyera de Palmerín su padre, y
mas palabras que él mismo se quejaba. de la tristeza que entonces hubo, parecióle
No tardó mucho que j>or la ribera de aque- conforme á ésta de sus hijos. Pusieron nom-
lla playa vio venir una doncella encima de bre al que nació primero Palmerín, que des-
m palafrén muy negro, vestida de la mes- pués se llamó de Inglaterra, y al segundo
ma color, mas venía tan bien ataviada, que Floriano del Desierto, assí por que la floresta
le hacía parecer hermosa, allende de serlo en que naciera se llamara del Desierto, como
ella de su natural. Llegándose á Pridos, le por ser en tiempo que el campo estaba cu-
tomó por la rienda, diciendo: «Señor caba- bierto de flores; él en sí tan hermoso, que el
llero, esforzad, que essa gran tristeza no pue- nombro parec ía diño dél, y él no del nom-
de guarecer á lo que buscáis. Sabed que don bro: acabado de bauptizar, les dio de mamar,
Duardos es vivo, puesto que no está en su assí de la leche de sus pechos, como de las
libertad, ni saldrá tan presto de la prisión lágrimas de sus ojos, porque las que ella
»-n que lo tienen; decid á Flérida que se con- vertía eran tantas, que, corriendo por sus
suele, y que tenga por muy cierto que no mejillas, iban á parar á aquel lugar donde
será este el postrero sinsabor que la fortuna todo se juntaba.
le ha de dar; por tanto, que crea assimismo Dice la historia que, estando en esto, llegó
que esto todo vendrá á muy buen fin. Por- hacia aquella parte un salvaje que en aque-
que la soledad que agora comenzará á sentir, lla montaña vivía. Este se mantenía de la
se le tornará en mayor alegría, y que esto lo caza de las alimañas (pie mataba, vestíase
manda decir Argónida, á quien desto pesa de los pellejos dellas, y traía dos leones ata-
tanto como á ella». Aun bien no acababa de dos por una trabilla, con los cuales cazaba.
decir estas palabras, cuando, dando del azote Y viniendo aquel día allí á parar halló aquo-
al palafrén, ella y él desaparecieron, y tra- 11a parte, á donde, metido entre unas matas
yendo Pridos á la memoria quién podría ser espessas, vio el nacimiento de aquellos infan-
ésta que Argónida se llamaba, se le acordó tes ylos nombres dellos, y usando de lo que
que era hija de la dueña encantadora, señora su inclinación brutal le inclinaba, determi-
de la isla donde el águila tomó Arisdeno, nó cebar sus leones en aquellas inocentes
enano de Primaleón, cuando le hicieron las carnes, porque en todo el día no había caza-

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10 LIBROS DE CABALLERIAS

do, y saliendo de súpito al campo, los que reoió, y esto estaba guardado para el fin de
en él estaban, con el miedo, desmampararon mi vejez, sustentada en el contentamiento
á Flérida, escondiéronse entre las matas, de vuostras obras; y bien siento que si vos
porque Pridos, que los pudiera defender, sois vivo, ellas vos salvarán de cualquier
era ido á Londres á hacer traer andas en que peligro en quo estímenlos, porque á los co-
la infanta fuesse. Artada se arrojó sobre ella, razones osados la fortuna los favorece; mas
que el amor que le tenia le dio este atrevi- yo, á quien la natura ya desmampara, en fal-
miento, que no la consintió dejar. El duque tándome vos, por quien era vivo, ¿qué espe-
de Galez, que muy viejo era y estaba des- raré sino acabar esta jornada con tan poco
armado, no pudo defender que el salvaje no descanso como en la fin della me disteis?»
le tomasse a los niños debajo del brazo, y Estando el rey en esto, salió á la sala la
caminando contra la cueva, so fue sin hacer reina, que ya de todo era sabidora, con ta-
más dallo. Flérida quedó tal, que perdido el maño desatino, como las grandes passiones
las suelen dar cuando vienen á los corazones
sentido no se acordaba de cosa ninguna, per-
dida la color natural, parecía más muerta que deltas están libres, tan fuera de sí, que
que viva. Porque en los grandes miedos y nenguna palabra que dijesse tenía concier-
passiones, siempre ella desampara los luga- to, porque en los ásperos sentimientos esto
res donde mora, por acudir á la parte más suele siempre acontecer; llegando al rey,
principal, que es el corazón, á donde cual- cayó en tierra como muerta; él la lovantó,
quier dcstos extremos hace más daño; mas sosteniéndola sobre las rodillas ; proveyendo
tornando algún tanto en sí por las palabras en lo que debía, no quiriendo que un mal
que Artada le decía, comenzó otro planto de fuese causa de otro, comenzóla de consolar,
nuevo, desseando mil veces la muerte, por diciendo: cSenora, mira que en las grandes
que sólo en ella so halla reposo do todos los afrentas nenguna cosa es más odiosa que los
males. ánimos flacos; á vuestro hijo hizo Pios tal,
quo no querrá que tan aina acabe, pues él
para acabar tan grandes cosas vos le dio,
Cap. rV. — De los grandes Uantos que se hi-
cuanto más que si nuestro mal hobiesse de ser
cieron en la ciudad de Londres por la pér-
dida de don l>uardos. tan grande que le perdiéssemos, ya dél que-
dan dos hijos con que estas edades descan-
En tanto que Pridos vio el nacimiento de sen» ;en estas y otras palabras se passó tan-
los infantes y la disposición de Flérida, á la ta parto del «lía, que un hermano de Pridos
mayor priessa que pudo se partió para Lon- tuvo lugar de ir á la floresta, y metiendo
dres, ámandar traer andas en que la lleva- á Flérida en unas andas, se partió de la flo-
ssen. El rey Fadrique, que estaba & una ven- resta con tamaño llanto como á quien se le
tana de su aposentamiento, cuando assí le acordaba lo mucho quo allí perdiera. Assí
vio venir, recelando lo que podía ser, antes vino por el ánimo acompañada de aquel cui-
que otra cosa quiso sabor á qué era su veni- dado, *pio mucho en después le duró, como
da; puesto caso que Pridos tuviesse un cora- en esta grande historia se hará minción,
zón muy grande, no pudo tanto encubrir el hasta quo llegó á la ciudad de Londres, á
gran dolor que le atormentaba, (pie las lá- donde le fue hecho por el pueblo tamaño re-
grimas no lo descubriessen, ¡>orque éstas son cebimiento de lloro y tristeza, como se le
siempre testigos de la tristeza que en el alma hicieron de alegría en el tiempo que ella
está oculta. El rey quodó muy turbado de lo vino de Grecia, y entrando por la sala, vien-
ver assí, mas mucho más lo fue cuando sujk) do aquellas personas reales tan acompaña-
de la perdición de su hijo, que tremiéndole das de pena que sentían, y ellos á ella ansí
todos los miembros de su cuerpo, cayó en el mesmo, como siempre en las grandes heri-
suelo sin ningún acuerdo. Pridos le levantó das duele más el segundo acídente que el
en los brazos; el rey, puestos los ojos en él, primero, fue en ellos de tal manera renova-
corriéndole muy muchas lágrimas por aque- do el lloro, que parecía loa palacios so asola-
llas reales canas, muestras de su edad, me- ban con gritos; especialmente cuando el rey
recedoras de otro más descansado fin de lo
supo que los infantes oran perdidos, que en-
quo con tales nuevas so esperaba, decía con tonces tuvo por cierto que la fortuna quo en
voz cansada tantas lástimas cuantas un co- todo so lo quería mostrar enemiga. Todos los
razón atribulado en estos tiempos suele ha- grandes que en palacio so hallaron sentían
llar, diciendo muchas veces: «¡Don Puardos, tanto esta pérdida, que en lugar de consola-
don Puardos! siempre recelé lo quo agora ción hacían otro mayor lloro: la plaza y ca-
veo, y agora veo lo quo recelaba: mas yo lles principales estaban ocupadas de gonte
fióme en la fortuna, que hasta aquí me favo- menuda, que con las más tristes palabras

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PALMER ÍN DE INGLATERRA

que podían mostraban sentimiento por la diciendo que en todo el día no había podido 11
pérdida de su príncipe ; algunos recontaban hallar otra , y que de aquélla cenarían los
sus proezas, que provocaban los ánimos del eones; mas como las mujeres de su natu-
quien las oía á mayor tristeza. Ya que la no- ral son inclinadas á piedad, túvola tamaña
che venía, el rey so recogió con la reina a su de aquellas vidas inocentes, que no quiso
aposentamiento, y Flórida al quo de antes te- consentir lo que su marido traía ordenado,
nia, acompañada de muchas dueñas de aucto- antos, tomando de otra carne, les dio de co-
ridad para tal tiempo nocessarias; y á otro día mer y á los chiquitos de mamar, con tan
el rey hizo embajador dostas nuevas al em- grande amor como á su hijo propio ; y con
perador Palmerín, y fue Argolante, hijo del esto los crió á la leche de sus pechos hasta
dnqne do Hortan, que era hermano de Troen- que la edad los onseñó á sustentar de otro
dos, el que murió de amores de Flórida, el mantenimiento , y porque aquí no habla la
cual luego se partió. El palaoio y casas prin- historia dellos hasta su tiempo, torna á Argo-
cipales estaban cubiertas de paños negros, lante, que, después de partido, andando tanto
porque entonces esta era la tapacería de que por sus jornadas por mar y por tierra, siem-
todos se adornaban; la ciudad de Londres pre con tanta priesa, con tanto cuidado como
vivía en tamaño descontentamiento, quo todo el que consigo llevaba, y un domingo llegó
parecía ayudarse \ sentir aquel dolor; algu- á aquella famosa Costantinopla, á tiempo
nos caballeros se partieron luego en busca que celebraban tamañas fiestas como fueran
de don Duardos; Flórida estuvo muchos días á los casamientos de Primaleón y don Duar-
Un mal dispuesta, que siempre esperaron dos, yesto era porque nació á Primaleón una
que su enfermedad tendría aquel fin que ella hija á quien el emperador Palmerín pusiera
deseaba; mas después que su dolencia fue nombre Polinarda por amor de la emperatriz.,
convaleciendo apartada de todas las cosas porque déBta sesperaba ser tan hermosa como
que por alguna vía le podían dar contenta- su agüela; quiso que viniessen todos los seño-
miento, se apartaba de la otra gente, porque res, ordenando grandes justas y torneos, á
sola pudiesse mejor pensar en el su don los cuales también vino el rey Tarnaes de La-
Duardos, trayendo á la memoria mil conten- cedimonia, Polendos, que entonces era rey de
tamientos quo ya ella passara, y vertiendo Tesalia, y Belcar, que también era duque de
muy muchas lágrimas por la pena que acor- Ponte y de Durazon, con quien la corte esta-
darse desto le traía. Ocupaba tanto en esto ba tan ennoblecida y grande, como en nen-
el sentido, quo algunas veces perdía la gana gún tiempo lo fue. Argolante atravesó la ciu-
de comer, estando tan enlevada en la con- dad hasta llegar á los palacios, armado de ar-
templación en que este gran cuidado le po- mas negras, y viendo las grandes fiestas que
nía, qne todo lo demás se le olvidaba, des- por toda ella se hacían , y la tristeza en que
confiando que en algún tiempo podría tornar el rey su señor quedaba, las lágrimas le vinie-
aquel gusto de lo que ya perdiera, que aques- ron á los ojos, acordándose que toda la pas-
ta calidad tienen las cosas que mucho se sión era suya, porque á los tristes es alivio
dessean, parecer que siempre se tardan; y so- tener compañía en la pena. Al tiempo quel
lamente en aqueste ejercicio passaba aque- emperador acababa de comer para ver los
llos días y tambión las noches, siendo en torneos, entró por la sala á vista de todos
ella siempre el grandíssimo amor de don con continiente poco alegre; quitándose el
Duardos tan firme como si allí le tuviera yelmo , quedó con el rostro todo bañado en
presente, y no era mucho ser assí, que él, lágrimas, porque ellas son muestra con que
cuando entra en las personas y es muy gran- de fuera se muestra la pena que dentro que-
de la distancia del lugar, no se quita. da; quiriendo besar las manos al emperador,
él no se las quiso dar hasta saber quién era;
Argolante le dijo su embajada en presencia
Cap. V. — De lo que el salvaje kixo de los
infantes que llevó, y de cómo Argolante de todos, representándola con las palabras
llegó a la ciudad de Coiwtantinopla. que en tal caso oran necessarias. El empera-
dor quedó tal, que no lo pudiendo encubrir,
Aqueste salvaje, después de haber tomado se levantó y se recogióá su aposento, cessando
aquellos infantes, anduvo tanto hasta llegar todas las fiestas que en la corto se hacían.
adonde tenía la cueva, porque era aquella El príncipe Primaleón, que en extremo ora
morada ó aposentamiento, y hallando á la amigo de don Duardos, fue tan alterado des-
entrada della á su mujor, que le estaba espe- tas nuevas, que no dando lugar al juicio
rando con un niño en los brazos, el cual era para determinarlo que había de hacer, siguió
Uij-i do entrambos, que sería de edad do aquel primer accidente que el amor y volun-
huta un año ; allí le dio la caza que traía, tad le mandara, que donde ellos son confor-

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12 LIBROS DE CABALLERIAS

mes muchas veces la razón se olvida; tomán- fines de sus obras remediasen los principios,
dose lo más secretamente que pudo, ae partió porque cuando estos son errados , lo demás
á horas que la oscuridad de la noche lo encu- se espera como ellos , y assí , por el contra-
bría, yendo con propósito de correr todo el rio, cuando son buenos los medios, los fines
mundo y tornar á los trabajos passados, por se espera serán mejores; después de partido,
ver si podría pagar á don Duardos la deuda quedó la ciudad de Costantinopla tan sola,
en que le era cuando le sacó de poder del que no parecía ser aquélla. El emperador
gigante Gataru. A otro día después de par- Palmerín cabalgaba muchas veces por los
tido, el emperador lo supo, que el planto de lugares principales, porque con su presencia
üridonia lo manifestó. La emperatriz, que el pueblo creía que no estaban nada desfalle-
este hijo quería como a ssi mesma, cuando cidos; Argolante se tornó para Ingalaterracon
su partida le dijeron, ninguna cosa le hacía el recaudo que el emperador le dio para su
contenta, y como las mujeres todas las cosas señor, y Flérida contenta de la diligencia
sienten mucho, todo el aposento era lleno que se pussiera en la demanda del príncipe
de lloro y descontentamiento, las más por don Duardos. Las nuevas de su pérdida
ayudar á su seflora , otras por amor á Flé- corrieron por todas las cortes de los prínci-
rida, que de todas era tan amada, como ella pes, assí de Arnedos, rey de Francia, su
por buenas obras siempre supo merecer, que cuñado, yerno del emperador, como de Re-
éstas son las con que se ganan las volunta- cindos ('), rey de España; Belagriz, soldán
des ajenas. Mas el emperador, á quien la ida de Niquea; Mavortes, Gran Can, y de todos
de Primaleón no pesaba, se vino á ollas, aquellos que tenían con ellos parentesco y
y quejándose de la emperatriz, loaba mu- amistad; en los cuales era la tristeza tan
cho la partida de su hijo , diciendo también general, que con igual voluntad partían á
que por la pérdida de don Duardos no se de- buscallo, poniendo sus personas á los peli-
bían hacer lloros, porque de razón las lágri- gros de que ya estaban apartadas, porque el
mas no se han de verter sino por cosa que amor que á don Duardos tenían no consen-
por lágrimas se puéda alcanzar; que en lo tía otro reposo; y desta manera eran tan
de su hija Flérida proveyesen, que en lo poblados los caminos y florestas de caballe-
demás obrase la fortuna como quisiesse, pues ros andantes y doncellas hermosas que esta
sus cosas no por ordon ni por razón se rigen, aventura seguían, tanto que en nengún tiem-
antes en dicha ó en desdicha consisten; en po las armas en mayor reputación fueron
la corte se levantó tan grande alboroto, que tenidas. Argolante llegó á Inglaterra con el
todos los caballeros quo en ella ostaban jun- recaudo que llevaba, de que el rey é Flérida
tos se partieron por muchas partes, y algu- quedaron contentos, creyendo que de tal dili-
nos, que ya por sus edades pensaban que gencia algún buen fruto se había de sacar.
estaban descansados , tornaron á seguir las
aventuras con mayor cuidado de lo que en
Cap. VI. — De lo que aconteció á Primaleón
nengún tiempo passaron; y porque contallas en la demanda de don Duardos.
aquí (') sería muy gran prolijidad, no lo
hago, por tanto, porque de algunos señala- Dice la historia que el príncipe Primaleón,
dos caballeros es bien que se haga mención, tanto que supo de la pérdida de don Duar-
pues lo que en esta demanda passaron, y los dos, esperó por la noche, mandando á un
hechos que hicieron, son dignos de contallos. escudero que le llevasse las armas ó caballo
Polendos, hijo del emperador y rey de Tesa- á un lugar secreto allá detrás de la güerta
lia; el príncipe D.treo, hijo del rey Trilos de Flérida, y armándose muy bien de todas
de Hungría; Belcar, su hermano; Vernao, ellas, solamente el yelmo y escudo que su
príncipe de Alemana, hijo del emperador doncel le llevaba, comenzó de caminar con
Trineo, que éste, aunque aquellos días passó grandíssima priessa y muy poco reposo, po-
en el regazo de la fermosa Basilia, hija me- niendo en su voluntad correr todas las par-
nor del emperador Palraerín, con quien era tes del mundo, y no tornar á la vida descan-
despossado, tuvo en menos olvidar aquel sada de donde salía sin saber algunas nuevas
contentamiento, que lo que era obligado á de don Duardos, y assí caminó tantos días
hacer, porque hombre vencido de su volun- sin hallar aventura que de contar sea, que
tad va contra la virtud , no se debe atrever entró en el reino de Lacedemonia, á donde
en el merecimiento do sus obras, y puesto un día, ya casi noche, se halló en un valle
que las dél fuessen tales que de toda sosjie- gradoso lejos de poblado, que por mitad de
cha le salvassen, quiso que los medios y los dos tierras iba, y como la noche fuesse escu-

(') Kl texto: ccoteUM á quien». («) Corrupción de Recemnto.

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PALMER fN DE INGLATERRA 13

ra y el lugar lleno de árboles que la claridad grandísima valentía y grande amor de don
de las estrellas impedían, era la escuridad Duardos, no pude tanto encubrir esta volun-
tamaña, que no via por dónde caminaba; no tad que yo mesma no le descubriesse mi
tardó mucho que vio grande lumbre de an- yerro; mas como él quisiesse más que á ssí
torchas ardiendo atravesar por el valle contra mesmo á Flérida, hija del emperador Pal-
la parte donde él venía; cuanto más á él se morín, con quien ya cassara muy secreta-
allegaba, oía plantos de mujeres que con pa- mente, doliéndose muy poco de mi grandís-
labras llenas de mucha lástima que represen- siraa pena, tuvo en mucho menos todas mis
taban su dolor y sentimiento; llegándose palabras; con todo, porque mi desesperación
más por ver lo que podía ser, vio una com- no me matasse, me otorgó aquél muy gran-
paña de doncellas con hachas en las manos, díssimo amor en el cual hasta ahora viví,
á su ]>arecer hermosas, vestidas todas de ne- desechándolos todos los casamientos que des-
gro, sus hermosos cabellos echados atrás, pués me salieron, apartada de toda la con-
quebrados por muchas partes del poco dolor versación delas gentes en aquel castillo, ti-
que sus dueños tuvieron dellos; sobre sus niendo siempre comigo en la cámara á don-
hombros una tumba, cubierta de seda negra, de dormía al príncipe don Duardos, sacado
que arrastraba por el suelo; tras ellas una por el natural vivo, para contalle mis gran-
dueña encima de un palafrén, él y ella cu- des danos y muerto para dolerse dellos. Assi
biertos de un paño de aquella triste color que passaba mucho tiempo engañando aquesa
las otras traían; venían en su compañía cua- soledad que me hacía, con una estatua á
tro caballeros muy honrados ancianos, vesti- quien mis lágrimas muy poco dolían. Agora
dos de lamesma suerte, al parecer de quien ha venido nueva cierta al reino de Lacedemo-
los veía muy tristes. Ássi passaron por en nia que quien esta vida me daba tiene ya per-
par del príncipe Primaleón sin quebrar el dida la suya. Fue en mí el dolor tan grande,
hilo de su orden; mas él, que no quedó poco que no le pude disimular con estos engaños
espantado de aquello que veía, se llegó á la con que de antes gastaba el tiempo, y porque
dueña del palafrén ; hablándola muy cortés- ya no quiero vida tan penosa, sin esperanza
mente le dijo: «Señora, haceme merced que do ver á quien me la hacía desear, me vo á
me* digáis qué es la causa de vuestra gran un aposento mío que aquí cerca está, que
tristeza, que vuestras palabras y aqueste t raje tiene por nombre Casa de Triste-xa, á dar se-
se muestran , que ya desseo ofreceros esta poltura á esta imagen de mi descanso; y por-
persona y armes á alguna venganza si esto que mi dolor es grande, ayüdanmele á sentir
de que os quejáis la puede tener». «Caballe- estas que aquí vedes, y háceles hacer este
ro, dijo la dueña, á tal tiempo me llegó mi dolor el muy mucho amor que á mí tienen .
ventura, que aunque esse desseo que mos- Agora, caballero, si quisiéredes ver las ose-
tráis os quiera satisfacer, no puedo más que quias mías y de la figura que en aquella
con la voluntad que conoce el grandíssimo tumba va , jwdrédeslo hacer, y por donde
agradecimiento que ella merece; y porque fuéredes seréis testigo de mi yerro» .
veo en vos que mi pérdida vos duele, daros Acabando estas palabras, con sollozos gran-
he yo cuenta de donde me viene, porque yo des comenzó á renovar su llanto, ayudándole
estimo la vida tan poco, que no tengo en sus doncellas con ta mafia voluntad, como si el
nada de perdella. A mí me llaman Pandicia, dolor fuera de todas ellas. Primaleón llegó á
hija del rey que fue de Lacedemonia, señora la tumba, y levantando el paño, vio dentro
de toda esta tierra, que lo más del tiempo dos candelas encendidas; en medio, sobre
hago mi habitación en un castillo muy fuerte unos cojines de terciopelo abellotado negro,
que acá atrás queda, á donde no tengo otra una estatua á la manera de un hombre, tan
compañía sino aquesta que aquí llevo; y por- natural como es don Duardos, que muchas
que el assiento dél, por ser muy alegre y veces le puso en duda si podría ser aquél, y
gracioso en mucha manera, y estar poblado viendo aquellas obsequias y manera de tris-
de mujeres, tiene por nombre el Jardín de las teza que por él se hacían, se le hinchieron
Doncellas; bien habéis oído decir como el rey los ojos de agua, como aquel que no tenia
Tarnaes mi hermano quedó encantado por la pequeña parte en aquel dolor, y gastando lo
muerte de mi padre en el castillo de las Aves poco que de la noche quedaba en palabras de
Negras y este encantamento se quebró por el consolación que á Pandricia daban muy
esfuerzo y valentía de don Duardos, príncipe poca, la fue acompañando hasta que llega-
de Ingalaterra, que ya habéis oído nombrarlo ron áun valle, á tiempo que ya la mañana
nial estuvo en Lacedemonia todos los días
era bien clara (al parecer de todos bien tris-
qneá mi hermano celebraron fiestas, que para te). Corría por el hondo della una ribera de
mí fueron muy tristes, que, vencida de la aguas negras, de tan mal parecer y con tan

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14 LIBROS DE CABALLERIAS

espantoso son, que hacía miedo á quien las 1 Cap. Vil. — En que declara la razón por qu«
via, y la tierra era más poblada de árboles Pandricia hacía aquella vida y la de los
más espantosos que contentos; el aire, cu- infantes en la cueva.
biorto de aves negras, que por encima de los
árboles andaban; en el medio del rio, en una Esta Pandricia, según en el libro de Pri-
isleta que el agua hacía, estaba un edificio maleón se cuenta, quiso de muy entrañable
grande, de muchos chapiteles y almenas y amor á don Duardos, al tiempo que vio sacar
otras muestras singulares de una color negra á su hermano el rey Tarnaes del encanta-
cubiertas; no se vía allí cosa alegre, todo era miento en que el su padre le dejara; y por-
al modo de tristeza; la entrada tan escura y que á don Duardos ninguna cosa le parecía
medrosa, que ponía espanto á quien la mira- bien pudiendo con ello ofender el amor de
ba; las salas, cámaras v las casas de arriba,
Flérida, guardóse mucho de oille sus pala-
assí las paredes como los techos, de un de- bras, las cuales no le parecían mal á Bela-
bujo negro de historias antiguas enamora- griz, que después fue soldán de Niquea por
das, las más tristes que se podían hallar la muerte de Maulerín su hermano; mas
para hacer descontento el lugar en que so antes, no conociendo el afición que tenía á
ponían; allí se hallaba la historia do lloro y don Duardos, entró una noche con ella en
Leandro; hallábase el desastrado fin de Tík- nombre dél, del cual ayuntamiento hubieron
be y Píramo, hondo mil lástimas al pie de un hijo, del cual á su tiempo se hará men-
un crecido álamo; consigo pasaba también ción, quo tuvo nombre Blandidan. Pensando
Filomona, también en labores quo hacía mos- Pandricia quo Belagriz era don Duardos, y
traba su pena; Dido, con la espada do Eneas por el amor que le tenía, hizo siempre la
metida por el corazón, estaba envuelta en la vida tal cual en este capítulo atrás se dice.
su propia sangre, tan natural y fresco, que Tenía aquella imagen ante sí, con quien
parecía que aquélla era la postrera hora en continuamente platicaba sus cosas, Uniendo
que se matara; Medea, Prognes, Ariadna, en esperanza de lo tornar á ver. Agora,
Fedra, Pasife, todas allí estaban, cada una oyendo decir que era muerto, mudóse del
pintada según y la manera de su vida; ür- Jardín de las Doncellas á aquel asiento lla-
feo, envuelto en el fuego infernal, con su mado Casa de Tristeza, creyendo que allí ihás
vigüela en las manos, parecía que se queja- presto que en otra parte sus días acabarían.
ba allí; Actcon, tornado ciervo, despedazado Aquí deja la historia de hablar della, y
de sus propios perros; Narciso allí se vía, con torna á los infantes, que la *nujcr del sal-
otros muchos enamorados que á relatallos vaje criaba con tanto amor como á sus pro-
aquí sería nunca acabar; todo tan al natural, pios hijos; assí como iban creciendo se ha-
que engallaba la vista parecer quo aquello cían tan hermosos y bien dispuestos, que
era lo propio. Al tiempo que Pandricia en- parecían de mayor edad de lo que entonces
tró por la primera puerta, después que la eran; su ejercicio era cazar, siendo en ello
tumba y sus doncellas fueron dentro, se vol- tan diestros, que casi tenían despoblada la
vió contra Primaleón diciendo: «Señor caba-
mayor parte de aquella floresta «le las ali-
llero, este es el aposento de los tristes, pos- mañas (pie en ella había; y el que mayor
trera sepoltura de mi descanso; de aquí vos montero y más gusto de cazar llevaba era
tornad, que dentro no puedo entrar si no Floriano del Desierto, en cuya conpañía los
quien desechó la esperanza de ser contento» ; leones siempre andaban; traía un arco con
y antes que él resjiondiesse, ella so metió muchas flechas, y salió tan singular flechero,
dentro, y los caballeros cerraron la puerta que el salvaje no le igualaba con mucha
tan presto que Primaleón no tuvo tiempo parte; en esta vida continuaron hasta edad
para nada; detiniéndose un poco, oyó dentro de diez años, on el fin de los cuales, un do-
otra manera de llanto, que parecía que todo mingo por la mañana, Floriano se salió solo
el aposento se asolaba, y no pudiendo sufrir con sus leones por la trabilla como algunas
la lástima que le hizo, volvió las riendas al veces lo acostumbraba, por ver si mataría
caballo, tan descontento como si delante de alguna caza, y andando todo el día á una
sí so viera á don Duardos, doblándoselo la parte y á otra sin hallar ninguna, al tiempo
voluntad de lo buscar con doblado trabajo de que el sol se ij noria poner, vio en una mata
lo que hasta allí viera. Y assí caminó tan estar un venado muy grande, y adonde lo
espantado de lo que viera, con propósito do tiró, y le dio con tanta fuerza que lo atra-
en aquella demanda hacer cosas tan famosas, vesó de la otra parte; mas ol ciervo, que se
con las cuales las de su padre escurecieso, sintió herido, se levantó con tan gran priessa,
porque quien con sus hechos no es .claro,
que los leones, á quien Floriano soltó la tra-
poco le aprovecha honrrarse de los ajenos. billa, no le pudieron alcanzar, antes oo-

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PALMER tN DE INGLATERRA 15

rriendo ellos tras el venado y el tras ellos se Pridos sacó de su tardanza: este doncel, tan
desviaron tanto de la cierva, que Floriano parecido á mi hijo y á vuestro don Duardos,
perdió el tino della y á los leones de vista, que me hace creer que puede tener algún
andando toda la noche dando voces por ver deudo con él». Flérida, á quien la naturale-
si acudirían; mas estaban ya tan lejos que za ayudasse á oonocelle, tomóle en los bra-
no lo oyeron, y assí fue por la floresta abajo zos con entero amor de madre, y pidiéndo-
contra donde unos pastores hacían fuego, selo al rey que se lo diesse para su servicio,
con desseo de calentarse porque la noche era él se lo otorgó, y luego supieron de Pridos
muy fría, adonde estuvo platicando hasta adonde le hallara, y de la manera quo estaba
otro día cosas que preguntaban; y apartán- al pie do la Fuente del Desierto, por donde
dose dellos, caminó tanto hacia donde le pa- Flérida quiso quo tuviesse por nombro De-
reció que la cierva estaba, que fue á parar sierto, sin saber que aquél era con el que na-
al propio lugar á donde naciera, que era allí ciera. Desta manera el infanto Desierto se
cerca, y asentóso al pío de una fuonte que crió sirviendo á su mesma madre, sin ella
allí estaba, que tenía gran sed, con harto ni él saber el mucho parentesco que entre
desusado cuidado de lo que su madre de allí ellos había, y andaba en su compañía don
llevara: no tardó mucho que por el mesmo Orifirian de la Brunda, hijo de Pridos y de
camino hacia la fuente vio un caballero en- Arlada, los cuales se criaron hasta ser de
cima de un caballo bayo armado de armas edad para ser armados caballeros; donde la
negras y amarillas á cuarterones; en el es- historia deja de hablar dellos, y torna á de-
cudo, en campo negro, un grifo pardo con cir del salvaje ó de Palmerín de Inglaterra
letras en el pico, tan trocadas, que nenguno que hicieron después que vieron que Flo-
las entendía sino su dueño; las riendas caí- riano no venía.
das sobre el cuello del caballo, y él tan tris-
te de su cuidado, que parecía que nenguna
cosa sentía; tanto que llegó á la fuente, con Cap. Vni. — De lo que el salvaje hizo, viendo
la tardanza de Floriano.
el detenimiento que el caballo hizo en beber,
tornó en sí, y viendo á Floriano, fue en él Aquel día (pie el infanto del Desierto sa-
el sobresalto tan grande como si viera á don lió á cazar, el salvaje esperó hasta la noche,
Duardos; porque éste se parecía mucho á él; y viendo que no venía él, ni los leones tam-
preguntándole cuyo hijo ora, Floriano le dio poco, comenzó de entristecerse, porque á
la cuenta de lo quo sabía; el caballoro le ésto quería más que á nenguno de los otros,
rogó que se fuesse con él para Londres, y por sor mayor cazador que ellos, teniendo á
que le llevaría al rey, que le criaría y le mala señal su tardanza, y gastando las horas
haría mercedes; él lo otorgó, porque, aunque del sueño en pensamientos que se le hacían
no tuviesse edad para sentir el provecho qne perder, estuvo hasta otro día, quo los leones
de ahí le venía, tenía una inclinación alta llegaron ensangrentados de la sangre del
por no desechar las cosas grandes. Este caba- venado que mataron; mas él que los vio sin
llero era el esforzado Pridos, que, cansado su guardador, sintiendo el dolor que su re-
de correr todo el mundo en busca de don
celo le daba, y siguiendo aquel primer ací-
Duardos sin hallar ningunas nuevas, se tor- dente que la ira trae, los mató, sin se le acor-
naba para Londres, y hallándose en aquella dar la pérdida que en hacello recibía. Mas
floresta adonde so acordó de lo que se per- Palmerín, á quien era dado á sentir más aque-
diera, fue en él la pasión tan grande, que lla pérdida, se tornó tan triste, quo ninguna
venía tan fuera de sí, como la razón que cosa le podía contentar , passando el tiempo
para esto tenia lo mandaba. Y tomando á en irse á passar su soledad riberas do la pla-
Floriano consigo, le llevó á la corte, adonde ya donde la mar batía. Allí con su edad poca,
del rey fue receñido como persona á quien mirando las ondas della, se le olvidaba parte
mucho amaba, y después de le dar recaudo de su passión que el apartamiento de su her-
de lo poco que hallara, le ofreció aquel don- mano le traía; tanto continuó esto, que una
cel vestido de pieles de alimañas, con quien vez vio venir á la costa una galera, y lle-
el rey fue tan alegre como si supiera ser gando hacia aquella parto do Palmerín esta-
aquel su nieto; por tanto estas son muestras ba, el capitán mandó poner la proa en tierra
del corazón: sentir alegría de las cosas que con intención do reposar un poco á la som-
le deben tener, aunque no las conozcan. Y bra de unos árboles de que era poblada y to-
tomándole por la mano, se fue adonde la mar agua fresca, do quo tenían necessidad,
reina y Flerida estaban, mostrando nuevo hallando aquellos doñeóles, porque también
contentamiento, y puestos los ojos en Fléri- Selvián estaba en la compañía de Palmerín;
da le dijo: tSeñora, vedes aquí el fruto que espantado del parecer do entramos y de la

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LIBROS DE CABALLERIAS

manera de su traje, después de estar algún narda, hija de Primaleón y de Oridonia, con
rato platicando, puso en su voluntad de tan aparejado desseo, que le puso después en
llevarlos consigo por fuerza, si de otra ma- muchas afrentas, de las cuales nunca pensó
nera no quisiessen; mas Palmerín no hubo salir, como en esta historia se hará mención.
menester muchas palabras, porque su natu- No tardó mucho que por la puerta del pala-
raleza le indinaba á no se contentar de aque- cio entró una doncella, la cual había venido
lla vida; puesto que Selvián se lo estorbaba, en un palafrén blanco con guarnición de la
pudieron tanto las razones de Palmerín, y misma color, de un aceituni abellotado sem-
amor y crianza que entre ellos había, que brado de rosas de oro, puestas por tal orden
consintió en su intención. Entonces, entran- que daban mucha gracia al palafrén; traía
do en la galera, el capitán hizo su camino vestida una ropa á la francesa, de invención
como de antes llevaba, yendo preguntando á nueva, bordada de trozos de oro tejidos unos
Palmeríu cuyo hijo era, de que él le dio en otros; los cabellos echados á las espaldas,
cuenta según su entendimiento, creyendo tomados con un muy rico prendedós, y, allen-
que el salvaje fuesso su padre; en esto con- de de ser hermosa, tenía tan buen airo en el
tinuaron tantos días volviendo la costa do andar y dábale tanta gracia lo que vestía,
España y travesando la de Levante, tanto que que el emperador y los que allí estaban se
un día en la tarde allegaron al gran puerto alegraron de la ver; allegando al estrado,
de Costantinopla, que en aquel tiempo era sacó una carta del seno, y haciendo el aca-
poblada de voluntades tan tristes como en tamiento que á tan gran príncipe era neces-
otro tiempo lo era de invenciones alegres y sario, so la metió en la mano, usando pri-
días contentos, hallando la mar tan desacom- mero de las cerimonia8 que á su estado per-
pañada de navios que allí solía haber, que tenecían. Elemperador la mandó leer alto,
parecía entonces sueño en comparación de lo que ella lo pidió assí. en la cual decía: «A
que fuera. El esforzado Polendos. rey de Te- tí, el invictíssimo é muy famoso Palmerín,
salia, que era el capitán de la galera, que emigrador de Grecia: yo, la dueña señora
venía de correr y atravesar todos los mares, del Lago de las Tres Hadas, te hago saber que
assí Océano como Mediterráneo, sin hallar el doncol que hoy te fue traído, de entram-
ninguna nueva de Priraaleón ni de don Duar- bas partes deciende de los más ¡nklerosos re-
dos, saltó en tierra tan de día, quel empera- yes cristianos que hay en el mundo; por tan-
dor venía wibalgando por la cibdad, que esto to, tratalde como á gran príncipe, porque en
hacía muchas veces, según ya dije : del cual el tiempo que tu corona ó imperial estado cs-
fue recebido con tanto amor como siempre tuviero en el más bajo assiento de la fortuna,
le tuviera. Tornándose luego á palacio, qui- le tornara en la más alta grandeza que nun-
so saber las nuevas que de sus hijos le traía, ca fue; y por él serán restituidos en alegría
mas él dióle cuenta de las tierras que andu- los dos más afortunados príncipes que ahora
están sin ella». Acabada de leer la carta, el
vo, ydo lo poco que en aquella demanda hi-
ciera, de lo cual el emperador quedó muy emperador quedó atónito de lo que oía, y
descontento, puesto que lo más que podía preguntando á la doncella quién era esta
disimulaba aquel dolor, que este es el bien dueña, le respondió: «No sé más sino que
que los ánimos grandes tienen: disimular todo lo que ahí dice acontecerá como la car-
lo que los otros no pueden, y tanto que en- ta lo dice»; y sin otra respuesta se volvió, y
tró en el palacio, Polendos le presentó el cabalgando en su palafrén, se tornó por don-
hermoso infante, con quien fue algún tanto de viniera.
consolado, pareciéndole que tan fermosa cosa El emigrador se fue para la emperatriz,
había do traer consigo algo que diesse conten- mostrándola la carta, haciendo venir delante
tamiento quien
á le había menester, y llaman- de sí al hermoso doncel, platicando con él
do á un duque lo mandó llevar á Oridonia, algunas cosas quiso que hobiesse por nombre
para que sirviesse á su hija Polinarda, que ya Palmerín, assí como algunos afirmaron pa-
en aquel tiempo comenzaba á ser tan hermo- recelle, como porque este era el nombre que
sa, que se creía que su madre y agüela no más convenía al servicio de Polinarda, no
lo fueron tanto como ella en el tiemjK) que sabiendo que allende de ponerle aquel nom-
florecían. bre, le tenía dendo su nacimiento; y dándo-
La emperatriz y Oridonia lo recibieron con le otros vestidos diferentes de aquellos con
aquella voluntad que una persona inocente que venía, le mandó guardar los suyos para
y cosa tan bella se había de recebir , hacién- en algún tiempo mostrárselos si lo que en la
dole tantos halagos y tan buen recebimiento, carta decía salía verdad. Mas la emperatriz
como de mano de quien era enviado y él y Oridonia tenían por tan gran pérdida no
lo merecía; y assí comenzó á servir á Poli- saber ninguna nueva de Primaleón, que nin-

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PALME RÍN DE INGLATERRA

gún placer otro las podia hacer olvidar este Has que por él habían passado, y por la
cuidado, llorando muchas veces por la sole- devisa que le vían en el escudo le llamaban
dad que este pensamiento les traía, y este en toda aquella tierra el caballero de la Sier-
era el mayor descanso que tenían, porque jMt, siendo por este nombre tan conocido de
llorar la causa hace á las veces aflojar la muchos, cuanto por su valentía él se hacía
temer en todas partes. Al tiempo que pasó
pena.
por Vernao, le saludó muy cortésmente; mas
Cap. EX.— De lo qtte aconteció d Vernao, Vernao, que muy trasportado iba en la con-
templación de sus amores, no tuvo acuerdo
principe de Alemana, en la Floresta Desas-
trada de Inglaterra con otro caballero. para le responder, ni se lo acordó que le ha-
blaba; el caballero de la Sierpe volvió las
Habéis de saber que Vernao, príncipe de riendas al caballo, que ya había passado por
Alemana, hijo del emperador Trineo y de él, y tomándoles por las del suyo, le dijo:
cSeñor caballero, aunque respondiessedes á
la fermosa emperatriz Griola, salió de* la
corte del emperador su suegro al tiempo que quien vos saluda, no perderíades nada de
Primaleón se desapareció con intención de lo vuestro» . Vernao fue tan enojado dél de
seguir esta demanda de don Duardos y hacer le quebrar el hilo de su contemplación, que
maravillas en armas, acordándose el i>oeo le dijo: «Mayor yerro me parece á mí que-
tiempo que había que le hicieron caballero y rer vos que por fuerza os hable quien no os
lo mucho que era obligado para remedar los oyó» . «Yo hablé tan alto, dijo el caballero,
hechos de su padre y agüelos, y por este cui- que essa escusa que dais no os desculpa para
dado passó por tantas cosas de fama inmor- no quedar culpado» . Vernao, que no se que-
tal, como en las crónicas antiguas de Ale- ría detener en razones, por tomar algún
mana se puede ver, y no se cuentan aquí tanto de lo que hiciera perder, dio despue-
porque sería yerro, pues la principal histo- las al caballo y fue delante, diciendo: «Ca-
ria deste libro no es suya; solamente dire- ballero, yos vuestro camino y déjame á mí
mos una, porque fue con otro caballero de mi imaginación, que mayor es la guerra que
quien también es razón hacer memoria. Assí, ella me da que la batalla que podría haber
aconteció que caminando Vernao por muchau con vos». El caballero de la Sierpe, que no
tierras, aportó en aquella Gran Bretaña por ora acostumbrado á aquellos desprecios con
saber si en ella había algunas nuevas de don que él le trataba, le dijo: «Don caballero mal
Duardos, y oyendo decir las malas que todos criado, agora conviene que me digáis qué
le daban, no quiso ir á la corte á visitar al fantasía es la vuestra que vos enseña á ser
rey ni á Flérida, por no ver personas lasti- descortés; entonces yo os mostraré cuál es
madas, pues no las podía dar remedio, ca- mayor peligro, esse en que ella vos pone ó
minando por aquel reino, que le parecía sin- el que os podéis ver comigo» . «¿Tan deseo-
gular tierra y «le que antiguamente tan gran so sois de vuestro daño, dijo Vernao, que
fama sonaba por el mundo. Un día, á horas por fuerza me hacéis hacer lo que no quisie-
de tercia, se halló en una floresta que en el ra? mi cuidado no le puede saber ninguno
medio del reino está, á donde pocos caballe- sino yo, «pie nací para le tener, y ella para
ros entraban á quien no aconteciese algfin me matar; y los otros peligros, juntos deste,
desastre ó aventura grande, y por tanto la yo los estimo bien poco»; y sin más decir se
llamaban la Florecía Desastrada-, yendo assí encontraron <-on tamaña fuerza, que ningu-
engañando el trabajo que las armas dan á no no erró su encuentro, y fueron de tal ca-
quien las trac, con el cuidado en que le me- lidad, que las lanzas se hicieron muchos pe-
tió la soledad de la hermosa Basilia. hija del dazos, al
y pasar el uno por el otro los caba-
emigrador Palmerín, su esposa, por haber llos se encontraron con tanta fuerza de las
mucho tiempo que no la viera, envuelto en cabezas y pechos, que cayeron con sus seño-
el olvido de las otras cosas para que partiera ros, que supieron salir dellos con tamaño
de la corte, pasó j>oi' á par dél un caballero acuerdo y presteza, como cada uno tenía en
encima de un caballo grande ruano, armado los casos á donde les era necessario; arran-
de armas de oro y pardo á manera de colum- cando de las espadas, comenzaron entre sí
nas asaz ricas, el yelmo de la misma mane- una tan brava batalla, que en poco espacio
ra, y por las enlazaduras abrochábase con hizo cada uno conocer á su contrario la va-
torzales de la mesma color de oro y pardo, lentía de su persona; y assí andaron en ella
tan lozano y bien puesto como aquel siempre por algún espacio sin tomar ningún reposo,
lo fuera, en el escudo en campo blanco una hiriéndose por todas las partes de muchos y
sierpe de muchas colores, mas éste traía pa- muy pesados golpes, ayudándose cada uno
sado de algunos encuentros y grandes bata- de su saber, porque vían que estaban en
L1BB0B DS CABALLERIAS.— II.— 2

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LIBR06 DE CABALLERIAS

parte que le era neeessario, trayendo ya los ligro vieron á sus señores, temían tanto bu
escudos tan desechos que en ellos tenían pe* muerte <x>mo aquellos que estaban en lo
quena defensa, y las armas por algunos lu- postrero de sus días, diciendo uno contra
gares rotas, los yelmos abollados y ronpidos, otro palabras de mucho dolor. El caballero
y ellos con algunas heridas aunque peque- de la Sierpe, que con cuanto andaba en su
ñas y pocas; en esto so arredraron ¡x>r tomar batalla noté algunas palabras del escudero
aliento, y el caballero de la Sierpe dijo con- de su contrario que decían: «¡Oh, cuitado do
tre Vernao: «Paréceme, señor, quo ya agora ti, emperador, quo no sabes el peligro en que
iréis creyendo que mayor peligro es el que tu vida está puesta!» arredrando atrás, le
sespera de mis manos que otro en que á vos vino á la memoria quo aquél podía ser Ver-
os ponen pensamientos ajenos». «Bien se pa- nao, hijo del emperador do Alemaña, y que
rece, dijo Vernao, que sabéis mal lo que yo muriendo allí cualquier dellos sería gran
teftgo en la voluntad, queste que traigo eo- pérdida, y el emperador Palmerín sería tris-
migo soy cierto que durara la batalla hasta te para siempre, y con esta sospecha, miran-
me matar, y estotro que de vos so puede do más en él, lo vio las armas de un fino
esperar se acabará tan presto como yo sa- rosado que él mucho se preciaba, y traíalas
bré dar fin á essas palabras soberbiosas que de aquella color por ser una de las de Basi-
contra mí soltáis» ; mas aun las suyas no eran lia; en lo poco del escudo que le quedara le
acabadas, cuando entramos se juntaron con vio en campo verde un pedazo de un corazón
tamaño ímpetu, que la primera batalla en ardiendo, porque la otra parte que allí salta-
comparación de la segunda fue tanto como ba, se deshiciera con el golpe que en él reci-
nada; y como cada uno ya fuease conociendo biera; certificándose ser aquél por las seña-
las fuerzas y esfuerzo del otro, trabajaban les que traía, que era las propias suyas, le
por mostrar las suyas hasta el cabo, trabán- dijo: «Señor, aunque vos me neguéis vuestro
dose álas veces á brazos por ver si so po- cuidado y de do nace, ya sobre esso no ten-
drían derribar, otras dándose golpes tan dremos batalla, que yo sé quién es la que
mortales, que las armas traían casi deshechas, vos le da, ques la señora Basilia, la cual tie-
los escudos hechos pedazos senbrados i>or el ne la culpa que sus cosas fuera causa para
suelo, y ellos por tantas partes ele sus cuer- assi matarvos; yo soy vuestro servidor Bol-
pos feridos y maltratados, que el campo es- ear, á quien estas cosas hobieran de costar
taba todo cubierto de su sangro; en esta se- bien caro, pues eran de vos, y sobre causa
gunda liatalla anduvieron tanto tiempo sin que tan bien supiérades defender». El prín-
se conocer mejoría, quo la mayor parte del cipe Vernao quedó tan contento destas pala-
día se consumió en ella, y como ol día fuease bras y de saber que aquél era Belcar, que
muy caluroso, comenzaron á enflaquecer sin más responder le fue abrazar con tama-
arredrándose otra vez afuera por descansar ño amor como ellos siempre se tuvieren, di-
del mucho trabajo que passaban y cobrar ciendo: «Señor, vos supistes bien lo que ha-
fuerzas, de que estaban menguados, espan- céis en dejar esta batalla, por no conprar
tándose cada uno de la valentía del otro, te- guerra con nuestra prima, que también os
miendo que aquella batalla fuesse la postre- supiera demandar mi muerte»; y quitándose
ra de sus días; el caballero de la Sierpe so los yelmos, limpiaron los rostros del sudor y
vino contra Vernao, diciendo: «Poco esti- sangre que en ellos tenían; y sus escuderos
máis la vida, caballero, pues tenéis en mo- apretáronles las heridas, que eran muchas;
nos pordella que decir qué pensamiento es y sin más se detener, tornaron á cabalgar y
el vuestro, siendo sobre esso nuestra batalla so fueron hacia la ciudad de Briqno, que ahí
y con dócil lo puede haber fin». «Antes yo cerca estaba, para ser curados, platicando
quiero, dijo Vernao, perder essa que decís, cada uno las tierras que corriera y lo poco
que tenella con dejárosla la Vitoria de saber que en su demanda acabaron, habiendo ver-
aquello de que no tenéis novessidad y á mí güenza de tornar á Costa n ti nopla con tan
me tratar muerto y contento». «Por esso os mal recaudo como en fin de sus trabajos es-
es forzado, dijo el de la Sierpe, quo me lo peraban llevar al emperador, quo en tamaño
digáis [6] uno de nosotros quede en el cam- cuidado de la pérdida de sus hijos quedaba,
po con su )á«tima»; en esto tornnron á su teniendo ya por cierto que Primaleón sería
porfía, mas los golpes eran con menos fuer- ya perdido como don Duardos, porque de
za, porque la muoha sangro quo tenían per- todos los otros que fueron en su demanda te-
dida los hacía andar más flacos que al prin- nían nuevas sino dél, puesto que este dolor
cipio, siendo en ellos los corazones tan ente- encobría lo mejor que podía, por no dar paa-
ros como en la primera hora en que comenza- sión á otric y también porque buscar géne-
ron su batalla; los escuderos, que en tal pe- ro de tristeza no es cordura.

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PALMERÍN DE INGLATERRA 19

Cap. X. — De lo que el gigante Dratnusiando ducado do Borgoña se hicieron pocos días;


haría en m castillo para fortalecerse, y había on el escudo en campo azul unas mares,
cómo Primaleón fue á él, con lo qtte más sin otra cosa, trayendo ocupados los ojos en
passó. la suavidad que aquellos árboles y corrientes
de aguas hacían á quien á vista della cami-
El gigante Dramusiando, tanto que tuvo naba; yassí allegó á la puente al tiempo que
4 don Duardos en su prisión, supo de su tía don Duardos acababa de enlazar el yelmo
Eutropa que á su fortaleza vendría un caba- y de tomar una gruessa lanza, porque ya
llero que. passando por fuerza de armas to- de lejos le había visto venir: estaba en un
tas la* fuerzas de aquella fortaleza, le pren- hermoso caballo alazán del gigante, armado
dería 6le mataría á él: y porque tenía sus de armas negras sembradas de fuegos, en el
oosaa por tan ciertas como la esperiencia de medio dellas unos corazones que ardían, en
algunas se lo hacía creer, vivía con tanto cui- el escudo en campo negro la tristeza puesta
tado, que esto le hacía usar do mayores cau- por tal arte, que ella misma enseftaba su
telas de ln que hasta allí hacía; porque el nombre á quien no la conocía. Primaleón,
temor hace dispertar la providencia; traba- que así le vio. le dijo: «Señor caballero,
jando bien de traer para su guarda tales ayu- ¿no daréis licencia á quion desea ver essa
dadores, que no tan sólo con ellos podía vi- fortaleza que lo pueda hacer sin passar por
vir seguro de aquellos recelos que aquellas la furia de vuestras manos?» «Esse desseo,
palabras le pusieron, mas antes meter en su dixo don Duardos, si supiessedes cuán poco
prisión todos los famosos caballeros del mun- necesario os os, bien creo que haríades la
do para en ellos vengar la muerte de Franar- jornada por otra parte. Y con todo, la cos-
que su padre, y como entonces la fama do tumbre de la entrada os diré, y es que habéis
los temidos gigantes Daligan «le la Escura de justar comigo; y si me venciéredes, pas-
Coeva y del temido Pandara fuesse tan sona- aares por otros peligros dudosos, que cada
da que sólo con los nombres hacían espanto, uno por si se os mostrara, y entonces podréis
tuvo manera que con grandes promessas Iob ver lo que desseáis». «Por cierto, dijo Pri-
trujo para fortalecer su castillo, lo cual fue maleón, siyo hobiesse de haber miedo de pa-
causa de perder todos los miedos que las pa- labras, las vuestras han sido tales, que me
labras de Eutropa lo hacían tener; ordenan- lo podrían dar. Mas porque soy acostumbra-
do que cada uno do los que allí viniessen á do á otra cosa, digo que, con todas essas con-
1» entrada de la puorta justasse primero con diciones, quiero probar lo que tanto me en-
don Duardos, y á la Batida della hobiessen carecéis»y; apartándose lo necessario so en-
batalla con el temido Pandara y venciéndole contraron con tanta fuerza, que las lanzas
se conbatiessen con Daligan de la Escura volaron on menudas piezas, passando el uno
Cueva; tenía este nombre porque siempre por el otro muy hermosos cahalgantes: y to-
hacía habitación en una cueva que allí cerca mando otras dos lanza6 muy más gruesas
en la montaña fragosa estaba; y siendo el que las otras, passaron la segunda y tercera
caballero tal que todas estas afrentas pasasse y cuarta carrera sin ninguno llevar ventaja;
á su honra, que hobiesse batalla con el mes- mucho se espantaron de la fortaleza uno del
mo Dramusiando, que era tal, que si no fuera otro, mas á la quinta se toparon de los cuer-
¡or las palabras de su tía, que él tenía por pos con tanta fuerza, que juntamente vinie-
muy ciertas, bien creyera que ninguna ayu- ron al suelo; mas como en entramos hobiesse
da le era necesRaria para defender su casti- tanto ánimo, luego se levantaron. Primaleón,
llo yofender á cuantos á él viniessen, y assí con gran coraje de se ver así caer, hechó
desta manera paseaba su tiempo muchas ve- mano á su espada, y embrazando su escudo
-•»* teniendo algunas justas, mas nunca allí se vino para don Duardos, diciendo: «Caba-
Tino nenguno que á don Duardos venciesse, llero, agora quiero ver si en la batalla de las
passando en esto tantos días, hasta que una espadas os irá tan bien como en la justa de
larde aportó en aquel valle el muy esforzado las lanzas». Mas don Duardos, como hobiesse
principe Primaleón, cansado de las muchas probado muchos caballeros y ninguno tanto
aventuras que porél passaron después (pie de le había turado en la silla como aquél y le
Pandricia en el reino de Lacedemonia se par- había así derocado, púsole luego en muy
tió^ muy triste porque ninguna della fue tal gran sospecha lo que podría ser, como quiera
<\ug le dieeaen nuevas de don Duardos. Venía que otra vez le hobiesse probado, y oyéndole
en un caballo morcillo vestido de armas de hablar conoció verdaderamente ser aquél que
verde y leonado, colores más alegres de lo que había pensado, y apartándose afuera, le dijo:
^ntonoes Llevaba su voluntad, las cuales ga- «Señor Primaleón , yerro sería pensar nin-
nara en el precio de unas justas que en el guno que en ninguna cosa se puede igualar

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20 LIBROS DE CABALLERIAS

con vos, y más yo, á quien vuestras manos no se guardara, dándole luego el pago con
han mostrado la gran esperencia de la ver- golpes más ciertos, de que la maza con cua-
dad» Primaleón
. le conoció en la habla, y de- tro dedos de la mano cayó en el suelo. Pan-
jando laespada le fue abrazar, diriendo: «¡Oh daro se quiso abajar por ella, mas él le dio
mi señor hermano! este encuentro, aunque do las manos tan recio, que dio con él en el
fuesse á mi costa, ya no puede parecer mal, suelo casi sin. acuerdo, é quirióndole meter
pues me hizo conoceros, cosa que no espora- la espada por la visera del yelmo, vio sobre sí
ba, por lo mucho que tengo corrido y nunca aquel espantoso Daligan de la Escura Cue-
nuevas ciertas me dieron». Don Duardos qui- va, que le dixo: «A mí, á mí, caballero, que
siera respondelle, mas en esto abrieron las no á quien ya no se puede defender» ; y con
puertas, y Pandare le llamó que se recogesse, qne el luego le dejó, no se pudo apartar tan
que Dramusiando lo mandaba. Assí que no presto de Daligan que el primero no lo diesse
tuvo tiempo para más que decille que se iba una herida en la cabeza grande y muy peli-
á su prisión. Primaleón se fue tras él, y á la grosa. Primaleón, que vio tal contrario de-
entrada de la puerta el gigante le recibió ar- lante de si, viendo que no tenía con qué
mado de hojas de acero más fuertes que her- resistiesse sus fuertes golpes, algún tanto
mosas, de que todo venía cubierto; en la desatinado, se abrazó por el escudo de Pan-
mano derecha traía una maza de hierro pe- daro, ycubriéndose con él, que muy pesado
sada y en la otra traía un escudo, cercado era, comenzaron entre sí otra batalla, tal que
de arcos del mismo metal, diciendo: «Agora la primera, en comparación de ésta, parecía
de cuyos encuentros se espantan loe que poco nada, porque como el gigante viniesse hol-
pueden, quiero ver si esfuerzo ó maña os gado yfuesse de los más fuertes del mundo,
salvan de mis manos» . «Mayor detenimiento, y como á Primaleón viniesse á la memoria
dijo Primaleón, sería querer responderte lo que en aquella fortaleza estaba don Duardos
que essas palabras locas merecen que para presso y que para las grandes necesidades se
quebrar la soberbia con que son dichas»; mas han de conservar los amigos, que ninguno
Pandaro, que tampoco quería gastar el tiem- dellos podía de allí salir sino por fuerza y
po en razones, bajaba ya con un golpe tal, esfuerzo, peleaba tan animosamente, que fue
que el escudo de Primaleón en que dio fue hoy el día en que puso sello á todos sus he-
hecho piezas, de que quedó muy poco con- chos paseados; assí anduvieron hiriéndose
tento, por no tener con qué se cubrir en por tantas partes, que el patio por donde an-
tiempo de tanta necessidad, y tornándole con daban estaba lleno de sangre que de entra-
otro, tomó al gigante en descubierto por una mos salía, puesto caso que el gigante andaba
pierna con tanta fuerza, que, no le valiendo peor por la ligereza de Primaleón, que se le
las armas, le cortó gran parte della, de que defendía trayéudole ya el escudo tan deshe-
Pandaro quedó tan lisiado, que casi no se cho, que no tenía con qué se amparar; y desta
podía tenor en ella, y acudiéndole con otros manera anduvieron en la batalla tanto espa-
cio sin tomar nengún reposo, que en ella se
tan á menudo que lo* hacía desatinar; y con gastó la mayor parte del día , trayendo cada
tanta desenvoltura, que ninguno que el gi-
gante diesso aprovechaba, que todos se los uno tales heridas, que el desfallecimiento de
hacía perder. Los que la batalla miraban, te- sangre qne dellos salía hacía los golpes ser
nían en tanto el esfuerzo y valentía de Pri- de menos fuerza; en este tiempo fue el gi-
maleón, que le juzgaban por el mejor caba- gante tan congojado y ahogado del trabajo
llero del mundo. Dramusiando, que los mi- de las armas, que no pudiéndose tener en
raba á una ventana juntamente con don pie, cayó con tamaño desacuerdo como si
Duardos, le preguntó quién era aquel caba- fuera muerto. Primaleón, que assí lo pensó,
llero; él se lo dijo con asaz tristeza, por ver se sentó sobre un poyo, tan cansado de lo
el estado en que su amistad le había traído, mucho que había hecho, que no podía me-
y confessóselo porque vio que no lo podía ne- nearse. Dramusiando. que vio el fin de la ba-
gar, de que Dramusiando en saberlo quedó talla, nose tuvo portan seguro que dejasse de
del todo contento, viendo que todas sus cosas temer el revés que le podía venir; y toman-
se aparejaban á su gusto. Pues tornando á la do sus armas con mucha priessa bajaba al
batalla, el temido Pandaro, que todo andaba patio al tiempo que Primaleón quería subir
metido en la furia de su soberbia porquo allá riba. Bien fuera do pensar que le que-
sus golpes eran todos en vano, echó el escu- daba aún más por hacer, Dramusiando le
do á las espaldas, y tomando la maza con dijo: «Caballero, si quissiéssedes haber due-
dos manos lo mejor que pudo, se fue con- lo de vos, bien sería que os rindiéssedes á mí
tra su enemigo, hiriéndole con tanta fuerza, y curaran de vuestras heridas, ganadas con
que allí fuera el fin de sus días si tan bien tanta honrra y que 06 ponen la vida en tanto

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PALMERIN D 2 INGLATERRA 21

peligre» . Primaleón dijo: cSi tú, en pago de das que tenía, con nuevo esfuerzo se fue con-
la afrenta que aquí me han hecho, quisiesses tra el gigante, diciendo: «Haz lo que pudie-
hacer Ubre á don Duardos, luego yo creería res, trabaja por defenderte, porque si hasta
que essas palabras eran dignas de ser agra- aquí peleaste comigo, agora con otras fuer-
decidas; mas porque creo que con ellas quie- zas y otro hombre te combates» ; y el gigan-
res sacar lo que en las manos tienes, tan te se fue á él, y comenzaron esta batalla tan
cierto quiero antes entrar contigo en ba- diferente de las passadas, que don Duardos
talla ymorir en ella, que dejar de hacer lo se espantaba de lo que vio, que á su parecer
que soy obligado para después salir con hon- era la cosa más notable del mundo, en la
rra lastimada». cPor dos cosas, respondió cual anduvieron tanto, que Dramusiando fue
Dramusiando, te cometí lo que tú desechas: puesto en recelo de ser vencido, porque los
la una, porque mi condición es escusar mal golpes de Primaleón no parecían de hombro
donde es mal empleado; lo otro, porque no tan mal herido; mas como los del gigante no
me sé contentar con vitoría donde hay poca tuviessen resistencia, porque no tenía armas
defensa; mas pues que tú juzgas esto al revés ni escudo con que se cubrir, fue puesto en
de la voluntad con que te lo digo, aguarda». tanta flaqueza, que casi no tenía fuerzas para
Y arremetió á él con la espada alta, dándole sostener el espada, y lo que hacía era lo que
tales golpes, que le hacía revolver á todas el corazón le prestara, y ésta, como fuesse
partes; Primaleón , que con tal braveza le sola y sin tener otra ayuda, dio con su señor
vido venir , comenzóse á defender lo mejor en el suelo más muerto que vivo, con gran
que pudo, que para ofendello otro reposo le placer del gigante, y aesí como estaba le
fuera necessario; la batalla fue entre ellos mandó llevar al aposento de don Duardos,
tal, que hacia olvidar las passadas, mas los para que fuesse curado, si por alguna ma-
golpes del gigante eran tales, que á donde nera tuviesse remedio de la vida, que se
alcanzaban hacían tanto dallo que las armas la diessen; y primero que entendiesse en la
no lo podían resistir; y viendo la bondad de cura de su persona, le hizo curar, porque,
Primaleón, pesábale tanto velle morir, que, como se dijo, este Dramusiando fue el hom-
quitándose afuera, le dijo: cCe, caballero, bre que más desseó conservar la vida de los
agora conocerás que más con voluntad de buenos caballeros que hubo en el mundo, por
favorecer tus heridas que con miedo de tus el poco temor que los tenía. Don Duardos
fuerzas, te cometí que dejasses la batalla; sintió más este dolor que los passados; mas
vee si lo quieres hacer, si no esta espada después de Primaleón ser curado por un
<-erá castigo de tu locura, porque la vida no especial cerujano, al cual Eutropa enseña-
se ha de dejar á quien della no 6e conten- ra, yél certificado que viviera , quedó tan
ta». Primaleón, poniendo los ojos en sí, y contento, que este placer consumió las otras
viendo sus armas rotas y así herido de mu- passiones. Y el gigante mandó proveer á
chas heridas, vinósele á la memoria su Pandaro y Daligán, que lo habían harto
Gridonia, y con una soledad triste comenzó menester; y todos fueron sanos en pocos
á sentir lo que ella del sentiría; y dijo con- días, sino Primaleón, que corrió mucho ries-
sigo mesmo: «Señora, hoy es el postrero día go ante que lo fuesse. Dramusiando fue tan
que vuestros cuidados me pueden dar que alegre con esta prisión, que de allí adelante
pensar; yo moriré en esta batalla, y con ella le pareció que todo era seguro teniendo como
daré fin á la memoria vuestra que en otras solía la guarda en su castillo. Aquí deja de
muchas cada día me pone, y ninguno dirá hablar de Primaleón y destos caballeros,
que con temor de la muerte perdí nada de por contaros de Palmerín de Ingalaterra.
mi honrra. ¡Oh emperador Palmerín, cuán
mal agora sabes el poco descanso que para tu
Cap. XI. — De cómo el emperador armó ca-
edad te apareje! yo haré lo que puedo, como ballero dPalmerín y d todos los donceles
tu hijo heredero de tus obras, hasta que mis de su corte.
fuerzas desanparen el corazón. ¡Oh mi seño-
ra Gridonia, este es el bien que la fortuna á Tanto tiempo el infante Palmerín se crió
vos y á mí tenía guardado: dar fin á mis días :¡ casa del emperador de Grecia su agüelo,
en
tan bien gastados en el gusto de vuestra con- que ya era en edad para ser caballero, y
versación, nacido del bien que os quiero; tan amado y estimado de todos por su buenas
mas agora ¿por qué no me aouerdo que en costumbres, como después fue temido de sus
vuestro nombre cometí tan grandes cosas enemigos por su persona; y como él deseas-
como ésta, y que en ellas quedé siempre con se muchas veces verse en aquel aucto para
vitoría?» Y estas palabras le pusieron tama- ue se criara, temía de pedillo al empera-
no esfuerzo, que casi no sintiendo las heri- or, por no se ver apartado del servicio de

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22 LIBROS DE CABALLERIAS

la hermosa Polinarda su señora, con quien Francolina; á Polinardo, hijo menor del em-
viviera donde el primer día que Polendos le perador Trineo, hermano de Vernao; á Dir-
trajera. Y porque ella sentía en él este den, hijo do Mayortes el gran can; á Ger-
deseo, pagábaselo con otro igual al suyo, el mán Doliónos, hijo del duque de Orliens,
cual sabía muy bien encubrir, porque la que viniera con el príncipe Graciano; a Tc-
hermosura de Palmerín traía eonsiguo el me- nebrante, hijo del duque Tirendos; a Tre-
recimiento desta afición. Pues el emperador, moran, hijo del duque Locesin, nieto del
que en muy continua tristeza vivía por la emperador Trineo de Alemana; á Frísol,
pérdida de sus hijos y apartamiento de sus hijo del duque Drapos de Normandía, nieto
caballeros, que ya tenía por muertos, vinién- del rey Frísol, con otros muchos sus natu-
dole á la me mor ni las palabras de la carta rales; porque todos estos príncipes é infan-
de la sabia del Lago de las Tros Hadas, que tes se criaron en aquella noble corte del em-
la doncella le trajo el día que Palmerín perador, assí porquo era la mejor del mun-
llegó, quísolo hacer caballero, creyendo que do, como por el justo parentesco que con él
con él cobraría el descanso perdido en que tenían, como por ser la fuente de todos los
al presente no vivía, si ellas fuesson verda- singulares ejercicios en que se podían criar.
deras. Y por deshacer la tristeza de los su- Luego, el rey Frísol, por ruego del em-
yos, que de tanto tiempo estaba ya arrai- perador, armó caballeros al príncipe Flo-
gada, porque esta pérdida era tan general rendos y á Platir, su hermano, hijos de Pri-
que a todos cabía parte, ordenó de junta- maleóu, porque al que nació primero hizo
mente con él de darla á todos los donceles poner nombro Florendos, como al rey de
que en su corte andaban, que eran muchos, Maeedonia su padre. Esto acabado, él y la
y algunos dellos eran príncipes é infantes, emperatriz, con Gridonia y el rey Frísol,
y concertóso que el día desta cerimonia tor- comieron en la sala imperial con tanto apara-
nassen contra los otros caballeros que en la to de fiesta como en el tiempo pasado, cuan-
corte al presente se hallassen, porque esto do allí se solía celebrar, servidos con todo el
hacía el emperador para osperiencia de las estado real, habiendo tantos estrumentos y
cosas que do Palmerín esperaban. Y mandó- música, como si en aquella corte no faltara
les aparejar para el día de Pascua de flores, nada del placer que poseían en el tiempo en
y luego ordenaron cadahalsos sumptuosos que ellos más se acostunbraban; los palacios
en el campo á donde habían do sor los tor- colgados de tapicería muy rica, de historias
neos, cosa que entonces era bien nueva, alegres , por alegrar los corazones tristes de
por el mucho tiempo quo había que no los quo entonces la corte estaba poblada. Acabado
hicieron y porque las otras alegrías pas- de comer, el emperador se fue al cadahalso
eadas ya eran olvidadas. Los noveles vela- donde había de vor los torneos, acompañado
ron sus armas en la capilla, víspera de Pas- de algunos señores á quien las edades anti-
cua, yvenido el día, el emperador y la em- guas detenían en Costantinopla; porque á los
peratriz Gridonia
y oyeron missa, la cual otros, á quien afin les ayudaba, despendían
se dijo i-on gran solemnidad, y acabada, hizo el tiempo en la demanda desloa asignados
por su mano caballero al infante Palmerín príncipes de quien entonces ninguna nueva
de Inglaterra primero que á otro ninguno. se sabia. La emperatriz y Gridonia, con sus
El rey Frísol de Hungría, que allí se halló, dueñas y doncellas, se pusieron en otro que
lo calzó la espuela, y la hermosa infanta Po- para ellas estaba señalado, menos alegres de
linarda leciñó la espada, porque el empera- lo que en su parecer mostraban, y á esta
dor lo quiso assí para mñs oid ¡galle á sus hora, de la parte de los caballeros estranje-
hechos; y él lo tuvo en tanto, que acordarse ros estaba tanta gente en el campo, que á la
desto en muchos peligros le dio nuevo es- fama destas fiestas habían venido, (pie el
fuerzo. Tras él armó á Graciano su nieto,
emperador temió que los noveles no lo pu-
príncipe de Francia, hijo de A ruedos; y á diessen sofrir, que á este tiempo salían do la
Beroldo, príncipe de España, hijo del muy ciudad armados de armas blancas, tan airo-
esforzado rey Rezindos; y á Ünistaldo y sos ybien puestos, que comenzaron de dar
Pramiante, sus hermanos; y á Estrellante, testimonio de lo mucho que después hicie-
hijo del príncipe Ditreo de Hungría, nieto ron, trayendo por capitán al esforzado Pal-
del rey Frísol; y á don Hosbel y Belisarte, merín; de algún tanto los hijos de Primaleón
hijos de Bolear: y á Basiliardo, hijo del rey y los otros príncipes se hallaron descontentos
Tarnao y «le Laeodomonía : á Livian de porquo el emperador le diora aquella honrra
Borgona, hijo do Triólo, duque de Borgofla sobre todos ellos, y disimulándolo por ha««r
y nieto del emperador Trineo; á Francián su voluntad, que este es un bien que sólo los
el músico, hijo de Polendos y de la hermosa virtuosos y nobles pueden tener.

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PALME RIN DI 1 INGLATERRA 28

Cap. XII.— Cómo tornaron aquel dia, y de los otros, que si los viniéssemos de nombrar,
lo que aconteció con dos caballeros de sería prolijidad.
unan anuas verdes que al torneo vinieron. El estruendo destos primeros encuentros
fue tan grande, que parecía que un monte
Tanto que los noveles allegaron ul canij*) se acabase de caer, quedando por el canpo
donde se había de hacer el torneo, que se- muchos caballos sin señores, quedando ellos
rían hasta quinientos, porque el emjierador, en el suelo y algunos maltratados. Después
allende de aquel día dar aquella orden de de quebradas las lanzas echaron mano á las
caballería á los que en su corte halló, mai\dó espadas, dándose tan grandes golpes, que
que viniessen á recebilla todos los hijos de parecía que un gran ejército fuesse allí jun-
señorea y de personas principales naturales to. Lebusante de Grecia, descontento del
de su seftorío; y por esta causa hubo tantos, desastro del primer encuentro, ayudado de
puesto que en conparación de los otros eran los suyos tornó á cabalgar, y entrando por
bien pocos, porque eran más de dos mil, y lo más áspero del torneo feria á una parte
puestos en orden, al son de muchas trompe- y á otra de tan duros golpes, que por fuerza
tas arremetieron unos á otros ron tamaño le hacían lugar mirando por quién le derri-
ímpetu, como la codicia de la honrra quería bara, para enmendar la vergüenza en que le
á quien la desea alcanzar; Palmerín, que pusiera; yendo con este deseo, vio venir
era el delantero, antes que ronpiesse, pues- contra sí al príncipe Beroldo de España, el
to los ojos en la fermosa Polinanla, dijo con- cual lo recibió con aquella voluntad que él
sigo mismo: «Señora, para mayor afrenta venía, é arremetiendo el uno para el otro,
quiero vuestra ayuda; por esso no os la pido comenzaron una batalla al pie del cadahalso
en ésta, que se que ante vos no me puede del emperador, tal que todos juzgaron á Be-
acontecer cosa que la vitoria sea de otro, roldo por tan buen caballero como después
pues que vos ya la tenéis de mí» . No eran es- fue assí, en la cual anduvieron por tanto es-
tas palabras bien acabadas, ruando él y Le- pacio, que las lorigas se desmallaron del
busante do Grecia se encontraron oon tanta
todo. Aquí fue la may_or priessa de la bata-
fuerza, que Lebusante fue al suelo pir las lla, porque de la parte de Lebusando acudió
ancas del caballo, quedando Palmerín tan Titubalte el negro, Medrusán el temido,
entero como si no le tocara, de que el em- Tragador, Trufiando, Trofolante el medro-
perador fue tan c ontento como espantado, so, Claribalte de Hungría y el fuerte Forbo-
porque este Lebusante era entonces el me- lando. con otros muchos; y de la otra parte,
jor «aballero de toda Grecia, y de casta de el príncipe Graciano, Frísol, Dramurate,
gigantes, puesto caso que él no lo era. Assí Onistaldo, Estrellante, don Rosbel, Beli-
passó por él con su espada en la mano, ha- sarte, Luymán de Borgoña, Basiliardo y
ciendo maravillas en armas; el príncipe Flo- Francián el músico; el príncipe Frolendos
rendoa se encontró con Folante el medroso, y Trofolante se trabaron á brazos; Graciano
y entramos pasaron el uno por el otro; el con Medrusán el temido, trabajando cada
esforzado Platir, su hermano, yTibuIante el uno por la honrra de aquella batalla; el em-
negro se encontraron tan duramente, que perador tuvo en tanto el alto comienzo des-
entramos vinieron al suelo; Graciano y Tra- tos noveles, que todas las cosas pasadas le
gandor quebraron las lanzas, y topándose de parecían pequeñas; mas de la parto de los
los caballos, cayeron juntamente, mas luego estranjeros recreció tanta gente, que los no-
faeron levantados ; Besoldo , Onistaldo y veles no se podían amparar, y por fuerza los
Dramiante se encontraron con Trufiando y arrancaron del campo, y en aquel tiempo
con Claribalte de Hungría y Esmeraldo el no se halló el esforzado Palmerín de Ingala-
hermoso, todos de la otra parte cayeron, y terra, que aquel día había hecho tanto que
Nostaldo también, porque su caballo hubo ya no hallaba en quien emplear sus fuerzas;
una espalda quebrada oon la fuerza del en- y siendo animado del aprieto en que los
cuentro; don Rosbel, Estrellante y Belisar- otros estaban, acudió aquella parte con el
te se encontraron con el conde Valerian de infante Platir, Germán de Orlians, Tremo-
Archiélago y sus ricos hermanos y dieron rán y Poli nardo, hi jo menor del emperador
con ellos en tierra; Fraeián el músico, Dirde, Trineo y hermano do Vernao; y rompieron
Tremoian, Germán Dorliens, Luymán de por medio de los contrarios con tanta fuer-
Borgoña, se encontraron con Crespián do za, que los golpes que dollos recibieron no
Macedonia. Tragonel el ligero, Forvolando fue parte para enpedir su llegada, que fue
el fuerte, Flamiano, Irai andor; los de la tal que Medrusán el temido vino al suelo
ana y otra parte fueron al suolo, sino fue con un golpe que Palmerín le dio. Platir,
Tremorán, que quedó & caballo, y assí todos que vio al príncipe Florendos su hermano

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1

24 LIBROS DE CABALLERIAS

trabado con Trofolante, llegó á él, dándole que las armas quedaron tan deshechas y los
muchos y grandes golpes, tanto que le hizo caballos tan cansados, que no Be podían me-
desatinar, y a este tiempo Li misante de Gre- near, yapeándose de los caballos se pusie-
cia salió tan maltratado de las manos del
ron á pie, que fue causa de doblarse más la
príncipe Beroldo, que sin nengún acuerdo furia de su batalla, trabándose á brazos al-
se tornaron a retraer, por no poder resestir gunas veces, confiándose cada uno en 6us
á los golpes de Falmerín y de aquellos es- fuerzas; y con todo lo que probaban nunca
forzados noveles sus conpañeros; con tanto pudieron comxrerse ventaja. Platir se encon-
placer del emperador y de la hermosa Poli- tró con el otro su compañero, y fue entre
narda, que no lo pudiendo encubrir, estaba ellos la contienda tan áspera y cruel, mas
loando á sus damas su hermoso doncel; pues como durase algún espacio, no pudiendo el
la emperatriz y Gridonia, aunque entrellas caballero resestir á los golpes de Platir que
era siempre presente la tristeza que de la se dejase de sentir la mejoría que le llevaba,
perdida de Primaleón tenían, estaban tan los otros noveles caballeros, como tuvieron
contentas de ver las caballerías que sus her- espacio, viendo á los dos caballeros en su ba-
manos hacían, que todo lo demás olvidaron, talla, hicieron tanto, que sin ninguna resis-
pensando con ellos tornar al alegría pasada tencia vencieron sus enemigos, echándolos
de que ya estaban desesperadas; ya que los del campo vueltas las espaldas; puesto que
contrarios iban de vencida fuera del campo no tanto á su salvo que Tremorán y Luy-
donde la batalla se hacía, entraron de su
mán de Borgofla y Belisarte no fuesen lle-
parte por un costado del torneo dos caballe- vados sin nengún acuerdo de las muchas
ros armados de armas verdes, al parecer ai- heridas que recibieron. El emperador, que
rosos ybien puestos, con sus lanzas bajas, la batalla de Palmerín y del caballero del
y antes que las quebrasen derribaron á al- Salvaje veía, estaba tan ocupado en el es-
gunos de la otra parte, y sacando sus espa- panto que le ponía, que no miraba por otra
das, en poco tiempo hicieron tanto, que por cosa, tiniéndola por la mayor que nunca
fuerza los suyos tornaron á cobrar todo lo viera, trayóndolo á la memoria las suyas
que del campo habían perdido; espantados con el gigante Dramarque y con Franarque
todos de aquel socorro nunca esperado y á
en Ingalaterra, y la de Frisol en Francia so-
tan buen tiempo. Mas Palmerín, que sintió bre la imagen de la emperatriz Polinarda. y
esta novedad sin saber lo que era, mirando de Primaleón con don Duardos, que éstas te-
á todas partes, vio aquellos caballeros y el nía él ¡Kjr las mayores del mundo, aunque
estrago que hacían en los suyos, temiendo juzgase esta de Palmerín j>or mayor que és-
que la Vitoria do aquel día fuesse al revés,
tas, no le pareció que el otro le quedaba de-
porque los noveles estaban casi destrozados biendo nada; y temiendo, según lo que vía,
del trabajo que habían passado, y los otros que entramos pudiessen allí morir, quiso es-
cobraron esfuerzo con la nueva ayuda; por
cu sar cosa tan mal empleada en tales dos ca-
donde, como se le acordase que todo pendía balleras, [y]mandóles decir de su parte que,
dél, puesto los ojos donde tenía su esperan- pues el torneo era acabado, dejassen la bata-
za, dijo entre sí: «Señora, no es este el peli- lla en que estaban; mas como cada uno de-
gro que yo tengo de temer tiniéndoos á vos seasen saber lo que había de sí al otro, no se
delante de mí, porque a estos tiempos de pudo acabar con ellos, ni la infanta Polinar-
vuestra vista me nace nuevo esfuerzo para da se halló tan libre que dejase de sentir y
semejantes afrentas>. A estas razones ya recelar la afrenta en que su Palmerín esta-
estaba con él un caballero de los otros, el ba. En esta porfía duraron tanto, que la
más esforzado, que por ser mejor conocido noche sobrevino, tan escura que les fue ne-
traía el escudo en canpo blanco un salvaje cessario apartarse, sin nenguno quedar con
con dos leones por una trailla, el cual, pas- más que con muchas heridas y el desseo de
sando por fuerzas de armas todo el ímpetu la vitoria. El emperador mandó tocar las
de los noveles, acompañado do aquellos que
trompetas y recoger cada uno á su capita-
le pudieron seguir, y conociéndole por las nía; los dos caballeros de las armas verdes
grandes cosas que aquel día lo viera hacer, se tornaron hacia la parte de donde vinie-
se vino a él, el cual lo recibió con el mismo
ron, yendo hablando en la valentía de Pal-
desseo, y comenzaron una brava batalla, tal merín sin saber quién fuesse; el emperador
que bien pareció que allí se juntaba toda la quiso que hubiesso sarao, para pagar á los
valentía del mundo; y de otra parte acudie- noveles el trabajo de aquel día danzando
ron todos los más principales caballeros, mas cada uno con su señora, y algunos hubo en-
nunca pudieron tanto que de su batalla los trellos que por gozar de aquel contentamien-
apartasse, en la cual anduvieron tanto, hasta to estuvieron engañando el dolor de sus he-

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PALMERÍN D 3 INGLATERRA 25

ridas con aquella paga de su gusto. Palme- ciendo: cMuy poderoso príncipe, cuya fama
rín, que no sabia con quién danzar, por no es por el mundo tan loada que en las partes
atreverse á su señora, danzó con Dramacia- que vuestro nombre es oído con de sus hechos
na, hija del duque Tirendos, camarera de la hace osmerecer los de los otros: el gran sabio
infanta Polinarda y mucho su privada; el Daliarte del Valle Escuro, vuestro servidor,
principe Florendos con la infanta su herma- aunque vos no le conocéis, besa vuestras
na, que aquel día salió tan hermosa que po- imperiales manos, pidiéndovos que os ale-
día tener su madre envidia y á su agüela en gréis continuando estas fiestas que agora co-
el tiempo que florecieron; Platir con Floria- inenzastes, de que vuestra corte por tantos
na, hija de Ditres, nieta del rey Frisol; y días estaba olvidada, porque ya es el tiempo
Graciano, principe de Francia, con Claricia, de la restitución de vuestro contentamiento
hija de Polendos; Beroldo, príncipe de Espa- se llega; y allende destas palabras que dijo
ña, con Ornistalda, hija de Drapos, duque que vos dijesse, me dio un escudo labrado
de Xonnandía; Belisarte con Deonisia, hija de sus manos, para que por manos de vues-
del rey Desperté; Francián el músico, con tra alteza se diesse al caballero novel que el
Bernarda, hija de Belcar; y assí los otros día del torneo lo hiciesse mejor: y puesto que
cada uno con quien más tenía en su volun- por el mundo se cree que en vuestra tierra
tad. Acabado el sarao, el emperador se reco- no se consiente agravios á las doncellas, en
jó al aposento de la emperatriz , acompa- las otras donde me podía temer hallé siem-
ñado de Palmerin y sus nietos, todos en- pre el pa8saje franco, en la vuestra, donde
vueltos en el placer de su vitoria, y él al- ya pensé que estaba segura, me lo tomó un
gún tanto triste por no saber quién fuesse el caballero vestido de armas verdes, en el
caballero del Salvaje, á quien entonces hi- campo blanco un salvaje con dos leones por
ciera muy grandes mercedes si lo pudiera una traya, las cuales señales me dijo mi-
haber para su servicio, porque sólo para sus- rasse para las dar á quien me las pidiesse,
tentar lanon r ra se han de dessear los bienes y esto después que supo para quién el escu-
de fortuna. do era, diciendo que en la Floresta de la
Fuente Clara, que es de aquí á dos leguas,
Cap. Xlll.—De como pino á la corte del em- esperaría tres días, y que si en éstos ho-
biesse caballero que por fuerza se le tomasse,
perador una doncella quejándose del caba- si no que le llevaría consiguo; yo, después
llero del Salrajey y de lo que sobre ello
que en esta sala entré, miré si estaba aquí
pausó. á quien esta fuerza era hecha, y aunque
A otro día después del torneo pasado, el nunca le vi, bien veo que no está en ella».
emperador y el rey Frisol con todos los otros El emperador lo tuvo por cosa nueva oir
príncipes acabando de oir missa con tanta nombrar al sabio Daliarte, porque hasta en-
solenidad como el día de antes, salió á la tonces nunca oyó hablar dél, y dando el
gran sala de su aposento acompañado de agradecimiento de su voluntad aquella don-
aquella tan noble caballería de que su corte cella, con palabras de tanto amor y verdad
entonces estaba poblada, platicando encima como siempre acostumbraba, la envió á la
de mesa en las personas que fueran en el emperatriz y á Gridonia, que la recibieron
torneo, dando á cada uno la honrra según en con tanto placer como lo merecía la esperan-
ello lo hiciera, que ésta es alguna satisfac- za que su embajada traía; y luego proveyó
ción para contentamiento de quien las hace sobrel escudo, enviando algunos caballeros
tales que deban hablar en ellas, gastando lo para ello, aunque bien entendió que la vo-
más del tiempo en el caballero del Salvaje, luntad del caballero del Salvaje no era más
en quién podía ser y en el pesar que el em- de acabar la batalla dél y de Palmerín. Y
perador recibiera de habérsele ido así, aca- allende de los que allí se hallaron, otros, con
bado el comer, entró por la puerta una don- des8eo de se probar primero, dejando las
cella hermosa, vestida á manera de inglesa otras cosas donde habían de ir, creyendo que
de una ropa de terciopelo abellotado negro, y aquella ida era más honrosa la victoria; y
encima una capa corta de escarlata colorada, los que primero fueron: Claribalte de Hun-
brochada de chapería rica y lozana, con el gría, Esmerildo el hermoso, Crespián de ila-
rostro sereno y algún tanto descontenta; to- cedonia, Flamiano, Rocandor, Mendrusán el
dos se apartaron por le dar lugar, y llegando temido, Trofolante y el fuerte For Dolando,
al estrado, se volvió y echó los ojos á todas aquestos sin ser vassallos del emperador,
partas, y no viendo á quien buscaba y espe- antes de casta de gigantes y enemigos suyos,
raba conocer por las señales que dóf le die- que habían venido á su corte para estar en
ron, puso las rodillas ante el emperador, di- el torneo y á vengar algunas passiones encu-

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26 LIBROS DE CABALLERIAS

Diertas nacidas de enemistades antiguas. Y no las merezcáis, el estado en que veo vues-
aunque todos éstos el día passado lo tuvieron tra disposición me hace decillas, y ahí pue-
de su banda, corridos de se ver vencidos y de quedar tiempo para satisfacer lo que des-
envidia do su fama los movió a probarse con seáis yyo también deseo; el escudo que to-
él. El caballero del Salvaje mandó colgar el maste» ála doncella debéissele tornar, pues
escudo en lo mas alto de un árbol que sobre con él ganastes otros no menos lozanos y con
la fuente estaba, con intención de defendelle más honrra, y también porque de vos no se
& los que viniessen, y arremetiendo á Forbo- debe esperar agravio á mujeres, pues para
lando, que delante de todos venia, le arran- los deshacer la fortuna os hizo tan extrema-
có tan ligeramente de la silla, que los otros do» .cYa sé, dijo el del Salvaje, que con más
le tuvieron á más afrenta porque no le fue sabéis vencer que con armas; digo esto, por-
como pensaban; y mandóle tomar el escudo que cuán presto se me trocó la voluntad con
y yelmo, y mandólos colgar de la otra parte essas palabras que os oí, é lo ofrecimiento
del árbol donde el escudo estaba; tras éste que me hacéis os tengo en merced, y por tan-
justó con él Crespiano de Macedonia, Clari- to no estoy tan mal dispuesto que no pueda
barte, Esmerildo, Flamiano y Rocandor; y el ir á do á mí me es]>era el escudo; pues para
uno tras el otro fueron puestos los escudos á vos venía, le manda llevar, que la intención
donde hacían compañía al de Forbalando, de para que lo tomé sin él la podré cumplir si
que sus dueños estaban poco satisfechos, nos alguna hora topásemos»; y sin más decir
aunque ellos, unos con otros, dissimulaban tornó á cabalgar él y su compañero; se fue-
esta passióu; el caballero del Salvaje tomó ron para do antes vinieron. Palmerín y los
otra lanza de algunas que su escudero tru- otros tomaron el escudo, que le pareció el
jera de Costantinopla, y encontrándose con mejor que nunca vieron; tenía en campo
Trofolante, le hizo venir al suelo con la silla azul una palma grande que lo tomaba casi
entre las piernas, y el caballo del Salvaje todo, y estaba abrasada en fuego tan al na-
arrodilló con la fuerza dol encuentro, que le tural, que hacía recelo de quemarse á quien
hizo salir fuera de la silla; y arrancando las lo tocaba con la mano; todo al derredor cer-
espadas, se comenzaron á ferir do tan duros cado de letras de oro y prieto, puestas por
golpes y tan pesados, que en ellos bien se tal arte, que no se podían leer. Assí que yen-
podía conocer la fuerza y esfuerzo que do platicando en esto, llegaron á la cibdad á
sus ánimos les daban, y porque Trofolan- tiempo que el emperador acababa de cenar,
to era de los mejores caballeros del mun- que después de sabido todo lo que passara
do y muy diestro en armas, fue la bata- quedó más apassionado que de antes, porque
lla tan peligrosa, que los que la miraban de quisiera que en ninguna manera el caballero
fuera no podían bien juzgar cuya sería la del Salvaje se fuera, y teniendo el escudo en
victoria: pero al fin Trofolante fue tan heri- las manos, mandó llamar la doncella para le
do y maltratado, que no pudiondo sostener- preguntar lo que las letras decían, mas ella
se contra las fuerzas del salvaje, quedó ven- le dio tan mal recaudo como aquella que no
cido del. Aquesta victoria costó tanta sangre, lo sabía, antes tomada la respuesta de su
como quien la hubiera de persona que la sa- embajada, se partió. El emperador dio el
bía bien vender; en este espacio llegó á la escudo á Palmerín, diciendo: «Bien sé que
floresta Palmerln, que sabiendo en su possa- quion éste hizo y le guardó para vos, sabía
da lo que passaba, acudió á la mayor priessa bien dónde le empleaba» . Palmerín le tomó
que pudo, y con el Graciano, Dramiante, do sus manos, tesándoselas por el amor con
Onistaldo, Beroldo, Germán de Orliens, Fran- que le trataba, poniendo en su voluntad de
cián, Polinardo, el príncipe Florendoa, Pla- trabajar de alcanzar con que lo servir, por-
tir, Basiliardo, Dirden, Estellante, con otros que las perfieione8 que hombre tiene, tie-
desseosos de se ver en aquella afrenta. Pal- nen neeessidad de ser favorecidas con bienes
merín que vio el fin de la batalla y lo mu- temporales para que lo uno con lo otro res-
cho que el caballero del Salvaje hiciera en
ella y en las justas, llegóse á él, diciendo: plandezca.
«Puesto caso, señor caballero, que hasta ago- Cap. XIV. — Que declara quién era el sabio
ra no tengo rebebido de vos sino obras de Daliarte del Valle Escuro.
enemigo, dignas de otras assí como ellas, son
vuestras cosas tales, que me hacen mudar la Para saber quién fue este Daliarte del
voluntad que hasta aquí traje y desearvos Lago Escuro, dícese que en el tiempo que el
servir en la cura de las heridas, si en mi príncipe don Duardos venía del reino de La-
posada queréis reposar los días que para ello cedemonia para Grecia, dejando ya desen-
fuere neceseario; estas razones, aunque vos cantado alrey Tarnaes y paoífW señor en

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27
PALMERÍN DE INGLATERRA

sus tierra*, una doncella entró en su nao, y galaterra de caballeros famosos, tan ennoble-
sin decir nenguna cosa se fue al gobernalle cido en las armas y de doncellas, cerno nun-
della y la hizo volver hacia una isla, dondo ca lo fuera en otros tiempos; mas ninguno
libró á. un caballero que por traición quería entró que fuesse famoso que tornasse más á
matar, y de ahí le llevó donde estaba la ma- salir. Allí estaba: Recindos, por quien Espa-
dre de Argonida, de quien hobo á Pompides
ña era des|>oblada yendo á busoalle; Arne.-
por la manera que en el libro de Primaloón dos, rey de Francia, que había pocos días
se cuenta.
que saliera della por ayudar 4 sus amigos en
Escríbese en las corónicas antiguas ingle-
aquel trabajo en que todos andaban; Mayor-
sas que Argonida tuvo dos hijos de don Duar- tes, el gran oan; Prides, por quien el reino
dos, desta vez y de otra que por el mismo
de Inglaterra hizo grande sentimiento des-
engaño tuvo parte con ella; el primero fue
Pompides, y el segundo Daliarte, á quien su pués que le hallaron menos en sus neeessida- '
des; Belcar, Bernao, Ditreo, el duque Dra-
agüela crió siempre consigo, apartado de la pos de Normandía, el soldado Belagríz, con
conversación de otra gente, enseñándole el
quien pudo tanto la amistad de don Duardos
arte mágica, porque le sintió el ingenio sotil
que le hizo dejar su señorío y tornar á se-
y aparejado para ello, y por esto en el libro guir el trabajo do las armas de quo ya esta-
dePrimaleón no se dioe nada dél, y como ella ba descansado; y el esforzado Polendos, de
fuesse una de las personas más señaladas del
quien y de algunos dellos se dirá lo quo pas-
mundo en esta ciencia, y Daliarte por mu- saron en sus prisiones, assi que no había en-
chos días y años ocupase el juicio en el ejer- tonces reino en el mundo tan libre que se
cicio della, salió tan exoelente y gran sabio, pudiesen hacer alegrías, sino de tristezas y
de que no tan solamente pasó á su agüela, descontentamientos; pues tomando á Daliar-
maa 4 todas las personas que fueron antes y te, viendo la grande afrenta en que el mun-
después dél más de quinientos años, alcan- do estiba por un solo hombre, no sabía do-
zando las cosas secretas y por venir, que nen- terminar qué manera tuviesse para remodio
guna lo parecía trabajosa; y después que se de tímanos daños, puesto que su desseo ora
vido tan extremado que se juagaba por el passar por donde pasearon los otros, no lo
mejor del mnndo, era su ánimo tal, que no quiso hacer, no por el temor del peligro, mas
se quiso contentar desto sólo, antes despen- porque sabía que no era él el quo aquella
diendo algrtn tiempo en el ejerciólo de las aventura había de acabar, y también porquo
armas, salió tan extremado en ellas, que bas- ; no hay oosa peor quo seguir el desseo donde
tó para ser juzgado por hijo do bu padre; lle- la espora nza es incierta; y por tanto, por ex-
gando áedad de poder ser caballero, murió cusar alguna parte de tantos males, quiso
su agítela, y él so fue al gigante Gataru, que hacer su asiento junto dol Valle de la Perdi-
lo hizo caballero sin saber quién ora, por ción, que este nombro le pusieron por la pér-
vor en él señales de las obras que después dida que en él se faría, buscando otro con*
mostró. Viniéndose Daliarte metido on la forme á su condición necossario á su estudio,
obligación de las armas, acordándoso lo Hin- el oual iba por medio de dos tan altas sio-
cho que había de hacer para nombrarse hijo rras, que la altura dolía le empedía la entra-
de don Duardos, revolvía en ol pensamiento da del sol lo más dol tiempo; y por esso le
muchos acontecimientos grandes, trayendo llamaron del Valle Escuro, y algunos le nom-
á la memoria aquella prisión perpetua en braban elValle Sonbrío; y no le costó tan
que lo vía, y assimismo á Primaloón y otros barata la entrada dél que no le fuesse forza-
príncipes que Dramusiando tenía en el su do alcanzalla por fuerza, matando primero
castillo, porque en este tiempo toda la flor en igual batalla al gigante Trabolando y á
del mundo y de las armas estaba allí ence- un hijo suyo, señores de unos castillos que
rrada por el saber de Eutropa, tía del gigan- allí tenían; entóneos hizo en lo más solita-
te, y por la fortaleza dél y de sus compañe- rio del valle una morada tan singular para
ros, y porque también ya se sonaba que to- su gusto, onanto el ingenio de un hombre
dos se perdían en aquel reino de la Gran tan sotil podía pensar, adonde ninguno no
Bretaña, aunque esto no podía saber nadie iba si no fuesse por su consentimiento; y
cómo fuesse sino Daliarte, que nada le era assi paseó su tiemi>o en la continuación de
wecreto, y por esta causa muchos caballeros su estudio, trayendo para sí todos los libros
famosos acudían hacia aquella parte, y como quo le quedaron de su agilela, con otros mu-
allí entrassen y fuessen á la fortaleza de chos quo él por su industria supo haber; á
Dramusiando, no sabían más deilos. Esta las voces iba á monto, porque su natural
nueva tan notoria que andaba por el mundo, inclinación lo enseñaba, y la tierra era tan
hacía entonces ser tan lleno el reino de In- poblada de venados y do otras oazas, oon quo

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LIBROS DE CABALLERIAS

recebía mucho solaz; algunos días salla ar- como quien tan bien sabia quien ellos eran,
mado yhacía batallas, de que siempre que- trayén dolos á vista del río á donde la forta-
daba con vitoria,^ cuando sabía que caba- leza estaba de la parte de encima della bien
lleros de mucho precio las habían de hacer en una legua; ya que anochecía y viéndose tan
la torre de Dramusiando, íbalas á ver para lejos de poblado, no sabiendo á dónde guias-
ver lástimas á que no podía dar remedio y sen, tuvieron por mejor consejo pasar la no-
que tanto sentía como rus dueños, de que se che debajo do unos árboles, á la orilla de
espantaba el gigante y su tía, viendo que aquellas graciosas aguas, adonde bajándose
tan sueltamente entraba en la jur ¡adición de sus caballos cenaron alguna cosa de lo que
de su defensa sin se lo quitar el poder dél ni sus escuderos traían. Ya que fue cerrada la
la sabiduría della; en este tiempo, sabiendo noche, Belcar se echó en una cama de heno,
de las fiestas que el emperador hacía, y como donde con el cansancio que en el día había
de muchos días tuviesse hecho aquel escudo passado durmió con harto reposo mucha
para compañero en las afrentas de Palmerín, parte de la noche; mas Belcar, como estaba
envióle á la corte, donde sobre él pasó lo que sin su libertad, á tales horas siempre despen-
atrás oistes; desta manera gastaba Daliarte día el tiempo en contemplaciones de Basilia,
el tiempo, esperando por la libertad de aque- y por habérselo más á solas, como siempre
llos príncipes, los cuales passaban vida des- los heridos de la flecha do Cupido son ami-
contenta, cada uno igual en la pena de to- gos de soledad, se fue el río abajo y echóle
dos, con aquella amistad antigua que siem- debajo de un árbol que á la orilla del agua
pre se tuvieron; puesto caso que este dolor estaba, á donde se hacía un remanso tan
no fuesse pequeño, la mucha continuación
quedo, que el poco ruido del rio no podía em-
dél le hacía sentir menos, porque donde ella pedir el contentamiento de aquello en que su
es grande, poseella mucho tiempo la hace cuidado le ocupaba. Allí estuvo toda aquella
parecer menor. noche de cuidados tan acompañado y de
otra compañía tan solo, hasta que la luna se
Cap. XV.— En que da cuenta de lo que acon- puso, á tiempo que los ruiseñores, con otros
teció áBelcar y á Vernao después que fue- pajaricos, alegres manifestaban la llegada
ron sanos de las fcridas que hubieron en la del alborada con su dulce armonía. Vernao,
batalla de la Floresta Desastrada.
que estaba trasportado y envuelto en la sua-
vidad que aquella música le hacía, tuvo ta-
Vernao , príncipe de Alemaña, y Belcar, maña templanza de su señora, que comenzó
duque de Ponte y de Durazón, estuvieron en á decir palabras tan enamoradas en sí como
la ciudad de Esbriqne algunos días curán- entonces traía los pensamientos, las cuales
dose de las heridas que el uno al otro se hi- decía bien descuidado de pensar que nenguno
cieron, yya que se hallaron en desposición le podía oir sino aquellos árboles de que él
para poder tomar armas, se fueron á la corte no se temía; mas esto no era assí, porque
del rey para ver la orden de su vida, que era más arriba, cuanto un tiro de piedra, estaba
tal como atrás so dijo, y aunque procuraron el esforzado Polendos, rey de Tesalia, que
mucho por ver á Flerida, nunca tuvieron viniera allí á tener aquella noche, á donde
manera para que pudiesse ser, assí porque oyó las palabras de Vernao, y llegando de
ellos no se quisieron descubrir, como porque más cerca con intención de lo oir mejor,
ella nunca salía de la cámara de su contem-
quedó contento de lo ver tan enamorado y
plación; por esta causa estuvieron en la cor- de las razones con que lo mostraba, trayón-
te menos días de lo que desearon; salidos dole aquello á la memoria el tiempo que lo
della, anduvieron algunos días por aquella fuera de Francelina su hermosa mujer; assi
tierra haciendo cosas tan señaladas, que fue- estuvo escuohando sin le querer quebrar el
ron bien verdadera prueba del esfuerzo de hilo, hasta que la mañana esclareció de todo
quien las obraba, deshaciendo agravios á y las aves se derramaron por otras partes;
doncellas y aquellos que de sus personas te- Polendos se llegó á él, diciendo: cSeñor Ver-
nían necessidad, pasando batallas de mucho nao, ya sé que no sois tan libre que cualquier
peligro, como en las corónicas de sus hechos
passo como éste no os haga descubrir la ver-
se declara, de que aquí no se dice nada por dad de lo que hay en vos; aunque quedéis
la historia deste libro no ser suya, siendo á
todas estas cosas ó á las más dellas entramos mal comigo , no dejaré de decillo á la seño-
ra Basilia lo que aquí vi, porque allende ser
juntos iguales en el trabajo y en la fama que remedio para su dolor á cabo de tanto tiempo
dél se alcanzaba; y assí andando discurrien- saber que gran tardanza no nace de vuestro
do por todas las comarcas de aquella tierra, olvido en sus cosas, sino de poca dicha que
vinieran á parar á donde Eutropa los guiaba, todos tenemos en esta empresa de su herma-

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PALMERÍN DE INGLATERRA

no y cuñado». Yernao, después de conocello, 29


' en la espada como tuvistes dicha en el en-
quedó algún tanto afrentado de las palabras cuentro de la lanza» . «No sé, dijo don Duar-
que soltara, que no sabía si amor ó el lugar dos, si assi nos viéssemos quién se arrepen-
donde las dijera causara haber dicho algún tiría primero, mas no lo puodo hacer, que
desconcierto; por tanto, disimulando esta quien aquí me hace estar no quiere que ha-
vergüenza, con muestras de amistad tan ver- ga más, ni yo lo desseo tampoco; déjame
dadera como el uno al otro se debían, en esto ju8tarcon vuestros compañeros, que después
vieron venir á Belcar con los brazos abiertos allá os queda con quién se os quite essa pas-
contra Polendos. diciendo: «Agora, señor, 8ión; y quiera Dios que os vaya tan bien en
me quiero vengar del precio que me llevas- ella como yo querría, y quedaréis con más
tes en la Puente de la Ola de la Cardería, honrra que podáis alcanzar de mí aunque
pues tengo en mi ayuda al señor Vernao» . me veuciéssedes». Belcar, que todo esto oía,
«No sé como será, dijo Polendos yéndole se vino contra él la lanza baja, diciendo: «Se-
abrazar, mas sé que quien de mis brazos os ñor Vernao, quitaos afuera, que esse caba-
sacare, que podrá más que yo» ; assi se tra- llero tiene tan hermosas excusas como el pa-
taban todos, con aquel amor y voluntad que recer» Don
. Duardos le recibió con otro en-
consigo traía donde es verdadero: luego ca- cuentro de que le hizo venir al suelo, pesán-
balgaron juntamente, yendo por el río abajo dole ya de aquellas justas, que después que
platicando en su demanda y en las tierras oyó nombrar á Yernao bien se pareció que
que cada uno corriera; Polendos les iba con- los otros no podían dejar de ser personas con
tando las nuevas que de la corte sabía, que quien tuviesse alguna amistad, temiendo el
había pocos (lías que della partiera, entre peligro que los ya esperaba; por tanto, vien-
las cuales les dijo del infante Palmerín cómo do que no podía hacer menos sino seguir sus
le hallara, y de la carta que la doncella tro- ordenanzas, se vino contra Polendos, que
jera, y cuán perfectamente la naturaleza acompañado de su fuerza y ocupado de ira
partiera con él de sus gracias, de lo que los de ver tamañas fuerzas en hombre que no
otros iban espantados y muy tristes por el conocía, y assi se encontraron entramos con
mucho tiempo que había que de Costantino- tanta fuerza, que don Duardos se abrazó á
pla salieron, y en lo poco que en su viaje las cervices del caballo y estuvo por caer,
recaudaban, y assi hablando en esto y en mas Polendos vino al suelo con la silla entre
otras cosas, llegaron á vista de la torre de las piernas; luego se tornó á abrir la puerta
Dramusiando á horas que el sol salía, y de la torre, y Pandaro llamó á don Duardos
viendo la frescura y asiento della, estu- que se recógese; él lo hizo sin tener tiempo
vieron un gran rato contentando los ojos de hablar con nenguno nenguna cosa, puesto
en obra tan maravillosa y nueva, juzgán- que lo desseaba |>or el recelo que tenía de
dola por la mejor cosa del mundo; en esto quién podrían ser. Polendos, que en extre-
vieron abrir la puerta del castillo y salir mo sentía aquel acontecimiento, quiso ir
de dentro á don Dnardos armado de las mis- tras dél, mas primero lo hizo Vernao; Pan-
mas armas con que se combatió con el prín- daro le dejó entrar, y cerró la puerta tan
cipe Primaleón. «Paréoeme que si la for- presto, que Polendos y Belcar quedaron fue-
taleza es para ver, no falte nada al caballe- ra, bien descontentos por el recelo en que su
ro». Polendos le estuvo loando de los más
vista los pudiera (') y por la poca costumbre
bien puestos quo él viera á caballo, fuera que Yernao tenía de se ver en batalla con
don D nardos, que este fue el más airoso que semejantes hombres. Don Duardos que le vio
nunca vio, porque Primaleón ni todos los do dentro, volvió á él diciendo: «Señor Vernao,
su tiempo no le igualaron con gran parte; este es el peligro que vos dije en que no os
Yernao les pidió por merced que le diessen quisiera ver, jwrquo puedo sostener el fin» .
la primera justa, y sin otro detenimiento, «Aún yo no os tengo por tan amigo do mi
después de tomar la lanza y recogerse en la honrra, dijo Vernao, que crea essas palabras
ailla, arremetió contra él, que de la mesma de vos para que por miedo dellas doje do ha-
puente le salió á recebir, y encontráronse cer lo que debo»; mas Pandaro las atajó con
con tanta fuerza en el medio do los pechos, un golpe de su maza por cima «leí escudo,
que don Dnardos perdió uno de los estribos, dado con tanta fuerza, que las dos partes vi-
mas Yernao fue al suelo, y arrancando de nieron al suelo. Vernao, que nunca en tal
en espada, se vino contra don Duardos corri- afrenta se viera, quiso hacer maravillas pe-
do de su desastre por habelle acontecido ante leando tan valientemente, que Primaleón,
Polendos, diciendo: «Don caballero, si á pie que le miraba desde una ventana, estaba
os qui&ierdes combatir comigo, yo os mos-
traré cuánta necessidad tenéis de ser diestro
(') Ati «1 texto, por «putSera».

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80 LlBROé DE CABALLERIA8

contento de le ver con tal esfuerzo, y triste estorbar quo no le matasso, armado de las
por ver á la postre ouAn poco había de apro- armas que solía, y puesto que Polendos esta-
vechar, que don Duardos le dijo quién era, ba mal tratado, defendióse tan valientemen-
aunque no sabía quién fuessen sus compañe- te, que en esta batalla supo bien mostrar para
ros. El gigante Dramusiando quedó tan ale- cuánto era; mas habíalo con tan fuerte ene-
gre en .saber que era Vernao. cuanto lo pu- migo, que de todo su esfuerzo tenía neoessi-
diera ser con otro, que le pareció a él que dad. Dramusiando le tuvo en mucha cuenta
en él se acababa de cumplir su desseo, pues I»or lo que en él vio; Primaleón y don Duar-
era hijo de Trineo, que fuera en la muerte dos no vían e6ta batalla, que estaban con
de su padre. Allende doeto creía que las per- Vernao y Belcar, ocupados en hacerlos cu-
sonas que con él venían serían ]»ersonas de rar; mas como supieran del los cómo el que
mucho precio. Pandero y él se anduvieron quedara era Polendos, vinieron á ver el fin
hiriendo tan bravamente, que á Vernao pe de la batalla, y viéronle andar con las armas
le quebró ol espada por junto á la empuña- tan rotas, que en muy pocas partes tenían
dura en los arcos do yerro del escudo del defensa, las cuales siempre traía negras sin
gigante, de quo Pandara no quedó poco con- otra cosa, conformes al tiempo de entonces,
tento, porque iba sintiendo mucho sus gol- en el escudo en campo negro una nube cerra-
pes, ydejando caer el escudo por le poder da; finalmente, ellos se supieron ayudar tan
mejor herir, tomando la maza con entramas bien do sus fuerzas, que sin conocer mejoría,
manos, porque aunque Primaleón le cortara á cabo do gran pieza, habiendo perdido mu-
cuatro dedos de la mano izquierda en la ba- cha sangre, dieron consiguo en el suelo sin
talla que con él hubo, después de ser sano nengün acuerdo y sin conocer cuya fuesse la
la neoessidad le enseñó á se servir della con vitoria, puesto que bien mirado la honrra
un artificio que para ello buscó. Vernao, que della era de Polendos, pues no fue vencido de
vio venir el gol|>e, juntóse tanto con él que un tan temido gigante habiéndolo sido dél el
le hizo quedar en vano, mas Pandara que le temido Pandaro, de cuyas manos no escapó
halló tan cerca, le tomó entre sus brazos, tan sano que dejasse de salir bien herido.
apretándole tanto consigo, que parecía que Luego el gigante Dramusiando lo mandó su-
se despedazaban; y assi dio con él á sus pies bir arriba, y á Pandaro y á Daligante man-
sin acuerdo ninguno, y assi le llevaron arri- dó llevar á sus posadas. Don Duardos y Pri-
maleón entendieran en la cura de Polendos
ba; luego abrió la puerta, mas Helcar y Po-
lendos fueran tan presto con él, «pie no le y de los otros, quo después de tornados en sí
dieron lugar do tornar á cerrar y assi entra- quedaron satisfechos de aquellos desastres,
ron entramos. Belcar pidió á Polendos que lo pues )>or ellos habían hallado quien se los
dejasse en la primera batalla; él lo hizo con- hacía passar; don Duardos y Primaleón no
tra su voluntad, porque temió lo que podía lo fueron assi, porque vieron la gran falta
ser, y aunque ella fue tan bien herida como do caballeras en que el mundo estaba puesto
dél so esperaba, la mucha ventaja que ol gi- con esta su prisión, y todo por su causa, te-
gante le tenía le trujo á estado de ser venci- miendo que la libertad de todos sería dura
do, con tamaño enojo suyo, que aquello fue de alcanzar, aunquo la osj tranza del todo
el mayor que recibió; puesto que Pandare no estaba perdida, porque confiaran en Dios
no quedase tan sano destas batallas que no le do tener el remedio que después les vino,
costase muchas heridas, Polendos, con quien aunque no sabían por quién.
hubo la tercera batalla, primero que en ella
entrase le dijo: «Parécemo que sería buen
Caí*. XVI.— í)e lo que atonteció al rey Ib-
consejo que no quisiesses perder más sangre, cituloft de K/>pafia, y d Amedos, rey de
pues la vida en ella ao sostiene; ríndete á Francia, non otros dos mballeros en la
mi y si hay más que hacer, hacello has, y si fórlale xa del /jitjatfts Dramusiando.
no, muéstrame el caballero que acá entró» .
cYa me parece, dijo Pandara, que si no ata- Como estuviesse Kecindos, rey de Espa-
jasse essas palabras, soltarías tantas como tu ña. desseoBo de seguir las cosas quo con tra-
necedad te enseña, y si quieres ver cuan bajo se alcanzan, viendo ol movimiento que
presto estoy de me rendir, mira por ti». Po- la pérdida de don Duardos y de Primaleón
lendos le recibió con aquél ánimo de que hacía en todos los caballeros señalados dol
siempre andaba acompañado, ñriéndole tan mundo, tenia ]mr mengua «le su persona
bravamente, que en poco espacio hizo verda- passar la vida fuera dol trabajo en que sus
dero el consejo que le daba, tratándole de amigos andaban; y con esta determinación,
manera que dio <*on él en el suello sin nen- encomendando las cosas del reino al duque
gun acuerdo. Daligan fue luego sobre él por Orliando y al marqués Ricardo, personas do

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palmerín de Inglaterra

gran crédito y autoridad, ee fue lo más se- ser que os diessen tales nuevas de sí, que
creto quo pudo, llevando consigno tan sola- os harán tornar la contienda sobro cuál será
mente un escudero su privado que le lle- el postrero»; mas el caballero del can, que
vaase las armas; y descurriendo por muchas en extremo estaba mal con Recindos, le dijo,
partea, haciendo maravillas en armas como no queriendo responder á don Duardos :
siempre acostumbraba , vino al reino de «Pues no queréis conocer la honrra que os
Francia. á donde fue recebido del rey Arne- liaoían en franquear el passaje, la justa que
dos su primo con aquella voluntad y amor con él desseábades comigo la habéis de te-
que la verdadera amistad ha de tener; el ner, y yo os mostraré cuán dañosa es la so-
cual, después de saber su propósito, acordán- berbia». Recindos, con la lanza baja, se vino
dose de la amistad que con 61 siempre tuvo, á él; pues Arnedos y el de las armas negras,
acordó de seguille en aquel viaje, acordán- por no quedar libres de aquella diferencia,
dose de la razón que para esto tenía; y también arremetieron el uno contra el otro,
dejando los negocios de su persona enco- y todos cuatro juntamente se encontraron
mendados Melioia
á su mujer mucho contra con tamaño ímpotu, como si averiguada-
su voluntad, se partieron entramos junta- mente aquella enemistad fuera más antigua;
mente, non determinación de nunca so apar- y como se encontrassen y fuessen tan bue-
tar si algún gran caso no lo permitiesse, y nos caballeros, todos cuatro vinieron al sue-
porque ya entonces se sonaba que todos los lo, ylevantándose con gran presteza echa-
caballeros se comenzaban á perder en aquel ron mano á las espadas y comenzaron entre
reino de la Gran Bretaña sin sabor cómo esto sí una tan cnula batalla, que en muy peque-
fuesse, hicieron su viaje haoia aquella parte, no rato la fortaleza de sus golpes dieron tes-
y en pocos días llegaron á ella y fueron á la timonio de la bondad de cada uno dellos. El
cibdad de Londres, donde el rey Fadrique gigante Dramusiando se puso sobre las al-
estaba, mas no vieron á Florida, porque en menas que caen sobre la puente» y con él
tiempo tan triste no se quisieron dar á co- Primaleón, Polendos y otros algunos por
nocer; partidos
y de la corte* c aminaron por ver la batalla, que era de las mejores del
aquel reino hasta venir donde la fortuna á mundo; y Dramusiando tenía en mucho la
todos traía; acertaron & entrar en el valle valentía de todos los hombree que en aquel
por la parte de abajo á horas de medio día, vallo entraban; mas Primaloón nunca pudo
y vinieron río arriba hasta que llegaron al conocer quién fuossen, puesto que don Duar-
castillo, á tiempo que de la otra liarte alle- dos luego conoció á Mayortes por la devisa
garon otros dos caballeros; el uno dollos, del can, y no sabía determinar quién fuesse
que de cuerpo era mayor que su compañero, el quo con él se combatía, aunqtie, según sus
cabalgaba en un caballo bayo, traía unas ar- obras, le juzgaba por uno de los buenos que
mas de colorado y encarnado entremetido lo había visto. Pues tornando al propósito,
uno por lo otro, en el escudo en campo indio tanto anduvieron en su porfía, que de muy
un can sin otra cosa; el quo venía con el cansados se quitaron afuera; mas como el
traía todas las suyas do negro, y el escudo desseo que cada uno tuviesse de acabar
de la misma manera; y todos cuatro llega- aquella aventura no les dejó reposar grande
ron á la entrada de la puente sin se conocer espacio, antes, tornando á su batalla, desta
quién fuessen los primeros; don Duardos, segunda vez se trataron tan mal, que en pe-
que estaba á punto para justar, los dijo: queño espacio fueron puestos en mucha fla-
«Señores, ved cuál de vosotros ha de justar queza. Mayortes, viendo la dura defensa
primero; venga, que para tantos hay poco que en su contrario hallaba, confiando en la
tiempo» . Recíndos abajó la lanza y quisiera fuerza de sus brazos, arremetió á él, y am-
cumplir su voluntad, mas el caballero del bos se assieron de la mesma suerte, y tanto,
can le tuvo, diciendo: «Aunque, caballero, tu- que se hicieron reventar la sangre en mayor
viéssedes más «-ortesía con quien nunca vis- cantidad de lo que antes salía; Arnedos y el
tes no perderíades nada, porque yo allegué de lo negro se assieron de la misma manera,
primero y primero he de justar: por esso no y tanto anduvieron todos probando sus fuer-
quitéis el lugar á quien le tiene». «Si por zas, saliendo mucha sangre de sus cuerpos,
l«labras. dijo Recindos, queréis que os deje que con el mucho desfallecimiento cayeron
el peligro en que ya estoy, no son las vues- al suelo trabados unos de otros tan sin acuer-
tras las que me han de obligar á esso» . Don do, como quien no lo tenía para sentir el
Duardos, que los vio en esta diferencia, les lugar donde estaba. Dramusiando fue a)
dijo: «Señores, si quoríns excusar esta con- campo acompañado de sus prisioneros, de
tienda, no juste nenguno de vosotros; há- quien fiaba sólo con la fe que dellos tenía,
ganlo vuestros compañeros primero, y podría y mandándoles quitar los yelmos, halláron-

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32 LIBROS DE CABALLERIAS
los todos cuatro aún con la ferocidad en el gar á las tristezas en tanta cantidad como
rostro con que andaban en la batalla, tan hasta allí hiciera, que destruye y enflaquece
assidos los unos de los otros, como lo pudie- los corazones de los hombres, ¡>orque si en
ran estar cuando más metidos en su fuerza.
aquel tiempo cualquier señor pagano qui-
Primaleón y don Duardos, después de ha- siera conquistar todo el imperio de Grecia,
ber conocídolos que el caballero negro era lo pudiera hacer en muy pocos días, según
Belagriz, juntamente con los otros, fueron la ñaca defensa que en él había; mas el em-
tan tristes, que tomaron por partido ser an- perador era tan amado de todos los que po-
tes los dueños de aquel desastre que ver que dían hacer guerra, que le ayudaran teniendo
por su causa perecían todos sus amigos. £1 dello necesidad; pues, tornando al propósito,
gigante supo de Primaleón quién eran, y por ovitar este recelo en que los suyos podían
mandólos llevar arriba, donde fueron cura- vivir, quiso de allí adelante usar por otro
dos con tanta presteza como siempre man- camino, continuando alegrías no acostumbra-
daban tener en las personas de tal calidad, das, tiniendo muchas noches sarao, al cual
y los zurujanos confirmaron que nenguna siempre era presente la emperatriz y Grido-
herida tenían de peligro, mas que la mucha nia; mas con Basilia nunca se pudo acabar
falta de sangre los ponía en tal estado, de
que á nenguna cosas destas se hallase, ti-
que sus amigos quedaron algún tanto con- niendo por cierto que Vernao era del todo
tentos, especialmente don Duardos, á quien perdido, de quien entonces no tenía otra
todas estas cosas tocaban en el alma por ver prenda sino la soledad en que vivía; Palme-
que por su causa sucedían; y assí des ta ma- rín, que ya en estos días le parecía vergüen-
nera hubo Dramusiando en su mano todos za no salir por el mundo á seguir lo que las
los caballeros que quiso, y porque su condi- armas le mandaba, y para aquello que toma-
ción era tan noble como atrás se dijo, aun- ra su orden, ponía en su voluntad de hace-
que siempre los desseó para venganza de la 11o, y no osaba sin licencia de su señora; para
muerte de su padre, viendo la poca culpa se lo pedir faltábale el atrevimiento, y mu-
que le tenían, quiso tener por alta vitoria cho más para le descubrir su voluntad, assí
tenellos en su prisión, determinando ganar que vivía en estos extremos sin saber cuál
con ellos la isla del Lago sin Suelo, que fue- escógese si no lo decir, y vivir con este dolor
ra del gran gigante Almadrago su agüelo, sin descubrillo y enerar el peligro que de
que agora era señoreado de otros muy gran- allí viniesse. Con todo, una nocho, acabán-
des gigantes que por muy gran fuerza la to- dose el sarao, después de determinar en sí
maron, después
y de ganada dejallos en litier- lo que había de hacer, llegándose á Polinar-
tad, quedando para siempre en su amistad. da como algunas veces hacía, lleno de todos
Pues Mayortes, aquel gran can, el gran sol- los recelos que en tales tiempos los corazones
dán Belagriz, Arnedos y el muy esforzado enamorados suelen tener, la color mudada, la
Recindos, después que passaron algunos días habla medrosa y muy cansada, más embara-
en su cura, yendo ya convaleciendo, sabien- zada que desenvuelta, comenzó á decir assí:
do en el lugar en que estaban, fueron tan «Señora, el emigrador vuestro agüelo, desde
alegres y tan contentos, que tuvieron aque- el día que en esta casa entré, me dio á vues-
lla gran prisión por bienaventurado aconte- tra alteza para que la sirviesse en tiempo
cimiento, reían
y unos de otros de la prie- que mi edad no ino dejó conocer la merced
sa que cada uno tenía por se combatir con que en esto me hacia. Y puesto que della me
don Duardos y del desengaño que dél rece- nació el peligro en que agora estoy, soy tan
bieron; mas para él todas estas cosas eran contento del, que sentiría más perdelle que
la muerte, porque allende de ver éstas per- lo que sé temer los muchos que de ahí me
didas sin remedio, daban las nuevas de la pnoden venir; que yo a pora paseo tamaños
vida de Flerida, con que más le lastimaban, cuantos los otros que puedo passar no se me
que siempre en las grandes pasiones lo que acuerdan en compara! -ión deste : y |*>rquc mi
más duelo hace tener las otras en menos. intención es seguir las aventuras y ir donde
ellas me quisieren llevar, (plise, señora, pe-
diros licencia para j>odello hacer, y también
Cap. XVII. — De la íiabla que Palmerín hxxo
á Polinarda, y como se partió de la corte. que consintáis que por donde fuere, ó al me-
nos de mi voluntad, me llame vuestro caba-
El emperador Palmerín, según dice la his- llero, para que de ahí me nazca esfuerzo para
toria, después de haber hecho caballeros á las cosas donde fuere necesario». Polinarda,
sus nietos con los demás como atrás se dijo, que bien entendió el fin de sus palabras, por
mandaba hacer á menudo torneos, justas y dar causa á que se declarase, le dijo: «Por
fiestas, para alegrar sus pueblos y ao dar lu- cierto, Palmerín, yo os debo tanto por los

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PALMERIN DE INGLATERRA 33

servicios que me tenéis hochos, que holgara Cap. XVIII. — De romo Palmer in de Ingla-
de os los poder pagar on alguna cosa de vues- terra m partió de la rorte llamándose el
tra honrra; llamaros vos mi caballero, yo lo C'AHAI.LEKO DE LA FORTUXA, y ¿C lo qUC HUÍS
consiento, pues para csso basta la muestra de
vuestra jtersona y la crianza desta casa y yo
no aventurar nada; el j)cligro en que me de- pausó. quo Palmerín so partió de la corte,
Tanto
cís que estáis «pterría saber de vos, y de cual- anduvo todo lo que do la noche quedaba, y
quiera en que os viesse me pesaría á mí mu- otro día, sin tomar ningún reposo ni se lo
cho». cSeñora, ¿cómo viniéndome de vos que acordar que él y su caballo tenían necessidad.
os pesa de me ver en él? por lo cual yo quo Al segundo día, casi el sol puesto, ya alon-
1c busqué, le padeceré; si bien o mal me tra- gado de la ciudad de Costantinopla, se halló
ta, yo lo siento: aunque sus males me ma- en un valle lleno de árboles ospessos, entro
tassen, sentiría más verme sin ellos». «Mu- los cuales estaban unos edihVios antiguos caí-
cho huelgo, dijo Polinarda, de mi sospecha dos por muchas partes, mas en lo poco que
ser cierta, y pues la culpa de vuestro atre- del lo parecía daba señal de cuán noble cosa
vimiento es mía, no os quiero dar otra pena fuera en algunos lugares: por de dentro ha-
en galardón della sino avisaros que no parez- bía cámaras y casas dinas de ser pobladas,
cáis más ante mí; y si assí no lo hiciéredes, y las paredes, do partes de fuera, cubiertas
yo tendré manera cómo essotro yerro y el do de yedra que subía por ellas tan verde y
agora se castigue á mi voluntad»; y aún no metida entre las mismas piedras, que allen-
acababa bien estas palabras, cuando volvien- de de dar mucha gracia á los edificios anti-
do las espaldas le dejó, y tal que estuvo para guos, los sostenían que del todo no cayesen.
caer, haciendo muestras tan mortales, que si Selvián tomó el caballo y á él le quisiera
alguno le mirara, se lo pudiera bien conocer dar alguna cosa quo comiesse; Palmerín no
en la turbación de su persona lo que de aque- lo quiso comer porque en todos aquellos días
lla habla sucediera; mas como todos estuvies- cuidados desesperados eran su mantenimien-
sen ocupados en seguir sus damas, que se en- to, antes mandóle quitar de allí; con la
traban con la emperatriz, no hobo ninguno mano en la mejilla, con los ojos en la agua
que sintiesse lo que Palmerín hiciera; Unien- de la fuente sobre que estaba de buzos, tru-
do él paseada la fuerza de aquel acidentc, tor- jo á la memoria las palabras de su señora y
nó algún tanto en sí, y lo mejor quo pudo se la braveza con que las dijera, comenzó á
fue á su posada, donde gastó la noche en con- hablar consigo mesmo mil lástimas enamo-
tiendas en que su razón se vía, y porque en radas, ofrecidas á quien no sabía si lo que-
ninguno se hallaba rojioso ni descanso, y tam- dara alguna dél; después, culpando su atre-
bién |>or hacer lo que su señora le mandaba, vimiento, decía: «¡Oh Palmerín, hijo de un
antes que la mañana viniesse se armó de \tnas
pobro salvaje, criado en las sierras de In-
armas partías, anunciadoras de los trabajos galaterra! ¿<^ué pensamiento fue el tuyo que
que después passó, sembradas de abrojos de en tamaño peligro te puso? Señora Polinar-
oro y negro menudos; en el escudo, en cam- da, ysi mi osadía me hace merecedor de
po azul la rueda de la fortuna; porque el otro culpa, halle en vos aquella piedad que en
qae Daliarto le envió le llevaba metido en las personas altas se suele hallar, para quo
una funda \yor no ser ]K>r el conocido: y to- un deseo tan cierto de serviros no sienta tan
mando consigo á Sclvian, su hermano de le- desesiierado fin como de vuestra crueza so le
che, hijo del salvaje, que lo llevaba con las ordena; y si la voluntad con que mo hice
otras armas, se partió á tal hora quo ningu- vuestro no merece esto, acábeme de matar,
no lo sintió, yendo ten sin cuidado de nin- y será honesto galardón de mi atrevimiento,
guna cosa, que no lo tenía en otra sino de
puesto que si os acordáis de vuestra hermo-
pausar el tiempo en palabras de tristeza, sura y parecer, á ellas daréis la culpa de
juntamente «ion muchas lágrimas y sospiros
cualquier yerro que contra vuestra condi-
<|Qe le arrancaban el alma, verdadera mues- ción se cometa; ya que este dolor me haya
tra de su dolor, sin que las consolaciones de de durar mucho, soy dél contento por ser
Selvian pndiessen dar remedio á su jiena; nacido de vos, mas no quiso ser tal que me
mas antes le crecía en tanta cantidad, que diesse esperanza de sostenollo muchos días,
ya no le osaba decir nada; assí anduvo toda antes me matará presto, y entonces quedaré
aquella noche y otro día sin comer ninguna sin ella y sin mí, con soledad y desseo do
cosa, porque siempre en las grandes triste- ver á quien me la dio». En esto reposó un
zas ypassiones el cuidado que dellas nace es poco, que la flaqueza le em pedía el aliento
mantenimiento de quien las passa. y fuerza para \roáer desi>ender las palabras
que entonces el amor y dolor le traía á la
MUROS DB CAUAI.LIRÍA6.— II.— 3

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34 LIBROS DE CABALLERIAS

memoria, y no tardó mucho que <lentro do mucho armado de armas negras, y por la
aquellos edoflcios oyó [quo] tocaron estr amen- noche ser escura no se vía la devisa del es-
to de cuordu, que ]>or estar algún tanto lojos cudo, quo en campo negro [traía] una sopol-
no supo conocer <iuó era, mas el son dél, que tura, y encima della la muerte quo la guar-
por bajo de los árboles venía, le avivó los daba, ysin decirse nada remetieron uno á
sentidos para tener más que sentir y más de otro, y el caballero do la Cueva vino al suelo
que se quejar, porque [enj los corazones ena- haciendo la lanza pedazos en el escudo de su
morados estas son unas centellas con que mas contrario; el cual se bajó, y echando mano á
se aciende al fuego en que arden; yendo |>or las espadas, se rocobieron con tanto desseo de
aquella parte, no entró mucho por los edofl- la vitoria, como les nacía de la causa por que
cios cuando en una de las salas que en ellos hacían la batalla; y puesto que el caballero
había, que eran de bóveda, vio estar un en las armas fuesse estremado, el de la For-
hombro vestido de negro, la barba grande y tuna, allende de combatirse por la verdad,
crecida, la persona grave, en el semblante lo era tanto más, que ou pequeño espacio le
del rostro representaba tristeza y vida descon- hizo venir al suelo tan cerca de ser muerto,
tenta; tocaba un monaoordio de voces muy quo nengún sentido tenía para sentir el pe-
suaves, que sonaba tanto que se oyó donde ligro en que estaba: y entonóos, quitándole
él estaba como ya dije, y él, de cuando en el yelmo, tornó en sí, y el caballero de la
cuando, cantaba algunas cosus tan tristes Fortuna lo dijo que se diesso por vencido y
conformes á su hábito. El caballero de la For- se desdijese de la mentira que dijera, si no
tuna, trasportado de le oir, se asentó en la que lo mataría. «Mal puedo ser vencido do
puente, no queriendo entrar dentro por no vos, dijo el caballero, quien ya lo es de otro;
estorbar su música, que vía que el otro do de la mentira que decís que dije no desdiré,
enamorado 6 descontento se enlevaba tanto quo mayor sería essotra si la yo dijesse;
en lo que hacía ó en el gusto de su cuidado, mátamo si quisierdes, que en vuestra mano
que, á las veces, atormentado dél, se dejaba está, que esse es el mayor bien que mi mal
caer sobre el monacordio, y recordaba con me puedo hacer; si alguna cosa sentiré será
palabras conformes á su vida y en loor de quitarme otro la vida y no la memoria de
quien se la hacía passar. El caballero de la quien de mí no la tiene». El caballero de la
Fortuna, viendo que loaba tanto su señora Fortuna, que lo vio tan desesperado de la
que la jwnía encima de las del mundo, y no vida, lo dejó, diciendo: «No mataré yo á
creyendo que al merecimiento do Polinarda quien do morir se contenta, que basta para
no había ninguna en todo el mundo que se la prueba de vuestra verdad cuán mal lo
pudiesse igualar, con muy gran enojo entró supiste defender». Y subiendo á caballo co-
dentro, [y] no Uniendo más sufrimiento para menzó á caminar algún tanto contento de
osen challe, lo dijo: «Caballero, bien sería sí por lo que allí le aconteciera; el caba-
«pie loásedes vuestra dama sin desprecio de llero se tornó á la cueva, donde le curó su
las otras, pues es muy cierto que puede ha- escudero, tan deseoso de la muerte, que él
ber alguna que no le deba nada» . El caba- la tomara de su mano si no le pareciera que
llero que en la cueva estaba espantósse, por- en eso perdería el cuidado donde siempre le
que era muy nuevo de ver allí hombre en
esperaba.
tal tiempo y á tales horas; apassionado de
lo que oyó decir al caballero de la Fortu- Cap. XIX.— En que da atenta quién era este
na, hablando con la turbación que la ira da caballero que el de la Fortuna alli topó, y
cuando es súpita y de cosa que mucho due-
le, dijo: «¡Cómo! ¿Mujer hay en el mundo por qué vivía alli.
tan acabada que por todas las vías deje de En el reino de Cerdeña hubo un joven rey
vivir con quien á mí me da esta vida? Aguar- por nombre Avandro, casado con la reina
da, caballero mal mirado, armarme he, y si Esmeralda, hija del duque Anuían de Nor-
como habéis tenido atrevimiento de decir ta- mandía y hermana del duque Drapos, yer-
les palabras contra quien tanto meresoe, si no del rey Frísol, menor que él cinco anos;
me osares esperar, yo te mostraré la verdad este rey tuvo de su mujor un solo hijo, gen-
de lo que digo y la mentira de lo que crees.) . til hombro mañoso, esforzado y bien quisto
«Ya quisiera que estuvieras armado, dijo el de sus vassallos, que tuvo por nombre Flo-
de la Fortuna, porque yorro tanto manifies- ramán, que, siendo do edad do vointo afios,
to, menor tardanza había menester para se se enamoró de Altea, hija del duque Cario,
castigar». El caballero entró dentro do otra vassallo del rey su padre y criada de la rei-
casa, y el de la Fortuna le salió afuera y es- na su madre. Tanto troció el amor ent relies,
tuvo esperando al de la cueva, que no tardó | que el rey, temiendo que viniessen á lo que

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PALMERÍN DE INGLATERRA

recelaba, la mandó llevar á casa de su padre; porquo en estos easoB la música es reina de
mas esso aprovechó muy poco, que el amor todas las otras cosas, á lo menos passa [y]
es parlero y todo lo descubre, antes allí la ocupa el tiempo para quo la tristeza alargue
siguió cou tan gran cuidado, que enelinó al más la vida; habiendo nueve meses que con-
rey á hacer lo que aquí oiréis. Que no pu- tinuaba aquella vida, vino allí el caballero
liendo en ninguna manera acabar con mu déla Fort ii nu do la manera que oistes; pues-
hijo que casase con Andriana. princesa de Ce- to que en la batalla lo vonciesse tan presto,
cilia, tuvo manera como con un vaso de muy no dejaba Florainán do ser uno de los mejo-
mala ponzoña que dieron á Altea por su in- res caballeros del mundo, mas estaba tan
dustria, lamataron. El duque, viendo á su flaco y debilitado, que no fuera mucho von-
bija muerta, ninguna paciencia ni sufri- oelle otro cualquiera cabal loro que no ñiera
miento le bastaba para poder mitigar aque- tal, cuanto más Palmerín, que en aquellos
lla tan gran pena, que sola esta hija era su tiempos florecía sobro los caballeros de su
heredera de su estado, y porque, allende de tiempo; las armas de negro que traía y la
ser su hija, amábala en muy gran manera, devisa del escudo era representar la sepol-
por ser una de las más hermosas doncellas tura á donde su señora estaba: habiendo,
del mundo, y sospechando dónde le viniera pues, año y medio que allí estaba, lo supo el
tanto mal, mandó prender á Alarica su ca- rey su padre, y tuvo manera cómo j>or en-
marera, que con fuerza do tormentos confesó gaño se la tomaron sin él sabello sino á tiem-
toda la manera de su muerte. El duque, sa- po quo no lo pudo remediar, por lo cual vivía
bida la verdad, mandó mirar el cuerpo de su descontento de ser vencido de otro sobre la
hija y metelle en una sejwltura de piedra hermosura de Altea, culpábasse á ssí niesnio
negra, donde hizo escrebir toda la manera
y pedía perdón á ella: «Señora, si mal de-
de su vida, y encima de la sepoltura la muer- fendí el precio de vuestra hermosura, no
te sacada por el natural, tan fea como siem- fue por falta de razón que para ello tuviesse,
pre se suele pintar, y puesta sobro una ca- mas [>or la flaqueza do mis fuerzas que siem-
rreta en el campo, juntó todos sus vassallos y pre desmamparantes, por la cual yo iró siem-
tetros, con que comenzó á hacer guerra al pre por el mundo y vengaré esta falta con
rey; mas aprovechóle poco, qtiel poder del hacer confosar la verdad á todos los que la
rey era mucho mayor que el suyo, tanto que negaren, pues es claro que auto vos está
á la primera batalla lo desbarató; el príncipe por nacer quien se pueda loar de hermosa:
Floriano, & quien nenguna destas cosas con- con esta intención dejó aquél asentamien-
solaba, con algunos sus amigos, el día de la to, llevando siempre las armas con él con
batalla, andando todos onvueltos eti olla, se las quo se combatió con Palmerín, llamán-
fue al campo del duquo, y mandando tomar dose por ellas el caballero de la Muerte, fa-
la carreta con la sepoltura, á una villa puer- ciendo cosas con ellas tan señaladas como
to de mar, que de ahí más de legua estaba, se dirá adelante, que cuando ellas son bue-
se embarcó en una galera que partía para Tur- nas, aunque el tiempo las gasto, ellas so des-
quía, ycon el tiempo fue á portar [á] aquel cubrirán.
lugar donde le halló el caballero de la Fortu-
na, llevando solamente consigo tres escude- Caí*. XX.— De lo que aconteció al caballero
tjs que lo acompañassen. y viondo la gracia de la Fortuna en el ¡msso de una puente.
■le la tierra y desposición della, quiso allí
quedar, mandando sacar la sepoltura de la Después que el caballero do la Fortuna se
galera, de la cual un punto no se apartaba, partió de Floramán, comenzó á caminar al-
antes platicando con ella todas sus passio- gún tanto menos triste por aquel pequeño
nes, se contentaba della como si estuviera servicio que á su señora hiciera, y con este
viva; después, sabiendo de aquellos edilicios contentamiento que Selvián conoció en él,
-}ue allí estaban, hallando la manera dellos le hizo comer, cosa que hasta entonces no
conforme á su condición y vida, llevó allí el hiciera, y platicaba más suelto en sus cosas,
cuerpo de Altea su señora, y haciendo su ha- trayéndole á la memoria cuán gran yerro
bitación en aquella cueva, como atrás se era dejarse descaecer y perder la vida con
dijo, despendía los días y las noches en la que servía á quien se la quitaba. «Si tó, Sel-
contemplación de su cuidado y en la dulzu- vián, como juzgas lo de fuera conocí esses lo
ra do su música, en el cual ejercicio era ex- que está dentro, bien creo que antes la
celente yuniversal; tiniendo consigo toda muerte que la vicia me desearías; porque
manera de istrumentos que mandara traer esto es lo más cierto que sus males tienen,
•le Costantinopla, que de allí á dos jornadas que todas las cosas poseídas sin esperanza
estaba, paseaba con ellos su vida solitaria, son trabajos que no tienen cura, y si quisic-

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LIBR08 DE CABALLERIAS

ros sabor si la tongo de algún bien, mira los no lo pudo volver por la estrechura de la
extremos en que vivo, acuérdesete el mere- puente, le halló con la espada en la mano y
cimiento dequien me mata, de la alta ge- el escudo embrazado, y echando mano á la
nealogía grandeza
y de su estado, y sobre suya se comenzaron á herir de manera (pie
todo aquel parecer tan diferente de los otros los tres derribados, que eran Luymún de
que ]>or el mundo es loado; junto con esto, Borgoña, Germán de Orlions y Zenabrante,
si quissieres sentir quién soy yo, tan des- espantados de la braveza de la batalla, pues-
echado de la fortuna que no conozco la san- to (pie lós golpes del caballero de la Puente
gre de dondo vengo ni otro padre sino el fuessen dados como de quien los daba, (pie
tuyo, que tiene la valia que tú bien sabes, era muy valiente caballero, los del caballero
juzgarás que ningún bien me queda de que de la Fortuna tenían tanta diferencia, que
me contente sino el yerro de mi atrevi- luego lo mostraron en sus carnes, porque
miento; pues este ¿cuál otro lo puede tener desshaciéndole el escudo en el brazo, sem-
mayor, pues da fin á mis días? Es justo ga- bró la puente con rajas dél y con mallas de
lardón de mi osadía». Tras estas palabras la loriga, y demás dcsto salía tanta sangre,
comenzó á decir otras tan elevadas en su que cualquier otro no lo pudiera sufrir; el
pena, quo trasportado del todo caminaba sin caballero de la Fortuna, enojado do ver que
saber para qué parte, como hombre que do un hombre tan maltratado se le defendía
nada se acordaba; mas tornando en sí, vio tanto, dióle un golpe con tanta fuerza en el
cerca del camino una puente quo atravesaba yelmo, que le hizo venir á sus pies, y pu-
un río, y en el medio de olla un caballero niéndole lapunta del espada en el rostro, le
apercebido de justa, armado do armas blan- dijo que se rindiesse y dijesse quién era, si
cas con encarnado y en el eseudo en campo no que le mataría: el otro, aunque contra su
blanco un toro i>ardo; estaba on pláticas con voluntad lo hiciesse, por se ver en el estado
otros tres que querían passar y no se lo con- en que estaba, le dijo: «Pqr cierto, señor
sentía; en esto uno dellos bajó la lanza, y caballero, que mi intención fue que ninguno
arremetiendo al del toro, amos quebraron supiesse mi nombre hasta que mis obras lo
las lanzas con tanta fuerza, que el caballero manifestassen, mas pues que la fortuna me
del Toro perdió los estribos y se abrazó á las trujo á tiempo que he de confessar por fuer-
cervices del caballo, mas el otro cayó en el za lo que sin ella á nadie dijera, a mí me
suelo de gran caída; el segundo, queriendo llaman Ponpides, hijo de don Duardos, prín-
vengar á su compañero, arremetió al de la cipe de Ingalaterra, y de Argonida, señora
puente que ya estaba aparejado, mas éste de la Isla Encantada; ha pocos días que soy
fue al suelo sin dar encuentro por falta del caballero, y guardaba este passo ¡«r manda-
caballo, que por no ser acostumbrado en do de una dueña quo aquí me mandó curar
aquellos passos IioIk) miedo á la pílente que de unas heridas en que estaba á la muerte
ora muy alta, íissí que, hurtando el cuerpo, que de dos caballoros que maté recibí, con
quedó su señor fuera de la silla: el tercero, intención de tomar aquí uno que ella dessea
descontento del daño de sus amigos, puso y ha veinte días que le aguardo, que en fin
las piernas al suyo, y encontráronse con ta- de los cuales passé con vos lo que no pensé
maña fuerza, que entramos fueron al suelo: pasar con ninguno». El caballero de la For-
mas el caballero del Toro llevó las riendas tuna le dijo: «Señor caballero, de tal j>erso-
en la mano y tornó á cabalgar tan presto na como vos no se ha de creer sino que j>or
como si no cayera; mas el otro arranco de fuerza hacéis estas fuerzas á quien no os las
su espada pidiéndole batalla. «Esso no pue- merece; mas con todo, de aquí adelante bus-
do hacer, dijo el del Toro, que quien esto cá otras aventuras, pues que las hay por el
passo me manda guardar no quiere que mundo, y dejáéste, y no impidáis el camino
haga batalla sino con quien conocidamente á ninguno, pues para todos se hizo franco».
me hiciere ventaja de la justa, y pues vos Los tres se llegaron jior lo conocer; mas él
no lo hecistos, es forzado que no me pongáis se despidió dellos res]>ondiendo algunas pa-
culpa*. El otro se apartó muy enojado por labras de ofrecimiento según como otras
no poder hacer á su voluntad. Kl caballero tales que ellos le hacían. Ponpides quedó
de la Fortuna, que conoció los tres «pie eran tan maltratado, que le llevaron en andas á
de casa del emperador y mucho sus ami- un castillo donde fue curado; el cual había
gos, no quiso quo aquella afrenta quedasse pocos días que fuo hecho caballero jor mano
sin castigo; arremetiendo al de la puente, del rey Frisol de Hungría, y andando |>or el
que á punto estaba, dió con él en el suelo inundo buscando nuevas de su padre, vino
más livianamente de lo que los otros lo fue- hacia aquella parte, donde passó lo que
ron de su mano. Y saltando del caballo, que I oistes; pues los tres compañeros también si-

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87
PALMERÍN DE INGLATERRA

guieron su camino, espantados «le la valen- ble; no le había bien tocado, cuando entre
tía del de la Fortuna, deseosos de le cono- las almenas de aquellos palacios pusieron
cer, los cuales salieron de la corte del emig- un paño negro; «obre aquél se puso una
rador en busca de Palmerín tanto que le ha- dueña con algunas doncellas para ver la ba-
llaron menos, que eran grandes sus amigos. talla; eldel Salvaje, no sabiendo determinar
Aquí deja de hablar en ellos, por contar una la razón de tanta tristeza, sentía en su cora-
aventura que pasó el cal»allero del Salvaje zón una passión tan grande de aquella gente,
en el Valle Descontento con otro que le guar- porque [cuando] el que es noble assí siente
daba, porque éste, después que de la flores- el mal ajeno como el suyo. Un escudero se
ta de la fuente clara se apartó de Palmerín llegó á él, diciendo: «Señor, aquel caballero
y «le Trofolante, y de los otros que ahí se que debajo de aquelos árboles está, os man-
allegaron, corrió muchas partes corriendo da decir «pie ha cinco meses que guarda este
muchas aventuras y obrando, por donde passo á todos los caballeros andantes, y tie-
ganó cosas de notable fama, que hicieron ne alcanzada vitoria «le tantos como jiodéis
su persona clara, jK>rque sólo sus hechos ver |K>r los escudos que en las ramas de
le podían hacer famoso, pues los de sus aquellos álamos están «jolgados; pídevos «pie
passados no sabían qué tales eran, y tam- si queréis escusar esto i>or donde los otros
bién ¡arque la nobleza ganada por su dueño pasan tanto contra su voluntad, que de dos
es más de loar que la que queda «le los pas- cosas hagáis la que vos quisiére«les, ó que os
sados. volváis por donde venistes, ó que prometáis
de vivir en cuento «le los tristes: y para
certeza desto, dejaréis vuestro escwlo y el
Cap. XXL— De lo que aconteció al caltallero
del Salvaje en el Valle Descontento con nombre de vuestra ]>ersona escrito en el bro-
otros que le guardaltan. cal dél, porque assí lo quiere la señora á
quien sirve». «Son tan malas condiciones,
Dice la historia que el caballero «leí Sal- dijo el del Salvaje, que ¡wr no sentir el gus-
vaje, tanto que se partió de la floresta donde to de ninguna dellas quiero antes pasar por
tomara el escudo á la doncella junto de la el peligro de sus manos, que yo le he por
ciudad «le Costantinopla, después que fue menor que essotro en que me quiere poner» ;
sano de las heridas que hubo de la batalla y diciendo ésto, abajó la lanza, y el otro
de Trofolante, caminó jior sus jorna«las mu- otro tanto, y arremetiendo el uno contra el
cho tiemi>o sin aventura hallar que «le con- otro, el del Valle erró el encuentro y perdió
tar sea, tanto que un día se halló en aquel los estribos con la fuerza del que recibió, y
reino «le Lacedemonia, hacia aquella |>arte arrancando de las espadas se comenzaron de
que Pandricia vivía en la su Casa «le Tristeza, herir con mucho esfuerzo: en esta batalla
que era en un valle á quien también pusie- anduvieron gran rato sin reconocer ventaja,
ron Valle Descontento, )>orque todas las cosas puesto que al fin della el caballero del Valle
dellas parecían cosas de jkx-o contentamien- se sintió tan afrentado, que quiso descansar;
to: los árboles medrosos y tristes, los aires mas como el caballero del Salvaje sintiesse
con mal sonido, las aguas del rio que atra- en él la flaqueza y desseo de rej>oso, cargólo
vesaban de una color y son esjiantoso, como de tantos golpes, que en pequeño espacio
atrás se «lijo, assí que todo era conforme al supo mostrar la «liferencia á el otro, tratán-
lugar: á una parte, donde el río hacía un dole tan mal que le hizo venir al suelo. En
lago escuro y manso, debajo de unos encinos este tiempo se quitaron de las almenas todas
espesaos, estaba un caballero grande de cuer- las personas que miraban la batalla, comen-
po, armado «le hojas de acero negras y amari- zando «lentro un planto de voces trist«»s, de
llas sin otra pintura; en el escudo en campo manera que provocaban al ealudlero del Sal-
negro un cisne blanco; cabalgaba en un «-a- vaje ásentir su pena y haber «lolor de la
ballo rucio, arrimadas al árbol algunas lan- vida de su contrario; por tanto, quitándole
zas: el caballero del Salvaje, en tanto que en el yelmo, le hizo tornar en sí; haciendo que
el valle entró, todo le pareció menos alegre le quería matar, dijo que le mataría si no le
de lo que hasta allí viera; llegando cerca decía quién era y la razón por que guardaba
del a|>OKento de Pandricia, viondo la manera aquel pa8so; el caballero del Valle, viéndose
del, no sabía «pié pensasse; el caballero del en tal estado, con palabras esforzadas le
Valle tocó con tanta fuerza un cuerno i>e- dijo: «Si en perder la vida ganaba alguna
quefto que tenía colga«lo en un árbol, que cosa, esso tuviera por menos que decir lo
sonó muy lejos, qtie hasta en aquello pare- que me preguntáis; mas pues en las armas
cía que declaraba la tristeza de aquella casa, llevastes de mí lo mejor, no quiero negar lo
¡«orque su son era más temeroso que apaci- demás. A mí me llaman Blandidón, hijo de
LIBROS DE CABALLERIAS
38
la infanta Pandricia de Lacedemonia, seño- da hecha en cuadro, y con dos apartamien-
ra de la Casa do la Tristeza quo aquí vodos, tos afuera del principal, en que el caballero
y su vida y por qué la hace es tan notoria hacía siempre su aasiento; de partes do afue-
por el mundo, que ya lo sabréis, y porque ra muchas lanzas acostadas y cuatro caballos
en otra cosa no le puedo servir, me puse prosos para las justas, porquo por falta do-
aquí en este passo con intención de hacer llos no perdiesse su derecho; sobro la puerta
voluntades tristes en hombres esentos, cre- so mostraba una imagen do mujer, asentada
yendo que el mayor bien de todos los males en un arco que en el mosmo ]>ortal de la
es sor muchos á sufriUos» . El caballero del tienda se hacía, la cual era do Altea, saca-
Salvaje, que ya oyera hablar en este Blandi- da por el natural, tan herniosa que, fuera
dón y le tenían por buen caballero, le ayu- do Polinarda, no había otra en la corte que
dó á levantar, rogándole quisiosse dejar la la llevasse ventaja ni aun que la igualasse,
guarda de aquel valle y siguiesse otras aven- con letras en el borde de la imagen que de-
turas, pues que entonces las había por el claraban su nombre. Floramán, antes que
mundo tan señaladas; él so lo prometió, ro- en la tienda entrasse, fue á palacio acompa-
bándole que le dijosse su nombre y le res«>i- ñado de dos escuderos, armado de las armas
biesse en la cuenta do sus amigos y servi- que solía, llevando la cabeza y manos desar-
dores, porquo con aquel contentamiento él madas; elcm|»erador le aguardó en el aposen-
olvidaría la falta quo allí recibió. «Señor to de la emperatriz, acompañado de algu-
Blandidón, dijo el caballero del Salvaje, yo nos caballeros que en las fiestas de los novo-
soy el que gano tanto en esta amistad, que Ies se hallaron; todos se apartaron para dar
no sé con qué os sirva la merced que en lugar á Floramán, que, de más de muestra
olio me hacéis: mi nombre al presente no le de su persona, era tan dispuesto y hermoso,
sé sino el caballero del Salvaje, y por éste que daba razón para ser mirado con afición;
me conocen todos, ni yo espero de me nom- llegando al emperador, le quiso besar las
brar por otro hasta que sepa más de mis co- manos, mas él no se lo consintió; Floramán,
sas de lo quo agora sé; mi camino es el de puesto que la hermosura de algunas damas
la Oran Bretaña, á ver á dónde se pierden le pareciesse mejor que nunca viera, estaba
todos los caballeros señalados y tenerles com- tan ciego de su afición, que no le dejaba eon-
pañía ásu perdición, porque por mayor pér- fcss.ir que nenguna lo fuesso tanto como Al-
dida tendría el desastre de tantos y huir dél, tea; después de las haber mirado, volvió
que perder la vida juntamente ron la de tan contra el emporador, dieiondo: «Muy pode-
nobles y esforzados caballeros». Itlandidón roso señor, yo soy un caballoro á quien la
se fuera luego en su compañía si estuviera fortuna tieno hecho más daño que á todos
en disposición para ello; assi se partieron el los del mundo, que no contenta con me qui-
uno del otro con aquellas palabras de amis- tar delante de los ojos á la hermosa Altea,
tad, que después salieron obras tan ciertas consintió que un caballero de vuestra casa
como adelanto se muestra, que es cosa que fuesso al lugar á donde yo estaba con aquel
pocas veces so alcanza, y después de alcan- cuerpo muerto haciendo vida, y sobre decir
zada es tan singular virtud, que todas las que su señora era más hermosa, hubimos ba-
obras vence.
talla, venciéndome en ella, no porque la ra-
zón fue de su parte, mas por el osudo en
Cap. XXII.— Cómo Flornwin, jrrinripe de quo me halló, que era tan flaco que no me
Cadena, vino á la corte del emperador pudo defender; porque allá donde la señora
Falmerin. y de lo (pie en rila pa.ssó. Altea está, pienso que sintirá esta afrenta
suya ganada ]>or mi flaqueza, hice voto de
No passaron muchos días después do la correr todas las cortes de los príncipes y
partida de Palmerín de Costantinopla. que á enmendar la falta en quo caí, por lo cual
ella vino un caballero ostra ño, que á una digo (pie en ésta, que es la primera y más
parte do la plaza de palacio mandó armar noble, haré conocer á todos los que sirven
una tienda grande y otra hecha de muy damas, quo ninguna ¡guala al menor quila-
nueva invención: de la parto de fuera de te do la figura quo sobro mi tienda está: el
teivinpelo negro, y de la otra parto de ter- que eomigo hubiore do entrar en campo,
ciopelo pardo, á donde sotil y artificiosa- ha de llevar alguna empresa ó ¡mugen do la
mente ostaba labrada y esculpida teda la dueña ó doncella por quien se combatiere-,
manera do su vida y de la hermosa Altea, para que quedo al vencedor, y el vencido
por unos passos tan tristes y enamorados, dejará sus armas y su nombre, y será pues-
que obligaban á cualquier persona á sentir to en uno de los apartamientos de la tienda
su dolor como si fuera suyo propio. La tien- (pie para esso so hizo, y siendo caso que al-

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PALMERIN DE INGLATERRA 89

guno me venza, quedará señor de todo, con estaba aparejado. No tardó mucho que Gua-
tanto que nenguno pida batalla de las espa- rió, hermano de Graciano, vino, el cual tam-
das si no fuese aquél que me igualase en la bién fue derribado de la justa, y dejó las
justa. Vuestra Alteza puede ser juez, para armas y el nombre escrito junto con el de
que las cosas se determinen justamente, y Graciano, y justó sin empresa, que Clariana,
yo me voy á donde la batalla ha do ser». á quien servía, no se la quiso dar. porque
Acabadas las palabras, después de hacer su tenía el corazón más entregado en otra par-
acatamiento, se fue; algunos tuvieron por te. Tras el justó Tragón el ligero, Flamiano,
dudosa su demanda, y el emperador también, Rocandor, Esmeraldo el hermoso y otros,
que le pareció áspera de acabar, y pregun- que jK>r todos fueron diez, á quien el emig-
tando si había alguno que lo conociesse, rador tenía en mucha estima, los cuales el
hubo muchos que dijeron lo que dél oyeron, caballero de la Muerte venció en los prime-
de que el emperador le pesó por no habelle ros encuentros. Todos fueron tomadas las
tratado con tanta cortesía como á tal prínci- armas y ompressas, y los nombres escritos
pe merecía, habiendo lástima de su vida; en el apartamiento de la tienda, á quien
puesto que las damas le loaban por la obli- pusieron nombre sepulcro de enamorados.
gación en que ponía aquellos que las sorvían, Kl emperador no quiso que aquel día jus-
su venida hizo tamaño alborozo en muchos, tassen más, por dar algún alivio al caba-
que en pequeño espacio estaban en el campo llero estrafto, puesto que el gusto de la Vi-
más de diez caballeros. El primero fue Gra- toria no le hacía sentir el trabajo, porque
ciano, príncipe de Francia, á quien los amo- cuando el vencimiento es de causa que
res de Clarisia, hija del rey Polendos, ponía de mucho so desea, el contentamiento de
en aquel peligro, y antes que justasse quitó no quedar vencido lo hace quedar en des-
uu anillo del dedo de mucho precio, que ella canso.
en el día del torneo le diera en señal de su
Para otro día se aparejaron algunos caba-
caballero, y dióle á los jueces; venía en un lleros estremados, cada uno tan confiado en
caballo castaño, armado de armas de azul y el parecer de su señora, que el tiempo que
oro, en el escudo en campo verde una don- estaba por passar les parecía mayor de lo que
cella con el rostro cubierto, y antes que de su natural era. Aquella noche hubo sarao,
abajasse la lanza, puestos los ojos en las ven- al cual Floramán fue presente, viendo favo-
tanas de la emperatriz, afirmándolos en su res de muchas que le trujeron á la memoria
señora, dijo: «Para cosa tan clara como es la pérdida de los suyos y soledad de cosas
•er vos más hermosa que Altea, cscusado es pasadas, y no pudiendo sostener en sí aquella
pediros favor»; y poniendo las piernas al passión, descansaba con algunos soepiros de-
caballo, arremetió á Floramán, y puesto que simulados que ninguno le oía, y á él arran-
los encuentros fueron grandes y nenguno caban el alma, que este era el mayor reme-
fue al suelo, y desta manera corrieron la dio que su dolor podía tener, porque ellos y
segunda sin se poder derribar, y á la terce- lágrimas en las tristezas son alivio de otros
ra el caballero de la Muerte se llegó á la males.
i mugen de la tienda, diciendo: «Señora,
pues en las cosas en que yo siempre os pedí
Cap. XXIII. - De lo que pasó en el segundo
socorro no me lo quisistes fiar, en estas que din de las justas de Floramán.
son de vuestro servicio no me lo neguéis» ; y
apretando la lanza so el brazo, se juntaron Aún no ora el sol salido, cuando el caba-
entramos con tamaña fuerza, que Floramán llero de la Muerte ya estaba á la puerta de
estuvo del todo para caer, mas Graciano la tienda, armado de armas negras de la ma-
fue al suelo, de que quedó tan desconten- nera de las otras que de antes traía, salvo
to, que si entonces pudiera comprar aquél que eran llenas de unos rostros de mujeres,
desgusto con todo el señorío de su padre, los cuales se parecían por entre unas matas
pensara que le costara poco. El emperador, de que eran llenas; en el escudo, en cam]K>
puesto que tuvo en mucho la valentía del negro, otro bulto de hombre, al parecer de
caballero estraflo, [y] temió ver su corte en todos triste, cercado de muertes que mostra-
alfruna falta; Floramán pidió á Graciano que ban fuirle, y este tan natural, que parecían
le diesse las armas, pues con aquella postu- cosa propia. Cabalgaba en un caballo alazán
ra allí entrara. «Quion en ellas se aventura, con el cuento de la lanza afirmado en el sue-
dijo él, forzado es que algún tiempo sienta lo, yél sobre él, y los ojos en Altea, tan ena-
el descontentamiento que traen»; y entrán- morado contemplativo
y como si la tuviera
dose dentro en la tienda, fue desarmado y viva, diciendo: «Señora, este es el día que á
ta nombre puesto en el lugar que para esso mí mismo les guardaron para remedio de to-

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40 LIBROS DE CABALLERIAS

dos ellos, porque ahí verán las damas la di- cupiosson, do que andaba j>or estremo con-
ferencia que hay de vos á ellas y de sus ca- tento, creyendo que con esto satisfacía la vo-
balleros ámí jK)r ser vuestro, por lo cual, luntad do su señora.
aunque á vos siempre se os olvidase tratar- Ya quel sol se quería poner, entró por
me bien, acordaos agora para ]>odero8 servir, el campo un caballero que parecía veuir
y esto sea por galardón de lo más que me- de lejos, armado de armas de colorado con
rezco yprueba de lo que defiendo» ; mas ata- esperas verdes, en el escudo en campo indio
jó estas palabras Polinardo, hermano de Ver- un espera de la mesma color, bordado por
nao, que llegó á la plaza armado de armas algunas partes; cabalgaba en un caballo
de colorado y pardo con manzanas de oro tan rucio manchado de sangre que lo hacía muy
sotilmente clavadas, que parecía todo de una hermoso, y en passando hizo su acatamiento
pieza, en el escudo en campo dorado una don- al emperador y emperatriz, yendo para á
zella con el rostro vuelto, de manera que no donde Floramán estaba, y primero que los
la podían ver, y esto traía por Polirtarda, jueces dijessen alguna cosa, como hombre
hija de Primaleón, con quien andaba enamo- que ya lo sabía, sacó del seno una tabla
rado en su voluntad sin ella ni otro conocér- pequeña con un cerco de oro y piedras de
selo; los jueces del campo le pidieron joya, mucha valía, y en ella una figura de mujer
según la ordenanza de la justa. «Hoy es el tan fermosa como aquella de do fuera sacada,
día, dijo Polinardo, que yo la quería mere- que era Onistalda, hija del duqua Drapos de
cer, porque hasta agora ni la tengo ni atre- Ñormandia; y antes que la soltasse de la ma-
vimiento para pedirla»; los jueces se lo dije- no, puestos los ojos en ella, dijo: «Señora,
ron á Floramán, y él dijo que para los des- yo quedo sin vos, mas no sin esperanza de
favorecidos hóIo con las muestras se conten- alcanzar lo que las otras no pudieron, pues
taba; yabajando las lanzas se encontraron yo me combato por la verdad y ellos por el
de manera (pie las hicieron piezas, y con las contrario; acuérdeseos que esta batalla es
fuerzas grandes se encontraron de los cuer- sobre vuestra hermosura, y cualquier ofensa
]K)s do los caballos, de manera que el de Po- que á mí se haga, ofende á vos; favoréceme
linardo fue al suelo con su señor por tener en esto, pues no lo hacéis en otras cosas, que
una espalda quebrada, y el «le Floramán es- yo en las cosas de vuestro servicio deseo más
tuvo i>or raer tornando atrás dos passos; Po- la vitoria que no en las de mi voluntad y
linardo pidió otro ¡>or tomar á la justa, y Flo- remedio que siempre me negastes» ; y dándola
ramán no quiso, porque dijo que para Ior á los jueces con acatamiento y cortesía gran-
tiles tiemjios habían de venir proveídos de de, con la lanza baja arremetió á Floramán,
todo, «pie después no se escusase nada; y so- que le recibió enojado de los estremos que
bro esto hubo tan gran debate, que el emig- le vio hacer, y diéronse tan grandes encuen-
rador mandó á Polinardo salirse, de que que- tros, que entramos vinieron al suelo, donde
dó tan enojado, que no quiso dar las armas luego se levantaron; echando mano á las es-
ni el escudo, ni «mfessar que quedaba ven- padas, se comenzaron á herir con tanta fuerza
cido, yFloramán se agravió de no le hacer y ardimiento, que al emperador y á los que
entera justicia, y con esto enojo andaba tan con él estaban j>onían en admiración, desean-
bravoso, que antes de comer derribó cinco do conocer el caballero que de nuevo vinie-
caballeros de mucho nombre; todos loaban su ra; mas ellos, como se acordaban que aque-
valentía en tanto grado, que le ponían en las lla batalla se hacía sobre el j»arecer de sus
estrellas, y « reían que llevaría adelante y señoras, hicieron en ella tantas maravillas,
mucho a su honra lo que había comenzado. cuantas el amor acostumbra mostrar á los
En este tiempo oessaron las justas, porque el que j>or ella se combaten, y en esto anduvie-
emperador se recogió á comer, no haciendo ron casi tanto que el sol era casi puesto, y
ni despendiendo palabras en otra cosa sino ellos tan mal tratados como se podía esi>erar
en la valentía y esfuerzo del caballero estra- de los ásperos golpes que se daban, y enton-
fio. Acabando de comer, el emperador <*on ces se quitaron afuera por descansar del tra-
su nuera y Poanarda se vinieron á ver las bajo passado; Floramán, puestos los ojos en
justas, que aquel día fueron mucho para ello; sí, viendo sus armas tan mal tratadas que
y aunque salieron á ellas muchos caballe- los bultos de su señora estaban casi desechos,
ros, entre los «males fueron Onistaldo, Dra- tuvo tamaña pasión, que comenzó á decir:
miante y Belisarte, Floramán se hubo con «Señora, bien sé que no merezco nada, pues
ellos tan valientemente, que de todos llevó soy para tan poco que dejo ofender las mues-
la vitoria, teniendo [en] su cámara sepulcro tras de vuestra ]»ersona; ya no quiero más
de enamorados tan llena de despojos de ar- para mi vitoria sino las fuerzas que mi yerro
mas y empresas, que casi no tenía á dónde • me empresto». El otro estuvo consigo dicien-

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PALMERÍN DE INGLATERRA 41

do otras palabras que decían: «¡Oh mi señora Cap. XXIV. — De lo que aconteció al caba-
Ünistdda! ¿Cómo no se oh acuerda que miB llero de la Fortutia después de se apartar
fuerzas no son más sino según el acuerdo de Pompidcs.
que de mí tuvierdes? Mirando en el estado en
ijue estoy, no me desmamparéis en él; acuér- Tantos días el príncipe Flora mán estuvo
deseos que esta batalla es sobre la mucha di- en corte del emperador haciendo maravillas
ferencia que hay de vos á las otras mujeres; en armas, que en toda parte era loado tanto
no consintáis que la mentira de otro pueda por estremo, que muchos caballeros dejaban
tanto que haga escurecer esta verdad, de que la aventura de don Duardos \íot lo venir á
vos no seréis servida, y yo quedaré con do- buscar, en especial los enamorados, que cada
lor que después no pierda» . En esto se jun- uno por servir su señora acudía por se com-
taron eutramos, tornando á su porfía con batir con él con intención de ganar el pre-
fuerzas dobladas de nuevo, que hicieron cio de la gran empressa, y más en todo este
en ellos tamaña imprinsión, que en pequeño tiempo ninguno vino hay tal que Floramán
tiempo fueron tan mal tratados, que no se no mostrasse la ventaja que había de Altea
podían tener en pie. La noche se cerraba, el á las otras por quien se combatían; y andaba
emperador quisiera que la batalla se quedara tan ufano y contento de su vitoria, que de
para otro día, y no se pudiendo acabar con aquí le nació dejar las armas que de antes
ellos, mandó traer hachas que hicieron la traía y tomar otras de verde y blanco con
plaza tan clara como si fuera de día; c-ada pelícanos de oro y pardo, que llevaban unos
uno hubo tamaña vergüenza de ver que su corazones en los picos tan lozanos como en-
porfía duraba tanto, que dejando la espadas tonces traía la voluntad; en el escudo en
que de botas no cortaban, se trabaron á bra- campo verde un pelícano de la suerte y ma-
zos, probando cada uno lo que podía; con nera de los otros; y dejándole hasta su tiem-
que las heridas so les reventaron de tal ma- po, tornará el auctor á dar cuenta del caba-
nera, saliendo del los tanta sangre, que no llero de la Fortuna; que después que se
había en ellos sino la muerte; porque el otro partió de Pompides, anduvo por tierras es-
caballero tenía en la pierna izquierda una trenas socorriendo dueñas y doncellas, des-
herida de que no se podía tener, fue tan can- haciendo agravios á muchos, haciendo cosas
sado, que cayó en el suelo, cayendo Florainán tan señaladas en armas con que su fama es-
sobre él tan mal ferido, que estuvo cerca de tendía por el mundo, con que hacía espanto
no saberse cuya fuesse la vitoria; mas como en todas las cortes de los principes donde
con algún joco más acuerdo que su contra- llegaba, sin nenguno saber quién fuesse;
rio quedase, íbale á quitar el yelmo para le mas el emperador Palmorín, á cuyos oídos
cortar la cabeza, los jueces se lo defendieron, estuvo, tuvo siempre por cierto, según las
otorgándole la vitoria y entregándole la ta- señales le dieron, que podía ser él; y assí
bla de la imagen y las armas en señal de andando tan apartado del lugar donde su se-
vencimiento, y de allí lo llevaron á la tienda; ñora estaba y no del cuidado que della le
mas todos conocieron que el vencido era Be- nacía, pasando por el reino de la Hungría, á
roldo, príncii>e de España, tuvieron en más la salida de una floresta que junto de los
la valentía del caballero estraño; el empera- confines de Grecia está, vio venir un caba-
dor fuo tan triste, que no lo pudo encubrir, llero en un caballo morcillo, armado de ar-
y mandólo llevar á su ausento y fue curado mas verdes, y aunque ellas y el escudo trú-
como tan gran prír.cii>e debía ser; Beroldo, jense rotas por algunas partes, en el aire co-
después fie tornado en sí, desseó muchas ve- noció que era el compañero del caballero del
ce» la muerte ¡>or no parecer ante su señora,
Salvaje, que entrara en el torneo en Cos-
pues en una batalla hecha sobre su persona tantinopla contra los noveles, y en llegando
pudo tan poco que lo hubieron de vencer; mas cerca le saludó cortés mente: el otro de-
Floramán estuvo muchos días herido, y des- tuvo las riendas al caballo, y después de le
pués de sano tornó á lo que comenzara, responder con otras palabras no menos cor-
siendo ya tan nombrado, que do muchas par- teses, ledijo: «Señor cal «diere, /.por ventu-
tes le venían á buscar, y de allí adelante ra hallaría yo en vos nuevas de una cosa
fue tenido en tamaña estima, que fue te- que mucho desseo salier?» «Soy tan desdi-
nido por uno de los mejores caballeros del chado, dijo el de la Fortuna, que no sé si de
mundo, y el emj»erador le deseaba para su algunas os las podré dar buenas». «¿Saber-
servicio, con determinación de lo hacer lar- me ías decir, dijo el otro, dónde halle un
gas mercedes, porque para dallas y no para caballero que trae las armas como éstas
guarda] las se han de dessear las grandes mías, en el escudo en campo blanco un sal-
riquezas. vaje con dos leones por una trailla?» . «Yo

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42 LIBROS DE CABALLERIAS

holgaría de saber tanto dé] como vos, dijo palabras desagradecidas, esta es la paga cjue
el de la Fortuna, puesto que no sé si vues- ellas merecen». Y aún no lo acababa bien
tra voluntad y la mía son entramas para un de decir, dándole un recio golpe en el yel-
fin». «Por cierto, dijo el otro, la vuestra sa- mo, le hizo ahinojar, y dándole de las manos
bré yo de vos, y si no fuese tal, aquí estoy le hizo caer del todo; entonóos, mostrando
yo en quien podéis vengar algún agravio si que le quería cortar la cabeza, el de las Ar-
dél tenéis» . «Hasta agora no lo he recebido mas Verdes, viéndose en tal estado, dijo:
yo de nenguno, dijo el de la Fortuna, sino de «Señor caballero, por estimar tanto mi honra
una señora á quien no merezco, puesto que que desechase vuestra cortesía, [no] es bien
le tenga della; esse caballero por quien me que me matéis, pues de mi persona ya te-
preguntáis no sé nada dél; bn6ta satar de néis ganado el mejor precio, y essotra es
mí que holgaría de lo saber, y podéis ir en obra de crueza con que muchas veces la Vi-
buen hora, que á mí, aunque esto se me toria se escurece ó queda en menor estima» .
acuerde mucho, otras cosas me matan más» . «Sabéis tan bien defenderos, dijo el de la
«No soy tan. acostumbrado, dijo el de las Fortuna, que me arrepiento de hacer lo que
Armas Verdes, á vivir en esas dudas, que me pedía la voluntad, y con todo, hacello
quiera quedar en essa en que me dejáis; vos he si no me decís quién sois ó quién es el
me diréis para qué «leseáis hallar ese hom- caballero del Salvaje» . «Quien yo soy yo os
bre, ysi no mirá por vos» . En esto abajó la lo diré luego, mas quién es el caballero por
lanza y arremetió tan de presto, que el de quien me preguntáis, ni yo os lo sabré de-
la Fortuna no tuvo tiempo para más que cir, ni aunque eso lo supiera no os lo dijera
hacelle perder su encuentro, y sin tomar la por miedo de nengnn peligro: á mí me lla-
suya á Selvián que se la quisiera dar, puso man don Rosirán de la Brunda, sobrino del
mano á su espada; mas el otro tornaba ya de rey de Ingalaterra, hijo de Pridos, duque de
vuelta con la lanza baja; mas aunque no le Galiz y de Cornualla; esto es lo más que de
erró, hizo su lanza piezas no le pudiendo mí podéis saber, y si desto no sois satisfe-
menear de la silla, antes al passar llevó un cho, acabá lo comenzado y seréis del todo
golpe en el escudo del caballero de la For- contento» . El de la Fortuna lo dejó, partién-
tuna, tal que un tercio dél fue al suelo, de dose dél alegre de le vencer, porque sabía
que quedó con menos soberbia que antes, y cuán tamaño era el precio desto caballero, assí
sacando la suya se recibieron entramos con en las armas como en todas las otras cosas,
tamaña ira, que ella hizo sentir á cada uno diciendo primero que se fuesse: «Señor don
los golpes de su contrario, porque do su na- Rosirán, mejor fuera que esta diferencia no
tural es criar grandes fuerzas donde no las llegara tanto al cabo, por la culpa, puesto
hay, de manera que sus armas daban testi- que sea vuentro ya el daño, no puede dejar
monio de las obraB de cada uno. El caballo
de quedar con entramos: y mis armas seña-
del caballero de las Armas Verdes, de cansa- ladas de vuestras manos, que son buena so-
do así del trabajo de aquel día como de las nal deso» . Don Rosirán de flaco no se podía
jornadas passadas, no se pudiendo tener, tener en pie ni le pudo responder; el de la
cayó con su señor, y él salió tan presto Fortuna, pesándole de le ver en tal estado, si-
como en tal tiempo se requería; el de la guió su camino, y aquella noche pasó en un
Fortuna bajó del suyo, que tampoco andaba castillo de una dueña donde fue bien rece-
muy suelto, y como entonces se podían lle- bido ycurado de algunas feridas pequeñas
gar mejor, heríause más sin dolor; en esta que llevaba, con que so dotuvo algunos días;
batalla se detuvieron tanto, dándose morta- pues tornando á don Rosirán, para saber la
les golpes por donde más daño se podían razón por que se apartara del caballero del
hacer, tanto que el de las Armas Verdes oo- Salvaje de que atrás no se hace minción, á los
menzó do enflaquecerse, no pudiendo durar dos días después de la salida de Costantino-
á sus golpes, y el de la Fortuna, vióndoleen pla, vinieron a parar en un valle de ahí á
tal estado, sintiendo en su persona que no tres leguas, por el cual atravesaba á caballo
lo había de dejar hasta la muerte, por escu- un pequeño doncel llorando en altas voces:
sar mal tan mal empleado, movido de dolor el del Salvaje le detuvo con intonción de le
y pialad so quisiera arredrar, mas él, que preguntar por qué lloraba, y él le dijo que
conoció por qué lo hacía, le tornó á acome- viniendo en compañía de una doncella, vi-
ter, diciendo: «Acaba lo que comenzastes, nieron tres caballeros, la tomaron por fuer-
que no soy yo tau desseado de la vida que za, yla llevaron para forzar, pidiéndole que
sin honra la quiera posseer». «Huelgo, dijo con sus personas y armas la quisiessen so-
el de la Fortuna, que sentís mi intención, correr; yyendo entramos á esto, toparon
y pues della no se soca otro galardón sino con la otra que trujera el escudo de D aliarte

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PALMERES T)K INGLATERRA

á la corte. Don Rosirán, viendo quel des- con quien se criase, no se guardó, sino á
seo del caballero dol Saluajo ora totnallo y tiempo que no lo podía hacer, y díjole: 48 cSo-
hacer lo que después hizo, lo pidió que le nora Lucenda, ¿quién os trajo á esta tierra
dejasse á él solo en la enipressa del doncel, tan Injos de otra quo yo os dejó?» Y cono-
quedando concertado que de ahí á ciertos ciendo que era Palmerín, díjole: «Yo no os
días se juutasseu eu lugar señalado; mas don aconsejaría que fuéssodes á la corte sin al-
Rosirán, puesto que la acabó con vencimien- guna desculpa de la culpa que os dan vues-
to de los tres caballeros con muerte de los tros amigos por assí vos encubrir de todos al
do*, quedó con tantas heridas, que en la una tiempo de vuestra partida; y bien se juirece
dolías se detuvo más tiempo que lo que deja- qua no sois enamorado, pues agora que las
ron concertado; aasí, cuando vino, el del damas os han menester no ]>arecéis allá para
Salvaje estaba ya muy alongado; entonces, las vengar dol príncipe Floramán, que ta-
andamio por el mundo buscándole fue á to- maña ofensa les tiene hecha» . El caballero
par con el caballero de la Fortuna, donde le de la Fortuna le pidió le dijesse quién era
aconteció lo que ya dije. La razón por que Floramán y en qué las deservía; la doncella
éste don Rosirán se llamó de la Branda, aun- le contó todo lo que pasaba, de lo cual no
que sea larga de contar, es esto: escríbese quedó muy contento, y luego le vino á la
en las coronúas inglesas antiguas, que el memoria que aquél sería el que hallara en la
rey Mares de Cornualla hubo en la reina cueva; mas acordándosele que todas aquellas
Iseo la H runda, su mujer, antes de su muer- paseaban ante la hermosa Polinarda, no pudo
te ni de la de Tristán. una hija á quien tam- más disimular la passión que recibió, y des-
bién llamaron Iseo; otros quiereu decir que pidiéndose dellas se echó en su cama, dur-
fue hija de don Tristán; ésta casó con Urgel miendo con menos reposo de lo que solía,
Blasonante, duque de Galiz, y de entramos puesto que de antes tenía bien poco, cul-
nació don Blasouán de la Brunda, duque pando su tardanza, de la otra parte trayendo
de Graliz y de Cornualla, y fue casado con á la memoria que su señora le mandara que
Morlota, hija del rey Charl'án de Irlanda, no pareoiesse ante ella, no sabía qué se hi-
y del los nació Morlot de la Brunda, á quien ciesse. porque todo se le hacía grave; des-
pusieron es o nombre por causa de la ma- obedecer su mandato no era en su mano; de-
dre: yasHÍ desta generación vinieron estos jar pasar la mentira de Floramán con Vito-
duques á tomar este apellido, hasta llegar al ria tan grande parecíale muy duro; batallaba
duque Oalez, padre de Pridos, y él mismo consigo mismo cuál destos estrenaos segui-
puso á so nieto aquel nombre por que un tan ría; después de determinar el uno, había por
antiguo linaje no se perdiesse. A&sí que esta yerro dejar el otro; vivía en estas diferencias
es la razón por que don Roturante se llama- sin saber tomar conclusión; hallaba el cora-
ba de la Brunda, y tornando al propósito, zón tan poco Ubre, que no sabía cuál esco-
su escudero lo apretó las llagas, y llevándole gesse. En estos trabajos de espíritu passó
á un monesterio que allí cerca estaba, fue toda la noche, y después que vino el día no
curado con tanta diligencia como era menes- se halló tan descansado dellos; con todo, no
ter y como acostumbraban poner, por ser sabiendo determinarse, quiso antes errar en
casa de hombres devotos. irse á ver con Floramán, que estar en duda
si acertaba en hacer lo contrario. Al otro día,
Cap. XXY.— Cómo el caballero de la Fortu- tomando sus armas y despidiéndose de Rian-
na supo por una doncella la* nueras de la da yLucenda, se puso en camino de Costan-
corte, y lo que lino. tinopla, muchas
y veces volvía las riendas al
castillo para tornarse, acordándosele del man-
El caballero de la Fortuna estuvo en el cas- dado de su señora. Selvián le quitó las más
tillo de aquella dueña donde fuera á tener el de las veres deste pensamiento, diciéndolo:
día de la batalla, á la cual llamaban Rianda, «Señor, si en un caso como este no servís á
tantos días hasta que se sintió para caminar. la señora Polinarda, ¿en qué pensáis do me-
Una noche, estando platicando con la dueña rcedle algún bien para remodio de tantos
en su partida, llamó á la puerta del castillo malos como pasáis? Porque sorá mayor yerro
iina doncella su sobrina, que vivía con la que dejar pasar á Floramán sin pena, que ir
emperatriz de Costantinopla y salió de la donde ella os defendió, pues es para servilla;
corte otro día después do la batalla do Flo- cnanto más que lo que á vos entóneos dijo,
ramán y del principo Boroldo, y vino á ver después se arrepintió de lo tener dicho, por-
esta su tía, que era muy rica y no tenía otra que las palabras que la ira consigo trae, des-
heredera; mas el de la Fortuna, quo estaba pués de passada consigo trae ol arrepenti-
bien lejos de pensar que aquella era Luceuda miento». Yassí que con estas y otras pala-

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44 LIBROS DE CABALLERIAS

bras «pie lo dijo le hizo seguir hus jornadas, jando las lanzas, al son de una trompeta que
y passadas algunas sin hallar cosa que le im- los jueces mandaron tocar, según la postura
pidiesse su camino, un domingo, á hora de que tenían, arremetiendo entramos á un
vísperas, llegó á vista de aquella gran ciu- tiempo, dándose tan grandes encuentros y
dad de Costantinopla, media legua della, y con tanta fuerza, que la lanza de Floramán
viendo los palacios del emperador y el apo- fue hecha en rajas en el escudo del caballero
sento de Polinarda, los ojos en ellos, dijo mil de la Fortuna sin hacer nengún revés, mas
razones enamoradas nacidas de su corazón él encontró con tanta fuerza, tiniendo la ra-
dél. Selvián se llegó á él, y acordándole á zón de su parte, que dio con Floramán tan
dónde estaba, le quitó de aquel pensamiento; gran caída en el suelo, que le dejó sin nen-
á este tiempo se acababa de combatir con gíin acuerdo, que fue verdadera muestra de
Floramán Titubante de Grecia, que servía se- la ventaja que había de la hermosura de una
cretamente Cardiga,
á hija del gigante Flor- á la otra: este encuentro tan señalado puso
fin, con intención de se casar con ella )>or tamaño espanto á muchos, que les hizo per-
ser rica; mas como su hermosura y la de der la memoria de todas las otras pasadas:
Altea fuessen desiguales, presto fue vencido; ol caballero de la Fortuna se apeó, y qui-
Floramán andaba tan contento, que con pala- tándole el yelmo á Floramán , que de des-
bras favorecía sus obras delante de la imagen contentodesacordado
y no bullía, le quería
de su señora Altea, como que della hubiesse cortar la cabeza; los jueces no consintieron,
do venir el galardón dellas. El emperador no otorgándole la vitoria. Floramán fue tomado
sabía encubrir el i>esar que desto rocebía, y |M>r loa escuderos y llevado fuera de la tien-
estando envuelto en su cuidado después del da; la misma tienda y armas fue entregada
vencimiento de Titubante, entró por una al caballero de la Fortuna; el emperador,
parto de la plaza aquel esforzado caballero no se sufriendo, con la sospecha que su co-
de la Fortuna, armado de nuevo de aquellas razón le daba, bajó abajo: mas él, deseoso
sus armas pardas y abrojos de oro, caballero de se le encubrir, se salió por una parte de
en un caballo ruano que Rianda le diera: la plaza; cuando el emjwrador bajó, no le
passando |wr debajo del mirador hizo su aca-
halló, de que quedó con menos contenta-
tamiento en él, y en todos hubo grande albo- miento de lo que tan honrado vencimiento
roto, creyendo que aquél sería el caballero
morecía, y sintiendo que quien tanto traba-
de la Fortuna de quien tan altamente se ha- jaba por se encubrir sería escusado enviar
blaba; Floramán, enojado de ver el mormullo
por él, no lo hizo, mas el placer era tan ge-
que i"on su venida hicieran, comenzó do con- neral de Floramán ser vencido, que hizo
certarse con intención de le quebrar la sober- olvidar de no ser conocido el vence* lor, y no
bia con que entrara; el de la Fortuna, tanto es de espantar destas mudanzas que la for-
que llegó á la puerta del cerco, volvióse con- tuna trae consigo, pues sus cosas de gloria á
tra los palacios y ol ausento de la empera- miseria ándanse siempre acompañadas.
triz, yviendo las ventanas llenas de damas,
y entrellas á Polinarda, recibió tan grande
sobresalto en su corazón, que de trasjtortado Cap. XXVI.— Cómo aqueüa noche hubo sa-
rao, yotro día vino la emperatriz á ver la
|>erdió la memoria |>ara aquello que viniera: tienda de Floramán.
mas su Selvián, que jamás se apartara dél,
llegóse lo mejor que pudo, diciendo: «;Ah Aquella noche quiso el em¡>erador que
señor, no mostréis tamaña flaqueza en tiempo hubiesse sarao de sala; con Basilia su hija
tan necesario!» Entonces, tornando en sí, no so pudo acabar que saliesse á él, jorque,
viendo el descuido ]>or «pie passara, comenzó como algunas veces dije, esta señora, des-
á decir entre sí: «Señora, para remedio de
pués do la partida de Vernao, jamás la vie-
mis males querría que me valiéssedes en ran en parte donde hubiesse algún contenta-
acordaros do mí, que para ol peligro de la miento. La fermosa infanta Polinarda salió
justa no he menester más de la razón que tan galana como con quien su parecer y her-
traigo, que es hacolla en vuestro nombre»; mosura alcanzaron ol precio de la vitoria de
y con estas palabras acabó de entrar en el Floramán; todas las otras damas se vistieron
cerco; los jueces le pidieron empresa, según do atavíos galanos, porque no hubo allí nen-
la postura de Floramán. «No tengo otra, res- guna áquien aquel placer no alcanzase; los
pondió él. sino el cuidado que mi corazón caballeros mancebos y enamorados vinieron
siente; si me venciere, quítemele, que éste gentiles hombres y costosos, jwrque aunque
es el mayor precio que él me puede ganar- . muchos y casi todos fueron vencidos en
Floramán consintió en la justa, sólo por el aquellas justas, y el acuerdo de ser vencidos
bullicio que hiciera cuando entró, y aba- los trujesse algo corridos y descontentos, di-

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PALMERÍN DE INGLATERRA

simulando su pena con muestras alegres en «No soy yo tan poco amigo de mi vida, dijo él,
fiesta tan general, cada uno se sentó junto que la quiera avonturar en parte de tanto pe-
de quien más traía en voluntad, habiendo ligro» «Mucho
. quisiera saber, dijo la empe-
por cosa nueva alegría tan súpita en parte ratriz, quién fue la doncella |>or quien el ca-
ipie no se acostumbraba tanto tiem|>o había, ballero do la Fortuna se combatió con Flora-
y pausando lo más dél en palabras do conten- mán, que quería que las otras le quedasson
tamiento, duró gran parte de la noche, sien- en essa obligación». El emperador dijo: «No
do el gusto de aquel espacio de mucho pre- sé yo cosa que hoy no diera por saber si el
cio preciado para cada uno, sino para el em- vencedor es quien sospecho; mas pues quiso
perador, que tenía por mayor la pérdida de que no le conociosse, no puedo ser que algún
se le ir el caballero sin le conocer, que el pla- tieinpo no le vea para perder esta lástima,
cer de ver vencido á Floramán wn tanta que la he por tan grande como pudiera tener
honrra de su corte. A otro día, después do si Floramán dejara mi corte en la falta que
oir missa con toda solenidad que en los siempre recelé» ; y porque se hacía ya tarde,
días de fiesta acostumbraba, quiso comer eu se tornaron á palacio de la manera que vi-
la tienda con la emperatriz y su nuera; el rey nieron. La emperatriz mandó llevar la ima-
Frísol comió con él, y trujo á la emperatriz gen de Altea para la tener como merecía
¡»or la mano, y el emperador á Gridonia, y el cosa tan hermosa y do que tamaña memoria
prínc¡i>e Florendos á Folinarda, y assi todos dejaba en su casa, de que las damas so mos-
los otros principes cada uno tomaba el lugar traron poco con tontas, pareciéndoles que en-
que más se contentaba, saliendo tan atavia- tre ellas no había cosa tan perfeta en todo
dos como en aquellos tiempos se pudiera que i>ara igualar con Altea no le faltase mu-
hallar; después de acabado el comer, fue ser- cho, si no fuesso I'olinarda, que vivía sin
esto recelo. El caballero de la Fortuna salió
vido conforme á su estado, quiso el empera-
dor que viese la tienda y las cosas delia, y de la ciudad á la mayor priessa que pudo,
fueron primero que todo á ver la imagen de satisfecho y contento j>or el vencimiento que
Altea que estaba sobre la pnerta, y juzgá- alcanzara; y por que recelaba quo viniesse
banla ]K>r tan hermosa, que los vencidos de alguien tras él por mandado del emperador,
Floramán habían aquella ]>or honesta discul- que le obligasse á tornar, cosa que en aque-
pa de su quiebra, y afirmaban que Floramán llos días por nongún precio hiciera, alongóse
tenía mucha razón para ser todos los días de tanto en tan poco tiempo, quo con la dife-
su vida triste, porque la perdida de Altea rencia de la tíorra perdió el recelo que hasta
era de todo merecedora; de allí fueron al se- allí le seguía, y aunque la esperiencia que
pulcro de enamorados, á donde vieron en hiciera en Costantinopla le traía más alegre,
torno de la casa colgadas las armas de los el pesar que tenía por pensar que su fuída
vencidos con las propias empresas de quien había sido contra el mandamiento de su se-
servían, y los nombres de sus dueños escri- ñora, le tornaba tan triste, (pie la fuerza
tos con letras grandes que se podían leer de deste pesar le desbarataba todos los otros
lejos; las damas motejaban sobre el desastre contentamientos que entonces la memoria le
de sus servidores, de que muchos estaban representaba, y assí con estos movimientos,
tan corridos y descontentos, que habían aque- á horas tristes y otras mucho más tristes, y
lla plática por peor afrenta que la passada. nenguna destas horas contento, caminando
La hermosa Onistalda, dijo riendo: «Paréce- por donde el caballo quería, echando do los
me que sería bien, pues aquí estamos tantos, ojos por una y otra parte por ver si con ellos
qae no consintamos que un solo caballero vería alguna cosa que lo diesse placer; mas
lleve las empresas de quien nos sirve, antes la vista, cuando no se emplea en las cosas
ganemos nosotras por fuerza lo quo él ganó do su desseo, con ninguna manera descansa.
por fortaleza, y yo, por lo que en esto me va,
■piiero ser la primera que cometa esta osa- Cap. XX Vil. — De lo que aconteció al caballe-
día». Aún no acabó estas palabras, donde ro del Sal raje después que se apartó de
echando mano de la tabla en que estaba sa- Dlandidón en el reino de Laecdemonia.
lada por el natural que allí la trujera Berol-
do, la metió en la manga de una ropa que El caballero del Salvaje, después quo so
traía vestida; las otras que allí vieron sus apartó do Klandidón, con quien hubo bata-
empresas, las tomaron con tamaña presteza lla en el reino de Lacedemonia, caminó ha-
y desenvoltura, que parecía batalla vencida y cia la Gran Bretaña con intención de ir á ver
que ya andaban en el despojo; el emperador el rey Fadrique su señor y el lugar donde
estuvo viendo aquel robo, preguntando á su se perdían tantos caballeros, porque ya co-
nieto Florendos si se atrevería á defondelle. menzaba ádecirse de la torre del gigante
46 LIBROS DE CABALLERIAS

qne algunos escuderos do los vencidos, á los tres doncellas los rostros bajos llorando; en
cuales Dramusiando echaba fuera del sitio esto abrieron la puorta y el gigante las me-
defendido, que en el castillo no cabían, da- tió dentro; el del Salvaje puso las piernas
ban las señales dél, puesto que esto no sa- al caballo por llegar antes que cerrasen,
bían decir las personas que dentro estaban, mas siendo al pió de la roca, viendo que no
porque nenguno entrara dentro: y andando podía llegar como pensaba, se apeó, y dejan-
por sus jornadas fue á parar á la ciudad do do á Artifar con loa caballos, comenzó á ca-
Lamber, que es puorto de mar. Allí so em- minar i>or un pequeño camino quo en la as-
barcó para Ingalatorra, y tiniendo el viento pereza do la roca se hacía, puesto que no
próspero, en pocos días fueron á vista del era muy alta. Hacía el camino ten tas vuel-
reino, y ante* que pudiesse tomar tierra so tas, que no se podía andar en una hora, y
les trocó el viento de manera, que i>or tuer- con el peso do las armas y la priessa con
za los hizo arribar en el reino do Irlanda, que tomó aquella subida, cuando allegó arri-
al pie del monto do San Cehrián, que no ba so halló ten cansado, que no se podía te-
pudieron tomar el puerto de Manrique que ner en pie; sentándose por tomar aliento del
estaba junto con 61; quiso salir en tierra, trabajo pasado, no quiso Calfurnio dalle
mas el piloto le empedía la salida, diciendo: tanto espacio, que mandando á tres caballo-
«Señor caballero, antes debéis esperar por ros do los suyos quo saliesen á prendello, es-
la bonanza, cuando viniesse, quo salir en tando descansando, vio abrir un pequeño pos-
parte de tanto peligro, porque encima doso tigo que la puerta de la torre tenía. El del
monte vive el gigante Calfurnio, quo ngora Salvaje, quo conoció de sí que no estaba en
es habido por el hombre dcsta vida más te- desposición para poder defenderse, púsose á
meroso cruel,
y á cuyo poder n nguno lloga un lado del, no consintiendo que nenguno
quo de muerto ó preso oscapo». «Mucho me saliosso hasta tentó que se halló en su fuer-
contáis do las cruezas dése gigante, dijo el za; entonces, desviándose de la puerta por
del Salvaje, por[quo] cuanto mayores fue- los dar lugar, salieron los tres caballeros,
ren, mayor es|>erunza puedo hombro tenor diciendo que se diesse á prisión, si no quo
de Dios ayudallo, y pues 61 aquí me trajo, lo matarían. «Menor peligro será esse para
con su ayuda quioro salir y experimentar mi mi condición, dijo el del Salvaje, quo vermo
fortunn, pues ella es señora de todas las co- preso en j>oder de ten ruin gente». Y en
sas». Ymandando sacar el batel, solo, con diciendo esto, hirió el uno dollos con tente
Artifar su escudero, salió armado de aque- fuerza |M>r cima do la cabeza, en descu-
llas sus verdes armas de que mucho so pro- bierto del escudo, quo le hizo venir á sus
ciaba; caminando por la falda de la montana, pies: los otros le tomaron en medio hirién-
que le pareció graciosa tierra, puesto que toda dole jior todas partes: mas él se hubo ten
era llena de aquellos árlwles [de] que aun bien con ellos, que en pequeño espacio, dan-
agora Irlanda es poblada, no anduvo mucho do con el otro on el suelo, el otro le huyó,
que fue á parar á una ribera quo de lo alto y porque el postigo de la puerta se cerró en
do la montaña bajaba, tan cubierta de árbo- tonto quo acabaron do salir, que era la cos-
les esiiessos, quo en alguna parto no se po- tumbre do Calfurnio, no ¡nulo entrar den-
día ver más del agua que el sonido con que tro; mas no tardó mucho que el gigante bajó
passaha, á donde so hacía una placeta: junto armado do unas armas fuortes, en una mano
de una fuente que ahi había vio estar tina un escudo aforrado cu arcos, de donde sa-
tienda armada pequeña, sin gonte ni perso- lían unas puntes de yerro (pie nonguna cosa
na alguna. Llegándose más á ella, halló al- se los ¡«araba dolanto que no deshiciesson.
gunos trozos de lanzas y pedazos de armas Abrió el portero toda la puerta, que por el
sembrados por el caui|>o, como si allí fuera postigo no cabía; dijo al del Salvaje: «Vos
una gran batalla, y siguiendo por un cami- caballero, más osado que sesudo, entregaos
no estrecho que mostraba un rastro de san- en mis manos, si no yo vengaré en vuestras
gre fresco, caminó por 61 algún tanto, y carnes la muerto do los míos con tal crueza
siendo ya del todo en el alto de la montaña, que mo tenga por contento do la ofensa quo
vio un castillo grande y bien hecho y fuerte, me tienes hecha». Mas él, que hasta allí
cercado do torres, odiik-ado sobre una roca nunca viera otro gigante, y aquél era uno
de los más feroces del mundo, no tuvo su
tan alte, que j»or nenguna parte podían su-
bir áolla sino á pie. á la puerta del cual es- vida por muy segura: por tentó, como on su
taba un gigante grande de cuer|»o, cercado corazón nongún miedo por grave que fuese
do siete ú ocho hombres armados do corazas hacía ten gran impressión qne le ajMirtese do
y alabardas, quo tenían entro sí cuatro ca- hacer lo quo debría, le respondió: «Mojor
balleros presos; junto del gigante estaban | sería que, dejada essa soberbia que ten seno-

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INGLATERRA
PALMERÍN DE
reado te trae y do quien tú tan 6¡ervo eres, tarse, se amparó con el espada, que no pu-
emplea ases esaas fuerzas y valentía en obras diondo sostener la fuerza del golpe, fue ño-
virtuosas, para pagar á Dios la douda en cha la manzana en dos pedazos, cortada por
que le eres por te hacer tan señalado entro medio do la hasta donde andaba metida, y
los hombres>. Calfurnio quedó tan enojado lo delantero lo alcanzó por oima de la cabe-
de aquellos consejos, que echando humo por za con tamaño golpe, que le aballó el yelmo y
la visara dol yelmo, con voz temerosa y estuvo por caer (•); mas la necessidad en quo
ronca comenzó á blasfemar do sus dioses, di- estaba lo tornó en su acuerdo, y tomando el
ciendo;Agora
c quisiera que estuvieran aquí escudo de Calfurnio que estaba en el suelo,
los mejores diez caballeros del mundo, para se quisiera cobrir con él, mas era tan carga-
vengar en ellos las palabras deste solo». do qne no lo pudo hacer sino con entramas
«Pues tan confiado eres en ti, dijo el ca- manos. El gigante arrancó de un cuchillo
ballero del Salvaje, hagamos nuestra ba- grande y cortador que traía en la cinta, y
talla allá dentro do la fortaleza, y allá te arremetió á él, y dióle por cima del escudo
mostraré que los nueve sobrarían». tNo con tanta fuorza, que metió por él una gran
qniero, dijo Calfurnio, que en nada pien- mano, y al tirar no lo pudo hacer tan livia-
ses que te temo ni que dejo de hacer tu vo- namente qne no llevase tras si el escudo,
luntad, y para que de todo creas que con siendo tan malo de sacar, quo primero quo
sólo yo lo has de haber, verás lo que hago*. lo hiciosse, el caballero, con el pedazo que
Entonces mandó salir fuera á todos los hom- de la suya quedara, le dio tantos golpes hi-
bres de armas como personas de servicio, riéndolo en tantas partes, que le puso en
cerraron las puertas por de dentro con unas mucha flaqueza; mas puniondo los pies en
aldatias grandes como se acostumbran ce- el escudo, tiró con tanta fuorza, que le sacó,
rrar, so fueron á un patio losado en el mo- mas no tan á su salvo que primero el del
flió puesto, sobre unos pilares de ja*i>e unos Salvaje no le diesse una herida por la pier-
caño* de agua que salían por las bocas de na izquierda, á donde la armadura era más
unos niños de cristal que estaban sobre los flaca, que le hizo venir tras sí cojeando por
pilares; el patio de todas partes estaba lleno el patio. El gigante, aunque maltratado, le
de aposentamientos bien obrados, cosa de dio un golpe por cima del hombro derecho,
ver y para ser poblado de otra gente; y se- tal que cortándole las armas le entró tanto
gún dioe la historia, que aquella fue una por las carnes, que le pareció que todo el
rasa de caza que los reyes antiguos de Ir- brazo lo había cortado, y no pudiéndose (*)
landa allí hicieron y después el padre deste tenor en pie, con la flaqueza de la sangre
gigante, que se llamaba Tramazor, le tomó cayó, dando el alma ácuya era por las obras
por fuerza y hizo en él aquellas torres con que siempre hizo. Antes que cayesse, lo tiró
que siempre la defendió. Él gigante, desque el cuchillo con la rabia de la muerte; dán-
se vio solo con el caballero del Salvaje, se dolo de llano por medio del cuerpo, le hizo
fue á él, diciendo: «Ya agora haz lo que pu- poner las manos en el suelo, mns luego fuo
dieres, que aunque agora te arrepientas, no levantado, y llegándose á él por le cortar la
puedes escapar de la furia des tas mis ma-
nos». Y echándole un golpe de maza le
tomó en el escudo con que se mamparó, que (') Ente pataje merece detenida consideración, por*
fue tal, qne con cuantas partes [había] fue qne constituye ana de la* macha* pruebo* del origen
fiortugnés de Palmerin. El texto castellano m ininte-
hecho pedazos, y el brazo en qne le traía tan igible: en la forma qne al del Salvaje se ampara con
atormentado quo no le podía menear, de que la aupada, ¿cómo había de dividirse por mitad la
el del Salvaje quedó lleno de temor, que tuvo mangana de éata.' Ademas, ¿qué qniere decir ana
su muerte por cierta, y no tiniendo con qué manzana metida en un atta.' Y ¿cómo se añada
luego que al caballero le había qaedado an pedazo
se cubrir, andaba tan ligero y mañoso, que de tu etpada, si lo dividido en tal forma era sola-
hacía perder á Calfurnio todos sus golpes, mente la mangana,'
que eran tales que cualquiera dellos que le El texto portugués esta may claro:
«O do Salvage, níLj tendo oatro remedio, se empn-
acertara en lleno satisfaciera su voluntad, y roa com a espada, e nflo podendo snster a for9a do
él algunos le daba con su espada, de que le K"!pe, foi feita em doua pedacos, e a mará cortada
hacía perder mucha sangre, de que empe- por meio da ante, em que a oda va metida; e o dian.
taba á enflaquecer; en esto dejó Calfurnio teiro alcan<;ou ainda por cima da cabeya con tamanha
pancada, que Ihe abatlon o elmo por algunas partes
el escudo, y tomando la maza con entramas e eateve pera coir».
manos, se fue á él acompañado de su bravo- Mr. W. K. Poner (Palmerin »/ fítgland, Dnblin-
sa, diciendo: «Este será el postrero golpe de London, 1901, pág. 332) pletina con fundamento que
el traductor español confundió maca (maza) con
ta atrevimiento» . Y llegóse tan presto, que macZ (pomo de la espada).
el del Salvaje, no teniendo tiempo para apar- (*) El gigante.

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48 LIBROS DE CABALLERIAS
cabeza, le halló muerto dol todo. Entonces Hermanas, como ya otras veces habéis oído
se sentó sobro una piedra, tan maltratado nombrar, y después de su muerte cada una
que no se podía menear, y puesto que temió puso tal guarda en el suyo, con miedo desto
que aquellas heridas fuesson las letreras gigante que matastes, que por fuerza y con-
de sus días, consolábase que con ellas salva- tra razón nos la quería tomar, que casi le
ra de peligro las tres doncellas que el gi- hicimos perder la esperanza do los pxler
gante allí metió. haber. Y agora, habiendo días que no nos vié-
ramos, determinamos juntarnos en una ribera
Cap. XXViri. — Cómo las doncellas socorrie- que aquí cerca está; donde estando todas tres
ron al caballero del Salvaje, y cómo con su en una tienda acompañadas de seis caballe-
aywla fue sano. ros, este Calfurnio, (pie siempre tuvo sus es-
pías sobre nosotras, nos salteó de manera,
No tardó mucho que las doncellas bajaron que matando algunos del los los otros prendió,
al patio, que aun no estaban metidas en la y nosotras fuimos traídas á esta parte, donde,
prisión, que el gigante no tuvo lugar de lo si Dios no nos acorriera con vuestra perso-
|>oder hacer, por socorrer sus caballeros que na, no tan solamente fuéramos robadas de la
andaban en la batalla con el del Salvaje, y hacienda, mas aun de la honrra y faina, que
hallándole tan maltratado que casi estaba más se debe estimar que la propia vida» . El
sin acuerdo, si no fuera tal que con el esfuer- del Salvaje, que ya oyera nombrar á su pa-
zo suplía la falta do los otros remedios, y con dre ysabía que fuera gran señor y persona
toda diligencia le curaron las heridas, pro- de mucho precio, las acató con más cortesía
veyendo en aquellas dondo le parecía que que hasta allí hiciera, tiniéndose por dichoso
había más necesidad. Arianda, que era la más de haber socorrido á personas de tanta valía
vieja dellas y gran sabidora on aquel arte, y merecimiento [como] estas mujeres, pu-
le curó con tanto tiento como á persona á niendo en su voluntad de pedir al rey Fadri-
quien ya debía tanto, proveyendo do lo ne- quo su señor qne les tornasse su señorío, pues
cessario de una Iwtica que el gigante tenía. yerro del padre no fuera tamaño que las hijas
Artifar su escudero, viendo la mala disposi- quedassen desheredadas, como después hizo;
ción de su señor, temiéndose que algunos y porquo aquella fortaleza en que estaban le
criados del gigante se apoderasen del casti- pareció una de las más hermosas y fuertes
llo, le hizo llevar á un aposento quo en lo que en su vida vio, pidió & Arianda que la
más alto de la torre estaba, á donde las don- hobiesse tomar dél, pues fuera el principal
cellas le acompañaban, y asegurándose de remedio de sus heridas con pie ella se ganara,
las puertas y ontradas de la fortaleza, puesto prometiéndole que no sería aquél el postrero
quo deseo había poca necessidad, que tanto servicio que á ella y á sus normanas esperaba
que el gigante fue muerto no hubo persona hacer; y tmlas le tuvieron en merced tamaño
que en él quissiese entrar, porque hasta allí ofrecimiento y voluntad que para ello mos-
más por fuerza que por grado le servían. No trara, ypidiéndole les dijesso su nombro
passaron muchos días que el caballero del para saber á quien tanto debían, «Mi nombre,
Salvaje se levantó, puesto que primero que res|K)ndió él, es tan poco conocido, que no os
caminase pasaron algunos días que lo pudie- lo quería decir por la poca esperanza que con
sse hacer, y en los que allí estuvo «pliso sa- él os pudo poner; abasta saber de mí qne
l>er de las doncellas quien eran y la razón siempre tendré este cuidado de vos servir; y
por quo el gigante las prendiera, ludiéndoles si yo acabara una aventura en que voy que
quo se lo dijossen. Artianda, quo era la me- muchos so pierden de aquí, vos prometo que
diana ymás hermosa, lo dijo: «Señor, es tan la primera cosa en quo después entienda sea
grande la merced que mis hermanas o yo en el descanso de vuestra persona y remedio
tenemos recibida en el socorro quo nos hicis- de vuestra vida». Artinalda le dijo: «Señor,
te**, que sería yerro dejar d* decir la verdad si el agradecimiento que unas pobres don-
de lo que nos preguntáis. Todas tres somos cellas pueden dar á essas palabras, reoebí de
hermanas, hijas del marqués Roltamor, va- nosotras esta voluntad que tenemos para ser-
sallo del rey Fadriquo de Ingalaterra, que vir á lo que mostráis de no ha»-er mercedes,
por un enojo que dél tuvo lo desterró de todo pues en otra cosa no podemos satisfacer lo
su estado; y porque nuestro padre era rico que tan virtuoso desseo merece, y de aquí
de dinero, vínose para esta tierra, donde por adelante estaremos por debajo de la or-
hizo tres castillos en tres montes, para cada denanza de lo que de nosotras quisiéronles
una el suyo, viendo qne el otro señorío que hacer; la aventura á que, señor, decís que is,
antes tenía no lo jíodía más heredar, y |>or no sois vos á quien nenguna ha de quedar por
esta razón se llaman estos montes de las Tres
acabar sino aquella que no cometiéredos, sal-

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PALMERIN DE INGLATERRA 49

to si fuere esta de la gran breña (*), donde comenzóle traer á la memoria muchas perso
dioen que se pierden todos los caballeros del ñas por quien ya passara otro caso como el
mundo, de que se puede perder esperanza suyo, estorbándole tamaño estremo de sen-
de la ver acabar á ninguno; puesto que ella timiento en cosa tan desnecessaria, jor ser
para alguno está guardada, por lo que vimos, en tiempo que con sentirse mucho no se podía
creemos que para vos so guardó» . El del Sal- remediar, que lus que son perdidas y que
vaje, atajando á sus razones, mudó la pláti- mucho duelen, si se alcanzan, entonces se
ca, yestuvo en su compañía hasta que se llama bien empleada la passión que por ella,
halló en desposición para caminar, y toman- se recibo; mas donde la esperanza es perdi-
do licencia dellas se partió, dejándolas en da, mucha mayor pérdida se recibe cu la pas-
sus castillos con mayor assosiego de lo que sión que consigo trae, por lo poco que en ello
antes vivían, y aun hoy en día aquellos mon- se gana y lo mucho que se puede aventurar;
tes donde están edificados se llaman los mon- «assí que, pues esto está claro, y vob, señor
tes de las Tres Hermanas: el del Salvaje ca- Floramán, decía el emperador, no sois tan
minó por sus jornadas hacia íngalaterra, so- poco llegado á razón que una hora que otra
lamente de lo que passara tiniendo en la no conozcáis la ofensa que con vuestra vida
memoria que en los famosos y singulares hacéis á Dios, ni en esso no servís tanto á la
los pequeños yerros son dignos de mayor señora Altea que más la sirviéssedes por otro
pena y las grandes obras do mucho mayor camino, mirá las aventuras que agora hay
nombre. en el mundo y que de los tales como vos
se espera la vitoria dellas; empleá vuestra
honra con hacer obras dignas de fama; no
Cap. XX ÍX. - Cómo á la corte del empera-
dor vino la doncella Lwenda, y de las deserviréis á Altea ni al amor que ella os
nuez as que dio. puso» . «Señor, bien veo que todas las cosas
de vuestra alteza fueron siempre llenas de
Ya se dijo cómo al tiempo que el caballero respetos singulares y dichas á buen ftn, y
de la Fortuna venció á Floramán de la justa, aunque conociesse que las mías eran guiadas
el emperador quedó en estremo descontento en estos días passados más de voluntad que
de no saber quién era, presumiendo su vo- de razón, estaba ya tan entregado á ella, que
luntad que podía ser Palmerín; por tanto, no le pude huir; mas agora que veo que esso
riendo que su desseo con aquella passión no ni otra cosa no me aprovecha, y que la for-
se curaba, determinó de olvidallo hasta su tuna se muestre en todo mísera sin yo lo ser
tiempo, y viniéndole á la memoria el prín- poco ni mucho della, quiero ver en las otras
cipe Floramán, quiso ille á ver acompañado aventuras lo que querrá hacer, por lo cual
de algunos príncipes y señores de que en yo haré lo que vuestra alteza manda; aun-
aquellos días la corte estaba llena, y esto sólo que al presente será malo de acabar comigo,
para le consolar de su tristeza; Floramán después no sé lo que será, por lo cual, pues
que lo supo le vino á recebir á la puerta ves- en esto me quiere hacer merced, hágamela
tido de un ropón negro aforrado conforme al del todo en meterme en cuento de los suyos
tiempo y á su cuidado; el emperador le trató para que con este contentamiento y honrra
oou amor, de que sus palabras y obras anda- satisfaga alguna parte de la quiebra que den-
ban acompañadas; después de le preguntar tro de su corte fice» . «Yo soy el que gano
por la desposición de su persona, comenzó de tanto en esso. dijo el emperador, que de mu-
mover plática sobre cosas alegres, por ver la cho no os lo ossaba pedir, y pues vos de vues-
cara que las mostraba; mas Floramán las re- tra voluntad me ofrecéis lo que tanto des-
cebía tan mal, por ser fuera de su costumbre, seaba, mirá bí lo puedo negar». Floramán se
•jue á nada respondía sino con palabras des- abajó para le besar las manos; él le levantó
concertadas, bien desviadas de la respuesta abrazándole muchus voces, agradeciéndole
y agradecimiento que las del emperador me- la mudanza de su propósito. Acabadas estas
recían. El emperador, sintiendo cuán arrai- palabras, de que el emperador quedó satis-
gada traía en el alma aquella tristeza, y fecho, se fue á la emperatriz que ya le man-
viendo el precio de su persona assí en las dara llamar y le estaba aguardando con nue-
armas como en las otras calidades, no podía vas de su contentamiento, y le vino á rece-
encobrir el dolor que un mal sin remedio bir con Lucenda de la mano, diciendo:
apartaba un tan buen caballero de la conver- «Señor, págaselo, é diraos quién venció á
sación de los otros; quiriendo probar si le Floramán». El emperador, que en estremo
podía quitar del yerro en que andaba metido, lo desseaba saber, no se pudo tener con el
alboroto que de aquéllas le nació; se sentó
(>) ¿Por «Gran Bretafia»r en el estrado con la emperatriz, mandándole
LIBROS OK 0ABALLCB1AS.— II.— 4

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50 LIBROS DE CABALLERIAS

que dijosse lo que sabia tan alto que todos perpetua, que cuando ella es singular y
lo oyesscn, ¡urque si las nuevas fucssen de de cosas grandes, hace nobles á los que la
persona con quien se debiesse holgar, cada dejan.
uno recibiesee parte del placer que de ahí le
podía venir. Entonces Lucenda, puesta en
Cap. XXX.— Del desafio que hubo Trema-
pie, dijo: «Señor, el caballero de la Fortuna rán ron un caballero estraño sobre el ca-
que á vuestra corte vino armado de armas de ballero de la Fortuna.
pardo y abrojos de oro por ellas como vistes, e
que en ella tan presto venció al famoso prín- Otro día, después de la venida de Lucen-
cipe Floramán, é de cuyas cosas por el mundo da, estando el emperador á la mesa y con él
se habla, sabe que es aquel hermoso doncel Floramán, que, aunque aquellos días no es-
Palmerín que Florendos á vuestra casa trujo tuviesse bueno, vino á palacio para le mos-
y vuestra majestad mandó criar, y de quien trar su voluntad que le quedara de serville.
en el principio de su criación la sabia del y con él otros caballeros de precio, platican-
lago de las Tres Hadas mandó anunciar gran- do todos en las cosas del caballero de la For-
des cosas»; entonces contó cómo lo hallara en tuna, casi por maravilla Uniéndolas por tan
casa de Rianda su tía, y de ahí viniera á la grandes de todos los otros, que las pastadas,
corte, por lo que ella le dijera, que de su estimadas de antes en mucho, agora paro-
parte le pidiesse perdón por no darse á cono- cían de menos valor, que para Floramán era
cer, que su determinación era no parecer harto contentamiento ver tanto en estremo
antél hasta passar por el aventura que de la loar á persona de quien fuera vencido y de
Gran Bretaña se sonaba, porque creía que quien lo eran tantos, antes que el comer se
allí y no en otra parte estaban los cañileros acallase, entró por la puerta un caballero
que entonces faltaban por el mundo, e que la mancebo armado de todas armas, solamente
tienda ó lo demás diese su alteza á quien el rostro desarmado, las cuales eran de ver
viese que en su corte los merecía, pues en de harto galanas: en el escudo, que su escu-
el nombre de todos hiciera la batalla, aun- dero le traía, en campo verde un árbol de la
que, por lo que viera de Altea, conocía que mesma color que parecía (pie se vía de lejos,
nenguna le podía hacer ventaja sino la señora y él en sí tan bien dispuesto, que daba espo-
Polinarda. El emperador, quo no podía disi- ranza de grandes obras; después de llegar al
mular el placer que de aquellas nuevas reci- emperador y hacer la cortesía que debía, con
bió, dijo: «Por cierto, Lucenda, yo os mos- voz alta comenzó á decir: «Yo, señor, soy un
traré cuánto os agradezco el servicio (pie me caballero estreno que aquí no se sabrá mi
hicistes, e puesto que Palmerín se encubrió nombre por lo poco que ha que traigo armas:
de mí, mi sosj)echa me dijo siempre quién el desseo que tuve de me ver en la Oran Bre-
ora; vaya por donde fuere, que sus cosas ya taña en esta aventura que se dice agora á don-
no pueden dejar de andar acompañadas de de todos se pierden, me hizo tomar esta or-
fortuna, pues ella en todo para él se guardó: den por ver si mi dicha sería mejor que la
la tienda darse ha á quien él dice por quien de alguno dellos. y caminando hacia aque-
tan bien la supo ganar, no sabe mal escoger lla parte, oí decir de otra que en vuestra
que en mejor la merezco»; y porque era ya corte había sobre la fermosura de Altea, y
tarde, recojóse á su aposento, é todos aquellos porque una señora á quien sirvo me parecía
señores fueron á sus jiossadas desseosos de más dina desta vitoria que todas las del
luego se partir, que la forma que [sabían] do mundo, vengo de lejos á busca Ha en su nom-
las obras de Palmerín les hacía desear la par- bre, yaquí cerca supe (pie la hubo otro ca-
tida más presto; é tornando á él. díceso tjuo ballero, ypor más desgracia dijéronme que
á tres días de la justa suya é de Floramán, era ido para yo no poder tornar á vella;
yendo hacia la Oran Bretaña, encontró con quería que vuestra alteza me dijese á dónde
Lucenda que venía ya de en casa de su tía le podría hallar, por no ver llevar á otro el
donde la dejara, e viendo «pie no le podía ne- precio que de más razón era mío que de otro
gar lo que passara en la corte, le dio cuenta alguno». «Paréceme tan recia la demanda
de todo, rogándole que de su paite le des- que traéis, dijo el emperador, que no os
culpasse á el emperador, dándole ]>or dis- aconsejaría que la siguiéssedes; el caballero
ciüpa de no se le dar á conocer, como ya que decís no sí- adonde está, mas sé «pie por
oistes; apartándose uno de otro, ella para donde fuere sus obras lo descubrirán». «Por
Costautinopla y él á Ingalatcrra, con des- essa confianza que vuestra alteza tiene, dijo
seo de se ver en aquella afrenta en que el otro, deseo hallullo, pues do cualquier
otros muchos estaban, deseando perderse allí cosa que con él me avenga me viene Iion ira
ó restituir á todos y alcanzar en essa fama
y gloria, que si me 'venciese, sabrá de raí

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PALME RIN DE INGLATERRA

«pío me probé con él, y si le venciere, «pie- se acabar de voncer, y tanto hicieron por
dará eomigo el « rédito que dél tenéis; y el derribarse, quo ambos vinieron al suelo51 sin
servicio que en osso hiciesse á quien me le ningún acuerdo, salvo que Tremorán con
liaoe buscar, sería de mayor merecimiento algún tanto más que su contrario, mas no
«pie lo ipie él hizo á otro». En esto salió tanto que tuviesse cierta la vitoria. El empe1-
dentro la otra gente Tremorán. hijo del du- rador les mandó sacar del campo, tiniéndolos
que Lecesín, nieto del emperador Trineo, por muertos ó cerca; el escudero del caballe-
diciendo: «Bien creo que en no hallar aquí ro estraño llevó su señor á una possada que
el caballero de la Fortuna fue para más hon- para los forasteros estaba ordenada, á donde
ra vuestra: su majestad vos aconsejaba bien; todas las cosas se daban tan cumplidamente
mas vos no queréis seguir su parecer, aquí como cada uno había menester; mas el em-
están algunos do sus amigos que en su nom- perador, que le pareció ser persona de pre-
bre harán batalla con vos; y si quisierdes cio, mandó saber secretamente de su escu-
«pie yo sea. yo holgaré mucho, por «pie el dero «piién era, y sabiendo ser Rocamonte,
caballero de la Fortuna sopa que le sirvo en hijo del rey de Bohemia, lo mandó aposentar
alguna cosa>. «Bien oreo, dijo él, que la dentro de palacio hasta «pie fuesso sano, y
amistad que con él tenéis os hace desear po- de ahí quedando en servicio juntamente con
neros en campo conmigo sobro cosa que bien tantos y tales caballeros como entonces ha-
jKxleis escusa r, pues a vos os toca tan poco, bía en su casa, se partió para la Oran Bre-
y ponjue esto no parezca escusa, si su ma- taña, menos confiado de la acabar do lo «pie
jestad nos asegura el campo ios armar antes hasta allí fuera, mas porque no so dijesse que
que se os passe esta voluntad». Al empera- era de los que se quedaron. Este Rocamonte,
dor le pesó de Tremorán tan sin causa de siendo mancebo de veinte años, ora tan or-
querer tomar batalla con quien tan sin eno- gulloso en sí, que cualquier cosa de esfuerzo
jo venía á su corte, y pon pie no podía ya le parecía pequeña para acometer, y con esta
hacer otra cosa, consintió en ella, tomando confianza de sí mesmo, oyendo decir de la
sus gajes; Tremorán se fue armar, y el ca- pérdida de todos los caballeros del mundo y
ballero se metió dentro del cerco en que dónde so perdían, deseó do verse en aquella
para los tales casos estaba hecho, á esjx'ralle, afrenta, que hizo á su padre que lo armase
que no tardó mucho, viniendo armado de ar- caballero: yendo la vía do Ingalaterra por
mas negras, que aun no las vistiera, que las seguir su projiósito, supo de un doncel oómo
había hecho para la demanda de Ingalaterra, Floramán estaba en la corte del emperador
y eran de aquella color por mostrar cuánto mantiniendo las justas que ya oistes, y por-
sentía la pérdida de Primaleón su señor; en que él amaba más que á ssí mesmo á Lucia-
el escudo en campo negro un león pardo; na, hija del rey de Dinamarca, y ciego del
cabalgaba en un caballo overo grande, y amor ó de bien que la quería, pensaba que
vino tan bien puesto, «pie en aquellas mues- nenguna no se podía igualar con ella, mudó
tras de fuera se juzgaba lo mucho para que el camino por se venir á ver con Floramán,
podía ser, que, como ya se dijo, este fue uno y, vinciéndolo, llevar la imagen de Altea á
«lo los noveles que el día de los torneos hizo su señora, y en tanto quo supo «jue el caba-
más cosas en armas; tanto que entramos fue- llero do la Fortuna lo venciera, se vino á la
ron en el campo, sin más detenerse fueron, corte del em|K>rador de Grecia y pasó lo que
abajaron las lanzas, se toparon de los cuer- oistes; acabada la batalla, los caballeros man-
pos de los caballos y escudos con tanta fuer- cebos que aun estaban en corte se despidie-
za, que ellos y sus señores vinieron al suelo, ron, yéndose unos para una parte y otros para
y levantándose con mucha desenvoltura, otra, puesto que todos con una intención,
arrancaron de las espadas hiriéndose con ta- •pie era hallarse en la perdición de la Gran
maño ímpetu, «pie en j>equeño espacio esta- Bretaña, entre los cuales fue el príncipe
ba el suelo cubierto de rajas de los escudos Florendos y su hermano Platir, de que Gri-
y mallas de las lorigas y ellos heridos en donia comenzó á sentir nueva soledad, te-
algunas partes, de que perdían mucha san- miendo que la fortuna del padre pudiesso
gre; el emperador ostimaba el esfuerzo de alcanzar á los hijos, para que tarde ó nunca
cada uno, tiniendo aquella batalla por una lograsen á él ni á ellos; assí «|ue esta vez
de las buenas «pie viera, y en todo esto nun- quedó la corte de Costantinopla desierta del
ca cessaba su j>orfía} hiriéndose por donde todo, y el emperador tan solo, «pie no le que-
más dafio se podían hacer, dándose tan gran- daba para defensa do la ciudad sino mujeres,
des heridas y jierdiondo tanta sangre, que y puesto que sentía mucho este segundo
en esto le j>onía en tamaña flaqueza que « asi apartamiento, disimulábale de lo mejor que
andabau por caer, y trabándoso á brazos por podía, sintiendo en sí tamaño dolor por no

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LIBROS DE CABALLERIAS
52
darle á otro, y también porque en las cosas caballos, oon miedo, quebraron las cuerdas,
que mucho se sienten es mejor el sufri- huyendo ¡>or el eampo: Selvián tras ellos por
miento. los tomar, en esto subiera i>or donde id mes-
mo saliera un hombre grande de cuerjH», cu-
bierto todo de pelo á manera de salvaje, la
Cap. XXXi. — De lo que aconteció al caba-
barba blanca y crecido el rostro ya arrugado,
llero de la Fortuna en el viaje de íngala-
térra. en la mano izquierda un arco y en la dere-
cha una flecha con su yerba, y una aljaba
Tanto que el caballero de la Fortuna se par- llena dellas, y alrededor del brazo una cuer-
tió de la doncella, anduvo por sus jornadas da con que el león se prendía; y en viendo
hacia el reino de la Gran Bretaña, acompa- al caballero de la Fortuna, puso en el arco la
ñado siempre de aquel cuidado con que sa- flecha que en la mano traía y hizo un tiro
liera de Costantinopla, sin hallar ninguna con que le passó el escudo, y casi las armas
aventura que de contar sea, hasta que llogó si su fortaleza no le impidiera. El caballero
á cabo de Tangís, que es un puerto do mar: de la Fortuna, que conoció ser aquel su mis-
y porque el viento era muy contrario, estu- mo padre, no supo qué se hacer, porque be-
vo algunos días esperando por bonanza para rilio acabando mal consigo, metelle en ra-
se embarcar; no tardó mucho que el viento zón para que le conociesse era necesario más
se trocó , y embarcándose en un navio que espaeio, según el salvaje acostumbraba tener
iba á Inglaterra, siendo el viaje próspero, en poco; y viendo que el león, perdido ya el
|>ocog días aportaron en el puerto de Sant miedo que hasta allí mostrara, con el esfuer-
Mateo, que está á dos leguas de Sorlingua: y zo que el salvaje le diera, arremetió á él, «lió-
porque en aquel navio viniera una señora de le un golpe de la espada que, cortándole en-
quien rescibiera mucha honrra, la fue acon- tramas manos que en el escudo le echara, le
pañar hasta donde tenía su asiento, y allí re- hizo caer en tierra, y trayendo siempre el
posó aquella noche; á otro día se partió, al- ojo en el arco del salvaje recibió otra saeta
gún tanto contento con se acordar que ya con que le tirara, y entonces arremetió de
estaba en aquella parte que deseara para pro- súpito abrazándose con él primero que hicie-
bar bu ventura si era más que la de los otros se otro tiro. El salvaje, que tenía gran-
hombres, y caminando contra la ciudad de des fuerzas, trabajaba por se soltar de sus
Londres acompañado de muchos pensamien- manos, mas no lo pudo hacer tan presto
tos, un día de gran calor, atravesando por que el caballero de la Fortuna no le ablan-
la montaña del Desierto á donde naciera, dase con palabras, trayéndole á la memoria
llegando á un prado que en él se hacía, se quién era, de que el salvaje fue tan placen-
apeó para refrescarse en el agua de una fuen- tero que, apartándole con sosiego, no le (pie-
te donde le bañaron el primer día que nació, ría dejar; entonces se sentaron entramos al
bien descuidado de pensar lo que allí le acon- pie de la fuente, á donde el caballero de la
teciera. Selvián quitó los frenos á los caba- Fortuna le dio muy buena cuenta de todas
llos, y,dejándolos pacer, le dio á él algo que sus cosas, y le dijo como Selvián su herma-
comiesse, de que siempre andaba proveído; no era el que fuera tras los caballos. El sal-
y estando entramos platicando en las aven- vaje despantado no sabía qué se dijesse, y en
turas de aquella tierra y cuán singular pare- la verdad, si la razón y el entendimiento no
cía, salió de lo espesso del monte un venado, fuera en él tan grosero, bien hallara que de-
que con la furia que traía quebraba todas las cir y muy mucho más de que se espantar:
ramas por donde passaba, y tras él un león. mas como su naturaleza no fuesse para más
El caballero de la Fortuna, que sintió el es- que para sentir lo que los brutos animales,
truendo dellos primero que los viesse , so le- acordábasele todo lo que j>assara y el riesgo
vantó en pie, y el venado, á quien el miedo que ya corriera con aquel caballereen aquel
le amostraba á buscar guarda, tomó por re- propio lugar el primer día do su nacimiento,
medio, cosa eontraria á su naturaleza y de estando muchas veces movido para le decir
que en otro tiempo huyera, que fue llegarse todo lo que passara, y después que parecién-
á él, no queriendo pasar adelante , como si dole que le perdoría del todo no lo quiso ha-
allí tuviera la vida más segura. cPor cierto, cer, yasí platicando en algunas cosas estu-
dijo el de la Fortuna, pues vo.s en mi ayuda vieron hasta la noche esperando á Selvián:
confiáis, primero quiero passar por la afrenta como en aquella tierra para este caballero se
en que estáis que vos por ella paséis»; y sa- guardasen las aventuras, no vino, por un
cando su espada estuvo quedo, mas el león desastre que le aconteciera: entonces, viendo
se detuvo, conociendo que ora hombre, á que no venía, se fueron para la cueva á don-
quien todas las cosas de razón obedecen. Los de su mujer estaba, y ella que supo que eJ

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PALMERIN DE INGLATERRA ftS
cal tallero era Palmorín, lo recibió c»m el amor dado, que en él se adurmió, mas el sneño
con que de antea lo criara, derramando mu- no era tan descausado que le dejasse repo-
chas lágrimas por la soledad do los otros, y el sar; antes recordándose con un sobresalto
que mas pena le daba era Selvián; mas conso- grande como quien en su corazón sospecha-
lábase con saber que ol día «le antes se apar- ba alguna afrenta, miraba á una y otra par-
tara dellos y que muy presto le vería. Aque- te, y no vio á nadie consigo sino el mar, más
lla noche durmió el caballero de la Fortuna manso á su parecer de lo que solía, y alre-
en una cama de pieles, conforme á la que dedor fie sí otro de lágrimas que sus ojos de-
siempre en aquella casa tuviera; la mujer rramaron, por donde conoció que hasta en
del salvaje lo quisiera mostrar los palios con el sueño el cuidado no dormía; después, vol-
que viniera envuelto el día que naciera y des- viéndose contra la tierra, vio metido entre
cubrillo quién ora; el salvaje no quiso, por unas matas un batel grande cubierto de ra-
no le hacer perder la sospecha on (jnc vivía ma, yllegándose á él por ver si estaba al-
de le parecer que podría ser su hijo; á otro guien dentro, halló dos hombres; tino dellos,
día por la mañana, armado y así á pie oomo que hubo lástima dél por le ver tan mance-
estaba so despidió de aquél su padre y ma- 1)0 y assí á pie, comenzó á consejalle que
dre quo tanto tiempo criaron, metiéndose en se fuesse; en esto llegaron cnatro peones ar-
el camino solo y descontento de sí por se ver mados de corazas y alabardas que cm pidie-
en tal astado en parte en donde el caballo ron la plática, y traían entre sí un hombre
más le era necessario, temiendo las vueltas preso, y siendo más cerca, el caballero de la
de la Fortuna, que muchas veces cuales tu- Fortuna conoció que era Selvián su escude-
vieron los principios acostumbra tener el fin. ro, yviéndole tan mal tratado, no pudiendo
encubrir el dolor que deHo recibió, se llegó
á ellos rogándoles que le soltassen; mas uno
Caiv XXXli. — De lo que hixo el caballero de
la Fortuna dcspiú* que salió de caxa del dellos echó mano dél, diciendo: «Agora bus-
salvaje. ca quién os suelte á vos, que este otro á buen
recaudo estsb . El nuestro caballero se des-
Partido el caballero de la Fortuna de casa envolvió dellos dando en los pechos á uno
del salvaje, anduvo assí á pie tanto espacio con la mano armada tan gran golpe, que le
del día sin sal>er á qué parte caminaba, que, hizo caer á sus pies; y arrancando del espa-
siendo ya passado la mayor parte dél, oyó da, hirió á los otros que ya le herían á él.
contra la mano izquierda batir la mar, y ca- de tal suerte, que en pequeño espacio los
minando hacia aquella parte, conoció que paró tales, que á los dos mató y al otro hizo
aquel era el propio lugar donde le halló ol huir por donde vino, y luego cortó las cuer-
muy esforzado Polendos, rey de Tesalia, tra- das con que le traían atado, preguntándole
yendo ála memoria la mansedumbre de aquel qué desastre fuera aquél por que assí le pren-
día y la hermosa galera en que viniera dan- dieran. Selvián, que le pareció que aun allí
do con los remos en el agua ribera de la pla- no estaban seguros, dijo: «Señor, vamos de
ya, y echando los ojos hacia donde aquella aquí; por el camino vos contaró lo que pas-
vez caminara, acordósele de Costantinopla sa>. «Primero lo quiero saber, dijo él, para
y el amor <»>n que el famoso emperador Pal- después determinar lo que se ha de hacer» ;
morín le recibiera, y cómo de su mano le mas aún no lo empezaba á contar, cuando
diera á la hermosa Polinarda; trújole esto vieron venir dos hombres con dos caballos
tamaña soledad ('), que no pudiendo disimu- del diestro, y tras ellos, encima de otro, un
lar consigo mesmo la passión que aquesto le gigante de grandeza desmedida, armado de
daba, se subió en una peña alta que en lo armas sin ninguna pintura. «Esto era lo que
más hondo del apua caía, porque de allí iba recelaba» , dijo Selvián; mas el caballero de
la mar de más lejos: allí las ondas más bra- la Fortuna, que aquél era el primero que
vas que en otra parto butían, mas á él todo viera, temió algún tanto, mas no para dejar
le parecía manso en comparación de su do- do hacer lo que en tal caso se requería: el gi-
lor. Assí estuvo tanto revolviendo en su cui- gante, viendo el destrozo de los suyos, hubo
tan gran enojo, que arrancando del espada
(') Kitc vocablo, impropiamente empleado aquí y que traía en la cinta fuera de medida, arre-
en otro» lugares del texto castellano del Palwrin,
no es otra co*a que la traducción inexacta de la pala- metió á él pensando do tropellarle, mas él
bra portuguesa xaudade, que significa melancolía, se desvió con la suya en la mano, dándolo
pasión profunda de animo. La tendón ma.- aproxi- al passar un tan gran golpe on una piorna
mada, aunque no por completo exacta, seria la del l>or encima de la rodilla, que le hizo tan
catalán añoranza. Véanse las obnerracione* del sefior
Pnraer en tu precioso Palmerin of England, pág. 322 í,Tan herida que casi se la cortó toda; el gi-
gante, que no lo sintió con la furia que lle-

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LIBROS DE CABALLERIAS

vaha, volvió con otro golpe, y recibiéndole que queréis hacer do nosotros». «Quería, si
en el escudo, fue tal que la mitad le echó en vosotros quisiéssedes, dijo él. que os presen-
el suelo, y el caballo, con la fuerza que lle- tásedes de mi parto ante el rey de Ingalatorra
vaba, tropezó y dio con el gigante en el sue- y lo diéssedes nuevas de la muerte deste Cau-
lo tan gran raída, que el do la Fortuna pen- boldán, con que sé que se holgará mucho pol-
só que le había muerto. Mas Cauboldán, que los deservicios que le tiene hechos». «.¿Quien
assí había nombre, levantóse lo mejor (pie diremos, dijeron ellos, que es el que tan
pudo, puesto que la herida que recibiera en gran servicio le hizo?» *E1 caballero de la
el muslo le estorbaba no poder hacer a su Fortuna, que agora no tengo otro nombre» .
voluntad; assí so anduvieron hiriendo de Con esto los despidió, y puniéndose á caba-
muchos y duros golpes, puesto que los del llo, comenzaron de caminar él y Selvián, no
gigante fuessen con gran fuerza, los que re- le dando cuenta de lo que pasara con el sal-
cibiera eran dados á tan buen tiempo, que vaje, por no dar causa para se detener más
hacían más daño que no los suyos, de que en tornar á vello, antes caminaron hacia
andaba tan furioso cuanto lo fuera en toda adonde oían que les decían que la perdición
su vida; el de la Fortuna se sabia guardar de todos era. que allí era bien cerca, no roce-
tan bien, que le hacía perder todo su traba- lando el peligro en que iba, pon pie su pro-
jo, volviéndole tales golpes que el campo es- pósito era virtuoso: que esta calidad tiene la
taba tinto de su sangre. El gigante, viendo virtud: todos los trabajos estimar poco y los
que nada le aprovechaba, arrometió al de la vicios mucho menos.
Fortuna pensando deshacelle entre los brazos,
mas no fue como pensaba, porque él le dio Cap. XXXIII. — Cómo el caballero dt la For-
tan gran ferida por entre los dedos de una tuna encontró con Daliartc del Valle Es-
mano, tal que se la hendió hasta ol brazo.
curo yperdió su escudo de la palma .
A este tiempo el gigante, muy desesperado,
comenzó á blasfemar á grandes voces, tales Ya atrás so dijo cómo, al tiempo que el
quo retumbaban ]>or las concavidades que la caballero de la Fortuna salió de Costantino-
mar hacía, y passando la espada á la otra pla la primera vez, Selvián lo traía el escu-
mano, tenía tan mal tionto en olla, quo no do de la palma que Daliarte le enviara me-
daba golpe que mal hiciose, por lo cual el tido en una funda de paño, por no ser cono-
caballero do la Fortuna so llegaba á ól mas cido por él, guardándolo pura alguna grande
sin recelo, haciéndole tales heridas, quo le neoessidad si en ella se viesse: mas después
hizo venir al suelo como si cayera una torre, de la batalla que entre él y Cauboldán se
y luego fue sobre ól y le cortó la caboza; y acabó, el caballero de la Fortuna miró j>or
puniendo las hinojos en tierra, dio gracias el escudo, porque el otro fuera todo deshecho
al Señor quo de tal peligro lo había librado. y en aquella tierra había menester armas
IjOB hombres que estaban á caballo, acabada dobladas según en ella las aventuras diferen-
la batalla se fueron á él rogándole quo no tes de las otras sucedían, y viendo á Selvián
los matasse ]>or venir en compañía de tan sin él, túvolo á mala señal, pareciéndole que
mal hombre; el de la Fortuna, que no lo te- no le perdiera sin algún misterio. Selvián le
nía en su pensamiento, los recibió mejor quo dijo: «Señor, allende de hasta agora no me
ellos esperaban, rogándoles que le dijessen dar el tiempo lugar de os decir lo que pasa,
la vida y nombre del gigante. «Este gigante, recelaba también la passión que podéis reci-
dijo ol uno dellos, se llamaba Cauboldán de bir. Ayer, antes que ol gigante me prendies-
Mureela, señor del castillo de Pena Broca; se, siendo ya á vista del. atravesó j>or medio
fue de los crueles hombres del mundo; tuvo de la floresta donde yo iba una doncella en-
otro hermano que se llamaba Calfnrnio, que cima de un palafrén blaneo; llegando á mí,
vivía en la costa de Irlanda, y porque le die- me echó mano do las comías del escudo,
ron nuovas que un caballero lo matara en diciendo: Selvián, déjamele llevar antes que
batalla, se partió de su castillo con propósito esse diablo que ahí viene lo tome, que seria
de destruir cuanta gente hallasse, en ven- mayor pérdida de lo que piensas, y yo le
ganza de su hermano; y porque el viento le tornaré á tu señor en el tienpo que más lo
trujo á esta parte, dejó el navio en que vino habrá menester. Yo, porque vi que me sabía
tras aquella traspuesta que la mar ha- e, y el nombre y el gigante venía ya muy presto.
salió en tierra por ver si hallaba alguien en Uniendo «pie en esto os servía más que en
quien satisfacerse, y hoy, recogéndose ya, tomármele, se le di, y la doncella desapare-
halló al escudero que vos amparantes, que ció tan presto, que no supe juzgar para qué
andaba tras estos caballos que nosotros aquí parte fuera». El caballero de la Fortuna, es-
trujimos, y mandóle prender; agora ved lo pautado de lo que Selvián le dijo, por ser

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55

PALMEN IN 1>E IN(J LATEN KA

c*»sas de que no entendía •>] lia, .se dejó ir no haber defensa en las armas, y de otra
¿tensando en esto y en otras osas que enton- parte las espadas andaban tales, quo esto les
ces le venían á la tnoinoría; mas Selvián le hacía herirse con monor [toligro; el caballero
tomó á decir: «Decí, señor, ¿oís vos lo que de la Fortuna se tornó á poner en medio, ro-
yo oigo?» «¿V'ió es lo que tú oyes?» dijo el de gándoles quo dejasson su contienda, pues era
la Fortuna. *.Gran ruido de armas, dijo Sel- sobre cosa que so podía bien escusar; mas
vián. hacia aquella j>arte de los árboles al- no aprovechó nada con ellos, porque la ira
tos, y no puede ser sino que alguna batalla que al presente los señoreaba no les dejaba
se hace jnnto dellos». El caballero de la For- conocer la razón ó lo que más les era menes-
tuna volvió las riendas al caballo por ver si ter. A este tiempo se cubrió el aire de una
era assí, tomando un galope apresurado, y niebla espesa y negra, con la cual se per-
llegando donde aquella batalla se hacía, vio dieron de vista unos do otros, sonando los
cuatro caballeros á pie envueltos unos con- golpes que se daban al parecer más recios
tra otros, dos de cada parte, y puesto que las ([lie los primeros; la oscuridad fue tan gran-
armas estaban ya tan deshechas que en ellas de y el temor que cada uno tuvo de herir á
no se podía devisar nenguna eosa, en la pie- su compañero tal, que les hizo dejar la ba-
za del escudo de uno dellos parecía una ca- 7 talla,
*> cavondo en ol suelo tan sin acuerdo
beza ile un toro blanco, que era la devisa de como aquellos que |wr fuerza de encanta-
Pompides, hijo de don Duardos; de los otros mento estoban robados de todo su sentido
nunca pudo conocer ninguno, puesto que to- natural. Luego se comenzó aclarar la niebla
dos le parecían tales que dudaba haber en y el caballero de la Fortuna vio llevar los
el mundo quien les hiciesse ventaja; y pi- cuerpos dellos metidos en un carro que cua-
diéndoles que le quissiesen oir, se quitaron tro caballos negros guiaban, y no sabiondo
afuera, assí [H>r lo haber menester como por determinar cosa tan espantosa y nueva, alle-
hacer su voluntad. «Señores, dijo el de la góse álos escuderos que tras los caballos por
Fortuna, véoos tan maltratados de las feri- el campo andaban llorando, con propósito de
das que en esta batalla reeebistes, y la bon- saber dellos los nombres de sus señores, y
dad yesfuerzo tan igual en ella, que he miedo oyendo decir que uno era Platir, hijo do
que sea para más daño; pídoos por merced Primaleón, y ol otro Floramán, príncipe do
que si la razón por que la hacéis es tal que Cerdeña, y los otros Pompides y Plandidón, y
la podáis oscusar, lo hagáis por amor de mí, que la diferencia do la batalla era sobro él,
quo ahí queda tiempo en que después os lo de lo cual quedó más apasionado y triste que
pueda servir». «Es sobre tan pequeña cosa, antes, y echábase á sí mismo la culpa on de-
dijo el uno dellos, que no está en más dejalla jarla passar tan al cabo; mas consolábase
que en «xmfessar esse caballero del Toro para mucho con pensar que quien á tal tiempo los
qué busca á otro por quien nos preguntó» . socorriera no sería para dejallos del todo sin
«Esso no sabréis vos de mí, respondió el del poner remedio en sus personas. Uno de aque-
Toro, sino hasta que mis fuerzas no puedan llos escuderos, á quien preguntó por la razón
defenderme». Con esto se tornaron á herir
de aquella diferencia, le dijo: «Platir, mi se-
con tonta braveza como si entonces comenza- ñor, que es el que traía las armas blancas,
ran la batalla, hiriéndose de manera que en salió de la corte del emperador su agüelo en
pequeño rato pusieron las armas en necessi- compañía del príncipe Floramán había pocos
dad de otras para ampararse, andando tan vi- días, con propósito de venir á esta Gran Bre-
vos como si aun tuvieran sus fuerzas enteras. taña yprobarse en las aventuras della, y
Al caballero de la Fortuna pesaba tanto ver verse con el caballero de la Fortuna, á quien
morir aquellos caballeros, como si él fuera entramos lo buscaban, que son sus amigos, y
cada uno dellos, assí que cada uno dellos ver sus caballerías de quien tan altamente se
traía muchas heridas y el desseo aparejado habla; hoy, siendo el segundo día que en esta
para recebir otras de nuevo. El de la Fortu- tierra entramos, se toparon con aquellos ca-
na, desconfiado «le los poder quitar de su balleros, ydespués de se haber hablado,
contienda, los estuvo mirando, á donde le uno, que traía un toro blanco en el escudo,
parecieron todos estremados caballeros; mas les preguntó por el caballero de la Fortuna
sobre todos le pareció uno que traía las ar- si le darían nuevas dél; y sobro querer saber
mas blancas sin otra pintura, assí en la des- para qué lo preguntaba tuvieron la batalla
envoltura como en el saber herir; mas con que vistes, en que van ya muertos ó cerca, y
toda su bondad no estaba tal que ponsasse nosotros quedamos sin señores ni sin saber
salir menos que los otros, y ya en aquel es- qué haremos de nosotros cómo dellos pode-
tante se habían parado tales, que no se da- mos dar» . El de la Fortuna los estuvo conso-
ban golpes de que se hiciesen poco daño, por lando, aconsejándoles que se fuessen á Lon-

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56 LIBROS DE CABALLERIAS

dres, porque, siendo sus señores vivos, tar- qués Beltamor, assí de sus castillos como
de 6 temprano habían de ir allá á parar, y del otro que ganara á Calfurnio, partióse ca-
dejándolos contentos de sus palabras y de la mino de la (irán Bretaña, con intención de
voluntad oon que las dijera, tomó su cami- se probar en las aventuras del la, y porque
no para donde antes iba; y no anduvo mu- él no quería ser de los postreros, dioso ta-
cho por el, cuando por el mismo camino vio maña priessa en sus jornadas, que en pocos
venir un hombre vestido á manera fie mon- días aportó en Tngalaterra, llevando otras ar-
tero, oon su bocina al cuello, en la cinta un mas hechas de nuevo de la manera de las que
cuchillo de monte, encima «le un caballo traía: assí siguió el camino de I<ondres para
grande y flaco, diciendo en voz alta, el ros- ir á ver al rey Fadrique y á Flérida, sin pen-
tro alegro y risueño: «Ya agora, Palmerín sar que había quien se lo estorbase el cami-
de Inglaterra, se llegan los días en que tus no; mas en aquellos días no eran tan poco po-
obras harán poner en olvido todas las de los blados los caminos y florestas de caballeros
otros passados, y esta Gran Bretaña será andantes y doncellas hermosas, aventuras y
tornada al alegría passada: no te espantes otras cosas semejantes que ninguno pudiesse
saber tu nombre, porque de ti y de tus cosas caminar seguro como pensaba. Assí aconte-
sé más de lo que tú puedes saber» . El caba- ció que un dia ya tarde, siendo media legua
llero de la Fortuna tuvo en mucho oírse nom- de la cibdad de Londres, vio venir una don-
brar en tierra tan estraña y desviada de su cella hacia sí en un palafrén, descabellada,
criación, y sospechaba poder ser aquel Da- las ropas mal compuestas, la color mudada
liarte del Valle Escuro, mas dudábalo por como quien de algún dolor ó temor venía
velle tan mancebo, porque de tan pocos días traspasada, hinchendo la floresta do gritos,
no se esperaba tan grandes obras. Daliarte, trayendo la voz ronca y cansada, que ora
que entendió su sospecha, le dijo: «Señor soñal de haber dado muchos y ser nacidos de
Palmerín, dosseo tanto serviros, que os cosa que le rancho dolía; la cual, en tanto
quiero quitar de una duda en que os veo: que le vio, se allegó diciendo: «Pídoos, señor
sabe que yo soy Daliarte vuestro servidor, y caballero, |>or lo que debéis á la orden que se-
pues que de vuestras cesas os sabría dar guís, que me amparéis, que por fuerza quie-
buena razón, no quiero hacello, |>orque de ren robar mi honrra» . El caballero del Salva-
aquí á que vos lo sepáis han de pasar pocos je, viendo que el otro venía tras ella armado
días, y será en otro tiempo donde recibáis de todas armas, salió á rccobille. diciendo:
doblarla alegría de la que agora podéis rece- «Mal empleadas sean en vos las armas, puos
bir». «No quiero, señor Daliarte, dijo el ca- trayéndolas para defender mujeres, ollas son
ballero de la Fortuna, saber más de vos de ofendidas de vos». «Señor, no os engañe essa
lo que vos mesmo quinientos, que bien creo mala mujer, dijo el otro, que no es como
que quien todo este tiempo me ha hecho pensáis» ; todavía se puso el del Salvaje de-
mercedes, de aquí adelanté no se olvidará lante, diciendo: «Primero vos teméis ba-
en lo que está por vonir». Asi platicando en talla comigo que la doncella reciba daño».
estas y en otras cosas do que recebía placer, «Pues assí queréis, dijo el otro, harélo ,
le llevó hasta su morada, que estaba de la aunque contra mi voluntad» Entonces, apar-
manera que ya dije: mas después que fueron tándose uno de otro lo que era menester,
dentro, el de la Fortuna no le pareció cosa remetiendo con las lanzas bajas, se dieron
de más primor: allí estuvo algunos días que con ellas tales encuentros, que el caballero
Daliarte le detuvo, y supo cómo Platir y los vino al suelo y el del Salvaje perdió las estri-
otros caballeros de la floresta guarecerían de beras yestuvo cen^a de hacelle compañía:
las feridas y que estaban curándose de su el otro se levantó con la espada en la mano,
mano para presto ser en Londres, de que y el del Salvaje se apeó, y haciendo lo mis-
quedó más alegre que de antes, que eu la mo comenzaron su batalla más peligrosa
imaginación de que los viera le hacían vivir de lo quo cada uno esperaba, y no anduvie-
triste: assí estuvo en aquella casa hasta que ron mucho en ella cuando la misma «lon-
Daliarte lo dejó ir. cclla volvió con otros dos caballeros, diciendo
contra el del Salvaje: Señores, aquél es el
CAr. XXX IT. Cómofl rahallero del Sal raje que mató á mi padre y agora mata á mi her-
vino á Ui corte de Ingalalerra, // de lo más mano como veis: pídoos por merced que me
(pte le acón ferió. venguéis: : y el uno de lo* que vinieron se
bajó á pie, y porque vio al que la doncella
El esforzado caballero d<d Salvaje, de .pie llamaba hermano ya maltratado, metióse en
ha mucho que no se habló, después do dejar medio, diciendo: < ¡A mí, traidor, que no á
pacíficas á la.s tres hermanas hijas del mar- quien no se puede defender!» . El del Salvaje

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PALMERÍN DE INGLATERRA

que assí se oyó nombrar, teniéndose por libre 57


sus palabras» . «Si vos, dijo el otro, no quis-
de tal nombre, tuvo tamaño enojo, que con la siésedes dejar la batalla por mi ruego, será
ira que de aquellas palabras recibió no le pudo forzado á ella comigo, lo que no quisiera por
responder, antes, arremetiendo á 61, pensó lo que á vos os cumple, pues vuestra jiersona
herille en descubierto del escudo; mas el que tiene más necessidad do roposo que de bata-
con él hacía la batalla le recibió en el suyo, lla». «No hayas dolor de mí, dijo el del Sal-
diciendo: «Arabá primero comigo la batalla,
vaje, que yo tengo de acabar lo que comen-
que después grande es el día para liacella cé; ved agora lo que yo digo, y si vos me lo
con otro, y vos, señor caballero, apartaos defendiéssedes, aquí estoy para gastar en
afuera, que no quiero vuestra ayuda mien- este oficio todo lo que del día queda» ; mas
tras me "puedo defender». El otro lo hizo, estando en estas razones, el caballero con
porque le pareció mal acometer entramos á quien hacía batalla cayó en el suelo jwr falta
uno; el del Salvaje, que en estremo deseaba de mucha sangre que le saliera de una heiida
verse con él en batalla, se dio tanta priossa
que tenía en la garganta, de que su compa-
en la primera ira, que en pequeño espacio le ñero quedó tan triste, que con el mucho do-
trató tan mal, que por fuerza le hizo venir al lor no se acordó de los cumplimientos de
suelo, no tanto á su salvo que no qnodasse tan antes; sin decir nenguna cosa remetió al del
maltratado como se esperó de las manos con Salvaje con propósito de vengar en él la
quien hizo batalla; el segundo, como tnviesse muerte del otro; mas no halló la resistencia
la enclinación virtuosa y el ánimo grande, tan flaca que en pequeño espacio dejasse de
viéndole algún tanto cansado y con las armas ser puesto en tamaño temor de ser vencido
deshechas, y herido por algunos lugares, le como hasta allí tuviera esperanza de vence-
dijo: cVóoos tan mal tratado, que por lo que dor, y con todo, el del Salvaje estaba tan
os cumple no querría haber batalla con vos, maltratado de las manos de los otros, y éste
pues la honrra que agora se puede alcanzar era tan buen caballero, que entramos murie-
será muy poca» ; mas el caballero »del Salva- ran en aquella batalla si por allí no acertara
je, con gran saña le respondió con un golpe á venir el rey de Inglaterra, que saliendo
por cima del escudo, tal que le hendió hasta aquel día á caza de falcones fuera del ejerci-
la mitad, diciendo: cHacé lo que quisiéredes, cio en que passaba los otros pasados, vino ha-
que yo os mostraré que assí como estoy me cia aquella parte, á donde vio cómo se com-
sobran fuerzas para vos*; el otro, viendo batían; mirando la braveza de la batalla y el
cuan mal le agradecía el dolor que tenía de flaco estado en que estaban y el esfuerzo con
sus heridas, comenzó de le herir sin piedad; que cada uno se combatía, tuvo por tan mal
mas á poco rato bien sintió él en sus armas empleada la muerte en cualquier dellos, que
y carnes que contra las fuerzas del del Sal- metiéndose en medio les rogó que la dejas-
vaje que no se podía defender; su compa- sen, si era por cosa que lo podían hacer. Ellos
ñero, que aun estaba a caballo, estimaba se apartaron viendo que era el rey, y conten-
tanto la valentía del del Salvaje, que en tos de verse fuera de tamaño recelo y de la
aquella hora no le parecía nada todo cuanto justa causa que tuvieron para dejar la bata-
habla visto; pues tornando á ellos, andu- lla; el del Salvaje, maltratado como estaba,
vieron tanto en su porfía, que el caballero se quitó el yelmo para besar las manos al rey
empezó a enflaquecer, no pudiendo tenerse su señor, y él, que le conoció, haciéndole tan
contra los [golpes] de su contrario, que eran buen reoebimiento como á hombre que enton-
tales que todas las armas le traía deshechas ces quería más bien que á todos loa del mun-
y las carnes por algunos lugares maltratadas; do, assí por la criación de su casa como
el que estaba a (jabalío, que vio á su compa- porque la naturaleza lo enclinaba á esso; el
ñero en tal estado, temiendo que si la batalla otro hizo otro tanto, mas el rey conoció que
llegase al cabo el del Salvaje le mataría, se- era Greciano, príncipe de Francia, que ya
gún sintiera las palabras que le dijo, se apeó, otra vez le había visto; abajóse del caballo
y llegándose á él, le dijo: cYa agora, señor recibiéndole con tanto amor y cortesía como
caballero, debéis de estar bien satisfecho de se debía á tal persona, y no sabiendo por
vuestro enojo para que esta batalla no vaya cuál razón entre ellos fuera aquella diferen-
adelante, pues en esto se aventura la vida de cia, preguntó á Greeiano quién eran los (jue
uno de vosotros 6 de entramos, que sería ma- estaban en el suelo. «Señor, respondió él, éste
yor pérdida de lo que se podía recebir en que está aquí más cerca, en cuya compañía
dejalla». <Por cierto, dijo el del Salvaje, yo vengo, es Francián, hijo del rey Polendos
esso no haré yo si primero no se desdijesse de Tesalia, y una doncella, hermana de aquel
de lo que dijo ó se rindiesse en mis manos, que está allí muerto, nos trujo aquí dicién-
y si no, ellas serán el verdadero castigo de donos que este caballero le había muerto á

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LIBROS DE CABAL LE Itl AS
58
su pudro por muy gran traición vapora ína- Pues tornando á la historia. el rey envió
talia ú su hermano, .punios roga Via la vengá- en busca do la doncella, mas nunca la pudie-
semos. Francián, viendo ya el hermano déla ron hallar ni descubrir, que E id ropa que la
doncella en muy mala disposición, quisiera mandaba la sabía guardar. Assí llegaron á
muy bien dofendelle; mas él están esforzado Londres, donde aquellos prineii>os fueron
y buen caballero, «pie no lo quiso consentir aposentados y curados con tanta diligencia
en cuanto so pudo defender, y este < aballero como á sus heridas convenía; el caballero del
do vuestra alteza hizo otro tanto en armas Salvaje fue llevado al aposento donde antes
que lo venció á él y después á Francián. y solía posar, siendo cada uno visitado de Flé-
agora traía á mí on el estado que vistes». El rida, á quien sus heridas dolían como per-
caballero del Salvaje, espantado do lo que sona que adevinaba el mucho parentesco que
oyera, dijo contra el rey: «La don* -olla que entre entramos había: el rey también le
este caballero dice, para vuestra alteza sabor acompañaba el más del tiempo, assí por lo
lo que passa, venía huyendo de aquel que ver como por oir sus cosas, que tan señala-
llamaba hermano, pidiéndome que lo valiessc das eran jor el mundo; mas con él nunca se
porque la quería deshonrrar, y después que pudo acabar que ninguna le dijesse. creyen-
nos vio en batidla fue á buscar á los otros do que assaz detrimento es al famoso alabar
sus obras.
dos para hacer lo que hizo?. El rey. maravi-
llado de la sotileza de su maldad, mandó
quitar el yelmo á Francián. que luego tornó Caí*. XXXV. -Cómo Dallarte mandó miar
en su acuerdo, y assí hicieron al otro j»or ver ti Platir y á los otros ral>aileros, y de romo
si era muerto: mas también tornó en sí, por- el ral 'tallero de la Fortuna se despidió drl.
que tanto de afrentado como de herido ca-
yera, yviendo que ora Polinardo, hijo del Dice la historia que al tiemj>o que el caba-
emperador Trineo, tuvo más de que se espan- llero de la Fortuna halló en batalla á Platir y
tar, ymandando traer andas en que lo lleva- á los otros caballeros sobre la razón que ya
sen á Londres á él y á Francián, y por el se dijo, ol famoso sabio, viendo el precio de
camino iba preguntando la razón porque vi- aquellos caballeros y ol peligro en que esta-
niera tras la doncella, cuando el del Salvaje ban, ordenó por su arte una nave cerrada
la defendió. -Señor, dijo Polinardo, aquella en que él vino, y cubriéndolos con ella los
debe ser la más mala mujer del mundo, jx>r- encantó de arte, que sin acuerdo los metie-
que iwr amor della jdenso que serán muer- ron en el carro que los cuatro caballos lle-
tos Unistaldo y Dramiante su hermano, hijo varan, llevados
y á sus casas, fueron echa-
del rey Hecindos de España, á los cuales hizo dos en camas que para ellos estaban ordena-
hacer batidla uno contra otro, (pie )>or traer das ycurados de sus heridas con mayor di-
las armas trocadas no se conocieron, y quiso ligencia de lo que en nenguna parte lo pu-
Dios que allegué á donde la hacían: mas á dieran ser, sin en aquellos días saber de
tiempo que ya no se podían menear, y por- (tuya mano aquel socorro les viniera, ni se
que los conocía entramos, espantado de tan les acordaba de la batalla cuya fuesse la Vi-
gran crueza, me metí en medio y los aparté, toria, ni del estado en que la dejaron: Platir
y después de se conocer cayó uno hacia una y Floramán estaban entramos en un aposen-
parte y otro hacia la otra « asi muertos: y yo, to, y Pompides y Blandidón en otro, y todos
yendo tras la doncella para la tomar y saber vesitados con igual remedio según la noees-
por qué lo hiciera, se me salvó con ordenar sidad de cada uno. puesto que esta buena
lo más que sucedió». El rey, no pudiendo en- obra no quiso Daliarte que supiessen de dón-
cubrir lapassión que de aquellas cosas na- de les venía, por se no obligar á más (pie era
cía con le parecer que su desventura lo cau- decillesu nombre, ni el caballero de la For-
saba, mandó saber luego de < Müstaldo y Dra- tuna pudo saber dél el lugar donde los te-
miante. si
y eran muertos, para mandarles nía, aunque de la esperanza do su salud
dar sepulturas conforme á sus personas, y fuesse siempre cierto; y siendo ya en estado
hallaron que los llevaron de allí unos frai- Je jKider caminar, no sabía cómo lo pudies-
les del monesterio de i'lara Vitoria para cu- sen hacer. |>orque se hallaban desapercibidos
rallos, que aunque las heridas fueron gran- de armas y caballos, que las que de antes
des, en pocos días hubieron remedio. Este traían perdieron en la batalla, y con este
monesterio es uno de los que Ainadis mandó cuidado estaban en sus camas durmiendo
hacer ¡unto á Senusa, á donde llevaron des- con menos sosiego de lo que antes acostum-
pués sus huesos en el tiempo .pie senoiWi la braban, t'na noche que para esto Daliarte
Gran Bretaña, por memoria de los reyes que ordenara, se durmieron de manera que, per-
allí venció. dido el juicio, no les quedó ninguno para

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PALME RÍN DE INGLATERRA f>9

pie pudiessen sentir cómo los llevaban fue- y ella se despidió dell«*, haciendo luego
ra de sus camas, y ya que la mañana escla- vuelta trayendo consigo cuatro escuderos,
recía, se fue gastando el peso «leí tamaño cada uno delante de sí un lío, y cuatro hom-
sueño, halláronse todos cuatro, dos á un bres de pie con cuatro caballos de diestro,
cabo y dos á otro, echados en el propio lu- todos de una grandeza y de una color, que
sa rde donde fueron llevados cuando anda- no se hacían diferencia el uno al otro, y
lón en la batalla, sin ver alrededor sino pe- dijo: «Si vosotros, señores, cumplís comigo
dazos do armas y trozos de lanzas, rajas de como yo hago con vos, no tendré do qué me
escudos con alpinas muestras de las devisas quejar*. Y mandó desliar los líos y sacar las
que un ellas traían, y en lugares las yerbas armas que venían dentro, que eran de las
del campo tintas de sangre: puniendo los más galanas que nunca vieron, y todas de
ojos en los otros y después cada uno en sí. una manera se las presentó, y porque en
y llenos de admiración y espanto de ver otra paiie se dice la manera dellas devisas
tantas novedades, estuvieron algún tanto de los escudos, no se dice aquí: cada uno
gastando el tiempo en aquella admiración. tomó las que primero pudo, y armándose
«Por cierto, dijo Kloramán, no son las cosas dellas, viniéronles tan justas como si para
dosta tierra como las de las otras; aquí fue ellos se forjaran. «Agora, pues, señores, dijo
nuestra batalla y de aquí fuimos llevados la doncella, después de ser armados cumple
sin saber el fin que hobo, y según me pare- que tres ó cuatro jornadas me acompañéis,
eo, señor Platir, estos caballeros son los que porque en el fin dellas puede ser que con
hubieron la batalla con nosotros, y yo creo, vuestra ayuda rej>osen mis pensamientos, y
según lo que veo, que quien aquí nos tornó estos escuderos vos servirán en lugar de los
lo hizo para que la acabásemos, si viera que vosotros traíades», Y assí comenzaron á
con que nos dejara armas con que la pudié- caminar en compañía de la doncella. Deja la
ramos hacer; mas nosotros estamos sin ollas historia [de hablar] dellos hasta su tiempo y
y sin caballos en que podamoB caminar, assí torna al caballero de la Fortuna, que estaba
que no sé qué intención tuvo quien aquí en casa de Daliarte, á donde passó algunos
nos puso. Platir dijo contra los otros: «Se- días á su contentamiento, assí porque siem-
ñoros, si de nuestras cosas sabéis más que pre le hablaba en sus amores, como aquél
nosotros, rnégoos que nos lo digáis, para que- que nada le era secreto, como porque su|0
dar fuera del pensamiento en que ellas nos muchas cosas que le hacían menos triste de lo
pusieron?. «Tan mal recado, dijo Pompides, que hasta entonces viviera, puesto que nunca
os podemos dar, que si lo no preguntáredes, le quiso decir cuyo hijo era, por la razón (pie
yo os lo quería preguntar». Y entonces se atrás se dijo, y viendo que había mucho que
llegaron unos á otros, olvidando la enemis- estaba en su compañía, determinó de par-
tad con que allí se juntaron, tratándose con tirse. Daliarte. que sintió su intención, le
otra cortesía después que se conocieron, y dijo que lo dobía de hacer por la neeessidad
estando metidos en cuidado de loque debían que de su persona había en aquella tierra,
de hacer, atravesó por aquel vallo una don- dando á Selvián nnas armas tales como las
cella encima de un palafrén bayo, vestida primeras, de pardo y abrojos de oro por
de negro y algo triste; llegando á ellos, tuvo ellas, y en el escudo la devisa de la Fortn-
la rienda al palafrén, y díjoles: «Paréceme, tnna como el otro. Un día por la mañana se
señores, que debéis ser caballeros y perdis- despidió dél, pidiéndole Daliarte que le tra-
tes las armas por alguna aventura, lo que jesso en la memoria por doquiera 'pie andu-
no es de espantar, pues en esta tierra hay viesse, porque allá le hallaría siempre con-
tantas». «Señora doncella, dijo Blandidón, sigo para servirle. El de la Fortuna le tuvo
sería eosa tan larga deciros cómo las perdi- en merced la voluntad de que tal ofreci-
mos, que se perdería mucho tiempo por la miento salía, puniéndose en el camino de
necessidad que tenemos de irlas á buscar». Londres: á los tres días de su jornada fue
«Si vosotros, señores, quisiéssedes otorgarme en casa «le un caballero anciano, que estaba
un don que no será injusto, yo os serviré en el camino dos leguas de la ciudad, donde
con caballos y armas». «Puesto que el ser- reposó la noche por descansar de los traba-
vicio que de nosotros queréis, dijo Klora- jos del día, recibiendo muy [buen] recibi-
mán, no lo hiciéssemos más de |>or ser mu- miento del gíiésped. que assí lo acostumbraba
jer, sería bien empleado, cnanto más mere- con todos los caballeros andantes. Acabada la
ciéndolo en socorrernos en tal neeessidad: cena, estando entramos platicando en cosas
assí que yo, de mi parte, os la otorgo, y es- del tiempo, entró una dueña de mediana
tos señores pienso que también lo harán». edad, y traía consigo un doncel, y preguntó
Todos consintieron en lo que Floramán dijo,
si le daría posada; el señor della,'que nunca

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LIBROS DE CABALLERIAS

la negó á nadie, la mandó aposentar según Mas todo esto le encarecía por le hacer más
su costumbre, ofreciéndole lo necesario: ella desear verse con él en campo. «Pués assí,
le agradeció con las mejores palabras <|ue dijo él, mañana vamos allá, y yole mandaré
pudo, sentándose junto <*>n la mujer del ca- desafiar por este mi escudero, y, si pudiere,
ballero, que era dueña de buena conversa- vengaré á vos y satisfaré á mí». «Bien se
ción. El de la Fortuna, pareciéndole que al- parece, dijo la dueña, que las cosas que «le
guna cosa le hacia triste, le preguntó si vos se dicen no son en vano, pues en vues-
traía algún descontento; la dueña puso los tra persona es tan cierto el socorro de aque-
ojos en 61, y viendo á las espaldas colgado llos que le han menester». El gñésped, sa-
el escudo con la devisa de la Fortuna tan biendo ser aquel el caballero de la Fortuna,
temida y nombrada por el mundo, se ochó á túvose por dichoso de le tener en su casa,
sus pies con muy muchas lágrimas, dicien- pidiéndole perdón si no le sirviera ó recoge-
do: «Señor, agora creo que mi ventura, eno- rá como él merecía, diciendo quo la honra
jada de cuantos males me tiene hechos, me
de aquel día tomaba por satisfacción del ser-
quiere favorecer en tan grande necessidad, vicio que había hecho en toda su vida á los
pues aquí fui á hallar el mejor remedio que caballeros andantes, y estuvo contando mu-
podía tener. Yo, señor, tuve un hijo mance- chos hechos señalados del caballero del Sal-
bo y muy buen caballero, con quien pensa- vaje, que más encendía á el do la Fortuna y
ba descansar los días que aun tengo por le hacían desear el día para acabar lo que
passar; quiso mi desventura que se enamoró tanto deseaba; con esto cuidado se fue acos-
de una hermosa doncella , con quien de tar, y con él se levantó antes que la mañana
antes andaba de amores otro caballero, y viniesse; la dueña, que tampoco dormía, se
viendo que mi hijo en pocos días valió más levantó, y tomando licencia del gflésped, se
con ella y alcanzó más que él, quiso matallo partieron camino de la gran ciudad de Lon-
por su persona, y salióle al revés, que mi dres, ádonde llegaron á tiempo quo el sol
hijo le trató tan mal en la batalla, que el salía y los sus rayos daban en las altas to-
otro se le rindió con el miedo de la muerte; rres y singulares edificios, de que estaba
y porque sintió mucho aquel dolor, antes de ennoblecida; el de la Fortuna se detuvo en
muchos días trujo consigo otro caballero que un otero alto, donde toda se parecía, miran-
traía unas armas verdes y en el escudo en do la manera dolía, esperando por la hora
campo blanco un salvaje con dos leones por
que le pareció que el rey podía ser levanta-
una trailla, é haciendo campo con mi hijo
do, ypassándole por la memoria los gran-
no le valió quererse rendir después que no des hechos y temerosas hazañas que allí en
podía más, antes sin nenguna piedad le cor- otro tiempo acontecieron, deseando que al-
tó la cabeza y la entregó á su contrario; é gunas que á ollas pareciessen passassen por
porque este caballero es tan temido de todos
él, que esto es para lo que aprovechan imá-
por su valentía que nunca hallé quien se genes éhistorias antiguas, para obligar á
combatiesse con él, é vengarme de tamaño los hombres á usar virtud, y la envidia do-
mal, determiné buscaros á vos, porque me lías les conmueve á grandes eosas.
dicen que sólo en vuestras manos está la
cierta venganza que yo espero, é puesto que Cap. XXX VI. — Cómo el calmllcro de la For-
nunca os vi, bien veo que la devisa me dice tuna entró en Londres, y de lo que passó
que sois el famoso caballero que por el mun- entre H y el caballero del Salvaje.
do tan altamente se nombra». El, que se oía
loar, no siendo de su condición, antes que Domingo era por la mañana cuando el ca-
más dijesse le atajó, diciendo: «Señora hon- ballero de la Fortuna llegó á la ciudad de
rrada, he tamaño dolor de vuestras lágrimas Londres, donde en aquellos días estaba toda
é palabras apassionadas, que me hacen creer ó la mayor parte de la caballería del mundo,
que no las diréis sin eausa, é puesto que en
y porque le pareció que antes de comer no
mí no haya lo que os dicen, yo os otorgo mi podía haber batalla, fu esse á una ermita
persona para venganza de la vuestra; si el que ahí cerca estaba, á donde después de
caballero del Salvaje está en parte que le oir missa anduvo mirando las cosas anti-
halle, yo cumpliré dos voluntades: essa que guas de aquella casa, que con cuanto esta-
vos traéis y la que yo tengu, que ha días ban gastadas del tiempo eran tan notables,
que desseo verme con esse caballero en ba- que en ellas parecía (pie en algún tiempo
talla por otra diferencia en que ya non vi- estuvo allí algún templo: y entre algunas
mos». «Señor, dijo la dueña, el caballero cosas que halló de notar, fue una sepoltura
está en Londres, á donde le dejé con tanta de piedra labrada de obra tan sutil, que le
fama, que hablan dél como por milagro». pareció dina de se hacer memoria della en

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61
PALMER ÍN DE INGLATERRA

cualquiera parte; mas las labores desta obra es passado» . «Vamos donde quisieres, dijo el
estaban tan gastadas del tiempo, que no se de la Fortuna, que mayor es la que agora me
podían devisar: había en ellas unas letras vi que no con la que tú me amenazas». En-
griegas á la redonda también tan gastadas tonces, despidiéndose del ermitaño, se fue
del tiempo, que no pudo leer deUas más de hacia la gran ciudad de Londres, llevando
una pequeña parte, que decían: Arbán, rey consigo á la dueña, y antes que entrasse en
pe Noroales: entonces se acordó que aque- la ciudad llamó á Selvián; diciéndole lo que
lla sepoltura fue del tiempo del rey Lisuar- había de hacer, lo envió, esperando que tor-
te. señor de la Gran Bretaña, y preguntó nasse con la respuesta de lo que le mandaba.
al ermitaño si aquella sepoltura íue ma- Selvián llegó á Palacio, á tiempo que el rey
yor. «Cuando yo para ella vine, respondió acallaba de comer acompañado de muchos, y
el ermitaño, que ha treinta y cuatro anos, entrellos más allegados á él el valiente ca-
era como agora, mas siempre oí afirmar (pie ballero del Salvaje, que estaba bien sano «lo
•*n el tiempo que los infieles entraron en esto las heridas que recibiera en las batallas que
reino la derribaron del todo: y en aquella con Graciano, Francián y Polinardo hobiera:
otra parte estaba esta otra sejioltura en que yendo por entro la gente, llegó al rey, al
yacía don Grumodán, alférez del rey Lisuar- cual, con las rodillas en el suelo, comenzó á
te, junto á la de don Guilán el Cuidador (')• decir: «Muy poderoso señor, el caballero de
«Esso quiero yo ver, dijo el de la Fortuna, la Fortuna, cuyo soy, besa vuestras reales
porque en hombre tan bien enamorado no se manos: dice que su propósito no fue siempre
puede ver cosa malaa ; entonces se allegó ha- sino venir á vuestra corte para quereros ser-
cia do las sepolturas estaban, que era junto vir, yque agora, [>or deshacer un agravio
de la puerta, y estúvolas mirando grande de una dueña (pie con él viene, le es forzado
espacio, especialmente la de don Guilán, á desafiar un caballero que en ella está, al cual
quien siempre fuera aficionado por lo que dél llaman el del Salvaje: pídeos le deis licencia
oyera. Aquellas cosas le trajeran á la memo- para lo poder hacer y venir seguro á su bata-
ria las de su señora Polinarda, de quien ha- lla, según de tan grande príncipe como vos
bía muchos días que no sabía ningunas nue- se espera». El rey, que oyó nombrar al caba-
vas, y no pudiendo sufrir el cuidado que en llero de la Fortuna y estaba informado de sus
aquella hora le dieron, puesto que nunca de- cosas, pesóle venir con tal demanda á su cor-
llas andaba desocupado, echóse de pechos te, yquisiera impedir la licencia: mas el del
sobre la piedra del monumento de don Gui- Salvaje, que sintió su intención, se levantó
lán el Cuidador, y estaba con las manos y el diciendo: «No es aquél hombre á quien nada
rostro puestos sobre ella, y ass,í por algún se ha de negar, porque parecería que temor
tanto estuvo consigo mismo pasando mil pa- de sus obras lo hace, y pues esto toca á mí,
labras enamoradas, ofrecidas á quien no las mándele vuestra alteza venir y asegúrele el
oía, tan metido en el desacuerdo délas otras campo; si no, yo iré en busca dél y cumpliré
cosas, que el ermitaño y la dueña pensaron su desseo y el mío» . El rey, viendo que no se
que alguna enfermedad le sobreviniera ; mas podía escusar, «lijo á Selvián: «Amigo, decí
Selvián les dijo que no se espantassen, que á vuestro señor que á mí me pesa venir á mi
aquel era un dolor que le atormentaba y mu- corte con cosa que pueda hacer desabrimien-
chas veces lo venía, al cual nenguno sabía to, mas pues que assí quiere, que yo le ase-
medio; el caballero de la Fortuna, después guro de todos, sino desse á quien busca, de
de passado por aquel acídente, conociendo la quien no sé qué tan seguro podrá estar» . Sel-
flaqueza en que cayera , limpiando los ojos vián se«despidió, y tornando á cabalgar, se
se levantó en pie; quiso con alegre semblan- tornó con el mandado á su señor, que luego
te encobrir la tristeza que en él parecía. Sel- entró armado de todas armas; muchos le sa-
vián se llegó al caballero, diciendo: » Señor, lían áver, que luego su venida se sonó por
acuérdeseos lo mucho que tenéis que hacer toda la gonte, y entrando en la plaza, hizo
y con quién hoy habéis de haber batalla: no su acatamiento al rey, que estaba en una
gastéis el día en otra cosa, pues* lo más dél ventana en el aposento de Flérida, que quiso
que viesse aquella batalla que era de los más
notables y mejores caballeros que entonces
(') Tanto don Guilán, como don (Irameiián y Ar- en el mundo había; todo el campo y venta-
bin de Norgale?, son per^jua del Amadi* de (Jaula.
Don Grumedáu, ajo de la Reina liriaenn, es el Néstor nas de la plaza estaba tan lleno de gente,
•le la Corte del rey l.iauarte. Don Guilán, el leal ama* que lo más de la ciudad estaba sólo por ver
dor. caballero de gran corazón, aunque tristón y me- aquella batalla. En esto entró el caballero
ditabundo en demasía, o» también grande amigo del
rey Lwuarte. Arbán de Norgalea fue libertado por del Salvaje, armado de sus propias armas y
Amadu de la pritión en que le tenía Ardan Canifeo. | devisa tan nuevas que aun el día de antes

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LIBROS DE CABALLERIAS
62
las acompañaron. Venía acompañado de mu- detuvieron que no tornassen á la porfía, no
chos caballeros: Argolante le traía la lanza, í pudiendo sufrir tamaño reposo, y porque ya
clon Rosirán de la Brunda el escudo; llegan- no tenían con qué se amparar, hiriéronse tan
do á donde el de la Fortuna estaba, le dijo: mortalmente, que con su sangre se comenza-
«Señor caballero, no sé i>or qué me desafias- ba á teñir el campo en grande cantidad, que
tes, mas sé que para mí es la mayor merced parecía que dentro dellos no quedaba con
que me podéis hacer» . «Quien tan sin piedad qué se pudiessen sostener; á las veces se tra-
mató a quien no la merece, dijo el de la For- baron ábrazos por se derribar, probando to-
tuna, no se debe espantar hallar quien le das sus fuerzas, mas todo era en vano; ante
castigue: aquesta dueña se queja do vos, la fuerza que en esso ponían les hacía reven-
cumple que la contentéis en lo que quisiere, tar la sangre en mayor cantidad. El día so
y si no, aquí estoy yo que le daré la enmien- iba gastando, en ellos no se conocía ventaja
da «pie ella ha menester y vos merecéis». «A nenguna; el rey é los que les miraban decían
la dueña, dijo el del Salvaje, ni á ti ni á otra que allí era junta la cumbre del esfuerzo y
que en el mundo haya, no hice nunca cosa valentía, é que aquella batalla hacía esetire-
que de mí se pueda quejar; mas, pues la cer todas las passadas, assí de caballeros como
batalla lia tle ser con vos, no quiero dar nen- de gigantes. Florida, que por entre unas re-
guna razón que me escuse de hacella» . Vien- jas estilita viendo, no lo pudiendo sufrir el
do esto, se apartaron lo que ora necessario, y corazón con tamaño dolor, como quien sentía
al son de una trompeta arremetieron con aquollos golpes en sí, que se quitó de allí;
toda la fuerza que los caballos pudieron arabos se tornaron a desviar, porque el tra-
llevar; las lanzas fueron hechas pedazos y bajo y cansancio no les consentía poderse
los escudos fueron falsados, y ellos passaron sostener. El caballero del Salvaje, que se vio
el uno por el otro, hermosos cabalgantes; lue- sin armas y sin escudo, la espada que no
go tomaron otras, porque el caballero de la cortaba á su sabor, las fuerzas tan flacas que
Fortuna le pidió que qnisiesse tornar á jus- no poflía menear los brazos, y se acordaba
tar, yassí passaron la segunda y tercera ca- con cuan fuerte enemigo se combatía, comen-
rrera sin derribarse, siendo siempre los en- zó de temer la muerte, mas no para perder
cuentros dados con tanta fuerza, «pie pare- la vida como debía, que á los esforzados no
cía impossible podellos sufrir, y viendo que es ella lo que les quita de su natural, dicien-
no se podían derrocar, echaron mano á las es- do entre sí: «Yo muero en lo mejor de mi
padas ycomenzaron á ferirse tan sin piedad, edad, y no me pesa por ser tan presto, sino
como si entre entramos hubiera alguna razón porque me lleva en tiempo que no me dejó
para ello, usando cada uno allí de sus fuerzas servir al rey ni á Flérida las mercedes que
y maña más que nunca hicieron, por ver que me tienen hechas, ni ponerme en la aventu-
allí más que en las otras partes donde so ha- ra de los otros para donde guardaba el fin de
llaron eran necessarias, trabajando por la Vi- mis días ó la vitoria; mas pues aquí ello
toria el uno del otro porque la fama de sus está, mas cierto haré lo que pudiere porque
hechos quedasse en uno dellos; y con este mi enemigo no lleve de mí la honrra desta
desseo y codicia los puso en tal estado, que batalla tan descansadamente qne le deje tle
en pequeño espacio fueron las armas casi costar otro tanto como á mi» . El de la For-
deshechas, los caballos de cansados no se po- tuna, en cuanto descansó, no estuvo tan li-
dían tener, (pie les fue forzado apearse del los; bre deste cuidado que le dejasse de passar
aquí fue la batalla tan temerosa y cruel, por- por la memoria otro tanto, acordándose de
que se podían mejor llegar, que el rey y los s\i señora Polinarda; en esto se tornaron á
«jue vían la braveza dolía sabían muy mal herir con mayor ímjtetu y furia que dantos;
juzgar quien llevaría la vitoria, ni « reían mas los golpes, puesto que fuessen dados con
que nenguno podría escapar si la batalla lle- mucha fuerza, eran de menos daño, porque
gase ásu fin; ya en este tiempo no había es- las espadas estaban tales que hacían poco
cudo con que se amparar, que la fuerza do daño; mas el que tenían hecho no era tan
los golpes los deshiciera en muchos pedazos, poco que otros caballeros con la tercia parte
y las armas de tan poca defensa, que por la so pudieran sostener. El rey, que aquello le
falta dolías padecían las carnes; y ¡>orque ya atormentaba, no lo pudiendo sufrir, so bajó
de cansados no se herían como querían, se á la plaza acompañado de muchos señores
quitaron afuera por cobrar huelgo; cada uno ancianos, con propósito de los apartar, jwr-
puso los ojos en sí, y viendo las armas rotas que viendo camino lo parec ía yerro dejar
y tan fuerte enemigo dolante, no sabía qué morir tales caballeros: mas la codicia de la
sr decir, sino que ¡tensaban que aquel sería honrra pudo tanto y la razón andaba tan cie-
<•! postrero que la ventura ordenara. Poco se ga entrellos, que no quisieron hacer lo que

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PALMERIN DE INGLATERRA

él mandaba, antes, perdiéndole la obediencia, la Fortuna, que vio junto consigo al güésped 63
se juntaron tanto, que con los puños de las que tuviera la noche passada que viniera á
espadas comenzaron á se abollar los yelmos, ver la batalla, rogóle que le llevasse á su
de tal manera que los hacían meter por las casa si halda alguna manera para ser curado,
cabezas; el sol era del todo puesto, en ellos no queriendo acetar del rey aquella merced,
no se conocía ventaja más de cuanto las ar- que estaba corrido de le haber perdido la
mas del caballero de la Fortuna estaban al- vergüenza en lo que le pidiera. El güésped le
gún tanto más sanas que las del caballero llevó á una possada de un su amigo, y apre-
del Salvaje. El rey. que ningún descanso ni tándole las heridas , metido en unas andas
reposo sufría en su corazón, fuesse á donde se fueron para su casa, donde fue curado por
estaba Flérida, diciendo: «Señora hija, don mano de una su hija que era muy gran sa-
Duardos es vivo y por mano de alguno ha de bidora en aquel menester: y de la dueña que
ser libre; no hay en el mundo en quien el allí le trajo no supieron más parte ni dónde
hombre espere sino en el uno destos que tan fuera, antes afirmaron algunos que al medio
cerca están de perder las vidas; pidos que de la batalla se desapareciera sin que nadie
luego los vais apartar, que por mí no lo qui- la viesse. El caballero del Salvaje fue lleva-
sieron hacer, y si no, si ellos mueren, yo he do á su ajiosento y curado con mejor guarda
¡»or muerta la esperanza que tuve hasta aquí que nunca, porque entonces fue menester
de algún bien». Flérida, que hasta entonces más; el rey y todos los de su casa se mostra-
nunca había salido de su aposento ni ningu- ron tristes porque el caballero de la Fortuna
no la viera, tuvo por muy grave lo que el no quiso ser curado en su casa.
rey le pedía, mas quiso hacer su voluntad, y Aquí deja la historia de hablar dellos y
también por el dolor que de aquella su san- torna á los de la corte del emperador, que en
gre había la movió á ello; assí, salió por la aquella tierra andaba cada uno esperimen-
plaza llevándola el rey por la mano, acom- tando su fortuna, confiando en sus muestras
pañada de cuatro dueñas vestidas de negro que hasta allí fue á su sabor; mas esto no
y ella con un hábito de la misma color de debía ser assí, porque cuando ella es mayor,
paño gruesso conforme á su cuidado, en su entonces se debe tener en menos 6 tenerle
cabeza una beatilla de lino <jue le cubría los mayor miedo.
ojos, nías tan hermosa como en el tiempo de
su alegría. En la plaza de palacio hubo muy
Cap. XXXY1I. — En que dice quién era la
gran alboroto viéndola venir, y el espanto y dueña que d la corte Ir ajo el caballero de
rebullicio de la gente tamaño, que los caballe- la Fortuna, y de lo que passaron algunos
ros se tornaron [á] apartar por ver lo que era;
caballeros que estaban en ¡a corte de In-
Flérida llegó á ellos, y tomando al de la For-
tjalalcrra.
tuna por la manga de la loriga, le dijo: «Pí-
doos ]X>r merced, caballero, si en algún tiem- Escríbese en las corónicas antiguas de In-
po por alguna dueña tan mal tratada de la for- galatorra, de donde esta historia fue sacada,
tuna halléis de hacer alguna cosa, que sea de- (pie la gran sabidora Eutropa, tía del gigan-
jar esta batalla, pues en ella no se gana sino te Dramusiando, después que vio en la for-
el riesgo en que vuestra vida y de esotro ca- taleza de su sobrino tantos caballeros que
ballero está». El de la Fortuna puso los ojos casi no cabían, temiéndose que los que que-
en ella, y precióle tanto á su señora Polinar- daban pudiessen venir y hacer daño, ordenó
da, que no supo si pensasse que era ella, y que los unos á los otros se matassen, j>or que
puniendo las rodillas en tierra, le dijo: « Se- después de algunos ser presos y otros muer-
ñora, esta fue la batalla que más desseé aca- tos yel mundo despoblado dellos, lo hiciesse
bar en mi vida, y agora la dejo si en ello re- saber á los paganos, creyendo que entonces
oebís servicio, y la honra della sea desse ca- con poco trabajo podrían venir á soñorear
ñilero, pues tan bien la merae>. «Essa no toda la cristiandad, según que después lo
quiero yo, dijo el del Salvaje, sino cuando ordenó; y porque su desseo viniesse á mejor
por mí la ganare, y si vos deseastes acaba- efecto, mandó algunas doncellas, aparejadas
11a, también desseé lo mismo; mas pues ha- para su maldad, repartidas por aquel reino,
céis lo que mi señora Flérida manda, mal po- ordenar batallas entre los caballeros que ha-
dré yo hacer al contrario, que soy suyo y se llaban, con que muchas veces llegaron al
lo del>o de obligación». Flérida se lo agrade- hilo de la muerte. *La una destas fue la que
ció, ytornándose para su aposento, sin sa- ordonó la del caballero del Salvaje con Poli-
ber que no era aquella la primera vez que de nardo, cuando venía tras ella porque hiciera
m mano recibieran la vida. El rey los qui- haber otra á Onistaldo y á Dramiante su
siera liacer llevar á su aposento, mas el de hermano, ordenando lo demás que ya en

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LIBROS DE CABALLERIAS

otro capítulo dije, y la otra que dio armas y mala á aquellos que lo tienen por oficio; yo,
caballos a Platir y á sus compañeros y los señores, soy una dueña, señora deste cas-
llevó consigo; también fue dellas la dueña tillo, que ya en otro tiempo vivía alegre y
que hizo pelear al caballero de la Fortuna y con otro placer (pie agora; quiso mi ven-
al caballero del Salvaje , y porque esta era tura que tiniendo grande patrimonio tuve
persona en cuyo saber y astucia Eutropa una sola hija que lo podía heredar, y ésta,
confiaba mucho, diole cuidado de tamaña para más mi daño, hízola la naturaleza tan
empresa y ella lo ordenó de la manera que perfeta de todas las cosas que le pudo dar,
ya oistes. que assí á los que la conocen como á los otros
Dejando agora á ellos, hasta su tiempo, que sus cosas oyen, se ponían on grande pe-
torná á los caballeros andantes que en la ligro por la servir. Pídenmela en casamiento
corte del rey Fadrique estaban, que passado muchos señores, á quien yo no la ose dar
el día de aquella peligrosa batalla, luego á por la diferencia que sé que sobre ello había
otro se despidieron con intención de buscar de tener: agora un caballero, cuyas son aque-
sus aventuras, apartándose cada uno por llas tiendas que vedes, confiado en su valen-
donde mejor le pareció; algunos trocaban tía yesfuerzo, con ayuda de algunos parientes
las armas, otros bis devisas , por no ser co- suyos, sabiendo que estaba eoncertadocasalla,
nocidos por ellas, assí que muchos amigos ayudándose con ellos, asentó sobre este mi
se topaban, que primero que se conociessen casti lio con voto de no se levantar de allí hasta
se trataban tan mal, que algunas veces las que se la dé por mujer, ó tomalla á cualquier
vidas eran puestas en mucho riesgo de ser que llevalla quisiere; y yo, porque sé que es-
perdidas; y porque sería largo querer decir tas fuerzas ninguno las puede deshacer, sino
lo que cada uno por sí passó, no lo hago, y quien otras mayores deshace, que sois vos-
dejar las de quien este libro se intitula; por otros, señores, acordé enviar estas mis don-
tanto, porque una batalla, en que los más cellas quo aquí os trujeron, para que, con-
dellos juntamente se hallaron de los princi- tándoos mi mal. os doliéssedes dél; y agora,
pales ymás famosos de aquel tiempo, diráse quiriendo escusar el mucho que deste puede
aquí la manera della, que dejar de lo decir nacer, mandóle decir por aquella dueña que
sería yerro. Assí aconteció que las doncellas comigo salió do la fortaleza que quisiessen
que Eutropa traía por aquel reino, usando dejar su propósito, pues era escusado, loque
cada una de su sotileza y de lo que les ora pienso que no harán según en ello están endu-
mandado, juntaron todos los caballeros man- recidos» Tanto
. que la dueña acabó su ha-
cebos de casa del emperador en acuella tie- bla, pusieron los ojos los unos en los otros,
rra; andaban pidiéndoles, con lágrimas fin- esperando que cada uno respondiesse. Gre-
gidas, cosas que parecían justas, para no ciano, como más principal, se levantó en pie
poder escusar de las hacer, y juntándolos viendo que á él esperaban, diciendo: «Pues-
en un día cierto en aquel gran campo que to que entre estos caballeros, dueña honra-
junto á la torre de DramuBiando estaba, de da, yo sea el que menos valga, responderé
una parte no sabiendo de los de otra, esta- ¡>or ellos y por mí: vuestra persona y pare-
ban todos tan contentos, confiando en hallar- cer es tan llena de buenas muestras, que no
se assí juntos, que cada cual pensaba que la se puede esperar della sino que en todo diga
otra parte estaba más flaca , mas no sabían verdad, y por tanto, creemos quo lo que se
qué se dijessen, no sabiendo para qué allí dice ser assí; la fuerza que á vos este hom-
los trujeron. Estando en este cuidado, abrie- bre quiere hacer es tamaña, que sería yerro
ron las puertas de la torre, y salieron dellas passar sin enmienda, y porque á estos seno-
dos dueñas, la una acompañada como |>erso- res parece bien que él la haya, ellos y yo
na de precio, la otra solamente con un pe- os ofrecemos nuestras personas para satisfa-
queño doncel; ésta se fue hacia las tiendas ción de vuestra voluntad, pues el trabajo
de abajo y la otra á las de arriba, y llegan- que con las armas se toma sólo para estos
do á donde estaba Graciano con otros caba- tiempos se ofrece» . La dueña le agradeció
lleros, reoebida dellos con la cortesía que aquellas palabras con otras compuestas por
les pareció merecedora, assentados todos de- su industria, juntamente con algunas lágri-
bajo un árbol que entre las tiendas estaba, mas fingidas; en osto llegó la otra que fuora
la dueña les compuso una habla pensada de á hablar con los otros, diciendo: «Señora,
mucho tiempo, con palabras tan llenas de aquel enemigo de vuestra honra y amigo de
engaño cuanto las muestras parecían al con- su daño, no quiere otro concierto sino bata-
trario, diciendo: «Señores, la fama de vues- lla, afirmando que os ha de mostrar cuán
tras cosas es tan sonada por el mundo, que flaco socorro tenéis» . Onistaldo, que en es-
sólo el tono della basta para no dejar obra tremo era acelerado, se levantó diciendo:

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tí5

PALMERÍN DE INGLATERRA

<Ya quería que nos viéssemos en ella para aquellos caballeros, no contentos de su daña-
que sus obras fueran castigadas mejor de lo da determinación, agora, viendo á mi señora
que piensan i . «Tan cerca estamos dello, dijo ante si, la prendieron, con juramento de no
Rasilardo, que he miedo que esa vitoria, la soltar hasta que del todo le entregue la
señor Onistaldo, sea para más daño suyo» . fortaleza, y á mí dejaron libro para vos lo
Francián quisiera que luego loe fueran á de- venir á decir, haciéndoos saber que ya que-
safiar, mas la dueña lo empidió, diciendo que daban tomando armas para la batalla si so-
quería otra vez enviar á ellos, y si no se bre ello la qnisiéssedes haber». Como los
lk'gassen algún ooncierto, que lo harían; corazones de los mancebos cualquier cosa
por tanto que se armassen y estuviessen los mueve, sin otra deliberación, á la mayor
a [«rejados. Y hablando con la otra parte, la presteza que pudieron comenzaron á armar-
tornó á enviar, y porque la primera vez que se yensillar los caballos; los de las unas tien-
allá fuesse la dijo que aquellos caballeros de das, viendo la presteza de los de las otras,
las tiendas de abajo querían por fuerza to- con la mayor priesa se aparejaban, no sa-
mar aquel castillo, aquella dueña, su seño- biendo elmuy justo parentesco y sobre todo
ra, cuyo era, les hiciera allí venir, é que aquella tan perfeta amistad que entre ellos
ella fuera á pedillos que sobre esso hubiese había; mas antes en aquella hora, los amigos
algún concierto y no batalla, para que por contra los amigos, parientes contra parien-
cosa tan injusta no se perdiessen tantas vi- tes, hermanos contra hermanos, estaban tan
das, ycuando no que les pedía que no oon- indignados, que ya de allí no se es|>eraba
sintiessen que tan sin justicia le tomasen lo otra cosa sino la muerte de todos ó muchos
suyo» . El príncipe Floramán le dijo: «Due- dellos. Esta es una razón por donde todos
ña, puesto que nuestro oficio sea deshacer aquellos que tienen el juicio claro deben
agravios y no consentir fuerzas, y más á apartarse de las personas que con bien orde-
mujeres, él mesmo nos convida que primero nadas palabras y apacibles lisonjerías los
que acometamos alguna cosa sepamos la ra- tratan, porque de aquí no so saca sino peli-
zón por qué la hacemos, si es justa ó injusta, gros sin remedio, como en esta historia so
puede ver, pues en el tiempo de agora hace
»'■ por qué esta nuestra demanda con qué cau-
sa la podamos tomar, y la vitoria las más mejor esperiencia en los señores, ante los
de las veces está en ella, es forzado que pri- cuales el engaño ó lisonjería tiene tanto pre-
mero se sepa si vuestras palabras son llenas cio, que quien mejor le usa más tiene; enga-
de verdad ó de otra cosa» . Mas la doncella, ño tan manifiesto no había de ser tan mal
que á él, y á Pompides, y á Blandidón y á conocido, ni valer la verdad tan poco, que
Platir dio las armas y caballos en el valle, á quien más la acostumbra menos vale, y la
donde hubieron la batalla cuando les halló mentira tener tanto precio, que lleva el ga-
á pie y le aprometieron el don, que ahí estaba lardón de todo.
presente, dijole: «Caballero, acuérdeseos que
en el tiempo que vos é vuestros compa- Cap. XXX VIII. — De la cruel batalla que
ñeros hubistes menester mi socorro, no bus- estos caballeros passaron, y del fin que turo.
qué escusa para hacello; essa dueña os habla
verdad en todo, y este es el don que yo en- Tanto que las dueñas tuvieron bien tejido
tonces os pedí; por tanto, cumple agora como su engaño, todos los caballeros que en las
yn cumplí con vos cuando teníades necesi- tiendas estaban, assí los de una parte como
dad» .«Señores, dijo Platir, ya yo creo que los de la otra, fueron armados y puestos á ca-
de tales personas no se puede recebir enga- ballo; yporque las armas que traían venían
ño; mirá si essos caballeros se quieren arre- trocadas de las que solían, por no ser cono-
drar de sus propósitos, si no, cúmplase para cidos de ellas, y siendo todos en el campo
lo que venimos; y si estos señores no qui- con las armas y divisas, su passo á passo se
siessen, yo por mí os ofrezco mi persona» . vinieron llegando, teniendo en mucho los de
«¿Quién queréis vos, dijo Beroldo, que vea cada parte la riqueza de las armas de sus
vuestra persona en ese riesgo, que quiera te- contrarios; y porque siempre cuando ol tiem-
ner la suya fuera dél? Por esso, dueña, hacé po del postrero peligro se llega acontece que
lo que el señor Platir os dice, que nosotros la confianza se vuelve en temor, comenzaron
haremos lo que mejor os pareciere» . Y fin- unos á otros á tenerse en más que hasta allí,
giendo que tornaba á saber lo que passaba, y siendo tan llegados cuanto les pareció ne-
tornó la segunda vez tan llena de lágrimas cesario para los encuentros, con las lanzas
como allí fuera sin ellas, diciendo: «Señores, bajas puniendo las piernas á los caballos re-
ya agora tenéis más razón para hacer esta metieron juntamente, y encontrándose assí
batalla de lo que hasta aquí tu vistes, porque de las lanzas como de los cuerjKW do los ca*
LIBBOS DE CABALLERIAS.— IJ.— 5

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LIBROS DE CABALLERIAS

ballos, fue el estruoiulo tamaño como si caye- ni conocían quién pudiesson ser, puesto que
ra una ruca; todos vinieron al molo, unos cada uno entra sí sospechaba la parte que
por la fuerza de los encuentros, otros por la dentro podía tenor. Esto recelo les hacía te-
flaqueza de los caballos; solamento Platir y ner tamaño dolor, que sentían aquellas he-
Beroldo y Polinardo, que quedaron on ellos, ridas como si Inoran suyas propias. «Por
que por ayudar á los suyos y puestos on pie, cierto, dijo don Duardos, yo vi muchas ba-
arrancando las espadas, con los escudos em- tallas de muy buenos caballeros, mas no me
brazados, todos á un tiempo empezaron en- acuerdo que hobiesse otra igual que ésta».
tro sí la más cruel y tomerosa batalla quo «Yo estoy tan ospantado, dijo Primaloón.
en el mundo entro tantos caballeros podía quo no sé lo que pieuse, porque agora me
ser, andando tan vivos y allegados en ella, parece que todas las cosas que de antea solía
combatiéndose con tanto tiento y ardideza, tener en mucho, se deben estimar en poco
como se podría esperar de tales caballeros si en comparación desta». Assí estaban todos
de la otra gente fueran conocidos; assí estu- loando su valentía y sintiendo tamaña pér-
vieron dos horas sin so conocer ventaja, ni dida, porquo al fin ya no se esperatia otra
la flaqueza en ninguna de las partes, porque cosa de aquellos caballeros; ellos anduvie-
todos eran tales que no se podían hacor dife- ron en su porfía por espacio de más de otra
rencia; los golpes fueron tales, que en peque- hora, combatiéndose de tal manera que á la
ño espacio estaba el campo sembrado de ra- fin della ni había armas para se cubrir, ni
jas de los escudos, mas las do las lorigas; fuerzas para pelear; mas sus ánimos oran
aquellas devisas y armas excelentes con que tan grandes, que emprestaban fuerzas á los
todos venían armados, en jhjco espacio las miembros para so poder sostener.
habían parado tales, que no se podían devi- En este tiempo, Graciano con don Ros bel,
sar, antes estaban tan tintas de sangre que Dramiante con Belisarto, Beroldo oon Basi-
no se podía creer que en algún tiempo fues- liardo, assi unos como otros so trabaron á
sen de otra color; el reteñir de los golpes era brazos, pensando por aquella manera más
tamaño, que por todas las partes de aquel presto vencerse, y porque ya estaban en el
valle sonaba con tamaño estruendo como si estremo de sus fuerzas, no consintió el gran
todo él se hundiera. El príncipe Beroldo, que sabio y famoso Daliarte, que allí cerca vivía,
ontrollos andaba, uno de los más señalados, quo se sintiosso quién desfallecía primero,
juntosso con Ünistaldo, que de la otra parte ni que Eutropa pudiesse triunfar de tamaña
hacía maravillas, trabándose entramos á bra- Vitoria, antes viniendo hacia aquella parte,
zos trabajaban por se derribar probando to- entró en el campo á manora de viejo ancia-
das su s fuerzas: aquí fue la priessa tamaña no, caballero en una sierpe tomerosa y gran-
de cada parte por socorrer cada uno al suyo, de con una verga de fuego en la mano, y to-
que se comenzó de renovar la batalla con cando con ella en el suelo cayeron tan sin
mayor fuerza y dureza de golpes de lo que acuerdo, quo ninguno dellos le tuvo para
hasta allí hicieron, y ¡torquo ya con las es- sentir cosa alguna; hecho esto, se fue para
padas se hacían menos daño do lo que que- el castillo echando por la lioca y narices
rían, trabáronse unos con otros, y todos tra- gran cantidad do humo, tan negro que todo
bajaban tan valientemente, que no había en- el aire fue Bono dél, do manora quo nada
tonces nenguno que pensasse quo no hacía se podía ver assí dentro do la fortaleza como
todo lo que debía. El gigante Dramusiando, de fuera, sino algunas llamas vivas quo á las
á quien Eutropa diera cuenta de todo, esta- voces por entre el humo salían oon tamaña
ba puesto un las almenas de su castillo mi- furia y braveza, que parecía quo todo se
rando la braveza de la batalla, y juzgando quemaba cuanto se ponía delante; por gran
quo en aquellos hombres so encerraba la ma- maravilla tuvieron todos esto, y Eutropa
yor valontía del mundo, y viendo cuán cor- mucho más, á quion estas cosas parecían de
ea estaban todos de morir por tan gran en- tanto espanto como quien con ellas hallaba
gaño como su tía les hiciera, muchas veces traspassadas todas las fuerzas de su saber;
fe pidió que ]>or alguna manera deshioiesse, en esto so comenzó á gastar la niebla, que-
porque su condición era noble, mas la della dando elcampo tan claro quo ninguna «¡osa
tan al revés, que nunca lo quiso hacer. Don se halló en él sino aquellos caballeros con
Duardos, Friinaleón, Bolear, Recindos, Ar- los rostros en tierra, al parecer de quien los
nedos, el príncij* Vernao, ol soldán Bela- viera más muertos que do otra manera. El
griz y los otros prisioneros que dentro esta- gigante Dramusiando, viéndose desembara-
ban, cuando vieron tamaño ayuntamiento de zado de los otros miedos, salió fuera acompa-
caballeros sin saber por qué era la crueza ñado de sus prisaioneros, do cuyas fees se
por que se mataban, no sabían qué ponsasseu, fiaba como tongo dicho, y mandando Bevar

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PALME MN DE 1NGLATEKUA

aquellos cuerpos á la fortaleza, fueron desar- de Grecia, y las grandes pérdidas y danos
mados para que los cu ruasen según su cos- que dellos siempre recibieron, trayéndole A
tumbre; mas oomo las armas fueron quitadas la memoria las muertes de algunos prínci-
y el rey Recindus conoció sus hijos, Arnedos pes antepassados delante los muros de aque-
los suyos, Polendos á Francián, Belcar á don lla famosa Costantinopla, é que éstos no tan
Rosbel y á Belisarto, Mayortes á Dirden, solamente habían de hacer lástima en los co
que Primaleún dejó tan poquoflo, [y} a Plutir, razones de aquellos A quien tanto tocaban,
que no lo oonoció entonces, fue la tristeza tan mas A ceder siempre el desseo para la ven-
funeral en todos, que olvidados de la pena ganza dellos; y pues que su edad ora para
que antes sentían, tuvieron aquella por tanto ello y su Animo tal quo no do las pequeñas
mayor que nenguna cosa [les] hacía alegres, empressas se contentaba, que miraso la muy
puesto que mucha della perdieron después grande que entonces se le aparejaba para en
*le ser certificados por los médicos que las poco espacio ser señor del mundo, pues para
heridas no eran de peligro. Desta manera gana lie no lo faltaba más que ponello por
quedaron estos caballeros presaos en compa- obra: que quisiesse con todo su poder venir
ñía de sus padres y hermanos, platicando sobre Costantinopla, pues que sus muros ya
muchas voces en la maldad de la dueña, des- no tenían otro amparo sino aquel viejo empe-
pués que unos supieron de otros lo que pas- rador que la edad y el tiempo pusiera en tal
saba. El gigante, no menos alegre que con- estado que no podía sofrir las armas, y quo
tento, viendo cuán bien la fortuna lo había los defensores que le pudieran ayudar esta-
hecho con él que tenía en su poder la mayor ban presos en parte donde tenían más noces-
parte de los caballeros que dessoaba, deter- sidad de socorro que lo podían dar A otros, y
minaba cada día de ir A ganar la isla del assí por consiguiente, todos los otros reinos
Lago sin suelo, sin nunca les dar cuenta de estaban tan faltos de sus valedores que seria
su propósito; en cnanto no lo hacía desta liviana cosa ganallos; esta carta que Eutro-
manera, estaba con estos caballoros tratán- pa envió, fue dada al soldAn de Babilonia, y
dolos con tanto amor y verdad como do an- con ella puesto en tamaño sobresalto, quo
tes acostumbraba, ponsnndo que assí mejor comenzó de poner en orden lo que en ella le
que de otra manera ganaría su amistad, cosa aconsejaba; y ¡«rque lo más que en ello so
que estimaba más que todo el precio dol hizo so dirá á su tiempo, deja aquí la histo-
mundo, pareciéndole que antes con amigos ria de hablar en ello y torna al caballero del
que tesoros la persona y la patria se defien- Salvaje, que después de ser sano de las feri-
de, si la amistad es tal que á nengon interés das quo recibió en la batalla que pasó ea
tiene respeto. Londres, tomó licencia del rey y de Klérida
para entrar en la ventura en que todos an-
daban; destiedido dellos, caminó por aquel
Cap. XXXIX.— De lo que hizo Eulropa des-
pués de la prisión de aquello» caballeros, y reino siempre por do el caballo le quería
de cómo vino el caballero del Salvaje á la llevar, mas como ya la hora llegada, acon-
torre del Oigante. teció que á los siete días de sus jornadas su
fortuna le trujo al Vallo de la Perdición á
Después que la gran sabidora Eutropa hizo horas de medio día; y descurriendo por él
lo que oistes, que ella fue la dueña que or- abajo, no anduvo mucho que vio la alta to-
denó la batalla entre aquellos caballeros, y rre edificada en medio del río, cercada de
vio preesas las personas de que se más temía álamos verdes quo do lo hondo del agua sa-
y podía temer, y la cristiandad puesta en ta- lían, yde altura tal que las almenas della
maña falta dellas, quiso ordenar otro mayor quedaban con sombra de sus hojas.
mal que el que hasta allí hiciera, que sa- Mucho desseó el caballero del Salvaje sa-
biendo que el soldán Olorique, marido do ber cuyo era tan gracioso asiento, y oon
AJchidiana, la grande amiga do Palmerín, esta voluntad llegó junto de la fortaleza,
era muerto, y que dél quedara un hijo ya mas no tardó mucho cuando de dentro vio
n bullero muy esforzado, tan dado A las ar- salir suma de caballeros armados, y entre-
mas yaficionado A guerra que su ánimo no llos gigantes do grandeza desmedida, con
se sosegaba sino cuando en las cosas della los rostros descubiertos y la ferocidad en
le traía ocupado, y que era tan enemigo de ellos de quo la naturaleza los adotó; puesto
cristianos y dosseoso de los destruir cuanto que él nunca viera aquel castillo, viendo la
su padre fuera al contrario, ordenó de escri- gente que del salía, luego conoció quo sería
bilía una carta en la cual le trujo á la me- el que ya hablaba, y no sabía determinar
moria la antigua enemistad que sus agüelos cómo caballeros de armas tan ricas acompa-
y autepassados tuvieron oon los emperadores ñasaen los gigantes, assentajido en sí que si

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68 LIBROS DE CABALLERIAS

aquella era la aventura que entonces bus- la espalda derecha quebrada, y no pudiéndo-
caba, que más cierta estaba allí la desaven- se levantar, le tomó una pierna debajo, de
tura de todos que la ventura de ninguno, que le pudiera tratar mal si no se diera bue-
y porque vio que uno do los caballeros na diligencia, que oon la otra ahirmando
so apercebía de la justa, tomando una lan- muy fuerte en el caballo, salió debajo con
za en las manos, enlazando el yelmo, en- mucha presteza. El del Salvaje, que ya es-
comendó sus cosas a Dios, puso las pier- taba en pie, le dijo: «Por cierto, señor ca-
nas á su caballo, y arremetió contra el rey ballero, que quisiera allegar á tiempo que os
Recindos de España, que era el que espera- hiciera algún servicio, porque tan buen ca-
ba, porque aquel día Dramnsiando salió á ballero toda honrra merece que se le haga,
cazar acompañado dél y de don Duardos; porque en mi vida recebí mayor encuentro
Primaleón, Amedos y los dos gigantes vi- que el vuestro» . «Por cierto, respondió don
nieron también hasta fuera de la puente, Duardos, no sé cómo mi encuentro os pare-
que de allí no passaban nunca sin espresso ció grande, porque el vuestro es el mayor
mandamiento de Dramusiando, antes que- que nunca recebí» . En esto allegó á ellos el
daban siempre por guarda de la torre; como temido Pandare, armado de las propias ar-
viessen venir el caballero del Salvaje, detu- mas con que siempre se solía combatir, di-
viéronse todos, esperando que don Duardos ciendo contra el caballero del Salvaje: «Ca-
justase según la costumbre; mas el rey Re- ballero, pues en las justas habéis hecho más
cindos, que después que allí entrara nunca de lo que de vos se esperaba, cumple que os
vistiera armas sino aquel día, pidió la pri- combatáis comigo, porque esta es la costum-
mera justa, y aunque en su tiempo fuesse tan bre deste valle, porque todos los que aquí
nombrado como en el libro de Primaleón se entran no pueden salir sin passar por ella,
dice, en esta justa no le aconteció tan bien y si esto no os parece bien, cúmpleos que os
que del primer encuentro dejaase de ir al rindáis en mis manos, ó será con menos pe-
suelo, cosa de que muchos se maravillaron ligro que lo que del los podéis recebir» . «Por
los que bien le conocían. Amedos, que siem- mayor habría yo esse, dijo el caballero del
pre le acompañara en todo, enlazó el yelmo Salvaje, que essotro con que tú me amena-
y pidió á don Duardos que le dejasse probar zas, pues es tanto á tu salvo é tan lejos de
su dicha, que fue tan mala como la de su mi condición» . El gigante, que no se quería
primo, porque también del primer encuen- con él detener en razones, fuesse á él cu-
tro lo lanzó fuera de la silla. Primiileón, bierto de su escudo aforrado é guarnecido de
que en estremo era acelerado, no aguardó á acero con su maza en la mano, y recebí en-
pedir licencia á don Duardos, antes, como dose entramos con tanta voluntad que cada
vio su cuñado en el suelo, tomando una lan- uno llevaba, comenzaron la batalla tan bra-
za en las manos se fue contra el del Salvaje, va é cruel, que Dramusiando y Primaleón y
que encontrándose en los escudos hicieron don Duardos que la estaban mirando no sa-
las lanzas piezas passando el uno por el bían negar la mucha differencia de aquel
otro; mas Dramusiando, que en estremo caballero á todos los otros que hasta allí vi-
holgaba do vor aquellas justas, hizo traer nieron; mas á él. que le pareció que ven-
muchas dolías de dentro de la fortaleza, y ciendo el gigante le quedaban otras mayo-
cada uno tomó otra de nuevo, y justando la res afrentas por passar, súpose tan bien sos-
segunda vez passaron como la primera; mas tener en aquélla, que hacía á Pandare perder
como corriessen la tercera, Primaleón fue al los golpes, y los suyos daba tan bien á tiempo,
suelo llevando la silla entre las piernas, re- que en pequeño espacio lo trujo á su volun-
ventándole lacincha por dos 6 tres partes tad; mas la valentía de Pandaro sabía encu-
con la fuerza del encuentro, y el del Salva- brir la flaqueza en que sus heridas le po-
je, que también cayera llevando las riendas nían, dando otras tan mortales de su maza,
en la mano, tornó á cobrar la silla tan pres- que el escudo del caballero estaba casi des-
to, que pareció no haber ««ido. Don Duar- hecho, él
y é las otras armas lo fueran si no
dos, viendo tales obras en hombre no cono- fuera por su ligereza; en esto andaban por
cido, tomó otra lanza de las muchas qne el grande espacio hiriéndose mortalmonte sin
gigante mandó traer, y vido que el otro ya tomar ningún descanso ni reposo, é Panda-
estaba aparejado con la suya en la mano; re, como era tan pesado y del gran trabajo
arremetió á él con intención de vengar á to- no se podía sostener, andaba tan afrentado,
dos ó passar por la vergüenza del los, pues que no pudiendo menearse se le cayó la
como nenguno errasse el encuentro, fueron maza do las manos y él en el suelo desapo-
de tanta fuerza, que los caballos cayeron derado de toda su fuerza, faltándole aliento
oon sus señores, y el de don Duardes quedó para poderse tener en pie; el caballero del

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PALMER1N DE INGLATERRA

Salvaje, que le vio tal, comenzó á desenla- sano de lo que vos estáis, quisiera yo aquí
zar el yelmo para le cortar la cabeza, y es- para que mis golpes fueran dadas con más
torbólo Daligán do la Cueva Escura, que sabor de lo que llevo en los gastar con vos;
siempre en estos tiempos acudía con la pres- con todo, pues esto no conocéis, agora quie-%
teza que en ellos era necessaria; el del Sal- ro que sintáis el daño que ellos hacen» . El
vaje, sintiéndole tan cerca, dejó á Pandare del Salvaje no respondió nada, antes encu-
por se defender del, é ambos comenzaron la briéndose con el escudo de Daligán, que to-
segunda batalla, tan temerosa y cruel, que mara porque algún tanto estaba más sano
no se sabia juzgar cuál lo fuesse más, ésta ó que el suyo, comenzó de defenderse de Dra-
la primera que hubiera con Pandaro, loando musiando con más tiento de lo qne hasta allí
por estremo la braveza del caballero del hiciera, porque allí más quo en otra parte
Salvaje, porque assí andaba desenvuelto é le era necesario, andando tan vivo como si
ligero como si en todo el día no tuviera he- entonces entrara de nuevo; mas esto ni otra
cho nada: mas el gigante, quo viniera de cosa no le valía, que Dramusiando, allende
refresco, comenzó a forillo por tantas partes, de ser muy esforzado, como ya dije, era tan
que su ligereza y soltura no pudo e ni pedir mañoso en todo, que en nada le hacía nen-
«pie en pequeño tiempo en sus armas y carnes guna ventaja; el caballero del Salvaje, que so
sus golpes no hiciessen mucha impressión; le acordaba que aquella era la más alta om-
con todo, los del caballero del Salvaje eran pressa y peligrosa aventura del mundo, y
tales, qne pagaba á su contrario lo que dél que quien la acababa acababa el mayor he-
recibiera; assí comenzaron á trabarse de cho que nunca se hiciera, hacía maravillas,
manera que ya no se esperaba que nenguno y porque muehas veces, cuando el desseo de
pudiesso salir con la vida, é porque contar la vitoria es grande, suele emprestar fuer-
|>or estenso lo que en esta batalla passó se- zas para alcanzarse, aquesto, allende de su
ría enhastiar á los leyentes, no lo hago; baste natural, le hacían tan esforzado, que verdade-
que duró mucho, siendo peleada de entramas ramente sus obras de aquel día no eran como
partes tan bravamente como se puede creer las de los otros días, mas para Dramusian-
de tales hombres, y al fin el gigante cayó á do de todo tenía necessidad; assí se andu-
los pies del caballero del Salvaje sin ningún vieron riendo
ti tan grande espacio, que don
acuerdo, quedando el del Salvaje tan maltra- Duardos y Primaleón estaban fuera de sí,
tado de sus manos, que casi no se podía te- creyendo que en aquel hombre se encerra-
ner; Drainusiando se llegó a él assí á caba- ba todo el alteza de las armas; los hechos
llo con el rostro desarmado, pensando que le antipassados, quo los tenían por muy gran-
mataría, dioiendo: cSeñor caballero, es ta- des, en aquella hora los juzgaban al revés.
maña la vitoria que hoy tenéis ganada, que Dramusiando y el del Salvaje se quitaron
sería bueno para quedar del todo con olla, afuera por cobrar aliento, y el gigante di-
curaros de sus feridas que tanto os maltra- jo: «Por cierto, la tu valentía me hace do-
tan, yescusaréis otros trabajos quo aun te- lor de ti, porque en fin no durarás más de
néis por passar con rendiros á mí, que sabré cuanto essa tu sangre se te acabe de gastar,
usar con vos la cortesía que vos merecéis; y y si murieres, morirá el mejor caballero que
pesarme- hi-a no ser assí, porque será forzado nunca vi; ruégote quo no quieras que la ba-
que hayáis batalla comigo en el tiempo que talla vaya más adelante; mira por ti, verás
vuestra persona tiene más necessidad de re- las armas deshechas y las carnes también con
poso que de trabajo». cPalabras son essas ellas, y el campo tinto de tu sangre; si has-
para hombre sano y bien dispuesto, dijo el ta aquí no te quisiste rendir, hazlo agora,
del Salvaje, agradecellas, cuanto más quien porque el buen consejo antes tarde que nun-
está tan mal tratado como yo; mas porque ca se ha de tomar». «Essas razones, dijo él,
tengo sospecha que en esta fortaleza están merecen tan buena respuesta, que i»or no se
pressos los mejores caballeros del mundo, y la dar quiero antes tornar á la batalla que
que vos sois el señor dolía, no querría que gastar tiempo en ella, porque ni vuestras
en tal tiempo sintiessen de mí tamaña fla- buenas palabras me quitaran della ni el te-
queza, pues no para me rendir, sino para los mor de lo que me puede suceder». Luego so
libertar vine aquí» . «Bien es, dijo el gigan- juntaron otra vez, sacando fuerzas de fla-
te, que os muestre cuan buen consejo os queza, mas en esta segunda batalla hicieron
daba y cuán vano pensamiento es el vues- entramos á dos tanto, que en pequeño rato
tro». En esto enlazó el yelmo, embrazando ninguno se podía menear; y puesto que el
el escudo con la espada en la mano, puesto caballero del Salvaje tenía perdido todo el
en pie se vino contra el del Salvaje, dicien- sentido, el gigante era llegado á tan estraña
do; «Otro tan buen caballero como vos, y más flaqueza, que ninguno que los viesse podía

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LIBROS DE CABALLERIAS
70
bien juzgar quién ostuviessc peor. En aque- Cap. XL. — De lo que pasó el cal>allero de la
lla hora el gigante bien quisiora que el del Fortuna después que fue sano de las heri-
Salvajo hobiera tomado su consejo, porque das que recibió
é en Londres.
él se sentía tal, que tnviora por mejor no
haber empezado la batalla, puesto que á la El famoso caballero déla Fortunadle quien
verdad el del Salvaje estaba más allegado ha mucho que no hablamos, dice la historia
al Un, porque de las otras estaba cansado y que estuvo en casa de su güésped curándoso
había perdido mucha sangre, por donde le de las heridas que recibió en Londres tantos
hacía estar tan al cabo; mas su ánimo incan- días hasta que se halló en dispusición para
sable y nunca vencido lo encubría tanto, poder caminar, y despidiéndose dél 6 de la
que quien lo miraba lo hacía pensar al con- dueña su mujír, se armó de las armas hechas
trario. Primaloón y don Duardos, viéndolos do nuevo que Selvián le mandara hacer en
en tal estado, se allegaron á ellos con inten- Londres con la mesma devisa de la Fortuna
ción do estorbar la batalla, por temor que como las que antee traía; caminando siempre
tenían no muriesso en ella el caballero del
hacia aquella parto donde le parecía que es-
Salvaje; mas por cuanto hicieron nunca se taba la fortaleza do Dramusiando, assí an-
pudo acabar que la dejasse, de lo cual a dando muchos días sin hallar aventura que
Primaleón pesó mucho; assí desta suerte de contar sea, en fin de las cuales le tomó
anduvieron por gran espacio haciendo lo quo una noche al pie de una montaña alta; junto
podían, que era ya bien poco; el caballero dél estaba un valle que con la esenridad de
del Salvaje tomó la espada con ambas ma- la noche so encubría el frescor dél, donde vio
nos, creyendo que aquól sería el postrero estar una tienda armada, con lumbre de ha-
golpe quo daría, porque para mas no tenía chas dentro; y llegándose más cerca por ver
fuerza ni aliento, y tomando al gigante en lo que sería, no halló otra cosa sino fue un
descubierto del escudo encima del yelmo, caballero muerto metido en unas andas, y
fue golpe tamaño, que quebró la espada por otro quo con palabras de mucho dolor mos-
muchas partee, y uno dellos entró tanto ator- traba sentir su muerte, y conociendo que
mentado, mas no para dejalle de tomar en- aquél era Rosirán de la Brunda, sobrino del
tre los brazos, y el del Salvaje á él, e assí rey de Ingalaterra, parecióle que el de las
vinieron entramos al suelo más muertos que andas no Bería persona de poco precio; apeán-
vivos. Cuya fuosse la vitoria claramente no dose del caballo entró assí armado en la tien-
se supo, y como ya fuosse noche cuando aca- da, ycomenzóle de consolar. Mas don Rosirán,
llaron labatalla, y Daliarte que allí sobre- que en viéndolo conoció al de la Fortuna, se
vino, la
y hiciesse más oscura de lo que de levantó en pie diciendo: cYa, señor caba-
suyo era, el caballero del Salvaje fue lleva- llero, seréis contento, pues es muerto el caba-
do del campo sin nenguno ver cómo, y el llero áquien vos por mayor enemigo tenia-
gigante quedó tendido en el, puesto que en des; este es el caballero del Salvaje, de quien
sil acuerdo, la presunción de la verdad es ya deseastes vitoria y no la podistes haber».
que el del Salvaje iba todo fuera del suyo; El de la Fortuna le vinieron las lágrimas á
Dramusiando fue llevado á la fortaleza y los ojos, que esto tienen los corazones pia-
curado por Eutropa su tía, que entonces de dosos, aun del mal de sus enemigos tener
nenguno se fiaba, y porque le pareció que compasión, diciendo: «Por cierto, nunca yo
en los días que assí estuviesse aquellos ca- de nenguno más la dessoé, porque assí era
balleros sus prisioneros querían hacer alguna bien que antes dél que de otro se dessease; y
cosa fuora de la fe que siempre le guarda- pues en la vida fue la enemistad tan grande
ron, los motió sin que sintiessen cómo en como vos sabéis, en la muerte quiero que
una casa grande que caía sobre el río. fuer- veáis lo que en su venganza haré; por esso
te en estremo, sin más servicio que una querría que dixessedes en qué parte le acon-
ventana de reja, por donde les daba lo ne- teció esta desventura, porque quiero también
eessario; allí los tuvo hasta quo Dramusian- passar por ella ó vengar á cl>. «Señor, yo
do y sus gigantes fueron sanos, que los qui- llego aquí, dijo don Rosirán, habrá media
tó della, pesándole que en su tierra los tra- hora, y no sé más que lo hallé en este esta-,
taban assí, que de inflado en su verdad do y un hombro que de aquí se fue me dijo
creía que en todo lugar y tiemjK) usarían que estas feridas recibió en la fortaleza del
como él, que no está en razón que para gigante Dramnsianrlo, donde se cree qne to-
quien con sus amigos tiene palabras é obras dos ólos inns excelentes caballeros del mundo
virtuosas se lo paguen con ingratitud, sino son perdidos; y puesto que hiciera en armas
cuando los que las reciten tienen las condi- cosas tan estremadas cuales «lo otro nunca se
ciones desviadas de la virtud. vieron, al fin quedó tal como veis, sin poder

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PALME RÍN DE INGLAtERRA 71

«lar fin aquella tan peligrosa aventura». El dres con estas sus armas, y ámostrallas al
caballero de la Fortuna, que el dolor de tal rey de cuya mano fue hecho caballero, quo
acaecimiento sentía dentro en el alma, viendo las mande guardar y tenellas en tanta vene-
que él no había acabado aquella aventura, ración en la muerte como sus obras merecían
túvola en mas que hasta allí; tomando las en la vida». «¿Sabríadesme decir, dijo el do
armas en las manos para ver los golpes, las la Fortuna, á qué parte está esta fortaleza
halló tan despedazadas, que no tan solamente donde todos acaban?» «No lo sé, ni creo que
tuvo en mucho la grandeza d ellos, mas tuvo nenguno lo sabe, dijo él; mas creo quo debe
en mucho mas ver á hombre en el mundo ser muy cerca de aquí, por lo que aquol hom-
que con tamañas heridas se sostuviesso algún bro me dijo, y también porque aun hoy fue-
espdbio, y antes que las soltasse de las ma- ron las batallas del caballero del Salvaje, y
nos estuvo loando el esfuerzo del caballero, no pudiera ser traído de muy lejos en tan
diciendo: «Por cierto, ya se puedo perder pequeño espacio». Luego se despidieron el
toda esperanza do acabarse essa aventura, uno del otro, siguiendo cada uno su viaje,
pues en ella hizo fin quien lo podía dar á donde Rosirán anduvo toda la noche. Y á otro
todas las otras» ; llegándolo más á el por ver día casi tarde entró en landres llevando ante
si del todo era muerto, quitóle un paño do sí las armas del caballero del Salvaje, que
seda con que el rostro estaba cubierto, y con para las vestir no iban tales quo se pudiese
tanta viveza en él, como si entonces andu- hacer, y él era tan conocido de todos, que lo
viera en la batalla á donde sus heridas se salieron á ver como á cosa muy dessoada, y
recibieron; afirmando los ojos, le dio un so- llegando á palacio, halló al rey tan desacom-
bresalto elcorazón como si del todo le cono- pañado de los caballeros de que su oírte los
ciera, yporque la naturaleza en estos cases días passados estaba llena, que le vinieron
lo descubre todo, ella le trujo á la memoria las lágrimas á los ojos, creyendo que todos
la pérdida de su hermano, viéndole algunas serían perdidos, y con este descontento en-
henales en que sospechó ser aquél, y llamó á tró, por entre algunos que allí había, al pa-
Selvián para que le vies.se, y tanto lo estuvo recer de todos triste, sin hacer detenimiento
mirando, que entramos conformaron en aque- hasta do el rey estaba; poniendo las rodillas
lla sospecha; mas el de la Fortuna, que aun en tierra, tomó las armas del caballero del
no estaba satisfecho, dijo contra don Rosi- Salvaje, diciendo: «Señor, solamente esto os
rán: «Pídoos por merced, señor caballe- queda para consolación de la muerte de quien
ro, que me digáis su nombre si lo sabéis, y las traía; estas son las armas de vuestro De-
cuyo hijo es, pues vos ni él perdéis en ello sierto, caballero del Salvaje; por los golpes
nada, y aun me quitáis de una duda en que dellas podréis conocer en el estado que queda
estoy»; «Aventúrase ya tan poco en esto, el que murió por serviros, y pues de su per-
dijo él, que no quiero negar lo quo sé: su sona no queda otra cosa sino estas i usinas,
propio nombre es Desierto; padre ni yo ni mandaldas poner en parte que sean testimo-
otro lo conoce, puesto que á mí como al ma- nio de las obras de quien las trajo»; luego lo
yor amigo que siempre tuvo confesó algunas contó lo que en la tienda le dijeron do las
voces que un salvaje le criara y á éste co- grandesy bravas batallas que passara y de las
nocía por padre, llamándose siempre en su maravillas que hiciera, écómo le halló, y do
jioder el mismo nombre de Desierto» . El ca- la manera que el caballero de la Fortuna fue
ballero de la Fortuna, á quien estas palabras á donde él estaba, é del llanto que hizo y las
tocaron en el alma, viendo ser su hermano, palabras que dijera, é cómo so partió para le
cayó sobre las andas tan sin acuerdo como si vengar. El rey estuvo un poco oyendo lo quo
su corazón no fuera para mayores afrentas; don Rosirán decía , queriendo encubrir la
en esta hora entraron en la tienda cuatro
pasión quo aquellas nuevas le dieron: mas
hombres, y puniendo las andas en dos pala- como fuoRse grande, pudo más que su dissi-
frenes que para esso trnjeron, se partieron mulación, comenzando á decir otras palabras
con aquel cuerpo muerto. El de la Fortuna
de mayor lástima que las de don Rosirán',
»e quisiera ir tras él, mas no se lo consin- quejándose de la fortuna que tan al cabo lle^
tieron, diciendo quo creyesse que si algún gaba sus cosas; acordándosele en aquella
remedio de la vida tuviesse, que sin él so lo liora la pérdida de su hijo, juntamente con
darían; entonces lo dejó llevar, por le pare- la de bus nietos, que fuera causa de se per-
cer eseusado seguillo; preguntó á don Rosi- der todos los caballeros del mundo, y ahora
rán «jué quería hacer de sí, porque su deter- que pensaba que estaban en parte que podían
minación era acabar donde el otro caballero
ser librados por alguien, vía muerta la ma-
recibió sus heridas, ó ver si las podía ven- yor esperanza que dolió tenía, temiéndose
gar. «Yo, dijo don Rosirán, tórnome á Lon- quo el caballero de la Fortuna la suya le en>

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72 LIBROS DE CABALLERIAS

pidiesse para no poder acabar nada; después, nera andó atravessando aquel reino por
tomando las armas assí rotas como estaban, espacio de más de cuarenta días sin hallar
so fue solo oon don Rosirán á la cámara de nenguna aventura de que se pueda hacer
Florida, á donde también halló á la reina, memoria, puesto que en este tiempo passa-
amostrándole aquel postrero despojo de la ron por él muchas; al fin dellos, estando ya
vida del caballero del Salvaje; nosedice aquí el gigante Dramusiando y su gente para su-
lo que ellas passaron por no dar tristeza á los frir cualquier trabajo, se halló dentro del va-
letores; basta sentir la razón que para esso lle de la Perdición, á riberas del río, de la
tenían; el rey mandó poner las armas en la parte de arriba; parecióndole el sitio y tie-
casa que los reyes de Ingalaterra acostum- rra tan fresca, la juzgaba por la mejor cosa
braban tener antiguamente para memoria de del mundo; yendo ocupando los ojos en la
las tales cosas, que se llamaba la torre de las verdura del campo, la clareza y mansedum-
Hazaña*, en que había armas de pocos, por- bre del agua y el cuidado en su señora Po-
que assí pocos fueron dignos de aquella cau- linarda, comenzó hacer entre sí mil diferen-
sa; entre algunos que ahí estaban eran las cias enamoradas que le llevaban tan sin
de Morlot el grande, las de Lanzarote del acuerdo, que solamente para pensar en el
Lago y algunos de los de la Tabla Redonda; peligro en que estaba no tenía memoria;
fueron las del caballero del Salvaje puestas acordó deste pensamiento á las voces que
tanto más arriba cuanto bastaba para cono- Selvián le daba hallándose junto de una to-
cerse la ventaja que á los otros tuviera; el rre y don Duardos en medio de la puente
rey, como quien ya perdiera la esperanza, apercebido de justa; y quiriendo tomar la
consolábase consigo mesmo ocupándose siem- lanza, vio venir hacia sí una doncella enci-
pre en las cosas del servicio de Dios; viendo
ma de un palafrén con un escudo en las ma-
(pie fue dado más para ello que para las cosas nos, diciendo: «Espera, señor caballero, que
del mundo, estaba ya dispuesto, juzgándolas
antes que hagáis nada toma de mí este escu-
unas por verdaderas y duraderas y las otras do, (pie hoy es el día en que más que nunca
por caducas y perecederas, no agradeciendo os ha de servir» ; y dándosele, tornó tan pres-
otra cosa á la naturaleza sino el juicio que le to por donde vino, (pie en pequeño espacio
diera para conocer todo esto, que entre los desapareció; el caballero de la Fortuna dio el
bienes que ella da este es el mayor. otro á Selvián, y quiriéndose encobrir con
aquel que la doncella le diera, conoció «pie
Cap. XLI. — De lo que pasó el caballero de era su escudo de la palma, que le tomaron el
la Fortuna después de ido don Rosirán. día que hizo la batidla con el gigante Caubol-
dán de Murcella; bien entendió que dárselo á
Tanto que el caballero de la Fortuna se tal tieinpo no era sin algún misterio, y más
apartó do Rosirán, no anduvo mucho por el acordándosele las palabras que la doncella
valle abajo que no se abajasse del caballo, dijera á Selvián cuando se le tomó, prome-
echándose al pie de un árlx>l con propósito tiéndole de tornárselo á tiempo que más le
de dormir lo que de la noche quedaba por hubiesse menester; y pues que con el otro
passar, mas no lo pudo hacer (ron el dolor «pie
escudo en que andaba su devisa do la Fortu-
las heridas del caballero del Salvaje le hicie- na acabara tantas cosas como atrás dije, e ya
ron, arrepintiéndose algunas veces ]>orque que de muchos días le fuesse aficionado, «pli-
por fuerza no fuera en su compañía, passán- so entonces aprovecharso deste otro, assí por
dole también por la memoria la tristeza en •pie se le acordaron las palabras que le dije-
que vivía de no saber cuyos hijos fuessen; ron cuando se le llevaron á la corte dd em-
esto le hacía dessear hacer obras con que to- perador Palmerín, como |>orque le pareció
das essotra8 cosas se olvidasscn, desseando sor aquel día de mayor peligro y afrenta que
ya verse en la torre de Dramusiando y espe- todos los passados, que su recelo le decía ser
rimentar su fortuna ó á hacer fin juntamen- aquella la fortaleza del gigante. En esto vio
te con los otros; tanto que la mañana esclare- que don Duardos, enhadado de esperalle, le
ció, Solvián le llegó el caballo y en él empe- dio voces que justasse, y abajando las lanzas,
zó á caminar jH>r aquella tierra, preguntando cubiertos de los escudos, se encontraron de
siempre por nuevas del castillo del gigante; todas sus fuerzas; la lanza de don Duardos
todos lo sabían tan mal que nunca halló nue- fue hecha pedazos on el escudo del de la
vas de lo que desseaba, y puesto que cada Fortuna, de que tuvo más esperanza por no
día passasse cerca de él, no quería Eutropa habelle hecho impresión nenguna; el escudo
que entrasse en el sitio defendido hasta que de dou Duardos fue falsado y las armas tam-
los gigantes y su sobrino estuviessen en dis- bién, yél algúu tanto herido, mas no de
posición do hacer batalla; assi que desta ma- muerte, y porque no tenían más lanzas para

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PALMER1N DE INGLATERRA 73

poder justar, y batalla de las espadas don nos lugares, y passándole por la memoria los
Duardos no la podía hacer según la ordenan- peligros de aquella casa, conoció que sin un
za del castillo, fue luego abierta la puerta de compañero tal como él traía no lo pudiera
mano de aquel temido Pandaro; don Duar- sufrir. Daligán estaba mal tratado, y Dra-
dos se recogió mal tratado del encuentro; el musiando puesto en tamaño recelo que no sa-
de la Fortuna, que ya deseaba esperimentar bía qué se pensase, que bien sentía que si el
caballero de la Fortuna tuviesse su escudo
la suya, entró tras 61; Pandaro, que no es-
peraba otra cosa, tanto que le vio dentro le en tanta perfición, sería dura cosa vencello;
cerró la puerta cubierto de su escudo, con su de la otra parte tenía tanta confianza en sus
maza en la mano hecha de nuevo se vino á
obras, que esperaba que sus golpes lo desha-
él; el de la Fortuna le recibió cubriéndose rían todo. En esto se tornaron á juntar Da-
con su fuerte escudo, á donde los golpes ha- ligán yel caballero de la Fortuna con mayor
cían tan poco daño como si dieran en una ímpetu y braveza, mas la batalla duró entre-
roca, hiriendo también al gigante tan mor- líos poco, que puesto que el esfuerzo de Da-
tal mente, que en pequeño espacio le trató ligán no fuese pequeño, y el de la Fortuna
tan mal cuanto él nunca se viera de las manos vio las ventanas y almenas llenas de sus
de otro si no fue del caballero del Salvaje; y amigos, y acordándose que estaban presos y
porque sintió cuán poco daño hacían sus gol- la confianza que en él tenían, combatióse con
pes en el escudo de su contrario, se esforzó tal esfuerzo, que dio con él á sus pies, y
tanto para sostenerse en la batalla, que aquél desenlazándole el yelmo le cortó la cabeza.
día fue en que mostró el fin de sus fuerzas y Dramusiando quedó tan enojado, que luego
el esfuerzo. El caballero de la Fortuna anda- pidió sus armas; el de la Fortuna se assentó
va tan vivo, que allende de le tener deshecho en uu poyo tan cansado que no se atrevió á
el escudo en el brazo, le tenía hiriéndole subir la escalera sin tomar algún reposo, y
por tantas partes, que Dramusiando y Pri- de ahí estuvo hablando con algunos sus ami-
maleón y don Duardos, y los otros que mira- gos; don Duardos le rogó que se quitasse el
ban la batalla, hallaban en ella por milagro, yelmo, que le desseaba ver; Floramán, vién-
loándole tanto cuanto su ardideza era dina dole dudar, dijo: «Caballero, quien esto
de hacello; puesto que el de la Fortuna no pide es don Duardos». El de la Fortuna,
trújese aquel escudo tanto para que por él oyendo nombrar á don Duardos. puso los ojos
fuesse <x>nocido, muchos caballeros de casa en él, y en el parecer do su persona juzgaba
del emperador hubo que le conocieron, por- que debía de ser él; entonces, quitándose el
que se hallaron allí cuando el sabio Daliarte yelmo, quedó tan abrasado del trabajo pas-
se le enviara, á quien costó caro cuando se sado, que el mismo trabajo le hizo parecer
combatieron sobrel con el caballero del Sal- más hermos) de lo que era él de su natural.
vaje, afirmando todos juntamente que si «Ya yo creo, dijo don Duardos, que quien
quien le traía no acabase aquella aventura, Dios hizo en el parecer tan diferente de los
sería su prisión perpetua; su alegría fue ta- otros, que no le guardó sino para en todas
maña en algunos, que no sabían juzgar cuál las otras cosas lo ser; pidos por merced que
era mayor: [si] el contentamiento que de ve- si vuestra buena ventura llegase al cabo con
lle así [tenían] para su salvación, 6 si la pas- esse gigante que agora allá va para hacer
sión que sentían del peligro con que le vian á batalla con vos, que uséis con él de toda cor-
él; en este tiempo andaba el gigante tan ñaco, tesía, porque nunca vistes hombre de su ma-
que cerca no se podía tener; el de la Fortuna, nera tan merecedor della* . El caballero de
conociendo su flaqueza, le cargó de tantos gol- la Fortuna le quisiera responder, mas vio
pes, que le hizo vonir al suelo tan sin acuerdo que Dramusiando estaba ya abajo, y no tuvo
como aquel que del todo era muerto; luego le tiempo para más que enlazar el yelmo, po-
desenlazó el yelmo para le cortar la cabeza, niéndose áuna parte del patio cubierto de su
mas no lo hizo, lo uno por no ser neoessario escudo á esperalle. Dramusiando, como algún
y lo otro porque Daligán no le dio tanto es- tanto viniesse señoreado de la ira por la
pacio; ypuesto que en aquella hora hobiesse muerte de Daligán, quiso luego gastar el
menester descansar, comenzó de defenderse, tiempo en bu batalla antes que palabras, y
viendo que la intención del gigante no era juntándose entramos comenzaron á ferirso
tal, mas en menos de una hora él le paró tal, de tales golpes, que en pequeño tiempo se
que le hizo desear reposar un poco; mas lue- hicieron mucho daño; los de Dramusiando
go se apartaron afuera. El caballero do la entraban por el escudo del de la Fortuna tan
Fortuna, mirando hacia sí, vio su escudo tan gravemente como si fuera alguno de los otros,
sano como si no le hubieran dado ningún de que al de la Fortuna nació algún recelo y
golpe, mas las armas estaban rotas por algu- temor, hallándole tal diferencia en tiempo

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74 LIBROS DE CABALLERIA8

tan poco ncccssario; de la otra parte bien co- la ver: mas como les fuesse faltando la san-
noció que quien se le envió le debió de ha- gre yaliento, fue tan grande la flaqueza de
cer ansí, para quo si la vitoria do tamaña Dramusiando, que cayó en el suelo sin nen-
impresa hohic&se de alcanzar, no fnesse gun sentido, y el caballero déla Fortuna so
toda atribuida á la fortaleza del escudo, y sentó no pudiéndose tener en pie; luego ba-
guardándose de Dramusiando con mayor jaron de lo alto de la fortaleza todos los pri-
tiento de lo que hasta allí hiciera, hacíale sioneros, don
y Duardos quitó el yelmo á
dar sus golpes en vano, que de otra manera Dramusiando para quo lo diesse el aire, pi-
cualquier dellos que le acertara én lleno diendo al de la Fortuna, pues la vitoria cla-
le pusiera en gran peligro; mas no so podía ramente era suya, no quissiesse más ven-
guardar tanto que no le diesse algunos, de
que de lo hecho se contcntnsse. «Pues'
que lo hacía andar bien maltratado, el escu- que mi ganza,
intención era otra, respondió el de la
do todo deshecho; las armas andaban esso Fortuna, dejaré do le cortar la cabeza pues
mesmo; puesto que las del gigante no le vos lo mandáis, y también porque pienso
llevassen ventaja, la sangre que les salía era que será oscusado, que él y yo estamos tales
mucha, assí que en ellos no había más quo que más muertos que vivos nos podéis con-
la braveza con que peleaban, y esta era tal, tar». El príncipe Primaleon, Polendosy otros
que allende de destruir á ellos, hacía dolor á señores lo tomaron en brazos: viendo que con
quien con amor los estaba mirando; mas sus la falta do sangre le venían algunos desma-
corazones incansables, y que en aquel tiem- yos, tenían esta vitoria con mucho desconten-
po podían sufrir mal reposo, no los dejaba to hasta sor ciertos de la salud de tal caballe-
descansar, antes renovando la batalla se ro; en esto llamaron á la puerta de la torro
trabaron de manera que quien de luera los
con mucha priessa; Platir fue á abrir 'por ver
miraba no juzgaba que nenguno del no que- quién era, y halló un hombre antiguo á ma-
daba para poder entrar en otra parte, quo nera de griego, que entró dentro, y dos don-
los más de aquellos príncipes y caballeros cellas con él; cada una traía en la mano
sentían tamaña pena que antes tomaran por nna bujeta dorada, en que venían algunos
partido ser siempre preso* que libres si su ingflentos necesarios; á tal tiempo y sin más
libertad habia de so* con la muerte de tal detenerse le buscó las heridas, tomando la
caballero. Dramusiando y el se quitaron á sangre assí al uno como al otro, untándolos
fuera por tomar nlgun descanso; Dramusian- á entramos con igual diligencia, sin consen-
do, temiendo que aquel sería el destruidor tir quo otro nenguno tocase á ellos, y man-
de sus fuerzas y (pie allí se cumplía lo que dando llevar cada uno á su cama, dijo contra
Kntropa siempre anunciara, pensó en si lo aquellos señores que se consolassen, que no
cometería algún partido con que dojasso la eran aquellas heridas de que nenguno dellot*
batalla: después, acordándose que tal come- peligraría, por donde el placer fue algún
timiento para su honrra era dañoso, quiso an- tanto y todo si no les pareciera que eran di-
tes dejarse ámorir en ella El
quecaballero
vivir con tal' chas en tiempo de consolación; mas sabion-
menoscabo su honrra. de la do que en el vencimiento del gigante se que-
Fortuna, que en el mismo recelo estaba me- braban los encantamentos de aquel valle, y
tido, comenzó á decir entre sí; «Si mi muerte que la salida estaba en ellos, tuvieron más
ha de ser por causa do la libertad de tantos, de que se contentar. El viejo se tornó por
aquí mejor que en otra parte os ella bien donde viniera, dejando las doncellas para
empleada*; mas volviendo á su señora, de- curallos; todos acompañaban al de la Fortu-
cía: «Señora, si algún tiempo esperáis acor- na, sino don Duardos, que puesto que cada
daros de mí, sea éste, ó al menos para que día le fuesso á ver dos veces, ol más del
sepáis (pie con vuestro favor se alcanzó ta- tiempo estaba con Dramusiando, deseando
maña vitoria». Estándole encomendando el que sanaso para le pagar la voluntad con que
peligro de su batalla, vio (pie Dramusiando siempre lo tratara.
venía contra él tomada la espada con entra-
mas manos, pon pie ya nenguno tenía escudo Cap. XLII. — Cómo el príncipe Floramáti%
con (pie se amparar, y apartándose del gol- por cotiscjo de aqiiellos caballeros , par lió
pe le hizo dar en vano como todos los otros, para Londres tí visitar al rey y á Fin ida.
dando los suyos de manera que le hacía mu-
chas heridas; mas por esso Dramusiando de- Algunos días passnron, después del venci-
jaba algunas voces de empecelle, de manera miento de Dramusiando, quo aquellos seño-
que se llevaban poca diferencia; ya so habían res ycaballeros no entendían en otra cosa
parado tales que casi no se podían tener. Los sino en la cura dél y del caballero de la
que miraban la batalla estaban pasmados de Fortuna, no Uniendo el placer do la vitoria

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PALMER1N DE INGLATERRA 75

por porfoto on cnanto so salud estaba in- rey. dijo: «Por cierto, señor, puesto que del
cierta, asentando en sus voluntades no salir
mucho trabajo que las armas dan no saca-
de allí hasta quo el de la Fortuna fnesse del ra más fruto para ser pagado que esta visita-
todo sano, ó dalle sepoltura conforme á su ción, yo lo ho por tamaño precio que nen-
merecimiento; mas después que vieron que guno otro me pudieron dar que más estima-
iba mejorando y quo las doncellas que los ra, yantes que nenguna cosa de lo que aquí
curaban certificaban su salud, acordaron ha- soy enviado diga, pido por merced á vuestras
cer mensajero al rey de Ingalaterra que lo altezas que, assí como tuvieron corazón para
llevasse aquellas nuevas, sabiendo euán ne- passar los combates que la fortuna hasta
cessarias eran para atajar su dolor en tanto aquí les dio, agora las nuevas quo de mí
tiemi>o: por consejo de todos acordaron fuesse oyeren, que son buenas, reciban moderada-
el príncipe Floramán, que entrellos era ha- monte, porque desto, cuando assí no es, tanto
bido por uno de los más bien hablados de daño se recibo de las alegrías síipitas y no
toda la compañía; y tomando sus armas, que esperadas como de las tristezas que mucho
rotas y deslazadas halló en la armería do duran; el príncipe don Duardos vuestro hijo,
Dramusiando entre las otras, las tomó y se y Primaleón, con todos los otros príncipes y
armó lo mejor que pudo: al segundo día que caballeros que se creía ser perdidos, besan
de allí partió, llegó aquella gran ciudad de vuestras reales manos, haciéndoos saber que
Londres, á donde entrando en ella no vio quedan en toda su entera libertad muy cer-
otra gente sino popular, y á su parecer has- ca desta ciudad de Londres, donde yo los
ta en aquellos andaba tan esparcida la tris- dejo aguardando por la salud del famoso ca-
teza, como si fuera gente noble, de que al ballero de la Fortuna, por cuyas manos y
presente estaba más poblada la torre de Dra- esfuerzo fueron libres de la prisión que has-
musiando que la ciudad. Todos le salían á ta agora los tuvo aquel temeroso gigante
ver como cosa nuova, espantándose de la Dramusiando». No pudieron estas palabras
manera de las armas, porque allende de ir tanto poder que en los corazones de aquellos
tan llenas de sangre como salieron de aque- señores hiciesse verdadero assiento para
lla temerosa batalla en que él y todos sus creer lo que ellas afirmaban, antes juzgándo-
amigos fueron pressos, iban tan hechas pe- las más por sueño que por otra cosa, mirá-
dazos, que parecía cosa contra razón pode- banse unos á otros no sabiendo determinar si
llas llevar nenguno; assí llegó á palacio, á lo creerían. Floramán, que romo discreto
tiempo que el rey salía á caza de gavilanes conoció sus mudanzas, viendo las vueltas
acompañado de algunos cazadores que aque- que las nuevas que traía hacían en lo secre-
llos (lías le seguían, y quitándose el yelmo to do aquellas personas reales, tornó otra vez
para boalle las manos, el rey, quo lo cono- á decir: «Por cierto, señor, vuestro hijo don
ció, le fue á abrazar, diciendo: tPor cierto, Duardos está vivo, y yo me aparté ayer dél
señor Floramán, vuestras armas me dicen y de los otros caballeros que con él quedan» .
los peligros que por vos han passado, puesto El rey, que algñn tanto con aquellas postre-
que para creerse esto estas muestras no eran ras palabras certificó más, levantóse on pie,
menester sino para quien no conociesse vues- y tomando á Floramán entre los brazos, co-
tra persona: ruégoos que si algunas buenas menzó ádecir: «Señor Floramán, ¿qué haré
nuevas traéis, que me las digáis, y puestas para creeros, que de vos no so esperaba
que sean malas, también me las dad, que sino verdad, mas mi desdicha está tan acos-
tan acostumbrado estoy á ellas, que ya no tumbrada áotras nuevas diferentes destas,
me pueden espantar mucho» . cSeñor, dijo que no me dejan creeros del todo?» Flérida
Floramán, tórnese vuestra alteza á donde y la reina se recogieron á una cámara tan
está la reina y Flérida, que antellas os daré traspassadas, que fue menester socorrellas
la que sé». El rey se tornó á palacio, llevan- con algunos remedios para las tornar en sí,
do á Floramán por la mano hasta donde ellas porque en este tiempo, si entra el placer,
estaban, que le recibieron segrtn que él me- hace tamaño sobresalto en aquellos que no
recía. Floramán, que hasta allí no había se esperaba, que el pesar, puesto que sea
visto á Flérida, parecióle do las más hermo- grande, en comparación dél es mucho menos
sas mujeres que nunca viera, aunque mucho daño; y después, tornadas en su acuerdo,
le robara la passión de los días passados su abrazábanse una á otra tantas veces como si
hermosura, tiniéndose por de los dichosos entrellas hobiera algón apartamiento de mu-
caballeros del mundo por ser el que restitn- chos días; el rey quiso saber particularmente
yease á sn placer y contentamiento en las en cuyo poder don Duardos y los otros caba-
nnevas que lo traía, tanto al revés de las que lleros fueron pressos, y la batalla que el ca-
siempre le dieron; entonces, volviéndose al ballero passara, y la disposición en que que-

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76 LIBROS DE CABALLERIAS
dará. Floramán le dio tan entera cuenta de Fortuna estaba casi sano, y que en tanto que
todo, como aquel que á todo estuvo presente, él y el gigante se pudiessen levantar, todos
y cuando llegó á contar el desbarate do la juntamente le vendrían á besar las manos:
postrera batalla, el rey quedó tan atónito de cuando el rey oyó á Pridos, ya le pareció que
oir las grandes maravillas del caballero de la todo lo que antes le decían era verdad, que
Fortuna y la guarda que Dramu9Íando tenía hasta allí bu corazón temía los peligros que
en su fortaleza, que dijo: «No bastó la gue- ya passara; echándole los brazos le llevó á
rra quel gigante Franarque hizo al rey mi Flérida, que también fue descansada con él
padre; mas aun las reliquias que dól queda- como si viera á don Duardos. Pridos dijo al
ron habían de poner mi vida en tanto peli- rey que don Duardos le suplicaba que cuan-
gro; doy gracias á Dios que esto consiente, do viesse al gigante le tratasse, no como á
pues no quiso que el Un de mis días fuesse enemigo, mas como al mayor amigo del mun-
con tanto desgusto como yo esperaba» ; e pre- do. «Ya el príncipe Floramán me tenía di-
guntando áFloramán si Dramusiando era cho, respondió el rey, que hiciesse esto;
muerto, le dijo que no, mas antes le afirma- puesto que mi voluntad era al contrario, de-
ba que don Duardos le deseaba la vida como terminé liacer lo que me pide, assí porque
la suya propia, é le mandaba decir que cuan- las noblezas desse gigante lo merecen todo» .
do le viesse que le tratasse como persona á
quien mucho debía, porque nunca vieran
Cap. XLIII.— De como aquellos se ñor ex xe
gigante que mereciesse ser tratado como
partieron para Jjondres, y de lo que hizo
otro hombre como aquél. El rey, puesto que Eu tropa.
no lo tu viesse en la voluntad, oyendo las
noblezas suyas é lo que con su hijo é los Tantos días aquellos príncipes y caballe-
ros estuvieron en la torre de Dramusiando.
otros usara,* prometió
esta certidumbre se fuedeá lo hacerestaba
donde assí; Flé-
con hasta que él y el de la Fortuna se hallaron
rida, é abrazándola contó lo más que después para poder caminar, y quiriendo poner en
con Floramán passara. obra la partida, quiso don Duardos proveer
Las nuevas se derramaron por la ciudad, primero en la fortaleza para que quedasse
é fue el alboroto tan graude, que unos ve- por suya; y á Eu tropa, tía del gigante, pues-
nían áver á Floramán, otros iban á la torre to que no le merecía buenas obras, dalle otra
del gigante, siendo aquel placer tan general, de más provecho en que pudiesse estar; por-
como antes fuera de tristeza; las fiestas en- que él esperaba hacelle mercedes que en ellas
tre la gente popular se comenzaron tan se viesse la voluntad que con sus obras le su-
grandes, como nunca se hicioron. Flérida, piera merecer. Estando platicando esto con
con cuanto oía los alborotos de la ciudad, sus amigos, y rogando al príncipe Beroldo
estaba tan atormentada de los miedos pasa- que quisiesse decillo á Eutropa, sintieron
dos, que ellos le hacían recelar aquel placer súpitamente tamaño estruendo en el castillo,
no ser perfeto; el día que todo se passó en que parecía que se asolaba; la oscuridad fue
visitaciones, llegaron muchas personas que tamaña, que unos á otros no se veían; esta
ya venían de la torre del gigante, é afirma- hora oyeron una voz en el aire que decía:
ron las nuevas por ciertas. El rey quiso lue- «Don Duardos, no emplees tus cosas en quien
go hacer correo al em jurador Palmerín, que tan mal te las agradece; yo soy Eutropa, que
tan atribulado vivía por la pérdida de su hasta que mis días hayan fin no dejaré buscar
hijo é nietos; mandó llamar á Argolante, manera como la dé á los tuyos; agora me voy
hijo del duque Ortán, [y] díjole: «Argolante, á parte á donde, desembarazada de todos los
yo quiero que pues vos llevastes á la corte otros cuidados, pueda seguir éste» ; entonces
del emperador de Grecia la primera nueva de se deshizo la oscuridad, y á ella vieron ir
la pérdida do mi hijo, por lo cual después se metida en una nube con tamaña priessa que
perdieron los suyos, que agora le llevéis ésta en pequeño espacio desaparecióse, de que
de ya parecidos, con que tanto placer en su todos quedaron espantados, contentos de la
corte se ha de recebir» . Argolante le besó las ver ir tan lejos porque su conversación no
manos por tamaña merced, y sinmás detener- los dañase. Passados aquellos días, las don-
se, tomando sus armas, se metió al camino. cellas que por mandado del viejo allí vinie-
Passados tres días, el rey quissiera ir á la to- ron el día de la postrera batalla, que queda-
rre del gigante para ver á sus amigos y trae- ron curando el caballero de la Fortuna y el
Uos consigo; estando en esta determinación, gigante Dramusiando, se vinieron á don
1 legó Pridos , que le estorbó la ida con decir que Duardos, diciendo: «Señor, lo que para aquí
ellos le rogaban que no hiciesso mudamiento quedamos ostá ya acabado, suplicóos nos deis
de su persona, porque ya el caballero de la licencia para nos ir». «Por cierto, señoras,

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I

PALMERÍN DE INGLATERRA 77

dijo don Duarrlos, la obligación en que os besar la mano al rey con las rodillas por el
quedo es tan grande, que no querría que os suelo, le dijo: «Señor, si ante vuestra alteza
tuéssedes sin alguna satisfación, más rué- yo puedo valer alguna cosa, sea hacerme
goos quo me veáis en Londres ó mo digáis tanta merced quo á este gigante trate, no
dónde os puedo ir á ver, y entonces sabréis como hijo de su padre, sino como el mejor
loque tenéis en mí». «Señor, respondieron hombre del mundo, pues él lo es» . El rey le-
ellas, la nobleza vuestra es tan clara á todos, vantó ádon Duardos, y tomándole por entro
que para nosotras es eseusado hacer salva; á los brazos, le apretó consigo, [y] derramando
Londres iremos nosotras, si á vuestro servicio muchas lágrimas le dijo: «Hijo don Duardos,
fuere necessario, si nos lo mandare quien ¿quién es el que tanto desseara veros y que
nos dejó aquí; lo que agora queremos es li- en este tiempo os negara ninguna cosa?» En-
cencia para nos poder ir» . «Vosotras sois tan tonces volvió hacia Dramusiando, que le que-
libree á donde quiera que estuviéredes, que ría besar las manos, y abrazándole, dijo:
podóis hacer de vosotras vuestra voluntad»; «Por cierto, Dramusiando, mal pensaba yo
ellns le agradecieron la suya, ó despidiéndo- que quien t< nto mal me hizo quisiesse tan-
se dél é después del caballero de la Fortuna, to; mas vuestras noblezas pudieron tanto co-
é luego se fueron á la puerta de la fortaleza, migo, • que allende de me hacer perder el
donde hallaron dos palafrenes que cabalga- enojo, volví la voluntad tanto de vuestra
ron, siguiendo el camino para do habían de parte, que agora no sé ya quién puede Ber
ir; pues viendo don Duardos y todos aquellos vuestro enemigo que también no lo fuesse
señore* que la disposición de los heridos era mió». En esto vio que el caballero de la For-
para seguir cualquier trabajo, determinaron tuna se venía para él, y tomándole en los
partirse, ordenando primero que la fortaleza brazos comenzó á decir: «¿Quién me dijo á
quedas*© por el caba lloro de la Fortuna, cosa mí siempre que si algún bien me había de
que no se pudo acabar con él, antes pidió de venir había de ser por vuestras manos?» «Por
merced á don Duardos que la quisiesse ace- las de Dios puede vuestra alteza decir, que
tar; el la tomó con condición que de allí ade- assí lo quiso, respondió él, que las mías no
lante, por la memoria de quien la ganó, se son para tanto». Acabado oste razonamiento,
llame la Torre de la Fortuna, y dejando en se fueron para la iglesia principal de la cib-
ella á Pompides hasta enviar á otro, se par- dad, ádonde oyeron missa con tanta soleni-
tieron armados de sus armas con que hizo la dad como era razón; acabada la missa, aque-
batalla, porque en ellas se pudiesse ver los llos príncipes y caballeros casi por fuerza
estrenos golpes del caballero de la Fortuna; hicieron cabalgar al rey , y ellos le fueron
con aquel placer caminaron hasta que estu- acompañando hasta el palacio, donde halla-
vieron ávista de la cibdad; la gente que de ron á la reina y á Flérida que Iob salieron
la cibdad salía era en tanta cantidad , que á recebir; entramas juntas tomaron á don
todo el camino venía lleno, de manera que Duardos, aun no creyendo que le tenían allí.
los de á caballo no podían andar; unos se El rey tomó á la reina por la manga de una
llegaban á don Duardos por vello por el gran ropa que traía, diciendo: «Señora, vuestro
amor que le tenían; algunos días después de hijo ya está en vuestra casa, y cada día le
velle á él iban á ver al gigante Dramusiando podéis ver; agora habla á estos príncipes y
y al caballero de la Fortuna , teniendo por caballero8, á quien tanto debemos por el pe-
cosa es{»antosa por un caballero ser vencido ligro que por nosotros se pusieron con desseo
un hombre como aquél; assí platicando cada de la libertad de don Duardos». Entonces
uno en lo más que en aquella hora se le ve- mostrándole á Primaleón, la reina le recibió
nía ála memoria, allegaron á vista de la como á tan gran persona convenía, y luego
gran ciudad de Londres, á donde viendo á Vernao, y al rey Polendos, y al rey Reein-
don Duardos por entre los otros edificios el dos, y al rey Arnedos, con todos los otros
aposento de Flérida, no pudo estar tan libre principes y caballeros mancebos; Flérida, des-
que sus ojos no sintiessen la soledad de tanto pués de tener á don Duardos en casa , fue
tiempo; mas acordándose cuán cerca estaba abrazar á su hermano: «Perdóname no ha-
de vella, le hizo olvidar con la gloria pre- ber hecho esto mas presto, que, á la verdad,
sente toda la tristeza passada, y esforzóse lo la vista de don Duardos me lo hizo olvidar
mejor que pudo para que ninguno le sintiesse todo». «Vos señora, tenéis tanta razón, dijo
aquella flaqueza; llegando junto de la ciudad, Primaleón, que aunque más tarde os acoi-
el rey los vino á recebir con una solene dárades de mí, no os pusiera culpa»; y to-
fiesta; el rey recibió á cada uno según la va- mándola por la mano y don Duardos á la rei-
lía de su persona; don Duardos llegó de los na su madre, las llevaron á su aposento, á
postreros con Dramusiando, y después de donde quedando don Duardos solo con ellas,

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?$ LIBROS BE CABALLERIAS

el rey salió á haoor ai>osentar aquellos seño- ' á la memoria las (Josas qde allí passarotli
res, yporque en el palacio estaba ya ordena* Todos los caballeros so ataviaron para el día
tío el aposento para muchos, fueron reparti- de su entrada y saliéronla á. recebir tres le-
dos en esta manera: Primaleón y Bolear y guas de la cibdad, y el rey con ellos, lle-
Vernao, juntos; el rey Arncdos y el rey Ro- vándole en medio Vernao y Polinardo, y
cindos y Florendos en otra parte; el caballe- porque decir las cortesías que passaron y las
ro de la Fortuna, el principo Beroldo y Gra- cosas que usaron al tiempo que se vieron
ciano en otro aposento; Platir, Polinardo, sería prolijidad, pues para tal cosa basta que
Francián, «obre sí; Dramusiando, Mayortes, cada uno lo podrá sentir, ni tampoco el pla-
el soldán Bolagriz en otro; y assi todos los cer quo Trineo y la emperatriz recibieron do
otros que quedaban fueron aposentados en el ver á sus hijos, de que tan poca esperanza
palacio, que muy bien cupieron, por ser loa tuvieron hasta entonces, pues esto puede oo-
aposentos los mayores del mundo, aunque nooer quien en algún tiempo se vio apar-
para caballeros andantes, aunque fueran tan tado dellos y después los vio; junto de la
grandes personas, menos pudiera bastar. cibdad fueron reoebidos con tantas danzas é
Aquellos días fueron proveídos en sus posa- invenciones como entonces el pueblo podía
das tan bien de todo lo necesario, como ta- hacer; llegando á palacio, hallaron á la reina
les personas merecían; assí passaron los unos y á Flérida vestidas de diferentes atavíos;
oon los otros desseando cada uno partirse entramas tomaron entre sí á la emperatriz,
para su casa, y esto más para pagar la so- usando primero de las cortesías que entre
ledad de tanto tiempo que para ir á usar de tales personas son neoessarias, y assí subie-
mando y señorío, que uatural os de las per- ron por la escalera, llevando el emperador á
sonas singulares codiciosas de fama no hon- la reina por la mano, que por ser muy vieja
rarse tanto de los señoríos, cuanto ellos han no podía subillas, y el rey á la emperatriz su
de ser honra dellos. hermana, y Primaleón á Flérida, hasta de-
jar cada uno en su aposento; mas Agrióla,
Cap. XLJV. — Cómo Trineo, emperador dé que le parecía no ser aquellos sus hijos, qui-
Alemana, vino A la corte de Inaalaterra y siera que durmieran aquella noche en su
de las fiestas que en su Muida hubo. aposento, para acabar de certificarse dellos,
y porquo del camino llegaron cansados, no
Ya las nuevas de la libertad destos prín- hobo sarao sogñu que de antes estaba orde-
cipes eran tan públicas por algunas partes, nado, antes recogiéndose cada uno á su pa-
que al emperador Trineo, que cerca de allí sado, comenzaron aparejar cosas necessarias
vivía, llegara á su noticia, y porque hasta para los otros días, que doterminaban gastar
entonces viviera siempre triste por la pér- en ejercicio de armas, donde esperaban des-
dida de sus hijos Vernao y Polinardo, y cubrir el precio de sus personas, y los que
aquella tristeza, junto con soledad, que era no lo hicieron en algún tiempo, por empe-
mucha, le tuvieron puesto en tan flaco estado dillo la prisión de Dramusiando, querían en-
que cada día esperaba por el fin de sus días; tonces mostrar lo que se perdiera en ellos el
mas las nuevas de la libertad de sus hijos le tiempo que el mundo estuvo ausente de sus
pusieron on tal sobresalto de alegría, que sin hechos.
esperar otro consejo se puso en camino de El emperador y la emperatriz, después de
Londres, acompañado de muchos caballeros haber passado con sus hijos todas las cosas á
proveídos de atavíos de fiestas y de otras que amor y razón los obligaba, hallándose en
cosas neces8arias convenibles á tal tiempo, la cámara donde ya en otro tiempo oon tanto
llevando consigo á la emperatriz Agrióla, trabajo y riesgo se vieron siendo ól caballero
que demás de dessear ver á sus hijos, de quien andante, hízole tamaña soledad pensar en
ya perdiera la esperanza, quiso también, aquel tiempo passado, que si entonces pu-
antes que muriesse, verse en aquel reino do diera tornar á él de nuevo, puesto que fuera
era natural; en cuanto fueron por los luga- oon mucho más peligro, lo hicieran entra-
res de su señorío, fueron re<-ebidos oon tanta mos á trueco de su señorío; y Trineo, aun-
alegría de sus pueblos, oon cuanto con aque- que era viejo, la mayor parte de la noche,
llas nuevas lo morecían ser. En el reino y anduvo con Agrióla de la mano viendo las
corte do Ingalaterra se supo de su venilla; el paredes y ventanas do aquella casa, ai le
rey lo mandó aparejar un aposentamiento en parocían b¡ eran aquellos propios los que an-
el cual la omporatriz vivió en el tiempo quo tes solían ser, queriéndoles tanto por el se-
fue infanta ó Trineo andaba on amores oon
creto que siempre le tuvieron, oomo «i fue-
ella, que era el mismo on que la reina esta- ran araonas que on algún tiempo los descu-
ba, porque posando en ellos, pudiesseu traer brieran, passando entonces i>or la memoria

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Palmerín de INGLATERRA 79

Stls entradas en aquel aposento oómo y por donde entrassen, agora estoy tan solo de to-
dónde fueron, holgando tanto de verse en dos mis valedores, y tan lleno de temor, que
aquellos lugares, que le hacía dessear tor- la mando fortalecer, esperando tener en
narse aventurar en cIIob sin necessidad otra ellos alguna dofonsa, que do otra parte yo
vea; platicaba en los miedos de Agrióla, en no la espero; cabalga, daresme nuevas del
los hechos del famoso Palmerín de Oliva, rey vuestro señor, que pedíroslas do otro
que entonoes era caballero andante; mas bien mo parece que se podía esc usar». «Se-
cuando se le acordaba que aquesto se per- ñor, respondió Argolante, por ser mandado
diera por la edad y que ya no se podía co- vengo á vuestra majestad, por tanto váyaso
brar, algún tanto aquella tristona lo hacia á donde la omperatriz y Gridonia están, quo
venir las lágrimas 4 los ojos, puesto que por allá le diré á 1j quo soy venido». Assí se
otra parte el alegría do la vista de sus hijos fueron platicando hasta palacio, que allí
desbarataba todos los otros acidentes; assí descabalgaron; el emperador se fuera á la
passaron la noche oon menos sueño do lo que cámara de Gridonia y allí mandó venir á la
otra pudiera tener; á otro día fueron heohos emperatriz, para oir nuevas de su hija Flo-
grandes cadahalsos, donde los torneos habían rida; la emperatriz vino, y Argolante, que
de ser; y los caballeros alemanes é ingleses, vio que Basilia, esposa de Vernao, no estaba
según estaba concertado, se pusieron de una allí, dijo al emperador: «Señor, la señora
parte, y de la otra parte los caballeros de la Basilia quería que también tuviesse parte
casa del emperador Palmerín, con algunos desta visitación, por tanto vuestra majestad
estranjeros que quisieron ser do la suya, de- la mande llamar». £1 emperador, á quien
terminando hacer cada uno maravillas, aBSÍ aquellas palabras comenzaban alborotar el
los muy esforzados como los que Unto no corazón, adevinaba parte de lo que podía
eran, porque en estos casos siempre los bue- ser, desseó tanto ver el fin dellas, que él por
nos elos malos dessean gloria. su persona fue por olla, creyendo que tam-
bién de otra manera no vendría; Argolante,

Gjlp. XLV.- Cómo Argolante llegó d casa después que vio juntas las personas quo des-
seaba, dijo al emperador, tan alto que todos
del emperador Palmerín y le dio su emba-
lo oyeron: «Bien se acordará, majestad, quo
jada. en el tiempo quo el príncipe don Duardos
Argolante, que por mandado del rey de , mi señor se perdió, yo fui el quo la triste
Ingalaterra partiera para Costantinopla á lle- nueva trujo á esta corte, por dondo se per-
var las nuevas de sus hijos é nietos, caminó : dieron todos los caballeros de vuestra casa,
con tanta priessa como le hacía llevar el y primero que todos vuestro hijo Primaloón,
desseo de se ver en aquella casa, que esto que en aquel tiempo era ospejo de todos los
acontece siempre á aquellos que hacen viaje que vestían armas; mal osario yo pareoer en
de su gU6to, porque el placer con que han , parte donde mi embajada tanto daño hizo,
de ser recebidos hace no sentir el trabajo , sin traer otras nuevas con que todo se tor-
que las largas jornadas dan; y dejando de nase ácobrar; no lo sé si alguna hora vues-
decir algunas cosas que en aquel camino le tra majestad oyó nombrar al caballero de la
acontecieron, assí en la mar como en la tie- Fortuna, puesto que sus hechos son tales
rra, por las cuales passó como esforzado queu todo lugar se publican, aunque por
caballero, un lunes por la mañana llegó otra parte pienso que bien conooido será en
aquella famosa Costantinopla, y antes que esta corte, y casi porque me acuerdo oir de-
entrasse dentro, vio al emperador Palmerín cir que en esta corte venció á Flora mán,
ontre unos peones que andaban provoyendo cuando se combatió sobre la imagon de Al-
en la muralla do la ciudad en una hacanoa tea; éste, después de la Gran Bretaña tener
blanca, tan blanco de la mucha edad y de la perdidos los caballeros que en ella aportaron,
tristeza passada, que casi no le conoció; re- quo eran la flor del mundo, y no saber la
parábanse los muros porque se sonaba que verdad de cómo se perdían, y el reino de In-
el soldán de Babilonia y Persia juntaban galaterra quedar despoblado de aquella sin-
gran ejército para destruir todo su imperio. gular caballería, llegó á la torre de Dramu-
Argolante, quitándose el yelmo y bajando siando, hijo de Franarque, que vos matastes
del caballo, le quiso besar la mano; el em- en Ingalaterra siendo caballero andante, al
perador lerecibió muy bion, diciendo; «Por cual nenguno podía ir sin su licencia y con-
aquí veréis, Argolante, en qué ostremo üe sentimiento deEutropa.su tía do ürarnusian-
necesidad es venida Costantinopla, que pen- do, que encantó con su saber toda la Uoros-
sando yo que si todo el mundo viniera so- ta, allende de tomar venganza de la muerte
brella la mandara derribar los muros por de su hermano, y justando primero cou dou

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I

80 LIBROS DE CABALLERIAS

Dunrdos, según la costumbre de la fortaleza, Argolante, oyendo más por estenso todo lo
por la cual todos los que allí llegaban habían que passaba, tomando aquel placer tan mo-
de passar ba talla uno por uno con el temido deradamente, queninguno podía conocer en
Pandaro, gigante de no menos valentía y él ningún movimiento, antee preguntaba á
fortaleza, matándole por fuerza de armas, todos y oía con tamaña discreción como si
hobo otra temerosa con Daligán de la Escu- la plática fuera sobre cosas de cada día; des-
ra Cueva, no menos más esforzado que el pués de oir loa nombres de todos los presos,
otro gigante, al cual assimesmo por fuerza viendo que eran loe mejores caballeros de
venció y mató; finalmente hobo otra batalla toda la cristiandad, dijo que aunque la pri-
y todas en un día con el gigante Dramu- sión de don Duardos no fuera ¡>ara más que
siando, de quien vuestra majestad puede para certificarle de la amistad de tantos ca-
creer, según todos afirman, que tiene tan- balleros «es tanto de estimar, que con ello
ta ventaja á los otros gigantes, assí en es- padrá olvidar todo el trabajo que en ella
fuerzo cromo en destreza, cuanto parece im- passó» , y tomando á preguntar por el caba-
]>osi ble creerse: en esta fue el caballero de llero de la Fortuna, trujo allí á la memoria
la Fortuna mal tratado». «Ruégeos, dijo el de los que presentes estaban las palabras
emperador, que antes que más contéis me que dél dijera la dueña del Lago de las Tre*
quitéis de tina afrenta en que essas palabras Hadas el día que Polendos le trajo á su cor-
ponen mi corazón, que es decirme si esse te; estas nuevas fueron luego públicas por
caballero es muerto ó vivo, porque en cuan- la ciudad, y todos loe naturales, allende del
to no estuviere libre deste recelo, podré mal placer que recibieron, tomaron tan gran es-
oir lo que me decís» . «Señor, dijo Argolan- fuerzo para matar el miedo en que vivían,
te, vivo y en buena disposición quedaba al que ya no se acordaban si alguno tuvieron.
tiemjK) que yo partí, pues que, como decía, El emperador mandó aposentar á Argolante
á la postre venció al gigante Dramusiando, como persona que tanto merecía, y recogén-
y quedó tal de la vitoria, que decían no po- dose con la emperatriz y Gridonia, les dio
della gozar dos horas» . «Assí que, con todo, cuenta de lo más que no oyeron; á otro día,
le dijo el emperador, ¿vos en fin afirmáis él tomando licencia Argolante del emperador,
ser vivo y estar bueno y sano?» «Sí por partió, dejando á Costantinopla tan alegre
cierto, dijo Argolante; y en disposición de como ya otra vez la dejara triste, porque así
otro tan gran trance como aquel passado». son las mudanzas de la fortuna: curar los
El emperador le dijo: «Agora cuéntalo todo grandes males con algunas alegrías, y ale-
muy bien lo que ha passado» . Tornó el em- » #
grías grandes con descontentamientos ma-
perador ádecir: «Agora nenguna cosa me
puede hacer á mí triste, ni ¿qué cosa pu-
diera ámí hacer más alegre ele lo que agora
Cap.
yores.XLVI. — Del famoso torneo que entre
estoy?» «Pues, dijo Argolante, si tanto vues- aquellos caballeros se hizo.
tra alteza huelga con su vitoria, más razón
tiene de lo que piensa para lo hacer, porque Passadoe ocho dias después de la venida
con olla quedo desencantada la floresta de del emperador Trineo á Ingalaterra, fueron
Eutropa: y vuestro hijo el príncipe Prima- armados en aquellos campos donde los torneos
Icón y don Duardos, con todos los otros se solían hacer grandes cadahalsos, para que
príncipes y caballeros, salieron de la prisión de ahí se pndiesse ver. Llegado el domingo
perpetua en que Dramusiando los metiera» . en que determinaban hacer sus fiestas, toda
Volviéndose contra Basilia, dijo: «Señora, y la cibdad amaneció revuelta en armas é ins-
vos, porque con este encantamento no que- trumentos deguerra; las horas que para ello
déin con menos parte, el vuestro Vernao, estaban concertados, salieron aquellos seño-
que á sus parientes y amigos no quiso deber res muy bien acompañados; el rey vino con
nada en sus afrentas, antes, siéndoles com- la emperatriz su hermana de la mano; el em-
pañero en su prisión, ha salido della en tan perador traía á Flérida y Primaleón á la rei-
buena disposición, que podrá enmendar el na, yassí desta manera salieron las damas,
tiempo que allá gastó» . Óridonia se levantó acompañadas de algunos caballeros ingleses
en pie casi desatinada y fue á abrazar á Ba- que las servían, y aquel día con sus obras
nilia, que la turbación do aquellas palabras la esperaban hacer obras de dalles algún con-
sacaron fuera de su juicio; la emperatriz las tentamiento; venían tan ataviadas y galanas
tomó á entraman por la mano, y reeogéndose como para aquel tiempo era menester; aun-
todas tres á un oratorio, donde solían enco- que no había muchas damas en el palacio,
mendarse Dios,
á fueron á darle las gracias la emperatriz Oriola trajo algunas merece-
de tales beneficios. El emperador quedó con doras de ser servidas, que con su parecer

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PALME RIN DE INGLATERRA

henchían los cadahalsos, cosa mucho para ria la fuerza de sus contrarios, y recibién-
ver y no menos para desear; assentados todos, dose entramos con la voluntad de que 81 cada
vinieron los caballeros ingleses y forasteros uno traía, se trabaron á brazos, y arrancán-
en tanta cantidad, que casi ocupaban todo el dose de los caballos vinieron al suelo traba-
sitio donde el torneo se había de hacer; no dos el uno con el otro; mas luego se soltaron,
tardó mucho que por otra parte del campo comenzando entre sí una muy brava batalla,
entraron aquellos esforzados mancebos caba- tal que muchos dejaban de tornear por mi-
lleros de la casa del emperador Palmerín, rar áellos. El rey Recindos, puesto que los
muy galanes, armados de armas hechas de golpes que su hijo recebía le dolían á él en
nuevo, guarnecidas de colores alegres y en- el alma, estaba el más contento del mundo
rinciones con que alegraban los espíritus de por ver en él la estremada destreza y esfuer-
quien los había; sobrellas traían sus sobre- zo; aquí recreció todo el peso del torneo,
vistas tan ricas como era menester para tal porque á la parte de Claribalte acudiera
caso, con un estandarte delante, y por capi- Estrope de Beltrán, que también andaba
tán dellos el esforzado principe Graciano, furioso por se ver derribado; el esforzado
á quien aquel día quisieron dar aquella hon- Pridos, Argolante y Archirin, Lamberto,
rra por ser muy hecho para ello, y también Sagovia, Rocandor, Albertoz, Graciano, Frí-
porque Palmerín no entró en el torneo, á sol, Luymán, Honistaldo, Dramiante, Tene-
ruego del rey que se lo pidió, pareciéndole brot, don Rosbel, Belisarte; y puesto que
que estando el campo quitado de sus obras todos estos hiciessen maravillas para sufrir
podrían mejor parecer las de los otros caba- la furia de sus contrarios, eran tantos más y
lleros, que eran tan pocos en comparación entrellos esforzados, que los caballeros del
de los otros, que parecía cosa desigual ha- omperador por fuerza perdían el campo; no
berse de combatir con ellos; las trompetas pudiendo sufrir Claribalte contra los golpes
fueron luego tocadas, que era señal que co- de Beroldo, cayó en el suelo sin nengún
menzasen; losde una parte y los de la otra acuerdo, mas todo esto no aprovechaba, que
remetieron con tanta furia como pudieron sus compañeros perdían la plaza; mas Pla-
loe caballos llevar; el romper de las lanzas tir, el príncipe Floramán, Franciano, Ger-
fue con tamaño estruendo, que parecía que mán Dorliens, Vernao, Polinardo, Pompi-
todo Londres se hundía, y porque también des y Tenebrante, que aquel día andaban
de la otra parte había caballeros famosos, cansados de lo mucho que hicieron, acudie-
fueron de entramas partes muchos al suelo. ron contra aquella parte, y con su ayuda tor-
El príncipe Graciano se encontró con Estro- naron sus compañeros a hacer tanto en ar-
pe de Beltrán, caballero de mucha fama en mas, que cobraron todo lo que del campo
Ingalaterra, [y] llevándole fuera de la silla tenían perdido. Los reyes y señores que de
le derribó sin nengún acuerdo; Platir, con fuera miraban el torneo, no hablaban en
Normando el soberbio, y hízole tan humilde otra cosa sino en lo mucho que los caballe-
cuanto nunca lo fuera, que dio con él en el ros del emperador tenían hecho; don Duar-
suelo tan gran caída, que fue forzado sacalle dos y Primaleón los juzgaban los mejores
del campo; Beroldo hizo lo mismo á Carian- que nunca vieron; pues Arnedos, rey de
te, hijo del duque de Bouquinón, y assí por Francia, no estaba poco satisfecho de ver la
el consiguiente se encontraron todos; de la valentía especialmente de Graciano, que en-
parte de los ingleses cuantos recibieron en- tre los otros andaba bien señalado; Dramu-
cuentros fueron á tierra, y de la otra nen- siando, que estaba junto del emperador Tri-
gún señalado, sino Goarín, que cayó con el neo, decíale que no pensaba que en el mun-
caballo. Passado el ímpetu del primer rom- do hobiesse hombres para tanto; y tornando
pimiento de las lanzas, echaron mano á las al propósito, la multitud de los caballeros
espadas y comenzó el torneo tan bravo y ás- ingleses y estranjeros era tanta, que no va-
pero cuanto nunca en aquella corte se viera liendo álos del emperador su valentía ni
otro de tanto por tanto, puesto que allá en esfuerzo, comenzáronlos arrancar del campo
otro tiempo se vieron en ella los más nota- mucho contra voluntad de Primaleón y del
bles torneos del mundo; de la una parte y
emperador Trineo, y de Recindos y Árne-
de la otra había muy señalados caballeros y dos, que tenían allí sus hijos; en esto en-
mucho para ver; el príncipe Beroldo, que en traron por medio del torneo tres caballeros
estos días se mostró uno de los señalados de parte del emperador, armados de armas
caballeros, andaba discurriendo por muchas amarillas y leonado; el uno traía en campo
partes, haciendo maravillas tales que dél negro en el escudo el dios Saturno, cercado
por estremo se hablaba; vio venir para sí de estrellas; el otro traía en campo negro la
á Claribalte de Hungría, rompiendo con fu- 1 casa de la tristeza; el tercero traía el suyo
LIBROS DK CABALLERIAS.— 11.— 6

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82 LIBROS DE CABALLERIAS

cubierto con un cuero negro, de manera que todos e8sotros caballeros de la casa del em-
no se parecía la devisa; éstos, viendo que la perador. Siendo todas las mesas servidas
sobra de los muchos hacía perder la bondad con tamaña multitud de manjares, que la
de los pocos, abajando las lanzas arreme- multitud dellos hizo durar la cena la mayor
tieron, con las cuales, antes que las que- parte de la noche; acabada la cena, hobo sa-
brassen, derribaron algunos caballeros; sa- rao real en el aposento de Flérida, á donde
cando sus espadas, en pequeño espacio por la emperatriz y la reina aquella noche cena-
su esfuerzo cobraron los del emperador lo ron; al cual vinieron los más caballeros que
que habían perdido, con tanta ventaja, que en el torneo se hallaron; ya que se quería
los contrarios, no pudiendo sostenerse, co- recoger cada uno á su aposento, entraron
menzaron retraerse.
á por la sala los tres caballeros esforzados que
Oran espanto hizo tan gran mudanza, y en el torneo fueron en ayuda de los del em-
mayor la hizo por la bondad de los tres, por perador, vestidos de las mesmas armas que
lo mucho que en tan poco hicieron; y puesto en él tuvieron, tan bien dispuestos y de tan
que en estremo fuessen loados de muchos, bien parecer, que no hubo allí nenguno que
el del escudo cubierto hablaban dél como no tuviesse codicia de sus obras y parecer,
por maravilla, deseando todos conocelle; Pla- y con este contentamiento cada uno les daba
tir, Graciano, don Rosbel, Be roldo, Flora- lugar para que allegasseu á donde estaba el
mán y Belisarte, con otros sus compañeros, rey; siendo ya al pie del estrado donde él é
viendo la bondad de sus ayudadores, traba- los otros principes estaban, hízoseuna escu-
jaban loque podían por tener con ellos; des- ridad en la sala, de tal manera que nenguna
ta manera por fuerza echaron sus contrarios persona se vía á otra; en las damas fue el
del campo ya á horas que el sol se ponía, por miedo tan grande que cada una se abrazaba
tanto no tanto á su salvo que Vernao y Tre~ con el que más cerca de si hallaba; esto no
morán y Tenebrot no fuessen sacados del duró mucho que la oscuridad se deshizo, y
campo casi muertos, por las muchas heridas allí delante de todos quedó un león y un ti-
que de sus manos recibieron y de la mucha gre envueltos en batalla, hiriéndose tan sin
sangre que perdieron; el rey, viendo que los piedad como aquellos que no la sabían tener
ingleses iban de vencida y del todo desbara- de sí meemos; en esto entró por medio de la
tados, mandó tocar las trompetas en señal sala una doncella con un bastón dorado en
de acabar. El príncipe Graciano recogió los las manos , y tocándolos á entramos caye-
suyos, que salieron tan contentos cuanto ron en el suelo tan muertos como si nunca
el prescio de la Vitoria merecía, y assí en- tuvieran vida; mas esto no fue tan presto
vueltos en la sangre de su vencimiento, jun- hecho, ouando ellos se tornaron á levantar
tamente con los tres compañeros, se vinie- en figura de toros grandes y fieros, que la
ron á los cadahalsos para acompañar al rey mayor parte de la gente estuvo para huir de
y á la reina con los mas señores y principa, ellos, sino algunos caballeros famosos, que
que bajaron tan acompañados de instrumen- allende deste miedo hacer poca impresión en
tos como chirimías, trompetas y atabales, y ellos, consolaban á las damas de vallas loa
otros de otra manera, conformes al día y á su colores perdidos, riéndose del temor que reci-
placer, cuanto para tantos príncipes tamaña bían. Los toros se apartaron el uno del otro
tiesta era necessario, y assí llegaron á pala- algún poco, y arremetiendo el uno al otro, se
cio, ádonde so apearon, hablando de las ha- encontraron con tanta fuerza, que la sala
zañas de aquel día, teniendo en mucho la parecía asolarse, e de la fortaleza con que se
virtud de quien las obrara, cosa que alguuos encontraron vinieron entramos al suelo,
no croían dellos; mas esta calidad tieno ella: echando por la boca y narices un humo tan
manifestarse por sí. negro, que se tornó á oscurecer la sala como
la primera vez; deshecha la oscuridad, que
Cap. XLYII. — Cómo se conocieron los tres no duró mucho, quedaron los tres caba-
lleros armados do sus armas con los rostros
caballeros que vinieron al torneo, y de
cómo se supo de Palmerin de Ingalaterra y descubiertos, y el que de antes traía el es-
su hermano cuyos hijos eran. oudo cubierto, hallóse con él desatapado, y
en él la devisa que solía, que era en campo
Aquel día el rey se sentó á la mesa con el blanco un salvaje con dos leones por una
emperador Trineo, y el rey Arnodos, Recin- trailla; llegándose al rey, que ya le quería
dos y el soldán Belagriz, y en otra mesa don abrazar por habelle conocido, le besó las ma-
Duardos, I'riinaleón, Vernao, Beroldo y Flo- nos, dioiendo: «Señor, haga vuestra alteza
ramán; y en otra el caballero de la Fortuna, honrra á esto caballero que aquí está, que es
Graciano, Dramusiando, Platir, Mayortes, y el gran sabio Daliarte vuestro servidor, á

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PALMERIN DE INGLATERRA

quien vuestro cuidado siempre dolió muoho agüelo, sin lo saber, le tornó á confirmar 83casi
para lo sentir y deseo para os servir en todo» ; por espiración divina; pues Floriano del
el rey, que ya le conoció por su fama, cuando Desierto no es otro sino este caballero del
le vio tan mancebo e bien dispuesto, oyendo Salvaje que vos como madre oriastes y como
siempre decir su sabiduría, parecíale no ser á hijo ajeno tenéis olvidado» . Flérida puso
posible que un hombre de tan poca edad al- los ojos en don Duardos tan reciamente tur-
canzase tan grandes cosas; entonces, tomán- bada, que no sabía de sí, porque también el
dole en los brazos con mucho amor, decía: placer como el pesar hace aquestas mudan-
cPor cierto, Dallarte, aunque yo no os de- zas en quien las recibe de cosa que no espe-
biessc más que entregarme vivo á Desierto, ra; ydon Duardos puso también los suyos en
cosa que yo no esperaba, es cosa que no se ella, y assí Palmerln en Desierto, mas cono-
puede pagar». cSefior, dijo Daliarte, la ra- ciéndose sefueron abrazar, y el rey, que su
zón que yo tengo para serviros es tamaña, edad no era ¡tara tan grande sobresalto, se
que ella me puso siempre en esta obligación, acostó en la silla, llamando á Daliarte le
por donde vuestra alteza me es en menos dijo: «jOh, Daliarte, no quisiera este placer
cargo que lo que piensa; y porque el mayor tan súpito, porque mi flaqueza no es para su-
servicio que yo en alguna hora os podía hat«r frir sobresalto tamaño y tan poco esperado;
está aun encubierto, siénteme vuestra alteza ruégoos que me digáis cómo sabéis vos esto,
y óigame, porque querría que mis palabras que puesto que siempre lo sospeché, no lo
acrecentassen estas fiestas con más razón de
creo por el placer que de ahí recibo» . Daliar-
las que ellas se hacen»; el rey, puesto que te le dijo: «Señor, yo os mostraré la verdad
no sospechaba lo que podía ser, por ser cosa tan clara como es necessario para creer lo
que el tiempo traía olvidado, creyendo que que digo» . Entonces sacando un pequeño li-
sería alguna cosa de placer, se tornó á sen- bro del seno, leyó poco por él, porque aque-
tar yllamó junto consigo á Desierto, que es- llo bastó para hacer venir ante si al salvaje
taba de rodillas hablando con Flérida y con que loe criara y á su mujer, y entrando por
don Duardos; después de todos sossegados, el la sala como personas que nunca en otra par-
gran eabio Daliarte, puniendo los ojos á to- te como aquella se vieron, Palmerln, que le
das partes, los afirmó en Flérida, diciendo: conoció por haber menos días que le viera, so
«Por cierto, señora, claro está que la vista fue á abrazar con él, y Floriano con su mu-
de don Duardos os quita de la memoria el jer, ySelvián su hijo, assimesmo con la ro-
acuerdo de las otras cosas, y mucho más la dilla en el suelo, cortesía poco acostumbrada
de vuestros hijos, e para vos acordar desto entrellos; mas Selvián no por la naturaleza,
no debía ser assí, porque á quien sus obras mas por la crianza lo aprendiera; mas ella,
máa placer dieron fue á vos, e la fortuna, con lágrimas en los ojos, no sabia cuál pri-
que en su nacimiento los puso en trabajo y mero recibiese. Flérida, que aquella hora se
estado que su alta sangre estuvo para ser acordase de la pérdida de sus hijos y no que-
sacrificada á dos Icones por mano del salva- dasse tal que tuviesse acuerdo para nada,
je que los hurtó, essa les tornó á poner en después que Palmerln tuvo metido en acuer-
tamaña alteza de fama en las armas, que no do al salvaje, llególe al rey, que juntándole
tan solamente pasaron á los de su tiempo, consigo le preguntó por estenso la crianza de
mas en el otro pasado no hubo quien tanta aquellos infantes, é informado públicamente
gloria dejasse como la suya será, ni por venir de lo que paseara, apretando consigo á Pal-
por muy largos años yo no alcanzo quien con ínerin, puestos los ojos en el cielo, decía:
mucha parte los iguale; pues quien tales hi- «Señor, esto era el postrero bien que dessea-
jos perdió no debía vivir tan sin cuidado de ba ver; ruégote que agora me lleves antes
tamaña pérdida que los otros placeres la hi- que la fortuna no me enseñe algún revés
jeasen ausente deste acuerdo; por tanto dél». Entonces, tomándolos á entramos por
acuérdeseos de las palabras que Pridos os la mano, los entregó á Flérida, á la cual con
dijo el día de su nacimiento, y del perdi- las rodillas en el suelo besaron las manos
miento de don Duardos, que le dijera una muchas veces; ella los tuvo abrazados algún
doncella de Argónida de su parte; ya veis tanto, saliéndole algunas lágrimas de placer
cuAn verdaderas salieron; vuestros liijos es- acordándose de la batalla en que ya los vie-
tán juntos con vos, y son tales, que han sabi- ra dentro en Londres, e cuán presto estuvie-
do pagar el pesar que ya os dieron. Vedes ron de morir en ella. Don Duardos los abra-
allí á Palmerln de Inglaterra, que tantas lá- zó, no pudiendo encubrir tan grande alegría;
grimas ostiene costado y á quien vos posis- porque cuando es grande 6 de cosa que mu-
tea el nombre por su nacimiento conforme al cho se dessea, puédese más dissimular, y lue-
de vuestro padre, y después el emperador su go por su mandado hicieron su cortesía al

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84 LIBROS DE CABALLERIAS

emperador Trineo, al rey Recindos y Ame- batalla de Dramusiando é de sus gigantes, él


dos, como á personas que de nuevo conocían, les dio cuenta de todo é lo que más passó se-
puesto que Palmerín, cuando llegó a Prima- gún atrás se contó; fuéronse á la cámara de
león á le hacer su acatamiento, acordándose la emperatriz Agrióla, á donde aquel día co-
ser padre de su señora, fue con mucha mas mieron la reina é Flérida, á donde después
obidiencia que á los otros, cosa que á todos de sentados dijo el rey á Daliarte: «Agora,
pareció que lo hacía por ser hijo del empe- amigo, quería saber de vos lo más que ano-
rador, cuyo criado ora; en palacio fue el pla- che os preguntó que no me quisistes decir,
cer tan grande, que bien se parecía que era é también cuyo hijo sois, porque no puedo
general; la reina estaba con sus nietos tan creer que hombre de tan alto precio y estre-
contenta, que no quería que nadie los gozas- mado esfuerzo, cosas que pocas veces se jun-
so sino ella. El salvaje y su mujer, con Sel- tan, sea niño de generación singular». «Co-
vián, tan alegres de le ver tan gentil man- sas hay, dijo Daliarte, que yo no quería decir,
cebo, yfuera de su traje como de cosa no es- mas mandándomelo vuestra alteza no puedo
perada. Palmerín mandó á Selvián que los hacer otra cosa: el caballero por quien me
llevasse á su posada; y por ser ya tardo qui- pregunta que ayer entró en el torneo, llá-
so el rey que se recogessen todos, mandando mase Blandidón, y porque Floriano vuestro
aposentar á Daliarte y al caballero, pregun- nieto os lo dirá menos público de lo que yo,
tándoles primero quién era; mas Daliarte le por esso no lo digo; cuanto en lo que á mi
dijo: cSeñor, el caballero es de mucho pre- toca, no sé si lo diga, porque en ello puedo
cio, a88Í en las armas como en la geneología desservir al señor don Duardos; baste confes-
donde viene; á la mañana os diré lo más que sar que Argónida nos parió á Pompides y 4
dél queda por decir, si aparte lo quis6iéredes mí». Don Duardos, que en las haldas de Flé-
oir» . 1 mego se recogeron cada uno á su po- rida estaba echado, no quiriendo que aque-
sada, esperando por la mañana para con más llas cosas anduviessen encubiertas, viendo lo
razón tornar á sus fiestas, que allí son ellas
que passaba, se levantó en pie, diciendo ha-
bien ordenadas, á donde Dios no recibe ofen- cia el rey: «Señor, Daliarte y Pompides po-
sa y las gentes toman placer. déis tratar como á vuestros nietos, pues lo
son; é vos, señora Flérida, no os pesse do
oir, pues el fruto que desta culpa nace paga
Cap. XLVDII. — Cómo se supo quién eran el yerro della, allende de ser poca la que en
Pom pides y Daliarte, y cómo el emperador este caso tengo». Luego contó todo lo que
y reyes se partieron. passara con Argónida, de la manera que fue-
ra á su isla y las maneras que tuvo para haber
Tan grande fue el placer de todos con sa- dél aquellos hijos, de que el rey recibió gran
ber aquellas nuevas, que á nenguno le pare- placer. «Y cuanto al señor Blandidón, dijo
ció que le quedaba la menor parte dellas; á don Duardos, yo no sé quién es, mas pues
otro día por la mañana, el rey se levantó que Floriano lo sabe, díganoslo y serville
temprano, ó yendo á buscar á sus nietos á la hemos como á persona de tanto precio como
possada, vino acompañado dellos y de Pri- él parece». «Por cierto, dijo Floriano, por
maleón é de Vernao hasta el aposento del esso le pueden á él tener en toda parte, por-
emperador Trineo, que ya le hallaron le- que todas sus calidades son dignas de mu-
vantado; de allí se fueron juntamente á la cho merecimiento». Flérida perdonó allí i
possada de Amedos é Recindos, que también don Duardos, riéndose de lo que passara con
salía para se venir á ellos, ó yendo á la igle- Argónida, loando mucho el yerro que tal
sia mayor de Londres, donde estaba apare- desculpa dejara; y quiriendo Daliarte y Pom-
jado para les decir missa, la oual oyeron con pides besarla las manos, ella los abrazó con
mucha solenidad, después de acabada, se amor de madre, y con esse les trató siempre;
tornaron á palacio, acompañados de tanta de allí se recogeron cada uno á su possada.
gente popular que venían por ver á sus nue- Palmerín de Ingalaterra hizo mucha honrra
vos príncipes, que casi no podían ir por las á Daliarte, tiniendo en mucha dicha tener
calles, é sentados á las mesas que hallaron con él tal parentesco. Don Duardos supo se-
puestas, comieron según la ordenanza del cretamente quién era Blandidón, y por no le
día de antes, haciendo el rey é todos aque- dar pena, le tuvo mucho tiempo por su hijo
llos señores tanta honrra á Daliarte como á hasta que fue forzado, por su provecho, de-
hombre de mucho precio, ó á quien mucho cille la verdad de lo que era; con descu-
se debía. Acabado el comer, que todo se gas- brirse estos hombres tan señalados quién
tó en preguntalle de qué manera Floriano eran, se acrecentaban las fiestas en mucha
fuera sano de las heridas que recibiera en la cantidad, quo por más de quince días no hobo

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PALMERIN DE INGLATERRA 85

otra cosa sino fiestas y torneos y de noche chos halláronla tan grande, que parecía un
saraos, do había damas hermosas á quien laberintio, de una y de otra parte colgada de
muchos se aficionaron mientras vivieron; en tapicería en que los infantes Palmerín y Flo-
el fin de los cuales Arnedos y Recindos, que riano tanto tiempo se criaron, que eran pieles
también desecaban dar aquel placer á los de alimañas que el salvaje y sns leones te-
suyos, se despidieron del rey y do don Duar- nían muertos por los muchos días que en ella
dos, y el emperador Trineo hizo lo mismo, viviera, y destas había tantas, que parecía
puesto que no quiso irse hasta ver la torre de empossible haber tantas en toda aquella flo-
Dramusiando, que le decían ser mucho para resta; mas mucho más se espantaron de ver
ello. Esta determinación 6uya lo hizo hacer la manera de la cueva, que era tan grande y
á muohos, y no consintieron Arnedos ni Re- tan bien hecha y de tantos aposentos y cá-
cindos que se fnessen hasta que todos tor- maras, que parecía que en otro tiempo sir-
nassen allá, para ver á dónde tanta gente viera de aposentamiento de algún príncipe;
cupiera. A otro día después desto estar con- y era razón que assí pareciesse, puesto que
certado, elrey y reina y emperatriz Agrióla no fue assí, por ser obrada de las manas de
y Flórida, en compañía de los más royes y aquella gran sabidora infanta Melia, que allí
príncipes, se partieron de la ciudad de Lon- moró algunos anos en el tiempo del rey Ar-
dres camino de aquella famosa torre, en mate su hermano, según en la su corónica
aquel tiempo tan nombrada y temida por más largo se cuenta; ésta y Urganda fueron
el mundo, de que agora ya no hay me- en un tiempo, como en las Sergas de Espían-
moria, puesto que esto es mucho d espantar, didn (•) se dice; acabada de ver la grandeza y
pues vemos que muchas veces las cosas de hechura de la cueva, se tornaron para las
admiración tan presto como passan se ol- tiendas, donde fueron reoebidos de aquellas
vidan. señoras que con ellas quedaron. PrimaleÓn
contó muy por estenso assí á Flérida la ma-
nera del aposento en que sus hijos se criaron,
Cap. XLIX. — Cómo todo» aquellos señores de que daba muchas gracias á Dios por la
llegaron á la torre de Dramusiando, y de merced tan señalada que dél recibiera.
lo que en ella les aconteció. Aquella noche repossaron en la floresta,
servidos todos tan abasto como si estuvieran
Todos los caballeros mancebos se ataviaron en la ciudad de Londres; otro día se partieron
do armas ricas y las más galanas que cada hacia la torre y fueron á comer al medio ca-
uno podía hallar para la jornada de Dramu- mino, y antes de horas de vísperas se hallaron
siando, esto más por parecer bien á las da- en aquel gracioso valle, riberas del río que por
mas que por pensar que habían de ser me- medio corría, cosa tan alegro para la vista,
nester; llegando el día de la partida, no que parecía más pintada que natural, puesto
consintió el rey que nenguna de la gente po- que la naturaleza aquí de todo es tan esce-
pular fuesse allá sino los servidores necessa- lcnte maestra, se esmeró allí de manera que
rios; el primer día fueron á dormir á la flo- se creía que el juicio de nenguna otra perso-
resta del Desierto, donde estaban aparejadas na, por sotil que fuesse, alcanzaría tanto que
tantas tiendas como para tantos caballeros pudiesse imaginarse en si una floresta tan
era necessario, y llegaron á tiempo que pudo singular como la que la naturaleza allí pas-
haber monterías con que recibiessen placer, 8o; no andaron mucho por aquel valle, cuando
y que á Flérida daban poco, porque se acorda- por el mismo camino vieron hacia á sí venir
ba lo que aquella floresta costara; acabado de gran suma de monteros con su vocería, y
montear, hicieron parecer ante sí al salvaje, delante dellos mucha diversidad do caza,
que ya parecía otro hombre vestido con unas assí como puercos, venados y otras alima-
ropas de Palraerín su criado, á las cuales ñas monteses huyendo (*>n mucha priessa,
entallaba poco; allí contó por estenso cómo metiéndose por entre los pies de los palafre-
tomara á los infantes el día de su nacimiento nes en que las damas venían; fue el miedo
y á qnó parte estaba la cueva, á la cual todos tan grande en ellas, con rócelo de caer, que
aquellos señores quisieron ir á vella, y llega- por tenerse echaban la mano de aquél que
dos allá, PrimaleÓn fuo el primero que entró más presto hallaban; en esto I09 monteros
dentro, ytras él Muyortesel gran canyBela- desaparecieron y la caza se passó á nado ilo
griz, soldán deNiquea, de que hasta aquí no la otra parte del río, cosa de que algunas se
se ha hecho mención, por lo cual no dejaron espantaron, mas no los que conocían que eran
de ser tratados en las fiestas y en todo como
personas con quien tenía mny grande amis-
(•) Cf. los cape CI, CX, CXVII y CXXI de la*
tad; entrados en la cueva, ellos y otros mu-

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86 LIBROS DE CABALLERIAS

obras da Dallarte; fuera de esto, viendo fue- sea poner en servicio dellos, y ño en ofensa
ron otras muchas cosas A que no sintieron el de nenguno». Tamaño fue el alboroto que
camino hasta que llegaron á vista de la gran estas palabras hizo en el corazón de cada
torre de Dramusiando que de lejos parecí* ; uno, que había ya diferencia quién iría pri-
el sobresalto que hizo en los corazones de mero. El rey dijo al escudero: «Amigo, di-
muchos fue tan grande, que hizo olvidar todo réis ávuestro señor que su empressa es muy
lo passado, y viniéndoles á la memoria lo que alta y la intención que aquí le trajo digna de
allí pasearon, y mucho más en el de Flérida, loar, y que si las obras dicen con el parecer,
que sabiendo ser aquella casa donde don que no debe tener su señora en poco su ser-
D uardos tanto tiempo estuviera presso, no vicio; mas esto no tienen ellas, que nada se
pudiendo tanto dissimular ('.) su dolor que satisfacen de razón, antes todas sus cosas por
las lágrimas no lo descubriessen. El rey y el acidente 6 apetito son gobernadas» ; el escu-
emperador iban loando la labor dól, pregun- dero se tornó á la puente, y no había acá*
tando áDramusiando quién fue el primer bado de dar el mandado, cuando Tenebrot
inventor de su obra. «Señores, dijo él, Eu- ya estaba en ella pidiendo justa, de la cual
tropa mi tía le hizo desde el primer cimien- fue satisfecho, que apartándose el de la
to». «Por cierto, dijo Trineo, no de mano de puente lo necossario, se encontraron con tan-
mujer me parece» . Dijo Dramusiando: «¿Qué to ímpetu, que el caballero perdió una es-
hay en la puente?» ; y mirando todos por ver tribera mas
, Tenebrot fue al suelo por las
qué sería, vieron encima de la puente á un aneas del caballo, de que quedó poco alegre,
caballero aparejado de justar, tan bien apues- y los que lo vieron también, tiniendo su es-
to en la silla como cuantos hubiessen visto; fuerzo en mucho; tras él Luymán de Bor-
y no sabiendo quién fuesse, mirábanse unos goña, que del primer encuentro vino al sue-
á otros por ver si alguien faltaba de la com- lo; Belcar, que aún en aquel tiempo dessea-
pañía, yno hallando nenguno menos, no po- ba esperimentar su persona entre los otros
dían sospechar quién de fuera tamaña im- mancebos, abajó la lanza poniendo las pier-
pressa quisiesse acometer como querer de- nas al caballo, mas el de la Puente, que. en
fender el passaje á tantos. El caballero es- medio della lo recibió, le encontró tan dura-
taba en un caballo overo grande, armado de mente, que á él y al caballo echó en el sue-
armas negras y blancas con flores de plata lo; ytomando otra lanza de las que estaban
por ellas, en el escudo en campo blanco un arrimadas al castillo arremetió á don Ros-
rostro de mujer sacado del natural de su se- bel, que le decía que se guardasse, y puesto
ñora, que ni el de Altea, por quien Flora- que del encuentro el caballero de la Puente
mán hizo tantas cosas en Costantiuopla, no le se abrazó á la cerviz de su caballo, don Ros-
igualaba con gran parte, ni el de Polinarda bel tuvo compañía á los otros; de la mesma
hacía ventaja en nenguna cosa; en la bor- manera aconteció á Tremorán, Guarino, Fri-
dadura de una ropa de oro que traía vesti- so!, Graciano, Blandidón y á Floramán, de
tida, decía en unas letras: Mirauuabda. que Polendos quedó tan descontento, que
En esto vieron salir de la puente un escude- quisiera también ir á justar si don Duardos
ro, yllegándose á uno dellos, dijo tan alto no se lo quitara. Todos fueron derribados por
que todos lo oyeron: «Señores, el caballero el caballero en tan pequeño rato, que algunos
que está en la puente dice que él vino de hacía pensar que podrían ser aquellas cosas
muy lejos, por mandado de una señora á de Dallarte; mas esto no era assí, antes era
quien sirve, á probarse en las aventuras desta la fuerza de quien los daba sostenida en el
fortaleza de quien tanta fama había por el contentamiento de la imagen de su escudo y
mundo, y llegando á ella hallé ya los encan- en el acuerdo de quien tamaños peligros le
tamientos deshechos y la fuerza de Dramu- ponía. Tras esto vino el principe Floramán,
siando yla de sus compañeros destruida por pareciéndole que si la vitoria de aquel caba-
mano del valiente Palmerfn de Ingalaterra, llero de la fuerza de algunos amores nacía,
y los prissioneros que estaban dentro pues- él jwr aquella manera no desmerecía nada,
tos en su libre poder, do que está asaz ale- ni menos á su parecer la hermosura de su
gre por la mucha parte que en ello le cabe, señora Altea debía ninguna cosa á la de su
y agora, por no tornarse en vano, sabiendo escudo, que este engaño tienen los corazo-
que aquí vienen los mejores caballeros del nes enamorados cuando del todo están entre-
mundo,- que dessea justar con algunos para gados, ycon esta confianza entró dentro on
ver lo que tiene en sí; batallar de las espa- la puente, diciendo: «Señora, si alguna cosa
das dice que no lo hace, jwrque la suya des- se me olvidare de serviros, alguna razón ten-
dríadeH para no acordaros de mí; mas quien
(«) £1 original repito aquí «tanto». siempre os sirvió, sufriendo vuestros malea

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PALMERIN DE INGLATERRA

sin esperanza de algún bien, ¿por qué no le gran recelo como essas palabras me dieron,
favorecéis en un trance como éste, para con por lo cual, si me queréis decir quién os el
este placer satisfacer la tristeza paseada?» caballero, si necessario es encubrillo, y por-
Acabadas estas razones, dichas entre sí y que assí esso secreto do mí como do vos le
tan paso quo sólo él y su amor las oían, puso podéis ñar, tendrélo en mucho» . «Muy bien
las piernas al caballo, y el caballero de la sé yo, dijo Daliarte, (pie á vos no se debe
Puente lo recibió con otra furia igual á la encubrir nada; el caballero se llama Floren-
suya, y quebrando las lanzas ¡«asaron el uno dos, á quien los amores desta mujer trae tan
por el otro tan airosos como ellos eran; mas á maltratado como á vos los do su hermana; su
la segunda carrera Floramán y su caballo nombre no le sepa ninguno, que esta os su in-
lueron al suelo, de que quedó tan triste y tención». «Señor Daliarte, dijo Palmerín, ¡que
descontento de se ver assí vencido, en parte escusada cosa me parecería pensar do enco-
donde tanto desseaba la vitoria, que tornó á brirso nadie de vos!». Floriano del Desierto
decir: «Señora Altea, ya sé que esto me vie- se levantó enojado de sí, y el caballero de la
ne de no merecer serviros, pues en todas las Puente lo mesmo, y tornando á cabalgar lo
cosos que desseé hacer me sucede tan mal» . mejor que pudo solo con su escudero, se fue
El rey y el emperador Trineo y los otros re- por el campo abajo sin nunca querer que lo
yes quedaron poco contentos de ver aquel conociesscu, desechando el loor que cada uno
descontentamiento en Floramán, por ser na- le quería dar de sus obras, diciendo que los
cido de acuerdos tan antiguos necessarios de hombres han do ser buenos para ser cono-
ser olvidados. El caballero de la Puente án- cidos.
dala tan contento do sí, que parecía que toda
aquella gente era poca para él; en esto llega-
ron á él el príncipe Beroldo y Onistaldo y Cap. L. — Cómo, acuitadas loa justas, entra-
Pompidcs, y puesto que todos fuessen éntre- ron juntos en la torre, y de lo que allí
nla dos caballeros, el de la Puente los derri- más passó.
bó, aunque no con tanta ventaja como á los
otros; el caballero del Salvaje, pareciéndole Tanto que el caballero de la Puente fue por
vergüenza vencer un caballero á tantos y él el valle abajo, por algñn espacio quedaron
no ser de los primeros, enlazó el yelmo, co- hablando en sus obras, desseando saber quién
rrido de ver las damas de la emperatriz loar fuosse, y algunos importunaron á Dallarte
tanto al caballero de la Puente, y arreme- que lo ipiissiesse decir, mas nunca se pudo
tiendo áél con la mayor fuerza que pudo lle- acabar con él; solamente dijo á Primaleón
var, se encontraron entramos con tanta fuer- que era persona de gran precio, «y quien á
za, que quebraron las lanzas sin poderse do- vos, más que á ninguno, dessea contentar ó
rribar, y el de la Puente andaba tan enojado al menos remedar vuestras obras; los amores
de ver el bulto do su sonora algún tanto des- desta mujer, el cual nombre tray en el es-
hecho de un encuentro, que ya se arrepentía cudo, le traen apartado de la conversación
de no hacer batalla de las espadas, y tornando tiestos señores, con quien tiene mucha amis-
el uno contra el otro, á la cuarta carrera fue tad y deudo; vino aquí por su mandado á
con tanta furia é los encuontros tan bien da- probarse en la aventura de Dramusiando;
dos, que no pudiendo los caballos sufrilloa hallóla ya acabada, y para saber para cuánto
vinieron con sus señores al suelo; é porque era, justó con quien desseaba servir» . Don
esto era ya casi noche, Palmerín no tuvo D nardos le rogó que dijesse el nombre de la
tiempo para justar, cosa para él tan grave, persona á quien servía sin que perjudicasse
pareciéndole que en ello ofendía el parecer alguien, «sabremos la causa que tiene para
de su señora, que quisiera antes perder el perderse por ella» . «Señor, dijo Daliarte, su
mundo, si fuera suyo, que dejar de probarse nombre es Miraguarda, y su parecer tal, que
en cosas que todos faltaron ; mas Daliarte, para quien bien sintiesse iniralla ha para ver
que lo conoció en él, le dijo en secreto: «No lo que nunca vio, y guardarse ha para no ver-
os pese, señor Palmerín, no haber justado se en los peligros que ahí so pueden nacer.
con el caballero, que cualquier cosa que con Es natural de España, hija del conde Arllao,
él passareis sé yo que os pessara, por el des- persona de mucho precio, y ella en tanto es-
placer que recibiera la señora Polinarda». tremo hermosa, que nenguno la vio una vez
«Vos saláis tanto de todo, señor Daliarte, quo no quiso poner la vida por vella otra» .
dijo Palmerín, que no es mucho que sepáis «Del conde os sé decir, dijo el rey Becindos,
lo que en ello me va, por lo cual quiero re- que es quien vos decís; de la hija no sé nada,
cebir el pesar de no haber justado con el porque al tiempo que salí de España era de
caballero, en placer de me ver fuera de tan tan poca edad, quo no se decía nada della».

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88 LIBROS DE CABALLERIAS

En esto entraron en la torre llevando a aque- España, sin más compañía que dos escude-
llas señoras por la mano, adonde, después ros, no quiriendo llevar consigo sus hijos,
do sor dentro, tuvieron en tanto los edificios porque más en edad de seguir las armas que
della, que la miraban por cosa de maravilla, de reposso estaban; á otro día se partió el
loando en estremo la confianza que Dramn- emperador Trineo, dejando también los su-
siando de sí mesmo tenía; y después que yos contra voluntad de la emperatriz, yendo
vieron la manera de la prisión tan suelta en satisfecho de sus obras, cosa que mucho se
quo tuviera á aquellos señores, los corredo- debe estimar cuando ellas son buenas. El rey
res y ventanas y terrados quo caían sobre el se tornó á Londres con toda la otra compa-
río, que estaban tan bien asentadas y alegres ñía, yde ahí se despidieron el soldán Bela-
que alborotaban los espíritus para dessear la griz y Mayortes, con tamaña soledad de don
conversación dellas; allende desso las ramas Duardos como le hacían sentir el amor que
de los álamos, que de lo hondo del río salían, siempre se tuvieron; mas primero que se
hacían tanta sombra en aquellos palacios, y fuessen, don Duardos apartó al soldán, di-
dábales tanta gracia, que encendían el desseo ciendo: «Señor, bien pienso que se os acorda-
para gozallos y nunca salir dellos. Aquella rá al tiempo que desencanté al rey Tarnaes
noche cenaron con tanta abundancia de co- de Lacedemonia, lo que en mi nombre con
sas aparejadas por Dramusiando, como si su hermana passastes, de que entonces me
fuesse en tiempo cuando estaba en su prospe- pessó mucho, mas agora ya se puede todo ol-
ridad; áotro día, porque Flérida no podía es- vidar por el fruto que de ahí salió; sabe que
tar en parte donde tanto pessar le naciera, se Blandidón es vuestro hijo y suyo, y yo no lo
partieron muy temprano, haciendo primero he querido decir hasta agora la verdad, por-
Palmerín merced de la torre á Dramusiando, que me guardé para tiempo en que mejor lo
que la tomó dél con intención de servírsela podiesse hacer; si quissiesses desconocer el
en mayores cosas, como después hizo, pu- yerro de vuestra fe y seguir la verdadera,
niéndola nombre Estremo de Fortaleza, que vuestro pueblo hará lo que vos quissiéredes, y
ella muy bien parecía, assí ]K>r la mucha que casaréis con Pandricia, que hace la vida que
en el había como por lo que ya allí aconte- ya habéis oído y gozaréis á ella y á un hijo
ciera. De ahí fueron al apossento de Daliarte, tanto para estimar» . Algún tanto estuvo Be-
que no era muy lejos, tiniendo siempre en el lagriz que no respondió á don Duardos, pas-
camino muchas invenciones de cosas de pla- sándole por la memoria la calidad de aque-
cer con que engañaban el trabajo del camino; llas cosas, que cuando ellas son grandes mu-
mas tanto que entraron en el Valle Escuro cho en las pensar y poco en ejecutarse ha de
donde Daliarte tomó el nombre, fueron com- tener, y puniendo los ojos en don Duardos,
batidos de tantas, que no sabían si recibies- dijo: «Por cierto, señor, nunca tan trabajado
scn placer ó espanto, porque si algunas eran me vi con nenguna cosa que el tiempo y la
para reir y recebir placer, luego se mudaban fortuna me ofreciesse, como agora estas pa-
en otras de tanto temor y miedo, que hacían labras me pussieron; á Blandidón estimo tan-
perder el gusto á todo, puesto que esto en- to tenelle por hijo, que pienso con él hacer
traba sólo en el corazón de las damas y gen- lo que nunca tuve en voluntad; con todo, me
te flaca, que los caballeros, con cosas de pla- quiero ir, y la determinación que allá toma-
cer holgaban y ci>n las contrarias no so en- ré vos la sabréis de mí» . Assí se partió el
tristecían, porpie sabían lo que era; allende soldán Belagriz sin más conclusión de sus
de todas estas cosas, que eran mucho para cosas, puesto que después la tomó buena, y
ver, sólo la manera del valle daba tanto en con su ida y la de Mayortes se alborotaron
que pensar, que esto bastaba para se tener otros para irse, los cuales fueron Polendos,
en mucho el placer de Daliarte; mas después Belcar, Yernao, á quien los amores de Basi-
que al assiento de las casas llegara, quo era lia no dejaban repossar. Tras estos se fue Pri-
en lo más hondo del valle, do estaban edifi- maleón, con gran soledad de Flérida. que le
cadas, no hubo perssona á quien la intención quería en muy grande estremo, llevando
y manera no espantaste, por tanto no escri- muy determinado de caminar sin nenguna
bo la manera de su composición, que sería compañía y passar por las aventuras que la
dañar con palabras lo que con ellas mal se fortuna le descubriesse y esperimentar su
dice . persona en los peligros de que ya estaba
Allí los tuvo Daliarte algunos días tan ser- essenta, no consintiendo agravios á ningu-
vidos como lo pudieran estar en ot ra cualquier no, ni fuerzas á quien no las tiene para se
parte, en fin de los cuales Arnedos y Reein- defender con ellas, que la vida y la per-
dos se despidieron de aquellos señores, si- sona para socorro de los flacos se han de
guiendo el uno la vía de Francia y otro de aventurar.

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PALMERÍN DE INGLATERRA

Cap. LI.— De lo que aconteció al caballero tan desdichado, apartado de la conversación


que justó en la puente, que agora por otro de tus amigos, metido en la contemplación
nombre se llama el caballero Triste, de un cuidado sin fin nascido de quien de ti
ton IVimaleón en el Valle Descontento. no le tiene! Miraguarda es vuestro nombre,
quién os le puso, ó nació con la voluntad li-
Partido Primaleón, anduvo tanto por sus bre, ótuvo el juicio flaco para sentir lo que
jornadas por mar y por tierra, que se halló en dijo, que uo sé quién os vea que después se
el reino de Lacedemonia, á donde, viniéndo- quiera guardar de vos ver». Estas y otras
le á la memoria Pandricia, de la manera que palabras passó el caballero Triste consigo
la hallara en el tiempo que allí passó cuan- solo, por do Primaleón conoció que era su
do la perdición don Duardos, desseó tornar á hijo Florendos, y como aquél que passara
vella para saber si en las mujeres algún por otras tales contemplaciones en tiempo
cuidado mora, porque de su condición son de Gridonia, dolíanle las suyas como si fue-
can mudables, que de ninguna dellas se es- ra la principal parte, y llegándose á él le
pera tener constancia; y después de atrav ca- dijo: «Caballero, á quien vuestros cuidados
sar la mayor parte de aquel reino, un día
dan pena ¿no le (lares parte del los?» El caba-
ya tarde allegó al Valle Descontento, á don- llero Triste le dijo: «No los estimo yo tan
de nenguna perssona entraba que no sinties- poco que á ninguno sino á mí los quieran
se assí el nombre dél, y antes que Uegasse ver; mas ¿quién sois vos que en tal tiempo
al apossento de Pandricia, vio dos caballos me estorbáis la contemplación dellos? Por
andar por el campo paciendo, e entrellos co- cierto, si me esperáis, yo os dé la enmienda
noció por las señales el del caballero que
del placer que me quitastes». Entonces, lla-
justara en la puente, y no pudiendo pensar mando ásu escudero que á muy gran sueño
qué razón allí le trujesse, miró á una y otra
dormía, pidió que le diesse sus armas; Pri-
maleón no le respondió, antes, tornando á
parte y vióle echado á sombra de unos* árbo-
les que á la orilla de aquel triste río esta- cabalgar, se apartó por el campo, enlazando
ban, armado de armas negras con madroños el yelmo para esperimentar la fuerza de su
amarillos, que las tomaba todas tan tristes
como entonces el caballero tenía la volun- hijo para ser él mismo testigo della; el caba-
llero Triste, después de enlazado el yelmo,
tad, de donde la invención dellas fuera sa- estando encima de su caballo, viendo la poca
cada; ansí por ellas como por el cuidado que razón que tenía, despedida la saña con que
siempre llevaba, le llamaban el caballero lo dijera, se quiso quitar afuera, diciendo
Triste. Primaleón le desconoció algún tanto, contra Primaleón: «Señor caballero, si las
porque no eran aquellas las armas con que palabras que os dije os dieron algún enojo,
justara en la puente, y llegándose más á él ruégoos que le perdáis y me perdonéis, que
por ver quien sería, le acabó de conocer por con la ira con que las dije me arrepiento» . Mas
el escudo que tenía en las manos, y tenía como a intención de Primaleón fuesse otra,
puestos los ojos en la figura dél, tratándola le dijo: «Don caballero, no soy yo á quien
con tanto acatamiento como si fuera la pro- essas escusas han de quitar de su proposito;
pia por donde ella se sacara; Primaleón se toma la lanza, que yo tengo de ver para
apeó por poderse mejor llegar á él; mas él cuánto sois, aunque lo pruebe á mi costa» .
estaba tan enlevado en sus cosas y en el cui- Entonces se arredraron el uno del otro, arre-
dado dellas, que no se lo estorbara un es- metiendo con tanta fuerza como los caballos
truendo muy grande, diciendo: «Señora,
podían traer; quebraron las lanzas en los es-
¿qué hará quien os vido una vez para per- cudos on la fuerza de los encuentros, to-
derse por vos, y agora que no os vee para es- pándose de los cuerpos y de los caballos;
perar algún bien pide remedio á esta figura Primaleón vino al suelo llevando la silla en-
de vuestra hermosura? Mas ella no lo tiene
tre las piernas, mas no con tan poco acuer-
para dármelo, y si le tiene, niégamelo; dello do que no quedasse en pie, arrancando de su
soy contento, pues vos lo queréis assí; tie- espada con tanta presteza, que Florendos (')
nen vuestras muestras tanto merecer para le tuvo en mucho, y sacando también la
comigo, que me hacen perderme por ellas, suya, señoreado ya de la ira, comenzó de
é yo valgo tan poco para con vos, que no se cortar en aquéllas armas y carnes de su pro-
os acuerdan mis males, sino para me hacer pio hijo con tanto enojo como si fuera su
otros mayores; si os holgáis de matarme enemigo mortal, por donde se prueba que
acabaldo de hacer, y no tendré que sentir, en las cosas de la honrra, entre los eccelen-
y vos sentiréis la pérdida que os viene dello. tes varones, cualquiera opinión della puede
¡Oh, Florendos, hijo y nieto de los más altos
príncipes, y tan dichosos en sus cosas y tú («) El texto: cFrlmaleon».

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90 LIBROS DE CABALLERIAS

más y tiene más fuerza que las amistades más que mi disculpa, yo tengo de ver el
grandes ni los juntos parentescos, que los fin della, y sea á costa de quien fuere».
padres estiman poco matar á sus hijos ni «Pues yo, dijo Primaleón, no quiero que sea
los hijos menos perder á sus padres, como assí, que de una parte aventuro mi vida y
se puede ver por muchos acontecimientos de otra la vuestra que más estimo» . En esto
destos de que las eorónicas antiguas andan vieron que del castillo venía Pandricia acom-
llenas. pañada de sus damas, porque el dolor que
El caballero Triste, viéndose en tan gran- dellos tenía los hacía venir apartallos. El
de afrenta, no sabiendo la ofensa que en caballero Triste, no sabiendo qué querían
ello hacía al padre que le engendrara, co- deoir las palabras de su enemigo, poniendo
menzó áferille tan sin piedad y por tantas la ira á una parte, quiso esperar el fin de-
partes, que en pequeño rato las armas de Has; Primaleón se allegó luego á Pandricia,
cada uno dieron testimonio de sus golpes, que entonces aun le pareció bien, dioiendo:
porque las carnes empezaban á gustar la «Señora, ya estaréis menos descontenta de
braveza dellos; en los escudos no había de- lo que yo os dejé el día que en esta casa os
fensa (yya que la había era muy poco); el metiste»». «Señor, respondió ella, yo no sé
ruido de los golpes tan grande, que por quién sois, mas el dolor que tengo deesas
todo el valle se oían como un retumbido, heridas y de las dessotro caballero me hi-
tan triste como todas las otras cosas pare- cieron acá venir, y pues assí es que os hallo
cían. En esto se arredraron por cobrar huel- concertado en vuestra batalla, ruégoos que
go, y mirando hacia la casa, vieron todas me digáis vuestro nombre, para saber si allá
las almenas de la casa de Pandricia cubier- dentro ó acá fuera os tengo de mandar cu-
tas de tapicería negra de que estaban entol- rar». «Señora, desseé tanto, dijo Primaleón.
dadas, según la costumbre en que siempre siempre serviros, que de muy lejas tierras
viviera; y ella, con algunas de sus damas, vine á éste para daros nuevas de vuestro
puestas entrellas para mirar la crueza de la placer y contentamiento, y pues que á vos
batalla, que era de las mayores que nunca no os tengo de negar nada, yo 6oy Prima-
viera; Primaleón quisiera muchas veces de- león, hijo del emperador Palmerín». Cuando
jalla, mas su corazón robusto y feroz no lo el caballero Triste le oyó nombrar y cono-
consentía; entonces tornaron entramos á jus- ció que era su padre, estuvo para caer, no
tar, diciendo Primaleón: t Agora, don caba- pudiendo sostener tamaño pesar; Primaleón.
llero, quiero ver si la imagen desa señora que sintió en él aquella flaqueza, le ayudó á
que servís os defiende de mis manos» . «Si- sostener, diciendo: «Caballero, quien para
yo para vos, dijo el caballero, hubiera me- se combatir tiene tamaño esfuerzo ¿para las
nester su ayuda, ella me la diera; con me- otras oosas tiene de amostrar tan poco? Yo
nos golpes de los que tengo despendidos , se os conocí muy bien cuando me combatí oon
amansará vuestra gran soberbia; mas para vos; agora os conozco mejor, que sé lo que
tan potas cosas no pido su socorro, y por esso hay en vos». El caballero Triste no tuvo
os defendistes tanto». Con la ira de aque- tiempo para le responder, ni para le besar
llas razones se encendieron de tal manera,
las manos, porque Pandricia llevó á Prima-
que la batalla se avivó en muy gran parte león alegre de le ver en su casa, y las da-
y braveza, y con los golpes se comenzaron mas llevaron á él, y antes de otra cosa fue-
hacer muy gran daño mucho más que de an- ron aparejadas dos camas, entramas en un
tes, que de los escudos no tenían más que aposento, y ellos curados de sus heridas,
las embrazaderas, ]>orque todo lo demás es- que puesto que no eran grandes, la falta de
taba sembrado por aquel campo, porque te- la sangre los enflaqueciera tanto como si
nían las armas tan rotas y tan fuertemente fueran de más daño, que ésta es su calidad
despedazadas, que aquellas carnes estaban donde falta, que no tan solamente en la co-
tan descubiertas quo se hacían muoho daño, y lor se parece, mas la flaqueza de los miem-
porque había grandes dos horas que batalla- bros lo hace claro y manifiesto.
ban, iban enflaqueciendo las fuerzas de cada
uno, en especial las de Primaleón, que ya
Cap. LII. — De lo que pausó Primaleón con
comenzaba de haber dolor de la sangre de
Pandricia, y cómo se fue d Costantinopla,
su hijo, al que dijo: «Caballero, si os parece d donde vino nueva que la flota del soldán
debemos descansar un poco, que para saber de Babilonia era deshecha.
cuya ha de ser la vitoria harto tiempo nos
queda» . tPor cierto, re«|>ondió el, esta nues- Algunos días Primaleón y el caballero
tra batalla fuera bien escusada si vos qui- Triste estu vieron en casa de Pandricia, tan
siérades, mas pues vuestra soberbia pudo servidos y visitados della como lo merecía

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PALMERÍ1Í DE INGLATERRA 91

el preecio de sus personas y el contenta- era el correo que consigo llevaba, diciendo
miento de las nuevas que le dieron de don á todas: «Señoras, este correo viene de la
D nardos ser vivo, cosa que aún no sabía, corte de Ingalaterra; las nuevas que de allá
que puesto que estaba desesperada de le po- trae no las quiso dar á raí sólo, porque si
der haber, contentábase con tener la volun- fuessen tan buenas como yo espero, no las
tad sujeta en 61; á ruego de Primaleón se gozasse yo solo; quiera Dios que ello sea
mudó de aquel asiento para el Jardín de las así, que la tardanza de mi hijo me hace pen-
Doncellas á donde antee estaba; passados al- sar otra cosat . EJ emperador se sentó junto
gunos días allí dándole siempre cuenta de la á ella, é Primaleón mirando á todos con los
prisión de don Duardos y de los que en la ojos por partes, estuvo mirando la mudanza
torre estaban, se despidieron della ; el caba- que el tiempo había hecho en toda aquella
llero Triste, porque su determinación era tor- gente, que el emperador ya estaba muy di-
narse la vía de España, pidió á Primaleón li- ferente de como solía, y Gridonia mucha
cencia para hacello, que no se lo negó por- parte de 8u hermosura perdida, aunque no
que su voluntad, como ya dije, cuando salió era mucho parecelle assí, pues estaba junto
de Londres, fue á caminar solo para solo pas- de Polinarda, á quien en aquel tiempo nen-
ear las aventuras que le aucediessen , y guna sobrepujaba, aunque esto no le pare-
aconsejándole primero en la templanza que ciera áFloreudos si allí se hallara; Prima-
había de tener con sus cosas, á donde el ca- león por algún rato estuvo espantado de la
mino se apartaba le echó bu bendición; to- ver, y mucho más lo estuvo el emperador y
mando cada uno su camino, el caballero los otros de ver que no hablaba, y paseado
Triste tomó el camino de España, tan de- esto llegóse al emperador, puestos los hino-
teoso de llegar á ella, como quien nengún jos en tierra, le dijo: «Señor, si algún tanto
descanso tenie fuera della; aquí deja de ha- me detuve en no decir quién era, no me
blar dél hasta su tiempo, en que se dará en- culpéis, que la mudanza que aquí veo lo
tera cuenta de su vida, pues hasta aquí no causó; las nuevas que desseáis saber de la
lo he hecho; torna á Primaleón, que conti- corte de Ingalaterra, si sabellas queréiB, sa-
nuando sucamino, anduvo tanto sin passar bella8 hois de vuestro hijo Primaleón, que
nenguna aventura que de contar sea, hasta ante vos tenéis, el cual os las dará junta-
que llegó á Coetantinopla, donde tan dessea- mente con todas las que más quissiéredes» .
do era, á tiempo que cada día esperaban la E quitándose el yelmo de la cabeza, como
armada del soldán, que se decía venir tan venía tan fatigado de las armas y del traba-
poderoso y grande, que todo el imperio pa- jo del camino, quedó con unas colores en el
recía poco para tanta gente. Primaleón en- rostro que nenguna diferencia había dél al
tró por la ciudad armado de todas armas día que de allí partiera. El emperador se
por no ser conocido, que su desseo era to- halló tan turbado de aquella venida tan sú-
mar á todos de sobresalto para mayor ale- pita, que por gran rato ninguna cosa res-
gría; descabalgando á la puente del palacio, pondió; mas la emperatriz 6 Gridonia, como
entró en la sala al tiempo que el emperador lo conocieron, con sobra de gran placer se
acababa de comer, armado de armas verdes fueron entramas para él y tomándole entre
fuertes y leonadas, mas tan deshechas como sus brazos le tuvieron tan apretado consi-
aquellas que habían gustado los golpes del go, que por gran pieza no se pudo descabu-
caballero Triste, llevando un continente gra- Uir dellas, derramando cada una del las tan-
cioso ycon buen aire, que por ól había de tas lágrimas con aquel placer súpito, como
ser conocido en aquella casa si la distancia lo pudieran hacer con alguna nueva triste
de la partida no le estorbara; todos le die- que entonces viniera. Basilia se allegó á ól,
ron lugar para que pudiesse mejor llegar y abrazándole, le dijo: «Señora hermana, el
donde el emperador estaba, é sin quitar yel- príncipe Vernao será presto con vos, que
mo, después de hacer el acatamiento que vuestro acuerdo le hace no tener descanso
debía, le dijo que le quissiesse oir delante sin vuestra vista». Y quinándose apartar,
de la emperatriz y de su nuera, para decir vio que la hermosa Polinarda lo tenía por
nuevas de la corte de Ingalaterra. «Vos ve- la falda del arnés pidiéndole la mano para
nís de parte, dijo el emperador, que por oí- besársela; él la levantó en loe brazos, di-
ros es bien que se haga todo lo que quisié- ciendo contra Gridonia: «Señora, no pen-
redee» . Luego se levantó en pie, y acompa- sé que había cosa que tanto cuidado me
ñado de alguno de los que con él estaban se diesse, pues el vuestro bastaba para darme
fue i la cámara de la emperatriz, donde en qué pensar; ella tiene á quien parecer
también halló á Gridonia y á Basilia su siendo vuestra hija, y nieta de la empera-
hija, yendo bien descuidado de saber quién triz mi señora; por tanto, no me espanto

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92 LIBROS DE CABALLERIAS

de su hermosura». El emperador le hizo soldán mi señor pesó mucho, que quisiera


desarmar, y antes que lo dejaaae reposar que vuestra majestad supiera en los tales
quiso saber enteramente las cosas de Inga- tiempos lo que tenía en él». «Por cierto,
late rra, en especial de Palmertn, y después dijo el emperador, del soldán Belagriz co-
de las oir, cuando snpo ser hijo de don nocí ser mi amigo; la nueva que me envía
Duardos y de su hija Flérida y su nieto, el tengo en gran merced, no por el temor que
contento que desto recibió fue tan grande, dellos tenga, sino por la voluntad que en
que no lo pudiendo oncubrir, hizo mil mues- esse caso ofrece; vos reposá, la partida será
tras dello, tan fuera de bu costumbre, que cuando qnisiéredes, que para tan largas jor-
parecía cosa nueva en hombre tan sabio.
nadas algún reposo es menester; mas pri-
Este alboroto fue tan general en todos, por mero me dad nuevas en qué despossición
la crianza que Palmerín en ella recibió, que el soldán queda, para que si fueren como
cada uno mostraba por obra la parte que espero, sentiré el placer que con ellas se
dello le cabía, sino Polinarda, que puesto puede tomar». «Señor, dijo el caballero, ahí
que más que todos se holgasse de aquellas no hay otras sino que desde el día que de la
nuevas y su alegría fuesse más que la de corte de Ingalaterra llegó, siempre está en
los otros, ninguno lo sentía en ella sino Dra- buena disposición, ocupado en contar las
maciana, á quien nenguna cosa suya era se- cosas de allá, que son tantas que siempre
creta; en la corte se comenzaron grandes habrá que decir si hubiere quien las oiga».
fiestas de gente menuda, que caballeros ha- «Vos decís bien, dijo el emperador, que esta
bía pocos, y dos días después de la venida prisión de don Duardos fue cosa tan seña-
de Primaleón llegó Vernao, con que Basi- lada por lo que del la sucedió, que en cuanto
lia acabó de ser contenta y perder el recelo hubiere mundo habrá que hablar en ella».
en que de antes vivía, que en el buen que- Acabadas estas palabras, el emperador se
rer y en la cosa que mucho se dessea, cual- recogió con la emperatriz á dalle aquellas
quier tardanza hace dessear mil cosas que nuevas, y el caballero se fue á su poseída, y
el corazón sospecha; tras él venían cada día á otro día se partió con respuesta camino de
muchos caballeros, con que la corte fue en- Niquea, y la corte del emperador quedó tan
nobleciendo. No passaron muchos días des-
sossegada y segura de los miedos en que es-
pués de la venida destos caballeros, que á taba, como si ño hubiera passado por ella.
la corte llegó un hombre de la corte del sol-
dán Belagriz con recaudo al emperador, que
Cap. Lili. — En que torna á dar cuenta
le recibió como mensajero de tal persona, del caballero Triste.
y dándole una carta de creencia, y después
de habella leído, le dijo: cAgora podéis de- Por lo que nunca hasta aquí se habló de
cir todo lo que aquí sois venido». «Señor, Florendos, hijo de Primaleón, que agora se
respondió él, el soldán besa vuestras manos, llama el caballero Triste, da agora el auctor
haciéndoos saber que dende el día que llegó su desculpa, la cual es ésta: Que al tiempo
á su casa que halló nuevas como el soldán que él salió de la corte de Costantinopla jun-
de Babilonia, con todo su estado y ayuda de tamente con otros muchos caballeros cada
parientes y amigos, con gran poder de gen- uno por su parte, fue su camino tan des-
te venían sobro vuestro imperio con inten- viado de todos como aquí se dirá. Florendos
ción de destruirle, creyendo que lo podrá salió de la corte con propósito de ir á la
muy bien hacer por la falta de caballeros corte de Ingalaterra, y haciendo su camino
que en vuestra corte había; agora, estando hacia aquella parte, fue á una ciudad puer-
para del todo mover su ejército, supo cómo to de mar, á donde halló una nao de merca-
algunos señores de su reino se le rebelaban deres fletada para Ingalaterra ; metiéndose
con todas sus tierras no pudiendo sufrir tan en ella por ir en menos tiempo, salieron del
duro señorío, y porque ésto le fue dicho por puerto con viento próspero; con él camina-
algunos que en la misma consulta eran, ron hasta vista de Ingalaterra, á donde pen-
quiso, primero que ningún movimiento hi- saron tomar puerto si el viento no lo estor-
ciesse, proveer en el sosiego y seguridad de bara, elcual se les trocó tan presto al revés
su estado; mas las cosas estaban ya tan da- de su d 68860, que en pequeño espacio le hizo
ñadas, que no lo pudo hacer sin muerte de perder la tierra de viste; en esto sobrevino
más do cien mil personas de una parte y de la noche con tan grande oscuridad, y el
otra, por donde no tan solamente su armada viento so avivó de tal manera, que el piloto
quedó deshecha, mas él puesto en tamaño perdió del todo el tino del viaje, y los mari-
recelo que, olvidado de tomar lo ajeno, to- neros andaban ten sin acuerdo, que no le
mara por partido lo suyo, seguro de que al tenían para nada que para pensar en la

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PALMERÍN DE INGLATERRA 93

muerte, y no para con bu trabajo esperar agua, en una pequeña islilla, vio un casti-
guarecer la vida; fue el temor tan grande, llo roquero tan bien assentado, que era mu-
que en nenguna persona habla nengún es- cho para ver (' ), y mucho más para temer
fuerzo sino para llorar. el que en los peligros dél se viesse; antes
Floreados, que en una cámara iba oyendo que allá Uegasse cuanto un tiro de piedra,
las grandes voces de todos y la perdición vio riberas del agua tres hermosas doncellas
tan general en que todos iban, saltó fuera, que por debajo de los árboles se andaban
y más con amenazas que con ruegos hacía holgando, gozando las sombras dellos, que
trabajar á los marineros, que ya no lo ha- aquel día era aparejado, por ser más caloro-
clan por parecer escusado; assí se sostuvieron so, andando tan metidas en el gusto de su
basta ser de di a, con la claridad del cual se passatiempo, que no le sintieron sino á tiem-
esforzaron algún tanto, mas no porque el po que no le pudieron huir. Florendos puso
viento fuesse menor, antes cada vez parecía los ojos en todas, y en la que le pareció de
que se doblaba en mayor cantidad; esta for- mayor merecimiento, según el acatamiento
tuna corriera ocho días con sus noches, to- que las otras le hacían, vio tamaña diferen-
das á árbol seco, sin nunca poder ver tierra cia de hermosura, cual nunca pensó v¿ue de
ni saber en qué parte eran echados, en fin una mujer á otras había, teniendo con él
de los cuales, cansado ya el tiempo de los tanto poder aquella primera vista, que en el
perseguir, hizo bonanza, y hallándose tan {tropio instante su corazón, que antes era
lejos de Ingalaterra como aquellos que se ha- ibre, oonvertió su libertad, cuidados des-
llaban en las costas de España, y tan meti- esperados que muchas veces le hacían dessear
dos en ella que casi se hallaron en el fin de la muerte para menos peligro y mayor re-
la belicosa Lusitania, provincia entonces medio de la vida. Como esta afición le pu-
poblada de muy esforzados caballeros, á siesse en aquel desseo sin fin, acrecentóle
donde por la virtud del planeta que la rige mucho más ver en ella una seguridad en
los hubo siempre muy buenos, puesto que esta gracia y desenvoltura, todo conforme á
en aquel tiempo los más famosos eran idos su parecer, cosas que obligan á los hombres
en busca de Recindos, natural rey y señor, á más perderse por ellas; y viendo que se
porque entonces no se sabía dél por estar en recogían al castillo, no tuvo juicio para ha-
la prisión de Dramusiando, como ya se dijo; blalla, que el espanto de lo que viera le te-
y conociendo el piloto la tierra, determina- nía todo turbado; mas después que se vio
ron de salir en la ciudad de Alta Roca, que solo en el campo y vio á ellas dentro, des-
después se llamó Lisboa, cuyo nombre dicen embarazado de la turbación primera, co-
que se llamó por los fundadores della; Flo- menzó á sentir aquellos nuevos acidentes
rendos, viéndose tan apartado de donde lle- enamorados que en su corazón sentía con
vaba su pensamiento, y que su fortuna le tamaños sobresaltos como el amor pone don-
echara tan lejos, no sabía encubrir el pesar de sus obras imprime, y yendo hacia la
que recebía; como con él no se podía cobrar puerta del castillo, la halló cerrada del todo;
lo que su deseo quería, apartóle de sí, y to- en el alto della, que era de pedrería, vio un
mando sus armas, mandó sacar su caballo á escudo de mármol encajado en la mesma
su escudero, no queriendo entrar en la ciu- piedra, y puesto en él en campo verde una
dad, porque en aquellos días más en la flo- imagen de mujer sacada por el natural de la
resta que en los poblados estaban más cier- que viera en el campo, tan al propio, que no
tas las aventuras; assí comenzó á caminar halló nenguna diferencia de una á otra; te-
por el reino de Portugal, passando por mu- nía en el ruedo unas letras que decían Mira-
chas cosas de peligro en que por su honrra guarda; bien le pareció que aquel era su
paseo, que la fama que de allí le quedó le propio nombre, y bien conoció que el nom-
hizo tan conocido en aquella tierra, que no bre decía verdad, que la señora dél era mu-
se hablaba en otra cosa, y assí discurriendo
á una parte y á otra, yendo un día bien des- (M Se refiere el autor al Castillo de Almourol, ni-
cuidado de lo que le podía acontecer, á ho- toaao, efectivamente, en nn islote del Tejo, á 15 ki-
ras de vísperas, siendo en el mes de abril, lómetro* 8E. de Thomar y á 105 E. de Lisboa. Lo
se halló á las riberas de Tejo, que con sus ba comprobado ta Sra. Mieoaelia de Vascoccellos en
ra Vertueh üher den Ritterr ornan Palmeirim de
mansas aguas riega los principales campos
Inglaterra (Halle-Karraa, 1883; pp. 26-27) Estos
de Lusitania, hasta entrar en el mar; como detallen topográfico* demuestran, entre otras cosas, el
en aquel tiempo todo fuesse cercado de altos lusitanismo del aator del Palmerin.
árboles que empedían la vista del agua en El Sr. Poner, al frente de su Palmerin of Jin-
gla nd (Dublin-London, 1904), trae un fotograbado
muchas partes, pues caminando por él arri- que representa el castillo de Almourol, risto deade
ba, no anduvo mucho que en medio del

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LIBROS DE CABALLERIAS

cho para ver y mucho más para se guardar dad de salir, porque él lo franqueó siempre
della; mas la intención por que las letras el campo de todos los que allí vinieron; si
allí se pusieron no era aquélla, mas por que alguna hora le sobraba tiempo, gastábalo por
se guardasen del gigante Almaurol, señor lo bajo de los árboles en contemplaciones amo-
de aquel castillo, de quien después tomó el rosas, contándose sus males á sí mesmo, y
nombre, que él las puso allí para mostrar otras veces quejándose á la imagen que es-
que la imagen del escudo era para ver y él taba sobre la puerta con sosiego para oille y
para guardalla dellos; el cual, para hacer muda para dalle respuesta; en la cual halla-
6u intención verdadera, salió dél a tiempo ba tan poco remedio como se podía esperar
que Florendos estaba leyendo las letras, de una piedra, y con cuanto Miraguarda mi-
adevinando en ellas su mal, armado de unas raba estas cosas, era tan libre de condición,
hojas do acero no menos fuertes que hermo- que ya recebía su servicio para su placer y
sas, en un caballo negro tan crecido y recio dissimulaba lo que vía para lo negar el ga-
como era menester para sostener un peso lardón en todo; en esta aventura estuvo Flo-
como el suyo; dijo contra Florendos: «Por rendos tantos días, que se comenzó á descu-
ciertoj caballero, esas letras os mostrarán á brir la fortaleza de Dramusiando en Ingala-
vos, si las entendiérades bien, cuán escusa- terra y la perdición de aquellos príncipes y
do os fuera este detenimiento» . «Si los otros esforzados caballeros. Y porque la confianza
recelos en que ellas me meten, respondió que á Miraguarda nacía de sus obras era
Florendos, no fuessen mayores que el miedo grande, le envió allá creyendo que aquella
que vuestras palabras me ponen, yo los pas- aventura se acabaría por él, y ella quedaría
caría con menos dolor de lo que agora ellas con la honrra de tan crecida vitoria, pues
me dan»; y assí de palabras en palabras vi- por su mandado entrara en ella; partido
nieron en tamaño enojo el uno del otro, en Florendos contento porque su señora le man-
que hobieron una batalla asaz temerosa y de daba alguna cosa en que la sirviesse, llec/>
mucho peligro, en la cual el gigante Almau- á Ingalaterra ya ouando todo era acabado por
rol mostró bien para cuánto era; mas como mano del esforzado Palmerín, como atrás se
Florendos fuesse tal, y en demás viendo que dijo, y sabiendo que todos los que estaban
le estaban mirando desde unas ventanas en la corte venían á ver la fortaleza de Dra-
Miraguarda con sus doncellas, hito tanto musiando, esperólos en la puente, de donde
en armas, que desapoderado lo traía, tan pasó lo que tengo dicho; pues tornando á
maltratado, que en ninguna manora podía Miraguarda, ya atrás tengo dicho cuya hija
escapar do sus manos si ella no le pusiera era y cuán estremada en parecer y hermo-
remedio que oiréis: la cual, bajando á lo sura la dotara la naturaleza, mas no conté
bajo, le dijo: «Caballero, ruégeos que si al- la razón por qué estaba en aquella fortaleza
guna cosa no os mueve á dejar esta batalla, de Almaurol, que es ésta: Como las mujeres
la dejéis por amor de mí. y que no matéis tengan tanto poder con nosotros que nos de-
á esse gigante, que es persona á quien mu- jen vencidos, en especial las hermosas, que
cho debo y el principal aguardador que en óstas obligan á los hombres á no temer los
esta fortaleza tengo». «Señora, respondió peligros para cometellos ni sentir sus rece-
Florendos, essas palabras é quien las dice los para dejar de passar por ellos, hubo en la
me obligan tanto, que no sé por quién más corte de España, donde el conde su padre
que ellas hiciesse; el gigante puede hacer de Miraguarda andaba, por ser persona de
do sí lo que quisiere, y vos de mí lo que tanto precio y valía, tantos competidores
mandárades, que en tal estado me veo, que sobre quién la serviría, que viniendo este
no sé 8Í haría otra cosa». Miraguarda le desseo en los de mayor calidad, había tan-
agradeció mucho su voluntad, y se recogió tas justas y torneos y en venciones é gastos
á su castillo, e su gigante con ella. Floren- estraordinario8, que la mayor parte dellos
dos so quedó en el campo herido de su pare- se hallaban destruydoe de la mucha desorden
cer con mayor dolor de lo quo al presente lo con que los hacían, de que la reina recebía
daban las heridas del gigante, de las cuales gran pena y enojo, y viendo que el rey su
le curó su escudero, y después de sano estu- señor era fuera del reino y ella vivía en ma-
vo allí mucho tiempo guaní ando el escudo yor tristeza, sus naturales lo gastaban en
de Miraguarda, para mostrar el precio de su mayores alegrías que nunca acostumbraron;
persona, combatiéndose con todos los caba- después desto las competencias de los gran-
lleros que allí venían, venciéndolos con ta- des vino en tan gran desorden, que empeza-
maño loor suyo, que muy famosos caballeros ban á moverse bandos, en que recibieron
le buscaban de lejos para experimentar sus daño algunas personas señaladas y iba en
personas, sin nunca el gigante tener necesBi- tanto rompimiento, que si no lo atajara con

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PALMERIN DE INGLATERRA

su macho saber y discreción, España fuera tándose algún tanto con acordarse cuyo hijo
puesta en tanta destruición como en otros era, lo que de antes no sabía, cobrando con
tiempos ya fue; mas el conde, que en estre- aquello alguna osadía para sin más perjuicio
mo era discreto, mandó llamar al gigante la servir; ó yendo assí satisfecho de sí mesmo
Almaurol, persona do más crédito en la cor- por aquel nuevo parentesco que tan alegre
te que de gigante se esperaba, le rogó que le hacía, siendo ya alongado de la ciudad de
la quisaie&se tener en su guarda con algu- Londres, fué á parar á un valle despoblado
nos caballeros que le daría hasta que fuesse é grande, en el medio del cual estaba un
tiempo de eaaalla, pues que entonces había árbol tan alto acompañado de otros, que de
razones que lo estorbaban, y envió á su hija allí á gran espacio no había otro nenguno
con cuatro caballeros de su casa y algunas tan grande y hermoso, que con sus crecidas
dueñas é doncellas para que la sirviessen é ramas tomaba gran sitio del campo; al pie
acompañassen; estuvo en el castillo de Al- del árbol estaba un caballero durmiendo,
maurol tanto tiempo hasta que aquellas dis- vestido de armas negras; en el escudo, que
cordias se fueron olvidando, y ella salió dél á su cabecera estaba, en campo negro un
unicornio blanco manchado con las mismos
por la manera que adelante se dirá, por don-
de se oree que los grandes males sean prin- colores de negro; Palmerín, que lo vio sin
cipio de caballo ni escudero tan Bolo, hubo gran do-
lor dél , pareciéndole que estar assí no se-
Cap. LIV. — Como Palmerín salió de la cor- ría sin alguna fortuna ó desastre grande, y
te de Ingalaterra, y lo que le aconteció. que debía ser hombre de precio según el
atavío de su persona; y deseando ver si lo
En tantos días que estuvo Palmerín en la que le parecía era verdad, púsole el cuento
corte del rey Fadrique de Ingalaterra, su de la lanza en las ospaldas, diciendo: «Re-
agüelo, que algunos sin razón comenzaban oorda, señor caballero, que en tal lugar con
á escarnecer su detenimiento, de lo cual menos seguridad se ha de tomar el reposo» .
él tenía poca culpa, porque forzado de rue- El otro , que se sintió tocar , se levantó á
gos yde palabras de Flérida, su madre, se gran priessa empuñando su espada; mas
detuvo más de lo que su voluntad era; por- como estuviesse 6in yelmo, le conoció Pal-
que Flérida quería con aquellos pocos días merín; ésabed que era el prínoipe Gracia-
de su conversación satisfacer los muchos no, yespantado de le ver en tal lugar y de
que no le viera; mas porque ya parecía mal aquella manera, le dijo: «Señor Graciano,
tamaño descuido de su partida, no pudo ella para quien tanto os dessea servir, con me-
más hacer sino dalle Licencia, y asimesmo nos ira le habéis de recebir» ; y quitándose
á Floriano del Desierto, que también se des- el yelmo para que le oonociesse, no pudo
pidió; Palmerín, después de despedido de Graciano enoobrir tanto el placer de tamaño
don Duardos y Flérida se fue al rey, que en bien en tiempo tan necessario, que no di-
nenguna manera le quería dejar ir, oreyen- jesse: «Ya sé, señor Palmerín, que todos los
do que según su edad no lo tornaría más á dessastres ajenos se han de curar con vues-
ver, mas prometiéndole que lo más presto tras obras, y porque deteneros en palabras
para habello de contar sería gran pérdida,
que pudieese tornaría a ver, se partió, de-
jando tan grande soledad en aquella corte, por lo que puede suceder seguid vuestro ca-
como era razón de la soledad de tal prínci- mino yvaldréis á Platir y á Floramán, que
pe; mas ésta se olvidó algún tanto con que- van en gran riesgo de se perder, y yo iré en
dar al presente Floriano del Desierto, que las ancas del palafrén de Selvián, y si no os
con su partida, que tardó poco, tras la de su pudiéremos alcanzar, juntémonos de aquí á
hermano, se acrecentó eu tanta cantidad, diez días en el padrón del Olvido, que está
que no podía más ser; y puesto que la par- de aquí á ocho leguas» . Palmerín dijo que
tida de Palmerín pusiesse grande soledad sí haría, y poniendo las piernas al caballo,
en el rey y en Flérida, muy mayor lo hizo sin más esperar tomó un galope á priessa
Floriano del Desierto, porque assí como este siguiendo por el valle abajo; mas no anduvo
de más pequeña edad se criara entrellos. mucho que se encontró con dos caminos, y
assí la afición de sus obras y amistad en to- no sabiendo cuál tomasse, vio venir por el
dos era mayor con cuanto las de Palmerín uno dallos una doncella descabellada huyen-
por encima de las suyas eran estimadas. do con tamaña priessa como le daba el te-
Palmerín caminó por sus jornadas, no sa- mor yel miedo que consigo traía; Palmerín,
biendo áqué parto guiase, que á Costanti- desseando saber la razón por que assí huía,
nopla no osaba, tiniendo aún en la memoria la detuvo por la riendas del palafrén; le
las palabras de su señora Polinarda, conten- dijo ella: «Señor, déjame, que más mal me

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96 LIBROS DE CABALLERIAS

haréis en detenerme que bien en querer sa- menzaron una batalla tan cruel y tan espan-
ber de mí nenguna cosa, pues en fin me ha tosa, cuanto había muchos días que nenguno
de aprovechar bien poco esso» . «No sé yo, dellos se viera en otra tal; los diez peones
dijo Palmerin, mas primero que os deje sa- que del castillo salieron fueron ayudar i
bré de vos la razón por que huís». La don- los caballeros que andaban en batalla con
cella, que en nenguna manera se quería de- los dos, creyendo que para su señor no era
tener, ledijo: «Pues qué, ¿para que me de- menester ayuda, y pusiéronlos en tan flaco
jéis no aprovecha rogároslo? Torná comigo estado por lo mucho que había que pelea-
y amostraros he lo que tanto desseáis». Pal- ban, que por fuerza los prendieran si á este
merin la siguió, y no anduvo mucho que tiempo no llegara Graciano, que venía en
oyó gran ruido de armas contra una parte las ancas del palafrén de Selvián, que con
que un castillo se parecía; llegándose más su llegada hizo tanto en armas, que loe dos
vio que en un pequeño campo que al pie dél tornaron sobre sí, haciendo tamaño estrago,
estaban hasta diez caballeros con dos en ba- que en pequeño rato no había quien los tu-
talla, que se defendían tan maravillosamen- viesse campo; Palmerin, que hacía su batalla
te yofendían con tamaña braveza y esfuer- con Darmaoo, señor del castillo, viendo que
zo, que otros ya no les osaban tener campo, tenía necessidad de mostrar sus fuerzas, le
haciendo en ellos tamaño destrozo que nen- empezó de herir tan valientemente, que des-
gún golpe daban de que no les hiciessen atinándolo de todas sus fuerzas, le hizo ve-
daño, y apartados del castillo estaban algu- nir á sus pies con una muy grande herida
nos hombres que tenían entre sí dos donce- en la cabeza, tan grande que le llegó á loe
llas muy hermosas para metellas dentro; sesos, de la cual luego murió; y quitándole
mas los dos compañeros tenían tan gran el yelmo por ver el estado en que estaba,
acuerdo en ello, que no daban lugar ningu- vio que ya el alma le había desmamparado
no á que se pudiesse abrir la puerta. Palme- las carnes en que hasta allí morara, para ir
rin los estuvo mirando un pequeño rato, á poblar otro lugar peor, que era el infier-
contento de vor sus obras, loando mucho no, verdadero galardón de sus obras; los
entre sí sus valentías en el estremo que otros que aun estaban en la batalla, viendo
merecían. Los caballeros que con ellos se á su señor muerto, desmampararon el cam-
combatían por los prender, de cansados no po, huyendo con tanta priessa como quien
podían ya consigo, y porque los cinco esta- pensaba que sólo en ello tenía seguridad
ban caídos en el campo con tan poco acuer- cierta; Palmerin se llegó á las doncellas,
do que no tenían acuerdo para levantarse ni que estaban muy espantadas de lo que vie-
para valer á sus amigos; mas los dos caba- ran, y mucho más de ver ante sí muerto
lleros no estaban tampoco tan libres que aquel muy temeroso Darmaoo, que en tama-
con su sangre dejasen de teñir el campo, y ño temor las pusiera, é viéndolas tan her-
el uno dellos tenía muerto el caballo, y se mosas éaunque con miedo, les dijo: «Yo,
combatía á pie con tan gran destreza, que señoras, aun no sé el agravio que aquí él os
nengún golpe daba al cual las armas tu- hacía, porque nenguno me dio cuenta dél
viessen resistencia. En esto salió de la puer- más de que no sois de aquellas á quien se
ta falsa del castillo un caballero grande de debe hacer» ; en esto llegaron Platir y Flo-
cuerpo, armado de unas armas verdes en un ramán con los rostros descubiertos á abra-
caballo mano, acompañado de diez peones, zalle, agradeciéndole aquel tan gran benefi-
blandiendo una muy gruessa lanza con tanta cio que dél habían receñido por los socorrer
fuerza que parecía querella quebrar, dicien- en tiempo tan necessario. «Al señor Gracia-
do contra los suyos: «Quitaos afuera, muy no, respondió él, podéis agradecer esta ayu-
flacos y muy cobardes; dejá á esta mi lanza da, que yo mal adevinara el gran peligro en
romper las carnes desos malaventurados que estábades». Entonces se recogieron to-
que tanto pesar me tienen hecho» ; mas Pal- dos al castillo, á donde no hallaron otra
merin que le vio venir, temiendo que su nenguna gente si no fueron dos dueñas muy
llogada hiciesse mucho daño, se juntó que viejas, que hacían muy grande llanto por la
en él parecía por la grandeza de sus miem- muerte de Darmaoo; mas como vieron sus
bros, le salió delante, diciendo: «;A mí, á amigos (*) muertos, con vertiendo su llanto
mí mostrad vuestras fuerzas, que no á quien en temor é miedo que las matarían, dissimu-
ya no las tiene para defenderse!» ; y arreme- laron y encubrieron su odio mortal, vinien-
tiendo áél, se encontraron con tanta fuerza, do con palabras lisonjeras, enseñadas de su
que entramos vinieron al suelo, de que cada fortuna ó de la necessidad, á pedir miscri-
uno quedó muy espantado do la gran valen-
tía del otro, y arrancando las espadas, co- (') El texto dice: «Tintaron ana enemigo» mnertoM.

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PALMERÍN DE INGLATERRA 97

cordia de las vidas, las cuales Palmerín las á él, le tomaron tan de súpito que le derri-
otorgó, porque su condición no era negar baron del caballo, y contentándose dél, por-
nada á mujeres; las doncellas fueron apo- que era hermoso, lo trujeron. dejando el ca-
sentadas en un apartado; Platir y Floramán ballero ápie, sin nonguno querer llegar á
curados por mano del escudero de Flora- conclusión su batalla, puesto que muchas
mán, que de tal menester sabía mucho; Pal- veces se la pidió, dando por escusa que no
merín quiso saber la verdad y el nombre del habían do hacer lo que por otro les era de-
señor del castillo, y nenguno se lo supo de- fendido, antes caminando á la mayor prics-
cir sino una de aquellas dueñas, que era su sa que pudieron nos trujeron á este castillo,
madre; y della supo que se llamaba Dar- donde nos querían meter, si á este tiempo
maco (*), hijo del muy valiente gigante Lur- no llegaran estotros dos caballeros, que hi-
cón, que Prímaleón mató en Costantino- cieron tanto en armas, que allende de de-
pla, cuando le rentó la muerte de Perenquín fendernos ómucho espacio, mataron parto
de Durazo, y por ser hijo de la dueña, que dellos con la fuerza de sus golpes, mas en
no era de generación de gigante, salió de este tiempo acudió Darmaco, de quien ya no
menos cuerpo que de gigante, mas tan es- se pudieran defender por lo mucho que te-
forzado ydañoso en sus obras, que aun pa- nían hecho, si por vuestro socorro no fuera» .
recían manar las reliquias de donde proce- Palmerín estuvo entrañando la maldad de
dían; por tanto, no es de maravillar obrar Darmaco, y riéndose de lo que aconteció á
mal, que en la perseveración de muy malas Graciano, le dijo: «Paréceme. señor, que
obras es engendrado, y en ellas se cría. aquellos caballeros de os tener en poco les
vino no querer batalla con vos»; entonces
supo dól cómo, después que le derribaran, se
Cap. LV. — En que da cuenta quién eran
las doncellas, y cómo vinieron á aquel vino al pie de aquel árbol á esperar á Flo-
castillo. ramán yá Platir por un concierto que en-
trellos había, y hallándolos allí, les dio cuen-
Dos 6 tres días estuvo Palmerín en aquel ta cómo aquellos caballeros llevaban aque-
castillo de Darmaco viendo curar á aquellos llas doncellas y lo que passara con ellos,
caballeros sus amigos que tanto daño reci- por donde los siguieron hasta quo los alcan-
bieron de los pobladores dól, y sintiendo zaron, yla doncella que Palmerín topó hu-
que ya estaban en mejor desposición, se des- yendo era la prima de las otras doncellas,
pidió dellos, rogando primero á las donce- que se soltó al tiempo que Platir y Flora-
llas le dijessen por qué razón Darmaco las mán llegaron, y tanto que tornó con él é le
mandara allí traer; una dellae, que era de dejó en batalla, so fue á la mayor priessa
más días y más dispuesta, le dijo: «Señor, que pudo para la fortaleza do su tía; sabidas
nosotras somos hijas de una dueña que de todas estas cosas, Palmerín hizo merced del
aquí á cinco leguas tiene un castillo, en castillo á aquellas doncellas, con lo más quo
cuyo poder estábamos tan guardadas, que en él había, en satisfacción de la afrenta que
nengún recelo teníamos destos desastres en en él recibieron; é despediéndose de Pla-
que agora nos vimos; mas como nenguno tir yFloramán ó de Graciano, so partió, ca-
puede huir las cosas que han de ser, este minando por sus jornadas como de antes
Darmaco, de quien mi madre ni nosotras hacía.
no nos temíamos, usando de sus obras, que Tornando á los caballeros que en el casti-
eran siempre matar á quien no lo merecía y llo de las dos hermanas quedaban, que ya
forzar las doncellas, mandó á diez caballeros entonces no le llamaban de Darmaco, como
que fuessen al castillo de mi madre, los cua- sus heridas fuessen curadas en la conversa-
les entrando ayer de súpito, nos tomaron ción de aquellas doncellas, que con su pare-
por fuerza á nosotras y con nuestra prima, cer hacían otras en las personas de quien
que ahí estaba, y nos trujeron sin haber las miraba, no pudieron tanto encobrir
dolor de las lágrimas de mi madre, que mu- aquel desseo que ellas no lo sintiessen, es.
chas veces les rogó quissiessen tomar toda pecialmente en Graciano y en Platir, que
su hacienda y nos quissiessen dejar á nos- aún Floramán entonces no quería errar al
otras, ytrayéndonos á este castillo, toparon amor de Altea, é assí por los ver gentiles
con un caballero que vino después de vos hombres é bien hablados, como por ellas ser
en compañía de vuestro escudero, y como en conocimiento do la buena obra que dellos
lo tomassen muy descuidado, arremetieron recibieron, pagáronles el amor que les te-
nían ó les mostraban tener con otro seme-
(') De cuatro modos aparece escrito este nombre en jante al suyo, por donde, después que de
el texto: Demarco, Darmaco, Demarco y Dramarco.
sus heridas fueron sanos, passaron algunos
UliROB DE CABALLERÍAS,— II.— 7

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98 LIBROS DE CABALLERIAS

días & su placer1 en aquel castillo, Graciano mirando á todas partes, vio entre dos peñas,
con la mayor y Platir con la otra, cada uno adonde el agua hacía un remanso, un batel
tan contento de la suerte que le cupiera, muy grande atado con una cuerda á un ála-
que nenguno Be tenía por engañado, hasta mo, quo artificialmente parecía ostar allí
Unto que la madre vino á donde ellas esta- puesto, porque en toda la ribera no había
ban sabiendo ya la muerte de Darmaco, que otro; muy gran espanto le puso en verle
antes de sabella no osara salir de su casa, y assí solo sin gente que le gobernasse, y mi-
con su reñida se estorbó el placer de todos, rando por todas partes por ver si quien allí
el barco había traído eran salidos á tomar
no pudiendo usar de lo que hasta allí acos-
tumbraron, antes pureciéndole tiempo de algún refresco, no solamente no vio gente,
partirse, lo hicieron, pidiendo licencia á mas ni aun rumor della, y viendo esto,
aquellas señoras hermosas, que bien contra mandó á Selvián que le tuviesse el caballo,
sus voluntades se la dieron, rogándoles que porque quería entrar dentro en el batel, dc-
con la madre (le Darmaco se hubiessen pia- seosso de saber cómo estaba assí sin gente
dosamente, pues su inocencia no merecía ninguna, creyondo que si alguien por allí
culpa de las obras de su hijo; y ollas, por estuviesse, saldría á le detender la entra-
mostrar virtud ó usando de liberalidad so- da 1( ). Selvián le dijo que las cosas á do no
brada que á las veces el deshonesto amor se alcanzaba historia no se habían de espe-
consigo trae, que bace no sentir lo que dan rimentar sin tener necessidad, mas viendo
6 lo que pueden haber menester, le dieron que no le podía quitar de aquel propósito,
el castillo en su vida assí como le rocibieron
le dejó hacer á su voluntad, que en las co-
de Palmerín; todos tres se metieron en la sas donde ella es vencedora poco se estima
sala de armas de Darmaco, á donde hallaron la razón; y tomándole el caballo, Palmerín
muy buenas, porque tuvo siempre este Dar- se metió en el batel, y aún no estaba bien
maco do estar siempre proveído de buenas dentro, cuando vio que el álamo y cuerda
armas, y armándose eada uno de las que con que el batel estaba atado se desapareció.
mejor les parecieron, assímesmo se prove- Selvián, que lo estaba mirando, le dio voces
yeron de caballos, porque Darmaco de todo que se saliesse, porqUe vio que se iba me-
estaba proveído, y metiéndose en camino, tiendo por la mar adelante; entonces Palme-
siguieron la vía de Costantinopla, creyen- rín volvió los ojos á tierra y viose alongado
do que entonces en aquella corte mejor della cuanto un tiro de piedra, y tomando
que otra nenguna los caballeros señalados dos remos que el batel traía porfió de vol-
acuderían, entre los cualos querían ellos verse, mas no tuvo tanto poder que más no
mostrar sus obras, porque siempre son de tuvieBse el saber do quien allí le había pues-
mayor fama á donde con más peligro se to, porque el viento, allende de ser contra-
muestra. rio, se avivó tanto, que iba tan veloco por la
mar adelante que en poco espacio perdió la
tierra de vista. Palmerín, viendo que su
Cap. LVI.— De lo que aconteció d Palmerín
de Ingnlaterra después que se partió de trabajo era en vano, dejó los remos, creyen-
Graciano é de los otros caballeros. do que aquella mudanza no sería sin alguna
causa; Selvián quedó tan enojado y triste
Tres días después que Palmerín se partió de le ver assí y sin saber adonde, que no
del castillo de Darmaco, anduvo por sus podía ser más, y después de esperar tres
jornadas sin hallar aventura que de contar días en aquel propio passo y lugar, por ver
sea; al cuarto^ siendo ya casi el sol puesto, si tornaría el batel ó si passaría alguno en
oyó contra la mano derecha gran ruido de que se embarcasse para le ir á buscar, y
agua, é yendo contra allá, vio el mar, y con viendo que su esperar era en vano y que el
la fuerza del viento que entonces hacía an- hambre lo aquejaba, tuvo por mejor reme-
daba levantado, é batía sus ondas con tunta dio de irse para Londres á llevar la nueva
fuerza en las concavidades que por espacio al rey; assí muy triste caminó dos días sin
de tiempo tenía hechas en las roeas que por topar á persona nenguna, y al tercero día,
allí había, que su sonido se oía muy lejos, yendo pensando en tamaño acontecimiento
puesto que en aquellas rocas andaba hacia y del fin tan dudoso, vio venir dos caballe-
aquella mano ruido que parecía que todas ros, el uno dellos traía las armas blancas y
las rocas se caían; andando por la ribera pelícanos de plata, y el otro de rojo y encar-
del agua mirando aquellas obras (pie la na-
turaleza tenía hechas, echando los ojos á
todas partes, porque con la ocupación que (') Cerrante» imitó este episodio, ano A* lm más
helio* de la obra, eu el cap. XXIX de la Parte II de
tomaban algún aliento á su pena diesso, y Don Quijote.

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PALMERIN DE INGLATERRA 99

nado, y llegándose más á ellos, conociólos el peligro de lo que le podía suceder: esta
que eran el uno Flancián y el otro Onistal- subida le parecía tamaña, que primero que
do, de que algún tanto fue consolado, cre- á la mitad de la cuesta llegase descansó dos
yendo que dándoles cuenta de lo que á Pal- ó tres veres; á la postre se halló en medio
merín aconteciera, tendrían en poco el traba- de un campo, en el medio del cual estaba
jo de le ir á buscar, que esto es un bien que un padrón de mármol de altura de un hom-
la amistad tiene, los grandes peligros esti- bre, con unas letras que decían: xo passks
mallos en poco en las cosas donde ella se ha más apelante: puesto que estas palabras
de mostrar; Francián que le conoció, viéndole ponían recelo á quien las lela de no passar
assí venir solo encima de un caballo con otro
y para tornarse, mas Palmerín, allende do
por la rienda, receló algún desastre, y en le poner jkx o, lo acrecentaron la voluntad
llegando á ól le preguntaron de Palmerín. para saber los temores que aquellas palabras
Selvián les dio muy larga cuenta de todo lo ponían; y mirando ¡tara atrás, vio la mar
que passaba; mas después que ól y Onistal- tan lejos al pie de la roca, que se espantó
do lo supieron todo, tuviéronlo en menos, y do la grandeza y altura della, y mucho más
aconsejáronle que en ninguna manera fuesse de la manera do su hechura, que toda á la
á Londres, porque temían que aquella nue- redonda era de piedra tajada, tan por igual,
va daría algún sobresalto al rey y á Flórida, que paro ía obra compuesta por manos do
mas que les informasse en el camino y adón- cocientes maestros, hecha más por compás
de el caso les aconteciera, y que él los espe- y medida que no cosa que de su natural assí
rase en algún cabo cierto, y él no supo da- fuesse; puesto «pie la isla tuviesse bien cua-
lle» razón dónde los aguardaría; y ellos no tro leguas en torno, en toda ella no había
tuviendo la vuelta cierta, no se les dio mu- otro puerto donde pudiessen desembarcar
cho, salvo que le encargaron que no curase sino en aquel donde la barca de Palmerín
de ir á Londres ni dar aquella nueva si no vino á parar; ya que se halló más descan-
fuesse á caballero en quien tuviesse confian- sado para poder caminar, tornó á subir por
za que con su señor tenía verdadera amis- otro i-amino más ancho, que de aquel pra-
tad, yél se lo prometió assí, y con esto se do para lo alto do la isla se hacía, cubierto
despidieron dél con propósito de lo ir á bus- por encima de hierbas tan graciosas para
car, atravessando la mar por todas partes. ocupar la vista en ellas, que hacían lá subi-
Selvián, no sabiendo qué hacer, determi- da de menos trabajo; no anduvo mucho (pie
nó de irse al gigante Dramusiando, que le del todo se halló en la mayor altura de la
re«:¡bió muy bien, y rogándole que en nen- montaña, á donde no halló otra cosa sino
guna manera se partiere do su castillo has- árboles de tantas maneras, (pie las muchas
ta que se supiesson nnevas ciertas de Pal- diferencias dellas le hacían no saber sus
merin, se armó de sus armas, poniendo en nombres, y la tierra tan llana ó igual, que
voluntad de andar todo el mundo en su de- ¡•a recia la cosa más hermosa del mundo;
manda. Selvián, en quien aquellos días no tina sf>la falta le pareció que había en ella,
cabía rej>oso, no quiso quedar allí, antes se que era no poder ver lo que de lejos pararía,
fue con él, con intención de no lo dejar en porque la mucha población de los árboles
cuanto en aquella demanda ándase; desta no dejaba gozar de la vista de tan hermosa
manera se partió Dramusiando de bu casti- tierra; y pareoiéndole que allí no había de
tillo andando mucho en su busca, primero qué temer y que las letras del padrón era
que á el tornasBe, del cual so deja de hablar vanidad, anduvo de una en otra parte hasta
a«]ui hasta su tiempo, y torna á Palmerín, que se le cerró la noche, porque el tiempo
que yendo por el mar como se dijo, anduvo que gastó en sobir la roca fue tamaño, que
todo aquel día y noche, y otro día, en ama- casi gastó la mayor parte del día, y vino la
neciendo, sehalló al pie de una roca frago- noche tan escura que nenguna cosa se podía
sa y alta que el mar por espacio de tiempo ver. Palmerín se acostó sobre la hierba pu-
tenía hecha isla, á su parecer despoblada, niendo el yelmo por cabecera, pensando
porque en ella no había otra cosa sino árbo- dormir alerón poco si su cuidado le diera al-
les espessos y altos, esto cuanto á lo que de gún poco de lugar para ello, que en esto
fuera juzgaba; y saltando del batel en un tiempo era tal, por lo mucho que había que
puerto que entre dos altas rocas se hacía, no viera á su señora Polinarda, que con
comenzó á subir por un pequeño y estrecho nada descansaba; y como entonces se hallas-
camino que en la aspereza de la rot a se ha- ge sin Selvián, que en estos tiempos atajaba
cía, tan peligroso de caminar por la angos- sil dolor con palabras neeessarias, tuvo el
tura dél, que si alguna de las partes á costa amor lugar de traelle á la memoria mil de-
no podía dejar ir muy lejos, juntamente con leites enamorados de cosas que ya paasaron,

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100 LIBROS DE CABALLERIAS

que le hicieron velar aquella noche en mu- varas hechas de cadenas de metal, de tama-
chas contiendas que había entre la razón y ña fortaleza cuanto era necessario para te-
el mucho desseo, las unas por le quitar de ner la fuerza dellos; éstas salían de unas
aquel su propósito, y las otras por le meter muy grandes 3' muy gruessas argollas de
en 61; mas como á las cosas de la voluntad mármol que en aquel mármol estaban enca-
por la mayor parte las otras obedecen, y la jadas, éveníansse assir en los pescuezos de
suya estaba ya tan aficionada que por nen- aquellas alimañas. Bien vio Palmerín que
guna manera se podía apartar, obedecíalle quien en aquella fuente quisiesse beber
la razón para muy bien consentir su gran había menester licencia de los aguardadores,
pena, los otros sentidos consintieron, los que á nenguno la sabían dar. y pareciendo-
unos para sentir su mal, y los otros para lo locura querer probar su agua ó querer
ser muy contentos dellos; el juicio acostaba acometer tal cosa, la fuente era tan hermo-
á la causa donde aquellos males nacían, y sa, y había tanto mirado su tan hermoso
tenidos por muy bien venidos, de manera edificio y mirándola por todas partes, ya
que todas aquestas cosas eran para muy que quiso passar adelante vio unas letras
gran dolor y lástima de Palmerín y menos coloradas que en el borde de la pila estaban,
esperanza de su remedio; en esto passó aque- que decían: Esta es la fuente del agua
lla noche, y venido el día, enlazóse su yel- desseada ('). Andando más á la redonda,
mo porque si alguna cosa hallasse de peligro vio otras que decían: El que e.v acuesta pila
porque mejor aparejado estuviesse; cuanto BEBIERE, TODAS LAS COSAS DE ESFUERZO ACA-
más andaba por la isla, tanto más graciosa BARÁ; más adelante estaban otras que de-
le parecía y mucho más hermosa le parecía cían: Passa, no bebas; assí quo si unas le
la tierra, y pessábalo mucho en vella assí tan hacían dessear llegar á la fuente, otras le
despoblada, teniendo ya por muy gran burla ponían en recelo de lo hacer, porque lo de
del todo las letras del padrón; mas no andu- las primeras las segundas lo negaban; en
vo mucho que entre lo más espesso de aque- esta postrera determinación se afirmaba,
llos árboles se halló en un campo muy gran- acordándose y aun tiniendo por cierto que
de descubierto á manera de una muy grande el atrevimiento poco necessario no se juzga
plaza, tan acompassado de todas las partes,
por esfuerzo.
que en nenguna parte parecía salir de me-
dida; en el medio dél estaba una muy her-
Cap. LVII. — De lo que Palmerín passó en
mosa fuente puesta en el aire, sostenida so-
en la fuente con las alimañas que la guar-
bre una pila de piedra puesta sobre un pilar
daban, y de lo más que allí hizo.
que de abajo del suelo venía, y el agua salía
por la boca de unas alimañas que en lo alto Determinado estuvo Palmerín por muchas
de la pila estaban muy bien assentadas, y era veces passar sin llegar á la fuente, porque
en tanta cantidad, que la que corría por el la bienaventuranza que las letras prometían
campo hacía un río pequeño; de lo que más juzgaba por nenguna, y el cometer á aque-
se encantó fue ver que aquel lugar era lo llas alimañas máB á locura que á esfuerzo, é
más alto de la montaña y aquel agua subía
yéndose por un camino que entre los árbo-
allí, cosa que parecía fuera de toda razón y les se hacia, tuvo tan grande vergüenza de
regla de naturaleza; al pie de aquel mármol sí mesmo, que le obligó á dar la vuelta, y
estaban pressos dos muy bravos y muy fero- cubriéndose de su escudo, con la espada sa-
ces tigres y dos leones muy fieros, y tan terri- cada llegó á la fuente por la parte donde
bles ytanto para temer, como su grande fe- uno de los tigres estaba; él le recibió con
rocidad lo demandaba. Cuando Palmerín una natural y espantable braveza tomándole
vido aquellas alimañas y assí aprissionadas, de falso, y puesto que su acuerdo y ligere-
mucho fue espantado, porque bien vio que za fuesse grande, no se pudo tanto desviar
quien aquellas prissiones les había echado que no le llevasse el escudo en las manos
que tenía muy gran poder sobre ellas, y quebrando las correas dél en muchos peda-
parecíale ser aquello hecho más por vía zos, mas no tanto á su salvo que una de sus
de encantamento que por otra vía; porque piernas no le llevasse, dándole tan gran he-
bien vía que los tigres no eran alimañas rida que la mayor parto lo cortó, de mane-
para poderse gobernar por razón ni se dejar ra que el tigre no se i>odía más menear á su
assí aprisionar en las prissiones, aunque al voluntad; luego los otros tres, assí los dos
parecer quien las vía no pensaba que do los
mármoles se podían apartar, porque paro-
(M Este episodio recuerda otro de la* Mil y una
cían estar amarradas, mas estaban por tal noche*. Véase el cuento del principe Ahmed 7 de la
artificio, que salían de los mármoles tres hada Pari-Hanu.

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PALMERÍN DE INGLATERRA 101

leones como el tigre, arremetieron juntamen- gran estruendo y daba tan grandes aullidos,
te, y porque Palmerín estaba sin escudo, que por toda aquella isla sonaba, y él quedó
fue esta una de las mayores aventuras y tan cansado y quebrantado, que le convino
más dudosa en que nunca se vio; todavía descansar, pareciéndole que todos los hues-
como en los esforzados temor acostumbra sos le quedaban molidos de las manos del pri-
traer esfuerzo, hallóse con tanto, que no mer tigre que matara; ya después de haber
acordándose de la calidad del peligro en que descansado tornó á la fuente con gran gana
estaba, antes esperando uno de los leones de beber, y tornó otra vez .1 leer las letras
que mas se llegó por estar más cerca, lo que y no supo entender lo que las primeras de-
los otros no hicieron porque las prissiones no cían, juzgando por unas el consejo que las
les daban tanto lugar, le dio tamaño golpe postreras le daban á quien el dellas quisies-
por las manos que el león traía altas por le so tomar. Acabadas de las leer, bebió del
tomar entrellas, que se las echó entramas agua de la fuente, que no le pareció mejor
en tierra sin que más se pudiesse levantar, que las de las otras fuentes, mas juzgaba
y abajándose por tomar el escudo que el ti- aquellas cosas por obra de las manos do al-
gre dejara con el muy grande dolor de la gún encantador deseosso de novedades, y
pierna, que el otro león tuvo tiempo de lle- viendo que allí no había más que hacer, se
gar á 61, y alcanzándole con las uñas por metió por el camino por donde antes había
las enlazaduras del yelmo, tiró con tanta comenzado á caminar; no anduvo mucho
fuerza, que se le arrancó de la cabeza, y cuando se halló junto con un castillo de los
llevándole tras sí le hizo poner las manos en más hermosos y más bien hechos que había
el suelo, y aun él no fue bien caído, cuando visto, y sobre todo muy fortíssimo, porque le
el tigre que aún estaba sano le tomó entre cercaba en torno una cava muy honda llena
las suyas tan apretado, que si no fuera por de agua, y sobrella estaba una puente le-
la fortaleza de las armas le hiciera pedazos; vadiza que salía de la puerta del castillo
allende de selle buenas companeras en aque- hasta la otra parte de la cava; al derredor
lla neoessidad, Palmerín se ayudó de una dél estaban cuatro padrones de jaspe, y es-
estocada á tan buen tiempo y por tal lugar, taba en cada padrón un escudo; Palmerín
que atravessando con ella al tigre por medio se llegó al primero por ver las colores dél,
del corazón, muy súpitamente se dio con no teniendo ya por sospechosas y vanas las
él muerto en tierra; el león que se detuviera cosas de aquella tierra, y viole en campo
en deshacer el yelmo, cuando assí le vio en negro unas letras blancas que decían: No
salvo, remetió muy fuertemente otra vez me llevará xisoüNO. «Por cierto, dijo Pal-
para le llevar, mas puniendo muy presta- merín, por ninguna cosa no dejasse de ir al
mente el escudo delante puso las manos en cabo con estas amenazas» ; y tomando el es-
él, que Palmerín le dio un tan grande golpe cudo del padrón se le echó al cuello, no so-
por bajo, que la mayor parte de las tripas le lamente por las amenazas de las letras,
echó fuera del cuerpo, que le hizo luego mas porque también le tenía necossidad,
caer muerto, y con todo esto la llegada de la porque el suyo quedara todo deshecho al
fuente aún no estaba bien segura, que el ti- pie de la fuente. En esto oyó decir: «Caba-
gre que tenía la pierna cortada estaba tan 11 ero, mira no os cueste caro esse atrevi-
bravo é tan llegado al mármol, que por nen- miento»; mirando
y hacia aquella parte vio
guna parte él podía llegar á la fuente (pie un caballero quo salía por la puerta armado
no se lo defendiesse muy fuertemente, mas de todas armas, tan bien dispuesto, que pa-
viendo que lo más era ya passado é lo me- recía en él haber toda bondad; llegando á
nos por passar, cubierto muy bien de su él, con una voz más temerosa que blanda,
escudo tornó arremeter á él, ó puesto que el dijo por lo ver sin yelmo: «Quien esse escu-
tigre no se podía sostener bien en pie, le- do había de llevar, había de traer armas so-
vantóse muy bravamente por lo recebir, ó bradas para se defender, y no traer des-
trabándole muy fuertemente con la una armada laparte que más necessidad tiene» ;
mano por el escudo, le echó la otra mano al y no queriendo oir la respuesta que Pal-
espada, viendo que de allí le venía el mal, merín le daba, arremetió á él tirándole
y llevando el escudo en la una se cortó la un golpe aquello que desarmado le vido,
otra con los filos, do manera que no le que- mas Palmerín, que no estaba tan descuidado
dó para poder hacer daño, y aón no le había que viéndole venir no alzasse el escudo en
acabado de quitar el espada de la mano, el cual le recibió, y fue con tanta fuorza
cuando le dio un golpe en la pierna que te- que todo lo que dél cogió le hizo venir al
nía sana que se la cortó á cercén; y esten- suelo. Palmerín, que en tamaña afrenta se
diéndose con la rabia de la muerte, hacía tan vio, viéndolo tan cerca de sí, le tomó entro

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102 LIBROS DE CABALLERÍAS

sus brazos, y porgue su corazón ora grande ' que luego murió, y él aún estala tan sano,
y él os ol que da las fuerzas, so halló en por su mucha ligereza, que no sentía más
aquella hora con tanta, 4110 dio con él on el de aquellas batallas (pie el trabajo dellas.
suelo, y quitándole ol espada de las manos Luego se fue al cuarto y postrero escudo,
hizo que lo quería matar; él se le rindió. Pal- que en campo de plata tenía letras de oro
merín le preguntó si había mas que hacer, que decían: Ex mí está la vitoria; él le
y él le dijo que sí; entóneos lo tomó ol yel- quitó dol padrón, con intención de se apro-
mo, yenlazándole se fue al segundo escudo, vechar del, porque el otro no quedara ya
determinando de espori montar todas las co- para ello; no tardó mucho el cuarto caballe-
sas .pie lo sueediesscn; en ésto halló on cam- ro, antes con muy grande ímpetu salió del
po azul otras letras que decían: De mayor castillo armado de unas armas de pardo y
íT.uouo soy yo. «Seáis del tamaño que quis- blanco, diciendo: «No pensó que vuestra lo-
siéredes, dijo Palmerín. «pie por osso no os cura fuesse tan adelante, mas pues que vos
dejaré*: y « ( liando el pedazo del otrj, tomó no os contentáis de lo passado, espera y ve-
aquél; mas aún no le acabó de tomar, cuan- réis loque enól lo ganastes*. Palmerín, quo
do salió otro caballero diciendo: «Mal con- en los lugares donde palabras no eran me-
sejo tomastos on tomar el escudo». «Malo ó nester Lis tenía por escusndas aprovecharse
bueno, aquí estoy, en quien podéis tomar la dellas, lo dio la respuesta de las suyas con
emienda del enojo que en osso os hice»; un golpe por encima del yelmo en descu-
entramos se juntaron con las espadas altas, bierto del escudo, que le hizo bajar la cabeza
comenzando entre sí una batalla tan bien
hasta los pechos, mas el caballero del casti-
herida y trabada, que en cualquier parte llo le volvió otro por encima del escudo, que
fuera muy agradable do vor; aquesta no entró tanto la espada que le corto las em-
duró mucho, «pie el caballero del castillo, no brazaduras; ansí se comenzaron á herir tan
pudieudo sufrir los duros golpes do Palme- mortal íssi mámente y tan sin piedad, como
rín, comen//» á enflaquecer en tanta manera aquellos que no la tenían de sí inesinos; los
• pío ya no daba golpe quo fuesse de mucho golpes eran tan temerosos y bien acertados,
dallo, antes todo su cuidado ora defenderse que las más de las veces se cortalmn las ar-
do los «pie le dalia su contrario: Palmerín, mas de los grandes y pessados goljies que so
• pie conoció su flaqueza, tomando la espada daban, que toda la tierra hacían temblar;
con entramas manos, le dio un tan gran en los escudos había muy poca defensa, por
golpe por encima del yelmo, que entrando causa (pie la mayor parte dellos estaba ya
j>or él le hizo una herida en la cabeza con deshecho del todo: sabréis que el caballero
tanta fuerza que le hizo venir desatentada- del castillo era tan esforzado y de tan altn
mente al suelo, do lo cual luego murió. Y bondad de su persona, y tan diestro en hw
viendo Palmerín que en aquel no había non- armas, que no se conocía nenguna flaqueza
gún poder para se defender, llegóse al ter- en su i>ersona; á causa de ser hombre do
cero escudo, en el cual, en canijo verde, muy grandísima bondad no se halló venta-
ja en Palmerín, puesto caso que aquel día
otras
(í a.va letras
i.v noMíKA. azules, Palmerín
que decían: C'omiuo
le tomó se
como fue do los que él osperimentó su persona.
había hecho ron los otros, y luego salió otro Esta contienda duró tan gran pieza, que el
caballero armado de armas do la mesma co- caballero, no pudiéndose sostener contra los
lor del escudo, y sin más decir so recibieron golpes de Palmerín, cayó tendido en el cam-
cu la fortaleza de sus brazos, y comenzaron po como aquel que del todo era muerto. Pal-
una batalla tan diferente de las passadas, merín que ansí lo vio, dio mil gracias á Dios
que en ella claramente so mostró la diferen- por tamaña vitoria, y preguntando al caba-
cia que della á la de los otros había. Palme- llero que primero venciera si en el castillo
rín. sintiendo que cada hora salía caballero había jnáB que passar, lo dijo que sí; mas
de más ventaja é mejoría, trabajó cuanto que para él ya lo parecía quo ninguna cosa
pudo por llevar aquella batalla adelante, re- jK)día sor mucho, «porque en vos he visto lo
celando aún lo que quedaba por passar se- que no pensé ver en otro ninguno, mas ya
gún la orden do los escudos, mas el caballe- sé que la virtud, á donde está, por sí se ma-
ro era tan esforzado, que la fuerza que tenía nifesta».
lo hizo á Palmerín andar más vivo que an-
tes haría, y por no me detener en golpes, Cap. LVIII. — Como Palmerín entró en el
la batalla fue algún tiempo reñida, mas
castillo, y lo que dentro le aconteció.
al fin la vitoria quedó con quien la acos-
tumbraba tener, y el caballero cayó á los Acabadas que fueron estas batallas, Pal-
pies de Palmerín con un brazo menos, de lo merín entró dentro en el castillo sin nengún

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PALMERIN DE INGLATERRA JQjí
perjuicio; en el patio de abajo vio la manera de dos manos, y allende de ser op sí delga-
dél, que era tan maravillosa cuanto sus peli- da, parecía estar en si tan podrida y gastad»
gros fueron para espantar; todas las casas y del tiempo, que parecía no poder sufrir en
torres estaban assentadas sobre pilares de sí ningún peso por pequeño que fiiessq.
jaspe do altura de diez brazas; el patio cu- Palmerín, viendo que por ningún cabo po-
bierto de unas piedras verdes y blancas cor- día passar en la otra parte, cosa que él mu-
tadas por un compás, asscntadns á manera cho desseaba, para ver todas las maravillas
de ajedrez; en el medio dél había unos ca- de aquella casa, é que aquella puente era
nos de agua que subían para arriba con tan- muy peligrosa, estuvo puesto en Ja maypr
ta fuerza, .pie allegaban á los mas altos apo- confusión del mundo, mas como se le acordó
sentos de la casa; después desto el enmade- que ya el emperador Palmerín su abuelo se
ramiento era de una invinción tan nueva y había ya visto en otra aventura como aque-
sotil, que no se podía comprender en el jui- lla, ysólo en la determinación de los hom-
cio de ningún hombre el principio ni fin bres está el acometer de las cosas, después
dél, assí que todas las cosas que de la puer- de habelle pasado todo por la fantasía deter-
ta adentro estaban, eran dignas de muy minó de passar de la otra parte dejando to-
grande loor, y algunas para espantar. Pal- das sus armas, que no passó sino con sola
merín, después do mirar aquellos edificios su espada, temiendo que con el peso de las
por bajo, subió por una escala que iba á dar armas sería para mayor daño, ó poniendo
en una sala tan artificiosamente labrada, que el pie en la tabla y el corazón en su señora
U>da8 las cosas que hasta allí viera le pare- iba afirmando sobrel espada; mas como llegó
cieron pequeñas en comparación do aquesta; á la mitad della comenzó á doblegarse para
á la entrada della estaba un gigante tan bajo juntamente con sonar que parecía que-
grande y espantoso, cuanto nunca se viera brarse por muchas partes; entonces se tuvo
otro, con una maza de hierro en sus manos por del todo perdido, y definiéndose un
de mucho peso, y viendo que Palmerín que- poco dijo entre sí: «Sonora, si yo, en las
ría entrar en la sala, la esgrimió con un grandes afrontas espero vuestra ayuda ¿en
continente tan temeroso, que bastaba á po- cuál mayor que ésta me pupde ver mi ven-
nor miedo en cualquier otro caballero; mas tura? La vida, si yo no la desseara para ser-
como en Palmerín los desta calidad hiciesson viros, en poco tuviera per del la aquí; esta
poca impressión, quiso passar adelante para vez la quita deste peligro, ó después ordena
Acabar de llevar su aventura al fin que des- alguno do vuestro servicio en que yo 1^
peaba, no se contentando de la mucha honrra pierda, y entonces vos quedaréis servida y
que aquel día había ganado, parecióndole yo contento». Entonces tornó á caminar por
que más deshonrra os perder lo ganado quo la tabla, teniendo en tan poco sus meneos
honra ganar lo perdido, puesto que allí no como si caminara pop una puente muy se-
había ya que perder para quien tanto había gura; aún uo fue bien de la otra parte, cuan-
ganado; y porque uo le quedasso cosa nen- do salió á los corredores una vieja, en su
guna por hacer, arremetió al giganto, que parecer de gran edad, descabellada, el ros-
puesto que parecía natural, era artificial- tro rascuñado, diciendo; «¿Qué me aprove-
mente hecho, y dándole un gran golpe con cha mi saber, si tontas veces ha de ser des-
su espada, le hizo venir al suolo, como cosa truido por un solo caballero?» y echando
muerta y sin sentido que era. Luego entró mano do Palmerín por llevalle tras sí, se
en la sala, y después de mirar particular- echó en aquel hondo río, donde hjzo el fin
mente todas aquellas cosas della, halló una que sus obras merecieron, mas Palmerín se,
puerta pequeña que salía á unos muy ricos tuvo tan bien en sus pies, que no le pudo
corredores; de allí no había salida para nen- menear de donde estaba, quedando espan-
guna parte sino para otras casas }ue estaban tado de lo que viera, y entrando por las
de la otra parte de los corredores frontero casas no halló otra gente sjno mujeres y
dellas, y entre ellas y los corredores so ha- personas de servicio, a quien preguntó por
da una balsa ó badén tan hondo, que era dónde se servían para abajo; ellas se lo mos-
cosa para espantar mirarle; de aquel badén traron, yluego mandó llamar por uno do
salía un río negro tan temeroso y triste, aquellos hombres al caballero con quien
que según la negrura y hedor qne della sa- bobo la primera batalla; vino á estar con él
lía, era para quitar el sentido, poique pare por una parte por donde el río no passalm,
cía la propia laguna que dicen de A^uerún, Palmer ín quiso saber el nombre del castillo
banjuero del infierno; sabréis que para pas- y do la dueña que matara. «Señor, respon-
sar dessoB corredores a la qtra parte no tenía dió él. á vos no se puede negar nada; esta
otra cpíja sino una tabla tan angosta como isla en la que estáis se llama la Isla Peligro-

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104 LIBROS DE CABALLERIAS

sa; algunos quieren afirmar que la gran sa- en el cual Palmerín fue á aquella parte don-
bidora Urganda la Desoonocida (') fue se- de le halló; pues tornando al propósito, Pal-
ñora della, y que aquí se encubría á todos, merín llegó á la prisión de Eutropa, que era
é que por su muerte quedó encantada, y por debajo del suelo tanto trecho y por tie-
esto porque ninguno la poblasse, dejando rra tan escura como un tiro de ballesta.
aquí estos palacios, y una fuente que allá «Agora creo, dijo Palmerín al caballero que
fuera queda de la manera que veréis, y que con él iba con un hacha en la mano, que
esto sea assí la razón lo muestra, porque esto nunca fue de Urganda, porque su con-
nunca en nuestros tiempos ni antes de nos- dición, según se dice, no consentía tratar á
otros vimos persona que supiesse dar nue- los caballeros tan mal» ; ó yendo assí plati-
vas deata isla, siendo cosa tan señalada para cando en el espanto que aquello se hacía,
hablarse en ella, si no fue esta dueña que allegaron á unas rejas grandes á manera de
se echó en el río, que se llamaba Eutropa, puertas, é abriendo el caballero un candado
tía del gigante Dramusiando, de quien ha- con que se cerraban, entraron dentro, [ó]
bréis oído decir que por ver á su sobrino vieron á los dos caballeros en pie como hom-
vencido por manos do un solo caballero con bres que esperaban cuando viessen gente,
todos sus guardadores, é don Duardos con que los viniesse á sacar para otra cosa de lo
todos los otros príncipes sueltos, de lo cual que venían. Cuando Palmerín conoció que
llevaba gran lástima, por ver que cosa que el uno era Belisarte y el otro Germán Dor-
tanto desseaba y habiéndola traído á tan liens, viéndolos tan cargados de hierros y
buen efeto suceder assí, se fue al soldán de en tal lugar, sintió muy gran pena, y con
Babilonia para le hacer venir sobre Cos- esto se le rasaron los ojos de agua, y man-
tantinopla y destruilla, é porque en esto su dóles luego quitar las prisiones; díjoles Be-
intención no vino al fin que desseaba, como lisarte: «Señores caballeros, esse beneficio
sabía este lugar, viéndose ya desesperada mucho mejor estuviera por hacer y fuera
de los otros remedios, trujo consigo los tres mejor dejallo para otra parte, pues es más
caballeros que matastes, que eran de su ge- para daño nuestro». «Señor Belisarte, dijo
neración,áy mí con ellos, más por engaño Palmerín, quien os mandó aquí meter no
que por voluntad, y asentando en esta tie- fue para os quitar tan presto las prissiones» ;
rra, desencantó esta isla con propósito de entonces quitándose el yelmo por que lo co-
todos los caballeros que á ella viniessen de nociessen, dijo Germán Dorliens: «Ya yo,
hacellos matar ó prender para satisfación señor Palmerín, no se me da nada que me
de su desseo; ayer prendieron aquí á uno, prendan cada día, pues allá quedáis vos
anoche otro, entramos de tanto prescio que para soltar á todos, según tenéis por oficio,
primero que los venciessen vencieron á mí de lo que Dramusiando puede ser buen tes-
y á los otros dos» . «Los nombres de los tres tigo». Passadas estas y otras palabras de
caballeros os suplico que me digáis, dijo mucho placer, se salieron á fuera; el caba-
Palmerín, y también me enseñá la prissión llero, que andaba sirviendo, mandó luego
dondo los pressos están para los sacar della, poner la mesa, con que Palmerín fue con-
pues aquí no hay más que hacer» . «El pri- tento, porque Palmerín en todo aquel día
mero, respondió él, se llamaba Titubante el no había comido; no menos Belisarte y Ger-
Negro, el segundo Medrusán el Temido, el mán Dorliens lo tenían necessidad, porque
tercero Forbolando el Fuerte; si en alguna los que allí los metieron mayor cuidado tu-
hora estuvistes en casa del emperador Pal- vieron de aprissionallos que no de darles lo
merín, ahí los podríades ver». «Yo los co- que habían necessidad, mas esto no era mu-
nocí muy bien, dijo Palmerín, y también cho, pues la necessidad enseña á los tiempos
conocí siempre del los la intención dañada en que todo se ha de sufrir, en especial
contra quien no lo merecía, por lo cual no cuando falta el remedio.
me espanto venir á hallar en este mundo el
pago de sus obras, y en el otro no sé lo que
Cap. LIX. — De lo que Palmerín hixo en
será». Luego so fueron á la prisión donde
los otros estaban, adonde no había allí más aquel castillo, y cómo vino Francián el
Músico y Onistaldo y se partieron.
que dos por haber poco tiempo que Eutropa
allí llegara, que si le durara, más bien pu- Aquel día, por ser ya noche, reposaron
diera ser que fuera allí otro passo peor que allí todos tres, y el caballero del castillo
el de Dramusiando, mas Daliarto que lo sin- mandó aparejar dos lechos, uno para Palme-
tió, lo atajó con su saber trayendo el batel rín y otro para sus compañeros, en que dur-
mieron aquella noche con assaz reposo, Pal-
(') Protectora de Amadi. de G*ul». merín por el trabajo de aquellos días passa-

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105
PALME RÍN DE INGLATERRA

dos, y ellos por lo muoho que Telaron las no- alimañas muertas y el miedo que las letras
ches que en la cueva ó prisión estuvieron; á ponían á quien del agua quisiere beber, tu-
otro día se levantaron de mañana é Palnie- vieron aquel acometimiento por cosa mara-
rín en compañía do Belisarte é Germán Dor- villosa, juzgando entre sí á Palmerín por el
liens anduvieron mirando las particularida- más dichoso y esforzado caballero del mun-
des del castillo, que eran muchas, loando la do; desde allí fueron al passo de los padro-
antigüedad de algunas obras que en él había nes, donde vieron los cuerpos de Titubante,
dinas de fama inmortal, puesto que las que Medru8án y Trofolante tendidos en el cam-
mis eran para ver estaban algún tanto gas- po muertos; aún era su continente tan te-
tedas del tiempo, por lo cual la vista dejaba meroso, que á cualquiera podrían poner te-
do gozar de lo mejor dellas; de allí fueron á mor, yporque Palmerín no los quiso ver, se
la fuente donde Palmerín hobo la primera fue solo por otra parte, quedaron todos cua-
batalla con las alimañas que la guardaban, tro hablando en su bondad, loándole mucho,
porque hasta entonces Germán Dorliens ni teniendo aquella batalla por una de las te-
Belisarte no sabían lo que allí passara; cuan- merosas del mundo; de allí entraron en la
do las vieron muertas y su ferocidad quita- fortaleza, y antes que reposassen quissieron
da por mano de un solo caballero, tuvieron ver por estenso todas las cosas della, de que
en tanto aquel acometimiento, que sólo pen- no tuvieron tau poco que decir que la do-
sar en ello hacía temor en sus ánimos como jassen de señalar por la mejor y más fuerte
de cosa nunca vista; mas tornando á pensar que nunca vieron; llegando al padrón donde
que el vencedor era Palmerín de Ingalate- Eutropa se echó en el río, cuando vieron la
rra, no tuvieron por mucho lo que vieron, puente por donde Palmerín passo. no sabían
ni creyeron que para él había cosa dudosa si aquel esfuerzo lo juzgassen á valentía ó á
de acabar; de allí tornándose al castillo, es- otra cosa, mas acordándose de quién le pas-
tuvieron allí cuatro días tomando algún re- sara, echábanlo todo á mejor parte; enton-
poso de que tenían necessidad; al quinto, ces se desarmaron, y repossaron aquel día
andándose passeando todos tres por bajo de en compañía de los otros, siendo servidos
los árboles, vieron venir por el camino que del caballero Satrafor, que assí se llamaba
de la mar venía dos caballeros, á los cuales aquel con quien Palmeiín hobiera la pri-
conocieron luego que los vieron, y ellos co- mera batalla; al otro día ordenaron de se
nocieron Palmerín
á en cuya demanda ve- partir, y Palmerín dejó á Satrafor en guarda
nían; fueron tan alegres, que dejando el del castillo, llevando en su voluntad dar
passeo que traían tomaron otro andar más aquella isla á Daliarte si dél la quissiesse
apresurado por los ir abrazar, porque sabed tomar.
que éstos fueron Francián el Músico y Onis- Partidos todos, fuéronse adonde las barcas
taldo, que tanto que se despidieron de Sel- estaban. Palmerín entró solo en la suya, y
rián de la floresta adonde le dieron las nue- los otros compañeros en la otra caminaron
vas de su señor, vinieron hacia aquella don- hacia la parte donde vinieron; mas la barca
de les dijera que se había metido en el ba- de Palmerín, que más era guiada por la vo-
tel, yhallando allí un batel de pescadores, luntad de Daliarte que por el saber de los
no anduvieron mucho en ella que fueron á marineros, se apartó presto del camino de
vista de la isla, de que los pescadores mu- la otra, alejándose tanto en la mnr, que en
cho se espantaron, por ser tierra que nunca pequeño rato perdió la tierra de vista; todo
habían visto, y llegando al puerto en que el día anduvo assí sin saber á dónde guiaba;
Palmerín saliora, dejaron la barca en guar- ya que quería anochecer, cenó de algunas
da de sus escuderos, temiéndose que los cosas que halló en el batel, porque quien
pescadores huyessen, y subiendo por la gran allí lo hizo venir no le envió desapercibido
cuesta arriba, fueron á parar al padrón, y de lo necessario; venida la noche, passóla en
puesto que las letras dél hacían temer el cuidados desesperados de que nunca se ha-
passaje adelante, olvidando el miedo por lo llaba desembarazado; juntamente con ellos
que debían hacer, fueron más adelante, ma- anduvo otros ocho días con sus noches atra-
ravillándose mucho de la gran altura de la vessando las aguas de la mar, en fin de los
roca; siendo ya en lo más alto della vieron cuales se halló bien desviado de la Gran
Palmerín con los otros sus amigos andar Bretaña, y mucho más de Costantinopla,
paseándose por debajo de los árboles, como donde entonces era su propósito ir, que
ya dije; entonces recibiéndose unos á otros acordarse de aquello le hacía ser mucho
con igual placer, se fueron para el castillo, más triste y descontento que nunca fuera;
passando primero por donde la fuente esta- viendo que el batel salía á un puerto, quedó
ba, yviendo Francián y Onistaldo aquellas ( algún tanto consolado, y lo fue del todo des-

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J06 UBBOS DE CABALLERIA8
pues que salió en tierra y supo que estaba ella acudiessen tantos caballeros con dessoo
en la guerra de España, donde muchas ve- de llevar el escudo, el Caballero Triste que
ces dosseara venir por se hallar para esperi- le defendiera hizo tanto en armas, que puso
mentar la hermosura deMiragnarda.de que á la redonda dél más de docientos que le
entonces tanto en estremo se hablaba, por
acompañaban, con los nombres de sus seño-
ver si igualaba en alguna parte con su se- ras escritos en los brocales. Miraguarda mi-
ñora Polinarda, que del todo no creía que la raba siempre estas batallas desde lo alto de
naturaleza tuviesse tan grande poder; mas bu torre, porque al pie della se hacían; era
esto es yerro, porque hacer un estremo es tan confiada en el parecer y alto mereci-
mucho, y hacer dos estremos no es tanto, y
miento de su persona, que recebía de Flo-
assí fuera más haber una Polinarda en el
rendos aquellos servicios sin le mostrar nen-
mundo que dos; mas luego que salió del ba- gún contentamiento si dellos lo recebía, por-
tel, supo que estaba en la ciudad de Porto,
que no le qnedasse cosa de que se conten-
do Portugal; allí halló tan grandes nuevas tasse; y tornando al propósito del cual tanto
del Caballero Triste, que & sí mesmo no sa- salimos, Palmcrín de Ingalaterra se detuvo
bía negar la envidia que dello recebía, no algunos días en mandar hacer armas, que
sabiondo que este fuesso el que en la puente las suyas no estaban tales que aprovechasen
de Jngalaterra justara, porque como ya se para algún trance peligroso, las cuales traía
dijo, tanto que Florendos de allí partió, mudó de negro y blanco á manera de follaje, de
las armas y tomó aquel nombre, porque invención nueva, tan lozanos, que el parecer
también en aquel tiempo disfavores y olvi- della8 hadan parecer á su dueño de mucho
dos de su señora le traían algo triste; el que,
precio ante quien no lo conocía; en el escu-
después que se apartó de Primaleón su pa- do, en campo blanco la esperanza muerta
dre, anduvo tanto por sus jornadas, que llegó tan natural, que propiamente parecía assí
á España al tiempo que en ella se hacían en la color del rostro como en todo lo de-
fiestas j>or la venida del rey Kccindos, do más, con letras en el borde del vestido que
justas y torneos donde él se halló, é hizo declaraban su nombre, y por esta devisa lo
tanto en armas, que desbaratando la mayor llamaban muchos el caballero desesperado:
parte de los caballeros señalados que ahí se assí con estas nuevas armas comenzó á ca-
juntaron, se partió de la corte con tan cre- minar hacia el castillo de Almaurol, dessean-
cida fama como sus obras merecían; llegado
do probarse en los peligros dél, sabiendo
al castillo dp Almaurol, aposentóse riberas
que quien á ellos no se aventura, pocas veces
dp las qguas de Tejo, dpnde ya otras voces alcanzará victoria de que se contenta.
so hallara, cercado do cuidados tristes y
desacompañado de todo remedio dellos; la
Cap. LX. — De romo Palmerin riño al cas-
famosa Jliraguarda, como sujk) que era ve-
tillo de Almaurol, y de lo que en H passó.
nido, qnisp saber lo que passara en la torro
de Dramusiando, puesto (pie ya lo oyera de- Algunas aventuras passó Palmerin en su
cir lo que hiciera en la puente justando con camino de que aquí no se hace minción;
todos los caballeros que á ella vinieron, y assí caminando hacia aquella parte donde
por las señales que le dieron conoció Ber él; su desseo llevaba, un día á horas de tercia
mas después que de todo fue informado, no se so halló riberas del Tajo, pareciéndole la
contentó do las maravillas que en Ingalate- mansedumbre de sus aguas cosa tan delei-
rra hiciera, jiorqup su condición era tal que tosa como ellas son para quien la memoria
no so contentaba con nada, antes desspando en alguna cosa tiene ocupada, ó yendo assí
ver si sus obras eran como le decían, pandó- echando los ojos á una y á otra parte, descu-
le que guardarse un passo junto de Almau- briendo con la vista dellos las rocas que de
rol, creyendo que vendrían tantos caballeros entramas partes le cercaban, vio el castillo
audantes que allí sp haría otra aventura de de Almaurol assentado en el borde dél, tan
no menos fama que la de Dramusiando; el
hermoso y fuerte, que á quien bien le mira-
Caballero Triste lo hizo assí, puniendo un ba hacía presumir que al que primero lo
escudo en un trozo de árbol, en el cual en
edificara que para intención de grandes co-
campo negro estaba Miraguarda, sacada por sas le hiciera, y guiando hacia aquella parte,
el natural, tan hermosa en su parecer que vio dos caballeros en batalla en una plaza
á ella se rendían más caballeros que á las que al pie del castillo se hacía, y porque le
fuerzas de quien el escudo guardaba; al pie
de aquel peligroso bulto estaban unas letras Ímreció que alguno dellos debía ser el Cabu-
lero Triste, puso Jas piernas al caballo para
blancas que declaraban su propio nombre, llegar á tiempo que viesse el tin della y
y pomo esta aventura sonase muy lejos y i obras dél, mas cuando llegó el otro estaba

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I

PALMERÍN DE INGLATERRA 107


rendido, y el escudo en compañía de los de no menos confianza, se apearon de los ca-
utros que ahí estaban, con el nombre de su ballos por mejor se poder herir; esta segunda
dueño escrito en el brocal, que decía Came- batalla fue Un temerosa y cruel, que nunca
lante; Palmerín, viendo tantos escudos allí se hiciera allí otra como ella, que puesto que
nitrados, tuvo en más la valentía de quien la que el Caballero Triste tuvo con Almau-
allí los pusiera, en demás después que co- rol fuera grande, en comparación désta era
noció uno de Frísol y otro de Sirellante ó de tanto como nada; á él so le acordaba que la
TcMiebrot, á los cuales juzgaba por caballe- batalla se hacía por su señora y que ella le
ros de mucho precio en las armas, y miran- miraba y estaba á ello presente, y tenía por
do más arriba vio en el que estaba Mirá- gran falta con tal ayuda duralle un solo ca-
banla, fue tan salteado do aquella primera ballero tanto en el campo. Palmerín, que de
muestra, quo no sabia que se pensasse, por su i>arte le favorecía la hermosura de Poli-
:<Ur traspassado de su juicio y entendi- narda, pensaba de sí lo mesmo, assí que to-
miento; quedó algún tanto suspenso, y tor- das cosas eran causa de más mal; tanto an-
nando algún tanto en sí, poniendo los ojos duvieron en aquella segunda batalla, que lo
en ella comenzó á decir: «Señora, agora veo más del día se gastó peleando con tan gran
¡o que uo pensaba, y ya no me espanto ha- ardideza, como si en todo el día no hobieran
cer tantos estremos este vuestro caballero, hecho nada, trayendo por algunos lugares
( iies por tamaño estremo so combato; ven- las armas rotas y despedazadas, los escudos
ívt á todos no mo parece mucho, pues la ra- tan deshechos, que solamente las embraza-
zón está tan clara en su favor, mas comigo duras tenían en los brazos, las espadas botas
quiero ver lo que hará, que la tengo mayor de los muchos golpes quo se habían dado,
de mi parte». El Caballero Triste que oyó de manera que ya no se daban golpes quo
t>ias razones, viendo la ofensa que con ellas mucho daho se hiciessen; en fin, qup de
*e hacía á la imagen de su escudo, enlazan- cansados se apartaron afuera, no pudiendo
do el yelmo vino contra él, diciendo en voz, sufrir tamaño trabajo; Palmerín, puestos los
alta: «Si el castigo que essas palabras more- ojos en sus armas y viéndolas del todo des-
ra no estuviesse tan cerca de vos como vos
baratadasdeshechas,
y acordándosele la ra-
estáis de mereeello, podríame quejar del zón por que se combatía, no sabía qué pen-
tiempo, mas puesto que es assí, apercibios, sasse sino que su flaqueza lo estorbaba, di-
fie quiero ver si vuestras obras con vues- ciendo: «Señora, ó yo no soy para os servir,
tras palabras igualan»; ainbos se apartaron 6 vos no mo queréis que lo haga por no mo
afuera, y como cada uno dellos diesse aquel tener por vuestro, mas esso no puede ser,
encuentro en nombro de quien servía, fue- que yo lo ñ siempre, y esto no me lo podéis
ron con tanta fuerza, que las lanzas volaron defender puesto que comigo tanto podáis,
en piezas, y ellos perdieron las estriberas y favorecéme en esta batalla, pues es hecha á
estuvieron cerca de caer, y receloso cada vuestro servicio y nombre; no queráis que
ano de la fortaleza de su contrario, arran- este caballero lleve de mí tan grande honrra,
ado de las espadas con tamaña furia y porque entonces la señora que en esto lo
iraveza como les hacía tener la razón por puso quedará con alguna de vos, cosa contra
quien se combatían, que esta batalla hicie- razón». El Caballero Triste, que nunca en
ron, tanto que no los pudiendo los caballe- tan gran afrenta se viera, comenzó á temer
ra sufrir, se herían menos á su voluntad. el fin de la batalla, y poniendo los ojos en
Ei gigante Almaurol, espantado de la bra- Miraguarda decía: «Señora, yo vi á Polinarr
v-za de aquella batalla, como aquel que da, nieta del emperador Palmerín, en cuya
nunca viera otra tal, llevando las nuevas hermosura se habla tanto por estromo quo la
iella á Miraguarda, no tardó mucho que á tienen por la más estremada del mundo;
una ventana se puso un paño de seda bor- en cuanto no os vi á vos caí en el yerro de
dado de trozos de oro para de allí la mirar los otros, mas después que os vi sentí el en-
acompañada de sus dueñas y doncellas, y gaño de todo, desengañóme conmigo, conocí
p'Ppie al tiempo que á ello se puso entra- que adonde la verdad de vuestra hermosura
mos estaban descansando por cobrar alien- fuera manifiesta todo lo demás parecerá
to, el Caballero Triste, puniendo los ojos en mentira; pues esto está tan claro, no consin-
tila, comenzó de decir entre sí: «Señora, táis que alguien sospeche otra cosa; favore-
quien por esse parecer so combate, ¿qué fla- céme agora, y después matáme; no queráis
jueza tamaña ó qué esfuerzo tan pequeño quo sea vencido de otro quien lo es de vos».
puede teuer que todas las cosas grandes no Luego se tornaron á juntar con tamaño ím-
acabe?» Y remetiendo á su contrario, quo petu como si de nuevo comenzaran la bata-
también con Polinarda paasara otras palabras lla, redoblando los golpes con tapiaña fuer-

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108 LIBROS DE CABALLERIAS

za, que hacían abollar loe yelmos, desmallar quion más deudo tuviesse, y apartándole
las lorigas, sembrar por el suelo piezas de por entre los árboles de que aquella tierra
las armas, assí que la crueza con que se era poblada, con los ojos muy llenos de agua
combatían facía en ellos harto daño, puesto comenzó á decillo: «Oh Armeiio, este es el
caso que por la destreza con que se guarda- galardón que á mi mi fe me guardó en fin
ban andaban menos heridos de lo que de sus de tantos trabajos, tener otro mayor para
golpes sesperaba; otras veces se trababan a pasar; ¿quién pensó que tan mal agradecidos
brazos por se derribar, mas no les aprove- fuessen tan grandes servicios; de otra parte,
chaba nada, porque ventaja no se conocía no sé de qué me quejo, que las condiciones
en nenguna de las partes, flaqueza mucho del amor son éstas: tratar mal á quien no lo
menos, assí que bien se podía creer que allí merece, favorecer á quien no conoce su bien,
estaba junta toda la alteza de las armas.
negar sus engaños á quien del los se satisfa-
Miraguarda juzgaba aquella batalla por ce; con8uélome que mi vida no sufrirá mu-
cosa muy notable, porque nunca viera otra cho este dolor, que, de grande, ni yo le po-
como ella, y puesto que como ya se dijesse dré sufrir, ni ella ine dará esse lugar; todas
para se doler del Caballero Triste tuviesse las cosas tienen fin y ¿no le tendría mi mal?
la voluntad essenta, para su contentamiento Pues agora que le esperaba le veo comenzar
desseaba ver la vitoria; el día se iba gas- de nuevo, y esto recelé siempre, porque nun-
tando, la noche acudía tan escura que casi ca cosa de mí tan grande bien como mi vo-
no se vian el uno al otro, de que entramos luntad me hizo dessear, porque assí es bien
recebían gran pena por no poder llevar la que sea, que para tamañas cosas no soy yo.
batalla al cabo, cosa que cada uno mucho
y ollas para otro so guardan adonde su me-
desseaba, y puesto que en nenguno se eono- recimiento mejor se satisfaga. Mas ¿qué haré,
ciesse mejoría, el Caballero Triste estaba que conozco esto para no quejarme y no me
peor ferido y tenía las armas más deshechas, vale para me apartar de tamaño peligro?
Almaurol los apartó á tiempo que ya la os- Confiéssote que entre tantos males un solo
curidad los apartaba; Palinerín, creyendo bien hallo, de que me consuelo mucho, y es
que allí no tendría buena noche, so fue á un
pensar que mi mal me matará presto; y en-
lugar de ahí á media legua, á donde algu- tonces, ni él me hará más mal, ni yo sentiré
nos días se estuvo curando con propósito sus dolores, porque sólo con uno acabarán
de como fuesse sano tornar al castillo y ha- todos los otros» . Acabadas de hacer estas y
cer tanto en armas que por fuerza llevasse otras lástimas salidas del alma, no pudiendo
el escudo de Miraguarda á Costantinopla ya sostener las lágrimas, comenzaron á salir
adonde determinaba irse; Almaurol recogió en tanta cantidad que Armello, no lo pudien-
en su aposento al Caballero Triste para le do sufrir, le comenzó á consolar con otras
mandar curar, porque hasta entonces possa- tan verdaderas como le hacía derramar el
ba siempre en el campo; mas Miraguarda, amor que siempre le tuviera; mas como aquel
que no podía encobrir el pesar de no vencer
primer acídente hizo fin, el Caballero Tris-
al otro siendo la batalla sobre su hermosura, te le mandó que en todo caso se partiesse
viéndole en mejor disposición, le mandó sa- para Costantinopla y llevase su caballo y
lir del castillo, mandándole que dentro de
sus armas, pues entonces aquello era la ma-
un año no vistiesse armas, pues en ella yor cosa que le podía dar, rogándole que en
no alcanzara vitoria tan justa, de que quedó nenguna manera diesse cuenta de su mal.
tan triste y descontento, cuanto parecía ne- antes aflrmasse ser muerto, porque él pen-
cessario para conformar con el nombre, cre- saba hacer sus palabras verdaderas. Arme-
yendo que del todo su fortuna le quería des- llo, que con el llorar no podía responder,
truir, locual no tuvo por mucho recordán- después que estuvo algún poco dando lugar,
dose que sus cosas, cuando en mayor sossiego esperando que la passión le diesse lugar
están, mayor mudanza hacen. para hablar, dijo: «Por cierto, señor, yo no
sé á qué parte pueda ir que más contento
Cap. LXL— Cómo el Caballero Triste salió viva que en vuestra compañía, ni qué bien
del castillo del Almaurol, y de lo que más fuera desta conversación pueda tener que no
me parezca mal; las nuevas que me mandáis
JMSSÓ. que lleve á la corte, no soy de quien ellas
Tanto que el mensaje de Miraguarda fue se han de saber, ni monos quien en esta
dado al Caballero Triste, como quien en todo afrenta os ha de dejar, antes do mi consejo
desseaba seguir su voluntad, llamó á Arme- hak'is do sentir esto menos, porque las co-
11o su escudero, á quien siempre con tanto sas injustamente mandadas no puede ser que
amor tratara como si fuera otro hombre con quien las ordena no las deshaga; la señora

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109
PALMERÍN DE INGLATERRA

Miraguarda, cuando esto 09 mandó, estaba conoció por qué lo hacía, consintió en ser
entregada á su condición, que es essenta, y dos en el passar della, viendo que ella á ellos
nengún respecto tuvo sino a lo que la volun- y ellos á ella eran conformes. El escudero del
tad le podía, más agora que estará libre de Caballero Triste, sintiendo que del todo des-
passión y arrepentida de su yerro, luego echaba su compañía, vínose para el castillo
mandará otra cosa» . «No sabes lo que dices, de Almaurol, y puniendo las armas y escudo
dijo Florendos, que mi culpa no es tan pe- de su seflor al pie del árbol do estaba el de
quena que deje de merecer mayor pena de la Miraguarda, en señal de vencido como los
que ella rae dio; ¿cuál caballero viviera en otros que allí estaban, hizo tan gran llanto
el mando que sobre su hermosura hiciera tal dél, que cualquiera persona to viera duelo
batalla que no la venciera sino yo, que soy sino Miraguarda, ante la cual aquestas cosas
para tan poco que en esta en que me vi hice hacían poco movimiento, tan libre era su con-
menos que en todas cuantas tú me viste? Con dición, recontando algunas veces muy gran-
todo, si loque te mando no te parece bien, des proezas del Caballero Triste y la muy
haz lo que quisieres, con tanto que me dejes alta generación suya, por donde allí se supo
solo, pues sólo para mi se guardó mi mal, muy bien quién era, puesto que quien aque-
¡á lo menos no tendrás más parte en él de lo lla vida le daba á nenguna cosa, por muy
que tuviste en la culpa de que me conde- grande que fuesse, se rendía; y porque del
nan !> ; y apartándose dél se fue por el río Caballero Triste y de su escudero se hablará
arriba con los ojos en el suelo y el corazón á su tiempo, les deja la historia de hablar
ocupado en su dolor, derramando lágrimas dellos, por tornar á hablar de Pal merin, que
salidas del alma á donde entonces hacían su después que se halló muy bien dispuesto de
assiento. sus heridas para poder dar y recebir otras,
En esto passó gran parte del día; después armándose de armas nuevas que para aque-
sentándose á la sombra de una peña, de lla aventura madara hacer, porque las otras
cansado se adurmió, á donde el sueno no fue no estaban ya para sufrir nengíin trabajo,
de tanto reposo que en él se hallasso libre tornó al castillo de Almaurol, trayendo en su
de su cuidado, antes soñando mil vanidades voluntad de en nenguna manera partirse dél
tristes pasó aquel pequeño espacio con tama- sin que hubiesse muy gran Vitoria de aquel
ño trabajo como si en todo su acuerdo estu- caballero con quien se combatió, y luego, al
viera ahí; al tiempo que recordó hallóse assí tiempo que halló á su escudero haciendo
ya la peña cercada de unas ovejas que alrede- aquel gran planto que ya dije, y conociendo
dor dél y á la sombra de unos fresnos passa- muy bien por aquellas palabras que le oyera
ban la Biesta; el pastor que las guardaba sen- decir que era el esforzado y muy famoso
tado en el alto de la peña tocaba de cuando Florendos, pesóle mucho en muy gran ma-
en cuando una flauta con villancicos tan ena- nera de saber lo que paseaba, creyendo que
morados ymuy bien compuestos, que no pa- aquella ira de Miraguarda haría en él muy
recían de hombre de tan baja suerte; á las gran daño, y que si se perdiesse sería muy
veces dejaba de tañar y con su ganado alre- grandíssima falta para el mundo, é no sabien-
dedor platicaba sus dolores, como aquel que do muy bien determinar lo que haría, acor-
no estaba essento de ellos, y juntamente con dó de irse , pues detenerse no aprovechaba
estas palabras acudía con unos sospiros que ninguna cosa para el remedio y vida de Flo-
hacia á quien los oía tener en mucho su rendos; mas primero estuvo muy bien mi-
pena. El Caballero Triste, que todo lo sen- rando aquel bulto muy estremado de Mira-
tía, estuvo escuchando su muy grandíssimo guarda, que le parecía la cosa muy más her-
dolor dél, no Uniendo por esso el suyo en mosa de todo el mundo, y si entonces no tu-
menos, que donde él es grande con los aje- viera lavoluntad tan sujeta en otra parte que
nos no se aplaca, conociendo entonces la le hacía perder todo el conocimiento, tanto
grandeza del amor cuánta era y en cuán- que no sabía destinguir lo malo de lo bueno
tas partes él su poder emprime, poniendo que en tal caso tocase, bien determinara cuál
en sn voluntad allí adelante en compañía de á cuál hacía ventaja, é creyendo que ocupan-
aquél, si él lo quisiesse consentir, pasear el do la vista muy mucho en aquella figura
tiempo, porque cada uno su igual busca, por- ofendía al amor de su señora, volviendo las
que el triste con los tristes se consuela, y riendas al caballo se fue sin saber qué cami-
alegre con otro alegre Be quiere, que esto es no Uevasse, asentado en sí no desviarse del
lo natural de la naturaleza: toda cosa con camino de Costantinopla, para donde enton-
otra cosa su igual recebir placer; y hallóle ces su deseo le guiaba, cosa de que los hom-
Un amigo de la vida solitaria, que quisiera bres mal saben huir, porque donde él es
desechar en su compañía, mas después que grande, todas las otras razones desbarata.

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1Í0 LIBROS DÉ CABALLERIAS

Cap. LXII. — Cómo el gigante Dramusiando ya que para nsso no soy, míreos quien lo
vino al castillo de Almaurol, y de lo que mereciere, y el servir hagámoslo todos, que
en él passó. para esso nacistes vos». En esto se abrió la
puerta del castillo y salió el gigante Almau-
Torna aquí la historia al gigante Dramu- rol encima de un caballo castaño claro ar-
siando, de quien es bien que se haga men- mado de armas blancas de muy estremada
ción, assí por sus obras ser para ello, como fortaleza, menos lozanas que proveohofsai?.
también j>or ser neeessario para que las co- blandiendo una lanza, puesto que gruessa
sas rayan en su orden; el cual, después de que parecía que una punta se juntaba con
correr muy gran tierra en busca de Palme- la otra; este Almaurol, puesto que los días
rín, que sin hallar nuevas dél, trayendo passados no hacía batalla con nenguna per-
consigo á Selvián su escudero, vino á parar sona, que Florendos lo esensaba, viendo lle-
al castillo de Almaurol pocos días después de gar aquel día á Dramusiando, cuyo parecer
la passada de Palmerín, lugar á donde mu- daba testimonio de sus obras, sintiendo en
cho se desseaba ver por las cosas que dél Miraguarda un descontento de le ver en tal
oyera decir, y viendo el assiento muy gra- día y á tiempo que el caballero Triste era
cioso en que el castllo estaba situado, y la perdido y que su escudo no quedaría en el
fortaleza dél, bien le pareció merecedor de cuento de los otros, quiso amostrar que
muy grandes aventuras, y andando mirando adonde él estaba no faltaba nenguno para
alrededor, llegó á aquella parte donde las le satisfacer su voluntad; con esto proposito
batallas se hacían, y no vio á ninguno sino salió al campo de la manera que aquí se •
un árbol cargado de escudos colgados en las dice, diciendo contra Dramusiando: «Muv
ramas dél con los nombres de sus señores, bien sería, caballero, que la figura de es^
de los cuales conocía rauohos y eran sus escudo donde tenéis puestos loe ojos pussiés-
amigos; en el mas bajo dél estaba el del sedes el vuestro en los otros que lo acompa
muy esforzado Caballero Triste con todas las lien en señal de ser vencido, y seríaos me-
otras armas, cosa contra razón, las armas jor partido que hacello por fuerza, en tiem-
del vencedor estar en parte que parociesse po que más os duela». «Si yo pensasse. dijo
despojo de los vencidos; junto con ellas Ar- Dramusiando, que la figura que tu dices de
mello su escudero, que cansado de llorar se tan poco se contentaba, yo holgara muy

adurmiera; Dramusiando mandó á Selvián mucho, porque hubiera menos que sentir ó
ue le recordasse, desseando saber las cosas menos que perder, fuera suyo mi escudo y
e aquella casa, mas después de sabido lo mío mi corazón, soltárale mis armas y no mi
que passaba, quedó muy descontento de no libertad, diera lo que poco cuesta por lo que
hallar allí al Caballero Triste para se com- no se puede comprar, aventurara perder lo
batir con él, y quisiera mandar poner su poco p)r asegurar lo que vale mucho; mas
osoudo encima de todos los otros si su escu- tu no sientes lo que dices, ni sería razón que
dero lo consintiera; Dramusiando, que afín lo sintiesses, que las cosas de tanto precio
no había visto el otro donde el bulto de Mi- no es bien que las sienta sino aquel que me-
raguarda estaba, levantando los ojos más rece gozallas». Almaurol, que naturalmente
arriba, que hasta allí con la ocupación de las tuvo siempre más ferocidad que delicadeza,
otras cosas no lo hiciera, quedó tan sin sen- habiendo aquellas palabras por falta y muy
tido de lo que de aquella muestra recibió, grande injuria de su persona, abajó luego la
que su robusto corazón no pudo resistir á lanza, mostrando el continente medroso y
los miembros, que, tremiéndole todos perdió muy Aspero, echando muy grande cantidad
la lanza de las manos; mas como la flaqueza de humo negro por la visera del yelmo, re-
hieiesso en él poco assiento, corrido de verse metió con tanta ira cuanta un corazón muy
tal, tornó algún tanto en si, ocupando la vis- resuelto y muy soberbio |>odía llevar en el
ta en aquella figura que tal desatino le causó, tiempo que de alguna muy gran passión está
comenzó do decir: «Señora, en quien vues- señoreado, contra Dramubiundo, que de la
tras muestras tanta impressión hacen, no mesma manera lo recebió, y como cada uno
debe de querer mas que sea para más peli- fuesse muy diestro y de mucha fuerza, y l<»s
gros; holgara de os poder servir en esto encuentros muy bien dados, vinieron entra-
passo como otros hicieron, mas para lo hacer mos juntamente al suelo por encima de las
hallo el esfuerzo en la voluntad y en el co- ancas de los caballos; arrancando de las espa-
razón mil recelos, que me ponen en mayor dap, enonmenzaron entre 6Í una tan brava
miedo del que nunca tuviera; si sintiese en batalla, no menos para ver que la mejor que
él algún atrevimiento para miraros y no allí nunca se hiciera. Miraguarda se lo estu-
más, yo os mostrara para cuánto soy, mas vo mirando desde una ventana, recelando el

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PALMERfN DE INGLATERRA 111

muy gran peligro en quo vía á su gigante, tendrán fin todos los otros recelos que yo
temiendo que si allí se perdiesse, sería muy agora tengo». Lademia, quo assí se llamaba
grandfesitna falta para su guarda; ellos se aquella doncella, mostróle mucho oh gran
combatieron por un muy grandíssimo rato, manera agradecelle aquella buena voluntad,
dándose el uno al otro tan fuertes y grandes diciendo que su señora Miraguarda era muy
«rolpes é tan bravos, que nunca entre dos ca- contenta do lo tener por aguardador, con
balleros se rieron, |>orque como entramos que Dramusiando algíin tanto fue contento,
fnessen gigantes y dotados de muy valentís porque hallaba la voluntad muy pressa y la
simas fuerzas, y en aquel tiempo se quissies- libertad perdida y la condición muy enamo-
sen aprovechar más della que de ninguna rada, yesto le nació más de la conversación
maña, se ferian tan mortalmente, que aque- y plática de aquellos señores que en su pri-
lla batalla era mucho para ver, y mucho más sión tanto tiempo tuvo, que de venille de su
!*ra dessear; en aquesto se quitaron afuera hatural, aunque de otra parte ya entonces
por cobrar algún aliento, Dramusiando puso pudiéramos decir que era de naturaleza,
¡os ojos en la ventana, y viendo á Miraguar- pues la costumbre de largo tiempo en ella
da, quedó tan fuera de sí, que no se le acor- so convierte; aRsí estuvo Dramusiando algu-
dó el muy grandíssimo peligro de la batalla nos días guardando aquel passo, haciendo
ni con quién la hacía, ni aquel lugar donde muy grahdes hechos de armas y muchas
estaba, quedando tan sin acuerdo, que él no maravillas, mas aquella grandíssima gloria
se temía de nengnno ni estaba para que nen- no le duró mucho tiempo, que el qtie se la
guno se temiesse dél. Almaurol, conociendo dio se la tornó á onitar, porque aquella es
ru muy gran turbación, no quiriendo espe- su costumbre, de ningunos bienes tener más
rar que tornasse en sí, quo le temía más que envidia que «le aquellos que ella da.
ningún hombre con quien entrara en campo
si no fuera con aquel muy esforzado Floren- Cap. LXITI. — De lo que aconteció al gigante
dos, llegándose á él, con un golpe dado por Dramusiando en la forlalexa de Almaurol.
encima de la cabeza con tanta fuerza que
entrando la espada por él le hizo una muy No quedó Dramusiando tan maltratado do
pequeña llaga en ella; mas como algunas la batalla que hobo con Almaurol que dejase
veces el dolor hace despertar el sentido á á otro día de tomar armas para passar otra de
quien aquella herida recibió, le avivó tanto, tamaño peligro, y porque su desseo era mos-
que tornando sobre Almaurol comenzóle de trar áMiraguarda que tamaño lo quedara de
le herir tan bravísaimamente de tales y tan- la servir, aún el sol no era del todo muy cla-
tos golpes, que le desatinó del todo, no en- ro cuando, armado de sus muy lucidas y
tendiendo en otra cosa sino en se guardar muy fuertes armas, llegó aquel campo de las
dél, y andando huyendo á una y áotra par- batallas, é quitándose el yelmo se sentó al
te, cayó en el suelo tal como muerto, assí de pie del árbol donde aquella figura de el es-
las feridas que había recebido como del gran cudo estaba, y porque donde el amor es muy
cansancio de la batalla; Dramusiando fue grande hace siempre los recelos mayores,
luego sobrél por le cortar la cabeza, y es- teníale tamaño de poner los ojos en el bulto
tándole desenlazando el yelmo, sintió que le de quien tantas penas le causaban y le ma-
llamaban de arriba, y volviendo los ojos ha- taban, que Sin osar levantarse del suelo decía
cia la ventana, vio una doncella que le dijo: mil lástimas, de que Selvián recebía muy
«JLuy esforzado caballero, la señora Mira- gran pena ó mucho se espantaba, que hasta
guarda os ruega y os pide ¡>or merced qué allí no creía que amor de corazones tan du-
or contentéis de la grandíssima victoria que ros se contentaba; mas Armello, á quien el
habéis alcanzado de vencer la batalla, y no grandíssimo dolor de la pérdida de su señor
de la muerte del gigante, porque, allende de siempre le era presente, no sabiendo encu-
en ello hacer lo que debéis en las armas, á brir aquél que aquellas palabras le hacían,
ella echáis muy grandíssimo cargo, por ser que quería morir de muy grandíssimo pesar,
el principal aguardador que tiene». «Seño- creyendo que nenguno del servicio de Mira-
ra, dijo el caballero, la vida le daré, pues guarda ni de la guarda de aquel passo fues-
que ella lo quiere, y la mía en la guarda de se aquel caballero merecedor de guardalle
su escudo si me lo consintiere cuanto la sino aquel valentísimo y esforzado príncipe
dispossición de aqueste caballero fuere para Florendos, é no pudiendo dissimnlar en sí
ello; y podía ser que si viniese alguien que aquella muy grandíssima passión, diciendo
á mí me venza, que ni ella tenga piedad contra Dramusiando: «Bien se parece, buen
para me valer ni para me dejar de matar; caballero, quo vos no hallaste en aqueste
entonces descausaré, porque con un solo fin passo quien hasta aquí le ha estado guardan-

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112 LIBROS DE C ABALLERIAS

do de los otros muy esforzadamente, é tam- hacer, y assí passo á passo se llegaron á don-
bién le defendiera á vos si aquí estuviera, de el escudo de la figura de Miraguarda es-
jx>rque después con muy menos soberbia é taba encima de los otros que Florendos había
muy gran desconfianza lo guardárades de lo vencido, y puniendo los ojos en aquella figu-
que agora hacéis, mas la ira de Miraguarda ra de Miraguarda, ni se les acordó lo que te-
tiene esta culpa, querer quien no le tuvo nían por passar, ni quién los estaba espe-
nenguno sea destruido de sus obras y venci- rando en el campo, ni para lo que allí vinie-
do de su mal para no poder venceros á vos» . ran; assí estuvieron enbebecidos en el delei-
«Escudero, dijo Dramusiando, la fe que con te que aquella figura les causara, tonto que
vuestro señor tenéis me parece á mí muy Dramusiando, que sintió su olvido sabiendo
buena, y quion otra cosa os dijere no sé con de donde les venía, como hombre esperi-
qué razón lo dirá, pues sus obras, según que mentado en aquel caso, se llegó á ellos, di-
por estos escudos se penetran, son verdadera ciendo: «Señores caballeros, essa figura no
esperiencia de vuestras palabras, mas por se puso ahí para verse con ton gran reposo,
eso no habéis de menospreciar ó tener en porque tal bien como esse con algún riesgo
poco a quien nunca vistes ni sabéis si es se ha de merecer; cumple que uno á uno ha-
para mucho; á vuestro señor, si yo aquí le gáis batalla comigo, y aquel que me ven-
hallara, combatiéranie con él, y si me ven- ciere podrala muy bien mirar de su espacio,
ciera contentárame de ser en el cuento de y si bo hallare vencido della sentirá lo que
los otros vencidos suyos, que no valen menos yo siento, para pensar que la vitoria tiesta
que yo, y por ventura ganara mucho en ello, empressa no es ton barato como en las otras
pues en señal de vencimiento dejara un es- partes» . «Por cierto, dijo Graciano, si este
cudo y agora no sé si satisfaré con dejar la deleite con algún riesgo se ha de merecer,
vida; por otra parte, pudiera ser que si nos yo quiero ser el primero quo por él passe>;
viérades en batalla, que me juzgárades peor y sin decir más, bajando la lanza se vino
ó quizás mejor de lo que agora hacéis; por lo contra Dramusiando, que le salía á recebir, y
cual, para servir á la señora Miraguarda, yo quebrando su lanza en muchos pedazos hizo
basto tonto como él; para la merecer él val- perder á Dramusiando entrambas estriberas,
drá más que yo, porque confessar yo otra cosa mas él le encontró con tonto fuerza, que le
será mentira, y á él negalle su merecimien- hizo dar tan gran caída que por un pequeño
to yo no sé qué tanto razón serla, y si vos espacio no pudo tornar en su acuerdo. Don
os pensáis detener algunos días, alguno ven- Rosbel, descontento de tal acometimiento,
drá en quien veáis el crédito que de mí po- movido con gran enojo, arremetió á Dramu-
dréis tener» ; mas aun estas palabras no te- siando con la lanza baja, que ya estaba apa-
nían respuesta, cuando por el río arriba aso- rejado con otra en las manos de las muchas
maron dos caballeros; el uno venía en un que en el campo había, que siempre allí es-
caballo rucio armado de armas negras y blan- taban sobradas por mandado de Almaurol; y
co con estremo de oro, y en escudo en cam- porque del todo Graciano no quedasse sin
po sanguino un cuerpo muerto; el otro traía compañía, don Rosbel se la tuvo ton buena
unas armas de verde y leonado á cuartero- que de aquel primer encuentro vino al suelo,
nes, en el escudo en campo de plata dos leo- y como para cada uno dellos aquel aconteci-
nes rapantes; no fueron muy cerca de Dra- miento fuesse nuevo, mirábanse el uno al
musiando, cuando conoció que el uno era el otro maravillados de tal cosa, y según la for-
esforzado don Rosbel y el otro el príncipe taleza de los encuentros siempre presumie-
Graciano, á quien ya tuviera presos, cuya ron que quien los daba fuesse Palraerín, si
conversación y amistad estimaba mucho, y del todo no le desconocieran en la grandeza
puesto quo su voluntad fuosse de servirlos en del cuerpo; como Graciano fuesse más ardid,
todo, acordándose de que no podía más hacer no pudiendo sufrir ton gran pesar, cubierto
por la palabra que diera á Miraguarda, fuele de su escudo, con la espada en la mano vino
forzado ir contra la amistad y negar las con- contra Dramusiando, diciendo: «Caballero,
diciones della por seguir la orden del amor puesto que vuestros encuentros sean toles
que en todo puede, tanto que hace negar las que sean para recelar las otras obras, rué-
otras cosas por hacer lo que él quiere; enla- goos quo nos combatamos de las espadas,
zando el yelmo, se apartó por el campo por porque quiero passar por todo para de todo
los dejar llegar, mas don Rosbel y Graciano, dar buen testimonio de vuestras obras, si
que lo vieron apercebido de justa, y ellos que escapare tal que lo pueda hacer» . Dramu-
no buscaban otra cosa sino aquello y ver las siando, que de todo era compuesto do virtud
aventuras de aquel castillo, se fueron adere- y bondad, viendo la voluntad de Graciano y
zando en las sillas, porque más no había que cómo estaba muy encorajado de lo que en la

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PALMERÍN DE INGLATERRA 113

justa le había aoaescido, y conociendo que po- nadas tanto que atravesó toda España sin
día ganar honrra donde tanto la desseaba, no hallar aventura nenguna que de contar sea;
qniBO hacer batalla con él, porque de cual- ya que se halló á los fines de Navarra, é
quier fin que tuviesse no se podía venir sino cerca de Francia, adonde por la despobla-
pesar; quitándose fuera le dijo: «Señor Gra- ción de la tierra había muchos gigantes ó
ciano, aun agora no desseo tan poco la vida caballeros de su generación que la señorea-
que la quiera poner en esse peligro; la mala ban, comenzó de hallar aventuras de mucho
voluntad que comigo traéis podréisla perder, peligro para quien en ellas se quisiesse me-
por ser contra uno de los mayores servidores ter, y no de menos honrra para quien á su
que en esta vida tenéis»; entonces Graciano, salvo las pasasse, en la cual parte en pocos
maravillado de oirse nombrar de aquel caba- días hizo tanto en armas é cosas tan señala-
llero que él no conoecia, le dijo: «Por cierto, das ygrandes, que su fama con gloria mara-
señor caballero, que yo me tengo por muy villosa por el mundo se estendía, tanto que
dichoso en ser amigo de un caballero en olvidadas todas las obras de caballeros famo-
quien tanta bondad hay; para que yo no vaya sos passados y presentes, sólo en las suyas
con sospecha, querría que me hiciéssedes como por maravilla se hablaba, assí en las
merced de decirme quién sois* . Entonces Dra- cortes de los príncipes como en los ayunta-
rausiando se quitó el yelmo; luego Graciano mientos populares; andando desta manera
y don Rosbel le vinieron á abrazar con el ma- ejorcitando sus fuerzas y divulgando sus
yor placer del mundo, no teniendo aquella obras, socorriendo á quien dél tenía nocessi-
falta por cosa vergonzosa por ser de tal mano, dad, un día, casi á hora de vísperas, cami-
y quiriendo saber dél la causa por que allí nando por el pie de una alta sierra más po-
estaba y hacía aquellas batallas, contóles blada do árboles que de gente, vio hacia la
cómo viniera hacia aquella parte, é de la ba- mano izquierda, encima de una peña, un
talla que tuvo con Almaurol, y de cómo le castillo que, quitando de ser fuerte, era de
aprometió á Mi reguarda de guardar aquel maravillosa hechura, todo hecho de unas
passo hasta que viniesse alguno que le ven- piedras verdes y blancas, tan perfectas las
ciesse. «Según esso, dijo don Rosbel, toda colores, que cada una parecía dar lustre á
vuestra vida le guardaréis, porque si la la otra; al pie dél estaba un campo losado
muerte no os vence, no sé quién lo haga» . de las mismas losas, y en el medio dél esta-
«De mí os sé decir, dijo Graciano, (pie no ba un estanque de agua cuadrado y grande;
me pesa de haberme derribado, que yo lo el agua dél era tan clara, que se parecía
merecí á mi señora Claricia en me aficionar todo el pescado que dentro andaba, cosa para
tanto en viendo que vi el bulto de Miraguar- mirar; estaba cercado de unos acipreses muy
da, que, olvidado de todas las otras cosas, altos que le hacían sombra, de manera que
sólo en ella y no en otra cosa el juicio y el allende de ser mucho para ver, era tan apa-
espíritu halló ocupado». «Señor, dijo don rejado áhacer deleite á quien el corazón no
Rosbel, ni yo me hallo tan libro de essa cul- toviesse libre, que Palmerín, olvidado de
pa que sepa cómo rae desculpe con mi señora algún peligro que allí le pudiesse venir,
Dramaciana, si no es con huir de aqueste quitando el freno al caballo para que pacies-
lugar para no ver otra vez el bulto de quien so do la hierba que por aquel campo estaba,
tantos desatinos hace hacer á quien en otra se echó á la orilla do aquel estanque á la
parte tiene el corazón»; é sin más querer sombra de aquellos árboles que lo cabrían,
detenerse ni esperar más razones, se puso á quitándose el yelmo con intención de lavar-
caballo sin esperar por Graciano que ya se so del sudor y polvo que traía en el rostro
venía tras él, y sin se despedir de Dramu- del calor que aquel día había passado; ya
siando, que de risa no se podía tener de ver que se hobo refrescado, quiriendo reposar
el temor con que don Rosbel de aquella par- del trabajo passado, miró hacia el castillo
te se fuera; é no fuera mucho llevarle assí, por ver si en él había alguna gente ó cosa
porque es mucha razón que de las cosas que de que se pudiesse recelar, y no viendo de
mucho daño traen, muy justa cosa es que no qué temerse, tenía por mucho ser un lugar
las esperen, sino que huyan dellas. y assiento tan gracioso y merecedor de ser
poblado sin nenguna habitación; entonces,
puniendo el escudo y el yelmo á una parte
Cap. LXlV. — De lo que le aconteció n Pal-
merín camino de Cosíantinopla. por desambarazarse de todas his cosas que
lo podían dar perjuicio á su cuidado, sol-
Palmerín de Ingalaterra, de quien ha mu- tando las riendas al pensamiento, echado
cho que no se habló, después que se partió de buzos sobre aquellas claras y deleitosas
del castillo de Almaurol, anduvo por sus jor- aguas, comenzó de traer á su memoria á su
LtBBOB DK CABALLERIAS,— 1 1 . — Ü

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114 LIBROS DE CABALLERIAS

señora Pollnarda y el mucho tiempo que ha- I otras veces do amor, las cuales sentidas dél
bía que no la viera, en especial cuando se eran tamaño peligro para su condición y des-
le acordaba el consuelo que tenía cuando en seo, que no esperando por armas ni caballo,
Costantinopla estaba en sólo podclla ver, re- se quissiera assí partir; mas ella, que el amor
volvía en sí tan varioB pensamientos, que obraba en ella más de lo que parecía, con
unos le ponían en mucha alegría y otros en esto le hacía salir de los términos que á su
muy gran tristeza; y esto era cuando pen- persona convenía, que viendo que con aque-
saba en el recelo que le pusieron aquellas llas palabras amorosas y tantas lágrimas no
tan crueles y desamoradas palabras que le fingidas no le podía quitar de aquel su pro-
dijo para no osar parecer antella ni ir á pósito, usando do aquella mudanza que en
Costantinopla hasta saber verdaderamente ellas de contino suele haber, mandó algunos
que ella dello fuese contenta, y porque en- caballeros de aquellos suyos que luego le
tonces lefaltaba bu compañero Selvián, que prendiessen, en Iob cuales hizo tanta resis-
en estos tiempos le solía remediar con algún tencia como aquel que sin espada ni otras
consuelo, hizo la pasaión tan grande entrada armas ningunas tenía, y tomándole por fuer-
en él, que desamparado de su esforzado co- za le llevaron á una cámara del aposenta-
razón ymaravilloso esfuerzo, sólo las fuer- miento de aquella señora, á donde muy car-
zas de un delicado parecer le quitaron tanto gado de hierros y servido de todo cuanto
su acuordo, que con un parecer de muerto le era menester, como su persona lo mere-
estaba echado al pie de aquellos árboles; en cía, le tuvo algunos días, declarándole mu-
este desacuerdo duró tanto, que casi se que- chas veces su grandíssimo desseo, rogándole
ría poner el sol, y de dentro de la fortaleza mucho que del todo no Ja quiaiesse matar,
salieron cuatro doncellas tan galanas y dis- pues su edad más era para gozarse oou ella
puestas como merecedoras de tal población, que para desechalle ansí. Como aquestas pa
y viéndole assí, se llegaron á él acompañadas labras fuessen para Palmerín arranoalle el
de piedad de le ver, como medrosas del re- alma, no tan solamente las desechaba, mas
celo que llevaban; viéndole tan mancebo y mostraba más contentarse de la compañía do
gentil dispossición, tuvieron mucho mayor aquellos hierros que de la conversación de
dolor dél, é porque le vieron todas las señales quien se los había mandado echar; y porque
de muerto, pues que de otra parte una cosa en las mujeres todas las cosas son hacer mu-
les hacía perder esta sospecha, y era que ti- chos estreñios, convertió el grande amor
uiendo los miembros muertos solamente los que hasta allí le tuviera en mucho odio para
ojos lloraban su dolor; una doncella que en so vengar de lo que le merecía, retrayéndo-
el parecer era muy hermosa y en las otras se ella á ssi mesma su gran yerro y el des-
calidades de mucho mayor precio, movida á precio con que le tratara, y do la una parte
piedad dél y algún tanto movida de su pa- la vergüenza de lo que por ella passara, y
recer, mandó algunos servidores de casa íle- de la otra la ira en que estaba puesta, la
valle dentro de la fortaleza, adonde después constreñía á hacer algunas grandes cruezas
de desarmado, echado en una cama, con al- fuera de su costumbre, que aquestas [son]
gunos remedios le tornaron en su acuerdo, las calidades dolías; después tornando muy
poco alegre de se hallar en tal lugar y entre bion á moderar su furia con alguna templan-
gente tan aborrescible á su cuidado, y faltan- za nacida de aquella piedad de [que] aquel
do dél quisiera sin nengun detenimiento sa- su muy real corazón era siempre aoompaña-
lir de la fortaleza si se hallara con sus ar- do, desviába880 de su propósito é desculpaba
mas; mas como la intención de la señora del al caballero é culpaba á ssí mesma, buscaba
castillo fuesse tenelle allí alguno» días, man- maneras para le quitar de la memoria, é su
dólas también guardar como quien las que- amor era grande y no lo consentía; enton-
ría por prenda de su estada, pesándole de ces, vencida do la vergüenza, corrida del
ver en él tanta voluntad de se partir, traba- «lesprecio con que la tratara, metida en una
jando con palabras amorosas de le tener, ro- cámara batallaba consigo, desseando perder
gándole que por algunos días quiaiesse acetar su cuidado teniéndolo ya por impossible;
el hospedaje de aquella ]>osada, pues .su pa- tomó por postrer remedio tenelle allí tantos
recer édisposición mostraba tener dello ne- días hasta que aquella passión so le olvidas-
cesidad, la
y voluntad con que se lo ofrecían se ó se arropentiesse. Mas con él este pen-
no era «lo desechar; y do cuando en cuando, samiento era vano, que quien en el amor
la señora que le decía, hacía en el rostro al- tiene mucha parte, no tiene en tanto los pe-
gunas mudanzas de colores, nacidas de lo ligros de la vida que mucho más no estime
que desseaba, á las veces «le vergüenza, y alguno de su placer.

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PALMERIN DE INGLATERRA

Cap. LXV. — De lo que hizo el caballero del 1 á mi corona; no quiero que la culpa dél, que
Salraje en la corte de Ingalaterra antes que fue muy grande, condene á la ignorancia
delta sallaste, y de lo más que le aconteció dellas, y en semejantes casos la culpa de los
caliendo d buscar las aventuras. padres no la demos á los hijos, cuanto más
aunque ellas tuvieran parte en la culpa que
El mny esforzado Floriano del Desierto, el padre tenía en ello, todo se satisfacía con
de quion ha mucho que no se hizo mención, lo que con vos hicieron, y porque veáis cuán
después de Palmorín sor salido de la corte del bien les sé agradecer la deuda en que les es-
rey su agüelo, detúvose algunos días en ella táis y en cuánto estimo la verdad de sus per-
para negociar las cosas de Oriadna y de sus sonas, tengo determinado casar la mayor con
hermanas, hijas del marqués Beltamor, acor- don Rosirán vuestro amigo y mi sobrino, y
dándose del benefioio que dellaa recibiera en la segunda oon Argolante, hijo del duque do
la cura de las heridas que hobiera en la ba- Artán, que por amor de vos y porque yo se
talla del gigante Calfurnio, trayendo en la lo roguó pienso que serán contentos de hace-
memoria las promesas que les hiciera y la es- 11o; á la ten-era daré el marquesado de su
peranza que ellas en él tenían; un día, to- padre y casara con Beltamor, hermano de
mando al rey su agüelo en el aposento de don Rosirán, y assí quedará el partido igual
Flórida, siendo presente don Duardos, hizo y quedarán todos contentos». Floriano le
principio á estas palabras: cPorque siempre, besó las manos por la merced, y don Duar-
señor, oí decir que las buenas obras con otras dos hizo otro tanto por el placer (pie dello
mejores Be deben satisfacer, ó que la ingra- recibió; y porque en las obras virtuosas cual-
titud en loa príncipes más que en los otros quier tardanza hace daño y la presteza es
hombrea ae ha de aborreoer, acordándome nece8saria, luego se puso en obra enviar por
ser vuestro nieto en quien este yerro nunca ellas, y Floriano no se quiso ir hasta que vi-
cupo, parecióme que sería diño de mucha nieron; después de venidas, fueron desposa-
culpa no os remedar en esta costumbre como das oon aquellos caballeros, y en sus bodas
en las otras, que puesto que por la fama se fueron hechas tamañas fiestas como pudieran
han de estimar entre virtuosos, esto se debe ser hechas en las mismas de Floriano, assí
tener en más, y viniendo al propósito, al por bus maridos ser personas de mucho precio
tiempo que, señor, vine de Grecia para este y grande estado, como porque el rey y don
reino, la tormenta del mar, que algunos días Dtiardos lo quisieran ¡assí; passados algunos
me persiguió, me hizo aportar á la costa de días después desto hecho, Floriano, corrido
Irlanda, adonde saliendo en tierra contra la de estar tanto tiempo en la corte, tomando
voluntad del piloto, que no la tenía por segu- licencia del rey é don Duardos y de Flérida,
ra, hot»e batalla con el gigante Calfurnio, en armado de otras armas con otra devisa, de-
la cual, por ser dello Dios servido, lo vencí jada la del Salvaje con quien tan grandes
y maté, quedando tan maltratado todo de cosas hiciera, se partió llevando en su pro-
sus manos y con tan peligrosas heridas, que pósito probarse en el aventura de Miraguar-
verdaderamente ellas dieran fin á mis días da, de quien entonces tanto se hablaba; y
si no fuera socorrido por tres hijas del mar- tomando el camino do España, como no ha-
qués Beltamor, que vuestra alteza desterró llase muchas aventuras que le embarazassen
de su señorío, que el gigante aquel mismo el camino, al poco tiempo arribó en ella,
día había traído pressas, y no solamente la apartándose de la corte del rey Reoindos,
cura que en mí hicieron fue de agradecer, I>orque se temió no le detuviesse algunos
mas la voluntad é diligoncia que en ello días, antes siguiendo su viaje hacia la parte
mostraron, juntamente con el sentimiento que le decían que estaba el castillo de Al-
del riesgo de mi persona, que fué tan grande maurol, llegó á él un día á tiempo que Dra-
que no tiene paga, é ya que mi disposición ni lisiando acababa de vencer á tres caballe-
estuvo para entender en las cosas ajenas, ros; el uno era Poinpides, de que Be espantó
supe dolías quien eran, é también informado mucho assí no conociendo á Dramusiando,
de su linaje por ellas ó de su vida y costum- mas después que supo quién era no tuvo
bres por otros, promotíles de hablar con aquella vitoria en tanto, y viendo tantos es-
vuestra alteza dejándoles alguna esperanza cudos de hombres tan señalados ganados por
de remedio» . «No quiero que vais más ade- 61 solo, de la una parte desseaba poner el
lante, dijo el rey; muchos días ha que tengo suyo juntamente con ellos, de la otra la amis-
noticia dello, y puesto que nunca os lo dije, tad del gigante no consentía batalla, mas
la causa ha sido que dol marqués su padre después de echadas todas estas razones apar-
recebí muchos deservicios, y éstos bien se te, vencido de la envidia de tamañas Vitorias,
me acuerdan, porque eran tales que tocaban quisso pasar por la costumbre de la fortaleza,

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116 LIBROS DE CABALLERIAS

y poniéndose bien en la silla con su escudo niendo por cierto ser aquel Floriano, deter-
y su lanza baja, se puso en el puesto acos- minó muchas veces descubrirse y no llevar
tumbrado como que no viniera para otra cosa. la batalla al cabo; después, acordándose que
Dramusiando, que no 6e contentaba con otra algunos pensarían que con taraor la dejaba,
cosa sino cuando aventuraba la vida en ser- mudaba el proposito, y también teniendo en
vicio de Miraguarda, nada le cansaba, antes la memoria que aquella batalla hacía por
cuantos más caballeros venían mayor esfuer- Miraguarda, determinaba llevarla al cabo,
zo hallaba en sí para el peligro y trabajo en diciendo: «Señora, bien sé que todos mis
las batallas, y viendo la intención de aquel servicios se han de pagar con no acordaros
que le esperaba, tomando una lanza en las delloB ni de quien los hace, y en fin de mis
manos, cubierto de su escudo se vino para trabajos sacaré por galardón descontenta-
Floriano, bien descuidado de pensar \\ie fue- mientos tristezas,
y que esta es la paga que
ra hijo de don Duardos, con quien él no hi- siempre distes á quien otra os merece; mas
ciera batalla por todas las cosas del mundo, con ésta me contento, y con esta condición
y como los encuentros fuessen grandes, ellos os sirvo, que bien siento que para os Bervir
y los caballos vinieron al suelo, y puesto que y no para os merecer soy yo; con todo, por-
Floriano salió más presto del suyo que Dra- que esta voluntad se puede mostrar muchas
musiando, no quiso herille, aunque lo pu- veces en cosas de vuestro placer, mirá con
diera hacer, hasta que del todo se acabó de quién hago esta batalla, y sus golpes os di-
levantar y enderezar el yelmo en la cabeza rán si tengo necessidad de vuestro favor;
que algún tanto so le torciera, y puesto que favoréceme como á vuestro, pues sabéis que
Dramusiando sintió bien esta cortesía, reci- lo soy, y no queráis que quien me vencíesse
bió tan gran passión de ver á su contrario con
diga que lo hizo peleando en vuestro nom-
alguna mejoría, que se la quiso pagar con bre» .Mas Floriano, á quien tantos amores y
obras bien poco de agradescer, que señorea- tardanza enhadaba, determinando llevar su
do de gran ira y avergonzado de quien le mi- intención al cabo, se vino á él cubierto de lo
raba, arremetió á él gratificándole la buena
poco que le quedara de su escudo, y recibién-
obra que dél había recibido en aguardalle dose entramos en la fortaleza de sus golpes,
aquella cortesía, con heridas de sus man«>s comenzaron la batalla segunda tan temerosa
dadas con tanta fuerza como la naturaleza le
y brava, que Almaurol la juzgaba por la me-
diera; mas el otro, que no era para menos
jor que nunca viera; Miragilarda, con Lade-
que él, viéndole con tanta furia y braveza, mia, decía que aquella era la mayor que nun-
ayudándose de su presteza y desenvoltura ca allí se hiciera, y si hasta allí tuvieron en
le comenzó de herir por tantas partes, dán- mucho la valentía de su guardador, entonces
dole tan mortales golpes, que allende de le no tuvieron en menos la del que con él se
poner en mayor recelo del que hasta allí combatía. Ellos, en quien ninguna flaqueza
estuviera, le hizo sospechar que podían ser se conocía, jamás dejaban de se herir, redo-
de quien los daba; mas como en él nunca se blando los golpes con tamaña fuerza, que ya
sintió flaqueza ni cosa que lo pareciesse, en- no tenían armas que lo pudiessen sufrir; ya las
cubría su sospecha, y aprovechándose de su carnes comenzaban á sentir la fuerza con que
fortaleza y esfuerzo, hacían entramos una se daban. Selvián, que en tamaño peligro
tan temerosa batalla, que ninguna de las vio á Dramusiando, pesándole de le ver tan
que ya passara en la fortaleza de la pris- maltratado y que encomenzabaá enflaquecer,
sión de don Duardos fuera mayor, y como recelaba su muerte, porque sabía cuánto con
anduviessen á pie y cada uno reoelasse de su
ella pessaría á su señor, y llegándose al escu-
enemigo y tuviesse la Vitoria por dudosa, lle- dero de Floriano, cuando le conoció, fue tan
gábanse muy á menudo hiriéndose por todas alegre como quien creía que con aquello sal-
partes, de manera que las armas estaban ro- vaba la vida de Dramusiando ó de entramos;
tas ylos escudos deshechos, las fuerzas en- con este sobresalto llegó á Floriano, dicien-
flaquecían, lafuerza de la batalla iba en do: «Señor, no mostréis tan gran voluntad
tanto crecimiento, que cada voz parecía que de la vitoria desta batalla, que sabe que la
se redoblaban. Miraguarda, que dende una hacéis con Dramusiando vuestro amigo» . A
ventana la estaba mirando, juzgábala por la estas razones se apartaron el uno del otro
mejor do cuantas había allí visto, si no fue la mostrando que hasta allí no se conocían,
del Caballero Triste con Pal morí n, quo aqué- é abrazándose passaron algnnas palabras de
lla fue igual á ésta; pues como el trabajo los amistad, puesto que breves, porque laa heri-
pusiesse en tamaña necessidad que los hi- das no daban lugar á mucho detenerse; Flo-
ciesse apartar para cobrar aliento, apartán- riano se espantó mucho de ver á Selvián, é
dose cada uno á su parte, Dramusiando, ti- porque no sabía la razón, quísose informar

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PALMERÍN DE INGLATERRA

de la causa que allí le trojera, la cual, des- tura do la fortaleza de Almaurol y en la


pués de sabida, sintió mucho, temiendo los hermosura de Miraguarda. de que Pompides
reveses de la fortuna; aquella nuera le hizo hablaba por milagro, loándola en estremo
dessear irse luego á Costantinopla, donde como quien la viera muy bien, no pudiendo
creía que podría hallar recaudo dél, é no le negar ni dissimular la passión que llevaba
hallando revolver el mundo todo hasta saber de ser vencido delante della, de que Floriano
alguna nueva que le hiciesse contento; assi, burlaba y reía, alegrándose de no tenella
despedido de Dramusiando, llevando á Sel- vista por no caer en aquel peligro y hallarse
vián consigo, sin querer ver el bulto de Mira- libre de lo que nengún no era, y loaba mucho
guarda por no caer en los peligros de su vis- la intención y manera de Dramusiando por
ta, y antes que se partiesse, Pompides, que la impressa que tomara; passados los días que
á una parte del campo estaba mirando la bra- sus heridas los detuvieron en aquella casa,
veza de la batalla, corrido de se ver vencido, ya que se sintieron en desposición de poder
se llegó á él por le acompañar, con cuya caminar, dando al huésped el agradecimiento
compañía fue tan alegre como la razón lo que por su buena obra merecía, despidién-
pedía; entramos se partieron para un lugar dose dél se pusieron en el camino de Costan-
de ahí cerca donde los curassen de sus heri- tinopla, adonde entonces era la nobleza de
das, determinando después de sanos de ir toda la caballería del mundo; siguiendo el
por sus aventuras é passar por lo que en camino derecho con intención de se ir á em-
ellas les sucediesse, determinando en todo barcar en algún puerto de Francia, adonde
hacer lo que debían y en nada mostrar fla- más aparejada hallassen la embarcación,
queza, acordándose que á los esforzados pri- aconteció que pocos días después de la pris-
mero la fuerza quel esfuerzo les ha de faltar. sión de Palmerín de Ingalaterra llegaron á
aquella mesma parte, é viendo el castillo
tan gracioso é bien asentado, estrenaron
Cap. LXVI. — De lo que aconteció á Fio-
mucho edificio tan noble en lugar tan yermo
riano del Desierto siguiendo sus aventuras
después de sano de sus heridas. y deshabilitado, é volviendo las riendas á los
caballos para lo ir á ver de más cerca, vieron
Acabada la batalla, Dramusiando se reco- que de dentro salía una doncella acompa-
gió al aposentamiento de Almaurol, adonde ñada de dos escuderos encima de un pala-
con mucha diligencia fue curado de sus heri- frén blanco, que allende de su hermosura no
das, que eran algún tanto peligrosas; y en iba poco lozana; llegando á ellos, habláronla
cuanto assí estuvo, no se hizo nenguna bata- con la cortesía que siempre acostumbraron á
lla ante la fortaleza, porque Miraguarda no las mujeres, rogándole se detuviesse é les
consintió Almaurol que tomasse armas ni dijesse cúyo era aquel castillo, si la príessa
aventurasse su persona , tiniendo ya en al- que llevaba no se lo quitase. cPuesto que
guna parte perdido el crédito dél por ser ella sea mucha, dijo la doncella, con tales
vencido dos ó tres veces; los caballeros que palabras me lo pedís, que me detendré para
en este tiempo allí vinieron se tornaron os lo decir; habéis de saber que este castillo
descontentos de no hallar afrenta en que pu- hizo el rey Basilio de Navarra, que ya habéis
diessen mostrar su precio, puesto que algu- oído nombrar; por su fallecimiento vínose
nos llegaron ahí tales que vencidos del pare- para él la princesa Arnalta su hija en cuanto
cer del bulto de Miraguarda esperaron hasta no se casasse, dejando la gobernación del
que Dramusiando sanase para se probar con reino á algunos señores del reino virtuosos
él, y á la postre quedaron con su lástima, y en las obras, esperi mentados on los edades,
sus escudos hicieron compañía á los que esforzados en los ánimos é libres en las in-
antes de allí estaban, entre los cuales fueron tenciones, sabios en gobernar, para que por
uno de Tremorán y otro de Francián el la falta del rey el reino no recibiesse dete-
Músico, cosa bien dudosa para quien allí los nimiento ni el pueblo injusticia; agora, ha-
vía y no conocía el vencedor, y dejando á él biendo días que en él está, tuvo nuevas de
hasta su tiempo, dice la historia que Flo- la aventura del castillo de Almaurol, que es
riano y Pompides su hermano se partieron allá en los fines de España, é de la fermo-
de la fortaleza algo mal tratados de las heri- sura de Miraguarda, tanto por el mundo
das que llevaban, y tomóles la noche en casa hablada, ó porque tiene sospecha que los
de un caballero anciano que vivía junto del amores désta tienen preso á un caballero á
camino, donde fueron curados por su propia quien ella dessea libre para servirsse dél,
mano é servidos de todo lo necessario abun- mándame que le vaya á ver, porque si fuere
dosamente; algunos días que allí se detuvie- más hermosa que ella, dojallo ir que en su
ron paseaban lo más en plática de la aven- poder está presso, y no lo siendo, temo que

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118 LIBROS DE CABALLERIAS

lo ha de mandar matar, según siento el des- me pareció, ó que él está fuera de sí, ó se-
precio que en sus palabras halla» . cEssa vues- rían algunos amores que le trairían la volun-
tra señora, dijo Floriano, ¿es más hermosa tad forzada y no lo dejaban conocer tan gran
que vos?» «Si yo en alguna cosa ob lo parez- bien, é porque sé que en todos roinos no 6é
co, dijo la doncella, bien sé que ella os lo persona que tal hiciesse hacer sino Mira-
parecerá en estremo, por la mucha diferen- guarda, á quien tan altamente loan, quise
cia que hay de una á otra» . «Pues bien os enviar á una doncella mía á vella, porque si
podéis tornar, respondió él, que Miraguarda su hermosura es como dicen, mandallo he
de ser tan hermosa como vos so contentaría» . soltar, y si no es assí. castigalle he como
«Sonora, dijo Pompides; no os engañe este merece, por no dar atrevimiento tratar con
caballero; seguí vuestro camino, veréis lo desprecio á las personas de tal valor como
quo nunca vistes, y podréis desengañar yo». Floriano, que siempre tuviera los ojos
quien allá os envía y dar la vida á esse otro en ella y la voluntad no muy lejos, quiso
quo decís, y este señor no os engañéis por ver si la podría satisfacer con palabras, é
él, quo tiene la volunta»! esonta y no vio el porque le pareció loca, allende de hermosa,
bulto de Miraguarda como yo, porque 61 celó cosas que muchas veces en ellas andan jun-
de verse en el peligro de muchos». «Paró- tas, le dijo: «Señora, á esse caballero no le
ceme, dijo la doncella contra Pompides, que veáis vos más ni le deis otro castigo ni
debéis venir tocado de la* muestras de essa
mayor pena que es dejalle con la vida, por-
señora, porque os veo hablar en ella como que cuanto más le durare más veces senti-
testigo de vista, y puesto que esto assí es, rá su yerro y lo que por él perdió, pues
quiérame tornar con vos á la princessa Ar- vuestro merecer es tal que por otro deseche.
nalta mi señora, que adonde vos estáis para Miraguarda es tan hermosa como os dioeu,
dalle essas nuevas será escusado illas yo á mas vos no le debéis nada, ni ella, si os
buscar». Entonces, volviendo con ellos al viesse, tendría de qué se alterar nada». Ar-
castillo, dijo á Arnalta lo que paseaba, y nalta, áquien estas palabras mucho satisfa-
cómo aquellos caballeros venían de la aven- cían, junto con las otras calidades que sen-
tura de Miraguarda é que la podrían desen- tía de quien las decía y [como su] condición
gañar y decilla la verdad; Arnalta, quo era mudable como las más de las mujeres tie-
muoho desseaba saber si las cosas de Mira- nen por naturaleza, comenzó á sentir otras
arda eran de tamaño merecimiento como mudanzas nuevas, tan olvidada de Palmerín
fama las hacía parecer, después de desar- como si nunca le viera, y tomándolos por la
mados yhaber reposado, los tomó entramos mano se tornó al castillo, adonde ya estaba
por la mano enseñándoles su castillo y la mesa puesta. Floriano le rogó que primero
assiento dél, quo era mucho para ver, ha- oenassen le mostrasse el caballero preso, el
ciéndoles elmejor tratamiento que podía; de oual ella mandó traer; cuando Floriano é
allí llevándolos al estanque, se a asentó con Pompides le conocieron, pudieron mal di ¡«si-
ellos á la sombra do los árboles quo le cerca- mular el alboroto y placer que con su vista
ban; ypuniendo los ojos en Floriano, que le recibieron; Selvián se echó á sus pies por se
pareció el más principal, comenzó á decir: los besar; Arnalta, viendo el acatamiento
«Señores, puesto que no sé cómo juzgaréis que los otros le hacían, pesóle de les tener
mi intención, determiné daros cuenta de mis en su caasa y luego los quissiera despedir,
cosas para saber do vos una que mucho mas Floriano, á quien la soflora no parecía
desseo. Yo soy hija del rey de Navarra, se- mal, le tornó á amansar con palabras y filin-
ñora de toda esta tierra; por su fallecimiento gos, que fueron de tanto merecimiento de-
retraíme en este castillo en cuanto los regi- lante dclla, que mandó haoer una cama para
dores del reino me buscaban marido según Pompides y Palmerín y otra para él solo,
la ordenanza de mi padre; agora no sé cuán- adonde le vino á visitar ouando la hora dio
tos días vino aquí un caballero á quien yo lugar para ello; y por más le agradar, estu-
por lo que en él vi, sin otro conocimiento vieron allí todos tres ocho días, en fin de los
que dél tuviesse, desseé hacer señor de mi cuales, despidiéndose Floriano de Arnalta,
persona y de todo mi señorío; no sé la razón él euhadado y ella desseosa, se apartaron el
que tuvo para desechar estas dos oosas tan uno del otro, y ellos se fueron camino de
desseadas de muchos príncipes, porque no Costantinopla, prometiéndole el primero de
tan solamente dejó de hacer mi ruego, mas la tornar á ver lo más presto que pudiesse;
antes me dijo que se contentaba de la con- assí comenzaran á caminar todos tres con-
versación de unos hierros en quo le mandé tentos de bu acontecimiento y ella de sus
meter que do la mía; y puesto que esto me engaños; Floriano olvidado de tornar, Ar-
diese* muoha passión, desimulélo, porquo nalta llena de la tal esperanza; ella alegra

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PALMER 1N DE INGLATERRA 119

de sus amores, y £1 desviado deste pensa- rejar; en esto vino á ellos un escudero, que
miento camino tanto oon sus hermanos, pla- los dijo: cSeñores, Florenda, hija del rey de
ticando siempre en Arnalta, no se espan- Francia, que en aquellas tiendas está, os
tando de sus cosas, porque en las mujeres hace saber que, haciendo su camino para una
nenguna es de espanto. romería adonde va, le tomó la fiesta en este
vallo por le ver tan gracioso; se quiso aquí
Cap. LXVII. De lo que aconteció á extos detener hasta tanto que la calor pasasse, y
porque vee en vos que debéis ser de gran
tres comjmñeros en el pnsso de una flo-
é resta. hecho darmas, según vuestro pareoer, vos
ruega queráis quebrar algunas lanzas con
Despedidos estos tres caballeros do Arnal- aquellos sus caballeros, si on ello no recebís
ta, siguieron su camino platicando en las pessar» . «A Ja señora Florenda, dijo Palme-
cosas passadas; Palmerín, á quien cualquier rín, quisiera yo que serviéramos en otras
conversación para su gusto era aborrecible, cosas si ella quisiera, mas si en esto recibe
se apartó muy muchas veces con Selvián, y placer, yerro sería querer dejar de hacer su
tlejuado todas las otras cosas, traía á la me- voluntad»; é qniriéndose aparejar, Floriano
moria á su señora Polinarda, y puesto que le pidió la primera justa, que para él allá le
ya en este tiempo con mayor aparejo la podía quedaría en qué so mostrar; Pompides, que
servir, por saber cúyo hijo era, tráele el rancho desseaba de mostrar á bus hermanos
amor ya de lejos criado en él tantos recelos, para cuánto era, quisiera también ser el pri-
?ne no se atrevía á pasan r su mando é ir á mero, mas viendo la voluntad de Floriano,
Jostantinopla, ó puesto que Selvián le traía su frióse consigo mesmo; Palmerín fue con-
á la memoria algunas cosas para le hacer tento de le dejar la impresas, por ser cosa
perder este recelo, nenguna cosa le aprove- de mujeres, á quien Floriano era muy afi-
chaba, que el amor lo desbarataba todo, asaí
cionado; yaapercebido, puniendo las pier-
que en este tiempo era Palmerín puesto on nas al caballo, arremetió contra el caballero
mayor cuidado que nunca, ó también tenía que le salió á reoebir, y puesto que fuesse
por gran falta acordarse que no pudiera uno de los nombrados de la corte de Fran-
vencer á Florendos delante de Miraguarda, cia, vino al suelo sin Floriano haoer ningún
siendo la batalla sobro la hermosura de su revés; luego salió uno en su caballo alazán,
señora, assí que todas estas cosas le traían que arremetiendo oon tra Floriano fue al
tan triste cuanto en otro tiempo lo fue; mas suelo como su compañero; desta manera
Floriano é Pompides, que sentían en él derribó Floriano cinco sin quebrar la lanza
aquella tristeza sin saber de dónde le nacía, y al sesto la quebró, y Pompides le dio la
no podían tampoco caminar muy alegres, suya. Palmerín holgaba de le ver tan vivo y
que esto tiene la amistad grande entre los esforzado y oon tan singular aliento. Flo-
amigos, assí en el parecer como en las obras renda, puesto que mucho sintiesse derriballe
las voluntades ser conformes; caminando sus caballeros, desseaba mucho que justassen
algunos días por ol reino de Francia, adonde todos porque ninguno quedasse agraviado y
ya eran entrados, un día, á horas de tercia, por ver las obras del vencedor, que en es-
se hallaron en un valle grande y hermoso, tremo le parecían bien; en esto atravessó
por la ribera del cual paseaba un río de por medio del valle una doncella encima de
agua clare y poca oon algunos árboles por un palafrén negro llorando á voces altas, y
él, y debajo del los estaban cuatro tienJas viendo á Palmerín assí armado, se allegó á
armadas, oon doce escudos puestas á la re- él, diciendo: cSenor caballero, ruégoos, por
donda dellas, en parte que se podían ver lo que debéis á essa orden que seguís, que
desde lejos en el campo; por debajo de los si el ánimo ob basta á una gran empressa,
árboles andaban algunas damas á su pareoer que vengáis tras mí, y haréis uno de loa
hermosas, puesto que no las vían desde mayores socorros que nunca caballero hizo» .
cerca; mucho se alegraron bs tres caballe- Palmerín, que no traía para otra cosa las
ros de ver aquella gente tan ataviada y en armas, sin le dar otra respuesta volvió las
lugar tan apartado; llegándose más á las riendas al caballo y fuesse tras ella, dicien-
tiendas, vieron salir de dentro de una de- do primoro á Pompides: «Señor, quedaos, y
llas doce caballeros de tan ricas armas deoi á Floriano que siga el camino que de
cuanto nunca vieron otras mejores, dentre antes llevábamos, que muy presto, placiendo
los cuales uno se puso luego á caballo y en- á Dios, seré con él é oon vos» . Pompides se
lazando elyelmo pidió la lanza, puniéndose quedó, aunque contra su voluntad, é una de
á manera de justa: los tres companeros que las doncellas de Florenda, viendo la priessa
conocieron su desseo, se comenzaron á apa- cou que se iba. ge llogó á él, diciendo: «Pa-

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120 LIBROS DE CABALLERIAS

réceme, señor caballero, que essas armas que hacía un león blanco; éste, según la muestra
traéis con menos trabajo que vuestros com- de su persona, parecía para más que todos
paneros las queréis posseer, pues vedes la los otros é de mucho mavor hecho de armas,
afrenta en que el uno está y el otro en el é sin más decir arremetió á Floriano, que le
peligro que quedaba, é vos quedaisos con recibió según su costumbre, mas como éste
tanto reposo como si en 61 os viéssedes». fuesse el esforzado Germán Dorlions, no le
«Señora, dijo Pompides, la doncella lleva pudo arrancar de la silla tan sueltamente
tan buen recaudo para su necessidad, que como hiciera á los otros, antes corrieron dos
yo haré aquella pequeña mengua; mas por- carreras, é á la tercera cayó como sus ami-
que á vos no os parecerá esta escusa buena, gos, pesándole tanto, que quiso morir de
quiero ir tras él, más para le ver obrar que pesar por el lugar donde le aconteciera, que,
para pensar que tengo de ser necessario» ; y según en otra parte desta. historia se dice,
despediéndose dolía siguió por el rastro de Germán Dorliens servía á Florenda con in-
Palmerín, que iba ya tan lejos que primero tención de se casar con ella, por ser gran
passaron muchos días que le viesse. Floriano señor y uno de los más señalados caballeros
quedó solo con los caballeros de Florenda de toda Francia.
justando, é hizo tanto, que en pequeño rato Florenda, viendo á los suyos derribados,
derribó ocho dellos cada uno de su encuen- rogó á Floriano qnissiesse quitarse el yelmo
tro, yalgunos maltratados, é porque en éste y decir quién era, porque quien por las
quebró la segunda lanza, esperó hasta ver lo obras había de ser tan descubierto, poco le
que Florenda mandaba que hiciesse; luego aprovechaba quererse encubrir á nenguno;
una doncella le trujo otra de su parte, ro- él lo hizo, pidiéndole que si en aquella justa
gándole no quisiesse dejar de justar, pues la doserviera en alguna cosa, le mandas&e
tan bien lo hacía; él la tomó, haciendo aca- en qué lo enmendase, y quitándose el yelmo
tamiento cortesía
y á quien se la daba, que se apeó para le besar las manos, lo que ella
era una dama moza y hermosa, prometién- no consintió. Germán Dorliens, que le cono-
dola de emplear como cosa de su mano, y ció, le llevó abrazado con mucho placer y
puniéndose en el puesto de donde siempre contentamiento, diciendo contra Florenda:
salió, vino á él nono caballero, á su parecer
«Señora, ya no se me da nada de ser ven-
mejor puesto que todos los otros, y como
cido, que este caballero no es acostumbrado
éste tu viesse confianza en sí, comenzó de á ser vencido de nenguno»; cuando ella supo
decir: «Huelgo mucho, caballero, de ver en
ser aquello cierto su primo hermano, reci-
vos obras tan señaladas para que las de biólo de nuevo con mayor placer, no se le
quien os venciere sean de mayor estima»; dando nada de ser vencidos los suyos, é por
en dicieudo esto, puso los ojos en Carmelia,
ser hora ya de partir mandó alzar las tien-
camarera de Florenda, con quien andaba das, no consintiendo á Floriano que la acom-
enamorado, y con el placer de vella y la
pafiasse, rogándole quisiesse detenerse en la
confianza de lo que lo quería, 6e fue contra corte de su padre algunos días, adonde con
Floriano al mayor correr de su caballo, mas tanto amor serla recibido como la razón lo
como el amor á las veces puede poco con requería; él se escusó con decir que en todo
quien no le conoce, puesto que este caballero caso quería seguir al caballero que fuera con
en su nombre diesse esto encuentro, no hizo
la doncella, temiendo algún engaño; Floren-
más daño en Floriano que hacer la lanza en da le pidió que le dijesse quién essotro era,
muchas rajas, y él vino al suelo tan triste
porque por lo que en él viera debía de ser
del fin de la justa como estaba alegre en el
gran persona. «Señora, dijo Floriano, no lo
principio della; los otros caballeros que que- creáis; pareceros assí al menos por el desseo
daban, puesto que fuessen de gran precio,
que tiene de serviros; él es Palmerín de In-
vinieron á justar con menor orgullo que galaterra, mi señor hermauo». «Agora os
este otro, porque si otro tanto los aconte- confiesso, señor Floriano, respondió ella, que
ciesse, quedassen con menos enojo. Luego
me pesa de lo saber, pues fui tan desagra-
salió el deceno, armado de rojo y encarnado decida pues Uniéndole aquí no le conocí,
con rosas de plata clavadas en ellas, mas por siendo la cosa que más desseo, por lo cual
no me detener en encuentros tan bien lo
os ruego que le sigáis, 6 si fuere possible
hizo como sus compañeros, y esso mesmo el tornéis por la corte del rey mi padre, lo ha-
onceno; el postrero, en quien Florenda más gáis, pues en ella como en la Gran Bretaña
confianza tenía, salió encima de un caballo os han de servir». La doncella que hizo ir á
rucio armado de armas de oro y verde á Pompides se llegó á Floriano, diciendo:
cuarterones con mil galas por ellas, en el «Señor, yo querría saber de vos quién es el
escudo en campo dorado un tigre que des- otro caballero que fue tras Palmerín, para

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PALMERIN DE INGLATERRA 121

emendar alguna hora las palabras que le dad grande, revolví á toda Francia, y dando
dije>. «Señora, dijo 61, él persona es que os cuenta á los mejores caballeros della nengu-
sabrá servir en lo que le mandárades; llá- no quiso acetar lo que le pedí, que le pare-
mase Pompides, y también es mi hermano» . ció grande de acabar, y viniendo casi des-
«Ruégoos, señor, dijo la doncella, que me esperada, acerté de llegar al valle adonde
desculpéis cuando le vierdes, que corrida Florenda estaba para le pedir que enviasse
estoy de lo que con él passé». «En esso y co migo alguno de los suyos guardadores
en lo demás que de mí os quissiéssedes ser- en quien más conftasse, é porque os vi en
vir, dijo Floriano, estoy tan cierto como compañía de otro caballero que los estaba
vuestro parecer merece» ; entonces se despi- derribando á todos, pensé que fuóssedes assí
dió de Florenda, tomando el camino que como él, é pedios que me siguiéssedes sin
Palmerín llevara, tac receloso de algún de- quereros dar cuenta del caso, que temí que
sastre como quien vía el mundo y el tiempo sabido no quisióssedes venir comigo; agora
liberal dellos.
que estáis al pie de la obra, véoos tan man-
cebo yde tan pocas fuerzas al parecer, que
perdí alguna esperanza si en vos la tenía».
Cu». LXV1JJ. — De lo que pausó ' Palmerín «Señora, dijo Palmerín, la razón y justicia
de Ingalaterra en compañía de la don-
cella. quería que tuviéssedes de vuestra parte, que
en lo demás yo haré lo que pudiere, y por
Palmerín siguió tras la doncella al mayor ventura será más de lo que juzgáis por la
paseo de su caballo, porque su prisa no con-
edad; por tanto, ruégoos que sin nengún re-
sentía nengún reposo, y puesto que muchas celo me digáis á lo que vine, que en lo que
veces quiso saber della adonde le llevaba, de mí á vos cumpliere, aventuraré la vida
nunca con el llorar se lo pudo decir, y assí
á oualquier peligro». «¡Oh, señor! ¡qué bue-
pasearon todo aquel día y aquella noche sin nas palabras, dijo la doncella, bí las obras
tomar reposo nenguno, llevando ya el caba- dijesen con ellas! sabe que en esta villa
llo y palafrén tan cansados, que no se po- adonde venís están pressas tres doncellas,
dían mover; á otro día por la mañana, cuan- hijas de un gran señor que había en esta
do el alba rompía, pasearon por bajo de un
tierra, y porque su padre no las quiso casar
castillo que se velaba; la doncella se apartó
con el duque de Ruysellón y otros dos her-
del camino, rogando á Palmerín que espe- manos suyos, tuvieron manera cómo por
ra.<se, y llegando al castillo habló con uno traición le mataron y á ellas trajeron á esta
de loe veladores algunas palabras que él no fortaleza por fuerza; é porque no quisieron
oyó, é de allí, tornándose para él, siguieron
cumplir su deeseo. diéronles de espacio has-
su camino oon mucha mayor priessa que de
ta hoy, que es el postrero día, para que bus-
antee, y con ella anduvieron hasta horas de cassen un caballero que por fuerza las saca-
medio día, que llegaron á un valle grande é
se de su poder, y haese de combatir desta
deleitoso que estaba á la falda de una pe- manera: primeramente, á la entrada de la
queña villa que era en el ducado de Ruyse- fortaleza, con Bramerín, primo del duque,
llón; allí le dijo que Be apease en cuanto ella temido y nombrado en todo este reino, y
iba hasta el lugar, que luego tornaría; Pal- venciéndole, hasse de combatir con otros dos
merín, áquien el cansancio del camino ha- caballeros juntamente, también sus parien-
cia dessoar algún reposo, se apeó del caballo tes é muy esforzados, á los cuales llaman
y desenlazóse el yelmo para poder mejor to- Onistal y Alfarín; é saliendo desta batalla
mar huelgo; la doncella, como quien no su- vencedor, combatirse con el duque y sus dos
fría ningún reposo en sus cosas, fue á la
hermanos, que cada uno por sí es tan estre-
villa, y hizo la vuelta tan presto como si su mado oaballero, que basta para el mejor
palafrén anduviera en todas sus fuerzas, é desta tierra; y porque hoy es el postrero día
liando á Palmerín, viéndole tan mozo é
del plazo en que ellas han de ser degolla-
gentil hombre, quedó harto triste creyendo das no dando caballero que por ellas haga
que para su afrenta hallara flaco remedio, estas batallas, di la priessa que vistes en
diciendo mal á su aventura se quejaba más
nuestra venida; agora fui á la villa á las ha-
que antes; Palmerín, movido de piedad, no
cer saber que traía quien oon ellos se com-
sabiendo la razón por que se quejaba, le batiesse, de que el duque está espantado é
rogó que sin nengún perjuioio se lo dijeese. contento, creyendo que irá con su propósito
«¿Qué queréis que os diga, señor caballero, adelante» . tPor cierto, dijo Palmerín, ago-
dijo la doncella, sino que soy la más mal- ra no he por mucho algunos caballeros re-
aventurada mujer del mundo, que yendo á celar venir á tan incierta demanda; paróce-
buscar un caballero famoso para una neceesi- me mal del rey consentir en su señorío tan

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122 LIBROS DE CABALLERIAS

gran sinrazón, allende de ser agravio hecho labras, ylos encuentros fuessen dados en
á doncellas, é pues lo más del día es gasta- lleno, no recibió más dallo que hacerse pe-
do é para tantas batallas queda tan chico dazos la lanza de Bramerín en su escudo,
rato, partamos luego, que yo espero en Dios mas él cayó por las ancas del caballo Un
que la maldad suya será causa de su mesmo
gran caída, que por gran espacio no meneó
vencimiento»; é sin más docir, enlazó el pie ni mano; Palmerín, viéndole tal. se apeo,
yelmo, enojado de cosa tan mal hecha; la y quitándole el yelmo le puso la punta del
doncella, que ponía los ojos rn él, cuando le espada en el rostro, diciendo: «Caballero,
vio con tan buen desseo é poro temor, tomó
rendios, y jurá de no más tener esta cos-
algún tanto desfuerzo que le quedara cuan- tumbre, sinó muerto sois». Bramerín, que
do le vio, y entramos juntamente entraron se vio en tal estado, lo otorgó todo de la ma-
■por la villa, é fueron á la fortaleza, que es- nera que él lo pidió; Palmerín tornó á ca-
taba bien assentada ó fuerte ooaa, que á los balgar, ypassando la puente, halló ya la
malos, cuando son poderosos, no se había de puerta de la fortaleza abierta, y entrando
consentir, porque muchas veces la confianza dentro vio á una parte del patio á Onistal (')>'
deetas fuerzas es causa de muchos yerros. Alfarín, armados de armas verdos con flores
azules, que les daban mucho lustre, y en
Cap. LXIX.— Cómo Palmerín se combatió viéndole, sin decillo ninguna cosa arreme-
con los aguardadores de la fortalexa según tieron de súpito, encontrándole con muy
la ordenanza della.
gran fuerza que perdió una de las estrila-
ras, é porque estaba sin lanza, que la que-
La doncella entró por la villa acompañada bró en el primer caballero, no hizo más de
de Palmerín, no tan contenta de la esperan- guardarse bien de los encuentros, é sacando
xa de su socorro como pudiera ser si supiera muy prestamente el espada, esjierólos que ya
quién llevaba consigo, que esta ventaja tie- hacían vuelta, y al primero dio un muy gran
nen los hombres á quien la naturaleza dota
golpe por cima del yelmo en descubierto del
de grandes miembros y robusto parecer, es- escudo, que le hizo una grandísima herida
perarse delloe mayor ánimo y mejores obras en la cabeza que le hacía desatinar, de manera
que de los otros á quien esto no dio; llega- que no daba golpe que mal hiciesse; el otro su
dos á la fortaleza hallaron ya el muro é
companero, viéndole desatinado y flaco, qui-
adarves tan llenos de gente para ver la ba- so oumplir por entramos peleando muy esfor-
talla, que todo estaba cuhierto della; ó por- zadamente, dando grandes golpes señalados,
que el castillo estaba oereado de una cava amparándose de los de Palmerín con mucha
alta y bion obrada, salieron unos hombres y ligereza y desenvoltura, de que él muoho so
echaron una puente levadiza que llegaba á
enojó, por ver que un solo caballero le du-
estotra parte. Palmerín quisiera luego passar raba tanto en el campo, acordándose de lo
4le la otra parte, mas salió de dentro de la for- más que tenía por hacer, é echando el escu-
taleza Bramerín que se lo qnitó, armado de do á las espaldas, tomando la espada con
armas bermejas encima de un caballo casta- entramas manos, le dio tal golpe por cima
fio, blandiendo una lanza, diciendo: «Esperá del yelmo, que le hizo venir á sus pie* sin
allá, caballero, que fuera habremos nuestra nengnn sentido; á este tiompo oayó el otro
batalla, é si me vencióredes, entonces po- muerto, que la gran herida quo tenía en la
dréis entrar y hacer otras que más caro os cabeza no era de manera que le diesse más
cuesten ». cYo no sé lo que la fortuna querrá tiempo do vida; Palmerín Be abajó del caba-
hacer, dijo Palmerín; mas acá fuera ni allá llo yquitando el yelmo al que derribara, le
dentro no creo que la razón ayude á quien dijo que se rindieaso, y porque no lo quiao
en eBas cosas tiene tan poca; por esso tome- hacer, confiando en la ayuda de los que le
mos el campo é hagamos nuestra batalla, quedaban, le cortó la cabeza, diciendo: «Esto
que para tantos pareceres ya el día es pe- quede por galardón de tu porfía» ; y miran-
queños «¿Tan liviana hacéis esta aventura, do por sus armas ó viéndolas sanas y á sai
di jo el caballero, que ya no os quejáis sino sin nenguna herida, volviendo contra la don-
del tiempo que es poco? Agora mira por ti, cella que allí le trujera, dijo: «Seflora ¿tene-
qu«» doste encuentro haré que te sobro más mos aquí más que harer?» «Ir agora me pa-
•día i>ara estar presso en la conversación de rece, dijo ella, que para vuestras obras no
otros necios romo tn, de lo que te puede fal- es poco, por lo cual aun nenguno destos es el
tar para vencer la oostumlrre del castillo». duque ni sus hermanos, porque su costumbre
Entonces, abajando las lanzas, se vinieron
«1 uno contra el otro, mas como en Palmerín
(«) El texto dice aOINUr». También se lee antei
hobieaae más obras (pie en su contrario pa- rariM rece* «Bramaría» por aBramer in».

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PALMERÍN de INGLATERRA 123

es haoer su batalla allí riba: por tanto subí, que pudiesse, no dejó de ser herido en mu-
que quien en éstas os dio tan buena dicha chas partes, porque el duque y sus herma-
no puede ser que en las otras os desmampare, nos, allende de ser esforzados caballeros y
y puesto que mi intención era tornarme de estar descansados, eran tres á uno solo, ó
aquí, ya tengo muy gran confianza en vos, más tomallo muy cansado de las otras ba-
•jue quiero ser presente á todo» ; y enseñán- tallas. Las doncellas, que en tan gran peli-
dole una escalera de piedra muy larga ó gro le vían, con muchas lágrimas pedían á
muy bien hecha por donde había de subir, Díob se acordasse dellas; Palmerín hería á
Palmerín mandó á Selvián que se quodasse una y otra parte con tanta presteza é acuer-
allí en el patio con los caballos, y él con su do, que el duque ni sus hermanos no podían
espada en la mano comenzó muy animosa- valerse; los escudos de todos ellos eran des-
mente á subir delante. No subió muchas hechos, puesto que el de Palmerín lo era
eradas cuando se halló en una sala muy tanto que ninguna cosa le quedaba con que
erando y espaciosa, y en la pared della en so cubrir; los golpes sonaban por todos aque-
io alto estaba una ventana con unas gradas llos palacios con tamaño estruendo, que pa-
que salía de una cámara y ontraba en la recía que todo se asolaba; en nenguno dellos
mesma sala, y sentadas al pie de las mesmas hasta entonces se mostraba flaqueza, antes
gradas tres doncellas vestidas de negro, á cada vez la fuerza parecía que se les dobla-
su parecer hermosas é dispuestas, tanto que ba; la sangre era tanta, que toda la sala es-
no era de culpar nengon estremo que por taba manchada y llena de las rajas de los
ellas se hicies-e; en esto vinieron á ellas escudos.
tres caballeros armados, é traían las viseras En esto, viendo Palmerín cuánto aquellos
de los yelmos alzadas, é por ser mancebos é caballeros le duraban y lo mucho que hicie-
bien dispuestos y las armas galanas, parecían ra y lo mucho que había menester hacer,
personas de gran precio; llegando mis á dio tan gran golpe encima del brazo derecho
ellas, el qne entrellos parecía principal les al uno de los hermanos del duque, que cor-
dijo: «Señoras, no sé por qué quisistes ser tándole las armas y parte de la carne le li-
causa de tanto mal nos viniendo nengñn sió de manera que no pudiendo pelear se sa-
bien; mis primos son muertos por mano de lió de la sala; el duque, viendo su herma-
aquel caballero infiel; como esforzado hará no tan maltratado y su vida en peligro,
lo qne pudiere, mas no podrá hacer tanto arremetió á Palmerín con doblada ftiria de
que deje de pagar con su vida las otras que la que hasta allí le trajera, amenudando los
quitó, y vosotras con las vuestras satisfaréis golpes con tanta fuerza, que no parecía de
parte desta pérdida; mas con todo, ni yo hombre tan cansado; mas todo le era neees-
quedaré contento ni tendré de qué quedallo, sario, que Palmerín andaba tan bravo que
aasl que todos tendremos qué sentir y nen- de otro golpo diera con otro su hermano en
guno de qué se alegrar»; é despediéndose el suelo; el duque se quitó afuera, teniendo
del las con la cortesía acostumbrada sin es-
su perdición por cierta, diciendo á Palme-
perar respuesta, se bajaron á la sala arma- rín: «Os ruego, señor, que no os pese que
dos de armas verdes con alcachofas de oro, descansemos un poco, y si lo tuvieres por
los escudos en campo verde, Cupido con un bien decirme vuestro nombre, tend ríalo en
arco hecho pedazos presso por mano de tina mucho, porque desseo saber á quién venzo ó
mujer; el duque se adelantó de sus hermanos quién me vence». «Mi nombre tenéis tan
hacia donde estaba Palmerín, diciendo: «Se- poca necessidad de saber, dijo Palmerín, que
ñor caballero, ruégeos queráis contentar con no quiero gastar el tiempo en esso; acabemos
lo que hasta aquí tenéis hecho, é rendios á mí, nuestra batalla, que después yo os diré quién
que me pesará ver perder la vida á quieu soy». «¿Por tan oierta tenéis la vitoria, dijo
tanto es para ella». «No pensé ('), señor du- el duque, que no queréis contentaros de nen-
que, dijo Palmerín, que en persona de tan- gñn partido? Pues aun no me tengo por tan
to precio hubiesse obras tan apartadas de vencido que con esse recelo os lo cometí» .
las que debéis tener, por lo cual, pues en Pues tornando á la batalla, comenzaron con
vos conozco que queréis con vuestra inten- sus golpes á se hacer tanto daño por la falta
ción ir adelante, escusado será gastar tiem- de las armas, que el duque, no se pudiendo
po en palabras»; é cubriéndose de su escu- sostener contra los de Palmerín, fue enfla-
do se fue contra él y contra sus hermanos, queciendo de manera que no entondía sino
el cual recibieron con muchos golpes; é pues- en ampararse; Palmerín le comenzó apretar
to que Palmerín en esta batalla hiciesse lo tanto, que le hizo venir á sus pies tan des-
contento como maltratado; mas como el ven-
(') El texto: «peus*?M>. cimiento no era para él de tanto dolor como

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124 LIBROS DE CABALLERIAS

era pensar que del todo perdía á su señora ó les ganar la voluntad en las cosas que al du-
la esperanza della, con piedades de vencido que tocaban, trnyéndoles ála memoria cuán
comenzó á pedir al vencedor que le matasse, buen caballero era y el bien que laB quería,
certificándole que aquel sería el mayor bien y el señorío en que las quería poner, hacien-
que su mal podía recibir. Palmerín, viéndo- do á la una señora de todo su estado y á las
le tan enamorado, hobo dolor de oir sus pa- otras casallas con sus hermanos, que tam-
labras, juzgando por sí lo mismo, y ayudán- bién eran perssonas de gran precio y de
dole á levantar, le rogó que se consolarse, quien mucho se debían contentar; las tres
porque no tan solamente no le mataría, mas hermanas conocían de Palmerín que las pa-
antes le prometía que en todas las cosas de labras que decía que eran dichas á buena fin,
su placer le ayudaría; el duque, puesto que y pensando en lo mucho que le debían, no
aborrecido de la vida, le aceptó con aquella supieron negar lo que les pedía, recelando
condición, que sin ella no se contentara de que si no lo hiciessen quedaría de allí una
la tener, que la vida para mala vida no pue- enemistad grande, con que siempre temían
de dessealla sino aquel que con la muerte no guerra, á la cual ellas, por ser mujeres, po-
se atreve. drían mal resistir; assí que, puniéndose en
sus manos, consintieron que hiciesse dellas
lo que bien le pareciesse, porque á persona á
Cap. LXX. — De cómo Palmerín casó al du- quien tanto debían no se podía negar nada,
que yá sus hermano» con las tres donce- y más siendo su propósito tan singular y
llas, cómo
y allí vinieron Floriano y Pom- virtuoso. Palmerín quedó tan alegre con la
pides. mudanza de su voluntad, que lo tuvo por
mayor Vitoria que la batalla passada; oon
Acabadas estas batallas, pensando Pal- esta alegría fue á ver al duque, que se co-
merín que no había que hacer más, sintió menzaba álevantar, y tomándole en los bra-
gran ruido de armas, y no sabiendo qué zos con un placer no acostumbrado, le dio
fuease, entraron por la puerta de la sala cuenta de lo que hiciera, que para él fue un
veinte peones armados de corazas y capelli- bien tan peligroso, que Palmerín pensó que
nas, ydos caballeros que venían diciendo: se eonvertiera en otra cosa, que no pudien-
«¡Muera, muera quien mató al mejor caba- do su corazón soportar alegría tan grande y
llero del mundo!» , y arremetiendo á Palme- súpita, de que ya tenía perdida la esperanza,
rín, que con la espada en la mano determi- que dio con él en el suelo tan sin acuerdo
nó de esperallos, desconfiando de la vida se- que fue necessario acudille con algunos re-
gún se hallaba cansado; mas el duque lo medios para tornalle, y con los ojos en el
mejor que pudo se metió en medio, amena- cielo comenzó á decir: «Por cierto, señor, si
zando álos suyos, pesándole de tan gran des- algún daño recebí de vos, en doblada mer-
orden hecha contra su voluntad, y porque ced me lo paga8tes; mas ¿qué haré, que es-
le pareció que Palmerín creería que era sabi- toy tan acostumbrado al mal y tan descon-
dor dello, antes que curase en curar su per- fiado del bien, que no sé cómo crea nueva tan
sona despidió de bu casa toda aquella gente, alegre? No me culpéis ver en mí esta fla-
mandándoles que en todo su señorío no ha- queza, que ni yo soy para tan gran bien ni
bitassen, con prometimiento de los mandar mi corazón basta á sufrille; estaba tan acos-
matar si al contrario hiciessen; mas este tumbrado ásufrir, que [penssaba de] cual-
voto no fue adelante, que antes que Palme- quier passión que ninguna podía más que yo
rín se partiesse hizo con él que los perdona- y yo podía tanto que desbarataba á todas para
sse; acabado esto, el duque fue llevado á su sufrir otras de nuevo ; el placer de que siem-
cama y Palmerín á otra en el aposento de
pre desesperé, agora que le espero me desba-
las doncellas, adonde ellas mismas le cura- rata; por esso, señor, pues habéis alcanzado
ron con tanta diligencia como á persona de tan gran vitoria de mí, desseo agora que me
cuya mano pensaban que tomaban nueva deis la vida; aconsejáme lo que agora para
vida, siendo proveído y servido de todo lo ne- sostenella tengo de hacer, que ni yo para tan-
cessario por la mano de Organel, veedor del to bien me atrevo ni pienso que para mí se
duque, assí como lo pudiera ser persona de guarde». Palmerín le empezó alegrar oon
edad é discreto, entendió luego en lo que cum- palabras de su placer, certificándole que
plía, assí en la cura de las heridas de los vi- todo se haría como quissiese; estando entra-
vos como en dar sepoltura á los muertos con- mos en esta plática, que al duque hacía sen-
forme ásus personas, y al tiempo que allí es- tir menos dolor de su vencimiento, llamaron
tuvo Palmerín, como todo fuesse gastado en dos caballeros á la puerta, á los cuales el
la conversación do las doncellas, trabajó por duque mandó entrar, con menos riesgo de

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125
PALMER ÍN DE INGLATERRA

como aquel detenimiento fuesse contra su


lo que en aquella fortaleza acostumbraba; '
mas cuando fueron dentro y Palmerín co- voluntad, se despidió él y sus hermanos de
nosció que eran sus hermanos, quedó con la tan honrrada compañía, quedando el duque
vitoria de más placer, que de temer algún con tan gran soledad como si la conversa-
tanto de lo que sucedería á Floríano en las ción fuera de más tiempo; assí se metieron
justas en que le dejara, gozaba con menos en el camino llevando la vía que antes lle-
reposo el precio de su trabajo, y preguntán- vaban, recelando algún revés que se lo im-
dole loque le aconteciera, le contó cómo por pidiesse, y no era mucho llevar este recelo,
se combatir con Germán Dorliens no fuera que cuando la fortuna le da, á todas las in-
tenciones desbarata.
forzado conocelle Florenda, y como Pompi-
•1« se viniera luego tras él por alguna pala-
bra que una de sus doncellas le dijera, y des-
pués le encontrara al pie de un castillo que Cap. LXXI. — Cómo vino al castillo de Al-
se velaba, haciendo batalla con dos caballe- maurol un caballero qué Iturtó el escudo
ros porque querían forzar á una doncella y del bulto de Miraguarda.
ios venciera con la muerte de uno dellos, y
hallaron nuevas dél cómo venía en compa- Partido Palmerín y sus hermanos de casa
ñía de la doncella para esta fortaleza. Este del duque llevando el camino de Costantino-
castillo que se velaba era de las Tres Herma- pla, deja la historia de hablar dellos por dar
nas yadonde la doncella se apartó de Palme- cuenta de una aventura que aconteció en el
rín cuando vino á hablar á los veladores; castillo de Almaurol sobre el bulto de Mira-
Palmerín holgó mucho de oir lo que le acon- guarda; ya en otra parte deete libro se dice
teció áPompides, y mucho más de le tener cómo por muerte del soldán Olorique de Ba-
la doncella de Florenda en poco. En esto es- bilonia lequedara un heredero de su estado,
tuvieron platicando gran pieza; el duque, estremado caballero y muy enemigo de los
que vio la compañía de todos tres, parecióle cristianos; allende déste, quedó otro no me-
que debían ser personas de gran precio, assí nos esforzado que él, el cual, viéndose pobre
como por lo que parecía en ellos como por y sin señorío, determinó de correr todas las
la riqueza de las armas, y mandó á Organel cortes de los príncipes y en ellas mostrar el
que entendiesse en darles recaudo de todo precio de su persona, y como la primera que
lo que era necessarío, y puesto que Organel fue era la del gran turco, que en aquellos
les daba posada conforme á sus personas, no días era próspera y grande, detúvose en ella,
la quisieron sino en compañía de Palmerín, esperimentando su persona entre los caba-
donde aquella noche supieron dél todo lo lleros deaquella casa, haciendo tanta ventaja
que passaba y la manera de la guarda de la á todos, que en sus cosas no se hablaba sino
fortaleza, y el fin de las batallas, y lo que al por maravilla: pues, viéndose Albaizar, que
fin concertara de los casamientos, juzgando assí se llamaba este infante, tan estimado
al duque por hombre muy leal, atribuyendo entre los otros caballeros, determinó servir
loe yerros que de antes hacía, no á su con- á Targiana, hija y heredera del gran turco,
dición, sino á fuerza de amor que tanta par- á quien los moros entre sí juzgaban por la
te tuvo en él; en estas y otras plátic as passa- más hermosa de aquel tiempo; y porque las
ron la noche hasta que el Bueno los impedía; cosas que el amor empieza acostumbran
á otro día por la mañana, porque estaba assí siempre de poco venir á mucho y de mucho
concertado, fueron desposados el duque y á mucho más, aconteció assí á Albaizar, que
sus dos hermanos con las tres hermanas des- siendo libre hasta entonces, sometióse de
ta manera: el duque con Diomana, que era todo á su voluntad sin le poder servir de
la mediana y más hermosa, á quien mucho nada, y puesto que lo pudiera hacer, no lo
ora aficionado; Tragonel con Armisia , que hiciera, tan contento estaba de su mal y del
era la mayor y heredera de todo el estado lugar donde nacía; con este consejo forzado
que quedara de su padre, y Darofante con y la libertad perdida vivía tan contento, que
Arismena, la menor de todas, y con ésta nengún peligro temía ni nengún recelo le ha-
partieron entramas tan bien, que vivió sin cía triste si no eran de las cosas en que el
nenguna envidia de sus hermanas; y por amor tuviesse parte; Targiana, á quien las
más se celebrar las fiestas y á placer del du- suyas no parecían mal, desseosa de noveda-
que. Palmerín le descubrió su nombre, que des como todas acostumbran, quiso proballe
¿1 se lo rogó, teniéndose por tan dichoso por en una aventura de su placer, por ver si su
ser vencido de sus manos, como si no lo ho- amor era tan poderoso en obras como en pa-
Hiera sido de ninguno, haciéndole los días labras para favorecer los suyos, y porque al-
que allí estuvieron muchos servicios; mas gunas veces le hablaba por una ventana pe-

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126 LIBROS DE CABALLERIAS

quena de su aposento, adonde más que habla-, negar la ventaja que había della á su señora
Da no podía temer della, una noche, después Targiana; más de muy bien confiado en sí
de se le quejar según que desloaban ('), le mesmo y aún en lo mucho que á su señora
respondió: «Señor Albaizar, ya os he dicho quería, determinó seguir su empresa, é por
alguna vez que para satisfacer vuestra vo- ser tarde esperó hasta otro día, durmiendo
luntad no falta más de saber si merecéis por aquella noche on el campo; aún la mañana
obras, y agora me vino una cosa á la memo- no era del todo clara, cuando ya estaba ante
ria, en que desseo certificarme de lo que del castillo esperando por el aguardador del
tengo en vos para fatisfacer lo que me pedís; retracto de Mi ragú arda; Dramusiando que lo
vos me tenéis dicho muchas veces que para supo, salió armado de todas armas, é pasean-
mostrarme que soy la más hermosa mujer do entrellos algunas palabras de cortesía,
desta vida os combatiréis con cuantos os lo abajaron las lanzas, y haciéndolas pedazos
dijeren; dicen me que en España hay una pasearon el uno por el otro hermosos cabal-
aventura en el castillo de Almaurol sobre el gantes, luego
y tomaron otras y corrieron la
bulto de Miraguarda, en cuyo placer y her- segunda carrera, y se dieron tan grandes en-
mosura se habla por espanto, y el bulto della cuentros, quevinieron entramos al suelo por
está sacado por el natural en un escudo col- encima de las ancas de los caballos, con har-
gado en un árbol para que lo vean los que to enojo de Dramusiando por ser delante de
allí fueren á hacer sus batallas; quería que Miraguarda, que ya á una ventana loe estaba
]>or amor de mi fuéssedes allá y os combatiós- mirando, puesto que le quedasse por mejoría
sedes con el aguardador dél por mi parte y habérsele quebrado las cinchas al caballo;
en mi nombre, y venciéndole, le traeréis el mas como esperesse vengarse en la batalla
escudo de bulto á esta corte, viniendo prime- de las espadas, echó mano á la suya y arre-
ro por la del emperador Palmerín, adonde metió ásu contrario, que no con menos furia
por fuerza de armas haréis conocer á todos le esperó, y como cada uno fuesse tan estre-
los que negaren que servís á la más hermo- mado caballero, hacíanlo entramos tan bien,
sa dama del mundo; hecho esto, podéis creer que hacían una de las buenas batallas que
que de mí y de todo el estado de mi padre os allí se habían hecho; Dramusiando andaba
haré seIlor> . «Agora creo, señora, dijo Al- tan encendido, que nengún golpe le daba
baizar, que os acordáis de mí para hacerme que no hiciesse mucho daño. Albaizar, que
mercedes, pues no se os olvidó para acorda- «•onoció su fortaleza, desviábase dél con
ros de mí; yo me parto luego cuanto puedo lo mucha desenvoltura, haciéndole perder los
que yo os quiero, que esse escudo yo le trairé más de sus golpes; Miraguarda, atemorizada
aquí, ó la señora dél estará delante de vues- de la fuerza de este caballero, viendo el gran
tros pies, que assí es razón que todas las na- rato que había que entramos peleaban sin
cidas loestén; y puesto que oigáis decir lo nunca descansar, comenzó á temer algún de-
mucho que en esta cosa hago, teneldo siempre sastre ásu aguardador; mas como la calor
por poco, pues la ventaja que hay de vos á las fuesse grande y ellos, con lo mucho que ha-
otras está tan clara que hace esto llano» . Des- bían hecho, estuviessen cansados, fueles for-
pidiéndose della con palabras que el amor en zado apartarse por cobrar huelgo. Dramu-
este tiempo suele hallarse, armado de unas siando tuvo en tanto á su contrario, que re-
armas verdes con esperas de pro, on el escu- celó la vitoria de la batalla, mas Albaizar,
do en campo vorde el ave fénix con letras de que hasta allí no había esperimentado otros
oro en el pico que decían Taruiana, é assí golpes como los suyos, no tuvo su demanda
caminando por sus aventuras, de las cuales por tan cierta como cuando la aprometiera á
aquí no se hace minción, después de haber su señora Targiana; mas como le viniesse ú
atravessado todo el reino de Francia y la ma- la memoria lo que con ella passara y el pro-
yor parte de España, vino aquel nombrado metimiento que le hiciera, cobró algún es-
castillo de Almaurol, pocos días después de la fuerzo osadía,
y y apretando la espada en la
batalla de Dramusiando y Floriano del De- mano arremetió á Dramusiando, que también
sierto; mas ya estaba sano do las heridas salió á reeibille, comenzando otra vez su ba-
Dramusiando y en disposición do recibir talla con tamaña braveza de golpes como el
otras, y viendo tantos escudos colgados en pre«io por que se combatían les hacía dar,
aquel árbol, bien le pareció que el caballero andando en su batalla do la manera que oís,
que allí los puso no debía do ser de pooo pre- hiriéndose por donde más daño se podían
cio; encima de todos vio en el que estaba la hacer; se hacían reventar la sangre por mu-
imagen de Mi raguarda, á la cual no supo chos lugares de su cuerpo, tanto que parecía
impossible poderse sostener en sus pies; las
fuerzas no parecían que menguaban ni me-
C) Me

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PALMERDí de Inglaterra 127

nos les faltaba el aliento, assí que la bata- Oap. LXXII. — De lo que se hizo en el casti-
lla estada puesta en todo riesgo y crueza, y llo de Ahnnurol ftallando menos el escudo
sus vidas en muy gran ventura; en esta se- de la figura dt Miraguarda.
gunda batalla anduvieron gran espacio sin
tomar huelgo; les convinó arredrarse afuera Otro día por la mañana, Dramusiando se
jara descansar; Dramusiando, que vido su apretó sus heridas lo mejor que pudo, con
vi«la en tan gran peligro, pensó muchas ve- intención de tornar á su porfía ó morir en la
ces siaquel fuesse Palmerín, que de otro no demanda, y armándose de las mesinus armas
esperaba tan grandes fuerzas sino de lo de que el día antes llevaba, assí rotas como es-
Fbriano su hermano; después, certificándose taban por hacer ventaja á su contrario, se
que no era ninguno dellos, no sabía qué se salió al campo al tiempo que el sol salía, y
¡«nsasse, y ponía los ojos en el bulto de Mira- no viendo al caballero, fuesse contra el árbol
srwrda; Albaizar, á quien algún tanto sus donde estaban los esoudos para pedir ayuda
fuerzas hallaba menguado por verse en tan y favor á la figura de Miraguarda y enco-
gran estrecho, viéndose cansado, sus armas mendarse en ella como otras veces solía acos-
deshechas, y delante de sí á Dramusiaudo, tumbrar; poniendo los ojos en el mesmo lu-
cuyas fuerzas y parecer prometían muy gar, cuando no la vió, quedó tan fuera de si
grandes obras, encomendando sus cosas á la que no pudiendo so tener en el caballo se
fortuna quiso sacar fuerzas de flaqueza, y apeó, arrimándose al árbol donde de antes
tornando otra vez á él, tornaron entramos á estaba, puesto que quejándose muy mala-
su porfía con doblada furia y braveza, puesto mente de su gran descuido, sospechando que
qne no con tanta fuerza. Dramusiando tenía aquel caballero con quien el día antes hicie-
en mucho la valentía de Albaizar, que .mu- ra batalla le había llevado; entonces muy
chas veces desseó sabelle el nombre, rece- enojado y señoreado de la ira, puesto en su
lando que fuesse algún amigo suyo; después voluntad no esperar que en ninguna manera
dejaba de hacello, porque temía que le juzga- Miraguarda lo viesse, pues tan mala cuenta
rse su voluntad al revés; assí que puesto ya había dado de lo que tanto guardara, deter-
aparte todos los remedios de la vida, nenguno minó de irse por todo el universo mundo á
dellos esperaba sino su muerte, é si alguna buscar aquel caballero y vengar aquella gran-
o>sa los sostenía era la mucha desenvoltura de afreuta con más géneros de crueza de lo
oon que se guardaban, por lo cual los golpes que era su costumbre, y llamando á Almau-
les hacían menos daño, assí que bien se pue- rol le dio cuenta de todo lo que passaba, des-
de creer que este Albaizar podía ser metido pidiéndose dél con las lágrimas en los ojos
• n uno de los cuatro caballeros del mundo, y sin quererse curar de sus heridas ni se que-
jue esta batalla fue una de las mejores que rer acordar del rieRgo en que su persona iba.
nunca se vio, en la cual ellos descansando, Partido Dramusiando, Miraguarda supo cómo
otras veces haciendo su batalla, pasearon has- su escudo era llevado y Dramusiando ido, y
ta que la noche los apartó sin la vitoria cla- puesto que le pessasse, como ya dije, era tan
ramente ser de nenguno, ó como la oscuri- libre en la condición, que en las cosas de su-
dad do la noche fuesse grande, Dramusiando placer quería qne le sirviessen y en las que
h& recejó á su aposento, con determinación no lo eran dissimulaba alguna passión si dolió
de otro día lo acabar ó morir en ella; Albai- lo recibía, y puesto que la que en este caso
zar se fue por el campo abajo también con dissimulasse como las otras no le dejaba de
acuella voluntad; después, viéndose herido, jwissar por la memoria Florendos, creyendo
no sabiendo dónde reiiosasse y algún tanto que donde quiera que lo supiesse vendría
desconfiado de vencer á su contrario, por no para tornar allí su escudo con vitoria do
l>erder el amor de su señora, tornó al casti- quien lo llevó, quo de otro ya no la esjnjrn-
llo al tiempo que todos dormían, y tomando ba; Armello, su escudero, que siempre allí
el escudo de la figura de Miraguarda, se fue estuvo, como atrás se dijo, viendo el escudo
oon él, puniendo en su voluntad Uevalle á hurtado y Dramusiando partido, alguna espe-
Turquía, passando primero por la corte del ranza le quedó de la vida de su señor, cre-
emperador como la señora le mandara, é yendo que aquel acontecimiento le levanta-
andando toda la noche fue á amanecer á ría los espíritus para tornar á tomar armas
un lugar cinco leguas do allí, llevando el y seguir las aventuras, é ir tras el caballero
esí udo escondido porque no le conociessen, que le hurtara; con esta alegría dissimulada
adonde estuvo algunos días curando sus he- se partiera dejadas encomendadas las armas
ridas, descontento de lo que passara antel de Florendos á Almaurol, y andando algu-
castillo por no alcanzar vitoria del aguarda- nos días á las riberas de Tejo buscándole y
dor dél. atravessando valles y montes á una y á otra

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128 LIBROS DE CABALLERIAS

parte, un día ya tarde se halló en una vega llevar aquella vida adelante, díjole: «Sefior,
adonde había una fuente cercada de árlalos yo no vine aquí sino para daros cuenta de
espesaos y altos que la cubrían, debajo de los algunas cosas que allá passan en que sé que
cuales oyó tocar una flauta de tan maravi- os sirvo» ; entonces le contó cómo Dramu-
lloso son que le hizo estar quedo por algún siando guardara muchos días el escudo de la
espacio, y á las veces dejaba de sonar la figura de Miraguarda, y de las grandes bata
flauta y oía quejar un hombre con palabras Has que hiciera, y en fin de todas viniera
salidas del alma, tan tristes y lastimosas allí aquel caballero que peleando con él todo
como traía el corazón; Armello se allegó á él un día nunca se pudieron vencer el uno al
por ver quién podría ser y ver que el que se otro, y de noche hurtara el escudo de la figu-
quejaba estaba sentado sobre la hierba, junto ra de Miraguarda, y cómo Dramusiando se
cabe la fuente, con la flauta en las manos, partiera en busca dél, maltratado de las mu-
corriéndole lágrimas por sus haces, tan des- chas heridas, sin consentir que le curasen
colorido flaco,
y que parecía mas muerto que dellas, afirmándole más por all>orotalle que
vivo; & los pies dél estaba echado de buzos Miraguarda no esperaba que nadie socorries-
otro hombre vestido de pobres paños, que de se su escudo sino él, mandándole que le fuesse
cuando á cuando daba unos sospiros tan á buscar y que por su mandado viniera; Flo-
mortales que parecía que con ellos se le salía rendos, á quien estas nuevas alborotaron en
el alma; Armello, á quien la vida de aque- es tremo, comenzó á decir: «¿Cómo quieres
llos hombres hacía gran lastima, teniéndola tú, Armello, que vaya á dar socorro á otrie
por semejante de la que su sefior iba á bus- quien lo ha menester para sí, ó qué fuerza
car cuando partió del castillo de Almaurol, ves en mi para cometer nengún peligro ni
no pudo tener que las lágrimas no mostras- hacer batalla con nenguno? Ya loe días en
sen en él esta passión, y llegando al que es- que esto podía hacer pasearon; agora no apro-
taba sentado, dijo: «Hombre de bien, á quien vecho para más que para entre los tristes
Dios dé más descanso de lo que en vos parece ser el más triste de todos; con todo, porque
que hay, ¿daroisme nuevas de un caballero mi vida acabe en aquellas cosas para que
mancebo á quien el amor hizo buscar vida siempre la guardé, iré tras esse caballero y
solitaria en tiempo en que más en otra cosa si le hallare haré lo que pudiere; al menos si
le pudiera aservir?» «Son tantos los agravia- me matare tendrán mis males fin, á lo cual
dos desso, respondió él, que no sé por quién yo nunca esperé, y porque la ira muchas
me preguntáis; de mi os sé decir que amos- veces cría esfuerzo, quien á esta hora viera
tró tanto más sus fuerzas que en otro nen- á Florondoe con toda su flaqueza, le sintiera
guno, y para que mayor pena sienta hizo unos alientos nuevos, un esfuerzo grando
mi mal de calidad que le tengo para le sen- para acometer cualquier empresa, y levan-
tir y no para me matar, porque con esto po- tándose en pie, pidió al otro su compañero
que en aquella ida le quisiese acompañar,
dría recebir alp'in descanso»; á estas pala-
bras se levantó el otro, diciendo: «Por cier- porque ya en nenguna parte 8Ín su compa-
to, sefior, yo no sé por qué queréis dar al ñía yconversación sabría vivir, trayéndole
amor las culpas que la fortuna tiene, que él mil razones á la memoria por donde no de-
con vos usó como debía; dioos lo que dessca- bía hacer tal vida más, antes seguir la otra
bades, si después por desastre lo perdistes, para lo que la naturaleza le formara, y pues-
de la fortuna os queja y no dél; dejá para to que de aquella solitaria él estuviesae con-
mí essos agravios, pues sólo para mí se for- tento, por ser más conforme á su condición,
maron ysólo los tengo». Armello, que le vio tuvieron tanta fuerza las palabras de Flo-
el rostro, puesto que del todo estaba desfigu- rendoa yla conversación de aquellos días,
rado, conoció ser el príncipe Florendoa, su que juntos partieron para una villa que de
sefior, y viéndole tan flaco y debilitado que allí cerca estaba, donde estuvieron tanto
sola la habla le quedaba vivo, fue tan triste tiempo que se sintieron en deaposición para
con el dolor que de aquella vista recibió, que acometer cualquier hecho; [tomaron después
por muy gran rato no le pudo hablar, y armas], porque en aquellos días esta era la
echándose á sus pies, con el amor que siem- voluntad de Florendoa, y no quiso enviar por
pre le sirviera, comenzó á decille que hobios- las suyas al castillo de Almaurol porque no
se dolor de su vida y no quisiesse tratarse so Bupicase dél; assí se partieron loscompañe-
assí, pues en ello no aarvía á quien aquello ros en la demanda del escudo de Miraguarda
le mandaba. Florendoa, algún tanto enojado entramos en una compañía, puesto que esto
l>or le venir á buscar pasando lo que le había no duró mucho, que una aventura los hizo
mandado, le recibió con semblante triste; apartar, que es mucho ser ansí, porque lo
Armello, que aún vio en él desseo de querer que ventura quiere nenguno lo puede huir.

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PALMERÍN DE INGLATERRA
129
on aquella solitaria; el mayor ejercicio en
Cap. LXXIIL — En que da cuenta quién era
el rahallero que estaba en compañía de Fio- que más gastaba su tiempo era algunas ve-
ces, enhadado de la música, escrebir en los
vendos, y cómo por una aventura se apar-
taron. troncos de los árboles algunos villancicos y
motes tan enamorados como el dolor y amor
Para sabor quién era este caballero on le enseñaban, cortando las letras en los mes-
coya compañía Armello halló á Florencios su mos troncos, que en aquel lugar no había
seflor, dice la historia que en el tiempo que otra tinta, las cuales después duraron mucho
todos Iob caballeros se partieron del reino tiempo, creciendo juntamonte con los álamos
de Ingalaterra después que don DuardoB fue en que estaban escritas; y puesto que su
suelto, el príncipe Floramán, que entrellos desseo fuesse passar aquella vida sólo, des-
era de los mas señalados, se fue la vía de pués que Florendos allí vino hallóle tan con-
España con intención de se probar en la forme ásu condición, que passaban entra-
aventura do Miraguarda, é porquo al tiempo mos comiendo frutas campeaos y hierbas
que llegó al castillo de Almaurol Florendos campeeas, y esto pocas veces, que cuidados
aún no había tornado do la Oran Bretaña, y passiones era el prinoipal mantenimiento
adonde fuera con desseo de se hallar en la en que entonces se mantenían; tornando á
aventura de Dramusiando, no sabiendo que la historia, salidos de allí como en el capí'
era ya acabada, como atrás se dijo, púsose á tulo atrás se hace mención, después de tor-
mirar el bulto de Miraguarda, y como a su nados en sus fuerzas, armados de aquellas
parecer aquella fuesse la más hermosa cosa armas negras que para su camino mandaron
que nunca viera, detuvo los ojos en la figura hacer, se partieron juntamente tan bien con-
del escudo por grande rato, loando la fación formes como tenían las voluntades, con mu-
de la naturaleza, creyendo que allí más que cha determinación de no se apartar si alguna
en otra parto se esmerara; estando enlevado aventura no les apartase; mas como en aquel
en lo que vía, vínole á la memoria con gran tiempo los acontecimientos desvariados estu-
contentamiento é placer que cualquier caba- viossen muy aparejados, aconteció que ca-
llero prodría servir cosa tan hermosa; junta- minando un día por la costa de la mar, que
mente con esto, acordándose de la muerte de por la calma sor muy grande andaba sose-
Altea su señora, á quien siempre traía con- gada, vieron venir por la orilla della junto á
sigo, fue tan triste por no poder antella mos- la tierra un batel que se remaba con ocho
trar lo que le quería, como hacía aquel que romos, y en la popa, sentada sobre unas al-
[guardaba] aquel escudo de la figura de Mi- mohadas, una dueña vestida de panos negros
raguarda, según vio por los muchos escudos muy moza, y tan hermosa, que á su parecer
que allí estaban colgados, que comenzó á de- dellos para obligarse cualquier perder por ella
cir: «¿Para qué quieres, Floramán, seguir las cualquier corazón libre ; á sus pies sentadas
armas ni la orden dellas, pues ya no puede otras dos dueñas de mucha mayor edad, y en
galardonar tus trabajos quien siempre te me- juntando con ellos, mandaron á los remeros
tió en ellos? Bien me basta á mí ser venoido sosegar los remos, y la dueña, puniendo muy
en Costantinopla para no seguir más este en- bien los ojos en entramos, dijo: «Señores, en
gaño éno tornar á las armas, en tiempo que quien essas armas tanto bien parecen, ¿al-
ni yo era para ollas ni ellas para mí; mas yo guno de vosotros querrá entrar en este batel
engañóme tanto comigo, que quise seguir el solo para hacer un socorro que no se puede
mundo para ver contentamientos ajenos y á dar con compañía?» «Señora, dijo Florendos,
mí apartado dellos, mas pues tan tarde conoz- para esso las traemos, para las aventurar on
co mi yerro, antes agora que más tarde quie- esso8 peligros juntamonte con las personas;
ro seguir aquello para que mi fortuna me y sin más decir se apeó del caballo y le dejó
guarde; la vida alegre sea para los alegres, á Armello, diciendo que se tornaBse al casti-
pues la tristeza para los tristes se hizo. Essa llo de Almaurol y en él le esperasse, que tar-
quiero yo buscar, y con esta vida passaró la de ó temprano, si la muerte no se lo quita-
mía hasta que ella se enhade y me deje; y ba, él iría allá; y despidiéndose de Floramán,
entonces acabarán mis males, que á mí siem- que mucho holgara de hacer aquel viaje, se
pre acompañaron». Acabadas estas palabras, metió en el batel, el cual se desvió tanto de
viendo la ribera de Tajo tan liona do árbo- tierra, que en pequeño espacio lo perdió Flo-
les, y sus aguas mansas para quien las vía rendos do vista.
no menos tristes que deleitosas, crecióle la Floramán caminó aquel día y otro triste
voluntad de passar el tiempo en aquellos recelando la ida de Florendos, de quien en-
graciosos matos, y en ellos hacer su fin; de- tonces era muy íntimo amigo; al tercero día,
jando las armas y caballo, passaba su vida caminando por un valle abajo, fue á parar
LIBROS DE CABALLBBÍA8.— II.— 9

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1H0 LIBROS DE CABALLERIAS

en un río que tenía mucha agua, que le atra- della y la valentía del caballero, que creía
vesaba una puente bien obrada y fuerte, y que con el gran trabajo se podría hallar otro
en cada cabo una torro más fuerte que her- mejor, y por no me detener en historias aje-
mosa; llegando más á ella, vio que un caba- nas, el muy esforzado Albaizar lo hizo tan
llero grande de cuerpo y bien entallado que- valientemente haciendo tan grandes cosas,
ría passar y otro le defendía el passo, dicien- desfaciendo al jayán el escudo en el brazo,
do que si la quisicsse passar dejasse el escudo cortándole las armas por muchas partes, que
que traio con su nombre escrito en el brocal, después de haber la batalla durado gran rato,
y que entonces passaria, «porque assí es dio con él en el suelo muerto, quedando con
la costumbre do la fortaleza». «Tan mala algunas heridas algo peligrosas; y recogén-
costumbre como C6sa no para los tales como dose á la fortaleza, que no hobo quién se lo
yo, y más para los que poco pueden se hizo» ; impidiesse, estuvo en ella algunos días has-
y dando el escudo que traía en el brazo á su ta que se halló para poder caminar.
escudero , le tomó el otro, 6 remetiendo al Floramán, viéndole en tal disposición,
caballero de la puente que le saliera á reci- puesto que su intención era hacer batalla con
bir, se encontraron con gran fuerza; mas él sobre el escudo de Miraguarda, no quiso
como el que quería passar le tuviesse venta- por la poca honrra que con hombre tan mal-
ja en la valentía, dio con el aguardador de tratado so podía ganar, y passando la puen-
la puente abajo, y cayendo en el agua, con te de la otra parte, de que ya el passaje era
el peso de las armas fue luego ahogado. Flo- franco, comenzó de caminar sin saber para
ramán, espantado de tan fuerte encuentro, dónde, desseando andar por aquella tierra
llegóse más á la puente por ver quién le die- algún tiempo por ver si podría tornar á topar
ra, ymirando al escudo que su escudero te- con Albaizar y combatirse con él como te-
nía en las manos, vio en él la figura de Mi- nía en voluntad; ó puesto que algunas veces
raguarda, por donde conoció que aquel era estaba triste pensando de no le hallar, con-
el que lo hurtó, y espantóse mucho más de solábase acordándose que quien obras tan se-
saber tal cobardía en nombre tan esforzado, y ñaladas hacía, aunque se quisiesse encubrir
detiniéndose por ver el fin que habría el pas- ellas no lo consentirían, y con esto y acom-
sar de la puente, oyó encima de una de las pañado de su cuidado, passaba sus jornadas,
torres tocar un cuerno con tan gran fuerza y puesto que muchos tuviesse, uno solo le
que por todo aquel valle sonaba; en esto salió daba más que entender, y á éste seguía siem-
de dentro un caballero de grandes miembros pre, que costumbre es del que muchos tiene,
armado de armas blancas, y traía en las ma- del que más le duele, esse seguir.
nos un hacha de que se preciaba y era dies-
tro, el cual, remitiendo á estotro, le empezó
á herir con toda su fuerza; mas él, que más Cap. LXXIY. —En que declara cuya era la
diestro y mejor caballero era, se defendió tan fortaleza en que Albaizar se combatió, y
valientemente cortándole por muchas partes la razón de la costumbre della, y de lo que
las armas juntamente con las carnes, que á passó Florendos en el batel.
poder de muchas heridas dio con él del caba-
llo abajo, tal que nunca quitó aquel passaje Dice la historia que del duque Artilio, va-
á otro; aun esteno era acabado do salir, sallo del rey Recindos, quedó una hija he-
cuando de la fortaleza salió un gigante; traía redera de su señorío, que era grande; la
en la mano derecha una maza de hierro, y cual, criada on la conversación de la infan-
en la izquierda un escudo do mucha fortale- ta Belisanda, hija del rey Recindos, se en-
za, yllegándose al caballero dijo con voz amoró de Onistaldo su hermano, y como tam-
gruessa: «¡Oh destruidor de mi sangre, traba- bién ella á él no parecía mal, tuvo tanta
ja por defenderte que en venganza del pesar fuerza el amor entrellos, que vinieron á efec-
que me hecistes desharé esRas carnes en pe- to de sus voluntades, y porquo Onistaldo,
dazos 6haré que sea manjar de las aves, después que se partió á la corte dol empe-
porque de otra cosa ya no me contentaría!» ; rador Palmerín, donde se armó caballero,
el caballero, sin le responder, le recibió cu- tomó allá otros amores quo lo hicieron olvi-
bierto de su escudo, dándole muy grandes dar los suyos della de manera que nunca
golpes, guardándose de los del gíganto con más la vio, dándole mucha esperanza dello
mucho tiento, y como la batalla comenzaso cuando se partió de España, la duquesa, que
á escallontarso, comenzaron á darse tales en estremo le quería bien y con todos estos
golpes, que las armas no lo pudiendo sufrir, agravios no 1c podía quitar de la voluntad,
comenzaron á padecello las carnes; Flora- ya desesperada de le poder tornar á gozar,
mán tenía por muy gran cosa la braveza quiso ver si por maña le podía haber á las

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PALMER ÍN DE INGLATERRA 181

raanoe, pues por amor no podía, y passándo- no tuviessen de qué se quejar de vos, por lo
se por aquella fortaleza de la puente, que cual, ya que aquí estamos, salgamos fuera;
era una de las principales de su estado, ti- en lo demás haga Dios lo que quissiere» , y
niendo en su compañía al gigante Lamortán enlazando el yelmo saltó del batel, y la due-
con dos caballeros de su linaje, puso aquella ña quedó en él, que no osó salir en tierra;
costumbre que nenguno pudiesse passar la y en llegando ante la puerta del castillo don-
puente sin primero franquear el passaje por de se hacía una pequeña plaza, salieron de
batalla de todos tres, ó dejar su escudo con dentro cinco caballeros armados, diciendo:
su nombre escrito en el brocal, creyendo que «Pues vos fuistes mal aconsejado en venir
entre los muchos que allí vendrían sería al- á buscar vuestro daño, daos á prisión, y será
guno Onistaldo, y desta manera cumpliría el menor que do aquí os puede venir». «Por
su deseo; por esta razón se guardaba aquella cierto, dijo Florendos, yo esperimentaró
pnente con daño do algunos que se lo qui- cuánto puede vuestra malicia, que dejaros
sieron franquear, á los cuales el pasaje cos- con vitoria tan descansada»; diciendo esto,
tó caro, hasta que vino el esforzado Albai- cubierto de su escudo se metió entrellos dan-
zar, que quebrantó la ordenanza do la forta- do golpes á diestro y á siniestro con tanta for-
leza, yfranqueó la puente con muerte de los taleza, que la dueña del castillo comenzó á
aguardadores della; y puesto que la duquesa recelar que aquel fuesse el destruidor dél y
recibió dél tan gran enojo, por lo ver tan le haría perder la cosa que ella más quería;
estremado caballero mandó que le curassen los cinco caballeros, como fuessen muchos,
con mucha diligencia, tiniéndole en su casa sintiendo en su contrario mayor esfuerzo y
todo el tiempo que fue necessario para su desenvoltura de lo que nunca hallaron en
salud; ya que le tuvo tal que podía seguir otro que allí viniesse, ayudándose lo mejor
ru camino, se despidió della, agradeciéndola que podían hiriéndole á menudo de muy du-
la voluntad con que le tratara, puniéndose ros golpes, tanto quo toda su destreza no le
en el camino de Coetantinopla, adonde agora quitaba de andar herido por algunas par-
le dejaremos hasta su tiempo, tornando á tes; mas como Florendos viesse que para
hablar en Florendos, que iba en compañía tantos mayor presteza era menester, dio al
de la dueña en el batel, y siguieron tanto uno tan gran golpe encima de la cabeza en
por la mar adelante, que los tomó la noche descubierto del escudo, que falsándole el
muy apartados de tierra; y cuando el alba yelmo le hirió de tal herida que dio con él
esclarecía, se hallaron al pie de un castillo á sus pies, de que luego murió; tras éste hi-
roquero que en medio del agua encima de rió á otro en la mano del espada, que junta-
una piedra estaba edificado;" la dueña, quo se mente cayó en el suelo, y como los que que-
rio adonde desseaba, puniendo los ojos en daban viessen tan grandes golpes, comenza-
Florendos dijo: cSeñor, para lo que oh truje, ron de allí adelante en trabajar de defender-
si hasta agora nos lo lie dicho, agora lo haré: se y ampararse, y no pelear como solían. La
este castillo es de una dueña en quien hay señora del castillo, viendo que un solo caba-
tan poca virtud como hermosura, la cual, llero llevaba de vencida á los suyos, seño-
siendo yo casada poco ha con un caballero reada de la ira de que entonces estaba acom-
mancebo de los más gentiles hombres y es- pañada, comenzó de dar voces á los que que-
forzados desta tierra, se enamoró dél en un daban, animándoles que hubiessen vergüen-
torneo en que le vio, y no se atreviendo á za de tan gran afrenta, las cuales palabras
descubrille su voluntad, merecedora de des- tuvieron tanta fuerza, que se la dobló á ellos
challa, usó de su acostumbrada malicia, para acometer á Florendos; mas él, atemo-
diciéndole con lágrimas fingidas que un ca- rizado de sus golpes ó confiando en la razón
ballero por fuerza le ocupara este castillo; con que peleaba, hacía tanto, que en poco
assí le trujo consigo para se le hacer resti- espacio mató al uno de los tres que queda-
tuir: después que acá le tuvo, nunca más le ban, yapretando con los dos, enojado de du-
dejó, antes dice quo si por fuerza de armas ralle tanto, los traía á una parte y á otra
no hobiere algún caballero que le saque, lo trabajando más por se guardar de sus manos
tendrá para siempre, ó si viene alguien á que de ofendelle, pensando alcanzar vitoria;
ello salen cinco caballeros que tiene dentro, y lo que á las veces les hacía pelear más es-
y véncenlo luego, y si viene más de uno, forzadamente, era (pie no podían huir á nen-
no los consienten; antes con lombardas los
guna parte, porque de tenias las cercaba la
desvían del castillo». «Señora, dijo Floren- mar y para tornarse al castillo no podía ser,
d»*, para tal afrenta como ésta antes que que do la mano de la señora estaba cerrado,
aquí trujéssodeB los caballeros se lo habíades assi que por esta razón dissimulaban su fla-
de decir á lo que venían, para que después queza yá las veces mostraban esfuerzo, mas

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132 LIBROS DE CABALLERIAS

las heridas eran tantas, que á este tiempo costumbre del castillo, contentóse de lo ver
uno dellos cayó á sus pies sin nengún seuti- acabado por Florendos su primo, á quien en-
do, como aquel que á poca de hora murió, y tonces tenía por uno délos mejores caballeros
el otro, viéndose solo y tan mal tratado que del mundo por lo que le vieron hacer en la
casi no se podía tener en los pies y la espe- puente de la fortaleza de Dramusiando, que
ranza de la vida perdida, tomando la espada luego después de ido se supo quién era, que
por la punta y puesto de rodillas, dijo: «Se- Daliarte lo descubrió; ya que los ocho días
ñor caballero, ruógoos que pues en vos hay eran passados, que Florendos estaba para
tanta valentía para vencer á tantos, que no caminar, partieron del castillo en una gale-
falte piedad para perdonar á uno solo». ra que el caballero marido de la dueña man-
«Puesto que usalla con los malos 6ea yerro, dara traer, y llegados á su casa, Guarí n y
dijo Florendos, quiero hacer lo que me pe- él fueron festejados con tanto aparato como
dís, porque también matar á quien no se si el caballero fuera un gran príncipe, y allí
puede defender también paroce crueza» ; en- se detuvieron pocos días, que Florendos,
tonces, sentándose sobre un assiento de már- acompañado del cuidado que consigo traía,
mol como poyo que á la puerta del castillo no sufría ningún reposo, ante despidiéndose
estaba, quiso descansar algún poco del tra- del caballero se metió á sus jornadas en un
bajo que passara; en esto salió la dueña del caballo quo le diera por le ver sin él; y por-
batel contenta de la vitoria, y mandándole que Guarí n traíu los pensamientos poco en-
mirar las heridas por una de las otras due- amorados, no era su conversación nada apaci-
ñas sus criadas que lo solían hacer y ella ble á Florendos que no le hiciesse tener mu-
para aquesto la traía consigo, hallaron que cha soledad do la del príncipe Floramán, y
eran muchas y nenguna de peligro, de que porque esta sazón con las mejores palabras
la dueña fue mucho más alegre, cuidándole
que pudo se despidió dél, pidiéndolo licen-
con tanta diligencia que en tal caso era me- cia para poder caminar solo, que á su hourra
nester; no tardó mucho que una doncella cumplía assí por una aventura donde á
vino á abrir la puerta de) castillo por man- cierto plazo había de parecer; Guarín, que le
dado de la señora, de que ya entonces no le entendió por lo que dél ya oyera decir, quiso
pareció bien usar de otras crueldades, pues hacer su voluntad, y apartándose uno de
no aprovechaban nada. Florendos, tomando otro, siguieron sus aventuras, ora ¡tor áspe-
á la dueña por la mano entró dentro, y á la ras, ora adversas, que de la fortuna esta es
entrada los 6alió á recebir el caballero su su calidad.
marido del la; abrazándola con tanto amor
como le hacía mostrar el bien y amor que
le tenía, se vino para Florendos, diciendo: Cav. LXXY. — De cómo Palmerin, Floriano
«Por cierto, señor caballero, que vuestras
y Pompides fueron á la forlalexa de Da-
obras me hicieron tan alegre que no se me moi ante el Cruel, y de lo que en ella pau-
saran.
acuerda lo que en ella gané; subamos arri-
ba y repos8aréÍ8, quo pienso que lo habéis
menester, é después partirnos hemos cuando Palmerin y sus hermanos, en quien ha
mandárseles, que en tan mala possada la rato que no hablamos, andaron algunos días
menor estada será mejor». Florendos le por sus jornadas sin hallar aventura que de
agradeció la voluntad con que le recebía y contar sea, en fin de las cuales, caminando
repossó allí ocho días por causa de sus heri- una siesta por una floresta lejos de poblado,
das, sin poder ver á la señora del «astillo vieron venir hacia ellos una doncella enci-
que estaba encerrada en una cámara, la cual ma de un palafrén, con tanta priessa que
no quiso salir en todo aquel tiempo ni qui- parecía que alguna grande afrenta se lo ha-
so que la viesse Florendos porque no la co- cía hacer; llegando á ella, Floriano la tomó
nociesso para adelante si alguna vez la cn- por las riendas, diciendo: «Señora, si en
oontrasse, jorque su determinación era lle- esto no recebís agravio, ruégoos que me di-
galle á la muerte en cuanto le fuesse possi- gáis la causa que os hace venir con tanta
ble, si la suya no se lo atajara más presto de priessa». «¡Ay, señor! dijo la doncella, ¿qué
lo que pensó; Florendos, el primer día que queréis que os diga ó cómo queréis que me
allí entró, quiso ver la prisión en que la due- tenga con vos, pues ya no sé de quién me
ña mandara meter á algunos caballeros de los fíe? Vo, señor, iba á la corte de Franoia con
que al castillo se vinieron á combatir, entre un recaudo á la reina, é dos caballeros quo
los cuales halló á Ouarín. á quien se quisiera Dios maldiga echaron mano de mí para ro-
encubrir y nunca pudo, porque Ouarín le co- barme mi honrra; quiso mi ventura que á loe
noció, ypuesto que eintiesse no vencer él la gritos que di acudió allí un caballero que

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PALMER ts DE INGLATERRA 133

me quitó dellos oon muerte de entramos, y porque en los golpes ni en disposición no se


pasando por una fortaleza que en el hondo hallaba cosa que fuosso reputado flaqueza;
deste valle está, salieron á él diez ó doce Palmerín, espantado de lo que nunca viera,
caballeros; pienso, si Dios no le socorre, que dijo á Floriano: «Por cierto, agora veo lo
le matarán, y cierto sería gran daño, por- que nunca de nenguno creyera, é pienso que
gue en él morirá uno do los mejores caballe- en algún caballero está toda la valentía de
ra del mundo». «Ruégoos, señora, dijoFlo- las armas, porque juntamente con fuerza,
riano, que queráis tornar con nosotros y en- esfuerzo y aliento, nunca en otro lo vi».
sañarnos esse castillo donde la batalla so «Pues yo, dijo Floriano, no sé qué de aquí
hace, que sería gran perdida morir tal hom- crea sino que este caballero nació para hacer
bro. «Puesto, señor, que mi voluntad no era oscurecer los hechos de todos los otros, é sa-
tornar allá, harélo por ver si lo puedo valer cando los vuestros, que están fuera déste
onn vuestra ayuda»; y volviendo las riendas cuanto, no sé quién pueda tener en tanto los
al palafrén, volvió por la floresta abajo, si- suyos que viendo los déste caballero no le
riéndola los tres hermanos con un galope haya envidia»; y á esta hora no había en el
apresurado, mas no anduvieron mucho cuan- campo más que dos caballeros, y éstos tan
do ála parte izquierda, adonde estaban unos flacos é cansados, que no se podían tener en
árboles altos, vieron un castillo fuerte y bien los pies, é porque el otro no los dejaba repo-
torreado, y al pie dél, en parte que no lo po- sar, cargándolos de muchos golpes, fueron
dían ver, oyeron gran ruido de armas, con tan afrentados, que del todo se quisieron
tan grandes golpes que por la mayor parte de rendir, confiando en la misericordia del ven-
aquel valle sonaban; llegando más cerca, vie- cedor. Aeste tiempo salió de la foitaleza un
ron un caballero que cercado de seis ó siete caballero armado de hojas de acero amarillas
:i pie, que el caballo le habían muerto, pe- en un caballo ruano, y él tan bien puesto,
leaba muy valientemente, y con tamaño os- que parecía de demasiadas fuerzas; el caba-
fnerzo y ardideza que Palmerín y sus her- llero estraño, viéndole venir, recelándose ya
manos so maravillaron de le ver, porque poco de los dos, 6altó en un caballo de los
allende de aquéllos que le tenían cercado, que andaban por el campo, é llegándose ha-
estaban á sus pies muertos otros tres ó cua- cia Palmerín y sus hermanos, les dijo: «Se-
tro, y por maravilla daba golpe en lleno ñores, ruégoos no tengáis por mal darme una
que no derribase á quien lo recebía. La don- lanza dessaB con que reciba aquel caballero,
cella que allí los trujo, cuando vio el reposo que yo os serviré oon otra y otras cuando
ron que le miraban ó con cuán poca priessa vos me lo mandáredes» . «Porque sé que todo
lo socorrían, dijo: «Si para esso, señores, es bien empleado en vos, dijo Palmerín, yo
venistes acá, mejor fuera seguir vuestro ca- os quiero dar esta mía, puesto que de otra
mino, pues ante vuestros ojos veis tratar parto estáis tan mal tratado que sería mejor
un tan esforzado caballero ó no lo soco- que reposássede8 y dejar esta justa á uno do
rréis; paréceme que esas armas más las nosotros, que para vuestra honrra asaz basta
traéis para parecer bien, que no para cm- lo que hoy habéis hecho»; el caballero la
pleallas en las cosas para que so hicieron». tomó, diciendo: «Si mi fortuna fuere tal que
«Señora, dijo Palmerín, aquel caballero lo no me deje ir oon esta vitoria adelante, har-
hace tan bien y está en tan buena disposi- to tiempo os queda en que podáis esperimen-
ción, que sería yerro socorrelle, pues con tar vuestro desseo» . En esto se Degó á él su
ello se le quitaba una tan honrrada vitoria ó oscudero, por le ver sin escudo, qu i riéndole
un hecho tan grande como tiene entro las dar el otro que traía del bulto do Miraguar-
manos; j>or esso dejalde hacer, que si la ne- da, que este era Albaizar, y 61 no le quiso,
cesidad lepussiese en más aprieto, entonces diciendo: «Tírate allá, que esse escudo no
podréis juzgar nuestras obras mejor de lo para pelear, sino para mirar se hizo»; y vol-
que agora juzgáis» ; mas en este tiempo el viéndose contra el caballero de la fortaleza,
caballero no estaba despacio, antes lo hacía quiso remeter contra 61, mas el otro, que lo
tan valientemente, que de diez caballeros vio sin escudo, estuvo quedo, é soltando el
que salieron á él ya no había más que cua- suyo de las manos, dijo: «Albaizar, de te
tro, que los demás, algunos muertos é otros ver tan mal tratado me pesa, porque ya cual-
mal heridos, estaban tendidos en el suelo y quier vitoria que de ti se alcanco será peque-
el campo en que la batalla se hacía tan cua- ña; por esto no creas que con armas de ven-
jado de su sangre que era maravilla. El ca- taja te tengo de acometer»; con estas pala-
ballero, puesto que por algunas partes do su bras se fue contra 61 acompañado de mucho
cuerpo andaba herido, andaba tan suelto, que esfuerzo, y como no tuviessen escudos en
parecía que entonces entraba en la batalla, que recebían los encuentros, entramos fue-

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134 LIBROS DE CABALLERIAS

ron heridos y vinieron al suelo casi sin


Cap. LXXYI. — Cómo Floriano y Albaizar
acuerdo; mas como fuessen esforzados en este
se desafiaron para la corte del emperador
tiempo se mostrasse; luego se levantaron y Palmerín.
como mejor pudieron ocharon mano á las es-
padas, ycomenzaron entre sí una batalla tan Para saberse quién era este Dramorante el
brava y temerosa y mucho para ver, que Cruel, cuéntase que Eutropa, tía de Dramu-
Palmerín, mas espantado que de antes co- Biando, tuvo un hermano llamado Dramoran-
menzó áloar la alta caballería do Albaizar,
te, quo en su tiempo fue uno de los más te-
deseando sabor quién fuesse. «Agora no tengo midos jayanes del mundo; siendo mancebo
por mucho ver esta batalla, porque tengo por se enamoró de una doncella hija de una due-
mucho más ver en su poder el escudo de la ña viuda, de la cual no pudiendo alcanzar
figura de Miraguarda, que me hace creer Dra- nada por amores ni por promesas, la sacó
musiando [que] le guardaba ser vencido de por fuerza do poder do su madre y hubo en
sus manos, cosa más para espantar que todas ella aquel hijo á quien también puso nombre
estas quo el hombro ve, y si en mejor dispo- Dramorante, que después tuvo por sobre-
sición yole viera, me combatiera con él por nombre Cruel derivando de sus obras, y la
tornar el escudo donde antes estaba ó morir madre murió de parto; el jayán, viendo
en la batalla» . «Por cierto, dijo Floriano, que muerta la cosa que más bien quería, en cuya
tengo por tan gran cosa poder ser vencido vida la suya se sostenía, no pudiendo refre-
Dramusiando, que no sé qué piense; de otra nar este dolor con el placer del nacimiento
parte las obras deste caballero son tales que del hijo, tuvo tan gran ]>oder la tristeza, que
todo se puede creer de su persona; dejémoslo en pocos días murió delta, y el hijo se crió
acabar esta batalla, que después sabremos en poder de su agüela, madre de su madre,
lo que passó». En esto se apartaron Albaizar hasta edad de ser caballero, saliendo tan
y su contrario para cobrar aliento del trabajo diestro en las armas y tan cruel en sus obras,
que sufrieron; Albaizar traía las armas tan que por toda aquella tierra le temían como
rotas y deshechas, y andaba tan herido por á la mesma muerte; su costumbre era robar
tantas partes, con tanta sangro perdida, que y matar, forzar doncellas sin ninguna cosa,
casi comenzó á desconfiar de la vida; con esto solamente inclinación quo tenía, ó traía siem-
le creció tanta ira, que sin más esperar tomó pre para ejecución de su voluntad caballeros
la espada con entramas manos y arremetió por las florestas, que las tomaban y las traían
contra el soñor del castillo, que no con me- al castillo: en esta vida vivió muchos años,
nos ira le recibió, y en pequeño rato hicie- haciendo obras dignas de gran castigo, hasta
ron en sus carnes tanto daño, que parecía que Albaizar llegó allí y hizo lo que en
impossible poderse tener en pie; Palmerín cssotro capítulo atrás se escribo.
que los vio en tal estado, pescándolo do Al- Albaizar estuvo on el castillo algunos días
baizar los quiso apartar, mas nunca pudo, curándose de sus heridas, que eran muchas,
porque Albaizar le rogó que le dejasse llevar acompañado do Palmerín y de sus hermanos
su batalla al cabo, que aun sentía en sí dis- é de la doncella que allá les trujo, á la cual
posición para acá balín á su voluntad, y arre- dio el castillo con todo lo que dentro estaba.
metiendo áDramorante, comenzaron entra- Ya que se halló en disposición para platicar
mos áenflaquecer, mas mucho más Dramo- en cualquier cosa, Floriano le rogó le qui-
rante el Cruel, que assí se llamaba el señor siesse decir quién era y la manera que tuvo
del castillo, amparándose do los golpes de para haber el escudo de Miraguarda, porquo
Albaizar, no creyendo que tales golpes y tal tenía en tanta estima al guardador dél que
fuerza fuesse possiblo haber en hombre hu- no sabía qué so pensase. «El escudo, dijo Al-
mano; Albaizar. quo claramente le conoció su baizar, yole gané por fuerza de armas, ven-
flaqueza, lo apretó de manera, que cortándole ciendo en batalla igual al caballero que lo
el brazo derecho dio con él muerto en el suelo, guardaba, ó no tan solamente espero llevar
quedando tan cansado que sin se poder tener éste ante la señora Targiana, á quien sirvo,
cayó también junto con él; luego fue socorri- mas aún todos los de los otros caballeros que
do de Palmerín y Floriano y de la doncella quisiessen defender quo Targiana no sea la
que allí los trujo, que apretándolo las heri- más gentil dama y hermosa mujer del mundo;
das lo mejor que pudieron lo llevaron al con esta voluntad me voy á la corte del empe-
castillo, adonde de la gente dél fueron rebe- rador Palmerín, adonde mejor quo en otra
bidos mejor de lo que pensaron, y allá vio- parte pienso que satisfaré mi desseo»; Floria-
ron que las heridas no eran peligrosas, pues- no, cuando del todo conoció que era moro y lo
to que eran muchas é tenía gran falta de vio con palabras tan soberbias, algún tanto
sangre. enojado le dijo: «Mala empressa me pareco

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PALMERIN DE INGLATERRA

que traéis, que en essa corte hay tantas da- cían llanto por un cuerpo muerto que dentro
mas más hermosas que Targiana, y tantos ca- dolías iba; llegando á ellas, Floriano quiso
balleros que os lo combatirán, que tengo mié saber la causa do su lloro, y descubriendo el
do que quedéis con mayor vergüenza que lo paño vio dentro un cuerpo muerto armado
que vuestro corazón os dice» ; Albaizar, que de unas armas verdes, tan envueltas en san-
no pudo sufrir tales palabras, por tocar en su gre que casi no se devisaba la color dolías,
señora, dijo contra Floriano: «Vos, caballero, con tan grandes golpes, que bien parecía quo
sabéis bien el tiempo en que me tomáis, por en gran batalla las recibiera ('); movido á
lo cual si vos os atreviéredes á ir á esta corte
piedad do lo ver tal, detuvo al uno de los es-
en el tiempo que yo ahí estuviere, que será cuderos para preguntalle la razón do su
presto, ahí os mostraré cuán diferente es el muerte, y las andas passaron adelante; el es-
merecimiento de Targiana al de las otras mu- cudero, que no llevaba tanto espacio que se
jeres, sisobrello os osárades combatir comi- pudiesse detener, dijo: «Si mucho lo desseáis
. «Por ser mal agradecidas en vos buenas saber, vení tras mí, que en el camino os lo
palabras, no os quiero decir más sino que diré, y si el esfuerzo os ayudare, allá halla-
«•eró en essa corte si pudiese tan presto como réis en qué aventuréis vuestra persona y do
vos, y entonces las obras de cada uno mani- se puede ganar honrra». «Por cierto, dijo
festarán la verdad de lo que hay en nos- Floriano, bien podrá contecer lo que quisies-
otrosí ; y despidiéndose dél, pidió á Palmerín 80, mas yo tengo de llegar al cabo con essos
por merced que se fuessen; assí lo hicieron miedos»; y despidiéndose de Palmerín y
luego, que armándose se volvieron á su cami- Pompides que le quisieron seguir, se fue solo
no, dejando á Albaizar, del cual se hablará á tras el cuerpo que en las andas iba, desseoso
su tiempo, y ellos anduvieron por sus jorna- de ver el fin de las palabras que el escudero
das tantos días, que se hallaron en los fines les dijera; Palmerín y Pompides siguieron
de Hungría, contentos de verse tan cerca de su camino por el valle abajo, platicando en
Costantinopla, para donde había tanto tiempo aquel acontecimiento, y como en aquella
que caminaban, puesto que Palmerín en la parte las aventuras ostuviessen siempre cier-
fuerza (leste contentamiento empezó á sentir tas, no anduvieron mucho cuando por el
muchos recelos mayores que nunca, tenien- mesmo valle vieron atravesar una doncella
do presentes las palabras que su señora le encima de un palafrén morcillo, que en lle-
dijera cuando la primera vez saliera de la gando áellos se acercó, diciendo: «Señores,
corte; y no sabiendo determinarse por el pe- alguno de vosotros, por lo que debe á la or-
ligro en que se vía, apartábase con Selvián, den que recibistes, queráis comigo hacer un
que este secreto aún de los hermanos no le socorro á una doncella quo tres caballeros
fiaba, y hallando en él tan buenas palabras por fuerza quieren matar»; Pompides, vien-
para le quitar de aquel recelo, que con ellas do la priessa de aquella doncella, volvió á
le obligaba á ir adelante y olvidar todos los Palmerín, diciendo: «Pues para vos tan pe-
otros miedos; mas el amor, que en él era queñas cmpressas no son, ruégeos me deis
grande, que doquier que está hace siempre licencia para irme con esta doncella, á lo
nuevas mudanzas, representábale en la me- menos veré si puede de mí salir alguna cosa
moria mil temores y otras cosas que del todo que parezca ser hermano vuestro»; Palme-
le sacaban de su juicio, de manera que por rín, quo ninguna conversación le parecía
ninguna vía sabía qué hacerse. Estas cosas mejor que la de la vida solitaria, diósela, y
h causaban tan grande tristeza, quo por quedándose con Selvián tornó á su camino
fuerza 6e vía en el rostro, por más que lo dis- y plática, porque en cuanto el tiempo le daba
simulaba, deque sus hermanos también te- lugar nunca en otra cosa ocupaba el sentido
nían mucha parte viéndole assí sin poder sino en las cosas de su señora Polinarda;
sacar dél la causa que tan triste le hacía; passando en esto casi la mayor parte del día,
assí andando atravesando aquel reino, ha- ya que del todo el sol se recogía, dejando la
ciendo cosas con que su fama se estendía, tierra desacompañada de la claridad de sus
yendo hacia una cibdad puerto de mar adon- rayos y cubierta de las tinieblas que la os-
de se esperaban embarcar para Grecia, fue- curidad de la noche trae consigo, viéndose
ron áparar en un campo grande despoblado tan lejos do poblado, comenzó de caminar
de toda arboleda que la natura produce, mas. hacia unos árboles que en el hondo del valle
con todo, verde y gracioso, y echando los ojos
4 una y otra parte, contentando la vista en (') Epi«odio imitado por Cervantes en el cap. XII
las flores de que estaba lleno, vieron venir de la segunda
rante* turo mái»parte de />»«
en cuenta Qm';»tr. Sin
el Palmrrln que duda ('er-
cualquier
hacia sí unas andas cubiertas do un paño ne- otro libro de caballería* para *n bnrleac» parodia.
gro acompañadas de tres escuderos que ha- Véate también el Amadü de Gavia, I, 21.

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136 LIBROS DE CABALLERIAS

parecían; llegando á ellos, se apeó, dando el galaterra bu hermano, siguió tras las andas ,
caballo á su escudero, y echándoso al pie de y el escudero quo con él iba lo dijo: «Pues
uno do aquollos árboles estuvo tanto tiempo que, señor, desseáis saber quién es el que
]>ensundo en su señora, hasta (pie el mesino en las andas va, decirlo he, porque me pa-
cuidado le adormeció, y allá hacia media rece que quien tanto dessea sabello será para
noche tornó á recordar, que su suoño no con- no negar su persona á alguna venganza sien-
sintía más reposo, y porque de noche cual- do menester; y pues las armas para desha-
quier cosa suena mucho, oyó apartado de cer agravios se hacen, podéis creer que en
donde él estaba quejar un hombre con pala- esto caso mejor quo en otra parte las podéis
bras tan lastimeras y tristes, que era mucho emplear; este caballero se llama Fortibrán el
para dolerse dél; desseando oille de más cer- Esforzado, es natural deste reino, primo her-
ca, fuesse aquella parte hacia donde el otro mano del rey Frísol, y por su porsona el
estaba, y porque la escuridad de la noche no más temido dosta tierra; aconteció ayer que
le dejaba ver, no pudo devisar las armas ni vino á su castillo un escudero mostrando
las colores dolías y púsose á escuchalle con- con muchas lágrimas tener necessidad dél
tento de le oir, porque un triste con otras para un socorro, y porque hasta entonces
tristezas reposa ('); el otro, que en otra cosa Fortibrán no se había negado á ninguno, so
sino en passiones gastaba su tiempo, entro fue con él, y llevándole á una parte adonde
algunas palabras que consigo solo passaba, le esperaban cuatro caballeros sub enemigos,
comenzó á decir: «¿Para qué, Florendos, te y puesto que Fortibrán mi señor hizo en la
quejas de tu mal, siendo tan contento dél mi batalla lo que un esforzado caballero pudie-
señora Miraguarda? ¿qué queréis quo haga ra hacer, como eran tantos, al fin le mata-
quien os vio para se perder, y os vi para de- ron; sabida en el castillo la nueva de su
cir que los que sienten mis males no son ta- muerte, fuimos por él en estas andas, y un
les que nenguno pueda con ellos sino yo, que su hijo do po<ta edad es ido á la corte á bus-
con los tener vive, para que con mayor dolor car algún caballero que vengue tan gran
la vida passe? Bien sé que toda pena sufrida maldad, por lo cual, si os atrevéis hacerlo,
por vos se satisface con ol gusto de os 6ervir; allonde do acrecentar vuestra fama, daréis
mas ¿qué hará á quien vuestras cosas assí tra- causa que no se cometan otras traiciones
taron, que ni lo dan vida para gozar este pla- como ésta». Floriano, quo no buscaba otra
cer, ni le acaban de matar para no tener de cosa, ofrecióle su persona, pesándole do la
que se quejar?» Acabadas estas palabras de- muerto do Fortibrán, (pie ya le oyera nom-
túvose un poco sin hablar, y con el cuidado brar por muy buen caballero; en esto llega-
do ellas se adurmeció; Palmerín, que cono- ron á la mar, adonde los estaba esperando
cía ser Florendos, quiso por algunas voces una fusta; entraron en ella con el cuerpo
dársele á conocer; después, recelando que le muerto, llevando los caballos que le trajeron
hiciesse algún estorbo á su camino, dejó de j>or tierra y ellos remando por la costa hasta
lo hacer, sintiendo en 8Í su passión tanto que fue noche, y al passar de un seno que
, como la suya propia, que esto tienen los co- la mar allí hacía, encontraron dentro cuatro
razones nobles, dolellcs menos su mal quo los galoras de turcos que en ella ostabau sobre
ajenos, ó antes que el alba esclareciesse, áncoras, y para volver ya no tenían tiempo
mandando enfrenar el caballo, se tornó á su
y para pelear Floriano solo lo había de ha-
camino desseoso de ser ya en aquella corte cer; sin nenguna resistencia la fusta fue en-
del emperador Palmerín ó passar por los trada por Abduramante, un capitán moro
miedos que su amor le reprosontaba, porque que en las galeras venía, el cual , viendo las
cuando ellos son grandes, passallos de pries- ricas armas de Floriano, sabiendo ser caba-
sa los hace parecer menores. llero amianto, lo hizo buen tratamiento, y á
los escuderos mandó prender y el cuerpo de
Fortibrán cchalle on la mar, y á otro día
Cap. LXXYIL— De lo que aconteció á Fio- mandó alzar vela y seguir su camino; éste
rumo del Desierto en aquella aventura era hermano bastardo de Albaizar, y venía
del cuerpo muerto de las andas.
en su busca, porque su otro hermano el sol-
dán do Babilonia era muerto, para que here-
El esforzado Floriano del Desierto, que se dasse, porque de derecho ora suyo, y yendo
apartó de la compañía de Palmerín de In- preguntando á Floriano si le conocía, dán-
dole las señas, vínole á la momoria que
(•) Eete epiaodio «a Innr común en los libro* de ca- aquel era el caballero que venciera á Dra-
ballería». Véaaeel Am*dú,\ib I.eap. XXI 7 XXIV.
Cervantoa lo imitó ea el cap. XIX de la primen parte morante el Cruel, y oon acordarse de la ba-
de Don Quijote. talla que oon él dejaba aplazada, viendo que

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137
PALMERIN DE INGLATERRA

no la podía cumplir, quedó triste; Abdura- pondió ella, tan gran miedo me metieron
mante ('), sabida la causa do su tristeza, eno- estos hombres en la vida, que después de
jado comenzó á decir: «¿Piensas tu que contra muertos los temo; por esso vamonos do aquí,
mi señor Albaizar hay hombre en el mundo que en cuanto aquí estuviere no puedo per-
que se pueda sostener en campo? Por cierto, der el miedo» . Pompides, rióndose del mie-
tú debes merced á la fortuna que de gran do que en ella vía, se desvió por ol campo,
peligro te libró; con todo, si desso estás tris- adonde, por ser ya tarde, determinó repo-
te, lleguemos á la corte del gran turco, y sar, porque de allí á poblado era lejos; de
delante de la señora Targiana que acá lo noche le estuvo la doncella contando cómo
hace andar, te combatiré que Albaizar es ol yendo á la corte del rey Frísol, aquellos ca-
mejor caballero del mundo, y si dél tienes balleros, topando con ella, la quisieron for-
alguna passión, en mí que soy su hermano zar; Pompides, después de saber su vida,
la puedes vengar; Floriano, que en cualquier quiso ver si con palabras la podía ganar la
parte desseaba mostrar su precio, acetó su voluntad, que su parecer obligaba á ello;
desafío, y el moro, desseoBo de ganar honrra, mas como la doncella fuesso casta y virtuo-
y más en servicio de Albaizar, se puso en sa, pudieron poco con ella, y á otro día en
cAraino donde el gran turco estaba, al cual amaneciendo se fue su camino, y Pompides
dejaremos por tornar á Pompides, que la tornó á seguir el que de antes llevaba, des-
doncella llevó consigo como en el capítulo seoso de tornar á hallar á Palmorín, porque
atrás se dice; el cual no anduvo mucho, allende de le desear por lo que le quería,
cuando allegó á un valle de unos árboles tan hacíalo por gozar de su conversación, que
espesaos, y hacia la parte que más espessos esto bien tieno la de los hombres virtuosos,
estaban oyó voz do mujer tan cansada y ña- que los buenos y los malos dessean tenella
oa que páresela que no la podía echar, y pu- sin otra codicia de intereses.
niendo las piernas al caballo vio que un ca-
ballero por fuerza quería dormir con ella y
otros dos le estaban mirando y rióndose de Cap. LXXVIII. — De lo que aconteció á Pal-
cómo so defendía; Pompides, viendo tan mer ín de Ingalaterra después que se apartó
gran vileza, con la lanza sobre mano re- de Florendos en el valle adonde le halló
metió al que la estaba forzando, dándole quejándose de su fortuna.
tan gran golpe con olla en la cabeza, que
desarmada tonía, que le echó los sesos fue- En tanto que Palmerín se apartó de don
ra; los otros dos, cabalgando á mucha pries- Florendos, que estaba quejándose, echóso al
sa, con las lanzas bajas, cubiertos de sus es- pie do un árbol, adonde durmió algún espa-
cudos remetieron á 61, encontrándole sin le cio de la noche, porque la mayor parte passó
hacer otro daño, y el que él encontró no en cuidados quo no le habían dejado dormir,
hobo menester maestro, y con la espada en y antes que el alba esclareciese se metió en
la mano se fue al tercero, que trabajaba por camino; al cuarto día do sus jornadas fue á
vengar á los otros; mas Pompidos, en quien una floresta media legua de la cibdad de
había gran fuerza, en pequeño rato dio con Buda, donde estaba el rey; vio junto á una
él del caballo abajo, y apeándose por ver si fuente donde se hacía una espesura do árbo-
era muerto, quitándole el yelmo volvió en sí; les una gran compafiia de doncellas y caba-
con miedo de la muerte comenzó á pedir lleros que allí passaban la siesta, y porque
merced de la vida; Pompides, que con enojo le pareció que passando cerca tendría algún
de sus obras no le oía, lo cortó la cabeza, embarazo que lo estorbasse su camino, apar-
dioiendo: «Quien tales obras hace, tal galar- tó el caballo por otra parte, que su intención
dón merece» . La doncella, que no estaba en no era ocu¡>arse en cosas que le podían de-
su acuerdo, cuando vio el fin de la batalla tenor; andando assí, sintió al través un gran
tanto á bu placer, vino hacia Pompides, y rugido, y volviendo la cabeza vio que entre
echándose á sus pies quiso satisfacer con pa- la mesma gente quo estaba á los árboles ha-
labras su socorro, pues con más no podía; bía batalla; puniendo las piernas al caballo
Pompides la levantó en los brazos, y viéndola por ver quó sería, llegó á tiempo que estaba
hermosa y la color perdida, lo dijo: «Seño- pacífico, porque los do la una parte, tiniendo
ra, torná en vos, que agora no está aquí sino muertos á los que so defendían, á los otros
quien os haga mil servicios». «Señor, res- prendieron, y como en los presos conociesso
á la duquesa de Ponte y de Uurazón, mujer
do Bolear, y entre los muertos al principo
(M Este nombro «parece eecrito en el texto de ranos
roodoa: cAbdoramante», «Abdoramente» y aAbduror Ditreo que la traía á holgar (i la corto del
rey su padre, que Belcar estaba lo más del

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I

138 LIBROS DE CABALLERIAS

tiempo en la de Costantinopla, por la mucha yos no fuessen en vano, Bracandor andaba


afición que en ella tenía, por ser en ella cria- tal que no podía tenerse á caballo, teniendo
do, fue tan triste, que no se acordando que de diez caballeros perdidos los seis, de que
de la otra parte estaba el gigante Bracandor, tenía tanta pena quo con la flaqueza dio con-
señor de la Roca Deshabitada, con diez caba- sigo en el suelo. Palmerín, contento de se
lleros bien armados, olvidando el peligro de ver desembarazado de tan fuerte enemigo,
tan gran cosa, viendo que con muchos gritos arremetió á los cuatro que quedaban, que en
las doncellas de la duquesa y ella con ellas pequeño rato dio con ellos en el suelo, y an-
lloraban la muerte de Ditreo, y junto con tes que descansasse quiso ver si Bracan-
esto vellas pressas en ]>oder do hombre tan dor era muerto; estándole quitando los lazos
feroz, quiso que en obra de tamaño riesgo del yelmo, llegó aquel mesmo lugar Astri-
su persona se aventurasse, y arremetiendo pardo, sobrino de Bracandor, con otros diez
al gigante con la lanza baja, dio con él en ol caballeros, que venía para acompañar á su
suelo maltratado por le tomar de súpito; los tío, y viendo á los suyos muertos y él en es-
suyos, que vieron tan gran osadía en un solo tado de le cortar la cabeza, sin más mirar
caballero, juntamente le encontraron; y pues- arremetió á Palmerín; mas él, que sintió el
to que algunos acertasen sus encuentros, no tropel de los caballeros, levantándose en pie,
le hicieron nengñn daño, porque él quedó en y puesto que en aquel tiempo se quisiera en-
la silla tan entero como que no le tocaran, y comendar ásu señora, la priessa de sus ene-
arrancando de su espada se metió entrellos migos no le dieron esse lugar; entonces, cu-
y comenzó á ferillos do tan grandes golpes bierto de lo poco del escudo que le quedara,
y tantos, que los puso en algún recelo; mas determinó de vender su vida si al mejor
á este tiempo llegó Bracandor, que ya habla tiempo no le desamparasen sus fuerzas, y
tornado á cabalgar acompañado de ira y so- puesto que, como se dijo en este día, Palme-
berbia, apassionado do so ver derribado, di- rín hiciesse maravillas on armas, estaba tan
ciendo á los suyos: «Quitaos afuera, poné flaco y cansado y con tantas heridas y tanta
cobro en los presos no huyan, que dése mal- sangre perdida, que aquel fuera el fin de sus
aventurado este cuchillo me dará venganza, días si por allí no acertara á venir aquel es-
qno quede bien satisfecho de lo que me ha- forzado Albaizar que venía la vía de Cos-
bía hecho» ; los suyos se desviaron, que no tantinopla, elcual, viendo tan cruda y nota-
osaron hacer otra cosa, y Palmerín, que de ble é desigual batalla como era de tantos
tamaña fuerza vio sus golpes, recibióle con caballeros á uno solo, y conociendo que el
ánimo de que su corazón andaba siempre solo era el que le dio la lanza en el castillo
acompañado; la batalla duró entrellos gran de Dramorante el Cruel, arremetió á Astri-
pieza, batallada con tanta fuerza y maña pardo, encontrándole con tanta fuerza que le
como para tan fuerte enemigo cada uno ha- echó de la otra parte una gran braza de lan-
bía menester, y como á la bondad de Pal- za, yarrancando de la espada hizo tan gran
merín ninguno se igualasse, comenzó Bra- estrago en ellos, puesto que Palmorín no
candor áenflaquecerse de tal manera, que mostraba flaqueza, que mataron la mayor
los suyos determinaron passar su mandado, y parte dellos, y los otros huyeron con temor
juntamente con él comenzaron á dalle por de tan temerosos golpes. Palmerín que se
tantas partes, que puesto que su ligereza fues- vio libre de tan gran peligro, quiso rendir
so grande, no estorbó las armas (pie las car- las gracias á Albaizar, mas él, mostrando
nos no fuessen cortadas por muchos lugares, que no se acordaba de lo que allí hiciera, Be
por lo cual si Palmorín en algún tiempo fue ]>or el campo abajo sin querer escuchar
mostró su alta proeza, fue agora, que ningún palabra. Palmerín, allende de le tener por
golpe daba que no derribasse caballero muer- esforzado, parecióle muy bien aquel despre-
to ó mal herido, sin que las armas pudiessen cio do la valentía que le viera hacer en irse,
resistir á su fuerza; las doncellas pedían á assí teniendo tan gran envidia dól como otro
Dios (pío lo favoreciesso, tinióndole por el pudiera tener de sus obras; entonces, viendo
mas señalado caballero (pie nunca vieron; que Bracandor no era del todo muerto, hízo-
Bracandor, que con ayuda de los suyos tornó le prender á los escuderos de Ditreo, y con él
algún tanto en sí, andaba tan bravo viendo la otra compañía se partieron para Buda,
lo duraba tanto un solo caballero, que blasfe- yendo la duquesa y bus doncellas tristes por
maba do sus dioses, creyendo que su ira cau- el primer acontecí miento, ó algún tanto con-
saba tan gran destrozo, y con esta ira le daba soladas por este otro revés postrero, que esta
tan mortales golpes, que si Palmerín con su es la calidad do la fortuna, su rueda pocas
ligereza no se los hiciera perder, cada uno veces tener sosiego, mas antes en un mo-
mento hacer muchas mudanzas.
fuera^bastante para lo matar, y como los su-

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PALMERIN DE INGLATERRA
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siendo tan esforzado como en el libro de Pal-
Cap. LXXIX. — En que da cuenta de quién
era ei gigante Bracandor, y la razón por merín se cuenta, quiso con su esfuerzo miti-
que alli vino á estar. gar aquel dolor, para que la gente lo sinties-
so menos; Palmerín, ni cual sus heridas
Para saber quién era este gigante y la ra- traían mal tratado, se apartó de la duquesa
zón que alli le trujo, dice la historia que en al tiempo quo entraba por la ciudad, que era
la Isla Peligrosa hubo un jayán llamado Bu-
ya noche, recogéndose á una casa acostum-
careante, el cual, por sus costumbres y crue- brada á recebir los caballeros andantes, y
zas, fue tan mal quisto, que más por fuerza puesto que el rey, sabiendo lo que passaba,
<jue de otra manera señoreaba; 6 romo la dura hiciesse mucho por le hallar para quo con
sujeción en que los suyos vivían fuesse tan toda su tristeza le mandar curar y aposentar
áspera de sufrir que la misma muerte no lo
según que merecía, nunca pudo saber nue-
podía ser más, algunos principales de allí vas dél, porque puesto que algunos fueron
turioron manera que con ponzoña le mata- donde posaba, encubríase de manera que
ron, y porque dél no quedaba más de un fijo pensaron que era otro; el pueblo de la cibdad
pequeño que en las crueldades de su padre do Buda, sin pedir licencia al rey, tomaron
no tenía culpa, tuvieron por bien que su á Bracandor y tuviéronle algunos días vivo,
inocencia le salvasse la vida, mas echáronlo usando tantas maneras de crueza en él, que
de la isla porque no fuesse como el padre. Este algún tanto se tuvieron por satisfechos dél,
mozo, viéndose solo é desterrado, tomó con- y con esto le acabaron de matar, quemándole
sigo Astripardo su sobrino, hijo de una su después de muerto los huessos para que de
hermana, y con algunos caballeros quo lo tan mala cosa no quedasse reliquia dél; ol
quisieron acompañar se fue al reino de Hun-
rey Frísol, puesto que muy bien sabía dissi-
gría, con intención de poblar tina pequeña mular la muerte de Ditreo, no pudo tanto
montaña que allí había, á la cual llamaban la que, orno la passión fuesse grande y él cre-
Roca Deshabitada, porque le pareció que por cido en edad, que no le acabasse la vida,
ser hijo de su padre en otra parte no podía cuya muerte sus vassallos mucho sintieron,
estar seguro, assí por el lugar ser fragoso porque sus costumbres eran dinas dello, por-
como por una fortaleza que en él se hizo; que los sostenía en justicia, tratábalos con
vivía allí tan alegre y sin temor de ninguno, amor, señoreábalos con benignidad ('), ga-
que perdió el recelo. lardonaba los servicios, castigaba los yerros
A todo esto, Bracandor, viéndose caballero
según que cada uno merecía, mostraba tem-
esforzado, con Astripardo, su sobrino, y los planza en la ira, moderado en los acidentes,
otros caballeros robó toda la tierra, haciendo amado de los suyos, temido de los estraños,
obras tan perversas que bien parecían sali- desseoso de la paz, esforzado en la guerra,
das de quien le engendrara, é puesto que en finalmente, era dotado de todas las perficio-
aquella roca tuviessen abasto todo, de una nes que debe tener quien la gobernación de
sola cosa se hallaba con necessidad, que era reinos é softoríos ha de tener, y hicieron por
de mujeres, y como los suyos determinassen él muy señaladas obsequias, y luego fue lla-
dejalle si dellas no les proveía, buscaba to- mado Estrellante su nieto, hijo de Ditreo.
das maneras para habellas, agora fuesse por para que tomasse el cetro; mas él acetó el
fnerza ó de otra manera; y siendo un día nombro de rey y dio la gobernación á otro,
informado cómo la duquesa, mujer de Bol- porque entonces comenzaba á seguir las ar-
ear, viniesse ú holgarse á la corte del rey su mas, teniendo en más el trabajo dellas quo
suegro en compañía del principo Ditreo, que el descanso de reinar; Palmerín estuvo en
con algunos caballeros más en hábito de gen- aquella cibdad menos días de lo que había
tiles hombres que de guerra las venían acom- monester para curar de sus heridas, y aún
pañando, salió á ellas con quince compañe- mal dispuesto so metió en camino con dosseo
ros, estando assí seguros, y como el príncipe de hacer obras que esclareciessen su perso-
y los suyos estuviessen desarmados, en pe- na, creyendo que cuando ellas son tales, ha-
queño espacio los mataron, puesto que tam- cen inmortal la fama.
bién de la compañía de Bracandor murieron
cinco, por lo cual, cuando Palmerín llegó, Cap. LXXX.— De cómo Floriano del De-
halló los diez, como en el capítulo atrás se sierto fue á la corte del gran turco, é de
dice, adonde passó todo lo más que ya conté. la batalla que hobo con Abduramante.
Partida la duquesa con su compañía para
la cibdad, sabida por el rey la nueva do la Aquí deja de hablar de Palmerín de In-
muerte de Ditreo su hijo, recibióla con tanto galaterra, que seguía su camino á Costanti-
dolor como esperanza do hacello con alegrías; (') £1 texto: abegninidad».

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140 LIBROS DE CABALLERIAS

nopla, adonde entonces había muy gran tris- lia» . Floriano, que de le ver tan soberbio y
teza j>or la muerto del rey Frísol que en follón no estal a poco enojado, y de la mora
aquella corte era muy amado, y torna si dar
enamorado, no pudiendo ya sufrirse, se le-
cuenta de Floriano del Desierto, que en vantó en pie, diciendo: «En tiempo estás.
compañía de Abduramante caminaba para Abduramante, que lo que te dije cumpli-
la corte del gran turco, que como en su via- ré, porque yo no to niego Albaizar ser muy
je tuviesse el viento prospero, en poco tiem- esforzado caballero, que le vi hacer tales
po las galeras llegaron á aquella parte. Ab- obras que dan testimonio dello, mas tampo-
duramante salió en tierra con algunos pri- co te confiesso que el escudo de Mi reguar-
sioneros captivos que llevaba, armado do da él lo ganase por fuerza, porque ni yo
armas galanas que para aquella entrada lo sé ni creo tal de quien le guardaba. El
mandara hacer; Floriano se armó de las que parecer y hermosura de la señora Targiana
do antes traía, y salió con él en tierra, y dinos son de grandes obras, y assaz de poco
assi juntamente se fueron al palacio del hará quien por ella se combatiere y no las
gran turco, que recibió á Abduramante con hiciose; vamonos al campo, que si ella me
tanta honrra como merecía persona de tanto
asegura, á ti y Albaizar ó á cuantos hobiere
precio, y él le hizo servicio de todos los pri- en el mundo combatiré, que mejor en un
sioneros que traía, do que el gran turco se
día que ellos en toda bu vida la puedo ser-
mostró alegre y le rindió las gracias que ta-
vir; Abduramante, no ptidiondo sufrir pala-
maño presente merecía; de ahí se fue Abdu- bras tan sueltas de un hombre su cativo,
ramante adonde estaba Targiana ('), que dio con el yelmo tan gran golpo en el suelo
también lo recibió muy bien y con mucha do la cámara, que lo abolló, diciendo: «¡Oh,
cortesía, é dospuós de haber passado algu- Mahoma! ¿cómo consientes que en mi pre-
nas palabras de cumplimiento, le dijo: «Se- sencia un soberbio cristiano tenga tal osa-
ñora, después que de aquí partí, corrí gran día? Señora Targiana, ruégeos que pues tan
parto del mundo en busca de Albaizar mi lejos os escogimos por juez en este caso, le
señor, y puesto que no le hallé, hallé dél mandéis asegurar el campo, ó vamos luego
tales nuevas que con ellas satisfice el tra-
á él, que yo prometo de no me desarmar
bajo del camino, porque entro cristianos hasta que con mis manos me satisfaga do
adonde no oonocen, su fama es tan alta, que
tan gran injuria». Targiana mandó á Flo-
hace envidia á todos aquellos que jior le al- riano que quitasse el yelmo, que le quería
canzar aventuran su persona adonde es du- ver; Floriano lo hizo luego, é como con la
dosa su salida, é ya supe oómo venció al
ira que recibió do las palabras de Abdura-
aguardador del castillo de Almaurol, y por mante estuviesse abrassado é con una color
fuerza de armas ganó el escudo de la figura viva en el rostro, quedó tan hermoso, que
de Mi reguarda, y le trae consigo para pre- Targiana, vencida de aquel parecer, comen-
sentarse juntamente con todos los do los se- zó á sentir la flaqueza de la carne, ó por no
ñalados señores de la corte dol emperador mostrar que la sentía, despidiólos luego, to-
Palmerín, para adondo va agora, si con él se mando áFloriano en su guarda, ó para más
quisieren combatir, en señal de ser la mas seguridad, mandó que se armassen quinien-
hermosa mujer dol mundo, de cuyo acuerdo tos caballeros y estuviessen en el campo:
saca fuerzas para tan grandes cosas y le Floriano le quiso besar la mano, mas ella
nace osadía para perder el miedo y acome- no se la dio, antes levantándose del estrado
ter cualquier aventura por peligrosa que se fue á una cámara que caía sobre la plaza
sea; agora ha pocos días que topó con este donde so habían las batallas, é puesta á una
caballero en una fusta, adonde después de ventana sobre un paño de seda, esperó á los
prender á los que en ella venían, ya al te- caballeros, que no tardaron mucho, armados
ner en mi poder, entre algunas nuevas que do las mesmas armas con quo estuvieron de-
me dio do Albaizar, me dijo que estaba lante della, é porque viera á Floriano muy
desafiado con él para irse á combatir a casa mozo é dispuesto, y á Abduramante robusto
del emperador Palmerín, de que mucho me y de mayor edad, recelaba la batalla, pa-
reí, aconsejándole que no le pesase de so ver reciéndole que Floriano no le podría durar
fuera do tan gran peligro; mas él agradeció- en el campo. Llegó la guarda de los quinien-
me tan mal aquestas palabras ó consejo, quo tos caballeros, y el gran turco puesto con su
fue forzado desafiarnos entramos para esta bija en la misma ventana, que ya sabía lo
corte, y que vos fuéssedes juez do la bata- que passara. Abduramante, impuniendo el
caballo á una parte y á otra, blandiendo la
to Nombre que recuerda el de Tartana. !a beroíua lanza, comenzó á decir: «Agora, señora Tar-
del Libre de AppolUmio. giana, quiero que creáis qué yassaUos vues-

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PALMERÍN DE INGLATERRA 141

tros vassallos tienen», y volviendo las rien- á vuestro, é yo desta sola merced quedaré
das contra Floriano, que le estaba mirando, tan contento y pagado, que no os sabré pedir
ahajó la lanza, cubierto de su escudo arre- otra». Targiana, algún tanto mudada la co-
metió áél con tanta fuerza como el caballo lor, puso los ojos en el gran turco su padre,
1c podía llevar; Floriano le salió á reeebir y después, volviendo los ojos hacia Floriano,
deseosso de en aquel encuontro parecer bien con semblante alegre lo recibió por su caba-
1 Targiana, é con esta voluntad le encontró llero, de que el gran tu 1*00 hobo placer por le
taa bien, que dio con el moro por cima de tener en su casa, creyendo que en algunos
las ancas del caballo, sin Abduramante ha- tales como él su corto sería ennoblecida y
cer más <pie romper su lanza en Floriano, famosa; desta manera por algún tiempo Flo-
de que el gran turco quedó algo triste y riano quedó en la corte del gran turco en
Targiana alegre; Abduramante, corrido do servicio de Targiana, á quien él no parecía
tal cosa, levantóse en pie más lleno de polvo mal ni ella á él tampoco.
que de confianza, y echando mano á la es-
pada, entonces, saltando del caballo cubier- Cap. LXXXI. — Cómo Palmerín socorrió á
to de bu escudo, comenzó Floriano con Ab- Dramusiando y á Flormdos que andaban
duramante una batalla tan bien herida, que ambos en batalla.
nunca en aquella corto otra mejor se viera;
como entramos estuviesseu á pie, cada uno El gran Dramusiando, de quien ha mucho
con desseo de mostrar para cuánto era, jun- que no se hizo mención, después que se partió
táronse tanto que muchas veces con los pomos del castillo de Almaurol, corrió gran tierra
se daban. En esto anduvieron gran rato, por- en busca do quien le hurtara el escudo, ha-
que Abduramante en aquel día, que fue el ciendo obras notables quo aquí no se escri-
postrero de todos los suyos, quiso tan bien
ben porque en las corónicas de los empera-
mostrar el ün de su valentía dando golpes dores de tfrecia están largamente contadas;
tan señalados y grandes, que las armas de después de andar muchos días por muchas
Floriano daban señal delío; los que de fuera partos, vino al castillo de Dramoranto el
miraban la batalla, recelosos della, no sa- Cruel, que era su primo, adonde por las se-
bían quó se dijessen. Floriano, viendo la li- ñales que le dieron supo (pie quien le hurtara
beraleza de Abduramante y la fortaleza de el escudo de Miraguarda era el quo le mató,
sus golpes, y el esfuerzo con que se comba- por lo cual se le dobló la voluntad de busca-
tía, usando de sus costumbres comenzó de lie con mucha más diligencia, y después de
le herir con otros golpes mayores quo los atravesar todo el reino de Hungría, cami-
suyos, que en poco rato ni el moro tuvo ar- nando por el pie de una montaña vio venir
mas para defender las carnes, ni escudo con hacia sí un caballero bien puesto encima un
que so cubrir, ni fuerzas para pelear, Un caballo morcillo armado de armas negras,
falto estiba de todo; el gran turco quisiera tan descuidado y triste, que trnía las riendas
muchas veces mandallo apartar, pesándole perdidas de la mano y él echado sobro el ar-
de ver morir; Targiana le rogó que no lo zón delantero, como quien de otra manera
lüciesse, pues ella le aseguraba el campo; no se podía tener; Dramusiando le saludó
Abduramante, viéndose del todo perdido, cortésmente, y viendo que con desacuerdo
quissiera algunas veces rendirse; después, no respondió, tiróle haoia sí do un brazo,
habiendo miedo á la vergüenza, determinó diciendo: «Señor caballero, ¿no responderéis
antes morir que verse en ella; con este pro- á quien os saluda?» El caballero levantó el
pósito hizo tanto, quo de cansado cayó, rin- rostro, y puniendo los ojos en él, le dijo:
diendo el espíritu ante los pies de su ven-
cedor. «Tal voy yo, quo ni ob oí ni sé si me ha-
bláis; si
y & vos os parece otra cosa, por mi
Floriano, puesto que de la batalla quedasse fe que estáis engañado». «Bien veo, dijo
cansado, fuesse delante de Targiana, adonde, Dramusiando, que decís verdad, que el pa-
puesto de rodillas delante del gran turco recer vuestro lo manifiesta; mas con toda
su padre, dijo: «Señora, yo soy un caballe- vuestra passión, pues por esta tierra andáis,
ro estraflo á quien los desastres de la fortu- ¿sabríadesme decir adonde hallaré á un ca-
na en esta tierra echaron; pidos por merced, ballero que trae consigo un escudo en quo va
pues que en esta batalla, que fue la primera sacado por el natural la más hermosa cosa
quo delante de vos hice, quisistes usar do la que naturaleza crió, con letras en el bordo
realeza de vuestra sangro en ser aseguradora que dicen Mikaoüarda?» El otro caballero,
del campo, que de aquí adelanto me tengáis con el sobresalto grande do oír aquel nom-
por vuestro para serviros de mí, porque los bre, tornó en sí, y enderezándose en la silla,
que lo supiesen que lo soy, trataranme como dijo: «Por cierto, mucho querría saber para

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142 LIBROS DE CABALLERIAS

qué desseáis hallar esse caballero, que yo quién fuesse, bendecíale muchas veces, decía
también no en otra cosa gasto mi tiempo». entre sí: «¿Para qué traigo armas, si soy para
«Quería, dijo Dramusiando. para le tomar tan poco que un flaco caballero no puedo
el escudo por batalla y tornalle el castillo de vencer? ¡Oh, señora Miraguarda! bien sé
Almaurol adonde él le hurtó, juntamente con que esto rae viene de no os acordar de mí
su cabeza por castigo de su yerro». «Essa allá donde estáis; mas ya que assí es, acor-
empresa, dijo el otro, á mí más que á nen- daos que el primer día que os vi desseé ser-
guno conviene; por tanto, déjame á mí el tra- viros ydesconfié de mereceros, por lo cual
bajo della y vos gozá la vida con reposo, que en esta batalla hecha en vuestro nombre me
la mía para acabarse en los peligros dessa ayuda, y los otros galardones guardarlos
aventura se guardó» . Dramnsiando, que no le para quien tuviese la dicha más alta y las
conoció, viendo en él aquellas palabras, qui- otras calidades conformes á lo que vos me-
so con otras saber quién fuesse, mas como recéis; dejáme sostener la vida hasta que
él no se lo quissiese decir, vinieron á tantas con ella torne el escudo á su lugar, y des-
palabras que apartándose uno del otro con pués matáme, que éste ha do ser el fin que
las lanzas bajas, se encontraron en los escu- mis males han de tener por galardón de mis
dos, que haciéndolos pedazos al passar se desseos» . El otro caballero de las armas ne-
toparon con tanta fuerza, que assí ellos como gras, que también vía su honrra en peligro y
los caballos vinieron al suelo, y levantándose creía que aquella sería la postrera batalla en
con las espadas en las manos, comenzaron á (pie se viesse, holgaba de perder la vida por
herirse con tunta braveza como si entrellos salvarse de otros peligros en que cada día se
hubiera enemistad de muchos días.
vía, y con la espada alta se fue contra Dra-
Dramusiando, que vio en su contrario tan musiando, entramos
y con pequeña esperan-
gran fuerza y ligereza, miró muchas veces za de la vida se juntaron con tan gran ímpe-
si era Palmerín 6 Floriano del Desierto, é tu, que no podían las armas sufrir los gol|>e8
viendo no ser ninguno dellos, tuvo en mu- que no llegassen á las carnes; firiéronse tan
cho su valentía, que quitando estos dos, de cruelmente, que sin nengtín acuerdo, desma-
nenguno otro esperaba tan grandes golpes, é yados de las muchas heridas y sangre que
por esta razón aprovechábase de toda su des- perdieron, cayeron cada uno por su parte
treza yesfuerzo, hiriéndole tan á menudo,
tales, que quien entonces los viera mal juz-
y con tanta fuerza, que si no fuera por la li- gara que en cuerpos tan despedazados podía
gereza con que se guardaba, parecía imposi- haber remedio; mas la fortuna, que para ma-
ble poderse nenguno sostener contra sus yores cosas los guardaba, ordenó que en
fuerzas; mas las de su contrario eran tales,
aquel estante atravesó por allí el gran Pal-
que sus armas rotas por muchas partes da- merín de Ingalaterra al tiempo que los vio
ban testimonio dello, y porque había gran acabar do caer, y llegando á ellos conoció
pieza que se combatían sin descansar, fueles luego á Dramusiando, y viéndole muerto,
forzado quitarse afuera por cobrar aliento, quedó tan triste que le caían las lágrimas
é Dramusiando, puniendo los ojos en si y por los ojos, no pudiendo sufrir tan gran
viéndose maltratado por un solo caballero, pesar; quitando el yelmo al otro caballero,
no sabía qué se pensase, porque él siempre y conociendo que era Florendos, no tuvo
tuvo por sí que uno, ni dos ni tres caballeros tinta fuerza para sostenerse en los pies que
le llevarían á tal estado; entonces, no se pu- dejasse de caer entrellos; mas viendo que
diendo sufrir, con la ira que dello tenía arre-
para tan gran mal otro esfuerzo era menes-
metió al otro, que con la misma voluntad le ter, tornó en sí, y mandó á Selvián que á la
recibió; desta segunda batalla comenzaron
mayor priessa que pudiesse fuesse á una
á herirse tan denodadamente, que ni las ar- cibdad que estaba ahí cerca á hacer venir
mas defendían los cuerpos, ni la soltura el quien los curasse, puesto que á su parecer
daño que con ellos se hacían, de manera que esto era trabajo escusado. Selvián, que con
en pequeño ralo se pararon tales que en el la muerte de aquellos recelaba la vida de su
más sano tenía poca confianza de la vida, señor, fue y vino en tan pequeño rato, como
especialmente después que se vieron sus ar- si el camino fuera muy más cerca, trayendo
mas sin defensa y los escudos deshechos y consigo dos maestros espiri mentados en co-
las hierbas del campo tintas de su sangre, sas grandes. Palmerín los rogó que en aque-
con que sus fuerzas venían en tanta flaque- llos hombres quissiessen mostrar su saber,
za, que casi n<» podían menear los brazos, é prometiéndolos tamaña satisfación como me-
de cansados se tornaron á quitar afuera. rccúin, «pie esto han de tener los grandes
Dramusiando, viéndose puesto en tan gran principes, liberales en el prometer, verdade-
flaqueza por un solo caballero, sin saber ros en el cumplir; los maestros los miraron

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PALMERÍN DE INGLATERRA

todas sus heridas, é puesto que las hallaron llero estraño. á quien los amores de la más
de peligro, bien vieron que el mayor dellos alta y hermosa mujer del mundo traen des-
era la falta de sangre que perdieran; con terrado por tierras estrañas, y este amor
este conocimiento tuvieron esjHíranza do sa- me hizo ir al castillo de Almaurol é comba-
lud, de que Palmerín quedó más alegre; des- tirme con el aguardador de su escudo de Mi-
pués de curados, Selvián tornó á la ciudad raguarda, al cual vencí en batalla, ganando
por andas, y en ellas los llevaron a casa de por fuerza do armas el escudo de la contien-
un caballero noble y rico que cerca vivía, á da, que comigo traigo para gloria de quien
donde sin ningún acuerdo estuvieron los pri- acá me envió; también digo que si me die-
meros días. Palmerín los acompañó todo el res licencia y me asegurades el campo, que
tiempo que duró la cura, que passó de un desafío á todos los caballeros enamorados que
mes, sin nunca los dejar, que ol amor ó la en tu corte se hallaren y fuera della quisie-
amistad verdadera, adonde está, no en las ren venir, á los quo les haré reconocer que
bonanzas, mas en las adversidades se co- mi señora Targiana os la más hermosa dama
noce. del mundo; las condiciones con que vendrán
á la batalla han do ser éstas : cada uno traya
Cap. LXXXII. — Cómo á la corte del empe- un escudo en que venga la sonora á quien
rador Palmerín llegó Albaizar, é de las sirvo sacada por el natural con el nombre
condiciones con que puso su aventura. della escrito al pie , porque este será el pre-
mio que el vencedor ha do llevar, ó siendo
Muy ennoblecida y llena de caballeros fa- alguno tan poco favorecido ó de amores tan
mosos estaba la corto del emperador Palme- encubierto que no quiera que se sepa quién
rín, que ya en este tiempo era muy flaco y le mata, éste traerá en su escudo el nombre
viejo, cuando á ella llegó aquel esforzado y de su señora; y el que mo venciere á mí, no
temido Albaizar, el cual, después de se apar- tan solamente llevará el escudo do mi señora
tar de Palmerín en el valle á donde le halló Targiana, mas aún ganará todos los otros
en batalla con Bracandor y los suyos, andu- que en mi poder ostuvieren ; el caballero que
vo algunos días por aquel reino de Hungria en las justas de las lanzas claramente no
haciendo cosas con que su fama volaba por fuere mi igual, perderá el escudo y no podrá
cima do las nubes ; estas cosas le estorbaron hacer batalla de las espadas comigo; agora,
que no pudo llegar á la corte tan temprano emperador, quiero ver lo que mandas y lo
como él quisiera; ya que no hallaba en quién que tus caballeros hacen contra un caballero
matar su fortaleza, llegó á ella un día de que de tan lejos los vione á buscar» .
fiesta, á tiempo que el emperador acababa Acabadas estas palabras, fue tan grande
de comer en el aposento de la emperatriz, alboroto entre las damas y los mancebos cor-
acompañado de todos los grandes é caballe- tesanos, que todo el palacio no se hablaba en
ros mancebos que entonces en la ciudad de otra cosa, desseando ver Albaizar en el cam-
Costantinopla se hallaron, que eran mu- po, ellas para ver lo que tenían en quien las
chos; Albaizar, apeándose á la puerta de servía, y ellos para más tratar lo que las que-
palacio, acompañado de dos escuderos entró rían yhacían por su servicio. El emperador,
por la sala armado de armas verdes y espe- primero que respondiesso, mando sosegar
ras de oro por ellas, que muy ricas eran ; é la gente, é después respondienflo Albaizar,
porque su presunción y confianza era gran- dijo: cPor cierto, caballero, vos tomastes la
de, iba rompiendo por entre la gente con un mayor empressa que nunca vi, y porque no
meneo altivo y menos cortés que mesurado, conceder en lo que pedís sería desabrimien-
é como sus atavíos é armas fuessen lustrosas to vuestro y de otros muchos, digo que os
y él bien dispuesto é gentil hombre , y her- aseguro el campo, y doy licencia para com-
moso rostro, que le traía desarmado, entró batiros con las condiciones que nombrastes
con tan buen aire cuanto en aquella corte le todos los días que mandardes ; mas primero
había; llegando ante el emperador, hízole que os vais al puesto á donde las batallas se han
cortesía con la cabeza, abajándola algún tan- de hacer, os ruego me quitéis de una duda
to, élo mesmo á la emperatriz , é puesto en en que estoy, y es que si con Olerique, sol-
pie, echando primero los ojos á todas partes, dan que fué de Babilonia, tenéis algún pa-
espantado de verla hermosura de sus damas, rentesco, porque me parecistes mucho á él>.
comenzó á decir: « Alto emperador, por dos «Señor, dijo Albaizar, por la licencia que
cosas huelgo de haber venido á tu corte: la me dais os beso las manos, y en lo demá.s á
una por ver la nobleza della, la otra por po- mí llaman Albaizar, segundo hijo do Oleri-
der esperimentar con tus caballeros ó servir que, soldán de Babilonia». El emperador se
en ello á quien acá me envía ; yo soy caba- levantó en pie, y abrazándole con amor, lo

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144 LIBROS DE CABALLERIAS

dijo : «Señor Albaizar, coa otra improssa os Cap. LXXXm.—De las justas que hobo
quisiera ver en mi casa , mas ser enamorado
el primer día.
os disculpa», ó quiriéndole mandar aposen-
tar dentro en el palacio, Albaizar no quiso Aquel día quo Albaizar llegó no hobo
acetar aquella mereed , que su intención era quien justasse con él, por ser ya tarde; el
estar en el campo todos los días que las ba- otro, en saliendo el sol, ya á la puerta de la
tallas habrían de durar; la emperatriz y Gri- plaza, que continuamente estaba hecha para
donia le mandaron pedir les quissieso mos- las batallas, estaban algunos caballeros, dea-
trar los escudos de Targiana 6 de Bíiraguar- bcoso cada uno de ser el primero que con él
da para vellos, y puesto que Targiana en probasse para ganar los escudos, oosa en que
cualquier parte parecieese hermosa, cuando tanta honrra so alcanzaba; y sobre quién iría
las damas vieron á Miraguarda, perdieron primero eoraonznron habor diferencias; mus
toda la esperanza de sus servidores poder el emperador, que ya en este tiempo era
acabar alguna cosa, que las otras que ya pas- levantado, mandó á los jueces que supiessen
earon su tiempo tenían de que haber envi- quién fuera el primero que allí viniera, esse
dia sino de la edad, y andando el escudo de ju.stasso, é assí por orden saliessen todos; los
mano en mano fue á parar en la de Polinar- jueces, después de habelles apaciguado, man-
da, é puesto que hasta allí nunca viera cosa daron áCrespián de Macedonia que justase,
que lo diesse ningún recelo, no supo enton- y 61 lo hizo, mas Albaizar no le quiso rece-
ces encubrir la passión que aquella figura le bir, porque no traía en el escudo la figura
hacía; las damas sintieron en ella aquel so- de su señora, según la postura; é assí hizo á
bresalto, no
é dejaba cada una de murmurar los otros, de manera quo aquel día, ni el se»
en lo secreto, mas esto es natural do las mu- gando, ni tercero, ni cuarto, no justó con
jeres, ser tan desconfiadas que cualquier cosa nenguno, que todos aquellos días se fueron
las mueve, que Folinarda era hermosa que en hacer escudos y en debujar damas saca-
no podía tener de qué so recelar; Miraguar- das por ol natural, é al quinto el primero
da era tanto, que cada una so podía tener que vino fue Esmeraldo el Hermoso, que en
por contenta de la parte que le cabía; é pues- la corte era tenido por buen caballero, y pre-
to que Polinarda desseó algunas veces ver sentado álos jueces un escudo con una mu-
en aquella corte á su Palinerín, entonces mas jer debujada do los pochos arriba, al parecer
que nunca, para con sus fuerzas ganar el hermosa, con letras blancas al pie que de-
precio de aquellos escudos é perder el recelo cían Artesaüba, se vino contra Albaizar, y
do que vivía, algunas veces se recogía en una cubiertos ambos de los escudos se vinioron á
cámara sola, ó con lagrimas se quejaba de sí encontrar en ellos, mas como la valentía de
mesma, acordándose de las palabras con que Albaizar fuese diferente de la del otro, Es-
le despidiera; alguna vez estaba determinada meraldo fuo al suelo, quodando Albaizar tan
mandarle luego buscar, después tornaba á entero on la silla como si no le encontrara;
determinar on otra cosa, porque on las mu- tras él entró Ascarol, caballero mancebo, quo
jeres mayor assiento las mudanzas que la presentado ante los jueces un escudo con la
constancia tiene; tornando al propósito, Gri- figura de Artinela, dama de casa de la em-
donia mandó traer delante sí la tabla en que peratriz, fue derribado de la manera de Es-
estaba la üg\ira de Altea, que en aquella casa meraldo, los
y escudos de entramos puestos
tenían por cosa estremada, é cotejada con el á los pies de Targiana.
bulto de Miraguarda, la juzgaban bien lejos Tras éste vinieron Al taris y Risgeraldo,
de hermosa; Albaizar, recogidos sus escu- que sorvían á Beliana, hija dol duque de
dos, fuesse al campo, á donde halló ya dos Costando, y cada uno le traía en su escudo,
tiendas que el emperador para él mandara confiando alcanzar la vitoria por lo que la
armar, ó mandó poner el escudo de Targiana quería, mas Albaizar los llovó por el estilo
sobro una piedra que on el campo había, ó do los passados, de lo quo ol emperador em-
pusieron el do Miraguarda al pió on señal do pezó árocebir pesar, estimando Albaizar on
vencida; aquel día, por sor ya tarde, dejaron mucho más que de antes porque á todos estos
para otro el comienzo de las batallas, que caballeros derribó cada uno do su encuentro,
fueron mucho para ver, que Albaizar do su oosa para tener en mucho más que do antea
parte hacía maravillas por llevar su vitoria y que pocas veces acontecía. Aquel día no
adelante; los de la otra parte, quiriendo mos- hobo más justas; al otro día fueron tantos,
trar ásus damas para euáuto eran, hacían que la pla7.a estaba ocupada dellos; la empe-
lo quo podían, que siempre en estos tiempos ratriz Oridonia
y so levantaron más tempra-
del amor viene el esfuerzo y cría fuerzas no de lo (pie acostumbraban por ver las jus-
para más daño de quien las prueba. tas, élas damas andaban tan alborotadas por

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PALME RÍN DE INGLATERRA

ver lo que sus servidores harían, que no nos soberbias que enamoradas; á este tiempo
durmieron en toda la noche, gastándola en llegaron los jueces del campo, que mandaron
cosas necessarias para el otro día; Albaizar, poner junto al padrón un árbol con muchos
puesto en apunto, se puso á caballo, espe- troncos, en que pusieron los escudos que Al-
rando áquien viniesse; el primero con quien baizar ganara, porque hasta allí estaban en
justó fue con Radiarte, que servia & Lucen- el suelo, y encima de todos los vencidos fue
da, y vino al suelo del primer encuentro y puesto el de Miraguarda, en señal de haber
su escudo acompañó á los otros; tras él vino sido ganado por batalla y los otros no, que
Ricardoso, que servía a Doreta, y también así lo declaró Albaizar; no tardó mucho que
fue por el camino de Radiarte, de manera á la puerta del cerco llegó Belisarte. hijo de
que el segundo día anduvo Albaizar tan va- Belcar, armado de armas de pardo y blan-
liente, que derribó á Argolante, que servía co, en el escudo en campo blanco unía sagi-
á Polifema; á Carneroy de Esclavonia, servi- tario con un arco en las manos; este le traía
dor de Juliana; Leonardín y Barbolante, ca- su escudero y el entró con otro que presen-
balleros franceses, que cada uno en su volun- tó á los jueces, en que venía la figura de
tad servía á A malta; Alisbán, el servidor de Dionisia, hija del rey Desperté, á quien ser-
Armenia, con otros muchos caballeros que vía, tan hermosa que hacía ventaja á las
por prolijidad no se nombran, de manera masque allí se ganaron, no hablando de
que con estas Vitorias crecía su soberbia
Miraguarda, que con ésta se igualaba nen-
muy altamente, y tanto le favoreció la for- guna; acabado de le entregar, puestos los
tuna y su dioha, que todos estos hombres
ojos en aquella figura que le mataba, ende-
fueron derribados de un solo encuentro; el rezándose enla silla, cubierto de su escudo
emporador. puesto que hasta allí no viera
que su escudero le dio, arremetió muy va-
nenguno de sus caballeros é los que juzgaba lientemente áAlbaizar, que le salió muy
por famosos, no dejaba destar triste, creyen- prestamente á recebir, y puesto que Beli-
do que Albaizar era para tanto que metería sarte fuesse muy esforzado caballero é muy
en afrenta su corte; Primaleón sentía esto
valiente, que ni la valentía suya ni la her-
más que nenguno, y tenía asentado en su mosura de Dionisia pudieron tanto que á la
voluntad, si Albaizar fuesse con la Vitoria segunda carrera no fuesse al suelo con la
adelante, do combatirse con él ; Albaizar, el silla entre las piernas, porque la prime-
tiempo que se hallaba desocupado, gastábale ra vez pasearon el uno por el otro sin se
en palabras enamoradas ofrecidas á la figura hacer daño ninguno, y el muy esforzado
de Targiana, que aquel día estaba cercado de Albaizar perdió una estribera, mas presto
otros muchos más hermosos que no él; mas tornó á cobralle; tras él entró don Rosbel su
el amor es ciego y no le dejaba conocer esto, hermano, armado de todas armas confor-
y entre los muchos que allí se vían, el de mes álos de Belisarte, presentando ante los
Mi ra guarda hacía tanta gran ventaja, que jueces un escudo con la figura de Dramacia,
en la corte se hablaba más en ello que en la camarera de la infanta Polinarda; al fin á
valentía de Albaizar, el cual estuvo en el otras dos carreras que corrió, vino al suelo
campo sufriendo el trabajo de aquel día has- como su hermano, de que el emporador que-
ta que se puso el sol, ó puesto que á este dó muy apa8sionado, pesándole de haber
tiempo aun venían caballeros, el emperador dado licencia á Albaizar por el vencimien-
loe mandó tornar, no qniriendo que hobiesse to destos caballeros; comenzaron los de la
más justas por ser ya tarde y Albaizar esta- corte de temer á Albaizar más que de antes;
ba cansado; á la noche hobo sarao, al cual los escudos de don Rosbel y Belisarte fueron
estuvo presente, aunque no vinieron á él los puestos en compañía de los otros.
caballeros vencidos, porque no tenían razón
do ver á sus damas, en cuyo nombre hicie- Cap. LXXXIV.— De lo que aconteció
ron tan poco; acabado el sarao, que no duró el sesto día de las justas.
mucho, el emperador se recojó á su aposen-
to, Primaleón y Gridonia al suyo, y Albai- El sesto día estuvo Albaizar en el campo,
zar á sus tiendas, adonde con poco reposo y passó parte dél que no vino caballero con
pudo dormir, teniendo en la memoria lo mu- quien justasse; en acabando de comer, el
cho que ú otro día le quedada por hacer, y emperador se fue al aposento do su nuera
al tiempo que el sol salía, se levantó y so Gridonia, y olla y el emperador so pusieron
armó de las mesmas armas con que á la á las ventanas á miralle. quo estaba asentado
corte viniera, y llegándose adonde estaba la á una puerta do sus tiendas armado de todas
figura de Targiana su señora, con los ojos en armas con el escudo de Targiana en las ma-
ella comenzó de loalla con palabras no mc- nos, trayéndole á la memoria sus servicios
LIBROS DK CABALLERÍA?.— II.— 10

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146 LIBROS DE CABALLERIAS

con las mejores palabras que para ello enton- mo que le hizo hincar la rodilla en tierra,
ce se le ofrecían; no tardó mucho que á la assí que entrellos se comenzó una batalla
puerta del palenque llegó un caballero al pa- mucho para ver, en que cada uno trabajaba
recer de todos bien puesto, armado de armas por mostrar para cuánto era; heríanse coa
negras, con fuegos por ellas tan vivos que tanta viveza y aliento, que más de una hora
parecía quemarse; éste venía en un caballo se combatieron sin conocer mejoría en nen-
morcillo, traía en las manos un escudo que guno, ycomo la fortaleza de Albaizar pocas
dio á los jueces, que también en campo ne- armas amparassen, traía hecho tanto dallo en
gro mostraba otros fuegos de la misma ma- su contrario, que conocidamente iba enfla-
nera; acabado de dárselo, tomó otro que su queciendo; mas como su ánimo fuesse grande
esoudero le dio, y abajando la lauza so puso y se acordasse que quien la vida aventura
en continente de do había de salir; Albaizar, por la honrra no pierde nada aunque la pier-
que vio el escudo que dio á los jueces no da, assí que el caballero negro, queriendo
traía figura ni nombre de ninguna, rehusó vender la vida como quien no recelaba la
la justa según la postura de su cartel. El ca- muerte, sacó fuerzas do no las tenia, Unien-
caballero negro, que con desseo de probarse do en la memoria que allí se han de mostrar
con Albaizar corrió muchas tierras, viendo do hay quien las resista; ya que del todo
que un tan pequeño inconveniente estorbaba vio que su porfía era para más daño suyo,
la batalla, llegóse á ól, diciendo: cSeflor ca- quitándose afuera, decía consigo mesmo:
ballero, ¿para qué es pedir mucho á quien «Por cierto, para aquellos son las armas que
jmede poco? El escudo que presenté, si no para los trabajos tienen esfuerzo y para los
lleva lo que vos queréis y yo quisiera, es con- peligros osadía; bien debiera conocer de mt
forme ála vida y al tiempo de quien lo trae, que mejor me estuviera do passar la vida sin
porque ya passó algún tiempo que en él os ellas, por no ver estos sinsabores, que traellas
pudiera presentar una figura según vuestra para sentí líos cada día; yo porfío con la for-
ordenanza, de que os pudiérades recelar y tuna; pensé de la vencer alguna vez y al ñn
con cuyo favor yo os temiera muy jjoco; ago- quedó siempre vencido; ya sé que aquel está
ra es ya otro tiempo, no tengo que mostraros fuera de sus desastres que se guarda de sus
sino estas colores tristes de que me veis ou- lazos, mas yo ¿de qué me quejo, que si me
bierto; ruégeos que esta disculpa me toméis vienen yo los busco? por lo oual nenguno se
en cuenta, que esto es lo más que mi fortuna puede quejar de nadie si ól mismo se persi-
me dejó, por lo cual quien no puede lo que gue»: ydando fin á estas palabras, se vino
quiere, no le pidan más de lo que puede». contra Albaizar, y de nuevo mostraba su
«Señor caballero, dijo Albaizar, bien fuere valentía con golpes tan grandes, que con la
que con essa figura que decís me amenazára- fuerza que en ellos puso, la sangre le co-
mos, si no se os acordare que para mi defensa menzó á reventar por muchas partes; mas
traigo otro de que todos pueden tener miedo y como Albaizar le viesse muy flaco y que
envidia; el emperador nos está mirando gran aquellas eran las postreras muestras de lo
rato; hagamos lo que habernos de hacer, que que podía hacer, enojado de se ver assí, le
para lo que de vos siento, con essas palabras trato tan mal, que en pequeño rato con la
me satisfago»; luego se apartaron, y punien- falta de la mucha sangre dio con él á sus
do las piernas á los caballos, se encontra- pies, y entonces, haciéndole desarmar los
ron en los escudos; las lanzas fueron rompi- jueces, conociendo que era el príneii>e Flora-
das é passaron el uno por el otro hermosos mán, lo hicieron saber al emperador, que que-
cabalgante» sin recebir nengún revés; en esto dó en estremo triste creyendo que la valentía
tornaron á tomar otras, e puesto que el caba- de Albaizar pondría en afrenta toda su corte,
llero negro fues.se esforzado, Albaizar le ha- y mandándole llevar á una cama de sn apo-
cía ventaja, que en esta segunda carrera lo sento, le hizo curar <*>n mucho cuidado: lue-
derribó por cima las ancas del caballo, per- go se supo por todo el palacio quién era el
diendo entramos estribos, ó con la fuerza del caballero vencido, de que las damas mostra-
encuentro se abrazó á la cerviz del caballo, ron pesalles, habiendo mancilla do sus desas-
mas viendo á su contrario en el campo, salte» tres, porque eran aficionadas á sus cosas por
en él con tanta desenvoltura como tenía; el le ver tan costante en sus amores, cosa que
caballero negro, afrentado de se ver derri- muchas dessean en sus servidores y que mal
bado, con la esi>ada en la mano le recibió con agradecen á nenguno; Albaizar, puesto que
un golpe con tanta fuerza, que el cuarto del la honrra de aquella batalla fuesse suya y la
escudo hizo venir al suelo; Albaizar, que en vitoria no fuesse tan barata que le dejasse
aquellos tiempos solía mostrar para cuánto de costar muchas heridas que le hicieron es-
era, le dio el pago con otro por oima del yel- tar en cama algunos días, en los cnales n<J

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PALMERÍN DE INGLATERRA H7

hobo justas ni batallas, en no traer figura de el Hermoso, Claribalte (') de Hungría, Atru-
su amiga para presentir ante su señora no siando y Fragando, y esto en tan poco tiempo,
le parecía haber hecho cosa nenguna, siendo que aun no era passado medio día. £1 empe-
visitado en este tiempo del emperador mu- rador se entró á comer con la emperatriz, y
chas veces, (pie puesto que le pessasse de sus las justas oessaron por entonces; Primaleón
cosas ir tan adelante por la falta de su corte, tuvo por convidado al príncipe Floramán, que
desseaba vello sano. andaba tan apassionado por no ver las Vitorias
de Albaizar, que no lo podía dissimular; pas-
Cap. LXXXV.— Cómo después d* Álbaixar sado el comer, el emperador y la empera-
triz vinieron á ver las justas y Albaizar se
ser sano tornó á sus justas, é de los mu-
chos caballeros que au ellas venció. puso en el campo como de antes acostum-
braba; no tardó mucho que á la puerta del
Algunos días estuvo Floramán en cura de cerco llegó Luimán de Borgoña, caballero
sus heridas, que allonde de ser peligrosas, la de mucha cuenta, que entregando á los jue-
tristeza con que passabala vida no daba lugar ces un escudo con la figura do Almena á quien
á que obrasse en él nenguna medecina; el servía, arremetió á Albaizar, que ya le estaba
emperador le visitaba muchas veces, hacién- esperando, y encontráronse con tanta fuerza,
dole estremada honrra y cortesía, porque que Albaizar perdió una estribera, mas Lui-
allende dosto príncipe, como dicho tengo, ser mán de Borgoña fue al suolo. Luego entró
caballero famoso, era tan apacible y de tan Dirden, hijo de Mayortes el Oran Can, que
singular conversación y mañas, que hacía servia a Salatea, é Polinardo, que secreta-
querelle bien todo género de personas; mas mente servía á Polinarda; mas ellos, ni el fa-
que estas visitaciones y el amor con que se vor de quien servían, ni sus encuentros, los
hacían fueesen mucho destimar, ablandaban salvó de venir al suelo del primero que cada
poco el dolor de Floramán, desseando antes la uno recibió; y puesto que Albaizar recebió
muerte que nenguna consolación, creyendo algunos reveses, nunca vino caballero que de
que aquél tiene su fama en mucho que los la silla le sacasse; y por no me detener en esto,
intereses de la vida tiene en poco; con todo, que sería no acabar, basta que anduvo tan
ya que estaba mejorado, por ruego del em- ardid é hizo tanto en armas que por fuerza
perador quiso estar algunos días en la corte, dellas derribó á Dramiante, que servía á Flo-
y también porque su intención era esperar á riana, hija de Ditreo; al príncipe Graciano,
Palmerín de Ingalaterra 6 á Florendos, de que servía á Clarisia, hija de Polendos; a
cuya mano pudiesse ser vencido Albaizar, que Francián, que servía á la hermosa Bernarda;
de otro ya no lo esperaba, porque tamaña ma- al prínoipe Beroldo, que servía á Onistalda,
licia no floreciesse tantos días en perjuicio de hija de Drapos, y en fin de todo á Blandidón
tantos honvjres. Albaizar, después que fue y á los esforzados Pompides y Platir, con tan
sano de las heridas que recibió de Floramán, gran gloria y fama de su persona, que no se
aunque primero passaron algunos días, tornó hablaba en otra cosa ni había ya de qué ha-
á su contienda, con esperanza de ganar todos blar, puesto que el vencimiento de tales y
los escudos de aquellos que con él se quissie- tan esforzados caballeros fuesse por muchos
sen combatir, no se contentando do las vito- días, y con passar muchas y muy grandes ba-
rías que había alcanzado, con que se pudiese tallas, Albaizar se mostró para tanto que al
ir y ser en todas partes temido; mas esto es fin dellas fue siempre como lo desseó.
natural de los corazones soberbios, que al- En este tiempo las cosas de su fama eran
canzando lo que dessean, luego les parece tan sonadas por el mundo, que después de
poco, aunque de antes lo tuviesse en mucho, las de Palmerín, luego las suyas parecían más
y con esta soberbia y confianza de sus obras grandes que las de otro nenguno; la hermo-
armóse de armas de nuevo ricas y galanas, sura de Targiana era tan adelante de todas,
guarnecidas de la fortaleza necossaria para los que las mucho más hermosas no podían ne-
peligros qne esperaba passar, teniendo en gar la envidia que la tenían; su escudo es-
poco lo que le podía acontecer por lo mucho taba cercado de otros famosos y conoscidos,
en que su fortuna le pusiera; mas della nun- que le hacían de mucho mayor precio; en la
ca se debe confiar nenguno, que nunca dio corte ya no había quien se osase esperimen-
muchos bienes que no los tornasse en mayores tar con Albaizar, aunque algunos de muy
males; el primer día que se levantó justó con lejos para ello viniessen, recelando sus en-
Flamiano éRocandor, qne al presento estaban
en la corte; sucedióle tan bien que cada uno (' ) Rxute nn Libro del muy esforzado et invenci-
ble caballero de la fortuna, propiamente llamad*
de su encuentro echó por tierra; desta ma- don Claribalte, que se imprimió en Valencia, por
nera hizo con Tragón el Ligero, Ksmeraldo Joan Viñao, en 1619.

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148 LIBROS DE CABALLERIAS

cuentros, y también porque la fama de los se debe estimar; y no es mucho que assí acón-
esforzados pone mayor temor que las armas teciesse, porque imposible cosa parece quien
do aquellos que no lo son: Primaleón se armó de los vicios se deja combatir al fin no ser
muchas veces para combatirse con él, y el vencido del los. Assí que en estos días en que
emperador no lo consintió por la amistad que Floriano iba perdiendo el cuidado y Targia-
con Olorique tuvo, dessean do que ésta aun na hallaba más en qué ponsar, vinieron nue-
sus hijos la guardassen ('); Albaizar, después vas ála corte del gran turco de las muchas
de no tenor á quién vencer ni con quién ha- y muy grandes Vitorias de Albaizar y de lo
cer batalla, estuvo en la corte creyendo que mucho que en la corte del emperador hiciera,
tanta honrra se ganaba en no hallar quien las cuales en tan gran veneración eran teni-
con el se eombatiesse como vencer á quien das yestimadas, que del todo hacían escu-
viniesse; y si ya Florendos ni Palmerín ni el recer y poner en olvido las de Floriano, de
gigante Dramusiando no eran allí venidos, lo que él, aunque lo dissimulaba, recebia pes-
fue por muchas y muy grandes aventuras sar; estaudo una noche hablando con Targia-
que les suoedioron. Este detenimiento hizo el na en cosas que en aquellos tiempos solían
nombre de Albaizar de tan gran mereci- passar las horas de su conversación, vínole á
miento ádoquiera que se sonaba, que no se la memoria lo que á Albaizar debía por los
hablaba en otra cosa en todas las cortes de peligros en que por su servicio se pusiera,
reyes. y cuán mal cumpliera con él en lo que le
Aquí deja la historia de hablar dél, por prometió antes que se partiesse, lo cual ha-
contar una aventura que en estos días acon- llaría robado por el galardón de sus trabajos,
teció áFloriano del Desierto, del cual es ra- y entregado á quien se iría do su ventura le
zón que se liaga memoria, porque las obras guiasse, y ella quedaría con aquella lástima
de los buenos no es razón que se pongan en toda su vida ; Floriano, que ya en estos días
olvido. era libre de sus cuidados, quiso con razones
fingidas r hacerla creer] que entonces más
Cap. LXXXYI.- De lo que aconteció d Flo- que nunca estaba metido en ellos , y por-
riano del Desierto estando en la corte del que estos casos en que no se aventuran más
gran turco. que palabras los hombres no han de ser ava-
rientos óescasos dellas. él la satisfizo tanto
Estuvo Floriano del Desierto muchos días cuanto vio que era menester, diciendo, entre
en la corte del gran turco sirviendo á Tar- algunas que el tiempo y la sazón le enseña-
giana en cosas de su placer, mostrando el ban : t Señora, si ante vos las obras de Al-
prescio de su persona en todas las empressas baizar han de tener tanto merecimiento que
que en aquel tiempo acontecieron , saliendo os hagan olvidar las mías, ¿qué merced po-
tanto á su honrra y con tan crecida gloria y déis ya hacerme que á mí me haga conten-
fama, que entre los moros mucho era esti- to? Combatirse él con muchos y vencellos á
mado; y como los ratos que le vagaban del todos no se debe de tener en mucho, pues lo
ejercicio de las armas gastasse en sus amores, haré por la razón de vuestra hermosura, que
tuvo tan gran poder la conversación de cada para mayores cosas basta ; ¿con quién me po-
día, que le obligó á se perder por ella, cosa dría yo combatir, quién podría entrar co-
contra su condición, que para con ellas solía raigo en batalla que no le venciesse si fuesse
tener libre, y á la verdad para con mujeres no hecha en vuestro nombre? Los vencimientos
se ha de perdor tan gran cosa como la liber- que él hace, vos los hacéis; sus Vitorias, vos
tad, pues está claro que nada agradecen sino las alcanzáis; él en vuestro nombre pelea, él
aquello que con su apetito ó condición con- lo desbaratado y la gloria queda con Albai-
forma, que el suyo siempre nace de la peor zar; consentí que me vaya á ver con él y que
parte que en ellas hay; mas Targiana estaba como vuestro me combata, y ontonces quiero
tan aficionada á sus obras y enamorada de que veáis á quién más debéis ó quién me-
su parecer, que en el amor no le quedaba jor os merece servir*, c Estoy tan determi-
debiendo nada; assí que estas voluntades nada en hacer una cosa, dijo Targiana, que
conformes, platicadas muchas veces, tuvieron creo que por fuerza lo habré de cumplir, é
tanto poder que vinieron al efecto dellas, á puesto que muchas veces mo determinasse
donde Floriano llegó al fin de lo que espera- en no hacollo, essas palabras que agora os
ba, y entró en el comienzo del aborrecer, oigo mo hacen assentar en mi primer pro-
cosa que muchas veces tienen los hombres pósito, yes que acompañada de dos donce-
por natural, y Targiana perdió lo que mucho llas ócuatro escuderos, ó vos comigo, ospe-
ro ir como doncella andante á la corte del
(') Véase el Palmerín ic Oliva. emperador Palmerín,
♦ á donde veré el fin de

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PALMERIN DE INGLATERRA H9

lo que deseo, é para esto quiero alcanzar li- quien viendo la figura y á ella no conociera
cencia del gran turco mi padre para ir a ver el uno por el otro; uno de ellos se allegó más,
á la reina de Assiria mi tía , la cual no me diciendo: «Señora, á quien vuestro parecer
negará, porque muchas veces me la tiene mucho daño hizo, bien será que con alguna
dada, y entonces haré el viaje á essotra par- satisfación lo emendéis y esto será en que-
te, 6 para más brevedad tengo enviado un rer ir con nosotros y parecer delante nues-
correo á Albaizar que no se parta de allí tras damas, porquo ya cuando supieren nues-
hasta ver otro recaudo mío; esto le detendrá tro vencimiento vean la razón que hobo para
hasta que allá lleguemos, que no creo que ello, assí por la diferencia que de vos á ellas
quien en las grandes cosas tiene hecha mi vo- hay, aunque esto sea contra regla de buenos
luntad, en esta tan pequeña me salga della» . enamorados, no se puede aún merecer como
Floriano, que siempre desseara salir de allí es negar su ventaja». Floriano, algún tanto
6 nunca hallara camino para lo poder hacer, enojado de ver su intención, levantóse en
viendo el desseo de Targiana, loóle mucho, pie, diciendo: «Señores, seguí vuestro ca-
diciendo que tal jornada con mucha presteza mino óreposá si dél venís cansados; no que-
se había de llevar adelante, temiendo que el ráis pagar á vuestras señoras lo poco que
natural de las mujeres es arrepentirse tan hecistes en poner á ellas la culpa de vuestra
presto como le viene el acídente; mas como flaqueza; con todo esto, si no os parece bien,
también su condición dellas era ser costan- traeldas acá á ellas y verán lo que desseáis,
tes en lo dañoso ó mudables en lo bueno, aún que para essa señora ir allá, ni ella tendrá
no era la mañana cuando ya estaba en la cá- voluntad, ni yo tampoco fuerza que con ella
mara de su padre mostrando con lágrimas no la defienda» . «Habláis tan suelto, dijo el
fingidas que sabía por nuevas ciertas que la uno dellos, que BÓlo por esperimentar essa
reina de Siria su tía estaba muy doliente de locura he de tornar apear y quedaréis con
una dolencia peligrosa, pidiendo por merced menos soberbia de la que agora mostráis» ;
que en todo caso la dejasso ir á visitalla. Floriano, sin responderle, se puso á caballo,
El gran turco, como no tuviesse otro hijo,
y dijo: «Señores, agora quiero ver si vues-
é á ésta como á su propia vida amasse, quiso tras obras son como vuestras palabras; po-
hacer su voluntad, é puesto que la quissiese déis venir uno á uno, y si nó venís todos
enviar acompañada como hija suya, nunca cuatro, que la vileza, donde está, cualquier
lo pudo acabar con ella, dando por escusa virtud la desbarata». «No os estiman aquí
que, por menos detenerse en su camino, que- tanto, dijo el otro que le hizo cabalgar, que
ría ir sola, con dos doncellas é cuatro escude- se presuma que para vos es menester más
ros é su caballero cristiano, que este nombre que uno solo, y yo quiero ser éste, que mis
tuvo siempre Floriano en cuanto en aquella compañeros son para tanto que no sé si al-
corte estuvo; despedida del gran turco, lle- guno dellos se contentará dello»» ; y apar-
vando atavíos para su persona muy riquíssi- tándolo necessario, Floriano estaba tan eno-
mos é de mucho precio, tomaron el camino jado, que no podía hablar, cosa que muchas
que ella más desseaba, y en pocas jornadas veces acontece á los hombres coléricos por
arribaron en aquel famoso imperio de Cos- naturaleza, y arremetiendo con toda la furia
tantinopla, algún tanto desviado de adonde que el caballo le pudo llevar, le encontró tan
la corte estaba, y caminando para ella un fuertemente por medio doi escudo, que fal-
día de muy gran calor, los tomó la siesta en sándole juntamente con las armas le hizo ve-
un valle muy gracioso, lleno de árboles, á la nir muerto al suelo; los otros que quedaban,
sombra de los cuales determinaron posar has- viendo que con hombre que tal encuentro
ta que la fuerza del sol los dejasse tornar á diera no era necessario probarse á la iguala,
su camino; no passó un gran rato después todos juntamente le acometieron , que no le
que allí llegaron , que por el valle vinieron hicieron más daño que quebrar en las laneaa
cuatro caballeros armados de armas fuertes; sin le mover de la silla , y porque la suya
llegando á donde Targiana estaba, detuvieron
las riendas á los caballos mirándose los unos quebrara en el primero , puso mano á su es-
pada, yal pasar dio un revés por el un bra-
¡i los otros como que se espantaban de vella; zo á uno dellos con tanta fuerza, que cortán-
estos caballeros venían de Costantinopla ven- dole las armas juntamente con la carne le
cidos de las manos de Albaizar, y vieron el lisió de manera que no pudo más menealie;
escudo de la figura de Targiana por quien él los otros dos volvieron los caballos, las espa-
se combatía, y viendo allí á ella, tuviéronla das en las manos, determinando vengar el
por cosa maravillosa , porque traía el rostro daño de sus compañeros; mas Floriano, al
descubierto y era tan natural al del escudo cual ninguno hacía ventaja, andaba tal, quo
de Albaizar que de muy flaca memoria seria en pequeño espacio los paró tales que al uno

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150 LIBROS DE CABALLERIAS

hizo venir al suelo desmamparado de la vida; 11a por fuerza de armas, puesto que para ha-
el otro, viéndose con tantas heridas y tal ene- cello poca fuerza les pareada necessaria , y
migo delante, quiriendo favorecer la suya presentalla á quien servían para desculpa de
de quien estaba ya desesperado, púsolas pier- su vencimiento, porque sin duda les pares-
nas al caballo, creyendo que en él más que cía la más hermosa cosa del mundo; con esta
en las fuerzas de sus brazos hallaría salva- determinación, enlazando los yelmos que
ción; Floriano se apeó, y quitando el yelmo quitados tenían, se vinieron á donde Targia-
al que quedara tullido, que con gran falta de na estaba, diciendo: c Señora, no debéis po-
sangre que le saliera dio fin á sus díasen com- ner culpa á quien vuestra hermosura destru-
pañía de los otros , y no le pesó mucho, que yó quererse remediar por ella; un caballero
quien castiga á los malos merece galardón de que en vuostro nombre se combate , y en él
los buenos ; Targiana , viendo la afrenta por tiene vencidos gran summa do caballeros,
que su caballero passara , contenta de su Vi- venció también á nosotros ha pocos días, y
toria ganada sin nenguna herida, quedó tan ganónos Iob escudos que llevábamos con las
alegre como fuesse triste si sucediera al re- figuras de quien servíamos, puniéndolos á
vés, y con el placer de su vitoria, por ser ya los pies que á vuestro parecer está; cumple
de noche, mandó armar tres tiendas que traía que en satisfación desta falta vais con nos-
en lo más hondo del valle , donde corría un otros, que no siento otra manera con que me*
pequeño arroyo de agua clara, creyendo que jor se satisfaga> . «Parésceme, dijo Floriano,
en aquella parte Be podría mejor passar que que sobre una lástima no queráis más espe-
en la conversación de los muertos; allí repo- rimentar la fortuna, que por ventura la ha-
saron hasta que la mañana vino; que assí era llaréis cada vez peor» . «Yo veo, dijo el uno
necessario para tantos días como había que dellos, que la hermosura desta señora os da
caminaban, porque sin el reposo de la noche atrevimiento á soltar palabras necias, y no
mal se pueden passar los trabajos del día. sé si os dará fuerzas á sustentar lo que de-
cís» . c ¡ Para que veas si las tengo 6 no ! »;
Cap. LXXXYH.— De lo que aconteció á Flo- dijo Floriano, enlazando el yelmo, e sin que-
riano del Desierto saliendo del valle á don- rerse poner á caballo los acometió assí á pie
de venció los cuatro caballeros. cubierto do su escudo la espada en la mano,
y puesto que cada uno dellos fuesse para mu-
Aquella noche Targiana con su compañía cho, usando de lo que no debrían , entramos
durmió en aquel valle; en rompiendo el alba juntamente le acometieron , no tanto por el
tornaron á su camino, desseando verse en la desseo do le vencer como por llevar más á su
corte del emperador Palmerin, y siendo pas- salvo á la hermosa Targiana; probando todas
sada mucha parte del día, entraron en una sus fuerzas, comenzaron á herí lio por todas
floresta' graciosa partes muy sin dolor; mas Floriano, en quien
estaba una fuente y á grande;
manera en
do medio della
caño con la aquellos golpes hacían poca mella , cubierto
cerca de alabastro, labrada de obra romana do su escudo, daba al uno y al otro tantos y
muy sotil monte hecha ; afirmábase que el con tanto fuerza, quo en poca pieza dio al
emperador Marcelo, que fue gran edificador, uno dellos tal golpe que vino al suelo, con
la mandara hacer había mucho tiempo, y pa- que á poca de hora murió; el otro su compa-
recía ser assí por dos cosas : la una que él era ñero, viéndolo muerto, y assí desconfiando
aficionado á lugares solitarios y fuentes do de la vitoria, quiso antes rendirse con tiem-
mucha agua, como se dice en sus corónicas; po que pedir misericordia á tiempo quo no
la otra, por unas letras que sobre una alme- aprovechase, y porque temió qtie Floriano,
na de la fuente estaban , que decían: Marce- con ln ira que tenía, no querría otorgársela,
lina; junto par della estañan dos caballeros llegóse á Targiana. diciendo: «Señora, con-
echados, y los caballos sueltos paciendo de tentaos de la muerte de mi compañero y des-
la hiorba de que la floresta estaba bastecida. tas heridas que tengo, en pago de las pala-
Targiana, viendo la fuente tan singular y bras que dije 6 de la intención con que fue-
el lugar tan aparejado á reposo, rogó á Flo- ron dichas, y mandá á erte caballero que me
riano que passase allá la siesta, y apeándose deje con la vida, siquiera para dar mejor fin
al pie de unos álamos, como Targiana tra- á mis días». Targiana, viendo en él aquel
jesso el rostro descubierto y fuesse tan natu- arrepentimiento, habiendo dolor de su odad,
ral como la figura de Albaizar que traía en que era mozo, rogó á Floriano qUe tomase
el escudo, los caballeros que al pie do la por venganza el conocimiento que le queda-
fuente estaban, tanto que la rieron, afirma- ba de su yerro y le dejasse. «Harélb. dijo él,
ron verdaderamente ser aquella por quien pues vos , señora , lo queréis , puesto que la
Albaiiar se combatía; determinaron toma- vida no Be ha de dar sino & quien con ella

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PALMERÍN D: 8 INGLATERRA 151

hace lo qne puede»; entonces, mandándole tan alto que Floriano é Targiana le oían de
que sin más detenerse partiessc del valle é lejos, y para podello mejor entender se lle-
hicieese llevar el cuerpo muerto de su com- garon, mas encubriéndose con un árbol para
pañero, después de su escudero habelle apre- que su vista no estorbase la plática; mas el
tado las heridas, mandando atravesar el cuer- otro estaba tan transportado 6 ontrevelado,
po del otro en la silla de bu caballo , con un que no se le acordaba que le podían oir, ni
escudero á las ancas que le sostenía se partió se recelaba dello, antes con voz algún tanto
mucho más triste de lo que allí viniera. «Pa- ronca, é con poca fuerza, decía: «Señora,
réceme , dijo Targiana , después que los vio ¿en qué os merecí tratarme tan mal, que me
partidos, que menos segura es esta tierra de traéis vivo para dejar la muerte y no con-
lo qne pensaba*. «Nunca ella assí fue, dijo sentís que muera, para que con mayor dolor
Floriano; agora, que vuestras cosas la traen Sasse esta vida? Yo, si alguna cosa ahora la
alborotada; vuestra figura puesta en el escu- esseé, fue para serviros con ella; vos no con-
do de Albaizar por una parte y vuestro pa- sentís que se gaste en ello, porque piense que
recer por la otra, ninguno según veo os pue- me quedaré debiendo alguna cosa; lo que
de ver que de gran trabajo quede libre; assí más me mata es que todo esto pausaréis con
es bien que sea que á quien la naturaleza olvidos á que nin para hacerme mal se os
tan estremada hizo , para algunos estrenaos acuerda y contado me le hacéis ; nunca vi
la había de hacer». Targiana, no consintien- males ajenos que alguna hora no tuviessen
do aquellas palabras dichas en su loor, quiso para descuento algún bien; sólo los míos es-
mudar la plática, y assí armado como estaba tán siempre en un ser, y si alguna mudanza
le tomó por la mano, diciendo : « Dejémonos tienen es para cada vez peor; parece que de
desso. y en cuanto esta calor passa vámonos lejos estaban guardados para mí y yo para
passeando hasta donde están aquellos altos ellos; las tristezas de los otros hombres sú-
fresnos, que el corazón me da que debajo de- frense con esperar que alguna hora tendrán
Hos se os apareja otra aventura mayor que fin; las mías sin él son y no me le dan á mi
las passadas y de máB peligro» . «Señora, dijo
tampoco, por traer en quien mostrar su fuer-
Floriano, libre me querría ver de lo mucho za; pienso algunas veces qué desmerecimien-
que os quiero en los peligros que me pone, to fue el mío para que me tratássedes assí,
que de lo más á todo perdí el miedo; de nada y hallo que para con vos nenguno puede
tengo recelo, nenguna cosa ante vos me pue- merecer mucho, y con esto me contento,
de acontecer que estime mucho, porque todo mas á vos habríaseos de acordar que el bien
lo tengo en poco; si Albaizar, viendo vuestra esperaba todoB, y el mal aun á quien lo me-
figura pintada, ha vencido los mejores caba- rece no se debo hacer, ¿ é tiniendo este acuer-
lleros del mundo, ¿qué haré yo que veo el do no le usaréis comigo? Una merced que-
propio? Querría que ante vos me acontecies- ría de vos: que en galardón de cuantos tra-
se algunos acontecimientos grandes, para bajos padezco, que consintiéssedes que mi
qne vinseedes lo qne vuestro parecer puede vida tuviesse fin , que mis males ya sé que
y el esfuerzo que essa hermosura da á quien son sin él». En esto se calló un poco, vol-
por ella se combate, y agora no me pesará viendo con sollozos tan cansados y tristes,
de otra cosa sino de no haber cosa en que que parecía salírsele el alma. Floriano , que
esto se muestre». Assí hablando, llegaron ya en aquellos días no traía la condición tan
junto de los altos fresnos , adonde , aunque enamorada, por no oir passiones ajenas tor-
Targiana dijobnrlando que hallaría una aven- nóse ávenir por donde viniera con Targiana
tara mayor que las do los otros, salieron ver- por la mano, mas al tiempo del levantar, el
daderas sus palabras; por esso se dico que caballero de los fresnos sintió el ruido de la
machas veces antes que las cosas acontezcan seda que traía vestida, ó porque no le viessen
las adevina el corazón; al pie de uno de aque- el rostro, primero que se levantasse los oios
llos írosnos estiba echado un caballero gran- enlazó el yelmo, ó viendo á Floriano armado,
de de cuerpo, sin otra nenguna compañía, fuera de la sospecha de quién podía ser, eno-
porque á su escudero siempre en los lugares
jado de pensar que le despertaron, se le-
solitarios lo apartaba de sí para más con- vantó, éyendo á él, le dijo: «Don caballero,
templación deaquellas cosas que se le repre- para que otra vez uséis de mejor crianza con
sentaban en la memoria; traía armas pardas
quien no conocéis, ponó mano á vuestra es-
con pinturas amarillas, y el yelmo de la mis-
pada, que quiero que á quien con tardes mis
ma manera, y teníale quitado con la cabeza palabras podáis también contar las obras».
wbre 61, la cara hacia el suelo, en el escudo «Estoy tan de priessa, dijo Floriano, que no
nn campo pardo de un dragón cubierto de me atrevo gastar tiempo en disculpas, y
conchas amarillas; estaba platicando solo, y también he miedo que no me las recibáis,

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152 LIBROS DE CABALLERIAS

por lo cual haré lo que queréis» (*). Y echan- vir en esto, como lo haré en lo demás» , res-
do mano á las espadas coinouzaron una brava
pondió él,y haciéndola cabalgar en su pala-
batalla, tal que á Targiana le pareció dife- frén con toda su compañía se partió hacia la
rente de la que ya viera; cada uno, viendo montaña, donde le pareció que era más ocu-
la fortaleza de su enemigo, trabajaba por pada de árboles; tornando á Floriano y al
mostrar la manera de su esfuerzo 6 fin de su
caballero del valle, que andaban en su bata-
valentía, porque assí le parecía que era me lla, dice la historia que el temor que cada
nestor ; los golpes eran dados sin piedad, las uno traía de otro le hacía ocupar tanto cui-
armas no lo sufrían, de manera que las car- dado en la salvación de su vida, que nengu-
nes padecían la flaqueza dellos; quien enton- no la sintió llovar á Targiana, y que la sin-
ces viera esta batalla, bien pudiera afirmar tieran, yaestaban tales que no le podían dar
ser la más cruel que nunca so vio; assí an- socorro, según las muchas heridas que te-
dando en la braveza della, aconteció que al nían recebidas ó la crueza con que se com-
mesmo valle vino un caballero armado de ar- batían sin conocer mejoría en nenguna de
mas verdes é blanco, y en el escudo en cam- las partes; é puesto que mucha necessidad
po blanco una espera que le tomaba todo, ó tuviessen de tomar reposo, no quisieron usar
dos escuderos consigo; el escudo traía passa- dél, que el día era todo passado, é no querían
do por algunas partes do los encuentros que que se acabasse do gastar en descansar, mas
en él se recibieron, de manera que la espera ya ol sol quería ponerse é la oscuridad de la
era cosa deshecha ; llegando a donde la ba- noche quería ocupar la tierra; quiso ordena-
talla se hacía, quiso sabor la causa della, es- 11o assí la fortuna que aportó á aquella parte
pantado de su crueldad, preguntándoselo á el no menos esforzado que temido Dramu-
Targiana, é alzando los ojos, viéndola tan siando, que hacia Costantinopla caminaba en
hermosa, assí se olvidó de lo que le quería busca del escudo de Miraguarda, é viendo
preguntar como si no lo tuviera en voluntad, tal batalla, estuvo mirando la manera della,
é como este fuesse uno de los vencidos do
porquo nunca vio cosa que así le espantaste,
Albaizar é trujesse en la memoria la figura é sintiendo el estado en que cada uno estaba,
de su escudo por quien él se combatía, vien- que las fuerzas les iba faltando y las espadas
do ante sí el propio de donde ol otro saliera, se les volvían en las manos, conociendo por
tomándola por un brazo la puso delante de las armas al caballero del dragón, que había
uno de sus escuderos, diciendo: «Señora, pocos días que le había visto, quedó mucho
pues aquellos caballeros no están en despo- más espantado de ver otro que le igualaba, 6
sición de poderos acompañar, é á mi parecer poniendo las piernas al caballo se metió en
la batalla se hace sobre quién os llevará, no medio, diciendo: «Señores, ruégoos que si la
siento en cuya guarda mayor que en la mía batalla es tal que os pueda escusar de no
podáis estar, ni os pese esto ser ansí, que yo acaballa, que lo hagáis por amor de mí, pues
para más que para os serviros quiero; al me- vuestras disposiciones tienen más de neces-
nos podrá ser que la honrra que en otra parte 8idad de reposo que no de trabajo. Al menos
por vuestra causa perdí , con vos la tornaré vo*, señor Palmerín, dijo contra el caballero
á ganar, que no sé en qué peligro se pueda del valle, debéis otorgarme esto, que á estotro
ver ol hombre que viéndoos á vos no se salvo
caballero, puesto que no le conozco, allá que-
luego dél». Targiana. viendo que aquellas dará tiempo en que le sirva lo que de aquí
palabras y fuerza no tenían socorro, que á le quedare debiendo» . Cuando Floriano oyó
sus gritos no vonía Floriano, tan envuelto
nombrar á Palmerín, muy mayor herida re-
andaba en la fuerza de su contienda, quiso cibió en el corazón de lo que eran las otras
proveer con su corazón grande, y hacello que de su mano recibiera, que cayéndolo el
mejor que á su honrra convenia, y rogando al
espada de la mano se dejó caer 6obrella , di-
caballero que la escuchasse, le dijo: «No sé ciendo: «Si en poner las manos en quien no
para qué queréis por vuestra á quien á otro debía hice yerro, conténtoine que con la vida
está entregada; á mí me podéis llevar, mas lo pago, é pues este es el galardón que mi
mi voluntad estará muy lejos do vos, é si sois desacatamiento merece, no tengo de qué que-
tan desviado de razón que ésta no me valga jarme»; con estas palabras cayó amortecido.
para con vos que me dejéis, dejáme llegar á Palmerín, viendo tan gran flaqueza en caba-
mí gente que al pie de la fuente queda, lio- llero que de antes juzgaba por muy esforza-
valla [he] comigo, loque á vos no hace daño,
do, no supo qué pensar, é mandando á Sel-
pues su hábito no es traer armas con que me vián que le quitasse el yelmo, conociendo
puedan defender» . «Soy contento de os ser- ser Floriano del Desierto su hermano, estu-
vo por hacer otro estremo de mayor peligro:
(') £1 texto: «podeia*. Dramusiando, que ya estaba á pie, temiendo

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PALMERÍN DE INGLATERRA lf»3
algnn desastre, con palabras salidas de su prometió á Floriano; aquí deja la historia de
ánimo, que era grande y para mucho, le es- hablar dellos, y torna al caballero que llevó
forzó algún tanto con ellas, puniendo toda la á Targiana, que á su parecer pensaba ganar
diligencia que pudo en apretar las heridas honrra con ella.
üe entramos, acordándose que en tiempo de
peligro no so ha de tener descuido; Floriano,
Cap. LXXXVIU. — En que da cuenta quién
tonto que le quitó el yelmo y le dio el aire era el caballero que llevó á Targiana, y de
tornó en sí, é riendo á su hermano tan mal
lo que le aconteció con eüa.
tratado como á ssí, decía: cPor cierto, no sé
qué pago merece mi yerro sino dar fin á mi Dice la historia que el rey de Dinamarca,
vida con estas heridas que mis merecimien- entre tres hijos que la naturaleza le diera es-
tos me dieron, pues tengo el juicio tan flaco peciales caballeros, el mayor, llamado Alba-
que por los golpes no conozco al señor dellos, nis de Frisa, lo era tanto, que en todo su
ja que no más mi ventura ó desventura no reino dudaban haber otro mejor; siendo este
quiso». «Señor hermano, dijo Palmerín, Albanis de Frisa de edad de veinte é cinco
¿para qué es quejaros de vuestros afortu- anos, oyendo las grandes aventuras que en
nios ('), pues son tan generales que á los el castillo de Almaurol se hacían sobre el
que mucho se guardan acontecen cada día, escudo de la figura de Mi reguarda , enamo-
cuanto más al que los busca; pensemos en lo rado della por fama, salió de la corte del rey
que se puede servir al señor Dramusiando su su padre con intención de ir á su castillo é
llegada en este tiempo, que en lo demás escu- combatirse con el aguardador, é venciéndole,
sado es hablar on eÚo». Floriano, puesto que tomar la mesma guarda por mejor podella
las palabras de su hermano le hicieron alguna servir; en el camino hizo muchas cosas en
cosa alegre, tanto que halló menos á Targia- armas, que so dejan de contar por no hacer
na y gupo de su escudero cómo la llevaron al caso desta historia; en el fin dolías llegó
fue tan triste, que no podía hablar del gran
al castillo á tiempo que ya el escudo era lle-
enojo, y assí maltratado como estaba quisie- vado por Albaizar, ó no hallando en quién
ra luego partir tras ella preguntando por qué mostrar el desseo con que viniera, trabajó
{•arte iban; mas Palmerín no se lo consintió, cuanto pudo por ver á Miraguarda, de que
y también Dramusiando lo aflojó con pala- después le pesó mucho, porque si llegó libre,
bras, diciendo que mirase la despossición en de otra manera se partió, llevando en su vo-
que estaba y el peligro que su persona podía luntad revolver todo el mundo por ver si por
correr metiéndose en camino, prometiéndole fuerza de armas podía volver allí su escudo,
<]oe en tanto que los pussiese á ellos en parte creyendo que con ello la obligaría alguna
que hubiesse quien los curasse , tomaría cosa; mas ella era de condición tan libre,
aquella empressa en las manos con tan gran
como tengo dicho, que holgaba con los ser-
cuidado como traía la otra del escudo de Mi- vicios sabía
y mal agradecellos. Albanis, con
raguarda; mas la ira de Floriano nenguna la diligencia que en ello puso, desembara-
cosa la provee haba, sintiendo tanto aquel zándose de las otras aventuras que le suce-
acontecimiento, que nenguna otra cosa le dían, llegó á Costantinopla á tiempo que ya
pudiera hacer más tristeza. Dramusiando Albaizar no hallaba con quién se combatir,
los hizo cabalgar é partirse de aquella flo- ó viendo la multitud de los escudos que ha-
resta: alsalir della Floriano puso los ojos en bía ganado ó la veneración que entonces en
la fuente, y acordándose de lo que allí per- la corte le tenían, deseó mucho más esperi-
diera, con ellos llenos de lágrimas comenzó men tarso con él; mas como su bondad en las
á decir: «¡Oh valle! ¡cuán bien me parec-ó armas, puesto que fuesse grande, no igua-
tu entrada y cuán cara me cuesta la salido, lasse con la de Albaizar , después de haber
porque en pago de la mala guarda que tuvo corrido tres carreras y haber quebrado las
en quien la debiera tener buena, ofreceré lanzas á la postrera. Albanis con la silla en-
este cuerpo á los trabajos y pondré la vida á tre las piornas ñte al suelo, é Albaizar, pues-
los peligros hasta que la pierda del todo ó to que perdió los estribos, quedó á caballo, ó
torne á cobrar esta pérdida que á mí nunca porque Albanis no traía escudo , dejó en lu-
se me olvida ni olvidará!» De allí fueron á un gar de vencido de Albaizar una pieza de sus
monesterio de frailes , que con mucha dili- armas; partióse luego de la corte, perdida la
gencia los curaron, que en casa había quien esperanza de poder más servir á Miraguar-
lo sabía bien hacer; Dramusiando se despi- da, óyendo assí con este pesar, llegó al valle
dió dellos con propósito de cumplir lo que de la Fuente, ú donde Palmerín é Floriano
se combatían, é viendo á Targiana. allendo
(') Sic. de le parecer una de lae más bellas y hermo-

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154 LIBROS DE CABALLERIAS

sas cosas del mundo, creyendo que aquella para la tristeza ánimo, que también para loa
era la mesma por quien Albaizar se (comba- tristes no os falte socorro, 6 al menos volun-
tía, desseó llevalla consigo 6 tornar a Costan- tad para acompañarles, é si para la corte del
tinopla, tiniendo en su voluntad que dosta emperador vais, me consintáis en vuestra
voz no se le |>odía amparar Albaizar, ó Tar- compañía, porque allá es necessario que raya
giana era tratada del con tanta honrra é cor- á esperar un caballero que en la suya me
tesía, como le pareció ncccssaria, 6 puesto traía». «Señora, respondió el caballero del
que al principio quiso probar si con palabras
valle, yo pensó que esse caballero os acom-
le podía ganar la voluntad, hallando mal apa- pañaba, mas pues ello no es assí y vos que-
rejo en ella, cesó de su propósito, ó cami- réis ir á essa corte, yo para ella vo y serviros
nando con olla á Costa n ti nopla, el segundo [he] en lo que pudiere, é ya que no pueda lo
día de sus jornadas, á horaR de vísperas, en- que vos merecéis, satisfaré con la voluntad lo
traron por una floresta apartada de poblado; que las obras faltaren» . Assí se fueron su ca-
vio venir hacia sí un caballero armado de
mino, dejando á Albanis solo, tan triste como
negro encima de un caballo morcillo, tan nunca lo fue; el caballero del valle siguió sus
descuidado y triste, que no traía acuerdo jornadas sin hallar cosa que le impidiese bu
para sostener las riendas en la mano, ni camino hasta llegar á aquella famosa Coe-
fuerza j>ara levantarse en la silla; Albania tantinopla, yendo á las veces passando el
de Frisa le saludó oortésmente, como siem- trabajo de su camino con preguntar á Tar-
pre acostumbraba, por ser muy mesurado
giana quién era y por qué razón la traía for-
caballero; el caballero pasó sin responder, zada aquel caballero; Targiana, que vio ser
porque también de trasportado era su cos- persona á quien no so debía encobrir, dióle
tumbre como
; en aquellos días Albanis des- cuenta de toda su fortuna, por donde de allí
sease parecer bien á Targiana, volvió á él, adelanto fue tratada dél con mayor aca-
diciendo: «Señor caballero, ya que mis pa- tamiento, puesto que sabía que por su causa
labras fueron tan mal agradecidas de vos que Albaizar hurtara el escudo de Mintguarda,
no me las quesistes pagar con otras semejan- no le dando entonces tanta culpa, que le pa-
tes, al menos con esta señora habríades de recía que la hermosura de Targiana era po
usar de más cortesía> . «Si yo en alguna cosa, derosa de obligar á los caballeros á hacer
respondió el caballero, erró contra ella, en- cualquier cosa; assi llegaron á Costantinopla
mendallo he con lo que me mandare; é vos, á tiempo que Albaizar, enhadado de no le
si os quejáis de no ob hablar, tenéis poca ra- salir nenguno, estaba para partirse á otro
zón, que ni oigo lo que me dicen ni veo á día , determinando de llevar consigo los es-
quien pasa; ¡assí me trata un cuidado que cudos que ganara, de que el emperador Pal-
oomigo anda, que de todo me hace olvidar!» merín rocobía el mayor pesar del mundo, y
«Quería saber de vos, dijo Albanis, qué cui- tenía en tanto aquella falta de su corte, que
dado es 088e que assí os trata, para que vea- la sintió por la mayor afrenta y emuria (*)
mos si es tal que le podáis dar por desculpa que le nunca fue hecha, y á Primaleón no
de vuestra mala crianza». «Caballero, res- había quien le ossaroe hablar ni quería ver á
pondió él, seguid vuestro camino; dejáme ninguno, é porque el emperador no le diera
con mi cuidado, pues ganáis poco sabello licencia de se poder combatir con él , estiba
e yo perderé si lo dijesse». Mas Albanis, determinado de salille á esperar tres 6 cua-
quiriendo saber lo que le preguntaba, vi- tro leguas de la ciudad y combatirse con él,
nieron átantas palabras, que tomando del llevando el escudo de la figura de Oridonia
campo lo que les parecía que era menester, que para ello mandara hacer secretamente,
cubiertos de sus escudos, las lanzas bajas, se y ver si podía restaurar todos los otros que
encontraron de manera que las hicieron pie- Albaizar llevaba y tornallos á sus dueños,
zas, mas al passar ko encontraron do los cuer- mas al fin ni él tuvo necessidad dello ni la
pos de los caballos, que el de Albanis hubo fortuna de Albaizar quiso ir tan adelante que
una espalda quebrada, cayendo en el campo fuesse menester.
con su señor tomándole una pierna debajo,
de manera que primero quo pudiesse salir Cap. LXXXEX. — De cómo el caballero de la*
dél el caballero negro saltó del suyo con más armas negras se combatió con Albaixar,
ánimo de lo que mostraba cuando venía
por el valle, le hizo rendir ó otorgarse por y de quifn era.
vencido, y quiriendo seguir su camino, Tar- El día que el caballero de las armas ne-
giana letomó por la manga do la loriga, di* gras llegó á Costantinopla, por ser ya tarde
eiendo: «Señor caballero, ruégoos quo assí
como- para los peligros mostráis esfuer*o y (•) Aaí el texto.

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PALME RÍN DE INGLATERRA

y no haber tiempo para hacer batalla , apos- I porque A los corazones enamorados cualquier
entóse fuera do los muros, en casa de uu cosa los mueve; llegando al cerco de la pla-
caballero anciano que le aposentó muy bien, za, el caballero de las armas negras se detu-
dando á Targiana y á sus doncellas aposento vo en mirar los escudos que Albaizar gana-
por sí y A los hombres en otra parte, 6 por- ra, y viendo abajo dellos el de la figura de
gue elcaballero de las armas negras en aque- Miraguarda , inchóronsele los ojos de agua,
lla tierra era conocido, trabajó por encobrirse diciendo entre sí: «¿Cómo puede, señora, ser
á todos; A otro día, en amaneciendo, oyó que la cosa en que la naturaleza mas se es-
miseá armado de todas armas en una ermita tremó esté por despojo de quien se puede
que estaba fuera de la ciudad; salido el sol, contentar con ser vencida della? Huelgo do
Tartana se levantó é atavióse de las mejo- ser venido A este tiempo, porque, 6 yo mo-
res ropa*» que traía también, haciendo ataviar riré por defender la verdad, ó la mentira de
cus doncellas, que allonde de ser hermosas, Albaizar tendrá el fin que merece». Albai-
venían tan bien apercibidas para aquel día zar no tuvo menos en qué contemplar que
como si fuera el mesmo en que bu señora se viendo ante sí A Targiana, en cuyo nombre
había de casar; Targiana sacó una ropa en- tantas cosas hiciera ; afirmando los ojos en
tera Ala manera de Turquía, de aceituni ne- ella no sabia qué se dijesse, porque sin duda
gro, aforrada en tela de oro con golpes en los ella había por ella mesma, e por otra parte
lugares, que no mejor parecía bordada, por dudábalo de sorlo, incitábale á que lo pre-
toda ella unas trepas do oro de martillo he- guntase, eltemor de su persona se lo defen-
días ámanera de follajes, sembradas por ella día; entre ol uno y el otro pensamiento ha-
muchas piedras de gran valor: sobre los hom- cía mil diferencias, y no sabía determinarse
bros un collar de pedrería (•) do tanto valor, en ninguna; el caballero negro, después de
que parecía no tener precio; la cabeza traía passar con la figura de Miraguarda las pala-
sin nada, porque los cabellos merecían no ser bras que el amor lo hacía decir, volviéndose
ocupados ni cubiertos con otra cosa nenguna; á Albaizar, conoció dél los cstremos en que
solamente venían tomados con un prende- estaba, y alzando la voz le dijo: «¿Qué miras,
dero de inestimable valor; assi, caballera Albaizar? que osta es la señora Targiana,
en un palafrén blanco con unas manchas ne- que de lejos viene á ver tus hechos, porque
gras con guarniciones de oro de martillo con tu fama es merecedora de todo». Albaizar
mucha pedrería , en compañía del caballero antes que respondiesse ni hiciesse muda-
negro entró en aquella gran ciudad atrave- miento, oyendo el nombro de quien en tan-
sando hacia el gran palacio ; al tiempo que tos trabajos le pusiera y de todos le salvaba;
llegaron al campo á donde se hacían justas, saltó fuera del caballo, y á pie, quitando
Allaizar acababa do derribar A un caballero el yelmo, le fue á besar las manos, diciendo:
inglés que había nombre Estoupe de Beltran «Sonora, no sé cómo croa tan gran bien, pues
y de tomalle el escudo puniéndole en com- mis merecimientos no se hallan dignos dél».
pañía de los otros, y como ya estuviesse el Targiana le recibió muy bien, tiniendo en
emperador y toda su corte viendo las justas, mucho los servicios que le hiciera, que bien
é la plaza ocupada de otra gente menuda por los vía en la multitud de los escudos que allí
ser esto en domingo, viendo entrar al caba- había ganado; en aquella hora se le fue do
llero de las armas negras con compañía tan la memoria el amor de Floriano, con tan
noble, esperaron por ver lo que haría, porque gran olvido como si nunca le viera, punién-
*u parecer daba testimonio de hacer mucho, dole todo en Albaizar; mas ¿qué aprovecha-
é por estas razones entre la gente se levantó ba, qtie en ellas assí para el mal como para
un murmullo que en pequeño espacio vinie- el bien están las mudanzas aparejadas, y en
ron muchas damas y caballeros , puniéndose nenguna tienen sosiego, porque por más co-
en lugares do mejor lo pudiessen ver, y de sas so olvidan cualosquier servicios passados,
lo que mas se espantaban y les hacían salir á aunque sean de mayor calidad, y después,
mirar, era la fermosura y riquezas de ata- conociéndolo todos para sentillo, no lo mira-,
víos de Targiana, que aquella como A cosa raos para guardarnos dello? Esto nos procede
caída del cielo salían A ver; Albaizar, vien- y viene de la flaquoza de la carno, que siendo
do tan gran rumor en la gente, cosa no acos- ñaca en todo, para con ellas es tanto más
tumbrada, puesto que es natural del vulgo Haca, que conociendo sus obras, nos vencen
holgar con novedades, fue mirando entre la sus pareceres; sintiendo sus engaños nos de-
gente, é devisando A Targiana, estuvo para jamos engañar dolías, sabiondo que al fin
caer, no porque del todo la oonociesse, mas por un pequeño enojo olvidan servicios muy
grandes, y que á grandes merecimientos dan
pequeños galardones, y guardan sus bienes

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156 LIBROS DE CABALLERIAS

para quien no los merece ni los sabe sentir; Bien conoció Albaizar que de las fuerzas
tornando al propósito, Albaizar, después de aquel caballero á las do los otros había
que hizo el acatamiento que debía, tornó á mucha diferencia, y él la comenzó á mostrar
cabalgar con tanta desenvoltura como aquel en sus golpes; entramos los daban tan á me-
que tenía fuerzas nuevas, y tornándose á nudos ósin dolor, quede los yelmos, allende
poner el yelmo, dijo al caballero negro: «Se- de estar abollados, hacían salir vivas Humas
ñor caballero, agora quiero saber de vos en do fuego; los escudos no les duraron mucho
qué manera la señora Targiana viene en
en los brazos por el suelo sembradas las ra-
vuestra compañía, y después, si comigo jas, y tan presto fueron deshechos que el
queréis justar, presenta el escudo y entra- emperador se maravillaba. Albaizar, que vía
réis en el campo» . «La manera por que trai- delante de sí á la hermosa Targiana y tenia
go á Targiana, dijo el caballero negro, aca- por gran falta duralle tanto, mostraba ma-
bada nuestra contienda ella mejor que yo te yores fuerzas de lo que de antes hacía; el ca-
lo podrá decir; el escudo que me pedís que ballero, que también tenía delante de loe ojos
presente para justar contigo no le traigo, quien le ponía en la mesma obligación, ha-
porque el que pudiera traer tú le hurtaste; cia maravillas; desta manera se combatie-
presentaré este cuerpo, y si me vencieres, ron por tan gran pieza, que á los que los mi-
véngate en él como en el del mayor enimigo raban tenían cansados y en ellos no parecía
que tienes, que si yo te venciere á ti, no que había tal cosa.
quiero otra Vitoria sino tornar el escudo de Ya en este comedio las armas comenzaban
Miraguarda á donde de antes solía estar». desamparar las carnes, de manera que los
«Mas sea desta manera nuestra batalla, pues filos de las espadas los herían por machas
tanto á ti place, dijo Albaizar, que si me
partes; Targiana tenía en tanto la alta caba-
vencieres, allende de ganar el escudo con llería de Albaizar, que otra nenguna le pa-
todos los otros, me lleves ante Miraguarda y recía igualar á ella, y desseaba ver aquella
ella determine de mi vida lo que más tuvie- batalla con vitoría de su enemigo, por quien
re en la voluntad, é siendo tú vencido, mi aquél creía que consistía el fin é la vitoría
señora Targiana haga lo mismo de ti». «Tan- de 6u empresa ; mas el caballero negro no se
to á mi placer como es esse partido, respon- combatía con essa confianza; tanto trabajaron \
dió el caballero negro, que si á los enemigos entramos, que tuvieron neoessidad de cobrar ¡
fuesse de dar agradecimiento, en esto yo te aliento; Albaizar, puniendo los ojos ea sos
mostraría lo mucho que en essa parte te debo; armas, las vio rotas y deshechas y gran parte
dígolo que lo hagas assí como tú lo quisieres, de su sangre esparcida por el campo, y mi-
y esporo que el fin de nuestra batalla será rando para aquella qué á tal estado le había
como tú mereces» . El emperador y todos oye- traído, viéndola triste y algún tanto desacor-
ron aquellas palabras; en Prímaleón hicie- dada, dijo entre sí: «¿Qué me aprovechan
ron más assiento que en otro nenguno, sospe- mis Vitorias passadas, qué gloria puedo tener
chando por ellas quién era el que las decía; de mis grandes acontecimientos, qué me vale
los jueces le metieron dentro de la palizada la memoria de cuantas batallas vencí, ai a po-
al caballero negro y á Targiana, que Albai- ra en esta sola espero perder la honrra que
zar lo pidió assí, y después de les partir el
por largOB días y con grandes trabajos á cos-
sol, puniendo cada uno los ojos en lo que más ta de mi sangre gané? ¡Oh señora Targiana,
les ponía la voluntad, al son de una trompe- si yo en vuestro nombre desbaraté el mundo
ta, con las lanzas en ristre, cubiertos de los
todo y á los mejores caballeros dél estan-
escudos remetieron con gran ímpetu como los do vos ausente, ¿por qué consentís, estando
hacía llevar la razón por que se combatían; vos presente, un caballero solo me destruya?
los encuentros fueron tales y tan bien dados Ved que os olvidáis de mí ó que os acordáis
y con tanta fuerza, que entramos vinieron de otro más que de mí, porque las otras ra-
al suelo, Albaizar por cima de las ancas del zones nenguno las tiene mejores para llevar
caballo, y el caballero negro le reventaron su vitoría adelante; ¿quién más hermosa que
las cinchas, por lo cual llevó la silla consigo; vos? ¿quién más alta princessa y digna de ser
grande esperanza puso este encuentro al em- socorrida? por cierto, la batalla perderse ha,
perador para no pensar que Albaizar saldrá y podra se perder por mi flaqueza, mas no
de la corte como antes sospechaba; ellos fue- por el merecimiento de vuestras calidades» ;
ron luego en pie, é arrancando las espadas, pues el caballero negro, en este espacio, no
airados de se ver derribados comenzaron su
gastó el tiempo en vano, antes encomendán-
batalla, herida de tal manera, que 6Íendo dose ásu señora, viendo la neoessidad en que
dellos el daño, en aquellos que los miraban estaba, decía: «Ta que en las cosas que á
hacían gran temor. mí tocan no os aoordastes de mí, en ésta que

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rALMERÍN DE INGLATERRA

es tanto vuestra no os debéis olvidaros; Al- de lo que merecía; el escudo de Miragunr-


maizar, sihasta agora venció a muchos, tuvo da fue puesto á donde el otro con menos ra-
razón de vencer á todos, que Targiana es zón estaba puesto.
más hermosa que cuantas tienen aquí sus A esta hora estaba ya el emperador en la
escudos; mas contra vos ¿qué razón pueden plaza con toda su caballería; y queriendo re-
tener, que para quien os sirve no vencerá cebir al caballero negro y saber quién era y
cuantos contra él se pusieren?» En el cubo mandar llevar á Albaizar á su aposento, él
dessas palabras tornaron á remeter el uno se quitó el yelmo para besalle las manos, di-
contra el otro, y porque ya en las armas ha- ciendo: «Señor, esta hermosa señora primero
bría poca defensa, tratábanse tan mal, que que á ninguno mande vuestra majestnd apo-
el emperador y los que miraban la batalla sentar, que para nosotros cualquiera cosa
uzgaban que aquerla seria la postrera de en- basta». Cuando el emperador conoció que el
tramos. Primaleón, como aquel que le reve- caballero negro era el príncipe Florendos, su
laba la carne alguna causa, estaba tan triste nieto, supo mal dissimular el sobresalto que
de ver -las heridas del caballero negro, como aquel placer hizo en él. Primaleón, que era de
si él las recibiera en sí, puosto que en el corazón más robusto, encubría aquel placer
semblante del rostro nenguno se lo sentía, mucho mejor, y porque el tiempo no se gas-
que esto han de tener los corazones grandes, tasse en palabras y recibimientos, mandaron
sentir los males ajenos y nenguno sentírselo llevar á Albaizar al aposento del emperador;
en ellos; la emperatriz é Gridonia, por no Targiana, sabido quién era, fue dada por
ver el fin de la batalla, con tristeza demas- güespeda á la hermosa Polinarda, que ella lo
giada se quitaron de las ventanas; mas ellos pidió al emperador su agüelo, á donde con
por esso no dejaban de herirse por do más tanto estado fue servida como en casa del
daflo se podían hacer, y á las veces deja- gran turco lo pudiera ser; tantos caballeros
ban de herirse trabándose á brazos, esperi- y señoras recrecieron por ver á Florendos.
mentando sus fuerzas, probando cada uno de- que no le dejaban curar ni subir las escalas
rribar al otro, todo para más dallo suyo, que de palacio; la emperatriz y Gridonia, des-
poniendo fuerzas se hacían reventar la san- pués de protalle consigo con muchas lágri-
gre en tanta cantidad que parecía imposible mas, estuvieron presentes á su cura; no re-
qnedalles en el cuerpo con qué sostenerse; cibieron menos dolor á sus puntos que si
otras veoes se daban con los pomos de las es- ellas mesmas los recibieran; luego fue echa-
padas haciéndose abollar los yelmos, mas do en un lecho, y el emperador mandó cu-
como la flaqueza de entramos fuesse ya gran- rar áAlbaizar eon mucha presteza, y siendo
de, su batalla era más flaca que primero, que certificado de los maestros que las heridas
Albaizar, que gran tiempo había que se sos- no eran de muerte, quedó más contento de la
tenía en la presencia de su señora, espanta- vitoria de lo que antes estaba; los escudos se
do de las armas, cansado el spíritu, desfalle- estuvieron en el campo, porque el empera-
cido de las fuerzas, súpitamente, sin nengún dor lo mandó assí, hasta que Florendos fues-
acuerdo, cayó en el suelo, de que el caballe- se sano, y el de Miraguarda puesto en el lu-
ro dio muchas gracias á Dios, como aquel que gar de la vitoria, que era más alto que todos,
andaba por hacer lo mismo, y desenlazando y assí era bien, pues una de las mayores sin-
el yelmo á Albaizar, le quiso cortar la cabe- razones esquitar á alguno lo suyo.
za; el emperador, viendo la determinación,
r{uiso luego estorbarlo con las voces que no
lo hiciesse, y porque él fingió que no lo oía, Cap. XC. — De una aventura que una doncella
Targiana se echó de su palafrén sobre Al- de Trocía trujo á la corte.
maizar, diciendo al caballero negro: «Rué-
goos, señor, que matéis á mí primero y des- Algunos días passaron, despuésdel venci-
pués hacé dél lo que mandárades, ó á lo me- miento de Albaizar, que ni él ni Florendos
nos no vea yo la su muerte, pues della soy fuessen sanos de sus heridas; el emperador,
causa» ; el caballero negro le dejó, loando con la gloria de aquel vencimiento, andaba
mucho á Targiana aquella humanidad y muy alegre; la emperatriz y Gridonia nunca
amor para quien la servía, creyendo de su se apartaban dél, gastando el tiempo en loar
señora que si assí le viera, estimara poco su la hermosura de Miraguarda, que era verda-
vida para pedilla á ninguno; los jueces en- dera medecina para su salud. El emperador
traron en el campo y le dieron por vencido, y Primaleón acompañaban á Albaizar, conso-
y quisieron saber dél al caballero negro, mas lándole de ser assí vencido, y puesto que
él no quiso sin Targiana, que receló que no Albaizar lo agradecía, en el corazón tenía
sabiendo quién era no fuesse tratada menos otra cosa para dañarles en lo que pudiesse,
158 LIBROS DE C \BALLERIA8

como después hizo en lo que en la segunda lada, que no hacía nenguna mudanza aun- •
parto desta historia se contará.
Kn este tiempo Costantiuopla estaba llena que
celia volviessen
la tomó enla copa: después
la mano, que la
tornando la don- '.
caja \
de caballeros famosos y de muy hermosas al escudero que so la diera, volviendo los ojo* 1
damas y de muchos atavíos, que entonces se á todas partes dijo en alta voz: «Agora, 1
creía que en ella se encerraba la flor de todo; grande emperador, quiero ver lo que vuestros j
solos los dos hermanos faltaba de los mu- caballeros harán en la aventura desta copa, |
ros adentro para confirmarse que allí no que yo, cansada de andar las otras corte*, i
faltaba nada; puesto que el emperador tan adonde muchos la probaron é nenguno le dio 1
alegre y contento on aquellos días viviesse, fin, agora vengo á la vuestra como á la más
no por esso perdía el deseo de ver á sus nie- señalada del mundo, creyendo que aquí so-
tos Palmorín y Floriano, con cuyas obras brará el remedio que en las otras partes fal-
sabía que las de los otros podían callar: es- taba, yprimero que se pruebe es bien que
tando las cosas en este estado, aconteció so sepa la manera della; decíroslo he por que
que un domingo, acabando de comer con la con mayor afición cada uno quiera mostrar
emperatriz y su nuera y nieta y la princesa para cuánto es y lo que quiere á quien sirve,
Targiana en la gflerta de Florida, que nunca fin el reino de Tracia reinó un rey, por
perdió aquel nombre, acompañado do caba- nombre tenía Farmodante, tan gran mágico,
lleros ydamas que para aquel día salieron que passó á todos los de su tiempo; éste tuvo
muy costosas, debajo de unos cipreses que al una hija muy hermosa; quiso la ventura que j
derredor de una fuente estaban, entrando por entro muchos caballeros que la Bervían se ;
la puerta una doncella tan grande que pare- enamoraron della dos grandes amigos; el uno
cía jayaha, y puesto que en las faciones del se llamaba Brandimar y el otro Artibel:
rostro pareciesse fea, dábale tan graude aire como éstos no so descubriesen el uno al otro,
lo que vestía, que parecía hermosa: traía duró tanto este servicio, hasta que la fortuna
vestida una cota de aeeituní blanco aforrada
los descubrió para mal de entramos: assí acon-
en tela de plata que arrastraba por el suelo, teció que como ambos sirviessen á Brandissia,
y oncima una raarlota azul con barras de oro que assí se llamaba la princesa, ella se con-
clavadas á lugares, con piedras (') de mu- tentó tanto de Artibel, por el merecimiento de
cho precio por el ruedo; y por las bocas de las su persona, que se le entregó del todo, siendo
mangas, que andaban colgando, estaban la- el amor entrelloe tal, que sería sin duda an-
bradas de hilo de oro de anchura de cuatro tes ni después mucho tiempo hallarse dos |
dedos una montería de aves y venados 6 otras personas que assí igualmente y tanto se ama- i
alimañas, todo tan sutil y artificiosamente, sen; y puesto que la princesa muy guardada
que alien de ser mucho para ver, era mucho y encerrada estuviesse, el amor, que en es-
para dessear; en la cabeza, sobro una red tos casos siompro descubro lugares para dar
que tomaba el cabello, un chapeo con una fin á su desseo, dio manera cómo Artibel. por
medalla de mucho precio, y traíalo echado unas torres ó en donde no 6e podía tener sos-
á una parte con mucho aire; venían con ella pecha, entró con la princesa; continuando su
dos escuderos que la acompañaban; llegando conversación, vino á concebir dél una hija,
delante del emperador, uno dellos sacó una que en hermosura y en todas las otras gracias
caja cuadrada de marfil, labrada muy sotil- no debo nada á su madre; Brandimar. como
mente. clavada en los lugares adonde las ta- en estos días el amor no le dejasse reposar,
blas se juntaban con chapas de oro. guarneci- passaba todos los días en el lugar donde le pa-
das con piedras de mocho precio; la doncella recía, por ver á Brandisia, que era en el pala-
la tomó de las manos, y abriéndola con una cio, ylas noches gastaba alrededor del apo-
llave do oro que traía echada al cuello, col- sento, porque satisfacía á su corazón con ver
gada por un cordón negro, sacó de dentro
las paredes que su bien encerraban; acontecí''»
una copa do la misma largura de la caja, que una vez, echándose Artibel por una cner-
ochavada, muy galana y de manera nueva; da de la torre por donde entrara, le vio Bran-
de lo que era hecha ninguno supo de qué; dimar, ypuesto que le conosció, fue en él la
estaba guarnecida de singular pedrería, y es- passión tan grande, que olvidando los pre-
tas tan escuras, que no se podían conocer el ceptos de la amistad, vinieron en tanta soltu-
nombre do ninguna de las piedras; la com- ra do palabras, que, embrazando las capas,
posición de la copa ora de tal manera, que con las espadas se comenzaron á herir, y fue-
quien la miraba de fuera, vía lo que estaba ron los golpes tales, que el rey recordó á
dentro, que era de agua tan maciza y conge- ellos, por ser esto delante do la cámara á
donde dormía; acudiendo acompañado de su
(•) El texto: apriedraw. guarda, halló ya á Brandimar casi muerto, y

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PALMERÍN DE INGLATERRA 159

Artibel fue presso; el rey, sabido de Brandi- ' los de aquel tiempo, y que aquel desencan-
mar el caso cómo passaba, que acabado de taría áLeonarda y casaría con ella, y sería
decir espiró, y alcanzando por suerte que su rey de Tracia; y si fuesse caso que el amor
hija estaba prefiada en siete meses, quiso que antes tuviesso le obligarse á no querello
aguardar a qite pariesse, y en tanto tuvo hacer, que entonces Leonarda tornasse de su
secretamente presso á Artibel, al cual, pas- mano el marido que él le diesse; dijo más/ que
cando el tiempo por que esperaba, mandó si alguno fuesse tan singular enamorado que
matar sacándole el corazón por las espaldas, no debiesse nada al que desencantasse la
que metido en esta copa mandó presentar á copa, que éste también la haría clara á ella y
su hija, declarándole la verdad de su muer- á las lágrimas como de antes era, mas que de-
te («). jándola ytomándola otro menos enamorado,
Ij& princesa, después do certificada de haría luego mudanza según que era el que la
1* verdad, desseosa de más no vivir, tomó la tomara; porque el verdadero desencantar no
copa en las manos, y diciendo al corazón de pertenecía sino á quien entramas calidades
Artibel palabras de mucho dolor, y diciendo tuviesse, y puesto que otro alguno la tome
muchas lástimas, la hinchió de lágrimas; can- en la mano, aunque sea especial caballero,
sada de platicar su dolor, quiriendo mostrar no siendo enamorado, no hará mudanza;
por obra 8 el amor que lo tuviera, sacó el co- también dijo que, después de desencantado,
razón de dentro y envió la copa con las lá* todo servidor ó dama que las lágrimas so
grimas á, su padre, diciendo á quien la lle- mirasse vería dentro en ellas la misma figura
vaba: «Di al rey que este es el postrero des- de quien más quissiesae, alegre ó triste se-
pojo de mi vida, y este placer le quode en gún el amor le tuviesse; más dijo: que des-
pago de la crueza que comigo usó, que á pués de desencantada quissiessen ver cuál es
mí me queda el corazón de Artibel por que el más desfavorecido de cuantos entonces
aquella conformidad que tuvimos en la vida amaban, que tomándola en las manos halla-
essa sea en la muerte»; enviada la copa, vis- rían tan grande ardor en ella, que no la po-
tiéndose vestiduras reales como que para al- drían sufrir; osto sería según los disfavores
guna fiesta se aparejaba, metiendo el cora- que cada uno tuviesse, y aquel que en esto
zón de Artibel en el seno entre la camisa y hiciesse ventaja á todos haría hacer en la
los pechos, se echó de la mesma torre por copa muy mayores soüales que á otro nin-
donde él solía entrar. El rey, viendo su hija guno. Agora, alto príncipe, mandá probar á
muerta, después de dalle la sepoltura que los vuestros, y comenzá vos primero, para
convenía, tomó á Leonarda su nieta, que assí que se vea el amor que aún tenéis á la se*
la puso nombre, y metióla en la misma to- nora'eraperatriz, si está tan entero como en
rre, adonde con algunas dueñas y doncellas los días passados, y las damas de vuestra casa
se crió hasta edad de cuatro años. Y después, sepan qué tienen en quien las sirve» . «En
haciendo un encantamiento media legua de buena afrenta me desseáis ver, dijo el em-
la cibdad en un valle aparejado para ello, perador, mas proballa he por contentar á los
la metió en él sin nenguno la poder más ver. que no la acabaren como yo espero hacer, que
Y algunas personas, mirando de lejos, veen ya otro tanto me aconteció en el espejo del rey
hacia aquella parte unas torres y edificios Tarnaes que don Duardos desencantó, que
grandes, mas llegando de cerca las pierden fue otra aventura como ésta; mas yo sé que
luego de vista; y tomando la copa en que su la emperatriz que aquí está no dará cnlpa á
hija lloró, que es ésta, y haciéndole perder la mí, sino á la edad que no tengo para que estas
color natural al que de antes solía tener, por aventuras se hacen». En los caballeros y
su arte congeló las lágrimas dentro de la damas comenzó á haber alboroto con desseo
manera que aquí veis. Al tiempo de su muerte, de verse en la aventura, y no es mucho ser
porque el reino quedaba sin heredero, mandó assí, que natural cosa es todas las cosas nue-
qne esta copa fuesse llevada por todas las cor- vas ser apacibles (*).
tes de los príncipes, para que la probassen
los caballeros della, y aquel que fuesse de Cap. XCL — De lott que probaron el aventura
tanta virtnd que en tomándola en la mano de la copa, y de lo que en ello hicieron.
la hiciesse tornar en toda su claridad y per-
fici6n,qne no la tornasse á perder, creyessen Acabada de decir toda la razón de su veni-
que aquél passaba en valentía y amor á todos da la doncella de Tracia, á mego de los que

{') V¿»*e algo «entejante en el descariño VII de la (') Semejante e* esta aventura á la que m refiere
tercera de las If elaciones de la vida y arenturat del en loe capítulos XIII á XV del libro II de Amadis do
rtcudero Mareas de Obregón, por Vicente Kspinel. O a nía.

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lliO LIBROS DE CABALLERIAS

estaban presentes, quisso el emperador qne ; había sido, tanto las lágrimas que de antes
so einpezasse á probar, y quiriendo él sor el estaban hechas como una cosa maciza co-
primero, puestos los ojos en la emperatriz menzaron áconvertirse en lo que de antes
dijo: «Por cierto, señora, si estas cosas en eran, mas no que del todo lo hiciessen. Ea
alguna habla verdad y esta cosa por amor se este tiempo no pudo Onistalda encobrir tan-
ha de acabar, escusado será proballa más to el alegría de aquella espi rienda hecha
nenguno, que yo solo lo acabaré» ; y entonces, por su servicio que las otras no se lo cono-
tomando la copa en la mano, turóla un pe- ciessen; tras Beroldo vino Platir, que en
queño rato sin hacer nenguna mudanza, do aquellos días servía á Fidelia, hija del rey
que quedó algún tanto corrido, y la doncella Tarnaes, y aunque de verdadero amor la
la tornó á tomar, diciendo: «Señor, bien pa- amase, algún tanto la copa en sus manos
rece que todo passa, que si en otro tiempo perdió la claridad de como Beroldo se la dio;
esta copa vos tomárades, esto fuera assí 6 Belisarte, que servía á Dionisia, quiso pro-
no». Primaleón la tomó luego, y acontecióle bar su suerte, y en su poder se oscureció algo
de la misma manera que al emperador su más de lo que se la diera Platir; Dramiante,
padre, quedando mucho más corrido, porque que servía á Floriana, vino tras 61, 6 de la
sintió pa8si6n en Gridonia de le ver acabar mesma manera que tomó la copa la tornó á
tan poco; Vernao, príncipe de Alemana, se dejar sin hacer nenguna mudanza; luego
levantó, y tomándola en las manos comenzó vino el príncipe Francián, que servía á Ber-
á hacer una pequeña mudanza de claridad, nalda, mas él gano tan poco en aquel hecho,
porque su amor ya en aquellos días no era me- que de mucha más voluntad holgara de no
recedor de más; entonces creyeron todos habella empezado, porque la copa en su po-
que en la copa había la virtud que la donce- der perdió toda la claridad que los otros le
lla decía, por ver que ninguna muestra ha- pusieron. El emperador su agüelo, que le
bía hecho en las manos de aquellos prínci- vio tan apassionado y corrido, le tomó entre
pes que tan enamorados fueron, y Prima- los brazos, riéndose le dijo: «Hijo Francián,
león más sustentaba ser abusión. El rey Po- holga mucho de ser tan libre, que ni las da-
lendos la tomó en la mano alguna cosa clara mas tendrán en qué enojaros ni vos qué es-
y tornósele tan escura como de antes estaba; perar dellas». Tras Francián vino Frísol,
entre todas las damas hubo muy gran placer Onistaldo, y Estrellante, Tenebrante, Lui-
y risa de ver aquel acontecimiento, y la mán do Borgofla, Pompides, y también Blan-
doncella le dijo: «Señor Polendos, si vos en didon é Germán de Orliens, Dirden, Poli-
otra manera no merecéis más á vuestra dama nardo, Tremolán, Oramonte, y Albania de
del poco amor que aquí mostráis, asaz poco Frisa, que también allí se halló aquel día:
os debe». «Señora, dijo Polendos, ha tan- é puesto que en algunos déstos la copa hi-
tos días que cuidados enamorados me deja- ciesse algunas señales de muy enamorados,
ron, que no es mucho que lo muestre en esta los más dellos tornaron á perder la color que
prueba de agora» . Luego se levantó Gracia- los otros lo daban; entre los que en este caso
no, confiando en lo mucho que quería á la más honrra ganaron fueron Polinardo, Ora-
hermosa Clarisia, que tuvo la ventura por monte y también Germán Dorliens, mas nen-
acabada, é con esta confianza tomó la copa, guno llegó al príncipe Beroldo, que mnclia
é súpitamente se tornó tan clara que pensa- parto hizo grandíssima ventaja á todos los
ron que no habría más que hacer; con esta otros nombrados, é ya que no había quien
alegría la tuvo assí un poco, y entregándola probasse aquella grandíssima aventura de la
á Guarín su hermano, se tornó tan negra y copa, y la doncella muy desconfiada de no
escura como de principio; gran placer había le ver acabar, el emperador se acordó de
en las damas en ver las mudanzas que la Floramán, príncipe de Cerdeña, é viendo
copa hacía con cada persona, que era asaz que desviado de aquella parte estaba, echa-
prueba de lo que tenían en quien las servía. do al pie de un gran árbol, quitado de so
Beroldo, príncipe do España, que en estre- querer espor i mentar en aquella aventura,
mo amaba á Onistalda, hija del duque Dra- acordándose que ya perdiera la cosa que en
j>08 de Normandía, se levantó en pie, y pu- aquellos cuidados y cosas le metía, le mandA
niondo los ojos en ella comenzó á decir entre llamar á una doncella, rogándole mucho que
sí: «Señora, que en las otras cosas es{>eré probasse su suerto juntamente con los otrus.
vuestra ayuda é favor, en ésta, no la quioro Floramán le respondió: «Quien, .señor, la
ni vos me la deis, porque sólo en el mereci- tuvo tan desdichada y tan mala, en ningu-
miento de lo que á vos os quiero la espero na manera en todo lo que esperanza le puede
de acabar» ; é tomando la copa con entramas quedar la ha de tener en ésta buena; yo haré
manos, se tornó tan clara como hasta allí no lo que vuestra alteza manda; mi ventura

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PALME RIN DE INGLATERRA 161

haga lo que bien le CBtuviere, que ya no me ble y esforzado caballero del mundo; hágale
puede más hacer triste de lo que soy muchos vuestra alteza honrra, porque en él nenguna
«Has ha» , y tomando la copa en las manos, cosa se puede emplear mal» : el emperador,
«lijo: «Señora, si allá donde estáis os acor- sabiendo ser Dramusiando, le abrazó sin le
dáis de mí, miró el peligro en que estoy y querer dar la mano, diciendo: «Por cierto,
sácame dél, pues mi vida está puesta en los Dramusiando, puesto que vuestras obras
otros en que vos la dej astea»; acabadas estas pusieron tanto tiempo mi vida en peligro,
palabras, tomando la copa, se tornó tan cía* las calidades de vuestra persona son tales,
ra y de una color tan viva y eccelente, y las que le hacen poner todo en olvido; yo soy
lágrimas deshechas en agua verdadera, que vuestro amigo, y por tal os ruego me ten-
todos dieron la aventura por acabada, y no gáis» Dramusiando
. le quiso besar las ma-
la doncella, que sabía lo que faltaba para nos por tan señalada merced, las cuales él no
serlo; el emperador se fue á él, diciendo: se las quiso dar, y Primaleón le presentó á
<Bien sabía yo, señor Floramán, que para vos la emperatriz y á Gridonia, que, puesto quo
se guardaba esta aventura, y á la verdad, con semblante alegre le hablasen, allá le te-
para yo creello, no habría menester otra es- nían enemistad encubierta por el pesar que
periencia sino la fe que en vuestras cosas dél recibieron, que esto es natural de las
tengo; hnelgo que esto assí haya acontescido, mujeres, acordarse de los enojos para nun-
porque los otros la tengan assí como yo» ; las ca perdellos, y olvidarse de los servicios
damas, que muy añcionadas eran á las cosas para no dar galardón dellos; y después de
de Floramán, de allí adelante lo fueron tan- haber hecho sus cumplimientos, el empera-
to, que ninguna cosa que hiciesse les pare- dor le llegó á sí y le dio cuenta de aquella
cía mal; la doncella que vio que el emperador aventura, rogándole también quissiese mos-
y todos daban el aventura por acabada, dijo, trar la obligación en que el amor le era. «A
que todos lo oyeron: «Señor, sentaos y sose- él, dijo Dramusiando, sé yo que le soy en
gaos vuestros (•), que aunque este caballero mucha, que el día que me dio á quien me
haya hecho tanto como veis, mucho queda por mata me dio también el galardón de mi tra-
hacer» . «Bien sé yo, dijo Floramán, que siem- bajo, que es la causa tal que con ella se pue-
pre el bien comenzó á los comienzos para me de pagar todo cualquier dolor; yo probaré lo
alegrar y los fines para me matar» . El em- que vuestra alteza manda: si acabare el
perador la
y emperatriz se tomaron á sose- aventura, hará el amor lo que es obligado,
gar, yporque era temprano, esperaron si ven- y si no, es esta la primera mentira que le
dría otro alguno que la probasse; no tardó hallé»; entonces, tomando la copa en las
mucho don Rosbel, y puesto que él fuesse manos, que estaba puesta en el propio ser
muy enamorado de la hermosa Dramaciana, que allí viniera, se le tornó casi tan clara
en su mano perdió la copa gran parte de la como á Floramán, mas con todo Floramán
viveza y claridad con que Floramán se la quedó con la mayor gloria de aquella prue-
diera; después de don Rosbel vinieron al- ba; viendo el emperador esta prueba de en-
gunos caballeros de que aquí no se dicen amorado en Dramusiando, túvolo en mucho
los nombres, que hicieron tan mala espe- más que de antes, y holgaba de ver el amor
ríencia en sí, que tornaron la copa de la mis- apossentado con que le recebían aquellos
ma color que antes estaba. Estando ya el em- príncipes y caballeros sus prisioneros. Aca-
perador para recogerse y la emperatriz con bada la prueba de la copa, el emperador se
recogió á su aposento, tomando primero pa-
su nuera, entró por la "puerta un caballero
grande de cuerpo, á manera de jayán, ar- labra ála doncella que no se iría sin su li-
mado de armas verdes con estremos blancos,
cencia, porque quería quo Albaizar y Flo-
tan lozano é temeroso, que sólo con el pare- rendos la probassen, creyendo que en Flo-
cer espantaba, y ya que todos pussiessen los rondos estaba el fin de todo; la doncella lo
ojo© en él, sólo Primaleón conoció ser Dra- prometió, y el emperador la mandó apossen-
musiando, y pidiendo por merced al empe- tar y á Dramusiando dentro del palacio,
rador que quisiese tornar á sentarse, le fue adonde era visitado de todos aquellos caba-
un poco á recebir fuera del estrado; tomán- lleros que tuvo presos.
dole por la mano, después do abrazalle, le
hizo quitar el yelmo, y assí le trujo delante Cap. XCDI.— De como Florencios y Albaizar
del emperador, adonde, puestos entramos de probaron la aventura de la copa, y Palmc-
rodillas, Primaleón, tan alto que todos lo rin é Floriano vinieron á la corte.
oyeron, le dijo: cSeñor, veis aquí el más no-
Dice la historia que el esforzado Dramu-
(') Sic. siando, después que se apartó de los dos her-
I.1B806 DE CABALLERIAS,— II.— 1 1

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162 LIBROS DE CABALLERIAS

manos Palmcrín de Ingalaterra y Floriano dicho tongo, allí estuviessen todos los mis
del Desierto, en el monesterio donde los famosos caballeros del mundo, entraron tan
dejó curándose de las heridas que se hicie- bien puestos y airosos, tan ataviados de ar-
ron en el valle de la Fuente, como atrás se mas ricas y galanas, que los salían á mirar
dice, se partió en demanda del caballero que como cosa nueva, y con mucha mejor volun-
llevó á la hermosa Targiana, y corriendo tad después que vieron á Palmerín la devisa
muchas partes, halló nueva cómo fuera ven- del dragón, de que en aquellos días mucho
cido de otro y Targiana temada y llevada se hablaba, teniendo por cierto que aquel
camino de la corte del emperador Pal morí n; sería el propio caballero del dragón, cuya
entonces, caminando hacia allá, supo de una fama entonces volaba por encima de las de
doncella que en el camino topó cómo el ca- todos ellos; assl llegaron á tiempo que el
ballero en cuya compañía fuera era el esfor- emperador acababa de comer y la empera-
zado Florendos, y que ya venciera á Albai- triz estaba ya con él acompañada de todas
zar y ganara el escudo do Miraguarda, de las otras princesas y sus damas para ver á
que á él le pesó mucho, que el escudo no Florendos y Albaizar probar la aventura do
quisiera que ninguno lo tornara al castillo la copa, que con este desseo se levantaron
sino él, Uniéndolo por gran falta de su hon- más presto de lo que sus heridas consentían.
rra que á otro fuesse otorgada la venganza de Después de apeados, dejando á Selvián fuera
quien á él hurtó el escudo y lo hiciera tan por no ser conocidos por él, entraron assí
gran afrenta; mas viendo que en esto no ha- armados y los rostros cubiertos hasta la sala
bía cura, encubrió su passión en lo mejor del emperador, maravillados de ver los mu-
que pudo, y fuease derecho á la gran cibdad chos caballeros que allí había, que aunque
de Costantinopla, y llegó al palacio de la conocieron á todos, nenguno loe conoció á
manera que ya se dijo. ellos, y porque al tiempo que llegaron junto
Pues tornando á Palmerín y á Floriano, del estrado estaba Albaizar para tomar la
escríbese que estuvieron veinte y tres días, copa en las manos, detuviéronse sin le hacer
en fin de los cuales, siendo bien sanos de sus cortesía al emperador por no turbar la fiesta:
heridas, con armas hechas de nuevo se des- Albaizar, que vio que le estaban mirando,
pidieron de los frailes, agradeciéndoles la arrimado sobre un paño amarillo, mal dis-
buena obra que los habían hecho, y siguien- puesto, puniendo los ojos en Targiana. con
do el camino de Costantinopla, en pocas jor- una confianza grande tomó la copa, que se
nadas llegaron á vista de la cibdad sobre un le tornó tan clara como al príncipe Flora-
teso donde la mayor parte de la cibdad se mán, de que Targiana quedó no poco satis-
descubría. ¿Quién pudiera decir los grandes fecha, viendo que en amor tan verdadero
movimientos que en el corazón de Palmerín ningún galardón se podía emplear mal; Al-
había entonces? y porque esto aún era por la baizar no quedó del todo contento de su
mañana y temprano, quitaron los frenos á esperiencia, sabiendo que aún le quedaba
los caballos para que paciessen; Floriano, más por hacer; el caballero del dragón y su
que fuera de los cuidados de Palmerín esta- compañero, que vieron entregar la copa ne-
ba, se echó al pie do un árbol, adonde repo- gra ysin nenguna color y en las manos de
só; Palmerín se apartó dél, y subiendo en el Albaizar se tornó clara, y después la toma-
más alto otero estuvo mirando las altas to- ron otros y se tornó á escurecer como de an-
rres de aquella cibdad, viniéndole á la me- tes era, mirábanse el uno al otro, no sabien-
moria de cómo fue criado en casa del empe- do determinar lo que podía ser; el empera-
rador, las
y mercedes que dél recibiera no dor, que muchas veces ponía los ojos en ellos,
siendo conoscido, y el pesar con que della pareciéndole éntranos y personas de precio,
saliera por la ira de su señora, y el defendi- mandó que les diessen lugar, y mandólos
miento que le pusiera; estuvo movido mu- llegar junto dél, y porque les vio nuevos en
chas veces tornarse, y al fin lo hiciera si las la aventura de la copa, diólee cuenta della
palabras de Selvián no tuvieran tanta fuerza por estenw), que no es de espantar, que dest.
que se lo estorbaran, dándole razones tan emperador se leo que fue el más bégnino y
eccelentes, que Palmerín quedaba satisfe- apacible príncipe del mundo.
cho; en esto recordó Floriano, y haciendo Entramos se sentaron de rodillas por le
enfrenar los caballos, se pusieron en el ca- besar las manos, teniendo en mucho tan se-
mino armados de todas sus armas frescas y ñalada merced y benivolencia con que los
nuevas, con los yelmos enlazados por no sor tratara, y puesto que el emperador lea dijo
conocidos; assí entraron por la cibdad, yen- que so quitassen los yelmos, dieron tan justa
do derechos hacia los palacios del empera- escusa para no haoello, que no los emportu-
dor, v puesto que en aouellos días, como nó más; en esto se levantó el príncipe Flo-

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163
PALMERÍN DE INGLATERRA

rendos, que por su flaqueza y mala disposi- damas no la aprobaron por buena, que su
ción estaba echado en las haldas de la her- condición es querer la vida do los hombres
mosa Polinarda, y viniéndole á la memoria á su sabor y las satisfaciones al revés de su
la hermosura de Miraguarda, dijo entre sí: merecimiento.
cSeñora mía, jagora quiero que veáis la ra- La doncella, tiniendo ya la copa en su
zón para me tratar según vuestra condición poder, dijo al caballero del dragón, que nin-
os enseña!»; y tomando la copa en las manos guno otro había por probar: «Señor caballe-
hizo una diferencia de claridad tanto y mas ro, áquien essas armas tan bien parecen,
que Albaizar y Floramán, como aquella que toma esta copa y hace lo que hizo vuestro
estaba en toda su perfición y verdadero ser; compañero, que do hombre tan conforme en
las lágrimas quedaron tan claras y sin nin- el parecer no se puede esperar sino que lo
guna mácula que en ellas hobiesse; mucho sea en las voluntades». Palmerín, viéndose
fue alegre el emperador y Primaleón de ver en aquel estremo, puestos los ojos en la don-
tal muestra de enamorado como Florendos cella yel corazón en quien lo mataba, dijo:
hiciera sobro todos los que la aventura pro- «Si éste alguna hora dice verdad, de aquí de-
baron, ypreguntaron á la doncella si la aven- lante escusaréis otra prueba, que no sé quién
tura estaba acabada. «Señores, respondió la [tenga] la voluntad más perdida y la espe-
doncella, la copa y las lágrimas están en ranza tan lejos» ; y tomando la copa so tornó
toda su perfición, y ninguno la puede dar de la inesina manera que estuvo en las manos
mayor; mas mandalda probar á otros, é si no de Florendos, que de allí no podía passar,
hiciese mudanza, creeréis que en este caba- con que el emperador se alegró mucho, ó
llero se encierra ser el mejor y más enamo- tomando en las manos, vio dentro en las lá-
rado del mundo; tornando la copa á hacer grimas lapropia figura de la emperatriz, tan
alguna mudanza en la mano de otro, podéis alegre y contenta, como aquella que nunca
creer que aún hay otro que en las armas le para él tuviera otro rostro; y entonces le pa-
haga ventaja, que en los amores no puede reció la aventura acabada, preguntando á la
ser; el emperador, viendo que ya no había doncella si era assí: «Todavía, respondiera,
quien nuedasse por probarse en aquella aven- cumple que le prueben otros á tomar, é si
tura, rogó al caballero del dragón y su com- aquí no hobiese quién, pruébenlo los que la
pañero que quissiessen probar la ventura; han probado, que en sus manos tornará á
Palmerín estaba tan ocupado en ver quien hacer la diferencia que la otra vez hizo, y
tanto mal le hacía, que ni sintió lo que el si no, la aventura será acabada; con todo no
emperador dijo, ni tuvo acuerdo para le res- consienta vuestra alteza que pruebe este ca-
ponder; Floriano, que traía el espíritu más ballero (señalando á Floriano), que me pa-
desembarazado, llegó adelante, é puniendo rece que su desamores de tanta fuerza, que
los ojos en Targiana, que también tenía los siendo la aventura acabada, tornará la copa
ojos en él y le conoció muy bien, en tomán- más negra do lo que agora está al contra-
dola se paró tan clara y singular como los rio» .Mucho rieron las damas con lo que la
amores de Florendos, tornóse en las manos doncella dijo; el emperador la mandó tornar
tan negra y escura, que al parecer de todos á probar algunos, y como ya no hubiesse qué
nunca tanto lo fuera, de que Targiana den- hacer, todo era en vano; la emperatriz tomó
tro en sí recibió tan gran pesar, que casi no la copa é vio en ella al emperador, tan cla-
lo pudo disimular, antes, mostrando que le ramente con su parecer alegre, como le pu-
venían algunos acidentes, se recogió á su diera ver faz asaz; de allí passó á Gridonia
cámara, adonde, echada de bruces sobre unos y á Basilia, viendo cada una la verdad de lo
cojines, comenzó á sentir cuán mal emplea- que más desseaban; la infanta Polinarda,
ra su amor en hombre tan sin él; la doncella que la tomó en las manos, vio á Palmerín
tan atribulado como su amor entonces le
de la copa dijo á Floriano: «Si vos, señor ca-
ballero, en bis armas no tenéis más mereci- traía, é pareciéndole que otro lo podía ver,
miento que en los amores, de mi consejo de- fue tan grande el sobresalto» quo le tremió
béis dejallas». «Señora, respondió él, si vos- el corazón y los miembros, y la copa, con
otr* s diéssedes el galardón según que le me- temor que se le cayesse, dióla á una dama
rece quien os sirve, pesarmia mucho haber- con más priessa de la que la tomara; bien sin-
me acontecido este desastre; mas vuestras tieron muchos su turbación, mas no que su-
cosas son sin arte y sin razón ni medida, do pieron de dónde procedía; el emperador, que
lo que quiero me contento, que. si más quis- en estos <íasos era espiri mentado, conocien-
siese, daríame mala vida á mí y estaría más do que su neta viera alguien que la desseaba
incierto de lo que dossease»; ó puesto que servir, abrazándola le dijo: «Paréceme, mi
esta respuesta parecía bien á muchos, las luja, que esse vuestro parecer no está falto

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LIBROS DE CABALLERIAS

de servidores» ; de que Polinarda. corrida y tió más blanda por no Ule tan mal; Platir la
vergonzosa, hizo una color en el rostro tan dio á Graciano, y de ahí, de mano en mano,
viva, que acrecentó más su hermosura y la tomó Vernao, Beroldo, Belisarte, Dra-
mucho más dolor en el caballero del dragón; miante, Francián, Frísol, Onistaldo; á todos
de allí andando la copa por mano de todas iba tan bien, que en ninguno hizo la copa
las damas y servidores dellas, cada uno vio diferencia; luego la tomó Germán Dorliens.
lo que tenía en quien amaba, y en algunos que servía á Florenda, hija del rey de Fran-
se conocieron estar alegres y en otros gran- cia, yallende de la copa le quemar, no la
des pesares, que estos casos siempre el pesar pudo tener un momento, la pura color della
vence el placer; cada uno según lo que via era de viva brasa. Estrellante se la tomó de
en las lágrimas, y los que de aquella passión las manos, y de ahí fue á Tenebrot, Basilar-
estaban libres, holgaban de ver acuellas di- do, Luimán de Borgoña, Blandidón, Dirdín,
ferencias en los otros; en esto passó mucho; Polinardo, Tremorán y Oramont, Albania de
la postrera persona que la copa tomó fue Frisa, el príncipe Floramán; todos pudieron
Palmerín, y viendo en ella á Polinarda con sostenella, y que algunos hallassen diferen-
semblante sereno, sin saber determinar nada, cia, fue tan poca, que no se nombran cuáles
dijo: cSeñora, bien sé que assí como os acor- fueron; Polinardo fue entrellos quien mayor
dáis lo mostráis de mi; sea como mandardes ardor sintió; á ruego de la doncella de Tra-
que yo para os servir nací, é sin esperanza cia la tomó Floriano, que ella holgaba de le
os sirvo; lo que vos queréis esso quiero, por- ver probar aquellas aventuras y passar por
que yo no sé qué dessee ni tengo que dessear ellas tan livianamente; túvola tan sin per-
sino hacer vuestra voluntad» . Luego dio la juicio en las manos, como aquel que no sen-
copa á Floriano, que se quiso también ver tía nada. «Paréceme, dijo la doncella, que
en ella, y puniendo los ojos en las lágrimas, tienen las damas y el amor tan poco poder
vido gran multitud de mujeres con los sem- en vos, que ni os empece su mal ni vos te-
blantes airados, y á Targiana y Arnalta, néis recelo dól» ; ó tomándola, la dio á Al-
princessa de Navarra, entrellas, á su pare- baizar, que también, como hombre favore-
cer mucho más airadas que todas las otras. cido, la tuvo en las manos sin sentir ningún
c¿Quó veis allá? dijo la doncella de Tracia, ardor, de que no fue poco alegre. El caba-
¿halláis por ventura la paga del merecimien- llero del dragón la tomó de Albaizar, mas
to de vuestras obras?» «Paréceme, dijo Flo- no le aconteció como á los otros, quo la
riano, según lo que á vos veo, que ya no me copa se le puso tan roja y hirviente, que po-
favoreciéredes con quo os sirviesse muy bien, nía miedo á quien la miraba, y su ardor fue
pues yo no dejo de creer que vos y todas las tan grande, que le parecía que las entrañas
otras de vuestro nombre serían mejor ser- se le asaban dentro del cuerpo; y puesto que
vidas de mí quo de otros algunos que en la aquel dolor le atormentaba, desseando dar
copa harían mejores muestras». La doncella, fin á la vida por escusar los otros de cada
dejando de lo responder, dijo al emperador: día sostuvo assí la copa en las manos por
«Señor, pues aún tenemos agora á vos de gran espacio, y nenguno estaba á la redonda
mandar que se haga la prueba de los desfa- que le pudiesse juzgar sino por muerto, que
vorecidos, que será mucho para ver» . «Essa la color y el temor de los miembros no da-
quiero yo, respondió el emperador, que no ban señal de otra cosa, de manera que la
se detenga más, y también quiero yo ser el piedad que dól tenían los que le vían fue tan
primero en el comienzo della, porque creo grande, que lo manifestaban muchos con lá-
que de poco favorecido de la señora empera- grimas. «Por cierto, dijo la doncella de Tra-
triz hice poco en la primera prueba»; luego cia, mal merece este galardón quien tan
tomó la copa en la mano y no halló más mo- buena prueba hizo de servidor»; y quirién-
vimiento de callente ni de fría que de antes. dole tomar la copa de las manos, él se quitó
«Señor, dijo la doncella, confesa que os res- afuera, diciendo: «Señora, ruégoos que no
friastes del todo, y echa la culpa á esto, y me estorbéis este bien, si mi mal me le guar-
no á mi señora la emperatriz, que no la tie- dó para dar fin á otros males que siempre
ne». «En la verdad, respondió él, la culpa me atormentaron» ; mas el emperador, que
no me la doy, pues quien) probar lo que para en su presencia no podía sufrir tan gran lás-
otro fue hecho». Tras él la tomó Primaleón, tima, se levantó en pie, y tomando la copa
y tampoco no hizo mudanza; al rey Polen de las manos, quedó espantado de la ver tan
dos aconteció lo mesmo; entonces la tomó súpitamente fuera de su ardor; Florendos,
don Rosbel, y porque en aquellos días anda- que aún no estaba por passar aquel trago,
ba desfavorecido, halló tan gran calor que no assí flaco y desbilitado como estaba, se le-
la pudiendo tener la dio á Platir, que la sin- vantó en pie, y tomando la copa al empera-

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PALMERÍN DE INGLATERRA

dor su agüelo, no se contentaron los disfa- 165


perador, laaventura desta copa es acabada
vores de Miraguarda de le tratar por la me- y el fuego en que Florendos vuestro nieto
dida de Palmerín, antes, haciendo mucho arde no puede ser muerto sino por virtud
mayor esperiencia en él, comenzó á levan- destas lágrimas y por mano del caballero
tarse el fuego en su persona tanto, que pare- que desencantó la copa; cumple que él la
cía estar hecho llama; los miembros le ar- tome y esparza estas lágrimas sobre las lla-
dían, ylo intrínseco de dentro no estaba mas en que Florendos arde, y ellas luego
fuera do aquel gran ardor, que un corazón serán muertas, porque fuego engendrado por
tan atribulado podía sentir nenguna cosa; mujer tan cruda no puede matarse sino con
persona de cuantos estaban alrededor de lágrimas de mujer tan piadosa como quien
Florendos podía ver otra cosa sino la llama éstas echó». El caballero del dragón, viendo
en que ardía, y tan gran ruido traía é tan que aquel cargo era suyo, tomando la copa
medroso, que ponía miedo á cuantos allí es- en las manos la derramó sobre Florendos,
taban; Florencios, como hombro que entre que súpitamente el fuego fue deshecho y él
aquellas llamas algunas veces se desmayaba, quedó tal que parecía muerto al parecer de
después volvía con unos sospiros que el alma quien le vía, mas el placer de todos le hizo
le arrancaban, y por entre el ruido del fuego no parecello tanto.
6onaban con un tono tan piadoso y triste,
que en toda la sala nenguna cosa había sino
Cap. XCIII. — De una grande aventura que
lágrimas y sollozos. La emperatriz é Grido- vino á la corte del emperador Palmerín, y
nia muchas veces se quisieron meter en de lo que en ella sucedió.
aquel peligro, y con palabras de mucha lás-
tima soltaban muchas contra Miraguarda; Muerto el fuego en que Florendos ardía, y
mas Florendos, dentro de la fragua en que él tornado en todo su acuerdo y fuerza como
andaba, no sufría poner culpa á quien le de antes y toda la gente sosegada, y el em-
mataba; ya que el emperador vio que el mal peradoremperatriz
y con todas las princesas
iba en tanto crecimiento y que con agua ni tornadas á sus assientos, platicando en el
otra cosa se podía matar el fuego, metióse temor y miedo en que aquella aventura los
en él y tomó la copa de las manos á Floren- pusiera, Florendos estaba tan alegre en sí
dos, creyendo que con ello so mataría; no por hacer pública una prueba tan verdadera
aconteció assí, que todavía ardía como de del desamor con que era tratado é del amor
antes, de que la omperatriz ó Gridonia que- con que merecía ser tratado, que para su
daron casi muertas, é las damas hacían tan condición con esto quedaba satisfecho, por-
gran llanto, que los palacios parecían asolar- que también de las otras satisfaciones con
se; Polendos, rey de Tesalia, que vio al em- que se podía contentar ya era desesperado
perador su padre que con su edad cansada y deltas, según lo que sentía en la condición
lágrimas que le corrían estaba abrazado con de quien servía.
la emperatriz tiniéndola por muerta, é Pri- El emperador, desseoso de conocer el ca-
maleón con Gridonia, no sabiendo adónde ir, ballero que desencantó la copa, sospechando
tnvo tan gran piedad de ver padecer á Flo- que podía ser Palmerín, quiso que se quitas-
rendos sin nengíin remedio, que fue á la se el yelmo, ó como fuesse su intención darse
doncella de Tracia, diciendo: «Señora, ruó- á conocer, quiso hacello, mas estorbólo para
goos, pues que halíastes el fin de lo que bus- más su honrra un acontecimiento grande que
cá badea, que si para tan gran mal sabéis en aquel propio momento sucedió, y fue que
algún remedio, le deis, aunque pienso que estando Palmerín desenlazando el yelmo para
ya será todo perdido, que Florendos debe se le quitar, entró por la puerta una donce-
estar hecho ceniza según el espacio ha que lla alta de cuerpo, vestida de atavíos ricos y
arde y el bravo fuego que le atormenta». poco galanos; tras ella tres gigantes de des-
«Estoy tan apassionada de dar voces que me medida grandeza, armados todos de una ma-
oigan, y ninguno lo ha querido hacer; tra- nera, cubiertos los cuerpos de hojas de acero
baja por tornar esta gente en sí, que yo daré tan fuertes y gruessas, que parecían imposi-
la manera que en esto se ha de tener» . Po- ble ser desbaratadas con nenguna arma; los
lendos, con esta nueva, fue al emperador que yelmos los traían tres hombres que los acom-
apaciguasso toda la casa, y á la emperatriz ó pañaban; eran de un gruesso albo como la
á Gridonia volvieron en su acuerdo, con la nieve y lisso, tan duro que su fortaleza era in-
color más mortal que de personal vivas; la creíble; venían con los rostros desarmados,
doncella de Tracia, viéndolo todo asosegado á los que les hizo la naturaleza tan espanta-
sino el fuego de Florendos, que cada voz cre- bles ymedrosos, que allende de aquellos pa-
cía, dijo en alta voz: «Alto é invencible em- receres hacer mudar la color á las damas,

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166 LIBROS DE CABALLERIAS

en los corazones de buenos caballeros engen- pitas mudanzas, de manera que la tormenta
draban temor; todos se apartaban por los dar desbarató su gruessa armada, anegando gran
lugar, puesto que los gigantes, con ferocidad parte della, y entre los principales della se
y soberbia, venían rompiendo sin aguardar levantaron discordias y differencias que con
por aquella cortesía; tanto <jue llegaron de- muerte de muchos atajó el fin de su propósi-
lante el emperador, sin hacer acatamiento to; assí que agora, temiendo estos reveses,
se detuvieron, esperando lo que la doncella deseando tu amistad te cometen estas con-
diría, la cual, poniendo los ojos en la gente diciones: que hayas por bien de dar tu nieta
que en la sala estaba, poco alegre de ver la Polinarda, hija del príncipe Primaleón tu
nobleza de aquella corte con tan gran caba- hijo, por mujer al soldán de Persia, mance-
llería, de otra parte las muchas damas tan bo de veinte y cinco años, tan famoso caba-
hermosas con tan ricos atavíos de muchas
llero como príncipe poderoso, con cuyo pa-
maneras, comenzó á decir: «Por cierto, mny rentesco gloria
y de tu estado, con mucho
alto emperador, pequeña es la fama que por mayor nombre triunfará el mundo todo, y
el mundo de tu corte se suena para lo mucho Klorendos tu nieto case con Armenia, herma-
que merece ser loada, porque aunque con un na del mesmo soldán, tan hermosa entre las
inmortal son en los oídos de aquellos que en mujeres deste tiempo, que se duda haber
su señorío viven apartados, en comparación otra más. á la cual dará toda la parte de 6U
de lo propio que agora veo, es tanto como señorío que confine con tu imperio; de ti no
nada; sólo una cusa hallo que falta para poder quieren más dote, solamente que para estas
señorear el mundo, y ésta está en tu mano si alianzas queden firmes, entregues al gran
la quisieres acetar, mas temo que la fortuna, turco un caballero cristiano que ha por nom-
que en tan gran estado y en tanta felicidad bre Floriano del Desierto, que por engaño
te paró, envidiosa del bien que ella da, des- trujo á su hija Targiana á esta tu corte, á la
seosa de le tornar á robar, según su costum- cual tione determinado casar con Albaizar,
bre, te lo estorbe, porque tu estado, en estos soldán de Babilonia, porque su hermano es
días sobre los otros floreciente, en el fin de muerto, esto con consentimiento de sus vas-
tu edad quede abatido y con menos gloria y salios, que con voluntades prontas están
loor de lo que hasta agora pusieron tus obras; aparejados para estas batallas é guerras;
oye mi embajada, é aceta las condiciones de- esta es la embajada que te traigo; agora
lla, é no tan solamente serás señor de lo que puedes responder á ella, é si la respuesta no
quisieres, más aún la fortuna no terná en qué fuere conforme á lo que pido, entonces te
te empecer ni tú de qué le haber miedo. El darán estos gigantes otra fuera de los tér-
alto soldán de Persia, principal capitán de minos de la mía, con que por ventura mayor
la ley de Mahoma, el poderoso gran Turco, espanto recibasi . El emperador, que muy
señor de la mayor parte de Grecia, con los atento estuvo oyendo las palabras de la don-
príncipes, gobernadores y regidores do se- cella con sufrimiento grande, después de la
ñoríos del soldán de Babilonia, en nombre dejar acabar, riéndose hacia los suyos, le
de Albaizar, del cual agora allá no saben dijo: «Por cierto, estraña doncella, no sé
por haber muchos días que de su tierra es qué embajada es la de los gigantes; puede
salido para mejor á los estranjeros mostrar ser que con mejor voluntad la reciba que
el precio de su persona, te hacen saber que esta vuestra; la amistad que essos hombres
ha muchos días que, á requerimiento de la me acometen, es con condiciones tan contra-
sangre do algunos príncipes paganos que rias á mi parecer, que antes tomaría por
ante esta tu ciudad son muertos, que cada partido guerra perpetua y al fin della morir
día clama y suena en los oídos de sus sucos- con todos mis amigos y vassallos, que paz de
sores, estuvieron muchas veces determina- la manera que la quieren. El caballero que
dos de venir á ella con grandes flotas 6 ¡nume- me decís que entregue no está aquí, y si es-
rable ayuntamiento de gentes, á vengar Iob tuviesse, de mala voluntad le haría este
daños passados con tan cruda venganza hecha agravio, ni creo que si él trujo á la señora
en ti y en tus naturales, que ni el tiempo Targiana que sería sino por su voluntad y
tuviosse lugar do gastar la fama que desto consentimiento della. Esta es la respuesta
quedasse, ni la tuya feneciesse con tan glo- do vuestras palabras; agora pueden essos ca-
rioso fin como tus principios te tiene dado; balleros decir á lo que vienen y amostrar
parece que la fortuna, no cansada de te fa- también la suya>. Entonces uno de los gi-
vorecer, ólos diosos, favorecedores de tus gantes, que parecía hacer ventaja á los otros,
cosas, no lo quisioron consentir que esto vi- tomó la delantera, y con voz temerosa y
niesse en efecto, porque siendo muchas veces grande, quo toda la casa le retumbaba, co-
sus ejércitos aparejados, hubo en la mar sú- menzó ádecir: «Aquellos señores cuya vo-

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PALMERIN DE IKOL ATERRA

1 untad no quisistes consentir, desafían á ti é trar en otra, que uno por uno la acepto con
á todos los que tu bandera quisieren seguir todos tres, y con diez veces tres si tantos so-
con guerra á fuego ó a sangre, y toman á los brevinieron éá nú la fuerza y aliento no
dioses por jueces de su justificación, porque desamparare; y ninguno me juzgue estas pa-
agora no tan solamente es su intención por labras por soberbias y mal dichas, que contra
armas matar y destruir á los que trayan ar- los soberbios todo se sufre y cabe en ellos» .
mas, mas aún en las mujeres y personas de El caballero del dragón y Floriano dol De-
poca edad hacer tantos géneros de cruezas, as- sierto, assí annados como estaban, se llega-
solando y quemando los lugares famosos y no ron áDramusiando pidiéndole que los tomas-
famosos de tu señorío, que se tengan por se por ayudadores y participantes en aque-
satisfechos de las grandes pérdidas que en lla afrenta contra los otros dos gigantes,
esta ciudad tienen reccbidas; allende del des- puesto que no los conociosse, pues ya esta-
afío que aquí de tu parte te presentamos, yo, ban tan aporcobidos que no les faltaría sino
en mi nombre y destos dos mis oompañoroa, estar en el campo, Dramusiando se lo tuvo á
digo: que en no aceptar el casamiento del mercod, y aceptó el ofrecimiento, teniendo
soldán de Persia mi señor haces lo que debes, la vitoria por cierta, porque de cuantos allí
y si en tu casa viviese á quien esto no pare- estaban él sólo los conocía; desto quedaron
ciere bien, escójanse los mejores siete caba- enojados Graciano, Beroldo, Pompides, el
lleros, para cada uno de mis compañeros dos príncipe Floramán y otros, que cada uno por
y para mí tres, y nosotros los haremos con- sí quisiera estar metido en el trabajo de
fessar su yerro ó llevaremos sus cabezas en Dramusiando; los jayanes Albuzarco y Al-
galardón de tal desprecio» . Acabadas las pa- barroco, compañeros de Barocante, no que-
labras con que el gran Barocante, que assí rían aceptar la batalla, diciendo que pues ya
había nombre el jayán, dio su embajada al no entraban en campo con jayanes, que les
emperador, á quien pequeño temdr pusieron, diessen más caballeros, que para uno por
con rostro alegre y riéndose, dijo: «¡Veos uno no querían tomar armas, mas Floriano,
tan airado, que no sé si otorgue lo que pedís; que en estos tiempos acostumbraba [sor] mal
de otra parte temo que aunque concediesse sufrido, tomó Albuzarco por el brazo, dicien-
en esse casamiento del soldán, mi nieta Po- do: «Cosa fuera de medida y compás, no quie-
linarda sería mal contenta; la batalla que ras con escusas nacidas de tu soberbia cscu-
queréis con los míos holgaría que so escus- sarte de la batalla, que yo, [que] aquí menos
sase, por el peligro dellos y la poca honrra valgo y menos puedo, te cortaré hoy la cabe-
vuestra, según la presunción que mostras- za y te daré el fin que mereces, y de aquí to
tes en las condiciones con que la pedís» . A confiesso que yo soy el caballero que traje á
este tiempo el caballero del dragón estaba Targiana, para que con mejor voluntad acep-
tan airado, que la ira que tenía le estorbó tes la batalla, pues estotro compañero es para
la habla para no poder responder como él tanto que no sé si contentará de hacer lo
quisiere, cosa que muchas veces acontece á mesmo áAlbarato (')». Tan grande fue la pas-
aquellos que la tienen de cosa que mucho sión de los gigantes de oir estas palabras y
sienten, y por esta razón algunos caballeros saber que aquel era el que trujo á Targiana,
se levantaron para aceptar la batalla, mas el que súpitamente mostraron en sus rostros,
gigante Dramusiando primero que todos, que tenían espantables, otras ferocidades ma-
puesto en pie comenzó á decir á altas voces: yores yotras señales más ásperas, pidiendo
«Alto emperador, la benignidad do los prín- los yelmos para enlazárselos, que otra cosa
cipes, lamansedumbre de sus palabras, es no faltaba, dando voces que les mostrassen
causa de se cometer desprecio á ellos; deste ol campo á donde la batalla se había de
que estos gigantes tienen aquí usado en la hacer, para que ol castigo de tales palabras
soltura de sus palabras, vuestra majostad no durasse tanto; el emperador so le mandó
tiene la culpa, pues está claro que de vues- mostrar y poner guarda en él según costum-
tra mansedad y benivolencia les nasce aquel bre do su casa y corte, teniendo aquella por
tan osado atrevimiento á que algunos que la más señalada y notable aventura que nunca
poco saben quisieren llamar esfuerzo; y pues viera ni oyera, como de hecho lo era, y pe-
ellos sin querer ninguna de ninguno, en lo sábale ver á Floriano en tan gran afrenta,
cual espero de hacer á Barocante conocer la que ya le conocía, porque le oyera nombrar-
necedad de su embajada y lo poco que se se á sí mesmo, y sospechaba que el otro sería
gana en ser soberbio y descortés, y si alguien Palmorín, y por otra parte dudábalo porque
quisiere aceptar la batalla con sus compañe- le vio más blando en aquel debate; al tiempo
ros, si no, digo que, quedando yo en tal des-
posición de la suya del, digo que pueda en- (') AatM llamado aAlbarroco».

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: 16» LIBROS DE CABALLERIAS

que se despidieron para ya hacer en batalla, mano se llegó á él con intención de le defen-
la doncella de Tracia 6e llegó á Floriano, der; allí comenzó su batalla con Dramusian-
cuando le vio tan vivo en coBa que tan do, tanto para ver, que con ella parada po-
muertos dejaba los corazones de muchos, di- nerse en olvido todas las que en aquella corte
ciendo: «Señor caballero, si allá os viéredes acontesciera, mas el esfuerzo de Barocante
en alguna fren ta, encomendaos á las damas, no pudiera escusar que la cabeza de Alba-
que vuestro merecimiento antellas es tal, que rroco fuera cortada si el caballo del caballero
os salvarán á la hora». «De meterme ellas en del dragón no tuviera una de las piernas
alguna mayor désta me guarde Dios, respon- quebradas, que el inesmo Albarroco la que-
dió él, que de sacarme del temor en que bró al passar de la lanza, y por esta falto
agora voy, ni le esporo de ninguna, ni quie- anduvo el caballo huyendo por el campo, y
ro su favor, por no tener que les deber ni al ñn le echara fuera si no estuviera cercado
pensar que se lo debo»; en esto abajaron de do segura palizada, que el emperador siem-
la sala, acompañados de muchos caballeros pre mandara estar hecha, recelando que al-
de la corte, que no los dejaron hasta donde guna hora por falta della por algún infortu-
estaba el cerco do las batallas, adonde cabal- nio los buenos caballeros perdiessen el galar-
garon todos seis. dón de su esfuerzo; en lo que se detuvo en
Los caballos de los gigantes eran tan aderezar el caballo y salir, tuvo tiempo Al-
grandes y fuertes como era menester para barroco de tornar en sí y apercibirse para
sostener su grandeza. El emperador, Prima- esperar su fortuna. Floriano, que hasta allí
león y Polendos se pusieron á una ventana no entendía en otra cosa sino en mirar por
para ver la batalla; la emperatriz, con todas el caballero del dragón, temiendo que la falta
las otras princesas, en otras de su aposento. del caballo le pussiesse en alguna falta, tanto
Todo el palenque se hinchió de gente para que le vio á pie apercebido para la batalla se
aquella señalada aventura; Albaizar, assí apeó del suyo; juntándose con él se fueron á
flaco como estaba, también se puso adonde donde estaba Dramusiando haciendo mara-
los podía ver, desseando la Vitoria á los ja- villas, porque Barocante era merecedor que
yanes, lacual no dudaba según sus disposi- las hiciessen para con él. Todos juntamente
ciones ymiembros prometían; no se acordó comenzaron aquella temerosa contienda, y
que á las veces en las batallas injustas menos puesto que Albarroco del encuentro quedasse
fuerzas tienen los hombres que la razón . mal tratado, la passión que recibió le era-
prestó tan grandes fuerzas, allende de las
que la naturaleza le diera, que parecía im-
Cap. XCIY.— De la batalla que estos caba- posible por otras nengunas fuerzas poder ser
lleros hubieron y el fin del la. desbaratadas; no tan solamente esta cruel
lid engendraba miedo en aquellos que la ha-
Como fueron metidos en el campo, los cían, mas á los que de fuera la miraban cria-
jueces les partieron el sol, y al son de una ba tan gran espanto, como siempre las cosas
trompeta, como ya estuviessen aparejados, de admiración y poco acostumbradas trayan
embrazados sus escudos, las lanzas bajas, por costumbre; el emperador, puesto que en
arremetieron con tan gran ruido, que pares- sus días grandes cosas viesse y por ellas pe-
cía hundirse la tierra; ninguno erró su en- nasse, ésta le parescía tanto más grande, que
cuentro, antes fueron dados con tal fuerza, con ella se le fue de la memoria todas las
que, falsados los escudos, Dramusiando y otras, como cosas que no passaron ; en quien
Barocante vinieron al suelo llevando las si- más ocupaba los ojos era en el caballero del
llas entre las piernas; Floriano y Albnzaroo,
dragón, que después que le vio derribar á
quebradas las lanzas, passaron el uno por el Albarroco de un solo encuentro, afirmó tanto
otro, Albuzarco perdió las estriberas, y ca- en su voluntad ser Palmerín, oomo si de
yera si no se abrazara al cuello del caballo; cierto lo hubiora conocido. Polendos y Pri-
mas como el caso do aquella batalla fuesse maleón estaban como atónitos de ver la vive-
más del caballero del dragón que do ningu- za de la batalla, desseando verle aquel fin
no, su encuentro tuvo más fuerza, que no le que ellos desseaban, la cual mucho dudaban,
valiendo á Albarroco toda su valentía, maña
assí como porque la fortaleza de los enemi-
y destreza, fallido el escudo ó las armas, he- gos traía esta desconfianza, como también
rido en los pechos vino al suelo con tan gran
porque las <*osas que mucho se dessean siem-
desacuerdo que por gran rato no tornó en sí. pre se dudan. Florendos, que de otra ven-
Barocante que en tales tiempos solía tener tana los estaba mirando, puesto que aquesto
esfuerzo y el temor perdido, viendo Alba- aventura le parecieese dudosa y grande, lo
rroco tan desacordado, con la espada en la que más sentía era su flaca disposición, cre-

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PALMERIN DE INGLATERRA 169

yendo que por esta falta no fuera uno de los ¿es verdad que la fortaleza de Barocante,
compañeros de aquel peligro, no se le acor- Albuzarco y Albarroco, tan temida por el
dando que allí menos segura que en otra par- mundo, sea destruida por un solo gigante y
te tenía la vida, creyendo que la mesma vida dos caballeros? Por cierto, la potencia de vos-
no la pierde quien la sabe tan bien perdor que otros es grande, y ya sé que allí la queréis
con la muerte acrescienta toda en la honrra.
mostrar á donde la flaqueza humana se des-
La emperatriz, luego con su nuera, no le bas- confíaquisiera
; tener ante mí el destruidor
taron los ánimos para ver tan grandíssima de Dramusiando con todos los aguardadores
crueza, antes quitándoso de las ventanas se de su castillo, y velle en su ayuda los cuatro
recoge ron adentro. Mas Polinarda no lo hizo más esforzados caballeros que había en todo
assí, antes los estuvo mirando hasta al ñn el mundo, y al menos si con todos ellos per-
juntamente con Targiana, que estaba tan diera la vida, pensara que no iba mal vendi-
triste de ver la desenvoltura de Floriano, da; mas vosotros, dioses, no quisistes que
cuanto de antes estaba alegre viendo la fero- esto fuesse assí; vosotros ordenastes que Ba-
cidad de los gigantes, creyendo que en ellos rocante, á quien todos los otros jayanes por
estaba la venganza que desseaba dél. mayor jayán obedescían, por uno solo jayán
Tornando á ellos, que la furia de su bata- vea su vida llegada á tan flaco estado, que
lla cada vez crescía las fuerzas ni aliento no
ninguna esperanza y esfuerzo tengo de sal-
parescía que menguaba, el caballero del dra- varla, sino ver cómo la podré dar á trueco de
gón y Floriano, temiendo los golpes de sus aquella de aquel que á mí me la quita» . Por
contrarios, se ayudaban á su ligoreza que los cierto que aunque Barocante y iodos sus
más les hacían perder, y por esta razón an- compañeros en tal estremo se viessen, ni
daban menos heridos y traían á los jayanes por esso solo los de la otra parte dejaban de
muy maltratados. Dramusiando confiaba en pensar lo mesmo, que el caballero del dragón
su fuerza y valentía, hacía su batalla más en aquella hora se socorría á su señora, y
como gigante temeroso que como caballero desconfiado della se acordar del mismo, con-
diestro, y por esta razón su batalla de entre solábase tener por muy liviano sufrir la
él y Barocante andaba más herida y teme- muerte quien con trabajo passa la vida. Flo-
rosa, que queriendo antes servirse y ayu- riano, que no hallaba á quién en tal passo se
darse de las fuerzas de sus miembros que do encomendar, encomendaba sus cosas á la for-
otro ningún saber, hiriéronse tan mortal- tuna, como aquella que de todo es señora.
mente, que allá dentro de traer deshechas Dramusiando, á quien la empresa do aquel
sus armas, andaban tan mal heridos que no día costaba más sangre que á ninguno de
se podían valer. El caballero del dragón an- sus compañeros, viendo su enemigo tan te-
daba tan enojado de ver que se le defendía meroso, no hallaba su espíritu tan descansa-
tanto un jayán que del primer encuentro do que dejasse de recelar el fin de sus días;
derribara, que le comenzó de herir con tanta de otra parte contentábase porque en lugar
fuerza, que le cortaba las armas por muchas ! que tanta honrra podía ganar aventurar su
partes juntamente con las carnes, hiriéndole vida, mas él pensaba vender tan cara «que
de heridas tan mortales, que Albarroco, des- ninguno se pudiesse alabar de mí á su salud,
confiado de la vida, hacía su batalla como y si esto no fuere assí, á lo menos no se echa-
también lo hacia, creyendo que algunas ve- rá culpa á mi esfuerzo, que yo le haré acabar
oes remedio á la vida no esperaba ninguno. en su oficio» ; y en esto cerrábase la noche,
Floriano bien mostró en aquella hora á la porque casi todo el día era gastado, é por
doncella de Tracia que no por falta de es- depender lo que quedaba á costa de sus car-
fuerzo dejaba de acabar la aventura de la nes, juntarónse todos con muy gran feroci-
copa, puesto lo que la valentía de Albuzarco dad que de antes; hacía su batalla mucho
obrasse más que en ningún tiempo, tratóle más cruel y espantosa que al principio, Dra-
tan mal, que casi no se podía tener en pie. musiando Barocante
y se trabaron á brazos
Muy gran parte batallaron los unos y los para derribarse, y no pudiendo hacello, tor-
otros sin tomar huelgo, mas el trabajo de su nándose áapartar se comenzaron á herir d»
porfía fue tan grande, que comenzándoles á tales golpes, como personas que querían per-
faltar los alientos se apartaron á fuera para der la vida á trueco de fama; el caballero del
cobrarlos de nuevo. Los gigantes se pussie- dragón, que traía escripias en la memoria
ron á una parte del campo, y Dramusiando aquellas palabras de la embajada de los jaya-
con sus compañeros á la otra. Barocante, nes yel casamiento que cometieron con Po-
que vio á sí y á los suyos tan llegados en la linarda. sabiendo que ella lo estaba miran-
fin, la esperanza perdida, ocupada de la ira do, comenzó de renovar los golpes y ampa-
y soberbia, comenzó á decir: «¡Oh dioses! y rarse de los de Albarroco con tamaña preste-

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170 LIBROS DE CABALLERIAS

za, que de canBado y herido lo hizo venir á cante (') sufrir tan duros y pesados golpes,
sus pies tan desacordado como aquel que desamparado de sus fuerzas cayó tendido en
había desamparado la vida, y no se conten- el campo, y á poca de hora murió por tener
tando desta sospecha, le desenlazó el yelmo y compañía á sus dos compañeros y no desem-
le cortó la cabeza, echándola fuera del cer- parallos en tan peligrosa jornada. Les jueces
co, tan contento con la vitoria como hasta entraron en el campo acompañados de mu-
allí estuvo con recelo della; y viendo que chos príncipes, y con la mayor honrra que se
Dramusiando andaba tan mal tratado que dio á caballero le sacaron del campo; no qui-
todas sus armas traía envueltas en su propia so el emperador sufrirse tanto que los espe-
sangre, quisiera ayudalle, arremetiendo á raste allá arriba, antes con mucha presteza
Barocante con un golpe de los que él acos- acompañado de sus hijos los salió á recebir
tumbraba dar; Dramusiando, poco alegre de á la puerta de la palizada. Palmerín y Flo-
tal ayuda, le recibió en lo poco del escudo riano, quitados los yelmos, le besaron las ma-
que le quedaba, que fue tal que cortando nos, álos cuales abrazó no sin muchas lágri-
gran parte dél bajó al yelmo, que por algu- mas, ytomando entre sus brazos á Floriano
nas partes estaba roto; hízole mayor herida le abrazó con grande amor, y con palabras
que ninguna que las que del gigante recibie- llenas de amor los llevó consigo allá arriba,
ra; diciendo Dramusiando: «Señor caballero, adonde halló á la emperatriz acompañada de
si en osto vuestro socorro pensáis que me ha- su nuera é Basilia é Polinarda, que los esta-
céis merced, yo lo recibo por injuria: déjeme ba esperando porque ya había sabido quién
acabar mi batalla, y si me viéredes vencido, eran. El emperador se los presentó, y ella
mata á quien me venciere, que antes quiero los recibió con más lágrimas de lo que él hi-
deberos esse favor que quedaros con essotra ciera, porque en las mujeres estos acidentes
obligación con deshonrra de mi vida» . El ca- hacen mayor imprissión; acabado de la bewr
ballero del dragón se apartó tan enojado é las manos, hicieron lo mismo á Gridonia é á
triste por la herida que le diera, temiendo Basilia; Palmerín, que sólo en su señora Po-
que fuesse de peligro, que antes no quisiera linarda llevaba las mientes, tanto que la vio.
vitoria de Al barroco si Dramusiando había de puestos los hinojos en tierra para la besar
peligrar; en este tiempo Floriano ya diera las manos, sintió tan gran flaqueza en sí,
con Albucar on el suelo muerto, quedando que sin nengñn acuerdo desmayado cayó en
el de sus manos tan mal herido, que fue for- el suelo, y puesto que ella sintió de dó le
zado sacalle del campo ; mas ruegos de nin- viniera el daño, bien pensó el emperador
guno ni por necessidad que dello tuviesse con los que allí estaban que de sus heridas
pudieron acabar con él hasta ver el ñn de de que tanta sangre le saliera, y tomándole
Dramusiando. Albaizar se quitó de la venta- en los brazos Vernao, Polendos, é Primaleón.
na adonde estaba, desesperado de la espe- é Beroldo, le llevaron á la cámara adonde es-
ranza que al principio tuviera; Targiana hizo taban tres lechos todos de una manera, y
lo mismo viendo á Floriano vitorioso, cosa echándole en el uno dellos, Floriano é Dra-
que ella desseaba al contrario, porque el amor musiando fueron echados en los otros, y allí
que antes le tuviera agora se le había vuelto visitados y curados igualmente, porque el
al revés, porque esta calidad es la dolías: en emperador tenía en tanto, que nenguna di-
cuanto aman, aborrecen muy presto, y assí ferencia consentía que se hiciesse dél á sus
andan siempre acompañadas de amor y de nietos; por los maestros fueron certificados
odio. El emperador, ó Primaleón, é Polendos, que las heridas no eran tales de que las vidas
con los otros príncipes, viendo lo que le acon- tuviessen peligro, de que el emperador y
teció áDramusiando ó que de la herida que todos los grandes quedaron muy contentos
le dio el caballero del dragón le salía más como Albaizar triste, y allí acompañados de
sangre que de las otras, tenían muy gran
sus amigos, servidos de lo que habían menes-
miedo del fin de su porfía, é loaban mucho ter, platicaban en la demanda de los gigantes
la prueba de su valentía en defender á Bar- y el fin que hobieron conforme á sus mere-
rocante, y puesto que todos estuvieseen con cimientos, esperando cada día la guerra con-
este temor, por ser de todos muy amado, la forme al desafío que trajeron; otras veces
su bondad en las armas tenía tantos sccro- mudaban la plática, teniendo por escuaado
tos, que on el tiempo que más por muerto le anunciar males venideros, y también porque
juzgaban volvía con golpes tAn grandes que la paz con palabras se ha de conservar y la
desbarataba el poder de su enemigo; y como
guerra con armas.
vido que allí más que en otra parte le con-
venía mostrar sus fuerzas, comenzó á herir
(•) Hasta ahora en el texto del presente capitulo te
tan valientemente, que no pudiendo Baro- lee aBarrocaute>-.

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PALMERIN DE INGLATERRA

giana hiciesse con muestras y palabras dignas


Cap. XCV. — De lo que passó en la corte del
emperador después de la batalla de los jayanes. de tener en mucho y acordarse dellas, allá
dentro le quedaran otras mayores para Poli-
Passados algunos días después de aquella narda, á quien confessaba ser en mucha ma-
tan temerosa batalla, y los heridos on tal dis- yor deuda; assí con lagrimas de una parte é
posición que no había de qué temer de sus de otra, que es cosa natural al partir, se des-
heridas, Florendos, á quien el desseo de las pidió dellas. y en compañía del rey Polen-
aguas de Tejo (') y arboledas del castillo de dos, con los más que para ello estaban seña-
Almaurol no dejaban reposar, no pudiendo lados, se puso en camino; el emperador con
sufrillo, quiso partirse á llevar el escudo de Primaleón ó los otros príncipes de su corte
la figura de Miraguarda al lugar donde antes la fue compañando una legua fuera de la ciu-
pstaba y presentar preso á Albaizar para que dad; nunca se pudo con Florendos acabar que
hü'iesse dél á su voluntad y que tomasse dél dejasse ir Albaizar, que le quería para que
la venganza que bien le estuviesse, según la fuesse testigo de sus obras é para satisfación
postura de su batalla, y para más ejecución de la voluntad de Miraguarda. Partida Tar-
de su camino, aparejando las cosas necessa- giana yel emperador vuelto á la ciudad,
rias. pidió licencia al emperador su agfielo y Florendos, en quien no cabía descanso ni re-
á Gridonia su madre, de la cual fue tan malo
poso, quiso también poner en obra su deter-
■le acabar dejalle partir, que por fuerza le minación, puesto
ó que la emperatriz ó Gri-
detuvieron más ocho días, en los cuales el donia hicieron cuanto pudieron para le de-
emperador quiso proveer de Targiana según tener, fue trabajo en vano, porquo passados
lo que á su estado dél y della convenía, y dos días después de la partida de Targiana,
con el parecer de Primaleón y de algunos se puso en camino, llevando consigo á Albai-
príncipes que en la corte estaban, determinó zar en un palafrén sin armas con dos escu-
envialla al gran turco, acompañada del rey deros, que el uno le llevaba el escudo do la
Polendos y de otros caballeros de gran pre- figura de Miraguarda envuelto en una funda
cio, é viendo la conformidad de voluntad do seda y el otro el suyo, é uno do los escu-
'jneentrella y Albaizar había, con consenti- deros de Albaizar el do Targiana, que Flo-
mientos de entramos la casó primero, cele- rendos loconsintió por hacer su voluntad en
brando esta fiesta como nunoa en bu corte
alguna cosa. Gran soledad la partida de Flo-
otra vez so hiciera, y no era mucho hacello rendos puso en la corte del emperador á los
assí, porque su inclinación era tratar á cada caballeros que en ella quedaron, que su con-
uno según el merecimiento de su estado, aun- versación era merecedora de todo, mas en
ine fuessen enemigos y por obras no lo me- la emperatriz y Gridonia su madre la puso
reciessen; en aquel día todas las personas de mucho mayor, que como las mujeres natu-
cualquier calidad, por hacello placer se ata- ralmente son más delicadas en el sentir, assí
viaron lomejor que pudieron según lo que ca- tienen menos moderación en el sufrir. Par-
da uno tenia; Targiana salió tan hermosa y tido Florendos, de quien so hablará á bu
costosa de atavíos, que el einporador le man- tiempo, la doncella de Tracia, que no espe-
dó dar á su costa, que no tenía de quién te- raba más que la disposición de Palmerín para
merse para habelle envidia si no fue á Poli- también seguir su camino, viendo que ya es-
narda, que en las obras de naturaleza le hacía taba para podello hacer, un día, delante del
pran ventaja. Albaizar, puesto que la gloria y emperador y de los más de su corte le dijo:
acontecimiento de aquella fiesta para él fues- «Soñor Palmerín, bien sabéis que mi partida
se grande, tornando acordarse que fue vencido desta tierra no puede ser sin vos, pues el re-
de Florendos y saber que había de ser presen- medio do lo que busco ha tantos tiempos no
tado presso ante Miraguarda, le ponía en tal puedo sino por vuestras manos; ruógoos, pues
pensamiento, que era mayor la tristeza que vuostra persona hasta agora no se negó para
de allí le sucedía que el contentamiento de socorro de los que os hubiossen menester, se
haber alcanzado lo que tanto desseaba; pas- os acuerdo que este que tenéis para hacer no
sado el día del casamiento, á otro por la ma- es de menos morocimiento que los otros que
ñana Targiana se despidió de la emperatriz ya hiciBtes y adelante se os pueden ofrecer,
Gridonia y de Basilia, mostrando mucho des- y más siendo cosa que estáis en obligación,
seo de siempre servir y ser en conocimiento
pues so dio causa que los que os no conos-
de las grandes mercedes y honrras quo dellas cían sepan afirmar que en vos se encierra la
recibió; mas aunque estos cumplimientos Tar- gloria de las armas, que para los que ya os
sabían el nombre escusada era la prueba de
(*) E«te nombre se da con frecuencia en el Palme- la copa, teniendo vistas de vos otras mayores
ría «1 rio Tajo. £• un loritaniímo. espirencias; que la princesa Leonarda no

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172 LIBROS DE CABALLERIAS

puede ser desencantada si no es por vuestra parte, acuérdaseme que va á desencantar á


mano; acuérdeseos que las heridas que rece- Leonarda, de quien se dice que es la más her-
bistes en las batallas de los jayanes ya dan mosa mujer del mundo; temo que esto que
lugar de poder caminar; ya que esta escusa entre los hombres tiene gran fuerza, junta-
no os queda y vos no podáis tener otra, que- mente con acordarse de los agravios que le
ría que de mañana nos puBsiéssemos en ca- he hecho, le mueva á no tornar y casarse
mino .«Hermosa doncella, respondió Pal- con ella». «No creo yo, dijo Dramaciana, que
merín. yo estoy tan ofrecido á los trabajos, quien tal muestra de enamorado hizo en la
que no sé si me podría venir alguno que ne- aventura de la copa, sea tan poco constante
gase mi persona, cuanto más á esse á que de en cosa que tanta honrra le vino, y si vos me
razón estoy tan obligado; holgara de me po- dais licencia, hoy en el sarao hablaré con él
der partir hoy, mas estoy esperando que se como su amiga, sin que se pueda sospechar
me acaben unas armas que mandé hacer, que la plática nasce de otra parte, para ver
que las otras que vos ya vistes en qué dispo- lo que tiene en la voluntad». «Dramaciana.
sición quedaron, por lo cual os ruego que no dijo Polinarda, quiera Dios que en algún
os pese con detenencia tan pequeña y tan ne- tiempo te pueda pagar lo mucho que te debo:
cessaria* ; satisfecha y contenta quedó la don- bien me parece que lo hagáis assi, y no deis
cella con estas palabras, y al emperador pesó manera que se presuma que yo lo sé» . En-
de oillas, que á Palmerln quería más bien tonces, limpiando las lágrimas, se tornó para
que á todos sus ñetos; do allí se fue á la se- la princesa; pues Palmerín, viendo que su
ñora emperatriz, á la cual también pesó, mas partida se llegaba, no passó aquel día muy
como en ella el amor de Florendos fuese ma- alegre, antes recogéndose en su posada, solo
yor que en nenguno de los otros, con el des- con Selvián, decía cosas para haber man-
seo dél pensaba olvidar el de los otros; Poli- cilla dél; Selvián le consolaba mucho, tra-
narda, puesto que tenía por sí de no le amos- yéndole á la memoria muchos ejemplos, mas
trar cosa que le hiciesse allegre, viéndole Palmerín por todo passaba; mas la mayor
partir, el amor, que ya en su corazón criara congoja que tenía era no acordarse de nin-
raíces, le hizo hacer más de lo que ella qui- gún favor que su señora le hobiesse dado.
siera, porque recogóndose á su cámara con Assí que esto passó, aquel día, llegada la no-
Drainaciana, hizo aquel sentimiento del dolor che, se fue al sarao que había en casa de la
que padecía, y derramando muchas lágrimas emperatriz, y sentándose junto con Drama-
por sus hermosas mejillas, de que Drama- ciana, que era siempre su más acostumbrado
ciana hobo gran mancilla, y puesto que siem- lugar, comenzó á platicar en lo que más le
pro conoció ésta la voluntad abierta para las dolía, diciendo: «Señora, si me pudiera que-
cosas de Palmerín, viendo aquellos nuevos jar á alguien, hiciéralo; mas ¿á quien me
estremo8tan diferentes de los passados, quiso quejaré? pues mi remedio no puede venir
dalle algún consuelo, diciendo: «Señora, no de otrie sino de vos, querría que me dijésse-
pensé que ningunos acidontes bastasen á des- des adondo vos merescí, siendo tanto vuestro
baratar vuestra discreción; si estas noveda- servidor, quel poco acuerdo de mi señora Po-
des nascen de la partida de Palmerín, ¿por linarda me mate, 6 al menos supiesse yo que
qué no so os acuerda que todo su desseo es se acordaba de mí, y fuesse para hacerme
tornar al lugar donde os pueda ver? y puesto mal, si halla que el bien no le merezco; mas
que para esto no bastase vuestro estado y ¿que haré, que todo mi pensamiento es & fin
merecimiento, las perfteiones de vuestra her- de servirla, y ella no so acuerda que lo hago
mosura son para desbaratar voluntades li- por me negar algún agradecimiento, si por
bres; yo sé que Palmerín holgara casar con ello merezco? mirá con qué me contento,
vos, y sé que esta esperanza le sostiene, que que no quiero en pago de tantos trabajos otra
si alguno se la negasse moriría: favorocelde satisfación sino que so acuerde que los passo
y miralde, y sienta en vos algún agradeci- y que no me quite dellos, que en la hora que
miento de lo quo os merece, que esso le los ordenó perdí essa esperanza; esta soltura
trairá tan alegre, que le hará tornar más de palabras no la tuve hasta agora, mas agora
presto de lo que vos querfadee». Polinarda, ni el tiempo ni el sufrimiento me da lugar
que hasta allí con la fuerza de la passión tu- á que las encubra ende más á vos, que sé que
viera los pensamientos muertos, algún tanto he hecho yerro no las haber descubierto más
consolada de las palabras de Dramaciana, co- presto; ruégoos que para passar estos males
menzó ádecir: «¡Ay Dramaciana! ¿qué haré me ordenéis algún remedio, y si veis que no
que lo que quiero á Palmerín no puedo dis- le tengo, desoobríme el engaño, que no quie-
simulallo? Descubrille esta voluntad no lo ro cosa que me mate para después no poder
haré por ninguna cosa del mundo; por otra servir á quien de mí no se acuerda» . «¿Quién

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PALMERÍN DE INGLATERRA 178

ha de pensar, señor Palmerín, dijo Drama- j de corazón, que si su acuerdo no fuera para
ciana, que en esta casa se os acordaba de al- mucho más, pudiera dar causa á sentillo;
guien, viendo el sufrimiento que tuvistes de ella no pudo tanto dissimular aquel aparta-
andar tanto tiempo fuera sin nunca tornar á miento que en las mudanzas del rostro no se
ella? Esto nos hace creer que no tenéis quien le pareciesse; en aquellas señoras hobo algu-
mucha passión os diesse, ó roe os quejáis por nas lágrimas, mas no tantas como en la par-
no perder la costumbre como otros muchos tida de Florendos; saliendo Palmerín de en-
hacen; vos vais á desencantar á Leonarda, trellas, despidiéndose de Primaleón, é de
que es hermosa y sobre todo heredera de se- Vernao, ó do Dramusiando, é de su herma-
ñorío Uin noble y grande; puede ser que sus no, óde los otros sus amigos, que contra su
amores nuevos vos hagan olvidar cuidados voluntad le dejaban ir, se puso en el camino
viejos; entonces no teméis que esperar ni de del reino de Tracia, acompañado de Selvián
qué os quejar». «Señora, respondió Palme- é de la doncella, quedando la corte tan sola
rín, si yo en alguna hora merecí que vues- sin él, que parecía que del todo estaba sola.
tras palabras me lastimassen fue ésta, mas A otro día después de su partida llegaron
dos señores alemanes á la corte en busca de
'■orno mi voluntad está aparejada para os ser-
vir, cualquier agravio que reciba de vos es Vernao, que fuesse á tomar el cetro para re-
para mí mayor que si no me le hiciesse; Leo- gir su imperio, que el emperador Trineo era
narda quisiera que fuera mucho más hermo- muerto; esfcts nuevas hicieron algún sobre-
sa de lo que dicen para que viérades si bas- salto de pesar, especialmente al emperador,
tara esso á desbaratar mi fe, y si yo valiesse que era mucho su amigo; la emperatriz hizo
con vos acabar con mi señora Polinarda que gran sentimiento por su hermano; passados
me oyesse, creería que algún tanto desseá- algunos días, Vernao, con la emperatriz Ba-
bades hacerme merced». «Ya yo creo, res- silia su mujer, acompañados de todos los
pondió Dramaciana, que vuestra firmeza no príncipes y caballeros que en la corte se ha-
se puede desbaratar con ninguna cosa; ha- llaron, se puso en camino; ella se halló pre-
blar vos con mi señora Polinarda no creáis ñada de un hijo que después llamaron Tri-
que antes de vuestra partida se puede hacer; neo como su agüelo, ó fue mejor caballero
hacé vuestro camino, que á la vuelta yo es- que él; llegados á Alemana, puesto que la
pero de tenello todo tan concertado, que os muerte del emperador fuesse muy sentida
oiga; con que oreáis de mí que guardando lo de los suyos, por ser uno de los más begni-
que á su honrra y estado conviene, no saldrá nos príncipes del mundo, el pueblo recibió á
vuestra voluntad, y porque se acaba el su hijo con tan grandes fiestas, que casi ol-
sarao y no hay lugar de más palabras, éstas vidaron lamuerte de su padre; fue coronado
os queden en la memoria para que con ma- en la cibdad de Colonia con mayor triunfo
yor voluntad sigáis vuestra jornada» ; y por- que hasta allí fuera ninguno; luego aquel
que ya el tiempo no daba lugar á más hablar, día, en acetando el cetro, hizo merced del du-
se apartaron; la emperatriz se recejó á su cado de Xajonia y condado de Flandes á Po-
aposento, y el emperador con ella, y assí se linardo su hermano, que era un príncipe
fue cada uno á su aposento. Palmerín, algún desheredado de patrimonio y no de virtudes
tanto alegre por lo que passara con Drama- que á príncipe convenían, y por más honrrar
ciana, sabiendo cuán privada era de Polinar- la fiesta estuvieron allí algunos días Floriano
da, durmió aquolla noche con más reposo que del Desierto, y el príncipe Floraman, y el
no las otras noches passadns; á otro día por gigante Dramusiando, Albania de Frisa, y
la mañana el armero le trujo las armas, que el príncipe Graciano, é Pompides, que todos
allende de ser galanas, venían conformes al éstos vinieron con Basilia ¡>or hacer servicio
tiempo, las cuales eran de blanco é pardo, al emperador, y después de la coronación do
labradas por ellas muchos madroños de oro, Vernao se partieron á buscar las aventuras
en el escudo en campo pardo un tigre que cada uno hacia aquella parte que más aficio-
entre las manos despedazaba un hombre, por nado era, como en la segunda parte desta
historia se contará.
lo cual en muchas partes le llamaron el ca-
ballero del Tigre, cuya fama en pocos días
voló por muchas partes; y armándose con Cap. XCVT. — De lo que passó el rey Polen-
ellas con la doncella que traía por la mano, dos de Tesalia en el viaje de Targiana, hija
se fue á despedir del emperador al tiompo del gran turco, y de lo que aconteció á
que salía de oir missa y él le llevó al aposen- Florendos en la fortaleza de Astribor.
to de la emperatriz , donde se despidió de
Gridonia y Basilia; mas al tiempo que lo hizo Polendos con sus compañeros, que eran
de Polinarda, le vinieron unos sobresaltos ciento, en que entraban príncipes y otras
174 LIBROS DE CABALLERIAS

personas de mucho precio, anduvo hasta lle- bien tiene quien la naturaleza dotó de par-
gar á un puerto de mar, donde esperaban ticiones corporales, porque muchas veces la
cuatro galeras que el emperador mandara I>oca autoridad de la persona hace tener poco
bastecer do lo nocossario, abastecidas de ar- crédito en las obras, puesto que sean buenas.
tillería de
y otras municiones y aparejos do Polendos hizo poner la proa de la galera en
guerra, para que si algún desastre le aconte- tierra, tomando á Targiana por la mano,
ciesse los tomasse apercebidoa, y embarcán- acompañados de sus compañeros y armad*
dose Targiana en la capitana, Polendos, con de armas ricas y galanas, y ella vestida coa
veinte é cinco caballeros, los más principa- sus damas con atavíos que para aquel día
les, se metió en ella, y los otros repartió en trajeron de Costantinopía; salieron fuera, y
las mismas galeras, punieudo veinte é cinco puniendo Targiana las rodillas en el soeio.
en cada una y soltando las velas al viento, quiso con muchas lágrimas besar los pies del
que entonces era prósi>ero, pensaron atrave- gran turco su padre, que salteado de cosa tan
sar la mar de Turquía, mas no fue tan pres- súpita no conosció á su hija ni sabía determi-
to como dessearon; mas la fortuna, que de- narse, mas acabado de caer en lo que era.
terminara dellos otra cosa, después de ser puesto que su passión fuesso grande, no pudo
engolfados en la mar, volvió el viento tan el paternal amor sufrirse tanto que luego no
contrario á su camino, que á pocos días los la perdonasse; alzándola con los brazos la
hizo arribar á la costa de Africa, qtie en aquel abrazó muchas veces, y mandando traer pa-
tiempo era señoreada de enemigos, donde se lafrenes para ella y sus damas quiso tamban
encalmó el tiempo de manera, que fueron que trajessen caballos para Polendos é pan
salteadas de diez galeras del rey de Marrue- sus companeros, á los cuales recibió con ma-
cos y se flor de Ceuta, que entonces ocupaba cha cortesía; sabiendo quién eran, la geni*
con su señorío toda aquella parte; mas pues- de la cibdad acudió á aquella parte por ver
to que en las grandes afliciones pocas voces á su natural señora, y con gran placer y ale-
en una sola persona se halla consejo singular gría larecebían y acompañaban; el gran tor-
é ánimo esforzado, el rey Polendos se hobo co mandó aposentar dentro de su palacio í
tan valientemente, quo assí ¡>or estremada Polendos y á toda sn compañía, tan proveída
sabiduría como por esfuerzo los desbarató con de todo lo necossario como lo pudieran ser en
muerte de sus enemigos, tomando á Mulexe-
sus propias casas; mas como su intención fot*-
que presso, capitán de la flota y sobrino del se mala ('), una noche, antes del día que a>-
rey de Túnez, sin muerte de ninguno de los terminaban embarcase para partirse, los con-
suyos, puesto que alguno quedasse herido, y vidó ácenar con él. £1 i>anquete fue tan nobk
con gloria de la vitoria t merecida se fue para
y grande, cuanto ninguno dellos viera otrr
Targiana, que estaba casi muerta recelando mayor, passando lo más dél en loores de la
los peligros de la fortuna, que á su parecer corte del emperador Palmerín y de las no-
para ella estaban siempre aparejados, y es- blezas ymani Ucencias de su persona: al
forzándola con las nuevas del vencimiento, tiempo del levantar de las mesas, según
tornaron á tomar su camino, y no teniéndose
estaba concertado, entraron por la puerti o-1
por seguros en aquella costa, á fuerza de la sala quinientos caballeros de la guarda de;
remos, que el viento no consentía vela, en
gran turco armados de todo punto, las espa-
poco tiempo tornaion arribar en la mar de das desnudas, diciendo: cNo se menea nin
Turquía, adonde passando algunos días, lle- guno, si no, conviene que quien lo contrarr
garon áun puerto de una cibdad noble adon- hiciera sienta en sus carnes los duros filos d-:
de el turco hacía su habitación; echaron án-
estas espadas». El gran turco se salió i est**
coras junto á tierra, comenzaron á saludar tiempo por una puerta falsa que iba á parir
el puerto con tiros de artillería, en tanta ma- á un corredor que caía sobre la sala, y co-
nera que los de la cibdad acudían unos á la menzó ádecir á grandes voces: «Polend*.
mar, otros so ponían por las almenas é ven- ríndete con tus compañeros y meteos en mi
tanas, no sabiendo determinar qué fuesso prisión, si no será forzado mandaros maUx
aquella novedad de fiesta, cosa que en aquo- á todos, cosa contra mi condición» ; mas cox°
11a tierra no se acostumbraba muchos días es natural de los corazones esforzados qnwr
había: entro las otras gentes que salieron á antes morir en libertad quo vivir eu captiva
la playa salió el gran turco, acompañado de rio, Polendos con los suyos, assí desarmad*
pocos nobles, encima de un caballo rucio, con solos con las espadas en las manos, puesta
la barba blanca tan crecida de grande, que
á un cantón de la sala, determinaban dejar*1
le daba por la cinta, ó como fuesso cargado antes matar que prender, y señoreado de 1¿
en días é tuviesse gran persona, parecía me-
recedor del señorío que poséela, que esto
(•) £1 texto: tnada».

I
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175
PALMERÍN DE INGLATERRA

ira decía al gran tnroo: «Por cierto, dos cosas» saber de la prisión de aquellos hombres y de
se emplearon mal en tu persona y estado; su determinación, que era hacer en ellos
bien se paresce que la naturaleza en muchas cruezas dignas de memoria en venganza del
de sus obras miente; quería saber cual es la hurto de su hija y de la muerte de Barocan-
razón por que nos prendes y por qué no eres te e sus compañeros; que viniessen si querían
en conocimiento del servicio que te hicieron será ello presentes, que él esperaba el tiempo
en traer tu hija con mayor seguridad y hon- que ellos mandassen. A todos los príncipes
rra de lo que meresces; por cierto, no se debe a quien estas nuevas llegaron parecieron
fiar ninguno, porque sus galardones siempre muy mal, mas como á los malos, aunque
son conformes á su condición». «Polendos, conozcan el mal, no es en ellos hacer bien,
respondió el gran turco, tú debes creer que loáronle lo que hiciera, loándoselo por cosa
por ti y por el emperador haría cualquier necessaria á su honrra y consejándole toda-
cosa qne en mí ñiere, mas estoy tan enojado vía qxie no lo debía hacer hasta Albaizar
de no querer entregar un caballero cristiano ser venido, porque la muerte dellos le podría
que en su corte queda, que de mi corte me hacelle dallo allá adonde andaba. Bien le pa-
hurtó mi hija, que hasta que lo haga de aquí resció al gran turco aqueste consejo, y por
no os soltaré a vosotros». «En muy mala es- esta razón los aflojó algún tanto las prisio-
peranza nos pones, dijo Polendos, por lo nes; él les dio licencia á que pudiessen
cual será mejor morir todos como esforzados enviar sus escuderos, mas ellos no quisieron
en poder de tantos cobardes, que vivir en dejar á sus señores, por selles compañeros
prisión perpétua, que este caballero que tú en los trabajos como lo habían sido en las
pides antes el emperador perderá todo su es- bonanzas; solamente enviaron uno de Belcar,
tado que entregártele, porque es uno de los que también estaba preso, con las nuevas al
mejores del mundo y á quien más quiere» . emporador, de que recibió muy gran pesar.
«Pues conviene, dijo el gran turco, que to- Priraaleón decía, lleno de grande enojo: «De
davía os deis á prisión si no queréis morir* . todas aquestas cosas y desastres vuestra ma-
En esto llegó la hermosa Targiana adonde su jestad tiene la culpa, que quiere usar noble-
padre estaba, y viendo la determinación y en zas con quien en pago del las le dan estas
lo que se ponía, se echó á sus pies, suplicán- gracias; porque á la verdad la virtud sólo
dole qne no hiciesse tan gran crueldad en con los virtuosos se ha de usar; agora quiero
hombres que no lo merescían, trayéndole á la ver qué manera se tendrá para les poder
memoria las honrras que recibiera en casa del valer, que no pienso que todo vuestro estado
emperador y el amor y buen tratamiento que ni otro mayor bastará á quitallos de la dura
siempre le hiciera en el mar; mas como con prissión donde están; de mi consejo debéis
todas estas cosas no pudiessen ablandar la du- mandar buscar á Albaizar, porque á trueco
reza del gran turco su padre, por no verlos dél os entreguen los vuestros, que con éstos,
morir sin poderlos valer, se bajó abajo, y si de cautela no usáis, los otros remedios no
con las mesmas palabras que pidió misericor- pienso que aprovecharán nada; esto no os
dia á su padre, pidió á Polendos que se dejas- debe parecer mal, que la fe no se debe guar-
se antes prender con todos los suyos que que- dar á los quebrantadores della». «Hijo, res-
rer morir sin remedio, pues que por aquella pondió elemperador, si allende de ver á Po-
manora la fortuna le prometía alguna espe- lendos,áy Belcar, y á todos los otros pressos,
ranza de vida, y que no la quissiese dese- tuviera también á ti, no oreas que con cau-
char, pues no era cosa de discretos, y que se telas con8Íntiría juntamente veros morir en
le aoordasse tener á ella de su parte para la prisión que usar cosas deshonestas á mí;
alguna hora poderlos aprovechar. Tantas esta diferencia quiero que haya de mí á los
cosas Targiana le dijo, y tan bien se lo supo otros, que es la que hay de los buenos á los
rogar lo que quería, que soltando las espadas malos; Albaizar no tiene culpa en los yerros
se dieron á prissión y fueron metidos en el del gran tuteo, i>or lo cual no sería razón que
fondo de una torre muy escura, tan carga- él pagasse los males que él hace; de una sola
dos de hierro que casi no se podían menear; cosa me espanto, y es do Targiana consen-
Targiana, á quien desto mucho pesaba, en tir cosa tan mal hecha v no se le acordar el
todo el tiempo que allí estuvieron, que será buen recibimiento y las honrras que en esta
tanto como en la segunda parte desta histo- casa recibió». «Por cierto, señor, dijo el escu-
ria se verá, nunca vistió sino jorga, viviendo dero de Belcar, della no tenéis de qué que-
4 la contina en mucha tristeza. El gran turco jaros, que acordándose de lo que os debía
mandó tomar las galeras y soltar á Mulexe- hizo todo aquello que pudo»; entonces le dio
que, y á otro día envió cartas al soldán de cuenta muy por estenso do todo lo que pas-
Persia y á otros señores paganos haciéndoles sara. El emperador, acabado de oir, se recojó

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17»; LIBROS DE CABALLERIAS

con la emperatriz, é Primaleón se fue á su cubierto de su escudo salió á recebirlos; to-


aposento. dos juntos quebraron en él sus lanzas sin po-
Pues dejándolos á ellos hasta su tiempo, derle mover de la silla; mas al que el encon-
torna la historia á dar cuenta de Florendos, tró no hobo menester maestro, porque pas-
que caminando por sus jornadas hacia el sándole las armas dio con él muerto en el
reino do España sin hallar ningún estorbo suelo, metiendo mano á la espada antes que
á su camino, que entonces las aventuras no Astribor sal iesse, que ya se estaba armando á
eran tantas, un día, á horas de vísperas, lle- gran priessa creyendo ser aquel el que mató
garon áun valle graciosso y grande; en el á Dramorante, arremetió á otro, dándole tal
hondo dél estaba edificado un castillo her-
golpe en el brazo del espada, que juntamen-
moso yfuerte; Albaizar, cuando le vio dijo: te con ella le hizo venir al suelo quedando
«Por cierto, al pie de aquella fortaleza passó tollido, ó á los otros, puesto que esforzada-
la mayor afrenta que nunca me vi, que por mente se defendiessen, hiriéndoles por todas
socorrer a una doncella que dos caballeros partes, les puso en tal estado, que cuando
querían forzar los maté á entramos, y des- Astribor salió ya ellos andaban ]>or caer.
pués salieron á mí diez que también vencí Astribor salió en un caballo ruano armado
y desbaraté con muerte de muchos dellos; á de armas negras, temiendo que cualquier
la postre salió Dramorante el Cruel, señor cortesía que usasse le podía hacer daño, no
desta fortaleza, á quien también por fuerza quiso dejar la lanza, puesto que vio que
de armas maté, estando presentes á esto Pal- Florendos estaba sin ella, ni menos dejar el
merín con sus hermanos y Pompides; é si á escudo viendo que el de su contrario estaba
vos pareseiere, vámonos allá, al menos repo- mal tratado, antes corriendo las piernas al
saremos algún rato, que la señora del casti- caballo, lo encontró de manera que á él y
llo, áquien yo le di, y es la mesma que que- al caballo echó por tierra. Florendos, vién-
rían forzar, nos hará todo servicio». «Va- dose en tan gran priessa, ocupado más de
mos, dijo Florendos, que no siento en todo enojo que de soberbia que de Astribor lo
esto otro poblado más cerca» ; mas como aqué- nació, á pie, cubierto de lo poco del escudo
lla tuviesse trocados los moradores y no los
que le quedaba, se llegó á él que assí á ca-
que Albaizar pensaba, antes que llegassen ballo le quería acometer, mas temiendo que
al pie de la fortaleza salió á ellos un escude- su contrario se le matasse y que al caer po-
ro, ytras él, algún tanto apartados, cuatro dría recebir mucho daño, confiando en su va-
caballeros armados de muy fuertes armas, y lentía saltó del caballo abajo con mucha li-
llegando á Florendos, dijo: «Señor caballe- gereza, entramos
y comenzaron su batalla á
ro, el grande Astribor os manda decir que pie muy cruel y temerosa, dándose muy
dejadas las armas vos y vuestra compañía os fuertes golpes; mas Florendos, que quería
vais á meter en su poder, si no que será for- mostrar á Albaizar para cuánto era, trabajó
zado usar con vosotros de crueza, cosa con- tanto, que sin tomar ningún reposo ni darle
tra su condición, porque quiere saber si por á su contrario, que muchas veces le tomara,
ventura conocéis 6 sois un caballero que en hizo tanto, que herido de muchas heridas
este castillo por traición y engaño mató á dio con él muerto en el suelo, y pareciéndo-
Dramorante su primo y dio la fortaleza á le que aún no lo era del todo, lo desenlazó
una doncella que él tiene presa hasta ver si el yelmo y le cortó la cabeza, diciendo: «Este
puede haber á los manos á este que tanto era el galardón que tus obras merecían» .
dessea, y quemarlos á entramos juntos. Al- Algunos caballeros que en el castillo queda-
baizar quisiera responder, mas Florendos no ban, dejaron las armas viendo á su señor
se lo consintió por estar desarmado, respon • muerto, y pareciéndoles que en esto seguían
diendo al escudero: «Decí á Astribor que yo mejor consejo, salieron á recebir á Florendos
no soy esse que dessea hallar, mas conózcolo hasta la puerta, entregándole las llaves de
muy bien y sé que mató a Dramorante con la fortaleza; y antes que se curasse de las
todos sus caballeros muy leal mente, y que heridas mandó que le soltassen á la doncella
dar mis armas (pie no lo haré si no fuere en que estaba pressa. Albaizar fue á la prisión
parte donde más seguridad tenga» . «Pues por su propia persona, que era en el suelo de
eúmplevos, dijo el escudero, que en cuanto una torre, adonde la halló sin otro ninguno
doy ossa respuesta que os defendáis de aque- con unos grillos pequeños y delgados á los
llos cuatro caballeros, que tione por costum- pies, y preguntando si había otra prisión en
bre tomarlas |>or fuerza á quien no las quie- el castillo supo que no; luego la trajo donde
re dar j>or voluntad»; y sin esperar más res- Florendos estaba, tan desacordada y flaca
puesta so volvió. Florondos, viendo que los que Albaizar no la conocía ni creía que fuee-
caballeros se aparejaban, tomando una lanza, se aquella la doncella; cuando fue en lo claro

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PALMERÍN DE INGLATERRA 177

y le vio, acordándose del peligro que otra hasta allí viniera, viendo que ya se iba lla-
Tez la quitara y el beneficio que agora rece- gando el fin de lo que hasta allí desseaba y
bía, que le tuvo por otro mayor que el pri- por lo que tantos años trabajara. E porque
mero, arrojándose á sus pies con muchas en aquella tierra era conocida é tenida en
lágrimas, se los quería besar, dándole mu- mucho, salían por las villas é lugares por
chas gracias de tantas mercedes. Albaizar la donde pasaba ella, como cosa desseada de to-
levantó, diciendo: «Señora doncella, este so- dos, yponían los ojos en Palmerín, dicien-
corro agradecé al señor Floreados que ahí do: «Esse es nuestro natural señor; bienaven-
está, pues que él lo hizo, que yo por mi ven- turados los vassallos que de tan señalado
tura ya no le hago á ninguno ni puedo tomar príncipe son súditos, pues en él está ence-
armas». «Ay, señor, respondió la doncella, rrada toda la valentía y esfuerzo» ; y no era
mal haya quien tanto mal hizo que tal os mucho que tanto adelante le saliessen á rece-
estorbó, que en vos era mejor empleado que bir con tantos loores, sabiendo ser el que
ea otro ninguno, y si esso mucho dura, será había do desencantar á su natural señora,
gran pérdida para muchos, que cada día según que la aventura de la copa daba testi-
tienen necessidad de otras obras semejantes monio, desencantada,
é cassaría con ella, por
i las vuestras» ; Albaizar atajó aquellas pa- no tener duda que ningún príncipe, por po-
labras, porque no podía oir nengunas en su deroso que fuesse, quería dejar de ser rey de
loor, y rogándole le quisiesse decir en qué Tracia, y casar con Leonarda, que en aque-
manera Astribor por allí viniera, y la razón llos días se creía que sería la más hermosa
por que la prendiera. «Señor, respondió ella, mujer que la naturaleza criara, según que
este Astribor era primo hermano de Dramo- se esperaba de las palabras del rey su agüelo,
rante el Cruel, y aun me haréis decir que que, como ya dijo, en las cosas por venir
más malo y de peores obras, y oyendo decir tuvo un espíritu adivino y el saber tan cier-
que D remoran te era muerto, trayendo con- to, y en memoria que en ninguno de loe pre-
sigo diez caballeros vino á esta fortaleza en sentes no se hallaba cosa en que su ciencia
tiempo que yo no me temía de nenguno, y saber le pasasse; mas como la voluntad de
adonde entrando de súpito, mandó meter á Palmerín estuviesse entregada en otra parte
espada á cuantos halló dentro, y sola á mí de más alto merecimiento, ni agradecía los
dejo viva, diciendo que me quería sostener loores que le daban ni vía la hora que aca-
en prisión hasta que os pudiesse haber á vos, bar su impressa para se poder ir de aquella
y quemarnos á entramos juntos, para lo cual tierra; con este pensamiento caminó tanto
mandaba á sus caballeros que salteassen á
Sor aquella tierra, hasta que llegó á la ciu-
cuantos hallassen, y trayéndolos y conocien- ad de Limorsano, donde le esperaban todos
do que no érades vos, mandábalos matar»; los grandes de aquel reino, que por un correo
«y agora, dijo Albaizar, habrá cessado essas que la doncella enviara sabían de su venida;
cruezas»; en esto acabaron de desarmar á éstos le salieron á recebir con todo el triunfo
Florendos y hacelle una cama, adonde se y majestad que pudieron, creyendo que lo
echó, y la doncella le curó de sus heridas, harían rey de Tracia; en medio dellos fue
que eran pocas y de poco recelo, que, como llevado hasta los palacios reales, adonde co-
atrás se dijo, esta doncella era gran sabido- mo á señor le aposentaron, é antes que se
ra de aquel menester; allí se detuvieron desarmase fue á visitar á la reina Carmelia,
más días de lo que Florendos quisiera, que agüela do Leonarda, que aun al presente era
á quien la voluntad tiene en otra parte, viva y con 'flaca disposición por su edad ser
cualquier detenimiento le parece grande. mucha, y ella le recibió con tales palabras
y de tanto amor, que parecían dichas á hijo
Cap. XCVTI. — De lo que aconteció á Palme- y no á hombre estraño; y á la verdad, la in-
tención de la reina era tenelle en aquel lu-
rin de Ingalaterra en compañía de la don-
cella de Tracia. gar y no en otro, mas Palmerín, que traía
la voluntad desviada de aquel pensamiento,
Partido Palmerín de la corte del empera- pesábale tanto de aquestos impedimientos,
dor su agüelo en compañía de la doncella de por ver el fin y respecto á que los hacían,
Tracia, algunas aventuras halló de que aquí que no le sufría la condición podellos espe-
no se hace mención por ser de poca calidad. rar, creyendo que con esto ofendía á su se-
Assí que, dejando de contar algunas cosas ñora; por esta razón, como mejor pudo se
que en aquella jornada passó, dice la histo- despidió della y se fue á su possada, adonde
ria que habiendo algunos días que partiera le desarmó la doncella que con él viniera y
de la corte, llegó al reino de Tracia, de que Selvián su escudero, adonde fue servido de
la doncella se mostró más alegre de lo que la cena, estando presentes muchos grandes
LIBBOS DS CABALLBBlAS.— II.— 12

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178 tlBÜOS ÜÉ1 CABALLERIAS

del reino, que en aquella hora trabajaron * las cuales razones mostraba poco, que
de razón mal se puede
por le ganar la voluntad, no quiriendo nen-
guno ser ausente á nenguna cosa, temiendo obras no teme.
quiea las
que los otros le podían hurtar el tiempo; ye-
rro que entre los muy allegados á los reyes
Cap. XCVin.— De lo que aconteció á Pal-
se acostumbra mis que entre otra gente, y merín en el encantamento de Leonarda,
assí es bien que sea, porque en este trabajo
princessa de Trocía.
desplritu que con ellos anda y siempre los
acompaña, tengan en verdadero descuento Llegado Palmerín en compañía de los
de los otros placeres que reciben, y assí se principales del reino de Tracia á un otero
pueden llamar bienaventurados, pues la na- alto, junto del encantamento de Leonarda,
tura los dotó tan enteramente de bienes tem- de allí le mostraron el lugar donde estaba,
porales del
y servicio de otros hombres, que é como el día fuesse claro, vio al pie del ote-
ninguna otra cosa les queda en que puedan ro, en un valle llano é gracioso, entre unos
conocerse sino en la superioridad del prín- espessos árboles, unas torres altas, con otros
cipe que los apremia á no salir fuera de qui- edificios al parecer de lejos, cosa mucho para
cio, como la condición algunos obliga, y des- ver, porque allende del sitio en que estaban
to no nos hemos de espantar, pues son cosas edificados ser fresco y gracioso cuanto \x
que son ordenadas por mano de quion ningu- natura podía pintar, la misma manera de las
na desorden tuvo; acabada la cena, so re<>ojó casas y palacios mostraba tantas maneras de
á una cámara adonde había de dormir, des- chapiteles y pilares de mármol, tan blancos
pidiéndose detodos, no como superior, sino y altos, que parescían llegar á las nubes,
nomo igual y compañero, no recibiendo los con otras maneras tan sunptuosas, que al
ofrecimientos de cada uno de la manera que parescer de fuera más parecían divinas qne
ellos se los hacían, mas segfin que á él le humanas. Mucho se holgó Palmerín de ver
quedaba la voluntad para satisfácenos, de cosa tan alegre y apacible; y puesto caso qne
que algunos comenzaban á murmurar, juz- en aquel tiempo tuviesse el corazón muy
gando las palabras de Palmerín á otro fin; triste por el desseo que lo atormentaba, toda-
mas esto nace del yerro que la flaquera hu- vía le vino una alegría secreta, naacida del
mana tiene, que es las más de las veces entre buen asiento de aquel aposento, trayéndole
los hombros murmurar más veces del bien
á la memoria quien juntamente coa la per-
do lo que reprenden ol mal; aquella noche sona de I^eonarda lo gozasse cuán dichoso
passó Palmerín en cuidados que no le deja- sería, cosa que para sí no quería, que pura
ron repossar, esperando por la claridad del amatar su cuidado ninguna otra cosa abas-
día para dar fin á lo que vino si la fortuna taba sino la esperanza de su trabajo y el me-
no so lo estorbase, é no se detener más en recimiento delante do Polinarda; después
aquella tierra, que le parecía que con cual- dcstar mirando buen rato la manera del va-
quier cosa que se detuviesse eu ella ofendía lle ylas «««18 con que de antes le amenaza-
á su señora, á quien tan verdaderamente ban, teniendo en poco los temores d ellas,
amaba, que por ninguna manera podía oir porque á su parecer más prometían deleite
palabras contrarias á lo que tenía en el co- al cuerpo que temor al corazón, y assí co-
razón. Passada la noche, ya que rompía el menzó átener en poco aquella afrenta, lo que
alba del día y el sol comenzaba á estendor á la verdad ningún hombre discreto lo debe
sus dorados rayos sobre la haz de la tierra, hacer, pues muchas veces vemos por expe-
Palmerín se levantó, ó llamando á Selvián, riencia que muchas cosas dudosas de come-
que en el mesmo aposento dormía, le dio de ter tienen blandas las salidas y á los fines
vestir ó le ayudó á armar, de manera que ásperas y dudosas; mas como á Palmerín na-
cuando los principales del reino vinieron á ciesse este desprecio de la sobra de su es-
palacio, le hallaron apercebido para ir á pas- fuerzo yde peligros que ya passara, é de ver
sar por los peligros para que allí viniera, é que en aquel no prometía ninguno, quedaba
viendo que su determinación era no reposar menos do culpar.
nengunos días primero que entrar en el des- En este tiempo salió un caballero de co-
encantamiento deLeonarda, acabado de oir medio de los otros, persona de mucho crédito
missa. qne por más cerimouia dijo el arzo- y auc-toridad, assí por sus canas como por la
bispo de la mesma ciudad, le fueron acom- calidad de su persona, diciendo contra Pal-
pañando hasta junto al lugar donde el en- merín: «Señor caballero, á quien la fortuna
cantamento estaba; allí le dejaron después de hasta agora ayudó tan favorablemente, por-
habelre puesto delante todos los temores que que en todas cuantas cosas hecistes nunca os
en aquel caso esperaban que le sucederían, amostró revés de bus obras, ni por esta bien-

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PALMERIN DE INGLATERRA

aventaran» dejéis de temer los casos que rioridad, yno tan solamente en el gobierno
á vuestro parecer fueren pequeños, que á la de la justicia é paz, ocupando lo más del
verdad, quien en los grandes os quiso ayu- tiempo, en obras ajenas corregir? y las suyas
dar, bien puede, para muy mayor muestra han de ser tales que en ellas tomen ejemplo,
de su gran poder, desampararos on los de para lo cual han de desviar do su conversa-
menos calidad, cuanto más que ninguna ción intenciones celosas del mal, tiniendo
cosa se debe juzgar por el parecer, que de respeto que puesto que las suyas sean vir-
ahí nacen engaños que después no tienen tuosas, acompañadas de las tales en poco
remedio; digo esto por esta aventura que tiempo se truecan; de aquí vendrá estar bien
estáis para acometer, que tiene el principio con Dios, amado de los suyos, temido de los
y parecer tal, que parece ser hecha más estraños; finalmente, tendrá la vida contenta
para placer que para recelar; pues quiero y el fin glorioso, que de otra manera será
2ue sepáis que su placer con trabajo se ha forzado ser malquisto, cosa que mucho debe
e ganar, y por ventura, después que en recelar, porque el príncipe que tiene esto
ella os vierdes, lo tendréis por mayor que siempre vive con sospecha.
agora pensáis». «Señor caballero, respondió Tornando al propósito, tanto que Palme-
Palmerín, vuestras palabras y la voluntad rín se bajó por el recuesto, súpitamente se
con que se dicen merecen lo que agora yo oscureció el aire, do manera que la claridad
no puedo, pues son llenas de verdad y de que antes hacía se con vertió al rovés: los ca-
buena doctrina; huelgo que me hayas dado balleros de quien se apartara, allende de
tan buen ejemplo para acordarme dél ade- perdelle de vista, no se vían unos á otros;
lante; quiera Dios que esto tenga el ñu que los truenos, terremotos y señales fueron ta-
todos deseamos, y saliendo de aquí como yo les, que perdiendo el juicio natural, algunos
espero adelante, os las serviré». Y porque cayeron ele los caballos casi sin acuerdo; los
este ofrecimiento hizo luego envidia en algu- otros, perdidas las estriberas, so abrazaban
nos de los que allí estaban por la esperanza á las cervices de los caballos; assí llegaron á
que les quedaba de velle rey, con razones la ciudad rasgadas las ropas de rozarse por
más llenas de interese y de lo que á ellos las matas, que en aquella hora nenguno se
cumplía, que de verdad que los leales á rey acordaba de sí ni del camino; mas como las
deben, comenzaron de loar sus cosas, mos- cosas de aquel día fuesen diferentes de los
trando que lo que había de passar, ser todo passados á que algunos probaron aquella
nada para su persona; mas como la honrra de aventura, la ciudad se cubrió de niebla tan
los príncipes sólo en sus cosas y no en loor espe8sa y negra, que ninguno tenía el juicio
do los lisonjeros consiste, no quiriendo Pal- tan libre ni el ánimo tan esforzado que se
merín oillos, puso las piernas al caballo y se sintiesso libre de aquel miedo que aquellos
arrojó por el otero abajo, y á la verdad si en temores representaban; £elvián, que por
el tiempo do agora los príncipes assí huyes- mandado de Palmerín quodara en el recues-
sen ó mostrassen aborrecer las lisonjerías y to, viendo á su señor en tal afrenta, per-
palabras ociosas, ni ellos harían mal á sus diendo el recelo á todo y guiado del amor
súditos ni dañarían el crédito de los mes- con que le servía, puniendo las piernas al ca-
mos, é los buenos habrían el premio de su ballo, llenos los ojos de agua se fue tras él,
virtud y los malos de sus obras, y cada uno mas como la calidad de aquel encantamento
en esta vida recibiría el galardón de lo que
era que nenguno podía entrar en el sitio de-
mereciesse; los virtuosos dejarían de ser so- fendido sino por virtud de esfuerzo é forta-
metidos álos tales, en lo que se debe mu- leza do armas, sin saber de qué manera fue-
cho proveer para que la malicia no sea se- ra traído se halló en la ciudad en compañía
ñora de la virtud, que hasta en el infierno de los más que en ella estaban, á tiempo que
no se afirma los malos de los menos malos la niebla comenzaba á deshacerse, é viendo
estar apartados; agora, si á estos que viven un temor tan general en todos, temía algún
por orden diabólica se guarda regla tan acontecimiento en su señor, esto porque se le
santa y buena, ¿cuánto más la debe haber acordaba el poco sosiego que la fortuna tie-
entre aquellos a quien fue dado juicio para ne; Palmerín, teniendo en la memoria las
gobernarse y según sus obras ser juzgados? palabras del caballero viejo, iba arrepentido
pues vemos que cada uno para gobierno de su primer parecer, que entonces ya no cono-
su vida, honrra y alma esto le es menester, cía el yerro en que cayora, que perdido el
¿cuánta mayor obligación será al rey que. camino, metido en aquellos ribazos oscuros,
allende de estar en la misma cuanto á ssí está no sabía por dónde se guiasso ni cómo se
á la de todo su pueblo, que sólo para le co- defendiesse de un dolor secreto que parecía
rregir enmendar
y le fue dada tan alta supe- que le arrancaba el corazón, que mucho se

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180 LIBROS DE CABALLERIAS

espantó, que no pensaba que en aquel lugar queño espacio, é luego le soltaron, dejándole
nenguno pudiesse dañalle si no fuesse su se- caer de tan alto que parecía que bajaba á los
ñora; en esto llegaron á él algunos cuerpos abismos; mas como su ánima fuesse grande,
invessibles que por fuerza le arrancaron de passaba aquellos temores pensando consigo
la silla y le echaron en el suelo, é puesto mesmo que aquellos no serían los menores,
que para defenderse pusiesse mano á la es- sintiendo más que la muerte ser de tal cali-
pada yhiciesse á una parte y á otra, vía que dad que no tenían resistencia; á este tiempo
sus golpes no hacían dallo ni hallaban en se empezó abrir la oscuridad algún tanto, y
quién hacello, y quiriendo tornar á cabalgar, hallóse metido en una isleta pequeña que de
no halló el caballo, porque estaba de allí todas partes la cercaba un lago de aguas ne-
muy lejos; mas antes después de aquello le gras yescuras, de tanta hondura que pare-
tornaron á tomar la espada de las manos y cían salir del centro de la tierra; allende deso
todas las otras armas, quedándose desncon- la color y parecer era tan triste, que quirién-
pafiado dellas, de que comenzó á cobrar al- dola mirar hacía desmayar el corazón, con
gún recelo, acordándose quel esfuerzo tiene que del todo se hallaba desacompañado de
necessidad de armas para ejecución de su las fuerzas con que sustentaba la vida; en
efecto; entonces, viéndose de aquella ma- medio de la isla estaba un árbol grande y
nera, cansado de pelear con aquellos cuer- mal compuesto, al pie del cual estaba un ca-
pos sin alma, se sentó, no sabiendo determi- ballero armado con las mesmas armas de Pal-
nar lo que había, tiniendo aquella aventura merín, laespada en la mano, diciendo: <Ago-
por cosa imposible de acabar, que no vía con ra, esforzado caballero, quiero ver á qué bas-
quién peleaba, é ya que lo viesse le habían ta tu esfuerzo, ó cómo te defenderás de la
tomado las armas con que se defendía y ofen- ira de mis manos, que con los tilos desta tn
día; la oscuridad cada vez era mayor y no espada te desharé, y essos tus güessos y car-
daba lugar á poder ir adelante ni tornar ne serán manjar de las alimañas desta tierra,
atrás, por lo cual decía consigo mesmo: «Por y la gloría de tus obras, tan estendidas por
cierto, mayores acontecimientos tiene el el mundo, tendrán fin en parte que nenguno
mundo que los hombres saben sospechar, y pueda dar razón del la» . Por cierto, quien en-
ninguno querrá meterse en sus desastros que tonces dijera que Palmerín se hallaba libre
se halle desaeonDafiado dellos».
de todos los recelos y temores que tale» pa-
labras podían representar á un hombre des-
Cat. XCDC.— De lo que más pastó Palmerín armado, diría lo que quisiesse, que su co-
en esta aventura de Leonardo. razón, puesto caso que siempre a ndu viesse
acompañado de todo esfuerzo y virtud, en
La historia dice que Palmerín estuvo gran esta hora no era assí, que se hallaba falto de
pieza sentado en el suelo pensando en lo que las armas para defensión de su persona; y
hacía, y viendo que aquellas cosas ni tenían viendo que con los brazos sin otras armas se
consejo ni él se lo sabía dar, levantóse sin había de defender contra su enemigo tan
determinarse á nenguna cosa, encomendán- aperoebido. que según su parecer no era poco
dose álos trabajos que la fortuna le quis- destimar, encomendó sus cosas á la determi-
siesse ordenar, tiniendo en poco lo que pu- nación de la fortuna, puesto caso que las do
diesse acontecer aunque fuesse dar fin á sus la honrra no se deben encomendar ¿ella, mas
días, determinando vendellos lo mejor que en tal estado se vía que tomaba esto por pos-
él pudiesse, creyendo que quien muriendo trero remedio; se llegó al caballero, que con
hace lo que puede, satisface á la vida lo que toda braveza le salió á recibir con la espada
debe á la honrra; pesábale sobre todo verse alzada; súpitamente los cubrió una nube tan
sin armas, creyendo que por la falta dellas escura y negra, que no podía ser más, y as*i
no podía cumplir su muy buena intención; por ontrella, perdida la vista del todo, le
de lo que también espantaba mucho era quo echó los brazos, y á su parecer le metía la es-
en ninguna manera sabía dar remedio, y ver pada por los pechos hasta la cruz, de que re-
que el ánima se lo entristecía dentro en el cibía tan gran dolor como si naturalmente
cuerpo, de manera que también sentía los fuera verdad, y puesto caso que para sufrir
miembros desamparados de toda su virtud. estos temores mengüen el esfuerzo, mas el
El estando en esto, bajó por un recuesto abajo suyo bastó tanto, que nunca faltándole, an-
tan gran ruido de truenos, juntamente con duvo á brazos con aquella pantasma por tan
tantas voces terribles y espantosas, que pa- gran rato, hasta quo de cansado dio con ella
recía que toda la tierra se abría; en tanto en suelo, y quiriéndole cortar la cabeza, al
que aquellos voces llegaron á él, fue arreba- tiempo que tomaba la espada de sí mismo él
tado súpitamente y llevado en el aire un pe- se halló con ella en la mano y las armas en

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PALMERIN DE INGLATERRA 181

el campo, sin vor qnien las traía. Espantado aguas hacían un remanso, vio un batel con
de ver tantas mudanzas de cosas, y viendo cuatro remos y cuatro onzas por remeros de-
que aunque los principios eran llenos de llos, de maravillosa grandeza pressas á unas
temor y el espanto al fin se deshacía en va- cadenas gruessas en la popa, por gobernador
nidad, comenzó á perdelle el miedo; enton- un león, todo tan sanguinolento como aquel
ces, armándose de sus armas, ellas le acre- que no se mantenía sino de los passajeros;
centaron el esfuerzo y avivaron el desseo estando mirando tan dudosa barca, vio que
para holgar con cualesquier novedades que de la otra parte estaba llamando un hombre,
le sucediessen; luego se tornó el día tan de que más se espantó, porque no pensó que
claro, que comenzó á desoobrir con los ojos ninguno estimaba la vida tan poco que en
á lo lejos cuanto la vista podía descubrir, y río tan dudoso y barqueros tan crueles la
rio que de la otra parte de la isla, en medio quisiesse aventurar; en esto se desamarró el
de un campo verde, entre muchos árboles batel para ir por él, y aún del todo no era
deleitosos, estaban los ediñcios que desdel dentro, cuando el león le tomó entre sus
otero viera; mas para passar de la otra par- brazos y deshaciéndole con sus fuertes y du-
te, no podía si no era á nado por el lago que ras uñas, comenzó á bañarse en su sangre,
ya se dijo, é porque lo sabía mal hacer, re- dando á las otras parte del cuerpo, que esta
celaba elpasso de la otra parte; la tierra es- era la sustentación de sus vidas. Palmerín,
taba tan alta, que parecía que aquella altura que todo lo estuvo mirando, cuando vio
era sin medida, 6 viendo que para passar aquel acontecimiento, juzgue cada uno qué
ora necessarío echarse de tan alto, é que des- es lo que sentiría, mas tiniendo por cierto
pués de passado no podría subir la otra al- que si no bajasse moriría en la isla por en
tura para salir al campo, é que allende de ella no haber ningún sustentamiento á la
todo esto el peso de las armas le podrían vida humana, quiso tomar por postrer reme-
ahogar, aquí fue puesto en tan gran confu- dio acabar entre aquellas bestias irraciona-
sión, que ni su esfuerzo bastaba para come- les, teniendo mayor confianza en la fortaleza
ter tan gran cosa ni su ingenio para acon- de las armas que no esperar remedio por
sejarse; de manera que de todos los reme- donde no tenía esperanza de habelle, y mi-
dios carecía, y para más recelos vio que de rando por todas partes si había algún baja-
la otra parte del agua andaban muchas ali- dero por donde pudiesse bajar al batel, y no
mañas de diversas maneras, muy medrosas vio otra cosa sino una losa tan lisa que en
y abominables, que páresela que le espera- nenguna parte se podían detener, y viendo
ban para despedazar sus carnes, y sobre cuál que si bajaba por ella allegaría abajo hecho pe-
serla la primera comenzaron entre sí una dazos,estando
y metido en esta congoja, pen-
contienda tan áspera, ayudándose unas á saba todos los modos y maneras que en aque-
otras, que casi quería parecer batalla ó de- lla bajada podría tener por donde hobiesse
safio de tantos por tantos, ó á lo que Pal- menos peligro, y por todos cabos hallaba tanto
merln juzgaba, esta era una de las más seña- que no sabía qué hacerse; y estando dudan-
ladas cosas que nunca viera, porque después do un poco y como la calidad del caso fuesse
de haber durado su porfía un buen rato, se tanto para temer, socorriósse al remedio que
consumieron y deshicieron muchas deltas, siempre guardaba para los postreros peli-
dando tan grandes aullidos, que en la ciu- gros, que era, después de Dios, acordarse de
dad se oían, tan claro como si dentro della su señora Polinarda, con la cual desbarataba
aconteciera, de que generalmente se recibió todos los peligros en que se viesse, por gran-
otro nuevo temor, creyendo que Palmerín des que fuessen, diciendo: tSeñora, no esti-
estaba metido en otro nuevo peligro, de lo mo la vida tanto que siento mucho perdella
cual todos estaban en gran recelo, especial- si en ello no se aventurasse la esperanza que
mente Selvián por no hallarse con él, por- me sostiene, mas antes, si bien lo miro, el
que aquellos trabajos quisiera ayudárselos á mayor bien que mi mal me podría hacer era
passar, porque la voluntad y el grande amor dar fin á mis días, porque tu viesse n fin mis
que tenía con su señor le hiciera passar trabajos, y porque los males y trabajos que
cualquier peligro; assí que aquella batalla peor me tratan n aseen de vos, vivo yo tan
allegó tan al cabo, hasta que los contendores contento de los tener, que aborreciéndome la
que allí quedaron fueron todos muertos; Pal- vida, deseo de sostenella para no perder á
merín, viendo que no tenía en qué ocupar ellos; esta afrenta en que agora la veo es ta-
loa ojos, viendo aquella batalla acabada, an- maña, que no se puede passar sin algún so-
duvo toda aquella isleta á la redonda por ver corro vuestro; mirá lo que podéis perder en
si en algún cabo había passaje; ya que la
mí, y pues todos los otros remedios me des-
hobo acabado de anclar, en una parte que las ampararon, haya en vos algún acuerdo de lo

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182 LIBROS DE CABALLERIAS

que os merezco, que esto solo me hará la vida sólo en ella aseguraba sus grandes males y
segura 6 al menos morir contento». Como de todos los otros remedios carecía, y assí
con estas palabras hallasse el corazón acom- como en todas las cosas sólo en la fe se conde-
pañado de esfuerzo y desacompañado de to- nan ósalvan, eBta que con su señora tuvo fue
dos los temores que antes recelaba, sin otra de tanto merecimiento, que paseando la tar-
deliberación ni recelo se arrojó por la losa danza del encantamento, en un punto fue
abajo, mas como aquellas cosas no tuviessen puesto arriba en el campo, adonde fuera la
más daño de aquello que mostraba la repre- batalla de las alimañas, de las cuales no vio
sentación dellos, llegó á la orilla del agua sin señal, y también perdió de vista el lago y las
recebir nengún daño; y viendo que los reme- cosas quehasta allí le hicieron temor y miedo,
ros del batel desamarraban de la otra parte de que recibió una nueva alegría que le des-
para venirse á él, comenzó á aparejarse, ti- barataron las tristezas de que tan cercado
niendo la espada en la mano y escudo em- estaba, como se acostumbra hacer donde la
brazado con lo demás que la necessidad le alegría no es esperada.
hacía hacer, en la verdad cosa provechosa
para donde es menester, mas no para en Cap. C. — De como el encantamento de Leo-
aquella aventura, que todo era pantasanas é narda fue acabado y ella sacado dél.
cosas vanas, porque en el batel, puniendo la
proa en tierra y él saltando dentro, no vio en Passadas estas cosas, acabósse de passar
quién hacer daño, que lo» >> ardadores dél el día, é la luna, que entonces era llena y en
se lo desparecieron, quedr í¿o sólo sin nin- toda su fuerza, desembarazada de nubes y
guna otra compañía; y tomando los remos en 6in otro impedimento que á las veces le qui-
las manos, alegre de aquella aventura habér- tan su claridad, comenzó á parecer de la
sele deshecho en aire, atravesó el río, y otra parte de ocidente, con tan vivo res-
viendo la gran altura de la subida, que era plandor, que parescía que traía consigo más
tan áspera y derecha que no se podía subir claridad que otras veces acostumbraba; los
por ninguna parte, tornó otra vez á pensar ruiseñores y otros pajarioos de que la tierra
en el remedio que tan gran afrenta era me- era poblada comenzaron á festejar la noche
nester. Estando metido en tan gran confu- con tanta diversidad de cantares y otros pla-
sión, vio que de lo alto de la roca hasta lle- ceres alegres, que hacían poner á Palmerín
gar aél dejaban colgar un cesto viejo y casi en olvido los trabajos passados, y echándose
deshecho, por un cordel tan delgado que pa- al pie de un árbol con intención de los oír,
recía que el pesso del meamo costo no podía tuvo tan gran poder el cansancio y que-
sufrir; cuando Palmerín sintió que para su- brantamiento delo que passara, que se dur-
bir al altura no había otro camino, guiado mió sin haber comido en todo aquel día, cosa
del acuerdo de quien servía, pensó muchas á la verdad para él poco necessaria, que
veces si dejaría las armas, creyendo que le puesto caso que la vida sin ello no se puede
podían hacer peso, y desarmándose para sustentar, cuando el ánimo está ocupado
quedar más liviano, se quiso meter sólo con dellos, viene sustentación á los miembros
su espada en el cesto; mas como el corazón con tanto que el tiempo no sea fuera de re-
á las veoes antes que las cosas acontescan las
gla, que entonces no sufriría tan gran tar-
sospecha, vínole un recelo que se las hizo to- danza la naturaleza, que tiene por natural
mar, creyendo que le podrían acontecer co- ser débil y flaca, y quitada de su curso pe-
sas que las hubiesse menester; entonces, pu- rece luego; Palmerín, que debajo del árbol
niéndose lo
á que le pudiesse venir, so motió estaba, durmió la noche con tanto reposo
dentro, adonde sin ver quién tiraba por el como tuviera el día áspero y sin reposo; ya
cordel se vio levantar en el aire, subiendo tan que el alba llegaba, recordó al cantar de las
despacio que parecía no menearse; ya que aves, que le pareció tan alegre para oír como
iba en gran altura, sintió que el cesto se des- deleitoso para contemplar; mas como esta*
hacía por algunos lugares, y el cordel agra- cosas van por su curso, no tardó mucho que
viábase tanto con el peso, que destorciéndose ellas le dejaron yéndose cada una por su
de todas partes pareció quedar en un hilo parte, que la claridad del sol que ya asoma-
tan delgado que casi no se parecía; á la ver- ba y el uso de buscar su mantenimiento las
dad, puesto que los temores de hasta allí hizo desamparar el lugar; Palmerín se le-
fueran grandes, éste le pareció mayor que vantó en pie, y puniendo los ojos en el cam-
todos, que se vía puesto en el postrero es- po, contento de ver la gracia dél, volviénd>
tremo de la vida, levantado en el cielo y la los hacia do el sol salía, vio las torres y edi-
esperanza puosta en un cabello; esto le hizo ficios que dentro el otero estuvo mirando el
otra vez socorrerse á su señora, como quien día de antes, cercados de los mismo§ árboles

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1

PALMERIN DE INGLATERRA *$3


que riera de lejos, y puesto que aquella de manera que unas veces le paresoía que la
muestra no daba esperanza de ningún peli- bóveda de la escalera caía sobrél y otras ve-
gro, las cosas que passara se lo hacía tener; oes se hallaba tan apretado que no so podía
de otra parte ya no se recelaba de ninguna menear, assí que por gran rato se detuvo
cosa, y caminando para las casas, vio su ca- lo alto de la es-
antee que pudiesse llegar á
ballo atado al tronco de un árbol, ensillado cala, donde el temor tuvo
fin y él se halló
y enfrenado de la manera que le perdiera, en un corredor bien ancho, labrado de ma-
de lo que no se maravilló, tan acostumbrado ravillosa labor; en el cabo
dél estaba una
estoba á ver novedades en aquella tierra; puerta grande echa de una sierpe de tamaña
cabalgando en él siguió su camino, y no an- grandeza, que allende de ocupar todo el por-
duvo mucho que al encuentro le salieron dos tal, tomaba mucha parte del corredor, y
caballeros, que aliende de ser de estre- sobre todo mostraba ser tan fiera y era de tal
mada grandeza, venían cubiertos do muy
composición, que en ninguna parte se po-
fuertes y ricas armas, que abajadas las lan- dían poner los ojos que dejasso de criar te-
zas, cubiertos de los escudos, sin hablar nin- mor al corazón, y allende desto parecía tan
guna palabra arremetieron á él, que de la
viva en sí, que no daba esperanza de con-
mesma manera les recibió, y enoontrándole quistarse por maña á quien no pudiesse por
al primero en el escudo, se le despareció; el fuerza; por un cordel que al pescuezo tenía
segando, puesto que le hubiesse encontrado estaban colgadas tantas llaves cuantos eran
sin habelle hecho dallo alguno, volviendo
los candados que estaban echados á la puer-
sobre él con la espada en la mano no halló ta, por donde Palmerín conosció que quien
nenguna cosa, que también se le había des- dentro quisiesse entrar con ellas tenía de
aparecido,puniendo
y las piernas al caballo
abrir, y viendo que el portero era tan des-
por llegar á unos hombres que alzaban una conversable que no las quería dar á ninguno
puente levadiza de una torre, que atraves-
saba por encima de la cava hasta estotra y que para las tomar contra su voluntad se-
ría trabajar en vano, estuvo un poco dudan-
parte, llegó á tiempo que se lo defendió, en- do en lo que haría; passado aquel temor y
trando por la mesma puente con tanta lige- viniéndole á la memoria las vanidades de
reza, que antes que cerrasen la puerta por aquella casa, determinó acoraotella, y como
donde ya se recogían fue con ellos en un pa- las más de las veces el fin de las cosas en la
tio grande, que todo á la redonda estaba cer- determinación consiste, acabando de deter-
cado de aposentos ricos, é puesto que la ma- minarse arremetió á ella, pensando herilla;
nera dellos fuesse para ver, no le dieron esse la sierpe so levantó á él bravosa y abrasada
espacio dos jayanes que le pasearon delante en fuego, echando llamas por la boca, mas
con grandes mazas en las manos; mas como como el temor hace avivar el ánimo, vién-
en Palmerín semejantes cosas le espantassen doso Palmerín en tan gran afrenta, metióle
menos que las otras que passara, saltando la espada por una de las vontanas do las
fuera del caballo les acometió assí á pie, narices, que demasiadamente eran grandes
acompañado de su natural esfuerzo: la bata- y las traía abiertas; la sierpe, sintiéndose
lla entrellos fue presto acabada, que como herida, echó tanta cantidad de humo por
los jayanes no fuessen satisfechos para dallar
ella y por la otra, que paró el aire tan espea-
más que con la vista, tanto que Palmerín los so y negro que ninguna cosa se parescía, y
empezó á golpear, fueron convertidos en como el dolor de la herida fuesse desigual,
aire, de que naturalmente eran hechos; en- fuesse dando grandes Bilbos fuera del corre-
tonces, como viesse que todas las cosas que dor, asombrando la tierra por gran pieza con
al encuentro le salían después que del lago ellos. Los que estaban en la cibdad, cuando
saliera eran vanidades, determinó de aco- assí la vieron ir que passó por cima dolla;
meter las que le sucediessen como á cosas viendo cosa tan espantable y medrosa, bien
vanas dignas de ningún temor, y mirando creyeron que Palmerín no estaría falto de
qué hallaría, subido á lo alto vio dobajo de
algunos trabajos ásperos, y esto á Selvián
unos arcos una puerta pequeña, de la cual
daba mucha pena, porque sentía en el peli-
nacía una escalera tan alta y estrecha, que
gro que estaría su señor; Palmerín. tanto
allende de ser trabajosa de subir, con gran
que se halló desembarazado de aquella sier-
trabajo podía en ella caber un hombro, y era
pe, allegóse á la puerta, adonde halló las
tan larga que parecía que era menester gran llaves que la sierpe dejara, con que abrió los
rato para subir; Palmerín, deseossode subir candados, y entró dentro de una sala tan
y acabar aquella aventura, entró por ella, y artificiosamente labrada, que á su parecer ni
no tenía gran trecho andado, cuando comen- los aposentos de la isla que ganó á Eutropa,
zaron átemblar las paredes de la escalera, ni menos los de Daliarte en el Valle Escuro

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184 LIBROS DE CABALLERIAS

le igualaban; y viendo esto, juzgaba por cosa que con entrar aquí fenecieron todos»; mas
estremada el saber del rey de Tracia, de en esto la gente que entraba por los palacios
cuyo juicio saliera invinción de tal obra, y parecía un ejército, los cuales, tanto que
oo rao la serpiente de los peligros vanos fuera vieron passar la serpiente, siendo informa-
el fin de aquel encantamento, no halló más dos por lo que el rey dijera que aquel seria
que le hiciesse perjuicio en aquella entrada, el fin de todo el encantamento de Leonarda.
que para el recelo verdadero allá estaba la puestos á caballo, á rienda suelta se partie-
vista de Leonarda, de quien ningún saber se ron para allá, y entrando de súpito fueron
podía salvar; andando descurriendo á una y al aposento de Leonarda; unos se echaron á
á otra parte, oyó hablar mujeres en otro sus pies; otros le besaban las manos como á
cuarto de aquel aposento, las cuales después su natural señora; algunos querían hacer lo
de habelle visto, maravilladas do aquellas mismo á Palmerín, creyendo que lo hacían
novedades cómo era hombro armado entre- I á su rey, mas él, que traía su pensamiento
lias, desamparando las casas se entraron por desviado, no se lo consintió, antes los rece-
unas varandas que caían á un jardín, que le bía con igual cortesía; no tardó mucho que
paresció pieza de mucho más loor y admira- llegaron las andas de la reina Carmelia, en
ción que cuantas viera en aquella casa; no que llevaron á Leonarda, la cual fue rece-
anduvo mucho cuando á la sombra de unos
bida en la ciudad con todas las fiestas y pla-
laureles verdes y espessos, alrededor de una cer que el pueblo en tan pequeño plazo pudo
fuente, vio algunas doncellas asentadas, tan inventar; Palmerín se espantaba, yendo por
hermosas que parecían merecedoras de tan el camino, en no ver el lago por donde pas-
hermoso lugar, y entrellas á Leonarda, que eara, porque ya que las otras cosas tuviesse
en hermosura y parescerles hacía tanta ven- por artificiosas, aquella juzgaba por natural:
taja que no tenía comparación; algunas de- tanto que llegaron á la ciudad, Leonarda se
ltas, en viéndole, se levantaron á reccbille,
recejó con su agüela, de la cual fue rece-
como aquellas que sabían que por él saldrían bida con tan nuevo placer como la nueva tan
de aquel encantamento; Leonarda le recibió desseada requería; Palmerín fue aposentado
con aquella alegría y gracia de que la natu- donde lo fuera de principio, y Selvián le
raleza la adornara, diciendo: cPor cierto, desarmó, alegre de le ver fuera de aquellos
señor caballero, aunque la obligación de tan peligros, con tan grande honrra que esta fe
gran deuda como es en la que mo habéis y amor le nascía de aquel que siempre Pal-
puesto no se pueda pagar con palabras, ade- merín le tuviera, que cuando esto assí es, la
lante, siel tiempo con mi honrra diere lugar, ingratitud del señor hace el siervo infiel; la
os lo podré mejor galardonar; ruégoos que la doncella de Tracia le hizo traer de comer,
voluntad que me queda recibáis por satisfa- cosa que había menester por los trabajos pa-
oión de vuestras obras, y entonces quiero sados, porque los miembros trabajados sólo
que veáis el desseo que me queda de cum- con esto y el reposo se sustentan; en la cib-
plir lo que debo». tSeñora, respondió él, dad se comenzaron á ordenar fiestas para el
asaz sati8fación de cualquier trabajo por otro día, gastando cada uno según su calidad
grande que sea es esse parecer y hermosura
lo requería y sufría, con invenciones dife-
para quien la voluntad tuviesse tan libre que rentes conforme al ingenio de cada uno.
le dejasse conoscer tan gran bien, y porque
las cosas desta casa son todas de tanta admi-
Cap. CI.—De lo que Palmerín passó en la
ración que las presentes hacen siempre olvi- corte de Tracia los días que en ella estuvo.
dar las passadas, ruégeos, señora, que me
digáis si hay aún algún peligro por passar Al otro día, después del desencantamento
que sea mayor que en el que agora estoy, de Leonarda, comenzó de acudir gente de
porque perderé la confianza de acaballa, que toda la comarca á ver á su natural señora;
ya sé que la esperanza de tan grandes cosas las fiestas se comenzaron de manera que el
para mayor ánimo que el mío se deben guar- principio dellas, según el fundamento que
dar» Por
. cierto, ya que Leonarda en estre- llevaban, parecían no había de tener fin,
mo íuesse tan hermosa que no pudiese más que esto tienen las cosas grandes, parecer
serlo, la vergüenza que de aquellas palabras que no se pueden acabar. Palmerín estuvo
recibió le hicieron una color vergonzosa al ocho días en la corte á ruego de la reina
rostro que la hizo mucho más hermosa, por- Car mella, y á los ojos de Leonarda tan
que le parecieron dichas á la fin que se po- apuesto y gentil hombre como ella á los de
día sospechar. Y respondió: <E1 peligro en todos gentil mujer, y porque los principales
que agora, señor caballero, estáis, no sé qué del reino le vieron con tanta voluntad de ser
tal es; los desta casa ya son acabados, por- rey como ellos quisieran, conformados con el

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185
PALMERÍN DE INGLATERRA

testamento de Sardamante, después de tener mí que el merecimiento de la señora Leo-


consejo sobrello en el aposento de Carme- narda queda puesto en su lugar; dejalda para
lia y en su presencia, determinaron hacelle quien sus calidades requieren, no desseéis
una habla encomendándola al duque Rial- emplear tan mal á quien la fortuna guardó
áoy por ser persona prudente y elocuente; para otro mayor bien» . «Ya sé, dijo la don-
con esta determinación fueron á la posada cella de Tracia (que siempre en su cámara
de Palmerín, que con Selvián estaba concer- estaba y á todas estas palabras era presente),
tado la ida para otro día, y después de pas- que no tiene el amor tan pequeña parte en
sar algunas palabras desviadas del propósito vos que os deje gozar lo que vuestras obras
del duque, comenzó á decir: «Esforzado merecen; y porque de todos no seáis perfeto,
principe, porque pienso que os es notorio el fuistes en estos casos á someter la razón á
mandato que el rey Sardamante dejó acerca vuestra voluntad, y entonces quedáis man-
del casamiento de Leonarda su fleta, será dado por ella; y assí traéis el cuidado ocu-
escusado traeros á la memoria, y allende de pado en parte adonde por ventura no se
ser razón seguir el mandamiento de un prín- acuerdan de vos y que os hacen olvidar de
cipe tan sabio y tan poco acostumbrado á lo que más se os había de acordar; y no es
errar, á nosotros todos parecería gran sinra- mucho que en esto estéis tan ciego, pues es
zón que lo que vos con tanto trabajo ganas- cierto que pocas veces en el corazón sin re-
tes poseyesse otro con vida descansada, acor- poso se halla juicio claro; yo vi muy bien la
dándonos también que con esto cobramos prueba de enamorado que hecistes en Cos-
rey é señor merecedor de otros mayores es- tantinopla, y sé que la fe y amor con que
tados; que vuestras obras por ventura os pon- tan gran cosa acabastes tiene raíces dentro
gan en tanta alteración á desechar cosas de de vos que os estorban á recebir el galardón
gran precio, acuérdeseos que á las veces en que vuestros trabajos merecen». A todos pa-
los principios de la edad promete la fortuna recieron bien las palabras de la doncella,
esperanzas que después tornan vanas, y al que esto tienen las obras de la discreción,
tiempo que los hombres conocen este engaño satisfacer á los discretos y no parecer mal á
ya no tienen tiempo para poder esperar, ni los que no lo son, y porque con nengunas
menos tiempo para gozar algún bien si ella razones que dijessen ni alegassen pudieron
entonces lo da, cuanto más que se os debe hacer decir palabra á Palmerín de que t>
acordar que oficio de la mesraa fortuna es massen alguna esperanza, dando la respuesta
derribar más aina los grandes que levantar á Carmelia. vinieron al postrer remedio, que
los pequeflos, y que la naturaleza humana era pedille que de su mano diesse marido á
assí los príncipes como á otra gente á toda Leonarda, según que el rey lo mandaba en
miseria está ofrecida, y pues estos reveses en su testamento; porque creían que sería con-
que el mundo trae á quien en él vive so forme al merecimiento de la princesa, de
pueden pagar con bienes de fortuna ciertos que Palmerín quedó del todo contento, vién-
antes que con sus esperanzas inciertas, mirá dose desaprisionado de tan gran importu-
lo que tenéis en la mano, el estado que so os nación, esto
y le hizo tomar alegre y hablar
apareja; allende de lo demás que por vues- con más desenvoltura, respondiendo: «Por
tra naturaleza real desdel principio de vues- cierto, señores, yo lo tengo por la mayor
tro nacimiento os está aparejado, con este bienaventuranza del mundo que queráis que
acrecentamiento de señorío seréis temido de la señora Leonarda case según mi parecer,
los estraflos, amado de los amigos, si el cre-
y ya que no halle cosa que iguale á su me-
cimiento de las riquezas no os vuelven la recimiento, porque pensar esto sería trabajo,
condición, cosa que muchas veces acontece; á lo menos buscaré persona que al parecer
assí que, finalmente, lo que agora ganastes de vosotros todos ponga su persona encima
con trabajo posseeréis con descanso, porque el de cuantos yo sé, y siendo assí, yo con mi
merecimiento y calidades de la señora Leo- honrra quedaré libre de tan gran obligación
narda nuestra señora, querer os los decir se- como es en la que me ponéis, y los buenos
ría necedad, por lo cual ni yo cometeré tan quedarán contentos y los malos no ternán de
gran yerro como es meter la mano en sus qué murmurar» . Muy agradecidas fueron es-
loores, ni os traeré á la memoria sino que se tas palabras de Palmerín, creyendo que las
os acuerde que á las veces pierden los hom- obras no estarían lejos dellas, y con su res-
bres cosas que cuando se allega el arrepenti- puesta se fueron á la reina* Carmelia, que
miento dellas ya no se pueden assí también ya, desesperada de acetar el .casamiento de
cobrar». «Por cierto, señor duque, dijo Pal- su ñeta, contentase con el otro postrero re-
merín, sialguna cosa me hiciesse no acertar medio, que era con la esperanza en que los
tan gran buenaventura, no será creer de dejaba de su promesa; é si de aquesto pesó

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186 LIBROS T>E CABALLERIAS

mucho á todos, á Leonarda hizo mayor sen- ñeta y de altas princesas, como porque es-
timiento; ladoncella do Tracia la consolaba, tán ahí todos los principales caballeros que
diciendo: «Señora, no sé por qué sentís tanto agora traen armas, de cuya generación que-
las cosas que no se deben sentir. ¿Qué espe- rría que fuesse el sucesor deste reino» . «Por
ranza de vivir contenta podéis tener en po- cierto, señora, vuestra intención parece tan
der de un hombre tan enamorado de otra, ó buena como vuestras obras siempre fueron;
cómo podéis creer que una fe tan verdadera á mí no me puede parecer mal esse consejo;
como la suya se pueda perder? que vuestra del emperador os sé decir que, allende de
hermosura é merecimiento sea grande ¿qué holgar con esso, pensará que le hacéis merced
sabéis si su amor está puesto en quien no me- señalada, que esta es su condición, y luego,
rece menos?; é también ¿qué contento podés señora, lo debéis poner en obra, que las co-
tener do un hombre al cual por ventura es- sas bien acertadas han de tener la ejecución
tando con vos sentirés acordarse de otra que breve». «Yo estaba para enviar, respondió
le hioiesse gozaros con poco contento? é miró la reina, á mi doncella, la que llevó la copa,
que las cosas mucho desseadas á las veces assí por ser ella conoscida, como porque
alcanzadas dan pesar; holgá de sor esto assí pienso que es para todo aquello que le man-
que Palmerín tiene un hermano tan hermoso dare; también en esto querría vuestro pare-
como él, tan buen caballero como él é tan cer, porque sin él no querría hacer nada>.
libre, que en la experiencia de la copa, «Lo que yo de aquí juzgo, dijo Palmerín, os
allende de no hacer muestra de enamorado, que vuestra alteza acierta en lo que hace,
escureció lo que los otros hicieron, por tanto porque la doncella es para muy grandes co-
éste puede casar con vos; allende desto sa- sas» ;y antes que se partí esso, como era cosa
tisface álo que merecéis, pues está conocido en que la reina había platicado con los gran-
ser persona de tanto merecimiento». Tantas des, la mandaron llamar, y allí entramos la
cosas la doncella de Tracia dijo á Leonarda, dioron la forma y manera que había de te-
quo le hizo no sentir la pérdida de Palmerín ner en su embajada. Aquel día le hicieron
y desecar al hermano, que esto tienen ellas una carta de creencia para que se fuesse á
!>or natural condición, ser tan mudables que otro. Acabadas de ordenar estas cosas, Pal-
o que muchos días tienen puesto en el alma, merín se despidió de la reina y de la her-
en un solo momento con pocas palabras que mosa Leonarda, contento y alegre por saber
les digan se les passa como si nunca por ellas que iría aquella parte donde desseaba, tam-
passara. Aquel día se fue Palmerín a despe- bién porque creía que allí descansarían las
dir della y de su agüela para se partir otro obras de Floriano su hermano, que de tan
día; Carmel ia, antes que se despidiesse, se gran precio eran merecedoras; otro día, des-
apartó con él, diciendo: «Señor Palmerín, pués de oír missa. se partió acompañado de
no quiero gastar tiempo en lo que ya negas- los grandes hasta fuera de la cibdad, yendo
tes á quien mejor os lo sabría decir, pues veo armado de sus armas con la mesma devisa
que quien tan entregada tiene la libertad del tigre; despedido dellos con promesas de
sería malo do mudar; solamente os traigo á amistad, se puso en camino, ofreciendo el
la memoria que pues que mi fleta está á sola ouerpo al trabajo y el corazón á su señora,
vuestra deliberación, que miréis lo que acre- olvidando con este temor los otros en que la
centáis vuestra honrra en darle marido con- fortuna le podía poner, y assí con algún con-
forme á su persona y estado, y si os pare- tentamiento siguió su camino, adonde antes
ciesso bion quo por algunos días fuesse á es- quo Uegasse adonde su corazón le llevaba
tar en la corto del emperador Palmerín, guiado, acabó muy grandes y estrañas aven-
adonde agora está la flor de toda la caballo- turas, llamándose el Caballero del Tigre,
ría del mundo, yo tengo dello placer; assí como muy largamente en la segunda, parte
porque sé que del emperador será tratada des ta historia se contará, la cual se queda
muy bien y puesta en la conversación de su emprimiendo.

Fue impressa la presente historia del muy esforzado caballero Palmerín dh


Inoalaterra t de Floriano del Desierto SU HERMANO, EN LA IMPERIAL
cibdad de Toledo, en casa de Fernando de Santa Catherina,
dejtunto, que dlos bata. acabóse a .xxiiii. dias del
MES DE JULIO. AÑO DEL NA8CTM LENTO DE
NUESTRO SALVADOR JeSU ChRISTO DI
M. D. XL YII. anos.

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TLibio fegundo od mnz effoí?ado Cauallero

^aInicrmt>c3uglatcrra:bi)ot)clrci?t)pn©uardo8:cncI
¡jttlfepíofíguen ? tan fin los tnupoulfce motee que tuno conlaVnfanta'fcolí'

LilMt bt TálÉllifUlr^ Ha fi«. 187

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LIBRO SEGUNDO DEL MOY ESFORZADO CABALLERO

PALMER1N DE 1NGALATERRA

HIJO DEL REY DON DÜARDOSJ


EN EL CUAL SE PROSIGUEN Y HAN FIN LOS MUY DULCES AMORES

QUE TUVO CON LA INFANTA POLINARDA, DANDO CIMA A MUCHAS AVENTURAS


Y GANANDO INMORTAL FAMA CON SUS GRANDES FFCH08J
Y DE FLORIANO DEL DESIERTO 8U HERMANO, CON ALGUNAS DEL PRÍNCIPE
FLORENDOS, HUO DE PRIMALEÓN

IMPRES80 ASO M. D. XLVIII

PROLOGO
llo que fuere inclinado, y más si la incli-
nación es virtuosa. Todo esto he dicho á
PARA EL MUY MAGNÍFICO SEÑOR GALASSO RO- vuestra merced, para escusarme que siendo
TULO, ETC. HECHO POR MIGUEL FERRE R. hombre quo deprendí arte para sustentar la
vida, ocupé mi tiempo en escrebir historias;
y si todos estos ejemplos no satisfacen á
El filósofo, magnífico señor, dice no impe- vuestra merced, Cayo Orosio y Galio Greco,
dir el escrebir para ser uno buen guerrero, y el gran filósofo, dicen que debe el hombre
ni ejercitar otro cualquier acto de cualquier antes morir y incurrir en cualquier pena
cosa; y para esto mírense las passadas his- que faltar la palabra, la cual di al vulgo,
torias ádonde claramente se vee que Plinio, como vuestra merced sabe, de dalles esta
con cuanto escribió, no dejó de ser famoso 8egunoa parte deste poderoso caballero. Assi
capitán. Julio César fue muy leído, compuso que todas estas escusas tengo por escudo
libros famosíssimos, y por esso no le quita- para con vuestra merced, que es con quien
ron el nombre de gran capitán y de valero- pretendo Cumplir; porque común sentencia
so ánimo; esso mismo los Gracos en Roma y es de los auctores. assi griegos como latinos,
los Scipiones, y otros muchos, los cuales no que la historia es maestra de nuestra vida;
menos resplandescieron en las armas que en y assi ésta dará á eonoscer mis defectos como
el estudio. Pues si vuestra merced como es- dechado, donde puesto tengo gran parte de
tadiosso se da á leer las escrituras, llenas aquello á que más soy inclinado, aunque
están de excelentes artífices ser aficionados tengo buena escusa, que somos todos los
i escrebir, y en tiempos hurtados de sus hombres obligados por todas las vías adqui-
trabajos haber sacado maravillosas historias, rir cualquier sciencia, pues todas las cosas
recreando sus ánimos en cosas delicadas, puede la fortuna perder; mas la sciencia y
dando á los que después dellos venimos doc- saber siempre queda, la cual, según los ju-
trina ydechado, avisándonos que ningún ristas, hace á los hombres nobilíssimos, se-
tiempo perdamos de aquel que naturaleza gún lo dicen en una ley que comienza: pro-
nos concede, empleándole cada uno en aque- perandum de posthumis.

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188 LIBROS DE CABALLERIAS

Pues bien sabe vuestra merced que leyen- munidad del pueblo, y movimiento de gen-
do yescribiendo, según gran numero de filó- tes y gozo de los hombres. Assí que todas
sofos, ycon trabajo, no hay sciencia que no las cosas como á ley divina, buen testigo Sé-
se adquiera; y también como aficionado á lo neca, las ejercita, que es vínculo de huma-
que dice aquel bienaventurado Sant Grego- na sociedad, soportando y ayudando á llevar
rio, diciendo que lo que hablamos peresce y los arduos y grandes negocios desse pueblo
lo que escrebimos permanesce, determiné con aspecto admirable, presencia comenda-
del todo poner á vuestra merced en trabajo ble, agradable expedición á todos. A tanto
para que viesse, corrígese y limasse estos señor, que sois de vuestros servidores ampa-
borrones, tan desseosos de ser buenos, cuanto ro y escudo, como lo fue el victorioso Ale-
con trabajo en blanco puestos; y no por pe- jandre de los macedonios, y Epiro de loa
queño premio tengo tener esta osadía, según epirotas, y Moysen y Josué y Gedeón de
lo que todos de sciencia y primor en vuestra los hebreos, y Aníbal de los cartagineses, y
merced conoscen en este noble ejercicio, Scipión de los romanos, y Viaraco de los
pues querer decir la virtud y la bondad de celtiberios. Por tanto, viendo vuestra gran
vuestra merced, seríame muy escusado, pues nobleza, magnífico Beflor, ¿quién será aquel
ellas á todos de suyo se muestran, como dice que todas sus cosas debajo vuestro amparo
el gran Petrarca; porque no hay cosa en el no procure de meter? y pues (según el filó-
cielo y en el mundo que más pregonado y sofo) somos los hombres de razón obligados á
vituperado sea que el vicio, ni mas alum- meter nuestras cosas debajo del amparo de
brada ynotoria que la virtud; y esto certís- los tales, yo, como uno dellos, quise poner
8Ímo se nota y clarifica en vuestra merced, en manos de vuestra merced este mi trabajo,
porque en él hace posada todo género de per- para que como generoso le libre de mar tan
fecta nobleza, que es aprobada sin tener nin- peligroso, donde las bravas ondas andan tan
guna duda, según Casiodoro, en virtuosas levantadas de las mordaces lenguas, y pues
costumbres, que sin duda ennoblescen, se- él no ha de tener más valor que el ser i
gún testifica Gaitero de Castillón, el ánimo; vuestra merced dedicado, acepte mi peti-
y esta nobleza es mente, según Ovidio, ó ción, pues según Apiano y el buen filósofo
imagen de deidad; la cual, certíssimo, como Anastasianes, con cumplir mi desseo satisfa-
c osa tan preciosa, vuestra merced bien em- go con mi trabajo; no más de suplicar al sumo
plea en augmento del virtuosso ejercicio Hacedor de las cosas prospere la muy mag-
militar, conosciendo (según Salnstio) que nífica persona de vuestra merced en aquel
con trabajo y justicia la re pública cresce; estado en que más aparejo tenga para sal-
y aquélla es paz (según Cipriano) de los varse.
pueblos y defendimiento de la patria é in- Laus Dto.

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LIBRO SEGUNDO

DEL MLT ESFORZADO CABALLERO PALMERÍN DE INGALATERRA,


HIJO DKL REY DON DUARD08, EN EL CUAL SE PROSIGUEN Y HAN FIN
LOS MUY DULCES AMORES QUE TUVO CON LA INFANTA POLIN ARDA, DANDO CIMA
A MUCHAS AVENTURAS Y GANANDO INMORTAL FAMA CON SUS GRANDES

FECHOS, Y DK FLORIANO DEL DESIERTO SU HERMANO; CON ALGUNAS


DEL PRÍNCIPE FLOREN DOS, HIJO DE PRIMALEÓN

Capítulo I. — De lo que aconteseió d Floren- nuestra historia, el cual, como estuviese en


dos después que salió de la fortaleza de compañía de Albaizar en la fortaleza de As-
Dramorante el Cruel, donde venció á As- tribor, habiéndole muerto y restituido á la
tribor. doncella que estaba preso su castillo, repo-
sando allí algunos días con Albaizar su com-
Ta os ha contado la primera parte de pañero, para sanar de algunas heridas que
nuestra historia cómo el muy esforzado ca- Floreados había recibido de Astribor, mas
ballero Palmerín de Ingalaterra (que antes ya sano, se despidieron de la señora del cas-
el caballero de la Fortuna era llamado) aca- tillo yprosiguieron en el camino de España
bó con mucha honrra de sacar del encanta- donde su camino fuera guisado; y porque al-
mento en que estaba á la hermosa infanta gunas aventuras que pasaron no fueron ta-
Leonarda, princessa de Tracia; y habiendo les que se deba hablar en ellas, dice la his-
reposado algunos días en aquella corte, por toria que atravesaron todo el reino de Fran-
ruego de la hermosa infanta y de la reina cia, no yendo á la corte porque temió Flo-
Camelia su abuela les pidió licencia para rendos que el rey y la reina Melicia su tía
se partir al reino de Costantinopla, donde le detuvie8sen algunos días. Entrando en el
tenia el tesoro inestimable de su corazón, de Navarra, al segundo día que por él cami-
que era la infanta Polinarda. naron, fueron á un valle gracioso y grande;
Dice el sabio Daliarte del Valle Escuro, por medio dél corría un río de mucha agua
que copiló sus aventuras y grandes fechos lleno de muchos árboles de muchas mane-
en armas, que aquellos caballeros y grandes ras, cosa que á Florendos le trujo muy gran
señores de la corte de Tracia, que eran ve- soledad, acordándose de las aguas de Tejo y
nidos por ver y dar vassallaje á su natural Castillo de Almaurol, y mucho más se le
señora, viendo en su tierra tan dispuesto, dobló cuando lejos, á la orilla del mesmo
gracioso y esforzado caballero, determina- río, vio asentado un castillo de maravillosa
ron, habiendo consultado con la reina Car- hechura y estremada fortaleza; caminando
melia, de le rogar que quissiese tomar por para hacia allá, le salió al camino una don-
mujer á la hermosa infanta Leonarda, por- cella ápie, acompañada de dos escuderos,
que asi lo había mandado el rey Sardamante hermosa y bien ataviada; llegando á ellos,
en su testamento; y él, con graciosas pala- e viendo sólo á Florendos armado, adere-
bras, no lo había querido aceptar, dándoles zando áél sus palabras, dijo: «Señor caba-
esperanza que sería allí brevemente. Y así
j llero, Arnalta, princesa de Navarra, mi se-
otro día se partió de la corte de Tracia, ende- ñora, os envía por mi á decir que pues que
rezando su camino para Costantinopla; al la ventura os trujo á esta parte, de tres cosas
cual dejaremos en su camino con la devisa I conviene que hagáis la que más en voluntad
del tigre que llevaba, llamándose el caballero os viniese: ó que juréis que ella es la más her-
del Tigre, y tornaremos á os contar del es- mosa mujer del mundo, y que assí lo com-
forzado príncipe Florendos, hijo de Prime - batáis toda vuestra vida á cuantos lo contra-
león, porque ha mucho que no habla dél dijesen, prometáis
ó de no ejercitar armas

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190 LIBROS DE CABALLERIAS

sino en una impressa que ella os mandare; rando lo que le viniese, tan quebrantado de
si ninguna destas no os paresciese bien ni la caída y del encuentro, que páresela que
las quisierdes seguir, que conviene que pro- los huessos dejara molidos; mas los otros que
béis* los peligros Ueste valle y muráis en la voltearon para tornar sobre él, viéndole de
prissión perpetua que para los tales tiene aquella manera, dijo el uno dellos: «No son
ordenada, á donde ya están los otros que no essos los remedios que á vos os han de sal-
queriendo hacer esto siguieron consejo erra- var; el mejor que agora podéis tener es da-
do, de que después se arrepentieron y no ros á prissión primero que os cueste más
les pudo aprovechar; allende de lo que me sangre» . «No sé, dijo Florendos, quién antes
mandó que os dijesse, yo de mi parte, por- no quiera morir en una hora que vivir en
que me parescéis mancebo y gentil hombre, prissión perpetua entre tanta vil gente. Y
os aconsejo que no os pese jurar su hermo- si en vosotros hubiese esfuerzo para uno á
sura ydefendella de la manera que ella lo uno combatiros comigo; mas á lo menos,
quiere, pues en esto no defenderéis mentira, pues ya queréis ser todos, sea pie, y os mos-
y pelear por la verdad hace siempre la Vi- traré cuánto más puede la virtud de un bue-
toria cierta» . «Señora, respondió Florendos, no que la malicia de muchos malos» . «No sé
cualquier dessas cosas que me manda que quién os engaña, dijo el otro, que cada nno
haga haré de muy mala gana, y la que vos de nosotros basta para haceros rendir, y de
me aconsejáis de muy peor que todas. La tencllo por Wtoria pequeña peleamos todos
empresa que me decís que jure quería que juntos; mas pues os paresce que á pie tenéis
me dijéssedcs qué tal es, porque si en ella mejor partido caqui, nos apeamos; y saltando
yo la serviese á ella y hiciese lo que debo fuera de los caballos se vinieron á él, mas
á mí, puede ser que no la deje de acetar» . como Florendos estuviesse muy enojado,
«Es cosa que loe hombres tanto recelan, viendo que con menos recelo los podía espe-
que primero que se les descubra lo han de rar, arremetió á ellos con tanta braveza,
jurar, respondió la doncella, que después como le hacía llevar su vileza dellos, hirién-
ninguno lo quiere prometer, y si lo prome- dolos áuna y á otra parte con golpes tan
ten no lo cumplen» . «Según esso, dijo Flo- grandes, que en poco tiempo los hizo arre-
rendos, desavenidos estamos, que yo no ten- pentir de haberse apeado, y puesto que los
go de prometer cosa sin primero saber lo caballeros en la destreza do las armas fue-
que prometo; por lo cual primero quiero es- sen los mejores de Navarra, no ae pudieron
per i mentar los temores con que me amena- tanto defender de la furia de Florendos que
záis que otorgar lo que pedís» . La doncella en pequeño rato dejasen de andar maltrata-
se volvió para el castillo, diciendo: «Yo pen- dos y heridos y uno muerto en el campo.
saba que os aconsejaba bien, mas pues á vos Florendos andaba también herido, de que le
no os paresce assí, esperá lo que viniere» . salía mucha sangre, mas la braveza que traía
En el mismo punto salieron de dentro de la no se lo dejaba sentir; antes viendo que le
fortaleza seis caballeros, armados de frescas cumplía avivar los golpes, porque sus ene-
y fuertes armas, los escudos embrazados y migos no mostraban flaqueza, hizo tanto, que
las lanzas bajas, diciendo: «Don caballero, de los cuatro que quedaban los dos derribó
agora conviene que sintáis los daños que la sin acuerdo, y al otro cortó el brazo de la
nocedad consigo trae», y remetiendo á él, espada junto al codo. El que, viendo sus com-
encontráronle con tanta fuerza, que dieron pañeros en tal estado, quiso antes morir con
con él en el suelo, puesto que al que encon- ellos que rendirse á enemigo en quién no
tró echo muerto en el suelo y con la espada sabía si hallaría alguna piedad, y con esta
en la mano esperase defender de los otros desesperación se le doblaron las fuerzas, de
cinco, que daban la vuelta assí á caballo, manera que lo hacía mejor que al principio.
con su intención de le tropellar, de que Al- Mas como para Florendos todo le aprovecha-
baizar, que allí estaba presente, rescibió se poco, cargóle de tales golpes, que deses-
tanto pesar, que no lo podía sufrir, viendo perado de todas sus fuerzas le hizo venir á
vileza tan grande de tantos contra uno solo, sus pies; estándole desenlazándole el yelmo
y sentía más aquella hora no tener armas para le cortar la cabeza, vino allí la prince-
que si perdiese la mitad de su señorío. Flo- sa Arnalta, acompañada de algunas dueñas,
rendos, puesto que pensó desviarse, no pu- por defendelle la vida, que éste era su primo
do tanto que uno dellos no lo encontrase de cormano, diciendo : «Señor caballero, ¿para
los pechos del caballo de manera que le de- qué queréis oscurecer vitoria tan grande ma-
rribó, yantes que tornase á rescebir otro se tando áquien no puede defenderse? ruégoos
levantó muy de priessa arrimándose á un que la vida desse caballero me otorguéis, y
árbol que tenía el tronco muy grueso es¡>e- ai el agravio que aquí os hicieron se puede

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191

PALMERÍN DE INGLATERRA

enmendar con alguna cosa, en mí tenéis la ' poder tanto comigo que me hizo soltar al
voluntad cierta para todo aquello 4ue os preso, de mí hizo también lo que quiso, pro-
cumpliere y que á mi honrra y autoridad no metiéndome deme tornar á ver y darme al-
hiciese daño» . «Señora, dijo Florendos, pues- gunas esperanzas de casar comigo, y porque
to que le vida no se ha de dar á quien en después pasó mucho tiempo que no vi recau-
malas obras la despende, vos valéis tanto do suyo, recebí tan gran pena, que determi-
que no se os debe de negar nada; pídoos por né pasarme á este valle, que es camino do
merced que a trueco des te servicio me que- muchos caminantes, y por fuerza obligar á
ráis decir cuál es la razón que os mueve á los hombres á que no tomen armas sino
sostener esta costumbre». «Señor, respon- contra él hasta me le traer preso no las ejer-
dió Amalta, porque cualquier detenimiento citar otra vez, creyendo que alguno pasaría
podría hacer daño á essas heridas, ruégoos por aquí que serla de tanto precio que le
que os recojáis al castillo, que después de trairía ante mí para se quitar del juramento
ser curado dellas y los míos también de las ó defender que Miraguarda no es tan her-
suyas os responderé»; y con esto le hizo re- mosa como yo; porque también me paresce
coger ála fortaleza, á donde fue curado por que vendría Floriano, y de una manera ó de
una doncella de las suyas, y las heridas que otra le habría en la mano; y assí mis caba-
le halló fueron de tan pequeño impedimento, lleros prendieron algunos que no quisieron
que no le estorbaban el camino para otro consentir en las condiciones dichas. Otros,
día; y esto hecho y los caballeros de Arnalta temiendo el peligro, tornaron por donde vi-
curados y á los muertos dadas sepulturas, nieron, muchos
y juraron de defender mi
tomó á Florendos por la mano, al cual vien- hermosura. En esto pasó mucho tiempo
do tan mozo y gentil hombre, tuvo por mu- hasta agora, señor, que vos lo desbarataste
cho velle acabar tan gran hecho. Allí le riño todo» . «Señora, respondió Florendos, á esse
á la memoria Floriano del Desierto, que sería caballero conozco yo muy bien, y sé que si
de su edad y le daba un aire suyo; acor- su voluntad no le trajéese á esta parte, mal
darse desto le hizo un color en el rostro que se podrá traer por fuerza; de se olvidar de
la tornó más hermosa, y tentándose entra- lo que os debe no os espantéis, que essas
mos en una ventana que caía encima del río, cosas que passan por él luego no se acuerda.
comenzó á decir: «Bien sé, señor caballero, Los caballeros que deñenden vuestra hermo-
que la costumbre de mi fortaleza os pares- sura tienen mucha razón de hacer maravi-
cerá cosa contra razón; mas como la ira á las llas para obligar los hombres á ello, sólo el
veces tiene este mal, que hace usar y aco- parescer de vuestra hermosura basta, puesto
meter cosas contrarias de quien las hace, no que esta costumbre no sigáis; los que están
os espantaréis después que sepáis la razón presos os ruego me mandéis dar, pues ya
que para esto tuve. Vos, señor, sabréis que agora mejor os servirán sueltos que no en
por muerte de mi padre me dejó encomen- parte donde tan poco pueden aprovechar».
dada á algunos principales del reino que «Señor, respondió Arnalta, en todo quiero
quedaron por gobernadores que me casasen satisfacer á lo quo pedís, mas ¿qué haré, que
á mi contento, y en cuanto esto no se hacía, agora acabé de perder toda la esperanza
por mayor honestidad mía me recogí á un desse caballero, con las palabras que me di-
cantillo en un lugar alegre y gracioso fuera jistes? Para que soltéis los presos yo os man-
de la conversación de la gente, á donde des- daré mostrar el lugar á donde están, y veis
pués de pasar algunos días, vino á él un ahí las llaves de la prissión, que hasta aquí
mancebo bien dispuesto y gentil hombre, y no las fió de nadie y agora las fiaré de vos».
sus calidades me parescieron de tan gran Florendos las tomó y se las dio á Albaizar,
merescimiento, que me desseé casar con él, que quiso sacallos por su mano. En el hondo
creyendo que con ello cumplía el manda- del castillo, en un sótano escuro, halló mu-
miento de mi padre y á mí <laba marido chos metidos en una cárcel no muy fuerte,
igual á mi calidad y persona, y porque venía que el señor de la torre no era muy cruel;
hacia el castillo Almaurol, hallóle tan en- abriendo los candados los saca, y porque
amorado, que allende de desechar mi volun- llevaba delante de sí dos hachas y iba des-
tad, tuvo en muy poco mis palabras; por esso armado, hubo algunos que le conoscieron,
le mandé prender con intención de no man- que había pocos días que estaban presos y
dalle soltar, cosa que so hizo livianamente le vieron en Costantinopla en el tiempo quo
por estar desarmado: quiso su dicha que en se combatía por la hermosura de Targiana;
aquellos días vino allí otro caballero que se y viéndose libres por su mano no sabían
llama Floriano del Desierto, que mucho pa- qué se pensasen; mas en saliendo á lo claro
resce con vos, y allende de con sus palabras y viendo que de Florendos la libertad venía

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192 LIBROS DE CABALLERIAS

friéronse á echar á sus pies, y entre algu- te paso á todos los caballeros andantes, no
nos que conoció, viendo á Blandidón, Fio- tanto por hacer daño á ninguno como por
ramán y Roramonte, y á Tenebrot, tuvo en cumplir el mandado de una señora á quien
más su vitoria. Y porque era tarde, Arnal- sirve; y si vosotros queréis conceder en lo
ta mandó dar de cenar á Florendos, y á los que demanda, podréis passar seguros, si no,
que salieron de la prissión muy cumplida- conviene que por fuerza os haga confeesar lo
mente. Esto hizo Arnalta con una afición que sin ella no debe de negar á ninguno».
nueva que la traía obligada á más; que era «Sepamos lo que es, dijo Florendos, y enton-
mucho, porque las obras que había visto de ces os daremos la respuesta, que de otra ma-
Florendos á esto la inclinaron; también le nera mal se puede adevinar lo que vos nos
obligaban las palabras que con él pasara, y oncubrís.» «Habéis de confeesar, dijo el es-
las buenas traen á sí las voluntades ajenas. cudero, que Arnalta, princesa de Navarra,
es la más hermosa dama del mundo y más
merecedora de ser servida» . «Paréceme, dijo
Cap. II. — De lo que acontesció á Florendos
saliendo del castillo de Arnalta. Albaizar á Florendos y á Floramán, que ha-
llaron sus caballeros quien guardase algunas
Aquella noche durmió Florendos en el cas- de las condiciones que pedían antes qne que-
tillo de Arnalta casi por fuerza, que sintió en rer batalla; yo digo que él tomó ruin impres-
ella desseos aborrescibles á su condición, y sa, si espera de soguilla mucho». «Esto que
puesto que la determinación della fuesse de- este señor dice, dijo Florendos al escudero,
tenelle, tanto que vino la mañana se armó podéis dar por respuesta á vuestro señor» ; y
de sus armas, que por algunos lugares esta- en tanto que volvió para dársela, Floramán
ban rotas y mal tractadas; después de se des- que estaba ya apercebido y puesto á punto,
pedir della hizo lo mismo de Blandidón, y puniendo las piernas al caballo, bien cubier-
Tenebrot, y Roramonte, y no lo hizo del prín- to de su escudo arremetió al otro, y como los
cipe Floramán que desde el tiempo que con- encuentros fuessen bien dados, hiriéronse con
versaron en aquel solitario lugar á donde los tanta fuerza que entramos vinieron al suelo;
halló Robrante su escudero quedaron amigos mas ellos se levantaron con mucha presteza,
en tal estremo, que en ouanto después le y echando mano á las espadas comenzaron de
duró la vida duró esta voluntad en entramos, darse grandes golpes, y como los caballeros
cosa mucho destimar por cuán mudables cada fuessen diestros, Florendos y Albaizar holga-
día les vemos puestos en su camino. Arnalta ron mucho dellos, porque Floramán entre 11 os
quedó tan triste, que empezó á imaginar nue- era tenido por buen caballero; viendo cuáu
vas maneras de venganzas contra Florendos, poca ventaja hacía ásu contrario tenía al otro
olvidándose ya de Floriano como si le nunca en mucha cuenta, y no sabía cómo aquel ca-
viera; esto por no salir del verdadero natu- ballero quería estar en aquella aventura que
ral de todas, que es por cualquier presente, pelear con los caballeros de Arnalta; la ba-
puesto que sea pequeño, olvidar todas las talla crecía en braveza y golpes, y Floramán,
passadas, aunque sean tales que no deban de que tenía en la memoria que le estaban mi-
ser olvidadas; y por esta razón despidió los rando Florendos y Albaizar, que eran prín-
otros caballeros que quedaron en su casa con cipes de la valentía, peleaba tan bravamen-
menos gracia que tuviera el día de antes. te, que en todo lo que fuerzas y esfuerzo al-
Florendos caminó algunos días en la con- canzaba, no dejaba nada por hacer; pues el
versación deAlbaizar y de Floramán, que lle- otro caballero á quien los amores de Arnal-
vaba su voluntad de llegar hasta el castillo ta obligaban á hacer todo aquello que sus
de Almaurol por ver la manera con que Mi- fuerzas y más alcanzassen, hacía maravillas;
raguarda recebía los servicios de Florendos, en este tiempo se quitaron afuera por descan-
y viéndose metidos muy adentro del reino sar un poco. El caballero del valle dijo con-
de España, al pie de una montaña alta, entre tra Floramán: «No sé, señor caballero, por
dos fresnos crecidos de mucha rama, vieron qué tan sin causa nos matamos; vos, en con-
un caballero alto de cuerpo, armado de armas fesar que Arnalta mi señora es la más her-
negras, en el escudo en campo negro una to- mosa dama del mundo y que más merece
rro blanca; cabalgaba en un caballo alazán ser servida confessaras verdad; agora, si esto
tan bien puesto y airoso que parecía dar lus- está claro, ¿qué razón os obliga á pelear por
tre álas armas; antes que Florendos y sus la mentira? pues es cierto que muchas veces
compañeros llegasen á donde él estaba, un
quien por ella se combate tiene la vitoria in-
escudero llegó á ellos, diciendo: «Señores, cierta». «Mayor mentira, dijo Floramán, sería
el aguardador de aquellos fresnos os manda confessar lo que tienes por verdad; Arnalta.
decir que ha muchos días que defiende aques- que sea hermosa y mucho para ser servida,

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PALMERIN DE INGLATERRA 108

no por esso deja de haber otras en el mundo passar sin prometer una de tres cosas, esco-
<¡ne la hagan quedar en olvido; que yo no gí de defender que ella era la más hermosa
tenga quien en este peligro me ponga, acor- del mundo, que era una de las condiciones;
darme de una dama á quien serví y á quien esto no lo hice con miedo de sus caballeros,
snjebto soy no mo dejará consentir tal yerro» . sino por la afición que le tomé me lo hizo
Entonces se tornaron á juntar cada uno por parecer assí, y después que no me lo querían
llevar su propósito adelante, y puesto caso confessar, vine á caer en las manos del se-
que la batalla tuvo gran pieza sin se conocer ñor Floramán, con el cual pasó lo que vistes;
mejoría, ya el caballero del valle peleaba lo que de aquí más siento no es la pérdida
con menos fuerza, de manera que la espada de la vitoria, que para con él no hallo que
se le revolvía en las manos, trayendo las ar- perdí nada; doimo por la pérdida de la espe-
mas rotas por muchas partes, y puesto que ranza en que hasta agora me sostuve» . «Se-
las de Floramán no anduviessen muy sanas, ñor Albanis, dijo Florendos, quien las armas
traía muy mejor aliento y hería con mas ejercita no se ha de maravillar do cualquier
acuerdo; en esto se tornaron á quitar afuera, mudanza que en ellas haya. Arnalta es me-
y Floramán, que naturalmente era de condi- recedora de mucho, mas no de tanto que con
ción noble, sintiendo la flaqueza de su con- esso deba de quitar el merecimiento de otras
trario, quiso ver si con menos daño de su que no le deben nada; holgá este aconteci-
persona le haría dejar la batalla, le dijo: «Se- miento os acontecer en vuestros servidores y
ñor caballero, ya veis á la verdad vuestra amigos, que si en otra parte fnora, tuviéra-
porfía no está tan clara como decís; confessá des más que sentir». En esto llegaron á casa
que puesto caso que la sonora Arnalta sea lo del caballero, que los rescibió con aquella
que decís, hay otras en el mundo que son voluntad que siempre acostumbraba para to-
más hermosas que ella» . «Bien, dijo el ca- dos los caballeros andantes, donde Albanis
ballero del valle, que esse acometimiento os fue curado de todas sus heridas, acompaña-
nace de la flaqueza de mi desposición, pues do algunos días de Florendos y sus compa-
por cierto que lo que yo defiendo es verdad, ñeros; elcual detenimiento para Florendos
mas soy para tan poco y vos para tanto, que era grande pena, por el desseo que llevaba de
•lefendiendo mentira estáis en mejor dispo- llegar á Almaurol, mas encubríalo lo mejor
sición que yo; lo peor de la batalla yo lo lle- que podía, forzando la voluntad por usar délos
vo ybien sé que su fin y la mía todo ha de ser cumplimientos necessarios á la amistad, que
una, mas no me hice suyo de manera que desto tienen los prudentes, que aun las cosas
<iessee vivir si no fnere defendiendo mi vo- que forzadamente hacen les son agradecidas.
luntad; por eso acabá lo comenzado, que yo
también acabaré mis días en la intención
CAr. III. — De la embajada que la doncella de
para que siempre los guarde*» . Acabando es- Tracia llevó á la coite del emperador, y de
tas palabras y arremetiendo á Floramán todo lo que aconteció al caballero del Tigre.
fue uno, mas como su flaqueza fuesse mucha
y la falta de la sangre le aquejaba más, Flo- Cuenta la historia que estando un día el
ramán se abrazó con él y con poco trabajo dio emperador en el a¡>osento de la emperatriz,
con él en el suelo; Florendos y Albaizar fue- adonde comiera, acompañado de algunos
ron allá, pesándoles de le ver en tal estado, grandes y ella de sus damas, entró por la
que parecía que estaba muerto, y quitándo- puerta la doncella de Tracia que de todos
le el yelmo, en dándole el aire tornó en sí, quedara eonoseida después que vino á la cor-
y conocieron que era Albanis de Frisa, prín- te con la ventura de la copa; echando los ojos
cipe de Dinamarca, de que Floramán quedó por toda la casa, viéndola desocupada de tan-
poco alegre, porque era su amigo; de allí lo tos caballeros mancebos como la viera la otra
llevaron á casa de un caballero viejo que vi- vez que á ella viniera, parecióle no ser aque-
vía en aquella montaña, y por el camino le lla la corte del emperador Palmerín. Grande
ilian preguntando cuál fuo la cansa que le contentamiento hizo en los corazones de to-
movió á tomar tal impressa. «Señores, dijo dos aquellos señores; el emperador la resci-
Albanis, yo vine á un valle donde Arnalta en bió con mucho amor, desseoso de saber á qué
el reino de Navarra tiene un asiento muy venía y lo que aconteciera á Palmerín en la
hermoso; acerté de llegar á él al tiempo que aventura de Leonarda; quien en este tiempo
la princesa se andaba passeando riberas de pusiese los ojos en la hermosa Pol inania,
un río que passaba por medio, y viéndola tan bien lo sintiera en las mudanzas del rostro
hermosa quedé tanto suyo cuanto no pensé los temores en que su corazón estaba, que
que ninguna hora lo fuera de ninguna, y natural es que quien vive con recelo perdello
porque quien en aquel valle entraba no podía con pocas cosas. «Alto y muy poderoso señor,
LIBROS DE CABALLERÍAS.— II.— 13

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LIBROS DE CABALLERIAS

dijo la doncella, quereros alabar las cosas de Palmerín; él la comenzó de loar su propósito,
Palmerín vuestro fleto es tan escusado, que quiso que también de su parte os pidiesse
estaba en no liacello; mas acordándome que esta merced. La reina Carmelia os manda
adonde la afición y la razón es grande nin- decir que se os acuerdo que hasta agora no
guna cosa pone hastío, cuanto más las de negastes á nenguno cosa que pareciesse jus-
mucho merecimiento, tornaré 4 mudar la in- ta; y pues lo que ob pide, allende de sello, es
tención; sabed que Palmerín acabó el encan- maña obligación para ella y para todo el rei-
tamiento dela princesa Leonarda mi señora, no de Tracia, que todos juntamente os su*
pastando todos los peligros dél mucho á bu plican que no lo neguéis, para esto me dio
salvo y con la mayor honrra y gloria que se una carta de creencia que os diesse» . El em-
puedo decir» ; entonces le contó por estenso perador latomó, y acabando de la leer, dijo:
lo que passara, y cuando vino aquel passo «Discreta doncella, las nuevas que me dai»
del lago que cercaba la isla, y la manera del de Palmerín mi fleto os agradezco mucho:
batel con que se navegaba, y después la su- quiera Dios que suoeda tiempo que venga
bida del cesto, la emperatriz y las damas te- alguna cosa de vuestra honrra en que os k>
nían aquel peligro por tan grande, que per- satisfaga, como desseo. La dueña ó doncella
dían lacolor. «Por cierto, dijo eJ emperador, que lo hizo tener en poco tan gran cosa como
yo oía contar de muchos encantamentos y fue el casamiento de Leonarda, no sé qué le
aun muy grandes, y algunos dellos passó en quede para podérselo pagar, aunque los oo-
los días de mis trabajos, mas nunca vi ni oí razones enamorados con poco se satisfacen;
hablar en tal novedad ni envinoión de en- á lo que decís que consienta que Leonarda
cantamento; bien se muestra el saber y dis- venga á estar en mi casa y que en ella case,
creción del rey Sadramante ser muy diferen- yo no hago ahí nengun servicio á la reina
te de los otros reyes, y la gran valentía y Carmelia ni á ella, antes rescibo la mayor
acuerdo de Palmerín ponerse en riesgo en- ' merced y honrra que nunca rao fue hecha,
cima de todas las aventuras de aquesta vida, y cuanto mayor fuero su tardanza, mayor
que yo no sé quién en tamaño temor se vie- agravio se me hace; y porque sepáis en cuán-
ra que hallara en si consejo ni aun tampoco to tengo estas nuevas, desde aquí vos doy
osfuerzo para saberse quitar dél» . La don- para vuestro casamiento el condado do Selín.
cella, acabado de contar lo que mas passara, que vacó por muerte del oonde Arlao, de
diciendo: «Lo que sobre todo me pareció ma- quien no quedó heredero nenguno» . La don-
yor esfuerzo, es velle libre del postrero de cella se echó á sus pies para besárselos con
todos, que era el parecer y hermosura de mucho acatamiento. El emperador la levanto
Leonarda, que en la verdad es tanto para dándolo la mano, cosa que no acostumbra U
loar, que paresce que allí se esmeró en tal hacer á ningún estraño si no era haciendo
estremo la naturaleza que la hizo por mues- alguna merced señalada; de ahí las besó á ¡a
tra de toda su perflción; no es de creer sino emperatriz, y otro tanto hizo á Primaleón y
que Palmerín tiene la razón ciega 6 la volun- á Oridonia; mas ninguno dellos se la dio;
tad prendada en otra parte, pues el amor volviéndose contra el emperador, dijo: «Age-
tuvo noder de lo hacer dessechar y tener en ra, seflor, no tengo á mucho nenguna hazaña
poco la hermosura y patrimonio de Leonar- que Palmerín haga, pues basta hacello por I
da, que son dos cosas que pocas veces en una venir de tan singular tronco; la merced
persona se juntan, desechándola en casa- vuestra majestad me hace aceto para la ve-
miento que por él por los naturales del reino nida que viniere con mi seflora Leonarda a
fue cometido, de manera que por postrera poseella con el marido que vuestra majestaj
determinación se assentó que ella casase con más fuere servido, y por mucha mayor meN
ouien él tuviesse por bien, según la cláusula ced recibo la respuesta del embajada qu^
del testamento del rey Sadramante su agüe- truje ser de la manera que desseaba; y por-
lo; para esto la reina Carmclia su agüela que ya agora tengo desseo de me volver, reí
quiso que la princesa viniesse á estar en vuestra majestad lo que manda, que no po-
vuestra corte unos días, porque el marido que dré acabar oomigo detenerme un solo día»»
Palmerín le diesse fuesse de la conversación «A mí no me pesara nada, dijo el empera*
de los caballeros desta casa y ella en este dor, que en mi casa deseansárades algún'*
tiempo pausase los diasen compañía do vues- días, mas pues que en la partida recibís máfl
tra neta y de las princesas y señoras que en placer, sea como quisiéredes» . La doncel»
vuestro palacio andan, porque de ahí le que- se despidió dél y de todos en general, y poM
de la amistad y costumbre dellan, que cuan- que Polinarda no estaba allí, que se entra/»
do son buenas, es otro patrimonio mejor que en su cámara cotí Dramaciana á gozar más ti
de los bienes temporales, y pidió consejo á su voluntad el placer de aquellas nuevas, m

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PALMERIN DE INOL ATERRA 195

doncella se fue también 6 despedirse della, y pezón con mi caballo en una raíz de un árbol,
viéndola a su voluntad más que de antes, que no se puede tener sobre la mano dere-
como fuesse discreta luego sintió que de allí cha, y voy tan triste por no poder llegar á
le nacía á Palmerín tener en poco las cosas tiempo, que quiero morir con pesar, por lo
grandes, y afirmólo mucho mas después que cual si en vos hobiesse tanta cortesía que me
ía rido tan particularmente preguntar por quisiéssedes emprestar esse en que vos vais,
sus acontecimientos; Polinarda le hizo mu- que ol de vuestro escudero no me pareos tal,
cha honrra, dándole joyas de mucho precio, rescebillo ía en gran merced, y algún día
rogándolo que de su parte le ofreciesse su os lo podría satisfacer en mucho mejores
amistad á Leonarda, y que le pedía por mer- obras». «Cierto, dijo Palmerín, en hombres
ced que por hacérsela más cumplida hiciesse de tan mala intención ninguna cosa se pue-
su venida más presto. La doncella le prome- de emplear bien, y puesto que lo que me pe-
tió de la servir en todo lo que en ella fuesse. dís merezca otra respuesta, por no gastar el
Salida de palacio, se fue á su posada, adonde tiempo quo tengo de seguir á vuestros com-
halló muchas joyas do la emperatriz y Gri- pañeros, no os la doy» . En esto volvió las
donia, con que se partió do allí más rica y riendas por el camino que los otros llevaban.
alegre de lo que allí viniera. Aquí deja la «Agora vais bien despachado, dijo el caba-
historia de hablar della que se iba su cami- llero; piensa cada uno de los que allá van
no, ytorna al caballero del Tigre, del cual que son para tales ciento como vos, huelgo
dice que después que salió del reino de Tra- que cuando llegaré hallaré vuestra soberbia
cia quiso ir otra vez el camino de Costanti- perdida y vuestro caballo esperando á mí, y
nopla, que á su cuidado en nenguna otra entonces tendré menos que agradesceros» .
parte hallaba reposo cierto; y caminando un Mas el del Tigre iba tan lejos que no lo oyó,
día, á horas que el sol se ponía, por una flo- y ya que lo oyera no volviera, que los cora-
resta despoblada de árboles y alongada de zones nobles con poca cosa no se mueven, y
poblado, sintió tras sí gran tropel do caba- los soberbios con cualesquier hacen mudan-
llos, yvolviendo el rostro por ver lo que se- zas. Yendo assí siguiendo el rastro de los
ría, vio diez ó doce caballeros armados que primeros, le anochesció con tan gran escu-
atravesaban la floresta hacia otra parte, llo- ridad, que del todo perdió el rastro, y como
rando un galope apresurado como personas llevasse desseo de se hallar en aquella afren-
que iban á gran hecho, y no sabiendo deter- ta, anduvo toda la noche revolviendo la flo-
minar lo que podría ser, enlazó el yelmo con resta sin hallar rastro nenguno dellos, y por-
deaseo de los servir; á este tiempo, por el que ya quería amanescer y su caballo y el
mismo camino de los otros, viniera un caba- de Selvián iban tan cansados que casi no se
llero que traía menos priessa, por causa del podían menear, apeáronse dellos quitándoles
caballo que se le enmanqueciera en el cami- los frenos por les dar algún reposo en cuan-
na. El caballero del Tigre se llegó á él, di- to la mañana esclarescía; mas como en el ca-
ciendo: «¿Saberme iades decir, señor, quién ballero del Tigre hobiesse poco, aun no era
son unos caballeros que van allá delante ó amanescido cuando mandó tornar á enfrenar,
qué afrenta los hace llevar tan gran p^ie86a?^ guiando hacia donde le paresció que los otros
«De sa bello tenéis poca necessidad, respondió caminaban, y de ver que no les hallaba y el
él; mas pues que vos ni lee podéis hacer daño día iba muy alto, quería reventar de pesar,
ni provecho, decíroslo he. 8abó que de aquí que esto es natural de los ánimos feroces, en
á tres leguas está un castillo de una dueña las cosas que mucho dessean no tener pa-
que tiene una hija hermosa y de honesto pa- ciencia.
trimonio; desseóse casar mucho con ella un
caballero que se llama Felistor, y porque en- Cap. IX.— De lo que el caballero del Tigre
tro el padre dél y della hobo algunas ene- pasad con loa caballeros que iban en busca
mistades antiguas, no se la quiere dar; agora de la doncella.
concertaron casal la con otro principal dcsta
tierra, que se llama Rodimar. Felistor, sa- Anduvo tanto el caballero del Tigre sin
biendo que otro día la habían de llevar á un hallar á los caballeros, que se passó gran par-
castillo adonde determinan hacer la boda, se te del día. En eBte tiempo, Felistor, que es-
va á meter esta noche en un bosque junto taba en su celada, tuvo nuevas de la espía
con el camino por donde han de passar, para que en ello traía cómo la dueña y su hija
tomadla por fuerza y casarse con ella, ma- venían acompañadas de solos cuatro caballe-
tando álos que la quisieren defender, y por ros, ysalióndoles al encuentro, como los to-
no ser sentido va tan de priessa á meterse en massen sin sospecha, livianamente los desba-
hu oeladA, que es de aquí lejos. Yo di un tro- rataron, áy ellas tomaron presas, y en los

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196 LIBROS DE CABALLERIAS

mismos palafrenes las hicieron tornar por el llas. La doncella, viéndole en aquella prie-
camino que trajeron. El caballero del Tigre, sa, desconfiada que acabaría tan gran cosa
desconfiado de no les poder hallar siendo y también con recelo que la matasen, des-
después de medio día, vio apartado de si vió las riendas al palafrén metiéndose en
atravesar por otro camino al del caballo man- lo más espeso de la floresta. El caballero
co, que con las muchas espoladas llevaba la del Tigre que así la vio ir, sintiendo su des
barriga bañada en su sangre, y yendo hacia confianza y recelando que le.pudiesse aoon-
aquella parte, el otro, que le conosció, le tescer algún desastre si no la socorriesse con
detuvo, diciendo: «Parésoeme, caballero, tiempo, empezó de tratallos tan mal que con
que no quisistes encontrar con mis compañe- muerte de tres dellos los otros se pusieron
ros 6desseáis emprestarme esse caballo; pues en huida; el del caballo manco se le rin-
quiero que sepáis agora que ya no lo tomaré dió, rogándole que le perdonase algunas ma-
si no fuere para no quedaros debiendo nada» . las crianzas, si dellas había receñido pesar.
«No sé, dijo el del Tigre, si me lo agrade- La dueña, viendo sus enemigos desbaratados
ceréis 6no, mas sé que si os viera en otro y hallando su hija menos, no supo cuál tu-
mejor que os le tomara para seguir & quien viesse en más, el placer de la vitoria ó el pe-
llevaba en la voluntad y valer á quien dello sar de la hija perdida; echándose á los pies
tiene necessidad». «Agora me quiero reir, del caballero del Tigre, con palabras y ofre-
respondió el otro; ¿después que passastes cimientos mostraba agradecelle tan gran mer-
toda la noche en sueño, queréisme meter en ced, rogándole que pues con tanto trabajo
la cabeza que errastes el camino? pues hagos la librara de sus contrarios, la ayudase á
saber que están juntos con vos, y veislos allí cobrar á su hija, que sin ella el vencimiento
do parescen encima de aquella cuesta, y dellos sería de poca alegría. «Señora, dijo
traen consigo la mujer que iban á buscar, el caballero del Tigre, la vitoria que invis-
que yo veo ropa de mujeres; agora podéis tes contra estos hombres agradesceldo á sus
cumplir vuestro desseo> . El del Tigre, mi- obras, que cuando son malas han de tener
rando hacia aquella parte, vio que era ver- el galardón conforme á ellas, porque la jus-
dad, yporque estaban tanto apartados tuvo ticia divina en ninguna cosa caresca de su
tiempo de enlazarse el yelmo y mandé apre- perfición. A vuestra hija yo la vi ir hacia
tar las cinchas y apercebirse como para tan- aquella parte de los árboles, y parésceme
tos era menester. Los que venían con la don- que no debe estar lejos, por lo cual debemos
cella no eran más de seis, que los otros de dejar los muertos y ir tras ella, y desde
se fueron á meter en la fortaleza de su ma- ahí adonde vos mandáredes, que en cuanto
dre para tenella segura. Y esperándolos tuviésedes recelo yo os acompañaré hasta
adonde se hacía un llano, vio á Felistor ve- que os parezca que estáis segura». «Ay, se-
nir hablando con ella quitado el yelmo, y ñor, dijo la dueña, bien se paresce que en
ella, allende de no respondelle, lloraba agrá- vos se juntó virtud y esfuerzo, pues que des-
mente. La madre venía en un palafrén, el pués de me haber quitado de mis enemigos
rostro descubierto, tan triste y descontenta no me queréis dejar á voluntad de otro; quie-
que de ninguna cosa tenía acuerdo. El caba- ra Dios pagaros cssa voluntad, que yo no
llero del Tigre esperó hasta que passaron por puedo con más que con tener la vida para
él, y al tiempo que emparejó con la donce- aquello que vos mandárades». Entonces se
lla, tomándola por las riendas, detúvola, metieron hacia donde la hija se fuera, y an-
diciendo: «Señora, si vuestras lágrimas se duvieron todo el día y alguna parte de la
pueden enjugar con salvaros de las manos noche y no la pudieron hallar; y esto no era
destos caballeros que os llevan, desde agora mucho ser así, que el miedo que llevaba la
comenzá á ser alegre, que para los malos, hizo desviar mucho; assí que cansados de re-
pequeñas fuerzas bastan, que la malicia por volver toda la floresta y los valles que la
sí misma se desbarata» . Destas palabras hobo cercaban, les fue forzado apearse para dar
Felistor tan gran pesar, que no le podiendo algún descanso á las cabalgaduras, que con
responder palabra, sin tomar el yelmo y es- el mucho trabajo no se podían menear. Sel-
cudo que le traía su escudero, echó mano vián les quitó los frenos para que pasciessen
á la espada con intención de le matar; mas y á la dueña y a su señor dio de comer de lo
como el del Tigre le hallasse desarmado y que consigo traía, y al tiempo que la maña-
viniesse con un golpe de los suyos, fue con na esclarescía tornaron á cabalgar, y andando
tanta fuerza que haciéndole la cabeza dos lo que les paresció que el día de antes no ha-
partes dio con él muerto en el suelo; y me- bían andado, nunca pudieron hallar nuevas
tiéndose entre los otros que de todas par- de la doncella, que la dueña iba tan triste
tes le cercaban, comenzó á hacer maravi- que con ningunas palabras que el caballero

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PALMERÍN DE INGLATERRA
197
del Tigre le decía se podía conortar, y cre- ladas mercedes. T porque del todo no estaba
yendo que por ventura el palafrén podría tor- satisfecha por la pérdida de su hija, para
narse hacia su castillo, perdida toda otra es- que el placer fuese cumplido no tardó mu-
peranza, siguieron aquel camino y llegaron cho que la vieron venir acompañada de cinco
á él á horas de vísperas, adonde, allende de caballeros que la traían de un castillo de una
no hallar la doncella ni rastro della, hallaron su tía donde fue á parar, que de allí á cuatro
el castillo tomado de cuatro caballeros que leguas estaba; y entrando en el de su madre,
Filistor enviara para guarda dél, los cuales viendo tan gran destrozo de armas y sangre,
no le quisieron abrir ni dar entrada, de que parescióle que aún en aquel lugar no estaba
la dueña quedó más triste, acordándose que segura; su madre la quitó deste recelo con
allende de ver á su hija perdida hallaba su tomalla en los brazos, los ojos Henos de lá-
hacienda y casa tomada y ocupada de ene- grimas, engendradas del amor con \ue la
migo; con este pesar, cansada también del criara, mandándole que rindiese las gracias
trabajo del camino, se dejó caer del palafrén, de aquel beneficio á quien tan gran merced
tan apasionada que ninguno ponía los ojos le hiciera. Assí se fueron entramas junta-
en ella que de su passión no rescibiesse par- mente al caballero del Tigre, que atajando
te. El caballero del Tigre, allende de dolerle sus palabras por no oír sus loores con otras
relia assí, estaba tan penado de no poder de cumplimiento, se fueron á reposar; y es-
entrar en el castillo, que se llegó dél afren- tuvo allí tres días para descansar del trabajo
tando los caballeros con palabras fuera de de los otros passados, en el fin de los cuales
su condición, que esto tienen los corazones se partió, dejando á la dueña y á su hija el
tristes, perder la tristeza con palabras rigu- sossiego y paz, tan obligadas á su servicio,
rosas cuando son dichas á quien las meresce; como él por obras lo supo merecer. Assí an-
y puesto que los caballeros de Filistor, que duvo por sus jornadas hacia aquella parte
eran cuatro, tuviessen por mandado no salir que más desseaba, ofresciendo su persona en
del castillo por nenguna manera ni abrillo, cosas de mucho peligro, no dando lugar á
sino á su persona ó á sus señas ciertas, tu- que la ociosidad imprimiesse en él vicios,
vieron por tan gran injuria que un solo ca- creyendo que quien de algunos es comba-
ballero se atrevía á tanto, que determinaron tido, al fin queda derribado dellos.
pasar el mandamiento que les fuera dado y
salir á él, teniendo la venganza y la vitoria Cap. Y.— De lo que aeontesció al caballero
por cierta, y después de habello castigado
del Salvaje después que se partió de la cor-
tornar á su guarda; con esta determinación te del emperador Vernao.
armados y puestos á caballo, mandaron abrir
la puerta y echar la puente levadiza para Porque ha mucho que no se habló en Flo-
salir al campo; mas el caballero del Tigre, riano del Desierto, deja la historia de contar
no queriendo esperar fuera, aun la puente no de Palmerín, que seguía su camino á Cos-
era del todo echada cuando se metió dentro
tantinopla, y torna á hablar dél, que acaba-
y halló ya los cuatro que estaban á caballo da la coronación del emperador Vernao, par-
y querían salir fuera. Uno dellos, viendo tidos de la corte él y otros muchos que á
tan gran osadía, comenzó á decir: «Por cier- ello fueron presentes, á seguir sus aventu-
to, estremada locura es la vuestra, pues vos ras cada uno adonde tenía más en la volun-
mismo venís á buscar el castigo de vuestra tad. El esforzado Floriano, armado de armas
nesoedad»; y porque el patio era tan peque- verdes, en el escudo en campo blanco un
ño que en él no se podía hacer la batalla á salvaje con dos leones atados por una trabi-
caballo, se abajaron á pie. El caballero del lla, de la meania manera que acostumbraba
Tigre, á quien el enojo que traía no daba traer, se partió sólo sin otra compañía, lla-
lugar á gastar el tiempo en respuestas, aun mándose elcaballero del Salvaje, cuya fama
no fueron los otros bien en el suelo, cuando volaba en oídos de muchos junto con la de
comenzó á herir en ellos con tanta braveza Palmerín su hermano; assí discurriendo por
que en pequeño rato los hizo arrepentir de muchos lugares adonde sus cosas dejaban
abrir la puerta; y porque en esta batalla fama inmortal, la fortuna le guió al reino de
hobo poco que hacer, no se pone más esten- Irlanda, contra aquella parte donde estaban
so; basta que el caballero del Tigre los des- los castillos de las tres hermanas hijas del
barató con muerte de los dos dellos, dando marqués Beltamor, y otro que fuera del gi-
por libres á toda la otra gente que se le rin- gante Calfurnio que mató cuando las lleva-
dió. La dueña se recojó al castillo, espanta- ba pressas; y como los tiempos en poco ha-
da de la fortaleza de su valedor y descon- cen grandes mudanzas, halló ya aquellos
tenta de no tener con qué pagalle tan seña- castillos poblados de otros nuevos señores, y

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198 LIBROS DE CABALLERIAS

quinándose, informar de qué pasaba por un tan las fuerzas con ejecución de sus volunta-
ermitaño en cuya casa reposó una noche, des dañadas, haciendo y usando tan grandes
supo dél cómo del gigante Calfurnio queda- crueldades, que si Dios por esto no les da el
ron dos hermanos que en el tiempo de su castigo que merecen, se acabará esta tiem
muerte aún no tomaban armas: el uno se lla- de perder del todo; ellos piensan que viven
maba Brocalán y el otro Galeato, que vivían
seguros porque loe hijos de don Duardos es-
en la Isla Profunda (') en poder de Colam- tán muy lejos della, y de la otra parte di-
brar su madre. Estos, sabiendo la muerte de cen que no esperan por otrie, que contra és-
Calfurnio y de Cauboldán de Marcela sus tos desean pelear hasta morir ó vengar la
hermanos, tuvieron manera cómo contra la muerte de sus hermanos» . «Según las obras
voluntad de su madre se armaron caballe- que dessos hombres me decís, respondió el
ros, con intención de vengallos 6 morir en la caballero del Salvaje, no me paresoe que de-
demanda, y porque sintieron en sí sor para béis estranar quien quisiere aventurar su
mucho, doblábase los la voluntad de poner en vida por salvar la de otros inocentes, adonde
obra su desseo; paseando primero muchos sus cabezas se ejecutan, y pues las armas
días, porque su madre los estorbaba el cami- para socorro de los que poco pueden se traen
no recolando los peligros que les podían acon- y la orden de caballería para ello se rescibe.
tecer, en fin de los cuales, embarcados en no ha desperar quien las trae que los casos
una galera con algunos caballeros de su casa, que acometiere parescan que están vencidos,
se partieron la vía de Irlanda, y antes que que entonces ni tal socorro sería de agrades-
fuessen sentidos tomaron todos los castillos, cer ni las obras dinas de loor; por easo, pla-
asa! el que fuera de su hermano como los de ciendo áDios, si mañana me mostrare mi
las doncellas, matando los pobladores dellos, ventura alguno, yo la he desperimentar ha-
que como el duque Ortán y los otros señores ciendo loque pudiere; ella haga lo que qui-
cuyos eran tenían la tierra por segura, pus- siere» Mucho
. pesó al ermitaño de le sentir
sieron en ellos poca guarda; por esta razón tal determinación, y con muchas palabras
los hobieron sin ningún impedimiento, y ha- trabajó de se la estorbar, mas viendo que era
bía solos diez días que los acabaron de ga- por demás, le oyó de penitenoia, encomen-
nar, y porque en la corte de Ingalaterra en dándole Dios,
á y sabiendo quien era tuvo
aqueste tiempo había pocos caballeros, no aún mayor dolor de su mocedad y valentía,
les viniera hasta entonces nengún socorro, temiendo que su esfuerzo le hiciesse aventu-
cpuesto que, según me paresoe, dijo el ermi- rar más de lo necessarió, y aconsejándole con
taño, ellos se han hecho fuertes como perso- palabras tan santas y buenas como entonces
nas que esperan por combates». «¿Saberme el juicio le representaba, se pasó mucha par-
iades decir, dijo el del Salvaje, si vienen te de la noche, y lo que quedaba por pasar
alguno dellos de día por esta floresta?» «Essa durmieron; mas como el sueño no fuese con
pregunta, señor caballero, no os quissiera reposo, tanto que la mañana fue clara, el
oir, que me parece que nace de desseo de ermitaño, acabadas de rezar sus horas, dijo
haber batalla con cualquiera dellos, y por- missa, á la cual el caballero del 8alvaje es-
que cada uno espera tanto que no sé si bas- tuvo presente armado de todas armas, salvo
tarán para venoelle los mejores tres caballe- el yelmo, con mucha devoción; al tiempo
ros desta tierra, quitaos desse pensamiento; que se acabó, estándose el ermitaño desnu-
acuérdeseos que por las cosas del alma so de- dando, oyeron hacia la parte de la montaña
ben olvidar el desseo de la fama, que quien tropel de caballos. El caballero del Salvaje
por voluntad ofrece la vida á los lazos de la acudió á la puerta, y topó con una doncella
muerte, queda desesperado déla misericordia que se echaba de su palafrén rucio en que
divina, y su anima condenada á perpetua pe- venía, tan desacordada y muerta que ningu-
na; pone vuestro cuerpo y fuerzas en las cosas na razón daba de sí; en esto llegó á la misma
que os parecieron justas para hacer, honestas puerta Brocalán, uno de los jayanes, armado
de acometer, que las otras que aon fuera de de armas blancas en un caballo creacido y
medida y razón, parece más acometimiento hermoso, y porque en llegando vio que el
brutal ó manera de desperación , que confianza caballero del Salvaje tomaba á la doncella
de la victoria. Los jayanes, todos los días que por una mano y lo preguntaba de quién huía,
amanece salen por esta tierra cada uno por saltó en el suelo diciendo: «No creo que to-
su parte y sus caballeras por otra; a unos mastes puerto seguro, y vos, caballero, entre-
matan y á otros roban; en estas obras cjeroi- gaos ámí, si no conviene que sintáis para
cuánto soy». «Quien en tales cosas gasta sn
tiempo, dijo el del Salvaje, no me paresoe que
(•) En el Amaiü de Oaula flll, 6) M habla de
tm Argomadw de 1» ImoI* Profunda. le debe temer ninguno»; y soltando la don-

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PALMERIN DE INGLATERRA 109

oella, que oon el miodo se había recogido á cedor. El caballero del Salvaje acordósele
la celda del ermitaño, tuvo tiempo de enla- que dar la vida á los malos es para daño de
tarse el yelmo, porque Brocalán hacía otro los buenos, sin más detenimiento le desenla-
tanto al suyo, y remetiendo el uno al otro, zó el yelmo y le cortó la oabeza, dando gra-
el primer golpe que el caballero del Salvaje cias áDios de tan señalada Vitoria; el ermi-
rescibió fue de tanta fuerza, que le derribó taño salió á él dándole su bendición, espan-
gran parte del escudo, y la espada era tal tado de ver un tan mostruoso cuerpo desba-
que descendiéndole á las armas le desmalló ratado por otras mucho menores fuerzas. La
la loriga, de que el caballero del Salvaje no doncella, que ya traía otra color y era gen-
quedó nada contento, temiendo que si mu- til mujer, se echó á bus pies, diciendo: cYo
chos de aquellos rescibiesse, su vida corría no sé con qué os pague tan gran merced si
riesgo. El ermitaño, atemorizado de la bra- no fuere con loar vuestras obras en la corte
veza de Brocalán, puesto de rodillas pedía á del emperador Vernao, para donde voy, que
Dios que diese favor á los suyos. El del Sal- á la verdad ellas son tales, que sería yerro
raje, puesta su postrera esperanza en la mi- estar calladas en ninguna parte; por lo cual
sericordia divina, ayudábase de su ligeroza, os ruego que me digáis vuestro nombre, que
creyendo que mas della que de su fuerza lo quiero para dos cosas: la una para publi-
tenía necessidad, que los golpes de su contra- car vuestras obras donde me hallare, y la
rio nenguna resistencia tenían. Y como esta otra para saber á quién debo la salvación y
viveza y acuerdo le ayudase y favoreciese, y amparo de mi honrra» . tSefiors, dijo el del
trújese cansado á B recalan, podía el del Sal- Salvaje, si vos quisiéssodes saber mi nombre
vaje mas ¡i su salvo aprovecharse dól hirién- para serviros de mí, decíroslo ia de buena
dole ámenudo con golpes tan bien dados y voluntad, que para lo demás mis obras son
fuertes, que el gigante, después de haber per- de tan poco precio que no quiero que se se-
dido mucha sangre, y él tan cansado que no pan; seos decir que vuestro parescer tiene
se podía menear, le convino apartarse afuera poder para obligar á los hombres a muoho,
para defenderse de su enemigo. Y viéndose y á mí más que á todos, pues en tan poco
assí herido y maltratado, y á su contrario en tiempo pudieron tanto comigo que os entre-
mejor disposición, dando mayores golpes que gué mi voluntad oon tanto cuidado que no té
no hacia antes, señoreado de la ira y sober- si le perderé algún hora ó me veré libre dél» .
bia, comenzó á decir; «¿Cómo es posible quo cJesá te guarde, dijo el ermitaño, hijo; ma-
un solo caballero se me deñenda tan gran yor peligro es esse en que agora te metes
rato y que mis fuerzas y esfuerzo no basten que el otro de que eseapasteB, porque el otro
para resistir tan peqnena resistencia y tan era dañoso al ouerpo y podría hacer fruto al
pocas fuerzas? Por cierto, señor caballero, alma, mas éste al cuerpo no trae provecho y
menos esperanza me debe de vencer los ma- al alma condenación perpetua; acuérdate
tadores de Calfurnio y Cauboldán (>) mis que son tentaciones diabólicas armadas por
hermanos, y pluguiesse á los dioses que éste el diablo con lazos apacibles, en que la fla-
que delante tengo fuosse alguno dellos, por- queza de la carne cada día cae» . «Padre, dijo
que si mi vida hobiesse de fenescer sea en las el del Salvaje, estas son obras de humanidad,
manos á do mis hermanos hicieron fin». Y á las cuales no se pueden huir, y el dessoo
tornando arremeter al del Salvaje, que tam- es tan delicado, que echa mano de las cosas
bién aquel espacio estuviera descansando, que el corazón Re aficiona, y si vos, padre,
comenzaron otra vez á renovar su batalla, sintióssedes bien el meresoimiento del pares-
que al parecer de quien la miraba era teme- cor deesa señora, aquella gracia en el rostro,
rosa y grande; mas como el caballero del viveza en los ojos, el aire de la disposición,
Salvaje, allende de temer y recelar los golpes luego veréis que quien no se le rindiesso del
de Brocalán, tuviesse otros recelos que le todo, ó le viene de sí para poco ó tiene los
hacían más temer, que era temer que si de espíritus tan muertos que no sabe sentir na-
. allí saliesse maltratado no hallaría adonde
da; por esso, vos, señora, pues sentís esto de
curarse y sería forzado oaer en las manos del mí, tratáme como quisierdes, que yo no quie-
otro jayán y de sus caballeros, hacía su ba- ro más que ganarvos la voluntad para ha-
talla oon tanto tiento, que los más de sus cérosla en todo» . «Tan gran poder tiene el
golpes hada perder, dándole los suyos oon mundo, dijo el ermitaño, que los placeré*
tanta fuerza, que el gran Brocalán, desam- del mundo hacen olvidar el precio del alma;
parado de las fuerzas, falto de sangre, can- hijo, conviértate Dios y el mundo te favo-
sado el espíritu, cayó á los pies de su ven- rezca, pues tus obras son dél» . «Padre, dijo
el del Salvajo, dadme un seguro que en vues-
(•) cCklfarfno j CaJbold»n», dies vi texto. tra celda estáis quito destas tentaciones hu-

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200 LIBROS DE CABALLERIAS

manas» 6 que debajo de las ropas uo os las doncella, que puesto que [en] las palabras
revela la carne; entonces tendré estos peli- no lo mostrasse, el del Salvaje se lo sintió en
gros en más, mas he miedo que para repre- las otras señales, porque con los ojos pares-
hender vicios ajenos bastamos todos, y para ció que le miraba de otra manera; y allende
apartarnos dellos, ó la voluntad no lo con- desso concertaba el tocado y componía el
siente ódamos la culpa á la flaqueza do la vestido, olvidábasse en lo que hallaba, y en
carne, pudiéndose resistir con bien pequeñas el rostro hacía unas mudanzas nuevas, mu-
fuerzas; con todo yo hallo que quien bien se dando la color de muchas maneras según los
emplea, ni hace ofensa a Dios ni daño á sí saltos el corazón le daba. Agora la vía en-
mesmo; y porque yo soy déstos, mudá la plá- amorada, yen el mesmo instante la vía muy
tica, padre, porque gastar palabras en vano airada, como quien peleaba consigo; otras
también es vicio> . «Por cierto, dijo el ermi- veces vergonzosa, porque se temía que era
taño, yo me recogerá á mi oratorio estrecho, entendida, y sobre esto muy triste viéndose
vos seguí el mundo, que es ancho y grande, del todo vencida, mas esta tristeza duraba
que en fin 61 os dará el pago, que nunca nin- poco, que el amor en las mujeres antes de
guno le sirvió que tardo 6 temprano no se dar fin á su desseo no sabe el nombre la tris-
diesse> ; y recogéndose adentro cerró las teza; por esso alegre y contenta se mostraba
puertas de la ermita con tanta diligencia luego por no descontentar á él. Pues como
como si se temiera ser entrado de enemigos. el caballero del Salvaje fuesse maestro dea-
«Señora, dijo el caballero del Salvaje á la tos accidentes, con palabras amorosas y ha-
doncella, vos ¿qué queréis hacer de mí 6 qué lagos neces8nrios comenzó á tentalla, y ha-
me mandáis que haga, para que sepa que me llándola más blanda en la plática, dióle una
tenéis en la memoria?» «Señor, respondió pequeña de osadía en las manos, tocándole
ella, pues vuestras obras me libraron de tan en las mangas de la ropa y en otros lugares
gran desastre, no queráis meterme en otro, do no parecía deshonesto, y sintiéndole la
que allende de no os quedar debiendo nada, voluntad entregada, satisfizo con su desseo
tendré de qué me agraviar; esta tierra, por- de manera, que cuando el escudero tornó era
que creo que no es segura, holgaría que me hecha dueña, y no descontenta dello.
aeompaíiássedes una jornada ó dos, y de ahí
haréis lo que más quisierdes, que yo no quie- Cap. VI. — De lo que acontesció al caballero
ro otra merced» . «En ella la recibo yo muy
del Salvaje antee que se apartaste de la
grande, dijo el del Salvaje, y en lo demás la doncella.
voluntad vuestra querría tener segura, pues
sin ella no tengo vida» ; entonces, cabalgan- Todo el día el caballero del Salvaje se pas-
do en su caballo que le dio el escudero, y só en la conversación de la doncella, riben
ella en su palafrén, se fueron su camino; del río, adonde passaron la siesta por debaj<
yendo la doncella contando cómo viniendo de los árboles de que era poblada. Llegad*
de Dinamarca con un recaudo de la reina la noche, porque no sintieron ningún pobla
para la emperatriz Basilia, que la tormenta do donde seguramente pudiessen reposar, tu-
de la mar la echara en aquella parte, adonde vieron por consejo más seguro passalla en
salió con dos escuderos para ir á ver las hi- a^uel mesmo lugar; el escudero del caballero
jas del marqués Beltamor, que eran sus pri- del Salvaje juntó mueha hierba sobre que se
mas, pensando de hallallas en sus castillos, echaron, y él se adurmió con tan pesado sue-
y que en el camino fuera salteada de Broca- ño, como quien en aquella hora no sentía nin-
lán, que no contento de le matar los escude- gún cuidado que se le ñiciesse quebrar; la
ros, la quisiera forzar á ella». «Por cierto, doncella, á quien quedara más que sentir y
dijo el del Salvaje, de la fuerza que vos me menos de que se contentar, esta imaginación
hacéis me querría ver libre, que dessotras juntamente con ver el olvido del caballero
yo os libraría á vos» ; en esto llegaron al paso del Salvaje, se la hizo estar despierta toda la
de una floresta junto á su río que corría por noche, enojada de sí mesma, arrepentida de
bajo de unos árboles espesaos y deleitosos y ru yerro, cosa que poco se les acuerda antes
la agua mansa y clara, y porque la calina qne caigan en él, y estando consigo mesuu
hacía grande, determinaron passar allí la revolviendo en la fantasía si hallaría alguna
siesta, mandando al escudero que mirasse si cura en cosa que ya no la tenía, tuvo por me-
hallaba en alguna parte donde le diessen á jor remedio ponerlo en olvido; mas cuando
comer; quitando el del Salvaje el yelmo, las cosas mucho duelen, mal se puede hacer.
como viniese caluroso del camino y tmjesse
Quien me preguntasse por qué este arrepen-
una color rosada en el rostro y fuesse mozo timiento nollega cuando le puede curar, ó de
y gentil hombre, parescióle tan bien á la qué sirve cuando ya no tiene consejo, respon-

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PALMERDÍ DE INGLATERRA 201

3 la razón es que como esta ceguedad un poco. El del Salvaje, que sintió que aquel
amar más el yerro que la persona, era Balleato ('), el otro hermano do Brocalán,
r tiene tan gran poder, que estorba que ya era sabidor de la muerte de su her-
con que se puede atajar; y dejando mano le
y iba á buscar, quedó del todo alegre,
los más tendrán por palabras vanas, por le tomar en lugar tan seguro y apartado
ocha parte déla noche passada cuan- de sus caballeros. Y tornando á donde esta-
ebajo de donde estaba durmiendo ba la doncella, se comenzó de armar; mas
n tiro de piedra, passaron dos oscu- antes que lo acabasse de hacer fue sentido,
tras ellos un caballero armado de
que el caballo del gigante que andaba pas-
tancas, tan frescas y lucientes que ciendo topó con el suyo, y comenzaron una
a noche era escura se parecían des- batalla para ver, de manera que socorriendo
y él tan grande de cuerpo, que pa- cada uno fue necessario sentirse. Balleato,
icer ventaja al jayán Brocalán, dan- viendo en el valle hombre armado, como ya
sospiros tan tristes que parecía tras entonces su intención fuesse no dar vida á
> salírsele el alma, y porque le pa- ninguno, con voz temerosa y grande comen-
ne de la noche estaba alguna parto zó á decir: «¿Quién eres tu que en la fuerza
ar, llamó á los escuderos que se de- de mi ira buscas el reposo en tiempo y parto
n, que quería allí reposar un poco. que no le doy á ninguno? por cierto poco de-
»lla, á la cual el miedo de velle lo bes ála fortuna que á tal estado te trujo, y
idar el otro cuidado en que de antes esta cautiva doncella poco menos, á la cual
, tirando por el caballero del Salvaje yo mandaré sacrificar con muchos géneros
recordar, diciéndole que junto cabe de cruezas, como también haré á cuantas ha-
i otro Brocalán. El del Salvaje, des- llare, pues por una se perdió Brocalán, el
tornar en sí, se levantó en pie, y mejor caballero del mundo». «Balleato. res-
* más encubierto que pudo por entre pondió elcaballero del Salvaje, guarda tus
es hacia aquella parte adonde el ca- palabras para quien temiere tus obras, que
ntaba, vio que los escuderos anda- en mí, ni ellas ni lo que tú puedas pone nin-
do los caballos y él echado de pechos gún temor; la doncella yo te defenderé y que-
rba lloraba muy tristemente; entre brantaré essa soberbia, para que nunca em-
palabras quel dolor y la ira le repre- pezcas áotra, y para que con mejor voluntad
i, comenzó á decir: cNo sé para qué te combatas comigo, sábete que soy el que
en el ayuda de tan flacos valedores maté á Calfurnio tu hermano, y ayer á Bro-
a estos dioses vanos en quien hasta calán, yagora mataré á ti, que ni tus fuerzas
reí, pues su poder es para tan poco ni esfuerzo te salvará, ni menos la potencia
puede resistir á tan grandes acónte- de tus dioses; toma el yelmo, pues estás sin
os como es ver destruida la fuerza de él, que no quiero tomarte con ventaja, y en
manos Calfurnio y Cauboldánpor ma- esto verás el temor que te tengo» . Tan gran-
in flaca cosa como es un solo cahalle- de fue la passión del jayán de oir aquellas
bre todo Brocalán, quo para vengan- palabras, que allende de se le cerrar los spí-
s dejó su patria y naturaleza, hacien- ritu8 para no poder hablar tremíanle los miem-
ifleios muy sumptuosos y grandes, bros con el enojo, y tomando el yelmo y sin
o que en el merecimiento dellos es- más detenerse, arremetió al del Salvaje, di-
galardón cierto con victoria de mu- ciendo: «Destruidor de mi sangre, ante tí
r y grande espanto; ya agora que tienes el mayor enemigo del mundo; trabaja
perdido, no sé yo qué esperanza me por destruilíe, que si esto no te vale, en ti
uedar sino perder la vida tras las su- espero bañar estas manos y satisfacer mi vo-
rque, siendo juntamente con algunas luntad, que con otra coBa no la puedo hacer
pueda tener de que ir contento; he alegret ; y bajando con un golpe, el del Salva-
ue por me quitar este placer no halle je se apartó por se le hacer perder, y tornan-
lero que mató á Brocalán mi herma- do con otro le dio por cima del escudo, á don-
¡uya persona espero tomar venganza de hizo poco daño, por ser cerrado de unos
al, que en ella se pueda satisfacer arcos tan fuertes que no se podían desbara-
pequeña parte de mi dolor, y para tar; el gigante, que con el enojo no podía ha-
«es, de vosotros no quiero otro favor cer su batalla despacio, volvió luego con otro
& sino que me lo mostréis, que para y con otros, todos tan mortales que en nen-
8 ni os la pido ni me la deis, pues guna parte pudieran acertar que hicieran
poder es falso; sólo en la confianza poco daño; mas el caballero del Salvaje, sal-
uerzas pongo mi esperanza, que de
TOotros ninguna me queda» ; y con esto calló
(•) Antes dOaleato»

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LIBROS DE CABALLERIAS

tando á una y á otra parte se los hacía perder, fin á sus días y pensamientos. Cuando el del
y porque el escudo que traía era el de Broca- Salvaje vio tal cosa, llegó junto donde fuera
lán, que el suyo 61 le deshiciera en el brazo, la caída, y viéndole del todo muerto, qued6
hallábale tan pesado, que con una mano no espantado, aunque harto alegre en verse qui-
le podía bien levantar para se amparar con tado de tal peligro, y remediandosus heridas
él; por esta razón temía más la batalla, tra- que tenían necessidad dello, la doncella y sn
bajando de se defender por maña y traer á
Balleato tanto tras sí hasta que le cansasso escudero se las apretaron lo mejor que* su-
pieron,cabalgando
y en el caballo del gigan-
del todo; mas oomo el jayán sinttesse en 61 te, que el suyo estaba con una pierna que-
que por aquella manera le quería desbaratar, brada de la gran pelea que hubiera con el
usó de otra mafia, que amenazándole con el otro, so tornaron á la ermita; los escuderos
golpe por una parte, revolvía por otra, y de de Balleato huyeron para uno de aquellos
aquesta manera le dio dos ó tres heridas de castillos á llevar las nuevas á los suyos. El
mucho daño, especialmente una que traía ermitaño, puesto que estuviesse enojado oon
en la pierna derecha, donde le salíamuy mu- el caballero del Salvaje por le ver tan entre-
cha sangre, de que la doncella y su escude- gado álas cosas del mundo, recibióle oon el
ro estaban tan tristes que no se sabían valer. amor y caridad que su orden requería y te-
El del Salvaje, viéndose estar en el postrero nía por condición natural; viéndole tan mal
estremo de su vida, quiso aventuralla del tratado de sus heridas, curóle como quien de
todo teniéndola por más seguro remedio, y aquel menester sabía alguna cosa, dándole
arremetiendo á Balleato con un grandíssimo un pobre lecho que en la ermita acostumbra-
golpe pensando de le tomar en descubierto, y ba tener para huespedes, quel suyo era mn-
el fuerte jayán le rescibió en el escudo que oho más pobre. Acabado esto, dio gracias á
fue de tanta fuerza que quebró la espada en Dios nuestro señor por ver desembarazada
tres pedazos, y el más pequeño le quedó en la aquella tierra de hombres tan enemigos dell*
mano; y porque á esto tiempo era ya salida y de los otros hombres; llegada la mañana,
la luna y la batalla se vía claramente, vien- una de las cosas en que más trabajó fue en
do la doncella tan gran desastre, luego se hacer partir la doncella, pues la tierra era
dio por perdida, qtie natural cosa es que á segura, de que no pesó al del Salvaje, que
donde el miedo se aposenta la desesperación tenía por condición, si cumplía lo que des-
venir tras 61, y más si es entre mujeres, á seaba, dessear luego al contrario, y á ella
donde el osfuerzo es más flaco que para todo pesó mucho, que la suya del las es después
les falta consejo, sacando en las cosas de su que se entregan no querer más apartarse:
apetito, que en este el suyo, tomado de pres- con todo, al tiempo del partir, ella con lá-
to, es mejor que el del más discreto sabio del grimas él
y con palabras amorosas forzadas
mundo, buscado por muchas vías; el caba- en sus engaños, se despidieron.
llero del Salvaje, puesto que su acuerdo
fuesse grande y el esfuerzo para desbaratar
Cap. YIL — Cómo los caballeros de los jaya-
cualquier temor, en este tiempo no pudo te- nes entregaron los castillos al caballero del
mer tan poco la afrenta en que se vía que se
SaliHue, y délo que passó Florendos en la
hallasse desacompañado de recelos muy gran-
llegada de Almaurol.
des, yviendo que el esforzado Balleato arre-
metía para él con otro golpe de toda su fuer- A otro día los caballeros de los jayanes,
za, tomando el escudo que fuera de Brocalán viendo á Sus señores muertos y la esperanza
con entramas manos, le rescibió, y entró del socorro perdida, puestos en consejo de h
tanto la espada que llegó á las embrazaduras, que debían hacer^ tuvieron por mejor reme-
y soltándole de las manos Balleato, le llevó dio irse al caballero del Salvaje y de su pro-
metido en ella; en este tiempo el caballero pia voluntad le entregar las llaves de las
del Salvaje, vióndole embarazado, oon el pe- fortalezas; acabado de determinallo, se fue-
dazo que de la suya le quodara pensó herí lie ron á la ermita, adonde le hallaron algún
por cima de la cabeza; Balleato por se apar- tanto flaco y mal dispuesto, y viéndole tan
tar del golpe se desvió un poco atrás, y por- mozo, paresciéndoles cosa fuera de razón qn*
que en aquella parte el río tenía hechas unas en tal odad viesse tan grandes obras, uno
concavidades grandes que las crecientes de dellos que entre los otros era tenido por me-
muchos años hicieron, al tiempo que se apar- jor hallado (') le dijo: cPor cierto, señor ca-
tó puso los pies en el bordo de aquella altu- ballero, ya agora me parecería yerro negar
ra yquebrándosela tierra cayó de aquella al- el poder de la fortuna, pues vemos delante de
tura, dando tan gran golpe consigo en las
piedras que estaban debajo, que con 61 hizo
(♦) 81c, por «hahlado».

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PALMERÍN DE INGLATERRA 203
nosotros desbaratadas las fuerzas de Broca- Belcar y de los otros caballeros del empera-
lán y Balleato por vuestra mano, cosa que al dor, con que se rescibió gran pesar y tris-
parescer es mucho para dudar; en esto pares- teza, youando dijeron qne el turco determi-
ce que allende de vuestro ánimo ser grande naba matallos todos si no le entregaban el ca-
ella os íavoresce 6 pelea Dios por vos, por la ballero que llevaba su hija: «Por cierto, res-
cual razón sería nacérosla grande querer pondió Floriano, si esse ha de ser el postrero
nadie trabajar do ofender vuestras obras; remedio de su salvación, antes me entregaré
antes tendría por mejor que se entregassen yo en poder del gran turco que ver que por
á vuestra piedad que resistir tan gran fuer- mi respecto se pierdan tantos y tan señalados
za, pues se oree que esta do ba de faltar en hombres». «No creo yo, dijo don Duardos,
hombre adonde las otras virtudes sobran; 6 que en ouanto Albaizar su yerno anduviere
nosotros con esta intención nos presentamos por acá querrá hacer cosa en que aventure
& vos, creyendo que quien tan bien sabe ven- su vida, y el emperador de mi consejo debía
cer álos culpados, querrá perdonar á los que echar mano, porque á trueco de uno diessen
no tienen culpa, que hasta aquí fuéssemos los otros» . «Yo conozco del emperador, dijo
del enemigo agora como amigos nos entrega- Floriano, que por salvar el mundo todo no
mos; ypor más seguridad estas son las llaves forzará la condición en cosas que le parescie-
de los castillos que tanta sangre os cuestan; Ben fuera de su oosttunbre, antes por lo que
dellos y de nosotros podéis hacer lo que fuer- dól siento, tengo la perdición dellos por muy
des servido, puesto que en hombres que se rin- más cierto; y luego me quiero partir para su
den no se puode usar crueza» . «Vuestra in- corte, que no parece bien estando su casa en
tención, dijo el del Salvaje, es tanto de agra- aventura de tan grandísimo peligro, que yo
descer, que lo más que de aquí me pesa, que solo me hallasse fuera dél» . Esta intención
es lo poco que tengo no darme lugar á paga- no le pudieron estorbar el rey ni Flérida con
ros lo mucho que merescéis; mas ya que para palabras ni ruegos, á las cuales don Duardos
esto mis fuerzas no bastan, al rey de Ingala-
atajaba que le parescia mucho buena la vo-
terra mi señor pediré el galardón de tan gran luntad; sedespidió dellos, poniéndose en el
servicio como le hacéis». Luego tomó las camino de Costantinopla, armado de las mes-
llaves, contento de ver tan seguro fin en cosa mas armas y la misma divisa que solía traer,
que tan áspero tuvo el principio; los caballe- qne con aquéllas tomara ya afición.
ros le acompañaron algunos días, esperando Aquí deja la historia de hablar en él por
por su salud para en su compañía irse á In- contar de Florendos, que siguiendo la vía de
glaterra, porque sus promessas les ponían en Almaurol, entrado en el gran reino de Es-
grandes esperanzas; en este tiempo llegaron paña, adonde hizo algunas cosas notables y
las nuevas de su victoria á la corte, á donde dignas de memoria que en las crónicas de
se hicieron muchas fiestas, assí por la resti- Inglaterra por muy principales están seña-
tución de los castillos, que casi tenían por ladas, entre las cuales el príncipe Floramán
impossible, como por ser de mano de quien no alcanzó pequeña parte, después de pausa-
era; el rey, con esta alegría, le mandó bus- dos algunos días que llegó á la villa
do Río
car, yassí maltratado, le hizo Pridos, duque claro, que agora se llama Tomar, el cual
de Gales, meter en una galera, trayendo nombre antiguamente tuvo por caso del río
consigo los oriados de los jayanes, á los cua- que por ella passa, y viéndose tan cerca del
les el caballero hacía muy buen tratamiento; castillo de Almaurol, comenzó á ser tentado
llegando á un puerto dondo desembarcaron, de muchos recelos de que no se podía valer;
fue llevado en unas andas á Londres, adonde los unos procedían del amor que le acompa-
el rey, con su edad crescida, hizo estremos ñaba, los otros del temor que traía, y los que
de placer; don Duardos, puesto que con más más temía y no sabía dar remedio eran los
templanza rescibiesse aquel placer, no era el que de la crueza y olvido con quo le trata-
que menos sentía, pues Flérida los días y no- ban le nacían; envuelto entre estos cuidados
ches acompañaba la cama de su hijo, ningún sin sossiego paseó aquella noche, y otro día
placer tenía; el rey hizo merced á los jaya- se partieron para el castillo.
nes por satisfacer la voluntad á su nieto, to- Albaizar, como se acordasse que las muje-
mándolos en el cuarto de los de su casa y res en las passiones son más vengativas que
mesnada, y de allí adelante fueron seguros no otro ninguno, iba con mayor temor que
y leales, calidades que á las veces los hom- hasta allí trujora, y doblósele más con saber
bres tienen por natural; y dejando de hacer que Miraguarda tenía gran estremo en la
por las conversaciones, tentó que el caballe- crueza como en el parescer; mas esta opinión
ro del Salvaje fue convalesciendo de sus he- era errada, que sólo con los suyos era áspe-
ridas, vino nueva de la prisión de Polendos y ra, que para los estraños ni áspera ni blanda

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204 LIBROS DE CABALLERIAS

la conoscían. Llegado á vista de los árboles viendo el escudo de la imagen de Miraguar-


de Tejo, viendo por entrellos la muralla del da puesto en su lugar, detúvose un poco, y
castillo de Almaurol, el corazón de Florendos conosciendo á Florendos que estaba con el
fue atormentado de muchos recelos, que esto rostro desarmado, arrojando la lanza al sue-
tieno siempre la hora del postrero teinor en lo remetió á él los brazos abiertos, diciendo:
los corazones sujetos; entonces le llegaron «Nunca yo dudó lo que agora veo, y si de
soledades de los días passados, recelos de los aquí adelante la señora Miraguarda para
peligros presentes, acordarse de sus agra- con vos no mudare la condición, ayudareo*
vios, ytodo para más atormentalle; Albai- á sentir vuestros agravios, como aquel que
zar en aquella hora quedó más triste, que por vuestra parte no siente en ellos poco» .
allende de le venir á la memoria ser vencido, Y no esperando respuesta, se fue allá dentro
sentía mucho más la vergüenza de lo que en á llevar la nueva; mas puesto que Miraguar-
aquella parte le aconteciera. Llegados del da en aquellos días con nenguna cosa no pu-
todo al castillo, hallaron las puertas cerra- diera ser más alegre, assí supo dissimulallo
das yel árbol de los escudos que allí se per- como si no pasara por ella, de que Almaurol
dieron, aunque allí había muchos dellos perdi- quedó tan triste, que no pudiendo dissimula-
das las colores do las aguas del tiempo passa- llo, se lo estrañó con palabras las mejores
do. Florendos puso los ojos, y viendo sus ar-
que supo; que á la verdad los agrádese; -
mas yescudo puesto en el cuento de los otros, cimientos debidos no se deben negar; mas
se le rasaron de agua, como aquel que sentía como su condición fuesse libre, ni estas ra-
lástima, y entre sí estuvo pensando con qué zones, ni el mere8cimiento de Florendos no
se podía pagar tan gran deuda á Armello, su la pudieron volver. Almaurol se salió eno-
escudero, como era estar tanto tiempo acom- jado ytriste de ver tan gran ingratitud en
pañando sus insignias; mas en esto le debía obras merescedoras de otro galardón, y pues-
menos de lo que pensaba con él, que Arme- to que quisiesse encobrir á Florendos so
llo, allende de en ello cumplir con él con lo passión, que cuando es grande no se puede
que debía, era tan enamorado de Demia, quo dissimular, que dio causa á ser sentido, d$
ya su corazón en otra parte no podía reposar, que no se espantó, por ser ya acostumbrado
y porque la muy grande afición es ciega, que á aquellas satisfaciones ; mas por lo que
puesto que conoscía en ella no ser hermosa y tocaba á Albaizar dio cuenta Almaurol del
tratallo con engaños, cada vez se perdía; mas concierto que entrellos había, y que Albai-
ya á la verdad á las veces procede esto de zar no viniera á otra cosa sino á ésta, y á la
condiciones escutas, que donde peor los tra- determinación de lo que ella mandara, que
tan allí se entregan del todo. Armello, puesto assí fuera la postura de su batalla, rogándole
que por muchas veces pusiesse los ojos en que tornasso allá y supiesse lo que quería
Florendos, nunca le conosció por la diferen- hacer dél. Almaurol tornó á Miraguarda,
cia de las armas, mas viendo á Floramán, dándole cuenta que Florendos, allende traer
luego sospechó quién podía ser. y certificán- su escudo, trujera preso á quien lo llevara
dose de todo con ver el escudo de la imagen
para que hiciesse dél lo que mejor le pares-
de Miraguarda, sin más detenerse se fue á él, cíese. Miraguarda estuvo un \xxn pensando
diciendo: «Señor, ya agora podéis descubri-
en lo que haría, y como allende de ser volun-
ros áquien tan poca razón tenéis de encu- taria fuese discreta, después de determinarse
briros, más
y veniendo con el precio ganado en lo que mejor le paresció, mandóle venir
que del principio os hizo perder. La señora ante sí y quequedasse Florendos en el campo,
Miraguarda no puede ser que con tan gran
y porque ya lo dieran nuevas de la prisión del
servicio no piense que os debe alguna cosa,
rey Polendos, Belcar y de los otros sus com-
pues los pasados nunca se lo hicieron pen- paneros, mandóle que en cuanto el turco loe
sar» .Florendos se quitó el yelmo y abrazó tuviesse presos se fuese á la corto del rey
á Armello con aquel amor que siempre le
Reoindos d'Espana, y en ella estuviesae de-
tuviera, y mandó poner el escudo de la ima- bajo de su obediencia y mandado todo el
gen de Miraguarda en el lugar adonde solía
tiempo que los caballeros del emperador es-
estar, y el de Targiana al pie, que fue tan tuviesen en prisión, y para más seguridad
grave de sufrir en el corazón de Albaizar, tomóle sn fe con todas las firmezas nescesa-
como si le sacaran el alma. En este tiempo rias, diciéndole que se contentase con tan
salió de la fortaleza el jayán Almaurol ar- liviano castigo, pues su yerro era morescedor
mado de todas armas y un caballo overo, de otro mayor. Albaizar le quiso besar las
grande y hermoso, blandiendo una lanza manos por tanta merced, que á la verdad
con intención de haber batalla, creyendo que era grande para el recelo que llevaba, según
aquellos caballeros no buscaban otra cosa, y lo que de su condición le contaban. Luego

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PALME RIN DE INGLATERRA

se despidió della y de Florendos; mas al para esperar algún bien, hallo la esperanza
tiempo de partir, viendo el escudo de la perdida; para siempre vivir triste sóbranme
imagen de su señora puesto en el lugar de las esperanzas; contento estaría de mi daño
loe vencidos, envió á Almaurol á Miraguar- si viese que vos lo creéis, mas pienso que
da que le hiciesse merced dél 6 á lo menos tan olvidado mo tenéis, que ni aun para esto
para loe días de su prisión los pasar con no os acordáis de mi; si yo estos olvidos os
aquel parescer; mas como en aquellas cosas merezco, es muy bien qne los tengáis, mas
que eran de su gloria fuese más escasa quo porque no lo creo de mí, tengo de qué me
en las otras, nunca lo quiso nacer. Albaizar quejar». A este tiempo Miraguarda le esta-
se partió muy triste, y al tercero día llegó ba acechando de entre unas almenas, que
á la corte del rey Recíñelos, adonde después como esto fuesse en verano, las mañanas se-
de se presentar á él de parte de Miraguarda renas yfrías levantábase siempre temprano,
como ella lo mandara, quedó en su corte to- para gozar las alboradas de los ruiseñores
llos los días que Polendos estuvo preso. El y de otros pájaros que en los árbolos de Tejo
rey recibióle con placer, nascido de velle hacían su morada, y viendo las palabras con
en su poder, y porque en la prisión estaba que se quejaba, puesto que bien sintió que
uno de sus hijos, mandaba secretamente to- le Balían del alma, tan de piedra era su co-
nclle en buena guarda, no se fiando tanto razón que no cabía en ella tenor del nen^ún
en la fe y premisas que hiciera á Miraguar- dolor. Y sobrello tan sumptuosa y altiva,
da como en la seguridad de su mandamiento. que creía que todo aquello se debía á su me-
Luego envió las nuevas al emperador, adon- rescimiento sin olla deber nada á ninguno;
de hicieron muchas alegrías, loando mucho estando así quejando y ella oyéndole, aso-
la discreción de Mira guarda, y entre algu- maron por entre los árboles tres caballeros
nas palabras que el emperador decía en su armados de armas ricas. El uno dellos traía
loor, mostraba deseo vella en su corte para las suyas de verde y blanco , con sirgueros
la hacer mucha honra y para descanso de su de plata por ellas, en el escudo en campo
ñeto Florendos, que viendo que su señora ni blanco unas letras griegas que decían Nor-
para le agradescer sus trabajos mostraba vo- mandia. Otro las vestía do blanco y pardo,
luntad, determinó acabar lo que primero con estremos verdes, en el escudo en campo
comenzara, que era guardar el escudo nue- verde Apolo pintado á la manera antigua. El
vamente, si
y allí viniesse alguno á quien tercero venía armado do rojo y encarnado,
no pudiesse vencer nunca traer armas, para con barras de oro atravesadas, entremetidas
probar en ello su dicha, puesto que sabía unas por otras de una manera y invención
ser mal consejo probar muchas veces la for- nueva; en el escudo, en campo rojo, unos fue-
tuna. gos encendidos que parescían más naturales
que artificiales. Dos juntamente venían can-
tando, con los yelmos quitados, un villancico
Cap. VIH.— De la batalla que Florendos
tan entonado y de una 6onada tan buena,
hubo «obre el escudo de Miraguarda el se-
gundo dia que allí llegó. que era placer oillos. Como el príncipe Flo-
ramán fuese músico por escelencia, pares-
Paseados dos días que Florendos allí llegó, cióle tan bien aquel villancico, que le juzgó
venido el segundo de mañana, tanto que por la mejor cosa que nunca oyera, porque
amaneció Florendos se levantó, que su cui- allende él ser muy bien compuesto y las vo-
dado no le daba más reposo, se fue al escu- ces suaves, la mañana, que era la mejor para
do de la imagen de Miraguarda, ya que ori- ello que la naturaleza podía dar, juntamente
ginal no la podía ver, y poniendo los ojos con las ramas de los árboles, por bajo de los
en 61 comenzó á decir: «Bien sé, señora, cualeslas voces venían sonando con un deleite
que esto es harto galardón para quien os contemplativo y enamorado, daban tanta gra-
sirve, si este vuestro parescer no fuese tan cia al cantar, que no se podía más esperar de
mudo que alguna otra tuviesse habla con que hombres humanos; después desso. el sonar de
satisfaciosse la falta de vuestras obras; mas las aguas del Tejo era tan poco y ellas corrían
orden as tes este lazo para que los libres ca- tan sossegadas y con una clareza tan viva,
yessen en 61, y quissistes que no hablasse, que todo parescia seguir la consonancia. Y
porque en algún tiempo los que os sirven no puesto que Florendos y Miraguarda mucho
hallasen de qué se alegrar. Pongo los ojos holgassen de los oir, sólo Floramán desseaba
en vuestra imagen, pues [veo] cosas que me que no tuviesse fin. Y en cuanto el villan-
matan y nenguna que estorbe mi daño; para cico se cantaba, por que no se le olvidasse,
matarme todas las señales tiene vivas, para le escribió en el tronco de un árbol, como
oirrae hállola muerta del todo; assí que, ya otras veces hiciera, cortando las letras en

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206 LIBROS DE CABALLERIAS

61, que después crescleron con el mesmo mas oerca, viendo tantos escudos colgados
tronco y estuvieron en él tanto tiempo has- en el árbol, tuvieron en mucho la vitoría
ta que el mismo tiempo le gastó y consumió de quien los ganara. El caballero que traía
ol árbol y las letras. El villancico decía: las armas de verde y blanoo se adelantó un
poco, y levantando los ojos á la imagen de
Tríate YÍda te me ordena, Miraguarda dijo con voz alta: «Parescer es
puea quiere vueatra condición os.se para mudar cualquiera voluntad si es-
que lo* malea que da por pena
me queden por galardón ; tuviera más libre que la raía; veo que te-
deapreeioa y olvidamiento, niendo este conoscimiento no me veo muda-
quien contra elloa se defiende, do de la intención que aquí me trajo; mas
no lo aiente, ó no entiende
antes si algún caballero de los que esto paseo
donde llega an tormento;
maa para quien aiente pena guardan quisiesse correr comigo un par de
ea mayor la ain razón lanzas, satisfaría mi deseo, con tanto que no
querer qne el que la muerta ordeua me obligasse en más, que me temo que es»
Be tome por galardón;
y anu yo oe viera contenta parescer desbarato á quien le ofende y favo-
deate mal y otro mal ('); resca á quien por ellas se combate». «No
$¿ qoe me ensañara amor vos engañe esso, dijo Florondos que ya es-
paaallo livianameute,
mas pues vueatra condición taba aparejado, que essa señora sólo para
quiere qne en todo aienta pena, los suyos tieno la condición áspera y la vo-
qniero que k> qoe ella ordena luntad puesta en olvido; mas pues vuestra
me quede por galardón (•). voluntad es solamente justar con alguno, to-
mad del campo lo necessario, que en cuanto
Los caballeros, viendo gente armada junto pudiere satisfaré á vuestra voluntad». En-
del castillo, dejando su música pussieron tramos se apartaron el uno del otro, y vol-
sus yolmos por no ser oonoscidos; llegando viendo las riendas á los caballos, con las
lanzas bajas arremetieron con toda la fuerza
í<) El texto: ama». que los caballos los podían llevar, y puesto
(') Eata ea la famoaa canción [A' Tenido de Mi- que los encuentros fuessen dados con mucha
raguaria) que glosó Camoe*. El texto cantellauo no
Enede aer máa incorrecto. Parece increíble qne Luia fuerza, hechas pedazos pasaron el uno por
[urtado, que demoatró grandea dotea poética* en el otro hermosos cabalgantes. Almaurol, que
otra* obra*, fuese tan torpe en eata ocasión {V. C. Mi-
cbaelia de Vaaconcelloa: Veriurh Uber den RUerr*- á esto eBtaba presente, viéndolos faltos de
man, PALMEIRIM de Ixolatbrra; Halle, 1888, lanzas, mandó traer muchas do dentro del
pág. 2«; y A Infanta D- Mario, da Portugal (1621. castillo, y los ©salideros sonrieron con cada
1577) e as suat damas; Porto, 1902, pág. 66). uno la suya á sus señores, que tornaron la
El texto portuguca trae así el TÜlauwco:
segunda voz, y como veniesen con mayor
furia, tuvieron tanta fuerza los encuentros,
Triste Wda m m'ordeni,
poiü «fuer *o**l coodifio, quo Florondos perdió tin estribo y hizo un
que o* raaleí que <tae* por pana
ine fiquein por galardjo. revés en la silla, mas el otro de las armas
Desprosos • wqued nenio, verdes fue al suelo por cima de las ancas
quem
alo o* contr'clle., »« dolinde
«inte, ou nio enlende del caballo, cayendo en pie como aquel que
onde cliega mu loriueato; tenía buen acuerdo. En todo hallándose tan
mas pera quem «inte a peo*
Inda é m¿r a icm raí] o, enojado, que olvidado de la postura echó
quererdes que o el morlv ordena
•e tome por galardio. mano á la espada, dioiendo: «Señor caba-
JA, *e ton Tira contenía llero, aunque no os pidiese más de justa,
d>'«te uijI e outro maior,
ruégoos que consintáis que hagamos batalla
mí que m'eiiMnjra o amor, de las espadas, que en fin si me venciéredes,
a pai»al-o Intérnenle;
nía? poli vom* rondlyio todo será para mas honrra» . «No sé si [se]
quer que em ludo tinta pena,
agraviarán vuestros compañeros, respondió
queroft>{ue
me eu |M>r
que gaUrdio.
o qn'etta ordem
él, que los veo estar apercebidos de justa; de-
Gomo ae ve, loa Tarace caatellanoa eatán mal raed i- jáme cumplir con ellos, que ahí habrá tiem-
do*, y a Teces resultan ininteligibles; loa portugueses po para cumplir con vos». Y sin más dete-
Íwr el contrario, son correcto* y de perfecta claridad. nimiento, tomando una lanza que le dio Ar-
Todo concurre á probar qoe el texto caate llano es una mo! lo, remetió contra el que traía las armaá
inhábil traducción del portugnúa. do blanco y pardo que le salió á reeoebir,
Para explicar el amar* del 14 ° Terao castellano, el
8r. Puraer (Palmerin of Eagland, pág. 263) cita loa y fueron tales los encuentros, que al otro
Terso* italiauoa: arrodilló con su caballo, tomándole una pier-
na debajo que se halló algo maltratado. Flo-
S'lo tí vtKffi fonlenl*, ti\'\o |>t>ir«i rendos, después de enderezarse bien en la
lVi«»«r Ic^'k-ranicnle (junto mire, silla, dio voces al tercero, que como eetnviee-

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PALME RÍN DI J INGLATERRA 207

se enojado de ver así tratar eus compañe- ventana sino en tiempo que tenía más pla-
ros, le aalió á reecebir; mas este primer en- cer, que era ouando el campo á costa de al-
cuentro lamucha gana que tenían de encon- gunos estaba cubierto de sangre y armas, y
trarse se los hizo errar, y al segundo, ha- las vidas puestas en el estremo, como delan-
ciendo las lanzas pedazos, pasaron el uno por te de aquel castillo muchas veces acontes-
el otro hermosos cabalgantes. Floramán y Al- oió. Allí supieron los tres compañeros la
maurol juzgaban los tres compañeros por manera que Miraguarda tuviera con Albai-
hombres de mucho precio en las armas. Mi- zar, que les paresció la mejor que podía ser
racruarda, que habia muchos días que no para salvaoión de loe presos que estaban en
vía justas ni batallas en su castillo, las deste poder del turoo; siendo passada la mayor
día le trajeron á la memoria todas las pasa- parte del día, despidiéndose de Florendos
das, y no para satisfacer el merescimiento y. Floramán que allí esperaban estar do
de ninguno; tornando á ellos, que cada uno, asiento, se partieron el camino de Costanti-
por la costumbre que solía tener, estaba co- nopla, que con esta intención partieron de
rrido de no derribar al otro, á la tercera ca- la oorte d'Espafla. Florendos, acompañado
rrera arremetieron con tanta fuerza, que fal- de sus cuidados y de la amistad de Flora-
sando el escudo y las armas ol caballero fue mán, quedó guardando el paso que siempre
al suelo, y Florendos, perdidas las estribe- defendiera, no se quejando de su mal aun-
ras, se abrazó á las cervices del caballo, y que tuviesse razón, porque quien á la fortu-
tornándole á enderezar quedó algñn tanto na alguna hora esperimentó, todo lo ha do
corrido do aquel acontescimiento. En esto se sabor soportar y sufrir.
llegó á él el primero con la espada desnuda,
diciendo: «Tengo, señor caballero, tan gran
Cap. IX. — Ve una aventura que vino al coa*
voluntad de me esporimentar con vos, que tillo de Almaurolj y de lo que Florendos
rooebiré muy gran lastima no ser assí; ruó- en ella hizo.
íroos que me cumpláis esse desseo, que yo
siento en vos que pocas cosas os pueden Partidos los tres compañeros el derecho
poner recelo». «Tan bien me lo sabéis pedir, camino de Grecia andando por sus jornadas,
dijo Florendos, que sería mala crianza no siendo ya entrados en el señorío del empe-
hacerlo que pedís». Saltando fuera del ca- rador, encontraron con la princesa de Tra-
ballo para le cumplir su apetito, el otro, que cia, adonde algunos caballeros, para mos-
traía Apolo en el escudo, á quien no so lo trar sus obras, otros desecónos do casarse con.
encendía nada, se metió en medio no consin- ella, la acompañaban, por la cual razón, al
tiendo la batalla, diciendo: «Señor Floren- tiempo que llegó á Costantinopla, llevaba
dos, para con los vuestros esta es asaz vito- gran compañía de caballeros famosos, por-
ría, y puesto que vos con nosotros ganasedea que ninguno que entonces lo fuese á quien
honrra, para con vos no se pierde, que claro esta fama llegaba faltó en aquella jornada;
está que ser vencido de quien nasce para y porque de la entrada do la princesa se ha-
no sello de otro, que no se debe tener por blará adelante, torno á Florendos, que al
injuria. Este amigo de bregas es el príncipe segundo día después de Daliarte y sus com-
Beroldo, que no sabe con quién las quiere. paneros partidos, andando él y Floramán
Essotro caballero es Platir vuestro hermano, paseándose á pie por la orilla del río, arma-
y yo Daliarte vuestro servidor, que desde ol dos, salvo los yelmos, vieron venir por el
principio bien os conoscí, mas lo encubrí, río abajo dos bateles a remo; en uno dejlos
para que Miraguarda viese de nuevo vues- venían cuatro doncellas sentadas todas en la
tras obras tan escolen tea» . Florendos se qui- popa, vestidas todas de un traje, con ins-
tó el yelmo, y tomando á Daliarte entre los trumentos en las manos, tañendo y cantan-
brazos mostró agraviarse mucho dejar pausar do tan dulcemente, que pudieran dar en qué
aquellas justas, y assimiSmo hizo al principe pensar á los tres compañeros si allí los halla-
Beroldu y á Platir, que todos hicieron aquel ra. Los remeros remar an tan sossogad amenté,
mesmo cumplimiento con Floramán, que, que ningún estorbo hacían en el otro batel,
como ya se dijo, este era uno do los hom- que por maravilla venía ataviado de paños
bres cuya conversación y amistad más se do soda y cojines y otros atavíos ricos; venía
tuvo en aquel tiempo, y preguntándose los una doncella quo al parecer debía ser señora
irnos á los otros por sus cosas con el amor do aquel aparato, vestida de unas ropas de
que entrellos había, passaron gran parte del tafetán, por ser en la fuerza del verano, cor-
día desseando los tros companeros ver á Mi- tada por las mangas y por otros lugares, y
ra guarda; mas ella era tan avarienta de los golpes tomados con unas visagras de oro
aquella muestra, que nunca llegaba á una y esmaltadas con mucha pedrería. Por enci-

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LIBROS DE CABALLERIAS
20S
ma traía un dosel que la dofendía de la ca- en un batel esperándome aquí, queriendo
lor, de no menos precio que todas las otras primero que sepáis de su venida, para que
cosas, y por ser ya tarde, juntamente con con menos perjuicio la rescibáis». «Doncella,
ser el día templado, con la confianza que respondió Miraguarda, soy tan poco dichosa,
la señora tenía de hermosa, por que la mi- que las cosas que mucho desseo essas no
rasen mandó alzar las alas del dosel. A sus puedo hacer; yo no sé qué cosa me pudiera
pies venían dos dueñas y una doncella en venir al presente que más estimara si la or-
medio, ochada sobre unas almohadas de ter- denanza desta casa desde el primero día que
ciopelo; venía un caballero armado do verde, en ella entré no quitara que ninguna perso-
y en el escudo, en campo vorde, Cupido pre- na pudiesse entrar en ella; y esto es tan de-
so con su arco y flechas hechas pedazos, y él fendido los
á hombres como á las mujeres, y
echado delante dél de la manera de vencido, yo la quisiesse quebrantar por servir á la se-
y una doncella sentada con los pies sobre él. ñora princesa, no me lo consentiría el jayán
Los remeros del batel venían vestidos de li- Almaurol que en olio tiene mayor poder, y
brea alegre, porque entre aquella gente no si á vos os dejó entrar es porque veníades
parecía haber cosa triste: pusieron la proa en con embajada de otrie; besalde por mí las ma-
el pie de la rocha del castillo, y los del otro nos, yruégoos que con las mejores palabras
batel hicieron otro tanto, no cesando la músi- que pudiéredes me disculpéis, porque á la
ca, que por ser en el agua y la melodía venir verdad quedo tan corrida de lo poco que en
sonando por las concavidades hasta llegar á esto puedo, que no os lo sé decir» . «Señora,
las almenas más altas, parecía más suave. dijo la doncella, essocreo yo muy b en, y si
Florendos y Floramán lo estuvieron mirando la princesa me croe á mí no le tendrá por
un gran rato, y Florendos, envidioso del agravio, pues tiene cierto otro mayor descon-
alegría que el caballero del batel podría traer, tento siacá entra» . Entonces so despidió lle-
no pudo encubrir su dolor porque en la ver- vando el recaudo á su señora; como el natu-
dad estas son las cosas do que ella debe te- ral de las mujeres es no querer ninguna
ner, diciendo: «Ya sé que todos los males so desculpa en las cosas que no se hacen á su
guardaron para mí, por lo cual no los puedo placer, tuvo tan grande enojo, que no quiso
ver en otro> . En esto salió del batel princi- escuchar á la doncella ni consentir que otrie
pal una doncella, y del otro dos escudoros la hablase. El su caballero, viéndola tan eno-
para acompañalla, y llegando donde ellos jada, levantóse en pie, diciendo: «Señora, no
estaban hicieron una pequeña cortesía, pa- debéis sentir esto, que Miraguarda si os
sando adelante y emparejando con el árbol quitó la entrada fue porque no quedásedes
de los escudos detuviéronse un poco. La engañada de la diferencia de vuestro pare-
doncella puso los ojos en ellos, y viendo el cer al suyo; y si bien miráis lo que ganáis
de la imagen de Miraguarda, espantada de hallaréis que este miedo que os tuvo ee de la
tal hermosura, dijo contra los escuderos: verdad; por tanto no congojada, mas con la
«He miedo que mi señora parta desta tierra mayor gloria del mundo os debéis tornar».
menos alegre de lo que vino»; y sin más de- Tan gran jioder tuvieron estas palabras con
tenerse so fue al castillo, adonde después de su vanidad, que le hicieron mudar la pas-
dada su embajada á Miraguarda, entró den- s'ón, y porque del todo no se partiesae sin
tro en una cámara de su aposento que caía ver algunas obras de aquella tierra, mandóle
sobre el río. y puesto que en las obras de la que fuesse á donde estaban los escudos y le
casa hubiesso cosas para ver, acabado de po- trujesse el adonde estaba el de la imagen do
ner los ojos en la sonora, de todo lo demás Miraguarda, que le desseaba ver y Uevallc
se olvidaba, y no tan solamente acontesció consigo. El caballero mostró que rescebía en
esto á la doncella, mas su discreción quedó ello merced, y hablando solo con la doncella
tan turbada, que por una parte no supo qué tornó fuera acompañada de los escuderos que
se decir, cosas que rauchis veces acontesce de antes llevaba; llegando donde estaban
á quien vee alguna cosa do que rescibe es- Florendos y Floramán, dijo: «Señores, aquel
panto; mas después en sí, corrida del des- caballero que en el batel viene os pido le
cuido ydo lo que le aconteciera, dijo: «Ar- mandéis dar el escudo de la imagen de Mi-
nalta, princesa do Navarra, mi señora, os raguarda, para que su señora haga dél lo
manda besar las manos con ol amor y voluu- que mejor le pnresciero, y si en esto no qui-
tad que tiene para serviros y conversaros, y sióredes hacer su ruego, sorá forzado salir
porquo este desseo ha muchos días que le si- fuera y tomárosle por fuerza, oosa que no
gue, partió do su casa con menos compañía querría, por no tenor diferencia con caballe-
de lo que á su estado conviene por veniros á ros desta tierra». «Hermosa doncella, bien
ver; queda al pie de vuestro castillo metida que esse caballero sabe mal lo mu-

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PALMERÍN DE INGLATERRA 209

cho que el escudo cuesta á quien solo con los


de' lo cual halló tanto enojo viendo la ima-
ojos le goza, cnanto más llevallo tan liviana- gen de su señora en dos partes, que comenzó
mente; decilde que salga del batel y le ven- á hacer su batalla como hombre fuera de
ga á buscar, que yo pienso de defendelle, y todo juicio y razón. Florendos, que tenía en
venciéndome á mí le puede llevar, y si no mucho su valentía, traía el tiento en sus gol-
trae caballo, que á pie haremos nuestra bata- pes, esperando que se le pasasso algún tanto
lla, en el fin de la cual, si él ganase el escu- la furia y quedaría de menos fuerza y él tan
llo, yo perderé la vida y descansaran mis cansado que sería bien leve de vencer; de
males; mas que siendo caso que su confianza manera que lo que pensó acontesció, que el
le engañe, que vea la pieza que aquí ha de caballero, queriendo vengar el sinsabor que
dejar en señal de ser vencido, que el escu- rescibió en la quebrada del escudo, trabajó
do que pide quiere siempre que dé señal de tanto y dio tantos golpes, que en el fin dellos
sq vitoria» . La doncella tornó con su emba- no se podía menear; y puesto que Florendos
jada, adonde el caballero, sin más detenerse, los más los hiciese perder, andaba algo heri-
después de despedirse de su señora, saltó en do, mas viendo que su enemigo, cansado de
tierra con tan buen aire que daba muestra bracear, peleaba con menos fuerza, y él es-
de ser para mucho, y acompañado de los taba tan entero como allí entró, comenzó á
escuderos se fue á donde estaba Florencios herillo de nuevo, con tanta fuerza, que cada
con un paso grave y de mucho espacio; y vez le cortaba las armas y la carne, de ma-
antes que llegase á él con diez pasos, dijo nera que en poco rato le puso en tanta fla-
en voz alta: cYa sé, señor caballero, que el queza que casi no se podía tener en pie, y
buen consejo no se ha de dar sino á quien conociéndolo en él avivó los golpes con tanta
lo sabe conoscer; mándeos pedir el escudo braveza, que entre uno y otro no páresela
por no obligarme á tomalle; parésceme que haber espacio ninguno; el caballero deeseaba
quisistes perdello á vuestra costa antes que reposar para cobrar aliento, y viendo que no
dallo á vuestra honrra; pues agora estáis en le daban lugar, probó toda su fuerza por se
tiempo de ver lo que en ello ganastes. La defender, mas estaba ya tan falto della, que
pieza que pedís que señale no la tengo; vén- perdido el acuerdo cayó en el suelo más de
ceme, que después tomaréis la satisdación cansado que maltratado de las heridas.
á vuestra voluntad>. eParéceme tan bien, Arnalta, como su amor era liviano en el
respondió Florendos, que no me queda qué rendirse, assí sentía poco en tornalle á dejar;
decir». En esto se atavió una ventana del por esta razón, viendo el caballero vencido,
castillo para que Miraguarda viesse la ba- como si no le aconteciera por servilla, man-
talla. Florendos, que hasta entonces no la dó dar los remos, y yéndose por el río arri-
había visto, esperó un poco, y en llegando ba, tan olvidada dél como si nunca le cono-
puso los ojos en ella, quedando tan fuera de ciera. Florendos le quitó el yelmo, y dándole
sí que casi estaba sin ningún acuerdo. El el aire tornó en sí, rogándole que, tomada
caballero del batel, viéndole tan olvidado de dél la venganza que mejor le pareciesse, le
la batalla, tomóle por un brazo, diciendo: diesse licencia, porque su corazón no le su-
<Seflor caballero, quien comigo ha de entrar fría estar en parte que tanto le costara. <Lo
en campo no le conviene pasar el tiempo en que de vos quiero es que hagáis lo que os
descuidos; torná en vos, si no tomaré el es- mandare la señora Miraguarda, cuyo venci-
cudo, que no puedo esperar más en tiempo do yo soy; para esso pedí al señor Almau-
de tanta priesa» . Florendos al tirar del bra- rol que vaya á saber su voluntad en este
zo tornó en sí, y quitando los ojos de donde caso, que acabado de saber no tengo más
los guiaba el corazón, corrido de su flaqueza, que querer». Almaurol, porque el caballero
dijo: c Señor caballero, pésame haber batalla se lo rogara, fue á Miraguarda, que acabada
con vos, que me tomastes en tiempo y hora la batalla se quitara de la ventana, y dán-
que me tomastes con armas de ventaja». dole cuenta de lo que passaba, como toda su
tPara que veáis qué poco pueden essos en- voluntad fuesse hacer estreñios, mandó que
gaños, dijo el del batel, mirá por vos», y tomassen la fe al caballero que en ningún
arremetiendo á él le dio un golpe por des- tiempo sirviesse á otra sino á Arnalta, y trn-
cubierto del escudo encima del yelmo, que la devisa do su escudo al revés de lo
fue de tanta fuerza, que allende de falsársele que traía, porque no parecía en esto el amor
le hizo abajar la cabeza hasta los pechos, de andar preso en poder de sus vassallos; de
que Florendos se alborotó y tuvo más á su manera que de allí adelante trujesse en el
contrario, y volviéndole con otro, dado á su escudo en campo amarillo al dios Cupido á
voluntad, el caballero le rescibió en el escu- manera de ídolo con los pies en un caballero
do, que fue tal que se le hizo en dos partes, envuelto en sangre; puesto que para él esto
LIBROS DE CABALLERIAS.— II.— 14

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210 LIBROS DE C

fuesse áspero, como era dejalle con su cui- . en voluntad, ofreciéndose de servilla en el
dado, tornóla á recobir por bnena; al otro camino, y como las más cuando viven sin su-
día, curado de sus heridas, se partió triste jeción de varón es gastar el tiempo en rome-
por ver la poca alegría con que su señor rías, esespecial las que, tienen poco reposo
partiera; Florendos algunos días estuvo que en las obras, con tanta priessa quiso luego
no hizo batalla por causa de su disposición, hacer esta jornada, que no se detuvo más que
y en este tiempo Floramán cumplía por 61, en cuanto gastó en hacer atavíos de camino;
ganando también honra como sus obras me- y no era mucho que Arnalta tan gran apre-
recían, sin nunca por satisfación de tantos suramiento tuviesse en su partida, que quien
trabajos sentir en Miraguarda alguna alegría livianamente se determina, livianamente
de ser passado por ella, y assí era bien que ejecuta la determinación. Partida Arnalta
fuesse, porque si en algún tiempo se viniese con 6Us dueñas y doncellas y cuatro escude-
á entregar, quedasse la vitoria de mayor fa- ros que la acompañaban, siguió su camino
vor, que quien alcanzó alguna gloria que no passando en algunos passatiempos, viendo
le costase pena, nunca gustó mucho vella. justas y batallas que Dragonalte hacia por
servilla, siendo tan contenta de sus vitoria?,
que le parecía que allí mejor que en otra
Cap. X.— En que da cuenta quién era el ca-
ballero de Amalla, y la ratón por que ella parte reposaría su amor. Des ta manera ca-
minaron hasta llegar á una villa dos leguas
rwo, y de la entrada de la princesa Leo-
narda en la corte del emperador Palmerin. de Almaurol por el río arriba, y deteniéndo-
se en ella, en cuanto le aparejaron aquellos
Para saber quién era el caballero vencido bateles se metió en ellos, y fueron de la ma-
que vino con Arnalta, cuéntase que Drapos, nera que se dijo adonde aconteció lo que en
duque de Normandía, yerno del rey Frísol este capítulo atrás se dice; Arnalta, conver-
de Hungría, tuvo dos hijos: al primero lla- tido el amor de Dragonalte en aborrecimien-
maron Frísol como á su agüelo, de quien en to, se tornó para Navarra, con intención de
esta historia se hace mención, y el Begundo nunca mas velle; mas estos pareceres ni á los
Dragonalte, que por haber muy poco tiempo muchos desesperados engañan, que puesto
que fuera caballero no era conocido; aqueste que para aborrecer son más constantes, para
Dragonalte, viéndose mancebo y esforzado, las cosas de su apetito ninguno es tan gran-
en quien los hechos de su padre y agüelo po- de que no se le olvide, que assí aconteció á
nían en obligación de no pasear la vida ocio- Dragonalte, que siendo aborrecido de Arnal-
sa, para parecer á ellos quiso ir por el mun- ta, al fin della de su propia voluntad quiso
do A seguir las avonturas, y no se füo luego casar con él haciéndolo rey de Navarra; por
á la corte del emperador Palmerin, adonde esso ninguno en este caso desespere de loque
la habitación de todos estaba mas cierta, por- quiere, que en el turar va todo; y dejando
. que desseaba que en ella fuesse primero al- de hablar dellas, por decir de las cosas ne-
guna fama de sus obras; con esta intención, cesarias esta
á scriptura, dice la historia que
acompañado de un escudero quo le llevaba como ya cstuviesse en este tiempo determi-
las armas, se partió la vía de España, des- nada la partida de la princesa Leonarda para
seoso de ir al camino de Almaurol y probar- la corte del omperador Palmerin, quiso la
se con el guardador de la imagen de Mira- reina Carmelia su agüela envialla bien acom-
guarda; para más aparejo de su voluntad, pañada, assí do dueñas para su autoridad
passando por el reino de Navarra, fue apos- como do doncellas para bu servicio, y algunos
tar al passo que guardaban los caballeros de señores del reino para honrralla en su viaje;
Arnalta, y combatiéndose con dos. fueron dél y puesto que de Tracia partios se oon tanto
desbaratados; como allende de ser buen ca- estado como á su persona convenía, tantos
ballero fuesse mozo y de buen parcsccr, pa- caballeros Ie3 salían por los caminos y la
reció tan bien á Arnalta, que le recojó en su acompañaban, que cuando llegó á Costanti-
castillo haciéndole tanta honrra como acos- nopla todos los campos relucían de lejos pon
tumbraba las
á personas que tan bien le pa- armas relucientes de devisaesingularcs, cosa
rescían; Dragonalte, viendo á Arnalta tan quo parecía más ejército de tierra que loza-
hermosa, informado de 6U estado y señorío, nías de paz; algunos destos venían por rel'a
como tuviesse lealtad tierna y el oorazóu des- y otros por servilla, y algunos oon espe-
ocupado tío otros cuidados, assí se enamoró ranza de casar con ella, confiando en el me-
de su parecer, que le pareció quo allí estaba recimiento desus obras y en la grandeza o>
cierta su perdición ó su gloria; porque en- sus estados: allí venía el príncipe Graciano,
tre algunas palabras que lo oyó conoció en lieroldo con los otros sus compañeros, Da-
ella desseo de se ver en Miraguarda, vínole llarte Platir
y y todos los más caballeros de

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PALMERÍN DE INGLATERRA 211

la casa del emperador, y él, con la otra gente y unos aoipreees verdes con unas nueces do-
que había en la cindad, le salió a recebir dos radas; allende de estar bien dispuesto, cabal-
leguas, mas Primaleón ñie más adelante; Leo- gaba en un gran caballo bayo que le hacía
narda, como supo que venía, quitándose de muy buen cabalgante; estaban con él dos es-
las andas en que caminaba cabalgó en un cuderos, eluno le traía un escudo metido en
palafrén blanco señalado para aquel día, con una funda de paño porque no se vieese la de-
una guarnición de mucho precio, y ella ves- visa yel otro se fue al emperador; detenién-
tía una ropa á la manera de Grecia por pa- dole por las riendas al palafrén, le dijo: «Se-
rescer más de la tierra, todo a la redonda ñor, aquel caballero que debajo de los fres-
broschada de chapería rica, obra mucho para nos está tieno mucho desseo de se probar con
ver; encima cubría una capa de escarlata los caballeros de vuestra casa, cuya fama
blanca que se abrochaba por delante con unos por todo el mundo vuela; dice que ha poco
diamantes á manera de botones; de manera que usa las armas, y para ver lo que en sí
que ayudando esto á su natural, venía tan tiene aniso guardar este passo este día con
hermosa, que con su parecer bobo muchos intención de le defender en cuanto las fuer-
que teniendo los corazones libres sintieron zas lo durassen; pide de merced á vuestra al*
mudan Ra s nuevas, quede allí adelante les teza haya por bien mandar justar á los suyos,
hada con menos reposo pasear el tiempo; y porque á todos los desafía uno por uno, qui-
para mayor dallo hallaron los corazones ca- tando áPrimaleón vuestro hijo, porque con-
tiros ylas esperanzas perdidas, mudanzas tra él no tomará lanza». Mucho holgó el em-
qno muchas veces acontece en aquellos que perador de aquel acontecimiento, por ser
no las esperan. El emperador, puesto que cosa que podía dar placer á la linda Leonar-
en aquellos días fuesse viejo, atavióse como da y nobleza á su corte, paresciéndole que
mozo, y de*pn6s de recebir á Leonarda con caballero que tal cosa cometía que confiaba
alegría, tomó el lugar á Primaleón su hijo mucho en sus obras; respondiendo ai escu*
que venía hablando con ella, y assi la vino dero con semblante alegre y risueño, le dijo;
acompañando tan contento y enamorado, que «Decí á ese caballero que la licencia yo se la
de ufano no dejaba allegará ninguno ni mi- doy, y que no me pesa sino por mí edad no
raba por todos aquellos príncipes, que qui- me dé lugar á ser uno de los desafiados para
tados loe yelmos se llegaban por le besar la franquear el passaje á la señora Leonarda, y
mano. Leonarda, al tiempo qxie el emperador le prometo de no pasear de aquí hasta que
llegó á ella, viendo una edad tan grande uno de los míos me haga el camino libre ó
y la presencia grave y autorizada en estre- todos sean desbaratados, pues en mi propia
mo, pareciéndole que su estado y fama á tierra hallo cstraños que me la defienden» .
respecto de la persona era pequeño, con toda Entonces poniendo los ojos en ella después
aquella cortesía y acatamiento que pudo le del escudero ido, le dijo: «Señora, ¿pareceos
rescibió, abajándose por le besar las manos que quien á mi puerta y estando yo con vos
por la merced que le hacía en querella tener me vieno defender los caminos que lo haría
en su casa y corte; mas él, que pensaba que mejor no teniéndoos á vos por valedora? por
era él que la recebía della, se lo pagó con cierto, el caballero es para muoho ó esta
palabras cumplidas, nacidas de la verdad de ofensa no me la hace él sino vos, que por os
rus obras; de allí, siguiendo el camino hacia contentar ó parescer bien se ofrece á tan gran
la ciudad, espantado de la hermosura de cosa». Aun el emperador no acababa estas
Leonarda, llevaba siempre los ojos en ella, palabras, cuando por las ancas del caballo
porque el corazón no los dejaba ocupar en vio venir volando á Boramonte, que en su
otra parte; no era esto para estrenar, porque corte y en toda parte era tenido por buen ca-
allende de su parescer ser merecedor dello, ballero, quedando el délos fresnos tan ente-
el natural de los viejos es dar cebo á los ojos ro en la silla como si no le tocaran; este en-
á las cosas que les paresce bien, satisfaciendo cuentro hizo grande recelo en los otros, co-
con aquello los otros desseos que en ellos menzando temer
á los desastres que les podía
hay; mas en el camino halló cosa que se los acontescer; mas oomo en las cosas de la hon-
hizo quitar della, porque antee que llegassen rra los que la buscan no temen loe peligros
á Costantinopla, un cuarto de legua junto de la persona, olvidando délo que tenían de-
con una hermita de Sant Luis que en el ca- lante los ojos, cada uno trabajaba por no ser
mino estaba, á la sombra de unos fresnos que el postrero que su persona aventurasse; en-
la cercaban, vieron un caballero armado de tre éstos el que primero abajó la lanza fue
rojo y encarnado sembrados de abrojos de Frísol, al cual le aconteció como ñ. Roramon-
oro que casi los cubrían, y el yelmo de la te; el caballero de los fresnos paseó tan airo-
mesma manera, en el escudo en campo azul so oomo la primera vez, y volviendo las ríen-

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212 LIBROS DE

das al caballo, tomó otra lanza de las muchas que tenían nuevas que estaba en la corte de
que á uno de los árboles estaban arrimadas, Inglaterra; assí que cuanto más se afirmaban
las cuales mandaba traer por no verse en la no ser ninguno tiestos, tanto más tenían por
necessidad dellas; y tornando á su puesto vio cosa nueva y grande tan grandes cosas en
á Graciano; con toda la fuerza que le podía hombre no conocido, y como los que hasta
traer el caballo arremetió á él, y poniendo entonces derribara fueran de los principales
las piernas al suyo le encontró en el escudo de la corte y en quien mayor confianza se
con tanta fuerza, que dio con él en el suelo, podía tener, perdieron la esperanza que hu-
y de hecho le matara si el encuentro no fue- biesse otro que le pudiesse vencer; porque
ra de soslayo, y él quedó sin hacer revés, allende destos justaron Estrelante, Belisar-
porque Graciano erró el suyo; tras éste salió te, Francián, y no habiendo quien saliessc,
Beroldo, mas como el de los fresnos guardas- llegaron al instante Pompides y Blandidón,
se aquel día para mostrar su precio, por la cuyas obras en toda parte dejaban fama; des-
manera de los passados le echó de la silla, de pués de hacer el acatamiento al emperador y
que el emperador tuvo de qué maravillarse. él recebillos como quien eran y personas á
En esto vino á la justa Dramiante, y porque al quien siempre tratara con amor, les dio cuen-
tiempo del encuentro su caballo tropezó en ta del caso pidiéndoles quisiessen franquear
una de las raíces de los árboles que estaba á la señora Leonarda, pues ya no esperaban
más alta que la tierra y cayó con él, no se que otro lo hiciesse. cProbaremos nuestra
quiso dar por derribado, diciendo que la Vi- fortuna por servir á V. A., dijo Pompides;
toria de su caída no se podía dar á su onemi- mas no para creer que lo que estos príncipes
go, y puesto que algunos habían esta razón y señalados caballeros no pudieron acabar
por mala, el de los fresnos dijo que tornasse acabemos nosotros» . Aun las palabras no eran
á cabalgar todas ouantas veces quisiesse, por- dichas, cuando poniendo las piernas al caba-
que mas aina cansaría él de hacello que no llo, arremetió para el estrano, que ya le sa-
él de derriballo; estas palabras en algunos lía arecebir; y por no gastar tiempo en en-
fueron juzgadas por soberbias, otros juzga- cuentros, baste que Pompides y Blandidón
ron que le nascían de la confianza de símes- hicieron compañía á loe otros, rescibiendo el
mo. Dramiante tornó á cabalgar enojado de caballero de los fresnos algún revés, y vien-
su desastre; por cierto mejor le fuera concer- do que no había más que hacer, quitándose
tarse con él que tornar á la justa, porque el el yelmo se fue al emperador á le besar las
caballero le encontró de manera que faisán- manos, y él le tomó en los brazos viendo que
dolé el escudo y las armas le echó en el sue- era su nieto Floriano, tan alegre de su Vito-
lo herido del encuentro, y aún le favoresció ria como antes estaba triste de se le ver ga-
la dicha en no ser el encuentro en lleno, que nar, yassí lo quedaron todos los vencidos,
ól passara mucho riesgo. Este encuentro hizo porque lo que en el principio hobieron por
al emperador tener menos sabor de la justa injuria al fin les quedó por alegría y honrra;
ue hasta allí mostraba, que recelábala fuerza acabando Floriano de besar las manos al em-
e aquel caballero y temía que de aquel pla- perador áy Primaleón, quiso hacer lo mes-
cer naciesse algíin pesar; en esto salió don mo á la princesa Leonarda, que puestos los
Rosbel, que entre muchos era estremado, y ojos en él, viéndolo tan mancebo, allende de
puesto que su confianza enseñasse á perder lo mucho que de sus obras viera, no pudo
el miedo, á la postre quedó como los otros, tanto consigo que tras poner los ojos no guias-
porque á la segunda carrera el caballero le se la voluntad, y tras ella algún tanto rin-
hizo tenellos compañía, perdiendo él los es- diesse la voluntad, puesto que después la
tribos, deque quedó corrido por ser en aque- perdió del todo; y con aquella gracia y her-
lla parte; tornando á cobraílos so tornó al mosura que la naturaleza la dotara, le res-
puesto, y vio que el esforzado Platir le salía cibió con las mejores y más honestes pala-
al encuentro, y quebradas las lanzas, topán- bras que pudo; mas él, puesto que su liber-
dose de los cuerpos de los caballos, Platir y tad hasta entonces libre tuviesse mala de so-
el suyo vinieron al suelo, y el del caballero meter á cuidados enamorados, en aquella
estreno estuvo en esso aturdido del encuen- hora no pudo tanto ser libre que en alguna
tro; el emperador estaba tan espantado de lo parte no se hallasse combatido dellos, que el
que vía, que no sabía que hablasse; Prima- buen parecer de la linda Leonarda era pode-
león lo estaba más; algunos pensaban que {*>- roso de hacer estos estremos. El emperador,
dría ser aquél Palmerín, que de otro no se viendo el camino desembarazado, dijo á la
esperaban tales obras; después, afirmándose princesa: cSeñora, quien de antes nos defen-
que no era él, no sabían qué dijessen, porque día el camino por fuerza, agora nos lo deja
pensar que podía ser Floriano no podía ser, por buena voluntad; vámonos antes que ha-

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PALMER ÍN DE INGLATERRA 213

liemos quien nos la torne á empedir, puesto otros servioios con que todo se satisfaga».
que agora, teniendo tal y tan buen defensa «La voluntad le tuviesse yo cierta para que
de nuestra parte, no sé de quién se puede ella los quisiesse rescebir de mí, respondió él,
recelar». que en lo demás, puesto que mis fuerzas
sean parapoco, favorescidas de tal mano nin-
guna cosa se me haría imposible, y para que
Cap. XI. — Del rescebimienío que se hizo en
la muy noble ciudad de Costantinopla d comigo lleve alguna confianza que me haga
la princesa Leonarda. aventurar á todo, pido por merced á vuestra
alteza que acabe con la señora princesa me
Paseadas aquellas justas, el emperador, resciba por suyo, que yo conozco de mí que
ardimiento que de aquí me puede quedar
ufano por que en ellas viesse la princesa Leo-
narda alguna parte de la nobleza de su corte, será do tan gran fuerza, que sólo con él des-
se puso en camino de la manera que dantes barataré todas las cosas que la mía no basta-
iba. Primaleón se aparté con Floriano, y assí re» .«La señora Leonarda gana tanto en esso
platicando cada uno en lo que la voluntad le por el precio de vuestra persona, respondió
pedia, llegaron á la ciudad, adonde fueron Polinarda, que creo que habrá poco que ro-
rescebidos del pueblo con algunas fiestas y gar; mas si para su condición esto no basta,
juegos, por le parescer que en ello complacía yo tomo sobre mí toda la carga dessa merced,
al emperador; alegrías que mucho estrafiaron y le besaré las manos, y hacernos ha entra-
por el pesar que entonces había por la pri- mos, quedando yo sola en obligación de se
sión del rey Polendos, Belcar y los otros ca- le pagar» . A todas estas palabras, Leonarda
balleros; llegando á palacio, la emperatriz, estuvo callando, y corrida por ser tan nueva
con Gridonia y su nieta Polinarda, vinieron en aquella cosa, y respondiendo á Polinarda
á recebir á Leonarda hasta la escalera, tra- dijo: «Señora, no sé qué cosa me podáis
tándola con igual cortesía, mostrándole el mandarque, no siendo contraria á mi honrra,
amor y voluntad que pudieron, de que Leo- que no la haga y reciba merced; á esse caba-
narda quedé assaz satisfecha, pareciéndole llero, para le tener por mío baste ser her-
que quien en los principios le hacía tan buen mano de Palmerín, á quien tanto debo, y
recibimiento, sería para á la postre honralla primo de vuestra alteza, á quien desseo ser*
del todo; después de haber hecho sus cum- vir; si él halla que esse nombre le puede
plimientos con la emperatriz y Gridonia, aprovechar para alguna cosa, yo consiento
Polinarda la vino abrazar, teniendo en mu- que le quede, mas quien tan grandes obras
cho su hermosura; mas quien entonces la tiene, no tiene necessidad de ayuda tan pe-
miraba, sabía mal conoscer si habría ven- queña para después le atribuir la honrra de
sus hechos». Polinarda le tuvo en merced
taja entrellas; cada una, recelosa de la her-
mosura de la otra, se recelaba bí le podía fa- aquellas palabras, assí por el contentamiento
cer ventaja; el parecer de Leonarda que á de Floriano, á quien ella estimaba, como por
Polinarda pareció tan bien, le hizo doblar su vivir fuera del recelo en que la ponía su
amor en Palmerín, viendo que la fe con que hermosura, y para perder este recelo dessea-
le servía era tan verdadera que con tan gran ba que se entregasse algún tanto á él y que-
precio como tuviera en su poder ganado, con dar segura de Palmerín, que en estas cosas
tanto trabajo no se pudiera desbaratar; assí, nunca viven tan sin miedo que no les quede
a8sidas por las manos, se fueron con la em- alguno ó alguna desconfianza; Floriano tuvo
peratriz ásu aposento, adonde, sentándose en tanto lo que passara, que de mucha pre-
juntas, cada uno de los que allí estaban po- sunción alegre
y no se hallaba consigo, y le-
nían los ojos en ellas por ver aquel estremo vantándose fue al emperador que le llamara,
de la naturaleza. Floriano, después de besar el cual, viendo la plática que con él tuvieron
las manos á la emperatriz su agüela, que le aquellas damas, sospechando lo que podía
abrazó muchas veces por ser hijo de Flórida, ser, desde allí asentó en su voluntad casalle
á quien mayor amor siempre tuvo, se fue á con Leonarda, porque le paresoió que tal
Gridonia para hacer otro tanto; ella le abra- ayuntamiento sería bueno; Polinarda pidió
zó, no se las queriendo dar; acabado este por huéspeda á la princesa, y lo fue todo el
cumplimiento, quiso tener el mismo con Po- tiempo que en la corte estuvo, y tanto se
linarda, poniendo las rodillas en el suelo; amaron de allí adelante, que ningún Becreto
ella lo tomé por la mano, diciendo: «En tiem- tenía la una que no le comunicasse con la
po estáis, señor Floriano, para pagarla afren- otra, assí que ningún placer ni pesar podía
ta en que os pusistes & la señora Leonarda haber en ninguna dolías de que entramas no
en la querer estorbar el camino, si no me tuviessen parte , porque este es el verdadero
acordasse que á trueco dessa fuerza le haréis camino de amistad, y adonde esto no hay no

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214 LIBROS DE CABALLERIAS

se puede llamar perfecta. El emperador, des- que á ninguno; diréle á lo qne vengo. La
pués de recogido á su aposento, estuvo pre- princesa Targiana, como quien conoce la
guntando 4Floriano por el rey de Inglate- enemistad que su padre tiene con esta casa,
rra, su agüelo, y por Flérida, su hija, y don la cual tuvo tanta fuerza que le hizo prender
Duardoe, desseoso de vellos antes que mu- los vuestros en tiempo que merecían otro ga-
riesse, que por su mucha vejez la esperaba lardón, no tiene portan seguro este concier-
cada día ; después de haber paseado en esto to que os comete que no tema que debajo no
algún tanto, mandóle aposentaren el palacio traiga algún revés , y pues toca la libertad
como solía. Floriano passó aquella noche con de su marido, ella sobre todas las personas
menos reposo que acostumbraba, porque del mundo la dessea, avisa á vuestra alteza
acordarse de Leonardale traía a una parte y que primero que le entreguéis estén puestos
á otra de la cama . Otro día , acabada de oir los vuestros en toda buena seguridad, porque
mises, el emperador comió en la güerta de después que si algo sucediese ella se nallasse
Flérida con la emperatriz y Gridonia, y Po- sin culpa, con esto sale de toda la sospecha
linarda con su güespoda, donde se hizo el que adelante se puede tener della». «Por
mas noble banquete que nunca se vio. Aca- cierto, doncella, dijo el emperador, siempre
bado el comer, que duró mucho, alzadas las yo de Targiana tuve esta virtud, y si ios ser-
mesas, entró por la puerta una doncella ves- vicios que en mi casa le hicieron fueron po-
tida de negro, los tocados de la mesraa ma- cos, álo menos fueron bien empleados. Este
nera de los vestidos, acompañada de dos es- aviso que me da le tengo mucho en merced,
cuderos, lacual, primero que hablases al em- que de tan real condición y sangre no se
perador, besó las manos á la emperatriz y á puede osperar otra cosa. £1 su consejo tomaré
Gridonia y á Polinarda; la cual la abrazó
yo por ser dado de tal persona y con tal vo-
porque la conoció, que era una de las que luntad, más
y siendo tanto á mi nrovecho y
Targiana trajera; de allí se fue al emperador honrra». Acabado esto, la doncella so fue á
para le besar las suyas, mas él ni Primaleón Polinarda, porque para ella traía otro recau-
no se las dieron, antes el emperador la recibió do, á quien después de habérsele dado, po-
con su acostumbrado rostro y alegría, pre- niendo los ojos en la princesa Lconarda,
guntándole por su señora. «Señor, respondió viéndola tan hermosa, como no la conociesse
la doncella, si esta obediencia no hioo pri- por no haberla dejado allí, preguntó á Poli-
mero ávuestra majestad, es porque soy en- narda sipor ventura era aquella Miraguar-
viada ami señora la emperatriz con recaudo da, de quien tanto se hablaba, por quien Al-
de mi señora Targiana, y pues que Y. M. me baizar fuera vencido. «No es essa, respondió
pregunta por ella, sabríale afirmar que desde Polinarda; esta señora es la princesa do Tra-
el día que Polendos vuestro hijo con todos los cia que Palmerín desencantó» . «Ya, señora,
otros príncipes y caballeros que en su guar- dijo la doncella, sé quién es, porque muy
da enviastes fueron metidos en prisión, has- bien se me acuerda la aventura de su copa
ta hoy, nunca más salió de una cámara, ves- que á esta corte vino. Por cierto que Palme-
tida de jerga, tan triste y descontenta, que rín ostaba cativo do todo, pues despreció tan
su hermosura estremada es consumida en alto parescer y grande estado; mucho le debe
lágrimas; y puesto que su padre con todos quien tal cosa le hizo tener en poco». Polinar-
los halagos y maneras del mundo trabaja de da, desseando quo aquella plática no fuesso
quitalla de aquella intención, jamás lo pue- más adelante, por no acordarse de tan gran
de acabar con ella, diciendo que hasta ver deuda , la mudó , preguntándole por las co-
tornados en su libertad todos los vuestros no sas de su Befiora muy por estenso. Mas como
sorá alegre; de manera que el turco, viendo á este tiempo llegase nueva al emperador que
que su hija está en el postrero estremo de su el embajador del turco era junto con la ciu-
vida y que la tristeza que tiene no se puede dad, le mandó rosecbir á todos los principa-
curar sino con lo que ella pide , concedió de les de su corte, y determinó esperalle en aquel
se los dar á truoco de Albaizar su yerno, mismo lugar. La doncella de Targiana, sin
soldán de Babilonia, porque sus vassallos le más esperar , se despidió , aue oe
allí había
aprietan por ello , y para ello os envía un de ir á ver á Albaizar, prometiendo á Poli-
embajador que será aquí hoy ó mañana; y narda que á la vuelta tornaría por allí, que
porque mi señora es en conocimiento de las de otra manera no se pudiera despedir tan
grandes mercedes y honrras que en esta casa presto. £1 emperador le rogó que dioso sus
rescibió y so teme que este oonoierto traiga encomiendas á Albaizar y al rey Rociados.
en lo secreto algún engaño, me envió ade- Y con dalle muchas joyas para el camino se
lante con este recaudo á la emperatriz; mas despidió. £1 embajador del turco fue recebi*
ya que V. M. está presente, á él toca más do, no como de enemigo, mas según como á

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PALMEBIN DE INOLATERRA
• 215

la petaona que era enviado; y á la verdad , perador, á la señora Targiana debo yo luego
puesto que todas estas cosas fuesen mal esta merced, y dospués della á quien más
agrasdecidas, nenguno le podía negar su aquí se debe es Miraguarda, que supo apri-
precio , que en ellas se mostraba que aque- sionar áAlbaizar , que de otra manera si se
lla virtud, humanidad y grandeza de áni- espera por la virtud del gran turco, ya veo
mo no se podía hallar sino en el empe- qué *fin este negocio podía tener; porque en-
rador Palmerín, que hasta á quien deesea- tregar alcaballero del Salvaje no lo hiciera
ba perseguir rescebía con amor. Entrado el por gran precio, aunque en ello se ganara
embajador en la ciudad cercado de tan sin- restituir otro dos tantos; mas con todo, yo
guiar y noble caballería, descabalgó á la soy contento del partido, mas no aé con qué
puerta de la huerta, á donde el emperador seguridad haga para que no quede algún re-
estaba; llegando dolante dól, después desten- celo». «La manera que en esto se puede te-
der loa ojos á cosas que le espantaron, abajó ner, dijo el embajador, es que de la verdad
la cabeza alguna cosa, haciendo menos cor- del turco mi señor se puede fiar todo. Vues-
tesía de lo que consigo traía soberbia y pre- tra majestad puede entregar á Albaizar, y el
Rampción. El emperador, como quiera que mismo Albaizar os enviará los presos, cuanto
la confianza de si mismo le enseñasse tener más que yo no sé qué más prenda se puede
en poco aquellos desprecios, hablóle y resci- dar en este caso que ser el partido cometido
bióle con semblante alegre, según siempre por el gran turco, que por ningún precio
acostumbraba. El moro le metió en la mano querrá quebrar su palabra». El emperador
una carta sellada con un séllete de oro col- se puso la mano en la mejilla y estuvo pen-
gado de un cordón de seda verde, la cual sando un poco en la respuesta que daría, mas
después de leída, el emperador le dijo que como Floriano oonosciese mejor aquella gen-
bien vía que era de creencia, que al otro día to y se temiese que la bondad del emperador
si le pareaciese podría decir su embajada, y le hiciesse fiar de quien no debía, levantán-
que en tanto se fuesse á reposar. cSeñor, res- dose en pie dijo: «Señor, ¿en cosa tan clara
pondió el embajador, este negocio no es ca- para qué es pensar respuesta? Traiga vuestra
lidad que sufre ningún reposo; por esso yo alteza á la memoria con ouánta razón pren-
no le puedo tener , antee acabado de decir á dió los vuestros, y por aquí podréis ver lo
lo que vengo, con la conclusión que sobrello que se debe fiar dól; pues si lo dejáis en la
se tomare yo me iré á dormir al campo don- verdad de Albaizar, también me acuerdo que
de quedan mis tiendas, que si de otra mane- usando de lo que no se debía esperar de tal
ra le hioiesse no sé si le placiera al turco mi persona, hurtó el escudo de Miraguarda á
señor» . «Sea como vos quiaiéredes, dijo el Dramusiando que le guardaba, con el oual
emperador, mas de mí podréis creer que si después puso toda vuestra corte en afrenta;
alguno mío fuesse en poder del turco y ace- mi parescer sería que si hasta aquí el rey Re-
tase dél cualquier cosa, no lo habría por mal cindos tuvo en él alguna guarda, que de aquí
con tanto que en lo que tocase al negocio que adelante tenga más, porque desta manera la
le mandase hiciese lo que debía». «Señor, salvación de los vuestros está cierta, y sin
respondió el embajador, dejadas todas estas esto yo la tendría por más que dudoaa; si el
cosas, digo que bien sabéis que en prisión turco ó el embajador dicen que el partido
del gran turco están cient caballeros de los que cometen nasce de su virtud y real incli-
vuestros, en que entra Polendos vuestro hijo, nación, yodigo y tengo por mí que le nasce
Beloar , Onistaldo y otros de tanto precio de la mucha necessidad que tienen de haoe-
como ellos. Y puesto que el gran turco mi 11o, que los vasallos de Albaizar se lo requie-
neñor tiene reacebido de vuestros vasallos al- ren por la salvación de su señor, y si el tur-
gunas injurias que bien se podrían vengar co se lo negase sería forzado temerse de
con muerte deetos presos, usando de su real quien se quiere ayudar» . «Caballero, dijo el
condición y de los ruegos de su hija, les otor- embajador, agora os conozco, y si la embaja-
gó la vida. Agora , queriendo más llegar al da que traigo no me quitase tomar armas, yo
cabo con su nobleza, ha por bien de los dar á os mostraría con ellas cuánto debe ser en
trueco de Albaizar su yerno, que por man- toda parte venerada la verdad y palabra del
dado de Miraguarda anda preso en la corte turco; algún día vendrá tiempo que se lo pa-
del rey d'Espafla. Esto debéis agradescer á guéis con lo más que le tenéis ya meresci-
la princesa Targiaua, que con lágrimas de do». «De hacer armas con vos llevaría yo
muchos días lo alcanzó dél, que, sin ella, pri- poco placer, dijo Floriano, por lo cual huel-
mero le entregárades al caballero del Salvaje go haber razón que lo defienda, que adonde
que la hurtó que los vuestros tuvieran liber- se gana tan poco como sería venceros no se
tad ni restitución». «Por cierto, dijo el em- debe aventurar tanto como es gastar el tiem-

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LIBROS DE CABALLERIAS

po mal en cosas tan pequeñas» . A estas ra- persona grande y autoridad juntamente con
zones tendió el emperador un cetro que tenia las canas de la cabeza y barba, ponía en él
en la mano porque callasen, pesándole de las crédito y autoridad para no poner duda en
palabras que Floriano dijera, puesto que cosa que dijesse; todos pusieron los ojos en
cuanto el consejo le tuvo por bueno y assí le él por oír su demanda. El viejo, llegándose
pensó seguir. Entonces, volviendo el rostro al junto al emperador, le quiso besar las manos,
embajador, le dijo: «No os debe parecer mal al cual él no dio, antes le ayudó á levantar,
en cosas de tan gran precio aconsejarme los preguntándole lo que quería. «Señor, res-
míos, y más Floriano mi nieto, que en estas pondió élcon voz flaca y cansada, que ainas
cosas tiene tanta noticia y parte; yo bien no se oía; pues en vuestra casa estuvo siem-
creo que la verdad del gran turco se debe te- pre el socorro para aquellos que lo han me-
ner por la mejor del mundo, mas como quiera nester, no creo que á mí, que dello tengo
que los presos son personas que no se con- muy gran necessidad, me falte» . Tras estas
tentarán desto por lo que ya pasaron, no oso palabras echó tantas lágrimas, cuantas le
daros palabra de lo que me pedís, y que yo paresció ser necesarias para dorar lo que
quisiease no querría el rey Recindos de Es- decía, diciendo más: «Suplico á vuestra ma-
paña, que tiene su hijo en prisión y Albai- jestad que con aquel ánimo leal con que
zar en su poder. Vos decí al turco que entre- siempre favoresció á los tristes, me socorra
gándome los prisioneros que tiene, le daré á á mí en la mayor sinrazón y agravio que
Albaizar, y si para fiarse de mí no bastare nunca se hizo á hombre; y porque el caso es
decillo, yo le daré por fiador á su hija Tar- de gran calidad, que al presente no se puede
giana, que por lo que de mí conosce creo que decir sin mucho mayor riesgo mío, querría
lo querrá ser; y pues que ella en esto pierde que me enseñasse el caballero en quien ma-
ó gana mas que ninguno teniendo su marido yor confianza tiene y le enviasse comigo L
preso, no debe denegar el partido. Esta es donde yo le llevare, y á donde con sus obras,
la respuesta que le podéis llevar, que al pre- allende de dar descanso á mí, acrescentará
sente no tengo otra que daros» . «Señor, dijo su fama con más honrra de lo que hasta aquí
el embajador, ya sé que á las veces malos por ventura tuvo hombre alguno, puesto que
consejos dañan intenciones singulares, que en estos casos no se debe confiar de cual-
assí aeontesció á vos; yo me parto, pues que quier persona» . «La lástima que rescibo des-
aquí no hay más que hacer; cuanto á los sas lágrimas y edad cansada me hace salir
vuestros, haráse como queréis , porque de la un poco de lo ordinario, porque no creo qne
señora Targiana yo sé que dará la vida por en tantos años y blancas canas pueda caber
hacer vuestra voluntad, no debiendo ser assí, engaño. Este caballero que está junto comi-
pues tenéis en su casa quien tan gran deser- go se llama Floriano del Desierto, que otros
vicio hizo á su padre» . «Hizo luego á mi mu- llaman el caballero del Salvaje; es mi nieto,
cho servicio, dijo el emperador, pues por él y hombre en quien más agora confiaría cual-
ganó su amistad, y ruégoos que le beséis por quier hecho; quiero que os acompañe en esta
mí las manos, y le digáis que mi amistad afrenta, que cuanto mayor fuere más le ha-
tenga cierta en las cosas que le viniere pla- bréis menester» . El viejo se echó á sus pies,
cer». El embajador le prometió de hacello queriéndoselos besar por tan gran merced:
assí y con esto se despidió poco alegre de lo el caballero del Salvaje le besó las manos por
que negociara, como quien en aquel trato le dar cargo de aquel caso, y porque el viejo
traía trato doble. El emperador, platicando daba priessa en la partida se fue luego armar
con los suyos en el mismo negocio, contento y se fueron 6U camino sin dar lugar á despe-
del camino que en él abría, y mucho más dirse de la emperatriz ni de sus amigos.
contento de Miraguarda que de todo era El emperador quedó preguntando si ha-
causa. bía allí quien le conosciese, mas no se hall 6
persona que dél le supiesse dar nuevas. Pri-
maleón le estrafló la licencia que diera sin
Cap. XII. - De una aventura que vino á la
corte del Emperador, y de lo que en ella saber particularmente qué necessidad ora la
sucedió. suya. En el mismo día se despidió Beroldo,
príncipe d' España, Platir, Blandidón, Pom-
A otro día después del embajador partido, pides. Graciano, Polinardo, Roramonte, Al-
acabado el emperador de comer en la sala, bania, don Ros bel, con todos los otros seña-
acompañado do algunos grandes, entró por lados que en aquella hora estaban presentes,
la puerta un hombre viejo, tan arrugado y para seguir á Floriano, temiéndose que pues
flaco de la mucha edad , que parescía que no el viejo encubría á lo que le llevaba, nofues-
se podía tener en los pies; como tuviesse la se algún engaño. Con esto quedó la corte

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217
PALMERÍN DE INGLATERRA

sola, y el emperador descontento del mal re- pasar el río la nube que á él le cubría, quedó
caudo que tuviera en la partida de su ñeto, sobre el batel donde salía, de manera que so
temiéndose de allí nasoeÜe algún daño que la hizo perder de vista, y porque en su áni-
el corazón le revelaba. mo nenguna cosa ponía miedo, puesto quo
Floriano y el viejo caminaron todo lo que sintiesse que había de que tenelle, comenzó
de aquel día quedaba por pasar y la noche assí á pie á caminar hacia el castillo que
sin tomar ningún reposo, y en amanescien- hacia aquella parte todo estaba clara. Como
do dieron de comer á los caballos y ellos la altura de la rocha fuese grande y el peso
reposaron un poco; mas el viejo, que todo de las armas le fatigasse, convínole descan-
raposo tenía por trabajo, le hizo cabalgar. sar dos ó tres veces. En este detenimiento
Ya que lo mas del día era pasado, se halla- se le acabó de gastar e) día, de manera que
ron á vista de un castillo que sobre una cuando llegó arriba era ya noche. A este
roca estaba asentado, al parescer de los ojos tiempo se abrió la puerta del castillo, y sa-
hermoso y fuerte; por á par dél corría un río lieron dél cuatro doncellas con hachas en-
de mucha agua, pasajero en una barca tan cendidas; le tomaron entre sí y le llevaron
pequeña que no podía llevar en sí más que consigo; como ellas fuessen hermosas y 1*«
dos pasajeros; el viejo saltó fuera de su rescibiesen muy bien, y su voluntad fuesse
caballo y dijo á Floriano: cBien veis, seílor holgar con aquella compañía, iba tan ale-
caballero, que la barca es tan pequeña que gre, que ningún recelo se le acordaba ni
si quissiésemos entrar todos en ella pondre- pensaba que le podía haber, y assí ponía los
mos las personas en riesgo no necessario, y ojos en las unas como en las otras, porque á
porque á mí no me conviene meteros á vos en todas le guiaba la voluntad, que esto es na-
él, sino salvallos de todos, para aventuralle tural de hombres de voluntades libres; y assí
en aquel para que le traigo, niégoos que des- platicando con ellas entraron en el patio del
cabalguéispaséis
y solo, y vuestro escudero castillo, qne estaba losado de unas piedras
y yo pasaremos con los caballos cada uno negras, y de allí subieron á unas salas gran-
por si, que de otra manera estaría el peligro des mal obradas y hechas á la manera anti-
cierto y el pasaje dudoso» . «Es tan honesto gua, ádonde le salió á rescebir una doncella
errar por el consejo, dijo Floriano, de quien acompañada de otras tan grandes de cuerpo
por la edad tiene esperiencia de muchas que parescían jayanas, no tan solamente de
cosas, que acertar por el de quien no passó estatura, mas aún en los miembros, porque
nenguna, que puesto que otra razón no tu- todo era proporcionado al cuerpo; sería de
Tiesse para seguir vuestro consejo, esto solo edad de diez y seis años, fea, mas tenía buen
bastaría, cuanto más que la calidad del caso aire; en la manera y atavíos de su persona
no nos muestra otro remedio mejor, puesto parescía de mucha manera y majestad. En
qne por la priessa en que estos días me ha- llegando al del Salvaje, le tomó por la
céis caminar me pesa hallar pasaje tan va- mano, rescibiéndole con tanta honrrn á su
poroso»Acabando
. estas palabras y saltando parescer, como lo pudiera hacer persona en
fuera del caballo, se metió en el batel, man- cuya mano estuviera todo el remedio de su
dando remar para la otra parte; aún no sería vida, y assi le metió en una sala de la mis-
en el medio del agua, cuando los cubrió una ma hechura del otro aposento, entoldado de
nube tan escura, que con ella perdió de vista muy rica tapicería. Como Floriano á este
& los de tierra y ellos á él. Como su escudero tiempo se quitase el yelmo y viniese cansa-
¿uissiese echarse al agua por le seguir, re- do de caminar á pie, quedó tan hermoso,
preséntesele ante los ojos una sierra muy allende de sello de su natural, que la seflora
grande cubierta de niebla, y á su parescer no pudo negar al desseo una inclinación
aquélla se metía entre él y su señor, y vol- amorosa, de que mucho le pesó por ver ansí
viéndose hacia el viejo, ni le vio ni supo tan gran flaqueza en favor de un hombre
para dónde fuera. Y entonces tuvo por cierto que tanto mal le hizo; con este enojo de sí
que sus lágrimas eran fingidas y con engaño misma, usando del natural de su robusto
eran, y no de cosa que le doliese, y no sa- corazón, tornó á disimular aquel primer mo-
biendo determinarse, después de haber ima- vimiento,diciendo
y palabras amorosas para
ginado mil variedades, puso en su voluntad dissimular el odio que le tenía y tenelle
de correr toda aquella tierra, y no hallando contento, dijo: «Señor caballero, hasta aquí
nuevas tornarse á la corte del emperador siempre tuve el corazón cansado porque para
con aquéllas de la pérdida de su señor, para una ofensa que me es hecha me falta socorro
que con ellas sus amigos fuessen á buscalle, y esperanza de ser vengada; ahora que os ten-
creyendo que de la diligencia de muchos go á vos pienso que lo tengo todo; pídoos por
algún fruto se sacaría. Floriano, después de merced que esta noche reposéis, porque el

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218 LIBROS DE CABALLERIAS

trabajo del camino ob pono en esta neoessidad, mano izquierda; mas como este anillo fuesse
y mañana os daré cuenta para lo que os he hecho para aquel engaño, acabado de meter
menester» . «Señora, respondió el del Salva- quedó sin ningún acuerdo, porque una pie-
je puestos los ojos en ella, si en algún tiem- dra que en él había era de tal condición, que
po pensé que debía alguien alguna cosa, en cuanto no se le quitasen no tornaría en
agora pienso que debo mas al caballero que sí; luego vino & la misma cámara Arlanza.
rae trujo a este lugar, porque poderos servir que assí se llamaba aquella doncella jaya-
tengo por tan gran precio, que me pesa ser na, señora de las otras, acompañada do sus
mi vida de tan poco para se aventurar en al- doncellas, y viéndole tan mortal que nin-
gún peligro por vos, puesto que el mayor guna cosa sentía, comenzó & decir: «Pares-
que ya le puede aoontosoer ya le tiene de- cerne, mis amigas, que nuestra jornada no
lante, ytodos los otros yo los estimo en tan fue en vano; desde agora adelante debe Co-
poco en pos deste, que los tengo en tanto lambrar mi madre vivir contenta, pues tan
como nada». La señora, que no se pagaba entera venganza puede tomar de la muerte
destas razones, le dijo; «Ora, señor, ya es de sus hijos Calfurnio y Calboldan (') mis
tarde; cená y reposá, que á la mañana pla- hermanos» ; mas entonces, poniendo los ojos
ticaremos en lo que se deba hacer» , y des- en él, viéndole tan mozo, decía: «Por cierto,
pidiéndose dél con toda la cortesía que el no sé cómo en tan tierna edad haya tan
odio y el engaño podían fingir, le dejó y se grandes hechos, ni puedo creer sino que el
fue á su aposento. El del Salvaje quedó algún favor de los dioses era de su parte, y no es
tanto alegre viendo cuán moderadamente le
mucho de dudar, porque la naturaleza des-
sufriera sus palabras, creyendo que sufrien- te, según su hermosura, es conforme á la
do assí otras y otras podría su desseo tener delloB mismos, por donde creo que alguna
efecto; porque puesto que la doncella no amistad ó parentesco tiene con alguno da-
fuesse hermosa, la disposición de su perso- llos, ysi el daño que dél tengo reaoebido
na, la compostura de los miembros, la gran- fuera alguna cosa menor, yo le perdonara;
doza del cuerpo, la singular gracia y aire, mas ¿quién ha de sentir tan poco la muerte
le hacían dessear, creyendo que si della de talos hermanos y qué contento mi madre
podría haber fruto, sería hombro de grandes y suya dellos puede rescebir de ver en su
obras; y con este desseo se sentó á la mesa, poder el matador de sus hijos?» Verdadera-
donde fue servido de las mesmas doncellas mente en esta hora batallaban dentro della la
que de antes le rescibieron, entre las cuales enemistad antigua y amor presente que le
una que le servía la copa era tanto mas her- nascía de su paresoer, y puesto que el amor
mosa que las otras, que le hizo olvidar de tuviesse su parte, la poca edad della, que es
todo, mirándola con afición enamorada sin causa de se cometer más ai na á los acciden-
acordarse de lo que de antes le ocupara; tes enamorados, y el paresoer de Floriano,
porque su condición era en aquellos casos que merescía que todo lo mudase, todavía la
perderse por lo que hallaba mas cerca, y fuerza del desamor de muchos días, la san-
platicando con ella y con las otras pasó la
gre de sus hermanos que en su memoria ha-
cena, que fue servida de muchos manjares; llaba presente, tuvieron más fuerza; y como
luego le llevaron á una cámara donde había las mas dellas tienen por natural acabada*
de dormir, rica y bien ataviada, donde todas do determinar en alguna cosa querer luego
juntamente lo ayudaron á desnudar; y & la la ejeoución della, quiso sin más deteni-
postro al tiempo que se despidieron, aquella miento mandalle cortar la cabeza ; mas i
que á la mesa le dio de beber se llegó á él, este tiempo llegó allí el caballero viejo, que
diciendo: «Señor caballero, si el tiempo y el la quitó de su intención, diciendo: «Ya ago-
lugar no me lo impidieran la voluntad, yo ra, señora, no hay que temer; esso caballero
os mostrara la que tenía para serviros, mas en vuestro poder está, no queráis que el pla-
pues que agora no puedo sacar de aquí más cer de su muerte sea vuestro solo, guardal-
que la lástima con que quedo de no poderos de para dalle á vuestra madre y de jalla ver
acompañar, ruégoos que en señal do lo que el destruidor de su sangre, y pues 4 ella
os quiero toméis de mí este anillo, que es duele más la pérdida de sus hijos, no le
joya que mucho estimo, y quedo por pren- quitéis el placer de la venganza de sus
da do otra que os desseo dar do mucho ma- muertes; embarquémonos para la isla, en-
yor precio» , y acabádoselo do moter en la treguémossele assí vivo, y ella determine la
mano, antes desperar respuesta se fue tras manera y fin de su muerte según le diere
las otras. El del Salvaje, contento de aque- lugar el dolor y pasión que consigo tiene» .
llas palabras, después de echarse en la cama
metióse el anillo en uno de los dedos de la
(•) Ántm n b* dicho: «CMboldáa».

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PALME ETN DE INGLATERRA

«Puesto que mi determinación, respondió no la otorgue livianamente; yo me quiero ir


ella, era otra, quiero seguir vuestro consejo, al emperador; con lágrimas fingidas y pala-
pues está claro que no me le daréis malo, y bras tristes que para aquel tiempo tendré
ruégeos que en amaneciendo vais al puerto guardadas, le pediré que en una afrenta muy
& aparejar el navio, que no me sufre el co- grande me socorra con el caballero en quien
razón ningún reposo en este caso». Con oste mayor confianza tuviere. El emperador es de
concierto le dejaron en aquella cámara des- tal calidad que no me lo negará, antes creo
amparado de todos , ofrescido al paresoer y que de su propia virtud me ofrescerá á su
sentencia de sus enemigos, bien apartado de ficto, y cuando me diese otro tendré manera
sentir la afrenta en que estaba y mucho más cómo sea el mismo, y assí le trairó á un cas-
lejos de poner remedio en ella. tillo donde tengo conoscimiento, que está en
los confines del imperio y del reino do Hun-
Cap. Xm. — En que da cuenta quién era esta gría, en lugar apartado de conversación; mas
doncella y lo que pasearan en su viaje. quería que estuviese en él la señora Arlanza
vuestra hija, para presentarle y decir que el
Dice la historia que Colambrar, madre de socorro que tanto le encárese! se ha de hacer
Brocalán y Balleato, jayanes que Floriano por aquella doncella, porque á ella so hizo el
mató en Irlanda, según atrás se cuenta, como agravio y sinrazón, porque de otra manera
no tuviesse otros hijos y éstos amase de per- no sé qué despedida puedo dar á este nego-
feto amor maternal, que en la naturaleza es cio, ysiendo rescebido en el castillo, tendre-
mayor de todos, siendo certificada de su mos manera cómo una de sus doncellas le
muerte, no mostró sentimiento, según las meta en la mano el vuestro anillo del sueno
otras mujeres acostumbran, mas con corazón reposado, que para esto llevará Arlanza. Y
varonil pudo encubrir tan gran dolor, deter- entonces, después de vencido dély desampa-
minando siempre de buscar todas ¡as mane- rado de sus fuorzas naturales , traello hemos
ras de venganza que la fortuna y el tiempo delante de vos para que satisfagáis vuestra
le ofreciessen, y con esta determinación re- voluntad como mejor os paresciera». «Mi
volvía en el juicio mil cosas para ejecución amigo Alfernao, respondió Colambrar, bien
della, y como en ninguna hallase perfecto sabía yo que mi descanso perdido no se podía
camino para lo que desseaba, socorrióse á un cobrar sin vos. Esto á que os ofrescéis es tan
caballero viejo, criado que fuera del jayán su gran cosa, que no sé con qué os la pague, y
marido, que ahí cerca en otra isla vivía, que pues que á lealdad tan verdadera no se pue-
en éste esperaba hallar verdadero consejo, de dar galardón que meresce, ruégoos que
porque allende de tener mucha esperiencia toméis el desseo que de mí conoscéis para
por la edad, de su natural era sabio y astu- agradescéroslo; yo asiento en lo que decís y
cioso yalgún tanto mágico. Pues como Al- quiero que assí se haga, que no creo que en
fernao (') (que assí se llamaba el caballero discreción tan entera pueda habor cosa mal
viejo) viese á Colambrar en su casa, movido acertada»; y haciendo aparejar un navio
á compasión de sus lágrimas, se le ofresció á mandó meter en él á Arlanza su hija, acom-
todo lo nescessario; y porque por su arte al- pañada de cuatro doncellas y otros tantos ca-
canzó que el caballero del Salvaje estaba en balleros, quo con pocos días, teniendo el
Costantinopla, le dijo: «Señora, si en este viento próspero, arribaron á un puerto bien
negocio quissiéredcs seguir mi consejo, yo me cerca del castillo del caballero, adonde sali-
atrevo á haceros alegre» . «No vine yo de tan dos entran en él, caminaron lo más secreta-
lejos, respondió ella, sino por la mucha con- mente que pudieron hasta llegar á él, y que-
fianza que tengo en vuestra virtud y amistad, dando allí la doncella Arlanza con toda su
y pues ésta aquí me trujo, no será sino para compaña, el caballero viejo Alfernao se fue
seguir vuestro parecer, y lo que vos deter- á la corte, y de su camino sucedió lo que
nunáredes caso se haga, que yo no quiero atrás en el capítulo antes deste se cuenta.
determinar nada por mí». «Pues señora, dijo Tornando al propósito, passada aquella no-
Alfernao, lo que de aquí me paroco es esto: che que el del Salvaje allí llegó, le metieron
el caballero del Salvaje al presente está én la en unas andas por que no fuese visto de nin-
corte del emperador su agüelo, tan despacio guno, le
y llevaron al puerto donde estaba su
con unos amores nuevos, que pienso que no navio, y allí metido, con toda la otra compa-
se partirá tan presto; es tan orgulloso, assí ñía dieron las velas al viento, alegres de tan
que nengún aventura le puedo suceder que buena presa.
Aquí doja la historia de hablar en ellos y
(«) El texto: «Alfernio», peto más Adelante dice torna á su escudero, que después de no po-
siempre: «Alfernao». delle hallar, sintiendo el engaño con que fue

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220 LIBROS DE CABALLERIAS

traído, se tornó la vía de Costantinopla, no hermano, y no dando cuenta á los escuderos


hallando en todo aquel día persona á quien despidió de sí al escudero de su hermano por
preguntar cosa. A otro día, atravessando por no serle á él ya necessario y para hablar en
una floresta, vio salir de debajo unos árboles su señora érales embarazoso, mandándole
un caballero de unas armas ricas que allí que le fuesse á esperar á la corte del empe-
dormiera aquella noche; en el escudo que le rador, porque ahí tendría más ciertas nue-
traía un escudero vio en campo verde un ti- vas del caballero del Salvaje que en nengu-
fre de oro, y llegándose más cerca vio que era na otra parte; y puesto que el escudero porfió
elvián y el caballero Palmerín; luego se fue todo lo que pudo por acompañalle, nunca lo
á él con los ojos llenos de agua, diciendo: pudo acabar con él; entonces se tornó, y Pal-
cSellor, puesto que las nuevas que os puedo merín siguió por el río arriba, y no tardó
dar de Floriano vuestro hermano no sean ta-
mucho que allegó á donde el río se derrama-
les cuales yo quisiera, huelgo de dároslas á ba mucho. El de las pieles le dio voces por-
vos antes que á otro, que ya sé que en vues- que en nenguno otro vado hallaría mejor
tra buena ventura tendrá ñn cualquier mal
passaje, y puesto que aquel era el más segu-
andanza» ; y contando lo que passara, Palme- ro que el río tenía, ni por esso dejaban á las
rín le dijo que le guiasse aquella parte adon- veces los caballos de hallar algunos pasaos
de viera el castillo, pesándole de tal acontes- donde les era forzado nadar, mas después de
cimiento, assí por el peligro de su hermano, passada la fuerza del agua, con poco trabajo i
como porque con esto so le estorbaba el cami- salieron en tierra. El caballero de las pieles j
no de Costantinopla, á donde aquellos días le se apeó para tomar el caballo al del Tigre. »
guiaba la voluntad, que había muchos que
que para enjugar la silla le era forzado apear-
su cuidado se lo demandaba y estorbábalo la
se; mas él, que no quiso que con tanta cor-
fortuna, por sucedelle cosas que le apartaban tesía le tratase, saltó dól, y echándole los 1
de á donde le llevaba su desseo, con aventu- brazos le dijo: «¿Quién había de pensar, se- j
ras grandes y de mucho peligro que á las ve- ñor hermano, que en tiempo de tanta fortn- j
ces acababa á mucha costa de su sangre y na y viaje tan incierto había de hallar tan i
riesgo de su vida. Pues viéndose ya deses- cierta guía? Agora acabo de perder todo el |
perado de acabar viaje tan desseado, se puso recelo que comigo traía, ni puedo creer que j
en el otro que se le ofrescía de nuevo, y con en esta tierra á Floriano mi hermano le pue-
el recelo de lo que se le podía acontecer á su da correr peligro, pues á vos os hallo en i
hermano, anduvo tanto, que otro día á horaa ella». «Señor, respondió Daliarte, puesto
de vísperas llegó al castillo, y entraron en el que vuestro corazón os enseñó á tener las co-
valle á donde passaba el río. cSeñor, dijo sas en poco, no es ésta de las que se han de
el escudero, esse es el desastrado lugar á tener en esta cuenta, porque Floriano va en
donde perdí al caballero del Salvaje mi muy cierto término de perder la vida y U
señor»; allí le contó todo lo que le aconte- salvación está muy dubdosa. Yo fui tan des-
ciera. «Mal haya, dijo Palmerín, el prime- agraviado, quecuando llegué á esta parte era
ro que ordenó encantamentos, que con ellos ya llevado por la más estraña aventura del
se oscurecen la bondad do los buenos caba-
mundo, y porque [por] mi saber alcancé todo
lleros yla malicia de los malos va adelan- lo que en esto passaba, y porque vi que su
te»; en esto llegaron al río, donde no halla- escudero os traía á este castillo, quíseos es-
ron barca ni barquero, y caminando por el
valle arriba, á poco rato fueron á parar á perar, porque sin mí no podíades tener noti-
cia desse caso»; entonces dijo que estando
parte donde el río se partía en dos partes y había tres 6 cuatro días estudiando por su*
luego se tornaba á juntar, quedando en me- libros le viniera á la voluntad saber dél y de
dio una isla pequeña; queriendo el caballero Floriano, como quien en otra cosa no tenía el
del Tigre probar allí el vado, le dio voces un
pensamiento, y allí alcanzara (>) cómo saliera
caballero que encima de las armas traía unas de la corte del emperador por engaño de un
pielesde alimañas que matara, y sobrellas un hombre viejo que le trojera, y á qué le lle-
terciado de monte colgado de las mesmas pie-
vaba, ypor cuyo mandado, declarándole todo
Ios, diciendo: «Señor Palmerín, no os escuréis lo más que en este capítulo se cuenta, y que :
desse passaje, que el agua es mucha y la tie- en cuanta diligencia pusiera en su socorro
rra acenagada, y puédeos acontescer algún que ya no le hallara, contándole también U
daño; andá más adelante por el río arriba, manera como fuera llevado. «Según esso.
que yo iré á mostrar por dónde passéis». dijo Palmerín, parócemeque era escusadoir
Palmerín detuvo las riendas para determi- al castillo ni detenernos en otra cosa, sino
narse en lo que haría, y afirmándose más en
el caballero conoció que aquel era Daliarte su («) El texto: a el cacara».

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PALME RIN DE INGLATERRA 221

{tartir luego camino de la isla Profunda; mas muerte me privó del bien queá mi vida daba,
temóme que en los impedimentos que el no sé qué descanso me quede que descansa-
tiempo en tales cosas pone, juntamente con do me haga, llevaré gozo do mis males que
la largura del camino, pueda hacer algún me traigan contento, y con acordarme que
mal, y si tal acontesciesse, no sé qué conten- los perdí sentiré más mal. Mas si en la otra
to me pueda después venir que borre tan gran vida hay memoria de lo que en ésta queda,
tristeza». «Señor, no es esta cosa que por en ella me sustentaré hasta quo la vea. que
otra ninguna que el tiempo ofrezca se haya ningún descanso perfecto me puede quedar
de dejar; que si Floriano se perdiesse sería en cuanto mi alma en la contemplación de su
la mayor pérdida del mundo y alcanzaría á presencia no se estuviere sosteniendo, y si
machos este pesar , por lo cual vos por una allá es dado á unas servir á otras, la mía se
parte y yo por la otra, olvidado todo reposo, guardará para entonces, y que no sea mi
caminemos hacia la parte adonde le llevan y ayuda esta costumbre yo haré costumbre nue-
quien primero llegare aventurar la vida por va, que por tan gran hermosura grandes co-
la suya, porque con un peligro se pueda sal- sas se deben hacer; mas aunque esto me haga
var otro; busquemos los puertos de mar y alegre, no sé cómo podré pasar los días que
tomemos cada uno su navio y sigamos tras no la viere, acordándome que alguna vez la
él, que á quien el tiempo y la ventura favo- vi, porque en cuanto mi ventura me alonga-
reciere, éste le será más en cargo». «Bien ba de su vista, siempre me parecía quel tiem-
creo yo, dijo Palmerín, que de ánimo tan es- po daría algún lugar para poderla ver, por
forzado saber
y tan singular cómo es el vues- esto quisiera antes passar la vida con pena
tro no puede salir sino consejo y esfuerzo que recebirla muerte para descansar con ella.
para aquellos que no le tuvieren y le hubieren Esta fe mía le presento porque, en cuanto la
menester; todo eso me parece muy bien y tuviere delante, si puede ser que le pese de
assí se haga» . Caminando por aquel valle á cuantos agravios me hizo y del descuido que
donde el camino se partía en dos, se aparta- dello tuvo, y puesto que ya no aproveche
ron el uno del otro, tan tristes como el acon- para me tornar á dar la vida, aprovechará
tecimiento de Floriano los hacía estar, quel para sentir menos la muerte; y porque mi
amor, á donde es grande, siempre tiene con- corazón en esta jornada me anuncia mayores
sigo recelo. temores de lo que nunca passé, y no sé lo
que la ventura querrá ¡determinar de mí,
ruego que si aquí está cierto mi fin, que con
Cap. XIV. — De lo que aconteció al caballero
del Tigre en aquella aventura. aquella fe y amor que á mí siempre serviste
sirvas á mi señora, y della esperes el ga
Después quel caballero del Tigre se apar- lardón que yo no te pude dar, de que llevo
tó del sabio Daliarte, anduvo todo aquel día mucha pena, que voluntad tan leal y fe tan
y la noche, que el cuidado grande que le aprobada, servicios de tanto tiempo no se
acompañaba no le daba ningún reposo, y habían de pagar con galardones tan incier-
porque el caballo en que caminaba, con el tos ydejarte en satistación los mis cuidados;
trabajo del camino y el peso de las armas, no mas no puede ser que cuando se le acordare
andaba como el de Selvián, que algún tanto lo que me debe y lo que te debo no te haga
estaba más aliviado, diciéndole: «Amigo alguna merced y honrra, y si assí no fuere,
Selvián, bien ves á la fortuna que mi vida no te canses de hacer mi voluntad, hasta que
va ofrecida, y cuánto á mi honrra conviene veas que se casa y otro goza el galardón de
este viaje; pues este caballo no está para du- mis trabajos, cosa que más me hace sentir
rar, ruégote que te llegues al primer puer- la muerte». Como quiera que estas palabras
to de mar que hallares, y tomando un navio fuessen salidas del alma, trajeron lágrimas
te embarques para la isla Profunda que fue consigo por testigo de lo que sentía, y pues-
del gigante Bra moran te, padre de Calfurnio, to que sus secretos para Selvián no fuessen
que ahí hallarás nuevas de raí, si el tiempo encubiertos, no quiso mostralle tan gran fla-
no me estorbara la jornada; y si la ventura queza en tiempo que era menester doblado
consintiere que sean malas, tórnate á Cos- esfuerzo, antes poniendo las piernas al caba-
tantinopla y di á mi señora Polinarda que llo, sin esperar respuesta se partió; mas como
aunque con perder la vida sossegasen mis el amor de Selvián fuesse demasiadamente
trabajos, no recibo en ello gloria, que mi grande, viéndole assí partir, trayendo á la
verdadero descanso no consistía en más que memoria el caso á que iba y enán poco había
en acordarme que los passaba por ella, y con de estimar todos los del mundo por la salva-
esto desbarataba los recelos que mi amor y ción de su hermano, que al parescer era muy
el tiempo representaban; mas ahora que la incierta, cerrósele el corazón con tristeza de

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222 tlBROS DÉ CABALLfífcÍAS

tal manera, que cayó en el suelo sin acuer- fuerza del invierno no pudiera haber má«
do; después de tornado en sí, se metió en el tempestad, de manera que por fuerza lea fue
camino, y porque la flaqueza del caballo le forzado de acogerse á un seno donde tam-
hacía el viaje vagaroso, cuasi desesperado bién estaban otros navios puestos sobre ánco-
de le poder alcanzar, se bajó dél, tomándole ras por causa de la mesma tormenta; en uno
por la rienda por le dar algún descanso; no dellos iba el sabio Daliarte, al cual el tiempo
anduvo mucho cuando hacia la manoizquier- hizo arribar en aquella part*», y hallándo-*>
da vio atravessar dos caballeros, á los cuales entrambos con tan gran contrario para su
conoció por las armas, que el uno era Berol- empresa, se les dobló la pena, con recelo de
do y el otro Platir, y dioles voces que le es- lo que podía suceder á Floriano. Daliarte
perassen; olios que le conoeiQron, viéndole sentía esto menos, que tenía por cierto que
de aquella manera y bañado en lágrimas, la fortuna de aquellos días también alean
temiendo algún peligro de su señor le pre- zaba á los otros como á ellos, y que el Tien-
guntaron que por qué causa venía de aquella to contrario para el viaje que llevaban les
manera. «Señores, respondió 61, no sé qué haría arribar algún puerto desviado de su
os diga, porque en este caso hay tanto que tierra, y con este detenimiento se podían ha-
decir que me turba el juicio». Entonces les llar todos en la isla de Colambrar. Al caba-
contó todo lo que le aconteció á Floriano, y llero del Tigre, puesto que ninguna cosa le
cómo su señor era partido á socorrelle; y se- diesse descanso perfecto, bien le paroscieron
gún la información de la tierra, si él allegas- estas razones, y con ellas quedó algún tanto
so solo sería maravilla escapar, antes pensan- satisfecho. Aquel día duró la tormenta, y otro
do dar la vida á su hermano la perderían en- hablando dél todo, por la cual razón el caba-
tramos, yquo él, por la flaqueza del caballo, llero del Tigre dejó la galera satifasciendo al
no le pudiera seguir. Platir le respondió: patrón, que su intención no era caminar
«Selvián, la buena ventura de vuestro señor en ella, antes fletando un navio de los que
es tan acostumbrada á acabar lo iinpossible, en el puerto estaban se metió en él, no qoe-
que en esto no pienso que le falte, que por riendo ir en el de Daliarte por que el nno no
esperiencia tenemos visto que las cosas gran- estorbasse la voluntad del otro. 18n el mesmo
des do que los hombres desconfían, puestas tiempo llegaron Platir y Be roldo, que con el
en su mano quedan detenidas por pequeñas; mesmo cuidado que ellos traían nacían su
por esso no penséis que quien para tan gran- viajo, y viendo que el desseo de Palmerín
des cosas nació le quede ninguna por acabar; era que no fuesse ninguno con él, embarca-
siempre á mí me paresció mala salida la de ron en el navio de Daliarte; aquel día cami-
Floriano de la corte de la manera que salió, naron ávista unos de otros , mas como vino
y el miedo quo hasta aquí traía de su vida la noche, la oscuridad della los hizo apartar,
torno á perder con saber quién va en su v porque dellos y de lo que passaron se ha-
guarda; con todo, nosotros iremos en su ras- blara ásu tiempo, torna la historia al caba-
tro, porque también si en este caso acontes- llero del Salvaje, que con Arlanza iba de 1*
ciera algún infortunio, no sería bien quedar manera que se dijo; la cual haciendo su viaje
el hombre fuera dél; vos venios de vuestro con tanto placer como le hacía llevar el bu*n
espacio en barca á donde hallardes, que assí despacho que consigo llevara, caminaron
haremos todos» . Con estas palabras se despi- cuatro días con sus noches teniendo siempre
dieron dél y so fueron con mucha priessa. el viento próspero hasta ser á vista de su
Pues el caballero del Tigre dice la historia tierra, á donde queriendo la ventura del ca-
oue, apartado de Selvián, anduvo tanto que, ballero del Salvaje, que para grandes costos
llegado á una isla pequeña situada en la cos- estaba guardada, se volvió el viento oon tan
ta del mar, fletó una galera de venecianos áspera tormenta, que por muchas veces se
que estaba esperando flete días había; dejan- tuvieron por perdidos, y en pocos días se
do el caballo solo con sus armas se metió
alargaron tanto de la isla que el piloto no sa-
dentro, y siguió su camino hacia la iRla de bía juzgar á qué parte eran arribados, an-
Colambrar, quo ora muy nombrada en aque- dando él y los marineros tan medrosos, que
llos tiempos por los jayanes que la señorea- ni él ni ellos no tenían acuerdo para se re-
ban ,y antes do rus muertes ningún navio mediar. Assí desta manera corriendo á árbol
osaba aportar á ella, que allendo do las per- seco tenían por cierta su perdición. Arlan za,
sonas correr riesgo de la vida, los trabajos quo en una cámara estaba recogida tal que
eran incomportables; y porque el viento era no daba ningún acuerdo de si, que en todo
poco y esto era en la entrada del verano, iban el navio no le había tal que pudiera dar es-
á remo junto con la tierra; mas al tercero día fuerzo otro
á si no fuesse Alfernao, que como
de su viaje se les trocó de manera que en la quiera que por su edad y discreción turie*#«.

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t>AtMÉRlN Í)E IttGliATEfcRA 223

osperíenoia de muchas cosas, acndía á lo más caballero iba, bien fuera de sentir el término
necessario, esforzando el piloto para que go- en que su vida iba, el cual quitándole el ani-
bernasse y a los marineros para que traba- llo tornó en sí, y hallándose en aquel navio
jassen; mas todo era vano, quo los corazones cercado de mujeres y lloro do cada parte, es-
flacos en las grandes tribulaciones son más pantado de se ver en tal lugar salió fuera, y
flacos, y les falta el esfuerzo para su salva- viendo la furia con que la mar mostraba sus
ción y el juicio para saberse aconsejar, y ondas, la perdición y olvido de los goberna-
casi desesperado de ver tan gran flaqueza en dores del navio, comenzó de proveer en lo
ellos, visitaba de cuando en cuando Arlanza, más necees* rio, esforzando los marineros,
diciendo: «Señora, esforzá, pues en vos sola agora con palabras, agora con amona/asomas
está la vida de todos: esta fortuna cosa es de
el miedo de que ya andaban cortados les ha-
cada día, assl como vino súpita assí se passa- cía no temer sus palabras; puesto que mu-
rá presto; salid des ta cámara, vean os los chas veces se espantasse de se ver en tal lu-
marineros, que con vuestra presencia cobra- gar, acordándose que se echara en el castillo
rán ánimo para trabajar como deben» . Assí sin pensamiento de embarcarse pura ningu-
socorría Alfernao á todas partes con lo que na parte, estaba para preguntallo, y después
le parecía entonces necessario. Arlanza, vien- dejábalo para su tiempo, para acudir á loque
do que lo que Alfernao decía era lo mejor más cumplía; en esto se passó el día, y vuni-
para dar esfuerzo á quien no le tenía, lim- da la noche parescióquela tormenta aflojaba
piando las lágrimas quiso disimular el miedo algún tanto, con quo los marineros comenza-
y salir fuera; mas aunque su corazón varonil ron á cobrar esfuerzo. El del Salvaje se re-
fuesse para mucho, viendo las bravas ondas cojó á la cámara de Arlanza, á donde sen-
de la mar tan salidas fuera de su natural que tado cabo ella, viéndola tan metí rosa, le dijo:
• 4 las veces parecía que daba con el navio en «Señora, no temáis tan pequeños desastres;
el cielo, otras veces que bajaba á los abismos, dejá esse temor para quien se viero vencido
y junto con esto el mástil quebrado y el navio de vuestro parescer, que este tal tendrá que
tomar tanta agua por el borde que casi que- sentir y recelar; si el tiempo hasta aliora con
daba del todo anegado, para echalla fuera ya sus amenazas os quitó de vuestro natural,
jio había quien tuviesse fuerza ni esfuerzo, se allá os quedaran otros ratos más largos con
tornó á su cámara con la color perdida y quo os desquitéis destos con otros de vuestros
mortal; sentándose sobre unos cojines, cer- placeres; la tormenta ya es menos y cada vez
cada de sus doncellas que puestas en cabello se irá apocando; por esso, señora, perdé el
lloraban su fin, comenzó á decir: «¡Oh Al- recelo y limpiáessas vuestras lágrimas, que
fernao, cüán aina las obras dañadas nacidas no son essos ojos tales que los debáis fatigar
de malos pensamientos hallan su galardón, con ellas: derramarlas otro por vos, esto me
que bien creo yo que esta fortuna y tormen- parescerá justo; llorallas vos, por ninguna
ta no nace sino de nuestros merecimientos, y cosa esto no lo puedo consentir» . A todas es-
que aquí alcanza la justicia divina nacida de tas palabras Arlanza no quitaba los ojos dél,
la poca razón que había para matar este caba- y puesto que conociesse de sí que su hermo-
llero que aquí llevamos, que si él mató á mis sura no era merecedora dellas, holgaba con
hermanos hizo lo quo debía, quo los venció aquellos engaños, que es natural de mujeres,
en campo de uno por otro en batalla iguales, y viéndolo tan gentil hombre y el desseo con
y puesto que no creo que su fuerza bastasse que le buscara, acordándose juntamente con
para tanto, mas que lo quisieron los dioses esto el engaño que con él usara y el fin para
assí por castigar sus soberbias y tiranías, que le hiciera, no tuvo aquí tanta fuerza la
por lo cual le quedara menos culpa; nosotros, muerte do sus hermanos que no volviesse el
no mirando cosa tan justa, lo procuramos la desamor eu amor. El del Salvaje se lo sintió
muerte con engaños; mas si á esse estado le assí en la manera del mirar, como en otros
llegamos, la venganza de los dioses, venida accidentes que el amor en aquellos tiempos
por nuestros merecimientos sobre nosotros, traía, de que Alfernao iba desesperado, que le
por lo cual no soy contenta que vaya de páresela que su negociación se le desbacía del
aquella manera, y quiero que luego le quiten todo; passada la noche, vino la mañana clara
aquel malaventurado anillo que assí le tione y alegre con la tormenta del todo sossegada,
adormescido, y cuando en su natural sentido el piloto reconoció la tierra y dijo (pie es-
determinen los dioses dél y de nosotros lo til
ban en la costa d'España, do que Alfernao
que quisieren y más fuere su voluntad!». quedó mucho más triste; descubriendo más
Con esta determinación, aun estas palabras el día, se hallaron á vista de la cibdad de Má-
no eran dichas, cuando levantándose y man- laga, que en aquel tiempo era de moros. El
dando abrir la puerta de la cámara donde el caballero del Salvaje tomó á Arlanza por la

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224 LIBROS DE CABALLERIAS

mano y sacóla fuera de la cámara, llevándola


podía ser, determinó prendelle estando des-
á los castillos de popa por le mostrar la tie- armado, que después dudaba podello hacer.
rra; allí sentados le rogó le dijesse por qué El caballero del Salvaje salió fuera, dicien-
razón se embarcara en aquel navio sin él do: «Llegado es el tiempo, Alfernao, que
saberlo, y cómo le trujesse tantos días fuera vuestras malicias habrán su galardón»; pen-
de su acuerdo, que hasta allí por no la eno- sando alcanzalle con un golpe , se le metió
jar no se lo preguntara. «Señor, respondió entre los otros que se le pusieron delante por
ella, pues mi ventura quiso que de enemiga le defender; mas como en aquella hora el ca-
me tornasse al contrario, direos la verdad de ballero del Salvaje estuviesse lleno de todo
lo que preguntáis, ya que el amor me llegó
enojo, que la razón y el peligro de que esca-
sí tal estado que no me lo deja encobrir». En- para le hacía tenor, ningún golpe daba de
tonces le contó quién era, con lo más que que no hiciesse daño. De manera que en poco
passara desde el primer día hasta aquél. rato tendió á sus pies dos dellos; como los
«Por cierto, señora, respondió el caballero otros viessen que con el huir tenían peque-
del Salvaje, mal merescía esse galardón la ña salvación y del vencedor desesperaban
voluntad que yo en mí sentía para serviros; alcanzar misericordia, pusieron toda su es-
agora la tengo por mucho mejor empleada,
peranza en sus fuerzas, oonvertiendo la des-
pues después de correr tan grande peligro
esperación en ánimo, peleando esforzada-
tuve la vuestra de mi parte para ser á conos-
mente, creyendo que si de sus manos no sa-
cimiento de lo que me debéis y os merezco,
cassen salvación para sus vidas , todo lo de-
por lo cual, aunque esto assí sea, no sé qué más era escusado; mas las del caballero del
tan descansado podré dormir el sueno lle- Salvaje eran tan aventajadas de las de los
vando aquí al buen Alfernao, que de tan
otros, que todos estos pensamientos desbara-
lejos y con tan grandes engaños me vino á
taba, ytrayendo adelante de los ojos y es-
buscar, y los vuestros caballeros, que son
criptas en la memoria las palabras y lágri-
mandados por él; ¿qué esperaré, sino que es- mas con que Alfernao le trujera y la inten-
tando ásu obediencia trabajarán por me lle- ción para que desseaba dalle la satisfación
gar presto á la muerte para descanso de della, esto le hizo apretar tanto con los otros,
vuestra madre? ó lo que de aquí os ruego que que á uno derribó un brazo con el espada; el
me arme y haga de todos lo que fuere mi vo- que quedaba dio consigo en la mar, adonde
luntad; que en lo que toca á vos, confiad que con el peso de las armas se ahogó. Alfernao,
en cuanto la vida me durare seré en muy viéndose en tal punto, se echó á los pies de
grande conoscimiento do lo que os debo, para la doncella Arlanza, diciendo: «Señora, si la
os lo pagar y servir en las cosas que más á fe y amor con que siempre os serví y á
vuestra honrra tocaren» . «Señor, respondió vuestra madre también , meresce esta paga,
ella, cuando yo la verdad de aquestos enga- es muy bien que lo consintáis, mas si la leal-
ños descubrí, no fue sino con determinación tad con las otras obras se galardona, ruégeos
de estar á toda vuestra voluntad, por lo cual
que de la braveza deste caballero me salvéis,
os ruego que se os acuerde que con esto pier- pues la mesma razón que él tiene para me
do á mi madre y á todo mi patrimonio, y so-
matar tenéis vos para me valer». La donce-
bre esto se puede decir por mi que vendí la lla Arlanza estaba tan fuera de sí de ver la
sangre de mis hermanos, poniendo toda mi mucha braveza del caballero del Salvaje, que
voluntad en el matador dellos y que por ven- ni tenía acuerdo para le pedir nada ni para
tura tendrá la suya en otra parte». «Mi seño- responder á Alfernao. Mas Floriano, que lo
ra, dijo Floriano, no penséis qvie en esta jor- vio echado delante della y á ella con la color
nada ni que perder vuestra madre se puedo perdida, forzando en esto la voluntad por la
llamar pérdida, que sus obras lo merescen;
contentar, le dijo riendo: «Bien supo Alfer-
el patrimonio que á vos de vuestro padre os
nao, señora, dónde puso su esperanza te-
quedó, no os le quita nenguno, que si yo vi- niondo todas las otras perdidas , y pues assí
viere, esse y otros mayores espero que os se supo salvar, válgale su buena discreción y
queden, y porque el tiempo será desto testi- cordura, aunque bien creo que quien en rui-
go, no lo quiero más afirmar» ; mas estando
nes obras gastó todo su tiempo , en lo porve-
en estas palabras, sintiendo bullicio en el nir hará alguna por donde saque el galardón
navio, se despidió della y entrando en su cá- de todas». La doncella Arlanza agradeció su
mara, la doncella Arlanzale siguió y le ayu- voluntad, y Alfernao por su mandado fue
do á armar, y aun no lo acababa de hacer preso, temiéndose que por su corte hiciesse
cuando llegó á la puerta Alfernao con cuatro
algún engaño; de allí adelante el caballero
caballeros armados, que viendo la plática en del Salvaje le trató con mucha más cortesíi
que estaba con su señora, temiendo lo que
y amor, siendo en conoscimiento de lo mu-

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PALMERÍN DE INGLATERRA 225

cho que le debía, mudando la intención con maría por partido vivir antes sin ella que co-
que de antes la miraba; estremo mucho para bralla por tal manera; assí acontesce agora á
loar, porque su inclinación era tan dada a las mí, que por me ver libre de tan gran sujeción
cosas de la carne, que podella en este caso haré lo que mandáis, siendo cosa que al pre-
forzalla ora muy mucho para agradescelle. sente más debo de recelar; mas tengo tanta
Esto fue porque viéndola de tan buen pares- confianza en la mucha verdad del empera-
cer, en aquel punto pensó galardonalle sus dor, que pienso que estoy salvo» ; y despi-
buenas obras con acordársele dónde estaría diéndose dél dijo á Arlanza: «Señora, ¿qué
bien empleada, que era en su buen amigo me mandáis que haga si alguna hora mi ven-
Dramusiando. Y assí esto es natural de co- tura me llevase á vuestra madre?» «Podéisle
razones muy nobles y grandes , y por tanto decir, respondió ella, que para me tener por
no os mucho de espantar forzar el grandíssi- hija es menester perder la enemistad á este
mo desseo adonde hay obligación para hace- caballero y hacerse amiga de quien nunca
11o, y puesto que la señora Arlanza tuviesse pensó sello, porque ya no puede vengarse
la intención enamorada, la libertad entrega- de sus hijos sino con perder á su hija; de
da, yde aquí le naciesse hacer virtud, ni por manera que si en esto no quiere mudar la
osso quiso el caballero del Salvaje pagallo en intención, será forzado adonde piensa que
muchos placeres muy buenos, que después alcanza venganza alcanzar más pena; que
tienen el arrepentimiento cumplido, sino en en cuanto no tuviere esta certidumbre della
obras dignas de lo que della rescibiera, como no espere de verme, antes estaré á mandado
adelante os lo contará esta historia. de lo que el caballero del Salvaje quisiere
hacer de mí, y tendría en mucho poner-
me en casa del emperador, assí para cobrar
Cap. XV. — De lo que aconUaeió al caballero
del Salvaje saliendo en lierra. amistad de tantas y tan altas princesas como
assí están, como con pensar que con esto
Acabadas estas cosas, porque en el navio estaría libre-de la enemistad en que me crió
había falta de agua, fue necessario tomar tie- y de que ahora estoy libre». «Huelgo mucho,
rra, y no teniendo el caballero del Salvaje señora, dijo el del Salvaje, de veros essa vo-
aquella por más segura, quiso que fuessen luntad, ypues ella está aficionada á la vi-
adelante, y otro día salieron en un puerto vienda desta casa, yo os la cumpliré si el
«id rey Recindos de España, adonde reposa- tiempo no me la estorba; vos, Alfernao, por
ron algunos días que Arlanza y sus donce- amor de mí, dices al emperador esto que aquí
llas lo quisieron, por venir trabajadas de la passa, y desde ahora él y la emperatriz se
mar; Alfernao le rogó le diesse licencia para aparejen para 6us padrinos, y que para aquel
tornarse á su tierra; pues ya estaba en parte día le tengan buscado marido, que de su
que no había de qué temer de Alfernao, dijo mano será tal que yo espero y ella merece» .
el del Salvaje: «Yo sé que por vuestras obras Alfernao se lo prometió, y no sufriéndole
y engaños está la corte de Costantinopla el corazón estar allí, se partió; el caballero
puesta en mucha alteración y dessa sosiego, del Salvaje &e detuvo en cuanto le apareja-
que el corazón me lo adivina, y pues no tie- ban armas; passados algunos días despidió
ne cima hasta que se sepa la verdad y lo el piloto y marineros, que su intención era
que de mí es hecho, no os soltaré sino con andar por aquella tierra más despacio y mos-
condición que vais allá, y de mi parte os trar las cosas della á Arlanza y sus donce-
presentéis delante del emperador y le digáis llas, yal primer día que comenzaron á ca-
todo lo que passó desde el día que de su cor- minar, á horas do vísperas llegaron á un
te me sacastes hasta agora, y puesto que valle gracioso, lleno de árboles y muchas
para bacello vuestras obras y lo que por ello yerbas por bajo, quel tiempo era dellas; á
merecéis os quiten el atrevimiento, podéislo un cabo dél estaban dos tiendas armadas
hacer seguro que la clemencia del empera- junto do una fuente de mucha agua y á som-
dor es mayor que los yerros de ninguno, bra do unos árboles muy altos; al derredor de
cuanto más que basta para no temeros de la fuente andaban cuatro doncellas jugando
nada enviaros yo, y saberse ha lo que debo á unas con las otras. «Paréceme, señor, dijo
la señora Arlanza, por cuyo merecimiento Arlanza, que con más placer pasan aquellas
cobraste la vida, que teníades poca esperanza señoras el tiempo de lo que á mí ventura
della». cSeñor, dijo Alfernao, es de tanto me ha dado, que puso mi libertad en quien
precio la libertad para quien vive sin ella, tiene la suya lejos de mí». El del Salvaje,
qn¿ á las voces el desseo de cobralla hace que traía la intención mudada de su desseo,
aventurar á quien no la tiene en cosa de hizo que no la entendía; antes platicando
gran peligro, que después de puesto en él to- cobos fuera des te propósito, llegaron junto de
UBBOS DE CABALLKHÍA8. — II.— 15

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Libros dé caballerías

las tiendas, que al paresoer eran ricas y ga- cuatro, rehusan á uno solo». «Señora, res-
lanas. En esto se vino á él una de las don- pondió él,por mayor pena tiene el caballero
cellas, diciendo: «Paréscetne cosa tan estra- tracllas todas consigo que verse vencido y
ña, señor oaballero, un hombro sólo traer perderlas, y por lo poco que en ello pierde y
consigo cinco doncellas, que por quitaros lo mucho que puede ganar, se aventura ¿ tan
desta carga os daré un consejo, si le quisié- gran cosa». «Parésceme, dijo el del Salvaje,
sodos tomar de mí, que sea bueno». «Ahí que no me conoscéis bien, que las que traigo
sería el malo, respondió él, y mo pareBoería oomigo os defenderé, y las que tenéis con
bueno por ser vuestro, cuanto más siendo vosotros os tengo de llevar comigo; y cuanto
tan bueno como vos le sabréis dar; pídoos peor las defendiéredes más me pesará, qne
por merced que no tardéis de dármele, que yo no me contento sino de lo que mucho me
de vos no sabré desechar nada» . «Yo os lo cuesta» . «Poes assí queréis, dijo el otro, mirá
diré, dijo ella: nosotras estamos aquí cuatro, por vos, que yo os mostrare cuán errada
tenemos cuatro guardadores que no pueden confianza tenéis»; y dejando caer la visera
•tardar mucho; justa con ellos uno á uno, y del yelmo que traía levantada, se apartó todo
el que de vosotros fuere vencido puede el lo que vio que era menester con su lanra
vencedor llevar la suya, de manera que si baja. El del Salvaje le salió á rescebir, y
los vonciérodes á todos cuatro, llevarnos heis encontrándose entrambos, el caballero del
4 todas cuatro, que poco más perjuicio harán valle quebró la suya, y el del Salvaje le en-
nueve qtie cinco, y si os vencieren á vob por- contró de manera que dio con él en el suelo,
deréis otras cuatro y quedaréis la una, de triste por lo acontesoer en tal parte, y quedó
manera que de cualquier manera que en esta tal que no bullía pie ni mano. «Paréoeine,
justa os acontesca, quedaréis siempre con Bcflora, dijo á la doncella con quien hiciera
ganancia». «Tenéis tanta gracia, respondió el concierto, que aquel caballero no defen-
el del Salvaje, que por ganaros á vos aven- derá su dama, por esso sepamos cuál es, y
turaría perderme á mí, y ya me paresce el cumplí oomigo según la postura». «Vos lo
tiempo largo para ver la hora en que os he hiciste* tan bien, respondió la doncella, que
de llevar». «Mirá no os engañe esta confían* sería sin razón negarvos el precio, y pues
za, respondió ella, aunque vos dessearéis en mí cayó la suerte, que era la que esse
tanto perder essa compañía, que por veros caballero guardaba, desde agora me contad
fuera de tan grande afrenta tomaréis por por vuestra, que yo huelgo mucho de lo ser
partido ser vencido*. En esto, de encima de de quien tan bien me supo ganar antes qne
los álamos comenzaron á tocar una trompeta, de quien no me pudo defender» . A estas ra-
la oual tañía un enano, tocándola con tanta zones uno de los otros le dio voces que te
fuerza, que por todo el vallo sonaba; no tar- guardasse. y porque aun le quedara la lanza
dó mucho que hacia la parte dol valle, hacia sana de la primera justa, tornó á emplealla
abajo, vio venir cuatro caballeros, el uno tras en la segunda, de suerte que dio con él en el
el otro, todos armados de verde y blanco, y suelo con una pierna quebrada por junto del
los yelmos dorados, y sobrellos capillos de muslo, de manera que no se podía levantar;
flores alegres; en los esoudos, que los escu- los otros, desque vieron que la justa llevaba
deros les traían, cisnes blancos en campo mal camino, dejando de usar cortesía se vi-
verde; llegando á las tiendas, la misma don- nieron entramos con las lanzas bajas al del
cella quo hiciera el partido con el del Sal- Salvaje, qne quebrara la suya, encontrán-
vaje, les dio cuenta de lo que estaba concer- dole con tanta fuerza por medio del esendo,
tado. «Señora, respondió uno dellos, por da- que se le falsaron por dos partes, quebrándo-
ros placer todo so ha do aventurar, mus, las en las armas. El del Salvaje se abajó fue-
¿quién queréis que se ponga en riesgo de ra del caballo por le sentir flaco, y arran-
vos perder por ganar ninguna ( osa? Perder- cando de su espada los aguardó como aquel
me á mi por vos y perderse el mundo todo, quo ya pascara otras mayores; rescibiólos
también mo paresce ría muy justo, mas per- con golpes tales, que de los primeros dio
deros ávos por nadie no es cosa que so debe con el uno dellos en el suelo. El que queda-
querer, cuanto más que no tengo por buen ba, viendo su vida puesta en tal estremo,
trueco el que vos hacéis con vos misma». entendía más en ampararse que en ofender
«Si queréis con palabras, respondió ella, á su enemigo. En esto tiempo, el caballero
buscar escusa al peligro, es muy bien que quo primero justó se levantó, porque hasta
quede yo por mentirosa; mas si esto assí no allí estuviera aturdido, y viendo tan gran
es, mirá vos cuánto aquellas señoras queda- destrozo en sus compañeros y la afrenta
rán debiendo á mi caballón), que siendo solo en que ol otro andaba, se vino para él por
acepta justar con cuatro, y nosotras, siendo ayudalle. El del Salvaje, sintiendo que el

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ÍALMERIK DE IlíGLAtERfcA 327

que de antea andaba para m rendir con este do del camino y caluroso de la mucha calof
nuevo favor cobraba esfuerzo, redobló los que hacía, le dio á uno de los escuderos,
golpee, diciendo: «No me pesa sino porque quedando con el rostro descubierto. Las don-
•testas ayudas no os han de servir muchas, cellas, cuando le vieron tan mozo y hermoso,
para estar más alegre con la victoria, y estas y después desso adornado de tan grandes
señoras ver cuán mal empleadas estaban»; obras, comenzaron á sentir nuevos aciden-
aun no lo acabó de decir cuando el uno dellos
tes, bien desviados de lo que primero le pi-
cayó á sus pies de cansado y de faltarle el dieron. El del Salvaje las conversaba con los
huelgo; el otro se socorrió á las doncellas, ojos y oon las palabras por igual, por no de-
rogándoles que le valiessen. «Buen puerto jar á nenguna descontenta, que en estos ca-
supistes tomar, dijo el del Salvaje, y él os sos son ellas tan celosas que cualquier cosa las
valdrá, que por cierto cerca está hades de pa- escandaliza, y él era tal que de todo se te-
gar la vileza que comigo usastes. Vosotras, mía, yentre algunas cosas les preguntó qué
señoras, poneos en vuestros palafrenes, que les movía estar oon aquellos caballeros ó
quiero partirme desto lugar, que he miedo quién eran. «Sefíor, respondió una dellas,
que el amor destos hombres, juntamente con puos en todo habernos de hacer vuestra vo-
Acordarse de lo que en ellos se pierde, os haga luntad, daremos os esta cuenta. Estos seño-
negar á mí». «Quien tan mal nos supo de- ras han nombre Armelia, Julianda, Sabelia
fender, dijo una dellas, mal se podra acor- y á mí me llaman Articia; todas naturales
dar dól sino para aborrecelle. Nosotras so- de una villa que aquí cerca queda que se
mos vuestras, y pues lo somos haremos vues- llama Arseda. Estos caballeros que vencis-
tra voluntad; usá vos della como vuestras tes, que cada dos eran hermanos y primos
obras lo muestran, y en esta parte venza la unos de otros, había días que nos servían oon
virtud al desseo. Acuérdeseos que cumplir intención de casar con nosotras, y porque
un apetito á costa de vuestra honrra es cosa sabían que algunas veces veníamos á hol-
mal mirada, porque el gusto en estas cosas gamos áaquella fuente con licencia de nues-
e.s breve y lo que en ello se pierde es impo- tras madres, metíanse en hondo de aquel
sible cobrarse». «Señora, respondió el del valle, adonde por darnos placer y mostrar
Salvaje, no soy tan acostumbrado á hacer sus obras justaban con cuantos allí venían,
fuerza á mujeres que quiora usallo con vos- y porque no so pasase ninguno, un su enano
otras; ganaros las voluntades, esto es lo que les hacía señal oon una trompeta; tantas ve-
querría, y por esto trabajaré por haceros rail oes acostumbraron esto, siendo siempre ven-
servicios, y si no aprovechare, volvedme á cedores, hasta que agora se les trocó la venta-
mi la culpa, pues soy tan desgraciado que á ra con vuestra venida; para más desgracia
quien meresoo algún bien me lo niega por acertamos do cometer el partido que concer-
galardón» . Con esto las hizo cabalgar y él tamos para perder á ellos y perder la liber-
tomó uno de los caballos de los vencidos cual tad de tornar á nuestras casas» . «Señora,
mejor le paresció, y dio el escudo á uno de respondió el del Salvaje, quien tan buena
los escuderos de las doncellas, quo cada una muestra lleva de su Vitoria no ha de querer
llevaba el suyo; las tiendas dejó á los caba- perdella por nenguna cosa; bien me parece
lleros en satisfacción de lo que perdieron. á mí que os podría allá llevar, mas porque
os dejaros no lo haré por nengún precio; yo
tengo desperar que me venza alguien y os
Cap. XYI.- De lo que pasó el caballero del
Salvaje con sus doncellas yendo para la lleve, aunque quien de vos lo es mal lo pue-
de ser de otro; pues me hallo en esta tierra,
corte d' España, y de lo que aconiesció al
caballero asi Tigre en el viaje de la hla quiéreos ir á mostrar el castillo de Almau-
Profunda. rol y la corte d'Espafia, y quien entonces se
hallare harta, essa deje la compañía» . Todas
Tanto que el caballero del Salvaje partió se lo tuvieron en merced, rogándole que
del valle, comenzó á caminar por aquella hiciesse aquel viaje, que natural es de mu-
tierra, alegro de su nueva oompañía, teniendo jeres ver novedades y hacer romerías. Arlan-
trabajo cumplir oon cada una, puesto que za, en esto que también lo desseaba, pesábale
todo su fin era más que á todas hacer siem- de aquella oompañía, que su amor era gran-
pre más honrra y acatamiento á Arlanza, de y no quería quien lo estorbasse, mas en
teniendo en la memoria lo que le debía; por esto eran desviadas las intenciones. En estas
esta razón, aunque las otras fuessen miradas > y en otras palabras pasaron el día, y tomó
dél oon intención dañada, sólo Arlanza esta- la noche junto de un castillo donde fueron
ba fuera deste cuento; no anduvieron mucho bien rescebidos.
cuando quitándose el yelmo, que iba cansa- Aquí deja la historia de hablar en ellos y

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LIBROS DE CABALLERIAS

torna al caballero del Tigre, que después vasallos se consumía en provecho dél solo;
que se partió en su demanda, tuvo tan buen si algunos navios de mercaderes ó de otras
viaje, que al quinto día se halló á vista de personas echaban áncoras, agora fuese por
la isla Profunda. El piloto oonosció la tierra su voluntad ó por fuerza de tormenta, res-
y él dio gracias á Dios por le dar tan buen catábalos con tributos desordenados, y fi
comienzo; tomando el primer puerto que pu- alguno rehusaba de pagallos, rescatábase
dieron, echando el caballo fuera, despedido también la vida y persona con posturas he-
de la otra gente, armado de sus armas, se chas á su voluntad, y finalmente tirano y
metió por la isla, que le parescio fértil y vi- cruel sobre todos los nascidos, quiso su ven-
ciosa. No anduvo mucho por ella cuando le tura que acabasse en esta vida con aquellas
tomó la noche en parte que no sabía adonde obras para en la otra vida alcanzar galardón.
hallasse adonde podella pasar, y enhadado
Dellas tuvo cuatro hijos conformes* á él. Lo¿
de atravessar una montaña, se apeó del ca- dos que eran mayores, á los cuales llamaban
ballo yle quitó el freno, por le dejar pascer Calfurnio y Cauboldán, no le sufriendo el
por la yerba. Allí halló menos á Selvián, que ánimo vivir en tan pequeña tierra, habita-
siempre en aquellos tiempos le traía algún ron en otras partes, á donde no consintiendo
mantenimiento, y tuvo soledad dél; que esto Dios sus tiranías, fueron muertos por mane-
tiene la criación y conversación de mucho de un solo caballero que se llama el del Sal-
tiempo, engendrar más perfeto amor que vaje, que acá no le sabemos otro nombre, y
todas las otras cosas; pues hallándoese assí llámase así porque dicen que trae un salvaje
solo lejos de poblado y de otra compañía, en el escudo; vos lo sabréis mejor pues an-
echado sobre unas yerbas y el yelmo por dáis por el mundo, y á hombre tan famoí"
cabecera, passó la noche envuelto en sus todos le deben conoscer. Los otros dos her-
cuidados; dellos cenó y en ellos se sostuvo manos mozos criáronse en esta tierra solo á
hasta que vino la mañana, á su parescer más la obediencia de su madre, y contra volun-
temprano que no solía, que quien algunos tad della, después de ser caballeros, deter-
ratos gasta en imaginaciones á su sabor minaron irá vengar la muerte de Calfurnio
siempre le parescen mas corto que el tiempo y Cauboldán. Con esta intención salieron des-
los da; mas tornándose acordar á lo que vi- ta tierra, y obrando según la costumbre ue
niera aquella tierra, enlazó el yelmo, y echa- sus pasados hallaron á quién buscaban, qu-
do el escudo á las espaldas cabalgó en su era el raesmo del Salvaje, que los mató en
caballo y comenzó á caminar, teniendo por batalla igual como es forzado y dichoso; pa-
mucho tierra tan buena estar por poblar. Ya rece que le crió Dios para socorro de mucho?
á horas de vísperas llegó á una isleto peque- y amparo destos pueblos, que tantos tiempos
ña cercada de fuerte muro, á donde fue y vivieron malaventuradamente. Agora la ma-
posó en casa de un caballero anciano que dre dellos, que se llama Colambrar, no pu-
acostumbraba rescebir á los caballeros an- diendo sufrir tan gran pena, confiando en la
dantes, que por le ver solo sin escudero le industria de un mágico 6U amigo que se
tomó el caballo y ayudóle á desarmar, llama Alfernao, tuvo esperanza de haber <-n
mostrándole toda la buena voluntad que su mano el caballero del Salvaje, y assí e¿
pudo; allí reposó aquel día y determinó partido días ha. Y para haber mejor fin do
pasar la noche para se informar del hués- su engaño, llevó consigo á Arlanza, hija de
ped de las cosas de aquella tierra; estando la mesma Colambrar, doncella de pocos di.i>
sobre cena platicando en algunas que el y de buenas costumbres, acompañada d>
tiempo ofrescía, le preguntó que cuya era otras doncellas para su servicio y ca bailen:*
aquella isla y lo que había en eUa, para po- para que la acompañassen, 8egún de la ma-
dello decir en otra parte: cSeñor, respondió nera que esto se ordenó, y la confianza qur
él, en buen tiempo os tomó esse desseo, que Colambrar tiene en este Alfernao, afirmar:
si en otro viniérades essa vuestra mocedad que el del Salvaje será aquí traído y para tí
fuera puesta en el postrer punto de la vida, día del sacrificio que dél esperan hacer tie-
que en los días pasados fue señor della un nen juntos en una villa algunos amigos su-
jayán por nombre Bramorante el Cruel, y yos, y cntrellos un su hermano, gigante
lleno de toda malicia y engaño, acostumbra- mancebo, también cruel y esforzado, al oual
ba tener espías en todos sus puertos para llaman Pavoroso, que después que está en
que le informasen ai entraban en ellos al- esta isla por sus obras tornaba á resuscitar
gunas caballeros ó doncellas, en los cuales, las de su cuñado y sobrinos, cosa que agora
usando de su crueldad, á ellos mataba y á paresec más grave por lo mucho quo había
ellas forzaba, y del despojo que tomaba era que vivían en libertad; por esso guárdeos
hecho rico; todo el sudor y trabajo de sus Dios de sus manos, que os veo mancebo y

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palmerIn de INGLATERRA 229

sería mal empleado en vos cualquier desas- acordaba que vencidos aquéllos les quedaba
tre, y al del Salvaje guarde de traición y lo más por hacer, hacían maravillas, y, ha-
engaño». «Creed, amigo, respondió el del blando laverdad, los diez tanto se sostenían
Tigre, que á las cosas que Dios ordena nin- en la presencia del gigante como en su fuer-
guno puede huir; querrá Dios que esse her- za dellos; y como su bondad y destreza fues-
mano de Colambrar, á donde pensó venir á se menos que las de sus contrarios, comen-
la venganza que desseaba, vino á buscar el zaron áenflaquecer tinos y caer otros dellos
pago de sus obras. Al del Salvaje yo le co- por la falta de sangre que les saliera de las
nozco muy bien; Dios le crió para tan gran- muchas heridas dellos, assí que á este tiem-
des cosas y le guardará de sus enemigos; po, viendo el gigante los suyos destrozados
huelgo de saber esto que me contastes, y del todo, se comenzó á enderezar en la silla
mañana, si mi ventura me dejare hallar esse con intención de los socorrer y satisfacer su
gigante, yo lo esperimentare con él; puede ira. El caballero del Tigre, que hasta enton-
ser que Dios, enojado de sus maldades, per- ces estuviera mirando las obras de sus ami-
mitirá que haya el pago dellas». «Decís gos, que á su parescer era mucho para ello,
esso, señor caballero, dijo el huésped, como cuando él vio que el gigante se aparejaba,
quien no sabe con quién lo ha; el gigante es temiendo que con su llegada hiciesse algún
tan bravo y fuerte que no tendrá por mucho daño, le salió delante, diciendo: «¿Para qué
hacer batalla con diez caballeros. Aventura- quieres, Pavoroso, ejecutar tus fuerzas en
ros vos vuestra mocedad en sus manos no
hombres que de cansados no te pueden re-
sería esfuerzo, y podríamos llamarlo otra sistir? Guárdalas para mí, que como á ene-
cosa» . £1 le agradesció el consejo, mas no migo mortal te busco para libertar esta isla
para seguille. Aquella noche reposó más de tus cruezas y tiranías» . El gigante se de-
rtlegre, viendo que Floriano no era aún ve- tuvo por ver quién con tan gran soltura de
nido yque su socorro llegara á buen tiempo. palabras le amenazaba, y viéndole en el
A otro día muy de mañana se levantó, y escudo el tigre dorado que en aquellos días
despidiéndose del huésped se fue, llevado era tenido en tanto por el mundo, bien le
en su voluntad hacer camino á la villa paresció que no sin mucha confianza de sus
adonde Colambrar estaba; y yendo atraves- obras le osaba desafiar; y viendo que los su-
sando una floresta graciosa y de mucho de- yos del todo eran vencidos y desbaratados, y
leite, oyó hacía la mano izquierda sonar la algunos que escapaban iban huyendo por
mar y vínole á la voluntad caminar riberas guarescer la vida, alzó la voz, diciendo:
della por ver si sería algún navio en que pu- «Bien veo que la bondad de vosotros es bien
diesse venir Floriano; llegando más cerca, desigual de los caballeios des ta tierra, y por
oyó gran ruido de armas; corriendo hacia esso huelgo de hallar cosa en que contente
aquella parte llegó á orillas del agua, adon- mis obras; por esso ruégoos que me digáis si
de halló un navio ancorado, y en la playa so sois de casa del emperador Palmerín y si al-
combatían diez caballeros de los de Colam- guno de vosotros es del linaje de don Duardos
hrar, madre de Arlanza, contra tres, á los y de sus hijos, que esto me haría más alegre,
cuales conosció que eran Platir, Beroldo y que no creo que hombres de tan gran osadía
Daliarte, de que rescibió nuevo placer, re- puedan ser de otra parte». «Dame albricias,
cordándose que para socorro de su hermano dijo el del Tigre, que si mucho te desseas
eran allí llegados; apartado dellos bien vein- hallar con essos hombres, delante los tienes,
te pasaos estaba un jayán de demasiada es- que todos somos dessa casa que preguntas;
tatura, cubierto de hojas de acero negras es- yo soy hijo de don Duardos, hermano del ca-
tremadamente fuertes; cubríale un escudo ballero del Salvaje, que te haré conoscer el
grande y fuerte y pesado, cercado á la re- engaño y traición con que de aquí le fueron
donda de unos arcos de acero muy fuertes, á buscar». «¿Eres tu Palmerín, hijo mayor
que en campo negro traía unos árboles muy de don Duardos, dijo el jayán, que venciste
mal compuestos; cabalgaba en un caballo á Dramusiando y matastes Cauboldán y ga-
morcillo, y estaba arrimado á la lanza, pues- naste la isla Encubierta, venciendo á todos
to el cuento en el suelo, tan temeroso y es- los aguardadores della?» «¿Para qué lo ouie-
pantable que sólo con aquel parescer ponía res saber?» respondió el caballero del Tigre.
u?mor en quien le vía. El del Tigre puso los «Porque holgaría, dijo el jayán, de hacer ba-
ojos en él, y vio que todo envuelto on sober- talla contigo en presencia de mi hermana
bia daha voces á los diez caballeros que ma- Colambrar, y dalle siquiera algún placer á
tassen á los tres y que tuviessen vergüenza trueco de cuantos enojos de tu linaje tiene
de haber menester aventurar su persona en rescebidos» . «Yo soy esse por quien pregun-
cosas tan pequeñas; mas los tres, que se les tas, respondió el caballero del Tigre, y huél-

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230 LIBROS DE CABALLERIAS

gome mucho que quieras haoer la batalla co- si á tal tiempo no viniérades; pues Dios assí
migo en tal lugar, para que en público so vea lo quiso, también querrá que todo venga i
cómo Dios castiga tus yerros y las tiranías buen fin, que ya no puede ser malo pues el
de tu hermana Colambrar». «Ora, pues assí caballero del Salvaje no llegó primero que
te place, respondió el jayán, quede para ma- nosotros* . Con este contento mandaron sacar
ñana, que ya hoy es el día pasado, y en tanto de cenar y curaron á Beroldo de una herida
mandaré aparejar el campo donde ha de ser pequeña quo rescibiera en un brazo, y Pal-
la batalla, y si tus compañeros también qui- merín quisiera que por caso della no entrara
sieran que tu fin y la suya sea toda una, yo á otro día á la batalla, mas no se pudo aca-
tengo tres sobrinos que en mi compañía en- bar con él. El escudero de Daliarte tomó el
trarán contra ellos; mas he miedo que se es- caballo á Palmerín, y todo aquel día pasea-
cusen con el trabajo que hoy paRsaron y con ron riberas de la mar mirando siempre si pá-
decir que tienen las armas rotas; mas para resela algún navio por llegar al desembarc ar
esto yo les mandaré traer muchas de la ar- tan presto como los enemigos; assí lea ano-
mería que quedó de Bramorante mi cuñado, chescio, y se recogeron al suyo, porque eu
y allí escogerán» . «Nosotros neoessidad do- tierra no se tenían por seguros, acordándose
lías tenemos, respondió Beroldo, y tomallas que fiarse de la verdad de quien no la tiene,
hemos por no desechar tu cortesía; mas es locura más que osadía.
aunque no las hubiera aceptáramos la ba-
talla, aesí por acompañar y servir al señor
Cap. XVTL— Da la batalla que hubo «ñire el
Falmerín, como por acabar de desarraigar
jayán Pavoroso y el caballero del Tigre y
toda esta simiente de vosotros y descanse el
lo» otros tres por tres caballeros.
pueblo de tan grandes subjeciones» . «To á
la verdad, dijo el del Tigre, quisiera que la Llegado el otro día en que había de ser U
mía y la tuya bo hiciera primero, que para batalla, los cuatro companeros se salieron dei
esso otro tiempo queda. Si tú lo has por bien, navio armados de sus armas rotas por algu-
si no sea como á ti te paresciere» . «Señor
nas partes, y dejando en guarda á los mari-
Palmerín, dijeron Platir y Daliarte, no nos neros, acompañados de sus escuderos que loe
hagáis este agravio; acuérdeseos que si ven- llevaban las lanzas y escudos, se fueron ca-
ciéredes á Pavoroso, que otro día no querrán mino de la villa, que de ahí á media legua
sus sobrinos entrar en campo y tendremos estaba. Llegados á ella, vieron al pie de unas
de qué nos temer; concedó en lo que el gi- casas nobles y grandes una plaza espaciosa
gante pide, que allende do hacer su volun- cercada de palenques poblados de mucha
tad áél, nos hacéis á nosotros merced, y á la gente, que allí eran venidos á ver la batalla,
postre toda la honrra es vuestra». «Puesassí que á su parescer sería la más famosa que en
queréis, dijo él, sea como vos ordenárades» . nengún tiempo acontesciera en aquella tierra,
Él jayán se partió alegro deste concierto, que y todos desseosos de la ver acabada en dañe
á su parescer la victoria estaba cierta de su del jayán; mas esto no le mostraba nenguna
parte, y con ella asseguraba la tierra para muestra en público, puesto que en lo secre-
quando el del Salvaje viniesse. Con esto se to estuviesse en la voluntad; que esto tienen
fue á su hermana , que estaba desconsolada y los príncipes ó señores obedosoidos por temor,
triste por el vencimiento de los caballeros y licenciados en presencia y aborrecidos eo
tardanza de su hya, que el corazón le anun- ausencia; cosa de que los poderosos deban
ciaba algún desastre; mas con la llegada de
guardarse, por el temor de los vasallos cria-
su hermano se consoló alguna cosa, y él se dos en enemistad, señoreados con tiranía, que
comenzó á aparejar para otro día. Palmerín éstos tales, como el amor no les obliga, las
quedó con sus amigos platicando, y pregun- obras los escandalizan; si el tiempo los abre
tando cómo los acontesciera aquella batalla algún camino de vivir en libertad, oon rigor
al tiempo del desembarcar. «Señor, dijo Da- los siguen, con intención donada nascida de
liarte, como quiera que el jayán tenga espías sus agravios usan de su fortuna, no mirando
por toda la isla, aun el navio no paresce el acatamiento á la persona á quien siempre
cuando le saltean por ver quién viene en él; le tuvieron, porque las voluntades con que
paresce que no acontesció assí á vos, porque hasta allí los trataron engendran esta desobe-
no pudieron aeudir á todas partes, porque diencia. Pues, tornando al propósito, llegado»
nosotros llegando á esta playa rompiondo el los cuatro compañeros á aquella parte, bien
alba, aun no acabamos de echar los caba- vieron que allí se había de hacer la batalla,
llos fuera, cuando nos saltearon sus caballe- y detuviéronse en medio de la plaza. A este
ros, yél vino tras ellos por favorescellos y tiempo se echó un tapete negro á una ven-
animar; pudiera ser que corriéramos riesgo tana de las casas grandes, y el jayán llegó i

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PALMERÍN DE INGLATERRA
281
ella, oon Colambrar su hermana de la mano, jayán, que enojado del desprecio que con él
armado de las mismas armas que el día de usaron y de la confianza con quo lo hacían,
antes llevaba y el rostro descubierto, quo páresela que le temblaban los miembros y
puesto que fuesse mancebo, era compuesto echaba humo por las narioes espesso y negro,
da una catadura medrosa y espantable, apa- y la habla ronca y metí rosa, se despidió de
rejado para quien no fuese acostumbrado á su hermana, diciendo: «Ruógoos, señora, que
ver los semejantes á engendrar miedo, y pues- en ouanto esta batalla durare, que será muy
to que allende desto fuese demasiadamente poco, vos no os quitéis desta vontana, que
grande, hacía poca ventaja á Colambrar, ningún placer llevaré de la vencer si veo que
que en la grossura de los miembros y en el vos no le rescebís» ; y enlazándose el yelmo,
tamaño del cuerpo era casi igual á él, salvo acompañado do sus sobrinos, que ya le esta-
cuanto por la edad mostraba más cargado el ban esperando, armados de armas negras
rostro, que era fea y negra, mal tallada, y conformes al tiempo, en los escudos en cam-
pa reacia tener los ojos en sangre envueltos, po negro unos cuerpos muertos significando
los labios gruesos y retornados, tanto que los de Brocalán y Balleato sus primos, tra-
casi descubría los dientes. El gigante la hizo yendo en su voluntad no mudar esta devisa
assentar, y con la mano la estuvo mostrando hasta haber alcanzado venganza della. Assí
al caballero del Tigre, diciéndole quién era en medio dellos salió y vino al campo, pares-
y que oon la venganza que con aquél le daría ciendo tal oon ellos que dende los hombros
se oomenzasse á satisfacer de la pérdida de hasta arriba les sobrepujaba; llegando á la
sus hijos en cuanto no venía el prinoipal ma- liza, viendo todo el pueblo cosa tan deseme-
tador dellos, puesto que él en su voluntad ya
jada ygrande, y á sus sobrinos assí mismo
lo tenía por dudoso por las palabras que el día mayores que los otros caballeros, robustos y
de antes oyera al caballero del Tigre, y no lo fuertes, orgullosos en las obras de su tío y en
dijo á su hermana por no la descontentar ó la confianza que de sí meamos tenían, per-
desesperar del todo. En cuanto allí estuvo díen la esperanza que el caballero del Tigre
platicando con ella, vinieron á la plaza diez ni sus com paneros podían alcanzar Vitoria,
hombres do servicio con armas cargados, y con una voz ronca, medrosa, les dijo: «Ya me
un escudero del jayán oon ellos, las ouales
paresoe que tomaréis antes por partido rendi-
presentó á los cuatro com paneros, diciendo: ros que esperar la batalla, pues quiero que
«Dice el jayán que no se contenta con vencer sepáis que os vino tarde este consejo; por
hombres que después se desculpen oon la esso pedí á la fortuna que os favoresca, mas
falta de armas, que aquí os envía éstas con contra mí no sé qué puede aprovechar su fa-
que escojáis las que mejor os viniere, y que vor» .«Estáis tan soberbio, respondió el del
antes desso hayáis vuestro consejo á ver si es Tigre, del espanto que ponéis á esta flaca
mejor rendiros y esperar á la misericordia gente, que de ahí te nasce tener en poco á
que su hermana oon vosotros querrá tener é
quien con ayuda de mi señor Jesucristo pien-
probar la crueza de sus manos y de sus so- sa quitarte la soberbia; comencemos nuestra
brinos» «No
. me paresce, dijo Platir contra batalla, que el fin della será el galardón de
sus compañeros , que aunque todos estuvié- los merescimientos de cada uno». «Pues no
ramos desarmados sería bien tomar las armas
oonosce8, dijo ol jayán, el bien que te hacía
que nos envía, que más vale morir con falta en detenella por darte más espacio de vida,
uellas que vencer oon su ayuda, cuanto más mira por ti», y abajando las lanzas, oon toda
que las nuestras no están tan destrejadas que
la furia que los caballos les podían llevar arre-
no están para sostener el trabajo de un día; metieron ély sus sobrinos con tan grande es-
por esao mi parescer es que oon las que con
truendo, que páresela la tierra hundirse con
nosotros traemos peleemos, que para vencer, ellos. El caballero del Tigre y sus compañe-
la razón que tenemos nos basta y las armas ros salieron á rescebirles de los sus escudos
sobran». «Yo dése parescer soy», dijo Be- bien cubiertos, acompañados de su mucho
roldo. «Pues assi queréis, dijo Daliarte, tór- esfuerzo, encontrándose el del Tigre con el
nese el mensajero y dígale esta determina- gigante, el cual hizo la lanza pedazos en el
ción, yde aquí adelante puede venir, que escudo de Palmerín, y fue el encuentro con
parésceme mal este campo sin él». «Buen tanta fuerza, que le hizo abrazar á la cerviz
consejo me parece que tomastes, respondió del caballo. Palmerin le encontró do tal ma-
el escudero del jayán, que pues está cierto nera, quo falsándole el escudo juntamente
ser vencidos, será menos vuestra deshonrra» . con las armas, dio con él en el suelo con la
Essa certidumbre tenéis vos y los que mu- silla entre las piernas, herido en el pecho
cho lo dessearon, que á nosotros otra espe- izquierdo, de que le salía mucha sangre, no
ranza nos queda». Con este recado se fue el sintiendo él nada desto, con el enojo de se ver

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LIBROS DE CABALLERIAS

derribado por un solo caballero; los otros todos te enemigo delante, comenzó á desconfiar y
soíb fueron á tierra, sí no fue Platir, que que- enflaquecer, y con esta desconfianza tornó á
dó á caballo perdiendo entrambas las estri- su batalla con menos soberbia que al princi-
beras, yno era de maravillar ser assí, porque pio. El caballero del Tigre, conociendo en él
la bondad de los sobrinos del gigante era muy su flaqueza, comenzó de le apretar con más
estremada, y pensaban ser ellos los afronta- fuertes golpes que dantos. A este tiempo el
dos por la poca costumbre que tenían de ser que se combatía con Platir cayó á sus pies
derribados de nenguno. Él caballero del desamparado de sus fuerzas, y él le cortó la
Tigre, viendo al jayán en el suelo, se apeó cabeza, presentándola á Colambrar; mas ella,
con temor que le matara el caballo, diciendo: viendo que toda su esperanza le salía al re-
c Apártate, bestial, de tus sobrinos; déjalos á vés, se quitó de la ventana, y con las manos
ellos, que bien tienen que mirar por sí; ha- y los cabellos comenzando á llorar la muerto
gamos tú y yo nuestra batalla, que agora de su hermano juntamente con la de sus hi-
quiero que veas cuán cerca estoy de te pedir jos, de que el jayán recebía gran pena, por
merced». «Bien veo, dijo el jayán, que de le parecer qué la certidumbre que su her-
haber dado este encuentro te nasce essa so- mana tenía de ser vencido le hizo no esperar
berbia; mas huélgome, que estás en parte que el fin de la batalla, por lo cual como esfor-
con esta espada satisfaré mi caída á costa de zado quiso ver si podría vender la vida á
tu sangre, rompiendo con sus filos essas tus trueco de aquella de quien á él se la quitaba;
carne8,yassí quedaré contento»; y arrancan- con esta determinación comenzó á mostrar
do un cuchillo grande que traía en la cinta, más esfuerzo que de antes, mas todo le apro-
dijo: «Veis aquí la verdadera venganza de la vechaba poco, que el caballero del Tigre, que
muerte de mis sobrinos» , y apretándole en la ya estaba al cabo de conoscer y sentir lo que
mano le tiró un golpe con toda su fuerza, podía, le apretaba con golpes que le hacía
que si el caballo no se le hiciera perder sal- sentir en las carnes, de que le salía mucha
tando hacia una parte, aquél bastara para sangre, y los del jayán eran de tan poca
dar venganza á sí mesmo, y volviendo con fuerza que no hacían daño ninguno, y allen-
otro, el caballero del Tigre le recibió en el de desto la soltura y ligereza del caballero
escudo, que fue tal que la mitad echó en el del Tigre se los hacía perder; á este tiempo
suelo, y la otra parte le quedó en el brazo, sus sobrinos estaban tendidos á los pies de
de que Palmerín se espantó, paresciéndole sus enemigos, que sin piedad les cortaron las
que si otro como aquél le acertasse en lleno cabezas y esperaban ver el fin de estotra.
no quedaría para esperar otro; de allí adelan- El caballero del Tigre andaba corrido de
te, determinando guardarse dellos, comenzó ser el postrero que se desembarazase de aquel
su batalla cruel y áspera, amparándose de los hecho, como si el jayán no fuera merecedor
golpes del jayán, empleando los suyos de tal de se detener más con él, que como hombre
manera que le traía herido de muchas heri- desesperado y que ninguna salvación le que-
das puesto que pequeñas, que la fortaleza de daba si no era la de sus manos, hacía mara-
las armas eran mayores, aunque de la que villas en aquel postrer punto: mas como esto
recibió del encuentro andaba fatigado por sa- fuesse sacar fuerza de flaqueza, la falta de
lirle mucha sangre, y con enojo de ver que sangre y el cansancio de los miembros fue
sus fuerzas eran por demás y las de su ene- en tanto crecimiento, que dio con él en el
migo al revés, echaba tanto humo por la vi- suelo, rindiendo el ánima en las manos de
sera del yelmo, que casi se hacía perder de aquellos conforme sus obras. El caballero del
vista. El caballero del Tigre le traía tras sí Tigre le quitó el yelmo, por ver en qué dis-
por cansalle. En esto trabajó el jayán tanto, posición estaba, y viendo que diera fin á sub
que le convino detenerse un poco por cobrar días, tomando el espada, metiendo en la vai-
aliento, de que al caballero del Tigre no pesó, na, las rodillas en tierra dio las gracias al
por tener tiempo de ver el punto en que sus favorecedor de su vitoria, no creyendo que
hermanos estaban, y vio que los sobrinos del sin bu ayuda ninguna fuerza humana basta-
jayán andaban casi desbaratados y tan pora ba á desbaratar las de tal enemigo; en esto se
poco, que de cansados trabajaban ya por am- levantó tal grita en el pueblo, que parecía
pararse más que por ofender, y sus herma- que todo se aflojaba, y era que de alegres de
nos tan vivos que parecía entrar entonces en se ver libres de tan grandes tiranías todos
la batalla. El que peor tratado traía su adver- de una voluntad querían combatir la casa de
sario era Platir, que entre los tres aquel día Colambrar y libertarse della, que en cuanto
se señaló. Viendo el jayán sus sobrinos en tal ella viviesse siempro les parescería estar en
estado, y su persona tan herida, y su sangre sujeción. A este tiempo se vino á Palmerín
la mayor parte perdida, y sobre todo tan fuer- una dueña descabellada que fuera bu criada

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PALMERIN DE INGLATERRA 283

della, que echada delante sus pies le dijo: muchas veces para entrar y consolalla, y des-
<Ruégoos, señor caballero, que pues para
pués parescíale que con su presencia la apa-
reocer vuestros enemigos tenéis esfuerzo so- ssionaría más, y quitábase de aquel pensa-
brado, que para socorrer las dueñas y don- miento; los sollozos y gemidos della no eran
cellas no os falte misericordia y piedad; este como los de las otras mujeres, que de estar
pueblo trabaja por matar á Colambrar mi so- ya ronca de llorar y el natural de la su ha-
nora, ysolos tres caballeros sus criados la bla ser grossera, por estremo traía consigo
defienden; ellos os suplican que la favorez- su tono tan espantoso, que metido por las sa-
cáis, y que de vuestra mano reciba la pena las no se sabía qué cosa fuesse. cParésoeme,
que por bien tuviéredes». El caballero, te- señor Palmerín, dijo Platir, que si aquí nos
miendo que si más tardasse que no la podría hubiéssemos de regir por vuestra condición,
socorrer, dijo á sus compañeros: cSeñores, so- que nunca acabaremos; desengañemos esta
corramos áColambrar en esta necessidad,
mujer 6 á lo menos a asegurémonos de sus en-
pues está claro que la ira de poco en poco
gaños que de hoy más no haya de qué te-
hace daño»; entonces, rompiendo la fuerza mer». «Señor Platir, respondió Palmerín, lo
de la gente, llegaron á la puerta que los ca- que á vos os pareciere, esso se haga, y no me
balleros deColambrar defendían, estando ya metáis en esso, que á mí no me sufre la
el uno muerto y los otros para rendirse; el condición ver el rostro á persona que tantos
caballero del Tigre y sus compañeros, po- males tiene». Y sin él se aconsejaron todos
niendo las espaldas á ellos y los rostros hacia
tres, y por postrera determinación acordaron
el pueblo, con palabras muy blandas los apa- de la mandar llevar á su navio, para que de
ciguaron, rogándoles se fuessen á sus casas allí fuesse llevada á Costantinopla y que allá
y reposassen, que á todo su poder ellos los se hiciesse della lo quel emperador tuviesse
pondrían en libertad y les quitarían el yugo
por bien, y poniéndolo luego en ejecución,
de la subjeeión en que siempre vivieron. Con
la mandaron tomar y casi fuera de su acuer-
estas y otras razones los amansaron, de ma-
do, puesta en una carreta, la llevaron al puer-
nera que se apartaron de la puerta y comba- to, ádonde fue embarcada, mandando que-
te, diciendo al caballero del Tigre que pues dar para su guarda á Daliarte, en cuanto en
de aquel día adelante la isla por derecho la tierra se determinasse lo que 6e debía ha-
era suya y ellos suyos, que como vassallos cer de la isla.
los tratasse y amparase; y las lágrimas de
Colambrar no tuviessen tanto poder que le
dejasse otra vez el señorío, porque á ella era Cap. XVIII.— De lo que Palmerín de In-
gafaterra hixo primero que se partiesse Je
peor de sufrir y comportar que de todos sus la isla.
passados, y él les prometió que en todo mi-
raría por lo que cumplía su libertad y essen- Dice la historia que Colambrar, cansada
ción, y con esto los despidió y se despidió de llorar y bracear con rabia y enojo de su
dellos, y entrando en las casas, en la sala desaventura, atormentada de ira y dolor, en-
primera, que era grande y bien obrada, so cayó en el suelo des-
flaqueciéndole ealma
l
detuvo, que las otras estaban pobladas dellas mayada sin ningún acuerdo, con más pare-
y llenas de las dueñas y doncellas de Colam- cer de muerta que de viva; Platir, quo des-
brar, yella entrellas bien para haber piedad, seaba ver el fin á todas las cosas de aquella
puesto que sus obras fuessen dignas de no
casa, la mandó tomar en la fuerza de su ací-
habella della, que destocada, en cabello, con dente; mas era pesada en tanta manera, que
el rostro echado en tierra, decía mil lástimas con mucho trabajo pudieron con ayuda de
mucho para doler, trayendo entrellas á la otros hombres bajalla al patio; allí, metida
memoria la muerte de su marido, la grande en una carreta entoldada de paños, la lleva-
pérdida de sus hijos, la destruición de su ron al navio acompañada de algunas dueñas
> asa y el fin de su hermano traído allí para sus criadas, que á pie y en cabello la seguían
su amparo, y estar al sacrificio del caballero
con tan grandes gritos y palabras tan pia-
del Salvaje del cual perdiera ya la esperan- dosas, que hasta en los corazones de aquellos
za, ysobre todo verse apartada de su hija
que della recibieron mal hacían dolor y lás-
Arlanza, que la amaba más que á otra ningu- tima; assí llegaron al navio, á donde la em-
na persona; el aborrescimiento de sus vassa- barcaron aun fuera de su acuerdo, y dos de
llos, que loe que antes la servían aquellos la aquellas dueñas quisieron embarcarse con
trataban con desacato y procuran la muerte ella hasta seguir su postrero fin, que en esta
con deshonrra grande; ejemplo para los que vida ni los buenos ni los malos por muy ma-
por fuerza señorean. El caballero del Tigre, los dejan de tener quien los tenga amor. Co-
que tenía por inclinación ser piadoso, estaba lambrar, después destar en el navio, dende

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234 LIBROS DE CABALLERIAS

á media hora tornó en sí, y viéndose embar- derar yassegurar de todos por la manera que
cada en el mar en poder de sus enemigos, mejor le pareoió, las tornó á entregar, que-
desterrada de sus señoríos y para mayor des- riendo que de su mano las tuviessen ha*U
esperación sin esperanza de le tornar a co- que su hermano proveyesse como le mejor
brar, quiso dar consigo en el agua y morir parecieses. En esto despendió aquel día y
en ella, tomando aquel tormento por verda- otro, festejado de muohas fiestas que el pue-
dero descanso, pareciendo que aunque en ello blo le hacía por dalle placer, todas bien lejos
aventurasse la vida no aventuraba mucho, de las que su corazón le pedía, y en esto man-
pues con ello aloanzaba perpetuo olvido da dó poner recaudo en lo que se halló y queda-
todos sus dolores y desaventuras. Platir y ra de Colambrar de las puertas adentro, que
Beroldo y Daliarte, que estaban en el navio, era gran suma de tesoro ganado á costa de
que Palmerín no fuera allá, detuviéronla, muchos, y otras cosas, que también della»
consolándola con algunas esperanzas que a Floriano hiciesse lo que tunease por bien.
ella le parcelan pequeñas, pues las mayores Entró por la puerta Solvían y el huésped
oran perdidas; mas como entre éstas le en- donde su señor posara en la otra villa á don»
trarse dessear ver á su hija, este desseo la so- de primero llegó, que ya informado de lo que
segó un poco; todavía con acordarse do saber paseaba traía el temor perdido, de que Pal-
que los desesperados tomaban la muerte por merín recebió nueva alegría, que ninguna
todo su descanso, no se fiaron tanto della que recebía perfeta en cuanto Selvián estaba
la dejassen á nial recaudo, y quedóse Da- ausente dél, que esto tiene el amor de la
liarte en el navio. Platir y Beroldo se torna- crianza á donde quiera que está; el huésped
ron átierra, donde hallaron á Palmerín cer- se echó á sus pies, diciendo: «Señor, si en
cado de todo el pueblo, que como á rede- mi casa no os hice tan buen tratamiento ooino
midor do sus vidas y libertades le venían á vuestra persona meresce, el pesar que dello
ver y sorvir, contentándose en el fin de tan- rescibo me quede por pena, que bien liviana
tos trabajos, tan dura tiran nía y servidumbre,
cosa es á quien viere vuestra presencia cono-
alcanzalle por señor, viendo que aquel era cer el merecimiento della» . Palmerín lo le-
harto galardón de la fortuna y trabajo en que vantó abrazó,
y diciendo: «La honra y oortesía
de antes vivieron, no creyendo que en fin de que de vos rescebí en tierra donde no se sufría
tantos males les estuviesse guardado tan gran hacer á ninguno que estrano fuesso, yo soy
bien, porque siempre lo que mucho se dessea en conocimiento della, y ouanto más era de-
cuando viene no se cree. Palmerín los re- fendido hacerse & ninguna persona, tanto
cebía con su natura! gracia y benignidad de mayor es la obligación en que oe quedo; y
que la naturaleza lo adornara, no se pudien- porque al presente no tengo con que os lo
(lo acabar con el que aceptasse el señorío de satisfacer ni galardonar, ruégooB que acep-
la isla, diciendo que la más injusta cosa des- téis la gobernación de esta isla, que el señor
ta vida es quitar lo suyo 4 su dueño; que
della lo tendrá por bien, y cuando mi fortu-
aquella tierra y gobernación della justamen- na me diere alguna t osa de mío será para
te era de Floriano del Desierto, su hermano, acordarme de vos» . «¿Cómo, señor , dijo Ar-
pues co i mas derramamiento de su sangre
gentao (que assí se llamaba aquel caballero),
destruyera á los señores della, y que allen- otro señor tiene este pueblo y no vos?> «Sí,
de desso ellos por la su causa vinieron allí,
respondió Palmerín, que mi hermano lo es,
que cuando él no le quissiese, entonces podía
ser que aceptase el estado que le querían á quien más con derecho le portenoce» . «Pen-
sé, dijo Argénteo, que quedada alguna rali
dar, y entretanto en su nombre el tomaría
de Bramorante, mas pues assí es, quien desc-
el homenaje y proveería de gobernador con- arte sirve á vos, también habrá por bien ha-
forme ásus voluntades, rogándoles que se tu- cello á vuestro hermano; la merced que me
viessen por contentos ser vassallos de quien
hacéis acepto, y que yo no sea para tan gran
por su propia sangre á costa de muchas he- cosa, assí vos no sois para pequeñas; con todo
ridas los comprara, que este tal los amaría
como á personas que tanto le contaron; los querría que loe pobladores deste tierra fue-
sen dello contentos , que en cuanto assí no
principales de la tierra que ahí estaban jun-
fuere , no quiero gobernar quien de mi go-
tos respondieron que de cualquier dellos se- bierno se desprende». Como este Argentao
rían contentos de le tomar por señor, y que fuesse caballero de noble generación, hombre
de la manera que quissiesen y ordenassen le cristianíssimo, de buenas costumbres y *
darían el homenaje y entregarían las forta- quien el jayán mucho tiempo desamó, no por
lezas; luogo hicieron llamar todos los alcai-
mas sino porque siempre los buenos á los
des, que á otro día vinieron y le entregaron malos son aborrecibles, todo el pueblo lo
las llaves dellas. Palmerín, después de se apo-
aceptó y holgaron de dalle la obidieocia,

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PALMERÍN DE INGLATERRA 285
teniendo por oosa justa ser gobernados por
puerta, de que todos recibieron mucho pla-
él. Esto tiene la virtud ejercitada en buenas
cer, que las cosas della eran para de muy le-
obras, hasta los que no lo son no negalle su jos venillas á buscar, cuanto más estando tan
preeminencia, y con igual contento de unos cerca. Argentao mandó aparejar una fusta,
y de otros le quedó la gobernaoión. que en tierra había muchas, que estos oran
Palmerín y sus compañeros mandaron lla- los navios de que Bramorante más se servía;
mar áDallarte, quedando tan en tanto Sol- en ella se embarcaron los cuatro compañeros,
vían en el navio; el cual, atemorizado de la y Argentao con algunos principales de la isla
presencia de Colambrar y de lo que oyera en otra, llevando algunos refrescos de man-
de las fuerzas de su hermano, assentaba
tenimiento, porque no sabían que tan proveí-
que á la fortuna de su señor todo era pos- da entonóos estaría la Peligrosa; assí se par-
si ble. Llegado Daliarte, determinaron que tieron de la isla Profunda, corriendo á remos
el navio se fuesse la vía de CoBtantinopla, y riberas de la costa por verla más á placer,
que fuesse en él uno de los escuderos de Be- que era poblada de muchas villas y lugares,
roldo, que siempre traía dos, que allende de grandes señoríos, para cualquier príncipe
ser esforzado preciábase de lozano y galano, se contentar do las tener por suyas. Argentao
y para sor mejor servido traía siempre dos 6 desde su fusta les iba diciendo los nombres
tres escuderos, y que éste llevasse recaudo de las poblaciones, y que creyessen que para
al emperador de lo que passara en la isla, y la calidad de la tierra, la población della era
que le presentasse á Colambrar, y en tanto
qnedasse proveído que llegando el navio de pequeña, porEn causa de las oruezas de Bramo-
rante esto pasearon el día y la noche,
Arlan ta y Alfernao, al caballero del Salvaje atravessando el mar que había entre una isla
fuesse entregado todo y hiciesse dellos lo que
mejor le pareciesse; mas para esto no era y otra, y al tiempo que la mañana se escla-
recía, se hallaron al pie della, y echaron án-
menester mas que el gobernador de la isla y coras en el puerto, adonde Palmerín la pri-
la voluntad que tenía todo el pueblo de per- mera vez desembarcara, que en toda ella no
seguir &Alfernao, que le parecía que de
había otro; y sacando los caballos fuera qui-
aquello aun podría nacer algún mal, que esto sieron caminar en ellos, mas la estrecheza
tienen las obras de los malos, no dejar re- del camino y aspereza de la rocha no se lo
posar álos buenos hasta que del todo son consintió sino á pie; entonces, mandando á
destruidos, que de Arlanza no se temían, que
los escuderos que los llevassen por las rien-
antea le desseaban descanso y honrra, porque das uno delante de otro, comenzaron á oamir
criada entre las tiranías de su padre y crue-
nar, y primero que llegassen á la plaza adon-
zas de sus hermanos, favorecida de la condi- de Palmerín halló el padrón con las letras
ción dañada de su madre, siempre fue pia- que decían: No passes mas adelaste, passa-
dosa yllena de virtud virtuosa, tanto que ron gran rato; allí cabalgaron, que el camino
muchas veces, importunados su padre y ma- lo consentía, caminando á sombra do aquellos
dre de sus lagrimas, forzaban la condición hermosos árboles que le cubrían hasta llegar
á hacer cosas contrarias á ella. Siendo assí á lo más alto de la rocha.
todo determinado, el escudero de fieroldo, Obra maravillosa paresció á los tres com-
por nombre Albaner, se embarcó en el navio pañeros yá Argentao con su compañía la
con Colambrar y mandó tender las velas al manera de la tierra y la fortaleza del sitio,
viento, que era próspero, al cual aquellos y llegando á la fuente, les paresció mucho
companeros estuvieron mirando hasta perde- más, que la vieron cercada de alimañas
Ue de vista, quedando ellos en tierra y al conformes á las que Palmerín matara que
cuidado por la mar, porque ella iba adonde defendían el agua della, que puesto que
el corazón guiaba; puesto que la soledad de fuessen artificiales, eran tan naturales y
aquella partida ninguno la sentía en el es- tan al propio de las otras, que con su fero-
tremo en que ella se podía sentir sino Pal- cidad muertas metían miedo como si estu-
merín, que los otros allá enviaban cartas con viessen vivas; estaban asidas por los pes-
que algún tanto satisfacían su voluntad, mas cuezos con las cadenas do metal que de las
quien de sí no fiaba su secreto ¿cómo lo des-
paasadas quedaron, y ellas compuestas tam-
cubriría otro
á para descansar con ello?
bién de metal por tal maestro como fuera Ur-
Perdido el navio de vista, como el día fnos- ganda, que para un hecho tan notable sin lo
se grande y Palmerín poco acostumbrado á gastar el tiempo proveyó de lejos, las ordenó
tener nada ocioso, rogó á los otros que quisios- y compuso al propio de las que Palmerín en
sen ver su isla Peligrosa , que de ahí cerca aquel raesmo lugar venciera; y como quiera
estaba, y que le parecía que hacía lo que no
debía passar sin la visitar estando tan á la (•) El texto: «BraYorante».

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236 LIBROS DE CABALLERIAS

que en aquel caso Palmerín estuviesse tan ban mucha honrra al vencedor; en los bro-
nuevo como sus compañeros, sospechando cales de los escudos estaban escritos los nom-
que podía ser obra de Daliarte, le rogó que bres de cada uno según lo que guardaba. Y
le quitase de aquella duda. «Señor, respon- puesto que todas estas cosas en todos pusi es-
dió Daliarte, quien la aventura desta fuente sen admiración, Palmerín no estaba sin ella,
ordenó, assí como quiso que los que en ella que vía las cosas por que passara y pa reacia -
acabassen en olvido, quiso que quien á su sal- le que aun las tenía presentes. A este tiempo
vo la acabasse dejasse memoria de tan gran se echó sobre la cava una puente levadiza
cosa; para esso con su saber ordenó y proveyó por mandado de Satiafor, y un escudero vino
estas alimañas feroces, que son traslado del á saber quién eran los caballeros, tornándo-
propio original de las que vos matastes, que se á recoger á la puente, que assí era costum-
en tanto que las naturales se corrompieron bre; mas después que vio y conoció el ver-
estas artificiales se pusieron en su lugar, para dadero señor de la fortaleza, tornóse á echar,
que en todo tiempo los presentes y por venir saliendo Satiafor á recebillos y recogerlos
cuando aquí vinieren sean testigos de vuestras dentro. «Parésoeme, dijo Platir después que
obras; esse mesmo adonde vencistes los caba- entró en el patio, que todas las cosas desta
lleros de Eutropa hallaréis también otras de tierra son diferentes de las otras, que si las
su tamaño y grandeza, conformes á los passa- aventuras eran peligrosas, la fortaleza y ma-
dos, hechos de mármol para que muchos días nera della no es menos para loar; por cierto
ni años no los deshaga, con los escudos en que cuanto más voy viendo, más me parece
los padrones , por la orden y de la manera el saber de Urganda merecedor de ser esti-
que los hallastea en el día de vuestra vitoria mado por cima de todos los del mundo» ; en
y su desbarato. Aquí veréis la providencia esto no erraba Platir, que como quiera que
y sabiduría de Urganda, cuya fue esta isla, aquellos palacios y cosas fuessen hechos para
á quien no debéis poco, pues con su saber reposo de su persona adonde lo más del tiem-
hizo inmortales vuestras obras». «Por cierto, po habitaba, y allí tuviesse su amigo que
dijo Beroldo, mucho se le debe á ella por lo tanto quiso, como en el libro de Amadla se
que en este caso sintió, mas mucho más se le cuenta, puso todo su juicio y engaño en la
debe á quien tan grandes cosas acaba, que de manera del los. Agora juzgue cada uno, quien
mí os sé decir que sabiendo que aquellas ali- tan escelonte le tuvo para todo, cuánto más
mañas son muertas, las he miedo, y pondría vivo le hallaría en las cosas de su voluntad
en duda acometellas, cuanto más quien es- y en que tanto passatiempo rescebía.
tuviesse delante su gran ferocidad viva». Tornando al propósito, después do haber
e¿Pues no veis, señor Beroldo, dijo Platir, lo visto el aposento llegaron al lugar adonde
que aquellas letras que están en la pila di- estaba el jayán de metal; esto tuvieron por
een? Unas os convidan á beber del agua, otras tan poco respecto de lo pasado, que passaron
os la defienden, mas ya agora que la defensa por ello; de ahí fueron adonde se passaba el
no es ninguna, bien será quo la probemos». río, y viendo la manera de la puente y es-
Entonces se allegaron todos á la fuente, la- trecheza y podrición della, y la hondura del
vándose en ella las manos y el rostro del su- agua que hizo poner en olvido todos los otros
dor ypolvo, probando del agua, que á su pa- trabajos passados, Selvián, que hasta allí se
recer era como las otras aguas. Argentao y venía gloriando en las obras de su señor,
los de la isla Profunda no sabían qué dijes- olvidado de aquella gloria le vinieron las
sen, que sus ánimos no bastaban á pensar lágrimas á los ojos, teniendo presentes los
en ello, y no era mucho ser assí, que hasta grandes temores que en aquella casa se viera;
Platir y Beroldo, que entre los esforzados te- mas el caballero del Tigre, que lo sintió,
nían esfuerzo sobrado, habían aquel hecho viendo que los otros se ocupaban en el espan-
por cosa fuera de toda razón; acabado de ver- to de tan maravillosa cosa, se allegó á él, di-
lo todo muy por estenso, se fueron contra el ciendo: «Amigo Selvián, quien de su parte
castillo, que también al parecer de todos era tiene en la memoria las cosas de mi señora
para le venir á buscar de lejos; al pie dól, Polinarda, no creas que ningún hecho le sea
desta parte de la cava, habían cuatro padro- grande de acabar; esto en su nombre le co-
nos de jaspe con los escudos del tamaño y metí, en su nombre lo acabé y en él hallé
colores que los otros passados eran. Junto con el merecimiento; por esso no pienses quo
ellos cuatro caballeros de mármol armados hice mucho» ; y tornándose á los caballeros
de las propias armas y devisas de los otros les dijo: «Deja, señores, de gastar el tiempo
passados que aguardadores solían ser, que en cosas pequeñas, vámonos á comer, que Sa-
como fuessen grandes, de aparencias espan- tiafor me paresce que nos llama» . «Bien es,
tosas ymiembros aparejados á fuerzas, da- señor Palmerín, dijo Beroldo, que las ten-

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PALMERÍN DE INGLATERRA 287

gáis por poco, puea para vos ninguna puede empedir la sombra, con otros árboles cria-
ser mucho, mas por esso no las tengáis en dos para el sustentamiento de la vida, de tan
poco, que en verdad no son para e\\o*. Sa- singulares frutas, cuanto se podía pensar; cu
tiafor los llevó á una cámara grande, la me- otra parte flores continas de todo el año, do
jor de aquella casa singular, de verano, muy tantas diversidades de colores cuantas la
bién obrada; corría junto á la puerta un es- primavera trae consigo cuando ella es más
tanque de agua mucha y clara, de que se fresca; en algunos dellos campos verdes sin
regaba un jardín poblado de muchos árboles, ningún otro árbol, cuajados de unas hierbas
dellos para fruta y dellos para sombra, todo bajas conforme á su propiedad ; de lo más
puesto por su orden y en su lugar. Aquí les alto dellas decendían caños de agua, que al
dio á conocer muy alistadamente, que Satia- bajar venían dando de piedra en piedra, y
for, allende de le tener por natural, dessea- eran puestas por tal arte que el ruido del
ba ganar la voluntad á Palmerín, y este in- agua en las piedras hacía una armonía tan
terés que tenía por grande le hacía hacer suave y dulce, como cuantos cantos de pája-
maravillas. Assí passaron el día, y llegada ros puede ser en el mundo; al pie de las ro-
la noche hallaron lechos para todos, los qtie cas todas aquellas aguas se recogían en es-
quedaron del despojo de Eutropa, que allen- tanques, cercados de una piedra cristalina
de de ser rica y muy gran señora, estaba labrada de obras romanas, llena de tantas
bien proveída de muchas cosas necessarias obras tan sotóles cuanto un juicio humano
para güespedes, que assí le convenía para puede comprehender; y lo que más era de no-
rescebir los amigos, que á los enemigos otro tar era que estaban tan frescas, que pares-
tratamiento le páresela muy mucho mejor cían entonces acabarse de obrar; los árboles
que el suyo. con su hoja, las flores con su flor, los campos
con su gracia y verdura, las rocas con su as-
pereza, sobre
y todo, en lugares ponvinien-
Cap. XIX. — De lo más que Palmerín de
Ingalaterra passó en la isla Peligrosa. tes fuentes de agua que salida dellas se su-
mía por caños secretos y en otros caños tor-
Otro día por la mañana, los cuatro com- naba ásalir á manera de plumas, con tanta
pañeros se salieron al jardín, que entre las fuerza como le hacía hacer la fuerza con que
cosas notables de aquella casa no era menos venía, cayendo en pilas grandes de la mane-
para ver y las tener en mucho, que como ra de las otras, y labradas de las mesmas la-
quiera que Urganda en ella acostumbrasse bores de los estanques; de allí se partía por
de gozar las fiestas del verano con su amigo, lugares diversos una por una parte y otra
ordenóle como mejor le pareció; estaba hecho por otra, y todos por caños de metal puestos
en repartimientos que se apartaban unos de por orden, con que se regaba generalmente
otros con calles largas, tanto por medida todo el jardín y cada cosa por sí; esto no por
y compás, que en ninguna parte se salía de- mano de ninguno, mas la mesma orden de les ■
11a, plantado por las orillas della unos arra- caños lo iba regando todo; no sin misterio se
yanes de mucha rama y verdes, todos de un regaba de contino, que esta agua era de tal
tamaño y medida, puestos por un igual, que escelencia y virtud, ó la virtud de la tierra
les daba mucha gracia; de unos á otros ó por lo causaba, que hacía estar todas aquellas
todo lo ancho de las calles había cañizadas cosas sin temor de ninguna corrupción.
tan galanas y bien puestas, que parecía no Tanto tuvieron que ver los caballeros en
ser puestas por manos de hombres. El suelo algunas cosas destas, que se hizo hora de
de las calles losadas de piedras blancas y ver- comer, en el cual se detuvieron poco, que
des á manera de lisonjas ('), con que queda- quisieron tornar á vellas más despacio y or-
ban mucho más galanas; tantos cuantos eran den. En esto se passó el día, porque cada
los repartimientos del jardín, tanta diferen- cosa había menester el suyo, y tornando á
cia había de árboles y hierbas y otras cosas gastalle en aquellas cosas lo más que dól que-
conformes al lugar, que en unos había árbo- daba por passar, se hizo de noche, la mayor
les de troncos muy grandes, las ramas tan parto de la cual passaron en loores del saber
altas que parecía tocar á las nubes y tan es- y discreción de Urganda, impediendo con
pessas que apenas se podía andar entrellas, esta plática tanto el sueño que casi á la ma-
de calidad y naturaleza que en la mayor ñana se adormecieron. Después de levanta-
fuerza de la calor se meneaban con viento y dos, Satiafor se vino á ellos con otro caso
el sol entre sus hojas no tenía fuerza para nuevo, diciendo á Palmerín: «Parésceme, se-
ñor, que después de haber las cosas desta
isla por viejas se hallaron novedades en ella;
(') Sic, por clounjea», que también reciben ese
en medio de aquel jardín adonde anoche os

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m LlBítOS Dfi CABALLERIÁ8

passastes y yo visito cada día, en lugar más tro; por esso probemos la ferocidad de los ja-
desocupado y descubierto de todos, hallé ago- yanes, si
y nos dieren lugar veremos lo que
ra una cámara cuadrada y grande de la más allí hav% Y yo, señor Palmerín, rescibirla
singular obra y invinción que nunca vi, por- merced si en este caso me diésedes la prime-
que puesto que las obras de aquesta casa sean ra prueba, pues aquí y en cualquier parte
tenidas por milagrosas, á mi juicio y pares- habernos de estar á lo que mandáredes».
cer ésta es muy mejor que todas; no pude «¿Quién queréis vos, respondió Palmerín,
entrar dentro, que hallé la puerta ocupada que os impida la voluntad en cosa tanto k
con dos jayanes muy temerosos y grandes vuestro plaoer? Hacó lo que quisiéredee, fran-
que la guardaban; agora, señor, la podéis ir quéanos laentrada, que si vos no lo hacéis
á ver, que según Bospecho en aquella casa perderemos la esperanza» . El esforzado P la-
debe estar algún gran tesoro guardado de tir, por no se ver alabar de persona delante
mucho tiempo , para gualardón de los otros del cual todas la obras ajenas eran pequeñas,
trabajos que en esta tierra passastes». Tan no quiso oir el fin de la plática, antea cu-
gran alboroto hicieron estas palabras en to- briéndose del escudo, la espada en la mano,
dos, que sin más aguardar demandaron las se llegó á los jayanes , que con las mazas en
armas y salieron al fresco jardín, y en el lu- alto le rescibieron. Y porque delante de la
gar adonde el día do antes vieron todo raso, puerta que guardaban y defendían estaba un
hallaron aquella casa rica, que de fuera es- poyo de altura de dos codos, tanto que Platir
tuvieron mirando, que era muoho para ver, puso loa pies en él, uno de los jayanes, que
porque solamente la haz de las paredes de hasta allí ponía espanto con la maza, la soltó
fuera estaba compuesta de tantas sotilezas, en el suelo, y dando dos pasos adelanto como
esculpidas en un mármol albo y duro, que en cosa viva, en desprecio de su valentía y for-
cera blanda páresela muy diftoultoso se po- taleza, le tomó en los brazos, y echándole
der hacer: el tejado do un muy rico chapitel, fuera del poyo se tornó á su estancia. Platir,
de altura innumerable y cubierto de losas del corrido de se ver assí, le tornó acomete? la
tamaño de azulejos de muchas y diversas co- segunda vez; mas assí le acontcsció como á
lores, tan finas en sí, que no podía verlas con la primera. El principe Beroldo, queriendo
la vista para determinar lo que cada una ora, esperi mentar lo que en aquel caso había, fue
y los ojos no podían sufrir la gran claridad tratado de la mesma suerte y manera que
dellas, mas miradas de lejos se sufría mejor; Platir. Palmerín, no le sufriendo el corazón
las unas daban lustre & las otras con que se la vergüenza de sus amigos, sin esperar que
ayudaban, y todas juntamente daban lustre á D al i arte la probase le acometió; mas como el
manera de un tornasol, esto á lo más que de- precio de aquella casa no le perteneciesse.
llas se podía muy bien ver y determinar; de acontescióle como á los otros, salvo que en-
lo más alto del chapitel salía un muy riquís- trambos jayanes le echaron fuera del poyo,
simo mástil de plata muy grande, en que es- que una imagen de oro que sobre el arco de
taba una veleta cuadrada hecha de una ma- la puerta estaba, á manera de una vieja ves-
teria incorrompible; do la una parte tenía el tida de traje antiguo, les dio vocea que vinie-
cielo estrellado con todos los planetas en rue- sen ontrambos, no dejassen violar su tesoro
do yMercurio en medio, vestido de la mes- á hombre indino dél. Entonces, tomándole
ma manera que los antiguos lo pintan; de la cada uno por un brazo, á posar suyo le echa-
otra el gran Hércules despedazando el ladrón ron fuera del poyo; puesto que estas fuessen
Caco, que según opinión do los gentiles se cosas de encantamento para darse poco dello,
comió el fuego. En cada una de las esquinas no acontesció assí á Palmerín, que viniéndole
de la casa estaba plantado un árbol, y todos de á la memoria todas sus buenas venturas pa-
un mesmo tamaño y grossura, de tal altura sadas, parescióle que ya la fortuna le llegara
que venía igual al chapitel, en las ramas de al postrero paso dellas, y que de allí adelan-
loe cuales no se podía conos cer el nombre ni te faltaría de lo que solía ser, pues dando fin
propiedad, que á su parescer ora cosa que á cosas tan grandes, en una menor que to-
nunca en su vida había visto en lugares oon- das hiciera tan poco. Estando pasando consi-
vinientes; encajadas en las paredes había go estas cosas, Daliarte, que le sintió en él,
unas muy singulares vedrieras que daban quiso probar la mesma aventura, no con es-
claridad á la casa, tan bien ocupadas de his- peranza de acaballa, que creído tenía que
torias antiguas que era cosa de maravillar adonde la flor de todo el esfuerzo faltaba, el
á los que las miraban. «Parésccme, dijo Pla- suyo quedaría muy lejos, sino por pasar por
tir, después de bien mirado todo, que cosa lo que sus amigos pasaron. Y saltando sobre
adonde Urganda tanto so esmeró en las cosas los poyos, remetió á los jayanes, que contra
de fuera, que no será menos para ver de den- él no se menearon, antes dejándose caer de-

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Í>ALMERÍN DE INGLATERRA

lante de sus pies,, le desembarazaron la en- ron las más que desscaban; en un apartado
trada, yllegándose más alegre de aquella de la casa estaban las que fueron en el tiem-
obediencia con que le trataron, eBtuvo miran- po de Urganda, y allá entrellas en el tiempo
do muy despacio las labores del portal, que de su mocedad, con un libro en las manos,
eran de la mesma manera de lo de más ade- sentada en una silla de oro de singular arti-
lante. La imagen que estaba sobre la puerta, ficio; á6U mano derecha Oriana, hija del rey
en presencia de todos abrió un cofrecito pe- de la Oran Bretaña; Lisuorte, con letras en
queño que tenía en la halda de mucho precio, lus haldas que declaraban su nombre, que
v sacando de dentro una llave de oro peque- nssí las tenían todas; de la otra parte Brio-
ña la dejó caer, la cual el sabio Daliarte lanja, reina do Sobradisa; Leonoiina, prin-
tomó y abrió con ella la puerta. A este tiem- cesa de Costantinopla; la infanta Meiicia, y
po Palmerin y Platir y el príncipe Beroldo Olinda, sin otra ninguna, de que se cree que
se llegaron sin ningún entrevallo, y todos las otras de aquel tiempo que tuvieron nom-
cuatro compañeros entraron juntamente den- bre de hormosas, como en el libro dd rey
tro, adonde luego convinieron que la vitoria Amadis se cuenta, no eran merecedoras de
de aquella casa de razón no convenía sino á aquella inmortalidad; en otra cuadra estaban
quien la hubiera, teniendo por ello en mucho Iseo la Brunda; Ginebra, mujer del rey Ar-
maj'or estima el saber de Urganda, que en tur, amiga de Lanzarote del Lago. La segun-
aquella mesma casa estaba su librería y allí da, Iseo de las Blancas Manos, con otras que
era su estudio. Por cierto, puesto que hasta en aquellos días passaron en la Gran Breta-
allí las otras cosas muchas que habían visto ña, que toda la intención de Urganda ora
los tmjessen maravillados, las de aquella dejar fama de aquella tierra, por ser della
casa les paresció mucho más para ver y más natural; en otra cuadra estaban otras más
I» ra estimar; que allende de los libros ser modornas y muchas: la emperatriz Polinar-
muchos y en ellos se encerraso las sciencias da; Agrióla, emperatriz de Alemana; Gri-
que se pueden decir, y estuviessen puestos donia, Flérida, Francolina, sacadas según
sobre letriles de oro obrados por maravilla, la edad en que más florecieron; y puesto que
loa mesmos letriles assentados en alimañas y todas las de la cuadra fuessen por estremo
aves del mesuro metal vivas al parecer y hermosas, Flérida parecía llevar el precio y
muertas en el sossiego, y las guarniciones ventaja á todas; en otra parte estaban las que
de los libros fuessen obradas del mesmo oro en aquellos días florecían, que eran: Polinar-
con piedras por las tablas, y las manezuelas da, hija de Primaleón; Miraguarda; Leonar-
de piedras de mucho precio, todo esto pare- da, princesa de Tracia; Altea, Fidolia, hija
cía poco para quien más estima las cosas con- del rey Tarases de Lacedcraonia; Arnalta,
forme ásu deseco del que codioia tesoros de princesa de Navarra, que puesto que sus
otra calidad, que alrededor de la casa, á lo obras no fuessen merecedoras de aquella casa,
alto de las paredes, á donde la librería no su parecer lo merecía; en medio de todas es-
llegaba, estaban imágines de bulto, sacadas taba la linda Polinarda, que páresela hacer
al natural de las que allí representaban, que ventaja á las otras, mas esto no paresciera
eran las mujeres más señaladas en hermosu- assí á Florendos si allí se hallara, y tenía ra-
ra y parecer que hasta en aquel tiempo hu- zón, que Miraguarda allí se le conoscía su
biera en el mundo, vestidas de ropas y colo- parescer tan estremado, que parecía no de-
res tan frescos como si fueran puestas de bello en aquella parte ninguna cosa; en la
aquel día, cada una del traje que en su tiem- primera, Oriana y Briolanja estaban tan igua-
po Be preciaba, tan vivas al parecer que en- les, que sería malo determinar cuál hacía
gañaban la vista para no pensar otra cosa, ventaja á cuál, puesto que la linda figura de
ni se podía acabar con quien una vez los mi- la hermosa Oriana tenía una honestidad muy
raba que creyesse que fuessen fantásticos, sereníssima, quo daba grande afición á los
por no parecelle en nada sino en la flaque- ojos para dalle la vitoria; mas toda la cosa
za de loe miembros y postura do los brazos juntamente á quien con juicio libre y muy
para menearlos y en las lenguas en no ha- desembarazado las quisiesse juzgar, ni la
blar, que en todo lo demás no había en quó grandíssima hermosura do Oriana, ni Brio-
dubdar. lanja, ni Polinarda, ni Flérida, ni Mira-
Como los aficionados á estas cosas cuando guarda, que eran las que entre las otras so
las tienen presentes todo lo demás se les ol- aventajaban, no quitaban de llevar la honrra
vida, nssí se ocuparon Palmerin y Platir y á todas á Iseo la Brunda; dejemos los aficio-
Beroldo en lo que tenían delante, que todo nados, que éstos cada uno dará loor á quien
lo paseado pussicron eu olvido, especialmen- más afición tuviere, que esta ceguedad tiene
te después que entre aquellas imágines vie- el amor, y de aquí viene á pintarse como le

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240 LIBROS DE C ABALLERIAS

pintan, atapados los ojos; mas quien cstu- vos mesmos á quien no la sabe sentir, que
vicsse libre mal podría negar esta verdad. sería gastar el tiempo en vanidades sin nin-
Los cuatro compañeros, olvidados de sí mis- gún fruto. El verdadero traslado que os estas
mos, contemplaban en lo que tenían delan- representan en otra parte le tenéis; essas va-
te, cada uno espantado de lo que vía, ocupa- mos á buscar, que estotras cada vez que la
dos en pensamientos que de allí le nascían voluntad os lo pidiere están aparejadas para
no viendo los estreñios de los otros, especial- que gocéis su paresoer fantástico sin contra-
mente los de Palmerín, que viendo delante dición de ninguno» . En esto se volvió á él
de sí á quien siempre le atormentara, tanto Palmerín, diciendo: «¿Qué queréis que haga,
al propio adornada y compuesta de su na- señor Daliarte, quien viere las maravillas
tural gracia, vestida de la propia manera y desta casa, sino ocupar el sentido en ellas y
color que la postrera vez la viera, no creía perder el juicio para no saber pensar en otra
que fuese cosa compuesta ó ornada por otrie, cosa? De mí os digo que maravillado de lo
antes afirmaba ser aquella misma Polinarda que veo no me sé determinar; mirá que hará
su señora; como á ella la miraba, assí la te- quien estuviere entregado á alguna destas
mía, assí la recelaba, aSsí le encomendaba imágines». Esto dijo el señor Palmerín por
no dar sospecha á nenguno de los otros de la
j'i sí mismo, diciendo entre sí: «Señora, yo sé
muy bien quién sois, y pues sois mi señora, afrenta en que se viera. Entonces se salieron
nuil soiía que en pago 6 satisfación de lo que todos juntos, porque era ya muy tarde, y se
os quiero y os merezco trocásedes el amor fueron á desarmar y comer; y porque les pa-
para comigo; mas ¿con quién hablo 6 qué resció que en la isla no había más que hacer,
me aprovecha lo que digo, que para me oir determinaron partirse.
sois sorda y muda para me hablar; todas las Argénteo, con los otros de la isla Profun-
cosas con que me podéis dar vida tenéis da, determinaron ir á ver todas las cosas se-
muertas, las que me dan pena ó doblado cui- ñaladas de aquella isla, que les parescieron
dado essas hallo vivas para más mi daño, por de mucha admiración. Palmerín, queriendo
lo cual, si en me tratar assí sois contenta, despedirse de Satiafor, en presencia dél y de
no me queda de qué me quejar, que en fin lo los de la isla llamó á Daliarte su hermano,
que queréis esso quiero, y del mal que me al cual, con palabras muy amorosas, dijo una
hacéis vivo contento, pensando que lo sois habla siguiente: «Señor hermano, si yo no
vos; que ¿en confianza desto me sustento y pensasse que alguna hora mi fortuna no me
puede ser que no acierto?» Desta manera llegase á estado de os poder pagar y servir
cada uno pasaba sus razones con quien le de- alguna cosa de lo mucho que os debo, ten-
cía la voluntad, y quien no hallaba con quién d ríame por hombre de flaco conosci miento, y
passalla8, ocupaba la fantasía en todas par- pues estos días de agora no tengo de mi cosa
tes, no sabiendo dónde afirmarse. El infante ninguna en que pueda mostrar este voluntad,
riatir tenía allí á Fidelia, hija del rey Tar- ruégoos que por prendas desta aceptéis de
uaes de Lacedomonia, á quien en su volun- mí este isla, que es cosa que con más riesg »
tad servía, y después casó con ella y fue rey de mi persona y costa de mi sangre gané, y
y señor de aquel reino. Beroldo, príncipe de en esto tendré que satisfago mi trabajo, y
España, porque no halló allí á su señora, pa- pues este lugar es más merescedor de vos que
saba aquel tiempo con menos alegría, no que- de otros, y vos más dél que ninguno , no me
riendo confesarse á sí mismo que quien le neguéis lo que os pido ni me desechéis ate
daba tantas penas fuese menos merecedora desseo, que me tendría por injuriado; al me-
destar en aquel lugar que las otras, que esto nos debeisos acordar que lo mejor desta tie-
tienen los buenos enamorados, ser tan con- rra guardó Urganda para vos; por esso acep-
tentos de las que aman que no quieren dar te el señorío della con la mesma voluntad
á nenguna ventaja. Y á la verdad Onistel- que os la ofrezco, y de aquí mando á Satia-
da, á quien Beroldo servía, era para tenella for que como á mí os obedezca y á vos pido
en aquella cuenta, y si no se halló entre por merced que le honrréis como yo sé que lo
aquéllas fue porque las que Urganda escogió hacéis, de manera que de vos saque el ga-
lardón de lo mucho que yo le debo» . «Señor,
para aquel lugar eran en todo estremo her-
mosas. Acabado cada uno de soltar las pala- respondió Daliarte, este isla es la que se debe
bras que se le representaban, Daliarte les quejar con razón, pues la negáis su precio en
dijo: «Señores, según voy viendo, si no os quitalla de vos por dalla á quién le costó tan
van á la mano aquí querríades hacer assien- poco; yo la acepto, porque sé que en ella os
to perpetuo y estas imágines muertas serían he de hacer mucho servicio en cosas que el
verdadero olvido de lo que mas se os debe tiempo descubrirá que aun está por venir.
acordar; por esso no deis ten gran vitoria de Satiafor no quedará mi súbdito, mas como

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241
PALMERIN DE INGLATERRA

compañero igual será tratado de mí, assí por la nube, que de lo que después sucedió no
el meresci miento do su persona como por sabía nada, acontesoió que un día, estando
miuidármelo vos, que de necessidad he de sobre mesa platicando con algunos príncipes
cumplir» . En esto le pidió la mano para be- y caballeros en esta desventura y en el mal
sársela, mas él le abrazó, y apretándole con- consejo que tomara en dejallo ir assí, entró
sigo, le dijo: «Quiera I)ios, normano, que por la puerta el sabio Alfernao, algo más
me deje tener más con que os sirva, que en- viejo de lo que allí viniera la primera vez,
tonces os mostraré cuánto soy en oonosoi- que casi no le conoecían, que el miedo que
miento de lo que os debo». El príncipe Be- le acompañaba y la fortuna de aquellos días
roido y Plaür tuvieron en merced lo que hizo le arrugaron más el rostro y le desflaquecie-
á Daliarte, diciendo que fuera la más justa y ron más los miembros; aunque con todo, lúe*
bien empleada que pudiera ser en el mundo, go dio el aire de quien era. Llegado al em-
porque la habitación de la isla sólo para él perador, lebesó por fuerza los pies, dicien-
¡ irescia aparejada. Satiafor, puesto que des- do: «Muy poderoso señor, suplicóos, pues
te trueco fuese poco alegre, dissimuló su vo- vuestra benevolencia, humanidad y virtud á
luntad por no criar odio en el nuevo señor, todos es general, que para mí no falte, bien
y con esta dissimulación de su pena le dio que si por mis obras me jnzgárndes ninguna
luego la obediencia, pidiendo por merced al razón tendré que me escuse de grave pena,
caballero del Tigre que de allí adelante no mas aquí puede suplir vuestra condición real,
le tratase como a vasallo ostraño ni se olvi- acostumbrada á perdonar toda culpa. Yo, se-
dase dél. Al cual Palmerín satisfizo con pala- ñor, soy el viejo que, por mi desaventura,
bra, de que Satiafor quedó contento, y que después de tener edad para reposar de mis
después nascieron obras muy verdaderas, con malos pensamientos, quise venir á vuestra
que quedó contento para toda su vida; luego corte á ejercitar mis obras según siempre
se determinaron de partir, dejando á Dallar- acostumbré, y fingiendo necessidad que yo
te por algunos días en aquella tierra. Palme- no tenía, me o torgas tos vuestro Meto para so-
rín se embarcó con Argentao en su fusta, con corro de lo que os pedía» ; y entonces, contán-
intención de ir á tomar tierra firme á donde dole más por estenso lo que más passaba, le
más presto pudiese, y de allí se tornase Ar- dijo que él le enviaba á su majestad para que,
gentao ásu gobernación, y para ir assí solo informado de la verdad , descanse dol cui-
pidió licencia á Platir y á Beroldo, dando dado en que podría estar. «Por cierto, Alfer-
por escusa que tenía una aventura por pas- nao, vos me tenéis puesto en una de las ma-
sar y de nesoessidad había de ir solo y pares- yores afrentas de las que nunca me vi; no sé
cer á día señalado, y ello6 lo tuvieron por qué pacienoia basta para perdonar la ene*
bien, por ver ser aquella su voluntad; y em- mistad que os tengo, si no fuera trayéndome
barcados on la otra fusta en que vinieron se nuevas de la salud de mi neto; doy muchas
partieron la vía de Costantinopla, y en pocos gracias á Dios que de vuestros pensamientos
días tomaron tierra y siguieron su camino y de la ira de Colambrar le salvó; otra vez
para donde la fortuna más los encaminaba. yo tendré mejor miramento en lo que cum-
Palmerín aportó á otra parte, adonde des- ple, y vos seréis ejemplo para enseñarme la
pidió 4Argentao, que con muchas lágrimas manera cómo me tengo de fiar de lágrimas
se despidió dél y se fue á gobernar la isla fingidas, canas muy blancas y edades cansa-
Profunda y usar de su oficio, con que el pue- das; áArlan za agradezco yo lo que en este
blo rescibió mucha alegría, que sus obras le caso hizo, y si á mi casa viniere, yo se lo pa-
hacían merecedor de rescebüla con él. garé de manera que ella quede contenta. A
quien más debo es á la tormenta de la mar,
Cap. XX. — De como Alfernao llegó á la que fue causa de su salvación; vos ios á re-
corte de Costantinopla, y lo que paseó en posar, yen mi corte podéis esperallo ó iros
ella. cual más quisióredes, quo de hoy en más es-
táis en vuestra libertad, y yo quiero irme á
Paseados algunos días después de la parti- la emperatriz, do que están mal informadas
da del caballero del Salvaje de la corte del ella y sus hijas» ; m.is como á este tiempo ya
emperador su agüelo, estando él y todos los la nueva estaba derramada por el palacio,
grandes de su casa puestos en gran cuidado primero que el emperador se levantasse vino
con mucha tristeza por no tener nuovas de ella y Orídonia por la mano , Polinarda y
su salud, teniéndolas muy ciertas de ser per- León arda tras ellas, que en aquellos días no
dido por las que trujera su escudero, que ha- era la que menos sentía la pérdida de su ca-
bía días que estaba allí, y contara lo que le ballero. Elemperador las rescibió, diciendo
acontaaciera al pasar del río donde le cubrió á la emperatriz: «Señora, bien veo que tardé
LIBROS DE CABALLERÍAS.— II.— -16

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242 LIBROS DE CABALLERIAS

en no iros & buscar más temprano; mas el como quien no sabe lo que pasa; dudar
desseo que tenía de oír todo lo que acontes- obras y lealtad no es mucho, que por natu-
ció á vuestro nieto y los peligros que pasó ral os viene no tener confianza en nenguna
me detuvo ». Entonces, haciéndolas sentar, cosa; agora acabé de contar dos veces mis
mandó á Alfernao que lo tornase á contar desaventuras, tornalla he á contar otra ver,
de nuevo. Alfernao, á quien esto era grave, para que sepáis lo que me debéis y lo poco
por no traer tantas veces su maldad á la me- que vos y yo debemos á la fortuna» . Enton-
moria, lo hizo contra su voluntad, de que ces, contándole todo lo que por él pasara des-
aquellas señoras le cobraron enemistad per- de el día que della se apartó hasta aquel como
petua, que en las mujeres siempre la ira y la lo contara al emperador. Y más le dijo: «Que
venganza están aparejadas, y el perdón más Arlanza vuestra hija quedó contenta de si,
apartado. Y no pudiendo sufrir velle, hicie- diciendo que si quisiéredes que como á madre
ron con el emperador que le despidiesse, de os trate, que es necesario haceros amiga de
que Primaleón se holgó mucho, que tomaba quien nunca lo fuistes. y olvidar la muerte
placer de ver el poco sufrimiento que en ellas de vuestros hijos y la enemistad que tenéis
había. A esto acontesció otra cosa para que al matador dellos; si no será forzado, allende
el placer del todo fuese oomplido: que oyeron de la pérdida de sus hermanos, perder tam-
muy gran grita en la plaza del palacio, y era bién áella» . «Créeme, Alfernao, dijo Colam-
cómo en aquel día Albaner, escudero de Be- brar, que sobre toda mi mala ventura nen-
roldo, príncipe de Espalla, que traía á Co- guna cosa estimo en tanto como las palabras
lambrar por mandado de Palmerín, teniendo que me dices y oiga dessa que parí; pluguie-
muy buen tiempo en su viaje, allegase y en- ra á los dioses que el fin que hubo de todos
trase con ella por la plaza, todo el mundo ve- mis hijos hubiera della , 6 otro peor , ante*
nía ávella como á una de las más monstruo- que llegarme mi vida á ver que se contenta-
sas cosas que nunca en aquella tierra vieron. ba del destruidor de su sangre; ya agora ven-
Los mozos y los mochachos hacían tan gran gan todos los desastres que el mundo puede
barahunda, que sonaba por todos los pala- dar, que ni los siento ni los temo, ni quiero
cios. Y entrando Albaner en la sala adonde ningún bien por tan grande mal» . Como so
el emperador estaba, con Colambrar por la pasión fuese grande, no se pudo tener en pie
mano, hizo mucho (mayor sobresalto, por te- y se sontó en medio de la sala casi muerta, de
nello por cosa nueva, y no sabían qué fuese. manera que no podía hablar; en aquel espa-
Alfernao, en viéndola la conosció, y acabó cio Albaner tuvo tiempo de dar su embajada
de conoscer que era del todo perdido, y lle- al emperador y de le contar todo lo que en
gándose más á ella le dijo: «Señora, parésce- la isla Profunda acontesciera, y la muerte del
me que la desaventura que aquí me trujo al- gigante, y la cruel batalla que Palmerín ho-
canzó también á vos; ruégoos que la resci- biera con él, y la de sus sobrinos con Be rol-
báis con toda paciencia, pues la fortuna así do, Platir y Daliarte, de que Primaleón y
lo quiere y de lejos la traía guardada» . Cuan- Gridonia no estaban poco alegres, oyendo las
do Colambrar, que hasta allí tuviera la vista caballerías dellos; contóle más. como la isla
en el emperador y en aquellas señoras, se quedaba por el caballero del Salvaje y Ar-
volvió contra Alfernao, sospechando que le gentao por gobernador della, y ellos eran
hiciera traición por le ver tan de sosiego, dio partidos para la isla Peligrosa, adonde esta-
un grito tan fuera de la costumbre de las rían algunos días y darían la vuelta para
otras mujeres, que páresela que la sala se aquella ciudad. «Ya sé, dijo el emperador,
hundía; tras esso, salieron unos sospiros de que todas las buenas venturas se guardan
lo más profundo de sus entrañas, tan espan- para Palmerín, y si yo supiera que llevaba
tosos tristes
y que las señoras no los podían tan buena guía consigo como Daliarte, tuvie-
sufrir y habían mancilla y miedo della, por- ra poco recelo de Floriano rescebir ningún
que allende de ser demasiadamente grande y daño; ya los querría ver en mi casa, que mi
fea, tener el rostro espantoso, el llorar le ha- edad y disposición me dicen que tengo de
cía muy más fea; acabado las lágrimas dar gozaUos poco». Y llamando á Alfernao, le
lugar á la lengua, y dijo con una voz ronca y preguntó si la intención de Floriano si en
temerosa: «¡Oh Alfernao! ¿En esto paró la con- andar mucho tiempo por España. «Señor,
fianza que siempre en ti tuve y el amor con respondió Alfernao, hasta amostrar á Arlanza
que Bramorante mi marido te trató? ¿Qué es el < -astillo do Almaurol». Esto oyó muy bien
de Arlanza mi hija? ¿á dónde la dejaste? ¿á qué ln princesa Leonarda; y como aquella que ya
enemigos la entregaste, que assí me nociste estaba entregada al amor, pesóle de aquella
huérfana della fiándola yo de ti?» «Señora, tornada, creyendo que la vista de Miraguar-
digo Alfernao, bien se paresce que me tratáis da podía en él hacer alguna mudanza: de

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PALMERIN DE INGLATERRA 243

otra parte tornaba á pensar que hallándose sada y dar mayor caída, y Alfernao duró
allá haría batalla con el aguardador de la hasta otro día. Al emperador y á Primaleón
imagen, y que venciéndole en su nombre pesó de tal acontecimiento, mas la empera-
della sería para más gloria suya; mas entre triz yotras princesas se holgaron por verse
estos dos estremos recelaba el que más le do- quitadas de Colambrar, que hasta allí estaban
lía, que era poderse perder por Mi reguarda y espantadas della, y por ser tarde se recoge-
quedar ella con el cuidado puesto en hombre ron cada uno á su aposento. La princesa Leo-
que tenía su amor en otra parte. Polinarda, narda y Polinarda gastaron algún espacio en
que le sintió este miedo, como quien en aque- el alegría que les vinieron de .sus ¡servidores,
llas cosas traía su imaginación, le dijo con que hasta allí no fueron tales que las hicies-
voz baja: «Señora, dejá andar á vuestro ca- se alegres y agora eran al contrario. En esto
ballero por donde su voluntad fuere , que yo passaron su tiempo, hasta que fue hora de
os certifico que no hay cosa en el mundo que cenar, porque do una á otra no había secre-
le mude la intención con que aquí partió, y to encubierto, que esto tiene el verdadero
el tiempo os mostrará si le conozco bien ó mal. amor.
No tengáis miedo al parecer de Miraguarda, #
que no sois vos quien le debe tener de nengu- Cap. XXI.— De cómo vinieron los prisione-
na» .cMi señora, respondió Lconarda, si no ros que estaban en poder del gran turco, y
fuérades vos, luego os encubriera el recelo en
cómo el rey Reciñóos alzó la prisión á Al-
que estoy, mas pues que para con vos no ten- baixar.
go necessidad de fingimientos, confiéseos que
estaba con esse temor, y huelgo que me le Otro día, después de passadas todas estas
quitéis con essas palabras, que por ser vues- cosas y dado sepultura á los cuerpos de Co-
tras me dan mucho descanso» . El emperador lambrar Alfernao,
y el emperador y toda su
mandó á Alfernao que dijesse á Colambrar corte, tornado al placer que de antes tenían,
que mirasse que su passión que se consolase, estando sobremesa preguntando á Albaner,
y creyese que en aquella casa hallaría todo escudero de Be roldo, por algunas cosas par-
buen tratamiento por ser madre de Arlanza, ticulares de la isla Profunda, entró por la
y si en tanto que ella venía quisiesse tornar- puerta un caballero viejo que por su manda-
se cristiana, que la harían tanta merced y do tenía cargo de guardar el puerto de Cos-
hourxa, que con ella olvidase parte de la pa- tantinopla, que con las rodillas en el suelo le
sión qne tenía; mas como Alfernao quisiese dijo: «Señor, si las nuevas que ayer o* lle-
hacelle esta plática, Colambrar, no pudiendo garon de vuestros nietos os dieron placer, las
sufrir oir tales palabras, determinó hacer un que agora os quiero dar no son menos de es-
hecho diabólico nunca acontecido; que pues- timar. En el puerto desta ciudad son entra-
ta en la postrera determinación de su vida, das cuatro galeras del turco, en que vienen
tocada do toda desesperación y dol favor del Polendos vuestro hijo con Belcar y todos los
diablo, se levantó en pie diciendo: «¿Cómo, otros prisioneros de vuestra casa que en su
Alfernao, esto meresció la fe y confianza que poder estaban; quise os lo hacer saber prime-
de ti tuve? ¿Tan presto de la parte de tus ene- ro que desembarcassen, porque ninguno res-
migos, qne no contento de haberme dejado cibiesse el placer de traer esta embajada pri-
por ellos quieres que olvide y deje la ley de mero que yo» . Con tan gran sobresalto que-
los dioses en que nascí y me crié, y en que dó el emperador con este placer súpito, de que
espero de acabar agora? Aguarda, que yo tenía la esperanza incierta, que sin dar otra
daré fin á mi vida juntamente con tus pen- respuesta salió por las puertas de la sala y sa-
samientos dañados, para que otra vez sea lió á la puerta casi sin se le acordar á qué iba
ejemplo ú quien hiciere lo que no debe>; y ni cómo iba; que este olvido suelen traer las
echando los brazos en él le apretó con toda grandes alegrías, si vienen en tiempo que se
su fuerza, y levantándole del suelo se llegó duden y mucho se dessean. Estando en lo bajo,
á una de las ventanas de la sala que más cer- hallándose desacompañado, se detuvo un poco
ca de sí halló, y antes que ninguno le pudies- sentado en un poyo, esperando que le trujes-
se valer ni socorrer, le echó della abajo y á sen en quó cabalgar, y caso que muchos de
ella sí también tras él, adonde entrambos los que allí llegaban le querían hablar y dalle
acabaron, adonde, allende de ser muy altas, la norabuena de su placer y contentamiento,
estaba la plaza adonde caía empedrada de á ninguno respondía, el juicio ocupado en sus
aguisas (') duras, adonde se trataron tan mal, acontecimientos venidos unos tras otros, y ro-
que Colambrar murió luego, por ser más pe* gaba ánuestro Beñor que con alguna pequeña
desventura se purgassen, que es natural de
(«) Sic, por c gorjas». los discretos tras el bien esperar algún mal,

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244 LIBROS DE CABALLERIAS

y cuando la fortuna en mayor felicidad los sus nietos, representaste en la fantasía tu


pusiese, entonces habelle más miedo. Con la
edad, y que según regla de naturaleza podía
imaginación destas cosas, juntamente con ver
durar poco, y que (leste pensamiento le nas-
á loe suyos en entera libertad, de que algún ciesse la mayor parte de la tristeza que en-
tanto, como ya se dijo, vivía sin esperanza, tonces enseñaba, que teniendo á Belcar entre
bailaban con lágrimas sus reales canas, acor- los brazos echaba muchas lágrimas, qne po-
dándosele cuánto en el postrero hilo de su día proceder del cuidado destas oueas; y no
edad le tomaban aquellos acontescimiontog de es mucho sospecharse esto dél, que natural
alegría, y cuán pequeño espacio de vida le es á los viejos traer siempre la ocupación del
podía ya emprestar el tiempo para poder go- ánimo en las cosas de la vida, el ñn ante los
zar el gusto dellos. Estando envuelto entre es- ojos, el pensamiento en los vicios, de que el
tas imaginaciones, llegó el príncipe Prima- temor de la -muerte no los desvía; puesto que
león su hijo, al cual fueron ya las nuevas de esto no se debía entender en este eecelente
la venida de las galeras, que le hizo cabalgar;
príncipe, que de todas las virtudes fue de-
y assí poco acompañados se fueron al puerto chado, recelar ó temer á su postrero acaba-
adonde los suyos desembarcaban; allá halla- miento no es á mucho, que le venía por na-
ron la mayor parte de la gente de la dudad, turaleza, como á hombre humano, compues-
porque todos, assí príncipes como señores de to de la materia y forma de la carne.
toda calidad, vinieron al puerto con desseo de Después que estuvo con Belcar algún buen
ver los prisioneros. rato y tuvo com piído con todos, en especial
Ya en esto tiempo Polendos estaba en tie- con Onistaldo, hijo del rey Recindos, tornó á
rra, con Belcar y Onistaldo y otros muchos;
su hijo Polendos, y despedida de sí toda tris-
el emperador se apeó por los rescobir mejor, teza yel acuerdo de las cosas que le podían
abrazándolos uno á uno, puesto que este re- hacer triste, con rostro alegre y risueño le
cebi miento fuesse para él una de las mayores eohó los brazos sobre los hombros, y arrimado
alegres cosas que en su vida passara ó vía, á él se partió de la ribera para palacio sin
recebía pena en (*) ver que Florendos ó casi querer tornar á cabalgar. Yendo platicando
la mayor parte de aquellos caballeros traían en su viaje preguntando por Targiana en
consigo las verdaderas señales de su desven- amiga, Primaleón se metió entre Belcar y
tura, que los más dellos venían con las barbas
crecidas fuera de medida, el rostro amarillo, Onistaldo, y assí cada caballero con sus ami-
las disposiciones flacas y cansadas, y algunos gos platicando seguían al emperador. Lle-
gando ápalacio, hallaron ya á la emperatrii
que de Costantinopla al tiempo de la partida con toda su casa qne los estaba esperando, J
de Targiana salieron mancebos y gentiles della fueron rescebidos cada uno conforme á
hombres, agora venían al contrario, que la calidad de su persona; luego los mandaros
traían los cabellos blancos, los miembros en-
negrescido8 y arrugados; ninguna cosa había aposentar para que reposasen del trabajo pa-
en ellos que no diesse testimonio de la vida sado. Los príncipes fueron aposentados den-
tro en el aposento del emperador, según que
que passaron. siempre lo acostumbraba cuando allegaban
Después de salidos en tierra, el emperador
de semejantes lugares; mas antes que se aca-
los rescibió con aquel verdadero amor que
ba ssen de despedir entró por la sala un escu-
siempre les tuviera; á Belcar tuvo en los bra-
dero turco, que llegando al emperador, en
zos apretado gran rato, que se le acordaba
que le heredara en su casa de jwqueña edad presencia de todos le dijo: «Señor, Alman-
zor, embajador del gran turco, dice que por
con tanto amor como á Primaleón su hijo, sin no estorbarte el placer y alegría que con la
se hacer ninguna diferencia entrellos, assí vista de los tuyos reoebiste, no quiso salir en
en la manera del servicio como en la cria-
tierra y los mandó desembarcar á ellos. Rué-
ción, yque era hijo de su hermana y de Frí-
usó alguna descortesía, le
gate que si en esto
sol, rey de Hungría, su verdadero amigo; y perdones, pues su intención le salvó, y que
sobre todo, que por servirle fuera con Tar- mañana te vendrá á ver y dará su embajada,
giana en aquella desastrada jornada, para
con la cual piensa alguna cosa escurescer el
adonde partiera mancebo y gentil hombre y placer deste día>. «Por cierto, escudero, dijo
ahora tornaba al contrario, assí que acordar-
el emperador, yo me hallo un poco corrido
se destas cosas le hacía sentir algo menos la de no hablalle ni preguntar por él; y ai en
buena ventura de aquel día, ya podía ser que esto alguna cosa erré 6 hice lo que no debía,
en aquella hora so acordasse que pues vía
también me debe desculpar el gran alboroto
viejos á aquollos que con razón podían ser des toe hombres que me hizo olvidar del todo,
mas si hubiere en qué emendar este gran
(«) El toxto: «fwm».
olvido, yo lo haré con muy buena voluntad,

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PALMERIN DE INGLATERRA 245

y pues la suya es dormir esta noche en las fuera deste recelo, pues tan adelantado cum-
paleras, mañana nos veremos donde con al- ple con vos. y él no sé si estará sin alguno
guna enmienda satisfaré la falta de hoy». en cuanto á Albaizar no viese en su poder;
Con estas palabras se tornó el escudero por mas seguro que la palabra de Targiana su.
respuesta, y el emperador y la emperatriz se hija, que en este caso tomó por prenda y se-i
recogeron cada uno á su aposento; á otro día guranza de estar seguro y os hizo entregar
oyó misa en la capilla de la emperatriz y co- los vuestros, ella os ruega que la desempe-
mió en su aposento, que ella se lo rogó, des- ñéis con mandalle entregar á Albaizar, que.
seando hacer fiesta á Polendos, y á Bolear, y el turco sobre este caso no me mandó que
á Onistaldo, que assí mesmo tuvo por convi- os dijease nada. Habida respuesta desto, os
dados; acabado el comer, mandó el empera- daré otra embajada de su parte, oon la cual
dor á los principales de su corte con toda la no sé qué tanto holgaréis». «No sé lo qne
otra caballería que fuessen á rescebir al em- será, respondió el emperador, mas séos de-
bajador, alcual quiso hacer esta honrra por cir que tan enseñado me tiene la fortuna
ser el que le trujo á los suyos, allende del de lejos á ver cosas grandes, que no sé si me
moro merecello, que era muy privado del podrá mostrar alguna que mucho tema; á la
turco. Polendos y Bolear y los otros caballe- señora Targiana tengo en merced lo que por
ros quisieron ir al mesmo recebi miento, por mí hizo acerca de haoer soltar á los míos, y
le pagar parte de alguna honra que dól res- pésame de la enemistad que su padre quiere
cribieron en la mar, cosa que se hizo contra tener oomigo. que sólo por la poder oonser-
voluntad de Primaleón, que tenia por oos- var quisiera que fuera al contrario; la cou-i
tumbre con los enemigos no so curar de cum- fianza que le queda que desempeñaré su pan
plimientos; mas al emperador no pesó, que labra no es errada; veníale de me conocer
su inclinación era desviada en esta parte de mejor que su padre, que por oarescer deste
la de su hijo; tanto que Polendos con la otra conocimiento de mi persona carece también
gente llegaron á puerto donde desembarca- de la confianza que de mí se debe tener; á
ron las galeras, 61, con Belcar y Onistaldo, ella agradezco yo las mercedes que me hace;
se metieron en un batel y fueron á la galera solo por la voluntad que me queda de se las
del turco, y en ella vinieron oon él hasta po- pagar, hallo que soy merecedor que me las
ner la proa en tierra, donde juntamente sa- haga; cuanto á Albaizar, yo tengo escrito al
lieron. Viendo el moro tanta nobleza y tan rey Recindos de España que me lo envíe, con
principales personas, que Polendos se los la certidumbre deste trueco, y creo que no
mostraba y decía quién eran, bien vio que tardará mucho ; por esso debéis os detenor
aquella humanidad y cortesía procedía de algunos días, que no serán muchos los que
quien los gobernaba, y bien le parecía que puede tardar, y con esto seréis despachado
hombre tan amado de todos tendría en el y el turco seguro de sus recelos y la señora
tiempo de su necessidad más amigos que le Targiana servida». «Pues más presto de lo
ayudassen que enemigos que le destruyessen; que vuestra alteza piensa será aquí, dijo el
el emperador esperó en el aposento de la em- embajador, que veinte días primero que yo
peratriz oon Primaleón y los grandes de su embarcasse partió una galera para España
corte. Como este embajador fuesse el mismo en que va la donoella que la otra vez envió
que allí viniera la otra vez á cometer el true- Targiana oon recaudo de mi venida al rey
co de los suyos con Albaizar, y oonooiesse ya Recindos y á Albaizar, que con ser certifica-
casi todas las princesas que allí había, hizo do de los vuestros ser en esta tierra debe
su acatamiento, y después de lo haber hecho tardar menos; ya cuanto á esto no hay que
al emperador con más cortesía y menos so- hablar hasta que vonga della alguna nueva;
berbia que hiciera el otro camino, el empe- digo que hagáis leer esta carta de creencia, y
rador le mostró buen rostro, y se desoulpó si después diré lo que me fue mandado» ; y sa-
el día antes tuviera algún olvido acerca de cando del seno un pergamino doblado y se-
su persona. «Señor, respondió él, no soy de llado con el sello de las armas del turco, se la
tan flaco juicio que no conozca que en los ta- metió en la mano; el emperador la hizo abrir
les días la ocupación de la cosa que más se y leer, y viendo que no decía más sino que
tiene hace olvidar todo lo demás; mas dejan- en todo le diessen entero crédito, le mandó
do esto, digo que bien se le acordará de la que dijesBe á lo que era enviado. «Señor,
dubda que tuvo de me entregar á Albaizar la dijo el embajador, bien pienso que tendréis,
otra vez que aquí vino en cuanto el turco en la memoria la venida de la princesa Tar?
mi señor no le entregasse los suyos, diciendo giana á vuestra corte y la manera de que fue
yo que para el contrato ser firme bastaba su traída y sacada de en casa de su padre por
palabra y prometello él; agora ya estaréis engaño de vuestro nieto el caballero del Sal:

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4 24* LIBRÓ8 DE l

vaje; y porque después que ella estuvo en pues tengo cumplida ya mi embajada, no
vuestro poder recebió de la emperatriz y de hablaré más en ello»; á este tiempo se levan-
Polinarda vuestra nieta y de vos tantas mer- tó Polendos, suplicando al emperador que se
cedes yhonras que para siempre le pondrán le diesse por gílesped en cuanto allí estuvies-
en obligación de servíroslo, dice el turco mi se, y llevándole á su posada le supo mostrar
señor que puesto que por las enemistades cuánto con más humanidad se trataban los
pasadas desseó toda su vida haceros guerra y enemigos que en casa del turco los amigos.
conquistar este imperio, siendo para ello re- Primaleón quedó contento de lo que su padre
querido de sus vassallos, rogado de sus ami- respondió, porque en él ninguna moderación
gos, teniendo agora presente los ruegos de ni templanza había. Viendo la soberbia con
su hija y la obligación en que os está, por que las palabras del gran turco venían agua-
su parte quiere vuestra amistad y poner en das, ¿quién creerá que la princesa Leonarda
olvido todas las enemistades passadas, con no oyó pedir el caballero del Salvaje pam
tal condición que en una cosa le hagáis jus- ser sacrificado entre sus enemigos? Por cier-
ticia, porque según que de vos se dice él os to en cuanto el emperador no acabó de dalle
tiene por tan justificado, que en las cosas la respuesta, siempre su corazón estuvo ocu-
que más os doliesen queráis mostrar vuestra pado de un recelo temeroso, nascido del amor
virtud, cuando se la negáasedes, será forzado con que la primera vez le mirara, y no fue
vengarse por fuerza de la justicia que no tan secreto el miedo en que entonces se vido
le hicierdes por voluntad, y es que toda vía que no lo sintiesse la hermosa Polinarda, con
le entreguéis ó mandéis entregar el caba- que después de la emperatriz se recoger á
llero del Salvaje, para dél mandar deter- su aposento, apartadas de las otras compa-
minar según se hallase que merece, y pues ñías, tornó á platicar en el caso; como Leo-
todo sois perfecto, que en esto no carezcáis narda no supiesse nada de la venida de Tar-
de virtud, pues en vos la hay, y si no que el giana á aquella corte, rogóle que se lo con-
torna á desechar el desseo y buena voluntad tasse, de que después le pesó, que oyendo
que os tenía y tiene de vuestra amistad, des- decir del precio y la hermosura della y de lo
afiando ávos y á toda vuestra corte con áni- mucho que hiciera por el caballero del Sal-
mo dañado, para tomar la más cruel vengan- vaje, del
y olvido con que después le tratara,
za que nunca se vio» . «No quisiera, dijo el túvole por hombre sin fe y sin amor, y sin
emperador, que pidiéndome justicia fuera ley, y desamorado por estremo, pesándole
con amenaza, porque puesto que tuviera en de tener puesto su amor en quien no sabía
la voluntad hacella, essos temores con que tener á ninguno, y con el cuidado que le na-
me la piden me quitaría el desseo, cuanto ció deste nuevo pensamiento, comenzó á ima-
más que yo tengo que él por ninguna mane- ginar de qué manera le apartaría de la vo-
ra pide razón; si dice que Floriano trujo su luntad, pidiendo para esto ayuda y favor á
hija, yo lo confiesso, mas fue por mandado Polinarda; mas ella le fue á la mano, pesán-
y ruego della; en fin, yo tengo por tiempo dole de tan grande y súpita mudanza, dicién-
perdido dar disculpas en este caso, baste que dole palabras con que más la arraigase en la
al caballero del Salvaje no le entregaré por primera intenoión por assegurar su recelo,
ningún precio sino á quien le hubiese de es- diciendo: «Señora, ¿creéis vos que lo que
timar tanto como yo; y que yo quisiesse no Floriano usó con Targiana se pueda usar con
querrá él, que vive comigo, ni su padre, que vos? Habíaseos de acordar que el amor pan
es muy poderoso príncipe; si todavía esta ra- con ella no era lícito ni honesto, más que en
zón no absuelve para dejar de ser desafiado, cuanto le fuesse necessario, que él estaba
sea mucho norabuena; pésame no ser en tiem- cautivo en poder del turco, y para salir no
po que con las armas le pudiera mostrar lo tuvo otro remedio sino el que ella le dio; pues
para que fui, y antes quiero para entonces el después ¿no queréis que se le acordasse que
caballero por compañero en la afrenta en que era cristiano y ella mora, y que con hacer
me viere que estar sin alguna, con ponerle su voluntad ofendía á Dios? Por cierto, peor
en cortesía que el gran turco querrá usar con juzgado quedara si otra cosa hiciera; mas
él. Esta es la respuesta que en este caso os con vos no so debe osperar esto, que sois
puedo dar; agora podéis reposar, y como vi- más hermosa que Targiana, tan gran seño-
niese Albaizar, podréis iro9 si el tiempo os ra como ella, merescedora que os sirva todo
diere lugar, y si no, en cuanto aquí estuvier- el mundo, digna de tener esta confianza, y
des se os hará mucha honra, según vos me- mucha más digna de culpa si la perdiéssedes
recéis yyo desseo» . «Bien sabía yo, dijo el algún tiempo. El caballero del Salvaje e*
embajador, que esta era la más cierta res- vuestro, en vuestro nombre pienso que des-
puesta que mi embajada había de tener; mas barata cualquier afrenta, ni quiere ningún

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PALME RIN D: )■ INGLATERRA 247
bien Bino el que por este, camino alcanzare; á esconder en los lugares que no quería ser
por eeso no haya en vos cosa que deshaga esta conoscido, se detuvo con el yelmo enlazado,
mandando ir á uno de los escuderos con un
certeza». «Señora, dijo Leonarda, tanto po-
déis comigo, que con lo que me decís trueco mensaje á la reina y á las damas; que Ar-
luego la voluntad viendo cosas que me hacen lanza y las otras doncellas que traía le roga-
dudar; que se me acuerda que anda por Es- ron que en aquella corte quisiese mostrar el
paña con muchas mujeres tras sí, mostrando precio de su persona, y como fuesse poco
amor á todas; no sé, quien en tantas partes avariento de sus obras, quiso hacer su vo-
le reparte, cómo en alguna le puede tener luntad. El escudero se fue al aposento de la
cierto y seguro» . < Señora, respondió Poli- reina, á donde también halló al rey que co-
narda, no traigáis á la memoria cosas tan mía con ella, y echando los ojos por toda la
pequeña*, que no son essas las que á vos se casa, puesto que vio que muchas damas y
os han de acordar ni las que á él han de ha- dellas hermosas, bien le paresció que todo lo
cer olvidar; essas son cosas que siempre acos- que vía, en comparación de la corte del em-
tumbra, acuérdasele
y en cuanto las vee; to- perador Palmerín, en la cual ya estuviera,
das sus cosas son en vos, esto creé, y fiaros era casi nada. Acabado de passar por esta
en mí, que le conozco de más días» . Tan gran imaginación, hizo su acatamiento al rey, y
fuerza tuvieron estas palabras, que amansa- puestas las rodillas delante de la reina, dijo
ron del todo el recelo de Leonarda, y con esto en voz alta: «Señora, un caballero estrafio,
se fueron á acostar, desseosas de ver el fin en cuya compañía vengo, dice que passando
á cuidados inciertos, que en cuanto no des- por esta tierra desseoso de servir al rey.
cansan quien los tiene no passa sin trabajo. traía determinado de no hacer armas con
ninguno de su casa, puesto que se ofreciese
Ca.p. XXII . — De como el caballero del Sal- cosa en que fuesse necessario; agora forzado
vaje, acompañado de sus doncellas, llegó de algunas doncellas que trae en su compa-
ñía, áquien no puede salir de mandado, le
á la corte d' España, y de lo que en ella conviene hacer otra cosa: pide por merced
passó con Albaixar.
á V. A. haga por bien que si algunos servi-
Algunos días estuvo el embajador del tur- dores sobre la hermosura de sus señoras se
co en la corte del emperador esperando á quisieren combatir con él, lo puedan hacer;
Albaizar en compañía de Polendos, que le y no pide esta licencia al rey, asaí por ser
trataba muy bien, al revés de lo que á él cosa desta calidad, como por no mostrar que
trataron en Turquía. El emperador con Pri- viene á su corte para deserville» . Mucho hol-
maleón y algunos sus privados passaban las
gó el rey y la reina de ver en su casa aven-
más de las veces el tiempo platicando en lo tura de aquella manera, por la poca costum-
mucho que se debía & Targiana, loando bon- bre que allí había dellas, que todo se guar-
dad tan entera en persona nacida de hombre daba para la corte del emperador, á donde
tan dañado y de tan mala inclinación, por- todos los caballeros famosos querían ir á dar
que los prisioneros no sabían hablar en otra toque á sus obras, y algunos, si acontescían
cosa sino en las muchas mercedes y honrras en España, eran en el castillo de Almaurol,
que de ella rescibieron contra voluntad de
y por esso la corte estaba falta dellas. El
su padre, y sobre todo tenían por cierto que
rey, viendo á la reina embarazada en la res-
sus lágrimas los redimieron, y que á costa
puesta, yque ponía los ojos en él para ver
dellas fueron comprados y sacados de la lo que mandaba, le dijo: «Parésceme, señora,
prisión. que le debéis conceder lo que pide, asaí por
Pues dejando á ellos, hablaremos en el ca- hacer la voluntad á él como por no agraviar
ballero del Salvaje, que según cuenta la his- á vuestras damas, que cada una querrá sa-
toria, después que en el reino d' España ven- ber lo que tiene en quien la sirve». «Si
ció los cuatro caballeros de la floresta y ganó vuestra alteza asaí lo quiere...» dijo la reina;
las doncellas, caminó tanto por sus jornadas, poniendo los ojos en el escudero, le dijo:
que un día casi á vísperas llegó á la cibdad «Podéisle decir al caballero que acá os envió,
de Brusia, que agora se llama Toledo, á que él sea muy bien venido, pues al fin de
donde entonces el rey Recindos estaba de tanto pesar como hubo en esta corte le viene
assiento, alegre de las nuevas que le vinie- á dar algún tanto de placer y contentamiento;
ron de la libertad de su hijo y de los otros que la licencia que me pide doy á todos los
caballeros que estaban en poder del turco; que con él quisieren justar, y cuando con
llegando á la plaza de palacio, llevando las alguno hubiere de hacer batana, el rey mi
armas trocadas por no ser conocido por la señor por me faoer merced le assegurara el
devisa del Salvaje, que esta acostumbraba campo, y si por hoy quisiese reposar puédelo
LIBROS DE CABALLERIAS

hacer, que mañana habrá tiempo para todo» . réis áuna de aquellas señoras que consieo
«El mayor reposo y descanso que yo para bu trae, cual más vos quisierdes» . «Bien se pa-
condición siento, dijo el escudero, será hallar resce, respondió el español, que mi amor y
con quien pueda correr algunas lanzas, y el suyo son desiguales, que él de las tener
pues vuestra alteza le otorgó las justas, agora en tan poco le viene no sentir el peso de
ve á vuestros caballeros qué quieren hacer, traellas; decilde que una señora, á quien sir-
que yo voime con essa respuesta» ; y haciendo vo, no me da tanto poder en sí que la pueda
su acatamiento se despidió. El rey se puso á aventurar con ninguno, que vengo aquí 4
una ventana, y viendo al caballero ya en el hacerle oonoscer que su gran meresoimien-
campo cercado de tantas doncellas, llamó á to y hermosura os mayor que ninguna de
la reina, diciendo: «Venid, señora, á ver la las otras que trae consigo, ni de cuantas co-
mayor novedad y más estraña aventura del nosce, y si esto pudiere llevar adelante, no
mundo que nunca vi, que con la compañía quiero más precio que el placer de la vitoria,
de una sola mujer acostumbrada por algu- y que desto se debe también contentar cuan-
nos días no se enhadasse luego, y aquel ca- do la hubiesse de mí, por lo cual le ruego
ballero parósceme que á lo que los otros pone que me muestre por cuál de aquellas se com-
hastío, esso tiene por mejor». «Por cierto, bate, yme diga su nombre, para que sepa lo
dijo la reina después que lo vio, no se puede que gana el alboroto con que aquí viene». El
negar que ellas le deban harto, pues por una escudero tornó con esta respuesta al caballe-
no echa á las otras, y creyera que pues que ro de las doncellas, al cual paresció bien la
las sufre á todas que eran mucho sus parien- razón del español, y cuanto al decir por cuál
tas, si entrellas no viera á una que á mi pa- dellas se combatía, dijo que le dijesse que la
recer es jayana». «Esso estaba agora miran- justa hacía en servicio de la más fea, por-
do, dijo el rey, y á la verdad este hombre que essa le parescía que bastaba, que el nom-
debe de ser algún loco ó por algún caso gran- bre no le sabía á nenguna, y por esso que 1c
de anda assí con aquellas mujeres» . Estando venciesse y lo supiesse dellas. «Bien sé yo.
en esto entró en la plaza Albaizar, que ve- dijo el español, que la soberbia con que vues-
ncía de su posada á ver aquella aventura, de tro señor aquí entró le enseña á tener tan
que le dieron nueva; venía en un caballo pocos cumplimientos con quien los quiso
rucio rodado grande, vestido á la manera tener con él; pues agora quiero ver 8i se la
española, airoso y gentil hombre; llegando quebraré deste encuentro» . Todas estas co-
frontero de la vontana donde el rey y la reina sas que pasaron de una parte á otra oyeron el
oBtaban, después de hacerse bus cortesías, es- rey y Albaizar, y desseaban ver si las obra?
tuvo assí platicando con ellos, echando jui- del caballero de las doncellas decían con las
cios sobre la vida del caballero de las doñee* palabras. Mas en esto, bajas las lanzas, arre-
Has; las cuales palabras 61 oía, y la manera metieron eluno al otro, y como el caballero
como le juzgaban, mirando Albaizar muoho, fuesse de los buenos de aquella corte, y per-
que le paresció muy bien hooho y aparejado sona de mucho estado, y sirviese á Policía,
para graudes obras y desseaba haber batalla hija del duque Ladisao, en cuya con fianza
con 61, porque se le acordaban las razones que le paresció que podía desbaratar todo el mun-
entrambos pasearon en el castillo de Dramo- do, dio su encuentro de toda su fuerza en el
rante el Cruel; mas quitóle deste pensamien- escudo de su contrario, adonde, falsándole el
to un caballero que, armado de todas armas, escudo, la hizo pedazos en las armas sin
entró por la plaza desseoso de ser el primero hacello otro daño; mas el de las doncella»,
que la vitoria de las doncellas le cupiese por que siempre ponía el riesgo más alto, le echó
suerte; cabalgaba en un caballo overo, y las tan livianamente fuera de la silla como ai
armas plateadas y doradas á cuarterones; en fuera un niño, y como tuviesse mucho acuer-
el escudo, en campo negro, un ciervo blan- do, se levantó muy presto; arrancando la
co, y con la confianza que consigo traía, espada quisiera ver si por batalla podía ven-
después de hacer bu acatamiento al rey, qui- gar la injuria que rescibiera en la justa,
siera luego justar, mas primero llegó á él mas el de las doncellas le dijo: «Señor caba-
el mismo escudero que llevara la ombajada llero, yo no mandó pedir licencia para mis
á la reina, que le dijo; «Señor caballero, que estos primeros encuentros; dejáme jua-
dice el de las doncellas que no acostumbra tar con essotros señores que ahí están (por-
dar sus cosas tan baratas, que no quiere que que ya al tiempo que esto paseaba había cin-
de su trabajo le quede algún precio por ga- co caballeros en plaza), y si de sus manos
lardón de sus buenas obras; que le mandéis quedase para podello hacer, cumpliré vues-
decir que si os venciere qué es lo que ha do tra voluntad»; y puesto que estas razones
ganar, que vos si le venciéredes á él lleva- fuessen buenas, el caballero no las quito

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PALMEME DE INGLATERRA 249

resoebir, diciendo que por fuerza ha Man de los otros prisioneros que se dieron á trueco
hacer batalla, ai el rey no le atajara con dél, y traía en su voluntad por nenguna
niandalle que diese lugar á loa otros, pues manera consentir batalla entrellos, que te-
las condiciones con que el de las doncellas mía las fuerzas del caballero de las donce-
allí viniera le quitaba de aquella obligación. llas solamente dar lugar para que justa&sen.
El caballero se desvío, descontento por no La reina estaba alegre de ver aquel acontesci-
llegar la batalla al cabo. miento y aventura en su casa. Las damas,
Luego salió otro dentro los cinco, armado por ser cosa nueva en aquella corte, eran
de armas bermejas, y puesto que bu valen- muy alegres, en especial algunas que podían
tía le hiciese tener confianza, tuvo la misma pasar el tiempo á costa do algunas cuyos
dicha que tuviera el primero, y dcsta mane- servidores fueron desbaratados, y tenían que
ra arontesoió al tercero y cuarto. cParósce- las doncellas venían bien acompañadas, y
me, dijo Albaizar, que el caballero de las sería cosa dura podellas ganar nenguno en
doncellas no las defiende tan mal que las cuanto su aguardador las quisiesse defender;
pueda ganar sin trabajo» . Y porque en estos á una sola cosa no sabían dar razón: cómo
encuentros quebrara tres lanzas que traía, el un caballero tan estremado se dejaba vencer
quinto se detuvo esperando que le diosen de mujeres que en hermosura no hacían nin-
otra. Albaizar le mandó dar de algunas que gún estremo, y unas decían á las otras que
tenía para su persona, porque á las veces pues en nombre de la más fea mostraba tan
justaba, y era negra y el hierro dorado. El grandes obras, qué haría si por la más her-
de las doncellas no la quiso, diciendo á quion mosa se combatiesse. Y en esto passaban el
la traía: «Decí á Albaizar que me perdone tiempo, unas riendo y otras pasando por sí
no aceptar easa lanza, que el poco amor que el desastre de sus servidores, que todas las
le tengo me hará desechar cualquiera cosa cosas assí son, con lo que da placer al uno
suya» ; y tomando otra que le dio un escu- hace triste á otro.
dero del rey, sin más detenerse remetió al
quinto que le salió á rescobir, y encontrán- Cap. XXIII. — De las justos que hubo entre
dole le hizo ir al suelo con la silla entre
el caballero de las doncellas y Albaizar.
las piernas, y la caída fue tal que algún rato
estuvo desacordado, y pasando adelanto con No tardó mucho que loe escuderos de Al-
la furia del caballo fue á parar junto de las baizar letrujeron las armas, que eran negras
ventanas del rey á par de la do Albaizar. Y y doradas, salvo que el oro era menos que lo
como Albaizar de su natural fuesse soberbio negro, de manera que se páresela muy poco.
y presumptuoso, y estuviese enojado de no Acabando de armarse, tomó la mesma lanza
aceptar su lanza, viéndole tan cerca de sí le que Floriano desechó, y dijo al rey: «Pídoos,
tomó por un brazo, diciendo: cDon caballero, señor, por merced, que no estorbéis dejarme
bien sé que de no eonosoerme os viene tratar vengar del desprecio con que aqueste caba-
con desprecio mis cosas, y por esso vos per- llero me trató, que no creo quo querríades
dono» .«No me perdonéis, dijo el de las don- que en vuestra corte me fuese hecho ningún
cellas, que yo os conozco muy bien, que sé agravio» . «Señor Albaizar, dijo el rey, todo
que sois Albaizar, soldán de Babilonia, que servicio querría que se os hiciesse y no cosa
por haber batalla con vos daré lo que no ten- de que rescibiéssedes enojo; mas cuanto ha-
go» .«Ya vos no estaréis fuera della, respon- ber batalla con este caballero no lo he de
dió él, pues tan bien me sabéis el nombre, consentir, que no sé lo que sucederá, y el
y si quisiéredes aguardar que envíe por mis emporador tendrá de qué se quejar de mi».
armas, con esta lanza que no quisiste» os «Bien creo, dijo Albaizar, que esta lanza me
castigaré, y cuando la dicha os favoreciere acabará de hacer alegre; y cuando assí no
que quedéis para más, haremos nuestra ba- fuesse, ya tendré de qué agraviarme de vues-
talla, yen ella os enseñaré con qué cortesía tra alteza no dejarme llevar mi desseo al
se han de tratar mis cosas» . «Ya os quisiera cabo». «¿Para qué son tantas palabras gas-
ver armado, dijo el de las doncellas, que tan tadas ysin tiempo?, dijo el de las doncellas;
alna me atrevo a deshaceros las armas en el justemos si quisiéredes, que después, como
cuerpo cuan presto os las podéis vos armar» . os favoresciere la fortuna, assí daréis» . «Rué-
Albaizar envió luego por ellas, y el rey por goos, dijo Albaizar, que me digáis quién sois
un caballo para su persona, en que vino á la ó cómo os llamaré, que por dos cosas lo des-
plaza, pesándole de la discordia, que no que- seo. La una, si me vengase, saber de quiún
rría que á Albaizar aconteciesso en aquellos alcanzo esta vitoria. La otra, para que, si
días algún desastre primero que fuesse en- assí no fuesse, acordarme de vos para busca-
tregado alemperador, en cuya mano estaban ros por todo el mundo». cNi en aquesso os

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2r,o
LIBROS "DE CABALLERIAS
quiero complacer, respondió el de las donce- mera vez. El rey tenia en mucho la valentía
llas; una sola cosa os descubro y esta tomá del caballero de las doncellas, desseando sa-
por postrera respuesta: que soy el más cierto ber quién era. que de Albaizar no había qué
enemigo que en esta vida tenéis, y de que el decir ni qué loar, que ora ya conoscido y por
rey no me deja hacer la batalla de las espadas sus obras tenido en mucho. Desta manera co-
rescibo mayor agravio, porque ha muchos rrieron latercera carrera, que fueron los en-
días que lo desseo y agora pensé satisfacer cuentros de tanta fuerza, é la causa andar ya
á mi voluntad; mas pues el tiempo me lo más. flacos, que el caballero de las doncellas
estorba, algún tiempo vendrá en que la sa- perdió una de las estriberas y casi se dobló
tisfagan «Si no me engallo, dijo Álbaizar, el arzón trasero, y Albaizar las perdió en-
agora os conozco, y acuérdaseme que os vi trambas yse abrazó al pescuezo del caballo.
en casa de Dramorante el Cruel; y también Corrido cada uno de le acontescer aquel revés,
tengo on la memoria las palabras que allí pidieron de nuevo otras lanzas. «Albaizar.
passamos, y prométeos que si viviere se me tornó á decir el de las doncellas, no quiero
acuerden con éstas de agora y sean causa de con vos sino todo desconcierto; por esso no
muchos pagar la culpa que vos solo tenéis, y curéis de palabras, que yo os tengo de derri-
entonces no habrá padrinos en medio que bar ó no confiaré más en cuidados ajenos y
me estorben la venganza que agora pudiera viviré sin ellos como siempre hice». «Por
tomar del desprecio con que me habéis tra-
cierto, dijo Albaizar, poca cosa os lo hará de-
tado. Mas olvidadas estas cosas, que queda- jar, puesto que los más estiméis según veo
rán para su tiempo, ruégoos que en nombre en vos. Con todo, ruégoos tengáis por bien,
de alguna mujer que mucho estiméis que- si os derribase desta vez, que os vais á pre-
ráis correr una lanza comigo, porque quien sentar de mi parte al gigante Almaurol y le
la suya ha de ofrecer por Targiana ha de ser digáis que con vos he desempeñado mi per-
en cosa que le paresca» . «La que á vos pa- sona de la obligación en que la puso la se-
resce peor de todas estas doncellas que trai- ñora Miraguarda, puesto que ya estaba fuera
go comigo, respondió el de las doncellas, della, mas que lo hago por que vea cuánto
essa tomo por valedera, y en su servicio puede un encuentro dado en nombre de mi
quiero hacer justa y enseñaros que para mi señora Targiana, y vqs, si me dorribáredes á
cualquier favor basta». «Todavía os ruego mí, mandáme lo que quisiéredes, que yo lo
que por lo que cumple al precio y autoridad haré con tanto que no sea impedirme mi jor-
Je quien esto me hace pedir queráis mudar nada» .«Tan enhadado me tenéis con vues-
la intención». «Haréisme hacer, dijo el de tros partidos, respondió el de las doncellas,
las doncellas, lo que no pensé. Yo ha pocos
que porque no me cometáis otros nuevos digo
días que tengo un cuidado á quien no me que acepto éste; y si este encuentro no me
querría encomendar sino en otros casos ma- vale para acabar esta porfía, nunca más le
yores, yagora que assí me lo pedís, quiero daré en confianza de otra; encomendaréme á
en su nombre justar con vos Y para que del
raí mesmo, que este camino hallé más cier-
todo quedéis contento, vos afirmo ser más to» .Y tornándose á apartar el uno del otro,
hermosa que Targiana, de tan gran meresci- después de haberse encontrado con toda la
miento como ella y no mucho desigual en fuerza que los caballos podían llevar, y las
estado; y no me preguntéis quién es, que este
lanzas hechas rajas, se toparon de los cuer-
secreto guardo para mí solo». «Ya agora, dijo
pos yescudos con tanta fuerza, que el caba-
Albaizar, no me quiero detener más, que no
llero de las doncellas perdió entrambos los es-
me sufre el ánimo loores ajenos en despreoio tribos, quedando así sin ningún acuerdo. T
de quien no puede tener nenguno» . Toman- Albaizar ñie al suelo sin nengún sentido,
do entrambos del campo lo que era menester, donde primero que tornasse pasó gran rato: el
arremetieron el uno al otro con más volun-
de las doncellas, después de se haber concer-
tad que nunca se vio on otros. Porque Albai- tado en la silla, viéndole todavía desacorda-
zar tenía delante el amor de Targiana y la
do, dijo: «No mo paresce que de no haber ba-
enemistad de su contrario; el de las don- talla entre nosotros sois vos el que perdistes
cellas elamor que puso en la princesa I>eo- menos» . Y haciéndole quitar el yelmo quedó
narda, y que aquella ora la primera cosa que algún tanto con el sentido más despierto pan
en su nombre cometía: assí que encontrán- conoscer su daflo. El rey, por le honrrar, s*'
dose en medio de los escudos, hicieron las
abajó del caballo y le ayudó á levantar. «Al-
lanzas piezas, pasando el uno por el otro her- baizar, dijo el de las doncellas, ya oonosce-
mosos cabalgantes. Tornando á tomar otras réis el estado en que vuestra fortuna os puso;
que el rey mandara traer, corrieron la se- y que lo que quiero de vos es que en la eort*
gunda carrera no haciendo más que la pri- del emperador, para donde estáis de camino.

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PALMEKIN DE INGLATERRA 251

os presentéis delante de la princesa de Tra- güeras, donde había una fuente de agua cla-
cia que ahí hallaréis, que os parescerá más ra y muy singular; ahí se apeó Arlanza con
hermosa que Targiana, si vuestro amor no toda la otra compañía, y después de haber
os cegase; decilde que un caballero estraño, cenado alguna cosa que consigo traían, se
que al presente se llama de las doncellas, os
apartó algún tanto dellas, con intención de
manda presentar delante della como persona las dejar más á su voluntad, yéndose á echar
que en su nombre se venció, mas que me desviado dellas al pie de otro árbol, á donde
pesa, siendo este el primer servicio que le con el yelmo puesto á la cabeza comenzó á
hago, ser de menor calidad que quisiera». imaginar en León arda, sintiendo que aquel
«Yo haré lo que me mandáis, dijo Albaizar, nuevo pensamiento le hacía perder el sueno;
pues fue postura de entramos, y si alguna mas tenía tan flacas raíces en él, que con
hora si yo viviese, presentaré esta vuestra cualquier cosa lo perdía. Acontesció que en
cabeza & la señora Targiana, en venganza de
este tiempo, Arlanza, á quien bu amor ator-
la ofensa que hoy rescebl por mi flaqueza» .
mentaba, viendo quo las otras doncellas, ven-
< Dos ta vez quedaos vos assí, respondió el de cidas del sueño ó del trabajo, se adormecie-
las doncellas, que para lo de delante, cuando ron, teniendo el amor despierto, ya desespe-
nos viéremos nos entenderemos. Y pues vues- rada de le ver olvidado della, no pudiendo
tra alteza (enderezando las palabras al rey),
dissimular su pena, después de tenor consi-
me dó licencia, que tengo mneho que hacer go mil imaginaciones, poniendo aparte lo
en otra parte, y perdóneme por no le decir que á su honestidad convenía, determinó irle
quién soy, que agora no es en mí; baste que
á buscar, y llegando á él, viéndole despier-
estoy á vuestro servicio aquí y en todo lugar to, echándose sobre las yerbas le comenzó á
que estuviere». <No soy tan bueno de con- decir: cOh, caballero del Salvaje, bien bas-
tentar, respondió el rey, que con tan pequeño
taba para vengaros de mí el daño que me te-
cumplimiento me satisfaga ; mas pues vues- néis hecho, y no querer que aún me fuesse
tra voluntad es no daros á conocer, ruégeos forzado padescer esta vergüenza, que no son
que alguna vez poséis en mi casa menos en- mis cosas tan encubiertas á vos que en el pa-
cubierto, quesólo por lo que he visto de vues- rescer dellas no conozcáis mi voluntad, mas
tras obras se os hará toda honrra, aunque paresce que hasta en esto me persigue mi
más no sabía de vos». «Beso las manos de
ventura; ruégoos que agora que del todo os
vuestra alteza, respondió el de las doncellas, descubro mi yerro, que me valgáis, que si
que bien sé que essa es vuestra costumbre, y assí no lo hicierdes, seréis causa de cometer
de tan real condición no se puede esperar vos otro mayor». Acabadas estas palabras,
otra cosa» . Y entonces, tomando una lanza cayó con la cabeza en sus pechos casi sin
de las que sobraron de la justa, abajó la ca- acuerdo, y él la tomó en sus brazos y con
beza en señal de cortesía, y haciendo también
muchos halagos fuera de su condición la co-
bu acatamiento á la reina, se fue en compañía menzó áconsolar, diciendo: «Señora Arlan-
de sus doncellas, que viendo sus obras cada za, no os tengo en tan poco que quiera mos-
una se perdía por él y él por todas, que assí trároslo en obras dañosas á vuestra honrra-,
era su costumbre. El rey se recejó con Albai- ruégoos que esta desculpa hayáis por verda-
zar, que, de triste, ni hablaba ni quería que dera, ysi queréis que os hable más claro,
le hablassen , que esto es costumbre de los dígoos que mi voluntad fue, en cuanto no os
hombres apasionados. La reina quisiera que debía nada, hacer lo que agora á vos vuestra
el rey no dejara ir al caballero de las donce- voluntad os pide, mas después que os fui en
llas yá las damas, pero mucho más porque otra obligación, no soy de tan mal conosci-
todas son aficionadas á cosas nuevas y deseo- miento que os lo quiera pagar en cosa quo
sas de novedades; también rescibieron pesar tiene el placer breve y el pesar largo; yo co-
del vencimiento de Albaizar, que por la con- migo os tengo buscado marido, tal cual á mi
versación delos días que allí estuviera le eran me parece que merecéis, y guardo para esto
aficionadas, allende de merescello él por las el estado que quedó de vuestro padre, que yo
obras. os haré haber á todo mi poder con más que
£1 caballero de las doncellas, tanto que
podré juntar para serviros; no querría que hu-
salió de la ciudad, no anduvo mucho que no biesse en vos tacha con que esto se perdies-
le anocheciere, y acertó á ver en una flo- se, ó que á mí me haga tener vergüenza do
resta algún tanto desviada de poblado; mas cometello á alguno que os pueda merecer;
por ser en verano, tiempo en que las noches
ruégoos que me tengáis por el más cierto ser-
Be pueden passar en cualquier parte, quiso vidor vuestro, y essotros pensamientos apar-
reposar del trabajo passado y esperar la cla- taldos de vos, que esto es lo que á vos os cum-
ridad de la mañana á la sombra de unas hi- ple y yo desseo» . Acabadas estas palabras,

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252 LIBROS DE CABALLERIAS

la tomó por la mano y te tornó con ella á que no se os acuerda qne Arlanza por servi-
donde las otras dormían; mas Arlanza, á la ros negó so madre, hizo lo que no debía á sus
oual el dolor de aquella escasa y la vergüen- hermanos, perdió el patrimonio por vuestra
za de lo que passara, puesto que no le res- causa, y sobreaso pone su persona en vues-
pondió por la pasaión empedille la lengua, tras manos y hállala despreciada de vos».
sintió tanto aquella respuesta, que muchas «Señora, dijo el del Salvaje, son las noches
veces estuvo determinada á hacer de si un tan pequeñas y hay tanto que responder, que
mal hecho; y tanto que él la dejó, no hallan- no bastaría el tiempo que desta noche e*tá
do en sí ninguna manera do reposo, recordó
por passar para podello hacer. Mas pregun-
una de las doncellas, la que a 61 le diera el tóos: ¿Qué escusa daréis vos á no acordare*
anillo en la fortaleza de Alfornao, que á ésta de mí, sabiendo que os lo merezco? Ta sé qne
quería más bien, y descubriéndola sus secre- el grande amor se suele pagar con aborresci-
tos ydándole cuenta de lo que la acóntesela, miento, que a así me acontesce á mí con vos.
le pidió con muchas lágrimas que en aquella Vos hacó lo que quisiéredes, tratáme como
afrenta le diesse algún remedio ó al menos á vos vuestra condición os enseñare, que tas-
algún oonsejo. «Por cierto, señora, dijo la to os quiero y amo, que con ningún agravio
doncella , yo no veo cosa de que os debáis lo dejaré de hacer». Y como entre unas y
agraviar, que el caballero del salvaje, si os otras palabras á las veces le pnsiesse las ma-
niega lo que pedís ó lo que dél desseáis, es nos en la ropa y le tomasse las suyas, y la
para más vuestra honrra, ni creo que de hom- hallaste reposada, sin accidentes ni respues-
bre tan esforzado y de tan real sangre cabía tas ásperas, soltó más las riendas á la platica
soltar palabras para engañar á nenguno con y tomó mayor atrevimiento en el tocar, de
ellas, sino que á cuanto creo hará más por manera que dándole la respuesta que desasa-
vos de lo que os prometo. Por esso, señora, ba, la torno á enviar con ella hecha dueña, cosa
descansá y contentaos mas de lo que hallas- que hasta entonces no fuera. T con el con-
tes en él que de lo que desseastes hallar, y
tento que llevaba, hizo mil castillos de vien-
si me diéredes licencia, yo le preguntaré con to á su sonora de cosas en que no hablaron.
quién os determina casar, y también le pon- T él de allí adelante durmió su sueño repe-
dré vuestra voluntad delante para ver si se sado, que hasta entonces el desseo do pasea.:
mueve alguna cosa». Arlanza le eohó los bra- por aquella aventura se lo estorbara.
zos al cuello, diciendo: «Bien sabía yo, ami-
ga mía, que siempre en vos tengo oierto todo
el camino de mi descanso. Ruégoos que vais Cap. XXIV. — De lo que acontesció al caba-
llero de las doncellas yendo al castillo de
á él, y si no le pudiéredes vencer, á lo menos Almaurol.
desculpáme por que no me queden tantos ma-
les». «Agora, señora, dejáme con esto é ios á A otro día, el caballero del Salvaje se pu»)
reposar, no sientan estas doncellas el trato, en su camino acompañado de sus doncellas
que serla infamar á vos y á mí y desconten- ó ellas acompañadas dél. Y porque sintió en
tar áél». Entonces, yéndose para adonde el
Arlanza pesadumbre de lo que le acóntesele-
caballero se acostara la primera vez, hallóle
ra, y que de corrida no le oBaba conversar
ya desviado, que porque Arlanza no tornase como solía, se llegó á ella, y platicando en
á él se apartó mucho más. La doncella llegó cosas quo parescían de su honrra y provecho,
al lugar á donde estaba, que era al pie de un la assosegó do pensamiento que tanto la ator-
árbol grande y sobrio, y hallándole echado mentaba; después, tomando la plática coa
de buzos, le puso las manos sobre las espal- todas, en cosas de passatiempo le gastaba, y
das, diciendo: «Quien tan dispiertas tiene las sentía menos la pesadumbre del camino. Mu
voluntades ajenas, con menos reposo había de Polifema, que a» i m llamaba la doncella d«
dormir su sueno». El caballero del Salvaje
Arlanza con vjuien la noche de ante esta-
lovantó los ojos, y viendo que no era Arlanza viera, como quien pensaba que tenía en ¿1
se levantó en pie. T como esta doncella fue-
mayor parte, pesábale de verle hablar eou
se la que en toda la compañía mejor le pare- otra, y tocada de celos hacía diferencias ea
ciesse y á quien más aficionado era, resci- el rostro, las cuales él muy bien sintió, que
bióla con otras palabras diferentes de las pa- en este caso ninguna moderación ni diesimu-
sadas, que eran llenas de engaño compuestas laoión ni sufrimiento saben mostrar;
de su desseo; mas antes que gastaase muchas, como el caballero de quien ella quería tener
la doncella le dijo: «Señor caballero, yo ven* possesión fuere acostumbrado á no dalla k
go á pelear con vos; ruégoos que os sentéis y
ninguna, puesto que la entendiere, disimu-
oime despacio, y pediréos una cuenta. Que- laba lo que entendía, y ouanto más sentís ea
rría que me dijóaaodes cuál es la razón por
ella aquellos enojos, tanto con mayor de*¡U'

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PALMERIN DE INGLATERRA m

roltura usaba de tu condición, que con unas amigo, respondió el de las doncellas, si pen-
platicaba, con otras burlaba, y quien enton- sáis que hallaréis menos defensa en mí que
ce» monos parte tenía en 61 era ella, de ma- en essotro de quien venís vencido, estáis en-
nera que sintiendo que en quererse enojar le gañado, que ando tan acostumbrado á no te-
hacia daño, se volvió de otro temple, cuanto mer palabras soberbias ni haber miedo á
le más dolía algún desengaño tanto más le cuerpoB de jayanes, que no hago caso dello;
dissimulaba, así por no dar mala vida, como seos decir que sobre una guirnalda que lle-
por dissi mular y encubrir lo que estaba ho- va cada una dessas señoras moriré por la de-
nesto que no se supiesse. El caballero del fender, cuanto más siendo por guardar á
Salvaje puso luego la aüoión en otra parte, ellas mesmasi . «Vos, dijo el caballero, vonía
y por más contentallas á todas, sin contra- aficionado á alguna dellas, y de ahí os nasce
dicion de ninguna tomaba cada día la suya el atrevimiento de pensar que sois para algu-
para conversar; paresoe que les paresció tan na cosa; oon todo, porque yo no acostumbro
bien, ó sus palabras tuvieron tanta fuerza, ó de hacer caso de palabras mal dichas, quié-
la disposición dellas fue tan poca, que antes reos hacer otro partido, y es éste: Esas se-
que llegassen á Almaurolque todas iban arre- ñoras son nueve; partámoslas por medio; el
pentidas, sin unas saber de las otras. Assí quo llevare las cuatro, lleve entrellas á la so-
sabía tomar las horas á tiempos, que para ñora mayor de cuerpo (diciendo eso por Ar-
todo tenía lugar; acabado esto, llególe desseo lanza), que assí me paresoe que quedará el
de dt'jallas, que esta era su condición. partido igual, y para que veáis ouán bueno
Pues tornando á lo mas que en este cami- soy de contentar, sea mía la menor parte».
no sucedió, dice la historia que al quinto día «Otras tantas como yo traigo os quisiera ver
á vos para tomároslas todas, respondió el
que partió de la corte d'España, caminando
una tarde por un campo raso cubierto de flo- de las doncellas, y no daros ninguna por
res alegres, hizo apear á todas, y haciendo partido, aunquo mucho me lo rogássedes;
¿guirnaldas de las mes mas flores, pusiéron- por esso, ó me las tomá por fuerza ó id por
las sobre los tocados; y tornando á cabalgar vuestra voluntad; si no seguiré mi camino».
siguieron su camino, jugando y motejando «Ya me paresce, dijo el caballero del vallo,
unas á otras cuál hacía más hermosa guir- que no podéis ir sin batalla; por esso mirá
nalda 6cuál era más airosa y tenía más gra- por vos» , y diciendo esto abajó la lanza, que
cia; de manera que con estas palabras y bur- ya tomara al escudero, y remetiendo al de
las se sentía menos el camino. Mas este pla- las doncellas, que de la mesma manera lo
cer se les quitó con una aventura que acón- salió á rescebir, entrambos se encontraron en
tese ió en el mesmo valle, que de la una parte los escudos quebrando las lanzas, perdiendo el
dól, debajo de un árbol salió un caballero á del valle las estriberas y casi estuvo fuera do
manera de jayán grande y bien proporciona- la silla, sino quo de buen cabalgante la tor-
do, en un caballo rosillo conforme á la gran- nó á cobrar, y al pasar se encontraron de las
deza do su señor, armado de unas armas cabezas de los caballos, y como el del caba-
pardas con estrenaos de plata, en el escudo llero del valle fuesse más fuerte y el de las
en campo verde una hidra de muchas cabe- doncellas viniese flaco y cansado del camino,
zas; venían con él dos escuderos, el uno le no pudiendo sufrir la fuerza del encuentro
traía una lanza y el otio una hacha de armas dio consigo en el suelo, y pudiera hacer mal
con el hierro dorado; llegando más cerca, á su señor si primero no saliera dél, de que
dijo en voz alta contra el caballero de las Arlanza y sus amigas fueron poco alegres,
doncellas: cYo ha pocos días, caballero, que temiendo la fortaleza de su contrario, porque
me halló en el castillo de Almaurol, y des- puesto caso que por lo que tenían visto tuvies-
pués do ser proso del parescer de Miraguar- sen á su caballero por estremado, la grande-
üa, quise ^enoer al aguardador por quedar en za y ferocidad del otro les hacía recelar la
su lugar; á la postre me sucedió al contrario-, batalla. El del valle, tanto que le vio en el
parésceme que el favor della que el otro tuvo 8uolo apercebido de se defender, yeBtuviesso
por sí le dio aquella vitoria, que sus fuerzas escandalizado del encuentro que rescibiera,
no eran para tanto; y porque vengo enojado, temióle más que de antes hiciera; mas como
quiéreme vengar en aquello que tomare me- no había de mostrar flaqueza, púsose á pie, y
nos placer: y por esso echá suertes de dos co- con la espada en la mano y el escudo embra-
sas cuál queréis: hacer batalla comigo ó es- zado, ledijo: «Si quissiéssedes ser tan amigo
perar el íin della y al fin perder á vos y á de vos mesmo que consentiéssedes en el par-
vuestras doncellas ó dejármelas por vuestra tido que cometí, aun agora lo consentiré, por-
voluntad. En esto os determiná luego, que que todo lo querría por bien y nada por fuor-
yo no puedo sufrir más detenimiento» , cVos, ¿a» . «No uséis de razones, dijo el de las don-

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celias, que me habéis de pagar la pérdida de parte caminaban tres caballeros armados de
ini caballo con haceros ir á pie, y ojalá que- armas ricas, que emparejando con él estuvie-
déis para podcllo hacer» . Y no aguardando ron quedos por le mirar más despacio; uno
más respuesta comenzóle á herir. Mas como dellos se adelantó un poco, dándole voces
en el del valle hubiesse más resistencia que que se 4etuviesse. El caballero de las donce-
él pensaba, fuele menester mostrar todas sus llas tornó las riendas al caballo y volvió el
fuerzas; aun con todo, algunas veces receló rostro á él para le poder mejor oir. «Señor
el fin de la batalla, que en su contrario ha- caballero, dijo el otro, yo tengo necessidad
bía esfuerzo, mana y destreza, y aliento para de una dessas señoras, y porque no sé cuál
durar á cualquiera aventura. Mas como la dellas es más para contentar un hombre,
batalla durasse gran rato y el caballero de ruégoos que vos que las conoscéis de días
las doncellas les quisiessc mostrar qué ser- me lo digáis, porque de la que vos más satis-
vidor tenían, le apretó sin le dar un momen- fecho fuéredes dessa seré yo contento*.
to de reposo, de manera que de puro cansa- «Cualquier dellas me paresce á mí tan bien,
do dio con él á sus pies casi sin ningún respondió él, que quien me la quitare de la
huelgo; mas como le quitasse el yelmo y tor- mano ha de ser por su justo precio» . «Pues
nasse eu sí, mostrando el caballero de las yo, dijo el uno de los otros dos, no quiero
doncellas que le quería matar, le pidió mer- que la mía quede á vuestro escoger, que des-
ced de la vida. «¡Otorgártela he, con condi- pués que puse los ojos en todas, aquella se-
ción que hagas lo que te mandare.» «No sé ñora mayor de cuerpo me paresce mejor,
cosa que no haga por vivir* , respondió el
porque puesto que sea poco hermosa, su dis-
otro. «Pues conviene, «lijo el de las doncellas, posición me convida á querella, y mi volun-
que primero que todo me digáis quién sois, y tad me dice que allí quedaré del todo ale-
después desto que en el palafrén de uno de gre». «Yo también, dijo el tercero, ahí se
vuestros escuderos os vais á la corte del rey me inclinaba el desseo; mas pues vos la pe-
Kecindos, que del caballo me quiero servir distes primero, quiero aquella señora que
por el que me matastes, y de mi parte os está junto della, señalando hacia Polifema,
presentéis á la reina, á la cual diréis que el que entre ellas me paresce más gentil mu-
caballero de las doncellas, que delante della jer. Por esto, señor caballero, en lo qne
justó con Albaizar, le manda besar las manos cumple á nosotros estáis sin cuidado: agora
y le pide por merced no darse á conocer á escoge para nuestro companero y iros en
ella ni al rey, que á la venida que viniesse paz con las que os quedaren; de las que dejá-
del castillo de Almaurol, para donde voy, lo redes no tengáis duelo, que ellas serán bien
haré, y daréisle cuenta de nuestra batalla y tratadas». «Parésceme que de vuestra par-
sobre qué fue». «Señor caballero, dijo el del tición es hecha la cuenta, respondió él, mas
valle; pues mi desaventura me llegó á esta yo ando en otra cosa; por eso quien quissie-
nccessidad, haré lo que mandáis. A mí me re la suya pase desta parte del agua y tóme-
llaman Trofolante el Medroso, si alguna la á su cargo» . «Pues vos assí queréis, dijo
vez me oistes nombrar». «Muchas veces lo ol primero, ¡aguardá, que yo os mostraré lo
oi, respondió el de las doncellas; por esso no que ganáis en esse defendimionto!» ; y pasean-
me digáis más de vos. Eu lo demás cumplí do de la otra parte del río con la lanza pues-
como os mando, si queréis desempeñar vues- ta en el ristre, arremetió á él, que ya con la
tra palabra y quedar fuera do tan gran obli- suya en la mano le esperaba, que los escude-
gación». Entonces, cabalgando en el caballo ros de las doncellas vinieron proveídos de-
de Trofolante, que á su parescer era uno de llas de la corte del rey Rocindoe; y encon-
los mejores que viera y en que nunca cabal- tróle de manera que, falsándole el escudo y
gara, ledejó en el campo con sus escuderos las armas, dio con él on el suelo tan mal tra-
y tornó á su camino de la manera que de an- tado, que por gran rato no se pudo levantar
tes iba platicando en amores y cosas desta mas los dos, viendo la fuerza del encuentro,
calidad, olvidado do la batalla como si la no curaron de acometelle por orden, mas
hubiera con hombre de menos calidad; por- juntamente pasaron el agua y le encontraron
que desto Trofolante se dice en el comienzo en el escudo, adonde rajaron las lanzas sin le
del libro quién era y cuán valiente caballero, hacer otro daño, y porque del primero le
no se hace aquí más monción. quedaba la lanza sana, rompió la segunda
El do las doncellas, que como digo iba vez tanto á su voluntad en el uno do los otros,
platicando con ollas, siendo ya fuera del va- que le hizo tener compañía á su compañero,
lle, llegó á una ribera por donde corría un llevando un brazo quebrado de la caída: j
arroyo de poca agua y muchos árboles, y ca- echando mano á la espada se fue al tercero,
minando por la orilla, vio que de la otra que con la suya en la mano le acometió con

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PALMERIN DE INGLATERRA

ánimo esforzado; mas esta batalla duró poco, algún día preguntar si cumplistes lo que os
que el caballero de las doncellas le trató de mandaron». «Señor, respondió uno dellos,
manera con dos golpes dados de toda su nosotros somos todos tres dessa corto donde
fuerza, que dio con él del caballo abajo, y nos enviáis, y esta es la mayor vergüen-
luego mandó apear á uno de los escuderos, za y mala ventura que el tiempo nos podía
que le quitasse el yelmo, y después que tor- ofrecer, mas pasarse ha con ser vos tan es-
nó en su acuerdo les dyo á todos tres que tremado que lo tomaremos por desculpa. A
les convenía estar á obidiencia de lo que mí me llaman Grobanel; este otro es mi her-
les raandasse la doncella que cada uno des- mano, yha por nombre Bravorante; somos
cara ó esperaba tomar, si no que los ma- hijos del conde Lobán; essotro caballero es
taría. Tan gran temor tenían, que lo tuvie- nuestro primo, hombre muy estimado en la
ron por muy poca pena, consintiendo en corte, y llámase Claribarte» . «Por cierto, se-
ello de muy buena voluntad; entonces se ñores, dijo el de las doncellas, en personas de
llegó el uno á Arlanza, diciendo: «Señora, vuestras maneras habían de haber obras se-
vos sois la que á mí más pedía el desseo, mejantes ellas
á y no las que son conformes
mandáme lo que quisierdes, que yo lo haré, á otras de cualquier manera; mas doncellas
pues por mi desgracia estoy á mandado de es vianda tan comedera, que hacen á todo el
quien pensé que estaría al mío». «He tan mundo salir de su natural, y por esso que-
poco menester vuestros servicios, respondió dan merecedores de menos culpa, y para co-
ella, que no Bé qué os mande; mas porque migo, que muchas veces soy tentado des tos
holgaría que en todas partes fuessen públi- acidentes, yo la tengo por pequeña» . Acaba-
cas las obras de quien cada día salva á mí y das estas palabras, dejándolos con su lástima,
á estotras señoras de las manos de intencio- tomó á caminar por la ribera con sus ami-
nes dañadas, ios á la corte del rey d'España, gas, alegre de lo que hiciera por ellas, y
y de mi parte os presentó á las damas, y des- ellas mucho más satisfechas de sus obras; y
pués de les contar lo que aquí passastes, les assí le anocheció junto de una pequeña po-
diréis que les ruego que si alguna vez su blación de casas, adonde aquella noche repo-
fortuna las trujere por los caminos y flores- saron, puesto que la voluntad de las señoras
tas, que sea con aguardador seguro, pues en era dormir en el campo, de lo cual ya huía,
el mundo hay otros, como vos y vuestros com por que más veces era salteado en él que en
pañeros, de que todas se deben temer» . «Y
tos sefiora, dijo el otro á Polifema, ¿qué me poblado.
mandáis que haga?» «Que sigáis el mismo Cap. XXV. — De cómo Trofolante y los tres
•lamino de vuestro compañero, respondió
caballeros llegaron á la corte d' España , y
ella, y también de mi parte digáis á las da- el caballero de las doncellas al castillo de
mas que puesto que el consejo de Arlanza Almaurol.
mi señora sea muy bueno, que por mejor
tengo yo no le fiar de ninguno; por esso que Cuéntase en las corónicas inglesas, donde
trabajen por vida reposada y no anden atra- esta historia fue sacada, que el caballero de
vesando florestas, que porque lleven aguarda- las doncellas, antes que Uegasse al castillo
dor que las assegure de otre, habrán menes- de Almaurol, passó tantas afrentas y tuvo
ter quien las assegure dél». Bien entendió tantas differencias por causa dellas, que le
su caballero estas razones, y ella para que hizo detenerse más en el camino, y deján-
las entendiesse las dijo; mas él dissimulólas dole en su viaje, torna á decir que estando
como siempre acostumbraba. «Pues señor, un día el rey Recindos, después de la par-
dijo el otro que quedaba, ¿á mí qué me man- tida de Albaizar, en el aposento de la reina,
dáis que haga, que yo no tuve tiempo de es- acompañado de algunos principales de su
coger ninguna, que lo dejaba en vuestra corte platicando en cosas do passatiempo,
mano?» «No soy tan deshnmano que os quie entró por la puerta un caballero grande de
ra apartar de vuestros compañeros; ios con cuerpo, la catadura del rostro que traía des-
ellos, y pues estas señoras os envían á las armado algún tanto feroz, las armas que
damas, también os presentá á ellas, y docil- traía cassi deshechas do los muchos golpes
desqne les suplico que cuando alguna afren- que en ellas se rescibieron; y allende desto
ta cierta tuviessen para passar, que so enco- tan teñidas de sangre, que no se parescían
mienden ámí, quo las quitaré dello, y no los colores y devisas dellas; el escudo, que
teman lo que puedan passar comigo, ni las le traía su escudero, tan deshecho, que casi
engañe el consejo de quien lo contrario man- no traía más de las embrazaduras, y como
de decir; mas allende de lo que ellas os man- en aquella casa no fuesse conocido de nin-
dan, quería saber primero quién sois,- para guno yviniesse de tan estraña manera, hizo

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256 LIBROS DE CABALLERIAS

que le miraseen como á cosa nueva y no acos- que pues vuestras armas no están para po-
tumbrada; mas como el caballero de su pro- de roB servir ni quitaros de algún trabajo, to-
pia condición y naturaleza fuesse soberbio y méis otras de mí y escojáis en mi caballeriza
se preciase dello, passó por entrellos acom- el caballo que más os contentare, porque
pañado de su soberbia basta llegar junto del puesto que vuestra intención fue siempre de
estrudo de la reina. Allí, haciendo primero servir al emperador Palmer ín, querría que
algún acatamiento al rey, se volvió á ella, ninguno viniesse con necessidad que cuantío
diciendo: «Señora, yo hube batalla con un fuesse la tornasse á llevar» . «Soñor, respon-
caballero que en esta corte ostuvo y justó dió Trofolante, yo os beso las manos por la
con Albaizar, que llevaba en su compañía voluntad y merced, mas de la manera que
nueve doncellas; pedíle que por su voluntud aquí entré, dessa espero salir; la lieencú
consintiosse que las partióssemos por medio quiero no más, y pues ya me la distes, quede
y que cada uno llevosse su mitad; no quiso Dios con vos, que yo me voy mi camino» ; y
consentir en este partido, antes respondió volviendo las espaldas se salió con tanta so-
que holgara hallarme con otras tantas para berbia como cuando entrara.
tomármelas todas y llevarlas también con- £1 rey quedó dando cuenta á la reina de
sigo; determiné entonces haber dól por fuerza quién era, poniendo en las estrellas la valen-
lo que no me quería dar sin ella; defendiólas tía del caballero de las doncellas por v ence-
do manera que allende de quedársele, yo fui lle tan livianamente; que este Trofolonte en-
vencido dól y puesto en el postrero estremo de tre los señalados caballeros de aquel tiempo
la vida, la cual salvé con ofrecerme á hacer lo ora contado, y no creía el rey que ninguno de
que me mandasae; quiso que do su (l) parte los hijos de don Duardos viniesse á su corte
me viniesse á presentar á V. A. y le pidiesso para no darse á conocer en ella. Estando en
perdón de bu parte de no darse á conocer en estas palabras, para tener más que decir, en-
su corte, mas que á la vuelta que hiciese del traron en el mesmo aposento Gromarel (') y
castillo de Almaurol lo hará; suplica á V. A. Bravorante, hijos dol conde Lobán, con supri-
que el mesmo perdón haya del rey> . «No sé mo Claribarte, que entre k» de aquella tierra
cómo ello será, respondió él, que el pesar eran tenidos por personas de gran precio en
que tengo de se me encubrir hombre tan se- las armas, trayendo las suyas rotas por mu-
ñalado no se puede perdonar tan liviana- chos lugares; después de haber hecho su aca-
mente, yagora que veo las señales de sus tamiento alrey y á la reina, se presentaron
manos en vuestras armas le estimo mucho
á las damas delante de las doncellas, 3- con
más». «Agora, señor, dijo la reina, cada y las mismas palabras con que les fuera man-
cuando que él viniese se le debe todo tomar dado contaron todo lo que les acontesciera;
en cuenta, que yo no creo que quien tanto y puesto que de su desastre pesara á todos,
trabaja de desculparse se encubrió de vuestra holgaron mucho de oir el mandado deilas,
alteza sino por serlo forzado» . «Ruégoos, dijo afirmando todos que Polifema la doncella
el rey al caballero, que me digáis quién sois» . que las avisaba, tenía algúu escándalo de su
«A mí, señor, me llaman Trofolante el Me- guardador; «y agora, dijo el rey, después
droso», respondió él. «Muchas veces os oí quo sus oaballeros contaron cuán liviana-
nombrar, dijo el rey, y agora que sé que sois mente los venciera, no tendré alegría per-
vos, tengo en mucha mayor cuenta al caballe- fecta hasta quo le conozca, y yo quiero en-
ro de las doncellas y me queda mus desseo de viar tras él para que me lo traigan ó saber
le conocer; ruégoos que me digáis si le vistes su nombre; que hombre que venciendo en
el rostro de qué edad es, ó si lo conocéis no batalla á Trofolante el Medroso quedó tan
me le encubráis, que recebiró en ello gran ontero que otro día os tornó á vencer á vos-
enojo». «Señor, respondió Trofolante, ni le otros sin riesgo de su persona, no se ha de
vi ni le conozco, mas tengo para mí que es al- decir sin conoscelle, para esponer sus proce-
guno de los hijos de don Duardos, poique tan saos en ol lugar á donde merecen». «Pues
gran fuerza ni esfuerzo no pienso que lo hay crea vuestra alteza, dijo Grobalán (*), que
en otro, y pues ya oumplí lo que me mandó, venciéndonos á nosotros quedó para entrar
pido por merced á V. A. y á la reina mi se- on otra batalla mayor, ni parecía que en él
ñora me dé licencia para me ir, que tengo faltaba cosa alguna». «Esté es el más nue-
mucho quo hacer en otra parte». «Vos os po- vo arte do hombre que nunca oí, dijo el rey.
déis ir en buena hora, dijo ella, que de mi quo ol natural do todos es huir de una sola
voluntad no hay para qué deteneros» . cNi yo mujer si la conversan muchos días, y para
no quiero otra cosa, dijo el rey, sino rogaros
O Antea: «Qrob*n«!i>.
(') SI texto: «Toutru». (») Antea: cUromund» 7 «Grob*o»l».

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PALMERÍN DE INGLATERRA 257

su condición parece que aun aquellas son po- será de tanta fuerza que se la emprestará á
caa>; y dando licencia á las suyas se fue ellos en el tiempo que dél tuvieren grande
cada uno á su posada, alegres de las nuovas necessidad, mas vos, que no la tenéis con
que hallaron eo la corte de las maravillas ninguna, ninguna es bien que os le tenga
que el caballero de las doncellas en ella hi- por el desamor con que las tratáis; encomen-
ciera; porque cnanto sus obras mayores pa- daos á vos mesmo cuando en alguna afrenta
rescían, tanto menos injuriados quedaban eu os vierdes, y si os sucediere más, daos á
ser vencidos dél. vos mesmo la culpa y no la guardéis para
Pues tornando á él, cuéntase que, antes de quien está fuera della, que visto está que
llegar al castillo de Almaurol, paseó por al- ninguna destas señoras que aquí vienen es
gunas aventuras que le sucedían por la bue- para tan poco que en su nombre no podáis
□a compañía que llevaba, las cuales acabó entraren campo con quien y contra quien
ututo á su honrra como todas las passadas; quisierdes, si el desamor con que las conver-
porque cuantas más veces aventuraba la vida sáis no os lo estorbase». Bien parescieron
por ellas, mayor placer resqebía. En fin de estas palabras á todas; cada una las apro-
algunos aías en que estas aventuras se detu- baba como mejor podía. «Ya me parece, se-
vieron, llegó á vista del castillo de Almaurol. ñora, respondió á Polifema, que venís apa-
Caminando por el río abajo, como esto fuesse 88Íonada de alguna cosa de que yo os tengo
en tiempo que los árboles estuviessen con su poca culpa, y de ahí vos nasco tratarme mal
rama y las aguas fuessen mansas por ser en 6in culpa, por lo cual yo os prometo que
el verano, hallaron tan apacible el sitio y lu- por salvarme de la mala sospecha en que me
gar por donde caminaban, que ponía en tenéis, trabaje por mostraros cuánto al revés
grande olvido el trabajo que las luengas de lo que me juzgáis tengo la voluntad» , y
jornadas hacen sentir á quien las passa. assí platicando en estas cosas llegaron al pie
íParéceme, señoras, dijo 61, que en parte de la fortaleza al tiempo que Miraguarda sa-
estamos donde cada una debe mostrar cuán- lía de dentro de la fortaleza para ir á tomar
ta fuerza tiene su hermosura para favoreseer un poco de passatiempo en un batel en el río
con ella á quien por vosotras se combatiere, arriba con sus doncellas, y el gigante Almau-
ijue al pie de aquella fortaleza que allí se pa- rol iba con ellas, porque en aquellos días,
rcsce está la imagen de Miraguarda, de que por el reposo del reino, tenía la licencia mu-
hace hacer maravillas á quien por ella se cho más larga que solía. Mas cuando el ca-
combate, y creé que puesto que su aguarda- ballero de las doncellas la vio de tan cerca y
dor della de su actual sea muy flaco y para de manera que pudo bien cebar los ojos, no
poco, el precio de la imagen que ante sí pudo su libertad quedar tan en sí que no se
tiene le da fuerza y esfuerzo para que no le hallasse con algún grandissirao sobresalto,
desbarate ninguno, cuanto más que allende sino que tenía un bien, que estas cosas, pues-
de esta ayuda y favor que tiene do su parte, to que mucho le atormentassen, no duraban
los que aquí siempre se hallan son tan es- más que cuanto las tenía delante; volviendo
tremados de su natural, que ninguno puede contra sus compañeras, dijo: «¿Qué os pares-
ganar con ellos alguna honrra que primero ce, señoras? ¿qué me aconsejáis que haga?»
no le ponga la vida en el estremo de la per- hayáis miedo, dijo Polifema, que nosotras
der. Por esso, señoras, echá suertes en cuyo «No no le tenemos de nada que veamos» . Mi-
nombre y con cuyo favor he de justar ó ha- raguarda, cuando llegó á la puerta del castillo
cer batalla, que agora quiero ver quién llevo y vio aquella nueva compañía, detúvose un
oomigo 6 cuán bien gasté mi tiempo en ser- poco para las mirar más á su voluntad. Flo-
viros yacompañaros». Como el natural de rendos, que en aquella hora estaba presente
las mujeres es, puesto que algunas de sí co- armado de todas sus armas acostumbradas,
nozcan que deben poco á la naturaleza, ser trasportado de lo que vía, tanto se olvidó de
tan vanas que la muy fea no confiessa que sí mesmo, que no se acordaba de ninguna
otra alguna en hermosura y placer le haga cosa si tenía que hacer; quo esto tienen los
ventaja, esta vanidad natural las hacía tan del amor desfavorecidos, que en los favoreci-
orgullosas, que no había ninguna en la com- dos mayor acuerdo deja. Almaurol, que vio
pañía que no creyese de sí que en su nom- la presunción del caballero estraño y la sober-
bre se podía desbaratar cualquier cosa, Po- bia con que allí llegara, y conocía la volun-
li fema, que entre las otras era la que más tad de Miraguarda, que era ver alguna con-
presumía, le dijo: «Bien bó, señor caballero, tienda, le dijo: «Señor Floreados, mirá á
que si los que por Miraguarda se combaten quién tenéis delante, hacó lo que habéis de
llevan sus victorias adelante, que los nascerá hacer, que la señora Miraguarda os está mi-
del gran amor y fe con que la sirven, que rando ypara ello se detiene» ; entonces, vol-
uuros dx caballkhIas. — n-17

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LIBROS DE CABALLERIAS

riéndose contra las doncellas, vio que su ca- entoldó para Miraguarda; como la ventana
ballero estaba apercebido de justa; y saltando fuesse baja, Florendos tuvo lugar de la mi-
en un caballo castaño oscuro que le llegó el rar ásu voluntad, gastando en ello más espa-
escudero, contento de la vista de su señora, cio de lo que en tal tiempo era menester. Y
dijo contra el caballero estraüo: tSeñor ca- volviéndose contra el caballero de las donce-
ballero, ruégoos que me digáis qué intonción llas, pidiéndole perdón de su determinamien-
os trujo aquí 6 qué penitencia es ésta en que to, muy contento arremetió á él, que tam-
andáis, y si fuese necessario quitaros della, bién le rescibió acompañado de su esfuer-
podrá ser que lo haré». Por cierto, señor zo, yencontrándose en los escudos con toda
Florendos, respondió el de las doncellas, hoy su fuerza, hicieron las lanzas pedazos, pas-
diera yo lo que no tengo porque este passo sando el uno por el otro sin hacerse ningún
que vosguardáÍ8 guardara otro, y fuera q\iien daño; tomadas otras, arremetieron segunda
quisiera, para mostrar á estas señoras si soy vez, y fue con tanta cobdicia, que entrambos
para alguna cosa». «Quien assí me sabe el erraron los encuentros; mas como en aquel
nombre, respondió él, no sé que le diga; mas tiempo no se acostumbrase á ninguno faltar-
porque me parecéis muy bien á caballo, hol- le el aliento, luego tornaron á voltear, con
garía quebrar con vos un par de lanzas por intención de emendallo la tercera vez. Flo-
servicio de la señora Miraguarda, y si de las rendos estaba algún tanto triste en ver la
justas alguno de nosotros quedase tan agra- fortaleza de su contrario, temiendo sucedelle
viado que quiera batalla, entonces quede á algún revés con que sn señora tornarse á
vuestro escoger hacella, pues me conocéis, hacer alguna cosa con él; y el de las donce-
y yo no á vos» . «El caso es, señor Floren- llas muy más triste de haber comenzado
dos, dijo el de las doncellas, que en el mundo aquellas j astas por lo que en ellas podía
no hay cosa que me ponga en obligación de acontescer, no teniendo en tanto lo que lo
hacer batalla con vos; cuanto á justar, ha- podía suceder como lo que podía ser de Flo-
cello he por que la señora Miraguarda sa- rendos, recelando la condición de Miraguar-
tisfaga su deseo, que sólo por lo quo en ello da, yquiso ver si por alguna manera las po-
os va holgaré de hacerle la voluntad, puesto día dejar, diciendo: «Paréceme, señor Flo-
que sea á mi costa; y si después de justar rendos, que pues hasta aquí ninguno de nos-
quisiere el señor Almaurol probar comigo otro otros no tiene de qué se alegrar ni de qué
par de lanzas, y en fin del las que hagamos se agraviar, que debíamos con tentarnos con lo
batalla de las espadas, también holgaré dello, passado, que yo soy vuestro servidor y no
porque estas mis señoras confíessen lo que ganaréis nada en vencerme, y venceros yoá
tienen en mí» . «Bien me paresce, dijo Flo- vos no me alegraría mucho por lo que sé que
rendos, quo todas essas palabras os nacen de en ello os va; ruégoos me deis licencia que
la confianza de vuestras obras; sea todo como con Almaurol, pues está armado, corra un
quisierdes, que cuanto á Almaurol, yo sé dél par de lanzas, para satisfacer estas señoras
que en lo que le pedís rescibe placer» ; en- que comigo vienen; y si entonces quissiére-
tonces, dando fin á sus palabras, tomaron des más ver de mis obras, os las mostraré».
del campo lo necessario, y con las lanzas ba- «Bien veo, dijo Florendos, que querer dejar
jas se vinieron el uno al otro, cada uno des- de ir comigo al cabo no os viene de ningún
seoso de la Vitoria, que en tal parte, delante recelo de ser vencido, pues vuestras obras
do mujeres, ¿quién se alegrara de quedar lo enseñan; mas con todo no sé qué tal con-
sin ella? tado me sería, antes que de vuestra persona
se parn 09 [más] de lo quo agora, se dejar do
probar con vos hasta que alguno sienta la
Cap. XXTL.—De las justas que hubo entre
mejoría de su contrario; por esso ha de ser
el caballero de las doncellas y el aguarda-
una de dos cosas: ó me habéis de decir vu«-
dor de la imagen de Mir aguarda, y la ba-
talla que passó entre él y Almaurol. tro nombre para después de sabido ver lo
que me está bien ó tomar á nuestras justas
Tanto que los caballeros se aparejaron y quebrantar tantas lanzas hasta que uno
para justar, Almaurol se metió en medio, de nosotros quede vencido». «Decirvos mi
rogándoles que se detuviessen hasta que Mi- nombre tan presto, respondió el caballero de
raguarda sepusiesse á una ventana, porque las doncellas, no lo haré por ningún precio:
ya se tornaba á recoger viendo que la cosa tornar á justar es cosa que hago contra mi
se determinaba de manera que se detendrían voluntad, empero harélo por contentaros»: y
en ello; con esto pusieron los cuentos en el tornando á enristrar las lanzas, corrieron U
suelo, y arrimados á las lanzas esperaron otra carrera con toda la fuerza que los cata-
hos'a que una de las ventanas del castillo se líos los podían llevar, y encontrándose coo

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259
PALME RÍN DE INGLATERRA

tan grandísima fuerza, topándose de los nen los buenos enamorados, contentarse tan-
cuerpos de los caballos, que ellos y sus seno- to de su pena que no la trocaran por algún
res vinieron al suelo, el del caballero de las bien venido de otra parto.
doncellas con una espalda quebrada y el do Volviendo al propósito, dice la historia
Florcndos muerto; mas ellos salieron dellos que viendo Almaurol que en ninguna mane-
acompañados de su gran fortaleza, floren- ra el caballero de las doncellas quería bata-
dos, enojado de tal aoontescimiento, arran- lla con Florendos, mandó traer de dentro de
có de su buena espada, con intención de ha- la fortaleza un caballo bayo muy grande y
ber batalla. cSefior caballero, dijo el de las hermoso, el cual envió al caballero do las
doncellas, no querría que tantas veces probás- doncellas con una lanza, pidiéndole por mer-
sedes á vuestro amigo que tanto os dessea ser- ced que cabalgasse en él y que hioiessen en-
vir; ya os dije que no había do hacer batalla trambos alguna cosa delante la señora Mira-
con vos; esto no de miedo que os tenga, sino guarda, para le quitar el gran sinsabor que
razón que tengo de lo hacer assí; si estáis recibiera de ver que su batalla no se acaba-
agraviado de no derribarme á vuestro salvo, ra, y si tuviesse por bien el que venciesse
también podía yo tener el mesmo agravio de que ganasse algún precio, porque con más
no habello hecho á vos, si no mirasse á más voluntad trabajasse de alcanzar la Vitoria.
que el desseo de la Vitoria; por esso raetó el «El precio ponelde vos, respondió él, que
espada en la vaina, sacalda para con quien siendo cosa justa no quedará por mí». «Si
mayor enemistad os viniere 4 buscar». Todas vos quissiéredes, respondió Almaurol, pues
aquestas palabras oyó Mi ra guarda, y bien le estáis sin caballo, yo aventuraré á perder
pareció que la presumpción de aquel caba- esse que agora os envié, que es uno de los
llero era muy grande, y cuanto por muy ma- mejores que nunca tuve, con oondioión que
yor la tenia, mucho más desseaba ver entre siendo vos el vencido, me deis por galardón
él y su aguardador alguna batalla, que ésta essa señora que es más alta de cuerpo que
era su condición. «Esta os fuerte cosa, dijo vos traéis (y señaló hacia Arlan za), porque
Florendos, querer vos que me satisfaga de no después que aquí llegas tea me pareció tan
tener hecho nada, y no me decir la razón bien y le soy tan aficionado cuanto nunca lo
que tengo para poder quedar contento» . «Yo fui á otras, y á ella ruego que no desprecie el
os lo diré, dijo Artisia, una de sus donce- partido, pues ganándola yo es señora de mí
llas; anda acostumbrado á cebarse en hom- y en su poder no sé si aun lo será de sí» .
bres que no teme, y á meter en cabeza que «No doy yo tan barato, respondió el caballe-
para el todo es poco, que por no perder este ro de las doncellas, las cosas que mucho es-
crédito no quiere llegar esta batalla al cabo; timo, mas con todo hagamos lo que habernos
después darvos por desculpa que no quiso de hacer, y sea este el partido: que vencien-
contra el parescer de Miraguarda poner su do yo quede el caballo comigo, y siendo al
persona en afrenta, no teniendo quien le fa- contrario quede en «u escoger della» . «Soy
voresciesse, como si cada una de nosotras no contento, dijo Almaurol, que no la tengo por
íuesse para ello». «Por cierto, señora Arti- de tan mal conoscimiento que por hombre
sia, dijo Polifema, vos decís verdad, y huel- tan libre como vos quiera desechar voluntad
go que estáis tanto en la intención dea te tan grande como la mía» . Sin passar más pa-
nuestro caballero» . Tras Polifema todas las
labras, bajas las lanzas y cubiertos de los es-
otras afirmaron por bueno lo que Polifema cudos arremetieron el uno al otro, y fueron
dijera, que lo natural de cada una es ver tan tendidas, que el caballero de las doncellas
siempre discordia en todo género de perso- perdió entramas las estriberas, y Almaurol
na. «Agora, soñoras, respondió él, ya sé quo con la silla entre las piernas fue al suelo,
con vosotras todo se pierde; mas mochas muy poco contento do sí por ol gran desseo
gracias á mí, que soy tan señor de mí que que tonía de parecer bien á sus amores nue-
puedo hacer lo que quiero, y de aquí vie- vos; álas doncellas pareció bien aquel pri-
ne pocas veces hallarme engañado» . Dél no mer encuentro, en especial á las cuatro que
fueron estas palabras tan bajas que no las ganara en el valle, que como no fuosson
dejasse de oir Miraguarda y su caballero; acostumbradas á ver a jayanes, y el pare-
y puesto que á ella le paresciessen de per- cer de Almaurol las pussiese temor, tuvie-
sona libre y en quien el amor tenía poca ron en mucho la valentía de su aguardador.
parte para le hacer bien ni mal, y puesto Almaurol, tanto que se halló en el suelo,
que para vivir sin pena le pareciesse aque- cubierto de su escudo, la espada en la mano,
lla condición provechosa, no la desseaba para se vino á el, que saltando del caballo, por-
sí, porque no trocaría su dolor por ningún que no le matasse, de la mesma manera le
alcanzado sin trabajo, que esto tie- rescibió; y como el caballero de las doncellas
LIBROS DE CABALLERIAS

quissiesc contentarlas á ellas, parecer bien estas razones alzó el otro los ojos, y viendo
á Florencios y enseñar á Mi raguarda que no la imagen de Miraguarda, que su compañero
con miedo de su caballero le negara la bata- le mostraba, colgada en el árbol en que de
lla, yAlmaurol viesse que en aquella en antes solía estar, le dijo: «Agora veo que de-
que entrambos entraban aventuraba á perder cís verdad, y no sé quién sea do tan flaco
ó á ganar Arlanza, á quien del todo estaba conosci miento que antes no quiera perderse
rendido, comenzaron á hacer maravillas, por aquel parescer que contentarse con otra
poniendo cada uno sus fuerzas y destreza, ninguna esperanza, aunque la tenga de cosa
dándose golpes señalados á costa de quien que mucho se deba de dessear» . «De mí os
los rescebía; de manera que en pequeño es- digo, respondió el otro, que tan ofrescido es-
pacio deshicieron las armas, abollaron los toy á perderme por ella, que no me partiré
yelmos, descubriéndose las carnes, dándose de aquí sin llevar el -escudo comigo; holgara
heridas peligrosas, de que perdían mucha que fuera por batalla para más mi gusto:
sangre, especialmente el jayán, que por ser mas puesto no hallo con quién la haga, lle-
menos diestro andaba peor herido; como en varéla sin ella, y á lo menos si la imagen
esto estuviessen gran rato sin tomar huelgo, dél me diese el cuidado, con poner los ojo«
Almaurol se quiso quitar afuera por tomar en ella quedaré luego contento». Diciendo
esto, se llegó al árbol con intención de le
algún reposo, mas el caballero de las donce-
llas, que sintió su flaqueza, le apretó dándole quitar. Mas el caballero de las doncellas,
muchos golpes, dados á su voluntad y con que como se dijo estaba ya á caballo armado
tanta fuerza, que herido de muchas heridas para irse, viendo que Florendos estaba ocu-
le hizo venir al suelo. A Florendos pesó ve- pado en la cura del gigante y no vía lo que
llo en tal estado; Miragnarda, enojada de tal passaba, no quiso que en su presencia se le
acontecimiento, se quitó de la ventana, man- hiciesse tan gran afrenta, y poniendo las
dando que le metiessen en la fortaleza para piernas al caballo llegó al pie del árbol á
que fuesse curado; Florendos le acompañó donde el escudo estaba, y tomando al caba-
hasta su posada, y allí estuvo al curar de llero por un brazo, le tiró tan de recio que
sus heridas, que al parescer eran peligrosas, dio con él en el suelo, diciendo: «Bien se pa-
teniendo en mucho á quien las diera por la resce que no sois vos quien en esta aventu-
presteza y desenvoltura con que le venciera, ra quiere esperimentar su persona, pues tan
rúes el caballero de las doncellas, puesto que á vuestro salvo queréis llevar el escudo á ex-
aellas fuesse desamado, viéndole herido y cuso de quien lo guarda, mas pues él no está
maltratado, ayudándole á desarmar, assí en presento para defendéroslo, yo lo haré por
el campo al pie de un árbol miráronle las su parte, y quiero ver si sois para tomabV
heridas, que eran pequeñas y sin ningún
por fuerza» .
peligro; después de habérselas tomado y Todo esto oía Miraguarda, que por ver to-
apretado, se armó y se puso á caballo con das aquellas doncellas en poder de un eolo
intención de partirse. Mas á este tiempo lle- caballero se puso á una celosía de una ven-
garon dos caballeros que de lejas tierras ve- tana, donde vía lo que passaba sin ser vista
nían áprobarse en aquolla aventura: el uno de ninguno, y de cuán triste estaba de ver
traía unas armas de encarnado con grifos llevar el escudo, tan alegre se tornó de ver
de plata, y en el escudo en campo verde un quien le defendiesse. Pues el caballero, vién-
ciervo blanco; el otro se armaba do armas dose derribado y tratado con tan gran des-
negras y amarillo entremetido el uno por el precio, como do suyo fuesse soberbio y es-
otro; en el escudo, el campo negro sin otra forzado allí
y más que en parte ninguna lo
pintura; y enparejando con el de las armas quisiesse enseñar, por ser sobre cosa qne en
encarnadas, dijo á su compañero: «Parésce- tanto tenía, sin tornar á cabalgar, echan-
me, señor, que ya aquí no nos toma la fiesta do mano á su espada, acompañado de su so-
en mal lugar, que cuando nuestra desgracia berbia se vino al de las doncellas cubiert"
fuere tal que el aguardador de Miragnarda de su escudo sin decir palabra, que la pas-
no quiera hacer batalla con nosotros, este sión se las quitaba. Mas el otro companero
caballero, por desasirse de tan gran peso se metió en medio, diciendo: «Poneos, se-
como trae, partirá dél con quien tuviere ne- ñor, á caballo, y entretanto déjame probar
cessidad». «Por cierto, respondió el otro de si las obras deste caballero dicen con la so-
lo negro, esso traía pensado, y cuando él no berbia»; hiriendo
y de las espuelas al suyo
quissiese, tomárselas; mas ¿quién queréis arremetió á él. Mas el de las doncellas, qu<*
que se contente de tan baja empresa viendo en aquel tiempo y lug. r quería mostrar su
delante sí la imagen de aquel escudo que de precio, le rescibió con tal encuentro dado á
razón hace olvidar todus las otras cosas?» A toda su voluntad, que falsándole el eiendu

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PALME RÍN DE INGLATERRA 261

y las armas dio con él muerto en el cam- vuestra mano». «No creo yo, señor Floren-
po, y passando adelante pa>-ó al pie de la dos, que mo haréis essa fuerza, porque á
ventana adonde Miraguarda estaba; allí es- mí me cumple ser en un lugar á cierto pla-
peró al otro su companero, que con toda su zo, y si me tardasse perdería algún tanto
fuerza quebró su lanza en él, y juntáron- de mi honrra; por esso dame licencia, y á
se tanto que el de las doncellas tuvo lugar esse caballero que á la postre vencí, que
de echalle mano del brocal del escudo, y me paresce estar ya más en su acuerdo, os
tiró con tanta fuerza que quebrándole las pido por merced que lo toméis la fe y le
embrazaduras se le sacó de las manos y le mandéis que de parte del caballero de las
hizo abajar al pescuezo del caballo; y alzan- doncellas se presente en la corte del rey
do el escudo le dio tal golpe con él por en- Recindos delante de la reina, diciéndole la
cima del yelmo antes que se enderezasse, razón jx)r que con ellos hice la batalla, y no
que le sacó de todo su acuerdo. Entonces, so parta de ahí sin su licencia, y sabé dól
tomándole por las enlazaduras del yelmo y sus nombres. Y á mí perdóname mi poco de-
arrancándoselo de la cabeza, le dio otro gol- tenimiento que aquí hago, que el tiempo no
pe, que perdido todo el sentido vino al suelo, me da más lugar»; puesto que Florendos tra-
echando sangre por la boca y narices. A este bajasse con palabras detenelle, no se pudo
tiempo salió Florendos, que estando con Al- acabar con él, antes despidiéndose, en la com-
maurol oyó los golpes, y maravillándose de pañía do sus doncellas se fue, que cada día
cosa tan no acostumbrada como era hacerse le tenían en más» . Aquel día reposaron en un
allí batalla estando él y Almaurol ausentes, lugar de ahí cerca, adonde durmió la noche
salió á ver qué era. Y hallando los dos caba- con más reposo de lo que antes acostumbra-
lleros en el campo, al uno atravesado y al ba, porque ya del cuidado que se le hacía
otro casi muerto mal tratado, tuvo más de perder tenía perdido mucha parte.
qué se maravillar, «Señor Florendos, dijo el
de las doncellas, estas son las obras con que
Cap. XXYII. — De lo qtie acontesció al caba-
sé os servir». «Aun agora, respondió él, yo llero de las doncellas caminando hacia la
no sé lo que en hacello os debo. Veo muertos
dos caballeros por vuestra mano, que según corte del rey Recindos d' España.
la manera de sus armas deben ser de mucho Partido el caballero de las doncellas con
precio, y no veo la razón por qué lo hicis- su compaña, tornó á seguir su camino hacia
tes». «Seos decir, respondió el de las donce- la corte del rey Recindos, con intención de
llas, que éste que ahí está muerto quisiera ver si, llegando allá, podía despedirse del las
llevar el escudo de la imagen de la señora por alguna manera, quedándole sola Arlanza
Miraguarda, y entrambos tenían el parescor con sus criadas, que á ésta desseaba no apar-
conforme, no se acordando que quien aquel talla de sí hasta cassalla y honralla tanto á su
pareacer ha de gozar ha de ser con algún tra- voluntad dél como sus obras merescieron, de
bajo; ypor la ofensa que rescibíades y yo por manera que se viese cuán bien se empleaba
lo que en ello os iba, les fui á la mano; y creo en él las buenas; y puesto que su intención
que el favor de Miraguarda ó su desgracia los dél era andar aquellas jornadas con más
trujo al estado que veis; pesóme ser tan pocos, priessa que de antes, tuvo algunas aventuras
que según me hallé yo os diera buena cuenta que se lo estorbaban; entre las cuales le fue
delloe aunque fueran más» . «Ruégoos, señor forzado una que acrescentó en su compañía,
caballero, que me digáis quién sois, que desseando despojarse de alguna parte de la
cuanto más veo vuestras obras, más desseo
que llevaba.
tengo de saberos el nombre ó saber á quién Cuéntase en su corónica que yendo un día
soy tan obligado». «Señor Florendos, res- caminando por una ribera muy poblada de
pondió él,no quiero que de mí os quede esse árboles altos, hacia una parte donde estaban
sinsabor. Sabé que yo soy Floriano del De- más espessos, oyó gritos de mujer que pares-
sierto, vuestro primo y servidor, y en cuya cía quo la querían forzar, que de haber
presencia no se os hará nengún desservicio» . mucho que gritaba tenía la voz flaca y ronca
«Agora no he por mucho nenguna cosa, res- que casi no se oía, y poniendo las espuelas
pondió Florendos, por ser para vos poco todo; al caballo se fue hacia aquella parte donde
mas allende de los más agravios que me te- los gritos sonaban; y porque la aspereza y
néis hechos en no decirme esto más presto, espessura de los árboles no daba lugar á poder
no me hacéis otro mayor que ser en no repo- passar á caballo, se bajó dél y passó por ellos,
sar aquí algunos días, que allende de querer tomando la espada en la mano y su escudo
saber otras cosas de vos, será salud para las embrazado. Llegando á la orilla del agua,
heridas de Almaurol saber que las rescibió de vio que de la otra parte un caballero grande

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562 LIBROS DE CABALLERIAS

de cuerpo, armado de armas azules con oro, haré á essotro tan blando como agora pareece
y en el escudo en campo de plata un león áspero». «No sé cómo esao será, dijo el de
dorado, tenía una doncella á sus pies asida las doncellas, mas sé que ya estoy en parte
por los cabellos, al parescer de lejos hormo- donde os amostraré cuán mal gozaréis ena
■03 y tales que no meresclan que los tra- que tenéis presente, y cuánto peor podréis
tassen assí, y en la otra mano la espada des- escoger en las mías» ; y dándolo muchos gol-
nuda, oon que la amenazaba, diciendo que si pes le trató tan mal, que puesto que el otro
no hacía lo que le decía que le cortaría la fuesse para mucho, en poco rato dio con él
cabeza. Junto dél estaba otro caballero, ar- en el Huelo, con el brazo izquierdo cortado,
mado de las mesmas armas y devisa, echado y dejándole en el campo, arremetió al otro,
sobre las yerbas, que quería morir de risa, que soltando la doncella socorría á su com-
diciendo: «Ya no me pesa (') de haberos pañero. Como contra éste estuviosse más eno-
caído la suerte primero; por no verme en esta jado, por ver que era el principal en aquel
afrenta huelgo, que me salió mejor partido negocio, acometióle de manera que, no le
que pensaba, pues quedando el trabajo solo valiendo su valentía, usando de sus golpe»
oon vos, el deleite de la dama será de entram- acostumbrados le deshizo las armas en el
bos». El caballero de las doncellas, viendo cuerpo, y tras ellas las carnes, de manera
tan gran villanía en hombres que parescían
que él, desconfiado de la vida, tomó por re-
guarnescidos de otras obras, y que no podía medio pedir ayuda á quien antea mercada
passar el río por causa del agua ser mucha, lamento; y llegándose á la doncella, le dijo:
le dio voces que dejasse la doncella si no
«Ruégoos, señora, que venciendo vuestra vir-
quería morir, que pues tales caballeros más tud al merescimiento de mis obras, pidáis á
parescían para defendella que para ofendella. este caballero que no me mate, que pues por
El que la tenía por los cabellos alzó los ojos, vuestra causa lo hace, también puede ser que
y viéndole de la otra parte, le dijo: «Parés- por vuestra causa dejo de ir oomigo al cabo»
oerae que queréis reprehender mi yerro, y El de las doncellas detuvo el golpe por ver lo
holgáis tener padrino en medio que no me que la doncella mandaría, que después que
dejaba vengar de vos; pues engañáisos, que el caballero se llegó á ella tuvo lugar de mi-
yo sé muy bien los vados deste río, y tengo ralla y oonoscer que meresoía que hioieasen
un caballo ligero con que os podré alcanzar; su voluntad; y porque aún de turbada no
por esao antes que lo empiece ios en buen estaba en sí ni decía palabra que tuviesse
hora, y aeréis mejor aconsejado» . «Dejalde concierto, detúvose para que se supiesse de
estar, dijo el que estaba sentado; que, según terminar; á la postre, podiendo más el dolor
me pareece, veo en su compañía ropas de que rescibió de velle casi muerto que la pa-
muchas colores; puede ser que después de sión del daño que lo quisiera hacer, dijo al
enhadados de las lágrimas d'esta tendremos caballero de las doncellas: «Ruégoos, señor,
allá mejor adonde escoger» . «Ruégoos, dijo el pues ya las obras deste mal hombre tienen
do las doncellas, que pues tan bien sabéis ya consigo parte de la pena que merescian,
esta tierra, que me enseñéis por dónde podré que le dejéis la vida, para que hoy adelante
passar dessotra parte, y harólo; que antes la ejercite mejor ó la acabe según lo que me-
quiero sentir la fuerza de vuestros golpes, resciosse» . «Señora, respondió él, ¿quién Que-
que vellos esporimentar en cosa tan flaca como réis que viéndole delante desse parescer deje
es una mujer» . «Si tanto desseo tenéis de va- de hacer lo que le mandáredee? Esse cañ-
lella, respondió el uno dellos, pansa á nado, ilero no mereseo dejarlo sin castigo, y mi
que el vado está muy lejos* . Y acabando de corazón me lo dice; mas por vos todo se ha
decir estas palabras, tornó á poner las ma- do hacer» . Entóneos, mandando al caballero
nos en la doncella, por provocalle más á ira. quo él y su compañero como mejor pudiesean
Fue tan grande la passión que le nasció de se fuesse n á la corte dol rey Recindos, les
cosa tan mal hecha, que olvidado del peli- tomó la fe que de su' parte se presentassen á
gro que corría, puesto el escudo ante los pe- las damas de la reina y les dijessen por qué
chos, se echó á nado; y puesto que el río razón hicieron batalla con él, jurando de
fuesse hondo, era tan estreoho y angosto que nunca vestir armas sin su licencia d ellas, y
luego se halló de la otra parte, y aun no aca- dándosela, quo no las empleasson en desser
baba de poner loe pies en el suelo, cuando el vicio do ninguna. Y ellos se lo prometieron,
que estaba ochado so vino á él diciendo á su quo, por salvar la vida, cualquier partido,
compañero: «Haoó lo que habéis de hacer, aunque fuera más grave [hubieran acepta-
que en cuanto amansáis á easa señora vos do]. Los escuderos lucieron andas en que lle-
varon alpostrero, que por estar mal herido no
(•) El trato: cpuu>. pudo ir á caballo. El otro se subió en el suyo,

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PALMER IX DE INGLATERRA 268

y como mejor pudieron se pusieron en cami- guno, pudo más sin embarazo miralle; y
no. El caballero de las doncellas se fue por el viéndole mancebo y bien dispuesto, y tenien-
río abajo, por ver si en alguna parte tenía do delante los ojos la buena obra que dél res-
vado para que le trajeasen el caballo y pns- oibiera y oon ouánto riesgo de su persona la
sasso de la otra parto, llevando la doncella socorriera, pudo más este conocimiento que
de la mano, que aún llena de miedo en que la intención con que do antes se defendía,
se viera no se le acordaba que dejaba su es- diciéndole que pues aquella tierra no era
cudero atado al pie de un árbol, oon un palo segura, y ella no osaba caminar sola por ella,
en la boca, de las manos de los caballeros que la llevasse hasta la corte del rey Recindos.
la forzaban, por que no diesse vooes. Y vi- Después de habérselo prometido, consintió
niéndolo la
á memoria, le hizo tornar atrás y en su desseo, satisfaciendo también el suyo,
desatolle. Junto dél estaban atados á una
que ya en aquello eran conformes.
rama sus palafrenes, y haciendo cabalgar al Acabado esto, no tardó mucho que el escu-
escudero en uno dellos, le mandó que cami- dero tornó á muy gran priessa, diciendo:
nas se tanto el río arriba hasta que hallasse «Paréscome, señor, que en este valle hay más
alguna manera de passar y le trajease su ca- salteadores de lo que se puede pensar; soeo-
ballo. Y en cuanto el escudero tornaba, se rré á vuestra compañía, que un caballero de
desarmó por se enjugar las armas y vestidos, unas armas negras lleva por fuerza á una de
que del agua estaban mojados, preguntando vuestras doncellas, que á mi parescer es
á la doncella quó ventura la trajera aquella mayor de cuerpo que ninguna de las otras;
parte, ó por qué causa aquellos caballeros la y porque ella no quiere consentir en lo que
querían forzar. «Señor, respondió ella, yo el caballero pide, va un su escudero sentado
soy natural desta tierra, y tengo algún deudo en las ancas de su palafrén abrazado con ella
oon Miraguarda, si ya la oístes nombrar» . llevándola forzada» . Tan gran passión fue la
«Suena tan lejos el nombre dessa señora, res- suya de oir que le llevaban á Arlanza, que
pondió elde las doncellas, que no sé en qué antes que se acabasse de armar, con algunas
lugar ó á qué persona pueda ser secreto». piezas menos se echó otra vez á nado, dicien-
«Pues, señor, dijo la doncella, habiendo mu- do á la doncella que se fuesse á passallo á
chos días que no la vi, [fui] con licencia de donde su escudero le mostrasse, y sé junta-
mi madre para acompañalla y servilla; estos ste con las doncellas, que él sería luego con
malos hombres que vos vencistes, topando co- ellas; tanto que fue de la otra parte, oyó
migo, me preguntaron que á dónde camina- llanto de todas, y vio que Polifema, rotos los
ba, ydicióndoselo, dijo el uno al otro: «Bien sus tocados, arrancando sus cabellos, venía
será, pues en el castillo de Almaurol fuimos á buscalle para socorro de su señora. Mas el
vencidos y allá nos quedan nuestras empre- caballero que la llevaba mandó cortar las
sas, que nos venguemos en esta doncella, piernas á su caballo, que halló pasoiendo en
pues allende de hermosa tiene alguna parte el campo, de manera que siéndole forzado, le
en aquella casa». Como el otro fuesse confor- siguió assí á pie algún tanto; quiso su ven-
me ásu compañero on las obras y en el pares- tura que lo alcanzó antes de media legua;
oer, consintió en su voluntad; entonces, por- que Arlanza, como fuesse grande de cuerpo
fiando cuál sería el primero que comigo tu- y de fuerza, no podía el escudero tanto sojuz-
viesse parte, echando suertes, cayó á aquel galla que muohas veces no se echas se del
que me tenía por los cabellos, y porque mi palafrén, y antes que la tornassen á él se
escudero se comenzó á quejar, tratáronle de detenían gran pieza; para más ayuda el pala-
la manera que le hallaates; quiso nuestro Se- frén andaba tan cansado del caminar que no
ñor, para que su intención no fuesse adelan- podía sufrir el peso de entrambos. Con estos
te, que viniéssedesá tiempo que me socorrió- embarazos caminaron tan poco, que el caba-
¡sodes en tan gran afrenta» . «Por oierto, se* llero de las doncellas los alcanzó á tiempo
ñora, respondió él; si quitaros á vos dolía fue que Arlanza estaba en el suelo y el que la
para verme yo en otra mayor, mejor me fue- llevaba á pie asido della para subilla en el
ra tener por hacer este socorro, aunque por palafrén. Y poniendo el yelmo en la cabeza,
otra parte el placer que rescibo de le tenor que hasta allí le llevara en la mano por no
hecho quiero que me dé por satisfación de cansarse con 61, arremetió á 61 sin decir pa-
mi pena; no tengo por mucho quereros al- labra. El caballero quiso apercebirse para se
guien hacer fuerza, pues essos ojos me la defender, mas Arlanza, que tenía el corazón
hacen á mí; por esso raégoos que lo quo de varonil y la passión se le esforzaba, le tiró
vos querían contra vuestra voluntad me otor- del brazo derecho; poniéndose en pie le
guéis á mí con ella». La doncella puso los tenia tan recio que no se podía valer, de
ojos en él, y como ya no tuviesse miedo nin- manera que el caballero de las doncellas le

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264 LIBROS DE (

tomó en los brazos, no osando herille de la Cap. XXVEH.— De lo que pastó Floreado*
espada por no herir á Arlanza, y como con el caballero vencido, y cómo llegaron á
tuviesse grandes fuerzas y el enojo le hiciesse
la corte d' España los caballeros vencidos
mas, lo apretó tanto en el cuello, que le sacó del caballero de las doncellas, y de lo qw
de todo su acuerdo dando con él en el suelo, máspassaron.
desseoso de le cortar la cabeza; después tornó
á mudalle, con intención de envialle á las Escríbese en las corónicas de Ingalaterra,
damas de España, que desseaba paresoelles que partido el caballero de las doncellas del
bien, [y] le mandó desarmar á su mesmo castillo de Almaurol, el príncipe Florendos.
escudero, que con lágrimas le rogaba que no por hacer lo que le mandara, quiso saber del
le matasse. Tornando en su acuerdo, pregun- caballero vencido quién era. «Señor, respon-
tándole quién era, dijo: «A mí me llaman dió él, entrambos éramos naturales deste
Rocamor; soy amigo de aquellos caballeros reino: á mí me llaman Brandamor, y á ess-
que veucistes de la otra parte del río, y por- otro, mi compañero, Sigeral; y porque ha
que vi que no los podía socorrer, quise bus- muchos días que juntamente seguimos ta
car manera de haceros algún pesar. Este aventuras, quisimos venir á probarnos en
dcsseo me hizo tomar esta doncella y quere- ésta del escudo de Miraguarda, donde antes
lla llevar». «Pues agora es menester que
que viéssemos el aguardador del escudo hu-
hagáis lo que yo mandare 6 perdáis la vida con aquel caballero de las don-
bimos batalla
juntamente con vuestros malos pensamien-
cellas que de aquí se partió, de la cual sali-
tos» .«Por no acabar en tal estado, respondió mos tan mal tratados como nos hallaste?» .
el caballero, holgaré de hacer lo que man-
«En la verdad, dijo Florendos, vuestra in-
dáredes». «Pues cumple que de mi parte os tención era merecedora de mayor pena, y
presentéis á las damas de la reina, y les di-
assí es bien que acontesca á quien en seme-
gáis lo que comigo pasastes, y que no os vais jantes obras gasta el tiempo y despende sus
de ahí sin su licencia, ni os vistáis armas si
ellas no os lo mandaren. Esto porque sigáis fuerzas; pues agora conviene, según dejó or-
la orden de vuestros amigos, á los cuales denado, prometáis de os presentar on la cor-
te del rey Recindos; si no passaróis por otra
mandé lo mismo» . «¿Quién diré, respondió el
caballero, que os quien esto me manda?» pena mayor que no la que os dan vuestras
heridas». Como éste aún no tuviesse perdido
*El caballero de las doncellas, repondió él,
el temor, otorgó todo lo que Florendos quiso,
que por agora este es mi nombre; y esta jor- y apretando sus heridas como mejor pudo,
nada podéis hacer en el palafrén de vuestro
se partió camino de la corte, no se detenien-
escudero, que del caballo me quiero yo ser- do en él más que lo que fue menester para
vir por el que vos me matastes». Entonces, dar sepultura á su compañero, y llegó á ella
cabalgando en él y Arlanza en su palafrén
que le trujoron, se tornó á donde su compa- en pocos días, y como fuesse de los conosci-
dos del rey y de los de la casa, tuvo por cosa
ñía quedara, platicando con ella menos eno-
jado que allí llegará, diciendo: «Por cierto, grave verse en aquella vergüenza; mas te-
miendo que sería mayor falta no cumplir lo
señora, grave ha de ser la cosa que de aquí
adelante me haga apartar de vos y dejaros á que prometiera, entró en ol palacio á tiempo
que el rey estaba en el aposento de la reina;
cortesía de los caballeros desta tierra, que á
mi parecer liacen lo que no deben con las como trujesse las armas lucidas y tan nue-
vas que no le faltaba nenguna cosa y asa
doncellas, que pensando que caminan segu-
ras, su confianza les hace daño». En esto mesmo la devisa, no se presumió ser de lo*
vencidos del caballero de las doncellas, y dio
llegó á donde sus doncellas estaban y halló causa de ser más mirado. Pues viéndose
ya entrellas á Selviana. que assí se lla- Brandamor en aquella parte adonde le era
maba la doncella que los caballeros forza- Jiecessario descubrir su yerro en presencia
ban, que con mucha alegría les vinieron á de sus amigos, tuvo por más grave que la
rescibir; todas abrazaban á Arlanza como á
mesma muerte; con todo, como aquel trai:>j
jjersona que no habían visto muchos días ha,
passó adelante, y llegando al estrado de U
y por ser ya noche, determinaron passalla
reina, puestas las rodillas en el suelo, con el
encima de la yerba, á donde Selviana con
yelmo quitado, se le presentó de la manera
poco reposo durmió, que el cuidado de lo que que el caballero de las doncellas le mandara.
perdiera no lo dejó dormir sueno. El caba-
llero, cansado del trabajo del día, y quitado Y puesto que, como se dijo, fuesse muy oo-
noscido en aquella tierra, venía tan disfigu-
del dosseo que podía tener de noche, se ador- rado de la sangre que del golpe de la cabeza
mesció con más sossiego que antes, que ésta
era su condición. perdiera, que como á hombre estraño le mi-
raban. La reina, después de le preguntar

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PALMERIN DE INGLATERRA 265

quién era, quiso saber la razón por que hicie- caballero de las doncellas, tanto más le debo;
ra la batalla con el caballero de las donce- pues lo que por mi descuido no hago, me da
llas. £1 contó la muerte de Sigeral, su com- enmendando con sus fuerzas. No sé por qué
pañero, cómo
y en el mismo día, primero que no quiere que le conozca para le pagar algu-
los venciesso á ellos, justara con el aguarda- na parte de lo que meresce, que todo sería
dor del escudo y hiciera batalla con el jayán imposible». «Señor, respondió el caballero,
Almaurol, en la cual le llegara al postrero V. A. tiene razón de le tener en essa cuenta,
punto de la vida. cPor cierto, dijo el rey, que nunca tan estremada valentía se vio en
esto caballero es la más estremada cosa que hombre como en él hay; mas ya que nuestro
nunca vi; cuanto más oigo sus obras, más me yerro hubo perdón, suplicamos á V. A. que
da en qué pensar, y vos, caballero, si no tu- de las damas nos alcance licencia para poder
viérades por disculpa que la imagen de Mi- traer armas, pueB sin ella no las podemos
raguarda dessease hacer mil desatinos á hom- traer, que assí nos lo mandó el caballero de
bres que no lo tienen por condición, meres- las doncellas» . «En esso hagan ellas lo que
cíades otro castigo semejante al de vuestro mejor les paresciere, respondió él, y no que-
compañero; y á mí más que á ninguno con- ráis nada de mí, que mi favor en essa parte
venía la ejecución desto, por la obligación no os puede aprovechar» . El caballero dijo á
en que estoy de no consentir que en mis rei- la reina que ya que el rey les desfavorescía,
nos se hagan fuerzas». Brandamor le fue á que ella los favoresciesse y mandasse á las
besar las manos por la humanidad que con damas que no les hiciessen tan gran agravio;
él usaba; y llegando más cerca, el rey le co- porque de allí adelante, en servicio dellas y
noció, ytuvo en más las obras del caballero de todas las doncellas, prometían de gastar
de las doncellas. su tiempo y ofrescer sus fuerzas. Antes que
Luego le mandó curar, teniendo mancilla la reina respondiesse, entró en el mismo
de le ver en tal estado, no se hablando en aposento otro caballero no de menos cuerpo
otra cosa sino en las maravillas de quien le ni parescer. Y poniendo las rodillas en tie-
pusiera en él. A tres días después que esto rra, se presentó también á las damas de parte
acontesció, llegaron á la corte los dos caballe- del caballero de las doncellas, que éste era el
ros que el caballero de las doncellas vencie- que llevaba á Arlanza por hallarle ocupado
ra porque forzaban á Selviana; entraron en en la batalla de los otros caballeros; allí con-
el palacio desarmados, tan flacos y maltrata- tó toda la manera que le acontesció, y cómo
dos, que no pudiendo venir, venían arrima- le tomara el caballo por el que le matara, y
dos á sus escuderos, que como fuessen gran- le mandara venir á pie por lo que él le hicie-
des y bien dispuestos, daban indicios de ra andar aquel día, y cómo sin licencia de
grandes obras. Uno de ellos, e! de la mejor las damas no podía más vestir armas, supli-
disposición, después de haber hecho su aca- cando ásu alteza que en ello le favorescies-
tamiento alrey y á la reina, sin ponerse de se y ayudasse. «Parésceme, dijo la reina,
rodillas, que su flaqueza se lo estorbaba, dijo que si mucho el caballero de las doncellas
al rey: «Muy poderoso principo, nosotros, anduviera por esta tierra, siempre viéramos
vencidos de la mano del caballero de las don- cosas nuevas y grandes, y ya las damas no
cellas, alcual no sabemos otro nombre, ve- se pueden escusar de le deber alguna cosa;
nimos aquí á presentarnos por su mandado esso que me pedís vos que os haga dellas me
á las damas de la reina, á las cuales toma- acaban agora de pedir essotros dos caballeros
mos por valedoras delante de Y. A. para que que también los envió él; mas yo no sé lo que
uuestras personas no sean juzgadas según el en esso haga, sino dejallas que á su voluntad
merecimiento de las obras que aquí nos lo determinen, que de otra manera sería ha-
traen» . Entonces, contando lo que con él los celias fuerza» . El caballero puso los ojos en
acontesciera y la causa y razón de su batalla, los otros dos, y conosció que eran los que el
dijo el rey: «Por cierto, á mí es bien que caballero de las doncellas venciera en el mis-
Dios castigue, pues yo no lo hago, á quien mo día, teniendo en menos ser vencido por
también lo merece siendo su ministro en la conoscer ser el uno Ferrobroca y el otro
tierra, para no consentir tales obras; y si no Grutafora, entrambos de casta de jayanes y
me paresciera que siendo aquí enviado por acostumbrados á no ser vencidos. El rey, que
el caballero de las doncellas me obligaba á de ver tan grandes cosas no sabía qué decir,
no haceros más daño de lo que traéis con dentro en sí lo tenía por fuera de orden de
vosotros, la villanía que cometistes contra los otros hombres, y mucho más lo tuvo de
una flaca doncella, que por mi reino cami- que supo los nombres de los dos caballeros,
naba segura, fuera castigada según la cali- y que el tercero era Rocamor, que en aque-
dad del caso merescía; y cuanto más oigo del lla tierra se tenía en mucha cuenta.

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266 LIBROS DE CABALLERIAS

Las damas, siéndole mandado por la reina son primos, herederos de estados nobles; el
que hiciessen en ello su voluntad, confor- uno se llama Lustramar, hijo mayor del
mándose unas oon otras, tuvieron por bien marqués Astramor; el otro Arpián, heredero
de volvellos en su honrra y dalles licencia del ducado de Archeste, y el otro Gradiante,
quo pudiesen traer armas, con tal condición señor del condado de Artasia. Agora, señor,
que en ningún tiempo usassen dellas en per- oon licencia de V. A., las damas pueden
juicio de ninguna dueña ni doncella, ni me- mostrar sus voluntades; y lo que ellos supli-
nos negassen don que por alguna les fuesse can es que lo puedan hacer sin ningún im-
pedido que fuesse justo ó injusto. Esta condi- pedimento;de
y la manera que están espe-
ción paresció grave á todos y áspera de cum- rarán hoy todo el día, y harán armas con sus
plir, yel rey quisiera que se la quitasson, servidores de aquellas que los quisieren i
mas sus cosas dellas son desviadas de toda ellos; y no habiendo en la corte ninguna tan
razón y de lo juato; nunca las pudieron mu- poco contenta de sus amores que los quien
dar do su propósito, y porque a mujeres no dejar por otros nuevos, que entonces se irán
se puede hacer fuerza, fue forzado á los ca- como vinieron y visitarán otras cortes, por-
balleros aceptar en las condiciones y aun que en esta demanda quieren gastar su tiem-
pensar que libraban bien. Acabado esto, se po» .Nueva manera de aventura pareció esta
despidieron, y pasaron algunos días que en al rey; y caso que la manera della pareecies-
la corte no passó cosa do que se haga men- se cosa de reir, algunos galanes hubo en la
ción. En fin de los ouales, un domingo des- corte que tuvieron miedo, que no confiaban
pués de vísperas, estando el rey y la reina tanto en la constancia de quien servían que
con sus damas en una baranda de su aposen- se tuviessen por seguros, en especial viendo
to que caía sobre la plaza dé palacio, entra- que los caballeros eran tan principales y de
ron por la misma plaza tres caballeros arma- tanto estado; y más que quien tiene mucho
dos de armas muy galanas, airosos y bien conocimiento dellas no ha de vivir tan segu-
dispuestos, que passando por debajo hicieron ro en el parescer del amor con que le tratan,
su acatamiento; de ahí, puestos á un canto que pionse que en la mayor fuerza dél dejen
de la plaza, con los cuentos de las lanzas en de hacer mudanza, que es su condición na-
el suelo y ellos arrimados á ellas, despidie- tural. Bien se pudiera ver esta verdad en
ron un escudero oon mandado al rey. aquella hora si la vergüenza no lee pusiera
Bien paresció á todos que esto sería algu- algún freno, que algunas damas hubo enton-
na avontura, y esperaron á ver la embajada ces que livianamente olvidaran los servido-
que el esoudero daría; el cual, llegando de- res de muohos días por casar con alguno de
lante del rey, puestos los hinojos en tierra, los tros compañeros. Los caballeros, después
dijo: «Señor, aquellos tres caballeros estre- que tuvieron alcanzado del rey y de la reina
nos dicen que ellos sirvieron tres doncellas licenoia para las damas que cada una hieiee-
de alto merecimiento, todas tres hermanas, se en el caso su voluntad y á los desfavore-
hijas del duque Caliastro de Aragón, hermo- cidos que hiciessen sobre ello armas, espera-
sas al parescer y en las obras engañosas, por- ron en la plaza gran pieza sin haber ningu-
que en el tiempo que esperaban galardón de no que saliesse; ya que se quería poner el
sus meresci ra ientos y casar con ellas, salie- sol, entró por ella el caballero de las donce-
ron casadas con tres criados de su padre muy llas cercado de una nube dellas, armado de
desiguales dellas en todo, y ellas tan satisfe- armas rotas y despedazadas, el escudo des-
chas dea te trueco como muohas lo acostum- hecho, en un caballo crecido y hermoso.
bran ser en el comienzo de sus yerros, por- Grande fue el rumor que se hizo oon su
que el apetito quo á esto los trae les ciega venida, y luego no faltó quien le contó la ra-
todo el juicio, para que no hayan el arrepen- zón que allí tenían aquellos caballeros, de
timiento sino á tiempo que no se pueden que sus doncellas fueron alegres, que ya de
aprovechar dél; de que quedaron tan injuria- enhastiadas dél ó de le ver á él de ellas, es-
dos en sus voluntades, que determinaron de peraban irse oon los caballeros. «Agora, se-
no casar Bino oon damas que enhastiadas de ñoras, dijo él, tenéis tiempo de hacer vues-
sus servidores se quieran contentar dellos; tra voluntad, ó yo ver qué ganó en el servi-
y para que los caballeros que sus damas de- cio destos días; que aquellos caballeros bus-
can voluntades descontentas que se quieran
jaren no puedan decir que el trueco fue dos-
igual como ellos, dicen con las otras que lo contentar dellos» . «Pues yo, dijo Artisia, tan
desengañada me tiene vuestra condición, que
quieren combatir, y también porque las da-
mas hagan esto con menos perjuicio, allende no me tengo de vencer más della, mas antes,
dol precio que mostrarán en las armas, les si los caballeros buscan quien quiera dejar
quieren decir el de sus personas; todos tres amores viejos por nuevos, aquí estó yo, que

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PALMERÍN DE INGLATERRA 267
de buena voluntad haré este trueco . «Pues
saba con ser tarde, y porque Lustramar to-
nosotras, dijeron las otras compañeras, que davía sostenía su porfía, Polifema, una de
éstas eran las que ganara en la floresta á los
las doncellas, le dijo: «Ruégoos, señor caba-
caballeros que las guardaban, también esta- llero, que del mal queráis lo menos; conten-
mos desse propósito» . Enviando recaudo á los taos con el que tenéis resoebido, que éste
tres compañeros que las librasson de quien nuestro aguardador es tan acostumbrado á
las traía forzadas, se pusieron aperoebidos de no ser vencido de ninguno, que ninguno re-
j nsta, mas no con intención, aunque ven- cibe afrenta de ser vencido dél». «Tiónenme
cí essen, de casar oon ellas, que otra era la tan escandalizado palabras de mujeres, res-
manera de bu aventura. «Paréceme, dijo el pondió Lustramar, que por esso no aceptaré
rey á la reina, que á mal tiempo acertaron consejo de ninguna, y aunque el vuestro sea
los caballeros para su empresa, que el de las bueno, meterlo he en los deste cuento».
doncellas no dará las suyas tan baratas que
«Pues yo, dijo Artisia, todavía os aconseja-
no las dé por su precio. Artisia con sus com- ría que tomássedes ol de la señora Polifema» .
pañeras sedesviaron de las otras de Arlanza, Mas en estas palabras, bajó el roy á la plaza,
para que se vieese que sobrellas había de ser
que elllerodesseo que tenía de conoscer al caba-
la diferencia. Las damas platicaban entre sí de las doncellas no le dejó reposar, que
la razón porque las doncel las querían antes á con su autoridad y palabras apartó la batalla
otros siendo caballero tan estremado que tan- llevándolos consigo, que también los otros
tos servicios les hiciera: unas decían que en eran merecedores de aquella honrra. El de
su poder andaban como presas Bin libertad; las doncellas entró en el palacio acompañado
otras, que algún desamor sintieran en él, de de todas ellas, con Arlanza de la mano, que
que nasciera aborrecelle. Mas puesto que siempre en los lugares señalados la trataba
todo esto fuesse, la principal razón ser ami- con más acato. Llegando delante de la reina,
gas de novedades y cualquier cosa muy acos- hincando las rodillas se quitó el yelmo para
tumbrada lasenhastía. Gradiante, uno de los besalle las manos. Mas tanto que se descu-
compañeros, viendo que se paseaba el día sin brió el rostro, el rey le conoció, y tomándole
hacer nada, se adelantó un poco apercibido en los brazos con gran alegría dijo: «Señora,
de justar; el de las doncellas, que no quería no tengáis por nada todas las obras que has-
detenimientos, poniendo las piernas al caba- ta agora oistos deste caballero, pues otras
llo, con la lanza baja arremetió á él de tal mayores es acostumbrado á hacer; porque
manera, que le arrancó de la silla, echándo- sabed que es Floriano del Desierto, que por
le por las ancas del caballo, y volviendo á otro nombre se llama el caballero del Salva-
Artisia, dijo: «Ya vos, señora mía, desta vez je, hijo do don Duardos y de Florida vuestra
estaréis á ordenanza de lo que yo quisiere» , amiga» . La reina le levantó y le abrazó, ha-
y tomando una lanza que le dio un escudero, oióndole toda honrra, quejándose de no se le
de muchas que el rey tenía aparejadas, der- dar á conocer ouando por su casa passara,
ribó de la misma manera á Arpian, que fue sin le Querer rescebir ninguna disculpa. Las
el segundo que saliera, quedando tan entero damas le hicieron mucha fiesta, y viéndole
en la silla, como si no le tocara, do que el tan mozo y bien dispuesto, tenían en muoho
tercero compañero quedó por estremo espan- ser de tan grandes hechos, rescibiendo entre
tado, por no ser acostumbrado á ser derriba- sí á sus doncellas, preguntándoles por sus
dos tan livianamente. Lustramar, que entro- acontecimientos los días que con él anduvie-
llos era el que les hiciera ventaja, ocupado ron, de que muchas tenían envidia, que todo
de enojo de aquel acontecimiento, después dessasosiego lee aplace y sossiego las aborrea-
que vio que estaba aparejado, arremetió á él; ce. Lustramar y sus compañeros, oyendo de-
y aunque do la fuerza deste caballero el de cir que aquel era el caballero del Salvaje, de
las doncellas rescibiesse algún revés, que cuya fama el muudo estaba lleno, tuvieron
allende de le falsar las armas y hacelle una su quiebra por ninguna, y á otro día se des-
pequeña herida le hizo perder una estribera, pidieron rogándole que les metiesse en el
ni por esso dejó de llevar el mesmo camino ouento de sus amigos, que por ganar este
de los otros sus compañeros; y puosto que nombre tenían su vencimiento por muy di-
«ta victoria no fuesse de pooo precio, en la ohoso. El de las doncellas los satisfizo con pa-
corte no la tuvieron por grande, por la gran labras mucho de agradescer, pidiéndoles que
fama que tenían de quien la alcanzara. Los por lo que cumplía á ellos dejassen aquella
tres compañeros quisieran contender de las aventura, y que no tuviessen por injuria lo
opadas; Lustramar fue el que en esto más que sus damas usaron oon ellos, que en ellas
porfió, que se tenía por más principal on nunca el amor es tan firme que con cualquier
amella afrenta; el de las doncellas se esou- cosa no se desbarate. El rey tuvo algunos

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268 LIBROS DE CABALLERIAS

cumplimientos con ellos, en fin de los cuales vencido en el castillo de Almaurol haciendo
se despidieron, y el caballero de las donce- batalla sobre su hermosura, que aunque en
llas quiso hacer lo mesmo, mas la reina le ellas el desamor dure más que el amor, velle
detuvo por algunos días, que en estremo hol- perseverar tanto en su servicio y hacer obras
gaba de relie en su casa, assí por sus obras
mucho para estimar, y allende desto, ser
de amistad que tenía oon Beroldo y Onistal- mancebo bien dispuesto y muy agraciado,
do sus hijos, como por ser hijo de la infanta
Flórida, con quien se criara. Paseados diez que delante della eran cosas de mucho pre-
cio, le volvió algún tanto la voluntad, y fa-
días se despidió del rey y la reina, dejando vorescía sus cosas con mucha mayor afición
á Selviana, que en aquella corte era conoci- de lo que solía; y viendo venir de lejos al
da, con Artisia y sus compañeras, que no le
caballero del Salvaje cercado de doncellas,
quisieron más acompañar; mas al tiempo que
que traía á Arlanza y á las suyas consigo,
se apartaron de la memoria de lo que perdie- como ya se dijo, Arnalta le conosció por la
ron, les trujo alguna soledad, que las hizo devisa del escudo, que aquel era el que la
despedir con lágrimas. A Arlanza hizo la
engañara y de quien se desseaba vengar, te-
reina algunas mercedes, y le dio muchas jo- niendo mancilla á las otras, que le paresció
yas de muoho precio al tiempo que Floriano
que contra su voluntad le seguían, junta-
se despidió, que á ésta y á sus criadas lleva- mente con el dolor y envidia, que también
ba consigo con la intención que ya se dijo;
el pensamiento le representó que también
el tiempo que estuvo en la corte fue muy
podría ser alguna tan dichosa que le tuvies-
festejado, que el amor que le tenían dio cau- se á su mandar; volviéndose á Dragonalte le
sa á ello. El rey le acompañó fuera de la
dijo: cVeis allí el hombre que mayor pesar
ciudad gran trecho; de allí, encomendándole
me tiene hecho, y de quien más me desseo
á sus hijos y rogándole bessase las manos al
emperador y á la emperatriz, con dar sus vengar. Agora quiero ver lo que vuestras
obras valen, que este peligro, si lo passar-
encomiendas á sus amigos se tornó á la ciu- des á vuestro salvo, quiero que os quede por
dad, adonde le paresció que todo estaba solo,
con la soledad del caballero del Salvaje y de remate de todos los otros, y que sea el pos-
trero que vos por mí aventuréis y galardón
sus doncellas, que le solían tener alegre.
de todos vuestros trabajos, comienzo del re-
poso descansado, con toda satisfación de
Cap. XXIX. — De lo que acontesció al caba- vuestro reposo y contentamiento». cTan gran
llero del Salvaje en el reino de Navarra en promesa, respondió Dragonalte, y tan gran
el castillo de Amalia.
merced, debe poder tanto, que á ella se debe
atribuir alguna victoria si hoy la alcanzara,
El caballero del Salvaje, antes que se par-
y no á mi esfuerzo, porque nunca dejé de
tí esse de la corte d'España, mandó hacer vencer todo sino á donde vuestro favor me
armas de nuevo de su antigua devisa del sal-
vaje, que ésta era á la que más aficionado desamparó; pues aquí me sobra, ¿qué escusa
daré de mí no acabando lo impossible? Yo por
era; puesto que por él passasen algunas aven- harta venganza tendría á quien quisiesse
turas andando sus jornadas, no se hace caso
muy mal velle tan cargado de mujeres, mas
dellas por no ser de calidad que se deban
meter en el cuento de sus hechos. Mas ellas pues éste no os satisface, con la espada en la
le detuvieron algunos días, en el fin de los mano á costa de su sangre os quiero satisfa-
cer vuestra voluntad»; y porque en cuant-
cuales so dico que una tarde aportó en el va-
estas palabras passaban, el caballero del Sal
lle ádonde el castillo do Arnalta, en el rei-
no de Navarra, estaba assentado, y fue al vaje se llegó más á ellos, Dragonalte le dij;<
en voz alta: «Señor caballero, porque sepai?
tiempo que la misma Arnalta con sus damas
la ordenanza deste valle, lo primero habéis
salía á caza d'esmerejones, y estuviera pre-
sente áuna batalla en que Dragonalte, hijo de probar mis fuerzas y luego estar á orde-
nanza de lo que la señora princesa mandare,
del duque Drapos, acababa de vencer á un
caballero que no quisiera conceder en las ó confessar que es la más hermosa dama del
mundo y más merescedora de ser servida, y
condiciones con que él guardaba el valle,
allende desto, dejadas las armas, os hab¿*
qu'era que Arnalta era la más hermosa del de entregar á ella para que se satisfaga Jf
mundo y más merescedora de ser servida. Y
un agravio y desservicio que le tenéis hech":
estaba armado de unas armas pardas parti-
das con oro, en el escudo la propia devisa y por que en todo no recibáis fuerza, toma
ros ha essas donceUas para su servicio, que á
que Miraguarda en el su castillo le mandara
mí me paresce que las dejaréis de vuestra
traer. Ya en estos días, Arnalta le iba per-
diendo laenemistad que le tomara por velle voluntad, por desembarazaros de tan gran-
díssimo cargo*. «Si ella tanto se '

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PALMERIN DE INGLATERRA

vir dellas, respondió él, mal hicistes ea no pies de su contrario sin ningún acuerdo. No
buscarme más presto; que me halláredes con pudo tanto la crueza de Arnalta, que vién-
otras tantas y fuera el servicio mucho ma- dole en tai estado no le socorriesse, que vio
yor; mas ni éstas le servirán ni yo confes- que el caballero del Salvaje le quitaba el
saré esso que me pedís, que sería grande yelmo y hacía querelle cortar la cabeza; lle-
mentira. Yo tengo una señora á quien sirvo, gando más á él, le dijo: «Ruégoos, señor ca-
que á mi parescer es muy más hermosa que ballero, que en satisfación de algún daño, si
no ella, y esto os haré confessar y será ver- me le tenéis hecho, otorguéis la vida á esse
dad > . Éstas palabras, puesto que á Drago- que tenéis delante vos; pues la Vitoria ya es
nalte causassen ira y enojo, á Arnalta dieron vuestra, lo demás sería crueldad». «No sé
mucha pena, que era vana y no sufría loor cómo será, dijo él, mas sé que todavía le
de otra en desprecio de sí mesma. Dragonal- tengo de matar si no se desdijere de lo que
te, después de tomar una lanza y ponerse dijo ó vos me prometáis un don cual yo os
bien en la silla, puestos los ojos en Arnalta pidiere». «Mal haya, dijo Arnalta, quien tan-
para que favoresciesse el encuentro, arre- to poder os dio, que no contento de vencer
metió al caballero del salvaje, acompañado vuestros enemigos, queréis otras arras por
de soberbia; se encontraron en los escudos, que no los matéis. Agora dejalde, que yo os
que la lanza de Dragonalte, falsando el es- otorgo el don, con tal que sea honesto á mi
cudo del Salvaje, rompió la lanza en la for- persona» . «Assí lo quiero yo, respondió el del
taleza de las armas, haciéndole algún tanto Salvaje; agora mandalde curar, que después
doblar sobre las ancas del cabaDo, mas el yo os diré lo que os tengo de pedir» . Las
suyo fue con tanta fuerza, que sacándole de doncellas de Arnalta desarmaron á Drago-
la silla dio con él en el campo, y poniéndose nalte, que, tornando en sí, tan aborrescido
á pie comenzaron una batalla tal cual había estaba de la vida que no quería los remedios
muchos días que allí no se viera. Puesto que della, diciendo palabras para haber lástima
el del Salvaje en las armas fuesse estremado, dél, que el amor hace mostrar estas flaque-
Dragonalte era tal caballero que merescía zas en hombres muy esforzados en los casos
ser metido en el cuento de los notables de
que paresce que los desampara ó les mues-
aquel tiempo; allende desto, la memoria que tra disfavor. De allí fue llevado al castillo,
tenía de ver con cuánta eficacia le pidiera y le curaron con mucho cuidado, aunque el
venganza de su contrario, y que en lo que mayor mal que sentía y el mal que más le
le sucediesse de aquella empressa alcanzaría atormentaba, era pensar que del todo le des-
el premio y galardón de sus trabajos y ser amparaba laesperanza de poder cobrar á su
rey de Navarra, ó perder juntamente todo señora; por esta causa aborrescía la vida y
con la vida, hacía maravillas, que nunca en desseaba verse apartado della. Arnalta man-
ningún tiempo se halló en cosa donde tanto dó aposentar al caballero del Salvaje fuera
se mostrasse su esfuerzo; mas ¿qué aprove- del castillo, á un aposento que acostumbra-
chaba, que el caballero del Salvaje desbara- ba dar á las personas con quien quería tener
taba todos estos estremos? Grande espacio poco complimiento, ya desesperada de poder
duró esta porfía sin se conocer ventaja en sacar dél la venganza que desseaba. Passa-
ninguno dellos, mas después de gran pieza, dos ya tres días, estando Dragonalte mejor
Dragonalte hacía su batalla más flojamente, de las heridas, quiso despedir al del Salvaje,
que estaba herido por muchas partes. El del que no le sufría el corazón ver en su casa
Salvaje, desseoso de no le ver morir, que le quien tanto mal le hiciesse y á quien tanto
oonoeeía, se quiso quitar afuera por le dejar dessamaba. Y yendo á visitar á Dragonalte,
cobrar algún huelgo, y estando descansando, según otras veces acostumbraba, le halló allá,
le rogó con palabras que dejasse aquella ba- y como en las palabras tuviesse el sufrimien-
talla yguardasse su passo, y él se iría su to igual al reposo y condición, díjole que se
camino. «Bien veo, respondió Dragonalte, determinase en lo que había de pedir. «Se-
que case partido no me venía mal si yo to- ñora, respondió él, sois tan hermosa, que
viesse la vida más que otra cosa; mas porque si no lo dañássedes con ser algún tanto en-
ella es la que menos pena me da, piérdase tregada ála passión, ni los vuestros serían
mucho en buen hora y tornemos á nuestra vencidos de ninguno ni habría en el mundo
batalla, que no la he menester después de quien negasse lo que ellos piden; yo soy tan
otras esperanzas perdidas» . Tornando á su en conocimiento desta verdad, que si no me
porfía, duró la batalla assi trabada algún mandassen confessallo por fuerza, lo haría de
tanto; en el fin Dragonalte, desconfiado de voluntad; acuérdaseme que vi la corte de
vencer tan fuerte enemigo, faltándole las Ingalaterra, donde hay damas hermosas; la
fuerzas, desfallecido de sangre, cayó á los d'España, assimesmo; vi á Florenda, hija de

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270 LIBROS DE CABALLERIAS

Amedos, rey de Francia, de que muchos ha- I en ser tal el vencedor, no me puedo quejar
oen estremos, y sobre todo la corte del em- de la batalla, quejarme he de la ventura si
perador Palmerín, adonde toda la hermosu- en algo me fuesse contraria» . Arnalta abajó
ra se encierra; conozco á Gridonia y á Fléri- la cabeza oyéndole nombrar, acordándose de
da, que aun hoy en día tiene su parescer en- lo que le passara con él, y viendo sus obras
tero; ála princesa Polinarda, á la reina de bien se contentara de tenelle por marido oon
Traen, a Sidella, hija de Tarnaes, rey de toda su enemistad; mas como tuviese© por
Lacedemonia, con otras muchas cuya fama cierto que no lo aceptaría y estuviera llena
vuela por el mundo. Vi también á Targiana, de viento de los loores que le diera, creyendo
hija del gran turco, por quien Albaizar, sol- que fuessen verdad, determinó otorgar lo que
dán de Babilonia, hizo milagros y sufrió tan- le pedía; entonces, alzando el rostro, oon pa-
tos trabajos; á mi parescer todas os pueden recer alegre dijo: «No creo yo, señor caballe-
dar ventaja, y assí se dice de vos entre aqué- ro, que quien tan bien sabe vencer los hom-
llos que hablan sin afición; mas fuistes á te- bres tonga por costumbre de ongañar muje-
ner la condición tan áspera, tan cruel y mala res; las obras que tengo visto do Dragonalte
de contentar, que escureece algún tanto el son tales quo me harén hacer todo lo que
precio de vuestra hermosura. Esto se pares- pedís, allende de tenéroslo prometido; mas ha
ce muy bien en la poca memoria que tenéis de ser con condición que vos y él me prome-
de las obras del señor Dragonalte, que aquí táis que antes de un año complido me lleva-
está, que siendo tanto para acordaros dél, le rán ála corte del emperador, que desseo ver
ponéis en olvido. No Be os acuerda que sien- las grandezas dolía y quedar en la condición
do tan gran persona, tan gran príncipe, tan y amistad deseas señoras que nombraste».
singular caballero, y de la masa de los más «Essa condición, dijo el del Salvaje, yo la
famosos y mejores deste tiempo, no debéis hubiera de pedir primero, pues soy el que en
dessechar su compañía y amistad, pues por ello recibo merced, que sé que el emperador
serviros pone su persona á todos los peligros lo tendrá en mucho, y tendrá su casa por
que el tiempo puede ordenar conformes á honrrada; y en señal de lo que en ello resci-
vuestra intención; y porque hermosura y bo, déme vuestra alteza la mano, besársela
parescer tan estremado no es razón que ande he»; ella le abrazó, haciéndole mucha fiesta y
acompañada d estotras calidades, lo que de cortesía. Dragonalte se quisiera echar á los
vos quiero y el don que os pedi es que, en pies de Floriano, teniendo su vencimiento
satisfación de sus obras, queráis casar con por cosa venida del cielo, pues tuviera tal fin.
él y tomalle por marido; pues sabéis que con De allí adelante sintió menos las heridas, que
esto cumplís el mandado del rey vuestro pa- eran curadas por mano de Arnalta; al terce-
dre casándoos conforme á vuestra persona y ro día después desto, llamaron loe goberna-
estado y con quien por amor os lo raeresee, dores del reino, que sabiendo la intención
cosa que entre las otras calidades se debe della y quién ora el caballero del Salvaje,
estimar más que todas; este es el don que juntamente con la mucha amistad y oonver*
me prometÍ8tes; agora quiero ver si vuestras sación que tenían con Dragonalte, de cuyas
obras son conformes á las palabras, para saber obras, virtud y condición había entrelloe
el fundamento que se puede hacer de vuestras ussas esperiencia, tuvieron el casamiento
promesas». «Ruégoos, señor caballero, dijo por bueno y conviniente á la persona y es-
Arnalta, que antes que me pidáis respuesta tado de la reina su señora. Luego se des-
me queráis decir quién sois y cómo habéis posaron en el mismo castillo, porque el ca-
nombre, que lo dcaseo mucho saber antes de ballero del Salvaje, desseoso de seguir su
determinarme en lo que me pedís» . «Todo lo
camino, no quiso esperar el t'empo que los
haré, respondió el del Salvaje, por que no gobernadores pedían para ordenar sus fies-
tengáis escudo de qué asir. A mi llaman Flo- tas, antes dando priessa al desposorio, se
ríano del Desierto; soy hijo de don Duardos, celebró con la solemnidad que en tal lugar
príncipe de Incala térra, y de la infanta Fló-
rida, y nieto del emperador Palmerín». «Por podía
Dejando ser. al buen Dragonalte puesto en
cierto, dijo Dragonalte, si en mi vencimien- todo su placer, y á la reina Arnalta conten-
to no se aventurara más que el prescio de ta oon la promesa que la llevaran á la corte
mi honrra, yo tuviera por muy pequeña del emperador, el del Salvaje se despidió de-
afrenta la que rescebí de vuestras manos, ltas y se fue, del cual se hablará á su tiem-
quo bien sé que son acostumbradas á vencer po, por tornar á dar cuenta de la partida de
á todos; mas quien en esto aventuró la espe- Albaizar, de cuyas obras es bien que se haga
ranza en que vivió, mal lo puede dissimular; memoria, pues no eran tales que se pongan
pues ol sinsabor do ser vencido se deshace en olvido.

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PALMERA* DE INGLATERRA 271

Cap. XXX.— De cómo Albaizar se presentó que os mandare, de que pienso que no os
á la reitut de Trocía y se embarcó para pesará, pues su intención es ver descansada
Turquía. á Targiana con vuestra presencia» . Albaizar
le tuvo en merced aquella determinación,
Dice la historia que Albaizar, soldán de haciendo su acatamiento & la emperatriz y 4
Babilonia, passados tres días después de las Oridonia; de ahí se fue al emperador, que le
justas do entre él y el oaballero del Salva- tomó entre los brazos, diciendo: «¿Con cuán
je, tomando licencia del rey y do la reina mejor voluntad, señor Albaizar, el soldán
<f España, despedido de las damas y de algu- Olorique vuestro padre rescibiera este abra-
nos sus amigos, se puso en el camino de zo de lo quo vos lo rescibis? Todavía me pa-
Costantinopla, acompañado de dos escuderos resce que quedo contento por cumplir con
que le llevaban las armas; tanto anduvo por mi antigua amistad y con el amor que tengo
sus jornadas por mar y por tierra, que á los á Targiana, cuya esta casa es, y de no tener-
cuarenta días allegó á ella á tiempo que el la vos por vuestra también me pesa, que por
emperador estaba con la emperatriz acompa- hijo de Olorique y casado con Targiana qui-
ñado de los grandes de su casa. Albaizar, siera teneros en la misma cuenta» . «Señor,
eeittin en otras partes se dice, como de su respondió Albaizar, de vuestra persona todo
natural fuesse muy soberbio y muy presnmp- se puede creer, ni yo tengo la razón y conos-
tuoeo, entró por el mesmo aposento acompa- cimiento tan flaco que no se me acuerde lo
ñado de su parescer. sin hacer cortesía a mucho que os dubo, mas tengo en la memo-
ninguno ni querer que se la hiciessen, pues- ria que fui vencido en vuestra corte y la falta
tos los ojos en las princesas y señoras que que en ella rescobí, y para que tener más
ahí estaban bien conosció por las señas cuál que sentir, sobre todo viendo á la princesa
era la reina de Tracia, y afirmóse mas vién- Targiana hurtada por vuestro nieto Vloria-
dola en igual assiento con la princesa Poli- no, que siendo caso tanto para castigarse no
narda; entonces, domeñada algún tanto su valió razón ni justas amonestaciones ofresci-
mala condición y fantasía, se presentó de- das por el turco, pidiendo que hiciéssedes
lante della con la una rodilla en el suelo, justicia dél ó se le entregássedes, para que
diciendo: «Señora^ en la corte de España, se hiciesse en su corte, antes en esto negaa-
estando yo de camino para ésta, llegó un ca- tos el derecho que acostumbráis guardar á
ballero acompañado de nuevo doncellas, que todos, no tan solamente despreciando á quien
acabado de justar los principales de aquella os lo pedía, mas oyendo casi por escarnio las
tierra y los vencer á todos, yo y él nos des- embajadas que sobrello os enviaron, pudien-
afiamos; después de haber corrido algunas do más con vos el amor y parentesco que la
lanzas sin haber ventaja de ninguna parte, y justicia y razón, cosa que en los principales
al fin quedé vencido dél; mandóme que me poilerosos es digna de mayor reprehensión
presentas so delante de vos y estuviesse á lo que en ninguna otra persona, porque assí
que me quissióssedes mandar, porque con como en la tierra fueron elegidos por Dios
esta condición se hizo la justa, y que os dijes- para con sus ministros y con su real poderío
Be que le pe&saba ser esta la primera cosa que mantenorlo todo en igualdad, assí son obli-
en vuestro nombre cometía, y no ser de tan gados mostrar en sí mismos esta virtud por
gran precio como él quisiera; yo tengo cum- ejemplo. Que cuando Injusticia es ejecutada
plido loque quedé; agora vos, señora, ved lo en los estraflos y negada en favor de los suyos,
que mandáis que haga» . Grande fue el pla- va fuera de los términos y orden que Dios la
cer quo se rescibió con Albaizar, que era puso». «Ya sé, dijo el emperador, que adon-
muy conoscido en aquella casa. El empera- de las voluntades están dañadas pocas veces
dor quedó descansado, que de le ver tardar las corrigen disculpas ni palabras, que aun
tanto estaba con algún recelo que le acontes- en esso que decis habría harto que respon-
ciesse alguna cosa, lo que no quisiera por nin- der, pues está claro que la señora Targiana
gún precio, que le desseaba satisfacer á Tar- vino por su voluntad y no forzada; mas por
giana por lo mucho que le debía. La reina de no enhadaros con razones sobre cosa que vos
Tracia, como fuesse poco acostumbrada en no las queréis reoebir, dejemos esta mate-
aquellas cosas, algún tanto corrida de ver ria, ydigo que reposéis de aquí adelante;
delante de sí un tan valeroso príncipe con aparéjese vuestra partida cuando quisiére-
quien el emperador rescibiera tan gran pla- des, pues las galoras del turco ha días que
cer, estuvo un poco sin le responder: des- os esperan». «El tiempo, dijo Albaizar, se-
pués, tomándole por la mano, le hizo levan- gún me paresce, está tan aparejado para na-
tar, diciendo: «lío que quiero es que sigáis vegar, que lo mejor sería no perderse nada
la voluntad del emperador en todo aquello dél». «Sea como vos rnandardes, respondió

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272 LIBROS DE CABALLERIAS

el emperador, que en todo se hará vuestra que siempre tendré lástima hasta que me sa-
voluntad». El embajador del turco, que allí tisfaga, que no me contento que me vengue
le esperaba y á estas palabras estuviera pre- otro de la injuria que á mí fue hecha». Y
sente, después de hacer todas sus cerimonias porque Albaizar quisiera tornar á replicar,
y cortesías á Albaizar, seglin la costumbre Primaleón, que de su natural era áspero y
del gran turco su señor, le decía que en la mal sufrido en las palabras, por no decir al-
misma hora 60 podía embarcar, que las ga- guna, se partió llevando á Dramusiando. Po-
leras estaban aparejadas, el mar sossegado y lendos Belcar
y y todos los otros que con él
el viento próspero para su viaje. Albaizar, vinieron, llegados á palacio, sabidas las ra-
tomada licencia del emperador y emperatriz zones que Dramusiando passó con Albaizar,
y toda la gente, acompañado de sus escude- solo al emperador no contentaron, que siem-
ros, assí como entró se partió, siguiendo el
pre quería que sus enemigos qnedassen cul-
embajador del turco con los más que le pados. Bien le paresció á él y á todos los de
acompañaban; juntamente con el embajador, su corte que enemistad tan arraigada, volun-
por le honrrar, fueron el rey Polendos y tad tan dañada como Albaizar, en toda parte
Belcar, y algunos de los otros prisioneros pública, siempre buscaría la manera de sa-
del turco que con él tenían amistad. Frima- tisfacella y vengalla.
león, forzado de su voluntad, por mandado Las galeras del turco, desviándose del
del emperador, que no era nada de cumpli- puerto de Costantinopla, tendieron las velas
mientos con quien los sabía mal agradescer, al viento, que como fuesse próspero á sn
le acompañó hasta que se embarcase. Con él
navegación y viaje, no hallando ningún im-
iba Dramusiando, que en aquellos días se pedimiento en él, en pocos días aportaron
hallaba en la corte, que viendo la sequedad en Turquía en el puerto del gran Cairo, á
soberbia con que Albaizar se despidiera de donde el gran turco le esperaba. Como sea
rimaleón, no pudiendo dissimular cosa tan natural las cosas muy desseadas ser siempre
mal hecha y desgraciada, le dijo: «Por cier- dudosas, y cuando se alcanzan quedar de
í>

to, Albaizar, toda cortesía es mal emplea- mayor precio, assí acontesció en esta venida
da en vos, pues la pagáis como quien no la de Albaizar, que el turco, teniendo en 1a
conosce. El emperador tiene toda esta culpa, memoria la traición y vileza que usara con
que usando de su condición con quien no es los del emperador cuando le trujaron 4 sa
raerescedor della, vienen los suyos á ser tra- hija, temíase que después que los tuviesse
tados con desprecio» . «Bien veo, respondió en su poder hiciesse lo mismo á Albaizar.
Albaizar, que ninguna cosa mía os paresce Como esta imaginación le acompafiasse y sn
bien, mas dello se me da á mí poco, que malicia la confirmasse, viéndole en su casa
aunque vuestra amistad me falte, alguna rescibió el placer doblado. Salió el turco
hallaré con que so escuse; mas porque no acompañado de todos sus continos hasta el
me juzguéis al revés de mis obras ó de la mar á rescebille, con parescer de amor de
intención con que las hago, dígoos que cum- padre, sin querer que de parte del empera-
plimientoscortesías
y contrahechas son muy dor se le diesse embajada ninguna, esto por
contrarias de hombres esforzados, y de áni- atajar que no se hablasse en sus grandezas y
mos flacos y para poco. Yo soy enemigo de virtudes ni en el buen tratamiento que hi-
toda esta casa, y por tal me publiqué hasta ciesse álos suyos los días que allá estuvie-
agora; no sería razón que pregonando ene-
ran; porque cuanto más le loaban, más eres-
mistad teniéndola
y metida en el alma, hi- cía la culpa del pecado que cometiera con
ciesse 6 usasse de otros paresceres; esto que- Polendos y los otros. Algunos días estuvo
de para quien no se atreve en sí, que los que Albaizar en la corte, esperando por los prin-
son acompañados de fortaleza no viven con
cipales de su señorío para que fuessen pre-
cautelas. De aquí viene no usar de tanta cor- sentes ásu desposorio, que se hizo con las
tesía con el señor Primaleón como su estado mayores fiestas y mayores gastos de lo que
requería y su persona meresce. Si esto no en aquella tierra nunca se hicieron. Fueron
os paresce bien, parézcaos cuan mal quisié- presentes el soldán de Persia, el rey de Biti -
redes, que yo de lo que de mí conosco dolió nia, el rey de Caspia, el rey de Trapisonda,
me contento, y si viviese, antos de muchos con otros muchos principes y notables caba-
días delante destos muros os mostraré por lleros. De cuyo ayuntamiento nasció que,
obras lo que agora paresce por voluntad». acabadas las fiestas, hablassen en la destruí-
«Seos decir, dijo Dramusiando, que para mi ción de Costantinopla, jurando cada uno qu*
condición ya esse tiempo tarda, que también para el tiempo que para hacello concertaban
desseo hallar manera para me vengar del es- vendrían con todo su poder y con la más
cudo de Miraguarda que me hurtastes, de
ayuda que pudiessen de sus amigos y pa-

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PALMER ÍN DE INGLATERRA 273

rientes. Assentado este concierto de tan gran caballero estranjero esporaba que el del toro
cosa, se fueron cada uno á su reino; de los se acabasse de aparejar para por fuerza fran-
coales so dirá á su tiempo. Albaizar quedó quear el passaje, porque la otra condición,
con Targiana, satisfaciendo la 6oledad de que era entregarle á Armisia, no lo haría por
tantos días con cosas que á pocos enhastía ningún precio, que sabía que sólo por su
aunque amor los favoresca. causa se pusiera aquella costumbre, que
nunca en aquella puente la había en ningún
tiempo, siendo el principal passaje de todo
Cap. XXXI.— De lo que passó el caballero
del Tigre en el viaje de Costanlinopla des- el reino. La puente era tan ancha, que se po-
dían combatir en ella bien cuatro caballeros;
pués que partió de la isla Peligrosa.
tenía las paredes tan altas, que sin ningún
El caballero del Tigre, del que ha mucho recelo entraban los caballos en ella. El caba-
<iue no hablamos, dice la historia que des- llero del Tigre se detuvo por ver lo que pas-
pués de embarcado en la fusta con Argentao, saba en aquella batalla, y poniendo los ojos
gobernador de la isla Profunda, el tiempo no en el del toro, que se alzara la visera del
lo dejó tomar otra tierra sino la misma isla, yelmo para hablar á una doncella que estaba
en la que estuvo pocos días, que el desseo de en una ventana que caía sobre la puente,
llegar á Costantinopla y la importunación de entonces conosció verdaderamente ser Pom-
cosas que cada día sucedían de los morado- pides. Lo que passó con ella fue de poco de-
res de la tierra le hacían mucho más dessear tenimiento,las
y palabras tan bajas que no
la partida, que como su pensamiento no le las oía. El del toro, tornando á derribar la vi-
diesse licencia de ocuparse en otros ningu- sera, con la lanza en la mano entró en la
nos, trabajaba por apartarse dellos y passar puente. «Parésceme, dijo el caballero en voz
la vida en aquel que del todo estaba entrega- alta, que todo el día se passe en cerimonias:
do; tanto que el tiempo le dio lugar á poder- pues habiendo tanto que me hacéis esperar,
se partir, embarcándose con Selvián en una en fin os ponéis á hablar amores ó en hacer
galera, en poco tiempo llegó á un puerto del ofrescimientos á costa ajena». «Si yo los
reino d 'Escocia, adonde saliendo en tierra, hice, respondió el del toro, yo los cumpliré,
armado <le armas nuevas que en la isla Pro- que assí lo acostumbro días ha» . «Pues yo
funda mandara hacer, con la mesina devisa no me precio, respondió el caballero, sino de
del tigre dorado, que en cualquiera parte era quebrar costumbres, por lo cual mirá por
conoscida y tenida en mucho por las obras de vos». Acabadas estas palabras, se encontra-
en dueño, al tercero día do su camino, siendo ron en medio de la puente con tan gran
passadaa las dos partes dél, llegó á un valle, fuerza, que quebradas las lanzas se toparon
por medio del cual passaba un río de mucha de los cuerpos tan tiestamente, que casi sin
agua, tan creseido que en ninguna jwirte daba ningún acuerdo vinieron entrambos en el sue-
vado. No anduvo mucho por el valle abajo, lo. Cada uno se levantó lo mejor quo pudo,
cuando á la orilla del agua, de la mosma los escudos embrazados, las espadas en las
parte que caminaba, vio estar unas casas manos, comenzaron una batalla temerosa y
grandes, al parescer hechas poco había; fron- cruel, tal cual nunca allí se viera otra tal;
tero dcllas una puente que atravessaba el río, porque aunque el caballero del toro había
la cual guardaba un caballero armado de dos me«es que guardaba aquella puente á
armas verdee; en el escudo en campo negro ruego de Armisia, y en ellos tuviesse hechos
un toro blanco; en esta devisa se paresció muy buenos hechos conformes á su persona,
ser Pompides su hermano. Llegando más
y vencidos algunos caballeros famosos, nun-
cerca, él y Selvián se afirmaron ser él; ca- ca en todo este tiempo viniera allí ninguno
balgaba en un caballo rucio creseido. Como que en fortaleza, ánimo y ligereza se igua-
Pompides fuesse bien dispuesto y diesse gra- lasse con éste. El caballero del Tigre tenía
cia á usar armas, los atavíos de su persona esta batalla por una de las bien heridas del
le hacían parescer más. De la otra parte es- mundo, recelando alguna vez que Pompides
taba otro caballero que según el parescer no fuesse vencido. Mas al fin, después do maltra-
era menos para estimar que el del toro, por tados, las armas deshechas, se comenzó á
en la disposición no debelle nada y en la ri- parescer alguna mejoría en Pompides, y no
queza de las armas hacelle ventaja. Y por- pudiendo ninguno sufrir tan gran trabajo,
que la puente, según la orden de quien la se apartaron por tomar algón reposo. El
mandaba guardar, no se podía pasear sin ha- caballero estrano se sentó en un poyo de la
ber batalla con el aguardador della, ó se ha- puente, y el del toro, arrimado á una pared
bía de poner en las manos de Armisia, hija della, le dijo: «Parésceme, señor caballero,
del rey d'EBeocia, cuya era aquella casa, el que vos agora iréis sintiendo que si algunos
LIB108 DE CABALLERÍAS.— II.— 18

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274 LIBROS DE CABALLERIAS

ofresoimientos hico, quo los podrí» cumplir; en los tocados, con gritos que llegaron al
mas por lo que conozco de vuestras obras cielo oomenzó á tirarse de sus cabellos y llo-
quería que se guardassen para otro tiempo rar la muerte de Doriel. Armisia, entendien-
y no las quisiéssedes perder aquí. En entre- do el caso, como en las venganzas ó satisfa-
garos en las manos do Arraisia no perdéis ciones de su voluntad tengan todas poca
nada, pues tenéis visto que los otros que lo templanza, quitada de la ventana se bajA
hicieron no aventuraron nada; llevar esta abajo acompañada de algunas dueñas y de
batalla adelante, ya no puede ser sin mucho muchas lágrimas, dijo al caballero del toro:
riesgo de la vida, y porque ninguno no ha «¿Qué hacéis, caballero, que no acabáis de
de querer perdella si no es en cosa donde la me descansar del cuidado que más atormen-
honrra corro detrimiento, de mi consejo ha- tada me traía? Esse que tenéis delante de
béis de hacer lo que os digo» . «Señor caba- vuostroB pies es el matador de mi hermano,
llero, respondió el otro, el provecho 6 el daño causador de la vejez apassionada del rey mi
que me podría seguir de hacer lo que me padre, enemigo de mi honrra y desean»).
aconsejáis, yo lo sé mejor que vos; por osso Acabá de dalle fin á la vida, para quo la mía
tornemos á nuestra batalla, y la ventura y quedo alegre y descansada». «Por cierto,
ella determinen lo que quisieren, que á todo dijo el caballero del Tigre á Selvián, mayor
estoy ofroscido». Acabadas estas palabras, peligro es la ira do una mujer cuando la pue-
sin esperar respuesta se vino al caballero dol de ejecutar que la fuerza de diez mil hom-
toro, y entrambos tornaron á su contienda. bres; tenme este caballo, que quiero ver si
Mas esta segunda vez el caballero estraflo
con algunos ruegos puedo estorbar la muer-
pusso todas sus fuerzas haciendo lo que po- te de aquel caballero, que sus obras me po-
día; no podiendo sufrir tan grandes golpes, nen este desseo» . Y entrando por la puente
cayó en el suelo sin ningún sentido, casi
á pie, dijo al caballero dol toro que se espe-
muerto. El del toro le quitó el yelmo, dicien- rasse un poco, y solviéndose á Armisia, dijo:
do: <Pues en tiempo que con menos riesgo «Sonora, si alguna enemistad antigua os
de vuestra persona os pudiérades aprove- hace desBear la muerte á este caballero,
char de mi consejo no quisistes hacello, acuérdeseos que do tan gran señora se debe
cumple que estéis á obediencia do la señora alcanzar perdón, en demás en tiempo que
Armisia ó os corte la cabeza». cPor cierto, está en vuestra mano hacer lo que vos qui-
señor caballero, no Bé con cuál dessos par- siéredes, que no sería lícito que á donde
tidos tenga la vida menos cierta; mas con
Dios puso tanta gracia y naturaleza se es-
todo, porque antes se diga que voluntaria- meró, que vos con vuestra crueza le pon-
mente quise morir que entregarme á quien
gáis alguna falta; harta venganza es del ven-
do mí dossea venganza, digo que hagáis de cedor saber el vencido quo de sus mano»
mí lo que quisiéredes, que antes quiero do- rescibió la vida en tiempo que le podía dar
jar á vuestra voluntad, pues me vencistes, la muerte. Si esto no basta, acuérdeseos, se-
que á lá que no se sabe satisfacer con ningu- ñora, que nunca ninguno negó piedad po-
na cosa». El del toro, viéndole tan determi- diendo usar della que después no se arrepin-
nado, no sabiendo la razón por qué lo hacía, tiesse 6 la esperasse de otro» . Estas y otra*
lo rogó quo le dijesse su nombro. «Ni esso palabras llenas de razón y virtud dijo el ca-
os diré, respondió él, que si alguna esperan- ballero del Tigre por aplacar á Armisia; mas
za do vida me queda, es el vencedor no sa- ¿qué aprovechan razones á donde no hay ra-
ber quién es el vencido». Como el del toro zón, ni templanza, ni sufrimiento? que allen-
fuesso bien inclinado, detúvose, enviando de de no querellas oir. mandó al caballero
con bu escudero á dar cuenta á Armisia do del toro que sin más detenerse le cortasse la
lo quo passara con aquel caballero, suplicán- caboza. «No cortará, respondió el del Tigre,
dola tuviesse por bien dallo la vida, pues en que cuando vos, señora, quisiéredes usar de
él no había cosa por que la mereciesse per- toda vuestra crueza, aquí estoy yo que le de-
der. Armisia también era de condición pia- fenderé; que para esso traigo armas, para no
dosa en las cosas donde no había enemistad, consentir agravios ni sinrrazones» . «Yo has-
[por lo cual] mandó á una doncella que fues- ta agora, dijo el del toro, desseé que la señora
so al del toro y lo dijesse quo, sabido el nom- princesa aplacaso su ira otorgando la vida i
bre dol caballero, le dejasse. La doncella, lle- oste caballoro; mas pues vos con amenazas la
gando áellos, poniendo los ojos en el vencido, queréis defender, haré lo que ella me manda,
conosció que era Adraspe, hijo del duque do y assí mal tratado como me veis quiero ver
SiBana, que matara al príncipe Doriel, her- cuán bien lo vengáis» . El caballero del Ti-
mano do Armisia, por cuya causa ordenara la
gre, puesto que dijesse que r*>r fuerza lo de-
guarda do aquella puente; echando la mano fendería, no era su intención tal, porque

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PALMERÍN DE INGLATERRA
27í> Yo
que por donde fuéredes me juzguéis mal.
Poinpidos no estaba tal que pudiosse resee-
bir sus golpes; mas díjolo por ver si Armisia, soy hija del rey Meliado d'Eseooia, cuya es
con recelo de ver su caballero en peligro, no esta tierra. Estando en su casa este caballe-
estando para él, mudaría el proposito. Mas ro muerto, que llamaban Adraspo, hijo ma-
todo no aprovechó nada, que en llevar su in- yor del duque de Sisana, principal señor en
tención adelante tenía la mudanza firme y el reino do mi padre, se enamoró de mí, y
inmudable. Mas porque de aquí no sueedies- puesto que en las armas fuesse estremado, el
¿e más daño, despuso la fortuna el caso de mejor dcstas partes, en las otras maneras y
manera que todo se acabó, que estundo en condiciones tenía tantas tachas, que nunca
«tas differencias y palabras, el caballero, de quiso oir hablaren él; antes no podiendome
no haber quien lo curasse ni le tomasse la defender de sus importunaciones y sober-
sangre, fuésele tanta que espiró. Ni aquesto bias, quéjeme por muchas veces al príncipe
satisfizo a ArmiBÍa, que no se contentó de le Doriel mi hermano. Adraspe, viéndose abor-
ver muerto, que quisiera que fuera por su recido dél, pensando que por fuerza podía
mandado. Y recogéndose á su aposento eno- alcanzar lo que por voluntad no esperaba,
jada de Pompides en no cumplir su volun- tuvo manera cómo un día, yendo mi herma-
tad, le dejó en la puente. Como él por estre- no á caza, salió con él armado, acompañado
mo fuesse enamorado della, y aquel amor lo de otros conformes á sus obras, y le mató.
hiciesse guardar la costumbre do la puente, Mi padre, puesto que esta traición le doliesse
quedó tal que no podiendo tenerse en los como cosa hecha on su carne y en su hijo,
pies, se sentó en un poyo de la puente. El está viejo, y está on tan flaca disposición,
del Tigre, viéndolo en tal estado, conoscien- que nunca lo pudo vengar; allende desto es
do su passión como quien muchas veces pas- tan gran señor y tan emparentado, quo no
saba por ella, le quiso consolar con palabras se atrevió contra él. Yo, acordándome de la
que Pompides rescibió mal, que pensaba que muerte de mi hermano, que del pesar do mi
por amor dél nascía su mal. A esto tiempo padre fuora la principal causa, no pudiendo
llego Selvián á ellos, dejando los caballos tener otra manera de venganza, determinó
presos á un árbol, viendo lo que on la puen- venirme á osta casa que solo para esto man-
te pasaba. Pompides, que le vio, bien conos- dé hacer, que es passajo para muchas partes,
ció que el caballero del Tigre era Palmerín. assontado que cualquier caballero que guar-
Con esta certeza, lleno de alegría dijo: «Ya da sse este passo y en él matasse á Adraspe,
no sé qué mal me pueda venir que con este quo yo sabía muy bien que su soberbia le
placer no se pague». Palmerín, quitándose traería aquí, se casasse comigo, siendo per-
el yelmo, le abrazó, consolándole de su mal, sona que lo mereciesse; algunos guardaron
que en las heridas no tenia que recelar, que esta puente por alcanzar el premio, mas como
eran pequeñas y de ningún peligro. No tar- estuviessen algunos días, él mismo se venía
dó mucho que do dentro salió una doncella á combatir con ellos y los mataba ó vencía.
que por mandado de Armisia los mandó apo- Este caballero del toro, haciendo dos meses
sentar, quo como se le acordasse que estaba que guarda este passo, nunca so vino á com-
vengada y la passión diesse lugar de usar de batir con él, paresciéndome que le temía por
bu condición, que ora noblo, arrepentida de lo que oía de sns obras. Hoy, teniendo ya su
lo que hiciera, le mandó pedir perdón y quo término cumplido, no pudiendo templar su
entrassen en el aposento donde antes Pompi- soberbia, vino á buscallo y hubo el fin que
des solía possar, donde después do desarma- vistos. Esta era la razón que tuvo para le
dos les vino á visitar alegro y apartada del dessear la muerte. Si ella basta para me per-
enojo con que de la puente partiera, dicien- donar de la poca cortesía que tuve con vos,
do al caballero del Tigre: «Ruégoos, señor, ruégoos mo lo toméis en cuenta» . «Por cier-
que si vnestras palabras no fueron rescebi- to, señora, si al principio supiera lo que ago-
das de mí como merescían, que echéis la cul- ra oigo, dijo el del Tigre, no ten solamente
pa ála passión que me acompañaba, nascida le quisiera salvar la vida, mas diera priessa
de causa tan justa para tenella, que me tras- á su muerte, que quien es traidor ásu prín-
tornaba el juicio y la razón para no poder cipe y en su persona comete crimen, la mis-
oir sino aquello que mi voluntad demandaba; ma tierra no le había de sufrir, y los que tel
que esto tienen las cosas que mucho duelen favorescen ó ayudan quedan dinos de la mis-
cuando delante de sí tienen el causador do- ma pena, que assí como los príncipes son so-
lías, no poder la ira templar con ninguna beranos dados
y por Dios para el castigo que
razón ni sufrimiento. Y porque no sé si sa- meresoen de sus yerros los hombres, assí el
béis la causa de la enemistad que con aquel castigo que ellos merescen no les puedo sor
caballero tenía, decíroslo he, que no quiero dado sino por quien les ordenó; que contra

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276 LIBROS DE

su rey ninguna persona humana con razón que como el duque fuesse informado do lo
ni sin ella puedo hacer lo que Adraspe co- que passaba, él mismo se fue á Irlanda, de
motió contra el príncipe Doriel, su natural manera que el estado quedó al roy con otros
señor, que de tnn gran calidad son los peca- algunos consentidores en la traición. En In-
dos cometidos contra ol roy, que nuestro se- galaterra se supo deste casamiento, adonde
ñor permite que no tan solamente ol inven- se hicieron muchas fiestas y alegrías; que
tor sea punido y castigado, mas su genera- Pompides era muy amado, allende de ser
ción lo purgue con muertes do personas, aso- hijo, por sus obras, que ninguno las puede
lamientos de casas, destruición de hacien- tener buenas que no se haga amar por ellas.
das, para que ni memoria quede de tal ge-
neración, cuando
y quedare, sea mayor el
Cap. XXXII. — Cómo el caballero del Tigre &e
ejemplo del castigo de lo que fuo el delito. despidió de Armisia y del rey su padre, y de
"Vos, señora, hicistes lo que debíades á vues- lo que más passó en su viaje.
tro padro y á vos; queda agora por cumplir
con el señor Pompides mi hermano, que por El casamionto hecho de Pompides ('), el ca-
merescimiento no pierde vuestra persona, ballero del Tigre se despidió de Armisia y del
pues es ñeto del roy Fadrique de Ingalaterra, rey su padre, passando entrellos palabras de
y hijo del príncipe don Duardos mi señor, mucho cumplimiento y de singular amistad,
y mucho vuestro pariente». «Agora sé, dijo que adonde ellas no son fingidas son bien
Armisia, cuánto debo A este día, que en él gastadas; puesto en su camino, Pompides sa-
vi satisfecha mi voluntad, descansada la vo- lió con él hasta que se embarcasse, que so
jez de mi padre, vengada la muerte de mi intención era ir por mar apartándose de In-
hermano, y sobre todo por mano de quien galaterra por no detenerse, que su cuidado no
paresce que ganó honrra y contentamiento; se lo consintía. Al despedir el caballero del
de una cosa me puedo quejar, y es haber tan- Tigre, lo trujo á la memoria cuán grande
tos días que el señor Pompides está en esta yugo era el de la dignidad real, y con cuán
tierra y nunca querer que supiesse quién era, cargo y peso se había do sostener, rogándole,
de vos, seflor, querría saber quién sois, si pues su fortuna le subiera á tan gran alteza,
almorín 6 Floriano, no jwrque áuno tenga usasse de la mesma fortuna como de cosa
más afición que á otro, sino para saber con que en ninguno hace assiento ni está segu-
quién hablo». «Floriano, respondió el caba- ra, antes cuando en mayor felicidad le tu-
llero del Tigre, está tan apartado desta tier- viesse puesto, entonces le reoelasse más, por-
ra, que mal se podría agora hallar en ella. que sus bienes con esta condición y cautela
Yo soy Palmerín, á quien vuestra alteza se han de posseer, porque ni en la bonanza
debe tener por su servidor, sino cuanto ago- dellos se resciba placer sobrado ni en la ad-
ra, por cssotra razón, me puede contar por versidad pesar muy grande; «y para que el
hermano como á Doriel si fuese vivo». Oran estado siempre permanezca on seguridad,
cortesía y amor lo mostró la princesa Armi- habéis de trabajar por el amor do los va&sa-
sia, qne allende de ser tan gran príncipe llos, manteniéndolos en justicia, y la justi-
eran muy parientes, que el roy su padre cia tan por igual y acompañada de buen celo,
della era hermano de la madre de don Duar- que no se convierta on crueza y haga el se-
dos. La muerte de Adraspe se supo en la ñor duro y incomportable; moderado en los
corte el mismo día; también se supo quién tributos, de manera que antes paresca qne
ora el que le venciera, que el rey estaba de los vassallo8 se sustentan del favor do su rey
allí cuatro leguas. A otro día, metido on que no el rey del sudor de sus vassallo?.
unas andas, acompañado de muchos, vino Desta manera seréis servido con amor, y al
á ver á Pulmerín, al cual después de habello contrario haciendo, seréis aborrescido de
hecho toda honrra y cortesía debida, tomé vuestros vassallos, cosa que hace mala fama
entre sus brazos á Pompidea, llamándole Do- y pasear la vida en recelo, y que desto os
riel, certificando rescebille en el mesmo gra- aparten algunos que favorescen el mal, que
do; tras esto echaba mil bendiciones á Armi- tienen las condiciones hechas á sus prove-
sia, «pie fuera causa de su vejez no ir des- chos; trabaja que antes por ser bueno seáis
contenta ála sepultura. En esto vino el tachado de los malos, que por ser malo vi-
arzobispo de Esbre, que los desposó. Las váis en enemistad de los buenos. Yo creo
fiestas que en estos desposorios se apareja- muy bien, señor hermano, que quien hasta
ron fuo que antes que Pompides gozase nin- aquí en su vida y costumbres hizo tan buena
guna cosa de Armisia, se partió con ejército esperiencia de su virtud, adelanto lo eoofir-
camino de Sisania, para prender ó matar al
duque; y en esto hubo muy poco que hacer, (') El texto «Polendoí».

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PALMERÍN DE ¡INGLATERRA 277

mará con obras que ninguno las pueda po- puso el yelmo; Mas primero que 6e pudiesse
ner tacha. Mas porque sé que las dignida- apercebir, salió de las mismas matas un ja-
des grandes son corrompedoras de buenas yán armado de todas armas, con una maza
costumbres, y la libertad suelta que consigo en las manos; y viendo el jayán que la don-
trae despierta muchds vicios, quíseos traer cella se encomendaba al caballero del Tigre
éstos á la memoria, para que con acordaros y que la socorriese, dijo en voz alta: «Flaco
con tenella de la raíz do donde venís, parez- amparo os veo para resistir mi ira» ; y que-
ca qne todo lo seguís y remediáis, y estos riendo descargar en ella con la maza, el ca-
nuevos vassallos puedan decir que en vos al- ballero del Tigre rescibió el golpe en el es-
canzaron padre y no señor estranjero». cudo, que fue tal que lo hizo dos partes; mas
«Señor, respondió Pompides, puesto que es- echando mano á la espada, le dio tal golpe,
las palabras, por el fruto que consigo traen, que cortándole las armas le entró tanto por
sean mucho para estimar, el amor de que só el brazo de la mesma maza, que de allí ade-
que vienen acompañadas me ponen en ma- lante no daba golpe que le hiciesse daño. La
yor obligación; yo las tendré en mi pecho y doncella, tornando en su acuerdo y viendo
cumpliré como precepto vuestro; á lo menos al jayán cuyas obras la tenían espantada, y
porque haciendo al contrario no caresca del perdida la esperanza del caballero del Tigre
nombre de vuestro hermano» . De allí, des- sin le poder sufrir en batalla, se quiso escon-
pidiéndose dél, se volvió para la ciudad. El der en lo espesso de la floresta. Selvián la
caballero del Tigre siguió su viaje, que en detuvo, aconsejándola que esperasse hasta al
pocos días acabó saliendo en tierra.
cabo, que después tendría tiempo de hacer
Algunos días anduvo en que no halló en
lo que quis8iese. «¡Áy, escudero, no me ha-
qué emplear sus fuerzas, que puesto que gáis tanto mal, respondió ella, que bien bas-
para su condición rescibiera pena, de otra ta el que hoy tengo rescebido! no queráis
parte, por gastar el tiempo en ir hablando
quo aquel diablo, después de haber muerto
con Selvián en sus amores y en el deloite á vuestro señor, haga lo mesmo á mí; que,
que dellos le nascía, sentía menos la ociosi- según sus fuerzas, nadie se le puede ampa-
dad con que caminaba. Desta manera andu- rar». «Todavía, dijo Selvián, quiero que
vo tanto hasta que entró en el reino de Hun- veáis lo que la fortuna determina; quizá
gría, adonde hallaba algunas aventuras, y será al revés do lo que pensáis.» El caballero
por ser de poca calidad no se hace mención; del Tigre, al cual faltaba el escudo para se
y entre las muchas que le acontescieron, poder amparar, sosteníase en su ligereza y
sola una meresce traerse á la memoria; di- desenvoltura; mas el jayán, puesto que pro-
remos della. basse todas sus fuerzas, la herida que tenía
Al quinto día que entró en aquel reino, en el brazo le traía tal, que no podía levan-
caminando una tarde por una floresta po- tar la maza; bien quisiera que á tal tiempo
blada de árboles tan cspessos y altos que le llegara algtín socorro, que por la devisa
no daban lugar al sol que con sus rayos lie- del tigre y fortaleza de los golpes que resce-
gasse á tierra, en el medio della halló una bía conoció que su enemigo había menester
fuente de mucha agua, cubierta de un arco mejor disposición que la suya estaba, mas
de singular hechura, y porque el día hacía aprovechándose de su saber passó la maza á
caluroso y él traía gran sed, desseó apearse la mano izquierda, creyendo que con ella le
un poco y passar la siesta junto aquella fuen- podría hacer más daño; mas como la gran
te. Selvián quitó los frenos á los caballos,
fuerza desacompañada de maña ella mes-
porque también el tiempo que allí estuvies- ma se desbarata, el jayán, que ningún tien-
sen gozassen las yerbas del campo. No les to tenía en aquella mano, viendo quo sus
duró mucho este descanso, que estando el
golpes aprovechaban poco, comenzó á enten-
caballero del Tigre lavándose las manos y der en ampararse. El caballero del Tigre,
el rostro, teniendo el yelmo quitado puesto conosciendo su flaqueza, dioso tanta priesa,
sobre una piedra, salió de lo más espesso de que no le daba ningún lugar de ampararse.
los árboles una doncella descabellada, baila- Como el jayán ancíuviesse guardándose de
da en lágrimas, la color perdida y las ropas una parte á otra, y fuesse pesado y grande,
rasgadas de las ramas de los árboles, que lle- hallóse tan cansado que, arrimándose á un
gándose áél se echó á sus pies, adonde pri- árbol, se sentó en el suelo al pió dél, adonde
mero que pndicsse hablar palabra, passó se defendía mejor que estando en pie, por-
gran rato, que la falta do huelgo no la deja- que teniendo las espaldas guardadas con la
ba hablar. El caballero del Tigre, movido de gordura del árbol, el caballero del Tigre no
piedad de vella tal, recelando que tras ella le podía herir sino por delante, y no osaba
viniesse el peligro que assí la espantara, se
llegar, por no tener escudo con que encubrir-

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278 LIBROS DE CABALLERIAS

se á los golpes de la maza, que el jayán to- ya dada buena cuenta, y en cuanto me volví
mara con entrambas manos, por dalle con para ver en qué punto estaba la batalla, tuvo
más fuerza; en gran confusión fue puesto el esta mala lugar de huir, de que reoebí tan
caballero del Tigre, viendo que después de
gran enojo que sin me poner á caballo la
tener un jayán vencido se le defendía con seguí assí á pie hasta este lugar, donde os
tan pequeño remedio; entonces, por descan- halló para su amparo. Esto es lo que de mi
sar algfin poco, so apartó y se arrimó á otro podéis saber; y pues ya no me queda más que
árbol. «Ruégote quo me digas, dijo el jayán, decir, bien será que cumpláis comigo de la
quién es el caballero que en tal estado me
manera que yo hico con vos». . «Creé, Basca-
Suso, no esperando yo que los diez mejores lión, dijo el caballero del Tigre, que quien
el mundo tal hicieran». «Haré de buena
pone todo su bien en obras viciosas, las máá
voluntad, dijo el del Tigre, con condición de las veces rescibo el castigo dellas, quo
que me digas también tu nombre, y qué ha- assí acontesció agora á ti, quo no contento
ces en esta tierra, y por qué persigues esta de saber que tu padre y hermano eran muer-
doncella, siendo cosa que tan mal paresce á tos en igual batalla y con muy justa causa,
los valientes y esforzados, sino defenderlas tíi, señoreado de tu natural soberbia, quieres
en cualquier parte». «Todo lo haré, dijo el vengar su muerte en los que no tienen cul-
jayán, por saber lo que desseo. A mí me lla- pa, y no contento de mostrar esto en los que
man Bascalión de Otranto; á mi padre lla- traen armas, quieres también quo tu crueza
maron Lureón; fue muerto en Costantinopla haga señal en las flacas doncellas, que no se
por mano do Primaleón, yéndole á desafiar sostienen en más que en la confianza de los
por la muerte de don Perenquín de Durazón,
buenos y esforzados, que de otra manera re-
con intención de casar con Gridouia, duquo- celo de los malos no las dejaría caminar. Sabe
sa de Ormedes, con quien después casó el que ante ti tienos un allegado pariente de
mismo Primaleón. Al tiempo quo mi padre Primaleón, en quien podrías vengar la muer-
murió, quedó yo y otro mi hermano, que se te de padre y hermano como en el propio
llamó Darmaco como mi agüelo, que un hijo
matador, que á mí llaman Palmerín de In-
de don Duardos, que ahora anda por el mun- galaterra, hijo de don Duardos y de Fléri-
do, mató, en lo que mucho dudó por lo quo da, hermana de Primaleón: por esso mira
mi hermano conocía, y con cuanto hasta
por ti, que sólo por quitar del mundo inten-
agora la fortuna no me desfavoreció en nin- ción tan dañada como la tuya, te tengo de
guna cosa, no acabé de ser contento con la quitar la vida, que no es bien que quien assí
venganza de mi padre que siompro dessoó; la emplea lo dure mucho* . Bien pesó á Bas-
y porque en Primaleón no se puede tomar, calión do oir tal nombre, que no estaba en
que está ya apartado de los trabajos del
disposición parale resistir; mas como la vir-
mundo, determiné salir por esta tierra y por tud yel esfuerzo á las veces con la desespe-
el imperio do Grecia y vengarme en algunos ración hace sentir menos el trabajo, lo me-
inocentes pues en el culpado no podía, cre- jor que pudo so tornó á levantar y quiso
yendo que á vueltas podría hallar el mata- mostrar cuán cara se había de alcanzar dél la
dor de mi hermano, y alguno que con Pri- victoria. Mas en cuanto estuvo asentado gas-
maleón tenga tanto parentesco que con ello tando el tiempo on palabras se le fue tanta
me satisfaga; hoy, caminando por esta flores- sangro, que le desfiaqueeió en grandíssima
ta, topé con essa doncella, que me dijo que manera. Mas como el natural de los miem-
caminaba para la corte del emperador y que bros es ser guiados por el corazón, ninguna
iba á visitar á la princesa de Tracia do par- flaqueza se le parescía; nías no le duró mu-
te de una su parienta, y puesto que mi ofi- cho, que el natural desfallecimiento no se
cio nunca fue hacer agravio á ninguna, el puede dissimular mucho, y viéndose tan mal
desseo que tengo que mis obras hagan algún tratado de las manos de su cruel enemigo,
pesar en aquella casa, me forzó á querer te- perdida la confianza de la vida, quisiera
ner parte con ella; y ostándola enamorando también con palabras tornará detener la ba-
con palabras, vinieron cinco caballeros, á
talla, creyendo que con cualquier deteni-
los cuales su desventura trujo á tal tiempo miento levendría socorro. Mas como solo en
por allí, que un escudero de la doncella, el vencedor está dar la guerra ó la paz, el
después do se salvar de la furia de mis ma- caballero del Tigre, que ya juzgaba la victo-
nos, los halló y los trujo; y porque en mi ria por suya, muy enhadado de ya tanto de-
compañía venían diez de que mucho confio, tenerse, viendo que el jayán se aprovéchate
assí por la esperieneia que dellos tengo como mal de la maza con la mano izquierda y quo
por algunos ser mis parientes, dejóles la em- <)e cansado y de falto de sangre no podía te-
presa en las ramios, de que pienso tendrán ner, le tiró un golpe á la maza que se la cor-

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PALMERIN DE INGLATERRA 270

tó juoto con la mano. De manera que el ja- cer, especialmente después que supieron que
yán, desesperado de todo remedio, arreme- el jayán recibiera paga de sus buenos pensa-
tió á él por tomalle entre los brazos. El ca- mientos, que todos eran sus amigos y de
ballero del Tigro se apartó dól, dándole tan- casa del muy poderoso emperador. El uno
tas heridas que dio con él a sus pies, y no era Dramián, y los otros Frísol, hijo de Dra-
contento de le ver en tal estado, le cortó los poB, duque de Normaadía, Luimán de Bor-
lazos del yolmo y tras ellos la cabeza, de que goña, Tremorán, Blandidón. No quedaron
la doncella quedó tan viva y alegre, como los cinco caballeros en tal estado que el gran
hasta allí estuviera muerta y triste. «Seño- placer de la victoria fuesse descansado, quo
ra, dijo el del Tigre, por lo que esto jayán allende de todos estar muy maltratados de
rae contó, pienso quo los cinco caballeros las manos de sus contrarios, Blandidón y
que os socorrieron están en gran afrenta; Tremorán estaban muy malamente heridos
porque no sería bien que quien assí ofreco de las manos de los dos sobrinos del jayán,
sus obras á falta de ayuda pudiesso perder que les fue muy forzado Uevallos en andas,
la vida, yo quiero dallo la mía; vos os po- que sus escuderos y Selvián aparejaron, has-
déis venir con esse escudero á las ancas de ta una villa pequeña que bien cerca de ahí
su caballo, y en tanto veré para cuánto es estaba, adonde estuvieron ahí muchos días
mi fortuna». Cabalgando en el que Solvián on guarescer sus heridas, acompañados de
le tenía aparejado, entró por donde viera sa- todos aquellos caballoros y también de la
lir al jayán; no anduvo' mucho que oyó so- doncella, que hasta que los vio on buena dis-
nar golpes quo á su parescor se daban floja- posición no los dejó. El caballero del Tigro
mente 6 sonaban lejos, y atinando hacia estuvo con ellos en su compañía en cuanto
aquella parte, llegó al campo donde se hacía su salud estuvo en duda; después de ya pa-
la batalla, que era cerca; mas lo mucho que recer segura, se despidió dellos y se puso en
trabajaron los que andaban en ella los traía su camino, que el cuidado que traía de aca-
tan cansados, que las espadas se les volvían nalle le hacía perder todos los otros, y antes
en las manos y ellos no se podían tener en que llogasse á Costantinopla, sonó allá la
pie; y allí vio que de la una parto se batían muerte de Bascalión y sus compañeros.
cinco y de la otra seis, y cuatro estaban
muertos; bien conosció que los seis eran del Cap. XXXm.— Cómo el caballero del Tigre
gigante, que entrellos había dos do estatura llegó á la corte de Costantinopla, y de una
de jayanes, que sostenían todo el peso de la aventura que en ella ¡talló.
batalla. Entre los otros cinco, por la devisa
de las armas, conosció á Dramiante, hijo del Acabada esta aventura, despedido el ca-
rey Rccindos; entonces aguardando más se ballero del Tigre de la doncella y de sus ami-
apeó y metió en medio, hiriendo al uno do gos, anduvo por sus jornadas hasta entrar en
los dos que se combatían con mayor esfuer- el imperio de Grecia, sin hallar aventura ni
zo por cima del yelmo, que entrellos no ha- cosa quo le ostorbase su viaje, porque aunque
bía ya escudo con quo so pudiessen ampa- el tiempo le pusiesse alguna delante, todas
rar, que entrando por él le hirió en la cabe- fueron de tan poca monta, que no se haco
za de tan grandíssima fuerza que le desatinó caso de ellas. Una de las razones que más le
y lo hizo venir al suelo. Los otros cinco, hacía caminar á su salvo, era la divisa del
viendo su compañero muerto y el jayán que Tigre que traía en el escudo, cuyas obras re-
estaba lejos y á sus enemigos muy bien so- colaban en todas partes, que la fama do las
corridos, comenzaron do desmayar, de ma- que por su dueño passaban engendraban te-
nera que no entendían más que en amparar- mor en cualquier persona y en los esforza-
se. Mas como el del Tigre viniesse algún dos desseo de otras talos. Cuanto más el ca-
tanto holgado, sus fuerzas fuessen estima- balloro del Tigre se llegaba á la ciudad de
damente demasiadas de los otros caballeros, Costantinopla, más le atormentaba el amor,
con ayuda de sus compañeros, dio presto que como todo sea compuesto de temores y
cabo y fin de aquello en poco rato, á costa recolos, y on los quo verdaderamente aman
de la vida de sus contrarios, que j>or el amor se- parezca más que en essotras personas, co-
6 temor que tenían al jayán no hubo ningu- menzó hacer obra en él, (pie traía tantos pen-
no entrellos que la quísiesse salvar con ren- samientos que le combatían y atormentaban;
dirse álos vencedores, que aquesto tiene la tan entregado era á la voluntad de 6u seño-
verdadera fidelidad. A este tiempo llegó la ra, que aun no osaba hacer la suya, y como
doncella y Selvián, por quien el caballero entro algunos movimientos en que entonces
del Tigre fue conocido, con el cual la victo- so hallaba embarazado la fantasía y el juicio,
ria quedó tenida en menos y con mayor pla- á la memoria se lo representassen las pala-
280 LIBROS DE CABALLERIAS

bras con que la princessa Polinarda le des- cinco años que se limitaron para me despo-
pidió la primera voz que saliera de Cos- sar, por en aquel tiempo no tener edad para
tantinopla, aun agora le daba pena y le qui- consumir matrimonio, murió Bravorante.
taba elatrevimiento de poder parecer delante Calfurnio, Cauboldán, Brocalán y Balleato
della, no se le acordando que la furia con que sus hijos, los cuales fueron muertos por 1%
las dijera era passada y se había tornado de don Duardos tus nietos; y para más des-
arrepentir de habellas dicho, y que en aquel truición do la casa de Bravorante. Colam-
tiempo no se sabía quién era ni habían visto brar su mujer, por consejo de Alfernao, má-
en 61 obras para le estimar por ellas; mas con gico y su criado, envió á esta tierra á su hija
cuanto agora las tenía de su parte tales y tan Arlanza y mi señora, para que por engaño
famosas, y sobre todo tal príncipe, el amor es llevasse de aquí al caballero del Salvaje, qne
tan señor de sus vassallos, que siempre les fuera el principal matador de sus hijos, para
pono ñebla en el ontendimiento para que en él vengar la muerte dellos, ó á lo menos
nenguna cosa que en ellos haya les parezca satisfacerse do alguna parte de su pena; de
igual al merecimiento de quien sirven. Sel- que sucedió Alfernao ser muerto, Colambrar
vián le iba á la mano á todas estas cosas con lo mismo, su señorío perdido y sus enemigos
razones muy claras y llenas de gran felici- señores del, y la mesma Arlanza entregada
dad, de manera que con ellas le esforzaba y en las manos del destruidor de su sangre; yo,
le daba muy gran osadía para ir adelante. como sin ella no quiero vida, víneme á esta
Un día de fiesta llegaron á vista de la ciu- corte con intención de me ver con el caba-
dad ahora de tercia, la cual de un cerro es- llero del Salvaje y por fuerza de armas hacer
tuvieron mirando gran rato, quo el caballero libre quien á mí me tiene cativo; ya sé que
del Tigre estaba contentando los ojos en el no está aquí, de que estoy menos alegre de
palacio del emperador y en aquel estrema- lo que pudiera ser si me viera muerto por
do aposento de su señora, que de allí se pá- sus manos, que no tengo por injuria ser ven-
resela muy estimadamente de bien, passan- cido de las manos de quien sé que nunca lo
do consigo algunas imaginaciones enamora- fue de otro, y quitaríame del cuidado que me
das que á las veces le daban pena y otras atormenta y no me deja vivir. Pues él no
veces lo alegraban, que destas mudanzas es está aquí, quiérole esperar, y si entretanto
compuesto el amor, y en cabo dellas, como me diéredes licencia que pueda hacer armas
quien quería dar fin á su recelo, pues no podía con algunos de tus caballeros, habrélo por
al cuidado, se abajó del cerro puesto el yelmo, descanso, que tan aborrecido ando de la vida,
tomando la lanza y escudo á Selvian despi- quo á costa della querría ver si podría satis-
diéndole desí, que como tenía por cierto que facer mi desseo; y si aquí hay algunos pa-
aquella corte estaba siempre acompañada de rientes de los hijos de don Duardos, con éstos
aventuras y la plaza de palacio poblada do- me placería más contender que con otros>.
lías, quiso, si en su llegada hubiesse alguna, «Vos, caballero, respondió el emperador,
passar por ella sin ser conocido por Selvian, traéis tal empresa, que no sé lo qne en ella
y por aquesta razón le mandó que se apar- ganaréis; por lo que siento de vos querría que
tasse dél y mirasse muy bien por él para quo mudássedes la intención, que mejor gastaría-
al tiempo que se apeasse le hallasse presta- dos vuestras obras en cosas que trujossen
mente ápar de sí; y porque su pensamiento fruto, que en parte donde os podéis perder
viniesse muy bien al fin de lo que tanto podía con ella. Floriano ni Palmerín su hermano no
dessear, aconteció quo un día antes llegara son en esta tierra, de que mucho rae pesa,
á ln corte un caballero que en aparencia de que siempre los querría par de mí para mi
miembros y disposición parescía aparejado á descanso y alegría. Si todavía queréis espe-
grandes cosas, acompañado de escuderos quo rallos y llevar vuestra voluntad adelante, yo
le traían las armas, soberbio en las palabras os mandaré assegurar el campo, adonde en-
y confiado en sus obras, segnn por ellas mos- tretanto bien creo que hallaréis quien os dé
traba, el cual, llegado delante del empera- que hacer, que según los caballeros de esta
dor, con el rostro descubierto, le dijo en voz casa son acostumbrados estar poco ociosos,
alta: «Alto y poderoso príncipe, á mí me lla- en él os irán á visitar». «Esso sólo quiero,
man Arnolfo, señor de la isla Astrónica; mi respondió Arnolfo»; y con esto se abajó al
padre y el jayán Bravor fueron grandes ami- campo. Aquel día, antes que se pusiese el
gos, porque el señorío del uno confinaba con sol, justó con tres caballeros estrenos; á los
el otro; entrambos, por confirmar más el dos derribó y al otro venció en batalla de las
amistad por parentesco, concertaron casarme ospadas, y puesto quo durasse poco, bien
con Arlanza su hija; después de los contratos mostró Arnolfo que sus golpes y fuerza ha-
hechos y aprobados, sucedió que dentro de bían menester áspera resistencia. Al segun-

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PALMER IN DE INGLATERRA 281

do día, armado de armas negras, se puso en siendo la batalla tal, que bien se pudiera me-
la plaza á esperar á quien vino, que fue el ter en cuento de las más famosas que nunca
caballero del Tigre, armado de sus armas se vieron; ninguno dcllos mostraba punto de
acostumbradas rotas y deshechas, y la divisa flaqueza, combatíanse bravamente, dándose
del Tigre tan desteñida y deshecha, que casi muchos golpes por do más daño se podían
no se parecía. Passando por debajo del apo- hacer. «Agora me paresce, dijo el empera-
sento de la emperatriz, vio su seflora, de que dor, que Arnolfo tenía razón de confiar en sí;
le vino tan gran sobresalto, que algún poco mas también me paresce quo presto su fortu-
estuvo fuera de sí; mas el esfuerzo que en na quiso atajar sus pensamientos, que según
estos tiempos socorre, le tornó en su acuerdo, el parescer de su contrario, mayor resisten-
y viendo á Arnolfo apercebido de justa, que- cia ha menester» . «Así es bien que sea, res-
riendo saber la causa, so lo dijo uno de los pondió Primaleón, que los malos sean casti-
jueces; entonces volviendo los [ojos] para gados ypunidos, para que sus intenciones
donde se los guiaba el amor, la voluntad, des- no se ejecuten según el desseo quo tienen» .
pués de hartallos en la vista de quien le ma- Arnolfo y el caballero del Tigre, después de
taba, dijo entre sí: «Señora, para saber quo passado gran rato en su porfía, comenzaron
me tenéis en la memoria, querría que me á dar señal de sus obras en las armas del uno
viéssedes, que para tan pequeña afrenta no y del otro, especialmente en las de Arnolfo,
quiero vuestro favor, que no es bien que con que por algunas descubrían las carnes y an-
tan gran ventaja se cometa ningún enemigo, daban tintas en sangre, de que les convino
que entonces su vencimiento sería honrrado apartar por descansar, rogando al caballero
y de mucha alegría, y el vencedor no tendría del Tigre le quisiesse decir su nombre. «Sa-
de qué se contentar» . Hecho esto, viendo quel be, Arnolfo, respondió él, que tienes delante
emperador y Primaleón y toda la corte le mi- de ti un muy allegado pariente del caballero
raban, algunos
y comenzaban á decir: *Este del Salvaje, que te quitará destos pensamien-
es el caballero del Tigre, que en el escudo trae tos en que andas, como hizo á otros que los
la devisa», volviéndose á Arnolfo, le dijo: tenían tan malos como tú» . «Ahora, dijo Ar-
«Sabe, Arnolfo, que ante ti tienes un parion- nolfo, acontezca lo que acontesciere, que ya
te del caballero del Salvaje; por esso si en su de aquí no puedo quedar triste; si te vencie-
generación desseas satisfacer tu enojo, ahora re ó matare, pensaré quo hice venganza en
tienes tiempo». A Arnolfo no le pesó de oir mi enemigo, y si me vencieres á mí. conten-
estas palabras, antes poniendo las piernas al taréme de ir á visitar á Bravoranto v sus hi-
caballo, arremetió á él, y el del Tigre le re- jos; por lo cual haz todo lo que pudieres, que
cibió de la mesma manera, donde se dieron esta espada satisfará mi voluntad ó rendiré
tan fuertes encuentros, que el del Tigre per- el spíritu delante de ti; y hasta entonces no
dió un estribo y Arnolfo se fue al suelo. Este descansaré.» £1 caballero del Tigre, viéndo-
encuentro dio que pensar al emperador y á le tan desesperado, que esso se le daba morir
Primaleón, que como el día de antes en los que vencer, comenzó de se aprovechar de su
que diera Arnolfo mostrara gran precio de su fuerza y ligereza, v como va le tuviesse he-
persona, tuvieron las fuerzas de su contrario rido por algunos lugares de que le salía mu-
por muy pujantes. El caballero del Tigre, cha sangre, dejábale andar perdiendo mucha,
por tener el caballo flaco y cansado, se apeó cometiéndole algunas veces que se rendiesse,
dél, y recibió á Arnolfo, que con la espada que hallaría piedad y buenas obras en el ven-
en la mano le venía á buscar; por cierto si el cedor; mas como Arnolfo no quisiesse acep-
encuentro paresció de hombro esforzado, los tar, poleó hasta que desamparado de todas bus
golpes no parescieron menos; mas todo le fuerzas cayó á sus pies muerto. El del Tigre
hacía menester para resistir á Arnolfo, que le quitó ol yelmo, y viéndole muerto, dio mu-
allende de ser estremado caballero, era do- chas gracias al guiador de la victoria. Luego
tado de grandes fuerzas, y la ira de verse vino Primaleón y el rey Polendos con algu-
aasí derribado se las doblara; hacía mará vi - nos otros príncipes, que le acompañaron hasta
Uas, queriendo vender su vida por el precio el aposento de la emperatriz, á donde estaba
que pudiesse; mas después que oyó decir al el emperador; allí, con las rodillas delante
del Tigre que era pariente del del Salvaje, dél, se quitó el yelmo, que hasta entonces no
parecióle que podría ser el que venciera y lo había hecho, de lo cual pidió perdón á
matara al hermano de Colambrar. Todas estas
Primaleón. El emperador, llorando de pla-
cosa8 le acerdían y le daban más esfuerzo, cer, le tomó entre los brazos y le apretaba
que cuanto más la necessidad le apretaba, consigo, que como ya por la mucha edad la
más le enseñaba á servirse «le sus obras; en- naturaleza comenzasse ablandalle, cualquier
trambos se anduvieron hiriendo gran rato,
[disgusto] ó pesar grande se las hacía de-
282 LIBROS DE CABALLERIAS

reamar, que este es el natural de los vie- ma noche le habló por una ventana de su
jos. Acabando el caballero del Tigre de le aposento, que caía sobre el patio del apo-
besar las manos, hizo lo mesrao á la empera- sento de las damas, que á la redonda era
triz yá Gridonia; de ahí yendo á las otras cercado de arcos que hacían sombra y no
princesas, Leonarda, princesa de Tracia, le daba lugar á oonoscer quión estaba debajo
abrazó con mucho amor, que caso que ya per- dellos. No menos alegría y contentamiento
diera el amor que antes le tuviera con espe- rescibió Palmerín de verse llegado á hablar
ranza de casar con 61, estotro era tan verda- con Dramaeiana que si fuera con su señor*,
dero ydo tanta amistad cuanto 61 merescía, que como sabía que á ósta descubría todoq
por las buenas obras que d61 roscibiera; mas sus secretos y que con ella descansaba de sos
llegando delante de su señora, alguna sos- cuidados, parescíale que el verdadero reme-
pecha de sus amores puso en los que estaban dio ydescanso de sus males estaba en ella.
á la redonda, que entrambos se turbaron, Dramaeiana, llegando á la ventana y hallán-
assí las personas como las lenguas , que el dole ya esperando, le dijo: «Bion podéis
emperador y la emperatriz se alegraron mu- ereor, señor Palmerín, que quien á esto se
cho, que muchas veces habían hablado en aventura por serviros, no os encubriera otro
easallos, y viendo que las voluntados serían mejor lugar si lo hubiera; que la amistad de
conformes, determináronse del todo. donde mi voluntad nace me lo hiciera hacer
Acabado de hacer sus cumplimientos con todo, con no sabor si vivo engañada ó si la
todas aquellas señoras, Primaleón y ol rey empleo peor de lo que pienso* . «A quien
Polondos, con todos los otros caballeros, le tanto debo, respondió Palmerín, no es bien
acompañaron hasta la posada donde otras que con palabras le pague, ni con ellas le
veces solía posar, con la mayor alegría del agradezca el dessoo que muestra; do vos,
mundo, que tenían por cierto que estando seliora, no querer que con obras que os vi-
allí Palmerín, estaba toda la alteza de las niessen en placer os lo pague, tengo de que
armas; en la" posada halló ya á Solvián, que rao quejar, y si el tiempo me diere lugar,
se las tomó y le ayudó á desarmar; allí repo- yo satisfaré lo que hasta aquí no hice. Que-
só muchos días en conversación de sus ami-
rría, señora, que me dijéssedes qué esporanza
gos, favoroscido de su señora, por el tiompo tendrá mi vida, pues lo que rae sostiene
y la fortuna dalle algún reposo, cosa que hasta agora es la que vos rae pusiste», que
hasta entonces nunca íe diera. tanta esperanza mo puso, que pude sostener
los días contra el cuidado que me mata».
Cap. XXXIV. — De. la habla que Palm crin tQuien tan bien sabe enseñar lo que quiero,
hixc á su sciiora. respondió Dramaeiana, no ha de vivir sin
esperanza, pues vuestras cosas merescen no
Palmerín estuvo algunos días en la corte, ser tratadas con olvido. La señora Polinarda
ocupado de visitaciones que no le daban lugar muéstrese libre, cuan libre quisiere, que yo
á aprovecharse del tiempo en ninguna cosa de
quiero que me debáis confessaros que no lo
su placer; mas ya que ollas le iban faltando,
está, y que tanta pena le tiene dada la soledad
tuvo algún espacio de entendor en lo que
mas traía en la voluntad. Tanto le atormen- en que hasta agora vivió, como á vos los rece-
los que decís que os acompañan. Si estas nue-
taba el cuidado en que siempre viviera, que vas merescen paga, no quiero que me deis
jamás lo dejara reposar, que esto tienen más sino sacarme á salvo do aquesto que os
los corazones enamorados, que el amor tiene
tengo dicho, que no soría razón que las pala-
en ellos mucha parte, y porque en aquellos
bras con que me su pistes hacer de vuestra
días había pocas fiestas y saraos, que eran
parte se conviertan en engaños para mi per-
los tiempos en que más sin sospecha se dición yporder tambión á ella; yo tengo
podía platicar con Dramaeiana, no hallaba concertado muchos días ha que os hablara
ninguna manera para poderse hablar con por una ventana del tamaño desta, estrecha,
ella y pedí lie que le cumplicsse la palabra y para más estrecha tiene un hierro que la
que le diera al tiempo de su partida; enton- atraviessa de arriba abajo, que está en una
ces, hablando con Solvián, que de todos sus
cámara deste aposento quo cae sobre el jar-
secretos ora sabidor y en la posada do la din de Flórida; dígoos que para su condición
emperatriz tenía mucha entrada, lo mandó fue harto acaballo con ella; mas aunque por
que se viesse con ella, y entrambos diessen ello me debáis mucho, al amor se dol>e la
manera para que 61 la pudiesse hablar. Esto
hizo Sclvián como Palmerín desseaba, que mayor parte, que él es el que en esto mas me-
rescc; agora ordená vuestras cosas de suerte
Dramaeiana estuvo tanto do su parte, que
quo no sea menester hablaros más veces, que
hubo poco que acabar con ella; aquella mos- el lugar no es do calidad que lo consienta,

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PALMURIN DE INGLATERRA 283
ni sti osadía tan grande que le dé esso atre- algún tanto esforzado en sus obras y en la fe
vimiento por más que su voluntad se lo con que le servía, llegó al lugar donde su
pida>. cNunca la mía me engañó, dijo Pnl- señora estaba, que ya había algún tanto quo
aierín, en la confianza que tuve de vuestra le esperaba y le vía hacer aquollas mudan-
amistad; que siempre con acordarme della zas; medio turbado, olvidado de algunos
desbaraté todos los recelos on que mi cora- cumplimientos que en tal caso se requieren
zón se vía, y agora los pierdo del todo, pues hacer, comenzó á decir: cSeñora, si mi ven-
veo que vuestro favor me acompaña; mas tura al cabo do tantos males para descanso
¿qué haré, quo tengo por tan gran cosa oirme dellos mo tuvo guardado este galardón, ya
mi señora y poderle decir mis males, que me no me queda que sentir ni menos de quó me
falta el atrevimiento, quo tan grande es el agraviar, pues todas las cosas do que antos
precio de su persona que delante dolía no me quejaba vuestra presencia las pone en
oso poner mis merescimientos?» . <E11ob son olvido. Esto debo al amor, á quien siempre
tales, dijo Dramaciana, que 8¡n perjuicio serví, hacerme prendar en parte donde sólo
¡se pueden mostrar en cualquier parte; en el contento se puede tomar por satisfacción
lo demás, ¿para qué es, señor Palmerín, de cuantos trabajos el tiempo me quiso en-
quien en los peligros de la vida se muestra tan señar; passallos por serviros tengo por tan
esforzado, quererse hacer medroso donde ella gran precio, que pienso que yo soy el que
no corre ningún riesgo? Si dijerdes que el quedo debiendo; mas querría que ni este co-
mucho amor trae consigo este temor, sabed nocimiento me hiciesse daño, que ya sé que
que no dura más de hasta se comenzar la las cosas de que más me precio son las que
plática, que de ahí adelante él so despide; y más me dañan. La culpa desto tiene vues-
hallaréis tanto que decir, que he miedo que tra condición, que do muy libre y esenta
á vueltas de pláticas verdaderas juntéis otras ninguna cosa lp contenta; pésame vérosla
que no lo sean; quo esto tiene el amor des- assí, no tanto por lo que en esso me va,
pués que se desembaraza». Sobre esto qui- como porque sé que esso os puede poner
siera Palmerín quejarse á Dramaciana, mas tacha. Esto sólo es lo que siento; que en lo
porque la noche era pequeña y Ja plática se demás tan enseñado ando en sufrillo todo,
comenzara tarde, no quiso doterse más en que ningún mal me puede venir que me
ella; antas señalándole el lugar á donde ha- atormente, pues tiene por disculpa acordar-
bía de ir, el día y hora, se despidió. me quo viene de vos; desto so precia tanto
Palmerín se fue á su posada, adonde lo mi corazón, que en las mayores afrentas me
poco que quedaba por passar do la noche gastó lo pone delante, de manera que nunca en
en imaginaciones que le hicieron perder el mí tuvo tanta parte algún tormento que con
sueño, que en estos casos assí lo quitan los esto no se curasse; si este solo remedio no
placeres no acostumbrados como las tristezas dejáredes á mis males, mal los pudiera pas-
demasiadas. Llegado el día que Dramaciana sar mi vida, que tan desviadas hallé siem-
le dijera, armado de armas secretas, vestido pre todas las otras esperanzas, y tan ciertos
de atavíos galanos á tal tiempo necessarios, todos los peligros, que desdo los primeros no
se fue hacia el aposento de Flérida, y dejando quedara para poder esperar otros. Vos, se-
á Selvián de fuera para velar, saltó dentro. ñora, que sabéis que éstas no son palabras
Por cierto, después que Palmerín allá se vio buscadas para obligar con ollas, pues las
hallándose 6olo y acordándose á donde iba, obras con que siempre os serví me quitan
no tuvo esta afrenta por tan pequeña que no desta sospecha, mirá si en el cabo de tan
le pareciesse la mayor que nunca passara; gran prueba como dolías tenéis visto sería
3ue sabía que habría de tener contienda buena alguna satisfación, con que á lo mo-
onde su esfuerzo y armas no le podían apro- nos paresciesse que se agradescía, que para
vechar, sólo
y con sus merescimientos espe- con vos soy tan bueno de contentar, que ni
raba de se defender, y éstos no sabía quó oso pedir nada ni traigo más merescimientos
tanto le podrían ayudar, pues se habían do al campo, porque no parezca que os quiero
presentar delante quien le tenía tan grande, obligar con ellos; vos, que los conoscéis, los
*iue todos los de los otros parescieron pe- juzga, y si no tuviéredes por bien igualar
queños; cuanto más se llegaba á la ventana, el galardón, sea como vuestra voluntad qui-
más le combatía este recejo: tremíanle los siere, que no puede ser que alguna cosa no
miembros, faltábale el aliento; el juicio en esté de mi parte; y cuando assí no fuere, no
acuella hora no era de tanta fuerza quo no le hagáis fuerza, que tan conformo tengo la
supiesse poner remedio á tan gran afrenta. mía á lo que ella quisiera, que de los males
Entonces, deteniéndose un poco, dio lugar que 1110 ordena me contenta; tanto me precio
al entendimiento para poderse determinar, y dellos, que sabiendo que no los merezco, no

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284 LIBROS DE CABALLERIAS

los trocaría por otros ningunos bienes». «No fe andaba tan alegre de lo que pensaba que
pensé, señor Palmerín, que para me descu- os mcrescía, que no so quiere contentar de
brir esta voluntad, respondió Polinarda, me galardones dados por otros. Mas si vuestra
hiciéssedes venir aquí; mas dos cosas me en- condición os lo consiente, y quiere que con
gañaron: la una la criación y parentesco obras llenas de mudanzas me paguéis lo que
que tuve con vos, que me hace dessear ve- os quiero, cumplilda del todo, porque á costa
ros y preguntaros por vuestras obras; la de mi vida passéis la vuestra descansada,
otra, Dramaciana, que agora acabo de creer que aunque yo no resciba más paga, esto
que es mas vuestra amiga quo mía. Mas me satisfará, y no os temáis de la culpa que
pues la culpa queda comigo, podréme que- desto podéis tener, que por veros sin ella me
jar de mí y no de vos, quo queréis cumplir la quiero echar á mí. Solía ser que pensaba
vuestro desseo á costa de mi honrra, sin nin- que entre todos los males que el amor podía
gún poligro de la vuestra; cuestan os poco dar, ser ausento era el mayor; agora lo juzgo
palabras; yo, si me engañase con ellas, al contrario, que veo que los cuidados de lejos
allende de no quedar mal juzgada de vos, no en la fuerza de su pena siempre imaginan al-
sé lo que puedo ganar. No os niego quo gunas imaginaciones con que descansan loa
cono8ceros esta voluntad no me hace pensar que no tienen los desengaños dados en pre-
que os debo alguna cosa, mas no do calidad sencia, que el parescer que consigo traen
que no se pueda pagar sin riesgo de mi quitan toda la confianza. Ya desde lejos usa
fama; querer que el trabajo de vuestras amor de sus engaños; entre algunos males
obras se pague el galardón á mi costa no mezcla algunas esperanzas con que se pue-
me paresce razón, pues ellas son tales que dan passar, quo desta manera se Babe él ser-
ellas mismas se traen la paga, que no es tan vir, porque si en todas sus cosas fuesse des-
chico el contentamiento que dellas os queda abrido, tan descubiertos serían sus yerros,
que no se pueda tomar por descuento del que allende de le quedar menor poder, sería
trabajo quo os dieron. Si la intención con en menos tenido: lo cercano no puede con-
que decís que me servís es tal como las pa- trahacerse por parescerse todo, ni puede con
labras lo muestran, bien podéis dar cuenta esperanzas vanas sostenerse quien de las
al emperador vuestro agüelo y mío, y al verdaderas está desengañado; ya que mis
príncipe Primaleón mi padre, que tendrán merescimientos delante vos valen tau poco,
por bien casarnos á entrambos, porque allen- tenga algún merescer la intención á que
de del estado y señorío, morescéis ser roga- siempre fueron guiados, caso que en esto
do, y vuestras cosas son de tan gran meros- alguna cosa os debo, pues los peligros que
ci miento, que no se les puedo negar nada; en vuestro nombre acometí, en la virtud dél
después dellos contentos, perdé essotros te- los acabé, y más veces alcancé victorias du-
mores, que quien tiene voluntad para acor- dosas con encomendarme á vos, que en la
daros este remedio, no le debe faltar para fuerza de mis brazos. Mas aunque por esto
dárosle del todo; esto es lo quo de mí podéis yo esté en obligación, ni vos quedáis fuera
alcanzar, y no lo tengáis por poco, que yo della, pues á costa de mi sangre mostrastes
de pensar que no lo es quedo triste, que no vuestro poder, esto quisiera que se os acor-
sé qué tal por ello me juzgaréis». «Ya sé, dara; mas si todavía ser tan libre y mi ven-
sonora, dijo Palmerín, que no tienen mis tura os lo quita, no me quitará acabar mi
obras tanto precio delante de vos cuanto vos vida en lo que comencé, y quedaráme por
decís que tendrán en otros lugares, pues galardón de mi pena el contento de saber
queréis que el galardón dellas esté en volun- dónde mo viene». «No quisiera, respondió
tades ajenas y de quien yo no le quiero: ¡oh, Polinarda, que mis palabras tuvieran essa
que asaz de poco descanso, sería para mí do- respuesta, que me parece que quedan mal
lor saber que de quien no me lo dio he des- agradescidas, pensando yo que por ellas rae
perar el remedio! No digo que del empera- debíades mucho, pues hablé más de lo que á
dor y príncipe Primaleón ser contentos no mi persona y honestidad convenía; ya que
mo quedara harto placer, mas querría quo assí no lo mirastes, quiéroos desculpar con
las suyas fuessen las postreras voluntades, el amor que decís que me tenéis, quo adonde
que ya cuando en ellos se hablasso, la vues- él está, tiene tan ciega la razón, como agora
tra estuviesse tanto do mi parte, que la suya paresoió en vos, por lo cual quedáis meres-
dellos no me pudiesso hacer daño, y sólo cedor de menos culpa; y pues con razones
para cumplimiento, siendo necessario, se le que no me agradecistes rae comencé á em-
diesse cuenta. Bien sé que pido en esto mu- peñar, quiéroos pagar del todo, que no me
cho, mas la fe y amor con que siempre os consiento la voluntad que aquí me trujo ve-
serví me hace atrever á todo, y esta misma ras partir agraviado. Vos sois tan gran prín-

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PALMERÍN DE INGLATERRA 285

cipe, tenéis tan grandes calidades, que por vechar dcsta razón, antes le traía tan ciego
ellas confiaréis merescello todo; y yo, por en ella, que con nada se apartaba dolía. A
essa razón, no querría que pensássedes que la postre, viniéndolo á la memoria que el
me vencía, pues delante de mí vale menos mal de que siempre se temiera estaba se-
qne el amor con que sé que me amáis, y en guro, que era tener el amor de su señora y
él confío que entre vuestros desseos el mayor voluntad ganada, quiso en lo más que queda-
de todos será siempre mirar lo que á mi per- ba por hacer dar lugar á tiempo, que siem-
sona yhonrra cumple; y pues para esto fin pre acostumbra dar algún remedio á los más
confessáis quererme bien, no dejéis de ha- desesperados dél; y cuando para él solo fal-
blar al emperador y á Primaleón mi padre, tasse, entonces haría lo que agora recelaba.
y sea para cumplir con ellos, y do mi volun- Assentado en esta determinación, alegre de
tad estad seguro aunque todas las otras fal- lo que alcanzara, conversaba con sus amigos
ten. Si esto no os basta, ni yo sé qué más os con más placer de lo quo solía, que el amor
prometa ni vos lo debéis querer tío mí, por y el cuidado le daban lugar para ello. Assí
no ensenar que si me amáis es al revés de lo passaba los días yendo muchos días al apo-
que pienso» . cYa agora, respondió Palme- sento de la emperatriz, á donde jwdía ver á
rín, si desso no me contentasse, sería bien su señora, poniendo los ojos en ella con me-
que me lo tornássedes á negar, mas ni tengo nos temor que de antes, hablando muchas
tan flaco conoscimiento que no conozca que veces con la reina de Tracia su amiga, lo
entre cuantas buenas venturas el tiempo me que hasta allí no osaba hacer, assí por lo que
tiene dadas ésta es el remate de todas ellas» . con ella passara, como porque temía con ello
Entonces, tomándole una mano, se la besó enojar á su seüora. Y porque todos estos re-
muchas veces, no sin lágrimas de la princesa celos eran quitados, osaba conversalla y ha-
Polinarda, que en estos tiempos, entre las blar con ella sus secretos. Y también era
personas que no lo tienen por costumbre, el
amor y la vergüenza de se ver en tal acto las esto causa de Polinarda podelle también ha- '
blar á él, que siendo la amistad y conversa-
acarrea. Entre algunas palabras que passa- ción con la reina tan grande como ya se
ron, se desposaron el uno con el otro, siendo dijo, parescía honesto que en cualquier tiem-
i ello presentes la reina de Tracia y Drama- po y lugar se hallasse junto della; y porque
ciana, de quien la princesa estaba aconse- allende de ser hermosa y galana, era muy
jada que lo hiciesse assí; y quiso que entram- discreta, ella misma buscaba remedios para
bas lo viessen porque del todo perdiesse el que se viessen, y les comenzaba la plática,
recelo que de la reina traía; que do tal cali- que de otra manera ni Palmerín se atrevía
dad es el bien querer, que en estos casos de ni Polinarda osaba ó no quería desembara-
zarse.
los amigos y de los enemigos se teme, de to-
dos se recela, de nadie se confía. Y porque Un día, estando assí juntos, dijo la reina
la mayor parte de la noche era passada y co- á Palmerín: «Por cierto, señor, si la ofensa
menzaba ávenir el alba, se despidió Palme- quo me tenéis hecha no tuviera consigo tan
rín de su señora Polinarda, y de la reina de buena disculpa como es negarme por la
Tracia y de Dramaciana sus amigas, con el princesa mi señora que aquí está, en todo
cuidado más manso y el amor como solía, tiempo os pudiérades temer de mí. Mas
que cuando es grande, con ninguna cosa se agora yo soy la que os quiero disculpar, quo
acrescienta. bien veo que quien tan gran cosa acabó
como fue mi encantamiento, no lo podía ha-
cer sino amando en tal lugar; que el amor
Cap. XXXV. — En que da cuenta de la ve-
nida de algunos caballeros ú la corte, y de puesto en otra parte no tuviera tanta fuerza;
las nuevas que vinieron de la flota de los pues si después de negada tan señalada Vi-
turcos. toria negárades las gracias della á quien os
la hizo alcanzar, ahí fuera mayor la ingra-
Passada esta habla de Palmerín con su se- titud que la vitoria, ni quiero que piense al-
üora, y satisfecho de lo que della alcanzara, guien qne desechar mi estado fuo yerro, quo
aun no acababa de reposar del todo, que te- por mayor lo tuviera después que vi á la
nía por grave cosa hablar al emperador y princesa contentaros con cosa ninguna de
parescer que por satisfacer á su desseo se cuantas el mundo puede haber». «Señora,
querría apartar del trabajo de las armas, cosa respondió Polinarda, esso quiero; dejá esse
que su buena dicha le estremara entre los vuestro amigo, que teniéndoos en su poder,
otros caballeros, y que haría muy gran me- y casando con vos poder gozar vuestro es-
noscabo en su persona; de la otra parte, el tado y persona, dejallo por cosa que tanto
amor que le atormentaba no le dejaba apro- ganaba púsome en tal deuda, que de allí

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I

*8H
LIBROS DE CABALLERIAS

adelante halló mi voluntad tan rendida qu qué pensar, que los fieros de Albaizar pares-
vine á lo que vistes». «No quiero, mi señora, cían ya verdad; que con cartas y promesaas
oíros esso, pues en quo pensáis que me con tenía junta toda la morisma; ningún prín-
tentáis me hacéis agravio, que no soy do cipe había en toda ella que con mucha dili-
tan poco conoscimiento que no veo que por gencia no se aparejasse y comenzasee á ha-
vos se dobe dejar todo; ni hay en el mundo cer gente y municiones con todo aparato de
estado ni parescer por que se deba tocar la guerra. Esto se supo por un mensajero del
menor calidad de todo el mundo; por lo cual, soldán Belagriz, que tan bien fuesse que-
ni yo tendré razón de me agraviar de quien rido dellos, el cual, no tan solamente no
me dejó, ni vos pensar que le debéis más de quiso aquella empresa, mas antes, usando de
lo que os debe». «Bien sé yo, dijo Palmerín su verdadera amistad, se aparejaba para el
á la reina, que yo soy el que lo debo todo socorro de Costantinopla, que bien vio que
á V. A., I09 trabajos en que me puso, pues su necessidad sería tan grande que todo so-
en pago dcllos satisfizo el alegría dorido corro habría menester; y allende do apare-
siempre la vi dudosa y al amor el galardón jar todas estas cosas para su guerra, dio
de mis moreseimientos, de que siempre tuvo aviso al emperador para que se apercebiesse
poca esperanza; yo le merecí esta paga, que él y sus amigos, y proveyesse en el amparo
en la mayor desesperación le di siempre de su estado y ciudad. En este tiempo era el
gracias; nunca me paresció que usaba coini- emperador tan viejo, que sólo del juicio se
go sinrazón, que viniéndome á la memoria aprovechaba, y éste algunas veces se le vol-
la princesa Polinarda mi señora, tenía que vían passiones. Mas aquí paresció que la ca-
mis males no merescían de aposentar tan lidad del caso y grandeza de negocio lo ayu-
alto, y el ardideza y soberbia que de aquí me daba áconsejarse, que como antiguo y espe-
quedaba mo traía alegre, que me ayudaba á rimentado en cosas arduas no tenía nada en
desbaratar la pena que ellos me daban; con poco. Después de responder al soldán Bela-
esto podía vivir á pesar de mis cuidados; griz yle dar el agradescimiento de su amis-
agora, para tener más que debelle, veo quo tad ydel aviso que le diera, hizo mensaje-
contra su costumbre me quiso poner en el ros á Arnedos, rey de Francia, su yerno; i
fin de mi esperanza, teniendo por condición
Recindos, rey d'Espafta; á don Duardos,
á los más fieles vassallos negallos el galardón, príncipe de Inglaterra; al emperador Vernao
y los que menos le estiman alcanzar mayo- de Alemania; á Mayortes, gran can, y á to-
res premios. Y sobre todo, á quien más dobo dos los otros príncipes y señores de la cris-
es á la señora princesa, que no creo que las tiandad, quo ontonces no había ninguno en
fuerzas del amor tengan tan gran poder que toda ella que no tuviesse parentesco ó estre-
le pueda mostrar con olla; por don do veo que cha amistad en esta casa, y algunos, si desto
sólo do su voluntad cuelga todo mi descanso, carescínn, no hacían cuenta que estaban en
de que yo no me pudiera contentar si le sin- el mundo y por personas sin nombre. No
tiera venir forzado, que el mayor bien que hubo ninguno á quien esto mensaje no lle-
puede alcanzar quien ama es ver que con el gasse que luego en persona no viniesee á vi-
mismo amor le pagan, quo á donde él está sitar al emperador, dejando á punto su
arraigado ninguno otro interés lo contenta, gente para cuando fuesse menester, que el
todo lo deja por éste». «Parésceme, dijo la amor y voluntad que siempre le tuvieron les
princesa, que si no ob atajase diréis desso guiaba; allende desto, tenían sus hijos cria-
tanto, que nunca acabaréis; ya podéis hablar dos en aquella corte y moradores en elhr
en otra cosa, y dad el agradesci miento de aparejados al mal que los sucediesse que-
vuostro bien á vuestras obras, que son tales ríanlos visitar y hallarse cou ellos en cual-
que os hicieron merescedor de todo lo que quier cosa que les sucediesse. Como esta
vuestra voluntad os podía pedir, y los peli- nuova se comenzó á derramar, todos los ca-
gros que passastes os llegaron al estado do balleros andantes que entonces andaban por
os dessear todos» . Quiriendo la roina tornar el mundo se quitaban de las otras aventuras
á hablar, la emperatriz las llamó, y con esto y vonían á Costantinopla, á donda pensaban
dieron fin á la plática, de que pesó á Palme- que las hallarían mayores, de suerte que en
rín ('), que estando delante de su señora todo poco tiempo se hinchó de mucha y muy no-
el tiempo le parescía pequeño. ble caballería que do todas partes venían; y
Passado aquel día, á otro vinieron nuevas puesto que después de sor llegados les suos-
al emperador que le comenzaron á dar en diessen algunas aventuras que les obligassen
á partirse, el emperador los detenía, no dan-
habrán do á ninguno licencia, que la nueva del
(•) Pero oo al lector, á quien
unfadudu tan ulambicadaí ayuntamiento y venida de los enemigos cada

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PALME RIN DE INGLATERRA
287
día so avivaba. Mas como on estos casos tes y hallassen á los de la fortaleza sin ar-
siempre el miedo y la fama suele acrecentar mas y sin sospecha de las haber menester,
las cosas, cada día sonaban maravillas de la mataron á cuantos en ella hallaron y á Sa-
grandeza de la flota y de su mucha caballe- tiafor con ellos. Esta gloria ó vitoria le duró
ría, assí de jayanes como de fuertes caballe- poco, quo Argentao, gobernador de la isla
ros. Ypuesto que viniessen destos muchos, la Profunda, s endo informado de lo que passa-
fama los hacía más. Esta misma fama, caso ba, tuvo manera cómo por maña y sin ser me-
que fuesse dañosa para los corazones flacos, nester fuerza la tornó á cobrar, prendiendo
aprovechaba para dar priessa á los animo- a Troíolante, y al tiempo que en la corte se
sos yesforzados. Andando assí estas cosas, aparejaba la armada para el socorro de la
de la isla Peligrosa vinieron nuevas á Pal- isla, llegó á ella preso por mandado do Ar-
merín que Satiafor, gobernador della, era gentao, do que se rescibió mucha alegría;
muerto, y la isla tomada por fuerza do ar- porque allende de se assegurar la isla, daba
mas, juntamente con engaño, de Trofolante causa á desbaratarse la ciudad, que Palme-
el Medroso. Desto Trofolante se hace muchas rín con sus amigos se aparejaban para el so-
veces mención en este libro, que era ene- corro. Trofolante fue condenado en público
migo antiguo, de casta de jayanes y él por y hecho de justicia según sus obras mores-
si muy esforzado y cruel y con ánimo da- cían, y Argentao remunerado con mercedes,
ñado. El, con otros compañeros, vino á la según la calidad del servicio.
corte del emperador al tiempo que se hizo Acabado esto, no passaron muchos días
el gran torneo de los noveles contra los ca- que llegó Daliarte, con el cual se hicieron
dos (') y estranjeros en Costantinopla, como nuevas fiestas y regocijos; que su persona,
se escribe en el principio desta liistoria. Y juntamente con la necessidad que siempre
por hallarse muchas veces vencido, cres- había de sus obras y saber, lo causaba; y
cióndole la enemistad, trabajaba por ejecu ta- como aquel que sabía lo que passaba de su
lla en crueldades salidas de la mala inten- isla, andaba dando gracias de la voluntad
ción, que en el mismo día lo venció Floren- con quo le hacían á los que para su socorro
dos y á otro día le venció el caballero del della tenían ofrecidas sus personas. Tras él
Salvaje en la floresta de la Fuente clara, por vino el príncipe Floramán, Albauis de Frisa,
razón del escudo de la palma que la donce- Roramonte, Luimán de Borgona, Polinardo
lla de Daliarte llevaba á la corte para darle y otros príncipes y caballeros que, dejadas
al caballero novel que en el torneo lo hiciera todas otras ocupaciones, venían á Costanti-
mejor. Después, yendo al castillo do Almau- nopla por la fama que había de la venida de
rol para se combatir sobre el escudo de Mi- los turcos. Assí de día on día se junto la ma-
raguarda, tornó á ser vencido de Florendos yor parte ó casi toda do la caballería del
que la guardaba. Viniendo de allí con este mundo, con que la corte estaba tan noble y
sinsabor, encontró en el camino el caballero grande cuanto en ningún tiempo lo fuera.
de las Doncellas, y sobre querérselas tomar Mas en el mismo día vino nueva que el rey
hubo con él batalla y fue vencido. Assí que Fadrique de Inglaterra diera fin á su vida, y
destos vencimientos vivía tan triste, que con don Duardos tomara el ceptro con la mayor
ninguna cosa podía templar su pasión que solenidad y con más amor de sus vassallos
dellos le nascía. Y porque allende destas ra- que ningún príncipe en aquel tiempo tomara,
zones, que le movían á hacer malas obras, quo pocas veces se acostumbra, por la cruel-
era pariente de Calfurnio y Cauboldán y dad de los príncipes ó por mala inclinación
sitó hermanos, crescíale el desseo de ayudar de los súbditos. Alguna parte de tristeza
á vengar sus muertes, y con intención de hizo la muertv del rey, y el emigrador fue
hacer algún trato con Colambrar se fue á la el que más lo sintió, quo como fuessen de
isla Profunda, á doude halló la tierra al re- una edad, pureseíale que estas fuessen es-
vés de lo quo pensó. Con este pensamiento pías de su fin, como sea natural la mayor
se pas86 á la isla Peligrosa, llevando en su enfermedad que la vejez trae consigo, traer
compañía dos caballeros sus parientes con- siempre delante los ojos la muerte. Y este
formes ásu intención, donde con engaños y pensamiento ó representación de la memoria
disimulaciones pudo entrar en la fortaleza, la corrompe el juicio, trastorna el entendi-
que Satiafor, no se temiendo de ninguno, le miento, con que no tan solamente se desba-
rescibió dentro, y cuando quiso desviarse de rata la fuerza, mas las otras perficiones se
la malicia dissimulada no pudo, quo Trofo- corrompen y ía razón carece, para que en
lante ysus compañeros, como fuessen valien- todo queden menos que hombres. Que assí
acontesció al emperador con esta nueva: que
te Aií en d original, por «casado». por la passión que rescibió de la muerte del

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288 LIBROS DE CABALLERIAS

rey, 6 por essotros recelos que se dijo, quedó cer y hermosura pensaban preceder á todas,
tal que luego se paresciera en 61 la mudanza envidiosas de la fama ajena, ensoberbecidas
que hizo; que las palabras que decía eran de su confianza, quejosas de los caballeros
dichas sin concierto, y que alguna vez pares- franceses, por cuya falta ó flaqueza de amor
ciesse que lo traían , duraba muy poco, les páresela que sus nombres no sonaban por
como aquel que el cuidado repartido en otras encima de todos los otros, juntadas cuatro
cosas variaba el entendimiento. Fue solem-
dolías que en aquellos días hacían su habita-
nizada la muerte del rey con obsequias de ción, pensaban que hacían ventaja á las
mucha memoria, habiendo en ellas fuegos, otras, ordenaron entre sí una manera de
según la usanza do Grecia; cubrióse la corte aventura, adonde muchos caballeros andan-
de luto. Mas esto duró poco, que como cada tes viniessen, y por combate y armas hicies-
día venían á ella princesas y personas a sen prueba de sus personas en su nombre
quien so habían de hacer fiestas y rescebi- dellas, para que á costa de mucha sangre
mientos alegres, tuvo podorso desbaratar el sus hermosuras tuviessen fama en todas par-
otro pesar; allende de ille desminuyendo el tes. Estas señoras se llamaban Mansi, Te-
tiempo, según la orden de naturaleza, que lensi, Latranja y Torsi. Cada una tenía su
si assí no fuesse, de tanta fuerza es el senti- castillo de los nombres dellas mismas, para
miento de una muerte que mucho duele, que que por ellos las viniessen á buscar de lejos.
mataría á quien lo passasse si hubiesse de Parescc que fueron tan notables las obras y
durar mucho.
hechos que allí acontescieron, que de aque-
lla antigüedad quedaron hasta agora los
nombres á los mismos castillos, que hasta
Cap. XXXVI. — De tina aventura que en
estos dms hubo en el reino de Francia, y agora los hay en Francia. Estas cuatro seño-
ras, servidas de muchos, no contentas con
de la muñera della (').
querer poner en revuelta y á las otras de su
Puesto que este libro y la historia dél sea tiempo en desprecio, tocadas de envidia
de Palmerín de Inglaterra y de Floriano del unas de otras,\ quisieron que de las cuatro
Desierto su hermano, como en el tiempo que se supiese cuál era la que hacía ventaja á
ellos florecían hubiesse otros príncipes y ca- las otras. Telensi servía á la infanta Gra-
balleros casi iguales con ellos en obras, y timar, hija segunda de Arnedos, rey de
merescedores de se hacer memoria dellos, Francia, en su casa más altiva, más sober-
quiso el autor no dejar en olvido las obras de bia, más valerosa que todas, tan confiada en
algunos dellos, creyendo que no haciéndolo
su parecer, gracia y disposición, que lo des-
assí hacía cosa para le reprehender y culpar,
preciaba todo. Mansi, Latranja y Torsi ser-
y también á las damas quitaría su precio vían ála reina, cada una tocada de las mis-
cuando por ellas ó en su nombre se hiciessen mas calidades que dije de Telensi; usaban
caballerías y obras merescedoras de mucho
del mesmo desprecio, sino cuanto Mansi te-
acuerdo y de saberse en todas fortes. A esta nía de ventaja ser amada y servida del rey,
causa le paresció bien escrebir algunas cosas
con que algún tanto la soberbia y presun-
que en aquellos días acontecieron en el rei- ción la señoreaba. Mas destas cuatro, siendo
no de Francia a muchos caballeros andan- casadas las tres, no por esso querían que las
tes, algunas á su placer, otras al contrario, doncellas de su tiempo las hiciessen ventaja,
según la fortuna de cada uno las ordonaba;
pues en paresccr y hermosura no se la ha-
y dice que como en aquel tiempo la fama de cían, en sor servidas lo misino, cosa que
la hermosura de Polinarda de Grecia, de mucho se acostumbra y poco se estraña en
Miraguarda en España, de Leonarda en Francia, y no es mucho guardarse aún esta
Tracia, fuesse tanta que hacía escurecer y
regla, pues es dolencia que vieno.de tan le-
tener en poco todas las princesas y damas jos. Torsi, siendo doncolla y por cassar, pen-
de los otros reinos, como Francia entre los saba (pie esta calidad, allende de las otras,
de los otros cristianos sea uno ele los más le hacían merescer más. Mas como entre
principales y muy famoso por antigüedad de ellas la envidia fuesse grande y la presun-
las obras, algunas damas del quo en pares- ción igual, para prueba del merescimiento
de cada una ordenaron entro sí que nin-
(') Ente capítulo y lo* dijjcicnte* *c refieren induda- guna se dejasse servir de ningún caballero
blemente áun epiaodü» de lu vid» del autor. \a> ha sino con esta condición: que aquel que en
puntualizado la señora Mirha<;li« de Vaacoucellon en nombre do alguna quissieso seguir las aven-
»u precio*»: IV/vm<*A uber di n liittcrroputn PaLMEI- turas, viesse á todas cuatro, y vistas esco-
rim de Inglaterra (Halle, 1883), pá^. 24 y 25.
Vinnfle también lo#capítul<w V y VIII del Palmrrin gesse por señora aquella que más la volun-
vf England, de W. K. Pnraer (Dublin-London, 1904). tad se aficionasse, y la primera cosa que en

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PALMERÍN DE INGLATERRA
sa servicio hiciesse fuesse combatirse uno líos, que no será razón esconder las obras de
por nno con cuatro servidores de las otras, ninguno cuando son tales que pueden ser
los cuales venciendo habrían por galardón ejemplo á los que no las usan. Assí que, du-
llamarse caballero de aquella por quien se rando estos competí mientos, la fama dellos
combatió y con este nombre no pudiesse se- se derramó por el mundo, que fue causa al-
guir las aventuras, quedando su señora con gunos caballeros desfavorecidos en otras par-
vitoria de la más hermosa, haciendo las ven- tos yseguir nuevo cuidado ganado ó mere-
tajas en todos los autos y cerimonias reales; cido con su trabajo.
vanidades que entre las mujeres más se es- El príncipe Floramán de Cerdefla, que
tima ydessea, que como de su propia natu- después de muerta Altea su señora ninguna
raleza sean soberbias y presuntuosas, pode- cosa vio por todo el mundo que se le qui-
11o ser entre las de su tiempo y poder usar tasse de la memoria, atravessando estos días
de desprecio á quien con ellas vive, es para á Francia para passar á Grecia, una tar-
ellas el mayor precio que en esta vida se de, ya que el sol se quería poner, á la en-
puedo alcanzar. Ordenado este pacto y con- trada de un valle muy bien poblado de ár-
cierto, con que se pensó hacer en Francia boles encontró con una doncella ricamente
una aventura igual á la del castillo de Al- ataviada, acompañada de dos dueñas, que
maurol, como los hijos del rey, que en las al passar se quitó el antifaz que llevaba por
armas hacían ventaja á todos los del reino, no amor del sol y le compuso como quien «Ies-
tuviessen las voluntades prendadas en otra sea ser vista dél, viendo en las armas y en
parte, gastaban el tiempo fuera de la corte la manera de su persona que debía ser ca-
y no entraron en esta aventura. Germán de ballero de grande precio y natural de aque-
Orliens, como también sirviesse á Florenda, lla tierra. Como Floramán, de andar siem-
hija mayor del rey, fue fuera de la cuenta pre enlevado en lo que perdiera diesse poca
della. Los otros caballeros franceses, como fe do lo que passaba por el camino, pa6só
de su natural el amor tenga poca parte en adelante, sin acordarse de saludalla ni ha-
ellos, no hubo muchos que quisiessen seguir cer la cortesía que á una dama en todo tiem-
la orden con que cada una de aquellas cuatro po y lugar se lo debe. No tardó mucho que
señoras quería ser servida. Algunos que qui- una do las dueñas so volvió á él, dicien-
sieron probarse en los peligros del aventura, do: «Señor caballero, quería saber de vos
viendo una de aquellas damas, vencido de sus si vistes aquella señora por quien passastes,
amores, decía que en su nombro aventuraría 6 qué razón tuvistes para no le agradescer
su persona según el asiento de su postura; la cortesía con que os trató; si es do no sa-
después, viendo la segunda, olvidábase del bella sentir, podéis os ir en buen hora, que
amor primero, y á ésta hacía el mesmo ofre- assaz desculpa es á quien no hace lo que
cimiento; mas viendo la tercera, olvidaba las debe no saber sentir lo que hace; si por ven-
otras dos, y viendo la cuarta, perdía la me- tura os lo hace hacer mal tratamiento de al-
moria de las tres. De manera que el temor gún dolor que os acompaña, de que assaz se
de cada una los apartaba de la afrenta, di- parece en los meneos con que camináis, mi
ciendo que tal fuerza hallaban on el parescer señora os ruega que por esta noche queráis
dellas, que siempre la presente hacía poner en reposar en un su castillo para donde camina,
olvido las otras. Con este achaque, dejados á donde se os hará todo el remedio que fuero
los amores, se desviaban del daño que dúl les posible». «Señora, respondió Floramán, si
podía recrecer. Todavía algunos caballeros, yo alguna falta hice en no saludar á essa
que vencidos del aguardador de Miraguarda señora, agora la tengo por mayor, puos fue
paseaban la vida apassionada, quisieron pro- hecha á quien no sabe caer en ninguna; mas
bar esta aventura, y como algunos fuessen si á un hombre á quien fuerza de un cuidado
de su natural enamorados, unos por servi- trae desbaratado el juicio, y el entendi-
cios de unas, otros de otras, hubo quien miento, se puede rescibir por desculpa ca-
hiciesse batallas, mas nunca vino tal que minar sin nenguna cosa destas, yo quedaré
vanriesse á los otros.
libre de la culpa que me queréis poner. Rué-
Mucho tiempo duró esta contienda, sin goos que con esta disculpa me presentéis de-
ninguna destas cuatro señoras acabar de lante essa señora, y me ayudéis á no ser mal
quedar en entero vencimiento, haciendo so- juzgado dolía». Assí platicando volvieron las
brello persuasiones á caballeros, como que riendas siguiendo á la señora, que después
Dios para tales obras las hiciesse; y porque de le enviar el recaudo caminó á pequeño
también algunos caballeros señalados de casa passo por que le alcanzase más presto. No
del omperador tuvieron parte en los trabajos anduvieron mucho, que en lo hondo del va-
desta aventura, diráse aquí alguna cosa de- lle pareció un castillo cercado de agua de
usaos DB CABALLERÍAS.— 11— 19
290 LIBROS DE CABALLERIAS

todas partes y levantada la puente, por don- otros, no seáis de los que se mudan y esta
de la doncella entró antes que Floramán lie- mudanza toman por escusa de no hacer
gasse. «Ruégeos, señora, dijo él á la dnena, batalla por ninguna dellas. Este caballero
que me digáis quién es esta doncella y el que está junto comigo (poniendo la mano en
nombre del castillo, que me paresce uno de uno de los que estaban á par dél), vio las
los bien assentados que nunca vi» . €E1 cas- damas todas cuatro, y á la postre quiso que
tillo, respondió la dueña, tiene más calida- la señora Mansi fuesse causa de todos sus
des do las que de fuera vedes, que en él hay trabajos. Este caballero y yo entrambos es-
á las veces algunas aventuras, que quien tamos ámanos de Telensi, y estamos aguar-
á su salvo las passa tiene bien de qué se ale- dando siviniese alguno que sea de las otru
grar, yya á mí me paresce que vos no pa- partes para que cada uno á costa de su san
ssaréis sin alguna, pues debajo de aquellos gre merezca el galardón que ellas ordenaron
árboles, á la mano izquierda, veo tres caba- á quien do todos hubiease victoria. Flora-
lleros que no deben estar sin algún propó- mán, á quien estas cosas poco alborotaban
sito. Este se llama el castillo de Latranja; la con acordarse de lo que perdiera, se recejó
señora dél tiene el mismo nombro y es la que al castillo en compañía de la dueña, á donde
vistes entrar, y por quien muchos caballeros fue res» ebido con mucha gracia, porque 1*
huelgan de esperimentar sus personas con- señora , allende de con 6u parecer pensar
tra los defensores de las hermosuras de las que mataba á todos, quería con buenas obras
ot ras tres damas do la corte sus competido- assegurar las voluntades do los qlie la vies-
ras, sin querer más galardón que el nombre sen. Bien vio Floramán que merecía ser
de suyos, pensando que alcanzar este galar- servida, que en estremo era hermosa y
dón es harto premio del riesgo con que la acompañada de otras gracias que la ayuda-
merecieron. Vos, señor, la podéis ver. y ban á acrescentar más su hermosura; y si su
si vierdes que la razón os ensena que podáis voluntad estuviera tanto en su lugar como
defender su hermosura contra todo el mun- fuera en otro tiempo, con mucha causa le
do, confessaréÍ8 que no alcanzar vitoria será parosció que pudieran defender su partido:
por vuestra flaqueza y no por falta de la cau- mas como del todo tuviesse apartados aques-
sa por que os oombatierdes» . «Ya yo en otro tos pensamientos, poniendo aparte el amor y
tiempo, dijo Floramán, perdí el precio de afflción con que Latranja merecía ser mira-
una batalla en que perdí toda mi alegría; si da, comenzó á desculparse de la falta en qte
agora me aconteciese otro tanto, no me es- cayera en la floresta; mas como esta discul-
candalizaré dela fortuna, porque mucho ha pa no fuesse juntamente con algunos loo roí
que mo trae enseñado á sufrir sus desventu- de su hermosura, á que todo su fin era guia-
ras. De la señora Latranja oí hablar muchas do, entendió él que no era tan bien venido
veces, y pienso que es una de las cuatro como lo fuera al principio. Acabada la plá-
damas de aqueste reino que preceden en her- tica, que duró poco, Floramán reposó en el
mosura álas de su tiempo. Holgara de estar castillo aquella noche; á otro día por la ma-
tan libre de otro cuidado que el suyo me ñana, queriéndose despedir de Latranja, ella
obligara á podella servir, mas la mucha no lo quiso ver, que pensó que el poco ofrea-
parte que de mí tengo dada en otra parte me ci miento que en él hallara nasciera de le
quita no usar do cosa que parezca do hombro parecer otra mejor que ella, dolor que nin-
libre». En esto llegaron junto del castillo, y guna sabe diasimular. Floramán se salió del
llegando junto adonde los tres caballeros es- castillo, y hallando á los caballeros dol otro
taban, sele pusieron delante, diciendo el uno día, el que de antes le hiciera la pregunu
de ellos: «Señor caballero, conviene que antes le tornó á preguntar qué tal venía de lo que
que paseéis sepamos de vos sí por ventura ser- viera. «Cual entré», respondió él. «Tu*
vís áalguna de las cuatro damas do Francia, cierto, dijo el otro, señal de villanía es esta,
porque estando aquí alguno de nosotros que
que quien vio lo que vos vistes y no se olvi-
no sea servidor desea mesma, será forzado dó de sí mesmo, no puede tener cosa de qoe
hacer batalla con él». «Señores, respondió deba alegrarse. Holgara de tener causa de
Floramán, aun agora estoy libre deBte cui- hacer batalla con vos, para castigar tan gran-
dado, que hasta agora no he visto ninguna de ingratitud». «No queráis más causa, dijo
dellas; otra señora á quien yo desespero de Floramán, que la pona que yo rescibo de
ver mo trae tan fuera de otros pensamientos, conoscer mal, porque para servir á la señen
que ninguno tengo que se me pueda olvidar». Latranja yo basto tanto como vos, y parí
«Pues assí es, respondió el uno dellos, entrá conoscer lo que ella meresce, mucho más qttf
en buen hora; y después que vierdes á La- vos; mas para entrar en batalla por ella si
tranja, si os paresciesse como paresoió á ventura mo lo quita, que quiso que en la»

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PALMERÍN DE INGLATERRA 291

ooeas desta calidad hiciesse proflssión en volviéndose á Latranja, le dijo: «Por lo que
otra parte». «Ya, dijo el otro, no son menes- á vos tocaba, quisiera, señora, acabar esta
ter más palabras, pues essas oon más que diferencia; mas pues vos no lo quesistes, á
con palabras merecen castigarse», y aba- vos os debe este caballero la vida, y vos le
jando las lanzas arremetió el uno al otro, debéis á él muy poco, si se os acordare lo
encontrándose de manera que Floramán per- que aquí le oistes*. Ella se lo agradeció con
dió los estribos; mas él le empujó de tal ma- algunas palabras, tornándose á su castillo
nera, que dio oon él en el suelo fuera de más triste que de antes, que de le ver tan
todo su acuerdo; los otros dos le pidieron esforzado quissiera que fuera uno de los que
que justasso con ellos, porque en el aconte- defendieran su partido. Floramán dijo al ca-
cimiento de su compañero tuviessen parte. ballero que le dijesse su nombre. «Esso no
«Pues mi lanza quedó sana, respondió él, haré yo. respondió él, pues no me vencistes,
en cuanto ella me durare yo cumpliré vues- y la batalla se dejó á ruego de otro, en la
tra voluntad» ; y apartándose lo que era bien cual vos no ganas tes más que yo». «Hacéis
menester arremetió al segundo, que le trató bien, dijo Floramán, pues las obras han de
como al primero, y porque aqueste errara el ser tales, encubrirse el dueño dellas»; y to-
encuentro quedando la lanza sana, uno de mando licencia de los ot os, que de las suyas
fm escuderos se la dio, qno con ella hizo al quedaron más espantados qne alegres, se fue
tercero ser participante en el saber de sus su camino sin saber quién ora ni él querer
compañero*; el primero, enojado de lo quo le que lo 8upiessen, que quien de la vanagloria
acontesciera, quiso por batalla de las espa- no quiere acompañar sus obras, no se le da
das enmendar la falta de la justa. Floramán nada que no sepan stt nombre.
se quisiera escusar, mas no piidiendo con pa-
labras yescusas honestas, puesto á pie, con
Cap. XXXVII.— t>e lo que aconteció á algu-
la espada en la mano, en poco espacio le nos cal/allero8 en esta aventura de las cua-
mostró que no por aquella manera se podía tro damas.
panar honrrft con él* que dándole muchos
golpes de toda su fuerza, le trató tan mal, Estando la corte de Fraticift en la ciudad
qae le hizo quitar afuera por tomar algón de París cuasi todo un verano, muchos caba-
reposo al trabajo que le quitara las fuerzas. lleros vinieron á ella que se aficionaron al
«¿Paréceos, dijo Floramán, que bastaré para servicio destas señoras, haciendo en sus
servir á Latranja tanto como vos?» «No sé, nombres justas, batallas y otras cosas quo
dijo el otro, mas sé que por parescerme otra entre los enamorados se hacen, y las más de
mejor que ella, me llega al estado en que las veces los menos entremetidos en estas
estoy». «Essas palabras, dijo Floramán, cosas eran franceses, que no repartió el amor
me parecen bien de vos, mas hnbiéraoslas tanto de sus dolores que sepan qué cosa es
de oir vuestra dama para agradescéroslas, amor, ni ninguno tenga la afición tan viva
qne á la verdad son dichas como de hombre que olla raesraa los enseñe; mas como de fue-
muy enamorado; si viene á mano seréis ra viniessen muchos, el amor que allí los
francés, gente en quien el amor no tiene guiaba los hacía sentir todos sus acidentes.
má-» parte en cnanto le va bien; pues porque Gran soberbia acompañaba á las señoras que
de loa tales el meemo amor no se queje, de todas estas cosas eran cansa; y la de Tor-
mirá por Vos, que ootno traidor á él os espe- 8i mayor que de todas, porque las otras,
ro castigar, y quédeos por pago pensar que allende de con su parecer alegre á quien á
vuestra deslealtad recibió su emienda por el su servicio se ofrescia, que era cosa de más
más leal servidor que hasta agora el amor assegurar voluntades ajenas, Torei, de más
tuvo y el peor tratado dél». Apretando la hermosa de presumpción ó de más cruel,
espada en la mano, se fue al caballero, que todo su fundamento era en la esperanza y
como desesperado de la vida quiso defende- confianza de su hermosura; y como de nin-
Ha hasta la muerte. Latranja, que dentre las guna otra cosa se quisiesse ayudar, todo su
almenas los miraba, no tanto por dar la vida parecer era acompañado do un desdén, des-
al maltratado, como por estorbar la victoria precio yessención; y sobre todo, olvidada
4 quien la alcanzaba, bajó abajo y rogó á do todos los servicios y de la voluntad con
Floramán que por amor della dejasse la ba- que los hacían, alegrábase que no se dijesse
talla, loque él hizo contra su voluntad, que por ella que con muestras apacibles atraía
tan leal era en el amor y deservicio de las á sí volnntades ajenas, sola en sí mesma con-
damas, que le páresela que por ninguna ra- fiaba; yá la verdad, aunque esto parezca
zón un caballero debía tan justamente morir gravo á quien sirve y ama, la dama que por
como por seguir el contrario desta su opinión: esta vía obliga ó aficiona, debo de ser tenida

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292 LIBROS DE CABALLERIAS

en mucho, pues cautivando voluntades, la la corte de Francia y vor aquellas señoras


suya parece siempre que está libre. Menos de quien tanto se hablaba; entrando en eUa,
servidores tenía Torsi, a lo menos en Fran- un día que el rey hacía fiesta á unos casa-
cia, que querían lo que ella negaba, mas de mientos en que las damas amostraron todo
estranjeros los mas se le aficionaban, que no su poder, no tuvieron necessidad de pregun-
podían negar el merescimiento del desprecio tar por ellas, que entre las otras se pares-
on que tenia á todo el mundo, y quien tiene cían. Cada uno puso los ojos en ellas, mudán-
la presunción altiva y mala de contentar en dolos de una á otra, y como el reposo de Torsi,
juntamente con el poco caso que hizo de ver
caso tan dudoso, huelga d'esperimentar su
fortuna, porque no hay vencimiento grande que la miraban, hizo en ellos mayor impris-
sino á donde el que se combate se desespera. sión que ninguna de las otras, porque en-
Estando la corte en estas diferencias, acertó trambos se aficionaron á servilla, declarada
á venir a ella Albaizar en el tiempo que ve- la voluntad el uno al otro, tanta fuerza tuvo el
nía del castillo de Almaurol y traía el escu- amor de aquella primera vista, que ninguno
do hurtado á Dramusiando; solos dos días se quiso dejar el campo á su compañero; antes
detuvo, que como su afición estuviesse puesta siendo de antes tan amigos, tan conversables
en Targiana, con ninguno desseaba hacer que ninguna cosa pudiera apartar su amistad,
-batalla sino contra quien en su desprecio la enemistad y aborrescimiento fue entrellos
quisiesse loar á otra. Bien vio él á las cuatro tan grande, como si de mucho tiempo tuvie-
damas y á las infantas Florenda y Gratimar, ran de qué tenella. Muchos afirman que el
que no merecían menos que ellas, y bien le amor es virtud, mas yo no sé cómo se puede
pareció que con razón se debía mover cual- llamar virtud cosa de que tantos males nan-
quiera por las servir; y entre todas Torsi fue een. Pompides, vencido del parescer de Torsi,
la que mas le pareció que lo merecía, que después que con ruegos y palabras no pudo
allende de hermosa la hallaba conforme á su apartar á Blandidón de su pensamiento, dijo
condición; que, como ya se ha dicho en otras que en su presencia era forzado combatirse y
partes, Albaizar era presuntuoso, soberbio y el vencedor quedase para defender su pare-
despreciador de todo, diciendo della loores cer. Blandidón, que delante della quería
en toda parte que se hallaba; mas como allí mostrar el afición que le forzara servir, con-
no tuviesse que liacer y dessease llegar á sintió en la batalla; como el amor y la sin-
Costa n ti nopla, se fue su camino, y no se es- razón en cada uno no daba lugar el reposo,
cribe dél cosa que en Franoia hiciesse. entrambos juntos delante el rey y reina se
En los mesmos días Palmerín y Florendos presentaron á ella con las rodillas en tierra,
passaron cerca de la corte cada uno por su dijo Pompides: «Señora, este caballero y yo,
camino, no queriendo entrar en ella por se- á quien la naturaleza hizo muy parientes y
guir el rastro de Albaizar, desseoso cada uno la conversación de mucho tiempo grandes
de ser el primero que con él topasse, que la amigos, vencidos de vuestra hermosura, gra-
tenían por mayor empressa que ninguna de cia y parescer, en un punto somos tornado*
aquel tiempo. Lo mesmo acontesció á Dramu- al contrario; que puesto aparte el parentesco
siando, que teniendo mucho desseo de ir á y amistad y todas las otras razones que hay
ver estas damas, el desseo de ver á Albai- para no dejarse, todo es vuelto en enemista-i
zar le quitó estotra voluntad; de manera que y desseo de venganza; como si hubiesse 00»
si en aquel tiempo no fuera el hurto de Al- de que cada uno de nosotros la hubiesse des-
baizar, pudiera ser que en la corte de Fran- sear; yo vi estas damas vuestras competido-
cia se hiciera otra aventura tan notable como
ras; bien veo que todas merescen ser servi-
fuera la del castillo de Dramusiando en In- das, mas vos sola sois la que me paresce que
glaterra, lade Miraguarda en España; mas más tiene este merecimiento; él tiene el mes-
aunque en aquellos días todos siguiessen a mo parecer; cada uno de nosotros dessea de-
Albaizar, Pompides y Blandidón, amigos y fender esta razón por vos; él por amor <fc
tenidos por hermanos el uno del otro, no pu- mí no quiso mudar el amor en otra; yo por
dieron escapar de passar por esta aventura. ninguna no trocaré cuantos males espero,
Tanta fuerza tuvieron el parecer de aquellas pudo más el amor do vuestra parte que! que
señoras, que los hicieron negar el parentes- hasta aquí nos tuvimos el uno al otro; este-
co, y lo peor de todo, tuvo tanta fuerza la mos desafiados para en vuestra presencia y
enemistad y sinrazones del amor, que se lle- en esta corte hacer batalla, en la cual a#>
garen al postier punto de la vida. Estos dos
yo que acabaremos entrambos; mas si algo-
caballeros, famosos entre los do aquel tiem- no quedare, será vuestro servidor; rogamos- .
po tenidos por tales, siguiendo entrambos os que de su alteza nos alcancéis licencia y j
el camino de Albaizar, dessearon passar por
vos estéis presente, para que estando vos <fe-

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PALMERIN DE INGLATERRA

lante, cada uno con máB afición haga lo que ricos. Las infantas Florenda y Gratimar se
pudiere» . Gran sobresalto puso esta aventu- mostraron más hermosas que alegres, que
ra en todos, y en las tres señoras que en el quisieran también que en sus nombres hu-
desafío no entraban gran descontento, vien- biera batallas y riesgos, porque aunque prin-
do que la fuerza del parescer de alguna de- cesas, también caminan por el camino de las
llas no fuera tan grande que pudiesse mudar otras. Bricián de Rocafort, siendo el que de
la voluntad de alguno de aquellos caballeros; la otra parte quiso probar su ventura prime-
como en ellas algún enojo sea malo de dissi- ro, poniendo los ojos en Mansi, que entre las
mular, luego se les conoció en el mudar de otras le parescía merecedora de todas las vic-
la color, en la indignación del rostro, dessa- torias, dijo entre sí: «Chica empresa es esta
sosiego de los ojos, mudar los lugares, poco que delante vos se me ofresce para pensar
reposo en todos sus meneos; y pareciéndoles que hago mucho en vencella, mas huélgome
los caballeros cuando allí llegaron dispuestos, que venciendo ésta haré lo mesmo á los que
entonces la llamaban del todo desgracia, por- defienden las otras partes, y entonces no me
que la enemistad ninguna cosa deja parecer negaréis llamarme vuestro, que costándoos
bien. Torsi, usando de dissimulación, alegre tan poco queréis que se compre tan caro» .
de la gloria de aquel día, alcanzada en tiem- Blandidón, que en estremo estaba alegre de
po y lugar tan señalado, puso los ojos en la poder mostrar sus obras á quien quería te-
reina, que le mandó que respondiesse; la ner contenta con ellas, mirando á Torsi,
cual, volviéndose á Pompides y Blandidón, dijo: «No os pido favor ni ayuda, porque te-
dijo: «Bien se paresoe, señores, que la ma- niendo ávos, ninguna gloria me quedaría
nera de las condiciones con que cada una vencer á mis enemigos; con mis fuerzas guia-
deetas señoras ha de ser servida no llega aún das de amor, que aquí me hizo venir, quiero
á vuestra noticia, pues por esso os quisistes meresoer ser vuestro; y después venga el fa-
poner el uno contra el otro. Para combatiros vor yla merced si vos quisierdes, porque
es menester que tengáis las voluntades muy después de merecido será para tener en más» .
diferentes, mas pues entrambos la tenéis en Poniendo las piernas al caballo, no halló á
una parte, ha de defender cada uno por sí su contrario tan flaco que le pudiesse mover
contra quien siguiese lo contrario, y el que de la silla, quebrando la lanza en él; el otro
venciese á los de las otras partes, esse alcan- quebró la suya, passando el uno por el otro;
zará el premio que se ofresce al vencedor. al voltear Rocafort, que era tenido por buen
Assí que cada uno de vos puede perder la caballero, afrontado de haber hecho tan poco,
enemistad al otro y trabajar por alcanzar le dijo que justassen otra vez; el cual lo con-
vitoria de quien fuere contrario á su opi- cedió, yá la segunda carrera Rocafort per-
nión» Contentos
. y satisfechos quedaron en- dió los estribos, abrazándose al cuello del
trambos de la respuesta de Torsi; en el pa- caballo, y Blandidón no quedó tan entero
lacio hubo servidores que salieron al campo, que no hiciesse gran revés; mas tornándose
entre los cuales los primeros fueron Rubert á enderezar arremetieron la tercera vez, y
Roselin, caballero estremado que servia á como ya el merescimiento de Torsi no me-
Telensi; Bricián de Rocafort, que servía á reciesse ofensas, Rocafort y su caballo fue-
Mansi; el conde Brialto, que servía á La- ron al suelo, y Blandidón estuvo por hacer
tranja, quo cada uno en aquel día esperaba lo mesmo, mas viendo que su enemigo con
alcanzar perfecto nombre de servidor de la espada en la mano le venía á buscar, sal-
aquella por quien se combatiesse; mas pri- tando del caballo le salió á rescebir. No pa-
mero que se pudiesse hacer batalla entre resció esta batalla de las de aquella tierra,
Pompides y Blandidón, hubo otra nueva di- que en braveza, dureza de golpes y en lige-
ferencia, quecada uno quería ser el primero reza, hacía ventaja á cuantas allí se hicieron
que entrasse en el campo contra los otros, muchos días había. Rocafort, allende de es-
teniendo la victoria por cierta. Este debate, forzado, viéndose delante de su señora y el
porque Torsi no quiso declarar cuál dellos rey en su natural, adonde su nombre era te-
fuesse, la reina, con licencia del rey, mandó nido en mucho, no quería quedar con ningu-
que el primero dellos que dijera al otro su in- na infamia, y sin esperanza de poder más
tención, esse probasse primero su fortuna en servir á su señora Mansi. El fuerte Blandi-
la batalla. Justa pareció esta determinación dón, vencido del grande amor, teniendo de-
á todos, y ellos la tuvieron también por bue- lante de sí quien en aquel peligro le pusie-
na. Y porque Blandidón fuera en quien cu- ra, no queriendo que por su falta ella per-
piera la suerte, entró luego en el campo, diesse nada de su merescimiento, ni él de
que á la redonda estaba cercado de ventanas su esperanza, assí que cada uno con estas co-
llenas de muchas damas con atavíos muy sas delante hacían maravillas, probaban sus
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fuerzas, sin se conoscer ventaja; mas como los ojos á Telensi, que á su parecer hacía
Blandidón. allende de sn natural esfuerzo, feas á cuantas estaban á la redonda, y con
la vergüenza de le pareseer que hacía poco palabras enamoradas decía á sí mismo: ¿Cómo
le acompañarse, cresciéronle las fuerzas, co- puode ser que teniéndoos delante alguno nie
menzando áredoblar los golpes de manera pueda hacer daño, sino el bien que yo quie-
que Rooafort, desamparado del aliento y del ro, que en galardón de alguno, si yo os lo
favor de su señora, cayó á sus pies casi merezco, me trae mil males á los cuales no
muerto. Blandidón le quitó el yelmo con sé hallar remedio?; vos, que lo podéis dar, ne-
desseo de le cortar la cabeza si no confessase gallo ó escondello, porque tengáis más que
Torsi ser más hermosa que todas las otras sentir, 6 porque pensáis «pie es harto reme-
tres, filas en este tiempo entró en el campo dio á mis males pensar que los paso por vos,
una dueña que se lo defendió, diciendo que é yo me contentaría dolió si tuviesee cierto
las damas le daban la victoria. Rocafort fue
que esta es vuestra intención. Este caballe-
quitado del campo y llevado á su posada. ro que aquí vino á offender vuestra hermo-
Blandidón, porque aquella batalla le costó sura, para que sea ejemplo á otro, yo haré
mucha sangre, como qnien la hubiera con que presto esté más lleno de arrepentimien-
quien se sabía defender, no pudo hacella con to que agora está con esperanza de la vito-
otros. Y á esta causa quedó con la vitoria im- ria» Bien
. entendió Pompides en el deteni-
perfecta, que era forzado á quien del todo miento de Rubert Roselín cuántas vanidades
la hubiesse de alcanzar en un día y antes estaría componiendo; que este es el officio
que saliesse del campo vencellos a todos; y de los enamorados cuando apartado el pen-
quedando tal de la batalla de alguno del los samiento detoda otra cosa le tienen en aque-
que no pudiosse entrar en otra, después de lla áquien aman; y á la verdad también él
sano la había de comenzar de nuevo contra compuso algún castillo fundado sobre bien
tres, no entrando en esta cuenta ninguno de pequeño cimiento. Y como hasta entonces su
los que venciera, porque los vencidos del Torsi no viniera á ver la batalla, estaba más
todo perdían el derecho de se poder combatir desesperado, creyendo que ni con pareseer
en nombre de la señora por quien ya fueran ni palabras le desseaba favorescer. Ya enha~
vencidos, antes vendrían otros de nuevo. dado de su tardanza y de las composiciones
Desta manera no había qnien pudiesse al- de Roselín, dijo en vos alta : «Caballero,
canzar entera vitoria, de que Blandidón al- acuérdeseos que tenéis más que hacer que
gún tanto perdió la esperanza, que de mu- gastar el tiempo en imaginaciones». «Vos,
cho dessear esta victoria iba perdiendo la es- respondió Roselín, en no tener que ver ni
peranza do aloanzalla. Pompides, puesto que que os quiera ver queréis dar priesaa á la
del daño de Blandidón no fuesse alegre, to- vida como quien se enhada della; pósame
davía de le ver sin entera vitoria quedó ale- que me tomáis con armas do ventaja, que
gre, que en estos casos hasta entre los no- tengo los ojos contentos y el corazón satisfe-
bles vence el amistad, creyendo que para ól cho de ver por quien padezco, y vos todo al
se guardaba el fin della. A otro día, armado revés, que á quien desseáis servir no se os
de sus armas, se fuo al campo de las bata- quteo mostrar; pienso que de la poca confian-
llas, yel rey y la reina se pusieron en sus za que tuvo en vos. Y vos, si á mano viene,
lugares. Las damas salieron ataviadas mejor diréis que lo ordenó assí para que mereciés-
que el día de antes, porque los días de más sedes más, que este es un cuento á que mu-
peligros guaní aban y hacían cerimonias como chos desesperados se acogen». «Estáis tan
fiestas celebradas á ollas. Man si, Latranja, lleno de arengas, resjwndió Pompides, que
Telensi, como quien con sus personas que- si no os atajase gastaríades el día en ellas».
rían dar ánimo á quien por ollas se comba- Y no esporando por más respuesta, arreme-
tía, salieron en estremo oostosas y galanas, tió á él lleno de enojo y de mucho esfuerzo.
bien que para tal estremo de hermosura todo Mas el otro, que con contrarias opiniones le
se podía escusar. Mas ¿cuál es tan bion mi- recibió, que era alegría, dio su enoUentro en
rada en lo que la naturaleza le dio que con ol esoudo de Pompides, y haciendo pedazos
ello se contente? No estuvo esperando mucho la lanza le hizo perder un estribo. Pompides
Pompides en el campo, cuando vino Rubert hizo menos con el suyo, que tomando eri sos-
Roselín, servidor de Telensi, armado de ar- layo barahustó la lanza y paseó sin hacer
mas de oro y negro; en el escudo azul el ningún daño. Roselín tomó otra lanza, y i
Dios más lleno de vitoria de otroB dioses. la segunda carrera Pompides le acertó de
Cabalgaba en un cuballo rucio rodado; entró inatiora que le arrancó de la silla, y al pas-
en el campo muy airoso, y mucho más le sar su caballo tropezó on el otro; y como
pareeoió que quedara después que volviendo fuesse más llaco cayó con su señor) toman-

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dolé una pierna debajo. Bien pensó Roselín lo hubo casi menester que le ayudassen 205 á
aprovecharse allí dél; mas como en Pompi- levantar. Mas porque la vitoria no quedasse
des hubiesse más ligereza que su enemigo dudosa, quiso cortalle la cabeza, y hioiéralo
pensaba, saltó dél tan presto, que antee que si de las señoras no lo fuera defendido. Ru-
su contrario llegó á él, ya le halló en pie, bert Roselín fue sacado del campo sin acuer-
que como del encuentro estuviesse corrido, do, yPompides, en compañía de algunos que
quería en la batalla de las espadas ganar lo le quisieron hacer honrra, llevado adonde
que perdiera en la justa. Pompides mostra- estaba Blandidón, adonde igualmente fueron
ba á la señora Torsi que se le daba poco de curados tan amigos como antes, porque tam-
su servicio; pues no quisiera mostrársele bién en la manera de la vitoria no hubo quien
aquel día, vengábase en quien le tenía poca hiciesse ventaja al otro en las muestras ni fa-
culpa, que era Rubort Roselín, á quien sus vores de la señora Torsi mucho menos, de
golpes en poca pieza comenzaron á cortarle manera que en todo estaban iguales. El rey
la carne y armas por muchas partes; mas les fue á visitar, y después de Iob eonoscer,
como él se sustentase con tener á su seflora enojado de se le encubrir cuando llegaron á
presente, ni sentía las heridas ni falta de su corte, tuvo con ellos muchas palabras de
sangre, con que algún tanto andaba más fla- quejas, y la reina muchas más. que no le po-
co, ni Pompides no tenía mucho de que se día sufrir el corazón venir á su corte cosa de
alegrar, que sus armas también estaban des- don Duardos y encubrirse. Entrambos se dos-
pedazadas,los
y filos de la espada de su con- culpaban con la causa que allí los trujo, que
trario tenían teñido con su sangre mucha fuera el servicio do las damas, que después
parte del campo. Mas como fuosse estrema- que las vieron les pusieron en mayor obliga-
do, ninguna flaqueza mostraba, lo que no ción de encubrir sus nombres» Assí que con
pareseía en Roselín, que de cansado rodeaba esta disculpa curaron todas las quejas, y es-
el campo y daba con menos fuerza los gol- tuvieron en aquella casa curados con mucho
pes; sosteníase mal en los pies, y no podien- cuidado los días que sus heridas los detuvie-
do dissimular su flaqueza, rogó á Pompides ron. En fin, despedidos del rey y de la reina
quisiesse descansar un poco. c6oy contento, y de Torsi, á la cual ninguna soledad quedó
respondió Pompides, y hágolo porque tornéis dellos, que en Francia ni la hay ni se acos-
de vuestro cspaoio á mirar á vuestra Telen- tumbra, se partieron de la corte, Blandidón
si, y con el contento de tenella vista restau- camino do Costantinopla, Pompides por otro
raréis la sangre que tenéis perdida; y á la camino; mas aventuras no pensadas le des-
postre enseñaros he que olvidado ó mal mi- viaron tanto, que le llevaron al reino de Es-
rado de quien á tal estado me trajo, sin nin- cocia, adonde passó lo que ya so dijo. Assí
gún favor suyo os he de vencer» . «Bien sé, que por las razones ya dichas del hurto del
respondió Roselín, que combatirse contra la escudo de Miraguarda, la aventura de las
desesperación es peligro doblado. Mas cuan- cuatro damas estuvo muchos días en calma.
do en tal parte se alcanza vitoria, es más de Mas después del escudo vuelto á su lugar,
loar, por lo cual por la que yo alcanzaré de venido el caballero del Salvaje acompañado
vob tendré más honrra». En el fin destas pa- de Arlanza y sus doncellas, atravessó en
labras se tornaron á juntar, Pompides acom- Francia, y fue el primero que pudo desbara-
pañado de ira, Rubert Roselín de nuevo es- tar la orden dosta aventura, según adelante
fuerzo contentamiento,
y cosas que á las ve- se muestra, de que muchos tuvieron envidia
ces so vuelven en lástima cuando las fuerzas y él alegre porque se la tuviessen, porquo
los desamparan. Pompides le cargó de tan- estas son las cosas de que ninguno la dobe
tos ytales golpes, que le comenzó á traer ú de querer tenor y do que quieran que so la
su voluntad. Al rey pesó de le ver en tal es- tengan muchos.
tado, que era bien querido dél; mas como en
esto no le podía valer más que con pesalle,
Cap. XXXVIII.— De lo que aconteció al ca-
dejó llevar la batalla al cabo. Pompides te- ballero del Salvaje m la aventura de las
nía también mucha sangre perdida, y te- cuatro damas pastando por el reino de
miéndose que si la batalla durasse mucho no Francia.
quedaría tal que pudiesse hacer otra, trabóse
á los brazos con Roselín, en lo cual no ganó La manera desta aventura largamente se
nada, que como no estuviesse tanto al cabo halla escrita en la coróniea general de los he-
de rendirse, con la fuerza quo puso reventá- chos antiguos y obras notables do los france-
ronse las heridas, soltáronsele las venas, de ses, aunque me pa rosee que no va del todo
manera que perdía mucha sangre, assí que contada la verdad, porque esta nación do
al tiempo que dio con su enemigo en el sue- gente sobre todos se desseaü alabar á sí mis-

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mos. Todas sus escrituras van siempre lle- tiendas caballeros que los guardaban. «Pa-
nas de sus loores, y los ajenos déjanlos por résceme, dijo el del Salvaje á Arlanza, que
escrebir. Por esta razón, puesto que muchos aunque el día y el lugar era para dessear
caballeros estraños, á costa de sí mismos ga- tener la siesta, que no será con tanto reposo
nassen mucha honrra sobro ellos, en las co- como el calor pedía, pues veo caballeros que
ránicas no hicieron entera relaoión de sus
pienso que lo defenderán» . Passando junto
obras, 6 á lo menos escondieron mucha parte dél un caballero anciano encima de un rocín
dellas, por quitar el merescimiento á mu- flaco con una corneta echada al cuello, le
chos; por esta causa creo yo que todas las preguntó qué compañía era aquella. «La
batallas que passaron entre los que siguían reina de Francia, respondió él, con sus hijas
esta aventura no fueron puestas en memoria, y damas, que vinieron hoy con el rey í
para que adelante se supiesse el meresci- monte á esta floresta, y porque la calor era
miento de cada uno. Mas de aquel tiempo grande, passaba la sombra destos árboles. Y
hallé escrito del caballero del Salvaje que el rey tiene su armada en aquel cerro que
entonces florescía un poco, de lo cual quise allá vedes, trabajando por traer la caza adon-
hacer mención, pues á razón sus obras no de ella está para más placer». «Ruégoos,
deben ser escondidas. Escríbese dél que des- dijo el del Salvaje, que me digáis, si su veni-
pués que salió d 'España y passó por Navarra, da es á holgar, de qué sirven los caballero?
á donde dejó casado á Dragonalte, cansado armados» . «Essos, respondió él, son servido-
ó enhadado de la conversación de los días
res de las cuatro damas, y vienen para com-
passados sólo con Arlanza y sus doncellas, batirse por ellas si de fuera viniere alguno
determinó seguir su camino derecho á Cos- con quien lo deban hacer; y porque yo voy
tantinopla y ver á su señora Leonarda, prin- un poco de priessa y vuestras preguntas van
cesa de Tracia, á quien el amor con más afi- un poco largas, perdonáme, que no puedo
ción le iba inclinando. Mas como entrasse más detenerme» . Bien vio el caballero del
en el reino de Francia y oyese hablar en el Salvaje que se le llegaba la hora; y mandan-
aventura de las cuatro damas y de lo poco do cubrir el escudo con una funda de cuero,
que muchos acababan en ella, no pudiendo por no ser conoscido dél, tomó la rienda al
negar su inclinación dejar de ir á ver y ofre- caballo, Ty] poniendo las espuelas le halló en
cerse ácualquier trabajo que la fortuna le buen punto. Después, tomando un camino,
ordenasse, encendiósele más el desseo des- comenzó á caminar, platicando con Arlanza
pués que supo ser estremadamente hermosas, cosas no acostumbradas, tan enamorado en
que éste nombre es que mucho aviva á los el parescer cuan poco lo era en la voluntad.
mancebos, especialmente los que son aficio- Las damas que de lejos le vieron, viendo en
nados al servicio de las damas. su compañía una doncella [que] mostraba
Apartándose del camino que llevaba, siguió [ser giganta] en la grandeza del cuerpo y fea
el de la corte de Francia, que en aquellos al parescer, comenzaron á reír unas con otras
días estaba en Borgoña. Algunas aventuras de le ver tan enamorado ó á lo menos al pa-
halló antes que allá llegasse, las cuales passó rescer. El del Salvaje, que hasta allí se ve-
á su honrra, que como para 61 fuessen de nía deleitando en la color de las ropas, devi-
poco precio, no se hace caso dellas. Un día, sando la perfición de quien las vestía, olvída-
siendo á tres leguas de la ciudad de Sonia, sele lo que hablaba con Arlanza, y ella sintió
que agora llaman Dijon (!), adonde la corte bien que el propósito era mudado; vio tanta-
estaba, entró en un valle á horas de vísperas, damas y tan galanas y algunas en tal estreñí o
en el cual estaba edificado un monasterio de
hermosas, y comenzó dessear servillas á to-
monjas, casa de mucha autoridad, cercado de
das, que con menos no se contentara. Una so-
árboles que lo daban sombra, que como el día nora de aquella compañía, que ya en otro
fuera de mucha calor lo daban mucha gracia; tiempo fuera servida de muchos, por mandado
por debajo dól corría un arroyo de agua clara do las otras se adelantó dellas y se vino á
y con poco ruido, que ayudaba á hacer el diciendo: «Bien se paresce, caballero, que de
lugar más apacible. Junto de la ribera vio
muy aficionado á essas señoras con quien ve-
tiendas armadas, y á sombra de Iob árboles
damas jugando y saltando, cogendo flores y nís, passáis por lo que más se os debe acor-
dar, que son aquellos escudos y los señoril
haciendo guirnaldas dellas. En las ramas de
dellos. que os defenderán el passo si las con-
los árboles escudos colgados, y dentro de las
diciones con que ellos lo guardan no quifl'f-
redes esperimentar» . «Ruégoos, señora, res-
í') Importante ciudad de Francia, i 268 kilómetro* pondió él, ya que esta vista se ha de raeres-
SL. de Paria Fue, en la Edad Media, residencia de cer con trabajo, me digáis qué condiciones
los Dnqnw de Borgofia. son las con que se guarda el valle; y puede

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ser que si fuessen malas de sufrir, que haya ofrecerse á unas y dejar á otras: todas le pa-
por mejor tornarme que proballas, porque esta rescioron en tal estremo, y en tal estremo
seflora con quien aquí me vedes no me quie- se afficionó á todas, que no iba en su mano
re ver en ningún peligro». «Pues las damas escoger; y creo yo que con la condición que
desta tierra, respondió ella, quieren que las le mandaron mirar todas las otras damas,
sirvan con otra intención. Parósceme que
habéis de ser destos caballeros ociosos que por todas dijera lo mismo. Después d'es-
que gran
tar pieza sin determinarse, la dueña le
traen las armas para m os trallas ó mostrarse acordó que se passaba el día, las damas se
con ellas y defendellas con palabras. Y pues enhadaban y los caballeros se cansaban de
no sabéis la costumbre desta tierra, aquí le esperar que aeabasse de decir alguna cosa
entre esta gente está la reina de Francia con con que se escussasse y so fuesse en buen
sus damas, y entre ellas cuatro que su her- hora. «Seflora, respondió él, vos me metistes
mosura piensan que hacen ventaja á todas, en tal afrenta, que no sé valerme en olla; ten-
y dessean saber cuál de las cuatro hace ven- go por más el determinarme que el combatir-
taja álas otras; esto ha de ser por armas y me. Mas diréos mi intención. Por la señora
desta manera: Todo caballero que quisiere Mansi me quiero combatir con tros; si los
entrar en esta aventura, las ha de ver una á venciere me combatiré con otros tantos por
una; después de vistas, por la que mejor le la señora Telensi. y si mi dicha ó su favor
j-aresciere ha de hacer batalla con tres caba- me ayudare, aun otro tanto haré por Latran-
lleros servidores de las otras, uno por uno to- ja. Y si por ventura me sobraran las fuerzas,
dos en un día; y venciéndolos, allende de le según estoy desseoso parescelle bien, por
quedar por gusto el sabor do la vitoria, po- vos, seflora Torsi (endereszando las pala-
dráse llamar caballero de aquella en cuyo bras áella), puedo 6er que haré más, quo
nombre hiciera batalla; que en esta tierra no muerto ó vivo probaré mi ventura contra
le tienen por pequeño premio, según el me- tros, y otros tres, y cuantos vos quisiéredes;
rescimiento de cada uno. Agora, señor caba- y ojalá quisiéssedes alguna cosa de mí en
llero, sicon estas condiciones queréis probar que os pudiesse servir y perder la vida on
vuestra fortuna, passá adelante y vellas heis, ella, que allende de me parescer tan hermo-
y ellas verán lo que hay en vos» . «Por cierto, sa (*) como vuestras competidoras, estáis tan
señora, respondió él, no digo yo por essas serena, que ni para burlar de cuantas vani-
cuatro, más por cuantas de aquí los ojos me dades aquí me hicistes soltar no se os acordó;
muestran holgaría de esperimentar mi per- y yo, adonde veo condiciones libres, allí me
sona, yque fuéssedes una dellas no me pesa- pierdo del todo». Grande alboroto hicieron
ría nada; mas esta satisfación no me agrada las damas de ver tales ofrescimientos, dicien-
nada á costa de la vida; no ha descanso per- do que fuera la mejor manera de se escusar
fecto, pues en esta vida no hay cosa de más que hasta allí habían visto. En esto llegó el
trabajo que vivir siempre con desseo. Toda- rey, que por tener nuevas de justas dejó la
vía me quiero apear y haré acatamiento á la caza de que le dieron cuenta de lo quo pas-
reina y veré á essas señoras, y podrá sor que saba. Como Arnedos fuesse discreto, le pa-
os muestre más de mí de lo que hasta agora reció quo el caballero tendría que hacer en
me juzgaste*». En esto se puso á pie, y otra parte y quería con palabras quitarse de
hizo todos sus cumplimientos con tanta gra- la obligación de acuellas sefloras. El del Sal-
cia, que les hizo parescelle mucho bien. La vaje, tornando á cabalgar, después de haber
dueña que primero le habló le mostró las hecho su acatamiento al rey, llama á la due-
cuatro damas y le dijo los nombres dellas, ña, á la cual dijo: «Si todas essas señoras se
encomendándole que después de vistas viesse quieren servir de la manera que dije, aun
la escusa que podía tener para no hacer ba- no me arrepiento, que estoy enamorado has-
talla por ninguna. El caballero del Salvaje ta la muerte de todas; por todas me comba-
puso los ojos on la primera, que fue Mansi, y tiró hasta la muerte, y tendríala por bien
estuvo por no ver más, que lo paresció que venida si fuesse por alguna dellas; mas pues
era ofendella esperar ver otra como ella. ya me dijistes la condición con quo ordena-
Mas por guardar la regla, vio á Telensi; vol- ron esta aventura y el premio que ha de ga-
viósele luego el juicio, de manera que no sa- nar el qué la acabare, también os he de de-
Ma cuál tomasse. Llegando á Latranja, diole cir con qué condición haré campo con sus
tan gran parte de sí, como la tenía dada á servidores, y es que si los venciere de la ma-
las otras. En Torsi acabó de no saberse de- nera que tengo dicha, mo han de otorgar un
terminar; que á la verdad, para ella se le don, que será que quien quiera que ocho días
acendió el desseo con más ventaja; mas era
tan codicioso, que no podía acabar consigo (') El texto: «hermosas».

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298 LIBR08 DE CABALLERIAS

defienda este valle á cuantos por él passaren, una miBma manera» . «Seftora, las palabras
dos en nombre de cada una, en el fin dellos,
aun son menos de las que yo sabré decir, res-
si su desaventura y mi poca dicha no me deja pondió él, si essas señoras me oyessen; las
alcanzar más galardón del que prometen, obras vos las veréis; baste que son en su
ellas se podrán ir en buena hora y yo al re- nombre y en bu servicio, para tonel las en
vés, pues gasté el tiempo y avonturé la vida mucho». En esto, apartándose un poco del
adonde no me lo supieron agradescer» . cEste lugar adonde estaba, se compuso en la silla
caballero, dijo Lntranja, parésoeme que oyó
y dijo á Arlanza y á su oompafla que no di-
contar del del Salvaje, que caminó por Es- jessen quién era, lo que parecía escusado.
paña con nueve doncellas y quiere seguille
pues sus obras le habían de descubrir. Algu-
los pasaos». «Por mi fe, dijo Telensi, que le na differencia hubo sobre loe servidores de
habíamos de otorgar el don para ver sus las damas sobre cuál iría primero; que como
obras» . «MaB haga una cosa, dijo Mansi, que el del Salvaje se ofreció á hacer, batalla por
si venoiere nos vaya á mostrar el castillo de todas, parescióles que sin ningún concierto
Almaurol y 8e combata con el aguardador de le habían de acometer. Mas él, que entendió
Miraguarda en nombre do alguna de nos- la razón de su contienda, dijo que todos lo
otras». «No le cometáis tal cosa, dijo Torsi,
oyeron: «Esta primera empresa es en nom-
que está tan liberal en el prometer, que he
bre de Mansi, y Telensi la segunda; Latran-
miedo que nos lo conceda todo». «Huelgo, ja la tercera; Torsi será la cuarta» . cParísce
señora, que me conoseóis, respondió él, que me, dijo el rey, que auU el caballero no sale
no sería razón querer vos de alguien alguna
afuera de su promesa, pues va con los térmi-
cosa que os lo negasse. Todavía ir al castillo nos con que lo prometió» . Luego se puso de
do Almaurol, como la sonora Mansi quiere, la otra parte ol conde Girar, dessoosd de en-
es cosa que con más mala gana haría, porque senar sus obras en servicio de la seftora Te-
allende de ser jornada larga, costóme ya tan
lensi, que aquel día esporaba mereeoer al-
cara una cosa que allá me llevó, que do mala gún favor 6 memoria de lo que por ella pa-
voluntad tornaría allá». «Pues ya allá estu- desoía, que después de mi ralla, contento de
vistes, dijo la dueña que primero le hablara, habella visto, arremetió al del Salvaje, qne
diréisnos: ¿vistes á Miraguarda?» «Señora, también contento de la vista de todas le re-
sí», respondió él. «¿Combatístesos con el cibió oon un encuentro tan bien dado, que
aguardador?» «Seftora, sí». «¿Vencísteslo?* dio con él en el suelo sin ningún acuerdo,
«Señora, no» . «Pues si no le venoistes, dijo que fue menester sacalle del campo por que
la duefla, ¿cómo os ofrescéis á vencer tan» no peligrasse. Grande espanto puso este en-
tos?» «Porque allá, respondió él, no tenía cuentro en el rey y la compaña, que el con-
cosa que me favoresciesse contra tan gran de era caballero de mucha cuenta, y creye-
tnoresci miento como es el de Miraguarda. ron que en el otro había más que palabras;
Aqui tengo el pareeoer deasas cuatro seno- y que á muchos paresoiese mal este primer
ras; y el amor que yo las tengo á todas oua- acometimiento, á Mansi puso mucha espe-
tro. que raeresce desbaratar todo el mundo ranza que en su nombre se vencerían loe
y no me desbaratar ninguno» . «Gentil amor primeros tres, y que para vencer los otros
debe ser el vuestro, respondió la dueña, pues tres no podría hacer tanto que fuese vencido
qué se puede repartir en tantos lugares». de alguien, oon que ella sola quedasse con la
Volviendo el rostro á las d ninas, dijo: «¿Qué vitoria Bobre sus competidoras. Sacado del
hacéis? Otorgaldo cuanto pide, y veremos las campo el conde Girar, Brialto, servidor de
maravillas Ueste caballero, y V. A., dijo al Latranja, y en aquella corto muy estremado
rey, lo debía assí mandar» . «¿Quién queréis, por sus caballerías, y poniendo primero los
respondió él, que ponga en condición lo que ojos en ella, que á su pareseer hacía ventaja
mucho estima sin aventurar á ganar otro á todas las del mundo, dijot «Sea este, seño-
tanto? mas si las damas son contentad, há* ra, el día en que vuestros favores me paguen
gase como quisieren». Mansi, que entre las los disfavores paseados; la soberbia desto ca-
otras era más su privada y más amada, acep- ballero más ha menester que mis fuerzas, por
ta la licencia, y todas juntamente otorgaron esso lo qUe ellas no bastaren haceldo vos con
al caballero aCompanalle los ocho días, oro* vuestro favor, que de otra manera so podrá
yendo que no aventurarían más que prome- perder algo de vuestro merescimiento» . El
tollo, pues de razón ó de fuerza había de ser caballero ostraflo, que no contento de venoer
vencido de alguno de tantos como él se ofres- los servidoros holgaba también de desbaratar
ciera á vencer. «Agora, dijo la dvteña ha- las oon tem placiónos, dejóle tener el tiempo
blando con él, vuestra intención es cumpli- que él quiso; mas paasada s\i contemplación,
da; quiero ver si las obras y palabras son de arremetieron el uno al otra, déndosu talas»

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299
PALMERIN DE INGLATERRA

encuentros, que Brialto quebró su lanza en viéssedes hacer algunas? dijo él; mas no que-
el caballero entraño sin le hacer más dallo. réis que las haga por no deberme más que
Mas él le dio tal encuentro, que le echó de la voluntad quo tengo de herviros, y enseñá-
las ancas del caballo llevando un brazo que- roslas en alguna cosa que os cumpla» . Tor-
brado de la caída, de manera que por no po- nando ácabalgar como si no passara ningún
der hacer batalla fne sacado del campo como trabajo, pidió otra lanza de \a$ muchas que
el conde Girar. ¿Quién creerá que en este había en el campo. Y allegándose más á las
tiempo Mansi podía tanto dissimular su ale- damas, dijo en voz alta, que todos lo oyeron:
gría que no se lo conocieasen todos? El rey «Agora, señora Telensi, porque no tengáis
algnn tanto se le paresció el pesar que res- de qué tener envidia, veisme aquí para de-
elbió del vencimiento de Brialto, temiendo fender vuestra causa, tan entero y con tanta
ver su corte en alguna falta. Luego se puso voluntad como al principio, que de vuestro
en el puesto Aliar de Normandía, servidor parescer me nace nuevo esfuerzo y fuerzas
de Torsi, airoso y con mucha confianza, to- sobradas para vencer á todo el mundo. Y vos,
siendo por sí que con la razón que tenía de su señora Mansi, no me negaréis el don que me
parte lo acabaría todo. A éste no quiso dejar prometistes, pues la obligación con que la
el caballero estreno gastar el tiempo en i magi- había de merescer ya es cumplida; de me ver
naciones, que aquello quería que fuesse todo on peligro con vos me guarde Dios, quo de
suyo, antes dándole voces que se guardasse, los que passare por vuestra causa no se me
hirió m1 caballo de las espuelas. Aliar hizo da nada, que con vuestra presencia los des-
lo mismo, y entrambos se encontraron en barataré todos» . En mucho tuvo el rey las
los escudos. El del caballero estreno fue sal- obras deste caballero, no pudiendo imaginar
vo, quebrando la lanza en la fortaleza do las quién fuesse, porque ser alguno de los hi-
armas. Aliar, con la silla entre las piernas, jos do don D nardos no creía que en su corto
hizo compañía á sus amigos. Y como fuese se querían encubrir ni hacer tan gran sin-
muy esforzado, levantóse luego con la espa- razón ála reina su tía; también de Palmerín
da ea la mano. El caballero estreno Re puso sabía que no era do condición de tales em-
también á pie porque no le matasse el caba- presas. Del caballero del Salvaje, de quien se
llo, ypor no le acabar de fatigar, que le sin- podía sospechar, tenía nuevas que andaba
tió algún tanto cansado, poniendo los ojos en por España muy despacio. De otra parte, ca-
la señora Torsi, como que se le quejaba que ballerías tan estimadas no se podían esperar
do aquel caballero suyo rescibiese mayor de otros, assí que de confuso no sabía qué
daño que de ninguno de los otros. «Siempre, decir.
eeflora, Bospeché que vuestro parescer serla Estando en estos pensamientos llegó Brián
el que más daño me haría; mas porque nin- de Borgofla, Bervidor de Mansi, armado de
guno por vuestro servicio haga más de lo que armas fuertes y galanas, en el escudo en
yo pienso hacer, yo os mostraré que para mí campo azul la esperanza coronada de flores,
sólo se guardó ser venoido de vos y vencedor el cual, con los ojos puestos en ella, dijo:
de todos los que quisieren tener este nom- «No tengáis por mucho eBte caballero hacer
bre»; y como se le acordasse que pare cum- lo que hizo, pues lo hizo en Vuestro nombre;
plir lo que prometiera el día era pequeño y agora que se combate en otro perderá lo que
¡os caballeros muchos, dio fin á las palabras ganó, é yo seré el que le gane todo, si no á
tratando de manera á Aliar, que á pocos gol- vos, de que estoy desesperado. Desta mane-
}** le puso en tal estado que quiso apartarse ra todas las Vitorias serán vuestras, y osso
por descansar. Mas como la intención del ca- os quedará debiendo quien las alcanzare por
ballero estreno fuesse dar priessa aquel ne- vos». «¿Aoabastes ya? dijo el caballero es-
gocio, tomándole entre los brazoB á pesar treno, si no esperaré otro poco, porque os
Buyo dio con él en el suelo. Las damas, que contentéis en las palabras, que ouanto á las
de fuera le juzgaron por cruel, enviaron allá obras, pues las que agora hago son en nom-
á la dueña que se le quitase de las manos, bre de la señora Telensi, no me agradescáis,
otorgándole la vitoria. «Bien pudiérades es- que vais por el camino de los otros» . «No sé
ousar essa priessa, dijo él, que para no ha- lo quo haréis, dijo Brián de Borgoña, mas sé
celle más daño bastábame saber que por ser- que no contentaros con las Vitorias passadas
vir &la señora Torsi so puso á rescebillo». fue para que rescibiéssedes el pago de tan
«Malhaya quien aquí os trujo, respondió grau soberbia». Y apretando la lanza en el
ella, que al principio distes placer con vues- brazo, arremetió á él, que le rescibió de
tras palabras, pensando que no eren más que manera que falsándole el escudo y las armas,
palabras, y agora enhadáis con las obres»» herido en los pechos, dio con él en tierra
«Poes ¿qué sería si en vuestro nombre me tal, que á no ser un poco en soslayo le ma-

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300 LIBROS DE CABALLERIAS

tara. Puesto que Brián de Borgoña con su do á él lleno de enojo de verle tan follón, le
esfuerzo quiso disimular su dallo y hacer encontró, haciendo lo que hicieron los otros,
batalla de las espadas, las damas, por no que lúe hacer pedazos la lanza sin movelSe
velle morir, no se lo consintieron. Todo esto de la silla, lo que no acontesció á él, quí
daba mayor pesar al rey; mas ya que no con la silla encima dél vino al suelo; y por-
podía hacer más que sufriílo, quiso ver el fin. que el caballero estraño no le matasse, vino
Luego vino al campo Mosior de Artuos ('), la dueña, que se le quitó de las manos. Nin-
que servía a Latranja, con menos soberbia guna paciencia tenia Arnedos, rey de Fran-
y presumpción que los otros; no queriendo cia, de ver vitoria tan cumplida, y tanto en
gastar tiempo en liviandades que después se deshonrra do su corte. El caballero estraño.
volvían en vergüenza, dio*voces al caballero alegre y presuntuoso de sus vitorias, se llegO
estraño que se guardasse. «Yo pensé, res- á donde estaba Latranja, diciendo: «Quiet
pondió él, que quisiérades contemplar un hasta agora en el nombre dessotras señora*
poco primero que vtniéssedes á justar, y por acabó lo que prometió, ¿que hará en el vues-
esso me detenía; mas no hacello paresce tro, que sois tan hermosa como ellas, y en
más tener la confianza en vos que en vues- cuanto os miro me parecéis mucho mis, que
tra señora, y pues es assí, mirá por vos». esto me acontesce con cada una, pues en e!
Partiendo entrambos, erraron los encuen- afición y amor que os tengo ninguno me
tros, topándose de los cuerpos con tanta hace ventaja? Assí que las mesmas razone*
fuerza, que Mosior de Artues quedó casi sin que ellas tuvieron por sí, tenéis vos por ve*
acuerdo. El caballero estraño, viéndole en
para vencer á todos, y yo en vuestro nom-
tal ostado, echó mano de las cnlazaduras del
bre; ycuando vuestro favor me faltare, &>-
yelmo, tirando tan recio, que se le arrancó braráme el merecimiento que tengo para qu^
de la cabeza; y antes que le hiriesse con él, me le deis; y con este favor de mi parte,
por verle desacordado, llamó á la dueña y
¿quién se me defenderá?» Quien entone*»
dijo: «Deste caballero os hago servicio, mau- mirara á Mansi, bien la juzgara menos ale-
dalde sacar del campo, si no será forzado
igual, algún tan-
entregárosle en peor estado» . Bien paresció to gre,
se entristeció con tuvo
que después que su vitoria. Teleu^i.
esta cortesía á muchos, mas mejor les pares- como la que se alcanzara en su nombre estu-
ciera si hubiera alguno que la usara con él. viesse más fresca, sentíase en ella el alegrU
La dueña le hizo sacar del campo, mas él,
que Mansi perdiera. Assí que destas mudan-
que había tornado en sí. no quisiera salirse zas estaban acompañadas la una y la otra: y
sin hacer batalla; mas las damas no lo con- Latranja, no con mucha confianza, porqu?
sintieron, niel rey lo tuvo por bien; des- aunque en el caballero viesse tales obras
ta manera fue metido en el cuento de los
recelaba que el trabajo de las batallas pan-
vencidos. Luego vino Brisar de Genes, ser- das estorbaría poder passar otras como eüi
vidor de Torsi, armado de armas muy ricas, desseaba, y no era mucho parecelle assí, pu«
no curando de ofrescimientos ni de orato^ le nacía de dessear al contrario.
rias, que las obras de con quien había de
hacer batalla le pusieron turbación en la
lengua y el juicio para dessear no más de Cav. XXXIX.— De lo quepassó el caballero
escapar de sus manos con poco daño, que de estraño
tranja. en las justas que hizo por La-
alguno ya estaba cierto. El caballero estra-
ño, que lo vio tan olvidado de qucrorse fa- Tornado el caballero estraño al puesto de
vorecer con el parecer de su señora, le dijo: donde acostumbraba salir, estuvo un pav
«Siquiera para que sintáis menos cualquier hablando con Arlanza, agraviándose á ella
mal, mirá por quien lo recebís, que cuando de lo poco que en aquel día le parecía qiw
su vista no aprovechare para quitaros dél, tenía hecho para llegar al merecimiento de
aprovechará para doleros menos». «Ya sé, le
aquellas señoras. El hilo deetos loores que-
respondió Brisar de (iones, que para tener bró Gomier de Benoes, servidor de Telensi,
de qué glorificar vuestras vitorias queréis que de otra parto le acordó que se passaU
que passe todos estos temores; agora mirá el día. «Yo soy el que más lo debo sentir,
por vos, que pncde sor que sin este favor do
respondió él, para satisfacer á estas señor».*,
que queréis que me aproveche satisfaga to- que vos no tenéis de qué os quejar, pues |^
dos los males que me hecistes»; arremetien-
queño rato abasta para acabar vuestra jorna-
da»; yponiendo las espuelas al caballo, le
encontró con tan gran fuerza, que lo hiic
(') «Monsior d'Artne*», según et texto portugnés;
«Monsieur d'Artois», según la versión francesa de igual á sus compañeros; mas como quedase
1552-53.
con esfuerzo para poderse combatir, fue el

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301
PALMERÍN DE INGLATERRA

caballero estraño á apearse y hacer su bata- tornó al puesto, desseoso de dar fin á aquella
lla, que duró poco, que como Gomier de Be- aventura, por entrar en otra do nuevo quo
noes, de la caída y del encuentro estuviesse el más recelaba, por ser requerimiento de
quebrantado, y en el esfuerzo no fuesse más galardón de lo que las señoras prome-
igual á sus contrarios, las damas, por no tían. Estando en este pensamiento, Arlanza
velle llegar al postrer punto de su flaqueza, le quitó dél con decille que otro caballero le
le sacaron del campo; muy contra su volun- esperaba. «Vos me socorristes á buen tiem-
tad mostró que lo hacía, mas como en aquel po, respondió él, que yo estaba en una duda,
caso habían de ser obedescidas, hizo lo que que cada vez que pienso en ella me ator-
le mandaron. La dueña que le fue a sacar, menta». En esto, dejando las palabras, por-
poniendo los ojos en el caballero estraño, que vio que el otro no gastaba tiempo en
viéndole tan vivo que parecía no haber pas- ellas, arremetió á Beltrán de Beamonte, ser-
sado por 61 ninguna cosa, le preguntó cuán- vidor de Torsi, que le trató de la manera do
do esperaba de hallarse cansado. cCuando los passados; y porque con la caída se le
essas señoras que en este peligro me pusie- desconcertó un pie, la dueña lo hizo sacar
ron, respondió él, tuvieren por bien que no del campo; vencidos éstos, él se llegó á las
passe ninguno por servillas; mas cuanto csso damas, diciendo: «Aquí veréis, señoras, que
assí no fuere y yo fuese tan á menudo visi- tan gran merecimiento es el bien que os
tado de vos, ¿qué trabajo se me puedo ofre- quiero, que cuando hice campo por alguna
cer que no me quede en descanso?» «¿Que- de vosotras, vencí los que eran contra vos-
réisme decir quién sois, dijo la dueña, para otras; cuando lo hice contra vuestros servido-
quitar al rey de algunas sospechas en que res, voncí á ellos, porque no os quieren tan
está?» «Mi nombre, señora, es de tan chico bien como yo. ¡Quiera Dios que este amor
precio y ha tan poco que uso las armas, que no sea para mi daño, que os veo tan acos-
me afrentaría sabello tan gran príncipe an- tumbradas ásentir mal los males por quo
tes que mis obras me diessen más atrevi- passa quien vos queréis que los passe por vos,
miento». cMalhnyan vuestras obras y vos que he miedo que el galardón sea igual á
con ellas, dijo ella, que vos tenéislas por pe- vuestras condiciones, y entonces yo quedaré
queñas aquí
y espantan á todo el mundo» . Y mal pagado!». Volviondo á Torsi, dijo: «Si
tornándose á salir, el caballero estraño ca- hasta aquí, por servicio destas señoras, hice
balgó en el caballo de su escudero, por el lo que prometí, ¿por vos qué esperáis que se
suyo estar algún tanto flojo. El rey, puesto haga, sino mas que prometí? Venga quien
que de sus victorias estuviesse poco alegre, quisiere veros alegre de los trabajos que por
como fuesse de corazón grande, temiendo vos paBsare, que en demás yo me avendré
que por falta de caballo perdiesse alguna con ellos; mas ¿cómo queréis que pienso quo
cosa de su derecho, le mandó dar uno de su de los padecer os queda alguna alegría, si á
persona, con el cual sin ningún recelo se nada me respondéis?» Dichas estas palabras,
podría cometer un gran hecho. El caballero se fue al puesto; por no gastar el tiempo en
estraño saltó en él, haciendo al rey su aca- encuentros que enhastiassen á quien los
tamiento; después, volviéndose á Latranja, viesse, justó < on cinco caballeros que ya de
con los ojos y el corazón puestos en ella, es- cansado pensaron vencelle; por esta razón
peró á quien viniesse, que fue Bentejer de salieron dos más de lo ordinario, los cuales
Berlanda, que servía á Mansi, que en estre- eran Alter de Frisa, Dirdén de Burdeos,
mo venía galano, mas con muy poca con- Galter de Orduna, Danés* de Picardía, Ricar
fianza; mas porque no se le conociesse, se de Tolosa; todos estos cayeron del primer
detuvo en mi ral la, y con palabras enamora- encuentro, sino Danés do Picardía, que al
das se ofresció á querer ganar por amor lo segundo cayó, casi muerto. El rey, enojado
que los otros caballeros perdieron. de tan gran vergüenza, no quiso que la con-
Alegro de haber olvidado con aquella vista tienda fuesse más adelante, teniendo aquélla
el temor que le acompañaba, arremetió á su por una de las más estremadas victorias que
contrario, que con la fuerza del caballo fres- nunca so alcanzara. El caballero estraño,
co le encontró de manera que con las pier- viendo su intención, temiéndose quo en las
nas arriba le echó fuera del suyo. No fue la otras condiciones le faltassc, le dijo: «Vues-
caída tan liviana que no fuesse menester sa- tra Alteza sabe muy bien con qué condición
calle en brazos del campo. «Agora, dijo el entré en estas justas: pues yo cumplí lo quo
rey, este es el más estremado hombre que prometí, no sería razón «pie por extranjero
nunca vi: no sé por qué quiere que no le co- se me negasse justicia; manda á las damas
nozca, que á la verdad sus hechos no son por quien me combatí que cumplan comigo
para encubrirse». El caballero estraño se según la postura con que me hicieron entrar
!

302 LIBROS DE CABALLERIAS

en campo». tBien veo, respondió el rey, que zar sus palabras, que de los loores que. di-
pedís razón, mas no sé con qné intención jesse á la primera Be enojassen las otras, que
queréis que os acompañen mujeres que ha.sta esta es regla general entrellas. Con esta
agora no saben más que el reposo de mi conclusión no decía palabra que tuvie*^
oorte». «Esso que V. A. dioe, respondió él, concierto, ni con ninguna se detenia en pa-
se debiera acordar antes de me conceder las labras, con temor de perdellas todas. Las
condiciones con que me hicieron combatir; damas se recogeron al monesterio, adonde
agora toda escusa sería mala, y Y. A., cuyo la abadessa las mandó aposentar aparejado,
es el oficio de dar á cada uno lo suyo, no [ha] con ventanas al campo, quedando en él el
de querer que yo solo sea á quien él negassc caballero estraño, el cual aquella noohe tra-
su justicia» . «RuégooB, dijo el rey, que me bajó tanto con el pensamiento como de día
digáis quién sois, que ya que vi vuestras hiciera en las batallas.
obras, desseo saber el nombro para no que-
dar del todo triste; cuanto á las damas, pues
Cap. XL.- -De lo que passó el cabatitro es-
vos tenéis razón en lo que pedís, no quiero
traño los primeros dios que esturo en el
yo dejar de tenclla en cumplir con vos». valle en sus justas.
«Señor, respondió el caballero estraño, vos
me debéis perdonar en quererme encubrir Como el caballero durmiera la noche con
algunos días, que hasta me vengar de una poco reposo, porque los pensamientos que le
ofensa que me fue hecha estoy determinado acompañaban le quitaban el sueño, llegada
encubrirme; mas antes que salga deste reino, la mañana no halló aquellas señoras con
vuestra alteza sabrá quién soy, porque si mi tanta memoria dél que primero que saliessen
fortuna no me diere lugar por mí mismo lo á la floresta no fuese paseado mucha parte del
tornar á servir y merecer la merced con que día, á quien comenzó de recelar alguna des-
fui tratado dél, estas señoras le dirán mi confianza, que el amor y la afición con que
nombre, á las cuales yo no querría dejallo las miraba, juntamente con lo poco que le
encubierto, á lo menos porque cuando á mí pareció que era mirado dellas, le traían esta
me viniere á la memoria ouán poca merced desesperación; acrecentábasele mucho nía.-
recibí dellas, se le acuerde á ellas á quién en no saber determinarse en qué manera las
hicieron tal agravio» . «Ya veo, dijo el rey. serviría, que si lo hiciesse igualmente á to-
que por más que dessee cumplir mi volun- das, no parecía amor, que el amor verdadero
tad, todavía de la promesa que me hacéis no puede ser igual ni puede obligar en una
me contento». Entonces, porque el día era parte cuando se reparte en muchas para se
paseado, púsose en el camino de Dijon, cre- dar del todo á una y aquella sola ser servida
yendo que el caballero aquella noche quería dél; no podía acabar consigo dejar á todas
allá reposar; mas como su intención fuesse las otras, assí que, sabiéndose dar remedio
apartada do este pensamiento, las cuatro á las afrentas que el tiempo en las armas le
damas se despidieron deste pensamiento y ofrecía, á esta sola no se sabía dar remedio;
de la otra compañía. El caballero estraño, poniendo los ojos en una, allí se le olvidaban
rodeado dellas, tomó su camino hacia el mo- todas las otras; puestos en otra, acóntese! ale
n os torio, mal contento de ver apartar de sí lo mismo: las palabras que passaba con la
la otra compaña; muy despacio, hasta que primera, decía á la segunda, de la segunda
la perdió de vista, fue con los ojos, rom- á la torcera, de la tercera á la cuarta; todo
piendo por los árboles, mirando las ropas y era una cosa, no había diferencia en ningu-
atavíos dellas con sus guarniciones, tan des- na dellas; tan enlevado traía el pensamiento,
seoso de seguir aquel ejército como si entre tan trastornado el juicio, que de un punto á
él hubiera mucho placer y reposo; mas tanto otro no se acordaba de qué tenía dicho para
que los ojos no tuvieron más que ver, se le no dócil lo otra vez. Arlanza, afrentada algu-
olvidó tanto como si no fueran merecedoras nas veces de le ver tal, quería aconsejalle;
de acordarse dolías; volviéndose á su com-
mas ¿q^ué aprovechan los consejos adonde
paña, que á su parecer quedaban tristes de las orejas están cerradas? Desta manera es-
seguille, se quitó el yelmo, y como del tra- tuvo mucha parte del día sin saber parte de
bajo del día, y de la calor y de la vergüenza sí; y ellas, dosseosas de ver sus obras, salie-
de se ver entrellas, quedasse con una color ron al cam|)o, concertadas todas cuatro ne-
en el rostro, no hubo ninguna á quien aquel gallc todo favor por aburrille más. Mansi,
parecer pareriosse mal: una de las grandes
tomando la plática, quiso salier d«'-l qué in-
afrentas que él nunca siguió fue la que en- tención era la suya para con ellas ó á dónde
tonces passó; qvie como todas en estremo le pensaba llevallas. «Señora, yo solo soy el
matasseu de amores, no sabía á ouái endere- que no sabe á dónde me llevan mis pensa-

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PALMERIN DE INGLATERRA 303

alientos, Babieudo muy bien qne ellos son los dijera; el uno dollos era Menalao de Clara-
que me haoen dallo» . «¿Atreveréis roe, dijo món, el otro Mosior de Arnao, los cuales, lle-
ella, á llevarnos al castillo de Almaurol y gando áellas, espantados de las hallar en
combatiros con el aguardador ]K>r alguna de poder de hombreB estraños, quisieron saber
nosotras, como hizo el caballero del Salvaje la causa dello. «Señor Claramón, dijo Mansi,
por otras doncellas que llevó consigo?» «No pues vuestra fortuna aquí os trajo, librános
sé oosa á que no mu aventurasse, respondió deste caballero, el cual, hallándonos en este
él, ai tuvieese por mío lo que él tenía de su valle viniéndonos á holgar en este monesto-
parte, que fue el amor y buen tratamiento rio, con amenazas y por fuerza nos hizo de-
de quien allá le llovó; mas ¿quién queréis jar nuestra romería, y dice que á pesar de
vos que cercado de disfavor y mirado con cuantos hay en Francia me llevará en Espa-
desprecio halle en sí fuerza para ningún ña, ádonde tiene una señora á quien quiere
gran hecho?» «Mas si alguna de nosotras, que sirvamos». Este Claramón era servidor de
dijo Latranja, os rogase que en su nombre Latranja poco favoreoido della. y como pensase
hiciéssedee batalla contra el parecer de Mi- que aquella fuerza era verdad, lleno de enojo,
raguarda, ¿por cuál la haréis de mejor vo- tomando la lanza á su escudero, dijo al caba-
luntad?» «Mayor confusión, respondió él, llero estraño: «Pues para hacer agravio á mu-
sería para mi responder á esso que hacer ba- jeres tomastes la orden de caballería, malha-
talla con todo el mundo». «Pues es menes- ya quien os la dio, y yo, si no la vengase do
ter, dijo ella, que os determinéis y nos digáis vos» . «Vos estáis mal informado, respondió
cuál de nosotras es amada de vos, para quo él; mas ¿quién queréis que contradiga lo que
las otras estén ciertas que no las tenéis dice mi señora Mansi? De lo que de aquí me
amor» . «Mal sabría yo decir á cuál le tengo huelgo es que os tiene en tanto como á mí,
mayor, que los ojos con que ob miró tan con- pues metiéndome en peligro no os deja á
tentos quedaron de lo quo vieron, que no vos fuera; mas si vos os quisaiéredes ir, en
supieron determinarse á cuál se aficionaron buena hora podría ser que no fuéssedes el
más; para todas tengo un querer, una volun- que ganássedes menos» . No pudo Claramón
tad, unas palabras, una intención; y cuando tenor tanta paciencia que gastasse más el
mucho me conjurassen, no sabría decir otra tiempo en palabras, antes remetió á él con
cosa» . «¿Vistes á Miraguarda?» dijo Telensi. tanta priessa, que el caballero estraño no
«Señora, sí», respondió él. «¿Qué os pare- tuvo lugar de tener la lanza, haciendo Cla-
ció?» dijo Torsi. «Seliora, no se me acuerda, ramón la suya pedazos al tiempo del passar,
respondió él; porque viéndoos á vos todo lo y le assió por un brazo tirando tan recio, que
que de antes vi se me passa de la memoria; dio con él en el suelo casi desacordado; y to-
tal fuerza tenéis en esse parecer y tal es el mándole la lanza que le dio su escudero,
affloión con que siempre os miro, que no me arremetió á Darnao (•) que ya venía contra él,
acuerdo sino de lo que tengo delante, ni se- enojado de ver á Claramón tan mal tratado.
ría razón quo quien os vee se le acuerde de Este Darnao servía á Torsi, y en ser favore-
ninguna cosa que tenga vista, que en vos oido della estaba con más presunción quo
parece justo que reposen ó se olviden todas todos, que esperaba casar con ella; pesóle á
las cosas que se han de acordar». «Bien nos él vello en tal afrenta, quejándose de las
dais á entender, dijo Mansi, que la señora guerras de Mansi, pues dolías nacía daño á
Torsi es la que más pena os da, ¡jorque essas quien las desseaba servir. El caballero del
palabras aún no las dijistes á otras; pues Salvaje, no sabiendo á cuántos aquel encuen-
assí es que ella os paresce mejor ó la que tro dañaba, encontró á Darnao de manera
más poder tiene en vos, con aquellos dos ca- que sin ninguna resistencia le hizo tener
balleros que veo en lo hondo desta floresta compañía á Claramón; y porque las damas
me espero ir, y si vos no quisierdes, yo los vi esse n que ninguno podía merecer más que
conozco por tales que por fuorza ine lleva- él, saltó del caballo, y con la espada en la
rán; y vos, señora Latranja, y Telensi, de- mano se fue á ellos, que afrentados de su
béis seguir mi compañía, pues las palabras vergüenza le acometieron juntamente, no se
deete caballero nos dan á entender cuánto acordando que su acometimiento era contra
huelga con la nuestra»; que esto fue burlar razón y orden de caballería; mas el temor ó
y hacer de la enojada fingida. No le paros- neeessidad quiebra cualquier ley y buena cos-
ció assí al caballero estraño, que ol amor en tumbre; mas como tuviessen en la memoria
las cosas que mucho teme no piensa que son
fingidas, antes temeroso de las perder, tur-
bado en el dar de la disculpa, primero que (') Ante» m dijo ade Arnann, traduciendo <rJ por-
tugués «d' Arnao». Abor» el traductor ca*telluuo m
la diesse llegaron loa caballeros que Muusi olrida de ta relsióa y copia la íorm» portugur«a.

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304 LIBROS DE C ABALLERIAS

que sus señoras los miraban, cada uno traba- las otras damas los términos en quo ella es-
jando por hacor mas de lo que sus fuerzas bas- taba yá qué estremo le llegara la cura de
taban. El caballero estraño, deseando parecer Darnao, y queriendo atormentallo de nuevo
bien á quien no le tenía ningún amor, hizo con palabras que no le parociessen bien,
tales obras, que en poco espacio holgaran de llegó al mismo passo un caballero grande d«
tomar reposo si él se lo diera. Mansi, arre- cuerpo, armado de oro y blanco, en el escudo
pentida de lo que luciera, le dijo que la en campo de plata una Espora hecha peda-
oyesse un poco, y con aquesto tuvieron buen zos, como quien en alguna cosa tiene la es-
lugar de cobrar algún aliento. «Agora, dijo peranza perdida del todo; viendo las dama*,
ella, yo estoy muy contenta de lo que hicis- poniendo los ojos en una y en otra, acabando
tes en la batalla, en la cual hasta agora nen- de vellas todas cuatro, quodó según la cos-
guno aquí ha perdido nada; pues yo fui la tumbre de todos espantado de lo que vía:
causa de aquesta batalla, también se me mas después de passada por la fantasía el
debe do (') consentir que por mi causa no va- parecer de cada una, Latranja fue á quien
yan más adelante. Vos, señor Darnao, y Cla- más entregó su corazón, que le pareció en
ramón, no pienso que queréis negarme esta mucho estremo hermosa, y desseó ense-
merced; á este caballero bastará mandárselo, ñárselo con algún servicio, teniendo por
pues dice quo él es mío» . No pesó á los dos cierto que aquellas eran las cuatro dama*
compañeros de hallar tan justa escusa de de- francesas de quien en aquel tiempo tanto se
jar la batalla, que temían á su contrario hablaba. Llegado á ellas, dijo, enderezando
mucho; inas por cumplir con sus amores al- sus palabras á quien le mataba: «Señora, ya
gún poco mostraron hacello contra su volun- yo puse la esperanza en alguna parte que me
tad. «Señora, dijo el estraño, estos caballeros costó caro, y cual ella me quedó á la postre,
no piensan lo quo yo pienso, que es que por en la devisa de mi escudo lo podéis ver; no
duelo dellos y por me deber menos escusáis se rae daría nada acontecerme otro tanto por
esta contienda; dejaldos acabar, y puede ser vos, que donde los males se resciben por tal
quo los socorráis en tiempo quo os lo agradez- cosa, son livianos do passar, ó á lo menos
can más». «Sois tan soberbio, dijo Torai, y siéntese menos su tormento». Puesto que
tenéis las palabras tan sueltas, que no estaró Menalao de Claramón estuviesse para hacer
alegre hasta que alguien os las castigue». poco daño á otro, por el mucho que recibier-i
«Ahí estáis vos, respondió él, que con esso del caballero estraño, como el amor con que
parescer lo hacéis, y quien tanto poder tiene servía fuesse grande, pudo mal dissimular
en mí, no debe dessear venganza de otro. el dolor ó los acidentes de aquellas palabras:
Vos la podéis dar á quien os la pidiera, y no dijo al de la Espera: «Si assí como yo estoy
esperalla de ninguno; mas he miedo que por con las armas rotas y el escudo deshecho
no verme contento do los males que me ha- quisierdes á pie hacer batalla comigo, yo os
céis, desseáis que venga de otra, para que los enseñaré que el servicio de una señora y los
passe á mi pesar, lo que do haría viniendo males también sólo para mí se guardaron».
de vuestra mano» . En esto, porque á Darnao «En los males, dijo el caballero estraño, al-
salía mucha sangre de una herida que tenía, gunos compañeros hallaréis, que aquí estoy
fuo necessario desarmalle y apretalle la he- yo que rescibo la mayor parte, pues allende
rida, que á falta de no tener paño se hizo de de scntillos no veo ningún favor ni esperanza
una manga de la camisa do Torsi. Bien dél con que se pueda curar, y en vos vi al
desseó el caballero estraño que la herida es- contrario». «Bien se parece, dijo el de 1-i
tuviesso en él si con tal amor y remedio hu- Espera á Claramón, que no conoseóis de mí
biera de ser curada. Tan gran impresión hi- más do lo que vedes, pues que dejando de
cieron en él los regalos de aquella cura, que no tener armas me cometéis batalla y yo
tomara por menos mal ser él peor tratado, y querría que las tuviesses dobladas para me-
con algunas palabras se quejó, quo fueron recer más; con todo, si esta señora, que no
más recebidas con desamor quo con dolor de la sé el nombre y con su vista desbarata,
quien las decía; y tuvo más de que se que- quisiesse que vos con estas mis armas y yo
jar viendo que al apretar de la herida, Dar- sólo con acordarme que lo hago por ella me
nao se quejaba con el dolor, en la señora Tor- combatiesse con vos, yo lo haría; y no ten-
si hubo muestra de lágrimas, mas no muchas, gáis que esto es soberbia, que aun me pare-
que Francia no las consiente. Bien vieron cería que me quedaban armas do ventaja,
que de otra manera mal me parecería que-
rer dar mis golpes á quien no estuviesse
(') I.a prejvo»inón dr, en loa eav* en que drbrr
entra como auxiliar, la omplco casi siempre mal, como para reseebillos». Como Claramón tenia vía
m habrá ohteryado, el traductor del Palautrin. porüasse en hacer batalla, el caballero del

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806
PALME RÍN DE INGLATERRA

Espera no consintió on olla, que no ora acos perdí y gané, y á la postre Albaizar fue
tumbrado á contentarse con pequeñas victo- causa de mi destierro». «¿Es más hermosa
rias. El caballero estraño, viéndole tan pre- que la señera Latranja?» dijo Mansi. «Gran
suntuoso esforzado,
y puesto á caballo, con confussión es essa en que me ponéis, respon-
una lanza en la mano, le dijo: «Caballero, dió él; decir mal de las ausentes es de áni-
yo prometí á estas damas guardar este valle mos flacos; contentar á las presentes lo mis-
ocho días, dos en servicio de cada una: los mo; yo creo bien que cada una se debe con-
primeros, que son hoy y mañana, son de la tentar de lo que hay en ella, y ninguna
señora Mansi, que es la que está á vues- debe tener envidia á la otra» . «Señor, dijo
tra mano izqnierda; los otros dos son por el caballero estraño, aún muestra que viene
Telensi, que es essotra que ostá junto con corrido de allá, pues no conosce la diferen-
ella; los terceros serán por Latranja, que cia que hay de vos á ella; yo sólo soy el que
es quien vos más desseáis servir; los postre- lo sé, que no tenéis armas para mí; mal os
ros serán por Torsi, do la cual igualmente hizo Dios tan iguales, que no pude aficionar
estoy enamorado y más descontento que de por una sola, y estoy perdido por todas,
l¡is otras, que le vi ochar lágrimas por los para tener más que sentir y menos que es-
males que yo hice, no echando ningunas por perar». El caballero de la Espora, que hasta
los que ella me hace; estos ocho días me allí estuviera con los ojos en quien no dejaba
combatiré con quien aquí viniere; si me ven- mudallos en otra, oyendo las palabras del
ciere, no perderé mucho, pues según veo, caballero estraño, paresciéronle de manera
puesto que os venza, no espero ganar nada; de las del caballero del Salvaje, y mirando
si vos quisierdes probar vuestra ventura, para el escudo y viendo la devisa cubierta,
aquí me tenéis con las armas sanas y la vo- conociendo al escudero que le tenía, acabó
luntad aparejada, para que á falta de nin- de confirmar más su sospecha. Bien le pesó
guna cosa destas no os podáis escusar». «Se- tener diferencia con tal contrario; mas ven-
ñor caballero, respondió el de la Espera, ciendo el nuevo amor á la antigua amistad,
días ha que no vi en parte donde más des- no quiso apartarse de su promessa, ni sabía
sease mostrar mis obras, mas pues los días qué dijosse de aquella aventura en que le
están repartidos, para los de la señora La- hallaba, puesto que bien sabía que aquellas
tranja me quiero guardar, que por ella ten- eran las que conformaban con su condición,
go mayor desseo». «Paréceme, dijo Clara- y porque lo parecía tarde y no tenía adonde
món, que vuestra intención es ganar honrra recogerse, tomando licencia de aquellas se-
en palabras, pues con ellas atajáis». «Si á ñoras se fue por el valle abajo, con intención
vos esso os paresce, no toméis por trabajo de dormir on un lugar que estaba ahí cerca, y
tornar aquí á tiempo limitado y puede ser de día tornar á ver las aventuras del valle has-
que me juzguéis mejor, y si la cólera os ta que viniesse el término de probar la suya.
acompañare hasta entonces, traé armas de Claramón y Darnao se fueron menos alegres
nuevo y trabajá que sean buenas, que en de lo que allí llegaron; las damas se recogie-
poco espacio puede ser que no os lo parez- ron á su aposento, como hicieron la noche de
can»; yvolviendo hacia las damas quiso al- antes, y el caballero debajo los árboles, como
gún poco platicar con ellas, ó á lo menos mi- hiciera la noche passada. Y como conoció
rallas, que natural de enamorados es satis- que el de la Espera era Dramusiando, no
facerse con la vista de quien ama, cuando la quiso los días que allí estuvo que Arlanza
esperanza de otros mayores favores le es ne- saliesse fuera del monesterio, por no ser co-
gado; ycomo también el natural dellas es nocido por ella, y también porque como la
cuando de otras tienen noticia ó envidia ha- guardaba para casalla con él, no quería que
blar siempre en ello y contentarse si las des- pensasse que en su compañía perdía alguna
deñan, preguntaron á este caballero si se cosa, como siempre so espera de las conver-
hallara en el castillo de Almaurol, si viera á saciones largas; y porque Dramusiando so
iliraguarda, si se combatiera con el aguar- dice haber poco tiempo que estaba en Cos-
dador, que en aquel tiempo el nombre de tantinopla, dice la historia que después de
Mi raguarda entre las damas era el más nom- la partida de Albaizar, puesto que en la
brado de todos y el de que más envidia se corte hubies8e nueva de la venida de los tur-
podía tener. «Algunos días, respondió él, cos, creyendo que á la venida sería algo
acompañé esse castillo, vi á la señora dél y tarde, como su condición no consintiesso
ahí se me rompió parte de mi esperanza; no gastar el tiempo en ociosidades, quiso dar
sé si mi ventura querrá que aquí se me rom- una vuelta por el mundo, para quo on él
pa del todo; con el aguardador dél no me fuessen públicas sus obras; como el primero
combatí, mas algunas batallas hice en que reino en que entró fuesse el de Francia,
U8H03 Dt CABALLERÍAS. — 11.-^—20
30G LIBROS DE CABALLERIA8

acertó dh llegar á Hetlipó que el caballero del vine. ¡Tristes de los que en su nombre
vinieren á combatir comigo, que ya puede
Salvaje* tehía britre las itidnoa aquella aven-
tura en tjtie le halló; después, andando los ser que cuando ellas le quisieran valer, no
días, habiendd bor tbtla la cristiandad lla-
mamiento general del emperador Palmerín quiera yo! y quéjese Cupido cuanto quisie-
re, que á la postre ya voy entendiendo q at-
para el sbebrrb dbl certO tíé Costahtinopla, ino lo aciertan cuantos se hacén sus subdi-
DramUslando fufe de los primeros qhe alia se to». Bien oyeron las damas estas palabra*,
hallaron, como feiéttipré Cra eh todos lbg pe- que allende de él decillas alto sin Sospecha
ligros y1afrbntas que mucho se escondían. de ser oído, estaba, como dije, al pie de las
ventanas. Y viendo la despedida que dio á
los amores de que se quejaba, dijo Mansi:
Caí»: XLL -Dé lo que el cabaiMi) esiráfio «Este huestro servidor, según me paresce.
hqtielld finche púbsd eh el campo.
nb es de los que gasten la vida en sospiro*.
y dicen que las esperanzas han de ser lar-
Obínd las euatrb «dáitias tuvies&eh el apo- gas, yque do otra manera no es amor; de
sento aparejado de las monjas eon vehtahas otra manera son stis desseos» . «¿Queréis, se-
para el campo, y las hoches en aqtlel tiempo ñoras, dijo Latranja, que nos vamos con él
fuesseri serenas y ciarás, podían ver álguna y tendremos algún passatiempo con que h
paite del valle, y como el caballero estrafio noche no nos parezca tan larga?» «¿Quién
estuviesse más enamorado que nunca lo fue-
ra, ho tuvo Obdér él trabajo del día do le queréis vos, respondió Torsi, qüe sé aventu-
re á visitar un hombre que cuando más ena-
hacer passar algdtia parte Úé la rioehe en hiorado paresce se le vuelven los áinores en
sueño reposado, hue él ánimo, atormentado cólera y dice que matará á todos cuantr*
de nuévbs cUidauos, ho daban lugar al cora- ante sí hallare?» «Ño seáis vos la más me-
zón, a donde hacían1 fcri assieilto, que con drosa, dijo Telensi, que ya puede ser, si
ninguna cosa defeeanSsáse. Assí qué, cercado acontesciere algún mal, que no sea á vos>
de pensamientos que le desesperaban, ya Con estos donaires, asiéndose por las mano*
que no podía ver quiéh los causaba, llegóse unas á otras, dellas por fuerza y dellas pnr
al pié de lá tentaba de sü apbsehtb, porque
voluntad, por mostrar Ser esforzadas, salie-
á lo merlos con vellaá Se contentaría. Allí, ron al campo con vestidos como de noebe
echado al pie do* üh árbol, clibiérto de la que frieron basquinas dé seda y en manga'
sombra dél, nihgttri raboso le daba |H inia- de camisa, cubiertas con hiantillinas por de-
SinaciOÜ, ahtes dahdti vueltas sobre lá yerba fender elsereno. Tomándole todas eh medio,
e tha parte á otra, en ninguna hallaba le dijo Mansi: «Agora, seftor caballero, con
sbRSiégo; ya cansado de Vocear, echado de viene que nos digáis quién sois y de qué os
bruzbs, culi bl rostro sobre lafi thaitos, cb- quejáis; si ho será forzado que lo que cois
menzó á decir: «Libre pensé yb que era; armas ganáis con Otros aqUÍ perdáis sin
dello iüe precio vo sieiíiprb, mds el amor ellas». «¿Para qüe esa tan gratt afrenta
¿quién le podrá oir? Vi las darilas de IhgLi- respondió él; bastara, señoras mías, tana Soi »
terra, de Grecia, de España, Artialta en Na- pdra me réhdir, y pará que yb supiera á
varra; todas las desseé vV nihguha me forzó
quién me rendía; mas tantas para tan p*-
á me perder por ella; vlrié á r raholh, no mé
queña empresa, ¿qué gloria ó alegría le pue
aeonteébió dSsi; lo pedí1 que veb es que son dé quedar?» «Sois tan esforzado y tenfe
cuatro á matarme, é yb no sé cuál es la qué
tales obras, respondió Telensi, qué aun a*'
más ine mata, que á todas ámb ¡>or lih igual; os habernos temor». «Mis Obras, dijo él, v
si pongo los ojos en uha, allí nie queda el tienen más de grandes qub parescéroslo j
corazéh, y el aliña, y todos los pensamientos ser hechas en vuestro nombre, que junta-
mudados. Eh la necundá acontecióme lo mente con la voluntad con qhe os las doy le
mishto, y assí. de una en otra, siempre se me dan algún parescer. Pará vosotras, señora,
olvida Ib quó vi por lrt que tengo presente; y
¿qué fuerzas queréis que tenga? si las qJ<
esto á la verdad nb párbSce términos de bien vedes me sobran con otroS< es porque tietea
amar; llámele «ida uno como qiiissiero, que de vos; para con vosotras no tengo ninguna*,
no sé lo que es; sé que por todas padezco do
que el amor las desbarata, y ojalá que «le 1¿*
Una manera; el mal de Cada una estimo por fuerzas solamente me hallasse desampara
el mayor bien del mundo, y teiigb para mí
tío; no és esto nolo lo que me falta, que jus-
que para hacérmele á ninguna dellas se le tamente con esto rilo falta vuestro favor j
acuerda*. Después, señoreado de la ira, tor-
esperaflía de alcanzalle; quien desto esíi
nó á decir: «Si esto assí siempre Ini de ser, desesperado, ¿qué queréis que ie quede &
acabados los ocho días me he de ir cbinb me
qué so alegrar ó estar contento? feien qne s

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Palmerín de INCrLAÍEURA 307

acordarme destó me da algún tormento, lue- gracia en lo que decía y que á la verdad sus
go so curan con sabor que vienen de vuestra amores no eran fingidos. Algunas hubo que
parte; mas esto ntt es todas las veces, porque les pareció gran sinrazón dalle siempre dis-
el amor, atihqüé siembre acostumbre vencer, favores, yle comenzaron á mostrar mejor
á las veces la desesperación le desbarata; rostro, nascido de la conversación que tenían
que común Cdsá és qué, cuando el dolor es con él, donde muchas veces eh estos nego-
¡grande, tener los acidentcs descomunales, cios nacen esperanzas de bien amarse. Mas
y donaé este parescer falta, la pena que él, aborrescido de le dejar sin oir respuesta,
della naste todo es poco* . «¿Fuentes otra voz creyendo que el enojo no fuesse fingido,
enamorado?», dijo Torsi. «^luchas veces», quedó muy apassionado, que pensó que por
respondió él. «¿Atormentóos como agora?». su culpa perdiera conversallas más tiempo.
«No, señora, porque entonces amaba en un Con el enojo que tuvo de sí mesmo, le duró
solo lugar y nunca tuve la esperanza tan la imaginación toda la noche. Llegada la
perdida que con el tiempo y mis mereci- mañana, se aparejó para esperar á los que
mientos no pensássé cobrar. Agora amo cua- yiniessen, mas como se passase gran parte
tro, todas de lina manorá; lo que merezco á del día primero que viniesse ninguno, tuvo
todas bastara negármelo una para «4110 las lugar de comer y reposar, cosa á que su es-
otras hagan lo mismo; ass,í que en lds otros cudero leimportunaba; quo de otra manera,
amores riuricá tuve la vida tan desesperada tan desesperado andaba del maí tratamiento,
■|iie pensáBse perdeHa; agora no es assí, quo quo todos los otros mantenimientos se le ol-
yo miBmo la aborrezco y siento trabajo en vidaban para sostener la vida. El caballero
sostoneíla». c&> os matéis tanto, dijo Torsi, de la Espera vino temprano al campo, albo-
*jue quién es tan acostumbrado á passar \m rotado por ver quien allí lo hacia venir. Mas
essos vados, no so perderá en éstos. Mas como las damas se levantassen tardo, so
resptíndétne á una tosa quo aquí venimos. apeó y se acostó al pie de un árbol, apartado
La señora Latranja todavía quiere que lo del caballero estraño, para quitarse el yelmo
vais á ensenar el castillo de Álmaurol, y por y no ser conoscido dél. Allí estuvo passán-
amor dolía venzáis al aguardador de la ima- dole por la memoria todas sus fortunas, que
gen de Miragtiarda, ó busquéis al caballero estando ya al fin. dellas, libre de muchas
del Salvaje y por fuerza le ganéis las don- que el tiempo le ofresciera, el amor de nue-
cellas que trae consigo: y con esto puede vo le mostrara á Latranja, para que también
ser que tengáis algún favor» . «Oíi, señora, de nuevo comenzasse á entrar en cuidados
respondió él, que el favor ponéisinelo en lo poco necessarios, do quo no podía sacar más
•pie no püede ser, y cuando fuesse no sé que fruto que tormentos sin cura ni remedio; y
tal será, y el trabajo y peligro queréis que para peor, estar ofrecido á entrar en campo
esté ctbrto. El aguardador de la imagen de con el caballero dol Salvaje, hijo ele don
Miragnardá pienso qué no es quien solía, y Duardos, su señor, mucho su amigo, tan es-
en nombre de la señora Latranja buscar pe- forzado en las armas que con él no se podía
buenas empresas deshace sú merescimieiito; ganar sino quiebra de honrra y riesgo de
t ascar al caballero del Salvaje haría de me- vida, y sobro todo que quien en estos térmi-
jor voluntad y combatirme por servilla; mas nos le ponía no quería con algún favor ni
os forzado que ella vaya comigo, y vosotras, esperanza dél pagar algún quilate dellos.
«ñoras, rio os quedéis, que de otra manera, Estas imaginaciones le movieron algún tan-
si comigo hubiere de ir una sola, acá me que- to á irse y dejar aquella empresa, que bien
daran parte do mis sentidos, por lo cual no pensara que no era conocido de ninguno;
me podré partir* . cBién sé yo, dijo Latranja, mas como el amor sea sobre todo, túvole de
que á todo buscáis escusas; vendrán los días manera que le hizo olvidar todas las otras
obligaciones, por donde no sean mucho de
que por" mí hábéis de guardar este valle, y
podrá ser que no las halléis para escusar ba- estrañar desatinos hechos en sil nombre, y
talla con el caballero de la Espera, de quien sería más estraño haber quien por él no los
yo tengo confianza que nie sacará do la hiciesse.
enemistad de lo poco que hacéis por mí. Y
nosotras, señoras, vámonos, que este caba- CAr. XLII. — De lo que passó el caballero
ll'-ro no quiere más de obligar con palabras estraño en la guarda del valle el segun-
y á lafe obras buscalle desvíos» . Con este do día.
•chaqué se fueron hablando en él, con que
Dice la historia que llegando á la corto el
gastaron gran parto de la not-hc, que el sue-
le las venció, la cual gastaron en su loor; primero día do las justas Claramón y Dar-
Anas le hallaban esforzado, otras quo tenia nao, el rey supo lo que pasearon en la ílores-

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LIBROS DE CABALLERIAS
308
ta, no tiniendo por mucho ser vencidos, ni las levanta hasta el cielo y se lo hace tener
ellos tuvieron por grande su taita después todo en poco.
Dos horas serían después de medio día, y
que les contaron el vencimiento de otros mu-
chos. Y preguntándoles la razón de su bata- en el vallo no era entrada cosa con que el
lla, la contaron, dando la culpa á Mansi, que caballero estraño 6e hubiesse menester poner
la ordenara quiriendo desenojarse á costa de yelmo. En este tiempo las damas vinieron,
su sangre. También le dijeron del caballero y entrellas Mansi, como que se acordaba que
de la Espera, que al parescer debía de tener el día era suyo, ataviada por estremo, rica y
grandes obraB, que como enamorado vencido muy galana; y como en aquello pensasse quo
de Latranja quedaron desafiados para los hacía ventaja á las otras, salió delante risue-
días que en su nombre se guardasse el valle. ña, con el cuello levantado, como quien
cEsso día, si Dios quisiere, estaré yo presen- triunfa entrellas. Bien vio el caballero es-
te, dijo el rey, porque desse de la Espera yo traño lapresumpción y altivez con que Mansi
he oído maravillas, y la diferencia en en- aquel día quería ser mirada. Llegando á ella,
trambos ha de ser notable, y porque el caba- mirándola toda, le dijo: «Quisiera, señora,
llero estraño no passe las noches con tal mal hallar alguna cosa mal compuesta en vos
aposento como tendrá esta primera, quiero para ver si con ello ablandara alguna cosa el
que le lleven tiendas en que se recoja, pues- dolor que vuestro parescer lanza; todo lo veo
to que él quedó tan enamorado que querrá para me perder, y sobre todo esta hermosu-
que todo se passe en contemplaciones por ra que la naturaleza os dio tal que siendo
debajo de los árboles. Como el rey lo mandó, para dar vida á todo el mundo, á mí solo
[así se hizo] . No sería medio día, cuando los mata; bien es que metáis todas las velas de
escuderos llegaron al valle con tiendas, las gentileza y hermosura y atavíos, para que
cuales armaron junto con la ribera, frontero sobre todo la hermosura sepáis que se ha de
de las ventanas de las damas, en el lugar estimar y tener en mucho» . No fueron tan
que más al caballero le agradó; en una de agradescidas estas palabras como él penbó,
las tiendas armaron una cama, y la otra que- que en le volver el rostro muchas veces se le
dó para su escudero tener en ella un poco pareciera. En aquella hora no quisiera que
hato. Grandes agradescimientos envió el ca- los arreos fueran de menos precio, que no
ballero estraño, para que de su parte los dies- contenta de querer que le loassen el traje,
sen al rey de la humanidad y merced que quiso que supiessen quién se lo diera, para
usaba con él, que era mayor de la que á un triunfar sobre todas; y por esso las rescibió
pobre caballero andante era menester. Pues con desdén, por ninguna supo jamás con dis-
las damas no tuvieron falta de todas los co- simulación pasar ningún enojo, porque don-
sas que su rey muy liberal y enamorado po- de veen que las feas saben que lo son, no con-
día dar; allende desto atavíos muy ricos do sienten que le den este desengaño; las her-
fiesta, como si estuvieran en parte donde mosas, no satisfechas de lo que saben que
las hubiera muy grandes; en los mesmos hay en ellas, quieren que lo que hacen, lo
días las monjas fueron proveídas muy cum- que visten, lo que dicen, todo sea alabado,
plidamente demantenimientos y otras cosas y á la verdad, quien destos términos no se
dadas á la casa para ornamentos y servicio aprovechare, no sé que disculpa dará de sí,
del culto divino; que de tal condición es el pues está cierto quo el alabar y lisonjear es
amor adonde es grande, que no contento de lo que más aprovecha con ellas. «¡Cuán cier-
servir á quien ama, trabaja de contentar to- to está hoy olvidaros de todo el mundo, dijo
das las cosas con que piensa que aplace á Latranja, y sola la señora Mansi ser la que
quien sirve; en esto no tiene orden el dar, os da pena! que con tal afición os veo mirar
antes pudiendo satisfacer con j>oco, allí des- sus atavíos, como si esso fuesse lo que más
pende de sobra; creo yo que la vida honesta os debe obligar» . «Si vos, señora, me oyés-
dcstas monjas, sus sacrificios continos, su sedes, dijo él, no me juzgaríades assí>.
ejemplo de virtud, sus necessidades, serían «Todavía, dijo Latranja, no me podréis ne-
causa de ser muchas veces visitadas de se- gar qu¿ hoy se os acrecentó para ella el amor
mejantes visitaciones; mas también no dejo delante de nosotras>. «Si el día que ella me
de creer que tener por gílespedes á las da- hizo suyo y vuestro, dijo él, dejáredes en mi
mas dejase de ser el princ ipal respeto, de alguna cosa libre para tomalla á perder de
que la señora Mansi no cobró poca soberbia, nuevo, pudiérades tomar esta sospecha; mas
que de los atavíos fue la suya la mejor parte, quien cuando os vio perdió roda la libertad
y como sea su natural querer mostrar que y la esperanza de tomalla á cobrar, ¿qué que-
pueden y que las sirve y obedece quien de réis que le quede para poder servir con ello?
todo el mundo es obedecido, esta vanagloria Si queréis saber de qué condición son las le-

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PALME RIN DE INGLATERRA 809

yes de quien bien ama, allá viene el caballe- ción lo decís, mas bien pienso que la mane-
ro de la Espera, que ayer se os ofresció; pre- ra en que hoy vi á Mansi me hará vencer á
guntalde, con las novedades que hoy ve, si vos y á todo el mundo, y castigar á essotro» .
quiere mudar su propósito» . En esto llegó el «Agora bien, dijo el del valle, vos aficionado
do la Espera, con gentil continente y aire, ó perdido por los vestidos é yo por quien los
porque allende de ser bien dispuesto, el pen- trae, veamos quién meresce más». Acabadas
samiento que le acompañaba le hacía pares- estas palabras, puestos los ojos en Mansi, dijo
cer más, que después de saludar toda la com- en voz alta: «Pues este encuentro ha de ser
pañía, puestos los ojos á donde los guiaba el vuestro, bien fuera que hubiérades mancilla
oorazón, pareseió que se le olvidaba do todo. de quien la viene á buscar de tan lejos, que
tParésoeme, dijo el estraño á Latranja, que yo me siento capaz do hacer más daño de lo
tenéis buena esperiencia de lo que os dije» . que vuestra hermosura hace á este caballero
Queriendo proseguir en su plática, de la par- y menos de lo que vuestra presencia me hace
te de encima del valle entraron tres caballe- á mí». Y puesto que Bravor y el caballero
ros armados de una manera y devisa y de estraño se encontraron juntamente, fueron
una color; tan parecidos los unos á los otros, muy diferentes los encuentros, que Bravor
como aquellos que juntamente tenían el amor quebró bu lanza; el del valle, falsándole el
en una parte, que era en la señora Mansi. escudo y las armas, dio con él muerto en el
Uno se llamaba Bravor Esbroque, natural suelo. Grande espanto puso este encuentro
inglés, echado de la corte por enojo que el en sus compañeros, y tristeza en las damas,
rey tuviera dél; el segundo, Alter Damians; que aunque Bravor naturalmente era sober-
el tercero, Galtar de Ambuesa, todos de la casa bio, pesóle á ellas ser la causa de su mal. Y
del rey Arnedos, que como en el primer día su escudero con ayuda de los otros le quita-
de las justas no se hallaron presentes, qui- ron del campo y le llevaron al monesterio,
sieron enseñar su fuerza aquél, que era el donde fue enterrado; donde pienso que en
postrero de los que se hacían por su señora. tan poco tiempo fue olvidado como fue me-
Llegando donde las damas estaban, viéndola nester para ser vencido, que esta es costum-
á ella con toda su soberbia y lozanía, olvida- bre allá en Francia.
dos de los celos que le habían de hacer ha- Alter Damians y Galtar do Ambuesa,
llarla vestida de las colores del servidor más
puesto que ol vencimiento y muerte do Bra-
privado, comenzaron á loar la riqueza del vor los espantasse, queriendo cumplir con la
traje y la pompa y manera dél, como si aque- intención oue allí los trujera, determinaron
llo fuera lo por que ellos se enamoraron ó probar su fortuna. Galtar de Ambuesa fue el
por la cosa que más se dejaron vencer. El primero que se puso en el puesto, diciendo á
caballero de la Espera, viendo tan baja ma- su señora: «¿Qué menos amor es el que yo os
nera de enamorados, teniendo el paresoer de
tengo para favorescerme de lo que este caba-
otra manera, dijo á Mansi: «Mal me podréis llero, áquien me paresce que lo hicistes? No
negar que debéis más á los pocos días deste consintáis que quien por vos dessea perder la
caballero que os acompaña que á los muchos vida, alcance la muerte por mano ajena. Mas
años dessotros que os vienen á buscar, que antes, para vos dármela cuando quisiéredes,
dejando essa beldad, por quien todo el mun- es menester que agora mo la defendáis».
do se debe perder, os están contemplando la Como estas palabras fuesseu dichas alto, el
ropa y el traje, como si esso fuesse lo prin- caballero de la Espera dijo á Latranja: «Pa-
cipal». «Si vos, dijo Bravor d'Esbroque, que résceme, señora, que el miedo do aquel caba-
entrellos era más soberbio, queréis que os llero no es pequeño, pues sus razones son
muestre cuánto mejor entiendo lo que hago verdadera prueba». Entrambos arremetieron
que vos lo sabéis juzgar, tomá del campo lo de manera que Oaltar fue fuera de la silla
aeoessario, y podrá ser que essas palabras y sin rescebir otro daño, y el del valle, hallan-
la desenvoltura de donde nascen castiguen do la lanza sana, arremetió á Altor Damians,
su dueño» . «Esso haré yo de buena voluntad, que atemorizado de tan grandes obras, olvi-
respondió el de la Espera, sin pensar que dado de exhortaciones, arrepentido de haber
hago mucho, si este caballero que aquí está allí venido, puso las espuelas al caballo, des-
no tuviesse por mal que lo desembarazase un seoso de passar por el bien 6 por el mal que
poco». «No haréis, dijo el del valle, que la la ventura le ordenasse. El del valle le res-
empresa es mía; si la dicha me diere peor de cibió con otro encuentro más mal acertado,
lo que mi afición meresce, entonces podréis por donde rescibió menos daño. Alter Da-
probar vuestra aventura, que este caballero, mians rompió la lanza en él, de manera que
según su parescer, todo será poco para él» . barahustando un pedazo por la cabeza del ca-
«Ño sé, respondió Bravor, con qué inten- ballo, ledesatinó de manera que le hizo huir

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310 LIBROS DE CABALLERIA8

huyendo por el eainpq. El caballero del va- Cap. XLIII.— De lo que paxxó al oaballero
lle, viepdq qqe no le podía tener, salió dél, del valle en la guarda del tercero y cuar-
enviando á su pscqdpro tras, él, qqe de allí á to día.
ty pqehe no je pudo traer. Alter Damíar-S,
(lpsseosu de haccf batajla, sp ppso pn pie, Apabadjis las justas del segundo día, re-
mas, Galtar 1q tonió la delantera^ por ser el traídas las damas, el cabaljerq del valle se
qqe justara primero. El del vallp, qup resce- recoju á lqs tjpndas, adonde cenp" de lo u,ue
bía n»al que lo tq vienen en poco, lo acome- las monjas le pnvjaron, contento í}el acontes-
cimiento dq sus aventuras, aunque no del
tió" cpn ¿pipes dadps de sji mano,
le hizo llegar á lo postrero qp sqs,tales
días,.que
Al favor qqe le hacía passar por ellas; como dd
fin np pu^iepdp spstenersc, fue nepe&sario só- trabajq pasado estqyipsse cansado, durmió
corrplle su compañero. «Bien hiciste?, dijp
a'lgúnderopoco.
con el En qquel que
caballp, espacio vino elsu día
en tod.o escu-
no
el del valle, socorrelle pon tjpmpp: mas quie-
me sapep
ro saber ap dp yog vos ppqio
pópio pensáis
pensáis sanr,
salir, que
qqe sq
sq pudiera tomar, al cual dejó pn las guarda»
sere $3uerda que estoy sin piparlo, y para me de las tjem}as, sabiéndose al ca,mpp como hizo
rylr. dpi vúestfQ qs menester hacelle sin la npcjie c|e antes, pensando ser visitado de
íeño» • Con esto en poco espacio los trqtó ^q las dantas qqn el a|egríq de vpllas y pqdella»
dueño» • ^'on psto eq poco espaci1
manera, qué el de la Espera, mov|do4e pie- contar sus males, quedando satisfecho dellos;
dad, rogo á $Iansi que Iqs valiesp. *fas pri- pues para que los sinUessp mayores, aquellas
mero que pila lo quisíesso hacer, sp echaron señoras, olvidaos dq qumpjir pqq su desseo,
entrambos á sus pjps, rogándola, pups pop durmierpn la noclie entera, no habiendo nin-
servilla rpspibjan tanto iqal, jps quisiqsse so- guna que pprdicsse el sueup por él, perdién-
correr las yíilaé para otra vez aveqju rapas dole él por todas- Llegaqa la iqafiana, salie-
por su servicio «No os, engañéis, t]jjo el (leí ron al cqm.pp pq sus palafrenes: ^lansi de-
valle j ella mp ha 4o prometer un chop, ó ha lante con una capilla de flores pn la cabeza
de ver que en alguna cosa dejq d,p qacpr ]q en señal de la Vitoria (leí día passadq; tras
que qie manda* . «Esso no prometeré yo, dijo ella Telensi, que espepaba, alcauzalla eu el
ella, aunque sea más liviano qqe ser pueda; día presente, y á la postre Latranja y Torsi,
por esso si con esa condjción esperáis salvar todas (qn gentiles mujeres,, y taq galanas y
las vidas, acaba lo que comenzastps, satisfa- con tanta gracia^ que el pabajlerq del valle,
réis vuestra voluntad é yo sabré do qué suerte
vencido de nuevo, le parespü} que las comen-
es el amor que me tenéis». «¿De manera, se- zaba áa^nar; encendido de lo qqp las quería
ñora, dijo él, que queréis que conozca que to- y del pqrescer con que las enamoraron, co-
dos los que os sirven son tratados de una
menzó 4deeir mil amorps ppr él acostum-
inapera? Ya tendré menos de que me quejar, brados, envueltos en su requerimiento, que
pues yeo qqe no soy yo solo el desfavorecido plátipa en que estp no eneraba pa,rescialeá
y olvidado de vos; mas esto qo me consuela,
él quq nq merescía respuesta.
que eq los favores qqprría spr solo y en los «No sé si sabréis, dije Mansi, que enhada
disfavores cuantos vos qiiisiéredes. Estos ca- das do vuestras importunaciones nos irnos
balleros no os deberán tan poco que no os de-
caiqino de la corte, y vos. qqcdaréis guardan-
ban la vida: quiera Dios que no vean la mía
do el qampq, y de lo que hiciéredes alguno
en términos que vos la valgáis, que no sé qué nos dará nuevas». «Malas son las que me
tan segura la tendría». Queriendo cabalgar dajs de mí, dijo él, pues quprpis, esconderme
en el caballo do Alter, fue le mandado que vuestra presencia, con que acostqmbro des-
np lo hiejesse, de manera que aquel día se baratar todos los trabajos; ya que esso me
quedó á pío. Los dos compañeros se fueron hubiera dp decir ^bjUjeq, hubiera de ser
camino de la cprte, dopde aquel día contaron otrie, pues ha menos tienjpo que lo passé en
su desaventura. En aquel día nq hubo en el vuestro nombre que ningqqa dessas señoras.
campo más caballeros ni más justas. El de Todavía, si esso es assí que os íq, darme heis
la Espera se réepjó al lugar adonde de antes
ley, que sepa que las damaa de Francia pro-
dormía, más enamorado que nunca, cada vez meter ycumplir no es todq uno». «No os
puesto en mayor confusión, por lo qqe espe- matéis, dijo Torsi, que aunque la señora
raba passar. Las damas se recojeroii á su apo- Mansi os diga esso ppr contentaros, que
sento, cada una o pantqda de lo que por ella sabq que holgaréis quitaros de Iqs días que
se hiciera. El del valle, triste y descontento
están por venir, aquí os qeqmpanarcmos has-
del paroscer con que le tratara, assí que pon ta^ haber fin á los ocho qup prometíales, si
pensamientos differeutes cada, uno gozaba, del primero no viniere alguqq qqe cqq su fuerw
placer ó tristeza que lp acompañaba, qup y vuestro daño os haga rpmper la promes*a>.
destas mudanzas es el mundo compuesto. «Va que yos me qacéjs mh respondió él,

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SU

PALMERIN DE INGLATERRA

no desseéis que otro me lo haga . que no pue- tando cuál era el caballero que guardaba e|
do yo perder tanto que vos ganéis alguna valle, después de so descubrir le dijo: «Ye,-
oosa; deberíades, para más vituria vuestra, seílor, como no pienso que valgo menos que
desasar que la alcanco yo de todo el mundo; cada una deltas cuatro señoras que vos pen-
y á la postre, vencido ó maltratado de vues- sáis que son la flor del mundo, quise ense-
tro parecer alcanza! la vqs de mí; pienso que ñallo por armas, para lo cual traigo postro
¡jorque pensáis que también esto me dará Vi- caballeros, que son los que vedes al pie do
toria, no la queréis alcanzar de mí; tan gran aquel álamo, todos mis servidores, y tan con-
aborrescimiento nunca os lo merescieron mis tentos dello que cada uno correrá una lanza
pensamientos; mas pues vuestra condición con vos, sobre mostrar que gastan mejor su
es satisfecha de lo que hacéis, también seré tiempo coraigo que no vqs con estas, damas.
yo contento, porque no me quede alguna cosa Agora, si queréis mostrar vqejtrs dicha, ye-
en que piense que os. desserví» . En esto lle- romos para cuánto sois; batalla de las espa-
gó el caballero de la Espera, que después de das no la harán con vos, que allende do no
saludar á las damas dijo á Latranj^: «Seño- tenor mi licencia, guardólos para otra cosa
ra, nunca vi días que assí m© paresciessen en que más va». Como el caballero del valle
grandes como éstos que la fortuna aquí rae oyesse las palabras y no vjesse el rostro á
detiene esperando por lo que ella me tiene quien las decía por le traer cubierto, no supo
guardado; á las cuales echando todas las determinar más della de lo que le oía y dijo:
cuentas, ninguna hallo en mi favor, que me «No quisiera más para vpnppr á quien aquí
paresce que este caballero que os sirve no se me viniere á buscar que ser tratado de quien
puede desbaratar y si yo espero combatirme aquj me tiene de U maneta que mostráis
por vos, él hace lo mosmo; lo que yo por que essos caballeros lo son tratados de vos,
amor merezco, merece él según su parecer; pues los guardáis para las cosas de vuestro
si mis fuerzas me dan alguna confianza, las placer; huelgo que la señora Toleusi, enyo
suyas bien veis qué tales son; assí que en el es el día, quede igual con la señora Mans|
combatir y en todo me es igual; en el rae- porque vencí otros tantos) . «¿Pnál destas so-
resceros no sé nada, que no le conozco; sé de noras es Telensi?» dijo ella. JSl se la mos-
mí que si con la affición con que os miro m¡- tró, y le doncella torné 4 decjr: «Parescer
ráredes mis obras, ningún desmerecimiento es el suyo para mvoresqer á quien quisiera,
tendré hasta vos; todavía de una cosa estoy mas sun creo qqp mis caballeros no tendrán
triste, que si después de vencelle se os acuer- menos razón do su parte» . Esta mujer era la
da tan poco como agora, no sería essa la pri- duefia que el día de las justas entraba y sa-
mera ingratitud que os vi nsar, que en él lía en el campo á socorrer los vencidos, que
mismo toma la esperiencia; si me venciere como en la corte hubiessp nuevas de las ma-
no me debe doler mocho, pues sus obras no ravillas que se bacían en el campo, habiendo
acostumbran ser vencidas de otro; y también algunos caballeros que delante las damas la
porque voy hallando que vencido ó vence- querían desminoir, ella, qqe viera más, del
dor, para vuestra condición libre todo me estrano que ellos, por se? llegados á la, corte
será uno». «No rao paresce, dijo ella, que de nuevo, pidió á los cuatro más osteadoa
son essas palabras con que rae ofrecistes quisiesen por amor dolía irse á probsr con
vuestras obras el primero día que aquí lle- el del valle, de que cada uno fue contento.
gaste», que quisiste? que entendiesse que por Mas el rey, qnp le pesó, por Jq que conocía
mí venciérades á todo el mundo; y agora, dellos y del otro, no les dio licencia para
por lq que vedes, mostráis esta desconfian- más que para justar. A esta causa ia dueña,
za». «No la tengo tan grande de mí, respon- que representaba doncella, pidió justa sola-
dió el de la Espera, que ella rae estorbe de mente.
entrar en campo; tóngola de vos, que os amo Acabadas estas palabras, UUO de los cua-
más que á mí, y mientras más os veo se mo tro caballeros se puso contra el caballero del
acrecienta de nuevo; y á la íin sé que los pe- valle, y ol del valle quiso partir junto de
ligros pstyn ciertos y el olvido do no daros dondo Tolensí, enpontráudolfi en el escudo
por ello mida mucho más cierto, pues adon- haciendo la lanza pedazos, dando con el ca-
de esto, hay, el descontento y poca cqnfianza ballero en el sue)o. ^os ptros tres, pqco ale-
no deben de estar lejos». El caballero del va- gres do lo que yfprpn, bien les paresció que
lle quisiera entrar en la plática, que como había más que hacer de lo que antes pensa-
oyó hablar en bien querer parecióle que no ban; el segundo, desseosp de vengar la quie-
responder por sí era perder parto do su de- bra dfi su ppmpa fiero, fue al suelo por la ma-
rocho. Mas una doncella que llegó en aquel nera dpi primero, aconteciendo assí al terce-
instante le quité el pro¡»ósito, que pregun- ro y cuarto. «Agqra, dijo ia duefts, ya »é

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LIBROS DE CABALLERIAS

que quereros vencer es tiempo perdido, pues dissimulasen, no les pesó; y las de la corte,
no basta el trabajo de los días passados ni la por dar gracia al día, trujeron guirnalda*
fuerza de los hombres, mas ahí están estas ile llores, que hicieron después que entraron
señoras que lo harán; y vos tuviendo bien en la floresta, prometiendo cada una la suya
de que os agraviar, no tenéis á quién sino á á su servidor en gnalardón de la justa si la
ellas, que en lugar de enmendar un agravio alcanzasso. Baldovín de Namus, muy ser-
os harán muchos, y puede ser que de muy vidor de la dama Albania, metida en la cuen-
enamorado tendréis que acordarse, para agra- ta de las muy galanas y hermosas, fue el
viaros tendréis por favor». Acabadas estas primero que vino á la justa, y porque el ca-
palabras se quitó el antifaz, y quedé conoci- ballero del valle, antes de querer justar, pi-
da dél, que la lisonjeó todo lo que pudo, di- dió que pues el galardón del vencedor había,
ciendo: «Huelgo, señora, que tenéis visto de ser la capilla de flores de la dama por
que para serviros yo sólo tengo la voluntad quien justasse, quo también fuesse con tal
cierta, y de aquí viene faltaros los otros ser- condición que si él venciesse hubiesse tam-
vidores, en quien más esperanza tenéis». bién el mismo precio y gualardón que los
Poco se detuvo la dueña con él, que como otros habían; desto todas las damas vinieron
los caballeros no quisiessen detenerse mu- en un concierto y fueron dello muy conten-
cho en parte tan vergonzosa, fuéle forzado tas; con este consentimiento que dellas tuvo,
partirse. En aquel día no hubo más que ha- dijo contra Telensi: «Señora, porque con
cer, que al valle no vino ninguno. El rey cosa que otra deja no es razón que vos ador-
tuvo sarao aquella noche, y como en la corte
néis vuestra persona, comenzá a'i mandar
se supies8e lo que los cuatro caballeros pas- colgar aquellas guirnaldas en esse álamo que
caron en el valle, muchas damas blasonaban está delante vos, al cual espero en pequeña
de sus proezas; como todas sean amigas de pieza tener cubierto dellas que parezca un
novedades á corta ajena, hubo algunas que mayo». Acabadas estas palabras encontró á
pidieron á sus servidores que á otro día qui- Baldovín de tal suerte, que él y el caballo
siessen probarse en la aventura por donde todo fuo al suelo. Madama de Albania,
tantos paseaban. Muchos hubo que holgaran quitando la guirnalda de la cabeza, la envió
de escusarse, mas como el amor no recibe al caballero del valle, diciendo que quien
disculpa, ofreciéronle á él lo que no tenían tan bien la ganara no se la había de negar.
en la voluntad, de manera que algunos, co- El se la dio á Telensi, diciendo: «Si deste
rridos de quedar, iban porque vían ir á otros: despojo me confessáis que recibís algún
las damas, envidiosas unas de otras, no hubo
placer, hoy es el día que por serviros mete-
ninguna que no quisiesse mostrar que tenían ría á saco todo este ejército» . Tras Baldovín
quien las sirviesse; assí que por esta razón á vino mosior de Lamorán, servidor de Brisa,
otro día, á las horas acostumbradas, pareció que también en la primera justa perdió la
el valle cuajado de damas, algunas hermo- guirnalda de su señora, que fue puesta en el
sas, ytodas muy galanas y ricamente ata- tronco del álamo junto con la de Albania.
viadas, que la envidia hacía á las unas que- Rión de Beyze, servidor de madame de Yer-
rer sobrar y hacer ventaja á las otras; jun- tus, perdió el encuentro, y topándose de los
tamente con ellas vinieron muchos caballe- cuerpos cayó casi sin ningún acuerdo. El
ros, armados de armas muy ricas y sobrevis- cuarto fue mosior de Luxemán, servidor de
tas de estremada invención; si en las damas madama Xapela ('), que también del primer
de la corte hubo envidia, ¿quién creerá que encuentro perdió la empresa. La misma di-
en las cuatro no la hubiesse, especialmente cha tuvo Riens, servidor de Bias, hermosa
las tres, de ver que Telensi fuera causa de y galana, merecedora de se le defender me-
tan gran ayuntamiento? jor su capilla; mas la flaqueza de quien
Ellas salieron al campo acompañadas de la defendió, juntamente con la fortaleza del
su caballero, y juntamente con el de la Es- contrario, le hicieron entrar en el cuento de
pera, también envidioso de le ver tan bue- las otras. Alfer de Beona (*), servidor de Mau-
nas andanzas en parte de tanto su contento. recina, allende de hacer poco daño con su
A la otra parte se pusieron las de la corte, encuentro, fue al suelo con una pierna que-
cercadas de sus servidores; peligroso debate brada. Galar de Besieres, servidor do Mo-
pareció aquel de aquel día, (pie como el pre- pensier, dama de mucha estima; Forcián de
mio fuesse querer cada uno parecer bien á Granoble, servidor do madama Yurí, dama
quien servía, no había ninguno á quien fal-
tasse fuerza ni esfuerzo. Las damas, sabien- (') Madame de la Chapelle, á quien Marot dedicó .
UDa de hun E*trcnnri { 1538) j otro de «m Epigram-
do la voluntad del rey, quitaron que no hu- mr*. (Pumer, Op cit , pág. 198.)
biesse batalla, que para ellos, puesto que lo C) Alfer de Baiunne. wgún la remióo francea*

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PALME RÍN DE INGLATERRA
313
de la infanta Gratiamar, entre las hermosas I res que haga nada?» Bien oyeron estas pala-
de la corte contada en las primeras; Brisar bras ellas, que como pareciessen dichas con
de Guillermo, servidor do madama de Bru, razón, no hubo ninguna á quien pareciesse
hermana de Telensi, en opinión de algunos mal dalle algún favor con que se alegrasse,
tan hermosa como ella; Gnrmes de Lima, y comenzando las unas con las otras á loar
servidor de Polistante; Graeián de Bles, ser- sus obras, á las cuales no quitando su me-
vidor de madama de Luyson, con otros mu- recimiento hallaban que fuerza de amor se
chos, antes del sol puesto fueron derribados las hacía decir. El durmió un poco; mas
por el caballero del valle, algunos del pri- no fue el sueño de tanto reposo que le qui-
mer encuentro, otros del segundo, según la tasse el desseo de ver si sería salteado en el
fortaleza de cada uno; él mudó dos veces: campo como la otra vez fuera; no le salió el
cabalgó la una en el de su escudero, la otra pensamiento vano, que las damas, viéndole
en el de un caballero vencido que se le dio sentado adonde acostumbraba y en el lugar
para ver derribar á los otros, porque ninguno á donde le hallaron la primera noche, des-
niiedasse tal que con razón se fuesse loando. searon passar parte de la noche con él y sa-
L*as guirnaldas fueron puestas en el álamo, ber quién era, que esto desseaban sobre todo;
que porque paresciesse mejor quiso él que y porque les pareció que á todas juntas no
fuessen puestas á la redonda, pudiendo ca- lo diría y á una sí, echaron suertes cuál se-
ber en una sola rama, de que Telensi estaba ría; la cual cayó á Latranja, que por más le
llena de vanagloria y sus companeras con contentar salió como la primera noche, y assí
menos que los días passados, porque á Man- era bien que fuesse, porque tentaciones nun-
si le parecía aquel día un triunfo en compa- ca acabaran nada de lo que acometieron si
ración del día suyo que passó. Latranja y las figuras en que vcen no aplacen al que ha
Torsi ya desconfiaban en sus días poder ha- de ser tentado.
ber vencimiento de tanta gloria; assí que las
compañeras de Telensi sabían mal encubrir
Cap. XLTV. — De lo que aconteció aquella
este dolor y ella mucho peor su vanagloria, noche al caballero del valle, y de lo que passó
de manera que cada una usaba de su natu- á otro día en la batalla del caballero de la
ral. Assí que como las cortesanas saliessen
todas iguales, pudieron volverse saltando y Espera.
motejándose por su camino; desto se trató Estando el caballero del valle echado al
en el palacio aquella noche en el sarao, al pie de un árbol de mucha sombra, jwssando
cual vinieron pocas, que la afrenta de lo quo el tiempo en sus imaginaciones, Latranja
las acontesció de día las hizo que no pares- llegó al mismo lugar, vestida una basquina
ciessen de noche. El caballero de la Espera, de tafetán blanco broslada de plata por el
espantado de lo que viera y de no ver e n el ruedo, atacada en un eorpezuelo de tela de
del valle nenguna manera ni muestra de es- plata con golpes, y traía delante, por donde
tar cansado, se tornó á su lugar á donde so- se le parecía, la camisa, que daba mucha
lía possar, después de las damas recogidas, gracia al traje; los brazos traía en mangas de
alegre de ser llegado el día en que pudiesse camisa, con unos puñetes de mucho valor;
dar señal de sus obras, porque puesto que los cabellos eran estremados, sueltos sobro
no pensasse vencer, tenía por cierto dar me- las espaldas sin ninguna cosa en ellos, cu-
jores señales que nunca allí vieron. Aquella bierta con su mantillina por amor de el se-
noche aparejó sus armas, como aquel que las reno; como esto fuesse por el verano y la
había muy bien menester más que los días noche fuesse sosogada, decía mucho el traje
passados. El del valle, como fuesse incansa- con el tiempo: sentándose junto con él, quiso
ble y la desesperación de lo poco que valla antes que le hablasse metelle en confusión,
con aquellas señoras ie trnjesse fuera de sí, que no supiesse cuál dellas fuesse, porque
ningún reposo tenía; con esta imaginación con su llegada recibiessen algún placer. El
no se le acordaba do comer ni de cosa que caballero del valle, como no fuesse acostum-
para sustentar la vida fuesse necessaria. A brado áespantarse de semejantes sobresal-
lo cual su escudero proveía con toda diligen- tos, echándole la mano á la mantillina con
cia, trayéndolo á la memoria que á otro día que tenía atapado el rostro, dijo: «Porque yo
había de entrar en campo con el caballero no sé quién sois, y quien se teme y anda ene-
de la Espera, en el cual parescía ser para mistado de ninguna cosa se teme tanto como
mucho. cDame tú que me traten mejor estas de arrebozados, no me pongáis culpa, que
señoras, respondió él; que yo te daré rota la por asegurar mi vida os quiero ver el ros-
espera y todas las esperanzas que tú quissie- tro». Latranja so descubrió, y riendo le dijo:
res; desfavorecido y maltratado, ¿cómo quie- «Ya agora no me negaréis lo que quissiera

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814
LIBROS DH CABALLERIAS

«aber de vos> . «Con tales armas me. comba- de oonfessar quién era, que le aprovechó poco
táis, respondió él, que no sé quién no se rin- á su negocio, que como su condición fuesse
da para que la victoria fuesse mas de loar; sonada por todo el mundo, jautamente con
hiciste» bien de venir sola, porque todas con- la virtud della, puesto que su persona fuease
tra uu caballero flaco y vencido de vuestros de tanto precio, )e dejó con la esperanza per-
pareceres y hermosuras poco había que des- dida; mas al partir le prometió que aquel)1 >
baratar». «Vos, señor, dijq ella, me tenéis al- de que ella sola se alegrara, que ojia sola lo
gunas veces dicho lo mucho que me desseáis sabía y que no fiaría parte á otrjo por que
servir; si estas nq spn palabras, llegada ps np supiesse su nombre.
hora en que quiero ver lo que haréis por mí; Partida Latranja, el caballero del valle.
Tíos hacer hoy tales maravillas, que desseq Uniendo ya por escusado esperar nenguna
más que nunca saberos el nombre; pues ya cosa della, trabajaba con el pensamiento por
le negastes siempre á todas, cenfcs&alde á la echar del todo fuera, mas el amor no lo
mí sola, y mirá si pensare quedaros en mu: consentía; y puesto que él provqqasso por
cha obligación y deuda». «Señora, respon- eonvertella un aterrecí miento, no lo podía
dió él, si el día de hoy os paresció bien sieu- hacer, que con tener imprimidas en el alma
do en servicio de otra, ¿qué hará el de ma • las perfícipues de quien en tai estado le pu-
ñaña que ha do ser en el vuestro? y pésame siera, no podían lps disfavores desbaratar su
que sé muy bien que se me apareja contien- merecimiento; entre estas imaginaciones
da más trabajosa, y vuestros disfavores me passó la noche, velándola con su desconfian-
traen tan flaco, que no sé si serán causa (le za, lo qnp UQ aconteció á Latranja, que la
alguna falta; hablados do acordaros que pues- durmió hasta que vino la mafiatia, no qui-
to que serviros todo el mundo es deuda que se. riendp depjr á sus compañeras Jo que él le
os debe, despreciar á quien os sirve UP bahía dijera, á la cual Mansi respondió: «Va sé que
de caber en vos, que pues la naturaleza re- np tenéis palabras para con ollas ganar una
partió más de sus gracias con vps quo con voluntad y hacer oonfessar á un hombre ma-
otra, tamoién spría razón que la agradezcáis yores culpas de lo que sería decir su nombre;
lo que le debáis con comunjear lo, que ps dio maña"& yo le saltearé, y vpréis cqán mejor
con quien os lo mereciere; estos días pasaa- lo hago, y si mi confianza me engañare, irán
dos, porque mi condición no es descontentar estas señoras pada una por sí, y vecemos á
á ninguna, confessé á todas vuestras amigas cuál tiene más amor, porque á essa lq descu-
que igualmente peusaba por cada una. Esto brirá, cuando
y no lo dijese á ninguna, creed
no puede ser, que el amor no se puede re- que por nenguna pona tanto como dice» . Con
partir; mas el que sabe mi intención por me esta determinación dieron fin á la plática,
pagar ó dar algún descuento á cuantos males esperando por el día para ver las a,venturas
me tiene hechos, quiso que fuéssedes vos la que sucediessep, y antes de ser día claro lle-
que acá vinióssedes á saber que soy sólo garon criados del rey que armaron tiendas
vuestro, y que por las otras tenga hecho en para él y para )a reina venir á ver lo que
las armas lo que vistes, todavía, con teneros aqqel día passaba. Las cuatro damas se le-
presente, mis obras pudieron ser tales que os vantaron tardo, porque no huhiesse justas ni
contentassen, que no sería razón á donde vos batallas antes de la venida del rey, que assí
estáis montar ni acordarse deotrie; spis más se lo tenía mandado. A las diez bpras sería
hermosa que todas, más galana que todas, cuando el rey llegó al valle con muchas da-
más para ser servida; y huélgome saber vos mas ataviadas para aquel día de in ochas ri-
esto no ser ligonjería, pues que sabéis y co- quezas, desseosas de ver cosas nuevas á costa
nocéis tener todo esto de ventaja; deciros mi de otras, por seguir su natural. En el valle,
nombre bien chico servicio os hago; mas, debajo de ramadas había muchas mesas, en
¿para qué es sabellp si ha de ser para acor- que había banquetes suntuosos y de muchos
darme después que sabéis á quién tratastes manjares. Las cuatro damas fueron convida-
mal?» Alguna fuerza tuvieron estas palabras das del rey, que en los atavíos y riquezas
para quo se sintiesseen Latranja que se hol- con que salieron hacían ventaja á las corte-
gaba con ellas y que las reseibió pon agra- sanas. El caballero yallp, dejadas las tien-
decimiento; porque
y no se oj easen lejos, se das ádonde antes estaba, por estar muy junto
llegó mas á él por oillo de más cerca. El ca- de la gente, se apartó gran pieza, y al pie
ballero del valle, sintiendo en esto algún fa- de un árbol, con alguna cosa que un escu-
vor, abajó la voz algún tantq, y en estos loores dero le dio, no tantu r-orap le era menester
gastó todo lo quo la plática duró; y vencido para sustentar el trabajp dp )pS días passa-
del combate del tiompo y del lugar, y de la dos, mas el alegría de ver tanta diversidad
hermosura que delante dp sí tenía, le hubo de damas y tanto* trojes, le bacía tf}u<?r en

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PALMERIN DE INGLATERRA 315

pooo todas las utra^ npeessidades. Acabado después desto me hallare con los desfavore-
el comer del rey, alzadas las tablas, quitado cidos yolvidados, alguno habrá con quien
el tráfago de los servidores, las cuatrp damas, me consuele». El caballero de la Espera,
según su costumbre, sq pusieron eu sus cua- alegre de ver que le ponía en aquella afrenta,
tro palafrenes, guarnecidos como para, tal día le dijo: «Haga la fortuna lo que quisiere
convenga, y sq fqoron al caballero del yalle, mientra mo engaña con sus obras, pomo
•me ya je íall^ron aporcqhjdq para cualquier tipnq por costumbre, que ya no me puede
afrenta; un su compañía, trayóndole en me- quitar pstar contento dp lo que padezco por
dio, vinieron hasta junto de las tiendas del vos, y cuando más las otras esperanzas me
rey, y él tan alegre do verso cercado della^, faltaren, hallaré que pon estoquedo pagado»;
que nenguna vitoréalo ¡gua]aba con aquélla. y puniendo las piernas al caballo, arremetió
Algún tanto esperó por yer si 4e lP8 cabíiilq- al del valle, que también quissiera qtie este
ros tjo la corto saldría algqup, mas las espi- encuentro espantara mucho al rey; mas esto
rienQias, do ]o que vieren ?P lo estorbó, En enemigo no era de los passados, tenía otra
esto jgstijvp p) rey mirando el á]amo de las fuerza y otro m$s esforzado ánimo, y muy
guirnaldas, quq siempre le qupdó es,tp nom- diforqute de los que allí justaron los. días
bre, á doqdq cad.a da\\n\ cenoria, la suya, y antes. Y por aquesta razón el caballero del
también conocían los servidores por cuya valle no hizo lo que (|esseó, que encontrán-
flaqueza al}í se pusieron; de manera que cpn dose pn los escudos no quedaron tan en-
hallarse pu ejlq fijo tan grande la vergüenza teros que no perdjessen Jos estribos y qui-
de raueh0^, 4He le tuvieron por otro nuevo, siesen caer; tomadas otras lanzas, corrieron
vencimiento. En. pste tipmpp asomó 4Q lo la segunda vez, que ppmq fuessen quejados,
hondo del valle el caballero dp la Espera, ar- quebradas las lanzas so toparon de los escu-
mado de las armas dosofrps días, con otra; dos yyelmo con tanta fuerza, que entrambos
aguirnaldá, sobre ql yelmo de flores 4e mu- vinieron al suelo. Qrande espanto hizo al rey
chas colores alegres, qqe ponía, más duda de la fuerza i]o\ caballero de la Espera, que del
podelU ganar que las otras passadas- «Aque- del valle ya tenía esperiencia- Latranja, lle-
Ug guirnalda, dijo pl rey, quería yqr en el na de presunción por su día ser el mayor
número 4p Jqs otras para acabar dp creer que riesgo quq los passados., daba tanta parte de
quien allí las pusp no tiene igual, que si la sí al dossassosiego, que en todos los meneos
fantasía no me miente, este caballar o de la se le conocía. Ellos so lqvantaron con mucha
Espera q° es como los pasados». En esto ligereza y desenvoltura, comenzando la ba-
allegó junto de las tiendas, y haciendo sq talla de las espadas muy cruel, cada uno
acatamiento al rey, se llegó á Latranja, y queriendo mostrar su precio en lugar tan se-
tomando la guirnalda en las manos le rogó ñalado,ninguno
y descubrirse al otro, por que
se la quisiesse poner en la cabeza, y tener Ja batalla np cessase, que la cobdicia de la
por bien quq si él mal la defendiesso fuusso vitoria vencía la amistad, y el amor acrecen-
puesta en las. otra*, y siendo al contrario, taba mucho más la ira y indignación. Gran
tniedassq cíJa con la vitoria de todas y pu- pieza se combatieron sin tomar reposo, cor-
(iH'sse tornar á cada tina á su dueño. h;.::i tando las armas, deshaciendo los escudos, sin
parqscjó á to4os esta intención, qqe movida parecer ningún sentimiento do cansancio en
ije la cobdjeia de la honrra iMranja y vit^ ellos. El caballero del valle, cpmp se le acor-
ria de las empresas de sus amigas, comenzó dasse que lo era menester quedar de aquel
á dessear qqq este caballero le alcaiuasso, día para passar las afrentas de los otros,
^rnio si qq los servicios que le hiciera estu- ayudábase tanto de su ligereza como de la
viera igual con el del valle; por donde se fuerza. El caballero de la Espera, queriendo
puedo juzgar de qjié materia son compuestas. parecer bien á tiatranja y ganar honrra á
Ella, tomó la guirnalda, y p|i|iipu4lJbi qn la donde lo viera perder á muchos, hacía mara-
cabera coq mucha gracia, volvieudo los ojos villas, assí que de cada parte había bien que
al caballero ¿el valle, le dijo: «Este ps el día mirar. Por cosa muy fuera «le ra/.ón tuvo el
en qjip yo quierp ver qué tales son vuestras rey esta batalla, que lo pareció igUftl á las que
obras» • «Si vps de to4as no estáis desengañq- en el tiempo do su prisión se hieieron en el
4o. resppn4¡ó él, sprá por vuestra culpa, que castillo de DramuBiando f entro] él y sus jaya-
mi entención no os tiene npnguna; mas quien nes con los hijos de don Duardos, y pesábale
presto sq olvida de lp passado, no qs mq- ver morir talos dos caballeros por tan peque-
quo desconfíe do lo que ostá por venir; ña causa; mas á los enamorados ¿qué cosa les
pues Unía, vía espero mqter e«sa empresas en puede parescer mayor quq la que nasce del
|a cuppty de, las cfras, para mqstrarus que mqsmq amor? A esta hora ya el espudo de la
para os spryir nenguno me hace ventaja; si espera estaba tq4o deshecho cpn la fuerza de

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LIBROS DE CABALLERIAS

los golpes, y el del caballero del valle alguna enamorar con obras, pesábale tener tan grue-
cosa más sano por la ligereza con que so sa condición, y decía consigo mesmo: «Ya
guardaba; mas como el trabajo y cansancio que mi ventura quiso que os viesse, nubien
los afrontasse, quitáronse afuera por cobrar también de querer que fuera en tiempo qu*
huelgo. Bien vio el caballero do la Espera sus el precio de mis servicios os pudieran con-
armas en mala disposición, mas venido tam- tentar, pues con ellos no os puedo merecer:
bién áquien era la causa dello. todo le pa- mas parece que aun aquí la estrella de mi
rescíó que le sobraba: con esta alegría, olvi- amador me persigue, que no contento de lo*
dado todo peligro, decía entre sí: «¿Qué mayor males que con la afición que os miro me or-
bien me puede venir á mi mal que pensar dena, quiere que la primera cosa con que o?
que le passo por lo que os quiero? Espere comencé á servir me falten las fuerzas. Esta
quien quisiere por otras satisfaciones, que culpa tenéis vos, que no las favorescéis, y y,
para mí esto sólo basta» . En este tiempo que mucha más culpa, pues teniéndoos delante
estuvieron holgando, la duefta que acostum- mí y queriéndoos contentar, soy para tan
braba entrar en el campo so llegó á el del
poco que no venzo á todo el mundo» . Con *-!
valle, diciendo: «Agora, señor caballero, afición destas palabras y con encendelle *¿
quiero ver á cuánto llegan vuestras prome- desseo, tornó á su contienda; el del valle l.
sas, que este de la Espera, según veo, quié- rescibió con sus golpes acostumbrados. Esta
rese vender á las damas á costa de vuestra tercera vez, si la batalla durara mucho, pu
vida, y ellas, por la ofensa que tienen rece- diera cada uno tener de qué se quojar. qn-
bida de vos, estánle desseando lavitoria». como entrambos fuessen estremados en U-
«Días ha, seliora, respondió él, que veo que armas, y entrambos estuviessen determina
vuestros disfavores me dañan; agora que no dos de llevar la batalla al cabo, ¿quién sabrii
lo pensé, por la afrenta en que me veis, mos-
tráis cuánto holgáis con mi daño. De las da- juzgar cuál dellos le perdiera primero >.'
cuál dellos saliera tan salvo que al fin tuvie-
mas lo dessear no me espanto, que essa es la ra la vida segura más que el otro? Mas com»
paga que siempre dan á quien les merece al la de cada uno tuviesse su término más lar-
contrario, y no usan de su oficio cuando salen
go, en el mismo instante, ardiendo entram-
do esta regla; mas porquo veáis qué esfuerzo bos en furia y desseosos de la vitoria, enrr ■>
nace de tina vista como la vuestra, favores- por el mismo valle una doncella en un pala-
eóme con ella y Latranja favorezca á quien frén blanco, los cabellos sueltos y las ropa>
quisiere» . Acabadas estas palabras se tomó rasgadas, cubierta de lágrimas, con gnt^
á juntar con más ímpetu que al principio; henchía la floresta. Mucho espanto puso ¿a
bueno fuera que entre tal amistad guardada todos la venida desta doncella, y los dos ca-
de tanto tiempo hubiera alguna manera de balleros se apartaron por ver lo que era. I*.
quebralla por tan pequeña causa, mas al doncella, sin hacer cortesía al rey. se lio?»
amor ¿quién le podrá hacer fuerza, pues la á las cuatro damas, preguntando cuál era jmr
suya lo vence todo? Muy gran rato se com-
quien se hacía aquella batalla. Mansi le nn*-
batieron entramos, y como oomenzassen á tró á Latranja, á la cual la doncella hiz-»
sentir que las armas y fuerza les iban fal-
mucho acatamiento, y con palabras llenas o-1
tando y que de allí adelante sus carnes lo dolor y tristeza le dijo: «Señora, si la xvh
lazerearían, muy desseoso cada uno de allí y honrra se han de tenor en más que otr^
mostrar su poder, se quitaron á fuera. El rey pequeños apetitos ó desseos , ruégeos por
desto no le placía, porque quisiera que esta quien sois queráis socorrer dos doncella
batalla no hubiera fin, por lo que della rece- que están cerca de perder estas dos cosas p n
laba; como do su natural fuesse benigno y dejar á uno destos caballeros que aquí *
piadoso, no podía sufrir tan gran desaven- combaten, que para la afrenta en que estov
tura como fuera vellos morir ¡)or tan peque- con otro nenguno me contentaría; entrama
ña cosa; mas como no hallasse algún medio se combaten por serviros>: estas palabra:
honesto con que apartallos, quedábale sólo
dichas, derramó tantas lágrimas, hizo tant •
el desseo y el pesar de no poder cumplir su
sentimiento, que fue forzado á Latranja 'Ir-
voluntad. El caballero «leí valle, puestos los
jar su intención, que era ver el fin de a-i«^-
ojos en Latranja, aunque la viesse hermosa Ihi batalla, como si en ella no se aventurara
en el estremo que lo era ella, por el desdén
mucho. El rey, movido de piedad de la* li-
con que le tratara tuvo menos que contem- grimas de la doncella y el desseo que tenu
plar, y no desseaba tanto como por quedar de no ver morir tales dos caballeros, aca^
para alcanzar otras los días que estaban por con su autoridad mover á Latranja q"'1 > -
venir. El de la Espera, vencido de su pare- corriese á la doncella, á la cual dijo: «Yo n-
cer ydel amor que la tenía, desseoso de la sé lo que estos caballeros querrán hacer por

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I

PALMERÍN DE INGLATERRA 317

mí, mas sé que en lo que pudiere veréis lo


que hago por vos» . Preguntándole cuál dellos con alegría».
contrario, Volviendo
le dijo: «Ruégeoslasque,
palabras
auuqucá'su
do
quería mas que la siguiesse, la doncella, des- la victoria estéis cierto, tengáis por más
pués de se humillar á él, le respondió: «Entra- cierto el sinsabor que el fin dosta batalla po-
mos, señor, son para tanto, que no sabría es- dría dar á cualquiera de entrambos». «Bien
coger; mas este caballero que trae la devisa veo, respondió el del valle, que alcanzar
del escudo cubierta me holgaría que fuesso honrra con vos no será sin mucho daño, y
más, porque estotro caballero, por la espera que dejar la batalla yo soy el que gano, se-
que trae en ol suyo, es tan recelado, que gún vuestros golpes me lo tienen mostrado;
adonde le vieren he miedo que le cierren los mas como do mi promessa tenga algunos días
passos adonde espero aprovecharme dél » . por cumplir, es forzado cumplir mi promesa
Latranja se metió entrellos, y creyendo que primero que este segundo mandamiento; la
el del valle en nada le saldría de su voluntad, doncella va tan bien acompañada para reme-
le dijo: cCaballero, si para socorro de los diar su fortuna, que esto me haco no sentir
tristes se acostumbra traer armas, y por este mucho ser yo el que la acompañe. Holgara
Bolo respecto se cubre el trabajo dolías, rué- saboros el nombre para saber á quién debía
goos que las lágrimas desta doncella y la las palabras que. aquí hallé en vos, y la se-
deuda en que decís que me estáis, os mueva ñora Latranja á quién quedaba en deuda en
dejar esta batalla y aeompnñalla en esta que ella os debe quedar, si no quisiere usar
afrenta en que os ha menester. Acuérdeseos (lo su libertad». El rey, quo también estaba
que allende destas razones, la confianza que desseoso de lo saber, le rogó que no quisies-
puso en vos le debe también aprovechar». se encubrirse á él. Dramusiando se quitó el
«Señora, respondió él, si yo no tuviera más yelmo quoriéndole bosar la mano, al cual el
que hacer, liviana cosa fuera para mí hacer rey abrazó lleno de alegría y muy contento,
lo que mandáis; mas como las cosas que pesándole no podelle detener algunos días
se prometen sean de mayor obligación que para hacello la honrra quo merecía; mostrán-
todas, es necessario que el día do hoy y dolo ála reina y á las damas les dijo quién
de mañana lo que vos mandáredes, mas los era, contando dél maravillas, quedando cou
otros son de la señora Torsi, helos de defen- mayor desseo después de habelle conoscido
der como suyos». «No sea esto el inconve- de conoscer al del valle. «Señor, dijo Dra-
niente que estorbe este socorro, dijo Torsi, musiando, dejalde acabar su aventura, que
que los que guardáis para mi servicio que yo creo que cuando se fuere no querrá do-
en ello quiero que los gastéis». «Que me jaros con este desseo; que si es quien yo sos-
place, respondió él, mas será siendo vos pecho, élse os dará á conoscer» ; y porque la
presente, que con esta condición acepté la doncella daba priessa, se partió, tomando
guarda del valle» . «Señora, dijo la doncella primero licencia de Latranja, que en estre-
á Latranja, este caballero no me parece tan mo estaba soberbia de poder con su parecer
obidiente al amor 6 tan mandado por él como vencer ánimo tan robusto. El rey, por ser
él os dice, pues tiene en más las cosas de su casi de noche, se tornó á la ciudad, teniendo
placer que las de vuestra voluntad; manda á cada vez on más el caballero del valle. Las
estotro y podrá ser que le halléis otra leal- damas, antes que se fuessen tomaron las
tad y otra fe, y otra intención más verda- guirnaldas que el día antes sus servidores
dera de quereros contentar» . Latranja, vol- perdieron, á lo cual el aguardador del valle
viéndose al de la Espera, le rogó que por no osó resistir.
servilla quissiese aceptar aquella ompresa y
dejar la batalla, pues para hacello tenía me- Cat. XLX. — Dc lo que el caballero jxissó
nos escusas para se defender con ellas. «Se-
otro día en la guarda del valle.
ñora, respondió él, en dejar la batalla no
pienso que pierdo nada, pues la hago con Partido el rey, las cuatro damas se reco-
qnien vos veis; mas aventuro poderse presu- gieron ásu aposento y el caballero del valle
mir que esta es la razón porque le dejé; mas á su tienda, adonde reposó un poco; después,
tal es el amor que me hizo ser vuestro, que saliéndose adonde acostumbraba, allí imagi-
me enseña á sufrir todas las sospechas por nando en sus cosas, las damas, que desseaban
hacer lo que mandáis; en el peligro de que saber quién fuesse, querían cumplir su pro-
agora me quitáis vuestra vista me traía tan messa. Mansi. cuyo era el día, le salteó, que
intento, que con ella me atrevía á passallo; como fuesse llena de más soberbia y pre-
en estotro á que queréis que vaya, no fal- sumpción que sus compañeras, salió con más
tará alguna desaventura, según la doncella aparato, que allende de galana, salió costosa.
lo encarece; faltaráme veros para la passar Bien pudiera, para el tiempo que la calor

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LlfekoS DÉ CAnALLÉRIAS
1 .
pedía, con poca ropa salir conforme á él; sería de sobra; mas cuando la voluntad está
mas ¿cuál dellas quiso dejar de mostrarle lo en otra parte, todas las palabras sé olvidan;
•pie puede por más razón que tenga para en- con vos no puede esto ser, que sdla á vos ten-
eobrillo"? Traía sobre la camisa una basquina go mi libertad entregada y (pie á las veo.-»
de tafetán azul, broslada con oro de mil la- me oigáis* . «¿pecís esto por todas?» dijo ella.
zos, mucho para ver de día y no para dejar «No os maravilléis, que yo tengo por cosa
•le noche; encima una ropa de tela de oro, afo- orpe descontentar a alguien; vos sabéis muy
rrado en el mismo tafetán azul; íos bordes y ien que el amor no se deja desplazar, que
delantera giiarnecidos en dos órdenes de per- si assí fuesse. nenguno le tendría en nada y
las ypiedras de mucho precio; los cabellos perdería el nombre de divino deque dicen que
arrollados en la cabeza, que le daban muchá és compuesto; pues assí es que a doquiera que
gracia; encima un chapeo de terciopelo azul él está lia de estar entero, juzga vos cuál de
con una pluma de oro y negro, que la hacía todas cuatro debo yo amar más verdadera-
6más
1, y galana. Desta manera se sentó junto con mente; yvistas las ]>erficione8 de cada una,
>orqU( no estuviese en duda quién se- no me podréis negar que á vos, si ellas tie-
ría, se quitó el chapeo, quedando con la ca- nen por si ser hermosas, galanas, de notde
beza al sereno, que por parescer bien este es estado, vos lo tenéis do ventaja; y allende
pequeño tormento. «Ya no sé de qué os que- dosto mi parecer en esse rostro y en ess«j>
jaréis agora, pues no me podéis negar (pie ojos, á lo cual no sé el nombre, que quien os
con visitación hecha á tales horas no se olvi- ve queda con la libertad perdida, y tan ale-
dan todos los agravios y quedan pagados to- gre de perdella como si no perdiera cosa que
dos los servicios:». Tan alborotado y tan ale- mucho se debe estimar». No pudo lá discre-
gre se halló deste sobresalto, que estuvo un ción de Mansi templar tanto su vanidad que
poco sin responder, que el corazón, vencido no se le parociesso en él el dessasossiego, que
de tan gran hermosura, se olvidó de las pa- tenía por soberana vitoria pensar qué hacia
labras con que la había de recebir; mas como ventaja á sus competidoras; no se le acor-
en él estos sobresaltos no fuessen de mucha
dando que la honrra que á ella le diera pu-
dura, después de la recebir con el acata- diera ya tener dada á Latranja, antes alegré
miento cortesía
y con que su soberbia y pre- de sus loores, poniéndolo la mano sobre üii
sumpción quedara satisfecha, le dijo: «Seño- hombro^ ia dijo: «Si el amor es quien vos
ra, ya sé que con vuestra presencia se pagan decís, cerca estoy de saber á .quién le tenéis
todos los agravios; quien esto no conoce, ve- inás cierto; porqué tío sabréis ó ñd querréis
nille ha de no merecer tan gran bien como negar á essa ío qüe quisiere saber de vos;
es ser visitado de vos. que tan gran mereci- vuestras hazuñás tío acaban de contentar a
miento es el de vuestra hermosura y pare- quien lu8 ve mientras que no Raí>e quién las
cer, qúef dejalle solamente ver es harto ga- hace; quiero que me digáis quién sois; pue-
lardón de todos los trabajos que por él se do que con decir nielo me obligaréis á creer
passan, y si vos pensáis que en esto tenéis que en todo lo demás me decís verdad»,
igual, erraréis á vuestro merecer y sería no c Chica satisfációh es ésta, respondió, él;
agradecer á la Naturaleza ío que os dio; sé
pues
no soncon ella me
creídas de moshá's que mis
vos» . Y como palabra!
diciendo esto
yo lie mi que nunca confesaré esta culpa,
que cada vez que os veoj veo muy bien que le tomasse la mano qiio le téníá sobre él
no se puede ver otra cosa que os haga passar
hombro, y ella se la dejasse sin ningún es-
de la memoria; y do aquí me vienen otros cándalo, tomó atrevimiento para le decir su
males que me matan tanto como el amor que nombre. Mas como estos primeros tbqüe.<
os tongo; que después de apartado de vos ser sean liberales en Francia, pensando el caba-
atormentado de amor y Soledad, y desespe- llero del valle que aquel favor haseia dé
rar del remedio, pues está solo en vuestra amor y no de la costumbre general, quisiera
presencia; mas no sé por qué os contentáis seguir su vitoria, la cual .se le convertió en
que quien pena por serviros tenga la vida en aire; que ManSi se fue y le dejó descontente
estos términos, pudiendo con álgún favor del fin de su esperanza, y ella alegro délo
aerescentalla; y cuando lo hiciéssedés, se que valió con él. El caballero del valle, ator-
parescería lo que podéis; porque, puesto que mentado de lo quo le querían y del despre-
el matar sea muestra de gran poder, todavía cio con que le trataban, culpaba áii ligereza:
para dar vida falta el poder á todos.. «Rué- después tornábase á desculpar con el pares-
Koos, dijo Mansi, quo antes que os diga á lo cer de quien le engañara; assi que, triste «le
que vengo me digáis si estas palabras si se sus acontecimientos, en la mayor fuerza de
las dijistes á Latranja». «Ella merece tanto, sus agravios ó sinsabores los curaba con acor-
respondió él, que ninguna quo yo le dij< darse de quien los recebla.

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PALMERÍN D UtóLAtÉkRA 319

A otro día, saliendo el sol, se puso á caba- si, ni vino para dejalla, que allende de muy
llo 0011 intención de vengar sus injurias en hermosa, conformóse con el tiempo; con bas-
juien no lé tenía culpa. Mas como ya ho hu- quina de tafetán pardo atorzalada con oro, y
biosse con quién hacer t>ataila ó quiéh la hi- ei cuerpo y mangas de lo mismo, sin ningún
< ie<ye haeer con él, no vino ninguno eii aforro, cortado de muchos cortes sobre la
quien pudiesse mostrar su tristeza, la cual misma camisa; las mangas sacado muchos
trabajaba ]>or encubrir á las damas. Mas bocadillos; los cabellos metidos para dentro
■orno sea natural el parecer ser indicio de como nombré, don una gorra parda echada á
ta aeonteseiniieiitos, entre slis disimulacio- una parte, con una pinina de oro y pardo qué
nes algiiha* señales rtiofttraba de tiomb fuera le daoa mucho aire, sin riihguná cobertura
tratado, y como naturalmente fuesse belicoso, ni cosa qué le amparasse del sererto, que el
no se contentaba de eonosoor lo que tenía en desseo de ser bien vista hacía tener en poco
sí, mas quería que todo él mundo lo cono- estotros defensivos. Sentada junto con .él
i iesse; puesto que las óliras qiie hiciera los quiso platicar en aquello para que allí vinié-
días passados lo pudiera satisfacer, holgaba ra, que era preguntalle su noritbre. «Seflora,
de gastar el tiempo en las cosaé dé sil incli- dijo él, esto debo al amor, enseñarme á su-
na-ión; cuando éstas le faltaban, atormentá- frir todos los malés que ordena; aunque dé
balo más la ociosidad y reposo que todos los otra parte ho pienso qué su intención sea ha
otros trabajos. Á Latranja pesó de no haber cernió favor, halld axsimcstiiÓ que quiere con
justas, porque puesto que «fe su servidor nu-
algfiri bien, sostener
males para que le cuesta poco
las vidas templar'
de quien los
le es
biesse visto tan grandes cosas, recelaba (pie
los trabajos de los días passados podría ser pera servir; lá voluntad que mé hizo á mi
ansa de venoelle alguno, lo que ella no qui- ser vUestro ho os meresce tan poco que me
siera por ningún precio, por no ver quedar á muestré que todo él fin de vuestra visitación
8U8 competidoras por alguna vitoria dolía, sea sal>er mi nombro, y no para darme algún
«pie era lo que más recelaba, que por el pe- remedió; si los males tienen dolió necessidad
ligro dél passárale livianamente. De la aven- para me las hacer, basta vuestro parecer
tura de Dramnsiando y de lo que le aconte- nara me valer con ellos; rio os los sufre vues-
'-■i'' con la doncella no dice nada la historia; tra condición; assí qiié eii estos estremos
jiorque como su dolor fiiesse fingido y ella quierb él amor que no sé acabe la vida, sien-
enviada por el sabio l)aliarte, que quería do la hlUérte él más cierto reriiedio y el má*
guardar la vida de tales caballeros para otros despeado que él me podía dar. Si estas pala-
tí «'nipos de más necessidad, llevóle cuatro bras soii Ungidas, vos lo podéis sentir, pue.s
jomadas, en el fin do las diales, siendo ya vete que la intención que primero me hizo
«¡•aviado del reino de ,Francia, le dejó, di- ser vuestro costáiulome tanto, no tiene mos-
ciénaoie que se fuesse á Costantiiiopla y que trado alguna señal de arrepentimiento, y
allí hallaría á donde mostrar sus fuerzas me- queráis destruir ó menospreciar tan grande
jor que contra sus amigos, y eri parte tan fe con decir que la tengo dada á otrie; acuér-
{•eligrosa para cada hnodellos; puesto que el deseos qué los días que én vuestro nombre
amor de Latranja le atormentaste y le fues- defendí este valle fueron de tanto riesgo,
se duro apartarse tanto dolía, haciendo el «pie no se contentaron de hacer claro el amor
ri"mpo su Oficio, en poco tiempo lo puso todo que yo os tengo, mas engendraron envidia
cu olvido. Passados los días de la guarda del en aquellas que os viéron triunfar de sí:
valle de Mansi y Latranja y Telensi, llega- Esto dolor, si ellas bien os conocen, de más
ron los de madama Torsj, adoiide con más lejos le deben tener, que tal estremo la na-
voluntad el aguardador désseaba mostrar su turaleza se esmeró en vos, que las miiy her-
voluntad y obras; que como con más afición mosas junto con vos no tendrán de qué bc
la araasse, desseaba que lo áeonteéiesseri alegrar, trias ¿(pié desculpa tendréis entro
irrantles cosas con que la púdiesíje eoiiténtar. tantas pérfieiones ser ingrata á quien os las
En el primer día ningftn caballero, vino al dio? No se sufre que hermosura estremada se
valle, qiie ñie cansa de Ib tomar ja noche aposerite con éstreniada crueza, qué enton-
triste. Con enojo de lo poco que luciera, so ces la perfición de una dañaría la virtud á la
fu»» á meter en su lugar acostumbrado, por otra, y haber en vos alguna falta sería causa
ver si vería algo que le hiciesse olvidar dar gloria á las que de vuestras obras Son
aquella tristeza. No tardó mucho Telensi vencidas; los días que aquí os sirvo, junta-
•pie como la suerte fuesse suya, quiso ver si mente con el amor que os tengo, algún ga-
valdría tanto su parescer que se descubriesse lardón merescen; si assí no lo creéis, ó me
Mía lo que pensaba que sé negaría á otrié. tenéis en tan poco que no os acordáis de mí
No trujo atavíos de tanto precio como Maii- para dármelo ó halláis en mi cosa por do rio

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320 LIBROS DE C ABALLERIA8

lo merezca, contentándome con algunos enga- batallas, porque ya de allí no esperaba nin-
ños; gnardaldos para quien no os quiere tanto gún bien, creyendo que lo mereciera. Telen-
como yo, que adonde el amor es poco, todo si, según el estilo de las otras, negó lo que él
se puede sufrir». tSenor, respondió ella, son oonfos8ara, confessando mil tentaciones que
cosas tan acostumbradas quejas de servido- le hiciera, á las cuales ella le salvara, por-
res, que quien se engaña por ellas tiene mala que en la mayor fuerza de sus quejas la?
disculpa de sí; vuestras palabras, aunque juzgaba todas por palabras fingidas.
sean fingidas, algún agradecimiento meres-
cen; no dejéis do tener en mucho confessaros
Cap. XLYI. — De lo que el caballero estraño
esto, pues las verdaderas con agradecerse se
passó en el postrero día de la guarda áe
pagan y quien las compra mas caro, vendrá-
le de no sentir lo que en ello se aventura; acónteselo" .
Torsi, y lo que
bien creo yo que en estos loores en que co- Una hora sería después de medio día, que
migo cstuviste8 liberal que no os hallaron al valle no había vonido ninguna aventura.
escusa Latranja ni Mansi; todavía si me di- Las damas creían que ya no habría ninguna
jéssedes lo que á ellas negastes, luego cree- batalla, porque el temor que tenían de las
ría que me amábades más que á ellas» . «De- obras do su aguardador desviaba los aven-
ciros quién soy es tan pequeño servicio, res- tureros yá los servidores dellas, que harta
pondió él, que no os lo dijera si lo hubiera prueba de ser mayor el recelo que el amor
dicho á otra alguna, que entonces no habría [daban]. Con pensar que no vendría ninguno
en qué viéssedes la diferencia que hago de salieron al campo en sus palafrenes, donde
vos á las otras. A mí me llaman el caballero estuvieron un rato motejándose con él, que
del Salvaje; este nombre ha mucho tiempo con menos amores que de antes las conversa-
que tengo, si agora quissiéssedes que se tro- ba, porque el escándalo algún tanto desbara-
casse en llamarme vuestro, en él reposarían taba la affición. En este tiempo entraron en A
todos mis pensamientos, mas había de ser valle tres caballeros armados de blanco y n»>
con alguna merced que confirmase que des-
gro. partidas las colores con bandas amari-
te trueco quedábades contenta» . «Señor Flo- llas; en los escudos en campo negro cisne*
riano, dijo Telensi. una de las señales de me blancos, todos do una manera, porque twl»
tener poco amor es decirme quién sois; por- traían una intención. Destos tres caballeros,
que puesto que vuestra persona tenga en sí los dos eran italianos y el uno alemán; cada
tan gran merecimiento, vuestra fe y vues- uno tenía por sí de acabar un gran hecho. Al
tras obras para con las damas tiene tan poco, alemán llamaban Lambrot de Sajonia; pas-
que á la que de vuostras palabras se dejase
sando por Hungría, llevando camino á Co>-
vencer no sé con qué se desculpara; con- tantinopla, adonde todos los esforzados que-
hóssoos que vuestro nombre me hizo tan rían dar muestra de sus obras, encontró con
gran ospanto, que con sabor que sois vos me los dos que venían de allá, y lo dieron nue-
hallo tan vencida de temor y miedo, que me vas do lo poco que había que hacer en U
habéis de perdonar no me detener más».
corte, diciendo que iban al castillo de AI-
Con estas palabras se levantó y se fue, pro- maurol, adonde en aquellos días florecían
metiendo de no deseubrille, que el caballero las aventuras. El alemán, codicioso de ha-
del valle, ya que se vía desesperado de la llarse en aquella parte, rogóles que quisie-
que tenía presente, rogábale encubriesse el sen que los acompañasse en aquella jornada,
nombre, creyendo que en la que viniesso so
le trocaría la ventura. Mas como su condi- y puesto que las naciones eran diferentes1,
conformes en la voluntad siguieron su ca-
ción no supiesso dissimnlar tan gran dolor mino. Entrados por Francia, teniendo infor
y tan gran desprecio, no sabía templar ni mación de la aventura de las cuatro damas
encubrir su pena; assí passó la noche con y de la desaventura de muchos servidora
más tormento que do antes, casi afrentado suyos, desseosos do la gloria y fama de quien
de le parecer que todas le trataban de una los venciera, quisieron verse en aquella
manera, pues dospués de saber quién era le
tenían en menos; mas la codicia ó el desseo afrenta y pasar por aquella aventura, te-
niendo cada uno confianza de acabar aquello
de vencer alguna le hacia passar por todas donde tantos fallescieron. Con esta confrr
estas cosas, que á su pareseer oran deshon- midad se armaron to los de unas armas, de
rras, si el amor eonsintiesso que los males
que él trae tuviesseu esto nombre. A otro una devisa y por ventura do una intenci'n
de confianza, y puesto que en el caminos
día, que era el postrero de la señora Torsi,
dieron priessa. llegaron al valle al postren1
se armó y salió al campo más temprano que día de la guarda dél. «No quiso este día.
los otros passados, desseoso de le passar en dijo el caballero estreno á Torsi, dejarme

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PALME RIN DE INGLATERRA 821

con tan gran pesar como fuera partirme sin piernas se fue al suelo. El caballero del va-
daros a conoscer lo mucho que os quiero. lle, perdidos los estribos, se abrazó á la cer-
Estos caballeros, según su parescer, quieren viz del caballo, del cual salió, porque vio
veugar la ofensa hecha á otros; mas el mío que el alemán, con la espada en la mano, le
es al revés, que pienso que combatiéndome llamaba á la batalla. Los italianos, que ya
por vob y teniéndoos presente, ninguno se estaban en su acuerdo, quisieron primero
me amparara». A este tiempo llegaron los probar su ventura; mas como entrellos y el
tres caballeros, que como viniessen informa- alemán sobre esto hubiesse differencia, las
dos de la manera de la aventura, poniendo damas dijeron que Brucio (') Verona fuesse
los ojos en las señoras supieron mal deter- el primero; el caballero del valle, porque en
minarse cuál dellas hacía ventaja una á todas partes sonassen sus obras, quiso con
otra, puesto que al fin quedaron diferentes estos que lo saben mejor representar cuales-
en el parecer. Los dos italianos, llamados quier hazañas que ninguna otra nación, ha-
Brucio Verona v 1 rusio Beroso, se aficiona- cor maravillas. Y con esta determinación,
ron á Latranja. y el alemán á Mansi; á los en poca priessa le llegó á tal estado, que á
italianos no faltaron palabras, que como na- Trusio Beroso fue necessario socorrelle. Vi-
turalmente sean parleros y cumplidos dellas, leza parecía esto para caballeros que en el
en su propria lengua le manifestaron más parecer de las armas daban de sí otro testi-
quejas que el amor podía ordenar en tan monio, mas la necessidad ó recelo de se ver
corto rato. El alemán también representó su voncidos fue la causa de quebrar su costum-
dolor, más con muestras y señales de en- bre. El del valle, que en aquel día desseaba
amorado que con razones ni exclamaciones quo Torsi se contentasse de sus trabajos,
fingidas. Alegres quedaron las damas de ver holgó que se le doblasse el peligro, que para
gente estranjera en su servicio, á los cuales pas8allos en su nombro rescebía pena ser tan
rescibicron con mejor rostro que hacían á los pequeños. Con este pensamiento, apresu-
naturales. Mas el del valle, de los ver tratar rando los golpes, aprovechándose de su des-
mejor que nunca vio, y de lo que hicieron á treza, hizo tanto on armas, que Brucio Ve-
él antes y después do eonocelle, pensó que rona cayó á sus pies. Trusio Beroso, deses-
era especie de venganza cessar de los ofres- perado de la vida y por ventura de la mise-
ciraientos acostumbrados, por lo cual sin más ricordia del vencedor, según le vio furioso,
detenerse se puso en el puesto, apercebido mudada la esperanza de las armas en deses-
rio justa. Brucio Verona, por consentimiento peración de poder valerse, se socorrió á las
de sus compañeros, fue el primero que salió damas, que vencidas de piedad le valieron.
á él; tenidas eran en mucho sus obras en El alemán, que de su fuerza y valentía se
todas partes, y en aquélla pensó él no perder confiaba, pensando vengar á los italianos,
nada de su crédito ó á lo menos desseoso. con la espada en la mano, el escudo embra-
Mas como la fortaleza del caballero del valle zado, comenzó la tercera batalla. Alguna
differencia sintió eJ caballero del valle de
desbaratasse todos estos pensamientos y con-
fianza, del primer encuentro dio con él en las fuerzas deste caballero á las do los passa-
el suelo. Trusio Beroso, viéndole en tal es- dos. Mas como sintiosse que para con éste le
tado, temiendo que el del valle quissieso eje- era forzado aprovecharse de maña y ligere-
cutar su ira en matalle, le dio voces que se za, aprovechábase tanto destas dos cosas,
guardasse. Alguna cosa pareció estar fuera que con ellas le hacía perder sus golpes^
de razón, mas como el caballero con quien dando los suyos á tan buen tiempo, que an-
tes del sol puesto le puso en el estremo de
Trusio quería usar desta cautela no se te-
miese de ninguno, tomando de nuevo otra sus compañeros. Bion conosció ol alemán su
lanza, arremetió á él, al cual del primer en- destruición, mas de tal ánimo era acompaña-
cuontro dio con él en tierra, perdiondo en- do, que quiso antes acabar en las manos do
tramos los estribos, por el encuentro que su enemigo que assegurar la vida con pedir
rescibió ser do mucha fuerza. Lambrot de socorro á las damas; mas ellas, que cuñada-
das do ver tantos males nascidos por su
Sajonia, el alemán, enojado de ver tan gran-
des obras en hombre quo viniera á buscar de causa no querían ver otros de nuevo, le so-
corrieron. Lambrot de Sajonia, puesto que
tan lejos, socorriéndose al parecer de la se-
ñora Mansi, quiso con aquel parecer favo- este socorro le alegró el alma, por no mos-
rescer su encuentro. Este Lambrot de Sajo- trar su flaqueza se agravió por habérsele
nia era hombre de mucha fuerza y esforzado, dado. El caballero del valle, alegre de haber
cumplido ol plazo que se ofreciera á guardar
mas tenía muy poca maña. Entrambos se en-
contraron con tanta fuerza, que Lambrot,
quebradas las cinchas, con la silla entre las ('» El texto dice ahora: «Srusio».
L1DB08 DK CABALLERIAS. — II. — 21

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822 LIBROS DE CABALLERIAS

aquel vallo, quiso con palabras mostrar á las respondió él, es tan gran cosa veros, que
damas cuan pequeño le paresciera, pues era bien se salva quien con enmudecer solamente
dar fin á podellas servir. Mas como fuesse ya
de vuestra ,vista desba-
placerpensamientos
noche, quissieron ellas gastar poca plática todos losel otros
passa;rata pues y á quwn
con él; antes recogéndose á su aposento, le eBto noleacontesce, de muy libre le viene: vo*
dejaron tan poco alegre como de antes acos-
juzgáisme al revés, y por esso me condenáis
tumbraban. Alos otros despidieron con me- con las causas con que pienso que merezco;
jores razones, nascido de debelles monos,
culpáisme de me hablar, y no se os acuerda
que ésta es la razón de que siempre sus cosas
son guiadas. Kilos se fueron á un lugar, y al quo puedo
todo lotanto,
quo témoos decir serán quejas. »'•
yo que delante de vos no me
otro día ahí donde los llevó su ventura, que
sé aprovechar dellas; si tengo de qué tene-
la vergüenza que passaron les quitó la volun- llas, vos lo sabéis». «Ya sé, dijo ella, que
tad de ir á la corte, ni de tornar á ver aque-
ninguno se quiso aprovechar do desculas
llas señoras, de donde todo su mal nasciera.
que le faltassen; decísrae que me servís, y
El del valle, acordándose que aquella noche
no queréis que sepa el nombre de quien me
era la postrera esperanza que le podía que-
dar de alcanzar alguna cosa, no pudo tanto sirve; queréis que os diga palabras á vues-
tra voluntad, que no os culpe por las qu^
el trabajo ni el cansancio del día que llegada
offenden á mi honra, porque servicios lie-
la hora acostumbrada dejasse de ir á espe-- dlos con engaño bien salléis vos si merecen
rar su fortuna en el passo de las aventuras,
adonde más cierta hallaba su desaventura agradeseerso; los passos que aquí me truje-
ron no deben tener el merecimiento tan
que en ningún otro; mas el desseo que tenía
bajo «pie se le niegue lo que tanto desseo sa-
de vencer algún combate de aquéllos le ha-
cía Bufrir tantos sinsabores y decir su nom- ber, pues vuestras obras lo hacen tanto des-
sear». «Señora, dijo el del valle, no sé cuál
bre, creyendo que el merescimiento dól le
es peor, ó descubriros mi nombre y quedar
ayudasse á alcanzar algún favor, y de ver con el dolor de saber á quién empecieron
que aquello era lo que le dañaba, determi-
vuestras obras ó encubrille con quedarme ma-
nábasse encu brillo; y tanta fuerza hallaba en
vor de dejaros descontenta; destos estrenua
la hermosura de cada una, que le desbara-
taba su determinación, de manera que si quiero seguir á el que me puede hacer más
daño, pues es el que á vos menos empece. En
allende del nombro quisieran saber su vida
y lo que le había aconteseido, todo lo dijera. muchas partes me llaman el caballero del Sal-
vaje, en ninguna mis servicios valieron tan
No tardó mucho Torsi, que vino al mismo
lugar conforme con la intención do sus ami- j>oco como en ésta, adonde yo con mejor vo-
luntad los ofresci; sé muy bien quo agora que
gas y muy diferente en el traje dellas, que
sabéis quién soy, creeréis que me quejo con
como de su condición no fuesse presuntuosa y
más causa; mas si es verdad que el amor a
se le d losse poco querer ganar las voluntades medida del daño suele dar el sufrimiento,
con galanías ni trajes, salió de la manera que esto me sobrará; quiéroos tanto, que desseo
acostumbraba traerse por casa: una basquina
la vida por no perder los males \\ie me la
de tafetán negro á la redonda, atorcelado de
cuatro dedos de un torzal de seda negra, con quitan, y vos trabajáis quitármela por me
apartar este contento; con esto me traéis
unos lazos tan sotiles que se pudiera pren-
der con ellos quien del todo estuviera libro; tal, que si algún descanso me da vuestra
vista, tan quebrantado me traen vuestros
cubierta una ropa do terciopelo pardo, tan
disfavores, que no me lo dejarán sentir, y
hermosa, que no contenta con destruir la
vida atormentaba el alma. Con menos sobor- entonces de desesperado ninguna cosa re-
celo: mas el alma, adonde todo va á parar,
bia se sentó junto con él de lo quo hicieron
las otras damas. Como el caballero del valle de muy escandalizada de los males que me
haoéisj le llega algún arrepentimiento del
la amasse con más afición que á ninguna,
mucho amor que os tengo, mas luego se
más la temía y más la recelaba que á todas. muda esto pensamiento, que tan «iro me
Este amor 6 temor que le nacía le impedía
tiene costado e.ste arrepentirme, que Je es-
la plática, aguardando que ella fuesse la que
primero comenzasse. «No pensó, dijo Torsi, carmentado yano cairé en este yerro; en es-
tas mudanzas anda mi vida, dando vueltas
que visitación hecha á tal tiempo mereciesse de uno en otro pensamiento, y eu ninguno
tan poco que le negássedes las gracias della; halla descanso; cuando pienso obligaros con
ni quisiera ver tan buena prueba al contra-
lo que merezco, hálleme que sólo veros paga
rio de vuestras palabras: porque aunque has- todos los merecimientos; mas el mal es que
ta agora no sea engañada dellus, quedarámo
puesto que estas razones me satisfagan, no
pesar de pensar que lo será otra>. «Señora,
puedo con ellas templar mi dolor; no eé

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PALMER1N PE INGLATERRA 328

cómo puede ser ocasión do mis malos y ayudaría á passar el dolor, si la memoria de
vuestra vista reposo de todos olios, y por la vuestras obras no causassen desesperación;
misma manera de lo que os amo nascor mi tal fuerza tiene vuestra presencia, que ale-
pena, y deste mismo amor naseer descanso, gra los ojos y el alma y satisface todas las
ó á lo menos contento; mas este remedio de quejas. Pienso que. porque las tuviesse ma-
que solía aprovecharme ya perdió su virtud; yores, quisistes escondérmela». Con esta
aprovecha solamente á lot» males que ator- postrera intención consoló un poco; mas
mentan poco; los que agora me acompañan como en él hieiessen poca impresión acor-
son de tal calidad, que sólo el recelo de los darse de cosas ausentes, con algunas vueltas
que están por venir los hace parecer meno- que dio por la floresta, passeándose tocado de
res, assí que con el temor que tengo por la desesperación, que en el estremo de los
passar, hallo algún alivio en los presentes; males es algún remedio, y determinó de les
mirá de cuántos remedios mi vida echa poner en olvido; durmió hasta otro día; des-
mano; padesoer y amar grandes contrarios pués, armado, se hizo venir á Arlanza, y á su
parecen, mas en mí todo está en un sujeto; compañía, que hasta allí estuvieron en com-
desto tenéis vos la culpa, que sois la causa pañía de las monjas, á las cuales dio el agra-
déi, é yo mucho más culpado en sufrir al decimiento del buen tratamiento que le hi-
pensamiento que os lo vaya á descubrir: cieran: puesto á caballo, con la devisa del
guaidaríame yo destos lazos si del amor se Salvaje descubierta, quiso despedirse de las
ptidiesse guardar alguien, mas porque esto cuatro damas, que también en sus palafre-
no puede ser, se muda de tantas formas, que nes salieron al campo, alegres de poder do-
me embaraza con ellas, amenaza con un mal cir su nombre al rey y mucho más alegres
no siendo aquel mal con [el que] mata; espan- de sus Vitorias. Algunas importunaciones
ta un tormento con otro, porque desta manera hubo con las cuales pensaron llevalle consi-
se puedan passar muchos; entre estas afficio- go, yalgunos donaires de velle tan mal obe-
nes representa unas esperanzas pequeñas diente ásus ruegos; mas después que vieron
que hacen sufrir grandes desaventuras, tra- que no aprovechaba, viéndole tan porfiado
bándolas de manera que el mal presente en su intención, para más burlar, dijo Torsi:
hace dessear otro por que se le quite aquél, «Veos partir y veo que lo hacéis sin lágri-
y llegado el segundo, luego trae otro nuevo mas» .«Do tal calidad es el fuego que el amor
desseo consigo, y como el dolor esté arrai- y lo que yo os quiero encendieron en mí,
gado, dicen algunos que con menos pena se respondió él, que con agua no se apaga, mas
passa; puesto que esto sea regla de muchos, antes todos los remedios que para matallo se
será cuando la pena nasoiera de otra y no de ordenaron son en mi causa de mayor acen-
vos, que contra tal adversario ¿quién se po- d ¡miento; vos, que lo podéis dar, negástes-
drá valer? No sé, señora, qué fin esperáis á melo, y como de vos no vino, entre el dolor
tantos desconciertos corno tengo dichos; si y desconfianza buscaré reposo: paréceme que
mis locuras os satisfacen por ser vos la causa no se puede hallar; sé que cuando os veo
•lellas, tornaré á decir otras, que no tengo el ninguna cosa sé dessear sino veros, y delante
fundamento tan sin razón que pueda acabar do vos el miedo me traspasa; mirá qué con-
tan presto». «Señor caballero, resjxmdió trariedad para poder vivir; esto que conozco,
ella, si palabras me hubiessen de ongañar, me hace tener en poco el amor que do todo
tales son las vuestra» que lo pudieran ha- es causa. De aquí adelante adonde fuere to-
maré otro amor: si me diero tan mal como
o r ('); mas quien servió á Targiana y á Ar-
nalta, y las dejó quejosas, bien será que há- los passados, no puede ser lo que lo passado
He alguien de que se queje; vuestros cui- no me enseñe á passallo livianamente». Con
dados os acompañen, que yo de alegre de esto se despidió dolías y se puso en camino
acabar mi empresa no puedo más detener- para Costantinopla, adonde llevaba tanta
me» Con
. esto se fue, con temor que echasso priessa como aquel que todo su descanso y
mano della y la tuviesse, que de su fama bienaventuranza estaba en ella.
aascía este recelo. Tal quedó él de vella ir do
ty manera, que con ningún consejo se sa- Cap. XLVII. — Cómo el caballero del Salvaje
bía aprovechar, quejándose de sí mesmo y llegó á Costantinopla, y f ómo vino á ella
de su fortuna; y como si la tuviera presente,
comenzó á decir: «Traeros á la memoria Dragonalte y Amalla, reyes de Navarra.

Cuenta la historia que en todo esto cami-


no al caballero del Salvaje no le sucedió cosa
O k> extraño es que no se durmiese la doncella,
»' eacQchjir la intrincada, empalagosa y soporífera que de contar sea: mas en muy breve tiem-
Alació* del Caballero del Salvaje. po llegó á una floresta junto con los muros

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LIBROS DE CABALLERIAS

de la ciudad, adonde vio muchos caballeros, era la princesa Leonarda su señora, con ja-
y entrellos dueñas y doncellas que andaban labras eu que mostraba sentir su pena. El
á caza con falcones. Bien pensó que podía emperador hizo cabalgar & Arlanza y á sus
ser el emperador, y assí era verdad, que doncellas, que de todos era mirada en estre-
aquel día, por dar algún passatiempo á su mo, que puesto que no fuesse hermosa, tenía
vejez, quiso alegralla con cosas para que ya el rostro apacible adornado de honestidal
no era por satisfacer su naturaleza, que for- graciosa, con que hacía aficionar á cualquier
zado de la soledad de lo que perdiera con la que la mirasse; mas en quien este parescer
mudanza del tiempo desseaba salir al campo hizo mayor impresión fue en Dramusiando.
á ver lo que la edad le negaba; metido en que había tres días que llegara á la corte,
unas andas, en compañía de la emperatriz y que como su naturaleza le pidiesse cosas con-
de las otras princesas que entonces había en formes áella, viendo a Arlanza, quedó tan
su casa, fuera con mucha alegría de los ca- aficionado a servilla, que desde aquella hora
balleros de su corte, que unos á sus damas, hasta el postrer día de su vida le duró, y
otros á las ajenas, cada uno trabajaba de pa- ciego y atormentado deste nuevo cuidado,
recer bien; y viendo venir de lejos al caba- olvidado de Latranja, la miraba con tanto
llero del Salvaje acompañado con cinco don- amor, que olvidado de otras cosas que le so-
cellas, luego le conoscieron, assí por la de- lían dar passión, sólo en ella tenía su espe-
visa del escudo como por la grandeza de Ar- ranza; de manera que todos miraban en él y
lanza, que sabían que venía con 61; dejado conoscían esta nueva mudanza.
este proposito, todos juntamente le fueron á Comenzando el emperador á caminar para
rescebir y abrazar, y viendo el caballero del la ciudad, vio entrar por un costado de la ño-
Salvaje tan noble caballería, y tanto sus resta una compañía de dueñas y doncella?,
amigos, y entrellos á su hermano Palmerín con algunos caballeros que traían para su
de Inglaterra, desechada toda tristeza y guarda; antes que supiessen quién eran, al-
imaginación que de antes traía, puesto á pie gunos caballeros del emperador se a¡)ercibie-
y Arlanza por la rienda, llego á donde el ron de justa. Los forasteros, puesto que s^u
emperador en sus andas estaba; allí lo besó propósito era venir de paz, uno dellos, el
la mano y le rogó que á Arlanza hiciesso más principal, desseoso de se esperiraentar
tantas mercedes como á persona á quien se en tal parte, pidió la lanza y enlazó el yel-
le debía el amparo de su vida.
mo; primero que partiesse se volvió contra
Arlanza, apeada del palafrén, acompaña- una dueña que de aquella compañía era se-
da de sus doncellas se llegó á las damas, y ñora, yalegre de las palabras que la dijera
era tan grande que igualaba con ellas á ca- ó de las que olla le respondió, puso las es-
ballo. El emperador la abrazó, diciéndola
puelas alcaballo, y halló tal favor en el en-
palabras que mucho la contentaron y que cuentro, que dio con Belisarte en el sueiv>
después se cumplieron en obras de acrecen- sin recebir ningún revés, y tomando la lan-
tamiento desu honrra. La emperatriz y Gri- za á uno do los caballeros de su compañía,
donia la hicieron el mesmo recebimiento,
que eran tres los que venían armados, derri-
creyendo que con ello contentaban al caba- bó á Astruyano; desta manera empleó las de
llero del Salvaje. Leonarda, princesa de Tra- los otros do8, derribando de cuatro encuen-
cia, como ajena ó estraña de aquella casa, tros cuatro caballeros; y puesto que ninguno
tuvo menos cumplimientos con Arlanza, y destos fuesse de los famosos de la corte, to-
no menos amor y voluntad de se los hacer, davía juzgaban á quien los derribaba por
como quien pensaba que del servicio que do- hombre mucho para recelar. El emperador,
lía recibiera el caballero del Salvaje le que- alegre de le ver romper tan bien sus lanzas,
daba mayor obligación do satisfacella. Al ca- mandaba traer otras; mas á este tiempo vino
ballero del Salvaje se hizo todo el buen re- á él una doncella de la parte del caballero,
cebimiento que sus obras merecían; mas
que le dijo: «Señor, Dragonalte, rey de Na-
como entre estas alegrías le fuesse dada nue- varra, que es el que justó con los vuestros,
va de la muerte del rey Fadrique su agüelo, dice que por no saber que vuestra alteza ni
tuvo tanta fuerza este pesar, que desbarató la emperatriz estaban en esta compañía, <\y¿
todos estotros placeres, que allende de tan en aquella falta y desacatamiento, y tamban
junto parentesco la crianza de su «isa le do-
el desseo que tiene do parecer bien á la rei-
blaba el dolor. Luego se despidió del ompe- na Arnalta su mujer lo causó; y que agora,
rador, recogéndoso á la ciudad, donde estuvo
por no perder lo ganado no quiere más jus-
algunos días visitado de sus amigos, hasta
que sabenoque entre tales caballeros •""ore*
que el tiempo consumió la pnssión y le dio aquí tar,
habrá puede ganar mucho. Suplica
lugar de tornar á visitar á quien debía, que á V. A. le reciba su disculpa, para sin tanta

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PALMERIN DE INGLATERRA 825

vergüenza le venga á besar las manos, pues se hallaba Dramusiando, tan dado á sns amo-
tan lejos viene á ser vasallo desta casa». res nuevos, que ningún reposo ni descanso le
Gratule alegría recibió el emperador y em- daban. Palmerín, puesto que del recelo que
peratriz desta embajada, que Dragonalto, le más atormentaba estuviesse descansado,
allende de ser hijo de tal padre y nieto del ni por esso vivía tan libre que estuviesse se-
rey Frísol, merecía sor tratado y recebido guro del todo, que el amor, á donde es gran-
con mucho amor, por ser rey y casado con de, en cuanto no ostá satisfecho de todos sus
Arnalta; le pareció que sería necesario rece- desseos siempre tiene de qué so temer,
bille con fiestas, para que Arnalta no per- y para poder ver á su señora y gozar de
diesse nada de su presunción; y sin dar otra aquella alegría, en cnanto los otros danza-
respuesta, los fueron á rescebir. El rey Dra- ban, tomaba lugar en el sarao junto con la
gonalte, viéndolos venir con tanta priesa, se reina de Tracia, que le esperaba como favo-
apeó con la reina por la mano en señal de rescedora de sus amores. Durando algunos
mayor acatamiento del emperador y empera- días las fiestas, vino Pompides, rey d'Esco-
triz. La emperatriz le pagó esta cortesía con cia, á la corte, trayendo consigo á la reina
otra semejante, que se apeó también de su su mujer; y porque su venida fue por la mar,
¡alafrén, y con ella Gridonia y Polinarda, hubo menos aparejo de rescibimientos sun-
Leonarda y todas sus damas; assí le rescibie- tuosos, siendo recebido como persona de casa,
ron, dándola á entender que con su visita- con más amor y no con tanto fausto como á
ción la corte y corona imperial recebía acres- Arnalta. Primaleón, por pagar á don Duar-
centamiento. De palabras desta calidad le dos algunas deudas de su amistad antigua,
dijo el emperador muchas, no saliendo de las trujo á la reina su nuera por la rienda des-
andas, que su edad y flaca disposición no so de la ribera hasta palacio, aunque más pesó á
lo consentía; todo el tiempo que Arnal- Pompides y á ella, que con mucha importu-
ta estuvo en pie, la habló con el bonete en nación lesuplicaron que no lo hiciesse. La
la mano, descubiertas sus canas, sin apro- reina fue aposentada con la princesa Poli-
vechar ruegos della ni quejas de Dragonalto narda, que holgó mucho con ella, por ser tan
para que se cnbriesse la cabeza. Acabado su parienta do Palmerín. Pompides con él y
recebimiento, tornaron á cabalgar, mas Pal- con el caballero del Salvaje, que á este reci-
merín se apeó y llevo á Arnalta por la rieu- bimiento salió fuera la primera vez después
da hasta el palacio, de que la princesa Poli- de la nueva de la muorte del rey de Ingla-
narda se mostró poco alegre, que el amor, terra su agüelo; assí se iba cada día hin-
por más prendas que tenga de quien ama, chiendo la corte de príncipes y caballeros,
nunca vive tan seguro ni tan fuera de sos- de que ol emperador se mostraba tan alegre
pecha que á cualquier recelo no le causo al- como realmente lo tenía dentro en sí, que
gún dolor. Arnalta, viendo la mudia vene- tenía por inclinación natural aquellas cosas,
ración con que la trataban, iba tan soberbia, no mirando á los gastos de su hacienda, cosa
que hasta los que no la conocían se lo vían; que los reyes (') no se deben de acordar
mas aunque de fuera mostrásse pompa y apa- cuando en cosas desta suerte y manera se
rato, algunos descuentos de tristeza hallaba
que la consumía este placer, que era ver junto
consigo á las princesas Polinarda y Leonarda gasta.
Cap. XLVIII. — Cómo por ruego del empera-
de Tracia, que con su hermosura y parecer le dor vinieron á la corte Arnedos, rey de
deshacían todo su orgullo; bien so acordó en
Francia, y Reciñóos, rey de Espafut, con
aquella hora cuan injusta empresa seguían
sus mujeres, y el rey Relindos trujo consi-
los que defendían en España ser ella la más
go á Miraguarda y al gigante Almaurol.
hermosa dama del mundo y más merecedora
de ser servida; mas en cuanto estas dos le Como en este tiempo el emperador fuesse
hacían ventaja, ni por esso dejaba entonces muy viejo, según muchas veces he dicho, y
de ser la tercera en aquella corte, que des- viviesso con recelo de su fin ser llegado pres-
pués que vino Mi ragú arda quedó ya la cuar- to, desseaba, para ir contento, dejar sus nie-
ta.Fueron ella y Dragonalto aposentados den- tos casados, con todos los príncipes y perso-
tro en palacio, en el cuarto del aposento de nas principales que en su corte so criaron,
la emperatriz. Alianza, con sus doncellas, y ser presente á las fiestas que á ellos se hi-
fueron dadas por huéspedas á la duquesa de c iessen, creyendo que serían remate de las
Lubayca, camarera mayor de la emperatriz, que en su tiempo podían acontecer. Para
y por regocijar más la venida de Arnalta, mayor cumplimiento de su voluntad, plati-
mandó el emperador que hubiere justas y
torneos y saraos en el palacio, á los cuales (•) El texto: «reynos».
826 LIBROS DE CABALLERIAS
cólo con la emperatriz y Primaleón, con cuyo
consejo y determinación escribió á Arnedos, Francia, embarcara en las naos que «1 rer
rey de Francia, su yerno, que con la reina Arnedos mandara aparejar. Y como el ^
su mujer le viniesse á ver, que como su edad que llegaron al puerto fuesse muy sere^ v
alegre, dio mucha gracia á las naos, que eran
le amenaza8se cada día. desseaba despedirse muchas y grandes, do mauera que alegraba
dellos. De la mesma manera escribió á don
á los amigos y ponía temor al pueblo con lo
Duardos y á Flérida su hija, reyes do Ingla- tiros de artillería, trompetas y otros instru-
terra. A Recindos, rey de España, le enco- mentos conformes al lugar y aparejo de la
mendó mucho quisiesse traer consigo y en flota.
compañía de la reina á Miraguarda. Allende Las naos principalmente venían cubierta*
destas cartas, hizo también mensajero al em- y entoldadas de ricos paños de seda y oro, y
perador Vornao su yerno, & Tarnaes, rey de las de menor calidad con paños de colores
Lacedcmonia, que consigo trajesse á Sidella cortados y broslados muy galanamente. Ar-
su hija, que en hermosura y parecer no de- nedos, rey de Francia, vino en una nao, y
bía nada á muchas de aquel tiempo. Tam- en ella la roina y Florenda y Gratimar sus
bién tuvo el mesmo cumplimiento con el sol- hijas con muchos caballeros para su guarda:
dán Belagriz, y con Mayortes, el gran Can; en otra el rey Recindos y la reina su mujer,
y como el emperador de todos fuesse aca- también con su guarda; en un galeón qu-
tado como señor, amado como padre, tanto entre la flota hacía mayor ventaja venía la
como vieron su mandado, no hubo ninguno hermosa Miraguarda y en él el gigante Al-
que con la mayor priessa del mundo no se ma urol, y Florendos con algunos caballero?
aparejasse. Los primeros que llegaron a Cos- para su defensa, que como Recindos tuvie-
tantinopla fueron el emperador Vernao y se por cierto que la intención del emperador
don Duardos, á los cuales se hizo recibi-
era casa lia con Florendos su nieto, hereden'
miento guarnecido con mucho amor y de del imperio, quiso hacer della tanto caso, que
con consentimiento del rey Arnedos trajeron
poco aún
rida fausto, que comodías
en aquellos dontrujessen
Duardosluto
y*Flé-
por su galeón por capitán, y en él sólo se puso
la muerte del rey su padre, no quisieron con- bandera en la gavia; y como á la más prin-
sentir ningún regocijo ni fiesta, ni menos so cipal la siguieron hasta el puerto de Cosían-
hizo al emperador Vernao, por venir entram- tinopla. Los navios en que venían alguno?
bos juntos. Fueron el rey don Duardos y Fló- caballeros andantes y pobres, como no
rida aposentados en el mesmo su aposento podían guarnecer de atavíos ricos, venían
que aún tenía su nombre, y á la princesa cubiertos do ramos verdes y alegres, que
Polinarda y á sus huéspedas dado otro junto aquel día mandaron buscar en tierra con ha-
con él. Querer decir el alegría y placer que teles; no había en toda la flota cosa triste,
con estas princesas se reseibió en aquella toda venia cuajada en placer y alegría. KJ
casa sería nunca acabar; siéntalo quien tuvo emperador, de alegre, parecía que reverde-
hijos á quien mucho aniasse y á los cuales al cía en su edad, que no queriendo andas se
fin de sus días vido muy grandes estados y mandó llevar en una silla á la playa á donde
honrras posseídas con descanso. Xo tardaron desembarcaban, y vino la emperatriz con
mucho que vinieron el soldán Belagriz y Ma-
todas las reinas y princesas y damas de .«'i
yortes, álos cuales fue hecho solemne res- corte. Sola Pandrieia no quiso estar presenV
cebimiento, y aposentados en palacios con- á alegría tan general. Salieron en palafrén^
formes atales personas. Vino más el rev guarnecidos |>or maravilla, mandando tra* r
Tarnaes, con la reina Sidella su fija, y ía otros en que fuessen las reinas y princesas,
infanta Pandrieia, á las cuales se hicieron tales que hacían ventaja á los suyos. El em-
nobles fiestas. Pandrieia, por ser dueña apar- perador se sentó al bordo del agua, y junta-
tada do las alegrías de las otras, tomó la mente con él, allí en pie, Primaleón, don
emperatriz por huéspeda, aposentándola con- Duardos. el emperador Vernao, el soldán
sigo por mandado del emperador; assi que Bolagriz, el j»ran <-an, el rey Tarnaes de Lj-
desta manera venían unos tras otros, con que cedemonia, Polendos, Estrelante. Pompid»-*.
la corte estaba tan ennoblecida y alegre como Dragonalte; todos reyes con todos los prin-
en ningún tiempo lo fuera. Xo tardó mucho eipes, y otra noble caballería de famosos ca-
que al puerto llegaron las naos del rey Ar- balleros, que con aquella manera de acata-
nedos ydel rey Recindos, que como allende miento autorizaban más la persona imperial:
del parentesco tan justo que entrellos había,
y para el parescía la honrra deste día el mi-
la estrecha amistad que entndlos siempre yor triunfo que en ningún tiempo alcanza-
hubo no los dejaba apartar e! uno del otro, ra, que se vía acatado do los mayores prtn-
porque Recindos, viniendo por tierra hasta eipes cristianos. Tuesto que la gloria de tan

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PALME RÍN DE INGLATERRA 327

írran cosa le tuviesse alterado y alegre, acór- bros de caballeros, hablando con Miraguarda,
chasele que había de ser muy breve, con alegre do ver cuán bien Florendos su nieto gas-
que le hacía no tomalla tan entera, como en tara su tiempo. Desta manera cada uno acom-
semejante caso se requería. El rey Arnedos, pañaba su dama ó á quien más voluntad te-
Rt-cindos y Florendos, en poniendo los pies nía, hasta llegar á palacio, á donde aquellas
en tierra lo quisieron besar las manos; él los señoras fueron aposentadas según de muchos
abrazó con lagrimas de amor, dándolas sola- días estaba acordado. Dramusiando tomó por
mente á Florendos, haciendo lo mismo á la su gttesped á Almaurol, que dio causa de te-
nelle en mucho, que como Dramusiando en
rvina d' España y de Francia su hija. Tras
AU rescibió á la señora Miraguarda y á sus aquella casa y corte fueese venerado de to-
nietas, todas por un igual, diciendo á la se- dos, viendo la cuenta que hacía de Almau-
ñora Miraguarda: «Huelgo mucho, señora, rol, dio causa á que le tratassen de la misma
que estáis en tierra adonde os sabré Bervir manera; aquel día y otro, por dar algún des-
la merced que me hecistes en el detenimien- canso al trabajo de la mar y del camino, no
to de Albaizar para la seguridad de los míos» . hubo sarao; la ciudad ardía en fiestas y re-
Miraguarda le hizo muy gran acatamiento gocijos, ordenados por el pueblo, que cada
\x)r tan señaladas palabras, sin dar ninguna voz parecía que crecían, quo esto tienen las
respuesta. Sería tan gran trabajo querer cosas hechas con amor, no cansar á quien
contar particularmente los cumplimientos, las hace.
eerimonias y cortesías que hubo entre estas »
a ñoras y las de la ciudad en su rocebimien- Cap. XLIX. — De la habla que hizo el empe-
to, que por me escusar dél no lo hago; tam- rador á iodos estos principes, y cómo se
bién porque he miedo de dañar con palabras concertaron los cassamientos.
lo que con ellas no so puedo contar. Mas no
se puede dejar de decir el espanto que Mi- Passados algunos días después de la veni-
raguarda entre las otras hermosas hizo con da do aquestos príncipes, los cuales se des-
su presencia. Almaurol salió junto con ella, pidieron en fiestas y alegrías, el emperador,
que aun por su fealdad la hacía parescer desseoso de dar descanso á algunos dellos,
mejor. La princesa Polinarda, después de la para que aquel contento llevasse consigo si la
ver y abrazar, se llegó á su hermano Floren- muerte quissiesse llevalle desta vida, habló
cios, diciendo: «Agora, señor hermano, juzgo muchas veces con el emperador Vernao y
j>or bien empleado el tormento que vuestro con el rey Arnedos y el rey Recindos, Pri-
cuidado os dio». «El galardón, señora, que maleón ytambién el soldán Belagriz, y
fuesse igual á 61, respondió Florendos, para también con los otros con quien este caso se
que mi vida pudiesse vivir segura». «Ya ago- debía hablar, diciéndoles su intenoión, y
ra en parte estamos, dijo Polinarda, que to- cuán gran descanso sería su vejez ver cum-
dos nos entenderemos; no está aquí el casti- plida su voluntad, que era ver casados sus
llo de Almaurol, aunque esté el .señor dél, ñetos, y los príncipes que en su corte se
(•ara que las puertas « erradas os hagan gue- criaron, tratando de las calidades de cada
rra». Assí le motejaba, prometiéndole su uno y de sus costumbres, nombraban con
ayuda y el favor de la reina de Tracia que las que le parecían que satisfarían su mere-
"staba presente, para remedio de su descanso. cimiento; los que sabían ser enamorados y
Acabados los cumplimientos que los unos tu- cuáles eran las damas dellos, había por cosa
vieron con los otros, que duraron gran rato, justa casal los, mirando que en tal tiempo
más se debe satisfacer el desseo de cada uno
mandó el emperador que se recogessen al pa-
lacio. Primaleón llovó de rienda á la reina quo mirar alguna desigualdad de personas si
le España, aunque el rey Recindos no lo entrellas hubiesse; mirando que la doncella
quissiera consentir. El rey Polendos á la rei- fuesse siempre la que ganasse en ello, que
na de Francia su hermana. Palmerín de In- de otra manera sería hacelle sinrazón, lo
glaterra ála infanta Florenda. Floriano del que en estos casos no se sufre para más que
Desierto á la infanta Gratimar. Don Duardos, ellas hagan á quien las sirve; assentado con
rey de Inglaterra, tan gran persona y ya fue- todo lo que debía hacer, seguía su parecer;
ra de los términos de mancebo, llevó á la para el domingo que venía, mandó aparejar
hermosa Miraguarda. para dar mayor placer un banquete en la gflerta de Flérida, que
al emperador, y obligar á Florendos, como este ora ol lugar que en más se tenía en
quien sabía ácuánto llega ó cuánto [hace] que- aquella casa, y para donde se guardaban to-
rer mucho en estremo: por consiguiente, todos dos los auctos y ceremonias grandes quo en
ta otros prínci[>es y caballeros fueron á pie, ella se habían de hacer. Gran cosa fue ver
sino el emperador, que iba en su silla en hom- las mesas de aquel día, y el convite fue ge-

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328 LIBROS DE CABALLERIAS

neral, en especial de las princesas, que como detuviesse un poco por cobrar aliento, 6 por
en él se juntasse la flor del mundo, quien en
pensar por dónde empezaría sus casamien-
ellas ponía los ojos, assí hallaba de que se sos- tos, de que dejasse contentos á todos, no
tener, que podía muy bien oscusar los otros hubo ninguno que á este tiempo estuviesse
manjares; no sabía nenguno á quién dar la sin recelo, ni tenían tal seguridad en el ros-
ventaja salvo los aficionados, que Palmerín tro que en las mudanzas dél no se les pare-
no confessara que nenguna igualaba con su ciesseu en los merecimientos en que sus pen-
señora. Florendos juzgaba lo mesmo en fa- samientos andaban, que como el amor sea.
vor de Miraguarda. Floriano, por sostener lleno de sospechas y recelos, cada uno pen-
esta razón, por la reina de Tracia se comba- saba que no merecía tanto por el premio de
tiera con todos ellos. Platir por Sidella, bija sus trabajos. Las damas eran en quien esto
del rey Tarnaos, hiciera otro tanto. Assí que más se sentía; quecomo sondecomplisión más
cada uno pensaba que tenía la razón por si delicada, más aína so parecía en ellas cual-
y no la concediera a otrie. Entre las más an- quier mudanza. Polinarda, con los ojos en
tiguas, que oran Gridonia, Flérida, Franco- Palmerín, estaba casi sin acuerdo, traspassa-
lina yBasilia, Flérida estaba tan hermosa, da de miedo y de vergüenza, que no sabía si
que aun las que entonces florecían no le ha- su agüelo la daríe á otrie, con que fuesse
cían ventaja. Acabado el comer, que duró menester descubrir lo que tenía hecho |K>r
gran pieza, alzadas las mesas, despedidos cierto. Palmerín, puesto que muchas veces
los servidores, sentados todos por concierto y pasease por grandes afrentas, ésta le puso
puestos en siloncio, el emperador les quisie- en mayor cuidado; con tanta fuerza le com-
ra hablar, mas como tuviesse la voz flaca y batió este pensamiento, que si no se arri ma-
fuesse menester sonar lejos para ser bien rá á un árbol, cayera en el suelo; mas antes
oído de los que estaban á la redonda, rogó á que ol amor ó temor hiciesse más impreasión,
don Duardos que en su nombre lo dijesse don Duardos volvió á su plática, diciendo:
conforme á su intención, pues ya le sabía cA vos, esforzado y escelente príncijie Flo~
dól. Don Duardos, levantándose en pie y con rendos, con consentimiento del rey Recin-
la gorra en la mano, le quisiera besar las dos, quiere su majestad que hayáis por mu-
manos por aquella honrra y merced; des- jer á la señora Miraguarda, creyendo que
pués desto, volviéndose hacia los reyes, arri- ella con toda su libertad no será desto pesan-
mándose áun aciprés por poder mejor ha- te y vos quedaréis con voluntad satisfecho,
blar, comenzó á decir: «Muy alta y muy po- y el gran cuidado que en esta parte os tiene
derosa omperatriz, á quien los más que aquí con esto quedará descansado y contento».
están por amor y deuda deben tener por se- Quien en el fin destas palabras pusiera los
ñora, pues unos por criación y otros por pa- ojos en Florendos, bien conociera en él que
rentesco ledeben la obideneia deste nombre: aquella nueva le hizo más alegre que si al-
el emperador mi señor, después que en su canzara elmayor señorío del mundo. En Mi-
casa están juntos estos príncipes y señores raguarda no había qué conocer, que con til
que aquí están, consultando con ellos cosas serenidad quedó on el rostro, que no se pu-
conformes á su singular condición, bien y diera conocer si le plació ó si le pessó. «A ti,
aprovecho de la cristiandad, con consejo y mi hijo Palmerín, dijo don Duardos, en se-
parecer de todos se tomó por conclusión lo ñal del amor que en esta casa te tienen y por
que agora diré, y porque aquesta de aquí (') te hacer merced, quiere el emperador y el
saber si vuestra majestad y las reinas y príncipe Primaleón darte por mujer á la
princesas y personas á quien toca serán con- princesa Polinarda, adonde piensan que tus
tentas, quiso que en publico, en presencia de obras quedan satisfechas». Por cierto, otro
todos, se dijo que para cada uno en particu- alboroto y otro dessassosiego se sintió en Po-
lar pedía gran tardanza (*). Tiene acordado linarda do oir estas palabras diferente del
su majestad que cada uno destos caballeros de Miraguarda; parece que el amor era ma-
mancebos por casamiento haya ol galardón yor y no pudo sufrirse tanto que no diesse
y premio de sus trabajos, para que con al- testimonio de lo que tenía en sí. Palmerín
gún descanso puedan gozar y possoer lo que cobró otra color y otro esfuerzo, viendo su re-
tantos trabajos les tiene dudo; los que no celo perdido y su voluntad conformada; yen-
saben en qué parte tienen su afición, bus- do más adelante, dijo don Duardos: «A vos,
cóles su igual merecimiento, para que nin- señor Graciano, príncipe de Francia, creyen-
guno quede descontento», y como aquí so do «pie en esto se os satisface el desseo, os casa
su majestad con Clarissia su ñoña (>), hija
í') Am en el texto.
(*) Todo ente párrafo, deade «agora diré», apnrecc
muy viciado en el texto cactellano. (') A*í cu el original.

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PALMERIN DE INGL ATERRA 829

del rey Polendos. A vos, el esforzado Berol- riano mi hermano, no osé ofrecérosle la pri-
do, principo de España, con Onistalda, hija mera vez que os vi, temiendo que en ello
del duque Drapos de Normandía, nieta del pensássedes que miraba más su provecho que
famoso rey Frísol, de que el rey vuestro pa- vuestra honrra, queriendo que viéssedes sus
dre es muy contento por lo que siente que á obras, para que contenta dellas me quedasse
vos os puede quedar. A vos, príncipe Fran- menoB temor y vergüenza de os lo decir que
cián, con Bernalda, hija de Belcar. A vos, le toulásscdes por marido; antes que yo lo
noble Platir, cuyas obras son dignas de mu- dijesse, lo concertaron estos señores; supli-
cho merecimiento, con la princesa Fidelia de cóos lo tengáis por bien, pues paresce que de
Lacedemonia, hija del rey Tarnaes. A vos, Dios es ordenado». «Señor Palmerín, res-
don Rosbel, heredero del estado de Belcar pondió ella, yo á vuestro parecer estoy; no
vuestro padre, con Dramaciana, hija del du- tengo que escoger ni que querer sino aquello
que de Tirendos, do quien se dijo que sois que vos quissiéredes, que haciendo al con-
servidor muchos días. A Belisarte, vuestro trario paréceme que no merecía alcanzar la
hermano, con Dionisia, hija del rey de Es- bendición dol rey mi agüelo, ni mis vassa-
parta, que también por la presunción que se Ho8 no se contentarían de hacer otra cosa;
tiene de sus amores se cree que será conten- por esso lo que determináredes se haga, que
to. A vos, Uramiauto, con Clariana, hija de no tengo más que responder» . Palmerín se
Ditreo, príncipe de Hungría. A vos, Frisol, levantó, alegre de su respuesta. Don Duar-
heredero del ducado de vuestro padre, con dos, mucho más alegre, tornó á su plática,
I^eonida, hija del duque de Pera. Y porque diciendo: «Agora, señores, que cada uno de
esta repartición se hizo á lo que se sentía de vosotros ha oído lo que dél está determinado,
cada uno, dejó bu majestad los más para que pueden los caballeros al emperador, las prin-
sus cosas se hiciessen con consejo y volun- cesas damas
y á la emperatriz, decir si serán
tad de todos, por lo cual, porque no parezca contentos ó tristes desto, para que ninguna
que de van, noble caballero Dramusiando, no cosa se haga sin voluntad de las partes».
se hizo memoria en tal tiempo y en tal aueto, Mas como el concierto destos casamientos
está assentado que os cassóis con Arlanza, pareciese que fuesse dado por Dios y quo
assí porque se cree que vos seréis contento, caía del cielo, por no apartarse nada de la
como también por la pagar á ella lo mucho voluntad de cada uno, no aguardaron á más
que se le debe en el defendimiento de la tarde, que luego que se supiesse que todos
traición de Alfernao; y daros han en dote la eran contentos, yendo cada uno á besar la
isla que quedó de su padre, que creo que mano al emperador con palabras de agrade-
para ella la tiene guardada Floriano vuestro cimiento, teniendo también el mismo cum-
amigo» . No tuvo Dramusiando tanto sufri- plimiento con la emperatriz y Gridonia, y al
miento que esperase el fin de la plática, an- emperador Vernao y emperatriz Basilia, y
tes echándose á los pies del emperador se los con los otros reyes y reinas. El emperador
quisiera besar, que el amor de Arlanza le los abrazó á todos, y llegando á Palmerín le
traía atormentado, que estaba muerto no sa- detuvo entre los brazos, diciendo: «Hijo en-
biendo si la darían á otro. Don Duardos le gendrado ámi voluntad, tanto cuidado me
levantó, rogándole que se sufriesse un poco; tiene dado el amor que os tengo y ol placer
enderezando las palabras á la reina de Tra- de vuestras obras, que no hallaba reposo por
cia, le dijo: «Vos, eseelente princesa y se- no hallar con qué satisfaceros. Agora pienso
ñora, con quien la naturaleza repartió mu- que satisfice á mí y á vos en daros la cosa
cha parte de hermosura y bienes temporales, que en esta vida más estimo, que os á la
como no so sepa á qué parte vuestra volun- princesa Polinarda mi neta; ¡quiera Dios que
tad está inclinada, juzgándolo según el me- el descanso (pie me dio siempre este nombre
recimiento de vuestras calidades, pareseió con la emperatriz vuestra agüela os quede á
bien al emperador y estos reyes y señores vos, para que en todo nos parezcamos!». «No
que las obras de Floriano mi hijo recebiessen pensé yo, señor, res]>ondíó Palmerín, que
por galardón que le hayáis por marido si mis obras eran merecedoras do tan grande
dello fuéredes contentos vos y Palmerín, á satisfación; mas la nobleza de vuestra majes-
cuyo parecer dicen que quedastes según el tad sobrepuja á todos los merecimientos aje-
testamento del rey Sardamante vuestro agüe- nos» .Primaleón y Gridonia le mostraron el
lo». Palmerín, que hasta allí estuviera en si- mismo amor y la misma alegría y affición,
lencio, suplicando al rey su padre que se do- como quien de días tenían platicado entrellos
tuviesse un poco, se llegó á la reina do Tra- de aquel casamiento. Passadas aquellas co-
cia, y con las rodillas en el suelo le dijo: «Yo. sas, el emperador, por que nada quedasse por
por el mucho parentesco que tengo con Flo- hacer aquel día, á la noche, recogido á con-
880 LIBROS DE CABALLERIAS

sojo con Primaleón y don Duardos, y el em- tan buen fin en cosa que parecía que tan des-
perador Yornao, y los otros royes, hablaron viado le tendría. Luego fue llamado Blandi-
en lo que cumplía á la infanta Pandrieia, dón, yentrellos desengañado de lo que pas-
para lo cual fue llamado el soldán Belagriz, paba; que puesto que le pesasse perder á don
y en presencia de todos don Duardos le tru- Duardos, la esperanza del estado que alan-
jo á la memoria las cosas ya passadas y lo zaba, lo cobdicia que dello tuvo le hizo olvi-
que dellas sucediera, que era Blandidón ca- dar de lo demás y contentarse de lo que se
ballero tan singular y merecedor de tenelle le ofrescía; que esta calidad tienen los esta-
en mucho. Como va el soldán anduviesse
dos ybienes de fortuna, hacer poner en ol-
combatido del yerro de sn ley, que por la vido todas las otras cosas por el desseo de
mucha conversación 'pie tuviera entre cris- alcanzallas.
tianos estaba certificado de la verdad della y
del amor de Blandidón su hijo, del dolor y
Cap. L.— Cómo el soldán Belagriz se tornó
compasión que había de la vida de Pandri-
cristiano; y cómo se hicieron los desposo-
eia, ysobre todo desseoso de no perder la
rios suyos y de los otros príncipes.
amistad de aquellos príncipes, consintió en
lo que querían; renunciando su loy, casó con Todas estas cosas concertadas, no quiso el
Pandrieia, y no hubo mucho que hacer en emperador que la tardanza pusiesse algún
convertir algunos de sus principales que con inconveniente en ellas, como muchas veo»?
el vinieron, que el amor que lo tenían y el acontesce á los descuidados en lo que mucho
conocimiento del yerro en que vivía se lo les va; (pie luego otro día mandó aparejar
hizo hacer, de que el emperador y aquellos para que los desposorios se hiciessen de aque-
señores reseibieron sobrada alegría, que la llos príncipes: mandó que se hiciessen en la
calidad del negocio lo merescía. Salidos del sala real de su aposento, que para ello se
consejo, el emperador, por no dar lugar á aparejó soberanamente. Dicha la misa por
Belagriz que aconsejado do los suyos se arre- el arzobispo de Costantinopla y patriarca de
pentiesse, se fue al aposento de la empera- todo el imperio, persona de grande edad y
triz, llevando consigo á don Duardos, á don- autoridad, guarnecido de letras y virtud, él
de todos tres con la infanta Pandrieia pre- mismo hizo el sermón, enderezado todo en
sente, don Duardos le contó todo lo que loor del soldán Belagriz. por donde abierta-
entre ella y el soldán era passado, desenga- mente se supo su intención tan santa y bue-
ñándola con la intención con que siempre na v lo que halda entre él v la infanta Pan-
viviera ella y Blandidón su hijo, dándole dricia, cosa que hasta entonces no la sospe-
cuenta cuánto trabajara de mucho tiempo chaba ninguno. Acabado el sermón, fu-
acá con el soldán que dejando su ley la quis- bautizado por el mismo arzobispo; tuvo por
siese tomar por mujer, lo cual agora, alum- padrinos al emperador y á don Duardos, y á
brado por Dios, quería hacer, y que pues las emperatrices entrambas de Grecia y Ale-
Nuestro Señor en el fin de tantos días y de mana, madre y hija; por más honralle fue »d
tantas passiones suyas diera tan buena sali- primero que se desposó, el cual auto acabado.
da á su yerro y tan buen remedio á su pona, Blandidón se echó á sus pies, quiriéndose-
que fuesse dolió contenta , pues allende de los besar en señal de amor y obediencia. El
casar tan altamente y alcanzar tan alio esta- le levantó, dándole la mano y bendición,
do, cobraba marido rnerescedor della. y daba alegre del fruto que de su hurto se engen-
padre á su hijo, de (pie mucho se debía pre- drara, ymucho más alegre en pensar que en
ciar. Pandrieia, puestos los ojos en el cielo, él dejaba diño señor á sus vassallos; lo que
estuvo gran rato sin hablar, que la turbación muchos deben mirar en la criación y costum-
de tan gran cosa la tuvo suspensa; tornándo- bres (le sus hij- s, teniendo tal vigilancia en
los á poner en don Duardos, dijo: «¡Cuántas ellos, que sepan que son ejercitarlos en obras
cosas mi desaventura me encubrió para que virtuosas, para (pie después al tiemi>o de la
pudiesse vivir, que si assí no fuera y lo que muerte van descansados con pensar que de-
agora me decís supiera, con mi vida pagara jan á sus subditos rey y señor amigo dellos
la ignorancia de mi \erro! Mas en ta] tiem- y no usurpador de sus pueblos, como mucha*
po lo supe que el amor de mi hijo, la salva- veces acontes, o á reyes nuevos, á los cuales
ción deste hombre, ion lado otros muchos el descuido de sus padres dejó criar en vicios
que en haeello se aventuran, me lo liará ha- ó en conversación de hombres viciosos, que
cer t<>do, y más pue< que decís que fuerza de ejercitando sus costumbres usan peor della-»
amor que me tuvo le deseulpa de su yerro*. cuando el tiempo ó la fortuna les da j»oder
El emperador se lo airradosció, y la empera- 11)11 que lo [Hiedan hacer. Vino la infanta
triz la abrazó muchas voces, alegre de ver Pandrieia al desposorio acompañada de las

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331
PALMERIN DE INGLATERRA
emperatrices, assí como lo fuera su marido ma proporción, y ellas fuessen delicadas y
en el sacramento del bautismo. Tras ellos bellas, hacían la más disforme que se puede
quiso el emperador que el primero que so decir, de que á ellas les hacía parecer más
dcspossase fuosse Florendos, por más honrra hermosas y á Arlanza perder alguna hermo-
y alegría de Miraguarda, que vino tan so- sura si on olla la había. Vino Dramusiando
berbia yaltiva como si en aquel auto ella acompañado de Primaleón y de don Duardos,
fuera la que menos ganara; en el día de an- siendo desposados con igual placer del uno
tes, dando todas las otras princesas las gracias y del otro, que Dramusiando, de enamorado
al emperador y á la emperatriz por lo que do- della, ella vencida de su valentía y fama,
lías hiciera, sola Miraguarda quedó sin tener quedaron conformes en el desseo y voluntad.
esto cumplimiento, con que dio mala noche á Acabado este desposorio, que parecía ser el
Florendos, haciéndole pensar que no se con- postrero, Miraguarda suplicó al emperador
tentaría de le tener por marido, de lo cual que el quisiesse dar por mujer á Almaurol' á
le nascían mil imaginaciones; agora pensaba Cardiga, hija del gigante Gataru ('^queen su
que algún defecto que en él hubiesse lo cau- casa estaba, que sabía que cada uno lo dessea-
saba, agora que tendría otro en la voluntad ba: y pues aquel día se hiciera para conformar
que más pena le diesse; esto era lo que ma- voluntades, que las dellos no quedassen fuera
yor impressión hacía en él. Desposado Flo- desta cuenta. Como la emperatriz dijesse que
rendos con Miraguarda, seguro do sus rece- tenía el consentimiento de Cardiga, fue he-
los ,satisfecho de sus trabajos , tomándola cho el desposorio con tanta fiesta como los
por la mano, que para él era el mayor grado otros. Desta Cardiga se cuenta en el segundo
que se podía alcanzar y para el caballero del libro desta historia, llamado Don Duardos
Salvaje el más pequeño, se aparté á una parte de Bretaña (*), que el gigante Almaurol,
por dar lugar á otros. Flérida y la reina d'Es- allende deste castillo en que siempre estaba,
pafla, que entre sí trujeron á Miraguarda, al cual puso su propio nombre, tenía otro el
tornaron á su asiento, dejándolos á entram- río abajo de ahí á una legua, que hiciera su
bos contentos y enamorados. Por cierto en padre, al que llamaban la Torre Bella. Este
aquel auto, aunque hubiesse tantas hermo- castillo, después de casado Almaurol con Car-
sas, no era menos mirada y loada Flérida que diga, quiso que se llamasse como ella, y se
todas ellas, puesto que la edad y sus traba- le dio en arras, adonde ella después do muer-
jos la tuviessen quitado mucha parte do su to gastó su vida criando un hijo que le que-
hermosura y parescer. Luego vino la prin- dara, que le llamaron como á su padre, de
cesa Polinarda, cuyo era aquel día, entre la manera que paresce ser verdad Almaurol y
reina de Francia y emperatriz de Alemana Cardiga en otro tiempo ser marido y mujer
sus tías. Palmerín, acompañado del empera- y tomar los nombres dellos sus castillos, á
dor Vornao y rey Tarnaes. Tras ellos la rei- donde hicieron sus inoradas, y durar hasta
na de Tracia, acompañada de la reina Fran- hoy el nombre.
colina de Tesalia y Flérida, que aquel día Tornando á nuestra historia, dice que aca-
quiso ser guiadora de muchas á ruego dolías. bados los desposorios y dada la bendición á
Fue desposada con Floriano, que si hasta allí todos por el patriarca, se fueron á la huerta
vivió essento y libre, de allí adelante de muy de Flérida, adonde estaban aparejando de
enamorado della quedó tan cautivo, que pá- comer. Quien agora quissiese decir los tra-
resela no ser él. Desto no so espante nadie, jes, invenciones y atavíos con que aquel día
que la edad y el casamiento tienen por con- salieron aquellas altas princesas y hermosas
dición mudar las costumbres: quien con señoras, tendría bien en qué gastar su tiem-
cualquiera destas cosas no la mudara, tendrá
po, }*puesto que algunos querían decir que
hasta la muerte con la que nasció: por esta no podían ser muchos, por la brevedad del
manera se desposó el príncipe Graciano, Pe- tiempo, responderíamosles que con esperan-
roldo, Platir y todos los otros príncipes y ca- za de tal auto estaban ya proveídas de mu-
balleros, con las princesas y señoras que en chos días, lina ''osa sola paresce ser agravió
el capítulo atrás se di jo, viniendo cada uno
acompañado con quien quería ó más afición (') Rntaru. según el texto portugut* de 17S6 (segui-
tenía Al fin de todo, la reina de Tracia y la do por !n edición de 1852)
princesa Polinarda, por dar mayor placer á (') Nótese exta alusión al libro:
Te retira parte da eh roñica de Palmeirim de In-
Floriano, tomaron entre sí Alianza, que fue glaterra, na qual *t tratam a* grande* enealleria*
mucho para ver, que como en el cuerpo fuos- de tt'u filho o Principe dom Duardo* ntgunJn, rt do»
se tan grande que de los pedios arriba era mai* Principe* et envalleirn* que na ilha deleyttt-
na te rriarilo, composto />er Die/jo Fernandez, recinho
mayor que ellas, y tuviosso los miembros de Litboa. (Lisboa, por Marco» üorges, lf>87, y idem,
gruessos y las faciones del rostro de la mis- por Jorge Rodrigue», 1604; don rols.)
382 LIBROS DE (

entre tantos placeres, que fue á las infantas con mi cuidado, mi tristeza rae basta; no
Florenda y Gratiamar quedar 'fuera de la queráis que vea cosas que me le doblen o que
cuenta de las novias, y fue la causa desto que me traigan á la memoria lo que perdí con
algunos de los que las merescían que allí ha- ver lo que los otros ganaron; gozá vuestros
bla estar enamorados en otra parte de donde bienes, pues para vos se guardaron; dejáme
querían haber el galardón. Germán d'Orliens, á mí mis males y el contento dellos, que has-
que sabía ser servidor de Florenda, páresela ta que me acaben los he de acompañar, y
desigual en estado, allende de ser vassallo del primero me dejarán que yo deje la razón «i?
rey Arnedos su padre della. Mas como el donde me nascen». Algunas razones le dij»
emperador platicasse con él y lo hallasse tan Florendos por le deshacer su propósito y apar-
contento de las cosas de Germán d'Orliens, talle dól, mas como no aprovechasse, le dejo,
que no le pesaría ver casada su hija con tan diciendo al emperador que le quería traer
valeroso vassallo, heredero de tan gran casa, que no le hiciesse, que allende de Floramán
succesor de la suya cuando heredero legíti- rescebir pesadumbre, rescibirían aquellos se-
mo no hubiesse, informándose de la infanta
ñores passión de ver su tristeza. A todos pa-
Florenda que también sería contenta, fue resció bien este consejo, juntamente con el
causa que aquel mismo día se fueron despo- emperador, y por esso lo dejó, con harta pena
sados. Gratiamar, siendo más presumptuosay suya y do sus amigos, que como Floramán
poor de contentar, quedé fuera del cuento de fuosso gran príncipe y de singular conver-
las desposadas. Quion el día de antes vio sación, discreto, mañoso, bieu quisto, no ha-
las mesas, aunque fueron cosa para ver, más bía quién de su pena rescibiesse pequeña
tuvo que mirar en éste, que eran encantados
parte, y tenían por gran falta la de su perso-
de manera que el día de antes estuviéronlas na en los lugares donde algún placer ó ale-
princesas y las damas assentadas por sí, y gría había de rescibir, y lo peor de todo era
los caballeros por sí, mas agora era al con- saber que ninguna amonestación ó consejo
trario, que todos estaban juntos. ¡Quién di- que en tal caso le diessen aprovechaba; tac
jera áFlorendos dos días antes que en aquel arraigado estaba su mal, que no quería ver
día comería en un plato con la hermosa cosas que le hiciessen soledad de lo que per-
Miraguarda, Palmerín con Polinarda, Platir diera. Acabado el comer, que duró mucha
con Sidella, y assí todos los otros príncipes parte del día, lo más que quedaba se gastó
con aquellas princessas! Grandes mudanzas en danzas á la manera de Grecia, á donde
tiene el tiempo y la ventura: y pues ellos con danzaron los novios algunos ó casi todos con
sus obras nos enseñan á tener confianza, menos aire que alegres; de ahí se recogeron
sienta cada uno que en la fuerza de las ma- á las possadas que para cada uno estaban
yores fortunas y desaventuras habernos de aparejadas. A otro día fueron levantados,
tener esperanza do algún bien, para que no donde con el concierto del día de antes y con
caigamos en tal dessesperación que allende singulares vestidos fueron á la iglesia mayor
de perder el cuerpo perdamos el alma que de la ciudad que se llama do Sánelo So fia i1).
Dios crió para su servicio. Por toda la ciu- á donde, rescibidas las bendiciones conforme
dad se hacían grandes fiestas, que causaban lo que manda la sancta madre Iglesia, se tor-
el amor que á su rey tenían, que cuando assí naron ápalacio, adonde el día de antes, sien-
es el tal amor, son incansables para cosas do servidos con tantos manjares é instrumen-
de su placer. En la comida hubo tantos tos que parecía que el palacio se assolaba;
manjares, con tantos regocijos y alegría, passado lo demás en muchos regocijos que
que el placer de cada uno hizo olvidar que los del pueblo tenían aparejados para seme-
el príncipe Floramán faltaba de tenelle. Fil jante día, adonde venida la noche, despufc
emperador fue -el primero que le halló me- de hal>er cenado, fueron llevados á ricos le-
nos, que viendo que en ninguna de las me- chos conformes á semejantes personas, don-
sas estaba, preguntando por él lo dijeron
do, puesto caso que esta noche primera fue-
que al cabo de la huerta, al pie de un árbol, sse general en el placer á todos, el caballero
estaba echado. Florendos, su amigo, fue por del Salvaje, Floriano, fue el que mejor la
él, que bien vieron todos que por huir de los festejó; á otro día las damas, corridas y
tiempos alegres se apartaba del lugar á don- afrentadas de ser miradas, y ellos aleeres y
de podía haber ulgún placer; después de ha- con menos pesadumbre, vinieron á dar era-
blalle y querelle traer consigo, le respondió das al emperador y emperatriz, según la o*;
Floramán: «¿Para qué queréis, señor Floren- tumbre de los (pie en su casa se casaban. V
dos, que vea placeres ajenos quien del todo los caballoros que quedaron fuera de la cuen-
tiene perdido el suyo'/ Mi amistad no os me-
resce que me deis tan gran tormento; dejáme (') Así en el texto.

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PALMERÍN DE INGLATERRA 383

ta. por dissimular su pena ó por dar placer que pues allí estaban los mayores príncipes
á 8U6 amigos, ordenaron justas y torneos que della, ellos cumplirían su voluntad. «Seño-
duraron tantos días, hasta que otras nuevas res, respondió Floramán, bien veo que tan
de tristeza las desbarataron; que desta cali- gran merced y la intención de donde nasce
dad es el mundo, no ser tan constante en sus no se puede satisfacer con palabras ni pagar
placeres que tras ellos no traiga algunos po- con obras, mas la fe con que al principio co-
bres, ni algunos males tan perseverados que mencé áservir á mi señora Altea no fue de
al fin no tengan algún descuento de bien: tan pequeña fuerza que me deje mudar el
que de otra manera no se podrían sufrir si pensamiento; sé muy bien que es muerta;
esta esperanza no los sostuviesse. mi desventura lo causó, y que con ninguna
cosa ni estremo que haga le puedo dar la
Cap. LI. — Cómo durando las fiestas que en vida, que si esto pudiera ser, quedárame de-
Coslantinopla se hacían , en el fin dellas biendo menos, porque entonces penara ]»or
la reina de Tracia fue llevada por grande mi interés y no por su merescimiento; huel-
aventura. go con mis males, porque los passo por ella,
y si ella donde está tiene algún sentimiento
Como los caballeros casados, después de de lo que acá passa, ya sabrá que si alguna
tener en su poder el premio y galardón de vez me viene á la memoria, (pie peno en
sus trabajos, quisiessen con reposo passar vano, que la he por desleal; y que la echo
algunos días, satisfaciendo sus desseos con della, no me sirviendo della sino en los tiem-
(•osas que alguna hora tuvieron perdidas pos que le veo contenta de los males que pa-
las esperanzas, los otros que no lo eran y dezco, que el amor de los que verdadera-
quedaban fuera desta cuenta, por dar placer mente aman sin ninguna cautela ha de ser,
¿sus amigos, ordenaron justas y torneos, en adondo una vez se afficiona allí ha de fenes-
que passó mucho tiempo, á los cuales vinie- cer, que de otra manera sería mudable y me-
ron caballeros estraños por mostrar el precio rescería ¡kx-o; contentóme con mi tormento;
de sus personas. En los postreros días salió ha tantos días que lo traigo comigo, que no
un caballero de armas negras, en el escudo podría vivir sin él; quien piensa que con
ea campo negro la esperanza muerta; la so- quererme apartar deste propósito puedo pas-
brevista devisa,
y que entre los otros caba- sar la vida, yerra contra mí, que no se lo
lleros acostumbra ser de colores alegres, tam- merezco. Vuestra majestad si dessea hacer-
bién era negra, por señal de más tristeza. El me mercedes, déjeme con mis fatigas para
aballo en que cabalgaba era murcillo, la poder vivir, pues en esta vida no hay otro
la lanza guarnescida de la misma color, to- que me lo pueda estorbar» . Tan endurecido
llas sus muestras y atavíos daban á entender le vieron en esta intención, que tuvieron por
que su pena y la memoria de donde nascía perdidas las palabras que con él gastassen,
no se curaba con alegrías ajenas; mas antes y sobre algunas que más hablaron se despi-
de las ver en otrie se le engendraban mayor dió y se fue á su casa acompañado de Pri-
dolor ó mayor desseo do lo que perdiera. maleón de
y don Duardos. Cuenta la historia
Este justó tres días, en los cuales anduvo tan que dejado Primaleón y don Duardos al prín-
p<*ieroso y tan señalado, que alcanzó la Vito- cipe Floramán en su posada, se volvieron á
ria de cuantos con él se combatieron, y por- palacio tristes de ver su mucha tristeza con
que nanea á los jueces del campo quiso decir que quedaba. Durando las fiestas, al cabo de
su nombre, hizo que Floriano y Florendos se muchos días en que se habían hecho muchas
armaron para combatir con él. Dramusiando justas y torneos, acordaron los recién casa-
se lo estorbó, que eonosció ser el príncipe dos por dar placer á sus nuevas mujeres ir á
Floramán, al cual Primaleón y don Duar- monte á una floresta cerca de la ciudad . don-
dtjs trujeron delante el emperador, que con de había mucha caza de puercos y venados y
amonestaciones quisiera consolalle, quitán- otras cosas de quo rescibiessen placer; y apa-
dole de tal desesperación, diciéndole que por rejando todas las cosas que para tal caso era
cosa que ya no tenía ni remedio ni cura no necessario, juntamente con el emperador,
se habían de hacer tales estremos, pues con que como ya se ha dicho en aquellos tiempos
ellos mataba á sí mismo: traía tristes á sus do muy viejo se hacía 1 levaren unas andas,
amigos, que por el amor 6 af lición que le te- partieron de la ciudad, á donde llegados á la
nían no había ninguno que no le alcanzara floresta, se apearon en muy ricas tiendas que
el día de antes muchos servidores habían
parte, diciéndole que si en su casa 6 fuera
della, en cualquier provincia de cristianos aparejado, donde comieron con mucho ¡da-
hubiesse cosa con que pudiesse olvidar parte cor. Aún la comida no sería bien acabada,
de su cuidado que lo atormentaba, lo dijesse, cuando los monteros que estaban en las ar-

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834 LIBROS DE CABALLERIAS

madas vinieron á decir que á la parte adonde manda de la reina de Tracia, á los cuales el
ellos guardaban había salido un puerco el más emperador no consintió, que como tuviess-
grande (pie nunca sus ojos vieron. Los caba- nueva do la venida de los enemigos, no con-
lleros, levantándose de las mesas, cabalga- sintió apartar de aquellos caballeros.
ron en sus caballos y fueron hacia aquella tornando al caballero del Salvaje, que
pai te do los monteros les amostraron, comen- de la ciudad acompañado do aquella tristeza
zando con mucha vocería su caza, recibiendo (jue de tal caso se requería tener, se metí '
mucho placer en ella, si la fortuna, quita- por su camino, ano* heseiéndole junto dt una
dora de tales pasatiempos, no se lo turbara floresta, quo fue causa de mayor tristeza:
con lo que agora oiréis; que como aquellos empezaron á venille tantas imaginaciones á
caballeros anduviessen envueltos en la fuer- la memoria, derramando tantas lágrimas, qu-'
za de su raza, el cielo se empezó á turbar con parescía que no era quien solía. Mas como l;t
una oscuridad tan tenebregosa y espantable, mañana vino, él se levantó, y echando <•!
que parecía que todos ellos eran privados de freno á su caballo cabalgó en él. Y porqu-
la vista corporal, cresciendo de tal manera, querer contar las aventuras que le aconte-
que los unos no se vían á los otros, tirando cieron en esta demanda sería hacer nueva
cada uno por su parte; que como juntamente historia de nuevo, basta saber que él anduvo
con la escuridad hiciesse muy grandes true- muchos días muchas tierras y provincias, sin
nos yrelámpagos, de manera que los caba- hallar nueva ninguna de lo que desseaba. i"
llos atemorizados comenzaron á huir con sus
cual no era para él pequeña passión. Y vien-
señores, los cuales con el temor que corrien- do cuán mal recaudo por la tierra hallaba,
do no les topassen con ellos en algún árbol, determinó de entrar en la mar, no llevar, t-
se apearon dellos. Pues en las tiendas adon- más intención á un cabo y á otro inás que
de el emperador estaba no era menos, que adonde la ventura le quissiese llevar, en h
como para la intención quo la escuridad cual anduvo muchos días, passando por mu-
se hizo estuviesse allí, allí fue la verdadera chas islas, haciendo batallas con fuertes ca-
tempestad y oscuridad, que páresela que el balleros ytemidos jayanes. En cabo de lo
mundo se quería hundir; entre la cual oscu- cuales, un día, yendo en su fusta, se les l»v
ridad oyeron voces de mujer quejándose vantó un viento, haciendo andar la mar tan
como que pedía favor al caballero del Sal-
alta, que parescía llegar á las nubes, de ma-
vaje, las cuales voces conosciéronse ser de la nera que durando este tiempo, los marinera
reina de Tracia. Mas, como tengo dicho, la perdieron el tino, no sabiendo á qué parte
escuridad era tan grande, que puesto que estaban, y corriendo por la mar á árbol seo;,
algunos caballoros que allí so hallaron la á cabo de tres días que duró aquella tormen-
quissiessen socorrer, no sabían adónde ir ni ta se halló al pió de una peña, tan alta que
adónde la reina estaba. A cabo de gran pieza parecía tocar al cielo; la cual quiso ver pur
quo la escuridad duró, se fuo aplacando, de saber en qué tierra estaba, y saliondo en tic
manera que á cabo de poco rato se tornó el rra á pie, porque la tierra le parescía tar
cielo como de antes estaba, hallando á la áspera que no podía caminar á caballo, y
reina de Tracia de menos, no sin grande do- empezando á subir la peña subía con muciu
lor del emperador y emperatriz con todas trabajo, descansando en el camino dos ó tre?
aquellas señoras y princesas; la cual nueva veces. Mas no passó mucho espacio que:*
se empezó á derramar tanto, que llegó á halló de la otra parte do la sierra, en ni
oídos de Floriano, quo fue maravilla con el
campo grande y cuadrado, cercado de todas
gran pesar que recibió no morir; mas como partes do otras rocas conformes aquellas pr
viesse que en tal tiempo era menester más dondo entrara, que de la parte de fuera orac
otra cosa que mostrar sentimiento, fue á las
tan fragosas y con tan gran aspereza, que aun-
tiendas del emperador, al cual halló tal del
que por arte no estuvieran encubiertas, s>
pesar que rescibió, que pensaron que aquel por la naturaleza dolías parescía imposible
fuera el postrero placer ni pesar que resei- ningún hombro humano subir para dar lee i<
biese en su vida. Dejándolo de aquella ma- lo que do la otra parte había. En medio i
nera, se fue al más correr de su caballo á la
ciudad, y armándose do todas armas propuso aquel campo parecían tinos palacios de estre-
mada hechura, labrados de aquella mism¿
en su voluntad de andar por todo el mundo manera de piedra, por ser hechos en la* miv
hasta hallar algunas nuevas de lo que tanto mas roeas. A la puerta de los cuales estala
pesar le daba. Assí despidiéndose de sus un rétulo quo declaraba ser aposento de U
amigos, que muchos le querían acompañar reina Melia en los cuales entró, viendo nu-
en aquella jornada, se fue su camino. Mu- tro aposentos do estremada hechura. Lo» pi-
chos caballeros quisieran ir en aquella de- lados estaban hechos y cavados en las mi¿-

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PALMERES PE INGLATERRA 835

mas piedras , con sus portales de la misma se llegó más á ella; mirándola, vio colgada
hechura labradas por oscelencia , por don- del pescuezo una i lave de un cordón de oro
des»; entraba á los aposentos de ilolia ('), tan sotil, que parecía no poderse devisar;
-pie puesto que no fuessen labrados de oro y quitándosela bien conoció que para alguna
de otras galas más acostumbradas, su com- cosa había de servir, mas en toda la casa ni
postura, para quien losupiesse sentir, era de en las otras á donde passara no vio lugar á
mucha admiración, que habiendo en ellos
donde pudiesse aprovechar; después tornan-
casas grandes y salas y cámaras y corredo- do á mirar la sierpe más por estenso, por ver
res de todas maneras, estallan cortados de la si hallal»a alguna cosa tan pequeña á donde
misma piedra, por muy gentil arte, de ma- sirviesse. y vio por debajo de una de las con-
nera que parecían las casas ser todas de una chas de que era hecha en una de las hijadas
pieza, cortadas de la misma piedra. El ca- una abertura pequeña, que le parecía que
ballero del Salvaje le pareció este asiento
podía aprovechar; probando la llave, halló
destos palacios más notable que la natu- que aquel era el lugar para que fuera hecha,
raleza ni el tiempo le pudiera descubrir, y dando vuelta, al tiempo que la quiso sacar,
uniendo en mucho obra tan maravillosa no se abrió con ella un pequeño postigo, por
ser más nombrada por el mundo. En en- donde se podría ver con b>s ojos todo lo que
trando por los palacios, corrió todas cua- deniro en la sierpe había. Por cierto, ( hit as
tro cuadras, que en cada una había harto
le parecieron todas las otras cosas de lo que
•pie ver; la claridad dolías bajaba por unas hasta allí había visto en comparación de lo
lumbreras que estaban en la más alta roca
que entones vio, que de dentro de la sierpe
<-«>rtadas, y bajando desde arriba la clari- estaban cuatro cirios verdes en sus cande-
dad, por estremado arte todas bis cuadras
leos de plata, que ardían sin gastarse, dos
se andaban unas por otras; en ninguna de
las puertas halló cosa que le impidiesse la contra puniente y otros dos á ocidente (') y
ent rollos, sobre alcatifas ricas y un cojín de
entrada; una sola pieza vido que estaba ce- seda verde á la cabecera, la hermosa León ar-
rrada que estaba fuera de aquella orden: es- da, reina de Tracia.su mujer, en toda su per-
taba cerrada con dos cerraduras gruessas y
fición y hermosura. El caballero del Salvaje
fuertes, las puertas eran también de hierro,
sin otra cosa más, labiadas de est remadas estuvo'algún tanto turbado, porque en caso
tan grande no sabia lo que eroyesse, y pu-
obras de historias antiguas, que el caballero
niendo má.s los ojos en ella conoció muy ver-
del Salvaje no entendió, ni tampoco se de- daderamente ser ella, y acabándose bien de
tuvo mucho en trabajar por entrar dentro, afirmar y viéndole aún los vestidos propios
•pie vio que su fortaleza so lo quitaba; an-
con que fuera desaparecida en la lloresta el
dando más adelante, en una parte de la pos- día de su gran perdición y desventura, con
trera cuadra, entró en una sala que á su pa-
aquesta certidumbre, dándole muy grandes
r-.-cer en grandeza y altura y artificio bacía voces que le mirase, no fueron las voces tales
ventaja á todas las otras, donde vio en la
pared encajada una estatua de mujer á su que pudiessen quitalla de aquel sueño;en en- el
tonces, medio desesperado, encendido
parecer vieja y antigua, que mostraba sor
amor que le tenía, decía: «Sonora, ¿qué glo-
fundadora de aquella casa; alrededor della
estaban algunas estatuas de mármol que no ria ó qué alegría me pueden dar mis victo-
rias passadas, mis grandes aventuras acaba-
supo qué eran; también se detuvo poco en das á mi honrra, si en ésta que me va la vida
ello, por ver otra cosa que más le espantó, y me desempara la ventura? Después que mi
era que en el medio de aquella sala estaba desaventura ó desgracia os quiso apartar
una serpiente de metal de singular artificio,
de mí, corrí muchas tierras para os hallar;
y tan grande que casi tomaba toda la anchu-
ya desesperado de podello hacer, vine á este
ra do aquella sala; sosteníase sobre los pies, lugar, á donde os vi para más mi daño, que
el cuello alzado y el rostro tan vivo y la ca- os veo de manera que no puedo gozaros, y si
tadura tan espantosa, que conociéndola por
alguna esperanza me queda, es para más tris-
obra artificial y compuesta, engendraba te- teza mía, que el amor y el tiempo me trae
mor aquien la vía. El caballoro del Salvaje
este recelo: que os quiera pedir socorro ó
ayuda para tan gran afrenta, veo quo no me
(M Famosa mágica, hermana de la nbnela del Rcr oís, «pie mis palabras son gastallasal viento;
Armato de l'eraia. Fne hecha prisionera por Fsplan- por esto pierdo la esperanza del todo: que la
dián, hijo de Amadí* de Gaula, y ella á so ves pren-
quiera pedir á otra ¿quien me la dará, que
dió luego á Urganda la Desconocida Kn el cap. (,'lde
S/it Sergai de Jjxplandián mi describe la cueva en para tal necessidad sólo en vuestro favor con-
que inoraba. La imitación de Las Sergas e* patente
«•Uualdel Palmvrin.
(•) El texto: «a cidente».

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336 LIBROS DE CABALLERIAS

fiaba? Todos los otros tongo por tan chicos, liarte, este acontecimiento de la señora Leo-
que perdida la confianza de ellos no los quie- narda quien lo hizo no quiso que tan presto
ro». Entonces volviendo el amor en ira, por se pudiesse remediar; mas la fortuna, que
ver que tan chico impedimento le quitaba no para grandes cosas os tiene guardado, no
poder allegar á su señora, echó mano á su consintió que la intención de quien esto hizo
espada, con el puño della comenzó á dar en pudiesse ir adelante, antes ordenó que \o
por este mi arte y letras alcanzasse el fin de
la sierpe, creyendo que la fuerza de los gol,-*
pes la desharía; todo fue en balde; lar com- aqueste gran encantamento; mas todavía,
postura della no era desa calidad, antes en- porque mi entendimiento no basta para del
cendiéndose envivas llamas se hizo perder todo le doshacer, vuestro esfuerzo con m:
de vista. El caballero del Salvaje, temiendo sciencia será menester» . Entonces, mandán-
quo aquel fuego hiciosse algún daño á su se- dole que oerrasse el postigo y tornasse la
ñora, cessó de lo que comenzara, con que el llave al pescuezo de la sierpe donde antes la
fuego se deshizo; después, desesperado de quitara, estando primero un poco mirando h
todos los remedios, cansado de bracear y compostura de dentro y la manera como e>-
mucho más cansado de imaginaciones que le , taba Leonarda, el del Salvaje quisiera coj
atormentaban, se arrojó en el suelo con el | algún ingenio matar la lumbre de los cirios,
rostro hacia la tierra, maldiciendo su ven- i no pudiendo sufrir que su señora tuviese
tura, pues en todos los casos graves que le consigo cosa que le hiciese perder parte <1*
ofreciera le mostrara algún camino para sa- su hermosura y color natural. «Bien so pa-
lir del los por fuerza ó por maña 6 favor ajeno, rece, dijo Daliartc, que destos casos se o?
y en éste que más le tocaba escondía todos entienden menos que á quien los ordenó, qii-
los remedios, dejándole en la postrera deses- en la fuerza de aquella lumbre se sostiene h
peración, para que de nenguna parte le que- vida de Leonarda, que por esso arden >in
dasso alguna osperanza, vana 6 verdadera, gastarse, que si assí no fuesse, acabado de
en que pudiesso vivir. Como los hombres que gastar el material de quo son compuesto*,
mucho tiempo fueron libres, si se vienen á acabaría ella sus días» . Luego se salieron d-
enamorar son más enamorados quo los otros la casa al campo, donde súpitamente se o -
que lo acostumbran, assí este caballero, que rró el aire y se turbó la claridad del día.
siempre viviera esento de algún cuidado, Acabado el cerco, que duró poco, tornó el d:¿
después que se dio á esta reina fue tan dado claro y sereno, adonde el dol Salvaje se hall
á ella, que ningún consejo tenía ni buscaba solo y desacompañado de la ayuda de Di-
para se poder valer, antes assí le cessó el liarte, junto consigo un toro de maravillo?*
juicio, le desamparó la rozón, que determinó grandeza y aspeto feroz, que arremetiend
vivir en aquella casa, junto con su señora, á él le paresció que le echaba tan alto qut
los días que el tiempo y el dolor le quisiesse llegaba á la mayor altura do la roca, y tor-
emprestar, no se le acordando que ningún nando á caer, rayó sobre el pescuezo dei
otro mantenimiento allí había sino su imagi- mesmo toro; y assí entró con él por una eue-
nación, que más presto le ayudaría á matar; va escura, en el cabo de la cual estaba un
mas á este tiempo entró en la casa su verda- patio grande y bien obrado, donde le dejó y
dero hermano y amigo Daliartc, que en tan desapareció. El caballero del Salvaje, ca*'
grande afrenta no quiso desamparalle, vesti- que aquella visión lo atormentaste, temió
do á la manera inglesa, bien dispuesto, sin })Oco cuantas le pudiessen venir, que bien
armas, que la priessa con que vino no le dio vía que eran fantásticas y vanas: ponien-i"
lugar á vestillas; venía diciendo: «Bien pa- los ojos á la rodonda de la casa, vídola llena
resce, señor caballero, que ya no tenéis me- de estatuas de hombros famosos que pasa-
moria de mí, pues en el tiempo destos peli- ron en el tiempo de Amadís y EsplandiiL
gros no hacéis cuenta de mis servicios, sien- entre los moros, y alegróse de ver tan sin
do aquí más menester que en otra partea. El guiar antigualla y notable memoria. En ¿
caballero del Salvaje se levantó y le abrazó, lugar do más autoridad estaba el rey Armat >
tiniendo aquel socorro por muy grando, di- de Pcrsia, con corona en la cabeza y letra*
ciendo: «Señor hermano, veo que un tormen- de oi-o en el muslo izquierdo que declarará
to grande desbarata cualquier juicio huma- su nombre. Estando assí mirando las oír»
no: por esso no me pongáis culpa de la poca deaquolla casa, entró por la puerta una víeji
memoria que de vos tuve en este caso: agora tan flaca y arrugada, que parecía no poderr
pienso quo la fortuna será poco poderosa tener on los pies; fingiendo quo so espanté
para hacerme daño, pues os tongo junto eo- do lo hallar allí, hinchió la sala do grito* t:tt.
migo; ruégoos que assí como sentís mi pona, terribles y espantosos, como si los diera anu
assí me valgáis en ella». cSeflor, dijo Da- cosa do mucha fuerza, pidiendo ayuda y U-

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337

PALMERÍN DE INGLATERRA

vor á aquellas estatuas contra aquel violador era a la manera de aquel tiempo; súpose todo
•le su palacio; á los cuales gritos parecía que esto porque se halló escrito en unos comen-
He meneaban todas con las espadas alzadas; tarios de su vida que en la misma librería
mas como el caballero del Salvaje se aparo- estaban, y con el consentimiento de la muer-
jasse para dcfendorsc, so tornaron como es- te de su sobrina quiso que loque en su nom-
taban de antes, y la vieja desapareció. El bre y para ello se hizo no los gozasse otro en
caballero del Salvaje, tornando á entrar en el mundo; de manera que con esta intención
la cuadra de la serpiente, vio á la mosma encerró en aquella casa su notable tesoro de
vieja junto con las cerraduras de la puerta, pedrería, de que estaban guarnidos tocadas
oomo que con su fuerza la quería defender, do tan antiguo tiempo. Todo esto que el ca-
donde el del Salvaje conosció que en aquella ballero del Salvaje halló, puesto que fuesse
casa podía estar el remedio de su pena; y no para contentar a cualquier codicioso, él no
osando cometer á la vieja por no poner ma- descansaba, con ver que el principal tesoro
uos en mujer, estuvo gran pieza sin se saber que de allí desseaba sacar estaba como antes;
determinar; la vieja, como que mostraba que
y él, desesperado de podella haber a la ma-
con el temor que dél rescebía no osaba espe- no, estando en esto pensamiento, atormen-
ralle, puso los hombros á la puerta, empu- tado dél y de la desconfianza con que vivía,
jando tan recio que dio consigo dentro, ce- tornó á visitalle el gran sabio Daliarte, di-
rrando tras sí, quebrando las cerraduras ciendo con rostro alegre: «Agora, señor ca-
como si fueran de cera, de que el caballero ballero, que de vuestra parte está hecho todo
fiel Salvaje no pudo estar sin reírse, viendo lo que á vos tocaba, dejáme á mi el remate
<\ue la flaqueza de la vieja, pareciendo que de vuestro descanso, que á pesar de quien
había menester quien le ayudasse á sostener, lo quisiere estorbar, seréis tornado á él».
en lo que hacía ó decía mostraba la mayor «Bien sé yo, dijo el del Salvaje, que en vos
fuerza dol mundo, teniendo las obras de en- sólo hallarán remedio mis males; pues á vos
cantamento por cosas de gracia; entonces, os tengo aquí, ya pienso que estoy sin ellos,
llegando á la puerta y poniendo las manos que si otra confianza tuviesse, meresceria
en ella, parecióle que otra de dentrole tenía, perder lo que en la vuestra pienso que está
mas como porfíase por abrilla, la vieja le
dejó de tenella, y le recibió acompañada de seguro.»

cuatro caballeros armados de muy riquísi- Cap. LH. — Cótno, con ayuda de Dallarte,
mas armas, quejándose dél á ellos que que- el caballero del Sah aje cobró á la reina de
ría destruir el fundamento de tantos años; Tracia su mujer.
oomo paresciesse querelle herir cada uno
con su maza que traía en la mano, [y] el ca- El sabio Daliarte, primero que entendiese
ballero del Salvaje los quissiese resistir, des- se en dessencantar á la reina Leonarda, qui-
aparecieron ellos y la vieja. so vor aquella casa, que puesto que el tesoro
El del Salvaje, viéndose desembarazado della fuesse para tener en mucho, la librería
destos impedimentos, estuvo mirando aque- le pareció de mayor precio; la cual, con con-
lla cámara, que á su juicio era mucho para sentimiento del caballero del Salvaje y por
ver; en el medio della sobre una coluna de su arte, la envió á la isla Peligrosa, donde
metal artificiosamente labrada, estaba un tenia todo lo que Trganda dejara, como ya
candelero de oro con una candela blanca ar- se dijo, quedando lo demás al caballero del
diendo, tan sotil y delgada, que sin la clari- Salvaje, como aquel que con su trabajo lo
dad de la lumbre no se podía parecer: bien ganara y mereseía. Hecha entro ellos esta
le pareció que no estaba allí sin misterio, partición tan justa, Daliarte quitó del már-
mas no sabía qué remedio tuviesse, pues no mol la candelica que ardía en el candelero
sabía qué manera tendría para sacar á su se- de oro; después de tenella en la mano, dijo
ñora del lugar donde estaba; andando mi- al del Salvaje: «En esta pequeña luz está
rando lasala á la redonda, que era cercada toda la vida de la señora Leonarda, y en
de almarios ó cajones labrados á las mil ma- cuanto no la pudiéramos haber, tuviérades
ravillas, con sus cerraduras, metidas en cada mal remedio; ya agora ni el poder de Tar-
una su llave, en los cnales halló en algunos giana, que esto causó, ni el saber de la Dru-
la librería de la infanta Melia, y en otros sia Bellona, que esto hizo, quitarán no ha-
vestidos y tocados ricos guarnecidos do pe- cerse todo á nuestra voluntad. Entonces,
drerías sin precio y todo de mujer. Estos se saliendo de aquel aposento, entraron en el
dice que la infanta Melia hizo para una su mesmo adonde estaba la sierpe; Daliarte
sobrina, hija del rey Armate su hermano, traía en la mano la candela y en la otra un
que fallesció estando concertado casalla; y pequeflo libro que hallara sobre la coluna.
LIBROS DE CABALLERÍAS.— II — 22

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838 LIBROS DE CABALLERIAS

debajo del eandelero donde estaba la cande- del recelo de lo que podía ser, abrazábase
la; después, haciéndole abrir la portezuela con Daliarte que la socorriese. Llegándose
con la llave, leyendo un poco por el mesmo entonces Daliarte á la sierpe, metió la mano
libro, con la fuerza de los encantamentos y
por el postigo, y matando los cirios súpita-
{>alabras que en 61 había se mató la lumbre de mente, se abrió la sierpe por una hijada.
os cirios que en la sierpe estaban, no ti dos Cuando el caballero del Salvaje vio acabador-
juntos, sino cuanto passaba alguna pieza del todos loe temores que le atormentaban, y á
uno al otro, porque si todos juntos se matas- su señora sin ningún sentido, tornó á pedir
sen, haría riesgo la vida do la reina, que de socorro á Daliarte, que holgaba de velle tan
tal composición eran hechos que la sostenían
enamorado, que con ninguna cosa descansa-
en el ser que allí entrara sin componella ba, siendo antes tan libre que de todas las
ninguna cosa de su hermosura; y assí como pasiones que podían nacer de mujeres ham
se apagaba cualquiera de loa cirios le torna- burla; donde de antes despreciaba al amor,
ba acender con la lumbre de la candela, que agora como vassallo le servía y le obedecía
tenía la composición diferente en alguna en todo, confessando que fuera de su yup«
parte, que allende de conservalle la vida, no podían vivir sino los hombres de muy
quebrantaba el sueno, de manera que des- poco saber ó inorantes. Daliarte, habiendo
pués de muertos los cirios y tornados á en- duelo dél, tornó á abrir el libro por donde an-
cender, la reina recordó y tornó en sí con tes leyera. A poco rato tornó la reina en todo
tan poco sobresalto como quien no sabía el su acuerdo y entero juicio, que viéndo-
lugar donde estaba, antes pensaba que re-
cordaba de algún sueño acostumbrado; mas se en parte que podía muy bien abrazar á s'i
muy amado caballero y marido, echándole
viéndose metida en tan pequeño lugar con los brazos al cuello y apretándose muy re-
tales insignias, junto consigo ya su marido, ciamente con él por asegurar sus recelos y
que tan chico lugar la miraba y con lágrimas el miedo en que se viera. El caballero de!
de placer le decía algunas palabras como de Salvaje, en tanto que la tuvo en su poder,
hombre que no la viera muchos días había,
muy bien le pareció que la defendería á tod<
tuvo más en qué pensar y de qué espantar- el mundo, y quo ya no había fuerza ni saber
se, pensando si lo que vía podía ser sueno, humano que se la quitasson de su poder:
que á ella no se le acordara cómo fuera to- con esta confianza estaba tan alegre y con-
mada en la floresta, como aquella quo en el tento como quien juzgara sus males por pau-
mesmo instante quitaron de todo su acuerdo sad s y que ya el tiempo le daba lugar á
para que no se pudiesse acordar de nada.
poderse vengar dellos. Daliarte y él andu-
Daliarte, que la vía en aquestas imaginacio- vieron enseñando á Leonarda las obras de
nes, le dio cuenta de lo que por ella passara aquella casa. Entrando en el aposento adon-
y de la tristeza que había en la corte por su de estaba el mármol y la librería de Helia,
pérdida, y dol caballero del Salvaje, del cual halló tales ropas y de tan singular hechora y
no se sabía ninguna cosa, que en el mesmo de tanto precio y riqueza, que lo pareció que
día saliera en busca della. Cuanto más esto
en ellas quedaba satisfecha del daño que re-
la reina oía, mayor temor rescebía, que la cibiera, dessean do vestirse algunas para ir á
hacía pensar que quien tal cosa ordenara no Comtautinopla. Este desseo le hacía dessear
sería para deja lia salir della tan presto. El partirse más presto, que la soledad y dess»)
caballero dol Salvaje, no podiendo 6ofrir ver con que vivía, puesto que fuesse grande, y
á bu señora tanto tiempo en la serpiente, no era mucho ser ansí, que lo natural de
rogó á Daliarte quisiesse á él acaballe de mujeres es estar compuestas de vanidades,
despenar y á ella de imaginaciones. cYa sé, que darán la vida y el alma por hacer cosas
dijo Daliarte, que vuestro corazón invenci- con que otras las tengan envidia. Este des-
ble no puede ó no consiente tanta tardanza» . seo es entre ellas de tanta fuerza, que no lo
Sin más aguardar, metió la candela que te- quebraran por otra ninguna cosa. En esta
nía en la mano por una de las narices de la reina se mostró ser bien ansí; porque siendo
sierpe; tal obra hizo en ella, que echando adornada de toda honestidad y reposo y sos-
llamas por la boca y los ojos se levantó del siego, viendo ante sí joyas y ropas de tan
todo en pie, dando tres ó cuatro saltos por
gran precio cuanto nunca viera, desseo lue-
la casa, tales quo parecía que todo aquel go paresccr con ellas, tanto con intención de
aposento se asolaba. La reina Leonarda, tras- hacer ventaja á las otras princesas como d*
passada del teinor('), quedóotravez sin acuer- parescer bien con ellas. Daliarte le dijo qu*
do. El caballero del Salvaje, atormentado
pues lo que allí había no podía llevar consi-
go, que se vistiesse y ataviasse de lo qu*
(•) El texto: cuno». mejor le pareciesse, que la* otras ropas no

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i

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PALMERIN DI INGLATERRA asa

ie servirían, que el tiempo no daría lugar á saber, la quitó (leste pensamiento, viniendo
olio, mas que della nascería quien en su her- á estar con ella entrando por lo alto de una
mosura passase a todas las de su tiempo, y torre á donde Targiana una siesta se estaba
<$ta las gozaría con estromado contento y bañando; y puesto que tan gran sobresalto
mejor alteza de señorío que entonces hubie- recibiesso que quisiesse con gritos llamar á
ra. Bien le pesó al caballero del Salvaje de sus servidores, Drusia Belona proveyó con
oír estas palabras, que como las tuviesse por su diligencia y sabiduría, con tal arte, que
ciertas, juzgaba que podría pocos días gozar allende de la assegurar, se le dio á conocer.
á su señora, no se consolando con las otras Tan grande fue la alegría de Targiana vien-
esperanzas de su sucessión. £1 sabio Dallar- do satisfecho su desseo, que lo manifestó
te, passadas estas cosas, se despidió dellos. con palabras y cortesías escusadas y dema-
diciendo que pues sub jornadas habían de siadas áBelona. Teniéndola consigo algunos
ser más despacio, se quería lueuo partir para días festejada con todas las cosas de su pla-
Cofctantinopla, donde sabía que hacía gran cer, lo «lio cuenta de su passión y cuánto
falta para remedio de algunas cosas que no atormentada vivía con ella, rogándole quo
se podían hacer sin armas. Encomendando para ello le diesse algún remedio. Belona le
al (leí Salvaje que con la más brevedad que consoló con razones y promessas conformes á
puiüesse hiciese su camino por ayudar á sus su desseo, diciendo: «Señora, sin que me di-
amigos en la afrenta en que estaban, prime- jéssedes nada de lo que me habéis dicho, lo
ro que Daliarte se partiesse, hizo llevar por sabía, que de vuestras oosas nada es encu-
su arte todas las joyas y ropas de aquella bierto ámí, antes las tengo tan presentes en
i/asa á su isla, que sirvieron en el tiempo que el juicio y los ojos, como vos mesma; séos
él profetizó, y porque de lo que la reina lle- decir que para tomar venganza del caballe-
vaba vestido se dará cuenta en otra parte, no ro del Salvaje, fuera poco menester, si no
se dice aquí. tuviera de su parte al sabio Daliarte, que con
Tornando el autor á dar cuenta de su en- su sciencia le defenderá de mí; mas al pre-
cantamientoquién
y fue causa dél, en las sente yo sé con qué le podéis hacer daño on
coránicas del gran turco se halla escripto que Daliarte no tiene cuidado, lo cual le do-
]ue la princesa Targiana, puesto que en este lerá más al del Salvaje que todas las ofensas
tiempo fuesse casada con Albaizar, soldán que en su persona pueden ser hechas». «De
de Babilonia, y se viesse señora de todo su cualquier manera que de mi parte se le pue-
estado, y por cima de todo señora del mis- da hacer perjuicio, respondió Targiana, se-
mo, que esto tienen las mujeres que en es- ría yo contenta». «Pues, señora, dijo Belo-
tremo son amadas de sus maridos, que á las na, sabó que con cuanto su condición fue
veces nasce soltura demasiada á aquellas que siempre libre, agora en todo estremo es afi-
lo son, por donde algunos deben tener aviso cionado ála reina de Tracia su mujer. Yo
en esto, pues del amor sobrado nasce una tengo acordado un lugar secreto á donde
e&sención suelta, que después de acostum- la meta, que sólo para deseubrille y hallalle
brada no se cura con ningún contrario, nin- ! habrá menester tiempo; y puesto que el fa-
guna cosa fue parte para le quitar do la mo- moso Daliarte la pueda hallar, no os dé pena,
moria al del Salvaje y buscalle todas las ma- quo primero que la reina salga dél se perde-
neras del mal y daño que pudiesse, que la rá el imperio, al cual el caballero del Salva-
enemistad capital en que su corazón de mu- je no podrá valer; desta manera seréis del
oho tiempo andaba envuelto, no hallaba nin- todo vengada». Grande fue el placer que
gún reposo, y dél nascía este desseo, aeres- Targiana rescibió dostas palabras, teniéndo-
oentándosele más cuando oyó decir que era las por ciertas. Belona, después de tener he-
casado con la reina de Tracia, que en estado cha su obra y encantada á la reina, como
y hermosura no debía nada á cualquier prin- atrás se dice, tornó á ver á Targiana, á la
cesa de su tiempo; y porque en las mujeres cual con su saber, estando Albaizar en Babi-
el desseo de la venganza siempre está vivo, lonia, llevó al lugar del encantamento y le
después que perdió la esperanza de hallar mostró la passión de Leonarda. Como Tar-
alguno que por amor le satisficiera, quiso giana estuviesse más» acostumbrada á las
ver si por alguna manera podía satisfacer su obras de Drusia Bolona, pudo con corazón
voluntad. Siendo informada que en los fines más reposado mirar más á su voluntad todas
del señorío del soldán de Persia había una sus cosas y las maravillas de aquella casa;
mágica grande de linaje de los soldanes, que mas cuando vio la estremada hermosura de
había nombre Drusia Belona, desseaba verse la reina Leonarda, bien conosció que quien
ella, y no sabiendo qué remedio podía la amaba tendría poco reposo para descansar
tener para ello, la princesa Belona, con su sin olla; y porque juntamente con el placer

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310 LIBROS DE CABALLERIAS

do la ver allí presa rescebía pena de la ven- de la princesa Targiana, que para ello rae
taja que le conocía, dijo á DruBÍa que tornas- enviada, fue sabido en la corte la innumera-
se á cerrar su encantamento ó postigo de la ble ilota de las naos, el gran poder de gente,
siorpe por donde la estuviera mirando. Dru ■ los temerosos jayanes, los famosos caballeros
sia lo hizo, echando la llave, con que cerró que para destruición de Costantinopla, de
el cuello de la sierpe; después, tornando los guardadores y defensores de la fe maho-
á poner á Targiana en su casa, se despidió metana eran juntos en el puerto de Armintia:
della tornándose á Persia, no con tanta espe- la cual armada estaba ya tan á punto, que
ranza que Leonarda no saldría como lo dijo, sólo el viento, que no era aparejado para sn
ni con tan poca que alguna vez no pensasse navegación y viaje, los detenía; y puesto que
que el sabor de Daliarte tendría bien que ha- en ella hubiesse muchos y muy señalado*
cer en sentir la manera do aquel encantamen- príncipes, Albaizar, por consentimiento de
to. Desta manera quedó la reina de Tracia en- todos, era capitán general con soberana po-
cantada tantos días, hasta que el esforzado tostad, como aquel que en señorío hacia ven-
caballero del Salvaje la sacó, como en este taja átodos y en las armas no debía nada á
capítulo se cuenta. Aquí deja de hablar de nadie, y la enemistad para seguir la guerra
ellos, y torna la historia á dar cuenta en el muchas más causas que ninguno. Tanto que
estado en «pie estaba la corto del emperador esta nueva fue pública por la ciudad, gran-
Palmerín, y del grande ayuntamiento y des mudanzas y alteraciones se conoc ieron
gruessa armada que hubo sobre Costantino- en muchos, que los mancebos, desseosos de
pla; á la cual aún el del Salvaje socorrió, gloria, con mucha alegría y placer los res-
que no era razón que sus obras faltassen cebían; los viejos, que ya pensaban que <*on
adondo tanta neccssidad había dolías. la fama que en sus mocedades ganaron po-
drían escusar meterse en trabajos de nuevo,
Cap. LUI.— De lo que se hacía en t ostan- pesábales de haber cosas en que les quitas-
t inopia, y de cómo Taryiana enrió ñ la sen de su reposo y descanso, considerando
corle nuevas de la venida de los enerniyos. también el peso de tan gran negocio, de tan
noble armada, con cuántos danos y muer-
Cuéntase en la corónica del emperador tos se había de resistir; en el pueblo ha-
Palmerín, que comenzando á vagar el rego- bía temor y miedo, como aquellos que es-
cijo de laB fiestas por la mucha continuación poraban j>or la assolación de sus casas y
destruición de sus haciendas si la fortuna
dellas, algunos de aquellos señores más an-
tiguos determinaron partirse para sus casas, algún tanto fuesse contraria. El emperador
porque la edad, después que pansa de los Palmerín, en cuya buena ventura sus natu-
términos de la mancebía, con ninguna cosa rales siempre confiaron y tuvieron su espe-
reposa sino con aquellas cosas en que hizo ranza, en estos días estuvo tan flaco y falto
assiento. Por esta razón, puesto que don de virtud, que tullido de todo« sus miembros
Duardos de Inglaterra; Recindos. rey de Es- corporales estaba trabado de manera que no
parta; Arnedos, rey de Francia; farnaes, se levantaba de una cama; sólo el juicio te-
rey de Lacedeinonia: Polendos, rey de Tes- nía algún tanto entero para aconsejar á los
salia, y Bolear, en aquellas partes fuessen suyos. Primaleón, como de su natural fuesse
siempre festejados por maravilla y en ella bellicoso y esforzado, puesto que su disposi-
hubiessen passado los mejores años de su ción le favoro8oie8se en su voluntad, no le
mocedad, como en la historiado Pritnalcón{1) pesó suceder esto en tal tiempo, por la no-
se cuenta, agora ya, comenzándolos á cargar ble caballería (pie estaba en su compañía,
la edad, ocupados de continuos cuidados que en cualquier otro tiempo fuera mala de
de la golternación do sus reinos, passaban justar. Usando de mucha providencia, co-
placer los días con los mancebos, á los cua- menzó de entender en el reparo de la ciudad
les el tiempo y las novedades dél agradaba; y hacer llamamiento de sus vassallos, para
assí que por esta causa determinando partir- que como á caballero y capitán le hallasscn
se, quisieron dar ejecución á su desseo, si la proveído. El alboroto era tan general, que
fortuna, que para otra cosa los tenía allí ninguna persona estaba sin él; unos apare-
guardado**, con sus cosas no lo estorbara: jaban armas, otros sobrevistas y galanías,
que en estos mismos días, con una doncella cada uno según su edad y condición le pedía.
Los reyes y señores que en la corte se halla-
(') Alu*ión al Libro ncguMdo del Emperador Pal- ron despacharon mensajeros para sus reinos y
merin, rn. que te recuentan lo* grande» ,V kalañvto» señoríos, mandando á sus gobernadores que
techo* de i'rimalwit \ Polendos tu» hijo*, ,y otro»
buen,* camillero» ettranjcroi que a tu corte reñir ron hiciessen la más y mejor gente que pndies-
(Salamanca, ló!2). sen para socorro de tan gran empresas. Por

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PALMERIN DE INGLATERRA

cierto, después de llegados los mensajeros, á la verdad la certeza quo dello podían lle-
ninguna provincia de la cristiandad se halló var les daría mayor esfuerzo; otros decían
tan fuera deste negocio que no tuviesse su al contrario, afirmando que la mala disposi-
rey ó su príncipe heredero metido en lo más ción átodos era notoria, y cuanto más lo en-
ardiente dél, porque en aquellos días todos cubriessen á los enemigos que tanto más lo
residían en Costantinopla, y el que se halla- tendrían ]>or temor, pues estaba tan sano en
la fuera della no le páresela que tenía fama. el juicio, que para oir y responder ninguno
Assí que por esta razón todo el mundo esta- podía dar la embajada á él ni á otrie; con esta
ba envuelto en armas; cuanto más la fama determinación se fueron al emperador, que
del grandíssimo ayuntamiento de enemigos por su mandado le trujeron á su sala real,
se sonaba, tanto más diligencia se ponía en adonde acompañado de sus capitanes resci-
todas partes para resistilíe; y porque ade- bió al embajador, el cual después de haber
lante se dirá lo que con cada uno vino, vuel- entrado, poniendo los ojos en todas partes,
ve al emperador Palmerín, que sabiendo lo muy bien le paresció, según lo que vía, que
que paseaba, oyendo el temor del pueblo, primero quo la ciudad se tomasse habría que
acompañado de su ánimo y singular escelen- hacer; andando más adelante, llegó al em-
tia, quisso que en unas andas descubiertas, perador, el cual, como discreto y hombre
en hombros de caballeros le sacnssen fuera
que viera mucho, le trató con más venera-
de palacio, yendo por todas las calles y pla- ción yacatamiento y menos soberbia que
zas públicas acompañado de todos los reyes hasta allí los embajadores de los enemigos
y príncipes que en su corte estaban; visita- solía hacer. El emperador le rescibió con su
ba y proveía todas las cosas que le parescían acostumbrada virtud y cortesía. Sossegado el
necesarias á la guarda de la ciudad, dando
ánimo con su vista á los ánimos flacos de rumor, el embajador, puesto en pie. comen-
zó á decir: «Alto y poderoso príncipe, en
los ciudadanos, acrecentando el esfuerzo en
otra disposición y más herviente ó florescien-
aquellos que lo había. Do manera que, con te edad quisiese que este cerco te tomara;
su presencia, no tan solamente animaba los
assí porque en el trabajo y afrenta do los tu-
flaííos y pusilánimes, mas esforzaba los fuer- yos pudieras juntamente llamarte señor y
tes yanimosos.
compañero, como también cuando la victoria
de tan grande empresa se hubiesse de alcan-
Cap. L1V. — Cómo vino embajada de los ene- zar por tus enemigos fuosse dina de mayor
migos, de
y la manera de su embajada, y renombre y gloria. Albaizar, gran soldán de
de lo que sobrello se respondió y hizo. Babilonia, príncipe de Turquía, con los otros
soldanes, reyes y príncipes poderosos me en-
De la manera que oís andaba el emperador vían á ti. Ilácete saber quo con todo su po-
Palmerín probando su ciudad de las cosas der yayuda de sus amigos son llegados á
que más le parecían ser necessarias; cuando esta tierra, desseosos de vengar la pérdida
tornó á su palacio, le vino nueva cómo al
que por ella han recebido; para lo cual vie-
puerto de la ciudad era llegada una embaja- nen apercebidos de tanta gente y armas, que
da de parte de los moros y de Alba i zar en no era menester tanta para tan chica empre-
nombre dellos, y dándol,- seguridad que él sa: por lo cual, siendo en conocimiento de
saldría on tierra para esplicar su embajada. tu anticua virtud y nobleza y de la que en
La cual por aquellos reyes y príncipes le fue tu casa en tiempos passados usastes con Ar-
otorgada; y saliendo el embajador en tierra, chidiana y Olorique, sus padres de Albaizar,
fue rescebido de aquellos príncipes y caballe- y después con la princesa Targiana, la cual
ros, los cuales le salieron á rescebir vestidos es mny contraria á esta venida, te comete
á manera de fiesta, con sus ropas de seda teji- un partido, cual es éste: Que quiriendo tú
das de oro de muy estrafla hechura. El cual entregar la ciudad y juntamente con ella tu
embajador salió acompañado de cuatro caba- ñeto el caballero de! Salvaje, rey de Tracia,
lleros, que en la auctoridad y atavíos de su que d estos males es causa, te dejará el otro
persona parecían de mucho precio; siguien- estado libre y seguro, y con esta sola satis-
do su camino para el palacio, el pueblo iba facen se tendrán por tan contentos, que en
tras ellos, porque en estos casos siempre los el mismo día so volverán y sacarán su flota
que tienen menor parte son más amigos de de los términos de tu señorío. Cierto, por la
dar nuevas. Entre aquellos señores hubo al- afición que tengo á tu virtud, te aconsejaría
pinos cuyo parescer era que el ombajador que aunqiio en hacello rescihas mucha pena,
raesse oído en presencia de Primaleón, sin quieras con el menor mal escusar el mayor,
que el emperador estuviesse presente, por- que menos mal es perder una ciudad que un
que no diessen testimonio de su flaqueza, que que ver mo*
imperio y entregar un hombre

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842 LIBROS DE CABALLERIAS

rir muchos». tNo quiero, respondió el empe- gastaron; solamente se repartieron los car-
rador, que gastéis más tiempo en aconsejar- gos que cada uno tomaría. Al emperador
me; puesto caso que la voluntad con que lo Yernao y al rey Polendos se encomendó la
hacéis sea dina de agradecéroslo, entregar guarda de la ciudad, con quinientos caballe-
un hombre por salvar muchos tendría por ros ycuatro mil peones, todos del señorío del
muy poco; mas si el hombre es tal que basta emperador, que entonces había muchos, que
para librar á los otros todos, ¿quién queréis por ser muy cercanos y la venida de los ene-
que haga tan gran yerro? Dar la ciudad, no migos haber mucho que se esperaba, tuvie-
querrá Dios, que adonde él tantas veces se ron tiempo para venir. A don Duardos, por
celebra no es bien que se entregue á enemi- consentimiento de todos, hicieron capitán
gos de su tee, para que con otros deshonestos general del campo, con dos mil de á caballo,
sacrificios sus templos sean maculados; de quedando á Primaleón señorío sobre los unos
Albaizar, que si el verdadero conoscimiento y sobro los otros, como persona á quien más
tuviera de lo que á esta casa debe, de otra el caso tocaba; por guarda de la persona de
manera viniera á ella y de otra fuera rece- don Duardos fue el jayán Dramusiando, que
bido, y que aunque essotros príncipes bus- no fue el que en esta empresa menos obras
caran destrucción á mi estado, él sólo lo ha- y más poca memoria dejó; Mayortes. el gran
bía de estorbar; mas que tengo es)>eranza en Can; Prides, duque de Galez; Rosirán de la
Dios, que assí como otras veces á vista de los Brunda su hijo; Argolante, duque de Ortán:
muros de Costantinopla fueron destruidos, y Pompides y otroB cincuenta caballeros, que
los capitanes y gentes del los muertos en con él eran venidos á las fiestas de los ca-
campo, assí agora esta que tienen por mucho samientos de sus hijos. De la más gente de
mayor tendrá el mismo fin; cuanto á lo de caballo que en la corte había, que serían
mi edad, no tengo de qué me quejar, pues hasta ocho mil, hicieron cuatro capitanes:
el tiempo me guardó para vella acabar con Arnedos, rey de Francia, mil y quinientos;
placer de victoria tanto como este será, y los llevaba por guarda de su persona á sus hijos,
trabajos que en ella pudiera rescebir se pue- á Graciano y Guarín y Germán de Orliens.
den muy bien escusar con esta compañía de con otros cincuenta caballeros franceses. A
que me veis rodeado, en la cual tengo tan Recindos, rey de España, dieron otros mil y
gran confianza, que todos los temores con quinientos: y en guarda de su persona el
que el tiempo me amenaza tengo en muy po- principe Beroldo y Onistaldo sus hijos, y el
co» .cPuede ser, señor emperador, respondió jayán Almanrol y cien caballeros españoles.
el embajador, que la fortuna que hasta agora El soldán Belagriz tuvo también capitanía
no os amostró ningún revés, os ciega el co- de todos los suyos, que eran cuatro mil de á
nocimiento de la afrenta en que vuestro es- caballo, porque, como ya se dijo, este vino á
tado está puesto, y de ahí os viene tener en la corte muy acompañado, y por ser su seño-
poco el consejo que más menester os era: yo río cerca, dióle lugar el tiempo para después
me vuelvo con essa respuesta; los dioses sean de ser la nueva de la venida de los enemigos
testigos de la voluntad con que os di mi pa- ser socorrido de los suyos; en guarda de su
rescor». Sin más esperar se tornó á su gale- persona traía cien caballeros principales de
ra muy bien acompañado, que el emperador su casa, y entrellos su hijo Blandidón. cuyas
lo mandó assí; metido en ella, se despidió de obras le daban mucha confianza. A Belcar,
los que le acompañaban y se tornó á su flota, duque de Pontos y de Durazo, se dio igual
adonde de los principales fue muy bien res- gente é igual capitanía de Recindos y Arne-
cebido, sabiendo la respuesta del emperador, dos; llevaba por guarda de su persona sus hi-
que los más delloa estaban tristes pensando jos don Rosl>el y Belisarte, con veinte caba-
que aceptaría el partido que le cometían, de lleros. Al rey Tarnaes de Lacedemonia, que
que solo Albaizar ganaba honrra y quedaba en estos días era ya viejo, se encomendó la
satisfecho, cosa de que más se debe haber guarda del palacio con docientos caballeros,
envidia entre aquellos que por ella trabajan. porque en la emperatriz y sus damas estaba
ol miedo tan arraigado, que con ninguna
rosa se consolaban. Primaban tomó para sí
Cai\ L\\— Cómo la flota de los enemigos llegó
al puerto de Costantinopla, y de la con- sietecientos caballeros que sobraban del cuen-
to de los ocho mil; con éstos visitaba todos
tienda que hubo sobre el desembarrar.
los lugares, assí de la ciudad como del cam-
Lucido que el embajador se partió, el em- po. Palmerín, KIorendos y Platir, con otros
pprador mandó llamar á consejo, y como el caballeros lamosos, quedaron extravagantes
tiempo estuviesso más llegado á obras que y aventureros, para socorrer á las mayores
palabras, fueron pocas las que entonces se priessas. Puesto que la corte estaba entonces

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PALMERÍN DE INGLATERRA 348

tan llena de caballeros, ni por esso se dejaba refriega, dándose muchas heridas de una
de sentir la falta de Floriano del Desierto,
parte y de otra. Albaizar, acordándose que
que para tal tiempo era muy grande en el según la dura defensa de sus contrarios sería
emperador y en don Duardos y en toda la malo de tomar tierra, mandó á los jayaneB
otra caballería; tenían sentimiento de la fal-
que le acompañaban que saltassen de los ba-
ta de tal varón. Tanto que las capitanías y teles en el agua, que era tan honda que lee
cargos fueron repartidos y los caballeros su-
daba á los pechos. Cada uno traía en las ma-
pieron áqué bandera habían de acudir, y los nos una maza de hierro de mucho peso, y al
•le pie assimismo, que serían hasta quince cuello traía un escudo de acero de estremada
mil, á otro día, en saliendo el sol, don Duar- fortaleza; eran tan grandes los golpes que
dos mandó tocar alarma á muy gran príessa,
daban, que no había ninguno que los pudie-
que le viniera nueva que la flota de los ene- sse resistir. Estos comenzaron de assegurar
migos era llegada y media legua de la ciu- la salida, que como cada uno viesse el daño
dad comenzaban á tomar tierra; el cual, que éstos hacían, apartábanse por no caer en
acompañado de otros príncipes y capitanes, él. El esforzado Dramusiando, viendo tan
con sus banderas tendidas, salió á ellos, de-
gran destreza hecha (') por dos diablos, echán-
terminado de quitar que no tomassen tierra. dose del caballo, metido también en el agua,
El emperador se mandó llevar á una torre cubierto de su escudo se fue contra el que
alta, que estaba hacia aquella parte, para de venía delante y á quien vio hacer más daño;
allí ver lo que sucedía á los suyos. La empe- entrambos comenzaron ten hermosa batalla,
ratriz yprincesas, quiriendo también ver lo
que era maravilla vellos. Don Duardos, te-
mismo, rogaron a Primaleón que las man- miendo que si el otro jayán llegasse ayuda-
«lasse poner en lugar donde lo pudiessen ver;
rla á su compañero y podrían matar á Dra-
mas viendo tanta multitud de gente, tan-
musiando, yque sería gran pérdida, acom-
tas naos como cuanto con la vista se podía
alcanzar, allende esto muchas armas relu- pañado de"su de
con intención ánimo saltó
ser él fuera empeciess
á quien del caballo,
en
cientes que de lejos resplandecían, voces y
sus golpes. En este tiempo fue allí la revuel-
gritos de diversas maneras que parescían
ta muy grande, que viendo los del empera-
romper los cielos, y banderas de muchas co- dor su oapitán á pie, no hubo nenguno que
lores, que daban testimonio de los muchos de la misma manera no le quisiesse acompa-
capitanes, no les bastó los ánimos á mi rallos
ñar; de otra parte, viendo Albaizar sus jaya-
gran rato, antes, recogidas al aposento de la nes cercados de armas y de tan esforzados
emperatriz, cada una sentía su pérdida, por-
que las más tenían metidos sus maridos en enemigos, no quiso haber envidia á sus con-
trarios, que saltando en el agua acompañado
tan gran peligro, de manera que ninguna de muchos fue á favorescer á los suyos. Tan-
había tan libre deste temor que no tuviesse to creció allí la revuelta y tanta sangre salía
de que tenelle. Primaleón las esforzaba con de las heridas, que parecía en aquella parte
palabras alegres y llenas de esfuerzo. El rey el agua de otro color. El esforzado Palmerín
Tarnaes hacía lo mismo, mas ¿qué aprove-
de Inglaterra, que á otra parte andaba ha-
cha, que el gran miedo assí turba el juicio, ciendo maravillas, viendo la mucha gente
que no deja aprovecharse del remedio aun- que aquella parte acudía y los caballos por
que se lo amue8tren? Don Duardos, llegando el campo, bien le pareció que no era sin
á donde los enemigos comenzaban á desem- gran causa; poniendo las espuelas al caballo,
barcar, repartió los capitanes riberas do la viendo á don Duardos su padre metido en el
playa, porque puestos todos en una parte no
agua, envuelto en sangre y envuelto en ba-
¡mliessen por la otra; mas esto era en vano, talla con tan temeroso jayán, se arrojó del
que los defensores eran tan pocos y los ene- caballo sin ningún tiento, y passando por
migos tantos, que no se podían repartir á entre las armas llegó á donde él estaba, y
todo. Don Duardos con su gente socorrió en
allí, poniéndose delante, le dijo: «A mí, se-
aquella parte donde vía que era más menes- ñor, dejá sentir las fuerzas deste enemigo
ter, ycomo por aquella parte viniesse Albai- y acompañá á Dramusiando, que no sería
zar acompañado de los más esforzados caba- bien que vos, que para amparo de todo este
lleros de la flota, juntamente con dos jaya- ejército sois necessario y escogido, os aven-
nes quo en grandeza y ferocidad hacían ven- turéis en algún j)eligro que á todos hace
taja ácuantos hubiessen visto, hubo mucho daño» . Si don Duardos no viera que para ca-
que hacer, que los enemigos, viendo allí su pitán no era bien aventurarse tanto , ten
principal capitán, venían por le seguir y desseoso era de grandes Vitorias, que no de-
acompañar. Los del emperador, por defende-
lles la salida, comenzaron una grandíssima
(*) Sic, por «destrozo hecho p.

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LIBROS DE CABALLERIAS

jara aquella á bu hijo, mas la necessidad de que paresció triste y espantosa á los de la
mirar y proveer en qué estado llevaba la ha- ciudad y que de la una parte oían gemidos
tilla le hizo dejar su batalla y entregalla á de los heridos, de la otra llorar por les muer-
Palmerín. Albaizar, de la otra parte, no es- tos, yde fuera grita é instrumentos de los
taba despacio, que con su espada abría el enemigos; ni ellos no sabían de su pérdida,
camino. Mas á este tiempo se le puso delante que fuera mucho mayor, sino que la mucha
el esforzado Florendos, que hasta entonces sobra se la hacía sentir menos.
anduviera en otra parte: tan temerosa y no-
table fue la batalla que entre estos caballe-
Cap. LVI. — Del sentimiento que hubo en
ros hubo, que pocos quedaron para poder
Costantinopla por la mala disposición dr
entrar en otra tan presto. Dramusiando hizo
Dramusiando, y cómo los turcos assen
tanto en armas, que por fuerza mató á su taron su real.
enemigo, quedando tal que por mandado de
don Duardos fue llevado á la ciudad en hom- Los capitanes del emperador, recogidos á
bros. Palmerín de Ingalaterra tuvo menos que la ciudad con toda su gente, passaron la no-
hacer en el suyo, porque como ya le hallase che en curar los heridos, de que Primaleón
herido y las armas rotas de las manos de su tuvo mucho cuidado; y halló tantos, que
padre, y el viniesse holgado, le mató en perdió la esperanza de podellos á otro dia
menos tiempo, quedando con algunas heri- salir á estorbar la tierra; especialmente por-
das, y en partos que no le dejaron vestir ar- que Palmerín, Florendos, Belcar, el rey Re-
mas en aquollos quince días. Albaizar, vién- cindos, con los principales caballeros «le la
dose herido y maltratado de las manos de corte, entre los cuales estaba el príncipe Be-
Florendos, y sus jayanes muertos, y que por roldo, don Rosbel y Belisarte, estaban tan
esta causa los suyos aflojaban, tornóse á re- mal tratados, «pie de allí á muchos días no
coger á su batel, dejando á Florendos algo podrían tomar armas; y si las toniasaen, se-
herido; de la mesma manera se recogeron los ría por más daño suyo y pooo de los enemi-
que pudieron, yá los que de nuestra parte gos; de que se acordó, por consejo y general
no daban lugar murieron, unos ahogados, parecer, que les dejassen tomar tierra y
otros de las heridas, viendo que no podían assentar sus tiendas, y sacar su ejército sin
salvarse. Viendo don Duardos que los turcos ninguna contradición, y que en este tiempo
s«' tornaban á embarcar, puesto á caballo los heridos cobrarían anlud y los socorros
mandó hacer señales á los suyos que se reco- que esperaban tendrían lugar devenir: y des-
gesen; después, viendo que aun en la playa pués, por batalla campal dada en los cam-
en muchas partes había batallas sobre desem- pos de Costantinopla, alcanzarían vitoria más
barcar, en las cuales el roy Arnedos con su á placer y destruición de sus enemigos: en-
gente por una parte, Beíagriz, soldán de tre tanto proveyesen en todo lo necessario,
Persia por otra, el rey fíecindos de España de manera que los cercadores sintiessen tan-
y Belear, cada uno por la suya, tenían hecho to el trabajo del cerco, como los mismos cer-
mucho, tuvo á buena señal tan buen comien- cados.
zo; mas diciéndole que Florendos, Platir y Quedando esto assí assentado, don Duar-
Blandidón y el jayán Almaurol eran lleva- dos yPrimaleón quisieron luego proveer en
dos ála ciudad sin acuordo ninguno, de la los heridos, y en todos tuvieron que hacer,
mucha sangre que perdieran, y que de otra que Palmerín, con estar acompañado de la
parte Belcar y el rey Relindos estaban mal hermosa Polinarda, no sintía sus heridas,
tratados, y Palmerín mal herido, y Dramu- que la vordadera medicina dellas era su vi-
siando casi desconfiado do la vida, comenzó sitación, que á la verdad, puesto que se ten-
á tener aquel hecho en más y pensar que si ga por opinión que los amores después de ca-
rada vitoria hubiesso de costar tanto, eon sados se convierten en amistad, por donde
pocas que alcanzasse se perderían del todo. aquel primer hervor con que se tratan que-
Como esto fuesse easi medio día, mandó que da más templado, todavía, á donde él es es-
lodos los heridos se rc'Ogesen á la ciudad, tremado grande,
y como en estos príncipes
que fueron tantos que hacían perderla espe- era, siempre quedan más reliquias de lo pau-
ranza álos sanos. Primaleón salió al campo sado para hacel les sentir los placeres 6 peas-
para dar algón consuelo ;i los que en él que- res que el tiempo da ó ofrece con más affición
daban, acompañado de sus sietecientos ca- que á los otros á quien esto nunca acontes-
balleros,quisiera
y que don Duardos y los ció. Desta misma manera sintió poco su do-
otros capitanes tomaran algún poco de repo- lor Florendos con Miraguarda á la cabecera
so; mas ni la necessidad que dello tenían de su cama, Platir con Sidella, Polendoacon
no se lo dejo hacer hasta que la noche vino, Francelina. Beroldo con Onistalda, Graciano

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PALMERIN DE INGLATERRA 845

con Clarisia, don Rosbel con Dramaciana, mil peones, que por ser más vecino vino más
Belisarte con Dionisia, Francián con Ber- presto que ninguno. Con él venía Frísol su
narda, Guarín con Clariana, y assimismo to- primo y otros caballeros señalados. Este so-
dos los otros caballeros cada uno con quien corro dio mucho esfuerzo á los cercados y
más amaba; mas este lugar no hubo con Dra- prie8sa á los otros príncipes para mandar ve-
musiando, que sus heridas no eran de cali- nir álos suyos. Pues los turcos no estaban
llad que se pudiessen curar con la presencia de vagar, que Albaizar, viendo la grande
<le Arlanza, á quien él de verdadero amor destruición que en el principio se hiciera en
amaba, que tantas veces y tan á menudo le su gente, comenzó cou más cuidado proveer
acudían acidentes mortales, que del todo le en sus cosas; después de mandar curar los
habían deshauciado, de lo cual en el empe- heridos, pues á los muertos la mar les quedó
rador y en su corte había tanto sentimiento, por sepoltura, llamó á consejo los principa-
como si sólo en su persona estuviera la sal- les de la flota, en el cual se acordó que aquel
vación del peligro en que estaban, que el día no hiciessen ninguna mudanza, y que le
amor que le tenían y él merescía por sus tomassen para reposo del trabajo passado, y
obras era muy grande. Don Duardos, puesto que á otro día, en amanesciendo, tomando
que no estaba tan sano que no hubiesse me- toda ln flota en galeras y bergantines y ba-
nester reposar, con ver á Dramusiando en tal teles, ácierta señal que en la flota se haría
disposición, y él con Flérida juntamente le saliessen á un tiempo y juntamente pussie-
acompañaban, porque Arlanza, de desespe- ran las proas en tierra, que fueron tantas
rada ymuerta, no se sabía dar remedio; de que tomaron cerca de una legua de la costa.
la otra parte Florendos y Miraguarda acom- No hallando ningún impedimento, con ma
pañaban Almaurol,
á que también estaba en yor placer y alegría saltaron fuera, tornando
peligro, mas no tanto como Dramusiando; las galeras por más gente; desta manera des-
por cierto la pérdida de tales hombres se embarcaron en pequeño rato. Los instrumen-
sentía tanto, que en toda la corte no había tos yfiestas que hacían comenzó á sonar en
persona que no diera parte de sus días para la ciudad con tan gran estruendo, que hasta
dalles á ellos vida, especialmente á Dramu- en los esforzados ponía temor. Daliarte y
siando, que hasta entre las damas había mu- Floramán, desseosos de les ver assentar el
chas lágrimas y oraciones por su salud. Este campo, pidieron licencia al emperador, la
pesar se curó alguna cosa con llegar á este cual él no diera á otro ninguno, mas tan se-
tiempo el sabio Daliarte, con el cual se res- guro vivía del saber de Daliarte, que adonde
cibió mucho placer, y también dijo al empe- él fuesse perdía cualquier recelo. Ellos salie-
rador que Floriano vendría muy presto á la ron de la ciudad solos y desarmados. Y como
corte; con que el emperador recibió mayor en este tiempo el sol saliesse por los campos,
alegría, teniendo en sus brazos apretado á y no hubiesse cosa escura ni encubierta, su-
Daliarte con tanto amor, como á cada uno de biéronse en pequeño altozano para de allí ver
sus nietos, porque en la misma cuenta le te- la multitud de los enemigos. Algunos hubo
nía; de allí le envió ála emperatriz, que con entrellos que quisieron correllos con desseo
igual amor le rescibió; lo mismo hizo la em- de los prender é informarse de lo que passaba
peratriz de Alemana Gridonia, Polinarda y en la ciudad. Albaizar, al cual para esto pi-
Miraguarda. con las otras princesas y damas, dieron licencia, se lo quitó, que bien sintió
porque generalmente era amado, como per- la intención con que los dos allí vinieron;
sona con quien se tenía tanta amistad y pa- mas enviando á ellos un escudero suyo que
rentesco. Flérida fue la que más placer res- en la corte del emperador y en España le
cibió, assí por saber que á este amaba don acompañara, que conoscía á los más de aque-
Duardos con mucha afición, como también lla tierra, supo que eran Daliarte y el prín-
porque veía que la vida de sus hijos muchas cipe Floramán, á los cuales envió á decir que
veces estaba segura con su saber. En el mis- si quissiesen ver el ejército, lo podrían hacer
mo día llegó á la corte el príncipe Floramán, de más cerca y sin ningún recelo que les
que cansado de andar muchas tierras en la fuesse hecho desservicio, pues el que los go-
demanda de Floriano, oyendo del cerco de bernaba estaba en el cuento de uno de sus ser-
Co8tantinopla, se vino á ella para estar pre- vidores. Tanta confianza tuvieron loados com-
sente en tan gran necessidad, y passando por pañeros destas palabras, que sin más dete-
su reino de Cerdeña, dejó proveído algún so- nerse se bajaron por el altozano. Albaizar los
corro que viniesse tras él, del cual so dirá salió á recebir á la meitad del camino, acom-
adelante. Llegó al mismo día el rey Estre- pañado do dos pajes vestidos muy altamente,
llante de Hungría, acompañado como prín- tan airosso y bien dispuesto, que bien pares-
cipe poderoso con dos mil de á caballo y diez cia merescedor de tal ditado y soberana ca-

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LIBROS DE CABALLERIAS

Pitanía como era la suya. Después de haber- de á caballo y cuarenta mil de pie, cubiertos
los recebido con grande amor, tomándoles de fuertes armas; lo que más me pareció de
en medio se vino con ellos al real, y con con- recelar fue que andando todo el otro ejército
fianza de lo que en él podían ver, los trajo embarazado en assentar su real y hacer sus
por todas partes, mostrándoles todas las par- cavas, no vi ninguno que por estado y valía
ticularidades desu ejército, y los príncipes de su persona se apartasse del trabajo, antes
dél, nombrando á cada uno por su nombre, todos juntamente lo seguían y ayudaban,
68so mismo los jayanes que entrellos había,
que es cosa que á los menores da mayor es-
que eran siete, sin los que Dramusiando y fuerzo acrescienta
y amor á sus príncipes y
Palmerín mataron. Andando assí discorrien- señores. Allende desto no me pareció que ha-
do de una parte á otra, nunca quitaba los
bía ninguno que saliesse de la orden ó se des-
ojos dellos, que en el rostro de cada uno es- mandasse de lo que era defendido, que tam-
peraba conoscer lo que sentían de lo que bién es señal de ser gobernados por capita-
vían; mas á la verdad, puesto que dentro en nes sabios y guerreros, de lo que loe enemi-
sí se espantassen mucho, tan bien lo diasi- gos se deben mucho recelar. Sobre todo me
mularon, que más parecía en ellos tenello en descontentó la gran confianza y pooo recelo
poco que en mucho; en las cosas que eran con que Albaizar nos mandó ir á su ejército y
más para ver, por ellas passaban con mayor mostrárnoslo muy por estenso, y con la mes-
desprecio, con que algún tanto quebrantaban ma dejara ir y venir á él todos los que de vues-
la soberbia de Albaizar. Después de habello tra corte sin armas lo quisieran ir á ver, que
visto todo, se quissieron volver, y él les tan poca orden tiene sus cosas, que no se
acompañó hasta bien cerca de la ciudad, teme que por la desorden se puedan aprove-
preguntándoles por la salud del emperador char de nada sus enemigos; esto es lo que de
y de la emperatriz, dando algunas discul- nuestros contrarios noté; el señor Daliarte,
pas de su venida; de allí despedidos dél, se que tiene el juicio más vivo, podrá decir lo
fueron platicando esse poco espacio que les demás que él mismo alcanzó> . «Ciertamente,
quedaba en ouán gran afrenta aquella era; dijo el emperador, todas essas cosas fueron
Daliarte, como quien á las veces por espíritu tan bien miradas de vos, que no sé quién
casi profético sabía las cosas antes que vi- mejor las pudiera conocer para dar el verda-
niessen, no podía dissimular ni encobjir la dero aviso dellas,que en cuanto en sí son ma-
tristeza que le acompañaba; mas tanto que yores ymás para recelar más nos debemos
entraron en la ciudad, por quo el pueblo no aprovechar del consejo que para lab resistir
lo sintiesse, mostraron los rostros alegres es necesario; y pues Albaizar con tan gran
para dar esfuerzo á la gente común; mas confianza deja los míos ver su ejército, tam-
después de llegados á palacio y el empera- bién yo quiero que si alguno de los suyos
dor recogido con los de su consejo en secre- quisiere ver esta ciudad, lo pueda hacer. Tú,
to, ol príncipe Floramán por su mandado co- mi hijo Primaleón, á nenguno se lo estorba,
menzó ádecir lo que viera, diciendo: «Señor, que no sería razón que sintiessen ellos en
yo no hago caso de sobrevistas de oro ni pe- nosotros lo que nosotros no sentimos dellos;
drería sin precio, de armas resplandescientes en lo demás, los capitanee proveyan en su
cubiertas de grana, de atavíos maníflcos, de gente y en la orden della, de manera que
tiendas ni pabellones de maravilloso apara- también sienten que en ello le hacemos ven-
to ni de otras cosas desta calidad, que si en taja óque en nada no nos la hacen > . Coa
esto hubiesse de hablar, tanto tendría que esta determinación se dio fin al consejo, y
decir, que me faltaría el tiempo para dar cada uno se fue á entender en lo que le era
cuenta de lo que más hace al caso: mas sé dado cargo 6 lo que le fuera encomendado,
afirmar á V. M. y á estos señores para quien para que nada por falta de diligencia estu-
lo principal desta afrenta está guardada, que viesse por proveer.
entre las cosas do que no hago cuenta vi tan-
tas de que se debe hacer, que no puedo ha-1
Cap. LYDT. — De lo que Albaitar hixo aca-
blar en ollas sin algún pesar. El número de bado de assentar su real, y del socorro qut
la gente, según ol parecer del soflor Daliarte vino al emperador.
y mío, será más de docientos mil hombres.
Entre los cuales no vi ninguno que me pnre- Después que Albaizar tuvo acabado dé
ciesse que por crescida edad y flaca disposi- alojar su ejército, y cercado de cavas á ma-
ción dejarían de pelear, antes parescen sor nera de muro, tan seguras y bien hechas
escogidos á contento de quien los rige. Vi que sólo la fortuna del las bastaba para con
quo la guarda de hoy hacia el rey d'Etoüa, poca guarda se defender á todo el mundo,
mancebo de hasta treinta años, con diez mil cuanto más tiniendo tanta gente que en ei

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PALMERÍN DE INGLATERRA

campo raso pudiera estar segura, repartid las gún mal recaudo; mas después que vieron
estancias y guarda dellas á loe capitanes y que por orden se estendía el fuego y que
personas señaladas de su real, y puesto que ninguno lo mataba, luego cayeron en la in-
tan gran providencia pareciesse demasiada tención de sus enemigos. El emperador se
en hecho tan seguro como parecía el suyo, mandó llevar á una torre de donde todo se
Albaizar, que de sus enemigos tenía más co- parecía, y viendo cosa tan notable y espan-
noscimiento, no se fiaba tanto en la fortuna tosa, no lo tuvo por buena señal, que bien
que á discreción della quisiesse dejar sus co- vio que para echar á los enemigos de su im-
sas, antes, como guerrero y esforzado capitán, perio sería forzado hacerse por fuerza y con
se apercebía para lo porvenir, y tanto que le costa de mucha sangre de sus amigos y vale-
pareció que siendo las cosas de su ejército dores. La emperatriz y las damas, no los su-
tenía proveído como cumplía al estado de la friendo elánimo ver cosa tan cruel, traspas-
guerra, por consejo de los principales mandó sadas de miedo se reoogían á sus aposentos,
poner fuego á la flota, dejando solamente adonde con lágrimas y oraciones se socorrían
algunos bergantines y navios pequeños para con el remediador de todas las cosas. Siete
traer mantenimientos; todas las otras naos y días á la contina duró assí el fuego, en el fin
galeras, carracas, de todo género de navios, de los cuales el humo se comenzó á desbara-
se abrasó luego, de que el pueblo no recibió tar ydeshacer y aparescerse la mar; viéndo-
poco espanto, que vían que quedaban apo- la vacía y desamparada de tan grandíssiraa
sentados en el campo de sus enemigos, ofre- flota, hacía nueva soledad en sus propios se-
cidos ála guerra muy cruel, en la cual les ñores della. Mas como el tiempo cura y con-
convenía por fuerza vencer 6 morir, pues sume todas las cosas, con muy pocos días que
todo el otro remedio les estaba quitado de- después passaron se olvidó todo, en especial-
lante de los ojos, y sólo en la fortaleza de mente ouando empezó haber batallas y esca-
sus brazos estaba la esperanza de 9us vidas; ramuzas, que el cuidado desto desbarataba
y á la verdad ellos pensaban lo cierto, que la memoria de lo passado, que lo presente y
como Albaizar y los otros príncipes, como en porvenir les daba tanto en qué entender, que
aquella afrenta pensasen que aventuraban hacía engendrar essotro olvido. En la ciudad
9U9 estados, y quisiessen morir en ella ó as- no estaba la cosa despacio, que en los capi-
segurallo todo, acordando de haoer aquello tanes había mucha diligencia en la provisión
para que el ejercito común, desesperado de de las cosas necesarias y en la cura de los
la salvación, tuviessen que de sólo su esfuer- heridos, los cuales en menos de veinte días
zo colgaba todo el remedio de sus vidas, y fueron guarnescidos y sanos, salvo Dramu-
esta desconfianza de no poder huir los hicies- siando y Almaurol, que no lo fueron tan
se esforzados, allende de sello ellos. Por cier- presto, puesto que ya estaban fuera de todo
to, después que el fuego comenzó á arder, peligro. En el detenimiento destas cosas hubo
bien parecía la tal obra salida do ánimos tiempo y lugar de vonir socorro de todas par-
crueles y desseosos de venganza, que derra- tes con tanta priesas como la calidad del caso
madas yestendidas las llamas cerca de las lo requería; porque como los más de los re-
aguas, parecían ellas mesmas arder, con tan- yes cristianos tuviessen metidas sus perso-
ta fuerza las soplaba el aire, juntamente con nas en aquella impressa, sus gobernadores
salir un humo negro y espeso, que hacía no con toda brevedad enviaban la más gente
pareseerse el cielo; allende desto, el alcritán que podían; salvo que no fue tanta como se
y pez echaba de sí un hedor tan incompor- pudiera sacar si el tiempo para ello diera lu-
table, que ahogaba los hombres, de manera gar; y porque 8e sepa con el socorro que cada
que casi no podían resollar. Obra de tanta uno socorrió, decirse ha aquí. El emperador
crueza nunca se vio, que como la flota en sí Vernao de Alemafia, dos mil de caballo y
fuesse tan grande que casi cuajaba la mar, diez mil de pie. El rey Arnedos de Francia,
y entrella hubiesse muchas naos de inesti- otros tantos. Recindos, rey d'España, dos
mable grandeza, guarnescidas de sedas y mil de caballo y ocho mil de pie. Tarnaes,
granas y otros atavíos según la calidad de cuatrocientos de caballo y cuatro mil de pie.
los que en ellas vinieron, y todo esto á vista De Tracia, reino de Floriano, vinieron cua-
«lellos se viesse quemar y consumir por su trocientos decaballo y dos mil de pie. De In-
propio mandado, el ruido de fuego sonaba glaterra, cuatrocientos de caballo y diez mil
muy lejos, las llamas parescían llegar á las de pie. De Navarra, doscientos de caballo. De
nubes, toda la crueldad del mundo parearía Dinamarca, á Albanis, doscientos de caballo.
tener parte en tan señalado fuego. Los de la Drapos de Normandía vino con ciento de ca-
ciudad, cuando de principio vioron eomen- ballo ycuatrocientos peones. A Belcar vi-
at 4 arder los navios, pensaron que era al- nieron cuatrocientos de caballo y mil poo-

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348 LIBROS DE CABALLERIAS

nes; de manera que en todos estos socorros y meneo con que venía parescía traer mucha
vinieron once mil y cuatrocientos de caba- soberbia y confianza de sí mismo; venía en un
llo ('); con Roramonte, rey de Bohemia, que caballo alazán grande y crescido, armado de
trujo cuatrocientos de caballo y los dos mil que armas de oro plateadas, en muchos lugares
consigo trujo Estrellante con diez mil peo- manchadas de sangre como quien no había es-
nes; la más de la gente escogida á su volun- tado holgando, que le daban mucha más gra-
tad de quien allí la enviaba; éstos afuera de cia; en el escudo, en campo plateado el Amor,
los que en la ciudad había, de los cuales se preso por los cabellos; había una coluna de
dio ya cuenta; do manera vtue juntos los de oro, la lanza atravessada en el cuello del ca-
la ciudad serían veinte mil de caballo y SOS" ballo, en el hierro della una banderica blan-
senta mil de pie; y á la verdad el quemar ca en señal de seguridad y paz. El escudero
do su flota fue causa y aparejo para este so- le traía otro escudo cubierto de cuero negro,
corro poder venir; porque como los más de- y en la mano otra lanza para si la hubiesse
llos viniessen por la mar y la hallassen des- menester. Venía en su compañía una dueña
embarazada de su flota, sin nengun per- en un palafrén murcillo, vestida á manera
juicio pudieron desembarcar en el puerto. de Turquía; la ropa de seda blanca cortada
Grande esfuerzo y alegría se rescibió con la de muchos golpes, sobre otra ropa de seda
venida desta gente, porque allende de la mu- negra, que lucía de muy lejos; los golpes to-
cha necessidad que della había, vinieron en- mados en muchas partes con perlas y piedras
trella caballeros estimados, que daban es- de mucho valor; por el ruedo, bordada de an-
fuerzo yconfianza á los demás. Por deter- chura de un palmo, venían por escelencia la-
minación assiento
y de todo el consejo, se bradas algunas historias antiguas, tan pro-
acordó que tanto que éstos se hallaseen bien pias como si fuera el original dellas;el tocado
dispuestos y descansados del trabajo de la también era turco, compuesto de una manera
mar, y los heridos eatuviessen sanos y -en alta de la misma labor de la cortapisa, salvo
tenia su fuerza, se diesse batalla campal á los que era guarnescido de muy más fina pedre-
enemigos, por no ver tantos días gastar y ría; los cabellos sueltos por debajo, echados
destruir sus campos.
por las espaldas; el j-ostro traía cubierto, por
no ser oonoscida. Llegando frontero de la
tienda del soldán Albaizar, se detuvo con su
Cap. LVIII. — De una aventura que acontes-
eió en la venida de un caballero estraño compana. Mucho fue mirado de entrambas las
que en su compañía traía una dueña. partes, sin saber determinar de qué nación
sería, por cuanto al vestir de las armas pa-
Algunos días passaron después de la veni- recía cristiano, en el traje de la dueña que
da deste socorro, en los cuales no se hizo traía consigo parecía al contrario. Y espe-
cosa de que so pueda dar cuenta, porque rando por ver qué haría, le vieron enviar al
allende de la gente venir fatigada de la mar, escudero hacia el ejército de los turcos, el
los caballos llegaron tan flacos, que primero cual llevando el rostro descubierto, después
que estuviessen para los meter en algún tra- de haber entrado en la tienda de Albaizar,
bajo les fue forzado holgar algunos días; assi que él muy bien sabía, le dijo: «Señores,
que en este tiempo se ejercitaban tan poco aquel caballero que está allí dice que ha-
las armas, que solamente por passatiempo de biendo muchos días que sirve aquella señora
los caballeros mancebos había en «1 campo que consigo trae, nunca sus obras tuvieron
algunas escaramuzas livianas y de poco daño, tanto merescimiento delante della que le
de las cuales las mas de las veces los del em- otorgasse su amor; agora, sabiendo el grande
perador llevaban la ventaja y mejoría. Es- ayuntamiento de caballeros estremados que
tando assí, acontesció que un día, después en este cerco había, le rogó la trujesse á este
de vísperas, estando el emperador en la es- lugar y que si justasse con cuatro caballeros
tancia de la torre, adonde siempre acostum- cuales ellos se escogiessen y los vencie&se,
braba ver las escaramuzas, esperando cómo que se le otorgaría; y siendo caso que en este
sucederían las de aquel día, y de la otra par- ejército no hubiesse quien hacello se quisies-
to la emperatriz y princesas y damas á las se aventurar, hiciesse el mismo partido á los
ventanas, adonde también solían ver las ba- de la ciudad, y no saliendo ninguno, tuvies-
tallas, vieron atravessar porentre la ciudad y se el mismo merecimiento delante della y al-
el real de Iob enemigos un caballero; en el aire canzasse el galardón que pudiesse alcanzar
venciéndolos; que agora, señores, veáis si por
(•) Remitan, aeguo lo* interiore* datoa, 8.100 de á desenojaros quisiere alguno probarse de las
caballo y 45 400 peonea y no loa qne indica el texto.
Kn totalidad iiaman laa cifraa del capitulo: 10.500 de lanzas con él, y ha de ser con tal concierto,
á caballo y 66.400 pcooea. que vencidos los cuatro, se pueda ir con ra

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PALMERIN DE INGLATERRA 349

dueña» . «Quisiera saber, dijo el soldán de nada para soberbio; por esso hágase su vo-
Persia, que ahí estaba y era caballero man- luntad antes que nos mate á todos» ; y dando
cebo yde mucha fama entre los otros, pues la primera justa al rey de Trapisonda, man-
esse caballero saliendo á su salvo de las jus- cebo de menos de treinta años, salió en un
tas alcanza tan gran don como es el amor do caballo rucio, armado de armas verdes, muy
la dueña que consigo trae, y sobre todo irse galanas y fuertes, en el escudo en campo
seguro, qué pone para alguno de nosotros si verde un jayán muerto, en señal de otro que
justare mejor que no él». «Esso lo podéis vos venciera en batalla; primero que partiesse
enviar á preguntar, respondió el escudero, hizo cortesía con la cabeza á Albaizar, según
que yo ya he dicho á lo que vine» . Con esto que todos acostumbraban, y puniendo las
dio la vuelta, yendo en su compañía otro es- piernas al caballo, arremetió contra el caba-
cudero del soldán para traer la respuesta de llero de la dueña; los encuentros fueron dife-
lo que preguntaba. «Paréceme á mí, dijo el rentes, que el rey por cima de las ancas
caballero de la dueña después que le dieron del caballo cayó con tan gran caída, que
la respuesta, que el señor soldán pide razón por gran rato no tornó en su acuerdo; sa-
en lo que pide; decible que siendo caso que cado del campo, el caballero se tornó á su
alguno de los cuatro me derribe en la justa, lugar junto do la dueña, enderezándose en
no siendo en falta conocida de mi caballo, la silla alegre de su acontescimiento y de
que entonces rae place perdelle juntamente le quedar la lanza sana, que le pareció es-
con las armas, y estar á obidiencia de lo que tremada. Luego salió el rey de Caspia, tam-
me quisieren mandar, con tanto que esta se- bién mancebo y esforzado, en un caballo
ñora quede libre para poder hacer de sí lo que murcillo, armado de armas de encarnado;
quisiere» . Contentos quedaron los príncipes en el escudo en campo negro un ciervo blan-
paganos de tan buena justificación, afirman- co; encontrándose entramos en los escudos,
do que le nacía de la mucha confianza de su le acontesció de la misma manera que á su
persona. En la misma tienda de Albaizar so compañero. Luego salió el rey de Bitina con
escogeron cuatro reyes mancebos que les ca- menos confianza que los passados, armado
yeron por suertes, habiendo otros muchos de las propias colores del rey de Caspia,
que quisieran ser de los del desafío. Estos porque entramos eran conformes en una in-
eran el rey do Bitina. el rey de Trapisonda, tención yvoluntad; encontrando la lanza
el rey de Caspia y el mismo soldán de Per- en el escudo del caballero, con la mucha co-
sia, que sin suerte lo concedieron ser el dicia erró el suyo, mas topándose al passar
cuarto por ser acetador del desafío; los cua- de los cuerpos, fue con tanta fuerza, que el
les en las armas tenían t« nto esfuerzo, que rey, perdido el sentido, vino al suelo; el ca-
puesto que fuera de suertes se hubiera do ballero de la dueña perdió los estribos, mas
escoger, no pudieran ser mejores. En este tornándose á enderezar en la silla, se tornó
tiempo vinieron al campo dellos de la ciudad, á su señora, á la cual pidió perdón de lo que
con seguro de Albaizar, don Duardos, Ro- le sucediera en la tercera justa, prometién-
cindos, Arnedos, Palmerin de Inglaterra, dola do cnmendalla en la cuarta, que Albai-
Dramusiando, por ver aquellas justas. Albai- zar estaba para reventar de enojo, doliéndo-
zar salió fuera de la estancia á caballo, des- lc más la soberbia con que el caballero tra-
armado, con una lanza en las manos, en su taba aquel negocio que el vencimiento de
compañía otros cinco príncipes con un jayán los suyos. El soldán de Persia, que era el
su privado de demasiada grandeza, que vi- postrero y más principal entrollos, assí en
nieron acompañando á los cuatro reyes hasta las armas como en estado, salió en un caba-
el puerto, dejando mandado que «le las cavas llo overo, armado de armas de oro y negro de
afuera no saliesse nenguno, pena de muerte; mucho precio; en el escudo en campo dorado
de allí se hablaron con los de la ciudad tra- la fortuna en su carro, á manera de triunfo.
tándose con palabras muy bien criadas y Albaizar le dio la lanza por ser tan gran per-
bien desviadas de la voluntad que dentro se sona, ylo concertó la visera. Bien vio el ca-
tenían. El caballero de la dueña, como su ballero de la dueña que en el esfuerzo y pa-
natural fuesse orgulloso y poco sufrido, co- recer deste cuarto tenían más confianza los
menzó ádecir en lengua griega que dejas- suyos, y que también según la honrra y cor-
sen las cortesías, pues eran fingidas y poco tesía que Albaizar le hiciera debía de ser de
necessarias; no gastassen el tiempo, que te- mucho merecimiento; esto le dio muy ma-
nía más que hacer; sobre esto arremetió el yor desseo do acertar mejor su encuentro y
caballero, y tornándose á la dueña se apare- enmondar el passado, y antes que saliesse,
jó para justar. «Parécemo, dijo Albaizar, que passando algunas palabras con su señora que
si el caballero es dispuesto, que no le falta nenguno las pudo oir, contento de la res-
350 LIBROS DE CABALLERIAS

puesta, le salió á rescebir al soldán, que de sería por ventura Floriano del Desierto, mu
la otra parte arremetía; los encuentros fue- en la manera de la habla lo dudaban, y te-
ron tan bien dados, que faltando los escudos, nían por cierto no ser él; no tardó mu< bo
haciéndolos pedazos en la fortaleza de las ar- que al campo llegaron cuatro cabal leron ar-
mas, al volver el uno para el otro, el soldán mados ypuestos á punto. Mas el caballero de
le dijo: tParéceme, caballero, que para se la dueña, ó de favorecido della, ó del los #.t
parecer cuál de nosotros tiene más de que se para poco, los derribó todos cuatro en poco
agraviar, debíamos de tornar á justar otra rato, y derribara otros tantos si Almaizar
vez, y por que os veo sin lanza, el señor Al- consintiera que vinieran, antes, afrentado
baizar, por me hacer merced, tendrá por de tan gran quiebra, dijo al caballero, que
bien de nos mandar dar otra». «Sea como pues la fortuna le diera tan buen día, que
quissiéredes, dijo el caballero de la dueña, rejwirase lo que quedaba por passar, que allí
que yo no estoy muy alegre de no os haber podrían venir otros que con pessar se lo tor-
derribado, mas la culpa sea de mi caballo, nassen á robar. «Todavía, dijo él, me queda
que de flaco no puede menearse». «Porque desseo de correr otro par de lanzas con vos,
no os desculpéis con esso, dijo el soldán, yo mas ya que no puede ser, correllas ho con
os doy licencia que toméis otro si quisiér- esse jayán que está junto con vos, si lo tu-
des, y si no le tuviéredes, yo os mandaré viéredes por bien» . «Miré, respondió Albai-
dar uno» . «Soy tan nuevo en esta tierra, res- zar, cuán presto la fortuna so torna á pagar de
pondió él, que no sé á quién pedille, y el la merced que os tiene hoy hecha, que quie-
vuestro no le tomaría de buena voluntad». ra que vos mesmo busquéis el pago y toméis
«No sea assí, dijo Dramusiando, que ahí está venganza de vos mesmo, que está bien cier-
éste en que estoy; es muy bueno, y yo estoy ta en lo que pedís». Entonces, volviéndose al
tan aficionado á vuestras obras, que holgaría jayán, le dijo riendo: «Agora, por amor de
que os sirviéssedes dól» . «Puesto, señor ca- mí, Fraraustante, que cumpláis la voluntad
ballero, que yo noos conozca ni nunca vi, res- á aquel caballero». El jayán besó la roano
pondió él,tomalle he, quo me parece que por la merced, y no tardó mucho que le tru-
viniendo de tal mano y con tal voluntad, no jeron las armas, que eran todas de un acero
puede dejar de aprovecharme» . Entonces, to- negro y liso sin otra cosa ninguna; el yelmo
mando elsuyo, dejó el en que estaba, dicien- y escudo de la misma massa, que al parecer
do al soldán: «Agora, señor, si mal lo hicie- de aquellos señores eran las mejores que
re, no me recibáis ninguna disculpa». Dra- nunca vieron; á la verdad, puesto que el ja-
musiando cabalgó en el otro, que casi no le yán desarmado pareciesse robusto y fuerte,
podía tener; en <*to llegaron las lanzas, y el después de armado lo parecía mucho más, y
soldán tomó una y le envió la otra; ponién- puestos á punto, salieron el uno contra el
dose cada uno á su parte, corrieron la segun- otro, y encontrándose en los escudos, donde
da carrera bien diferente de la pausada, que el eucuontro suyo hizo poco daño, que res-
encontrándose en los escudos, el caballero balando por las armas quedó la lanza sana
de la dueña perdió los estribos y el soldán sin le hacer ningún daño, mas el jayán le
fue al suelo con una herida en los pechos, encontró de tal manera, que faltándole el
tan desacordado, que fue forzado sacalle del escudo rompió la lauza en las armas, hacién-
campo como á sus compañeros. El caballero dole abrazar al cuello del caballo. Deste pri-
de la dueña, volviendo las riendas al caballo, mer encuentro se alegraron poco los que des-
después de enderezarse eu la silla se tornó seaban vitoria, que creían que por fuerza
adonde estaba de antes, y volviéndose á Al- sería vencido segíin era el jayán y la forta-
baizar, le dijo: «Agora que estoy fuera de la leza de sub armas; al caballero también le
obligación y libre de la postura con que es- pareció assí, y pescábale de aconteeelle de-
tas justas se hicieron, digo que si vos, señor lante de tales caballeros; mas dando la vuel-
Albaizar, si diéssedes lanzas y licencia á los ta sobre el jayán, puniendo la espuelas al
vuestros, que justaré hasta la noche, ó en caballo passaron la segunda carrera; el ja-
cuanto este caballo me durare». «Bien veo, yán encontró en el borde del escudo en sos-
respondió Albaizar, que de lo mucho que layo, ádonde quebrando la lanza hizo tomar
confiáis en vos se os torna en soberbia; pés- un revés á su contrario con el cual ai ñas le
same porque el cargo que tongo me quita no sacara de la silla, mas el encuentro del caba-
poder aventurar yo mi persona, mas alguien llero tuvo mejor dicha que el jwissado, que
vendrá que por ventura os quebrante esse encontrándole en lo alto del escudo y resba-
orgullo, que por agora yo doy licencia á to- lando el hierro de la lanza, le metió la pun-
dos» .Don Duardos y los otros tenían en mu- ta por las aberturas de la visera y la rompió
cho la fortaleza del caballero y trataban si con tanta fuerza, que allende de le

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PALMERIN DE INGLATERRA 851

el rostro le trastornó sobre la» ancas del ca- i emperatriz y la reina Flérida esso mesmo;
ballo, yllevando el jayán las riendas en la en toda la corte había mucho placer y ale-
mano tiró tanto, que le hizo enarmonar y gría como de cosa no esperada, que algunos
caer con su señor, tratándole tan mal que le tenían por perdido. Floriano, después que
sin ningún acuerdo le sacaron del campo, el emperador le dejó, besó las manos á la
con harto pesar de Albaizar, que de otra ma- emperatriz su agüela, y á la reina su madre
nera pensó que se partiera la justa. «Agora, y al rey su padre; de ahí fue visitando á los
señor Albaizar, dijo el caballero de la dueña, que era obligado hacer su cortesía. Acabados
si vos lo toviéssedes por bien, me iré á repo- sus cumplimientos, se fue á reposar, porque
sar; y porque me paresee que, según el enojo el trabajo pasado tenía neceesidad de des-
canso.
tendréis de mí, no sería bien hospedado de
vos, quiérome ir con estos señores á reposar
esta noche en la ciudad, que también esta
Cap. LEX. — En que da cuenta de la manera
señora me lo ruega, y mañana acordaré en de la venida de Floriano del Desierto y de
lo que tengo de hacer». «Bien entiendo, otras cosas que sucedieron.
dijo Albaizar, que vuestra voluntad es no
t|iierer nada de mí; mas por lo que vi de Para saber la razón por qué el caballero
vuestras obras y por lo que esta señora me- del Salvaje llegó á tal tiempo, ya atrás se da
rece, la quiero acompañar hasta la ciudad, cuenta de todo lo que halló y descubrió del
que bien sé que yendo ahí el rey Recindos encantamento de donde sacó á su mujer, de
y essotros señore- voy seguro». Mucho se lo lo cual ninguna cosa trajo sino solamente el
tuvieron todos en merced, y el de la dueña vestido de Leonarda que traía vestido el día
por ello le hizo cortesía, y junto de las puertas que justó, porque con aquel quería él que
Albaizar se despidió dél con los suyos, rogan- entrasse en Oostantinopla, teniéndole por el
do primero al de la dueña le quissiera decir más estraño traje del mundo; y puesto que
quién era. «Pedisme tan chica cosa y estoy su intención después que salió de las casas
en tal parte, respondió él, que haría yerro de Melia era andar algunos días por el mun-
en no decíroslo. Yo soy el caballero del Sal- do mostrándole sus obras, sabiendo de Da-
vaje, vuestro principal enemigo; esta soflora liarte la neceesidad en que Costantinopla es-
es la reina de Tracia mi mujer; agora me taba yel cerco que sobre sí tenía, mudando
tenéis en parte que cada día nos veremos y el primer propósito se vino hacia aquella
nos podremos servir el uno al otro». Enton- parte, desseoso do estar presente á los peli-
ces, quitándose el yelmo, le mostró el rostro gros ytrabajos en que sus amigos y parien-
colorado del cansancio, de que Albaizar re- tes estaban puestos, y pareciéndole que en
cibió tan gran pesar, que de turbado no le ninguna manera podía entrar en la cibdad á
respondió, y despidiéndose de la reina y de vista de los enomigos estando dellos cercada,
los otros señores, se tornó tan triste, que tuvo por buen remedio desconoscer y mostrar
por todo aquel día no habló; mas bien dife- que más por servicio de la dueña con que
rente desto iban don Duardos y su compa- venía que por enemistad que á ninguna de
ñía, que de alegres no iban en sí; luego lle- las partes tuviesse había venido aquella
go la nueva al emperador, que como si el parte; entonces, mandando cubrir el escudo
remedio de su salvación le entrara por la del salvaje, como tenía por costumbre en los
puerta, en tanto le tuvo. Este fue el postrero lugares que no quería 6er conoscido, tomó
lia en que la reina de Tracia triunfó de to- el otro, en el cual traía la devisa que ya dije,
das las de su tiempo, porque el amor y cor- que halló colgado en uno de los palacios de
tesía con que la recibieron las princesas de donde Leonarda estaba encantada, que á su
aquella corte parecía demassiado, y allende parescer, por la manera do la devisa, era más
de espantarse de la ver tan hermosa, tenían galano. Desta manera llegó delante de las
su traje por cosa maravillosa, como aquel tiendas de Albaizar, adonde le sucedió lo que
'jiie fuera tejido y obrado por las manos y atrás se dice. Siendo passado todo esto, y re-
el saber de la infanta Melia, para casamien- cogido ála ciudad con mucha alegría y pla-
to do una hija del rey Armato de Persia su cer de toda la corte, no se habló tanto en sus
hermano ('), que tres días antes de las bo- Vitorias como en las maravillas del aposento
llas murió de un acídente súpito, como atrás donde Leonarda estaba metida, del cual con-
w dijo. El emperador no dejaba su nieto; la taban maravillas, y la manera del vestido
con que vino fue tan por estremo mirado,
1')^ eq ai roca el autor del PalmeHn, aquí jr en cnanto la calidad della lo merecía. Floriano,
«l capitulo LI. La infante Melia no era hermana del
después de haber reposado un día ó dos, des-
r*J' Armato, uno hermana de la abuela de eete rey, te-
gua cotuta del cap. CI de Las Sergas de Esplandiá* seoso de se ver con Albaizar en el campo,

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852 LIBROS DE CABALLERIAS

suplicaba al emperador que no se dilatasse mas vean el precio de cada una «le las fortes,
la batalla. Mas días hubiera que ella se hu- y en su querer esté querer dejar que la U-
biera dado si la gente y caballos estuvieran talla [llegue] al cabo 6 no, puesto que bien
para podello hacer, y tenían por cosa cstraña saben que cometen mal partido para sí: y ai
no haber dado los turcos ningún combate, acabada la batalla quedaren tales que puedan
que no parescía cosa justa quien de tan lejos venir á sarao, pide á V. M. que le quiera tenor
y con tal determinación viniera á poner cer- y dalles licencia que vengan á él, y á la señora
co á una cibdad, en el vencimiento de la cual
emperatriz que lo consienta> ('). «PorcierK
estaba la llave del imperio, la quissiesen de- respondió el emperador, pide en esso cosa de
jar en todo su rei>080 y descanso sin trabajar gentil caballero y tiene razón, que sus obras
todo lo posible por la combatir y la llegar á son para tener en mucho en todas partes. Yo
toda necessidad, y á la verdad, aquello juz- estaba determinado en no dejar comenzar las
gábanlo al descuido de los enemigos, y no batallas, porque siempre los de dentro cau-
era assí, por lo que ellos juzgaban por des- san enojo á los que quedan fuera, mas
cuido, era consejo estremado, que bien sabía ¿quién queréis que salga de voluntad á tal
Albaizar y los otros príncipes del ejército príncipe? Decilde que soy contento de enviar
cuánto daño los cercadores rocebían de los
doce caballeros, y que mañana á las dos ho-
cercados, cuando los muros y estancias tie- ras estarán en el campo, y que la emperatriz
nen bien quien los deñenda y ampare; y tendrá sarao, é yo diré á las damas que no
estar ellos perdiendo cada día su gente y al dejen llegar á tal estado la batalla que le*
fin no tomar la ciudad, habiendo dentro tan- quite no venir á él, mas que miren que ven-
tos ytan estremados caballeros que la defen- • gan solos, y si con ellos para ver sus batalla?
derían, no quisieron dar combate por esta vinieran algunos caballeros, que vengan siu
causa, que sabían que con tanta gente como armas, que assí irán de mi casa» . Y hacien-
dentro estaba les faltarían presto los mante- do el escudero su acatamiento, se fue llevan-
nimientos,los
y de fuera comían y gastaban
do respuesta de lo «pie viniera, con la cual
los de la tierra que los propios moradores | el soldán quedó muy alegre. Ijos compañeros
traían por que no los asolasen, y que acaba- comenzaron á aparejar devisas y sobreseña-
dos de gastar, ellos mismos pedirían batalla, les galanas, sabiendo que las damas loe ha-
para la cual los hallarían tan enteros como ¡ bían de ver. Entre los caballeros del empe-
allí llegaron, lo que no hallarían si cada díaj rador hubo algunas differencias, porque cada
se aventuraban á dar combates; de manera j uno quería entrar en aquella batalla. A la fin
que por esta causa la ciudad no era combatí- I se determinó que Floriano, pues por fuerza
da, y parecía que tenían buen consejo, que había de ser el principal dellos, escogiesse
los mantenimientos no podían durar muchos los otros; con esto se assossegaron las passio-
días, y que durassen, ni por esso se había de nes que entrellos había.
dejar de dar la batalla, que los cercadores,
teniendo esperanza on Dios y en su justicia, Cap. LX. — Cómo se hito la batalla de los
que siempre favorece á quien de su parte la
doce por los doce, y las damas la mandaron
tiene. Estando assí las cosas, un día entró
por la ciudad un mensajero del soldán de dejar.
Persia, que luego fue llevado delante del Entre los caballeros del emperador hubo
emperador que comía con la emperatriz; algunos debates sobre este desafío dol soldán,
puesto de rodillas como lo fuera mandado, que cada uno quería tener parte en él. Mas
dijo: cAlto y poderoso príncipe, el soldán de c omo esto fuesse imposible, por ser inuch*
Persia mi señor, con licencia y consenti- y los desafiados pocos, tornaron á confirmar-
miento de Albaizar su capitán y de todo el se en la razón de dejallo en la voluntad de
ejército de los turcos, dice que porque se ha- Floriano, quo como el principal de aquella
lla descontento de lo que en la justa de Flo- empresa escogiesse los que quisiesse, que
riano vuestro ñeto le acontesció, que para fueron: Palmerín su hermano, Flora mán do
deshacer el agravio holgaría de tornarse á Cerdeña. el príncipe Florendos, Graciano.
ver con él, y ha de ser desta manera: que Beroldo, Blandidón, Platir, Pompides, Es-
vuestra majestad consienta que doce caballe- trellante deHungría, don Rosbel, Francián.
ros de vuestra casa de los que más confiare hijo del rey Polendos, don Rosirán de la
y él entrellos, con seguridad de una parte y
de otra, puedan mañana justar y haber bata- (') Esta súplica ridicula hace veri» degeneración
lla con otros doce turcos, do los cuales será de la« tradicionea caHalleresca* en la época del Pah
merin. Así como eu la Dtmandn y en el Trtatán be-
él capitán; que esto sea junto ó frontero de mo» TÍ*to la leyenda ririda y hecha una con la reali-
las ventanas de la emperatriz, porque sus da- dad, aquí ya Ta siendo todo artificioso y falm

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PAtMERlK DE INGLATERRA 853

Bmnda, primero amigo y compañero del mas, dio con él en el suelo con la silla entre
caballero del Salvaje; todos estos caballeros las piernas, perdiendo él ambas estriberas,
salieron armados de rieas armas y sobrevis- cobrándolas luego. El caballero del Salvaje
tas lozanas y de mucho precio, dadas y guar- y el soldán se encontraron de las lanzas, de
necidas de las manos de sus señoras, por- manera que el soldán so abrazó al cuello del
que, puesto que los más fuessen casados, tan caballo, y al passar se toparon de las lanzas
arraigado estaba en ellos el amor del tiem- de suerte, que aturdidos vinieron al suelo
po que las sirvieron, que este nombre les con sus señores. El príncipe Florendos se
parecía mejor que los otros, y aun agora no encontró con Agelao, príncipe de Arfasia ('),
les sabían otros. y dando con él en el suelo, passó adelante; de
Desta manera salieron de la ciudad, acom- los demás de una parte y de otra no hubo
pañados dedon Duardos, de Arnedos y Re- ninguno que quedasse á caballo, salvo Pal-
lindos, del soldán Belagriz y Dramusiando, merín, yPlatir, y Florendos, mas éstos no
que desarmados iban á ver la batalla, con quisieron dejar de acompañar á sus compa-
confianza de los que en ella viniessen conos- ñeros, que saltando de los caballos, con las
eer la fuerza de sus contrarios, que bien sa- espadas en las manos se pusieron á esperar
bían que los más esforzados del ejército se á sus contrarios. El soldán, juntándose con
habían de escoger. Llegando al campo ordo- j el rey de Eutolia, que entre los otros se te-
nado para la batalla, el cual era más cerca nía por más injuriado, le dijo: «Ya que por
de la ciudad que del ejército, que el soldán íalta de los caballos recebimos quiebra, ha-
lo quiso assí porque la emperatriz y sus da- gamos do manera que sin ellos la cobremos> ;
mas la viessen do más cerca, hallaron ya en entonces, juntándose con sus compañeros,
él al mismo soldán con sus compañeros como comenzaron la batalla, en la cual pudieran
señores, que allende de en el precio de las
ganar menos quo en la justa si no les socor-
armas y riqueza dellas parescer bien á las rieran las damas, que el emperador, viendo
damas, había entrellos cuatro príncipes here- que el soldán empezaba á enflaquecer, y co-
deros de reinos poderosos y otros caballeros nocidamente Floriano llevaba lo mejor de él,
de gran precio. La manera de las armas y y el rey de Eutolia trabajaba más por se ampa-
devisas no se escribe aquí; vinieron en su rar de los golpes de Palmerín que hacer daño
compañía desarmados el rey de Ghianan, el con los suyos, \ que también Florendos traía
rey d'Espartia, el rey de Armenia, ol jayán á su contrario á su voluntad, puesto (pie en
Kramustante, con algunos caballeros de mu- ¡ los otros había poca ventaja, ni se conocía
cho precio, aunque pocos. El soldán, desseo- i de una ni de otra parte, antes hacían hermo-
so de se encontrar con el caballero del Sal- I sa batalla, viendo que el precio estaba en los
vaje, por ver si se podía vengar de la quie- ! tres, dijo á la emperatriz que les mandasse
bra que dél recibiera, viéndole estar en me- ce8sar, por que quedassen en disposición de
dio de los suyos, se le puso frontero y junto poder venir al sarao, como se lo rogaron;
consigo el rey de Eutolia, que entre los doce cupo en suerte de los ir á departir la hermo-
era el más señalado y gran justador; como sa Miraguarda, que acompañada con cuatro
ya en la corte le oonociessen por fama y allí damas, y del rey Polendos y del rey Tar-
pareciesse ser él por la devisa del escudo, naes, salió al campo. Por cierto no hubo me-
que era en campo negro una torre de oro, por nester para apartallos ningún ruego suyo,
señal de otra que por fuerza de armas gana- que en viéndola, assí los vitoriosos como los
ra matando á los aguardadores dél, victo- vencidos se apartaron afuera. Miraguarda les
ria que tenía en mucho y que della se pre- agradeció sus cortesía, y acompañada de to-
ciaba. Palmerín se puso en contra, desseoso dos se tornó á la ciudad, traycndola Floron-
de en aquel día mostrar á su señora Polinar- dos por la mano; y á la verdad, puesto que
da cuán constante estaba en el amor con que entre los turcos no hubiesse ninguno que en
siempre la sirviera. A este tiempo el soldán aquella hora no pusiera la vida por servilla,
abajó la visera, el rey do Armenia le dio la sobre todos fue el soldán, que quedó tan ena-
lanza, sus compañeros hicieron lo mismo, y morado dentro en sí, que sin nengnn sentido
estando los de una parte y de otra puestos á la seguía, diciéndole sin él algunas palabras,
punto, al son do una trompeta que Framus- verdaderos test'gos de su desseo, nombrándo-
tante tocó, arremetieron los unos contra los la entrellas Polinarda, creyendo que fuesse
otros con mucha furia, encontrándose con ella, porque como atrás se dice, al tiempo
tanta braveza, que los más dellos fueron al que Barocante y sus compañeros vinieron
suelo. Palmerín de Inglaterra encontró al con la doncella quo trujo la primera emba- •
rey de Eutolia de suerte que, falsándole el
escudo, haciéndole la lanza presa en las ar- (») Más Adelante se le llama «Argelao de Arfada».
uaaoa db caballerías.— 11.— 23

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3M LIBROS DE CABALLERIAS

jada y denunciación desta guerra, entre al- de la que la naturaleza les diera. El soldán,
gunos partidos de paz que cometía, la prin- que hasta allí no quitara los ojos de Mir,.
cipal dellas era que Polinarda oassase con el
soldán de Persia y Florcndos con Armenia guarda pensando que fuesse Polinarda, vien-
do en la manera de los assientos que estala
su hermana, por donde se paresce que en
engañado, porque con ella estaba Florendo»
aquellos días ya por fama estaba enamorado
y con Polinarda Palmerín, tornó á oonoscer
della. Agora, viendo á Miraguarda y pensan- la verdad. Y como el amor estuviesee en Po-
do q\ie fuesse ella, el amor que de antes le linarda de muchos días y la vista puesta en
acompañaba tuvo menos que hacer en él, do Miraguarda, no supo determinar cuál della?
que Palmerín iba más moro que el mismo al presente tenía mas parte en él, que en la
soldán, acordándose de las palabras con que hermosura mal sabía juzgar coál hacía ven-
la enviara á pedir al emperador por mujer; y
taja. Loe otros príncipes turcos que enton-
si entonces hubiera tiempo para satisfacerse ces allí se hallaron, como si ya tuviessen por
del enojo, no lo guardara más lejos, poniendo cierto el desbarato de la ciudad, entre sí es-
en su voluntad en todas las batallas trabajar taban repartiendo aquellas damas, tomando
por toparse con él y quitalle de aquel pensa- cada uno la que mejor les parescía; después
miento. Después de haber entrado en la ciu-
que fueron en el real, se concertaron y con-
dad, llegados á palacio, el soldán y sus com- formaron en las intencioues, que el soldán
pañeros fueron muy bien roscebidos del em- del todo se affirmó en Polinarda y la tomó
perador, Miraguarda
y de la emperatriz, y
de su parte. El rey de Eutolia en Miraguar-
(Jridonia, y Flérida y las otras princesas. Á
da, dejando la princesa Leonarda para Al-
Polinarda tuvo bien que contar, diciéndole
cuán enamorado el soldán era della, riendo baizar, creyendo que la enemistad y mal-
querencia que habia entro él y el caballero
de las palabras que en su nombre le dijera. del Salvaje, quo aquel era su despojo; por
«Vos. señora, reBj>ondió Polinarda, tenéis consiguiente, cada uno nombró la suya. El
tanta fuerza para matar á quien os viere, rey de Caspia, puesto que fuesse mancebo,
que el soldán tiene poca culpa en lo que hizo; tanto se enamoró del parescer de Flérida.
mas la enemistad que de lejos tengo con essa que dejando todas las otras quiso que ésta le
gente, por lo que en otro tiempo envió á pe- cupiesse por suerte. De allí adelante salían
dir, no me deja holgar de oirnsus cosas, por al cam])0 armados de armas de sus colores:
lo cual os ruego que no se hable más en él». algunos en las bordaduras de las ropas y
El emperador llegó á ellas mandándoles que bordes de los escudos traían los nombres de-
se ataviassen para el sarao, juntamente con llas, creyendo que con ellos desbaratarían
Leonarda y las otras princesas, y so fuessen á sus enemigos. El sarao duró gran pieza,
á la huerta de Flérida, que por ser lugar más acompañado de muchos instrumentos, que
fresco, acostumbraba hacer fiesta allí á los 1 como el postrero de todos los passados fue
estranjeros, á donde también la emperatriz mucho más para ver que ninguno. Cosa cla-
tenía mandado aparejar por maravilla, como ra es que quien on aquella corte se crió y
quien adevinaba quo aquel sería ol postrero vio la nobleza de la casa del emperador,
día do su placer. El emperador hizo nssentar viendo que aquel día era el postrero de las
al soldán junto consigo, juntamente con los alegrías en que siempre se ocuparon los mo-
reyes, con toda igualdad. Don Duardos, y
radores dellas, que no les bastaría el áni-
Recindos, y Arnedos, hicieron otro tanto á mo á dissimular tan gran dolor, si del todo
los otros caballeros, de manera que bien co- no fuesse insensible. Acabado el sarao, los
noscieron cuán differento era aquella corte- turcos se despidieron, más enamorados de lo
sía de la que se acostumbraba cntrellos. En- que allí vinieron, enviando el emperador
tre los turcos aquellos en quien el amor tenía muchas hachas hasta ol real con ellos. Mas
poca parte, viendo la caballería de aquella antes que so fuessen aconteció una cosa de
casa, juzgábanla por la mejor do todo el que se debe hacer memoria, y fue que el ja-
mundo. Mas el soldán y los otros que en las yán Framustante, como todo el tiempo que
damas tenían su pensamiento, mucho más allí estuvo y duró el sarao no apartasse loa
hallaban de qué hacer caso, que vían muchas ojos de Arlan za, con la cual estaba [casado j
y muy estremadas, hermosuras y tenían por Dramusiando, inclinándole la voluntad más
poco quien allí gastaba su tiempo ó cautiva- á ella que á otra ninguna persona, tanto le
ba la libertad desbaratar todos Iob peligros desatinó ol amor, que al tiempo del despedir-
del mundo, juzgando que los hechos notables se se le so) taran palabras tan soberbias y des-
y obras de fama inmortal que los caballeros concertadas, queá Dramusiando le fue me-
de aquella casa acostumbraban á hacer, nas- nester ataja! le con otras, de manera que al
cían más de la fuerza de sus amores que no fin dellas quedaron desafiados para otro día,

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PALMER ÍS DE INGLATERRA

mucho contra la voluntad del emperador. sería la batalla. Cada uno echó mano á la es-
Mas Dramu8Íando era tenido por tan tem- pada, que allende do ser cortadoras eran
plado en ana cosas, que en ninguna salía de fuera de la medida de las que se acostum-
lo que debfa, si no era con gran causa. Lue- braban traer; y en las manos de sus dueños
go se dieron sus gajes, assegurándoles el em- parescían mucho más pequeñas, que las me-
perador elcampo de su parte y el soldán do neaban con mucha ligereza, dando golpes
Pereia de hacer assegurar á Albaizar de bu temoro808 y grandes; y porque los caballos,
parte. Con este concierto se despidieron, es- cansados del peso dellos, andaban tan flojos
perando que lo que quedaba por passar de la que no les dejaban Hogar á su voluntad, se
noche se passase para ver tan notable bata- apearon dellos; puesto que hasta entonces la
lla, porque Framii9tante entre los jayanes batalla, por la fortaleza de los golpes, pares-
del ejército de Albaizar era el en que más se ciesse áspera y cruel, de ahí adelante se
confiaba; por esta razón, Albaizar le trataba mostró de otra manera, por poderse mejor
con más amor. llegar; y si Dramusiando, como diestro y li-
gero, se sabía guardar de los golpes de su
enemigo, Framustante no con menos desen-
Cap. LXI. — De la batalla que passó entre
voltura se guardaba de los suyos. Assí que
Dramusiando y el jayán Framustante.
cada uno en aquella hora se ayudaba de su
A otro día, antee de hora de tercia, Dra- saber y fortaleza, andando por mucho espa-
musiando, qne de enojo no pudiera dormir cio hiriéndose á menudo sin en ninguno se
la noche, salió al campo armado de armas conoscer ventaja ni flaqueza, de manera que
muy fuertes sin ninguna cosa por ellas, los escudos con quo se amparaban, puesto
acompañado del emperador Yernao y de don que fuessen muy fuertes, estaban de todo
Duardos y sus hijos, porque dostos fue siem- deshechos, sin haber en ellos cosa con que se
pre tratado y tenido en más veneración que pudiessen cubrir; por esta falta las armas co-
menzaron descubrir
á las carnes. Esta bata-
de ninguna otra persona, caso que general-
mente de todos fuesse muy amado. No tardó lla entre los que destas cosas tenían espe-
riencia les pareció la más notablo que nunca
mucho que de la otra parte vino Framustan-
tc, acompañado de algunos amigos suyos, se vio, que puesto caso que la que Dramu-
siando tuvo con Barocante no le debiesse
vestido de armas ricas y de tanta fortaleza
que le cumplía para tan fuerte enemigo, y nada, por ser Barocante entre los jayanes
como de cuerpo fuesse mucho mayor que • tenido por más temido, todavía Framustante
¡ en la ligereza le hacía mucha ventaja, quo
Dramusiando, y viniesse en un caballo gran-
■ daba cau9a á hacer la vitoria más dudosa.
de y poderoso, mucha esperanza de vitoria
• Mas la ventura de cada uno, que para otra
daba á sus amigos y en los enemigos engen-
• cosa les guardaba, dio causa para que esta
draba algún recelo; que esto tiene el pare-
cer grande, parescer que las obras serán á ; batalla no fuesse adelante, bien contra la vo-
él conformes, y más en las cosas de que se ¡ luntad de entrambos. Porque en aquel mis-
tiene algún recelo, que entonces se cree ! mo instante llegó al real Targiana y la prin-
más aina. Mas los que ya habían esperimen- • cesa Armenia, acompañadas de muchos ca-
tado las fuerzas de Dramusiando, tan gran ! balleros, de los cuales se dice que como hu-
biesse días que Albaizar y el soldán con su
confianza tenían en sus obras, que no les ha-
cía dudar la vitoria. En los desta cuenta en- flota fuessen partidos, Targiana, testificada
traba Albaizar, que sus golpes le mostraron que con toda seguridad tenían assentado su
á tenelle en mucho. Algunas palabras hubo ejército delante los muros de Constantinopla,
de la una parte á la otra, mas fueron pocas, y los defensores della encerrados de manera
que no salían, y allende desto toda la tierra
que las de Dramusiando, como hombro apa- de la redonda en la subjeción de los turcos,
seionado, no sufrieron que las soberbias de
Framustante se ostendiessen á mucho, antes y Targiana de su natural tuesse desseosa de
ver cosas grandes, tocada también del desseo
poniendo las piernas á los caballos se encon- de ver á Albaizar, doterminó de ille á ver,
traron de todas sus fuerzas, de manera que
falsados los escudos se abrazaron á los cue- proveyendo primero on la gobernación de su
llos de los caballos, perdidos los estribos; señorío; entonces, tomando consigo dos mil
como en cada uno hubiesse mucho esfuerzo, caballeros que Albaizar dejara para que la
no les faltó para enderezarse en las sillas, serviessen y la acompaflassen dentro en casa,
tornándolos á cobrar. Por cierto, quien la haciéndolo saber á la princesa Armenia, hi-
braveza de sus encuentros vio, bien le pares- cieron entrambas aquella jornada. Y assí,
acompañadas de muchos caballeros, llegaron
ció que eran diferentes de los que hicieron
otros caballeros, y dellos presumían qué tal al imperio de Costantinopla.
856 LIBK08 DE CABALLERIAS

Cuéntese en la coránica de aquella casa, jo, especialmente entre la gente menuda,


hablando de la virtud de Targiana, que ten- que siempre reciben placer con el alegría de
tó era en su conocimiento de la honrra que sus mayores, y en los graudee porque se les
del emperador rescibió, que cuando se vio en venía á la memoria con cuánto más placer de
su tierra y vio los moradores della apremia- allí adelante harían la guerra, pues había
dos ymaltratados, en muy gran pena podía damas en el campo á quien mostrar sus
oir los clamores dellos. Llegando á viste de obras, y por servillas las harían mucho ma-
los muros de la ciudad, viéndolos cercados y yores que antes, que este sola envidia tenían
los señores della llegados á ten cercana des- á los de la ciudad. El emperador de Alema-
truición, lloró muchas lágrimas, mostrando ña y don Duardos fueron un poco platicando
muy gran sentimiento, como quien con otro en la hermosura y parescer de la princesa
galardón quisiera que se satisñcieran las Armenia, que Targiana alguna cosa estaba
grandes mercedes y amor y cortesía con que menoscabada de la suya. En esto llegaron á
en aquella corte fuera tratada y recibida. la ciudad, á donde hallaron tanto placer do
Llegando al ejército, sabiendo que Dramu- la venida de Targiana, que en el real no po-
siando y Framustente hacían batalla, no qui- día haber más, porque en estremo era amada
so que en el día de su venida hubiesse cosa en aquella casa después que se vio cuán
agradescida había sido do los beneficios que
triste, especialmente porque conoscía á Dra-
musiando y Babia el gran precio de su perso- della rescibió; todo el día se passó en visita-
na, ytambién lo mucho que Albaizar esti- ciones, que allende del emperador y empe-
maba aFramustente. Antes que 6e apeasse, ratriz mandalla visitar, no hubo princesa ni
acompañada de Albaizar , que holgó en es- dama que por su parte no lo hiciesse, y lo
tremo con su venida, y de la prinoe6a Ar- mismo á Armenia por venir en su compañía.
menia, por le mostrar venganza tan de- Mas Targiana, no se contentando con visita-
sseada, yendo también con ellas el soldán y ciones, alcanzó de Albaizar licencia para que
algunos otros reyes, llegaron al campo do la dejasse ir á ver á la emperatriz y sus hi-
batalla. Targiana se metió entrellos, y po- jas. A otro día, acompañada do sus damas,
niendo lamano en el hombro derecho á Dra- que ya para aquel effecto las traía hermosas
musiando, llevando el rostro descubiorto, le y galanas, ella y Armenia vestidas por ma-
dijo: «Bien sería, Dramusiando, que con la ravilla, llevando consigo al soldán y otros
venida de tan gran amiga vuestra como yo reyes que había en el campo, se ñio á la ciu-
se dejasse cualquier enojo» . «Por cierto, so- dad. El emperador, puesto que por su dispo-
ñora, de flaco conoscimiento sería quien an- sición no saliesse de casa, mandándose traer
tes no quissiese quedar vencido y serviros en hombros, salió hasta la puerta á rescebi-
que vencer y hacer lo contrario, cuanto más 11a; allí, tomada entre los brazos, con igual
que en dejar la batalla yo rescibo merced, amor que á sus hijas la tuvo abrazada, di-
que la he con fuerte enemigo» . «Pues yo, ciéndola palabras conformes á la voluntad
respondió Framustente, no recibo ninguna, que le tenia; á cabo desto recibió con mucho
que bien sé qne aunque essas palabras sean amor y cortesía á la princesa Armenia, y al
fingidas, á la fin yo os las hiciera salir ver- soldán y reyes que las acompañaban, y assí
daderas«Agora,
». Framustente, dijo Dramu- platicando con Targiana llegaron á palacio,
siando, deste vez sea servida la señora Tar- adonde á la entrada del aposento de la em-
giana, que después, en tiempo estamos que peratriz lahallaron con toda su familia, de
cada día nos veremos». Albaizar mandó á la cual fue recebida con tente honrra y con
Framustante dejar la batalla. Don Duardos tantas muestras de amor, que en casa del
y el emperador Vernao, que conoscieron á gran turco su padre no pudiera ser más; an-
Targiana, con la otra compañía se llegaron dando por todas las princesas, llegando á Flo-
á ella, salvo el caballero del Salvaje, que rida, preguntando á la princesa Polinarda,
luego se fue á la ciudad por no ser conocido que la tenía por la mano, quién era, después
della y dio las nuevas de su venida. Targia- de sabello se detuvo algún tanto en miralla.
na los rescibió con mucho placer, haciéndo- que puesto que su edad saliesse de los térmi-
los tanto acatamiento como ten altos prínci- nos de la mocedad, tenía muy singular pa-
pes merescían, y preguntándoles por la dis- recer. Después, viendo á Leonarda y á Mi-
posición del emperador y emperatriz y todas raguarda, tuvo bien que mirar y que haber
aquellas princesas sus amigas, se despidie- envidia, allende de la tristeza de ver suelte i
ron ellos della, yéndose para la ciudad, lle- quien pensaba que tenía pressa. Enderezando
vando consigo á Dramusiando, cansado y sin sus palabras á Miraguarda, le dijo: «Agora,
ninguna herida. Targiana se volvió al real, señora, no pongo culpa á Albaizar ni á nin-
donde aquel día hubo mucha fiesta y regoci- guno hacer estremos por vos». En la reina

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PALMERIN DE INGLATERRA 357

Leonarda no tuvo ningunas palabras, por sa- la ciudad, que todas estas cosas son natural
ber que estaba casada con Floriano, á quien de la guerra, cada uno pensar lo mejor de-
mortal mente desamaba. La princesa Arme- lla yrepartir el despojo antes que la fortu-
nia, embarazada de lo que vía, y también del na lo determine.
poco conocimiento que tenía con aquellas se-
ñoras, andaba entrellas como persona que
Cap. LXII.— De la batalla que hubo entre los
traía el juicio turbado. Volviendo Ion ojos de
turcos y cristianos, y de lo que en ella su-
una parte á otra, maravillada de la hermo- cedió.
sura y parecer de algunas, estaba entre Mi-
raguarda y Leonarda, que la acompañaban Algunos días passaron después de la ve-
por honralla, que oran las personas que en nida de Targiana que los de una parte y de
aquella casa mas y mejor parecer tenían. otra se aparejaron para dar batalla. Los
Sus damas y las de Targiana fueron muy cristianos tenían mayor necessidad de hace-
bien habladas de la emperatriz lo poco que 11o, que como ya los bastimentos en la ciu-
allí estuvieron. El emperador estuvo en sil dad comenzassen á faltar, y viessen que Al-
sala platicando con el soldán y sus compañe- baizar saliesse al campo, su gente puesta en
ros en la batalla de Dramusiando y Framns- orden y sus banderas tendidas, movidos de
tante y en otras cosas tan apartadas de su ira y vergüenza, no había quién más quissie-
enemistad, como si no hubiera razón de te- se esperar; todos á una voz clamaban en los
nella. Siendo ya tarde, pidiéronle licencia oídos del emperador y de los capitanes que
para tornarse, pareciéndolo á Targiana muy acabassen de los dessencerrar y mostrar á
chico el día para cuán grande quisiera ella los enemigos sus fuerzas, con las cuales por
que fuera para passalle en la conversación de ventura perderían parte de su orgullo y so-
aquellas señoras sus amigas, de las cuales berbia; sipor voluntad de Priinaleón se hu-
con lágrimas salidas del alma se despidió, bieran de regir, tan desseoso estaba de ver
abrazándolas una á una, desculpándose de la el fin de aquel negocio, que muchos días hu-
guerra, por cnanto se hacía contra su volun- biera que con pérdida de los unos ó de los
tad. Todas las acompañaron hasta el palacio, otros so lo hubiera dado; mas como ya se
á donde el despedirse fue lleno do lágrimas, dijo, como los caballeros del socorro que vi-
que no dio lugar á palabras ni cumplimien- nieran de muchas partes llegassen maltrata-
tos. El emperador las tornó á acompañar has- dos, yla gente de la mar assí mesmo, espe-
ta la salida de la ciudad, á donde se despidió cialmente los del emperador Vernao, que
de todos y de Targiana á la postre, y porque había menos que llegaron, fue necesario da-
ella le quisiera dar algunas disculpas do lles espacio para que se rehicieran y torna-
aquella guerra hacerse contra su voluntad, | sen en sí, y no metellos en tan gran peligro
le fue á la mano, diciendo: «De ninguna cosa, i con las fuerzas desmenuídas; mas como ya
señora Targiana, me pesa tanto como de no I este inconveniente fuesse quitado, y todos
tener edad para poderos servir voluntad tan generalmente desseassen la batalla, un do-
clara y tan verdadera, que en lo demás, las ¡ mingo del mes de abril, día sereno y claro,
cosas des ta calidad son tan dudosas, que sólo muy aparejado para tan señalada cosa, des-
en el fin dellas se sabe quién perdió ó quién pués de haber oído missa, sacaron las ban-
ganó; yo tengo tanta confianza en mi justi- deras al campo por dos puertas de la ciudad,
cia ymucha razón, y en la muy poca que el saliendo los capitanes con su gente con mu-
señor Albaizar tiene para destruir mi tierra, cha ordenanza y alegría. Don Duardos, que
que yo espero en Dios que lo hará como vee como general de todos ponía cada uno en su
que tengo justicia de mi parte. Y vos tam- lugar, repartió la gente de caballo en sus ba-
bién, señora, acordaos desta casa para servi- tallas. La primera dio al soldán Belagriz con
ros della como si fuesse de la vuestra misma, todos los suyos, que eran cinco mil. La se-
que en lo demás aun agora no sé de quién gunda, áRecindos, rey de España, con tres
podéis tener mayor mancilla y dolor» . Con rail, en los cuales entraban dos mil que vi-
aquesto se despidieron, tornándose el empe- nieron de España. La tercera, á Arnedos,
rador ála ciudad y Targiana al real, acom- rey de Francia, con otros tres mil, entrando
pañada de los reyes de Francia y Esj>aña, y los dos mil franceses. La cuarta, Polendos,
del emperador Vernao, y de don Duardos y rey de Tesalia, con tres mil. La quinta, el
muchos caballeros de la corte, que junto con emperador Vernao, con tres mil. La sexta y
el real se despidieron, platicando en la no- última, don Duardos, con cuatro mil. Prima-
bleza de Targiana y parecer de Armenia, de león, desseoso de andar suelto por el campo
las cuales iban algunos caballeros echando á visitar todas las priessas á su voluntad, no
suertes, como hicieron los turcos sobre las de quiso aquel día gobernación de gente ni ca-

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858 LIBROS DE CABALLERIAS

pitanía, quedando con los aventureros, que cipe Argelao de Arfasia. La novena el rey de
eran muchos, on los cuales entraban Belcar, Etolia. La décima y postrera al soldán Al-
el duque Drapos de Normandía, Mavortes, baizar, en cuya compañía y para guarda de
Palmerín de Inglaterra, Florianodol Desier- su persona venían los siete jayanes de su
to, Florendos, Platir, Blandidon, Beroldo ejército; sólo Framustante no iba entrellos,
de España, Floramán do Cerdena, Graciano porque como Dramusiando viniesse en la de-
de Francia, don Rosbel, Belisarte, Onistal- lantera de los cristianos, dessooao de se en-
do, Tenebrot, Francián, Pompides, Dallarte, contrar con él, salió en la primera batalla de
el rey Estrellante. Frísol, Albania de Frisa, los turcos con licencia de Albaizar. De la
Rodamonte, Dragonalte, rey deNavarra, Lui- gente do pie hizo Albaizar cuatro escuadras,
man de Borgoña, Germán de Orliens, Tre- veinte y cinco mil en cada una: todos los
morán, don Rosirán de la Brunda, el gran más caballeros, assí do pie como de caballo,
Dramusiando y Almaurol, con todos los otros quedó en el real para guarda de Targiana y
caballeros mancebos y señalados que en la de la princesa Armenia y de las tiendas y
corte había, los cuales todos juntos se halla- vituallas del ejército. Desta manera estaba
ron al romper en la haz primera del soldán el ejército de una parte y do la otra apareja-
Belagriz, con intención do después de mez- dos para romper; ¿qué lengua, por oratoria
cladas las batallas acudir cada uno á la parte que fuesse, aunque la de Marco Tulio fuesse,
do más era obligado; en la ciudad quedó so- bastaría á contar las maneras de armas [y]
lamente elrey Tarnaes para guarda della, colores de las sobrevistas, que aquellos caba-
con algunos caballeros. La gente de pie en lleros preciados assí de una parte como de
la reguarda, con sus capitanes en buena or- otra sacaron? Por lo cual, aunque no tan por
denanza para socono de los de á caballo, que entero como el caso se requería, no dejaré de
serían oincuenta mil, que los más quedaron poner aquí algunas que sacaron, assí de unos
para defensa de la ciudad. Comenzando los como de otros, comenzando primero por los
capitanes á poner su gente en orden con mu- cristianos, los cuales, algunos de dos en dos,
cha alegría y contentamiento, don Duardos, y otros de tres en tres, [iban] vestidos de unas
armado de ricas armas, con la visera alzada, devisas y colores. Don Duardos, el emperador
corrió y visitó todas las capitanías, assí do Yernao y el soldán Belagriz sacaron armas
pie como do caballo, animándolos con pala- do blanco y negro, con trozos de oro en los
bras alegres acompañadas de esfuerzo y mu- picos, que decían el nombro de las que más
cha esperanza, trayóndoles á la memoria á amaban. Primaleón y el rey Polendos salie-
cada uno sus obras, en especial á aquellos ron de armas blancas sin ninguna galanía;
que las tenían tales que se debiessen recon- en los escudos, on campo blanco, la roca par-
tar, para con ellas los incertar á mayores tida, como Primaleón solía traer siendo man-
hechos; á los que tales no las tenían, les de- cebo, estando enamorado de Gridonia su mu-
cía palabras con quo los acrecentaba el áni- jer. Recindos y Arnedos sacaron armas más
mo, como buen maestro y esforzado capitán; conformes á su edad, más honestas quo ga-
y allende de con ellas los animar, tenía tan lanas, de morado y partido, on los escudos
gran persona y de tanta auetoridad, y era tan en campo pardo leones rapantes. Palmeriu
apacible, que sólo con su presencia parecía do Inglaterra y el príncipe Florendos salie-
que alegraba y animaba los pusilánimes y de ron armados do armas verdes clavadas con
poco esfuerzo; finalmente, en él páresela que oro, en los escudos en campo blanco la for-
estaba cierta la vitoria; después de ha bel los tuna echada de buzos, como aquellos que no
proveído como singular capitán, se recojó á tenían en nada ni encomendaban sus cosas á
su haz, encomendando á Belagriz el primer ellas El rey Floramán do Cerdeña y el ca-
rompimiento. Albaizar no con monos estu- ballero del Salvaje sacaron armas azules sem-
cia y providencia ordenó sus haces, haciendo bradas de abrojos de oro, más galanas do lo
de la gente de caballo diez batallas, cinco que parece que requería á la vida de Flora-
mil on cada una, de las cuales el primero mán; los oscudos traían diferentes, que Flo-
era el soldán de Persia, en cuya compañía ramán traía en campo negro la muerte con
salió el gran Framustante con más do qui- una doncella por la mano, y Floriano, en
nientos aventureros, fuera de la cuenta de cara|K) pardo, aquella su devisa tan temida
los cinco mil, personas de mucha nombradla por el mundo. El gran Dramusiando salió
no menos obras. La segunda haz el roy do solo en un gran caballo rucio rodado, arma-
T rapisonda. La torcera el do Caspia. La
do de hojas de acero d'estremada fortaleza,
cuarta el rey de Armenia. La quinta el rey en el escudo del mosmo acero; y como fuesse
de Gamba. La sexta el rey de Esparta. La grande y trujesse armas tan señaladas, y
séptima el rey de Bitinia. La octava el prín- allende desto bien quisto de todos, fue la

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359
PALMERÍN DE INGLATERRA

persona con que más afición allí se miraba


Cap. LXI1T. — Cómo se dio la primera bata-
y de quien tenían muoha esperanza. Desta lla entre los cristianos y turcos, y de los
manera salieron loe reyes y príncipes y ca- acontecimientos y desaventuras delta.
balleros principales de casa del emperador,
afuera de otros muchos merecedores de hacer Puestas á punto las batallas, no hubo rey
memoria dellos, lo cual no se hace por evitar ni persona señalada que en el primer en-
prolijidad; sólo el rey Tarnaes, por su mucha cuentro no quisiesse ser presente, assí de una
edad y mala disposición, quedó en la guarda parte como de otra, creyendo que en ayunta-
de la ciudad, que de los demás no hubo nin- miento tan famoso y de tanto peligro no ga-
guno que quissiese estar ausente de los pe- naban honrra sino aquellos que en la delan-
ligros de la primera batalla; y porque tam- tera se hallassen, porque ya los segundos y
bién sería hacer agravio á la otra parte no terceros so podían loar con menos gloria; de
decir algo de las armas, se pondrá aquí de lo cual nació algún desconcierto, que fue
algunos los más principales, que de todos se- forzado que algunos señores cuyas capitanías
ría imposible, por ser como eran tantos que habían de salir por orden, las encomenda-
no bastaría decirse. ssen á otros por se hallar en los primeros
Albaizar, soldán de Babilonia, salió arma- encuentros; puostos á punto, con el mayor
do de armas verdes sembradas de esperas en estruendo del inundo, al son de muchas
señal de su victoria, en el escudo en campo trompetas tocadas de cada parte, rompió la
verde una figura de oro de los pechos arriba al primera haz del soldán de Persia, á donde
natural de Targiana, guarnecida de pedrería hubo muy señalados encuentros, que Prima-
de mucho precio, más para ver y estimar que león, encontrándose con el rey de Caspia,
para ponella á los golpes de quien sin ningu- rompiéndole el escudo y las armas le echó
na cortesía la había de tratar; como allende por las ancas del caballo con una pequeña
destoviniesse con el rostro desarmado y fuesse herida en los pechos, perdiendo él los estri-
de muy buen rostro, parecía merecedor de tan bos. Palmerín de Inglaterra hizo lo mismo
gran cargo. El soldán de Persia sacó armas al rey de Eutolia, que entre los turcos era de
verdes y blancas, metidas unas colores por gran precio. Florondos, errado el encuentro,
las otras, con estremos de pedrería hechas á se topó del cuerpo con el rey de Armenia y
manera de P, por ser la primera letra del cayeron los caballos con ellos, siendo luego
nombre de Polinarda, de quien entonces era socorridos, mas el turco quedó tan desacor-
más aficionado que á nenguna otra persona dado, que no pudiéndose tener fue llevado al
del mundo, la cual esperaba que le quedasse real por dos primos suyos que en su guarda
por gualardón de la victoria; en el escudo, traía consigo. Beroldo de España y Floramán
en campo de plata la esporanza con rostro de Cerdefla, con el príncipe Argelao y el rey
alegre, vestida de verde á manera de donce- de Bitina fueron todos al suelo, y por la gran
lla; en la orla del escudo el nombre de Poli- priessa no pudieron tan presto cabalgar. Re-
narda. El rey de Eutolia sacó armas berme- cindos y Arnedos, que también se hallaron
jas y morado, en el escudo en campo rojo un en esta delantera, se encontraron con el rey
toro negro. El rey de Armenia salió armado de Gamba y Espartia; de todos cuatro, Re-
de armas pardas con rosas de oro menudas, cindos solamente quedó á caballo. El soldán
en el escudo en campo pardo el ave Fénix, Belagriz se encontró con el rey de Trapi-
en señal de ser una en el mundo la señora á sonda; quebradas las lanzas, passaron el uno
quien servía. El príncipe Argelao de Arfasia por el otro. El soldán de Persia, que entre
sacó las suyas de la mesma manera del rey, los de su parto quería ser el que mejor mues-
por le ser aficionado y possar con 61. Todos tra hiciesse, puniendo los ojos en el caballe-
los otros caballeros soñalados salieron con ro del Salvaje, arremetiendo el uno al otro
mnj' ricas armas, de las cuales por evitar dándose fuertes encuentros, mas no salieron
prolijidad no se hace mención ('); Framustan- iguales, que el del Salvaje perdiendo un es-
te con los otros siete jayanes del ejército salie- tribo letornó luego á cobrar. El soldán, no pu-
ron de armas resplandecientes, sin ninguna diendo sufrir tan fuerte encuentro, se abrazó
otra pintura, de acero muy fuerte, que como á la cerviz del caballo, y si no le socorrieran,
fuessen tantos y en la grandeza del cuerpo le acabara de perder. Entreestos primeros en-
sobrassen á todos los otros, y los arneses y cuentros elque más fue do ver y de que más
yelmoe resplandecieren de lejos como el sol f*e debe hacer caso fue el de Dramusiando y
las daba, eran bien vistas de sus contrarios. Framustan te, que como ya so dessamasen y
cada uno quissiese mostrar lo que había en
(•) Cerrante» imitó exte capítulo del Palmeri* en él, remetieron con toda fuerza, y no pren-
el 18." de 1» primer» parte del Qtúxote. diendo las lanzas en los escudos, se encon-

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3C0 LIBROS DE CABALLERIAS

traron como dos torres y todos cuatro vinie- más tierra de la que primero perdieron. Al
ron al suelo; y puestos á pie, entre toda la romper de la segunda batalla, á esta hora
gente comenzaron hacer bu batalla temerosa hacia la mano izquierda parecía que estaba
y cruel. Todos los otros caballeros se encon- todo el pe8so de la batalla, y era la razón
traron con los de la otra parte, de los cuales que Framustante y Dramusiando hacían alli
no se escribe particularmente; basta que su batalla á pie, y quebrándosele á Dramu-
cuantos principes había en la corte se halla- siando laespada, arremetió á brazos con Fra-
ron en este primer encuentro; solamente don mustante, cada
y una parte jior socorrer á
Duardos y el principe Vernao y el rey Po- los suyos estaban á pie más de deciento*
lendos, que puesto que mucho lo dessearon, caballeros, por Framustante ser muy queri-
por no hacer mengua del orden quedaron en do de Albaizar, y Dramusiando amado y que-
sus lugares; con ellos el jayán Alinaurol, que rido de todos, y en perdellos se perdía mu-
también por ver que de la otra parte nengún cho. Primaleón, Uamando á Palmerín, le
jayán era en aq\iel primer encuentro, si no dijo: cSocorramos á Dramusiando, que de
fue Framustante, al cual Dramusiando espe- mala voluntad tornaría á la ciudad si él que-
raba, no quiso hallarse en ella, y quedó en dasse acá». Y en diciendo estas palabras,
la compañía de don Duardos; rompidas las rompiendo por entre la gente, con la forta-
lanzas, de las cuales algunos quedaron muer- leza de sus golpes llegaron á Dramusiando.
tos yotros á pie, puniendo mano á las espa- á donde ya hallaron á pie al caballero del
das, comenzaron las más crueles batallas del Salvaje, y á Florendos, Platir, Pompides,
mundo, que de cada parte había caballeros Daliarte, Mayortes, Frísol, Blandidón, Bel-
estremados; los capitanes, passados los pri- car y sus hijos, con más de otros veinte ca-
meros encuentros, so tornaron á sus haces balleros de los principales. De la otra parte
por no causar desorden. Argelao y el rey de el soldán de Persia, que en todos los peli-
Bitina, que á pie hacían su batalla con el rey gros se quería hallar, entre los suyos tam-
Floramán de Cerdefla y Beroldo de Esparta, bién estaba á pie, y con él el rey de Trapison-
fueron socorridos del soldán de Persia, que da y más de otros cien caballeros de mucho
como singular capitán proveía á todas las precio. Primaleón, puesto que había menes-
cosas de sus amigos, que dio causa ser allí la ter otro reposo, no le sufría el corazón dejar
fuerza de la batalla, que cada uno por soco- de estar entre sus amigos, puesto también á
rrer los suyos hacía maravillas; mas como pie con Palmerín, que en todo le seguía
la gente de Belagriz fuesse tanta como la del como á padre de su señora, de manera que
soldán y en el esfuerzo les hiciessen ventaja, puso casi todas las batallas en riesgo; por-
hicieron tanto en armas, que los enemigos que como supiese que Primaleón por su vo-
comenzaron á perder del campo, y Argelao luntad peleaba á pie, no hobo nenguno í
y el rey de Bitina quedar sin ningún soco- quien le pareciesse lícito estar á caballo: «1*
rro, de manera que si la segunda batalla del la otra parte se hacía lo mismo, porque
rey de Trapisonda no socorriera, fueran también el soldán de Persia se apeara por
muertos por manos de Floramán y Beroldo. socorrer á Framustante; en verdad que las
El soldán de Persia, que en aquel día ganó obras y caballerías que allí se hicieron po-
mucha honrra entro todos los de su parte, drían poner en olvido todas las cosas pasta-
viendo que por fuerza ni ruegos no podía de- das dignas de fama, porque Dramusiando y
tener los suyos, daba voces al rey de Trapi- Framustante, trabados á brazos, se herían
sonda que le socorrio8se, el cual lo hizo con con los pufios do las espadas, mas estaban
tanto ímpetu, que sin ninguna resistencia tan cansados que con los goljxjs no se hacían
tornaron á ganar todo lo que habían perdido mucho daño; en Dramusiando parecía haber
del campo y sacar de la prissa al rey Ar- alguna cosa de más alionto, por ser más suel-
gelao. Quien á este tiempo mirara á Prima- to, que esta virtud tenía más que nengún
león, bien le pareciera que como principal hombre do su manera. Primaleón, assiéndo-
de aquel negocio en la mayor priessa se me- se á brazos con el rey de Trapisonda, tanta
tía, y con la espada tinta en sangre y las ar- gente cargó sobrellos, que por fuerza los hi-
mas assí mismo rompió por entre] los con cieron apartar. Lo mesmo acontesció á Pal-
tanta braveza, que todos le hacían camino, merín con el soldán de Persia. El caballero
y solo con su persona, á pessar de los enemi- del Salvaje mató dos caballeros que por de-
gos, hizo cobrar caballos á Floramán y á Be- trás herían á Dramusiando. Floreados y los
roldo, saliendo ellos tan mal tratados, que demás no estaban holgando que por fuerza
les fue forzado salirse de la batalla, y con no ganassen mucha parte del campo; entro
su valentía y esfuerzo, y con ayuda de Pal- los cuales el buen viejo Mayortes se señala-
merln y Floriano, se sostuvieron sin perder ba mucho, metiéndose tan sin concierto en U

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PALMERÍN DE INGLATERRA 361

fuerza de sus enemigos, de manera «jue los á donde en poco rato fueron juntas muchas,
suyos no le podían socorrer, el cual, cercado como que en el emperador esperaban hallar
dellos, después de por sus manos haber muer- remedio y amparo, cuando los del campo les
to muchos dellos, herido de muchas heridas faltassen. El rey Tarnaes quisiera impedir
cayó entrellos, adonde antes de un hora fue aquel ayuntamiento, mas nunca pudo, que
muerto. Floriano, que fue el primero que á el pueblo desordenado es muy malo de go-
él llegó, no pudiendo dissimular tan gran bernar. El emperador, como ya la edad lo
dolor, con los ojos llenos de lágrimas comen- desmamparase las fuerzas y el juicio, y al-
zó á hacer de nuevo obras muy notables. Pu- gún tanto le acompañase el recelo, no suplía
blicada lanueva de la muerte del gran Can, en aquellas afrentas según su costumbre,
no hobo persona á quien en estremo no le antes con ánimo más de mujer que de varón
pessase, que allende de ser singular príncipe esforzado, resistía á aquellos temores. Tar-
y esforzado capitán, su conversación mere- giana, Armenia y sus damas, no con monos
cía dar pena á quien la perdía; mas como el miedo recebían en sí el temor que el ruido
dolor deste mal hiciesse mayor impressión de las armas causaba; los aguardadores de
en Dirden su hijo que en otro alguno, lo sin- los príncipes de tal manera los trató aquel
tió tanto, que sin más consideración ni te- día la fortuna, que no se hallaba en ellos al-
mor de la muerte se metió entre sus enemi- gún concierto; cada uno tenía harto que ha-
gos, haciendo obras como hijo de tal padre, cer en mirar por sí. Don Duardos, capitán
matando y hiriendo muchos, gastando tanto general de los cristianos, como viniesse de
espacio en esto, que de puro cansancio ó de refresco, desseoso de mostrar sus obras, an-
dolor de ver á su padre muerto de tantas tes que quebrasse la lanza derribó tres ca-
heridas, cayó junto con él, á donde á poca balleros; después, con la espada en la mano
de hora fue muerto. Llegadas estas nuevas á hacía camino por entre los enemigos. Albai-
don Duardos, que no con poca pena las reci- zar, que traía el mismo desseo, se hizo tanto
bió por la antigua amistad que con Mayortes señalar entre los suyos, que en ninguno se
tenía, tiniendo que el combatirse á pie daría tenía más confianza; que do cada una de las
causa á muchas muertes y desaventuras, partes habría tanto que decir si de cada ca-
mandó romper todas las batallas, con lo cual ballero soquissiese hacer relación, que sería
socorrió los suyos, y apartar á Dramusiando comenzar cosa á que no se pudiesse dar fin.
y Framustante antes que Albaizar mandasse La batalla estuvo assí grande espacio en
hacer lo mismo. Mas esto no se hizo tanto á pesso sin se hallar mejora á ninguna de las
su salvo que Palmerín no matasse por su partes. Mas como la multitud de la gente
mano al rey de Trapisonda, en compañía de contraria acometiessen con ímpetu, y entre-
algunos que se le quisieron defender, que llos de refresco entrassen siete jayanes do
Florendo8 y otros caballeros les dieran la maravillosa grandeza, comenzaron los cris-
mesma pena; Dramusiando y Framustante tianos áperder el campo. El jayán Almaurol ,
quedaron tales, que no tornaron ála batalla, que hasta allí entendiera en guardar á Re-
antes llevados el uno á la ciudad y el otro al cindos su señor, viendo quo contra él con
real, fueron curados conforme ála necessidad una maza de muchas púas se venía el jayán
que dello tenían; rompidas las batallas de Dramorán, al cual la más de la gente hacía
una parte y de otra, algunos que entraron en camino, se le puso delante. El rey Recindos,
la primera haz se quitaron á fuera por co- que le quiso pagar su lealtad con ayudallo
brar aliento, no siendo ninguno dellos Pri- según siempre acostumbrara, vio que de la
maleón ni Palmerín, ni los de aquella casa, otra parte venía otro jayán en favor de Dra-
que en sus obras parecía que no nacieron morán; como su ánimo no fuesse acostum-
para cansarse; el romper de las lanzas, el brado de recelar alguna afrenta, recibiólo
rajar de los escudos, sus golpes sonaban tan acompañado de su esfuerzo. El rey Recindos,
lejos y con tan gran estruondo, que parecía como fuesse ya viejo cansado y perdida la
que allí se asolasse el mundo. La empera- costumbre de semejantes casos, faltándole
triz, con todas las damas, viendo tan grande socorro, fue tan cargado de los golpes de
crueldad, tan cierta perdición, acordándose Trafamor, que assí había nombre el jayán,
lo que en aquella batalla aventuraban, se re- que herido de los filos de su espada hasta lo
cogeron á sus aposentos; allí, dando muchos intrínseco de sus entrañas, cayó á sus pies
gemidos, parecíaque su destruición era llega- muerto, dando fin á la vida en lo que siem-
da. Llegando á oídos estos gritos de los de la pre desseó; á este tiempo el gran Palmerín
ciudad, las dueñas y señoras de mayor aucto- de Inglaterra llegó aquella parte cansado y
ridad, puestas en cabello, las faces corriendo con harto trabajo de lo mucho que había he-
sangre, salían por las calles hasta el palacio, cho, cubierto de sangre assí suya como de

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362 LIBROS DE CABALLERIAS

sus enemigos; el cual, viendo ten gran pér- aquella afrente; con tente voluntad iban tras
dida y ten gran desventura, arremetió á él, que no parecía que ninguno con el traba-
Trafamor combatiéndose por alguna parte, jo le faiteasen las fuerzas; entre los que mi*
mas al fin, no habiendo quien los apartasse, se señalaban era Florendos, en el qu© ya no
Trafamor pagó la muerte de Recíñelos, que- había armas ni aun tampoco escudo, que
dando Palmerín tal que le fue forzado salir- todo se lo deshiciera 1* #ran braveza de
se de la batalla, y por mandado de Prima- aquellos mortales enemigos, andando con
león le llevaron á la ciudad, á donde estuvo muchas heridas; mas el gran dolor de lo que
desacordado de flaqueza y falta de la mucha vía le hacía no sentir el dolor que ellas le
sangre q .e lo saliera. Almaurol y Dramorán daban. Por cierto, aquella batalla se puedo
fueron apartados por fuerza, y luego se sonó llamar la más mala y más desaveuturada
la muerte de Recindos, rey de España; entre que la fortuna entonces pudo ordenar, por-
los muchos que la sintieron, Arnedos, rey de que allende de tantas muertes de tan seña-
Francia, su primo y singular amigo, quedó lados príncipes y esforzados caballeros, na-
tal del dolor, que tiniendo en poco la vida, cía della otra manera de tristeza, no acos-
como quien no la desseaba, con todo descon- tumbrada enteles tiempos: que por una par-
cierto se metió entre los enemigos, á donde te viérades entrar los hijoe de Belcar, don
dio fin á su vida con muchas heridas; junta- Rosbel y Bolisarte, rompiendo por los ene-
mente con él Onistaldo, hijo de Recindos, al migos, preguntando por su padre, peleando
cual también la pérdida de su padre hizo tam- sin ningún concierto ni orden; por otra
bién buscar la muerte más presto de lo que Francián, hijo del rey Polendos, ñamando
su bondad requería. La grandíssima tristeza por el suyo; entonces, como fnessen tan 6e
que el dolor des tas nuevas causó en Prima- naladas personas, tan parientes del empera-
león y en don Duardos, y en los otros prín- dor, cada uno les acompañaba y seguía:
cipes, les quebró los ánimos de manera, que allende desto. con sollozos y lágrimas se ha-
como desesperados pelearon y como hombres cía la batalla. Beroldo, llegando á donde el
tristes no se contentaban con cosa que hicies- rey Recindos su padre estaba, allí halló al
sen. El caballero del Salvaje, en cuyo es- jayán Almaurol con el yelmo perdido, el
cudo no había ya devisa ni señal de las colo- rostro descubierto, la cabeza desgreñada, los
res que en él hobiesse, topándose con el jayán ojos envueltos en sangre y lágrimas por la
Dramorán, que de las manos de Almaurol muerte de su natural señor, la faz feroz y
andaba señalado, satisfizo en él su ira, que espantosa, tal que con olla ponía temor. La
con mucho golpes dados á su voluntad le espada tomada con entramas manos, y assí
mató, no quedando tan salvo que pudiesse juntándose con él, con sospiros muy fuertes
hacer más armas. Aquel día Belagriz y el
que sonaban muy lejos, peleaba valerosa-
rey Polendos, que no eran de los que menos mente, tiniendo siete ó ocho caballeros muer-
obras tenían hechas, andando algún tanto tos ásus pies, con intención de en aquel mis-
desviados de donde les pudiesse venir soco- mo lugar dar sepultura á su mismo cuerpo
rro, cercados de más de cien caballeros de la en señal del mucho amor, fe y lealtad que
gente del rey de Eutolia, puesto que en ellos siempre le tuviera; mas ¿qué aprovecha, que
hiciessen mucho daño, en fin pagaron la deu- ya estaba en el postrero fin de su vida, que
da á que todos somos obligados. Con tanto tenía muchas heridas y muy peligrosas y la
dolor sonaban estas muertes en los oídos de passión no se las dejaba sentir y se sostenía
sus valedores, que todos peleaban como hom- con ellas? El príncipe Beroldo, mostrando
bres que pensaban morir. ímpetu contra los enemigos, no halló la re-
A este tiempo el principe Be roldo de Espa- sistencia tan flaca que pudiesse romper mu-
ña, tornando de nuevo á la batalla, oyendo cho por ellos, antes si en la misma hora no
decir la muerte de su padre y de Onistaldo les socorriera el emperador Vernao, Prima-
su hermano, perdido el juicio natural, como león, Florendos y Blandidón, allí diera fin»
cosa bestial sin ninguna razón ni miodo se su desseo, que era dar fin juntamente con su
metió en la fuerza do la batalla, haciendo padre. Primaleón trabajó todo cuanto pudo
muchas maravillas entre sus enemigos con por sacar de la batalla á Almaurol, por verle
desseo de llegar á donde su padre estaba y sin yelmo, las otras armas rotas y desiieda-
allí dar fin á su vida juntamente con la de zadas y á él con muchas heridas, mas su
su hermano, por que no le quedasse tan fieldad fue de tan grande constancia que
grande dolor. Floramán le seguía, haciendo nunca con 61 se pudo acabar; allí se creció
también obras de mucha fama y dignas de gran número de enemigos, que el soldán de
memoria; como Beroldo fuesse bien quisto Persia, que había gran rato que se saliera de
de todos, mucho trabajaron de ser con él en la batalla rx>r descansar, entró de nuevo ea

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PALME RIN DE INGLATERRA 863

ella con gente holgada, y oyendo decir los he- el camino halló más embarazo que le hizo de-
chos de Almaurol y el estrago que hacía, acu- tener, yfue que el emperador Vernao su cu-
dió hacia aquella parte. Quien entonces viera ñado, yPolinardo su hermano, cercados de
las obras de Primaleón y Florendos su hijo, gran multitud de turcos peleaban á pie, que
poco tuviera que contar de otras algunas, todo el rey de Bitina matara el caballo al empe-
por defender á Almaurol, que estaba con la rador yal caer le tomó una pierna que se la
cabeza dessarmada; cosa piadosa era ver á Al- hizo pedazos, y con la otra rodilla en el sue-
maurol querer morir de su propia voluntad, y lo se defendía, mas Polinardo le defendía tan
do haber quien desta intención le apartasse; valientemente, que sólo en su esfuerzo se
eutre la gente del soldán vino el jayán Gro- sostenía la vida de su hermano. Gran piedad
mato, estremado en fortaleza;, paseando por era ver al emperador en tal estado y tan lle-
»us enemigos con la fuerza de su brazo, Ile- gado á la muerte, que era muy singular
so á donde Almaurol estaba, al cual todos príncipe y caballero. Primaleón, traspassado
temían; mas el esforzado Florendos se le puso de dolor y tristeza, comenzó á sentir la des-
delante por le resistir, y allí le matara se- aventura de Costantinopla, á la cual la vía
gún estaba mal tratado y desamparado de sus muy llagada, y no tuvo tanto fuerza su robusto
armas, si el mismo Almaurol, antes que Oro- corazón que dello no le saltassen muchas lá-
mato pudiesse dar golpe, viniera con él á grimas, ycomoquien antes quería morir que
brazos, á donde vino muoha gente de una ver tantas muertes, remetió á sus enemigos,
parte y de otra, cada uno por socorrer á los dando tantos golpes y toles, que no había
suyos; á la fin, como la fortuna de Almaurol quien se le pusiesse delante; Florendos y
tuviesse cumplido su término, dio fin á sus Floramán le iban siguiendo, algún tanto más
días por manos de Gromato, al cual Beroldo flojos, que Florendos, como tengo dicho, no
cargó de tantos golpes, que entramos á un tenía armas ni escudo, y como en todo el día
tiempo cayeron muertos; por aquella parte no dejaba la batalla, estaba que no podía va-
se comenzó luego á ganar campo, porque lerse; Floramán. juntándose con el rey de
como el soldán de Persia se saliera de la ba- Bitina, tuvieron por gran pieza una cruel
talla por causa de una herida que ienía en batalla, en el fin de la cual el rey de Bitina
la garganta que le ahogaba, por lo cual tuvo perdió la vida, y Floramán fue de la batalla
lugar el soldán Belagriz para mandar sacar por ruego de Primaleón; como por aquella
•leí campo al rey Kecindos y á Onistaldo su parte los turcos, perdido su capitán, comen-
hijo, siguiéndolos Beroldo, que ya no estaba zassen á enflaquecer, tuvo Primaleón lugar
en estado para poder hacer más batalla. Pri- de hacer cabalgar á Polinardo; mas el empe-
maleón andaba por todas partes, con sus rador Vernao no estaba tal que por alguna
grandes fuerzas resistía, con los ojos velaba, vía le pudiesse sacar del campo, que fue
y vio que de la otra parte hacia donde don causa aventurarse toda la gente á total des-
Duardos peleaba se iba en gran manera per- truición, porque viniendo el rey de Armenia
diendo mucha parte del campo por causa que con cuatro mil caballeros, tornó á cobrar lo
Albaizar entrara allí acompañado de tres ja- perdido, siendo menester forzadamente Pri-
vanés, que como ya los hallasse á todos des- maleón ponerse á pie para acompañar al em-
trozados mal
y tratados, podía aprovecharse perador sucuñado, y con él más de docien-
mejor dellos. Mas don Duardos hacía tales tos caballeros, de los cuales como muy ami-
obras, que en virtud de su esfuerzo se soste- gos yverdaderos vassallos murieron muchos
nía el campo alguna cosa más, con ayuda de dellos, entre los cuales fueron: Ascanol, Lis-
Pompides y Daliarte sus hijos; Platir, que banel, Brandamor, Radiarte, Bramarin, Ar-
con las armas hechas pedazos andaba siem- güíante, Rugeraldo, Almadar, Albaris, y los
pre ofreciéndose en los mayores peligros, y más dellos españoles, que la muerte de su
con Basiliardo, Frísol, Germán de Orliens, rey les hacía tener en muy poco las vidas y
Luymán de Borgoña, Roramonte, Albanís de ponellas en todo riesgo y peligro que les vi-
Frisa, Dragonalte, don Rosirán do la Brun- niesse; no fue e6to tan á su salvo de sus con-
da, Tremorán, Tenebrot, don Rosbol, Beli- trarios, que el rey de Armenia, con más de
sarto y otros muchos, mas tan acostados del quinientos de su parte, no muriessen allí.
Al emperador Vernao no le valió tanto la
trabajo y de las muchas* heridas, que no po-
dían resistir tonto que Albaizar no ganasse gran defensa que de su parte tuvo, que al fin,
mncha tierra. de la mucha sangre que allí había perdido,
Primaleón, dejando en aquella parte al no diesse fin y cabo a sus postrimeros días;
soldán Belagriz y á Blandidón, fue hacia la y ya que fue muerto fue sacado de campo
otra hacia donde don Duardos andaba, llevan- con gran tristeza y ilovado á la ciudad, á
do consigo á Florendos y á Floramán; mas en donde toda andaba revuelta en grandes llan-

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364 LIBROS DE CABALLERIAS

tos y lloros y desventuras. Él esforzado don de Cerdeña, con otros tantos. La tercera el
Duardos se halló solo con el soldán Albaizar, rey Estrellante, con la misma copia. La
y assí le detuvo hasta que Pompides y Pla- cuarta Albanis de Frisa con dos mil. La
tir con todos los otros caballeros pudieron
quinta D ra pos con dos mil. La sexta y últi-
mej orearse y retraer aquellos grandes ene- ma don Duardos, con toda la otra gente. Al
migos suyos. Albaizar feneciera á las manos soldán Belagriz fue dado cargo que con sn
de don Duardos si los jayanes, que siempre gente fuesse sobresaliente, socorriesse de to-
le seguían, no le defendieran; mas eran tan das las partes donde le pareciesse que en
cargados y habían trabajado tanto, que ya menester; cosa para ver muy notable fue \x
no se podían menear. Y en este tiempo, por manera del salir destos caballeros de la cin-
ser ya tarde, de cada parte se tocaron las dad al campo, que todos generalmente, en
trompetas para que se recógese n, yendo cada señal de la muerte del emperador y de lo*
uno á su capitanía. Quien entonces viera á otros grandes señores, se armaron de armas
don Duardos, bien le pareciera merecedor de negras y las devisas de la misma color, cosa
tanto señorío, que con tanto acuerdo y segu- que allende de tener el parescer triste, en 1*
ridad recogía á los suyos y lo proveía todo, corazones de quien las llevaba ó las vía en-
como si en los trabajos passados no hubiera gendraba lamisma tristeza; para que del
hecho nada, trayendo las armas despedaza- todo entrellos no hubiesse nenguno que pti-
das, tenidas en sangre, y él con muchas he- dieese parecer alegre, cubrieron los caballo*
ridas. Belagriz y Primaleón también reco- de luto. Verdaderamente poca esperanza
gían la gente, á donde, después de aparta- podía tener en semejantes señales; entrello
dos, los unos se fueron á la ciudad y los no había trompeta ni otro instrumento de lo>-
otros á su real.
que en la guerra se acostumbraban para ale-
grías yesforzar los ánimos de los guerreros:
toda manera de tristeza parece que buscaron
Cap. LXIV. — De lo que se hizo antes que se
diesse la segunda batalla, y de los grandes para aquel día, y las cosas alegres apartaros
acontecimientos que hubo en la ciudad, y de sí como cosa escusada, que á la manen
de la muerte del emperador Palmerín. do su intención no convenía; entrellos mis-
mos atraían muy gran tristeza, y á los de-
Acabados de apartarse los capitanes con su lejos mucho espanto; que si miraban hacia
gente, por consontimiento de Albaizar y Pri- ellos, parecía gran multitud de gente casi
maleón, sacaron del campo los príncipes amortajada y que tenían el parecer mortal,
muertos para que los diessen so pol turas, á cubiertos de negro color, entre las otras te-
los cuales so les dieron como sus personas nida por más triste y espantosa, sin ninguna
merecían; de los llantos y sentimiento que seña ni devisa galana como en tales tiempos
en la ciudad hubo, dójolo al buen entendi- se suele traer, las viseras bajadas, porque en
miento del lector, por no ser prolijo en esta los rostros de cada uno no se pudiesse pare-
historia; no digo más sino que fue tanto, que cer alguna señal diferente de sus atavio*,
hizo tanta imprissión en el emperador Pal- que daba causa á mucho mayor espanto y
merín, que fue causa de su postrero fin. Y el parecer unas sombras mortales y no cosa
ave encantada dio tres voces, las más dolo- humana; derramáronse por el campo sin nin-
rosas que los hombres oyeron, y assí muerto gún ruido ni alboroto, porque en el sosiego
el emperador Palmerín, hechas sus obse- y orden con que caminaban parecían no ser
quias con imperial solemnidad, assí mesmo hombres. Las batallas de pie, por el consi-
las del emperador de Alemana y de los otros guiente, salieron de la misma manera y do
reyes, pocos días pasearon que no se dio la la misma librea negra y triste, de la misma
segunda batalla, que como los heridos ya color teñidas las astas de las lanzas, sin
ostuviessen en disposición para cualquiera atambor ni pífano que los alborotasse ni le*
afrenta, y todos generalmente [con deseo] de pusiesse compás en el caminar, siguiéndole
se ver en ella, determinaron salir al campo, por la ordenanza de sus capitanes, y á ést»
porque los enemigos, según el parecer de los seguían sin apartarse nenguna cosa; en esto
otros días, pedían batalla. La primera cosa que se puede ver cuánto es de tener en much-
en la ciudad so ordenó fue la guarda della, la un príncipe virtuoso amigo de su pueblo
cual se encomendó al rey Tarnaes de Lacede- como fue el emperador Palmerín, en h
raonia y al sabio Daliarte, con quinientos caba- muerte del cual se mostró tan nuevo estre-
lleros ycuatro mil de á pie; la otra gente se mo de sentimiento, lo cual no se hiciera si
repartió en seis haces, como el primer día. viviendo no lo mereciera por buenas obras í
La primera tomó Primaleón, con dos mil y sus vassallos y amigos, de lo cual mucho?
quinientos caballeros. La segunda Floramán deben tomar ejemplo para saberte gobernar

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365
PALMERIN BE INGLATERRA

en esta vida, de manera que en la muerte se manchadas de sangre, cosa también piadosa
sienta la falta de sus personas y no placer de para ver, si se permitiesse que alguno de los
habellos perdido. auctores de su mal hubiesse de haber duelo;
Grande admiración puso en loe turcos el pa- por c:erto todo era para notar, que de la una
recer de sus enemigos, y mucho más los temie- parte le parecía todo tristeza y de la otra
ron que antes, que bien vían que hombres que todo sangre y desaventura, y los ánimos
en figura mortal salían en la batalla como hom- aparejados para más mal. Puestas las bata»
bres que no tenían esperanza de la vida, que- Has á punto, Primaleón de nuestra parte
rían pelear, y creían que hombres que tan gran tuvo la delantera, acompañándole Palmerín
sentimiento mostraban por la muerte de sus de Inglaterra su yerno, Floriano del Desier-
amigos ('), hasta morir y acompañallos, traba- to, Florendos, Platir, Pompides, Blandidón,
jarían por la venganza dellos. Albaizar, que don Rosbel, Belisarte, Dragona 1 te, rey de
todo esto le passaba porla memoria y fantasía, Navarra, con todos los caballeros mancebos
conocía el peligro de los suyos y el temor que y famosos de la corte; junto con ellos el gran
los acompañaba; como singularyesforzadoca- Dramusiando, en el cual mucho más que en
pitán comenzó á esforzallos y an ¡mallos con otro parecía señal de tristeza. De la parto
palabras alegres y llenas de mucha confian- contraria tuvo la delantera el rey de Euto-
za, porque por falta dolías no perdiesse el lia, en compañía del cual salieron los caba-
premio y galardón de la victoria que se les lleros notables del ejército para hallarse en
ofrecía, porque aquellas coberturas tristes, la primera afrenta; junto con ellos el jayán
de las cuales Costantinopla estaba cercada, Framustante, desseoso de encontrar con Dra-
no era sino cierta sefial y prodigio de se en- musiando, por la enemistad que ya entra-
tregar áellos, que eran sus cercadores; y mos había; al tiempo del rom¡>er de las ba-
pues que en ellos ven su flaqueza [y que] es- tallas, esperando los cristianos por la señal
taba [para] perderse todo, les viniesse á la me- que los turcos harían con sus instrumentos,
moria que aquellosque tenían delante eran sus sucedió un caso, que por más de dos horas
enemigos, con los que el día passado pelearon, se detuvieron contra voluntad de entramas
cuyas fuerzas habían ya esperi mentado, siendo
en número menos que la otra vez, entre los partes.
Ya se dijo cómo para guarda do la ciudad
cuales falta el favor y ayuda de muy singu- quedara el rey Tarnaes de Lacedemonia y
lares capitanes que en la primera batalla el sabio Daliarte. Escríbense en las corónicas
murieron: allende desto les trujo á la memo- antiguas do los emperadores do Grecia, do
ria que aquella guerra se hacía en venganza donde esto fue sacado, que este sabio, como
de la sangre de sus agüelos, que delante de allende de su ciencia tuviesse un espíritu casi
los muros de aquella ciudad delante de la profético, alcanzó que la final destruición de
cual fuesse derramada estaba clamando, lo Costantinopla era llegada, y que Primaleón
cual se había de vengar con los pobladores y con todos los defensores della, y el rey don
defensores della; tantas palabras dijo Albai- Duardos su padre, fenecerían en aquella em-
zar á los suyos, y de tal suerte, que conoció presa; yque puesto que los turcos tendrían
en ellos perder el miedo y dessear la batalla; el mismo fin y morirían casi todos, algunos
saliendo al campo con sus haces de la mane- quedarían para señorear la ciudad; puesto
ra del primer día, solamente los capitanes caso que en esto algún tanto le engañó su
mudados, fue también cosa para ver la ma- sabiduría, y porque al albedrío destos que
nera de sus caballeros y de su esfuerzo, quedassen no quedassen las honrras de tan
que puesto que no saliessen con tales insi- singulares príncipes y altas señoras con otras
nias como los de Costantinopla, todavía las dueñas de gran precio casadas tan poco ha-
suyas eran poco alegres, que entrellos no ha- bía, que caBi todas estaban preñadas, y por
bía armas que de los golpes de sus enemigos que no se perdiesse el fruto que del las po-
no viniessen señaladas, las sobrevistas rotas dría salir, obró por fuerza de encantamento,
por muchas partes, los yelmos abollados, las con su arte y sabiduría, una nube negra y es-
lorigas muy desmalladas y mal tratadas en pantosa de tamaña grandeza, que allende de
gran manera, los escudos con muy menos cobrir toda la ciudad y hacella perder de
fortaleza de lo que les hacía menester para vista, cubrió también el campo, metiendo en-
semejante afrenta, las devisas dellos deste- tre los unos y los otros una escuridad tan
ñidas ysin memoria de lo que antes eran he- grande y espesa, que allende de no poder
chas, los coales fueron deshechos por las ma- verse, los detuvo que no rompiessen; y assí
nos de sus grandes enemigos; sus armas muy los detuvo grande espacio, sin saber lo que
podía ser, en el cual, usando de su saber,
O El texto: «enemigo*». metió dentro en la misma nube á la empera-

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LIBROS DE CABALLERIA*

triz Polinarda, con las reinas y señoras que mudanza hecha por Daliarte nacía de tener
en el monesterío de Santa Clara se metieron; la esperanza perdida, y ya, desconfiado d¿
y las otras reinas y princessas de toda la cor- la victoria, quería poner en salvo aquellas
te, gravadas de sueno, las pusso aquel mes- cosas que puestas en manos de los enemigos
mo día ea la su isla Peligrosa que Palmerln les darían mayor placer, y á los señores de-
le diera. La cual encantó de manera, cubrién- llas mayor pena; por general consejo y pare-
dola de una niebla, que no se pudo ver hasta cer de todos se tornaron á la ciudad, con pro-
que el tiempo y su voluntad dieron lugar pósito de aquel día no dar batalla y proveer
para ello; allá, tornadas en su acuerdo, pues- primero las cosas del común, porque era pü>-
to que la tierra era deleitosa y apacible y los dail ver con el dolor que las dueñas y donce-
apossentoe suntuosos y grandes, con mucho llas yla gente menuda los venían á buscar:
mayor planto la poblaron de lo que pudieran sobre todo los viejos ancianos, con sus canas
al salir de Costantinopla si partieran en su descubiertas y bordones en las manos, que-
acuerdo, que entonces el desseo de lo que de- rían antes entrar en la batalla y morir en
jaban era para ellos mayor dolor que nengu- ella, que verse faltos de todas las otras ayu-
na otra pérdida, viendo que aquella mudan- das ydespués miserablemente fenescer en-
za nacía de algún gran mal; esto las tornaba tre las mujeres indinos de otra muerte.
más tristes y descontentas, y porque del las Gran soledad puso en Primaleón y en don
se hablará á su tiempo, torna la historia al Duardos y en los otros principes ver los pa-
rey Tarnaes, que después de la nube deshe- lacios reales solos y desacoinpa fiados de sus
cha, hallándose en Costantinopla sin la em- mujeres y hijas. Cada uno se iba á su aposen-
peratriz las
y princesas, solo con las gentes to, yhallándose solo y huérfano de las cosas
del pueblo, y Daliarte menos, ocupado del que más amaba, cubríanseles los ánimos de
temor, juntamente con su flaqueza, murió tristoza y soledad, enflaquescíanseles las
de un acídente de súpito. En la ciudad no fuerzas, turbábanseles los entendimientos,
hubo quien más tuviese la guarda della, que natural es el grande mal desbarata] lo to-
que tocios se daban por perdidos; en el cam- do; que como los más des tos principes cassa-
po sucedió como la fortuna tenía ordenado. sen por amores de mucho tiempo, y alcanzas-
sen el premio de lo que deaseaban con tanto
trabajo, después de alcanzado, fue el amor
Cap. LXV. — Cómo se dió la segunda bata-
de tanta fuerza, que ningún momento podían
lla, yde lo que en ella sucedió.
vivir sin lo que tanto les costara y tan ver-
Deshecha la nube y guiada para adonde daderamente amaban. Agora, viéndose ro-
Daliarte quiso, quedando el campo descu- bados del galardón que sus me resci mienta*
bierto yel día claro, las batallas á punto les diera, perdida la esperanza de los tornar
unas frontero de otras, antes que rompiesse á cobrar, no sabían darse remedio, porque
de la parte de los cristianos hobo algún im- entrellos no había ninguno que en aquella
pedí miento que los detuvo, que oyendo nue- desventura tuviesse tan pequeña parte que
va manera de gritos en la ciudad, volviendo pudiesse consolar á otro. Tres días se detu-
los ojos para allá, vieron las puertas abier- vieron sin dar batalla, en los cuales, por
tas, yá las dueñas y doncellas puestas en acuerdo de Primaleón, se fueron de noche á
cabello, que viendo la ciudad desamparada las fortalezas todos los viejos y mochachos y
de su real señorío, venían con las manos al- doncellas que no aprovechaban para nada;
zadas al cielo á buscar favor y socorro al de manera que después de desembarazada la
campo, á donde cada una tenía su marido 6 ciudad destos impedimientos, vuelta la pas-
hijos ó hermanos, según que la fortuna lo sión en ira, fue acordado por consejo de to-
ordenara. Primaleón y don Duardos, algún dos que los muros y cercas de Costantino-
tanto alterados de tal novedad, detuvieron pla fuessen derribados hasta el primer fun-
las banderas y la orden de la gente de ar- damento. Nasció este consejo de dos cosas:
mas, que no rompiessen hasta saber lo que la una que los cristianos, perdida la espe-
era, dando mucha culpa al descuido del rey ranza de la ciudad, pusiessen toda su espe-
Tarnaes y de Daliarte; entonces mandando ranza en sus fuerzas; la otra, que si la for-
á Pompides y á Platir que fuessen 4 saber tuna permitiesse que los enemigos alcanzas-
quó era y la causa, sabido por ellos el des- sen vitoria, no gozassen de la población de
parecimiento de Daliarte y la muerte del sus aposentos, ni menos de alabarse de ha-
rey Tarnaen, aquí acabaron de creer que la bellos destruido; allende desto, aprovechó
fortuna de cada uno tenía ya dado tin á sus derribarse los muros de Costantinopla para
obras y el limito de sus días estaba en el más: que viendo los pobladores della deshe-
postrero término, que bien vían que tan gran chas sus casas y muros y edificios, tan grau-

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PALMERÍN DE INGLATERRA 367

do enemistad engendraron contra los causa- sa, que los turcos por tornalle á caballo, y
dores desto, que les dio fuerzas y ánimo y Primaleón á Floramán, que también fuera
la batalla hacerse más por enemistad y ven- derribado, vinieron de todas partes; por la
ganza que no con desseo de alcanzar vito- gran diligencia que los cristianos pusieron
ña. Por esta razón, salidos al campo, según en socorrer á Floramán, se tuvo algún des-
y de la manera del día de antes, acrescenta- cuido de Dramusiando, que apartado á una
ron la gente de las haces con la gente de parte hacía su batalla con Framustante, en-
armas que de antea quedara en la ciudad. trambos ápie, que los caballos de cansados
Albaizar, al cual también la destruición de no se pudiendo menear, les fue forzado
Costantinopla ponía temor, que conjecturaba apearse dellos; cada uno tenía muchas heri-
la intención de sus enemigos, puestas sus das, aunque pequeñas; y de cansados no se
haces en orden, mandó tocar las trompetas, y herían con tanta fuerza como de antes; algún
el rey de Eutolia que rompiesse con su pri- tanto de más aliento parecía haber en Dra-
mera batalla. Prima león le salió al encuentro, musiando, mas todo le aprovechara muy poco
sucediéndole también que dio con él en el si á,esta hora no socorriera Floriano; porque
suelo, quedando él á caballo; mas fue tan Framustante, con socorro de Grator, caballero
presto socorrido de los suyos, que tornó lue- de mucha nombradla, le pudieran traer á la
go á cabalgar. Palmerín se encontró con el muerte; mas quiso su fortuna, que más tiem-
príncipe Argelao, al cual paseando el escudo po le tenía guardado, traer hacia aquella par-
y las armas dio con él muerto en el suelo; lo te el famoso Floriano su amigo, el cual, vién-
mismo hizo el caballero del Salvaje á un dole en tal estado, passando por entre los que
caballero llamado Ricardoro, tenido en mu- le herían, llegó á Grantor ('), y puesto que en
cho entre los turcos. Florendos, Platir, Gra- él hallase dura resistencia, de tales golpes le
ciano, Beroldo y los otros caballeros famo- hirió, que con la fuerza dellos le traía desati-
sos, cada uno encontró con el suyo, dando nado que no se podía valer; y á la fin de can-
con ellos en el suelo; de los otros caballeros, sado vino á sus pies, donde dio fin á sus días
hubo muchos por el suelo, saliendo los caba- sin le aprovechar ningún socorro; tanta gente
llos de la priessa sin señores. Dramusiando sobrevino á aquella parte, que él y Dramu-
y Framustante, quebradas las lanzas passa- siando corrieran riesgo si Estrellante, rey de
ron el uno por el otro; y puesto que con la Hungría, no socorriera con la tercera bata-
gente no se podían tornar ó juntar como lla; desta vez perdiera Framustante la vida
querían, el desseo que tenían de conocer si Albaizar, que contino tenía los ojos en él,
cuya era la ventaja los hizo no entender en no mandara romper todas las haces. Don
otra cosa, antes, soltando los trozos de las Duardos, conosciendo el peligro de los suyos,
lanzas y arrancando de las espadas, comen- hizo lo mesmo; aquí fue el estruendo tan
zaron su batalla; los cristianos se hubieron
notable, que páresela que el mundo se asso-
tan valientemente en esta primera haz, que laba por batalla campal. Floriano, como
puesto que el rey de Eutolia tuviesse doblada estuviesse á caballo y viesse á Albaizar que
gente y él con algunos en la delantera hi- con una lanza en la mano arremetía, toman-
ciesse maravillas, no pudieron resistir á la do otra le salió al encuentro. Albaizar, que
fuerza de Primaleón y de Palmerín, y Flo- le conosció en la devisa del escudo, se vino
riano y Florendos, y de los otros caballeros, contra él; ninguno saltó de su encuentro,
que no los retrujessen hasta la segunda ba- dándose con tanta fuerza, que Albaizar per-
talla, de la cual tenía cargo el rey de Cas- dió los estribos y se abrazó al cuello del ca-
pia, el cual, rompiendo con él, hizo tan gran ballo, el
y caballo «le Floriano de cansado vino
estrago, que dio con muchos por el suelo. al suelo, saliendo él tan presto que no recibió
Primaleón, tornando á rehacer los suyos, lo ningún daño. Albaizar se tornó á endere-
resistió de manera que la batalla estaba en zar en la silla, trabajando por tomar en me-
peso sin se perder nada del campo; mas tan- dio con los suyos á Dramusiando y á Floria-
to hizo el gran Palmerín, que á los turcos no, que entrambos á pie, con las espadas en
fue necesKario socorrer con la tercera haz, las manos, se haoían temer de manera que
de la cual aquel día era capitán el soldán de ninguno osaba llegar á ellos; todavía se per-
Persia, que gran dafio hiciera con su llegada dieran del todo si Polinardo y el soldán Be-
si de la otra parte no socorriera Floramán lagriz, que como dije andaban sobresalientes
con su capitanía. Palmerín, que á este sol- con cuatro mil caballeros, no le socorriera,
dán tenía enemiga capital por el casamiento que con su ayuda sacaron del campo á Dra-
que pidiera de Polinarda, por lo cual encon- musiando para que pudiesse reposar del tra-
trándole de la lanza, dio con él en el suelo;
por la cual causa se comenzó allí gran pries- (') Antes «Grator».

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368 LIBROS DE CABALLERIAS

bajo passado, y cobrar fuerza y aliento para hubo tan bien con él, qtie dando con él á ira*
tornar á la batalla. A Floriano dieron caba- pies le mató, quedando tan señalado de sos
llo á pesar de sus enemigos. Framustante se manos, que no se podía menear. Be roldo de
salió también de entre los caballeros, por la España, que á brazos hacía su batalla con el
neoessidad que tenía de reposso; á este tiem- rey de Eutolia, tan valientemente lo hizo,
po se comenzó gran vuelta hacia donde Pri- que no le valiendo nenguna defensa ni aya-
maleón andaba, que el gran Palmerín, to- da, le mató; mas como Albaizar socorriesse
mándose ábrazos con el soldán de Persia, con mucha gente, nunca don Duardos ai
andaban á pie, y Polinardo con Ferabrocán, Pr¡ maleó n ni los otros príncipes pudieron
trabajando de cada parte por socorrer á loe tanto resistir que le salvassen de la furia de
suyos. El rey de Eutolia, con quinientos sus enemigos, antes haciendo obras dignas
caballeros, se puso á pie por socorrer al sol- de fama, diera fin en su propio oficio, si el
dán, mas Bcroldo d' España, teniendo delan- soldán Belagriz, que socorrió con sus cuatro
te los ojos la muerte del rey Recindos su mil sobresalientes, no le quitara de la bata-
padre, se abrazó con él. Don Duardos sobre- lla; mas ya tal estaba, que todos le juzgaron
vino áesta parte por socorrer á los suyos; lo por muerto, y como muerto comenzaron á
mismo hizo Albaizar en compañía de muchos sentir su muerte en el grado que mercada;
caballoros y cuatro jayanes que de nuevo el cual fue entregado á Pacencio, camarero
entraban en la batalla, de que los más de la mayor del emperador, que por su virtud te-
gente cristiana recebían tan gran temor, que nía cargo de mirar por los heridos y por su
no los osaban esperar; todo este socorro no edad era reservado de los peligros de la ba-
pudo aprovechar tanto que Palmerín por talla.
fuerza no matasse al soldán de Persia, de lo Tanta tristeza hizo en todos la presunción
cual los turcos rescibieron mucho sentimien- do la muerte do Bcroldo, que ya no había
to, porque después de Albaizar era la prin- quien desseare vivir; porque 6U muerte traía
cipal persona del ejército; por el dolor de su á la memoria la muerte de Recindos, rey de
muerte se los dobló la fuerza á sus enemi- España, su padre, del emperador Vernao y
gos. El alegría desta vitoria de Palmerín se de los otros príncipes, que hacían la vitoria
turbó con la muerte de Polinardo, que como tan sin alegría, que no había quien la dessea-
hiciesse su batalla con Ferabroca ('), caballe- se, pues puesto que se aleanzasse, se había
ro de mucha estima, y fuesse menos socorrido de gozar sin tales ayudadores. El caballero
que su contrario, cargado de muchas y muy del Salvaje, que vio el daño que Albaizar
grandes heridas dio fío á su vida, no dándo- hacía, arremetió á él diciendo: «Este es el
la tan barata que el mesmo Ferabroca cou tiempo, Albaizar, en que tú y yo podremos
otros no le tuviera compañía. La muerte satisfacer nuestra voluntad, pues cada uno
deste príncipe despertó nueva tristeza en de nosotros es el principal de tan gran des-
sus amigos y comineros, porque, como di- ventura; ruégote que entrambos la sintamos
cho tengo, era muerto el emperador Vernao antes que los menos culpados padezcan».
su hermano, y de la vida deste príncipe «Tanto huelgo con este encuentro, dijo Al-
pendía el amparo de la emperatriz Basilia; baizar, que no quiero más bien ni más vito-
el príncipe Florendos, sintiendo esta pérdida ria; porque alcanzada de tí, ro se me daría
más que todos por la criación que tuvieron nada después que se pierda mi vida». Con
juntos, desseoBO de le vengar, entró por en- esta voluntad que entrambos se tenían, se
tre los enemigos, mas con el primero que comenzaron á herir mortal mente; mas no
topó fue con el jayán Pandolfo, que con una duró mucho la contienda, que en favor de
maza en las manos se vino á él. Tan cruel Albaizar vino el jayán Altropo que comenzó
batalla hubo entrelloe algún tanto, que el á defendello, ofendiendo al del Salvaje /»on
jayán blasfemaba por se defender tanto un una maza con que aquel día día hiciera assax
solo caballero; porque esto Pandolfo era muy daño. Albaizar, viéndolos en su batalla y mi-
fuerte y acostumbrado á vencer más liberal- rando hacia donde don Duardos andaba, vio
mente. Florendos so sostenía en su ligereza como por aquella parte se perdía mucha par-
y desenvoltura con que se combatía, más te del campo; quiso socorrer con su persona,
que en otra cosa. La batalla andaba tan tra- como siempre hacía en todas las priessas; con
bada de todas partes, que no podían mirar su llegada se tornó á cobrar todo lo perdido.
los unos por los otros, que el cuidado tenia El caballero del Salvaje estuvo gran rato com-
cada uno de sí mismo, por la cual causa batiéndose con Altropo, y como lo hallase
siendo pooo socorrido Pandolfo, Florendos se casi cansado de lo mucho que aquel día ha-
bía hecho, y se acordasso que le cumplía
(«) Antes « Ferabrocán ». dessembarazarse , para quedar para mis

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369
PALMERÍN dé INGLATERRA
afrentas, aprovechóse tanto de su fuerza y con voces tristes lo llamaba, abriendo los
valentía, guardándose de los golpes de su ojos quiso levantar la cabeza para hablalle,
enemigo, que al fin lo tendió á sus pies muer- y no pudiendo de flaqueza, tornó á sentarla
to, quedando tal, que de buena voluntad se en su lugar. A este tiempo fue sacado del
saliera un poco de la batalla si lo diera lu- campo y entregado á Pacencio; assí se tras-
gar el rey de Partía, que viniendo hacia passó el soldán viendo lo que su hijo hicie-
aquella parte con gran copia de caballeros, ra, yjuzgándolo por muerto, y encerrándo-
le cercó en medio; esta fue la hora en que el sele en el cuerpo toda la passión, no habló
« -aballen) del Salvaje mostró para cuánto palabra ni pudo, antes, cubriéndosele el co-
era, que viendo que la muerte le cercaba de razón de dolor, se cayó muerto. Esta nueva
todas partes, y que ella mesma le conquis- llegó á Primaleón y á don Duardos, en los
taba, determinó venderse por su justo pre- cuales hizo gran imprissión de sentimiento,
cio; con esta determinación peleaba de ma- que en el soldán so perdía un principal pi-
nera que ninguno osaba llegarse á 61; assí le lar de aquella afrenta; los suyos, como leales
recelaban, que más era combatido de cosas vassallos y amigos, haciendo más maravillas
que le tiraban que de otros golpes. La nue- en armas, por fuerza dolías y á costa de su
va desta priessa llegó á Primaleón, que no sangre le sacaron del campo, con intención
dando lugar á otra consideración, acompaña- de dalle sepultura conforme á su persona; y
do de aquellos que le quisieron seguir, fue quedando algunos en guarda de su cuerpo,
hacia aquella parte, y juntamente con él tornaron á la batalla, donde aquel día, pe-
Palmerín, que el trabajo de aquel día nunca leando, y con desseo de venganza de la
le pudo hacer disminuir sus fuerzas; el cual, muerte de su seflor, hicieron muy grandes
viendo su hermano á pie, herido por muchas obras, y al fin fenescieron en compañía de
jrartes de su cuerpo, tan cercado de armas otros muchos. El gran Palmerín, viendo lle-
que con pocas más se cubriera dellas, comen- var á su hermano del campo y no sabiendo
zó á romper por los enemigos como quien de- en qué estado, acompañado de enojo y abo-
speaba vengar el daño que á su hermano es- rrescimiento de su vida, hizo tanto en ar-
taba hecho: de la parte de los turcos vinie- mas, que por fuerza dolías mató al jayán
ron algunos caballeros, entrellos el jayán Malearco, quedando en tal disposición que
Malearco, muy temido por sus obras, y tan no pudo passar adelante; tan señalado anda-
fuertemente resistieron á Palmerín y á Pri- ba entre los de su parte, que solamente en
maleón, que antes que del campo pudiessen su esfuerzo se sostenía el peso de la batalla;
sacar al caballero del Salvaje, murieron de á este tiempo, en el medio de las batallas
una parte y de otra muchos caballeros; allí comenzó á. haber gran revuelta; la cual era
feneció de parto de los turcos el gran rey de que Florendos y Platir, cercados de sus ene-
Partía, Luymenosu hijo, Antistiosu herma- migos, se defendían á pie, que Florendos
no, con otros muchos notables caballeros. De estando haciendo batalla con el jayán Pasís-
la parte de los cristianos murieron Tenebror trato, siendo ayudado de Platir, le mataron;
y Krancián, por los cuales se rescibió mucho mas Albaizar, que ninguna cosa le queda-
pesar y muy gran pérdida, porque allende de ba por probar, vino hacia aquella parte, te-
ser tales príncipes, eran muy allegados á niéndolos en tal estado, que si no fueran ta-
aquella real compañía. En este tiempo, la ba- les caballeros, dieran fin á sus días, antes
tallase comenzó á hacer con gemidos, sollozos que Primaleón los pudiera socorrer, con la
y otras voces tristes; acrescentábasele más de cual ayuda Florendos fuera puesto á caba-
ia parte de don Duardos, decir que mataron llo; Platir tenía una herida en una pierna,
á Blandidón. la cual nueva llegada á Belu- por lo cual peleaba de rodillas, que era cau-
griz su padre, no pudiendo dissimular su sa no podelle socorrer; como este fuesse gran
passión, entró por la batalla llamándole á persona, recelado en las armas, no había
voces altas, porque no tenía otro y á éste quien no se quisiesse aventurar por él la
amaba estremadamente, que sus obras lo me- vida por ayudar á salvar la suya; todavía
recían; con esta furia, entrando por los ene- fue sacado del campo y entregado á Pacen-
migos sin ningún tiento ni orden, llegó á cio. quedando muertos en él Germán de Or-
donde su hijo estaba tendido, que aun el liens y Luymán de Borgofia, notables caba-
aliento no le había soltado del todo; echán- lleros en estado y señalados en las armas; de
dose del caballo quiso morir junto con él; la parte contraria murió el rey de Gamba y
gran piedad sucedió deste caso, que como dos hermanos suyos. Primaleón, haciendo
Blandidón no fuesse assí del todo muerto ni cabalgar á los demás, tornó á ontrar en la
desamparado del juicio natural, y sintiesse batalla. A este tiempo ontró de refresco Dra-
cerca de sí al soldán de Niquea su padre, que musiando y Floriano, y de la otra parte Fra-
UBS09 DE CABALLERÍAS.— II. — 24

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870 LIBROS DE CABALLERIAS

musíante y el rey de Caspia, que con la ve- por muchas partes, heríanse en las carnee.
nida de los unos y do los otros se comenzó á Dramusiando fue muy herido de heridas
renovar la batalla; el día paasado, las fuerzas muy peligrosas, más Framustante de otras
íbanse enflaqueciendo, porque puesto caso mayores dadas por sus manos, conoció ser
que muchos caballeros se salieren de la ba- de muerte, y no queriendo que quien se la
talla por cobrar aliento, tenían tanta sangre daba quedasse en salvo, se trabó con él á
perdida, que no se podían menear, por la brazos, y entrambos fueron al suelo; mas
cual causa, si caían, perecían entre los pies como Framustante estuviesse más mal herí-
de los caballos. Los capitanes, puesto que do, cayó debajo, rindiendo el espíritu en
viessen que sería provechoso tocar á que se manos de su enemigo, quedando Dramusian-
recogessen, con tanta desesperación y abo- do en tal estado, que no pudiéndose tener en
rrecimiento hacían su batalla, que no había pie, se sentó encima del cuerpo muerto de
ninguno que quissicse dar sossiego á su vida; Framustante, defendiéndole algunos cristia-
desta manera comenzó á cuajar el campo de nos de sus enemigos que le querían dar la
muertos en tanta cantidad, que los vivos tro- muerte; y con esta ayuda tuvo lugar de co-
pezaban en ellos y caían, y assí morían más brar algón aliento para poder tornar á la ba-
entre los pies de los caballos quo no á manos talla; mas su mala disposición no consentía
de sus enemigos. Esto no tan solamente mucho trabajo. A la fama de la muerte de
acontesció á los caballeros comunes, que Framustante vino un 6u sobrino con otra
también algunos famosos morían desta ma- compañía, los cuales, cercando á Dramu-
nera, que do la parte de los cristianos die- siando, trabajaban por dalle la muerte; bien
ron un á sus vidas el duque D ra pos de Nor- conoció Dramusiando que su fin era llegado,
mandla, Dragonalto de Navarra, Albanís de y volviendo los ojos á la redonda, no vido
Frisa, rey de Dinamarca, los cuales, prime- ninguno de sus especiales amigos de los cua-
ro que diessen fin á sus días hicieron tanto les desseaba despedirse, especialmente de
daño, que mataron muchos de sus enemigos, don Duardos, y mostrarle cómo moría; tan
porque el rey de Caspia también fenesció, y lealmente amaba á él y á sus hijos, que el
con él muchos caballeros señalados. La cosa desseo y soledad deste apartamiento le daba
andaba tan trabada, que ninguno curaba do más pena que la mesma muerte; y desseaba
sí mismo ni de otro alguno; todos peleaban encomendalle á A r lanza su mujer y la cosa
con desseo de acabar sus días; en el campo que della naciesse, que la dejó preñada; y
había pocos caballeros: las batallas de pie viendo que no había á quién esto pudiesse
nunca habían rompido, porque de mandado decir, señoreado de la ira comenzó á mostrar
especial del general estaban assí enteras para nuevas fuerzas y dar golpes fuera de medida,
socorro de los caballeros si menester fuesse; con los cuales en poco rato hizo mucho es-
mas viendo los capitanes de la infantería trago, teniendo delante de sí muchos muer-
que la caballería se consumía del todo y no toa; con el temor que lo cobraron, le come-
había quien tuviesse memoria dellos, por tían de lejos con lanzas arrojadizas, como si
común eonsentiraien'o, no pudiendo sufrir fuera alguna sierpe ó cosa que de otra ma-
tantas muertes, arremetieron unos á otros
nera no se podía vencer. Don Duardos, sa-
con fuerza é ímpetu. Cosa de mucho espan- biendo de la manera que Dramusiando esta-
to fue ver este acometimiento, que muy pres- ba, que un caballero inglés se lo dijo, y de
to se dieron íin los unos á lo6 otros. Él gran cuántas desaventuras aquel día la fortuna le
Frainustante, passando con su fuerza por tenía mostradas, ninguna le pareció igual á
entre los cristianos, se topó con Dramusian- ésta, que vio á Dramusiando cubierto de he-
do, que le andaba buscando; no contentos ridas yde su propia sangre, y delante de sí
con herirse de las espadas, se trabaron á muerto á Framustante con otros muchos ca-
brazos, probando cada uno sus fuerzas por balleros, ycon él haciendo maravillas cerca-
derrihar al otro; aquí fue necessario socorrer do de sus enemigos, de manera que ningún
de una y otra parte, más como Florendos y amigo le podía dar socorro, y trayendo á la
Pompides, muertos los caballos, peleassen á memoria su amistad, virtud y esfuerzo,
pie en aquella parte, fue necessario socorre- viendo que todo junto fenecía, determinó
ilos. Albaizar, donde vía que era necesario, acabar con él; entonces, poniéndose á pie, le
socorría con los que le seguían, assí que, comenzó á esforzar con palabras. Dramu-
quedando Dramusiando y Framustante mas siando, viendo junto consigo á don Duardos
desembarazados de caballeros, pudieron apro- y el amor con que se ponía á morir junto con
vecharse desus fuerzas más á su voluntad. él, sintiólo en el alma y corazón, rogándole
Esta fue temerosa batalla; la cual no duró con lágrimas fuera de su costumbre, quisie-
mucho, que como las armas fuessen rotas sse asegurar tu vida, pues en la dél ya no ha

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PALMERÍN DE INGLATERRA «71

bía ningún remedio, porque sólo con do presto sacado del campo. Primaleón, don
de relio se sostenía, suplicándole que si la Duardos, Palmerín de Inglaterra, Floriano
furia de aquella batalla le dejasse escapar, del Desierto, Florendos, con otros muchos
se aoordasse de Arlanza y de lo que dolía caballeros, no ontendían tanto en pelear como
nasciesse, como de cosa Buya y reliquias de en animar á los que quedaban, que sólo en
Dramusiando, su verdadero siervo y leal su presencia dellos se sostenían. Albaizar
amigo; el cual, ofrecido á toda desventura, también hacia lo mismo con otros algunos
moría por la fe suya y de sus amigos. Aca- en quien tenía feo y confianza, que de su
badas estas palabras, tan gran flaqueza le parte estaba tan perdida la esperanza de la
sobrevino, que so tornó á agsentar sobro Fra- vitoria, corno de la otra, peleando solamente
mustante. Don Duardos, teniendo gran pena, por dar fin á sus días, juntamente oon sus
faltáronle palabras para consolalle, que las trabajos y vidas de sus contrarios en pago
lágrimas no le dejaban hablar; solamente dellos.
►•ntendía en defendello, juntamente con 61 Entonces se le venía ft la memoria á Al-
Roramonte y don Rosirán de la Brunda, con baizar elconsejo de Targiana, la soledad con
r.tros muchos caballeros; Dramusiando se que se apartara dél y juntamente con la que
quitó el yelmo por que le diesse aire, con el agora llevaba della; sentía gran pena dentro
'•nal cobró algún aliento; mas ¿qué aprove- en sí, que el amor, á donde es grande, tiene
chaba, que en todo su cuerpo no había san- estos acidentes consigo. En aquol instante
gre ninguna, sin la cual sus miembros no se aconteció una cosa de mucha lástima, que
podían sostener? En aquel poco espacio que algunos que por flaca disposición habían
allí estuvo, vio que Roramonte y don Rosi- quedado en la ciudad a asolada, antes que
rán cayeron delante de don Duardos, desam- se partiessen, según Primaleón acordara,
parados de las fuerzas juntamente con la viendo el campo cuajado de muertos, y á
vida: entonces, no queriendo ya ver más los vivos tan aborrecidos de las vidas qne
males, á los cuales no podía dar remedio, también desseaban hacer fin, porque si al-
desatinado de la muerte que so le acordaba, gunos enemigos qiiedassen no hallassen con
sin se poner yelmo ni acordarse que lo tenía qué satisfacer su pérdida, metieron á robo
quitado, arremetió á los enemigos; mas don todas las cosas de la ciudad, y traídas á la
Duardos, que no podía acabar consigo velle plaza principal, les echaron fuego, con el
morir por fuerza, le entregó á Paoencio, que se consumieron; y no contentos con esto,
« uva virtud y bondad dio á muchos las vi- si algún edificio había quedado de cualquier
das; Dramusiando se le amorteció en los calidad, poniéndole el mismo fuego lo des-
brazos, que la falta de sangre desamparaba truyeron todo, de manera que en poco se
tr»do el esfuerzo natural, y don Duardos, juz- tornaron en ceniza. El humo llegaba al cie-
gándole por muerto, se tornó á la batalla, lo, el ruido de las llamas sonata muy lejos,
adonde el caballero del Salvaje le socorrió el fundamento de las paredes hechas para
con su caballo, que con ver á su padre á tal nunca fenesoer hacía mucho ruido y estruen-
estado llegado sintió menor el mal de Dra- do, qne ponía espanto á los que de lejos lo
musiando; luego socorrieron á la parte don- oían. Todas estas cosas par escían ordenadas
de Pompides y Florendos se combatían: en á tin que no quedasse galardón en la victo-
el camino hallaron al rey Estrellante atrave- ria de sus enemigos. Visto este assolamiento
sado de heridas mortales, que solo á pie desde el lugar do se hacía la batalla, que el
peleaba en compañía de pocos caballeros, terremoto lo assombraba los oídos, algún pe-
tan cansado de matar en los enemigos y se queño espacio los hizo detener assl á los unos
defender dellos, que antes que lo pudiessen como á los otros, y acres* entada mayor me-
socorrer cayó muerto entrellos. Si se hubiesse lancolía en los cristianos, tornaron á su ba-
de decir el dolor y pena y sentimiento que talla, cosa mucho para ver; y mucho más
de la muerte destos príncipes recebía cada para se doler dolía era ver lo que entonce»
uno de sus amigos, sería cansa de que todo los más destos caballeros hacían, que como
se passase en lágrimas y tristeza; de allí, ya se timessen \«>r del todo muertos y con
yendo adelante por la batalla, hallaron á este mismo pensamiento peleassen, con lá-
Florendos puesto á caballo con ayuda de Pal- grimas ysollozos se despedían los nnos de
merín y de Primaleón su padre y de Flora- b>H otr««s, como quien tenía ya la jornada
mán, que en este día hizo obras tan señala- cumplida, de la cual la tornada estaba in-
das, como si supiera que de las hazañaH de- cierta: don Duardr*, ya viejo, ponía los ojos
ltas se había de alcanzar vitoria de sus ene- en Palmerín y Floriano. acordándose do sus
migos. Mas Pompides, en aquel lugar á donde grandes hechos y euán al cabo estaban él y
le cercaron hiciera fin á ras días, ai no fuera ellos: juntamente con esto traspassábale el

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872 LIBROS DÉ CAbALLfcUlAS

amor de Flérida, el cuidado con que viviría dos de la fuerza de los cristianos, en peque-
después que hallasse menos a padre y á hi- no rato fueron todos muertos y el canu*»
jos; no le bastaba el ánimo á sufrir tan gran cuajado dellos. El caballero del Salvaje hu<»
dolor, y con esta congoja andaba tras ellos tanto en armas, combatióse tan valientemen-
por 6ocorrellos, porque los vía metidos en las te, que por fuerza trujo á Albaizar al postre-
mayores priessas. La misma consideración ro estremo de su vida. De tal manera t*
tenía consigo Primaleón, y su corazón ro- hubo con él, que no le valiendo el ayuda ni
busto ynunca vencido, en aquella hora era socorro de ninguno, dio con él muerto á tu-
traspassado de graves cuidados, acordándose pies, yen él se acabaron de consumir u>d(*
de lo mucho que en aquella batalla perdie- los caballeros famosos de su ejército; entre
ra, cuántos príncipes y cuán singulares ca- los cuales las obras de Albaizar fueron d<?
balleros vio, entrellos á su hijo Platir, lleva- mayor precio que de otro ninguno, que en
do del campo, juzgado por muerto y á Flo- su virtud se sostenía la batalla; y bien pa
rendos cerca dello; no bastaba su ánimo á rescía diño de tan gran señorío como fuer»
resistir tan gran tormento, antes bailado en el suyo, defendiendo su vida y de sus ami-
lágrimas hacía su batalla, y ya aborrecido de gos yvassallos en cuanto las fuerzas le acom-
la vida se metió en la mayor furia de sus pañaron. Ala postre murió entrellos cooi-j
enemigos, á donde le mataron el caballo, y compañero. Muerto Albaizar, puesto que m
puesto á pie comenzó á hacer maravillas. había quien no llorasse, ni aun por ello aque-
Florendos fue el primero que se apeó por llos caballeros que quedaban desampararon
acompañalle; tras 61 Palmerín, que entre los su cuerpo ni el campo, como se acoetumlini
cristianos fue el que mayor estrago hizo en- en las más de las batallas, adonde los cap;
tro sus enemigos, socorriendo siempre á sus tañes se pierden; antes con desseo de seguill-
amigos en las mayores priessas, quitándolos y acompañalle en la muerte como hiciera n
dellas con muy gran trabajo y assaz derra- en la vida, muchos dellos arremetieron ni
mamiento de su sangre. caballero del Salvaje, en el cual ya no habu
Primaleón , juntamente con el príncipe armas ni escudo ni cosa sana en todo s>;
Florendos y Floramán, comenzaron á ma- | cuerpo, y para más mal, las fuerzas dismi-
tar cuantos se les ponían delante, no ha- nuidas enflaquecidas
y y derribadas, de suer-
biendo quien los ossase es])erar. Aquí acu- te que ni aun la espada no podía tener en b
dió Albaizar, también cansado y fatigado, mano. Mas el socorro de los caballeros quo
haciendo dura resistencia; traía un caballo ya lo habían desbaratado todo llegó á tai
holgado, con el cual entraba y salía á su tiempo, que le pudieron valer y acabar <fc
voluntad. El caballero del Salvaje, ponien- desembarazar el campo del todo. El cabal!-
do las piernas á su caballo, que casi no se ro del Salvaje fue sacado dél y entregado á
podía tener, arremetió á él; trabándose á Pacencio, que como muerto le rescibió. Don
brazos con él vinieron entrambos al suelo. Duardos su padre, no pudiendo con esfnen»
Don Duardos le socorrió poniéndose también ni discreción templar ten gran dolor, como
á pie, y de la parte de Albaizar generalmen- era ver su hijo casi muerto, decía muchas
te todos los que quedaron vivos. Bien se pá- palabras llenas de lástimas y de mucha com
resela que aquí se había de acabar de consu- pasión, salidas del alma, como quien er.
mir ydeshacer todo lo que la fortuna aún aquella hora perdiera el juicio, y su natura,
no fuera poderosa de deshacer. El del Salva- esfuerzo usaba estreñios mujeriles, que ;t*?i
je, acordándose que dél nasciera aquel mal, llamaba á Flérida como si en ella tuviera al-
y que Albaizar era el ejecutor dél, quiso ver gún socorro 6 ayuda para tan gran desaven-
si podría Uegalle al estremo de los otros. tura. Entonces, levantándose con la postra-
Entonces, soltándole de los brazos, le co- ra determinación, viendo á todo el muD'l"
menzó áherir de nuevo. Albaizar se defen- muerto, desseaba hacelles compañía. Palm--
día yofendía con el mismo ánimo con que rln su hijo, no podiendo ver delante »u«
allí viniera, que en todo le tenía entero, bí ojos tan grande destruieión, tenía el mism"
no era en el contentamiento de los males desseo, y viniéndole á la memoria Polinarda.
que por él habían passado y de ver la des- bien holgara con la vida j>or tornalla á ver
truición de los suyos. No hubo ninguno que mas como estos fuessen pensamientos, entre-
los pudiesso apartar, que todos los que ve- • góse todo á la muerte, como aquel que la t«*-
nían tenían harto que hacer en valerse assí nía muy cercana. Florendos, Platir. Pnnu-
de las otras ayudas quo venían en favor del león, pesábales de no hallar quien los nu-
caballero del Salvaje. Como en esta priessa tasse. Pacencio todos los heridos que le íut-
estuviessen encerrados, no hubo quien más ron entregados reeojó á un castillo, edificad'"
pudiesse dar socorro, de manera que oprimi- entre el real de los turcos y la «ündad. &

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PALMER ÍN DE INGLATERRA 3

donde con maestros que les cataron las heri- cual Daliarte dejara mandado que viniesse,
das y otros remedios necessarios á ellos tra- y por su saber guiado con cuatro galeras, el
bajó todo lo que pudo para que por falta de cual se desembarcó, y juntamente con Da-
su diligencia no rescibiessen daño. Mas tan- liarte entró en la ciudad. Luego Daliarte,
ta multitud hubo do heridos y tan poco des- mandando hacer aj untamiento de los que en
seo de venir de su parte, que casi el aborre- ella halló, y como del todo estuviesse perdi-
cimiento les hacía tanto dallo como la falta da la esperanza de la vida de Primaleón y
•le la sangre. de Florendos su hijo, trayéndoles á la memo-
Esta se puede creer que fue la más nota- ria su grande pérdida, les rogó que como á
ble batalla del mundo, por las muchas muer- cosa ya passada y á que no se podía dar re-
tes que en ella hubo y el desseo de morir medio, lo pussiesen todo en olvido, y despe-
<jue quedó en los que quedaron, en la cual, dida la flaqueza de sus ánimos de que esta-
assí los unos como los otros pelearon con ban acompañados, apartassen de sí todo te-
igual aborrescimiento de las vidas, lo cual mor, y con mucho cuidado y vigilancia tor-
nunca se vio en otra que en ningún tiempo nassen á rehacer su ciudad, no tanto por re-
a<-ontesciesse. Este fue el fin de Albaizar, y celo de los enemigos, como por parescer que
no es de espantar, que las más de las veces la fortuna no fuera del todo poderosa de ha-
las intenciones, dalladas á los principios, á cer del todo consumir el nombre de la noble
la postre traen estos fines. La vitoria de los ciudad de Costantinopla, como fuera ya de
cristianos costó tan cara, alcanzóse tan sin otras ciudades famosas en tiempo passado,
sabor, que no hubo quien para el despojo de de las cuales agora no había memoria, y
las tiendas, que era innumerable y sin pre- para que con más seguro consejo y delibera-
cio, se acobdiciasse, ni la cobdicia, que en ción se hiciessen sus cosas y tornassen á lla-
estos tiempos hace á muchos cobardes aven- mar los ciudadanos antiguos que por su flaca
turarse grandes
á peligros, fue de tanta fuer- disposición no entraron en la batalla, si allí
za que moviesse ningún ánimo á dessear oro faltaban algunos, y entre si, por eleción de
ni pedrería, ni cosas de mucho precio; todo lo más votos, eligiessen superior que los gober-
vencía la tristeza presente de la pérdida de nasse en paz y justicia, que sin esto más
sus amigos y la soledad de sus mujeres y hi-
presto se matarían que hicieron los enemi-
jos, que entre los humanos tiene tanta fuer-
gos. «Esto digo porque si el emperador Pri-
za que todas las otras cosas hacen poner en maleón ysu hijo Florendos no tuviessen cura
olvido. El pueblo común, natural de la tier- en sus heridas, y nuestro señor fuere servido
ra, que se juntó después desta desdichada de llevarlos, el imperio quedara al príncipe
batalla ser acabada y consumida, robó las Primaleón, hijo de Florendos, que de aquí
tiendas y gozaron las cosas dellas; y por partió con hu madre; no oeis la gobernación
ventura algunos tan bestiales que solo el i NINGUNO EN VIDA; DAD8ELA POR i
oro y lo que les parescía tenían en mucho, y PO, KLIGENDO OTRO EN FIN DE AQUEL TIEMPO,
otras cosas preciosas á las cuales su entendi- Ó AQUEL QUE DE ANTES LO ERA, 81 V1ÉREDES
miento no conocía, dejaron por el campo; que lo meresce. Y en este comedio será el
como muchas veces acontece á aquellos que príncipe Primaleón de edad para gobernar
carecen de juicio claro, ó de la esperiencia y su reino, y vendrá á tomar ol ceptro real.
comunicación de las cosas.
No os pese de ser criado alongado do voso-
tros, porque, adonde éste se cría, con toda
seguridad y en compañía de otros príncipes,
Cap. LXVI. — Del consejo que Daliarte dio á adondeseejercitaráentodasu virtud, para que
los de la tierra, y cómo llevó el cuerpo del
quede merecedor de tener y posseer el nom-
emperador Palmer in ú la isla Peligrosa y bre de sus antepassados tan bien, en cuanto
los otros principes heridos. algunos se acordaren que han de tener señor
natural de sus obras, que los pequeños ten-
Acabada esta desventurada vitoria, de la drán menos de que se agraviar. Todas estas
cual ninguna de las partes se podía glorifi- cosas os ruego que tengáis en la memoria y
car, Daliarte salió al campo y recejó todos las uséis como vassallos amigos de su prín-
los muertos para dalles sepolturas; y á los cipe. Y si, como dije, Dios Nuestro Señor
que halló vivos les puso una manera de un- permitiese que el emperador Primaleón dio-
güentos con que los hizo adormir, para que sa fin á sus días, de mí seréis visitados cuan-
tornados en su acuerdo los aeontescimientos do viere que conviene al estado de la tierra.»
passados no pussiessen detrimiento en sus Mucho le agradescieron sus palabras y con-
vidas. Estando en esto, allegó al puerto Ar- sejo, pesándoles de la mucha desconfianza
gentao, gobernador de la isla Profunda, al que les dejaba de la vida de Primaleón, y

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874 LIBROS DE CABALLERIAS

después de pedüle algunas veces su príncipe sus hijos, con Beroldo, Graciano, Floramin
y ver que con justas escusas se les negaba, de Cerdeña, Blandidón, que también iban
le rogaron les dijesse en qué parte se criaba, como muertos fuera de su juicio, fueron me-
para envialle á visitar como á su natural se- tidos en las otras con todo reaguardo y sos-
ñor. *Ni aquesso puede ser, respondió Da- siego, curados y visitados con tanta vigilan-
liarte, hasta que su edad os lo muestre, más cia como merecía la calidad del peligro y
su criación os diré: que es en la isla Peli- necessidad de sus personas.
grosa, la cual fue de Urganda, de que me Á8sí salieron del puerto de Costantinopla
hizo merced mi hermano Palinerín, que la á vista del pueblo, que de nuevo lloraba su
ganó á costa de su sangre.» Como ya no hu- desaventura, sintiendo por grave cosa hasta
biesse mas que hacer ni decir, tomando el los huessos de sus principes no dejárselos
cuerpo del viejo emperador que en el mooes- poseer. Y caminando con próspero viento,
terio de Sancta Clara quedara embalsamado, llegaron á vista de la isla Peligrosa. Y d<-I
juntamente con los de los otros reyes y prín- recibimiento que les fue hecho, y de lo que
cipes, les metió en una galera de las que más passó, en la tebcera parte desta histo-
Argeutao trujo. Primaleón, don Duardos y ria se os dará muy entera relación.

Fui impresso fx pressente Libro en la Imperial Ciudad de Toledo, ex casa r>r

Fernando de Santa Cath aliña, defttncto, que haya gloria. A costa df


Diego Ferrer, mercader de libros. Acabosse a xvi del mes
de Julio de M D t XLVLT1 años.

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EXTRAVAGANTES

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I

LA DESTRUICION DE JERUSALEM

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LA DESTRUICION DE JBRUSALEH

Aqüi comienza la htbtobia del noble YES- Y desque vio el emperador que todos los
PASIANO, EMPERADOR DE ROMA; COMO EN8AL- físicos e ourujanos lo hauian desamparado,
CO LA FE DE JeSUCHRISTO PORQUE LO SANO DK pensó entre si que no seria mucha la su vida,
LA LEPRA QUE EL TENIA, Y DEL DESTRUT- pero que antes que muriesse quería que fues-
MDSNTO DE JERU8ALEM T DE LA MUERTE DE se su fijo Titus emperador, por que rigesse
Pila tu s. e gouernasse todo el inperio, e hizo venir
ante si el su senescal, el que auia nonbre
Gaye, e mandóle que flziesse hazer cartas, e
COMIENZA EL LIBRO mando por todo el inperio de parte del em-
perador atodos los reyes e duques e condes
A cabo de quarenta e dos años que Jesu que dende en ciertos días fuessen juntados
Christo señor fue puesto en la cruz, hauia en Roma, por razón que el emperador quería
vu honbre que era enperador eu Roma, el tener cortee e quería coronar a su hijo Titus
qual auia nonbre Yespasiano, el qual seño- emperador. E assi que las cartas e los man»
reaba el Imperio romano, e Lombardia, e dados se hizieron por todo el inperio, e en
Toacana, e Jerusalem, e muchas partidas pocos dias fueron ayuntados en Roma reyes
del mundo, e auia vn Ajo que auia nonbre e duques e condes, e otros muchos grandes
Titus. Este emperador Yespasiano adoraua honbres e muy muchas con pañas, e quando
los y dolos, e auia grandes riquezas, e deley- fueron llegados, fueron a ver el emperador a
ta uase en los vicios carnales deste mundo. los palacios donde estaña, e hiriéronle reite-
E por el pecado en que biuia, nuestro señor rencia, e miráronle en la faz, e vieronle tan
Jesu Christo embiole vna enfermedad muy feo e de mala dolencia, que no pudieron es-
grande en la su faz, e aquesta enfermedad tar que no llorassen del fiero mal de su se-
e llaga que tenia, todos dias le crecía tanto, ñor; eel emperador, quando los vido asi llo-
•jue todos los de la corte del emperador, rar a todos, empególes de dezir estas pala-
veyendo que oada dia empeoraua, ouieron bras: «Nobles reyes e hermanos, no lloreys
acuerdo que ouiessen físicos e ourujanos, los por esta dolencia que los nuestros dioses nos
Tuejores que pudiessen auer, assi que ouie- han dado, mas quando a ellos plazera, ellos
ron de embiar por muchas partes del impe- nos sanaran, mas rogadles que nos quieran
dar salud».
rio que viniessen los mejores físicos e euru-
janos a Roma por sanar al emperador, assi
que em pocos días fueron ayuntados muchos
Capítulo I. — De la respuesta que dio el se-
físicos e ourujanos en Roma por sanar al em- nescal al emperador.
perador, assi
e como fueron ayuntados ouie-
ron de consejo que fuessen todos a vor el en- Entonces respondió Gaye su senescal, que
perador. Equando fueron ante el, e vieron la estaua delante del emperador, e en presen-
su dolencia, acordaron cada vno por si todos cia e delante de todos, dixo al emperador:
en vno curassen del emperador. Y quanto <¡)e vos me marauülo mucho, señor, e como
mas le hazian, mas crecía, o tanto, que hon- podeys dezir que los vuestros dioses, que
bre no le podia ver los dientes ni las quixa- son ydolos, ftyan poder de os sanar de vues-
das. Assi que los físicos, desque vieron que tra dolencia, ca ellos no han poder de fazer
no lo podían sanar ni guarecer, todos se fue- bien, sino todo mal; la razón, porque en el
ron para sus tierras, de manera que no que- mundo no ay sino vn Dios todo poderoso,
do físico ninguno ni curujano en Roma, que el qual fizo y formo todo el mundo, e es ma-
todos lo desampararon y por miedo del em- yor que los vuestros dioses, que no han
perador ay no quedaron. poder de os sanar, mas hazer muoho mal>.

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I

380 LIBROS DE C

Cap. II. — De las palabras que eran entre el do vos, señor, firmo fe, e esperanza, e firme
emperador e su senescal. creencia en aquel santo profeta Jesu Chri»t"
como es verdadero Dios todo poderoso» .
Respondió el emperador a Gavs su sones-
cal, e dixole: «¿Como sabes tu que otro dios
Cap. 111.— De como el emperador pregunto *<
ay sino los nuestros?» . «Señor, yo lo se muy
Je*u Christo creya en los ydolo*.
bien, e dezirvoslo he como lo se. Deueys sa-
ber, seüor, que en el tiempo quo vuestro se- «Amigo Gays, di me tu si este sancto pro-
ñor padre Cesar Augusto era biuo y era em- feta creya en los nuestros dioses>; e respon-
perador, aqui en Roma auia vn hombre que dió Gays el senescal, e dixo: «De vos me
era discípulo de vn gran propheta que mata- marauillo, señor, como podeys dezír que A
ron los judíos en Jeiusalem, y predícaua señor de todo el mundo crea en los ydolos n:
aqui en Roma a muchas gentes escondita- en los vuestros dioses, que el es señor de li-
mente, por miedo de vuestro padre y de las diosos e mayor que todos ellos» .
sus gentes que no lo matassen; y dezia como
en Jemsalem auia estado vn grande profeta,
el qual auia nonbre Jesu Christo, y que este Cap. IV. -De como el emperador embio >,
buscarde la* reliquias de Je*u Christo p*
señal Gays.
santo profeta, que tenía setenta y dos discí-
pulos que yuan con el, y que entre estos
discípulos eran los doze de su secreto, y de
Respondió el emperador al senescal: «Y-
aquestos doze fue el vno que lo vendió a los
vos digo e vos mando que si ello assi es oom:-
judíos por treynta dineros. El qual auia non- \ dezis, que liiego agora vos aparejeys pan
bre Judas Escarioth; y quando houo recebí-
passar en Jerusalen alli donde era aquel san-
do los treynta dineros, que se arrepintió do
to profeta, ca yo prómeto que si este sano:
la trayeion y del gran mal que auia hecho,
profeta me guarece do aquesta enfermedad r
y que torno los dineros a los judioB, mas de aquesta dolencia, que yo vengare la m
ellos no los quisieron tomar, que el los echa- muerte, e dezid a Pilatos mi adelantado qn-
ra en el templo de Salomón y que se fue a
como no me ha embíado el tributo que m-
ahorcar, y que los diablos le lleuaron la su
dene de siete anos, e dalde esta carta mia.-
anima a los infiernos para sienpre. y que
E luego Gays el senescal se aparejo para
los judíos traydore s tomaron al santo pro-
passar en Jerusalen por mandado del emj r-
pheta muy abiltadamente por los milagros rador. E Gays tomo cinco caualleros que
que hazia, ca el sanana los enfermos de
aconpañaroñ, e despidiéronse del emperador
qualquier enfermedad que fuesse, y sanaua
los contrechos y sanaua los endemoniados, y e caualgaron hasta vn lugar que ha nonbr-
resuscitaua los muertos. Assi, señor, por el Barleta y es puerto de mar. E quando Gay.
j el senescal fue llegado al lugar, hizo arma;
bien que aquel santo propheta hazia, ouie- vna fusta para passar en Jerusalen. y et
ronle muy grande embidia los travdores de
quinze días fue armada, e hizo poner en eCi
los judíos, y assi que lo acusaron ante el
muchas viandas que fueron menester, e de*
adelantado Pilatos, y luego Pilatos juzgólo y
dentro; e nue>
atormentólo muy mal, ca el fue acotado y | que fue bastecida, metiéronse tomase n puerto en
tro señor Dios quiso que
coronado de espinas, y fue enclavado con s partie rouse i<
la cibdad de Acre, e despué
grandes y gruesos cíanos por los pies y por
Acre e arribaron al puerto de jafa, que e* i
las manos en vna cruz; y mas auia, quo le
tres jornadas de Jerusalen. E quando fuena
dieron a beuer fiel y vinagre, y mas, señor,
en Jafa, estuvieron ay tres días, e de al:
que le dieron vna lanzada por el su costado.
caualgaron hasta Jerusalen tan solamente ¿
E assi que, señor, vos ved el galardón quo
senescal Gays e los cinco caualleros, e tais
le dieron por el bien que les hazia. Y por la otra compaña quedo en Jafa.
tanto, settor, yo no so otro dios en el mundo
sino un solo Dios todo poderoso, que hizo el
cielo e la tierra e todos los hombres, y es Cap. V. — De como llego Gayes en Jerusa!< '<
mayor que todos los vuestros dioses, porque, e de como lo acogió Jacob en su casa, t y
como dixo el senescal Gays a Jacob por ^
señor, yo no veo mejor sino que embieys a auia renido a Hierusalem.
Jerusalen, donde fue aquel sancto profeta
crucificado, si por ventura pudiessen auer
Al tercero dia llegaron a las puerta* '
algunas cosas o reliquias que ouiessen esta- Jerusalen, e alli hallaron vn honbrc n v
do de aquel sancto profeta, o que le ouiessen auia nombre Jacob, el qual era padre de M»
tocado, que creo yo que luego que vos, señor, ria Jacobe, y el senescal pregunto a Jacot
la viesedes, que luego seriados sano, auien- donde auia posada. E Jacob respondió al

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LA DESTRIICION r DE JERTSALEM 881

nescal, e dixo: «Señor, vos venid comigo, ninguna guisa el adorar de aquellos*. Y
que yo vos mostrare buena posada»; e Jacob respondió Jacob, e dixo: «Señor, tornadvos
llenólo a su casa, e ouieron viandas, c refres- para Roma a mi sefior el enperador, e dezid-
cáronse yholgaron todo aquel dia, e desque le que si [noj cree en el santo profeta, que
vino la noche dormieron e holgaron; quando por ningún tienpo no guarecerá, mas si el
vino la mañana, Jacob se leuanto antes que cree que el es verdadero Dios todo poderoso,
el senescal, e desque se leuanto el senescal, luego sera sano de la enfermedad, asi como
Jacob lo tomo por la mano e dixole: «Señor muchos otros son sanos por la su creencia.
huésped, seays muy bien venido e toda vues- E contarvos he vn gran milagro que en esta
tra compaña, por que vos ruego que me di- cibdad acaeció. Vna muger que auia nonbre
gays de donde soys, e como os dizen, y por Verónica, e fue de tierra de Galilea, la qual
que causa soys venido a esta cibdad, ca j>or auia muy gran enfermedad o fuerte, de gui-
ventura yo vos daria recaudo, e no quedara sa que no osaua estar entre las gentes, e
por mi de vos dar buen endereco do todo, como ella supo que el sancto profeta lleua-
assi como si fuessedes mi hermano, e desto uan a la cruz, ouo muy gran dolor; como
aued vuestro acuerdo, que no se mas que ella creya en su coraron que aquel señor la
vos diga». Respondió el senescal, e dixo a sanaria de la su enfermedad, Llorando vínose
Jacob: «Señor, a mi dizen Oays, e soy de para el lugar del monte Caluario, adonde los
Roma, y senescal de mi señor y vuestro el judeos auian do poner a Jesu Christo en la
emperador, e soy venido en esta tierra por cruz, e al pie de aquella cruz estaua enten-
mensajero de mi sefior e por hallar algunas diendo su madre con vn discípulo que dezian
cosas que sean prouechosas a el. Porque vos Juan. E la Verónica, desque oyó do como le
aueys de saber que mi señor el emperador lleuauan tan abiltadamente, tenía en su ma-
ha vna dolencia muy fuerte en la su faz, e no vn paño de lino, e quando el santo profe-
no se ha podido hallar físicos ni «zurujanos ta emparejo con ella, «lixole: «Muger, dame
en el mundo que lo puedan guarescer, por- esse paño con que me alimpie la faz»; e la
•jue aquella dolencia cada dia crece, assi que santa Verónica diogelo, e quando el santo
le ha gastado e comido la su faz do manera, profeta houo alinpiado la su faz, tornogelo,
que le parescen los dientes o las quixadas; e dixole assi: «Muger, alca esse paño, que
e quanto mas melezina lo ponen en la llaga, con esse sanaras» . E quando la Verónica lo
mas crece y empeora, porque sabed que yo touo assi, abrió el paño e vio en el la faz del
soy venido en esta tierra si por aventura po- sol santo profeta, y luego fue sana e limpia
dría hallar aqui algunas cosas que fuessen de toda dolencia, bien assi como el dia en
prouechosas a mi señor, para lo sanar de que nascio, por la buena creencia que ella
aquella fuerte dolencia, porque vos ruego hauia en el santo propheta Jesu Christo todo
que no sea encubierta ninguna cosa que sea poderoso, que es e sera por siempre» .
prouechosa para mi señor, e sabed que yo
no tornare jamas a Roma hasta que halle Cai>. VII. — Como Uays rogo a Jacob que
remedio para mi señor el enperador; por
embiasse por la muger Veroniri.
tanto, señor, os plega que si sabeys algunas
cosas que sean prouechosas, que no me sean Respondió Gays el senescal a Jacob, e di-
negadas, e yo hazervos he el mayor de la xole: «Señor, todo esto creo yo verdadera-
casa de mi señor el emperador sobre quan- mente, mas yo vos ruego que embiedes por
tos en ella son».
essa muger Verónica, y llenarla he a mi se-
ñor el emperador, ca yo se bien que el creerá
Cap. VI. — De las palabras que dexia Jacob firmemente todas estas cosas quando el sera
al senescal que si creya el Emperador en sano do la su enfermedad. E toda la chris-
Jesu Christo. tiandad sera e usa Irada. Y avn yo creo que
vengara la muorte del santo profeta» Jacob
Resj>ondio Jacob, e dixo al senescal: «Se- luego enbio por la Verónica que viniesse a
ñor huésped, ¿sabeys vos si mi señor el em- el; y ella luego vino ante el senescal del
perador cree en aquel santo profeta que aqui emperador que la auia menester. Y quando
en esta cibdad tomo min rte e pasnion. que Verónica fue delante del senescal, Jacob le
yo lo vi e lo ayude a descender de la cruz, e dixo la razón por que el senescal era allí
otro su amigo, que ania nombre Joseph Aba- venido, e de como ella auia de yr en Roma
rimatia, y lo posimos en vn monumento que para guarescor e sanar al emperador, que
Joseph auia hecho hazer para si, e resuscito estaua muy mal enfermo de fuerte dolencia;
al tercero dia?» Dixo el senescal: «Señor, e Verónica dixo que le plazia de yr a Roma,
mi señor adora los ydolos, e no dexaria por que ella creya con la voluntad de Dios, con
382 LIBROS DE CABALLERIAS

la qual ella guareciera e sanara, que ol em- emperador, e diole gracias e mercedes del
perador guaresceria, e todo ol pueblo oreeria seruicio que hecho le auia. E salió de Jeru-
en Jesu Christo si el emperador quisiese salem con la muger Verónica e con los cin^
creer firmemente al santo profeta: e Gays el caualleros que lo aconpuftauan, o vanse por
senescal ouo grande gozo quando vio la bue- sus jornadas hasta que fueron en Cesárea, e
na voluntad de Verónica, e se aparejo para alli entraron en la nao con que vinieran, e
tornar en Roma a su señor el emperador. andouieron su viaje fasta que fueron en
E Gays el senescal se acordó e dixo a Jacob: Acre. E nuestro señor Dios quísoles dar tan
iYo quiero hablar con Pilatos» ; e Jacob le buen viento que en pocos días llegaron a
dixo: «Yo yre con vos»; c anbos a dos Be Barleta, donde llegaron con gran gozo que
fueron a Pilatos, e habláronle delante del tornauan a su tierra. E alli estnuieron dos
templo de Salamon, e el senescal saludóle, e dias, e al tercero dia caualgaron en sus ca-
dixole: «Pilatos, yo mensajero so del empe- uallos, e vanse para Roma; e el senescal
rador mi señor e vuestro que es; inandavos auia grande esperanca en el santo profeta
que por mi le enbiedes el tributo que le de- que su señor sanaría, por donde el alcanca-
ueys de vij . años, e aueys hecho muy mal ria grande honrra o mucho prouecho. Y con
en no le enbiar el tributo de cada año, e por esta esperanca caualgo el senescal con la
cierto el emperador se tiene de vas por mal santa muger Verónica e con la otra su con-
pagado; mas enpero por quanto esta tierra es paña por sus jornadas, hasta llegar a Roma,
tan lueñe, yo vos escusare lo mas que pudie- en donde el emperador lo estaña aguardando
re, en tal manera que no vos lo terna en con grande desseo.
mal; e desto aued vuestro acuerdo e consejo;
catad aquí yo soy el senescal, y creed me lo
Cap. YHI." De como plugo al emperador
que vos digo por mi señor, e aya vuestra con la venida de Qays su senescal.
respuesta» . E quando Pilatos ouo entendido
al senescal, recibido la carta, e fizóle mal Quando el emperador oyó dezir que Gays
rostro, e respondióle muy altiuamente e ame- su senescal era venido, ouo gran gozo e pla-
nazándole,dixole
e que auria en acuerdo. Y zer, e desseaua mucho hablar con el por la
luego Pilatos se aparto con vn mal hombre su salud. En la sazón que Gays su senescal
que era su senescal, que auia nombre Barra- fue llegado a Roma, el emperador auia he-
bas, el qual ley la carta, del emperador, e cho juntar sus cortes de todos los nobles de
quando ouieroo ambos a dos hablado, torná- su inperio, assi de reyes como de dnques e
ronse a la otra gente alia donde estaña el de condes, e de otros muchos caualleros, por
mensajero del emperador con Jacob, e en quanto el enperador estaua muy mal de su
presencia de todos dixo Barrabas: «Señor dolencia, e temía que no sería mucha su
Pilatos, yo vos do por consejo que no embie- vida. E por esto quería coronar a su hijo Ti-
des el tributo al emperador ni lo tengades tus por emperador, por tal que rigese todo el
por señor, mas le cunple a el que sea señor inperio ('); e el segundo dia que Gays el se-
de Roma e de Lonbardia; e avn os digo mas, nescal fue llegado a Roma quando querían
que seguro podeys estar desto: que si el em- coronar a Titus por emperador, quando el
perador acá quisiere venir o passar con sus emperador vido a Gays su senescal, ouo muy
conpañas, que por mengua de agua no pue- gran plazer, e preguntóle que si auia halla-
de mucho estar ni biuir en esta tierra, e do alguna cosa con que el ouiesse salud e
quanto mayor poder viniere, mayor daño sanasse de su enfermedad, e el senescal res-
sera suyo, ca se perderán de sed las sus con- pondió: «Señor, alegraos e dad gracias aquel
pañas, por lo qual, señor, no os cabe tener santo profeta Jesu Christo, el qual por los
miedo del emperador»; e Pilatos touo por falsos judíos fue traydo a la muerte en Jeru-
bueno el consejo que le dio Barrabas, e salem a gran tuerto. Ca yo he hallado vna
quiso prender al senescal del emperador muger del santo profeta Jesu Christo, la qual
por lo matar. Mas Barrabas le dixo: «Señor, me mostró Jacob, vnestro leal servidor o
no lo fagades; ca mensajero no deue recebir vassallo vuestro, el qual es amigo de aquel
mal, antes puede dezir todo quanto quiere
del emperador o de qualquier que lo embia (') Ve*pa«iaao (T Flavio Sabino) naeió en 17 de
noviembre del año 9 a. de C. y mar! o e* 14 de junto
en la mensajería»; e con tanto se partió Gays del 79. Fue proclamado emperador ea Alejandría e»
el senescal de Pilatos mal pagado, e salióse I." de julio del Si». Su origen era humilde r mu cos-
diziendo que mal consejo auia tomado Pila- tumbre* Mncilbt» y f rúgale* 8u hijo Tito Fiarlo Sa-
bino Ve*pa«iano nació en SO de diciembre del ano 40
tos. E quando fue a casa de Jacob, tomo li-
cencia del e de toda su conpaña, e prometió- d. de ('. y murió en 13 de septiembre del 81. Ea ta
tiempo acaeció la gran erupción del Vesubio, qn< w-
le que lo pondría en gracia e merced del puito á lae ciudad e« de Hercalano y Pompeya.

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LA DESTRUICIOX DE JERUSALEM 38*

sancto profeta; c aquesta muger he traydo, milagro, e creerán mejor en el santo profeta
la qual trae vn paño, en el qual esta figura- Jesu Christo, e quando vos, señor, sereys
da la faz de aquel señor todo poderoso que sano, podreys mejor coronar el vuestro no-
en la crnz murió. Luego, señor, que vos ven- ble hijo Titus emperador». Y el emperador
des aquel santo pallo, auiendo Arme creen- Vespasiano tuuo por bueno el consejo que le
cia en aquel santo profeta que puede fazer dio el senescal, e dixo que a honrra e gloria de
todas estas cosas en vos dar salud a vos e a Dios sea hecho. El senescal se torno, e quando
todos los enfermos, e demandándole merced, fue en su casa, dixo a la sancta muger Vero-
luego sereys sano e limpio de vuestra enfer- nica: «Mi señor el emperador vos ruega que
medad, bien assi como aquella muger que de mañana en amaneciendo que vays ante el,
vos he aqui traydo, que estaua assi como e aparejadvos e rogad aquel santo propheta
vos, e con aquel señal de Jesu Christo guare- Jesu Christo que por la su piedad quiera mos-
no e sano; porque vos digo en verdad, so- trar el su poder e mostrar milagro en el em-
ñor, que vos adorando en aquel que es ver- perador, según que en vos lo mostró en este
dadero Dios e verdadero hombre todo pode- sancto paño, por que todo el pueblo crea fir-
roso, que tomo carne humana de la virgen memente en Dios todo poderoso». La santa
Santa Maria, e nació sin dolor e sin corron- muger Verónica no lo puso en oluido, antes
pimiento que no ouo aquella. E quiso morir se entro luego en vna cámara que le fue
en la cruz por saluar el humanal linaje, e dada por el senescal, e allí estuuo toda la
después resucito al tercero dia, e a los qua- noche, las rodillas e los codos hincados en
renta dias se subió a los cielos después que tierra delante del santo paño do estaua la
fue resuscitado en presencia de los sus apos- faz de Jesu Christo, haziendo su oración muy
tóles. Edespués, a c«bo de los .x. dias de su- deuotamente a nuestro señor Jesu Christo, e
bido, embio el espíritu sancto sobre los apos- la oración es esta en que se sigue.
tóles, edescenderá el dia del juyzio verda-
dero Dios e verdadero hombre, e juzgara los Cap. X.— De la oración que hizo la Santa
buenos e los malos, e a cada vno dará su ga- Verónica.
lardón según que aura seruido e fecho. E
después, señor, es menester que os baptize- «¡Señor, verdadero Dios, que acogiste al
de8 con el agua del espíritu sancto, bien assi tu sancto nonbre e diste la tu gracia a loe
como los vuestros chnstianos, e luego sereys tus apostóles Sant Pedro e Sant Pablo, e a
sano, e si todas aquestas cosas vos no hazeys, todos los otros mártires: Tu, señor, sana a
no podreys guarecer de la vuestra enferme- este noble emperador de la fuerte enferme-
dad ede la vuestra dolencia por ningún tien- dad que tiene, por que creya e adore a vn
po. Y todas estas cosas he deprendido, señor, Dios todo poderoso, verdadero Dios e verda-
de vn sermón que yo oy predicar en esta oib- dero honbre. E porque todo el su pueblo en
dad en el tienpo de vuestro padre; e avn mas vno venga al santo baptismo. Señor, verda-
en Jerusalen de Jacob, el vuestro leal vasallo, dero Dios, sánalo bien assi como sanaste a
e amigo del sancto profeta Jesu Christo» . mi; e por la tu piedad e honrra de la bien-
auen turada virgen Santa Maria tu madre!»
E toda la noche estando la santa muger en
Cap. IX. — De como dixo el emperador que si
Dios lo daua salud, que el vengaría la muer- la dicha oración, el enperador estuuo pen-
sando toda la noche en las palabras que el
te de aquel sánelo propfota Jesu Christo.
su senescal le auia dicho: e dezia entre si
Respondió el emperador: «Todas estas co- mesmo que oomo se podia hazer que nuestro
sas que me aueys dicho creo yo firmemente, señor Dios descendiesse del cielo, e que en
e digovos en verdad que si el sancto profeta el vientre de la virgen tomasse carne huma-
Jesu Christo todo poderoso me quisiere dar na; y que muger virgen pudiesse concebir
salud en el mi cuerpo, según que yo la auia, sin cormnpimionto, e sin simiente de hon-
que yo vengare la su muerte e le conplirc bre pudiesse parir; e avn se marauillaua
todo quanto yo le he prometido, e ruegovos mucho como pudiesse ser que ningún otro lo
que me fagades venir la muger que traxis- Ueuasse a la muerte y el lo quisieese; y que
tes de Jerusalem, e trayga el santo paño que el criador de todo el mundo pudiesse morir
dezis muy santamente e ordenadamente, por ninguna persona, y como era contra de-
assi como pertenesce a tan santo profeta». recho. Eavn pensaua mas en la reeurrecion
K el senescal le respondió: «Señor, si a vos e ascensión; y estando assi adormlose. y
plaze, de mañana quando sera toda la gente fuele semejante que el estouiesse en vn pa-
llegada, yo traeré la santa muger delante lacio, yque en aquel palacio auia vna cáma-
vos, e todas las gentes verán el grandissimo ra muy ricamente labrada, y que las puor-

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LIBROS DE CABALLERIAS

tas de aquella cámara que eran tan bien go despareció la boz; e quando fue de di»
puestas y juntadas, que honbre no las podía claro, Sant Clemente se leuanto a fazer ora-
conocer que allí ouiesse puertas. Ca ella era ción, evino vna boz del cielo que le dixo:
muy bien cerrada, sin finiestra e sin horado «Clemente, vete e passa por la puerta del
ni agujero; y estando assi el enperador vino senescal del emperador, e pon tu coracon en
a el vn infante, e entro por la su cámara. esto que te sera mostrado» . E Sant Clemen-
Y qnando el emperador esto vido, fue mucho te hizo lo que la boz le dixo; e fuesse a la
marauillado, y acostóse al lugar por donde puerta del senescal, e la Verónica salió fue-
aquel infante era entrado, o paro mientes ra de la puerta, e hallo ay el santo hombre,
por toda la cámara, assi en derredor como e dixole: «Hermano Clemente, Jesu Christo
de arriba y de abaxo, y no bailo logar ni se- sea contigo». E el santo honbre otio muy
ñal por donde aquel infante ouiesse entrado. gran gozo como oyó hablar de Jesu Christo,
E pensando en esto, fuese fasta el cabo del e marauillose como la sancta muger 1<> llamo
palacio, e quando el se boluio, vido el in- por su nonbre; e ella dixo: «Hermano, no
fante. E el emperador marauillose mucho temas, que oy sera ensalmada la christiandad
de lo que hauia visto e dixo entre si: «¿Que por ti. Ca sepas que yo soy aquella muger
cosa es esta? ¿que milagro es este deste in- que estaua enferma en Galilea, e me guare-
fante? o ¿por donde entro?» Y el infante le ció el santo profeta Jesu Christo con vn san-
dixo: «Emperador, no dudes en la encarna- to pallo, el qual yo le di quando lo lleuauan
ción del hijo de Dios Jesu Christo, e mien- a crucificar en la cruz; e sepas que en este
b rásete de todo esto que has visto, e creer paño esta figurada la faz del santo profeta:
las palabras que el tu senescal te ha dicho; e e yo soy aqui venida por guarecer al empe-
escucha e cree las palabras que los mis dis- rador según que yo guarecí por virtud del
cípulos tedirán, predicando en mi nonbre»; sancto profeta Jesu Christo; e vos aparejaos
e con tanto desaparecióle el infante; e quan- de hazer vuestro sermón al emperador e a
do el emperador despertó, fue mucho mara- todo su pueblo en el nonbre de nuestro señor
uillado desto que auia visto; e dixo en su Jesu Christo». E Sant Clemente conoció que
coracon: «Si aquel santo profeta, que fue por voluntad e por mandamiento de Dios
muerto en Jerusalen e fue juzgado a gran era hecho. E dixo: «Muger, a plazer de Dios
tuerto por Pilatos mi adelantado a requeri- sea; mas ruegovos que me digays vuestro
miento de los judíos, e resuscito al tercero nombre» . E ella le dixo que Verónica auia
día que fue muerto, me da salud, yo tomare nonbre. Con tanto el santo hombre tomo li-
venganca de los falsos judios que lo mata- cencia de la Verónica, e púsose en oración
ron, luego que sea sano. E como aya toma- en tal que Dios le ayudasse en el sermón
do vengativa en Hierusalem, e seré tornado que auia de hazer ante el emperador e del
en Roma si a Dios plazo, yo me fare baptizar, , su pueblo, por que el fuesse tal que fuessen
e todo el pueblo e todos mis caualleros» . dadas gracias e loores a Dios e a la sancta
fe católica, e por que ella fuesse ensalcada.
Cap. Xl.— Dt la box del ángel que dixo a la
Veranica en como hallaría de mañana a Cap. XII. — De como el emperador no quiso
Sant Clemente a la puerta. adorar los y dolos, e fue «ano con el sanio

Mientra que la Verónica estaua en oración paño de la Verónica.


vínole vna boz del cielo, la qual le dixo: Qvando el dia fue claro e el sol fue salido,
«Muger, buenas obras hazos; louantate «le el emperador no quiso adorar los ydolos
mañana, e saldrás fuera de casa, e encontra- como solía, por quanto no auia en elle*
ras vn amigo de Dios, el qual ha nombre Cíe- I firme creencia por las palabras que su senes-
mente ('), e llámalo por su nombre» ; y lue- cal le auia dixo... E el senescal fue j>or san
Clemente e por Verónica, e vinieron delante
(•) Alude el texto á San Clemente Romano terce- el emperador; e allí fue juntado el pueblo e
ro de loa Pontífices de la Iglesia Católica, ordenado
por el mismo San Pedro. A él se refiere San Pablo en toda la corte para coronar a Titus; e Vero-
ía Epístola á Ion Pili penses (IV, 3) Ocupó el Ponti- nica traxo el santo paño en la su mano dere-
ficado nnere años, neis menea y seis dius y murió el cha muy honrradamente. E quando fueron
año 100 d. de C. Pue desterrado al Queraoneao en
delante del emperador, la Verónica dio el
tiempo de Trajano. Consérvanse de él dos cartas á los
Corintios y otras dos á las Vírgenes y se le atribuyen santo paño a san Clemente, e todos a vna
otrss machas obras, entre ellas los dies libros de las hincaron las rodillas delante el emperador.
RerogHicwnct, interesantísimo* para el conocimiento E Verónica saludóle mucho honrradameute,
de la Iglesia cristiana del siglo I. Hay traducción
castellana en la Biblioteca, ciática del Catolicismo o dixole: «Señor, escucha de coracon el ser-
(Madrid, 1888). món de aqueste santo hombre que es disci-

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LA DESTRUICION DE JERC SALEM :J85

pulo del santo profeta Jesu Christo, e después ensalcados en el amor de Jesu Christo nues-
del sermón, vos creed en todas las cosas que tro señor por la salud del emperador, según
vos el dixiere, e sereys sano e linpio de la que san Clemente lo mostraua. Y el empera-
vuestra dolencia, si a Dios plaze». Y el em- dor luego hizo coronar su hijo Titus empe-
perador mando a todo el su pueblo e toda su rador con grande fiesta muy honrradamente;
corte que escuchassen el sermón de sant Cle- o aqui predico san Clemente, e fue escucha-
mente, éel santo hombre comenco de predi- do con gran deuocion del emperador e de toda
car de la encarnación de Jesu Christo e de su corte, e quando ouo acabado su sermón
la latinidad, e do la Circuncisión, e del dixo al emperador: «Señor, pues que Dios
Uptismo, como fue baptizado en el rio Jor- vos ha dado salud e tanta misericordia que
>lan, e de la santa quaresma que el ayuno vos ha sanado de tan fuerte enfermedad,
r?u el desierto, e como lo quiso tentar el dia- que os plega (pie por el su amor que vos
Mo. e como Judas lo vendió a los judíos por baptizedes e os convertays a la fe católica, e
treynta dineros, e de la su passion, e como ensalcedes la santa christiandad, y hazed
los judíos lo pusieron en la cruz, e como Pi- baptizar a toda la otra gente, e todos los que
latos lo juzgo a muerte en Jerusalen, e como se quieran baptizar no sean embargados por
Joseph Abarimatia, e Nicodemus, e otro ea- vos>.
uailero que auia nonbre Jacob como descen-
dieron elcuerpo del santo profeta de la cruz,
Cap. XIV. — De las gracias que dio el Empe-
e lo pusieron en el santo sepulcro que Jo- rador ala muger Verónica por quanto fue
seph auia hecho para si, e de la resurecion, causa de su salud.
como resucito al tercero dia, e como Jesu
Christo decendio a los infiernos, e saco den- ResjKjndio el emperador e dixo: «Grandes
de Ta] los sanctos padres Adán y Eua, e a gracias doy yo a Dios e [a] aquesta sancta
los patriarcas, e a todos los sus amigos, y de muger que tanto ha trabajado por mí» . E to-
ía ascensión, como subió a los cielos, e como móla por la mano e dixo assi: «Muger santa,
eiubio el espíritu sancto sobre los apostóles, vos tomad de mi todo quanto quissieredes
e como descendiera el dia del juyzio verda- saluo Roma, por quanto es cabera del inperio;
dero Dios e verdadero honbre por juzgar los ma* de todaf las villas e castillos, vos tomad
hiuos e los muertos. E quando ouo luenga- lo que quisieredes». Respondió Verónica:
mente predicado, feneció el sermón dizien- «Señor, gracias a Dios e a vos desto que me
<lo amen. Tan grande fue el plazer del empe- queredes dar, mas, señor, salunnte a vues-
rador ede todo el pueblo e de toda la corte tra honrra, yo no quiero villas ny castillos,
• |ue ay entalla, que ouieron del sermón de que no los he menester, mas ruegovos que
sant Clemente, que fue marauilla. E quando me dedes el paño con el qual vos fuestes
-ant Clemente ouo acabado el sermón, vi- sano e guarecido, ca yo soy muger para ser-
niéronse Verónica e el delante del empera- uir aquel sancto paño a honrra de mi señor
do.-, e fincaron las rodillas ambos a dos an- Jesu Christo; c otro no quiero do vos sino
tel emperador, demandando merced a nues- que os batizeis con todo vuestro pueblo»; y
tro señor Dios, e faziendo su oración sant el emperador ge lo otorgo. Y después dixo el
Clemente desenboluio el santo paño a vista emperador a sant Clemente: «Vos, sancto
de Unios, e llegáronse al emperador, e hizole honbre, tomad de mi lo que quisieredes y de
adorar la figura de la faz de Jesu Christo. mi inperio». E sant Climento respondió al
K como el emperador ouo adorado el sancto enperador: «Señor, gracias y mercedes a vos
paño en virtud del sancto profeta, sant Cle- fago, mas no quiero otra cosa de vos sino
mente lo puso en la cara del emperador. que vos bautizedes con todo vuestro pueblo
K luego en essa ora fue sano e limpio de la v ensalcad la fe de Jesu Christo». Y el em-
dolencia, e bien assi como si en algún tíera- perador ledixo que le plazia de coracon. y
j'O no ouie8se auido dolencia alguna, e fue de allí elligío a san Clemente por apostólico
ligero e fuerte como qualqnier mancebo que de Roma e dixole assi: «Vos, predicat e fa-
fuesse. zed pedricar a todo el inperio la sancta fe
católica, o bautizad a todos aquellos que pu-
Jieredes conuertír. Mas sabed que yo no me
Caí*. XIII. — De la grande alegría (pie fue en
bautizare fasta que aya vengado la muerte
la corte del emperador por la salud de su
señor. de Jesu Christo; e prometovos que luego que
sea venido de Hierusalem, si a Dios plaze, e
Mucha fue el alegría y gozo del empera- aya tomado venganza do los crueles judíos,
dor e de toda su corte de como lo vieron que yo me bautizare con todo mi pueblo. Ca,
sano, que por la su salud muchos fueron por cierto, no seré alegre fasta auer tomado
LlHMOt DE CABALLERÍAS. — II.— 25

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886 LIBROS DE CABALLERIAS

venganca, e ayá conplido todo lo que prome- todas del imperio, e hizo mandamiento a to-
tí a nuestro señor; plegale que yo lo vea dos loe reyes, e duques, e condes, e marque-
acá hado» .
ses, eprincipes, e a todos los otros caualle-
ros de su imperio, que vi measen en Roma
luego, que su voluntad era de paaar a Híe-
Cap. XV. —De como el emperador mando fa- rusalem; e mando a Gaya su senescal que
«r vna yglesia en Roma e alli puso el aparejase naos, e galeas, e de otros nauios.
sancto paño de la Verónica. para pasear todos en Hierusalen, e hizo jura-
mento que poco estaría en Roma. E a cabo
Después que el emperador ouo elegido de quatro meses fueron ayuntadas las hue*
apostólico e cabeca de la christiandad, fizóle tes en Roma muy bien aparejadas, por cod-
edificar vna yglesia a honrra e semicio de plir el mandamiento del emperador; e rae-
Dios, e aqui hizo poner el sancto paño do ron aquí de muchos caualleroe, assi que fue
estaua figurada la faz de Jesu Christo, por ron por cuenta cincuenta mili, e dende arri-
que las gentes ouiessen mayor deuocion, e ba. E las otras gentes de pie sin cuenta. E
después estableció las fuentes, en las quales el senescal vino ante el emperador, e dixole:
fue bautizada Verónica primeramente, mas «Señor, catad naos aparejadas. E sabed que
no lea mudaron su nombre. E sant Clemen- son entre naos e galeas quinientas, sin otro*
te predicaua tanto, que muchas gentes se nauios sotiles. E, señor, quando vos pluguie-
conuertian a la fe católica, e bautizábanse re, recogeos, que pan e vino e otras vianda»
con muy gran deuocion; e Gaye el senescal para las gentes, para su mantenimiento
vino delante del emperador, e dixole: «Siñor, complimiento ay de ellas». E luego el empe-
pues Dios vos ha fecho tanta merced que rador mando a todos los caualleros e la otra
soy s sano muy bien, contarnos he la res- gente que se acogeesen a las naos. Y quand"
puesta que Pilatos vuestro adelantado fizo todos fueron recogidos, el emperador e mi
quando yo lo di vuestra carta, e le dixe de hijo Titus recogieron a sus naos. E núes
vuestra parte que os embiasse el tributo; e tro señor les dio tan buen tiempo, que eo
quando esto oyó hizo muerta cara contra pocos días aportaron en la cibdad de Acre, t-
mi, e respondióme que no vos lo qneria luego de hecho, el emperador, sin salir en
embiar, ca no vos lo deuia ni vos conoscia tierra, dexo allí su adelantado, e de allí
por señor. E sabed, señor, por cierto, que fueron a vn castillo que dezian Jafa, el qna)
si su senescal no fuera ay presente, que castillo era muy grande e fuerte, e temar
su voluntad era de me matar. E yo, por los judíos. Mas como la mayor parte de la
el gran gozo que auia de vuestra salud, no gente era yda a celebrar la fiesta en Hieru-
me quise contender con el. Porque, señor, salen, estañan en el castillo muy pocos, e
sabed que yo lo amenaze muy mal de vues- quisiéronse dar, mas el emperador no lo-
tra parte. E mientra, señor, que yo con el quiso tomar a merced. E quando la hueste
auia estas palabras, sabed que Jacob el sabio fue puesta al derredor del castillo, nuestro
y huésped mió e leal vasallo vuestro, se lo- señor Dios echo tanta de la nieve e viento,
uanto em pie, e dixo delante de Pilatos la que no lo podían sofrir en las huestes ni er
profecía que dixo el santo profeta Jesu el castillo. E aqueste castillo era de vn sabio
Christo el día de Ramos, quando entro en judio e buen oauallero. e sabia mucho de
Hierusalen, que dixo: En aquesta genera- guerra, e tenia el castillo bien bastecido de
ción sera tan gran careza e tan gran hanbre, armas e de viandas, el qual auia nonbre
que lo madre comerá a tai hijo de fiambre. E Jafel, y era primo hermano de Joseph Aba
aquesta cibdad sera cercada y destruyda; e rimatia. E como Jafel vido que el emperador
verna tan gran destruymiento que no queda- lo tenia assi cercado tan fuertemente, vine
ra piedra sobre piedra en ella. E toda esta con tres caualleros al emperador, e dixole:
pestilencia sera en llierusaletn. (guando Pi- «Señor, tomadme a merced, e fazed del ca*
latos oyó e6tas palabras, fue muy sañudo, e tillo a vuestra voluntad» . E el enperador le
hizo mandamiento que de alii adelante no le dixo que no lo tomaría a merced; mas a po-
habiaase ninguno de aquel hecho; si lo el cos dias el emperador tomo el castillo por
sabia, que lo haría matar. Assi, señor, ved fuerca, o hizo matar todos loa judíos saino
como vos es leal Pilatos vuestro adelantado» . diez que se escondieron en vna cueua. e en
E cuando el emperador oyó la respuesta que el vno Jafel, señor del castillo, e su sobrino
Pilatos aauia dado a Qays su senescal por con el; e alli estonieron tres dias que no co-
el, e oyó de como Jacob le contara la profe- mieron ni beuieron, que no tenían de que:
cía delante Pilatee, el emperador fue tan e estos diez judíos ouieron de acuerdo lo*
ayrado. que luego hiio allegar las huestes los siete entre si que pues de hambre auian

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LA DESTRUICION DE JERU8ALÉM

de morir, mas valia que olios meemos se sobre la cibdad do Hierusalem, que ningún
matassen unas a otros oon los puñales; y judio podia salir ni entrar.
lnego fue hecho. Y quando los judíos se ho- E como Pilatos e el rey Archilaus (') se
uieron muerto, Jafel dixo a su sobrino e a su vieron cercados, armáronse con toda la caua-
Uoria para descender e mamparar la cibdad
primo: «Se'ñor, quando yo era señor deste
castillo, a mi tenían por grande e sabio hom-
bre, que no es menester que nos acaezca por
Cap. XVI. — De la habla que el emperador
semejante que acaescio a estos, porque este ouo con Pilatos.
es mi consejo: que salgamos de aqui, e va-
raos a demandar merced al emperador; ca El emperador e Titus su hijo con la gran
]»or ventura quando sepa que aqui somos, el hueste se acercaron en derredor de Hieru-
emperador nos tomara a su merced» . E en- salem, e assentaron tan fuertemente, que
tretanto elemperador hizo derribar el casti- ningún hombre podia salir ni entrar. E quan-
llo, ederribaron las canas; en tanto vino Ja- do Pilatos vido que la cibdad era assi cerca-
fel ylos otros dos judíos, o fincaron las ro- da, fuo muy triste e desmayado. El rey Ar-
dillas ante el emperador, e dixo Jafel: «Se- chilaus parole mientes, e dixole: «¿Por que
ftor, sabed que yo era señor deste castillo vos desmayays? no ayades miedo ni temor
que vos aneys aqui hecho derribar. E según del emperador ni de su gente, ca nos somos
que yo pienso, vos soys venido por vengar la aqui con grande e buena caualleria, que asaz
muerte del santo profeta que a gran tuerto les daremos que hazer. Armémonos con toda
tomo muerte e passion en Hierusalon; la nuestra gente, e váraoslos a cometer; e sa-
qual cosa, si assi es, yo so mucho pagarlo, quemos tantas armas para que ellos se arre-
< a era mucho mi amigo. E sepas, señor, (pie pientan por que aqui vinieron, porque el em-
yo o un primo mío que auia nombre Joseph perador ni sus gentes podran aqui quedar
Abarimatia lo deoendimos de la cruz quando mucho, ca por mengua de agua les conuiene
l'ilatos le ouo dado el cuerpo, e tomólo muy que mueran de sed y se tornen a su tierra,
honrradamente, e púsolo en vn su monumen- ca nos auemos buena cibdad e fuerte, e bien
to que el auia hecho para si, de lo oual onie- guarnecida de armas e de otras cosas, por
ron los judíos grande enbidia, porque, señor, que olios de balde se trabajaron» . E quando
vos nos aueys menester para tomar a Hieru- Pilatos ovo el consejo de Archilaus, fue muy
saliu, e vos consejaremos lealmente». El em- alegre. E fizo hazer pregón por toda la cibdad
perador, desque oyó las buenas razones de que todos se armassen de pie e de cauallo, e
Jafel, tomólo por la mano e diole su gracia, luego fue hecho, e vinieron delante el pa-
e los judíos demandáronle de comer, ca lacio de Pilatos: y Pilatos y el rey Archi-
auian estado cinco días que no auian comi- laus con toda la gente vinieron a las puertas
do. E quando ouieron comido, el emigrador de la cibdad de fuera, por razón que diesson
1«« hizo venir ante si. e demandóles que si en la hueste del emperador. Mas la hueste
creyan en aquel santo profeta. E ellos dixe- del emperador estaua tan cerca de los adar-
ron que si. El emperador los dixo: «Agora ues. que no podía ninguno salir; e desque
quiero (pie de oy en adelante que seades mis vieron que no podían salir, ouieron de acuer-
consejeros»; e después que el emperador ouo do que se desarmassen todos , e que subios-
hecho derribar el castillo, partióse de allí sen piedras por el adarue e en las bastidas,
con su hijo Titus, e con toda la hueste, e vi- ca eran muy grandes en derredor de Iheru-
nieron a Hierusalem, por tomar venganza 8alon. Y eran bien aquellos que sobian las
de la muerte de Jesu Christo, por que fuesse piedras por el adarue doze mili hombres. E
eonplida la profecía. Mas Pilatoa ni los de Pilatos e el rey Archilaus, con diez caualle-
Hierusalem no sabían nada de la vida (') del ros, se subieron en el adarue ambos a dos, sin
emperador ni de la su hueste, que les venia armas, e vestidas sendas ropas bermejas; e
wrca, porque tanta auia de la nieue en de- Pilatos tenia vn palo en la mano. E Gays el
rredor de Hierusalem, que ningún honbre senescal del emperador dixo al emperador:
podia salir ni entrar. E estaua allí muy mu- «Señor, aquel que osta en la bastida es Pi-
cha gente de diuersas partidas, que eran latos vuestro adelantado». Y el emperador se
ayuntados por honrrar la fiesta, que era muy allego a aquella parte del adarue donde es-
grande. Entre todas las otras gentes, era allí taua Pilatos, e dixole estas palabras: «El no-
el hijo del rey üerodes, o era coronado por ble padre mío te encomendó esta cibdad por
rey en el reyno de su padre. E el emperador
e ku hijo assentaron su hueste fuertemente (') Flavio J.wefo, en el cap. ».<>, libro Vil do »a
Historia de las guerras de lo* Judíos (trad. cairt. de
Juan Martin Cordero), habla do on Archelao, hijo de
l') Por «venida».

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3*8 LIBROS DE CABALLERIAS
desafiado de mi e de todos los de la cibdad>.
que la guárdaseos e la rigesses por el, e qui-
so que fuesse8 adelantado e gouernador por el E quando el emperador oyó sus vanas pa-
de toda esta tierra; e después de la su muer- labras, tomóse a reyr, e dixo a Pilatos: «Bien
te, enbia8teme el tributo de tres años, el qual me tengo por sañudo de las palabras que ha*
al noble padre mió solías embiar de toda la dicho, e avn mas por quanto me mandas tor-
tierra; e agora hasme negado el señorío, e no nar aRoma; mas digo que me entregaras la
me has embiado el tributo; e avn mas quan- cibdad assi como a tu señor, e por aquel por
do te enbie el mi amado Gays senescal, e te quien tu la tienes assi, pero que tu ni los
dio mi carta, menosprociastela mucho mal otros no sereys tornados en ninguna merced.
con grandes amenazas, de las quales no te Ca no vos precio en vn dinero, e agora veré
perdono, por que te digo que me abras las para quanto sera Jerusalem» .
puertas de mi cibdad, ca yo quiero hazor de
ti la mi voluntad, e de todos los otros que
Cap. XVII.— De como contó el emperador a
dentro son». E quando Pilatos oyó estas pa- su hijo Tiius las palabras que con Püato*
labras del emperador, respondió e dixo que otto, e del plaxtr que houieron.
el ternia su acuerdo e consejo, e luego de-
cendio del adarue c entróse en la cibdad, e El enperador se partió de Pilatos, e tor-
fizo juntar su consejo, e dixo a sus caualle- nóse a su tienda do estaua su hijo, e contole
ros que le diessen consejo el mejor que pu- las palabras que auia auido con Pilatos, de
diessen e supiesen, porque el pudiesse res- la qual cosa Titus ouo gran plazer e gozo. «
ponder alemperador. E leuantose el rey Ar- dixo: «Bendito sea nuestro señor que el tray-
chilaus e dixo a Pilatos: «Señor, no temays dor de Pilatos no verna a nuestra merced,
ni ayays miedo de las amenazas del enpera- ca yo auia gran miedo que vos lo toma Hade?
dor, que vos os podeys bien defender del con a merced, mas yo creo que Dios lo ha hecho
la gente que esta en la cibdad, porque sera e ordenado por quanto el no la ouo de aquel
verguenca y escarnio que sin golpes ni he- que era salnador de todo el mundo. E de aqui
ridas nos diessemos al emperador por fazer adelante no se puede hazer que el con vos
sus voluntades; e mal haya quien otro con- pueda auer merced , por quanto el «-onsintio en
sejo os diere». Después leuantose Barrabas, la muerte del santo profeta. Ca bien sabia el
el senescal de Pilatos, al qual creya mucho, que a grande tuerto lo acusauan los judíos,
e dixo: «Señor, bien podeys vos conoscer que ca ningún mal merecia, que bien lo podía el
el emperador no puede estar en derredor absoluer de muerte, pues lugar de señorí»
desta cibdad dos meses conplidos, por men- tenia, de como sea en derecho que mejor cosa
gua de agua, que no la ay si no van al flu- es absoluer el culpado que el innocente con-
men Jordán o al rio del Diablo, que es bien denar; porque vos ruego, señor, que de aqui
a media jornada, alli donde se perdieron las adelante con el no aya ninguna merced; ante
.ii. cibdades que auian nonbre Sodoma e que sea librado a la muerte con los otros, e
Gomorra; y esles muy lexos el agua para la cibdad sea derribada por la gran trayeion
tanta gente; porque vos do por consejo que que ellos hizieron al sancto profeta» . Estan-
os defendays, e los desafieys e no ayays mie- do en estas palabras Titus con su padre, ri-
do del; mas haga quanto pueda, ca bien sa- nieron los azimileros que pensauan las bes-
beys vos que el rey Heredes, en aquel tien- tias, edixeron al enperador: «Señor, ¿que
po que hizo matar los innocentes, no oso aqui haremos que no podemos fallar ni auer agua
venir> . E por esta razón Pilatos. o el rey Ar- do aqui a media jornada, por que nos es muy
chilaus, e todos los otros que alli eran ayun- grande afán, que partimos al alúa de la hues-
tados, loaron mucho el consejo de Barrabas. te, y os ora de nona quando tornamos de dar
E luego se partieron Pilatos o el rey Archi- a beuer a las bestias, porque la hueste no lo
laus del consejo, e con otros caualleros su- podría sufrir, si mas cerca no auemos agua:--
bieron en el adarue a la parte donde el en- E el emperador fue muy marauillado «lesto
perador esperaua la respuesta. Pilatos res- que oyó dezir, e fizo venir a Jafel, e dixole:
pondió alenperador e dixo: «Señor empera- «¿Que consejo me darás, Jafel? la hueste ha
dor, no vos entregare yo la cibdad de la mengua de agua» . E Jafel respondió, e dixo:
manera que la vos demandays, ni en otra «Señor, nos hauemos muchas bestias, assi
manera, mas si vos quereys, yo vos daré como son búfanos, e bueyes, e azemilas, e
buen consejo: e es que vos querays tornar en cauallo6; hazed matar las que son demasia-
Roma, c no querays aqui ser destruydo con das, elos cueros dellos hazcldos adobar muy
tanta gente. E guardad bien vuestra tierra, bien e coser el vno con el otro: e asi encora-
que assi haré yo a esta de vos e de todos mis ran todo aquel valle de Joeafnd; e después,
enemigos, e de aqui adelante tenedvos por señor, hazed que dos mil azemilas traygan

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LA DESTRUICION DE JE RU SALEM

agua; e assi bastareys toda la hueste, e esto su ley; avn se deue hombre menos creer
3*9por
se haga cada dia» . Y el emperador touolo esta razón, por quanto sin mi mandamiento
por buen consejo, e luego mando que se hi- acogiste al senescal del emperador en tu
ziesse; e luego fue hecho. E quando la hues- casa, e lo embiaste a la muger del diablo,
te vido el valle lleno de agua ouieron gran que con hechizerias e encantamientos ha
£<)/.o, e dixeron que buen consejo auia dado guarecido al emperador. E por tanto yo to-
Jafel, e que bien parecía que era hombro en- mare venganca de ti» . E luego lo hizo pren-
tendido. Equando el valle fne lleno de agua, der e poner en la cárcel con vna cadena muy
cstaua assi como si fuesse vn rio de vna grande, la qual prisión estaña en el fondo
gran fuente, de la qual cosa el emperador e del palacio mayor de Pilatos. E quando Ja-
todos los otros ouieron muy gran gozo. E cob fue en prisión, comonco a rogar a Dios
quando Pilatos e el rey Archilaus que esta- que fuesse la su merced que no muriesse en
ñan dentro de Hierusalem vieron el valle de aquel lugar, e siempre el hazia su oración
Joeafad lleno de agua, ouieron muy gran pe- muy deuotamente. E Maria Jacobe su hija,
sar, edixeron entre si que aquel consejo era quando supo que su padre era preso tan
salido de la cabeca de Jafel, ca todos sabian fuertemente, dixo assi: «¡O verdadero Dios
que el era hombre muy sabio, e sabia mucho Jesu Christo, para mientes a aquel mi padre e
de guerra. Y Pilatos fne muy arrepentido tu amigo que por ti esta en prisión! ¡Señor,
I>or que no auia entregado la cibdad al en- líbralo que no le puedan hazer mal los tus
cerador para hazer su voluntad, e dezia: «Si enemigos, assi como libraste a Joseph de la
el enperador me ouiera assegurado de muer- prisión de Pilatos, quando los malos de los
te, asi como a Jafel, yo me pusiera en su judíos lo quisieron matar por el sernicio que
merced». E el rey Archilaus, e Barrabas, te auia hecho; ca tu de las sus manos lo li-
que le auian dado el consejo, vinieron a eo- braste! ¡Señor, por la tu merced libra a mi
nortar a Pilatos, que estaña muy triste, e di- padre!» . E mientra que Jacob estaua en ora-
xeronie: «¿Porque os desmayays? ¿no veys voe ción dentro de la prisión, vino vn ángel, y
que el emperador no puede tomar esta cib- llamólo por su nonbre; e Jacob paro mientes
dad por fnerca? E en otra manera no la toma- por la prisión quien lo llamaua, e vido gran
ra en estos siete años; e por esto no puede el resplandor del ángel , e ouo gran miedo, mas
mucho aqui estar, por que vos deueys mucho el ángel lo conforto, e dixole: «No ayas mie-
alegrar por la su venida, porque seremos to- do, amigo de Dios, e sepas que por las ora-
'los honrmdos. ciones de tu hija me enbio nuestro señor a ti
que te libre desta prisión; y leuantate e sal
de prisión sin miedo» . E Jacob respondió al
Cap. XVin. -De como ouo pesar Jacob de ángel, e dixole: «Sepas que no puedo; ca las
las palabras que dezian el rey Archilaus e prisiones no me dexan» . E el ángel tomólo
Barrabas e Pilatos.
por la mano, e delante todos lo saco de la
prisión, e lleuolo a la tienda del emperador,
Qvando Jacob, padre de María Jacobe, oyó que el que la guardaua ni otro ninguno no
las palabras que el rey Archilaus e Barrabas
lo vido, y quando el ángel ouo metido a Ja-
dixeron a Pilatos, tomo gran pesar, por cob dentro en la tienda del emperador, des-
q nanto era de los sabios jtidios que fuessen aparecióle. Gays
E el senescal paro mientes
o n la cibdad, e dixo a Pilatos: «¿Como podeys e conooiolo, e tomólo por la mano e ouo con
vos creer lo que estos caualleros vos di- el el mayor gozo que por ningún tienpo
zon? Por cierto vos no podeys tener contra el honiesse; e comencé a abracarlo e besarlo, e
enperador nuestro señor, ínas yo vos daré tomólo por la mano, e lleuolo ante el empe-
consejo si lo quisierdes tomar». Y Pilatos rador, edixo: «Señor, este es el mi huésped
quiso saber que consejo le daría, pero ya era Jacob, el leal vassallo vuestro, el qual, se-
con muy gran sana contra Jacob por las pa- ñor, por amor de os sanar me mostró la mu-
labras que auia dicho. E Jacob dixo: «Señor, ger Verónica» . E el emperador ouo muy gran
erabiad vuestro mensajero al emperador que gozo e plazer con el; e prometióle grandes do-
vos le qnereys entregar la cibdad por hazer nes ehizolo de su secreto, con Jafel e con los
*u voluntad, e yo creo que el vos perdonara otros de su consejo; e después demandóle
su mal talante de vos». Mas Pilatos era tan como hauia salido de la cibdad, que el hauia
cañudo contra Jacob, e dixole con gran saña: oydo dezir que Pilatos lo auia puesto en
cJacob, condenado eres a muerte por quanto prisión; e Jacob contole como nuestro señor
as renegado la nuestra ley, y no te creeré Dios no oluida los sus amigos, e de como en-
ni tomare tu consejo, ca luego que el empe- bio vn ángel, el qual, delante de todos aque-
rador touiesse esta cibdad, luego creerías en llos que lo guardauan, lo saco de la prisión,

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890 LIBR08 DE CABALLERIAS

e lo puso en la tienda del emperador, e como E quando Pilatos supo que tan grandes
después lo desapareció. valles e tan ayna auia hecho el emperador,
e tan estrechamente los tenia apremiado»,
Cap. XIX.- De como el enperador mando allego su consejo, e entre los otros quiso
liaxtr grandes valles en derredor de la del rey Arehilaus, e de Joseph Jafaria. e di-
cibdad. xeronle: «Señor, otro consejo no sabemos sino
que hagays armar todos vuestros cauallpr*
El emperador quiso auer consejo con aque- e toda vuestra gente, quantos armas puedan
llos que eran de su secreto en como pudiesse tomar a pie e a cauallo, e vamos a dar en la
tomar la cibdod, e quiso que primero hablas- hueste; o si los podemos arrancar, ellos
sé Jacob, al qual Dios hauia hecho mucho auran gran gozo que se ¡Hiedan tornar a su
bien aquel dia; e contóle delante todos lo tierra, e de aqui adelante no tornaran a no»
que le acaesciera; e el emperador ouo muy cercar, e quedarnos han las sus riquezas e
gran plazer, e dixo: «Contadnos de Pilatos viandas» . E este consejo touieron por bueno,
e de todos los otros que dentro están, e que e fizo mandamiento Pilatos que todos a pié
hablan de nos». «Señor, dixo Jacob, en la e a cauallo se annassen con sus armas, e vi-
cibdad ay pocas viandas e ay mucha gente, niessen delante del templo de Salomón: *
ca en toda esta tierra no ha quedado judio fueron, por cuenta, veynte mili eauallems.
que algo valga que no sea aqui venido por e de otras gentes de pie quarenta mil. E Pi-
honrrar la fiesta muy marauillosamente, e latos comenco de oonortarlos lo mejor qu»1
por el vuestro assentamiento no ha podido pudo, e dixoles que sabiamente suliessen a
ninguno salir; por la qual cosa son muy des- la batalla, e que touiessert firme, e que salie-
mayados los vnos y los otros, y no se pueden ssen todos en vno. E Pilatos e el rey Archi-
mucho tener; mas, seflor, vos mandad hazer
laus caudillaron lacaualleria, e todos en vn'.
en derredor del adarue grandes valles fuertes comencaron a salir de la cibdad. Mas por lo*
e bien anchos, porque ningún judio pueda valles, que eran grandes, no podieron passar
salir ni se allegar a las huestes sin vuestras assi como ellos se pensauan; e como las
voluntades; e quando las viandas les fallecie- guardas del emperador vieron que tanta gen-
ren, ellos se nos darán, ca, señor, por fuerca te salia de la cibdad armados para la batalla,
no la podeys tomar, por que es menester metiéronse por entre la gente fasta que lla-
que los valles se hagan luego» . E el empera- garon al emperador, e dixeronle como salia
dor touo por bueno el consejo de Jacob. E de la cibdad mucha gente para la batalla *■
quando vino el otro dia de mañana, el em- para pelear contra ellos. Y luego caualgan.ii
perador fizo llamar a todos los maestros que ambos los emperadores, e quando fueron ar-
supieesen fazer valles, que viniessen delante mados, eallegada la gente, hizolos venir s
del emperador; e luego fueron juntados cin- todos ante si, e dixoles estas palabras: «Ami-
co mili por cuenta, a los quales mando el gos, sabed que Pilatos con toda la gente <K
emperador que hiziessen grandes valles en la cibdad es salido para pelear con nosotros.
derredor de la cibdad; e Jacob e Jafel fueron
Por que es menester que sabiamente saina-
obreros e administradores de aquesta obra mos ael al canpo; ca, si a Dios plazo, el no*
por mandamiento del emperador; e luego de dará vitoria contra ellos, ca todos somos ve-
fecho, comencaron Jacob e Jafel a señalar el
nidos por vengar la su muerte» : e todos res-
lugar donde se auian de hazer los valles. E pondieron: «Señor, todos somos aparejada
comencaron labrar; e dixeron que fuessen do
de hazer qnanto podamos e auemos aeostun-
treynta codos en ancho y quince en fondo; e brado de fazer» . E esto era a ora de tercia, y
los hombres con gran voluntad que auian, el emperador mando a Gays el senescal qii>
comencaron su obra, enpero lleuaron consigo el e Jacob, e Jafel, e su sobrino, ordenasen
treynta mili hombres archeros, e aquestos las batallas lo mejor e mas sabiamente que
que fuessen escudados e bien armados para
guardar a los obreros. E en esta manera la-
braron fasta que los valles fueron acaba- guarda á *ns huertos y entupí*, y cortad a t«>da uanellj
selva, y aunque ern mnv provechosa que le« e*t*be 'i'
dos ('). frente, hincheron todos los toóos y valle* que bthia. r
cortada* las mavore* y mi« eminente* piedra* roa »a«
(M «Por otra parte Tito, deseando mudar mu camjH) instrumentos hicieron todo aquel camino d«*de rjr<>
de Raeopon, en parte qne eatnvieae más cerra de la pon. adonde entonces es t altan, h i-ta el monamente
ciudad. poso (renta de i pie y de á caballo, por guarda Herodes, muy llano, y todo el coreo del e«fafl" q»? i*
de toda* la» salidas de lo* enemigo*, y mandó que las serpientes fue llamado B faru aiitifrunnirntr >
toda la otra (rente de su exército se ocupase en allanar ( I Imvío .losefo: ///Wi»r»'i /ir Inx Qnrrrn* /.j i%.ívi
el camino que había desde allí hasta la ciudad. Des- y df ln drttrumon drl trmplo y riudnif <fV J
truida*, puea, todas laa albarradas de piedra* y otros h-n Trnd. del griego por Juan Mattin Cord#rrv Ma-
impedimento*, loa qualat habían puesto defensa y drid. Benito Cano, 17'Jl, Hb. VI. cap. 4.|

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391
LA. DESTRUICÍON DE JERUSALEM

pudiessen. Y ellos hizieronlo assi, e ordena- bre que luengo tiempo auia andado assi como
ron tres batallas, e dieron la vna al empera- loco por la eibdad de Jerüsalem diziendo:
dor, ela otra a Titus, e la otra a Gaya el se- Ven, Vespasiano, sobre Jerüsalem; por lo
nescal. Efue con el emperador Jacob. E con qual el pueblo auia muy grande desplazer,
Titus, Jafel ('). E con el senescal, el sobrino que muchos creyan que fuesse profeta ('). E
de Jafel. Mas Titua, con la grande voluntad fue lerido Joseph Jafaria, mas no murió de
que auia, quiso la primera batalla; e fuete aquellos golpes. Mas murieron de otros hom-
otorgada por el emperador. E luego ayudo bres señalados si ti cuento en la entrada de
Dios a todos aquellos que eran con el, e die- la eibdad. E tantos fueron los lloros e llan-
ron tan fuertemente en la hueste do Pilatos, tos que auia por la eibdad, que Pilatos e el
que desbarataron dos vezes la batalla de Pi- rey Archilaus eran muy tristes e dolien-
latos. E duro la pelea desde ora de tercia tes de la gente que auian perdido. E quan-
hasta ora de nona E quando fueron cansados do vino en la mañana que auia de salir, Pi-
ambas las partes, tiráronse afuera. E comie- latos eel rey Arohilaus eran muy tristes,
ron e refrescaron. E en esta batalla murie- e no ouieron voluntad de salir. Ma9 mando
ron de la parte de Pilatos hasta .iiii. mili per- que no saliesse ninguno, mas que guardassen
sonas. Ede la parte de Titus, entre caual le- la eibdad. Mas las conpañas del emperador,
ras e peones, ochocientos por cuenta. e todas las otras gentes, cuydauan que Pila-
E quando ouicron refrescado los de la par- tos saliesse al campo para pelear, e el no
te de Pilatos, salió el emperador con su gen- salió. E viniéronse a la tienda del empera-
te, e aguijo tan fuertemente, e tan feroces dor, etodos en vno llegáronse a los adames
eran las batallas, que se vinieron a mezclar de la eibdad. Aqui estuuieron esperando
la vna con la otra. E duro la pelea hasta el que saliesse a la batalla Pilatos e su gente,
sol puesto, e porque era nocho ouieron de desde el alúa hasta ora de tercia. E desque
salir del canpo; e murieron en esta batalla, vieron las con pañas del emperador que no
de la parte de Pilatos quatro mili e dozien- sal i a ninguno de la eibdad, tornáronse para
tas personas. Mas nuestro señor, que quiso las tiendas e desarmáronse, e folgaron todo
que la muerte suya fuese vengada, fizo aqui el dia fasta la mañana. E el enperador
vn grande milagro, que como todos se pen- mando venir ante si a Jacob e a Jafel, e di-
sauan que por la noche que venia tornarían xoles que no cessassen la obra de los valles
atrás, el sol puesto, eoraenco a salir luego fasta que fuesse n acabados por tal que nin-
en oriente bien assi como si la noche fuesse guno no pudiesse salir. E quando Pilatos
paseada; fue dia claro. Y por esso ouieron vido que de Hierusalem no podia salir nin-
de aparejarse para la batalla los vnos e los guno, el fue mucho desconortado, e todos
otroe. Mas quando el emperador e las sus los otros de la oibdad, e dezian todos a vna
gentes vieron este milagro, fueron mucho boz que aquel que todo el dia dezia: Píen,
alegres. E conocieron que esto era fecho por Vespasiano, en Jerusalen, es muerto, «por
voluntad de Dios. E el senescal firio muy que nos eremos que fuesse profeta contra
rezio en la batalla de Pilatos, que duro la pe- nos; mal consejo tomaste, Pilatos, ¿como no
lea desde hora de prima hasta hora de nona entregaste la eibdad al emperador? Agora es
passada. E murieron, de la gente de la par- complida la profecía que aquel que teniamos
te de Pilatos, fasta dos mil e dozientos e cin- por loco lo dezia todo9 [los] di&s> . Y quando
cuenta personas; e mucho fueron sañudas Pilatos oyó los gritos de las gentes, fue muy
las huestes la vna contra la otra. Mas a la triste, e fizo venir ante si a Joseph Jafaria,
ora de las bisperas tornaron en el canpo to- e al rey Archilaus, e dixoles que le diessen
dos en vno. E duro la pelea hasta el sol
puesto, e murieron, d«i la parte de Pilatos, (') De «te loco habla Flavio Jonefo (VII. 12). lla-
hasta .iii. mili e dozientas e cinquenta per- mándole «Je«Un, hijo de Anano». Dice de él que ase
donas, ede la parte del emperador hasta entiba cada día como enerado orando, y como cari
quatrocientas e cinquenta personas. Assi que quejándole decí*: ¡Ay, ay de ti, Jer**al*n.'t> «Daba
tocen, principalmente lo* día* Je fiesta, y perseveran-
perdió Pilatos por todos onze mili e nueue- do ert e»to mete año* y cinco menea á la continua,
• ientas quarenta personas, e dende arriba; nuiien enronqueció ni jamán se cannó, han ta tanto
e de la parte del emperador hasta tres mili que, llegado ja el tiempo, quando fue la ciudad cer-
cada, entendiendo todo* claramente lo que significaba,
cinquenta personas, e dende arriba. E ven- £1 ne repmó. Y rodeando otra ve* la ciudad por énci-
ció el emperador el campo, e fueron al al- ma del muro, gritaba con la vot alta: ;Ay, ay de t¡
cance alos de Pilatos hasta las puertas de ,-udad, Jem/du y i'vrblo.' Como llegando ya el fin de
aun dian, dixene: ¡Ay d? mi también! una piedra,
la eibdad, en qual alcance mataron vh hom- echada con uno de aquello* tirón, luego lo raátó y le
hilo nalir el alma, que aun lloraba todo el daño y
g)l') SI texto: «e Jafel.. destrucción qo« tenía preaeute.»

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3í)2 LIBROS DE CABALLERIAS

consejo sobre aquello quo las gentes dezian; fueron gastadas todas las viandas, tan sola-
e Joseph Jafuria dixole: «Señor, otro consejo mente que no quedo nada que fuesse de co-
aqui no hay sino que estén los hombres por mer; yquando todo les fallescio, corrieron
el adarue, e que hagan grandes balsas cerca a las puertas de la cibdad, que eran cubier
del adarue, y pongan alli todos los muertos, tas de cuero de búfano e de bueyes, y las
porque espanto seria en las gentes si todos gentes tomauan a pedamos de aquellos cue-
dias touiessen los muertos delante, e avn ros, e cozianlos para comer, e aquel «¡u-
mas por el fedor que dellos salia, que seria mayor pedaoo podia tomar, aquel se tenia por
muy grande enfermedad; y hagamos aquí grande, e aquellos cueros comian. E vinie-
muy sabiamente y haced guardar e repartir ron a esto: que vn pan que solia valer vu
las viandas, que asaz son pocas para la gen- dinero, valia quarenta pesantes de plata;
te que aquí está; especialmente que ay de una poma o mam-ana valia siete pesantes, e
los de fuera parte mas de veynte mili hom- un hueuo valia cinco pesantes. Mas ya n<
bres, de los quales echar ni enbiar no pode- fallauan algo que de comer fuesse por dine-
mos por lugar que sea» . E el rey Archilaus ros, por no auer primero guardado las vian-
ouo el consejo de Joseph por bueno, e dixo das, pensando que el emperador luego s*
que al no podia hombro dezir. E Pilatos en- tornaría. E vieron esto, que grandes e meno-
comendó este hecho a Joseph Jafaria, porque res se morian de hambre, tanto que los bino?
era hombre cíente e sabio. E dixole [a] Jo- no podían sofrir los muertos, tantos monan
seph: «Hazod assi como teneys por bien». Y cada dia.
luego Joseph hizo hazer las balsas fuera de
la cibdad, entre el adarue e los reales del
Cap. XX — De como dixo el ángel a la reytv
emperador. E alli fizo poner los muertos to-
y a Clarisa su compañera como comieA&v
dos: efueron por cuenta quarenta mil per-
hijos, que de complir se hauia la ;/r.v
sonas, edespués púsose por la cibdad a par-
tir las viandas, e tomaua de los que tenían
e daua a los quo no tenían. Mas por las gen- Dentro en la eíbdad de Hiernsalem esta
fecia.
tes, que eran muchas, fueron gastadas en na vna dueña que fue muger de vn rey i>
pocos dias, fasta que vinieron en esto: que Africa, el qual murió en el tienpo que Jesu
ni quedaron bestias ni yernas, ni otras co- Christo fue puesto en la cruz; ya sea puest»
sas que comiessen, e de aquellas cosas comian que ella quedasse jouen e no quiso tomar
de fambre. Grande fue la fambre e la careza marido, antes se hizo christiana; y porgue
que era en la cibdad, por razón de las muchas mejor pudiesse seruir a Jesu Christo dex
gentes que estnuan alli quo eran venidas a todo su rey no, e vínose en Hiernsalem, *
honrrar la fiesta, e no anian traido viandas, traxo consigo vna hija, e vna buena dneín
y quando no se cataron vieronse fuertemente de gran linaje que la acompanasse, la qual
cercados del emperador e de su hijo Titus, era muy discreta, e sabia; e auia por nomr.r*
ca no podieron salir. E quando Pilatos vido Clarisa. E esta Clarisa tenía vn hijo, e bapü
que las gentes menudas se morían de fam- zaronle en Hiernsalem: e a menudo yuan a
bre, emuchos que yuan diziendo por la cib- honrrar a Jesu Christo, porque tenían gra; -
dad: /Fambre, fambre.' touose por mal an- de fe en el, e la reyna auia traido mucha'
dante, e ouo gran dolor de las gentes que se viandas en Jerusalem. para ella e su com-
morian de fambre: e fizo fazer pregón por la
pañera Clarisa. Pilatos o todos los otros ju-
cibdad que todo ombre buscasse de comer díos hazianle todauia gran honrra, hasta qu
por las casas de los ricos, que partiessen con fue la careza en la cibdad, ca entonce n-
ellos las viandas que tuuiessen. E quando el honrrauan a ninguno, e robauanle todas 1»«
pueblo oyó el pregón, ouo muy gran gozo e viandas que tenia, según que robaron a lo
gran consolación. Y luego se van por la cib- otros cabe su casa. E ella auia vna huerta
dad y por las casas de los ricos hombres bus- pequefia en que se deleytaua, e auia et
cando que comiessen, o veriades entre ellos ella muchas buenas yemas, las quales o\ú*-
muchas pufianas e palos, e de otras armas, ron de tornar a comer dellas ella e su oorr
tantas que muchos morian; c aquel que ma- panera Clarisa. E quando no touieron q'i
yor golpe podia dar, no quedaua por el, e comer, la hija de la reyna murió de hanbr -
aquel auia mayor parte de la vianda. E an- sin que ouo otra enfermedad. E el hijo de U
dauan todos los dias escuchando por las ca- buena dueña jK>r semejante murió de han-
sas de los ricos hombros, e alli donde veyan bre. E desto fizieron las dueñas gran du*!:
fu mear, luego eran alia. E por grado o por por la muerte de sus hijos; enpero ellas aiiian
fuerca tomauan todo quanto hallauan, que muy grande hanbre, quo avn no se podút
de comer fuesse. E assi en pocos tienpos sostener en los pies. E la buena dueña Cl>-

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I

LA DESTRÜICION DE JERUSALEM
398
risa dixo a la reyna: «Dexemos estar el due- que le embieys dessa carne assada que apa-
lo, pues que a Dios plaze que asm sea, mas rejades para vosotras, porque dizc que no
pensemos de nos, que morimos de hanbre, sintió jamas tan buen olor de carne assada
que no tenemos que comer sino nuestros hi- como esta que aquí assades. E es menester
jos. E por e9to tomemos mi hijo o cortemos que le mandeys luego dar della» . E Clarisa
vn pedazo del quarto e assemoslo, e comá- les respondió que se la enbiaria de grado,
moslo, ebiuamos» . Quando la reyna oyó las e dixo a los escuderos: «Venid comigo». E
palabras de Clarisa, de grande espanto cayo quando fueron con ella en el palacio, Clari-
eo. tierra amortecida. Mas nuestro señor Jesu
sa tomo su hijo por el pie, e dixo: «Empres-
Christo, que no oluida los suyos, embiole vn tadme vn cuchillo con que corte, y ambiarle
ángel, el qual le dixo: «Leuantate y esfuer- he vn quarto desta carne. E el hágala guisar
za». Y quando la reyna fue lenantada, el án- como quisiere e a su voluntad» ('). Y quando
gel les dixo: «Dios me ha embiado a vosotras, los escuderos vieron que de su hijo quería
e vos embia a dezir por mi que comays de cortar vn quarto, e que ya fallecía otro quar-
vuestros hijos, e sera complida la profecía to el qual ellas tenían [a] assar, ellos lo ouie-
que el dixo por su boca el dia de Ramos, ron a gran cosa. E de manzilla qne ouieron,
quando entro en esta cibdad cauallero en boluieron el rostro. E saliéronse de la casa e
vna asna, e los judíos le fizieron gran hon- fueron delante Pilatos. E el les dixo que
rra, e le siguieron hasta el templo, e dexa- como venían assi espantados e no trayan
ronlo assi que ninguno lo conbido a comer. aquello por que los embio; e ellos contáronle
E luego lloro sobre aquesta oibdad, e dixo: todo lo que hauian visto en la casa de la rey-
En esta generación de Hierusalen vertía tma na de Africa. Y quando Pilatos lo oyó, en-
tgrande pestilencia, e tan grande hambre, tróse en el palacio, e echóse en la cama, e
'¡ue la madre comerá por fiambre a su hijo. dixo de su boca: «Aqui no podemos mas ha-
E la cibdad sera destruyda, que no quedara zer». E la reyna y Clarisa comieron su hijo
piedra sobre piedra ('). E assi es conplido el todo; e después comieron la hija de la rey-
duelo del pueblo; e assi comed de vuestros na, mas como la hauia de cortar con el cu-
hijos, que al no se puede hazer». En tanto chillo, cayo amortecida; e Clarisa la conorto
el ángel desapareció, e las buenas dueñas lo mas que ella pudo.
quedaron consoladas. E quando Pilatos houo estado dos dias en
su cama, salió fuera, mas a mal de su grado,
ca las gentes dezian todos a vna boz: «¿Do es
'.'ai*. XXI. — De como fueron consoladas las
dueña» con las palabras del ángel. Pilatos?» «¿Que consejo nos dará, e si no da-
remos la cihdad al emperador?» E Pilatos
Mucho quedaron consoladas las buenas ayunto su consejo con el rey Archilaus e con
dueñas de las palabras del ángel, mas por los otros buenos que allí eran; e Pilatos di-
la flaqueza de la naturaleza, llorauan, e xoles: «Señores, otro consejo no auemos con-
auian gran duelo de sus hijos: e Clarisa rogo tra el emperador sino que le entreguemos la
a la reyna que le ayndasse a cortar vn quar- cibdad, e si me quisiere tomar a merced, si
to de su hijo. E la reyna ayudóle assi como no, haga de mi su voluntad, ca mas vale que
pudo. E quando le ouieron cortado, pusié- yo muera, que no que este pueblo muriesse
ronlo [a] assar, e mientras que se assaua. de hanbre, que nos estamos mucho estrechos
Pilatos passaua por las casas de la reyna, o de viandas; e contarvos he vna gran mara-
sintió aquel olor muy bueno que salia de la uilla que en esta cibdad ha acahescido. Sabed
« arne assada, e tomóle gran desseo, no sa-
biendo que carne de hombre fuesse. E dixo (•) A ente horrible anceao hace referencia también
que nunca auia sentido tan buen olor de car- Flafío Josefa, en el libro VII. cap. 8.» de ra Híttoría
de la* guerra* de la* judio*. Dice que la mujer era:
ne assada. E mando a tres escuderos suyos
«Una de la» qne ▼¡vían de la otra parte del río Jor-
que fnessen a buscar a donde assauan aque- dán, llamada María por nombre, hija de Rleázaro,
lla carne, que tan gran desseo auia della. E natural del Ingar ó barrio llamado Veteaobra. que
qniere decir la caaa de Ixopo. noble en linaje y rica».
el rey Archilaus e muchos otros que estañan
«Mató á <ui hijo y coció la mitad, y ella mioma ae lo
con Pilatos, fueron muy conortados do aquel comió, guardando la otra mitad muy bien cubierta.
tan buen olor, e andando buscando por la Veia aquí adonde lo* amotinado* entran en su raaa, y
cibdad, vinieron a la casa de la reyna de habiendo olido aquel olor tan malo y tan dañado de
ín carne, amenazábanla que luego la matarían ai no
Africa, e entraron dentro, e dixeron a la
lea moatraba lo que bahía aparejado para comer. Rea-
reyna e a Clarisa: «Pilatos nos embia a vos pondiendo ella qne había aún guardado la roaror
parte de ello, entrególe* lo que le sobraba del hijo
que había mutrto. Elloa, riendo tal coaa. lea tomó un
(«) Vcnn-e: San Mateo. XXIV',2; San Marco*, XIII, tan temeroao horror y perturbación, que perdieron el
2-8, y San Lucaa, XXI, Cll. ánimo con ver coaa tan perversa y Un nefanda.»

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39-1 LIBROS DE CABALLERIAS

que la hija del rey de Af frica murió de ham- que' el rey de los judíos era nacido, de lo
ore, e el hijo do vna dueña su compañera, la qual ouo muy gran pesar; ca nos no quería-
nal atiia por nombre Clarisa, que han comi- mos que otro rey ouiesse sino el. E por esto
o sus Ajos, porque no tenían al que comer; que tu padre fue malo, e no ouo merced de
por que vos do consejo que nos demos al em- los infantes e inocentes que fueron por cuen-
perador, si
e yo muero, por ventura vosotros ta .c.xljjjj. mil, los quales murieron por
sereys tomados a merced». E quando todos aquel sancto profeta Jesu Christo, e tu pa-
oyeron este consejo, fueron mucho tristes, e garas la su muerte e la su iniquidad».
llorando decían a altas bozos: «¡Ay Dios!
¿que haremos de nuestro buen señor e go- Cap. XXII. — Como desespero el rey
uornador?»
Archilaus.
Grande fue el duelo e el lloro que andaua
por la eibdad, que nunca por ningún tienpo Quando el rey Archilaus vido que el em-
tan gran desconorte fue en las gentes: lo vno perador no le Quería tomar a merced, e vid<»
por la hanbre e lo otro por su señor. E lue- que el emperador auia de entrar en la eib-
go Pi latos se armo; con el el rey Archilaus, dad donde morían de hambre, ayroee consi-
e con todos los otro* caualleros; e salieron
go mesmo, y delante de todos descendió del
fuera do la eibdad, e llegaron hasta los va- cauallo. e desarmóse, e saco el espada, e
lles. E Pilatos pregunto por el emperador, y como la saco, dixo assi: «A Dios no plega
el emperador con Titns su hijo, e con el Ja- que yo bino me ponga en vuestras manos, m
cob eJafel, e con otros nobles caualleros sin haga cosa que a mi sea a desonrra, ni paga-
cuenta, allegaron al derredor de donde Pi- nos se venguen de mi». E metióse la punta
latos eataua; e Pilatos dixo al emperador: del espada por medio del coracon, e dexo-
«Seüor, sea la vuestra merced que aj'ades 8e caer encima del la, e passole en manera
misericordia de mi e de todo este pueblo. que salió por las espaldas, e luego cay.»
Tomad la vuestra eibdad e todo lo que es muerto en tierra. E quando Pilatos vid » al
dentro, e dexadnos yr en tierras est ranas, e
rey Arohilaus que era muerto, fue muy av-
ruogovos, señor, que no pareys mientes a la rado, o entróse en la eibdad sin que tomo
mi mengua ni al mi mal consejo, que yo oue licencia del emperador; aqui se hizo gTan
quando el vuestro honrrado mensajero vino duelo por la muerte del rey Archilaus, e
por la Verónica, y no vos embie el tributo otro día de mañana, Pilatos fizo llegar a to-
que a vos e al honrrado padre vuestro, Co- dos los caualleros de la eibdad. E hizo que
sar Augusto, solia hazer; y por mi soberuia veniesse Joseph Jafaria, e Barrabas su se-
me alce contra vos con la eibdad; y assi, se- nescal, i>or tomar sus consejos, e dixo: «Se-
ñor, aued de mi merced, o fazed do mi lo ñores, bien veys que nos no podemos t«ner
que quisierdes. E este rey que no tiene cul- contra el emperador, ca Dios nos ha olvida-
pa, que lo dexeys yr». E el rey Archilaus do, e no tenemos viandas en aquesta eibdad.
dixo al emperador: «Yo soy fijo del rey He- porque tal tribulación nunca fue en eibdad
rodos, señor de Galilea, e después de la su tal como esta». E respondió Joseph, e dixo:
muerte quedo a mi el reyno, por que os rue- «Señor, en esto otro consejo onbre no os
go que no querays que aqui me pierda. Ca puede dar, pues el emperador no os tomo a
nunca yo ni mi padre venimos contra vos merced; ca, señor, mal consejo vos dio aquel
fasta agora, que yo vine en esta eibdad por que os dixo que contra el emperador vinies-
honrrar la fiesta; assi, señor, fazed de mi sedes; ca bien podriades vos ver que con-
lo que fuere la vuestra merced; empero, tra el emperador vos no erades igual, ma*
ruegovos, señor, que me avades a merced». demandadlo a quien mal consejo vos dio» . E
E quando el emperador ouo entendido las dixo Pilatos: «Esso no lo fare yo, mas faga-
palabras de ambos a dos, respondió prime- mos assi: aqui en la eibdad hay mucho teso-
ramente a Pilatos, e dixole: «Si Pilatos ro y grande de oro e plata o piedras pre-
me quisiere entreguar la eibdad, con todos ciosas. Eel emperador e las bus gentes pien-
aquellos que dentro son, para hazor a nues- san de lo auer todo: mas no auran ninguna
tra voluntad, yo la tomare, e no en otra cosa» ; e luego mando que el oro y plata fue-
manera» . Y después dixo al rey Archilaus: se limado, e las piedras preciosas sean moli-
«Bien vees tu que no os razón que nos te to- das, ede aquello sea fecho poluo, «e sea assi
memos amerced. Esto por quanto tu padre partido, que tanto sea dado al rico como al
a gran tuerto fizo matar los inocentes, por- pobre, e cada vno coma dello su parte. Y •»!
que aeertasse en el sancto profeta Jesu Chris- emperador ni todos los otros enemigos no V.
to. |»or miedo que quando seria grande, que auran» , e luego fue hecho: e quando fue tod'-
le quitaría la tierra, 1341 sus sabios ledixeron comido, vinieron delante de Pilatos e dixe-

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LA DE8TRUICI0N DE JERU8ALEM 895

ron: «Señor, fecho aueraos tu mandamiento; que no puede mas fazer». E el emperador
e mandad lo que fagamos» . Y quando Pila- paro mientes hazia Pilatos, e dixole: «Si
tos esto oyó, comenco muy fuertemente de tu me entregas la cibdad con todos los ju-
llorar, e dixo delante todos: «Señores, vos- díos que dentro son. para hazer nuestra»
otros me establecistes quo yo fuesse vuestro voluntades, yo la tomare. E digote que
gobernador; bien sabeys todos que primero tan poco aure yo merced de tí ni de los
yo era adelantado del honrrado Cesar Au- otros, como ouistes del santo profeta Jesu
gusto, emperador de Roma, al qual fazia Christo, al qual vosotros acusastes mala-
cierto tributo, y tenia aquel por seftor e vos- mente amuerte. Y los malos judíos loemla-
otros todos; e agora, por mal consejo, alce- uaron en la cruz: por que os digo que ya
rae contrn Vespasiano su hijo, donde por merced no hallnreys en mi». E quando Pila-
este peccado, e por la traycion que fue hecha tos esto oyó, fue muy triste el y todos loa
e consentida en la muerte de aquel santo pro- otros, e dixo al emperador: «Sehor, tomad
feta, que bien vos deuedes menbrar que ta- la cibdad e todo qnanto en ella es: sea la
les señales fizo el dia que murió, e antes qnel vuestra merced hecha a vuestra voluntad».
muriesse dixo por su boca el dia de Ramos Quando el enperador vido que de todo en
todos quantos males agora son, e no son con- todo Pilatos se ponia en su poder, fizo cercar
plídos, mas croo que ayna se complirnn, que los valles en derredor, por que ningún judio
ya parece cada dia; pues yo creo que no pue- podiesse salir: e fizo entrar fasta quatro mil
do escapar de muerte, vosotros por auentura caualleros en la cibdad. e fizóles manda-
podriades escapar; ruego vos por Dios que me miento que cerrassen todas las puertas que
querades perdonar si por ventura a alguno ningún judio dexassen salir ni otras cosas;
de vosotros fize algún enojo». E los canalle- con tanto Pilatos se entro, e todos los otros ju-
ros e el pueblo, quando oyeron estas pala- díos en la cibdad: e Titus entrn en la cibdad
bras, fueron mucho turbados, en guisa que con gran caualleria; e entraron Jacob o Ja-
no pudo ninguno fablar ni responder, tan fel por seguir la caualleria, que era muy
fuertemente llorauan, ca sabían que todos grande; e Titus tomo a Pilatos por la barita,
serian destruydos, e Pilato dixo: «Varones, o encomendólo a diez caualleros que loguar-
otro consejo no veo ni vos puedo dar, sino que dassen muy bien; e Jacob tomo a Joseph Ja-
nos demos al emperador y estemos a su mer- faria, e Jafel, porque era buen cauallero,
ced; ca por ventura algunos escaparan, ca fue a tomar a Barrabas, renescal de Pilatos.
mas vale que no que muramos todos de ham- E quando todo esto fue hecho, el emperador
bre» .E todos touieron por bueno el consejo entro en Ilierusalem, y mando que todos los
de Pilatos, e dixeron que mas les valia estar judíos fuessen presos, bien atadoB, y que
a merced del emperador que no morir de luego se los traxessen delante. E luego fue
fambre. E otro dia, Pilatos e todos los otros hecho; y el dixo a sus gentes: «Pues que la
«le mañana salieron fuera de la cibdad, e vi- cibdad es en nuestro poder, nos queremos
nieron al valle que era on deredor del adar- hazer almoneda de los judíos que son aqui.
iie, e Titus andana caualgando por ende con como ellos vendieron al sancto profeta Jesu
muchos caualleros. E Pilatos fizóles sus se- Christo, el qual nos guarescío do nuestra en-
ñales con las lúas de sus manos. Y quando fermedad: assi como lo vendieron por t rey uta
Titus lo nido, vino con sus caualleros delan- dineros, nos queremos vender treyntn judíos
te, donde Pilatos lo vido, e Pilatos comenvo por vn dinero». Y en tanto vino vn caualle-
a decir a Titus: «Seftor, sea la vuestra mer- ro, o dixo al emperador: «Señor, yo tomare
ced que rogueys al emperador, vuestro pa- vn dinero, si a vos plazo. E el emperador
dre e mi seflor, que uva merced de mi e de mando que le diessen entre hombres, e mu-
todo este pueblo. E no pareys mientes a las ge res, e criaturas, troynra por vn dinero.
nuestras iniquidades» . Y esto le decía llo- Mas fue ventura de aquel cauallero que to-
rando fuertemente. dos los judíos eran grandes e valientes. E
E Titus emldo dos caualleros al emperador quando los houo recebido, llenólos a su tien-
que le dixessen las palabras que Pilatos ha- da. E quando los vido ay. dio con su espa-
uia con el. E quando el emperador oyó esto, da vn golpe por el vientre a vn judio, e má-
tizo armar dozientos caualleros. E caualgó, telo, eluego cayo en tierra muerto; e al sa-
e vino donde estaua Titus su hijo, e comencé car del espada, salía del vientre del judio
Titus a dezir al emperador: «Seftor, sabed oro e plata: e el cauallero fue muy maraui-
que Pilatos vos quiere entregar la cibdad con llado de lo que vido. e tomo aparte vno de
condición que lo tomeys a merced» ; e el em- los otros judíos que le parecía mas viejo, e
perador le respondió: «Hijo, no es agora dixole: «Díme tu agora que puede ser esto,
tiempo de demandar merced, ca lo faze poi- que yo nunca vide cuerpo de hombre muer-

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LIBROS DE CABALLERIAS

to, judio ni otra persona, que saliesse oro ni criaturas, son los qne quedan por vender
plata sino deste»; e el judio dixo: «Señor, si
.clxxx., que valen seys dineros; tantos os so-
tu me asseguras de mi muerte, yo te lo bran, e no mas». «Pues, dixo el emperador,
diré». E el cauallero asseguro al judio de no vendamos mas, queden a uida, por que la
muerte; e el judio contole como les auia
passion del hijo de Dios sea remen brada m«*
mandado Pilatos comer todo el tesoro que jor, e por que todos tiempos las gentes que
estaua en la cibdad, e las piedras preciosas, vernan los llamen traydores, porque mata-
por que el emperador ni su gonte no lo ouies- ron al sancto profeta Jesu Christo.; assi
sen ni se seruiessen dello; «e esta es la ra- como ellos dieron al señor mayor por .xxx.
zón por que tu has aliado en el cuerpo deste dineros, bien assi he dado .xxx. judios por
judio muerto oro y plata; e sepas que tanto vn dinero. E estos judios que son quedados,
daua a comer al pobre como al rico; e quan-
sean para mi, e guardadlos bien». E con-
do el cauallero supo esto, mando a dos escu- plida fue la ocasión del pueblo en aquellos
deros que matassen los .xxviii. judios, e que qne fueron vendidos .xxx. judios por vn di-
no tocassen en aquel judio que el auia asse- nero. E fueron vendidos por cuenta ,xl. mil
gnrado, mas que lo guardaran bien; e quan- personas, sin los que yazian muertos e des-
do los .xxviii. judíos fueron muertos, fizólos
quartizados por la cibdad, que no podian an-
abrir por el vientre, e sacaron tanto oro e dar sino sobre muertos. Mas quando todo esto
plata, que fue marauilla: e luego fue sabido fue hecho, el emperador mando que todos los
por toda la hueste del emperador que los ju- muertos fuessen puestos en fondo de tierra,
dios estauan llenos sus cuerpos de oro e pla- porque mientra que estuuiessen en la cibdad
ta, ¡jorque todo el tesoro de la cibdad se ha- no ouiessen fedor. E luego fue fecho, ca las
uian comido. E vierades venir caualleros e
gentes lo auian a voluntad, e cada vno ha-
de otras personas muchas corriendo a la cib-
zia quanto podia. E luego el emperador man-
dad para mercar de los judios, o cada vno do derribar la cibdad, e los adames, assi que
dezia: «Señor, véndenos siquiera por vn di- la piedra de baxo ni la de arriba no quedo
nero vno»; e luego que auian mercado, ína- en obra, antes no quedo piedra sobre piedra.
tauanlos, por sacar el tesoro que tenían, e en E las gentes conplieron con el emperador el
poca de ora se ayunto tanta gente, que era
mandamiento que les mando; assi que nin-
sin cuenta; e auia mayor priessa en ello, que
guna parte del adame ni do la cibdad no que-
parecia taberna de buen vino, y que lo da- do que todo no fuesse derribado. E después
uan de balde: e cada vno, assi cómo los mer- todas las otras casas fueron derribadas, saluo
cauan, assi los matauan, por sacar dellos el el tenplo de Salomón e la torre de Dauid, ca
tesoro ('). Mas ouieron mal consejo de Pilatos Dios no quiso que fuesse derribado. Y con
como les fizo <-omer ol tesoro, ca muchos fue- esto fue complida la profecía (').
ran escapados a vida, e por aquesta razón Emjjero antes que las casas de la cibdad
murieron.
ninguna derribassen, Titus caualgo por la
E qnando el emperador vido la gran pries- cibdad, e fizo allegar todas las gentes de ar-
sa de los mercaderes, fizo mandamiento que
de alli adelante no vendiessen mas fasta mas quantas auia en la cibdad, assi de caua-
11o como de pie, de las q nales la cibdad era
que supiessen quanto dellos auia por vender. bien guarnescida. E de todas las nobles joya*
E su senescal los fizo contar. E quando fue- de casas que eran sin cuento, y todos los
ron contados, dixeron al emperador: «Se- paños de oro o de seda; e desque todo esto
ñor, sabed que entro honbres, e mugeres, e fue allegado, fizólo lleuara las tiendas fuera
de la cibdad, por tal que no se perdiessen
(•) a Entre los de Siria fue bailado ano que sacaba mas; a la reyna e a su compañera Clarisa
dinero y oro de su cuerpo, porque, según ante» dixi- hallaron muertas de hanbre en su casa. E
mo«, se lo tragaban, de miedo que loa amotinado* y
revolvedores no lo robasen, mirando y buscándolo* quando la cibdad fue toda destmyda, el em-
todos, y hubo dentro de la ciudad gran número de perador hizo aparejar todas sus gentes para
tesoro, y solían comprar entonce* por doce dinero» lo tornar a Roma e luego fueron aparejados. E
que antea compraban por veinticinco. Descubierto
esto por nno, levantóse un ruido y fama de ello por quando vino otro dia de mañana, el empe-
todo el campo, diciendo qne loa que huían venían rador con toda su hueste partieron de Iheru-
llemw de oro; aabido por los Araties y Sirios qne ha-
bía, amentábanle* que le* habían de abrir loa vien- salen, e viniéronse para la cibdad de Acre:
tres; no pienso por cierto que tuvieron matanza más e por el camino yua Pilatos con los otros ju-
cruel los Judíos, entre todas quantas padecieron, que dios delante el emperador, las manos atadas
fue ésta, porque en una noche abrieron la« entrañas á
dos mil hombres.» Flavio Josefo: Mtturm dr la*
guerra* tlt- l„i judio* y de la de*tru,eió» del Trwfdo («) Jerusalén fue tomada por Tito en 8 de septiem-
v rufhnl de J< ru»aÚn.Tr*A de Jnan Martin Cor- bre del año 70. Vespasiana habí* vuelto * Italia «1
dero (Madrid, Benito Cano, 1791), lib. VI, cap. 15. •ño anterior.

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LA DESTttUICION DE JERU8ALEM 897

e bien guardado. E quando fueron llegados de la cruz el cuerpo de Jesu Christo, e lo


en Acre, estuuieron ay tres dias, e vino ay auia metido en el monumento que el auia
el cauallero que auia conprado el primer di- fecho para si; e luego en essa ora que el ouo
nero de los judíos ante el emperador, e traxo decendido de la cruz el cuerpo de Jesu
consigo el judio que el auia assegurado de Christo, fue preso (■), e el padre de vno do
muerte, e dixo al emperador: «Señor, yo aquellos que el emperador dexaua, que ya
assegure a este judio de muerte por esta ra- era fecho luengo tíenpo auia; e aqui Joseph
zón: que sabeys que yo oue conprado el pri- estimo .xl. años; mas a el no lo semejo que
mero dinero de los judíos y los oue lleuado ouiesse estado tanto tienpo como desdel vier-
a la mi tienda, y saque la mi espada e mate nes que descendió de la cruz el cuerpo de
el vno, e como le saque el espada del cuer- Jesu Christo, hasta el domingo que dixeron
po, salió del oro y plata, de la qual cosa yo que Jesu Christo era resucitado; e a todos
fue mucho marauillado; e tome este judio tiempos estuuo conortado de la gracia de
aparte, e dixele que me dixesse que cosa Dios; e mientra que estuuo en la prisión,
podría ser esto; e el no me lo quiso dezir tomo ante si el santo Graal continuamente,
hasta que lo assegurasse de muerte; por que el qual le enbio nuestro señor Jesu Christo
vos mego, señor, que tomeys este que yo luego como fue en la prisión encarcelado;
assegure, e dadme otro que mate en lugar mas esto dexaron estar, porque Jafel no lo
de este, ca por cierto eonplir quiero mi di- ponía en oluido, e hablara del en el libro del
nero, pues lo merque»; e el emperador diole santo Greal.
el mas sotil judio que ay era, e el tomo el
del cauallero, e el cauallero mato al judio
Cap. XXIV.— Como el emperador se acogió
luego, e saco lo que tenia en el cuerpo. con su compaña en las naos para *e tornur
en liorna.
Cap. XXIII. — De como partió el emjterador
de Acre para tornar a Roma. El emperador hizo llamar a su senescal o a
Jacob e a Jafel, e mandóles que recogiessen
Quando el emperador ouo estado tres dias todas las armaduras en las ñaues, e las apa-
en Acre, partió con toda su gente todo quan- rejassen muy bien de viandas e de todas las
to auia ganado en Iherusalen, assi que no cosas que fuessen menester, e luego fuo
tomo nada para si. E hecho esto, hizo apa- hecho, o después fizo recoger los caualleros
rejar tres naos, e en cada vna destas tres e todas las otras gentes; e después recoge-
naos hizo poner los judíos, entre hombres, e ronso el enperador e su hijo Titus, e Jacob,
mugeres, e criaturas, e sin marineros nin- e Jafel, e partieron de Acre, e Dios les dio
gunos esin hombres que pudiessen regir las tan buen tiempo, que a los .xl. dias aporta-
naos en los mares, e menos do viandas; e ron al puerto de Barleta sanos e saluos; e
hizolos echar del puerto que es delante del luego el emperador e su hijo Titus salieron
castillo de Jafa, e dexolo yr: mas nuestro en tierra, e todos los caualleros, e todas las
selior Jesu Christo, que quiso que la su otras gentes, e sacaron todas las bestias e
muerte fuesse reinenbrada, saluo todas las armas en tierra, e folgaron alli tres dias; e
ñaues, e quantos dentro eran, e vino a arri- después pusiéronse en el camino e viniéronse
bar la vna ñaue en Ingleterra, e la otra en a Roma; e como el papa sant Clemente supo
Burdeos, e la otra en Narbona, e todos salie- que el emperador venia, hizo aparejar todos
ron sanos e saluos, de la qual cosa houieron sus clérigos, e ordeno su procession a loor e
gran gozo y plazer, e euvdauan que Dios lo gloria de nuestro señor Dios, e muy ordena-
auia hecho por amor dellos, e hizolo porque
a todos tienpos fuessen vituperados e denos- (') R«to detallo no consta en los Evangelio*, donde
tados, eescarnecidos de todas las gentes por únicamente se dice lo que sigue:
la su muerte; e hizo ay vn gran milagro, a Y cuando fue la tarde, porque era la preparación,
que todos quantos fueron en vna ñaue, todos es decir, la víspera del Sábado,
nJosé de A ri matea, senador noble, que también
auian su tiempo, bien assi como si mugeres esperaba el reino de Dios, vino, y osadamente entro á
fuessen, e fue caso de ventura que después Pilato y pidió el cuerpo de Jesús.
que partieron de Acre, el emperador ni otra »Y Pilato se maravilló que ya fuese muerto, y ha-
ciendo venir al centurión, prtgnntóle si era ya muerto.
persona nunca supieron dellos cosa ninguna »Y enterado del centurión, dio el cuerpo á Jo*ó.
hasta que fueron apartados cada vno en su »KI cual compró una sábana, y quitándole, le en-
tierra, empero que antes que el emperador toItíó en la sábana, y le paso en un sepulcro que esta-
ba cavado en una pena; y revolvió una piedra á la
enbiasse los judíos, saco a Joseph Abarima-
tia de la prisión en la qual lo auian metido puerta del sepulcro.
nY María Magdalena, y María, madre de Josí, mi-
por enbidia, por quanto el auia descendido raban donde era puesto». (San Marcos, XV, 42-47.)

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39$ LIBROS DE CABALLERIAS

(lamente, con muchos que le siguieron muy


Caí». XXV. — Como se baptixo el emperador
(leuotamente, salieron bien fuera a rccebir
e su hijo Titus y sus caualleros.
los enperadores; e quando vieron venir a
san Clemente con gran proeessíon, houieron El emperador, e Titus su hijo, vinieron
muy gran gozo, e luego descaualgaron, e con san Clemente a la yglesia de san Simón
íueronse a abracar e besar, e todos en vno e J visto, y ay san Clemente se aparejo con
dieron gracias a Dios que les auia dado Vi- sus clérigos, e comencaron el officio muy
toria contra sus enemigos, e denotamente solenemente según que se deuia hazer: y
siguieron la procession, e assi entraron en luego se baptizo el enperador primero en el
Koma. nombre del Padre e del Hijo e del Spiritu
Grande fue el gozo e la fiesta que hizieron Santo, amen. Y no le mudaron el nombre
las gentes do Roma por la venida do los en- Vespasiano; e después se baptizo Titus, y no
peradores de
o todas las otras gentes que ve- le mudaron el nombre ('); y después se bapti-
nian con ellos, e esta fiesta duro ocho dias, zo Jacob, e Jafel, y su sobrino, y el senescal,
onpero que cada dia yuan ordenadamente a e a muchos fueron mudados 6us nonbrcs; y
oyr el sermón que hazia sant Clemente Assi se baptizo después toda la gente del empe-
que muchas gentes se conuirtieron en aque- rador; quando
y toda la gente fue baptizada
llos ocho dias, mas que no auian hecho an- y el oficio fue acabado, el emperador y todos
tes, eesto por la gran deuocion e consolación los otros fueron a comer, y migaron todo
del emperador; empero no se osauan baptizar aquel dia con gran plazer, y quando vi do
fasta que el emperador e su hijo Titus ouie- otro dia por la mañana, el emperador y
ron comencado, ca temianse de ser reutados. Titus, con todo el pueblo ayuntado, vinieron
Y quando el enperador ouo estado ocho dias, a la yglesia a oyr la missa, e dezian todos
san Clemente lo fue a ver, e dixolc: «Señor, a vna voz: «Señor, baptízanos» . Quando san
pues Jesu Christo nuestro señor vos a fecho Clemente oyó dezir al pueblo que querían
tanta gracia que aueis tomado venga tica de la baptismo, ouo muy gran plazer, e dio mu-
su muerte, e soys sano con toda la vuestra chas gracias a Dios como los auia alunbrado,
gente, ruegovos que le mantengays lo que le e mando henohir cien tinajas de agua, e
¡asistes, quando de Roma partistes para yr quando fueron llenas, san Clemente las san-
a Hierusalem». E el emperador le dixo: tiguo, diziendo aquellas santas oraciones
«Ruegovos que me digays que cosa le pro- del baptismo; e quando ouo hecho el oficio,
metí».San Clemente le dixo: «Señor, bien dixo al pueblo: «Entrad dentro en el agiia.
vos deueys acordar que vos le prometistes en el nombre del Padre e del hijo e del Es-
que quando seriades tornado de Hierusalem, píritu Santo, e sereys christianos e hijos d^
e ouiessedes tomado venganca de la su Dios» . Y quando el pueblo lo oyó. entraron
muerte, si a el plazia que tornasedes, que en aquella agua sagrada, cada vno quanto
luego os baptizariades; yo vos ruego, señor, mas podía, e assi se baptizaron; y adoraron
vn solo Dios Jesu Christo. E nuestro señor
que cunplays por obra según que prometis-
tes». Respondió el emperador a san Cle- hizo aqui vn grande milagro en osea ora, que
mente, edixo: «Amigo de Dios, yo vos lo todos quantos ay eran, que se hizieron chris-
otorgo, e ruego yo a Dios que a plazer suyo tianos, fueron todos raarau ¡liados que» de
sea; e con tanto fazed aparejar lo que es me- qualquier enfermedad o dolenoia que ouies-
nester para ello». E san Clemente se partió sen antee del baptismo, luego que fueron
del emperador con gran gozo, por quanto bautizados se hallaron sanos e limpios de la
auia acabado su intención con el emperador, dolencia, bien assi como si todos tienpos
e mando a sus clérigos y curas que apareja- ouiessen estado sanos. E sobre este milagro
sen sus fuentes del baptismo quanto mas sant Clemente hizo su sermón, o les predico
honrradamente pudiessen, poique el empe- muy largamente de la fe católica, e do la
rador e su hijo Titus se auian de baptizar, y vida de Jesu Christo. e de los milagros i^tie
todos sus caualleros, e después todas las el hazia quando yua por la tierra, e de las
otras gentes; y ellos ouieron muy gran gozo, otras cosas que fazia. E quando ouo acá hado
e de hecho aparejaron las fuentes muy bu sermón e el officio fue acabado. *? la
honrradamente, e a enbo de tercero dia que missa fue dicha, el emperador mando que
las fuentes fueron aparejadas, san Clemen- todos los templos de los y dolos fueasen de-
te torno al emperador e dixole: «Señor, ya rrocados eabatidos, en tal manera que no
aparejadas son las fuentes, ruegovos que nos
vayamos a la yglesia, e baptízanos hedes»:
('! Innecesario «a advertir que no tenema» noticia
e luego se fueron ¡tara la yglesia, y el empe- auténtica de semejante» conTenioiie* da Ve»pa/»>«uo
rador ledixo: «A plazer de Dios sea hecho». ni de Tito.

I
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LA BESTRUICIOlsr DE JERUSALEM
31)0
quedasse piedra sobre piedra. E luego fue fueron venidos, el emperador les dixo: «Sa-
hecho ease dia. E quando esta fiesta ouo du- bed que el honrrado padre mió Cesar Augus-
rado ocho dias. ayuntáronse todos los caua- to encomendó a toda la tierra de Jerusalem
lleros y nobles de la cibdad en el palacio del a Pilatos que aqui esta, e quiso que fuesse
emperador, e estaña ay sant Clemente con su adelantado. E Pilatos embiauale el tributo
los emperadores. E dixeronle: «Señor, mu- que el auia de aner cada año, e embiolo
chos tiempos ha que cada vno de nos somos mientra el biuio. E después de su muerte,
fuera de su tierra; pues, señor, a uemos com- embiolo a mi tres años, e conosciame por se-
plido la vuestra voluntad, plegavos que nos ñor, según que al honrrado mi padre conocia
tornemos en nuestras tierras» . Y el empera- por señor: e después de aqui adelante no me
dor respondió que le plazia E dioles gran- ha embiado el tributo de siete años; e quan-
des dones a cada vno según que era. E con do le embie el mi honrrado senescal el qual
su gracia todos tomaron licencia, e se partie- le lleno vna carta mia, e le dixo que me em-
ron del emperador e de Titus, e de toda la biasse el tributo que el me deuia de siete
corte. Y quando esto fue hecho, rogaron a años avn mas del año presente, respondió
sant Clemente que les diesse por escrito los muy abiltadamente con grandes amenazas,
diez mandamientos de la ley, e los quatorze diziendo que no me embiaiia ningún tributo,
artículos de la fe católica, e el pater twster, ca no me lo deuia ni me conocia por señor,
y el aue tnaria, e todas las otras cosas que
son menester de tener assi como fieles chris- e que guardasse yo bien a Roma e a mi im-
perio, que assi faria el a Hierusalem de mi e
tianos, por quanto cada vno pudiesse hazer de todos los nuestros valedores. E avn es mas
la gente a la fe católica. E sant Clemente culpado en quanto no justamente juzgo al
fizo escreuir a cada vno todas aquestas cosas, sancto profeta Jesu Christo, el qual los ju-
e muchas otras que aqui no son escritas. E díos tomaron a gran tuerto, y esto sabia el
quando lo ouieron recebido, tomaron licen- muy bien, ca ningún mal merecía, e quísolo
cia de sant Clemente, e tornáronse para sus librar con sentencia a la muerte, e el lo li-
tierras, e cada vno hazia bautizar sus pue- bro veyondo que los judíos le leuantauan
blos e tornar a la fe católica, la qual fue falso testimonio, e como el touiesse lugar de
ensalcada por todo el pueblo e imperio de
señorío, poder auia de absoluer e de conde-
Roma; y las gentes fueron salidas del error nar, que lo den i era absoluer, pues que lo
de los diablos en que creyan, e destruyeron fallo sin, culpa, aunque fuera mayor cosa
todos los ydoloe, e adoraron vn dios todo que lo ouiera hallado culpable como lo hallo
poderoso, Padre e Hijo e Espíritu Santo, e sin culpa. Por que vos mando que según los
creyeron todos en el firmemente; e sant casos en los quales el cayo malamente, que
Clemente visitaualos a menudo con cartas assi le sea dada la sentencia, e esto que vos-
suyas, e embiauales epístolas e euangelios, otros flzieredes, yo lo confirmare»; e los se-
que son creelcia (') de la santa fe católica, e nadores dixeron todos en vno que bien auian
información de las sus animas. entendido las palabras, e eran aparejados de
conplir la su voluntad por derecho e por ra-
zón, mas ellos dixeron al emperador: «Señor,
Cap. XX VI. — Como el emperador mando
traer ante si a Pilatos y como fue juxgado el honrrado vuestro padre Cesar Augusto
n muerte. establescio que todas las sentencias crimina-
les fuessen otorgadas e dadas en Roma por
Después que el emperador ouo dado licen- los senadores, por quanto Roma es cabeca de
cia a sus caualleros e se partió, el emperador imperio, e después que fuessen lleuadas a
mando al senescal que traxesse a Pilatos de- esecucion alia donde el emperador touiesse
lante del, quando ouiesse oydo la missa antes por biem fuera de Roma; por que vos eonuic-
que comiesse; e el senescal dixo que lo plazia ne, señor, que vos lo embyeis a justiciar a la
•le hazer su mandamiento; e quando los empe- cibdad de Albafla; después que la sentencia
radores ouieron oydo missa, la qual ouo di- sea dada e otorgada, en aquella cibdad
cho sant Clemente, fueronse a los palacios, deuen ser justiciados todos aquellos que son
e sant Clemente con ellos; e el emperador culpados de crimen de traycion; esto ha por
hizolo andar en medio de amos a dos. Y el derecho aquella cibdad». E el emperador
senescal hizo traer a Pilatos delante el em- dixo que le plazia si de derecho era, e que
perador, con grandes cadenas según que es- assi fuesse fecho. E luego se entraron los se-
taua preso; e el emperador mando que fizies- nadores en vna sala, e alli ordenaron la sen-
sen venir los senadores de Roma, e quando tencia contra Pilatos, e venieron delante el
emperador, e leyeron la sentencia delante
Pilatos que era presente.

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400 LIBROS DE CABALLERIAS

Cap. XXVII. — Contó fue llenado Pilatos a Cap. XXVIII. — Como el alguaxil de Albaiw
la cibdad de Albaña, e lo metieron en el hizo poner a Pilatos en el rio en nta cafa,
e se hundió la casa.
poxo.
Quando la sentencia fue leyda, el empera- A cabo de dos años, el alguazil de Albaña
dor mando a treynta caualleros que aparejas- fizo ayuntar todos los cibdadanos de la cib-
sen en como lleuassen a Pilatos sabiamente dad, por tomar consejo que haria de Pilatos.
a la cibdad de Albaña, e que lleuassen la sen- que avn era bino en la prisión; e quand»
tencia, porque los ciudadanos la lleuassen a fueron todos ayuntados, el alguazil les contó
esecucion. E luego fueron aparejados, e vi- como Pilatos era avn biuo, y que les roiraua
nieron delante el emperador, e el emperador que cada vno le diesse consejo, el mejor que
dioles la sentencia, e rescibieron el preso eada vno pudiesse, que haria de Pilatos, en
muy bien atado en vn cauallo. E caualgaron, tal manera que el no cayesse en caso con el
e vinieron a la cibdad de Albaña, e por emperador su señor; y de todos dieronle con-
quanto los caualleros venían por manda- sejo que lo pusiessen en la casa del rio, e
miento del emperador, saliéronlos a recebir luego que el consejo fue dado al alguazil.
con muy gran alegría. Y los rescibieron con hizo sacar a Pilatos de la prisión del pozo en
grande honrra, e les hzieron muchos plaze- que estaua. E salió flaco e mezquino, que u«>
res. E quando fueron entrados en la cibdad, se podia tener en los pies. Y caualgaronlo eu
los caualleros que trayan el preso, quisieron vn rocín. E sacáronlo fuera de la cibdad. K
saber qual era el algiia7.il de todos los de la llegáronlo al cabo de la puente; e fue apareja-
cibdad, e fueles mostrado qual era alguazil. da vna barca, con la qual entrasse en aquella
E el lo dixeron que querían yr a su casa del casa que era en medio del rio, porque era
alguazil, antes que a otro lugar, e todos jun- asi establecido e ordenado en la cibdad que
tos se fueron a las casas del alguazil, e ay todos los que fuessen sentenciados a muerte
descaualgaron. E quando todos fueron ayun- de crimen de trayeion, que los ponían en
tados en vn portal que ay estaua muy bueno,
aquella casa, e ay morían de hanbre. e quan-
el vno de los caualleros coinonco a dezir al
do el alguazil fue venido con otros onbrvs
alguazil: «Señor, el emperador o nuestro se- buenos de la cibdad, fizo poner a Pilatos
ñor e vuestro, vos embia a saludar; y em- la barca, e después entro el e muchos otros,
biavos por nosotros esto preso y esta senten- e vinieron a la casa que era en medio del
cia que por los senadores de Roma fue orde- rio; e luego que ellos se allegaron a la casa,
nada contra este preso; e mandavos que la se comento a trastornar la casa e tenia a tem-
sentencia sea llenada a esecucion, según que blar, de lo qual ouieron gran miedo e espan
es escripto e ordenado, ca dentro lo hallare- to; e pusieron a Pilatos en la casa sin nin-
des; e catad aquí la carta; creednos». Y el
alguazil e los cibdadanos, estando en vno. gunas viandas, que assi era ordenado: -1
quando se ouieron recogido a la barca, y fue-
recibieron el preso, e la sentencia, e la car- ron salidos en tierra, se entro la casa en • !
ta del emperador, e dixeron que eran pres- abismo con Pilatos. ca no parecía piedra, ni
tos eaparejados de complir el mandamiento pared, ni señal que honbre pudiesse dezir
del emperador su señor. E luego fue hecha que alii houiesse estado casa, saluo que allí
la esecucion en la forma que en la sentencia remolinaua el agua en aquel lugar por tod<>
venia ordenada, e ellos tomaron a Pilatos, e
tienpos, por lo qual el hombre conocía el
pusiéronlo en vn pozo de costado en el agua,
lugar donde solia estar la casa; e esto houie-
e atrauessaronle vna cadena en que se po- ron todos a grande marauilla, e luego ero-
sasse. e posieronle vna barra de hierro ante
bíaron al emperador sus mensajeros con car-
los pechos; e todas las prisiones cerrauanse tas, en las quales lehazian saber en que ma-
con vn candado, e estaua ay atado, tan es- nera e como Pilatos murió.
trecho que no se podia boluer, ni mouer a E quando el enperador ono leydo las car
vna parte ni a otra. E dentro en el agua pu- tas, e supo que de tal manera Pilatos ora
siéronlo vna tabla en que se sostenia, e orde- muerto, h izóse mucho marauillado, e todo?
naron que cada dia le diessen dos oncas de los nobles e grandes que con el estauan: e
pan e otras dos onvas de agua, e no mas en dixeron: «Bendito sea nuestro señor Dios que
quanto biuiesse, e posíeron por guarda a vn tal muerto le ha dado, que no quiso que en
honbre que no hiziesse al sino tan solamen- el pozo muriesse, en el qual el no podia biuir
te ilar de comer al preso según quo fue or- con tan poca vianda medio año. si ya no fue-
denado: e en este dolor biuio Pilatos dos ra voluntad de nuestro señor Jhosu Chritfo
años.
que la puede hazer» .

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401
LA DESTRllCION DE JEKUSALEM

Cap. XXIX. — (Jomo fue condenado Pilotos rador de Roma, e por Titus su hijo fue des-
al diablo por quanto no houo arrepenti- truyda la cibdad de Iherusalem, porque des-
miento. pués acá no ha auido en ella abitacion de
aquellas gentes.
El mal hombro que tan estrechamente
auia estado dos anos en la prisión del pozo y coxeixsiox
no se quiso arrepentir de tanto mal como el
auia fecho, <a Dios le ouiera auido merced Esta ystoria ordeno Jacoft e Joseph Abari-
si ge la ouiera demandado, e le perdonara. matia. que a todas estas cosas fueron ¡rrt-
Mas por quanto no se arrepentio, nuestro sentes, e Jafel, que de su mano la escriuio;
señor Jesu Christo quiso que fuesse conpa- donde roguemos a Dios, cala Virgen Mario,
fiero del diablo, e según que aueys oydo fue e a totlos los sanctos e sánelas, que nos guar-
vengada la muerte e la passion de Jesu den de todo mal, porque merezcamos yr a la
Christo por el omperador Vespasiano, empe- gloria. Amen.

LIBROS DE CABALLERÍAS.— II.— J<5

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II

LA ESPANTOSA Y MARAVILLOSA VIDA

DE

ROBERTO EL DIABLO

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LA ESPANTOSA Y MARAVILLOSA Y1DA

ROBERTO EL DIABLO

HIJO DEL Dl'Ql'E DE NORMANDIA» EL CÜAL DESPUES FUE LLAMADO HOMBRE DE DIOS

COMPUESTA POR JUAN DE LA PUENTE

Es Barcelona, en casa dr Antonio Lacaballeiiia, en la calle de la Librbbia.


Año 1683.

Aquí comienza la espantosa y maravillosa El que entendimiento y uso de razón al-


canza y se conoce estar en pecado mortal,
vida de Roberto el Diablo, assí al prin-
debe con diligencia trabajar salir dél, ha-
cipio LLAMADO, HIJO DEL DUQUE DE NoRMAN-
ciendo penitencia, y con entero arrepenti-
DÍA, EL CUAL DESPUES, POR RU SANTA VIDA,
FUE LLAMADO HOMBRE DE DlOS. miento pedir á Dios perdón, porque el ma-
ligno espíritu, enemigo de nuestra salud, no
lo sojuzgue y traiga á perpetua damnación,
Humilmente en el principio de cualquier de la cual ningún remedio de salida tiene,
obra debemos llamar el ayuda y favor de antes nuevas penas é ¡numerables tormen-
Dios nuestro Señor, assí como nos muestra tos le esperan, porque si ol pecador viene en
Boecio, De consolación, sin la cual ninguna conocimiento de sus pecados, y de corazón
c-osa puede haber buen principio, ni buen invoca la inmensa misericordia de Dios, sin
medio, ni perfeto fin. Y porque nosotros pe- ninguna duda alcanzará remissión é indul-
cadores no podemos alcanzar ninguna gracia gencia dellos, y será capaz de la bienaventu-
de Dios, sin que su gloriosa madre sea nues- ranza del Paraíso, como avino á un caballe-
tra medianera, como San Agustín escribe, y ro, del cual tomó origen la presente historia.
también porque la historia presente, que yo
entiendo de declarar, fue por los méritos de En la provincia de Normandía hubo un
la bienaventurada virgen gloriosa Santa Ma- duque muy noble, discreto y esforzado, be-
ría, milagrosamente llegada á buen fin, como nigno ymuy humano á los suyos, y era jus-
por esto se declara, y porque á la gloriosa y ticiero yamigo de Dios, al cusí llamaban
bendita Virgen Madre quiera alcanzar de su Auberto, cuyos hechos y hazañas en las coró-
bendito Hijo, que yo que soy rudo, y no su- nicas francesas se hallan patentemente de-
ficiente declarar
á la presente historia á pro- claradas, de las cuales dejo de hablar por no
vecho ysalud de los que la leyeren, en el ser prolijo. Y solamente diré lo que á la his-
principio del presente tratado quiero á la toria conviene.
gloriosa Señora de gracia presentar la salu- Tuvo este duque un día de Navidad Cor-
tación Angélica que el ángel San Gabriel le tes en una su villa que había nombre Vernon
trajo del cielo á la tierra, Ave María, etc. Y Saseine, á las cuales fueron llamados todos
ruego á todos los que placera de leer este los señores y barones y caballeros de todo
presente tratado, que assiniesmo procuren el ducado de Normandía. Y como el duque
su gracia, y porque ella mediante puedan Auberto fuesse muy querido de los suyos, y
alcanzar y entender las gracias y saludables fuesse assime8mo por casar, después de ve-
ejemplos que en él hallarán y dellos conse- nidos álas Cortes, fue de los caballeros de
guir buen fruto, y á ellos saludable. su ducado requerido que le pluguiesse de se

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406 LIBROS DE CABALLERIAS

casar, el cual siendo aficionado al bien co- y assimesmo concibiérades si á otro varón
mún, yviendo la demanda de los caballeros os Uegárades; mas ni por esso con otra hem-
ser muy justa, les dijo que mirassen do po- bra jamás habré cópula, aunque mi Estaco
dría casar más á su honra y provecho de su haya de ser de estrafto príncipe señoreado,
tierra, y que era contento de cumplir sus y sean por ello mis vassallos alborotados, y
ruegos, y les dio término para mirar en ello. más pesar que dello tengo no es pequeño,
Los cuales dende á pocos días fueron á él, y bastará para acabar mis días». Fueron de
le dijeron cómo el duque de Borgoña tenía tanta lástima las palabras del duque, y Un
una hija que de virtudes era muy dotada y sentidas en el corazón de la duquessa, que por
alcanzaba gran parte de hermosura, y que poco perdiera el seso, y regando su cara con
tenían por bien que fuesse demandada, y el muchas lágrimas, le respondió: «Señor, en
duque estuvo un poco pensando, y después nada de esto me parece que tengo culpa, que
los mandó venir á otro día en la mañana, y ni yo causé el ayuntamiento aunque consentí
luego mandó llamar algunos sabios de su en él, ni tampoco está en mi mano el conce-
corte para haber dellos su consejo. Y después bir, sino en la voluntad de Dios; y pues á él
que los Babios hubieron muy bien mirado en
no place darnos heredero, no me parece cor-
ello, dijéronle que no dejassc el consejo de dura mostrar tristeza, sino darle continua*
los caballeros, que de tal casamiento le pro- gracias y ser muy contentos de todo lo que
cedía honra y provecho, y assimesmo á la él fuere servido». Viéndola el duque tan
República. Y otro día, juntados sus caballe- enojada, no habló más en aquel caso, antas
ros, ordenó de enviar una embajada al duque la consoló cuanto pudo, mas no entró alegría
de Borgoña, la cual fue bien recibida, y en su corazón.
aceptó luego lo que deseaba, y fueron los
desposorios muy honrados, y dentro algunos
Capítulo I.— Cómo Roberto el Diablo fue en-
días las bodas, cuales á tales príncipes per-
tenecían. gendrado, cómo
y concibiendo su madre
le ofreció al Enemigó.
El duque Auberto hizo llevar á su esposa
á Normandía, acompañada de muchos varo- Como el duque estuviesse en continua
nes nobles y assaz dueñas y doncellas. Y lle- tristeza, estaban assimesmo loa caballero?
gados que fueron á la ciudad de Roán, fueron muy descontentos, los cuales, como siempre
las fiestas solemnes y las alegrías muy creci- pensassen en darle placer, por apartarle de
das, de las cuales dejaré de decir por huir tan crecido pensamiento, le rogaron un día
prolijidad, y seguiré lo que al propósito de que fuesse á caza; y él, conociendo los buen»
la presente historia hace. El duque Auberto deseos, salió con ellos al monte. Y entrados,
y la duquesa su mujer vivieron en compañía en el monte con multitud de perros, halla-
sin haber fruto de bendición por el espacio de ron un ciervo grande y muy ligero; y como
diez y siete años, ó por falta que en ellos ha- sintiesse los cazadores tomó el camino de las
bía óporque á Dios assí placía, ca muchas ve- sierras, y siguiéndole los caballeros y tod»
ces es mejor carecer de hijos que tenellos, y la otra gente, quedó el duque solo, que muy
más provecho para la salvación do las almas
poco se daba por el ciervo, porque el cora-
al padre y á la madre nunca haber engen- zón tenía muy turbado y envuelto en diver-
drado ni concebido, que tener hijos, si por sos pensamientos. Pensaba cómo por la falta
mengua de doctrina son condenados. Por de heredero sería su Estado de extraño señ-ir
ende no habernos de pedir á Dios salvo lo que señoreado. Pensaba la discordia que entre 1*
á nuestra salvación pertenece, y más á su ser- caballeros habría, y cómo serían por esso lo»
vicio voluntad
y fuere. vassallos maltratados, y en tanto grado *?
Estando el duque y la duquessa en gran sentía dello, que casi cayó en ramo de deses-
tristeza, no cessaban de hacer muchas limos- peración,comenzó
y á maldecir la hora en
nas yotras obras pías, y oon devotas oracio- que nació, y se quejaba mucho de su desden
nes rogaban con mucha humildad á Dios les tura, y que los inocentes vassallos por esso
diesse fruto de bendición; en especial, el du- padecerían; y estuvo assí quejando y maldi-
que hacía decir missas y hacer processiones ciendo hasta que vino la gente que traía «•)
y casar huérfanas; y estando un día el duque ciervo muerto. Y cabalgó el duque en una hi
y la duquessa holgando en una huerta, como canea blanca y fueron para la ciudad: y como
el duque jamás estuviesse sin este cuidado, el enemigo de la humana generación siempre
hubo de decir las siguientes razones á la du- trabaja por privarnos de la gloria celestial y
quessa: cSeñora, gran pecado hizo quien a Armarnos lazo por que caigamos en pecado
vos y & mí juntó en uno, ca tengo creído que mortal, dejando el duque en el mal ptopó'Bk
fti otra dueña tuviera, que engendrara hijos y voluntad que oistes, fue á la duquesa y

i
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ROBERTO EL DIABLO 407

turbóla assimesmo en tanto grado, que no nes de las tetas. Por ende fue necessario darle
sabía si estaba en el mundo 6 fuera dél, ó de comer y beber por un cuerno que tenían
si estaba muerta 6 viva, y con esta tur- hechizo para esso, y se le ponían en la boca
bación se lanzó en el lecho, y aunque le de- y por él le echaban lo que había de comer. Y
cían qtie el duque venía y traía el ciervo cuando hubo un ario andaba, y hablaba tan
muerto, no se movía ni hizo cuenta dello. Y bien como los otros niños de cinco años. Y
entrando el duque en su palacio, como no cuanto más crecía más se deleitaba en mal
viesse á la duquesa preguntó por ella, y des- haoer, y cuando topaba con otros niños los
tine oyó que estaba enojada fuesse á la cama hería y los maltrataba, á unos con palos, á
y acostóse en ella; y estando en aquel acto otros con piedras, y á otros messaba y ras-
dijo el duque: t¡Si pluguiesse á Dios que en- guñaba con las uñas. Y en cualquiera parte
gendrásemos un hijo, porque nuestra tierra que estuviesse jamás cessaba de hacer mal,
tuviesse después de nosotros algún reparo!» quebrando cabezas, brazos y piernas.
A cuyas razones respondió la duquessa:
<¡Agora concibies8e yo y fuesse el diablo!», Cap. III. — Cómo los niños le llamaron Ro-
y assí se lo ofreció. Y assí fue que por la vo- berto elDiablo.
luntad de Dios concibió un hijo que fue
muy perverso y en todas maldades diestro, Creció este niño mucho en poco tiempo, y
mas por la gracia de Dios hizo después digna si crecía en cuerpo, más crecía en maldades,
[renitencia de sus pecados, como adelante di- en tanto grado, que los que hijos tenían no los
remos. Y trujo la duquessa nueve meses al dejaban salir de casa, con temor que con ellos
hijo en sus entrañas, y estuvo un mes entero topasse Roberto, y algunas veces se juntaban
•le parto, y bien pensaba el duque y todos muchos niños para pelear con él; mas ni por-
los de la corte que fenecerían allí sus días; que fuessen muchos ni pocos no dejaba de
mas plugo á Dios que viviesse y pariesse, los acometer, ó con piedras, ó con palos, y
mas no sin gran afrenta y trabajo, por que algunas veces le descalabraban, mas siempre
Be manifestare este tan maravilloso hecho. había muchos dellos heridos y maltratados.
Y cuando lo veían venir decían todos: «Aquí
viene Roberto el Diablo» , el cual nombre le
Cap. U. — Cómo fue bautizado y l» llamaron
quedó gran tiempo. Si veían que eran pocos
Roberto, y los grandes signos que parecie-
ron en su nacimiento. para resistirle, ochaban todos á huir, y de-
cían unos á otros: «Guardaos de Roberto el
En la hora que hubo de nacer este niflo, Diablo, que viene» . Y algunas veces los se-
como se halla en las corónicas francesas, vino guía hasta entrar en las casas, y por ser cuyo
una niebla muy oscura que cubría toda la era no osaban sus padres ni parientes de los
ciudad, que parecía media noche, y tronaba, niños herirle, ni enojarle, antes le halagaban
y caían rayos de tal suerte que todos pedían dándole frutas y otras cosas que los niños,
á altas voces misericordia á Dios, pensando dessean; mas ni por esso ninguna virtud ni
que su ciudad se hundía, y duró esto cuatro conocimiento jamás en él pudieron hallar,
horas, y después se abrió el tiempo, y pa- ca de su naturaleza era maligno y de condi-
recía que el cielo estaba encendido en llamas ción perverso, y sus desseos se fundaban en
de fuego, y los relámpagos eran tan espesaos maldad y las obras conforme á ellos.
que cegaban la gente; los vientos hacían gue-
rra unos con otros, que temblaban las casas Cap. IV. — Cómo Roberto mató á ¡m maestro
hasta los cimientos, y fue el palacio donde
que tenia cargo de le enseñar.
parió la duquessa tan mal tratado de la tem-
pestad, que gran parte dél cayó en el suelo; Cuando Roberto tuvo siete años, el buen
y bien pensaron los que allí estaban de per- duque su padre, siendo informado de su vida,
der las vidas, mas por la gracia de Dios y pensó enmendar en él por doctrina lo que de
por la interccssión de nuestra señora oessó la naturaleza heredar; mas no pudo doctrina ni
tempestad, y fue llevado el niño & bautizar, consejo, ni menos castigo, hacer operación
al cual iban las gentes á ver por maravilla, en él, hasta que de la gracia do Dios fue ins-
ca de un día nacido parecía de un año. Y lle- pirado, mandóle
y llamar y díjole: «Hijo, ya
vándolo trayéndolo
y de la iglesia, jamás su es tiempo que deprendas crianza y ciencia,
boca se cerró , dando tales gritos que toda la pues que Dios te dio habilidad para ello, por-
gente se maravillaba dello. Y fue dado á dos que en todo tengas ventaja á tus vassallos».
amas que lo criassen, mas de ahí á tres me- Y mandó venir un honrado varón que en las
ses tuvo todos sus dientes y muchos, con los artes liberales era muy docto y en toda la
cuales mordía las amas y les quitaba los pezo- orianza muy sabio, y díjole que de ahí ade-

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408 LIBROS DE CABALLERIAS

lante tuviesse cargo de Roberto su hijo , que como es costumbre á los que han de ser ar-
le ensellaBse á leer y escribir, y le adoctri- mados caballeros. Y en toda la noche no ceaó
narse en crianza y buenas costumbres. Y en de hacer mal á los que en la iglesia estaban
todo esto no habló palabra Roberto, mas aba- para le tener compañía, como el que muy
jada la cabeza volvió de rato en rato los ojos, poca cuenta hacía de la honra que había dV
agora al duque, agora al maestro, que bien recebir. Y venido el día fue armado caballe-
padecía Roberto el Diablo; y el maestro pidió ro, con la solemnidad y fiesta que en tal acv>
licencia al duque, y llovó á Roberto consigo, se requería. Y de ahí á algunos días el duque
y en este día puso Roberto un agudo cuchillo hizo pregonar unas justas, á las cuales vinie-
en su manga para dar con él á su maestro si ron de diversas partes, y llegado el plazo.
herirle quisiesse, y habiendo Roberto un día Roberto fue armado de muy lucidas armas,
herido y apedreado otros muchachos, quejá- y cabalgó en un poderoso caballo, y entró en
ronse sus padres al maestro, y queriéndole las justas, y del primer encuentro mató un
castigar, dio á Roberto el Diablo un bofetón, principal caballero, y en poco espacio no
y el sacó un cuchillo y diole con él en los quedó caballero en todo el campo que se
pechos, y cayó en el suelo muerto, y después osasse encontrar con él, que al uno quebraba
le echó su libro en la cara, maldiciendo la los brazos, y al otro las piernas, y ninguno
ciencia y quien la ensenaba y que de ahí ade- á él venía que con mal no se despidiesse; y
lante ningún superior temía. Y no osó des- en poco tiempo mató diez caballeros y su»
pués ninguno tomar cargo de le enseñar, ni caballos, y cessaron las justas; mas ni por
lo osaba nadie reprehender de mal que hi- esso dejaba Roberto do herir á una parte y
ciesse; así seguía su voluntad, apartándose á otra, sin mirar á quién ni á dónde, hasta
de toda razón, y sus obras eran de diablo más que el pueblo se movió contra él y él contra
que de hombre; nunca iba á la iglesia si no el pueblo, hiriendo y matando como león
fue8se por revolver algún ruido ó injuriar bravo; y fueron las nuevas al duque su pa-
alguno, ó por burlar de los clérigos y frailes, dre, yvino luego á gran priessa al lugar d»:*
6 de los que rezaban; su deporte era mal- las justas y mandó á Roberto su hijo que de-
decir yjurar y perjurar, y renegar de los jasse las armas y saliesse de la plaza; mas
santos y santas. Cuando el duque y la du- ninguna cosa aprovechaba mandárselo el pa-
quessa vieron que su hijo era tan perverso, dre ni rogárselo el pueblo, que hasta que no
no fueron menos tristes por esso que estaban halló caballero en la plaza no dejó de herir
antes de su nacimiento. Y siendo ya Roberto en ellos; y fueron constreñidos á salir de la
de diez y siete años, dijo la duquessa al du- plaza, y huir como vencidos y desbaratados
que que sería bien que Roberto fuesse caba- de un solo caballero.
llero yque tuviesse modo de le hacer con-
versar con los caballeros, que dellos apren- Cap. VI. • Cómo Roberto el Dütltlo ge partió
dería algunas buenas costumbres, y el duque
de la ciudad de Roan y se fue por el duca-
dijo que le placía. do de Normandia. robando y matando, y
forzando dueiias y doncellas.
Cap. Y.— Cómo Roberto el Diablo fue fir-
mado caballero. Cuando Roberto el Diablo vio que todos
huían y no hallaba ya con quién pelear, sa-
Un día de Pascua de Espíritu Santo man- lió de la plaza, y no curó de ir á palacio por
dó el rinque venir á su corte todos los princi- el enojo que su padre tenía; y de allí á pocos
pales señores de gu tierra, y delante dellos días allegó á todos los que halló do su condi-
ción, salió
y do la ciudad con ellos, y cuan-
hizo venir á Roberto su hijo* y díjole: «Hijo, tos encontraba mataba y robaba, y entraba
por el consejo de nuestros amigos he ordena-
do de os armar caballero, porque de aquí en las aldeas y forzaba las mujeres y mataba
adelante converséis con los caballeros y de- los maridos y corrompía las doncellas, no
prendáis dellos, y troquéis vuestras condi- mirando si eran madre ó hija, ó si eran her-
ciones, que son malas y enojosas á todos, y manas; tantos males hacía, que venían de
seáis cortés y benigno, como la orden de ca- muchas partes á quejarse al padre: el uno
ballería manda». Y dijo Roberto: «Señor, en decía que lo había tomado la mujer; otro de-
esto haré lo que me mandéis, aunque no ten- cía que le había forzado la hija; otro que le
go en más ser caballero que no lo ser. y de había robado; otro que le había muerto su
mis condiciones no me hable nadie, porque padre, y otro el hermano. En tanto grado
tengo propuesto de no las trocar, antes segui- sentían el duque y la duquessa las nuevas de
ré mi voluntad y apetito toda mi vida» . Y su hijo, que por poco perdieran las vidas, y
la mesma noche veló Roberto en la iglesia, el remedio que para ello tenían era dar gra-

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ROBERTO EL DIABLO 409

eias á Dios nuestro Sellor, rogando humilde- á todos, y después les dijo que se volviessen
mente los quisiesse consolar y traer á su hijo para el duque su padre y le dijessen que por
á la verdadera carrera de salvación: 7 •v hacían amor suyo y por la embajada que trajeron,
muchas limosnas y otras obras de misericor- que aquel galardón habían recebido de Ro-
dias, yamansaban con sus haciendas á los berto su hijo. Llegados los mensajeros á la
.juejosos lo mejor que podían. corte assí maltrechos , fueron el duque y la
duquessa por ello muy tristes; y después,
habido consejo en lo que en tal caso se había
Cap. VIL — Cómo el dwpte enrió gente para
prender á Roberto su hijo, á los cuales Ro- de hacer, anteponiendo la justicia al amor
berto sacó los ojos. del hijo, y por enojo que había de los conti-
nuos agravios que sus vassallos recebían, y
ün caballero que del consejo del duque por atajar que dende adelante no fuessen fa-
muy penoso estaba, después de bien mirado tigados, mandó pregonar en toda su tierra
en el remedio de tanto mal, dijo: «Señor, á que todo hombre que para llevar armas fuesse
mí me parece que sería bien que vuestra se- y estuviesse aparejado para ir, de ahí á doce
ñoría mandasse llamar á Roberto su hijo, y á días, á prender á Roberto su hijo y sus com-
los grandes señores y buenos caballeros con pañeros, los cuales mandaba, vivos 6 muer-
su corte, y mandarle que de aquí adelante tos, llevar delante de sí.
deje el mal camino que hasta agora ha lleva-
do, amenazándole que le punirá y castiga- Cap. VIII. -Cómo Roberto el Diablo hixo
rá por justicia, posponiendo el amor pater- hacer una casa muy fuerte en un motite,
nal, por el primer yerro en que fuere halla- en el cual hizo muchos males.
do; y por ventura temor desviará lo que man-
dado de padre ni ruego de vassallos apar- Cuando Roberto supo del pregón que el
tar no pudieron». Pluguieron al duque y á duque su padre mandara dar por toda su
la duquessa las razones del caballero, y acor- tierra, tuvo gran temor de ser preso, y ansí
daron de lo hacer assí, y luego mandó venir mesmo sus compañeros, y iba Roberto por
ciento y setenta de caballo, los cuales repar- el monte como perro rabioso, dando gritos y
tió en diez y seis partes, y mandóles que bramidos muy grandes, renegando y escu-
cada parte por su cabe buscassen por toda piendo de toda la corte celestial, y maldi-
la provincia hasta hallar á Roberto su hijo, ciendo padre y madre y parientes, y assimos-
y hallado le dijessen cómo el duque su padro mo llamando á grandes voces los diablos del
ltf rogaba que por su bien se llegasse á la infierno, y ofrecíales su cuerpo y ánima con
corte; «y si le hallades rebelde y no quisiese cuanto tenía, y á ellos solamente pedía con-
venir, decilde que hago juramento á la orden sejo yfavor; y haciendo y diciendo tales co-
de caballería de le hacer prender, y cruda- sas, salía muchas veces á un camino junto al
mente castigar á todos los que le siguen y fa- monte, y si hallaba alguno, luego le mataba
vor, cen» ; y partiéronse prestamente de diez por valiente que fuesse, siendo hombre de
en diez: de ahí á pocos días supieron cómo grandes fuerzas y muy ligero y diestro en
estaba en un monte con gran compañía de todo; y después de muerto, no contento con
ladrones, robando y matando cuantos por los aquello, le abría con sus manos y le sacaba
caminos hallaban; y fueron para el monte el corazón; á otros desmembraba miembro á
los diez de caballo, y entrados en el monte miembro y los derramaba por el monte; y á
se hallaron muy presto oercados de treinta otros desnudaba en carnes, y los colgaba
peones armados, los cuales abajadas las lan- por los pies de un árbol, y otras muchas
zas, comenzaron de herir en ellos, y ellos, crueldades hizo que sería largo de contar. Y
sin ponerse en defensa alguna, les dijeron como supo que la gente de su padre le iban
que eran mensajeros del duque de Norman- buscando para le prender, huyó con sus
día y buscaban á Roberto su hijo, y los peo- compañeros por el monte adelante, y en un
nes los llevaron adonde estaba Roberto, y lugar muy apartado ordenaron de hacer una
ellos se apearon y le dijeron lo que el duque casa donde se acogiessen y defendiossen; y
les mandaba decir; y desque Roberto oyó que hecha la casa llegaron más gente, y acogían
su padre decía que le mandaría prender, co- ladrones, robadores, salteadores y matado-
menzó ámaldecir la hora de su nacimiento, res, yá todos loa que de mal vivir y seguir
y el padre que le engendrara y la madre que sus pissadaa deseo tenían. Y perseverando
le pariera; y renegaba de los santos y santas, Roberto en sua maldades, salía con la com-
y como hombre desesperado fuera de todo pañía de ladrones por todos los caminos,
sentido, mandó atar á los mensajeros de pies mataba y robaba á cuantos encontraban, y
y manos, y con un cuchillo les sacó los ojos hacían cuantos males podían; entraban en

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410 LIBROS DE CABALLERIAS

loe lugares y aldeas de noche y de día, assola- podría causar, y con acueste pensamiento
ban y quemaban casas, y mataban hombres, llegó á la puerta del castillo, y no halló por-
mujeres y niños, y forzaban doncellas; y tero alguno, ni menos otra persona que nada
tanto creció su crueldad, que toda la provin- le dijesse, de lo cual fue mucho más mara-
cia estaba atemorizada, no osaba la gente villado, yapeóse del caballo, entró en el
andar por los caminos á veinte leguas al de- castillo, y los que estaban en los andamio*
rredor del monte. Y perseveró Roberto en comenzaron á decir á grandes voces: «¡Guar-
esta mala vida gran tiempo, mas después Re daos, que viene Roberto el Diablo!>; y hu-
convirtió y tornó á Dios, y con grandes lá- yendo por el castillo, algunos se encerraba i:
grimas yarrepentimiento de sus pecados en las cámaras, otros subían los tejados, sin
hizo penitencia dellos, como por estenso que Roberto los siguiesse ni hiciess*» sem-
diremos.
blante de les hacer ningún mal; y anduve
Roberto por el castillo hasta que llegó al re-
Cap. IX. - Cómo Roberto el Diablo mató sie- traimiento dela duquessa su madre; y como
te ermitaños que halló en el monte, y fue hallasse la puerta cerrada por de dentro,
al castillo Darca, do estaba á la sazón la comenzó á dar muy grandes golpes y llamar
duquessa su madre, y de las razones que á muy grandes voces; y habiendo la duquessa
entre si hubieron. gran temor que derribasse la puerta, le res-
pondió rogándole que se fuesse, y Roberto
Roberto estaba en el monte como animal con mucha humildad le rogó que le quisiesse
bruto irracional, sin ningún temor ni amor oir, y prometiendo y dando la fe de no eno-
de Dios, siguiendo sólo los apetitos de la jarla ni á ninguno del castillo, y la duqne-
carne, y comía viernes y sábado carne y en ssa le abrió la puerta; llorando muy amar-
gamente seechó á los pies del hijo, y Ro-
todas
iguales.lasY vigilias, haciendo
como fuessen todos los
sus deseos 'días
inclina- berto, movido á compassión por el recio llorar
dos á todo mal, apartóse un día de sus com- y sollozar de la madre, sospirando de cora-
pañeros, andando
y por el monte miraba & zón y sus ojos hechos fuentes, la levantó de!
todas partes, y escuchaba si sentiría alguno suelo; y assentados á un estrado, sin tener
que passasse por el camino por ejecutar en otra compañía, empezó la duquessa de re-
él su malicia, y tanto anduvo por el monte, prehender ásu hijo de tantos males como
que topó con siete ermitaños (') muy viejos, había hecho, y Roberto le dijo: «Señora, esta
casi en la postrimera edad, y ansí se ale- fue la principal causa de mi venida, porque
gró en verlos como el cazador con el vena- no puede ser que vos ó el duque mi padiv
do, como el galgo con la liebre y como el entrambos no tengáis alguna culpa en este
lobo con el ganado. Y de tan lejos como mi mal vivir; ca jnmas me parece que me
los vio echó mano á la espada y fue corrien- vino un solo pensamiento de bien hacer, y
do para ellos, y sin recibir delios alguna re- querría saber si vosotros fuistes causante»
sistencia de palabra ni de hecho, les cortó en eBto, por que más fácilmente pudiesse yo
las cabezas, y cabalgara en su caballo, y sa- enmendar mi vida». Cuando la duquessa
lió del monte, y andando por el camino topó oyó la voluntad de su hijo, y vio que quería
con un pastor, el cual, temiendo morir, se tornarse á bien vivir, le saltaron nuevas lá-
fue á echar á sus pies, pidiéndole por mer- grimas de sus ojos del gran placer que hubo,
ced que no le matasse. Y Roberto preguntó abrazándole y besándole á menudo, y ro-
por el duque su padre, y el pastor le dijo gándole la quisiesse perdonar; y le contA
que era ido á la corte del rey de Francia, y por estenso cómo le diera al diablo de la
que la duquessa estaba en un castillo á una manera que arriba dijimos. Cuando Roberto
legua de ahí. Y Roberto le dio la vida por oyó tales razones, del gran dolor y pesar que
las nuevas que dél supo, y fuesse corriendo hubo cayó amortecido en el suelo, y desque
para el caatillo. Y como la gente del lugar y fue tornado en sí, con multitud de lágrima*
del castillo le viessen, todos huían y se es- comenzó á decir: «¡Oh, misericordioso y éter
condían, yse encerraban en sus casas, ca no Dios! ¿cómo permites que pague la ino-
llevaba Roberto la espada en la mano toda
cencia del hijo por la malicia de la madre-
sangrienta, y tenía assimesmo las manos y
¡Oh, pecador de mí, cuánto tiempo he servida
pechos y los vestidos tintos en la sangre de al diablo sin tener conocimiento de mi per-
los santos ermitaños que había degollado; y dición! ¡Oh, maldito diablo, cuántas caute-
como Roberto vio que todos huían dél, fue las ymodos buscas para privarnos de la glo-
muy triste por ello y se puso á pensar qué lo ria ycautivarnos en las tus tristes cárceles,
por cuyo camino desde mi puericia hasta
t «Tre» ermitaño*», dice la edición de eordal este día me has llevado, cegándome loa ojo*

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ROBERTO EL DIABLO 411
de la razón por el poder que mi madre te hallasse la gente alborotada, y la du-
como
dio! ¡Oh, astuto, sagaz, engañador, cómo
quessa llorando, preguntó luego si Roberto
conociste al femenino género, 6u fragilidad
y inconstancia! ¡Cómo obraste en él lo que en su hijo había venido allí, y si les había he-
cho algún daño. La duquessa le contó todo
ningún varón pudieras acabar! ¡Oh, pues,
Ío que con él había paseado, y el duque dijo
muy piadoso y misericordioso Cristo, tu que
suspirando: «Dios, por su piedad, quiéra ha-
rogaste por los que te crucificaron, y dijiste: ber misericordia dél, que, según sus pasaos,
Padre, perdónalos, que no saben lo que ha- no espero do jamas verlo vivo»; y después se
rén, perdona á esta mi triste madre su gran volvió á consolar la Duquessa, que estaba
yerro cometido, aun á mi, mezquino pecador, desmayada del gran dolor que de su hijo
y pon en mi oorazón entera contrición de tenía/
mis pecados, y ábreme la carrera de tus
mandamientos como abriste el mar Bermejo
Cap. X.— Cómo Roberto el Diablo llegó á la
por que passassen los hijos de Israel!» Y des-
pués hincó los hinojos delante de la madre, rasa que tenia en el monte, y cómo mató á
sus compañeros.
y demandóle perdón y besóle la mano, y ro-
góle que le encomendasse al duque su padre, Como Roberto se partió del castillo, y fue
y le dijesse que le demandaba perdón de los
á gran priessa para el monte, temiendo que
yerros contra él cometidos: «Decilde que me sería hallado de la gente de su padre, lle-
{«arto para la ciudad de Roma y que no cessa- gando ála casa que tenía en el monte, halló
ré hasta ponerme á los pies del Padre Santo, á sus compañeros & la mesa comiendo; y
y confessarle he todos mis pecados, y haré
como lo vieron, todos so levantaron a le re-
penitencia de ellos». Y assí llorando y sollo- cibir, fueron
y muy alegres de su venida,
zando salió del castillo y cabalgó en sU ca- y él les habló muy cortésmente y los hizo
ballo (*); y quedó la duquessa muy triste, y assentar á todos, y assentóse con ellos; y
dende á poco llegó el duque al castillo, y comido, los mandó estar
desque hubieron

(') Los procedimientos empleado» por Roberto par* «Pitusa, lili ela, ««que tea» lu (aira?
averiguar de- au madre la cansa de aua mala* indi- Fpr quai rne'fall, por quel afaire
uacionc* ion algo mas doro» en el texto f raneé* del Me *eu» lu litrer a martlre?»
I)i«t Roben: -To«l *ou« eaiaut dirá,
«iglo XII publicado por B. Lbaeth (R brrt le Dia- U lo* ha»ll»emeol mora»,
bla. Hommn á'atrmtur t. Paría, F. Didot at Com- Que rou» plu* rlrr* na porés
párala, 1903. De la SortSté dei **eUm$ teett» fian' Se tou» e*raument na ma dita»
tais); Por col Ja «ai »i jrpocrite*
El «i ptaln» da mala atentare.
Mertelle
Mínale «ói *oi m-vui duremrnt Que raTr ne puta craalura
Qae rhoa mi ai da mI 11 rleitt Qui a Dieudl»lmonte
«Kieu««, mal «Dieu
la mere, ne tache.»
na |
Una od la doute Uní «I crien t;
Car qunl Ir Man a falre pen«e Qaa ja la teriié le cania,
Sana rontredli al «ana deafen**, Car a aran! duel el a grani honle
Una aiilra pentea U *a,ut, MVhlrole» quant le narróle*,
Oul par etlrlf el par a«aut Qaa ja marclil de mal nVmte».»
Da Man fa ra il la deavote, Roben rasponl; «Gai-de n'avéa,
«t mi» an autra vola:
(,)u« leu» e»t Pul»
Si le que <too» Ireanument.
me conté* roir en «ave«:
(.ela pen»íe felenei Car »e Tout i manía* granmmi.
Ll Clil háTr Dieu el M m
El e«carnir par la diabla. Cr«le eipre tran<-hant rt hele
Doni II ticit nleu reaperitable: Ferai ja bolrre en »o renelr-e
JVn»* <|u* cria me»e.«lanete Sa mera, qui
IJ »oil venar de ndlManclia, Ll reconté par(tacrant
en fr.-our.
paour
De *a nal<*anehc Inula IVtre;
Kt que conpr.* i all «a mere,
yui noque* ne lu ter« luí :lara: En la tin li di»t al de*etrr
Meo, «al Tavanture el la lache C'alnr «ol tant a Dieu pr^irr
Que d'eufani II vau«l«t ildier,
l»r«l'ochoitoon
Kl drertie le por
cleí rol Un I proh»
conlrenioat, Él pul* en requi»! Ir dialilr:
Vente» e*t, n<* míe fahlr,
Car Saín» E«peri* l'en nemoni, Que lui mtTfme* II dona.
Qui an leí peut
QuVncor prtrnaa
e»lreTa Dieu
iu'« amia. Si loal rom l'en araitona.
Or en jure Roten mout fort Por rhou ne prul 11 (aire lilru,
I*» rlau» el la crol» el U morí Qua Dieua a'a en luí nule ríen,
; la naluanche Jteau Cri»t, Car d'eBfer vienl, u li mal «o»l :
Uui la mont etlora at fl»l, U mal ou'en virncnl la riront.
• Biau* fleo*, ne Ir mí plui que diré.»
Oue la mai» jor jóle n'arri Ouaut Robara l'ot, »1 ol grant ira;
Jaac
Par cola rala
a *i eur«
mau* qa'll
hom aatra
t*i*. Da rhou que «a mrrr U ronte
A ftanl daal mout el a granl tenia.
N'Upui» galre» are«te: II en pleure moui lanrraianl;
Toui drait an la rhnnbre t'an tal»; l.'ewe li fllr aape»«menl
Sor «a mer* s'upéf tratt Dea (ana tout caotreval U fe rite.
CUrt ti tranehant, trettouU nut. Qu ¡l »»olt plu» riere que «larha:
Bla a»t encontré luí tenue:
A» pía* «on OI «e eneTr, A gran» ftu» eu lt»ent lea larma».»
Car mout redoule too morir. (V. aaa-ui).

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412 LIBROS DE CABALLERIAS

quedos y atentos a lo que les quería decir. Cap. XI. — Cómo Roberto envió la llave de h
Y les comenzó á traer a la memoria los enor-
eam del monte á su jxidre el duque de Sor-
mandia.
mes pecados por ellos cometidos, por el me-
nor de los cuales eran dignos de eterna dam-
nación; ylos rogó que se confessaasen y Roberto tomó el camino para Roma, y an-
hiciessen penitencia dellos, y donde adelan- duvo todo aquel día y la noche Bin comer
te vivie8sen como cristianos y sirviessen á ninguna cosa; y á la mañana llegó á ana
Dios y no estuviessen en el monte sirviendo
abadía, en la cual había hecho grandes da-
al demonio. Y otras muchas cosas les dijo ños, y era abad un pariente suyo y tenía
para los mover á bien hacer. Y el uno dellos grandÍ8simo temor dél, y assimesmo todos
le respondió con muy gran saña: «En esto, los monjes. Y Roberto se apeó á la puerta
señor, me parece que burlas de nosotros, de la iglesia, y entró en ella y hizo oración.
porque nos trujiste á esto y metiste á donde Y cuando los monjes le vieron, echaron V*
estamos; tú nos ensenaste á ser crueles; tú dos á huir, de lo cual pesó mucho á Roberto:
nos causaste hacer más malos de los que de
y cuando hubo hecho oración, llamó á un ■
nuestra natural condición hiciéramos; tú nos
monje y rogóle que dijesse al abad que 1»
hiciste forzar mujeres, desflorar vírgenes;
pluguiesse de oirle, y que ningún temor tu-
en todo esto has sido siempre capitán y prin- viesse, que ningún mal le haría á él ni á
cipal guía; y agora que somos de todo el otro. Entonces vino el abad á la iglesia y
mundo aborrecidos y suenan de Levante á algunos monjes con él, y llegado, Roberto
Poniente nuestras grandes crueldades, ¿nos hincó los hinojos, y dijo: cSeñores, yo he
predica como el raposo á los pollos? En balde hecho grandes daños y estragos en el tiempo
trabajas, porque nuestra voluntad es de te- passado en vuestra abadía y iglesia, de lo
ner la regla que nos diste y seguir el camino cual vengo á pediros por merced me queráis
que nos enseñaste. Y, pues, en este ejercicio
perdonar, por que Dios perdone á vosotros» :
habernos empleado parte de nuestros días, en
y después que hubo hablado á todos en ge-
él proponemos de fenecer los que nos que- neral, dijo al abad: «Yo vos ruego que me
dan, yhaz lo que quisiere». Y los otros res- encomendéis á mi padre, y le deis esta llave,
pondieron todos á una voz que decía bien, y que es de la casa en que me retraía con mis
que esta era su deliberación. Cuando Roberto
compañeros, y en ella hallará grandes teso-
los hubo dicho do6 ó tres veces, y rogado por
servicio de Dios no qnisiessen perseverar en ros yriquezas que hubimos robado en diver-
sas partes, y le diréis que restituya toda
el mal vivir, diciendo: «Que, pues, él había
aquella hacienda á sus dueños, y que yo ra>*
sido el primero y principal en el mal, que voy á Roma á confesar y hacer penitencia
también quería ser el primero y principal en
de mis pecados» . Y cuando los monjes vie-
la penitencia, y pues lo siguieron en lo uno ron el grande arrepentimiento de Roberto
le siguiessen en lo otro» . Y desque vio que dieron gracias á Dios, y fue Roberto muy
de ninguna cosa aprovechaba, considerando bien recibido; y estuvo en el abadía aquel
quo harían muy grandes males, según el mal día y la nocho, quo el abad no le dejó partir.
propósito que tenían, pensando que sería A la mañana dejó el caballo y las armas, y
participante dellos por haber sido él princi- fuese á pie á Roma, y el abad envió la llave
pal causa de los haber puesto en aquel esta- al duque su padre, y las encomiendas y
do de vivir, pesándole mucho dello, deliberó nuevas de Roberto su hijo, el cual hubo gran
de los matar á todos, porque de ahí adelante placer de su contrición, é hizo dar todos los
á su causa no hiciessen más mal. Y viendo bienes que en la casa halló á cuyos eran: y
lugar oportuno para ello, fue á la puerta y dejaré de hablar del duque y diré de Rober-
cerróla muy bien, y tomó presto una hacha to, que en poco tiempo llegó á Roma.
de armas, y empezó á dar en ellos y herir á
todas partes, hasta que ios derribó á todos en
el suelo. Y ouando los hubo muerto á todos, Cxv. XII.— Cómo Roberto llegó á Roma.

dijo: «Quien á buen señor sirve, buen galar- Llegó á Roma Roberto Jueves do la Cena,
dón espera. Si bien me serviste, bien os lo estando el Padre Santo en la iglesia de San
galardoné» . Pedro en loe Divinos Oficios, y como su ar-
Y después quiso quemar la casa, mas hí- diente deseo no le dejasse esperar mayor
zolo conciencia de quemar Us infinitas rique- oportunidad, metióse entre la gente poco &
zas que en ella estaban, y cerró la puerta poco, hasta que llegó á los pies del Papa,
eon llave, y puso la llave en el seno, y cabal- mas no sin gran trabajo, ca los ministros del
pó en su caballo, y encomendóse á Dios, y Papa le daban grandes empujones, y otros
tomó su camino para Roma. con varas lo daban reciamente en la,cabeza.

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ROBERTO EL DIABLO 413

otros le denostaban y decían palabras inju- le absolver, diciendo que él quería más lar-
riosas, mas ni por esso le pudieron estorbar gamente hablar con él, y venida la noche el
ni revocar su propósito, ca él, que solía ser ermitaño hizo en la capilla con un poco de
león muy fiero, era cordero muy manso; él, heno una cama donde durmió Roberto, y es-
que á todo el mundo quería sojuzgar, ya de tuvo toda la noche en oración rogando á Dios
loa menores deseaba ser sopeado; él, que so- por Roberto.
lía ser siervo y ministro del demonio, ya era
fiel siervo de Cristo, y cuando se vio delan- Cap. XITI. - Gomo un ángel apareció en sue-
te del Papa, llorando amargamente y á gran- ño* al ermitaño, y le dijo la penitencia que
des voces dijo: «Señor Padre Santo, por ser- liabia de dar á Roberto.
vicio de Dios, cuyo Vicario eres, te ruego
•|ue me oigas de confcssión y me des peni- Quería ya amanecer cuando el santo er-
tencia de mis pecados» . Y el Padre Santo le mitaño, vencido del sueño y del trabajo,
dijo: «¿Quién eres tú, que tan grandes vo- puesto un canto por cabecera, cerró los ojos
ces das?» Y Roberto respondió: «Yo soy el para descansar, y estando durmiendo, oyó
mayor pecador del mundo, y vengo á ti por- una voz del cielo que le dijo: «Hombre de
que me des saludable penitencia de mis de- Dios, oscucha lo que Dios me mandó que te
litos, que son tan grandes y tan enormes, dijosse: Tú mandarás á Roberto, en peniten-
que á otro no conviene decirlos» ; y el Papa cia de sus pecados, que contrahaga y dissi-
le dijo: «¿Eres tú, por ventura, Roberto el mule el loco y el mudo en la ciudad de Roma,
Diablo, de quien tantos males se dicen?» Y y no coma cosa alguna sino lo que fuere dado
Rotierto dio un suspiro, que pareció que las á los perros y él les pudiere quitar; y esto
entrañas le sacaban y dijo que sí. El Papa haga de contino hasta que de parte de Dios le
le dijo: «Yo te mando delante de Dios, que sea mandado hacer otra cosa, y assí alcanzará
á ninguno enojes, y de oirto nos place des- eterna remissión de sus pecados» (')• Cuan-
pués de celebrar los Divinos Oficios». En- do el ermitaño fue despierto, fue muy ale-
tonces separtió Roberto, y oyó con mucha de- gre de la tal revelación y entró en la capilla
voción el Oficio Divino, y después de dichos donde estaba Roberto rezando y llorando, y
los Oficios, el Padre Santo le mandó llamar, le mandó poner de rodillas delante de sí y
y Roberto se puso de rodillas con muy gran le dijo: «Amigo, de Dios me ha sido revelado
contrición, y empezó á declarar toda su vida, esta noche la penitencia que te conviene ha-
y díjole luego que al tiempo del concebir cer por tus pecados, y es ésta: Cumple que
su madre le había ofrecido al diablo, y de andes por la ciudad de Roma sin hacer mal
lo cual tenía muy gran temor. Entonces ni daño alguno, y que dissimules ser loco y
el Papa estuvo un poco pensando, y después mudo, y assimesmo no comerás cosa ningu-
le dijo: «Amigo, á ti te conviene ir á un na salvo lo que á los perros pudieres quitar;
monte á tres leguas des ta ciudad, donde ha- y assí andarás por la ciudad hasta que Dios
llarás un santo ermitaño confessor mío y te mande hacer otra cosa». Y assí le absol-
muy amigo de Dios, y le dirás que yo te en- vió ydiole su bendición. Cuando fue absuel-
vío áél, y te dará el remedio que conviene to dio infinitas gracias á Dios de tantas mer-
para salvación de tu ánima». Y dándole su cedes ybeneficios por tan pequeña peniten-
bendición le despidió; y Roberto estuvo en
la ciudad aquella noche, y otro día en sa- (') La «relación «e hace de otro modo en el texto
liendo elalba se salió de la ciudad de Roma, francés publicado por E. Lífeetb:
y fuesse para el monte y anduvo buscando y «l.i ..lin. hon la nir.*« chanta.
catando á todas partes, hasta que halló al El, quant che vlnl au «arremrni
yur I* cor» Dieu li«nl proprrment,
santo ermitaño, y viéndole luego hincó las IV »inple erur i-n aoarjiit
rodillas, y le dijo que el Papa le enviaba á El de* lerme* «le» ¡eu« ploran!
él que lo oyesse de confessión, y el buen I.i
Kl deprie
qu'il leíquerontel
il l'avoil
li envoil
ermitaño le tomó por la mano y le hizo le- Oue douer pui«*e pruiUnrh*.
A Robert lonc «a rrpruianche.
vantar, holgó
y mucho de le ver tan contri- V Uní vil une main ««trmirr
to llorar tan reciamente sus pecados, y dos- Oevanl luí, qui li pretil a lenrira
pués de haber razonado un rato con él, le l n pelil *alg"
I>mm« brief. 4-1
el bien
il l'a aprí>
pri».
tomó por la mano y llevóle á una («pilla I.H le* letre* qu'll ol «I hrief.
Toul <*n oulrr de rhief en rief.
muy devota, donde con muchas lágrimas Quanl le» ol lile*. «i fu lié»,
confessó todos sus pecados? y assimesmo le Com «'il leni*t Dieu par le* pifo.
Ja meiw Une mu* tarjfier.
dijo cómo su madre le diera al diablo al Pal* va a Rohrrt enrlurgier
tiempo del concebir; y el ermitaño le man- 1.a pcnilanche quil doil lalre.»
dó estar allí aquel día y aquella noche sin (V. HOO-MIl».

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414 LIBEOS DE CABALLERIAS

cía; y despidióse del ermitaño y fuesse para nía sin jamás le haber visto; y cuando Ro-
la ciudad oon gran desseo de comenzar y berto hubo muy bien comido, se levantó, y
cumplir su penitencia. fue por la sala passeando y mirando á todas
partes, y á las veces andaba hacia atrás, y
Cap. XTV.—Cómo Roberto él Diablo miró m otras veces se dejaba caer; otras veces mir¿
ba en alto. Y andando por la sala mirando,
Roma y comenzó su penitencia.
como dicho he, vido abrir una puerta por
Entró Roberto por la ciudad de Roma ha- donde entraba á una huerta muy deleita,
ciendo gestos oon la boca y con los ojos, y y había una fuente muy hermosa en ella; y
bailando y saltando por las calles, oomo hom- él fue corriendo cuanto pudo para la huerta,
bre ajeno de todo sentido, y en poco espacio y fue corriendo á beber á la fuente; y estu-
llegó gran número de muchachos que le se- vo todo aquel día sin salir del palacio; y re-
guían ymaltrataban continuamente; el uno ñida la noche estuvo mirando lugar conve-
le tiraba con lodo á la cara, otros le tiraban niente donde reposar, y vio tras unas esc»
zapatos viejos y otras suciedades que halla- leras un poquito de paja donde tenía un po-
ban por las calles, y otros le apedreaban y denco su cama, y con mucho placer se acos-
messaban, sin le dejar jamás descansar; y tó allí con el podenco; y como le vieaaen al-
Roberto nunca nada les decía, ni mal sem- gunos ylo dijessen al emperador, mandó ei
blante jamán lee mostraba. Y estando Ro- emperador que le diessen una cama en que
berto un día delante los palacios del empe- durmies&e, mas Roberto nunca quiso dejar
rador, muy fatigado de hambre, tuvo acuso aquel lugar por cosas que le dijessen. Airi
oportuno lugar de entrar en la sala donde que Roberto, criado en grandes vicios y de-
estaba el emperador comiendo; y entrando leites, durmiendo en camas muy molidas y
hizo sus debidas reverencias oomo hombre en palacios muy bien entoldados, y que so-
cuerdo y de buena crianza; y estuvo un poco lía vestir ropas muy costosas y comer man
mirando al suelo, y tan presto dio un salto jares muy delicados, á quien muy grande»
encima un parador, de lo cual fueron todos señores servían y acataban con honrra gran-
maravillados; y del aparador saltó en el sue- díssima, paciencia y humildad, está echado
lo oon tanta ligereza, que ningún estrépito tras las escaleras con un perro, y de la por
se sintió en la sala, y comenzó á danzar y ción de los perros tomaba su sustentamiento
bailar, y hacer otros gestos de loco, de lo natural, sin querer cosa alguna; y con taa
cual holgaba el emperador y todos los que gran mensedad (') sufre ser de pequeños y de
en la sala andaban. Tenía el emperador un mayores escarnecido, burlado y menospre-
ciado.
lebrel que jamás se partía de su lado, el más
feroz que en el mundo se pudiera hallar,
que ninguna persona osaba llegar á él, salvo Cap. XV — Cómo Jioberto el Diablo Unu
el mismo emperador, y dándole el empera- muy gran enojo con los judio*.
dor un hueseo, saltó Roberto tan presto, y se
lo sacó de la boca sin ninguna resistencia; y Estando Roberto en los palacios del es
como esto hizo Roberto, fue dello mucho ma- perador, fueron convidados algunos merca-
ravillado elemperador, y todos los grandes deres estranjeros, entre loa cuales había un
señores que estaban presentes. Y mirando riquissimo judio, que de la mayor parte á>
el emperador la gran diligencia que Roberto las alcabalas y rentas del emperador terut
ponía en roer el huesao, conoció que estaba cargo. Y estando á la mesa comiendo, entr
hambriento, y mandó que le diessen de co- Roberto en la sala, y cuando vio al judío co-
mer, yfue puesta luego una mesa en medio mer con los cristianos, fue dello muy maJ
de la sala y muchas buenas viandas en ella; contento en su corazón, y de grado le mata-
mas no quiso Roberto Hogar á la mesa, ni me- ra, sino por no enojar al emperador, y at
nos comer cosa que le diessen, antes estaba pude estar sin burlarle; y tomó el podeneo
mirando si darían alguna cosa al lebrel para en loe brazos, y llegóse al judío por detrái
se lo quitar, y conociendo esto el emperador y tiró de su ropa para hacerle volver, j an
le echó un pan entero, y el lebrel tomó el volviendo el judío la cara, tuvo Roberto al
pan y comenzó á comer, y Roberto se lanzó perro en las manos y se lo hizo besar, di k>
tan presto debajo de la mesa, y tomó el pan y cual quedó el judío muy corrido, ca tedos *
le partió por medio, y dio la mitad al lebrel reían de la maña que Roberto tuvo, ca so
y la otra mitad guardó para sí; y absenta- gracioso y m»y sagaz en sus djssi mulada
do cabe el lebrel comió su parte del pan, y locuras, y en todos sus hechos estudia** m
el emperador fue muy espantado de la gran
mansedumbre que el lebrel oon Roberto te-
<•) BU.

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ROBERTO ÉL DIABLO 415

agradable á todos y no enojoso á ninguno, y duró hasta que la noche los despartió; y per-
assí cumplía su penitenoia con mucha astu- dió el emperador mucha gente, y fue forza-
cia, aunque por loco lo tenían. do retraerse á un lugar suyo que cerca esta-
Andando un día Roberto por Roma con un ba; y otro día por la mañana el almirante
gran palo en la mano, por parecer más loco, envió á decir al emperador que saliesse á la
vio gran compañía de judíos que llevaban batalla; mas el emperador estaba muy tris-
una novia judía muy ricamente ataviada, y te, ca habla perdido mucha gente y los más
fue corriendo jugando con el palo por espan- principales caballeros y esforzados, y por
tar loa judíos, y la llevó en un trenmedal esto no osaba salir á la batalla, temiendo
que cerca estaba y la echó dentro; fuese para llevar lo peor si á sus enemigos saliesse; y
la casa del novio, y halló una grande olla de fortaleció el lugar pensando que habría soco-
carne para loe convidados, y sacó toda la rro de sus parientes y amigos; mas el almi-
carne que en ella estaba, echó en ella un rante conoció el estrecho en que estaba, man-
perro y un gato que por casa andaba, y sa- dó luego combatir el lugar, por lo cual fue
lióse con su palo, sin que nadie le oeasse forzado al emperador salir á la batalla con
hacer mal ni decir nada. Todo cuanto hizo la noca trente uue tenía.
aquel día fue contado al emperador, de lo
cual se rió mucho 61 y toda su corte.
Cap. XVTL— Cómo el ángel dio un caballo
blanco y armas á Itoberlo para <pi« fuesse
Caj». XVI. — Cómo */ almirante del empera- á ayudar al emperador.
dor, non gran número de gente cristiana y
payana ee abó contra su señor, porque no Estando Roberto en loe palacios del em-
le aniso dar su hija por mujer . perador, muy triste por las nuevas que ha-
bían venido á la corté, entró una mañana en
En el mesmo tiempo que Roberto andaba el jardín para beber en la fuente como habla
por Roma y hacía bu penitenoia, como diji- acostumbrado; y después que hubo bebido,
mos, un almirante vassallo del emperador, arrimado á un árbol, se puso á pensar en los
hombre de gran linaje, muy feroz en condi- hechos del emperador y la pérdida de su
ciones y muy esforzado y valiente en armas, gente, desecando mucho favorecerle por dos
y muy aabio en hechos de guerra, hizo do- razones: la una por emplear sus fuerzas
mandar la luja del emperador por mujer; y contra los infieles y menoscabar los enemi-
como el emperador no la quiaiesae casar con gos de la fe católica; la otra por no caer en
él, ni con otro, porque era muda, el almi- el vicio de la ingratitud, y satisfacer parte
rante allegó á sus parientes y gente de gue-
de los beneficios que en los palacios del em-
rra gran multitud, y asaimesmo muchedum
perador había recebido. Y estando en este
bre de paganos, que en aquel tiempo confi- pensamiento, oyó una voz del cielo que le
naban con los romanos; y aperoebida toda dijo: cRoberto, Dios manda que te armes
aquella gente, y 61 por capitán de todos ellos,
con estas armas, y cabalgues en este caba-
entró por las tierras del emperador haoiendo llo, y vayas á ayudar al emperador, que
gran destruioión y dallo. Cuando el empera- está en muy gran afrenta metido» . Volviendo
dor supo el daño que sus vasaallos recibían, Roberto la cara, á la mano derecha vido un
y la perdición de su tierra, mandó venir to- caballo blanco muy hermoso y un arnés muy
dos los sabios de Roma á su palacio, y habi- lucido, y una gruessa lanza con una espada
do su consejo, mandó otro día juntar todos muy rica. Entonces hincó las rodillas y dio
lo» principales oabaüoros de su imperio por gracias á nuestro Señor Dios, y con gran
saber si había alguno que al almirante favo- gozo se armó y cabalgó en el caballo muy
recí esse; y desque los halló todos leales, y
ligeramente, y dio dos carreras por el jar-
deseosos de poner sus haciendas y personas
dín, jugando de la lanza como si estuvie-
á su servicio, mandó muy presto que se lle- ra entre los enemigos, y bien pensaba que
gas** toda la gente que se pudiesse allogar ninguno le vela; mas la hija del emperador,
para ir contra sus enemigos, y venida la gen- que á una ventana trasaera de su aposento es-
te y puestos sus capitanes como en tal hecho
taba por se recrear mirandoel jardín y la fuen-
se requería, el emperador por principal guía te, estuvo mirando desde que entró hasta que
de todos ellos, salieron de la ciudad en buena salió, y se holgó mucho de le ver armado y
ordenanza; y otro día á hora de nona llegaron meiu-ar la lanza. Y Roberto salió por la puer-
á donde cataban loe enemigos esperándolos, ta traseer* del jardín, y á gran priesa* fue
y apercibidos de su venida, y el emperador
para donde estaba el emperado? con su gen-
kizo apereebir la gente para entrar en ellos, te, que estaba para volver rienda á huir. T
y eomanzaron una muy cruel batalla, que ouando Haberte vio la galla desbaratada,

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LIBROS DE CABALLERIAS

comenzó de correr y rodearlos, por meterlos mi vida, y más entendido en hechos de gue-
en ordenanza y hacerlos volver á la batalla. rra. No creo que un solo caballero hizo ja-
Y desque los hubo llegados á todos, hizo más tanto como él hizo por su persona. ¡Oh!
apartar los heridos que no eran para pelear joómo querría conocerlo por le galardonar el
y los otros puso en ordenanza. Y todos lo el beneficio que dól recibimos! pues bien se-
miraban por maravilla, tan apuesto estaba ñalado andaba: su caballo era blanco y so-
en el caballo, y por el grandor de la lanza, armas muy lucidas, y más hermosas qo*
mas no que fuesse conocido de ninguno de- otras ningunas».
llos. Luego abajó la lanza, é hizo senas á los Cuando la infanta entendió que el eabahV-
Buyos que le siguiessen, y como un león bra- ro del caballo blanco venció la batalla, h\i\»
vo entró en los enemigos, y antes que la lan- gran placer, y quiso decir por señas lo qu?
za quebrasse derribó sesenta caballeros en viera hacer á Roberto en el jardín, mas nan-
el suelo. Luego echó mano á la espada, y ea la pudo el emperador entender. Y mancKi
comenzó de hender cabezas, cortar brazos llamar unas honradas dueñas que de la ad-
y piernas, y derribar caballeros y peones; y ministrar servir
y tenían cargo, y les dij'
en poco espacio fueron conocidas sus fuerzas que parassen bien mientes en las señas <k
y temidos los grandes golpes de su espada. su hija, si entendían lo que quería decir; ;
Y Roberto los siguió de contino hasta que las dueñas dijeron: «Señor, vuestra alteu
los metieron en huida y quedó el campo por sabrá que la señora infanta vuestra hija «lio"
el emperador, y él se hurtó de la gente, y por sus seflas que el loco que en tus palaci»
escondidamente se volvió á Roma, y hallóla vive venció la batalla, y dice que lo vio ar-
puerta del jardín abierta, y entró dentro y mado en un caballo blanco, y dice que des-
desarmóse muy presto, y puso las armas en- pués de vencida la batalla y desarmado el loco,
cima de la silla del caballo, y fuesse á pala- vio maravillosamente desaparecer el caballo
cio, yel caballo desapareció. Y la hija del y las armas» . El emperador le dijo: «Dueñas,
emperador, que le viera ir, estaba sobre avi- si más diligencia no ponéis en enseñar mi
so por le ver cuando volviesse, y le vio des- hija, yo os mandaré castigar por ello: en lu-
armar, yvido cómo el caballo y las armas gar de la adoctrinar la tornáis más loca, en
desaparecieron, y fue muy maravillada, y decir que un hombre sin sentido y sin razón
dijéralo á su padre si pudiera hablar. hizo tan grande hazaña como el que la bata-
lla venció. Porque no solamente es valiente
por su persona, mas sagaz y muy astuto en
Cap. XVTI1. — Cómo el emperador volvió á
los hechos de la guerra; su saber y industra
Roma con victoria, y cómo su hija por se-
ñan le dijo <¡ue Roberto había vencido la basta para regir cien mil combatientes» . En-
batalla, y la segunda batalla que hubo con tonces so despidieron las dueñas con la in-
el almirante. fanta, y se volvieron á su retraimiento, y
quedó el emperador hablando del caballero
Como el emperador vio á sus enemigos des- que le ayudara; y de ahí á algunos días H
baratados puestos
y en huida, volvióse para almirante allegó sesenta mil infieles y trein
Roma, por lo cual fue muy bien recebido de ta mil cristianos, y vino sobre Roma por «?
H\\g ciudadanos. Y llegados á los palacios, vengar del emperador, y el emperador salu-
entró Roberto donde estaba, dissimulando de la ciudad con todos los romanos que pan
el loco como solia, y traía un rasguño por la llevar armas en ella se hallaron; y libraras
cara que le dieron en la batalla, y cuando el mal con el almirante y su gente si Roberto
emperador le vio, dijo: «Algdn hombre de no los socorriera, el cual halló lac armas '•
poea crianza hirió este loco en la cara»; y el caballo en el jardín como la otra vez hi-
dijo un caballero: «Señor, esso le fue hecho llara, y entró en la batalla con tanto denue-
cuando estábades fuera de aquí; mas man- do, que en poco tiempo fue conocido de !s
dades «pie ninguno le enoje, pues que á nin- una parte y de la otra; y tan feroz anda>*
guno hace mal»; y el emperador assí lo man- entre los infieles, que ninguno se le parar*
dó que ninguno no le hiciesse mal, so pena delante ni le esperaba un solo golpe. Si mu-
de su indignación, y en todo esto estaba pre- cho hizo en la primera batalla, mucho mi"
sente Roberto, dissimulando siempre que hizo en la segunda. Loe caballeros del empe-
ninguna cosa entendía. Y después preguntó rador dejaban de pelear algunas
el emperador por el caballero que le había ver menear la espada y herir con ella. ?
ayudado en tan grande necesidad, mas nin- cuando vido que no quedaba en el camp«
guno le aupo decir quién era. Y dijo enton- ninguno contra quien pelear, y que los d¿
ces el emperador: «Quien quiera que sea. es emperador tomaban pacíficamente las tien
el más esforzado caballero que yo vi en toda das y riquezas de los enemigos, muy discre-

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417
ROBERTO EL DIABLO

taban le vieron salir de entre la gente y


tamente salió de la gente y'entróse en Boma
sin ser de ninguno conocido ni visto, sal rodé atajáronle el camino, y él, assí como los vio,
la infanta, que le viera armar y salir del jar- empezó á huir á rienda suelta, por no 6er
dín yestaba á la ventana esperando cuando conocido. Y un caballero que llevaba un ca-
vendría, y le vido venir y desarmarse; y vio ballo muy ligero y holgado le 6eguió gran
cómo desapareció el caballo y las armas, trecho de camino. Y cuando vido que se iba
como la otra vez, mas no lo dijo á ninguna tiróle la lanza que llevaba y hirió á Roberto
persona, porque entendía que tan poco cré- en el muslo, y quedó el hierro dentro del
dito le darían como antes, y Roberto entró en muslo; ni por esso dejó de huir hasta meter-
el palacio, dissimulando el loco como solía. se en el jardín sin ser visto de ninguna per-
sona, salvo de la infanta, que por le ver es-
< Ar. XIX. — Cómo lioberto venció la tercera taba adrede á la acostumbrada ventana. Y
eei ni almirante y á su gente, y murieron cuando fue desarmado, desapareció luego el
muclios infieles. caballo y las armas. Y pensando que ningu-
no le veía, cató su llaga y sacó el hierro que
Venido el emperador de la batalla con
dentro estaba, y lo metió debajo de una pie-
£ran vitoria, mandó hacer pesquisa entre los dra cerca de una fuente, y después se puso
caballeros si sabía alguno quién era el caba- ciertas yerbas en la llaga para restranar la
llero del caballo blanco, que la segunda vez
le sacara de tan grande afrenta; mas no pudo sangre, [y] guardándose de cojear cuanto po-
día se fue á palacio haciendo más locuras que
saber por entonces quién era, y no passaron
solía, por no ser conocido; y en aquel instan-
muchos días cuando el almirante, con mucho te entró el emperador, y luego el caballero
mayor poder y mayor número de infieles, que hiriera á Roberto contó al emperador
llegó hasta las puertas de la ciudad de Roma, cómo le hiriera, y cómo le quedara el hierro
y venidas las nuevas A noticia del empera- en el muslo; y el emperador fue muy con-
dor, quedó muy atemorizado, por el gran tento dello. Y mandó que secretamente se
poder que sus enemigos traían, aunque mu- buscasse en toda la ciudad si hallarían caba-
cho confiaba en el ayuda del caballero que en
llero que tal herida tuviesse y llevasse ca-
los tales peligros le favorecería, y con esta ballo blanqo, mas no se halló tal caballero
esperanza, más que con esfuerzo do su gen- en toda Ronta; y como el emperador estuvies-
te, mandó apercebir caballeros y peones para
se muy deseoso de saber quién era el caba-
acometer á sus enemigos; mas antes que de
llero, satisfacerle
y tan gran beneficio, man-
la ciudad saliesse, mandó que veinte caballe-
dó pregonar por toda ¡su tierra que el caba-
r « {») y treinta peones tuviessen cargo de se- llero que ayudara en las batallas, quien
miir al caballero del caballo blanco, y que de
quiera que fuesse, que viniesse á su corte y
grado ó por fuerza supiessen adonde tenía su
se manifestasse, que en galardón de tal be-
«ssiento y cómo se llamaba, y salió de la ciu- neficio ledaría á su hija por mujer, con la
dad con toda su gente y fue á acometer á los mitad del Imperio.
enemigos. Roberto entró en el jardín y halló
el caballo y las armas aparejada», y una lan-
Cxv. XX.- Cómo el almirante, por se casar
ía muy gruessa, y fue en un punto armado,
y cabalgó en su caballo y salió del jardín y con la infanta, hija del emperador, se me-
tiera elhierro de una lanxa por el muslo,
de la ciudad sin ser conocido, hasta que en-
y caballero en un caballo blanco se fue
tró en la batalla; y en entrando viérades de-
rribar caballeros y caballos, y falsar y des- para la ciudad de liorna, y dijo al empe-
pedazar armas, y atropellar peones, y de rador (pie le había vencido las batallas y le
rato en rato rodear su gonte con mucha dili- había ayudado, que mantwviesse su pa-
labra.
gencia por que no recebiessen tanto daño de
los enemigos, que eran muchos; y por abre-
viar, hizo tanto por fuerza de armas, que el Oyendo el almirante el pregón del empe-
rador, fue por ello muy alegre, pensando
almirante, con solamente cincuenta caballe-
ros, se salvó á uña de caballo, y los otros por ello venir á lo que tanto deseaba, y mo-
vido por codicia y no menos lastimado de los
quedaron todos, que muertos, que heridos
y maltratados en el campo, y Roberto se quiso amores de la infanta por casar con ella y su-
ceder en el imperio, maliciosamente hizo
hurtar de la gente como hacía las otras veces, traer un caballo blanco, y después tomó un
y los caballeros v peones que sobre aviso es- hierro de lanza y se lo metió por el muslo,
y con poca compañía se fue para Roma, y
(') «Trente che»»líert», eegún el texto francés pu- envió á decir al emperador que le pluguies-
blicado por Loseta (t. 3.081). se de oirle; y el emperador le mandó venir
LIBRO» DE CABALLERIAS*. — M.-27

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4Í8 LIBROS DE CABALLERIAS

á sus palacios, maravillándose mucho de su oración. En este instante llegaron el Padre


venida. Y llegando delante del emperador, Santo y el emperador oon gran número d*
dijo: que él era el caballero del caballo blan- ciudadanos romanos para velar al almirante
co, que las tres batallas venciera en su fa- con la hija del emperador; la cual, contra pi
vor; yel emperador, después do haber pen- voluntad, después de haber mesado sos ca-
Bado un poco en ello, le dijo: «Cómo, ¿no sois bellos, muy cruelmente herido y rasguñad"
vos el almirante mi enemigo? ¿cómo puede su delicado rostro por la traición del almi-
nadie ir contra sí raesmo?» El almirante, rante, que sola ella sabía, hubo de consentir
como hombre mañoso y muy cauteloso, res- en el casamiento. Y llegados á la puerta de
pondió: «Señor, no se maraville vuestra alte- la iglesia, ya que el preste los quería velar,
za de cosa que hombre preso en los amores y milagrosamente habló la infanta, y dijo a!
lazos haga. El amor encendió su poderoso emperador su padre: «Señor, dad gracia* á
fuego en mi pecho, cuyas ardientes llamas Dios que por su infinita misericordia me ha
abrasan mis entrañas por tu única hija la restituido la habla, por que la gran traición
infanta, siendo ella inocente dello, y sólo del almirante sea conocida y publicada, y su
amor me movió á hacerte guerra por servir- venenoso deseo no viniesse en ejecución. Con
te en ella, como te serví contra mi gente, maldad dijo que venciera las batallas, ca ei
hurtándome della al tiempo de su vencimien- que las venció y te ayudó en contra él y mi
to y tu mayor necessidad. Y cata aquí el gente está en tus palacios; yo le vi armar
hierro de la lanza y cata aquí la llaga que tres veces, y cabalgar en un caballo blanco y
tu caballero me hizo por conocerme» . Cuan- salir por la puerta trassera del jardín en fa-
do el emperador vio la llaga y el hierro de la vor tuyo, y vencida la batalla volvía por la
lanza, tuvo por muy verdadero lo que el al- mesma puerta y se desarmaba muy presta-
mirante ledijera.
mente, milagrosamente
y desaparecía el ca-
Y agora dejaremos de hablar del almiran- balloias
y armas, y la postrera vez vino ma-
te y del emperador, y diremos de Roberto, lamente herido en un muslo, del cual sao
que estaba debajo de la escalera con los pe- un hierro de lanza y lo enterró debajo de
rros muy malamente herido. una piedra cabe la fuente que estaba en el
jardín; todo esto vi de la ventana de mi re-
traimiento». Cuando el Santo Padre y 1»
Cap. XXI. — Cómo el ángel anunció al santo
ermitaño que la penitencia de Roberto era que presentes estaban vieron el gran mila-
cumplida, y le mandó de parte de Dio* que gro, yvieron ttósimesmo la turbación del
fuesse á Roma y se lo dijesse. almirante, quedaron muy espantados, ató
por la nueva habla della como por el gran
Roberto hizo su penitencia con gran devo- engaño dél. Y el Padre Santo dijo á la infan-
ción, sin jamás cessar de rogar á Dios le ta: «Doncella, decid quién es el caballer
quÍ8Íesse perdonar sus pecados; fue tanta su
que tanto por el emperador vuestro padr"
contrición, que le hizo capaz de la miseri-
hizo, por que no sea ajeno de lo que oon un-
cordia de Dios; el cual por su infinita bon- to trabajo mereció»; y la infanta dijo: »Tu
dad le quiso sacar del estiércol donde yacía santidad verá en los palacios do mi padre
entre los perros, y assentarlo en la imperial ser verdad todo lo que digo. Y verá el hierro
silla. Quiso [que] el que era menospreciado, de la lanza, verá assimesmo el caballer*
habilitado (•) y de todos escarnecido, í'uesso que en esfuerzo y virtud á todos los caballe-
por su gran humildad ensalzado, acatado y ros del mundo vence, en humildad ningún
de todos honrrado. Y estando el almirante en
religioso so le iguala». En la mesma orden
Roma, como dijimos, el ángel del cielo vino
que vinieron á la iglesia se volvieron al pa-
al monte donde estaba el santo ermitaño,
lacio del emperador, y el almirante eecondi-
confessor del Padre Santo y de Roberto, y le damente se fue como desesperado, y el santo
maudó ir á Roma, y que dijesse á Roberto ermitaño quo estaba en la iglesia siguió al
quo
1 su
— — penitencia
j ora cumplida
1 - — jy —Dios
- era
~ * — papa y — ~ --— o — l
gente por ver el— milagro
C
á la otra
contento dello, y le dijesse que hablasse de Y cuando llegaron al Palacio, la infanta
ahí adelante. El santo ermitaño dio gracias
á Dios, y muy gozoso salió del monte, y al papa dey donde
vó hierro
el al emperador al jardín,
le enterrara y sao'y
Roberto,
fuesse para la ciudad en busca do Roberto, el caballero trajo el asta de la lanza oon
y como hubiesse andado toda la ciudad sin
que le hiriera y conocieron ser aquel hierr"
haber nuevas ni señas dél, muy congojoso
sin ninguna duda, y después fueron á la es-
entró en la iglesia do San Pedro á hacer calera donde Roberto estaba echado con fl
podenco que le lamía la llaga sin tener otro
(') Sic, por «abitado». cirujano, y el emperador le llamó.

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kOBERtO EL DIABLO

qite se levantaría, para hacer mirar el mus- Mas Roberto no quiso, escusándose que 41 SI le
lo: mas Roberto, que en ver al Padre Santo convenía ir á ciertas romerías y cumplir
y a la infanta con tanta mültittid de gento ciertos votos. Y estuvo tah solamente aquel
««pechó la causa de su Venida, y por no día y la noche con el emperador, y otro día
9er conocido se mostró ser del todo fuera de sé despidió del emperador y de todos los
sentido y carecer de todo entendimiento, y cortesanos y salió de Roma; y sin ser visto
comenzó de burlar del Papa y del empera- de ninguno se metió en un monte, y en el
dor, haciendo gestos muy disformes. Y cuan- más apartado lugar dól hizo su habitación,
do algo decían, parábase 6 jtigar con el po- con propósito de no salir de allí hasta que
denco, ypor cosa alguna no quiso salir de- Dios le llamasse (*); y quedó el emperador
trás de la escalera ni dejar el podenco. El muy triste, y assimesmo los caballeros, y en
Papa le dijo: «Yo te mando de parte de muy mayor grado la infanta, y estuvo algunos
Dios, que hito el cielo y la tierra, que si días que no se supieron dél. Y dende á poco
tienes poder de hablar, que hables, y res- tiempo, el ermitaño, por mandado del ángel,
pondas álo que preguntáremos». Cuando fue on busca de Roberto por el monte ade-
Roberto lo oyó assi hablar, pensó deseabü- lante, ydíjole que Dios le mandaba ir á
llirse del los y huir por esconderse donde ño Roma, y que se cásasse con la hija del em-
le hallasáen; v levantóse muv súbito cotí el perador, yque á ellos decenderia genera-
perro en los brazos, y dio tres ó cuatro sal- ción agradable á nuestro señor Dios.
tos por entre la gente por salir della, y Entonces salió Roberto del monte y se
cuando fue en pie, el ermitaño que allí esta- vino para Roma, y el emperador y su gente
ba tuvo lugar de le mirar el gesto, y cono- pensaron que venía de romería, y fue muy
cióle yadelantóse cuanto pudo por llegar á bien recobido. Y de ahí á pocos días se casó
él, y díjole: cAmigo, ya no celarás tu nom- con la infanta, y fueron hechas las bodas
bre, que eres conocido ser Roberto que dicen tan solenes como para hija de tan gran se-
el Diablo; y agora tienes otro nombre más ñor y tan señalado caballero pertenecían.
agradable, oa eres llamado hombre de Dios; Y estuvo Roberto tres años en Roma en
conviene que hables de aquí adelante, ca tu gran placer con su mujer. Y después le vi-
penitencia es cumplida, y Dios está conten- nieron nuevas que su padre el duque Auber-
to della, y á esto sólo soy enviado» . Enton- to, duque de Normandía, era muerto, por lo
ces Roberto, llorando muy recio, hincó las cual pidió licencia al emperador para ir á
rodillas en el suelo, y alzando las manos al Normandía con su mujer, y el emperador,
cielo, y dijo: «Oh todopoderoso Dios, fuente viendo la ju3ta razón que Roberto tenía,
de misericordia y de piedad, ¡cuánta es lá aunque en gran grado le pesaba de su par-
merced que hoy recibe este indigno siervo, tida, lehubo de dar licencia, y se partió de
y cuánto bien por tan simple trabajo! ¡Rué- Roma con muy grandes presentes y dádivas,
gete, por aquella inefable bondad, que en y acompañado de muy honrada compañía (•).
todo tiempo te quieras acordar de mí, por-
gue no me desvíe de la carrera de tus man- Cap. XXII.— Cómo llegó Roberto en Nor-
damientos, yte merezca loar y bendecir mandía con ni mujer, y loa molos nue-
para siempre jamás!» Cuando el Padre Santo
y los otros que presentes estaban oyeron las Roma. *
hubo dehubo
Comovos que
Roberto llegado á su tierra y
tan concertadas razones de Roberto, y el
los caballeros supieron su venida, fueron
grande sossiego suyo, fueron muy maravi-
llados. Y la infanta fue dello muy alegre, (•) cSil objeto— dice I» edición de cordel— era Ir al
con esperanza que aquel había de ser su monte y consultar Con el santo ermitaño ií deberla d
no contraer el matrimonio que se le había propuesto.»
marido, porque sus grandes hazañas le ha- (') El desenlace es completamente distinto en el
bían ya metido algunas centellas del amoro- poema trancé» del siglo XII publicado por B. L»>«eth.
so fuego en sus castas entrañas, y su gracio- Kn el poema, Roberto rechaza loa ofrecimiento* del
sa habla fue causa que de las muy pequeñas Emperador y resuelve virir con el ermitaño, tn atien-
do mas tarde en olor de santidad y siendo enterrado
centellas procediesse un poderoso fuego, cu- en San Jnan de Letrin. Análoga conclusión ascética
yas llamas por todas las partes de su cuerpo se observa en otras tres versiones antiguas: el aexem-
prendieron al corazón y cautivaron la liber- plo» de Esteban de Borbón (a. XIII), el cuento qne
sirve de introducción á las Crómeos de Normandía.
tad ysojuzgaron los sentidos, porque Rober- (s. XIII), V la redacción en prosa alemana del si-
to ya más no partiesse de su memoria. Y el glo xv. publicada por Borinskl en el vol. XXX Vil,
emperador dijo á Roberto que le pluguiesse pag. 44 y sigs. (año 1892) de GermAHi*. Loseta sos-
casar con su hija, que de grado se la daría, pecha qne las cuatro versiones indicadas representan
una refundición del final primitivo, que era piobabie-
pues que tan merecida la tenía, que des- mente el mismo de nuestro texto y de la tradición
pués de sns días sucedería en el imperio.
popular.

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420 LIBROS DE CABALLERIA»

muy alegres, y saliéronlo á reoebir con gran- almirante, y miraba assimismo que su gen-
de honra y acatamiento; y la duquessa su te no se desmandasse, rodeándola á menudo,
madre perdió gran parte de la tristeza que levantando á unos y ayudando á otros, dan-
tenía por la pérdida del marido, y holgó mu- do armas al que no las tenía y esforzándolo?
cho con la venida del hijo. Y Roberto le con- lo más que podía. Assí que con esfuerzo,
tó los trabajos que había passado en Roma. aunque eran pocos en número, eran muchos
Y supo Roberto cómo después de haber fa- en fortaleza, y con gran denuedo pelearon
llecido el duque su padre un caballero se los unos contra los otros hasta la hora de
alzó con una fortaleza, y había hecho gran- nona; y como el duque anduviesse mirando
des agravios á la duquessa su madre; man- por conocer al almirante, vido un caballero
dóle venir á la corte, y como no viniesse, que traía un yelmo dorado y todas las otras
fue con gran compañía de caballeros y peo- armas muy lucidas, y el caballo muy pod**-
nes, ycombatieron la fortaleza, y mataron roso; como él le vido, pensó que era el almi-
los que dentro estaban, y prendieron al ca- rante ytrabajó mucho para llegar á él. y
ballero lleváronlo
y al duque Roberto, y fue desque tuvo lugar conveniente, bajó la lan-
llevado á la ciudad do Roán, y dende á po- za y hizo sefial ai caballero que se defen-
cos días le hicieron cuartos como á traidor. diesse, y el caballero, como le vido venir
Estuvo ol duque Roberto pacíficamente con para sí, abajó la lanza y fuele á encontrar,
su mujer y su madre dos años. Y sabiendo y quebró la lanza, y el duque Roberto le
el almirante que Roberto estaba tan aparta- falso las armas y le metió muy gran parte
do de Roma, diciendo que ya no había quien de la lanza por los pechos, y luego mandó á
ayudasse al emperador, entró con muy gran los caballeros que lo llevassen á Roma, di-
poder en su tierra, quemando villas y luga- ciendo que con aquello que no pagaba b
res, ymatando grandes y pequeños. Y como traición que hiciera á su señor; y el caballe-
el emperador tuviesse mayor confianza en ro le dijo: «Ruégoto. caballero, que no men-
el duque Roberto que en los caballeros de su gües mi fama como acortas mis días, ni me
imperio, envió sus embajadores al duque pongas nombre en la muerte que viviendo
Roberto que le pluguiesse de lo ayudar con- no merecí» . El duque Roberto le dijo: «¿Xo
tra el almirante. eres tú el almirante, que mataste sin causa
á mi señor el emperador?» Y él le dijo qnc
no traía el almirante tales armas, ni tal es-
Cap. XXIII. — Cómo el dut/uc Roberto se par- cudo; <ca sus armas no son doradas ni miir
tió de Normandia jtara Roma d ayudar al lucidas, por no ser conocido; y cu el escudo
emperador su suegro, y de la muerte del trae un león negro, y su caballo es rucio.
emperador y del almirante. En acabando de decir aquello espiró el caba-
llero, yRoberto se metió á donde vido ma-
Llegados los embajadores romanos á la yor priessa, quo no parecía sino un fiero
ciudad de Roan, donde á la sazón estaba el león, siempre mirando á todas partes por
duque Roberto, fueron muy bien recebidos, y ver si vería al almirante, y tanto le bu*¡o5,
hecha su embajada, el duque Roberto luego que le vio haciendo gran daño en los suyos,
mandó allegar treinta mil hombres de pelea, y como le conociesse en las señas que el ca-
y encomendó su tierra á un honrado caba- ballero muerto le diera, tomó una gruesa
llero yá su mujer la duquessa, y se fue lanza y fuesse para él, y llamóle que se de-
para Roma; y llegando á Roma, le dijeron fendiesse; y el almirante fue servido de otra
cómo el emperador ora muerto en una bata- lanza, y encontrándose tan animosamente
lla á manos del almirante; y otro día, con
que quebraron sus lanzas sin quedar lisia-
algunos caballeros romanos y con la gente dos, ydespués echaron mano á las espada»,
que consigo trajera, salió de Roma con muy y el duque Roberto dio al almirante tal goí-
gran deseo de topar y verso con el almiran- pe en la cabeza, que le cortó el yelmo, y le
te, para vengar la muerte del emperador su hendió la cabeza hasta los dientes; y cuando
suegro; y en saliendo de la ciudad supo los suyos le vieron muerto quisieron huir
cómo estaban sus enemigos en un campo para salirse de la batalla; mas el duque Ro-
llano media legua de Roma, y él guió para berto les había tomado los passos con su
allá; y desque los vido, hizo cuatro partes poca gente, en manera que muy pocos
do su gente y cuatro capitanes, y él fue ca- salvaron que no fuessen presos ó muertos: y
pitán yguía de la primera capitanía; y des- cuando los suvos va hubieron tomado toda*
que vido oportuno tiempo, fue á herir á los las tiendas y todas las haciendas de sus ene-
enemigos que ya le esperaban á la batalla, migos, luego mandó á todos que se retraje*-
y entrando peleando, miraba de <-ontino al sen, y con grandlssimo placer de la victon

i
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ROBERTO EL DIABLO

se volvieron para Roma, adonde fueron muy muerte del padre; y hubo el duque Roberto 421
bien recebido8, y mandó llevar el cuerpo en su mujer un hijo que llamaron Ricarte,
del almirante, y al otro día siguiente lo el cual fue muy esforzado caballero y hizo
mandó arrastrar por la ciudad, y mandóle señaladas hazañas en ensalzamiento de la
poner en cuatro cuartos, y después mandó santa fe católica, como se lee en las corónicas
hacer las obsequias y honras del emperador francesas. Y fue duque de Normandía des-
muy cumplidamente, y estuvo en Roma muy pués del duque Roberto su padre, el cual
querido y amado un año, y después dejó un como sirviesse á Dios «le corazón, feneció
pariente sujo en su lugar, y puso en todas sus días santamente.
sus fortalezas alcaides de su mano; y él se Dios, por su santíssima bondad, nos dé
tornó para Norma ndía. y todos los caballeros gracia de vivir en este mundo de tal suerte
lo salieron á recebir y fueron muy alegres que nuestras ánimas merezcan subir á la
de su venida, y más la duquessa su madre y gloria del paraíso, [y] sean colocadas en el
su amada mujer, aunque estaba triste por la número de los escogidos. Amén.

FIX

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III

HISTORIA DE CLAMADES Y DE CLARMONDA


C 2lab£ftO!i3?KlmuE valiente
( cifrado ca tullere Clamqdef bno Dc«dDar
coditas re? oc Cartilla:? oe la IttM
da£larmondabuaoelrqj %j

Cíonltccnci^añooc* 4!>.2).1ü: íf#

Lli*ü« nr CiULLMIáS. II. -P»0. 425

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LA HISTORIA DEL lili VALIENTE Y ESPONJADO CAUALLERO

CUPES, HIJO DE MARCAD1TAS, REY DG CASTILLA

Y DE LA LINDA CLARMONDA, HIJA DEL REY DE TOSCANA

Con licencia. Año de M. D. Lxij.

A<¿TJ1 COMIENZA LA HISTORIA DEL MUY VALIEN- el reyno de Castilla, y en todos los otros
TE Y ESFORZADO CAUALLERO C LAMA DES, HIJO reynos comarcanos, y hazian muy gran
DEL REY DE Ca8TÍLLA, Y DE LA LINDA CLAR- cuenta del. En aquel tienpo acaescio que
MOXDA, HIJA DEL REY CaRXUANTE, REY DE tres reyes muy sabios honbres de la tierra
ToSfAXA . de Affrica, grandes maestros en la ciencia de
astrologia y nigromancia, todos tres tuuieron
I consejo entre si, y todos tres de.vn acuerdo
deliberaron que ellos yrian al rey Marcadi-
En Castilla huuo una donzella, la qual tas yle demandarían sus tres hijas por mu-
sucedió en el reyno y fue reyna después de geres. Y se Uamauan aquellos tres reyes: el
la muerte de su padre y de su madre. La primero Molicando, rey de Barbaria: el se-
<iual se Uamana Doctiua; y ella tomo por gundo Bardigante, rey de Amorasta; el ter-
marido el hijo del rey de Sardefta, el qual cero Cropardo, rey de Vngria, el qual era
hauia nonbre Marcaditas. Los quales se muy feo y giboso ('); y este rey Cropardo se
amaron mucho el vno al otro; y ora el rey temió que no le querría dar la vna de las
Marcaditas muy valiente y muy esforzado hijas del rey Marcaditas, por causa que era
honbre; y ellos huuieron tres hijas. La pri- tan feo y giboso; y dixo a los otros dos reyes
mera fue llamada Ilelior, la segunda Solia- en esta manera: «Señores, nosotros yreraos
dissa, la tercera Máxima, y esta era mas cada vno a su tierra, y allí hallaremos los
hermosa que las otras dos. Y huuieron vn mas ricos y hermosos joyeles que hazer po-
hijo que fue llamado Clamados, el qual, dremos sabremos;
y y después vernemos y
•lespues de edad sufficiente, fue imbiado por
el rey su padre en Grecia por aprender (') En Li Rouman» de CMomadh de Adenéf li
erriego, y después en Alemaña por aprender Koia (ed. Van Hannelt; Braxelles, 1865) te detenten
así lew trae pretendiente*:
alemán, y después en Francia por aprender
fraaees. Y en aquel tienpo que estaua en aLef tro!» rol» vou» vorral nomnier
Francia, cinco reyes de estraños reynos co- L'uns j'ai
Donl avoileomroenrií 1 pirler.
non Melorandü ;
iiienvaron a hazer guerra contra el rey Mar- Cil fu *age» clers el «otitis.
Biaus «t gen», noble» et courtoi»
enditas. Y auino que los contrarios del rey Fu, et da Barbarie ert rol».
Marcaditas le assignaron la jornada para la Et l'auire» ot non Baldlgan»;
Cil re fu gran* dert el «ach&n».
batalla. Entonces el rey Marcaditas embio El fa moult blaoj el bien taüliés,
por su hijo Clamades, el qual, luego como Né* el courtoi» el afaitié».
Plain» fu de gran! cheralerle,
supo las nueuas, vino a su padre, el qual lo De Maroc lint la Mignorie.
hizo luego cauallero y le dio el cargo de la El li tier» avoil non Crorapar*:
Cil Mi premiae toas le* VII ar».
guerra; y Clamades hizo tanto por su es- Lai» el petl* fa et bofa*,
fnereo y valentía, que el venció y desbarato leí enfoMet el né» camus
A volt, et «i ol rourbe enchine
los cinco reyes que hazian guerra al rey su El le mentón »or la poitrine,
padre; de manera que el puso todo el reyno Moult fa Mget et bien lettré».
de Castilla en buena paz. Y entonces fue De Bougie fa rol» clamé»».
Clamades muy nonbrado y estimado en todo (V. 1487-1506).

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426 LIBROS DE CABALLERIAS

llevaremos estos joyeles con nosotros, y los que era tan feo y giuoso ('), ella fue muy tris-
presentaremos al rey Marcaditas, y aquello te, e hizo llamar a su hermano Clamades, y
hecho, vno de nosotros le demandara vn quando fue venido, ella le rogo muy afinca-
don, y el, como os muy noble, luego nos lo damente que el no consintiesse en ninguna
otorgara de buen grado. Y si el demandare manera que ella huuiesse por marido al rey
qual don, aquel que le hará la demanda le Cropardo, ca ella quería mas morir que que
responderá que son sus tros hijas; y los otros le diessen honbre tan feo. Y entonces Cla-
dos reyes respondieron que era muy bien mades entro en la sala donde estaua el rey
dicho, y fueronse cada vno para su tie- Cropardo, el qual tenia gran desseo que le
rra, ycada vno hizo su joyel. Y después diessen a Máxima; y Clamades dixo al rey su
vinieron todos tres juntos al rey Marcaditas padre que el so marauillaua mucho como el
con sus joyeles que cada vno hauia hecho, y hauia otorgado a su hermana a vn tal hom-
se los presentaron. Es a saber: ol rey Moll- bre, ydixo Clamades que en tanto que hería
eando hauia hecho de sus manos vna gallina en vida, si el podia, nunca la auria, y que
y tres pollitos de fino oro, y este fue el pri- tampoco no sabia el rey Marcaditas si el ca-
mer joyel: y quando ponía aquella gallina y uallo era tal como el dezia. Entonces dixo
los tres pollitos en el palacio del rey Marca- el rey Cropardo a Clamades que subiesse
ditas, la gallina yua delante y los tres po- encima por le prouar, y esto le dezia a fin
llitos yuan detras. Y quando hauian vn poco que ol lo lleuasse, porque Clamades le guar-
andado, ellos cantauan tan dulcemente, que daua de hauer su hermana Máxima. Y Cla-
era gran melodia de los oyr. mados dixo que el subirla encima del por le
El rey Bardigante hizo vn honbre de oro, prouar. Y entonces el hombre de oro comen-
el qual tenia vna tronpeta en la mano, y co a taller su tronpeta, porque el rey Mar-
luego que alguno pensaua o tratan a alguna caditas no se auisaua del engaño del rey
trayeion contra el, aquel honbre de oro Cropardo; y bien fue oyda la trompeta, mas
tañía muy reziamente aquella tronpeta. Y ellos no pararon mientes a ella, porque cada
vno miraua al cauallo en el qual Clamades
el rey Cropardo "hizo vn cauallo de ma-
dera, en el qual hauia dos clauijas de azero,
quería subir. Clamades
Y entonces subió en el cauallo.
por las quales el se regia y lo hazian yr
donde querían. E quando el rey Marcaditas y el roy Cropardo boluio la dauija que el
huuo recibido los dichos joyeles, el huuo cauallo de madera tenia en la frente, y el ca-
muy gran plazer con ellos, porque eran uallo comento a se mouer, y so aleo en el
mucho marauillosos. Y entonces los tres re- ayre tan alto que todos le perdieron de vista.
yes le demandaron sus dones, y el, como Y entonces fueron muy pasmados el rey y la
era muy noble, sin mas pensar so ios otorgo. reyna, y todos los otros que allí estauan. E
Y quando ellos vieron que les hauia otorga- dixo el rey Marcaditas al rey Cropardo que
do lo que le domandauan, ellos le demanda- hiziesse tornar a su hijo Clamades, que assaz
ron sus tres hijas. Y demando el rey Cro- era prouado el cauallo; y el rey Cropardo le
pardo la mas moca, de lo qual el rey Marca- respondió diziendo assi: «Por cierto, señor,
ditas fue muy triste, ca el no pensaua que le yo no puedo, porquo yo he oluidado de le
queria demandar aquella, especialmente del dezir como ol deue boluer las clauijas que
rey Cropardo, que era tan feo; pero el quería están en el cauallo» . Entonces el rey Mar-
guardar su palabra. Entonces fue llamado caditas fue muy sañoso contra el, y le dixo
Clamades, y le mostraron los joyeles, y fue que juraua a su corona que el lo haria morir
puesta la gallina con sus tres pollitos de en vna cárcel, si no le tornasse su hijo. Y
entonces todos se asordaron del honbre de
otro (*) en medio do vna sala, los quales
pluguieron mucho a todos. Y el rey Bardi- oro que hauia tañido la tronpeta, y conoscie-
gante, que hauia presentado el hombre de ron que el rey Cropardo hauia pensado tray-
oro, dijo que ol no podia ser prouado en eion contra Clamades y contra el rey su pa-
ninguna manera sino por vn punto solamen- dre. Y entonces fue puesto el rey Cropardo
te es a saber, quando alguno pensaría o ha-
ría trayeion contra el rey. Y el rey le res- {') Kn la historia del caballo encantado de laa Mil
pondió que bien Jo creya. Y assi fueron y una nothe» ae dice del iwbio pena (Cropardo) qne
otorgadas sus dos primeras hijas a los dos estaba lleno de arroga* y canas, j «ra c*Ito de cabr-
as, barba y ceja*, aftran «na ojos encendido* y lega-
reyes, que eran muy hermosos y muy ricos. ñoso*, ysus carrillos tan horrorrwamcnte amarillo* y
Y quando Máxima, que ora la mas moca, vio bandido*, que He le cataban riendo loa bueno*: an na
que no quedaua otro sino el rey Cropardo, rii era nn cohombro, y au* doe único* diente* negro*
y moribler. ñus labios azalea y descolgados como i-l
Ix-zo de un camello, y toda su piel arrogada y de color
ceniciento.*
(•) Sic, por «oro».

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ÓL AMA DES Y CLARMONDA

én prisión, y fue muy grande el llanto que y que quedauan assi toda la noche; y después
hizieron por Clamarles, porque no hauia en la mafiana hazian su sacrificio y comian
ninguno que supiesse a donde ora y do ni a dos o tres días de aquellas viandas tanto
donde lo fuessen a buscar. Y entonces vinie- como durauan; y era en el raes de Mayo
ron a escusarse los otros dos reyes deste fe- quando Clamades arribo alli. Y quando ol
cho, y dixeron que ellos no sabían nada vio aquellas mesas tan bien guarnescidas, el
dello; y tanto ae escusaron, que el rey Mar- tenia gran hambre, y se assento a vna de
cadita8 los oreyo. Y ellos le demandaron las aquellas mesas, y comió y bouio tanto como
•los hijas, las quales les hauian sido prome- el quiso, que el negro no le dixo nada, y
tidas; el
y rey les respondió que en aquella después, como hombre esforcado, delibero de
manera no se haria casamiento, mas que yr mas adelante, y entro en vna cámara en
ellos se tornassen en hora buena a sus tie- donde vio vn gran gigante que dormía todo
rras, y que el les haria saber cuando seria vestido encima de vna cama, y vio muchas
tienpo, y cuando Clamades seria venido y armas en derredor del, porque en el era co-
tornado. Y entonces los dos reyes tomaron metido para guardar la hija del rey susodi-
licencia del y se fueron para sus tierras. cho; yel passo mas adelante por vnos corre-
E Clamades andaua sienpre sobre el caua- dores, yentro en otra cámara muy rica en
11o de madera, y en poco tienpo fue tan lexos, la qual hauia tres camas, y en vna dolías
que el no sabia en donde estaua; pero el tomo yazian tres donzellas durmiendo. La prime-
muy gran esfuerco en si, y pensó yendo assi ra se llamaua Fie reta, la segunda Gayeta, la
a couallo como y en que manera se podría tercera Liades. Y después entro en vna otra
boluer; y luego miro en derredor del caua- cámara, y alli vio vna cama muy ricamente
11o y hallo vna clauija en el costado diestro, parada, y en aquella cama dormia la linda
y el la empeco de boluer; y luego que huuo Clarmonda, hija del rey; y el se acerco a la
hecho aquello, miro al otro costado del eaua- cama, y vio la donzclla que dormia, la qual
11o y vio allí otra clauija; y después hallo le agrado tanto, que el no se podia hartar de
otra en el pie del cauallo, las cuales comen- mirarla, ca ella era la mas hermosa y mas
to a boluer, y entonces el se comenco a ba- graciosa, y del mejor y mas gentil gesto quo
zar contra la tierra, y allí conoscio Clama- podia haiior donzella de su manera on todo
des la manera del cauallo y fue mas assegu- el mundo; y en dormiendo se era descabe-
rado que de primero, porque el conoscio que llada, ysus cabellos eran tan lindos y tan
por aquellas clauijas se gouernaua el caua- hermosos, que no parcscian sino fino oro, y
llo de madera, y que por ellas andaua y ve- le cubrían sus tetas muy delicadas por de-
nia; mas el no sabia en que manera el deuia lante. Y no cabe preguntar si ella plugo a
boluer a su tierra, oa el cauallo en vna no- Clamades, que el fue tan encendido de su
che y vn día lo hauia lleuado hasta en Tos- amor, que delibero do la besar antes que se
oana, de la qual tierra era señor el rey Car- tornasse, y assi lo hizo. Y entonces la don-
nuante, el qual hauia vna hija que hauia zella se despertó, y fue muy espantada
nonbre Clarmondn, y allí traxo el cauallo a quando le vio, y le dixo que mucho era atre-
Clamades encima de vna torre de vn casti- uido, descortes y presumptuoso de hauer en-
llo que hauia nonbre el castillo noble; y era trado en la cámara aquella hora sin leceneia,
aquella torre llana por encima; y alli arribo y que mucho le desplazia en el hauer sido
Clamades, y descendió del cauallo sobre tan osado, y le dixo en esta manera: «Yo vos
aquella torre, y entró en la torre por ciertas juro que, si no es cosa que vos seays Leopa-
gradas; después entro en vna gran sala que tris, hijo del rey Barr aba, el qual ha de ser
era muy bien guarnescida de pan y vino y de mi marido, que aunque vos tuuiessedes mil
otras viandas, en jarros y platos y escodi- vidas y mil caberas, vos no eseapeys de la
llas de oro y de plata, encima de viias me- muerte; y aquel que yo digo es de gran lina-
sas muy bien paradas, y hallo alli vn negro je, y es hombre muy valiente y esfon/ado en
que las guardaua; y Clamades le pregunto armas y en todas otras cosas, y os muy noble,
por que a aquella hora tenían assi las me- cortes y gracioso, como quier que yo nun-
sas puestas y también guarnescidas de vian- ca lo vi, pero el rey mi padre y otros mu-
das. Y el negro le respondió que aquella era chos me lo han assi dicho; y mi padre y mi
la costnnbre de aquella tierra, que a la en- madre me han prometido al rey Barcaba su
trada de dos meses del año, es a saber de Mayo padre; yo vos ruego que me digáis si vos
y de Setienbre, después de vísperas, ponían soys el». Entonces Clamados le dixo que el
las mesas y las cargauan de buen vino y de era aquel, y no otro. E Clarmonda le pregun-
buen pan y de otras buenas viandas, que to como era alli venido y para que; y el res-
assi lo mandauan hacer los prestes de la ley , pondió que era alli venido por amor della, y

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4¿8 LIBROS DE CABALLERIAS

por la ver antes que la toniasse por muger, y alli el cauallo; y si vuestra alteza no lo pue-
que ninguno lo sabia. Entonces Clarmonda de creer, haga venir coraigo algunos de sus
le hizo muy buena cara y lo recibió muy seruidores, e yo lo traeré aqui delante
cortes y amigablemente, pensando que era vuestra alteza»; lo cual assi fue hecho. Y
Leopatris, el qual la hauia de tomar por Clamades traxo el cauallo dentro del jardín,
muger. E luego llamo a sus donzellas, las el qual fue mucho mirado del rey y de tr«do*
«males fueron muy pasmadas quando lo vie- loa otros, mas ni aun por esso el rey fue apa-
ron, mas ella les dixo que aquel era Leopa- ziguado, y de cabo le dixo que por que daua
tris. Y Clamades salió fuera de la cámara a entender a su hija que el era LeopatriB,
entre tanto que las donzellas se vestían, y hijo del rey Barcaba, por lo (pial le parescia
entro en vn vergel, el qual no tenia otra en- que el no quería su bien ni su honra. Enton-
trada sino por aquella cámara. E quando las ces Clamades le dixo como su hija hauia
donzellas fueron vestidas, ellas vistieron a 6u sido muy mal contenta porque el era assi
señora muy ricamente, assi como a ella per- entrado en la cámara, y que se era mucho
tenescia. Y después vino Clarmonda con sus ensañada contra el, diziendole que si el no
donzellas en el vorgel donde estaua Clama- era Leopatris, que ella lo haria morir: que
des, yel dia comenco a parescer muy claro; entonces el, por miedo de la muerte, se era
y quando Clamades vio venir la linda Clar- fingido ser Leopatris. Y el rey le pregunto
monda con su gentil y muy hermoso gesto, por que causa estaua assi razonando falsa-
no cale preguntar si la miro de buen cora- mente con ella. E Clamades le respondió que
con. Alli comencaron a departir y hablar el era cauallero, y quo el no pensaua mal
con muy hermosas y amorosas palabras, y ninguno. Entonces el rey tiro a parte a su
entonces conoscio Clamades, por las palabras consejo, por ver «jue se deuia hazer del.
que ella dezia, en que tierra estaua y en Los vnos dezian que no mereseia muerte, los
que lugar: y estando ellos hablando en vno otros dezian que si mereseia, y que el j»en-
en el vergel, el gigante que tenia en guarda saua en el mal quando en casa agena era en-
la linda Clarmonda se despertó, y miro por trado, especialmente
y en la cámara de la
la ventana de su cámara que miraua en el hija del rey; y quando huuieron harto deba-
tido de vna parte y de otra, lo juzgaron a
vergel, y vio a Clamades que estaua" assenta-
do cerca de la linda Clarmouda, de lo que morir, y si el huuo miedo, no era marauilla,
el fue muy triste, y luego lo fue a dezir al ca bien veya que el no podia escapar en nin-
rey, y entonces el rey mando llamar el ama guna manera, sino por gran ingenio y cau-
de su hija Clarmonda, y le pregunto quien tela. Entonces Clamades suplitjo al rey que
era aquel que estaua en el vergel con Clar- por amor de Dios y de caualleria lo hiziesse
monda, y que quería. Y ella le respondió morir a la costunbre de la tierra de donde
que era Leopatris, hijo del rey Barcaba. Y el era. Y el rey le pregunto que costumbre
el rey se fue a la vontana, y conoscio muy era aquella. E Clamades le dixo: «Señor,
bien que no era el. E luego imbio muchos que me mandeys ¡>oner encima de mi ca-
honbres armados para lo tomar, y el mesmo uallo de madera o encima de vno de los
vino on persona. Y Clamades, quando lo vio vuestros si es vuestro buen plazer; ca assi lo
venir con tanta gente armada, el no hizo hazen a vn cauallero en mi tierra quando lo
ningún semblante «le se defender; y el rey quieren hazer morir; por esto, señor, vos su-
le pregunto que buscaua alli, y por que plico, por amor y honra de caualleria, que
causa se dezia ser Leopatris por engañar su pues es vuestro plazer que yo muera, que
hija, y que el lo haria morir. Entonces Cla- me hagays morir en esta manera, a fin que
mades le dixo: <A señor, por Dios merced, e sea dicho que yo soy muerto honradamente,
yo lo diré la verdad. Verdad es, señor, que y esto haziendo, vos guardareys la honra de
yo soy cauallero, mas mi nascimiento fue en caualleria, e yo e todos mis parientes vos se-
tal hora y en tal punto, que sienpre de tres remos obligados» . Entonces el rey le otorgo
en tres años hadas me toman do noche y me su demanda, y le dixo que tomasse su caua-
ponen encima de vn cauallo de madera, y me llo de madera que el hauia traydo, que el no
llenan tres dias y tres noches encima de hauia otro; de la qual cosa fue muy alegre
ai piel cauallo, por montes y por ualles, y me Clamades, porque el no demandaua otro por
hazen passar muchos y di ue reos trabajos y mejor escapar de sus manos. Y es de saber
males, y después me ponen encima de la que todos los del palacio, assi como escu-
mas alta torre «pie ellas pueden bailar, con deros, mocos de espuelas, lacayos y otros
aquel cauallo de madera; y vos digo que oy seruidores, estauan en derredor con arcos,
antes del dia me pusieron encima de vna lambas y espadas, por matar a Clamades; mas
torre llana deste vuestro palacio, y aun esta quando el fue subido en el cauallo de made-

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CLAMADES Y CLARMONDA 4:>0
ra, y se vio coreado de tanta gente armada, todas sciencias. Y dize la hystoria que quan-
puso muy presto la mano a la clauija de la do Clamades huuo estado alii tres o quatro
frente del cauallo y le boluio; y entonces el días, el comenco fuertemente a pensar en la
cauallo le aleo en el ayre tan reziamente, gran hermosura y gentil gesto y continencia
que parescia que los diablos lo lleuauan. Y de la linda Clarmonda, y como todo embeui-
quando ellos lo vieron assi leuantar en el do y encendido de su amor, le vino en vo-
ayre, todos con gran fuerza coinenearon a luntad de la yr a ver. Y dixolo al rey su pa-
tirar sus armas contra el por lo herir, do ma- dre y a la reyna su madre. Los quales en
nera que las armas cayan sobre los que las ninguna manera se lo querían consentir.
hauian echado, y muchos dellos fueron lía- Mas por los grandes y humildes ruegos que
irados y muertos. Y entonces el rey y todos les hizo, le dieron licencia de yr, avnque
los otros fueron muy tristes y maravillados mucho les pesaua. E luego sin mas tardar,
porque era assi escapado; mas por esso no Clamades adereco todo lo que hauia menes-
quedo que Clarmonda no quedasse muy en- ter, ydespués subió en su cauallo do made-
cendida del amor de Clamades, ca por la ro, yanduuo tanto que arribo muy cerca del
gran hermosura y gentil gesto y manera, y Castillo Noble. Y cuando se vio tan cerca,
por el gracioso y cortes hablar y razonar el delibero que descendería en vn patin que
que en el hauia visto, no lo podía oluidar y no seruia sino tan solamente a la cámara de
quitar de su coraeon. y huuo muy gran pla- la linda Clarmonda, y assi lo hizo, y puso su
zcr por que era assi escapado, ca ella hauia cauallo de madera en vn lugar muy secreto,
ya puesto su pensamiento en el. y bien co- en dondo ninguno no podia entrar sino por
noscia en su hablar y cortesía que el era de la cámara de la señora Clarmonda. Y el lo
noble y alto lugar. Y Clamades anduno tanto metió allí por miedo que el cauallo no fues-
alto y baxo, que el arribo en Castilla en la se visto de algunos, si caso fuesse que estu-
eiudad de Seuilla, en la qual hallo aun al uiessen leuantados, y porque si por ventura
rey Marcaditas su padre y a la reyna su ma- el fuesse sentido, que lo hallase alli presto,
dre. Bien podeys pensar que fiesta le hizíe- porque no lo tomassen preso y que lo matas-
ron y plazer que huuieron, porque la cosa sen como hauian querido hazer la primera
que el rey y la reyna mas desseauan en este vez que alli vino. Y después que el lo huuo
mundo era la venida de su hijo Clamades. Y alli puesto, el vino muy passo a la puerta de
luego el contó a su padre y a su madre la la cámara, la qual por dicha hallo abierta; y
auentura que le era venida. Y el rey su pa- quando el la hallo abierta, el huuo muy gran
dre le contó como el tenia preso al rey Cro- plazer y acercóse vn poco, y después entro
pardo, y le pregunto que quería que hizies- dentro hasta la cama y vio la bella Clar-
sen del. Y Clamades le respondió que fuesse monda que dormía. Y entonces el vino y la
librado, que el hauia dicho verdad del caua- beso muy dulcemente; y luego ella se des-
llo, aunque hauia pensado traycion. Y en- pertó, yfue muy pasmada y marauillada
tonces elrey lo mando soltar, pero el le dixo quando lo vio, mas quando ella lo conoscio,
que nunca hauria su hija en casamiento. Y ella e9tuuo muy alegre. Y entonces se aui-
el rey Cropardo se fue a su posada en donde so que le preguntaría su nombre y de que
estaña aun toda su gente, y mucho rogo al tierra era. E tanbien porque ella lo quería
rey Marcaditas que le diesse su hija Máxi- tanto, desseaua saber de su estado y de su
ma, pues Clamades era tornado, mas nunca linaje, y de muy buena gana le hablaua, por
se lo quiso otorgar. Y quando aquello vio el el grande amor que le tenia; y Clamades,
rey Cropardo, el embio toda su gente a su como honbre sabio y discreto, comenco muy
tierra y se quedo alia solo. Ca la hystoria humil y cortesmente a res]>onder a sus pre-
dize que era de costumbre en el reyno de guntas en esta manera: «Muy alta y noble
Vogria, que quando el rey era reptado en al- dama, pues que es vuestra voluntad de saber
guna traycion, que si el entraua en su tierra mi nombre y de que gente y que linago yo
dentro de siete años, lo podían librar a muerte soy, y a Dios no quiera que yo en ninguna
y matarlo. Y como quier que no podria en- manera vos lo cele. Sabed ciertamente, se-
trar en los siete años, pero bien podia trac- ñora, que yo me llamo Clamades, hijo del
tar y hazer su paz con los que hauia hecho rey Marcaditas. rey de Castilla, y soy vues-
la traycion, y hecha la paz, bien ]>odria en- tro humilde seruidor, que quiero viuir y mo-
trar en su reyno y lo hauian de recebir como rir por vos». Entonces la noble Clarmonda
de primero. Y por aquella causa el no quiso fue muy alegre, y le agradescio mucho la
tornar a su reyno, mas se quedo en la ciudad humil respuesta que le hauia hecho. Y ella
de Seuilla, y se puso a vsar y entremeter de le pregunto por que la primera vez que el
medicina, ca el era muy bien entendido en alli vino se dezia ser Leopatris, hijo del rey

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430 LIBROS DE CABALLERIAS

Barraba. E Clamedes (') le respondió: «Por y les contó eoino aquel era Clamades, hijo
cierto, señora, esto fue por miedo que yo del rey de Castilla, y como le hauia rogado
hauia de morir, y no por vos dosseruir ni en- que so fuesse con el encima de su caualló
gañar; ysabed que mientras yo viniere, no do madera, que el loe licuaría muy bien a
vos mentiré en cosa ninguna». Y quando ambos a dos, y que el la tomaría por rauger
Clarmonda entendió que el era hijo del rey en su tierra. Y quando las donzellas oyeron
de Castilla y que el hauia nonbro Clama- que aquel era Clamades, ellas huuieron gran
dos, el qual era tanto nombrado y affamado,
plazer, porque el era nonbrado en todas tie-
ella huno tan gran plazer, que no se podia rras por sus grandes valentías, y porque era
hartar de mirarlo, ca muchas vezes hauia hijo de vn tan gran rey. Y entonces vinie-
oydo hablar de sus grandes hechos y de sus ron a Clamades, y le hizieron muy gran
nobles canallerias, y de las grandes justas y fiesta, y fueron bien contentas que el la lle-
torneos de los quales el hauia Ueuado la uasse, y querían mas que el la huuiesse que
honra en el ticnpo que estaua en Alemana Leopatris; y ellas le rogaron que quando
y en Francia; entonces se le doblo el amor atiria lleuado a su señora, que a lo menos se
que ella tenia a Clamados, y comentaron a acordasse dolías, y que le pluguiesse las ve-
departir muy dulcemente de muchas cosas; nir a buscar, porque ellas no podrían viuir
y se enamoraron el vno del otro de tal ma- sin la linda Clarmonda su señora, la qual
nera, que Clamades le dixo: «Muy excelente (rosa el las prometió, y que en aquello no
y muy noble señora, sepa vuestra alteza que auria falta.
vos soys aquella en quien yo he puesto todo Quando ellos huuieron assaz razonado en
mi comeo n y toda mi esperanca, ca por vno, Clamades fue a buscar su cauallo de
cierto sin vo» yo no podría viuir n¡ duraren madera en donde lo hauia dexado; y allí lo
mi tierra en ninguna manera, y 6Í era vues- cargaron de buen pan y de buen vino y de
tro buen plazer de me tomar por vuestro 6er- otras viandas, y de muchas y ricas joyas que
uidor, yo seria el mas dichoso y bien auen- eran de la linda Clarmonda; y antes que
t urado hombre del mundo». Entonces Ciar- partiessen, comieron y beuieron cada vno
monda, considerando el grande amor que el vn poco. Después subió Clamades sobre su
noble Clamades le raostraua, y assi mosmo ¡ cauallo do madera, y Clarmonda subió capa
que ella era tanto encendida de su amor, le del, y quando fueron subidos y estuuieron
respondió en esta manera: «Clamades, mi bien a su plazer, las donzellas rogaron a
caro amigo, pues que assi es que vos me que- Clamades que le pluguiesse se mostrar al rey
reys tanto como vos dozis, sabed en verdad, en passando, y que le dixesse á alta voz su
que si vos me quereys mucho, que aun vos nonbre y quien era, y como el Ueuaua a
quiero yo mas». E no conuiene preguntar si Clarmonda su hija, a fin que ellas no fuessen
Clamades fue alegre de aquella respuesta, ca reptadas y culpadas del hecho. Y Clamades
aquella era la cosa que el mas desseaua en fue contento, y las donzollas le dixeron que
e*te mundo, y lo dixo en esta manera: «Mi el rey se venia a holgar cada mañana en vn
amor, mi alegría y mi desseo, yo vos agra- vergel que era cerca de la cámara de Clar-
dezco de tanto bien que me quereys en me monda, le
y mostraron el camino por donde
iveebir por vuestro amigo y seruidor»; y hauia de yr; y a fin que la cosa fuesse mas
Clarmonda le dixo: «Si señor, salua mí hon- segura, vna de las donzellas, llamada Flore-
ra, ca yo soy prometida por el rey mi padre ta, por mandado de la linda Clarmonda, su-
a Leopatris, hijo del rey Barraba, y no que- bió en vna torre por ver si el rey era venido
rría mi padre en ninguna manera quebrar su en el vergel» la qual como obediente torno
juramento; e yo se bien que antes de poco luego a hazer la respuesta, y dixo assi: «Se-
tionpo verna I/eopatris y me lleuara en vna ñora, yo he visto al rey vuestro padre, que
tierra a mi muy estrafia; pero, señor, yo mas esta dentro del vergel, y la reyna vuestra
querria a vos que no a el, mas yo no se en madre tanbien, y los mas principales de la
que manera me pudiessedes hauer». Enton- corte; por esto, señora, ya es hora de partir».
ces Clamades le contó toda la manera de su Entonces Clarmonda se despidió de sus don-
cauallo do madera, y en que manera lo ha- zellas llorando amargosamente, y absí hizo
uia ñauído, y que no quedaría sino por ella Clamades, y las beso todas tres la vna des-
que el no la llenase muy bien sobre su caua- pués de la otra, y era gran piedad y lastima
llo; yClarmonda lo dixo que ella hallaría (*) en ver llorar aquellas donzellas, ca aquella
con sus donzellas: y luego las hizo leuantar, fue la mas graüo partida que nunca honbre
vio, tanto de vna parte como de otra. Y en
passando delante del vergel donde estaña él
0) sic.
(») Sic, por «hablaría». rey, padre de Clarmonda, Clamades le dixo:

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CLAMADES Y CLARMONDA

«Señor, no busqueys mas la señora Ciar- padre tiene, en la qual vos sereys bien veni-
monda vuestra hija, que yo la Heno comigo; da» .Y Clarmonda le dixo: «Mi caro, dulce
y si quereys saber mi nombre, yo soy Cla- y leal amigo, sabed que yo he muy gran
mades, hijo del rey de Castilla, que la quio- plazer dello; mas yo vos ruego que si vos sa-
ro tomar por mugor, y sera, plaziendo a beys aqui en derredor algún hermoso lugar,
Dios, reyna de Castilla». Quando el rey y me pongays ay vn poco para descansar, ca
la reyna oyeron aquellas palabras, y vie- yo estoy muy cansada del camino». Y en-
ron que Clamados Ueuaua su hija contra su tonces Clamades se fue con su linda amiga
voluntad, ellos cayeron en tierra amortesci- dentro de vna huerta fuera de la ciudad de
dos; y quando fueron tornados en si y fueron Seuilla, y alli descaualgaron ambos a dos
leuantados, ellos conoscieron muy bien que sobre la yorua a la sombra de vn árbol; alli
dijuel era el que la otra vez tenia allí el ca- descansaron, y comieron y beuieron de las
uallo de madera, el qual hauia sido conde- viandas que trayan. E Clamades dixo a Clar-
nado amorir, mas por causa del cauallo era monda que si la reyna y sus damas y donze-
escapado. Y entonces embio el rey a la cá- Ua8 supiessen su venida, todas saldrían de
mara de Clarmonda y de las donzollas, por muy buena gana a la recebir y hazerla hon-
ver si era verdad o no, lo qual hallaron ser ra. Y Clarmonda respondió que ella auria
verdad, ca los que fueron a la cámara no la mucho plazer en ello. Y Clamades le rogo
hall* ron en la cama. Y es de saber que las don- que le pluguiesse esperar alli hasta que el
cellas, luego después de la partida de Ciar- fuesse al rey su padre para que mandasse
monda, se tornaron acostara fin que no fties- venir la señoría a la recebir, que el poco
se sentido que ellas fuessen snbidoras dello. tardaría en venir. Y Clarmonda le respondió
Y el rey y la reyna fueron a la cámara de que le plazia. Entonces Clamades se puso en
Clarmonda. y hallaron sus donzellasqne ha- camino a pie sin el cauallo de madera, por-
zian semblante de dormir; y el rey y la rey- que era muy cerca de Seuilla, y le prometió
na las despertaron, y les preguntaron en que luego bolueria, y le rogo que no recibies-
donde era Clarmonda su hija. Y ellas dixc- se enojo. Entretanto que Clamades yua a Se-
ron que no sabían nada, sino que creyan que uilla para traer la señoría para hazer honra
♦ stuuiesse aun en la cama; y luego ellas fue- 1 a la linda Clarmonda, la qual se holgana en
ron a su cama por ver si estaua allí; y quan- la huerta, y ella yendo por la huerta, vio
do ellas vieron que no era ay, ellas fingie- alli muchas y hermosas flores, de diuersas
ron de hazer los mayores llantos y las mayo- maneras y de diuersas colores, de las quales
res lamentaciones que nunca honbre vio; y cogió y se puso a hazer vna guirnalda con
ninguno supiera dezir qual era la mas triste, ellas, que se le tardaua mucho la venida de
sogun los llantos que ellas hazian, y hauia Clamades.
muchos dellos que hauian gran lastima de- ni
Uas, por el gran duelo que hazian. Y enton-
ces el rey delibero de imbiar mensageros al
rey Marcaditas, por ver si era verdad que su Ella assi estando haziendo su guirnalda,
hijo hauia llenado a su hija. Y luego embio el rey Cropardo, que hauia de costunbre de
einbaxadoros y mensageros, y el libro dizo yr a las huertas a coger yeruas para hazer
']ue Clamados hauia ya mucho andado, ca sus melezinas, entro por dicha en aquella
el cauallo los Ueuaua muy ligeramente, como huerta donde Clarmonda estaña. Y quando
quier que ellos se reposauan muchas vezes el la vio tan hermosa, a el le plugo mucho y
en los mas hermosos lugares que hallauan, y se fue derechamente a ella. Y quando ella
cerca de las hermosas fuentes. lo vio, ella huuo gran miedo, porque el era
tan feo y giboso. E comenco a se quexar y
II
S08pirar, y como sañosa y medrosa oomenc.o
a dezir: «¡0 Clamades, caro y dulce amigo!
Y dize la historia que ellos anduuieron ¿Por que me haueys aqui dexado sola? Yo
tanto por sus jornadas, que arribaron a vna vos mego boluays a mi, que aun no soys
legua de la ciudad de Seuilla, en la qual es- mucho lexos». Y disiendo estas palabras 11o-
taua lo mas del tienpo el rey de Castilla pa- raua tan fuertemente, que ella era toda ba-
dre de Clamades, y quando Clamades oonos- ñada en lagrimas. Y quando el rey Cropar-
cio que eran tan cerca, el dixo: «Señora, este do le oyó hablar de Clamades, luego pensó
es el lugar que buscamos, es a saber la ciu- que el la hauia alli traydo, y el miro de vna
dad de Seuilla, en la qual esta el rey mi pa- parte y de otra por ver si alguno estaua con
dre yla reyna mi madre y mis hermanos; y ella; y anduuo assi mirando y vio en vn rin-
es vna de las mejores ciudades que el rey mi cón de la huerta el cauallo de madera, el

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432 LIBROS DE CABALLERIAS

<]ual el eonoscio inny bien, porque el lo tescer, pero el mostraua la mejor cara que
hauia hecho; y luego se pensó que pues el podía; mas el no pudo tanto hazer que no
no podía hauer a Máxima, hermana de Cla- cayesse amortescido, y cayo en muy gran
madles, que el tomaría y lleuari» consigo por dolencia, de la qual estuuo gran tienpo en
traycion la linda Clarmonda, la qual era mas la cama. Y el rey Marcaditas, viendo que su
hermosa que Máxima. Y entonces el rey hijo Clamades estaua tan malo por amor de
Cropardo le dixo: «Señora, no ayays enojo su amiga que hauia assi perdido, ol imbio
porque yo vengo a vos, que Clamades me ha mensageros en muchas y diuersas partas por
aquí embiado por causa de vna dolencia que buscar y se informar donde la podrían hauer
le ha tomado bien cerca de aquí a causa de lleuado.
la qual no puede bien andar a su plazer, y
V
vos ruega que vengays comigo sobre el caua-
llo de madera, e yo vos lleuare alia, ca el me
ha dicho como yo deuo regir el cauallo por Vinieron en este tienpo los mensajeros y
ciertas cía ui jas» . E Clarmonda pensaua que embaxadores del rey Carnuante, padre de
dezia verdad por las señas que lo dezia, y Clarmonda, los quales imbiaua por saber si
subió en el cauallo; y el rey Cropardo lo ade- era verdad que Clamades la huuiesse llena-
rece muy bien, como aquel que sabia muy do; yvinieron derechamente al palacio don-
bien la manera y la maestría; y después su- de el rey Marcaditas estaua y su hijo Clama-
bió tras ella, y luego boluio la clauija de la des en la cama; y ellos le hizieron muy grau
frente del cauallo, y el comenco a subir en reuerencia, saludándolo muy cortesmente de
el ayre muy terriblemente, y entonces el parto del rey Carnuante. Y el rey Marcadi-
honbre de oro que estaua en el palacio del tas los recibió honradamente, y después les
rey Marcaditas comencé a tañer su tronpeta, pregunto que querían y para que el rey Car-
tanto que todos fueron mucho marauillados nuante los hauia embiado a el. Entonces los
porque ellos no sabían por que tañía. Y en embaxadores le dixeron todo lo que les era
aquella hora Clamades entro en el palacio encargado. Y el rey Marcaditas les contó la
del rey su padre y le hizo la reuerencia, y a desdicha que hauia acontescido, y les mos-
la reyna su madre. Y quando ellos lo vieron tró su hijo Clamades que yazia en la cama
huuieron muy gran plazer, y les comenco a muy malo por amor de su amiga, y que bien
contar como el traya consigo a la linda Clar- pensaua que se moriría. Y después el rey les
monda, les
y rogo que les pluguiesse llamar dio muy grandes y ricos dones, y fueron muy
a los caualleros y otros señores para la yr a bien tratados mientra alli ostuuieron; mas
recebir y le hazer honra a la entrada de la ellos eran muy tristes de Clamades porque
ciudad. Entonces el rey mando llamar caua- estaua tan malo, y assi mesmo de Clarmon-
lleros escuderos,
y damas y donzellas, para da porque era assi perdida. Y bien quisie-
yr a recebir a la linda Clarmonda. Y fueron ran que estuuiera alli por aliuiar a Clama-
el rey y la reyna con toda la señoría hasta des, y a fin que ellos hizieran bnena rela-
la huerta en donde Clamades la hauia dexa- ción al rey Carnuante su señor. Quando los
do, mas ella no estaua alli, que el rey Cro- embaxadores huuieron alli estado soya o sie-
pardo la hauia llenado por traycion. E las te dias, ellos demandaron licencia al rey Mar-
hermanas de Clamades venían allí con muy caditas, yse tornaron al rey Carnuante, y le
gran desseo de la ver, por la gran hermosu- contaron todo el caso. Y quando el rey y la
ra que hauian oydo dezir que ella tenia. reyna oyeron que su hija era perdida en tal
manera, y que no estaua mas con Clamades,
ellos fueron mas tristes que nunca. Dexcmos
IV ahora de hablar de aquella tristeza y tor-
Qvando Clamades llego a la huerta con nemos al rey Cropardo,
VI que lleuaua a la no-
tan noble conpañia, y no hallo a la linda ble Clarmonda.
Clarmonda, ni el cauallo de madera, pensad
si el estuuo alegre; por cierto no, ca el hizo
los mayores llantos y las mayores lamenta-
ciones que nunca honbre vio, y no hauia Assi que el rey Cropardo lleuaua la linda
hombre ni muger que se pudiesse tener de Clarmonda, la qual, quando se vio en essa
llorar, de la gran lastima que hauian del. E manera, comenco fuertemente a llorar, ca ella
Clamades siempre buscaua por la huerta por eonoscio que era engañada, y era gran las-
ver si la hallaría; y andando asei buscando tima de ver sus lamentaciones y llantos, y
hallo el vno de los guantes que se le hauia no hauia duro coracon en el mundo que ella
oluidado: y quando el lo vio el pensó amor- no hiziera llorar quando hombre la oyera y

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CLAMADES Y CLARMONDA 483

viera assi quexar, y entre las otras lamenta- bre y de vna pobre muger; y que ella no era
ciones ella dezia: «¡Guay de mi, pobre desdi- digna de hauer vn rey por marido; mas por
chada! ¡La mas pobre muger y la mas perdi- esso el rey Cropardo no mudo su coracon,
da de todo el mundo! Ahora soy yo apartada de mas le dixo que de quien quiera que ella
mi dulce, gracioso y leal amigo, el mas her- fueBsc hija, que hauia de ser su muger, ca
moso yel mejor y el mas noble, y la tlor de ella le plazia mucho. Y entonces se acerco a
caualleria. ¡Aquel en quien yo tenia toda mi ella y la requirió de amores. Y ella se auiso
esperanva y mi cousuelo, y mi plazer y mi que por seso le conuenia escapar, y por esso
alegria; en el qual yo hauia puesto todo mi le respondió que le plazia, mas que se hi-
coracon! ¡Ay de mi, que por mi mi señor el ziesse por casamiento, y que le pluguiesse
rey mi padre y la reyna mi señora madre han guardar su virginidad hasta que la huuiesse
tan gran malenoonia y tristeza, porque me tomado por muger. Y el rey Cropardo fue
parti dellos sin su licencia, en lo qual erre contento, mas que se desposassen en la pri-
mucho contra ellos! ¡O Clamades, mi leal mera villa que hallarían; y ella se lo otorgo,
amigo! ¡Cierto, yo bien se que soys en gran con espe ranea de escapar, ca por cosa del
congoxa y tristeza también como yo! ¡Ay, mundo no lo tomara por marido. Y el rey
mi dulce amigo, vos hauoys perdido vuestra Cropardo le pregunto como hauia nonbre, y
leal amiga, la que queriades tanto, ca no la ella le dixo que hauia nonbre Esarreta, y el,
haueys hallado en la huorta en donde la de- como traydor, le dixo que aquel era gentil
xastes!» Y quando Clarmonda so huuo assi nonbre, e hizo tanto con sus platicas y ha-
hartado de quexar, ella se puso fuertemente blas que la hizo comer y beuer vn poco; y
a sospirar, ca ella hauia ya tanto llorado, después subieron a cauallo, y no tenia el rey
que ella tenia sus lindos ojos todos añubla- Cropardo deliberado de yr a su tierra, mas
dos de lagrimas. Quando el rey Cropardo la hauia esperanva de yr en alguna tierra es-
vio en tan gran tormento, el huuo lastima traña a ñn que no fuesse conoscido, y que-
della, y le roció la c ara con cierta agua que ría embiar en su reyno que le imbiassen de
el tenia, e hizo quedar el cauallo y descen- sus rentas oro y plata y todas otras cosas ne-
dieron en tierra; mas quando ella fue en tie- cessarias, hasta que fuessen passados los sie-
rra, ella comenco el llanto mayor que pri- te años, los quales durando no deuia entrar
mero, diziendo assi: c¡() noble cauallero Cla- en su reyno por causa de la trayeion que ya
mades, flor de toda caualleria, mi leal ami- hauia hecho. Tanto caminaron el rey Cro-
go! Yo nunca mas vos veré; ¡nuestro amor pardo yla noble Clarmonda, que ellos arri-
bien poco ha durado en vno, quando tan pres- baron cerca do vna gran ciudad que era jun-
to somos despartidos el vno del otro! ¡Ay se- to con la mar, la qual se Uamaua Salerno; y
ñor mió! ¿no vos vero yo ante.s que yo mue- en aquel tienpo era reyno, del qual el rey
ra? Por cierto, bien se que si vos nnpiesse- se llamaba Meniadus judio, el qual hauia
«les en donde yo estoy, vos me verniades lue- puesto tal costunbre en su reyno, que niu-
go a buscar. ¡Pluguiesse a Dios que el tu- gun estranjero no podía passar por allí sin
uiesse por bien de vos hazer saber en dondo que viniesse a hablar con el, o otramente
esta su pobre o indigna siruienta, vuestra caya en la pena puesta, que era de recebir
leal amiga, por quien tantas ponas y traba- muerte, porque el rey Meniadus desseaua
jos haueys passado! ¡Ay mi amigo, el pobre mucho saber nueuas de las tierras cstranas,
coracon me falta!» Y diziendo estas palabras, especialmente de Francia y de España, y
el falso traydor malicioso rey Cropardo la quería mucho a los franceses y a los espa-
tomo por los bravos para la consolar, prome- ñoles, mas con todo esso de todas naciones
tiéndola que en pocos dias la haría reyna de eran subjetos de uenir a el quando passauan
por su tierra. Y quando le t rayan buenas
l'ngria, y que el la haria honrar y seruir
noble y honradamente como a reyna perte- nueua?, el les daua muchas riquezas.
nescia; y que no se desconsolasso, que el
VII
desconsolar era por «lemas. Entonces Ciar-
monda le reprehendió, diziendole que el no
era sino vn traydor ijue hauia vendido al Qvando el rey Cropardo vio aquella ciu-
rey Marcaditas, y su hijo Clamades que lo dad situada en tan buen lugar, el delibero
habia hecho sacar de prisión; mas poco se de yr aquella parte: y por escapar la noche,
curaba el rey Cropardo de cosa quo Clarmon- pensó entre si que el yria descender en vn
da le dixesse, y siempre le dezia que ella se- prado verde que era bien cerca de la ciudad,
ria su muger, y le pregunto quien era y de a fin que no fuesse visto, y porque tañbien
donde. Y ella, por estorbar ol casamiento, lo el cauallo pesaua poco para lo lleuar a cues-
respondió que ella era luja de vn pobre hon- tas hasta la ciudad. Entonces el y Clarmou-
LIDBOS DR CAIíAU.RRÍAS.— 11 — 28

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434 LIBROS DE CABALLERIAS

da se agentaron en aquel prado cerca de vna al eauallo. Después vino el rey Meniadus y
fnente, y no tardo mucho que ellos assi es- pregunto al rey Cropardo muchas cosas;
tando en el prado, vna dolencia muy graue mas el rey Cropardo no quería nada respon-
tomo al rey Cropardo, assi como las dolen- der, tanto estaua triste, por lo qual el rey
cias vienen presto a los honbres quando Dios Meniadus juro, pues que no quería respon-
quiere. Y entonces el puso la cabeca en el der, que el seria puesto en la cárcel; por lo
regazo de Clarmonda, que ella do le oso con- qual entro en gran frenesia, que con el mal
tradezir. Y assi como ellos estauan en aque- que primero hauia el murió dentro de tres
lla mauera, los falconeros del rey Meniadus dias. Y las nueuas vinieron a Clarmonda. la
llegaron alli, que eran venidos para hazer qual hizo semblante de hazer gran llanto;
bolar los falcones, Ior quales hauian abatido pero Dregeta, hermana del rey Meniadus, la
vna garea; y quando vieron la linda Ciar- eonsolaua muy dulcemente, para le hazer
monda, ellos vinieron a ella y la saludaron passar su tristeza y vm
dolor.
muy cortesmente, y so marauillauan mucho
de su gran hermosura, y ella les respondió
que bien fuessen venidos. Y entonces el rey
Cropardo se despertó, y los falconeros habla- Después de la muerte del rey Cropardo,
ron con el. Y después que huuieron hablado el rey Meniadus vino a Clarmonda para se
con el y con la linda Clarmonda, el vno de- informar de su estado y condición, porque
llos se fue corriendo al palacio del rey Me- ya la hauia puesto en su ooracoii y era mu-
niadus, lo
y dixo: «Señor, nosotros ñauemos cho enamorado della, y tenia esperanza que
hallado alia fuera de la ciudad, en vn prado ella seria su muger; mas Clarmonda no que-
pequeflo, vna donzella la mas hermosa que ría ser su muger en ninguna manera, y por
hombre pueda mirar con los ojos, y con ella esso ella dixo que ella era engendrada de vn
esta el mas feo hombre del mundo». Y lue- monje y de vna monja, y que ella no conos-
go el rey caualgo en vna muía y fue alia con cia ni padre ni madre que ella huuiesse. y
gran compañía, y vino derechamente a Clar- dixo que ella se llamaua Hallada, y que
monda yla saludo, y ella a el; y después se aquel hombre que era muerto en la earoel se
acerco al rey Cropardo y le pregunto de su era casado con ella después de dos meses
estado, y si aquella donzella era suya. Y el acá, y la hauia sienpre tenido muy bien
rey Cropardo dixo que si, y que era su mu- atauiada, y ella se mostraua muy triste de
ger desposada, y que el era físico, y que el su muerte, y le dixo que el era tañedor y
venia a morar en la ciudad de Salerno; y hazia muchos juegos con el eauallo de ma-
quando Clarmonda oyó assi hablar al rey dora que el traya, y ella le hizo creer mu-
Cropardo, ella coraenco fuertemente a llorar chas cosas que no eran verdad, a tin que
y sospirar. Y entonces el rey Meniadus la ella no fuesse su muger, y le dixo que ella
miro y le pregunto si aquel hombre tan feo sabia muy bien labrar de seda: «Amiga,
era su marido. Y ella respondió que no. Y dixo el rey, vos me dixistes primero que el
quando el rey Cropardo oyó aquello, el fue no era vuestro marido, y ahora dezis que si;
muy triste, ca el temia que no fuesse halla- yo no se que creer». «Señor, por Dios, mer-
do en mentira. E Meniadus les dixo que se ced; ca entonces yo era sañosa contra el,
fuessen con el, que el quería saber qual hom- porque el me hauia batido ('), y por aquella
bre el era. Y luego hizo aparejar su gente, o causa yo lo dixe, de lo qual hize mal y me
hizo traer al rey Cropardo y a la linda Clar- arropiento mucho, rogando a Dios que me
monda a su palacio, y Cmpardo, pensando lo quiera perdonar, ca el estaua entonces
de escapar, se tiro cerca de su eauallo para muy malo e yo lo deuia consolar, y puede
subir encima, mas fue engañado, ca el fue ser que es muerto por enojo que hnuo por-
tenido de tan cerca que el no pudo subir; y que yo negué que no era mi marido» . En-
desto fue muy alegre Clarmonda. ca muy tonces pensó el rey que ella dezia verdad,
bien pensaua ser escapada del rey Cropardo; mas por esso no dexo de la requerir que
y fue lleuada en la cámara del rey Menia- fuesse su amiga y que la tomaría jnjr mu-
dus, yfue muy honradamente recelada de
la madre v de la hermana del rev Meniadus, ger. Pero
con sus el hablo* sobre
hermanas, ello con
las quales se su madre y
lo reptaron
y ellas le hizieron muy gran fiesta, y assi mucho porque honbre no sabia quien era;
hizieron todas las otras damas e donzellas, mas el rey hizo tanto por sus ruegos, que
por la gran hermosura que en ella era. El ellas fueron contentas, víbIo que el tenia
rey Cropardo fue puesto en la sala y su ea-
uallo de madera, mas el fue tenido de tal
(') Pegado. Ka francés (de donde veronmiliueutt
manera que el no tenia poder de acercarse está traducido OtamadtiJ, battue.

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CLAMADES Y CLARMONDA 485

tanta afflcion, y luego se quiso desposar con rejar de comer y beuer para si y para algu-
ella. Y entonces Clarmonda lo dixo que no nos de su gente. Y luego que se sintió vn
pertenescia a tan pobre muger venida do poco mas rezio para poder caualgar, el se fue
tan pobre gente que ella se casasse con el; y al rey y a la reyna y a sus hermanas, y les
le dixo que se aconsejasse mejor sobro ello dixo que bien sabian que el rey Cropardo
por guardar su honra y su estado, y que el hauia lleuado a su amiga Clarmonda, y que
Uamasse todos sus caualloros por auer su el la buscaría por todo el mundo hasta que
consejo y consentimiento, a fin que después el la hallase. Y quando el rey y la reyna
no se arrepintiesse, y de otra parte le dixo oyeron que Clamades quería hazer aquello,
que Cropardo su marido hauia jk>cü que era ellos fueron muy tristes, mas en la fin le
muerto, y por esta causa no se casaría hasta huuieron de dar licencia de yr a buscar la
el cabo de vn año; y todo lo hazia ella por linda Clarmonda; y el rey le rogo que to-
hauer dilación y escusa, con esperanza que masse ciento de cauallo que lo acompafias-
Clamades la vernia a buscar, ca a otro no sen, porque a el bien pertenescia de yr hon-
quería sino a el. Y por todo lo que ella dezia, radamente, yfueron pagados por vn año
el no dexo do llamar sus caualleros, e hizo antes que partiesse. Entonces Clamades
tanto con ellos que consintieron, y fue assig- tomo licencia del rey y de la reyna y de sus
nado vn dia por se desposar, de lo qual hermanas, las quales llorauan mucho por su
Clarmonda fue muy triste y no supo que yda. Clamades se hizo armar y subió a
hazer, saluo que pensó entre si quo ella ha- cauallo, y prometió de tornar dentro do vn
ría de la loca y que era fuera de seso. año si no era muerto o enfermo, y assi se
Y desde aquella hora ella comenco de ha- partió Clamades, y passo por Guiena, y de
blar locuras y mirar de traues, de manera allí fue a Na n tes en Bretaña, y de ay passo
que todo el mundo dezia que ella era loca y a Inglaterra, y de alli en Escocia, y después
fuera de seso; y aunque ella era muy bien torno en Francia, en donde el fue muy bien
fardada, siempre hazia peor, tanto que la reoebido, porque en otro tienpo hauia mo-
conuino atar, porque no podían durar con rado alia; y en todas las tierras en que 11o-
ella. Y desto el rey Meniadus fue muy triste, gaua, si el sabia que huuiesse guerra, el se
y le hizo hazer vna muy gentil cámara sobre yua aquella parte y se informaua quien
vn vergel apartado de la gente; y la dio a tenia derecho y quien no; y después ayu-
guardar a diez mugeres honradas y hones- daua de todo su poder al quo tenia derecho.
tas, por el grande amor que hauia puesto en Y assi anduuo el noble Clamades por mu-
ella. Y en esta manera estuuo Clarmonda chas tierras, buscando la linda Clarmonda
cerca de vn ano o mas. que el quería tanto, y por amor della el
Ahora dexemos a Clarmonda con sus mu- traya las armas negras y vn guante los de-
geres, ytornemos a Clamades, que yazia en dos encima. Después fue en Alemaña y passo
la cama malo de malenconia, porquo hauia por Sanctiago de Bauaria, en Austria y en
perdido a Clarmonda su linda amiga. Vngria y en Polonia, y passaron el braco de
Sant Jorge y se fueron en Grecia, y alli
IX hizo Clamades muchas valentías, ca los
griegos, que eran entonces sin rey, hazian
La historia dize que Clamados estaua guerra al rey Claudino que los quería poner
muy malo en Seuilla, y el rey Marcaditas en subgecion; y el hizo tanto, que el los
hauia hecho buscar a Clarmonda en muchas puso en paz, y después se fue sin querer
y diuersas partes, y no hauian oydo nuenas tomar nada de lo que le dauan, e ya hauia
della; pero entonces algunos se auisaron del perdido la mitad de su gente en aquella
rey Cropardo, el qual no hauian visto des- guerra y en otras. Y el anduuo tanto de vna
pués que Clarmonda se perdió; y assi mismo parte y de otra, que el arribo en Venecia sin
fue dicho que el honbre de oro taño su trom- saber ningunas nueuas de Clarmonda su
peta en aquella mesma hora que ella se per- linda amiga, por lo qual estaua muy triste
dió, yde otra parte dixeron algunos que el y pensatiuo, y estuuo alli algunos días. Y
yua muchas vezes en aquella huerta en la en vna noche, pensando en su cara amiga
cual ella fue tomada, por buscar yemas para Clarmonda, el delibero de se hurtar de su
bus melezinas, y todos dezian que el la auia gente, porque veya que no despachaua nada
lleuado, y tanto hablaron en ello, que las de su hecho lleuandolos consigo, y que el
nueuas vinieron a Clamades, y entonces el año seria luego passado, y el concluyo entro
presumió que era verdad, porque él sabia la si que el yria solo por todo el mundo, en
manera del cauallo, y quiso luego yr tras el, donde hallaría poblado, hasta que hallaría
la donzella Clarmonda. Y en la mañana el
y se leuanto todo malenconioso, e hizo apa-

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436 LIBROS DE CABALLERIAS

86 leuanto antes del día, y llamo vn moyo de aquel castillo que no le conuenia dexar ar-
espuelas y se hizo armar, y le mando ensi- mas ycauallo, o se hauia de combatir con-
llar el mejor cauallo que el tenia, y luego tra dos caualleros juntamente, de los quales
subió encima y dixo a su camarero que lue- el vno era el señor del castillo que se llama
go boluia. Y los otros de su compañía no sa- ua Durbans, y ol otro se Uamaua Sertans
bían nada dello. Entonces salió fuera de la
Sortaria ('), y contra aquellos dos le conuenia
ciudad, y anduuo tanto de vna parte y de combatir, y por aquello le hauian tan presto
otra, que el hallo vn monte muy espesso, en abierto la puerta. Y le contaron como ello?
el qual se puso a fin que no fuesse hallado hauian vencido a muchos caualleros y los
de su gente. auian matado en el canpo; y le dixeron qae
Quando el camarero de Clamados vido que si el quería, que tenia tres dias de plazo
no venia, el estuuo muy marauillado y no para conbatir. Y Clamades dixo que pues la
podia pensar a dondo su seíior podía ser costunbre era tal, que el era contento de s»
ydo. Y assi mesmo todos los caualleros y es- conbatir al otro dia siguiente, y que hiziev
cuderos preguntauan con grande instancia sen venir los dos caualleros sin mas tardar
al camarero que era de su señor. Y el cama- porque el tenia que negociar en otra parte.
rero les respondió que el no sabia sino que el Entonces fueron a buscar los dos caualler*-
le hauia dicho que luego bolueria. E quando en vn otro castillo que era vna legua de alli
vieron que no venia, ellos fueron todos ma- E Clamades fue licuado eu vna gran sala -?s
rauillados y muy tristes, y so partieron en la qual estauan todas las damas y donzell^
muchas partes para lo yr buscar de vna parte del castillo, las quales lo recibieron muy
y de otra. E quando vieron que no lo podían honradamente y le conbidaron a cenar cor.
hallar ni oyr nueuas del. ellos se tornaron ellas, ca los dos caualleros no deuian venir
para Castilla y contaron las nueuas al rey hasta la mañana, y hauian de venir todc?
Marcaditas, padre de Clamades, el qual fue
prestos para conbatir delante del castillo en
muy triste dello, y huno tan gran malenco- vn canpo llano. Clamades, como humilde j
nia que cayo en vna dolencia de la qual mu- cortes, recibió el conbite de las dama-, y
rio. E luego que el fue muerto, los caualleros cono con ellas y las entretuuo con muy her
de Castilla hizieron buscar a Clamados a fin
mosas palabras, de manera que fue mneh
que héredasse el reyno y que fues.se hecho alabado dellas, y dixeron que el era mey
rey, pues que su padre era muerto; mas
noble cauallero. E quando huuieron cena»ir
nunca pudieron oyr ni saber nueuas del. y Clamades pregunto a la señora del castillo pv
tampoco Clamades no sabia nada do la muer-
te de su padre; pero el reyno y la corona le que habia sido puesta aquella costunbre *>r.
aquel castillo. E la señora le dixo que hauií
fueron guardados, y la rey na quedo gouer-
nadora hasta que el viniesse. gran tienpo que vn honbre vino en aquel can-
tillo todo armado, y se dezia ser cauallero: <■.
qual fue luego recebido por aluergar aquel!;
X noche. Y quando vino la hora de medía n>

Clamades anduuo tanto por los montes, che, el se leuanto de la cama y se armo '.
mejor que pudo, y anduuo por todas la» os
que el fue bien lexos de su gente tres jorna- niaras, las quales no eran cerradas, y uut
das, yquando se quería poner el sol, el vino
al señor y a la señora del castillo y tro? h:
cerca de vn castillo muy hermoso que so 11a-
maua Monte Estrecho] y quando el lo vio, el jos suyos y otras diez personas, que rK int r^
fue muy alegre y se fue derecho para alia, que mugeres; después mato al portero <;••
castillo, y se fue sin licuar nada consizv/. •
y los del castillo le abrieron la puerta y fue
no pudo hombre saber quien era: «y h<
muy bien recebido, y su cauallo muy bien
cerca cien años que esto fue heeho, y p ■■
pensado, y Clamades fue llenado en vna ca-
mara bien paramentada, y fue desarmado aquel desastre muchos buenos cauallero* '■■
han comprado, ca después acá no entra
do sus armas. Después le preguntaron quien
era y que buscaua. Y el les respondió que uallero quo no doxe armas y cauallu. r-
conuiene conbatir contra dos caualleros. ^
era vn pobre cauallero que hauia mas de
aquella batalla no es robar ni hurtar. Mr
enojo que de plazer, y les dixo que buscaua
vn estado que después ha sido guaniai
vna auentura que hauia gran tienpo busca-
aqui en este castillo; e yo vos ruego que t >
do por hauer plazer y alegría, mas ninguno
dexeis armas y cauallo y no vos combatan
lo entendía, porque el hablaua encubierta-
mente. Entonces vn escudero de Jos del cas- con los dos caualleros, a fin que no sea;-
tillo ledixo que harta auentura hauia halla-
do alli, porque ningún cauallero entraua en de (') Ca*in.. y Ruperto, en U versión Je :<* p
cordel.

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CLAMADES Y CLARMONDA d37

vencido, y porque no vos vays a pie, yo os


juraron y prometieron a la requesta de Cla-
daré vn gentil palafrén que yo tengo». Y mades, agradesciendole porque hauia toma-
Clamados, como cortes y bien mostrado, le do su señor a merced, visto que el lo podia
dio las gracias del bien y de la honra que matar si quisiera. Después tomaron a Ser-
ella le offrescia, y le demando licencia de se tans ylo licuaron al castillo, el qual prime-
con batir con ellos, ca el no quería que le ro hauia sido ferido. E Durbans y Clamades
fuesse reprochado ser de tan floxo coraeon se fueron al castillo, y fue Clamades muy
que reusas8e de conbatir por dexar armas y bien recebido, y le hizieron gran honra por
eauallo. Entonces la señora le pregunto su la gran valentía que era en el. Y Sertans
nonbre, y el respondió que el hauia nonbre fue puesto en vna cámara y allí lo vino a
Mezquino de amores, y que le venia de sus ver Durbans y le pregunto si le faltaua algo,
prodecessores, y dixo que de buena gana lo y le hizo venir físicos y ourujanos para le
trocaría si pudiesse. Y la dama pensó mu- curar, y aunque Sertans era malamente lla-
cho entre si que signiftcaua aquel nonbre; y gado, poro mas le penaua de vna batalla que
entonces Olamades se fue acostar, ca ya era el hauia prometido hazer por defender la
tarde; después se leuanto de buena mañana donzella Liades, que no hazia el mal que te-
para yr al canpo de la batalla, mas antes nia, ydeuia partir el primer dia siguiente.
que el llegasse, los dos caualleros eran ya Entonces Durbans lo consolo y le dixo que
venidos, los quales lo esperauan en el canpo so esforeasse, que el mesmo haría la ba-
bien armados y bien aderezados para pelear. talla por el. Entonces vinieron a buscar a
Y quando Clamades supo que eran venidos Durbans para cenar, y quando huuioron «ce-
y que ellos le esperauan, el se dio priessa de nado, Clamades pregunto por el cauallero
se armar; y quando el fue armado, el pre- que hauia sido llagado, y Durbans le dixo
gunto que señal traya en sus armas el señor que el era en la cama todo quebrantado, y
del castillo, porque lo el quoria soportar con le contó como el hauia de hazer vna batalla,
todo su poder, por la honra que le liauian por lo qual están a muy triste porque no po-
hecho las damas. Y ellos le dixeron que- por dia yr, mas que el le hauia prometido de la
entonces no lleuaua ninguna señal, mas que hazer por el. Entonces Clamades pregunto
ora el mas grande de los dos caualleros. Y la causa de aquella batalla, y Durbans le
luego Clamades se despidió do los del casti- respondió que lo conuenia demandar a Ser-
llo y se fue para el canpo en donde los ca- tans, por saber la verdad, y Clamades fue
ualleros loesperauan. Y luego que llego, el contento y fue con el; y quando Sortans le
se fue reziamente contra ellos y ellos contra vio, el huuo gran plazer, y aunque Clama-
el. Y Clamades dio tan gran golpo de la des hauia assi llagado a Sertans, por aquello
primor venida a Sertans, que lo derribo en no le hizo peor cara, porquo bien sabia que
tierra a el y a su eauallo, y fue Sertans he- Clamades lo hauia hecho por su gran valen-
rido de tal manera, que el no se podia leuan- tía; yquando todos tres huuioron razonado
tar. Después comencose la batalla entre Cla- en vno vn poco de tienpo, Clamades pregun-
mades yDurbans, muy fuerte y ínarauillo- to a Sertans la causa de la batalla que el ha-
sa; mas Clamades se defendía lo mejor que uia prometido hazer. Y Sertans le dixo que
el podia, e hirió tan reziamente a Durbans vno, llamado Clamades, hijo del rey de Cas-
con el pomo de la espada en la cara, que el tilla, hauia licuado la linda Clarmonda, hija
lo hizo caer en tierra, y no se podia defen- del rey Carnuante, la qual era promotida a
der a causa de los grandes golpes que Cla- Loopatris, hijo del rey Barcaba; y por el
mades lo hauia dado; pero quando el fue gran enojo y malenconia que hauian de la
cay do en tierra, el se leuanto muy presto, y perdida desta hija, culparon y acusaron de
quando Clamades le vio on pie, el le dio tan trayeion a las tres donzellas que la guarda-
gran golpe, que le hizo caer otra vez, e hizo uan, y les encargauan que eran consentien-
tanto Clamades, que le quito el yelmo. tes en aquel hecho. Por lo qual les conuenia
Quando Durbans se vio la cara descubierta, sufrir muerte si alguno no se conbatia por
y que Clamades era sobre el, el huuo gran ellas. Y ellas son tres que no hallan quien se
miedo de la muerte, y le demando perdón. quiera conbatir por ellas sino yo, o yo hauia
Y Clamades le dixo que sí el quería quitar deliberado de defender la vna de las tres
la costunbre del castillo para sienpre, que el contra vno de los tres caualleros que deuen
era contento, y luego hizo llamar sus vassa- hazer la justa contra los defendedores destas
llos delante de Clamades, y el juro el pri- donzellas, si algunos huuiere; mas gracias a
mero, después hizo jurar los otros de su cas- Dios yo soy mal presto por ahora, pero ella
tillo ytodos sus subjectos, que nunca mas aura buen defendedor, que Durbans, que
seria guardada aquella costunbre. E assi lo esta presente, por su virtud quiere hazer el

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438 LÍBROS DE CABALLERIAS
hecho por defender la donzella llamada Lia- y pensaua como podría hauer socorro a fin
des. Entonces Clamades estimo muy pensa- que ella no muriesse. Y quando el vio que
tiuo quando oyó que las donzellas hauian de no hauia otro remedio, el concluyo eo si
sufrir muerte por su causa; después pregun- mismo que Durbans y el defenderían la*
to aSertans si las otras dos hauian hallado tres donzellas contra los tres cauallero*. Y
honbre que las quisiesse defender de la assi como el estaua en aquel pensamiento,
muerte, y Sertans dixo que no, y dixo que Durbans arribo, y Clamades, quando lo vio
ellas hauian de ser quemadas si no hallauan huuo muy gran plazer, y le pregunto como
quien las defendiessc, porque el rey Car- hauia negociado con el rey. E Durbans le
nuante y la reyna Leopatris las querían dixo que el hauia dado prendas para los dos
gran mal por lo que hauia sido fecho. En- por defender las dos donzellas. E Clama-
tonces Clamades, que siempre desseaua ser- dos le dixo que el hauia gran piedad de
uir las damas y donzellas, y especialmente aquella donzella que no tenia quien le de-
aquellas tres, el delibero de les ayudar con fendiesse, «mas si vos quereys, nos dos com-
todo su poder, y dixo a Durbans que le plu- batiremos los
a tres caualleros por las tres
guiesse de lo Ueuar consigo. E Durbans donzellas». E Durbans comenco de mirar a
le dixo que le plazia, hauiendole en mucha Clamades, y le dixo que aquella seria locu-
merced la honra y el bien que el ofrecía a ra, porque ellos eran muy valientes en ar-
las donzellas de querer poner su cuerpo en mas, mas no le quiso contradecir porque lo
peligro por ellas. E desto fue mucho loado hauia hallado tan valiente y esforzado, y
Clamades. E el otro dia de mañana se par- acordó de hazer lo que le plazia. E Clama-
tieron Durbans y Clamades para yr al rey des se lo agradescio mucho, y le rogo que
Carnuante. E tanto anduuieron, que dentro tornasse a presentar prenda contra los tres
de quatro dias arribaron en vn castillo cerca caualleros, y Durbans fue al rey, y el rey fue
de donde estaua eJ rey Carnuante, y se 11a- contento.
maua aquel castillo Verde Cosía, que era XI
del padre de Ja donzella Liades, la qual
Durbans venia para defender en lugar de Entonces imbiaron por Leopatris y por
Sertans, que hauia sido llagado. En este sus caualleros, y fue ordenada la batalla, y
castillo ellos /üeron honradamente recebidos los vnos lo tomauan por gran proeza y los
aquella noche. E después de cenar, Durbans otros por gran locura. E el otro dia de ma-
dixo a Clamades que el otro dia de mañana ñana vinieron los tres caualleros de Leopa-
les conuenia yr ambos a dos al rey para lo tris en el canpo bien armados y con buenos
hazer saber por que eran alli venidos, y cauallos. E se llamaua el primero Odoardo
Clamades, como sabio y bien auisado, dixo Nuncario, el segundo Bruns el atreuido, el
que el no yria alia, y rogo a Durbans que el tercero don Caldos. Después vinieron Cla-
solo fuesse al rey, que el tenia por bien he- mades yDurbans bien montados y bien ar-
cho todo quanto el haría. E aquello hazía mados; alli
y se comenco la batalla muy as-
Clamades a fin que nb fuesse conoscido del pera, y el vno de los tres hirió a Durbans
rey o de otro. de tal manera, que lo derribo en tierra. Y
Al otro dia de maüana, Durbans subió quando Clamades vio assi derribado a su
a cauallo y fue a hablar con el rey, y le conpañero, el corrió contra aquel que lo ha-
contó como Sertans su con panero tenia cier- uia herido, y le dio tan gran golpe, que de-
to impedimento, por el qual no podría venir rribo honbre y cauallo por tierra, y de la
a la jornada que hauia prometido, y se pre- gran cayda que dio, el yelmo le salto de la
sento ahazer la batalla por el. E el rey fue cabeca. Y quando Durbans, que ora ya le-
contento mas que la parte fuesse contenta. uantado, vio en tierra aquel que lo hauia de-
Entonces vn cauallero de la corte, que auia rribado, elcorrió contra el, la espada sacada,
de ser de la parte contraria, dixo que tanto y se la puso a la garganta. Y quando el ca-
valia vno como otro. Y entonces Durbans uallero sevio tan cerca de la muerte, el se
fue recebido para defender la donzella Lia- rindió y salió fuera del canpo. Y los dos ca-
des. Después Durbans dixo al rey: «Señor, ualleros que estañan aun a cauallo, vinieron
vn cauallero es venido comigo, el qual se contra Clamades, y comencose la batalla mas
quiere conbatir por vna de las donzellas. Y fuerte. Y Clamades hirió a Doardo en tal
ved alli mi prenda por el, si lo quereys re- manera que le corto vn braco; y Durbans,
cebir» ; y el rey fue contento. Y luego Dur- que ora subido en bu cauallo, corrió contra
bans se torno para Clamades, que era que- Bruns el atrevido; mas Bruns le sacudía de
dado muy pensativo, ca el hauia gran piedad tal manera, que el tenia harto que hazer; y
de la otra donzella que era sin defendedor, entonces vino Clamades, y le dio tan grao

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CLAMADES Y CLARMONDA 439
golpe, que le derribo en tierra a el y a su ellos su-
para el; y quando todo fue puesto,
cauallo; y Bruns cayo en tal manera, que el bieron acauallo y se despidieron do Dur-
tenia la pierna debaxo del cauallo, por lo bans yde las donzellas, las quales eran muy
qual no se podia leuantar. Y entre tanto tristes de su partida.
Odoardo. que tenia el braco cortado, perse- Quando Clamades y Pichonete huuieron
guía mucho a Durbans. Y Clamados vino andado vn poco de camino, Pichonete conos-
otra vez contra el, y lo dio tan gran golpe, cio que Clamades yua sienpre pensatiuo, por
que le derribo muerto eu el suelo. Y quando lo qual era muy triste en lo ver assi, y vn
Clamades huno dado aquel golpe, el torno a día el se puso a razonar con Clamados y le
Bruns, que no era aun leuantado, y le dixo dixo: «Señor, nosotros somos ya lexos del
que si el se quería poner a la merced del lugar de donde somos partidos; por esto yo
rey, qne el lo tomaría; y el lo hizo assi. En- vos ruego que me digays quien vos soys y
tonces cesso la batalla, y fue mucho alabado que ]>en8nm¡entos vos haueys» ; y Clamades
Clamades que tan noblemente hauia vencido le respondió que era de España, y que el
el canpo; y quando Leopatris vio assi ven- reyno de Castilla le venia; y después le dixo
cidos sus caualleros, el huuo muy gran pe- en gran secreto como el buscaua a Clarmon-
sar, ylas tres donzellas que hauian de mo- da. Y Pichonete le dixo que si el quería sa-
rir, fueron libradas por el gran esfueryo de ber nuouas della, que el fuesse a Salerno,
Clamades y de Durbans; y aquella noche fue
que allí podría oyr muy presto nueuas de-
la donzella Liades al castillo de Verde Cos; lla, por causa de los estatutos dol royno, los
ta, que era de su padre, y ella no conoscia a quales Pichonete le contó. Y quando Clama-
Clamades, aunque lo hauia visto quando lle- des ovo aquello que le dezia, el se fue para
uo a Clarmonda, porque el era todo mudado
Salerno, pero el no hauia del todo descu-
por la gran malenconia que el hauia de la bierto su secreto a Pichonete. Y tanto andu-
linda Clarmonda y por los grandes y diuer- uioron por sus jornadas, que ellos arribaron
sos golpes que hauia recebido en aquella ba- a Salerno. Y en llegando a la puerta, roga-
talla yen otras; y Clamades la conoscio muy ron a vn hombre que les moetrasse alguna
bien y le hizo gran fiesta, y (día le dio gra- buena posada; y el hombre los lleuo en vna
cias hu mil mente del bien y de la honra que posada la mejor que hauia on toda la ciudad.
le hauia hecho y a las otras dos. E Clamades se enquirio con el huésped de
Y después Clamades dixo a Durbans que muchas y diuersas cosas, tanto que el ovo
rogasse al rey que Bruns el atrevido y el nueuas de su linda amiga Clarmonda que el
otro cauallero fuessen libres y sueltos, y assi tanto des8eaua; ca el huosped le dixo como
fue hecho, por lo qual todos dixeron que el rey Meniadus hauia tomado vna muy gen-
Clamades era muy noble cauallero. Y quan- til donzella que un honbre muy feo y giboso
do el huuo estado vn poco de tienpo en el hauia traydo encima de vn cauallo de ma-
castillo de Yerde Costa, el se acordó de lo dera, y que el rey la huuiera tomado por
que tanto quería, y entonces hablo secreta- uiuger, si no fuesse por la locura que le ha-
mente con Durbans y le dixo que el se que- uia tomado después de vn año acá. Enton-
ría yr a vn negocio que tenia, no como ca- ces Clamades fue muy alegre, porque luego
uallero, mas como mercader, y lo rogo que
pensó que ella hazia aquello a sabiendas.
le prestasse a Pichonete su tañedor ('), que Después pregunto a su huésped en que ma-
otro no quería por compañía sino el; y Dur- nera el podría hablar con el rey. Y el hués-
bans dixo que le plazia, pero mucho le pesaua ped le dixo que discreta y sabiamente le
porque no Ueuaua mas compañía. conuenia de hablar con el rey, y deuia alli
dormir vna noche antes que le hablasse. E
xn
Clamades le dixo que el era contento de dor-
mir aquella noche; y rogo mucho al huésped
Dize la historia que Pichonete aparejo las
que el se fuesse a saber del rey si el podría
™sas que eran necesarias para Clamades y
hablar con el; y el huésped dixo que le pla-
zia, yde buena mañana se fue al rey, mas
(') De Pichonete m dice en Li ítaumaiu de Glée- el no era aun leuantado. E quando el rey
nade» de Adenée li Roia (ed. Van Hamelt, Broxe
llet, 1866): fue leuantado, el huésped lleuo a Clamades
«Aprfo mengier, uo meneítrés, a hablar con el rey, y le dixo que era vn
Qui I*m^onné§ ert apelé»,
Joua 1 pon de la kitairo. honbre de estraña tierra; y entonces Clama-
Nt couvint pa» prier de taire. des hizo la reuorencia al rey, y le dixo que
Ccjui qai la erent aí*amh!é,
Mouli Toleoüer* l'ont etcouté. el era venido expressamente porque hauia
Soa antier fin b«l el á poini.» oydo dezir que el tenia vna donzella que ha-
(V. 10.323-10.aa9J uia perdido el seso, y el le dixo que el era

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440 LIBROS DE CABALLERIAS

muy buen medico para curar de aquella en- quando Clarmonda lo vio, ella rogo a Cla-
fermedad. Yquando el rey oyó dezir que el mades que la dexasse, que ella no haría nin-
la sanaría, el fue muy alegro y le pregunto
gún mal en tanto que el cauallo estaría cer-
su nombre. E Clamades le respondió que el ca della; y quando ella fue desatada, ella &
hauia nombre Maestro Desseoso. Entonces el leuanto e hizo tres bueltas en derredor del
rey le rogo que la sanasse, que el seria muy cauallo por hazer royr la gente. Entonces e:
bien pagado, y Clamades no demandaua otra rey dixo a Clamades que fuesse a su posada
cosa, y dixo que el la sanaría muy bien; mas
para hazer aparejar las medicinas que I-,
el quería primeramente ver su manera y eran necessarias, y le rogo que tornas*1
continencia. Entonces el rey lo lleuo a se la
mostrar, y le contó como un honbre muy feo muy presto, y le dio gente para lo aconjia-
ñar hasta su posada. Entonces Clamades s*
y giboso la hauia traydo sobre vn cauallo do partió de la linda Clarmonda con esperanca
madera.
que bien presto la vería, y se fue a su posa-
Entonces Clamades le dixo que era nece- da muy alegre, y llamo a Pichonete y con
Bsario traer el cauallo de madera, que por tole todo el hecho, y se descubrió a el y >
ventura ella podría hauer mejor remedio a dixo que el era Clamades, hijo del rey
causa de aquel cauallo, que otras vezes el
Castilla, y que hauia hallado a la Linda
hauia oydo hablar del. Esto dezia Clamades Clarmonda su cara amiga, la qual el hauia
por hauor el cauallo para Ueuar a Clarmon- tanto buscado; y luego lo despidió, porque
da mejor a su plazer. Y el rey no sabia nada el no lo podia lleuar consigo, ca el quería
de la amistad que era entre Clamades y subir sobre el cauaflo do madera con Ciar
Clarmonda, e hizo luego traer el cauallo de
monda, y Pichonete fue muy triste, porqu-
madera a la reqüesta de Clamades. Después de buena gana quisiera sernir a Clamade?
el rey hizo venir su madre y su hermana, y Y Clamades se lo tuuo a merced, y le dLs:
fueron todos juntos a la cámara de Clarmon- «Amigo mió, si os plaze os yreys al rey Car
da, la qual el rey la hazia guardar a diez
naunte (•), padre de Clarmonda, y le <lirey*
mugeres que tenían ol cargo. E quando ellos todo como ha acontescido; y direys a las tre-
entraron en la cámara, ella conoscio luego a donzellas que vengan sin ninguna dubda.
Clamades, y assi mesmo el a ella, mas ellos
que yo las casare muy ricamente. Y enov
no hizieron ningún semblante de se conos- raendadme al rey, y dezidle que yo le ruer-
cer, aunque hauian gran desseo de se hablar; que venga a las bodas de su hija, que «.
y el rey dixo a Clamades en esta manera: breue yo me casare con ella, plaziendo i
«Maestro Desseoso, acercadvos a la donze- Dios» . E Pichonete le prometió de lo hazer
11a» . Y entonces Clamades la tomo por la
assi, y rogo mucho a Clamades que lo phi
mano, y Clarmonda no se mouio nada, mas
guiesse de lo lleuar a la cámara do Clarm -n
aprotaua la mano de su amigo Clamades con
da, a fin que mejor pudiesse affirmar al ivy
tan gran ardor, que era marauilla, y estuuo de la verdad; y Clamades fue contento. E
en poco que no se pasmo del gran plazer que
quando el rey lo vio venir, el fue muy al-
hauia de hauer hallado su leal amigo. Y en-
gre, porque pensaua casarse con Clarmonii
tonces, por finta, el noble Clamades pregun- luego después que fuesse sana; mas Clama
to al rey como ella hauia nonbre; y el rey le des no lo entendía en esta manera, y el re;
dixo que hauia nonbre Hallada. Entonces
Clamades le dixo: «Señora Hallada, parad le dixo: «Maestro Desseoso, yo conozco q*i-
esta donzella comionca muy bien de saDan
mientes a mi, ¿que mal es el que vos te- E Clamades respondió que antes de tresd;^
neys?» «Amigo, dixo ella, ¿soys vos loco? el la vería sana del todo, con !a ayuda
¿que es lo que vos dezis? Hazed traer mi
guante que yo perdi mas ha de dos meses, Dios; e dixo al rey que la hiziesse muy lie-
y ricamente atauiar, y el rey lo hizo ass::
y aun mas de cinco semanas, vuestro caua- después le hizo dar de comer y beuer. y >
llo no tiene ceuada sino de otra villa». Y
mesmo comió con ella por la conuertir a q¡>
dixo Clamades: «Hermana, Dios sea en casasse con el, mas desso no le calía haur:
vuestra guarda, que vos no estáis en vues- miedo, que ella se curaua bien poco del:
tro buen seso». E Clarmonda le respondió:
«Pues preguntadlo a la gente, que castillo quando huuieron comido, Clamades bu*
traer el cauallo en medio de vn prado, y -i
noble hallareys» . E Clamados, que bien en-
mando pan y vino y muchas otras cosa.* >
tendía loque ella dezia, dixo al rey por fin- el rey le hizo dar todo lo que demandaua:
tía que ella no tenia seso ni entendimiento,
Clamades cargo todo aquello sobre el ani-
y le rogo que mandasse traer el cauallo de
llo, de lo que el rey se marauill-» mucho.
madera, que por causa del podría luego sa-
nar. Y luego el rey hizo traer el cauallo. Y
(«) Sic.

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CLAMADES Y CLARMONDA 441

Clamades cerca de Clarmonda, porque otra


porque no sabia la costunbre del cauallo. E
vez no la perdiesse; y otro dia después Be
quando Clamades huuo puesto todo aquello leuantaron de buena mañana, y se fueron
encima del cauallo, dixo al rey y a los otros
para Seuilla. Y la guarda, que estaña en vna
Beñores que se assentassen; y quando fueron
torre muy alta, vio venir a Clamades, y lue-
ausentados, el les dixo que por ninguna cosa
go lo conoscio en el cauallo de madera, y
que vicssen no se leuantassen hasta que el se
lo dixesse, y que el cauallo hauia de hazer huuo muy gran gozo, y fue corriendo a de-
cosas de marauilla. Y entonces el tomo a zirlo a la rey na, la qual huuo tan gran pla-
zer que apenas podia hablar. Y luego ella y
Clarmonda y la puso encima del cauallo, e
sus hijas y hermanas de Clamades le fuoron
hizo semblante de hazer algunos encanta-
mentos andando en derredor, a fin que no a recebir, y alli huuo muy grande alegría
de vna parte y de otra. Y después se fueron
huuiesse alguna sospecha y que lo hiziessen
matar. E dixo que calía que el subiesse en a palacio, y Clarmonda fue llenada a la cá-
el cauallo, y assi lo hizo. Y quando el fue mara de la rey na, la qual fue muy bien re-
eebida de las hermanas de Clamades. Y
subido, boluio la clauija de la frente del
quando Clamades supo que el rey su padre
cauallo y luego se leuanto en el ayre; y an- era muerto, el hizo tan gran llanto, que era
tes que se alexasse mucho del rey, el le
dixo: «Señor, no os marauillcys de cosa que manzilla (')de lo oyr, y Clarmonda lo con-
solaua lo mejor que podia; y quando el huuo
reays, que sabed que yo soy Clamades, hijo
acabado su llanto, dixo a la reyna su madre
del rey de Castilla; y esta es Clarmonda,
que el se quería casar con Clarmonda, mas
hija del rey Carnuante, la qual he yo gran
que el rey Carnuante fuesse venido; y luego
tienpo buscado, y con osto quedaos con
le embio mensajeros, y a las tres donzellas,
Dios>. Y después boluio otra clauija y su-
bieron tan alto que todos los perdieron de y a Durbans y a Sertans, al rey Meniadus y
su madro, y a Drageta su hermana, y a los
vista, y entonces el rey fue mucho maraui- dos reyes que se hauian de casar con sus dos
llado, y llamo a Pichonete y preguntóle que
hermanas; y fueron embiados correos a todos
podría ser aquello. Y Pichonete le dixo:
los sobredichos, que se hallassen a cierto dia
«Señor, yo no se mas dello que vuestra al- en la ciudad de Seuilla. Y ninguno dellos no
teza; mas, señor, bien oystes como el dixo
falto de venir al dia assignado en la dicha
que era hijo del rey de Castilla, y que ella
es hija del rey Carnuante: y sopa vuestra ciudad, los quales fueron muy bien recebi-
dos todos con gran triunpho y honra, y fue-
alteza que yo no sabia quien era hasta aho- ron muy bien aposentados cada vno según
ra, verdad es que me contó como hauia ha-
uido essa donzella y como la perdió»; y le su estado. Y alli se hizo muy grande fiesta
contó Pichonete la gran valentía y nobloza y alegría, por causa de los grandes casa-
mientos que alli se hizieron, como aqui se
que era en el, y como hauia hauido la honra
dirá.
en muchas justas y torneos. Yr entonces el
rey le dio licencia que se fuesse, y juro que
jamas no guardaría aquella costunbre de XIV
saber nuouas de los que passauan por sus
Es de saber que todos aquellos que Cla-
tierras, porque Clamades le hauia assi en- mades hauia embiado a llamar, vinieron alli
gañado. Yluego Pichonete se fue su camino
derecho para el rey Carnuante, y le contó con otros muehoB, por ver las grandes mara-
todo el hecho. Y quando el rey lo oyó fue uillas que se dezian de Clamades. Y quando
todos fueron venidos, Clamades se caso con
muy alegre, y luego embio mensajeros en
Castilla por ser mas seguro. Clarmonda, y fueron hechas las bodas muy
Tornemos ahora a Clamades y Clarmonda. ricas y muy triunphantes, según la costum-
bre de la tierra, y fueron ambos a dos coro-
XIII nados. Yalli se caso el rey Carnuante, pa-

dre dede
madre Clarmonda,
Clamades, con
ca lala*historia
reyna dize
Doctiua,
que
Clamades se yua muy alegre, parando
mientes sienpre de no cansar y trabajar la reyna, madre de Clarmonda, murió de
aquella que tanto amaua; y se abaxauan y malenconia. Y" el rey Meniadus se caso con
descansauan en los mas deleytosos lugares Máxima, hermana de Clamades. Y los dos
reyes que hauian dado el honbre de oro y
que podían hallar, y allí holgauan y depar-
tían como leales amadores, y contauan el la gallina se casaron con las otras dos her-
vno al otro sus venturas y trabajos. Y tanto manan. Yel rey Gardante. que era rey de
anduuieron por sus jornadas, que arribaron
a vna legua de Seuilla, y sienpre se tenia (<) El texto: «manziilla».

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442 LIBROS DE CABALLERIAS

los montes, se caso con. Drageta, hermana cada vno, y dio el hombre de oro al rey Car-
del rey Meniadus. Y las tres donzellas de nuante, su suegro; y dio la gallina de oro a
Clarmonda fueron casadas muy ricamente, la madre del rey Meniadus; y el canallo de
y Clamados dio grandes dones a Sertans y a madera guardo para si, porque le hauia bien
Durbans, o hizo cauallero a Pichonete, y le seruido, y cada vno se fue a su tierra. Y
dio grandes riquezas. viuieron Clamados y Clarmonda siempre en
buena paz y concordia por espacio de qoa-
renta y seys años, y huuieron vn hijo y vna
XV hija; y el hijo fue rey de Castilla, y la hija
Después de hechos aquellos casamientos y fue casada muy altamente, y murieron Cla-
acabada la fiesta, cada vno tomo licencia del mades y Clarmonda, ambos a dos en vn año;
rey Clamados y de la reyna Clarmonda; y y fueron enterrados el vno cerca del otro,
dio Clamados grandes riquezas y thesoros a muy honradamente.

DEO GRATIAS

Impresso con licencia en Burgos,


EN CASA DE PnELIPPE DB JUNTA. ANO DE
M.D.LXII

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IV

LA HISTORIA DE LOS NOBLES CAÜALLEROS

OLIUEROS DE CASTILLA 1 ARTUS DALGARBE

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ríamelos nobles

cauaiieros olíue

rosotcaftilla?*

artus salgarte.

^, B Digitized by Google
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LA HISTORIA DE LOS NOBLES CAÜALLEROS

OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE

Por quanto la memoria es poca e muy cae- del reyno de Ingleterra, que se dize la ysto-
diza, enatura humana por su fragilidad es ria de Oliueros de Castilla e de Artus Dalgar-
be, su leal compañero e amigo. Los quales
muy mudable, fue assi ordenado que las ra-
zones en que se concluyen los dichos e aucto- por sus grandes virtudes, e por ser inclina-
ridades de los sanctos e sabios nuestros pre- dos mas a honrra que a los transitorios pla-
decessores, e no menos los ystorias o exem- zeres, passaron grandes, diuersas e maraui-
plos dignos de memoria, fuessen asseutados llosas fortunas, de las quales todas por su

por escritura, por que fuessen los por venir fiel amor, gran caridad e lealtad, alcancaron
sabidores de aquellos, e les fuessen las tales buena salida, dexando señalada memoria de

obras exemplo para bien viuir, e finalmente, sus grandes fazañas e prohezas. E fue la di-
camino real para la saluacion de sus almas. cha ystoria por excelencia leuada en el reyno
Otrosí, como sea cosa conoscida que muchas de Francia, e venida en poder del generoso
e diuersas eseripturas, las qnales nos eran c famoso cauallero don Johan de Ceroy, señor

ocultas e muy caras de alcanzar, sean agora de Chunay, el qual,desseoso del bien común,
la mando boluer en común vulgar francés,
a todo el mundo por la ingeniosa e muy fru-
tifera arte del emprenta muy patentes e pu- por que las infinitas virtudes de los dichos
dos caualleros Oliueros de Castilla e Artus
blicas e por pequeño precio otorgadas, al-
gunos discretos han trabajado en boluer de Dalgarbe fuessen a todos manifiestas e conos-
latin en común fablar algunos libros, assi de cid as. E la traslado el honrrado varón Feli-
theologia e filosofía como de otras sciencias e pe Camus, licenciado en vtroque; e como vi-
artes, reuelando e publicando las virtudes e niesse a noticia de algunos castellanos dis-

prouechosas operaciones de nuestros antece- cretos edesseosos de oyr las grandes caua-
Uerias de los dos caualleros e hermanos en
ssores, epor consiguiente las ystorias de los
grandes principes animosos e esforzados se- armas, pescudaron e trabajaron con mucha
ñores ecaualleros, pregonando sus maraui- diligencia por ella, a cuyo ruego, e por el
llosas fazañas dignas do loable memoria, por- general prouecho, fue transladada de francés
que podiessemos regir e reglar nuestras vi- en romance castellano, e empremida con mu-
das, eapartar del vicio, florenciendo en vir- cha diligencia, e puesto en cada capitulo su
tudes en exemplo de aquellos. Entre las qua-
ystoria, por que fuesse mas fructuosa e apla-
les ystorias fue fallada vua en las coronicas zible a los lectores e oydores.

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CAPÍTULO I

DEL NASCIMIENTO DE OLIUERO.S DE CASTILLA E DE LA MFEBTE DE SU MADRE

Por quanto mi desseo es inclinado a que satiuo por ello, e eonosciendo la reouelta del
los altos y notables fechos de los grandes y tiempo que se esperaua. se ponía muchas
esforzados caualleros fuessen tenidos en me- vexes en oración, e fazia otras muchas obra*
moria ydeuida comemoracion, por quo los pias, assi como limosnas, casar huérfana»,
de nobles y virtuosos corazones fuessen mo- redemir cautiuos, pidiendo por merced j
uidos a mayores virtudes y honrras mirando nuestro señor Dios y a la bienauenturadi
a nuestros antepassados parientes, especial- virgen nuestra señora le quisiesse t por
mente alos dos companeros y hermanos en apartar tanto mal como en su royno se espe-
armas en cuyas loores toma la presente ys- raua) dar fruto de bendición. E porque era
toria origen y fin, fallo que después que el justa su petición e sus oraciones muy deno-
muy poderoso principe Carlos Mat?no, empe- tas, fue exaudida, ca se fizo preñada. e
rador y rey de Francia, fue vuelto de Jas llegado el tiempo parió vn niño muy fermo-
Espanas a su tierra, en breue tiempo dio fin so, pur lo qual se fizieron prandes fiestas o
a sus dias. En el qual tiempo houo en Casti- alegrías en todo el reyno. Mas como al ter-
lla vn principe quo por sus virtudes y gra- cero dia (por el grande mal que hauia pasca-
cias era assi de los grandes como del pueblo do la reyna) reniliesse el spiritu a nuestro
común muy querido y amado. Y siendo ca- señor Dios, fueron assi mesmo muy llaga
sado con vna muy virtuosa y fermosa dueña, dos. especialmente el rey, que mucho la
fija del roy de Galizia, estaua muy descon- quería con grande razón, que después >\>-
tento porque no podia hauer generación: y ser muy fermosa era de virtudes muy bas-
no menos estauan tristes todos los grandes y tecida. Era dueña de gran consejo, era muy
menores del reyno, viendo que quedaría el denota, franca, plazentera, e con todos rouy
reyno sin heredero y ellos sin señor, temien- humana, e ora de voluntad muy sana, v
do que hauria discordia entre ellos. Por donde quería mucho a su marido e a quien del era
la reyna, viendo a su señor el rey estar pen-
querido.

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CAPÍTULO II

COMO FUE LEUADO EL HtSO A BAPTIZAR, CUTO NOMBRE FUE OL1UEROS,


Y COMO FUE LEUADO EL CUERPO DE LA REYNA SU MADRE A ENTERRAR, Y COMO FUERON
EMBUDOS EMUAXADORES POR CASAR AL REY

Después do ordenadas las cosas que para do su señor tan apassionado, e que cada dia
tal aucto pertenescian, fue leuado el cuerpo crescia su mal, entraron todos los principa-
de la rey na a enterrar, e fue ordenado que les en secreto, e dixeron que seria bueno que
leuussen el niño juntamente a baptizar, e buscassen como el rey saliesse de aquella
en esta manera fueron leuados a la yglesia. pena, si no que entendían que seria poca su
E fue la reyna muy llorada e plañida, e el vida, e que les seria gran perdida, porque
niño, con la solenuidad que se requería, fue les era muy bueno e humano, e otrosi muy
baptizado; cuyo nombre fue Oliueros. E aca- justiciero e feroz a sus enemigos; e acorda-
bado los auctos e seruicios, boluio el rey a ron de lo casar con la reyna Dalgarbe, que
su palacio e cada vno en su posada. E el rey estaba viuda e era moya harto e de gentil
tenia en si tanto dolor, e fazia o dezia tales filosomia e disposición; e que si lo quisiesse
cosas, que a todo el mundo combidaua a tris- hazer, quo entendían que oluidaria a la rey-
teza, por don^o los suyos, doliéndose del, e na su muger. E fueron algunos de los mas
no fallando conorte ni consuelo ninguno, le priuados delante del rey, y fecha la deuida
leuauan muchas vezes el infante delante, mesura, le contaron lo que en su fazienda
para que con el plazer del fijo oluidasse la hauian passado, e como, a dicho de sabios e
madre, e tomauale el rey en sus bracos, e letrados, desseosos de su honrra e acrescen-
dezia, mezclando muchos sospiros en su ra- tamiento de su vida, y a ellos assi parescia
zón: «Fijo mió, mi desseo, corona de mi que fuera bueno que casasse, e que la reyna
reyno: ¡Tu nascimiento me traxo gran pla- Dalgarbe era viuda, e moca, e fermosa, e do-
zer, etanbien me fue causa do gran triste- tada de muchas gracias e virtudes. E que
za! Mas ruego a aquel todo poderoso Dios, entendían que se ternia por dichosa de ser
que por su gran bondad e misericordia te su muger. El rey, desque los oyó, estuuo vn
mando nascer, quiera rescibir a la su sancta poco pensando en ello, e después de mirado
gloria el anima de tu madre, e a ti de gracia el fin o principio de sus fablas, conoscio que
que en tus pensamientos e fechos siguas procedían de grande amor e leal querer que
siempre sus mandamientos». En tales e se- le tenían. E les dixo assi: «Mi voluntad no
mejantes razones estaua el rey cada dia, sin era por cierto de casar ni jamas conoscer
rescibir consuelo en si, ni lo querer tomar otra muger, mas veo vos todos tan desseosos
de los suyos. Mas los nobles de la corte, vien- e me lo rogays tan caramente, que dexare el
UBR0S DS CABALLERÍAS.— II. - 29

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.450 LIBROS DE CABALLERIAS

camino de mi proposito e siguire el de vues- Dalgarbe. E desque fueron llegados, mando


tros megos. E desde aqui vos doy poder e la reyna que fuessen bien rescebidos, ani-
libertad para que fagays en este fecho lo que qne no sabia la causa de su venida. E otro
mejor vos paresciere e a prouecho de la re- día f ueron los embaxadores a palacio, e rela-
publica fuere». Quando los señores vieron la taron a la reyna su embalada, por lo qual
humanidad de su rey, le dieron infinitas gra- fueron muy bien rescibidos. E acompañados
cias por ello. E luego ordenaron vna emba- de los grandes de la corte boluieron a so
zada muy honesta, o la embiaron a la reyna
posada.

CAPÍTULO III

COMO TRATA R0>" CASAMIENTO AL líLY M: CASTILLA CON l.A KFY>'A DALGAHCX

-luf olio.
Otro «lia llora «le tercia mando la rey na E -••ñores lo dieron inCnitas
juntar toilo:» los ^ramios r -alm.s ,[,-. ,11 < r , rt , • .
e les di\o des ta man.'ia: S.'/iop-s. ya >a- Y. ] 1 1. » ílUTon oleados S^yS «le 1«""S pTI3«
bc\\s la ''alisa ]>"Y ¡Ur -'i n*y 'I' « ' : i 1 i 1 1: i no> oipde- para «jllO re-pondiesSOll a los» írtti*^
eml.ia sU emki xada . por lo .[nal vo> nf-4'o x.nlui-,-.-, o li.^a'lus a olios les dixeroii;
que «pterays mirar haicr consejo sume su ñ.'i'>'S, la ri'Viia innMra señora hauia iT>
demanda. K a lo .piu yus < .r-i 1 r> i < : i i « U <■ I-• i ; * * ; i « ■ j.>ie-1u un su v. .Juntad «lo no casar juüii
fuere, un'- liallar. y- muy <■ nn i'.la . K afa- [, ir- • L i n ■ lal mal i'lo hania perdido. Mai
bula mi ra /.un ■ nitu .m vna < ain.oa. ■• I— fiu - s . i .-..u.-ejo el grande l.ielt -jijo :.
do No i[H»' miras-. m > ii i-l iiu.u.iu. ]■[ |iuj' - j|. d-d tal u;is:ii!U. nto, acólalo de f'.uer
lliar ai Miilaf'-.M mi l,i m;v: I • • l'.Jo-, , ¡ t 1 1 ■ pj. vuhmtail o .¡uurur t|,>| e-y do Castilla,
fecho i-a.-amient". o ijm no ¡i- -< U.j ..i--.it lo \ota:ii'.s ,• ■. •uHM'jaiuos todos. Tor
nía-, altu ni in»\;or iu-af . K i- di \"nm • ■•■mo .jilamlu :'ii.'!>« vimslra vr ,1 UTit.i ■ 1 . v.
ora nvn n. '■<;■ i. e f i- A vi n- -a \\y< .-ra ,.\ :¡ partir. •■■ d'ivy > a \ uostn rey ipic
rniiV niño, ,• ]...;■ |o uu].~..¡;Mi,;n <pe> :.■••■[• . .¡a., u kim.iu inoro -eruido que se
tas-i' «'1 la-amerntu » 1 • ■1 :e_\ < I>< < '.i-a 1 ! la . La !.>I".:.s-ori •asaiui-.'iil'.. Man que
reyna 1--S [■' -.-[■<■ i , i] i- : • S.-p. ya v- - div-, ru> : , .j'i.- . jan las partos oran ^ntn
o aflora o1 i tro. ■ | •,i « • mi vuinnlad -.•!■■: . ■, ail"ij',.- '.¡lula-, .|i¡'- • I rey de i 'astilla vinU-fK
a vut'stru . . i,-.- ... Tur rmlo - .jar i o- ji'.i n...Vur l.u:i' .-tai], 0 que UO se
pueotu a la ..•iii!.a.\aiKi pial vo> ; un s-.n-n- .y ..n !>•- 1i iu:j1lo ni tiestas* .

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CAPÍTULO IV

COMO EL BEY DE CASTILLA 6E LLSTOFÓ CCK LA BETKA DALGABBE, E LA TBAXO A CASTILLA


COK bü FJJO AltTUS

Despedidos de la reyna e de los cortosa- ' marauillnuan, e lo mirauan pensando que


Dos, los embaxadores de Costilla con muchos ' era Oliueros. E passadas las fiestas e compli-
E)resente8 y dones Re partieron; e llegados a das las bodas, el rey de Castilla encomendó
a corte del rey de Castilla, fueron a palacio el reyno a vn noble cauallero que estuuiesse
a dar la respuesta que trayan de su enibaxa- en lugar de rey, e mandóle que mirasse mu-
da, e fallaron al rey que los estaua esperan- cho por la república. E dende a pocos dias
do. El qual, oydos los embaxadores, rescibio se partió para Castilla, e traxo a su muger
grand plazer, e dixo que deliberaua de par- la reyna e a su fijo Artus. el qual fue tenido e
tir para alia dende a vn mes. E llegado el acatado en ygual de Oliueros. E llegados en
tiempo, con no muy grande compañía se Castilla, fueron renouadas las fiestas e fizie-
puso en camino. £ llegados alia, fueron muy ron grandes alegrias. E fueron los dos infan-
bien rescibidos, e fueron las bodas fechas tes criados en vna veneración e compañía
muy excelentes e honestas. E estuuieron como hermanos, e tomaron tan crescido que-
alli algunos dias ordenando la partida. E el rer el vno con el otro, que mayor nunca se
rey no se fartaua de mirar al infante Artus, vio. E se parescian tanto, que muchas vezes
fijo de la reyna, porque parescia de todo en tomauan el vno por el otro, como por estenso
todo a su fijo Oliueros, tanto que muchos se diremos.

CAPITULO V

COMO OLTCEBO*) E ARTES FUERONA KM ENCOMENDADOS


DE TODAS AS, E DE SUS AI KJMKKAS
V»" CAUALLERO
JUSTAS QUE LOS EN&ENASS»

Quando Oliueros e Artus fueron en edad grado, que fizieron lianca e fraternal comr
para manear las armas, fueron encomenda- paftia, juramentándose que ninguna cosa,
dos a vn noble e esforzado cauallero, el qual saluo la muerte, los partida jamas de en
assi en crianca e buenas costumbres como en vno. El rey e la reyna e los nobles de la cor-
el juego de las armas tuuo cargo de los ense- te, viendo la grande concordia de los dos
ñar, eassi como crescian en cuerpo e conos- compañeros, rescibian gran plazer en verlos,
cimiento, assi crescia su querer en tanto e no se fartauan de mirar sus lindos gestos

¡oogle
452 LIBROS DE CABALLERIAS
e honestas contenencias. Su crianea excedía justa; tomo entonces Oliueros vna lan>;a muy
assi en dichos como en fechos a todos los dis- gruessa, e fue para el cauallero e el caualle-
cretos de la corte. Por abreuiar, ninguna ro para el. E el cauallero quebró su lanca,
bondad, beldad, discreción e abilidad puede e Oliueros lo firio de tal suerte, que dio coa
caber en hombre que en ellos muy complida el y con el cauallo en el suelo. E demando
no se fallasse. En los exercicio9 corporales, otra lanca, e vio otro de los caualleros auen-
como jugar a la pelota, correr, saltar, luchar, tureros que ya estaua esperando justa por
tirar la barra, tirar la lanca, ninguno se vengar su compañero. E fueronse el vno para
ygualaua con ellos. E como el rey e la rey- el otro de tal manera, que Oliueros saco al
na conosciessen esto e lo houiessen visto mu- cauallero de la silla e cayo muy malamente,
chas vezes, suplicandogelo los dos compañe- e passo adelante con tan gentiles continen-
ros, les dieron licencia que mandassen pre- tes, como si ninguna cosa fiziera. Otrosí su
gonar vñas justas, loque muy afincadamente compañero Artus fizo tales cosas, que todos
fasta entonces por su tierna edad les hauian díxeron que los dos companeros leuauan lo

vedado. E pregonadas las justas, e assignado mejor de la justa. E venida la noche los des-
el dia, venieron de muchas partes grandes partió, eno justaron mas por aquel día.
señores e caualleros muy esforzados a ellas, E si bien lo íízieron aquel día, mejor lo
e mando el rey hazer cadahalsos do estuuies- fizieron el otro, y el tercero mucho mejor;
sen los juezes, por que viessen quien mejor que tales cosas fizieron los dos compañeros
lo fazia, e quo el precio o la honrra lo fuessc derribando hombres y auallos, que todos
dado como mereseia. E de otra parte fueron dezian que eran los mejores caualleros del
fechos cadahalsos, do zstouiesse el rey e la mundo. E cessada la justa, otro dia se jun-
reyna e las damas de la corte. E venido el taron los juezes para determinar o juzgar
dja, fueron puestas las telas, e todas las co- quien mejor lo hauia fecho, para que leuas-
sas bien ordenadas, e los caualleros aperce- se el precio e la honrra de la justa. E ha-
bidos, e empevuron tañer las trompetas, e llaron que Oliueros o Artus hauian leuado
vinieron tres caualleros auentureros con sus
lo mejor, e que hauia poca differencia en-
escudos cubiertos de pardillo negro e mora- tre ellos; mas en fin concluyeron que Oliue-
do, e se pusieron en la tela para esperar a ros mereseia la joya e la honrra mas quo
quantos viniessen. E empegaron las justas otro. E tomaron el precio, o con trompetas
muy brauamonto antes que Oliueros o su tañiendo e otros muchos instrumentos, lo
compañero entrassen en ellas. E vido Oliue- leuaron a Oliueros, que estaua hablando con
ros como vno de los auentureros derribo a vn el rey e con la reyna r bien descuydado del.
cauallero de la corte que el tenia por muy porquo le paroscia que ninguna cosa hauia
valiente, o estaua avn en la tela esperando

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CAPÍTULO VI

COMO LA REYNA 8E ENAMORO DE OLIUEROS 8U ANTENADO

Tan noblemente lo fizo Oliueros los tres uauan los ojos las damas en ellos, como si no
dios de la justa, que a todos paroscio muy houiera otro ninguno en la sala. E mas la
bien. E sus gracias eran tantas, que a todos reyna, que de muchos dias estaña ferida de
combidauan serle afficionado y a le seruir. E amores, la qual, mirando a Oliueros, sintió
en tal suerte paro mientes la reyna a sus va- vn dolor de coraron que le quito la vista de
lentías de Oliueros, que vencida de sus amo- los ojos e perdió los sentidos, e cayera de la
res empeco a pensar en todas sus gracias e silla do estaua assontada si no por las matro-
acabada fermosura, e dezia entre si: c¡Bien nas que cabe ella estauan, «|ue viéndola tan
dichosa sera la dama quo del fuere querida, demudada, tomáronla luego por los bracos e
e no creo que muger ninguna que le miro no la leñaron a su cámara sin conoscer la causa
se enamore de sus perfectas virtudes!» E de su mal; o cessaron las dancas. E tornada
con este pensamiento perdió muchas vczes en si la reyna, mando que cada vno so re-
el sueño e dexo el comer. E vn dia de sant traxesse en su estancia, e que quedasso sola
Juan, entre otras galas e fiestas que se fizie- en la cámara. E dendo a poco vino Oliueros
ron en la corte e en la cibdad. mando la rey- e Artus a verla, e los rescibio muy bien, e
na que viniessen instrumentos de diuersas les mostró mas amor que fasta entonces,
maneras, e juntáronse en vna rica sala todas abracando el vno e el otro. E abracando a
las damas de la corte y algunas donzellas de Oliueros, dixo muy baxo, que no lo oyó
la cibdad, e empocaron a dancar e baylar de Artus: cOliueros, entiendo que nascistes
diuersas maneras. E los galanes de la corte para que vos mirassen las gentes». Y fue
no oluidaron de traer nueuas inuenciones e muy maranillado dello Oliueros, mas no fizo
fizieron atabios muy costosos e de diuersas semblante ninguno, ni sabia si lo echasse a
maneras, para pareseer en las dancas delan- buena o a mala parte, e venidas las damas,
te las damas. Mas Oliueros e Artus tenían despedieronsp ellos e dexaron la reyna con
ellas.
tanta gracia en todas las cosas, que assi ee-

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CAPÍTULO VII

LA REY5A SU PEXA. A OLIUEROS, DECL A.RAJTDOLI SU UAL


E LAS RES FU ESTAS DE OLIUEROS

PassaroR alguuos dias qne la reyRa no fa- mía!» Estas e otras tales razones dezia la rey-
blo mas cor Oliueros eu aquel caso, ca el se na cada vez que sola se fallaua. E vna vez la
apartaua e ftiya dello quauto podía. E or fueron ver Oliueros e su compañero, e fueron
este tiempo Oliueros e Artus jamas estauaR muy bieu rescibidos, e aunque mostraua mas
ociosos, antes siem pro exercitauan las armas, amor a Oliueros que a Artus su fijo, no le
hora en justas , hora or torReo. E cr otro parescia mal, ca pensaua la gente que lo fa-
qualquier exercício que se pusiessen faziau zia por compíazer al rey su marido. E tomo
marauillo8a8 cosas, e en todo procuraua mu- Oliueros por la mano, e le fizo absentar cabe
cho la reyna de estar presente, de lo qual pí. E empeco a departir de muchas cosas, e
tenia gran pesar Oliueros. El rey viuia tan temblauale la voz que quasi no podía fablar.
contento, que muchas vezes dizia que era el E entre otras platicas le pregunto si era ena-
mas dichoso señor que eR el muRdo houies- morado, el
e le respondió que no. E ella le
se. por tener ñjo taR acabado eR todas las dixo que no era de creer, e le tomo juramen-
virtudes e gracias. «E de aqui adelaute nin- to que le dixesse quien era aquella tan di-
guu temor terne de mis enemigos, e ellos chosa que merescia ser su querida. Entonces
todos están temorizados oyendo las grandes dixo Oliueros: «Señora, créame vuestra alte-
Cazarías de mi fijo Oliueros» . E daua infini- za que fasta agora no he mirado muger con
tas gracias a Dios por ello. Mas fortuna, ma- voluntad enamorada, ni la requerre de amo-
dre de tristeza e enemiga de los coracones res fasta que faga algunas cosas señaladas
contentos, en muy breue tiempo le quito por las quales meresca ser querido; o creo
todo su bien, y troco sus plazeres en amar- que por esso me moteja vuestra alteza. Mas,
gos pensamientos. Ca la reyna, siguiendo to- si a Dios pluguiere, yo faro cosas que mi se-
davía su proposito, se apartaua algunas ve- ñor el rey e vuestra alteza folgaran dolías».
zes en su cámara, e dezia entre si: «¡Ay Oli- E quísose leuantar e despedir della,raas ella,
ueros, perfeta criatura, tesoro de mis pensa- que quanto mas le miraua y oya mas se en-
mientos! jbien ternia causa si pudiesse de cendía, no le dexo leuantar. E tornando a
maldezir tu noble juuentud, ca me costrine su comencada demanda, le dixo: «Dezid
de fazer lo que jamas reyna fizo, porque tro- me, señor, si caso fuesse que alguna duefia
care el amor de mi señor el rey por el tuyo, de meresci miento vos rogasse que fuesse-
cosa tan digna de pena e de perpetua diffa- j des señor de su amor, que ella vos lo oífres-

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE 455

cia de muy bnena voluntad, ¿seriades tan las gracias del mundo, por muy menguada,
esquino que contradi xessedes su demanda?» de seso ternia Ja muger que a esso se ofre-<
Dixo Oliueros: «Por cierto, señora, no son ciesse sin ser primero requerida, e no le*
tantos mis gracias, ni mis virtudes tan eres- daria jamas el mi amor». E assi se despi-
cidas, que ninguna muger se cautiue por dió, ola dexo muy enojada, aunque no lo
moetraua.
ellas, e a^nquo Dios pusiera en mi todas

CAPÍTULO VIII

COMO OLIUEROS SE DESPIDIO DE LA RETNA MUY TURBADO POR SU DESONESTA DEMANDA,


E COMO ROGO A DI08 QUE LA QUISIESSE PERDONAR, E APARTAR AQUEL
MAL DESSEO DE SU VOLUNTAD E CORACON

Como Oliueros rescebiesse pena en estar vuestros amores siento». E pensando, pomo
en tales razones con su señora madrasta, ge lo hauia de dezir, se echo sobre vna cama
fizo señal a su compañero que domandasse con gran cuydado. E Oliueros trauajo por
licencia, el qual luego entendió, e dixo a la apartarse de Artus, e retraydo en vn lugar
reyna su madre que por merced le mandasse secroto, se puso a pensar como apartada la
dar licencia, que hauian do estar con los ca- reyna de tan grande error, proponiendo an-
ualleros sobre unas justas que ordenauan de tes morir que lo tal consentir; e encomen-
fazer, e que era ya tarde. E en leuantandosc dándose al todo poderoso Dios, cOmenco a
Oliueros, la reyna le apretó los dedos qnanto dezir: «Mi bendito criador, tu me formaste
pudo, de lo qual rescibio muy mayor enojo, a tu semejanca, e me diste mas gracias que
mas ningún semblante fizo, por que no lo no moresco, las quales serán causa de mi
sintiesse Artus. Salidos Oliueros e Artus de destrucion si tu por tu sanctissima piedad e
la cámara, la reyna se metió en vna recama- misericordia no lo remedias; e por tu bendi-
ra sola, sin compañía, e quexandose de Oli- ta passion quieras guardar la honrra de mi
ueros dizia: «Oliueros, mis entrañas, bien se señor padre e mia, e no consientas venir a
que no soys tan simple que no < onoscays fin los desseos desta mala muger, e te ruego
bien la pena que passo por vos, e sed cierto que la perdones e la quites desta falsa opi-
que no quedare assi; ca mañana vos sabreys nión, cla troyas a la verdadera carrera de
por entero mi voluntad e las penas que por saluacion» .

CAPÍTULO IX

COMO OLIUEROS FUE REQUERIDO DE LA REYNA QUE CUMPLIESSE SU DESSEO,


E DE LA RESPUESTA DE OLIUEROS

Otro dia de mañana Oliueros vino a pala- «¿No se os acuerda, señor, de las platicas
cio, e no oso dexar su costumbre de yr fazer que honimos ayer en vno?» «Por cierto, se-
reuerencia a la reyna, por no poner en algu- ñora, dixo Oliueros, yo he pensado tan poco
na sospecha a los de palacio. E fecha su me- en ello, que la mayor parte ho puesto en ol-
sura como solía, luego se aparto de delante uido» . «Ay, dixo la rcjTia, no vos tengo por
della y entro do estauan muchas damas, por- de tan poca memoria que en tan poco tiem-
que no tuuiesse lugar la reyna do fablar con po ayays oluidado lo que vos dixe. Mas co-
el. E luego la reyna, pospuesta toda honrra nozco en vuestra fabla que sentís y veys mis
e temor, entro donde Oliueros estaua con las ansias mejor que yo no las sabría dezir».
damas, e tomóle por la mano e leuolo a su Dixo Oliueros: «Señora, por cierto, no pue-
cámara, e Oliueros, dissimulando quanto do entender a vuestra alteza» . «Mi señor y
podia, diziendo que lo fazia por gracia e por amigo, dixo la reyna, sabed que quiero ser
complazer al rey su padre. E quando fueron vuestra y vos doy mi amor, e no es de ago-
en la cámara, mandóle assentar cabe si, e ra, que soys señor de mi e que me penan
después de le mirar vn poco en la cara, dixo: vuestros amores, mas temor e verguenca me

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456 LIBR08 DE CABALLERIAS

han fecho tan tongamente callar. E si la for- alteza dize que me quiere mucho, e me rue-
tuna me fuere tan contraria que no meres- ga que la quiera, por mi fe ninguna cosa
ca ser vuestra, yo me matare por mis propias amo mas que al rey mi seflor e a vuestra
manos. Por esso, amigo mió, mi vida e mi alteza, e como a madre la desseo seruir
muerte esta en vos». Quando Oliueros oyó e obedecer; e ninguna cosa me mandan
aquellas palabras tan dissolutas y fuera de que no la faga como soy obligado, e creo
razón, por poco le saltaran las lagrimas do que assi me quiere vuestra alteza como la
los ojos, del gran sentimiento quo houo de- madre quiere a su fijo, e si passasse el
llas. Mas pensando amansar la rey na, e mandamiento del rey mi padre o de vuestra
apartarla de su mal proposito, siu mostrar alteza, bien pensaría que en mal signo en
turbación alguna dixole: cSeñora, vuestra nascido» .

CAPÍTULO X

OLIUEROS NEGO LA DEMANDA QUE LA REYNA LE FIZO DE


E COMO ELLA LO AMENAZO FASTA A LA MUERTE

Con muy gran safla respondió la reyna a sa do mi muerte, que deues ser participante
Oliueros, diziendo: oliueros, maldita sea tu en la pena, e no yerro si te embio de lo que
beldad e fermosura, si por ella eres tan pre- me diste. Plega a Dios de te perdonar los
suntuoso inhumano
e que niegas el tu amor grandes e infinitos males que por tu poca
a vna reyna como yo. De aqui adelante los piedad has de causar. E pues leuantate e

dulces pensamientos de mi coracon


vete, o no parescas mas" delante' 'mis ojos,
por tu gran crueldad trocados en desespera- que impossible me sera callar longamente mí
da amargura, e el nombre de amigo que te gran dolor» . Entonces Oliueros se leuanto, e
puse en los secretos do mi voluntad te sera fecha la acostumbrada reuerencia salió de la
trocado por tu grande impiedad en enemigo cámara, e fue a do estaña el rey su padre e
o matador do damas. Ca tu seras causa de Artus su companero. E la reyna se metió en
mi muerte, la qual sera breue, mas no sera otra cámara, e fizo tan grande llanto e tan
sin la tuya, ca todos los modos e maneras en doloroso, que impossiblo seria contarlo. E
que pudiere acortar tu vida, yo los buscare dende a poco se despidieron Oliueros e Ar-
e exeoutare con diligencia a todo mi poder. tus del rey, e fueron a su posada.
E me paresce, pues que muero e tu eres cau- E oonoscio Artus que su companero estaua

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE 457

turbado, e le pregunto que hauia; e viendo no, de mi voluntad no me apartara de vos,


que no le plazia de ge lo dezir, dexo de mas mas pues me mandays yr a palacio, plazeme
le preguntar. Todo aquel dia estuuo Oliue- de yr, e fare lo que me mandays; por ende
ros en su posada sin yr a palacio, y por en- perded todo cuydado, e no penseys saluo en
cubrir su enojo dixo que estaua mal dispues- cobrar salud». E abrazóle, diziendo: «Her-
to, por lo qual houo gran pesar Artus, e en mano mió, porque sera tarde quando viniere,
todo el dia no se aparto del fasta la noche, e quica vos despertaría, no verne esta noche
a la hora que solían yr a palacio. E llegada mas acá, por endo me despido do vos por
la hora que solían ir juntos a palacio, vien- esta noche» . Entonces Oliueros le abraco, e
do Oliueros que Artus no hacia qucnta de con las lagrimas a los ojos e la voz r >nca
le dexar ni de yr a palacio, dixo: «Hermano del grande pesar que tenia, le dixo que fues-
señor, pidos por merced que vos plega de yr se, que era ya passada la hora. E viendo Ar-
a palacio, e vos mostreys mas alegre que po- tus aOliueros llorar, lo tono a gran maraui-
dierdes, porque no seays causa de enojo al 11a, porque conoscia del que sin grande cau-
rey ni a la reyna mis señores, ni ayan causa sa no tomaua tan grande desplazer. E sin
de preguntar por mi. E si caso fuere que mostrar que hauia sentido sus lagrimas, se
vos pregunten por mi, no les digays al saluo despidió del, e no leuaua menos cuydado en
que mañana yre a palacio a la hora douida. su pensamiento que Oliueros tenia dolor. E
E tened modo, hermano, que no sepan de mi mas crescido pesar tomara si supiera lo que
mal». Conoscio Artus que Oliueros tenia ga- después vio, ca no se vieron dende a grande
nas de estar solo, e le dixo: cSeflor herma- tiempo, como oyreys.

CAPÍTULO XI

COMO OLIUEROS QUEDO SOLO EN SU CAMARA, E E8CRIUI0 VNA CARTA, LA QUAL DEXO
CON VNA REDOMA DE AGUA A 8U HERMANO ARTUS

Quando Oliueros se vio solo, se puso a a su noticia, e bien podría vna mala muger
pensar en su fazienda, maldiciendo su fortu- al que esta sin culpa fazerle digno de pena».
na, edespués de bien mirado lo que del des- E assi, siguiendo el camino de la virtud,
ordenado apetito do la royna podría proce- fuyo de los aparejos del vicio. E mando a vn
der, acordó de dos males escoger el menor, paje que le traxesse papel e tinta, e después
"liziendo: «Avnque el rey mi señor reciba le mando yr a dormir, e que no volviesse si
enojo por mi absencia, mayor pena sintira no fuesse llamado. E assi lo fizo el paje; e
á la dissoluta demanda de su muger viene salido de la cámara, cerro Oliueros la puerta

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458 LIBROS DE CABALLERIA»

por dentro,, e puesto do pechos sobre su cama cuyas obras sacan translado los vassallos e
llorando e sollozcando. daua tales sospiros, cuyas fazanas suelen los coronistas escreoir
que parescia que su postrimera hora era lle- por estenso, porque no menos sean conosci-
gada. Eentre otros muchos pensamientos se dos sus vicios que a los suoessores patentes
puso a pensar en el mortal dolor que sintiria sus virtudes, porque seamos alabados según
el rey su señor supiendo su partida, e en el merescemos o culpados según obramos, no
inestimable pesar que Artus sa compañero hayays a marauilla, muy querido hermano,
hauria por su absencia, o en la tristeza que mi partida, ni penseys que mudanza en
generalmente a todos los de la corto y del nuestra tan firme hermandad causo no co-
rey no causaría, por el grande amor que to- municarla con vos, como hazia todos mis se-
dos, assi grandes como menores, con el te- cretos; que avnque fortuna alcance poder
nían. E no menos se le ponian delante algu- para desterrarme de mi reyno, no me podra
nas fortunas que después passo, diciendo: con sus brauos reueses tan baxo derrocar,
cPues que en mi reyno so tan desdichado, ni con bus engañosas lisonjas tanto ensalmar,
impossible me sera en ageno alcanzar dicha » . que el intimo querer que desde mi puericia
E todavía, anteponiendo la honrra a todas con vu8co tengo sea mudado, e solo porque
las cosas del mundo, propuso de dexar el no houiessc estorbo e porque entiendo que
querer del padre, la grande amistad del com- me renentara el coracon a la despedida, dexe
panero los
e seruicios de sus leales vassallos. de fablaros; mas todavía vos suplico meque-
E determina la su partida, tomo el papel e rays perdonar, e, entre otras mercedes, me
las escriuania8, o escriuio vna carta, cuyas querays encomendar a mi señor el rey e a
razones eran estas: «Como la fortuna, perse- mi señora la rey na, e demandarlas perdón
guidora de los grandes e enemiga de los ale- de mi parte. E mas vos ruego, por virtud de
gres coracones, continuando sus impetuosas nuestra leal amistad, que querays mirar to-
vueltas e mudancas, con grande solicitud dos los dias vna vez esta redoma que aqui
trabaje como a los que con dulces falagos vos dexo llena de agua clara; la qual, si
assento en lo mas alto de su rueda, con tris- vierdes vuelta o la color mudada, sed cierto
tes e muy amargos cuydados derribe e ponga que me yra mal o estare en peligro de muer-
en las ínfimas partes della, e como sean to- te. El lugar o prouincia a do vo no vos lo
dos los hombres obligados a la virtud, me- puedo escreuir, ca yo no lo se, saluo que me
diante laqual alcanzamos la eternal folgan- encomiendo al todo poderoso Dios, en cuyo
ca e perpetuos deleytes, mas que a las terre- poder están todas las cosas, el qual vos quie-
nales riquezas e transitorios plazeres deste ra prosperar en virtudes e acrescentar vues-
mundo, ende mas los grandes señores de tro estado» .

CAPÍTULO XII

COlíO OLIUEROS SE PARTIO SOLO, E COMO LLEGO A VN PUERTO DE MAR, E E2CTH0


EN VNA NAO CON OTRO CAUALLERO

Qnando Oliueros houo escrito su carta,


la general redorapcion sufriste, quieras con-
púsola en lugar que Artus la fallasse, e la solar este triste rey, que oy pierde su fijo,
redoma con ella, e después saco de su cofre
e guardar el reyno que oy pierde su herede-
mil nobles de oro y mas mil doblas de Casti ro, e no meuos a Artus, que oy pierde su leal
Ha, e ciertas otras joyas de gran valor, e las compañía!» E assi se despidia de todos le*
puso en su barjoleta. E salido de sti cámara, de la corte como si estouieran presentes, e,
cerro la puerta e abaxo para el establo do nombrando sus conoscidos, abria los braco»
estauan sus cauallos. o enfreno e ensillo el
para abracarlos, e demandauales perdón con
mejor dellos, e puso la barjoleta al arcon de tanta humildad e tantas ansias, que a todo
la silla, e caualgo en el; e salióse de la cib- el mundo corabidaua a llorar con el. Dezia:
dad bañado en lagrimas. E desque se vido
«¡O nobles canalleros, cuyos ánimos son in-
fuera, se voluio a mirar la cibdad, e con sos- clinados ala loable arte militaría, oy per-
piros que le querían afogar. dixo: «¡Señor e
deys a Oliueros, que en ella mucho se esroe-
verdadero Dios, que fiziste ol cielo e la tier- raua! ¡Ya se oscurecerán nuestras muy luci-
ra, o me formaste a tu semejanca, yo te ruego das armas, ya cessara nuestro quebrar da
que, por aquella sanctissiina passion que por langas , nuestras sutiles inuenciones oy «

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTÜS DALGARBE

acaban! ¡las justas, los torneos e los grandes


golpes de nuestros vigorosos bracos, el tañer que le quito
púsose la fabla,
en camino, e voluio su
alimpiando suscanallo,
ojos quee%*
de trompetas o sacabuches oy han ra fin! ¡O le manauan como fuente, e tanto and mío que
galanes, cuyos coracones están subgetos a en pocos dias llego a vn puerto de mar, e
las enamoradas passiones! ¡oy perdéis vues- fallo vna nao que fazia vela para Costantino-
tro dechado, de donde saca ua des la diuer- pla, e estaua en ella vn grande seflor de las
sidad de los atabios, las lindas e diversas partes de Africa. E Oliueros pregunto al
maneras de nuestro vestido e calcado ya fe- patrón si le quería leuar, que ge lo pagaría
necen! ¡La suaue música, las concertadas al- bien, e el patrón dixo que no, ca el señor le
boradas en seruicio de las damas, oy toman mandaua que no metiesse mas gentes en la

fin! ¡O damas, donzellas y matronas cuyo nao. E en compañía de aquel señor yua vn
exercicio consiste en toda nobleza! ¡oy per- noble cauallero, que, en viendo a Oliueros,
deys el espejo en que vos mirauades, oy se le fue afficionado, e rogo por el al señor e
pierde el que mucho amauades! ¡y ya no metiéronlo en la nao. E dio Oliueros su
veréis al que mucho desseauades, a cuya cauallo al cauallero, que era muy fermoso,
causa en los lindos corros muchas vezes vos
e el cauallero ge lo tuuo en merced; e fue-
juntauades! ¡las diuersas dancas, las hones- ron muy amigos e concordes Oliueros e el
tas continencias en los nuenos bayles ya fe- cauallero como oyreys. E aqui dexare de
necen! ¡nuestro cantar, e el discreto motejar fablar de Oliueros, que esta en la nao, e
e trobar ya toma fin!» Diziendo estas razo- diré de Artus, como entro en la cámara de
nes Oliueros, fizosele vn nudo en la garganta Oliueros.

CAPÍTULO XIÍI

ARTUS DALGARBE , COMPANERO DE OLIUEROS , ENTRO El? LA CAMARA E TALLO LA CASTA


E LA REDOMA QUE OLIUEROS LE DEXARA

Otro día de mañana vino Artus a la cáma- ra e que no voluiesse fasta que me llamasse;
ra de Oliueros, e fallo el paje a la puerta, por esso estoy esperando si me llamara, e no
que avn no era entrado ni osaua llamar, e le oso llamar por no le causar enojo» . Entonces
pregunto por su señor. Respondió el poje: Artus, viendo que era tarde, llamo a la puer-
tAnoche me mando mi señor que le leuasse ta de la cámara, e como no le respondiesse
papel e tinta, e después me mando salir fue- nadi, todo turbado mando llamar su paje de-

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4f,0 LIBROS DE CABALLERIAS

cámara que tenia otra Uaue de la cámara. ble vos fuera partirvos como vos partistw,
Ca Oliueros y el no tenían sino vna cámara; ca no podiera yo dexar vuestra compañía
e abierta la cámara entro solo e cerro la puer- como vos me dexastes a mi; avnque bien
ta, e fue a gran priessa a la cama, e como no se que no fue vuestra partida sin gran ra-
fallasse a su hermano fue muy marauillado, zón, mas tan poco nunca os deserui por que
e mirando a vn cabo e a otro, houo de ver dexassedes de darme parte de vuestro eno-
la redoma de Oliueros que no estaua en el jo, pues sabeys que lo sintiera yo tanto
lugar acostumbrado, e llegándose a ella fallo como vos mismo. ¡Ay desdichado rey, e
la carta, e abrióla, e leyóla. Acabada de leer como te lastimara el coracon la tal nueua'
la carta, Bintio tal dolor, que le fue forcado ¡bien creo que no sera mas tu vida de quan-
echarse sobre la cama mas muerto que vino, to la acabes de oyr». Acabada su fabla, tor-
e allí fizo tal llanto que bien paroscia que no a mirar la carta, e leyendo en ella, le
mas quisiera perder la vida que la com- faltaron las fuercas corporales e perdió los
pañía de Oliueros. Entre otras quexas dizia: sentidos, y el gesto, de color mortal, quedo
€¡Ay mi señor hermano e compañero!, ¡si vos tal que parecía que ya hauía dado fin a su*
días.
me quisierades tanto como yo a vos, imposi-

CAPÍTULO XIV

COMO EL B£V VINO A LA CAMAKA DE OLIUEROS, "\ DE sr GRANDE DOLOR


GUANDO LO FALLO MENOS

Los señores, que ya estauan esperando a pondie6se, le puso la mano en la cara por ver
la puerta de la cámara, viendo que tan poco si era viuo, y conoscio que era viuo, mas qw
podían saber de Artus como de Oliueros, lo estaua amortocido, e mando traer cierta*
fueron dezir al rey. E quando el roy lo supo, aguas destiladas e ponergelas a los pulsos l
sin ninguna tardanea fuese con ellos, y como en la boca por fuerea. E tanto fizieron qc«
Uamasse y ñadí le respondíesse, mando des- Artus torno en si, e desque estuuo en acuer
qnioiar la puerta y entro dentro; e en todo do dio vn grande sospiro, diziendo: «;At
este tiempo Artus no torno en si ni sintió muerte! ¿por que me dexas, agora que tautr
cosa alguna. E como el rey no viesse su fijo quería morir, pues avnque agora me per
y viesse Artus en la cama, que masparescía donas, imposible me sera viuir sin mi ver
muerto que viuo, se paro muy triste y llamo dadoro amigo Oliueros?» E diziendo las tale?
a Artus a grandes vozes: y como no le ros- razones, dio la carta al rey. E quando *I

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE

rey houo ley do la carta, a poco perdiera el gund su gran perdida. Los gritos Uegauan a
seso; tornóse de color encendida como las las estrellas, los sospiros les querian sacar
viuas brasas, y luego se torno mas blanco las entrañas. Alli ninguna esperanca de ale-
que papel; yuasele vna color y venialeotra, gría se fallaua, alli toda tristeza, todo pesar
e puso las manos en sus cabellos e tiraua e dolor se hallaron juntos. Desque el rey co-
muy brauamente dellos, e con las vñas sin bro aliento e pudo alear la cabeca e abrir sus
ninguna piedad rasgaua su cara e messaua ojos, esforzandose quanto pudo dixo: «¡O
sus barbas, e tales cosas fizo en su cara, que Oliueros, mi fijo e corona de mi reyno! ¡de
los suyos no lo conoscian. E rasgando los quanta tristeza me dexas acompañado, e el
vestidos o dándose grandes golpes en los pe- reyno quan turbado! ¡Tu nascimiento causo
dios dixo: «Señores e amigos mios, ayudad- la muerte a tu madre, e tu partida la acarrea

mea llorar mi grande perdimiento; sientan a tu padre! ¡Estaua en mi vejez quito de


vuestros coracones parte de mi mortal dolor; todo cuydado, mirando tus crescidas virtu-
¡perdido he el mi tan amado fijo Oliueros!» des, e los vassallos muy pagados esperando
Quando los señores que estauan en la cámara el dia que sucedieres en el reyno, ca tenian
con el rey oyeron que Oliueros se era ydo, en ti vn firme poste de sus amigos, e otrosi
pensando consolar al rey les falto conorte espada tajante de sus enemigos, mas fueron
para ellos , que el mas esforcado dellos no vanas nuestras esperancas, ca perdi el fijo,
pudo valerse que consigo no diesse tendido por donde espero desastrada vejez. E ellos
en el suelo. El vno cayo a vn cabo e el otro a perdieron su natural señor, por lo qual es-
otro, e otros, metidos en los rincones de la peran discordia en el reyno. Mas ruego al
cámara, messandose e dando cabecadas en misericordioso Dios quiera, si eres vino, re-
las paredes, todos tenian las manos llenas de mediar con tu venida el grande daño de tu
cabellos e las vñas sangrientas e las caras absencia, e. si no, quiera rescibir tu anima
rasgadas; e el que mas justicias fazia en si a la su sancta gloria, e a mi sacar desta tris-
pensaua que ninguna cosa hauia fecho, se- te vida» .

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CAPITULO XV

EL REY EMBIO MENSAJEROS POR TODAS LAS PARTES DEL MUKDO ES DUSCA DE O
E DE LAS QÜEXAS DE LA REYNA VIENDO QUE A SU CAUSA ERA PERDIDO, E Y LEÍDO
TAL LLANTO E TAMA TMSiEZA EX LA CORTE POR SU A ESENCIA.

Salió el rey de la cámara como desespera- abracados el vno con el otro cayeron tendi-
do, esin esperar compañía se fue corriendo dos en el suelo, e estuuieron assi amorteci-
a su palacio assi mal tratado como estaua, e dos fasta que vino Artus con los principales
entro a donde estaua la rey na. La qual, vién- señores de la corte, que venían al rey par»
dolo tan desfigurado, dio muy grandes gri- que embiasse mensajeros por todas las parti-
tos, eel rey le echo los bracos al cuello di- das del mundo, por ver si podrian oyr nue-
ziendo: «Lloremos, señora, lloremos, que uas de Oliueros. E quando llegaron a la cá-
bien tenemos razón para ello, ca perdimos mara se les doblo su gran pesar, ca los falla-
toda nuestra esperanca; nuestro bien ya se ron en medio de la cámara tendidos, da tal
murió; nuestro descanso ya cesso; el consue- suerte que bien pensauan que estauan los
lo de nuestra vejez ya se perdió; el remedio cuerpos sin las almas; e renouando su llanto,
de nuestros males e las fortalezas de nuestro
llego Artus a ellos, diziendo: «Por cierto, se-
rey no ya se fundieron; el que tanto queria- ñores, vuestro perdimiento bien era bastante
des, el que tanto alauauades, ya no le veroys. para darvos la muerte; mas mucho quisiera
El esforcado justador, el vencedor de los tor- que vos esforcarades fasta ver si de Oliueros
neos, ya no le mirareys; el braco derecho podieramos saber». Oyendo el rey las pala-
de nuestro reyno ya no le tenemos- Llore- bras de Artus, empece de bocezar eestender
mos, pues que tanto perdemos». Quando la los bracos, por lo qual conoscieron que no era
rey na oyó las lastimeras ansias del rey, avn- muerto, e luego le leuantaron, e asbi mesmo
que Oliueros no fue en ellas nombrado, bien la reyna, e vinieron las damas e lleuaron U
conoscio que por el se dizian, e como se sin- reyna a su cama, e el rey torno en si, e
tiesse culpada e principal causa de la perdi- assentado en vna silleta con vnas alineadas,
da de tan noble cauallero e del mortal llanto
pregunto a Artus quo lo parescia que se ha*
que ya en toda la corte se fazia, arrepisa do uia do fazer. Entonces Artus se puso de ro-
su yerro, cayo amortescida en los bracos del dillas, le
e demando en merced que le dexas-
rey, e el rey la apretó en sus bracos quanto se yr a buscar su hermano. E el rey le dixo:
pudo, pensando guardarla de caer, mas esta- «Fijo, si vos agora nos dexassedes, no era
ua tan flaco e tan atormentado del grande menester otro cuchillo para acabar nuestras
dolor, que ni pudo valer a la reyna ni tan vidas, mas vos ruego que tengays cargo de
poco tenerse que con ella no cayesse. E assi embiar mensajeros por todas las pro um cías

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OLIUEROS DE CASTIL1 l Y ARTUS DALGARBE 465

del mundo». Dixo Artus: tSeñor, a mi me seria si el arrepentimiento que dello tengo
plaze de fazer lo que me manda vuestra al- viniesse a tu noticia. Mas pues que con arre*
teza, mas de buen grado fuera yo vno de los pentir no puedo remediar el mal -jue canse,
mensajeros». E luego fueron escritas cartas yo en mi misma tomare venganca de tus in-
de parte del rey e de parte de Artus, e era- jurias, ca en mi jamas podra regnar alegría,
biado correos a todos los reynos e prouincias e todos los días de mi vida gastare en rogar
de todo el mundo. E en este tiempo dexaron a Dios por tu noble juuentud, e todos mis
las damas la royna en su cama, e, desque se thesoros partiré con los menesterosos en ser-
vido sola, empeco de rasgar sus tocas e con uicio de Dios, en cuyo poder están todas las
grande crueldad tirar de sus cabellos, [e] coi-as del mundo, por que quiera por su pie*
maldiziendo la horade su nascimiento,dezia: dad guardarte de todo peligro e a mi perdo-
c¡ Maldita hembra, enemiga de la virtud, tu nar tan grande yerro». Passaron algunos
maldad fue cansa de destierro a aquel que días, que el rey e la reyna no estauan muy
era translado de todas virtudes! Si tu peca- tristes ni tanpoco rescibian consolación, sal-
do fuesse conoscido, ningún tormento basta- uo que el vno conortaua el otro quanto podia
ría, según la pena que moresces. jO Oliue- con la osperanca que tenían en los mensaje-
ros, cumplimiento de toda nobleza! ¿quien ros que hauian embiado. E como la fortuna
podra satisfazer la grande injuria que de mi los fuesse del todo contraria, no hallaron
rescebiste? O Dios, justo juez y ¿como con- los mensajeros a Oliueros ni pudieron oyr
sientes que padezca el tan justo por la tan ini- del cosa alguna, por lo qual el rey e Artus
qua mnger? Bueluase, pues, la tu yra sobre la se echaron en la .cama muy malos. Los so-
mal fecliora, e perdona al innocente. ¡O Oli- ñores e las comunidades del reyno ñzieron
ueros, como quisiera que tomaras venganca dolorosos llantos, cada vno según sintió la
de tu injuria solamente en mi, pues yo sola perdida; o porque seria prolixo, dexo de fa-
te lo dixo, o no dexaras todo el rey no en tan- blar dello, e diré de Oliueros, que yua por
ta tristeza! avnque asaz gran venganca te la mar.

CAPÍTULO XVI

DE LA. GRANDE FORTUNA E TEMPESTAD QÜF ROÜO LA NAO EN QUE YUA OLTOTROS;
E COMO SE FUNDIO LA NAO E MURIERON TODOS, SALUO OLIUEROS E VN CAUALLEBO,
QUE MILAGROSAMENTE ENCAPARON

Ya haueys oydo como Oliueros entro en hora a vna parte, hora a otra toda la noche.
mar con vn señor que yua a Costant inopia. En la mañana vio Oliueros el cauallero que
Qnando estouieron a tres jornadas del puer- ya no podia fablar, ca estaua desmayado o
to, se leuanto vn viento tan contrario e la para desamparar la tabla, e doliéndose mas
mar tan turbada, que estouieron vn mes que del que de su mesmo peligro, dixo: «O señor,
ni sabían si yuan adelante o atrás, ni en que que fiziste carrera en la mar Vermeja por-
región estauan. E perdidas las velas, e que- que passassen los fijos de Israel, e libraste
brado el mastel, e perdidas las ancoras e el los tres niños de la fornaz ardiente, te ruego
timón, perdió el piloto el gouierno de la nao. por aquella piedad que dellos houiste, quie-
por lo qual dieron en vna pena, e se abrió la ras haucr misericordia de nosotros» . No houo
nao de popa a proa, e viendo que se fundía dexado de fablar quando vio venir dos cier-
la nao se echaron todos a nado por la mar. E uos muy grandes que venían a ellos por la
Oliueros dixo al cauallero a quien hauia da- mar como si estouieran en tierra firme, e
do el cauallo: cTomemos esta tabla o entre- Oliueros llamo a grandes vozes al cauallero,
mos en la mar, e no nos apartemos de en vno diziendo que diesse gracias a Dios e que to-
sí possible fuere, que espero en Dios que sal- masse esfuerco, que luego saldría de peligro.
dremos apuerto». E assi lo fizieron, e pusie- E llegados los cieruos a ellos, estuuieron que-
ron la barjoleta de Oliueros en la tabla, e dos. E Oliueros se allego al cauallero e le
empecaron a nadar quanto podían. Mas la ayudo a subir en el vno dellos, e después
tempestad era tan grande e el agua tan fría, tomo su barjoleta e caualgoen el otro, e lle-
que les atormento los bracos e las piernas garon por la gracia de Dios a buen puerto. E
que ya no las sentían, o apenas se podían soltaron los cieruos o se fueron al monte. E
tener en la tabla; e los traxo la tormenta los caualleros anduuieron por vn camino que

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464 LIBROS DE CABALLERIAS

fallaron fasta que llegaron a vn pequeño vna cámara apartada buena lumbre, e fixo
lugar. £ Oliueros leuo al cauallero por el assentar al cauallero e le descalce e desnu-
braco fasta el lugar, oonortandole quanto do, ele acostó en la cama, e después de bien
podía, ca muchas vezes desmayaua por el cubierto vio Oliueros que el cauallero dor-
frío que hauia passado e el agua salada que mía, e le dexo dormiendo e fue a curar de
hauia beuido. E llegados al lugar, entraron si, que poco menos fatigado venia que el
en vn mesón, e mando Oliueros fazer en cauallero.

CAPITULO XVII

COMO OLIUEROS FIZO LEÜAR AL CAUALLERO A SU TIERRA, E COMO MURIO EL CAUALLERO,


E DE LO QUE OLIUEROS FIZO POR SU ALMA

Estouo Oliueros en el mesón detenido al- e le pregunto la causa de su llorar. El caua


gunos dias por la dolencia del cauallero. E Uero le respondió: «Señor, sabed que estamos
el mesón era de vn fidalgo que las mas par- en mi tierra o estamos a veynte leguas e no
tes del mundo hauia andado, e folgaua mu- mas de donde tengo mi principio de genera-
cho en departir con Oliueros, e entre otras ción. E aquel don Juan T alabóte por quien
razones le pregunto Oliueros en que tierra pregunte al fidalgo, yo so, e tengo en la cib-
estaiia ii e en cuyo reyno o señorío, e el fidal- dad de Canturbia abundantemente de los
go le dixo que estauan en el reyno de Ingle- bienes temporales, e aqui esto qual me veys
terra. E oyendo el cauallero que estaña en que si no por vos creo que no seria viuo».
la cama que estaua en su tierra, houo gran Dixo Oliueros: «Señor o compañero, vuestra
plazer e pregunto al fidalgo que quanto hauia buena compañía me obliga a nunca oluidar-
de ay a la cibdaddo Canturbia. E le dixo que vos, e sed cierto que no vos dexare fasta que
no mas de veynte leguas. E el cauallero le vos vea en vuestra casa, e pensad de cobrar
pregunto si conoscia vn cauallero de aquella salud, e venderé las joyas que traxe de mi
cibdad que llarr.auan don Juan Talabot. E el tierra e mercaremos sendos cauallos en que
tidalgo le dixo que muchas vezes le hauia vayamos honrradamente a Canturbia>. El
oydo nombrar, mas nunca le hauia vido. E cauallero le dio infinitas gracias por ello. E
departieron Oliueros y el fidalgo do muchas estuuieron los dos caualleros algunos días
cosas. E después se despidió el fidalgo e de- allí, pensando que el cauallero cobraría sa-
xo los dos compañeros en la cámara. E Oli- lud, mas como su mal cresciesse de día en
ueros se assento en el banco de la cama del dia, dixo el cauallero a Oliueros: «Señor, yo
cauallero para le conortar, e fallóle llorando, veo mi muerte cercana, e querría, si vos

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE 405

pluguiesse, que fuessomos a Canturbía, por Oliueros en su cauallo siempre hablando con
que remunerasse en mi vida parte de los be- el e consolándole con muy dulces palabras .
neficios que de vos he rescebido» . E Oliueros E llegados a sus casas, perdió luego el caua-
le dixo que no pensasBe saino en sanar de llero lafabla, e dende a poco tiempo dio fin a
su dolencia, que mucho mas le deuia por su sus días, por lo qual fue muy triste Oliueros,
buena compañía. E ordeno Oliueros su par- e assi mesmo mostraron 'gran sentimiento
tida; eviendo que el cauallero no podría yr los parientes. E queriéndole leuar a la ygle-
en cauallo ni en muía, alquilo vnos labrado- sia, fizo vn cibdadano embargar el cuerpo e
res que le leuassen en vnas andas metido en mostró como hauia siete años que le tenia
la cama. E merco vn gentil cauallo para si. descomulgado por cierta suma de dinero que
E contentado muy bien su huésped, se par- le deuia; e viendo sus parientes e herederos
tieron ele leuaron aquellos labradores fasta que la deuda era grande e que no la podrían
al primero lugar, e los pago, e tomo otros pagar sin vender de sus heredades, mayor
fasta a otro lugar. E assi de lugar en lugar querer touieron con las heredades que con el
le leuaron fasta en la cibdad de Canturbía, e anima del defunto pariente.

CAPÍTULO XVIII

COMO OLIUEROS FIZO ENTERRAR AL CAUALLERO, E LE FIZO ABSOLtTER DE LA DESCOMUNION,


E PAGO LA DEUDA QUE DEUIA; E DE LAS JUSTAS QUE FUERON PREGONADAS EN LA CORTE
DEL REY DE ENOLETERRA, QUE EL VENCEDOR DERLAS HOUIESSE
LA FIJA DEL REY POR MUGER

Quando Oliueros vio la grande auaricia de sola fija heredera del reyno por muger. La
los parientes del cauallero, fue muy descon- qual fija era la mas fermosa que en aquel
tento dello, e trabajaua quanto podia, assi tiempo so fallasse en todas aquellas partidas.
con los deudores como con el credidor por E no quería el padre casarla con otros reyes
auenirlos, porque fuesse absuelto el caualle- que la demandauan por no la apartar de si, ca
ro e enterrado. Mas fallo tan poca piedad en la quería tanto, que le parescia que vn solo
ellos, que ni los vnos quisieron vender sus dia no viuiria sin ella. E otrosí le parescia
rayzes ni el otro perder nada de la deuda, e que, por el común prouecho, valia mas casar-
paresciole inhumanidad que su compañero la con vn buen cauallero e valiento, para de-
assi quedasse descomulgado o su cuerpo tan fender elreyno de sus enemigos, avnque no
vituperado. E dixo entre si: tSi lo poco que fuesse grande señor, que a vn rey o a otro
del camino me ha quedado bastasse, avnque señor en quien las tales gracias no se fallas-
supiesse vender el caballo, yo le faria absol- sen. E fue ordenado que quatro cientos caua-
uer porque su alma nopenasse». E pregunto lleros fuessen mantenedores contra quantos
al cibdadano quanta era la quantia. El le tornear quisiessen, e hauia ya nueue meses
dixo que era la valor de dos mil nobles. E que el pregón era fecho, e dende a quinzo
Oliueros leuo vn joyero a su posada e mos- días se cumplía el plazo. E fasta entonces no
tróle las joyas que tenia, e que en su cons- hauia Oliueros oydo nada dello, e rogo a vn
ciencia le dixiesse quanto valian. E el le cauallero que le enformasse por entero de
dixo, después de bien miradas, que hauria todo el pregón. E el cauallero le certifico
por ella quatro mil nobles de oro. E Oliuoros dello e de la suerte que hauian de ser las jus-
le dixo que ge las fiziesse vender. E vendi- tas, e el torneo. E mas le dixo de la grand
das las joyas, pago Oliueros al cibdadano dos fermosura e erescidas gracias de la fija del rey,
mil nobles, e hauida la absolución, fizo entor- por las qualos fue affícionado e cayo en pen-
rrar el cuerpo honrradatnente, e fizo dezir samiento de amores. E dixo entre si: «Por
sus missas muy complidamente. E estando bien empleadas daría todas mis passadas for-
Oliueros en Canturbía, oyó dezir que el rey tunas si por fueroa de armas alcancasse la
de Ingleterra hauia fecho pregonar justas e tan alabada donzella» ; e propuso de partirse
torneo por tres días, e que el que quedasse para Londres, donde estaua entonces la corte
vencedor todos los tres días, que houiesse su e eran ordenadas la justas e torneo.

LIBROS DS CABALLERÍAS. — II,— 30

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CAPÍTULO XIX

COMO OL1UEBOS 8E PABTIO DE CANTURBIA PARA LONDRES, E DE LAB FORTUNAS


QUE HOUO EN EL CAMINO

Viendo Oliueros que el termino era breue das, ni la fortuna dexasse de perseguirle,
e que el plazo de las justas se acercaría, se atando sus llagas se soltó el cauallo e se me-
partió de Canturbia con gran desseo de fa- tió por el monte saltando e corriendo, e es-
llarse en ellas, e por ver aquella de quien taua ya lexos antes que Oliueros le viesse
todos tanto bien dezian. E con esto pensa- suelto. E desque le vido fue corriendo quan-
miento anduuo tanto, que llego a vn monte to pudo por alcanearle, mas vido salir de vna
no muy lexos de la cibdad de Londres, e mata vno de los robadores que se era fuydo,
entrado en el se fallo cercado do quinze sal- e como lo fallasse a mano, tomo el cauallo
teadores de camino, e el vno dellos se paro e caualgo en el, e fuese fuyendo por vn sen-
en el camino dclanto de Oliueros, con vna dero adelante. Quando Oliueros vido perdido
lanca en la mano, diziendo: «Cauallero, de- el cauallo e la barjoleta «pie estaua en el ar-
xad las armas e apeadvos del cauallo, o pen- ron de la silla, viéndose en tierra estraña sin
sad do morir». E Uliueros se encomendó a ningún dinero, se tendió en el suelo como
Dios, e sin le responder palabra, echu mano desesperado. E mayor pesar tenia porque no
por la espada e rechaco vn bote de laura que podrya ir al torneo que por el dinero ni el
su enemigo le tirara, e finco las espuelas e cauallo. E estuuo gran rato tendido su boca
le atropello con el cauallo, e gano Ulineros pegada con el suelo, mas desseoso de morir
la lanca e voluio para los otros c ellos para que de viuir. E después se leuanto dizien-
el; o pelearon muy bravamente, mas en fin do: «Ya veo que la fortuna me es e sera
Oliueros mato los once dellos e los quatro muy contraria para siempre jamas, e no
metió por el monto adelante luyendo quanto se esperaua menos viendo mi nascimiento
podían. E dezian entre si: «Verdaderamente tan desdichado; antes que ningún conosci-
este es el mas osado o mas valiente hombro miento touiesse cause la muerte a mi ma-
del mundo; avnque fuéramos ciento, a todos dre, o después de criado en grandes rega-
nos diera la muerte». E (piando Oliueros se los del mi amado padre, en galardón de sus
fallo libro de sus enemigos, dio infinitas gra- beneficios le dexe en amarga congoxa, e el
cias aDios, e como se sintiesse ferido en vn rey no todo en grande rebuelta, pues pocas
bra<;o e vna pierna, apeóse del cauallo por ve/.os vemos los malos principios venir a
atar sus llagas, e ato el cauallo a vn árbol. buen fin». E llorando de sus ojos, junto las
E como sus desdichas no fuessen avn acaba- manos muy deuotamente, diziendo: «¡O ben-

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTÜS DALGARBE 467

dito criador e saluador nuestro, que perdo- o guiandola por el camino de tus seruicios
naste ala Magdalena e al ladrón pendiente sea libre de tanta aduersidad!» E después
en la cruz! por aquella piedad que en ti se assento al pie de vn árbol, e junto la cara
fallaron te ruego que con ojos de miseri- con sus rodillas, que ni parescia muerto ni
cordia quieras mirar esta tu pobre criatura, bien viuo.

CAPÍTULO XX

COMO VI? CAUALLERO VINO A CONORTAR A 0LIUER08, E DE LAS PALABRAS E OFRESCUCENTOS


QUE EN VJÍO HOUTERON

Estando Oliueros tan pensatiuo, vino vn seys dias se faze en Londres. E sepas, Oliue-
cauallero a el e le llamo a alta voz, dizien- ros, que te soy obligado por cosas señaladas
do: «Oliueros de Castilla, no hayays a mal que vn muy cercano pariente tuyo por mi
si vos despierto de vuestro sueno» . Quando tizo, por lo qual (y por no caer en el vicio de
Oliueros se oyó llamar por su nombre, fue ingratitud), si tu quieres yr al torneo, yo te
muy marauiliado, o aleo la eabeea muy pres- daré eauallo e armas, e te seruire muy com-
plidamente de todas las cosas neeessarias,
to, pensando que soBaua o que era lantasia
que tenia del grande enojo. E aleando los con esta condición, que todo lo que ganares
en el torneo o a causa del torneo, partirás
ojos, vido cabe si vn cauallero de buena íilo-
soinia e statura; e todos sus atabioe eran comigo, e de todo me darás la meytad si te
la pidiere, o mi voluntad fuere do tomarla».
negros. E leuantose en pie Oliueros santi-
gandose, e le dixo: «Yo te conjuro de par- Oliueros, que muy desseoso estaña do yr al
te de Dios, e todos los sanctos e sanotas del torneo, oyendo la oferta del cauallero, sin
mas mirar las condiciones della respondió:
parayso, que me digas si eres diablo o hom- «Cauallero, si mi dicha es tal, e mi fortuna
bre, equien te dio a conoscerme e saber mi
nombre». El cauallero le respondió: «Amigo, consienteque tu me fagas tanto plazer e mer-
no hayas temor ninguno de mi, ea yo so ced que me proueas como dizes, yo te juro
christiano e creo en Dios como tu. Si se tu al Dios en quien yo creo, e por la parte que
nombre no es marauilla, capoco ha que en en el reyno del parayso espero te prometo
tus quexas te nombraste, e a grandes rosea que, si algún bien aleaneo a causa del torneo,
tlixiste que hauias perdido tu eauallo e todo do te fazer participante en ello e darte la
tu dinero. E corno el mayor pesar que tenins meytad o la mayor parte si dello fueres scr-
¿ra que no podrías yr af torneo que de oy en uido». E el cauallero le dixo que era con-

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468 LIBROS DE CABALLERIAS

tentó, e que era asaz grande juramento, e este camino fasta que falleys vna hermitt,
creya que no le faltaría; mas que le rogaua en la qual mora vn hermitaño de muy bue-
que en todo tiempo lo touiesse en memoria na vida e os rescibira por amor de Dios, e
E después le dixo: «Amigo Oliueroa, nin- no passeys de alia fasta que sepays de mi,
guna duda tengas en lo que te he prometi- o yo yro a tiempo deuido, e sereys serui-
do, ca seras seruido mejor de lo que pien- do de todo lo necessario» . E despedierons*
sast. E le tomo por la mano, e entraron en el vno del otro, e rogando Oliueros al ca-
el monte fasta que fallaron vn camino muy mino. uallero que no le oluidasse, se puso eu ca-
angosto, e le dixo: «Oliueros, seguid por

CAPÍTULO XXI

COlfO OLIUEROS LLEGO A LA HERMITA , E COMO CONFESSO CON EL HERMITAÜO;


E DE LAS RAZONES QUE EN VNO HOU1ERON

Oliueros siguió su camino por el monte anos que en ella no entro otra persona si no
adelante, e en anocheciendo llego al hermita yo o vos agora» . E departieron de muchas
e estaua cerrada; e el hermitaño estaña en cosas. E después fizo el hermitaño vna cama
sus deuociones. E llamo a la puerta, e el her- con vn poco de feno e vna manta; e dixo a
mitaño, espantado de tanta nouedad, lo dixo Oliueros que se acostasse; e el se acostó a la
de dentro quien era que a su puerta llama- otra parte en otro poco feno, e vn canto por
ua, e que buscaua. E el le respondió que ora cabecera. E venido el dia, el hermitaño dixo
christiano que yua perdido por el monte, e a Oliueros que le ayudasse a dozir missa; e
que por seruicio de Dios le acogiesse aquella Oliueros le rogo quo primero le oyesse de
noche. E el hermitaño, temiendo que fuesse confession E confesso sus pecados con gran-
algún espiritu maligno, tomo vn ysopo con de contrición e arrepentimiento dellos: edi-
agua bendita e abrió la puerta, e en abrien- xolo todo lo que hauia passado con el caua-
do echo el agua bendita en la cara a Oliue- llero. E el hermitaño le dixo: «Hermano mió.
ros ('). E Oliueros se quito el bonete e finco vos dezis que aquel cauallero vos embio a
la rodilla en el suelo. Entonces el hermitaño
este sancto lugar, nopenseys si fuesse peca-
le tomo por la mano e le metió en su hermi- do o viniesse de parte del j)ecado, que vos
ta, elo leuo al altar, e fizo Oliueros oración; embiara aqui. Por ende no dexeys lo que vo¿»
e después le fizo assentar e lo dixo que pres- pues que ninguna cosa mala vos aco-
mando,
tarse paciencia; o voluio el hermitaño a sus metió, eencomendarvos heys cada hora en
deuociones. E desque houo rezado puso la la guarda de nuestro señor Dios, e jamas po-
mesa o puso pan e agua en ella, e fizo assen- dra el pecado engaflarvos». E le absoluio el
tar Oliueros cabe si, o le dixo: «Hermano, sancto hombre, e dixo missa e le dio el cuer-
haued paciencia, que en esta posada no se
po de Dios.
acostumbran otras viandas, e ha bien quinze

CAPÍTULO XXII

COSIO OLICEROS VIO VENIR COMPAÑIA l>F. (A TALLEROS TON ARMAS E A TA RIOS MARAÜILLOSOS

Estouo Oliueros con el sancto hombre qua- mas de vn dia de placo para el torneo, fue
tro dias sin dudar en la venida del cauallero;
muy triste, pensando que el cauallero le ha-
mas venido el quinto dia, viendoque no tenia uia burlado, e se arrepentio de hauer dado
crédito a sus ofertas, ca por el hauia dexado
(•) El encuentro de caballero» con ermitaño» en de llegar fasta a Londres, que entendía qu»>
lugar común en eMa clnsc de libro*. Hny ana imita-
ción de ente episodio en el belísimo capitulo XVI de algún señor le diera o prestara cauallo e ar-
Iranhor, de Sir Walter Seott, donde m relata la vi- mas, mas que el tiempo era ya tan breue que
sita del Caballero Ilolgaián al donoso ermitaño de ningún remedio esperaua. E con este pensa-
CopmanhonL miento «tibia en los mas altos arboles que fa-

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*

OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTÜS DALGARBE 469

llaua, e veya en todos los caminos canalleros aquella noche, que Oliueros jamas cerro ojo
armados que yuan al torneo, e entonces se le para dormir. E en saliendo el alba, Oliueros
doblaua el dolor; en esto se passo el quinto se leuanto e se puso de rodillas delante el al-
dia, que ninguna cosa supo del cauallero. Ve- tar, e se encomendó muy deuotamente a su
nida la noche puso el hermitafio la mesa, e criador, llorando muy amargamente. E des-
dixo a Oliuoros que se assentasse e comiesse; pués abrió la puerta del hermita e se paro
e Oliueros le dixo que no podria comer bo- a mirar hazia la cibdad, e preguntaua al her-
cado. Eel hermitaño le conortaua con muy mitaño por el camino de Londres. E en esto
buenas razones, e le rogo tanto, que se asscn- oyeron grande sonido de armas, e pisadas de
to a la mesa e cenaron. Otro dia de mañana cauallos que venían al hermita; e Oliueros se
Oliueros demando licencia al sancto hombre, pensó que serian caualleros que yuan al tor-
que ya no tenia esperanca en el cauallero e neo, que ya ninguna esperanca tenia en su
que se quería yr a Londres. El hermitaño lo cauallero; e vio venir fasta seys caualleros

rogo que esperasse avn vn dia, pues que tan armados de muy lucidas armas, saluo los es-
tohauía esperado, que avn podía venir el ca- cudos elas langas e las cubiertas de los ca-
uallero atiempo. Ca no hauia mas de media uallos, que eran muy negras. E tras ellos
legua dende a la cibdad de Londres, «e si vos venían diez caualleros con ropas rocegantes
fuessedes e el cauallero veniesse, terniades de terciopelo negro y por consiguiente todos
grande quexa de vos mismo; . A ruego del sus atabios negros. E tras ellos venían XV.
hermitaílo espero Oliueros el sesto dia. E el pajes caualleros en muy fermosos cauallos
otro dia era el primero de la justa. E He- todos vestidos de negro, e los cauallos ne-
lada la noche no quiso cenar Oliueros, e gros E tras ellos venían cincuenta hombres
ceno el hermitaño solo. E Oliueros estaua a pie vestidos de la misma color, e los dos
sospirando, que parescia que el anima le sa- delanteros leuauan vn poderoso cauallo de
lía del cuerpo. E el sancto hombre le abraca- rienda, e era negro e la cubierta negra, e
na, e le dizia que tuuiesse buena esperanca en el arcon delantero de la silla leuaua vn
en Dios, o que no tomasse tanto enojo, que yelmo dorado y guarnecido al rededor de
Men podría ser causa de su muerte. En estas muchas piedras que alumbrauan todo el
* otras semejantes razones se passo toda monte.
470 LIBROS DE CABALLERIAS

CAPITULO XXIII

DEL PLAZER QUE HOUO OLIVEROS QUANDO SUPO QUE AQUEL ERA SU CAUALLERO,
E COMO FUE ARMADO E ENCAUALGADO MUY RICAMENTE; E DE LA FERMOSURA DE HEIX5A.
FIJA DEL REY DE E2ÍOLETERRA, E DE SU CADAHALSO E PAUALLON

Los caualleros llegaron al hermita en la do, ela subieron en vn cadahalso todo cu-
manera que haueys oydo. o pararon todos bierto de terciopelo cremesi, e en medio del
delante Oliueros e le fizieron reuerencia e el
cadahalso estaua vn rico pauallon de creme-
a ellos. E el principal dellos fue luego apea- si raso, e el cielo de terciopelo azul, todo
do e fue abracar a Oliueros. E desque Oliue- lleno de muy rica pedrería, e en el medio es-
ros conoscio que era su cauallero e que tan taua vna piedra del tamaño e fechura de vn
gentil aparejo traya, houo muy gran plazer, hueuo, que daua tanta claridad de si, qti-?
e abracólo con grande amor. E el cauallero le parescia que todo el pauallon ardía en vioaí
dixo: «Oliueros, esta gente que veys, yo la llamas. E estaua en derecho do vn escaño de
trayo para que seays bien seruido, e ningu- oro macizo de diez gradas en el alto. E en el
na cosa vos faltara de quantas haueys menes- fue assentada Helena, la qual, dexando su*
ter. Por ende, amigo, vos ruego que fagays atabios que quitaua la vista a los que la mi-
de manera que alcanceys honrra e nosotros no rauan, mas parescia ángel celestial que cria-
perdamos nuestro trabajo» . «Señor e amigo tura mortal. E después de assentada Hele-
mió, lo que por mi fazeys es tanto, que con na, se assentaron las damas en el cadahal-
ningún thesoro os lo podría galardonar, por so, cada vna en su grado, e luego subieron
lo qual vos seré siempre obligado, mas tengo quatro juezes deputados para que juzgassen
esperanca en Dios que por su gracia en este quien leuaua lo mejor del torneo, e, al entra-
torneo alcanzaremos honrra e prouecho». da del pauallon, besaron el suelo delante la
Dixo el cauallero: «Plega a Dios de vos dar donzella e se assentaron a sus pies en la?
tal dicha qual mi coracon dessea; e adresce- gradas del escaño. E otrosí, el rey, acompa-
moBnos, que ya es hora». E tomólo por la ñado de todos los grandes del reyno, esta-
mano e leuole en vn prado verde que estaña ua en otro muy rico cadahalso no muy apar-
cabe el hermita, e fue trayda vna rica silla, tado de la donzella. Los caualleros todos,
e assentado Oliueros, fue seruido de diuersos mirando a Helena, dizian: «Bienauentura
manjares. E después fue armado con gran di- do sera el que venciere el torneo, avnqne
ligencia de muy buenas armas. En este tiem- por ello no ganasse sino el amor de la don-
po fue leuada Helena, la fija del rey, a la zella». Ecada vno dezia entre si que tra-
placa do estaua ordenado el torneo, acompa- bajaría por vencer, avnque supiesse morir
ñada do dozientas damas vestidas de broca-
por ello.

CAPÍTULO XXIV

DE LAS GRANDES FAZANAS DE OLIUEROS EN LAS JUSTAS, E DE LA AUAXTAJA QUE LEUO


A TODOS LOS CAUALLEROS

Quando Oliueros fue armado a su conten- muy ricamente adrecados. El torneo duraua
tamiento, sedespidió del sancto hombre e le tres dias, e el primero era justa solamente.
beso la mano, rogándole que rogasse a Dios El segundo era que después do quebradas Ii¿
por el, e el ge lo prometió. E después se fizo Janeas pudiessen ferir con las espadas. El
enlazar el yelmo, e sin llegar al estriuo salto tercero era a pie con acha de armas e espa-
en la silla de su cauallo, o púsose en camino da e puñal. E quando la vna parte e la otra
con toda su gente. E quando llegaron a la fue aparejada, tañeron las trompetas, e cada
placa, fallaron que estauan ya los quatro qual trabajaua por ser de los primeros. E
cientos caualleros mantenedores aparejados Oliueros estaua de cara del cadahalso, con-
para la justa. E de la otra parte estauan los templando en la fermosura de Helena, e fbl-
reyes de Irlanda e el fijo del rey de Escocia gaua tanto de mirarla, que no sabia donde

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OLIÜEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE

estaua ni se acordaua de la justa. E su caua- negro. E Oliuero9 le conoscio e le fizo señal


llero le dio vna gruessa lanca, e le dixo: que Raliesse. E salieron los caualleros el vno
«Cauallero, pensad de fazer de manera que para el otro. E el cauallero quebró su lanca,
aquella que en el mundo no tiene par sea e Oliueros le ferio de tal manera, que le fizo
vuestra, e aparejadvos a la justa, que ya doblar el cuerpo e juntar la cabeca con las
quiebran lancas los caualleros». É holuio ancas del cauallo, e cayo en ol suelo amor-
Oliueros hazia los caualleros que justauan, e tecido. Evuelto Oliueros, fue luego seruido
vio como vno de los mantenedores, rey de de lanca, e quebró mas langas que ningún
Yrlantla, que se llama ua Maquemnr, estaua otro cauallero. E en todo esto paro mientes
con vna lanca en la mano esperando justa, e la donzella, e dezia entre si: «Si este caua-
fue Oliueros para el e el para Oliueros, e el llero es tan fermoso sin armas como paresoe
encuentro fue tal, que el rey quebró su lan- bien armado, es el mas lindo cauallero del
ga, e Oliueros le ferio de tal suerte, que le mundo». E otrosi, el fijo del rey de Escocia

fizo volar de la silla, e el cauallo junto la lo fizo muy bien, e otros caualleros. Mas so-
barriga con el suelo E dixeron que el caua- bre todos leuo el cauallero negro la flor, e
llero negro ora de muy grandes fuerras. E estuuo en la placa fasta que no vio cauallero
boluio Oliueros con tan gentiles continentes en ella saino el y su gente. E espero que
como si nada houiera fecho. E luego fue ser- abaxasse Helena e las damas del cadahalso,
uido de lanca muy mayor que la primera, e o la estaua esperando el rey con todos los
fue para vn cauallero que le esperaua con la grandes de la corte. E desque fue apoada del
lan^a en el riste, e encontráronse con tanta cadahalso, caualgo Oliueros en otro cauallo,
fuerca, que Oliueros quebró las cinchas e el e delante del rey y su fija e los juezes fizo
petral del cauallo, e ocho el cauallero e la tales cosas, que todos fueron marauillados
silla en el suelo. E dixo la gente que miraua dellas, e dezian: «Este cauallero no paresce
que estos eran dos marauillosos golpes, «e mas cansado que en la mañana al principio
el cauallero no fazo mas mudanca que vna de la justa». E el vno de los juezes dixo:
peña; . E el cauallero derribado dixo que la «Si el cauallero negro faze los otros dos dias
culpa era de las cinchas e del petral, e no del como el primero, bien merescera el nombre
cauallero, e que luego se veria otra vez con de vencedor» . E desso fue muy pagada He-
OliueroB. E le fue dado otro cauallo e otra lena en su coracon.
lanca, e miro quando saldría el cauallero

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472 LIBROS DE CABALLERIAS

CAPÍTULO XXV

COMO OLIVEROS SE BOLTJIO AL H ERMITA, E 8E DESPIDIO DEL EL CAUALLERO E SU GESTE

Duraron las justas fasta el sol puesto, e uia passado en la justa. E dieron entrambos
fueron despartidos los caualleros como oys- infinitas gracias a Dios, rogándole que le
tes. Eel rey e la rey na fueron a su palacio, e diesse gracia de perseuerar como hauia prin-
los caualleros a sus posadas por descansar, e cipiado. Ecenaron pan e agua, e después se
otra fabla no tenían entro ellos saluo del ca- acostaron como las noches paseadas. E Hele-
uallero negro. E algunos dezian que dessea- na, después de aleadas las mesas, fue aseen -
uan mucho verle desarmado, por ver si era tada en vna sala en el mismo escaño que es-
tan gentil hombre a pie como a cauallo, e si talla en el cadahalso, e alrededor della todas
le parescian tan bien los vestidos como las las damas de la corte, e de otra parte el rey
armas. E era costumbre en aquel tiempo con los grandes. E em pecaron a tañer ins-
que, después de las justas, los caualleros trumentos dediuersas maneras. E duraron
fuessen a palacio a dancar e baylar; e mu- las dantas fasta las onze de la noche. E es-
chos fueron después de cena a palacio por tauan todos mirando quando verían entrar
ver al cauallero negro. E assi mesmo el rey el cauallero negro en las dancas, especial-
e Helena tcnian desseo de verle desarmado. mente Helena, que mucho lo desseaua ver
Mas Oliueros, por el consejo de su caualle- desarmado. E traxcron confites de muchas
ro, no fue a palacio, antes se boluio al her- maneras según el vso de la tierra, e fue-
mita e el cauallero con el; e le dixo que fol- ron los caualleros muy bien seruidos, e
ga8se, que otro dia le fallaría presto al tiem- después de rescibida la colación, cada vno
po del torneo. E Oliueros le rogo que no le se fue a su posada, e el rey fue a descan-
oluidasse. E fue Oliueros muy bien rescebi- sar, e las damas leuaron a Helena a su
do del hermitaño, e le contó todo lo que ha-
| cámara.

CAPITULO XXVI

COMO OLIUEROS VINO EL 8EGUND0 DIA AL TORNEO,


E COMO OAKO POR «TERCA DE ARMAS EL ESTANDARTE DE LOS MANTENEDORES

Otro dia de mañana, Oliueros se leuanto ayer era negro oy es colorado, e sus escude-
al alna del dia, e fizo oración delante del al- ros e pajes todos vestidos de colorado, pues
tar del herraita; e después abrió la puerta, o veamos si sera tal en el torneo como fue ayer
donde a poco vio venir su cauallero con vna en la justa». En este instante el fijo del rey
ropa de terciopelo cremesí fasta en pies, e su de Escocia ontro en la placa acompañado de
gente toda vestida de colorado, e los cauallos muchos caualleros armados para tornear con
rucios e las cubiertas de brocado, o los frenos el e que estuuiessen en guarda de su cuerpo.
dorados. E dos pajes leuauan «le rienda vn E otrosí venieron los reyes de Yrlanda, y el
poderoso cauallo rucio pomelado; o leuauan duque do Bretaña, e de Borbon, e de Cloes-
nueuo yelmo o nueuas armas. E después de tre, e el conde do Flandres, e otros muchos
armado a su contentamiento, se partieron caualleros bien armados o adorecados. E
para la cibdad. E quando llegaron a la placa, quando vieron que no venían mas caualle-
fallaron que Helena e las damas e los jnezes ros, fue ordenado que todos los ventureros
estauan ya assentados como el dia primero. fuessen contados, e por consiguiente los
E desque Oliueros houo mirado a Helena a mantenedores; o fallaron que eran quatro
su plazer, ferio el cauallo con las espuelas, mil ventureros o fueron otros tantos mante-
e quebró vna lam.a en el suelo delante del nedores, etenían dos estandartes, vno los
cadahalso, e saltaron las piceas en el ayre. mantenedores e los otros otro. E mando el
E después dio tales carreras «• tan grandes rey que si los vnos tomassen por fuerca el
saltos, que lo tenían todos a gran marauilla; pendón de sus contrarios, que por aquel dia
e conoscieron que ««ra el cauallero negro. E cessasso el torneo. E que cada vno tomasse
dlxo vno do los juezes: «El cauallero que vna lanca, o quebrada aquella no podiesse

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ABTÜS DALGARBE
473
tomar otra, saluo que con la espada peleasse no muy lexos del, e viéndole se le acordó del
quanto pudiesse. E cessado el pregón, se pu- pregón, e vido que le guardauan sesenta ca-
sieron todos en ordenanza. E Oliueros se puso ualleros escogidos, e se boluio a mirar si ve-
frontera del cadahalso delante todos los ca- ría alguno de °u parte, e no pudo ver nin-
ualleros con su lanca en la mano, e tañieron guno de los suyos, ca estaua cercado de los
las trompetas por que todos estuuiessen aper- enemigos de todas partes. E aleo la visera e
eebidos. E el rey ílaquemor, que tenia mala miro hazia al cadahalso, diziendo: «Si fa-
voluntad oon Oliueros porque le hauia derri- uor de mi señora Helena tuuiesse, bien aca-
bado el dia de la justa, se adelanto con vna baría qualquier cosa a mi voluntad, e ningún
gruessa lanca e fuo derecho a Oliueros, e cauallero podría resistir a mis fuercas» . E
como le viesse Oliueros, abaxo su lanca e abaxada la visera, apretó la espada en el
fue a rescibirle, e encontró con el de tal ma- puño e fue íerir en los sesenta caualloros
nera, que le falso las armas, e le passo a la que guardauan el pendón; e fizo tanto por
otra parte e metió la lanca por las ancas del su espada, que llego al pendón, e le tenia vn
canal lo E los otros caualleros se encontraron cauallero en vn valiente palafrén. E desque
con las lancas muy ferozmente, e murieron se vido desamparado de los suyos, e se vido
muchos de vna parte e de otra. E Oliueros cerca de Oliueros que gran destrocó en ellos
echo mano por la espada, e entro entre sus hauia fecho, quiso boluer rienda para fuyr,
enemigos como vn león brauo cortando bra- mas Oliueros salto mas presto con el, e tomo
cos e cabecas, derribando hombres e caua- con la mano ysquierda la lanca del pendón,
ilos, e oada vez que se le offrecia tiempo rai- e lirio al cauallero oon la mangana del espa-
raua a Helena, e le parescia que en mirarla da e dio con el en tierra E rebol uio el pen-
se le doblauan las fueras e crescia la osadía. dón al rededor de la lanca, mas no le leuo
E y ua por el torneo mirando qual de sus con- sin grande trabajo, ca ay se juntaron todos
trarios lofazia mejor, e no paraua fasta en los caualleros, los vnos por defender el pen-
topar con el. Su espada era de color de san- dón, los otros por ayudar a Oliueros que le
gre, e assi mismo la manopla e el braco fas- louaua, e houo gran mortandad en ellos,
ta el codo. Sus golpes eran mas crueles a la assi de vna parte como de la otra. E quando
postre que al principio del torneo. Nunca Oliueros tuuo el pendón en el lugar ordena-
deacansaua, antes discurría todo el campo do, fueron despartidos los caualleros e cesso
muchas vezes de vn cabo a otro, matando e el torneo. E tenia Oliueros el escudo fecho
eriendo a diestra e a siniestra. E a todo esto
rachas e las armas pedacos. E houo el caua-
parauan mientes los juezes, e no menos He- llero de Oliueros muy gran plazer quando le
lena etodas las damas. E Oliueros se metió
vido con el pendón en la mano, e fuele lue-
tanto en los enemigos, que vido el pendón
go abracar.

CAPÍTULO XXVIi

COMO OLIUEROR SE BOLUIO AL «ERMITA. DESPUES DE VENCIDO EL TORNEO,


E DEL ENOJO QUE HCUO EL REY E HELENA SU FIJA POR LOS CAUALLEROS MUERTOS

Oliueros fue el postrero a salir de la pla- caualleros que oy estañan en esta placa. Mi-
ca, que ya eran ydos todos los caualleros a rad quan ligero e quan dispuesto, e mirad
sus posadas, e los muertos fueron leuados su escudo e sus armas e conoscereys lo que
honrradamente a enterrar; e fue Helena ha passado». E en estas platicas llegaron el
apeada del cadahalso, e assi mesmo los jue- rey e Helena a palacio, e Oliueros e el ca-
zes e las damas. E quando Oliueros vio a uallero se fueron para el hermita. E el caua-
Helena, pidió otro canallo c salto en el muy llero dixo a Oliueros que en la mañana seria
ligeramente a vista de Helena e de los jue- con el a hora deuida, e despidióse del, e que-
zes, e fizo en el tales cosas, que algunos di- do Oliueros con el hermitaño. E llegado el
zian que era diablo e no hombro, e por cosa rey a palacio, fue tiempo de cena, e fueron
que el cauallo fiziesse no fazia mas muda- las mossas puestas, o Helena quiso cenar con
miento en la silla que si fuora nascido eu el rey su padre. E después que houieron ce-
ella. E quando el rey lo houo mirado, dixo; nado e fueron aleadas las mesas, dixo He-
«Si el torneo durasse otros tres días, este lena al rey su padre: «Señor, paresceme
cauallero era bastante de destruyr todos los grande crueldad consintir que mueran los

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474 LIBROS DE CABALLERIAS

o&ualleros de la manera que oy vimos. Por dos, e el torneo de mañana no se puede de-
ende, suplico a vuestra alteza que no los con- xar en ninguna manera, mas mandare poner
sienta tornear mas, o a lo menos que se pon- tal ordenanoa en el que no morirá tanta
ga tal orden que no muera la gente. E si gente». E Helena le demando licencia para
yo pensasse ser culpante en ello, mas que- yr a su cámara, ca estaua mal dispuesta por
rría hazer juramento de nunca casar que lo la sangre de los caualleros que hauia vido
tal consintir» . E el rey le respondió: «Fija, derramada en la plana. E hauida la licen-
cia del padre, la leuaron las damas acos-
no los
de penseys que no mas
caualleros, rae* en
penatales
a mifechos
la muerte
no se tar; e por aquella noche no dan ya ron en
puede escusar que no aya muertos e feri-
palacio.

CAPÍTULO XXVIII

COMO OLIUEROS VENCIO EL TORITO) EL TERCER DIA , E COMO FUE LEU A. DO DELANTE EL. KET I
LOS GRAJÍDE8 DE LA CORTE

Otro dia de mañana mando el rey que fue- cient caUfilleros a las salidas de la plftpa, e
ssen contados los muertos e los feridos, een- que si el cauallero blanco que ayer era colo-
trassen otros caualleros en sus lugares, e fue- rado se quisiesse yr, que por fuerc;a o por
ron ochenta e seys caualleros los que falta- grado ge lo traxiessen delante, que le quería
ron de los mantenedores, e de la otra parte conoBcer. En este medio andaua Oliueros tan
veynte e cinco. E escogieron otros tantog, e feroz en el torneo, que a quantos con la acha
fueron puestos en lugar de aquellos. Algunos alcan^aua, a todos derrocaua en el suelo. E
de los quales quisieran mas que el rey los tantos e tan grandes golpes dio, que quebró
mandara yr a otra parte que al torneo, ca la acha en piceas e quedo sin armas. E vién-
estañan temorizados de los terribles golpes dolo vn cauallero que de primero tenia gran-
del cauallero negro. E venidos a la placa el de temor del, aleo su acha quanto pudo para
rey e Helena e los juezes, assentados en sus darle con olla. E Oliueros estuuose quedo
lugares como los otros días passados, se jun- mirando a la acha del cauallero, e desque
taron assi mismo los caualleros e ordenaron vio venir el golpe dio vn salto de traues e el
su batalla. E entro Oliueros en la placa con golpe dio en tierra. E no houo llegado la
su gente vestida do blanco como el dia antos acha al suelo, quando Oliueros dio otro salto
estaua n de colorado, e los cauallos blancos, e asió dt'lla con entrambas manos, o tiro de
por lo qual no fue conoscido fasta que entro tal suerte, que el cauallero vino caer a sus
en el torneo. E fue pregonado que cada vno pies; e empego de nueuo a derrocar e matar
se apeasse e desciñiesse la espada, e no le- hombres que era marauilla, e tanto anduuo
uasse en el torneo sino vna acha de armas e por todas partes del torneo, que ya no fallan»
el cuerpo bien armado, e después de caydo nombro que se le parasse delante. E viendo
el cauallero o perdida la acha que nadi fue- tres reyes do Yrlanda que Oliueros leuaua lo
sse osado ferirle, so pena de muerte. Eesto mejor del torneo, mouidos de imbidia fueron
fazia el rey por que no muriessen los oaua- juntos a ferir en el, e como los vido venir
Ueros. E mando que, acabado el torneo, cada Oliueros, esperólos muy osadamente, e dio
vno fuesse a palacio, que daria el precio al al delantero dellos vn golpe en el ombro
que lo mereciesse. derecho que le falso las armas e le metió la
E luego tañeron las trompetas, e los caua- acha por el cuerpo, e voluio para los otros,
lleros empecaron a pelear muy brauamente. mas temiendo no les acaheciesse como al pri-
E Oliueros no fue conoscido fasta que le vie- mero, dexaron las achas e echaron a correr,
ron manear la acha, e derribar hombres a e los siguió fasta debaxo del cadahalso de la
vna parte e a otra. E quando el rey le houo donzella. Entonces echo el rey el bastón, e
conoscido, mando que fuessen repartidos mando que cessasse el torneo.

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CAPÍTULO XXIX

OOMO, ACABADO EL TORNEO, OLIUEROS NO FALLO SU CAUALLERO XI NINGUNO DE LOS QUE LE


f, E COMO LOS QUE GUARDAUAN LA SALIDA DE LA PLACA LE LEUARON A VN MESON,
E PE LAS NUEUAS QUE HOUO DE SU CAUALERO

El rey, e Helena, e los señores e damas triunfo e seruicios que tuno los tres dias del
de la corte, se fueron a palacio, e los cana- torneo, o viéndose en tal estado que ninguna
neros a sus posadas. E fueron los dos reyes cosa que se cubriesse no tenia saluo el ames,
embalsamados por los leñar a sus tierras. E mas quisiera morir que yr a palacio ni pa-
Oliueros estaua avn en la placa en gran cuy- rescer delante de Helena; mas no oso con-
dado, buscando e preguntando por su caua- tradecir elmandado del rey. E boluio con
llero e su gente, c no fallaua persona que los caualleros, e ellos le preguntaron por un
dellos nada le dixiesse. E como se viesse tan
gonte, e el les dixo que no sabia dellos ni
desamparado, daua muy grandes sospiros, los hauia vido de (piando entrara en el tor-
diciendo: «¡Avn no esta cansada la fortuna neo. E los caualleros le leuaron a vna posa-
de perseguirme, que todos mis males son da, e le dixieron que esperasse, que ellos
agora renouados.V E a pie como estaua e su buscarían sus escudoros que estarían perdi-
acha en la mano tomo el camino para el her- dos por la multitud de la gente; o anduuie-
mita. E en saliendo de la placa fallo los ea- ron toda la cibdad, e quedo Oliueros assen-
nallerosque leestauan aguardando por man- tado en vn banco muy pensatiuo, diziendo:
dado del rey. E como los vio estar parados en «En mal punto conosci al cauallero, ca sus
el camino, pensó «pie serian los reyes de Yr- seruicios me fueron muy engañosos, quo por
landa que buscauan venganca de la deshon- ellos cay en verguonca, e mayor mengua es-
rra que les hauia fecho en el torneo, e dixo pero si a palacio voy». E en este instante le
entre si: «Merced me harían estos can al le ros pregunto la dueña de la posada: «Dezidme,
si me diessen la muerte, pues sin ella jamas señor, ¿soys vos por ventura el cauallero ne-
hauran fin mis desdichas; mas guárdense no gro, colorado e blanco?» E el le dixo que si.
los alcance mi acha, que mis golpes serán de K ella lo dixo: «Vuestro maestresala estuuo
hombro desesperado»; e en esto llego a los poco ha comigo, e me dexo ciertas cosas que
caualleros, e aleo la acha por ferir el vno vos diesse; e dixo que luego sabriades del.
dellos, e el cauallero le dixo: «Señor caua- Por ende llegad comigo, e vereys lo que me
llero, nos no estamos aqui por dosoruirvos, fue mandado que vos diesse». E entraron Oli-
antes pidirvos por merced, de parte de mi ueros e la huéspeda en vna cámara, e diole
señor el rey, que vos plega yr a palacio. E la huéspeda vna barjoleta e la llaue della, e
desto no vos deue pesar, ca grande bien se salióse de la cámara, e Oliueros abrió la bar-
vos sigue dello» . Oliueros, pensando en el joleta, efallo en ella tres mil piecas de oro.

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47fi LIBROS DE CABALLERIAS

CAPITULO XXX

COMO EL CAUALLERO EMBIO MUY RICOS VE8TIDOS A OLIXTEROS, E ESCUDEROS E PAJES 1ÍUT
ATA BI A DOS QUE LE SIRUIESSEX, E CAÜALLOS CON MUY RICOS JAEZES

Estando Oliueros en la cámara, entraron armado edesnudado de sus vestidos, e ves-


en ella veynto escuderos con ropas de da- tio vn jubón de filo de oro tirado e calco
masco blanco e todos sus atabios blancos, e vnas calcas do fina grana, e vnos alcorque*
quarenta pajes con ropas de pallo muy fino de terciopelo verde. E después vestio vna
blanco. E el escudero delantero parescia de ropa de brocado fasta al todillo. E puso en su
cincuenta anos e hombre de grande auctori- cabeoa vn chapel colorado con vn joyel muy
dad, e tras el venia vn esclauo negro, que rico, e vn gran plumaje en el, como acostum-
traya vn fardel quanto podía leuar, e desque bran los galanes de aquella tierra. E luego
el escudero llego delante del, finco la rodilla vinieron los caualleros que le hauian dexado
en el suelo, e dixo: «Señor, el cauallero que en la posada, e dixeron que ya hauian cena-
vos siruio en el torneo me embia a vos con
do en palacio, e que el rey le estaua esperan-
todos estos escuderos e pajes para que vos sir- do en la sala con la mayor parte de los seño-
uays de nosotros; e mas vos embia este far- res ede las damas de la corte. E luego Oli-
del, en que fallareys atabios para vuestro ueros abaxo con toda su gente para yr a pa-
cuerpo, e vos pide de merced el cauallero lacio, efallo en el portal de la posada vna
que la auenencia que entre vos y el passo no acanea blanca, e la silla cubierta de brocado,
pongays en olnido». E Oliueros le dixo: e los estriuos dorados, e su jaez muy rico, e
«Vuestro señor me fizo tales seruicios, que otrosí veynte cana líos muy fermosos para los
jamas podre oluidarlos». E después rescibio- escuderos; e las sillas cubiertas de terciopelo
los todos muy bien, e mando que el fardel cremesi, e sus jaezes muy honestos. E des-
fuesse descosido. E fallaron en el tres mane- que fue subido en su acanea e los escuderos
ras de atabios, e todos muy ricos, e houo en sus cauallos, los pajes salieron todos con
sendas achas encendidas en las manos.
gran plazer Oliueros dello. E luego fue des-

CAPITULO XXXI

COMO OLIUEROS LLEGO A PALACIO E COMO FUE RECEBIDO DEL REY, E DE L08 SEÑORES, E D*
LAS DAMAS DE LA CORTE

Acompañado Oliueros de la manera que zer, cassimesmo todos los caualleros le fizie-
oystes, llego a palacio, donde estaña multi- ron mucha honrra; e avnque algunos dellos
tud de gente por verle, e dezian todos: «Ver- le querían mal por causa del torneo, ni por
daderamente este cauallero es en todo muy esso dexauan de escuchar sus concertadas
acabado; ca es muy gentil hombre armado razones, e no se fartauan de mirar sus lin-
e muy esforcado, e es muy fermoso sin ar- das facones e su perfecta crianca, e se em-
mas, e su lilosoinia le muestra ser do gran puxauan el vno al otro por verle. E el rey
linaje>. E qnando las damas oyeron dezir que le tomo por la mano, e le fizo assentar cabe
Oliueros entraua en el palacio, corrieron to- si, e departieron de diuersascosas. E en este
das a los corredores por verlo, e desque le medio estaua Helena en su cámara, e le ves-
vieron fueron a gran priessa a la señora tieron lns damas los mas ricos vestidos que
Helena, e todas conformes le dixioron que fasta entonces se hauia vestido, e después
jamas hauian vido tan gentil hombre, ni de muy ricamente alabiada de muchas pie-
creyan que en el mundo lo houiesse, por lo dras preciosas, perlas orientales e aljófar,
qual houo gran plazer la donzella, mas lo por mandado del rey vino a la sala do estaua
dissimulaua con tanta discreción que nin- el rey e Oliueros con todos los principales
guna dellas jamas pudo conosoer si dello le caualieros de la corte. E con ella venían
plazia ni le pesaua. E entrado Oliueros en dozientas damas muy ricamente aderecadas
la sala real, le res« ibio el rey con gran pla- E la louauan de los bracos dos duques, e de-

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OLIÜEROS DE CASTILLA Y ARTU8 DALGAftBE

lante dellos yuan sesenta caualleros de es- deuia en fermosnra esta Helena de Inglete-
puelas doradas. E < piando Helena asomo a rra a Helena de Grecia. E se apartaron los
la puerta, entro por la sala tan grande cla- caualleros e entro Helena. E desque llego
ridad, que quitaua la vista a «plantos en ella en medio la sala, los duques la dexaron, e
estañan , «va después de ser enteramente fer- ella fue a besar la mano al rey su padre. E
mosa, eran tantas e de tanto valor las pie- el rey la tomo por la mano, e le dixo que
dras ejoyeles que traya, que ninguna con- fablasse a Oliueros, e boluiendose ella con
paracion tenían. E no penseys que fuesse gesto alegre, finco Oliueros la rodilla en el
esta Helena muger del rey Menalao, a cuya suelo e le beso la mano, e quedo mucho mas
causa fue la cibdad de Troja destruyda, enamorado, e ella muy contenta en su vo-
mas según las coronicas rezan, ninguna cosa luntad.

CAPITULO XXXII

COMO FTT .irZGADO El. PRECIO E LA HONRA DEL TORNEO, E I>EL CONSEJO QfE ROTTtSROK
SOBRE ELLO, E DE LA REQfESTA QUE FIE FF.'ilA A OLIVEROS DE PARTE DEL REY

El rey tomo Helena por la mano e la fizo rey los vido venir, se leuanto e entro con
assentar, e dixo a Oliueros que se assentasso ellos en secreto, e el mas principal dellos
a la otra parte, e el se assento en medio de- le dixo: «Señor, vuestra alteza mando que
llos, eluego tañeron los instrumentos e em- fuessemos juezes, e en cargo de nuestras
pegaron las flaneas con mucha alegría. E consciencias nos encomendó la determinación
cessadas las daneas, entraron los juezes del de este torneo, e que no mirassemos paren-
torneo en vna cámara apartada para deter- tesco, ni amistad, ni linaje, ni señorio, saino
minar sobre ello, e nombraron todos los que que al que mejor lo fiziesse los tres dias del
mejor lo hauian fecho, e fallauan que el con- torneo fuesse dada la honrra, por lo qual
de de Flandres, e el fijo del rey de Escocia, sepa que lo bañemos mirado con mucha dili-
e vn rey de Yrlanda lo hauian fecho muy gencia, otodos conformes fallamos e a vna
bien el primero e el secundo dia, mas en voz dezimos que el cauallero que fue el pri-
fin fallaron que Oliueros lo hauia fecho mu- mer dia negro, e el segundo colorado, e el
flió mejor todos los tres dias, e que el solo postrero blanco, lo fizo mejor que ninguno
fue vencedor e el solo me resé ia la honrra. E de los otros, e (pie el solo fue vencedor
después de lo hauer assi determinado, todos o meros» -edor de la honrra». E el rey les
concordes salieron do la cámara, e fueron al respondió: «En verdad, vosotros juzgastes
rey que los estaua esperando. E desque el bien, ca el cauallero lcuo siempre mucha

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478 LIBROS DE CABALLERIAS

auantaja a todos los otros caballeros del tor- esta manera: que le ruego que quiera estar vn
neo, o nunca vi hombre fazer tanto por las año en mi corte, porque conozca los caualls-
armas como el fizo. Mas este negocio, si bien ros del reyno, e en cabo del año, si bien U
miramos no es pequeño, ca el que gana el viniere, e no viéremos en el tnas que fasta
recio del torneo gana assimismo mi fija, o agora hauemos visto, haura mi fija, herede-
ereda después de mi todo el reyno. E avn- ra del reyno, por muger». Quando loa jueces
que el cauallero me paresce en todos sus oyeron las razones del rey, le touieron por
fechos e dichos muy noble, su filosomia le muy discreto, e dixeron que dezia muy bien,
da ser de gran linaje, querría, si bien vos o que en essa manera sabrían la voluntad
paresciere, que quando se diere el precio al del cauallero, e si vn año estuuiesse en la
cauallero, que de mi parte le dixiessedes de corte podrían conoscer sus condiciones.

CAPITULO XXXIII

COMO EL RKV, POR SABER LA VOLUNTAD DE 8U FIJA, LA ENTERROGO A QUIEN LE PARESC1A


QUE SE HAUIA DE DAR EL PRECIO DEL TORNEO, E DE LAS RFSPUESTA8 DE LA FIJA

Fue vn duque por mandado del rey eon si Dios me dexa viuir, yo trabajare por ser-
los juezes para estar con Oliueros. E aparta- uirle. E dezirle heys que le beso las manos
dos Oliueros y ellos en secreto, le pregunto por ello, e que so muy contento de todo lo
el duque si era fijo de rey o de linaje de que me quisiere mandar, solo que su alteza
rey. E Oliueros le respondió que era fijo de sea Beruido» . E luego voluieron con la res-
vn cauallero del reyno de Castilla. E des- puesta alrey. e alabáronle mucho do discre-
pués le dixo el duque lo que el rey le hauia to, eel rey houo gran plazer dolió. E des-
mandado dezir como arriba d i.\ irnos. K oli- pedidos elduque e los juezes del rey, tomo
ueros, que siempre hauia tenido duda en su el rey a su fija por la mano, e le dixo: «Mi
coraeon, por verso en tierra estraña e no lija, ruegovos me digays qual destos señores
ser conoscido, e por voluntad de los señoivs vos agrada mas. e qual lo fizo mejor en el
que ay estañan, naturales del reyno e do torneo a vuestro parescer». «Señor, dixo He-
las comarcas, que eran muy conoscidos e fa- lena, nunca los mire tanto que el vno me
uorescidos, avnque conoscio que le fazian parescieaae mejor que el otro, e me paresce
agrauio no lo oso dezir. Mas respondió al que todos lo fizieron muy bien en el torneo.
duque: «En verdad, nunca serui al rey por E ol rey le dixo: «Sabed, fija, que agora se
donde mereciesse tanmañas mercedes; mas ha de dar el precio, e el que leuare el pre-

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OLIUEROS DE CASTILLA Y AftTUS DALOARBE 479

ció sera vuestro marido e heredero del reyno; ¿pesarvos ya dello?». E Helena respondió:
por ende querria que dixiessedes vuestra vo- «Si los juezes fallan que lo nieresoe mas que
luntad 9. E Helena lo respondió: cEn esso otro, quitármelo seria gran sinrazón, e de lo
se que mirara muy bien vuestra alteza, c mió ya le dixe que de todo lo que el fuere
haura buen consejo sobre ello, e de lo que seruido yo seré muy pagada». E conoscio el
ordenare e mandare seré muy contenta». E rey que Helena no seria descontenta del bien
el rey le pregunto: «Si caso fuesse que el de Oliueros, e mando luego que traxessen el
precio se diesse a este cauallero de Castilla,
precio.

CAPITULO XXXIV

DEL PRECIO DEL TORNEO, E COMO FUE EMPRESENTADO A OLIUEROS POR MANDADO DEL REY

Primeramente vinieron veynte pajes con rey nuestro señor e los señores en esta real
sendas antorchas encendidas, e vn maestre- sala ajuntados, mandaron vos fuesse dado
sala con vna vara en la mano, e fizo fazer este collar, el qual fallamos que por vuestra
lugar por que Oliueros fuesse mas honrrado, proheza los tres dias del torneo ganastes e
e porque cada vno pudiesse ver el precio e a merescistes mas que otro ninguno, e vos
quien se daua. E luego entraron seys cani- ruega su alteza, e los señores todos vos su-
lleros vestidos de brocado, e vn rey de ar- plicamos, que vos plega folgar por el espacio
mas delante dellos. que leuaua en sus manos de vn año en su corte, por que pueda com-
vn collar de oro con muchas piedras precio- plir lo contenido en el pregón del torneo, e
sas de inestimable valor: e fueron delante el vos promete que en todoeste tiempo que la sé-
rey, e fecha la deuida reuerencia, le dixie- flora Helena su fija no sera casada ni despo-
ron a quien mandaua que fuesse dado el sada», guando Oliueros houo entendido las
preeio del torneo. El rey les respondió que razones del juez, fingiendo turbación, dixo:
los juezes, que touieron el cargo de mirar c «Por cierto, uo me parescio hauerlo feeho me-
saber quien lo meresoia, les dirían a quien jor en el torneo que otro; mas pues plaze a mi
hania de ser dado. E luego se leuantaron los señor el rey fazerme mercedes, yo las resci-
juezes, e hauida la licencia fueron con los bo ile grado, e le beso las manos por ello. De
caualleros e el rey dannas que leuaua el estar en la corte vn ano so muy contento,
precio; e llegados delante de Oliueros, toma- pues su alteza es seruido, confiando que pues
ron todos sus bonetes en las manos, e el mas me fue humano en lo menos, no me sera
anciano de los juezes dixo las siguientes ra- injusto en lo mas». E tomo el collar e se le
puso al cuello, dándoles a todos infinitas gra-
«Virtuo80 e 'esforyado cauallero, el

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480 LIBHOS Dfi CABALLERIAS

cías. E despididos del, mando el rey que colorado e blanco, que por tuerca de armas
le preguntassen como era su gracia. E el les leuo la flor e la honrra del torneo, es dado
dixo que Oliueros, mas que su sobrenombre el precio por mandado de mi señor el rey. e
,no podian saber fasta en fin de ano. E man- por sentencia dada por los juezes para ello
daron que todos callassen, e dixo vn rey
deputados».
darmas a altas vozes: «A este cauallero negro,

CAPITULO XXXV

COMO OLIUEROS PIDIO POR MERCED AL REY DE INGLETERRA QUE LE CONSIXT1ESSK SER
TRINCHASTE DE LA SEÑORA HELENA, E DE LA SERUIR A LA MESA

Oliueros vino al rey, e finco la rodilla de- merced le consintiesse cortar a vuestra
lante del, e dixo desta manera: «Señor, mesa, porque tiene gran desseo de seruiros;
vuestra alteza me lia fecho mas honrra que por ende dezidme si le fare merced dello>,
mis seruicios fasta agora han raerescido, por Helena le dixo que estaua en su mano e po-
lo qual le suplico, pues es seruido que este en der, e que de lo que el mandasse ella hauna
su corte, me mande dar ofticio en que le plazer. Entonces la tomo el rey por la mano,
sima». E el rey le dixo que folgasse e to- e le mando que besasse a Oliueros. He ena.
masse mucho plazer, que todo lo que deman- turbada e mudada la color, abaxo sus ojos,
dasse le seria dado. E Oliueros le dixo: «Se- e por mandado del rey se allego al cauallero
ñor, el mayor plazer que puedo haucr es
con gran vorguenca. E Oliueros finco la ro-
seruir a vuestra alteza; por ende le suplico dilla en el suelo e rescibio el gracioso beso,
no me niegue vn officio en su palacio en que el qual sus entrañas passo e en el mas secreto
le pueda seruir». E el rey le dixo que esco- lugar de su coracon se aposento, e de ay
giesse qual officio que el quisiesse, que le jamas salió fasta que su alma del cuerp)
seria otorgado. Entonces le pidió por merced se aparto. E le tomo Helena por el braco <
que consinties.se que siruiesso de trinchante le fizo leuantar, e estuuieron en grande-
a la sefiora Elena. El rey le dixo que no fiestas e alegrías aquel dia e otro. Venido e.
podia ser, ea no se acostumbraua en aquella tercero dia, los reyes deYrlanda, e el fij>
tierra, e que Helena jamas se hauia seruido
del rey de Escocia, e los otros señores e ca-
de hombre ninguno, saluo de sus damas, en uallerosque eran venidos al torneo, pidieron
todos sus seruicios. Oliueros le suplico que licencia al rey o se partieron para sus tie-
no ge lo negasse, que en la corto de otros rras, ealgunos dellos muy ayrados contrae
reyes se acostumbraua, c lo hauian por bien. rey de Ingleterra e Oliueros, como después
Entonces se leuanto el rey e le tomo por la parescio. Ca los reyes de Yrlanda juraron de
mano, e le leuo a donde estaua Helena con fazerles guerra, e de poner a fuego e sangre
sus damas, e le dixo: «Fija, Oliueros de todo el reyno do Ingleterra.
Castilla, vuestro cauallero, me pidió por

CAPITULO XXXVI

COMO OLIUEROS SKRriO E CORTO A LA MESA DE HELENA, E FIZO EL JURAMENTO


acostumbrado

Otro dia de mañana vino Oliueros a pala- la manera del seruir e de los trajes e atabio*
cio muy ricamente atabiado de nueuos ata- de Castilla. E Oliueros le respondía con tal
biose muy costosos, e entro en la cámara del
gracia, que folgaua mucho el rey en oyrle
rey. E fecha la acostumbrada mesura, le
E después fueron a missa. E venidos de
dixo si seria contento que aquel dia empe-
casse a seruir a su señora Helena. E el rey inissa, estando en la sala real el rey e dine-
ros e otros muchos caualleros, vn principal
le dixo que le plazeria dello. E departieron
camarero e secretario del rey vino a Olioe-
de muchas cosas, e le preguntaua ol rey de
ros e le dixo que hauia de fazer vn jora-

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0LIUER08 PE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE 481

mentó, el qnal todos los que entrauan en Iob sala del rey que ya estaua comiendo, e lo
palacios reales para semir al rey acostum- pregunto por Oliueros, e el maestresala le
brauan fazer. E fecho el juramento, mando dixo que cortaua a la mesa de Helena, e que
el rey darle quatro cauallos muy fermosos, jamas hauia visto hombre tener tantas gra-
e le mando dar aposentamiento en su pala- cias, e que era marauilla verle cortar; tanta
cio. E Oliueros finco la rodilla e le beso la
gracia tenia Oliueros en su cortar, que He-
mano. E venida la hora de comer se despidió lena elas damas fueron muy maranilladas.
del rey, e le leuo vn maestresala al palacio E quando se les offrescia tiempo, miraua
de la señora Holena, e fue assi de Helena Oliueros con grande amor a su señora Hele-
como de las otras damas muy bien r,escebi- na, e bien conoscio la señora que estaua
do. E assentada la señora en la mesa, empe- preso de sus amores, por lo qnal le peso que
ce Oliueros de cortar vn pauon. E estuuo el Oliueros touiesse ol cargo de cortar, conos-
maestresala muy atento mirando la manera ciendo que seria causa de encenderle mas
del cortar de Oliueros ('). E despidióse de la en amores e las damas podrian sintir algo
dello.
señora Helena e de Oliueros. E boluio a la

CAPÍTULO XXXVII

COMO OLIUEROS, MIRANDO A. BV SEÑORA HELENA, SE CORTO VN DEDO CORTA UDO A LA MESA
DELANTE DEL LA

En muy poco tienpo fue Oliueros tan que- tigado de sus continos pensamientos, perdió
rido o amado, assi de los grandes como de la color de su fermoso gesto, tornóse amari-
los menores, que no se fartauan de le ben- llo, elos ojos de color de sangre, e ol rey se
dezir, e el rey mismo folgaua mucho quando marauillaua mucho dello. E todos, saluo He-
lo alabaua o oya dezir bien del. Esso mesmo lena, pen8auan que tenia tristeza porque es-
Helena le tenia metido en su eoracon, avo- taua en tierra ajona, e que su voluntad se-
que ningún semblante mostraua porque no ria de voluer a su tierra, e les pesaua mucho
le fuesse tachado. Alas quando el rey algo por ello. E estando vn dia cortando vn aue,
del le preguntaua, le dezia que siruia muy aleo los ojos para verla, e estando eleuado
bien, o que tenia reales condiciones; e otra mirándola como el que no era señor de si,
cosa del no dezia, e jamas nadie pudo cono- oluido el cortar, fasta que la señora lo dixo
cer sus amores. E estuuo Oliueros espacio que cortasse algo, que tenia gana de comer.
de tiempo muy alegre sintiendo cada dia a E como si desportara de vn graue sueno,
su señora Helena, e continuando su seruir, torno a cortar su aue, e pensando que Hele-
e no oluidando el mirar, crescieron sus amo- na estaua enojada por su tardanca, sintió
res en tanto grado que perdió por ellos el gran dolor en su eoracon e cayo en muy ma-
comer e el dormir, e no so hallaua sino quan- yor pensamiento, por lo qual estando muy
do la veya; e en su pensamiento siempre la turbado cortando ol aue, se corto vn dedo
tenia delante sus ojos contemplando en su fasta al huesso, e houo de dexar do cortar.
fermosura. assi de noche como de dia. E fa- E vino luego vna dama que antes que Oliue-
ros touiesse aquel cargo solia cortar, e sir-
uio a Helena muy alegremente , motejando
(') El oficio de cortador, v especialmente en la. mesa
del Rey, tenia en la Kdad Media ana gran importan- al cauallero. E Oliueros por esso no salió de
cia. I)on Enrique de Villena, en el cap. XII de su la sala, mas estuuo vn poco apartado de la
Tractado del arte, del cortar del cuchillo, enumera
mesa respondiendo muy graciosamente a la
entre loa privilegio» del cortador, que «*y ouiere
plerto con alguno, demandador aeyendo, o dern an- dama que le motojaua, e contana a su seño-
dado, puede la causa a la corte traer, avn que fueae ra algunas cosas del rey no de España de que
en tierra apartada e non tocase a au ofíyio, por que ae ella mucho folgaua, avnque en su pensa-
non aparte, por ocaaion del letigio, del cutídiano aer-
miento tenia alguna tristeza, por verle tan
oicioi (ed. Benicio Navarro, paga. 88-89).
Comp. la ley 11, titulo IX de la 2.» Partida. cautiuo por sus amores.

LIBROS DK CABALLRBlAH.— II.— M

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CAPÍTULO XXXVIII

COMO OLIUEROS ADOLESCIO DE PENSAMIENTO DE AMORES, E DEL SENTIMIENTO QCE HOUO


HELENA DE SU MAL, E COMO LE FUE A VEEB POR LE DAR SALUD

E llegado Oliueros a su posada, entro en poca su vida, e que mandasse fazer algunos
su cámara, e fatigado de los diuersos pensa- bienes por su alma e del cuerpo ninguna
mientos de amores, cayo en la cama muy cuenta fiziesse. Oyendo Helena las tales nue-
malo, e, maldiciendo su ventura, dizia: «¡Ay uas, sintió grande alteración, mas con muy
rey de Ingleterra, si tu palabra fuera com- honesta dissimulacion los despidió, sin ma¿>
plida como palabra de rey hauia de ser, yo les preguntar por el. E despididos los físi-
no estaría cercado de tantos dolores ni mis cos, entro Helena en su cámara sola, e cerro
sentidos tan turbados!» E estuuo vn mes que la puerta por dentro, e con infinitos sospiros
no so leuanto de la cama, e mando el rey a llorando e sollozcando se echo en la cama, di-
sus físicos que curassen del como de su per- ziendo: c¡0 todo poderoso Dios, que fizisto
sona misma. Los quales jamas conoscieron el cielo o la tierra, aue merced do este caua-
su dolencia, e por su gran flaqueza le des- llero que a mi causa fenece sus dias, e quie-
ahuziarun, y dixieron al rey que ninguna ras guardar mi honrra! ¡E tu, bienauentura-
esperanca tenian en su salud, por lo qual da e misericordiosa virgen María, as^i como
tenia grande enojo. E estauan muy tristes truxiste nueue meses el tu bendito fijo nues-
todos los de la corte, especialmente la señora tro saluador Jesu Christo, te ruego que te
Helena, que en grande grado se dolia del, plega guardar este cauallero e sainarle del
ca bien sabia la causa de su mal. Mus jamas grando peligro en que esta, por que no cobre
ninguna do sus damas ¡nido conoscer si do fama do matadora del tan virtuoso cauallero,
Oliueros le pesaua. E como sintiesse inesti- e no sea lastimada en la honrra ni mancilla-
mable dolor en su coraron por la dolencia ríe da en la fama!» E acabando de dezir, fati-
Oliueros, anteponiendo la honrra a todas las gada del llorar se adormeció, e le parescio
cosas del mundo, con muy discreta manera en sueños que veya cabe su cama vna dueña
e dissimulado modo estuuo con los físicos
muy fermosa, queledezia: c¡0 Helena! Oli-
que de Oliueros curauan, e entre otras mu- ueros de Castilla esta forido de muerte, e su
chas platicas, con buena dissimulacion les mal no espera remedio si tu, que lo causas-
pregunto por su trinchante. Los quales le te, no ge lo das. Por ende, demanda licen-
respondieron que jamas hauian vido tal do- cia al rey e yras verle, e le dirás que se
lencia, e que ningún conoscimiento tenian acuerde del pregón del torneo e de lo que los
de su enfermedad, mas que creyan quesería juezes le dixeron quando el precio le fue

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OLI UE ROS DE CA8TILL A Y ARTUS DALGARBU 48 ¿

dado, e que falta poco para compli miento del seré vuestra muger e vos mi marido? ¿Por
año. Helena despertó de su sueño, e se le- que me quereys dexar viuda? Esforcad, e
uanto muy alegre de la cama, e puesta de pensad de cobrar salud, que ningún mal
rodillas delante vna ymagen de Nuestra Se- puede ser tan crescido que yguale con el do-
ñora, muy deuotamente lo dio gracias por lor que vuestra dolencia me causa». Oliue-
ello, e después fue donde estaña el rey su ros eonoscio que era su señora, e rescibio
padre, o entro con el en tales razones que el gran consolación en su coracon; mas estaua
rey le houo do dezir de la graue dolencia de tan flaco que ni pudo leuantar la cabeca ni
OliueroB, e como los físicos no le dauan mas tanpoco responder palabra alguna, o en lu-
de tres días de vida. Entonces se puso Hele- gar de respuesta meneaua los beeos e abria
na de rodillas a los pies del rey, e lo deman- los ojos q uanto podia, mostrando alegría. E
do licencia para yr a ver a Oliueros, e el rey quando Helena vio que no podia hablar, le
le dixo que hauria plazcr dello, e buolta saltaron las lagrimas otra vez de los ojos, e
Helena a su posada se vestio e atabio muy con grand piedad puso la mano sobre el ca-
ricamente, e con muy poca compañía fue a la rrillo aOliueros, o Oliueros probo de voluer
cámara de Oliueros, quo posaua en el mismo la cabeca por bosar la mano, mas no pudo; e
palacio del rey. E entrada en la cámara que- conosciendolo Helena le puso la mano sobre
daron las damas a los pies de la cama, e ella la boca, e ge la traya por la garganta e por
se allego a la cabecera, donde estaña Oliueros toda la cara porque veya que Oliueros folga-
mas muerto que viuo. E quando lo vido tan ua dello; e quoriendose despidir la señora,
flaco e tan desfigurado, por mucho que quiso quito la mano que tenia sobre el carrillo do
no pudo tener las lagrimas, antes lloro muy Oliueros. Entonces sospiro Oliueros, e co-
amargamente, antes que nada le dixiesse, e mento allorar, e se esforco tanto que abrió
alimpiando sus ojos se arrimo a la cama, c la boca, e dixo, que a gran pena lo pudo en-
dixo: «Oliueros, mi señor, ¿que vos falta? tender: «Ya esto sauo», e que ningún mal te-
¿Por que teneys tan floxo coracon? ¿No sa- nia, e que le besana las manos; e ella le dixo
beys quo quando vencistes el torneo, que me que no pensasse saluo en cobrar salud, que
ganastes a mi, e que en compliendose el año era suya e jamas otro marido no tomaría.

CAPITULO XXXIX

00M0 OLIUEROS FUE A PALACIO, E COMO 1)08 CORREOS ENTRARON EN LA SALA DEL REY, E LE
DESAFIARON A FUEGO E SANGRE DE PARTE DE LOS RETES DE YRLANDA

Tanto plazer houo Oliueros do la visita- miro en la cara, e le vido mas blanco que el
ción de su señora Helena, que deudo adelan- papel, e bien eonoscio su turbación e la cau-
te se sintió mucho mejor, e al tercer día se sa della. E luego salieron las damas de sus
leuanto déla cama e quiso yr a palacio, mas cámaras, o le fueron abracar, e el a ellas, e
no lo consintieron los físicos. E mando Hele- las fablo con mucho plazer. E después se
na estar quatro damas en la cámara de Oliue- boluio a la señora Helena, e le dixo que por
ros de dia e de noche, .pie le siruiessen <* no ella tenia la vida e que ella sola le pudo sa-
le oonsintiessen comer ninguna cosa, saluo nar; e le dio infinitas gracias. E ella, vién-
las que mandauan los físicos. E fue tan bien dole tan descolorido, conosciendo que no es-
seruido, que el sexto dia fue a palacio con taua bien .sano, le mostró mucho amor, ca
mas alegría que salud, e beso las manos al bien conoscia que aquel era el principal e
rey, e después fue a los palacios de Helena, mas sano remedio pnra su dolencia. E depar-
la qual estaua ya apercebida de su venida c tiendo Oliueros con su señora e con las da-
estaua assentada en vna rica silla frontera mas fue hora de yantar, o puestas las mesas
de la puerta de la sala. E llegando a la puer- se quiso despidir de su selíora: e ella le pre-
ta, Oliueros quito el bonete e finco la rodilla gunto siso yua por no le seruir a la mesa,
en el suelo, e en medio de la sala fizo otra porque se cortara el dedo. E el le dixo que
reuerencia. Entonces se leuanto Helena e le todo su plazer e desseo era seruirla. E assi
rescibio muy bien. E se puso Oliueros de ro- siruio Oliueros a su señora, e corto a su mesa,
dillas, ele beso la mano, mas no le pudo fa- c ceno sus ojos, que muy desseosos ostauan
blar palabra, ca el grande plazer no dexaua de mirarla. E leuantose Helena de la mesa, e
proferir la palabra; e marauillada Helena le fueron las mesas aleadas. E Oliueros se des-

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484 LIBROS DE CABALLERIAS

pidió muy alegre, e fue al palacio del rey, bles e muy poderosos reyes de Y rían da ,
que ya hauia comido e departía con los ca- por cuyo mandado entre en estos palacios.
ualleros, e fue Oliueros bien rescebido, e Vos, rey de Ingleterra, sabed que los siete
houo gran plazer el rey quando supo que reyes de Yrlanda me mandaron que tos des-
hauia seruido a la mesa de su fija e le vio afiasse a fuego e a sangre, e vos digo de su
tan alegre; e luego vino Helena con sus da- parte que no soys rey ni meresceys nombre
mas, ela rescibio el rey con gran plazer. E de rey, ea fuestes desleal e traydor, e muy
departieron el rey e Helena e Oliueros de cruel en fazer derramar su sangre en vues-
muchas cosas. E estando ellos en sus razones tra plac;a sin tener legitima causa para ello.
e los eaualleros principales en la sala, entra- Por lo qual juraron de no voluer jamas a sus
ron dos correos en la sala, los quales, des- reynos fasta echarvos de vuestra tierra e vi-
pués de hazer su reuerencia, fablaron desta tuperosamente fazervos morir: e sabed que
manera: «El todo poderoso Dios, que fizo el están ya en vuestro rey no con mucha gente,
cielo e la tierra, guarde e prospere los no- e han quemado e destruydo lugares e villas» .

CAPÍTULO XL

COMO OLITJEROS TIMO POR MERCED AL REY QUE LE D1ESSE GENTE l'AIi.V ECHAR LOS RETES DK
YRLANDA DEL RETNO DE INGLETERRA

El rey fue muy triste por la fabla del co- teza que no me niegue esta tan señalada
rreo, etodo demudado ahaxo la cabeea, es- merced, jior que sea conoscido su grande
perando que algún camillero le resj>ondiesso, poder e sabido su buen derecho, e porque no
e assi mesmo Oliueros pensó que alguno de queden los reyes de Yrlanda sin castigo de
los señores que estañan presentes respondie- su loco atreuimiento». El rey mando a Oli-
ra por su rey. Mas viendo que todos tenían ueros que se leuentasse. e mando que los
silencio, se puso de rodillas delante del rey, mensageros fuessen aposentados e bien serui-
e dixo: «Muy excelente, poderoso e victorio- dos, e que otrodia boluiessen por la respues-
so señor, yo, Oliueros de Castilla, el menor ta. E luego mando el rey venir todos sus le-
trados, o que fuesse mirado lo que se hauia
de sus va'ssalloB, me offrezco con muy poca de fazer sobre la demanda de los reyes de
gente e con la mucha justicia e razón que
vuestra alteza tiene, do echar los reyes de Yrlanda. Los letrados dixeron que pues que
Yrlanda de su rey no, e fazerles conoscer el la guerra no se escusaua, que era bueno dar
cargo a Oliueros della, pues que con tanto
yerro en que cayeron, e suplico a vuestra al-

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OLIÜEROS DE CASTILLA Y ARTÜS DALGARBE

desseo lo pidia por merced, e que no sintian espingarderos e archeros, e quatro mil lan-
otro mas suficiente para ello. El rey mando ceros, eles dio por general capitán a Oliue-
llamar a Oliueros, e le dixo: «Cauallero, de ros, emando dar a Oliueros seys mil nobles
buen grado vos encomendara este negocio, de oro. E mando Oliueros juntar toda su gen-
porque se que dierades buena cuenta dello, te en vnas praderías junto con la cibdad de
mas estays avn muy flaco e no bien sano de Londres, e puso los hombres darraas por su
vuestra dolencia, e temo que las armas vos parte, e por consiguiente los espingarderos
causarían mayor mal» . cSeíior, dixo Oliue- e archeros; e los anduuo mirando de vno a
ros, en la hora que tomare armas en seruicio vno, e los que fallaua mal armados les dio
de vuestra alteza, seré libre de todo mal, e las armas que hauian menester muy cumpli-
mi coracon sera muy contento». El rey lo damente. Epartió sus nobles con ellos muy
dixo: cOliueros, vuestro buen desseo es co- francamente, e assi gano las voluntades de
noscido, e antes de muchos dias rescibírcys sus hombres, e dixieron todos que pornian
el galardón que de muchos dias merescistes. osadamente sus vidas por su honrra. E Oli-
E pues vos quereys tomar este cargo, yo vos ueros los dio las gracias, e los mando apo-
mando veynte mil hombres de pelea que fa- sentar todos muy bien, e todos tenían que
gan en todo vuestro mandado, e escojed de contar de la franquoza de Oliuoros.
mis oauallos, e tomad las armas que mejor E otro dia de mañana Oliueros fue arma-
vos parescieren. E otro dia de mañana vi- do do todas armas, e entro en la cámara del
nieron los mensageros de Yrlanda por la res- rey, e demandólo liconcia para partirse. E
puesta de su embaxada, e dixo el rey a Oli- el rey le dixo que sobre todo le embiasse
ueros que les diesse respuesta la que mejor continuamente enformar del fecho do la gue-
le paresciesse. E entrados los correos en la rra, para embiarlo gente si fuesse menester.
sala real delante el rey e todos los caualle- E Oliueros lo besóla mano e se despidió del,
ros, demandaron respuesta de su embaxada. e fue assi mismo despidirso de su señora He-
Entonces fablo Oliueros dosta manera: «El leua, mas no fue sin multitud do lagrimas
muy esclarescido e siempre victorioso seflor de la vna parte e do la otra. E tomo Helena
el rey de Ingleterra, mi señor, me concedió vna cadena do oro que tenia al cuello, e la
la merced que ayer le suplique estando vos- puso al cuello a Oliueros, diziendo: «Aquel
otros presentes. Por ende direys a los reyes que conseruo Joñas sin lision en el vientre
de Yrlanda, que Oliueros de Castilla, el me- de la ballena, quiera por su piedad guardar
nor cauallero de quantos están en esta roal este cauallero de todo peligro; e como por su
corte, sera de aqui a ¡>ocos dias con ellos, e gracia venció el rey Dauid al gigante Golias,
ha fecho juramento do no boluer a la corte de por aquella alcance el cauallero complida
su señor fasta echarlos desta tierra, e como victoria contra sus enemigos». E abracóle
tiranos e vsurpadores fazerlos vergoñosa- muy rezio, o el la beso la mano, e despidió-
mente morir» . E les dio Oliueros sondes eaua- se della, e caualgo en vn poderoso cauallo,
llos muy buenos, e partiéronse de Londros, e mando tañer las trompetas, e salió do la
e anduuieron tanto que fallaron los reyes de cibdad con toda su gente. E tanto anduuo,
Yrlanda, que ya estañan en Ingleterra que- que al quinto dia llego a media legua de sus
mando ederribando quanto podian,o lescon- enemigos, los quales eran treynta y cinco
taron la respuesta de Oliueros, e concibieron mil hombres do polea, e tenían assentado
grande temor en sus coracones; mas no de- real sobre vna cibdad de diez mil vozinos.
xaron la guerra por no caer en couardia. E E quando supieron que los ingleses venían,
el rey de Ingleterra en muy pocos dias fizo leuantaron el real, e se pusieron en ordé-
juntar veynte mil ingleses, entre los quales nanos en vn campo llano para esperar ba-
hauia ocho mil hombree darmaa, e ocho mil talla.

CAPITULO XLI

DE LA BATALLA QUE HOUO OLltTEBOS CON LOS RETES DE YBLANDA, E COMO LOS VENCIO

Quando Oliueros supo que estaña cerca de treynta y cinco mil, e que la tercia parte
sus enemigos, tuno tal modo que prendió dellos era gente común e desarmada, e no
vno do los que lenauan vitualla al real, e le vsada a la guerra, e no estañan ya sobre la
fizo dezir el numero dellos e la ordenanza o cibdad, mas estañan en campo llano esperan-
la guarda del real, e dixo que eran obra de do a los ingleses en asaz buena ordenanca, e

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48C LIBROS DE CABALLERIAS

tenian guardas en todas los caminos, por tras fuercas en seruicio de nuestro natural
que no entrasse socorro ninguno en la eib- señor, dexando crescida memoria de nuestras
dad; etenian sus tiendas al pie de vn mon- señaladas fazanas. tomando nombre de ven-
tezito no muy apartado do la eibdad. Oliue- cedores, dexar
o vergonzosa memoria e des-
ros fue muy alegre en saber estas nneuas, e onrrada fama a nuestros herederos cobrando
mando llamar vnos ancianos labradores de nombre de vencidos, lo qual no creo que pue-
aquella comarca, e se enfermo por entero de dan consintir vuestros nobles coracones. E si
la tierra. E supo que tenian los enemigos vn ay alguno o algunos a quien falte animo para
solo camino para vn puerto do mar, en el pelear contra sus enemigos, diganlo, que les
qual tenian sus nauios aparejados para sai- pagare su sueldo e boluerse han a sus casas» .
narse los reyes e los que pudiessen, si caso E folgo mucho la gente en oyr las razones
fuesse que perdiessen la batalla. E pregunto do Oliueros, e respondieron todos a vna voz
dineros si les podría atajar aquel camino, e que sus voluntades eran de viuir e morir en
le dixeron que no, sin primero hauer batalla su seruicio, e que a esso eran venidos ay.

con ellos. Entóneos mando aderezar su gen- Oliueros les dio infinitas gracias por ello, e
te, edespués fizo pregonar si alguno carescia empeco a ordenaran batalla, e fizo tres par-
do armas o de cauallo que viniesse a el; e tes de su gente, e tomo para si tres mil de
proueo algunos del los; e después les fablo cauallo e qttatro mil peones, e dio a otro ca-
uallero ingles otros tantos, cuyo nombre era
generalmente en esta manera: «Señores e es-
forzados varones, hermanos e compañeros Ydoart, e los otros dio a otro canal loro que
mios: bion creo que ha venirlo a vuestra no- Hamauan Robort. E dixo ¡i Ydoart que fuesse
ticia la grande humanidad de nuestro señor hazia la eibdad. o que no se mouiesse fasta
el rey <lo Inglaterra, e no menos la grande que viesse tiempo, e que firiesse do aquella
parto en los enemigos. E dixo a Robert que
franqueza e liberalidad que con todos nos-
otros mostró, e por consiguiente el grande so estuuiesse ay fasta que viesse a Ydoart en
cargo en que le somos; o creo que vuestros la batalla, e que firiesse con su gente de U
vigorosos ánimos son sabidores de quantoes otra parte. E el fue con sus siete mil pues-
mas digna de gloria la honrrada muerte que tos en buena ordena nca. e ferio en medio los
la vergonzosa vida. En este dia se nos offres- enemigos. E en los primeros encuentros, vn
ce tiempo para combidar el rey nuestro se- capitán de Yrlanda le encontró con vna grue-
ñor a mayor humanidad, o para que faga- — i larv a, o de los p randea golpea craebmroil
mos de manera que no diga la gente que file- las laneas e cayeron los cauallos e canalle-
mos para recibir mercedes e no para seruir. ros, mas no se leñante el capitán, ca tenia
E tenemos lugar para aloanear honrra e pro- media lanea metida por los pechos. E estan-
do Oliueros a pie con la espada en la mano,
uecho para siempre jamas, empleando nues-

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OLICEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE

cortando bracos e piernas, derribando cana- tristes por las tristes nueuas que les traxe-
líos e caballeros, trabajauan sus enemigos ron. E Oliueros mando tañer las trompetas
por darle muerte; mas en poco tiempo der- e recoger su gente, e boluieron por el campo
roco diez y seys cauallos, e los caualleros de la batalla, e Oliueros houo gran lastima de
metió a muerte. E luego entro Ydoart en la la gente que estaua muerta en el campo. E
batalla, e fizo tanto, que Oliueros caualgo en salieron los de la cibdad a rescibir a Oliue-
vn cauallo de los muertos e tomo otra lan- ros, ele dieron muchos presentes e de grande
ca, e empeco de nueuo a ferir e derrocar ca- valor, los quales todos repartió con su gente
ualleros. ERobert entro por otra parte en e ninguna cosa quiso para si. E dixo que
la batalla con muy gran denuedo. E tanto quería embiar las nueuas al rey su señor; e
fizo Oliueros e su gente, que los reyes do mando que los muertos fuessen contados por
Yrlanda no podieron resistir a sus grandes le fazer sabidor de todo lo passado, e falla-
golpes e boluieron rienda para el puerto, e ron que eran veynte mil hombres muertos
Oliueros siempre los siguió fasta que entra- de los de Yrlanda e muy pocos de los ingle-
ron en las naos, matando muchos dellos. E ses. E mando que todos los ingleses muertos
con los que los pudieron seguir alearon vela, fuessen leuados a la cibdad e enterrados
e se boluieron a Yrlanda muy desconsolados; honrradamente.
e assi mesmo fueron todos los del reyno muy

CAPITULO XLII

COICO OLIUEROS SUBIO DOS CORREOS AL REY DE INQLETERRA 009 LAS NT7EUA8 DE LA BATALLA.
E COMO ORDENO DE PASSAB EN YRLANDA EM POS DE SUS ENEMIGOS

Oliueros escriuio vna carta de todo lo que en vnos verdes prados no muy lexos de la
hauia fecho e le hania a cáese ido, del dia que cibdad todos a pie, e el vino cauallero en
se partiera de Londres fasta aquel dia; e vna muy gentil acanea blanca, o entro en
mando partir dos correos, e que lo mas presto medio dellos, e dixo que les queria fablar a
que fuesse possible leuassen la carta al rey todos generalmente, e ellos fizieron corro en
su señor. E al tercer dia llegaron los correos derredor del e estuuieron muy atentos a lo
a la corte, e presentaron su carta al rey, que les quiso dozir. E les dixo las siguientes
e después que el rey la houo leyda, man- razones: «Muy nobles, virtuosos e esforzados
do que fuesse leyda publicamente delante varones, hermanos e compañeros mios: muy
todos los caualleros de la corte, e houieron pagado esto on mi voluntad del grande es-
todos gran plazer do las nueuas, especial- fuerzo ecrescidas virtudes de vuestros ma-
mente Helena E tañeron las campanas en ñanimos coracones, e de las esperimentadas
todas las yglesias, e fizieron grandes fuegos fuergas de vuestros vigorosos bracos, e me
por las calles en señal de alegría, e todos tengo por muy dichoso en mo fallar en tan
bendizian a Oliueros que de tanto peligro noble compañía. Ya vistes el grande daño
los hauia librado. Agora tornaro a Oliueros, que rescibieron nuestros enemigos, por lo
que estaua pensando en sus comentados qual ningún discreto se hauia de marauillar
negocios, e estaua mal contento en su cora- ni tenerlo en mucho, ea les toniamos mucha
con porque los reyes de Yrlanda se le ha- auantaja, ca estañamos en nuestra tierra e
uian (') ydo de la manera que dLximos, e le ellos on ajena, o estañamos muy folgados
parescía que ninguna cosa hauia fecho, pues quando con ellos entramos en batalla, e ellos
que los reyes estañan en saluo en sus tie- muy cansados del contino traer de las armas
rras. E dezia entre si que avnque hauian e muy fatigados de las malas noches e malos
perdido gran parte de su gente, que nín- dias quo hauian passado tan luengo tiempo
na mengua les era, porque estauan fuera en el canpo; e si agora nos boluiessemos a la
sus reynos, e por consiguiente el alean- corte, -ningún señal de victoria podríamos
caua poca honrra en los hauer echado de leuar, pues ninguna cosa ganamos; e la hon-
Ingleterra, e que seria tenido en poco su rra no se alcanea en solamente defenderse,
fecho si mas no fiziesse. E mando salir toda saluo en matar o sojuzgar a su enemigo. E
bu gente fuera de la cibdad, e juntáronse esto faremos muy ligeramente, si bien vos
paresciere mi consejo. Mi voluntad era quo
(') Bl texto: cía bauia». passassemos en Yrlanda, e siguiessemos

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•168
LIBROS DE CABALLERIAS

nuestros enemigos sin darles tiempo para bien a todos lo que Oliueros les dixo, e di-
fortalecer sus lugares ni proueherse de gen- xeron entre si que aquello procedía de gran-
te; que según el numero de los muertos, no de coraron e de muy creseido saber. E des-
teman mucha gente de guerra; e assi toma- pués le dixeron: «Señor e muy esforcado ca-
remos entora venganza del los e alcancaremos uallero: nosotros partimos de Londres par»
perpetua honrra, e dexaremos creseida me- 8ernir al rey nuestro señor e a vos; por ende
moria de nosotros, e este es mi parescer; ordenad como mejor vos paresciere, que nos-
mas todavia quedo a la correetion e consejo otros yremos a do quier que nos mandardes» .
de los mas discretos, e vos ruego que cada Oliueros ge lo touo en merced, e boluieronse
vno diga su voluntadi. Paresciolcs muy todos a la cibdad en mucho plazor.

CAPITULO XLIII

COMO OLIUEROS SALIO DE INQLETERRA E ENTRO EN YRLANDA, E COMO A8SENTO REAL SOBRE
VKA FUERTE VILLA DONDE ESTAUA VN REY, E DE LA BATALLA QUE HOÜO CON LOS OTROS
QUATRO REYES QUE VINIERON EN AYUDA DEL REY QUE ESTAUA CERCADO

Otro dia do mañana estuuo Oliueros con llano no muy apartado de la cibdad, e puso
los cibdadanos, e les dixo como queria passar guardas que defendiessen que no saliesse la
en Yrlanda, e les rogo que adereeassen algu- gente de la cibdad, e puso su gente en orde-
nos nauios. E en pocos dias fueron adereza- nanza, eempernaron de llegarse a ellos passo
dos treynta nauios muy buenos, e bastecidos ante passo. E Oliueros mando que no se mo-
de todos pertrechos. E fizo Oliueros proui- uiesse ninguno fasta que le viessen entrar
sion de tiendas o pauallones, e de todas las en la batalla e que siempre estuuiessen en
cosas neoessarias para estar en el canpo; e ordenanca, e les rogaua que peleassen osa-
vn lunes en amanesciendo embarco con toda
damente, prometiéndoles la honrra e el ven-
su gente, e tuuo el viento muy prospero, e cimiento de la batalla. E después tomo vna
en pocos dias llego a vn puerto de Yrlanda e lanca muy gruesfa, e antes que llegassen
tomo tierra antes que fuesse sentido ni co- los enemigos dexo su gente y fue a rescibir-
noscido. E estaua sobre el puerto vna asaz los; e fizo señal que saliesse alguno a que-
buena villa cercada; equando los de la villa brar la lauca con el, e salió vno de los qua-
vieron tanta gente, cerraron las puertas e se tro reyes con su lauca en el riste, e estuuo
pusieron en defensa. Mas en poco tiempo la gente queda de ambas partes, e los caua-
los pusieron a fuego e sangre, e assi mesmo lleros se encontraron con tanta fuerca, que
otros tres o quatro lugares que no so quisie- las laucas fizieron piezas; e el rey cayo en
rou dar, o les puso tanto temor, quo muchos ol suelo e su cauallo sobre el, e Oliueros fue
lugares gano sin guerra ninguna; e a los luego apeado e le quito el yelmo para le
que se le dauan fazia mercedes e mostraua cortar la cabeza, e ol roy junto las manos
mucho amor, e muchos dellos le siguieron, e pidiéndole por merced que no le matasse. E
peleauan brauamento contra su señor. E Oliueros aleo la cabera e vido que los ene-
llego Oliueros a vna cibdad do estaua vn migos venian sobre el, e le dixo que no po-
lijo del rey que moriera en ol torneo, e es- día escapar, ca no tenia tiempo de leñarlo
taua muy bieu bastecida de todos pertre- preso por la priessa que le dauan los enemi-
chos, e puso Oliueros real sobre ella; e otro gos. E el rey le juro que yria preso sin que
dia, en saliendo el alba, dio vn combate e lo leuasse, e se pornia en poder de su gente.
murió mucha gente de vna parte e do otra, E Oliueros le tomo la ospada e el puñal, e le
mas no la pudo ganar. E Oliuoros assento ayudo a leuantar. E el rey se fue corriendo
bus tiendas e pauallones e la cerco de tenias quanto podia para el real de Oliueros, e fue
partes, e estuuo sobre ella cinco dias sin dar preso e muy bien guardado; e Oliueros ca-
combate. En este tiempo fueron apercobidoe ualgo en su cauallo, e le fue fuerca retraerse
los otros quatro reyes, e se juntaron todos, e fasta que fue sentido de lanca. Entre tanto
allegaron toda la gente que pudieron para llegaron los enemigos, e fue tiempo que cada
yr contra los ingleses e a librar el rey que vno empleasse sus fuercas, e fue la batalla
estaua cercado. E tomaron el camino para muy cruel o en los primeros encuentros
el real. E quando Oliueros supo que estañan murió mucha gente. Muchas dueñas perdie-
muy cerca, mando juntar su gente en vn ron ay su 8 maridos, e muchos fijos sus pa-

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OLIUEROS DE CASTILL A Y ARTÜS DALGARRE
dres, e muchas damas sus amigos. E si no pondieron que era buen consejo, e le roga-
fuera la buena ordenanza de Oliueros, mu- ron que antes que los enemigos fuessen
cho mal passaran los ingleses, ca no eran apercebidos, que en ordenanca como esta-
tantos en numero como los enemigos. Mas uan fuessen ferir en ellos. E Oliueros fizo
yua Oliueros por el campo como vn león dos partes de su gente, e dio la vna a Ydoart,
brauo, derribando caualleros e cauallos, e que era muy buen cauallero, e la otra tuuo
despadacando cabecas e bracos, e boluiendo- para si, e embio espías por saber bien el lu-
se a menudo a los suyos. E al que veya de- gar do cstauan los enemigos, por tomarlos
rribado del cauallo, le fazia caualgar; e al mas a su saino; e dixo a Ydoart que se estu-
que estaua sin armas, ge las daña; e al que uiesse quedo fasta que le fiziesse señal, e que
salía de ordenanca, metia en ella; e los entonces, on ordenanca como estaua su gente,
guiaua e reglaua de contino como el buen flriesse en los enemigos. E Oliueros rodeo por
pastor su ganado. E fizo tales cosas, que fue vn monte o gano las espaldas de sus enemi-
eonoscido de todos sus enemigos, e todos lo gos, oquando vido que los tenia cercados a su
hauian miedo e fuyan quanto podian de en- plazer, mando tañer vn cuerno por fazer
contrar con el. E el siguia siempre los que señal a Ydoart que comenzasse la batalla. E
veya mas ferozes en la batalla, e yua bus- quando los reyes de Yrlanda oyeron el cuer-
cando los reyes, mas ellos fuyan de encon- no, conoscieron que estauan muy cerca de
trar con el. E el buen Oliueros traya la es- sus enemigos, e mandaron armar la gente
pada eel braco derecho teñidos en sangre, e e poner en ordenanca lo mas presto que pu-
sus armas eran en muchas partes rompidas dieron; mas Ydoart, que sintió que sus ene-
de los grandes golpes que hauia rescibido. migos se aparejauan a la batalla, entro en
E turo la batalla fasta la noche ; e los tres ellos con tanta ferocidad, que en muy poco
reyes mandaron tañer las trompetas e retraer espacio puso a muerte grande numero de-
su gente. E assi mismo Oliueros junto su llos, e tanto fizo que les fue fuerca boluer
gente, e mando apartar los feridos e curar rienda e desamparar el campo e las tiendas.
dellos, e los otros puso en ordenanca, e pro- E fuyendo los tres reyes a rienda suelta, en-
neo de cauallos e de armas los que las hauian contraron con Oliueros, que los rescibio de
menester, e les fablo desta manera: «Seño- tal suerte que la mayor parte de su gente
res e hermanos mios: ya vistes el poco es- fizo morir a mala muerte, e los tres reyes
fuerco de nuestros enemigos, que eran tres prendió e los encomendó a vn cauallero, e
por vno do nosotros e leuaron lo peor de la el siguió los enemigos, los quales, fuyendo
batalla: e si lo dexamos bien pueden allegar del furor de Oliueros, cayan en manos de
mas g;ente de la que perdioron oy en la ba- Ydoart, que dellos ninguna piedad tenia E
talla, eqnica los ayudara algún señor, por tan grande fue la mortandad, que apenas
donde podemos rescibir grande daño, ca nos quedaron vinos para enterrar los muertos. E
no podemos ser socorridos, ni tenemos espe- mando Oliueros tañer las trompetas e retraer
ranza en rey ni señor, ni en otro cauallero su gente, e mando poner los quatro reyes en
saino en Dios e en nuestros animosos cora- vna tienda; e ellos descansaron alli aquella
conos e esforzados bracos. Mi voluntad seria noche. Otro dia en la mañana fueron los in-
que, sin darles tiempo ni lugar ninguno, gleses alreal de los enemigos, e fallaron gran-
firiessemos en ellos, e agora los fallaremos des riquezas en las tiendas de los reyes, e las
6in ordenanca e ocupados en assentar sus leuaron todas a Oliueros, eel las mando repar-
tiendas e curar de los feridos». E ellos res- tir entre ellos, e ninguna cosa tomo para si.

CAPÍTULO XLIV

COMO OLIUEROS CERCO DE KUEÜO LA CIBDAD DOXDE ESTAUA EL OTEO REY DE YRLANDA
E COMO SE LE DIO E ENCOMENDO A SU MISERICORDIA

Oliueros mando poner sus tiendas al rode- de leña muy seca, e la fizo luego poner a las
dor de la cibdad como de primero, e dexo puertas de la cibdad, o mando que pusieesen
descansar su gente tres dias; e otro dia man- fuego en ella, e quando los de la cibdad vie-
do pregonar que todos estuuiessen apercebi- ron que las puertas ardían, por matar el
dos con sus armas, que quería dar combate fuego desampararon la cerca. Entonces vie-
a la cibdad, e mando traer gran quantidad rades subir ingleses como gatos de todas las

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400 LIBROS DE CABALLERIAS

partes por la cerca de la cibdad, e en poco darle la vida, mas que le era Coreado yr pre-
tiempo entraron seys mil ingleses en ella, e so con los otros reyes a Ingleterra. Enton-
pusieron a ñlo de espada quantos fallaron. ces salió el rey de la torre e se puso de ro-
E Oliueros mando pregonar que ninguno dillas alos pies de Oliueros, e Oliueros le
fuesse osado de desonrrar muger ni donze- tomo por el braco e le fizo leuantar, e dixo a
11a, so pena de muerte, e que de la fazienda su gente que tomassen posadas en la cibda-i.
flziessen a su voluntad. El rey estauaen vna e que guardassen la honrra de las mugeres.
torre, con mas miedo de morir que voluntad e que los feridos fuessen bien curados. E ?.
de pelear. Oliueros mando que diessen com- tomo posada en vnos ricos palacios en los qna-
bate ala torre e pusicsson fuego a la puerta les fizo leuar los cinco royos cautiuos, e lo
como a las de la cibdad, e quando el rey fizo seruir honrradamente, e los fazia come:
vido la diligencia que ponia Oliueros en de- continuamente a su mesa. E dixo a Ydoart
rribar la torre, temiendo morir se puso a su capitán que fuesse al puerto e fiziese gaU-
vna ventana de la torre, e a grandes vozes fetear los nauios e bastecerlos de las cosas ne-
demando perdón a Oliueros, suplicándole cessarias para voluer a Ingleterra, e Ydoan
que quisiesse vsar de misericordia con el. E se partió luego para el puerto, e Oliueros es-
Oliueros le mando responder que le plazia tuuo Colgando ocho dias en la cibdad.

CAPITULO XLV

COMO 0LTÜXB08 BE PARTIO DE YRLANDA PARA INGLETERRA, E DEL RKSCIRDÍIENTO QUE LE IT»
FECHO EN LONDRES

Vn sábado a medio dia fue pregonado por todo el mundo, besa las manos de vuestr-
toda la cibdad que cada qual estuuiesse apa- alteza e de la muy esclarescida señora He-
rejado para el lunes para partirse de la cib- lena, e me mando que contasse a vuestra
dad. E el lunes por la mañana los ingleses alteza lo que hauia passado después que si-
sacaron infinita fazienda de la cibdad; cada
llera de Ingleterra. Mas ningún hombre mor-
vno tenia caxas, e cofres, e fardeles, e car- tal seria bastante para contar la tercia par.*
garon azemila8 e otras bestias que hauian de bus grandes prohezas, ni creo que jamas
ganado en la guerra. E mando Oliueros que hotio cauailero que tanto fiziesse por las ar-
los reyes caualgassen en sendas muías sin mas como a el vi fazer; según su grande sa-
espuela ninguna, e el caualgo en vn fermo- ber e su crescida industria en los fechos <fc
so cauallo, e salió de la cibdad con ellos, e la guerra, era bastante con la poca gent*
tomaron el camino para el puerto. E quando que leuaua de conquistar todo el mundo.
llegaron al puerto, Ydoart tenia aparejadas
E, después de Dios, es vuestra alteza obli-
las cosas necessarias muy eomplidamente, e gado al cauailero mas que a todas las perso-
los nauios bastecidos e muy bien aderecados. nas del mundo, ca en seruicio de vuestra
E Oliueros embarco con toda su gente, e los alteza ha conquistado por fuere* de armas
marineros alearon la vela, e en pocos dias los cinco rey nos de Yrlanda, e los reyes trahf
llegaron al puerto a donde hauian embar- presos a vuestra alteza» . El rey fizo merce-
cado quando partieron de Ingleterra. E los
des a Ydoart, e assi mismo Helena le mand<-.
cibdadanos ouyos eran los nauios los resci- dar de sus thesoros. E mando el rey 8 k*
bieron muy bien, e cada vno alabaua e ben- caualleros que fuessen aperoebidos para rt*-
dezia a Oliueros. E Oliueros dixo a Ydoart
cibir a Oliueros. E quando supieron qu*
que oaualgasse a gran priessa e fuesse a la Oliueros estaua a media legua de Londre?.
corte, e dixesse al rey su señor como esta- mandaron tañer todas las campanas, e sali-»
ña en su tierra, e le enformasse de todo lo el obispo con toda la clerezia e con solenn*
que hauia passado con los reyes do Yrlanda. procession, e el rey caualgo en vna acanea
E quando Ydoart llego a la corte, fue a besar blanca con vna ropa de filo de oro tirado, t
la mano al rey que estaua assentado a la salió de la cibdad con quatrocientos caualle-
mesa, e Helena su fija con el, e los caualle- ros de espuelas doradas, muy ricamente ala-
ros e setlores de la corte estañan en la sala biados. Equando Oliueros vio las cruxes.
muy de8seo808 de saber de Oliueros. E Ydoart salto del cauallo e fizo reuerencia. e después
fablo desta manera: «Muy poderoso señor, beso la mano al obispo. E quando el rey le
Oliueros de Castilla, el mejor cauailero de vio, se apeo del acanea e le abraco e le beso

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CULTEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE 491

en la boca. E Oliueros caualgoen su cauallo, en esta tierra: ca por vos es el reyno honrra-
e fueron todos juntos en la procession fasta do e temido, e mi corona ensalcada». E Oli-
al yglesia, e fizieron oración. E mando Oli- ueros le dixo: «Señor, de vuestra alteza las
ueros aposentar toda su gente, e después gracias a Dios e a los buenos varones que
fue con el rey a palacio, e quando estuuie- me dio, ca todos ellos lo fizieron muy bien» .
ron en la sala, el rey le abraco otra vez, e E el re}- mando llamar a Helena, e le dixo
le dixo: «Fijo, bendito sea el padre que vos que rescibiesse muy bien a Oliueros, e Hele-
engendro e la madre que vos parió, e ala- na abraco e beso a Oliueros, e no le mostró
bado sea el todo poderoso Dios que vos erabio mucho amor porque estaña el rey presente.

CAPITULO XLVI

OLIUEROS FUE A PALACIO CON LOS CINCO RETES OE YRLANOA , LOS OTALES EMPRESENTO
AL REY DE EÍGLETERKA

Quando Oliueros houo contado al rey e a tomo a Oliueros por la mauo, e le fizo assen-
Helena parte de lo que hauia passado en tar cabe si. E los reyes presos fizieron reue-
Irlanda, se despidió dellos e fue a su posada rencia al rey, mas el rey inclino tan sola-
e fue luego desarmado. E llegada la hora de mente la cabeca e otra cuenta no fizo dellos,
cenar, fue a la posada de los reyes de Yrlan- por lo qual touieron gran sospecha temien-
da, e les dixo que el rey su señor los combi- do que los mandaría morir, e se boluie-
daua a cenar, e (pie les pluguiesse yr con el rou a mirar a Oliueros, el qual luego co-
a palacio. E caualgaron todos cinco en las noscio su temor e houo enojo dello, ca qui-
muías en que hauian venido a Londres, e siera quo avnque venían presos que fueran
Oliueros en vna acanea, e los leuo a palacio. bien rescibi<'os, porque eran reyes corona-
E quando supieron que venían salieron los dos E departieron el rey e Oliueros de di-
tanalleros de la corte a resci birlos, e los uersas cosas, e después fueron puestas dos
acompañaron fasta que entraron en la sala mesas en la misma sala, e en la vna se
do estañan el rey e Helena esperando. E assento el rey e Helena e Oliueros por man-
quando Oliueros entro en la sala con los re- dado del rey. e en la otra los cinco reyes
yes, folgo mucho Helena en verlos por la de Yrlanda, e tueron marauillosamente ser-
honrra de Oliueros. E el rey se leuanto e uidos.

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CAPÍTULO XLVIl

DE LA TABLA QTTE HOÜO EL REY CON OLIUEROS SOBRE EL CASAMIENTO DE Sr FIJA

Quando houieron cenado e las mesas fue- to en ella, lo qual creo que ya teneys mirado
ron aleadas, entraron en la sala los menestri- e conoscido. Por ende las cosas que mas
les, e empecaron a tañer diuersos instrumen- quiero en este mundo vos do en satisfacion
tos, evenidas las damas de Helena, empe- del agrauio een galardon.de vuestros serui-
caron las dancas con mucha alegría, e des- cios. Helena, mi sola fija, sera vuestra mu-
pués que houieron danzado, Helena se des- ger e vos su marido, e sera vuestro todo él
pidió del rey e de OliueroB, e se retraxo en reyno de Ingleterra después de mi muerte,
su palacio con sus damas. E el rey estaña o antes si vos soys seruido». Quando el rey
pensando como podría galardonar los orcsci- houo acabado su razón, Oliueros se puso de
dos seruicio8 de Oliueros, teniendo en poco rodillas e dixo: «Muy esclarescido e victorio
la fija e el reyno según el merescimiento de so señor: avnque indigno e no raereseedor.
Oliueros, e pensó que quica no seria su vo- yo reseibo la tan alta merced, e besóle la
luntad de casar ni quedar en aquella tierra, mano». E después dixo: «Jamas cauallero fue
e con esta duda, delante los reyes de Yrlan- do su señor tan bien galardonado, ni jama.*
da e los caualleros que en la sala estañan, le fue merced ygual desta. Por ende sera vues-
dixo las siguientes razones: cOliueros, mi tra alteza el mas franco señor de todo el
fijo e mi especial amigo, muchos dias ha que mundo, pues faze las mayores mercedes, e
vos fago sinrazón en no darvos lo que me- yo el vassallo mejor satisfecho, pues por
rescistes e apartarvos do lo quo tan justamen- pequeño seruicio reseibo tan subido galar-
te ganastes, dexando aparte el grande cargo dón; e ruego al muy misericordioso Dios
que de vos tengo por las señaladas cosas que quiera por su piedad acrescentar los dias
por mi fiziste8. E la causa fue porquo quise de vuestra alteza, e ensalcar su corona, «
que tomassedes conosei miento de la tierra e a mi do gracia para seruir los beneficios res-
de la gente della antes que fiziessedes assien- cebidos» .

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE

CAPÍTULO XLVIII

COMO LOB RETES DE YRLANDA FIZ1ERON PLETTO OMENAJE AL RET DE UíGLETERRA

Gomo fuesse ya hora de descansar, Oli- Yrlanda, faze merced de vuestras tierras,
ueros se despidió del rey, e leuo los reyes a e sin rescate ninguno faze libres vuestras
su posada, e los conorto muy mucho, dizien- personas, con que vengays o embieys cada
doles que ningún temor touiessen de morir; año vna vez a reoonoscer vuestras tierras e
e ellos se le encomendaron e le quisieron be- dar fe como las teneys de su alteza e de Oli-
sar la mano, e el no lo consintió, mas abra- ueros de Castilla su fijo; e que desto fagays
cólos todos e despidióse de ellos e fuese a su pleyto omonaje, e de venir quando quier
posada . Otro dia de mañana fue Oliueros a que vos llamare, o por guerra, o por paz, o
palacio con nueuos atabios e muy ricos , e seruirle con todo vuestro poder e le tener
mando a vn escudero suyo que fuesse a la por señor» . Quando los reyes oyeron las ra-
posada de los reyes e los rogasso que vinie- zones del cauallero, fueron muy alegres, e
ssen a palacio, e llegados a palacio, Oliueros se pusieron de rodillas delante el rey e le
los roscibio muy bien. E después estuuo con besaron la mano, e quisieron besar la mano
el rey sobre lo que se hauia de fazer del ne- a Oliueros, o el no quiso, e ellos le abracaron
gocio de los reyes, e el rey le dixo que fizie- e le dieron infinitas gracias; e hzieron el
sse a su voluntad, e Oliueros miro vn poco pleyto omenaje de la manera que le fue de-
en ello, e después mando llamar vn anciano mandado. EOliueros dio muías e cauallos a
cauallero de la corto, e le dixo todo lo que los reyes, e escuderos e pajes que los aconi-
hauia ordenado en el negocio e a que se ha- pañassen, pensando qne se querían yr a sus
uian do obligar los reyes para alcancar liber- tierras. E ellos le dixeron que si fuesse ser-
tad. E le dixo que Re lo dixiesse delante el nido que estarían en sus bodas o le seruirian
rey e los caualleros que estauan en la sala, en ellas; «• el ge lo touo en merced, e les man-
e quando el cauallero vio que todos tenían do sacar vestidos quales pertenescian. Eestu-
silencio, fnblo desta manera: «El muy alto uieron todo aquel dia en mucho plazer, e ve-
e muy poderoso rey nuestro señor, a supli- nida la noche fueron los reyes a su posada, e
cación del muy noble cauallero Oliueros do los acompañaron algunos caualleros de la cor-
Castilla e por solennidad de la fiesta que te, eassi mosmo Oliueros se despidió del rey
se ha de fazer en la corte, a vos, reyes de e de su señora Helena, e se fue a su posada.

CAPÍTULO XLIX

COMO VN ARCOBI8PO DESPOSO A OLIUEROS DE CASTILLA E A HELENA, FIJA DEL REY DR


INOLETERRA

Venido ol dia, fueron los reyes a palacio fiestas, las riquezas de los atabios, el ines-
e fallaron que estaua el a reobispo o algunos timable valor de las piedras preciosas e do
señores de la corte esperando que saliesse los joyeles que assi las damas como los se-
Helena de su cámara, para la acompañar a ñores de la corte trayan, e las sotiles inuen-
vna capilla en el palacio a do se hauia de ciones e la diuersidad de los vestidos de los
desposar; e los otros señores estauan en la galanes, e de la muy suaue e concertada
posada de Oliueros. E los dos reyes leñaron música, quien quisiesse fablar, seria sacar
a Helena de los bracos, e los tres fueron a la las arenas de la mar, que antes caresceria la
posada de Oliueros e le acompañaron a la mar de arenas que faltassen cosas para de-
capilla. Esso mesmo el rey vino acompañado zir. E venida lu hora del comer, fueron las
de los grandes señores do la corte muy rica- mesa^ puestas, e los señores assotitados, e los
mente atabiados, e llegados a la capilla, fue- seruicios quales a tal aucto pertenescian. E
ron por mano del arcobispo con la solenni- después de ayantar, los galanes touieron vn
dad que se requería los dos señores despo- torneo ordenado de treynta contra treynta.
sados. Quien quisiesse contar las galas e E Oliueros no torneo aquel dia, por la justa

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494 LIBROS DE CABALLERIAS

que esperaua a la noche, mas pregunto a los que leuassen a su señora acostar. Como el
reyes de Yrlanda si querían justar, e ellos rey conosciesse que Oliueros no se piagaua
dixeron que les plazia, e fueron seriados de de aquel dancar, abraco e beso su fija, t b
cauallos e do armas; e justaron los quatro, eneomondoa las damas que la leuassen a dor-
dellos los dos a vna parte e los otros dos a mir. Equando Oliueros entendió que Helem
la otra. E Oliueros simio al vno dellos de estaua acostada, beso la mano al rey e le de-
lanca, e mando fazer cadahalsos do estuuíe- mando licencia, e el ge la dio, abraeand A-í
ssen el rey e su señora Helena, e los otros con grande amor; e los reyes de Yrlanda en
señores e damas de la corte. E después de otros señores de la corte le acompañaron i
ser todo muy hien ordenado, los caualleros su cámara; e estauan las damas en la cáma-
empecaron a tornear, e todos lo filiaron muy ra, que le esperauan para darle colación se-
bien, mas dos reyes de Yrlanda leuaron la gún la costumbre de la tierra. E el les pre-
honrra, e les fue dado el precio con grande gunto que esperauan; o le dixeron que a e:

triunfo. E cessado el torneo, el rey caualgo por le seruir de colación, e el les dixo qo-
en vna acanea, e Helena en vna fermosa se fuessen, que no quería colación ni -tr
muía, e Oliueros en vn gentil cauallo, e fue compañía que aquella que estaua en la cami
con su señora a palacio, e departiendo con e se despidió de los reyes, e mando cerrar la
ella cosas de que mucho folgaua. E como puerta, e le descalco vn secretario suyo, al
fue hora de cenar, íueron las mesas puestas qual mando que oerrasse la puerta con llau*
e los señores muy bien seruidos, e los reyes e que no abriesse a ninguno fasta que el ¿r
de Yrlanda, contra su voluntad de Oliueros, lo mandas8e; e el se acostó con su muy qot1
le seruieron a la mesa e a la señora Helena. rida Helena.
E después de aleadas las mesas, empecaron E dize la ystoria que aquella noche se íu
las dancas, e dancaron los reyes de Yrlan- preñada de vn fijo, el qual fue muy bnci
da por honrra de Oliueros, mas Oliueros, cauallero, e ensalco la fe catholica por la
que tenia otro pensamiento, le parescia que grandes guerras que fizo contra los infiel©",
cada passo de danca hauia turado vna hora, como largamente rezan las co roñicas de In
e fizo cessar las dar-cas e mando a las damas
gleterra.

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTU8 DALGARBE

CAPÍTULO L

COMO KL BIT VINO A LA CAMARA. DE OLItJEROB AKTE8 QUE SE LEUANTASSE, E COMO 81


DESPIDIERON L08 RETES DE IRLANDA

Como quier que Oliueros estuuiesse a su do el tiempo, parió Helena vn nifio muy fer-
plazer con aquella que tanto amaua, uo le moso, por lo qual fueron todos muy alegres,
parescio grande la noche, ca no se leuanto e las fiestas fueron renouadas, e el niño fue
fasta otro dia a las doze. E houiendo el rey baptizado, e su nombre fue Enrique, el qual
comido e supiesse que no eran avn leuanta- fue muy noble cauallero, e fizo señaladas co-
dos, fue a la cámara de Oliueros, e los re- sas contra los infieles en augmentacion de la
yes de Yrlanda con el, e tan solamente tres fe catholica. En este tiempo los reyes de Yr-
damas. E luego le fue abierta la puerta, e landa demandaron licencia al rey e a Oliue-
entro en la cámara, c fallo bus fijos en la ros para boluer a sus tierras, e Oliueros les
cama que de ninguna cosa se les acordaua, dio muías e cauallos e gente que los acom-
saino de folgar e retobar. E despuos que los pañasse, e otros presentes e dadiuas de gran
houo saludado, se allego a la cama e pregun- valor, e les dixo que no oluidassen el pleyto
to a su fija como le yua, e si Oliueros la ha- omenaje. E ellos dixeron que jamas lo olui-
uia maltratada, e ella de verguenca no le darian, ni tanpoco su gran nobleza, e assi se
respondió ni le miro en la cara. E el rey les despidieron. E dende a nueue meses parió
dixo que se leuantassen, que era hora, e se Helena vna niña muy fermosa , e fue Oliue-
despidió dellos, e esso mesmo los reyes de ros muy alegre con ella, e fue luego baptiza-
Yrlanda , e no quedo saluo las damas para da, cuyo nombre fue Clarisa. E viuia Oliue-
vestir su señora; c fueron luego vestidos e ros muy contento con su muger e Busdos fijos.
las mesas puestas, e los reyes de Yrlanda los Esso mesmo el rey e Helena vivían muy
seruieron a la mesa con mucho plazer. E el alegres, siempre dando gracias a Dios que
octauo dia salió la señora a missa acompaña- tanto bien les hauia dado. E Oliueros passa-
da de trezientas damas, e Oliueros con todos ua tiempo algunas vezes en caca de garcas,
los señores de la corte, e les canto la missa con falcones e aztores, e otras vezes en yr a
el arcobispo con grande solennidad. E llega- monte.

CAPÍTULO LI •

COMO OLIUEROS FUE A MONTE, E DEL SUEÑO DE SU MUGER HELENA

Coruo Oliueros fuesse muy amado de to- bien. E ordenaron su ca«,'a para la mañana eu
dos los del reyno, e supiessen sus vassallos saliendo el alba. Aquella noche la señora
que folgaua mucho de yr a monte, tres an- Helena soñó quo veya vna leona muy feroz,
cianos labradores entraron vna mañana por que con las vnas e con los dientes despeda-
el palacio, e le dixeron que el dia antes ña- caua las delicadas carnes de Oliueros su ma-
man visto el mayor puerco montes que ja- rido. E espantada del terrible sueno, desper-
mas en aquella tierra se fallara, e estaua en tó dando grandes gritos, c a vnque estaua des-
vn valle a seys leguas de la cibdad. E Oliue- pierta leparescia que tenia la leona delante
ros houo muy gran plazer dello, e les fizo e su marido muerto, e estaua temblando e
mercedes, e mando llamar los monteros, e llorando, e no se asosegaua su coracon por-
les dixo que se aparejassen para después de que era y do Oliueros a monte, temiendo que
comer, que queria yr a monte. E quando estaua en algún peligro o que le vernia al-
houo comido e los monteros fueron prestos, guna desdicha. E mando llamar dos caualle-
caualgo en vn cauallo o se puso en camino ros e les contó su sueño, e estaua tan apassio-
con sus monteros, e le tomo la noche en vn nada que apenas podia pronunciar la pala-
pequeño lugar, a media legua del valle a bra. E les mando que a gran priessa fuessen
donde estaua el puerco, e posaron en casa en busca de su marido e no parassen fasta
de vn rico labrador que los rescibio muy fallarlo e le contassen su sueño, e le rogassen

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496 LIBROS DE CABALLERIA8

de su parte que por aquel dia no fuosse a rauillado, e luego les pregunto la causa, d*
monte. Los caualleros fizieron el mandado su venida. E ellos le contaron el sueño de
de la señora, e tanto anduuieron aquella no- Helena, o le dixeron que le rogaua caramen-
che que antes del dia llegaron al lugar do te que por aquel dia dexasse de yr a monte.
estaua Oliueros, e quando supieron que es- Mas su mala fortuna no le dexo concebir el
taua en casa del labrador e que no tenia mal ruego de la muger, e dixo a los caualleros
ninguno, fueron muy alegres e esperaron el que se boluiessen luego, e dixessen a Helena
dia. En la mañana estando Oliueros e sus
que apartasse todo cuydado de su coracon. e
monteros con los labradores preguntando por
que ninguna fe prestasse a sueños ni agüe-
el valle, entraron los caualleros por la po- ros, e que otro dia a hora de cenar seria
con ella.
sada, e en viéndolos Oliueros fue muy ma-

CAPÍTULO LT1

COMO VN REY DE YRLANDA, CUYO PADRE OLIUEROS MATARA EN EL TORNEO, FALI^ARA A OLIUEROS
SOLO EN EL MONTE, E LE PRENDIO, E FIZO ATAR PrES 6 MANOS, E LEUAR A VNA FORTALEZA:
E DEL LLANTO yUE EN LA COSTE £E FIZO POR SU AUSENCIA

Oliueros con los monteros salió del lugar, co, dio vn salto de traues por guardarse del
e con multitud de podencos e lebreles entro venablo e juntar con Oliueros; mas Oliueros.
en el monte, e quando llego al valle loa po- que era muy ligero, dio vna buelta sobre el
dencos fallaron vn rastro. E los monteros di- pie derecho boluiendo el venablo, e lirio el
xeron: cEste es el valle que nos dixeron los puerco en la espalda; e quando se sintió fe-
labradores, o en el fallaremos **1 puerco». E rido, echo a fuyr por el monte adelante, e
Oliueros los repartió a las salidas del valle, porque coxeaua, Oliueros se metió en el
e les dixo que estuuiessen quedos con sus monto siguiéndolo quanto podia. E do todo
venablos, e esperassen, que loe perros saca- esto ninguna cosa sintieron ni vieron los
rían el puerco del valle; e el se puso con su monteros, ca vieron salir otro puerco por la
venablo a vn passo que parescia mas pisado otra parte del valle, e los lebreles le siguian
del puerco que las otras salidas. E dende a de muy cerca, e algunos de los monteros se
poco vio vn puerco muy grande que corría metieron por el valle e otros tomaron el ca-
quanto podía para el passo que el guardaua. mino del monte por le tomar en medio. E
E Oliueros íinco el pie, e abaxo el venablo e pensauan que su señor le siguia como ellos,
mas Oliueros pensaua matar al puerco que
esperólo muy osadamente, e llegado el puer-

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OLTÜEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE

estaua ferido, que jamas se alexo del de da, o sin ser conoscidos llegaron a la forta-
quantu era largo el venablo o poco mas, fasta leza, oencomendaron el buen Oliueros al al-
que pertlio su compañía e el conosci miento eayre. E el alcayre le encerró en vna torre
riel lugar donde estaua. Estonces el puerco assi amarrado como estaua, saino que le qui-
« omento a saltar e correr por el monte, que to el badal; e, venida la noche, le dio vn pe-
ningún galgo lo alcanzara, e Oliueros fue dazo de pan e vn jarro de agua. E Oliueros
muy marauillado dello, e se acordó de lo que rogaua continuamente a Dios que quisiesse
le díxeran los caualleros de parte de Helena consolar a Helena su mngor e al buen rey
su muger; o snntigoso. e lineo las rodillas en do Ingleterra, o a el quisiesse dar paciencia
el suelo, e se encomendó a Dios. E después en todas sus aduersídades. E otro dia, que-
empece a tañer el cuerno por fazer senas a riendo el alcayre dar de comer a Oliueros,
sus monteros; mas estañan tan apartados, miróle en la cara, e le parescio hombre de
que no le aprouechaua tañer el cuerno. E auctoridad, o lo dixo: «Dimo, hombre, ¿que
mirando a todas partes qual camino tomaria Hzístc que estos caualleros te traxeron aqui
para yr en busca de su gente, oyó pisadas e te trataron tan mal?» E Oliueros le respon-
de cauallos que ynan por el monte, e se bol- dió: «La piedad que houe de mi enemigo rae-
uio a mirar si veria alguno. E vio venir el resce la pena que tengo, e porque le di la
puerco corriendo que pa reacia que lo husca- vida rescibire la muerte». E el alcu3rre, avn-
ua, e tras el mas de quarenta de cauallo por que de su condición era muy cruel, houo
matarle. E quando Oliueros los vido, houo grande lastima del, e le pregunto si era fldal-
gran plazer, pensando que seria algún caua- go; e el le dixo que si era. E el alcayre le
llero de aquella comarca que yua a caca; e dixo: «Dame la fe como lidalgo de serme leal
salto con el venablo por ferir el puerco, mas e de ser mi preso en esta torre como eres
el puerco se metió por vnas matas e nunca agora cada e quando que te lo dixore, e le
mas le pudieron ver. Los de cauallo que si- quitare las cadenas o desatare las manos, e
guian el puerco eran de Yrlanda, e venían darte he lugar que vayas folgando por toda
con vn rey de Yrlanda que yua a la corte del la fortaleza». E Oliueros le dio la fe, e le
rey de Ingleterra por el pleyto omenaje que juro de sor su preso cada vez que ge loman-
le fiziera quando Oliueros le prendió, o era dasse. E el alcayre le soltó e le leuo a su po-
fijo del rey Maquemor, que Oliueros matara sada, ele trato muy bien fasta que el rey
el segundo dia del torneo. E quando el rey vino de Londres.
houo conoscido a Oliueros, e le vido sin nin- E quando el rey de \rlanda llego a Lon-
guna compañia, dixo a grandes vozes a su dres, fallo al rey e Helena mas muertos que
gente: «¡Prended, prended al traydor que vinos, e a todos los de la corte muy tristes
mato a mi padre e quemo mis villas!» (guan- por la absencia de Oliueros. E fueron algu-
do Oliueros oyó las palabras del rey, apretó nos caualleros buscando todas las cibdades,
el venablo en el puño e empeco a defenderse villas e lugares, e otros todos los montes e
de los que le querían prender, e en pocos valles de todo el rey no. E quando supo He-
golpes derribo tres dellos en el suelo, e a otro lena que no lo fallauan en todo el rey no,
•lio tan gran golpe con el asta del venablo en como desesperada e persona fuera de seso,
la cabeca, que los sesos echo en el suelo e se echaua en el suelo e daua cabezadas en
quebró el venablo por medio. Entonces sal- las paredes, e sin hauer de si piedad se
taron todos juntos, vnos por delante, otros sacan a los cabellos de la cabeca, e con las
por detras, e lo prendieron, e mando el rey crueles vnas rasgaua su delicada cara. E
que no le matassen, mas que le atassen las quando fue cansada de fazer justicias en su
manos, e que diez dellos le leuassen en Yr- inesma persona, quedo tal que bien pensaron
landa, ele metiessen en vna fortaleza suya, las damas que la muerte de la sonora o la
e le guardassen secretamente fasta su veni- perdida del señor sorian juntamente lloradas.
da; eel tomo el camino para Londres, e fue E quando Helena cobro aliento para fablar,
a la corte porque su trayeion no fuesse co- dixo: «¡O Dios justo e misericordioso! ¿Por
noscida, e los diez caualleros ataron las ma- que me diste por compañía aquel que de tan-
nos aOliueros, e le hzieron «aualgar en vn tas ansias me dexa acompañada? E pues tu
trotón, e le ataron los pies j>or debaxo, e le me le diste e feziste nuestras voluntades
pusieron vn badal en la boca e le cobrieron tan conformes, no me consientas viuír sin
eon vna capa, e la capilla lo pusieron en la el. ¡O bendita virgen María! ¿en que te de-
cabera, por que no fuesse conoscido; e no en- serui quo me quitasses la vista de mis ojos,
traron en lugar ninguno fasta que salieron e me apartasses de mi señor marido que tan
de Ingleterra; e llegados a vn puerto de mar, caramente me amana? Bueluase, pues, la jus-
embarcaron de noche e se passaron en Yrlan- ticia sobre mi persona, e no carezca de aquel
LIBB09 DE CABALLERÍAS.— II.— 32

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498 LIBROS DE CABALLERIAS

en quien todas las virtudes consisten. En de todo el reyno! ¡Tu velauas quando yo dor-
otra cámara estaña el triste rey, que contra mía, tu trabajauas quando yo descansaua'
si me8mo fazia cruel guorra. Sus miembros ¡l'or ti me honrrauan e obedeseian los ene-
pelean a ti vnos con otros. í*o*> ojos tenia vuel- migos! ¡Por ti viuia en grande sosiego, o te-
tos en sangre, e el gesto de color de ceniza. nia muy prospera vejez!» En estas e seme
Sus vestidos estauan de las lagrimas muy jantes ansias passaua el buen rey lo mas del
mojados. Con los dientes sus propios dedos tiempo, e assi mesmo los señores de la corte
mordía, e sus manos e bravos despedaeaua. e todas las comunidades fueron muy tristes
Sus sospiros quebrauan los corazones a (plan- de la perdida de Oliueros.
tos le oyan. De rato a rato dezia: *¡0 desdi- E agora dexare de faldar del rey e de He-
chado reyno , tu perdiste las principales lena, hdel reyno de Ingleterra, e deziivos
flores de tu corona e la mayor parte de tus he del rey de Castilla e de Artus, rey Dal-
armas! ¡O Oliueros, tu eras mi fijo e te tenia garbe e compañero de Oliueros.
en lugar de padre, e por principal fortaleza

CAPÍTULO LUÍ

COMO ARTUS , REY DALGARBE , C0X08CIO LA NECESSIDAP E El. ESTRECHO EN t¿UE ESTA U A. SI"
HERMANO E COMPAÑERO OLIUEROS POR LA REDOMA Ql'R OLIUER08 LE DEXARA,
E COMO PROPUSO I»K LO ItUSCAR POR TORO EL MUNDO

Ya haueys oydo como Oliueros se partió prouincia donde vos he de buscar. Mas se<l
de Castilla, e del grande sentimiento e ines- cierto que pues on vuestra prosperidad fue-
timable dolor que houo el rey su padre por ron nuestras voluntades muy conformes ■■
su absencia, el qual dolor jamas del se apar- nuestra compañía muy leal, que no vos oí-
to fasta que el alma fue del cuerpo separada, uidare en vuestra aduersidad e contra ri >
e no viuio muchos dias después la partida de fortuna; mas vos prometo de dexar mi reyno
Oliueros. É como quedasse el reyno sin here- como vos dexastes el vuestro, e solo, sin nin-
dero, e todos los señores conoseiessen las guna compañía, ine partiré como vos os ¡>ar-
virtudes de Artus, que ya era coronado rey tistes , e jamas descansare buscando toda*
Ualgarbe. e porque siempre esperouan la ve- las prouincias e lugares del mundo, fasti
nida de Oliueros, touieron todos los señores fallarvos e librarvos de todo peligro: e m
e caualleros del reyno por bien de rogarle fuere tan desdichado que no meresca eonso-
que quisies8e tener el dominio e el regimien- larvos como desseo, a lo menos en el de*ti< -
to del reyno fasta «pie Oliueros veniesse o rro e en el dolor vos terne compañía». Y.
que del alguna cosa supiessen. De lo qual luego aliuipio sus ojos porencobrir su enoj<-.
fue contento Artus, e embio vn visorey que e ontro en vna sala donde estauan los seño-
en su lugar estuuiesse en el reyno Dalgarbe, res ecaualleros de la corte, e departió con
e el quedo visorey en Castilla. En todo este ellos fingiendo alegría quanto podía, e des
tiempo jamas oluido que cada dia no mira- pues mando a algunos dellos que embiassen
sse la redoma de Oliueros; e como la fallasse mensageros a los otros seftores del reyno q no
vn dia de color de sangre quajada, fue muy dentro de nueue dias se juntassen todos cu
triste e muy marauillado, e acompañado de la corte, que quería fablar con ellos. E veni-
muchos sospiros e lagrimas abrió vn cofre, dos los caualleros e todos los principales se-
en el qual tenia la carta que Oliueros le de- ñores del reyno, estando todos en vna sala,
xara con la redoma, e vido como dezia que les dixo las siguientes razones: «Muy no-
fuesse cierto de su grande mal la hora que bles e virtuosos señores: ya sabeys quant"
fallasse el agua de la redoma boelta o la co- es cada vno mas obligado a bí mesmo que u
lor mudada. E mirando la redoma, dixo: «¡O otro ninguno; vosotros, por vuestras virtu-
muy noble e muy virtuoso cauallero, her- des, me distes el mando e gouierno de todo
mano e leal companero! bien veo que es- el reyno, el qual yo indigno tome, pensando
tay» en algún grande peligro o en alguna que no fuera tan tarde la venida de i dine-
enfermedad corporal; por lo qual esta mi co- ros, edexe mi reyno como vos sabeys; e li<-
raeon muy lastimado e mi pensamiento muy sabido como en mi reyno no ay tanta jus-
turbado, e assi mesmo están mis sentidos en ticia quanta era menester, e que algunos ca-
crescidos cuydados, i>or ser ignoto el lugar o ualleros se lian aU/ado contra mi visorey, e

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OLIUEROS BE CASTILLA Y AttTUS DALGARBE 409

Je todo esto es causa mi absencia. Por ende poder a vn honrrado cauallero, que conoa-
vos ruego que mireys lo inas hreue que vos cia por hombre do buen saber e de buena
podierdes en ol recabdo que se ha de poner consciencia. E otro dia se despidió dellos, e
en oí reyno, pues veys que yo no puedo mas con poca compañía se partió para el royno
estar fuera de mi reyno». Ellos le respon- Dalgarbe. E llegado en su reyno, fue muy
dieron: «Muy poderoso señor rey Dalgarbe: bien rescibido, e fizieron grandes alegrias en
a todos nosotros es muy enojosa vuestra par- todo el reyno. E dende a pocos dias enco-
tida, mas pnes que no se escusa, vos supli- mendó el reyno a dos virtuosos e honrrados
camos que querays escoger entre nosotros varones, e les mando que mirassen mucho
rn hombre sufftciente e ydoneo, que rija y por la república, e les dixo que le complía
mande en vuestro lugar fasta que sepamos yr a vna romería sin ninguna compañía, e
de Oliueros, e nosotros prometemos de tener que su venida seria muy presto. E tomo de
e guardar vuestra elecion>. E Artus, a rue- sus thesoros, e caualgo en su cauallo, e se
jo de los señores, houo de dar su lugar e puso en camino.

CAPITULO LIV

COMO ARTUS ENTRO EN EL REYNO DE PORTUGAL EN BU8CA DE SU COMPANERO 0LIUER08


E DE LAS AUENTURA8 QUE HOCO

Artus salió de su reyno, encomendándose el suelo. E quando se sintió ferido dio vn


1 todopoderoso Dios, e entro en el reyno de grande bramido, e después vn salto con-
tra Artus. E Artus, que era muy ligero,
'ortugal, e anduuo todas las cibdades e lu-
ares del reyno. E propuso assi mesmo de dosuio el cuerpo dando vn golpe de su espa-
uscar todos los montes e las sierras; e dexo da^ le corto la otra mano, e cayo el león
a cauallo en vna aldea e entro a pie por vnas dando muy feroces bramidos , e Artus aleo
wntañas muy grandes, e anduuo todo aquel su espada, e le corto el cuerpo por medio
ia fasta la noche. E venida la noche, le fuo e siguió su camino; e en pocos dias busco
>rcado descansar, ca no veya por do yr. E todas las montanas e sierras del reyno, mas
ibio en vn árbol, por que las espantosas no pudo saber ni oyr n nonas de lo que bus-
oimalias que en aquellas sierras estauan no caua. E boluio al lugar adonde dexara su
' fallassen dormiendo. E estimo en el árbol cauallo, e salió de Portugal e busco toda la
• mejor que pudo fasta a la mañana. E ya Andaluzia, e el reyno de Cataluña e Aragón,
ie salia el alba, tomo su comencado camino e entro en el reyno de Francia, e anduuo
>r la sierra adelante, e no houo andado mu- toda Gascona, Lengadoch e Ouerna; e boluio
10 quando vio vn muy grande e muy espan- a Normandia, e entro por la dulce Francia,
ble león que yua cacando por el monte, e busco toda Picardía e todo el ducado de
quando le vido reboluio la capa al braco Borgofla; o anduuo toda Bretaña; e de ay fuo
echo mano por la espada, por estar mas a vn puerto de mar que llaman Calays, e
>ercebido si el león le acometiesse: e en entro en vna nao por passar en Ingleterra.
to sintió el león sus pisadas e tomo el ea- Mas por ia voluntad de Dios el viento los
ino para el, e Artus se encomendó a su echo en vno de los rey nos de Yrlanda, el que
¡ador e lo espero osadamente. E del pri- mas lexos estaña del royno de Ingloterra. E
er salto pensó el león ferirle con las vñas, quando Artus supo que estaña en Yrlanda,
tendió la pata, o Artus tendió el braco iz- propuso de buscar todo aquel reyno, e se fizo
áerdo, e el león asió de la capa e le metió poner a tierra, e pago los marineros e empe-
s vna.8 por el braco, e Artus dio vn golpe ro do andar por el reyno.
león que le corto el braco e dio con el en

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CAPÍTULO LV

COMO ARTO!, ANDANDO POR Et, RKYNO DE YRLANDA, FALLO YIÍ FEROZ E MTY ESPANTOSO
ANIMAL, EL QUAL MATO

Quando Artus empego de andar por el todo, e ninguna cosa se veya saluo el faino
reyno de Yrlanda, se fallo muy confuso, ca e los ojos, que parescian dos tizones de fuego.
no entendía el lenguado de aquella tierra, ni E después tendía el cuello quanto ]K*lía, »>
la gente dolía entendía a el sino por senas; sorbía otra vez todo aquel fumo, e dana chi-
por donde fallaua menos aparejo para Baber llidos egemidos muy grandes. Tenia dos bra-
de lo que tanto desseaua. Mas por esso no cos muy grandes e muy disformes, e los pie»
riexo de buscar todas las cibdados e villas e tenia como águila. Tenia dos alas muy gran-
aldeas de todo el reyno, e assimismo todos los des de manera de alas de morciegalo, e e¡
montes e valles e yslas, en las qualcs estimo otro medio cuerpo tenia como sierpe, e la
•los meses sin entrar en poblado. Ni comió cola tan larga como vna Janea de armas. Si,
on todo esse tiempo sino yerbas e las rayzes cuero era como corteza de robre, e tan duro
della; e estuuo muchas vezes en peligro do como punta de diamante, (guando Artus vio
muerte, por las espantosas e muy fe rocas aquel animal tan espantoso o disforme, «pli-
aniiualias que fallaua e le aeometian por far- so apartarse del e salir del valle, e andullo
tar su fambre. Mas por la misericordia de veynte o treynta passos antes que el anirn.il
Dios fue libre de todas ellas. E queriendo ya se mouiesse, e después empecí > a sacudir la
salir de aquel reyno, entro en vn valle muy colae derribar arboles con ella, e siluando,
grande, e los arboles del eran tan altos e
que páresela que todo el valle se fundía, ten-
tan ospossos que le quitauan la claridad, e dio sus alas, e se aleo en el aire e fue para
en el fallo muchos animales muy espanto- el buen camillero, «pie bien quisiera estar en
sos e dediuersas maneras. E fallo vno muy su reyno o a lo menos eseusar la batalla «pi
mayor que ninguno de los otros e ile ma- esperaua. Mas como no viesse camino pir.i
yores fuer<;as, e su vista era para espantar fuyrla, encomendándose a Dios echo man -
todos los hombres del mundo. Tenia las na- por la espada e espero la cruel alimaña, la
rices elos dientes e la boca como león, sus qual vino sobre el e le pensó asir la cal-mi
ojos párese ¡an dos antorchas encendidas. Las con las arpas. E Artus le dio vn golpe qW
orejas tenia muy largas e muy derechas. El bien le pensó cortar el cuello, mas no le l¡/'
cuello tenia tan largo como tres varas de mal ninguno, que mas duro era el enero qu-
medir, e a las vezes lo encogía que juntaua la espada, ]>or lo qual fue muy triste, e bien
la eahoea con los hombros, e sacaua dos pal- pensó entonéi s que nunca saldría del valí-
mos d.« lengua mas negra que vn carbón; e ni veria a su companero Oliueros. Eel animal
eehaua por la boca tanto fumo que le cubría se abaxo al suelo, e de rato a rato remetía

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OLIUEROS DE CASTILL A Y AltTUS PALtiARBE 501

para el o lo feria cruelmente con las vftas, puma por la boca e fumo que cobria todo el
e el lo tiraua estocadas a los ojos, por que valle. E el buen Artus salió de debaxo el
ao llegasse con los dientes. E a las vezes bol- animal lo mejor quo pudo, e se puso de ro-
ttia la cola, o daua tan grandes golpes con dillas edio gracias a Dios que do tanto peli-
«¡lia, que quanto alcanvaua derrocaua en el gro le hauia librado. E era ya cerca do la
suelo. E el camillero tenia grande temor 4110 noche, e el cauallero no hauia comido ni l>c-
le firiesse con ella, o mirana mucho quando uido, e estaua tan cansado del grande tra-
la alcana, por saltar o apartarse del golpe. E bajo ede las muchas feridas que tenia, que
como estuuiesso cansado e ferido en muchas
estaua para dar fin a sus dias. E arrimán-
partes del cuerpo, avnque vio alear la cola, dose alas manos lleuo el cuerpo rastrando
no pudo apartarse tan presto que el cabo por el suelo, por apartarse del animal que
•lella no lo alcancas.se por las espaldas, e dio estaua muerto , fasta el pie de vu árbol , o
con el on el suelo. E luego, antes que se le- fallo algunas yerbas, e comió dolías para
uantasse, salto el feroz animal pensando co- sustentar el cuerpo. E venida la noche, pro-
uar su vientre; mas como el camillero tuuie- bó de subir encima del árbol por que no le
sse avn la espada en la mano, tiro vna esto- comiessen las alimañas que un el valle esta-
cada por baxo, adonde no ostaua el cuero llan, mas lo faltaron las fuereas por la mucha
tan duro como en las otras partes del cuer- sangre que hauia perdido, e assi quedo al
po, e le metió la espada por las enfrailas pie del árbol toda la noche, con tanto cuyda-
fasta el cora.,011 e cayo sobre el echando os- do de su anima como de buscar a Oliuoros (').

CAPÍTULO LVI

COMO VN CAUALLERO VESTIDO l)K ULAN'CO SANO A A II TUS oUE KSTAUA EN KL VALLE
MALAMENTE KEKIDO , E LE DIXO EL LUíJAU A DONDE ESTAUA OLIUEROS PRESO

Estando Artus al pie del árbol, sintió p¡- brar a Oliueros, fue muy marauillado, e
sulas por el vallo que poco a poco se acer- dixo: *E vos, señor, ¿oonoscistes a mi her-
ca uan del lugar a donde estaba, e tuno gran mano Oliueros?» E el lo dixo: vSi conoscí:
temor que fuesse algún animal: e prolx> de por esso curemos de tus fétidas, c después
leuantarso e no piulo, e pensando que aque- te diré lo que has de fazer para fallarle». E
lla era su postrimera hora, junto las manos el caualloro se assento en tierra, e miro to-
llorando o diziendo: s¡0 I«endita virgen Ma- das las llagas de Artus, e saco de su burjaca
ría! tu tires consolación di? los desconsolados.
vu a caxa muy pequeña en que tenia balsa-
«' abogada de los atribulados: biiolue. pues, mo muy lino, e con el vnto todas las llagas.
aquellos ojos de misericordia a este pecador E después le dio a comer vna raíz de vna
ile todo el mundo desamparado; e ruega a yerba «pie era de tanta virtud, que quando
tu bendito lijo que me perdone mis peca- Artus la bono comido se fallo tan fuerte e
'Iosj. No houo bien acallado de dezir, qiian- tan dispuesto «planto antes hauia sido, e assi
•lo vio cabe si vn cauallero vestido de blanco, mismo sus llagas fueron tan sanas como si
o le saludo de parte de Jesu Christo, o le lla- nunca houiera sido ferido. E el buen hom-
mo por su nombre, diciendo: «Artus, rey Dal- bro le dixo que diesse las gracias a Dios. E
irarlte, ¿«pial desdicha te pudo traer en esto Artus se puso de rodillas, e dio infinitas
triste lugar?» Artus se santigo. e le dixo: gracias a Dios, ea la bionauonturada virgen
\o creo que vienes de buena parte, e tengo sancta María su madre. E el cauallero blanco
tu voluntad por buena, pues «|ue de parte le tomo por la mano, e salieron del vallo, e
•le buen señor me saludaste. E te ruoiro |">r •piando fueron fuera del valle, el cauallero
aquel muy misericordioso Dios, que me quie- le dixo: Artus, bien se (pie tu dexasto tu
ras ayudar a salir deste valle e leñar a alirun rey no por buscar a Oliueros de Castilla, tu
lugar poblado, por 'pie puebla ser curado ile leal compañero: o sepas que después que
mis feridas-*. E le mostró el animal muerto. salió de «'astilla, que ha passado tantas for-
Aquel hombre le respondió: «Artus, no tunas que seria muy largo contarlas. E a
erraste en dezir que mi voluntad es buena,
sepas -pie vine aquí para sanar tus llagas
P) Kl prcHonto capitulo t « imitación del onceno del
o sacarte de cuydado, e librar al buen 01 i- libro III de Amadi» >lr (íiul'i, donde Amadíx mata
'iopjh de la cárcel», (guando Artus oyó nom- ni Kndriago en la im»ola del Diablo.

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502 LIBROS DE CABALLERIAS

causa de vn torneo , houo de aportar a la muy malos por la absencia de Oliueros, »


ciudad de Londres, e fizo tanto que por tuer- Helena esta para morir: o quiero que vaya*
ca de armas gano la fija del rey de Inglete- a Ixmdres, ca paresces propiamente a Oliue-
rra, heredera del rey no, e caso con ella. Mas ros, e<lira8 que eres Oliueros, e el rey sera
después le ha sido la fortuna muy contraria, luego sano. E acostarte has en la cama con
ca yendo vn dia a monte, le prendió vn rey Helena porque mayor consolación reseib».
de Yrlanda. e le tiene en vna fortaleza muy acordándote siempre del linaje de donde
mal tratado. Mas de su vida no tengas duda vienes e de la amistad de Oliueros. E quan-
ninguna, ca tu lo libraras de la presión, si do la vieres fuera de peligro, vernas aqui
mi consejo quisieres seguir». E Artus le en esto monte, e luego seré contigo, e de*t<>
dixo que ninguna cosa desseaua tanto como no tengas duda ninguna ni tengas temor de
sacar a Oliueros de pena. E el buen caua- fazer todo lo que te digo, ca no seras eonos-
llero le dixo: «Artus, el rey de Ingleterra cido ni te verna mal ninguno por ello; e Ar-
e Helena su fija e muger de Oliueros están tus ge lo prometió, e se despidió del.

CAPÍTULO LV1I

COMO ARTUS, POR EL CONNEJO DEL CAl'ALLERO HLANCO, FUE A LOJÍDRE8, E DEL RESCIBIMIOT' '
QUE LE FUE FECHO EN LA CORTE TENSANDO QUE ERA OLIVEROS

Artus se puso en camino, e se dio muy de la villa. E quando las nueuas llegaron al
gran priessa en el andar, e llegado a vn rey que Oliueros venia, se leuanto de h
puerto de mar, pregunto por el camino de cama con mucha alegría, e fizo mercedes a
Londres, e le dixeron que hauia de passar los mensageros, e mando apercebir todos los
vn brar.o de mar por entrar en Ingleterra, e caualleros para roseibir a Oliueros. e quand<»
fallo vn pescador que le passo en vn bañ o. supo que estaua a vna legua de la cibdad,
E entrado en Ingleterra. en vna villa cerca- salió con todos los caualleros a rescibirle. e
fia que llaman Vassamotier, fueron los de la assimismo todos los cibdadanos salieron .1
villa muy alegres pensando que era Oliue- ver aquel que tanto era desseado. E quando
ros, e le rescibieron muy bien, e le dieron Artus vio venir tan grande pueblo para res-
eauallos e muías, e algunos se partieron para cibirle, no pudo tener las lagrimas, de las-
la corte por leuar las nueuas al rey e a Ho- tima que bono de (Mineros: e quando el rey
lena. E no estuuo Artus sino vna noche en lo vio, bien pensó sin dudar en ninguna
la villa, e en la mañana se partió, e fueron (♦osa que era su fijo Oliueros, e assi mesmo
COO el sesenta de cauallo de los priin ipales todos los caualleros. E fue el rey corriendo

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE 508

con los bracos abiertos, e abrióle con muy muy consolados». E Artus lo dixo: «Señor,
prande amor, e estimo gran rato abracado mi partida fue contra mi voluntad, e mayor
con el sin le poder hablar, por ol grande pena sintia por ol enojo de vuestra alteza
plazer «pie su coraron tenia. E quando cobro que por mi misma desdicha. Mas si a Dios
la fabla, le beso en la boca, dizíondo: «Hijo pluguiere, yo remediare todo el dafto que
mió Oliueros: vuestra venida me aeres< enta- mi absencia causo, ca el desseo de aeruir
ra los dias de la vida, e sembrara mucha le tengo muy mas erescido que nunca tuue,
paz e concordia en todo el reyno, e somos ya e no oluidare jamas los beneficios rescibi-
todo», assi grandes como menores, con ella dos» .

CAPÍTULO LVI1I

COMO ARTTS ENTRO EN LONDRES, E COMO FTE A VER A HELENA OXE ESTAUA EN LA CAMA

(guando el rey e Artus llegaron a la cib- ¡ dia. E venida la hora de cena, dos cauallc-
dad, fallaron tanta gente por las calles que ros dixeron a Artus que fuesse a cenar, que
apenas podían passar por ellas. Todas las el rey le estaña esperando. E Helena les res-
donzcllas estauan a las ventaníis cantando pondió: «Caualleros, dezid al rey mi señor
cantares do grande alegria. Todas las calles que me perdone, que no dexare yr de aqui
estauan emparamentadas. Toda la clerezia a Oliueros, e no cenare bocado si el no cena
salió en procession para rescibirle. Tañeron comigo». Los caualleros boluieron con la
todas las campanas juntas fasta que entraron respuesta, e ceno el rey por su cabo e Ar-
en los palacios reales. E Helena cstaua pre- I tus ceno con Helena, e la simio con grande
guntando por que se fazia tan grando solen- alegria. *E quando houieron cenado, los físi-
nidad, mas los fisicosh auian vedado que no cos entraron en la cámara de Helena, e ro-
ge lo dixiessen, temiendo que la mucha e garon aArtus que no se acostasse con Hele-
súpita alegria le fatigaría el espíritu e tur- na fasta que estuuiessc mejor, de lo qual
baria los sentidos, según la dolencia (pie te- houo muy gran plazer Artus. Mas Helena
nia. E entrando Artus por el palacio, llega- no mostró «pío le plazia dello. E passaron
ron dos físicos a la cámara de Helena, e con algunos dias que no se acostaron en vno, e
muy discretas razones le dixeron la venida como cobrasse Helena salud e los fisicos la
de Oliueros. E quando supo que su señor viessen bien dispuesta, dixeron a Artus que
venia, junto las manos muy deuotainente. so acostasse con ella. E llegada la noche se
dando gracias e loores a Dios, diziendo: ¡O acostaron entrambos en la cama, e Artus se
bendito Jesu Christo, redeinptor del huma- aparto a vna parte de la cama sin fazer mu-
nal linaje, a ti do gracias que permetiste que damiento ninguno ni allegarse a la señora.
antes de mi muerte viesse a mi señor mari- Mas Helena, que de abracar su tan desseado
do que tanto amo! ¡Agora venga la muerte marido estaña desseosa, se allego a el e le
quando quisiere, que ningún temor tengo de quiso abracar e besar. E Artus le dixo: «Se-
morir, pues que mi señor Oliueros viene!» ñora, estad queda en vuestro lugar e no lle-
E se quiso leuantar de la t ama contra su gueys a mi, ca sabroys que estando en vn
voluntad de los físicos, mas no se pudo tener grando peligro, ti/.e voto solenne a Dios
fn pies según estaña flaca. La señora Hele- que. si del me libraua, que no llegaría a
na estaña temblando de plazer de aquel que vuestro cuerpo fasta que primero houiesse
pensaua que era su marido. E Artus cstaua estado en romería al bienauenturado San-
muy pensatiuo, pensando como se vería <<>n tiago; e vos ruego (pie no rescibays enojo,
la mugerde su compañero. K «piando honie- que, si vos teneys salud, lo mas presto que
ron subido las escaleras, el rey le tomo per
[•odre eomplire mi voto». E Helena se apar-
la mano, e no le dexo fasta que llegaron a la to del, e le dixo que fazia bien de complir
cama de Helena, que cstaua avn fablamlo el voto, e que ella era muy plazentera dello.
con los tísicos. E el rey dixo: *Fija, yo vos E después le empece a enterrogar adonde
trayo vn tísico (pie. después de Dios, vos ■ hauia estado, e el le dixo que no ge lo po-
■lara salud». E Artus se llego a ella, e ella día dezir fasta «pie houiesse conplido su
le echo los bracos al cuello «on grande I romería, mas que « reyesse por cierto que
amor, e lloraua del infinito plazer que tenia. | su partida hauia sido por fuerca e no de
E Artus la cousolaua e falagaua quanto po-

¡ grado.

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60| LIBROS DE CABALLERIAS

CAPITULO LIX

COMO ARTUS, FIXOIKNDO 1¿UK YIJA EX R0MKKIA A SAXTIAtiO, FUE Al. MONTE ADOSDE KALLARA
AL CAUALLERO RLAX<0, K COMO KL CAUALLERO «LASCO LE DIXO ADOSDE ESTA l* A OLIUEROS. Y.
LE DIO EL MOL»0 QUE HAUIA DE TE-VER POR l.lliKAKLK DK LA CAUCEL

Artus estimo en la corto del rey do Ingle- brarle, como el pornia la suya jor tu bien/»
terra por espacio de vn mes, c siempre le E Artus le «lixo que el mayor peligro del
tuno el rey por su fijo e Helena por su ma- mundo tenia en nada si por el se esperaua
rido Oliueros, o assi mismo todos los de la la libertad de (dineros. E el cauallero le
corto. E quando Artus vio «pie Helena estaña dixo: t De aquí al lugar adondo esta preso
libre tle peligro, so puso de rodillas «leíante Oliueros no hay sino veynte y cinco leguas,
el rey e le «lixo que hauia fecho vn voto, o e el rey que le tiene esta a media legua del
que le era fon. - ido complirlo, e le pidia por lugar con tan solamente seys hombres, o no
men od que le diesse licencia. E el rey lo tienen mas armas do sentías esjwidas; si tu
dixo que voto hauia fecho. E le dixoque es- te quieres ver con ellos, yo te leñare alia en
tando en peligro de muerte hauia fecho voto muy breue hora». Artus ge lo tuno en mer-
• le yr a Santiago si del peligro oscapaua. E ced, e dixo que avnque fuessen cinquenta
el rey le dixo: «Kíjo, si voto fizistos, es razón que no dexaria «lo verse con ellos, confiando
en la grande razón «pie tenia en su deman-
que le eomplays,
metays en tanta 'mas vos quanta
tristeza ruego «pie
nos nocauso
nos da. E el camillero le «lixo que caualgassc en
otra vez vuestra absoncia». E Artus le juro las aneas de su eauallo, e no supo Artus
d«? boluer lo mas presto «pie possihlo le fuos- como ni como no, que en vn quarto d«> hora
se. Eel rey lo dixoque tomasse la compañía so fallo en vn venle prado, e apeado del ea-
que quisiesse. Mas el no quiso leñar compa- uallo, elcauallero le dixo: «Artus, piensa de
ñía ninguna, e despidióse dol e después «le sacar de pena al buen Oliueros tu amigo,
Helena, e le prometió de boluer muy presto, «pie ha cerca de tres años que no come sin<.
e solo salió de la ciudad, e tomo el camino pan o agua, e es tan mal tratado que apenas
para el monte; e llegado adonde dexara el le i-onoscoras» . E «lespucs le dixo: «Cata ay
camillero Maneo, mirando a vna parte e a tu enemigo». E Artus holuio la cabera, e vio
otra, le vio venir jior el monte camillero en el rev que estaua en vna muv ferinosa arlio-
vn ca millo, con los mismos atabiosipio tenia leda, deleytandoso en ella con tan solamente
quando le saco del valle. E Artus finco la seys hombres. E el cauallero le dixo: «Ar-
rodilla en el suelo o le saludo muy benigna- tus, si Dios te da vitoria e libras a tu com-
mente, o el cauallero a el. E después le pañero como desseamos, dile que vn caualle-
«lixo: «Artus, ;tienes buena voluntad de sa- ro vestnlo do blanco te traxo aquí, o que se
car aOliueros tu compañero de la presión, e le encomienda» .
querrás poner tu vida en auontura por li- E luego desapareció el cauallenj.

CAPITULO LX

COMO ARTUS PKEXÜIO AL REV «,'UE TEMA A OLIUEROS FRE^O, E COMO FUE L1HIIE OLIUEROS

Quando Artus vio assi desaparecer al ca- jauan por darle la muerte. Mas Artus fizo
millero, fue muy marauilla«lo, mas no oluido tanto, que llego al rey, «pie le daña mayor
por esso a Oliueros, e fue ailonde «*staua el guerra que ninguno de los otros, o bien le
rey en el arboleda, o «piando llego delante matara si el quisiera, mas no le quiso «lar
«leí, echo mano |>or la espa«la e le desafio fas- sino de llano, e «liólo tan gran golpe en la
ta la muerte; e sus hombres echaron mano oabeea «pie le lizo « aer a sus pies. E abaxose
a las armas. E «leí primer golpe fendio Ar- vno de los suyos por leuantarse, e Artus le
tus a vno la cabo-a fasta los dicntos, e del coito Ja caluma, o a otro metió la espada ¡>or
otro derroco vn braco a otro. E l->s otros <-in- los pechos. E no quedaron sino dos «lellos en
co le rodearon e tomaron en medio, e traba- pie, |us quales touieron mas temor de morir

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505
OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE

que verguenca de fuir, e desampararon a su muchas. E no se quo mayor venganca quie-


rey e ocharon a correr quanto podían. E res de mi que quitarme la vida» . E el rey le
Artas yua tras ellos como galgo tras liebre. dixo: «Oliueros, ningún poder tengo ya so-
E quaDdo el rey so vio solo e apartado do su bre ti, ca vn cauallcro te rescato por tuerca
enemigo, se lcuanto a gran priessa o fuo co- de armas, e me tomo juramento quo te ein-
rriendo fazia un monte por ascenderse de biasso sano e libre al lugar a dondo el solo
Artus. E como Artus le vicsso louantado, mato mis hombres e prendió a mi; e te esta
<lc\o los otros e Itoluio para el, diziendo: «¡0 esperando con muy grande desseo de verte.
rey malo o desleal, aquí pagaras la grande E pues tu te vas, yo espero mi gran perdi-
sinrazón que fiziste a Oliueros!» E guando miento, e bien lo merescioron mis obras, si
el rey vio que Artus venia em pos del con la en tu virtud no fallo mas piedad e miseri-
espada en la mano, Mu ¡oso a el con las ma- cordia quo tu fallaste crueza en mi condición.
nos juntas, e lineo las rodillas en el suelo, Yo conosco mi grandíssima maldad, o te
rogándole que jwr seruicio de Dios no le ruego que me perdones las grandes injurias
rnatasse, e que le daria todos sus thosoros. quo de mi roscibiste, por que te sean perdo-

E Artus le dixo: «Rey, en ninguna manera nados tus pecados» . E Oliueros, que ele todas
puedes escapar de mis manos sino con esta virtudes estaña acompañado, le dixo: «Por-
condición: que me fagas pleyto omenajo o que meresca perdón do mis pecados, yo te
juramento solennc de me embiar aqui a Oli- perdono las injurias que de ti he rescibido,
ueros do Castilla, que a sin justicia tienes e te prometo quo por mi jamas sera descu-
preso en tu fortaleza, e nos dexar yr en paz bierta tu trayeion» ; e el rey go lo tuno en
«le tu reyno sin quo rescibamos injuria ni merced, e le quiso dar de sus thosoros o «le
affrenta de ti ni de ninguno do los tuyos». E sus eauallos; mas Oliueros no quiso tomar
el rey ge lo prometió, c lo fizo juramento o cosa ninguna, saino vnos vestidos que esta-
pleyto omenajo de la manera que el quiso. llan fe< ho8 para la misma persona del rey,
E se despidió del prometiéndolo quo luego porque los suyos estauan quasi |>odridos de
ge lo ombiaria. E Artus quedo esperando <-on la humidad de la cárcel. E después salie-
gran desseo de ver a Oliueros su leal com- ron los dos sin otra compañía, e fueron
pañero. E entrando el rey en su fortaleza, adonde los estaña Artus esperando. E quan-
mando que ( Mineros fues.se sacado de la tone do Oliueros vio a Artus, le conoscio de muy
adonde estaña. E túmido Oliueros delante lexos, e dexo al rey e fue corriendo con los
del rey, lo dixo: «Rey, yo te ruego que me braooe abiertos, e assi mismo Artus le fue
mandes morir, e no Muer al lugar do donde a rescibir. (¿nien viera los dos compaña-
vengo; ca me sera mejor morir vna vez que ros e leales amigos, bien tuuiera el cora-

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LIBROS DE CABALLERIAS

con mas duro que azero si de grande plazer ma que houo del. E quando tuuo aliento
ron ellos no llorara. Ellos estuuieron mas
para fablar, dixo: c¡0 hermano e amigo mi<
de vna hora abracados ol vno con el otro, ¡quan desseado ha sido este dia, e doy mu-
sin poder fablar palabra. Oliueros pensaua chas gracias a Dios que tanta merced me
en la grande amistad de su companero, ra quiso fazer, e tengo mis trabajos por bien
bien conoscia que sin grande trabajo no le empleados, pues falle lo que tanto desseauaS
pudiera fallar ni librar de la cárcel, e tenia E ( dineros le dixo: «Artus, por vuestra vir-
el coraron tan cerrado de alegría mezclada tud e muy leal amistad ficistes tanto por mi.
con piedad, que ninguna cosa le pudodezir. que avnque toda mi vida vos sirua. vos seré
Mas en lugar de fabla lo abraeaua e besana siempre obligado. Mas el muy misericordioso
cou mucho amor. Artus le estaua mirando Dios vos quiera galardonar, pues que mis
en la cara, e viéndole tan descolorido e mal fuor«;as no bastan para tanto».
tratado, no pudo tener las lagrimas de lasti-

CAPÍTULO LXI

OOMO OLIUEROS E ARTUS SK PARTIERON DE YRLANDA, E COMO OLI TEROS VUISO MATAR A AKTlf.
I'OHVUE LE IMXO <¿UE SE At'OsTA RA EN LA CAMA CON HELENA SU HUGER, I'OR c ONSEJo
I»EL < AUALLERO HLANCO

Avnque el rey lie Yrlanda quería mal de hermano suyo consigo, mas no < onos< ian
muerte a los dos hermanos, ni poresso estu- qual era Oliueros: e ellos no quisieron tomar
uo sin llorar con ellos, o se marauillo mucho muía ni cauallo, ni consintieron que nadi
de la grande amistad c amor que so mostra- los aoompañasse. E no ostauan sino a vna
uan. E dixo otra vez a Oliueros que esperasse, legua de la cibdad de Londres, quando Ar-
que le embiaria dos cauallos e gente que los tus eni]ie«;o a dezir do sus fortunas a < Miue-
acompañassen; mas no quisieron esperar, e ros, e le dixo del muy grande león que matara
despedidos del se pusieron en camino, e en Portugal, o le nombro todas las tierras e
yuan departiendo de diuersas «osas. Oliue- prouinoias que hauia andado. E después le
ros contó a Artus las fortunas que hauia pa« dixo del animal que matara en el valle, e
ssado antes que llegasse a Londres, e des- « orno vn cauallero vestido de blanco lo sano
pués le dixo del torneo. E quando entraron de las fét idas, e le saco del valle, e le dixo
♦ n Ingleterra. |tensaron los ingleses que do su presión, e romo por su industria e
Oliueros venia de Santiago, e que traya vn consejo fue a Londres e dixo que era Oli-

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE
6Ó7
ueros. E Oliueros le pregunto quanto hauia uicios rescibidos, con grande yra echo mano
estado en Londres. E Artus le dixo que vn por la espada e le dio vn golpe de llano en
mes, e que nunca fue eonoscido sino por Oli- la cabeca que el buen Artus cayo amortecido
neros, e que el rey estaua malo, e que fue en el suelo, e el passo adelante muy enojado.
luego sano de plazer que houo con el, e assi E quando se fallo vn poco apartado del qui-
mismo Helena estaua para morir, e que an- so bolner por acabarle del todo, más traxo
tes del mes cobro enteramente salud, «e por a la memoria la grande amistad que entre
mayor consolación me acosté con ella como ellos solia hauer e el grande beneficio resci-
me mando el cauallero blanco» • Quando Oli- bido, e propuso de dexarle la vida en galar-
ueros oyó que Artus se hauia acostado con dón de sus seruicios, e siguió su camino fas-
su muger, sin le preguntar por la lealtad ni ta aLondres, marauillandose mucho como en
mas escuchar sus razones, oluidando los ser- tan noble coracon podia caber tan gran vileza.

CAPÍTULO LXII

COMO OLIUEROS CONOSCIO LA ÜRAND LEALTAD DE ARTUS SU COMPAÑERO, E DEL ARREPENTIMIENTO


QUE HOUO DE LA INJURIA QUE LE FIZO

Quando Oliueros llego a la corte, era muy I ni fuera della no me doxauades allegar a
tarde, que la señora Helena estaua ya acos- vos mas que si no me conoscierades? Pues,
tada e el rey se quería acostar. E quando señor, si algo haueys prometido a Dios o a
oyeron dezir que Oliueros venia, fueron muy los santos, no lo pongays en oluido, antes lo
marauillados porque boluia tan presto e sin guardad e cumplid, porque no vos venga
cumplir su voto, mas todavía les plazia de su mal dello». Quando Oliueros conoscio la
venida. E entrado en palacio, fue luego a grande lealtad de Artus, por poco le reuen-
besar la mano al rey, el qual le rescibio muy tara el coracon del grande enojo que tenia
bien, mas apenas le conoscia, porque estaua por la injuria que le hauia fecho; e llorando
muy flaco; e le pregunto por que causa estaua muy amargamente se aparto de su muger, e
tan descolorido. E el le dixo que después que en toda la noche no dormio ni estuuo sin mal-
se partiera jamas se hauia sentido bueno. E dezirse a si mismo. Dizia: «¡O Artus, mi leal
el rey dixo que jamas hauia vido hombre tan amigo! ¡pluguiera a Dios que no dexaras tu
demudado en tan poco tiempo. E le pregunto reyno por rescatar al tan desconocido hom-
por que no hauiaydoa Santiago. E Oliueros bre! Todo mi reyno no era bastante para ga-
conoscio luego que Artus hauia dicho que lardonar latercia parte de tus beneficios. Tu
yua a Santiago, e dixo que la dolencia le ha- dexaste todos tus parientes e tus leales vassa-
uia fecho voluer del camino, mas que en llos por mi, o te desterraste de tu reyno, e
sanando de su dolencia cumpliría su voto. E gastaste tus thesoros andando por todo el
después que houo cenado se despidió del rey mundo en busca mía. Pues las affrentas en
e fue para la cámara desseoso de abracarse que te pusiste a causa mía ¿quien las podría
con su muger, no la culpando eu lo que galardonar? En verdad ninguno, por pode-
Artus le dixera, avnque tenia creydo que roso que fuesse. Pues ¿qual padre o qual fijo
hauia dormido con ella, mas atribuyagelo a o qual amigo fiziera por mi lo que tu fiziste
innocencia e no a malicia. E Helena rescibio contra el rey de Irlanda? Por cierto tengo
a su marido con mucha alegría. E quando eonoscido que jamas de su cárcel saliera si tu
Oliueros estuuo en la cama con ella, empego no me sacaras. Pues pluguiera a Dios que
a abracarla e besarla con grande amor. E nunca nada fizieras por mi, pues que tan mal
Holena le dixo: c¿Como, señor? ¿Tan presto te lo supe agrade8cer, e no me libraras de la
haueys oluidado vuestro voto?» E Oliueros triste presión por que no cayera en tan gran
estuuo vn poco pensando, c después le dixo: vileza e ingratitud. Ningún dolor sintia en
«¿Qual voto, señora?» E ella dixo: «¿No se mis aduersidades a comparación del que rae
vos acuerda, señor, que me dixistes que causa la descortesía que cometí. ¡O desdi-
hauiades fecho voto Holenne de no llegar a chado de mi, que el suelo no me podra ya
mi fasta (pie houiessedes estado en romería sostener, c las gentes me aborresceran quando
al bienauenturado Santiago, o en vn mes que fuere conoscida mi grande maldad! Tus obras
estuuistes comigo jamas pude alcanzar de son dignas do loable memoria, e mi condición
vos tan solamente vn beso? ¿E en la cama de vergoncosa muerte c perpetua disfamia.

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508 LIBROS DE CABALLERIAS

¡O Artus! ¿con guales ojos osare pa rosco r piedad a dondo jamas falto ninguna virtnd.
dolante do ti? ¿iv»nion osara demandar pcr- porque conoscas mi grande arrepentimiento,
don do tan grande yerro? Ka ninguna cosa o si yo no inereseiere perdón de mi gran-
fallo fauor saino en tus crescidas bondades, dissimo pocado, que en mi misma persona
las quales me o ffroseen osadía para deman- tomos vonganca de tu injuria. E si la muert»
darte perdón. Mas pensando mi grande error me quisieres dar, la reseibirc do grado, pue*.
me temida el coraeon, e fallo muy tibios mis te la tengo bien morescída» .
sentidos. Mas todavía propongo de buscar

CAPÍTULO LXIII

COMO OLIÜKKOS SE I'AKTIO l)K LONDRES EX UUSCA DE SU COMI'AXEKO AKTUS, K COMO LO FALLO
E LK DEMANDO PEKDON

En gran cuydado o muy crescído dolor primer mouimiento, o vencido de y ra, ho-
estimo «Mineros toda la noche, e viendo que uiste de serme cruel. E no menos te es <le
el alba salía, se leuanto déla cama e caualgo
perdonar qualquier yerro por el gran arre-
en su cauallo sin rabiar con persona, e tomo pentimiento quedello tienes». Quando «di-
el camino para ol lugar a donde dexara Ar- neros vio la grande humildad de Artus, le
tus. E como no le fallassc, empeco a llorar o fue abrarar e besar, e sin le poder fablar le
dar muy grandes gritos, e anduuo mirando tuuo buen rato en sus bracos; o después le
por todas partes, o como no fallasse a quien pregunto de donde procedía tanta sangre. E
preguntasse i>or el, messandose o llamando el le dixo que tenia dos llagas que lo fiziera
la muerto a grandes vosees, entro en vn el rey de Yrlanda e su gente, c que por la
monte en el qual se metiera Artus por frieldad de la noche estañan abiertas, e que
apartarse del camino. E andando ]*)r el mon- hauia perdido mucha sangre. E oliueros 1c
to vio a Artus tendido al pió de vn árbol, o dixo si podría caualgar, e el le dixo que mi
alrededor del mucha sangre derramada. E se podría tener en el cauallo. E Oliueros le
luego so apeo dol cauallo, o tenia tan grand dixo que 08j>erasse vn poco: o caualgo en su
pesar que quasi no veya do los ojos ni po- cauallo e fue a vna aldea, e fizo venir gen-
día asegurar sus pies; mas temblando como te que leñaron a Artus en vnas andas fasta
la foja dol árbol, o sus ojos manando lagri- a Londres, e le dio vna cámara en el palacio,
mas, saco su espada e la tomo por la punta.
o fizo venir curugianos'quc eurassen sus lla-
E puesto do rodillas anduuo sobre ellas fasta gas. E en |>oeos días se leuanto de la cama
adonde estaua Artus. E quando llego a el, con e se passeaua por la enmara, c «.dineros dixo
la voz ronca del mucho llorar, le dixo: <í Ar- al rey que era vn oauallero de su tierra que
tus, roy Dalgarbe: yo, el mas desconoscido en su mocendad so hauia criado con el. E le
hombre del mundo, te ruego que por scrui- contó las prouincias e reynos «pie hauia an-
cío de Dios me perdones la injuria que de dado, elas af fren tas e grandes peligros que
mi recebisto, o a lo menos con esta espada hauia passado por fallarlo c la grande fazaña
tomes entera venganza della por que quede «pío fizo por le sacar de la prisión; mas no
tu comeen satisfecho e mi maldad castiga- nombro el rey que lo tuuo preso por la fe que
da». Quando Artus vio a (dineros tan arre- le hauia dado; e le dixo como hauia estado vn
piso de su yerro, dixo: <¡ Hermano e señor mes en la corle e se hauia acostado con su mu-
mío «Mineros, dos razones me combidan a ger, e jamas con ella pecara ni solamente de
perdonarte, avnque mas ingrato me fueras. voluntad. Entonces dixo Helena: <V.\ rey mi
La vna es el intimo querer que desde mi señor, e yo, e todos los de la corte no le conos-
nascimiento esta enraygadoen mis entrañas, eínios sino por «dineros mi marido; mas ja-
.pie no consiente en mi cora«;on ninguna saña mas llego a mi ni consintió que lo besasse. o
ni mala voluntad contra ti. La otra es jkh- me dixo que jamas llegaría a mi fasta que pri-
«|iie no esta en poder de hombro apartarse mero «-umpliesse el voto que fiziera al bien-
de los primeros mouimiontos ('), o tu en el auenturado Santiago» . E «Mineros le dixo del
mal galardón fpio le diera por sus beneficios,
(' ) cAora te disculpo, dixo don (Juixoti', y perdó- e su grande lenidad, e pidió por merced al rey
name el enojo que te he dado, que lo* primero* inovi-
miento» no M>n en manos df Ií» homorc*.» (<¿H¡jrote que le üziesse honrra, ca lo moreseia assi
I, 30; tol. 1 70 v. delaed. de |K)r el linaje como por sus crescidas virtudes.

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CAPÍTULO LXIV

COMO ARTT8. DESrrES DE SANO DE SUS FERIDAS, MXO AL REY DE INGLETERRA DE LA PRISION
DE OLIt'EROS, E LE NOMBRO EL REY QUE LE PRENDIO E COMO LE PRENDIO, E LE DEMANDO
O ENTE PARA PASSAR EN YRLANDA E VFNGAR A OLIUEROS

El rey fue muy marauillado de los gran- neros la honrra, mas Oliueros folgaua siem-
des trabajos que Artus hauia panado por pre de dar en todas las cosas la auantaja a
amor de oliueros, e mas «le su grande lealdad. Artus. E passeando vn dia los dos compa-
E como Oliueros ge lo dixera, lo ponto a al- ñeros por vna huerta muy graciosa, e depar-
gunos señores sus familiares, los quales tiendo de fechos de guerra, dixo Artus a
dixerou que ningún padre pudiera mas fazer oliueros: tDezidme, señor ;como oluidastes
por el lijo ni hermano por hermano. E man- la grande injuria que rescibistes del rey de
do el rey a sus secretarios e mayordomos que Yrlanda?» E Oliueros le dixo que le hauia
a Artus diessen todas las cosas necessarias perdonado por amor de Dios, e que jamas
eonplidamente, como a su fijo Oliueros, e ge lo demandada ni otro ninguno por su
fuesse scruido como su persona propia. E mandado. E quando Artus conoscio la volun-
dixo a Oliueros que le tiziesse todas las hon- tad de su compañero, no le fablo mas en
rras que pudiesse, que bien era merescedor ello, porque no le rogasse que no lo dixiesse
dellas. E Oliueros houo gran plazer dello, e al rey; e entro en otras fablas, porque pen-
le dio de sus cauallos e de sus muías, e le sasse Oliueros que lo tenia oluidado. E quan-
proueo de la gente que hauia menester; e do se pudo apartar dol, fue a la cámara «leí
Artus fue sano de sus llagas en muy pocos rey, e en secreto le contó por estenso como
dias. E fue a besar la mano al rey e le quiso Oliueros fue preso en el monte, e como fue
seruir de trinchante. E en pocos dias fue tan leñado en Yrlanda, e como fue puesto en la
querido del rey e de todos los de la corto cárcel, de donde eí le sacara por fuerca de
como el mesmo Oliueros. E tenia ygual es- armas; e lo nonbro el rey que le prendiera,
tado e honrra, e tales seruicios como el. E diciendo que si tal trayeion quedaua sin
estuuo gran tiempo en la corte folgando con castigo, que daria ocasión a otros para
su compañero Oliueros, e hauia tanta con- atreuerse a otro tanto. E le dixo que Oliue-
cordia etanto amor entre ellos, que el rey e ros le hauia perdonado, mas si el era seruido
todos los caualleros estañan muy maraui- que vengaría la tan grande ofensa sin que
llados. E Oliueros, por eonplazer a Artus, Oliueros entendiesse en ello, guando el rey
mandaua ordenar justas e torneos muy oyó la grande trayeion del rey de Yrlanda,
a menudo. E sienprc leuauan los dos compa- acordándose de las honrras que hauia resci-

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LIBROS BE CABALLERIAS
510
bido en bu corte a causa do Oliueros, resa- leuassen lo peor do la batalla. E quando Ar-
bio muy graudo enojo e dixo a Artus do que tus vio a sus enemigos, puso su gente en
manera entendía tomar venganza del. E ordonanca, o les dixo que no se mouiessen.
Artus lo dixo i[ue con muy poca gente «pie E el eatialloro en su cauallo, o vna gruessa
le dies8e, que pugnaría en Yrlanda e le toma- lanca en la mano, fue i>or ver la cibdad e la
ría todas sus tierras. E ol rey dixo que lo ordonanca de los eueimgos, e luego conoscio
daría la gente que el demandas.se, e le rogo que hauian ordenado de meterse en la cib-
que ninguna piedad ni misericordia del no dad, si caso fuesse que les faltasse Vitoria. E
touuiosse, e en muy pocos días tizo juntar se puso a pensar como los guardaría de
veynte y cinco mil hombres de pelea, c fue boluer a la cibdad; e huello a su gente, les
Artus capitán general de todos ellos. El qual « onto todo lo que avia vido e conoscido. E
houo gran plazer (piando vio tan gentil com- dexo vn capitán con tan solamente seys mil
pañía, edespués que houo aderezada toda su hombres, e le dixo que no entrasse en la ba-
gente, e proueydo de armas los que cares- talla fasta que los enemigos estuuiessen to-
cían dellaa, tomo licencia del rey e de dos metidos en ella, e que estonces con
Oliueros e se partió de Ixmdres; e llegado buena ordenanya entrassen en ellos de parte
en Yrlanda fue el rey apercebido, e pensan- de la cibdad, e que sobre todo procurassen
do que era Oliueros, embio luego vna emba- de ganar la puerta, o a lo menos guardar la
xada que le traxesse a la memoria la fe que entrada de los enemigos. E el leño su gen-
le hauia dado de le perdonar e de no jamas te en ordenanya fasta que estuuo fruntera de
le demandar la injuria que hauia reseibido. la puerta de la cibdad. E empeyo a escara -
E Artus respondió a los einbaxadoros quo Oli- muear con ellos, matando e perdiendo algu-
ueros no venia ay, ni fuera cousintiente en nos de los suyos. E esto fazia por apartarlos
su venida; mas quo era vn vassallo del rey de de la puerta de la cibdad; e alguna vez se
Ingleterra que le desaflaua fasta a la muer- metía en ellos e después se retraya con muy
te, e que pensasse de dexar las fortalezas o linda ordenanea. E tanto fizo que les fizo des-
de yr preso a Londres, o se aparejasse a la amparar la puerta. Entonces se metió en
batalla. Quando el roy oyó las lastimeras nue- ellos con toda su gente junta, e les dio tan
uas, allego toda la gente que pudo, e basteció grande priessa, que no les vagaua mirar a la
vna cibdad de todos pertrechos, e en ella espe- puerta. Entonces entraron los seys mil por
ro a Artus e su gente. E Artus gano a reo entre los enemigos e la cibdad, e sin rescilúr
todas la cibdades e villas e lugaros, e derribo grande dallo ganaron la puerta e dieron con
todas las fortalezas, fasta que llego a la cib- ella en el suelo, e boluieron para los enemi-
dad adonde estaua el rey. E quando el rey gos. E fue la batalla tan cruel, que el rey de
supo quo venia, como hombre esforcado e de Yrlanda quedo muerto en el campo, e bien
grande coracon, mando salir toda su gente de veynte mil hombres de los suyos; o assi mis-
la cibdad; e en vn campo llano delante do la mo murieron muchos ingleses; mas final-
cibdad los puso en ordenanza, e mando que mente quedo Artus vencedor, e puso alcay-
la vna puerta estuuiesse abierta para re- res e corregidores de su mano, o se boluk»
traerse en la cibdad, sí caso fuesse que
para Londres.

CAPÍTULO LXV

COMO ARTÜ3 ADOLESCIO EX LONDRES, E DEL QRANDE ENOJO (¿ÜE 0I.IÜER08 HOUO DE HXJ MAL

Artus puso guarnición en todo el reyno de el exercicío de las armas, de que mucho fol-
Yrlanda, e después se partió para Londres. gaua el rey e todos los caualleros de la corte.
E quando supo su venida, el rey, acompa- E estando vn día los dos amigos departiendo
ñado de todos los caualleros de la corte, le del reyno de Castilla, Artus houo de dezir a
salió a rescibir. E llegados a palacio, el rey Oliueros la muerte de su padre, lo que fasta
le fizo mercedes del reyno de Yrlanda, e Ar- entonces no le hauia osado dezir, por lo qual
tus le beso la mano. E Oliueros fue muy fue muy triste Oliueros. E después le rogo
alegre quando supo que Artus tenia el reyno Artus que se diesse a conosoer, porque ha-
de Yrlanda por suyo. E estando los dos com- urian plazer el rey e Helena quando supies-
pañeros eu la corte, nunca estauan ociosos, sen que era fijo de tan poderoso rey. Mas
antes inuentauan de contino cosas nueuas en
Oliueros le rogo que no dixesse nada por en-

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALOARBE 511

tonces. E Artus dixo que le plazia; ca, assi por ningún dinero boluiera otra vez, por ol
como se parescian en la lilosomia, assi eran infinito fedor «pie de su cal>eea salia. E en
muy conformes en las voluntados. E vinien- pocos dias le comieron los gusanos las nari-
do entrambos muy contentos en ygual es- zes e le cegaron los ojos. E do todo esto dauá
tado, e en vna honrra e veneración, fortuna, el buen Artus gracias a Dios, e le rogaua
que en sus mudancas nunca descansa, les caramente que le embiasse la muerte e no le
troco sus plazeres en muy grande tresteza. consintiesse viuir en tanta miseria, pues que
a todo el mundo era enojoso. E esto dezia
< 'a Artus fue ferido de vna mortal pestilen-
cia, e fue desahuziado de todos los tísicos e muy a menudo. E quando Oliueros le oya,
'.urugianos del reyno. Ca de su cabeva salia se abra<,aua con el llorando, e diziendo:
vna esj>ecie de gusanos nebros como el oar- «Hermano mió, vos nunca me tuestes ono-

l>on, o le descendían por la frente, e le co- joso, mas el pesar que tengo de vuestro mal
mían toda la cara. E eran tantos, que quan- no basta mi lengua para lo dezir. Mas vos
do le quitauan vno salían luego cinco o seys. prometo que de grado daría todo lo que ten-
E salia ton grande fedor del. que ningún go e espero de tener, e querría quedar el mas
hombre ni muger lo podia visitar ni entrar pobre hombre de todo el mundo, por que vos
en la cámara a donde estaña. E todos le des- tuuiessedes salud». E Artus le dezia: cXin-
ampararon, saluo Oliueros, que jamas dia gun hombre jamas tizo tanto por otro como
ni noche se apartaua de su compañía, e era- vos tizistes e fazeys por mi: e de seruirvos
biaua por todas las partes del mundo a bus- en este mundo ya tengo perdida la esporanea,
car físicos e curugianos que curassen del, e mas en el otro rogare por vos e por vuestras
le* daña de sus thesoros. Mas nunca fallo cosas, como soy obligado. E vos, hermano, ro-
hombre que de aquella enfermedad tuuiesse gad aDios que melleue doste mundo, porque
conoscimiento. E el que vna vez le visitoua, salga de esto miseria e vos de tonto trabajo» .

CAPÍTULO LXVI

PE VN SUEÑO QUE OMUEROS H ARTUS SOÑAROS QÜATRO >*OCHE8 A REO

En tanto grado sintia Oliueros la dolencia obras pias, rogando a Dios por su salud. E
de su compañero, que ni comia ni dormía estando Oliueros vna noche muy fatigado
que sienpre no pensasse en el, e fazia dezir del mucho velar, yencido del sueño houo de
missas e fazer processiones, e fazia otras acostarse en la cama de Artus, assi vestido

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M2 líbhos DE CABALLERIAS

como estaua. E antes que so aoostasso, se rogando a Dios e a todos los sanctos e sale-
puso do rodillas delante vna ymagon de tas del parayso por la salud del su tan que-
nuestra seiíora, como lo tenia por costumbre, rido compañero; e como fuesse ya cerca del
las manos juntas e llorando, le rogo que le dia e estuuiesscn sus sentidos muy pensa-
quisiesse, por aquella sanctissima virginidad dos, houo de adormecerse, e estando dor-
suya, dar consejo e fauor como Artus pu- miendo le parescio que veya entrar vna due-
diesse cobrar salud. E después de fecha su ña de grande auctoridad en su cámara, e le
oración, se echo sobre la cama cabe su com- dezia: «Oliueros, si tu compañero tuuíes«e
pañero, que estaua dormiondo. E luego em- la sangre de dos niños innocentes, macho e
pego a sonar que oya vna voz que descendía fembra, o la beuiesse sin saber lo que era,
del ciclo, que le dezia: «Oliueros, si tu quie- cobraría la salud de su cuerpo, e la fermo-
res, bien puedes sanar tu conpañero». E sura de su cara, e la vista de sus ojos: e si
luego despertó, c estuuo mujr atento escu- esto no le das, nunca le veras sano». E no
chando sioyria mas aquella voz, e, como no houo acabado do dczir quaudo Oliueros des-
la oyesse, llamo a Artus, por le preguntar pertó, e se assento en la cama por interrogar
si hauia oydo algo. Mas Artus estaua dor- la dueña de que manera se podía fazer. Ma>
miendo, e soñaua que vna persona le dezia: no la pudo ver ni tanpoco oyr. E vio que
«Artus, sepas que si tu compañero Oliueros Artus estaua dormiondo, e no se leuanto por
quiere, te puede dar salud». E estuuo Oli- no le despertar, e quando le vido despierto,
ueros toda la noche sin dormir, pensando en le pregunto si hauia bien dormido. E Artu>
aquella voz, desseando mucho la salud de se boluio muy presto, e le abraco diziendo:
Artus. E la siguiente noche fasta quatro no- «¡O Oliueros, mi leal amigo! vna dueña me
ches soñaron entramos los mismos sueños, e dixo que vos me dariades remedio para to-
ninguna cosa dezia el vno al otro. E Oliue- dos mis males» . E Oliueros fue muy man-
ros no oluidaua do fazer muy deuotamente uillado, e cayo en muy grande pensamiento,
su oración cada vez que se acostaua o lauan- ca tenia dos niños innocentes, e tenía en
taua de la cama, rogando a Dios e a la bien- muy poco matarlos por remediar a su com-
auenturada Virgen sancta Maria su madre pañero. Mas temia los sotiles engaños del
que quisiesse dar salud a su companero. E diablo, pensando que trabajaua de fazerb-
venida la quinta noche, departiendo los dos matar sus fijos, e (pie por esso no seria re-
hermanos, Oliueros descobrio su sueño a mediado su hermano. E eon este pensamien-
Artus, e Artus le dixo: «Hermano, estas to se ponia muchas vezes en oración, e se
quatro noches passadas he soñado que vna torno Un flaco que bien pensauan el rey e
persona me dezia que vos teniades poder Helena que la dolencia del vno acabaría la>
para darme salud. Mas bien sabeys quan vidas de los dos; e por mucho que fiziessen
grande error es dar crédito a sueño ningu- o díxíesscn, no le podían apartar do Artus
no, e podeys ver en mi dolencia que solo ningún día ni noche. E fedia ya tanto la
Dios puede remediarme». E Oliueros con- cámara, que ningún hombre ni mugerosnua
sintió que era verdad. Mas todavía le quedo llegar solamente a la puerta, saino Oliueros.
mayor esperanca do su salud, e la mayor cuyo querer vencía todos los federes e j»on-
parte de la noche estuuo pensando en ello, e yoñas del mundo.

CAPITULO LXVIl

COMO Ol.irF.lSOS MATO SÜS nos FMOS, E COMO LA SANGRE EX VX HAOX Pon PARI. A
A ARTUS SI" COMfA.NEKO

Quando Oliueros estaua pensando en su zian que sin piedad ni temor matasse les
sueno, infinitas ymaginaoiones se le ponían fijos j»or el amigo El natural querer de pa-
delante los ojos del entendimiento, assi jx«r dre le rasga na las entrañas, e fa/.ia temblar
el querer del compañero como por el amor las manos e estropc/ar los pies «piando se
de los fijos, e assi mesmo estaua muy tur- mouia para derramar su propia sangre; om
bado, porijue no era cierto si con la muerte menos le combatía el querer de la tuuger.
de sus fijos daría vida a su compañero, ha ca bien sabia que matando los lijos perdería
grande amistad del compañero, con los mu- la madre, e «pie no ««aria parar en todo el
chos seruicias e beneficios rescibidos, le de- reyno de miedo del rey, que con muy justa

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE
razón le mandaría matar. Mas como viesse crescida honrra «pie me fue dada qnando
51»
que la dolencia de Artus ereseia de dia en vencí tus enemigos, me sera trocada en
dia, oluido el paternal amor e ol grande «pie- grande vituperio e muy justa disfamia,
r«T de la muger, e, pospuesto todo temor, •piando sepas qne con mis propias manos
tomo vna espada en la mano, e en la otra vn derrame la innocente sangre tuya e mia! E
bacín .pie para esso tenia aparejado, o entro ¡como sera maldita de todo el mundo la hora
en la cámara adonde estañan las amas con que entre en tu corte! Muchos te alabauan
los dos DÍAOS, e eon dissimnlada alegría pre- • le discreto que te teman por simple, por-
gunto por los niños, e ellas ge los mostra- gue vna sola lija qne tenias, dotada de todas
ron como estañan en la cama dormiendo. E las gracias, «liste a vn <>strangero no conosoi-
el, fingiendo otra eosa, las mando salir de la do, que avmpie tiene las facionc> do hombre,
■ amara, e cerro la puerta por dentro, e fue en la condición es peor qne ningún ten»/, ani-
para la cama de los niños, e aleo la ropa mal; ningún león, ningún tigris ni on«;n ja-
para cortarles las cabezas; e el lijo, (pie era de mas fizo lo que propongo de fazor. Todas las
edad de cinco años, despertó, e riendo eten- bestias nimias naturalmente offrescen sus

diendo los bra«;os para abracarlo, le llamo pa- vidas por guardar e defender los fijos, e
dre; mas la lija, «pie era de menos días, no avrupie «le su natural sean muy couardes,
despertó. E qnando ( dineros ovo su lijo «pie en rescibir la muerte por sus fijos se fallan
le llamaua padre, le saltaron las lagrimas de siempre muy esforzadas. ¡<> Artus! ¡quan
los ojos, o le cayo la espada de la mano, e dichoso me fallaría si sin la muerte de mis
del grande «lolor «pie houo jior su misma lijos te pudiesse dar salud! Mas no pienses
cruehlad le fue toreado apartarse de la cama, «pie el amor do los fijos ni de la muger, ni
o consigo mismo empezó a de/.ír: «;,<'orao la perdida del rey no que esperaua heredar,
puede natura eonsintir que el padre mate sea ninguna «.-osa a comparación de nuestra
SUS fijos? ¿Quien vido jamas tan grande leal amistad; o me paresce hauer caydo en
crueldad? ¡Bien es maldito e en mal signo grande ingratitud j>orquO antes no te di 1«>
nasciilo el que tan grande maldad «•órnete! que tan justamente meresciste*. E fue a gran
jO Helena, mi amada mnger! ¿que sera de priessa a la cama de los niños, e sin mirar-
vos «[liando viniere a vuestra noticia que yo los en la cara, tomo el fijo por los cabellos e le
con mis crueles manos mate vuestros li jos e corto la cabera, e luego después a la fija, o res-
mios? Bien creo que no sera mas vuestra cibio la sangre en el baein, e después tomo 1<jS
vida de «(llanto oyays la triste Quena, ¡U rey cuerpos e los torno en la cania, o los oobrio
de Ingleterra, (planta razón ternas de mal- como estañan de primero, e puso las caberas
decir aquel que muchas vezes alabaste «le en sus lugares sobre los cuellos, o tomo el ba-
buenas condiciones! ¡La grande alabanza e cín, e cerro la puerta de la cámara con Uaue.
LIBROS OK CAUALI.KKIAS.— II.— MJ>

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CAPITULO LXVili

COMO OLICEROS DIO LA 9AXGRE DE 9Ü9 FIJOS A BEUER A ARTÜ9, E SASO DE SU DOLENCIA

Oliueros se fue a gran priessa con la san- mundo. Mas otra cosa ay que me pena muy
gre de sus fijos a la cámara de Artus, e tomo mucho, que rae cumple apartarme do tu com-
vn vaso e lo inchio de aquella sangre que
pañia, ca quiero que quedes aqui en la cor-
estaña avn caliente, e assento Artus en la te para consolar al rey e a Helena mi muger,
cama, e lo fizo beuer dos vasos della. £ no que bien lo hauran menester quando sepan la
la houo tan presto beuido, quando todas los muorte de lo* niños. E yo por ningún theso-
gusanos se le cayeron de la cabera e de la ro osaría parescer dolante dellos. E puedes
cara, e echo por la boca toda la podre e pon- ver quanta razón ternia el rey de fazerme
eoña que tenia en el cuerpo. E Oliueros le morir a mala muerte si en sn reyno me fa
lauo con ella la cara e la cabeca; e por la HflSflO. E ¿quien ternia osadía para mirar
voluntad de Dios le crescio la carne que es- Helena en la cara? Nunca la podría llamar
taua comida e cobro la vista de los ojos. muger, pues mis obras no fueron de marido,
Quando Artus se fallo sano, salto de la cama e no piensos que fuesse tan pequeño el que-
muy alegre e se echo a los pies de Oliueros; rer que tenia con sus fijos que no tenga por
e Oliueros le abraco e le beso en la boca. E enemigo o dessee la muerte al que la priuo
después le dixo, sin tener enojo ninguno ni dellos. La mayor pena que siento es en
mostrarlo en su gesto: cAmigo, dad gracias apartarme de tu compañía; mas por lo pre-
a Dios e a mis dos fijos, ca yo los mate, e lo sente no fallo remedio ninguno, ca si tu te
que vos di a beuer es la sanare dellos. e ca- fuesscs comigo, te farias culpante en mi pe-
tad ay el bacin en que la cogi». Quando Ar- cado, e pensarían quo por tu ruego hauia
tus oyó la grande crueldad do Oliueros, fue muerto mis lijos. E si el rey nos fiziesse
muy marauillado e mal contento dello, e le siguir, bien podrías por pecado ageno resoi-
dixo: «¡Ay, hermano! e ¿como pudo caber bir muerte cruel, e quedando aquí evitaras
en coraron de padre tan grande crueldad todos estos peligros, e consolaras al rey, que
contra sus fijos? En verdad mas contento fue- no te quiero menos que a mi; o assí mismo
ra con la muerte que con la vida, si por ella Helena te encomiendo que mires por ella
hauian de morir los dos innocentes niños, como yo miro i>or ti, e le demandes perdón
pues mayor pesar tengo de sus muertos que de mi parto. De verme jamas ninguna es-
tenia dolor en mi enfermedad». E Oliueros peranza tengas, ca mi voluntad es do buscar
le dixo: «Amigo, si mas t uniera, mas mata- todos los desiertos del mundo, o en el mas
ra por sanarte, e tu ninguna culpa tiones, áspero e mas apartado do las gentes gastare
ca yo los mate e no me pesa por ello, ca todos los días de mi vida, en penitencia •
precio mas tu salud que todas las cosas del satisfacion de mis pecados» .

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE 515

CAPITULO LXIX

COMO OLIVEROS FALLO MILAOROSAJÍENTE 8TJ3 FIJOS VIUOS E SANOS, LOS QUALES EL DESOLLARA
POB SUS MANOS

Quando Artus oyó las razones do Oliueros, color mudada de estraña manera. E esso fue
llorando e sollozcando se echo a sus pies, en el tiempo que yo estaua preso en Yrlanda.
rogándole que pues que le hauia dado la E tenia entonces el rey de Algarbe el gouier-
vida con la muerte do sus fijos, no ge la qui- no e el regimiento de tedo mi reyno, espe-
siesse quitar con su absencia, e prometién- rando mi venida, ca ya era fallescido el rey
dole que sin el no viuiria tan solamente vn mi señor. E quando el rey de Algarbe vido
dia, e le rogaua que a do quier que fuesse el agua buelta, sin ninguna tardanca enco-
que consigo lo leuasse. E Oliueros, sin le mendó mi reyno a otro cauallero, e su reyno
poder responder palabra, le tomo por la ma- dexo desamparado; e solo, sin compañia, an-
no e le leuo a la cámara adonde dexara los duuo grande parte del mundo en busca mia.
niños muertos, e entrados en olla cerraron Las afrentas en que se vio, e las fortunas
la puerta por dentro, y fueron juntos a la que passo por mar e por tierra, seria muy
cama de los niños, los quales por la gracia largo contarlas. E nauegando por la mar,
de Dios estauan viuos e sanos, retocando el houo de aportar en Yrlanda. E andando por
vno con el otro. E quando Oliueros los vio, vn desierto muy áspero, fallo vn cauallero
incrédulo en lo que veya, se allego a gran que le dixo como vn rey de Yrlanda me te-
priessa a ellos, e los estuuo mirando por co- nia preso en vna fortaleza suya. E el con
noecerlos. E desque conoscio que eran aque- grandissimo desseo de librarme de la cárcel
llos que con sus propias manos degollara, tomo el camino para la fortaleza, e a media
embueltos en la sangrienta sauana los tomo legua della fallo al rey con seys caualleros,
en sus bracos, e besándolos muy a menudo los quales todos desafio muy osadamente, e
daua infinitas gracias a Dios. E dixo a Artus los quatro dellos metió a filo de espada, e al
que le siguiesse, e fueron juntos al palacio rey prendió e tomo juramento que me sol-
del rey, en el qual estaua Helena e sus da- tasse, e suelto venimos a Londres, e fuemos
mas, ela mayor parte de los caualleros de muy bien recibidos en esta real corte. Y es
la corte. Los quales fueron muy marauillados, muy publico en toda la corte como Artus,
astil en ver a Artus sano como en ver a Oli- rey de Algarbe, que aqui esta, adolescio de
ueros con sus fijos embueltos en vna sauana vna grande enfermedad, de la qual oy en
muy sangrienta. E quando estuuo delante este dia estuuo muy mal e ciego de sus ojos.
del rey, con las lagrimas a los ojos dol cres- E como yo trabajasse continuamente para le
cido plazer que tenia, empeco a tablar desta dar salud, me fue reuelado cinco noches a
manera: cEsclarescido e muy poderoso señor reo que si Artus beuiesse la sangre de dos
rey de Ingleterra, vos casastes vuestra fija niños innocentes, macho e fembra, que co-
con vn hombre estrangero, sin conoscer sus braría la salud de su cuerpo e la vista de sus
condiciones ni saber de su linaje, mas sabed ojos. E yo, que sus grandes beneficios tenia
que si mis condiciones no son buenas, que no sellados en mi coracon, tuue mayor amor con
proceden del linaje, ca yo soy fijo de rey e el que con mi sangre propia, e fui a la cama
de reyna, e soy rey en España. E fallescio el de mis fijos, e les corte las cabecas, ecogi
rey mi señor después que esto en esta tierra, la sangre en vn bacin, e la di a beuer a
e me traxo las nueuas mi leal amigo Artus, Artus sin le dezir que era lo que le daua,
rey de Algarbe, el qual esta presente. Y sali por lo qual fue luego sano de toda dolencia,
de mi tierra a causa de vn enojo que tune, e como agora esta. E yo propuse en mi co-
me partí solo sin tablar con persona ninguna. racon de ynne del reyno e de nunca pa-
E dexe en mi cámara vna carta, rogando al
rescer en lugar poblado, saino en el desier-
rey de Algarbe mi compañero que quisiesse to con los animales brutos. E antes que
mirar cada dia vna vez vna redoma que le me partiesse quise ver mis fijos, a los qua-
dexaua llena de agua clara. E quando viesse les Dios por su piedad e sanctissima mi-
el agua buelta o la color mudada, que fuesse sericordia quiso restituyr las vidas como
cierto de mi grande mal. E el como leal vemos» . E mostró sus fijos todos sangrien-
amigo no lo puso en oluido, ca mirándola tos e embueltos en vna sauana muy san-
muy a menudo, la fallo vn dia buelta e la
grienta.

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CAPÍTULO LXX

COMO FCF. PUBLICADO EL MILAGRO POR TODA LA CIUDAD DK LOXDRES. E COMO


OLIUEROS DEMANDO LICENCIA AL REY PARA YR A ESPAÑA

El rey fue muy marmullado do lo que tuuiesse gran desseo de holuer a su tierra,
dixoOliiieros, e le fue luego abracar, e ani- preguntaua algunas vezes a Helena si
mismo a Artns. E dixo a Oliueros que se pesaría mucho de dexar su rey no. E ella le
tenia i>or muy dichoso jx>r hauer casada su respondía que querría mas estar con el en
tija con tan poderoso señor, e que en todos otro rey no que en el suyo sin el. E el le
sus fechos siempre le pareseíera de gran li- dixo que queria demandar licencia al rey
naje. E Helena tomo sus fijos en los bracos para leñarla a España. E ella dixo que !<•
i« los desembótalo e los miro miembro a plazia. E donde a pocos días < Mineros se pus"
miembro si tenían algún mal, e como los de rodillas delante del rey, e lo dixo que
fallasse sanos, dio muchas gracias a Dios, e su rey no estaña sin señor, e sin hombre que
no se tartana de besarlos. E el rey mando mantuuiesse justicia e pusiesse paz entre los
llamar al obisj)0, e le contó todo lo que aeaes- camilleros, e que entendía «pie los menores
eiera con los niños. E el obispo le rogo que rescibirian algún agrauio. E le suplico le
los niños fuossen leñados a la yglesia, e de- diesse licencia para yr en España e leñar su
lante todo el pueblo fuesse predicado el muger, por que le alcassen rey e a t ila rcyna.
milagro. E fue lne^o puesto por obra, e man- El rey houo grande enojo dello, mas nomn
daron tañer todas las campanas, e todo el viesse que tenia mucha razón en lo que de-
pueblo se allego a la yglesia mayor, o subió mandaua, no ^e lo pudo negar. E le dixo que
el obisjio en el pulpito con los niños en los ordenaría como fuessen muy honrrados e
bra.;os (« predico el grande milagro. E donde acompañados, e que el en persona queria yr
adelante fueron los dos compañeros mas con ellos.
queridos e mas honrrados. E como Oliueros

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE 517

CAPITULO LXXI

TOMO OLUKKOS EMBIO ARTUS A ESPAÑA I*OIt VAZER SAIIER SU VENIDA. E COMO EL REY DE
INOLETKRRA ACOMPASO A OLIVEROS K HELENA FASTA EN ESPAÑA

Donde a pocos dias mando el rey atabiar traya muger e fijos. E fizo emparamentar los
sus caualloros o escuderos e pajes, todos muy palacios do Oliueros, e tuno aparejadas po-
ricamente, e los proueyo «lo muy gentiles sadas otodas las cosas necessarias para su
can al los; e assimisino las damas de Helena compañía. E quando supieron que entra uan
fueron muy honestamente atahiadas de muy en España, mandaron apercibir todos los lu-
ricos joyeles. E Oliueros rogo a Artus que gares por donde hauian de passar. E salió
fuesse a España e dixiesse a los caualloros Artus con todos los caualleros a rescibirlos.
su venida. E que tuuiossc tal modo que el E fueron muy bien rescibidos en todos los
rey do ingleterra e todos los señores o eaua- lugares, e empresentaron muchos presentes
!loros fuessen bien rosci lados, e que hziesse a la señora Helena. E salió assi mismo a res-
prouision de todas las cosas necessarias. E cibirlos la rcyna vieja, madre de Artus e
Artus dixo que le plazia. E Oliueros le fizo madrasta de Oliueros, que por ruego del fijo
acompañar de muchos caualleros, e se partió viniera del rey no Dalgarbe a España al res-
do Londres después de despedido de todos eibimiento de Oliueros e de Helena. E abra-
los señores de la corte. E en pocos dias llego co a oliueros e lo demando perdón, llorando
a su rey no, e houieron los españoles gran muy amargamente. E Oliueros le mostró
plazer con su venida. E les dixo como lumia mucho amor, e le dio grandes presentes e
tallado a Oliueros, e que era casado con vna dadiuas. E al tercero dia coronaron a Oliue-
dueña muy fermosa, tija del rey de Ingle- ros e Helena, o fueron las fiestas renouadas
tvrra, e tenia vn fijo e vna tija muy termo- o las alegrías dobladas. E al tiempo de yan-
sos, c que se venia para su rey no coi. su mu- tar fueron las mesas puestas, e fue puesta
ger e lijos, e que el rey de Ingleterra lo vna mesa en medio la sala, e a ella se sen-
acoinpañaua. l'or las quales nueuas fueron taron cinco reyes coronados. El vno cía el
todos, grandes o menores, muy alegres, c rey Oliueros, el otro el rey de íngleterra, el
ordenaron como mejor podrían rescildr su otro Artus. rey Dalgarbe, e la rey na Helo-
>eñor. E Artus embio correos a su rey no, e na, muger de Oliueros, e la reyna de Al-
escriuio a su madre como Oliueros venia e

garbe.

CAPITULO LXXIL

COMO EL REY DE 1NULETERRA SE IJOLUIO PARA SI* RE VNO. E COMO EL CAVALLERO IILANCO VINO
A DEMANDAR A OLIUEROS LO QUE LE PROMETIERA POR QUE LE PROUEYESSE DE CAITALLO
E ARMAS E LE SIRU1ESSE EN EL TORNEO

Quando el rey de Ingleterra houo estado su rey no, mas que lo pesaua mucho do apar-
tres meses en «'astilla, e houo visto la obe- tarse de su compañía. E Oliueros le dixo
diencia «le los caualleros e el grande 'juerer que porque quedaua en España no se perdía
de los vassallos, bien conoscio que Oliueros la amistad ni menguaua el querer ni el buen
no querría boluer a Ingleterra, ca mas valia desseo de seruirle. E le rogo quo si por caso
lo que tenía que el rey no que esperaua . e houiesse menester gente o otra (-osa alguna
houo gran plazer dello, avnque el corar-m por guerra o por otro inconuenientc, que no
tenia lastimado viendo que se apartaua del dexasse de embiargelo dczir, que mejor le
e de su tija, e no estuuo sin le preguntar si podia fauorescer e seruír que en el tiempo
se partirían para Ingleterra. E Oliueros le que estaua en su corte, e que la voluntad es-
respondió que no le seria bien añilado dexar tana tan aparejada como quando alia estaua.
su rey no, oque seria causa que nasciesse E el rey mando apereebir su gente, que otro
grande discordia cutre los caualleros. E el dia se (pieria partir. E quedaron algunos in-
rey dixo que tenia mucha razón de estar en gleses en la corte de Oliueros, c fueron algu-

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518 LIBROS DE CABALLERIAS

nos caualleros españoles con el rey de Ingle- nos corregidores, alcaldes e regidores nueuos»
terra. E el rey se despidió de su fija con E bono mucha justicia en todo el reyno, e fue
grande multitud de lagrimas. E Oliueros e la república muy fauorescida; e era el rey
Artus, con todos los señores del rey no, acom- muy querido e amado de todos sus vassallos.
pañaron alrey de Tngleterra fasta en Fran- É estando el rey acostado en su cama con
cia, edieron a los caualleros ingleses muy su muger ya que el sol quería salir, oyó muy
ricos presentes e muy fermosos cauallos. grandes golpes a la puerta de su cámara. E
No e8criuire lo que fizo el rey de Inglete- estuuo esperando si los camareros respon-
rra quando se despidió del rey Oliueros e del dían o ra irruían quien llamaua. E quando vio
rey de Algarbe, porque seria mas lastimero que ninguno respondía, dixo: «¿Quien eres?»
que plazentero al lector. E después de des- E el que llamaua dixo que le abriesse, si no
pidido se fue para Ingleterra, e el rey Oli-
que quebraría la puerta. E el rey, con ma-
ueros e Artus de Algarbe se boluieron. E lenconia, salto de la cama, e con la espada
dende a pocos dias Artus demando licencia en la mano fue para la puerta. E abierta la
para leuar sn madre a Algarbe, e la reyna puerta vio al canal lero que le sintiera en su
se despidió de Oliueros sin haucr mención necessidad, con los mismos vestidos blancos
ni memoria de lo passado, e leuo muy ricos
presentes de España. E Artus dixo que no que tenia le
viéndole postrimero
el mando entrar, "torneo.
dia edelecho E en
la espada
tardaría a boluer, ca no podria viuir sin su en el suelo e le fue abracar, e le dixo que
compañero, e acompañados muy honrada- fuesse bien venido. E el cauallero le dixo:
mente se fueron para su reyno. E quando el «O bien o mal vo so venido, e mi venida no
rey de Castilla se fallo desocupado e quito de trabe ningún plazer para tu casa». E el rey
toda la gente estrangera, mando venir todos le dixo que ningún enojo le causaua su ve-
los señores del reyno a la corte, e assi mis- nida, ca bien se lo acordaua de la auenencia
mo todos los corregidores e alcaldes que que entre ellos hania passado, e que tenia
hauian regido las comunidades desde el dia todo lo que le deuia apartado e aparejado,
que su señor padre fallesciera, e puso algu- para ge lo dar quando lo quisiesse tomar.

CAPITULO LXXIIT

COMO EL CAUALLERO BLANCO DEMANDO AL REY DE CASTILLA LA MEYTAD DE TODO LO QU£ HA O A


GANADO A CAUSA DEL TORNEO DE INGLETERRA , E COMO DEMANDA UA
LA MEYTAD DE LA MUGER E DE LOS FIJOS

Estando el rey e el cauallero blanco en ra- tenia la muger e los fijos, mas que no
bones, lareyna se leuanto, e fue muy mara- poder para darlos ni venderlos ni enagenar-
uillada quando vio al cauallero blanco en la los. E el cauallero, mas feroz quo vn león, le
cámara. E el rey tenia todo el dinero que dixo: «Oliueros, quando estañasen el desier-
hauia sacado de Ingleterra en vn cofre apar- to de Ingleterra, 6in ningún dinero ni conos-
tado, elos joyeles que le hauian dado con la cimiento con persona que te lo diesse ni
muger en otro, e los vestidos en otro, e la prestasse, e antes que me fiziesses juramen-
vassilla de oro e de plata en otro, e las ca- to de mantener bien e lealmente la auenen-
denas en otro; e los abrió todos delante del cia que entre nosotros passo, hauias de dezir
cauallero blanco, e le dixo que sobre su cons- lo que agora me dizes. Mas después que te
ciencia estaua ay todo lo que hauia ganado sentí en tu necessidad e gaste mis thesoros
por el torneo. E le dixo que tomasse la mey- por ti, buscas estas cautelosas excusaciones.
tad dello e que escogiesse en todo lo que mas Mas cata que no aya mas dilación en dar-
leagradaua. E el cauallero se mostró muy me lo que tan justamente me deues, si no fa-
enojado, e con grande soberuia le dixo que rete maldezir la hora que nasciste en este
no le mantenía verdad, que por el torneo ha- mundo e el punto que jamas me conoscis-
uia ganado muger c fijos, o que no le bus- tc>. Entonces el buen rey se puso de rodi-
casse cautela ninguna, que bien tenia poder llas delante el cauallero, e le dixo que le
de fazerle morir a mala muerte a el e a sus daria todos los thesoros que estauan en los
fijos. Quando el rey houo oydo la demanda cofres e mas la meytad de su reyno por que
del cauallero, fue muy marauillado, e le dixo le dexasse sus fijos. E assi mismo Helena se
que bien era verdad que a causa del torneo puso de rodillas, e llorando con grande hu-

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALGARBE 519

mildad le mando la meytad del reyno de In- quiso responder, mas con grande ferozidad
fleterra, solo que no la apartasse de sus fijos. dixo al rey que acabasse de pagar lo que
I el eauallero le dixo que no quería, e que deuia. E el rey le dixo que tomasse de aque-
no lo hauia por los thesoros, sino por los fijos, lla fazienda que estaua en los cofres, e el
6 que si prolongauan mas en ello, que les tomo della lo que le plugo. E después le dixo
vernia mal dello. E le dixo con grande so- otra vez que le acabasse de pagar. E el buen
beruia que no tomaría ninguna cosa del rey le pregunto ¿que le deuia mas? E el ea-
mundo saluo lo que le era deuido. Entonces uallero dixo que la meytad de la muger E
traxo la reyna sus dos fijos, e los puso delan- el rey le dixo que no sabia como darle la
te del rey e del eauallero. E el rey dixo al meytad sin la muerte de la muger, e que de
eauallero que tomasse el que mas le agrada- vna muger muerta ningún bien le podia ve-
ua, e el eauallero dixo que quería el fijo, nir. E le dixo que tomasse todos los thesoros
porque sabia que era mas querido. E el rey que estauan en los cofres, que le valdrían

tomo el niño por la mano e lo dio al eaualle- mas 'que la media muger. E el eauallero
ro, diziendo: «Fijo, el plazer de tu nasci- dixo: «Oliueros, ya te dixe que no tomaría
miento me ha poco durado; mas la sancta ninguna eosa saluo lo que de derecho me de-
Trinidad te guarde e prospere para siempre ues. Por ende no me tengas mas en palabras,
jamas». Quien viera la reyna despedirse de si no pesarte ha dello». Quando el rey vido
su fijo, bien tuuiera el eora<on duro si con que no podia fuyr de darle lo que simple-
ella no llorara. Sus lagrimas eran infinitas, mente le hauia prometido, se boluio para su
sus sospiros no tenían cuenta ni bu dolor muger, e llorando le rogo que le perdonasse
compa ración. Besándole le dezia: «Fijo, ¿por su muerto, la qual en ninguna cosa jamas
que quiso Dios que te traxesse nueue mrsos hauia salido de su mandado, e quiso rescibir
en mis entrañas, pues que por fuerea tengo la muerte antes que serle inobediente. E
de consintir en tu perdición? ¡O nobles rey- respondió luego que le perdonaua de buen
nos, oy es fecho vuestro heredero o sefler es- coraron. E puesta de rodillas rogo a Dios
elano de vn hombre no conoscido!» E des- que perdonasse al rey su marido, e que qui-
pués se boluio al eauallero, e con grande siesse hauer merced de su alma. E el rey
humildad le rogo que le dixiesse quien era saco su espada de la vayna, e aleo el braco
e de que prouincia era natural. E el no le por le cortar la cabera.

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520 LIBROS DE CABALLERIAS

CArTITLO LXXIY

(JOMO FX CAUA1XKK0 01. AMO Tri'O KL ItHAco AL ItKV Poli *¿VK No M ATA.sSF A IIKLEVA $C MH.tn.
K IX* SOLTO TOIIO l.O (¿l'F I.F l.crjlA, F l.K D1XO vl'lKX FUA

(guando el cauallero Illanco vio la grande tercer dia fueron los atabios blancos, a sig-
lealtad doOliueros, qtieavnque su demanda nilieanea de la limpieza e puridad que mi
era injusta o fuera de toda ra/on le quería anima esperaua antes que subiessea los eie-
contentar en todo lo une cautelosamente le los. Ca assi como la color blanca es virgen o
hauia demandado, houo grande lastima del, limpia sin corrompimiento de tintura. a.v>¡
e le tuno el braco que ya tenia airado con la el anima ha de estar muy clara, virgen e
espada para matar su muger, e le dixo que limpia de todo poca do para subir a la gloria
esperasso vn poco, que qneria haldar con el. del parayso. a la (pial yo me vo agora e veré
E le mando tornar la espada en la vayna, e la presencia de mi criador, «pies la bien-
tomo la señora Helena por el braco e la h/.o auenturauca de las tanditas animas, o tu te
leuantar. E después dixo al rey si hauia < o- quedaras con tu muger e tí jos fasta que Dios
noseido vn cauallero que llainauan don Juan sea sentido, al qual trabajaras por seruir, e
Talabot. E el rey dixo que si. E el cauallero no dexes de fazer limosnas por que su gracia
le dixo si se le acordaua como moriera des- este siempre contigo; e yo rogare siempre
comulgado, ecomo el pagara la deuda que por t¡x>. E luego desaparescio el cauallero. E
deuia a vn mercader de su propio dinero, o el rey e la reyna dieron las gracias a Dios.
le lizo absoluor c enterrar muy honrrada- E donde a pocos dias vino el rey de Al gar-
mente. E el rey lo respondió que do todo se bo a España, de cuya venida fue el rey muy
le acordaua muy bien. Entonces dixo el ca- alegre, e assi mismo todos los camilleros de
uallero: «Sepas que yo so aquel don Juan Ta- la corte. E viuian todos en grande paz e so-
labot, eso aquel que te simio en el torneo, e siego. EHenrique. el tí jo del rey.se fizo muy
so aquel que leuo Artus tu compañero a don- gentil hombre, c era muy querido de todo el
de estaña el rey de Yrlanda que te tenia pre- rey no. E siendo Clarisa, la tija del rey. para
so. E por la grande limosna que li/.iste por casar, el rey tomo Artus por la mano, o le
mi, consintió nuestro redemptor que salies.se dixo destn manera: «Hermano, ya seria tiem-
de las penas del purgatorio e te siruiesse en po que üziessedes assiento en vuestro rey no.
tus necessidades. La causa porque el primer que avnque esto alia la señora vuestra madre
dia del torneo te traxc los ata b ios negros o para regir e mandar, todavía sereys mas te-
los canal los negros, era a dar a entender las mido cacatado vos queella. E seria bien que
J i nieblas e graneles oscuridades en que esta- easassedes, e si quereys casar, yo vos daré
lla. El segundo dia traxo los a labios colora- mi tija Clarisa por muger, por que nuestra
dos, que significauan el fuego del purgato- amistad sea ligada con parentesco. < <>mo ha
rio en que estaua purgando mis pecados. El sido probada por buenas obras..

CA1TITLÜ LXXY

COMO FL HEY OL1FFUOS <\VSo MT FIJA Co\ IX KFY J»K


VL'JAItl'F, F. Pi: LA MU FUTE DFL
OLH'KUOS K I)F I.A KFY N A SV Mt (¡FU

guando el rey de Algarbe oyó las razones corte, los qiialcs vinieron muy atablados, e
del rey < dineros, houo gran plazer, e le dixo fueron fochas las bodas con grande solemni-
que siempre le hauia tenido por padre e se- dad, eduraron las tientas gran tiempo. E « n
ñor, c que jamas le contradi v ra cu co.si este tiempo llego vna embaxada al re}* «Mi-
que le mandasse, e (pie en esso que tanto neros de parte del rey de Chipie, el qual de
l»ien e honrra le traya no era razón de apar- mandaua socorro por scruieio de Dios contra
tarse de su querer, e que donde adelante se- los enemigos de la fe catholiea, que le tonian
ria mas dichoso por ser su yerno. E mando convido. E como vinie-sen las tales nueuas a
el rey venir todos lo«, señores del rey no a la oydos del principe don Henrique, puesto de

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QUIJEROS DE CASTILLA Y ARTUS DALO AK BE 521

rodillas Melante su padre le pidió por merced corte, al tercer dia el buen rey dio fin a sus
le diesse licencia, o gente para yr contra los dias. E houo en la corte o en todo el reyno
infieles en fauor de la cristianidad. Lo qual muy doloroso llanto, o quandu la reyna vio
el rey, viendo su buen desseo, no lo pudo a su señor marido muerto, se ocho sobro el
negar, e le dio xxv mil hombros bien arma- cuerpo, o abracándose con el lo rouento el
dos, e se partió para Chipio. coraron del grando dolor que tenia por su
E donde a poco tiempo so partió Artas con señor. E fuoron juntamente llorados o en
su mugar para su reyno, o fueron acomu- vn monumento puestos. En el sentimiento
nados do !a mayor parte do los eaualleros do que fizo Artos por la muerte de (Mineros,
rastilla. E donde a tres años adoleció el rey bien fue conosoido quo quisiera mas siguirle
de vna grano dolencia, por lo «pial embio la en la muerte que qucilar sin el en este
n y na por el rey de Algarbe, e llegado a la mundo.

CAPITULO LXXVI

COMO EL PRINCIPE Dojí ENUIyUE MUItIO EN* 1'oDEU 1>E LOS l'.YUANOS, E COMO AKTUS
FUE II E Y DE CASTILLA E DE INOLETEIUIA

Quamlo el Iprineipe don Enrique llego al capitán, se retraxeron lo mejor que pudieron
reyno de chipio, fizo tanto por fueren de ar- en vna cibdad. E qnando las tristes nueuas
mas que echo los paganos do todo el reyno, do la muerto del principe llegaron a Castilla,
'• no contento de aquello, los siguió fasta en fue el llanto muy mas creseidoe el dolor re-
Turquía, o gano tres rey nos. o fizo baptizar nouado. E el rey de Algarbe traxo su mugor
muchos tun os. E fue coronado rey de todos
a < 'astilla, e fue aleada reyna de Castilla e
los tres reynos, estando en vna batalla, de Algarbe, e su marido fue coronado rey.
vino tan grande multitud de turcos, que que- E donde a pocos dias fallescio el rey de In-
rían quitar al sol su luz. Mas ni por esso gleterra, abuelo de la reyna de Castilla. E
Miijuiso retraher, antes matando e feriendo el duque de Cloestro, primo del rey de In-
se nv-tio en ellos, tanto que se fallo cercado glctcrra, con fauor de algunos eaualleros, so
•lo mas de diez, mil dellos, e todos trahajauan fizo coronar rey. E algunos eaualleros lo em-
|»»r liarle la muerte, mas no fue sin grande biaron a de/ir al rey de Castilla, el «pial tizo
mortandad dellos. E no dexo el buen princi- muy grande armada, c entro en mar con ella,
po menos fama según los pocos dias que la e en pwos dias ajiorto en Ingleterra, c houo
'pieMexool rey (Mineros su padre. E qnan- tres batallas con el duque «lo Cloestro. mas
do los christianos houieron perdido su rey e en fin le mato la mayor parte de su gente, e
522 LIBROS DE CABALLERIA8

a el prendió e no le soltó fasta que se murió de Portugal. Los dos fijos fueron hombres
en la cárcel; e se fizo coronar rey de Ingle- de grandes fuercas, e fueron muy humano*
torra e de vn reyno do Yrlanda. É viuio des- e benignos a los suyos, e regieron muy bien
pués en grande paz e sosiego. E houo en su sus tierras; e fenecieron sus dias en grande
muger dos fiios e vna fija. E, llegado su pos- prosperidad. Dios, por su sanctissirna pie-
trimer dia, dexo al fijo mayor el reyno de dad, quiera rescibir las animas de todos los
Castilla, e al otro el reyno de Ingleterra e fieles christianos, e aerescentar los dias de
el reyno de Yrlanda. E la fija fue casada con la vida a todos los que leyeren o oyeren leer
el rey de Portugal, e houo por doto el reyno la presente ystoria.
de Algarbe. que después fue siempre del rey

EL POSTRIMERO CAPITULO

E VNA EPILOGACION DE TODO El. LIBRO

El filosofo Aristóteles nos dize que las co- ystoria que Artus e Oliueros se parescian
sas que están separadas son conoscidas e en- tanto que muehas vezos tomauan el vno por
tendidas mas distintamente, por lo qual fue el otro, ningún discreto lo ha de tener por
ordenada la presente ystoria por capítulos impossible. Ca dos niños do vna edad e de
separados, e fecho vna tabla dellos. E por vn tamaño, e con vna sola manera de atabios,
quanto algunos podrían tener algunas cosas no es marauilla tomar el vno por el otro
de este libro por similitud de im fusibilidad quando se parescen algún tanto en el ges-
por no verdaderas, sera esto postrimero ca- to; ende mas quando son criados e doctri-
pitulo en declaración de aquellas. nados entramos de vn solo ayo, e depren-
Primeramente, en lo que dize la presente den vn mismo lenguage e vna misma crian-

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OLIUEROS DE CASTILLA Y ARTÜ8 DALGARBE

ca e mismas contenencias, como flzieron Oli- compañero, todo esto permetio nuestro señor
ueros eArtus. En lo que dize oue la rey na por que la falsa e traydora volnntad del rey
de Algarbe se enamoro do Olineros su an- de Yrlanda, que tanta honrra hauia rescibi-
tenado, aquello fue fragilidad natural de do de Olineros, no quedasse sin punición, e
muger, que siguia la sensualidad. Del agua por que fuesse castigo a otros que no quebra-
de la redoma, que mudaua color por los pe- ssen el juramento. De lo que dize de Artus
ligros de Oliueros, porque Oliueros era in- que no podia sanar si no beuia la sangre de
clinado todas
a buenas operaciones, e porque dos innocentes, Dios quiso que assi fuesse re-
sil partida fue por apartarse de pecado, Dios uelado a Olineros, por que la grande lealtad
permitió que Artus tuniesse conoscimiento e muy verdadero amor de los dos companeros
de las aduersidades de Oliueros por la tur- fuesse publicamente experimentada. Como
bación del agua de la redoma, e por el leal leemos de Abraam. que por mandado del
amor que entre ellos hauia quiso mostrarles ángel quería sacrificar su fijo Ysaac, e Oliue-
su marauilloso poder, por que fuessen exem- ros quiso matar sus fijos por sanar su com-
plo a los por venir e quedasse marauillosa panero. De lo que dize que Oliueros quiso
memoria dellos. De las grandes fortunas que matar su muger la rey na por mantener su pa-
houieron Oliueros e Artus, assi por mar labra al cauallero blanco, al qual hauia pro-
como por tierra, esso es cosa natural, ca por metido lameytad de la ganancia del torneo,
la disi>oBÍcion del tiempo ñauemos vido otras Oliueros era tan leal e de su condición tan
semejantes. Del peligro en que estaua Oliue- justo, que a su prometimiento no pudo con-
ros quando el cierno le saco de la mar, e de tradecir nitampoco buscar escusacion. Como
otros muchos peligros de muerte, delosqua- leemos del rey Herodes, que amaua mucho
les escaparon Oliueros e Artus, fue por vo- a sant Juan Baptista, mas quiso mas fazerle
luntad de Dios, que los quiso marauillosa- degollar e mantener la palabra a la fija que
mente guardar por sus oraciones e buenas quebrar su juramento. E pues que a Dios
operaciones. Del cauallero blanco que apá- no hay cosa impossible, ninguno deue tener
reselo aOliueros, e le eonorto e siruio en sus en mucho lo contenido en este presente li-
necessidades, Dios lo permetio, en remune- bro, ca Dios permete muchas marauillo-
ración de la limosna e obra de misericordia
sas cosas, e por nuestra doctrina faze mu-
que cumplió, procurando la absolución del chos milagros por confirmarnos en la fe e
cauallero que estaua descomulgado. De Oli- ponernos en el verdadero camino de salua-
ueros que fue preso e puesto en la fortaleza cion. La qual, por su sanctissima piedad e
del rey de Yrlanda, e después fue suelto e li- misericordia, nos de gracia de alcancar, e
bre por los marauillosos fechos de Artus su entrar en el numero de los escogidos. Amen.

A. LOOR E ALABANCA DE NUESTRO REDES! PTOR JE8U CHRI6TO E DE LA BENDITA VIRGEN NUESTRA

SEÑORA SANCTA MARIA, FUE ACABADA LA PRESENTE OBRA EN LA MUY NOBLE E LEAL CIBDAD DE
BURGOS A XXV DIAS DEL MES DE MATO. ANO DE NUESTRA REDEMPCION MIL. OCCC. XC. IX.

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I

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR

Y DEL INFANTE TUK1AN SU HIJO

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LA HYSTORIA DEL REY CANAMOR

Y DEL INFANTE TURIAN SU HIJO


*

Y DE LAS GRANDES AUENTURAS QUE HUUIERON

Con licencia. Año de M. D. LXII.

Aquí oomienoa la hystoria del esforzado hasta la muerte, que obligado soy de morir
REY CaXAUOR Y DE 8US GRANDES HECHOS DE todos tiempos por vuestra merced» . Y desque
ARMAS. Y DEL INFANTE TURIAN SC HIJO. el infante oyó las razones tan buenas del es-
cudero, dixole: «Mi buen amigo, la razón es
En ol reyno do Persia hauia va rey muy esta: ya tu vees como soy en edad en que no
noble, justiciero y amado de todos los de su deuo estar en casa de mi padre. Ca los hijos
reyno y dezianle Padamon, o hauia por mu- de los reyes y de los otros grandes señores
ger vna noble reyna, la qual llamauan Dey- que son puestos en esta edad en que yo estoy,
da, e huuieron vn hijo infante, muy cum- no deuen estar mas en casa de sus padres
plido de virtudes y muy valiente cauallero, sino en seguir mundo por alcancar honra y
al qual dezian Canamor. Y este rey, por no prez. Y pues ahora es mi voluntad de yr a
hauer otro hijo ni hi ja que sucedíesse en el buscar auentura si podre reynar en dias de
reyno después de sus dias sino este, hizolo mi padre». E desque el escudero se lo oyó
criar a muy grandes vicios y poner en el decir, huuo muy gran plazer, y dixole: «Se-
muy grandes guardas para lo defender y am- ñor, ¿este es el secreto que mo queriades
parar de los peligros y tentaciones del mun- dezir? Yo lo he a muy buona dicha, y desde
do. Y este infante passo assi sus dias desta aqui pongo de yr con vos y no os dexar ni
guisa, hasta que huuo edad de quatorze años. desamparar en todos los dias de mi vida». Y
Y acaescio vn día que huuo de hablar e.sto el infante, desque se looyodezir, huuo gran
infante con vn escudero del rey su padre plazer. y agradescioselo muy mucho, y dixo:
de quien el mucho confiaua, y dixole: «Mi «Mi buen amigo, pues que a ti plaze mi com-
buen amigo, ya sabes como hasta esta pre- pañía, yo amo la tuya. E hagote saber que
sente hora siempre te ame en el mi coracon me han dicho que eí duque don Gordon que
ha desafiado a mi amo el conde Catagan, y
mas que a hombre de toda la rasa de mi se-
ñor padre; de aqui adelante mucho mas te han de hauer batalla do oy on ocho dias.
amare y partiré contigo do la pobreza que Y por la crianea quo en mí hizo, querriale
nuestro señor Dios me diere, si dos cosas que ayudar por mi persona, pues no alcance mas
te quiero descobrir me sabes guardar y me ayuda; y para esto querría, si te pluguies-
prometes de no me fallescer» . Y el escudero, se, que fuessemos como hermanos, que yo
desque oyó estas palabras al infante, no po- juro por la bendición del rey mi señor, si
día presumir según su edad que podría aque- Dios me diere algún bien, de lo partir con-
llo ser y estaua muy marauillado, pero con tigo. Yesto que yo quiero hazer ha de ser a
buena voluntad respondió, y dixole: «Señor, escusa del rey mi padre y de la reyna, y de
esta es la primera cosa en quo me prouays, los otros canal loros, por que no me porturbou
si en ella falto mo hallaredes no coníieys do mi buen proposito». Desque el infante esto
mi, mas yo vos haré qualquicr seguridad huuo dicho, dixo el escudero: «Señor, vos
que me mandaredes, y de poner mi coracon ordenad como vos plazera, que de vuestro
en vuestra raercod y de vos tener lealtad mandamiento no passare».

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r.28 LIBROS DE CABALLERIAS

Capitulo Primkro.— De romo el infante Cu- Cap. II. — De como el tu funis. Qtnamor .«■
ita mor se partió de su ¡muí re sin se lo dexir ¡Hirtio de ln bu-tulla, y de romo ti r<Jlt,¡,
y fue a ayudar ai ronde Catay au. >j de rieron.
Cntnyan fue em ¡>us del y romo le cono*-
romo mulo al duque Cordón.

Desque esto huno dicho el escudero, tomo Desque la lid fue vencida, «pie ninguno ya
el infante armas, las mejores que pudo liauer, no se defendía, salióse de entre aquella coiu
y tomo dos cauallos muy bueno» y dinero lo pañia por el valle arriba, do estaua su escu-
que hunieron menester. Y todo esto lúe he- dero atendiendo, que nunca los ojos del par-
cho en manera que no lo supieron el rey ni tia, y llego a el y diole el yelmo que le lle-
la rey na, ni los otros canal loros déla casa uasse. K ynale Canamor contando lo que k-
que lo amanan mucho, que aunquo era moco hauia acaescido en la batalla y de la buena
en los tlias, era muy discreto y muy sesudo, and anca que hauia han ido el conde Catagau
y ayudaua muy bien a su pan re a defender y sus eonpañas. K desque el conde Catagan
el rey no, ca este infante era muy largo y es- llego a aquel lugar donde los suyos tenían
forzado en todas cosas, y muy sesudo cana- al duque, progumoles que se hiziera aquel
nero yde mucha ventura. Y desque huuie- buen cauallero que derribara al duque Uor-
ron menester, partieron en hora buena muy don y venciera la batalla, y dixo vn caua-
secroto, y íueronse para el campo donde la llero que viera yr por el valle arriba a d(*
batalla hauia de ser, y entro como cauallero caualleros. E dixo el conde Catagan: «Crecí 1
esforeado desconocido, que Unios sus hechos por cierto que el es, y sin ventura soy si no
quena hazer secretos, y paróse a la parte do tengo de saber quien es este cauallero que
el conde su amo estaua con otros caualleros tan buena ayuda nos ha hecho*. Y entonces
atendiendo la batalla. Empero quedóse en pregunto al cauallero que por do yuan, y
vn vallo, cerca do lumia do ser la lid, que no mostroselos. Y el condo momo con siete ca-
quería ser conoscido, que todos sus hechos milleros a yr om jk)s del, y dixo a los quo
quería hazer encubiertos, por que después, si quedauan en el CiiinjH) que guardassen bien
j»or ventura la batalla venciesse el conde, no al duque y las armas y joyas y cauallos uV
10 detuuiesse, que quería yr a buscar auen- los vencidos; y alcauco a Canamor, y dixole:
turas, e desque vido la lid bnelta el infante «Cauallero, yo os ruego por la bondad qiw
Canainor, entro dentro en medio de la bata- Dios en vos puso, que me querays atenuar
lla como esíon.ado cauallero, e dexo a su es- vn poco y dezirvos lie dos palabras». Y Ca
cudero en ol valle. Y el infante pcleaua tan namor, desque vido quo al no podia hazer.
brauaraente contra los del duque don Cordón atendióle, y dixo el conde: «Yo vos ruego,
por su amo el conde Catagau que le hauia cauallero, «pío (piorays boluer a holgar co-
criado, que lo amana mueno, que era gran ntigo yque me querays de/.ir quien soys. Ca
marauilia. bien se que por 10 que ahora vi, que ¡soys el
K alli fue la batalla muy fuerte y muy mejor eauallero que nunca en to<ia esta tie-
cruel, e duro mucho; pero mucho mas durara rra huno. K bien creo quo deuriades esLir
si les diera lugar Canamor, que en tal guisa cansatlo de los golpes que vos distes y de IV
los heria con el espada, que no hauia ag- que vos han dado. Y bien oreo que ¡«ira todi
nombre que rescibiesse vn golpe que quisies- mi vida humera lastima en el coraron si ik<
se atender otro, y quantos en la lia hauia supiera quien erades» . Y entonces desarmo
todos tenían ojo en Canamor, los vnos por el yelmo y el almófar, y vidole descubierto
se guardar y otros por lo herir o matar, 4110 y oixole: «l'ues me preguntays quien soy.
nunca en aquella tierra hautan visto caua- dezirvoslo quiero, avoque se me haga graiK
llero que tanto hiziesse en armas, porque de lo de/.ir. Sabed que soy Canamor vuestp>
ellos no le podían durar. Y salió de la bata- criado, (pie oy dezir de la priossa eu que o>-
lla el duque Uordon con vna poca eompaña tauades, y, por chanca que en mi hezisto.
de caualleros que yuan ya huyendo; y el in- yo soy venido a vos ayudar». Y quando el
fante Canamor siguióle, ca je conoscio, y conde aquello oyó y lo conoscio, Un gran
pngno de le alcanzar, e alcana-ole ante que plazer huno, que no le pudo hablar, y >lix»-
saliesso del vallo, y diole con la espada vn ic: *¡Ay el mi criado y mi señor, que en
gran golpe por encuna del yelmo «pie le hizo buen día hizo la vuestra crianza! tjue mas tn«-
perder la vista de los ojos, e cayo <iel cauallo plaze con vuestra buena cauuiJcria, que con
en tierra muerto, en manera que ninguna quautas coSíis ay en el mundo-». V iloraua
fuerva no sintió en s¡, y alli llegaron los del con el gran gozo que hauia con el, dainlu
conde y lo tomaron. muchas gracias a Dios por que tan gr.iu

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TÜRIAN Sü HIJO 52H

honra rescibiera por su criado qne criara, y todas armas, y vio vn palafrén ensillado y
dixole: «Señor, bien me plaze que assi me enfrenado con arreo de dueña. Estaua el ca-
acorristes en la priessa en que estaua; siem- uallero apeado y tenia el cauallo de rienda,
pre vos acorra Dios y la bendición del rey y en la mano el espada sacada, y la lanca y
vuestro padre en todos vuestros hechos, que ol yelmo cerca de si. Y desque todo esto huno
el que buen comienco vos dio el vos dará bien mirado Canamor, dixo a su escudero:
buen Hn». Entonces le tomo Cataban por las «Mi buen amigo, atendedme aqui, que quie-
riendas, y dixo: «Mi señor, vos haucys de yr ro yr a hazer oración en aquella yglesia». Y
eomigo. que no vos dexare». E dixo Caña- desuiose del camino y fuese contra la yglesia.
món «Plazeme de muy buenamente, que Y desque llego, dixo al cauallero que estaua
sabed que Uenaredes con vos a quien vos ama a la puerta de la yglesia: «Buen cauallero,
de coraron»; y assi hablando llegaron al ¿que auenturas sacaysdeaqui?» Dixo el: «Las
campo do estañan los otros eaualleros. Y que vos e yo sacaremos si quisieredes» . Y
(| uando los de la tierra supieron que era aquel ellos en esto estando, oyó Canamor gritos de
el infante Canamor, por quien tanta honra muger dentro do la yglesia, y fue raarauilla-
hauian recebido, huuieron muy gran plazer. do, y entro dentro y vido estar en el altar
Y entonces se fueron el conde y los suyos a vna donzella mny hermosa llorando fiera-
vna su villa, y lleno consigo a Canamor. E mente de sus ojos, o tenia vna cruz de palo
assi moro Canamor cinco días muy vicioso y en sus bracos, y encomendándose a nuestro
muy honrado, ca no lo pudo el conde allí mas señor Je8U Christo, quo hauia venido a la
detener. Y quando passaron por el campo, to- saluar derramando su sangre por los pecca-
maron el despojo de los vencidos, y muchas dores en el árbol de la aancta vera cruz; y el
joyas y armas y cauallos. Ca la mejoría de cauallero que estaua a la puerta de la ygle-
la batalla todos la dieron a Canamor. Y todos sia estáñala todavía amenazando, y deziale:
los de la tierra le venian a ver por maraui- «Donzella, no vo3 vale nada vuestro llorar,
Ua, ca no podían creer ser aquel el infante ca vos conuiene salir y passar por esta mi
Canamor. espada». Y Canamor, desque vido aquella
triste donzella atribulada llorando, dixo:
e Cauallero, mi buen señor, ¿por que quereys
Cap. III. — De romo se partió el infante Ca-
assi matar esta donzella?» Y el cauallero le
namor del conde; y de contó libro vna don-
cella de la muerte y mato vn cauallero que respondió: «Esso mestno haré a vos si quereys
la quería matar. tomar la demanda por ella». Y dixo Cana-
mor: «No me parece esso cosa de cauallero
A 11 i se despidió Canamor del conde Ca- hidalgo, el que en vna muger quiere ensu-
taban su amo y se fue su camino. Y desque ziar su espada; pero, pues a vos plaze, yo
se partió del conde, hizo el conde escreuir quiero tomar en el nombre de Dios la deman-
vna carta para imbiar al rey su padre Pada- da por ella». Y ontonces vino la donzella y
m«m, en la qual le imbio a dezir todo lo que ochóse a los pies de Canamor, y besoselos, y
le hauia acaescido en la batalla de Canamor, dixo: «Señor, acorred a la triste donzella,
y como por su causa fuera vencido el duque que en el mundo no atiende otro remedio sino
don Gordon. Y este infante, desque se partió morir sin razón»; y Canamor le dixo que no
del conde, and uno todo aquel dia y la noche llorasse, que, plaziondo a Dios, el la pornia
con mucho trabajo por vna tierra yerma; y
en cobro. \r desque el cauallero aquello oyó,
otro dia por la mañana llego a vna ribera de tomo prestamente su escudo y su lan<;a, y
vn rio muy bueno y de muchas arboledas. E púsose su yelmo en la cabeca, y subió en su
alli vido cerca vn monestorio de dueñas muy cauallo y dixo a la donzella: «No vos vale
honrrado v fueronse alia el y su escudero, e nada vuestro querellar, que si ««se cauallero
hizieronles alli las dueñas mucha honra, y vos quiere defender, su cabera le costara, y
sils cauallos muy bien pensados: y otro dia después la vuestra». Qvando el infante Ca-
por la mañana oyó el infante missa, y miro namor assi se vido amenazar de aquel caua-
to<lo el monesterio y despidióse de las due- llero, huuo muy gran saña, y dixo: «Don ca-
ñas, epidió a su escudero sus armas y ar- uallero, vos amenazastes mi cabeca; pugnad
móse. Y assi se partieron de alli, yanduuie- de guardar la vuestra, y de aqui os asseguro
ron perdidos por vna montaña muy triste a estas sa netas virtudes desta casa, a quien
hasta medio dia, que no sabian a que parte vos hauodes acatado muy poca honra, que
salir, y pararon mientes y vieron lexos de aqui sera el fin de vuestra vida o de la mia» .
si estar en vn otero vna yglesia y fueronse Entonces se fueron ambos a dos a acometer
alia. Y desque el infante llego cerca de la muy brauamente, mas del primer golpe libro
hermita, vio estar vn cauallero armado de Canamor su cabeca y La de la donzella, ca le
L1BB08 Di CABALLERÍAS.— II —34
530 LIBROS DE CABALLERIAS

hinco la lanca por los pechos que le paseo ol estuuonos aguardando en vn valle por donde
escudo y le falso las armas, y cayo el caua- hauíamos de passar, y tomónos en el campo
llero en tierra; y sacóle la lanca del cuerpo, y echo mano a la espada para me matar, y
y descendió del eauallo y metió mano a la los escuderos apeáronse y comentáronme a
espada y cortóle la cabera. Y desque esto defender, y en tanto yo, como triste, fuytue
huuo hecho, llamo a la donzolla que viesse huyendo a aquella yglesia que halle abierta;
su enemigo, y dixole: «De/idmo, señora, y este cauallero malo, desque huuo muerto
¿abastavos esto? Soys libre (leste descomunal a los escuderos, fue em pos de mi, y enu>-
cauallero». Y la donzolla lo dixo: «Señor, vos mendemo al señor Dios que me librasse, y
me libras tes de la muerte; tal mérito como plugo a el de mo oyr y de traeros por aqui
este yo no se como le galardonar, que soy vna
por que fuesse librada». Y desque la donze-
donzella indigna, mas offrezcome ser vues- lla esto huuo dicho, comenco Canamor a lo
tra captiua toda mi vida, que ya fuera muer- demandar el su amor lo mejor que el pudo,
ta si Dios por aqui no os traxera> . Y dixo y la donzella ora muy hermosa, y hauia vo-
Canamor: «Dezid, donzella, donde os plaze luntad de la hauer por amiga. Y la donzella.
yr, y llenaros he alia». desque vio que era cauallero tan esforzado,
hermoso y de gran cuerpo, y por el bien que
Cap. IV. — Como, muerto el cauallero, el in- del hauia recebido, ella fue muy enamora.la
fante yla donzella ae fueron a casa de del, y desseauale con plazer en todas las cli-
vna xu hermana, y de lo que pausaron en sas que le maudasse, y dixole: «Señor, pues
el camino y de como aquella noche holga- que assi es que a vos plaze que haga aquelíu
ron en vno. que vos rae rogays, hazedme pleyto y howe-
nage como cauallero hijodalgo, que tnored -s
Dixo la donzella: «Señor, de Dios ayays en casa desta mi hermana do ahora vam<>.-
todo el bien que en mi hizieredes; y, señor, algunos dias, en manera que no quede yo
pues a vos plaze, aqui esta vn castillo quo desseosa de vos» ; y desque Canamor ovo es-
es de vna mi hermana, donde vos morareys tas palabras, vio buen eomienco, y dixolr:
muy vicioso con quanto a vos pluguiere. Y «Señora, vuestra buena respuesta agradeze<
desque ella sepa que por vos fuy librada de la quanto puedo, y offrezcome ser vuestro y «le
muerte, y como matastcs este cauallero malo cumplir vuestro mandamiento y de m«>r:ir
de quien ella se temía mucho, en ol mun- donde vos mandaredes quanto a vos plazen.
do no sabrá plazer que os hazer» . Entonces y ser libre a vuestra ordenanca» ; y entonen
Canamor llamo a su escudero, y subieron la le otorgo ella que haria su mandamiento. Y
donzella en el palafrén, y tomóla por las assi hablando en esto y en otras cosas, llega-
riendas, y tomo el escudero el eauallo y las ron al castillo de su hermana, y quamlo la vi •
armas del cauallero muerto. E yéndose por venir su hormana y con ella aquel cauallero.
su camiuo, comenco Canamor a preguntar fue mucho marauillada que podría aquello
a la donzella que por que la quería matar ser. Y desque llegaron, dixole: Que ¿como
aquel cauallero, o como la hauia tomado allí venia assi o que lo hauia acacscidc? Y la don-
en aquella yglesia. Y la donzella respondió: zolla le contó el hecho corno fue y como la
«Señor, este cauallero que vos matastes aqui, hauia librado de muerte aquel cauallero, y
mato a mi padre malamente y a dos eaualle- como matara al otro. Y desque la señora del
ros hermanos mios, y tomo por fuerza a mi castillo lo oyó, no supo que hazer «le gozo, y
señora madre y casóse con ella, y el tenia y fuele a abracar muchas vezes, y dixole: «Señ<»r
l>osseya todo lo que mi padre nos dexo, y no mío, vos soays bien venido, y no podría esti-
dalia cosa ninguna dello á mi señora madre mar el bien que por vos nos es venido; ahora.
ni a nosotras; y ahora, señor, trayan a mi Benor, desarmaos y hagan aqui quanto man-
ployto de casamiento con vn buen caballero, daredes». Entonces le desarmaron y curaron
y el súpolo y entendió que si yo con este muy bien del, y dieronlo quanto huuo me-
cauallero me easasso, (pie seria hombre para nester. Yen aquel dia no pudo estar e»>n la
le demandar lo mió. E ayer de mañana sali donzella, como aquella que su amor le hauia
de vn castillo que se llama de Dueñas, quo prometido en la habla que hízíeron por el
es a dos leguas de aqui, y es lugar mucho camino, pero no pusieron donde ni quando
honrado y vicioso, o yo he estado ende con se ayuntassen. Y después que Canamor ceno,
vna tia mia despuos que el mato a mi padre hizieronle en vna cámara vna cama muy
y a mis hermanos y se caso con mi madre, rica, y a su escudero en otra cámara otra
y para hazer este casamiento embio por mi cama, y después fueronse acostar; y Cana-
vna hermana y otros mis parientes, y este mor, estando en la cama, comenco a pensar
cauallero, como lo hauia sabido, espiónos, y
I oomo fuera errado, que no pusiera con la

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TURIAN SU HIJO 531

donzella donde se ayuntassen. Y desque fue ella le dixo: «Señor, mi ventura me cegó el
algún rato de la noche passada, que todos dia que os conocí, que mas me valiera morir
dormían, leuantose la donzella de su cama se- a manos de aquel cauallero que vos matastes
cretamente,fuese
y a la puerta de la cáma- que haueros conoscido; pero pues esto estaua
ra do Canamor yazia, e hirió muy passo en ordenado del señor Dios, que tan poca fuesse
la puerta. Y Canamor tenia dentro vn cirio la mi ventura y vuestra conciencia, no pue-
encendido, quo nodormiayraaginando en el do mas hazer; mas jamas do vos no se partirá
su yerro, y el en esto estando, oyó herir a mi coraeon» . Y Canamor le dixo: «Señora,
la puerta, y luego cuy do que seria la don- rogad a Dios que escape de la batalla do voy,
zella o su mandado; y leuantose eu camisa que bien creo que poco vos ternedes mi des-
y vn manto cubierto, y su espada en la mano, seo, que yo seré aqui cedo». Y dixo la don-
y fue muy passo a abrir la puerta de la cá- zella: «Asi os guarde Dios y vos de venci-
mara yvido la donzella, y fue muy gozoso miento sobre vuestros enemigos, como vos
con ella; y tomóla por la mano y metióla en cobdiciays que vuestra venida sea cedo. Mas
la cámara; y la donzella venia en vna caini bien creo que no sera tan ayna que a mi no
sa muy rica y vn manto de escarlata cu- se me haga tarde». E assi passaron toda
bierto; assi
y holgó Canamor con ella aque aquella noche. Otro dia de mañana la dueña
lia noche, y hallóla acabada donzella. Y se leuanto muy triste, y llorando fnelo a
quaudo tañeron a maytines, dixo la donze- dezir a su hermana como Canamor se quería
1 la a Canamor: «Señor, por Dios vos ruego yr. Y la dueña, señora del castillo, desque lo
que me querays dexar yr, que deliberada oyó, pesóle mucho y fue luego a estar con
soy a vuestro mandamiento cada vez quo Canamor, pidiéndole por merced que no
querays». Y Canamor le dixo: «Señora, fuer- quisiesse yrse, y que quisiesse liauer aquella
te cosa me es partirme do vos tan ayna, pero ¡>osada por suya, y que quantos seru icios ella
pues quo vos plaze. ydvoa en paz; mas rue- pudiesse hazerle en toda su vida, no le pu-
govos. señora, que no se vos oluide este lu- diera abastar el bien que por el les hauia
gar» .Y ella dixo: «Señor, no oluidare, ca vos venido. Y por muchos ruegos que le hizierou
teugo en el mi coraeon como a mi vida». Y no le pudieron tener alli mas. E fuesse a
assi moro Canamor en aquel castillo ocho despedir del cauallero señor del castillo, y
dias muy vicioso con esta dueña. pidió a su escudero sus armas, y armóse y
subió en su cauallo. E la duoña con quien el
holgaua, estauale mirando y lloraua de sus
Cap. Y .—Como el infante Canamor se par-
tió de la donxella y se fue por auenin- ojos, y desque se despidió de todos, salió por
roj», y de las grandes maranillas que le la puerta del castillo, y subióse luego la
acontecieron. dueña su enamorada en vna torre por mirar
por do yuan, y nunca hizo sino llorar hasta
Después que los ocho dias passaron, vi- que le j>erdio de vista; y desque de alli se
do que no le era honra de morar allí más; partió Canamor, passo por muchas auenturas
y estando vna noche en la cama con esta que serian granes de contar, y a cabo do tres
dueña holgando, dixole: cScñora, no ayays meses acaescio que yua Canamor por vna
enojo por lo que vos quiero dezir. Sabed que montaña muy espessa que no hallauan por
tengo de yr por fuerca a me ver con vn ca- do yr a parte ninguna, ni hallauan poblado,
uallero hasta cierto plazo, el qual se cumple ni hauian comido cosa alguna ellos ni sus
de oy en nucue dias; y para me aderecar de cauallos; y estañan los mas tristes hombres
las cosas que he menester para el campo, del inundo, que no sabían que so hazer. Y
esoae forcado do me partir luego» . La dueña, toda aquella noche estuuieron en pie, quando
desque esto oyó, pesóle de coraron, y lloran- el vno, quando el otro, guardando a si mis-
do muy duramente, le dixo: «Señor, ¿que sera mos ya los cauallos porque no los comiessen
de mi, triste sin ventura, que quedo como malas bestias, assi como leones, ossos y lobos
vos bien sabeys? Yo os pido por merced, por y otras bestias muchas que en derredor de-
amor do Dios, que no me dexeys y no seays Uos andauan, ca bien pensaron aquella noche
causa de mi muerte; y lleuadme con vos, ser comidos de ñeras animalias. Y otro dia
que en ninguna manera no quedare aquí». de mañana caualgaron en sus cauallos y
Y Canamor le dixo: «Dios sabe que como a fueronse su carrera, rogando a Dios que los
la vida vos lleuaria comigo; mas ¿que sera, sacasse a algún buen puerto. E yendo assi
señora, que voy a tan fortunado lugar como tristes por la ribera de la mar, acatando a
este y no me conuiene llenar señora comigo? todas partes por ver si verían algún poblado,
Por ende señora, no vos cuytedes, que vues- que les aquexaua la hambre muy malamente
tras lagrimas son saetas para mi ooracon»; y que no los podían lleuar los cauallos. Y assi

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LIBROS DE CABALLERIAS
53!>
andando, vidoCanamor vna ñaue que andaua ñaue, ya verguenca me sería sí no fuesse a
por la ribera en la mar, e llego hazia alia y saber que cosa es esta». Y dixo el escudero:
dio grandes vozes, y ninguno lo respondía; «Señor, ¿de quien lo hauedes de saber? ca
y fue dello marauillado o dixo a su escudero: los leones no hablan, e yo no veo otro de
«¿Ves que hermosa auentura desta ñaue, y quien sopados nada; y a mi parescer osU>
como esta también cumplida y no parece me parece encantamento malo y peligroso,
ninguna persona por ella? y no se que haga- y he gran miedo quo la ñaue se alongara alia,
mos, que en fuerte hora salimos acá». Y y esto quo yo digo quiera Dios que no nos
dixo el escudero: «Señor, algunos están den- acaezca». Y dixo Canamor: «Amigo, si tu
tro, mas cu ydo que están durmiendo» . En- los cauallos no tuuiesses, perderlos yanios.
tonces dio vozes como de cal>o Canamor y su ca están muy espantados do los leones; mas
escudero, por ver si resj>ondiera alguno. Y estáte aqui y teñios y snssiegalos, y atiénde-
vieron salir de la ñaue qnatro leones muy me, que muy prestamente me boluere aquí,
grandes, y desde que los vieron huuieron si a Dios pluguiere». Y dixole el escuden»:
muy grande espanto y pensáronse retraer. «Señor, no me pa rosee que yo deuo quedar
Dixo Canamor: «Amigo, esta es vna gran aqui, pues os veo yr en tan gTan peligro de
maravilla, venir leones en ñaue o no otra muerte, ca no vays en lugar que deuays vr
persona ninguna»; y dixo el escudero: «Se- solo» . Y Canamor le dixo que todavía quena
ñor, ami cuydar, estos leones descendieron yr en su cabo, y que hiziesse lo que le man-
de la montaña y vieron la ñaue cerca de la daua y lo haria en ello plazer. Y entonces se
ribera estar, y como son ligeros, nadaron santiguo y entro en el batel, y mudaron*»
contra ella y entraron dentro, y mataron la los loones y llenáronle a la ñaue. í tendió
gente que ende hallaron». Y dixo Canamor: las manos y subió suso, y entro dentro en la
«Amigo, de buena guisa hablados que bien ñaue, y cato a todas partes, y no vido ay
puede ser, ca creed que alguna gran mara- ninguna persona; y descendió a la cámara y
uilla es aquesta, y no se que consejo aquí entro dentro, y vido vna cámara rica de
tomemos». Y ellos en esto estando, descen- condales y de paños de peso toda encortinada;
dieron los leones muy apriessa todos quatro y llegóse a la cama y vido vna donzella y azor
a vn batel que estaña cerca de la ñaue, y dormiendo, y ella era tan hermosa que el
tomaron la cuerda con que estaña atado con fue fuera de su seso. Y quando la vido, todo
los dientes, y nadando comenearon a llegar lo al del mundo oluido, y desenlazo el yelmo
el batel contra aquel lugar do estaua Cana- del almófar y de la loriga y besóla. Y desque
mor y su escudero, y dixo el escudero: «Se- lo sintió la donzella, recordó espantada, y
ñor, quitadvos afuera ante quo salgan essos quando al canal loro vio eal>e sí, cubrióse vn
'leones»; y dixo Canamor: «Amigo, ante me manto, y dixo Canamor: «Señora, vuestra
plaze con ellos, ca por su venida cuydo saber buena ventura fue la mía; ea bien creo que
mas desta ñaue» ; y entonces tomo Canamor en el mundo no ay muger que tan hermosa
el yelmo a su escudero y púsolo en la cabera, sea como vos. Y agradezcoloa Dios mi señor
que bien cuydo que los leonas le querían que me trnxo al lugar do vos pudiesse haner,
acometer; y mando a su escudero que se ca siempre seré vuestro. Y asi me podre
quitasse afuera y se fuesse; y el cauallo de alabar que soy vassallo de la mas hermosa y
Canamor estaua tremiendo de miedo de los mejor dama que en el mundo ay». Y la don-
leones que sentía cabe si, y Canamor le heria zella respondió entonces: «Cauallero, v.is
con las espuelas mucho y pugnana de lo hauedes hablado muy bien, y pues que vos
assogurar, y los leones salieron fuera los assí quereys, yo otrosí me puedo alabar que
dos de vn cal>o del batel y los otros dos de soy del mejor cauallero y mas sin miedo «pie
otro, y llegaron el batel a la ribera y desi dueña en el mundo puede haner; ca vos de
estuuieron quedos, y a Canamor paresciole ueys saber que muchos caualleros han veni-
que los leones querían que entrasse en el do aqui y han mostrado muy grandes eouar-
batel, y descendió de su cauallo prestamente dias, y hauían muy gran miedo de entrar do
y llamo a su escudero que se lo tuniesse, y vos entrastes. Y nunca vi cauallero tan
dixole: *Amigo, paroscemo que me quieren atreuido como vos después que soy aqui. que
llenar estos leones a la ñaue y quiéreme yr quando vian estos leones en el batel luego
con ellos*; e dixole el escudero: «Por Dios, se arredrauan de la ribera. Mas a vos hizo
señor, yo no se como vos haueys de meter Dios tan esforzado cauallero en todas cosas,
con qnatro loónos en la ñaue; rezelo deuria- y díovos coraron muy esforendo». Y con
des haner de las marauillas que hauodes estas palabras fueron muy pagados el vno
visto». Y dixo Canamor: «Amigo, no hay del otro, y assi se fueron a la cama ambos a
cosa por que dexe de entrar ahora en aquella dos, y alli folgaron a gran plazer de si, y

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HYSTORI A DEL REY CANAMOR Y DE TU RIAN SU HIJO f>83

hallóla acabada donzella, y assi se les doblo en esta ñaue y a estos leones comigo que me
el amor mas que era de antes, y tan grande guardassen, y vido que si algún cauallero
plazer hauian de departir el vno con el otro, huuiesse que se quisiesse auenturar a entrar
<jwe no se preguntauan do su hazienda, e assi en esta ñauo con aquestos leones. E si por
estuuieron holgando gran parte del dia. su entrada no fues¿>e muerto Brocadan, que
no hauia lugar por manera del mundo por
do yo reinasso; entonces hizo este encanta-
<^ap. VI. — Como el infante Cañamar y la mento que vos vedes en esta ñauo, y assi es
donxclla de la ñaue, después de hauer hol-
gado rna picea, se contaron sus hauen- quo estos leones e yo ha gran tiempo que an-
luras. damos aqui, y hasta ahora que sea por bien
vuestra venida, no hauemos hallado caualle-
Allí se le vino mientes a Canamor de su ro que osasse eutrar por mi por miedo de los
escudero que hauia dexado a la ribera «le la leones. Y ahora, señor, plega a Dios que nos
mar con los cauallos, e dixo: «Señora, quie- muestre carrera por do salgamos de aqui. Y
ro yr |»or vn escudero mió que quedo alli en pues ahora vos he contado mi hazienda, pido-
Ja ribera de la mar con los cauallos. Pero vos por merced que me conteys la vuestra,
antes que vaya, dixo el, vos quiero pregun- y me digays quien soys», Canamor le res-
tar de vuestra hazienda, o como andays en pondió: «Señora, de mi deueys saber que a
esta ñaue, que con vos no veo a ninguna per- mi llaman Canamor, hijo del rey Padamon
sima sino estos quatro leones. Ca yo he visto y do la rey na Deyda; e yo sal i de casa de
eti esto mundo estraftas marauillas, mas nun- mi padre dessoando hazer algunos hechos ¡>or
ca tal como esta» ; e dixo la dueña: «Soñor, do fuesse ensaleada mi honra y fama; pues
yo vos quiero contar mi hazienda; después aquí soy venido a vuestro poder, a vos plega
contarme hedes la vuestra. Señor, dixo ella, do ordenar como conozca este cauallero y me
sal>ed que yo soy hija del rey Gramon, y es pueda ver con el» . Quando ella oyó dozir que
muerto gran tiempo ha; e por el hombre que era hijo de rey, huuo mucho plazer y fuele a
el mas amaua en esto mundo soy desterrada dar paz, y dixo: «Señor, pues que assi es,
del reyno que do derecho tenia do ser mió» . ordene Dios de nos lo que le plazera»; y Ca-
Y desque Canamor lo oyó, fue muy espan- namor le dixo: «¿Como es vuestra gracia?*
tado, ydixole: «Señora, ¿como es csso?» E «Soñor, a mi llaman Leonela, hija del rey
la dueña le dixO: «Señor mió, mi padre tenia Gramon y de la reyna Semerina»; y dixolo:
vn pri nado, y era vn cauallero que se 11a- «Señora, ahora me dezid como se marea esta
maua Brocadan, y queríalo mas quo a otro ñaue» . Y dixo ella: «Señor, ahora lo vereys;
cauallero de los de su reyno, y porque era que lo haurey8 a gran marauilla, que no to-
mas fuerte en armas y mas poderoso, diole man ende ningún affan en la marear, que el
el mejor condado que en el su reyno hauia, y conde Edeos, que esta ñaue encantara, me
al tiempo de su fallesci miento dexole enco- dio vna sortija que traygo aqui comigo en-
mendado elroyno para que después que mi cantada; quando la meto en el dedo, las an-
hermano fuesse de edad, que se lo diesse, y coras se acogen a la ñaue y el trel se alca;
cuy dando que haria lealtad, dexole esto car- entonces puedo yo yr do quisiere ; y quando
go. Y después que Brocadan se vido apode- la tiro del dodo y la meto en la limosnora,
rado en el reyno e tomadas las fortalezas do abaxaso ol trel y echanse las ancoras, y todo
su mano, comeneose a llamar rey; y como esto se hace por encantamento, assi como si
nosotros quodamos en su poder, echo a mi lo hiziessen vnos marineros»; y después quo
hermano en vn pozo y matólo luego, y en- todo esto le huuo contado, dixo Leonela:
t uves se mando llamar publicamente rey. Y «Señor, hora es quo comamos». Y dixo Ca-
a los que no consentían, mandaualos desca- namor: «Yo quiero yr por mi escudero, quo
bezar, eassi hizo mucho mal. Y el conde bien cuydara que soy muerto, e ya estara
Kdeos que me criara, era vn gran señor on el muy aquexado, que después comeremos
• I reyno de mi padre, y era gran sabio en el quando mandaredes» .
arte de astrologia y de encantamento sobre
todos los hombres del mundo, y desque supo
Cap. VII. — De como el infante Canamor
.tue este malo do Broeadan hauia muerto a mi salió por su escudero, y lo metió comigo
hermano y se llaraaua rey, íidolociondose de en la ñaue con mucha alegría.
mi, que era muger, por crianca que on mi
hizo, fuyo del reyno comigo. Alia donde an- Los ojos jamas partió el escudero de la
dana cato en sus estrellas si fallaría cosa por ñaue, y messaua roziamento sus cabellos y
do pudiesse reynar en el reyno de mi padre, hazía muy esquiuo llanto, cuydando que los
y uo hallo de otra guisa sino por meterme leones hauian comido a su señor, y ya no

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534 LIBROS DE CAHALLERIA8

sabia que se hazer, que era hora de nona y por qual manera podra ser ayuntada la
aquexauale la hambre y no podia tener los batalla y la mia». Ella le dixo: «Este caua-
cauallos ni assossegarlos. Y el estando en llero ha puesto que entretanto que el pueda
esta cuy ta, aparecióle su señor en la ñaue, y tomar armas, que siempre mantorna canpo
huuo muy gran plazer quando le vido, mas a los caualleros estrangeros que a el vinie-
que si lo hiziera señor de vn gran señorío. ren. Y esto ordeno e hizo quando «o hizoea-
Y Canamor descendió en el batel y llamo a uallero, y este lugar es vna buena villa que
los leones que viniessen a lo lleuar, y ellos ha nonbro Tersia, que es la mejor villa que
ya lo conocían y vinieron muy prestamente en aquol rey no ay; y la villa esta cal* la
y lanzáronse en la mar, loe dos de vn cabo mar; cerca esta vna ysla y passa por ay vu
y los dos de otro; y assi lo licuaron do estaua braco de mar hasta la villa, y no puede nin-
su escudero; y quando su escudero lo vio ve- guno aella passar sino por aquel braco ti-
nir desarmado, estauaselo mirando y santi-
mar; yla ysla es tamaña como vn tiroá*.-
guauase como los leones lo trayan assi, y ballesta a todas partes Y allí puso Brocadan
quando Canamor llego a la ribera, los leones que se hiziessen sus justas, e hizo poner en
salieron fuera, y dixo el escudero: cSeñor, aquella ysla vn gran padrón, y eneima de]
de merced le pido ine diga como viene des- padrón hizo poner vn escudo muy hermosa
armado yque auentura es esta, y como ha y en el sus armas, por que los cauallen*
tardado tanto, que ya en punto estaua, señor, estrangeros que viniessen conosciessen qii'
de desesperar y matarme con mis manos, o hauia señal de canpo». Y desque esto huu-
de me lancar en la mar, que ya llorado he dicho Leonela, dixo Canamor: «Señora, y»
vuestra muerte y la mia>. Y dixo Canamor: os pido por merced que mouamo» de aqni.
«Amigo, yo bien oreo que lias passado gran que no ay cosa en el mundo, si la muert*
trabajo, e yo entiendo, con la ayuda de Dios no, que me estorue de yr a buscar este lu-
mi señor, que te lo galardonare. Y desque gar que vos dezides; ca bien creo que Dios
tu supieres como tarde tanto, pues recaude me ayudara contra honbre que tal trayeion
y huue la mejor ventura que otro cauallero hizo»; y desque Canamor esto huuo diehe.
nunca huuo, no me pornas culpa». Y dixo el Leonela dixo: «Ay el mi señor, no sea assi.
escudero: «Señor, assi plega a Dios que vos ea el es el mas fuerte cauallero en armas qu»v
alcanceys honra y prez y de vuestro bien ay en todo el mundo; ca, señor, nunca hasta
aya yo parte, y vayan buenas nueuas de vos oy cauallero con el peleo vno por vno qu-
a mi señor el rey vuestro padre, que estara en sus manos no muriesse; y assi ha muerto
desseoso de ver vuestra vista» . Y dixo Cana- muchos caualleros. Por ende, señor, no v>>
mor: «Amigo, entra y meto essos cauallos en querría ver con el justar vno por vno- . Y
esse batel, y veras lo que he hallado, y si a desque Leonola esto huuo dicho, pasmóle. >•
Dios plaze que lo acabe, venirme ha por ello dixo Canamor: «Seflera, no mande Dio?, <juo
tanto bien, que pueda reynar en vida de mi assi sea que ayuntado con el vno por vn«».
padre». Y dixo el escudero: «Assi plega a quo aya en el coracon de me esi>erar. qu*1
Dios que alcanceys lo que por vos es dessea- Dios me ayudara contra hombre que tal tray-
do, y vos dexe acabar todas las cosas que eion hizo».
comencaredes, por quo sea como vos dezis» .
Entonces metieron los cauallos en el batel
Cap. VIII. — De como el infante Caimmor y
y atáronlos con sus cadenas, porque so espan-
la dueña de la ñaue y su escudero se fue-
tauan de los leones; y assi fueron Canamor
ron abuscar n Brocadan, y de como el in-
y su escudero halagándolos hasta que llega- fante lovenció y mato.
ron a la ñaue, y los leones tomaron las ca-
denas con (pie mareauan y atáronlos a la Por fuerca le tiro entonces la sortija de la
ñaue, y sacaron los cauallos del batel Cana- limosnera y metióla en el dedo, y acogié-
mor y su escudero, y después assentaronse a ronse las ancoras a la ñaue y aleóse el tre!,
comer Canamor y Leonela, y su escudero los y luego se mouio la ñaue de aquel lueary
seruia muy marauillado de la hermosura de alongóse ayna de la ribera; y Canamor y su
Leonela y del contentamiento que el vno del escudero fuoron mucho marauillados, qti<-
otro tenían, que mas no [>odia ser. Y después no hauian visto como se hazia acuello por
que huuieron comido, fuoronsc a holgar a su encantamento, y Leonela so lo fue todo con-
cama, y desque houicron holgado, dixo Ca- tando como el conde su amo lo hauia hecho,
namor: «Señora I¿concia, ya saliva wmo este porque aquel escudero no lo hauia oydo, quo
malo de Brocadan hizo tamaña trayeion hauia quedado fuera; quando lo oyó detir
como nunca fuera hecha; para vos vengar que yua en demanda de Brocadan, y como
dcBte traydor es menester que me digays era tan fuerte cauallero en armas, insole y

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TU RIAN SU HIJO 536

dixole: «Señor, yo no se que quereys hazer pidióle por merced el conde que le diesse
en yros a conbatir con cauallero tan valien- lugar para yr con el a la batalla, y quo ay
te; ydeuey8 ser coutento con lo que haueys quería morir con el, y el no quiso. Y estando
hecho, ea mejor seria que os tornassedes a assi, mando al conde que fuosse a la ribera
vuestra tierra con tau formosa señora como
de la mar y que mirasso que cosa era aque-
Leonela es, que no yr en mas auenturas; ca, lla, y que supiesse que cauallero era aquel,
señor, deueyslo fazer por vuestro padre y o que demanda traya, o si so quería conba-
madre, que tienen desseo de os ver». Cana- tir con el. Y desque el conde lo oyó, plugole
mor dixo: «Ruegovos, amigo, que no os ha- mucho con el mandado que Brocadan le man-
trays consejero en esto, ca no ha de haueral daua, por yr a ver a Leonela su criada, que
sino lidiar con cauallero de tal nonhradia en no hauia cosa en el mundo que mas amaua.
armas, y yo lio en Dios que acabare esta do- Y desque fue, mirólo todo bien, que no osaua
manda en quo voy, ca no ay cosa por que hablar cosa ninguna, porquo hauian ydo con
lo deua dexar». Assi anduuieron j>or la mar el muchos eaualleros y assaz otra gente por
que no hallaron la villa, muy viciosos mas mirar aquella ñaue; y quando el conde bol-
que otros hombres que en la mar anduuics- uio a dezirlo a Brocadan, y dixo que estaua
sen, que todas las viandas que menester ay vn cauallero de fuerte cuerpo y muy
hauían traya ella con el arte de encanta- aderezado, y traya consigo vna dueña muy
monto; y assi andando, assomaron vn dia hermosa y quatro leones que la guardauan,
a la villa do era Brocadan; vna mañana lo- y eran marineros y que guardauan la ñaue,
uantose el escudero do Canamor y vido vna y en tanto Canamor y su escudero sacaron
villa grande y bien torreada. Fuelo a dezir muy ayna los cauallos de la ñaue y metié-
a Canamor, y dixo: «Señor, aqui somos cer- ronlos en el batel. Y desque la gente aque-
ca de vna tierra, y veo vna gran villa». Le- llo vieron hacer, fueron muy espantados y
uantose Canamor y vido la villa y paresciole Canamor entro en el batel muy bion armado
muy bien; y dixo a Leonela: «Sonora, ¿es y los leones con el; y todas aquellas cosas
esta la villa que vos me dezis en que esta veya hazer Brocadan desde encima de la
aquel cauallero Broeadan?* Entonces salió cerca de la villa. Y el conde Edos y los otros
Leonela de su cámara, y en viendo la villa eaualleros dixeronle: «Señor, holgad y no
«•onoseiola, y dixo: «Señor, creo que esta es querays yr ahora a esta batalla, ca no ve-
Tersia la hermosa». Y demostróle la ysla mos buona señal on venir aquellos leones
«lo estaua el padrón de Brocadan; y Cana- con el cauallero» . Y desque esto vio Broca-
mor vido ay el escudo de Brocadan sobre el dan, huuo espanto y no quería yr a la bata-
padrón, y llegaron a la ribera la ñaue; y lla, no por miedo de Canamor, mas por los
Canamor dio gracias a Dios por que lo hauia leones, y dixo: «Amigos, ¿quien nunca vido
llegado a aquel lugar que desseaua, y quan- leones por marineros, ni ñauo que do suyo
do llegaron a la ysla, tiro Leonela la sortija se mareas8e? Y nunca de tales marauillas oy
del dedo y echáronse las ancoras y abaxoso dezir como aqui veo, y plazeme porque veo
el trel. Y los do la villa, que hauian salido lo que nunca vi, y sabré mas en que manera
a ver la ñaue, que la vieron venir desde le- o como es hecho aquesto que aquel cauallero
xos, salieron Unios a los muros y por las torres trae, o es loco, o viene con atreuimiento a
a ver «aquella marauilla. Y fueronlo a dezir se poner en mis manos». Y Canamor llego a
a Brocadan, señor de la villa, como era alli la ysla, y salió fuera del batel y subió en su
llegada vna ñaue la mejor que nunca hon- cauallo; y los leones quedaron con el batel; y
bre vido, quo se maroaua de suyo; y quando Canamor fuese de su passo contra el padrón
el conde Edos (•), amo de Leonela, que es- do estaua el escudo de Brocadan. y tomólo en
taua con Brocadan en la villa, que huuo he- las manos y dio con el en el padrón tal gol-
cho este encantamento, lo oyó, dixo: «Por pe que lo quebranto; y desque Brocadan y
cierto, con gran atreuimiento y osadia ha otros eaualleros que con el estañan vieron
venido esto cauallero a poder de Brocadan» ; aquello hazer, fueron espantados, y a los
el qual tomo juramento al conde Edos, amo mas de los de la villa plazia dello, porque
de liconela, que le guardasse la villa on tan- cobdiciauan la muerte de Brocadan. Y des-
to que yua a la batalla; y el conde, quando que Brocadan vio quebrantar su escudo, pe-
oyó dezir de la ñaue, luego pensó quo ora solo mucho dello, y llamo a sus eaualleros y
en la que venia Leonela, y no lo osaua dezir fueronse a mas andar al batel, y yendo alia,
a persona ninguna porque no lo matasse díxolcs: «Amigos, yo os prometo que aquel
Brocadan. Y desque Brocadan f'ie armado, que ha quebrantado mi escudo que desto ca-
mino alli le ponga su cabeea en lugar de mi
(') Antes (cap. VI) aKdeos» escudo, y mucho mo plaze porque tengo

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6:;g LIBROS DE CABALLERIAS

tionpo de me vengar de mi deshonra». Y que no estamos en boda»; y luego subieron


entonces entro en su batel y pusieron ay en otros cauallos y aderezaron sus armas lo
su oauallo y púsose ayna a la otra parte y
mejor que pudieron, que estauan todas des-
saco su cauallo del batel y subió muy ayna pedazadas, ytodos salieron del eanpo y
en el, y dixo a Canamor: «Cauallero, ¿como quedaron ellos solos; y alli se fueron a
quebrantastes mi escudo? ¿Que atreuimiento meter en la segunda batalla, dándose fiems
fue el vuestro?» Y Canamor le respondió y golpes con las espadas, tanto que los caua-
dixo: «Porque quando viniere a mano, con llos no los podían ya traer, y apeáronse. Y
el ayuda de Dios me atreuere a quebrantar alli dixo Brocadan a Canamor: ^Cauallero,
vuestra cabeca». «Pues que assi quereys, en vos hallo la mayor fuerca que nuu.a hall*
dixo Brocadan, don cauallero loco, aderecaos en otro cauallero. Yo vos ruego que me di-
y veremos que sabreys hazer». Entonces gays quien soys, porque me pueda alabar
mouioron los cauallo8 quanto mas pudieron, a quien mate o a quien vencí». Y desque
y cada vno de ellos hizo su poder por se ma- Canamor aquello le oyó decir, huuo gran
tar, yftrieronse con las langas en los escu- saña, y dixo: «Cauallero, soy marauillado de
dos de tal manera que luego fueron quebran- vuestras palabras, que oslo es en Dios y no
tadas falsadas
y las armas que trayan. Y los en vos, y el dísporna do nos lo que le pla-
cauallos toparon vno con otro, de guisa que zera; por ende nunca vos alabareys de tni
cada vno dellos cayo a su parte, y los caua- vencimiento ni de mi muerte, y nunca se
lleros se leuantaron muy ayna y echaron alabe el vno del otro, aunque quiera Di<*¡
mano a las espadas, y fueronse acometer que el vno de nos quede biuo». Y quando
brauamente; y quantos aquella batalla voyan ellos assi estauan hablando, bien pensaron
todos hauian dolía espanto y cuydauan que todas las gentes que estauan en derredor
en el mundo no hauia tales dos caualleros, que hazian alguna auenencia entre si, que
y cada vno dellos hauia gran sabor de se assaz hauian hecho; y Canamor dixo a Bro-
matar, y dauanse tan grandes golpes con cadan: «Amigo, dexemos las razones y tor-
las espadas, que no les valian los escudos ni nemos al hecho, que haurian que dezir de
los yelmos, avnque eran de azero, que ha- nos aquellos que nos están mirando» ; y lue-
zian lancar centellas como de fuego, que por go se fueron acometer muy brauamente la
fuerca los hazian quebrantar; tan fuerte- tercera vez, y tan fieros golpes se dauan.
mente se conbatian. que toda la gente que que a todos parecía que entonces comen<;auan
ende estaua era marauillada de lo ver. Y la batalla, ca ninguno dellos no parem ia
Leonola, que estaua en la ñaue cerca de la cansado ni demostrauan el su gran trabajo
ribera, que aquello veya, estaua muy triste que hauian passado. Y en esto es* unieron
y muy aquexada, y lloraua de coracon y hasta hora de nona, y tornaron a subir en
messaua sus cabellos, y dezia: «¡Ay, el mi los cauallos desque estuuieron cansados, y
señor! ¿que sera de mi, triste, que quedo en comencaron a golpear muy poderosamente,
poder de mi enemigo?» Y alcaua las manos y la gran voluntad dellos y la fortaleza que
al cielo llorando fieramente y rogando a Dios en las espadas j>onian hizieron quebrantar
que ayudasse a Canamor, pero que a las ve- los escudos mas ayna, y hender los yelmos,
gadas hauia mejora. Y como Brocadan era que ya no los podían traer, y trayan dest ra-
de gran coracon y tenia gran cuor{K>, pelea- nadas las lorigas; y cada vno dellos estaua
ua todavía muy brauamente y con muy gran herido de muchas heridas y grandes, e y lía-
fuerca. Y assi anduuieron en la batalla has- seles mucha sangre. Y desque Brocadan se
ta que fue medio dia; y toda la gente que sintió maltrecho de la mucha sangre que
los estaua mirando eran enojados de los ya del salía, comonco a desmayar vn j>oeo, y
mirar. Mas ellos no so enojauan do pelear tiróse afuera, y dixo a Canamor: «Caualle-
muy brauamente, y todavía se querían peor. ro, sufridvos por Dios vn poco, y dezirvos
Y desque vieron que de los grandes golpes he vna razón, y después, si tuuiercdes ¡K>r
que se dauan no se podían herir ni matar, bien quo tornemos a la batalla, tornaremos» ;
hizieronso a fuora y estuuieron assi quedos, y dixo Canamor: «Pues dezid ayna lo que
porque estauan muy fatigados do los golpes, quísieredes, ca no estamos en tíeupo de alon-
y allí les Ueuaron de comer a cada vno a su gar razones en tal sazón qual estamos»; y
parte. Y el escudero de Canamor seruia a desque Brocadan lo oyó dezir aquellas pala-
su señor, y a Brocadan seruian como a rey bras, j>esolo mucho, que bien pensó ipie Ca-
algunos caualleros do los suyos. Y desque namor vernia con el en alguna buena ygua-
Brocadan huuo comido, llamo a Canamor y lam.a, y dixo: «Cauallero, assi es que yo
dixole: «Cauallero, leuautadvos de av. que puso aqui esta costunbro que los caualleros
creo que mal prouecho vos haura de tener, que aqui viniessen a justar en este caopo

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HYSTORIA DEL REY CANA OR Y DE TURTAN SU HIJO 537

comigo, que después que ellos fuessen mis tía de su muerte que era muy cercana, y
vencidos o yo suyo, que avnque el vencido dixo a Canamor: «Por Dios, cauallero, tened
alguna buena ygualanca o razón de auenen- vn poco vuestra espada; mal aya quien tan
cia dixesse, que le no fuesse rocebida y que fuerte y tan grande la hizo, que por ella y
muriesse en la batalla, y pues que assi es j)or la gran fueiva que haueys soy llegado a
que yo hize esta costumbre, yo y vos la po- la fin de mis días, y ruegovos que me de-
demos deshazer si quisíeredes, y trataremos xeys desarmar, y matarme hoys mas ayna» .
pleyto y trato de paz si a Dios pluguiere, Y dixo Canamor: «Ahora podeys vos ver la
que assaz hauemos hecho y bien nos podían gran trayeion que hezistes a hijos de vuestro
(lar por buenos caualleros; y ahora vos tor- señor». Y entonces cayo Brocadan desapo-
nad a vuestra ñaue y yo yrme he a mi cas- derado do su fueiva. Canarnor se apeo y le
tillo, y curaremos de nuestras llagas». Y quito el yelmo de la cabeca, y desenlazóle
desque Canamor esto le oyó dezir, plugole el yelmo y el almófar de la loriga, y cortóle
mucho, y esforyose desque vio que quería la ai beca y púsola encima del padrón, y a
sacar partido con el; y dixo Canamor a Bro- los mas de quantos allí estañan que veyan
cadan: «Cauallero, pues que assi es, la cos- hazer esto les plazia mucho, porque Broca-
tunbro es buena; mas sera mala para vos, dan era muy cruel, y hauia descabezado a
ca creed que no Bera lo que vos posistes por muchos quando so llamo rey y a otros hizo
mi deshecho, y osta sera la cima de vuestra otras muchas sinrazones.
vida o de la mia; y yo vos daro melezina
para vuestras llagas; y ahora pugnad con Cap. IX. — Como, de#¡ntes que fue muerto
toda vuestra fuerca de vos defender, ca no Brocadan, el conde Edos y los del reyno
me parece que es esto lo que yo oy dezir de
fueron a la ñaue donde, entonan ya el in-
vos, y no me partiré desta batalla hasta que
fante Canamor y Leonela, y de como fue-
el vno de nos le de cabo, que yo hauria gran
ron rerebidos por reyes y se finieron publi-
vergüenza de la dueña por quien soy aqui camente las bodas.
venido si della me partiesse sin le dar cabo,
y no me seria bien contado» . E dixo Broca- Después que Canamor ouo cortado la
dan entonces: «Assi Dios vos vala, caualle- cabeca a Brocadan, quitóse el yelmo o hizo
ro, que me digays quien es osta dueña, y no su oración a Dios lo mejor que supo, y des-
tenga ella que poco le seruis, pues por olla pués de su oración acabada, fuese contra el
venis a tomar muerte». Entonces dixo Ca- batel do estañan los leones atendiondole; y
namor: «Yo vine a le dar venganca de su quando el conde Edos, amo de Leonela, y
enemigo y derecho del gran tuerto que lo otros caualleros, vieron a Brocadan muerto,
teneys hecho» . Y dixo Brocadan: «Ruegovos alearon las manos al cielo y dieron gracias a
<jue me digays quien es essa dueña que vos Dios; y entonces dio el conde vna gran voz.
dezis» ; y Canamor dixo: «Esta es Leonela, a de guisa que todos lo oyoron, y dixo: «Ami-
quien vos teneys deshonrada y desorejada gos, ahora os hizo Dios mucha merced, que
del royno do su padre, el qnal vos hizo mu- os quito a vuestro enemigo de sobre vos, que
cho bien, y matastes a gran tuerto a su her- mato a vuestro señor o hijo do vuestro so-
mano, y veysla a donde esta en aquella ñor, y catad aqui a Leonela vuestra señora,
ñaue». Y entonces se fue Canamor contra que ha buscado como vos quitasse Dios a
el muy ayrado y dixolo Brocadan: «¿Aun no vuestro enemigo, y veysla do esta en aque-
mequereys dezir quien soys, antes que nos lla ñaue» . Todos los del rey no dieron gra-
combatamos?» Y dixo Canamor: «Dezirvoslo
cias aDios, y dixeron al conde: «Señor, va-
quiero, porque se partan nuestras razones. mos por nuest ra sonora y nuestra rey na
Yo soy Canamor. hijo del rey Padamon, y natural, la qual biua y reyne sobre nos
bien vos digo que yo soy vuestro enemigo muchos años». Entonces, con mucha ale-
mortal». Entonces so fueron a acometer la gría y instrumentos, entraron todos en las
quarta vez, a guisa de buenos caualleros y ñaues y fueronse para la ñauo derecha-
honbros de gran coraron, y duraron gran mente, yel conde Edos y otros caualleros
pieca en la batalla, y Brocadan ora ya can- que con el yuan subieron suso a la ñaue y
sado con cuyta de las grandes heridas y de besaron la mano todos a Leonela; y ella
los golpes que Canamor lo daua, y oluida- abraco al conde su amo y tomólo la mano
uaNelo ya la espada en la mano, que no po- por fuerza y besosela, y dixo: «Señor conde,
día herir con ella, y pugnaua de se descu- rogad a Dios por mi señor Canamor, «pie
brir del escudo. Y entonces so apeo Brocadan nunca desconoceré la enanca que en mi
y se fue arrimar al padrón que estaua en hezistes, que Dios nuestro señor ordena to-
medio del canpo, muy cansado, e ya se sen- das las cosas que el tiene por bien; por

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o38 LIBROS DE CABALLERIAS

ende, señor, vos ordenaste» como Dios me mundo traen su semejable: el bueno con el
diesse marido a mi ygualdad, por ol qual yo bueno y el malo con el malo. Por ende, si
reynare y viuire en el reyno de mi padre». alguno de vosotros esta aqui que le pesa con
Y dixo a Canamor, que estaua en la cama la muerte de Brocadan y no le plaze con mi
por las heridas: «Señor, vedes aqui al conde venida, yo vos ruego, como fieles y leal.*
Edos, mi señor y padre, que ha andado tra- caualleros, que al que lo supiere que lo dica
bajando como fucssedes rey». Y desque le luego aqui, porque mi seflor marido e yo nos
vio Canamor huuo gran plazer y fuele a dar sepamos guardar del, que muy malo es el
paz, y dixolc: «Conde, yo hasta aqui no he ladrón de casa». Y desque Loonela esto huuo
hauido vuestro conoscimíento, y hasta que a dicho, todos dixeron a vna voz: «Señora, tu
vosotros plega no me llamare rey, mas seré eres reyna y señora natural; viue y rey na
hermano y amigo de todos vosotros, y no lo sobre nos muchos años, porque |>or tu veni-
perdereys de mi, que no vos tratare como ol da seamos ensalcados y el reyno mantenida
malo do Brocadan ni vos haré aquella con- en justicia». «Pues que asi es, dixo Leon-1-
pañía» . Desque esto oyeron el conde y los
la, que a todos plaze con la venida de mi s.*-
otros caualleros, friéronlo todos a besar las ñor marido y inia, yo vos ruego que lo nxi-
manos, y dixeron: «Vos soys nuestro rey na- bays por rey y por señor, que esse vos libro
tural, yvenid y reynad sobre nos, que a del peligro en que viuiadescon vuestro ene-
todos los del reyno plazo con vuestra soílo- migo; creed
y que este es hijo del rey Pada-
ria, y assi lo hallaroys por verdad». Assi mon y de la noble royna Deyda, royes y se
los licuaron con mucha alegria a Canamor y ñores muy poderosos y honrados, al qual
a Loonela a la villa. Alli vinieron todos los
tomo y recibo por mi marido y scñon>. Y
del reyno. Y estando vn dia en los palacios quando lo oyeron, huuieron todos muy gran
ayuntados, dixoles Loonela: «Caualleros y plazcr y alegria, que mayor no jK>dia sor, y
mis buenos amigos: con licencia de mi seflor dieron gracias a nuestro señor Dios porque
Canamor, que presente esta, al qual remito tal señor les hauia dado que todas sus honras
mi error si en esta habla la discreción me licuaría adelanto, y entonces le fueron todos
fallesciere, que me castigue y corrija como comunmente a besar las manos, y asseota-
marido y noftor deue hazer, y si su merced ronle en la silla de los royes, y pusiéronle 1»
me mandare hablar hablare, donde no, ca- corona del rey en la cat>eea, o con mu- has*
llare». Ydesque osto huuo dicho, Canamor alegrías que se hazian aquel dia en la villa,
y el conde mandáronle que dixesse lo que recibieron por rey y por señor a Canamor. y
quisiesse, y todos ostauan atendiondo aque- a Iieonela por reyna y por señora. Y alli fue-
llo que dezir quería, y dixo: «Especiales ron hechas las honras del matrimonio muv
amigos y caualleros que ante mi señor Ca- ricas, y dieron a Canamor y a Loonela aquel
namor estay s, las virtudes de los qualos no día del rerebitniento de la boda muchas ri-
se pueden remedar: manifiesto es a vosotros cas joyas, assi eauallos como paños de pe>
que el rey Gramon y la royna Semerina, y seda y otras muchas cosas, y hallo Cana
mis señores padre y madre, que fallescidos mor mucho thesoro que hauia dexado el mal-
son do esta presento vida, ser este reyno uado de Brocadan.
suyo y reynar en el hasta en el fin de sus
dias; los quales dexaron hijos, a mi y al
Cap. X. --/)<• como el infante Canamor a«-
infanto Arnaldo mi hermano, el qual hauia seguro su reyno, y después el y la reyna s<
de suceder y reynar después de mi padro; y fueron a ver a su padre ¿1 rey Padamon. y
como nosotros y el reyno quedamos enco- del rico recibimiento que se hizo.
mendados por mandado del rey mi seflor y
padre al maluado Brocadan, enemigo vues- Desque el rey Canamor fue sano de sus
tro ymió. Y el no hizo como leal cauallo- heridas, anduuo por su rey no y conoscieronle
ro, mas como traydor, y mato a mi hermano las gentes y adorauan en el, y el «lióles en
y desterro a mi tan gran tienpo fuera del quo biuiesscn, y a los malos saco de entre los
reyno, y ahora, por gracia de Dios y ordena- buenos, o hizo justicia dellos, y assepuro a
ción del conde Edos, mi señor y padro que si y a todos los lugares y «un i nos de sus
presente esta, que ordeno y busco carrera reynos, que estañan maltratados de aquellos
por do viniosse con mi señor marido delibe- que dexo el maluado de Brocadan, y de todos
radamente areynar y succeder en el reyno los que pudo hauer do todos hizo justicia, y
do mi señor padro. A vosotros plega abrir assi fue este rey Canamor muy justiciero y
vuestros corazones y partir mano del traydor amigo do Dios y do su gente y muy esforza-
do Brocadan, que quien con malo se acom- do; ydespuos que todo su reyno huuo anda-
paña malo ha de ser, que todas las cosas del do y assegurado, boluioso a la reyna Leonela

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TURIAN 8U HIJO 589

su muger a la ciudad de Tereia, y holgó ay. la ciudad, mostrándole todas aquellas rique-
Y allí estando, el rey Padamon su padre supo zas que estauan por las calles, y assi se fue-
como su hijo era rey, y huuo mucho plazer, ron al palacio; y el rey Padamon tomo a su
y mando hazer por el reyno de Pereia mu- nuera la reyna Leonela, y ol rey Canamor
chas alegrías; y después que esto huuo hecho, lleuana a su señora la reyna Deyda, y todos
guiso de lo yr a ver, y súpolo el rey Cana- los otros caualleros a las otras dueñas y don-
mor como su padre le quería venir a ver y zellas; yassi fueron en buena ordenanca
vio como no era derecho, y hablo vn dia con hasta que llegaron al palacio del rey, y alli
la reyna Leonela su muger, y dixole: «Seño- se pagaron el rey Padamon y la reyna Deyda
ra, nueuarnente me es dicho que el rey mi de la habla, virtudes y parescer de la noble
señor padre me quiere venir a ver, por ende reyna Ijeonela; y nunca el suegro la quitaba
paresceme que mas razón es que vamos nos- de si, tanto amor le hauia; y holgaron con
otros a ver a el y a la reyna» . A la reyna ellos quinze dias con muchos vicios y pla-
plugole dello, y huuolo en mucha dicha por zeres.
yr a ver al rey Padamon y a la reyna Deyda
sus suegros, y dixo al rey Canamor su ma-
Cap. XI.— Como el rey Canamor y la reyna
rido: «Señor, do buena razón assi se deue de
hazer como vuestra merced dize» . Entonces Leonela se boluieron ¡nira su tierra y fue-
ron muy alegremente rebebidos.
le dixo el rey que aderecasse las cosas que a
ella conuiniessen lleuar, y que el aderocaria Al cabo de los quinzo dias, despidiéronse
lo que a el oonnenia. Y luego mando Cana- del rey Padamon y de la reyna Deyda, y
mor fletar vna ñaue para si y para Leonela entraron en sus ñaues y huuieron muy buen
en que fuessen, y otras quatro ñaues para viento y la mar pagada, y al cabo de seys
lleuar quanto menester huuiessen. Y la dias llegaron a su reyno. Y desque llegaron
reyna lleuo muy ricos paños y joyas, como fueron a la ciudad de Tersia, donde fueron
aquella que yua en tal erabaxada, e hizo recebidos con muy grandes alegrías. Y assi
aderezar eeys dueñas y seys donzellas rica- reyno Canamor gran tiempo muy amado de
mente guarnidas. Y Canamor lleno consigo todos los de su reyno; y conquisto muchas
al conde Edos, con quien el hazia todos sus
tierras, y mato muchos moros, y peleo mu-
hechos, que no salia de su mandado en chas vezes eon los turcos, y gano mucha
aquello que le conuenia, y lleuo otros veynte tierra con que ensancho las suyas, y venció
canal leros y veynte donzeles de su cámara muchas batallas campales con duques y con-
muy ricamente arreados. Assi entraron en
des yreyes muy poderosos, de que huuo muy
sus ñaues y fueronse en el nonbre de Dios
gran nonbradia por todas las tierras sus
su viage: y con buen viento que huuieron, en comarcanas, y todos le liauian miedo; y puso
quatro dias llegaron a la ciudad de Pereia do muy gran espanto sobre sus enemigos; y
el rey Padamon estaña. Y desque el rey supo siempre fue vencedor en las batallas y nunca
que su hijo Canamor venia, con mucha fue vencido; y huno vn hijo en la reyna
alegría mando aderecar toda la ciudad, y que
Leonela, que fue marauilloso cauallero en
saeassen a las puertas y por las fenestras
armas y muy cunplido en virtudes. Y este
cada vno de las mas ricas joyas que tuuies- infante huuo por nombre Turian.
sen en sus casas; y assi hizioron estrados
muy ricos a las puertas, y emparamentaron
las calles todas de muy ricos paños de peso Aquí comienca kl cüento v grandes auen-
y de seda, y con otras joyas marauillosas, TURAS QUE HIZO EL INFANTE TüRIAN, HIJO
que era vna real cosa do ver. Y desqno del rey Canamor y oe la reyna Leonela.
salieron de la mar fueron recebidos de mu-
chos caualleros y dueñas y donzellas con Este infante Turian era tan bueno y tan
magnifico recebimicnto, tañendo y cantando aderecado cauallero en armas y en todas las
muy altamente muchos instrumentos; y el otras cosas, que mas no podia ser otro ca-
rey Canamor, desque vio a su padre, besóle uallero. Yquando este infante fue en edad
las manos, y después a su madre. Y la reyna de veynte años, en manera que podia tomar
Leonela fue por besarles las manos, y no se armas, estando el rey Canamor su padre
las quisieron dar; y tomáronla con mucho vn dia hablando con sus caualleros en vna
plazer el rey y la reyna, y dieronle muchas huerta, esto infante estaua ay hablando con
vezes paz. y estañan raarauillados de la su vnos mercaderes, y preguntóles que de don-
beldad. Y el recebi miento hecho, entráronse de oran, y ellos le dixeron que do la tierra
en la ciudad caualgando con muchas alegrías. del rey Ados; y a bueltas de muchas razo-
Y el rey Padamon traxo a su hijo por toda nes, comentaron a hablar en el parescer de

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540 LIBR08 DE CABALLERIAS

las donzcllas hijas dalgo, y ellos dixeron: E pensó de entrar a su auentura en vna
«Señor, hazemos vos saber que la mas her- ñauo, y licuar consigo algunos caualleros de
mosa donzella que nunca nosotros oymosde- su padre, e yr en esta demanda desta don-
zir, ni creemos que aya en ningún reyno, es zella, euydo
y que si a Dios pluguiesse que
la hija del rey Ados nuestro señor» . Y Tu- el la hallasse en aquella huerta do los mer-
rian quando se lo oyó dezir, fue muy niara- caderes lehauian dicho, que la podría bien
uillado, y llamólos aparte y dixoles: «Que hauer.
vos Dios vala, amigos, que me querays de-
zir del pareseer desta donzella, «pie bien creo
Cap. XII. — De como el infante Turian deli-
que lo podeys vosotros saber, pues soys na- bero de se partir en requesta de la herniosa
turales del reyno del rey Ados, vuestro se-
Floreta, hija del rey Ados. Y de corno huuo
ñor; ysi la verdad me dezis , yo vos prometo licencia de su jmdre y atauios y aparejos
que nunca do mi lo perdays; ca yo os puedo
para
k<io. su camino, y de lo que ende le acón-
aprouechar en vuestros hechos con el rey mi
seí\or y en otro lugar qualquier donde vos
plazeras; y desque esto huuo dicho el in- Desque esto huuo bien pensado en su co-
fante Turian, dixeron los mercaderes: «Se- raron, llamo al conde Alíseles, amo suyo que
ñor, vuestra merced nos demanda la verdad, lo liauia criado, y hablo con el toda la manera
y nos, en quanto supiéremos dezir, vos la di- de aquella donzella, como los mercaderes le
remos. Señor, esta donzella nosotros nunca hauian dicho, y como era su voluntad de yr
la vimos, por la gran guarda quo el rey Ados en aquella demanda y morir por la hauer. E
su padreen ella pone; mas dezimos vos, se- dixole el pensamiento que hauia hauído por
ñor, que en aquel reyno no hablau della na- la hauer, y que quería entrar en vna ñaue
turalmente como de otra muger, mas como con algunos caualleros o hyr a aquella villa
de cosa marauillosa». Y dixo Turian: «T)e- do los mercaderes le hauian dicho que evtaua
zidme, amigos, que Dios vos vala, ¿como osta donzella. Y quando el conde se lo ovo
es guardada esta donzella?» Y los mercade- dezir que en su niñez quería yr en tal de-
res respondieron: «Señor, el rey Ados su pa- manda, marauillose mucho. Y dixole que
dre la tiene en vna villa muy buena y cun- hiziesse sus hechos como hombre que hauia
plida de todas cosas, a la qual llaman Scse- de sacar hija de rey tan guardada, que pri-
na, y es muy buen puerto de mar el mejor mero viesse la salida que la entrada. Y des-
de toda aquella tierra; y assi hizo hazer su quo el conde huuo dicho esto y otras cosas,
padre vn alcavar ribera de la mar, muy pensó en su cora«.-on que aquella donzella
fuerte y bien torreado; el cabo entra dentro venia a la huerta, y dixo al infante: «Señor,
en la mar y viene a juntar con el muro de yo creo qua vos podeys hauer muy bien esta
la villa: y allí esta aquel castillo de todas donzella que dezis; y como quier que sea yo
partes muy fuerte. Y alli tiene cabe aquel quiero yr con vos. Y porque ayays buen fin
castillo vna huerta muy hermosa cunplida en vuestros hechos, yd con licencia del rey
de todos arboles y de todas fructas; y cabe vuestro padre y con su bendición, y dezidle
aquel castillo esta vna torre muy alta que que quereys yr a otro lugar, que si le hazeys
junta con el alcaear, y alli la tiene el rey esta relazion, no vos la dará; y esto ponedlo
nuestro señor a su hija, y están con olla mu- en obra por que partamos lo mas ayna que
chas donzellas de alto linaje. Y nunca el rey vos quisieredes, y podremos, en tanto que
de alli la saca sino en el tiemjK) del verano, nos haze buen tiempo». Y desque Turiaa
que sale a holgarse a esta huerta con sus oyó dezir al conde esto, pingóle mucho por
donzellas a tomar flores y a comer de la quo (pieria yr ron el y fuese luego al rey su
fructa». Y desque los mercaderes esto liu- padre, que estaua en el palacio departiendo
uieron dicho, dixo Turian: «Amigos, ¿sabeys con algunos caualleros de su corte, y lleuolo
como ha nombro esta donzella?» Y ellos di- ala cámara do la rey na su madre, do estaua
xeron: «Señor, Jlamanla Floreta, y pusié- con sus donzcllas, y apartólos y besóles las
ronle oste nombro porque ora flor de todas manos, y dixoles estas palabras: «Señores,
las donzellas». Y Turian fue marauillado
con mocedad y po<u discreción, y falles-oi-
dcsto que los mercaderes le dixeron, y pensó miento de mi entendimiento, no se si podre
en su coraeon que si el pudiesse hauer tal acabar según deuo lo que a vuestra uiereed
muger como esta, que le seria gran ensalea- comencare a dezir: a vuestra merced le plo-
miento sobre todos los camilleros de su rey- ga do mo corregir y emendar si por ventura
no. Y entonces se partió de los mercaderes no vos viniere en plazor; a vuestra merced
y anduuose paseando en su cairo por la pongo de me emendar y de vuestros man-
huerta , ponsando como podría esto acabar. damientos no passar, y cessar toda cosa qne

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I

HYSTOMA DEL HEY CANAMOU Y BE TURIAN 8Ü HIJO 541

en mi voluntad este propuesta de comentar». mi ayuda sean do conuiniere, y vna ñaue


Y desque el infante esto huuo dicho, el rey bastecida de armas y de vituallas y de todas
y la reyna comentáronse a sonreyr, y no las otras cosas que hauemos menester y a vos
podían pensar que les quería dezir, y pensa- venga en plazer» . Y desque el infante esto
ron que hnrlaua. Y finalmente mandaron huuo dicho, el rey pregunto al conde si le
que les dixesse lo que quisiesse. Y luego el plazia yr en este camino, que Dios le haría
infante hablo, y dixo: «Señores padre y ma- mucha merced y a el tan bien si con el in-
dre, cuyas* manos beso vezos sin cuento, si fante fuesse. Y el conde hizo semblante como
fusible u mi es. llagóles saber que mi volun- que no sabia do quería yr Turian, y dixo
tad y proposito es por algunos dias de ine que desseando seruír a su merced, que le
partir de vuestra señoria e yr con algunos plazia yr en aquel camino. Y el rey y la
camilleros de los vuestros, si vuestra merced reyna se lo agradescieron mucho, so protes-
me los diere, a vn lugar, j>or prouar mi tación que quando a Dios pluguiere que
mocedad e yr a buscar otro mi ygual con bolineasen, de se lo galardonar. E mando
quien pueda hazer alguna justa por mi per- llamar a todos los mancebos hijos dalgo de su
sona. Ca, señor, los hijos de los reyes y de corte, y dixoles lo que tenia ordenado el in-
los grandes señores, mal paroscen todavía en fante su hijo, como quería yr a buscar auen-
caaa de sus padres después que son honbres turas, y si les plazia algunos dellos yr con el
para hazer algunas cosas por si mismos. Y, y <pie les pagarían sus tierras a cada vno. E
s^nor, lo vuestro ganado lo tengo, y por como todos los gentiles hombres querían mu-
alcanzar prez y honra y fama me tengo de cho aTurian y desseauan su compañía a do
trabajar, que assi hezistes vos, señor, que quiera que fuesse, dixeron que todos yrian
aleam.astes a ser rey en vida de mi señor con su merced a morir do quiera que el
abuelo el rey Padamon, por vuestros bue- fuesse. Desque esto huuieron dicho los gen-
nos hechos. Por ende, por no salir de vuestro tiles hombros, el rey se lo agradescio mucho,
mandado, demando licencia para que en el y mando al infante que tomasse de aquellos
nombre de Dios me ayudeys en lo que man- gentiles hombres los que el quisiesse y me-
daredes y me dexcys y r» . É desque el infante nester huuic8se. Y estando assi, el escogió
esto huuo dicho, al rey y a la reyna plaziales treynta de los mas galanes y mas desenvuel-
mucho j>or el vn cabo y pesauales por el otro, tos que le parescieron, y desque los otros
porque no tenían otro hijo en que pusiessen que qnedauan aquello vieron, huuieronlo
su amor: y que le amanan mas que a quanto I>or mengua y dixeron al rey: «¡Como, señor!
hauia en el mundo. E mandóle salir fuera de ¿nosotros que acá quedamos no somos hom-
la ea niara y que ellos lo verían y hablarían bres do conuenga? Esto es de nos gran des-
lo que eumpliesso a su honor; y el infante fal ecimiento, yno lo aya a enojo vuestra
les pidió por merced que no le estoruassen merced si sobre ello acaesciere algún desfa-
su proposito y que deliberadamente abries- llecimientodesastre
y grande». Y respondie-
sen mano del y le dexassen yr con su propo- ron sobre esto los treynta gentiles honbres
sito comentado. Entonces ef infante salió de que el infante Ueuaua do tal manera, que
la cámara. Y el rey y la reyna mandaron huuo entre ellos tal escándalo y tal bollicio
llamar al conde Alíseles, amo del infante, y en la ciudad, que huuieron harto que hazer
dixeronle todo el hecho según Turian se ío el rey y el infante en los poner en paz; y
hauia dicho, y huuieron sobro ello su acuer- estaña la ciudad en tales términos, que esta-
do. Y por ellos bien visto y examinado, d¡- lla en punto de se perder y de estoruarso la
xeron que fuesse en el nombre de Dios. E partida del infante.
luego mandaron llamar al infante, y venido
le dixo: «Hijo, todo este hecho tuyo hauemos
Cap. XIII. - De como el infante se partió al
visto y examinado con el conde, y como puerto de Sesean ron licencia de su padre,
quiera que mucho seriamos gozosos en tener- y de la yran aleyria de los ¿tuyos, y del
te siempre cabe nos, pero, pues que a ti
consejo que huuo.
plazc, ve bendicto de Dios ahora; y en razón
fie la orden que has de llenar, veamos que es E desque estos hechos fueron assossegados
lo quo demandas para tu camino». Y el in- y los gentiles hombres ygualados, el rey man-
fante Turian dixo: «Señor, no quiero de do fletar vna ñaue y bastecerla de armas y
vuestra merced otra cosa sino que mandeys vituallas y las otras cosas necessarias. Y des-
a mi señor el conde Alíseles que vaya comi- que esto fue hecho, el rey dixo a Turian que
go, so cuya ordenanca y mandamiento yo quando quisiesse partir, que fuesse en el
biua y haga mis hechos; y con el me man- nombre de Dios, que todo estaua aderecado,
deys dar treynta caualleros mancebos que en mas que le rogaua que le quisiesse dezir la

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542 LIBROS DE CABALLERIAS

verdad do quería yr, o que empresa quería uia salido la infanta Floreta a la huerta con
tomar, y que comencasse cosa que saliesse sus donzellas, y hauiase echado a dormir
con sil honra y la fortuna no lo pereiguiesse. cabe vna fuente toda cubierta de rosas y
El infante lo dixo que su voluntad era dis- otros hermosos arboles, y todas sus donzellas
puesta yrhasta el reyno del rey Ados, y que con ella; y avnque la fiesta era grande, no
ende haría alguna cosa de lo que a su honra les hazia embargo. Y el infante Turian, des-
cunplia. Y el rey y la reyna le rogaron que que alia llego, por no sor visto de los de la
todavía les imbiasse vn. mensajero, por que villa, arrimóse al muro que estaña entre la
snpicssen buenas nueuas dol sienpre. Y al mar y la huerta, y puso ay su escala que
cabo de quatru dias, el infante y los suyos lleuaua en el batel, y subió suso muy sotil-
fuoron a demandar licencia al rey, y besá- mente, y con el conde y otros cinco camille-
ronle las manos y despidiéronse del. Y el ros, ylos diez caualleros quedaron a guar-
rey y la rey na le dieron paz y bendición, y dar el batel. Y el infante entro muy |>as8o
llorando la reyna encomendólo mucho al por la huerta catando a todas partes do vería
conde, que ya el rey se lo hauia encomenda- a Floreta, y andando assi y el conde con el,
do. Y assi descendieron con ellos hasta la ri- vidola estar durmiendo con sus donzellas cabe
bera de la mar, haziendo muchas alegrías y la fuente a gran sabor. E llego a ella y dixo
con muchos instrumentos, que ora vna real en su corazón: «De buena ventura soy, que
cosa de ver; y ol rey hauia muy gran plazer osta es Floreta, avnque yo nunca la vi» ; y es-
por que veya a su hijo yr muy alegre y es- tuno pasmado que haría de como la tomaría;
forzado cauallero, y quando se partió, el rey y el conde se llego a el muy passo, y le dixo
echóle la bendición y dixolo: «Hijo, la ben- a la oreja que hazia, que aquel hecho no era
dición de Dios y la mia vaya contigo; y rue- de tardar, que tal donzella como aquella uo
gote que por do quier que fueres, seas señor e era de dexar alli, pues era perteuesciente
ygual de los tuyos, y parte con ellos de lo para el: Entonces se abaxo Turian y tomo la
que Dios te diere de tus ganancias, ca des- donzella muy passo en los bracos, y ella yua
que les algo dieres, morirán por ti». Y en- durmiendo; o yendo assi, a la descendida
tonces mouieron la ñaue en el nonbre de
del escala , recordó muy espantada , y co-
Dios y fueronse su camino y huuioron buen menco a dar grandes gritos, y recordaron
viento y lleuauan buenos marineros; y el in- todas las donzellas; y quando hallaron menos
fante yua muy alegre y gassajado con los a su señora, comencaron a dar fieros gritos,
suyos, y en diez y seys dias llegaron a la tie- y desque esto oyeron los de la villa, vinie-
rra del rey Ados, y los mercaderes tan bien ron todos armados a la ribera de la mar, y
con ellos en la ñaue. Y (piando los marine- comencaroulea a tirar con las ballestas, y
ros reconocieron la tierra, subieron enton- otros lanvauanse en las ñaues y comencaron
ces en el mastel de la nano, por ver si doni- a yr em pos dellos; y no osauan llegar quan-
sarian alguna tierra, y vieron como estañan do veyan tantos caualleros bien armado*, y
cerca de la ciudad de Sesena do ellos que- tírauan con ballestas que no osauan llegar; y
rían, ydixeron al infante: «Señor, albricias assi se fueron Turian y sus caualleros y Ue-
vos demandamos, que ya somos cerca de la uaron su donzella, y quanto yuan ellos de
ciudad de Sesena»; y mostraronsela a ojo alegres, tanto yua ella de triste y llorosa, e
como e.staua ribera de la mar; y el huno mu- hizoles muy buen tienpo y la mar muy pa-
cho plazer, y dixoles: «Amigos, antes que gada, Turian
y entro en la cámara de la ñaue
alia lleguemos, pensad, o ayamos nuestro y tomo a Floreta por la mano, y metióla en
consejo cuerdamente de lo que deuemos ha- la cámara, y desarmáronle; y desque todos
zer». Y desque huuieron hablado, acordaron los caualleros fueron desarmados, saliéronse
que no llegnssen la ñaue a la ribera, mas que fuera de la cámara y quedaron Turian y Flo-
fuesse el infante en el batel <;on quiuze ca- róla ambos a dos arrimados a vna cama, y
ualleros,los
y otros que guardassen la ñauo. dixolo: «Señora, cessen ya vuestros lloros,
que no os aprouechan ninguna cosa: que
Dios me hizo mucha mercer en me aderezar
Cap. XIV. — De como el infante Turian sa-
lto con quinx* canilleros y robo la infanta que yo fuesse a aquel lugar do vos estauades.
Floreta, y de lo qne ci/n ella pauso. que yo os huuiesse y vos traxesse a este lu-
gar do vos ahora tengo; ca yo os juro que,
Y luego hizo sacar las armas al batel, y según la hermosura que de vos me dixeron,
armáronse los quinze caualleros. Y lleuo no quisiera no vos hauer visto por quanto
consigo los mercaderes que kc lo hauian di- ay en el mundo; y buena ventura de Dios a
cho, yassi se fue Turian con vna gran ties- quien me hablo de vos, ca por mucho bien
to que hazia, v por ventura aquella hora ha- que de vos me dixeron, no me pudieron Un-

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TURIAN SU HIJO 548

to dezir como en vos veo; por ende, señora a Turian: «Señor, dixeronvos verdad, que
mía, no vos pese por esta fuon;a que vos he el mi nombre este es, y en mi no cabe otra
hocho; siempre os verna por mi mucha hon- hermosura sino la que vos me quereys dar.
ra, ypodra ser que valga yo por vos mucho Pues, señor, yo vos he contado mi hecho, a
mas»; y no embargante que Floreta estaua vos plega que sepa yo el vuestro». Y Turian
llorando y sollozando y mirando a Turian, le dixo que el hauia por nonbre Turian, hijo
que le pa reacia muy bien lo que dezia, y esr del rey Canamor y de la reyna Leonela. Y
tana muy enamorada del; y limpiando sus quando ella le oyó dezir que era hijo de rey
ojos, dixole: «Señor, pues que a Dios plugo y do reyna, huuo mucho plazer y fuele a dar
que huuiesse de ser vuestra, y por mi ven- paz con puro amor. Y luego la tomo Turian
tura esto estaua ordenado de mi y soy deli- en los bravos y dio con ella en la cama, y
berada avuestro mandato, no puedo al ha- alli hizo Turian todo lo que quiso con ella.
zer, plega a Dios nuestro señor que yo valga Y hallóla muy acabada donzclla y virgen.
mas por vos y nos amemos de tal amor, por Y fueron el vno del otro muy pagados. Y
que yo olnide al rey y a la rey na mis seño- dixo Floreta: «Señor, ahora he oluidado el
res padre y madre, so cuyo desseo biuire llorar y amor de padre y madre, y en vos es
todos los dias de mi vida». Y diziendo esto todo mi bien y esperanza y amor» .
Floreta, comenco a llorar muy rezio, que ora
gran dolor de la ver: y Turian, quando assi
Cap. XV. — De como el infante Turian, des-
la vio, por dar alegría a su corayon, con mu-
]mes de hauer hablado con la infanta, ha-
cho plazer fue a la dar paz y saltauanle las blo con el conde y los suyos, y corno se
lagrimas de los ojos porque la via llorar, y
partieron,
saron. y de la gran tormenta que pau-
alagándola alimpiole ios ojos, y comenco con
palabras de amor a confortalla. Quando esto
vido Floreta, dixo a Turian: «Virtuoso señor, Desque en hora buena huuieron hecho, sa-
vna cosa vos quiero preguntar, e yo bien lió Turian do la cámara, y quedo Floreta en
creo que ti mo amays de coracon que me la cámara. Y estando en esto , el conde Alí-
la direys». E dixo Turian: «Señora, graue seles estaua hablando con los caualleros, y
cosa seria aquella que vos me preguntasse- dixole: «Hijo mió, la bendición de Dios y la
des que yo no os dixesse, aunque me fuesso del rey vuestro padre ayays en tan noble
recebir muerte»; y Floreta le dixo: «Señor, empresa como tomas tes, ca bien creo yo que
quiero vos preguntar quien fue el primero haueys acabado esta auentura con esta se-
que de mi vos hablo». Turian le dixo: «Se- ñora por que seays rey en vida de vuestro
ñora, jorque os quiero bien, quierovos con- padre, y muy gran señor, y ayamos nos-
tar todo el hecho de la verdad, pues me lo otros parte de vuestro bien* . Entonces dixo
preguntays. Ilagovoi saber que vnos merca- Turian: «Yo vos juro, señor conde, por la
deres que vienen aquí en nuestra eonpañia, bendición del mi señor, que no querría oy
vassallos del rey Ados vuestro señor padre, estar sin esta fuerca desta donzella por el
me lo dixeron, y me contaron muchas virtu- reyno de mi padre; ca yo entieudo, pla-
des de vos, las quales al presente quiero de- ziendo a Dios, de ser rey en vida de mi pa-
xar de vos las recontar». Quando la infanta dre, o muy gran señor por causa del la; y si
oyó dezir a Turian que vasallos del rey su a Dios pluguiere que todos vamos con bien
padre se lo hauian dicho, y que estauan alli, y se aderecan nuestros hechos, yo partiré de
fue marauillada y plugole mucho dello por mi pobreza con vosotros» ; y assi yuan todos
sal»er «le que lugar eran, y pidió por merced muy alegres en aquel viaje; y Turian man-
a Turian que la dexasse estar con ellos vn do a los marineros que subiesseu encima del
joco por sal>er dellos alguna cosa; y Turian mastel por ver si deuisarian tierra, y vieron
le dixo: «Señora, tienpo teneys de estar con como estauan avn en el reyno del rey Ados
ellos cada vez que quisieredes; y pues halle- padre de Floreta. E dixo Turian: «Por Dios,
mos derramado muchas palabras en hechos amigos, pugnad de guiar la ñaue contra
ágenos, tornemos a los nuestros. Seftora, Tersia la hermosa, que querría yr alia con
como quiera que los mercaderes me dixeron esta señora, que esta ay el rey mi padre» . Y
que vos llamauan Floreta, quiero ser certi- assi yuan todos con gran alegría porque es-
ficado dello, que bien paresce que el que vos tauan ya cerca del reyno del rey Canamor,
puso este nonbre fuistes del bien mirada por padre de Turian. Y assi andando, tomo el
ser tan verdadero en vos. E yo vos juro, por conde Alíseles y saco a Floreta de la cámara,
la bendición del rey mi señor padre, que
y trayala por la mano, y arrimáronse ambos
assi vos podeys llamar flor de las flores». Y a dos al cabo de la ñaue, y mostrauale el
desque esto huuo dicho Turian, dixo Floreta conde las villas y castillos que estauan por

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544 LIBROS DE CABALLERIAS

la costa de la mar, y dixole: «Señora, si a no supiesse del desmayo de Floreta; antes


Dios pluguiere, desta tierra toda sereys vos dixo Turian a los marineros: «Amigos, por
señora y Turian, que todo esto es del rey I Dios, no desmayeys, ca mas no viuireys por
Canamor su padre, y es tierra muy viciosa». vos dexar morir y desamparar. E hizo atar
Y dixo Floreta al conde: «Señor, assi plega el mastel de la ñaue, y atáronlo con cuerdas
a Dios (pie lleguemos alia todos con bien; bien , y comenearon a gouernar la ñaue, y
ca, si yo bino, no lo jierdereys do mi los que esto hazian a malas penas, que no podían
aqui venís*. Y a ella parecióle muy bien estar en sus pies, y vínoles ya la noche muy
a«piella tierra, y no veya la hora de ser lle- escura y espantosa, (pie no sabían a qual
gada ala ciudad de Tersia. Y andando assi, parte yuan. Y dixo Turian al maestre que
al tienpo que yuan en la mejor sazón, víno- tomasse el aguja y viesse sí yuan bien, y
les vn viento de cara muy malo, que les esso poco «pie mareauan se lo hazia haver
hizo boluer la ñaue atrás, y desque los ma- Turian por fneiva, que el y los marineros
rineros aquello vieron, dixeron al conde: todos se querían yr a lan«,ar en la mar. Y
«Señor, ¡perdidos somos!* ; y ellos estañan assi anduuieron toda aquella noche en muy
tan desacordados, que no sabían que se ha- gran tormenta, agua, viento, truenos y re-
zer; y la mar conturhauase y rebolniase, y lanpagos,apedreaua.
y Y «piando vieron el
parauase cada ola en tal manera mas braua, dia, pingóles mu<ího con el, y desque se
que marauilla era; y estauan todos desacor- vieron aquella mañana en la mar alta, hu
dados, yhazia muy gran nublado, y truenos uieron muy gran espanto, y como el dia yua
y relanpagos. Y dixo Turian: «Conde se- andando, assi el viento yua quebrantando, y
ñor, no veo buena señal*. Y luego tomo a la mar se hazia mas llana, mas no podían
Floreta por la mano, por que no viesse a ojo saber en «pie lugar eran; y assi se tornaron
su muerte, y metióla en la cámara de la ñaue, aquella noche atrás mas que pudieran andar
y dixole al conde: *Señor, entrad vos aqui en quinze días con buen viento; y desque
con Floreta, y esforcadla en tanto que yo voy el medio dia fue passado, vieron tierra ante
a ver que hazen estos*. Y el conde entro en
Yf dixeron
alia. tierra los mari-
la cámara con Floreta y comonco a hablar con neros que era yr
si, y quisieran aquella del rey Ados.
ella muchas cosas de passatienpo por que padre de Floreta; y andauan muy enojados
no parasse mientes en la fortuna de la mar. de la mar, tanto que no lo podían sufrir, y
Y el infante Turian fue a los marineros, y acordaron de salir fuera a la ventura, mas
dixoles: «Amigos, ¿que remedio poneys en el viento no les quiso dexar. Ca vino de es-
este hecho?» Y los marineros le dixeron: contra essa tierra, e hizosela ayna perder de
«Señor, el remedio y bien nos venga de
vista, y metíalos muy altos en la mar. En-
aquel que lo sabe dar; «-a, según ahora vemos, tonces dixo el condo Alíseles con desespera-
perdidos somos». Y desque esto ovo el in- ción: «Amigos, esta fortuna que Dios nos «Ja
fante Turian, pesóle mucho de coriieon, (pie es por nuestros peccados y por nuestra mala
no sabia «pie se hazer , de manera que su ventura; no se que consejo nos tomemos ni
anima era en mucha tristura, ca muy mayor
a qual parte salgamos». Entóneos el infante
dolor estaña en su coracon por la muerto de entro en la cámara de la ñaue y hallo a Fio
aquella señora, que no de la suya, por el reta muy a«piexada, y conortauala lo mej«>r
gran amor que le tenia; y mientra mas yua quo el podía, y deziale: «Señora, loado ?ea
andando el dia, mas so conturbaua la mar, Dios, ya somos fuera de la tenpestad y del
de guisa «pie las arenas hazia a suso subir, peligro, y de toda tribulación» . Y entone»
y todo quanto en la ñaue yua, todo se les yua dixo Floreta: «Señor, assi plega a Dios por-
perdiendo, y no podían estar, que se los que no vea ya mas pesar, ca dirá ahora el
henchía la ñaue do agua y del todo se yuan conde que el vuestro peceado y el mío les
ya a perder, y el mastel se estremecía que haze a ellos esto padoseer» . Y el conde Alíse-
se quería quebrar; y assi andana la ñaue a les les dixo a los marineros: «Amigos. ;»pie
la redonda, que cuydauan se despegaua, y viento es este?» Y ellos dixeron que, si lesdu-
eran mas ciertos «le la muerte «pie no de la rasse, «pie bien podrían yr en cinco días a sn>
vida. Y Turian rogaua a los marineros que tierras, y mareauan mny bien con aquel vien-
no diessen vozes y que callassen su trabajo, to que les era buolto; y luego les hizo otro
por que no lo oyesse el conde «pie estaña con viento que les fue muy contrario, que les hi&>
Floreta en la cámara; y el conde no pudo mayor tormenta que la primera, de guisa «pie
assossegar, que bien veya el trabajo «pie fue- anduuieron vn mes por la mar muy cuyta«l<*
ra andana, y tenia Floreta muy desmayada,
y con muy esquina tormenta, y los vientos
de manera quo se yua a la muerte, y no sa- se les boluian de muchas maneras, que do
lía afuera a ver la tenpestad porque Turian podían salir a tierra ninguna que fuesse.

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HYSTORIA DEL REY" CANAMOR Y DE TURIAN SU HIJO 545
Y Turian le dixo: «Señor conde, si por
Cap. XVI. — Como el maestre de la tiaue y el auentura vosotros esso teneys pensado do
conde, y todos los caualleros, acordaron de hazer, seria muy gran bien».
echar a Floreta en la mar, pensando sai- Entonces le contó el conde la habla que
nar con ello la vida a todos. hauian hecho, que si Floreta no muriesse
que nunca del mar saldrían.
Dixo el maestre de la ñaue al conde: «Se- Y quando Turian esto oyó, fue mucho es-
ñor, creed que en fuorte punto entro esta pantado, dixo:
y «Por cierto, conde, no ha-
don/ella en esta ñaue, que nunca de aquí ueys hecho habla de amigo, sino de ene-
saldremos en tanto que ella aquí anduuiere. migo, que en la mi muerte hablastes, que
Y ahora ved que quereys hazer, quo esto mal no en la de Floreta, y sobre esto tengo de
nos viene por algún peccado suyo o por los morir; ca en buena fe vos no podeys matar
nuestros, que veo que nos vamos a la muerte a ella que a mi no mateys primero». Dixo
y no lo vemos» . E todos cataron en esta razón el conde: «Por Dios, señor, no seays de mal
que el maestro dezia, y vieron que podría seso, y no querays morir en esta mar por
ser verdad. vna innger; ca por demás vos es, que no os
dexaremos nos aunque querays».
Y' mientra que Turian estaua en la cáma-
ra con Floreta, que ya no sabia de si , apar- Y desque la infanta Floreta esto oyó, ví-
táronse e8eondidamente todos los caualleros, nose para Turian llorando muoho de sus ojos,
que Turian no lo supiesse, a aquella habla con el gran miedo de la muerte, diziendo:
que el maestre hauia dicho. Entonces dixo «¡Ay el mi señor Turian!, ¿no se podría es-
el conde: «Amigos, pareoeme que pues a cusar esta mi muerte?» Entonces dixo Tu-
nuestro señor Turian podemos dar vida, que rian llorando: «Ay el mi señor conde, de
busquemos por todas partes por do se la de- merced vos demando que no vea yo su muer-
mos; ya sabéis la encomienda que el rey su te; mas si assi lo quereys hazer, echadnos a
padre del nos hizo; y pues que assi es, tomad ambos a dos en la mar, pues que por nues-
esta dueña y lancadla en la mar, que mas tro peccado nos vienen estos males y por la
vale que se pierda ella que nosotros y nues- sacar yo de casa de su padre» .
tro señor; por ende ved lo que quereys hazer. Alli so despidió ella de Turian, llorando la
E si en esto que yo digo acordaredes todos, muerte que hauia de pasar, diziendo: «¡Ay
no lo detardemos, que no estamos en sazón el mi señor y el mi buen amigo Turian!,
de alongar razones»; entonces dixeron todos ¡que ventura mala fue la mía el día que
que era bueno, y que se hiziosse como el vos conocí, que tan poca fue a mi vuestra
conde mandaua; y el maestre de la ñaue vista!»
dixo: «Señor, ya sabeys que tal hecho como Y acabando esto de dezir, trauaron todos
este se deue hazer con gran acuerdo y secre- los caualleros della para la echar en la
to; y para que mejor lo podamos hazer y a mar. E desque Turian lo vio, comenco fiera-
nuestro saino, vamos a la cámara ahora que mente allorar y mesar sus cabellos, quo no
Turian y Floreta están durmiendo, y sa- hauia honbre que no huuiesse duelo del, y
quemos todas las armas, y assi no terna todos llorauan, que no sabían que se hazer,
con quo la defender, y tomársela hemos por de que estauan en aquella tormenta, y des-
fuerea, y assi la echaremos en la mar mas scauan buscar la vida por qualquicr parto
ay na» . que fuesse. Y Turian les dixo: «Señores,
Y con este acuerdo se fueron todos muy por Dios os ruego que si el tiempo abonare
quedo y entraron en la cámara, y sacaron que no la mateys. que en acordándoseme
las armas todas que dentro estauan. Estando della sera poca mi vida, y, por Dios, no rao
ellos en esto, recordó Turian despauorido, y parece que este es buen acuerdo de vassallos
violos estar todos juntos, y dixoles: «Amigos, ser en muerte de su señor; y siquiera alguno
¿en que andays o que quereys hazer que vos de vosotros deuria de apartarse de tal tray-
mirays vnos a otros?» cion y no consentir en tal consejo y en tal
Y alli dixo el conde: «Señor, yo vos lo tr yeion, mas bien parece que todos soys
quiero dezir. Por ende ruegovos no lo ayays contra mi, y bien creo que de luefte vino
a enojo, que bien creo que si hazemos lo que esta habla hecha» .
tenemos hablado y acordado entre nosotros, Y dixo el conde: «Señor, porque biuays
que escaparemos de la muerte vos y todos lo hazemos, que si mataros quisiessemos, a
nosotros. E si assi no lo hazemos, es cosa ella y a vos dexariamos en esta ñaue solos,
muy cierta, según la fortuna tan contraria ca somos bien ciertos que nunca de aqui sal-
nos es por nuestros peccados, no esperamos dremos desta mar, mientra aquesta dueña
sino morir en esta mar» .
aqui anduuiere» .
LIBROS DK CABALLERÍAS.— II. — 35

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Ó4€ LIBROS DE CABALLERIAS

de las cosas que cada vno dellos hazia. En-


Cap. XVII. — Como Turian se retruxo con tonóos echo el conde mano de Floreta y tor-
Florcta, y de como el conde y los otros, cióle los dedos, y apartóla de Turian y dixo
pensando en su proposito de la evitar en a los otros: «Tened a Turian, hyrla he a lau-
la mar, por ruego de Turkin la d&caron car en la mar, que estamos aqui alongando
en ma peña sola. razones con nuestro daño». Y quando aquello
vio el infante Turian, oomenoo a dar muy
Entróse Turian con Floretu a la cámara, grandes gritos y dolorosas palabras, reboí-
y allí comencaron ambos a dos a departir su candose por el suelo, que con las manos ata-
tristura, y llorauan ambos que no hauia das no podia nada hazer; y los otros caualle-
hombre que los viesso que no los ayudasse ros estauan todos asidos del; y desque vido
a llorar y no le quebrantasse el coraeon; que al no podia hazer, dixo al conde: «Por
y dixo Turian a Floreta: «Señora, ¿vistes Dios y por merced te pido, que me dexea ha-
nunca on vuestra vida tan gran trayeion de blar vn poco oon ella; y después has de mi y
vassallos, ordonar la muerte de su señor?> dolía lo que quisieres» . Quando el conde esto
Y dixo ella: «Señor, si olios saben que por lo oyó, dixole: «Señor, ¿hasta quando han de
mi muerte vos y ellos saldreys desta fortuna, ser estas hablas?» Y llególa el conde a Turian
muy gran derecho hazeu, que mas vale que llorando, y dixole: «Despachad, señor, con
muera yo quo no vos ni ellos, oa, señor, en ella essa habla, que ya vedes que no estamos
fuerte hora entre yo aqui con vos, que el mi en tiempo de la detener mucho tienpo, pues
neceado y el vuestro liase todo esto» ; y dixo nuestra muerte os muy cercana». Y Turian
Turian: «Señora, por Dios no digays esso, hablo con Floreta Bollooando, quo no podia
que la vuestra muerte no sera sino la mia; y hablarlo palabra y dixole assi: «Señora mia,
si ellos me doxan mis armas, yo vos los ma- triste fue aquel dia que de ti me hablaron;
tare atodos; y ahora, señora, yo haré cosa mas pues assi estaua ordenado que por mi
por do me ayan ellos de matar, o me mataro muriesses, por te sacar de casa de tu padre,
yo con mis manos» . Estando Turian en esto, bien pueden dezir quo de tu muerte yo soy
estaua vn cauallero escuchando a la puerta matador; y como quiera que el conde te
do la cámara, y oyó todo lo que hauian dicho manda matar, yo me puedo llamar matador
y fuelo a dezir a los otros, y dixeron ellos: y homicida tuyo, y tu anima sera a mi car-
«Pues que assi es, dexemosla esta noche, y gada. Pero, señora, como tu mueras ahora,
desque la maílana venga, tomemos a Turian mienbrate de aquel que murió por ti y tomo
y atemore las manos; y después tomaremos muerte y passion, que vas a morir martyr
a Floreta y echarla hemos en la mar» ; en des te mundo, pues mucres a sin razón; y
esto acordaron todos, y a Turian y a Floreta luego soy contigo, plaziendo a Dios, que
se les hizo aquella noche muy pequeña, pensando en ti, mi vida fenescera, y en esto
pensando en lo que hauian do hazer aquellos no ay que dudar. X pues que esto no se pue-
eaualleros; y toda aquella noche no hiñeron de escusar, por Dios te pido que me quieras
sino llorar; y quando vino la mañana, la perdonar». Y Floreta, bañada en lagrimas,
ñaue estaua muy dentro en la mar, y el conde dixo a Turian: «Señor de mi vida: pues esta
y los otros caualleros se fueron a la cámara muerte estaua ordenada de mi, yo la recibo
donde estauan Turian y Floreta, y abrieron con mucha paciencia, porque se que me ma-
la puerta y entraron todos dentro, y desque tan a sin razón, y tanto mas me pesa de
Turian y Floreta los vieron, fueron espanta- vuestros trabajos como de los míos; por onde
dos; ytomaron a Turian y atáronle las ma- yo vos perdono para aqui y para delante de
nos, yel daua fieros gritos, diziendo que Dios nuestro señor». Y desque esto huuo
hazian gran trayeion, y por Dios lo quisios- dicho, dieronse paz; y luego la tomaron los
seu dexar, que el no era ladrón, que a los marineros, y atáronle las manos, y sacáronle
ladrones atauan las manos quando los hauian de la cámara toda descabellada, los cabellos
de pugnir del mal que hauian hecho, y que rubios como filos de oro, luengos quo le lh>
huuiessen piedad del, siquiera por el pan gauan abaxo de las rodillas. Y assi fueron
quo hauian comido del rey su señor. Y de con ella todos llorando. Y ellos que le tenia n
todas estas palabras no curaua el condo ni para le dar mano subida encima del bordo
los otros caualleros, y dezianle: «Señor, de la ñaue para la lanzar on la mar; el conde,
sabed que ni por esso dexaremos de hazer que hauia quedado en la cámara con Turian
aquello quo sea bion para vos y para nos- 1 lomudo, quo la no quería ver morir, salió
otros*. La infanta Floreta se abraco con prestamente y dixo que la tuuiesseu vn poco;
Turian llorando y dando fieros gritos, que entonces salió Turian muy ayna con sus
uo hauia honbre quo no quebraaee el coraeon manos atadas, y fuese al cabo de U aaue

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HY8T0RIA DEL REY OANAMOR Y DE TURIAN SU HIJO 547

donde los marinaros tenían a Florete para su amor. Entonces dixeron quatro marineros,
lanzarla, y miro muy lesos y vido vna roca con la gran cuyte que huuieron de la muerte
muy alta que estaua dentro en la mar, y dixo: de la infanta y las cosas que Turian hazia:
«¡Ay conde mi señor! Por Dios y por la «Señor, nosotros la lleuaremos, aunque ve-
crianza que en mi hezistes, y por el buen mos ser peligro, que la mar anda muy
;tmor que con mi padre haueys. que no man- braua». El oondo les dixo: «Amigos, si vos-
deys matar esta infanta, mas mandadla lle- otros lo pudiessedes hazer, no ay cosa en el
uar a aquella peña y alli morirá, y no vea mundo con que yo mayor plazer aya, que a
yo su muerte», i dixo el conde: «Señor, ¿que mi no me plaze con su muerte tenpoco como
pro tos tiene esso que dezis, pues tiene de a vosotros». Entonces decendieron los mari-
morir en la peña, que alli no esta cosa con neros al batel, y tomaron a Florete en los
que pueda viuir, que no aura alli que oomer, bracos y desatáronle las manos. Y despidióse
ni agua dulce que beuer, y por esto vale de Turian y del conde y de todos los otros
mas morir que tantos males suffrir». Y des- caualloroe, llorando de fiera guisa, y quanto
que esto huno dicho el conde, dixo Turian: mas llanto hazia, muy mayor dolor le era a
«Señor, hagedme tanto bien que me la man- Turian; y dixo Florete al conde: «Señor, bien
deys Ueuar alli y me pongays con ella, y alli parece que por ser mtiger triste y sin ven-
moriremos ambos a dos, que bien creo que por tura, arredrada de mi padre y parientes, son
mi y por ella haueys vosotros estas tormentas; los mis poccados mas fuertes y poderosos
y aunque esta donzella mateys, si a mi acá para hazer aduersidades y fortunas en la mar
dexays, por esso no cessara la mar de hazer mas que todos los de vosotros. Yo voy a mo-
sus tormentas, que tanta parte y mas he yo rir, mas no me puedo quexar ante Dios, sino
con el peccado que ella padesce como ella; y de vos que me mateys a gran sin razón, y a
después liaureys de me echar a mi eu la mar, Dios pongo por juez que sabe todas las cosas» .
ai no todos morireys; por ende, señor conde, Y desque Florete esto dixo, oomencaron to-
no hallarey8 también donde me dexeis como dos allorar amargamente, con la lastima que
en aquella peña con Florete». Y dixo el hauian della, y entonces dixo vn escudero
conde: «Por Dios, infante, no oobdicieys de Turian: «Señor, yr quiero con ella, ca yo
vuestra muerte, ca no andamos aqui por vos quiero ver do la ponen, que miedo he que
dexar morir, que no es essa la encomienda antes que alia lleguen la mataran, y después
que vuestro padre nos dio, qvte ahora no se dirán que la han lleuado a la peña». Enton-
hará nada de vuestro ruego» . E dixo el con- ces dixo Turian: «Amigo, buena ventura te
de a los mariueros: «Amigos, echad a essa de Dios, que a ti he de mi parte, e yo te
dueña en la mar y desempachemos este he- prometo, si Dios de aqui me saca, de te lo
cho». Y entonces Turian, con sus manos galardonar bien». Y entonces mouieron los
atadas, fue a echar mano de las haldas de la marineros el batel, y fueronse en el nonbre
dueña, y detuuola que nunca de alli la pu- de Dios. Y luego que de alli bo partieron,
dieron echar, y dixo al conde: «Señor, pidos hinco Florete las rodillas y las manos altas
por merced que pues della no vos adoleceys, al cielo llorando, y comenco a contemplar
que vos adoleaoays de mi, triste honbre sin con el señor Dios, pidiéndole por meroed que
ventura, quo no se pierda mi anima por la ordenasse della lo que su merced fuasse, y
suya, y no la mandeys ahora echar en la ordenasse y lleuasse su an ma a buen lu-
mar, que en la su muerte no gana rey s nada. gar; yassi fueron todos llorando con ella y
Mas pidoos por meroed que la mandeys poner marauillandose de aquellas cosas que dezia
en aquella peña, que tanto basta su muer- a Dios, hasta que llegaron a la peña con
te alli como en la mar». Yr el conde le dixo mucha fortuna. E Turian y el conde, y los
llorando: «¿Quien querria yr alia con ella, otros canal le ros que quedaron con ellos en la
que la mar anda tan braua que nunca alli ñaue, nunca loe ojos partieron dellos. E
podra yr ninguno con el batel?» Y los mari- quando venia la ola, hazia alear el batel por
neros no la hauian gana de echar, que por tal via, que yuan todos en gran peligro, y
dichosos se tenian de la tenar quanto pudies- los de la ñauo dezian: «j Perdidos son aque-
en, aunque el conde les hiziesse mucho mal. llos hombres!»; y aunque Turian aquello
Y dixeron a Turian secretamente que rogasse veya, quisiera yr con ellos, a muerte o vida.
al conde que la mandasso llenar a la peña,
Y' plugo a Dios que los marineros llegaron a
que ellos la lleuariau por su amor, aunque la peña y sacaron a Florete en los bracos, y
despidiéronse della con muy gran manzilla
supiessen recebir muerto. Yr alli beso el in-
fante las manos al conde, y pidioselo por porque la dexauan sola y sin abrigo ninguno,
merced que no la mandasse matar, que no y alli dixo el escudero de Turian llorando:
fallesceria quien la lleuasse a la peña por el «¡Ay, señora! ¡mal ayan quantos tal pensa-

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LIBROS DE CABALLERIAS
54*
miento tuuieron, que las dos cosas del inundo honra por ella, yo tornaría con vos por vues-
que mas se aman hizieron apartar! Y, seño- tro sernicio, y la traeríamos muerta o biua> :
ra, vos morireys en este yermo, y Turian, y todo esto le dezia por le conortar, y todo
imaginando en vos y en la vida que hauedes el conorte le era nada.
de passar, morirá, y mejor fuera que murie-
ran quantos fueron y consintieron en este
Cap. XIX. — De como Floreta, andando por
consejo». Y allí dixo Floreta con grandes
sollozos, bailada en lagrimas y demudada de la peña, topo con Ortileza, muger del con-
de Lampinon , y de lo que con ella pasto.
su real asseo: «Amigo, yd vps en paz, y de-
zid a mi señor Turian que como quiera que E Floreta assentose en la peña, y, desque
yo soy cierta do la muerte mas que de la vio venir la noche, no sabia que se hazer de
vida, que no ay cosa que mas ayna me mate miedo por verse alli sola; y leuantose de alli
que el su desseo y la lastima que del Ueuo> . muy cuytada, y subióse por la peña arri-
Y entonces se partió el escudero de Floreta, ba. Y paróse en lo mas alto della y anduuo
y fuesse al batel, que le estauan atendiendo buscando abrigo do so pudiesse abrigar. Y
los marineros. vio en somo de la roca vna yglesia muy pe-
queña, que estaua escondida entre vnas pe-
Cap. XVIII. — De como los marineros se ñas. Y en esta yglesia hazia Dios mucho»
milagros de grandes virtudes, y llamauase
partieron y el escudero de Turian, y dexa-
Sancta María del Estrella, porque alli en
ron a Florela en la peña, y de como an-
duuieron por su viaje. somo de aquella yglesia estaua siempre de
noche vna estrella muy luciente. Y nssi cabe
Mudaron su batel y fueron su viaje hasta la yglesia estaua vna casa muy pequeña. K
que llegaron a la ñaue; y siempre (') yuan alli moraua vna noble dueña muy sancta y
departiendo del trabajo que Floreta alli ha- amiga de Dios; y esta dueña hauia por nom-
uia de passar. Y ella, desque se vio sola, co- bre Ortaleza. Y desque murió el conde Lam-
mencé adar muy grandes gritos; y estuuo pinon su marido, oyendo las nueuas de gran-
alli mirando por do yuan con su fortuna, des virtudes como aquella hermita hazia.
hasta que los perdió de vista; y desque ya dexo el mundo y dio todo lo suyo a los que
no los vio, que los hecho el viento muy le- lo hauian menester; y por estar mas apar-
xos, subióse por la peña arriba hasta que tada de las gentes, tomo vna criada suya que
llego encima della. Y quando Turian vio ve- desseaua seruir a Dios, y fueronse alli; y vn
nir a su escudero, plugole con el por saber hijo que tenia, que era señor y conde en
aquel lugar do hauia dexado a Floreta, y aquella tierra, do su padre hauia sido, visi-
Turian le dixo: «¿Como es esso, amigo mió? tauala cada sábado y haziale lleuar todo lo
Dios te de buen galardón por lo que aqui has que hauia menester, y alli llaman oy dia lo6
trabajado por mi; dime nueuas con que ees- christianos: la peña sancta. Y en otro tiem-
sen mis ojos de llorar» . El escudero le apre- po, los gentiles llamauan la peña esquiva,
tó y dixo: «Señor, ella me dixo que no ha- porque siempre es en derredor della la mar
uia cosa que mas ayna la matasse que vues- mas braua. E fuese Floreta contra la yglesia,
tro desseo, y que mayor ansia en su ooracon y vido vn huerto pequeño cabe vna fuente,
tenia de vuestros trabajos que de los suyos». y paresciole ]>oblado. Y la dueña Ortaleza,
E desque el escudero desto le contaua , tras- desque huuo hecho oración, salió fuera de
tornauasele el coraron y lloraua muy rezia- la yglesia y vio yr a Floreta por en somo de
mente, y maldezia a su ventura y no quería aquella peña, y fue muy espantada, que no
que ninguno le hablasse ni le entrosse en la podía presumir ni pensar que cosa podría
cámara a ver, sino su escudero, y a todos ser aquella, y entro luego en la yglesia y
tenia por enemigos. Y aquel escudero le co- llamo a su criada, y dixole: «Hija mia, no
nortaua en lo que podía, y le traya de comer se que cosa es esta que vna muger anda por
y se lo daua. Y Turian le dixo: «Amigo mió, aqui» . Y la moca, desque la vio. fue mny
¿do la dexaste? ¿Como quedaua?» Y el escu- espantada, y dixo: «Señora, ¿que haremos^
dero le dixo: «Señor, yo la dexe cabe vna Ca bien pensaron que era alguna cosa mata
fuente de agua dulce, cabe la qual estauan que les venia en figura de muger. Y la due-
muchas buenas yoruas con que podría pas- ña Ortaleza hizo el signo de la cruz, y sanc-
sar algún tienpo; y, señor, si pluguiesse a tiguose y encomendóse a Dios, y fuesse para
Dios que la mar abonasse y a vas hiziesse ella, y conjuróla en el nonbre de uios que le
buen tienpo para que tornassemos a vuestra dixesse quien era o como andana, o quien la
hauia alli puesto en aquella peña. Y Floreta
le respondió prestamente, y dixo: cSeñora,

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HYSTORIA DEL REY CAN AMOR Y DE TURIAN SU HIJO 549

no me conjureys, qne muger soy natural marineros me traxeron aqui en vn batel, los
como vos, formada de formamento, que Dios quales ha muy poco que de mi se partieron,
nuestro seflor me quiso formar como a vos» ;
y yo como triste muger sin ventura, andan-
y la dueña Ortaleza le dixo: «Pues que assi do buscando do me abrigasse, quando vi la
es, hija mia, ¿quien vos puso en esta peña, noche venir, huue de subir suso en esta roca,
que quinze años ha que esto en ella que nun- y desque vi poblado plugome mucho» . Y des-
ca vi muger sino a vos?» Y Floreta dixo:
que Floreta todas estas razones huuo acaba-
«Señora, mis peccados me traxeron aquí; y do, la dueña Ortaleza fue muy espantada, y
a mi llaman Floreta, y soy hija del rey Ados lloraua con ella, y assiola por la mano y fue-
y de la reyna Bormida, reyes muy podero- ronse ambas departiendo contra la yglesia,
sos. Y ellos me tenían en vna ciudad suya y entrando dixo Ortaleza a su criada que con
>|iie se llamaua Sesena. E acaescio por mi ella estaua: «Hija mia, cata aqui otra conpa-
peocado que huue de salir a vna huerta en flera» . Y dieronse paz. Y Floreta hizo su ora-
vnos palacios de mi padre a hauer plazer ción, dando gracias a Dios que la hauia es-
con mis donzellas según lo hauia de costum- capado de la muerte y le hauia deparado tan
bre otros días; y esta huerta esta en la cos- buena ventura en hallar tal compaña. Y des-
ta de la mar, cercada de vna fuerte cerca. que huuo fenescido su oración, fueronse a
Y estando alli con vna gran fiesta durmien- cenar. Desque huuieron cenado, la dueña
do con mis donzellas, vino alli vn infante, Ortaleza le contó toda su hazienda como ha-
lujo del rey Canamor, rey de Peraia, con uia sido condesaa, muger del conde Lampi-
mucha gente armada, y pusieron escalas a non, señor de Yrlanda, y que después que el
vn muro y entraron dentro en la huerta. Y conde su señor y marido falleció, desseando
estando yo durmiendo con mis donzellas so sienpre seruir a Dios y acabar en su serui-
vnos rosales, por mis peccados fui arrebatada cio. que propuso en su voluntad de dexar
y lleuada, y Janeáronme en vna ñaue, y di los vicios y bienes deste mundo, que son de-
írritos y no fuy acorrida como denia, y an- xaderos, y yr a buscar las riquezas que sien-
dando nuestro camino, que me Ueuaua este pre permanescen, y hauia quinze años que
infante a casa de su padre, hizo tormenta en estaua alli. «E ahora, hija mia, pues plugo
la mar, de manera que todos pensamos ser a Dios y a vuestra ventura de vos traer aqui,
perdidos, y vnos marineros que ende yuan, plazera a Dios que ambas hagamos aqui tal
dixeron a vn conde que con ellos yua, que vida por que merezcamos la gloria del pa-
era ayo del infante, por quien todos se re- rayso». Y dixo Floreta: «Señora, pues que
frían, que mis peccados acarreauan aquella assi es que Dios me hizo tanta merced en
tormenta, y sobre esto huuieron su consejo venir a conoscer tal conpañia, yo lo he a
secretamente, que no lo supimos el infante buena dicha, y de aqui adelante me parto y
ni yo, y assi fui sentenciada a muerte, di- oluido de todas las cosas del mundo y me
ziendo que assi como yo muriesse, que lue- allego con vos al seruicio de Dios, y tomovos
go abonaría la mar; y para hazer esto, fue- por mi señora y por mi con pañera, y el bien
ron todos juntamente y entraron en la cá- que en mi hizieredes, de Dios lo ayays avn-
mara de la ñaue, y tomaron las llaues y me- que indigna y no sea merecedora» . Y aunque
tieron dentro todas las armas del infante, ella esto dezia, otra cosa tenia en el coracon,
porque no me defendiesse, y atáronle las ma- que mas quisiera ella estar con Turian. Y la
nos, ytomaron a mi los otros por mandado condessa Ortaleza estauasela mirando, y ma-
de aquel conde, y atáronme las manos y lle- rauillauase de su hermosura y del su bien de-
náronme alaucar en la mar. Y el infante mi zir, y por la conortar, deziale: «Hija señora,
señor, adoleciéndose de mi, llorando y ha- no vos mateys ni ensangustieys vuestra ani-
biendo gran sentimiento por ser muger y ma, que por hauentura plazera a Dios que
hauerme el sacado, entendiendo que si aque- esse cauallero que vos dezis, pues el tanto vos
lla muerte passasse que lleuaua de mi gran ama y por el haueys passado tanto trabajo,
peocado, echóse a los pies del conde y besóle que verna a saber de vos, pues el sabe este
las manos, y pidióle por merced que no me lugar do vos soys». Y entonces dixo Floreta:
mandasse matar, y finalmente, señora, por «Señora, los que a mi aqui traxeron, no
no alongar razones, que serán muy largas sabian nada deste lugar, que cabe el agua
de contar si todo por menudo se huuiesse de me pusieron, y doxaronme alli y fueronse
relatar, que por ruego del infante mi señor a la ñaue; y ellos bien cuydaran que yo soy
ordenaron que fuewe aquí trayda a esta ya muerta, que ellos por lugar despoblado me
peña, que era lugar despoblado, y qne aqui traxeron aqui. Assi cuydara Turian que soy
moriría por que el no viesso mi muerte. Y, muerta, y no curara de me venir a buscar» .
señora, en fin y conclusión del hecho, vnos Y assi estuuieron sintiendo a Dios muy vi-

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LIBROS DE CABALLERIAS

eiosas de las cosas quo hauian neooRsarias, lo hagas muy secreto, como dicho tengo.
que su hijo el conde le imbiaua cada sema- El esoudero no sabia que se hazor desque
na todo lo que hauian menester; y Florota en esto oyó a Turian, y pesóle mucho porque
pooo tenia todo aquel vicio, con desseo de lo tomaría en mentira, que hauia dicho que
Turian, que nunca el coraron dol partía. hauia dexado a Floreta cabe vna fuente de
agua dulce, y que estauan alli yemas con
Cap. XX. — De como el infante y los suyos que pedia passar algunos dias. Y todo se b»
se partieron y Hoyaron a la tierra del rey hauia dicho por le conortar. Y el escudero no
su padre, y de como trato secretamente de sabia que hazor, pensando que seria muerta
bolmr por Floreta. Floreta. Pero huno do cumplir todo lo que
su señor le hauia mandado en quatro dia».
Quando los marineros llegaron a la ñaue, Y desque lo huuo hecho, vínose para Turian,
dixoron a Turian laa nueuasde Floreta como
y dixo: «Señor, todo esta adereeado; pare-
quedaua; luego coraenco a llorar y todos los oeme que deueys entrar, que ahora hate
otros con el, y dixo al conde: «Yo no me buen tienpo; ¡plega a Dios que ayays mejor
puedo quexar de hombre do quantos aqui
viajo que la otra vez! Y Turian dixo: «Ami-
eaUn mas que de vos, y todos soys mis one- go, esta noche entraremos, plaziendo a Dios,
migos, y vos, conde, el capital; ¡a mal vaya y quando fuere la noche, pon me el batol a la
la crianza que en mi hezistes si nunca de mi ribera». E todo aquello hazia assi por quo el
buen deudo ayayst» Desde alli jamas hablo roy y la rey na no lo supiessen, por que no le
al conde ni a Iob que con el fueron, sino al estoruassen su viaje.
escudero. Y alli mando Turian que mudas-
sen la ñaue y que se quería boluer al reyno
Car. XXI. — De romo se partió el infante
do su padre con fuerte ventura. Y luego hu-
Turian y su escudero a buscar a Floreta y
uieron buen viento, y en cinco dias llegaron como la hallaron.
al reyno de su padre. Y quando supo que su
hijo venia, ouo mucho plazer y con muchas Quando fue la noche, que todas las gentes
alegrías lo salieron a reoebir, que hauia roposauan, leñan toso lo mas secreto que pudo
grandes dias quo no hauia sabido del; y y fuosse a la ribera, y entro en el batol, y
todos salieron de la ñaue con gran alegría, huuioron buen viento, y passaron la haz
sino Turian quo estaña muy triste, y encu- de la mar muy ayna. Y desque hnuieron
bría su tristeza lo mas que podía, por quo el
passado ('), dixo Turian a los marineros:
rey su padre no supiesse nada de lo que lo «Guiad oorao la ñaue vaya a aquella pena
hauia acaeseido, ni los otros no lo ossauan que vos he dicho». Y ellos pugnaron de lo
hablar por miedo del rey su padre; y assi fue assi hazor. E a cabo de soys dias llegaron
todo callado hasta en aquella sazón que ade- cerca de la pena, y en aquella sazón esta na
lante oyrojs. Estando Turian en la corto Floreta sobre la peña, que acabaña de haser
del rey su padre, y todos los caualleros aun oración y hauia salido a espaciarse fuera de
no lo hnuian visto , a cabo de quinze dias la yglesia, y aleo los ojos contra la mar alta y
llamo a su escudero, y dixolo secretamente: vio venir aquella ñaue contra la peña, y fues-
«Amigo, sábete que el coraron tengo tras- se de ay muy ayna a lancarse en la yglesia,
tornado, pienso
y ser loco por mi triste ven- y dixo a la señora: «Puestas somos en tra-
tura, imaginando nocho y dia en Floreta, y
bajo, que aqui viene vna ñaue de gente es-
aunque la quiero oluidar, no puedo, y quanto trangera. ¡Quiera Dios que no vengan a mo
«•orno y beuo me es muerte. Por ende, mi hazor mal! qnierome lancar en vna cámara;
buen amigo, yo te ruego que por mi amor tu pidovos por merced que cerreys por de fue-
quieras trabajar de hauer vna ñauo la mejor ra». Entonces la dueña Ortaloza salió fuera
que tu pudieres, y busca para olla otros ma- de la yglosia, y vido la ñaue estar cerca de
rineros que sean buenos y to hagan segu- la peña, y fue corriendo y cerro la puerta
ranca de hazor tu mandado; y ruegote que do estaua Floreta. Y estando en esto, llego
lo hagas lo mas sooretaniente que tu pu- Turian con la ñaue a la peña e hizola anco-
dieres, que ninguno lo aya de saber; y si no rar, ydescendió al batel y llego a la pena.
hallares otra mejor ñaue que la mia, tómala, Y salieron Turian y su escudero encima de-
y no cures de ninguno de aquellos que con 11a, y rogo a los marineros guardassen muy
nosotros fueron, ni se lo hagas saber, que no bien la ñaue; y subieron en la peña y raim
fallecerá quien vaya con nosotros, y mete a todas partes, y Turian, dosque no vio a la
todo aquello que ayamos menester; y mete donzella Floreta, escuresciosele el coracon y
tres cauallos y mis armas, y toma todo el
hauer que huuieres menester; y ruegote quo . (») El texto; «pM»po».

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HYSTORTA DEL REY CANA MOR Y DE TURIAN SU HIJO 551

todo turbado dixo al escudero: «Dime, tu, yo os la daré bina, que yo la tengo a muy
¿no me dexiste quando boluiste con los ma- bnena guarda en aquella casa; que quando
rineros de licuar a la donzella Floreta que vio venir la ñaue, pensó que era otra gente
la hauiades dexado aquí en esta pona, y que estraña, y huuo miedo, y dixomo que la en-
la hauiades dexado cabe vna fuente de agua cerrasse alli». Y Turian le fue a besar las
dulce, y quo hauia cabo de ella muchas yer- manos por las buenas nueuas que le hauia
nas con que podría passar algunos dias? ¡Yo dicho, y dixo Ortaleza: «Señor, aqui quedad
veo que de quanto me dexisto no ay nada!» y no passeys adelanto hasta que se lo yo diga
Y el escudero no sabia que dezir de ver- como soys aqui, ca yo se bien el su cora-
güenza, dixo:
y «Señor, vuestra merced me ron, que le diré las mejores nueuas que nun-
perdone, que no lo dixe sino por vos conor- ca ella ovo»; y fuese la dueña a la cámara, y
tar, de que vos vi estar tan triste y tan cuy- dixo a Floreta: «Hermana, aqui están vues-
tado; ca, i>or cierto, señor, en este lugar do tros amores primeros». Y ella no le pudo ha-
estamos la pusimos». Y dixo Turian muy blar, que se le enflaqueció el coraeon con la
triste, que no sabia que se hazer de s¡, al es- gran alegria que huuo. Y Turian, con licen-
cudero: «Digote, amigo, que todo mi mal es cia do Ortaleza, entro en la yglesia e hizo
doblado, y mas me valiera que me dixeras oración, y dio muchas gracias a Dios por la
verdad, que no renouaras mis dolores, easi bnena ventura que auido hauia; y después
por ventura aqui la pusieras, el cuerpo de hecha su oración, fuese contra la cámara
muerto o los huessos aqui estuuieran. Y do Ortaleza estaua con Floreta; y quando se
pues has hecho venir a ti y a mi em balde, vieron, fueronse abracar y a dar paz de co-
jamas boluoro a ojos de mi padre» . Y desque raeon, ya8sentaronse cabe una cama, y Or-
el escudero esto le oyó dezir, comenco a llo- taleza salióse fuera, y assentaronse ambos a
rar, ydixo: cSeflor, subid mas arriba, y dos y comeneaion a departir sus trabajos y
por ventura esta suso en la peña» . Y dixo lo quo cada vno de ellos hauia passado. Y
Turian: «Antes creo otra cosa: (pie la lan- Floreta pregunto a Turian si venia con el el
oastes en la mar, y acordastes de dezir quo conde y los otros caualleros sus enemigos
la hauiades aqui puesto». Y comentaron de que con ol hauian ydo la primera vez. Y Tu-
subir suso a la roca. Y en subiendo vio Tu- rian dixo a Florota: «Señora, ¿por tal me te-
rian layglesia, y vio cabo la puerta la dueña neys que hauia de traer en mi conpañia
Ortaleza, y huuo muy gran alegria en su co- honbres que tal trayeion me hizieron? Ca
racon, y dixo a su escudero: «Amigo mió, bien deuiades ser cierta que son nuestros
ahora te digo que es algo de lo que me di- enemigos» . Y en tanto que ellos estañan en
xiste, que es vina Floreta» . Entonces muda- la cámara, hablando y hauiendo gassajado,
ron con mucha alegría contra la yglesia, y guisóles el escudero de comer. Y desquo fue
fallaron a Ortaleza, y dixole Turian : «So- guisado, mandáronlos llamar a comer, y alli
ñora, vuestra merced saberme ya dezir de comió Ortaleza con Turian, ca el la amana
vna dueña que fue puesta aqui en esta peña mucho por el bien y honra que Floreta della
por vnos marineros?» Y Ortaleza no le quiso hauia recebido.
dezir cosa ninguna hasta que supiessen
quien era, como quiera que lo parescia el
Cap. XXIT.— De como el infante Turian y la
amigo de Floreta por las señas quo ella le ha- donzella Floreta se partieron de la condensa
uia dado, y dixo Turian: «Por Dios, señora,
Ortaleza, prometiéndole de se amar siem-
no me la querays negar, que si ella es muer- pre el vtw al otro.
ta, aquí moriré yo por su desseo, y si viua es,
demandad lo que quisieredes, quo a peso do Después que huuieron comido y hauido
oro vos la conprare mil vozes». Entonces gassajado, dixo Turian a Floreta: «Señora,
dixo Ortaleza: «Señor, ¿quien soys vos que estemos con esta dueña que tanto bien vos
tal demanda me hazeys?» Y dixo el: «Seño- ha hecho, y demandadle licencia y ved que
ra, yo soy Turian, hijo del rey Canamor y es lo que le plaze de mi por la buena obra
de la reyna Leonela, que por mi mal oonosci que vos ha hecho y por el trabajo que con
a esta dueña la primera vez que la vi. E ella vos ha passado» . Desque esto huuo dicho Tu-
esso mesmo a mi si ella es muerta, que por rian, Floreta se fue prestamente estar con la
mi murió, que la fuy a sacar de casa de su pa- dueña, y dixole: «Señora do mi vida, a la
dre. Y por ende quiero aqui hazer penitenzia qual por méritos no podría galardonar el
deste peccado hasta que muera» . Ortaleza co- bien que de vos he recebido. Ya sabeys como
menco allorar de aquellas palabras que Tu- el señor Dios traxo aqui mis desseos al in-
rian dezia, y dixo: «Señor, esforcadvos, que fante Turian mi señor, y ahora, señora, el
no morireys por esso, que, plaziendo a Dios, me quiere lleuar consigo; como quiera que

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LIBROS DE CABALLERIAS

acatando bien vuestra buena conpafiia y la muerte; y desto que digo a vuestra merced
ayna a el oluidando con vos cstnua mi cora- no passare de vuestro mandamiento». Enton-
con, y pues plugo a Dios de lo assi ordenar, ces se abracaron y se besaron las dueñas
que el viuicsso a me buscar, y acatando los llorando. E Turian se despidió de la dueña
trabajos que por rai ha padescido, no puedo Ortaleza, y assi se fueron a su nauio, y dixr>
resistir su conpañia ni oontradezir su pala- Turian a Floreta: «Señora mia, no aya\>
bra, del qual soy apremiada; por ende, miedo de poligro ninguno, que por gran
sonora, pidos por merced que vos no lo ayays fortuna que venga, no ay ninguno que os
a enojo y me deys licencia; y no quisiera empezca sino Dios del cielo que tiene el po
haueroB conocido tan poco como a Turian; y, der». Y del bastimento que Turian traya en
señora, mi señor Turian me dixo que vos su ñaue, mando dar dello a la dueña Orta-
dixesse que vuestra morced fuesse de me leza. Y assi se entraron en su ñaue y muda-
demandar qualquiera cosa que vos venga en ron en el nombre de Dios.
plazer, que mi señor Turian no vos podría
satisfazer el bien que en rai hezistes». Des- Cap. XXIII. — De corno aportaron en titrra
que Floreta esto huuo dicho, la dueña Orta- perdülos por la fortuna de la mar, y como
le/.a le respondió: <Hija mia, conoscida por descendieron de los navios^ y los navios
breue tiempo: las cosas que son ordenadas con el viento de nocíie se lenantaron, y ello*
por Dios nuestro señor, sin ninguna dubda
<juedaron en tierra y fueron a parar al
se han de cunplir; pues vos soys en poder castillo de Itafws.
deste cauallero, el qual ha padescido por vos
e vos por el assaz trabajos de mal y con puro En aquella sazón la mar hazia llana, per "
amor, y pues soys ambos a dos hijos de reyes no les hazia viento para que pudiessen yr a
e yguales en sangre, casad vos con el, que su tierra, y assi se andauan por la mar bal-
este matrimonio es la primera orden que dios, que no sabían a do estañan; y, a cabo
Dios hizo, con la qual a el mucho plazer; o de tres semanas, vinieron a vna tierra do era
yd con el en el nombre de Dios, y lo que yo señor el duque don Marrón, cormanodel rry
del y de vos quiero es que me hagays pleyto Ados, padre de Floreta. Y Turian andaua
omenaje, como hijos de reyes, que vos no enojado del trabajo que hauia passado en 1a
desampare y haga por vos como si fuessedes mar, y dixo a los marineros: «Amigos, llegad
su legitima muger y vos por el como si fues- la ñaue si quiera cabe esta tierra do estamos,
se vuestro proprio marido, pues soys perte- y estemos vna noche fuera de la mar». Y
nesciente para el». Y desque estas razones llegaron la ñaue aquella ribera y no hauia
huuo dicho la dueña Ortaleza, llegóse Turian alli ningún poblado, y passaron adelante y
a la habla, y dixo: «Señora, ¿dezis algún mal vieron alexos delante de si vna villa, yplu-
de mi?» Y la dueña le dixo: «Señor, el mal goles mucho. Y antes que alia llegassen coo
que de vos dezimos es este: que me hagays gran pieca, salieron de la ñaue en vna ribera
vna merced que vos quiero pedir assi como que estañan muy nobles verduras y muchas
hijo de rey que vos soys, y que me lo jureys fructas, cerca de vna fuente de muy buen
de lo cunplir assi». Y desque la dueña Or-
agua dulce. Y' desque alli fueron, sacaron los
taleza esto huuo dicho, dixo Turian: «Seño- caualloe de la ñaue y holgaron alli vna no-
ra, no ay en el mundo cosa que vuestra che, y sacaron las armas do Turian, y gui-
merced me mande, que yo no cumpla y haga saron de comer, y salieron todos a holgar
mas ayna que por la reyna Leonola, mi se- fuera por la ribera, como honbres que salían
ñora madre» ; y la dueña Ortaleza le rogo que de la mar y se hallauan en terreno; y des
amasse aquella dueña con puro y verdadero pues que huuieron cenado y vieron venir la
amor, y que no la desaraparasse en toda su nocho, dixo Turian a los marineros: «Idvu*.
vida, pues a Dios plazia de se la lleuarde su amigos, a vuestra ñaue, ca no sal^vs com<'
compañía, por lo qual gran dolor sentía, y so bolueran los vientas, y si vieredes que li
no la quisiera hauer conoscido. Desque esto mar se buehie y se embrauece, venid ayn*
huuo dicho, Turian le dixo: «Señora, plega
por nosotros». Desque Turian esto huuo di-
a Dios que vamos con bien esto viaje a casa cho, los marineros so fueron para la ñaue, y
del rey mi señor, que assi lo entiendo hazer finco Turian con Floreta v con ku escuden»
y cumplir oomo vuestra merced me manda; fuera en la ribera; y los marineros echáronse
que, señora, no ay en el mundo cosa que yo a dormir en la ñaue, y el viento oonicn^- •
mas ame que a esta muger. Ca, señora, si el
mi amor no fuesse puesto con el suyo tan crecer,
era ya lay ñaue
quando los" marineros
leuantada acordaron
y las ancoras toda*
demasiado, no hauria padecido lo qne jK>r leuantadas y quebradas con *d gran vientí-
ella he padescido y padezco y padescero hasta que hazia, y los gouernalles, y alongóse muy

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TURIAN SU HIJO 553

ayna de la ribera. Y Turian recordó muy llero dixo: «Yo vos lo quiero dezir. Caualle-
ro, vos deueys saber que esta se llama la
espantado del gran ruydo que el viento ha-
zia, y daña grandes vozes a los marineros; y torre de Ion justadores, que qualquier caua-
drsque la vido alongada do la ribera, no supo llero estrangero que aqui viniere ha de
que hazer, y llamo a su escudero y dixole: hauer batalla con el cauallero que es señor
de la torre, y si el cauallero estrangero que
íAmig », ¿que sera de nosotros'?» Y caualgo viniere fuere vencido, quedara por seruidor
el escudero de Turian en su cauallo, y an-
tluuo toda la noche por la ribera de la mar del que es señor de la torre y la dueña que
por ver si veda la ñaue; y quando vino la traxere seruidora de la suya. Y si el caualle-
mañana viola mucho alongada dentro en la ro que es señor de la torre fuere vencido, el
mar, tanto que del la no se podian aproue- y su dueña serán seruidores del cauallero
cliar. Y boluiose el escudero a bu señor Tu- estrangero; quien esta justa ha de hazer, ha
rian, ydixole: «Señor, buscad otro remedio detraer dueña consigo; y quando el caualle-
que bueno vos sea, que de la ñaue no vos ro estrangero venciere al señor de la torre,
luego lo ha do entregar el otro la ¡orre y ha
podeys aprouechar». Y dixo Turian: «Ami-
go, digote que no nos mataremos por lo que de ser su sieruo, e la dueña sierua do la
no podemos hauer». Entonce mando ensillar suya. Y esto que yo vos digo, hizo y ordeno
los cauallos y dixo a Floreta: «Señora, por el duque don Marrón, que es señor desta
cosa que veays no ayays enojo, que de las torre y de toda esta tierra» . E quando Tu-
fortunas nuestras lo mejor que tenemos es rian esto oyó, fue muy marauillado de tal
que estamos en terreno»; y dixo a su escu- costumbre, y dixo al cauallero: «Mi buen
dero: «¿Sacaste alguna cosa de la ñaue de lo señor, yo he bien oydo vuestras razones, y
que trayas para nuestra gouernacion?» El aprendido he la costumbre desta torre; ahora
escudero le dixo: «Señor, si» ; y que esfor- me de/id como se llama el cauallero que esta
casse, que assaz hauia sacado para su baste- torre tiene»; y dixo el cauallero: «Guárdala
cimiento para algunos dias. Quando esto ovo Itaflos bien a cinco años; y hagovos saber
el infante Turian, huno muy gran plazer, y que este es el mayor cauallero en armas que
esforvose mucho por que Floreta no desma- nunca hombre vido; y quando el esta torre
yasse, que mas sentía el dolor suyo que la huuo en guarda, fue publicada la su fama
perdición del, y dixole: «Señora mia. esfor- por toda la tierra, de tantos eaualleros como
zaos, que ya no me pesa tanto; vamos en el mato y derribo, que ninguno no osa hazer con
nombro de Dios para aquella villa, y allí sa- el armas. Ahora, señor, vos seays bien veni-
bremos de la ñaue, «!•• algunos que hauran do, que mucho me plaze con vos, que no
salido de la mar, que si ella perdida no fuere, píenlo nada con vuestra venida, que en la
ellos vernan a saber de nos». Y alli tomaron batalla el vno de vosotros ha de ser vencido
a Floreta y subiéronla en vn palafrén, y y fincara aqui en mi lugar, e yo yrme he en
faeronse contra la villa que hauian visto de- el nombre de Dios, que nuestro soñor sabe
lante de si. Y antes que alia llegassen, vie- como he estado aqui vn año a mi desplazer,
ron en la ribera de la mar vna torre muy passando mucha vergüenza en sentir a quien
alta y bien almenada de alto muro, y dixo no deuia seruir por mis merecimientos, con-
Turian a Floreta: «Señora, esforeadvos, que trastándome mis peccados la victoria». Y
vedes aqui vna hermosa torre, donde yremos desque esto huuo dicho el cauallero seruidor
a saber nueuas que tierra es esta do somos, de Itaños que la puerta guardaua, dixo Tu-
o como Human aquella villa; y desuiaronse rian:Amigo,
* bien haueys razonado quanto
del camino y fueronse contra aquella torre, a vos ha placido; yo soy vn cauallero pequ -
y hallaron la puerta del corral abierta, y en- ño según vedes, y con mi mocedad nunca
traron dentro y vieron las casas muy hermo- me he visto hasta el dia de oy con cauallero
sas; ydixo a Turian: «¡Ay Dios! ¡que her- ninguno; ahora mi ventura traxome a cono-
mosas moradas son estas! ¡Quien pudiesse cer este cauallero tan famoso como vos me
estar aqui algún dia!» Y ellos en esto estan- dezis; yo quiero ver su persona y por ella
do, no hallando ninguna persona a quien juzgare si me conuiono entrar en canpo con
preguntar, dieron golpes a la puerta de vn el. Por ende vos ruego que le vays a llamar,
palacio, y vieron estar vn cauallero armado y passemos por lo que hauemos do passar»;
de todas armas, saluo el yelmo que no tenia, desque Turian esto huuo dicho, dixo el caua-
ni escudo, ni lan<,-a; y estaua a pie y su os- llero: «No ha de ser la batalla como pensays;
pada 8acad<i en la mano, y dixo el cauallero oy haueys de holgar, y aposentarvos han y
a Turian: «Vos seays muy bien venido, que hazervos han mucha honra, y en tanto em-
por vos cuydo yo de salir de aqui» ; e Turian biarlo han a dezir al duque don Marrón, que
dixo: «Cauallero, ¿como es essoV* Y el cuua- es señor de toda esta tierra, como soys aqui

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554 LIBROS DE CABALLERIA8

venido y que venga a ver la batalla, a la garon los caualleros y las dueñas con mucha
qual vos terna a derecho, según la costumbre alegría; y otro dia por la mañana ya sabían
do la torre>. Entonces fue el cauallcro a lo que hauian de hazer; y leuantose Turian
despertar a Itaños, que estaña dormiendo. E por la mañana, y mando a su escudero ensillar
dixole como ora venido allí vn cauallero
los cauallos; y estándose armando, llego Ita-
grande do cuerjK) y muy bien hecho, y que ños armado en punto, y dixole: «Cauallero,
lo parescia hombre do gran fuerca, y traya ¿plazeos quo vamos a despachar este hecho?»
consigo vna dueña muy hermosa. Y dixole Turian: «Vamos en hora buena, y
¡ya lo humeásemos despachado!» Y Turian
Cap. XXrV.-Dc como deeendio Itaños a ver se despidió de Floreta con mucho plazor y
el cauailero, y de como los hito aposentar, rogando a Dios que le ayudasse: y luego salie-
y de como se vieron en batalla e Itahos fué ron sus dueñas en sus palafrenes muy bien
remido y Turian quedo en la torre. arreadas, y ellos salieron en sus cauallos muy
bien armados, y tomo cada vno la suya, y
E desque Itaños esto ovo, leuantoso pres- assi so fueron hablando con mucho plazer,
tamente descendió
y al corral do estaña Tu- como si no hnuieran de hauer batalla, hasta
rian, ycon mucho gasajado lo abraco y sa- el canpo do hauian de entrar, que era ontre
ludo; ehizolos descendir de los cauallos, y la torre y la villa do el duque moraua; y
tomólos por las manos y llenólos a vn pala- cuando allegaron, ya estaña el duque aten-
cio muy bien obrado de muy ricas pinturas, diéndolos con mucha gente que hauia veni-
y desque alli fueron entrados, dixo Itaños a do por ver la batalla, y dezian los vnos a
Turian: cSeflor cauallero, vos seays bien los otros: «¡O! jque hermosos dos caualleros
venido con la señora que traeys; catad aqui y quo hermosas dueñas traen! Mas la dueña
esta cámara en que holgueys vos y vuestra de aquel cauallero que ahora vino, vence y
dueña. Desarmad vos y haued mucho gasaja- llena de beldad a la otra» ; y todos so tnara-
do, ydespués hablaremos vos y yo mas lar- uillauan do su parecer, y las dueñas estu-
gamente». Yluego descendió abajo o hizo uieran en vn cabo del canpo a oon ñafiadas
pensar bien los cauallos y guisar a ellos do de muchos y notables caualleros. Y el du-
comer, y comieron los caualleros en vno y que, porque era juez do la verdad y hania
las dueñas a su cabo en mucho gasajado, y bien do mirar lo que los caualleros hauian
los caualleros mirábanse, que parescian ua- de hazer, so puso en medio del campo en lo
1 ¡entes el vno al otro, y cada vno dellos te- mas alto. Y desque huuieron entrado en el
nia assaz que hazer en defender su honor en campo, el duque se fue para ellos y hablóles
la batalla que esporauan de hauer; y las due- la manera que hauian de tener. E desque
ñas so mirauan, y la dueña del cauallero los huuo bien mirado y estado con ellos,
Itaños, aleaydc de la torre, estaua maraui- apartáronse afuera, y fuese a su lugar, y
llada de la hermosura do Floreta, y tanto dioles licencia que se fnessen a acometer: y
ho amanan, como si fueran hermanas o en- los caualleros monieron los cauallos muy
tre si algún gran deudo hnuieran. Y desquo reziamente, y fueronsc a herir de las laneas
huuieron comido, el cauallero de la torre dixo en los escudos, de manera que Turian que-
a Turian: cSeflor mió, /hauoys sabido la cos- branto la suya, y el otro cauallero quo re-
tumbre de la torre y io (•) que haueys de cibió el encuentro echo la lanea en tierra,
hazer?» Y Turian le dixo: «Señor, bien lo que no se hauia de aprouechar mas della,
so, que aquel cauallero que guarda vuostra según la costunbre; y metieron mano a las
puerta natural, el qual osta esperando lo espadas, y a todos parescia que, según ellos
que vos y yo ñauemos do hazer, me lo con- se herían, que no curauan do las vidas, y
tó; poro por ser mas cierto dello, de vos lo saltauan las centellas de los yelmo», atan
quiero saber, porque no me pueda llamar a fieros golpes se dauan: y quanto mas entre-
ignorancia». E Itaños se fo contó todo pala- líos duraua la batalla, tanto mas se les en-
bra por palabra, según que el otro cauallero cendían los coraeones; y heríanse tan rezia-
se lo hania contado, y desque esto huno sa- mente con las espadas, que todos so marant-
bido Turian, Itaños lo embio a dezir al du- llauan de la fuerza de Turian y de los gran-
que don Marrón, señor de la torro, que mo- des golpes que daña; e yua ya enflaquecien-
runa ay cerca en vna su villa, haziendole do Itaños, ca ya quisiera hablar para darle
saber a su merced eomo era venido alli vn
la mejoría del canpo a Turian, sino por ver-
cauallero muy noble, el qual traya consigo güenza que se lo resistía. E todos dañan la
vna duoüa muy hermosa. Y aquel dia hol- mejoría del canpo a Turiart, y dezian que
assaz hauian hecho, que en tan poco espacio
(•) Kl texto: cío jr». nunca tanto vieran hazer a caualleros. E ya

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HYSTORIA DEL REY CAN AMOR Y DE TURIAN SU HIJO 555

el buen canallero Itaños andaua cansado, y


y en parescer; y bien paresce que soys mo-
quisiera holgar si le dexaran. Y desque no roseedor de la señora que con vos traeys; y
lo pudo suffrir, tirosso afuera y dixo a Tu- ahora agradezco yo mucho a Dios por que vos
nan: «Canallero, si os pluguiesse, tienpo
traxo aqui , que por vuestra causa yo cnydo
seria que holgassemos» . Y dixo Turian:
alcanzar mayor honra en mi tierra; y vos
«¡Nunca Dios lo mande que ante tantos no- yreys ahora a ser señor do la buena torre, y
bles caualleros como aquí están mostremos
nosotros tal cobardía! » y no le huno dicho ay morareys vos, porque soys el mejor ca-
uallero que nunca ay moro; y ahora se yo
Turian estas palabras, quando le dio vn gol- bien el derecho que vos en ella haueys, y
pe oon el espada encimo del yolmo, que le ruegovos que me demandoys mayor don, que
hizo desatinar, y acudiólo con otro tanto,
en quanto en mi poder sea de lo dar no lo
que se lo oluidana el espada en la mano. Y negare». Y alli dixo Turian: «Señor, las
todos deaian que si Itaños porfiasse que se- vuestras virtudes y fama me hizieron venir
ria muerto, que andana mal herido y lleno a vuestra tierra por las conoscer, de lo qual
de sangro; y heriale Turian con la mas fuer- doy muchas gracias a Dios, por ser vnssallo
va que podía. Y tan grandes golpes y tan de tal señor; y como quiera que a mi no es
amenudo le daua, que marauilla era; y el dado do domandar a vuestra merced cosa
no podia leuantar la mano para dar ningún ninguna, vos, señor, sereys tal, que por ser
golpe a Turian que le empociesso; y assi cauallero estraño, auenturcro y pobre, me
clixeron los caualleros al duque: «Señor, ayudareys a sostener mi honra, ca, señor,
bien tenemos firmemente que el que es se- no tengo otras rentas para me mantener a
ñor de la torro haura do ser seruidor» E
mi y a esta señora y vn escudero, sino con
assi hizo Itaños qnanto pudo, que toda su ayuda de los señores tales como vos». Y con
fuerca perdió; y desque mas no pudo hazer, estas razones lo sacaron del campo y lo lic-
tendió su espada en tierra en señal que era uaron con muchas alegrías a la torre; y Flo-
vencido, y dixo a Turian: «Dovos yo mi es- reta y la otra dueña de Itaños yuan en vno
pada, canallero, y no me lo agradozcays que departiendo de los grandes vicios que hanian
vos la do, que si con ella pudiera haner vic- de hauer Turian y su dueña en aquella tie-
toria de lo que desseaua, no vos la diera, ca rra: yla vna yua llorando y la otra riendo,
mala fue vuestra venida, que quanta honra y el cauallero Itaños yua atrás con tres ca-
y quanto bien tenia y hauia ganado en cinco ual eros, eyua maMizieudo su ventura por
años, todo me lo haueys hecho perder en ser assi amenguado en brene tiempo de quien
medio dia». Y Turian le dixo: «Vuestra nunca pensó. Y assi entraron todos por la
ventura vos lo hizo perder» . Y dixo Itaños puerta del corral de la torre. Y el duque y
a Turian: «Nunca esta ventura me fue con- Turian y Floreta desoaualgaron, y tomóla el
traria con otros caualleros tan famosos como duque de la mano y subieron suso a la torre,
vos, como me fue con vos». Y Turian le
y entregosela el duque y ordeno como viuies-
dixo: «Cauallero, las palabras no hazen los sen; y rogóles afectuosamente que se qui-
hechos; vos huuistes vencimiento sobre essos siessen hauer bion con Itaños y oon su due-
oaualleros que vos dezis, e yo lo huno sobre ña, que ellos eran tales que los seruirian sin
vos porque plugo a Dios; otro dia verna que enojos. E Turian le dixo: «Señor, no me aya
lo haura sobre mi; por ende no vos enojeys» . vuestra merced por tal , que bien nos sabre-
mos lleuar con buen amor» .
Cap. XXV. — Como fue por el duque, entre-
gada la torre a Turian .sobre la qual hauia Cap. XXVT. — De corno fueron solenne-
hedió el desafio. mente celebrada* las bodas de Turian y
Floreta.
E quando el duque vio vencido a Itaños,
fue muy marauillado, que, según su tar- Aqui dixo Turian al duque: «Señor, todos
danza que en la batalla hazian, pensauaque mis hechos tengo hablados cou vuestra mer-
I todos (') hauia de vencer, según su fama y ced, ydel que mas me entiendo honrar ten-
fortaleza; y tomo el yelmo de la cabeca o hi- go oculto, el qual a vuestra merced quiero
zole desenlazar el almófar de la loriga, y vi- hablar, pues dexistes que me ayudariades
dole [la] cara, la qual desseaua ver, y pares- en esto. Señor, domando a vuestra merced
riole tan bien qual nunca otro canallero lo ayuda, como quiera que mi muger e yo te-
parescio, y dixolo: «Por Dios, cauallero, muy nemos dadas juras el vno al otro, entendería,
gran virtud y gran fuerca haueys en armas señor, que si mi casamiento no se hiziease
según deuia, que los hijos que Dios me diosse
(•) Slc. Antes: «lUftow. no los hauria por legítimos, es mi desseo en

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r>5ü LIBROS DE CABALLERIAS

ser por vos cassado publicamente» . Y des- Dios no querría entrar en otra tal batalla» .
que esto oyó, plugole mucho, porque por su E dixo el canal le ro Itaños. «En verdad, se-
causa Turian hauia de ser honrado en su ñor Turian, no vos combidare yo a ella>.
vida; y desque los huuo aposentado a Turian Passadas todas estas razones en gran solaz,
y n Floreta en lo alto de la torre, y al caua- so despidió el duque de Turian, y dixole que
llero Itaños y a su dueña en lo baxo en vn luego le imbiaria los dos caualleros y las
palacio, y despachado y dado licencia al otro aues que le hauia demandado. Turian le dio
cauallero que guardaua la puerta, que estaua las gracias por ello; y de como el duque don
el primero, que se fuese a su tierra con su Marrando alli se partió hasta que llego a su
dueña. Y desque huuo ordenado estas cosas, villa que era cerca, nunca en otra cosa fue
partióse el duque para su villa y hablo ay departiendo con sus caualleros, sino en las
con algunos caualloros; y contoles las virtu- bondades de Turian y el parescer de su due-
des de Turian, y como era su voluntad de ña, ydixo ol duque: «Por cierto, dizen que
le ayudar para su boda, la qual queria el alli es muy acabada donzella la hija del rey Ados
hazer a plazer do todos; y desque los caua- mi cormano, mas creo que por mucho que
lleros y los de la villa esto oyeron, huuieron del la dizien, no sera tau hermosa como esta> .
singular plazer: lo vno porque el seüor du- E alli moraron Turian y Floreta muy vicio-
que queria ayudar a Turian , y hauianlo sos, ca la amana Turian mas que a si mis-
ellos en mucha dicha, y plazialos mucho mo; yde quantas cosas hauian menester es-
porque lo querían muy bien. Lo otro porque tauan alli abastados; y Floreta hauia gran
vernian a las bodas todos los canal loros y pesar por las batallas que Turian hauia de
gentiles hombres de toda su tierra, y harían hauer cada dia; y dezia Turian que el dia
justas y alegrías. Y desque el duque supo las que no hazia armas que no estaua en si ; y des-
voluntades de sus caualleros, que eran dis- que fue sonada la fama por las prouincias co-
puestos de le ayudar cada vno con lo que pu- marcanas, enlas «guales hauia famosos caua-
diesse para su boda, mando llamar su secre- lleros, veníanle a buscar; y avnque no tra van
tario ymando escronir sus cartas para todas dueña, hazia con ellos armas sonzillas: y assi
las ciudades y villas y lugares de su duca- huuo dia que so combatió con tres caualleros
do; ydende a todos los otros señores comar- que en sus tierras los hauian por muy bue-
canos que le viniessen a ayudar y a le hazer nos yvalientes caualleros, y los venció.
honra, y que Ueuassen luego las cartas, y
desque fueron todas las cartas por los luga- Cap. XXVII. — De como el rey Ados t ino al
res del ducado, huuieron su acuerdo e hizie- duque don Marrón que le diesse al cau olle-
ron sus repartimientos y ayudas, y fueron ro de la torre de los justadores, para que
muchos a las bodas: lo vno por ver a Turian
por el entrasse en el canpo con el rey Dia-
y a su dueña, que sonaua su fama por toda
colo, rey de Yngria, el qual U pedia a su
la tierra, y lo otro por hazer seruicio al du- hija Floreta en casamiento^ que se la hauia
que. Y en tanto que esto se hazia , Turian
aderezó todas las cosas que eran necessarias prometida.
para su boda, con el aynda que el duque le Acaescio vn dia que estando alli muy pen-
hizo. Y en este comedio vinieron muchas satiuo, vino a su noticia como el rey Diacolo
gentes de todas partes y presentaron a Tu- era gran señor y rey de Vngria, y era moco
rian sus dones y muy grandes dadiuas. y y valiente canallero, y hauia reptado al rey
assi hizo honradamente su boda; y fueron Ados, padre de Floreta, por el pleyto della,
hechas muchas alegrías, y duraron quinze que se la hauia a el traydo primero en casa-
dias. El duque hizo alli muy grandes salas, miento, el
y rey Ados se la hauia otorgado.
e hizo £ran costa. Y Turian pidió por mer- Y quando fue a estar el rey Diacolo con el
ced al duque que lo diesse algunas aues de roy Ados para despacharlo, diole el rey Ados
rapifla <*on que eacasse , y dos caualleros por respuesta que la donzella no era en su
casados para que viniessen alli con el, y el poder y que se la hauian hurtado, que no
dixo que le plazia; y de aqui se despidieron sabia quien ni quien no. E quando el rey
todoB y fneronse cada vno a su tierra y el du- Diacolo esto ovo, no supo que se hazer. ca
que a su villa, y quedaron Turian y su due- le peso mucho, que era muy enamorado des-
ña señores de la torre, e Itaños y su dueña ta donzella, según la hermosura y virtudes
por seruidores. E al tiempo que ol duque se della. Y dixole que le diesse la donzella. si
yua, rogo a Turian quo por su amor se hu- no que le daría sobre ella canpo, y que el la
uiesse muy bien con aquel camillero, como hania dado a otro por mayores riquezas que
se huuo al tienpo de la batalla, y Turian por ella le hauian dado. Y como quiera que
dixo al duque: € Virtuoso señor, assi rae vala el rey Ados le contó toda la manera como se

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HYSTOIUA DEL REY CAN AMOR Y DE TÜRIAN SU HIJO 557
la hauian lleuado de la huerta, como era la tra la torre do estaua Turian; y el duque yua
verdad, no se lo quiso creer, y reptóle ante diziendo al rey si tenia la verdad en esto
el enperador Tibas, señor de Álemaña; y des- que le demandaua el rey Diacolo, que el ca-
que fueron arabos los reyes ante el empera- uallero no tomaría batalla sino por hecho
dor, desmintiéronse el vno al otro, y sobre verdadero. Y el rey lo dixo que ol tenia la
esto demandaron canpo al señor emperador, verdad en esto que le demandaua, que aun-
y el so lo otorgo, y diolee plazo connenible que por su persona lo huuiesse de combatir,
aquel que los reyes pudieron cumplir y se que Dios le ayudaría cou la verdad que tenia.
podían guisar para se yr a saluar. Y el rey Y el duque le dixo que pues el tenia la ver-
Diacolo era muy hermoso y gentil hombre y dad, que dexasse el cargo de la batalla al ca-
valiente cauallero en armas, qual no hauia uallero, sila quisiesse tomar. Y quando lle-
en todo su imperio, y hauia entrado en can- garon ala puerta del corral de la torre, lla-
po con reyes y duques, y muchas vezes ha- maron muchas vezes, que no les querían
uia lleuado lo mejor, y hauianle todos gran abrir; y salió Itaflos, que moraua dobaxo de
temor. Y el rey Ados no hauia gana de en- vn palacio. E desque vio que era el duque,
trar en el canpo, que bien sabia que no era abrióle la puerta, y subió suso prestamente
tan bnen cauallero en armas como el , ni fa- y dixolo a Turian. Y el, quando lo oyó, des-
llaría rey ni cauallero que cou el quisiesse cendió luego. Y el rey le contó todo el hecho
lidiar vno por otro. Y estando el rey Ados de la verdad, según lo hauia contado al du-
en este tan gran pensamiento, oyó de/ir que su cormano, y dixole: «Cauallero de vir-
como en la torre de los justadores estaua vn tudes cunplido: yo soy aquí venido con mi
cauallero de muy fermosa conquista, y pensó inuy amado cormano, por que os rueguo esta
yr a ver al duque don Marrou su cormano, demanda que vos plega de la aceptar, y to-
y hablar con el de aquel desafio que el rey mar esta empresa por amor de mi: que si
Diacolo le hauia hecho. Y aderece su parti- vos no me acorreys en esta batalla , yo soy
da, yfuese para alia con diez caualleros por perdido» . Y Turian le dixo: «Señor rey, por-
yr mas ayna. Y andando sus jornadas, llego que vuestra merced quiere loar a mi, indig-
en tres dias a casa del duque. Y quando el no cauallero, agradezco vezes sin cuento
duque le vio, fue muy marauillado, que no quanto puedo a vuestra señoría; bien creo,
sabia de su venida ; e hizolo mucha honra. señor, que sabreys como yo tengo cargo de
E después que huuieron comido y holgado, sostener la honra desta casa en quanto pu-
el rey Ados aparto en vna huerta al duque, diere yllenarla adelante, la qual tengo de
y contole el hecho de su venida, como ol rey mi señor el duque assaz encomendada; pero,
Diaoolo lo hauia reptado ante el emperador señor, dexadas todas cosas, con licencia del
sobro su hija, diziendo ijue se la hauia pro- duque mi Beñor y por ensalmar vuestro ho-
metido en casamiento a el, y que por rique- nor, a mi me plazo de aceptar esta deman-
zas que le hauian dado la hauia otorgado a da, la qual me es grane de hazer por ser
otro, y sobre esto le hauia reptado; y como fuera desta casa, ca, señor rey, mi voluntad
el emperador les hauia otorgado canpo a dia era dispuesta el dia que tome esta torre de
señalado a que fuessen a saluarse de lo que no buscar en otra parte auenturas ningunas,
hauian hecho; y ahora que el era venido a Bino las quo viuiessen a esta torre; pero pues
le rogar y pedir de mucha gracia, pues que que vos veo a tiempo de menester y puesto
el era hombre anciano y tal que estaua en en tanto trabajo, y acatando que dize vn
disposición de no poder tomar armas contra ejemplo: que el que bien haze nunca lo pier-
ol rey Diaoolo, que le rogaua affectuosamento de, a mi me plaze de lo hazor, con tanto que
como a hermano que le hiziesse haner el ca- nos fundemos sobre la verdad, si la teneys
uallero que estaua en la torre de los justado- en esto que vos demandan, y que vos fuense
res, para que tomasse por el este canpo y assi Ueuada esta donzella» . Y el rey Ados le
que se lo galardonaría muy bien. Y desque dixo que assi era la verdad como hauia do
el rey Ados esto huuo dicho, el duque don morir, y que era el el que mas mal libraua
Marrón le respondió: «Señor cormano, este de aquel hecho, en perder a su hija y enci-
cauallero es de muy gran manera, y no se si ma ser reptado por ello. Quando esto oyó
querría dexar la torre. Ca si el canpo hume- Turian, dixo: «Señor rey, no vos ensangus-
ra de ser en la torre, bien pienso que le tieys; de vuestra hija no digo nada, pero,
hiziera, pero tan lexos creo que no querrá pues teneys derecho, yo tomo osta batalla por
yr; y como quiera que sea, vamos alia , y vos en el nonbre de Dios». Y quando Turian
veamos que hallaremos en el. Y acabadas las esto huuo dicho, el rey fue mucho gozoso y
razones, salieron de la huerta, y el duque fuelo abracar. Y allí hizo seguridad de no
mando ensillar, y caualgaron y fueronse con- le faltar, si no fuesse peligro de muerte o de

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558 LIBROS DE ( BALLERIAS

lision, hasta doze diaa de sor oon ol en la holgaron y sus cauaHoa bien pensados, y
ciudad de Amposta, do estaua el emperador fuerouse a despedir de la duquesa, que era
a la sazón, y alli se lumia de hazer el canpo, vna noblo señora, sobrina del rey de Ingla-
la qual era a quatro jornadas de la torre do terra; yotro día salieron de alli, y fueroose
Turiau estaua; y el rey se despidió y se fue su camino hasta que llegaron a la ciudad de
con el duque. Amposta, do estaua ol emperador, y se hauia
de hazer el canpo donde a tres dias. Equan-
Cap. XXVIII.-- De como Turian se despidió do el rey Ados llego con Turian, el rey Día-
coló era ya venido muy arreado, ca lo quería
de Floreta, diximdo que quería yr a iiaxer
armas por el rey su padre, y de como llego y amaua mucho el emperador; y desque am-
bos ados los reyes estuuieron ante el empe-
el rey Ados al emperador do se hauian de
haxer las armas. rador, dixo el rey Diacolo al rey Ados: <I'a-
réceme que estays bien doscuydado desta
batalla que hauemos de hazer aquí, que no
Desque partieron, subió suso Turian y
contó a Floreta el hecho de su padre, y co- metemos mano al hecho; ¿haueys vos de li-
mo toinaua aquella batalla por amor della y diar o ha de lidiar otro oauallcro por vos?»
Entonces vino Turian, e hinco loe y nejos
por oonplazer a su padre. Y desque Floreta
le oyó dezir que su padre hauia estado alli ante el emperador y besóle las manos, y dixo
y ella no lo hauia visto, pues que estaua en que, plaziendo a su señoría, el hauia do li-
diar aquella batalla con el rey Diacolo por
su honor y casada con buen marido, comon-
co a llorar y maldezir su ventura, porque la el rey Ados; y vieronle los reyes, y conde»,
y otros muchos caualleros que ay estauan, y
primera vez que su padre yua a su casa re-
cebia tan poco honor della; pero con todo marauillauanso de su cuerpo como era va-
esto dio muchas gracias a Turian porque liente. Y' dixeron que aseaz era suficiente
quería tomar por su padre aquel trabajo, y cauallero para defender la opinión del rey
fuelo abracar y dar paz. rogando a Dios (jue Ados. E desque el rey Diacolo lo vio, pesóle
se lo librasso y traxesse a vista de sus ojos, mucho porque era Uu valiente cauallero, y
saluo, y libre, y sin pesar; y dándolo muchas lo quisiera hauer mas con el rey Adoa que
vezes paz, le pidió por merced que la lleua- no oon el; y ponso que los caualleros y gran-
sse consigo, y Turian le dixo: «Señora de mi des señores que estañan alli, que le ayuda-
vida: yo no voy a bodas para [que] vos pu- rían con la habla a resistir aquel cauallero
diessedes yr comigo, mas quedaos en vuestra que no entrasse con el en la batalla; y des-
casa y hazed buena conpañia a essas dueñas, que vio que no le ayudaua ninguno, dixo al
y holgad con vuestras donzellas» . Y dexole emperador:
alli los quatro caualleros con sus dueñas que
el duque le hauia dado, y a su escudero, y Cap. XXIX.— De como el rey Diacolo diso
rogo a I taños so fuesse con el, y el fue muy que no pelearía sino con hijo de rey, y de
gozoso por yr en su conpañia. Y assi toma- como Turian dixo que era hijo de rey, y ie
ron sub cauallos y armáronse, y lleno Tu- fueron al canpo, y el rey Diacolo murió á
rian consigo vn page, y dospidiondoso de manos de Turian.
Floreta y de las otras dueñas, rogo a Floreta
«pie mandasse todavía cerrar la puerta del «Señor, yo no consiento que el rey Ados
corral y parasse bien mientes por la casa. traya por si cauallero a la batalla, si no fuere
Y Floreta tomo las dueñas todas y subiólas hijo de rey y de reyna como yo soy». Y dixo
a la torre, y después partióse luego Turian Turian: «Ni por esso quedara la batalla en-
con Itaños y con su page, y fueron se a do tre vos y mi, que yo soy hijo de rey y de
estaua el duque a se despedir del; y hallaron reyna como vos». Y desque el emperador
al rey Ados que auu no ora partido. Y plugo- aquello le oyó, plugole mucho, y preguntóle
Ies mucho con su venida, o hi/.ieron alli »pjo cuyo hijo era. Y el le dixo que Turian
aquella noche a Turian mucha honra. Y el 1c llamauan, y que era hijo del rey Cana-
rey Ado6 estaua muy enamorado del, y pre- mor y de la reyna Leonela, reyes de Persia.
guntada alos caualleros si era tan valiente Y preguntóle otras muchas cosas, y desque
en los hechos cuino era hermoso y grande en esto lo oyó dezir, el emperador fue muy go-
ol cuerpo, y todos le dezian que era mucho zoso yfuelo luego abracar como de cabo, y
mas en lo6 lachos que no lo que en el pares* el rey Diarolo huno gran tristeza, ^uo ya no
quisiera hauer tomado aquella demanda, y
cia; y plazia mucho al rey por quo se lo ala-
bauan, porque entendía de salir con su ho- dixole Turian: «Uucu rey, aderezad vues-
nor. Y otro día por la mañana, el duque se tros hechos en bien, y pugnad de vengar
leuanto y les hizo rica sala, y comieron y vuestra deshonra, que yo soy el osuaUero

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TURIAN SU HIJO 559

3ue lleue la dooxella con que vos hauiades el emperador les mandaua. Y Turian dixo
e casar, por quien reptastea al rey Ados»; que se quería poner a la merced del empora-
y dixo el rey: «Amigo, mucho parlays; en el dor, mas que no lo haria hasta que el vno do-
(anuo nos veremos vos e yo, y alli querreys Uos dexasse la vida; y en diziendo esto, arre-
parlar y no vos darán lugar». Y dixo Turian: dráronse afuera los juezes, y los caualleros
«Rey. alia nos veremos, y, como vos dezis, se fueron acometer de tan fieros golpes, que
las palabras no hazen el hecho» . Y desque era espanto de lo ver, que saltauan las cen-
esto huuo dicho Turian, dixo el emperador: tellas de los yelmos como fuego vino; y todos
«Rey e infante, yo vos quiero dar por bue- dezian que moriría Turian, que estaua mal
nos caualleros, hazedme este plazer que ferido; y el rey Diacolo no tenia herida nin-
ces8e ya esta batalla ontre vosotros, pues es guna, que traya la loriga encantada del em-
sabida la verdad»; y al rey Diacolo plaziale perador. Ydixo m1 emperador a los reyes
dello, mas no pudieron con Turian quantos que con el estauan; «¿Que vos paresce, re-
endo estauan; y dixo Turian al rey Diaoolo: yes, destos caualleros porfiosos? ¿A. qual juz-
«Demandemos licencia al señor emperador, gariades vosotros que quedara muerto en el
y vamos a fenescer este hecho»; y dieronles canpo?» Y todos dezian que Turian, que sos-
luego juezes que los guardassen a derecho, tenia la porfía, como quiera que todos veyan
y armáronse y caualgaron en sus cauallos, y a Turian pelear mas brauamente, aunque
el enperador con ellos, e yuan con ellos traya la loriga toda destronada, y el yelmo
muchos buenos caualleros que los acompa- todo abollado. Y aquí se apartaron cada vno
nauan, y otra mucha gente de la ciudad y a su parte, y dixo el re^- Diacolo: «Si Dios
de otras partes, que hauian venido a ver me vala, ahora creo, Turian, las vuestras
aquella batalla, y assi con muchas alogrias bondades, que de vos oy dezir que haziades
los traxeron por toda la ciudad. Y dende en armas mas que otro cauallero; y bien lo
fueronse luego al campo do la batalla hauia puedo yo entender en el mi yelmo y escudo,
de ser. Y desque fueron dentro, el empera- mas no en mi cuerpo; pero, si lo quisieredes
dor y los reyes y condes subiéronse en los conoscer, yo os he dado a entender quien
cadahalsos que estauan hechos para ellos, y soy, e ya ireys conosciendo la mi espada en
toda la otra gente en derredor del palenque. vuestro cuerpo». Entonces respondió Tu-
Y desque todos fueron posados, los caualle- rian; «Bien parlays vos, mas si desnudays
ros contonearon su batalla a hora de tercia y esta loriga y vos vestís otra, ayna vos saca-
duraron en ella hasta hora de nona, y rom- ría yo de essas palabras. Pero como quior
pieron cada tros lancas muy gruessas de que yo esto, non ayays de mi sangre duelo
hierros muy azerados, Unto que de cada que se derrame, que a la fin de la batalla lo
encuentro tomauan muy grandes reueses los veremos qual lleuara la honra y prca». Y
cauallos, que no podían soportarlos, y rom- dixo el rey Diacolo: «Ya vos bien conosoeys
pidas las lancas no se podian falsar las que la llenare yo» . Y el emperador y los re-
armas, y apeáronse de los cauallos muy yes, ytodos los otros señores, bien pensaron
prestamente, y metieron mano a las espadas, que hazian alguna conuenencia entre si, y
v comenoaron a se herir tan brauamente, que que se querían dar por buenos caualleros; y
hauian espanto los que mirauan, y trayan fueron alia los juezes a ver que tratauan; y
ya los yolraos todos abollados por muchas desque Turian los vio yr, fuese para el rey
partes y los escudos hechos rajas; y la loriga Diacolo, y dixole: «Rey, el diablo vos dio a
de Turian estaua por muchos lugares des- vos y a mi tantas razones»; y alli Be fueron
tronada, el
y herido de muchas heridas. Y a dar tan grandes golpes con las espadas,
ul rey Diacolo estaua sano y sana su loriga, que todos los que estauan en derrodor hauian
porque estaua encantada, que era del empe- espanto. Y desque vio Turian que le no ¡jo-
rador, hauiasela
y dado para aquella batalla, dia herir, tanto era la loriga fuerte, trauo
y teuia tal virtud, que cauallero que la lle- del con el braco muy fuertemente, y haziale
uasse, si espíritu no le fallesciesse, no le reboluer, y daualo muy fieros golpes con el
matarían, ca era muy fuerte, que ninguna espada; y con tan gran fuerza le daua, que
arma le podía empecer. Y quando vino el le machucaua la carne, y aquí dixo el rey
medio dia, el emperador, hauiendo duelo de Diacolo a Turian: «Yo bien se como se pue-
Turian, que audaua mal herido y todo de partir nuestra batalla, si no fuere por
bañado en sangre, mando a los juezes que miraglo que Dios quiera hazer»; y dixo Tu-
los diessen por buenos, que assaz hauian rian: «Tanbien lo so yo como vos: o maturo
hecho. Y los juezes fueron a ellos, y apartá- yo a vos, o vos a mi. o que vos os desdigays
ronse los caualleros cada vno a su parte, y del mal que dexistes del rey Ados, y assi
estuuieron assi vn poco, y dixeronles lo que viuireys sienpre con vergüenca; y ahora no

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M50 LIBROS DE CABALLERIAS

me inouays oy otros pleytos, que no se par- dando gracias a Dios por la


tira nuestra batalla si no fuere por estas dos muchas vezes,
victoria que le hauia dado en la tatalla; y
cosas, o por qualquier dellas; por ende no
estando Turian escriuiendo esta carta, yiaV
curemos de mas holgar, que vergüenza nos
es de tantos señores como nos están mirando lo el emperador como la escriuia, y dixole
que piensan que lo hazemos con cobardía que para donde escriuia, y el respondió qu?
para su muger, que le embiasse algunas
S" aquí se fueron acometer la tercera vegada, sas de las que hauia menester para seruir a
y de aqui adelante fue el rey Diacolo per- su merced.
diendo la fueiva; y Turian oonoscio en que
términos lo tenia y fuele dando tantos de los
renonados golpes encima del yelmo, hasta Cap. XXXI.— De como el cmperwlor royo 'i
que b hizo perder el sentido y dio con el en Ir oxease a su muger y se cinU-
que con
tierra muerto, que se ahogo en las armas de 8Turian
se a viuir el.
los golpes que Turian le dio, que nunca del
salió gota de sangre, y assi lo mato. Y des- Ahincadamente el emperador rogo a Ta-
rian que quisiesse imbiar por su muger y
que Turian vio muerto a su enemigo. al<.-o
las manos a Dios y diole muchas gracias, y a víniesse a viuir con el, y que le haria mu-
muchos de los que allí estauan plazia do su chas mercedes, tantas que en poco tiempo
muerte, porque era rey muy soberuio y el seria grande hombre en su corte. Y quan-
do Turian oyó estas palabras al emperador,
cruel, y a otros penaua, y mas al empera-
dor, que lo quería y amaua mucho. pesóle, pensando que le haria quedar por
fuerca, e dixole: «Señor, a vuestra señora
plega de me dexar viuir en aquella tiom
Cap. XXX. — Como Turian fue licuado del do viuo; ca. señor, el duque don Marrón n»
canpo t on mucha honra, y el emperador lo
me dexara traer (•) la muger. ni yo le de-
mando ntrar, y absoluto al rey Ados de la
mandare tal licencia, que me ha hecho tan-
demanda puesta; y de como imbio Turian o yo no pense. Por ende nu
to bien (plant
nueuas a su muger.
persona sera quando pudiere con vuestn
Desque traxeron a Turian a casa del em- merced, siruiendovos en todas las cosas qiK
me mandaredes. Pero, señor, la muger y h
perador, con muy mayor honra quo le ha-
uian lleuado al canpo, salieron a lo recebir casa dexemela vuestra merced estar»,
y a lo ver la emperatriz y Excelonesa su desque el emperador lo oyó dezir estas pala-
hija del emperador y todas las otras donze- bras, no lo quiso contradezir su voluntad, v
llas y dueñas que estauan por las torres; y dixole: «Pues que assi es, por mi amor que-
todos los que lo mirauan, cobdiciauan verlo dad aqui comigo algunos dias, y lleuad ra-
desarmado. Y dixo Excelonesa: «Poco valió ción de mi palacio para vos y para vuestr
escudero» . Y Turian le dixo que le plana
allí al rey Diacolo la loriga encantada ni las
brahoueras!» La emperatriz le dixo: «Hija, hazer su mandamiento Y assi holgó alli al-
antes valió mucho, ca mata ralo mas ayna gunos dias Turian con Itafios; y desque Tu-
este cauallero, si no fuera por la loriga». rian fue herido en la batalla hasta que fu-
Y desque todos se despidieron, el emperador sano de sus llagas, nunca otra persona car*
se entro en su palacio y mando curar de las del sino la emperatriz y Exceleonesa su hija,
1 higas a Turian; y allí le fue hecha mucha que nunca del se partia, quando la tul
honra hasta que fue sano. Alli dixo el rey quando la otra, y assi passaron muchas ;-a-
labras de reques ta de amore s entre Taru:
Ados al emperador: «Señor, ¿yo soy saluo de
y Exceloonesa, que era muy enamo rada úVl.
aquella question que demandaua a mi el
rey Diacolo?» Y el em|>erador le dixo: «Rey, posponiendo perder la vergüenza y qualqui--:
vos soys saluo a guisa de buen rey, y de daño que por le complazor le pudiesse veni-
aqui adelante razón es que seays buen amigo
a Turian». Y en tanto que Turian sanana Cap. XXXII. -Dc como mando el empetate
de las heridas, nunca el rey Ados de alli so traer el cuerpo del rey Diacolo que quedan
muerto en el campo.
partió, sino curando mucho del; y en este
medio imbio Turian sus cartas a la infanta
Floreta su muger, en las quales le hazia sa- Mando el emperador en su palacio a tal*
bor como hauia vencido la batalla y muerto aquellos señores que con el estauan, q«
fuesseu por el rey Diacolo que estaua en
al rey Diacolo su enemigo, y como el empe-
rador no lo dexaua partir y que huuiesse campo, y fueron por el todos los rey* .•
plazer y pusiesse buen recaudo en la torre. condes, y caualleros, y ricos hombres en mu»
Desque Floreta vio la letra do Turian, besóla
(•) El texto «trer».

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TÜRIAN SU HIJO 561

ricas andas, según que requerían a rey; des- rador y de la emperatriz, y fuese su camino
que fue traydo al palacio del emporador, a la torre de los justadores a casa de Turian.
mandóle desarmar v no le hallaron herida Y Coruelin, hijo del emperador, vino por
de que salicsso sangre, mas tenia todo el Turian al palacio del emperador y lleuolo a
cuerpo magullado, negro como el carbón de su posada, y alli le hizo mucha honra; y
los golpes; y de que esto vieron los señores, alli venían todos los caualleros a lo ver y
todos fueron marauillados; y dixo el empo- hablar con el, y desque Turian estaua en
rador: «Ved, amigos, que fuerea la de aquel disposición de sano, la emperatriz ombio
cauallero, matar assi esto rey, que era tan por su hijo, y preguntóle si estaua bueno
valiente como el, y, sin herida do que de- Turian, que se lo hiziesse alli venir, que
uiesse morir, con la gran fuerea lo ahogo» . quería hablar con el vn poco. E Coruelin
Y alli dixeron los camilleros: «Señor, si Tu- fue a la posada suya y traxo a Turian muy
rian traxera esta loriga, malo fuera de aho- aderecado, y desque llegaron ante la em-
gar» .Y mando el emperador catar la loriga, peratriz, ella lo rescibio muy solennemon-
y halláronla sana como la metieron en el
te, y su hija Excelonesa (') y otras muchas
campo, y dixo: «Ahora es bien prouada mi dueñas y donzellas, y plugole mucho a Tu-
loriga»; y dixo el hijo del emperador: «Se- rian por ver a Excelonesa a su voluntad,
ñor, si Turian rraxera esta loriga, serian que hablaron mucho de su buen parecer,
juntas las dos cosas mas fuertes del mundo»; como quiera que otra vez la hauia visto y
y mandola tomar y las brahoneras, y man- se hauian hablado, pero no a su plazer; y
dólo lleuar a Turian, y dixeronlo como el as8entoso la emperatriz cerca del, y de la
emperador se lo imbiaua, y el lo recibió por otra parte Excelonesa, y Coruelin lo dexo
se lo dar, mas no para entrar en campo con alli y fuese a andar con otros caualleros. Y
ningún cauallero con ellas, que dezia que el estando Turian cercado de muchas dueñas y
que con tales armas entrasse en campo con donzellas, y todas estauan hablando de sus
otro cauallero, que si lo matasse que lo ma- virtudes y de la gran valontia de su cuerpo,
taría malamente y no como dcuia. Y desque y dezian que no valían nada todos los otros
todo esto fue hecho, mando tomar el cuerpo caualleros a comparación de aqueste, y no
del rey Diacolo y sepultáronlo honrada- hauia ninguna que le no quisiera por ami-
mente según pertenecía a rey. E desque go. E desque la emperatriz huuo hablado
vinieron de laB honras, todos se despidieron con el vn poco, fuese a la cámara, quo la Ha-
del emperador y fuoronse a sus posadas, y maua el emperador, quando Excelonesa es-
los otros a las suyas. taua con Turian y con algunas donzellas. Y
Turian, desque se vio solo con ella, comenco
Cap. XXX11I. — De como Turian descubrió a requestarla de amores, diziendolo: «Seño-
ra, las virtudes de vos y lindo parescor y
al rey Ados todo el hecho de la verdad y de
su luja, y se partió a verla a la torre de los perfecion cumplida de vuestra señoría, las
justadoras, y Turian qimlo con el empera- qualcs corren por todo el imperio, me hizio-
dor; yde como reqiiesto a su hija. ron venir a esta tierra, y busque manera
como legítimamente viniesse a ella»; y di-
El rey Ados quedo en el palacio con el ziondole estas palabras, echóle mano de las
emperador y con Turian. E contole como le manos, y desnudóle vn guante do la mano
lumia llenado su hija, y de las fortunas que derecha y dixole: «Señora, este guante tomo
por ella hauia passado. Uydo por el rey, fue en señal, porque toda hora aya comemora-
mucho marauillado, y dixole: «Hijo, pues cion de vuestra real persona». Excelonesa
plugo a Dios que esto assi fuesse y assi lo dixo: «Señor infante, yo de vos no quiero
estaua del ordenado quo mi hija fuosso vues- prenda sino las virtudes y buena enanca
tra muger, yo le doy muchas gracias por que de vos se recuentan; y lo quo vos rue-
ello y el me hizo mucha merced en vos go es que de vos no sea oluidada». Y Tu-
la hauor dado» . Y passadas estas palabras, rian le dixo: «Señora, ahora yo soy do todas
«lixo Turian: «Señor, ¿que que rey s hazer?»; las otras tierras partido, y a esta tomo por
y ol lo dixo: «Hijo, en tanto que vos aquí mi natural tierra do vos morades, y el vues-
•*stays, yo quiero llegar a vuestra casa a tro amor me hará sienpre aquí venir; y ansí
ver a mi hija vuestra muger, la «pial tengo pienso llamarme seruidor de vna de las mas
^ran desseo do ver»; y Turian le dixo: «Se- virtuosas y acabadas señoras de todo el mun-
ñor, mucha merced mo liareys en ello, que do; y por bion o mal que mo venga, nunca
mucho liare por mo despedir del empera- dexaro de loar a vuestra señoría» . Desque
dor y ser con vos presto» . E otro dia por la
mañana se despidió el rey Ados del empe- (•) Antes «Exceleonesa».
LlbBOS DB CABALLBBUb.— 11.— 36

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662 LIBROS DE CABALLERIAS

Excelonesa estas palabras le oya, plaziale dende a quatro o cinco dias después de la
mucho dellas, y dixole: «Señor infante, yo habla, desseando tener alli a Turian, fuesse
he escuchado muy bien vuestras palabras, a la huerta con vna fiesta, en tanto que el
las quales son bien afoytadas si los hechos emperador dormia, y toda la otra gente re-
se siguen en ellas; ca las condiciones de pasaua (') en sus posadas, y el palacio estaua
los hombres son tales, que después que vos sin bollicio ninguno de gente, con vna don-
haueys aprouechado de las mugeres, no cu- zella secretaria suya, de quien mucho con-
rays mas dellas, y assi pienso que hareys fiaua, y bauia por nombre Vergoña. Y es-
vos». Y Turian le dixo que le prometia tando vn dia Turian pensando eu Excelone-
por su amor de nunca se partir de casa del sa, subióse a vn sobrado alto que estaua eu
emperador, y dixo Excelonesa: «Si vos esso la posada de Coruelin, y vido a Excelonesa
manieneys como leal cauallero, haré alguna y a Vergoña e6tar hablando cabe el rosal, y
cosa de lo que vos plazera». lr Turian le presumió si podría yr alia sin peligro nin-
beso las manos, las quales ella tenia como el guno, yvio que no hauia otra manera sino
alabastro, y el le rendio muchas gracias, y como quiera que fuesse entrar en la huerta
que se lo prometia con su juramento que de noche y quedarse alia; e hizolo assi , que
hizo, el qual el quebranto después, según aquel dia anduuo con el infante y con otros
adelante oyreys. caualieros muy gasajado, y a la noche fue-
ronse todos a sus posadas. Y Turian, desque
vio que era tienpo de yr, al primer sueño
Cap. XXXIV. — Como Turian y la hija del
leuantose de su cama y fuese en derredor de
emperador se huuieron en vno, por sotü
la huerta, buscando lugar por do entrasse, y
industria de Turian, en la huerta del em-
llego al muro. Y vio vn lugar baxo, y ma-
perador. guera era ligero, a malas penas subió suso y
Como Turian era muy quisto y amado del decendio a la huerta, y fuese por ella ade-
emperador y de la emperatriz, y de Corue- lante catando a todas partes, y no vio nin-
lin, y de reyes y de caualieros de toda la corte, guno; yfuese a la puerta de la torre, y pa-
supo en poco tienpo las entradas y las sali- róse aescuchar y parecióle que todos dur-
das para entrar en el palacio, y Excelonesa mian, y no sentía ningún ruydo, y tornóse
le dixo toda la manera y el hecho como la a la huerta so vn naranjo. Y estando imagi-
podría hauer en vna huerta que estaua en nando en ello, pensó de dormir alli vn poco,
los palacios de su padre, cunplida de todos y dormíase; quando el alúa vino que desper-
los arboles y fructas del mundo, y que si allí tó, contose por muerto si alguno lo hallaste
no la hauia, que no hauia otro cabo do la pu- y lo viesse salir de la huerta, <jue luego
diesse hauer. Y concluyendo entre olios esta lo diría al emperador, que era señor muy
habla, el infante Coruelin llamo a Turian, brauo. Y andando en esta imaginación , cato
que se queria yr a su posada, y dixole: «Ami- por la huerta si fallaría lugar donde se pu-
go, vamos de aquí, que es tarde». Entonces diesse esconder que no fuesse visto, y vido
se leuanto Turian, y dio el guante a la se- el rosal cabe si y metióse so el, ca no le pa-
ñora por que no se lo conociessen, y despi- dieran hallar si no llegassen al rosal, tan atro-
dióse della muy pagado y coa buena espe- pado estaua con la tierra y cubierto de mu-
ranza de la hauer; y Excelonesa esso mismo chas boj as y rosas; y assi estuuo todo el día
todo su pensamiento y cuydado tenia puesto padeciendo hanbre, atendiendo la señora que
en Tunan, y quisiera estar con el, como saliesso a la huerta. Desque el emperador
quiera que fuera sienpre; y deueys saber huuo oydo missa y comido, y todos los gen-
que esta huerta do Exceleonesa salió a holgar tiles honbres y dos a sus posadas, y el pala-
con sus donzellas, que era cercada de alto cio desembargado, que ningún bollicio de
muro y parecia toda desde la posada del in- gente hauia en el, y passado el mediodía, la
fante Coruelin, que estaua encima della; y infanta Excelonesa llamo tres donzellas y sa-
desde allí miraua Turian la entrada y la sa- lióse ala huerta a holgar y a dormir la sies-
lida de la huerta; y en esta huerta estaua vn ta, según que hauia de costunbre algunos
rosal apartado de los otros arboles, grande y días. Y estando Turian tendido so el rosal,
muy hermoso, y hazia de si muy gran son- violas venir, y ouo singular gozo, y ouo
ora, tal que no podia el sol entrar por parte miedo de ser visto de las donzellas, y enco-
ninguna que fuesse; y alli estauan muchas gióse. La infanta Excelonesa yua en cabo-
yeruas verdes muy olorosas; y por aquella líos, ca los hauia muy bellos, y mas rubios
hermosura de aquel rosal yua sienpre alli que hilos de oro muy luengos; y alli, ao
Excelonesa a holgar con sus donzellas, y me-
rendaua alli muchas vezea; y acaeció que
(') Sic, por «epo.au**.

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TURIAN SÜ HIJO 563

aquel rosal, era su lugar de los yr a lauar y mas no pudo hazer, tomo las otras donzelias;
peynar, y asai hazian todas las otras. E allí haziendo de si buen senblante por que las
venia cubierta de vn manto de escarlata, afo- otras no lo entendiessen, apartólas de alli
rrado en cendal. Y desque entro en la huer- buen rato, diziendoles que la infanta quería
ta, dio el manto a Vergoña su secrotaria, de dormir vn poco so aquel rosal; y desque Ex-
quien mucho confia ua. En tanto que Excelo- celonesa las vio bien arredradas, entro con ,
nesa andaua por la huerta tomando de la Turian so el rosal, y alli hizo Turian todo su
fructa, el ojo de Turian, metido so el rosal, contento con la infanta, y fue el amor dobla-
andaua em pos della, que pensaua ser fuera do a ambos a dos, y hallóla acabada donzella,
de su seso por saltar con ella; y presumía y el cuerpo muy aderecado.
tantas cosas, que no sabia que se hazer, que
mas quisiera tenella assi so aquel rosal, que
Cap. XXXV. — De como solio el emperador
ser señor del imperio de su padre, y con todo a la /tuerta estando ay Turian escondido;
el miedo que tenia, todavia quisiera salir a
y del granpauor que huuo, y como fue
ella. Y desque huuieron andado por la huer- librado.
ta y tomado de la fructa lo que huuieron
menester, fueronse so el rosal. Y yendo la Desque el emperador se leuantode dormir,
infanta Exoelonesa delante las otras donze- salió a la huerta a se espaciar; y viole venir
llas suyas vn trecho, vio debaxo de las ra- Vergoña, y ouó terrible miedo y fuelo a dezir
mas aTurian, y fue espantada, y hizole de a la infanta que estuuiesse queda, que anda-
señas que estuuiesse quedo, y aparto a Ver- ua el emperador por la huerta; y quando la
goña ydixole: «Amiga, bien sabes que te infanta lo oyó, amorte sciose de miedo, lo vno
amo en mi coracon mas que a ninguna de por Turian y lo otro por ella, y dixole Turian:
todas estas otras, y te amare de aqui adelan- «Señora, ¿que sera de mi si soy visto?» Y
te como a mi vida, mas cata si te descubrie- Exoelonesa torcióse las manos del gran mie-
re vna poridad que me la tengas secreta». do que hauia, y dixole: «Señor mió, no se
Vergoña respondió: «Señora, no me proueys, que consolación vos ponga, ca la vuestra
que no soy tan necia que vuestra honra no muerte conpraria yo con la mia si ser pudies-
la sepa guardar hasta la muerte, que en nin- se; pero, señor, lo mejor que puedo presumir
gún tienpo no me haueys tomado en falta; deste hecho es esto, que esteys quedo y sal-
por ende no me dexeys de dezir lo que vos
dré yo muy passo, e yrme he contra el em-
plazera por ninguna cosa, que presta so que perador mi señor a hablar con el, y tenerle
a lo cunplir». Desque esto huuo dicho Ver- he conpañia, y guárdeos Dios que os puede
goña, dixo Exoelonesa: «Amiga, si yo amas- guardar, porque mis ojos no vean vuestra
se en mi coracon a vn cauallero, tanto que muerte; y bien creed, señor, de mi, que si
por su amor tomaría muerte, tu, ¿ayudár- mi señor el emperador os vee, que no de la
melo yas a cobrar?» Y dixo Vergoña: «Se- vida a vob ni a mi» . Y desque Exoelonesa
ñora, no ay en el mundo cosa que a vos ven- ouo dicho estas palabras, leuantose muy
ga en plazer que yo no haga y vos la ayude passo y salió de so el rosal, y fuesse para
a cobrar». Y dixo Exoelonesa: «En el mun- donde estaua su padre el emperador, hazien-
do no hay cosa que mas ame que a Turian, do semblante alegre, diziendo que venia de
ca es muy noble y virtuoso cauallero, e hijo su cámara; y en tanto que Exoelonesa y
de rey y de reyna muy honrrados, como tu Turian folgaron y el emperador entro en la
bien sabes; y querría , si a Dios pluguiesso, huerta, pelearon dos caualleros donzeles den-
como le hiziesse quedar en esta tierra, por- tro en el palacio, y mato el vno al otro, y el
que el emperador mi señor me le diesse por que escapo, acogióse a vna yglesia muy pri-
marido; y para esto querriale conplazer en uilegiada por los sanctos padres y por los
todas las cosas que a mi possible iuesse». E emperadores, que se llama ua santa Eufemia,
quando Vergoña oyó las palabras de la in- porque estaua alli su cuerpo y otros muchos
fanta su señora, dixole: «Señora, pues que cuerpos de sanctos; y por esto no podían de
assi es, vuestra merced me mande que haga* . alli sacar ninguna persona por ningún delito
Y la infanta Je dixo: «Amiga mia, lo que te que ouiesse hecho; y aquel cauallero muerto
ruego es esto, que te apartes con essas otras amaualo mucho el emperador, y quando le
donzelias so vn árbol de essos, y dormid y fue el mandado a la huerta, diose vna pal-
holgad, y diles que quiero dormir vn poco mada en la frente y ouo muy gran pesar de
so esto rosal; y hago te saber que so el rosal su muerte, tanto que pensó ser fuera de su
tengo a Turian». Y desque esto oyó Vergo- seso, y tuuose por deshonrado porque dentro
ña, fue muy espantada, pensando en aquel en su palacio le hauia muerto; y andando por
hecho que bu señora quería hazer; y desque la huerta muy malenco nioso, haziendo muy

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5G4 LIBROS DE CABALLE Til AS

grandes bramuras, passo cabe el rosal y detu- huerta, hasta que llegaron ante el, y desque
uose alli vu poco ;y desque Turian lo vio, bien los vido, apartóse con ellos a hablar, y dixo
pensó quo lo hauia visto el emperador, y el a los caualleros que estauan armados: «Dete-
emperador bohiio la cabera y dixo a su hija: neos vn poco hasta que lleguen estos y habla-
«¡A que 011 mala hora entrastes acá! ¡Poco re con ellos, y ordenaremos como haueys de
haueys visto de lo que se ha hecho! ¡andad hazer» . Yr todo esto oya el cuytado de Turian,
en tal y llamadme vn portero!» . Y Excelo- y bien pensaua que la habla todo era sobre
nosa y Vergoña yuan temblando de miedo, el, y comedia en la muerte mas que en la
pensando que hauia visto el emperador a vida y quisiera todavía salir a ellos, y torna-
Turian, y lueron a la puerta de la huerta a uase de su pensamiento, diziendo que si sa-
llamar al portero, que le mandaua llamar el liesse que el no podría pelear con todos,
emperador. Y desque el portero llego, dixolo quanto mas estando presente el emperador;
el emperador muy sañudo: «Anda, ve y llá- y quo si poleasso, que podría matar tres o
mame algunos dessos caualleros, y diles que quatro dellos, y que luego seria tomado y
se armen y vengan aqui, y mandarles he lo muerto, y assi se torno de su pensamiento
que hagan». Y desque Excelonesa aquello y estaua so el rosal muy triste y cuytado, y
oyó, eomenco a torcer sus manos y llorar, dixo en su coracon: «quiero esperar en la
que no sabia que se hazer, y cjuisiera que se merced de Dios, y sabré primero que nubla
abriera la tiorra, que bien pensaua que Tu- es esta» . Y" desque el emperador huuo fene-
rian era visto, y que el emperador que no cido la habla con el rey y con los condes,
cmbiaua a llamar la gente sino para lo matar, dixo a los hombres de armas: «Mudad vos
y que no hauia ya al sino morir. Y desque deude, o yd en aquella yglesia do esta aquel
Turian vio quo el emperador estaua cabe el mal nado, y guardadlo no se vaya». E los
rosal y no se quitauade alli, y hauia imbiado honbres de armas fueronse por la huerta
por gente armada, bien pensó quo era visto adelante contra la puerta do estaua Exoelo-
y que no auia al sino morir. La infanta Ex- nesa esperando lo que les mandaua hazer,
celonesa, cortada toda de la muerte, assen- pensando que mandaría matar a Turian, y
tose cabe vn naranjo, y dixole Vergoña: preguntóles que donde los mandaua yr. Y
«Señora, vos no morireys aunque lo vea el ellos dixeron que ios mandaua yr a la yglesia
emperador, porque soys su hija, que esta a guardar aquel cauallero que hauia muerto
gente, según veo, no es sino para matar a el otro. Y quando Exeolonesa lo oyó, pingóle
Turian». Y dixo Exeelonesa: «Nunca Dios mucho, tanto como si la hizieran señora del
mande que yo vina después de su muerte vna imperio, lo vno porque su deshonra no fuesse
sola hora»; y dixo Excelonesa a Vergoña: publicada y lo otro porque no matassen a
«Amiga, vamonos do aqui a nuestra cámara, Turian. Entonces se fue el emperador a su
ante que la gente do armas venga, no veamos cámara, y assi quedo Turian muy gozoso
esto pesar» . Y ella llegando a la puerta de metido so el rosal, guardando tienpo para
la huerta, toda la gente do armas queentraua, salir de alli con su honor; y desque Éxcelo-
y desque ella los vio, assentose sin sentido, nesa vio al emperador ydo a su palacio y la
que no pudo de alli passar; y desquo llegaron huerta desembargada de la gente de armas,
ante el emperador, dixeron: «Señor, ¿que que todos oran ydos al con bate do la yglesia
manda vuestra alteza que llagamos?» Y des- por tomar aquel cauallero, llamo a Vergo-
que Turian vido la gente assi toda armada, ña y dixole: «Amiga, ruegoto por amor de
lúe muy espantado, y no so osaba menear so mi, que vamos hasta el rosal a ver que hazo
el rosal; pero ofreciéndose mas a la muerte Turian, que hauia passado por el puuto de la
que a la vida, púsose sobre las rodillas y muerte»; y desque alli llogaron, metióse
hecho el manto en el braco, y el espada Excelonesa con Turian so el rosal, y hallólo
sacada en la mano, proponiendo do salir a muy esforcado cauallero, como quien no
matarse con ellos, quo muy mejor le era hauia passado pauor ninguno, y trauo della,
morir como honbre que no que lo matassen y oluidandose del miedo que hauia passado,
allideslionradamente. Y quandoesto voyaEx- hizo su pagamiento con ella, y alli lo dixo
eeleonesa que toda aquella gente catana alli ella: «Señor mió, do aqui adelante escusa»!
con el emperador y no se mudana para yr a la venida de dia, e yo buscare manera como
ningún rabo, fue desacordada, y quisiera salga a vos de noche»; y desque huuioron
muy de coraron ser cerca de Turian por le holgado, despidioso Excelonesa del y fuese a
oonortar y morir alli con el; y olios en esto su cámara; y Turian le pidió por merced si
estando, entraron por la puerta de la huerta después do cenar podría salir a el. Y ella le
vn rey y dos condes quo yuan a estar con el respondió que no podía ser aquella noche,
emperador, y fueronse assi passeando por la por quanto el emperador no yazia en el pala-

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TURIAN SU HIJO 565

ció, que hauia do yr a dormir con la empe- mostró las cartas al infante y a otros gentiles-
ratriz su sonora madre. honbres y caualleros que con ol estañan; y
pesóles dcsto mucho, porque lo amauan todas
de coraeon , como si hermano do todos ellos
Cap. XXXVI. — Como pregunto el hijo del
fuera, porque, por virtud déla carta, Turian
emperador a (') Turian donde hauia es-
hauia de partir, y lo otro por la guerra que
tado, de
y lo (puc le dixo.
su padre hauia do hauer con aquellos dos ro-
Dcsquo Turian vido venir la noche, con la yes, yi>ed¡a por merced al infante que estu-
oscuridad salto de la huerta y fuesso a su po- uiesse con el emperador y le hiziesso relación
sada, yt< do aquel dia lo hauia buscado Cor- de la guerra, y fuesso su merced de le ayu-
uelin por toda la ciudad , que no podia pen- dar con alguna gente, y todos codicianan yr
sar que fuesse hecho a do estuuiesse; y des- con el; y desque vino la tarde, que el empe-
que lo vio, fue mucho marauillado donde rador huno dormido, el infante Coruelin y
hauia estado, y fuelo abracar por hazer la Turian y todos los caualleros fueron a pala-
deshecha a la puerta de vn palacio, y co- cio, yel infante entro en la cámara, e hizo
mentaron acantar vna canción luego, y dixo relación do la carta al emperador que era
Coruelin a Turian: «Assi veays tmen gozo venida a Turian, de la guerra (pie hauia el
de vuestra amiga, que me digays que ha sido roy Canamor su padre con aquellos dos re-
de vos oy: y desquo no vos he hallado, he yes; ydesque el emperador lo oyó, pesóle
estado el mas triste lumbre del mundo:. Y mucho de ello, porque hauia do hauer guerra
Turian le respondió: *Senor. pues que me su padre de Turian con aquellos dos reyes; y
demandays la verdad, quicrovos la dezir. (piando el emperador esto vio, salió luego de
Assi es que aqui esta vn burgos muy rico, y la cámara y mandóle llamar, y apartóse con
tieno vna muger muy hermosa; este otro (lia el por la huerta, y dixole lo que su hijo Cor-
la comenco a requerir de amores y seguila; uelin lo hauia dicho de la carta quo lo era
y esta noche paseada rogóme que fuesse a su vonida, y quo le pesaua de ello por sola
posada, que quería holgar comigo, y no me aquella guerra, y quo, si ol quisiesse, que
dexo partir sin galardón; y otro dia de ma- escreuiria para estos dos reyes que se par-
ñana su marido vino, y assento.se a la puerta tiessen desta guerra y de hazer enojo al roy
del palacio a tomar cuenta a vnos hazedores Canamor, }• que si esto no le abastaua que
suyos, y en tanto la señora púsome en buen el lo daria cinco mil de eauallo pagados por
recaudo, y nunca he hauido lugar de salir vn año o por dos, que fuessen con el; y des-
hasta ahora*. Desque Turian esto huno di- que esto huuo dicho el emperador, Turian le
cho, rióse el infante y ochóle los bracos ul beso las manos, y le dixo: tSefior, yo agra-
cuello, y con estas palabras le llego a do es- dezco avuestra alteza el bien y merced quo,
tañan los caualleros, por contarles lo que le sin méritos que a vuestra señoría por mi sean
hauia acaescido a Turian y como hauia estado hechos, vuestra merced se of fresco do ayudar
preso , y desque lo oyoron comentaron todos al rey mi señor y padre en esta guerra; em-
a reyr; o Turian hauia hanbre, (pie hauia pero, señor, hablando con reuerencia a vues-
estado vna noche y vn dia so el rosal por tra alteza, on lo que dize (pie escreuira car-
amor de la señora, y dixo: «Caualleros, de- tas aestos dos reyes que so partan desta guo-
xame do vuestro juego y trayannos de co- rra, señor, a esto suplico a vuestra al toza
mer» ;y luego lo mandaron traer. que no cure de lo Inzer, que no seria honor
suyo de mi padre ni mió, ni de los que por
Cap. XXXVII. — Como vinieron cartas a mi han de hazer, ca dirán que lo hazia con
Turian de su padre <ptc tenia guerra con cobardía, pues les rogaua con cartas. Otrosí,
otros dos reyes; y de como pidió licencia al señor, a lo (pie dize vuestra merced quo me
emperador para su partida. dará cinco mil honbres do armas, esto tengo
en singular merced a vuestra señoría; pero,
Estando comiendo, vino vn escudero con señor, al presento yo querría primero llegar
vnas cartas del rey Canamor su padre, y Tu- a mi casa, para consultar este hecho con ol
rian se aparto a las leer, y pingóle mucho rey Ados mi suegro, que me esta esperando;
con ellas, por saber nueuas do su padre, otro- y dende, señor, yre a mi señor padre ol rey
sí del rey Ados y de Floreta su muger; y Canamor a hazerlo habla de la ayuda que
lo postrero, desseandose ver con vnos reyes vuestra merced me da; y ahora, señor, vues-
quo maltratauan a su padre, y mando dar de
tra merced me dexo yr solo, ¡jorque me con- *
comer al escudero que las traya, y en tanto uíone assi» . Y desque el emperador se lo ovo,
pesólo porque assi se quería yr do su casa y
(») El texto: <íod. que haurian que dezir del, y porfioselo mu-

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566 LIBROS DE CABALLERIAS

cho quanto pudo, que no fuesse solo y que tormento; y creed, señora, que mi casa-
lleuasse alguna gente consigo, y no lo pudo miento no vos embarga nada, que dexadas
acabar con el; y desque vio su intención, no todas las cosas del mundo, en vos es mi
le quiso mas forcar, y assi se salieron de la esperanca, y posponiendo la venida que
huerta, y holgó Turian aquellos dias con los venga deste camino que forcado vo, del
caualleroB, que lo amauan mucho. qual puede ser mi ta rd anca vn mee, que a
vos plega en este comedio encelar el hecho,
Cap. XXX VIII. — De como la hija del em- que yo vos haré juramento de otra señora
jamas conoscer ni amar en toda mi vida,
perador mando llamar a Turian y habla-
ron en secreto, y se despidió della: y otro que yo me deuo tener por muy contento en
dia tomando licencia del emperador, y del casar con vuestra señoría, que assi tenj*o mi
venida prometida al emperador mi señor».
, infante y grandes señores, se fue su ca-
mino. Respondió Excelonesa: «Señor, las palabras
buenas son, si el hecho viniesse con ellas;
Desque vino la noche, al tiempo que toda que, assi me vala Dios, nunca rauger quedo
la gente reposaua, la infanta Excelonesa, tan malauenturada por amor de honbre
estando muy triste por las nueuas de la par- como yo quedo por amor de vos; por ende yo
tida de Turian que le hauian dicho, embiole vos ruego que por Dios me lleueys con vos y
secretamente a rogar con Vergoña, su secre- no me dexeys aqui padescer muerte» . Tu-
taria, que quisiesse salir a la huerta, que rian le dixo: «Señora, ¡en que fuerte hora
queria hablar con el; y desque Turian la vos conosci! ¡Pluguiesse a nuestro «enor
oyó, fue muy gozoso, que por amor della se Dios que oy fuesse el postrimero dia de mi
hauia quedado en palacio escondido; y des- vida, que mas deseo ahora la muerte para
que huno despedido la mensagera, lancose mi que no para vos; ca, señora, si yo pu-
en la huerta secretamente, y la señora viole diesse entender camino que seguro nos
yr passeando para el lugar acostunbrado, fuesse a vos y a mi, yo no vos dexaria! mas
desde vna ventana que se veya toda la huer- ¿do escaparemos o do nos ampararemos al
ta. Y desque le vio encerrado so el rosal, poder de vuestro padre? Ca si yo fuesse
salió muy passo de su cámara y fuese sola cierto que la mi muerte fuesse guarda de la
por la huerta hasta do estaña Turian; y des- vuestra, yo moriría por vos, porque sola-
que passo vna pieca de la noche, ella hizo mente escapassedes; pero, señora, sacando-
semblante que no sabia cosa ninguna de su vos yo ahora, eramos luego tomados, y por
partida, por ver que le diría Turian; y al mayor delicto hauria la vergüenza, si fuesse
tienpo que se queria despedir el vno del traydo delante vuestro padre, que la muerte
otro, dixole Turian el hecho de su partida, que me mandaria dar; por ende aqui no ay
como el rey Canamor su padre hauia guerra al sino que vos, por amor de mi, querays
con aquellos dos reyes, y mostróle la carta, esperar hasta que yo venga, y enceladvos lo
y dixole como le era forcado de yr alia. mejor que vos pudieredes, que mi tardanca
Desque Excelonesa le oyó, oomeneo a mal- no puede ser mas de vn mes». Y desque
dezir su ventura, y dixole; «Señor, pues huno dicho Turian estas palabras, despidióse
que sera de mi triste, que en fin, como vos de Excelonesa y ella dol llorando de sus ojos,
sabeys, esta es la manera de los honbres, y assi se fue para su cámara, y Turian salió
que después que vos aprouechays de las de la huerta y fuese a su posada; y otro dia
mugeres, no curays mas dellas. Por ende, por la mañana leuantose y adereco todas las
señor, pues soy puesta a la muerte por amor cosas que hauia menester para su camino, y
de vos, por Dios vos pido que no me desam- hizolo saber al infante Coruelin, y el leuan-
pareys, y ponedme algún cobro por que no tose prestamente y fuese a palacio a se des-
muera, que este es vn hecho que no se puedo pedir del emperador, y el no era leuantado;
encubrir, que soy preñada, y el emperador y entro Coruelin a la cámara e hizo relación
mi señor es forcado que lo sepa breue- al emperador como se quería partir Turian,
mente, ca si yo triste supiera que vos erades y el se leuanto luogo y se salió abrochando a
casado, no se hiziera el error como se hizo». la sala, y dixo a Turian: «Amigo, holgad
Y desque Turian la vido llorar, lloraua el aqui oy, que tengo con vos de hablar vn
por no saber que cobro le poner, que tan- poco». E Turian le pidió por merced que le
bien le pesaua a el del mal que ella hauia manda8se dar licencia y que no le detuuiesse.
de receñir por causa del como a ella, y Y alli le mando dar el emperador tres caua-
dixole Turian: «Señora mia, no vos affli- llos muy arreados y mil pioeas de oro, y
jays tanto; cessen ya vuestros ojos de llorar muchas joyas y piedras para su muger, y
mas lagrimas, las quales a mi coracon dan quatro escuderos para que fuessen con el, y

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TURIAN SU HIJO 567

tres pagos muy guarnidos. Y desque esto la guerra en quanto alia estuuiesse, y lleno
huuo aderecado, despidióse de los canalleros consigo tres mil eaualleros de los mejores de
y fuese a besar las manos a la emperatriz, y toda su tierra, y cada vno dellos lleuaua dos
dende a Excelonesa, y despidióse de las canallos, e yuan pagados a toda su voluntad
donzellas, y boluiose al emperador e finco por medio año. Y Turian huuo miedo que
las rodillas ante el y qiiisolo besar los pies, duraría mucho la guerra, y lleuo consigo su
y el emperador le tomo por los bracos y al-
muger, y toda (') la gente venida entráronse
eóle que no quiso, y besóle las manos; y assi en las ñaues; y haziales muy buen viento y
se fue su camino y salió con el el infante la mar llana, y las ñaues y galeras que lle-
Coruelin y todos los eaualleros basta vna le- uauan yuan todas juntas y eran muchas, y
fcna, ca loamauan y querían mucho, y el in- a cabo de diez dias llegaron a Tersia, a su
fante le rogo muy afincadamente que por su buena villa, do el rey Canamor estaua. Y
amor el se quisiesse venir lo mas ayna que otro dia por la mañana, quando el rey Cana-
pndiesse, y Turian le dixo: «Señor, no se que mor supo que el rey Ados y su hijo Turian
tanto durara la guerra y los becbos como se eran venidos, fue muy grande el alegría por
ordenaran; pero, plaziendo a Dios, si la la villa, y descendieron a la ribera y reci-
muerte no me estonia, en breue seré con biéronlos con muy magnifico recebimiento,
vos, quo el amor de la casa de mi señe reí
porque veyan que venia Turian con tanta
emperador y de todos vosotros me ba de ha- honra y tanto bien, porque bauia salido de
zer oluidar todas las otras cosas, y de aqui se alli como haueys oydo y parescia al padre
despidieron y se dieron paz. en todos sus hechos; y todas quantas cosas
el hazia en armas por todas las partes del
Cap. XXXIX. — De conw el infante Turian mundo, luego lo hazia saber al padre; y el
llego a casa del rey Ados su suegro y de rey Ados y Turian salieron de las ñaues y
su querida Floreta, y como todos juntos fueron muy bien aposentados, y mandaron
sacar el bastecimiento todo de las ñaues; y la
fueron a socorrer a su padre, y de las ale-
gría* que con ellos fueron hedías. reyna Leonela, con muy gran gozo, salió con
sub donzellas a recebir a su hijo Turian y al
Coruelin el infante se bolnio, y Turian se rey Ados y a Floreta; y el rey Ados y Tu-
fue su camino, y por sus jornadas andando, rian fueron con el rey Canamor y con la rey-
llepro a la ciudad de Sesena, do el rey Ados na su muger hasta los palacios, y todos se
y Floreta eetauan, que el rey su padre la marauillauan de la hermosura de la señora
bauia alia lleuado para que holgasse con su Floreta, que nunca sus ojos partían della; y
madre. Y quando supieron que Turian venia, dixo la reyna Leonela: «Hijo, no vos pongo
saliéronle a recebir muy bonradamente, ha- culpa porque vos metistes a tan gran peligro
ziendn muchas alegrías. Y desque llegaron a por cobrar tal señora, que bien creo que vos
la villa, fuese el rey a su palacio y Turian a lleuays la flor de las mugeres terrenalefi».
otro, y despidióse de toda la gente, y entrá-
ronse el y su gente, y desarmáronle , y fuese
Cap. XL. — De como vino el duque don Ma-
luego a do Floreta estaua, a la ver, y ella
salió a el con muchas alegrías, y entraron a non a ayudar al infante Turian con seys-
cicntos eaualleros, y todos juntos fueron a
vna cámara, y allí huuieron sus gasa jados.
dar la batalla a los reyes, y fueron por Tu-
Y Turian, catando a todas las otras muge- rian muertos y los suyos presos.
res, le parescian nada a par della, y el se
marauillaua en su coracon como podia estar Vino en este comedio el duque don Marrón,
sin ella, y allí pregunto Turian por nueuas señor de la torre de los justadores, y llego
del rey Canamor su padre, y fuele dicho de al palacio del infante Turian con seyseientos
como le tratauan mal aquellos dos reyes. Y hombres darmas en fanor y ayuda del rey
dixo al rey Ados su suegro: «Señor, plegaos Canamor y de Turian su hijo y de su corma-
que hablemos en estos hechos de mi padre, no el rey Ados, y fue muy honradamente
y no lo echemos en oluido, que la tardan- reoebido; y por amor del duque reposaron
za de los mas de los hechos es dañosa» Y
quinze dias por los cauallos que venían fati-
el rey le dixo: «Hijo, mi gente sera ahora gados; desque
y los reyes Canamor y Ados
aqui; y plaziendo a Dios, vos yreys do tal vieron que toda la gente hauia reposado, mo-
manera, que bien parezca que casaste» con uieron contra los reyes sus enemigos que los
hija de rey». Y en tanto que venia la gente, venían a buscar, y pusieron muy buen re-
mando fletar ñaues de quanto menester ha- caudo en la villa y en las ñaues que queda-
uian; y metieron dentro los thesoros del
rey AdoB, que eran grandes para mantener (') El texto: «cod»».

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LIBROS DE CABALLERIAS
50*
ron en la ribera, y partieron con mucha ale- nían em pos del, desque vieron a su señor
aría de allí. Y el rey Canamor Ueuaua tros muerto, desmayaron, y querían boluer la*
mil caualleros, y el rey Ados otros tres mil, espaldas, y vino luego el rey Cadol y diole*
y el (Impío don Marrón seyscientos, y el in- esfuerco, y l>oluieronso, y assi mezclaron la^
fante Tnrian quatrociontos , quo eran por batidlas. Y Turian hazia gran daño en la
todos siete mil caualleros, muy diestros y hueste de sus enemigos con la esj>ada. tanto
muy aderezados; y lleuauan hasta ipiinze que todos huyan del. Y murió mucha gente
mil peones armados diestramente y orde- de ambas partes, y muchos heridos, y mu-
nadas sus hazos como hanian de yr para chos caualleros derribados, e yelmos aindia-
seguir guerra, o yuan en esta manera: En la dos ylorigas falsadas, y quantos buenos ca-
delantera yua el infante Turian, y a la mano ualleros hauia de la otra parte todos murie-
diestra el rey Ados, y a la siniestra el duque ron. Y Turian mato alli vn cauallero afama-
don Marrón, y en la reguarda venia el rey do queso llamaua Anxiel, ca le corto el bniv».
Canamor, y en medio el fardaje muy rico, y con la manga de la loriga: y el rey Cadol
de muy ricos pauellones y tiendas, y oro y estaua herido de muchas heridas que el rey
plata y armas, y assa/. otras muchas cosas Canamor le hauia dado, y estaua desmayad >>
muy ricas. Y por tomarles adelanto, fueron- de la mucha sangro «pie se lo yua: y quísose
so contra la villa que dizen Licia, y es vna salir fuera y topo a Turian, y tí riólo con la
villa muy hermosa, que era del rey Canamor, espada muy durante encima del yelmo que
y aquesta villa era sobre que hauia la reqíios- le quebranto todas las armaduras, y derrilolc
ta, porque ella estaua en termino do dos rey- en tierra vn pedaeo de la cabera, y no podia
nos, y requestauan a quien pertenecía. La sacar el espada. Y alli murió el rey Cadol. y
(pial estaua a doze leguas de donde hauian la otra gente quo quedo echaron sus armas
partido; y desque los reyes Cadol y Etanos on tierra y fueron seguros, y assi eesso la
supieron quo oran mudados, embiaronles a batalla, y tomaron el fardaje, que trayan
dezir que les esporassen cabo la villa, que mucho oro y mucha plata y tiendas y armas,
dende a quatro dias serian con ellos. Y el y otras muchas riquezas.
rey Canamor y los suyos cstauan recados
y su real bastecido. E acabo do los quatro
Cap. XLI.— De como estando la reyna Lev-
dias, el rey mando armar todos los suyos, y
ada ¡fia infanta Floretn tenimdo nourua*
• pie estuuiosson apercebidos en ol canpo para
en vna yglesia, la infanta FlorcUi fue ro-
los recebir, y assi como llegassen, quo no los
bada por tres rauaUcrox.
dexassen assentar y les diessen luego bata-
lla. Y los reyes trayan muy buena eaualle- Partiéndose el rey Ados y el duque y Tu-
ria y mucho peonajo , mas que estos otros rian yCanamor para la batalla, la m»Me
tres tantos, y salieron a vn canpo fuera do reyna Leonela y Floreta. con muchas due-
las viñas, que so llainana el campo ruuio. ñas, prometieron tener nouenas en vna de-
Y los reyes Cadol y Etanos venian bien aper- nota yglesia que era a media legua de la
cibidos la
a batalla, fí tantos eran y tan bue- villa do estañan , rogando a Dios que ayu
nos, que los del rey Canamor h unieron mie- dasso a sus maridos y les iliesse victoria
do do entrar en la batalla. Y desque se vie- contra sus enemigos. Y estando las dueñas
ron a ojo, dixo el rey Etanos, como era muy en aquella yglesia, vinieron tres hermanos,
valiente cauallero: «De mal seso son aquellos muy valientes caualleros y de grandes he-
reyes en nos atender con tan poca gente; y chos que hauian acabado. Los (piales se Hu-
mejor lo fuera al rey Adas holgar en su rey- manan Tiban, señor de ürasía, y Angote, y
no, que no passar acá allende la mar, y bien el otro Anquibor, y descendieron muy ayna
dirá que el diablo le dio tal consejo». En- de los cauallos, y los dos entraron en la
tonces dixo a los caualleros quo mouiessen yglesia armadoB de todas sus armas, y « ata-
contra ellos y les fuessen a herir. Y el rey ron a todas partes y miraron todas las due-
Etanos, por dar esfuerce a los suyos, salió ñas ydonzellas. Y quando llegaron a Floreta,
muy rezio adelante, y mouio Turian, desque dixeron: cEsta es, quo no ay aqui otra tau
lo vio venir, contra el; y dixo a los otros re- hermosa» ; y asieron della, y tomóla on los
yes, aCanamor y a Ados: «Dexadme con esto bracos Tiban y sacóla do la yglesia, y todas
cauallero, que bion parece que se tiene por las dueñas y la reyna Leonela dauan los mas
valiente». Y fueronso a herir ambos a dos dé- fieros gritos del mundo, y no la podían lic-
las lam.as, y encontrólo Turian por mitad do uar, que se quería matar con sus manos, y
los pechos (jue le falso todas las armas, y pusiéronla en vn palafrén, y detras vn escu-
passo la lanca de la otra parte, y sacólo de dero quo la tuuiesse, y dixeron al escuden •
la silla y dio con el en tierra; y los que ve- que se abracasse con ella y la tuuiesso muy

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HYSTORIA DEL REY CANAMOR Y DE TÜRIAN SU HIJO 569

bien, y no la dexasso caer. Y dixo Tiban a bato vn espada de Anquibor y quisoso matar
las dueñas 4110 estauan en la yglesia hazien- con ella, y el cauallero sacosela do la mano,
do muy esquíuo llanto: «Señoras, dezid a y ella dixo: «Ay, señor, o me matad, o ine
Turiun que si se precia do tan buen caua- dexad matar con ella». Y Tiban le dixo: «Se-
llero como dizcn, qne se sienta de su des- ñora Floreta, yo vos bago pleyto omenaje,
honray vaya cm pos de su muger; y assi po- como cauallero bijo dalgo , que no recibays
dra acabar buenas cauallerias si el acá la deshonra ninguna, que antes guardaremos
tornare; y decidle que- la licúa Tiban, señor vuestro bonor y de Turian como si fuessedos
de Crrasia; y abora pugne en seguir mi ras- nuestra bermana. E porque yo se quo Tu-
tro, quo yo lo baro venir en guisa que nunca rian vos ama con el coraron como a su vida,
tan buen cauallero bailo». Y assi se fueron vos no recebireys sinrazón alguna aqui, ca
su carrera, y Floreta yua dando muy grandes no vos tomamos para vos deshonrar, sino por
vozes, y queriaso derribar en tierra y no la hazer venir a Turian a mi batalla, que yo
dexaua ol escudero, y los otros tornauan a bien se que quando supiere que yo vos lleuo
ella y amenazauanla que callasse. Y desque el verna por vos, o morirá en esta deman-
la batalla fue vencida, los reyes y Turian da*. Y desquo Floreta oyó aquello dezir,
mouieron del campo con sus prosos y con perdió quanto quiera el miedo, y mas qui-
todo lo que tomaron. Y Turian, yendo ba- siera tener a Turian cabe si quo ser señora
ldando i>or el camino, llego vn bonbre de la del rey no de su padro, y pensaua que todo
villa encima de vn buen cauallo muy apres- aquello le dezia con arte. Y anduuieron los
surado. Y dixo a Turian: «Señor, sopa vues- caualleros toda aquella nocho. Y Turian yua
tra merced quo Tiban, ol señor de Cuasia, dellos muy alongado. E anduuieron de tal
ba llenado por fuerza a Floreta». E Turian manera los caualleros, que llegaron con la
fue marauillado, y dixo al escudero que dueña vn dia antes que Turian a Grasi (■),
como la bauia licuado; y el escudero dixo que era una hermosa villa y era cnbeea do
toda la manera do como la bauia tomado de su condado. Y de la vna parte estaua la mar,
la yglesia: y entonces tomo Turian vn ca- y de la otra parto grandes montañas y sie-
nallo muy bueno y vn escudero consigo, y rras; ycorría por medio de la villa vn rio
demando licencia a su padre y a todos los que bauia nonbro Fiebre, y por toda aquella
otros señores, y bizo juramento ante todos tierra no bauia passo sino por vna puente
de no boluer basta se ver con aquellos cana- muy notable, y al cabo della estaña vn cas-
neros que tal sinrazón le bauian becbo; y el tillo muy fuerte; y Tiban hizo a la entrada
rey Ados quería yr todavía con el y porfiólo de aquella puente vna torre muy alta y muy
míicbo, y no pudo con el. Y el rey Cunamor, fermosa, y en medio otra. Y en cada vna
y el rey Ados, y el duque don Marrón, esta- destas tres torres estauan sendos padrones
uan muebo turbados, porque assi fue llenada hincados, que ninguno podía entrar a la villa
Floreta, y por el trabajo quo Turian bauia si no passasse primero la puente; y guardada
de passar, y assi se despidió dellos y so fue la primera torro Angote, y la otra guardaua
su camino muy apresurado y triste, siguien- Anquibor. Y el castillo Tiban, que era el
do el rastro do los caualleros que lleuauan a mayor, que era señor de la villa. Y alli ba-
su muger; y el rey Canamor, y el rey Ados, uia tal costunbre que todo cauallero quo ay
y el duque don Marrón se fueron camino entrasse, quo fuesse estranjero, no bauia do
con su gente basta que llegaron a la villa, y salir de alli hasta que so conbatiesso con to-
bailaron a la rey na y a las otras dueñas y dos aquellos tres hermanos. Y por esta razón
donzcllas todas llorando por Floreta. Y quan- no osauan muchos caualleros yr alia; y como
(lo los caualleros tomaron a Floreta, aquel supieron la nonbradia do Turian, quo era
•lia so comenco la batalla, assi que lleuauan tan hermoso cauallero en armas, no supieron
a Turian vn dia do ventaja; y Turian llego manera para lo alli traer sino en llenarlo la
aquella noe be muy cansado con su escudero, muger, ca estos caualleros bauian hecho mu-
que no los podían lleuar los cauallos, y fue- chas vezes armas con famosos caualleros y a
ronse a casa de vn bonbre bueno de vn hi- todos bauian vencido. Y quando alli llegaron
par quo llegaron alli aquella noebe; y los con Floreta, subiéronla luego a la torre pri-
otros caualleros no posaron en ningún lugar mera, ydieronla alli dos donzellas que la
ni aluergaron alli aquella nocltc, o yuan siruiessen. Y mando Tiban quo ninguno en-
adelanto, que no reposauan cada vez sino trasse en aquella torre; y al cabo de tres dias
vn poco en las ri Iteras, que descendían de passados, aluergo Turian a media legua de
los cauallos por amor de la dueña, que yua la villa, ca venia muy fatigado, y poso en,
muy enojada, y cuidaua que la querían des-
honrar obazer algún mal , y vna vez arre- (*) Antes: aGriwiai».

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570 LIBROS DE CABALLERIAS

casa de vn honbre bueno labrador pobre, en el costado yzquierdo, e hizole caer del caua-
vn alcayria, y no hallo ay ninguna oosa que llo on el pilar de la puente, y si mas adelante
comiesse, sino pan y agua, y loe cauallos lo echara vn poco, no le dieran quantos en el
auena montesina. mundo hauia la vida, ca cayera en el rio; y
todo esto veya hazer Floreta desde la torre
que estaua; y alli quebró Turian su lanca, y
Cap. XLIL— Como Turian allego a don-
de estaua Floreta, y de las grandes fuercas descendió por la de Anquibor que estaua
de armas que ende hizo, y como libro cien sana, y desenlazo el yelmo y puso su escudo
cabe si, y descendió de su cauallo, y mando
caualleros, con sus dueñas, de prisión.
a su escudero que traxesse el cauallo su passo
Y otro dia por la mañana armóse Turian, a passo por la puente, y tomo el cauallo del
y caualgo en su cauallo y su escudero con el, escudero, que era muy bueno, y passo ade-
y fueronse a la villa, y quando llego a la lante por la puente; y quando esto huuo
puerta de la torre llamo, y dixeronle desde hecho, fueronlo a dezir a Tiban, señor de la
la torre que esperasse, y miro al castillo y villa, como era alli venido vn cauallero que
paresciole bien, y fuo marauillado; y entre hauia vencido a sus hermanos de sendos en-
tanto fueronlo a dezir a Angotesoomo estaua cuentros, yque nunca vieron tan valiente
alli vn cauallero armado. Y Angote, quando cauallero. Y quando Tiban oyó dezir que assi
lo oyó, armóse prestamento, y subió en vn ca- oran vencidos sus hermanos de sendos en-
uallo ydescendió a la puente, y mando abrir cuentros, fue marauillado, y dixo que caua-
a Turian. Y desque huno entrado, cerraron llero que tales encuentros daña, que bien se
luego la puerta, y dixo Turian: «Amigo, podia el conbatir con el. Entonces se armo
¿por que cerrays la puerta?» Y ellos respon- y subió en su cauallo, y tomo su escudo y su
dieron: «Passad adelante, e ydvos a conbatir yelmo: o Turian entro muy ayna por el cas-
con aquel cauallero que alli veys». Y Turian tillo a vn portal que era muy llano, y vido a
les dixo: «Ruegovos que me digays la cos- Tiban encima do vn cauallo y bien armado,
tunbre deste lugar, que yo vengo a vna cosa y mouieron arabos los cauallos vno contra
y vos mandaysme hazer otra» ; y los porteros otro muy rezia mente, e hiriéronse con las
le dixeron: «Vos haureys muy caro de sacar langas en los escudos, de guisa que se falsa-
de aqui essa demanda a que vos venia; por ron las armas y fueron ambos a dos heridos,
ende ydvos contra aquel cauallero que vos y las lancas quebradas metieron mano a las
espera; y la costunbre deste lugar es que espadas, y dauanse tan grandes golpes, que
si fueredes vos vencido, nunca de aqui sal- todos se marauillauan, y pareacia que lidia-
dreys, y si por ventura vos vencieredes a uan ciento; y quando se dauan en los yelmos
este cauallero, haueys de pasear mas adelan- parescian llamas de fuego que salian de las
te, hasta que venga mandado de otros dos cabecas, y a malas penas los cauallos los po-
caualleros tan buenos o mejores que vos. Y dían ya 8uffrir, que andauan muy cansados;
hazed cuenta que nunca de aqui saldreys» . y no pudo mucho durar Tiban en la batalla,
Y desque los porteros huuieron dicho, dixo que traya todas las armas desbaratadas, y
Turian: «Amigos, no adeuineys vosotros lo sintióse muy malamente herido de los golpes
que Dios ha de hazer» . Entonces hirió Tu- que Turian le hauia dado, y hauia desmaya-
rian de las espuelas al cauallo, y fue a he- do, ytiróse a fuera, y descendió do su caua-
rir aAngote con la lan^a en el escudo, que llo, ydixo Turian desque esto vido: «¿Que
dio con el del cauallo a tierra; y estimo assi cosa es essa, cauallero? ¿Pensays vos conbatir
desacordado hasta que lo desarmaron, que mejor a pie que no a cauallo?» Entonces dixo
pensaron que era muerto. Y desque esto Tiban: «No lo hago por osso, sino que he sa-
huuo hecho, cato la lanca y hallóla sana, bor de me partir de vuestra batalla, que ya
y marauillose de tan pequeño encuentro caer no lo puedo mas suffrir». Y dixo Turian:
aquel cauallero. Y dixo si hauia de hazer «No vos pensey8 partir assi de my, que pri-
mas, y dixeronle que no era nada lo que mero me dareys a Floreta sin ninguna ene-
hauia hecho con lo que hauia de hazer, y que mistad». Ydixo Tiban: «Cauallero noble,
passasse mas adelante, que alia se lo dirían. vedesla do esta en aquella torre con todo su
Y Turian no se detuuo alli mas, y passo mas honor, que bien ha visto todo cuanto haueys
adelante, y vio estar a la puerta de la torre hecho, que mal andante sea yo. si do mi ni
a Anquibor, encima de su cauallo muy bien de otra persona alguna ha rescobido desonor
armado, como valiente cauallero, y fuese ninguno»; y dixo Turian: «Pues ¿que es la
para el muy poderosamente, y encontróle on causa porque la fuystes a tomar de la ygleeia
el escudo, de manera que no le valioron nada donde la sacastes?» Y dixo Tiban: «Yo tengo
las armas, y metióle el hierro déla lanca por bien cien dueñas alli do ella esta, mu ge res

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ÜYSTORIA DEL REY CANAMOR Y PE TURIAN Sü HIJO 571

de caualleros con quien me conbati y los ronles de comer, y quando Turian salió de
Tenci, y allí estaran hasta que sus maridos la cámara, estauan ay los caualleros aten-
las rescaten cada vna dellas por gTan precio diendo licencia de Turian para se yr; y el los
de oro; y assi pense de hazer a la vuestra, y despidió, y fueronse en buen hora, y todos
en sus honores ellas son tan guardadas como si le querían besar las manos y no quería Tu-
fuessen hermanas propinas raias» . Y quando rian, yassi se fueron rogando a Dios por su
Turian esto oyó, fne muy marauillado de vida; y Turian y Floreta se quedaron en
como le duro tan poco en la batalla. Y dixo aquella villa de Tiban, que era muy noble y
Tiban a Turian: «Quierovos contar mi ha- muy viciosa de todas cosas. Y Tiban y sus
zienda, a la qual he menester vuestra ayuda; hermanos eran muy nobles caualleros, y
yo vos pido por merced que a vos plega de pugnaron quanto pudieron por hazer plazer
me ayudar a cunplir esta demanda. Deueys a Turian y a Floreta. y assi ostuuo alli muy
saber que yo amo tanto a vna donzella, que vicioso hasta que llego el plazo en que Tiban
me es forcado de tomar muerte por ella si no hauia de hazer la batalla con los caualleros
la he, que ha gran tienpo que la demando y hermanos de la donzella. La qual sellamaua
Diomana.
no me la quieren dar; y ella ha quatro her-
manos, tan buenos caualleros, que en gran
partida no ay su par. Y ella me imbio a
Cap. XLUT. — De como Tiban y sus herma-
dezir que no casaría comigo si no tomasse vn nos, con ayuda de Turian, hicieron vna
cauallero e yo y mis hermanos, y todos qua-
noble batalla en que conquistaron vna don-
tro lidiassemos con sus hermanos, y si los
zella, hija del conde don Quiran, para mu-
venciessemos, que casaría comigo; y esto me
ger de don Tiban.
dixo por me partir de si, que ella entiende
que no ay en el mundo quatro caualleros que Venido el plazo que esperauan, dixeronlo
vencerlos puedan; y por esso tengo aquí de- a Turian, y dixo: «Pues ¡vamos en el non-
tenidas las dueflas, porque vengan los buenos bre de Dios!» Y dexaron alli a Floreta, aoon-
caualleros a se conbatir comigo, para escoger pafiada de muchas dueflas y donzellas y
entre ellos alguno que fuesse muy bueno otras gentes que guardauan la puente, e ya
para me ayudar a esta batalla que os he dicho, llamauan a Turian conde de aquella tierra,
que no tengo ya mas plazo «le nueue dias; y porque la hauia ganado por su lanca. E assi
ahora soy puesto en las vuestras manos, partieron para la batalla muy bien apareja-
hazed de mi lo que os plazera». Respondió dos. E yuan todos quatro departiendo, y dixo
Turian: «Vos haueys hablado como buen Turian a Tiban: «¿Que dueña es esta que vos
cauallero; yo quiero ahora, si os pluguiere, tanto amays?» Y Tiban le respondió: «Se-
yr con vos a essa batalla». Dixo Tiban: ñor, vuestra merced sabrá que esta donzella
«Señor Turian, ahora me otorgo por vuestro es hija del conde don Quiran, que fue vn
vassallo, que bien soy cierto que si vos fue- gran honbre y seflor de gran tierra, y el es
redes ay, que veré acabado mi desseo» . En- finado, y quedo esta donzella ñifla en poder
tonces lequiso besar la mano. Y Turian des- de sus hermanos; y el conde su padre ama-
caualgo y fuelo abracar, y allí se otorgo Ti- uala mas que a ninguno delloe, y doxole
ban por suyo, y dixole: «Señor, vos sereys mejoría en todos sus bienes, por que casasse
aquí muy vicioso, y harán todo vuestro con hombre que la ensaleasse; y estos sus
mandamiento». Y dixo Turian: «Amigo mió, hermanos no quieren que case por no salir
yo vos ruego que me deys los caualleros y de loe bienes que los posseen ellos; yo bien
dueñas que aquí teneys, y vayanse libres a se que esta donzella me ama en su coracon,
sus térras». Y dixo Tiban: «Señor, plazeme y si yo casasse con ella, seríame gran ensal-
muy de grado, y todos os deuen besar las zamiento, ypor ende, seflor, para esto de-
manos, que Dios les haze mucha merced, mando vuestra ayuda». Y desque Turian
que por vuestra causa ellos son sueltos» . Y oyó todas las cosas que Tiban hauia dicho,
dixo Tiban: «Señor, ahora vos desarmad y plugole mucho porque ]X)r causa suya alcan-
comereya» . Y Turian dixo que lo lleuasse do casse Tiban aquel casamiento por do fuesse
estaua Floreta, y fueron ambos a dos. assi gran honbre. Y assi anduuieron su camino
armados como estauan, para do ella estaua, hasta que llegaron a vn valle do hauia un
y subieron suso a la cámara, y entraron en canpo llano, cerca de vna fuente do se hauia
vna torre do Floreta estaua; y ella, como lo de hazer la batalla, y estuuieron alli hasta
vio, fuese los bracos abiertos para el, lloran- el medio dia, y comieron y reposaron los
do de alegría, y dexolos alli Tiban, y des- caualleros, atendiendo a los otros que hauian
armóse Turian y holgó con Floreta. Después do venir a lidiar con ellos. Y desque huuie-
comencaron a departir y entre tanto guisá- ron comido, vieron assomar por el valle loa

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572 LIBROS DE CABALLERIAS

quatro caualleros, hermanos de la donzella Uoros, y tuuieronselo en mucha merced:


Diomana con quien hauian de lidiar, y vido- y desde allí so amaron mucho de puro y
los venir Turian, y dixo: «¿Son aquellos los verdadero eoracon, como hermanos, dexan-
caualleros que atendemos?» Y dixo Tiban, do oluidar todas las reqflestas quo entre ellos
quando los vio venir: «Señor, estos son». hauian passado. Y assi partió el vno de los
Entonces caualgaron prestamente en sus ca- caualleros por su hermana Diomana. Y en
nal los, y saliéronlos a rceebir sin los dexar
llegando a la villa donde estaña, dixolc: «Se-
reposar; assi, quando vieron que «ra hora de ñora hermana, aderecad y vamos de aqui.
yr a herir, dieron do las espuelas a sus eaua- quo no cunple aqui estar». Y quando Dio-
llos, y abaxaron las laucas y fueronse a herir mana vio a su hermano entrar muy triste y
muy brauamente, quo era gran espanto de con gran priessa, fue mucho espantada, y
ver tan braua pelea a tan pocos caualleros. dixole: «Señor hermano, ¿como venís assi?»
E quando vino hora de nona, los caualleros El cauallero le respondió: «Hermana, sabed
todos do la vna parte y de la otra hauian ve- que lidiamos en eanpo con aquellos caualle-
nido atierra, sino Turian. E allí se aparta- ros, yllenaron el honor ellos por nuestra
ron dos hermanos de Diomana a pelear con ventura, y fuymos nosotros los vencidos.
Turian, quo les hazia mucho mal; y desque Por ende vamos de aqui, que ya sal>eys como
lo vio Tiban, fuese para aquellos dos caua- fue la postura, y no tardemos, si no creo
lleros quo pelcauan con Turian, y eomenco que no hallaremos a nuestros hermanos bi-
do ayudar. Y Turian encontró a vno en el uos, que quedauan en rehenes por vos» . E
yelmo, que le hizo desatinar y perder la quando Diomana oyó <tósi dezir a su herma-
vista de los ojos, y cayo en tierra, y fuese no que hauinu sido vencidos, fue mucho
para el otro y quebranto la Janea en el, y marauíllada, y eomenco a llorar, que bien
luego saco el espula y fuese para ol, y diole pensaua ella que no hauia otros tales caua-
muchos golpes en manera que ya no se po- lleros como sus hermanos, según las batallas
día defender, y dixo: «Señor cauallero, ple- quo les hauia visto hazer, en las quales nun-
gavos de me otorgar la vida, y el honor del ca hauian sido vencidos. Y con lagrimas de
eanpo recebidlo vosotros, que mis hermanos sus ojos, mando ensillar tres palafrenes, y
y yo haremos lo (pie a vosotros plazcra e yr tomo consigo dos donzellas, e yendo por el
queremos por la donzella, como lo haucinos camino, Diomana rogo a su heimano que le
puesto con vosotros. E desde aquí adelante dixesse la manera de la batalla y como le
no lo agradezcays, que no la lleuays por hauia acaescido, y como fueran as6Í venci-
nuestro grado». Y dixo Tiban: «Ella venga dos do caualleros de tan poca manera. Y su
acá si quisieredes, si quiera os pesa, si quie- hermano se lo contó como fueran vencidos
ra os plega, que a Dios y a mi señor Tu- por vn cauallero muy fuerte do cuerpo y
rian lo agradezco, y vosotros ayades ende muy valiente en armas (pie (ron ellos hauia
mal grado, que sienpre pugnastes en partir venido, el qual se llamaua Turian, y que
el mi amor y de la donzella Diomana vues- decían que era hijo del rey Canamor, el
tra hermana. E ydvos ahora y fazcdla venir, qual hazia fieros y terribles golpes de la es-
y vaya ol vno de vosotros para la traer, y pada, y muy mortales encuentros do la lau-
queden aqui los otros tres caualleros»; y ca, tanto que no le podían suffrir. Y desque
dixo Turian: «Amigos, ruegovos que sea Diomana oyó a su hermano estas palabras,
hecho assi: que vaya vno de vosotros y por fue marauíllada y codiciaua ser llenada al
la mañana traya la dueña, y no tardeys, ca eanpo por ver este cauallero, y dixo a su
no parecemos aquí bien; ca plazcra a Dios hermano: «Yo mo terne toda mi vida por
nuestro señor, que los ayuntara con tal amor dueña mal casada con este cauallero, ni ja-
que se amen de puro eoracon; ca merecedor mas le amaro en el eoracon, ni liare vida con
es Tiban de casar con otra mayor dueña que el sino como con enemigo». Y luego eomenco
vuestra hermana, y no embargante esta ba- a llorar, y dezia: «Este casamiento es forra-
talla que hauemos hecho, podra venir tieni- do y no de voluntad». Y su hermano y las
\*> que en lo que a vosotros cunpla nos ha- donzellas la yuan conortando con dulzes y
ureys menester, y hallarnos hedes muy pres- amorosas palabras; y dixo Diomana: «Señor
tos, y no nos querays mal por lo que a vos- hermano, si esse cauallero no se acertara en
otros es acaescido, que assi podría ser de essa batalla, creo que nunca so hiziera este
nosotros. Ca, como quiera quo vuestra her- casamiento»; y quando huuieron de llegara
mana sea grande, no es menos el cauallero los caualleros que les estañan atendiendo,
que la llena, ea ella es señora de toda esta saliéronlos a recelar vna gran pieea. Y Tu-
tierra». Y desque Turian ouo dicho estas rian la abraco primero, y después su marido
palabras, agradescierouselo mucho los caua- que hauia de ser.

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HYSTORÍA DEL REY CAÑAMOR Y DE TURIAN SÜ HIJO 578
con mucha alegría los salieron a recebir, y
Cap. XLIV. - De como Turian y Tiban y los subiéronla a la torre donde estaua Florota, y
hermanos se partieron con la donxella, en- saludáronse ambas a dos amigablemente, y
comendando sus hermanos a Dios, y llega- assentaronse en vn rico estrado, y hablaua
ron a casa de Tiban, y fueron las bodas cada vna de sus hechos, y en tanto guisaron
solennemente hedías, y de mano de Turian de comer, y llouaronselo; y después que
la rescibio Tiban por muger. huuieron comido, dixo Tiban a Turian:
cSeñor, soy puesto en vuestras manos; ple-
Assi aderaron su camino en el nombre gaos que yo querría aderezar de me casar;
de Dios con su donzolla para la villa de Ti- ruegovos ante que partays que vos me deys
ban do era señor y sus hermanos, que era vna esta muger y por vos la cobre». Entonces
noble villa, y estaua a quatro leguas de tomo Turian a Floreta, y dixole como hauia
aquella parte do fue la batalla; y los otros ordenado de casar a Tiban antes que par-
caualleros yuan delante con las otras donze- tí essen. Y fueron ambos a dos los padrinos,
llas. Y Turian y Diomana yuan detras, con- y vinieron a las bodas muchos parientes de
tándole de la vida que en vno hauian de Tiban, e hizieron muchas alegrías, y dura-
hazer ella y Tiban, y de la mauora que con ron ocho dias las bodas.
el hauia de tener, y del vicio que en aquella
villa hauia de hauer, y que dexasse oluidar
todas las cosas passadas, y poner todo su Ca.i\ Xl/V. — Como el infante Turian se par-
coracon y verdadero amor con el, que era tió de Tiban el y Floreta, y le vinieron nue-
virtuoso caualloro y poderoso señor, y como uas de la muerte de su padre, y de los hi-
hauia de ser señora do muchos bienes. Y que, jos que ouo, y como los dexo por fiere-
placiendo a Dios, seria tan bien casada con deros.
el, que no lo pesaria por la fuere* que le era
hecha; y Diomana yuaselo mirando como Turian entonces los dexo en amor y,fuese
era cauallero noble y virtuoso en sus pala- para su casa con su muger a la torro de los
bras, yvaliente en sus hechos [yj estaua justadores, que alli era su casa assentada, y
mucho euamorada del. E desque le oyó dezir tenia gran desseo de ver al duquo don Marrón,
muchas y dulces palabras, dixole: cSeñor, y que su padre hauria gran desseo de lo ver,
yo he oydo muy bien todas vuestras pala- y la reyna Leonola y el rey Ados no menos,
bras, las quales tengo que mo son dichas en que hauia cerca de vn año que andaua en
grado de padre y de señor generoso, y del estas auenturas. Y a cabo de quinze dias
iinajo de do venís; yo otorgo aqui ante quo hauia llegado a la torre de los justado-
vuestra merced de las cunplir a todo vues- res, viniéronle nuouas que el rey Canamor
tro plazer, y de las guardar en mi anima su padre era fallescido, y fue alia con su
toda mi vida por exenplo y castigo. Pero, muger, y lleuaua consigo muchos caualleros,
señor, si vos en la batalla no fuerades, nunca que ya tenia casa real y llamauaso conde do
mis hermanos fueran vencidos de aquellos lirasia, que el la hauia ganado por su lanca.
caualleros de tan poca manera , que bien Y quando llegaron a la ciudad do Sesena,
sonadas son por toda la tierra las cauallerias las gentes huuieron muy gran plazer y con-
suyas y las de mis hermanos, que nunca solación por su venida, y recibiéronlo luego
hasta el día do oy fueron vencidos en nin- por rey y por señor, y huuieron con el muy
guna batalla sino en esta; en la qual, señor, gran plazer, ca era muy virtuoso y amiga-
vos fuystes comionyo y fin do su vencimien- ble atodos; y quando fuo rey, mando llamar
to; por esto me terne por dueña menoscaba- todos los caualleros y grandes lumbres do su
da, que por quanto Tiban ha no quisiera la reyno a cortos a la ciudad de Torsia. Y.
mengua que a mis hermanos viene de aqui ayuntados, dixoles muchas cosas de verda-
por vuestra causa». Y esto dicho, dixo Tu- dero amor, y dioles muchas dadiuas y gran-
rian: cSeñora, yo vos ruego que dexeys des riquezas, y leyes nueuas en quo viuio-
oluidar lo passado, ca creed que nunca por ssen. Hizo obsequias por el buen rey Cana-
aqui vuestros hermanos son menoscabados mor su padre, y mando hazer llanto y que-
caualleros, ca ellos son valientes y poderosos brar escudos por el, y que no traxessen luto
en sus personas, tanto que bien puedo dezir por quanto tenían nuouo rey; y después desto
y jurar que nunca me vi con caualleros que quiso ver el regimiento de cada ciudad de
tanto rae traxessen al puuto de la muerte, ca su reyno, y oya querellas y cunplia de jus-
bien siento en mi cuerpo que ha rocebido ticia aaquellos quo lo hauian menester. Y
dellos assaz golpes». Y acabadas estas pala- demando cuenta de los thesoros que su pa-
bras, entraron por la puorta do la villa, y dre hauia dexado, y hallo assaz con que

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o 74 LIBROS Dfi
CAfcALLERlAS'
guerreo los canarios y loa turcos; y en la ees maraui! losas cosas el moco en los afri-
gran Bretaña muchas yslas que gano de mo- canos y en los meredianos, y ensancho su
ros, yvenció muchas batallas canpales y de reyno. El otro fue duque de Pontis y conde
indianos y de todas las otras naciones, y de Grasia, y fue muy buen cauallero a ma-
todos le hauian miedo. Y huuo en la reyna rauilla; y el rey Turian y la reyna Floreu
Floreta dos hijos muy hermosos y desem- viuieron casados veynte y cinco años, y ba-
bueltos en armas, como su padre, a los qua- zian mucho bien a quien lo hauia menester.
les Uamauan: al mayor Canamor como a su Y murió el rey siete años antes que la rey-
abuelo, y al otro Turian como a su padre. El na Floreta su muger, y después tino ella, y
infante Canamor, hijo de Turian, huuo el quedaron los infantes ambos a dos reyes muy
reyno del rey Ados su abuelo, padre de Flo- poderosos y ricos y valientes en armas, y
reta, que se lo dio en su vida. E hizo enton- muy dadiuosos.

A DIOS GRACIAS

Impresso con licencia, en Burgos, en casa, de Felippe


de Junta. Año de M. D. Lxij.

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VI

LIBRO DEL CONDE PARTINUPLES

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§»wiimw>iiiwiinmwmiti <üw<p

^'HIS
TORIA
ji
DEL NOBLE. Y ESFORZADO

CAUALLERO.

EL CONDE

PARTINVPLES,

EMPERADOR p

DE CONSTANTINOPfcA.
i>
COMPVESTA POR GASPAR ALDANA.

a» ™

Efe

SÉ?
SE?
f

Conllcfrit.EnM»d»<l,porFranc¡rcoSml.!tnprcirürücmryno. . j¿f^
*c ele cafa UprcnM.cn la Plitacli de la Calle de ta Paz^ j6£^?*

CONDE PARTINUPLES i*

(Portada do la edición de Madrid. 1756).

Cftauimláfr— Ifcp-Wa. 5"

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LIBRO DEL ESFORZADO CAÜALLERO

CONDE PARTINUPLES

QUE FUE EMPERADOR DE COSTANTINOPLA

E.V EL NOMRRE DE DlOS COMIEXCA LA HYSTORIA supo la venida del emperador, aderecoso lo
DEL BUEN CAÜALLERO PaRTIXTPLES, COXDE mejor que pudo, e leuo consigo los mas nobles
de Castillo de Bles, que fue emperador hombres de su señorío e fuesse a recebir al
DE CoST ANT1JÍ0PLA . emperador; e anduuieron por la cibdad el y
los que con el yuan; y el rey Hermán hizoles
I dar todas las cosas que houieron menester.
E otro dia por la mañana el emperador y el
Era vn emperador en el imperio do Cos- rey Hermán fueronso a cacar, e la dueña en-
tantinopla, el qual hauia nombro Julián, o cantadora quedo en la cibdad, e anduuo por
no podia hauer hijos ni hijas; e acaeció que ella mirando por la mas hermosa que le pa-
vino [a] el vna mora encantadora, que sabia resciesse para la tener aparejada a la venida
muchos encantamientos, edixo al emperador dol emperador. E vido estar vna donzella
que le prometiesse de le no descobrir do hijo muy hermosa e bien apuesta a vna ventana,
o hija que le Dios diesse en su muger, que e saludóla e la mora a ella; e rogóle mucho
ella haría en su manera en como ouiesse hijo que le pluguiesse de andar con olla e de la
o hija en la emperatriz. Esto plugo mucho al mostrar la costunbre de la tierra, e la mora
omperador, e promctiogelo. E dixole [la] en- le dixo quo le plazia; e fueronso ambas a dos
cantadora alemperador que fuesse a las flo- para el palacio do posaua el emperador, o
restas de las tierras del rey Hermán, que es anduuieron por el palacio mirando las noble-
frontera del imperio, e que ella (') auria vna zas que en ol estauan; o departieron de mu-
hija en vna don/ella mora, e que, quando chas cosas hasta que anochechio.
viniese, que auria en su muger la emperatriz E dexemos agora estar a la dueña encan-
hijo o hija; e mando el emperador embiar tadora e a la mora en el palacio del empe-
sus mensageros a la tierra del rey Hermán, rador, etornemos al emperador e al rey Her-
en como quería yr a holgar a su floresta, mán, como en la tarde vinieron de su cara,
porque le auian dicho que era de mucha caca e las tablas fueron luego puestas y el em-
y hermosa, y el rey Hermán, desque lo supo, perador elos otros sus vassallos e caualle-
como quiera que eran enemigos, pingóle mu- ros e ricos honbres assentaronso a comer, y
cho con estas nuouas, porque entendió que por el rey Hermán siruio muy bien al empora-
esta razón seria su amigo, e recibió muy bien dor e a todos sus caualleros de quanto ouie-
a los sus mensageros, e hizoles muchas hon- ron menester. En esto, la dueña encantadora
rras, e mandóles dar la repuesta al empera- traya su mano con la donzella mora como
dor. Y embiole a dezir quo le plazia mucho holgase con el emperador, hasta que la don-
dello, e desque lo supo el emperador, ouo zella inora ge lo otorgo, e le prometió que le
muy gran plazer dello, y el rey Clausa y el plazia de dormir con el emperador. Desque
rey Corsol e sus vassallos que fuesen con el el emperador ouo cenado, las camas fueron
muchos caualleros de su imperio, e la dueña aparejadas e fuesse a dormir la donzella con
encantadora fuesse con el a la cibdad do Da- el emperador, o quedo preñada del empera-
masco, donde estaua ol rey Hermán, quo es dor. Otro dia en la mañana el rey Hermán
frontera del imperio; o desque el rey Hermán vino a ver al emperador, e rogóle mucho quo
le pluguiesse de holgar en su tierra algunos
dias. Y el emperador dixo que no lo podia
*J (')
ha ,ura
AH¡!anaKl filia».
texto cataláu {Figucnw, 1844, pág. 4):
hazer por quanto auia de hazer algunas co-
LtUROS DE CAOALLKRtAS.— M —37

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678 LífiftOS DÉ CABAlLEfclAá

gas en su tierra, y encomendóle mucho a la y a cabo do vn mes remaneció en su m<Wi


dueña encantadora; y el rey dixo que lo pla- del castillo de Cabecadoyre, donde i^Utia-ei
zía de la hauer encomendada c de la hazer rey Corsol y el rey Clausa y la dueña alu.
mucha honrra mientra en su tierra estouic- E los reyes, quando supieron que ora veni u.
80, e después que la embiara en paz., e des- fueronla a ver con muy grande plazor, y 4-
pidióse el emperador de la donzella mora e mandaronle que de donde bueno v, nü y
la encomendó a Dios, e fuesse para su tio- donde auia estado aquellos dias. Y ellad'-.u
rra, e quedoso la mora encantadora con la que auia ydo a aquellos reyes que se le aui¿n
donzella mora muy secretamente. E a cabo aleado, e contoles como auia hecho con vlkí.
de tiempo parió la donzella mora vna hija o y ellos ouieron muy gran plazer. pne-j >\v
pusiéronlo nombre de Y nacía, e fuesse la ella se auia aucnturado a poner recaudoa >-
dueña encantadora al imperio, e leño consigo tierra, y los reyes se despedieron df lia •
a la nina Vrracla, hija del emperador. fueronse a poner recaudo en sus t¡erra>.
Dexemos agora estar a la dueña encanta- dixeron, pues que ella era muger para guar-
dora con la niña Yrracla, de como ono el
dar su tierra, que le aderescassen suma-vl'
emperador vna hija en la emperatriz, que
qual le perteneoiesse, y en esto hizieron li.¡-
ouo por nonbre Melior (■). Conplidos los tres mar cortes e ayuntáronse todos los otros ciño»
años, era la mas limpia e la inas sabia de
reyes, y los duques y condes e caualleros i-
todas las mugeres del mundo, que quanto le su imperio. Eseyendo ellos juntos, acordar::
ensenaua la dueña sabia, que mas sabia la
e dixeron que bien seria. Mas entre ellos w-r
niña quando cumpliólos ocho años, que sabia muy gran discordia sobre ello, y aeord.ir t
hazer descender la nuue, e sabia andar enci- en esto: que el rey Clausa y el rey Corsol *r>r.
ma quando ella queria: e cumplidos los diez llegassen a la emperatriz y lo dixe**>n .¿u-
años, hizo el omperador antes que finase cor- viesse ella con quien queria casar, porp
tes, oayuntáronse los siete reyes do su impe- después, si no fuesse tal como a ella per-
rio, e duques, e principes, e camilleros, e
nescia, que no culpasse a los del imperio ■
ricos lumbres, o mando a todos que le besa- para esto que ellos le daban dos años, e si
Bsen la mano a su hija Melior c que laouiessen
este tiempo ella no lo tomasse, que ellos e*1-
por emperatriz e por señora, y que le diessen
darían. E dioles gracias por aquella hoc-n
marido, y dexo por tutores al rey Corsol e al
rey Clausa, porque eran poderosos y los mas que le hazian.
honrrados de los siete reyes, y estouieron assi
vn año que no sabian que hazer después que II.— Como la emperatriz enfrio tnemiir-.
su señor el emperador era finado. E la empe- por todas las partidas dH tu un fio. </</' •'
ratriz su señora sabia muchas artes, que nin- bitscassen el mas gentil donxet para «•
casar con el.
guno no le podia hazer trayeion que ella no
lo supiesso E aleáronse los dos reyes que no
Y ella mando luego escreu ir cartas Ti-
la querian obedecer, y púsose en vna nuue y biólas por todo el mundo; y embio ca Ja c»^
fuesse para su tierra del vno, e hizoles pere-
con su mensajero, que mirassen el mas her-
cer tantas gentes, caualleros y peones, (pie moso o de mejor cuerpo e de mejores e>
pensó ser destruydo; y ella eaualgo en vn tunbres que en el mundo ouiesse, e aun-j^
palafrén y fuesse para el rey; y el rey, quando no touiesse tanto como ella tenia; e qne pan
la vido, fuesse luego para ella y demandóle
vn tienpo cierto viniessen al castillo do O-
por merced quo no fuesso destruydo ni su
becadoyre; e como fuessen venidos los mtz-
tierra robada, y juro de no ser contra ella ni
i*on t ra su mandamiento y dexolo en paz, de sajoros, dixo aquel que venia de Alema**: ••
después dixeron todos los otros mensaj^r*1
guisa que no hizo al vno mas que al otro rey
de los señores que les auian embiadu: e op-
quo so auian airado. Y el rey Corsol y el rey taron muchas noblezas de principes, o >r-
Clausa, sus tutores, hazianse marauil lados
(jucs, e condes, o otros caualleros que por o.
que auia seydo de la emperatriz su señora,
mundo auian visto; e todos hablaron d? U-
gentilezas que auian visto, e los mensaje
I
(*) 1.a historia m narra de otro modo en el pliego de Francia no quisieron hablar hasta la p>
de cordel que tenemos á la vista. Kl empemdor (Juan)
se en» mota de la joven de Damasco y tiene de ella tro, y ellos dixeron: «De quanto esto*,
tina niña (LeonUa), á quien reconoce por legitima ñora, vos dizen, todo esto es nada (') a \<*
•ncesora y heredera del imperio. La inridelidud del
emperador hace qne sn esposa le abnndoue y se retire lo que nosotros traemos, quo hallam* •"•
al castillo de Cahczadoire Allí, aconsejada por va- Francia vn sobrino del rey de Fian ia >p-
rios reyes y caballeros del inijicrio, la emperatriz bus-
ca otro esposo y envía emisario* con tal objeto, en- (•) Kl texto: «mvloj». Kl texto qne seg-uiax» esa
contrando Partinuples.
i plagado «le erratas é incorrecciones.

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fJONDE PARTIA ÜPLÍáS

os donzol; c no os possible de contar tantas caualgar muy apriessa, e la emperatriz,


noblezas como en el ay; y es hidalgo, o vio- quando esto vido, ouo muy gran pesar, por-
no de los godos, y el es varón que no ha que sus amores so querían yr, e descendió
.xv. años, y el cuerpo según que de .xx. años, vna nuue ayuso adonde ellos estauan, e pa-
largo y hermoso, e franco, o eaualgador, o rescio que todo el canpo era lleno de niebla,
gran fuerca sobro cuantos honbres ay en el e hizo parecer vn puerco por encantamiento.
mundo. Y en el no rey na pesar ni malenco- Yrel conde, con la cobdicia, dio tras el puerco
nia. sino plazer o alegria>; o mando muy por las Sierras de Ardeña, con grande cob-
bien dar de comer a los mensajeros, e pre- dicia de matar el puerco, y el rey de Francia
guntóles que hazia o donde estaua, y ellos om pos del dándole bozos, y diziendo que
dixeron: «Cierto, señora, no ha mas de vn boluiesse, que no fuosse mas adelante era
castillo que ha por nonbre Bles». Y como lo pos del puerco, que podria ser perdido en
ouo oydo, mando aderezar vna ñaue la mas las sierras que eran muy altas, y auia en
hermosa e la mas grande que auia en su im- ellas muy malas animalias [de las] que seria
perio, partió
e del castillo de Cabecadoyre. o comido: mas el conde, con la grande niebla
reparáronle de muchas noblezas e paramien- que hazia, no sabia si yua o venia. Y esto
tos. Y ella guióse muy bien e hizo descender hazia la emperatriz por leñarlo do ella que-
vna nuue, e subió en ella o dioso andar, e ria, e ansi anduuo toda aquella noche per-
b'iio consigo la ñaue con encantamiento; o dido hasta la mañana. Agora tornemos al
liego a las Sierras de Ardeña, e dexo la ñaue rey su tio, que hazia muy gran duolo por el
a II i enea ru a atada, o fnesse ella al castillo de conde Partinuples su sobrino, que todavía
Bles, que era del conde Partinuples, vis- pensaua que las animalias lo auian comido.
pera de Santa Cruz, quando toda la villa ro-
llizo; ollego después do comer, e fallo ju- IV. — Como andando perdido el buen conde
gando al axedres al rey do Francia o al por la floresta, hallo orilla de la mar vna
conde su sobrino, e descendió la nuue hasta
ñaue muy hermosa, y entro en ella e arribo
abaxo, e miro al conde muy bien a su volun- a Cabecadoyre.
tad, e avn no lo parescio bien lo que del le
auian dicho, a tanto le parescio de bien, que Dexemos agora el rey su tio, como hazia
ella auia muy gran amor. E con el saber grande llanto e duelo por el, y tornemos al
que ella sabia, puso en el eoraeon del rey su conde como andana perdido trabajando; si
tiu que fuessen al monte a cacar. no fuera por la emperatriz, que auia encan-
tado todas las animalias, el conde fuera
muerto dellas; mas el andando assi, subió
III. — Como el rey y su sobrino el conde se
encima do vna sierra por vor si veria algún
fueran a cara; e como el conde se perdió
tras vn puerco. }>oblado o si veria candela. Y' el oyó vn ruydo
de aygua, y pensó quo era rio y que estaría
E a la hora dixo el rey a su sobrino: «Fijo, allí algún lugar de pueblo o alguna gente
si vos pluguiesse que fuessemos a monto a orilla del rio, y fuesse para alia. E assi an-
matar vn puerco; y el lo dixo que le plazia dando, hallóse a la coste de la mar, y hallo
de muy buena voluntad. E luego el rey vna ñaue muy grande y muy hermosa, y no
mando llamar a sus monteros grandes o pe- vido ende a nadie, y oomenco a dezir al de
queños, alanos
e e sabuesos, e tomo el conde la ñaue y ninguno le respondió ni podia res-
vna ropa que era lo de encima cuero y el ponderle, que aquella era la nano que la
enforro de esquiroles; y esto por los montes emperatriz auia traydo y dexado en encan-
que no lo rompiessen la ropa. Esto vsauan tado. Ella muy bien veya a el. E desque el
los grandes señores quando yuan a monte, e conde vido quo no lo rospondia nadi, co-
tomo en su pescuezo vna bozina de marfil e menco de pensar que seria de la gente do
su cinto, y en el escarcela lleuaua yesca y aquella ñaue, y dixo, pues la conpuerta esta
pedreñal y eslauon; o caualgo el rey e su echada desde la ñaue hasta la tierra, que las
sobrino el «'onde, o sus monteros, e fue- gentes serian entradas al monto, que las
ronse al monte dos legas de las Sierras de animalias los auian comido; entonces subió
Ardeña, o mataron vn puerco muy grande por la puerta hasta la ñaue, y metió su ca-
e muy hermoso, e la emperatriz a todos uallo dentro por la rienda; por tal guisa ytia
tiempos mirando encima dcllos aquella mon- el cauallo que no so podia tener de los pies
tería; quando ouieron muerto el puerco, pu- ni auia gana de so espantar, y el conde
siéronlo encima de vn tapeto e demanda- arrendo su cauallo e anduuo por la ñaue y
ron la vianda e comentaron a merendar. E no vido a nadi con quien hablasso. E desque
después que ouieron comido, mando el rey esto vido el conde, subió la conpuerta por

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530 LIBROS DE CABALLERIAS

que las nnimalias no lo comiessen, y assen- quando lo desenfreno, estando assi ceren d»
tose encima do vn assentamicnto o dormio- su cauallo. miro a vn caboe a otro, e no vi<l.»
so, y después que fue dormido, la empera- a nadi. ni honbre ni muger ninguna, ni ■
triz mando a los raarinoros que alcassen la uallo, ni asnos ni ganados, ni ovo cantar
vela muy quedo y guiasen la ñaue derecha gallo ni tañer canpanas. E comeneo de an-
al « astillo de Cabocadoyrc. Y ella fue ade- tiguarse estregarse
y los ojos, e haziendo»'
rezar las cosas que eran neeossarias pira marauillado en ver aquella ciudad tan her-
quando el conde llegassc. La emperatriz mosa, odezia: «Santa María, vnlme si duer-
partida, sus marineros al«;aron la vela muy mo o sueño, porque veo assi esta tierra sola
queda, y el buen conde anduuo assi toda la sin ninguna cosa, porque quando el honbre
nocho y nunca nadie lo sintió. E quando fue duerme, sueña destas cosas tales: mas yi.
otro dia por la mañana, dauale el sol en el creo que no duermo, que mi cauallo cabe mi
rostro, y rebordo muy dospauorido. E co- lo tengo». Miro de cara la ciudad, e vido vn
meneo a santiguarse y entristeció, porque palacio alto, en el qual vido estar vna chimi-
no vido otra cosa sino ciólo o agua, e no veya nea, de la qual vido salir humo, e dixo assi;
quien auia airado la vela ni quien gouernaua «Pues que humo sale, candela aura; que
la ñaue: buscando algunas personas, o no alguna persona estara ay que lo aura hecho>.
vido a ninguno, saino a su cauallo, que roya
las tablas con gran hambre. Y entonces éo- Y. — Como entro el nutrir cu el rastillo <U
meneo do llorar edixo: «¡Dios sea aquel que
Gihrratloyrc , e romo allí fue sr ninfo <lf
]>onga cobro a ti y a tu amo!»; y demandaua rotnrr e brurr c de rama, sin ver ¡uñona
a Dios que le hiziossc merced e que le mos- tlcl mundo.
trasse que cosa podía ser aquella, si yna en-
cantado osi yua en poder de algunos peca- E dexo el cauallo pasccr e fuesse para ta
dos. Y el andando assi tres noches e tres ciudad. Y entro dentro por la puerta o no
dias, que no comió ni beuio el ni su cauallo, vido a nadi, y el conde llegóse a escalentar
y el cauallo no hazia sino roer las tablas con e no vido a quien hablar, e desque se houo
la grande hambre, e boluiose de cara del, con escalentado, allegóse a la mesa que la empe-
cuyta que del auia, e sospiraba porque no ratriz auia echo poner, que si ouiease volun-
tenia paja ni cenada para su rana lio. E assi tad de comer que comiesse. E tomo vn ¡van.
andando el conde, aleo sus ojos arriba e de- e oliólo, e santiguóse, pensando que era co?j
zía: «Señor, si yo cstuuicsse en tierra, bus- que auian hecho los pecados, pero veya cesa
caría por donde yr a tierra de mi tío el rey tan hermosa e no veya nadi con quien ha-
•le Francia; mas no veo tierra, saino cielo o blasse; e como olio el pan quiso comer del.
agua»; e hazia tan gran cuyta, que no siento mas no osaua, o aleo los ojos arriba al alca^ir
hombre quo del no se doliesse. A cabo de e vido salir humo de vna casa, e dixo: .-A U
tercero dia comience el día muy hermoso, e mi fe, mas quiero yoyral alcacar, porque si
vido vn castillo que blanquoaua como vna morir ouiesse. mas quiero morir en alto qn-
paloma, ca la emperatriz lo auia hecho do en baxo^. Y el no veya a ninguna ¡>erv>na
nuouo poco auia, porque allí quería tomar para que lo preguntase de aquella tierra,
su marido en el castillo de < 'abeeadoyro, mas veya las casas e las puertas del alca-.-ar.
porque estaña en vna ysla muy hermosa e e entro dentro. E las puertas eran muy her-
podían venir de todas partes a el. E desque mosas, osuido encima de la cerca del alcacar
el comió vído el castillo que blanquoaua, por mirar el canpo e por ver si veria el su
hinco los ynojos o rogo a Dios que lo llenase cauallo donde lo auia dexado, e comeneo do
alia, que aquellos tres dias no auia visto cosa
sospirar e dixo: «Pues ¡>erdido es el mi caua-
con que se eonortasse: e quando fue el dia, llo, Dios sea aquel que ponga cobro en el».
a hora de ten-ja, la ñaue fue a tan derecha, E fuesse por el palacio adelante de vno en
que llego al puerto de Cabecadoyrc. e quando otro hasta (pie llego a vna sala muy hermosa,
allí llego, la compuerta fue lueer, echada a e hallo ende vn escaño que era muy grande,
tierra; y el tomo su cauallo e salió a tiem, y esto escaño era de plata, y era esmaltado
e canal go en el cauallo e no podía andar j>or de muy grandes fermosuras: y el no veya
quanto yna muerto dehanbre, que en aque- ninguno por allí con quien hablasse, e fues*1
llos tres dias no auia comido; y el abaxo bis asseutar en el escaño; e tenia vn tranesarV»
riendas con la cahe«.a, e eotn- n-.o d-- tirar que era de oro muy grande e muy preciado,
¡jornadas parándose a comer, por cnanto el o vido buena candela y escalentóse, que auia
conde no podía hazer nada dándole con las muy gran frió; e después que estimo caliente,
espuelas. Entonces vido el eonde (pie lo hazia miro por la sala e vido estar en ella vna nusa,
con razón, e descendió del muy apriessa. K y en ella vna silla que auia seydo del emj-e-

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CONDE FARTINUPLES 581

rador, que ora do plata y sobredorada, con desque llego al antorcha, el conde fuesse en
muchas piedras preciosas o aljófar, que ro- pos dolía, e metióle el antorcha en vn pala-
lunbraua la sala tanto que cada vna do ellas cio que no hauia otra cosa sino oro, plata y
entendía que valia vna villa. Y estando assi aljófar, e piedras preciosas, e los estrados
pensando de su canallo, afincauale la hanlire. eran de seda, los paramentos de oro, y estaña
y dixo: «Por cierto, muera o vina, alli me alli vna cama tan rica, que en el mundo no
y re assentar en aquella silla tan rica, y co- podia ser mas, y estaña en la cama vna col-
meré de aquel pan, que la hambre me aque- cha de oro o de seda, e auia en medio de la
xa; y caso que yo muera en aquella casa tan colcha vn escudo muy hermoso e muy gran-
proejada, por bien empleada daré yo mi de, y era todo do oro y de aljófar o piedras
muerte». E eomeneo de santiguarse, e leuan- preciosas; y en el cabo de la colcha auia
t.ose muy esforzado, y fuesse para la mesa y muchas liguras de reyes e condes e cami-
assentoso en la silla, o vido venir vn agua- lleros, de plata e de oro o aljófar. Y estos
manil y vn bacin de plata, y vnas touajas eran a tan mallos como vn braco do hombro.
brosladas; el tenia vn pan en la mano, y
Y' desque el conde vido aquellas noblezas a
tomo aguamanos e no vido quien ge la daña, tan grandes, marauillose mucho de ver tan
y torno a tomar el pan, e comento a santi- ricas cosas o no ver persona alguna con quien
guarse e comer, con grande recelo tenia que hablase, ni quien tenia el antorcha. E pen-
aquella tierra era de pecados; por esto todos saua assi el conde, pues que Dios le auia dado
tienpos se santiguaua y no osaua comer, que buena cena, que assi le daña buena cama, y
muy gran miedo auia, o como aquel que auia desnudóse el balandrán que traya de cuero,
tres dias que no auia comido; e a los prime- que era aforrado de esquiroles, que assi lo
ros bocados vido venir vn plato de perdizes vsauan los camilleros qnandoyuan a monte,
assadas, e marauillose mucho porque no vido y tiróse su bozina e su cinta, y su esea Icela
quien ge lo traya, ni quien ge lo ouiesso en que yua la yesca y el eslabón, y púsolo
cortado. E dixo: «Pues comenzado he a eo- todo en el assentamiento cerca de la cama, y
mer, ¡yo comeré hasta que me Tarto!» Y es- h ceboso en ella.
tando comiendo, vido venir vna copa con vn
castillo muy hermoso, y encima del castillo
auia vna piedra preciosa que valia vna ciu- VI. — Como la rmperafn'i mulo a sh hermana
t¡uc ama trtvjdo al conde y lo tcui<t en su
dad, e tomo la copa e benio. e mientre el ruma.
beuia, tiráronle la vianda delante, o desque
lo vido. corrió con la mano izquierda a tomar Estando assi hechado en la cama, la empe-
las perdizes, pensando que no le auian de ratriz, estaña con su hermana Yrracla, con-
traer mas. E como aquel manjar le fue tirado, tándolo loque le auic conteeido con el conde
luego fue traydo otro plato de otra vianda, e Partinuples, como lo auia traído. E contán-
no ouo comido diez bocados cuando fue ser- dolo las noblezas que en el auia, y como era
nido del vino, e assi hizieron todavía, hasta tan hermoso y de buen cuerpo, y como estaña
que ouo muy bien comido e seruido de mu- hechado en la cama y que le rogaua que otro
chos manjares. E desque el ya no comía, dia en la mañana lleuasse patios de lino que
vido venir el aguamanil y el bacin do plata, le perteneciessen; y Yrracla dixo que lo
e las touajas biusladas, e dieronle aguama- pla/.ia, y rogóle y pedióle por merced queso
nos; eacabado de comer acostóse en la silla lo mostrase. Y la emperatriz le respondió
o dormioso vn poco, que muy gran trabajo que no se lo podia mostrar al presente, que
auia passado. e desque recordó, leuanlosede si se lo mostrasse que todo su encantamiento
la silla e fuesse al fuego, c assentoso en el seria deshecho. Y ella caería en gran ver-
escaño de plata que oystes dezir, e después güenza, por quanto los reyes sus tutores y
que fue escalentado, dixo: «Por buena fe yo el imperio le auian dado de plazo dos a nos
me dormiré aqui vn rato?. Y estando assi para (pie tomasse marido, y ella se auia
dormiendo, soñó que le venían por parte do auontajado do lo tomar antes de los tres me-
las espaldas vna manada de pecados que lo ses; mas que desque fuessen complidos los
querían laucar en el hueso. Esto era con el dos años, que ella ge lo podia bien mostrar
gran miedo, e espantóse e con gran priessa a su voluntad. Yrracla respondió: «Sed segu-
co meneóse a santiguar, e puso mano a su ra, señora, que muy largo tiempo se me han
espada para se defender, e miro por la sala de hazer estos dos años hast a lo ver: con gran
a vna parte e a otra, e vio en cabo de la sala desseo he de binir por tan grandes noblezas
vna antorcha encendida, e dixo assi: «Por como del me hauedes contado. Empero, seño-
buena fe, yo vaya do aquella antorcha esta, ra hermana, mostradme otro hombre que sea
o veré quien esta alli o quien la tiene». E do su altura, por que yo pueda leuar los

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582 LIBROS DE CABALLERIAS

panos de lino que vos mo mandays, porque ratriz: «Si de aqui no vos lcuantades, yo me
sean de aquella medida». Y ella respondió: leuantare e yre a llamar los mis caualleros,
«Madrugad antes que salga el sol, e yo vos que vos maten ay». Y el dixo: «Señora, aued
lo diré, porque de aquella forma vos los da- piedad de mi, que yo [no] muera por vos*.
des los otros*. Y ella dixo que le plazia. E comenco de llorar, y en que lo vido llorar,
ouo muy grande cuyta del, mas no lo dixo
VIL— Como la emperatriz, fue sin candela a nada. Y el donzel, desque vido que no ha-
hechnrse en la cama en que eslaua el conde. Mañanada, bien pensó que dormia, e llego**'
a ella poco a poco. Esto hazia el por ver quf
E fuese la emperatriz para el palaeio a cosa era; no embargante que lo han ¡a oy'lo
escuras, que no leuo antorchas ningunas. E aquellas palabras sanctas, todavía se pontana
quando entro por el palaeio, comenco a dar que era alguna tierra de pecados, é puso muy
rezias pisadas. Y el conde, desque oyó los queda la mano encima de sus pechos de la
passos, estromecioso todo, e arredróse a la emperatriz, y ella quitosela do rezio e no le
mano derecha. E la emperatriz comenco a dixo nada. E desque vido el donzel que no
desnudarse y echóse en la cama. E después dezia nada, v ella desuiosele sus manos de
que fue hechada, por asegurar al donzel, ella los pechos por ver sí tornase otra voz n pon<*r
saco el braco derecho e comentóse de santi- sus manos en esse mismo lugar, y el donzel
guar, por que entendiese el donzel que era a poco de rato pensó que seria dormida, e
tierra do pecados, o comenco a dezir: «En- tornólo a poner la mano como la primera vez,
comiendome a Dios e a santa Maria, e a todos e touogela queda con sus manos. E desque
los angeles e arcángeles de la corte del ciclo» . el donzel vido aquello, llegóse junto con ella,
E metió su bravo so la ropa. Y el donzel es- c ella no dezia nada. E puso el en su coraron
timóse quedo, e no osa na resollar, maguer de la catar, por ver si era honbre o mugor,
que las carnes le terablauan. Etnpcro ouo a 0 si era pecado; e saco los bracos fuera de la
tanto esfuerco quando ovo mentar a Dios o a cama e púsole la mano encima de la cabera,
santa Maria e a los otros santos. Y estando e comenco de catar los cabellos, en su enten-
assi, vino la emperatriz a hazerse vn poco dimiento que tan luengos podían ser. Y elU
adelante hacia donde estaña el doncel, e hizo le dixo: «¿Que hazedes?» Pero bien entendía
que se desperezaua, e tendió la pierna o dio ella por que le hazia. E católe assi mismo la
en el, o porque el no ouiesse miedo, dixo frento y los ojos, o la nariz, e la boca, e la
assi: «Santa Maria, dime que cosa os esta que garganta, e los pechos, y los bracos e las
aqui esta hechada en mi cama». Y ella, por manos, e contóle los dedos, porque se cuy-
dezir quien era, dijo: «Yo soy emperatriz, e daua que era mano fendida. Después tentóle
tuno siempro siete reyes a mi mandar, o el cuerpo, e católo el vientre, e los inusb*.
duques o condes; e nunca fue ninguno osado e las piernas, e las espaldas, e los pies, e l<-s
de entrar solamente do las puertas adentro de dedos, e conté por ver si era pata fendida,
mi palacio, e agora dezid quien soys vos que porque en aquellos tienpos auia vnas anima-
aqui estáis hechado». Y el respondió assi: lias, mugeres, de la cinta ayuso como leones,
«Señora, vuestra merced sea de me escuchar e anian los pies como lebreles, e por okso lo
como soy yo aqui venido, pues vos me ánodos auia catado. E assi pensando si era algunas
contado el vuestro señorío». Y el le comenco do aquellas, desque la ouo muy bien catado
de contar según que de primero le auia con- en su palpamiento, entendió assi que «le bis
tecido; e después que ge lo ouo contado, ella hermosas cosas del mundo era, y ella dix>
dixo assi: que ¿por que se auia hechado alli? assi: «Agora vos auedes a mi bien catado.
Y el le dixo que por esso se auia acostado alli , Sabed por cierto quo yo soy em|>eratriz. e
mas que le perdonase hasta al dia, y que el señora do siete reyes; e si vos queredes ser
se yria do muy bona voluntad, e que fuesse señor de mi o dellos, e si vos guarda redes
su merced de le hazer buscar vn cauallo que lo que vos mandare, lo qual es esto, que vos
alli auia traydo. Y ella le dixo: «Assi como no enredes, ni iagades. ni busquodes por do
en esto lo teneys, leuantados do ay e id vos me dcscubrades mi cuerpo por me lo ver
por donde venistes, si no daro gritóse bozos,
hasta que passen dos aftosv. Sr ella le contó
porque en mal punto ay vos hoehastos» . Y el todo su hecho como los reyes tutores e todo
lo dixo assi: «Señora, la noche es tan escura, 01 imperio le auian dado de plazo aquellos
e los palacios son tan grandes, que no sabria dos anos para que tomasse marido, «qual yo
por do yr» . Alli dixo ella: «Dad acá la mano, quisiesse e a mi cumpliesse. E que si en este
e yo vos leuantare». E respondió ol donzel: tienjK) de los dos años y do no lo tomasse,
«Estoy muy trabajado, o tan cansado, que de que ellos me lo darían passados los «los añ<>8» ;
aqui no mo puedo mouer». E dixo la empe- e quo lo rogaua que no la descubríesse el ni

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CONDE PARTINÜPLES

otro por el, si no que su pies.se cierto que ella


lo harta matar muy deshonradamente; e pro- IX. — Como el conde estaño en el castillo de
metióle que assi lo haria de grado. Cabecadoyrc bien t*n año bien sera ido, sin
ver a persona del mundo.

"VTTI. — Como la emperatriz y el ronde per- Tornemos al conde, que estaua en la cama
dieron sus virginidades, e como ella le
hablo. con muy grande alegría. E quando fue hora
de tercia, assentose en la cama e cato por su
Como esto fu o hablado, contonearon a bur- ropa e no vido ninguna della, e hallo on su
lar on tal manera, que ambos a dos ouieron lugar vn otra mucho mejor e mas nueua, e
de perder las virginidades. E desque aquello vestiosela, e después que se ouo vestido hallo
fuo passado. ella le dixo assi: «Agora, don- en e[ estrado el paño y el peyne o agua, e
zel, vos no pensedesque porque auedes hecho peynose o lauose, e salió por aquel lugar
contigo a vuestra voluntad que me tenedes por donde hauia entrado em pos de la chaca,
a todo vuestro mandar; por todo ello no me o salió hasta la sala e vído muy buena brasa
doy nada yo, que el señorío es en mi poder, de candela, e assentose par della, que estaua
después de Dios. Ca piensan los hombres quo vn estrado muy rico, y escalón tose en ella; o
después que aquesto han hecho, que tienen después que se ouo muy bien escalentado,
las mngeres a todo su mandar. E si no guar- leuantose e fuesse hazia el campo por veer si
dados aquesto que vos he dicho que no me hallaría su cauallo, e no lo pudo hallar, que
descubrades, sel seguro que yo vos mandare otro lo tenia muy bien guardado; e andán-
matar de mala guisa assi como dicho tengo. dose por el canpo mirando las huertas e las
Ca yo no he miedo ni temor a ningún hom- noblezas que en el campo había. Y el an-
bre del mundo, sino es a Dios mi señor, que dando sin ninguna pauor, ca bien seguro era
esta en el ciek» . E la señora le dixo que que la emperatriz lo auia assegurado e con-
bien se podia alabar quo tenia vna enamo- tado el hecho todo; después que fue hora de
rada que auia nombre Melior, mas que so comer, fuesso para el aleaear e assentose en
guardasse de le descubrir el cuerpo sobre la sala, e hallo la sala compuesta mejor que
todas las cosas del mundo, que le haria gran el la auia dexado, e hallo la mesa puesta, e
plazer e merced en ello, e que entendía que assentose en la silla según que de antes lo
le haría mucho bien. Y en toda la noche hauia hecho. E luego en esso punto, vido
nunca la señora emperatriz cesso de le en- venir el aguamanil y el bacin, o sus touajas
comendar todo esto que dicho es, avnquo re- e sus manjares, todo muy ricamente apare-
tocauan e burlauan, que no lo descubriesse jado. Y el fue a tan bien sentido de manja-
su cuerpo por el ni por otro alguno, e quede res, do frutas o de todas las otras cosas que
quantas cosas el quisiesse o ouiesse menester, auia menester, que no podia ser mas en todo
quo ge lo dixesse quando en la cama esto- el mundo. E después que ouo comido, tomo
ttiesse, e si quería cauallos que ge lo hiziesse aguamanos, los manteles fueron luego alca-
saber, que todo le seria presto, e que su ca- dos e fuesse por el alcacar; y quando fue
nallo que alli auia traydo que su hermana hora de cenar, hallo las mesas puestas, e
Vrracla lo tenia bien pensado, e que esta su desque ouo cenado e fuo aleada la mesa,
hermana lo desseaua mucho ver, masque no luego fueron las hachas venidas e contonea-
lo podia ver hasta acabados los dos anos; e ron do andar, y el em pos dellas, mas no
después que esto fue passado, fue hora de veya quien las leuaua, andando tanto hasta
leuantar, e leuantoso ella primero y fuese quo llegaron al palacio do estaua la cama de
para su hermana Yrraela antes que el sol la emperatriz. E luego las hachas estouieron
saliese, e hallóla en la cama, e dixole assi: quedas; y el se assento en vn estrado muy
«Uermana, leuantaduos dende o yd a mi pa- rico quo estaua puesto cerca de la cama, e
lacio, etomad aquellos paños que son de comencaronlo a descalcar, e después que fue
donzel e traeldos acá, e leuad otros limpios, descalcado, desnudo los panos que tenia ves-
jubón, balandrán de seda, capirotes, calcas tidos o hechoso en la cama. E después que
de escarlato» ; y ella hizolo assi, e fuelo poner fue acostado, fueronse las hachas de alli, e
en el palacio en la asentamiento a par de la quedo hechado sin ningún temor. E estando
cama; e Yrraela miro por ver si lo veria, o así, oyó passos quo venían por el palacio
ouo muy gran pesar en que no lo pudo ver, hasta la cama, que bien sintió el donzel que
ca de niuy gran grado lo quisiera auer visto; era su señora la emperatriz, la qual mucho
e boluiose para el palacio a do era la empe- amana. E desque ella fue cerca de la cama,
ratriz, ecomencole a dezir como hauia ña- desnudóse los paños, e acostosse en la cama,
uído muy gran enojo en que no lo pudo ver. o después el donzel la sintió que estaua acos-

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584 LIBROS DE CABALLERIAS

tada, allegosse cerca della, e tomóla en sus vido como le tirauan las espuelas. Y enton-
bracos con muy gran plazer. E assi estonie- ces descaualgo de su cauallo <• puso la tanca
ron abracados holgando con ol mayor gozo donde la auia tomado. E eomenco de an<l.»r
del mundo. E quando fue cerra de hora do hasta que llego a vn palacio e a vna sa¿a
maytines, dixo la emperatriz al donzel: donde solia comer. E vio ay vn estrado muy
«Agora vos me direys qual es vuestro non- rico con ricos paramentos e la mesa puesta,
bre». Yol respondió: «A mi llaman Parti- o la muy rica silla en que se solia assentar.
nuples». Y ella dixo: «Partínuplos amigo, E desque era hora de comer, el assontose en
sobre todas las cossas del mundo, vos ruego la siila, o luego tomo aguamanos según que
esto: que mi cuerpo no sea descubierto, por- de antes Je solían traer. E luego fueron tm ir-
que entre mi e vos no aya ningún pesar, que dos a tantos de los manjares tan bien guisa-
todas las cossas yo vos perdonare e no esta». dos, que era marauilla.E desque ouo comida
Y el dijo: «Cierto, señora, ante moriré e tomo aguamanos o los manteles fueron alea-
nunca lo haré». E la emperatriz lo dixo: «Si dos. Y el se lenanto e fuesse para la cama
vos quereys yr a caca de monte o rribera, de donde solia dormir; e assentose en el •■\strado.
acores e de falconee, dczidmelo e no dubdeis e ovo tantos cantares e muchos instrumen-
de dezirmelo, que presto vos sera, e ruego tos. E assi estando mny gran picea delec-
vos (pie de mañana vades a monte, e yd a la tándose cu aquellos cantares muy preciad»*»:
puerta de alcacar, e ay alia rey s vn muy gen- o a cabo de rato, desnudóse de sus ropas para
til cauallo rucio rodado, e vn sabueso; e no se acostar en la cama de la emperatriz, según
curoys, sino andad em pos del sabueso, quel quede antes solia. Y estando asi acostado,
vos llenara adonde ayades gran plazer, e de oyó los passos de la emperatriz, como de pri-
rosa que oyeredes ni veades, no vos recelo- meros solia venir. E como ella se ouo acos-
des, e yo seré cerca de vos maguer que no tada, tomóla en sus bracos e ouicron muy
me veades» . E después que fue el alna, busco grande plazer, contando de sus monterías, e
toda la cama e no hallo a la emperatriz, o de como la emperatriz vna cerca del. E como
allí vidoel donzel que era cerca el dia, e le- yuan dos royes sus tutores en la montería
uantose e hallo tales paños quo pertenecían que hazia el. Y el puerco que mato bien
para caca e a monte, o fuesso a la puerta del pcnsauan las gentes que ella lo hazia, oa
alcacar e hallo el cauallo a la puerta y el sa- ellos tampoco no veyan a el. E rogóle quande
bueso ola lanza, según la enperatriz le auia quisiesse yr a rribera de acores que ge lo hi-
dicho; e caualgo en su cauallo e tomo su ziesse saber, quo ella ge lo aparejaría. E assi
lanca en la mano y el sabueso por la traylla, estouieron holgando muy gran picea. Por
e anduuo em pos del sabueso E lleuolo a vna ende todavía le regaña que su cuerjHi no
floresta la mas hermosa que en el mundo oyó fuesse descubierto hasta que los dos afis
dezir. E el oyó lo que vn montero dezia en fuessen complidos.
su bozina, e dio de las espuelas al cauallo o
fuese para alia, e vido tantos lebreles o sa- X. — Contóla emperatriz (liso al ronde en
buesos ealanos e otros canes muy preciados, como Francia estaña rn yrande* pettijro*.
con sus collares broslados de diuersas ma-
neras; eviovn puorco passar, el mas grande por tres reyes moros que anian entra>l>j
en ella.
que nunca hauia hallado camillero; o co-
meneo de seguir tras el . e tanto lo siguió E assi estouieron vn año com piído en sus
hasta que lo alcnnco c mato; e después que plazeres. En este tiempo lúe conquistadla
el lo bono muerto, todos los canes fueron lle- Francia de vn rey que auia por nombre r^y
gados, evidolo cargar en vna azemila con Sornagncr, y lena na consigo dos reyes que
gran bozeria e con mucha alegría. Pero no eran a su mandar, que auian por nombre
los jK)dia ver, e después estaña mucho niara- Cansion y el otro Ansion. E tanto conquis-
nillado; oniera grandísimo espanto si no taron la tierra del rey do Francia, que fue
fuera porque le auia dicho la emperatriz, cercado París. Y esto bien sabia la empera-
por el ruydo grande que oyeron de canallos e triz, mas no lo (pieria dezir a Partinuples.
por no poder verlos. Desque vido que mouian por «pie no ouiesso j>osar ni enojo, y olla no
con el puerco, comen*-" de yr em pos del. E quisiera que fuera ayudar al tio por no par-
oyó tañer vna bozina a los montaros que auia tirlo de cabo si, que lo queria y amana mu-
según que primeramente lo hauia oydo en el cho en su coraron. Empero, estando el don-
monte, de la mas hermosa que on el mundo zel on vna torre muy alta mirando a los
podia ser. E después que ouo llegado, me- campos e a la mar, e vinioselo mientes del
tióse por el alcacar adelante hasta que Hopo rey de Francia e de su madre y de su tio. e
donde hauia caualgado, e desque allí Ik'go, sospiro muy de rezio, e después en la noche

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CONDE PARTIXUPLES 585

estando con la emperatriz en la cama otra daua los camellos, e fuoronse por su camino;
vez. Y ella dixo assi: «Partinuples, señor, e quando comia e beuia e andana uo podía
¿por que sospirays assi? ¿Fallescevos alguna ver al viejo, sino la fabla, ea el era tocado
cosa de lo que haueys menester?» «Cierto, lleno de vello. Assi andouieron sus jornad.is
dixo el. no. Mas, si no vos pesasso, dezirvos fa>ta que llegaron al castillo de Bles, y en
lo ya». E respondió la emperatriz: «Seguro todo ol camino no hazia el viejo sino rogarle
sed que no me pesara; dezid quanto vos qui- que guardase lo que auia prometido a su se-
sioredes». «Cierto, señora, con el grande ñora la emperatriz, que no descubriesse su
desseo que tengo de Francia, de mi madre, cuerpo. El conde ge lo prometió, o quando
e de mi tio, me vino este tan gr ande suspi- llego al castillo de Bles, descargaron sus ca-
ro». Alli dixo la emperatriz: «Xo vos pongo mellos muy callando, que no lo sintió nadie,
culpa, que la sangre vos requiere e vos o despidióse el viejo del conde y encomen-
llama. Que separa por cierto que el rey no dóle aDios, y encomendóle mucho el conde
de Francia es conquistado del rey Sornaguer que le encomendase en la merced «le su se-
o de otros dos reyes que con el están; e han ñora la emperatriz, y el viejo dixo que le
por nombre Cansion o Ausion('); e vuestro plazia do buen grado; e fuesse el viejo.
tio esta cercado en la ciudad de Paris; por
que vos ruego que lo vaya des ayudar, e cuy- XII — Como el conde, lleno al castillo de Ble~*.
dad de ser buen camillero, porque yo aya
donde estaña su madre, e de como fue re-
acá vuestras buenas nueuas, e yo vos daré celado.
vna espada que leuedes con vos por amor de
mi, porque, quantas vezes la tomaredes en E assi el conde fuesse al castilo de Bles, e
la mano, que so vos acuerde mi: e darvos llamo a las puertas do estaña su madre, o la
he diez mil camellos cargados de oro e de madre desque lo ovo, leuantose muy nyna e
¡data, e aljófar e piedras preciosas. Idvos fuolo abrarar e besar con mucho amor dol
para vuestro tio. E yd por diez mil langas a desseo que tenia, como aquella que pon sana
Kspana, (pío son mucho amigos de los fran- que ora muerto y quo las animalias lo auian
ceses, e yo vos daré vn hombre quo vaya comido en las Sierras de Ardeña, e desper-
con vos que os viejo y cano, que vos guie los taron las gentes a meter el auer en el cas-
camellos cargados, que leuauan mas peso tillo, edespués quo fue metido, hechoso a
«pío cincuenta mil azemilas. E «lo todo quanto dormir hasta otro día. E fueronlo a ver toda
el vos dixere, hazed que no fallezca nada; e la gente del castillo con muy grande alegría,
quando fuere do mañana, ydvos a la puerta como a su señor natural. E como (') consejo
dol alegar assi como al alna, hallareys al con ellos en que manera que ellos pareciosse
viejo con sus camellos cargados. E por donde
embiara a España por diez mil lam.-as que
el vos guiare, no bagados sino yr, que el vos oran menester. Dixeron que tomase la mey-
leñara derecho al castillo do Ules: y quando tad del auer que traya, o que lo pusiesse en
onde llegaredes, emhiadme luego ol hombre vna ñaue, e que lo leñase a dos puertos de Es-
o no lo llagados onde comer». Y el conde paña: el vno Cáliz, y el otro a la Corana: e
Partinuples comen<;o en aquella hora a tomar hizolo assi. E quando ol algo fue llegado a
mucho plazer, porque auia de yr ayudar a los puerto, de España, fueron dados pregones
su tio el rey de Francia e a ver a su madre; •pie quantos qnisiessen ganar sueldo para
e la emperatriz le dixo que so membrasse que fuos«en a liles, todos (plantos quisieron
todavía de lo (pie le auia rogado, rpio su yr a los puertos, a todos dieron sueldo e frié-
cuerpo no fuesse descubierto por el ni por ronse para ol castillo de Bles, y eran fasta
otro en ninguna manera, hasta ser conpli- diez mil laneas. E todos estos honbres man-
dos los dos años; e assi so despidieron do en cebos ohi jos dalgo, o para dar cuenta o razón
vno; o rogóle que no tardasse de tornar alia. de si en todos cabos. E desque estos vinieron
Y el prometiogelo y encomendóla a Dios. al conde o vieron que ora buen cauallero,
unieron muy gran plazer e se les alegraron
los conloónos, e Unios ellos hizieron pleyto e
XI. — Como la etujicralrix emitió al conde cu
Francia en a>/nda fiel reí/ su lio. omonaiío de morir con el conde. E hizolos
aposentar muy bien, del los en la villa den-
Luego quando vino la media noche, lo- tro, dellos en el castillo e dellos en las huer-
nantose la emperatriz a poner recado de lo tas Y cstouieron a y fasta quo ordenaron sus
que auia de leñar Partinuples. Quando fue capitanes o sus -trompetas, o sus pendones
el alna, louantoso e hallo al viejo que guar- caudales.

(') Ante»: «Aosion».

p) ¿Tomó,'

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68R LIBROS DE CABALLERIAS

oyó, aparto tres mil laneas o dixoles assi:


XIII. — Como el conde e su gente fueron a
«Que quería yr a quitarles las vacas que lie-
París, en donde cstaua cerrado el rey de uauan*. E hizieronlo assi, e como yuan cm
Francia, c canto fueron bien recelados. pos dellos no los podían ver; que las polua-
redas eran tantas e tan escuras, que avn los
Partieron dende vn «lia después de comer, canalleros no podían ver vnos a otros, q:.e
o fueron a la ciudad de París, e quando lle- todavia se yuan llegando el conde y cer-
garon allí, comentaron a tocar las trompe- cando los suyos que marauilla era, e dixo a
tas, o alearon los pendones. E quando el los caualleros que todos hiziessen como el. e
rey esto oyó, ouo muy gran pesar, pensando dieron de las espuelas a los oauallos e fueron
que era el rey Sornaguer. E mando repicar a herir de rezio, en tal manera que de diei
las campanas e dar bozos: «Señor, salid a mil que eran los mor«>s, mataron e cantiuaron
las cercas c las puertas sean cerradas* . Des- ocho mil dellos, e no fincaron sino dos mil.
quo esto ovo el conde, entendió que el rey o tirauanles la caualgada, e escaparon aque-
su tioauia pauor; ominóle vn mensajero como llos dos mil a vna de canal lo que no pudie-
supiesse cierto que era su sobrino el conde ron poner resistencia con ellos, y estos moros
Partinuples. que traya diez mil laneas para fueron huyendo hasta «pie entraron por el
le ayudar; e quando ovo el rey dezir esto, real de su señor. E desta batalla que aqui
dixo: «No veria este plazer, ca bien creo yo fue hecha ouieron que contar los moros al
que mi sobrino Partinuples que es muerto, rey, e dixeronle assi: «Que muchas batallas
que ha bien vn ano e mas que se perdió en se auian visto e con muchos caualleros se
las Sierras de Ardoña»; e alli dixo el men- auiar dado de la lauca, e nunca auian ha-
sajero:Véase
« su cuerpo con el vuestro, e ha- llado quien de mas les hiziessen como aques-
zed abrir las puertas». E alli dixo el rey: tos caualleros, y entre estos andana vno ¡»or
«Plazeino de buena voluntad». Y el mensa- la batalla que no parescia sino león».
jero tornóse con la respuesta según que el
rey hauia hablado, o luego el conde caualgo
muy apriessa e abrióle la puerta de la ciu- XV. — ('orno el conde, tomo a ParL<*y e fue
dad, e las hachas fueron encendidas. Y el resr-chido del rey su tio con mucha aUgrta.
rey, desque lo vido, fuelo abracar o conos- e romo presento al rey cincuenta caualle-
ciolo muy bien. E fu* le a besar la mano, c ros moros cutíaos.
demandóle por merced que mandasse apos-
sentar aquella gente. E el rey e los caualle- Tornemos al rey de Francia, de como oyó
ros ouieron muy grande alegría con aquel estas nueuas ouo muy grande plazer por su
socorro que les era venido. E los hizo todos sobrino <*ra muy moco e nunca se unía vis-
muy bion aposentar e proueerles do todo lo to en la batalla, e hauer mostrado de si Un
que hauian menester. Y el conde con el rey buena hazienda, e (piando el conde llego a
su tio fueronse para el palacio e hallaron Paris, salióle a rescebir el rey de Francia con
muy bien guisado de comer; e cenaron e hol- muy gran alegría, e fueronse el vno para el
garon con mucha alegría; e assi estonieron otro; y el conde beso al rey la mano y ol rey
toda la noche contando de lo que al conde lo a el en la boca; dixole assi: «Que la bendición
hauia eontoscído. de Dios ouiesse, que sera sobre todas las
gentes». E luego el conde presento al rey su
tio einquenta caualleros moros todos de es-
XIV. — Como el conde afrento las gentes del puelas doradas. Y el rey de Francia agra-
rrg Sornaguer, e Irs quilo la caualgada que desciogelo mucho a Dios primeramente e ai
licúa uan. conde su sobrino. Ycstt>s fueron sin otr«»s es-
cuderos ehonbres de cauallo. Assi que fue-
Otro «lia por la mañana oyeron las canpa- ron tomados azemilas e cauallos e armas, e
nas repicar, y el conde salió muy apriessa peones que alli truxeron, c luego el rey en-
de la cama dando bozos que le diessen sus tróse con su sobrino en la ciudad muy alegre-
armas, y el rey su tio assi diziendo que no mente, ehizolos ajhissentar muy bien, e dio-
saliesse fuera, por miedo <jne no fuesso el les a comer muy largamente de muchas ma-
rey Sornaguer. Y el conde dixo al rey que neras de viandas a tola su voluntad, como
por Dios ledexasse yr presto ver si era aquel aquellos que hauian muy bien trabajado: e
el rey Sornaiíuer. Y estonieron vn trran picoa hizo catar los heridos, y después fueron para
porfiando. Y estonieron los adalides diziendo el palacio, y d rey y el conde, e timonearon
quelleuauan quatro mil vacas los camilleros de fulgar; e desque ouieron folgado o contado
del rey Sornaguer. Y el coude, quando esto su fazienda. empegáronse a dormir, e desque

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CONDE PARTINUPLES

ciñeron dormido, rogo el rey al conde que no


partí esse donde sin ge lo fazer saber, por XVI. — Como el rey Sornaguer embio al rey
quanto era muy mañero el rey Sornaguer; y de Francia, combidatidok a batalla seña-
lada.
el conde le dixo que le plazia' do muy buen
grado. Y el conde dixo al rey: «Señor, acos-
tadvos e holgad, que quiero yr a ver aque- Tornemos al rey Sornaguer, que estaña
llos caualleros, que dellos vienen mal llori- muy sañudo do tales dos deshonrras como
dos, o quiero yr a ponerles cobro». Y el rey auia rescebido. E avn en mas tenia el desba-
le dixo quo fuesse en buena hora e que no rato que lo auia venido; y embio a saber quien
tardnsse alia, que se viniese luego aeostar, era aquel cauallero que tan esforyado auduuo
por nuestro Real. E los adalides le dixeron:
que venia muy trabajado. Y' el condo respon-
dió que le plazia. Y el conde fuesse páralos «Señor, este cauallero no es el rey de Fran-
cia, sino vn su sobrino, hijo de su hermana,
eaualleros'quo hauian quedado afuera dolos
heridos, quo serian hasta siete mil eaualle- que en las sierras de Ardeña fue perdido
ros. E mandóles que se aderecnssen luego, quantia de vn año. Agora vino con diez mil
que ae hauian de partir de alli secretamente, lancas; y es hombre denodado y de buen
|>orque el rey su tio no lo supiesse; o partie- cuerpo, e de buena fuerea»; y desque esto
ron dende al primer sueno; e tu uo alli sus ovo el rey Sornaguer, mando escreu ir cartas
adalides que lo lleuassen hasta el real del
para el rey do Francia, y embio vn mensa-
rey Sornaguer; y este rey estaua seguro en jero con ellas para su sobrino, e que le em-
su real, pensando (pie los franceses estarían plazaua para la batalla a vn dia señalado,
trabajados, diziendo que no harian fazienda con condición que si el rey de Francia ven-
ninguna en hecho de armas en esse dia ni en cía al rey Sornaguer, que el e los otros dos
otro. Y' el rey estando seguro en su real, dio reyes le diessen parias cada vn año, o si el
el conde encima del con siete mil Janeas, en desbaratarse al rey de Francia, que el e su
tal manera que el que a la postre llegaua, sobrino fu esse n sus vassallos o diessen parias
por ruyn se tenia; e la pelea fue de tal ma- según el las hauia de dar; e para que esto-
nera, que desbarataron al roy e mataron o uiesse mas seguro, que diessen sus rehe-
hirieron tantos moros que marauilla era. K nes para lo assi complir, porque no se sa-
quando el rey Sornaguer e los otros «los reyes liesse ninguno de la postura que dicha era.
fueron aderezarlos, ya estaua vna legua del E fuese en la manera que el quisiesse, a ca-
real, que se venían para Paris. E quando nal lo o a píe, o vno por vno, o diez a diez,
acordaron los dos reyes para venir tras del, o siete mil por siete mil, o veynte mil por
ya estaua el conde en saino, que no hazia sino veynte mil canal leros. E luego los mensa-
andar. A hora do maytines llego a la ciudad
jeros fueron al rey de Francia con la mensa-
do Paris, e quando los de la ciudad sintieron jería, dieron
e sus cartas al rey e al conde su
que venia gente, mandaron repicar las cam- sobrino.
panas odar grandes bozes, diziendo: «¡A las
armas!» Y el rey, desque esto oyó, leuan-
toso muy despauorido por el roydo que oya, XVII. — Como el conde Partimtples pidió al
e llamando a sus pajes que le vestiessen e rey m tio la batalla se hixiexse rnopor mu,
1>is otros que le truxessen sus armas e caua-
y el rey ye lo otorgo, maguer no de buena
llo, e mando que le sacassen hachas encen-
didas, efuese para las puertas de la ciudad,
e pregunto por el conde su sobrino a gran- Egana.
luego el conde fue a besar la mano al
des bozes, e los camilleros de la ciudad le rey su tio, pidiéndole por merced que fuesse
dixeron: «Señor, creemos a nuestro pensar aquel vno por vno. Y el rey, desque aquello
quo es vuestro sobrino el conde, pues que oyó, ouo gran pesar por tomar su sobrino
aqui no paresee e trae tal roydo». E desque aquella empresa; y el rey no ge lo quiso otor-
esto oyó el rey, salió de las puertas de la ciu- gar, por quanto era moco de poca edad, e no
dad afuera, e vido a su sobrino que venia era vsado a las armas. Y el rey Sornaguer era
con su caualgada, e traya muchos cana líos muy mañero, y era honbro de treynta años
e azemilas. e tiendas o armas, o muchos pri- o todos tiempos vsando las armas, y era
sioneros. Yentonces llegóse a su sobrino e honbro de gran fuerea. E muy denodado, que
abracóle, diziendo: «Guárdete U!os de mal e todavía auia prouado bien. Alli dixo el conde:
de trayeion» . E fueronse ambos a dos mano a «Mas vale a quien Dios ayuda que no a quien
mano para el palacio, e hizole dar muy bien mucho madruga». Alli se dexo el conde caer
de almorzar e a la compaña, que bien auian a los pies del rey su tio, e com encole de besar
trabajado toda aquella noche. los pies e las manos, pidiéndole por merced

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588 LIBROS DE CABALLERIAS

que aquella batalla que la quería el fazer de XVIII.— Como en chita señalado ciñieron al
sus manos. E rocana muy mucho a los cana-
neros oricos honores que ellos rogasen al rey campo el conde I'arti imples y el rey íytnui-
su tio que le pluguiesso de le hazor aquella fjuer; y ellos bien amonestados y esforr-adot
de los suyos, comenraron a darse de yran-
morced, o que si no quería, que el se yria a
dissimos golpes, e quedo vencedor el ronde.
perder, que nunca mas curaría del. Y el rey
de Francia respondió a su sobrino e a los Los franceses adreearon al conde lo m-jor
canal loros en esta manera: «Pues que su vo- que ellos pudieron. Assi hizieron los m^ro«
luntad era de lo assi hazer, que el tenia diez al rey Sornaguer. En guarda del conde ym
mil cauullcros hijos dalgo, e muy buenos el rey do Francia con mil franceses, y en
lumbres de gran esfuereo; que se pusiessen guarda del rey moro yua el conde Mares, ^m-
de la otra parte otros diez mil caualleros era su mayordomo mayor. E llegaron tas
moros, e que assi se haría la batalla mucho franceses y los moros al campo con los caua-
bien, plaziendo a Dios, e que leuaria lo me- lleros. Yel rey de Francia metió a su sobrino
jor*. Estonces respondió el conde, e dixo: en el campo, y el conde beso la mano al p y.
«Ciorto es, señor, si morced me aueys de Y el rey díole su bendición y encomendólo
fazer, yo por mi cuerpo la batalla he de a Dios, e desta guisa hizíerou los moros al
tomar*. E rogaua a los caualleros y escude- rey. Y el rey entro en el campo, e luego se
ros que rogasen al rey que le hiziessen aque- fueron el vno para el otro e besáronse en las
lla merced. Y el rey diziendo todavía que no bocas, y el moro se encomendó a Ala e a
podía ser. E a todo esto lloraua el rey por la Mahoma su señor. Y el conde a Aquel que lo
grande cuy ta que auia del, que era moco e hizo. E luego arredráronse afuera el vno del
niño e no era vsado a las armas; y el rey de otro. E dexaronse venir assi como enemigos
Francia dezía en su corneen que si desbara- mortales, las lancas en los rístros e las hachas
tado fuesso, que el rey Sornaguer tomaría el en las cintas. E luego hecharon mano a las
reyno en su poder. E los caualleros de Espa- langas, e fueronse a dar tan grandes golpes,
ña dixeron: «Señor, hazelde osta merced al quanto la fueren de los cauallos los pudo
conde, que es muy buen guerrero, o tiene llenar; e de tal guisa se dieron los golpes,
buena fueren o buen denuedo, sobre todo bien
que hizieron volar por piceas las lancas. Lue-
ligero: o Dios queriendo, el leñara lo mejor». go hecharon mano a las hachas, e tan grandes
E todavía lloraua el rey de Francia, deman- golpes se dieron, hasta que salta ron los yel-
dando aDios por merced quo pnsiesse en mos de las caberas e no se hizieron ningun.i
coraeon a su sobrino que no fnosse, porque cosa. E veyendose assi, hecharon mano a bis
se vería en gran priessa, e todavía le rogauan espadas. E dieronse tan grandes golpes, que
los caualleros al rey que le diosse aquella hazian saltar las centellas de los yelmos; y
licencia. E luego el rey dixo que le plazia de el rey Sornaguer era hombro muy mañero,
buena voluntad; e luego el conde le fue a que dio vn golpe con el espada al cauallo del
besar las manos con muy grande alegría, que conde por el cogote, que dio con el muerto
le pareseio que todo el mundo era suyo; e en tierra, que ouiera de caer sobre el conde:
luego cscriuieron sus cartas y embiaronlas e el conde ora muy ligero, que saco los pies
con los mensajeros del rey Sornaguer que las de los estriuos o salto al traues, e parosse de
leuassen a su señor, e lo que dezia en ellas cara del rey, sti espada sacada en la mano e
era esto: Que cada vno dellos jurassen su ley, su escudo ante los pechos. Y el rey de Fran-
que lo que entre ellos fuesso puesto que no cia c los franceses, desque lo vieron apeado
passe otra cosa, e que mandasse hazer vn al buen conde, contonearon de llorar, e hazian
canpo muy hermoso. Y el rey Sornaguer [vi- muy gran llanto. E hazianlo muy de quedo,
niesse con] diez mil moros desarmados que por que el conde no lo oyesse, por jno no
no leuassen armas ningunas, chicas ni gran- desmayasse. E los moros ouieron muy gran
des, para que guardasen el cainjvo. E de aque- plazer ]H>rque el conde estatuí a pie y el rey
lla guisa viniesse el conde con otros diez a cauallo, que hazian cuenta quo ora venci-
mil franceses desarmados, que no truxessen do. Y el conde assi estando, dezia al rey
armas chicas ni grandes, e que leuassen an- que viniesse. E ;.por que allí estaña parado
bos a dos quantas armas pudiesen leñar ellos
e los rauallos, e assi embiaron los mensaje- o que auia allí venido y entrado en el campo':
E respondió el rey Sornaguer e dixo que
ros. E d s'jue el rey moro vido las cartas, estaña esperando que lleuasse al rey de
pingóle mucho de eoracon. l'or quanto hauía Francia las parias, «porque vos, conde, no
grande desseo de se ver vno j>or vno [con] murays. Que yo tengo grande cuy ta de vos>.
el conde. l'or quanto oyó las nueuas que era E respondió el conde: «Hazed lo que haueys
buen coualloro osfuercado en armas. de complir, que yo no so nqui venido para

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CONDE PARTI NUPLES

ser nouto, sino para vencer o morir. Que no del conde era quebrantada, comeneole 589 do
tengo ferida ninguna en mi cuerpo que sea herir muy do rezio, y el conde boluia la
peligrosa. Que mas desonrra me seria hazer cabeca, e los francesos pensanan que quería
♦•t?to que ine demandados; mas guisad vuestro fuyr. E comencaron de llorar pensando que
canallo e hazed de manera que no vaya el dia ya el buen conde se daua por vencido. E los
em balde; no estemos en razones». Y el rey moros auian muy grande alegria, porquanto
Sornaguer dixo al conde: «Yo euyta he de vos el conde se retraya, pensando ya que el rey
que, si yo quisiesse, tropellarvos ya con mi Sornaguer auia de quedar vencedor; e assi
canallo, que bien lo podia fazer». Alli dixo retrayéndose el conde, vido en el cauallo del
el conde: «Hasta aqui no vos he miedo nin- rey Sornaguer. que estaña muerto, en la silla
guno» E
. desque aquello oyó el rey Sorna- atada vna visarma que era muy fuerte e bien
guer que lo tenia en poco, dio despuelas al templada, que para el rey auia traydo, o
canallo por tropellar al conde. Y el conde fuesse el conde para el cauallo del rey Sor-
era muy ligero, c dio vn salto al traues o naguer, e saco la visarma con muy grande
al«;o ol braco qnanto pudo, e dio con el espada coraje que auia, e fue a herir al rey por en-
vn golpe por abaxo de los ojos al canallo, cima de la targia, que tan grande golpe fue,
que le fendio la cabeca hasta las muelas, de que le passo las armas todas o llególa punta
tal guisa que cayo del cauallo el rey, de tal a la carne, en manera que no podia ferir el
manera que pensaron que lo auia muerto, e rey al conde. E porfiaua mucho el rey por
luego el rey se leuanto. Y el conde eomencolo llegar al conde, e la punta de la visarma le
de herir tan rezio, que parescia vn herrero,
hazia estar quedo. Yr el rey ostaudo assi he-
y el rey Sornaguer era tan fuerte e tan rezio, rido, no podia el conde sacar la visarma; e
que muy bien podia soportar aquellos golpes no hazia el rey sino herir en el conde, e de
e avn mas que fueran, y el sabia muy bien tal guisa lo aquexaua, hasta que el conde se
luchar, e fue abracar al conde pensando de ouo de apartar. E después se boluio el condo
lo derribar. E andnuieron assi abracados vna muy de rezio al rey, e diole vna tan gran
grande piar/a de tienpo. Y los franceses auian coz en el escudo, e asió mano de la visarma
muy gran duelo porque assi los veyan andar fasta que la ouo do sacar, e tan rezio como
a dos apeados, e con esto rogauan los fran- la saco, tan rezio le fue a dar por medio del
ceses aDios por el conde que lo victoriase yelmo, que quebró la visarma, que no hera
contra su enemigo. Otro tanto dezian los para dar golpe, sino para estocada. K (piando
moros por el rey su señor, e anduuieron assi esto vido el rey que el condo no tenia armas,
los caualleros luchando. E desque el vno ni e quo el conde estaña tan cansado quel qui-
el otro no se podian leuar, dixo el rey Sor- siera holgar si el rey le diera vagar. Yr el
naguer al conde: «Descansemos vn poco, si conde Partinuples, desque vido quebrada la
vos plaze, e después tornaremos a nuestra visarma. vinosele mientes de la espada que
hazienda». Y el conde lo tomo por bien o le auia dado su enamorada Melior, la empe-
ratriz, trayala
y atada en ol arzón de la silla
apartáronse el vno del otro. Y' el rey se fue
assentar encima de su cauallo que estaña del cauallo, «pie estaña muerto en el eanpo
muerto, y el conde no se quiso assentar, mas suyo. E fuesse para el e cobro la espada, o
puso la punta de su espada en tierra, e sus cobro tan grande esfuerce que por marauilla
pechos encima de la manzana, y cstouieronse era, e parecía que no auia hecho ninguna
assi vna gran pieca de tiempo hasta que fue cosa en pensar que ge la auia dado su señora
medio dia; e dixo el conde al rey: «Lenan- Melior; e fuesse para el rey e eomencolo do
tadvos dende, que ya tiempo es que torne- herir a tan de rezio, que marauilla era. Alli
mos a nuestra batalla eomeneada, que no se dixo el Rey: «¡Yalasme Mahoma! ¡parescc-
nos vaya todo el tiempo en balde, que muy me que este cauallero agora comienca el
enojados están los caualleros que gmirdan el
campo!» Y' el rey estaña tanto cansado, quo
campo». Alli dixo el rey: «PJazeme de vo- no podía alear el braco, e hinco los ynojos
luntad»E. leuantosse en pie. E assi se ha- delante del conde e diose por su vassallo. E
blan como hermanos carnales, e assi pelean desque esto vido el traydor del conde Mares,
como enemigos mortales, e cóbrense de los que guardaua el canpo sobre su fe o juramen-
escudos, e fueronso dar tan grandes golpes to que el auia hecho al rey su señor que alli
con las espadas, que las centellas de los yel- no fuesse armado ninguno de su parte, e
mos hazian saltar. Y el conde dio al rey vn hizo el conde Mares yr a todos (plantos alia
tan gran golpe encima del yelmo, que se le fueron armados, e desnudaron todas las ropas
quebró la espada encima de la cruz, que no e pusieron mano a las espadas que ellos
le quedo ninguna cosa en la mano saino la trayan secretamente, y entráronse en el
maneana, y desque el rey vido que la espada »» canpo con vn alarido muy grande, y echaron

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LIBROS BE CABALLERIAS

mano al oondo e leñáronlo consigo, pensando mundo por ol bueno del conde, pensando que
que el rey Sornaguer su señor era muerto; era muerto; y el rey su tio cstaua metido en
e desque esto vieron los buenos do los fran- vn palacio encerrado, haziendo el mayor llan-
ceses, entraron ellos en el canpo y hocharon to que podia hazer. Estando assi ayrado. n-.
mano al rey muro, o dieron a fuyr con el a auia canal lero que se osasse parar delante d- 1
la ciudad do París; y el rey inoro, de que para le dezir cosa alguna, e assi estnuo toda
esto vido, comeneo de dar muy grandes besos aquella noche. E otro dia por la mañana,
e a llamar: «¡traydores, ha, traydores! ¡que todos lo« caualleros fueron ante las puertas
el traydor del conde Mares falsado me lia!» del palacio del rey, y el rey Sornaguer con
E andando con este pesar con los moros que ellos, mas no porque lo conoseiessen, que
assi cstaua entro ellos como si fuera oiro
y uan con el, que siete caualleros de los me-
jores todos despuelas doradas; e desque vie- eauallero; y mando el rey do Francia abrir
ron los moros quo yuan assi los christianos, las puertas del palacio. E todos los e tuallere*
dieron entre ellos, o desque el rey de Fran- entraron dentro, y el rey Sornaguer con ellos:
cia aquello vido que assi se hazia, no hazia y desque los caualleros fueron dentro, el rey
sino andar, y entraron llorando por la ciudad, •le Francia les eomeneo a dezir como el r-y
y el rey moro entrellos, que no lo conocieron Sornaguer era muy desleal y falso traydor y
jamas mientra con ellos fue. que le auia falsado la fo e la verdad, y el
juramento que auia hecho: y desque esto oyó
XIX. — Como el rotule Mores lleno al ronde el rey Sornaguer, llego ante el rey y comento
a dezir: «Nunca Dios lo quiera que yo sen
Partinuples preso por traijcion.
traydor; y por esto vine yo a vuestro po«ler.
Boluamos al conde Mares que lleuaua Mas porque yo fie mi campo al conde Mares,
preso al buen conde Parti imples, que andu- que era de pequeño suelo, me tengo por
uieron hasta quo llegaron al real do los mo- agramado. E maldito sea el rey que eanpo ha
ros, dos reyes vassallos del rey Sornaguer, de villano, sino que sea hombre hidalgo, jor-
los «males auían quedado en guarda del real que su verdad no sea falsada». Entonces díxo
por su mandado con toda la caualloria; e el rey Sornaguer al rey de Francia: «Señor,
desque los reyes vieron venir al conde Mares mandad escreuir cartas y embialdas a los dos
y no venia su señor, preguntáronlo por el reyes que están en mi real; o si el conde
rey; y el conde les contó el bocho do la ver- fuere vino, por mi lo darán, e si fuere muerto
dad como les auia aeontescido, y como traya hazed de mi loque vuestra mereed mandare,
preso al conde do Bles, y desque lo onieron que en vuestro poder estoy» . Desque esto oy..
prendido, nunca vieron al rey ni sabían del. el rey de Francia, pregunto a sus camilleros
Y desque esto vieron los reyes, onieron muy si auia allí alguno que loconosciesse, y todo*
grande posar por lo que el eondo auia hecho le dixeron quo no. Entonces hablo vn eaua-
en traer a su enemigo y doxar a su señor llero español, e dixo: «Señor, hazed sacar los
eautiuo. Y los reyes entre ambos ha dos me- caualleros que el conde mi señor vos presento
tieron mano a las espadas y fueron herir al a parte, que ellos vos dirán si es el rey su
eondo de tal manera hasta que lo mataron, y señor». E luego mando el rey de Francia
luego tomaron al conde Partinuples; tomáron- sacar aquellos camilleros moros que esta uan
lo en su poder, e hi/.ieronle mucha honra, assi en otro palacio enterrados, e entraron por el
como el auia menester. Per»» por guardarle palacio del rey do Francia, e desque fueron
mejor y estar mas seguro que no seles fuesse, dentro e vieron al rey Sornaguer, su setter,
metíanlo en vn si lo de noche, y dediasaeauan- hincaron los ynojos ante ol rey e fueron le a
lo, y dezian o habíanle mayor honrra quo ellos besar las manos e los pies; e desque esto vido
podían: y esto hazian ellos porque si el rey su el rey de Francia, fuele a tomar j>or la mano
señor fuesse vino que darían por el el conde e assontolo a par de si; hizo cuenta que tenia
a su sobrino, o luego fueron escritas cartas
Partinuples, e si fuese muerto el rey Sorna-
guer, que darían al conde porque los dexasse para los dos reyes e para el conde Mares, que
yr seguros a sus tierras el rey do Francia. luego vistas aquellas cartas, en aquel punto
tomassen el buen conde de Bles e lo truxessen
los dos reyes lo mas honrradamente que ellos
XX. — domo los franceses haxian ijraude
pudiessen. E mientra que las cartas fceeseri-
limito por el runde, r ritmo lo* dos rajes uían, ouolo de saber la eibdad de Paris como
moros Itiiirron malar al ronde Mares pol- allí cstaua el rey Sornaguer, o que lo tenia
la (rai/rian une hiciera.
el rey de Francia en su poder. F ranéese* y
Tornemos al rey de Francia su tio, e a los españoles grandes alegrías hazen, o \nc¿>
caualleros, que hazian el mayor llanto del fueron embiadas las cartas con los raensaje-

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COKtE PARTIttÜPLES 6§i

ros muy apríessa. E mientra los mensajeros el rey de Francia y el rey Somaguer quo ve-
yuau con las cartas, el rey de Francia y el nían los dos reyes o trayan el conde, salié-
rey Somaguer, e los otros ricos honbres y ronlos arecebir con toda la caualleria o con
hijos dalgo, auian tan gran plazer, que por la mayor alegria que en el mundo podia ser,
marauilla era. Oyendo contar al rey Soma- e desque llogaron loa vnos a los otros, ol buen
guer de como le auia aconteecido con el buen conde fue a besar las manos al rey su tío, y
conde Partinuples, en como se razonauan el rey a el en la boca, llorando de 6us ojos
como hermanos carnales, e do como pcleauan con muy gran alegria que con el tenia. Y el
como enemigos mortales. E estando ellos assi rey Somaguer fuesse para el conde e abracó-
en este plazer, llegaron los dos mensajeros a lo, diziendo assi: «¡O del buen camillero,
los dos reyes que estauan en el real, e des- rezio y estoreado, que bien puedo de/ir que
que vieron las cartas e supieron qnel rey su fui preso del mojor camillero del mundo!»
señor era viuo, ouieron muy grande alegria, Y entráronse assi por la ciudad de París, e
que no podriades pensar, que se pensauan que hazian muy grandes alegrías que por mara-
los franceses [lo] auian muerto. E ouieron uilla era, que mucho les auia seydo bueno;
singular plazer los mensajeros porque auia e fueronse para el palacio del rey de Francia,
muerto el condo Mares, por quanto el rey su e alli otorgaron las parias al rey de Francia
señor lo hauia dado que guardase el campo e los tres reyes moros, e dieronse por sus vas-
ellos ambos a dos lo auian muerto, e pensa- salios, o lo dieron rehenes, y desta manera
ron los reyes que losembiauan a llamar para fue hecha la paz.
dellos por traydores, dizicndo que era tray-
cion; ambos lus reyes embiaron cartas en
aquesta manera al rey su señor, que supiesse XXI. — Como los dos reyejt moros por dera-ho
de cierto quel condo Mares era muerto, e que U/traron que no los pudiessen llamar hay-
ellos lo auian muerto por oyr la traycion que dore." por la muerte del conde Mares.
auian hecho, e por csso viesse su señoría lo
que mandaua; o luego los mensajeros se par- Boluamos a los dos reyes que auian muer-
tieron con las cartas, e fueron todas al rey to al conde Mares sin licencia dol rey su se-
de Francia y el y el rey Somaguer abrieron- ñor, edixeron ante el rey de Francia e ante
las; e luego vieron lo quo dizia en ellas, e el rey Somaguer su señor, que si ellos rae-
desquo las ouieron leydo, hizieron grandes re8cian ser dados por traydores por la muerte
alegrías que por marauilla era, porque era del conde Mares, que ellos querían ver en
[viuo] el conde su sobrino; y el rey Soma- que manera los perdonaua el rey Somaguer
e los daña por libres, e que querían ser libra-
guer dio gracias
uo. Entonces a Alade porque*
el rey Franciasaldría de oati-
y el rey Sor- dos por su derecho, por que no leuassen aquel
naguer e los caualleros ordenaron en esta cargo. E luego el rey do Francia mando ve-
manera: que pregonassen assi que ninguno no nir delante del quantos sabios hauia en su
fuesse osado de hazer mal ni daño a los moros, corte, e h izóles contar toda la entera razón
so pena que les cortassen las ca becas, o escri- eomo auia contescído. E los sabios acordaron
uieron sus cartas y enbiaronlas con loa men- en esta manera: que el conde Mares meres-
sajeros los
a dos reyes, que viniessen sainos cia aquella muerto o otras mas penas, por
e seguros, e que truxessen al buen conde lo falsar la fe e juramento que el rey su señor
mas honrradamente que ser pudiossc; e que auia dado en dexar a su señor llenar a su
pregonassen por el real que ninguno fuesse enemigo. E luego el rey do Francia y el rey
osado de hazer mal, ni daño, ni guerra por Somaguer dieronlos por libres e por buenos,
el real, so pena que lo matassen por ello. E o para pagar las parias dieron en rehenes
desque las cartas fueron llegadas al real do villas e castillos. E assi fue tornada su tierra
los reyes, dieronlas a los dos reyes, o abrié- al rey de Francia. Los tres reyes fueronse
ronlas evieron lo que dezia en ellas, e pin- para sus tierras en paz.
góles mucho por ello, e ouieron asaz plazer
por las buenas nueuas quo oyeron en las
cartas; e luego se fueron para el conde e di- XXII. — Como sti madre del ronde Partinii-
jeron aquellas nueuas, e luego mandaron plrs ilfiyo a París , e eomo fue muy bien
aderecar algunos caualleros que fuessen con resabida.
los dos reyes, o tomaron luego al bueno del
conde lo mas honrradamente quo ellos pu- Tornemos a su madre del condo Partinu-
dieron, epartiéronse luego para la ciudad de ples, que desque supo que su lijo auia libra-
Paria a dondo el rey de Francia estaña y el do a Francia de ton gran tribulación, fuosso
rey Somaguer e los caualleros; e desque supo para Paris. E desque el rey su hermano y el

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f>92 LIBROS DE CABALLERIA 8

conde bu hijo supieron que venia, saliéronla


XXIII. — Como el conde salto ayrndo del pa-
a rescohir con muy grande honrra. Y olios
lacio efue para el puerto, donde le rstaua»
estando assi holgando, dixo la señora madre
guardando loa marineros de la evtperatrix.
del conde al rey, que bueno seria que lo dicsse
muger ni conde, que ella sabia vna don/ella Salió el conde por la puerta del palacio
en Francia, fija dalgo, que era sobrina del muy ayrado, e caualgo en su cauallo e fuesse
Papa. E que aquella seria buena, e que olui- para el puerto, «pie mas hauia de ocho día*
daria a la fada. Que muy pertoneseiento «Ta «pie lo estauan esperando. Y entro en el ba-
aquel cauallero para aquel rey no, o «pie si no tel; fue para la galea e fueronse para el cas-
tiziesse, que ternaria amor con la hada, de tal tillo «le Cabeeadoyre, magüer «pie los mari-
guisa que nunca mas lo vb'ssen. Y <>1 respon- neros no veyan a el ni el a ellos. E llego al
dió que buena seria assi. E qu«- b- plazia de castillo. E dexo el cauallo arrendado, y en-
muy buen grado, e que plazia mucho al tróse por el alcaear adelanto hasta la sala,
Papa. E la donzella fue muy contenta del, e como lo auia acostunbrado. E desque entro
luego escriuieron sus cartas y «'miñáronlas al en la sala, vido la mesa puesta y el estrado
Padre Santo. Y el Papa, desque lo supo, pin- donde se solia assentar. E luego se fue a
góle mucho dello, e luego el señor Padre posar en la silla, que estaua a par de la mesa.
Santo esoritiio sus cartas y embiolas al rey, E luego lo truxeron aguamanos, e fue tan-
<• luego mando llamar vn cardenal, e desque bien sentido de muchas viandas e manjares
fue venido, mandóle «pie se aderecasse muy e frutas de muchas maneras; e desque ouo
bien, ¡jorque le auia de embiar con su sobrina comido, tomo aguamanos, e los manteles
para que la lcuasso de rienda, y el Papa le fueron luego aleados, o leuantose de la mesa
mando quatro castillos e diez cuentos en ca- e fuesso para la cámara donde solia dormir,
samiento. Esto daua el por las buenas nueuas e desnudóse sus ropas y hechose en la cama
«pie siempre oya dezir del conde, e cuydaua con muy gran plazer, y estando assi hecha-
que le plazia dello al conde: e quando la do, oyó por los palacios los passos de la em-
donzella y el cardenal llegaron cerca de la peratriz, desque
e la sintió bochada, comen-
ciudad de Paris, embiaron vn cauallero al cola de tomar entre sus bravos con grande
rey «pío le dixesse como venia; e luego el rey alegría y desseo que della auia, besándola e
c sus caualleros salieron a recebirle muv hon- abra«,-andola, e contole todo su negocio en la
rradament»? con muchos juglares do diuer- manera que hauia passado en la batalla; e la
sas maneras. E leñáronla al alca«.-ar o esto- emperatriz dio muchas gracias a Dios ¡>orque
uieron ocho días con el conde, diziendole del le auia dado vitoria. E después que le ou<>
casamiento con la sobrina del Santo Padre, «contado toda la manera, el conde tomo las
e todavía el conde desmandólo, «pie nunca manos a su señora e besogelas, pidiéndole
Dios quísiesse <¡ue el hiziesse tal cosa, que el por merced que su seüoria jo quisiesse per-
[en] ninguna manera dexaria a Melior por donar. E dixo la emperatriz: «¿Como assi?>
quantos tesoros ouiesse en el mundo, o des- «Sabed, dixo el, quo vos he errado, mas no
que esto vido la señora madre suya, que su por mi grado, «pie en la corto del rey «le
hijo era perdido, que la hada lo tonia encan- Francia mi tio me desposaron cou vna don-
tado, e para esto ordenaron «le le dar veleño zella, sobrina del Santo Padre; y esto fue
en el vino. Una noche, estando cenando, assi hecho de tal guisa quo no supe donde estaua,
lo hizieron como lo pensaron. E después que ni donde no». E la omperatriz lo dixo: «Yo
fue enuelcftado, truxeron a la donzella de- vos perdono, assi Dios me salve; pero creed
lante del muy puesta. Y el hizo quanto ellos que si fuera lo que hasta aqui vos he defen-
mandaron, no digo (ion ella que era muger dido e vos defiendo, que no sea descubierto
de alto linaje, masque fuera otra «pialquiera. por v.ts ni por otra persona mi cuerpo, que
E dexaronlos aquella noche en vno. Y ella to«lo esso es a mi naila guardando lo que voa
no hazia al conde sino abracar e besar. Y el
he pedido»; y desta guisa estimo la empera-
conde no hazia sino dormir. E quando fue la triz con el « onde bien dos meses holgando, e
mañana que se le quito el velefío, e «lomando hauíendo singulares plazeres en este tienpo.
a grandes bozes que le diessen su cauallo,
que se «pieria yr a Melior. E la donzella he- XXIV. — Contó el conde pidió licencia a la
cho mano del, diziendo «pie no le dexaria,
«pie su marido era, que no de la hada. E emperatriz para tornar a Franrio, jx»r
ra usa dr los españoles, que se auia ol nidada
teníalo tan re/.io «pie no lo quería dexar. E de despedirse dellos.
desquo el conde « sto vido, rodeóla mano de-
reí.: ha e diole vna bofetada que la Iwa le A cabo destos dos meses, aeonlose de los
bailo en sangre. españoles que en Francia auia doxado, e

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COUDÉ PA tínuples m

pidió por merced jl la señora emperatriz que señor Sancto Padre, que supiesse su sancti*
le diesse licencia, quo su voluntad era de yr dad de como era venido el conde su esposo
a Fraucia a ver su tio el rey de Francia e su de las tierras de la hada. E desque fueron
madre, que con la priessa del desposorio no escripias sus cartas, embiolas con dos men-
go lo hauia acordado de despedirse de los es- sajeros sus vassallos de la señora Elenisa, que
panoles, e que agora quería yr a saber dellos. fuessen con la respuesta lo mas ayna que ser
Y ella le dixo que, como el quísiesse, que
asi fuesse, e que ella era contenta de todo, e pudiesse.
Tornemos al rey de Francia e al conde su
que auia grande plazer en ello; e luego le sobrino, de como demandaua cuenta el conde
hizo aderezar vna galea e vestido de muy al rey si hauia contentado a los españoles; y
ricos paños y embiolo en paz, todavía pidién- el rey le dixo quel algo que alli auia traydo
dole por merced que guardasse aquello que que por todo lo auia repartido, e que ouieron
le auia encomendado. Y el prometiogelo assi. gran pesar porque no se auian despedido del.
E quando fueron los maytines, dixo la empe-
ratriz al conde: «Quedad en paz, que vo a XXVI. — Como el Santo Padre embio a vn
poner recaudo ^e aquello que hauedes de obispo para que le hixiesse aborrescer a la
lleuar» ; y encomendáronse a Dios. E desque emperatriz y se quedarse con su esposa su
amanescio, leuantose el conde e hallo sus sobrina.
panos ricos de oro e de seda, e vestiose muy
bien y fuesse para el puerto, e hallo la ñaue Tornemos al Sancto Padre; desque supo
muy hermosa, e presto ontro en ella e fuesse que a París era venido el conde Partinuples,
su viaje hasta el castillo do Bles. Estando esposo de su sobrina, no sabia en el mundo
bu madre a la varanda, vido venir la ñaue que se hazer. Y estando assi pensoso vn dia,
e conoscio que alli venia su hijo, e quando llego ante el vn obispo e dixole: «Señor,
ella lo vido, ouo muy gran plazer; y el conde ¿que auedes o por que estays assi? Pido por
estouo assi holgando con su madre tres dias, merced a vuestra sanctidad que me contedes
o preguntauale ella ¿quo hazia con aquella este negocio, que podra ser por la gracia do
hada? Y el conde le pidió por merced a su Dios que porne en ello cobro». Y el Papa ge
señora madre que no le dixesso hada, que lo contó todo como auia acontescido. Y el
ella no lo era, mas que era de las mas nobles obispo dixoassi: «Señor, si vuostra sanctidad
dueñas del mundo, o que si Dios le dexasse me haze merced de vn aryobispado, yo haré
conplir los dos años, que ella vería si era
ver la hada al conde, que la aborresca». Y" el
hada o otra cosa. La madre dixo: «Mi pensar Papa ge lo prometió, e avn mas si le deman-
es e lo creo, pues vos no la ]K>deys ver ni dara. Luego el obispo se partió para la ciudad
gente ninguna. Sabed, hijo mió, que es hada de París, e llego al rey e fue bien recebido
o pecado». Alli dixo el conde: «Cierto, seño- del rey e aposentado bien a su voluntad. Y
ra, si todavía me dezis mal de cosa que amo estando ay algunos dias holgando, ouo de
mas que a mi, nunca mas me veredes en los partir el rey e su hermana a otras tierras, e
dias que yo fuere vino»; e la madre le dixo veyendo esto el obispo que se quería partir
que la perdonasse si le auia hecho enojo el rey, aparto el obispo al rey e a su herma-
alguno, que nunca mas ge lo diría. E tomo na e dixo: «Señores, este jouen anda perdi-
licencia de su madre el conde e fue a su tio do. Hazeldo confesar comigo por saber toda
el rey de Francia. su intención. E yo trabajare por tornarlo al
reyno de Francia» . E plugo mucho a ellos lo
XXV. — Contó el conde fue ¡tara París a ver que dezia, e fueronse para el conde e dixe-
ronle esta razón: «Que pues christiano era,
su tío, edcla cuenta que ic dio de los espa-
ñoles. que se confessasse o coinulgasse, quo haría
gran seruicio a Dios e que le ayudaría en
E luego otro dia se partieron para el rey todos sus menesteres. El conde les respondió
de Francia, e desque supo que venia su her- que le plazia. Después que todo esto ouo
mana yel conde Partí nuples, saliólos a rece- passado, dixo la madre: «Con esto obispo vos
bir con mucha alegría, e fue a besar el conde eonfessad, que es hombre de buena vida, e
trae las vezes del Sancto Padre» . El conde
la mano al rey y el rey a el en la boca, di-
zieudole: «;Dios to guarde de mal y de tray- dixo quo mucho en hora buena; e luego el
cion!» Y assi se fueron para la ciudad, y conde so fue a confessar con el bueno del
estuuieron alli algunos dias holgando e to- obispo; o tanto hizo el obispo en la confes-
mando mucho plazer, e súpolo Elenisa su sion, hasta que ouo de saber su secreto del
esposa del conde, como estaña alli su esposo conde, y el obispo le dixo assi: «Hijo, maguer
el conde Partinuples, y embiolo a dezir al que haze muestra do muger, e no es sino
LIBROS DK CABALLKRÍA8.— II. — 38

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LIBROS DE CABALLERÍAS

pecado, que los pecados andan ontre los en la dicha lanterna, e descubríale los pechos
hombres e no los veen» . E con estas palabras
muy quedo, de tal guisa que ella no U» sintiu.
conuertio el obispo el conde de tal manera,
hasta que ouo do hazer qnanto lo mando; e
XXVII. — Como rayo vna gota de la randrin
dixo el obispo al conde: «Yo vos daré vna
lanterna que es encantada, «¿no nunca se en lo* pechos de la emperatriz e la d^p*T-
puede apagar hasta que la quiebren, e lenal- tOj y tomo quería haxer matar al voitde.
da con vos guando entraredes por el palacio, Atanto míraua su hermosura, que no k
o en la sala donde comierdes. E ponolda entro hartaua de la ver, y cstandola mirando, ca-
las piernas quo no vos la vea nadie. E (pian- yólo vna gota de la cera en los pochos ar-
do vos hechardes en la cama o las hachas
diendo, de tal manera que la despertó; e des-
fueren ydas, ponelda secretamente a la cabe- que la emperatriz se vido descubierta, dio
cera de la cama. E quando viniere la empe- vn grito muy grande, diziondo: «¡Valasiuc
ratriz, jugad e burlad con ella hasta quo
Dios e Santa* María, como soy muerta!» de
canse. E después que entadades (') que esta guisa que so ouo de amortecer; e des-pie el
adormida, sacad la lanterna muy quedo e conde vido quo ella lo hauia visto, dioom !-i
quitad la ropa encima de los pechos, e verla lanterna en el suelo de tal forma que la que-
hedes, o si fuere peccado no la podrades ver,
bró, e comenco de llorar el conde l'artíuuple-
e quita redes dubda de vuestro coraron» . Y y maldezirse asi mismo, e a su madre, y al
el conde le dixo que le plazia de muy buena rey de Francia su tio, e al obispo, e a (plan-
voluntad. E otro dia de mañana caualgo en tos hauian seydo en el consejo. A jmjco de
su cauallo e fuesse su camino con eora«;ou rato recordó la señora emperatriz, e comen-
turluido, o fuesse para el puerto donde esta- ce de llorar e dezir assi: «¡Don traydor! En
ua la ñauo quo lo hauia traydo. y entro den- mal punto hezistes lo que haueys hecho, que
tro o fuese su viage hasta el castillo do era vos haré matar e hazer piceas en quanto <■]
la emperatriz. Y el conde llegando al puorto, dia sea; que vos hauedes muerto a mi, des-
su coracon todo arrebatado tensando que la honrado, que no era esto lo que v<*% ama ro-
señora ge lo hauia barruntado, quo muy sabia gado que por este recelo vos no curasedes <le
era en todas las cosas, e luego so fue derecho deseobrir a mi. Agora veredes vos a mi, e ;i
para ol alcaear donde solia comer, e assentose
quantos ay en mi y mj torio sabrán de mi des-
a la mesa según quo de antes aueys oydo. e honra». Esalto la emperatriz do la cama y
luego tomo aguamanos, e fueron traydas cmjieeo de se vistir, o mientra ella se vistu.
muchas viandas de diuersas manaras, e do el condo no hazia sino llorar, pidiéndole por
tal guisa fue semillo, que vn emjierador se m creed que le perdonase, que nunca otrav» *
deuiera contentar; e con todo esto las carnes lo tal baria, e que el so sentía jK>r trayd«r
lo tenblauan, porque hauia de hazer tan gran por aquella trayeion que hauia cometido. AUi
trayeion; o después que fue la tarde e la no- hablo la emperatriz: «l'or cierto, bien [_*••]
che fue llegada, vido ante si dos hachas según traydor, que como passastes lo mas passa re-
(pie lo hauia acostunbrado, e fuesse para el des lo monos, (pie noauiadesde esperar si
palacio donde era la cama de la emperatriz, e cinco meses e fuerades señor de mi y de t^J.-
assentosse en el estrado que era en par do la nii imperio; e agora hauedes |>erdido a mi y
cama, e no se quiso desnudar por la lanterna, a todo lo mió. Agora vos haré matar en quan-
que no sabia donde la poner; e miro adonde to venga el dia. (pío todo lo otro vos j*onI<H-
estaría bien, c púsola a la cabecera de la naua, saluo esto que vos hauedes hedió». K
cama; e después oyó los pasaos de la empe- dexolo assi e fuesse para el palacio de su
ratriz, edesque fue llegada a la cama, des- hermana Vi rada, e comento de llorar e de
nudóse los paños e lan<;ose en la cama, que messarse de tal son, que la hermana y due-
el ya estaua hechado. E allegóse al conde, y ñas e don/.dlas hauian gran temor |x>r la ver
el conde la tomo en sus brazos e eomcncola
assi, (pie no sabian en el mundo quo se ha-
do besar e do hauer plazer con ella, en tal zer ni con (pie la conortar. E la cm)jcratru
manera que la canso; e después que la vido tomo la hermana [>or la mano e apartóla en
bien cansada, durmióse la emperatriz, de tal secreto, o contóle todo como le hauia aeontes-
guisa que avnquo la trauarau de la oreja no cido en la assi deseobrir el conde y deshon-
recordara. E desque vido que estaua bien rar. Y que su encantamiento ya no era nin-
adormida, saco la lanterna que tenia a la guna cosa, que todas las gentes la \«odian ya
cabecera ríe la eama muy sotilmente que no ver a ella e a el. Dixo la hermana: *Yo rao
era osado dezir, o saco la candela que estaua iré para d palacio, porque no se vaya, e lla-
mare hombres para quo vongan armadía,
(') S¡c Quiiá cooUredea», para que lo hagan podaeos». E la señora em-

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CONDE PARTINÜPLÉS 505

pcratriz mando llamar sesenta hombres to- miro al conde, como era de tan buen cuerpo
dos armados, y que vitúessen a la sala que e atan hermoso. E la señora Vrracla comen-
estaua en frente del palacio, e que espera- yo a dezir al condo assi: «Ermano señor,
sen alli vn cauallero malo que hauia hallado ¿por que heziste tamaño pesar a mi señora
en su palacio, y ella fuesse a posar en vnos hermana la emperatriz? que como hauiades
coxines al quicial dol palacio aguardallo. Y el passado lo mas, passurades lo menos, e go-
conde no hazia sino miralla. Quanto mas la zarades vos e mi hermana e yo, e fuerades
miraua, mas hermosa le pareseia, e con el emperador». E desque el conde supo que
lloro que hauia tenido estaua que le pares- aquella era su hermana, tomóle las manos o
eia el grano do la granada colorada, e avn bcsogelas, diziendo: «Señora hermana, sabed
mas que la rosa, maguer que no estaua eon- que fuy engañado por raí madre e por mi tío
puesta, que mas linda pareseia que otra que el rey de Francia, e por vn traydor obispo» .
estouiesso conpuesta. El conde estaua en la E desque esto oyó Vrracla, fuesse para Me-
cama assentado e desnudo, que no tenia ropa lior su hermana, e omenyole a besar los pies
ninguna que so viatiesso, que assi quería la e las manos, pidiéndole por merced que lo
señora emperatriz que muriesse desnudo, quisiesse perdonar, pues que no auia sido el
porque fuesse mas deshonrado. Y estando yorro por el. Rospoudio estonces la empera-
;issi, Vrracla, su hermana de la emperatriz, triz que no lo haría en ninguna manera, e
estaua adornando sus paños que se vistiesse fue con esto al conde Vrracla. Todavía el
porquo parocies8e bien, que muy grande do- bueno del conde rogándolo que trabajasso lo
Kseo tenia de ver al conde su cuñado, mas mas que pudiesse en ello, e luego boluio
no en aquella manera que estaña esperando Vrracla a la señora su hermana Melior, o
la muerte. E quando fue el dia claro, Vrracla tornóle a besar las manos, rogándole e pi-
se fue para el palacio donde estaua la empe- diéndole por merced que ouiesse piedad del,
ratriz, evido al conde que estaua en la cama que no muriesse assi, pues que no fuo en el.
assentado pidiendo por merced a la empera- Todavía dixo la emperatriz que auia de mo-
triz que lo perdonasse. E la emperatriz no le rir. E torno Vrracla a la cama a dezir al con-
respondía cosa ninguna, que bien pareseia de que todavía no (pieria, en manera quo no
en su cauallo (') de la señora (pie no era su hazia otra cosa Vrracla sino yr a la cama del
voluntad; esto era hazia el alna. E dende conde e boluer a la emperatriz; en fin dixo
a poco de rato oyó el conde por la s< la los a la señora emperatriz, que pues lo auia
honbres armados. Entonces ouo el conde traydo de su tierra, que le mandasse dar su
gran temor de ser muerto. Y estando assi, cauallo o que no lo matasse; esclavase (•) toda-
entro Vrracla por la puerta del palacio. Y el vía ella, diziendo que no. «Pues sed segura
conde, desque la vido, miróla muy bien, la que sus parientes vos lo demandaran, e todo
qual era muy hermosa, el su rostro amoroso lo otro que aueys passado con el; e sabed, se-
e gracioso, e la su cabeza hera pequeña, y ñora hermana, quel marido que ouieredes
los sus cabellos rubios, que parecían de oro vos lo dará en cañería». E mientra esto le
tino, los sus ojos oriento» e pintados (*), o las decía, estaua heohada a sus pies, besando-
cejas prietas, o la frente blanca, su gargan- gelos e rogando todavía por el buen condo,
ta luenga, y el rostro aguileno, y la nariz de tal guisa que nunca la pudo sacar de no.
afilada, la boca pequeña, los hoyos colorados, Aquí dixo doña Vrracla: «Señora, pues ha-
e los dientes de su boca blancos como la nie- zedme vna merced, que no lo hagades assi
ue y menudos, c las sus espaldas largas, los matar desnudo, que yo traeré los paños quo
pechos altos, sus tetas pequeñas, los sus bra- el aquí traxo, y el sabueso y la bozina y su
cos de buen talle. Las sus manos pequeñas cuchillo» ; e la emperatriz le dixo que le pla-
c blancas, los dedos largos o delgados, e muy zia, e que en esso no tardasse. E Vrracla
delgada en la cintura; las sus caderas anchas fuesse en buena hora para el puerto de la
y el su pie pequeño e socauado. Este es su mar, e hizo adereyar dos ñaues que estañan
tillo do Vrracla, hermana de la emperatriz; cerca de la ciudad a do ellos estauan. E des-
e quando ella entro en el palacio, las dueñas pués fue a su palacio de laemporatríz e leuo
e las donzellas quedaron fuera, con gran te- los paños del donzel e comeneosse a vestir. E
mor que auian de su señora la emperatriz, fue e aderezo los paños de lino e sus ropas
porque vej'an que estaua muy ayrada, que que alli auia traydo, e su cauallo morillo e
no osauan pararse delante, atan grande era su espada, e fuesse para el palacio de la em-
su sana. E Vrracla fue derecha a la cama, e peratriz. comenyo
E a vestir al donzel. E am-
bos a dos a llorar. E desque ouo vestido al
0) Sic.
(') <t Lm ulls grana v negrea», dice la Teraiún cata-
lana (Figaera», lHU.'pág. 101). (') Sic, por:

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69é LIBROS DÉ <

conde, tomólo Vrracla por la mano e friéron- habledes, ni me nbracedes, por qtianto mé
se para la emporatriz; o hinco los ynoyos hezistes traydor, y el rey de Francia mi tío.
ante ella rogando a la emperatriz: «Señora, y el traydor del obispo, que si yo supiesso
¡perdonad a ton hermoso donzel!» E la em- adonde estaña, yo le mandaría poner vn ba-
peratriz diziondo «assi: «Por cierto, morirá cinete ardiendo en la cabeca». E la madre,
el traydor». Respondió Vrracla: «Yo quiero desque lo ovo, empecose rascar e de llorar
y r con el o lo mataran, [o] yo lo enterrare e muy rezio, diziendo que no auia culpa: y el
hazerle he mucha honrra como a mi cuñado». conde le dixo que se fuesse en hora buena, e
que no le mirasso ni hablasse, que todos le
auian seydo traydores. E fuesse allí el conde
XX VIII. — Como Vrracla excapo al conde de a meter en vna casa de vn sotil labrador. E
la muerte, e le ctnbio en vna nao a su cas-
tillo de Bles. después que esteno dentro, cerro las puertas
e comenco de llorar, haziendo muy gran llan-
E ella tomólo por la mano, e leñólo por la to. E desque esto ovo la madre e ias amargu-
sala con la manga del pellote encima de su ras que hazia, queríase tornar loca, y el con-
cabeca del conde. E quando los honbres de de la denostraua de tal guisa, que quantos la
armas lo vieron salir, pusieron mano a las ovan cuydanan que era tornada loca, y es-
espadas, o dellos a las porras, e dellos a las teno allí hasta tres dias, que no comia ni be-
visannas, para lo matar e despedazar, e Vrra- uia, sino dando bozos.
cla les dixo: «Estad quedos, señores, que no
es este el cauallero que ini señora hermana
XXX. — Como el rey Sornagucr enbio su hijo
manda matar, mas es vn escudero que embia al conde Parlinuplcs.
sobro mar; e quando saliere el otro mataldo,
quel otro es seflor, esto es vassallo* . E frié- Tornemos al rey Sornaguer, que desque
ronse para el puerto Vrracla y el conde, e di- supo que el conde era en Francia, este rey
xole Vrracla: «Tomad vuestro cauallo el que tenia vn hijo al qual llamauan Aufete, y el
aqui truxistes». E metiólo en la nao y enco- rey Sornaguer le dixo: «Hijo, ydvos a Fran-
mendólo almaestre de la nao que lo lleuasse cia, alli hallaredes vn cauallero que es so-
hasta Bles saluo y seguro. E dixo al maestro brino del rey do Francia o ha por nonbre el
de la nao: «Avnqne vos llame la emperatriz conde Partinuplos; seruildo e curad de apren-
no voluades a su llamado, si no yo vos man- der sus costunbres». E Aufete, desque lo ovo,
dare cortar la cabera». Y ellos so fueron pingóle de muy buen grado, por quanto ovo
assi. E Vrracla se metió en otra nao por dezir que era buen cauallero, o luego en esse
miedo de la emperatriz, porque no la 11a- punto partió del reyno del rey su padre. E
masse, e fuesse a la tierra que le hania fuesse para Francia; luego pregunto por el
dexado su padre, y fue tan enamorada del conde, o los franceses le dixeron que estaña
conde, que si no friera su cunado, consigo en el castillo de Bles, e que alli lo hallaría,
lo leuara, que atan bien le parescio en to- o friego se partió para alia e llego a la puer-
das las cosas que qualquier gentil hombro ta do era el conde, e llamo e pregunto quien
podia tener. era, e dixo como era Aufete, hijo del rey
Sornaguer, que lo embiaua su padre a estar
con el. El conde le dixo que mucho en hora
XXIX. — Como el conde llego a Bles c no que-
ría ser rcscelndo, llamándose a s*i mismo buena, si el quisiese hazer su mandado; y el
traydor. le dixo que si haría en quanto la fuerca lo
aleancasse; e luego el conde abrió La injerta
Tornemos al cuytado del conde, que lo y entro dentro, e abracólo e besólo, e dixolo
puso el maestro do la nao a la puerta de la assi: Que so podia llamar hijo del mejor ca-
villa de Bles; o desque llego allí era de no- uallero del mundo e del mas verdadero, quo
che, yel velador conosciolo e vale a besar la si assi no fuesse, que otramente no entraría
mano, y el conde le dixo que se fuesse, que en su conpnñia. Aufete le dixo: «¿Como assi?»
era traydor; o arrimóse el conde a la cerca e «Porque mi señora madre y el rey mi tio hi-
comencé de llorar tan fuertemente, que por zieron quo fuesse traydor, en el reyno no en-
marauilla era. Y desque esto ovo el velador, trare mas hasta que vea lo que deseo; assi,
fue llamar a su madre del conde que lo vi- hermano, hazed lo que yo vos mandare, si
niese a ver. que estaña muy triste, e la ma- vos quereys liauer mi conpañia e yo la
dre, quando lo snpo, fue destocada. Assi vuestra: hazed me amassar pan de ceuada,
como lo vido, fuelo abracar, y el conde pú- y traed aqui vn jarro de agua»: y el hizolo
solo la mano en los jhícIios e diole vn tan assi como ge lo mando el conde. E desto jo-
grande ompuxon, diziendole assi: «No me rnia el cada dia del mundo, e avn aquesto

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CONDE PART1NÜPLES 597

no comiera sino por la hanbro que lo aque- no osaua yr alia, por miedo que la faria ma-
xaua. Y en esta mezquina vida estouo ocho tar. Porque muchas vezes hauia embiado por
meses; e desque el rey de Francia, su tio, ella, por saber del conde si era muerto o si
supo como se auia tornado loco su sobrino era viuo. E Vrracla le embiaua a dezir que
el conde o deshonrraua a su madre, por esto era tornado loco. E por esso no osaua yr a la
no quería el rey de Francia yr a verlo, por- enporatriz. Y quando la emperatriz le em-
que se tenia por culpado; e desque se eora- biaua vna carta a vn lugar, luego Vrracla
plieron los cinco meses en que se cumplían fuya a otro, porque no le embiasse otra carta;
los dos años en que hauia de ser empera- e assi anduuo fuyda de lugar en lugar. En
dor, desque lo supo el conde que eunplie- esto la emperatriz se veya en gran cuy ta
ron las do? años, hazia muy grande lloro que no era do pensar, que no sabia con quien
e grandes cuytas, quo por marauilla era. tomar consejo, o tanto tomaua tlel enojo, que
que no siento honbre en el mundo que lo cay a amortecida en tierra, o no sabia ningu-
oyesse que no le quebrasso el eoraoon se- no por que lo hazia; e passados los tres me-
gún sus amarguras, porque el tiempo so ses vinieron los dos reyes sus tutores: «¿Tie-
hauia conplido. Y todos quantos lo oyan ne vuestra señoría recaudo?» O si no, que
pensauan que era loco, por aquellas cosas ellos ge lo darían. Ella, desquo vio que no
que dezia. podia auer recaudo do su señor el conde, que
ella mucho araaua, dixo a los dos reyes quo
hiziessen como ellos por bien tuuiesson; e
XXXI. — Como los reyes e los caualleros del
imperio juntos se fueron a la emperatrix los reyes le dixeron que mientra que llega-
para que se casasse, e romo se ordenaron uan Cortes que ella se bnscasse. E que ellos
Cortes. le ayudarían a buscar. Y ella dixo que le
plazie de muy buena voluntad. E hizo luego
Tornemos a Melior, que estaua en su cas- oscreuir cartas a su hermana, pidiéndole por
tillo. Ecomo mando hazer cortes o ayuntá- merced que lo supiesse del conde su señor.
ronse todos siete reyes, e condes, e duques. Y llegaron los mensajeros a donde estaua
E desque fueron todos llegados a do la señora Vrracla. \r ella lo embio esta respuesta: Que
estaua, dixoles assi la señora emperatriz: quando lo rogaua por el, no quiso recebir su
Que supiessen como le hauian dado plazo de ruego. Y que su voluntad era de lo mandar
dos años, o que eran ya passados, y que en matar, e agora se veya en cuyta que lo man-
este tienpo que auia do tomar marido. E di- daua buscar, que supiesse cierto que era
xoles que no lo tenia recaudado. Entonces tornado loco. Y que ella auia de ayunar aquel
dixeron los reyes que mandaua su señora que pecado. Mas hasta que viesso al conde en el
lüziessen en ello. Entonces dixo la empera- castillo suyo, quo nunca alia yria. E desque
triz que lo que ellos por bien touiessen que la emperatriz oyó aquello, ouo muy grau
esso hiziessen: y ellos respondieron que bus- pesar; empero embiole a dezir que loco o
carian el mejor hombre que pudiesse ser que cuerdo o como estouiosse, que ge lo truxesse,
fuesse pertenesciente para su merced que que ella lo perdonaría, y que ereya que en
fuesse emperador. Y en esto acordó la señora perdonándole que luego sanaría. Vrracla ouo
que les pidia por merced que efrpcrassen vn en este gran plazer, (pío por marauilla era.
poco. Y ellos estando assi, entro vn mensa- En esto y en ayuntamientos de Cortes se
jero por el palacio donde estaua la onperatriz passaron los dos años e mas, el tiempo que
e los caualleros. E hinco las rodillas. Y beso le hauian dado de plazo. E Vrracla lo embio
vna carta que traya e pasóla encima de su luego a dozir a la emperatriz del buen conde
cabera. Y diola a la señora. E luego la empe- Partinuplcs.
ratriz la leyó y entendió lo que orí ella dezia.
E desque la ouo leydo, pidió por merced a XXXII. — Lomo el conde, estando en gran
los señores que le diessen dos o tres meses
penitencia e no pudiendo morir, acordó de
de plazo «para «)ue embie por este camillero se yr a la floresta para acabar alli su triste
vida.
que aqui me embian a de/ir que es pertenes-
ciente para mi. Y porque es do luenga tierra,
eu estos tres meses enbiare por el». Y los Boluamos al conde, que estaua en su peni-
royes ge lo otorgaron. E luego fueron derra- tencia eauia assi estado ocho meses que no
madas sus cortes; e todo esto assi hecho, coinia sino pan do ceuada y beuia agua, o
embio laemperatriz por su hermana Vrracla, desque vido que no podia morir e quo la
embiandole a pedir por merced (pie llegase hambre lo aquexaua, e no ge lo consintió la
hasta donde ella estaua, por quanto ella carne, pensó en su coracon, o dixo a su cria-
quería tomar consejo con ella; e la hermana do Aufete que haria locura de estar tanto

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598 LIBROS DE CABALLERÍAS

tienpo en aquella pena, quo podría ser que


quería venir a la merced de la señora em-
bu enamorada fuesse casada, que por ol no se
peratriz su hermana, por quanto las Cor-
daría ninguna cosa, e que su voluntad era tes estauan ayuntadas con los siete reyes, e
de salir de alli e yr a otra tierra. Y esto hazía
todos los del imperio estauan en gran qflc<-
el por morir. E su criado, desque esto oyó, tion diziendo que quien hauia de ser empe-
ouo gran plazer. E dixo: tSeñor, yo vos lo rador. Ela emperatriz embíaua todavía p<r
ruego e vos leuare a otra tierra, e eomeredes
Yrracla, la qual no quería venir a su llama-
e beueredes, e tirarvos hedes este cauello e
do, porquo quería tomar consejo con ella, en
tornarvoe edes gordo y hermoso»; e después tal manera quo no sabia que se hazer la em-
que se tornaría para París e que tomaría pla- peratriz. En esto acordó Yrracla que mando
zer con loa del reyno. Y para esto quo toma- aderecar vna nao muy hermosa. Y entro en
ría vn palafrén en que fuesse, por qnanto ella e dio de fuyr por la mar.
estaua flaco. Aufete le dixo que tomaría otro Boluamos a los dos reyes del imperio, que
cauallo para en quo fueKse Y el conde dixo
dezian que fuesse vno que ellos tenían qu<i
que le plazia de muy buen grado. E assi pertenecia ser emperador. E los otros reyes
ordenaron su partida, que al primero sueño o camilleros dezian que fuesse otro, ca elh.w
so partiessen, en guisa que no los couoseíesse sabían que era muy perteneciente para ser
ninguna persona, por quanto el conde no emperador, e con esto estañan mal informa-
estaua para parescer ante las gentes, e assi dos. En esto dix«Ton los reyes sus tutores de
fueron su camino, pasando Aufete muchas la señora: «E nosotros somos tenedores del
penas con el conde, canalgandolo en el caua- imperio. E nosotros queremos a vos quitar
llo e descaualgandolo, e si por Aufete no desta qüestion que por nosotros no ayades
fuera, que le leuaua las manos en las espal- guerra. Para esto queremos que sean escrip-
das, otramente no se podía tener en el caua- ias cartas por todo el mundo, que vengan
llo, tan flaco yua. E assi anduuieron toda quantos buenos camilleros ouiere al imperio,
aquella noche, hasta que llegaron a vn lugar que qualquicr cauallero que sea mejor en el
quo era cerca do las sierras de Ardefla. Y torneo, esse aura el imperio». E luego dixe-
quando alli llegaron, Aufete desea ualgo al ron todos que era bueno assi, e lueg" fueron
conde e preguntóle que quería comer; y el escriptas muchas cartas en esta manen:
conde le dixo que truyesse para el e que no Que si fuesse ehristiano el que venciesse el
eurasse de mas, «ea mejor talante tengo do torneo, que le diessen el imperio: o si fuesse
morir quo no do viuir». A esto dixo Aufete: moro el que venciesse, que se tornasse ehris-
«¿Como, señor, a esto me truxistes?». E dixo tiano cle diessen el imperio assi como dicho
el conde: «Por cierto, no vos he hecho mal era. Y desta guisa fueron eseriptas las car-
ninguno» . Respondió Aufete: «Asa/, mo auo- tas: e luego los mensajeros partieron con
des hecho de falsía en sacarme saino e segu- ellas e hízieron pleyto e omenaje do no yr
ro, que si vos, señor, vos matasedes o vos ni venir contra ello por ninguna cosa del
dexasedes matar, dirían quo yo vos saque a mundo, e assi derramaron sus cartas. Rol lia-
matar por vengar la desonrra de mi padre o mos aMelior, la emperatriz, que no sabia en
de Elenisa vuestra esposa». Y el conde le el mundo que hazer, ni con quien tomar
dixo: «Tornadnos ehristiano, e yo seré vues- consejo, que por muchas vezes hauia embiado
tro padrino, e liare quaoto vos mandaredes». por su hermana e no quería venir a su lla-
Esto hazia el conde pensando que no lo haría, mado. Esto hazia la emperatriz (pie quori;»
por tener alguna color por no hazer lo que
hauer consejo con su hermana Vrracla, \**>r
le rogase; e Aufete, con el gran amor que (planto hauia gran recelo que la no auian do
tenia de lo ver sano, dixo que le plazia do hablar qual dettian.
muy buen grado; y al otro día llenólo a la
yglesia e tomólo ehristiano. e púsole nombre
XXXÍV. — Como andamio Virarla huyei-da
Guillermo, que es nonbro do franceses, e
desque ehristiano so vido, ouo muy gran por la mar aporU) a las sierras de Ardí- ¡vi,
y como alli hallo al conde en forma <k
plazer. alinmiui, haxiendo penitencia.

Andando Vrracla assi fñyda por la mar


XXXm. — Como la emperatriz emln'o a lla-
mar a Vrracla m hermana por turnar con- porque la emperatriz no supiesse donde »•?-
sejo; yella dio a Uuyr ¡>or la mar c no tana, y tanto andnuo fuyda. que ouo do
amanescer vn día em par de las sierras do
quiso venir.
Ardeña. E andando assi, oyó relinchar vn
Bol uanios a las dos hermanas, que estañan cauallo, e Vrracla pregunto al maestre de la
en muy grando qüestion. Como Vrracla no nao en que tie.ra estaua, porque oyó relin-

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CONDE PARTI NU PEES
509
ohar aquel cauallo. Respondió el maestre: que era vn traydor. Y ella le pregunto que
«Sefiora, dosto me hago yo marauillado, que como hauia el nombre. Y el respondió que se
estamos en las sierras de Ardeña, que son llamaua traydor. Entonces Vrracla enmudes-
las mas desiertas del mundo, que se llaman eio, que no pudo mas hablar, y esteno queda
muy ásperas». E dixo Yrraela: «Hechemos vn poco, e comencé a pensar en aquello que
el ancora hasta el dia, e veremos que cosa hauia passado en el castillo de Cabecadoyre,
es» . Entonces dixo el maestre: «Merced ha- en el palacio de Melior la emperatriz Que
redes, que podría ser algún camillero que quando saco a sn cuñado del palacio, que allí
esto perdido, e meterlo hemos en la nao». E hauian passado aquellas palabras quo aquella
dixo Vrracla: «llagase asi, si es tierra quo alimaña allí dezia, e Yrraela hauia embiado
podamos andar a pie» Y el maestre de la a saber del conde, e ledezian que era torna-
nao le resj>ondio que era tierra de muchas do loco e que se hauia ydo a perder; e pensó
sierras, «en las quales hay muchas e muy en su coraeon que podia ser aquello, y comen-
grandes sierpes, e otras muchas al i mafias, cole de dezir: «Amigo, no te me niegues que
assi leones como ossos. Empero, señora, yo cosa eres, e dime agora quien eres, que si tu
saldré primero e las encantare, de guisa quo
entromos seguros». E después salieron en supiesses
nonbre, quequien
yo yo
no "soy, no me denegarías
soy villano porque tu tu
te
tierra, e Yrraela dixo al maestre do la nao: me deues eseusar, que yo soy hija de vn
«Kntrad vos primero». E assi lo hizo el, y emperador y tengo vna hermana emperatriz.
encanto todas las animalias, de guisa que los A mi llaman Yrraela» . Esto hizo ella por ver
leones se subían a las sierras, e las sierpes a si era el conde E dixolo Vrracla que andana
las cueuas, e las oncas a las peñas, y los ossos en busca de vn noble condo, al qual llama-
a las sierras E desque esto vido Yrraela, uan Partinuples, al (pial la emperatriz mi
descendió de la nao e caualgo en vna aeanea hermana quiere perdonar. Y el conde, des-
que leuaua en la nao, muy hermosa, e entra- que esto oyó. que aquella era Vrracla e quo
ron en las sierras e hallaron rastro de caua- assi le perdonaua la emperatriz su señora,
llo. E dixo el maestre: «Señora, ¿queredes yr cayo en el suelo amorteBcido. Entonces vido
hasta do va este rastro, que sangre hay en Vrracla que aquel era el conde, e assentoso
el? Mas no se si es del señor o del cauallo». a par del, e tomóle la cabeca, e púsola en su
Dixo Yrraela: «vamos a do va». E hizieronlo regace, e tiróle los cabellos del rostro, que
assi, y fueron em pos del rastro de la san- ! pareseian hebras de oro muy fino; e desque
gre adelante, hasta que llegaron a la fuente abrió los ojos e la vido, comeneo do llorar e
donde solía beuer el conde, e hallaron vn dixo assi: «Señora hermana, ¿es verdad que
león muerto, e tenia en la boca del león mo dezis que la señora emperatriz me quiere
vn bo«*ado de carno que ora de cauallo: y perdonar?» E Vrracla le dixo: «Si, sin nin-
todos andauan buscando «pie cosa podía ser guna dubda». Y llamo luego a Persia su
aquello Y entonces dixo el maestro: «Seño- donzella. que le ayudasse a leuantar. que era
ra, esto puede ser que este quiso comer al vassallo de vna villa suya, e luego la donze-
eauallero, e saltóle en las aneas e sacóle aquel lla hizo su mandado; o Vrracla e la donzella
bocado, y como se sintió herido el cauallo, tomaron por los bracos o leuantaronlo, e fue-
lanco vn par de pernadas y mato al león». ronse a la nao con el, e metiéronlo dentro y
Entonces cataron el león por ver do era heri- encomendólo a Persia su donzella, quo pen-
do, y halláronle en la frente los cascos que- sasse del, e que le lanasse la cabeca elecor-
brados. Entonces dixo el maestro de la nao: tasse los cabellos al derredor de la cara, quo
«Señora, quedadvos aquí, que yo y estos mas auia do vn año que no ge los auia corta-
marineros yroinos por el cauallo, por que vos do. E después que le diesso de comer muy
no vayades tan trabajada»; e que nooniesse bien e sotilmente; e quo fnessen cosas lige-
miedo de ninguna alimaña.que todas estauan ras, por que no le hiziessen mal, hasta que
encantadas. Y ella dixo que le plazia de fuesse vsado el estomago a las viandas. Y
quedar, e que fuesse en hora buena. Y quedo Vrracla dixo al conde en secreto que no di-
ella e vna donzella que hania nombre Persia; xesse nadie quien ora ni quien no, saino que
y ellas assi estando, vieron salir vna alima- dixesse que era vn vassallo suyo que se auia
ña muy grande y fea e denodada do vna perdido en las sierras de Ardena; o dixolo
encina. Y Vrracla se fue para ella, e vido assi y fuese para la fuente adonde auia de-
que era semejanza de honbre, e allególe la xado al maestro e a los marineros, e desque
mano a los cabellos; ti rogólos delante la haz, fue llegada, preguntóles que cosa era lo que
e andana a se me janea de gatas sobre pies y auian hallado. Y ellos lo dixeron: «Señora,
manos, ea no hania fuere» de sostenerse, e hallamos vn cauallo sin señor; y estaña mor-
Yrraela le pregunto que cosa era, y el le dixo dido en las ancas» ; e que era ciertamente ol
600 LIBROS DE CABALLERIAS

can al lo que auia mordido el león que llaman XXXV. — Como Vrracla vino ni rastillo de
hallado muerto, e que tenia el bocado en la
boca. Entonces dixoVrracla: «¿Por que uo lo Cabecadoyre al llamado de su hermann. r
como le. salieron a resrebir dwjues y otros
truxistes?» Y ellos dixeron que porque no ricos honores.
podía andar, que lo dexaron en tierra muer-
to. Y ellos se fueron todos para la ñauo y Boluamos a la emperatriz, que d»*quf
entraron en ella, y desque fueron dentro, supo que venia su hermana, ouo muy gran
preguntaron a Persia los marineros y el gozo, que no era cosa de pensar, que mucho
maestro que quien era aquel honbre que alli tiempo auia que no la auia visto, por quanto
estaua tan flaco. E Vrracla les dixo que era ouo andado fuera de su mandado ]>or el hecho
vn vnssallo suyo que alli auia quedado. Y del conde, e quando llego Vrracla cerca del
mando luego alear el ancora e alear la vela; castillo, saliéronla a rescebir duques y con-
y fueronse para vn castillo de (') Vrracla que des e otros grandes señores con mucha ale-
tenia noubre Thenedo; e desque fueron en el gría, eleuaronla al palacio de la emperatriz;
castillo, Vrracla y el conde departieron de e la señora salióle a rescebir, y desque la
toda su hazienda, de lo que les auia contes- vido fuela abracar, o besóla en la boca, y en-
cido; en fin de razones, Vrracla le dixo al tráronse dentro en el palacio, e eomen«.-ole a
conde que curasse de comer e holgar, e que
contar toda su hazienda, e que le diesse «-««n-
se parasse hermoso. Y el conde dixo: «Se- sejo; e Vrracla le dixo assi, j>or la amanillar
ñora, hazedme ver a la señora emperatriz e e por le quebrar el coracon: «Señora herma-
luego engordare y me parare hermoso, muy na, quando teniailes al conde e vos daua
mas que auia seydo». E Vrracla le dixo que consejo que lo perdonassedes, e vos no qui-
quando la tenia en su poder no la pudo sistes, y sabiendo lo que entre vos y el era
guardar, cmas agora la emperatriz no es en passado, y agora vos me demandays consejo.
su poder, que ea en poder de los reyes, y no Por esto sabed que el marido que ouierdes
puede mas hazer de quanto ellos le mandan, vos lo dará en caherio» . E desque esto oyó la
que este hecho no se ha de librar sino por emperatriz, coraenc;o de llorar, e desque assi
fuerca de armas» . E contole todo el hecho de la vido llorar Vrracla, le dixo que no llorasse
la manera que hauian concertado los reyes e «que no lo hazeys con verdad, mas parescem^
los del imperio como auia de auer marido; que lo hazeys con falsedad, que quando vos
mas para esto que ella haría que antes de rogaua por tan hermoso douzel, nunca lo
I>ocos dias la viesse. Y estando assi Vrracla quesistes perdonar, ni quesistes del hau»T
con el conde en el castillo, súpolo la empera- piedad». E desque esto ovo la emperatriz,
triz en como era ya venida. E luego enbio comeneo do amortes» er, y Vrracla uo se
vn mensajero que fuesse para ella, que los vengaua della, o comentólo a dezir que lo
reyes auian embiado por el mundo a llamar hazia con malicia, que si ella ouiera amor
a todas las gentes que quisiessen venir a vor verdadero, no perdiera tan buen cauallero,
el torneo que viniessen. Esto era en el tienpo quo era de los mejores camilleros del mundo,
de las Carnestolicndas, e cunpliasse el tor- y por sor tan sin piedad hauia hecho perder
neo para Pascua florida; y Vrracla, desque aquel conde. Ella cayo en gran vergueara
vido las cartas, plugole mucho dello, e rogo con estas palabras o quebrauale el curaron, e
al conde que curasse de engordar, e rogo a assi estouieron aquel dia departiendo de su
Persia la donzella que pensasse del conde; e hazienda la vna con la otra, e a cabo de al-
no fue aquella carta llegada, quando fue otra gunos dias, estando assi, dixo Vrracla a la
embiada que fueBse apriessa, ca quería tomar emperatriz su hermana: «Bueno seria que
consejo con ella en hecho de su casamiento. hiziessedes cien eaualleros nueuos de vuestra
E luego caualgo Vrracla o fuesse para alia, tierra, e gran honrra vos seria para este tor-
e desque Persia vido y da a su señora, rogo neo, pues que todo el mundo ha de venir a
a Dios que no la truxesse mas al castillo, el» . Entonces dixo la emperatriz: «Hermana,
jorque ella estaua muy enamorada del conde, vos ordenad como quisieredes, que yo serc
que no hauia vez que no lo peynasse que no contenta, quo no tengo con quien tome con-
lo besaua. Y el conde lo rogaua que no lo sejo sino con vos. e no passare vuestro man-
l>esasse ni a el Hegasse, que su desseo era dado» Luego dixo Vrracla: «Hermana, yo
en otra que no en ella, y ella le dezia que si lo ordenare de oy en vn mes, y verne aqui
le pesaua, que nunca mas pensaría del; y el con ellos quando se ouieren de armar. Otrosí
le dixo que hiziesso lo que por bien touiesse, vos ruego que aderescedes vn palacio muy
y esto pássaua cada dia. noble adonde el conde solia comer, porque
estaua alli la silla del emperador». E la em-
(•) El Unto: «o>. peratriz le respondió: «Hermana, ordenad

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601
CONDE FA KT1XUPLES

como quisieredes en lo alto y en lo baxo» . ñadí quien era ni quien no. Y leuo consigo
Allí dixo Vrracla: «Agora a vn año no hezis- a Persia la donzella que pensaua del comle,
t»»s assi». Entonces la oinporatriz «;omenyo e auduuiorou tanto que llegaron al castillo
«le sospirar o llorar muy fuertemente, y de noche. Y en esto hazia Vrracla cordura
Vrracla, en ver aquello, vengauase della por do encobrir al conde, que persona no pre-
lo que auia hecho al conde, y nunca la quiso guntasse por el, porque la emperatriz no
halagar. E dosque assi ouo estado vna gran fuesse turbada. E desquo fueron en el castillo,
]>ieya, fuesse Vrracla para la ciudad a adere- mando Vrracla a Persia que tomasso al conde
zar para hazer los caualleros, e hizolo assi por la mano e que lo metiesse al palacio que
tiesta guisa: Tomo nouenta e nueuo caualle- estaua a la entrada de la sala, adonde esta-
ros, para quo la emperatriz hauia de armar ua la silla del emperador; y la donzella hi-
cnuallero, ca muy mas honrrado era el caua- zolo asi, y Virada so fue para «londo estaua
llero que emperador o hijo do roy armaua la emperatriz, e desque se vieron la vna a
que otro ninguno; e aquellos caualleros y la otra, ouieron muy gran plazer, e la empe-
escuderos besauan las manos a Vrracla por ratriz dixo a Vrracla quo para quando so
aquella honrra que les hazia: y estos escude- auian de armar aquellos caualleros. Esto
ros no sabiau si oían muchos o si eran i>ocos, juisso jucues, e Vrracla dixo que para ol do-
porque Virada lo dezia a cada vno por su mingo. E luego hizieron adereear aquella
parte, por que no se eontassen, y mandaua sala muy ricamente de muy ricos paños,
a todos que se aparejassen para vn «lia cierto. como pertcneseian para cortes de tal señora
E después que esto ouo hecho Vrracla, fuesse como la emperatriz, o Vrracla, estando con
para el palacio donde estaua la emperatriz a el conde holgando, dixole: «Hermano, quan-
despedirse della, e dixole como dexaua los do fuere el sábado en la noche a los mayti-
escuderos ciertos, y que se quería yr para el nes, vestirvos hedes vuestras armas, y so-
castillo de Thenedo, y que traería sus paños reys presto para quando entraren los otros
para quando se hauia de armar, o Melior le escuderos que entredes con ellos, que con
fue a besar o abracar, e rogóle que no tar- vos son cien caualleros, e vos vereys a vues-
dasse alia, y ella dixo «pie le plazia. tros amores la emperatriz. E por cosa del
mundo no habledes» ; o mando a Persia su
XXXVI. — (Jomo Virada torno a m cantillo donzella que lo armase bien e lo pusiesse de-
adonde auia dcxudo al conde Partí nuples, tras de las puertas, y quando passassen los
y como le hallo ya bueno, hermoso e rexio. otros caualleros, quo lo pusiesse con ellos, y
que a la buelta «pie Iwluiessen los dichos ca-
Assi se partió Vrracla de la emperatriz y ualleros, que tuuiesse la puerta abierta, por-
fuesse para su castillo, e quando el conde que no se detuuiesse a la puerta. La donzella
Partinuples supo que venia cerca, salióla a hizolo assi como su señora lo mando, y Vrra-
rescobir con muy gran gozo, o la piimera i-la se fue para la emperatriz, e toda aquella
cosa que le pregunto el conde, le dixo si noche no hizieron sino componer la sala don-
traya recabdo de lo que le auia rogado, y de se hauia do assentar la emperatriz para
ella le dixo quo si, e contóle en que manera, armar los caualleros que dicho auemos.
e desquo lo oyó, ouo grandissimo gozo; y el
conde estaua ta m bien pensado, que Vrracla XXXVII. - Comb el conde c otros nouenta y
no lo conoscia, tan gordo estaua y hermoso e
uncue fueron armados caualleros por la
recio para hazer en armas. E Vrracla, des-
emperatriz.
que lo vido, hizolo luego dar armas y caua-
11o qual a el pertenescia, y diole mas Vrracla Cuando tañeron maytines, vistióse la se-
vna espada de muy gran valia. Y el conde, ñora emperatriz vnos paños de purpura en-
desque se vido armado, hinco los ynojos en terados en vnas peñas veras, e assentose en
tierra e dio muchas gracias a Dios por tan- la silla del emperador su padre, e quando
to bien como le hauia hecho, y mas que lo entraron los caualleros noueles, hizo la em-
hauia de armar cauallero su señora la empe- peratriz llamar a Vrracla su hermana, que
ratriz, que era su enamorada. E Vrracla le viesse como se armauan los caualleros. E la
dio vn cauallo castaño «pío hauia las orejas «lonzella, quando vio entrar a los caualleros,
blancas. Esto lo hazia Vrracla por lo conos- puso al conde entre ellos, y desque el conde
eer en el torneo, e assi estuuieron algunos vio a la emperatriz a la entrada de la sala,
«lias, y Vrracla hizo aderezar sus joyas o tono en si grande alegría, que por marmulla
paños, e fuesse para donde estaua la empe- era, e Vrracla leuantose en pie, e como el
ratriz; louo
y consigo al conde su cunado que conde la vido que era cosa tan hermosa, to-
la leuasse de rienda, mas no porque supiesse das las carnes le temblauan, o assi en esto

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602 LIBROS DE CABALLERIAS

passaron todos los caualleros a vna parto de buen cauallero» . Y encomendólo a Dios e a
la sala, o comento do armar la emporatriz a Persia la donzella, que antes de Pasena ocho
los camilleros, o (piando ouo do Hogar al con- dias que olla serie con el, e le aderen/aria las
de, bien lo eonoscio Yrraela en las sobrevistas sobreuistas: e despidióse dellos e fue para el
qno traya de las armas, e púsole Vrracla las castillo de Cabeeadoyrc a estar con la em-
manos en las espaldas del conde, y el conde peratriz. Roblamos al conde, que estaña ern
tomo la espada con la vayna. e hinco los y no- Persia la donzella, que curaua del que era
jos ante la emperatriz, y en hincando las ro- marauilla, ca mucho enamorada esta del. E
dillas, amórteselo el conde, que ouiera de caer a cabo do diez dias, embio el conde vn men-
en tierra sino por Vrracla, quo le dio con las sajero con vna carta a Vrracla, que Uegasse
rodillas en las espaldas: y el conde menbroso a ella en secreto. E la razón de la carta era
de lo que auia dicho Vrracla, e tornoso dere- que se encomendaría a su merced, y que el
cho eabaxo los ynojos en tierra, o dixo la em- le pedia de mucha merced, que si merced lo
peratriz: «¿Que ouo este cauallero que assi hauia de hazer, que estouiese con Meli«>r y
ouiera de caer?» E dixo Vrracla: «Son mozos que le dixesse como estaua en su poder, ca
e míenos, e no son usados de tomar armas, e pues el auia anido plazer por la ver, que en-
han velado toda la noche y están amodorres- tendía en su coraeon que assi lo hauia ella
cilios del sueño» . Alli tomo la espada la em- por saber del. E la carta fue llegada a Vrra-
peratriz de las manos del cauallero, e ciííío- cla, o desque la vido, luego le escriuio o le
gela e armólo cauallero. Alli se enten lio el embio por respuesta que los reyes de las
conde que era armado cauallero de mejores partidas que eran empegados avenir, e todos
manos que auia en el mundo, o assi armados los otros camilleros. E quo si por ventura la
los camilleros, salieron de la sala con muchas emperatriz lo tal supies.se, que no le dexaria
tronpetas e juglares que por marauilla era; por otro ninguno, e todo el mundo diria que
e assi salidos todos en la sala, Persia la don- hazia burla dellos, y el imperio o los reres
zella esperaua al conde con la puerta abierta, serian en gran deshonrra. Mas que vsasse
e desque llego el conde, tomóle Persia con la bien a las armas, e que ella vernia i>or el. e
mano e metiólo al palacio e desarmólo, o que otramente no podia ser. E desque e*ti>
diole de comer, que bien le hazia menester, oyó el conde, dio vn gran sospiro, diziendo
catoda aquella noche no auia dormido espe- assi: «Quo Dios le cumpliesse sus desseos».
rando aquel gozo.
Tornemos a la emperatriz e Vrracla su
XXXVIII. — Como tvt día holgando en ra
hermana, que estañan en consejo en como so batel por la mar, el buen conde fue Uuado
auia de hazer el torneo. Esto era por Pascua
por farrea de t iento a tierra de moros, r los
florida, porque los arboles e los can pos eran moros le catiuaron.
todos floridos e verdes; e la omperatriz dixo
a su normana Vrracla: «Aderezad vuestros Estando assi holgando por la ribera de la
panos o ven id vos a estar comigo». En esto mar, vio vn batel e aleo las faldas o púsolas
todo nunca supo la enperatriz del conde, y en cinta, y entro en el agua e tomo el batel,
despidióse Vrracla de la enperatriz e fuesse e dixo assi: «Que por hazer los bracos rezios
para el castillo de Thenedo, e letiaua consigo entro en el». Y comencé de remar, y el an-
al conde, que la louaua de [la] rienda. Y en dando assi remando, boluio la cabeea e miro
todo el camino Vrracla no hazia sino dezir
de donde hauia partido y hallóse mucho me-
al conde que curasse de ser buen cauallero, tido en la mar, e hizo vn tal viento de ma-
• pie el mas rozio del torneo hauia de ser em- nera que le hizo perder los remos délas ma-
perador. Econtó el hecho según que la em- nos, de manera que se perdió por la mar e
peratriz selo hauia contado, e como los re- fue aportar en tierra de moros, que era el
yes lo hauian ordenado, e que aquel hecho rey no del rey Hermán, el qual era moro, o
no se hauia de librar sino por fuen.a de ar- hallóse cabe la ciudad de Damasco, que era
mas; yel le dix*> que mucho en hora buena en ol sefiorio del Soldán de Persia. Y quando
fuesse, que el lo baria de buen grado, ca los moros vieron venir aquel batel, adoroea-
desque fue armado cauallero do manos do ron los bateles o fueronse a el, e leunronle
Melior. que entendía que era tan fuerte como preso a la ciudad do Damasco delanto el rey.
vna torre. E llegaron al cantillo de Tenedo y Y desque el rey lo vido e supo cim<> era
estouieron ende hasta ocho dias; y en esto christiano mandaualo matar, e desque est<»
aderezo Vrracla todo lo que auia menester, e supo el conde, oomon«.o do entristecer o ro-
dixo al conde: «Hermano, estad vos aquí; yo gar a Dios que perdonasso su alma: y el es-
yro a poner recaudo on este hecho, e busca r- tando assi, supo la reyna su muger del rey
vos he vna casa a do este des, o curad de ser Hermán, que auia por nonbre Ansies, de

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CONDE PARTINUPLES
603
como lo mandaua matar el rey, e dixeronlo fueronse para el castillo do Cahocadoyre: e
d< ? como era tan hermoso o de tan buen cuer- saliéronlo a rescebir Jos siete reyes del im-
po; e la reyna se fue para su marido el rey, perio con otra gran caualleria, o aposentá-
y besóle las manos, pidiendo que le hiziesse ronlo muy bien a su voluntad; y desque lo
merced de aquel camillero, y que no lo nía- ouieron aposentado, ouioron su consejo el rey
tasse hasta que supiesso razón del. Eel rey, Clausa y el roy Corsol en como venia el sol-
desque vido a la reyna que assi ge lo rogaua, dan muy poderosamente, e seyondo el moro
hÍ7.ole merced del, que no lo mataría. Y la e la emperatriz christiana. e haniendo el sol-
reyna so fue ]>ara el camillero, o comen - dan do vencer el torneo, que ¿oomo casaría
«.•ole de preguntar si era del imperio tío Cos- la señora emperatriz con el? Y acordaron en
tantinobla, y ol respondió: «Por cierto, seño- esto: que fuessen al soldán e le preguntassen
ra, no, sino del reyno de Francia» «Pues que era su voluntad dehazer. El soldán res-
¿en que manera vos ouistes perdido?» El le pondió aellos que hauia hanido vna carta do
respondió: «Señora, yo entre on vn batel por los señores que ordenaron aqueste torneo, «o
andarme holgando por la ribera do la mar, quiero cumplir lo que en ella se contiene». E
e leuantose vn toruellino y me lanco en me- luego hizo juramento en su ley que si el ven-
dio de la mar»; e assi se auia perdido. Y ciese el torneo, «piel se quería tornar ehris-
desque aquello oyó la reyna Ansies, fuesse tiano. E los veynte reyes que con el venian.
al rey e contole todo lo que auia dicho aquel Y desque ouo hecho aquel juramento, ouio-
cauallero, edixo: «I lazedme merced del, por ron gran plazer los reyes christianos, lo vno
qnanto es cauallero de Francia, o no muera, porque era buen cauallero e lo otro por ser-
pues que es de tierra que no vos han hecho uicio de Dios.
mal ninguno; que si fuera de otro reyno que
vos ouiera hecho daño alguno, seria mas ra- XL. — Como el ronde, estando en el silo, ha-
zón que hiziessedes justicia del. Por ende,
zia grandes cuy tas porotie no podia yr al
señor, mande vuestra sefloria ponerle en pri-
lomeo, y como por la reyna Ansies fue so-
siones, que por el vos darán mucho». Y el
corrido sacado
y tiende.
roscibio el ruego de la reyna su muger, e to-
maron al conde o pusiéronlo en vn silo que Tornemos al conde, que estaua en el silo
era muy hondo e escuro. Bol u ¡linos a Yrra-
y preguntaua a los moros si era hecho el tor-
cla, que des que fuo al castillo e no hallo al neo, ylos moros le dezian que no, mas que
conde, pregunto a la donzella que era del venian los condes e gr ndes camilleros de to-
conde. Ella dixo que «después que vuestra das las partidas del mundo para alia. Y el
merced le hauia embiado la respuesta do la conde estando en el silo, no sabiendo quan-
carta, que mas no lo auia visto, y que tenia do ni quando no venian la Pascua que hauia
recelo que se hauia ahogado en la mar». Allí de ser el torneo, rogo vn moro al conde que
hizieron gran llanto Vrracla e Persia la don- si algo qmsiesse que ge lo dixesse, que lo
cella; ydosque vieron aquello, fueronse para haría de buena voluntad. E el conde ge lo
la emperatriz con gran tristeza, no sabiondo agradoscio, e rogóle que si hallassc vn ehris-
que era del conde, si era muerto o si era bino, tiano, que pe lo truxesse allí; e quanto hazia
y la emperatriz, desque supo que venia su el conde, todo lo yua dezir el moro a la rey-
hermana, hizola salir a roseebir con muy na Ansies. E cuando el moro fue con estas
gran alegría, no sabiendo la emperatriz el nucuas a la reyna, mando a vna donzella
enojo que traya su hermana Vrracla i>or el que fuosse a llamar vn pereerrino o lo leuasse
bueno del conde. hasta la boca del silo. Y la donzella hizolo
assi, e hallo luego vn peregrino que venia de
Jerusalen. o la donzella le leuo hasta la boca
XXXIX. — Como el rey Hermán ouo de yr al
tormo con el soldán de Persia su señor. del silo e dixole que hablasse con aquel
christiano que dentro estaua. E luego el con-
Boina mos al conde, de como lo tenían en
de, desque le vio, preguntóle que dondo ve-
el silo preso. Esto hazia el rey Hermán por nia. Y el le dixo que nenia de Jernsalem. E
estar seguro del conde. Por que no se fuesso preguntóle el conde que quanto hauia hasta
y por tenello bien guardado, por quanto Pascua flor da. Y el peregrino le dezia que
auia tenido carta de su señor ol soldán do
hauia doze dias. E desque oyó el conde aque-
Persia, en las quales ombio a mandar que llas nucuas, dio vn grito que atronó todo el
auia de yr con el al imperio de Costantino- silo. E desque aquello ovo ol peregrino e la
bln, o luego donde a pocos dias passo por donzella fueronse para la reyna, e contáron-
allí el soldán, e leuaua consigo diez e nueue le de como dauatan grandes bozes. E desque
reyea, e con el rey Hermán eran veynte; e la reyna esto ovo, fuesse para el silo con

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604 LIBROS DE CABALLERIAS

cinco de sus donzellas, o llegóse a la boca del estaua enterrado, el qual ouo ganado toda
silo, e oyó muy grandes bozes que daua el esta tierra. E después los reyes moros no la
conde, diziendo assi: «Coraron tan fuerte han podido cobrar, que assi como llegan a la
¿por que no quiebras?» E diziendo esto no ha- tumba, caen en ol suelo y les toma frió y ca-
uia persona que no ouiesse gran conpassiou lentura; por esta razón no osan llegar a la
del, por las passiones que hazia; y la rey na le tumba, y pues vos soys christiano, lleguemos
pidió de gracia que callasse, y el conde le vo3 e yo, e plega a Dios que sea vuestra, ca
respondió quo le besana las manos porque lo es la mejor espada del inundo» . E fucronse
sacase de alli, e que su sotloria lo mandasso
la reyna y el conde por la tumba, e hinco <>1
matar; y la reyua, desque aquello oyó, ouo conde las rodillas en tierra, diziendo as»i:
gran cuyta del, qtie no era cosa de pensar; y «jO Señor! ruegote e pido por merced qne tu
mando luego traer vna balanza y echaronge- me des esta espada, que yo te prometo de
la dentro; y luego el conde se metió on ella, nunca ser oouarde con ella, e desto yo te pro-
e guindáronlo arriba hasta dos bravas de la moto ehago pleyto omenaje». E después le-
l>oca del silo, o luego la reyna comencé a uantosc en pie e dixo a la reyna: «Vuestra
departir con el conclo, diziendole assi: Que señoría tome de aquel cabo e yo tomaro des-
por que hazia aquellas plagas tan grandes. te, y con la ayuda do Dios alearemos esta
Y el conde le respondió: «Por cierto, señora, tunba» . E la reyna no osaua llegar, por lo
mi mal y enojo que yo he, es que yo me que hauia visto a los otros moros, que como
hauía de ver en este torneo, e agora veome llegauan assi cavan. E dixo al ronde: «Tomad
aqui preso». La reyna ouo muy gran cuyta vos primero, e como vos hizieredes, assi haré
del, o dio vn gran sospiro porque le veya yo» . El conde echo mano del cobertor, e dixo
atanto de gentil cuerpo y moro y hermoso, e a la reyna: «Tome vuestra merced desA otra
pensó en su coraron que si fuera moro que parte». E desque el conde vido que assi se
lo tomara por enamorado. Empero, por la tenia e no caya, hizose mucho marauillado,
grande cuyta que del auia, lo dixo assi: y ella tanbien desque no cayo; e la reyna
«Christiano, si vos me hiziessedos pleyto e llego en son do escarnio, diziendo que por
omenaje de vos tornar del torneo en antes muchas veze3 auia visto llegar muchos mo-
que el rey mi marido venga, yo vos sacare ros, nunca jamas pudieron airar la cobertura
de ay» . E dixo el conde: «¿Que monta esso, con ingenio, ni con otra cosa alguna con quo
señora, que vos me saquedes de aqui, que no se pudiese alear, e quo ellos dos no la le-
he armas ni cauallo?» Dixo la reyna: «Yo ñarían; edesque pusieron manos en ella,
V03 daré armas y cauallo, que yo tengo en leuantaronla como si fuera vna tabla, e pu-
mis palacios las armas que eran de mi padre siéronla en tierra. El conde llego al caualle-
el rey, que era tan alto como vos; y mientra ro que estaua en la tunba, e besóle la mano
que adererays las armas, yo vos aderezare e pidióle por merced que le diesse aquella
las sobrevistas». Y desque esto oyó el conde, espada. El conde tomóla do la mano del ca-
dixo: «Señora, la vuestra mercod qual pleyto uallero epusosela so el sobaco, y entranbos
vos quisieredes, tal lo liare». Y de allí se tornaron a poner la tumba. E dixo la reyna
fue luego la reyna e mando traer vn pere- al conde: «Cierto es. cauallero, que si aqui
grino que alli hauia venido, que el tomasso estouiera mi señor ^1 rey. no leuarodes el es-
el pleyto omenaje según quo los christianos pada de aqui». E desque esto oyó el conde,
hazen. El onde hizola muy bien e complida- dixo: «Señora, pido por merced a vuestra se-
mento de lo tener o guardar, y en aquella ñoría no me contrarié mi buena ventura, asi
ora mando la reyna que lo sacassen de alli. vuestra merced plaze». E salieron de la
E desque se vido fuera el conde, bochóse
mezquita.
a los pies do la reyna o fuegelos a besar.
Y demandóle por merced que su señoría lo
Xfjl.— Como el conde, armado de iodos ar-
librasse, por quanto so acortaua el tiempo, y
mas, yua caualgando para el torneo, e ha-
la royna mandóle dar las armas, y armáron- llo en camino a vn cauallero moro, el qual
le los maestros, e viniéronle muy bien como
tomo por conpañero.
si lo tomaran la medida, atan buenas le ve-
nían. E luego la reyna mando buscar vn ca- Luego hizo adorecar su cauallo y sus ar-
uallo que fuesso todo blanco. En esto todo se mas, ecaualgo e no curo de almorzar, por
passaron ocho dias; y desque la reyna lo vido miedo que no le tomase la reyna el espada:
armado canal ero, dixole: «Si vuestra ventu- y el plazo era corto para yr al torneo, que no
ra fuesse de obrar vna espada quo osta aqui hauia mas de quatro dias donde a la Pascua
en esta ciudad en vna mezquita mayor, esta florida. E anduuo tres dias quo no comió
espada tenia vn cauallero christiano que alli sino yeruas, porque hallaua algún poblado,

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CONDE PAnmUPLES 605

ni leuaua dineros, pero el cauallo mejor lo paflero. E fuesse para el conde e besólo cu
passaua, que comia buenas yemas o beuia la cabeva, o dixo: «Por cierto, señor, el cora-
buenas aguas; e a cabo de los tres dias que ron me da que auedes de ser buen caualle-
assi anduuo perdido, yendo a ojo de las sie- ro». Y assi se fueron ambos a dos hazia vna
rras de Constautinopla, hallo vn camino muy sierra que era cerca del castillo de Cabcca-
angosto, e al<?o las manos a Dios porque auia doyre, e alli pusieron su tienda e holgáron-
hallado camino por dondo fuesse, e tanta era se essa noche; e otro dia de mafiana. desque
la hanhre que lleuaua, que no podia llenar fue el dia, embio Gaudin (') dos pojes a la
el yelmo en la cabeca e leuaualo en el aryon ciudad de Cabeeadoyre por viandas, las me-
delantero de la silla, e yuase de pechos en- jores que hallassen, para su conpañero e ¡tara
cima del. E yendo assi, vio venir vn caua- el; y tan alegre estaua con el, como si tu-
llero por vn camino real, e aquel cauallero uiera el mundo todo consigo. E desque el
leuaua conmigo tres pajes e dos azeinilas, en conde se leuanto hizo dar aguamanos, y al-
la vna leuaua su tienda y en la otra leuaua morzaron de aquellos ansarones en cecina,
mantenimiento para el torneo. Y este caua- que desto leuaua Gaudin para su comer, que
llero era moro e hauia nonbre Gaudin el Ru- era moco. E assi holgaron el conde e su con-
bio. E como lo vido el moro, aguijo con su pañero. Yotro dia lunes de mañana, rogo el
cauallo quanto mas pudo, e de manera que conde a Gaudin que enbiasse vn paje al alúa
se encontraron arabos a dos, o saludáronse. que fuesse a ver como se ordenan a el torneo,
E Gnudin pregunto al condo si era moro o y el pnje caualgo y fuesse para el castillo, y
christiano, y el conde le dixo que era ehris- vido estar siete sillas en vn cadahalso de ma-
tiano; e preguntóle Gaudin que como auia dera muy alto, que pare6cia vn castillo. El
nonbre, y el lo respondió que no ge lo diria, paje pregunto que para que hazian aquello
que auia recelo quo lo descubriría. E Gau- alli. Y los que lo hazian dixeron que aquel
din le dixo que si alguno le auia hecho algún era para la emperatriz y para su hermana y
mal, que el lo vengaría. El conde le respon- para las donzellas, las siete sillas para los sie-
dió que raez era su pesar de vengar, que su- te reyes del imperio, que hauian de juzgar
piesse cierto quo venia al torneo e que auia el mejor cauallero que fucsBo en el torneo;
nonbre Partinuplcs. E desque aquello ovo quo por esso lo hazian assi. De alli boluio el
Gaudin, dixo: «Esse es cierto amigo; pues yo paje para la tienda, e contó las nueuas a los
quiero ser vuestro conpanero, por quanto yo caualleroB de lo que auia visto.
rio oydo de vos muchas buenas cosas» . Alli
dixo el conde: «¿Como seré yo vuestro con- XLII. — Como el conde c su compañero Gnu-
pañero, que no lleuo mas dcsto que veys, ni din ge armaron para entrar en el tonteo.
dinero para despensa?» E Gaudin le dixo que
harto leuaua para si e para el. Y el conde le Dixo Gaudin al conde: «Vamos en los pri-
dixo que auia tres dias que era partido de la meros, porque los primeros y los postreros
ciudad de Damasco, que en todos aquellos son mas mirados» . E el conde le dixo que le
tres dias no auia comido ninguna cosa sino plazia do muy buen grado. Y luego armoGau-
de las yeruas del campo e beuido agua. Des- din al conde, y los pajes armaron a Gaudin. o
que esto oyó Gaudin, embio apriessa vn paje caualgaron en sus cauallos ambos a dos. Y
que hiziesse detener las azemilas. Y el paje estando en esto, oyeron tañer trompetas e
fue muy presto c hizola detener. E Gaudin atabales que no era cosa de dezir. Y enton-
y el conde llegaron hasta ellos e hizo sacar ces la señora emperatriz salia de la ciudad
muchos ansarones en cecina que lleuaua para para yr al cadahalso con sus siete reyes; o
el torneo, y mucho pan y vino. Edioleatan lenauanla do bracos los dos reyes sus tutores,
bien de comer, hasta que fue bien harto. E y subiéronla en el cadahalso e a su hermana
desque ouieron comido, rogo Gaudin al con- con ella, y a sus donzellas. Y desque fueron
do que le dixesso si era sobrino del rey do sobidas, fueronse los reyes assentar en sus
Francia, porquo auia otro quo Uamauan Par- sillas, que eran cerca del cadahalso de la
tinuplcs. El lo respondió que ge lo diria si emperatriz. Y luego los reyes mandaron
no lo descubriesse hasta que el ge lo man- pregonar en esta manera: Que todas las gen-
dasse. E Gaudin le dixo que le plazia. E lue- tes del mundo, assi christianos como moros,
go le tomo juramento en su ley de lo assi que quisiessen tornear, que torneassen y que
m antener. El conde le dixo: «Yo soy Parti- anduuiessen saluos y seguros. Y que no les
nuplcs, elquo vos dozides». E desque le oyó fuessen demandados reutos ni muertes, ni
Gaudin, ouo muy gran plazer, e dixo entre otras cosas ningunas, aunque matassen o
su corar-on que se hallana el mas bien auen-
turado que honbre del mundo en ser su con- (•) El texto: «Goadin».

t
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606 LIBROS DE CABALLERIAS

feriessen; y el mejor cauallero que fuesse en al conde su conpañero: «Paresceme. señor,


el torneo, a quien quedasse el campo, que que so aparejo para la justa el soldán». Dixo
fuesse emperador. E después do hecho el el conde: «Ésso es lo que yo espero». Edix-.
pregón, assomaua el conde e (iaudin por en- (iaudin: «Hermano, señor, no es cordura
cima de vna cabera. E desque fuoron llega- tornear con tan gran poder, que si el soldán
dos, ellos fueron los primeros; mirólos el rey mal lo passa, los otros reyes ayudarle han;.
Corsol. Y miraua mucho al conde como ve- Respondió el conde: «Si Dios me quiere ayu-
nia en su cauallo, e armado todo en blanco dar, no he menester otra ayuda sino la <le
de hoja de plata. E dixo el rey Corsol: «Por Dios» . Y luego se aparto el soldán y el conüV.
buena fe, este cauallero que trae las armas e fuosse el vno para el otro quanto los caua-
blancas, muy a punto viene; o, por cierto, yo llos los podían leuar, e dieronse tan grandes
parare mientes corno se hará en el torneo».
golpes, que las hincas bolaron en piecas. e !••>
Dixo el rey Clausa: «Yo creo que en el caualleros eran tan buenos, que no se acos-
mundo no ay mejor cauallero que el soldán taron en las sillas; e luego hecharon mano a
dePersia». Dixo el rey Corsol: «No lo se; las espadas, e dieronse tan grandes golpes,
ea muy buenos camilleros ay en el mundo quo las centellas de los yelmos hazian salir,
que venían al torneo. Y a la postre lo vere- e tan gran priessa le daña el conde, que ei
mos en el cabo del torneo» . Esto dezia el rey braco no lo dexaua alear. E dixo el rey Corso!
Corsol, porque era do su vanda del conde, de al rey Clausa: «Mira, señor, lo que el mi
afición que con el tomo en lo ver que era vno cauallero de las armas blancas ha hecho <•
de los tutores: y en esto el rey Clausa hizo haze». Tanto duro el conde con el soldán,
al soldán que estuuics.se debaxo del cada- que el soldán no lo pudo ferir, e boluio las
halso de la emperatriz, porque entendía que riendas al cauallo y hecho a huyr hazia su
no hauia mejor ni tan poderoso cauallero en posada. Y el conde heriendo en el, hasta qu^
el torneo. Y que el hauia de leuar lo mejor. lo metió por las puertas de su posada ante su¡>
caualleros; e dixo el rey Corsol: «¿Vede? qn?
bien lo ha hecho el mi cauallero de las armas
XLIII.— Como el conde yttn por el campo
mirando por los mas y por los otros, y blancas?» Respondió el rey Clausa: «Oy es -A
como contencaron de lomear c/vla vno por primero dia e cansara, que buen cauallero
mas y mejor haxcr. es el soldán». E dixo el rev Corsol: «CierU- e*
que Tsí] assi lo haze el postrere dia como oy,
Bol uamos al conde, quo andana por el yo lo daré por el mejor cauallero de todo »\
campo mirando como hauia de tornear, pre- mundo» . Ellos estando en estas razones, sa-
guntando quales eran los vnos e quales lieron al conde hasta mil de cauallo de l><
los otros; e supo a do estaña el rey do Fran- dol soldán, y cercáronlo e comenoaroalM a
cia, el qnal estaña en vnos arenales, y comen- herir tan fuertemente, que el rey Corsoi
rolo a mnldezir ]»or tanto mal como lo hauia hauia gran cuyta del, tnas el cauallero era
hecho, e no lo quiso yr a ver del enojo del, tan buono,quo al que alcancaua con la espada
e pregunto a vnos franceses por el bueno dol le hazia caer del cauallo, e lo hostigaua de tal
rey de Francia E dixeron que ya era muer- guisa, que no auia voluntad do boluer a el.
to por cierto, e que otro rey tenia que era su E Gaudin, desque lo vido andar en tan gran
lijo. Allí dixo el conde: «Esse rey primo». priessa, puso el yelmo en la cabeca e tomo
Y después desto boluiose al canpo e pregunto su lanca en la mano, e fuesse quanto el caua-
a vn cauallero que quanto hauia de durar el llo lo pudo leuar, e dio por medio de los m< -
torneo. Y el le dixo: «Hasta tres días». Y ros, e conbatio con ellos hasta quo saco a su
preguntóle mas: Que quien era aquel caua- companero dentro ellos, e saliéronse que
llero que astaua debaxo el cadahalso de la ninguno osaua andar em pos dellos. Y están-
señora emperatriz. Respondió el cauallero: dose descansando el cauallero blanco, de-
•i Aquel es el soldán do Persia». Dixo el mandaua vna lanca y estaña esperando justa
emule: «Fu buena le, si yo puedo, ¡en mal
a quien quisiesse. Entonces dixo el rey Cor-
punto hizo allí la su morada!» E luego tomo sol a grandes bozes: «Mirad, señores, qoe
su laura. E fuesse a poner do frente del sol- cauallero tan rezio, que agora esea|>o de taa
dan; o desque lo vido el soldán, dixo assi a gran fortuna e ya esta osperando justa. Bien
los caualleros que con el estañan: «Ved aquel podeys de/ar que si veynte o treynta cani-
cauallero, romo esta tan armado e orgulloso lleros pedieran soffrir tan gran trabajo, que
esperando justa: yo quiero yr a el». Y luego no fueran muertos o vencidos, y e! esta que
los reyes moros armaron al soldán muy bien, paresce vn león brauo». Y ellos estando en
o subió en su cauallo e paróse a la puerta estas razones, vido el cauallero de las armas
del cadahalso. E violo (iaudin el Rubio. Y fue
blancas como torneaua en el campo, e leua-

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cor
CONDE PARTItfUPLES

tian los aragoneses o los eccilianos a los es- cho. E desque el soldán lo vido, demando sus
panoles por vna cuesta arriba, e pregunto el armas. E desque fue armado, caualgo en su
conde a vn paje que quien eran aquellos que cauallo e salió fuera del cadahalso. E desquo
tanto nial passauan. Respondióle: «Señor, lo vido Gaudin, dixo a su compañero: «Eno-
aquellos son los españoles». Alli dixo el rabuena vos parastes ay, que ya se adereza
conde a Gaudin: «Hermano, vamos ayudar- para justar el soldán. Cierto, mas valiera que
les, ea muy buenos me fueron e leales quando nos fuéramos adelante; recelo tengo grande
fue conquistado el royno de Francia». E que nos ñauemos do ver en priessa como oy».
Gaudin le dixo que le plazia do muy buen Ellos en esto estando, salió el soldán encima
grado. Y el conde sabia el apellido de España de su cauallo muy bien aderecado, que pa-
E dixole que dixesse: «Santiago» , porque los rescia vn timno. El soldán tenia hecha habla
aragoneses se pensassen que eran españoles. con los eaualleros, que si el derribasse al
E dieron de las espuelas a los cauallos; e cauallero de las armas blancas, quesaliessen
fueron a herir en los aragoneses y en los sus eaualleros e lo matassen, ¡>or la grande
eccilianos tan fuertemente, e nombrando deshonrra que le hauia hecho por la mañana
todos: «¡Santiago, Santiago!» E desque vie- quando lo encerró entre sus eaualleros. E assi
ron los españoles que aquellos dos camilleros se guisaron ambos a dos; e luego el conde y
les ayudauan, unieron tan gran plazer, que el soldán hizieron señas de venirse el vno al
ellos lo hizieron tam bien que era ma ranilla. otro, e dexaronse venir tan rezios el vno
¥, mucho mejor lo hazia el cauallero de las contra el otro, quanlo la fuerea de los caua-
armas blancas, de tal guisa que ouieron de llos los pudieron leñar. E Gaudin púsose
tornar los españoles sobre si e «lar en los luego su yelmo, diziendo assi: que a mal
aragoneses e eccilianos, con el ayuda de los auia de venir aquella conseja, por quanto
d«»s eaualleros, de guisa que los metieron a auia de la otra parte muchos eaualleros para
hnyr. E desque esto fue hecho, vino el capi- ayudar al soldán. E que su con p¡i ñero no
tán do los españoles e tue al cauallero de las tenia sino a el. Y en esto dicronse tan rezios
armas blancas, y diole muchas gracias por golpes, quel soldán amordescio o cayo del
tanto bien c tanta ayuda como les hauia he- cauallo en tiorra, e desque fue en tierra el
cho. E rogóle que le dixesse su nombre. El soldán, yuasele el cauallo. Y dio ein pos del
conde hablo en lenguaje que no le pudo en- el conde del cauallo, o traxolo a do estaua el
tender, según que lo hauia aprehendido en soldán e ayudóle a caualgar. Assi peso mucho
Damasco, quando fue catino. E Gaudin le a Gaudin, porque veya que se aderecauan los
dixo que no curasse de saber su nonbre, ni eaualleros del soldán para venir contra el
donde era, que su voluntad era de no ge lo conde muy a priessa. Y luego Gaudin dio de
ilozir. Luego el capitán le dixo: «Seguro sed, las espuelas a su cauallo e fuesse tan rezio
señor, que en lo (pie yo pudiere, vos ayudare, (planto la fuerea del cauallo lo pudo leuar.
agora sepa vuestro nombre o no». E todo esto Y quando el llego, no era subido el conde en
bien lo iniraua el rey Corsol; quando lo via su cauallo, por quanto auia ayudado a caual-
andar en aquellas batallas, todo lo dezia a los gar al soldán, que comencauan a dar los
otros reyes que ay estauan: «¡Catad el caua- moros en el conde; c luego Gaudin entro
llero délas armas blancas, quan bienio ha/e!» cutre los moros muy ariseadamente,e matan-
Kospondio el rey Clausa que buen cauallero do e heriendo en ellos. E mientra esso fue, e
era el soldán de Persia a gran marauilla. E caualgo el conde en su cauallo, y el soldán
luego se partieron el conde e su compañero ouo tan gran pesar, (pie con el espada fue a
del capitán de los españoles, e fueronso por herir en los suyos, diziendoles: (t>ue pues el
el campo adelante. Y el cauallero de las cauallero lo hauia hecho bien, que nomeres-
armas blancas se fue a parar de frente del cia hauer mal. Y el conde e su conpañero se
cadahalso, de que gran pesar hauia el soldán. boluieron para el lugar donde hauian partido
K desque lo vido Gaudin, dixo: «Hermano, para yr al torneo. El conde tomo otra lanya
vamos adelante. ¿A que diablo, señor, vos en la mano, e luego fue a esperar justa; o
parays ay? ¿No vistes en la priessa que nos miro el rey Corsol e dixo a los otros reyes e
vimos oy de mañana?» El conde le dixo que duques e eaualleros: «Mirad que bienio ha
le pluguiesse de lo dexar alli, que quando alli hecho aquel cauallero do las armas blancas,
s«' para na, le parescia que era tan fuerte como que agora escapa de la justa, e fue golpeado
vna torre, o le parescia que no hauia hecho como vistes; ya esta esperando justa, queavn
ninguna cosa ni sentía pena alguna. E dichas no esta cansado, e avn de mas de todo esto,
aquestas palabras, tomo vna lauca de vn pajo hizo tan notable cortesía, derribar a su non-
e fuese en frente del cadahalso. E desquo ti ario e traelle el cauallo e ayudalle a caual-
assi lo vieron los reyes, marauillaronse mu- gar». Y dixo el rey Clausa: «Sea, que tres

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m LIBROS DÉ CABALLERÍAS

(lias ha de tornear, que avn oy os el primero era marauilla, que tanto trabajo hauian pas-
dia, e mañana sera cansado, que no se podra 8ado en csse dia. E Gaudin, como veya que se
leuantar, y el soldán es muy re/.io e poderoso, dormía, deziale: «Señor, recordad e comed,
que bien lo podra soportar». Y ellos estando después dormiredes, que si bien no comedes,
en estas razones, tañeron luego a vísperas. no tornearedes» . E desque houieron comido,
Y el rey Corsol y el rey Clausa mandaron dixo Gaudin al conde: «Leuandadvos donde,
tañer las tron petas c menestriles que ya era señor, e vamos a dormir, e seamos mañana,
ora de dexar el torneo, que assi era puesto Dios queriendo, los primeros». Dixo el conde
por los reyes, que aquel tiempo doxassen de Partinuples que le plazia, y hizieron pensar
tornear. É luego los soldanes, reyes, e du- muy bien los cauallos, que bien hauian pe-
ques, econdes, e otros caualleros se fueron leado, eotro dia, a la hora del alúa, louan-
para sus tiendas, y el soldán de Persia se tosse Gaudin e dexo dormiendo al conde, e
estuuo quedo debaxo del cadahalso. Y el fuesse para su compana c despertólos a todos
cauallero de las armas blancas mirando muy calladamente, e hizo traer do almorzar muy
bien. E dixo Gaudin al conde: «Ved como se prestamente, e desque fue guíssado, hizo
van los otros camilleros y vos (') estados que- poner las mesas, e fuesse para el conde y
do». E dixo el conde: «¿Que se haze a vos?> hedióle la mano a las piernas, e comencole
Y Gaudin le dixo: «Señor, si assi hazedos el de llamar: «Señor, lcuantadvos, que es tarde,
segundo dia y el tercero como el primero, yo que quien bien comienza, buena fin ha de
vos doy por mejor cauallero del torneo. Hasta dar». El conde estaña tan trabajado que no
aquí vos he llamado conpañero; do aquí podia recordar, e Gaudin lo hazia tales jue-
adelanto vos quiero llamar señor» . Y en esto gos, hasta que lo hizo recordar, e dierónlo
no auia ninguna gente, vellos todavía esta- sus vestidos e vistióse; e dieronle las armas e
uanse quedos Desque vieron que assi estaña fue luego armado. E los pajes armaron a
el eanpo que persona no hauia, boluieron las Gaudin. E después que fueron armados, fuo-
riendas a los cauallos e fueronse con sus pa- ronse a almorzar, e desque ouieron almorza-
jes; esi hermosas continencias traxeron, tan do, los cauallos estauan ya prestos y luego
hermosas las leuauan. Y el rey Corsol dixo eaualgarou e tomaron sus lancas, e luego el
a los otros reyes: «¿Vedes que continencia conde so puso el yelmo, porque yendo o vc-
leuauan aquellos dos caualleros, que ellos niendo no lo conosciesse ninguna persona. E
fueron los primeros e son los postriineros?> Gaudin mando a su gente que no dixessen
Dixeron los cinco reyes que lo hauia hecho quien era, que assi les era mandado, e Gau-
bien aquel cauallero de las armas blancas. din yuase sin yelmo, que nunca lo leuaua
Respondió el rey Clausa: «Por cierto, mejor puesto en la cabeca sino quando era menes-
lo ha hecho el soldán do Persia con el soldán ter, e todos los otros caualleros no tenían
de Babilonia, que dos vezes lo ha derribado» . puestos los yelmos sino quando era menester.
E dixo el rey Corsol: «Vna por vno, no lo he E todos los otros caualleros al conde, porgue
visto yo mas re/.io que el cauallero de las siempre lo traya puesto, le llamauan el caua-
armas blancas». E luego tomaron a la empe- llero rezio (porque no supiesseu quien era lo
ratriz por los bravos e leñáronla a la ciudad hazia el conde). E assi ellos andando su cami-
con muchas trompetas e muchos atabales, no, oyeron tañer trompetas, por quanto saca-
que parescia que el cielo se venia abaxo. uan a la emperatriz de la ciudad e la leuauan
al cadahalso, e los primeros que parescieron
XLIY. — Corno acabado el lomeo del primero en el eanpo eran estos dos caualleros. E des-
dia, el runde c su compañero Gaudin se que fue llegada la emperatriz e su hermana
con los siete revés e subidos en el cadahalso,
fueron para sus tienda*, e como se hixo el
torneo del segundo dia. e luego el rey Corsol miro «piando hauia de
venir el cana lloro de las armas blancas, c
Bol uamos al conde Partinuples e a Gaudin desque lo vido venir, dixo a los «tros reyots:
su compañero, que se fueron para sus tiendas. «Mirad, hermanos, que buen donayre tralie
E hallaron las mesas puestas e bien aguisado aquel cauallero de las armas blancas, que
de comer, que bien trabajados estañan o bien paresco que ayer no hizo ninguna cosa, y el
menester io hauian; e como fueron llegados es primero del torneo». Y el conde anduuo
a la tienda, descaualgaron e quitáronles es- por el torneo, o le dixo Gaudin: «Señor,
puelas, edesarmáronlos, e luego los traxe- vamos adelante, que alia hallaremos con
ron agua a manos, e asentáronse a cenar, e quien justar mas a nuestro plazer, que ayer
como el conde comía, assi se dormía, pero no lo ouímos con gran trabajo». Dixo el conde:
«Esperemos vn poco, que quiero mirar a la
(•) El texto: adosv. señora emporatriz e a su hermana, e a loj.

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CONDE PAUTINUPLES 60b

reyes e donzeílas que con ellos están en el fue por marauilla. E de aquello houieron muy
cadahalso». Y esto hazia el conde porque gran gozo los españoles, mucho mas el rey
saliesse el soldán de Persia, por quanto lo Corsol, que lo amaua e queria en su coracon.
auia por enemigo mortal, por hauer tomado E como tomo el conde la lanca del pendón,
aquel lugar debaxo del cadahalso por posada. fuesse derecho para el cadahalso do era la
Y estando Gaudin y el conde en estas razo- emperatriz, e dixo assi: «Señora, tomad esta
nes, vieron assomar encima üe la puerta del lanca en amor de caridad, que en mal punto
cadahalso vna lanca con vn pendón broslado vi vuestros amores» . E la emperatriz tomo
muy ricamente. Y el soldán lo hizo poner en la lauca e subióla arriba, e miráronla todas
la lanca, por justar con el cauallero de las las gentes, porque la hauia tomado; y ella,
armas blancas. E desque Gaudin vido que se en que vido que assi la mirauan, ouo tan
aderecaua el soldán para la justa, dixo al grande vergüenca, que si no le fuera mal
conde: «Señor, vamos de aqui, que el soldán contado, ella hechara la lanca del cadahalso.
se adereca para la justa». Dixo el conde: E como vieron Gaudin e los otros caualleros
«Hermano, dexadme ver quien es aquel ca- que assi hauia dado el conde la lanca a la em-
uallero que trae el pendón broslado». Y el peratriz, contarongelo a mal, porque si otra
no hazia esto sino por estar embuelto con el gente viniera contra el, se pudiera defender
soldán, ca mucho gana lo hauia, que lo tenía con ella. Y estando en estas razones, salieron
sobre ojos. E fuesse el conde passo ante passo de las tiendas del soldán hasta quinientos de
por el campo adelante. E desque vio el soldán cauallo, e comencaron de yr em pos del con-
que assi se venia el cauallero de las armas de. E quando vido Gaudin, dixo al capitán
blancas, demando a muy gran priessa que le de los españolee: «¡Vamos ayudar al buen
enlazassen el yelmo, ca le era muy gran cauallero!» . E los españoles eran hasta tres-
vergüenca de estar encerrado, viniéndolo a zientos de cauallo, o los moros eran quinien-
buscar otro cauallero, e luego le pusieron el tos de cauallo. Y el conde se defendió atan
yelmo al soldán. Y desque esto vido Gaudin, bien, que por marauilla era, que el que vna
tomo el yelmo que traya en el arzón de la vez tomaua ante si, no hauia voluntad de
silla, púsolo en la cabeca. E dixo a vn paje boluer a el. Y en esto llegaron Gaudin e los
que ge lo enlazasse, que menester le hazia de españoles, e comentaron do dar en los moros,
aparejarse; «ca si el soldán mal lo passa, me- que no era cosa de pensar, que el rey Corsol
nester ha ayuda mi señor el conde», y avn hauia plazer, e miraua al conde como andaua
en este tiempo ninguno de los otros caualle- entre los moros matando e hiriendo de tal
ros no eran leuantados de sus camas, e por manera, que los metieron por el cadahalso.
esso los dauan por buenos caualleros, porque Desto todo auia gran plazer el rey Corsol,
eran primeros e postrimeros. E desque vido porque tan bien lo auia hecho el cauallero de
el soldán que assi le estaua esperando, tomo las armas blancas, e todavía dezia este rey
su lanca en la mano, c tenia mas de quinien- que bien lo hazia. E fueronse el conde e
tos caualleros cabe si, que no parescia otro Gaudin e los españoles para el lugar de don-
sino el capitán de los españoles. E des- de hauian partido, e los españoles se despi-
que esto vido el conde que assi estaua el sol- dieron del conde e Gaudin, y encomendáron-
dan apercebido, estaua el capitán en el canpo se a Dios. Y ellos estando en estas palabras,
como dicho hauemos. E desque vido que assi dixo Vrracla a la emperatriz: «Señora, quie-
estaua el soldán, mando el capitán armar a rome apartar allí, e perdonadme, que me
todos sus caualleros, e dixoles assi: «Vamos siento mal». E la emperatriz le dixo que
a ayudar e ver justa del mejor cauallero del fuesse en hora buena, e que no tardasse alia.
mundo, que ya vedes que quieren justar el E Vrracla tomo a Persia su donzella consigo,
conde y el soldán, e si es menester ouiere e fueronse ambas a dos para vn canto dol
ayuda, sed con Gaudin el Ruuio su compa- cadahalso. E dixo Vrracla a Persia: «¿No
ñero»Y. ellos dixeron que les plazia de buen parastes mientes en lo que dixo aquel caua-
grado. Y ellos estando, vieron venir los caua- llero ami hermana quando le dio la lanca con
lleros el vno al otro quanto la fuerca de los el pendón broslado?» Respondió Persia: «Vi
cauallos los podia llenar, e dieronse tan esso que dize vuestra merced, mas no paro
grandes golpes, e dio el conde al soldán vn mientes a las palabras» . E Vrracla dixo: «Yo
golpe por medio de la targia, que lo louanto las oy muy bien. El coracon me da que es el
de la silla o lo hecho en las ancas del cauallo, conde Partinuples, mi amado y mi señor
e passo por deyuso del braco del conde Par- hermano». Dixo entonces Persia: «¡Quisic*
tinuples la lanca del soldán; y el conde tiro sselo Dios que fuesse el!» E la emperatriz
della e tomo la del soldán con el pendón boluio el rostro hazia la hermana, e vido
broslado, e passo adelante con gran gozo, que como lloraua, e dixo a los reyes: «Señores,
LIBROS DB CARALLSRUs.— 11.— 39

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610 LlfcHOS DE CABALLERÍAS

perdonadme, que se siente mal mi hermana; si era moro ni christiano, ni de qüe r^Vno^
quierola yr a ver» . E dixeron Iob reyes que era, saluo que no lo conoseia sino por el
fuesse su señoría. Y ella se fue hasta donde cauallero de la* armas blancas, que mucha?
estaua su hermana. Yrracla so leuanto a la vezes auia embiado a saber su nonhre, e tr»-
emperatriz, e la emperatriz pregunto a 6U davia go lo negauan , mas que, si Dios le daña
hermana quo como estaua assi llorando. E salud, que mucho haria otro dia por saberlo.
Yrracla le respondió que si no pcrdonaua, E torno Vrracla con la respuesta a la empe-
que no ge lo diría. Y la emperatriz le dixo: ratriz, ella
y miraua todauia al cauallero de
«¿Como en tal tiempo como vede* me aueys las armas blancas, que no lo miraua de mal
de dezir estas cosas, que yo no siento pesar ojo. E mientra ellas estañan en esto, todo*
que en el mundo rae ouiessedes hecho, que los caualleros quantos ayuntados estauan, no
en este negocio no vos fuesso perdonado?» E hazian sino tornear. Y ellos assi estando, ta-
desque esto oyó Vrracla, dixo: «Cierto es, ñeron avísperas. Luego el rey Corsol y r\
señora, que yo e Persia mi donzella tou irnos rey Clausa mandaron tocar tronpetas e ata-
al conde en nuestro poder, e vos lo armastes b les, e luego cessaron el torneo. Todos so
cauallero en la noche que armastes los cien fueron para sus posadas a descansar, quo
caualleros noueles. ¿Acuerdasevos quando bien les hazia menester, e no quena partirse
preguntastes que hauia aquel cauallero que del canpo el conde Partinuples hasta que
assi se amortescia, e vos dixe yo, señora, que todos los del canpo fuesen ydos, e quando
no era marauilla, que eran mocos e no eran vieron que persona ninguna no quedaua en
vsados a las armas, que por esto estauan el dicho canpo, boluieron las riendas a
adormecidos c por esso se cayan en tierra?» cauallos e comencaronso a yr para sus tien-
Alli dixo la emperatriz: «Cierto es, que bien das, o tan hermosamente se yuan como se
se me mienbra». E dixo Yrracla: «Pues, se- venían. El rey Corsol siempre los miratu
ñora, sepa que aquel era el conde Partinu- como se yuan tan hermosos, e dixo a los otr>*
plcs».E con tole todo el hecho como hauia pas- reyes: «¿Vedes que passear es de aquel ra-
sado, e como lo hauia hallado en las sierras de uallero de las armas blancas?» Respondieran
Ardeña, e como andaua en manera de alima- los otros reyes: «Sed seguro que ee pued-?
ña; e como oyó aquello la señora emperatriz,
llamar el mejor cauallero de todo el mando-.
cayo amortescida, e las donzellas houieron Dixo el rey Clausa: «¡Buen cauallero es ¿
muy gran vergüenza, pensando que los reyes soldán de Persia!» E ay tocaron las tmnpe-
mirauan hazia aquel logar do estaua su mer- tas y leuaron a la emperatriz a su palaci .
ced. E quando la emperatriz ouo tornado en
si, fuesse para su hermana Yrracla, e comen-
XLV. — Como, acabado el torneo del según!'
cola abracar e besar, llorando de sus ojos,
dia, cada rnose fue para sn posa fia /w*ti
diziendo assi: «Hermana señora, ¿por que no
me lo dixistes cuando lo arme cauallero?» la mañana; e como se hi.o el torneo </'*
tercero dia.
Dixo entonces Yrracla: «Cierto es. señora,
que houiera grande qüestion entre los reyes Boluamos al conde e a su conpanero
e caualleros de todo el mundo, ca vos pena- din, de cx>rao Gaudin besana las manos i\
rades e padescieradcs gran vergüenca, mas conde e lo llamaua señor; e hizo Gaudin
no houierades otro trabajo sino aquel; lo otro assentar a la tabla al conde, y lo seruia cor.
vos haze penar, porque el anduuo assi por muy grande alegría, que por marauilla en
vos perdido en las sierras de Ardeña» . Luego que Gaudin entendia que tenia por compañe-
la emperatriz tomo a su hermana con la ma- ro al mejor cauallero de todo el mundo. K
no, e dixole: «llermaua, pluguicsse a Dios
después que ouieron cenado, fueronse acos-
que aquel cauallero de las armas blancas tar, e Gaudin dezia al conde: «Señor, buer.
fuesse el, que amo mucho, e no menos el rey cauallero soys; pues que los dos días lo ha-
Corsol» . Muy gran plazer hauia la emperatriz uedes hecho bien, ol tercero no vara ec
porque tenia de su bando al rey Corsol. Ella
estando asi mirando donde veria al cauallero yaga» , porque seria aquel dia determinación
del torneo. Boluamos al rey Hermán, que e-I
de las armas blaucas, vidolo estar con su estaua en la tienda del soldán, y le j>odia per
conpañero Gaudin el Ruuio. E dixo la señora merced que en la mañana que lo dexasse yr
emperatriz a su hermana que preguntasse al
a justar con el cauallero de las armas blan-
rey Corsol que quien era aquel cauallero que cas. Y respondió el soldán que si entendía d*
estaua cabe el cauallero de las armas blancas.
hazer lo que lo plazia de muy buen prado,
Y el rey Corsol respondió que Gaudin auia
nombre, e que era moro, mas que el otro mas que parasse mientes que el cauallero -!<•
las armas blancas entendia que era vno de
cauallero no sabia como se llamaua, ni sabia los buenos caual loros del mundo. Responda»

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flil

ei rey tícrmati: «í'or cierto, señor, yo lo he con el en tierra y cayo de cabocá, do guisa
a tan gran pesar de vuestra deshonra, que no que estimo adormecido a las puertas del ca-
es cosa do pensar; o yo moriré, o yo vos ven- dahalso do estaña el soldán. E tomo el con-
gare». Allí dixo el soldán: «¡Hazed como Ala de el cauallo del rey Hernán y leuolo a Gau-
e Mahoma vos ayudare!» Y otro dia en la din su compañero. Entonces dixo el rey Cor-
mañana leuantose Gaudin a la ora de los sol a los otros reyes: «¿Vedes que bien lo ha
maytines; llamo a su conpañoro y mando hecho el cauallero de las armas blancas?»
aguisar de almorzar; o quando fue el alna, Alli dixeron los otros reyes: «Cierto es, se-
las mesas fueron puestas, e Gaudin llamo a ñor, que de los mejores caualleros es el» . Dixo
su señor el conde, que estaña durmiendo, e el rey Corsol a vn su donzcl que fuesse a sa-
comencolc de llamar a grandes bozos de ma- ber quien era aquel cauallero. Luego el don-
nera que no lo podia meter en acuerdo. Y zel fue a saber lo que el rey Corsol le man-
esto no era marauilla, según el trabajo que daua. Dieronlo por respuesta que el no era
hauia passado. E desque vido que no recor- moro, saino ehristiano, que era del reynode
daua, e trauole de las piernas e do los braros Francia. Desquo ovo la emperatriz, e Vrra-
e comencolo de llamar hasta que lo metió en cla su hermana, e Persia la donzella, lo que
acuerdo; e luego le dieron sus vestidos e el donzel dixera, oomenraron de llorar, di-
aguamanos. Y vestieronle sus armas, e des- ziendo assi: «Amigo mió de mi coraron, ¡si
que fue armado, assentaronse a almorzar. E fuesses tu aquel que en mi poder tune, con
después que honieron almorzado, caualgaron quien yo me deleytaua en el tiempo passado!»
en sus cauallos y tomaron las lauras en las Y entonces rogaron a Dios, la emperatriz
manos. Y consigo sus pajes. E Gaudin puso e su hermana, que Dios lo guardasse. Ellas
luego al conde el yelmo en la cabera. Y on- estando en osto, andaua tan rezio el torneo,
lazogelo muy bien, e fueronse por el otero quo por marauilla era, entre los alimaneses
arriba; vendóse assi, overon tocar las trom- o los franceses. Los alimaneses eran muchos
petas. Y entonces sacauan a la emperatriz de e los franceses pocos, y el rey de Francia era
la ciudad. Y leuananla al miradero del ca- inoi,o e no era vsado de batalla, e los alima-
dahalso. Yel rey Corsol miraua hazia donde neses leuauan a los franceses por vnos are-
solia mirar, a ver si viera assomar, o vido ve- nales adelante Y el conde, desque lo vido, e
nir al buen cauallero de las armas blancas e oyó las vozes que dañan los franceses, dixo
a su conpañero con los mas lindos continen- el conde a Gaudin su compañero: «Herma-
tes, que no podia ser mas. Dixo el rey Cor- no, varaos ayudar a los franceses, que el rey
sol: «Mira, señor, qual viene el noble caua- de Francia es mi primo, magüer que mal lo
llero de las armas blancas». E los otros ca- quiero. El coracon me quiere quebrar en que
ualleros avn no se leuantauan. Y el conde ya veo que lo passan mal». E Gaudin le dixo
venia buscar justa, e veyendo por el campo que le plazia de grado. E luego Gaudin se
adelante, paróse de cara del cadahalso. E le puso su yelmo, y enlazarongelo muy bien, e
dixo Gaudin: «Señor, vamos adelante y alli fuesse para alia. Y el ronde dixo a Gaudin:
hallaremos justa assaz». El conde le respon- «Quando llegamos a la batalla, diredes este
dió: «Hermano, esperemos aqui vn poco, e apellido, que es de Francia: «San Luys» . e
miraremos como salen al torneo». Ellos es- conosceran los franceses que somos on su
tando en estas palabras, el rey Hermán es- ayuda*. Y el hizolo assi. Gran plazer ouo
tauasse armando para la justa, evidolo Gau- Gaudin en (pie supo quo era el conde de li-
din, e dixo al conde: «Catad, señor, como se
naje de reyes, que por marauilla era; e des-
aguisa vn cauallero a las puertas del cada- que fueron llegados, fueron herir en los ali-
halso do esta el soldán». E dixo el conde: maneses diziendo aquel apellido, y ellos
«Por cierto, yo quiero yr a ver quien es ouieron gran esfnerco. E los alimaneses gran
aquel cauallero* . E puso su lanra en el ris- desmayo, que bien veyan que el cauallero
tre e fue quanto la fuerca del cauallo lo de las armas blancas que era el mojor caua-
pudo leñar. Esto hazia el conde por el gran llero del mundo. E asi dieron los franceses
argullo que tenia en su coraron, porque era sobro los alimanoses, que a qualquier que el
el tercero dia e cuydana que no hauia hecho conde alcancaua le hazia caer del cauallo.
ninguna cosa y que el soldán leuaua el me- En til manera que los franceses los metie-
jor. Y el rey Hermán, desque lo vio, saliólo ron por vn rio adelante, de guisa que entre
a recebir muy bien aguisado, su lam;a en el muertos e ahogados hallaron hasta dozientos
riste. E fueronse a dar tan grandes golpes, dellos. Y los franceses boluieron con el ca-
que las lanras bolaron en pieras, de tal gui- uallero de las armas blancas, dándole mu-
sa que el cauallero de las armas blancas dio chas gracias, e rogaualo el rey do Francia
al rey Hermán por inedio de la tragia que dio que le dixesse su nombre o quien era. Y el

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LIBROS DE CABALLERÍAS

conde le respondió en griego, porque no lo para matar al condo, y con estos cáuallert*
conosciesse. E Gaudin dixo al rey que su se- salia el rey Hermán con ello** debaxo deJ
ñoría no curns.se do saber su nonbre, que no cadahalso, y comencé de lnego a dezir Gau-
so lo diría por agora hasta que los torneos din al conde: «¡Ha, señor! ¡ha, señor! ¡guar-
fuesson hechos; e assi se despidieron, y los dadvos de la trayeion, que viene a tranes
franceses fueron para sus tiendas. Y el con- otro cauallero para vos matar!» Y ol oon<le
de o Gaudin quedáronse en el campo en el miro o vidolo venir. Dixo al soldán: «Señor,
lugar do solían estar, de cara el cadahalso. hazed como haze el buen cauallero». Y el sol-
E dixo Gaudin al conde: cSeñor, vamos de dán desque lo ovo, aleo la lauca e no lo quifo
aqui e no busquemos mas reqüesta, que tan herir, porque boluio las espaldas para el rey
trabajado esto, que mas querría holgar que Hermán; y el soldán boluiose para el cada-
no tornear, que passados somos el mayor halso passo ante passso, por quanto no quiso
trabajo del mundo» . El conde le respondió hazer trayeion, pues que veyan que lo mira-
assi: «Hermano, holgad, e no trabajedes oy uan todos los del torneo e fuerale muy gran
en esto dia» . Y el conde tomo vna lanca en deshonrra e descortesía. Y fue el conde para
semejanca de tornar a justar; y a todo esto el rey Hermán y el rey para el, de manera
bien lo miraua el rey Corsol, e dixo a los re- que no se conoscieron, o dauansc tan rezios
yes: «Mirad, señores, que tan grande esfuer- golpes de tal guisa, que el rey Hermán dio al
zo do tan noble cauallero, que agora escapa conde vn golpe por medio de la targia que
de tan gran trabajo y esta esperando justa». hizo la lanca pedazos. Y el cauallero de las
E la emperatriz e Yrracla auian muy gran armas blancas dio al rey Hermán vn tal gol-
plazer, que por marauilla era. E los otros re- pe, que le falso la targia e las armas, y le
yes hauian que contar de su hazienda. E to- hecho la lanea do la otra parte vna braeada,
davía dixo el rey Olausa que era mejor ca- de tal manera que cayo el rey Hermán en
uallero elsoldán de Persia, y ellos en esto tierra muerto, de lo qual hauian muy gran
estando, cstaua tratando el rey Hermán en gozo todos los que estauan en el campo mi-
como matassen al conde, y fuese el rey Her- rando, mayormente la emperatriz e su her-
mán al soldán, diziendo assi: «Señor, ¿vedes mana Vrracla, y el rey Corsol, e Gaudin su
aquel cauallero malo como busca deshionrra compañero, porque tam bien lo hauia hecho,
do vuestra alteza? E anda en vuestro deser- por la tan gran trayeion que le cometió; e
uício e dizo mucho mal de vos»; y esto peso como estos ouieron assi este plazor, tanto
mucho al soldán, porque entendía que era ouo de pesar el rey Clausa y el soldán. Y
malicioso todo aquello que dezia el rey. Que ellos assi estando, tañieron vísperas. Desque
bien sabia el soldán que era vno de los me- vido el cauallero de las armas blancas que
jores caualleros del mundo. El soldán res- era hora de dexar el torneo, tomo en si gran
pondió: «Pues quanto mal dezis deste caua- argullo, que entendía que no hauia hecho
llero de las armas blancas, e vas tenedes por
ninguna cosa, e que el soldán leuaita lo me-
tan esfuercado, ¿por que dexastes vuestro
jor, edexose yr tan rezio encima de su ca-
cauallo?» y luego respondió el rey Hermán: uallo, quanto la fuerea lo pudo leuar, y fue-
«Por cierto, señor, yo haré do guisa que
sse para el soldán, y el soldán saliólo a resoe-
muera el cauallero de las armas blancas; e bir, y antes qno acabasse de salir encontró
sea vuestra alteza cierto desto». Respondió con el conde, y el conde dio con el en tierra,
el soldán: «Hazed alia do la guisa que quisie- de tal manera, que si los caualleros no le
redes». Y el rey Hermán dixo assi; «Señor, acorrieran para metello en el cadahalso, muy
(¡uando vuestra alteza saliere a justar con el, mal lo passara el soldán. E lnego el conde
c vos fueredes el vno para el otro, saldré yo salto del cauallo con la lanea en la mano, e
por de traites e lo heriré con mi lan<;a por el comeneo «lo pelear con ellos, de manera que
costado, de manera que muera luego». Y or- nunca salieron del cadahalso; y el conde es-
denáronlo assi. El soldán se fue para de cara la taua de fuera, de guisa que el que se le pa-
puerta dol cadahalso encima de su cauallo y raun delanto en mal punto era para el. E assi
su Janea en la mano. Minútalo Gaudin como tenia el condo las lancas cabe si, que pares-
estaña adereeado, e dixo assi al conde: «¿No eia vn toro que garrochean. Y el estaua que
vedes que se adereea el soldán para la justa?» pareseia vn león, y todavía le parescia que
E dixo el conde: «Esto es lo que yo espero». el soldán leuaua lo mejor, e no vagauan to
E Gaudin so puso su yelmo, «iite bien veya car trompotas, ni dar vozes los reyes (pie oe-
que so hauia de ver en rebuelta. Y fuese el ssasse el torneo. Ni por esso no lo quería de-
condo para el soldán y el soldán para el
xar, que entendía que no hauia hecho nin-
conde. E yendoso assi el vno para el otro, guna cosa. E no quiso el conde partir de alli
vido Gaudin como salían algunos caualleros
hasta que fuesse noche. E mandauan los re-

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CONDE PART1NUPLES 613

yes que cessasse el torneo, e todavía el no lo dina e treynta días, e de que estos días fue-
quería dexar. E Gaudin rogaua a los reyes e ssen passados, que se podia hazer aquello. E
les besaua las manos que los fuessen a de- a estas razones ayudauan el rey Corsol los
partir. Entonces descendieron a la señora franceses e los castellanos. Boluamos al con-
emperatriz y ella echóle los bracos encima, de e a Gaudin, que fueron a la ciudad de Da-
e si no fuera por vergüenca, consigo lo le- masco, ehallaron las almenas e las puertas
uara, sino porque pensó que no fuera Parti- do la ciudad todas cubiertas de luto. Quando
nuples, e assi los departierou o leuaron a la entraron por la ciudad oyeron tan fuertes
emperatriz para la ciudad e metiéronla en llantos e quebrauan escudos, que no siento
sus palacios. El conde e Gaudin se fueron honbre que lo vería que no ouiera gran duelo.
rra sus tiendas, e las mesas fueron puestas, E fueronse al palacio do era la reyna Ansies,
luego dieron de comer al conde e seruio e hizieronla re u eren cía, e dixo assi el conde:
Gaudin al conde como si fuera su señor natu- «Señora, la vuestra merced heme aqui en
ral. E después que ouieron cenado, holgaron vuestras prisiones». La reyna le respondió:
e fueronse a dormir, oa muy trabajados esta- «Amigo, ydvos en buena hora, que yo no vos
uan, e dixo Gaudin al conde: «Señor, maña- he menester; pues que mi señor el rey es
na es el desamen del torneo». Alli dixo el muerto, yo vos suelto el pleyto omenaje» . E
conde: cEsto seria si yo no ouiesse de yr a luego el conde le beso las manos e se fue su
otro cabo». Dixo Gaudin: «¿Como, señor? ¿a camino con su compañero; e a cabo de ocho
otra parte hauedes de vt?» Dixo el conde: dias tornaron al lugar do solían tener las
«Yo hize pleyto omenaje a la reyna Ansies tiendas, e holgaron y echáronse a dormir.
de ponerme en su prisión antes que el rey
Hermán tornasse del torneo». Dixo Gaudin:
XLVII. — Come el conde, tornado de Da-
«Pues que pleyto le hizo vuestra merced, no masco, fuexse a ver la determinación del
padezca la reyna. Pero si lo pudiéramos qui- torneo.
tar por ruegos, muy bien, señor, sera, o si no
yo quedare en rehenes hasta que vuestra Al otro dia antes del alna, leñan tose el
merced libre su hecho». El conde le dio mu- conde e llamo a Gaudin a gran priessa. E di-
chas gracias por su buena voluntad. xole Gaudin: «Señor, agora vos leuantades
de madrugada porque es el esamen, mas no
quando vos tirana de las piernas para que
XLYI. — Como, acabado el postrero dia del
fuessedes al torneo luego». Gaudin mando a
torneo, el conde Parlinuples, por el pleyto
sus criados que guisassen de almorzar. E
omenaje que aula hecho a la reyna Atunes,
dixo al conde que se yrían desarmados, y el
fue para Damasco; y de como entre los re-
yes ouo contrariedad por quien lo auia conde le dixo que no. E luego fueron arma-
heclto mejor en el torneo. dos, eassentaronse almorzar, e desque ouie-
ron almorzado, caualgaron ou sus cauallos o
Otro dia poi la mañana alearon sus tien- sus laneas en las mauos. E dixo Gaudin al
das efueronse su camino para la ciudad de conde: «Señor, no leuedes el yelmo puesto,
Damasco, a do era la reyna Ansies, e mien- pues que no hauedes do tornear». Respondió
tra ellos fueron, entraron los reyes, solda- el conde: «Amigo, yo no tengo paños de oro,
nes ericos hombres a la sala a do estaua la
e si por puñadas lo ouieramos de librar, me-
emperatriz, para desaminar qual era mejor jor yremos armados que no en otra manera» .
cauallero, e hizieron poner muy grandes es- Y desque assomaron por vn cerro, vidolos el
trados, ehallaron todos de acuerdo que no rey Corsol. E todavía, mientra fue a librar
auia otro mejor a quien pertenesciesse que de la prisión de la reyna Ansies, miraua el
era el cauallero de las armas blanoas y el rey quando lo vería asomar al cauallero de
soldán de Persia. E después que fueron de- las armas blancas e a su compañero; mando
sarrimados, mandaron llamar al soldán e al el rey Corsol que toca asen las tronpetas, e
cauallero de las armas blancas, e buscaron saliéronlo a resoebir el rey de Francia e los
al conde el primero dia, y el segundo y el españoles; y el rey Corsol y el rey Clausa es-
tercero, e nunca lo hallaron. Y el rey Clau- tallan en el palacio de la señora emperatriz,
sa daua muy grandes bozes que diessen a la e tnixeronlo hasta do estaua la emperatriz,
emperatriz por marido al soldán de Persia, y estauan en gran porfia estos dos reyes que
que aquel era pertenesciente para su señoría. eran tutores de la señora, que dezia el rey
El rey Corsol daua muy mayores bozes, que Corsol que era mejor cauallero el de las ar-
no se podia hazer hasta que paresciesse el mas blanoas que el soldán; y el rey Clausa
cauallero de las armas blancas, que no per- dezia que era mejor cauallero el soldán; e
día su dereoho, que avn tenia de plazo nueue que no sabia quien era el cauallero de las

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614 LII5R0S DE CABALLERIAS

armas blancas. E luego el rey Corsol so fue cuezo como la nieue. E desque la emperatriz
para el conde e preguntóle de bu hazienda. lo vldo, conosciolo muy bien, e temblauale
Y el conde le dixo quien era e como le 11a- a la señora las carnes de plazer muy grande
mauan, e do donde era. E desque aquello que tenia en su coraoon. Ca si Yrracla sn
oyó el rey Corsol, fuelo abracar, e si no hermana no le leuara las manos puesta* ea
por el yelmo, lo besara en la boca; e do alli las espaldas, e los dos reyes por los bracos,
corrió el rey Corsol a los otros reyes, e no pudieran andar vn passo con ella, que lue-
les dixo como era primo del rey de Francia, go se cayera. Y quando assi la leuauan por
e que venia de gran linaje de reyes, y quo el estrado, e todos se pensauan que fuera a
era conde de Bles, que le llamauan Partinu- echar mano del soldán, porque estaua mas
plea. Y desque oyó la emperatriz, dezir al ricamente vestido, e desque fue llegada li
rey: Partitiuplc*, assi so cayo amortescida señora em par dellos, fue a echar mano h
en bracos de su hermana Yrracla. E Vrracla emperatriz al conde, temblandole las manos.
tomóla atan rezio en sus bracos, y esto ha- Y desque esto vido Gaudin, fuele a besar los
zia ella porque los reyes no le viessen ni pa- pies e las manos, diziendo assi: c¡Yiua xa:
rassen mientes en ello. E como andaua el señor el emperador Partinuples!» E luego
soldán en el campo, e sus diez y nueue reyes los reyes tomaron al conde e aleáronlo p-r
todos vestidos de oro e do seda, con sus co- emperador, e besauanle las manos e obedes-
llares do oro e de piedras preciosas, y el con- cieronle por señor. Y desto ouo muy gran
de andaua por el campo con su compañero plazer el rey do Francia su primo, porque
armados. Mientra estañan los reyes en su era emperador. E los castellanos assi mesin
consejo, qual pertcnescia para ser emperador. Y luego fue derramado el torneo, e cada vn ;
Y desque ouieron declarado aquellos dos ca- se fue a sus tierras, saluo el rey de Franca
lleros que eran los mejores caualleros del e los castellanos, que quedaron para haz*
mundo, los vnos dezian que mas pertenescia las bodas del emperador Partinuples. E alli
el soldán para emperador quo el conde; otros fueron hechas muchas alegrías, assi tablados,
dezian que mas pertenescia al conde para como toros c justas, o otras muchas hazaña*
ser emperador quel soldán, de tal manera que no se podrían contar. E assi acabadas lis
que tenían muy gran quistion sobre escoger. bodas con muchos plazeres, el rey de Fran-
El soldán se quisiera vna ora por otra hallar- cia elos castellanos se fueron para sus tie-
se armado, que no la corona de oro tener rras, e por todo el mundo ouieron que corr
en la cabeca.
tar de las noblezas e cauallerias del empera-
dor Partinuples, por que cobro e ouo el im-
XLVIII. — Como determinaron los reyes qiie
la emperatriz a su voluntad esrogies.se qual
de los dos quisicosa por marido, y ella es- XLIX.— Como Partinuples, después de lu-
perio.
cogió al conde Partinuples, al qual luego cho emperador, hizo ehristiano a Gauoto
alearon por emperador. su compañero. E lo hizo condestable da
imperio de Costaniinopla.
Houo de venir esta ordenanca entre los re-
yes: que pusiessen a los dos caualleros jun- Dexemos al emperador Partinuples, que
tos, y que la señora emperatriz tomasse por estaua con la emperatriz con muy gran ale-
marido aquel de aquollos que quisiesse. E to- gría ycon su hermana la señora Vrraola, *
dos los reyes dixeron que fuesse assi, y so bol u amos a Gaudin, que después que fuerce
tuuiesse firmemente pues que assi era me- hechas las alegrías de las bodas del imperio
jor; eassi fue, e lo otorgaron todos. E luego que es lo que se hizo. El fue para el empe-
el rey Corsol y el rey Clausa se fueron para rador ale demandar licencia para se yr a
la emperatriz a ge lo contar en la manera tierra con los sus tres pajes, e dixole: <£<*-
que passaua, que tomasse qual su alteza qui- ttor, pido por merced a vuestra alteas qiw
siesse, luego
e leuaron al soldán e al conde me de licencia para me yr a mi tierra cot
delante de la señora emperatriz, e la empe- mis tres pajes». El emperador, desque esto
ratriz llamo al rey Corsol y el luego fue a oyó, ouo muy gran pesar porque Gaudin »
su señora, e mandóle la omperatriz que fue- quería yr de su imperio, e rogóle mucho que
sse al cauallero de las armas blancas, e que no se fuesse, sino que siempre estuuiesse en
le hiziesse quitar el yelmo, o luego el conde su imperio, emas que le rogana que se tortu-
mando a Gaudin que se lo quitasse, o desque sse ehristiano, c que lo haria muy gran hoc-
ge lo ouieron quitado, tenia el conde el ca- bre en su imperio Y Gaudin amana tanto ai
misón mas negro que la pez, del orin de las emperador, que por marauilla era, e dixo
armas, e blanqueaua de la cabeca y el pes- que le plazia de lo haier, por le complaxw.

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4

CONDE PARTINUPLES 615

mas que no quería sino víuir en su merced. Y tornado christiano, luego le hizo condesta-
desque esto oyó el emperador, ouo en si gran ble de su imperio e lo caso con vna don-
alegría, e fuesse luego a la emperatriz e con- zella hija dalgo e muy hermosa, e le dio
tole quanta buena obra Gaudin su conpañe- muchos bienes con que biuiosse. Entonces
ro le auia hecho por el emperador Parti- Julián beso las manos al emperador e a la
nuples, y que olla quería ser su madrina, y emperatriz por tanto bien e honra como le
el emperador su padrino; e luego lo leuaron auian hecho. Y por esto dize el refrán:
a la yglesia e le tornaron christiano, y le «Quien a buen árbol se arrima, buena som-
pusieron por nombre Julián. E desque fue bra le cobija» .

DEO GRACIAS

Aquí se acaba la presente historia dbl


COXDE PaBTENUPLES, QUE DESPUES FUE EMPERADOR DE
COSTAXTINOPLA. FüE IMPRESSO EN LA MUY NO-
BLE Y MAS LEAL CIUDAD DE BURGOS. En CA-
SA DE JUAN DE JUNTA. ACABOSE A . XVj .
DIAS DEL MES DE MARCO. AÑO

DE MIL Y QUINIENTOS Y

Xlvíj . ANOS.

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GLOSARIO

NOTA I. — Al indicar el significado dé una palabra cualquiera, nos referimos preferente-


mente al que tiene en el pasaje de donde la tomamos.

NOTA II. — Empleamos las siguientes abreviaturas:


B. Conde Partinuples. P. =s Palmerin de Inglaterra ( I , Primera
C.
Clamades y Clarmonda. parte; II, Segunda parte).
1). üestruición de Jerusalem. R. = Tablante de Ricamonte.
G. Demanda del sancto Grial. T. = Tristón de Leonís.
M. Baladro del sabio Merlin. V. == Vida de Roberto ol Diablo.
O.
Oliveros de Castilla y Artús Dalgarbc.

El número que va inmediatamente después de la sigla indica el del capitulo de donde te


copia la palabra comentada.

NOTA III. — El presente Glosario no comprende ¡os vocablos de fácil explicación, ni


tampoco todos los términos anticuados que se emplean en los textos precedentes. Se refiere única-
mente á las palabras oscuras, á las que en los mencionados textos ofrecen un especial sentido y
a aquellas en cuya interpretación hemos creído aportar algunas autoridades útiles.

NOTA IV.— Cuando no indicamos edición especial de algún texto, nos referimos á las de
la Biblioteca db Actores Españoles, de Rivadeneyra.

Aballar (M., 128).— Véase Aballar. te, como en el penúltimo texto citado, el sen-
tido de irse.
Aballar (M., 188).- «Mover oon difi-
cultad», dicen Lebrija y la Real Academia Es- Véase también el Cancionero musical de
pañola; pero no es aquí eso, sino bajar, incli- Francisco Asenjo Barbieri, núm. 867.
nar, doblar. Ablltar (M., 802).— Injuriar, abatir. Del
Abaliud. según Du Cange, significa: lo in- latin vulgar ovillare, 6 de vilitare, deprimir,
ferior, loque depende de otra cosa. rebajar, envilecer.
Lebrija trae abilitar, y no auilitary en su
aQuien con ella luchase non se podría bien fallar;
ay ella non quUieae, non la podna aballar.?» Diccionario hispano-latino.
(Joan Rui», Libro de buen amor: ed. Ducamln, r. 1010.) «Ca este amor eobejano que él le ha, la fari ser
despreciado e abiltado de ana vasallo*.»
«Rrab Gil. Tíreme» nuestro camino [Calila e Dymna, pig. 24.)
Allá c Arria la majada.
Berinouella. ¿Y i dónde está careada?
Bbas Gil. «F.t retove mi mano de ferir, e de aviltar, e de
Allá en Mimo biela el Sapino: robar, e de furtar.D
Por tanto, d'acá aballemos. (tbidem. pig. 1(1.)
Berinouella. Kn buena f«: que me pra?.
Búas Gil. Toen también a mi me ha».
Berixquella. Aballemos. «Que muchas Tezes premite nuestro 8efíqr que los
Bras Gil. Aballemos.» buenos sean descarado*, disfumados e abyltados de
los malos.»
(Laea« Fernánd ei, Farsas y Églogas; «i. Cadete, pp. 14-15.) (Arcipreste de Talavera, IV, 2; ed. Pírea Pastor.)
«Y ion yo juro, á buena fé,
que apenan aballa el pié, Abuftlon (P. , I. 91).— Superstición. En
euando ya temen allonde.»
portugués: abusad. Del latin abüsío, abuso,
(Jojin del Rnrlna, Teatro rompUto: ed. de la
R. Acad. E»P.; Madrid, 1895, pág. 4.) mal qso. corruptela.
Arelfnni (P.. T. 89 y 90).— cEstofa de
En otro» pasajes de Lucas Fernández y de terciopelo de seda 6 ds raso de diversos colo-
Juan del Encina, aballar tiene manifiestamen- res, con la cual se hadan toda suerte de

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LIBR08 DE CABALLERIAS
GL>0

tidnras.» (Eguílaz, Glosario etimnh'yico de las Aflatolarae (T., 9).— -Convertirse


palabras espartólas de origen oriental; Grana- llaga en fistola.
da, 1886.) Fistola 6 fístula es una llaga en forma de
En el Palmerín se habla de aceitnní negro conducto estrecho, más 6 menos hondo. (Aca-
y de aceitnní blanco. Lo habla también verde, demia Española.)
morado, azul y carmesí (V. Eguílaz). No sig-
«Lo que el mundo promete, tengámoslo en
nifica, pues, color de aceituna, como la Acade-
ca es reniño malo e de llaga a fisto 1a d» i>
mia yAmador de los Ríos lian entendido, pues
(Paro Lopes de ArtU, Rimado de Palacio, c HtLi
el vocablo procede del árabe Zeitún, transcrip-
ción del nombre de la ciudad china Teeu-thung,
donde, según Aben-Batuta, se fabricaban her- Al (M., 225).— Otro, otra Del
tro arcaico Hltd, por Hitad.
mosas tolas adamascadas do terciopelo, de seda
6 de raso.
«Hjo tome el casamiento, mas non osa desir aL»
«Vertían de asetnnin (Poema del Cid: ed. M. Pldal, v. 2891. ¡
cotas bastarda* bien fechas.»
(Jun de M«n«, en el Cancionero de Lope «Sienpre de ros desjmos, en al nunca fablamos.»
de StAñiga; ed. Midrid, 1872, pág. 231.) (Jota Raix, Libro de buen amor; ed. Daeamin, c. SW.¡

Acitara (O., 386).— Estofa de seda. Del «Lo primero,


vuestra onrra » faredes «ernicto a Dios; lo al, sera
árabe as-sitara, Telo, cortina, cubierta.
(Don Juan Msnncl, El Conde Lúea ñor-,
«Vedia sobre la siella mny rica acitara, cap. XXXVIII, ed. Krapí.)
non podría en este mondo cosa ser tan clara.»
(Gsnitlo de Berceo, Vida de Saneta Oria, c. 78.)
Alaue (M., 306).— El doblez 6 el ribete
«Et meo* uettitos, et acitara», et colcetras, et almn- del manto. Del árabe alatrach, encorvado, tor-
callas.» tuoso, según Eguílaz.
(Testamento de Ramiro I, Era 1090: rn la Cotectión Alcafar (M., 146).— La cola. Del árabe
de documentos pata el estudio de la historia
de Aragón, ¿arigoia, 1901.) edfal, grupa, trasera.

«é tan de recio rempujó la lanza, qne por fas


(M., 186). — Preparar, aderezar, lo derribó sobre el a non zaguero de la silla, é lo biso
arreglar. Del latín vulgar adobare, adornar. caer por el alcafar del caballo».
{Lti gran conquista ds Ultramar, II, 1S5.>
«Si dos omes. o man an molinos en ano, e caen los
molinos, e son de refacer de añero, o de adorar »
{Fuero Viejo de Castilla, lib. IV, lli. 6.°, ley 4.«) Gayangos creyó erróneamente qne era errata,
por altajar, hoy ataharre.
«Non lo mande Dios qne en tal ayuntar adobasen Alcatifa (P., II, 51).— Tapete de lana ó
tan viles viandas.»
seda. Del árabe alcatifa.
(Libro de los Gatos, c XXXII.)
«V verás cómo te llaman á ti doña Teresa Panza,
«Dicen qne nn mercadero había machas piedras
preciosa*, et alquiló nn borne qne se las foradnse a y te sientas en la iglesia sobre alcatifa, almohadas y
arambeles.»
jornal, c ge lss adobase por cient maravedís.» i Don Quísote, Parte segunda, cap. V.»
(Calila e Oymnci. pág. 17.)
«Las muelles dantas en las alcatifas
Aferea (T., 41). — Negocios, asuntos. Del donde la mora sus reíos desata.»
latín vulgar affarium, negocio. En francés (Rabln Darlo, Prosas profanas; París-Mi iico.
Bourel, 1901, pig. IOS.)
ajjaire.
cR ellos le dijeron del af «r pasado.»
Alcorque (O., 80). — Zapato con suela
(?m»mi de José, c. 220.)
de corcho. Del árabe alcorq, que Pedro de Al-
calá traduce alpargate.
«Luego de Dios ffns aspirada,
e cnnoscio el mester También se dijo en plural arcólcohs, que es
de Dio* e todo s*u affer d
como lo trae el Libro de los engaños e loe asa-
(Vida de Madona Santa Marta Egipriaqua.) yamientos de lae mugeret (cf. nuestra edición
«Dixol qne non denie rey aaeer, en la Bibliotheca Hispánica del 8r. Foulche-
Delbosc).
ca era fornecino e de rafes affer.»
(Libro de AUxandre, c. 1016.) Alftemar (M., 129).— Manto, cobertor,
alfombra. Del árabe alhamar.
«Porque en el tiempo que estoy trasportado
me den grave pena ajenos aferes » Antonio de Lebrija, en su Diccionario his-
(Jasa del Enelns, Teatro completo; sd. ds U pano-latino (Salmanticae, 1513), traduce al/a-
R. Aead. E.p„ pig. *>1.) mar por etragulum lanewn.

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GLOSARIO
C21
«y «obre aquel hambriento colchón vn alfamar del «Saca las espadas e relumbran toda la cort,
mismo jaez, del qnal el color yo no pode alcancar». las macanas e loa arriases todos doro son.»
(La vida de Lazarillo de Tormet y de tu» fortuna» (Poema del Cid; ed. M. Pidal, v. 3178.)
y aduertidadei; «d. Foolehl-DclboK, p&g. 36.1
ai con nna espada que trajiese en la mano por la
punta, é diésela al Emperador por el arrias».
Almófar (M., 296).— «La parte de la lí.n gran eonquitla de Ultramar, III, 3fi8.)
loriga que á manera de cofia cubría la cabeza»
(Eguilaz). Del árabe almógjar, de idéutico
significado. Cf. el Catálogo histórico-descriptivo de la
Real Armería de Madrid, por el Conde viudo
«Por la mi tanca tí nía tan priuado, do Valencia de Don Juan; Madrid, 1898, pá-
la cara fronzida e almófar soltado.»
(Poema del Cid: ed. M. I'idal, *. 2435-36.) gina 203.
AiaAane (M., 189).— Como ensañarse,
significa irritarse, enfurecerse. De saña, que
«Las monclnras del yelmo todas ge las cortaaa,
nlla leño el almófar, fatu la cofia legan*, procede á su vez del latín sanies, sangre co-
la cofia e el almófar todo ge lo leuaua.» rrompida, pus, materia.
(Ibidem, y. SB3-M.)
« E a qnalqnier qne lo faga nerá que me a* «a tino »
«Traye una porra de cobre enclauada, (Libro de Alejandre, e. 286.)
aaie muerto con ella mocha bnraa ondrnda;
el qnel golpaua ana sola negada,
nil ualdrie capiello nin almófar nada.» Aatroao, a (M., 254). — Infeliz, vil, des-
astrado. Del latín astrosus, hombre nacido bajo
(Libro dé Ale.randre, e. 1205.)
una mala estrella, desgraciado.
«Don Gustio Gon rales (el que de Salas) era leal
[cabdilelllo, «Mas por su ocasión enloqaeciol astroso,
avya en los primeros avyerto(Tn)gran[d | porty[eJllo; et asmó conseto malo e perigro*».»
vn rrey de los de Af ryea, valiente cavallero, (Libro de Alexandre, c 1-S9.V
feriol duna espada por medio del capyello.
(El) capyello (e el) almófar e (la) cofya de armar, «Honbre rraes, astroso,
oto Io(s) la espada ligera de cortar, tal qne non ha vergnenna.»
oao fasta los ojo» la opada (de) pas(*)ar, (Proverbio» del Rabbi Don Sea» Tob, c 380.)
daqneste golpe oto don Gostio (Gon vales) a fynar »
(Poema dé Fernán González; ed. Marden, ce 526 j 527.) «Por amor el astroso de sallir de laccrio,
Mndnrgó de manyana e fue poral ciminterío.»
(Libre de Appollonio, e. 375.)
Cf. también el cap. 93, lib. I; el 234, lib. II,
y el 287, id., de la Gran conquista de Ultramar. «En este mnndo metq trino,
Cf. asimismo el cap. XXV de la Hystoria del aquel qne se tiene en poco
es semejado por lloco,
Rey Canamor.
por astroso y por bocino.»
Don José Marvá y Maycr, en su excelente
(Loca» FeraJndei, h'arta» y kglngtu; cd. Cañete, p. 178.)
Estudio histórico de los medios de ataque y de-
jen* a desde la antigüedad hasta los últimos
Atender (M., 177).— Aguardar. Del
progresos (Madrid, 1904), escribe: «Los yel- latín áttendere, observar, prestar atención, ex-
mos de guerra de los primeros tiempos (si- tender.
glo xm), aunque más ligeros que los de jus-
tar, pesaban, sin embargo, de 4 á 6 kilogramos. a Non deue amenazar el que atyende perdón.»
Asi es que, no pudiéndose en campaña llevar (Juan Kuu, Libro de buen amor; ed. Duearain, c. 425.)
el yelmo constantemente puesto, se le colgaba ií Atendiendo su gracia allí quiero finar »
del arzón, ó lo llevaba el escudero para colocár-
I(¡órnalo de ItcrMO, Milagro* de Nuetira Sen no ni, r. ~,M.¡
selo al seflor en el momento del combate; pero
á voces, cuando el enemigo se presentaba de
Aue (G., 168). — Ten, segunda persona
improviso, no había tiempo para estos aderezos del singular del imperativo de haber. Del latín
y entonces el caballero tenia que combatir á h&bto, es, tener, poseer.
cabeza descubierta». (Pág. 127.)
Aluefte.— Véase LubSb. «¡Duenya, aue merce de mi!»
i Vida de M adorna Santa Maria Egipeiauna.)
dKt estando en esto asom ó un enervo de alneñe.»
\Calila e Dymna, pig. 48.) « Por ende ave por dicho, que sy el dar quiebra las
p red ras, doblegará rna muger, que non es fuerte
como piedra.»
A reo (O., C'O- — Esta locución tiene el (.4 rciprette de Talatera, II, I, ed. IVrei Pastor.)
sentido de seguidamente, á continuación.
Arlan (M., 178).— La guarnición de la Véase también el capitulo XXXVIII del
espada. Del árabe ar-riyá<-, puño de la espada. Oliveros de Castilla y Artus Dalgarbe.

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t

LIBROS DÉ CABALLERÍAS

Auealr (O., 2 Í0).— Acontecer. Del latín «Ca el qne verdad demanda, barata bien et e» Ucfl
iUlvenut. andante en su facienda.»
{Calila e bymne, pijr, 49.]

a Desto que les abino, avn bien aeran ondrados.»


[Poema del Cid; ed. M. Pldal, t. 2V73.) « qaanto mas a ty creen, unto peor baratan».
(Joan Rult, Libro de buen amor. ed. Dueamin. r. I0i;
«tContol t<ido comol aniño,
mostrol el fijo guarido.» a Fne fecha la varat» atal com[m]o entend«dea,
\Libre del» tret rty% ¿Oriente vyo lo el diablo que tyende tales rrede*.»
{Poema de Fernán González; ed. Marden, c GR.)
a Si lo fazea por pérdida que te es auenida,
«i de linftge eres, urde se te oluida »
{Libre de Appotlonio, c 109.) Barjuleta (T., 54).— «Bolsa grande de
tela ó cuero, cerrada con una cubierta, qne lle-
van ála espalda los caminantes, con ropa, uten-
Aueiital (M., 1G6).-La delantera. De
avante. silios menesteres
ó que necesitan tener á mano.»
(Academia.) Del latín b&Mari, llevar á la es-
Bacín (O., 67 ). — Artesilla. Figuraba
entre las vajillas de mesa y de coeiua.
<té la Condesa, desque vió que el escudero dormía,
palda.
«... e ponga en vn bayin de plata loe paño» de lin- fué á él c furtóle las cartas de la barjoleta do las
traia».
pinr loe cuchillos».
(D. Enrique de Villena, Tractado del arte del cortar
del cuchillo, r»p. V.) {Ln gran conquitla de Vltramar, I, .'iíj
a Capirote y sombrero,
los guantes y caropuia,
Batial (O., 52).— Bozal para las bestins. la tora como Don Juta,
Del b. latín batlallum, lo perteneciente al mo- la barjoleta de cuero.»
rro, según la Real Academia Española. 4 Anión de -Moa loro, Cancionero; ed. Cota r« lo, píg. 172.]
También tiene el mismo nombre en tierras
de Aragón el badajo de la campana. Batear (M., 156).— Bautizar. Del latin
Badén (P., I, 58). - Charca. Del árabe baptizare (en griego {J««*íCetv).
bótin, rebajado, hundido.
Según Lgnílaz es «la zanja que dejan hecha c Mas ruégoros que me bateéde* luego.»
<Don Juan Manuel, Libro del Infante, c. XLL)
las corrientes de las aguas».
Baladro (M.f 838).— Grito, alarido, a Fixol de las primeras a Lucillo christiano,
bramido. defrtule bateólo con la so sancta i
« K tengo que ln* haladroa (filíalo de Bereeo, Martyrio de Sant La* rene i o, e.O.1
de todo* tres ayuntados,
derrybaryen un eortyjo.» « E al batear, qne non conhiden nin lieven cirios
{Canrionero de Barita, núm.302.) delante del qne levaren al bateo, nin coman y.»
{Cort $ de Alcalá de Hemaret de IU*. ed. de la
a Y á oír silbo», rugido*, bramidos y baladro* n R. Arad, de la UlM.)
ibón (futróte, Parte segunda, cap. V.i
c Baladroe lanzan y aullido*, Beatilla (P., I, 36).-Especie de lienzo
silbo», relinchos, chirridos > delgado y ralo que usaban las beatas para sus
(Espronreda, El Diablo Mundo, Introducción.) tocas (Academia Española).
Bezar (R., 5). — Vezar y avezar, ense-
BarahuMar (P., II, 87).— La Acade- ñar, acostumbrar. (¿De rltWre, alterar, corrom-
mia dice qne baraustar es «confundir, trastor- per?)
nar», pero este significado no tiene aplicación
a Conteseio en vna aldea de moro byen cercada
al caso de que tratamos. Aquí parece equivaler
que la presta gulhara ansí era Tesada
á desviar, apartar del recto camino. Pompides que entraua de noche, la puerta ya cerrada,
al acometer entró de soslayo y erró la lanzada, comja las gallinas de posada en p «ada.»
«pasando sin hacer ningún daño*. (Juan Rota, Libro de buen «mor-, ed. Dacamln, c Hl¿)
Emplease otra vez el verbo en el capítu-
a £ diolo a un maestro qne lo besas en leer.»
lo XL1I de la Segunda parte del Palmerín. (El Beneficiado de Ubeda, Vida de San lUefoneo
Barata (M„ 11) f>). - Engaño, falsedad.
Del árabe bátal, falsedad. * Vosé ensalmar, y encomendar y santiguar, cuando
Baratar significó también negociar y barata alguno está ahojado, que nna vieja me vezó, que era
aaludndera y buena como yo. »
ganancia. (Delirado. Im lozana andaluza. Venóla, tKS,
mamotreto Xl.ll.)
« Otrosi el escaso dn lo que debe dar et tiene lo que
d*"l»e tener; nía* lo qne da non lo da porque tome
placer en lo «lar, man dalo porque cuida sacar alguna Bohordar (M., 129).— «Tirar ó arrojar
barata dello.o demia.)
(I). Juan Mtourl, Libro del r aballe r o el del bohordos, en los juegos de caballería.» (Aca-
tteudero, cap. X:X.)

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GLOAARtO
t Lo» mancebos Iban delante bofordatido.* c Et es esto atal cono ta cuchar de forte, que et
(El Beneficiado de Ubeda, Vida do San lldefo*to.\ siempre usada en la calentara.»
(Caí ¡/a e Htjmna. píg. 15.)
a Fizóle armas á na medida, ¿ facíale cabalgar 6
bohordar por el campo.» «Ocho dias andados del mes de julio, cnando los
(AmadÍMdeGm,la,\.\) días son grandes é las calentaras comienzan á crescer.»
(ta gran conquista de Ultramar, 1, 87.)
« Vno« andauan dancando
desde el fondo fasta encima;
e loa otros bofordando, (G., 802). — Importar, convenir.
e otros jogando Mgrimmi.»
c Mas non te cal contar mi rida
(Poema de Alfon$o Onceno, c. 300.)
fasta que sia transida.)»
{Vida dt Nadona Santa María Fgtpciaqua.)
/Jofonlo era el nombre de una lanza arroja-
diza, como se ve por este pasaje del Libro de «Non te cal, ca se uencires, non te menguarán rassallos.»
Alejandre (c. 666): {Libro de Alcxandre, c. 72.)

«i El buen muro de Troía iacie trastornado, a Mas al presente íablar non me cale:
el que lo trastornó estaña rany pagado, rerdad lo permite, temor lo deuieda.»
echando el bofordo e feriendo Untado, (Juan de Mena, Laberinto de Fortuna;
ca auie so negocio ricamente acabado. o Foulché-DelboK, copla <J2.)

« Desque estos niños comenzaron á nndar, é enten-


dían ja, proenraban de facer todavía armas, ¿ del los Carnfnra* (M., 158).— La Academia
facían rus bo ionios, que cogían desos árboles que Española da á carátula el significado de más-
babia abi en el desierto, ú lo» otros facían sas espadas » cara ómascarilla de cartón ú otra materia pata
(La gran conquista de Ultramar, cap. 57, llb. I.)
cubrir la cara, pero este sentido no tiene apli-
cación aquí.
(Oe) (G., 175). — Véase Dfc Caratura, derivado del latín ch&racth, de-
BDV08.
signa laseñal, el número ú otro especie de ca-
Én el A/nadis de Gaula (II, 9) se lee: de racteres supersticiosos. Esta interpretación,
bruzas. Lo mismo en Juan del Encina (pági- que tiene en algún fragmento de Augusto el
na 122 de la edición de la Real Academia Es- vocablo character, es la apropiada en el refe-
pañola). rido pasaje del Baladro.
Hu<:o» (De) (P., I, U).-De bruce*,
Carpíale» (T., 81).- Cogidas. Del latín
boca abajo. En portugués bw;o significa bajo. carpir?, arrancar, coger, hilar, cardar, arañar.
tturjaca (O., 56).— Zurrón. La Real Este último sentido tiene la palabra en los
Academia Española describe asi esta palabra textos siguientes:
en sn Diccionario:
* Bolsa grande de cuero que los peregrinos «E comenzó i nie*ar*e. é i carpirse.»
[Calila e Dytnna, pag. 57.)
ó mendigos suelea llevar debajo del brazo iz-
quierdo colgando de una correa, cinta ó cordel
aToes fueron sos carnes carpidas y rotas.»
desde el hombro derecho, y en la cual meten el
(Antón de Montoro, Cancionero; ed. Cotarclo, pág. 30.)
pan y las demás cosas que les dan de limosna».
Como se ve por el texto de Oliveros, la bur-
jaca no era bolsa para uso exclusivo de pere- Castlg-ar (M., 243).— Enmendar, adver-
tir. Del latín casttgárjt.
grinos mendigos,
ó ni servía únicamente para
meter pan ó cosas de limosna. Y aun es posi- «Non te entremetas de enderezar al que non se
ble que no fuese de cuero, y que fuese pequeña, endereza, nin amar al que non se ama, Din castigar
sin dejar de ser burjaca. Y todavía se explica nin enseñar al que non se caatiga.»
[Calila e D yin na, pig.
que en ocasiones se llevara debajo del brazo
derecho ó debajo del izquierdo, pero colgando «Pero ante que vayades quieroTos yo castigan»
desde el hombro izquierdo. (Juan Roli, Libro de buen amor; ed. Docaiuin, c 719.)
Según la misma Real Academia, burjaca
procede del latín bursa, bolsa. Dudo mucho
también de esta etimología. Caua (M., 281*)— Foso. Del latín cata,
zanja.
Calentura (M., 248). -Calor. También « El bnen rrey mando faser
se dijo calura (lib. II, cap. 58 de La gran con- nía caua grande e fonda .!»
(/vista de Ultramar). (Poema de Alfonso Onceno, c. 1061.)

« Otrosí vos guardat lo masque pudierdes de andar « Et los tres caua! le ros pagaron la caun e la barna-
después de comer et de trabajar ningún trabajo, se- cana, e llegaron á la puerta e dierou sendos contá-
ñaladamente enel tiempo que ticiere calentura.» ramos i»
(Uoü Juan Manuel. Libro de los eattigot, c. 11.) (D. Joan Manuel El Conde Lucanor, cap. XV; ed. Krapf.)

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624 LIBROS DÉ CABALLERIAS

c Esta villa c'aqui Corrlftco (M., 285).— ¿El rajo? ;De


cercada de hermosura, ctirüscüm, relámpago?
las torrea aon de tristura,
la cavR de pena dura, Si esta derivación fuese exacta, tendríamos
de congoxati las paredes.» aquí una excepción á la regla de la consero-
<J. Alvarei Gato, Cancionero; ed. CoUrelo, pig. 17.) ción de la ü latina en castellano.
Juan de Mena, en su Laberinto de Fortuna
Cela (M., 8H).— Congregación, couipafiia. (ed. Foulché-Delbosc, copla 60), escribe:
Del latín ctlla, despensa, dormitorio, sagrario.
Ccllero (G., 23).— Despensa. Se llamó «Kl vmano seso se c/iega e oprime
también cellero, cillero, cillerizo y cellerario en las baxas artes que le da Minerna:
(del latín celldrfus), en los monasterios me- pues rey que faria en la* qne reserna
aquel que loa fuego* corrusco* esgrime.»
dioevales, almayordomo ó monje encargado
de guardar y administrar los frutos, granos y Y Rubén Darío en Prosa» projana* (ParU-
cosechas. México, 1901):
«Fizón cada ano al iiij. maa ligero,
que era bien a firmé* uaetido él pelero > «Y desde el campo uul do et Sagitario
(Libro de Alexnndre, c. 705.) de coruscante* flechas resplandece.»

«Mandóle* Moyses, que era menssagero, Cras (M., 164). - Mañana. Es el adverbio
qnando la lona faea plena, esto el mea primero, latino clásico croe, de 1* misma sij
en cada una casa que matassen cordero,
guardaasen bien la sangne en cerrado celero.»
(Gontalo de Hereeo, Del sacrificio de la muta, 1. 148. ct asy qne de eras en eras rase el tríate a Sathaaa»
{Arcipreste de Talawra, 1, 3; ed. Perei P*«tor
«... que tenia cillero* abierto* de pan e de Tino, e
tienda* de paños para todo borne menesteroso». « Con esta saña non pude bien
era* non roe deapierte nadie.»
(D. Sancho IV, Castigos e documentos, cap. I.V.)
(Don«L Jaan Manuel, El Conde
Krapf.) XXXYl;
Chafa (G., 8).— Burla, broma. Del árabe
tejía, pulla. «la que te oy desama, eras te querrá Amigo».
(Joan HuU, Libro de buen amor; ed. Dacamin, e. 5Ti
«Mas cantad non le digadea ebufaa de pitoflero,
ie las monja* non ee pagau del abbad faaafiero.»
También se dijo eras de mañana y eras ma-
que (Jaan KnLt, Libro de buen amor} «1. Dtscamin, c IÍ05.)
ñana (véase el cap. XXXVII del Conde Lm-
También se usó el verbo chufar: canor, ed. cit.), en el sentido de mañana
prano y de mañana por la
de folgar chufando, e de reír oyendo
aquel tañer». dCras mañana entrare a la v¡bd*d.»
{Calila e Dymna, j>íg. 17.)
[Poema del Cid; ed. M. Ptdal, ».

Ciento (D., 19).— Sabio, hábil, diestro. « Con ellos en el canpo era* i
Del participio latino eciem, tie. {Poema de Fernán Goncales;
Comteüir (G., 318).— Meditar, pensar.
Praemeditor traduce Lcbrija. Del latín edm- Criado (P., I, 49).— Tiene aquí el sen-
mitiñ, medir. tido de persona qne ha recibido de otra la pri-
mera crianza y el alimento, como el alumnut
« Qnando lo oyó royo Cid el buen Campeador,
ma grand ora pe naso e comidió.» latino (de alo, alimentar). Amo, en esta signi-
ficación, esel que alimenta.
{l'oema del Cid: tú. M. Pida!, v. imi-32.) le
« K hiso saber a Gandales todo cuanto con ra criado
« Fue* comedir e pensar en ello lea por demás, e el
porfiar e* paaar tiempo.»
{A reipreste de Talavera, 1, 4; ed. Pfaa Pastor.) (\madls de

« Fartyoae amor de m j e dexo me dormjr, 1.4-1


Lebrija, en su Diccionario hiepano-latimo.
desque vyno al alna comencé de comedyr distingue los dos significados de criarlo: el d¿
en lo que me castigo; e, por rerdat deajr,
falle que en ana caatigoa ayenpre rae benjr.» criado que criamos (alumnus ) y el de criad •
(Joan Rui», Libro de buen amor; ed. Dueamin, c :>7fi.) que sirve (famulut).
Deportarse (T., 15). — Divertirse, re-
Cerajoüo (G., 36). — Esforzado, vale-
roso. consigo. crearse. Del latín dépdrtdrf, trasladar, llevar
«Ouol a neer Filote* el caboao; « Qnando ae llena de yantar
no lo pudo, ca era coraioao.» con ello* Ta deportar.»
{Libro de Alejandre, c 988.1 {Vida de Madona Santa Marta F.qipeiafm.*

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GLOSARIO 625
t El Rey Architartres, cuerpo de buenas manyas, i De qnanto* queda i qnedará perdida
salliesse a deportar cou sus Inicua* compunyas.» la casa i la muger, i la memoria,
{Libre de Appotlonio, e. 147.) i de otros la hazienda despendida.»
(Garci-Luto de la Vega, Elegía L)
Derranjador (G., 36). —Acometedor
impetuoso. Devisar (M., 208). — Contar, diridir,
juzgar, pactar.
«Quando e*to ato Ector, nol quino dar uagar; Diclr (M., 237).— Descender, bajar.
derranchó pora el, q ti i sol descabezar s El perfecto es dictó, y á reces desdó, como
[Libro de Alexandre. e. 552.)
se ve por el cap. 93 del lib. I d« la Oran con-
<¿et eu la hueste de los cristianos habían fecho pre- quista de Ultramar.
gonar que ninguno non fuese osado do derranchar nin
•alir de las haces pora facer col pe o. < Defieran de la montanna
leposcanofl, poca gente.»
{Lo gran eoniuista de Ultramar, III, 293.)
(Poema de Alfonso Orneen», e. 67.)

Gayangos piensa que derranchar (en francés c Señora, oy al pecador,


que tn lijo, el aaluador,
derranger) es salirse de lai filas, perder la for- por nos dif o
mación.
del fíelo, en ti morador.»
Descaecer (P., I, 20). — «Ir á menos, (Juan Ruia, Libro de buen amor, ed.
perder poco á poco la salud, ln autoridad, el
crédito, el caudal, ete.» (Academia.) Donarlo (G., 452).— Riqueza, hacienda,
gracia, virtud. Del latín dOnürlum, tesoro del
«Por lo qual bien creo que yo non descayo.» templo. s
(Cancionero de Bacna, núa). 400.)
aQuier casar el rey comía rita de Darío
Lebrija traduce descaecer de la memoria por con Masena 1& geuta, fembra de graut donsrio.»
excido y obliviscor. {Libro de Alexandre, e. 17MJ
Dcsconorlar (M., 145). — Desanimar, < Andando por la villa caef ió en un rarrio,
desalentar. f robó y una bibda sancta de grant donario.»
Conhortar (de cdnJdrtdrS) es: animar, con- (Gómalo de Rereeo, Martyrio de Sant Laurencio, e. 50.)
solar, alentar.
Dudar (M , 136). -Temer, respetar. Del
«osar fue nial pecado que mj vieja es muerta, latín dübltdré, dudar, vacilar.
inario a mj serujendo, lo que me desconoerta».
(Joan Roit. Libro de buen amnr; ed. Dueamln, c IM9.) « Non dubdsr los enemigos
para cobrar altara.»
«Ssy le conortan, uo lo sanan al doliente lo* jog?ares.» (Poema de Alfonso Onceno, e. 116.1
(Ibiilem, t. 64'J.)
«Por que fne este logar siempre dubdado.»
Dc»l (M., 157). -Además. Desde allí. (Libro de Alexandre, e. 218.»
Después. t Debíamos agora bien aquel día dubdar.»
Compuesto de des, apócope de desde, 6 g, allí. (Gómalo de Dereeo, Loores de Xuettra señora, c 174.)

« Desi ade'nnte, qnanto» que y son,


acorren lasefiu e a myo Qid el ('ampcador.u Dulcado (M., 255).— ¿Temido? ¿Abo-
(Poema del Cid; «d. M. Pidal, v. 74.» y 743.) rrecido? Tal vez esté así por dultado.
«Miña ventnra en demanda
« El irme- he para él, et desi tornarme he para ti.» me pose atan doltada,
(Calila e Dymna, púg. 23.)
que meo coracon me manda
« Fne desi adelant BucHal alabado.» qne seia senpre negada.»
(Libro de Alexandre, c. 128.) , 0 Namorado; ed. Rennert, pig. 87.)

Despendedor (M., 321).— Gastador, Coartada (T., 41). — Engañada, errada,


generoso, espléndida. Del latín dtspCndo. equivocada. De) latín In-ürctárS.

«E todo el mi tiempo muy mal o despendí. t> a A noy mucha* ferniraa* contigo se enartan;
quien *e leu antoja, con aquel se apartan.!
(Pero L'jpei de Ajala, ¡limado de Palacio, c. 17.)
(Juan Rula, Libro de buen amor-, tú, Oacamin, c. 403g
«E si a'guna comi de lo fu» o dc«piendc » alfnmihaln, como eres enartadel
{Arcipreste de Talayera, II, 1: c<L Pírea Pa»ior.) por que cre« rabi clamado?»
(Auto de toe Reyes Magot; ed. M. Pidal, rr. 133 y 139.)
«Si te dijeren que lu das a la iglesia, fará del la
convites o despenderse ha d «eres mentiroso, falso en machos enartar».
{Libro de los enxentptot, cap. CCXXL) (Jaas Rula, Libro de buen amor; ed. Ducanda, c. 182*
-12308 D£ CADaLL&UIAS. — 11. — 40

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62C LIBROS DE CABALLERIAS

CncImar (M., 142). — Acabar, dar cima (G., 238).— 8egún Eguílax, es
6 término á una cosa.
lo mismo que achaque, trabajo con pasión, fa-
tiga corporal.
aDixo, «i yo este ninno hubiese bien encji
ser» may g redoso e bien aventurado.» Encaecer (G„ 218).— Apartarse de la
(El BsDcfiriado de Ubeda, Vida de San Ildefonso.) memoria,
úxcido. salir, perderse, olvidar. Del latiu

«Ya cerca es de se encimar la mi facienda.i» Tambiéu tiene el sentido de acaecer.


[Calila e Dymna, plg. 31.»
«Escaeyio un día non lis tenie que dar. »
«|Ay falso, reo la tu arte qné mala es, et qné til (GoqmIo de Berreo, Vida de San Millón, r.
cima hro!»
{Ibidem.)
«Ka la primera que Dios no e*cae.;e
bien fecho que asea en qual quier tenor.»
Endurar (M., 173).— Sufrir, soportar. [Cancionero de Baena. núm. ity -j

«Tu lo sabes, Sennor, byen, qne vyda endurarnos n


{Poema de Fernán González, c. 190.) Esculco (G., 152). — Espía, escucha, ex-
plorador. Del latín scñltS, espía, emisario.
« £ no tos endurnua yo comer, e comiovos agora
el diablo, v
«E en aquella nave iba una esculca de Jusn dr
(Areiprette de Volatera, 11. 1; ed. Pint Pastor.) Ibelin, señor de Barut.»

«Los que las auenturas qoisieron ensayar, \La oran con'/uitta de l'ltramar, IV, 37t>
a las vexei. perder, á las vetes ganar,
p« r muchas de maneras ouieron de pasar, Eftcuao (.4) (P.. II, 2G). — A escondi-
que quier que les abenga anlo de endurar.» das, áhurto.
(Libre de Appoltonio, r. 13ó. Usa también la frase el Fuero de Navarra.

«O en ser tirano en placa e esc naso »


Snleuado (P., I, 1 y 73).— Enajenado,
embebecido, transportado. En francas entere. [Ciincionero de tíaena. núm. 54'J.
Es otro lusitanismo de los muchos que no
dejan duda acerca del origen portugués del Se lee asimismo en el Libro de los engañe
nica.)
Palmerín. e los asayamientos de las mugeres. (V. nuestri
En portugués se dice enlevar en el sentido edición, tomo XIV de la Bibliotheca ílttp'i-
de encantar, causar admiración y deliquio; de
ahí enterarse, enterado, enleramtnto y enle- diento (P., I, 21). — Libre, sin penas ni
racao. preocupaciones. Immunis traduce Lebrija. Del
latín eximptus.
« Já que nesta gostosa raidade
tacto enlevaa a leve pbantasia.»
, 0* iMtiada», canto IV, 99., «Establecieron vna cofradía
esemta y ancana para todos,
según su calidad lo requería r
Lebrija traduce enterar por vtfvo y attott». [Lu vida del pie aro; ed. Bonilla, r*. tHi-t&T.i
filtrado se lee en el cap. XXXVII del
Oliveros de Castilla.
Ksmorecer (M., 207).— Deamayars*.
Snparedada (0., 145). — «Reclusa por perder el conocimiento.
castigo, penitencia ó propia voluntad.» (Acá- También se dijo con el mismo sentido amor-
demia.) tecer.

«De soso la nombramos, acordar™* podedes, « Et el coreo cayo syn esmorecer. d


edada era, vacia entre paredes.» (¡m Hilaria del Hrcy Guilletme. Kii tku obra» di
¡Gómalo <lf Merrro, Vida de San-la Oí ia, t. fi.«> rfúeticaM y <lnt leyenda* meada» de manuten-
lo* de la Bitdiolrea del Ktrorial. pttoltfodai
por la Sociedad de bibliófilo* E*pa*ol**. Mt-
,lrid. IK7S,p4K.'-Ml>.)
(M., 227).— ¿De mucha en-
señanza.'
Debe de estar por enyeñosa, de ingenio. Esmorecido (M., 208).— Véase Ea-
MOKECER.
Si fnera ensañosa, significarla irritada, en-
furecida.
]>pera (1'., 1,23). — Término del blasón.
Entreuelado (I'., I, 87).- Fuera de. En arquitectura es llamada espera la esci>-
sí, transportado. Véase Enleoado. pleadura que empieza desde una de las arU-
En el pasaje á que nos referimos no tiene tas de la cara del madero y no llega á la
nada que ver con entreverado, c<»mo pudiera
creerse. opuesta.
A veces se toma como sinónima de esfera.

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r>27

GLOSARIO * Pr
«e todos de todas por esta . veces por ía h aspirada, sin desaparecer por
•on ynclinadoa a disposición
de la* virtudes e costelacion completo, como es de ver en el siguiente texto
del año 1438:
de la materia de cada y na w petan.
(Joan de M«oa, Laberinto dé Fortuna: <
Delbose, copla «M — > que loa juyiios e secreto* de Dioa, como
«¿Non
díte i
el profeta Dauid, son muchos e muy fondos?»
(Arcipreste de Talavera, Ultllogo: «1. Wrei Pwtor.)
(B., 5).— Ardilla. Es voz pro-
vincial de Aragón, según la Real Academia
Española. tonta (G., 328).— Vergüenza, deshonra.
En francés honte.
E«telo (O., 255).— Claro, percha. Del
latin 8tUüs, punzón, vara puntiaguda. « Commo la debda mía,
D. P. J. Pidal, en el Glosario del Cancio- que a roa muy poco monta,
con la qual yo podía
nero de Baena, interpreta la palabra como beuirsyn toda honta.»
«pilastra ó basamento de piedra, sobre el cual
(Proverbios del Rabbí Don Sen Tob, r. 7.»»
se coloca una lápida ó inscripción, poste, arri-
mo, sostén (viene del latín *tella)¡>. Estelas se
En el Libre de Appollonio (c. 317 y 580)
llamaban antiguamente las piedras mono] ¡tas se lee el verbo aontar.
colocadas vert ical mente y cuyas inscripciones
estaban destinadas á conservar el recuerdo de Forana (M., 285). -Rústica, extraña.
foraño tiene también el sentido de exterior,
hechos históricos. (Adelinc, Vocabulario de de afuera.
términos de Arte, trad. por J. R. Mélida, Ma-
drid, 1888.) u Kssa nrimera cana que estaba forana,
significa la egliiia que es de gent chrwtiana.»
« .... sabed que aquella cámara era fecha por nna (Gooialo de Uerceo, Del sacrificio de la missa, e. 89.)
muy engañosa arte, que toda ella *e *o*teuía aobre un
eatello de fierro hecho como huaillo de lagar, cerrado
en otro de madera que en medio de la cámara estaba, Lebrija, en su Diccionario hispano -latino,
dice:
é podíase abajar é alzar por debajo, trayendo una pa-
lanca de hierro al derredor».
«Foraña cosa, quasi fiera o caharefia;
lAmatUt de Gaula, II |, 7.)
Ferus, a, um».
Fornax (O., 10).— Horno, fragua. Del
fettranro (M., 320). -/Ruina? ¿Del latín Jfirnüx, acís (fem.).
latin «trAgés, mina, montón? Fnendo (G., 326). -Yendo.
Exaiidlr (O., l).-Oir, escuchar. Del Fusta (T., 18). -Embarcación de vela
latín exuüdlré.
latina, con uno ó dos palos. Del latín vulgar
Falecldo (T., 42).— Faltado, errado.
Del latin JüllérS, frustrar, engañar. b
y«ífáf.
«V luego el del barco huyó adonde la gran fusta
aNo* a Dios f desciendo, a nos el fale*«;ido.» de la Serpiente estaba.»
\Poetna de teman Goncatcz: «d. Marden, r. Iu0.) [La» Sergas de Esplandian, cap. IV.)
«como un dia lea con finiese aver batalla con una « carraca, nao ó nao*, caravelas, charrúa* bate-
gente fiera e bárbara e muy fuerte, fallecióle* el pan». le* o otro qualquier género de fusta*».
{Ruy Sáncliex de Arcalo, Verjel de los Princijms; (Ordenanzas del Consulado de Burgos de lj í,
ed. Uñaron, pág. 50.) anotada* y precedida* de un botquejo hlolúriro <M
Consulado, por el [>r. Eloy Garda de Ouevedo y
ConcelWii, Flurjío», l'JOÓ, cap. I_)
rol <M., 227).— Loco, fuera de seso, des-
atinado.
«afedad (M., 275).— Lepra. Así lo tra-
duce también Lebrija.
a Al fol da el meollo, al derecho la corteza.»
{Libro de Alej-andre, c. ite".) «La yertut fue fecha mau a mano,
Metiol gafo e sacol aano »
«Mientrc que fue en mancebía
dexo bondat e priso follia.» (Libre deis tres rey» d'Otient.t
(Vida de Madona Santa María Egitxiaqua.)
Calafatear (O., 44) —Calafatear.
u Ca todo eH vanidat, locura e follia.» CJanbax (G., 455). — * Especie de jubón
(Pero l.úpe* .te Avala, Rimado de Palacio, c. 22.) acolchado que se traía debajo de la coraza.»
(Egullaz.) Del latin vulgar bambdx.
Fon«la VG., 11)6). — Honda, profunda. a Armó* el buen cuerpo ardido e muy leal,
Del latín jindüs. La j inicial, en vocablos deri- vestió acarona un gambax de cendal,
vados del latín, se conserva generalmente hasta decuso la loriga bfan xristal.»
el siglo xiv. Después se sustituye muchas (Libro de Alexamdre, c 43*).)

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628 LIBROS DE CABALLERIAS
«E la dnefla dijo al Rey: aSeflor. ¿cuál de aquello»
i Amadíi.'a El la dijo: «Aquel del gamba x verde.» Gtilsar«o (M., 108).— Prepararse, dis-
{Amadlt de Cauta, III, 7.) ponerse. Del germánico xcisa, manera (según
la Real Academia Española).
«Primeramente virtióse el Obispo un geniriax de
acámete, 6 sobre íl la loriga, que era muy fuertemente < Aguisóte la dueoya de toda volunta*.»
obrada. > (Libre de AppMonio, c ICTj
(lo gran conquista de Ultramar, II, IC9.J

En la Carta de dote del año 1303, transcri- Ottlio n (M., 150).— ¿Especie de vesti-
dura exterior?
ta en las págs. 873 á 376 de las Memorias de
Don Fernando IV de Castilla (tomo II), pu- Infinta (M., 29).- Fingimiento, üs»
este vocablo el Arcipreste de Talavera.
blicadas porla Real Academia de la ¿listona,
se lee: «un perpunte, et un gambax fuerte, en «A vos, poderoso shVt, syn infinta,
mil et tresientos mnravedis». muy sabio, ecchnte. de grant discrec/ton.»
Garnacha (M., 129).— Vestidura talar [Cancionero de Caena, nám. 15Í.
con mangas y un sobrecuello grande, que cae
desde los hombros á las espaldas, según la a Páranlas soptiles, por ser enfíntotat.
que mi no harán jamas mudamento a
Academia. Del latín vulgar garnacha.
AZolerrióu de poetinw de un Cancionero in&ito d#f
tigto X V exittentr en ta V.ibltntera d« S. .V..
«Dieronle macho* manto», mucha pena vera e grisa, publicada por A. Pérei G¿k«i Nieva, XidHd
macha buetia garnacha, mucha buena camisa » Ke, 1854, pág. 50.1
(Libre de Appoltonio, e. 34D.

«Yo. con mjedo e aresjdo, prometí! vna garnacha, En el capítulo XII de la Historia de Ch-
t mnndel pura el vestido vna bronca e Tn pancha n mades se lee finta y finfia, aunque esta última
(Joan Ruis, Libro de buen amor: td. Paramin, r. WC,.< forma lia de ser errata del texto del afio 1562.
que liemos tenido á la vista.
Cf. el Indice de lot documento» del ^fonus- «layana (P., I, 90).— Fem. de jayán,
terio de Sahagún, formado por D. V. Vignan persona de grande estatura y fuerza. Del áraU
(Madrid, 1874), págs. C09 y CIO. haiyán, vivo, animoso, fuerte En hebreo
Cuando el Caballero del Cisne (Lohengrin) jayán, con el mismo significado que en áraiy
llega pnr el Rbin á Nimega para defender á la
Duquesa de Bullón «era vestido de un jamete «Y deste jayán que tos cuento quedaron dos htj<>»
blanco, garnacha é sayo, mas no traia maulo, muy grande» y muy valiente* caballeros.»
é traia colgado al cuello un cuerno de marfil». (Lo* Sergas de Etplaudian, cap. V
{La gran conquistu de Ultramar, I, 71.)
GrudottO (P.. I, 6).— Agradable, pla- Al jayán se le considera ordinariamente «■
centero. nuestros libros de caballerías como persona d*
gran orgullo, crueldad é injusticia. En el Ama-
«Será muy gradoso e bien aventurado.» di* de G'iula (IV, 47), hablando del gigante
(El Beneficiado do Ubeda. Vida de San lldefontn.\ Balan, se dice: «é su condición é maneras, de

«Era dia domingo, una feria rabrosa que vos saber queréis, es muy diversa é con-
traria ala de los oíros gigantes, qite de natvra
en qni la gent xpona (oda anda gi adosa, d
*on soberbios é follones, y éste no lo es».
(GcuxaJo de Uercco, Slitagrot de bucstra Señora, c. 83l.,
Más tarde, en dialecto de germanía, se llamó
jayán a! rufián respetado por todos lo» demás
Cirial (G., 877).— Vaso. Del latín migar Quevedo, en un romance, escribe:
gradalit, raso, copa grande.
No tiene solamente un sentido místico este aTodo catión, todo guro,
todo mandil y jnyán,
Tocablo, como parece dar á entender la Acade-
y toda biza con grefla,
miu Espafiolu, sino también vulgar, como es
y cuantos saben f"fl¡ir,
de ver en el siguiente texto: me lloraron soga á soga
con inmcn»a piopiedad.»
a K»ci:djllns, sartenes, tjnsjas e caldera»,
cafindas c uarnle*, todas cosas casperas,
texto lo ly/o li liar ¡i bis sus lauandt-rai, Joyo*** (O.. 230).— Alegre, divcrtidx
esprtos c griale». olla* c cobertera».» En francés joyeuse.
(Joan Ruli, Libro de buen amor, cd. Ducamin, e. 1175. 1 También se da el nombre de jocosa a la es
pada, en términos de germanla. Joyota e.^ c.
El códice Gayoso dice greals. nombre de la espada de Corlo Magno.
Guitrlzon (G., 34V).— Curación ó sani- I,»l4lo (M., 187). - Feo, triste. El niisro-
dad De guarir, curar (del germánico tcarjan). texto de Merlin da la explicación del vocablo
Eu francés guiri ion. Eu Irancéa laid.

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GLOSARIO
«Dábanle a las vec m f eridas con asoto«, casi estad fi¡a. binda e maneebilla,
Jo qne man lo pata bu, adiendo mato* motes, sola e sin conpanero coTño la torcolilla:
ca clamaban lo* canes erege* e arlóles deso creo qne cstade* amariella t ma&rilla».
faciéndole escarnio* e laydoí estribóles.» fJaaa Rala. Libro de buen amor; cd. Dacamla, o. 757.)
(G»wlo da Rereeo, Vtda de Santo Domingo da
Silos, r. M%) «Ca si bien miro, yo reo k Synon,
magra la caro, desnudo 6 fambriento.»
«Pecado es muy laydo e de poco placer.» (Marqués de Sanilllina, Obras: ed. Amador do lo*
(Pera Lope» de Aírala, Rimado de Palacio, c 190.)
Río», pi¡. 'SU.)
«Un alñerze de Achilles, Patrueco lo Uamsunn,
quando nio sos parientes que tan laydos andauan d flf alisto (T., 84). —Leproso. Tambión ao
(Libro de AUxandre,c. 533.) usó en general en el sentido de enfermo.

«Vinoli vn enfermo, que era muy lanado,


X>do (M., 287). Alegre, satisfecho, gafo natural era, duramont afollado,
contento. Del latín lOitÜ*.

aQnc me tires tributanca quando fue acabado el of (icio dinjno,


e te si rúa muy mas ledo» non ouo el mslato mrster otro padrino.»
(Paro Ldpex de Ayala, Rimado de Palacio, e. 857.) iGontilo do Rereeo, Vida de Santo Domingo de Siioi,
c.«;5y<;7;od.F¡li-Cerald.)
«dasme en el corac/m, triste fases del ledo».
(Joan Rali, Libro de buen amor; cd. Dueaada, c. 213.) « So la capa verde aguadera alvergo el Castellano

«Andad en la danca alegre muy ledo.» c. en siendo dormiendo, a la oreja le fablu[o elel gaj-hü.»
ma'ato,
Danza de la Muerte, t. 211.) iCrónUa rimada del Cid. ed. Doria, v. 503.530.)

Uxoaa (M., 275).— Sucia, inmunda. Marlola (P., I, 00).— «Vestidura mo


ris<;a, á mauera de sayo vaquero, con quo so
«Non debriades estar en tan grant cnita. como es
ciñe y ajusta el cuerpo » (Eguíku.) Del árabe
en facer reinar al buho, qne es la más laida et la mas
lijeva aro e la mas fea.» mallóta.
tCalila e Dymna, pig. 48.)
«Y mirando los cuatro caballeros al camino de
«Que non podría ser fquel Dios tan noble c t«n Granada, vieron venir por £1 un moro á todo correr
verdadero que fiyieso Un lixosa auimalia commo la de s'i caballo; venia vestido de marloto y capellar
naranjado. ...»
{Libro de tos Galos, el. Northop, e. VI.) (Ginet Perei do Hila, Guerras civiles de Granada,
parle primera, cap. Xtl.)
<rnon fuyau dello las dueila*. njn los tengo por lixo,
i nunca fus oyó dueña que deilos mocho uun rrixo».
Mezquino, a (M., 290).— Desgraciado,
(Jaaa Rola, Libro de buen amor, ed. Docanjin, ¿ 047.
pobre. Lcbrija, en 1513, lo traduce cu latín por
mi'ser é infwlix. Del árabe mi^qulnon. Véanse
(D., 22). —Guantes. Del gótico: sobre esta palabra nuestros Anales de la lite-
lÓ/a. ratura española, afios 1000-1904, pág. 139.
«... .y en la mnno diestra tenia una lna de paño
blanco qno al codo le llegaba». «Yo mesquiua, si ploro, non fago liviandat.i»
{AmadU de Caula, III, 7.) iGonxalo de Rercoo, Duelo de la Vi roen, e. 142.1

«E ¿qne sera, mesquino, de mi, que peque tanto?»


Lneno (M., 177).— Lejos. Del adverbio {Pero topea de Arala, Rimado de Palacio, c 143.)
latino lóngl.
<r¡Ay mezquina y triste de mí, qne amo e non so
«En esto vieron ir i Galaor Incfle, qne él no hacia
sino andar » amada!»
(Amadlt de Caula, 1, 36.) {A rcipreste de Talavera, ed. Piras Pastor, II, 2.)

«E poaicronla en tierra non muy Ineflo del agua.» En la Vida de Lazarillo de Tormes (1554)
{Caiila e Dijmna, pig. M.i
el vocablo mezquino tiene ya el sentido hoy co-
«Tú, seyendo mnjer, ¿como teñíste tan Inenne?» rriente de avaro, escaso y miserable (vid. pá-
ILibro de los Enxemplos, c CCXXXV1I.) gina 21, ed. Foulobé-Delbosc).
Monacordlo (P., I, 18).— En latin
monochordum. Recibió también el nombre de
Marro (M., 304). - Flaco, enjuto. Del
latín mÜcSri macra, micrñm, flaco. trompeta marina y fue un instrumento de mú-
sica muy usado en los siglos xu al xv. Figuró
«He miedo qne non podrán rolar, porque son enria- en la orquesta particular de los monarcas fran-
do la pena que han recebida en el ceses hasta fines del siglo xvin. Lo menciona
ya Waco en su Brut (1155) con el nombro de

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680 LIBROS DE CABALLERIAS

monacorde. Sus sonidos no debían de ser muy a Por ninguna mannera non k podien nocir.»
{Libro de Atexandre, c 509.
agradables.
Constaba de una tabla superior y de dos in- «iQuando llegare el plaao que alia averno* dir,
feriores, colocadas en forma de triángulo. El Tamo* apercebidoa, non no* puedan nosir.»
instrumento tenía de longitud 1,76 á 2 metros. (Pero \¿pei de A* ala, Rimado de Palacio, r. 1 ijj
La parte inferior era de unos 20 centímetros
de anchura y poco á poco la tabla iba estro- «La* rranas en vn lago cantonan e jugauan,
chándose ¡insta llegar á tener sólo unos 5 cen- cotia non le* no* ja, bien solteras andaaaa j»
tímetros en el extremo superior. Una cuerda (Juan Rali, Libro de buen amor; «L Dnetaia, «. Mi)
de guitarra se extendía por la tabla en toda su
longitud, estando sujeta por una clarija en la Xueldor (M., 52). — Véase Noceb.
parte superior y apoyada en un puente en la Orillo (G., 148).— Cebada. Del latín
hórdéüm.
parte inferior. El un pie del puente estaba
unido á la tabla, pero el otro era movible y ter-
« Tan de ordio comien, qne non dal.»
minaba en marfil ó cuerno, habiendo en el lugar
{Vida de Madona Sania María Egipeiaaua.
correspondiente de la tabla una pequeña placa *
de vidrio. El instrumento se tocaba con un
tiK mas les raldria comer pan de ordio con buen*
arco y admitía entonaciones diferentes, según conciencia, que non haber todas las riqueza* deate
mnndo con tal compañero.»
la presión que se hacía en la cnerda con el pul-
{Libro de los Gatos, e. XLl
gar de la mano izquierda.
Antoine Vidal, en su admirable libro Les
instrumente a archet (París, J, Claye, 1876), «Dart'e yo pan de ordio, qne non tengo de trjgo.»
(Poema de Fernán GoneaUs, c. 236.
tomo I, pág. 88 y siguientes, describe detalla-
damente este instrumento y trae varios dibujos
que lo representan, uno de los cuales, corres- Comer pan de cebada se consideraba el col-
mo de la miseria. Cuando el Conde Partina-
pondiente alsiglo xv, reproducimos aquí:
ples se encierra en la torre de sn castillo, des-
pués de la traición cometida con la Emperatriz,
dice asi al hijo del rey Sornaguer que lo ha
venido á buscar: <t Si vos queréis mi cornpañí»
y yo la vuestra, hacedme amassar pan de ce-
bada ytraedme aqui un jarro de agua ; y el lo
hizo assi como se lo mando. Y desto comia. j
estuvo ocho meses con esta vida». (Cap. XXX,.
Overo (P., I, 30 y 49).— Se dice del ca-
ballo que tiene su capa de pelo blanco, man-
chado de alazán y bayo. El color es algo más
encendido que el de huevo.
Patín (C, 1). — Diminutivo de patio.
Patín se llama también el hermano de don
Sidon, Emperador de Roma, en Amadis He
Gaula.
Lebrija, en su Diccionario, escribe: « Patio,
aquello mesmo es que patín».
Peonar (M., 175).- Curar, cuidar. Como
en francés panser.

«iEt del físico qne de to* pensare, fiat bien et d* ■


física.»
Según A. Jacquot (Dirtinnnaire pratique et
raieonné des instrumente de musiqut anden* et (I). Juan Manuel. Libro de lo* raitigo*, r. I!
modemes, París, Fischbacher, 1H86, pág. 147),
el puentv móvil estabo colocado en la parte Otras veces significa echar pienso á loa ani-
media de la tabla del mnnacordio. males (véase, por ejemplo, el cap. LXXV de
Lebrija, en su Diccionario hi*pano-latino Tristón, el XVIT de La destruiríon de Jt «-
(Salamanca, 1518), menciona el monacordio y salem, el X de la Historia de Clamades y >U
lo traduce por monarchordum instrumentum. tinuples).
Clarmonda y el VIII del Libro del Conde /V-
Morcillo (P., I, Hl).— Se dice del caba-
llo enteramente negro. PeNCiidar (O., Prólogo).— Indagar,
i <><■« i (M., 25).— Dañar, perjudicar. Del preguntar. Del latín pertcrutari. Lebrija tra-
latín nócéré. duce pescudar por percunctor, an$.

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GLOSARIO
631
Planto (P., I, 21). -Llanto. Del latín Recudir (G., 809).— Responder. Del
planeta*. latín rtcütlo, récütire.
« De grado
o mu grand planto fasia.» non recudedes, realo esta cort.»
¡Cancionero de Baena, udm. 556.) (Poema del Cid; od. M. Pidal, v. 3269.)

(Mu quando bien lo mirara, «Et diiole: Mujer, ¿por qué estás así tan flaca e tan
mayor planto é corta aria » desfecha: Et ella non le recudió.»
(Marques de Sanüllana, El planto que fleo (Calila e Dymna, pig. 35.)
Panlasilea: ed. Amador de lo* Rio».)
uKrecudíol (el) monje, |e] dixo: Ruegot(e) por Dios
«Agora tememos el planto de Adan.j»
[Comedia de Sepúlveda; od. Cotarelo, e. 254.1
[Poema de Fernán GoncaUl; ed- Marden, [amigo.»
Madrid, 190l,pág.35.)

Rezmente (G., 231).— Fácilmente. De


Postura (P., I, 22).-- Pacto ó concierto, roJte:, derivado del árabe Wiír, vil.
ajaste ó convenio. Del latín pofitüra.
«por ser el orne riejo non pierde por ende pres;
leyes non postara*, et establecimiento» ct el seso del buen riejo non se mueue de rrefes».
{Siete Partidas, I, I y 2.) (Joan Raii, Libro de buen amor; cd. Docarain. r, 1362.)

«E luego loa dichón don Rodrigo abad e conuento aEt dijeron ellas: «¿Qué coaa es lo que tú demandas
ó cuidas facer?» Dijo ella: «Muy refez».
sobredichos dexieron que nerdat era que tal anenen- (Calila e fíymna, pág. 23.)
cia e composición e postara e trabtamiento que fuera
fecho. i>
«Rrefezmiente podras conqueryr el rreynado.»
(Cartulario del Monasterio de Eslonsa. publicad., (Poema de Fernán GoncaUx; ed. Marden, c. 46.)
por V. V., Madrid, 1K8T», pá«. 5I'J. Doc. d.d año
Ruano (P.. I, 25). — Lo mismo que
Prietas (Arma») (G., 287).— Armas ruano cu este caso. Se dice del caballo ó yegua
oscuras ó negras. Del latín prestíls, tí, üm
cuyo pelo está mezclado de blanco, de gris y
(participio de /»r?mo, apretar). de bayo (blanco amarillento e<>n viso rojizo).
«loa blancos inquietos, Deogracias Hevia, en su Diccionario gene-
lo* prietos las noches, hermanas de eletos». ral militar (Madrid, 1857), llama ruana á la
( latón de Montero, Cancionero; e«l. Cotarelo, pág. 35) capa del caballo que se compone de pelo blanco,
ulazán (rojo) y negro, mezclado confusamente.
«Todas dueñas de orden, las blancas e las prietas. i>
(Joan Knix, Libro de buen umor; r.l. Dtteamin,f. 1211.) Ruelo (P., I, 21). —Caballo que tiene la
capa blanca, mezclada de pelo negro, con otro
de distinto color. Del latín roscldus, abundante
«Con escryranias e tynta byen pryeta
samando las r rentas del año pásmate. d de rocío.
[Cancionero de Baena, niim. 374.)
Slnirlar (T., 19).— Navegar. Sigue usán-
dose hoy la palabra.
«Diéronme lloro por riso, ba
lo simple per lo discreto, me singla
«El ful al
infierno por paraíso, <le peligro bien cercano,
un guineo por un narciso, al Dios grande soberano
diéronme por blanco prieto». derotamente llamaba.»
. J. Alvar*» Gato, Cancionero; «d. CoUrelo, pig. I6.| ( Antón de Montón», Cancionero; ed. Cotarelo, pig. 1 13.)

Profanar (M., 94). — Censurar, murmu- Mobejamente


BEJO. (MM 161).— Véase SO-
rar, blasfemar. Del latín próffirl, hablar, pro-
nosticar.
Sobejo (M., 107). — Sobrado, excesivo.
Del latín süpZrcMum.
«E non conriene a ningún sabio profazar de nin-
uTrahe me en su danca medrosa sobejo.»]
gana cosa, faciendo el lo semejante, ca sera atal como
el ciego que profazaba al tuerto.» (Dama de la Muerte, r. 222.)
(Calila e fíymna, pág. 12.)
dE ademas el tiempo que debes relar e meter mien-
«Et los que dello profazareu, cnando ellos tícieren tes en tu facienda, non lo debes nunca dejar por el tu
sueño sobejo.»
su pro et rieren que fago yo mi daño, entonce deben
ser crejdos qne lago lo que me non cale de facer (Castigos e documento» del Rey Don Sancho, e, I.)
libro.»
(D. Joan Manuel, Libro de lot castigos, cap. XXVI.) «Mas con miedo sobejo

« Non podría roa sola oí en seso debuscarían


qnemihonbres riejo
de buenos e malos.» profacase
y non lo fallarían »
(iirciprerts de Taladra, 11,2; od. Pira» Pastor.)
(Proverbtós del Rabbi Don Sem Tób, c'34.)
qne

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632 LIBROS DE CABALLERIAS

Soledad (P., I, 82).— Como decimos en para tarazar 6 atarazar, cosa que
la nota del texto, este vocablo, impropiamente con un escudo.
empicado aquí y en otros lagares del Palmerin, Tela (O., 5). — Lugar cerrado, dispuesto
no es otra cosa qne traducción inexacta de la para lides ó fiestas públicas.
palabra portuguesa saudade, qae significa me- Aún se llama telera la valla de madera que
[ancolia, pasión profunda de ánimo. La versión sirve para encerrar ganado lanar.
más aproximada sería la del catalán anyoransa.
Don Salnstiano Rodríguez- Bermejo, en nna a e per medio de la Mea catana fecho m rinde
de madero* fincados en tierra de vu estndo de alto, j
larga nota (págs. 48-51) de su excelente tra- por encima dcllo* otro rinde <1c madero* a manen
ducción de Eurico el Presbítero, de Alejandro
de verja», como ae bazen lo* corredore*. y c*rau* a '*
Herculano (Madrid, 1875), habla extensamen largo (quizá luengo de la tela por donde yuan lo»
to de este vocablo, qne según los mejores dic- (Fol. 15 v. del Libro del pauo honrout defendido
cionarios portugueses se deriva de soidade, co- ñor el Excelente Caballero Suero de Q«i¡o*u,
rrupción de «oií/do, soledad, significando: «el Salamanca, 1538, reprodnedún del Sr. HuaJafien
dolor, pesar ó sentimiento que nos causa la
ausencia ó alejamiento de la cosa ó persona Teso (P., I, 92).— Cima ó alto de un cerra
amada, con deseo de ella ó de estar en su com- Meseta.
pañía». Pero, como advierte el Sr. Rodríguez- También significa tieso, alto, elevado,
Bermejo, puede traducirse en castellano por se ve por los siguientes ejemplos:
medio de alguna de las voces siguientes: sole-
i Seguir las pitada* de aqueste sabnc. .
dad, sentimiento, recuerdo 6 recordación, me- con furya e con piedra, fabiamlo muy teso.»
moria, tristeza, pesar, dolor, amargura, me- (Cancionero de Baena: tí r¡l»i, p¿¿. «7J.)
lancolía, ansiedad, desconsuelo, anhelo, deseo,
etcétera.
cPoes algún villano teao
El uso del vocablo soledad en el sentido de ea fidatgo de techara,
saudade no es raro, sin embargo, en nuestros y tanto pan como queso
es dul'or con amargara.»
escritores de los siglos xvi y xvn. Véase un
ejemplo en el Tranco IV del Diablo Cojudo ,
do Luis Vclez de Guevara: «Ijw cebollas enristraron

«Don Cleofa* hiso lo m¡«mo en el qne lo tefialó el por entorno do aquel teso.»
gi'ie«ped, sintiendo la soledad del compañero en algún (Jntn del Encina, Teatro completo: od. de U Ratl
modo Academia ljpjftola. Madrid, 1SU3, pij. feO.)
(Wg. 45. lio. 10-12; edición Bonilla, VIgo, 1002.)
«Al tiempo qne tiene el c en rl cnerpo, que*
Sin embargo, en el Tranco V de la misma querría hallar en un tero ó cerro, qn'otñ (ñera de la
ciudad media legua, ]>or d*r griio* á su placer.»
obra, Vélez empica literalmente el vocablo (Cancionero de obra» de burlas provocantes á risa.
saudade (pag. 47, lfn. 11-12). CF. los Oríge- od. Usos, pig. IH4.)
nes fie la Novela, por D. M. Mcncndez y Pe-
layo (tomo I de esta Biblioteca), páginas Lebrija traduce teso por cemicosus, con-
tumaz.
52G-7.
Nuplfafta (G., 285).— Repentina. Del Aun se usa la palabra:
latín sÜbuanBu*.

íMarió el «¡Por
misero qué destila
cantueso
sopitanja, en del «icglo parado.»
que vive en laa estriles
(Ubre de Appollcnio, e. 250. calvicies de aquel teao
<Et e* «tal como la jarra de la miel, qoe yace en paupérrimo vivir?»
(lo** Mar la Gabriel y Galán,
•lia en to fondón muerte supitañn » Salamanca, 1004, pig. bS.)
(Calila e Dymna, pi%. 17.)

«Mnrleron por loa f ortoa de mnerte *cp¡tafia » Tirar (M„ 128). - Sacar, apartar, quitar.
(Jaan Batí, Libro de buen amor; «i. Dacamio, r . 222.)
c E mataron mucho* de los tureca é tiráronles toda
la recua.»
Tarazón (M., 2G7). -El hierro de la (La aran conquista de Ultramar, 11,5:.;
lanza.
El mismo significado tiene el vocablo atareca, «Ca tantoqoe esto faga, lnego se tirara el diablo del.»
(Libro de los Go/ot. e. XIIU
que debe interpretarse como «ferro de lañen»,
según opina Santa Rosa, y no como escudo, c Fase perder la vyita e acortar la Tjda,
qne es el sentido que le da el Sr. Eguflnz. en tyra la f uerca toda, *y* toma *yo medida »
so Glosario. El tarazón ó atareza debe servir (Juaa Suix, Libro de buen amor, od. Dacaaaia, c :**->

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GLOSARIO
633
Tosté (M., 283).- Pronto. En francés ia (B., 18). — «Arma ofensiva que
tót. En provenzal tost. consta de un asta y de un hierro puntiagudo
con cuchilla transversal, aguda por un lado y
a El eme non quisiere a fntrea e amidos,
de figura de media luna por el otro». (Acade-
fazerle no vonir muy tosté parado (').» mia Españolo.)
(Danza <it ta Muerte. ». 59.60.)
Vulto (P., I. 71). -Rostro. Del latín
rflftÜs.
<To«to debró del Dio» ser despegado.:.
(El Benofidado do Ubcda, Vida de San Ildefonso.) « E vi mas un cavallero.
*
que delante ellos cs'ava,
«E' omne c«treníiU> que non trae cordura, e muy manso mconava
piérdete muy t «te enna angostura i> e con vulto f.ilu^uero »
(Libro de Alexandre, e. 1850.) (Mardojuéí
los da
HIoí,Santillaru,
PJS. 55i.) Obras; od. AmatUr
«Abálleme* tosté á verlo,
sepamos quien ba parido » «Xica'a*. non deves assy desmayar
por clin mostrarte bulto deshonoras
(Joan d*l En:¡m, Teatro completo, pig. 155 do (Cancionero de Baena, n&m. 439.)
la cd. do la K. Acad. E»p.)
«Non vos engnflen los vultos minnecs.»
Touaja (G., 875). - Toalla. Lebrija, en (Juan de Mena, E¡ Laberinto de Fortuna.
cd. Foubl.é-Delboic, r. 153.)
1518, escribe touala. En valenciano dícese
tovalla.
Trenmedal (V., 15).— Lo mismo que lámete (M., 164).— «Estofa de 6cda
tremedal 6 tremadal, sitio ó paraje cenagoso. que se fabricaba en Damasco». (Eguilaz). Del
árabe xami, de Damasco.
Trepa (P., I, 89). — «Especie de adorno
ó* guarnición qnc se echa á la orilla de los ves- aTanta porpola e tanto xamed o tanto paño preciado.»
tidos yqno va dando vueltas por ella.» (Aca- (Poema del Cid; cd. M. PidaL ». C207.)
demia Española.)
aBrial tic xamit «c vi^tie.»
Lebrija traduce trepa de vestidura por seg- (Vida de Madona Santa Marta Egipeia-¡ua.)
tnentum, í.
En Arquitectura se denominan trepados á «El cmpcrnnte, vestido de un xamete uermeio,
ciertos follajes decorativos, característicos del asmó de apartorsse en aquel lo<r*rcio.»
(Libro de Aleiandre, e. 804.)
estilo ojival, qnc sirren do coronamiento & las
cúspides y rapantes de varios miembros arqui-
tectónicos. Yg-uala (T., 7).- Composición, ajuste.
Lebrijn traduce transactio, decisio. Del latín
«El tercero pago yna vestido do la misma manera
qne los dos dichos, y los paramentos tío m canallo de Es vocablo de uso mny íreenente todavía en
aumcM reí lutado con trepas e otras galanterías ricus l"S.
que 1* bermosciiuan muctio.fi toda ('t
dSr j>i Castilla, donde se dice: iguala del médi-
(F©1. 1S t. del Librn Hel ñaua honrosa defendido co, del herrero, del veterinario, etc., para dar á
por el hxrelcníc Cavalte.ro Suero de Quiñones, entender el ooncinto que so ha hecho con esas
Salamanca, 153$, reproducción del Sr. lluoiiogion.)
personas, comprometiéndose ellas á prestar
sus servicios durante un nfio y la otra parte á
(') Tosté parado , dice la edición que seguimos pagarles lo que so convenga al cabo de oso
(Barcelona, 1907); pero debe leerle timte priado,
como en Juan del Encina (Teatro completo; Madrid, tiempo. Las igualas suelen pagarse inmedia-
1803, pág 82) tamente después de la recolección (en agosto).

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VARIANTES

DEL

PALMERIN DE INGLATERRA

4
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QOE PüSEE El. EXCM SI',. D. MARCELINO MENÉNDEZ V PELAYO (•)

riaut, cotta-u i usa. ««tuinM ost sjfhha» muisa, coic*»» * ti*»* >*iiastm pr.i uixruki
Wt SCISTIl I0ICI0K «t« SD(l > HUID 1>« JTCMia* KitCMK KKMIVDtZ Y HUtC
14
prudencia y * 11 «areola convenía, era de mayore*
C\ i 20 milicia pmdcnch •
millica
.* i íuf-ru» do lo que en su»
■j ! 31 achcr*¡<bdct > adtcrtIJad»» ■
1
miembro* parecía, mur no-
»• i eiinirn emamen ble de condicí n y e*íona-
fue Mario fue Manió ■1 do sobre 1 js otros gigantes;
23
11 menos sobe r Lio d« lo que
aquello» vjlimtft» aquestos valiente»
•i 1 j tirtude» »o sangrú
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" para gigante contenía.


• 2.23 lector tetor • » 47
Ingl ítorra Inglaterra (') » muchos w-
sastra ssastre e*-
mucho*
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31 el es primero
1. uera usara 31 mlrassen ni (rasan
1 )j 9 2."
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• •33• tomaws tomase ■a' 35 ¡grande]
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lia lio dewcom- 1 1"
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■ Ingalaterra
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hubo 14 cipa I j, a»«I del rey como
2.» cipales e.taban d-- lo» sillorcs, estaban
12 quedaba
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tomar ■ íi
» liarte ría
■i 1. 18 •
quedassa quedas* 18 A rpo.V/ife
<> de su rey •le un re* 4U Contlunttnopla.
A» (jalante
parecía Costantinopla.
■ 33 30 Tu ese íuesje >* 48 entramos
entrambos cebarla
42 Anima animo n cenarían
• 47 en quien 1." re» iU su» reinos, ordeund*
de quien re», ord 'nando
1 * 21 Imraton Duraio
giganta • y.
gigante » 52 recoj-i
* - V. et tremo • «tr'inii
A»/ Uml icn fu li i « UBt» .><■ J tiínlc de «1» p-vw»

(i Laccriac<n mugió ¿ la cu ai ro ira trinaió rjucnlr* edición íu* hf< ha dei »jt utplur existente en el Musco
Británico- Derpucs, el Sr. Menéodrz y Peí* yo, gracias & Ior buenos oficios de nuestro excelente amigo el Profesor
F. De Haan. tuvo la fortuna de adquirir el cjeni|<lar que perteneció a SalvA. Habíeudn cotejado escrupulosamonto
nne»tia copia ecu esto ejemplar, hemos observado un gran número do variante*, algunas de las cuales proceden
de tratarle de do» tiradas ó quiza do do» edicíonn di*tiuta*r publicadas el mismo ano 1548 y oirás do errores co-
metidos por nuestro copista. En nuestro deseo de dar á conocer el tcito con la mayor Hilo idad posible- damos
aqm todas las vanaotes mencionada*, aprovechando la ocasión para expresar al Sr- Do Haan el testimonio do
nuestra gratitud por habernos auxiliado en el cotejo de la Parte primera.
Nótese quo *1 ejemplar Mcnéndez y Pclayo lo faltan do* folio* del tomo II: el 1C7 y el 110- El primero com-
prendo desdo la* palabras: Jiacfa *e tnafó lo Ititnfcre de... (linca 5 », col 1 », yég. 3Í8 de nuestra edición;, hasta: d
«far con ello. c«(ro«- ülnca 2«, col. 2.*. rég. s:0). El 110. detee: h ociitij.cii<¡l<¡v y te forró d ru ^ofo (linea «2, co-
lamoa 1.a, pag. f«S), hasta: la mv¡f fraude, qvc vitndo Oinea £8, col. 2.*, pag- 343)

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688 LIBROS DE CABALLERIAS
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DI SlIU [TIA EOICIÓM VE^IISjVU % PC LATO
39
•¿»
II 58 accidente acidante aconte
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.1 ll era cuando era de cuando a 50
•> a las mis la* una* » roluni-
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■ • si se viera par«de 0 i> dt«o
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í Pandríria Paudriria 20 ii
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.> u ello» habta II.* habla aii » 25
52 dejasse
hacer.
16 Oriflrijn Oroiirlan dejase
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.' IT'.' l>0
2.» Ingalalerra 2.* cierto,
II -"J Inglah-rra 6 qul»9Íl«<ede*
de eniri«U'cerw d>-iitri»leecr*<' 21 priessa
sarar toar
quUiéssede*
• recibía. n< rebla. ii 7 cierto priesa
."Vi 31
51
1 1" 4 hubo hobo u i) entre ellos entrellos
1» ' ><> entre ello* entrellos » u 56
talló Caballero,
■• 11 a " t>, caballero.
1 . .Vi voluntad con que a a Si passada*
1." Hit»
voluntad que pandas
■1 57 buen a dejaste»
a»t
11 idejases
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ll > 37 viuósele i la me- vinosele la
i memori, U ..
■ u tan
prended"*
ir. 31
.Vi moria su
52 te
.< ahora M " 4S
41 apareje!
51 certificado se te apareja '
certificando
M2.J ninguna nueva agora
ningunas nueva* U 1.»
IT 9 Inglaterra a
Ingal aterra .1i
u crónicas u
prisión pritaión
l.«

2.' Digitized by Google


VARIANTES 639
r»Gi*A coimn » líxsa VAtlAXTZS DEL UIHILAR HOISA, COLO»* I LIMA >UUMI< DU IJIBHIR
DI Rlimt» IDICIÓS NI*K»DU t r«L4IO DI X 0 BSTB A IAICIÚX KnáüDu i rxiA io
•Jl ' '.)
54 ^jdesea s- 26 19 Mtisf'-chos sast i Techos
22 desiea-
2 • ' 4 ll(VO desseo u • 29
sados
y Un pesados golpes
,> > UAMCO neassen 1) golpea y Un pe-
o 11 0 vicio ría sttoría
• » 55 Inglaterra logalati-rra .1 ■
39
38 d«l salvaje, quedó
30 l.accdoaionia 1 jcedcmooii
victoria
del del salvaje, que quedó
vilorta
que «líos - Greciano,
que á ellos
2.» 34 Je comer, el nii- el comer, el emperador «e o i>i> 36 Graciano.
56
perador ic luí al fue i el o'1■1 481 .* dessaosos deseosos
u » 40 ninguna u it 44
>1 nenguna o a
sofrir sufrir » 57 de y deaearvos
Us y de desearvos
desas
«a.lisfacer
as li -i 5
19 ronplesse
4'J ronpiese
seii»
1 .* 1' — Itii.
» » 43 lie purs lo «11» eiis
•<
soldó puestos
Ikroldo losfari'i'
sati
éeitrema- e*trema-
» íí Trufumlo Trusiaodo » »
■ •í'i vos le mandé
» lodo* d • la todos lo» de la u le manda
• .i jo «e encontraron «encontraron 18 lo le
:el
51 hermanos .1• H 13
19
<• r»2 ricos hermano* y topásemos
IT cabalgar topáremos
• Fraelín Franeián • el y su cabalgar; él y su compa-
» l> Irarand ir; los de i>
y Racandor: los de compañero
20 en ñero
U o (iii
1 vitiiés sernos hubiésemos 39 respncsU repuesta
II2." tu 27 23
19
32 fuese-
» 11 It ÍU*»*L>Le bu sanie fuese
l.ibusante
d' España ai» 28 extremado
fnesse estremado
i* 19 de España it l>o.i eitrcmado l'rídos.
••tremado
tam buacallo:
•> » 24 Un « C buacalle
Fridei,
o 26 desmallaron desmallara ii Vemao,
li
•> 30 Tragador, T ru- Tragandor. Trusiando, j 11 IngaUterra
10 Inglaterra
Rernao,
li- ñando, ji» soldado soldán -en
•> « 33 Dramurate, Dramurante » i»- 141."
■ 13
34 Estrellante. Eslrelante 33
51 .".;> absiento
49 animado avisado .V> asiento »alle
" » 51 Orlians, Urliens, 28» u »
2. en-
nombre
-«ii
5 "■cuerd..
2'.
acuerdo cayo ron sus ami- 3rt futiente
Duraion
tuviese
t . 1
gos, y todos fueron llevado*
u ■i■ Duraio
es-
del campo: los otros ({ue II jj a»sl ansí
» 11 13
■> quedaron comtempladoues
15 yi6 hermanos
26 o " cotitemphcioues
hijos
u M tiempo espacio 25 |ierfetamen(«
>• 34 u11 31 perfecta me ule
.->•.» fu«M fuese
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» o » 16 desastre
56
41
puesto • J
.e»cu«as cono escusas con
y. • Uniéndoos puestos
liniéndos
luersa 35 1 tornó abrir
u tornó
ju ig áii-
á abrir
faena* 15 jusgán-
deseaba
de la otra 11 »
>'.)
36 de otra 37 desseaba
• » 59 » 11 30•'■
aparta*** -lio*
apañase 30IJ ti 1 .* « jfiiau
ellos sabia
eilre-
«i 10 veta »ía estre-
•2.* 24 4
• 54 ftwsse ruese » >l 22 bobo hobo
Oitreo, 28
54 artificio artefido
25 10 Dilres, élassf, 11 " 24
41 ello 2."
.> 1. ■ a*l, u a
> II u quho
» 46 liermo*a. rermosa, « » parecía dejase entrase en ella
51 yaojas paréete
50
ÍN de escarlata desear laU 45 «eru "lia en-
trase
■ » 51 brochada broslada 0 .%8
l.J »uello suelo
3 con de con la fama de » -il •jase
31
■»2." 4 estnerecer los e'M-urecer las o V.i 59 sobre él sobré!
13 -íié^sedoa
o 23 diji'**e
campo en campo
dijeso ii a jaaae
permittesse u ¿sedes
|>ermitie«e
-rase
■> « ■) • esciiur esa
25
51
u honrosa honrrosa • w 57 1» etiusar^ ■ vía
*■ estremo
» 54 Roca ador Socandor, u i e»trcmj
4'J
26• -■ 11 le lo • » *
> II1." 15 Crespiano Crespün a 1 .J dea*eábad6s
paisaje deseábades
-i » Esmerildo Ksweldo • o pasaje
enoonlraMo
16 enconlra-^n
17

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C40 LIBROS DE
CABALLERIAS
TÍGtf A, COtr»H» I tUTSU SAttA*»:! DCL UHIPUI 1 i)
ríüisA, colima t tissi ii-upa
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P8 MTfSTSA KDICIO» ti». »ir*Ti» eimcióx siuesMa i r&uto
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3 ocupa
de la mesnu suer- de manera, 33
47
to. y tanto. 12 tal. cnanto
a » 2.a antes sala antes da «alia » * tal, qa* ruante
hermoa de Altea, esdpi
22 h.-nno«nra d«.- Al-
o ji> mUma man«r.i me>ma suerte ■i base i ssl mismo
tea, culpábase i
o Sí Í'J j| en el s»l uie<mo
10 D
a o perecían ron eparecían
n formaron ) 35 fa-
52 ciinociesses
confirma » con oríes -*
15
■ ' 1 .» 25 e.-lrcmos
u dcs*c¿ deseú II 2 extremo»
■ 27 alia harta u
31 0ti 7 quisieren
>iTiorva<lu señorrala 21 2de.a ella della
1)<> ■l> en su líber » 31 pa«sos quisieres
11 3> en líber- !a
Arneilo» le
31
49 Arnardu. 01 Zenabrante,
lo Tenabrante,
e lo N ha-
í i) 8 to lo* lo» o IC sufrir;
todjv, que lo* (■fiir. ñus 41 se de fea Ha
"i •> extremo» ^tronío» ofendía ron tamaño acnrrt
pasos
2.u nectario». nc--e»»aihu
33 51 1.' y valent:», que hiio dan
2*
2i en la turbad ii la turba i u la batalla mocha mis Üesi
ii 1 3 '.
ii ¿vía.de lo que) otro puí¡¿r
po
cufrir;
» • 1 .a s IttQla- necessiilad.
tenían tenían
Incala-dél iiecc-sidad.
» a 2.» nmla 1 clbtlaJ 37• a 22
47 dijesse
é*u,
10 dijese
v fuera en alguna fuera; en alguno» lugare- 1) •i ."
2puil
3"í
r> lujar j» : U i>
» 21 in> cayc^-n ño so cayesen 17 |.i»sidos l'audi-U
u11 27 en la agua en el agua » i) 33 Pasdrlci»
>i pasados
'J

J a ."»l l'anJrúia
y *In la
matare 43 espr«s:i< esp -sos
* 43 >nmari
si la ii u Panatela
53; el ■> a
1) aliento tíllenlo a T>2 pi'nsasse pasi
3S o a s |cuanilo] el qu^
ojfu [que tocaron oyó tocar un cuando 61
» al • lí alrariíjda
■t 1 .» 1*
1)u 2i coiidiiione». condicionen
• i ii con \m rruc ra*tt.
* 10 e tefl- edifl- .1 » 1 ."»in re onocr
31 contra
queriendo quiriendo
0 de 'J
1 sufrillos
Pandricia Pa adriets
5S rufrlllos
s .1 le se u •
0 !) recebieron recibieron 3S •
em 13 »/uiexs»
i: u 14 en >ltí ó."» panos siguiese
12.» hilo dc-hito el escudo » arma^ - dijese
ir» dij-«M
•■' y lo puso en tal ev.ado. con 12 llevaste llorase
muchas herida» 1c l,¡<o o
n s 19 diesso diese ) •• a l^inli4»»
13 cntrasse entrase
a 22 otro otre 0 17 1y.» 18 desarmadas igualase
desármalo
u 24 diese;
dlje»se; • • 21 para
» fi alguna con sin alguna cosa sentir D 3) r<iev«e fuese
27
scnüró 3311 3 lúes* 111 '.re
1»» 3)
.>.) lo le rey B •1 fu ■ r '
34 vuestra nuestra D D 15o iguala
1 Mima-e da lastimado
IjfttdUi*
- i supiste suplstos 1> »11 18 alboroto albaroto
aíl 3U de »o • 23 32 justaste
[y)
1 » joven rsy 11 » 30 abVa«»e
43 por su abajase
por
■>i 52 vassallos vasallos » a 34 poniendo2." justas»
0 55 va«sallo nallo a 7
u temiendo te míenlos» 21.» C rielan a Oreciano
55 5.O
1 CÍSO ii 5 Orad: no Greciano
. » 4i' cn-llnó endino 11 »ii
.i - es'a S Trag'ncl Tragoael
ninguna nenguna » 17 y IS juMasscn
11 ■dtistrla drusth W ii 22 de mucho mu'ho
J e* rebir CiciiLIr u ■ 35 lo o a, i? ola.
JOIUHJ
i» 25 »a««ilos vacilas iiU 57 mi -un Ies
27 mis miles
• u->11 31
23 cafnonii i hacer comoruJ haejr 40 don relia
■ 2.» y 13 donrclli
12
lo lo • » 21 pedirla
32 rir-rano. Florarais
e 33 » 34 cs:u<£»c nada
■ o algunos cabill.ro» iu> 0 45 honra honm
ayunos «as reraji
pxlilli
42 a-mpaüaMoo • s 47 rc-ogt ,
1 2 [>J > 37 teniendo [onj

2.1
1.»

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I

VARIANTES 641
lAIIAXtM
JACJIXA. I ti SEA VA1IAJTK1 Díl FJKHrLA< rlauA, coi.cv.xa » lisia
MU»DU t PfLATO 'T«A EDICIÓJT ■taitfMi T PttAtO
M
44 57
del deapojo trajease
4o 1." 58 de despojo*
59 un rolunUd
tenían
ella* 45 253 CU
*n i«| TOIUULJU
la «Alunlmd
2." 44
44 ells a a 8 y 9 prado preciado
54 pasión o a aquello» tteuipi» *4U 1 uciii jw
59 emprestas. passlón
emprestan*. a a
21 hubo turo r. Uuedassen precio
»
27 porque n a 2 . » quedajeo
J» y porque obligáis*
42 encubrir a a nn priessa
—XX
! •i ^esiilrttnriii
*s ■ ■ ■
12 y mi» mit a » OB
priesa
2." 14 mostrase* mostrase » » 45 a «si asi
22 pelicano pelllcano • a
2í lomará tornar a » 2*x> ninguna oe'n'un
.» Laccdemou^ Lac 'dlm nia
att •
46 Manrique
■ dala de 0 10
»> 40 ron cofines Id
—1
• Califurnio
» 52 deseo » u OI ■M La i turnio
o a V) 1 / sano armado saiíu avjiv, éutaUalUÜ
» 58 traillara, trábala»*. Siliá K^Io iPtniHn
1. * S fuese u M 42 KX
so
The
» 7 loba ■ » l.19«
» 18 cae use aliento a]
u puesto
pastaba «•liento
•» 42 tampoco tampoco oo andaba II a 16
• 54 tornó i tornó M a 81 el
Calfuraio
• 57 bonr* bonrra • wvi arcos.
» a potseer*. » • arcos de acero, ca Ia otr»
» 5S sentís poseerá.
sinUi hierro
estado, a 2.» df'ilil-lr'Sinn.
2. »
»
7
8
«sudo, dijo:
honra honrra le dijo: u « A\
» 13 menor menos 47» a Vt
¡>/ impr >«i jn
» 21 aunque eso aunque yo j» O
empica»*?»
los hombres».
» 2*5 salitre- • u
sastlfe-
cuamaRo Cairnrnio fernioíltrílH tir.ltl Kt>A>(ISk t 'm 1 i i
• SS Rosirin, Robarán, Cal furnia
a •3 ti ell^
• 40 pe 'Índole B a KX en el
peo sindole
1. « 4 dejase • » partí.-* [haliia] n lis ,ll r íni/i mn t* n t s)«
nna cura 1lo
."
» 18 llamó de llamó el de a 49
Vi imswtA
quedó lleno que<ao «sin Uu Ueag
» 'J6 y » u Calfornio V-illll 1CI uv
» 35■'.<) Rotlranlo
y de Rosirin ¿ra i "1 1 11 ÍM^n ¡i a
• B Calfuraio
acostumbraban acostumbraban, a teniendo tiní t^fiilji
poner, » aballú
» 52 emperatrii emparairii •> a ( I f fas míi
2. " 1 criare 48 OI necesidad. ti orasaei A ¡a 1
» 5 dijole : dijo: a a
56 recbido
• 20 passabau cosas passaban a la
heredar,
recibida los
l4trrs.iJAÍU ,
« 27 ante ella a ni ella • a ijuiísieo-
congo 45
• 32 conmigo i» 5 h^n-H-i.l
> 33 habla por habíale por • a 2.» Cal Turnio
-2J
11 Carfnnlo
cabaUo
seria • - 1.» tornasse
a 41
52 .11
31 fililí 1 MU 1 1 U ■
44 12 Titubante Helubanls a a 2» hermosas
quedasneu i» 1 111 Li^di
fp rrn n«A 4
» 13 Flortan, unan (la
y 14 Flortan, a A rianda
• a 18 delante de la delante |4 a a 30 todas
a • 19 della le hnMeste a a
20 de eUas
• a deltas w sa 2.postrero
«
y todas
s a 33 hicieran dijeív postrer
a » H lo quería
a a le quería
46 p-LMira a a 41 acabara acabare
a 2.» 12 hermosura •i» 52 no hacer
loe 181 nos hacor
- • 21 49 donde adonde
» » 22 minna meama a a
' » 24 •afrieodo luí riendo » u 27 presumiendo presumiendo en su
a a 42 con Basilia mascón BasilU a a de la respuestasu
de respuesta
a • 49 aJcaniarau se alcántara • » 52 „.,hJ _
49
LIBROS DE CABALLERÍAS. — II.— 41

So-
1."

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642 LIBROS DE CABALLERIAS
fXohu, ríanu, cottMSA t irsr»
N MCISTSA ** ICIOS

49 2.* 6 qub 53 1.» 49 en su en si su


que aun la* » 2.* 2 dejasse
» a 10 y 11 pasrióu
dejase
u o 18 más U slrrlétse- más no la «Inlesedes v s 5 y oirá
de» pasiiin d • 39 por el
da
y á diestro,
otra
o 20 en el w o 44 del diestro, i|uo per el
» » 21 y 22 vuestra honra vuestra persona en el peli- s • 40 ninguna pintura.
por el do. ent i pintura e« el
gro que de ahí se puede ta-
car, porque demás de aere- r.ib"ias de gigantea en aeaul
rentar vuestra bonrra de otros tres que matara o
• » 22 dignas de fama: dinas de
¡i » 32 muestre muestra u o 51 hubo Can bol din,
hobo
* a 44 ossaba osaba MI.» 6 Cauboldáu, nombre, qu<
» . 45 y 40 deseaba » » 7
» * 50 y .M satisfecho sasrioferho
n » 54 Lerenda Lurendia » 20 jantes se
.V) I.1 1 dljusse i) • 21
u u 4 del de u en loa
fermoeo » 26 voces,
u • lt hemíono
u » 27 r voces
heridasdí y<ui
po
.» »» 18 le dijera, que le dijera de las Vitorias de retumban
» 32
Ploramán, i como el dia de
antes le topara yéndose ya
f le dijera que s • 33 «nelo, que di
21 aniel hasta pastar ante #1 hasta pasar da como
25 allí y no allí e no » » 34 sobredi
26 los la snereria poi » > 40
en hombre, pues más por fiar-
27 ;.' ía que por soloatad venb*
a a 44 Cauboldio
» • 38 pues ella » ■> 49 raballero le
pues para pues raballero de unas ama» tar-
U i» pues
39 por quien ' porque quien des y ea el escudo ea car -
» » 41 queun salvaje cae o>
po blanco
7 Otro leones por una Infla. le
A otro
• s 10 para » d 51 de de* de matar y destruir
lt 1> 11
51 sn s a 55 hallaba
• » a 5f> satisfacerse.
su pos** u, alzuna
I) » 15
11 a 57 venciese, a 2." 4 Cau-
0 el • • 10 Con e.to lo» Y con esto les
:.i i.»
I» 10 ra u i 15 adonde oían que aquella parte
11 mas Cam-
u » 12 e«Un » » 19 trabajos estimar i|ue te questiniar
trabajo*
» • I» conmigo n » 31 de
le* la
0 a 22 pas*e esta ■ d 0 Cauboldán <jlboldándeMurreU.S** -
it it 2X en que del rastillo de Fefcs Procs-
» - 41 y 42 queU
» » 42 detener* fueron.
52 estimaba el esllm.iho en mucho el 55 I.» 21 le
• > ■ 58 en e«to o 23 qtii«rie«en oír.
w o VJ Kl de la
21 dijessr
> 23 or- t> 2.» 3 menor
33 vinel'ndole. ■niendo ' a 5 dejas>en
■< -miendo
» » 19 aquellos rj-
1 .VS délo ii i> 37 nosotros o'rno aquellos dos ra-
no«olros, eoo sal mi) r>-
2 sufri- lo
17 einbarrindtxe lagalairrra,
enharrindose
tutri- 56 1." 12 lngl.it.TTa.
nii! .» 18 InulalerrA, Ingaljicrra, » » 42 el de b Fortuna y el <-a hallen d<- U r
23 asiento,
no le ]*rerio
2C que drsrora que «iemprc
27 que l.i d<- los o 2.* 2 Calfurnio
que de los a » 5
2 .• 6 crecido rl rrecida, el
» 18 necesario neressario .. ii 26 Pidoos,
» 19 acostumbraba acostunbraba 57 1.» « hádala
1.» 19 en donde h • 41 portía, que
. 41

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VARIANTES 648
ráouu, coicm* i Linti •y a ■ i a aitrarA fiara ftrfi upi áM norsA, coi 1 l>ISK% V4BI4STB> DEL EJEMPLAR
■miañes * ,tLk,° taa aaici6> ■ UIJIDSl (MULTO
61
loa 3i sufrir
57 l.« 43 1m [golpts] 38 •obre eUa
2 -siétedes irsvedea • ■•» cufrir
sobrella
»» 2.» -en, •nase
■> ., 3 i ella habella i) • 29
a 0 medio:
-nasse lUr medio:
» V 27 IngUterra, IngaUlerra, pensaron penssaron
.1 u 36 -sen, 0 9
• » 52 entre ellos entrellos • allegados
6 queco no • n 52 43 deshacer allegado
desfacer
hiio 62 <ta los más
u • 8 hilo otro 1.» de las mis
12 acabaron.
• u 15 I* la 30i acompañaron.
» u 18 do» para • >i s la lo
-cobrir • i>»
• » 40 -cubrir inposible podelloa oufrir,
impoasible
llos sufrir, pode-
49 para mandarla para les mandar
para 2.»
* » 50 dar sepultura» i» a á su Un; i Bn:
dar las sepolturas confor- su porfía,
conformo me» » 1 Li portía,
49
0 » anU
a u 55 ano dolos uno l.9« antes
l ála U • - sufrir
o 2.» asJ" oofrir
Uinafio
.> » 17 asna u » 19 con UmaDo
de alU:
» • 27 na*« -**
nube M • 20 de allí con tamaña trisUza,
ü • 34 nenguna 18 como si ya supiera que la
ninguna
U ■ 50 -«en 1)
J• 2.» sangre qnealli se derrama-
• desapercibido* desapercibidos ba, era engendrada en su-
entrañas:
■ u 52 batalla, y batalla en que ello» tam-
bién se perdieron, y * sosUaer. sostener; ya entonces se
S ■) 55 esto • creta que ninguno podría
etso 30
23 escapar.
7 alrededor alderredor
35
■ 0 24 con qne •i) a la que loe
recaudo, 38 lo que les
• D 32 retado. »
• » 33 si lo no si no lo » ponerme mas cierto, yo barí
probarme
O » 54) qolsjéftiedes e »•i Poünarda:
mas cierto, haré" Poünarda, diriendo: «seño-
qu
qu¡si¿<ede*
» 2.» 13 dallas devisas deüas y devisa* 45
ra, este es el tiempo en que
» i* 23 comentaron comentaran yo he menester vuestra ayu-
o u 49 Londres: Londres, ron desseo de ir i da; si ella agora no eae va-
ver aquella tan antigua cib- le, ya no vendrá á tiempo
dad y noble corte, de que que pueda aprovechar, por-
tanta fama oorrfa por el que este hombre no es como
mundo: lo* otros, y, por Unto, mis
0 • cibdad.
51 dudad, fueriaa y vuestro socorro.
a h buen reeebi- dan tes; todo es menester:*
53 [buen] rwibi- de antes:
» • 57 entro ana entr¿ por la puerta una
58 donrel, <> sufrir,
donrel qu<- la acompañaba, 46 puesto que puesto» que
60 1.» agradeció la volunUd • n 53
agradedo1 47 nengún
• >> 83 descontento; descontento que mucho sin- G3 9 ningún Cufrir.
o » 10 sufría cufría
tiexse, pon|uc su rostro da- ú »
ba testimonio ddlo:
31 hija, don •24 hija,
16 mejor ell a [y!
mayor » 0 20 de su
hubo de un si don
• • 24 ella y 1» o r.i honra
32 trailla • B 48 hobo
honrra
trabilla
» a 35 enlreg» rntrogo • deseaste»
111.8» dellos y desseastes
• n 38 corabaiiesse I>
rotnbattei'' •> bo, y que hart.» tienen que
■ » 42 devisa me divisa de vuestro escudo me ■ 22 dellos,
• o 43 sois el sois »o» el postada
guarecer de su« herida»,
posada
■i o » caballero que caballero de la Fortuna, que porque fueron Ules, que
» » 48 apasslonadas, apaasioauda» que soltáis, ambos allegaron muy al ca-
»o 58 !<■ d<4 con Unta yo le deje con Un gran añilaba
.'» Mtistaré Mstlfare • ■• andaban
está Un » a.* hacer daño, hacer algdn dallo,
• 11 x es tan 41
.. • a » cristiandad, riirísliandad,
13 honra honrra
■ a 31 podía 64 47l dio armas dió las armas
• • 35 qoe i ell.is • ■ 8 empresa
podría empressa
• a 30 les conmueve que aquellas
los «amueve pareció, siguiendo todavía
• ■ el camino donde les derla
16 pareció: taba;
6 decían
potó que U torre del «¡ganto es-
•■ 16 esta otra

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'21

644 LIBROS DE CABALLERIAS


t líma

4 18 64 2." 43 le
hago, mocho»
que, y a ii 46 la
« 25 hago, pues, como ¿tris dije, • r°
• » 53 honra hoorra
serla
ajenas,gastar
y papel en otra*
65 !• 13
» » 25 en los que
en que loe ■
• •n para que por
sinliessen que para que
» de los de las
26 lo
f iesque
sen, sieren,
w » mandado, una* poruña par- » » loqveaqui
32 » o 49 sintieív-i
te y otras por otra, 18
» • como allí
57 -bre
35 emperador e n emperador qoe es ello como de allí
■ o 8
a ■ 34
•>«i • cierto denos 11
37
.¡.taba, de estaba, donde, assi de la oU 2.«

Jl
»
rén- » » 15
parle de abajo como de la de 14
arriba, tenían tiendas i rrl- » »
beras del río, repariidas en priesa
16 de
» » 45 perfecta
dos partes, á manera de cam- perleU por ollas. I> irise aquí la sas-
pos, del uno al otro dos ti- justo juntode cada
nera
ros de ballesta, y en ellas se de hombres un
recogían todos los caballe- no quede nada por decir: el
ros que allí llegaban, los que
venían de la parte de abajo príncipe Graciano estaba
en las de abajo, y los que cuarteadas, mbserua la»
tenían por la parte de arri- armas de follajes de tas
ba en las de arriba; etique mÍMuas colores, en el
de la una se hallaban el
do, en
madei
principe Greciano, Onlstal-
do, Dramiaote, Rasíliardo, de negro, á hechas de bojai
de acero, i
Frísol, LuymÍD de Horcona,
Dlrdén, Franrlán, rVlinar-
do. Tremerán , Claribalte, nuei», en el rv~udo eti ra»
Flamlano, Esmeraldo, y de
la otra parte el principe He- po atol una» floree de sitia.
raldo, don Rosbel, Belisarte»
Goartn, EstrelUnte, Ger- (#»>) salieron de Ij rnt»au
minera, porque entrin:
man, Tenebor, Platir,
pides,
tos de Floramí to«, fas de cuanto ee el es-
59 da otra, cudo traían un cielj e*tr¿-
> de la otra
.)u • dije* sen, dijese a,
» 50
43 coa otros con los otros en el
33
bajo de oü campo \erde uo «güila cea
t bajo un oficio; assi que, quien era las uflai env
el
oficio-. ésta pensaba hacer temer 4
Vi.» sus enemigos, mucho mejor gre. Frandin
de armas de fuegos: es el
escudo en campo oegr»
lo podía hacer con las mis-
personas de
0 h lo luraL Dirden vine roe otra-
u
vede*, de negro y amarilla, coa
15
»)• 22
31 nenguno
ninguno
• 1»
» 32 Mgún en según ya en griento. la i saco acres*
endurecidos; por lo cual, nía. Tolinardo
señores, os ruego que, asst
romo vuestras personas es-
lio ciertas para lodos aque-
llos que lo piden, me valgan escudo, en campo de lae>as»*-*
i mt en lamafia «inraxóo ma color, un p<Ja»í de e»-

peaMiera 1* especiosa •>


37 honra- honrn-
valgo, y pueda, como
33 valga, responderé* bre que sé lo qoe cada uno
cea».* *
tiene en la voluntad, res-
cer
combad o ce*áa,41 pof
i rloram

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645
VARIANTES
riejISl, COLCKSA t ifnu »»»U*TS» orí. UIXPLAI rteisA, coleara* r lisiu » ti tumi DEX UT.MVXiX
«*i<>mu v huyo DR XUMTSA SMC1Ó» ■WtvDF.I T rCLUO

radas, las

sagras de negro; «o, con vi-


el es- i y diñes blan-
rndo, en campo de oro, un cos por ellas; los yelmos
do railos; en lo* estados, en
león rapante. Tramorín
traía las suya» de encarna» campo amarillo, las fregaa»
encendidas, y
do, y pelícanos de plata: en
el escudo, en campo indio, 65 •-*.» 46 divisas.
nn Idolo con na arco y fle- devisas que he dicho.
cha! eo la mano. Luiman de 66 l.« 5 por la
o • 6 raros y de los rayo*,
Bordona y Claribarte de suyrw. leí fué yfo
Hungría Mearon las arma" • 16 la flaqueu
•: en los escodo*, en
« 20 mis las
i verde, madroños o> ■> ■> 40 unosw uno. de otro»,
oro. Flamián, Eameraldo el
Hermoso salieron con otra* * * 48 -yor valentía -yor parte da la valentía
de morado y colorado, y ■» » 51 manara deshi- vía
estrellas xlrgneritos de 2." 19 cubrir
mucha* colores: en los es-
» » 21 e n prestaban cobrir
cudos, en campo blanco emprestaban
» » 55
* a 58
lo* de la otra parte, que
príssiOMro*, prisioneros,
también eron de tanto pra- r.: i .'4 || nenguna co»« ninguna cosa loa
do como ellos, y de quien
;isj
« debe de hacer mindón,
salieron muy gentiles hom- • j> 43 crWtkndad chri sitan dad
prisión prúiión
bres: Beroldo saco armas • 0 55 cristianos christlanos
delante dolos
de negro y ligrima» de pla- • 2.J 4 delante los habla
ta: en el escodo en campo u • 8 otros,
negro od cuerpo de* peda - a * 22 lo podían lo que podías dar á otro,
tado. Don Rosiel y Belisar- en el
te tratan otras do verde y 33
encarnado; en el escudo, en 43 ■o
en medio
campo astil, unas lunas. Es- 47 ilesieó
trellante sacó las suyas de el d^ que ya
pardo, sin nenguna pía tura: el que ya
en el escudo, en campo blan- 5 de Justa,
57s de la justa,
33
co, una onaa que le lomaba 48
lodo. Tenebror trata otras y arremetió »ir*m<-tio
68 I."
de sarde con palomas de
oro; en el oseado, en campo n 2.a 31 guirdd
fu -se
46 fuesas
indio, el caballo de Troya. o 33 dtrereuda
rece bien-
diferencia rcdbiín-
buen
co; en el aseado, en campo 44
bien* nengun
rojo, un patón. Rocandor y 53 ningún
Cresplin de Macedón ia sa- :l 54 tan pesado vives*
lieron de una manera, con 11
las armas y devisas que an- 18 bravosa imprinaión;
desas
tes acostumbraban : Cerm ín ■i impressión
da sus ,
de Orliens se armó de hojas » "
de acero muy fuert *»: en el 70 7 aliento,
41 pesarme-hl-a aliento,
peurmia
escodo, en campo de plata, -i 37
el bulto de ana mujer de los tanto por «I, que le hirió en
24 ■i
pechos arriba, «cada por el tanto ator- la cabeia, de que Dram li-
27
natural de la hermosa Fio- diando
renda, hija del rey de Fran-
cia, con royo favor esperaba » " 29 e y
de entrar en la atentara de • oscura escura
•< I»
la Gran Bretaña. Platir y la reciben
• 34
12 las redbsn
mesma ator-
misma
Floramán, l'ompfdes y 31
58 era don Rosirán
Btandidón, á quien la don- 32 era Rosírán
cella de Eutropa perdió las »
27 comenaóle
al caballero da la
armas, como ya se dijo, vi- a a al de la
y comentóle compásalo n,
nieron todos de una > i> 41 co mpsUi Su,

2."

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646 LIBROS DE CABALLERIAS
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» 43 diiéssede* 0 <t¿y llevajae
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»50 U>-gO aijOsede*
71 0 2. 47 * pr á I1 * » 10 13rorcüron
ieleí as;
0 B 11 «acorujiroa
A* A A V /~L n i - nuil • ■ m que
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D>l 21 ♦in :> geale populir.
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a ti mando to* ¿fl mando más lo* sino popular.


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0 sai ¡«fecho Mftiiecho 1 VA Ine
31
» « na r>*
32 la»
■ le * »Al
d-í
» t 10 ni él no peroéís 48 las que
33 ni 61 perdí i» ■i puestM inte el'as
no os quiero «•■ 56
~i
3tí
54 no quiero le nejo puesto
■ 0 00)0 o a lo por ser el esto
aeslo por »er él el
9 aer de ser >»
lucieron
'» a 15 donde Rosirán <lnn nocirán 12 esperaba
pudieron
•> 2. 1 i.tt
•■> 58 45 vengar. ir i rengar. recogieron espera
recogerán
50 temiérul osr •Jo se esperaba le eaparaban
» » t£tile*n*i o *o » 4oa\o
58 roerán
fueron
le em- le im-
25 qoe i los que él a lo? disposición dispottiirión
■i 20 dispuesto, jut - dispuesta, jus^mdo
1." 34
/O 1 >>» ■ como
Am nd
ga o
Hn«lr*n lir llnn t\0«lr,íll. » xo el qu pressenic
■ ■> abajare 4 épre senl*'
nietos; passaao ei nii
abajasse i'íiotra» «IT
» 35 essotrat •} a y fieiot;
15 ■ t| uissiera etso;
52 ICMIOI ln lodos las *¡ilo
» •> 57 esto.

pos»in «n ojro
fi pOMO'm e
••tifubrir
n 80 encobrir n 14 desse
desaparecióse
i» ii» 32 era au era el su 1 1 i a <«Io- «aiisiarMii, desapareció
dése
MstiUdóa,
u 2." su- 47 necessario.
i» 33 L-amboi- ~- 1 •. ■le
56 Impresíón palafrenes que oeces-trio.
59 imprUaión • ni hl. paiUfreors ra que
m m»t-I m ■■illa i'•i
i» ni
en ni-la 18 armai con ■nnilik 1 1 ., -\ **->-as ■ i. r .+at
f. a 1>1i.i
75 rrcojo alguno* dlaa
:> recogió • ciudad nbdaa
• ■!•-*•' .1» d ciscaba W X Jar r),.>,(| u
» i.» 14 hiriendo flrieodo 47 don
50 M>leneDoardos aalíurin-.
don i'uaru^s
como hijo romo
solemne a hijo
• » 21 día fué en que fué el d<a en que t ais que
otro »
■J< temía i>
21 tenia n 29 hasta
el de la el caballero de la
41 hermano . « Per-
• » dóname hermano rrÍTiia]as'<a.dia-«-
paeile do: eSeftor hermano, "trí^-
asi en
él. allí
43 él : en lo qu«- mucho w ei- a * 11»1
f.irtiba, allende de >' el rey «alió á
-rarte oliií»r*»>siiri
rey «•< o«Alio xv n 4
conoce*
11" i él, era en la tartaleta u nerenrio -rrar«e
de «u escodo: » para
«uinr m 1 ' 2.a
4 •> a mocha,
honra hoíi rra
• » 35 ti de U £1 raballero de la
n » 29 era él fufrir.
él era 25
55 * mur ho.
¡> • y
»
» a. 40 \\>- finir llegare
357 ' hac
ia
■ 47 cosas
intencione*
71 esso en esso: » 32 recoj; iéndose
13
14 10 1 .•
•» nv-smo; puc«to a
32 y 33 pesado,
- 21 -uirir 0 30
o <l»'l lio paes|.<na
deltas pí»r\iier
harían
eon
de que perdiera ciitípo
• 21 •J-. pu- ir
frro
fuut » otra
parte,ta que
«■11 l' pa
29 W lo
31
Entropa pil- I n. llegó á
3fi reeebidoe
» a 45 ciudad ribdad
■>» • si Ir «i, si le
10 » 10 le recibid»-.
» en los braioa; • 26
49
en braao»: fué 15
• .» loé i 47
22 alborotar
2 29 juntaban áMían
alborotir
joataba
75 is3 el de la el caballero de la
23
oyeran;

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p^d
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2.»
VARIANTES 647
risuu, coicaru r inria vaauurrm DR. mmrrut ría isi, coiosm t ihra* '«ujtii n amensa
u «casta* asteria minu i mato
•v »
79 29 acordará. acordará ruestrs 83 2.* 45 aito este
80 2. » 5 m alindóle alegría; al'gría:
» y matándola o »
0l.« 7 no menos también no meno» ¿da
dtofaular, y
• a 15 posible creerse; 1) u 4 desalar, a
disi
poisible "reci>e. 57
556
23 dUposidón
dispossici-m 59 obidienda obideneia
24 paes que. puesto que, ■ » ni tos
* D 30 6stoi
disposición 4 i.» 11
10
¡i a 3> cois rosa me '«n
despótica -ta,
reoo^saen
» » 21 recogeesen •Unióle
» » 53 (u« i Íu4 s » 1719 •tándales
9 cristiandad ehrísliandsd » • gíníologia
dbdad,
»2.» ciudad. u 23 gensloría
2) A goaas-
0 29 qolsaiéredes era
quisiiredes
22 matar amatar ara»
-Un, Blandido*, Pompid*
21 partió
30 aa partid s » Pompidti
nietos 6 «tos oia-
asi astf 53 g
• ■ 40 9 • 59 hirídas
pan qu« de mino; > » 36 heridas
1» l! 47 de la mano: 10
81 o desear
lo ;a>sen ta doi i desasar; asentado* 12
■> 1 . »
38 1c para s a
40 mismo • 2.»
masilla precio Beto
> » 13 jai cío
» 41 Boa ruiaón. Booqulnm, 21 nieto querría
deservir
* s » 18 deassrrir
quería Betos,
impela del prime r únp^tuo del primero u» nietos,
• sndu»l**a«n andadeaaa
0 46 50 sili 2»
■ii) ayá
2 voluntad de voluntad 29 dfícolpa
6 y
11 en 41 la i • 23 disculpa
2. * en 41 Un t o
Beltio, besar
» 14 Beitrin,
46 besarla
Rocandor, Ro-andor, Alearíoso, Knge- » 48 rsse eaao
17 47
raido, Altar re, Flocandaso, 1i •M 59
» > » Albrrtol, Albertos, quince quience días no hobo
» hubo diaa no
Graciano, lamostantr , iiruLamanl" 1
de la otra vinieron Graciano, do las
ido
■>
> >) sufrir ciifrir t i
20
31 ► » cao
hicieron, lucieran >) •1," 41
:>l tes y daba
justas
J a 39 27 daban
42 floresta le
juagaban j uigaban por Ho reata
57 el dios al dios
-urasen, 1 •►> can
82 -brasaen. lo 2
la laberinUo laborintio
> • 13 ■ 4
31 Floríno
t Grai'iauu Greciano ■ 8 Floriano
" u 38 1'0 24 eo ellas
enposiible
acompañados acompañadas ein
con possible
ellas
•'■• 15 bien buen J 37 se
¡i2.» 18 .tllegasseu caía, casas,
•> allega-ion • 51 44
w 39 impresión i sí ¿sai
imprission
las en trullas,
■' w■> 39 los • en ellas, exea-
» 40 46
perdido* » 55
0 49 quedaron perdidas
II que quedaron sto, fueron riendo
II » 55 trailla; trabilla: 1 y2esto, riendo
83 6 » merecía tal obra ser he
jwlible traya
■ 1«» .' 23 traía possible cosa nueva me paraca»
25 y e ■ 27 cometer
acometer
» « 2* y e 28
l> le hada
* 27 sossegado» sosegado» a
32 do las otra* 18 paasaja salir pasaje
.» de todas las otras » lo
hada
vieron salló
» 39 los hurtó, essa 41
o» los hurtó, ease i uno dellos
H 39
43 i> 50
• r>4 dejase. 40 árílo*
-ta
que han que os han » •taralentos «. monto»
hará,
» D 56 Inglaterra, Irigalaterra, •> 36
47 le
57 y 58 poshtes 55 liace,
prissioneros desea
prisioneros
M i 1 confirmar partos»
conformar » 57
«a> ti facen
14 llamando ¿llamando U satisfacen «astifecho,
» 16 • 16 satisfecho.
• 30 á abrasar abrasar • una
21
•> • 36 recibiese redbiesse.
34 Tenrbrot Tenebror
cu- 18
1 » 31 ■ le lo
un
19
0 • 43 a eervii servia

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648 LIBROS DE CABALLERIAS
ríODTA, COlüVU 1 ttVBA risrot, counas t
aascsatj i ftaui

u
ta la
n ninguna nenguna
«7
2.» 3 Pandricia, de la
» » • ptMidi?»
7 lo perdidón don
I.»
■ o 12 aasi
• n 16 desaeé
m » 16 y 17 mal». El maL Yo siempre para con
vn* hire lo que debia: sos
para comigo lo qo« quisis- -U
te». Sea ul: que toando me
hice vuestro, me determiné
El
i aer contento del ble a o el

20
22 que pared* que le parecía saelo, por falta de las da-
» 55 qoe quebraron chas de sa caballo: el cala
a quebraron Hero sino al ásalo
la* Unu*: pastaron el > 49
por el otro *in hacer mues- » 5S quedaste
•tas
tra de ser encontrados, y 1.» 18 romo
quedase
asa! passaron las •agamias » 22 ercelen-
Paadrida eitelcn-
yelterreros • 23
86
SO y el i» 26
y dada eatre al: «por cierto, entreHa» entra ellas
el «bollero ea el mejor del a 50
mando, 6 yo ao soy para > 55
nada, pues tiniendo en mi
.» desculpa,
ayuda el parecer de quien . 54
4:.
di*-ulpa,
á quiea ta bn 2.» 49I
a tornando 6 Paadrida
» 12 Paadrida
42 dessotro
53 P*Mará, pecara, a 18 de estotro
S encubrlüo, encobrillo.
d 24 eoBfertadn concertado»
» 8 inelu » 2.) lcjus
H te lejas
Paadrida
lo » 40 t'audrlda
2.* » 52 Pundrieia
10 foe se fué
» 25 desteando dejando • 56 Pandrida
■seusn
n 27 29 1. » 23
dijo • 29
» • 25
54 dijo
50 d<-sta
i
de una nengaaa alaguna
si»ti*sse sintiere mlralla • 55 ciudad cibdad
46 ha a 58
-te en leonadas, louoas
• 48
• a trae ahí • 41 ao le ao lo
puente -brallaa
l.« 12
• 15 2. » 28
• 19 faara • b» quissies<«
50
•> 314*1 nenguna quiaie<te
qulsiiraita-.
• 21 > quísole redes1*, ninguna
» 2ñ pessar -nl¿ndole • 47 abruíodole,
abras m dota.
a 27 „
» 50
54 -diado
apartar,
pe<ar
29 aponealo
55 • 58
ncibie- aposenta ni -la
4S resdbio- 1. » 6 ninguna
i> 59 > 17 nlngaao
y otro de » 28
2.» 7 satisfecho y otro d- corte fué corta
fafrir ta tmi
a 19 taalis.'echo
o 48 sufrir
» 24 2. » 11
podlesse
pe«*(S hacer; ai despósate ta
des conocer » 17 dl<posidóa dispotsidóa
qait desee* deeco- • 21 recogió
aocer s 29
peso
• 26
a 27
» 51 . a 54 de tal

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VARIANTES 649
>40DtA, COX0UU T ÍSWKÁ saiuxm bix rjrxrn» riena, cotxuiu » livbi f ajubtm eat aiaupLAa
M BnSTlA UlClOtt ■nriuMa t raimo oa Reama UKto»
unáxaes t nun
Dansaco,
1 • 7 «alto 07
» 4 » a <rr Da rm arco,
» lo*
salió <rt
D a los
21 Ua coste» la costa • • K.at 4>ir quissleeeen
•a natural quiaiaaano
28 natural &2 quisaleieen
coa uo con eaae
41 la » o 50 é mucho
la da-
» 42 te db- 23 mu^ho
-reata *o o » a *w derribara
n 43 lleTaoan
'■

Us \q
*Q . • caloro O B lo aatiafjcciún
ealuro- ^7 naüsfadón
25 y 28 «o Mía O II * ae4p«aiendo»«
, honesta
doncellas h^rmosat
y desperliéndo»»
encubrir
■ 41 cncui/r*r
4I • ■ 1H puesto ••V vi
pUMU y
i /tapa «1 Ié< de armas
agora eua» •lias agora uo i a «y» uenaj,
de las armas
!•• hobÍTon hubieron buenajarmae.
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▼entena* almenas aiiimeamo
y ao
nlftivnnl nenguna • » Á\ asilmisrao
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lia nríiiínnaa a n aprisionar las prisiones
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• deau > a> •LA ariincio


Ui pn*siouas
29 t .V) Ift rnnoriá Ptl- » ai . mirado que mirar en ella, que te
m^rin, estufoaa algún lauto mirando
•> ou e saoeu que era h> » Id gr
30 que sabed que «ra ^o
» 42 oocobrir encubrir de salto,
• seguid según U a* Si
af 9 ww V» fliA la* lene
52 ya por un
•* 29 que se que do ser muy bien loa- i1U1ai 41 • a 4A paid
I- merecían rr*^ nHa
» » 4A Vi
» 35 1U prisiones
■' Dar maco, deja»
Djmaren, que muy súpitamente
A* 55 muy %tsuplí a-
nicnt^
granue
4 tI4d1oUj » s SO
aJJ
1« IOUO ( miO
50 y riéndola* 44
4J llegado llagado
ledo aquesto
5» que aquí 41 oa que aquí te o* dpi'eDdicsjso
B■: 48 recogieron 9 a 55 defendiese
gran
Da nnaco; ° «• 10
52 - »
5t Danfarco- por más seguro el
deseoso
disimú- diíimn-
úda ■ 9> pwr Ulitis bi .■UFGE.0.
7 » » deseosso
voraoBO.
lenla ri
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'),! 9 [eral 35
10 Dramareo • • 55 altase
y 11 Dar-maco hija
» 14 hijo 9 -¡¿redes,
«iperimenLar
i» * efperimentar
• 19 102 10 -»14redea,
51 Darmae© Dannarco l) A 15
• Darmaoo Danu arco enflaquecer en&aquaecer
» w
as

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650 LIBROS DE CABALLERIAS
VÍOttA, COLOVUA Y U*.U vaaiÁsru na. uiarrua coixirs» t lint vaaiAjrrBt sn BiavLta
DI JT??T11A mCIOX «C*á*PU t mato CEMIA F91C10» ******** 1

102 flIfeSO mese 104 30


27 • Dorlines
t otro letras hallo otru letras ■ Dorlieni
por que lo
39 con lot • por que U
I." 41 álos 44 üprisíionallo»
«3 etvado, y • N 42 sofrir
• coirir
apriaiooallos
escudo, tao farioao y eno-
» » 56 assai
jado, como eqnel que en 47
sos obras jr en al tenia toda • 57 de aquellos auiloa
de
ta coofiaou, y •i 3 raafiana e mañana, e
* hieu.y 105
•i hada apro techarse de so ■ 34
55 apresurado aproaarado
esfaeno y ligerean, por le liuyeasen
s«r neceaurio, y ■ • 50 «
2 . huyeron
olvidado
• tiempo • 472 olvidando
56 Unto •meroso, adn en
menos, de lo menos, de ■ adn ora
•> 59 lstro letra quisiere meroaoe,
5 quisieasa
n 12 blanco blanco, con anos estreñios
• « 10 qultderoo
22
■> 2.' da oro por ella*. 16
>• • ° 27 siendo servidos
15 entilo en ello
i] 52
53 ({uissiesee
siendo Mea servidos
quisieron
22 lo volt u otro le volvió con otro
■ » caminaron
25 mortallsaima- mortalisianmeole y qui sisase
meólo y tan » o passo raminand"
>i 37 2.•teaaando
» •veaando
* • mcsmos; cada uno se espe- »
26 413
rinv ntaba Unto en so lige- 106 paaó
reaa, fuerta y ruana, por ■ » paasoU
■ » 42 í si assi
pasta
ver que ansí le era i cada
ano ueeestario; * Bi' desperi-
«aseando
que de todo espire-
deseando
31 defenssa, » Í7
15 que lodo
« 43 Paüntrín, Palmerfn, qoe parada qoe » 52 troto de irbol
guardase* troto de un árbol
mis m adiaba, «pie ae 3 le defendiera le d rendía
afrontó Unto dentro de la» D 7 dc»de lo
., armas, «roe 12 si dellos de loda»''
guar
sidello
10» i • «muda» asrnUlas » ■ 1.»
tí ■? -
ua --ota Jas asentada» deaeean- desean-
ii » 8 30 ellas lo ton
1. ajedrea - V ellas son
» ajedrea assenUdo
17 42 aseoUdo
ai las cosas
gran de las otras cosas
24 fe fiera viera » 47
57 »mis cuando
continente gran
eontiniente 311 2. passó mas ya mando
guiando
36 esendo escodo del caballero Tris*»
» Kl
36
51 impressióo
honra imprinaión 107 iado el escodo
leguponía
„ honrra • u 3
■ ((untase • » 7 pitó
a asi* tan
quedanegro
rio Carno-
53
3.X temeroso rio
rosade agua negra Un terat- -i
y otro 6de Sir>-
llante éCarrae-
otro destrellant» ¿
sentido, 30S Tenebrot Tencbror
„ u sentido de todo hombre que bios,
53 » ii•
58 aquel olor oliese
„ » destos
dos
ll«SW«
»
puesto
as»!, qo>' es
laapercibios,
sufrir,
que pues que es 'assl, aperci-
1 de dos caballos cufrir,
„ » 3 sufrir 42 y 43 cilialleros que le
fantasía,
enfrie
15 fantasía »
.'
„ » 2 18 hobieran hubieran
„ tenido i) 52
Uniendo en Un pesso. tan 28 illen-
„ l>II 33 55 por sodonde el donde el rio no se » » 17
sufrir
•cave
alien-
po » • cvifrir
«olpe
rio no 32 acordtndosele acordándose
u Isla en que » »•i 26 golpea
V» Uta en la que • 23
101 3 t quo aquí
3» no me queréi> no qoereia que le
>> 5 y que aqni
„ » 1.» 14 de poblasse • • 36
quirn de qui?n bien
poblase hecha
niela i hecha en
3H > fieU
eaUn, para 2.»que lo
n 39 e«Un •Jt sa! »n
pri |>ara
prisión todo, desengá-
ñeme conmigo. todos, desengañóme
u 42 Temido, • 1 Temido, y el migo.
7 un hacha una hacha 433 a«>¡
D 11 •e le hada. juntamente coa rajas de !»•
rSSOhirl». >i esrudoa, de que ya «»taU
« este

II a es mi» Km» i Mi cubierto, a«sí
e» para mis •

26
aa prisiones 17
junta
junto

I'

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651
VARIANTES
1)
ii
pAoi**, coran* t trnu ta»ií.ttm mi ur-m»* ploma, cote ir»* t Limu Tiiusm del ueu-pias
n U 19 CtO* untmu t rtiiTO m nema* seicid» amáirDBi 1 mato
31
os
1» fuetea foese 111 8 fuessea fuesen
recojó
1.» M 0 •simas.-., quls- ■imas quiiies-
» 53
» 58 eneobrir encubrir, l> 40
i» pO'M- 25 torna***
tí «i ella en ellas a || es oreado
■>1 posa- esTAado
- 47 reeordán-
sosiejo
0
iia 32 y sies-
33 de le le de
sobre él
«8 sosshgo acordín-
2> vid una
■"obre"!
>1 •i 51 caí tillo del eattiüo de » 1.a rio á una
.1 u 53 ,)i! i> vi loria
49 ridorla
"»•» 8 paitó.
servicios: servidos? 1) •i) 43 con si atiere consintieren
<► eufrirá
• 15 sufrirá potó. u podía
n 2.» sufrir cu'rir vinieseser que ai podrá ser que si viniere
15 i> 566
51 de lo dala
■■•• i)n 16 ¿no le
dessear desear 'i a 18 de armas
■» 20 ¿no lo
satisfaga sastisfaga en armas
)> 28
23 hubo
u o salir saallr U ■i 27 grandísima
bobo grandísima
53
54
I> Armello Armelo a H
>• n 55 sufrir cufrir » 1» 55
19 figura do el
J » 54 II figura de eldel
levantarse
no soy do no soy yo de » levantar del
|f«> 1 4 -tad le podía. -ti la podía, » 11 42 se passar
» * d U i» )) 402 . » de espantaba
aquel espantaba
délo
:T 50
9 vinera ii ■ 52 valentísimo sar
paquel
hallaste*
de
hubiera valentísimo
->¡i hallas»* hallase hallaste
•<
27
51 7 nenguno nenguna
ahí:
30 taller 112 568 venceros
•• Uñar os vencer
•> 49 cuánta 'eulndo
su ,>» 0 55 muestran
11 •
* y ■i aa»
57
59 en penetran
» ■ su » 26 juiglrades
3*
25 juigárcdes
10 del, que cual- con aquellas ¡usinas, tanto i) 15
para haber duelo d«l, que o repuesta
quiera persona 28 quisas
lorien duelo rnil |uier persona lo toriera ■ de que no
•' madara mandara u 1.a entrambas
■> 25 48 entramas
o • 26 sufrir ya 32 acontecimiento
que no
f» D 27 lomó e,ufrir . maravillados maravillado
nenguni y lorn<S
ninguna »¡i • sufrir
'< 45 cufrir
i si entonces » 49 mano, vino
46 y si entonres 48 ■nano, se vino
« 28 le hacia me hacia
«abría ■ 55 testimonio tistiutonio
48
II 49 sabia •> no se podía quisa*
no le podía
u ••1 llevasse 1 lev ase 5
55
31 roeordasse 113 quitándose fuera quitándose afuera
110 recordase i> u hidíísedes hidésedes
->■1 i.»
u á abraiar abrasar
1.» 43 robusto corasen rebusto corasen no pudo re-
no pudo resistir sistir 0
» 44 tremiendole temiéndole » y 19 fuera
49 ierasin se
38
46 y sin se
» 50 iropression imprinsion 10
5fi tuviera; si sin- - ii ir.
tuve; mas si sintiera torieue Ubre, turiessa libre, o tuviesse de
tiese muy passasae
esto pasasse
1 esso 114 il 25 lor; que
áél leUnsentir.
11 nenguna Bil x> 53 áél
ninguna 34 lloraban su do- lloraba su dolor.
" 2.» 15 Ul tales
día i) 111 íí
días «
16 •Jeaüsfacer
8 sastisfacer U 2.»
"■" » 20
21 a■i 42 aborrescible aborrecible
1" 25 iés-otro* entre •» •> 36
53
eu
pusslos p turfes-los otros I»
i disposición
piedad » despossición
31 » 561 ,a que le decía,
11 pensasse
hubiera tuviera » 4 loddecía,
pUda
que
pensase
ti 35 u » 0
38 perder 1sintieses
perder hacia hacían
>•• > sfntíesse* II u quisiera
• 44 1 ■
continente
45 II i
13 podía
cámara del cámara de el
■• 48 grande
resuelto rebustn » •i todo cuanto todo
teces á sucuanto
podían muy
■' •II 16
51 recebé recibió • 21
34 veces «u
58 gran deseeh&lle desecha! la
» • fe lo » 242.»
6 «Un se los su muy gran
til s su v'ran

ii 18

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652 LIBROS DE CABALLERIAS
piaras, cotrai t lint* mumi mu, iiibui rieras, cuín» t Lhrei
ra ílltl XI DKIÓ* ■nánaj t rauto M SCWTSS S»1CK>*
■sasarsui i mate
o » '1 eseads»
114
■i 35
3* ron que le ron qoe la
■)■ « constreñía costra oia
» 44 desTiábasse ■ 1 9s e«
en todoe esto*
desviaba
misma «e 11* satisfacer
■• • OMffll • a IS y do lo
s1) m £á\ etttáMssl • e»*"k *• y no le
45
54
4S
i SU e _ thn mpivcpr *?s uii merecer no es tal
arrepentiessr. arrepintiease. Maa pan e ■ jn rtiirrar ñaua». alterar»,
Mu ■
7 Pilme rín y •u • ^ vil c*nas*rn
115 Palraerín
Oríanda de Ingala térra vi*Mia- Ir mov
• !í Oritdna ssstifs-
que censasen le rnoetr**»
'•>■i !.• a SI
e e ei
" 14 • Ai
áqMestas
lw i cales •
Uei ts>ns>*>
qoe le los tener
"•> IK Artán la
20
13
ó que Ortán utssi-
y qoe U 1 * &? qoisiera
•■ e•> 34 «don 119 comensaroo did-
• ■ 2.»
30 1» ■ y por mu ic iapc* eomeaamron
y por más U *p»-
4y don 4 de don
» 35 de otra* de toda» ■ o a *t dr béij **r
*
a 1lvV ^prriéramo» debéis de ser
42 al poco
48 en poco passese
finiéramos
sería
<•

„ tres • ¿n SLsefí*) nMSP«r


M 50 átres
f atsi •
1 ii>• ano
quisso pasar -ion pasear • •* o\ níogán yeuirtiiee
59 quiso
-ssehijo ú 21) ñengue
1K. 1 •
poniéndose
M 13 -ra
-si¿nhijo puniéndose » 30 lupon 4Uklló uno
1 Ur^«IIU 34111'.' U 1 IL'
6D luego sallo ono, armado d»
44
* II .» armas de lenle y bUecr.
• 1 45 recelaste de *a recálate iu
■ 59 • ei
«i -riendo «travaato atravesó
en un
1 -niendo • > 47 nna muy gran
» 33 Floríana
3 acordándose acordándosele „ Florenda
una gran
» .» 22 y no ti- queráis y no que queráis que quisa allá
2 120 l e o
a-
me tTendere ■ uc six? cu en u o>éj
que quien ma w ía
»endesae
depidlándose
• 36 ninguna ¡> i r> y*
54 tutrir
nenguna
cuírir • 1 1 q ti •* tiiJ* *ol<> con
» 39 justando, e lüto quedaba justando, bise
mostrando mostrendo á so parecer pisaron
■ é abraiindose abrasándose armado de aranas perdí-
554 dessear desear qne con
it: con veroe de oro, en no ca-
» o le ballo morcillo, i «o pareí»
CUItMn
17 lM , -Jo
curasen
•i •
» 20 • 55
orgullo
28 Florenda
» 23 -glo » 57
que 10
argollo
Floríana
45 quel el allí estaban, entre qoe la
i' • anles de allí es- quede antes sí. * rudo
arrpniciio remetí)
taban, caire los loe cuales fuá » 19
•> » 22
coalas loaron . ■> I 11 1' 1 1 f\
otros pidiéndote por merc«d
46 oiro - ta 41 | U L llv
0 *Xs» piaiciiuoic quisiess?
ser
0 50 „ ■> M4M con
» mayor con aquél de
otro mayor
a y Pompides hori yé\
11 impresas Impresa •
« » 13 te dolieron en dolieron en dusposddón > recibido recebido
• el
2.* ya hora
i liguiendo siempre el Ilaro
siguiendo el ^elcabulWo
en lo que
>■ m 24 18 é riendo • Ti
V 34 25 4 bien y Tiendo p*Jr lü ijllB
e
•• » ae 1 • 1 «mrtndjr enmendar
deseo
121 %3SS\1 \> al ^4i«S, e
« Cl'iiSS* y bien
le » n »■
■ casabe
* 45 esperimentados espirrmentados • s mandárades
i' » 7 mandárexiee
» dessea libre desea libre para eerrine »
58 persona
>•

para servirse • 188


o
i rtejaüo ir • quissiessede*
5S1 dejallo ha ir • 19 Pal merlo
lo ha de ha de • 20 quiste rúes
lis debéis de •rase
e 19 sentte
21 • 26 lene.r
» poe»to que passé
mover
• 30 •ratee
ii•il 1. pues que
26 passaba prisa
ii• 29 derilla pasaba • 43
prispasase
ausento asento • « fuáá
II • 51 des*»* desee no su- eomO
DO CO-quien la necee* did r»-
querU mocha prieees, M i

3"

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VARIANTES 658
»Áonu cotxsnu v lIdsa (4su5m du unrtAi riaiai, coLtm i líiia vaaiaxras iu uxurLAi
pi iwm uieios mma i pilato na nonrai iakiók nuthiMi t rtuTO
moao y narafoate
121 1.* 47 motoé 123
3 pedí vt
52 run OHIdi
uaroianit* entramos
i a aaU uc los
<; t/ujinl^dore* > hríatianoa
pldl
aguardadores
• 13 quíticsMnles •» rriMiariO'*
hablaba i'íplrementando
de
qulssJesedea
téoi 9 a XO csjwn me ii ui u ti i 1 hahU
36 acostumbran ucoitumbrar
52 á b» ha- 1• \ "jtisiacer aejUisfacer
a ? ^ v 1 1 muí 1 1m ha. »
122 1 .• 126 •?
13 I VUU^IU ti)
25 rebusto a 19 íatiMjn'r
oo v me i ore»
26 s mejore» i) aU Irt
io friatriU
irjoreis «1ci traeríia el
lleno M a¿7> parecer
Vi estotra estrola a -11-— - -i — r¿_ j _ loa qae lo de ntcebtr
los qut* despoiiriAn
36
*w Hramarin uisposiciun u Ia
11 rcobir
40 4 si «W rmpriMa
• 45 **4 1 • í*rv«n a lian* MU com* llena tan poco; a cortesía corteaia*
a 3CI
S7 4 a golpes, andando Un »Wo y
hablen* golpe». con lan buen tiento, como
g- no mas icner r«i
no Mttwtr mas e«u •>#
*ia que con tal enemigo era
•«
DI
10 Rra m rf n Bramarlo a TTXdeil*
f T\C 9 L<? r '
la
i & ninguna nenguna recebUle
27 que e una qne, entrando por 41 gran a a hacer, desmallando las lori-
parte, lehito una mar f"it.]b,1abollando lo» yelmo?.
ga»,
y lleno de enojo por ser rajando los escudos;
87 c pchaouo echando eetada
1- Teutura;
rrs" ^ r\ lia
42 gran ■|«w ■ 127
a a a\ Tentara, y en ellos muy
ncnua grande herida
íi> Km ñu** l#* de los qne
47 (O
53 »• Iri r u^ura
n frnra •Va agora huelgo,
«>■ ODrJJ no obru lodo i .* nueigo. ¡^nnreiM adelante1" r'vor-
155 1 ■ 41 allí allí a a
• u 1*1 espadóos* a
Tinieron a Piu» vinieron i donde ellai es- » • •guarda: •guarda, y de da: «Senara,
".i taban si yo no soy para algún bien
a a 23 mancebo* y y ponía
es bien qne me Je «mam pa-
ponía
*"
• a parecía más
• a DO pusatisfaréis
recia tasti>far4l» lo queqoos
en estos
quiere, no quiere
eti<-mpjs mas de que
* •>"• deipIdléndoM -
° o aesp*aaenaosr*
el duq uc y sus el darjne é tu*
os arorvlíiide'l para serviros
1 i se mostraba «e amostraba d4l, bien será que no le des-
m » favoreteüs, pues con ello
* 4H lo qae
la (|ue daU Vitoria i quien no la
• B JIO sus a f \ m nía /va ■ «Huí¿ oj. feñor. debe tener de VOS".
ñor, ruego, Se- «etrec o,
a** » estrecho, deda : «¡Oh mi se-
DU 09 lo oa le
10¿ 4 S J rtciuir receWr ñora Targiana' A gorj quie-
ro ver cuánto «e os acordó
It
1¿
dU deste hombre, que este con
ne*eonnanuo deíconnUido
quien me combato no e»
■ Vi y 4 hombre, mas es tul misma
OO
| ■ K/\ t«r persona de ter in penooa; evte Orp- muerte, que por vuestro
ne), por «er pe nona servicio vino á buscar de tau
• 2. <
IX precio
í"f i i ¿á i \ '< r 1 "i lejos: yo haré lo que pudie-
*» (JUOUJrla re por cumplir lo que os
42 5u(nll> s>. ras> - eafrille
quedar
prometí, y cuando niái n •
43 sufrir oarrir

rufrir
46 sufrir en aquellola en
daitU le dessee* fine;quey siempr>-
50 deis la
» 23 en unto
55 tenía
4 temer tener temía
9 oo Taen fuera ■ 42 le acabar
25 la acabar
17 hallaron allí hallaron a 43
27 d. blao de aar • repo«ai«e repos-íasse
42 a 30
48
J

654 LIBROS DE CABALLERIAS


ricpu. COU»M » ti»».» >í«iast»:s VfV rifilXJL, COLUUXA 1 LISIA
m icutm unció* UlXkXOJtl 1 MXA10 KCKS1 a A MIOOS uiaiti t isoai»

5 lierltldí heridas que recibió en la


batalla.
131
0 »
u ó morir 4 morir y - 13 que se lo
23
quebrando
* 8 dta antes llevaba, dia de antes llevara u 16 quebrantó franqueó
17 deseaba
m 35 ydesseaha
tranqueó que lo
10 campo al campo encima de un gran
caballo overo, al u ocupara usurpara
» vates solía vece* lo folla u 3 qu>- la
14 47 qne le
IA
puliendo se 1.» quiessiere OSSJ
39
37 pUÓiéíldlvSt* » n
» pessasse 1» U 12 0*0
pesaase quisiere
tí 41 la recibía » u lo siniestro
16
loquere» leibta que la prisión ñnistro
prissión
a lo Hato, le llevó,
y p»-««ados golpe»
• 46 • U.» 42 animándola*
golpes animándolos
1"

55 partiera partiera. • »vi 25 Flore ndos: mis


3 Flor» ndos con mis pr*ua*
espeuosy
trine*
• tristes y tan 2.' que hasta allí lia bisa b-ctü
1 .■ 27 ¿darébrae , darésme
«enrir? él, atemo- utas él. temo»
• 50 aservir? • ti 45 cerrado,
57 golpe».
i' cercado,
» 33 Unto mil sus tatito y mis «us fucrta* que tt » 55 de gulpes
todasó las de todas los
» a 40
Tuertan que en od otro nin-
otro neu- 132 .) 1 Untas.
tantas, el traba)» y ratitas-
■« au escudo 21
rio Un grande.
■ 21 li; fueria fuerxat n 7
solían
• 2.» 51 esperé; esperé»: sallan
I» 34 aliento* aliento* 24 cuidándole sudándole
» 35 acometer cual- ■> 25 cony puUnta
esto con toda
cometer cualquier co»a.
» 33
50 abrasándola con puesto
quier piu presa
» 49 disposición le tenia, que después
la tr.nla. de bafc^Ua
despossiri in abraiado
en este comedio mandaron 35 .«
• 50 y 51 (tomaron des- l
hacer » 41
sin otra 11
sufría coolras*
1 >i coatrasse
58
59 »•> 21
a que es y no es
Tía aria 10 esU rasdu
11 íesta
» M queella,no
saión
le qne no lo
placer que
2'» é no # 45
31 silo i fuellos,
frla
41
40 placer
era para era ya para Dra-
ni> 23
u 51 mis male« los
y uomales leaba HU
o.s 12 en parte
11
35 desseo deseo
> 19 Da- leahaiiparte
[eoj
» deltos para dallos era para »derribase
u 49 » 25 2. derriliassf
5i tratar
lo^rdíó latraeperdió
.1 H traie » 37 no lo mataler
no
s 14 4 remetieod 0 1.» cssas
17 como el que y remetiendo
romo él u 33
42 tan bien priesa
1.» 31 36
un nacha una hacha 0 Vi <*a«
50 ritoria 4
35 estotro estroto 47 ritoriaó
» « despasrio
gigante; gigante, armado de armas a 59 despacio
miraba
pussiese entrara
i mano ra de fuego, tan ga- Vi1 pusiere
lanas yfuertes, que hacían ni en disposición ni drspossirión
» hallaba rosa qne hallaba ea 41 cosa que fu
'i á su dueño parecer de m li-
dio mis precio; se reputado á Baqueta
a ■ heriste» ti d» ^
hiciste*

49
sufrir rufrir 6 en algún
fUqueaa:
en aq«4l
i 577 ú s
» • partes, que 4 aüento
9 '£1 31
quedandu
■J» ron partes;
quedandu él ron y aliento
d*

m
lí disposición » 152 .*dessas deaas
escudo de de la figura de
25 reposásaedtts y
das

- <• 10 y 37 reposiascdts y dajar


■ i» •>
>• * si se podría 59
•i poilria
eonstrntlrian consistirían 50 dejar esta
31 ■ racebia
mis que mis en que reeabian
52 2
> ■
131 12 d'l 3
que lo que le
1.» ni u*t ra**e*
>-

•>

1." Digitized by Google


VARIANTES 655
riáis*, coima v lihba vaauxTr* cu. utsjrua rtouiA, col tusa i Lias* vaaiaima bsx una nía
»S KCMr»i IDICtO» assáaaaa t raxaro •a íii'ístsa uicioi ■násDu t rsuto
ia
154 le torno
13 42 volvtó
»1." 15 137

la podía
kl lt> lidÓD • • seoso
«lici ' n 13
•> » 25 para cobrar » * allende de le aiK'niii' \r iie*>'' n
por coorar uieniu lü desear
aliento
• 2fi sofrieron ruirvron »i) 0 20
29 Palmarlo podía
raimerin
1 11 1 1 iirjuii oe lugaut. 1 1 j
|) 38 a 10 43 Ira intención
y
> dfja«*- tl*-j.lSI'
nr.^sírtAn i» 1■
40 posición |JV*9|I *l/ll 1».*rugido i lalU i J
11
.11 promesas
aflos,
>> 512. Duraaón
53
u aA.2.a lili» 24
.14 estotro
* u estotro » » 4fl le duraba
.\s aUi •111 13*
» 1 sigo fuc»eo
¡i» allí
s» lo que dentro lo que de dentro u 5 fuesx'ii
- 9Í>(U0
1 TA "
• 40 desposldón •l i • 11 mesmo lugar
• 44 51 al
■ 22
qulsiessen d a - 'juiPit'rrh tj',i*,iiu* r<jur i ,tr- u 17 Aftri-
levantándose \ry J[) lt.i»r
fender que Tar- • a 1 .» vender ventfer bien
31
a 2.» y la ti ca ti vi ilo
u • 55 giana gina • • arremetió rMiiinlj. .
135 •i 6
Floria- r iiina-
• 20 y cansado /
•afrir • 37 r
>» l.« 9 A e*»a J *'S*J u u 5.1 la otra v U «Ira
•• • 16 ~
i) 21 y
■ se ese
pudivolvieron pudiere
volvieron 133
•> rulrír aii4* la mmnti
sufrir que la
■ » .14 délo* de sus 33 misma ^uinr «|uc ia mr«iiij
• 7 » 11
a 21
■i •i pararla pareada
18 '.se, a rvu
2.* 1
')UÍ«¡<>!<- ninguno t •.■111 J»J MV*V*
i» » 11 » »
19 quieier. 29 caballero»
■>•> arerré detuio 0 a
l.« y y como con
» hermano vues- vuestro hermano los su-
38 sen yos determina-
tro venia
.> 42 nenguna ú 39 fí no Los
ninguna 58 no les
l.ir, 11 desteaodo o •»» a venian •'4|bf*rsilMi
» .» 14 le 10 0 a ^•(Kslaial
1 tl> liUI
1 esperania
.->• 21 contento contenta »
>r 24 n 4fi dudad III ujr [bteii)
que los VIVO muy luen .-4 '►<! U 1 ti Hti t r
• .i■i 2« vive • ■i 54 A6<iuraiimnfe
27 sufrida que lo
ruinua 235
Abdnranunte
140 AbdurAiiicC*?
)
28 satisface t&stlsfnre • a 9 -duranuutc iour>iiii<
1 I S WQr k. \ ,i Ii^lS
" ■ 34 de ella» deltas • 15 Abduramante 1 H*4>«F-m.ls>
.1'> 39 esto esta 21 -rimante
.">s
■> 43 desecóse deseoso • ú 22 * con mucha
■> •i 40 y 47 prima » ■i ysalís
conticemucha
31 El priocessa a » 29 cristianos
Al iUiaii riHiu
"juila.no-i
» 10 Fortibrin Knrfihr(n
?>oniiirjn * 1.» su salida, é
3.1 mIMi
» » desla do toda esta « señores
• * 13 Fortibrán r*oiiiuin
^ArSthin a » va agora
17
i Fortibrin ?oriioaii n 2H
3íl
20 Mifrirse r ti f ri r«^<
'.ninnr
> 32
28 duríis uares ii 0 Abduramante .I h/lnr tilia*! **
> ■i Fortibrin ■^orwoiii 0 • (\ lo 1J|U( as
éi l«
■iii estaban U|A, • 15 nicicre
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i» Abduramante A bduramctr « '.'.i hiciese
A bdn ramanle. \ Mi U I ÜIIICM • I|l« |>U LlIfTIl
'i r>oninan
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o 1II 21 tan l>• j é pon|ue
.i 30 al que la i el que la a Abduramante
■1
u 36 u B Abduramante yAbjúramete
porque
50 Abduramrt''
■ 40 rato dio rato le dió tantas herida.*, » a 59 t jssallos vasallos
T el 141 561 vasallos
tratindole Un mal, que sin vaasallos
jal • • S foeria
uengitn acuerdo dki
656 LIBROS DE CABALLERIAS
FAliUA, COH «HA I LIHKÍ MlllJIfí DEL I.JIKrLAI riODIA, COLCMSA I LÍXIA
M RC ISTIA SD ICIOS • kiriDII a PILAIO m sesma retaos ■kx¿smi f ssxar»
141 0 deseoso 142 2.* 22 vía. y con
»•> a vía: con este gou> ce»? a;
a dííir: «ya, se f on. serti»
»i) ." 12 Abduramante Abduramete
I contenta, pues :.a-iiT*-r^
» pada, dijo: «Caballero, ya les padieron tute, <pr
15 veo que de U justa de las
lamas estaréis contento: obrar lo qve so» qui«i->te-
á mi negaron al estro.
mas esta mi espada hará
ules obras 1*k con ellas me coaten lo, y ésta *ob es»
se enmiende todo: por Un- hace no r«reLar li maerv
to, apeaos si no queríij que
os mala el caballo, y hare- ros, cosa en que
mos oue»tra batalla á pie»,
«Bien veo, dijo Floriano, deseé gastar la vida. &*»=
sé que aanqoe na* <i*»ri.
que para hombre Un eafor- despaéaqaea
aado cualquier venUja se
había de tomar; mas yo no tea quien seceaü-
»uestra ira, o» babeas ■:■
lo quiero, que quiero sin acordar de nal, y aotoc-
ella cumplir lo que dijes; no os quedará más que »i

18 Floriano con Cu a
-dóramete pesar de *ab*r que me prr
• • -duramanu
u • 17 estaviessen
19 estuviesen
0 23 Abduramante Abduramete á-miniando,
bascar, que ya le '
» 3» dando golpes peleando coa más rueño de
25 su Mr cafrir
íafrir
lo que nanea hiciera, mos-
trando mayor aliento que 59 sufrir
tenia, saeando fuerais del « dejase
dejatse i fi-
dcsaeo, dando golpe 43 cibdad que e*U- eladad que es
de Un
» as
Un
dello: 55 baahl
curaaae
» tían; curase
27 dello, y ras carnes lo sen-
47 -*
• Abduramante salisiidón sastisfadon
Abduramete qaissiessen quiiietseazz
• 36
80 cubrir cobrlr 113 1 2 deOos dalUs
» 38 nía i) dal lo m a ii dallos 599 ningún nengún
al
80 morir; i meaos
morir
ella á Abduramete; 48
40 ella le 44 y menos
fnessen
41 Abduramanle. Abduramete, viéndose de anUel
v Modoso del 8 terrado
43 48
22 aseguradas aaeguráradas
qulssiera fuese
40 fu es» e reconocer
53 vos 10
-na por desastre su s*U 13 éste traerá éste no timba
53 de sos
59 «uplesen supieren 87 disculpa
deseando deseando
5 solviendo los 144 t 233 quiera
7 habrían h abren
a.» 7 ojos
hobo hubo 8
tenían .1
16 amboten
21 ñinga n ao unían
ijuye»»*
notables que notables en partas muy ne- 19 quisslese
r essaras que 15
■4

84 morrillo morcillo éno


hobo
emperador hubo
41 responderéis 221 .a
respondáis
50 473 él hubo
den-ái, hobo
1 desseáis i
al castillo al rastillo 31« y no
7 empresa y Asa
data 85 el
10 de*sa 34 7 é
al
14 82 imbuí entramos
fuease
quíntese
17 haciéndolos quisksse •meraldo
fueac -meroldo
82 hadéndoLaa
40 le
44 ímposi-
aafrlr 89 Artinela
46 impossi- 45 •peratria,
inWma metras
^uinr
deaeé
7 desseé iT
luriese tuiiere 52 mucho mis que
11 de antas
a.» 16

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■*

VARIANTES 657
rtainh, colcmka i Lfaiu t ¿surtas bil unirui rtoisa, coicmu v lixr* »»»uictkj bkl turnias
bu HiTttru antcto» Mtninau v patato a) « mi acema unció* MwájBaz v riuw
-*
1. tuviéronla tuTif ronio
4 4 2.* 54
55 hobo— tantos, hubo... Unta». O a„ el tita
» ocupada acopada a> J4>
4 » lie ae ka alar. ¡V ,„ jsAmm
1>» .* 21 puesto en
dicha.
57 dicha,
puesto para má» niA, y hi yoj ai atreve* 1 Q< -
• UnU gran tan gran fíTidella, eabalgi y haceroi
- 40 mirlando euf riendo '*
» 48 veo(
de ver de ver en 11 responderle responder
m 53 memoria lo mu U ai •4
23 venís be
memorie lo mu- 26 en las tancas
7 haber ser »
2»." 8 150 Tueste fuera
noche .~[que]
•Ido ganado ií 48 de noclie ...que
u 10 céreo llegó ganadoallegó
cerco
unsa 15
12 anla »,. donde
17 decían ulClAD
a 25 u allí donde
é puesto 52
18 por
• 51 y puesto •» 50 «ni
justare
-ce -ees allá
u 54 aventado sentado
justase 'j
*» 20 ■I T |H «tilín
2 55 annnanuo
•* i.» y 56 afirmaron
•i*1 .* 18 inconveniente inronvinienle queráis llevar otra mayor;
26 ■r contenta»» con lo poco que
de que o* de que vos os
•>* fuera hecistes en la contienda de
30 luer<-
acordare acordara
41 sjtUlago—. y 31
23
51
ia*tUfago~. e 27 deasa
veas desa
veáis
m cerril servia •• 39
4 era eran a e sin sin
2." 15 debrian
tenía habla debían
19 * 2.»
«i niesmo 26 plexa, ni en ellos habla
TA mismo
ou
54 n>>nguiiu ninguno aliento para pelear, ni
» mucha* mocho acuerdo tender
para más que en-y
1i m 1 nom> en ampararse,
** hubo
utilizo ti » ninguna romo la ira de Florlan»
H 5 fue»«e grande, y ronoscien-
* «a W
9 pe» do en ello» aquella (laque ta.
■» ypesa«*e
• 10 fita* tita •• - 40 rida,
golpe encima oVl yelmo,
38
39 -seni«*i>'- -•sen que no aprovechando la
qu golp* fuerta dél, le hiio Ul he-
• 40 pudiere quijie-
51 puiliera
nenguno ninguno » V2 desconfía ndo desconfiado
54 ertaban estaba
151 ii fresnos
lo dijo
« 57 TragAn Tragonel • II fresno»
- Pra gando f 25 dijo
otros,
>< Tragaodor
ver 49 otros días.
2." 7 no \er 54
-■ 50
Lulniáii Luymán •i
U 13 •» 45 fresno» freanos
27 •»*»«*• elsacase ■> traía ninguna
o 34 Onistalda Onislada traía las
ni VI w ■JlI 58 un campo pardo en campo pardo
■l
m 47 alnenguno ninguno de.«
l !* estuvo en estuvo algún tien 5» amarillas:
• 34 crecida cresclda •• amarillas,
vueltas y las una* en-
on sangre;
51 ■'
vinieron tlniron u 5 transportado
■■ i 1 6 <-«=a ahora hora
que ai<[sis que esto a.«í
2•>.» 2 • impoasible ■r
u no se
imposible
reeebla rerebl.i gran 13
• • 13 iria irá 12 y 14 consentís
22 II 17
3i mi
ni»-
» 30 aatUBto • •I 24
* 1 sin él son son sin 41
ifi desbaratado desbarata todo
.. 19 era ser sea ser * desmerrrimien-
21 del mereclmieii-
1 . » mañana, mañana del tel.. 29 tratássedi» tratásedes
» 28 Si

dejatse dejase habriasfos
29 • 36 -riade
•d- vos: que en -viadrvos:que
31 qulssiese
cristiano i'hristbtto 1 37 confÍDti¿s*edes
» 37 M fresnos (reinos
• 39 riquíssl- riqulsl- 1 50 mostrado
46 51 enojado
y
42 y e-cldo » 53 usáis
54 -cidos deU d- las
•■ 4
LIBROS DK CABALLERÍAS.— 11.— 42

1."
:>
658 LIBROS DE CABALLERIAS
PAUiaa,
ha, cotcaaa 1 LÍJTM T*ai4nru no. utanai cotrasA v lisia ««au.sraj su umui
■ r cutía raieióa MlKKÉaDRI 1 Ff-lAYO «ntMai i rex a v
ais ]i
• r.
152 1. mostrar mostrar £ su enemigo 156 2 otros habla
9 su Man otros
batir, coo quien se sosia -«« -
había
» ■
enfrian a s braiot por bramos, antes estaban p-r
-Hiciún
33 -lición
y en el a u deshechos dea hachas
37
15
* déos *er»lro« a » maravillaba. maravillaba, díoenaU «Nr
que para on mt-
• 1 tiros y en cierto, i la aiU bondad A-
48 r*cufhtí«r escuchase V Ibaiaar. mal U podrí
» 2. esto
u a >rar nenguno, nos el otra a.
2 y 2.* me paraorrá que ta qtasU-
» ■ 4 donde adonde in rá debieado nada.* aí**V
18 acabase «lijo («raruDo, «aeaiaat -
19 acatu«t<- baialla «ta Palnserta y FV
II 1 ya al aol
tierra: tierra. el sol
ya que riano, luesrro* natos, ea 1*-
20 caai
*" 28 iba
26 asi gala térra,
ileros fué quela denuyor
«tas cañ-
Iban r«
u i 37 nanea al ni ñenga*» rV.
38 disposiciones dlspossirionrs
-klide
• a 41 -•¿dad de 21
luego ¿ata qar
memoria me parece
an^iud> ra.-
» » coooieo, conoira. 30
» ■ 50 •e cayó 31 ea nneatroa ttampm paMi
• 52 galardón
19 cayó gualai-don.
153 1 . busca: » » desamparar. iyadesamparar
acontecer.»
aal ••nirainoi. •'iitra moa, tan gran pm
" " 27 » a•>
34 a sal
■ i busca'/ batallaron y tan nsal «ra>
41 ron sna personas
• " 36 empresta pastease 54
pu»iesi'
trUleta empresa a » aliento
• 458 1liste alient»
lágrimas a * 33
41 INnanurra agua a e«parri<ta
«la IMnamarrlia eaparcid'»
* * de la « a 57 calidades.:
ú que os calidades, ó porqaa* úg^^
42 47 ■nereaca
■ 453
eaperf- > ietido » lindóse mí* que »»»:
» » -la«*<'... deapur* -laae_. depués a u
esplre-
-ease que oa ? Si lo que os ^
•_Mpusieren
154 1. dc«»eú deseo •
■ 24 157 ro no aproa echa para i»
habfade* puoieren!'»
i i habrtade* os acordéis de sai, ai wn v*
• a 28 deatulpi disculpa
•■1 nal que merecaSa, ibt>-
38 aeguld
seguí
-cendo vecho para boy, Ueaaaakb
• -dendo
a a 58 403 citoria de quiea no la sVta
" 2. acompañarles tener•biade toi; y cilnm
acompañarla* inatime si lo deawáu.
• ' 12 satisfaré saltfaré
• « 39 37 eniuria eniuria siRO,
remos entrasBoa eons>^
" * OH1HO osaase tos.a
155 1 . a o -*entó«e -eu toase a " 1 .* palabra»
8 -brla
dessa* deatas palabras paaai roa-
7 enrobrirae encubrirse al otro.
12
• • trah también, da
traía, también ■ 9 contra el otro.
* 1 14 » .V,
apercibida»
da, apereebida*
t » que no mejor « imposaibta
que mejor parecían: horda- 49
lil
19 pareria borda- • Imposible
tria u i iendo la * iendo sa
21 traía espanta- alronta-
ron dar «orea
■ 32 a ron la« »ore«
a 43
34 en «luella saber sacar
nuadJrrde*
por aquella
harían » * 44 mandirad«>s
harían KMuope las
36 K*ioape 5
49 •-•pautaban y !<•• rapanlaba y le u 57
14
31 qniriendo
eocobría
•• queriendo
encubría
nieto
■ 55 mirando entre mirando por cal rr • a neto
* » • 56 a mesma*
5711 1 f
16 fuessrn
mismas
raesen
a a conorieaw
a 2. ronosciess.- en lo que lo que
tenido i eneldo t.")8 1
nenguna • 47
ninguna ^ i\ leste tlnietse
23
48
47 se • U deseo de «er i
>■i* 34
• 51
1« •» 14 2.«m
» nie-
las cosa*
156 I.
guarda rom •> 10 nieta
21 la corte
guarda rmo«
23 porque
á U plac le
i ti te piare • dittal»
.ublü
a dibale
16 I.»
2*
que

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VARIANTES
659
TlatMA, catean* i lUba YISMSTKI
MI HCISTt* inicio* : r ranu

158 t." 35 alien de se r allende da aer 25 Palmarla y i Palmerln da Ingaiatarra y


m „ Floriann, á Floriano del Desierto,
37 que tomaina ron que tomaba 162 1."
• » 41 uno dellos uno* dellos 31 dándole dándoles
a
a au eacelenlea
43 piadraa 52 ecosleutrs
jiri<*dra*
• 2.» 9 é y 1 estuviessen
ninguno
«Stuvi''»rn
15 quiera mostrar quié mostrar » ■* US nenguno
18 Farniadant* Sann atlante a
a • » 43
•>. mirábanse mirábase
a> - 46 gastaba alr^le- gasta alrededor de «u■ apo- a 1.»
a 11
18 uin-
y las
dor d«l apu- 1(3 J
este
159 1.» 3 decir lo decir a a 21 en este
■ » 5 i que 30 qnlssieaaen pro- ara- quislesaea probar su
bar la
G preaao -sado
» » 7 -sando 37 coooclómujíbiru.
preao a tf en conocía muy bien, contení»
• • 23 contigo conmigo
que á decir: ■ Señora, mirá por
m m 30 wesma misma
mi y favoréceme en «ate pe-
Aeta
m m 33 nieta
m m ligro y desamparóme en los
3i la puao le puao otros; dejáae este galardón
a m 37 encantamiento encantamento
> » en pago de lo que oa merei-
45 al que de
* a> 4U congeló congela co,
dea yguardaldos
loa que másparaestiiuar-
quien
quede
• m 50 probosaen mis en la voluntad tuviere-
» e> 54 probasen
creyesaen creyesen 38 y des;a mas como estas rue>-
* 2.* 4 le obligaste la obligasae san palabras muy lejos de
m m 0 liarla haría tan la» obra, da enamorado, en
m » a a 1-U-sse,
de«imular
21 quisaieam* qniaieaae a a 43 disimular
m » 23 qulssiessci.
m a> 24 desfavorecido quisiesen a a 44 recogió
deafavoreecido recomí
brutos
B » 27 sufrir cuírlr 45 bruces
a ■ 57 -slrse.
1»W I." 1 quisso o a deaseasse
27 león mí* 58 desasase
león ara el que mis
a » 34 o
quisamor .1 §atiiÍ4i:ioiK5 sastiataclones
poco amor qne por qne aquí mostráis
aquí mostráis, ¡LUI a a
a ü.» fi sea
12 nln-engriéndose
a a WJJI eQ y riéndose
* m 43 habría habla 15 éste.™ de- ésto ade-
a a nen-
a 2.» 3 eocobrir encubrir
a a lad
17 [tenga] la volun- la voluntad tenga tan entre-
•• (i espirieneia asptrenda
• a 30 Lui- • • gada, ni la voluntad
28 quale
• * 33 Trt'jiioliu... y Treinorán— v
Lny- a a 29 boblese qui<;n.
• a 31 aquel dia a q ueste dia tornará
30 tornará á
pruébenlo que la
• a 3» Ora-
• • ÍO Dortiens de Orlleas
Hora- a aa a 32 la aventura
la ventura
» a 4G le ver lo ver 35 pruebe
a a 38 damas
a •> 30 eeperimentar espire mentar a a damas y los demás
Kll 1.» 2 que aoy a a 41 asai
»> que lo soy iprueba
Caí que la
<j estélente excelente 4724 que tanto
a a y la de lo que
a • 16 habría había a a 53 da la «juv
• « 'JO -gaos tueetrot * 19 esperanta espérenla
-gá loa vuestros
• « 33 probasse a a é(4
a a 35 muy probase
mucho 33 ron
favorecí é re de* fa>orec«riades aun
a a
a ■ W pusaiesecn
a a 51 qaisiesr pusiesseu a 42 el emperador
a quisiesse a 53 no me la
a »
> 7 pusieron
9 le pusiesen
lo a J.a yo no me la
* « Dorllen* de «rilen*
* a 22 i (i a > 12 I.ulmán laiymán
" > 23 qiiiasiese i tú
13 y Oramonl Horanionte
• a 2ft que el dia quisiease
que en el día 22 ésea-
25
a a 3í¡ es cita no es e*u y
a a re- aposentado.... reriblan 52 copa se Ir
ceMaT > 3fi desecando copa que se le
• a 44 lo • 53 sufrir
se lo sin-
a a 49 Ifii 1 ." 4 espe rienda
34 aposaen-
y espe rancia
a * e > 5 tanto, que
162 21 «o lo fuírir
• 7 intrínseco Intrfnsiro
lo
LIBROS DE CABALLERIAS
660 riáis».

entrfa

atf

prince«*a*
pude
Wtant* desafie Ju«
i ni pus» i- Floriano del rt.<
4liayaTrucante
• te ]
Barrorant?

dala
amostrar ver
liarrorjnle
trabajo»
ñola

cofloa 411a
«alvo
para que ««la»
chrisliano T
rufrimleoto
Marceante
Harracante

para derribar»*
• •'>! á apartar
probando
l.» II Barocante
■ la»or
i lo» VM
flan, dándole* lanía venta-
flo ija, eUoa,
yo, como Taestru, de«a-

58 de»-
9
14 campo, rapidiendo
m po:
10 tltoria victoria

afi Floriano, Floriano del IKni.ru>


31 [que truje
34 ira je
30 estotro eatrolomi
37 bo *¿ >i note aii i* do, y
55 4*1 que <■
i Mi
1CS I. 7 i Floriano del
9
¡niprintñoa
JO Prima- lanía rúenla *
23 señalada y l'rtma-
3tt
41 arremeliemn
y hirera

42 Barocani*
M Barocante Marro ranlr-
5 llaror-ante Itarrocantr
9 AlUrmro A ibarrae»
18 Mlir. «alir dfl dlipotgúriüit
19 apercibir*
ao Floriano, qne Floriano del
ha*ta 17a 1 .» la.« mano
23 puaairaw
3t que nU

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VARIANTES 6GI
mm cau.B** \ lis»* VillASTSS BU ItWUI rdiiüi, cOLoanr* » vtaitsru osa ucutla*
D» XOMTU IDtClO» ■■SESMX I PSXATO di xucrriA »ici6s ■Bsinsu r rsx*To
d'Esjufia

de«merece; podéis cavar con 176 t> de España


21 »io dijo es
ella v .irrt^rntir en *u*'*- » 11 fió.ladiio
tro estado: y «¡ por venlii* • merln i mi -inerln de liiLilaterra.... v »!
ra f*l if ui*lo óV t4*iruir las ar- 1.
i» » airl tortease cata tnviesse
mas os no lo dejaren ha* j tt la
rer, podrélsta ca«ar con per- •» «M
mj\ l lorendn» Floriann
■i
» conocéis
sona qnc lo nicretca, ou** conosc^is
1) ra monte
lodo futa en vu* «Ira nano; •I \l Dramorante
» •t» a
rJmplevos «alid, yi
e » -slcion i salló ya
lo 1) DDO hubo
» X 17 satisfecha
» u no 9astlsf<F<*hd u ■ temiendo
allegre tomara,
* u 2H
xn Drainadana lira marta »♦i y temiendo
OU
•y* lomara, si se le diera, tra-
V9 esta 15
* 1» bastase bastas** t< bajo Unto é
• • 45 Dramaciana OrimaHi a>o » ir» galardón
177 o i> a 43 curasse curase
>íualanWii
v"i"Encantada, caMr
l> .) I) rimarla *o ía
n¿ . m 5."< Dramaciana • ii i qa marnos
» Oh7 Dramaciana 1 ') 1r*i4 lurtvirJa » é dese,ncanljda.
-da Jl 1 J
» 0 11
«rao
wrao 49 ca*s«a rta
-1i .• a
u • 14 Dramaciana 1) ramada u
* n -fian* U i A\< la nií» llispoSsiciÓQ
illatilrta
posición
«* it u .> |>mucha.
'r'nrrinii ln má»
M » dijesse-
merescf il-cij<^iasr- enln u JO ya mucha.
M
o2 - ulna
OH «ufrimient» 178
1 11 II -ciaría " 3«>
173 .i. 30 temiendo teniendo
u • 3 sufrimiento f iiiYimií'rit
v**a* miic aj ■ ■• 1 •• debemos
51 lo mal hemos de la mis
» M la cual » nen-
la* más
;t -j,— donde
m encantamiento uio-
Ó9 vinieron <•■!
•18» ■ Lie ¿ando
•> ■ IJegado
:» hobo hubo ir 21
«unpluoo.l-t «um pluon-
blanda
.1 i* w Xajonia XaiionU •> s, y
i. i» 45 l'ouipkfe« m■t • *4 y otras, á lo» principios
* If 18 la»
i> >• 55 Ariribor y a la*
Coitribor mo^tra^sen dseellos
1/4 1 . 204 abastecida* a ¿A ue lo*
179 <-d•*
.. « 49 á los no taje»
.i •> 22 Marrue- - — A los tale»
48 no se
se
m * 30 y 51 Maleseque Uahileite ti misma cuanto
- <■ W -eora« •chora» H 18 oscureció esclareció
i■
•4 B 50 «ato 1** 00 con un ruido tan temer »»o
►> J • ' 3 autoridad .uirtoridail ji_ i.ninguno
que \ triste, uue nenirono
■i
• • 17 U u ■ - dónde se
sufrí r*' Vufrir»* dónde
* '* 49 con luí td y tuí 1 ili'MCon- <*
» a 58 «nada*. «nada «. 1»
13 desarom-
* —x. é a rt conocimiento cofiotvi in'p til" i n »•• o<
15 desacon|«fiado
-si ►•««»„.. lo que -les.»*..— lo qne le
.1 u 14 cristiano rhrtabno " 2." »astisface
que el
4 * 21 este ti ■ > satisface
•• n 31 hiriera hiciera, del Vertirlo oue le M •«II .di también se
quel
30 lambirii
hicieron rt :. ( ivrrahan
cercaba
1 1 k ■miras
(> ú i|UÍM£4Se * ínlmo
•■n eüta
51
13 enquislasiev 33 anduviese
1U anduriesse virtud, i
» 2." 1 Barocan- Harrocan- nrtua, en
#» - -resdó 3N contra su contra un
Irt •erles ,> 52 rnronicntlo
31 encomendando
rufrir
•> o 20 selles 10
■1
,1 » 3t» debe par^o-r "
it
a v 44 •lela» -IpI.t*. fn.T.1 Ar mi rimliimln-** ik 56 sufrir
trabajara de soltaros, pae<* en el suelo
i» en suelo
to que toda» las otra* espe- 181tJ 1 temer y._^ deahaeisn
rautas de remedio tuviera temor y el~. de«- deseo
perdidas ante* 0j» 57 <les*eo
o i» recibimiento recibimiento 23 allende
531 é rarecia aliende
176 1."
i"

» • 2 » 42
25»

II
|.«

do-
>•
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LIBROS DE CABALLERIAS
66? VASIAXTU
t «•IRA, "USA T tfj»«A Tiauxm rat sjmtlai rianu, col nra a v Lis*.
11 FDICIU*
PC 1 CBÍT ■A BDIClfa UtstXDU V «LAYO
todo '.'
181 5 todo Un R
182 ningún 188 filósofo
10 ¡íetlgúll 13 a<1l¡U)<TA
dirina. dlrinal,
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. » atravesó 283
>' • 12.» 34 •ufHr aira ve *«<í » •
carta [riñe se»
í ó u ■ Mimo
filósofo
» • 11 alegría futrir » «u muí o
philósophc
aligrfa \#Ji titulo) 302 ls~aLATK*EA
» 17 arabiVsse IsttALATMSA
arábate Flosjwoos,
» 2.» impedimento • a 7
11 »
» • 38 20 impediroienlo 27.
ocnpailo ocupado de trabajo* 1.» Ingala térra Inglaterra
41 sufriría nufrírfa • •1» vassallaje
• 51 ellas ellos »
. princesas
» priores*
» » 54 desamparar desm amparar > 26 2
• • 58 dentro dende M 224
se le habla se habla 1* 7 qulsaiese
recibido rerehido
185
• t 22 41 satisfecho» hecho» U l> de Eapafta
• • .* 43 fueron foé •1 detnriessen
i ■0> pre*oallá
55 hada
56 parecía
deseosso n a e
. »
30 1 viendo «Vio 4
6 pande • a
39 riniese.óqoe ybadal
desdoU á sdao t
16 riaiere: ¿ qs>e os
■ echa de cerrada con (res candados ■w
» 37 por donde vestiste*, *
de eetremada grosura, y ai
2.- i»
■ 19 pie de la puerta echada i;»ii i 3fl dijeren
as* i
• 39 y las ¿las
■Jl ad
I .* 9 descorriendo descartando
• 15 varando s_ jar- barandas-, jardín: Palme*
rfn las aignió y llagando al
mi «ni o jardín, con
■ 19 alrededor alderedor

inveodón que
■ 23
• 45 paresceries parescur le* 58
2.» 17 con su
mándose arri-
priessa
• 18 ciudad dbdad s
» 24 dudad dbdad 11
» 25 prisdón
» 32 assi i pie, y yo os
rcrr- es, reci- prisión
i aqui nos ape.
as*! no <■ mo«;
prissiún
repo«o... rib-
»ufríi reposso.. caqui,
pie, y o*nos a|»-a-
cuín* esturiesse estuviese
40
41 v da jirUit'xi
según 23
28
halier :> se lo sé les
Kl que, I.»
48B 42
185 1.» 4'J 37 H que quedan.
posaads
traérosle i'Ji 44 arre-
«• allega le allega reodlrsr ht<*í*spr
55
.VJ no será 25
■ será no hiciese1'. •re-
I', 7
11
disrredón recojáis recotgáls
» 38 de«apríssionad» que le
. 50 en laque
desaprisi <'>nonado
lade.sencridque
14 también qm- la
tanbién
un color una color
• 52 51
• 54 13
27O_ Almaurol de Almaurol
tanbién
186 2.» 1 otras princesa» de alio i 6 también
18 rescebi
„ á algunos
Jl algunos
macaos
21 entramos la entramo* le
desbarataste desbaratarte*
II olvidando oliidado y muchos
» Ft*. Irujere
23
34 trújense
» 53 nuil 26 esputáis
ñittaif» 28 sigáis
187 !.■
r' (¡raro
phllówpho
(íreco 29
X> ru-Ko me
• 2.» pausan
ruego
Aguáis que us.
pasan

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VARIANTES
ríomt, fifia
PtOIK A, coa. <uuiti< dil nnmi COUMRt V ÚUt %iaustas oat anvru
oh *cnrmi (Dieres ■DtXDtl f PILA10 h svama bdició» rara* cu t rmm

i1 n|«J I ar*j ■
^ * ñü" 47
i •t
su
agora-, no lo r upanagora...
y*
• V— i .■ - quiso 1t|DÍíO I7j ....
rnnn«riA. HUI
- ttt^ndirlo'. o emparejo que no le
ti ronoció
'iiuon
Blan- 190
• 52
k» u 427
■>•>
•> i» s prisión prisión » 8 •ocorttease
que. titifilVv*
* ** del en yd«no eTa pudiese
cimiento*. . .
•» n 25 Klorjtnín
42 Floriano cifnfiento»* íí^Túide*t**,ll'*
19 " a^railfaelle *rt UJIJtJll
i i nH n CIU*
«*t 1 i & MJN
«jiii
«> ■» 47 de EspañR 35i . cuando son
n 2." 1 »•i 34 tuviésedes
•• 41
»» r» :> ••> ni iJ
paso
passar 42 tlda
•» •» nrí nnit] i»0
12 priaeeM
•> u 24 pj?ai ^^.J i n pn i\t\ iii iiiia lí*
rsiHt.mrtA
pnnw mandárade* ui<jn(iiir«?(i*
puniendo pareaca
ilte^ae l.t nriniiTA iusLi nu- » 20
52
UKUUU 47 ansíasi asi
25 40 1"
•> i»
•• » 32 arremetí'! paviesseii
54 dellos
M I> le nía pasdon
blessa no resci-
rt o 45 k hacer U 18
>» n 51 -frsar fcssár a 10 aasl til
IW 1 .• 4 ser tí »■> 24 llegó
Filistordel a ciw»vi
rt ti yo ^twl l U> IrV II
21 desposicióo tuvlfívn
•> i> 31 todo toda * ■ 51 wf**
54 19 pare
53 arrepentir
25

'J
«» Ét eso hobo... mis hub'»... Tiiá^ p'*r
* * 55 asiento aviento • 1 ." r«>ri -
a a 55 * j*
m • 56 princesa princesa* 50
21
25 jtí««ados en
paseaba » 1 ■ F% VI
» 2." 10 > ¡loria ■llavl lu merecer. As«I
desseaba pesado*
• • ente * ron tifi- • rin-
el
u » 1S en
19 51
23 í 1 1 1 ti ri nilnaw
-J lili pi*iI 1 (li'^i'iirrii-iKli)
UI 11. >l
» » llegar á ... lo 20 iinprlmiesse
» » 34 55 les son as»! discurrien-
do
48 Irlanda Yriaoda
■44 (tO/ICtfíííl íí<* tlnnri'ttfL l*C
(IUIHX4MI ttt< •**
iu atl/»M
fínnrrlln dr
C-tlU WO 27 .... i
u • 41 Trana T ráela,
,° C < " • 54 CüHtir-ruiii
» m desocupada entre fWI 1 2
." ■lo lo IIUQ
<J <• de qu<5 Raléalo
» ■» j3 »
» • 57 M>fior pusiese Galeato Calboldáu dr Morería
principe Cauboldán d<-
11*4 1 4 1 1 1.- n * Marcela
o u 8 nin--te tiri ti r«k* k.t • 14 «olontad de fliuildiu vJ "i*11 IICJICv
viilniiLlii itf**k««*n <1*'
priaceaa
É m 23 diferen- * » desseo
■» ■ 24 * 0
•1 25
15
■ m 31 * » 1 .* I Mi7.il 1 i t**rrl
a .i 44 pareció él * 30 Ingalaterra ■js
50
• » por él nrí nf.¿>««A
l'i tii^.ji^d ••1 33
princesa •e han hecho
» » 54 * • aqueMe
29 combates
«1 J» 57 passasc de lia* di' ellas * no os quissierj
34 uijo ci • rmiunc, no o*
« 2." 6 allende ■Si* ra
diesse 37
38
t » diese desseo
M * 10 satl*laceii .» 42 dcstí
20- i su voluntad ni í< ji Viilmtl til pus-
193 1." 3 l)it5< nri'*iln
Dios por esto mi
más
-cha ■ 22 lit'S-i*'
me mostrare lili fentnra
li.lllUt d me mmlrar
lili. lll'.^SI I t\ 1
t « N mi
,.
38 ■''1 decir. seAor, ii-fior
'(-uva • variflrira s * ventura alguno.
O » 48 hobo -ta •1 •rj bieiesse
31 hiciese
» » Hodimar (Udimar .. de un pu*
de su
• i 4 .»- 1» Mi
liome«*e iienirano
■ tf 7 5 Krocalin
» 1» •tas
parece p*i resce iny 11 rescibiesse
27
38 resabien
• » 13 Brocalio RracoUn
hobic-x- tes
50'i los 14 El del VA caballero .|el
5 atravesar atrtTessar IíTore*cies«
190 1.» l« Uetaba 40 faTorecleite
50
» • Uctalu debe quedar de
a » s cono*ció, le ronosvM, se 20 debe de Calboldin
Cauboldio hubiere
a » 11 emprestarme enpresUrnie »

40 I.»
37

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R64 LIBROS DE CABALLERIAS
T CUMA I USEi • ¿ata-iras obl tuui»na riáis*, cottinu v Lina « «ísujtv» mx unrui
na: , COL ■cxúdu t nuio

199 espirita 201 35


57 *plritu quisiere enco- ipaisie«e ««cubrir
„ • Calfurino y Cal- Calboldán '1■I brir
58
boldan 25
1.» - mandara
5 Vitoria: vitoria y tan i su «alvo, a 37
l> 26 mandase
■i quien por »u misericordia passión lornase
•e la diera: H » 33 torna»*'
...,•i 2.» dándole
dándola
20 honrra honra n 38
» 24 precio que u 'I 39 hldesae pasión
kli-tau>
nivlC9C
precio, que
30 algtfn hora 1» 44
■» alguna hora lo •luedaae
» 33 escapaste* le
■ » 36 acuérdale escapante • 2.*
tuviesse
53 quedaste tuviese
acuérdesete
482 nescesa- necesa-
del partir
435 de partir
200 6quUaevoluntad
l ói que el
la» voluntades 205
■i 5 hldesae
•i1» tanbíén
12 también recibióle \\\* le^e
„ 36
1.» palafrén, palafrén con que allí finiera : 19 rescibtnle
Vaailia di' seo
15 '1 deda
•> 39 Basilia
I» 49 premisa* dida
pramlAU
honrra
U SO su rio un rio It 24 honra
26
» pie,nu nipasso
Urna 25
31
39
50 paso vinie w
2M 35 » 32l.«
« n aeonte-
Cauboldáu acontes-
Calboldán " 31 Pascados
SU Pasados
» 1.» 37 Broealan Braoolán 41 pudiesse amaneado
■ amaneció
42 meredmienm meresci miento tt tuviese
i. 1/ lov(e«v
satisfaciesse pudies-
alguna «atisftdcase
0 47 52 alguna»
saiisfarer sastifacer ■1
49 •yasen
veo — quisiste*-, baa
4 sistesw— hablas-
esta se
u „ 20 21 a
51 ta criticar saarifflcar pues [too]
o 2." yle
cerrado [y]i«
cercado «i 4 se
le
caso
56
O » 545 esto
202 Kl «leí «n el Kl caballero del^. [en el o 11 fuesse
B 24 18 nen- -•■
lo
nln- entrando algún tanto
que, » 21
quebré ninguno fuese
nenguno
V a**i
34 que 22
0 i,* CStC por él, quebró •■' " 27 dicíta
•> esto dedan excelencia
3C mucha» mucho* 31 esceleaeia
asi ■le Tejo
» 43 entramas ■ nlr. un lia ~ » ■i
del Tejo
árboles alto» irboie*
29 al del al caballero del ■
203 27 ■> 35 2.» holgasen
1' 403 holgaasen
• pediré
im posante mismo
2."38 inposslble
pidiré 46 momo
i•■' 1. ' ningún como aquélla que, en cuan- 20 A
50 to las heridas de tu hijo no » •• desueo
ponieron
deseo
reseeblan «alud, ningún punieron
■ • 51 •> • II 12
14
merced á lo. merced y honra á loa caba-
llero» de lo» ■ - 13 obliga tse
26
22 necesario
■> necesnario
ronvalesdendr, convaleciendo » arremetieron
si [se] aremeüermi
•■> 585 llevaba llevara
> ■<

fnessen
12 hacer facer •• alfoese.,
se
» 28 i . »
mano, — true- -reu mano dél,.... trueco del 55
39 cabana, Floreado»
2.» co de 47
26 al otro
14 -san 56 «hallo y él perdió «nti
• 2.« mi< la» c«i riberas, mas
■ voluntad de »u hijo, y a»*( otro
•■ 27 voluntad. •-n « e<lu»ies» -«ado cayó con su caballo»
l« mucho contra su volnnlad •<ando
•i« • afflción arremetieron íre roe tierno
30 afición eatuvie-
561 tan gran 30
204 conocían. Llenados 207n • 22 1
conocían.
gran Lle-
" i él
16 recWré resefbiré
•>M W •i II
pencaba con f\
gado IT V saltando
27 de Demla pensaba
de la Demia '■ 1» 25 Saltando
2T.
41 46
'.

■i
• podéi* podréis •1 eacelente^
» 5 alsue- 49 assfmitmo isimeamo
2.» 56 1- entra tilos — pasaron
i' entrellos. — |**-
9
48
20

,'■

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66ñ
VARIANTE8
A I LIKEA
ra BA KDtCIÓSf Da■i i BA KDICI S M£5KSDK1 f ItXAVO

desseos defectos
211
10 panada I>a«ado ••» Costanttaopla
2.» tu tuviesw tuviese 58
50
Conatantinopla
•i 26
and indo dice la historia que, andando 55 fresnos frezóos -ra
a■» •i» ■ 53 en
los campo un campo
29 ••
i
para
52 parecer las
58 ropa* de pareacer
tropas muy ricos, y sobre i» «» 9
d'oro
todas una rropa • »•• 59
21 acontedmicuto acoutescimieiilo
-
36 ■le oro por 221 .• -rra
■' 5 tenia traía * 29 fres- dar
40 el frex-
I." 16 la páresela •1 52 d« ó el
18parerí.i su K ••" 47 podía rrexno»
podría
« 21 fresno* en
•»>> «I frenos
pawcia páresela * 1* 58 fresnos
'1,1 33 28 ella debe ella se debe 212 •■
emparejando 3 en la
enparejando M H • ■es S 1 a
fué
40 •e fue que, fal»índu*elr, junta-
44 hubú-sv hubiese mente di6
ron toda* la* otra'
» 45 señora, señora della, armas,
que diú
» 52 aroutederi aeoatesdera » le matara lo matara
de «oalayo en soslayo
10 ■1■1
a2« 12 pudiesse pudiese fresnos
fresno»
10.»
18 qnlsíetsr quisiese
desculpéis •' 23
1 fresno* fresno*
ii« 22 dlsculpéi* no lo « " 12
nasrian
no le nasda
» 34 » hahlane; >
teoellen
«i 41 •*ionr.. i«rt¡e-we H •i 2» tenello*
54 liablasse:
•ion^.. partie-r '* ••.*
M 43 fuepa«se re- fuesere*- 11
pa iil^uno* penM- algunas vece» pencaron
M 44 29 ban
-•09 " trujes*- trajese 55
15 l*robar mi*
H Proba ramo* fresnos
50 ganase ruin
ganarepoco H
| _» 34
19
J» 1 qué
halló
poro
hubo
» • 31 fresno*
37 emperador
» .» 6 » enperador
2 pasa»»* passasae 32■ i se le ver >o U ver
honra
9 acontando ■i hoorra
aconteció hy
14 lo* hkle*- le hidesse i* * iter Ubre »er tan olibrr
a i3 bravata braveza y presten — defeuM
defensor
yo soy, ¡i 3
•< 43 yo soy, que un cautivo m il
0 Cotianiinopla
puede ordenar de otr«; 213 31 CoHMÍantinofUa
>' SI recibimiento
Í7 rogara rogaba recebimiento
N 54 en esto honeeto 11•• k las
15 coatase rostan» * ti 27 puede pueda
» " 25 ■•'>
1. 29 •• r
eny «quien 55 emperatri* enperatríi
i á quien
42 ya» 57 1." deata
honra dc.s«a
48 honrra
apos- ■ 6 osem-
•mos -mbos
4 e* enapor- n• 1 11 19 imponible ha
21 hacemos hacérnosla
ImptMsIble
en- ha i
fi htrer bcer 46
2.» 9 -«tiramiento -süuramiento 11u la
28 M
encañan engallen 39 hoorra
honrra
honra
">• aborrecer ■> » 34 honra

32 al>nrre*-er 49 le
20 ■<
ahorreddo anorreM vio » frraiosura
ella hermosura
» 33 dalla •" 25
•> 37 dellas en ella* »11 *
asentó
2.entramas assentó
entramba*
52 de tierra de guerra <■
>■• 54 » 37 emperatriz enpcratrii
otros 214 14 inteodún intind^n
-tíaotro* -tlda •»>
211 4 yvenia venían » 55 honrras honras
>'a
1.» K toda
recibió
•>■ 9 todo a resdMri
sucediese ella se «cediere ella se halle
43
56
10 brochada esta
brotada 29 hallaw
• *
13 botone*: botone*, y todo el reren tra- 30
i.» essa
pito drllo». enlremeli.lo 17 conorie«v
ron perlas, Unto por com- « .VI haberU
13 eonosriewr
h.ih.-lla
pás y orden que daban gra- 57 asentara ventuu
•>í <ia al sestldo; 1* estivo cautivo
» pareselíndole • 42
n
41 II 49 2.»

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«66 MUROS DE CABALLERIAS
COU
r Mi* a, «itiiFia» ml Ejaurtit risw». coima» t unta «asume» oet tiiaiui
BB 1 »K»<wrM t m_»To

214 58 la copa dr ropa


recebi- rescebi- «181 1.»
» 31
215 agrasdedda* oropaba
n • » 6 tullir agradeselda* • 36 ocupara
I . hallar en otro 33
« 1 .• 17 ensena ase ensenase » 55 acabidoaalo acabándotelo
n•) fuese 0 hijo* RroraUn y Baléalo,
hijo» Calmrnio
26 tobrello
30 sobre ello 15 'stando en nuestra mane el
l 35 hifJMM hiélese 34
» 36 füCSSO fuete
» 25 htcies«c hiciese • torietse furnk»
tnrieae de
'*
les ñatee » 41 acabada*
43 le nasce
aeríale • n 46 de tu
drsta
«■i 47 serla acabado»
» 40 •
ronoirn COUOSC
216 5 cuanto el cuanto oal » muerte rese iere eomo mejor le pá-
muerte
48 queráis qiK-reU
2.»
1.» 9
parecer
nieto paresrer 219 4 amaneciendo amanetdendo
i* Beto
d'Et-
and, 13
■>» 34 as*!,Es-
de » 56 pauaron tañese
luviessc [miaron
16 • B tentimento
¡i 53 acabado arañando sentimiento
» » 17
• 57 55 arrugado o/reciessen
erogado » 20 ofreadesen
• tuvieese luriese 27
desseaba
» 4
dijes»* dijete
* a
i»n 41 perfecto
25
deseaba
• nescessario necessario
» 15 necesarias
leal
nerestaria* i»
V 28
perfeto
• 2.a real
■> 17 »
n 36 nieto • »1n 40 1.quisaiéredes
38 quisie redes
ni» 41 merced; fleto 0 ■ •> nen^un nenguna
merced, diciendo : • Por cier-
6 7 calidad
to, la Cama de vuestra benl- 548 parece caledad
volenda y realidad no esta pareace
errada, antea agora acabo o »
■ 30 pa retejerá
propia
de creer que todo lo que de ■in voa. tino con sos.
propria
>aestra virtud te dice e» • 27
50 paresciere
8 vio que era conoscio que era
decir»; de lo que te debe
meoot
220
» » pa«sada
Palmerin
319 Palmerin de Inglaterra
■ luego luego á » pasada
44 »
cooosciea*
48 16 .pagara
*
<U1 le dolió • 54 2 desastrado
35 escaseas
desuerado
*l. » 56
40 hora hora allí • 52 os cscurétt pasara
•-'17 58 que te 1*>
» » n aconteacer
fues- de ti al que le
acontecer
assentado desleí
13 aMotado áel ya
• 31."
20 quitMesemo» fue-
quisiéremos
* 31 ■ ■ 4 ¿rales embara- «rales em barajo
- 33 tiesa*.
tieae 34 yaáél
" passo « » 33 aoso ensene
36 priesa* de las que
enseftd
* » 38 -goroso». pa*<J
-garoso». •
• priesa deste
(dej las que
44 la •
221 II dease
quiasietr quisiesse
.r>3 M
44T> Impedimentos cure
• • 4 miedo, miedo ni recelo.
le ■> o 2.*aconl«-sc¡r»>f acontecí es»«
" S¡lltie«ie sintiese » !¡
" 7 clara. claro. borre esso
» 11 de gastar a
fde] 41
18 «ate esae
• fuesengastar ,» » eso
16 fue»>en estaba honra i
fortuna
» 17 fuessc fuete ■ ii 24 fortuna mis filaba
nt-ngún 40
» 19 ningún ¡i 42 honrra
» 30 » 44
• 32 JayaM» que te llegnet
35 proporcionado (ayana 52 que llegue»
■ » proporcionada » 49 eatorbara
majestad graredad 47
al caballero del »
36 al del
aaesegaion
42 Horiino el caballero del Salvaje
51
ditsimnlar » 23
-.'lis 56 falta falla ruégete-.
honra cirrt4
ruego._. rirrto
rn po» em po» 1 ÍJ honrra
16
u 13 deba debe 222 320 conoció
17 • 30
34
!• XI
25
2.»

i.'
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.>

VARIANTES
VfiJSA
Ja,,. CIRA ¥ LIBIA VASIASTH DEL 1tinwM% cusa v lins 667
VASIASTJM DSt BjmrLAI
M , COI ti BDIClÓ* «ninu t mato DI xctsi IA I.DICIÓ* vitséñDCJ t rtLiTO
■MS '» , COI
ásu
222 llegado á ana llego i una villa 54 su
isla 226
227 4 dulas... servir
» . »
» 1 23 fletó » -sibU el
H fallarle de estas... vanir
47 .tilondc fletó faltarle
salifasciendo aatüaciendo • » •> 20 aborraeelle. aborrescell*.
41 28 -^^ibl^
.. i » llevara llevaba »
2 .
i » 57 » .)
51
»< »» .VJ pudiera pudiesse
25
41 apetito
sattsbedón sjtUfación
sola
por «a «dad ajietiie
223 y'.<> Arlania. por la edad
á Arlanta. » O ■ 30 .* faessan essa
•• 2 fuesen
■ disimular disslmular ■t •,1'< 55 sólo
o'1 1.» 2» A •
!.•sta
•' >> que si él que (si] ¿1 » ■1 52
i6 quedara 50 ninguno nenguno
• 54 adormecido, y quedaba .. 40 17
adormecido, y lomando
cuando » A hiciese
36 ron ella* 54 liiciesse
•• en esto
» con ello» » "
» VJ accidente* parece
» » 2. 57 eibJad acídenle*
ciudad quería..- estor-
barse
paresce querría-, estorbase
224 II encubrir i hallasse
encobrir bailase
a 29 os ruego es ruego u II 12 puesto
• 51 22*
0 :»i confiad ronfii » 30 hallándosse hallándose
•> » entrando ■ i' 21 piloto
y entrando '1 20 llega
13 desesperaban desesperasse " 28 pilote
cortos
> » 21 adelante » II 34 corto
.* delante i' poblado
llegó i aquella
225 12 tienen
tiene a 'I»'1 s aquella
••
19
35
37 el del el caballero del n 52 Hramorante piado
Bravorante

•i
» dessasosiago desasosiego » 7
14 1 ."
i » 38 adivina adavina • 8 finalmente
y la persona
» 30 eitua cura • yCauboldán
Analmente Calboldán
•< y persona
-rece
.i 51 mererimieutu meresrimlenlo o assí
33 -re*ce
• vida, que vida, en tiempo que ■ 1 28 asi
Cauboldán
•< 20 Calboldán
10 llevase i llevare ante *
25 » II
as«i allí acompadassen acompañen
'->
•> 30 denla 5** deessa ■i n el del el caballero del
46 villa
» 32 » » 51 villa á donde está, que es de
-MOSCO
dice»
» 30 52 que yo cual
din-Wyo -noíco aqui á cuatro legua*,
Parcreme Parésceme 220
n >■ 31 á mi i•redea
mi mi » » 23
226 ■■ 7 -««des » » 21 llamarlo llamado
Í'J
13 llegara llegaba
u 21 • •i 34
• 1..» quedareis la quedaros
os ver ha » w
30 vero» llevado
yo lo llevando
yo la
» 30 sobrello* sobre ello« • diese
cubría
42 entramos con » 27 diesse
cubríale
entrambos juntos rou »
n ■ « 57 tuviessen tuviesen
2.» aguardó aguardó, diciendo: «Pare- 46 -se menos que
• -e menor que la
Oí reme, seAore*, que os aco- 1 .»
géis á lo mis seguro: pues
ayudaos de toda la viles* •
1» as»l por la desconflauta que te-
que pudierdrs. que á la p>>*- nían por ver la valentía de
i'i
tro las doncellas irán romi- 32 las sus enemigos, assí
»i» 17 liicieüse hiciese
go, y con vos (pialará la lás- » »
tima de perdellav y ¡ojalá
os qoede sola esaa pérdida!» » alia
alió
«No sé dijo el uno dellos H »i» 50 ilutaste* áCambulda»
nvalastes
.a
2boldán Cau- ranpo
—cómo esso será, más de campo •sieren
■i grande
que primero que la* hayáis 407 -sieran
os costarán tanto, que para » •i■i"
2W» gran
3H Rrainoranie
siempre se os acuerde, y pa- •i Bravorante
esse
guéis el dallo que tenéis » e.te
s_ s_ té m M ■ » 36 ordenáredes
hecho»; y sallando fuera de ■• 10 ordenáradv*
los caballos se vinieron á él victoria vitorla
15
H 21» eUa
y roincnaarou á hcrille por 1 .» vltilcsse
» ti ellos
■odas partes. Kl del salvaje, «illiese
que » » 29
nia enaquella
nada, afrenta no te- » 38 eslUTÍes»e
estuviese
• • 4« resabiólos recibiólo* » a 40 aborrecidos aborresridoi

2.»
pasa-

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r,fiH LIBROS DE CABALLERIAS
r
.1 A6IS* COL 9UMA i Liaai faaJájíTK* ml uiaruu
rio»*, tui.ra.i4 i ü*t» vitunnti pai uenri.it
■ t KDu.10* ******** 1 ffL*T0 1A ÍB1CIÓ»

'* 44 DI 30
230 236 56 honra
4 na loa u 1 honrra
231 fu<"»« fuese
4 .» 17 aventar ■ 12 el proprlts
2 a»»eotar 36 proplu
»■i » 1 .• 19 «1 a •arélenle rirelente
y dirJéndole y que ron
IfU y que ron
MMaUllf comentase »
20 39 poco reapecto de
alli estuvo eatuto allí poco á respecto de lo pe-
•• u 30 23 éstae con lo pasado déla
estas en 52 del tado
» 31 viniera vinieren •• »
•I a
54
•i 1.» ocupaban ocrupaban
» tt
5( lendrei» 47
■i< 54 "grande Ir ineresdjiiienio
parare
teníi* pareare 2. merecimiento grave - lo
«!. dest.i de e*U dio i conocer dio
■1 í romiT
» ID no le noU 237 13
" ii dev 1m 1 1 i v i «.1
10 leí ¡ngalateriti
34
20 le •■ 35 *e Mlia Inglaterra
» el del rí raquero dH 25
39 Mila
• • 35 9 balas: en otra pane hibi»
" * 39 poaéi* 39
ó por
* 50 el galardón galardón una* peña a rubt>rta« Ar
el del Tigre elporaballero
né* del Tigre
•i» hierba*
-'< » 53 cerril cervlc» » <• I .■ha>a* unu
232 10 malar. i matase ■■ i» W excelencia
tal nrelenria
A. bastara bastaba >• W
. . 28 52 vella» vello*
noche
34
I." 2fi redWó rescibió > »
de noche
dMímhiMU». desembaracr ■••• 2."
" I»are»oería 54 adormecieron. impidiendo
adormesrieron.
te
tuvierede* parecería por
23.1 tavierde* 50 allá
••* 238
» 243 y 25 ae poder
■• 10 del la» isu
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3fi " í empida
diérede»
59 entrella» .i s «Ui poderse
entre ella* M impida
«- ifi .-«taba
40 5" estuvo .» diéjMdr.
34
42
* mi tono un Iodo » iO
32 -ijaiaterm •o braxo
dejasen
perteaescie««e
-rilaterra
Mi» un bram
1IV--ITI.1
57 de atar -» ■umita
234 <i 15 .» ronoarieron
17 ~go
tiranola Urania 53 1 eom Inieron
M•'
28 frr***Tel"J
» 12 la »n M « 45 .« »e
1.
• 44 acepUae ** 33 s•po -po mi§ *«
54 aceplasae loa
n .
55 471
43
•|ui*»í**m i|ui*lea*eu » la* más que
" *- U» que mi*
12 cosas de gran prerio, para 58 Fidel!» FMeJta
pulieron
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recibió »•i 41 tu un
" " ivc.'bi.'. resorbía I." -viet*
reeebla •• ♦itorU
-vleaae nnoru
" * 19 desla •• U*
de rala
44
36
240
» » 49
1*
• 45 quedada
Bramaran i- quedaba
Bravorante
•' 35 mereaeo FidelU
5o -Memo m> de«> •bemarion *e de«prerl» 20
37 FldeUa
. * ifiv'ry^í-»''
lienpo 512 <|.a*illa*
»COjO
> (lempo
5fi prende » 14 príncipe de
merecedora
■• mereseedora
4 preeminencia bonra -.' u
• 32 lionrra preminencia • 56
34
1 ti Bramoraiir n
40 •
571 . serian principe d'
Bravorante
• " a»«irn- serán
de laa tener por de le tener |wr «uva. » conosrimento
• de otro* aitieD-
2.* IB «oyl*. dr otro
■ " ■» 51 ofreaeo ofre*eo
* 20 Bnu»"- 42 r-lln
obedeaca
Bravo- 49 o b^deara
• «i» <|UR e|
¿Y»
• 43 parearlo 58 esU
53 pared* h.eel- harfi*
M 4 quel ne*cey*idad
quilaae • 40 neres'id.nl
■ 15 de vee«lra» vuestra*
211M 482.»
1 . ' 4
><■ 16 no ka
20 no lo« tlrtoria -i 33 aporto apart»
22 Vitoria bien U
10 bien
dr»HaqU''Ci'r-
» dr»(llilurM-i---

17
ifi
« l.«
2.27

pidia

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VARIANTES 6C9
•i flota, cotmrm t líj-ba rianu, coicarsa x usa* vaaiaaraa dsx tiasrita
M 1ican raa bdición na ncamA ukió*

241 * • 39 en lo nup rnni- en lo rup me rom- 240 00 sabia


48 (■«perillo 0 21 -tambra
2." 39 arraigase
* ■ 55 Polinarda 247 32
15
242 3 nieto y PoUaarda u fiaros
38 liaos
• .» 17 complidu Gflo
fumtklíttti ■ » á cuidado* ó
I d' tartán* 10
» 20 de Espilla • hoarraa
«i 24 lli/iiitl nii >_ inoMnio- * 2.56» conocido
i» 3837 fifí • 1 i esconder conoscidn
„ lo Lrafa • » 6
„ 42 » 1.* de se rt Ule
33 desseriille
quisiese
47 no lo* (10 »eí
M W 55 50 .» 0 quisiese
le ht- 248 quisiere
» Brarorsnte a 45 cupiese
57 U ha-
hiciste B 00
titoria victoria
13 necejuurto • 51)
132.»
55
u »
13 v la enfinUl til 47 tufiease tuviese
2. 35 • quiere
*
243 249
• a 59 Tae'vgen fue*eii
p i rec»? r passaba
tM •* 23 10 dijt'SM; 2 do le no lo
20 pission que |M»iun uw pe jwuia curar » dentre dentro
*# con otr^ njjvor tutión aue * 9
2.* en el escudo de campo ser-
32 de nna floresta
manera» de flores,con
T | toda-
55 amquidrwwtr«e1'I UllJ
lil i qaiflieftM
6 t ■> ni * 1.1*1 9 * fuesse
2* • 25 Beroldo Hr rollo 47 favoreciere
43 •»n ['un la intit>rt't 335."
1
i*
47 <iudt*n dudan ■ 14 ju<ta «sen ju«la?en
53 el luido niu« ta*nfa «1 tnlfiíi 21
28
de*% entura unainimriiiMM uiium f • 25 quistaste
hace triste
passabau hacer
quisiese
50 e* natural los dos
244 || entre» * » 36
31
1 31. « en re»- 40 qnerrludei
n** vitííí "***dp
27 querlades
fueros 2.* haréis
fuera de jM^tia de
» 37 negmddo» • daréis
llamará llaman
Tegeaddofl »
41 ir-t 4 I ' 1 * » reeiblA
rvrviifi*> 54 vengase
<> ■ • ' •• 53
«a l)• •JO t-xr^lenle
13 encélenle 4
- ti1 15 Ira el tu ■ • 56ú -rál«
250 y de que
CUfO Ido * - no nos
complklo
24 ofnver ofresrer
30 w no in<-
¿J campo
i1 <*• A 7 ttt 1^ at AfiiiA
' 11 |m* a>v4t'B*afl
riin» ■ 39 afirmo j (firmo*
.Miiin-
ruin* M llas, y qu
*»j honra • 7 ¿Ueaiu* o U causo
1 1 Iieui rra 47
» » 14 al de las doucellas: «mi-
- el de las donce-
~• re-*-
*ie*e en *o |i<v viere en pu poderr no le- góos, señor, que haya entre
lili liuu ru *U \j*nt*T nosotros algún concierto, y
*» 21 ron*er* «*a este-.» y antes qw má-
\ar re-
25 ru m u'í ni í *• tt di difesse,
doncellas:reapondifi
« el de la»
•* * • 2.» otra derribare
iieciniio u empana * 22
< 37 derribas^* otrie
delU ur
de tilia
.illi • • asi sin ningún
pafta casi sin
4»» Ms* f"CT1 Illllwtt 47 lornasse
49 454 tornase
251
■■ - rec*lil<> • 11 cegase cegare
doliesen queráis » visiese
17
dolieren quer**U • 17
23 halla** haUaro 12
» • 24 lodo solí perlerln •
rn todo »ol* tH-rfelo conocer
V poe«
32 amenasa amenaia^
41 * 26 afflcíoriadas
ile<«eo-
h abiete hubipre
contigo
« •»•• ■ afidonadj»
54 deseo- anocheselesM
43 .»
de las olr.t« do toda 1a otra 41 anoehecle'w de algunatodocovi
lo
-fila» 46
• .» 19 alguna rosa

2 23
apártelo

2.»
670 LIBROS DE CABALLERÍAS
rtamj . CAI LtMÜA I LÍSSA rlauu, coi xmsa t tina* le
•asear
"mfaaaarr rMLMo"'
49 se eu el]
* » 33 actual iidrsU
jkural
parece parejee
»2.» 51
1S que 1.1
* 37 de e*ta
»t .* 56 que le 41
1C en el
Jo gasata» ** gastase - 53
p re- pares-
uijeaeuri *
creyese
necessidad creyesse
iiesccstidjd
atrevimiento atraviment» 3 os la
22 ■ u os le
42 tomando 51
2. * <f>a ninguna
así 10
»>* 45 asai 14 estorbase
40 da aute de ante* duraban ilurjlxi
■< 54 fuere 37
fuease ••
ninguna nenguna - 19
55r• 3 oscuro
favorecí- ■
2% fatoread-
u que cd mas lo " 8
2.»
mis le íuosr
1 . " * aai._ tltla. que tuvida i sí.
a»sL. * • 34
» ¿o el * deseo
(¡ucdaiw
48 «»
15 Esa* •en
Kaaa*
18 al 27
* eso
•SUO esso • acnstuiiibrjs.'
>> 2." 38 pareace
29 * 15
49 <| u issiére-
47 podréis
»ii podélv <'stu\iew * 57 enriatrar
para dt spué-
55 estuvietse
50
259 de su quisir*»e-
■a 8
qulsBiessede» quisiéxsede* *
56 oonsenttéssodes conscallésede»
• -V
22
SI us«U curéis *
1 mucho
■< 5'J no dañe i co- le perdone no darse á ro-
42 nocer noseer podía
.»contento
desempeñar deaenpeoar * » 32 2 meter
parado
» si la ti lo 35
50 10 dan oa
41
'2..* 28 entre ella* enlrellas 53 tli-rle
» 36 * *
e«o quien quii- esw quien qulsir- 36 parescer
* «
la
le
51
9 pasarou
les•ie- liaasaron * » da per-
i■> 11
•>■• 13
lo a» t 29 Vitoria
pareciesse
ello ella - 5C
20
1 .• de cuerpo que
■> 15 mis pedía más me pedia * » 25 qoJasleredea
eaUria estuviera • •
18 17 otras
de hombrea de intencio- *
de Intencio- 27
■i 25 38 no la fiar no se ñar ■
» 40f> -tesando -vessando * 41 pareció
54 * 38
luvlessen tuvieren ■ 53
muñera le
3 de essa * * 58
• c 341 gramil'
» J pasarse lasarse * » A i LanLi
6 quissiese
Hravorante
» ti vuestras mana- Hra» o*anl'' * jmssirM-
vuestra manera habla 11 tniriron^
ra» lubian lejas
• 50 ililTcri'MCÍ.i> diferencias
40 deshechas <lií»íechas • » 3U con grifos
32
» 54 un dasfecho * diese
4 » quissiese
• 9 enpreasta
cia»*corte preciasse * 10I."
24
mi esta vuestra Corte
i .» 25 hidesr »
hiciere 2S lii miarui
pastaba
le guarda
■i 42 3f viniese viniere » y poniendo
42 üeienuiesv
• mucha mucho 201 2
7 y 8 cuando fuesse cuando se fuese • sé os defeoitie^'
arranrindos
arrancíodoselo
pascando os sé
- Croma reí Grobanel
2." 25 * 15c,
m 26 mi
12 Li."batalla
2
i* 39 guardador aguardador N 3« viese» emplea
48 » léase— esnplei
es poner ba
• 50 t¡ roba ti» Urobanel
» 39
51 •tassen
oí viponer
511 262 decü
• 13 M .»
s I•sU
pandas,
pernee yendo alegre por
I." pareo* •
13
2.a

1.»
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VARIANTES
671
rlSIIA, COltMt 1. ÜMU tkiimá., colcks* » tiiru «AIIMTTM BU VUtllI
m sr istia tatcio* D* >l ESTO ESKIOX

2t¡2 Jíí dejaba 30 eficacia effirari.i


dejara a u
» 48 paasim 50 x 51 loviesse temiese
s i.» 57 sefioravos señora,
- • 59 deaTallecJdo
•» a pasión yo *o* • destalle— kl-
20 lamento la muerte 39 eompllmiento
* « 40 «acar alca ti tar
rumplinilrnl.i
•Jft hicie.»*»' ti hiciesen
a *■> ■ ir. » día». t-iJirtl-i va
i» 41 ya tret diai. r«-
a 42 desee deMae
• 57 » 45 lanilo
de*samaba desamaba
«Los Sus . " i|>'l<-rinina»«e
u I
49 determinase
263 4 trujo ¡>wii
- 51 y 52 algún Unto > iitn-gada aUúu i
l . «
deecU k» 2.»
23 de<,ta cupo
- 42 Cl)6 a 5H Ingalaterra 1 nglaterra
-se
•saedee *
48 -sede* 59 assimesmo
23 masa uu»»a
y 5 conocimM-ul» 270
a 25 desmechar de «echar
8 otaba
a 30 -*se a O 42 promesas
2K4 42 deita de r»U a '1 51 y nielo
• 3 fueese proiuessas
.*.1 43 parecer fuere
1 :' 50 resclUr j>jct* «cer
resecbír * * 14 esperiencia
experiencia
a 6 Ingalatrrra 271■ * 53 promesa
g
12 e«s- e«c a ».>* 1.» promeesa
u 22 merecedora i|ui»ií»»eili'i
43 mesnio la dev ¡«a n u 53 Taleroso
•» VJ nuevo la devisa del r»cwdo. »
irago. 10 misma
re»cibi»
que desasaba h-ner pa«*4do a • 16 poderoso
mesiuj
aquel trago. 302.»coa tus
'.ti.') 18 deituac despeaste a
22 -noció •noseió M 44 Dio» la Dios le
»
u1. 35 de ellos, el de ta delloa, el de » >» 52
I.* reeebir sus -na
u » otf mandantes ""1**
16 merecimiento 272 22 hallaba
9 p l^Maba hallara
mandámle-
47 con él loe con él le* 3
M 51 merece ■ueresre » 512.» parrirao*
58 castigada castigado ■» » 53 viviese, a..K-< l*ar¿»cao«
2 me da anda 1 i arraigada viviere, anl<-
orai>;a<la
li■> 6 imposible haya i» » 16 pública
2.» 42 haga impossible Constanlinopla
19 Costanlinophi
18 pasaron t a 22 pedimiento pñblíco
» 46 lo* trae la* trae u 52 -nia
.. I.» 12 la corte esta corte •»al a Mi Coitantlnopla Constan lítK^plj
■i *• 8 CottatUinopUi
2.» i> a 2 » en la que
15. leen la cual
18 páresele »- •i misma
» 21 constancia castañeta a 28 meMiM
paredes- 36 mesilla
a 40 de ellas
J«7 U » 42 «
3 ganara -gos
Ka oaran fuese
« » 23 -ga« al 51 fnesse
1 .
28 apercibido un
.iperci'bido 271 27.'.». 21 Mas e*U
» 38 misma mesma M a•j Mas aunque e«i.i
49!.• merwiesse niereaciesse
50 una i • 59 la mano las manos
»» 53 victoria » ¡1-iria
>»■i 1 Ufaron llegaban
■» 43 acontecimiento" a 4 «i «alista-
acoote»cii»irnln- •• en saii'l.i-
45 de»*aso»iego O 22 de aquel
2.' » 3'J arrepío-
5ü que leí .' afjoél
teniplauu,
52 ten tan tenia
.i » it2 ni tem planta.
» arrepen-
'> 24 bM»a«- que Ir PJ 511. sinrraiones «iiiraiiine»
.1I.» 37 pascasen 275 10 dlfliarencU» diferencias
•> 44 a««entado ajeniado • » 29
35 .* pasaba
45 misma
]pa utaT«>ii
me* «s« t >i 2
tenia tenían
a 54 propia a 44 iws*ar
57 «elle verle
propria a 51 metra»
a 55 de ti
32 prome«a ■ sino tras-
34 victoria !íloria » reseido... podría
I14 recido-. podía
.' caía
17 posar
» 41 érfe -
1 hiciste* hedsies a 25 que del pesar del pesar
* 2 halláredes hallante» a w
J.« meruseieaae

2.»

Digif
672 LIBROS DE CABALLERIAS
rloiüi, cuicas a i iíwsa rtouu, coldusa i tuium MI unmi
ra 1 K * P.irti/
ra* Vil. IUtA«
21
3<
275 3S
hadando f 1 —- 1\-t
pmfllllJ il_ 281 1. hoarrado
dio que honrado
276 1 9 -lamienicw -lamiente • » di • **n (toe
u 2IIi Atai
2." Injrilatórra Inglaterra
■ 17 M a lición a« raIlición
»l í .. * Ahora
Así
« 3» fuete fuera » 5944 A rnolfu
M 48 tumi tomú * M t Ido Ka no
Amolfo > itoria
50 [(lÍ»guMo| A íiorjt
alegría
I» •VI Ult'MIIÚ mismo •J
- Etbreqne 282 48 y
Eabre
15 na«re
a 21 -gala ierra gozaste
la
•glalerra 283 30 nace
- 25 cargo y peto * u 182." á donde
45 í do
gran
mismapeso y cargo habría habla
■ ■ 2.» 27 mema 46
. pareciesse
30 i'' * 2 con i^uc le paresciesse
con que la
- i* íl le * * yu
sat sfaccióo «atisfación
42 pareeca paresca
vasallos M
vaseallos iKradeselan
c esto 284 i 15 agradescla
277 "
472.1".engañase
9 >a«*-all»* • de
vasallo» 14 . • da no
22 * 48! □e me lo dio no me le dió
1 .*
24 qul sslete
reeeebido quisieeee
recebido * * 15 en ellos
53 en ganare
ello
» 2.* 49 35 _ s ... . ..» _ .
59 priesa íitoria«
* - encubrir- priesa
Va*-
cubrir- o
a 472."
2/8 19 w% _ _ __a l t _ w
» V 22 Duruón Doraio 285 agradeciste ajfradeselstet
y
*t£. metano * coa nada parece
1 .*26 cnUino 342
parece con no nada
1»* 30 mi hernia ii" de mi hermano * 26
<j

42 ■iiurh>f dij«
• 38 Inueente* innoceattea muchas
de«calparvece*
» 15 disculpar
2."
■» .11 ofi-
»> a 40 esperlencla eaoIB-pe rienda negirade»
quería querría
É 2W 1 ni vos pensar in'(jlre«le*
25 Basca- Vasca- 48 ni sos de pen<ar
meresri
bien podrías 31 merecí
» » 28 podría* 10
-galalerra atajase
85 • H ."l»-
2 CoiUnUnopla
tan bien fu< «*-• Ljtm liit'fi fu
(ÁMisUntlnopla
- O 40 atenUdo
Bas- aswntado
\a«- ■ • 38
17
J» • 42 dcsflarmerio ili'sH.i'|ue»rt« • 36 AlemanU Alemana
■> M desraU><ciiiilenio 12
43
desfallecimiento falta o aerescentor
.VI fallo 287 acre rentar
no lio- hubirsse
tiniesaen
27"J ■\tr pudiesee
21 » Vi
>-■ - "28 batian '.»
paresrer roiiballan N 41 que le .... alli
1 . 34 parecer 2.a que la ..... allí
conoadó conoció * • 41 lle-
■i ■ l^mbcliláii
•> • su socorro
y Cautwliláii socorro
3»> aguardando no aguardando •> «ole utilidad
* t solenidad
pa«lon passiou
supieron
* tirtoria t itoria 27
2.* 41.» las
lo que poca<
« gxiarrvr r ¿uanwr
IX Haecali-rti VaM-alion »35 que poca»
■ • 38 monta cueoU 28X
* •
r»7■ > re«cebi- re«ribi-
•Jm8H 2*t repre**nlawti ■ 14
repm>'n(.i<w lo
i* in que xn mn que
•taban 2» dallo» de «as acontecimiento*
•taba
• u poiler de
i 1 .31
»
13 éa-
parrv
i.' 7 arrepentir * - pode eacaresrer
arep^Mlir escutvrc r
- 12 i aullo* • 48 de los otro*
41 * asta lio*
" hállame * 1 que no pare-
• halla «c 7 día* hacian de los <'i
■ Cauboldin (jlboldin .lu» i todo el runo y cae»»
- • alai mismo 45 preceder proceder
me«mo elan
dondr rn aquello* dias hi-
- * " catiro cautito
- • 16 otro ■ * mucha sangre
27 • 16 sangre de macho*
54 -i ellos lu
t8 Toral
ellas los
-SKI l enputi
eletescudo,
w en campo ne- 20
13 y lorsi acontecieron!
sepa^i ewi
pu«o aconlescieri>ti
» 24 ron de
1 .■ • detle*
se puto
devisa 33 2de.» las
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- ■ 27 tupie«e
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VARIANTES
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2*8 37 mesrao mismo 294 1
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2V .» 30 recer
presura
rasar p- » » 425 -sar en ellas i — pareseer
• 4S presun-
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yo os quie-
a presan» presump- ii a 50 meredé»-
recibiá
5^»
•JO quisticse >•o meresHt<s-
qúsiesse
-gese s yo qnie-
„ • 59 cortarle cortar
45.»
58
Sftí 3 habrían habría » 11 2 otra. otras,
suaten tasar
295
• »1.» 5 11 los desamparan las desmani|»arati
pudlesse pudlesse por el mundo
33 asiento aasiento « »
• » 35 a
13 d'Es-
oíre- ofre»- *> u 53
• ■ 40 33
pares««r a 15 quedases
55 -te* parecer
penuadoaes 150
.» de Es- quedase
ptuando
• -tes querer venir i tomar 5 pajsamdo sobrellos
sobre ellos
2. » nuevos amores 296
i» • 3951
« 11<- Míe vj la - 13
pausaba la pijvinU
a a esto* en estos • 224
.» A h o n 3 do amelonadoi
30
20 297 1.» 1 passtf fueren
qnerfa i*
43 querría
„ •i 41 posible
resdbir posible
rescebir U hieiera •feto
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12 su her-
•fecto en pher-
aso
a > 50 nenguna ninguna » w 33
a a 57 la aicanusse 0 35 no ha no di
le alraoiate que VOS ru<¡-.ede»
290 11 w 2.»
36
a a1.» 26 paresce
vltoria victoria 1
parece d'es- ofreecerse
« 32 arootrcieie acootedere » » A
., 34 desvento- desaveotu- e i
w 4G de ellos dellos i'ntleresandy
:»i J»» a rinli-rcxaiiilo rombatire'tnti
•< SeBor* 17 de es-
y Señores • K
desse 39 y 40 le pared*
a 52 des le 29 SI
y levistes
paresd<<
33
54
„ M 59 paresriesse ij > 31
35
10 viniese
parerierc
viniere »•i
298 ¿Veneistelo?
á vencer á¿Vendsteslc
vencer i
a » 27 » » 2.»
. w 30 paresdó
merecía merescia
pared<5 a a aventurarían
favoredesse
aventuraban
•J91
,. 21 acóntesele» aconteciera seofredo á •ja
a l.« 30 ■ » se
de olafrese!.
señora■ Mami
. 41 quitara quitaba » • 134."
., 37 con que lo con que la
56 parte en parte que en
0 13 el rey y la el rey y su
en el amor y de- el el amor y servido 41
tenido i» u 22
18
» 32 fue>e
» en las armas quisiera a paresdese fuesse
quissiera
« 42 parecer alegre u 50
parecer querer afidonar, ha- partícii'f*
cíanlo con buen tratamien- 29.»
I» conociesen conosdes*<u
rescibiera
pasados
-12 to, el parecer alegre 13 reedbieee
J cautivando catlvando - 40 fuese
•4
30 desecase desseasse
>/ 38
J empresta empresa
•> *» .VJ acónteselo no me fuese
acontado 15 ya otrie
no me
21 ni palabras » u 32 de otros de
•ja
■> v y palabra*
nubles»? debiesse M : 541.a luesst-
42
•> ■ 43
45 raerescen a a 53 el que 1» el que lo
merecen
•* III y 11 de*sa<u»iego denasnooiego u resdbiéssedes
24 . 2.2» pasaada» Ya sé,
■> dissimular
pasadas
re*eebies»>Mi.-'«
■ " I." 29 que«Í9te« 3(10
« « 14
•>■• 30
siguiese siguiere 1»
tendí"*»" venciere Ya *é, le
«**» 40 bobo 18 ninguna
>•• 49 » ¡loria » ninguno
]ustar
VJ i ¡doria
1 49 estorbarla poder entristesci.i
las
justa
le estorbaría |k,uVi p^»jr
primero delh» que primero dellos 301 28
3R
* •J 4 3 1.»
tí :>¿ hu- que y a luexe
Vi
a 17 pasear
>* 53
<> bo- >itoría«
yel
poder « victoria»
perder . » conociese
parescex » 2
» 18 el temor
•»1 .J » parecer 45 duda del umor
conosciei>'-
<• 19 perfecta 5!)8 dubda
!.•
L1BH09 DK CABALLERÍAS.perfila
— II. — 43

2."
674 LIBROS DE CABALLERIAS
niumu Día «mcmas rionu, coii«»a y tA.ujrrmi
■Í01S», COICUHA t U»M
IX «CUTIA tDKlóX vi «nema «nició»
308
•■ 307
301 26 II 49 deotinoa dessatíno»
que ••n en-
» ««rosI01 passe víaos
que passe
33 » s le«uagradó
rey
■ .»
302 2 36 » u on lapoco
■le que rt
un agradé
de rey
en>
312 su
pad<'-or pade«cer w 20
32 de poco
lo que
37 deprom esa
este «lestemr**a 53
14
pro a
- •-•.»
'i matassea
•1 t.» 59 matasen » a
<■ 16 durmiera dormle»»e 3T»
2S7 entrellas entre ella*
• gües peden
21 fues»e lanta
mismo 0 2.» güéspeda*
» 39
41 lodo mesmo
toda » » 51
30» » eau«an
acresoasió
u no sé >• 52 1.delante
acreoant4>
no sabe adelante
^n aquél
3. -5 572
dallo.tos,«¿Atreve-
réis el ilafto. «¿ Atreveréis» » 18
rc> me diere me dijere
I."
'J

14 rogase • 25 aquél
■•>
rugare » de quien la de quien le
- » diferente* dii7«- rente»
22 •er la causa ser causa
que no la«
54 vce
38 que no les 2. »
w 21 monasterio monasterio
-y* »
amenaioe 16 arremetieron arremetieron juaUmeulr,
ameuaia* 10 esa e*t,l
encontrándose
pares-
rengase vengare 551
46 a
u 25 a n ir
■1 19 -yan Te pare- 1. huir
2.« q«¡*SÍéreile-t 2.» el
•> 15 quisié redes 310
. ■ »
.V»', 37 de otra de otre 32 de lo que de lo que \lera: Man»! *k-
u 1.» tnsiesse tuviera 2>.l «re y cooteota d« lo ^
» 45 54
i> 1 al
■< •1 a im protón imprea«ión u la guarda
muestra de muestras de
•j.B 462 le llegara a la» guarda* con que le
la llegara
■ 5 » » 37 con que la<
sabréis
atormenta!!» alormentalle sabéi»
l> « » dessas dessotras
20 1 .legado
30 áLlegando
otre 311 1.» me lo uieyole
i* 37 i otro
de una itessa i 47
15 debertade» si
debrladea
■i1- 58 » •>
rescebillos reeebillo* ■ 51 2 aalguna cosa
22 ninguna cosa
do* son dos que son
" 10
14 de la mal ■ 12 desmerecimiento lomé
•> de las cuales y si yo desmernscitnietiU)
j> ■ » toma
•<,. no tíse
-sea no me vi
•*ea*se 30 ha«la *o» ante sos
1 .«27 II 35 essa
32
28 honrra honra 41 cata

o»» ofresdsie*
de todos de todas '.'1" ofreciste»
» 53« » lie Se détele
Us presente» lo lo» presente» lo are a » 45
del lo lo
desello
U • 7 uoa » 197.
37
11 i.» mls- que le oyó
13 aricas para mi: uno mas |>ara mi
par.
no me pude , 51 que
la le ola
11
• >• no pude » 50
41
mí_« su sospecha quisiera quisiera
su sospecha »
■' 38
recoge- quisiesen <|ui»ie«seo
caballeros, que traia n«
" » 41 rerogie-
24
eomo eonoci"
caballero*
.,
•V Ni escudo
rendas, en campo hUnr > *
48 de»ran*«.i«- porqué conoció
descansase
•' 23 mundo con mucha» <li^-
» •' " x
. .-, paresce parejeen
< I 49."1". as»! «ienipre í't Telen.!.
Telen»! estaba, dicieodo pe-
siempre
quisiere .1**1 inero : «Si el inundo 1»'
-Jt» CM
ipai>ieran era
■1 < es mi» de lo que aquel ca-

:>i quisieren ballero trae consigo, pa-
■» 3M parerra •ii'
viene sera » encelle por voa>« V
ti" S él,
' Tienen '-■
•» pare«<-a .v3
ií con esta espora ou arres»--
mere ri -
21 meresd- suelo.
■ - suelo, tal que no mean!"
' esto». aborre«--o 312 pié ni mano.
— . 1 217 nacen »•> 58
del
estnsprimero, el primero,
i' '.1 naven 3
*
• ■ apasionado apasionado » 4 luvieodo
disculpa,
12 mesmo
10 w 34
Tiniessrn... pa«-
«ase vinieren.. ■ passas*e vergonioia easa»
» 30
l.»
allí le nenguna
23 allí lo » ■■1» ninguna
favor ni 1S
favor i, hoble»se
1» 45 hubiewie

i.»

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VARIANTES 675
rlGim. coLimna x lix«a T»IU»m DKL UKMPL4* t ll ríOlRA, COLCMNA X LÍNEA
01 H0JC3TIA EDICIOS Mcubronai t mato
1-ltta
58 ••411 IJLM " OID 1 1■
•» 30 UnUa bue- ia>orei.ifi»
ü 128M f 1 1 nrivtiriti . Desta
bal jila 9 'i 4IU
II 59 l)á
htt-141 ia » » 3018O quiere
1 <lÍ5*i in u 1 j %f 1 1 ho
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Ir* las otras 4J- "»
T/|
1t f »
Jt 4» •erTiroaa:
■>7 serriroi; entramos o
DO »e lfl gualardita
no »e l« rrán conlentasn;
rr-ebls
'u II 50 dichas, derramó
> Upvze_ lilaila. e e ma un. II no ver
me II mover
,1 defendió defendía 31 1 piiMlail corrieiw!
«JlaJ M>mo ella: oO corriese
cubre pladad
f ■ O como ella: ÍJar- mire
'1
mes ae Lima, » u 51 esteesta el inconve- esee el inconvi-
Crariaa •1w ■
servidor de Po> » 45
o

liatante: Graeiln •1 18 quistiese •ssa


XI "
en el ue un ■ •». 7 bourra quisiesse
II 19
i»* 581 honra
w u% fur-.»>?n pue»t,i» fueaeu puesta» por luda M IIuII •1*2
" 1» ,i„ que de d*j»r
acónteselo acoDtaáú » 1» 11 que dej.ir
í>

•» wi» Aíi4| fu es*e foeae » •JO hoorra


281 .* promesa honra
promeasa
'• •1 11 «cu este
•i m íi 1 t Til da noche -meta.
'* m> quítale-
ali'graaae al'graae » «a*e
noche
oo -me»M. -geron
» reposo •gíeron
■■ repo»*u
m desaeo deseo

IU j" i con poca
'J'■' ir á pastar «Jlo
1¿>
>* ti» ■uesmo
»> tnUmú o - mostrarle uiuttrar
-ciiDrillor
lt oo camisa ramissa
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» -t* _iukJIL-i eatusiesse
ri ♦0 confualúii r 1/ »II -copnuo
estu riese '
* .1 í ftii 1 izi:í ii 1* i <(ui»ÍAre *l Aii 1 con Ti^^rií
•m « -i a i f il lo conieiAari'
1»' po
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O*»• > r." [i.i ba ll - i pajiíHir dijese
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30 drs.issosie)(o o<■">«1 aposente
lo
r«ssa*M) -1 u 1 4rUI pi 11» ^«grste
■ apo an i
1r U1 1 11 J1 •1lili*
ii 56 r*>Ma*e » ■i '.I* ■»
1^1. i-
•i «>> »
45 ayudába«v -i
daba»-
48 leayuviera la viera M ii 11
32
51 á los (jue 1 'i- 21 dJíarenda
íii*' r»*1*- diflerenria
i la* qu<* -recló »
57 -»«as |> y qu>u
■> H -»a*
-resciú e 34
parc*-ir qnbsíaaaedei que
fe* me confirma»»*
i> 18 » que coofiraaase quitiéaede*
quu ti
•> 1.» 29 de esta M
30 ■1 •i 27 dejare
favore-- dejase
fe rogábala le
Uroro- » o .» a 53 rugábale
56 taoto tanio aquella v ¡loria por la
a 43
contentar á ella, Le salvara ■■ •e salvara
mis amados • era harta
7 jr 8 mi amador harta
•'

1'
16


Digitized
676 LIBROS DE CABALLERIAS
risiiM
rtoix», colcwu * lírm *»xuirt«.« dm. lutuMJks 11RUSTTS USX UDTRil
Da TSA UlICIÓK
rntainm i m.»io
Con 325 , COI
521) 12
■»■i 52 18 [daban]. On lu prinreeaj..-
» i Co*> Ijeonarda
d'Eaco- U princesa.- .
- 2.» 42 diferente* da Cos-
dilTerentes ■Jt>
14
» ■■i 51 fallesderon fall(TÍ»"ron
» reseiblmiantos «e
» de Ksco-
rescebimientos susip-
•Til al postrero el postrero 17
553 e 29
•»• \ p a rever
ofensa ofTenM « i) 110 M d'Eapaña
parecer
H viniesen 326 8 de
riniessen . " reci-Fspafta
1 sun-
• 12 diferentes differetile» » » conmigo trajeMe rece-
trajeMe coasi|{o
>• 22 ctdamariones •«i »
•i
exclamaciones >■ 13 como Paudrida
29 48 2.»Pandrícia
41 ofre»- 'i 17
•»•> •míese ofre«
•mirsse >• 3H Pandricia Paudricla
u qui»<low> quisiesse i tomó la tomóla U
46 •tramos •trambos 12
49 10 menor
• estañado ««faenado - » menos
ahí riño
51 1.»
Brurfu Hrusio te 42
33 Pandricia Paudrida
- » 27 Hrucio lirusio *)
327 w 59
1» 8 cristiano».
y vino del mando.
te M a las de 40
•1„ i la de mismo mesmo
;> ier u •
te o hiciste» que
„ te 57 ofreciera ofresdera heriste*
3J2 4 - » 42 estaba querría
esU que
qulssieron
11 ahi donde quisieron
donde » 142.»
- . » S«'»
te1 25 meresdmiento merecimiento 2
" •nabaseencub. • • 486 quisiera
nielo neto
quisiera
28 •brillo
nibasse enru-
- ■ 18 aposentada*
cansar apotsentedat
causar
diferente differenle te
55 « » 44 desigualdad
pr<'<iumptuo<vii
31 presuntuosa
afleión affidón • te 28 sufre qu
48 qufoiesse
e dessiirualdad
•> 53 49 » •> 50 lodo lo que qul.ie.se
todos lo que
jiriiupr.'
8 de me primero
de no la 328 4 bien
sufre
u 14 * •ii 152.» muy bien
te » honra
que le bonrra i» France*
[que] le . Basilia
u 44 18 dejan lesabU U sabia
323 1 dejarán »er ser vue*l » 45 y Kasilia y France-
ser ocasiúo
ocasión 50
1G
» a I.» prioceseas
*ubje¡n princesa*
te 15 «jeto •i•«i 24*» Kalardún j{ujUrdí«
23 [•1 que] te 1.»impretsión Impreosión
• 31
afflciu- ¿ñasele
H ri rí- re » u 26 escelente excelente
25 oasdera
u 11 53 nieuno » 20 dessassosiegw
26
47
55 desasosiego
mwniü
.» t 8 que U a» 45 princesa puteo
sufrirte
princesM
impresión imprissióu »it sufrirse
tí 12 determinó de determina de l. puso d'Espa&a
50
56 prlneepe
satisface «¿«listare
u » 14 le» armándose 329 - 2.»de España
armado, se prinripi- neta
te u » nieU Sldell»
25 te 9 Fidelb
u » 37 btucaré
obe- reposo buKar
Obi- repo««
• o u te 10 A »os.
45 lo que lo
.Vi diriendol* dirléndol- que es muy rooteut<> de d*-
que ru»Li, sólo por el precio d*
• H lionrra honralo
38 la
1 1." 39
vuestra persona y por srr
neto de tu snajesud. qw
«
■ ■ ronlenUba
le
- 10 tiene por tan grande est-»
■> 47 MtUferelU. •alisfacello.
•■'1
8■ i AqueTOS,basta por todo* k->
339 parescer utras ($ie) que no leaet»
loreccr
imprlsion •■ .,te
la dijera le dijera de Tirendoí d'E«-
Tireodos
"
vasallu va»wlU. 13
te m>ceMrii» neee»s*rlo » it
3J de ¥.*•
te 1 " II reicebll recebir a U
■ 12 * Alfernau
Alfernao
" te 18 a»»i le a»«¡ la
l»rie»*a te t:. esreleute
pare
partaira excelente
pri«-« - ii.1 ofrecérosle l»ar>-*rj
ofre*c<ro*le
■ ■ 19 dándola dindule
> » » 11
il que á cualquier que cualquier te parte
• 35 M
le consumían 43
13 quisüWredei
parecer
quisiAredes
parescer
-■»

2.»
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VARIANTES 677
fUmi, coum» i lian» »vo
v.auxtus mi. Kj»ari«i rioiiu, colibra r líük»
DI TIA IDICIÓ* auiabu t m. Di raa BDicipH WXCSMI f FKLAVO
.1
•1
329 contentarían «intentaran embarcando en una peque-
16
28 Aa ft»U. «e meti.< en la mar.
2.« 51 1* rede»*» paresdese 334
• no llevando
3 que ae
Pandrída Pandrída
» - ni á otro
i.» íí compasión... »e
compasión... Paudri >» 24
o 39 y i otro
Paodrí- quisa tese
> 29 Pandrieia Paudríria a
1H Pandrída 23
Paudrida 33Ti a 49 aquellas qubicioo
» a 3C -dése -les*e imposible
45 celenda, podría
iinpojMbl.
.i 2 labradas por e«- aquel l.i jwr cxcellenda,
labrados
45 podía
•> » a Pandrída Paudrida
1 en cosa es eoaa •» • 211.»
» » 23 misa mina » asiento assienlo
parecían
- 30 -chó i 34
22 ira y
32 •chaba 13 parecía
a Pan- 24 ninguna
■»a y bajando bajando
nengun;«
n vassellos Pau-
vasallos a 41 alrededor
43 •Ii.» alderredor
a » 57 Pandrída Paudrida » 51 desparecida «losam|»ara
»1 4 dea pos»a»>\.. desposa*»*.- honra i» " 44 desenliara despar^rida
1.» honrra w traeellos
de
» 1 altiva rión,
altiva, ron tanU |>r* W,
„ í dello»
» 28 asiento „ 11 impedimento impi^diinienio
balde, i(ue
asílenlo 8 balde:
1 0 3(3 moda ra mudare » 34 tocaba
■> 18 tocaba, le
» 52 aBd'.n
affidón a • 332.»
» •J.« 11 » tornasse
eeajó c^rrií
tornase
- parecía toreada 1."
al que al cual 12 Inviene
» ti estaban r»taha ■ <• 19'5
» » 42 « biciese
tuvie*!*
áspero,
hidens*
la
332 quitáis
meresdan quistas»* II 30
50 autoridad
merecían >' a«peto auetoddail
» -1I.' r. d'Orlien* de Orliens 337 11 el del el caballero del
« ■> 11K vassallo vasallo » 29 le
34
2.»
•■> d'Orliea» de Odien» M 36 a oo m| »ana<U a eom inflado
o • •to „
14 sueeesor sucressor
■i encantado* agentados a «upiresdeaae
pareciese
•• •» 23 de manera de otra manera a a era
38 quisiesei
El del El caballero del
'■• 44 „ eran á
qoistesse
y alegría y Unta alegría 1 me.ima
i> 45 olvidar 3 nii»nia
poner en oh ido »sobrina
» 24 resdbir
49 reicebir 51 .
333 2.» remedio ni cura cura ni remedio ■' ello se hiio no ella »e hiio no L>« goiase
M>brin'»
» i* .» 6 al principio de principio lo» d<»«a*se otro
1 otre
n
■>2.» 7 4 ser? ir de servir un
tan pequefta tan poca »
■>■i o meresceria merecería
11 puedo dar la guarnidos
puede ciar 42 todo lo que toda
i» 16•-•7 ella alia » a 2.» guarnelocid
queo*
• •• la veo a
21 le veo le traigo

Bellona Vellona
•>> *•■ lo «raigo „,> » 27 aquél i aquél
» sabría „ » 40 en U mano en la una mano
■i 28
34 endurecido 52
podría eodureaddo lo
Velona
'i 338 Belona
334 no Je» no los 339 fi pórtemela portéala
22 Velona
de tal
■ n .» 31 a 7 contal
1 conoarié'ronse
<< rt 35 » Belona
1» HUÍ«Me**fln c|ii¡5¡e>jcn 5« Belona le
40 de menos meno* „ a Velona la
■> 12
" :>« placer ni penar a le
que placer ni pesar 16
I» 51 -biera » 28
i» •bi«>R 26 lo cnal la coa)
che, y a
•s
9 trlsteta.
que trittea, que como *e vies<« n a 1." la
33 Bdona Vdo-
en el campo y do no a Belona Vellons
2." ."
como siempre en aq uello» a 53 2
35
3Í0 Beln-
46 0 rusia
liempoa tales i las perso- D rusia Vellona
na* tristes les sea caí isa de •» 5 •sia
affl- Velona
mayor trbteaa. » 216
a tcnillp a a aB- da
de hablar de hablar eo
10 á veniUe el del
» » el el caballero del
22 no llevando y con eale propósito se fué*
al puerto má« cercano, y, • 6 de la fe de fe
16
1.»
al

2.» Digitized by Google


•i
■>

C>78 LIBROS DE CABALLERTA8


r(«nu, eomriu y timu vaaiAimt» Mt immii •(«MU. COIÜ**» T I'**»
«a «otea* v*au!rrt«
DJC M MTI1 rrnrio> Mmávnii v rento
>i na i
21
Toe 54A•> •r de á •erán
de
45
i» >►2. 1 tiempo tlenpo 55 dejarían dejaría
46 lo 521
341*í ■> 4 ó ra príncipe o principo » » 5S4 embarar ido • ur)iraL,n(>
n 11 Unto ii » 12
•' i .»
»i» él míimo que le ere
- ir. e*celen« 0■> que *>] niío n •**
17 55 aaa era• *a\v t**a
2» necesaria* neresearia* M 55 1j 4 rp«í«l ir Iao — — B. ■ a
■< quinó lo< rv^emir
1.» eoper r!í!nr
»>i» 37 pusilánime* quito 2>
27
■i 28 una poxiUnimn*
nu » 40 f' Ti jtVfl
517 nrvt v 1*11 n
" iO > *plK.ir explicar » 2.» proTryan
fn rl ti n i
-noscimiento -noriniír n tn
n 14 resceblr rrecebir 7
-*
'■- 57 die**en »
7 ninguno nenjrunn « 42 e»pr«o, que p4m^9o. oo* harían
« dar la embijarla mejor respuesta: por lo hacia
31 piltre elLi
2. » á él ni cual *e debía dar la 49
18
»o jada k (l y no " 1 recaudo
21 «olí A „ . resfihio desamparada recado
vuiuin •*■■ j »-ciijh* 41 de9nianpar3*!a
i 1 11 1 41 t»*W» o
26 1 j U 1 !*J * "H
rn intuí „. tic- quisiera ...„ vilorta
■annien i»• » 19I."
Tarnae»,
impreasa
loria H "Oe$,
i)n 55 uM*te« Con \ r- llulvff' ruri A 1- (¡ I* T H-í
é»I* "1Tlriii i ■«fn «tlaM
ni i # • — -' — r1s>
-■— -
45 a^a
<-«iiJiiuu y tu r j tmit iTi i , ar ew pn»-
afiriíin 4*vitoria
1 111, AUII TirniP< fSi r %t\r
H ^> .LbsbH4ÍJVIUM.
I i i*-*ii*>r .i i
< ieloria 2.» lUIIUC^i iTj
51H Drapos de )rin,i< .InnriA , 1 .-.
o 2<1 rodeado ifliri'm
rodeada 50
1i. ,« 5529 nuestro 57 •oes, ci ncue1 n j y ^mo niii r
50 misma mí'^ma lt ti I níjiOllAd '
55 .> » 20 estimado*
favorecer
»
59
fiToreacer » 5 IIl-iTlCÍ | .lila.* quint<*n!o«í
• ■>u 8 • MaiBJia Hllai Iv mA iina
i nrfi ^niB*mni
«iln.
.i 2." 49 Inglaterra
A mi,
Ingalaterra
"a ¿ta lnn¿t
54 hace ¡Oh mi etoelenm
> 21 58
57 » u 44 » eael celen *~ia
1 -jara -jaba 1. descubierto
• *• Ul IJ-l i> a 2.» cubierto
0 o llevaba pail t h i • n 59 merecimiento
1.» 52 halla*«! u » 49 ai lencidos
aerial u 36 " I 'mo lo
16 señale*
57 d'Eapafia venrido
• E*«o le
>",t de R«pafla 519 8
ritoria victoria ■ » 20 obiden.Ha
48
It 2 ■
»>' 54 20 estaba entraba " 52 < rgulloao... «u- »»af pkiíullr>*o
BMavwv •, •. • bbbbmu
zijfrWia** v
2.» 52 y que 46 frido
54 proveyeaen proreyesaen puerto
">

A ofrece V 54 powto™ogí^»etOU>
« eintío y ofreaee
«¡ntía » » Jav'taaMa
55
» de Normandfa. Graciano 1 lt el rey
57 , Graciano 1.» arrenietin arrrttpl¡<>
con Ora» en Dra- u el rey quebrú La Unaa
a 50 en am n<-lo* ¿1.iíirio n
ma'te'haOf*Ue otro diSo* r
>'
» 53 nieto* ul tuvo futf- il** m«tn^r¿ Tv
.»59 de i
» 1 de ili * ron rl ri*T
13
12 sepultura „ » cayó con la ii ueama
misma
19 -ran e 25
2.» 20 B 31 coo la Li rom ní i1*roafi Um *xa « f #
rahall^rOa
57 impedimento impedimienlo 1 . ."
« 22 en pequeño en un pequeño 51
2
49 U 50
39 i enderezar
58 airo» «o airoso 58 perdido
52 ■*ri li lá»m»r*i
¡i 2 recebido,.... t o- re«eebldo..„. tomándole a
a tenían má« depeque Albal-
• 1.» aeutian «futían 550 11 otra
que Albal-
re*rehlr lenUrdió
mi*
1 rrecebir
» 15 ■molar » 11
otra*
lo diwl- lo «upleron di*«-
• -tnularon B 12
21
15Mr
» 25 qui»siérede«
SO 32 que e«loy
» 16 ^ncobrir encubrir » 30 dejó el en que que TO
d«}o ea e*«ov
el que
■ a
paxev r

l.«

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VARIANTES
rieisa, coirsttu * usía *»!U<rr« DXL MMtlk» 670
MUÉ.1MI 1 fRUtO

350 •i 41 51 neugUQ
desacordado desacordado
« 45 353
• » 38
56 Barocante
351 Barrorjnl*
57 1orgullo
Al- 8 oa»s«se rasasse
argullo n más lijos
tenia
6 de favorecido de*fatoreddo
•najen á más lijos
» » 14 -naseen i » lol
■■ 2. Al- lí
21 mesnio mismo
i' " 41
beso « n 28
2G labes.. .lamas qul«o
» 3529 ninguna nenguna » 2.» parascer
» » u alegrías alegrías y placeres
desarmado dessarmado deltas
27
1 . »
43 aconlesdo
•V>1■> 1 >i que des-
toriessedes que le de»-
tuviéssedes
» 2.»53 la quTolnnkid
iso mas la voluntad
o 12 esto* sebón» estas señoras aco ció1
nte
■> 15 dolad dbdad u
essa 31
4H passasa difTcrentes
» esta »
3.55 .. \-z1 diferenb's
18 56
»• > 24 dél con lo* i.
con lo» •»» i la es- á su es-
0 25 quisslera 30 Barocante Barroeante
» le mostró qui*!esse
le amostro » Barocante
33 Barro cante
certificada
II 39 -rente desto iban -rentes iban de**. »i. paredó
testificada
le turo lo tn*o 1»
43 .. ejérdto an el campo de »u»
M 47 demudado demasiado 28 ejérdto
» 51 el saber saber 2.*
V5
43 I.1
enojo». enojos. Dramusiando púío
32 ■•»'
.. »2■' .* 41 puestos
conoscldo conocido los ojos an alia, y conosclén-
prestos 356
352
•>
quis*¡e*en qolsíessea
32 dola, aparándose afuera le
•> .» 11 combatir ronbatir * » 31 dijo:
I
» '> 19 ampare amparen 1. conoddo
36 durasen durasen ■ quistes**
1 37 * » 54 quis*ie*> placar por
la batalla, qui- batalla, que los cercados te- 1í placar de
■1 los alan della tan gran desseo 357 >' ■'•3 -se y da que
•1 como los VJ princesas
•> 58 » 28 princesa la
■ pidiéronle
que esto • 20
56 pidieron
y 4°« wto las
ninguna
l' n 3 que la ba- y la ba- y que nenguna
[llegue] at 31
" u al » 2.»
pide por merced 21
de dentro que entran dentro 17.»
•• pide 1 orgullo
l« le bebiera
23
13 vinieran vinieren * 'r 32 lo hubiera argullo
35 os «.«segaron asosiega ron » qul»«ii"-
necesario
» » • " d'Es)»ana
qoitie-
secretario
rehideran v>«t*
13 Imposible
Palmerln su
imposMblv
Palmerin de Inglaterra, ■ í: de E«i>afi;i
48 hermano, Flora- » 2.» i Arnedos
J» Arnedos
mío de • O 2i> Vernao... settt Vernao de Alemana..
» 49 Cerdena, el prin- * •' 49
55
el principe desseoso
50 rey 358 !■ 3
>> cipe Mayortes el gran Can
Blandidon, Pía- Florarain de CerdeSa, Blan- • 53 Mayo ríes
dido*, PUür, Pompides, el • » 5 Inglaterra
Plaür Inga La térra
tir, Potnj'ld»1*, y Estrellante Estrelante
333 2 del Salvaje; del Salvaje, que en aquel »
" Pragonalte ycaballo
Platir
1 .» tiempo se bailó en la corte, i caballo y Dragonalte

•< <|M vino con gente de Ingla- ■ n 42


terra: * 43l.« pusilánimes pasiLiiiimos
f 8 laa loa » 54
los anco las cinco
Gaaba
• » 58 pareada
Gamba
i pereda
15 en .día iparvada
ella o 59 el rey al rey
23 el rey... el príu- al rey... al
29 dirá; porque adelante se
aquí, 1
aquí " - Etolla ButoUa
■ * 30 Gnabán - i" á
44
•j

51 vieto- n léase
D lllijmn mestno 14
amba^ vilo- las
ninbas > de oro
•> de oro qoe apartaban La una
priaceasa
» 2o .» 27 dea del princesa
. . 35 color de La otra, muy fuer-
les le 2 *
ti•> 38 '(«partir tes ygalanas, en el escedo
despartir
• 45 es campo blanco grifos ne-
agrade cW agndeedo gro* con letras de oro
30

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LIBROS DE CABALLERIAS
«ASUSTE* MU MEMM.A* rieuu, coimxi t u»k»
■■rijidbi i mxto

los que
A roed o», reye» de E»pafta ya no la lenta ¡neaesvr.
y Francia, Don Rosbel y DramlaiKe so-
El rey Estrellante y Belcar
■u lío «asaron armas de oro bradas de rosas de oro: e>
lo* escudos, en campo dV
y negro fuertes y honestas*
porque no habla mucho oro, cisnes blancos. VasQiar-
tiempo que el rey Frl*ol y do y Dlrdcn, hijo de Mavor-
Ditreo eran muertoi; en los tes, salieron de pardo ron
escudos, en campo negro, muchos árboles, y lo» e*ra-
unos árboles de oro. Pal- dos de la misma manen.
elU
arma.» aiuies sin otra gala
tenida nía. Luymin de Borgofet
mundo. Dragonalte, rey de y Tremorán sacaron arma»
Navarra, y Albanls de Fri- de amarillo, conformes á »••»
sa, rey de Dinamarca, vi- cuidados, que Tremorin,dr
nieron armados de arma» desesperado de casar con su
bermejas con pajarioos de dama, tomó aquella dirigí,
plata; en el escudo, en cam- y Luymin de BorgoAa, e«
po verde, el Amor ron un linietidu quv e»perar, hii !
caballero echado de pechos mismo; en los escudos, "•
delante dél con los pies en-
cima, que ésta fué la devisa piniaila <i<- negro, arma* de
que Miraguarda mandó á tristes y muy enamorado*.
Dallarte del Valle Escuro y
Dragonalte que trajéese to-
da su vida, cuando de Flo- don Rosirán de la Brnodj
rendos fue vencido delante sacaron arma* blancas sin
del castillo de Almaarol. El
nin^runa planta; en el es-
rudo de Dallarte, Apolo eo
príncipe Beroldo y Onivial-
campo verde, romo s
mas doradas con manchas acostumbraba; eo el de don
negras; en los escudos, en Ro»irán, eo campo bermejo,
campo negro, llama* hecW la cimitarra de Membrot.
con oro. Polinardo y Fran- de cuyo origen descendí*.
cián salieron de verde y en- Mayortes el gran Can y rt
ramado, cortada* la» colo-
re» ámanera de barras me- jayán Atruaurol sacaron ar-
tidas ana* entre otras: en
los carados, en campo ver- » 10
de, la mar de plata. Blandí- M I.' 9 nin-
don y Frísol sacaron la* su-
yas de negro y amarillo, I p« » 15 illipíXihlr
manera de cunas; en los es- » ■> 18 sembradas seinipos'ible
obrada»
cudos, en campo amarillo, •Jó desarmado
dessarmado
grifos de oro clavados con ro- » » S8 El n-y El rey de Caspia *acó t
sas negras. Pompide* y Pla- •le amarillo con mancha*
tir «acarón armas verde»; en
negras, en seftal de verse
leí escudos, en campo ver- vencido en la batalla pasa-
de, loros blancos, que de»«a da: en el escudo, en campo
devisa «e preciaba mucho
negro,
nfla» twuna
Aídasorna
en con U■
sangre,
Pompide». El príncipe Gra-
ciano yGnarln »u hermano como que confiaba bailar la*
salieron de blanco y verde, «oras en la de *ss enero:
partida* las colores con cor- gos. El rey de Traplsood*
done* de oro: en loa esen-
do», en campo hlanco, ma-
tas verdes con mucha» flo- rojo, con depajar'
abiertas eos,datado*
plata, las ala*
re* de mucha* colores. Ra- en las armas; en el escodo,
damonte y Belisarte salie- en campe acul, al dio* Mar»
ron de armas bermejas sin
otra color; en los escudos, pintado á la manara anti-
gua, con el rostro fero* y
en campo sanguino, la espe- temerosa El Rey d'Espar-

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VARIANTES
LtMU 1 IÍ«U Vi 1. 14 1i 1 \ Ti K*•* ItkL
un» 1■ J 1.ti 11m ri 1i-i 1" LUISA V LIBtt 'mmumntmf vaa«> mmm^t mm
TU KD1C10R .* soca raa boicios
*>
•Ví-
■ * oj
tía alio roo una» arma* •i '.)
~' satisliio
blanca» y lu'ipntr-<, »m nin- a» de pelearon
»u «astiBto
guna cosa por ellas; rn el M • l< pdaaba
dal rey Hecindot <>u
«sendo, «n campo blanco, con el
11 en el
un leiín daspedaiailo, en se- .»/
* -1
•Vi los
ñal de otro «tu* matara sien- *>a*ai •i 1^
do mancebo. El rey i. le*
•JH12P l1 . * »* Ir valerosa- maravillo**-
El prtndp<- Kl rey de Ganba »ae«. ir- fe '>!
mas doradas con e»l reino* ■» ■i» •VJ
«V*
ii wpulturj... m¡»- sepollura .. mesmo
de plata; en el escodo, en
mis-
mo feo
rampo plateado, un león do- ■i vellc
mes-
•»
rado. ti rey de liitina «alio - - verlu
con»tanrla ■ tj-lami.i
<te terde roa hanu.i» Man- t»rl
ca» corladas unas sobra V 36 «a creció — recreció
^
otra»; en al e«cudo, en cam- 1 18
«isi ■> *>
po verde, un tigre de oro apartas*
de martillo clavado i la re- d 15 re«i»Ur rc»e*lir
>i X) apartas»-
donda con pedrería de ma- t» tíra-
•Vi Í8 ■i malo mate
cha estima. El principe 10 Gro-
51
" del rey. del rey de Bitina, »► allí
•1 ;»• a
•Vi
otro* .> t llasiliardu él \awliant '
del ejercito ■1 Teaebrol por allf
Tcnebror
■ .» resplandecieran arorUdo»
\e resplandedeieii
7 ■i*» •i ■ aotxUdo»
en ayonia-
1*it»\ hallassen liallisen M «5
ayaota- tí mil
ue^aDa mili
dejara
mismo mesmo a J mu i
**• arrmet>endo «anase
arremetiendo mu del rampo
■ sufrir «ufrir 57 de rainprt
■ JO mi*•i t
1. (|uisie<<se JMVi imprisiwin
.11 -I!II 1 1 IllPHiflH nenguna a solemnidad... Imprinaión
soieoiaaa ... mnmo
" •1 • 37
lo» pri- ine«mo -dos
■ •M d'
i Es
lospaprl-
fia para
Jo de España ii M
hacia í»
hacían i iDrapo*
pie .._ «eita
■ u ura|>os,
dia r uui|ue ue .lorrruii-
...posasU
-» « %i
•14
t -m ■•
JO Pulir.
Ar- Plalir, Polinardo, «
■ y ArRoturan
don O- * / de
j tla Rrunda.
a-i ■ Y. I» -
s

Hel- n ■ misma
«» ¥% mesnva
T/ 15
supiese 28
■» « Bel-
oopime parr*rcr
nenguno ninguno
y irisle de la parecer
■ / ali»-nt^ aliento 47
51
17 misma color,
4« y triste.
■ acontesrin color UAidas. .. Unía» tenias ds U misma
■' acón ledo
1 de Ma y orle» -V * -lare< príncipes y
p

-t <1Mayortes
■ ;is»mi
• .i
u la r disimular • -lare»
•V»! 1 •a
i< 15 im pressiwi
¡mprensión n II 31
farra pié
•» •-*-• fneran
11 lo n .1
lo sin- Unto lo sin- 3S f nerón
>i »* i > t<into, que
«MI rt
34
5fi
■i desaventura» desMieiitura* 0 Escríbense las parte».
sdenda
Escribesse
■ •W
xn i - 28 rienda
con dalles rabal lo* á iodo» W
-* ■ y apartar ."V'.'i 55 parles.
*
«>1
tnandaase
que
v aparur
mandase •»»» espesaa
los lea
■ oí
££ aliento-, ninguno SanU Saocta
aliento-, nenguno 1 .*
«K.P a «oíanse el a «otaba todo el •>•< 7 niebla »lla»
« 1»
>■ ■ » 56 11
»» •» * apossenlo*
—- impedir erapedir ellos
" 4 O resistía rescstla «>• 22 la* olías princesa
•« 15 las princesas
■ • 21 desseoso deseosao •• tuviese
tuviesse
1* bobo
i> 35 hubo
rt 2o t» 26
■i 361 a

»c
cer i|uivi^vr na \ ar 13» k>ura> ^iie aXJ) filio
•» «e quissiese hacer i* 39 pedimiento
pwiiniento
ribdad
hü-

52 mejoría yálas
.Vi intrínseco Inlrtnsiro » O dudad
-«en y i ellas
•» 56 desseu t» 40 victoria
3 desconfiad <■>
■' de«eó Vitoria
2 i remetió M
n 28
»» J3 mnertr» 27

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682 LIBROS DE CABALLERIAS
r ion» [H^4 f Llvrti iiiiiitM un uivrui fUvm, coi
TEST RA KDICIOS ■ K.^n^irrM i nuiv OT JVCMT1
SI -ransa en
ofifi necesario necessario
leiade amparo de la forta- 370
• 9
ni nariesse dejó
» 53
SI
59 nasrieue ... dejaba
al rey •> en la*
367 2.11* eJ
de «u*. » 48
rey de lo»
" a asegurar assegurax
y con él ydesatentara
aun «1
» 19
13 37! 517 destentara
" 1 .*31
" pa Mando
Rlrardoro pactando!*» 30 de que lodo
" Kirardo«o »
« junUr i junlar á que todo
" i. ron «u *
•> rey de Ordena, ron «u l.«acontecí»
" (irator (ira Dior rt •i passasa acoBlaacio
50 2.*aborrecido» aboi i'nacido4
paaiasae
• ifi'.■ hallase halla*** taM 30 con el eu el
'■■ 12 •«altó * »•>
-•2
25 I'i-rabrorin i.41» «ilo-
3S8 FeCallo
ra broca •i«i 44 lo
20
n 17 mismo mesnio 25
* n vició- le* osa***
1 .■ 18 y • uatro y de cuatro 51
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CORRECCIONES

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CORRECCIONES DE LA PRIMERA PARTE


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• 1 vinlerooselo a sinierongelo • 31 " manto
. 0 2». ■ ensenaría — aula . 34 devrobrir uetrubrir
- 7 • . M n honbre hombre
y • 4
« » * sslos dellot quanto
iua eUos
. 9 e le dlxeron e dlieronle
gelota
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- 1(1 todo» honbre hombre
. 11 » » 32 ■ cooprara comprara
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- 15 a entonce, . 43 e y
. 0 MI tua falleciéronle
8» 28
42 falleciéronle
. 25 W•» y e a>• e y
. 38 rostuinbrr eoHuiibiv 2.» soys
dUesen
» 4 diie««en
. 03 w desde fcrlia de*le heah» • C » soU
5 2 honbre onbre
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• i* ü .* honbre hombre eubio
» 1H
I Asi • 21
1» A»si honbre
jueces hombre
. » Jueirs
I1) Ke observará qae la mayor parte, de las correcciones apuntada» bou 1 ortográficas. Asi y todo, no hemos vaci-
2 . »
lado eo incluirían, previo un esmeradísimo cotejo de la reproducción con el original, aspirando á que el lector
Muga á la vista una edición completa y exacta en lo que humanamente es posible. Para ello, entre otros trabajnH.
hemos fotografiado todas las paginas del Trittdn de 1328.
Modernizamos la ortografía en Roberto el Diablo, por ser de muy escaso interés en el texto de últimos del vi-
gío xvn que hemos tenido á la vista, y en Palmerin de Inglaterra, para no dificultar más, ron la asperesa de la
forma, la lectura, pesadísima ya por desgracia, del texto. Hemos respetado, sin embargo, aun en estas moderniza
«iones, las variantes que pueden ofrecer interés fonético.

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686 LIBR08 DE CABALLERIAS
fíl.lX», LIJ.K*. lOUHVV. - DIC* un> t>t;cii riiJim, tlMM, timón — oica se»» mos

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1» 1'» ge
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sajones '»»► 1 1 1 ii• t rrdad
2.» fuinbrv
• * ayudadme Codantenes uenla ti
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Constante He* ayúdame 1 ' i» uor
i .->il ■ V
iü oiro
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i7 'i Maynet \ entonces
Costantene*
¿"i» quissirremos lv■ 1 'i« tntODf*'*
siclMIl otros
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ll All Mayne* vencer
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rico- enloiirrii entonce
■• una rivinieron
«nacon- tí-' .mi •!' ■
.V) ■ • 1.» tu* 1 .1
1 » - F-clw Fecho fríen
.".(i --' Malnes 1 *.
Í2 MayMi blante senblanle
'1 H ■ualarade* >J »> asegu-
<"."» >l matarede- •1 10
ü4 |J i . "VI fU ¡erado
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50 »II deseo pararan desampararau
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2'.i 2.»las dirá dlra V i meo y embtrm

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CORRECCIONES DK. II
rlaiüA, Lhnu,

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49 40 cata de ruta de Comee* MIO
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|.« te 25
24 5i» obedeciéronlo* gU¡M 110
»■• ¿0 » obedetcieronloia
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27 "2. de antigua ahondado ( n de antiyvu u Tomaron lo« ni- Tomaron a«%¡ lo* niño» «u
44
•■ 29 O año* lo* año* fio» a»-.!
•■ 3ü 1» blanco 14 e lo ge lo
blanco.- alio »e y
» 35 M Llamo Y llamo u 27 *
58 •' roble» robre* ge » •2 edito el «no al otro:»; Hom-
2.1
20 .¡5 ahondado ahondado i-y aMerlit, bre malo parece e<Ue*.., v
•i 4« » lo* Merlin
lat en Si lo yo
49 1.» ¡titula intuía
1.»Si yo lo ge lo
'.

»»« »
en piedra* en obra e forma de otro 47
» los doa qitf
2.» ruerpo, ea la tierra tor-
M
i* loi ll<>f
<; narte ha en piedra* 2»;
50 e
• reharé M 15
échate 54 que a .Merlin
n » ahondare ahondare M » que Merliu
-> 2S entonces entooce
27 - en po* em pot » 27 «c lo
. 25 2 .pudiere
■ he que
blandiría de la htanatia de la rana he de °T «■libia
5tl rara ■ if "
55 uram... cno 38■ 1 a
gran.- t>na einbia
ante el
55■ ' ■ honbtet: irán hombre*; yran 10
• 55 a
21•» Galar Gala* ■ 58 el te te
honbre
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1 • ha con ha \tor lot ojot e por ta 44 ge lo
• " Anguya
faz, mat a ella aqvi no te guU... \ u r
le rerna mienlet tino de a AnguLty»
47 Anguy»
a 15 honbre
guy»„ Hui.-r
AnguU
•y engaño: trauarle ha con hombre
■»- 22 » metmnt mitmot B H B
■¿i <> a «
•» ■ prometa
zs >• ha en aprometta
en Anguy» Asi
•> ha arteramente B Alai
Angoys
>• ha el arteramente 52
» » 2*5 2. * \ngoi»
AnguU
•< 211 míen- 2¡5 2f.
51 ■ miem-
fanbre fambre I» 57 ;.Voel forma f.i- ,;Qual forma fallad-
■>i- 45 ticue* ticuet
52 5il inuertri
1» *u* venidat tu venida u » «e lo muerte
1» Debútele»
hlaa- lleiitteMe
•• 19 mietet miettct 1»B 1.»
•> 25 a .» ha en ha el *>
2 »
robe* reue* 41
5t
4(1 hombre»
• 2s w tanetitan tanetitar 42 honbre*
5S Angula
»lereu
22 il>
iy a W » Augura
»ie«e
a depatio fray- n X e ge
y lo
21 ■> i.» entre ello» detr'ay-
25 entrellot
paito a 22i.
•> 26 • miette míete houbre
hombre
trabajare '1 » Buy»
Anguy* Angula
•J

27 trabájate
55 rt traerán... azote* traerá... acote* 3-2 el rey
» " al a » 26
5»; ■e U<
» enponrnnado >'■< pa»*aran
■> 5'.» emponzoñada a «nUw he
pa-gu anbo«
arií
42 a mifttet mietet a » i'l rey, e Vler le fito inin lu
a e uira terui ra
4H la-« le |>liit;ui«-~>-.
■>< 5i» M demuda ha detnudo a 22 rongeque
5 reino aho-
•> reyno..... aliv- purera
•• 12 otrora ra a broca ra
vayo y1.»
guar<la>o e
2.» rayo o 2« se lo
15 5*>
■ •>o ¡untare i» 2U
42 e
19 /untaren mando
„ 5H e dúo e iliiole: «Señor, ti tu qnUie- a
•i » 2S » *na
re«, yo me «liare..; e div,« una
45 w hija* 24 a y dtio
ile.Ute
<• f M » 32 •» fl«i«l«'> ge lo
Id »a MI * B telo
»e lo
fijo 2<t
28 pregunlo: «, i:
121» feii«te«lo» feii*telo« :*\ B viejo
preguntóle; i
■ 23 » «ignificacion «i «ni (léanla
Tiejo ni mofo ni
» •e. lo agradecerla » J7 B
■ 25
50 ge lo agradecería 54 mojo Entonce
» 2." ge lo
42 » grande 2K» ni Entonce» gelo
<ie la goande 25
29 a 9 do yo fuer»
pleyto
que yo fuera
2." ge la >< i.« pleito

2 .•

Dkjitiz
688
ii
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2S 3126 E vos »ioie»o ... Penle. «iniere — Prnt»
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55 » se lo •
1»•i 3 2.»Cuando ■> 45 » concertarlo
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4 y lo tnilogrota
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0 » ij sufrirsar
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31-» 56 1» se lo 44 ■ ee dr en he de
ii 2."««tono allí estuuo alia 52 •>l 2.»enojara mbia ra
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10 en esa suge eralo 37i' G honrrolo
■i honra honrra >t 11 » muji^r honrólo
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hombre u 20 •1 honrra honra
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30 e as*J
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a» a 2.»aporten, 44
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» honbre e l.« ay
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32 24 48 hom
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•• honra 11 VUer y assi
» honrra i,Oi. 28 aUter a ütor
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30 U honraldo
y> »•>1 conocieron liII 10
honrraldo
e ella
43 conocieron 57
entonces entonce 38 2 traidores
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- 13 " se claro re claro » defendiesse iraydor» *
defendiese
„ ereutr rriuir 1 38
14
30 *> fuesse
jamaste jamas no te
45 edribaratadoi
a yrUa
» 47 » 2.»detvaraladot 18 ■ fuere
51 hinojos
■i f to 2.»
55 3 '•1 coabalir » * quisiesae quisiese
5 uno vno assi
se lo ynoíos
i*- \H • lleuar ya leuar » asi
l tergueofa
se lo.«
1 .•laminen lanbieu 14 » i
» entalla eslauan 18
34 *> trrguenu
dos
5.; a >ur«tro \o% a tnestru
i II auerna los
•i 23 ge lo
• 4 desonrra drsonra
<J

5 » ge lo
* 29 • cnmendamicnlo rmendamtraU.
- i¡ i- .la) IVrde- ii emrndar
relíeos (amhrosU) 42 enmendar
2.- rillco* (imbro- 10
■ 38 • ruando derid
t Irlanda Yrtonda H decid»
i ' J! l*y E 2.
honrra honra
V li
X 5o dito: « A gura apren 14 ■i quando
\ foiwjoxr ,
•» ■> A consejos
tuuieron
«a faier que no sea sabida, 1.» louirroii
dlxo- ru que los honbres metan u < ujriilu
1» le entrad irrjn
mientes, onde hable mien- » 39
55 i. entendiera
tra <•!mundo durare :» «• Vter 43
25 e nnbijria » rnbidTij
Fadragon le divo: *Yo le di- 35 lo
quando
40I* eonotcio
go que yo lo haré de grado.»
■a» IrlamU Y rían da 42 ■ »
uu2.dia »udü
•■ 3* V ría lula » 54 » a»«i
i» fui »««»
■' Ahora o 47 • honbre.^ houhrr onbrr... honibrr
ni
a¡ Agora
honrra 45 »
%H honra
" I.» hizieue e 1 fui fue
15 i»■ i
34
39 vaso
fizUtte tn »aso i»
■'-1 1.» fue
siein-
nunca lo nunca ■ li Hep.U»» t.t* (..rr»«i4« «iruipr* .{ui M hall, el msmlr, *.
.V. sieu- Ir na en rl Uila.
- í; As.í
1 » oaleys rey V a.si \". R«piUt« r.u t irrrcrlon .IrBipre <|a« » k*llr rl ■<>U> f > -
«aley* „ reí l<¡
28 I.»
2.«
2.»

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CORRECCIONES 689
rioixt. lííuu,

31 <>
i'jbal^!''1 amigo auolar habla
12 fabra anoUr
43 •2.» MIO 465
44 ■> se lo 47» i> honbrea
4a hombres
52 » ge lo ruvdades
34 de lo qui-
lo g* delolo que <•! n a■•
elnrion
ntydauadet
25 una sna
.V, » » honrr.i bon ra o 41
35 i*
1. 30
50 [los] Ir
todo* » » honbre
vasallo* » " .»
2uengin «engau
oobre
tot
«l vasaallo* 53 l.«
43 2.» del Jordán <le Jordán uerdadero
afe) enlrarey nos ••«coja
verdadero
4; rey y entrarry* 56 otorgase
15 honbre oobre 4 otorgas se
17 i.« M
vn • 9 »>' escogiease
escoga eseogatte
54
■ un * 57
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20 rey >i
» e te i uno poesto qual foes se
23
47 ■ rsrf » puesto
rey conoció...,, y honbre
8 roooerio — <> 4 VBO
hombre
«1 .» reí 6 >• yglestia [a]
12 2
33 cnuieiitUria emendarla » u 2.»
dizerooselo
2 enmendase emendase » 5(1
13 • donde onde
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yglesla a
4 » ennieodasse «•Hiéndanse 4«■ 25
17 honbre* hombre* o 4
33
33 auiestedes oulessedei 9 .< prou.ifie para saneU
prosas»?
ajrgttllo
47 » [fue] foe • •» orgullo
tirasen o prouasen tiraran o pronaren
53 » lo qnp lo si a 11 i> daae
dasse
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14 Hlaisen M 27 ••>
•> Blaysen
17 » .* » 52 avn
que no la aun
2 pamela
20 reí que U no
42 V•> paresu-ia
liasen • 15 u anbos amos
2.U»
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43 contáronle contáronle lo
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49 i'J 19 a Artur Artur
re » 17 redo
10 ren retío
23 » » 45 u diese ge la
55 a 1." otorga»
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30
14 Y lo»
S » tornaron lomaron » 1*•> 1.»
otro
34
15 otre
22 » 2.» dlxedes diredes a 43 » Asiéronle
Elos
yo honrra Hiláronlo
27 Y ello. K ello* * honra
sestieruogelo
u Morg.dr Morgain • 27 » 2.»tittiaron telo
74'J \Kf¡ Asi y» ■ 41 ettouleron estunieron
» saneU «anta
• 44 *
21!» u 1.» no me me sonole
31 * |.«
«o Saoct
toma .... sanctos ^ant ..... santos
• sepulo pú a •>
45
1) 2 * en manera que la justicia
24 u ron el a ron el en
n «e '«
onbre » 515 0 hacer vaya adelante, toma
Itater
honbfv
-S 1»•>
37 rontole o 7 1.'
inarauillauiuts)
|ronl.i| honbre ron-e
marauilla
3S auinlcn aviniera i» s M hombre
se lo
2 honbre hombre 14
r. ■ an ay
• hombres
»n 32 linaje
19 2.*honbre o obre 52•> 22 • honbre « o que
rey
oirá otre u lina ge
25
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31 2 <i
hijo
foja».
fojas, loe después litólo cata
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«jo 43
35 p 114
«¡ese"e
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Ó90 LIBROS DE CABALLERIAS


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34 yo My Drnrmn
tan• gran * 35 52 k) ralla 2.te
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54 ■J
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gran » estonce*
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que
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15 e quanlo Irayaque
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deuey<
- que YOt hadeoda 1. 1.»
5«.' 37 u deuedes
13 2.»
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•> 40 que aquel
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48
14 que el houbre •
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.> que
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r>rn po* i ■ 45
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en po» •> cabe e| quisiere


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» „ .Vi 2."
prouarades fermooo que yo nunca »i: ♦
.> 42 „ Idomede* prouAi-edei
Ydomedes qaisie«e
•J

el esta at noche e día.y el <irntie-


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■/•»■>■■ 47 „ del fol de fot >•.i•i
rw e ha te ay en to árbol «*r
53 se lo Irauaja esta cabe el
Irjili.i i i
se lo 4
•> Idomeae» ge lo
l'omcnes 12 ■> en«eftare terna
enseiViren
21
11 „ den rientlo
ge 14
24 a•l
» enmendado emendad..
emíendv
a
•> 25
32 „ que su
I domeñe*
i|ue a su
Ydnijiene* »••
eniuicnde
■> 47 „ deseo >* lionl.rr»
50 decaen •1 1
ea|o «er
«abta » íl3 honibr>'«
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4 saoU 0 0 1 .»
s JO fuese
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rey reino en pos
« 51 bien
eoi po«
41
31. reí ■i 3Í
rosa lanío eífediguir*
53 „ lanío Mué lo
honradamente
Cardo) 1 39 terdad
C4rtlr.il honrradamenh'
• 5*2 emble*, " » 2.» también
- eBbie> lanbien
7 vos por 41 u venga
>• » « ui-rna fuewe
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•i rijo _ se lo hijo...
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11
10 „ desdo 5
■■ 29 |tor i: •< A ««i
33 embio fue*»'
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5ü testigo* i> 44 " Ihixiear
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21 la «en e no otro: la veeu e no olre:
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692 LIBROS DE CABALLERIAS
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• 14
30 1.»2.a
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»» 0 te U 17 e y
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1. toa M i»» putieronli.
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29 leunnlovu- ■iiottrarongelo
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f '>nmí>í<' enmendargelo
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43 inra »1» 46
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23 ver qoiere
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32 . uerdad tyrar 8
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17 » cincuenta
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694 LIBROS DE CABALLERIAS
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31
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0 » e duele chlde» ■ 42 *»
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u o-, li- di-»onra
estonre do la» do» aulel
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12 i.» dieron«elai dieron jjcla» y el e de»pur»
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2Y.*» n
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que ae no pudo tener en la
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a* lo querría a I.»
II. » rttXBCEli
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10 » el ranallrro el camino, e, quando entra- tu 54 beeho
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>-l rauaDero » a conocU-»»»-!!
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2.»
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CORRECCIONES
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e yo* me feriste» macho
2.» 121 52 1 honbre
bieu. e quería «aber quien •i olra otra por
,0» «O?»». » M » honbre*
.1 ▼ a 40 i» amblare
41 • eobiare
M tilla» »> 42 ■i cltiquenta cincuenta
47 ."W
»• 55 uilla- u í¿ » cincuenta
tien- ven* u » doquanta cincuenta... hombre
1 »»1-2 tfi-riamuN ■• doqueuta.» Iionbc. hombre
10
12 pobre
o- <•
jrrUuo<¡a a .Vi■> •t honbre
«» r>í a1 .• al rededor alderredor
[wbrcza • cincuenta
» .17 rinquenki
» nunca 122 i«¡i
•• que nunca marca manca
10 honbre hombre
II
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•» * • que eran compañeros de la
u utí." penar
alin.i pen*ar
jnimi " Í'J cincuenta
lia cinquanu
enbtar embiar
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i» ■»» 1 .■ Ypodi vv» U *»■1 Ixodogan Letxírfjnn
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» VJ * 2.» hiaierv 124 i'J
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» 2.a avn n 21 o ro/in rodn
VS«y aun ■•
117 19 •> ■» trotado trotando
.VJ 2.» iioninradia
Hiw.k«..l¡.
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v. 1.* mhonbre
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10 viene no viene
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y ii•1 tono
17 •j t »
» 15 deseo desseo
• 20 cayda 1 .» lianitirv
27 pronto por e»t.. 33 ti*
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tu a honbre
Vi nenien
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IÍ '• !»•»«* a
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n compañía A 3lí n.i honbre nombr»!
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12 .-.I 2.* lo que
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«•niara i»
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■>i>
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■ 2.a>-«iyt •> 27 dUesede*.
llí i y Tor
culta il•> dliraede*
que. le M 55 houbre hombre
1.1
■ OUO que lo 57 .i .«
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•• II • la ■ « a ulan
ala
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donde el 154 aula
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31 ha Ñero
i u; Nostaberlanda Notuberlanria * llaman
ydeaia este llaman a eale
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lliicron,
deqne verdaderamente
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1 .» berlaoda » 34 » e loa grande* fecho» que lo»
55 • buenos canallero» niieron,
y llama* vcstonce
ilama- » il que
» H evtonrx
» 37 » lumbre hombre » ,v> » enbidiosoa embidiosoa
» 49 ■'2.* otorgan y todas o
otorgar e toda» la* hyvto-
rlaa 45 profaíandore*
las historias a 1.» prolaaadore*
46 e que
¡>•> honbra hombre n 47 ik f.vasallo»
del
50 vassallo»
>• 5S hablas-* hablaae a dely de
49
1 17 2 k> ver ser n i»
ciuquenla e cincuenta
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hombro honbra n »i*
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'i1 nonbre » 15 * taran y q»e

•J
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2fi hijo «jo 7
14 155 rabiosa raulosa
22 D fne tan fue ay tan t y »
50 2.» Uero» lio* t 43 Is en por... uer-
39 em pos... ver-
» .V • asai » fuentea
pe.rsegni-
50 * allí
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» naade» 2.' veades
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ayni ay a ta
148 4 a mi, por a»tJ que, por n 7 ou/' le no
15 * andanan andana i» 12 •i auimetmo
fue no Ir cuti mismo
7 1." *«¡aiiaque me • 30 otmro r.*ru rr>
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.V> sada "»e » » demarrado destarrado
2 . » haga l reino
1*9 Ifi haga ambos
« Jl » tomo loma » (5 ii re y no
>> 1.* • fuesen
y 156 55 » * fueren fechos fo... engendrador
■i 28 •» ■> 2ferhoi... engen-
38 rojjaMen drado
•>•< 39 roteasen
* soterraste aoterraie n • desconorido desconoseido
•> W » seraiaJo •emitió » 14 • blasfemia
43 •• assi •• 23
17 por el la cabera, sino vno
n rom paña 1 • premia
>» :r.56 i> compartía no»
a»l 57 por el de ta no su fe tornara.
•• •i •i • htur*
<> basses
\s 2.» to-
• ,»í a aagawxiar a- acostar
haga- tí 1
•-•7 •■ ue'tc» vedes aguttino por el
150 m 7 dixiste augustino
i-. dexiste
me B H ii De lo que Deloqual
« mi
M 1 . deafascr ha desfajen* a A 19 norimiento noseimienlo
47 33 vertía
» ya tos dhe aasy 22 tierna
10 yo vos di re 37
» » as»¡ »
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1 2* » 2. dormía » dormía »
>' 52 » 48 enbia-
tanta
perlenetee santta
151 17 »na gran 7 eeerivir
>» roa frr- 31 Maertr* «eereuir
a maestre
■■ 23 » .» iopie»»e supiese
» 29
157 35
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698 LIBROS DE CABALLERIAS
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702 LIBROS DE CABALLERIAS
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2.»

2.*

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CORRECCIONES 'DE LA SEGUNDA PARTE

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t* íell 146 588 ballero
29 46 «s * 1 1G
201
185 tafo do
Kalcatoa.
31 3 f*">*trero (•aléalo*.
2.* 239 41,
lado
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30 56 2.» nengutto •<
40 53 deshecho* « Albaiaar Vlbaiur
1 .» 250 42
42 49 tióndole .a
1liatái» «No lia;ái* miedo
2.» SaUaje miedo
43 2 M
257 ■ • .No
a no le teñe-
1." el [que]
13 |
2.»
- 18 |.« el que moa
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«4 34 2.» tierra; tierra 29 "
2.dele-rae
283 2.» toda» Ui
* 1• .» SU Ya i i* 339
deleui'r<n-
72 23 ■> ■ «o la> 57 2.- Veloua
-ba Ui
[en] 54 Heloua
• 43 1.* » 59 . Velona
aprovechara*
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- 23 t.» 348 8.100
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1.* de la palabra Cariri lo «o la* pagina»
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1 .« bien
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INDICE ALFABÉTICO

II, 143.— VeucMo por Florea- • Almoriquo da Narboaa, 503 y 51*.


üo», il, 157. — Es «o liado por Mi ra- I Alanao (Don). Rey, 158.
il uarda í la corta de Redado*, II, 20 í. Alaria, 505, 511 y 527.
Abalin, 131. E» muerto por Tor, 138.— En Alplc. Nombre de una pena, 147.
el teito francés del Merítn editado —Se preeeota á U princesa de Tríela
y «e embarca para Turquía, II, 271 y Alta Roca. Lisboa. II, 03.
por Clinton Paria y J. Ulrieh, Ábelin.
Abduramete Hermano bastardo de Al- 272.— Manda poner fuego á tu «ola» Altafoja (Caatillo da), 523.
bailar. Prende á Floriano, II, IV.. II, 347.— Su maerlr, II, 372. Altarla, II, 144.
Abraam, II, 523. Albana, 22 (V. Albania). Altarra, II. 81.
Albaaor. Escudero de Beroldo, II, 233. Altea- Hija dal duque Cario. II, 34.
Acorante el alberguaro, 24*'. Albania. Dama, II, 312. Altar Damlana,!!, 309.
Acotan al graeao, 175.
Acotan al ligero, 173. Albania, 19. Altar da Friaa, II, 301.
Aera. Ciudad, II. 380. Albania do Frita. Hijo mayor del rey de AltrofO. Jayán, 11,3*.
Aoteon, 11,14. Dinamarca, II, 153 y 134.— Vencido por Amad en n de Lo cid rea, 175.
Aohauias. El caballero de la fuente de Floranián, II, 193.-Su muerte, 11.370. Amadla, i1, 4, 58, 236 y 23».
gnaru*n.294. Albaca. Cladad, 11,399. Amador da Balraaayra, 184.
Adoe. Rey, II, 539, etc. Albarato, II 167 (V. Albarrone*. Amador ol da la acorta, 321.
A draapa. Hijo del duque de SWan.t, 11. pá- Albarlt, II, 303. Amagin Aaton, 514.
dina 274. Albarroeo. Jarán, II. 167
Amagaina, 503.
Adrleion, 38c. Albaaan, 22. Amatln, 175 y 214.
Aemelin (Castilla da). 72. Albortax, II. 81. Amor cata, II, 425.
Africa, II, 174. Albuiaroo. Jayán. II. 167. Ampotta. Ciudad, II, 55K.
Agamaner al da la remota amiga, 214. Aloarloao, ll, 81. Anaataalanaa. Filosofo, II. Ikk.
Agan (Castillo de), 170. Alohidlana. Mujer del «oldán Olorique. Anbanla (Caatillo *t\ 334.
Aganay, 53. (V Agrauain). II. 67 (V. Primateán, cap. XV). Anohiaea de Ragua, 07.
Agelao. Príncipe de \rta«U. II. 3V5. Aldardt. Primo de Triitán y sobrino del Andalucía, 11.499.
Agloaaa, 173. Andrlaaa. Princesa de Cecilia, II, 35.
Agramon (Caatillo de>. 235. contra Triitán, 383. —Descubre al rey Angada da loa viatoa, 175.
Agraualn. Hijo del rey l.or y de Elena. Mares los imoru de TrNlán y de l««-o.
44. 219 y 2«1.— Habla ron CalWn y Ca- 384 y 449. Angola, ü. V*.
Angula. Ijballero sansón, con cuya hija
ñete acarra de lo« amores <lu I.amaró- Aldarae, 248. contrajo matrimonio Yeringuer, 12.—
Ks cercado por Padragóo, ¡
le con Ginebra, 313.— Muerto por Lan- Alejandra, II, Ikh.
larole, 319. - Kn el tetto francés, Aleaaila, 327. i manos de Vier, 28.— En
Agreuain. Hangut.
Aleal, 524.
Agraaal. Hijo de Pellnor, 87. -Kn el léa- Alfaria, II. 121. Anguya,23(V. Angola).
lo francés, Agtovnl. Alfar de Beona, ti, 312. Aníbal, II. 188.
Agraaayn al cañudo, 175. Alfernao. fcngafla á Floriano, II 2I«. Anicoraa,38o.
Agroeuaya, 233. Su muerte, II, 243.
Agríala, II, 78. Aliar de Normandla, II, 299. Anqolbor,al H.56X
Anaalol pobre, 235.
Anaiaa. Reina, mujer de Hernán, II, 603.
Aguyon (Pro»iii-i.i« de i. 22. Aliaban, II. 143.
Ala, II. 391. Aliaalaa. Conde, amo deToriin. II, r.io. -Da libertad i Panlnuplea, II. (KM
Alalt de PJonpantor, 511. Almadar, II. 33.
Alarioa. Camarera de Altea. II. 35. Almadraba. («(¡jante, .ibuelo de Dramu- Analon. Rey, 11,381.
Al bailar. Hfy> del soldán Oloriquc de «iando, II, 32. y ÜI3.
Antlttlo, 11,5.9.
Babilonia, II, 125. Se cómbale con AlmaiirOl. Oiganle. Ludia ron Floren- Antonio (Maeatre), 157 y aiguieutaa.
Dramuaiando, II, 126 y 127. — Hurta dos, II, 9Í.— K« vencido por Dra mu- Anter. Ayo y maestro de Artur, por
e| escudo de la figura de Mir.iguarda. Mando. II, 111.— Ci«a eon Carrilga. II, encargo de Merlln. 46. — En
II, 127.-Mata á Draniorante. II, 134. 331.— Su muerte. Il.3rt5. Autíor.
—Queda detallado con Floriano, 1 1, 135. Almena, II, 147.
— IJega á la corle del .-mperadnr IMl- Anxiol, II, 368.
505. Aplano, II, 188.
(') La* oitae del tomo I llevan Bolamente la indicación de la página en número arábigo. Laa del
.1 número II antea del do I» página-
So ban becbo laa citna teniendo en cuenta laa CorrrcciontM.
Guando el nombro de un personaje te repite muchas vecea en el texto, como acontece con loa de Merlln, Pal-
ui.rin, Triatán.etc., wilo taaremoa referencia en ette Indice alfabético á Ion auceeoe capltalee que ae mencionan
en la narración.

LIBROS DB CABALLERÍAS. — 11—46

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706 LIBROS DE CABALLERÍA8
Arto de la Mota, 175. Areol, 175. Cae enfermo, II, 512.— Le «alta Oth»-
Aragón, II, 499. Arnolfo. Señor déla i.la VMr.Vnira.il, ros,ll.514.-Se casa eos. 1 la risa. II.Mu.
Arkip. ReydeNorgalet.ll.fil. Aseanal, 11,363.
Arolel. Hermano >lr Sanadet,252. pig. 280.
Arplaa. Señor del nutiUo follón. 260. Asoaral, II, 144.
Arebeate (Ducado de), n, 200. Arpiáa. I'rimo de Lustrauiar y heredero Asolouor(\ . Esclaborj, jy.
Arohllaus. Rey, hijo de Ilerode*. II, del ducado de Archrsle, II, 2U<¡.
387.-S* da la muerte, II,394.-Ar- Arplaa el de la estrecha montano, 175 Aspalon, 175.
Aetramar. Marque,, II. 2A.
rhiteut, en el lento portugués de t 11)6. Astribor, 11, 176.
Areblrln.ll, 81. Arreohadera.
y 244. Castillo, 118. Astrleardo, ll, 13» (V. Atrieeerdoi
Ardala, 5to. Artoda. Villa, ti, 227. Astrónloa (Isla), 11. 280.
Ardala (Sierras da). II. 579. Aliada. Dama de Florida, II, 8. Astruyaoo, 11,324.
Ardlt, 175. Artasla (Candado do), II, 26«. Alamor, 175.
Arfaaia. Territorio, II, 353. Artaeaura, 11,144. Atanaboa el encantador, 2M0.
Arganos, 400. Artlanda. Hermana de Arianda. hija del AtrlepardO. Sobrino de Qraceodor. I!
Argeloo de Arfada, ll, 358 (V. Agelas). marque* Del t amor, II. 4*.
Argeatao. Gobernador de la Wi profun- Atrusiando, II, 147.
Artlbel, 11,158.
da, 11,231. Artlbela, II.1Í4. pig. 138.
Aeberl de MORdleder. Carlos Mayoes i»
Argolaita. Hijo del Duque de HorUn, II, Artiela, ll, 227. coona su es|w«a, 3«fi. - Muerto per ItV
1 1 .— Comunica i la corte del empera- Artifar. Escudero de Floria no del De- caire, 507.
dor Palmerin la noticia da la perdida sierto. II,40. AubertO. Duque de Normandla, padr>
de don Diurdo*, II, 11. 76 y 79. Artillo. Duque, II, 130. de Roberto el Diablo, 1 1, 405. -Se cam
Argónlda. Hija de la dueña encantadora, Artloalda. Hermana de Arianda, II, 48. con la hija del Duque de Bergo&a. II.
11, 9. Artlonel da Oario, 175.
Arladna, II, 14. Artiela, II, 259 (V. Artlola). Aueloe. Isla, 73.— Cadillo, 9*. - ls
Arianda, II, 4H. Artoee («oslar de), 11.300. franca*. Aralo*.
pág. 40fi.
ArlSdeAO. Enano de Primaleóu, II, 9.— Artur. Capellán que bauliió al rey Ar-
Kn el libro de Primaleón («d. de Me- far, fio. A U 0 lltüalPalsembrada,
Aaee ,,S 0 n t 5 v1p|^(
175. í f** .
dina del Campo, 1563, cap. CLXXXtV), Artur. Hijo adulterino de Vler Padragón A ufeta. Hijo del rey Sornagoer y rru»*
se le llama BUdtno. y de iguerua- Su nacimiento, 40.— Sara de Partinuples, II, 596,— Se hace eri*-
Arlamena, II, I J5. (V. Ptimatetn, ca- la espada del padrón y es electo rey, tUno, II, 598.
pitulo XLIX). después de la muerte de Vler, 48, 49, Aelal. Nombre de lugar, 248.
Arlotomeno ■anaaala, II. 3. 50 y 51.— Unese con sa hermana Ele- Aaeloe,ll,585(V. Aesiea).
Arletóteles,ll,188y522. na, esposa del rey Loe, 53. — Yendo de Austria, II, 435.
Arlaaia. Doncella jay ana, bija de Colum- raía, ve la Bestia ladradora, 54.— Mer- Avaadra. Rey de Cerde&a, 11, 34.
brar, II, 218.— Se enamora da Floria- Ifn demuestra que es hijo de Vler Pa- Avoe Magras (Castillo da las), II, 13
no, II, 23* — E» robada por Rocansor y dragón, 00. Le demanda tributo el Aymee de Bayaera (Oaa). Conde. 5A
libertada por Floriano. II, 2153 y 204.- Emperador de Roma, 63.— Desafía al l*ropoue la batalla de Marair* roa ^
Caaa con Dram oslando, II, 329. caballero del tendejón y lucha con él,
Arllaa. Coode, II, 87. galgo, 513 y 53Z
05 y 60. -Hace poner en una nave y Ays de la Capilla, 510.
abandonar en el mar i los niños de su*
Armatie(V. Amatla),244. Estados, 71. — Vence i las gentes del
Armala. Rey de Penia, II, 85. rey Rion y al rey Loe, 85, H6 y 87. —
Amalla, 11,227. Su duelo por la muerte de caballero*
Armado. Escudero de Florendos, II, 108. de la Tabla Redonda. 230.— Drsrubre Baae, 137.
Baalaa el salea je. lie
Armenia (Roy do), 11,553. que Artur el pequeño e« «u hijo, 235. 75.— Muere peleando ron éaie. 11».—
Armenia Hermas* del mddin de Penia, -Es rercado por el rey Mares, 250.— Fn franrés, Ralaan.
II, 160. 1* venre ron ayuda de Oalai. 256.— Baalla el satuaje. Caballero de ta con'
Armaala, II, 145. Oulere ediHcar la torre y no lo consi- del rey Artur.- Prueba ta asentar-, I
Armlan de Normandla. Duque, padrede gue, 269. -Mueve jíuerra contra lanía- U espada que trata la doncella. 73 » T .
Kcmeralda, II, 34. rote, 322. — liare las |iaoes ron osle, 324. —Mata i la Dou<*lla .leí 1^.,. 7*
Armloia, II, 125. -Obliga i GiHele i que eche al lago su Artur le arroja de su corte. 75. tw,
ArmlSla. Hija <le Mellade. rey de Esco- e»|iada. 329. - Desaparere |iara tiem- mano de Raalin el salvaje. 75. IXr-
rU. II, 273. pre. 330. - l.lefia i su corte Tablante mado el ciihallrro de la* do* »-i/«í
Arnalao, 175. de Riramonte, t.VJ. — l'enlido en la (fas, 75. Mata al
ArnaldO. Infame, hermano de I eonela, (¡asía Floresta. 397. —Fn franré». Arlu. da, 77.— Se encuentra con su he
ll, roa. Artur el pequeña. Hijo del rey Artur, Haalin. 77.— Prenden al rey RIj* v . •
Arnalta. Hija del rey Ba*ilio de Na ta- 232, 233 y 234.— Se ronibatc con Hala*. envían al rastillo de Cárabe!. M. ^ -
rro, II. 117 y 19l.-IJeg« al castillo de 251 y 2!I7.-Su muerte, 328. can una i ScadilU de sangre i la dvsi.-e
Almaurol, ll,2'*.-Va i Con«taollno- Artue Dalgerbe, II. 450. Su amistad con Ha que le acompaKa, 106. -Mata i *•»
Oliveros de Castilli. II. 151.— Su dolor Un el Rubio en la corte del rev Pelrj^
pla, I!,
Araao 3'.'5. de), II, 303.
(Moelor 109.— Hiere al rey Pelean roa u «so
aoU la partida de Oliveros. II. 460.-
Araedee. Hey de Franela, yerno del em- He, de Algarbe, II, 498.-Va en busca
perador l'almerln, II, 12.— Pre»o en el de Oliveros, II. 499. Pasa por Oliveros melancólico, 114 y 115.— Pelea c>-s
ri«llllo de Dramutlaudo, II. 31.- Su ante Helena, II, ó«>3.— Rescata i Olive- hermano Haalin. sin conocerle, y
o.uert-, II. 31.2. i V priMn/o sj. ej|it- ros. II. 505.-- Fs herido por e«le. II, ren ambo*, 117 i 119.— En
>\\l,. ,V)7.-\ ence i lo. de lrlanda,ll.5IO - Halaain Ir Sanugr.

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ÍNDICE ALFABÉTICO
Babilonia, 11,79. )m*, II, 17. — Se combate con Vernao, II. reciles, 317. F.s hrclio rey, 324. — Bu«-
Badlar, 1». 1S.— Pre«n en el rastillo de Dramusian- ea á Lamarole, 331 y 337.
Badon, 20. do, II, 30. Según Primal**, llelcar Borbon (Duque de), II, 472.
Befa. Ahijado de Vamagón, 1 7.V era hijo del rey Frísol. Bordón,
Baladre de Berlín, 459. Belenad de Cardoyl, 175. Bores de 40| .
Qaonat, 312 . V. Boores)-
Balan (V. Bulan]. Beliaaa. Hija del duque de Coslaniio, Borgoia (Duoadods). II, 19.
Baldovln de lanua, II. 312. 11,141. Borgoia (Duque do), II, 4ii;.
Baleato. Hermano de Calfurnio, II, 198. Belisanda. Hija del rey lirondos, 1 1, |3o. Bormida, Reina. II, 549.
Baliaia el Brun, 471 <V. Bailan). Balitarte. Hijo de IMrar, II. 22, 24 •/ Bracandor. Oigame. señor ds la Roca
Baliaa el Brua, 473 101. -Casa ron |)¡o„|su (V. DeOniSla, Deshabitjda.il, 138.
Balleato, II. 201 (V. Baleato . Belisanda. Hija del rey Frrcmondo. Se Bra-nar.n, II, 122 (V. Bramarlo).
enamora de Tr islán, 345. - Se mala al BramOrln. Primo del duque de Ruyse-
Ban de Benoin (V. Ban de Bonot), 14.*>. ll»n, II, 121.
En Trancé, Ban de Henole. terse despreciada, 347.
Baa de Bonot. Padre d • Langarote, 120. Beltsmor. Marqués, II, 48. Bramor, 450.
Bandemagut. Sobrino del rey Orlan. 90 Beltráa de Beamente, U, 301. Brandamor, II, 264 y 313.
y 91. — Es libertado por una doncella, Benel, 175. Braadelia. Hijo de Serla-han, 400 y 428.
93 y 94.-Toma & Morloc de IrUnda la Bentejer de Berlanda, II, aoi. Brandlmar, II, 158.
doncella que ¿«le le habla arrebatado. Berarede Bondlader, 511. Brandiaaia. Hija del rey de Tracia. II,
100. — Ivc haré caballero el rey Arlar, Berart de losdlsder, 512 (V. Berare).
121.— Llega al monumento donde rila- Berengaer, 511. Brangel. Doncella de lseo de las blanca»
pig. 158.
ba encantado Merlin y habla con éste, Beringuer, 514 (V. Berengaer >. manos, 353, etc.— Da i Trittin y i lseo
150 y 174. — Prueba el escudo de la aba- Bernalt. Marqués, 532. la brunds, por error, el brevaje amo-
día. 179. l-ucha ron Calbán, 207.— Bernalt de Brunbant, 516. roso, SCfi.— SacriHra su virginidad por
(V. Van de magna). En franca. Bou- Bernarda. Hija de Belcar, II, 25.— Casa saltar á Iseo, 372.— lseo la manda ma-
demaaut. con Francia.., 11,329. lar, 372.— Palonnde* la salva, 373.
Baalt, 447. Bernia. Nombre de lugar, 19. Brauor. Sobrino de Laniarotr del l-ago.
Baradaa, 243. Beroldo. Príncipe de España, hijo del — Muerto por Trútin, 364.
Barbaria, II, 423. rey Relindos, II. 22. -Casa con Onis- Brauor el bren. Kl caballero anciano.
Barbolanta. Caballero francés II, 145. Ulda, II, 329. — Nieto de don Segursdes el brun.441 .
Barbotante, II. 25A (V. Bravoaante». Betubsnte de Grecia, U. ... Vence i Palomade*, a Galban, i 1.a-
Bereaba. Rey, 11.427. Blas. Dama, II. 312. marad, á Gariet, i lloares, i Brlan. i
Bardlgante. Rey de A monjía. II. 425 Bitina (Rey de». II, 272. Sagramor, á Brioberis, á Srpar. i Es-
Bltlnie (Rey de), II, 358 < V. Bitina). lor de Mares, i Gariet de Mirabelle y
Barlote, Puerto, 11,3»). Muerto |K>r Floramán, II, 3 13, á Tri«iin, 433 y 434.
Bareoante. Jayán, II, 107. Biuas Joannes), Fraile, aa:or probable Brauor el giganta, 3 .7.
Barrabás. Senescal de Pílalos. II, 382. del arreglo castellano de la Demanda Bravor. Jaylu. II, 280.
Barroeante, II. ir* jv. Baroeaate). del Sonrio GriaL, 1S1. Bravor Eabroqae, II, 3oJ.
Barroqaer. Villano. So encuentra con la Bluerlanda, 23 (V. Vberlaada). BravOSantO. Herma»» de (.r.bjnrl é
emperatrít Sevilla, 508. -Mala á Pur- Blamor, 175. Hermano de Briures. hijo del conde IMtin, II, 255.
renalt,519. - Ve i «u mujer é hijo». 522. Blanebaflar. Hija de don A huerique de Braysen, 31 (V. Blaysan).
— Ceosura ante el rey Carlos a lo* trai- Narbona, 532. Braobart de Normaadia, 51 1.
dores de su corte, 523.— Se escapa con Blandalls, 2«3, Breober, 51 1.
el caballo del Kmprrador, 521.— Es Blandidón. Hijo del soldán Belagrli y de Bregoia, 523.
preso por Ougel, 527. — Se reconcilia Paudricia, 11,11.- -Vencido por Floríaoo Bregoña '.Drago de), 22.
ron si Fmperador, 532. En el poema de del Desierto, II, 37.— Su muerte, II, Sfiy. Bren el negro, 257.
Maraire es llamado Varochrr. Blandllet, 325. Breobería,213(V. Brioberis:.
Baailardo, II. 164 (V. Batlllardo)- Bissonán de le Branda. Duque de Gtlit Brotas. Isla, 19.
Basllia. Hija menor del emperador Pal- y de Cornualla, hijo de lseo y de Urge! Bretel. Caballero del Duque de TinUs»
inerin. II, 12.— Espora de Vernao, Blasonante, II. 43.
II. 17. Blsysen. Ermitaño, confesor de la madre guel, 38.
Brialto (Coade), 11,293.
BaiillardO. Hijo del rey laman y de de Mcrlln y maestro de éste, 10.— Mer- Brián. Hijo del rey Brián, 433.
Uoedemonis. II, 22. Ifn le encarga la redacción de la Histo- Brian de Borgoia, 11,299.
Basilio de Navarra. Rey. II, 117. ria del Santo Grial, 10 y 1 1.'».— F.n fran- Brioián de Rooafort, II, 293.
Baten, 511. cés, Blaise. BriOoa. Nombre de un rey, 195 y 196.
Bator, 235. Bleoberis, 337 (V. Brioberis). Bridón, 235.
Bearl, 511. Bles. Castillo, II, 579. Brinea sin piedad, 3fi.\
Bedaln, 275 (V. Bedayn*. Blloberia,s>7i V. Brioberia). Brioberis, Hermano de Lauurote, ¡34.
Bedan,275<\. Bedayn.. Boecio, II. 405. 235, 213 y 314. Mata á Morderer, 32«.
Bedayn (Conde). 272. (¡alai entra cu »u Bonquinón (Deque de). II. Kl. -\ á Artur el |Mn|uefio, 328 y 337. -
castillo. 272. Llévate á la dueña del lago del Espino,
Booret de Oaunai, 105. 175 y itó.— Se
BOlagrlZ. Soldán de Nlquea, II, 12.- combate con Galas, ltm._ Primo her- 359. -Se combate con TrUlán, 361.
Preso en el rastillo de Dramu'.iando, mano de Laniarctr del Ijgo. 191, 199. Brielanja. Reina de S,bradi»a. II, 239.
II. 31.— Casa con Paudrl-la. II, 33o - 24«, 273 y 297. I .lega con Galas y Per- Briqae. Ciu.Ud, II. is.
Su muerte, II. 3)Í'J. sonal al palacio del rey Pele», 3'ij. — Brisa. Dama, II. 312.
Bolear. Duque de Ponte y de Duraso, II, Cuenta al rey Vrtur lo» últimos infan- Brisar de Oenes, II, 3J0.
tes de Galas, 313 y 314.- Mala í U ar- Brisar de Gullleriao, II, 313.

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708 LIBROS DE CABALLERÍAS
Brisan», Canadal, 175. nior, II,Conde,
322. orno drt infante Caaa-
Canadan el delgado, 123. Catagae.
Brleres, 123.
Brlus. Hijo de Ebrún «I follín. Hácele Canamer el de la hermosa amiga, 123. Cataluña, ll,42iL
caballero el rey Artur, i¿3. Canamor. Rey, hijo de Padamfa y de Cauan el blanco, I T.i.
Deyda, 11,527.— Mata al deque Gordon, Caulae el grande de la Desierta.
Bro o adán. Caballero de la corle de Ura* re á mano* de Hrioberi*, 242.
innn, II, jy>.— Muerto por Canamor. II, 32¡L libra á una doocelU de la
II. 557. muerte, II, 029. — Su encuentro con Cayfae, 2áL
Brocalán. Hermano de Calfurnio. II. ISSL Leonela, II. 232^Mata á. Rroradin,!!, Cayo Orosio, 11, 1S7.
Broohe (Floreóte de), 232. * 32L= Visita á sus padre*, II. ,VW— Cecilia. Comarca, II, Sí
So muerte, II, 323. Celeetie. Castillo, 123.
Broyefort. Nombre del caballo de Oa-
gel, 5M. Canamor. Hijo da Turlan y de Flnrela, Celestina (Tía), 41 o.
Bn (Badana de^, II, 513.— Hermana de II, ili. Cordela, 11,3*.
Telen»!. Cañan de Bauad. Rey. padre de Krer y Cerey (Jeaa dO> Señor de Chuma?, 3Ü.
Bruelo Verona. Italiano, II, .vi. de Dirac, 2LL
Ceroy (Johan de). Señor de Chañar, ll.
Brucen (Ruberte de), ISL Cananura, ISL m (V. Ge rey),
BruoOS. Nombre de per*ona. l'.lii. CanbOldán de Muroela. Gigante, herma- pesar. Emperador de Roma. 313.
Bruniessen. Sobrina del ronde don Mi- no de Calufernio, II. ."ií. Cesar Augusto. Pa«lre de \astwaaau.
liín, »eAora del rastillo de la Floresta. Candoll (V. Cardoll), SSL
ífil.— Se caaa con Jofre, 438 y ÍSÜL Cándenlo el cortés, 123. Coaaroa, II, .382.
Bruna el atreuldo, 11,13*4. Ceñir, 123. uta, , 3.1.
Canlsa, 2L Cinagie, 112112
Ce
Bréela. Toledo, 11,212.
Bréele Verona, II. 321 «v. Bréele >. Canpana, 3W. Ciprllia,no-V>,-> II, 188.
Brutamente, II, 8L Canelón. Rey, II. 384. Clamedaye, 123.
Bueereente. Jayán, 11, 1311 Cantnrble. Ciudad. II, Hiá. Clamados. Hijo de Marcadttas y de Dor-
Bede. Ciudad, II, 122. Oerabel. Calillo del rey Artur. 23 y &1- «?a, II, 123.-- >ubr en el cabello d~
Buemont, áT- — Kn france», Tarabel. madera, II, 42T>. — Llega i Toscana. H.
Bullen, 5111» Cárdate. Lugar del reino de Vter. .Vi. ■i27. -Se. Bnge l.eopajrl», II. 422=
Berdeoe, II, 322, Cardlel, 123. Condenado á nauerte, II, á2S^=S« e».
Burgoi. Ciudad donde «e r* futrían Padra- Cardlge. HJ[a del gigante r'lortin, ll, t.. caps en el caballo de madera, II, 4rS.—
goo y Vter. UL Oardlga. Hija del gigante (.atar*.— Caía VeeWe por CUrmooda. 11,43ü y 431 —
con Almaurol, II, .'¿VI Va en «a basca á Venecia, II, 4Ti.\-
C Cardoll iv. Cardoyl). 33. Vence i Durban* y i Serta ns, U, 432
Cerdoyl. Corte del rey Vter Padragon, Salta á Liade*. II, 133x=Se finge mt-
Cabecadeire (Oaotilio de), ii.i2a.Hr. 33; y del rey Artur. ¿3. -Kn (ranee*, dico y huye con darntoeda. LL éte •
Cardutl. liL — Se casa ron ella, II, 44L.
Cabria, 12.
Cabrían (Y. Cabria), 21 Caredee. Rey, 133.
Clara Vitoria. Monasterio, II. Sét y y i.
Caeo, H, 'JSL Caredaa del pequeño braco. Hey. 132. Ciar lana, II, 322. Casa eoo Dramitni*
Cadln el pequeüo, lü Carfunle, II. 48 (V. Celefernlo:. (V. Floriona).
Cadot. Rey, II, 3Ü*. Caridán de lae insolas, i T ■ . Clarlbalte de Hungría, 11.25.
Cairo (Puerto del grae), II, 222. Caridee. Rey. 233 y 318. Claribarte, II. 2ft(V. Clarlbalte
Cálamela. Amante de Saluador. 2S. Cariante. Hijo drt «tuque d.- Hon Cleribarte. Primo de Crobanel. 11.233,
Cálamete. Ciudad ile \rtnr,23. 11.81.
Clariola. Hija de11.Poleodo*.
ron Graciano, 328. II. sa— Ca««
Calauaiaa, 223. Cario. Duque. II. 34.
Calaye, II. iw. Carlos Mayeoe. Rey de (¡aula. -27».— Clarisa. Dueba de Jervsaién. II.3B2 • 3al
Cálete. Río, 2U. Del linaje del rey Van, 22Q y 321».—
liare tiesta en Sant lioni». 3113.— De«- Clarisa.
Helena,Hija de iHli'tw de Cabilla < •(«■
II, ÍÜ3.
CeJfurnlo, II, 21& ( V. Calufernio i.
Callastro de Aragón. Duque, n, 2ÜC rubre ,i <te mujer .iro»tada ron el pru- Clarlela, ll.aa <\ . Ciártela .
Calldon. 20. no, 50i. - Confia «u mujer á Vufo'ride
Caliende, 125. Mondiüder, .VW. (¡riomoart le hurta Ciarmonda. Hija d«> Carnstant*. II. .'*
—Se Hng»" loes, 11. 423.— Hora <■ ••
Callferno, II, 4I(V. Calufernio:. •u eqvida jolina, 3211— Haré la« i»a-
Califuraie, II. W (V. Calufernio*. Clamado» y ♦•• ra «a «-na él. II, liü y < '• ' .
r»>« con "11 mujer y «u hijo. ."SI. Claudson de la Desierta. Rev.lO. -I n
Gallnoate el pobre, 123. Carmelante, II, IÚ2. Iranré». Ctintdn» de la Dra*r*e-
Ctáli, II. SS3. l'or Cádiz. Carmella. Reina, ihu-h de (..-«inania, Oleudes, LÍA v. ciaudeon do la De-
Calolte. Roreste, 21L
II, 177.
Calouagae, 123. Carmella. («marera d>- Mnrendfl. II. Claudln. Hijo del rey Claudea o CUudi*.
Caluario. Mooie, ll, ski. sierta.
gil. — K« he<lio cabaUcro da la TiKlj
CalufemlO, Oiganle, ll, 11L pág LiL de Eeclavonia, II, 143.
Carneroy Redonda. 232, 23L 222 y 3dL
Camaloe. Castillo. ?n. ;>i im, h<-.— i;n Carnuante. Rey de forana. II. Ji7. Claedino. Rev. II. 433.
fraoré*, Camaiaolh. Caraun el grande, 123. Claudio, 2L
Camboldán de Buroella, ll. 22* v. Can Qarras. Ciudad, 1*1 |V. Sarros,. Claudio, 22j V. Olaudie.
boldan). Carrillo (Alonso!, 11.3. Clouea. Rey, II. 322 y 328.
Cemelot, 321 0 . Comeloc . Caslodore, ll, 183. Cleyn. Personaje i quien Joeef Abarinaa*
Canilla, 21L Caepla (Rey de), 11,222. tia entrrgií el Santo Grial. II - la
Cantllln. Ciudad. 2tL Castilbrluiel. Nombre de un « ««tille,, íaa. oran historia d>.~, 233.
Carnet (I'hetlpe). Iir«»nrladn in »(rf»¡,,i\ Castilla, 13Ü: II. 123. -ir. C Hades al arrollado, Vll.
XV): II, 412. Castro, tu. Cloestre Duque de%tl.422 ▼ Sctl
709
ÍNDICE ALFABÉTICO
Columbrar. Madre de Calíuroio, de B ro- Damaroo, I), Utt (V. Darmaooi. Dómala al ardit, 115.
calla dr
y Baleato. II, I9B.— Se mata, Damaa, 243. Dan. Padre de GIBete, fiZ. (Suprímate
ir, 243. Damasco. Ciudad, II, hkl ta nota drl texto.)
Colee. Nombre de una montana, SIS. Oaatatal, 113 y 243» Don Ouardos de Bretaña ¡Libro da),
Colonia. Ciudad, II, 112. Dañarla. Caballero de Escoria, 167. 11.331.
Coloña. Ciudad, 510. Danel el oarldor, LUl Don Mllian. Conde, tóJL^t» vencido y
Colurnersablla. Lugar, 325, Oaaéa da Ploardia, II, SQL preso por Tablante, áúL=. Libertado
Concarbel (Artoblaso da';, I2T>, - Su Danubre el oorajooo, 113. — Llamado por Jorre. 125^=Su muerte, 4JJ3L
muerte, SSL también Oanubrn él corajutlo, '¿íü. Don Roarant. Conde, 552.
Conturbal {V. Concarbel), S2ÍL=tn Datar, 233,
francés, CantorbiU. D ona». Mucre á manos de Brioberis, 24."».
Oaradao al manee. Hermano do An- Doncella dal Lago. Da al rey Artar la
Conturbar (V. Coaourbal), 175. geUs. Ui. famosa espada Kacalibor, da y üiL
Cor bario. Canillo donde al rey Pescador OarafOata, II, 125, Muere i manos de Baatla el Salva-
guarda el Sanio Grlal, IU 23S y 280. Oaroa. Castillo, II, álu.
Corleo da laa luangaa ataaoa, L7_¿- Darea el villano 6 al barquito. Pide á Dar, L7A
je, 15.
Corraaaa. Nombre de lugar (>), IB. Arlur que haga caballero i Tor, 124 y Darata, II, Líi
Cortnori al grande, 233, 12¿L=Kn francés, Are*. Doriel. Hermano de .\ruti«ia, II, 21L
Cornsiino. Castillo, 349. Dragoa. Nombre de un diablo, 23a.
Cornualla. Nombre de uit caball ro. 344 Darla,
Darmaoo. I7.V Hijo de l.urcjn, II, XL—Pri- Dragonalte. Hijo de Drapos, II. 210,
Cornualla, XWj II, 42, etc. malean (cap. I.XIX> haré ¿ l urn.ii Vencido por Plorendos, II, 202.— Rey
Coraol. Rey. II, 511 y ¿lü hijo de Darmaco. de Navarra. II, 324. -Su muerte, 11.370
Coruelin. Hi> del emperador liba». Oaalal < Terra da), II, 39.; Dramaeia, II. L45 (V. Dramaolaaa).
Demanda, el caballero del airdrei, 123, Dramaciaaa. Hija del duque Tirando*,
Coruion. Amante de Morgavna. fiü. Oemudlea, 113. camarera de la Infanta Polinarda, II,
Coruna CLa), II, 585. Deonlala. Hi|a del rey Desperté, ll.23^_ 25.- (*J«a con don Hoabc), II, 32».
Coatanoio (Duque da), II, LLL Ca*a coa Belisarte. 11.329. -Olraa ve- Dramaroa, II, !C (V. DarataaoX
Costanteaea. Rey de la Aran Bretaña, II. ces se lee: rru u" Ktparte, II. 32C Dramarquo. Gigante, II, 24,.
— Padre de Maine*, de Padragúu y de Desparta. Rey. II. 25.— «Rey de Ksper- Oramlanta. Hermano de I te roldo, II. 2¿
Vur, LL — Ku trancé». Couttant. tea, m Ice en Primaieón (cap. XI. IX . — (a»a con Ciarían j, II, 32SL (Probable-
Costantlnopla, 505.- Su de«lruci<'n, II. Oaatraaia, LI5. inrnU-, Ciar tana es errata, por Fio-
II, 52L.Mujer de l'jdjniun. rey dr l'erüa,
Deyda. ríanfl, pues quien se rasa con C Uriana
Craaarar, 532.
Creepláa da Macedonla, II, £L parece ser Guarfn, II, 3^5. .
Di acola. He) de Vugrla, II, :,5l.- Muer- Dramoráa. Jayán, II, 302.
Crieebaut Dorion, 3LL
lo por Turiin. II, rulti Oramoranta al oraal. Sobrino de Ku-
Cropardo. Rey de Vngrla, II, Lü— Pre- DldO, II. I V tropa, II, tiá.
so por Marradiias, II, V¿~. — Se l<> de¡a Didoaax da Carioo, 2 tu. Draaieraate, II. 2\
en libertad. II, áiSL^Koba ¡i Clarmon- Didonax al aalaaja. Hijo de Bialau el
da, II, V>— — Prcao por Meniadun. II, Dramuila ndO. Hijo del gigante r'raoar-
<aluaje,7.i. 17.'iy LS!L=Sigue la aventu- que y scl>riie> de Kutropa, II, S y 13.—
43L=Muere, 11,43*. ra del caballero, yjt» y 235.— Su muer,
le, 125. Vencido por Palmerln, II, 74»— Vence
Caanto del Baladro, 225. i Almanrol y queda enamorado de Mi-
Cnanto del battardo, l'-V Diedet da Eaoeola el oruol, ÜÍ5.
raguarda, II, III.— Derriba á doa Ros-
Carota, 2L
Oijaa, bel y á Graciano, II, 112.— Pelea con
Chanpayaa, 523. Olaadan,II, 412.
29fi.
Kloriano del Desierto, II. lli. - Lucha
CbaríiAa da Irlaada. Rey. u, ü Olnadan
TrisUn, el US,roae, tyü. — \ eneid» por rrtii Albaisar. II, LIL— Parle en de-
Ohlpla (Rey da), Ii, 520. manda del e«cud« de Miraguarda, II.
Diñadas de Qalardian. Hermano de l ar- L2L— Pelea con Florando», II, 142,=
D non el Grande, 175. Separa i Palmerln y rloriano, II, 152,
Dina». Hermano de Malai. LTJl Mala al jayin Barocaole, II, 170.
Dallarte del Valla Cacuro, H, 2i=lllju Diootaaa, II. 123.
Toma parte en la aventura de la* cu»
de don Duardo» y de Argón ¡da, II. 2L Dlomaaa. Hij.i del ronde don yulrjn. Se
- Su encuentro con Palmerin. II. 56. - Iro damas de Francia, 11.303.— Se ena-
ca«a ron Tlhán.
Diomedaa, 4IL. II. 372 y ,">73. mora de Arlanxa. II, 324.— Casa con
Impide el triunfo de la* malaa artes de
Eutropa, II. fifi,— líetela 4 l'lérida que Dlrae. Hermano del rey 1-ar. 211. tanle, 35j. Comba tese con Framns-
ésta, II,II.329.—
Palmerln y rloriano ion toa hijos. II, OIrda, II, 23 {V. Dirden . Drapoa da Mermandla. Duque, ll_» 22.
*<5. — Recibe de Palmerln el seftorío de Dlrdaa. Hljodr Mayortes el ur.ui rau, II. Su muerte. II, 37» fV. Primalevn, r*-
la Isla Peligrosa. II, 240. Ayuda i 22^Su muerle, II.SfiL
Kloriano para eilvar á I.eonardj. II. Dlrdén da Bardaoa, LLJJül pflulu CCMl.
Dregeta. Hermana de Menladus, II. I3S.
■Wi y siguiente*.— Haca desaparecer .1 Dlrdla, II, lili v. Dlrdén Dreyane». Hijo de PeUnor, SL
las ilauia.- de i' insurilinüpl i. II. ,Vi<'.. Ditreo. Pilneipe, hermano dr Helcar é Oruaia Valaaa. Mágica. II, 330,
Traslada los principes heridos i La Isl.i hijo del rey Frísol de Hnngria. II. L2 Duardos 'Don:. Principe de Inglaterra,
Peligrosa, II, 373. > 137 (\ . el Pi-imntfÓH, rap. VVu hijo del rey don Fadrique, II, ó.^Yen-
Dalldaa, 1B5« — Es venridn por GjI.k » Docaflre. Rio, 20, do de rasa entra en el castillo dr I>r<i-
i« mata por ello, 1 87. Doctiua. Hija de un re\ de Cartilla > muslando y e« hecha prisionero. II, 7j
Dnllfaa da la Caoara Caava. f.liíinte. mujer de Marcaditas, II, Hiá, — Se r^u etcétera.
II. UL run el re> Carnuntile. II, idl.
Domar da la gran lama, L25. Domaches el negro, 2¿L Duque de lee Baos, 23L
Dunadaa, i « ■*».
710 LIBROS DE CABALLERIAS
Durbens. Señor del rastillo de Monte Es- Eimeraldo el herraoao, 11,25. reina Esmeralda, enamorado de Altea.
trecho, U, tífi. Eamorlldo, II, 2¿(V. Esmeralda). 1 1, iL=. Vencido por Palmerfa, II. Tt,
Eapadrian, 115. —Llamado el caballero dé ta Xwerir .
E España, IM y 157; 11.585. II, 55. -Mantiene jertas en Conrtaaii-
España* (Las), II. «XH. nopla. IL 5S y »iguiente*.— Ventad,
Chálalo. Hr y, Sli por Palmerin, II. 41. Da ootida,ea U
EoparUa (Roy d'), II, .YWi,
Ebron «I fOllon. A maní* dr> Mur,;i>na,'.«3 Esplandlin (Serias do), II. SCl corte inglesa, de la aaliacaón d« atoa
Eebldee, 55SL Estallante, !L3¡ y 371. (\ .Estrellante). Daardos, II, Ü— Vencido por Al bai-
EdOOO. Conde, amo de l.eoncla, II. 533 Eetor de Mares, ifi§i Llá y 206,— Es lar, II, U6. -Prueba la atentara «le l<
Edon (Oon). Constructor del rastillo del vencido por Palomades, '207: 21» y copa, II, üiL^ l>ga al castillo da
22L=De»afIa i Galbin. 2£L=l.legaal
de,i. II. 5¿¿. (V. Edeos).
r. to,Conait'
EdoPin palacio arenturoio. 282. 221 y 418.— tranja. II.Hija
Florando. '290.del rey de Francia, II. 112.-
Egypta ¡Conde «O). Sobrino dul rey Orí, Su muerte, 334. — Ca»a con Gerrain de Orlien.*, II, 33—
3Ut.-- Muerto por Tri»Un, ■">>'-- Estoruanto. Rey, SUL Florondoe. Hijo de Primalron. II,
Elena, 195. Estrelante, II, íütV. Estrellante). Jo«ta con so padre, II, K9. — Locha ron
Elena. Reina, inuj>-r d« Clande», I Vi. Estrellante. Hijo del príncipe Ditroo de Almaurol. II, ai. — Idem coa Palma-
Elena. Hija mayor d<< Iguerna y del du- Hungría y nielo del rey Frísol. II, 22. rlo, II. lül.— Idem con Dramo»iani'.
que de Tintugu»!. 11.— Se ra«a fon el Estretaadura, UlL II, 112^Rescata i Targiana. IL Lü
rey de Organia, 41. Estropo do Beltrán. Caballero ingle», II, Vence á Albaisar, II. Lil.— Prtu-ba Is
Elenlta. Sobrina del Papa, esposa de aventura de la copa, II, 1JEL-- M^ia *
Portinuples, II, 51& Estuope
Pág.aLde Beltrán. Caballero inglés, II, Artrilior, II. L7JL Veno» i lo* cabaUe-
Ellazer. Hijo del rey Pelle», 2X9.— l ucha tü(V. Estrope). ro* de Arnalu. II, lao. Se eotatbate
ron Galai y «* cencido, '¿Ül y 305. E taños. Rey, II. 3S&. con Herohlo, c.in Platir y con Dalurt».
Elni, 1L Eutolla (Rey de), II. 3T.8, II, 2UL^Casa ron MJragnarda, ll.3->
Elitani Hija d* Joscraiit. hUL Eu tropa. Hermana de Franaque: mágica. Floresta (Castillo de la), áfiL
Elynant. Personaje de la corte de', rey 11,4: — Desaparece de la torre de Dra- FlorasU del Oooiorto, II, 5.
de Hungría, 51B. musiando, II, TA— Muere, II, U>3. Floresta Desastrada, II, C
Eraaus,52L Exceleoneea. nija del emperador Tibas. Floróla, Doncella de Clarmonda, II, 121.
Eneas, II. LL II. MIL— Su entrevista con Turiín, II, Florete. Hija del rey A dos y de la mu
EnquibedOO. Diablo. padre de Merlin, 10, Dormida, ii,¿KL^Uobada p0r Turíln.
En el leito francés, Rkupida, lo- pag M3. LL áfiL.(V. Exoeleoaesa).
Exeelonesa, II, üái Ka abandonada en «na peáVa
mado como nombre genérico, que G. solitaria, II, 347. -Su encaentro coa la
Parí* y J. Ulrieh * apechan sea equl- F dueña Ortaleaa, II, 54L^ V«el»e i ser
f alenté i nenia uro* (eqttipedet) i Tori^n, II. 55_L=Se casa con Toariii
Enrlqoe. Hijo de Olheros de Cartilla y de Fadrlqoo (Don). Rey. padre de don Duar- II, 5JLL=:Robada por Tibaa, II. V*t.
Helena, II, i&L=Gana tres reino», 1L dos. II, ü y 10.— Su muerte, II. 2H7. Rescatada por Turilo, II. 5J_L
pag.¡i21. Feleroo i Demetrio), II. a. Floriona.
Fanos. Amante de la Dueña del Lago, rlanaV. Hija de Diireo, II. 2á v. cia-
Eplre, II. 18».
Erame* do Camaloo. '-a:»- Florlano del Desierto. Hermano d» Pal-
ErOO, IfiT. — Hijo del rey lar. 121 - pag.ilfi.
Febeo, liL ■nrrfn de Inglaterra. II, IL — Arrebata-
Mata, en anión de Mereugi*, I lo» hi- Feoilete (Desierto do:, 3S¡L do por un «aliaje, II. Uk — S* pierde rr
jo» del rey IHrar, 2Ü Se se obligado Fedre, II, li. la Bor«<»ta y es recogido por Prido», II.
Á roitar la rabeia i su hermana, 21.V — Felipe. Rey de Cornualla y de l.eoni», Lü. - Llamado el cahaUero del tal
llega 4 la celda de la emparedada. 2ifi abuelo deII, Tristán, ■'Wl ra¡e, II, 5L — Vence i Blanttidoo, II.
Follstor, tai
Vence á Galbán, '.1H.-Venn> i Sa- üL — Mata al gigante Calufernio, II. 17
gramor. 2£L=Se combate ron Y\an Ferabroea, II. 3tüL -Llega i la corte de Londre*, y..
el de la* blanca» mano», Muere Feromondo de Qanla. Rey. Llega Tri» -Se combale con so hermano Palme-
i mano* de Galbán. '22' - tiu 4 su Corle, 3i i. rin. II, 62.— Pelea en DramosiaitdV
E (arrota. Nombre »upue«t<> «le i linimn- Fernando (Oon?. Rey, t .Vi. II, 7ii — Pel«.« ante el cadillo de Al-
da, II, £ü Ferrebus,
maurol, II,llfi. -- Liberta i Palmerin,
Eabreqoe (Arzobispo de), II,2Iü. Ferrol cBIjoel;, II.». 1 1. 1IH. Vence i los caballeros de M~
Eabrlquo. Ciudad. II. 2& <V. Brique,. Ferror (■iooel), II. LSI(V. Ferrol u renda. II. 130.- One.li desaliado coa Al-
Etcalíber, II (V. Esealibork Forrobrooa, II. 2ü¿. balsar. II,L3A Vence y mala i \btr-
Eacalibor. Nombre de la espada que al Fidelio. Hija del rey Tama»», II. I fio. ramele, II. t<l. — Queda al ««prricin d'
rey Artur dio la doncella del lago, fia Fiebre. Rio, II. áfiiL Targiana, II. til Llega roe esta i
y Sí Flllstor, II, íaiíV. Follstor:. Con»tanlloopla, II, liS^IVlea ct»n
Eaoalon el etouro. (artillo, 1M."i. Filomena, H. 14. hermano Palmerin, sin eooocerle. II
Esoanaum. Nombre de lugar. I!». Firamente, lió. 152. -Mala al jayin Albiitarro, II. La!
Etolabor. Padre de Palomade», ail y Flamlano, H.23. Mata á Brocalin, 11. 12L=Mata i Ra-
'¿V*. - Se suicida al contemplar muerto FlandOS (Condado de), II, LIA. léalo, LL2D2. Lngaflada por AJferaa^.
i *u hijo, aua 21 fi.- Gana tas cuatro doncellas. II.
Flandres :Conde de', II.
Esgayre el trlat» Caballero de fardoyl. Flereu, n.427(v. Fiorou:. •££. y 227.— Justa en Toledo coa A>
pif. IOS. Flérlda. Mujer de don Duanio». II, i_ baitar y le derriba, II, 23íi— Uega a»
Eameldo, II, 2ü.(V. Esmoreldoi Hija del emperador Palmerin, II, !L rastillo de Almaurol. II, 2iL— Se osan-
Eameralda. Reina, mujer de Avandro. Flooandaeo, II, 81. bate con Florendoa, II, ÜL— Se cóm-
II, M Floramán. Hijo del rey A«andro y de la bale ron AlmaoroL II, ÜiíL— V«f« i
ÍNDICE ALFABÉTICO
Roca mor, I1.2ÜL— Vente i Dragonalte, tillo de Corberir, 23tl v 2HL=Sal*a á 228, 2fti y MIL Llega al palana
711
II. 2fiíL=Su* hechos en la aventura de una doncella. 212. ■ Libro de „„. 'J í*i, aventuro*», 282. - Su muerte, 31 7.—
la» cuatro damas, II, 224 y siguiente*. '¿i". 242 y — Se encuentra coa Vencido por Tristin, Mi.- En francés,
Gaha riel.
— Casa con Leonarda, II, 32ÍL= Salva Cavia». 212. — Vence al rey Mares, 230.
i ésta, con ayuda de Dallarte, II, 43& — Descubre las asechanza* de este con- Seríete el triste, JJ&
— Vence i Framu-tantu. II, .V»l — Ma- tra su persona, 240.— -Es preso en el Sarln, II, 65 < V. Saarla).
ta i Albaiur, H, 322. nutilto follón, '-T.? — Mata 1 los del Saris de Norgalee, 422.
Focalro, 4LL castillo. 2118. — Prende al ronde He. Garlan. Hermano del rey Pelean de l.i«-
Focar?, pa- daiu, 214.— Vued* desafiado ron Pato- cuni». t07. Kn francés, Gallan.
rolante elmedroso, II, 24. made».2.St>.114 y áÜL - Arábala aven- o armes de Lisia, II, 414.
For«nt, 4LL tura de la fuente que hervía. 224,—
Habla ron el rey IMIe*. 30L.— Suelda Saaooüa,
Basta ll. 4tK>, ML
Floresta,
Forbalando, II, 2!Í(V. Forbolendo).
Foraolando el Fuerte, II. 23 y IM la espada. 304. — Contempla el Santo Qataru. Gigante, ll. L2. (V. Primaleón,
(V. Forvolando). Cirial y apárretele Cristo, 3Q2 y 3U8. cap. CXXIII).
Forelán de Sraaoble, 11, 312. E» ungido y heelm rey, 302. — Muere, Satures, 393.
Forvolaede el Fuerte, 11,24, Sil.— Kn francés. Gal and. Oaudln el rubio, tjballero moro, II,
Fouoane, 5i". . Salbin. Hijo de l.oc y de Kleua. tí y 42. litl.*i. Hácesr cristiano y lo na el nom-
Fr amontante. Jayán, II, 33». Ks hecho caballero por el rey Ar- bre de Julián, II, 615.
Franaque. Gigante, II, 2. lar, 121. — Emprende la aventara del Baurer Deepolloe, 412 (V. Salfer).
Fraaaroee, II. üt(V. Franaque). ciervo, 127. --Mata .1 una doncella y se Qaufer de VI tramar, 304.
Franoellna, II. 22 j 331 (V. Prima- le Impone cierta penitencia, 142 y 163- Gaufre d'Ultramar, ülL
león, cap. XXXII). — Promete entrar en la demanda del Saula, 210.
Francia, 234. Santo Grial. 171. Una doncella le mal- Gauns. Nombre de lugar, 2!Hi y 321.
Franelán el músico. Hijo de Polemlo» dice, 177.— 1» derriba Galas, lfiQ.— Qaunes. Lugar de la |tequeña Rretafta,
y de Francolina, II, ¡¡y lili— Casa Mata .i Erec, '-'-'T. Mega al ¡talarlo
con Rerualda. II.321L— Su muerte, II, aventuro** y no consigua entrar. iXi. pág.21S.
Beyes, II, 3»>(V.8ays).
- Mala á Palomades, .^i'.>. — Su duelo Gáyete. Honcella de CUrmonda, II, 122.
Frayon. Hry, Í32. por la muerte de lia ríete. 519. — Lucha Qaynes, 104.
FrlSOl. Key de Hungría, II. L2. con I-amaróle, 32L— Muere, 323. — Se
QayS. Senescal de Vespasiano, II. -A79.
Frísol. Hijo del duque Drapos di* Xnr- encuentra ron Tristón y con el rey Ar-
Aconseja i ta «eBor que envíe 1 Jrru-
inandia y nif-to del rey Frijol. II, 22. lur, 'MU. — Kn fran-é«, fínurain. valén por reliquia* de t>i*to, II, 380,—
Casa con l.'-i.nlda, 11, x*.i. Saldos (Don), II. 148. Uega áii.Jerusalén, MjüSll^ Habla con
Jacob, aa .
Frolendos. IMneipe. II, -23. Galeote. Rey, sefior de las Estradas In-
Froyla. Principe de Alemania, •-'*¡Q. solas, ül^Kn francés. Gatehot.
Sedeón, ll, 128.
F ráela. I'rinripe de Alemania y padre de Galeote si brauo. Señor d« las luengas
insola*. .WH. - Lucha con Trislín. .771). Sel fot. Hijo do Dor, 1 7.V.
Samaliel, muerto por el rey Artur anil- Qenulste. Nombre de lugar. 331.
la ciudad de Parí», '-?TT. Galeote el brun. Hijo de Héctor el Brun, Sermán de Orlieas. Hijo del duque de
Fuente Olera (Floresta de la), ll, 24. Orlien«. 11.23 y UiL Ca«a con Floren-
F aran el aegro, 124, pág. Wk i -j i . da. II, 442, Su muerte, H. 569.
Galeoter,
Baleraus de Beleaire, 414. Germán Pollones. II, 22 (V. Germán de
G Belez (Duque de), II, Si, Orllens).
Oalfer Dospolioa, 4LL
0 iflete (Hijo de Den). Es-udern del rey
Sabaron ;«<•), por Qalalon, SüL Sallan, 114 (V. Bailan). Arlur. 1>2. — Desafia al caballero del
Qalao el grande, 114, Galilea, 11, Mi. tendejón y es vencido. 134. I*>L 84 y 193.
Qalalon de Beleaire, 32¿ y 512. Salle Sraee, ll, 1X7. -Acompaña í Arlur en sus últimos
Salar de Beeleres, ll. 412, Saliz (Duque de), II, 12 <v. Galota momentos, 4211 y 332. - En franeé»,
Balaron (V. Qalalon), 41Í. flaiizia, II, tía.
Galas (Valle de), 2L Saltar de Ambueeo, ll, üüil Gifflete.
Gigante (Isla del), ¿fifi,
Balaeso Rotulo, II. tSL. Saltar de Coraulna, 221. Ginebra. Hija del rey Leodogan, 121
dalas. Hijo de Idomedc*. ,'>7. Saltar de Ordena, ll.aoi. y 173.- \a llevan i quemar rn casti-
Salaz. Lugar del reino de V|er, 3S.— V Saltar de Telóse, 432. go de su* amores con Laniarote, 3Jfi.
del de Arlur, 55. Saltero de Castlllón, ll. l&L -• ifÍcese monja, 331 . — Salo al «n-
Gala*. Nombre de pila de Untarot<-, 143. Salean, 53^ etc. (V. Baiban). cuentro de 1-aiitaroU' y del rey Ar-
Kn francés, Galaa*. Saleen, US (V. Serian). lur, M)í.— Muere. 332, — Kn franré»,
Salaz. Hijo de I iiwTrni.- del Lago y nie- Qamalaz.
cian. Rey. 3f>.\— K< vencido por N«- Genner re.
t» del rey lVles, ó?t 120. 1M y IftS Glosa Suarda, f«»'i tv. Joyose Suarda).
Ks he^bo caballero por sn padre, IM. Qamanaatar. Pariente de l'riamo, •Jfifi, Slrar (Conde), II. 213.
Del linaje de Davi<l y de Josrf A lia- Ganba (Rey de), II, 444 y 319. Searln, II. xi (V. Suarin).
rima tía. lü— Saca la e*pada d.-l pa- Sandio el negro, 114,
Bollas. Oiganle, II, 183.
drón, Ifi'J — Un caballero le ruega que Qaracon. Hermano de Palomades. t<>2. Gomier de Be n oes, 1L 3U >.
lo mate. L7_L— Toma el escodo de la Bordante. Hey. lj«a ron Drageta, II. 112. Sonbaut, 42a.
abadía. LUL=.l>eflcnd.- A Mellan. 151 Serlendes el negro, 175. Bonos (Conde de), 112.
Sigue la aventura de Ion leones y del Series el negro, 114,
ciervo, 189. — Se enamora de él una Bordón (Don), 1 1,327.
Series el pequeño, 124.
doncella, la cual se mala al verse des- Sorney. Lagar. &24.
Seriet de Mirabelle, 144, Gorra (Duque de). Muerto por Laniaro-
denada, 121 y 12JL=Llega al cas- Seríete. Hijo de l-oe y de Elena, U, 172, te. 333.— En francés, Gorre.
712 LTBR08 DE CABALLERÍAS

Qomalan. Ayo de don Trlstin. 542, etc. H


Gena la lanza p*{¡gt-o*a, ¿46- — V«a*«
Ooabaee de Pledrelede, 50A á Montesinos, 469. — Vence ea el tornea
Goufredo. Padre de Oogel. Mi. Hallada. Nombre supuesto de Clarmon- de Encocla. 424 y 422. Ea prese en »'
Oraat, II, 3512 (V. QrlelV da, 11.434. castillo de Rrnniessen. iW. — Se earaf».
Qracoe (Ln), II, IS2. Heetor el brun,45JL 4SL— Enlra en la case cacen teda, 4v¡
Oraolán de Blea, 11,215, Helele, lfll (V. Heleyoj. —Acabe la atentara de la fooale peti -
Graciano. Principe de Francia, h^u do He layo el blanee. Hijo de Hoorei de grutj, '>'■>> '.—Va i R tramonte, i .«3
A ruedos H. 2*. T 52.— c0° a»- Gaunes y de ona hija de la reina de la Vence i Tablante y rescata 4 don M>
rissia, 11,223. Gran Bretaña. Fue emperador de Cons- lian y i 2üfi caballeros, Üéi.— Sr r«
Gradiente. Señor del condado de Ana- tanünopla, 107 con Bruni««en, y 1XL
lta, n.a a. Helena. Hija del rey de Inglaterra, II,
Jonat, II. ífl.>.
Qramato. Jayán, II, 4KL— Se casa con Oliveros de Castilla, Jordán. Caballero del Boque de Tin «-
flraaton. Rey, II, jü. II. 422.— Su sueno, II, 432. guel, áLx— En francos, Jomrd ai m.
Helio*. Hija de Marcaditaa y de Docti- Jordea. Llamado rio del Diablo, Il.3w«
Grande. Hermano d« GrandalK I "i. »a. II, 423.
Oreedelia, 122. Jeeeeb Abarimatia, ii¿ 179, 2r<6, a.*.,
Gran dan de le Montaia. Hermano cl#- Héroulee, II. sai y 300.- - AyadA i bajar de la croa *l
(¡andio el negro, 175. Hermae. Rey, II, 211 y üffiL^Mucrto cuerpo de JesucrUtaj II. 2ü y 401.
Orantor, II, üL por Partinuples, II, 612. Jaeepb Jararla, II, 391.
Hermenee. Hijo del rey Peliaor, 822. Joiephee. i)bi»po, 3UIL
flreil, H.aSü(V. Orille*.
Hernaa. Rey, II. fin (V. Hermae). Joaerent. Acoge i Seailia, M7.
Oréale, II, 2ÜS.
Qretiamar, II, 113 (V. Oro timen. Hero, II, lá. Joaofei. L7JL Hijo de Josepti Aharuoa-
He rodee, II. •»? y 522. lla,2fifi.
Gratlmar. Hija segunda de Arncdos, r«-y Joauft, II,
d« Francia, II, 28*. Hierre (Castillo del), 4Sü y 4w.
HoeiaUldo, II, MI (V. Onietelde i. Jeyeea Ouarde (Caetille da la), l«7 <
0 real, II, 502 (V. Qriatv
8 recle, 223, Horten (Duque de), II. IL 2ÜL=Se refugia 2L8.
ea (i Laasarote 01.
la reina lünebra,
Greciano, II, 2» (V. Qrao!aao>
flrlel (SeaoteO, 1L=( Rittoria del), I Jaén. Hijo de Morgjyna, f£i (V. ihau
11, 97. 121, 131 y ISL- (Libro del), Juae Baatitta, II, 223.
Iban. Hijo del rey Oriau y de Morgayna Jaae Talebot é Talábate. Caballero ii-
\± MilOii II, 3üL (Cuento rfwv.
21 y 2L=(J>«»an<Ia dei), 12 y ÍUT, P¿*. 14. glés, amigo de Oliveros de CaatOJa, II.
Idóneo. Jley, LML
(Segundo libro del), 82— Guarda-
do ea el castillo del rey Peleen, 110, laeo, 107.— Kn francés, Ueut. Jadea Ceearietb, ll, aa».
23» y 3Ü5L leeo. Hije de laeo la brunda y mujer de Jaira, 2LL
Urgel Blasonante, II, £L Jallaa. Emperador dr ConslantiaopL.
flrldoala. Mojvrdel emperador l*a Inte- Ule Ceeantade, II, 32.
rin, madre de Prianaleon, I!, 2 y 12.— 11,222.
Uta Eneebierte, ILJ» Jelleaa, II, 1Í2.
Duquesa de Ormedes, II, Q?n.
Oriree de Altafolie, Mi. lela Pellgroee, II, 103 v lo-i. Julieada, II, 222.
Qrifoaet, 5ü lele Prefaeda, 11.227. Jallo Geeer, II, l&L
Orlóle, II. 2 (V. Agríele; Itenoe. Caballero que guarda el castillo Jaetarta da Ciaareat, o->;
Qrlomoert. ladrón, perdonado por rl In- «leí Boque don Marnm. IL_ 553.— Van- Juatorta de ■antaelara, 23»i(\ . Jaetar-
fante Luis. 2*SL — Liberta á Barro- cido por Turiio. 11,222. ta de Claareet).
quer, üi2L
Orobenel, II, m. J L
Grog»». Nombre de lugar, 21.
Jaban, 122. Lae. Hvy, liermano de Dirán * biju <iej
Qrongee. Hijo de Galbán. 175.
Orumedán (Dea). Alterca del rey Lk Jeoob. Caballero que ayuda i Josef Aba- rey Cañan de Sabed, 21 1.
toarte, II, Gl. riuiatia y i Nicodeniu* a bajar de la Lecedemoela. Reina, 11.22.
Orutafora, II. 20í crui el ruerpo de Cristo, I1.3A5. Lademia. Doncella de Miragnarda, II. Mi
leeob. Padre de María Jacob*. II. 3*). Lega da lea Trae Hedae, 11, 22.
Oeebáe (Rey de), n,.v».->. Lega ele Seele (lela del), ll, ac
Qualter ;lae«tre¡, íll — Es preso por Pílalos, II, 389.— Se
«l»a Lajota, LJA
Quancho, 175. v Ü>L. y se aeogr ¡ Vrspasian». II. SJfll
Guardaoanalea, LUl Lamer ed da Oaoaae. Lacha ron I H«u«
Oeareebee, 212. (V. Oerreehee (;•).— Jefe. Puerto, á tre» jumada» d«- Jrru ta- 332^=£uvia al rey Mares el cuerno q ir-
Hermano de t,all»án, 320. — Su muerte. len, 11,330. la hada Morgayna remite al rey Ar-
■'■IT. Re francés, Gverrekés. Jefe). Judio, primo liermano de Josef lar, 3t2. -Se combate ron Tristéa, 58*
Oeerle. Hermano de Greriano, II. Mi. Abarimalia, 11.38 i.— Redarte La des-
Gugeree. Hermano de Geancho, 17.V tinción de Jerumlem, II, 4t>l. Lamared de Liconeya, wv».
Ooieea, II. i-V». Jerdln de lea Oeeoellae. Nombre de un ÍÜ1L
Lambaguee. Marido de la dorna Orí
cantillo de i'audriria, II, 12, Lago del Eapina.33K — be cosabat* ron
QailAa el cuidador (Dea), II. GL.
Ooillem d' Oareege, 532. Jemeelenj, 11, 379. *u. Hambre que <.•■■ Tristiu y es vencido, .VtS.
Ounceatre. Nombre de lugar. 22L elle bullo por el «tilo de Ve*p.i«iario \ Lamberla. Nombre d<- lugar, 25k
Ourreobee. Hijo del rey Loe y de hie- Tilo, II, 232.
na. 22. Joaaraa, 233 (V. Joeeraat). Lem bar. Puerto, II, iSL
Lambegua, '¿v».
Ouyllemer de Caceóle, 2üft y 51 n. JoTre. Hijo del ronde Donasen. Pide, i la Lamberla Segevle, 11, m.
Ouyllemer el guerreador, vr^ reina Ginebra ser armado caballero, Lembrot de Sajonla. Alemán, II. .\5'
Ouyneaier, &2L {«2.— Vence ii Di.ilc« o> Escoria, 4A3. - Lamen. Hermano de IMrrmray. 1 7\
ÍNDICE ALFABÉTICO 718

Lamorin 'Moslor de), II. 312. Laonarina.


II,23!L Prince*» de Constantinopia,
La morante. Hijo de Pelinor, «L I"'», 202
y 205. Leopatrla. Hijo del rey Marraba, II, Mabileita. Sobrino del rey de Tdnes,
Lamortáe. Gigante, II. 13L 11,111
Lamostante, II, *t. Letuux. 42
pag
(In2 ania da), L&L ■aealra ol traidor, 503^MaU á Aub«-
Uibtr. Castillo, 322. n.
Ley Lug ar, MIL ri de Mondisder, M7--ti mordido
Lanbor. Rey, lili L ladea. Doncella de Clarmonda. II. l-'T. por el galgo de Auberi, 51 ('.^ Su na-
Lanbrojesin, 32L —Salvada por tJamades, II, iM. laUa con 31L
muerto, el galgo, ÍL5. — Es vencido y
Lenbeoguee. A yo «le Booreay de IJonel, Libre del Baladra, 222. 305, 323 y 32Ü.
pig. 123. Libro da Marlin, 371 ■aoadoala (Roy do), [L22.
■ adalaa, 123,
Langarote. Hijo del rey Ban de Benoia Libuaanta, 11, 23 (V. Labusante
y de Elena, llamado Galas, 143. Lióla. Villa, II, 53K. ■•dar. Primo hermano de Tor, 113.
Lanyarota «al Lago,3Z— ffi«to»ia de... Liaioraaao. Ciudad, II, 177. Mador do la puerta, 113.
53, 78, 120, 144, 134 t 131=Haee ea- Lion. Hermano de Hoores, -jh L ■ahorna, II, Ukly 3SÍL
ballero á Galax, lfi4=Pnteba la espa- Llonal, lli-V-» V* hecho rry, 321= Su ■ alnas. Hijo del rey Costanlenes, LL
da del padrón, ififi — i i»ga al castillo muerte, Xií Sucede 4 su padre en el trono, LL— Es
de Corberie y entra en el palacio Lioner, I73(V. Lionel . muertoLL por los ricos-hombres de su
corte,
oecn/K roso, 28ÍL= Quiere ver por foer- Liabanel, Il,3fi3.
h et Santo GriaL, 2<Q.— Se combate Lisboa, II, as. ■álaga,
LlanartO. Rey de la Gran Bretaña, ll.r.l. ■alai el 11,223.
Inengo, 113.
ron Palomsdes, 222.— Halla á ¿«te
muerto. 29ft y 3LL_^Los caballeros del Llviáa do Borgoila. Hijo de Triólo, du- ■ alear oo. Jayán, II, 3JSL
■eliden, 233.
rey Arlar le sorprenden con la reina que de BorgoAa, y nieto del emperador
Trineo. II, 22. ■aiyngraa, 31L
Ginebra, 3Lk=Saha i ésta del ruego,
Lobéo (Conde), II. 233, ■analaa, 173.
31 " —Mata i Gariete, .11?.— R« atacado
por Arlar, 2£L=Hace Ls paces con Loo. Rey de Organia, i i. Si- rasa con ■anasaea, U¿-
éste, 32L=Mata al duque de Gorra, Elena, hija de Iguerna y del duque de ■ anfión, 323 y 32fi (V. HancioM/.
Su muerte, 235 y 43£L=Separa Tintuguel, 11 •■ Envía i Morderec al ■Molona, 323.
i Loaaarad de Melianea. 100— lurim rey Artur, 74) — Se enemUta ron Ar- Kan da». Cohermano del rey Bandeme-
rwt Trislin. Í08.-Yen:« á Dinadan el tur, 83. — Es muerto por Pelinor de Ga-
■anlo Cario, U, 1
rojo, 40ÍL=Lucha ron Tristán, V¡A. II, las, S2 y 231 -En francés. Loth d'Or-
kanie.
■ ansí, II, 28» y siguieoien.
Laafooen, 113. Lodornla, 433. Manuel (Den). Infante, Í3S,
Languines de Irlanda. Kwy, Xit. Lombardla, 11, ^7'.'. MaquOMOr. Rey de Irlanda, II, ill
Latranja, II, 2SS y siguiente*. Lon|oa (Duque de), ¿1_ gns, t*v
Uydo al ardil, 113. Lot, 3& y 211 (V. LOO). ■•roa,
y 413. 222.
Laya al elanoo, 121=H¡jo de it Lota al pequeño, 233. ■arca do Balono (Rey de le), 432.
2üfly 281 LOya. Hijo de Carlos Maynes y de S, u¡- Marcaditae. Hijo del rey de Sardeña y
Leandro, H, LL lla, 3LL — Pide merced á su padre, Vtl , padre de Cbimades, II, 421- Su muer-
Labuaaata da Grecia, II, ifi, —Se rasa con Blanraflor, 532. te, 11. <3C.
Lecetin. Duque, II, 22^ El noaabre dr Lubayoa (Duquesa da), 11,323. ■árcalo. Emperador, IL. UnL
l-eceslo consta también en el capitulo Luoaa ol ooaaro,! 123. Lfil y 211= Su ■arco Sergio, II. 3.
VI de Primaleón. muerte, 323. Marco Servilio, LL i
Lache el pequeño, Ha Luoas de Camaleo, Lli Marea, 21 (Marte í).
Ledim*. Madre de la emperatriz >e»illa, Luoena, lfiu. Mares. Conde, mayorduino del rey Sor-
peg.32L Luoonola,
naguer, II, r»wt — Su traición, II, XÜL
Lengadoeb, II, lila. Marea. Rey, va*allo de Arlur; casó con
Luooada. Sobrina de Kianda, II, *-~ —
Lanl. Lugar, 321 Desrubre que Palmerfn es el vencedor Iseo la de lo« cabellos de oro, 7Ü y 23L
Laodooan de Tremileéa. He>, padn- dr de Floramin.tl, 30. — Destruye la Joyosa Guarda y ataca á
Ginebra, 121.— En francés, heodeunn Luoos.233. Vrtur. 24ü y 242. — Pretende asesinar
de Carmel ide. Luciana. Rija del rey de Dinamarca. II. i Galaa. '^.VS. Kmra en la tierra del
Laon (Fuente dal), 342. !*•>• Artur y destruye el monumento
Leonardo.. Hija de Artibel y de Hraodl- pag.3L (Castilla da). Llamado por
Laeafuoron de I.amaróle. 33H=M.Ha al Artobispo
•da princesa de Tracia, II, LóíL= llega otro nombre la Joyota Guarda, 51 8, de <U>nlurbel, 331 — Muere, 33L
i la eorte del emperador Palmerfn, II, Luimán, II,C3(V. Luymia). Marea. Rey dr Cornualla, tío de Trislán
211. -Casa con Floriano, II. XJ9 K« Lnroóa. Gigante, muerto por Primaleón. é hijo de Felipe, TM.I. Mala á su her-
.irrebaiada por arte de enranlamieoto. II, ¡íL — El suceso consta en el capítu- mano Pernan, Hace caballero i
11,331. lo l.XIX de Primaleón. Trlstin, 3ÜL — ComUit'-se con Tristjn
Leonardin. Caballero francés, II, ILl Lualtaaia, 11,23. y es vencido, 3ú& Hace las pares ron
Leoael, 10^311 3G2 y 401 (V. Llonol >. L ultramar. Hijo mayor del marqués \«- Tristan, 38'i.-ll.vcp prender i Tristán.
Leoneta. Hija del rey Gramón y de la tramor, II, ISÜL ■Wi— Se apoden de Iseo, 3Sl=Per-
reina Semerina. II, 5M.— Itemhr» su Luxaaan (Moalor do), II,3LL dona & Tristan. 4JC — l.e indulta nue-
reino y propone por rey á Cana mor, II, Luymán da Borgona, II. -su mu-i ■ vamente, i'.'li.— Hiere i traición i Trii>-
33(L=Se casa con éste, II, rcw. le, II,3filL tin, 44¡L=Vi<(tale , 4áL — Padre de
León Ida. Hija del dnque de Pera. II. XM. Iseo. II, 43.
Luynoao. Hijo del rev de Partía. II.
Léanla, 33íL
pig. 332. ■arla JaoobO. Hija d<- Jacob, II. .Vtn.
Leonlia, IíLl Loyaoa (Badama de), II, 313. ■areail. Rey, 321
LIBROS DE CABALLERÍAS

Marrón (Duque do*), (¿hermano del rey de Anguls, Üi.— Vuicre proliarle un Moyaóa, II, UUL
Ado*, II, AAi. rlro hombre y fracasa el intento, 2SI y MoyaOa. Hijo de Simeón. a>.
■arrueoos (Roy do), II. 174 ALL — Anuncia i Padragón y i Vter la Mudioan, 1T.V
Materanita. Río, ilL tenida de los sansones. AL — Profetlta- Hulexeque, II, Lü ¡V. Maftllotte .
Maulerln. Soldán de Niquea, hermano Maea, Ain
le« que uno de lo* do* morirá en Sala-
de Melagru, II, LL Kl nombre de brfo. Ai— Encomienda at rey Vter la
Maulerin «aje en el rapfiulo XI de Pri. rrejrl.'ni de la Mesa ó Tabla redonda. N
maletín. ü y 5A.— Ayuda i Vter para que en-
Mouroolna, II, T.iZ gañe i Iguerna. ü_^Derlara al rey Nabor. Hijo de Nacer, hermano de la don-
■■arique, i'ueri.», II, '■<;. Arlur rúyo hijo e*. AA — ls etplica el la Viryen,
cella que dio* nombre i la Furmlt <tt
Máxima. Hija de Marctditas y de Itotli- misterio ile la Hestia Ladradora, AL —
M, II, Hi. -Se ca»a Pon rl rey Menia- liare ver que A rtur e* hijo de Vter, fHL Redonda,
Nabor 3A.
de Gaunea. toallero de U Tibia
du», II, 411. — Salva i Arlur en «u coiithab* ron el
■ayaoa (V. Malnea), II, •i<.-l n caballero del tendejón, t>7. Retarda d Nabor el radiador. I'ailre de Sa^rv-
francés, Moinr. eiicuentrn ilel rey l oe ron Arlur, KA mor, IL — Educa i Morrlerrr. 71 y 91.
Mayne». Rey, .KM y SU— Se enamora de Morgayna, ffiL— — Kn francas. Sabmr Ir Dcrrré.
■ayortee. Gran Can, \l¡ l¿ Preso en Ayuda i Raalln para salir del rastillo
Naoer. Rey, padre de Nabor, 'JLSL
el ci«iillo de Dramuslando, II, ."VI. Su del rey Pelean. |_Lü y III.— Haré en- Nacían, AZ— Kl ermitaño, |H9.-l«WI<i
muerte, II, Aül (V. el l'rimalfn. ra- ranlamienlo* en la Isla donde mueren de
piiulo* LXX y CXCV). luí, Monlrayn,
aSL ilViu — Vi-or» i Gama-
Haaltn y Kaaláu, USL_=Klige cabelle-
Medea, II, LL ros para la Tabla Redonda, L£l— Se Hagan, UJL
Medruaán ol temido, 11. a y ios. enamora de Xemlna, 1 i.V — F.* en- Mantea. En «retalia. II. iü
Mologas do la Mareta, ilL ramado por ¿«ta, l.vil. — Habla ron tur, IlL
Narao. Caballero de K» rorte del rev Vr-
Metía. Inlaat.i, hermana del rey Amu- Handemagu*, LAL— Da un gran ba-
lo, II, 85. Narboaa, II. LL
-VJ7.
ladro y muere. l.'fcT . — Su» Profe- Maroiao, II,
Mellado d'Eacoola. Rey. II, irZA. río». 15'» y siguiente*: ME, TM^ ALA
Molfadux. Rey de Leonis, hijo de Felipe Naiolan, L2ü(V. Maoian».
y padre de Trislán, £XL=Maada ma- Merlln
y AÜ. Padrón de), LSL Navarra, (Rey
■atabal II, LIA
de), i£L •
lar ¿lo* caballero* que quisieron ara- Micael el grande escudo, LIA.
bar ron «u hijo, Mí-Ki muerto, r>'.'. Miradero (Torre del), iiiL Nomina. I-a doncella «Vitadora ■> £>ctw-
Meliadux el negro, .'»1T. Mi ragú arda. l'Upanula, hija del runde Ha del Lago, que edur-V i Idiota roe.
■olían. Hijo del rey de Damenarlia. lló- A ribo, II.JtL Knria i Albaiiar i la LiL— Hija del rey de TnberUada. lü
rele caballero Galaz, I8L L£i y lili rorte del rey R»-r¡ndo«, II, atL-t.a*» — En írjnré^s, Xinenne.
Melianoa. Hijo del rey Piolonor, 59!l s,. ron l'lorendo*, II, Ñero. Hermano del rey Rioa, Sí y I¿I
combate ron Lamarad, ■itwt. Miranda (Rey de), ittüL IV. Tiero).
Meltangaa, ílfi (V. Melleagas). Medrala, JS1 (V. Mordraya). Nicodemoo, II. .Vt-V
Melicaado. Rey de Harbaría, II. iSi Molaen, AÜL Nlgooa, II. Li
y jan Molina, lAft y I.VJ. Morbelade (Rey de), V>~
Molióla. Infanta. II, Í3£L Meato Ettreoho. tastillo, n. 4.Vi. Norgolea < Rey de), ÜA
Mel ola. Reina de Francia, tú de Floren- Monteslnoe. Normandia, álíL II. Ü1A. etc.
do*, II, UCL fre. lüi. Caballero i quien vence Jo-
Mermando LLel ^teborklo, II. ni.
NoaUldo,
Meltol el mayor. Hijo de Morderee. .Y.J. Mopensler. Dama, II. Tt\l.
Meliengaa, 4«Cl. Morante el Bien feoho, lió, Notuborlanda. t'mnarr.v situasla entre W
Melior. Hija del emperador Julián. II. .')78. reino* de I»ndre* y de Corra, t i \
Mordayn, lflü (V. Mordrayn'.
Habla ron Partinuples, II, A».!.— Se Mordereo. Hijo Incestuoso de Arlur y de Notuborlanda. Comarca **toa<U entre ii
rasa ron éste, II, til t. su hermana Elena, Ai— Se salva de un
Menalao. Rey, II, grande y la.VorAombrriaitnlr.
Kn francés, pequeAa H re La 6a, l >■>. -
naufragio, Ti>: '261 . ni r>. 511 y .VJI.— Su
Menalao do Claramón. M, ."Vi'.. rebell m. 32i— Su muerte, -En
Mendrután, ll.'J5(V. ■edruoán). franré», Mordree. O
Meniadui. Rey judio de Salerno, II, WW. Mordraya. Rey, 119 y ¿1L
Menlent cCaotlMo de), .'¿M. Morgala (V. Morgayna), iL Odoardo Nanearlo, II, 4**
■eratrlo, 1L Morgayna. Hija menor del duque de Oel. Rey de la pequeña Bretaña. .VU.
■orourlo, II. Sin. TintBguel y de Iguerna, rasada ron el Olerique, II. LL^V. Olorioaoi
Merengii de Norgalea,^liL=Huyr .Ir el rey Orlan, AL— Artur mata i su aman-
Erre, ¡¿LL — Se rombjle ron Eslor de Ollnda, Aü
Ollaer, II. a».
te, 2Q; L7JV iV^ 51L 5VH y ÍXL En
Mares. ',112 y Ü— (¡ana la honra de franrés, MorQain. OliLOroa do Castilla. Su nactmi*ate. I*.
la Mi'M Redonda. üTtl ■ •-'■'><, -.V>1 y •-•«■>:. Morloe de Irlaada. Pelea ron Bandema- ÜÍL— Su ainisiad ron Artos OalgvV
—Se har* ermitaño, II. Í.M.— Se Ir declara «a madrasri
Morídlaatoa. Rey. ólÁ gus. ü& II, i.Vv — llaye del reino, II. ÜL— r»-
MorlOt de la Branda. Hijo de don Blaso-
Alerlln. Nacimiento de .... 7. — Hijo de Kn- nan de la Itrunila y de Morlola, II, ü cribe á Arlu». II. t5<.— H»ee eur-rrar
quibedo*. UL Habla ron lo* mensaje- Morlot de Irlanda, liare al rey Mares i Juan Talabot, II. t^V -S«- mnMi
ro» de \ eriiijíuer. La > LL Su prime- pagar tributo, Ai ) v .%LV - E* muerto roo un ermitaño, II. íS3L — We.She
ra entre* isla mu íslr, |ti Hv plica la mu, II, iliL— Veoce en el tome* <t>
por Tris'áti. AAtL
causa de la raída de la tom', lf> y 17. Mor Iota. Hija del rey Charlián de Irlan- Inglaterra, II, I7t y i79. — Sirve dk
—l'roferioM, Uí i — Aml^n del rey da, II, ü trinchante i Helena. II, 4!*>. — Eotemta
Padrag¿o, á quien descubre la muerte ■otee. Rey,
de amor por ella, II, 4£L=A eoo* i Mk>
• 715

ÍNDICE ALFABÉTICO
Aureltui Aml-tvitu* (Merlin fran- la Tabla Redonda, 201.— Se combate
»iele reyes de Irlanda, II, íü¿ y i*",—
Kntrj en Irlanda, II, «8.— Su recibi- cas ed. Paris el Ulrlch, L!*¿¿! d» «'onde con el caballero de la Fuente, — '
miento en Londres, II, ÜiSL— Su ma- *ac<5 su singular explicación el traduc- cha con Mnurote, 2J1L — Vencido por
trimonio con Helena. II. 1U3.— Es p Tr- tor castellano.
Paflleen de Oardenll, LI¿ Tristán, 3&L Salva i Hrangel, ^7."V—
io |K>r el hijo del rey Maqurmor, II, Llévase i Iseo la brunda, Üj. - ("om-
Palmerln de Ingalaterra (Segunda Par- bátese con
i'J'.—h» libertado por Artus, II, :»"■"> —
Hiere á éste, II, jüT^PJdele perdón, te de), li.Uüi. bátese ronSagrainor,.%"7
el caballero siny lili.
pavor,— Com-
120,
II, VW- -M.it» i sos hijos por sanar á Palmerln Tercera parte de), 11, 371. Quiere engallar i Iseo la branda, 122.
Palmarla da lagalatarra. Hijo de d»n — Lucha con Tristán, 128. -Es vencido
Arios, 11,513.— Ya áE«pana, II..*>I7.-
E»tá á punto de malar i Helena, por It sardo* y de Florida. Su nacimiento, por el caballero anciano, 12L=Iiberu
i Tristán y se hace amigo suyo, MI y
cumplir ana promesa, II. M'X— Mue- II. Ü^Arrebatado por un sa'vaje, II.
re, II. 521. 11L— Ks puesto al servicio de Polinarda, ll.V - ■ Vencido por Galai, lili. — Es
Oloriqae. Soldán, II, SL IL. IT,, Ks armado caballero, II, 22. muerto por Galbin y Agravain. 29».
Onlatal, II, 12L Lucha en el torneo con el rahallero Palomedet, íiSliV. Palomadea).
Onlstalda, II. iü (V. Orniatalda). del Salva,ie, II. 24.— He ibe el e»cudo Pandaro. Gigante, II, i*L
Onistaldo. Hermano de Heroldo, II. 22 de la doncella, 11.26. Despedí. lo por
l'olinarda, II. 33. Vene* á Floramin. Pandolfa.
Pandaran, Jayán,
1 7.">. II, üSL
5 lo-'i.— Su muerte, II, ">C-.
Oramia, 85 (V. OrgaaleV II, 31.— Llamado el caballero dr la Paria, ll, MU y i*L
Oraaoate, II, 1£Q (V. Roramontei. Fortuna, II. XL— Vence i Pompide*, Paraiaal, IM.
Orrao, II, li. II. 36.— Vence á Don Rosirán, 1LÜ. Partía (Rey da), II, .Vi».
Orgaala (Reina de),m Vence á Floramán, II, iL=Su encuen- Partinuelee. Conde de Hle», II, .>7».—
OrgaaaL V redor del duque de Ruysetlón, tro con su padre adoptivo. II, ¿2i=Su Llega al rastillo de Cabecadoyre, II,
II. 12L encuentro con Selvlán, II, Vi — Mata 1 vso.— Duerme con Melior, II, jS¡ki
Orgaala (Reina de), ÜML Canboldán, II. .'vi.— Su encuentro con V uelve al castillo de liles, II, H&_Va
Orgaaia (Rey de). So casa con Llena, Daliartc. II. .Vi.— Se combate con su j Parí», II. ¿üík= Vence ¡ Soraagoer,
hija mayor del duque de Tinluguel. 11 hermano Floriano, II, G2-— Encuéntra- II, :>>ftl.— Preso por traición, II, 590. -
(V. Leal En Trances, Orkanie ú Or- le moribundo, II. 71.— Mala á Pandaro
le» ir. Torna á Cabecadoyre, jltl— Hace trai-
y i Daligán, II, 7_i=A>nce i Dramu- ción á Melior, II, :>94— Quiere morir,
Orlan de Qarloo. S* casa con lj hija me- siaudo, II, IL=.Mat.-i i Darmare, II. II. üüS^Habla con Vrraria. II. ^90.—
nor <lc Iguerna y del duque de Tinlu- Q<L— Sus aventuras en la Isla Peligro- Es armado caballero por Melior, II,
guel, H y <>'.>. - Lu francés, Vrien de sa, II, UMLy siguientes. - Llega al ea*- tHri. -Preso por lo* moros, 11, fiífiL.-
liarlnt. llllo de Almaorol, II, 106. — Se com- E* libertado por Ansies. II, fiüL=Mata
Orlaaa, Hija d» l rey Lisuarie, II, 23a. bate con Florendos, limitado el raba- en el torneo al rey Hermán, II, f< I -'■
Orienta, II. ü¿ (V. Arlando). Itero Tri*tr, II, 1UL - Preso en el cas- Se casa con Melior, II, f»l i.
Orllande. Duque. II. 3<L tillo de Amalla, II, Hi= Vence al du- Paalf», II. H.
Ordena (Deque de), 11,22. Paalatraio. lavjn, II, ala.
que de Huysellón, II, i'M. -Vence i
Oraiel. llagar, Ó21, llracandor, II, liffii— Pelea con su her- Patrldea. Sobrino del rey Hand»-ii>agus,
Orniatalda. Hija de tirapo*. 11,23^ Ca«a mano Floriano, <in conocerle, II, K>'J. 17.V — S<; le querella de Galhán la her-
ron lieroléo, ll,S£L — Prueba la aventara de la copa, II, mana ile Yvan de Cinel. 2ÜL Muere i
Oroairlin de la Branda. Hijo de l'ridn* lili— Mata al jayán Albarroco, II, 17(1. manos de Galbin, 2f£» y üü.
v de Arlada, II, 15. —Desencanta á Leooarda. princesa de
Paudiela. Hija del rey de I jeedemonia.
Ortaleza. Nombre de la dueña que acoge Trarla, II, ISi. — liamado el raballero II. ).~, 1 i y 9i>. - Casa con lielagrit, 11,
i Florrta.lLM&.
del Tigre, II, l'JG.— MaU á Felistor.
Ortanla, 70, Si y SI (V. Orgaala). II, V.t\— Mata al jayán Pavoroso, II. vía- m
Paudriela, LL <J& ¡v. Pavdlela -
Ornia de Reynel. Caballrro del rey \r- ■2^1 -Gana la Isla Profunda, 11,231.— Paaloa. Mala al rey Mares, 337.
tur, SL. - Kn francés, Hervien dr Ltexaála Isla Peligrosa, JL25L— Arri-
Rtcel. Pavoroso. 'Javin, hermano de CnUm-
ba i Escocia, II, ¿7JL=Enlra en Hun- brar, 11.229.
Oaaraa. Hermano de Didona*. 235. Pelean de Litconos A Liaooaia, 1M
Krla, II, -J77.— MaU á Vascalion, II*
Otornia, 23 (V. Organia). •^L=MaUá ArnoHo, II, 28J - Habla Rey, 107. -Herido por HaaMn, 1 1"- -
Ouería, II. iW. ron *n señora Polinarda, II, 2&L=iCasa Kn francé*, Peltean dr l.ntinoii.
Ougel, 31 1. con Polinarda, II. KS. Pelea, 163, 212 > 3ü¿ |V. Pellea)
Ougel de Buanamaroha. Margué». >32. Palmerln de Oliva. Emperador de (U>ns- Pallan el amarillo, Lí¿.
Ougel de tea Marohaa, l&L. Pellaa ol pobre, LU
tantinopla, II, I y tlL— Recibe la em-
Ovidio, II, ü& bajada del soldán de Penda, II, 1££L— Pelinor de Oalax. Mata al rey Loe. al y
P Ordena en la huerta de Flérida lo* 125. — Sigue la aventura del caballero
de*posorlos de alguno* caballero* de su que llevaba la doncella, LüI^Merltn
Páceselo. Camarero mayor del empera- corle, II, 32I^Reclbe la embajada de descubre que Tor e* hijo de Pelinor,
dor dt Constantinopla, II, 36». los moros. II, MI- Su muerte, II, 3£fL 112: 113 y IS'i — Kn francés. I'eltinnr.
Padamon. Rey de Per»ia, II, -VJ7. Palomadea. Derriba á Y tan el bastardo, Pellean, lio A Palean -
Padrejón. Hijo del rey Coslantenr*. II. lia y 2(10.— Ayuda á Tríslán, 231 y 2S0. Pellea (V. Pelea). 21.', 2y», 238, 2SJ y -Vil
- Ka hecho rey, después de la muerte —Derriba al rey Mares Derriba Paila Broea (Caatillo de), II. iL
de Veringner, '¿J. — Derrota á lo* san- i E*tor y i Gariele, 2*L— Pelea con Paila Drooa, II, hl (V. Pena Broca .
sones en la batalla del campo de Sala- I.amaróte, 281^= Vence i Galbán.285 Pera
lei'in,'Duque da), II. 32a (V. IViimi-
cap. XX).
hré* y muere en ella, .TV— Su nombre — Queda de*aflado con Galat, 'JSfi.
de pila fué Perdcrel'fo» Amhrrttu, Derriba á Galbin, 2W.— Se convierte Poroaaal do Oalax, 107 (V. Pereeeol
at cristianismo, SSL Gana la silla de —En francés, Perchevat.
•">.— Kn francés, Pandragon, llamado
716 LIBROS DE CABALLERÍAS
Peroeray, 175. Pemeaea, 57 <v. Yéomedee). Rialdo. Duque, II. 185.
Perdlolóa (Valle déla), II, «7. Pomplde». Hijo de don Duardos y de Rienda, II, 43.
Perftoha, 175. Argóntda, II, 9.— Vencido por Palme- Rloar de Tolos*, 11,301.
Perenquin de Ourue. Era hijo del rey rin, II, 30. — Defiende i una doncella, Ricardo. Marqués, II, 30.
de Polonia, II, 97. (Pr> maltón, capí- II, 137.-Se casa con Armisia. II, 270. Rloexdoao, II, 145 y 367.
lulo I.XII1). — Vuelve & salir este nombre da Pnm- Rioarte. Hijo de Roberto el DuhW, II. «t.
Pereiíes. Wo. t». pidrs en la Historia (italiana) del caba- Riebarta de Normaadie, 512.
Permebel, 297. llero Klortlr (cap. LXXX).
Rleae,ll.3t¿.
Parean. Uljo del rey Felipe, 339.— E« Poepldee, U,36(V. Pempidea». Riaaton el gruaaao, 175.
muerto por su hermano Mar*», 310. Poatia (Daa.ua da), II, 571.
Parrón, 11. Parto. Ciudad de Portugal, II, 11.1 «ti. Tomar, II, 203.
Paree nal de Qelex. Natural de Galw. Portugal, ICO, II, 499.
57.— Hijo del Caballero de la hastia la- Prlamo. Rey de Troya. 200. rey Arinr, 70.— F<> preso por BaaUi i
dradora, 88.— Prueba la espada de la Pridoa. Hijo del Duque de Gale<: primo Haalin,8l y 321.
doncella. 172: 203, 232, 246, 247, 273 y y amigo de don Duardos, II, 9.— Lle»a Riea desalíe, II, 5i~
283.-Aoompafta í Galat, 304. -Llega i I.ondre* á Roriano del Deji.-rlo, II, Rlsgeralde, II, 144.
con ¿I y coa Hoores al palacio del rey 15 (V. Primaletm, cap. CXLVll). Roan. Ciudad, II, Mr* j 4a0.
Pele», 305.— Háeese monge, después de Primaleée. Libro de-. II, 5, 9,20 y 540. Robart Caballero ingl**. II, i»JK-
la muerte da Galax, cuyos último» \n*. -Hijo del emperador Palmerin y de Roberta el Diabla. Su n.nm.e^ i>.
Unir» prrMada, SI 2. Gridonia. Parle en busca de don Duar- 407—MaU i su maestro. 11. U*-E.
Perieual da Gaunai, dos, II, 12.— Su encuentro ron Can- armado caballero, II, 40S. — Jefe de
Paraaal, 175 (V. Pereeaal I). dida, II, 13.— Preso en el catlillo de rnaUrULa de salteadores. II, «Uf. — I*
Parala. Doncella de VrrarU, II. 590. Dramusiando, II, 21. — Lucha con *u íred«U con mi madre, II, «a- Hj-
Parala, II, 527. hijo Florendos, 11,89. — Mega i Cons- i nus cornpafiero*. II, 412. — t.Wsi ■
Parala (8oldao de), II. 002. laoiinopla, 11,91.
Roma, II, 112. — Penitencia que le ¡ar-
Peraldaa da «alai, 175 y 297. Prímalada. Principe, hijo «le Floremlo-. pone el ermitaño, 1 1, 413. —Pe W ei b-
Peeeador. Rey, custodio del Sanio tírlal. »or del Emperador de Roma, ILtl'
II, 373.
11.— Abuelo de Galas, 430. Progaa, II, 14. —Se descubre su secreto y «• casa cr>
Petrarca, II, 188. Pr«Ina,525(V Proyae;. la hija del Emperador. 11. 41* y 11*-
Pblllppe,387(\. Felipe*. Praaidaa. Caballero de la Tabla Redon- Duque de Normandia, II, - Ha),
Plchoneta. Tafiedor de Durbans, II, 439. da, señor del rastillo v tierra de Anf- al almirante, 11,420.
— Ks hecho caballero, II, 142. ión, 99. Robrante. Escudero, II, l'XÍ.
Pilataa. Adelantado de Vespasiana. II, Proyna. Lugar. 3¿t y 524. Roca Deebabltaaa, «1. 1.x.
380. -Ei «¡ttado por V «pasiaoo y Tilo, Ptolomae. Rey, 11.3. Rooanonta Hijo del rey de l»fae«Ms,
II, 387. -Se entrega i fMon. 11, 39">.— Pitante (Jaaa da la). Autor de la Virio Vence i Tremorío, II. 51.
E* llegado á la dudad de libaba. II, tle Roberto el Diablo, II, 405. Rooaaiar, II. 2&1.
tOO.- Su muerte, II, 400. Paenta de la Ola da la Cardarla, II, 2¡». Rooandor, II. 25 (\ . Ra«uidar>
P!*aa. Monte. 19. Paroenait. Jjdr-n, muerto por Harro- Rodaneate, II, 558 (V. Reraanaota.
Pifiaba! da la iaaaia, 17:,.
Rogar Saaeoa, 5H.
Pirana, II, 11 quer, 519. Rol día, 523: 11. 1.
Platir. Hermano de floreados, II. £í.- Róñalo, 154.
9
Casa ron Sidella. II, 329.
Roraaseata, II. i<ia-Ke. a> rk>a«»t*,
Pílala, II, 187. Querrán. Lugar, 53o. II, 318.
Poleaóa. Fil4*o[n,d¡<ripu]o y sucesor de Quea, 85 y 144 (V. Quexe;, 191, iwi > Raebel (Oae;. Hijo de Beicar, II. — -
\>n.'KTate*. II, 4. 401. -Le derriba Galas, 203 y 277.— Casa con D ramada na. II, 123.
Paleada*. Rey de Tesalia, II, 11.— Reco- Muere, 325— En frane/*, KV. Rosial (Doa), li, 6-"> (V. ReabaJ l
VC i Palmerfn y i S lrlín y los lleta í RosirÉM da la Bruada (Oaa). Hl>- <f
Quaan, 175.
ConMantloopla, II, !«.— Preso eD el cas- Quadla. Hijo de Uel.391. Pridos, 11,42. (V.Oroeirlae >.-!>'.
Hilo de Dramusiando, 11,30. — Lleta .i Quexa. Hijo de Anlor. Mayordomo « á Londres las arma» de Moriaoo «*■
Taratana i la corle del jjran tnreo > e* hermano de leche del rey Artor, 49. Desierto, II, 71.— Su m serte. II 3Tl
hecho proiouero ron su» deiui» raba- Qulran (Canda don), II. 371. Rricaida, bSi (V. Rriebavt -
neros. II, 174.— Vuehe. ron Ilelcar. ¡ Rrlearda, 520 fV. Rriabart -
Conslanllnopla, II, 243.— Según Pri- R Rríobart. Km|ierador de Consta uinepi.
maleón, l'olendo* era hijo de Palinr- padre de Se.Ula. 508 y .VA
rin de Oliva y de Li reina de Taráis. Raoandar, II, ¿3.
Pollfema, 11,145. Radamoate, II 358 <v. Rodárnoste.. Rrla. Río, 51".
Rruen, 531.
Pollfema. Doncella de Arlante. II, '¿32. Radiarte, II, 145.
Potlaarda. Hija de l'rlmaleón, II, II.— Radlraar, II, 195. Ruel Roaalle
RubeH(Deqae , li.113.-"-«Á.
de),
Despide í Palmerin de Inglaterra, II, Rancha (La). Nombre de lunar, 170.
33.— Habla con ti. II. ¿81.-Ca«a ron Rugerelda, 11,81.
Redada*. Rey de K.pana, II, 12.— Prceo Roytellon (Ouoado «a), il. ul
Palmerln, II, 32*. en el caMillode Dramusiando, 11,31.—
Pallaarda. Hijo menor .M emperador Su muerte, II. 3fi| (V. Primaleón. 8
Trineo, II. 22.
Polletaete. Dan». II. 313. pítuloXXK
Reobart. Duque, 53».
Polonia, II, 435. Reala. Oudad, 510. Sábeme, 22-
Polliee el faene, i:\ Reymoa, 175. Sabalie, n, -n'.

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ÍNDICE ALFABETICO
717
Segremor. Hfjo de Nabor al radiador. Selpidn, II, 133. Hragnn, á instancia» de Meríln, 31 y 35-
21 y SL=JJaina<to et derranjador, Solpión Afrloene, 11,3 —En poder dol rey Leodogati de Tre-
ITS — Et vencido por Erec, 224 y 45ÍL Sclplones (Los:, II, 131. mileda,
Combátese ron Palomadet, 22G y 377. — Segurados el brea, 441. Habla enquien
ella laciento
enría cincuenta
i Artur, 1-^1.—
tilla*,
168: 11,21
Imlgo Intimo de Trintán, 5R5. — libra Seleroye. Comarca francesa, 113(V. Se-
i Tríala y á Iseo. 336; «15.425 y 430. roloyS).— En franeéV, Soreloi». Tabléate de Ricamente. Ueaafla i ln*.
raballeroí del rey Artur, 454Ls Vanee >
En francés, Sagremor. Selln (Condado de), II, 1M.
Seleberes, 222 (V. Salaberos). SelvJán. Hermano de leche y escudero prende i Don MUJán, á&L= Habla con
Saladero» (Campo de), 5°a— f» rrin- de Palmer! p de Inglaterra, II, 15, ele. Jofre, Í95— Vf vencido por Jotre, ifiá.
eta, SaUtbien*. Selviaaa, II, 264. Tajo, II, 10JL
Salakrat (Campo de), 31 y 52 iv. Sala- Sémola. Hermano de Reymon. LLl Tanedea. Hermano de La) do el ardil. 17 ■.
boros). Semerlna. Reías, II, 555. Taagle. Puerto, II, 32.
Salamoe, ->-\. Séneca, II, 133. Tañer. Rey: «eDor del castillo de Aeinc-
Salamos da Brotarla, 312. Señala. Hermano de ijulae, 243. lin,22.
Senuse. Ciudad, II, 58. Tarfagada, lliiL
Salatea, II, LtL
Salera*, II. 135. Separ. Hermano de Palomade*. í.V». Targíana. Hija y heredera del Uran Tur-
Salomón (Templo do), II. Serleohan, 428. ro, II, 125.— Va con Floriano del De
Saluador. Hijo del rey de Irlanda. Murr- Seroloys. Reino, 32u > v. Ssleroyev üierto i Conitantiuopla, M, 141L=Llr-
io por Haalin, 22 y 18. Sertans de Sortaria. Venrldo por Cía- tadapor Albania de Frita, II, 152.—
Salustlo. II. UUL made<, II, 43Ü y 452. Rescatada por Fio rendo», II, 1M. — Vi-
Sareallel. Hijo «le Fruela. Et hecho ca- Sesena. Puerto, II, ül y jüL •ita i la emperairi» de CnniUntirinpl i.
ballero por Galaz, 27JL— Vene* i Don Ssuilla. Fmperairi* , mujer de Carlos
11,51(1. Rey de i^.^iiuionia, u, t^
Taraaas.
Quea, i Garlele y á Glflele, 228»— llalla Mayne*, .ril..— F< condenada al ruego,
durmiendo al rey Vrtur y le perdona Hermano de Paudkia, II, li. — Su
■"rtl,V— Et |>erdonada y confiada 1 Aube-
la tlda, 219. ri dn Moodltder, 500. — Se encuentra muerte, II, 3M (V. Primal**, eapt-
tulo C.XI.I).
San Cabrían (lóete de), 1L ÜL ron Barroquer, jjJS. — Se refugia en
San Oebrlel. Angel. II, 403. r««i de Joterant > da á luí un hijo, Si 7. Tornee. Rey, II, ¿Z.
Saa Pedro (Iglesle de). En Roma. 1 1, 112. —Se hospeda en ca».i dol en» li ano, 321- Orlan, fifi.Catlillo que Vrtur dlá al rey
Tereque.
San Simón e Ja ato Ctfltaaiiaa de), II. 5m — So reconcilia con su marido. 551.
Sanadei. Hermano d" \rriel.2j2. Seullla. ciudad. II.42SL Tauloa de Roglato, 442.
Sanea, 123. Sleomer. Arbol, 232. Teje. Tajo, II, £ft.
Saneta Catalina, 22<L Sldella. Hija de Tarnae». rey de I^cede- Telenel, U, 233 y «ieaienie».
Sancta María. Iglesia, st\S inonla. II. 270,-^Cana con Plallr, U. Tollo, LSáL
Sanetlago de Senaria, II, 155. 32iL=En el Libro de Primaltim e« Tenebrante. Hijo «leí duque Tirendo..
llamada Sidela. Por ríerlo <|iie en el 11,22.
Sanoto Sofía (Iglesle de). En Cnn.,.in-
llnopla. 11,332. capitulo final del PrimaUon (donde Tenebror, 11. r..V
Sangult (Montana de:, í& •e da cuenta de la muer» del empera- Tenebrot, II. si y .>.« i v. Tenebror;.
Sanobo (Ooe), 1ML dor Palmerln). aparece ya Platir ra«a- Terri Lerdenoie, ilL
Sant Auoaetln. Jftft. II. m. do con Sldela. Terrln Lardenole, 3L2(V. Terri i.
Sant Clemente. Habla cou Verónica. U. Slgeral, II, 254. Terrui (Castillo de), 31iL
Si a nados, lli. Terela, Vlib, II,
,'hS 1 . ftautijta i Vesparíann > i Tiin.
I1..VJS. Simeón, Üi. Tbenede. Cantillo de Vrracla, II, üüiL
Sant Oonia. Monasterio real, en Fran- Simón de Pulla, 31 L Tiban. Señor de tiraría, II, 5fi8\=.Roba .5
ría, 5D3. Siria (Reine de), LL Lifi. Floreta. II. üüL. Vencido por Turlan.
Sant Etteaea (Igleela de). Cerra c.a- 8 isas a (Ouque de:, II. -Ti- II,
malor, ¿V) y 321». Sobredlea, LL_23tt. II. áliL
TibaS.53LEmperador, «rflor de Vlemaña.
Soladon, ¿31
Sant Eeteuen (Reliquias de:, 51 J Tlbulente el negro, II, £L
Sent Gregorio, II. IJfiL SoliadiSSa. Hija de M m-.i.liH- r de fW-
ti*a, II. Lii. TlerO. Hermano del rey Riitri, 3^,
Sant Jorge (Braco de), II, 433,
Sant Mateo. l'uertn. ,¡ <(,>« lcjiru de Solian el noble, LLi Tietoyl (Puerto de), 348.
"v-rlingiia. II. 52. 8omon, 2UL Tlntogel, 58 |V. Tlntuguel).
Sant Roméele. 3UL Sonia, Dijon. II, 2a?i Tlntuguel (Ouque de:. Marido de Iguer-
Santa Eufemia (Iglesia dej, II. jOA na, 3fL — Se auvnta de la corte <l.
Soraila. Nombre de lu«ar. '.V»"
Santa Mario del Estrella (Igleela de), Sordiran, lü Vier, 3iL=Bjile le manda deaaflar, BL
II. .MK Sorlingua. dudad, II, ü —Su muerte. 12. Fn francií», Tinto-
Senté Darla del Real. Anadia, i media Sornaguer. Rey, ir. j&4~=.Vrn<id« ¡*>r
legua de Camalot, iW. Partinuple», 11,580. Tlrendoe. Duque, 11, ¿L -!>egún el libro
Santo Eetlano, LU iV. Sant Esteuan Sortibrin el esforzado. Primo herma- de Prima/ Clin, Tirendo» era hijo del
Sardamente. Hev. .ihneto de 1.,-onarda. Qucl.
II, IK¿. no del rey
Ssanson, 3Ü3.Frijol, 11. )■*>'■. duque Kstoi lji -.
Tlebe, II, 14.
Sardana, 11,425* Siena. Río, 523. Titubalte el negro, II, 25 A . Tlbulente
Sorras. Ciudad, 3M y 303.— Situada en Ssomon alano de), 3M. Titubente, II, ifñ (V. Tltubeltei.
Babilonia, 312 (V Carras*. Tituguel, 311 (V. Tlntuguel).
Satlafor, II, 281 (V. Setrefor . T Titas. Hijo de Vespasiano, 241; 11,372,
Setrefor, II, lfla y 231. — Vuelva i Roma con su padre, II, 507
Sauine (Fragua de), 2L —Recibe el bautUmo, II. 323.
Tebla Redondo. Fundada por Vter l'a-
718 LIBROS DE CABALLERÍAS
Tokio, I!, 247. toyl, toa— l'rende i donGalban, á Es- Vaneóla, II, 435.
Tolomer. Rey, 18a tor de Mares, i Hordon y i Leonel, Vooodioim. Nombre de lugar. 21.
Tonar, II, 203. 407 y 408. - Hoye con l««o, III.— Lle- Vercopon (Vergel del;, 43a.
Toaadal, a». ga al rastillo de Lantarote, 414. — La- Vereolin do loe puertea, 175.
Tor. Presunto hijo de Dareí el Harquiln, cha con éste en el torneo, 416. Ea de- Verde Coeta. Castillo, n. 438.
iSh— Vence á los do» caballeros de los rribado por el rey Artur. 121.— Com- Vero. Logar, 510.
tendejones, 133.— Engendrado | bátese con Palomades, 428. — Combáte-
se nueiaiuentc con Lanxarote, 429.- Verglllo, I í<¡.
rey Pelinor, 15" y 17.\ Desbarala i los caballeros del hada Ver gola. Secretaria de Eirel«.i«*«i. II-
Tor do lo Montaña, 1 75.
Toro (Villa «loi, IW. Morgayna, 420.— Jura la Tabla Redon- Verlngaor. V««alli> de Cosiantene* j m-
Toral, II. 2<i>t y riguientea. da. 451.— Es i eneldo por el caballero pá«.
yonlomo563. de Maines, II. — E* elejid ■
Torre Bolla (La), cotillo, II, 351. anciano, 431.— libertado por Paloma- rey, de -pues del asesinato de Miir^s.
Toaoaaa, II, 379 y 427. des, 415.— Combátese con (¡alai, 44*. 12. ■ Se rasa con Ij hra de A ng»U. f_
Trabolando. lü^ant^, II, 27. Herido á traición por el rey Mares, — I'royerta h t .■slmcri.,n de m
Traolt. Reino, il,t3s. 419 Muere, 455. rre. 12.— Consnlia i lo* sabios *%>br> b
Trafamor. Jayán, II. .V>l. Trlatran, IOS. (V. Tris tan, c«u«a de la calda de U tjrre. 13.— Mer-
Tragandor, II. av. Troendoe. Hermano de ArgotaoU-, II. lin profeliu *o moer le, 23.— F_. m «fr-
Tragonel al llgoro, H, as. II.— En el cap. CCXIX de Primalrntt
Tragonía. Nombre de lugar, 3H0- se habla de «Troendo, hijo del duque eos. por
ío Padragon y Vter. 23.— En Ira»
Vertigier.
Tramazor. (¡igante, II, 17. de Orlan*.
Vorlaa. Rey, 1<>3.
Trapisonda (Roy do), II, 272. Trofolante el medroso, H. 231.— Toma Verlaada, 24 <v. Vberlaada;.
Tremoráa. Hijo del duque l.eresln y nie- ron engallo la Isla Peligrosa y es con-
Ver maja (Mar), II. 4fi.\
lo del emperador Trineo, II, 22. denado muerte.
i 11,2X7. Vemao. Principe de AlemaDia. aV
Troa Hormaeaa (Caatlllo da laa), II, «25 Trejl, óit. emperador Trinen y de la esipera-v
Trineo. Emperador de Alemania, II. 22. Trualando, II, av
Trullo Beroao. Italiano, 11,321. Agrióla, II, 12.— Se cómbale c- • fc>:-
—Llega á Londres, II. 78. car, I!, 18.— l>re*o r» el rjftOb *-
TrlnOO. Hijo del emperador de Alema- Tuberlanda. Reino lindante con la pe- Dramusiando, II. 3o.— Su moertr. i..
nia, II. 7. da).
quefia Bretaña, 145 (V. Notoberlaa- 3fi3 (V. Pri maiein, cap. (JCXHV
Triólo. Duque de Horgona. 11,22.— Trio- Vernon Saaeino. Villa de \..nna»dú- IL
U> e* el nombre que toma Rifarán en Túnez, II, 174. 405,
l'rimafa'in (cap. LUI), mando se hace Turlan. Hijo de Canamor y de l.eonela,
rrUtiano. Verónica. MujerII, de
Haré oraci.ín, 3S3.CalRea, II. •>!.-
II, 55L).— Llega á la tierra del rey A dos,
Trlttan. Hijo del rey Meliadui y de lía- II, 542.— Roba i EJorela y gota de ella, Vertue (Badania do), II. -Mi
bel, 71; 78, «J'J, 150, 154 y 107.— Oían II, 342 y 543.— Es separado de Flore-
la. II, 317. Vuelve á buscarla, II, 550. Veepaaiaeo, 247 - Emperador drK>m>-
historia de..., 167.- Llega á U corte II, 379. — Es cnrailo de «u dolencia ro%
de Artur, 17<» y 189.— Se rombate con — La encuentra, II, 551.— Vence i Ha- el |iano de Verónica, II. 3XV— Pjo» se
Didon&x, 194: 235, 270 y 159.— Su na- noi, II,335. — Se casa con Floróla, II, lio á Jerusalén, II, 387. - Vuelve i
cimiento. MI.— Quiere matarle «u ma- 55(1- Mala á Diacolo, II. 560.-Su en- Roma. II. 3i)7.-Ree¡be el bautien». II.
drastra. 343. -Es hecho rey de Leonit, trevista ron Exreleonrsa, II. 5 3. So-
344. — Va á la corte de Feremondo de corre isu padre, II, .Vi7.— Reí-ala i Vlaraoo, II, 188. Por Viriato.
Gaula. 344. -Se enamora de éT Heli- Flnrela, 11,571. |idg. 39X.20 (V. Veneonia:.
Vioorala,
«enda, S45.-IJega i la crie del rey Turlan. Hijo de TuriJn y de Floreta. II, Viuerlanda, as. 3.», etc. ( V. Vboriaada
Mares. 318.'- Vence á Morlot. 350. Vlf»r. Escudera, privado del rey Vwr .V
Llega á la corte de I.anguines, 35I.— pág. 571.II, 521. y siguienl'-s. - En francas, ( (fin.
Turquía,
E* curado por lieo la hrunda. 532. Vltrabalo, 173
Vence i Palomades, .V>4.— Es descu- U
la-rio como matador de Morlot, 355.— Vngria, 510.
Vuelve j la corte de Mares, 350.— Vngria (Rey de), 517; II. 42-V
Urganda, 11,85, 104 y 239. Vellón, isla, 7*v
Amante de U dueña del Lago del Es- Urgel Blasonante. Duque de Galit. 11. 45. Vrlan, 87 (V. Orlan ).
pina. 338. -Se tambal? eoo el rey Ma-
Vrlaaa, 21.
ri-i y con Lahibagues .VA— Mala i V Vrtneaa. ciuda.1, 517.
llraior, 3G4.— Va en bu«ca de l>eo U
VrraOla. Hija del eni|ierador Jab^n. I!
brui.di. |»ara «siria ron el rey Maros, Vadallan (lata de), 53. 578. -Salía á Partinupl-s. II.
3J5. — Toma el brciale amoroso, 3fi<¡.— Valeriáa de Areblélago. (onde, II. 23. Descubre a *>V-, II. 599.
M.ita i Braior el gigante, 3f»8. — En- Vamagon. Rey, 175, Veeatre (Puerto de), 23.
trega Neo al rey Mare«, 371. -Coin- Van de Bonoyt. Rey, 52 y 234. Vter. Hi/del rey CosUnlones. II lh
biteie con Palomades, 379.— Desafia i Van do magua, 179. 210 y 5it¡ (V. Ban-
demagus), muerte á Anguis, 2 >. — Habla c-«i M<f
los caballeros de Mares. 3CÍ. — Es pre- lio, 27.— Es elegido re . de»)*/. * li
»o por lo» caballero* de éite. y liber- Vanla, 418 <v. Banls). muerte de su herma rio P.tdragJn »- u
tado |>or Sagramor y «u» amigo», 386. Vaaoalión de Otranto. Jaján, hijo .le batalla de SaUbrís. y r«-ibe A .««ir»
Mala al «onde de Egypta. 392. Se l.urcón, II, 278. de Vter Padray*>n, 33. Manda tu.-r
casa con l*>'o de las blancos uianoi, Vaaillardo. II,339(V. Baalllardo). la Tabla Rrttonda, por eo-arg? *»
393. -Derriba .i Don Quea», i Itnrdón. Vborlanda. Tierraidonde se retira Blay- Merlin. 35. Se enamura de V<i»m
i Leonel y i fiarH. ¡II. -Libra de la sen, por indicación de Merlin. I i. .V».- (¡ota de ella por mediar,* 4»
inuerle al reí \rlur. itC». Guarda, Vaina. Ciu.lad, 22. Merlin, 12.-S-- casa co \ gormi *s
— Su muelle, 47.
por ordru de Mam, el paso de 'Tin- Veeoonla. Ciudad, ai.

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ÍNDICE ALFABÉTICO
X Ypomenoi. Rey, 301 (Y. Pomenee). Tríatin, herido, 451.— Mucre 719con ¿1,
Vrnan al bastardo. Key, 175. 455, -Descripción de su bellexa. 45fi.
Xaaalacaaoama), ii,3I2 Madre de l<eo, 11,43.
Ysaao, II, 353.
Xaxonia (Ducado da), II, 173. Ysabel. Mujer del rey Melladut y madre Yuaa (V. Itaa), im.-En ta»**.,
Xenoo ratos. Flltoro, II, i. de TrUlán, 34o. Ivain.
XtriM, -I. Yiaa. IJ de los rabell.» de oro, 78 y 2515. Yuan. «¡jo del rey Vnuii el bastardo.
Yiao da las llancas manos. Hija del 175, 178 y 184. — Sigue la aventura de
Y rey Oel. Se casa ron Tristán, 3113. la bestia ladradora, IW.— Se hospeda
Ybernla, 473 YSM la branda. Hija del rey Langulnes en ca»a del padre de Pulomadeit, 192:
Ydoart. Caballero ingle», II, 4KU. de Irlanda. Cura i Trl»tán,352.-Toma 235 y :>7C.
Ydomedei. Hey de Londres, 37. el bre»aje amoroso, Sií-'i.— Huye de l'a- Yuan de Oioal, 202.— Muere cu el ra»ti-
Yglan. Caballero de Cima loe, 6í>. lomade*, 377. -Prueba el ruerno de la lio follón, 203 y 235.
Yajuarna. Mujer del duque de Tinluguel, hada Morgayna, 3H3.— Condenada por Yuan de las manas blanoas, I75.-S*
Tífí.— Y.i engañada por Vler, 42. Se Maret y libertad.1 |»or Sagramor y lo« cómbale ron Erec, 224.— Muere i ma-
ca<»a con eVle, 44.— Se descubre ijue A r- amigo* de Trislán, 3Mf>.— Cae en poder no* de é»te, 225 y 235.
lur es su hijo, 60.— fcn francí», ¡gente. de «u marido. .Y».- Escribe i TrUtda Yuaa do ietguses de Baybala, 175
Yon. R. y de \«tubal.432. 395.— . Huye ron (*te, 411.— VWtt t Vari («adama), II, 31J.
>

Indice general de la segunda paute

Ciclo de loa Palmerines 1 XIV. Que declara quién era el sabio Da-
Palmerín de Inglaterra 1 llarte del Valle Escuro 2ñ
Prólogo ü XV. En que da cuenta de lo que aconte-
El Aactor al Lector á ció á Belcar y á Vernao después que
Libro primero ft fueron sanos de las feridas que hubie-
L Cómo saliendo don Dnardos á caza * ron en la batalla de la Floresta Desas-
la Floresta del Desierto se perdió, y trada 2íi
fue á la torre de Dramusiando, donde XVI. De lo que aconteció al rey Reciñ-
por engallo fue preso ¿ óos de España, y á Arnedos, rey de
I I . Qne declara quién era el gigante en Francia, con otros dos caballeros en la
euyo poder don Dnardos quedaba. . . 1 fortaleza del gigante Dramusiando . . 1ÍU
III. De lo qne aconteció á Flérida riendo XVII. De la habla que Palmerin hizo á
qne don Dnardos no venía 8 Polinarda, y cómo se partió de la corte. 3¿
IV. De los grandes llantos qne se hicie- XVIII. De cómo Palmerin de Ingalate-
ron en la ciudad de Londres por la rra se partió de la corte llamándose el
pérdida de don Dnardos ID CABALLERO DE LA FoRTONA, y de lo
V . De lo que el salvaje hizo de los infan- que más passó fiS
tes qne llevó, y de cómo Argolente XIX. En que da cuenta quién era este
llegó & la ciudad de Constan tinopla. . LL caballero que el de la Fortuna allí
VI. De lo que aconteció á Primaleon en topó, y por qué vivía allí ¿Ü
la demanda de don Dnardos 12 XX. De lo que aconteció al caballero de
VII. En que declara la razón por que la Fortuna en el passo de una puente, álí
Pandricia hacia aquella vida y la de XXI. De lo que aconteció al caballero
los infantes en la cuera 14 del Salvaje en el Valle Descontento
VIII. De lo que el salvaje hizo, viendo la con otros que le guardaban 31
tardanza de Floriano Ui XXII. Cómo Floramán, príncipe de Cer-
IX. De lo que aconteció á Vernao, prin- defia, vino á la corte del emperador
cipe de Alemana, en la Floresta desas- Palmerin, y de lo que en ella passó. . 3ji
trada de Ingalaterra con otro caballero. II XXIII. De lo que pasó en el segundo
X. De lo que el gigante Dramusiando día de las justas de Floramán. ... Jití
hacia en su castillo para fortalecerse, XXIV. De lo que aconteció al caballero
y cómo Primaleón fne á él, con lo que de la Fortuna después de se apartai de
Pompides Ü
Uí:'. 8 pa88Ó lü XXV. Cómo el caballero de la Fortuna
XI. De cómo el emperador armó caba-
llero áPalmerin y á todos los donceles supo por una doncella las nuevas de la
de su corte 21
corte, y lo que hizo ±2
XII. Cómo tornaron aquel día, y de lo XXVI. Cómo aquella noche hubo sarao,
que aconteció con dos caballeros de y otro día vino la emperatriz á ver la
tienda de Floramán 14
unas armas verdes que al torneo vi-
nieron 2á XXVII. De lo que aconteció al caballero
XIII. De cómo vino 4 la corte del empe- del Salvaje después que se apartó de
rador una doncella quejándose del ca- Blandidón en el reino de Lacéele-
ballero del Salvaje, y de lo que sobre monia á£
XXVIII. Üórao las doncellas socorrieron
ello paaaó '¿h
LIBROS DE CABALLERÍAS. — II. — 46
722 ÍNDICE GENERAL DE LA HEOUNDA PARTE

al caballero del Salvaje, y cómo con XLVII. Cómo se conocieron los tres ca-
su ajada fue Baño áñ balleros que vinieron al torneo, y de
XXIX. Cómo á la corte del emperador cómo se supo de Paimerín de Inga-
vino la doncella Lucenda, 7 de las nue- laterra y su hermano cuyos hijos
ras que dio Aü eran tí

XXX. Del desafio que hubo 'J'remorin XLVI II. Cómo se supo quién era Blan-
con un caballero estrafío sobre el caba- didón, Pompides y Daliarte, y cómo
llero de la Fortuna ñü el emperador y reyes se partieron. . &4
XXXI. De lo que aconteció al caballero XLIX. Cómo todos aquellos señores
de la Fortuna en el viaje de Ingla- llegarou á la torre de Dramusiando, y
terra ... &2 de lo que en ella les aconteció. ... *¿
XXXII. De lo que hizo el caballero de L. Cómo, acabadas las justas, entraron
la Fortuna después que salió de casa juntos en la torre, y de lo que allí
del salvaje &3 más passó *I
XXXIII. Cómo el caballero de la For- LI. De lo que aconteció al caballero que
tuna encontró con Daliarte del Valle justó en la puente, que agora por
otro uombre se llama el caballero
Escuro y perdió su escudo de la palma. .'»4
XXXIV. Cómo el caballero del Salvaje Triste, con Primaleón en el Valle
vino á la corte de Ingalaterra, y de lo Descontento Bl
más que le aconteció áfi LII. De loque passó Primaleón con Pan-
XXXV. Cómo Daliarte mandó curar á dricia, y cómo se fue i Costantinopla,
Platir y á los otros caballeros, y de á donde vino nueva que la flota del
cómo el caballero de la Fortuna se des- soldán de Babilonia era deshecha. . . Sü
pidió dél hR LUI. En que torna á dar cuenta del ca-
XXXVI. Cómo el caballero de la For- ballero Triste 22
tuna entró en Londres, y de lo que LIV. Cómo Paimerín salió de la corte
pasó entro él y el caballero del Sal- de Ingalaterra, y lo que le aconteció. 2¿
vaje 60 LV. En que da cuenta quién eran las
X XXVII. En que dice quién era la due- doncellas, y cómo vinieron á aquel
ña que á la corte trajo el caballero de castillo 21
la Fortuna, y de lo que passaron algu- LVI. De lo que aconteció á Paimerín
nos caballeros que estaban en la corte de Ingalaterra después que se partió
de Ingalaterra fifi de Graciano é de los otros caballeros. 2¿
XXXVIII. De la cruel batalla que estos LVII. De lo que Paimerín pasó en la
caballeros passaron, y del fin que tuvo. n¿ fuente con las alimañas que la guar-
XXXIX. De lo que hizo Eutropa des- daban, de
y lo más que allí hizo. . . Ith'
pués de la prissión de aquellos caballe- LVIII. Cómo Paimerín entró en el cas-
ros, de
y cómo vino el caballero del Sal- tillo, lo
y que dentro le aconteció. . loi?
vaje ála torre del Oigante fil LIX. De lo que Paimerín hizo en aquel
XL. De lo que pasó el caballero de la castillo, y cómo vino Francián el
Fortuna después que fue sano de las Músico y Onistaldo y se partieron. . 1ÜA
heridas que recibió en Londres. ... 70 LX. De cómo Paimerín vino al castillo
XLI. De lo que pasó el caballero de la de Almaurol, y de lo que en él passó. lt>C
Fortuna después de ido don Rosirán. 72 LXI. Cómo el Caballero Triste salió del
XLII. Cómo el príncipe Floramán, por castillo de Almaurol, y de lo que má*
consejo de aquellos caballeros, partió pasó 1 1»*
para Londres á visitar al rey y á Flé- LXII. Cómo ej gigante Dramusiando
rida TA vino al castillo de Almaurol, y de lo
XLI II. De cómo aquellos señores se par- que en él passó 1 10
tieron para Londres, y de lo que hizo LXIII. De lo que aconteció al gigante
Eutropa Ifi Dramusiando en la fortaleza de Al-
maurol ¡Al
X LI V. Cómo Trineo, emperador de Ale-
maña, vino á la corte de Ingalaterra y LXI V. De lo que le aconteció á Paime-
de las fiestas que en su venida hubo. 7_8 rín camino de Costantinopla 112
XLV. Cómo Argolaute allegó casa del LXV. De lo que hizo el caballero del
emperador Paimerín y le dio su emba- Salvaje en la corte de Ingalaterra an-
jada 23 tes que della saliesse, y de lo máa que
XLVI. Del famoso torneo que entre le aconteció saliendo á buscar las
aquellos caballeros su hizo KO_ aventuras 1 1 ■"■
ÍNDICE GENERAL DE LA 8EOÜNDA PARTE
723
LXVI. De lo que aconteció i Floriano LXXX III. De las justas que hubo el
del Desierto siguiendo sos aventuras primer día 144
después de sano de sus heridas. . . 117 LXXXIV. De lo que aconteció el ses-
LXV1I. De lo que aconteció & estos to día de las justas 145
tres compañeros en el passo de una LXXXV. Cómo después de Albaizar
floresta 115 ser Baño tornó á sus justas, y de los
muchos caballeros que en ella ven-
L XVIII. De lo que passo* Palmerín de ció 142
In gal aterra en compañía de la don-
cella . 121 LXXXVI. De lo que aconteció á Flo-
LXIX. Cómo Palmerín se combatió con riano del Desierto estando en la cor-
los aguardadores de la fortaleza se- te del gran turco 148
gún la ordenanza della 122 LXXXVII. De lo que aconteció 4 Flo-
LXX . De cómo Palmerín casó al duque riano del Desierto saliendo del valle
á donde venció los cuatro caballeros. 150
y á sus hermanos con las tres donce-
llas, cómo
y allí vinieron Floriano y LXXXVIII. En que da cuenta quién
Pompides 121 era el caballero que llevó á Targiana,
LXXI. Cómo vino al castillo de Al- y de lo que le aconteció con ella. . . Iü3
LXXXIX. De cómo el caballero de las
tnaurol un caballero que hurtó el es-
cudo del bulto de Miraguarda. . . . 125 armas negras se combatió con Albai-
LXX1I. De lo que se hizo en el casti- zar, yde quién era 1 54
llo de Almaurol hallando menos el XC. De una aventura que una doncella
escudo de la figura de Miraguarda. . 127 de Tracia trajo á la corte 157
LXXIII. En que da cuenta quién era el XCI. De los que probaron el aventura
caballero que estaba en compañía de de la copa, y de lo que en ello hicie-
Florendos, y cómo por una aventura ron 1¿2
se apartaron 122 XCII. De cómo Florendos y Albaizar
LXXIV. En que declara cuya era la probaron la aventura de la copa, é
Palmerín é Floriano vinieron á la
fortaleza en que Albaizar se comba-
tió, yla razón de la costumbre della, corte l&l
y de lo que passó Florendos en el XCI II. De una grande aventura que
batel 13D
vino á la corte del emperador Palme-
LXXV. De cómo Palmerín, Floriano y rín, yde lo que en ella sucedió. . . . lfiá
Pompides fueron i la fortaleza de XCIV. De la batalla que estos caballe-
Dramorante el Cruel, y de lo que en ros hubieron y el fin della 168
ella passaron 132 XCV. De lo que passó en la corte del
LXXVI. Cómo Floriano y Albaizar se emperador después de la batalla de
desafiaron para la corte del empera- los jayaues 121
dor Palmerín 134
XCVI. De lo que passó el rey Polen-
LXX VIL De lo que aconteció á Flo- dos de Tesalia en el viaje de Targia-
riano del Desierto en aquella aventu- na, hija del gran turco, y de lo que
ra del cuerpo muerto de las andas. . 136 aconteció á Florendos en la fortaleza
LX XVIII. De lo que aconteció i Pal- de Costribor 113
merín de Ingalaterra después que se XCVII. De lo que aconteció á Palme-
apartó de Florendos en el valle adon- rín de Ingalaterra en compañía de la
de le halló quejándose de su fortuna. 131 doncella de Tracia 17 7
LXXIX. En que da cuenta de quién XCVIII. Do lo que aconteció á Palme-
era el gigante Bracandor, y la razón rín en el encantamento de Leonarda,
por que allí vino á estar 139 princessa de Tracia 178
LXXX. De cómo Floriano del Desier- XCIX. De lo que más passó Palmerín
to fué á la corte del gran turco, é en esta aventura de Leonarda. ... lüfl
de la batalla que hobo con Abdura- C. De cómo el encantamento de Leonar-
mante 13£
da fue acabado y ella sacado del. . . \H'¿
LXXXI. Cómo Palmerín socorrió á
CI . De lo que Palmerín passó en la cor-
Drumusiando y á Florendos que an- te de Tracia los días que en ella es-
daban entramos em batalla 141 tuvo IH
LXXXII. Cómo á la corte del empe-
rador Palmerín llegó Albaizar, é de Palmerín de Inúalatsrra 187
las condiciones con que puso su aven- Prólogo 131
tura U3 Libro secundo 1£2
Indice general de la bboüitda parte

XX. De cómo Alfernao llegó á la corte


I . De lo que acónteselo* á Florencios des-
pués qae salió de la fortaleza de Dra- de Costantinopla, y lo que passó en
morante el Cruel, donde venció á As- ella 2ál
tribor 1B2 XXI. De cómo vinieron los prisioneros
II. De lo que acontesció á Florendos sa- que estaban en poder del gran toreo,
liendo del castillo de Arnalta .... 122
y cómo el rey Recindoe alzó la pri-
III. De la embajada que la doncella de sión áAlbaizar. 24*
Tracia llevó á la corte del empera- XXII. De cómo el caballero del Salvaje,
dor, yde lo que aconteció al caballe- acompañado de sus doncellas, llegó á
ro del Tigre 1M la corte d' España, y de lo que en ella
IV. De lo que el caballero del Tigre passó con Albaizar iál
passó con los caballeros que iban en XXIII. De las justas que hubo entre el
busca 'de la doncella Ui5 caballero de las doncellas y Albaizar. 2A¿
V. De lo que acontesció al caballero del XXIV. De lo que acontesció al caballero
Salvaje después que se partió de la de las doncellas yendo al castillo de
corte del emperador Vernao LUI Almaurol 2i»2
VI. De lo que acontesció al caballero del XXV. De cómo Trofolante y loa tres
Salvaje antes que se apartasse de la
doncella 2QQ caballeros llegaron á la corte d* Es-
paña, el
y caballero de las doncella*
VII. Cómo los caballeros de los jayanes al castillo de Almaurol
entregaron los castillos al caballero XXVI. De las justas que hubo entre el
del Salvaje, y de lo que passó Floren- caballero de las doncellas y el aguar-
dos en la llegada de Almaurol. . . . 2112 dador de la imagen de Miraguarda,
VIII. De la batalla que Florendos hubo y la batalla que passó entre él y Al-
sobre el escudo de Miraguarda el se- maurol 2>
gundo día que allí llegó 205 XXVII. De lo que acontesció al caba-
IX. De una aventura que vino al cas- llero de las doncellas caminando ha-
tillo de Almaurol, y de lo que Flo-
rendos en ella hizo 201 cia la corte del rey Recindoe d'Es-
paña 26 1
X. En que da cuenta quién era el caba- XXVIII. De lo que passó Florendos
llero de Arnalta, y la razón por que con el caballero vencido, y cómo lle-
ella vino, y de la entrada de la prin- garon ála vencidos
corte del
d'Espafia los decaba-
cesa Leonarda en la corte del empe- lleros caballero las
rador Palmerín 210 doncellas, y de lo que más passaron. ?€4
XI. Del resecbimiento que se hizo en la XXIX. De lo que acontesció al caballe-
muy noble ciudad de Constantinopla ro del Salvaje en el reino de Navarra
4 la princesa Leonarda 218 en el castillo de Arnalta 2M
XII. De una aventura que vino á la XXX. De cómo Albaizar se presentó á
corte del Emperador, y de lo que en la reina de Tracia y se embarcó para
ella sucedió 21 fi Turquía 211
XIII. En que da cuenta quién era esta XXXI. De lo que passó el cañilero del
doncella y lo que pasaron en su viaje. 210 Tigre en el viaje de Constantinopla
XIV. De lo que aconteció al caballero después que partió de la isla Peli-
del Tigre en aquella aventura 221 grosa 27-■
XV. De lo que acónteselo al caballero XXXII. Cómo el caballero del Tigre se
del Salvaje saliendo en tierra 22L. despidió de Armisia y del rey su pa-
XVI. De lo que pasó el caballero del dre, de
y lo que más passó en su viaje. 2Ii
Salvaje con sus doncellas yendo para XXXIII. Cómo el caballero del Tigre
llegó á la corte de Costantinopla, y
la corte d' España, y de lo que acon-
tesció alcaballero del Tigre en el via- de una aventura que en ella halló . . 2>
je de la isla Profunda 222 XXXIV. De la habla que Palmerín
XVII. De la batalla que huboeutre el ja- hizo á su señora 2*1
yán Pavoroso y el caballero del Tigre XXXV. En que da cuenta de la veni-
da de algunos caballeros á la corte, y
y los otros tres por tres caballeros. 2'M)
XVIII. De loque Palmerín de Ingla- de las nuevas que vinieron de la flota
terra hizo primero que se partiesse de los turcos i&¿
de la isla 2^5 XXXVI. De una aventura que en estos
XIX. Délo más que Palmerín de Ingla- díns hubo en el reino de Francia, y
terra paseó en la isla Peligrosa. . . . 232 de la manera della 2aS
ÍNDICE QBWBRAL DB LA 8BOÜNDA PARTE 725

X X XVII. De lo en
queesta
acónteselo" migos, y de la manera de su embaja-
nos caballeros aventara i de
algu-
las da, yde lo que sobrello se respondió
onatro damas 291 y hizo 341
LV. Cómo la flota de los enemigos llegó
X XXVIII. Be lo que acónteselo* al ca-
ballero del Salvaje en la aventara de al puerto de Costantinopla, y de la
las cuatro damas pasando por el rei- contienda que hubo sobre el desem-
no de Francia 295 barcar 342
XXXIX. De lo que passó el caballero LVI. Del sentimiento que hubo en Cos-
estraOoen las justas que hizo por La- tantinopla porla mala disposición de
tranja 3(H) Dramusiando, y cómo los turcos
X Li. De lo que passó el caballero estra- a asentaron su real 344
do los primeros días que estuvo en el TjVII. De lo que Albaizar hizo acabado
ralle en sus jnstas 3(12 de as sentar su real, y del sooorro que
XLI. De lo que el caballero estraño vino al emperador 345
aquella noche passó en el campo. . . 306 LVIII. De una aventura que acontes-
X LII. De lo que passó el caballero es- ció en la venida de un caballero es-
trafio en la guarda del valle el segun- traño que en sn compañía traía una
do día 307 dueña 348
XLIII. De lo qne passó el caballero del LIX. En que da cuenta de la manera de
valle en la guarda del tercero y cnar- la venida de Floriano del Desierto y
to día 310 de otras cosas que sucedieron. . . . 851
XLIV. De lo que aconteció aquella no- LX. Cómo se hizo la batalla de los doce
che al caballero del valle, y de lo que por los doce, y las damas la manda-
passó á otro día en la batalla del ca- ron dejar 352
ballero de la Espera 313 LXI. De la batalla que passó entre Dra-
XLV. De lo que el caballero passó otro musiandoel
y jayán F ra mus tan te. . 355
día en la guarda del valle 317 LXII. De la batalla que hubo entre los
XLVI. De lo que el caballero estraño turcos y cristianos, y de lo que en ella
passó en el postrero día de la gnar- sucedió 357
da de Torsi, y lo que acontesció. . . 320 LX1II. Cómo se dió la primera batalla
X L VII . Cómo el caballero del Salvaje entre los cristianos y turóos, y de los
llegó á Costantinopla, y cómo vino á acontecimientos y desaventuras della. 359
ella Dragonalte y Arnalta, reyes de LXIV. De lo que se hizo antes que se
Navarra 823 diesse la segunda batalla, y de Ior
XLVIII. Cómo por ruego del empera- Írrandes acontecimientos que hubo en
dor vinieron á la corte Arnedos, rey a ciudad, y de la muerte del empe-
de Francia, y Recindos. rey de Es- rador Palmerín 364
paña, con sus mujeres, y el rey Re- LXV. Cómo se dió la segunda batalla,
cindos trujo consigo á Miragnarda y y de lo qne en ella sucedió 866
al gigante Almaurol 325 LXVI. Del consejo que Daliarte dio á
X LIX . De la habla que hizo el empera- los de la tierra, y como llevó el cuerpo
dor á todos estos príncipes, y cómo del emperador Palmerín á la isla Pe-
se concertaron los casamientos. . . . 327 ligrosa los
y otros príncipes heridos. 378
L. Cómo el soldán Belagríz se tornó
cristiano, y cómo se hicieron los des- Extravagantes 375
posorios suyos y de los otros prín- La DBSTROicióN de Jbrobalbm. . . . 377
cipes 330 I. De la respuesta que dio el senescal al
Til Cómo dorando las fiestas que en emperador 379
Costantinopla se hacían, en el fin de- II . De las palabras que eran entre el em-
tlas la reina de Tracia fue llevada perador e sn senescal 380
por grande aventura 333 III. De como el emperador pregunto si
MI. Cómo, con ayuda de Daliarte, el Jesu Christo creya en los ydolos. . . 880
caballero del Salvaje cobró á la reina IV. De como el emperador embio a bus-
de Tracia su mujer 387 car las reliquias de Jesu Christo por
MU. De lo que se hacía en Costanti- señal de Gays 880
nopla,de
y cómo Targiana envió á la V. De como llego Gayes en Jerusalen e
corte nuevas de la venida de los ene- de como lo acogió Jacob en su casa, e
migos. . 840 de como dixo el senescal Gays á Ja-
LIV. Cómo vino embajada de los ene- cob por que auia venido a Hierusalem. 380

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I

726 íynicK orneral ur LA SEGUNDA PARTS

VI. De las palabras que dezia Jacob al XXVIII. Como el alguazil de Albafia
senescal qne si creya el Emperador hizo poner a Pilatos en el rio en rna
en Jesu Christo 381 casa, e se hundió la casa 400
VII. Cotno Gays rogo a Jacob qne em- XXIX. Como fue condenad > Pilatos al
biasse por la muger Verónica 381 diablo por quanto no houo arrepenti-
VIH. De como plugo al emperador con miento 401
la Tenida de Gays su senescal. . . . 882
IX. De como dixo el emperador qne si Roberto el Diablo 40S
Dios lo daua salud, qne el rengaría I. Cómo Roberto el Diablo fue engen-
la muerte de aquel sancto propheta drado, cómo
y concibiendo su madre
Jesn Christo 388 le ofreció al Enemigo 4'.K>
X . De la oración que hizo la Santa Ve- II. Cómo fue bautizado y le llamaron
rónica 883 Roberto, y los grandes signos que pa-
XI. De la boz del ángel que dixo a la recieron en su nacimiento 407
Verónica en como hallaría de mañana III. Cómo los niños le llamaron Rober-
a Sant Clemente a la puerta 384 to el Diablo 407
XII. De como el emperador no qiiso IV. Cómo Roberto mató á su maestro
adorar los vdolos, e fne sano con el que tenía cargo de le enseñar .... 407
santo paño de la Verónica 3N4 V. Cómc Roberto el Diablo toe armado
XIII. De la grande alegría que fue en caballero 40*
la corte del emperador por la salud VI. Cómo Roberto el Diablo se partió
de su señor 385 de la ciudad de Roan y se fue por el
XIV. De las gracias que dio el Empe- ducado de Normandía, robando y ma-
rador ala muger Verónica por quan- tando, forzando
y dueñas y doncellas. 408
to fue causa de su salnd 386 VII. Cómo el duque enrió gente para
XV. De como el emperador mando fazer prender á Roberto su hijo, 4 los cua-
rna yglesia en Roma e allí puso el les Roberto sacó los ojos 409
sancto paño de la Verónica 886 VIH. Cómo Roberto el Diablo hizo ha-
X V f . í)e la habla que el emperador ono cer una casa muy fuerte en un mon-
con Pilatos 887 te, en el cual hizo muchos males. . . 40?
XVII. De como contó el emperadora IX. Cómo Roberto el Diablo mató siete
bu hijo Titns las palabras que con Pi- ermitaños que halló en el monte, y
latos ouo, e del plazer que ouieron. . 388 fue al castillo Darca, do estaba 4 la
XVIII. De como ouo pesar Jacob de sazón la duquesa su madre, y de las
las palabras que dezian el rey Archi- razones que entre si hubieron . ... 410
laus e Barrabas e Pilatos 389 X. Cómo Roberto el Diablo llegó á la
XIX. De como el emperador mando casa que tenia en el monte, y cómo
hazer grandes ralles en derredor de mató á sus compañeros 411
la cibdad 390 XI. Cómo Robert-> envió la llave de la
XX. De como dixo el ángel a la reyna casa del monte á su padre el duque
y a Clarisa su compañera como co- de Normandia 41-
míessen sus hijos, que de complir se XII. Cómo Roberto llegó 4 Roma. . . . 41 2
hauia la profecía 392 XIII. Cómo un ángel apareció en sue-
XXI. De como fueron consoladas las
ños si ermitaño, y le dijo la peniten-
dneñas con las palabras del ángel. . 393 cia que habfa de dar á Roberto. ... 413
XXII. Como desespero el rey Archilaus. 894 XIV. Cómo Roberto el Diablo entró en
XXIII. De como partió el emperador de Roma y comenzó su penitencia. ... 414
Acre para tornar a Roma 397 XV. Cómo Roberto el Diablo tenia muy
XXIV. Como el emperador se acogió gran enojo con los judíos 414
con su compaña en las naos para se XVI. Cómo el almirante del emperaJor.
tornar en Roma 397 con gran número de gente cristiana y
XXV. Como se baptizo el emperador e pagana se alzó contra su señor, por-
su hijo Titus y sus caualleros. . . . 398 que no le quiso dar su hija por mujer. 4 1 i>
XXVI. Como el emperador mando traer XVII. Cómo el 4ngel dio un caballo
ante si a Pilatos y como fue juzgado blanco y armas á Roberto para que
a muerte 399 fuesse á ayudar al emperador 4\b
XXVII. Como fne llamado Pilatos a la XVIII. Cómo el emperador rolrió 4
cibdad de Albafia, e lo metieron en Roma con victoria, y cómo su hija
el pozo 400 por señas le dijo que Roberto había

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vencido la batalla, y la segunda bata- V. Como Oliueros e Artus fueron enco-


Da qae hubo con el almirante 416 mendados avn cauallero que los en-
XIX. Cómo Roberto venció la tercera señasse de todas armas, e de sus pri-
vez al almirante y á bu gente, y mu- meras justas 451
rieron muchos infieles 41? VI. Como la reyna se enamoro de Oli-
X X. Cómo el almirante, por se casar ueros su antenado 453
con la infanta, hija del emperador, se VII. Como la reyna descubrió su pena
metiera el hierro de una lanza por el a Oliueros, declarándole su mal des-
mnslo, y caballero en nn caballo blan- seo, o de las respuestas de Oliueros. 454
co se fue para la ciudad de Roma, y VIII. Como Oliueros te despidió de la
dijo al emperador que le había ven- . reyna muy turbado por su desonesta
cido las batallas y le había ayudado, demanda, e como rogo a Dios que la
que roantuviesse su palabra 417 quisiesse perdonar, c apartar aquel
XXI. Cómo el ángel anunció al santo mal desseo de su voluntad e coracon. 455
ermitaño que la penitencia de Rober- IX. Como Oliueros fue requerido de la
to era cumplida, y le mandó de parte reyna que cumpliesse su desseo, e de
de Dios que fuesse 4 Roma y se lo la respuesta de Oliuero6 455
dijesse 418 X. Como Oliueros negó la demanda que
XXfí. Cómo llegó Roberto en Nor- la reyna le fizo de amor illicito, e como
mandía con su mujer, y las malas nue- olla lo amenazo fasta a la muerte.. . 456
vas que hubo de Roma 419 XI. Como Oliueros quedo solo en su cá-
X X III. Cómo el iuque Roberto tte par- mara, ee8criuio vna carta, la qual
tió de Normandía para Roma i ayu- dexo con vna redoma de agua a su
dar al emperador su suegro, y dt la hermano Artus 457
muerte del emperador y del almirante. 420 XII. Como Oliueros se partió solo, o
como llego a vn puerto de mar, e en-
Historia db Clamadbb y db ('lar- tro en vna nao con otro cauallero. . . 458
monda 423 XII J. Como Artus Dalgarbe, compa-
1 425 ñero de Oliueros, entro en la cámara
II 431 e fallo la carta e la redoma que Oliue-
III 431 ros le dexara 459
IV 432 XIV. Como el rey vino a la cámara de
V 432
Oliueros, y de su grande dolor qoan-
VI 432 do lo fallo menos 460
VII 436 XV. Como el rey embio mensajeros por
VIII 434 todas las partes del mundo en busca
IX 435 de Oliueros, e de las quexas de la rey-
X 436
na viendo que a su cansa era perdi-
XI. .. 438
do, eviendo tal llanto e tanta triste-
XII 439 za en la corte por su ausencia 462
XIII 441 XVI. De la grande fortuna e tempestad
XIV 441 que houo la nao en que yua Oliueros;
XV 442 e como se fundió la nao «■ murieron
todos, saluo Oliueros e vn cauallero,
La historia db los nobles cauallb-
que milagrosamente escaparon. . . . 463
hos Oliobroh db Castilla y Ar- XVII. Como Oliueros fizo leuar al ca-
tos Daloarbb 445 uallero a su tierra, e como murió el
I. Del nascimiento de Oliueios de Cas- cauallero, e de lo que Oliueros fizo
tilla e de la muerte de su madre. . . 448 por su alma 464
I I . Como fue leuado el niño a baptizar, XVIII. Como Oliueros fizo enterrar al
cuyo nombre fue Oliueros, y como fue cauallero, e le fizo absoluer de la des-
leuado el cuerpo de la reyna su ma- comunión, epago la deuda que deuia;
dre a enterrar, y como fueron embia- e de las justas que fueron pregona-
dos embaxadores por casar al rey.. . 449 das en la corte del rey de Engleterra,
III. Como trataron casamiento al rey que el vencedor dellas bouiesse la fija
de Castilla con la reyna Dalgarbe. . 450 del rey por muger 465
I V. Como el rey de Castilla se desposó XIX. Como Oliueros se partió de Can-
con la reyna Dalgarbe, e la trazo a turbia para Londres, e de las fortu-
Castilla con su fijo Artus 451 nas que houo en el camino 466

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728 ÍHDtCB QBNBRAL DR LA KBOCNOA PARTS

X X . Como ni eauallero vino a conortar XXXV. Como Oliueros pidió por mer-
a üliueroe, e de las palabras e o fres - ced al rey de Ingleterra que le con-
cimientos que en vno houíeron. . . . Iti7 sintieses ser trinchante de la señora
XXI. Como Olineros llego a la berroita, Helena, e de la seruir a la mesa. . . 4*0
e como confesso con el hermítafio; c XXXVI. Como Oliueros simio e c-ort"
de las razones qne en vno honieron. 46* a la mesa de Helena, e fizo el jura-
XXII. Como Olineros rio venir compa- mento acostumbrado <*Q
ñía de camilleros con armas c atabios XXXVII. Como Olineros, mirando a
maranillosos 4 ti 8 su se Cora Helena, se corto vn dedo
XXIII. Del plazer que bouo Olineros cortando a la mesa delante della. . . U*l
XXXVIII. Como Oliueros adolescio
qnando supo que aquel era su cana-
nero, e como fue armado e encaual- de pensamiento de amores, e del sen-
gado muy ricamente; e de la fermo- timiento que houo Helena de su mal,
sura de Helena, fija del rey de Engle- e como le fue a veer por le dar salud. I*?
terra, e de su cadahalso e pauallon. . 470 XXXIX. Como Oliueros fue a palacio,
XXIV. De las grandes fazafias de Oli- e como dos correos entraron en la
neros en las justas, e de la auantaja sala del rey, e le desafiaron a fuego e
que leuo a todos los caualleroe. . . 4-70 sangre de parte de los reyes de Yr-
XXV. Como Olineros se boluio al her- landa A*¿
mita, e se despidió de) el eauallero c XL. Como Oliueros pidió por merced al
bu gente 472
rey que le díesse gente para echar los
XXVI. Como Olineros vino el «egundo reyes de Yrlanda del reyno de Ingle-
dia al torneo, e como gano por Tuerca terra 484
de armas el estandarte de los mante- XLI. De la batalla que houo Oliueros
nedores 112 con los reyes de Yrlauda, e como loa
XXVII. Como Oliueros se boluio al venció iHlí
hermita despnes de vencido el torneo, XLII. Como Oliueros embio dos cor-
e del enojo que huuo el rey e Helena
reos al rey de Ingleterra con las nue-
su fija por los caualleros muertos. . 47 a uas de la batalla, e como ordeno de
XXVIII. Como Oliueros venció el tor-
neo el tercer dia, e como fne leñado paesar en Yrlanda em pos de sus ene-
migos 4j^I
delante el rey e loe grandes de la XLI II. Como Oliueros salió de Ingle-
corte HA terra e entro en Yrlanda, e como
XXIX. Como, acabado el torneo, Oliue- assento real sobre vna fuerte villa
ros no fallo su eauallero ni ninguno
donde estaña vn rey, e de la batalla
de los que le sernian, e como los que que houo con los otros quatro reyes
guardanan la salida de la placa le le-
uaron a vn mesón, c de las n nonas taua vinieron
que cercado en ayuda del rey que es-
que houo de su caualero 47ó XLIV. Como Oliueros cercó de nneuo
XXX. Como el eauallero emitió muy la cibdad donde estaua el otro rey de
ricos vestidos a Oliueros, e escuderos
Yrlanda e como se le dio e encomen-
e pajes muy atabiados que le sirnies- dó a su misericordia . 4£2
sen, e cana) los con muy ricos jaezes . 47(> XLV. Como Oliueros se partió de Yr-
XXXI. Como Oliueros llego a palacio
e como fne recebido del rey, e de los landa para Ingl 'térra, e del rescibi-
mieuto que le fue fecho en Londres. 12ü
sefiores, e de las damas de la corte. . 476 XLVI. Como Oliueros fue a palacio
XXXII. Como fue juzgado el precio e con los cinco reyes de Yrlanda, los
la honra del torneo, e del consejo que
houieron sobre ello, e de la reqüesta quales empresento al rey de Ingle- terra 4JL1
que fue fecha a Oliueros de parte XLVI1. De la tabla que houo el rey
del rey 122 con Oliueros sobre el casamiento de
XXXIII. Como el rey, por salteria vo- su fija 4S?
luntad de su fija, la enterrogo a quien XLVI II. Como loa reyes de Yrlanda
le parescia que se hauia de dar el pre- tízieron pleyto omenaje al rey de In-
cio del torneo, e de las respuestas de gleterra 493
la fija 17K XLIX. Como un arcobispo desposo a
XXXIV. Del precio del torneo, c como Oliueros de Castilla e a Helena, fija
fne empresentado a Olineros por del rey de Ingleterra áSS
mandado del rey 471)
L. Como el rey vino a la cámara de Olí-
ÍHDIC* OBNBRAI, DK LA KRGÜNDA PARTI 72 9

nero« «otes que se leuantasse, e como de sus feridas, dixo al rey de Ingla-
se despidieron los reyes de Yrlanda. 495 terra de la prisión de Oliueros, e le
LI. Como dineros fue a monte, e del nombro el rey que le prendió e como
sueño de su tnitger Helena 495 le prendió, e le demando gente para
LI i . Como rn rey de Yrlanda, cuyo pa- passar en Yrlanda e rengar a Oli-
dre Oliaeros matara en el torneo, fa- ueros 609
llara aO Hueros solo en el monte, e le LXY. Como Artus adolescío en Lon-
prendió, e fizo atar pies e manos, e dres, edel grande enojo que Oliueroe
leñar a vna fortaleza; e del llanto que houo de su mal 510
en la corte se fizo por sn absencía. . 496 LX VI . De rn sueño que Oliueros e Ar-
LUI. Como Artus, rey Dalgarbe, co- tus 60fiaron quatro noches a reo. . . 511
noscio la necees idad e el estrecho en LXVII. Como Oliueros mato sus dos
que esta □ a sn hermano e compañero ñjos, e cogió la sangre en m bacín
Oliueros por la redoma que 01 )Hueros por darla a Artus sn compañero. . . 512
le dexara, e como propuso de lo bus- LXVltl. (.'orno Oliueros dio la sangre
car por todo el mundo 498 de sus filos a beuer a Artus, e sano
LIV. Como Artus entro en el reyno de de su dolencia 514
Portugal en busca de su compañe- LXIX. Como Oliueroe fallo milagrosa-
ro Oliueros, e de las auenturas que mente sos fijos riuos e sanos, lo* qna-
houo 499 les el degollara por sus manos. ... 515
LV. Como Artus, andando por el rey- LXX. Como fue publicado el milagro
no de Yrlanda, fallo yn feroz e mny por toda la cibdad de Londres, e
espantoso animal, el qual mató . . . 500 como Oliueros demando licencia al
L V I . Como rn cauallero Testido de blan- 516
rey para yr a España
co sano a Artus que estaua en el ra- LXXI. Como Oliueros embio Artus a
lle malamente ferido, e le dizo el lu- España por faser saber su reñida, e
gar adonde estaua Oliueros preso. . 501 como el rey de Ingleterra acompaño a
LVII. Como Artus, por el consejo del Oliueros e Helena fasta en España. 517
cauallero blanco, fue a Londres, e del LXX II. Como el rey de Ingleterra se
rescibimiento que le fue fecho en la
boluio para su reyno, e como el caua-
corte pensando que era Oliueros. . . 502 llero blanco riño a demandar a Oli-
LVHI. Como Artus entro en Londies. ueroe loque le prometiera por que le
e como fue a rer a Helena que estaña
en la cama 508 proueyes8e de cauallo e armss e fe sir-
oiesse en el torneo 517
IJX. Como Artus, fingiendo que yua LXXIII. Como el cauallero blanco de-
en romería a Santiago, fue al monte mando al rey de Castilla la meytad
adonde fallara al cauallero blanco, e de todo lo que hauia ganado a causa
como el cauallero blanco le dixo adon- del torneo de Ingleterra, e como de-
de estaua Oliueros, e le dio el modo mandaua la meytad de la muger e de
que hauia de tener por librarle de la los fijos 518
cárcel 504 LXXI Y. Como el cauallero blanco tuno
LX . Como Artus prendió al rey que te- el braco al rey por que no matasse a
nia aOliueros preso, e como fue libro Helena su muger, e le soltó todo lo
Oliueros 504
que le deuia e le dixo quien eru . . . 520
LXI. Como Oliueros e Artus se partie- LXXV. Como el rey Oliueros caso su
ron de Yrlanda, e como Oliueros qui- fija con el rey de Algarhe, e de la
so matar a Artus porque le dixo que muerte del rey Oliueros e de la reyna
se acostara en la cama con Helena
su muger 520
su muger, por consejo del cauallero LXXVI. Como el principedon Enrique
blanco 506 murió en poder de les paganos, e como
LXJI. Como Oliueros conoecio la grand Artus fue rey de Castilla e de Ingle-
lealtad de Artus su compañero, e del terra 521
arrepentimiento que bono de la inju- El postrimero capitulo e vna epilogación
ria que le fizo 507 de todo el libro 522
LXIII. Como Oliueros se partió de
Londres en busca de su compañero Historia drl rby Caramor y dri. in-
Artus, e como lo fallo e le demando farte Torian su hijo 525
perdón 508 I. De como el infante Canainor se par-
LXIV. Como Artus, después de sano tió de su padre sin se lo decir y fue a

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730 ÍNDICE OENERAI. DR !.A SBQUKDA PARTE

de huuer hablado con la infanta, ha-


ayudar al conde ( 'atagan , y de como
mato al duque Gordon 528 blo con el conde y los suyos, y como
II. De como el infante Canamor se par- se partieron, y de la gran tormenta
tió de la batalla, y de como el conde que passaron 54S
XVI. Como el maestre de la ñaue y el
('atagan fue em pos del y como le
conoscieron 528 conde, y todos los caualleros, acorda-
III. De como se partió el infante Ca- ron de echar a Floreta en la mar, pen-
namor del conde, y de cnmo libro vna sando sainarTurian
con ello se
la rida a todos. 54-*.
XVII. Como retruco con
doncella de la muerte y mato Tn ca-
uallero que la quería matar 529 Floreta, y de como el conde y los
IV. Como, muerto el cauallern, el in- otros, pensando en su proposito de la
fante la
y doncella se fueron a casa de echar en In mar, por ruego de Tunan
vna su hermana, y de lo que paesa- la decaron en vna peña sola 546
ron en el camino y de como aquella XVIII. De como los marineros se par-
noche h< lgaron en ?no 580 tieron el
y escudero de Tunan, y «le
V. Como el infante Canamor se partió xaron a Floreta en la peña, y de como
de la doncella y se fue por sus anen- anduaieron por su Tiaje 54*
turas, y de las grandes marauillas XIX. De como Floreta, andando j*>r la
que le acontecieron 531 peña, topo con Ortaleza, muger de)
VI . Como el infante Canamor y la don- conde Lampinon. y de lo qne con ella
cella de la ñaue, después de hauer passo á4H
holgado una pieca, se contaron sus XX. De como el infante y los suyos se
hauenturas 538 partieron y llegaron a la tierra del rey
VII. De cerno el infante Canamor salió
su padr , y de como trato secreta-
por iu escudero, y lo metió consigo mente de boluer por Floreta 550
en la ñaue con mucha alegría 538 XXI. De como ae partió el infante Tu-
VIII. De como el infante Canamor y la nan ysu escudero a buscar a Floreta
dueña de la nane y su escudero se y como la hallaron. 550
fueron a buscar a Brocadan, y de XXII. De como el infante Turian y la
como el infante lo rencio y mato. . . 534 donzelln Floreta se partieron de la
I X . ( 'orno, después que fue muerto Bro- condesss Ortaleza, prometiéndole de
cadan, elconde Edos y los del reyno se amar siempre el ?no al otro. ... 551
fueron a la ñaue donde estañan ya el XXIII. De como aportaron en tierra
infante Canamor y Leonela, y de perdidos por la fortuna de la mar, y
como fueron recebidos por reyes y se como descendieron de los nauios, y
hizieron publicamente fas bodas. . . 587 los nauios con el Tiento de noche se
X. De como el infante Canamor asse- leuantaron, y ellos quedaron en tierra
guro su reyno, y después el y la reyna y fueron a parar al castillo de Itaños. 552
se fueron a rer a su padre el rey Pa- XXIV. De como decendio I taños a Ter
damon, y del rico recibimiento que el canallero, y de como los hizo apo-
se hizo 538 sentar,de
y como se Tieron en batalla
XI. Como el rey Canamor y la reyna e Itaños fue Tencido y Turian quedo
Leonela se boluieron para su tierra en la torre 554
y fueron muy alegremente recebidos. 589 XXV. Como fue por el duque entregada
XII. De como el infante Tunan delibero la torre a Turian sobre la qual hania
de se partir en requesta de la her- hecho el desafio 555
mosa Floreta, hija del rey Ados. Y XXVI. De como fueron soleu neníente
de cnmo huno licencia de su padre y celebradas las l>odas de Turian y Flo-
atanios y aparejos para su camino, y reta 555
de lo que ende le aconteció 540 X X V 1 1 . De como el rey Ados riño al
XIII. De como el infante se partid al duque don Marrón que le (besar «1
puerto de Seaena con licencia de su cauallero de la torre de los justado-
padre, y de la gran alegría de los su- res, para que jK>r el entrasse en e|
yos, ydel consejo que huno 511 campo ron el rey Diacolo, rey de V n-
XIV. De como el infante Turiau salió gria, el qual le pedia a su hija Floreta
«■on quince caualleros y robo la in- en casamiento, que se la hania prome-
fanta Floreta, y de lo que con ella tido. 55«
passo 542 XXV 111. De como Turian se despidió
XV. De como el infante Tunan, deapues de Floreta, diciendo que quería jr a

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ÍNDICE OBNEItAI. DK LA SEGUNDA PARTI 731

hazer armas por el rey su padre, y de XLl. De como estando la rey na Leone-
como llego el rey Adoe al emperador la y la infanta Floreta teniendo no-
do se baaian de hacer las armas. . . 558 nenas en vna yglesia, la infanta Flo-
XXIX. De eomo el rey Diacolo dixo reta fue robada por tres caualleros. . 568
que no pelearía sino con hijo de rey, XLII. Como Turian allego a donde es-
y de como Tunan dixo que era hijo taua Floreta, y de las grandes fuer-
de rey, y se fueron al campo, y el rey cas de armas que ende hizo, y como
Diacolo murió a manos de Turian. . 558 libro cien caualleros, con sus dueñas,
XXX. Como Turian fue llenado del de prisión 570
campo con mucha honra, y el empe- XLl 1 1. De como Tiban y sus hermanos,
rador lo mando curar y absolnio al con aytida de Turian, hizieron vna
rey Ados de la demanda puesta, y de noble batalla en que conquistaron vna
como imbio Turian nueuas a su donzella, hija del conde don Qoiran,
muger 56U para muger de don Tiban 571
XXXI De como el emperador rogo a XLl V. De como Turian y Tiban y los
Turian que traxesse a su muger y se hermanos se partieron con la donze-
viniesse a viuir con el 56(1 Ua, encomendando sus hermanos a
X X X II . De como mando el emperador Dios, y llegaron a casa de Tiban, y
traer el cuerpo del rey Diacolo que fueron las bodas solennemente he-
quedaua muerto en el campo 560 chas, de
y mano de Turian la rescibio
XXXIII. De como Turian descubrió al Tiban por muger 573
rey A dos todo el hecho de la verdad XLV. Como el infante Turian se partió
y de so hija, y se partió a verla a la de Tiban el y Floreta, y le vinieron
torre de los justadores, y Turian que- nueuas de la muerte de su padre; y
do con el emperador, y de como re- de los hijos que ouo, y como los dexo
qüesto a su hija. 561 por herederos 578
XXXIV. Como Turian y la hija del
emperador se huuieron en vno, por Libro del conde Partincples. . . . 575
sotil industria de Turian, en la huer- I 577
ta del emperador 562
II. Como la emperatriz enbio mensaje-
XXXV. De como salió el emperador a
ros por todas las partidas del mundo,
la huerta estando ay Turian escondi-
que le bnscassen el mas gentil donzel
do, ydel gran pauor que huno, y para se casar con el 578
como fue librado 563
III. Como el rey y su sobrino el conde
XXXVI. Como pregunto el hijo del
se fueron a caca; e como el conde se
emperador a Turian donde hauia es-
perdió tras vn puerco 579
tado, yde lo que le dixo 566
XXXVII. Como vinieron cartas a Tu- IV. Como andando perdido el buen con-
rian de su padre que tenia guerra con de por la floresta, hallo orilla de la
mar vna ñaue muy hermosa, y entro
otros dos reyes, y de como pidió li-
cencia alemperador para su partida. 565 en ella e arribo a Cabecadoyre. . . • 579
V. Como entro el conde en el castillo de
X XX VIII. De como la hija del empe-
rador mando llamar a Turian y habla- Cabecadoyre, e como allí fue seruido
de comer e bt'uer e de cama, sin ver
ron en secreto, y se despidió "della; y persona del mundo 580
otro dia tomando licencia del empe-
rador, del
y infante y grandes seño- VI. Como la emperatriz contó a su her-
res, se fue su camino 566 mana que auia traydo al conde y lo
XXXIX. De como el infante Turian tenia en su cama 581
llego a casa del rey Ados su suegro y VII. Como la emperatriz fue sin cande-
dr su querida Floreta, y como todos la a hecharse en la cama en que es-
taua el conde 582
juntos fueron a socorrer a su padre,
y de las alegrías que con ellos fueron VIII. ( 'orno la emperatriz y el conde
hechas 567 perdieron sus virginidades, e como
ella le hablo 583
X L. De como riño el duque don Mar-
ron a ayudar al infante Turian con IX. Como rl conde estuuo en el castillo
seyseientos caualleros, y todos juntos de Cabecadoyre bien vn aflo bien ser-
fueron a dar la batalla a los reyes, y uido, sin ver a persona del mundo. . 5#3
fneron por Turian muertos y los su- X. Como la emperatriz dixo al conde en
yos presos 567 como Francia estaña en grandes peli-

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Ikdicr genbkal db LA SEGUNDA PARTF
732
gros, por tres reyes moros que auian XXVII. Como cayo vna gota de li
entrado en ella 584 déla en los pechos de la emperatriz e
X I. Como la emperatriz etnbio al conde la despertó, y como quería hazer ma-
en Francia en ajada del rey su tío. . 586 tar al conde 594
XII. Como el conde llego al castillo de XX VI II. Como Vrracla escapo al con-
Bles, donde estaua so madre, e de de de la muerte, e le embio en rna
como fue receñido 585 nao a sn castillo de Bles 51*6
XIII. Como el conde e su gente fueron XXIX. Como el conde llego u Bles e
a París, en donde estaua cercado el no quería ser rescebido, llamándose a
rey de Francia, e romo fueron bien ssi mismo traydor 596
receñidos 586 XXX. Como el rey Sornaguer enbio su
XIV. Como el conde afrento las gentes hijo al conde Partinuples 596
del rey Sornaguer, e les quito la canal- XXXI. Como los reyes e los camilleros
gada que lleuaaan 586 del imperio juntos se fueron a la em-
X V . Como el conde torno a París, e fue
peratriz para que se caaasse, e com<>
rescebido del rey su tio con mucha se ordenaron Cortes 597
ali gria, e como presento al rey cin- XXXII. Como el conde, estando en
quenta ca calleros moros catinos.. . . 586 gran penitencia e no pediendo morir,
XVI. Como el rey 8ornaguer embio al acordó de se yr a la floresta para aca-
rey de Francia, combidandole a bata- bar alli sn triste vida 597
lla señalada 587
XXXIII. ('orno la emperatriz embio a
XVII. Como el conde Partinuples pidió llamar a Vrracla su hermana por to-
al rey su tio la batalla se hiziesse vno mar consejo, y ella dio a huyr por la
por vno, y el rey ge lo otorgo, maguer mar e no quiso venir 59*
no de buena gana 587 XXXIV. Como andando Vrracla hu-
XVIII. Como en el dia señalado vinie-
yendo por la mar aporto a las sierras
ron al campo el conde Partinuples y de Ardefia, y como alli hallo al con-
el rey Sornaguer; y ellos bien amo- de en forma de alimaña haxiendo pe-
nestadosesforzados
y de los suyos, nitencia 59>
eomencaron a darse de grandissimos XXXV. Como Vrracla vino al castillo
golpes, e quedo vencedor el conde . . 588 de Cabecíwiojre al llamado de su her-
XIX. Como el conde Mares lleuo al con- mana, e como le salieron a rescebir
de Partinuples preso por trayeion.. . 590 duques y otros ricos hombres 6M
XX. Como los franceses hazian grande XXXVI. Como V rracla torno a su cas-
llanto por el conde, e como los dos tillo adonde hauia dexado al conde
reyes moros hizieron matar al conde
Partinuples, y como le hallo ya bue-
Mares por la trayeion que hiziera. . . 590 | no, hermoso e recio 601
XXI. ( 'orno los dos reyes moros por de- XXXVII. Como el conde e otros uo-
recho libraron que no los pudíessen uenta y nueuc fueron armados caua-
llamar traydores por la muerte del lleros |K>r la emperatriz 601
conde Mares 59 1 XXXVIII. Como vn dia holgando en
XXII. Como su madre del conde Parti-
vn batel por la mar, el buen conde fue
nuples llego a París, e como fue muy leñado por fuerca de viento a tierra
bien rescebida 591 de moros, e los moros le catiuaron. . 6"¿
XXIII. ( 'orno el conde salió ayrado del XXXIX. Como el rey Hermán ouo de
palacio e fue para el puerto, donde le yr al torneo con el soldán de Persi»
estauan guardando los marineros de sn señor 60S
la emperatriz. 592 X L. Como el conde, estando en el silo,
XXIV. Como el conde pidió licencia a hazia grandes cuytas porque no podia
la emperatriz, para tornar a Francia, yr al torneo, y como por la reyna An-
por causa de los españoles que se auia sies fue socorrido y sacado dende. . «OS
oluidado de despedirse del los 592 XLl. Como el conde, armado de todas
XXV. Como el conde fue para París a
armas, yua caualgando para el tor-
ver su tio, e de ln cuenta que le dio neo, ehallo en camino a vn cauallero
de los españoles 598 moro, el qual tomo por compañero. . 604
XXVI. Como el Santo Padre embio a XLII. Como el conde c su compañero
vn obispo para que le hiziesse abo- Gaudin se armaron para entrar en el
rrescer a la emperatriz y se quedasse torneo 606
con sn esposa sn sobrina 598 XLIII. Como el conde yua por el

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ÍNDIOB OBNSBAL DI LA SBOOHDA PARTE 733

po mirando por lo* rnos y por lo» X L V 1 1 . Como el conde, tornado de Da-
otros, y como comentaron de tornear masco, fuesse a ver la determinación
cada vno por mas y mejor bazer. . . 606 del torneo 613
XLIV. Como acabado el torneo del pri- XLV III. Como determinaron loe reyes
mero dia, el conde e su compañero que la emperatriz a su rol untad esco-
Gaudin se fnerón para sus tiendas, e giesse qual de los dos qnisiesse por
como so hizo el torneo del segundo marido, y ella escogió al conde Par-
dia, 608 tinuples, alcual luego alearon por
XLV. Como, acabado el torneo del se- emperador 614
gundo dia, cada vno se fue para su XLIX. Como Partinuples, después de
posada basta la mañana, e como se hecho emperador, hizo christiano a
hizo el torneo del tercero dia. .... 610 Gaudin su compañero. E lo hizo con-
XLVI. Como, acabado el postrero dia destable del imperio de Costantmo-
del torneo, el conde Partinuples, por pla 614
el pleyto omenaje que auia hecho a la Glosario 617
rey na Ansies, fue para Damasco; y Variantes del Palmerfn de Ingla-
de como entre los reyes ouo contra- terra 635
riedad por quien lo ania hecho mejor Correcciones 688
en el torneo 618 Indice alfabético 705

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ADVERTENCIA

La tercera y última parte de la presente serie de Libros de Caballerías consti-


tuirá un tomo y versará sobre las materias que á continuación se expresan suma-
riamente:

I. Estudio histórico-crítlco acekca de los libros españoles de caballerías.

1. Concepto doctrinal y legal de la caballería en los tratadistas españoles. Obli-


gaciones derechos
y del caballero.
2. Sentido ético-social de la caballería.

3. Consideraciones acerca del origen histórico de las leyendas caballerescas. In-


troducción deéstas en España.
4. El ciclo artúrico.

5. El ciclo carolingio.

6. Nuevos ciclos caballerescos (los Amadises, los Palmeriues, etc.).


7. De otros libros españoles de caballerías.
II. Bibliografía de los libros españoles de caballerías hasta el año 1615.
III. Apéndices.

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I

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PRIMERA CRÓNICA GENERAL

ESTORIA DE ESPAÑA

QUE MANDÓ COMPONER ALFONSO EL SABIO

Y SE CONTINUABA BAJO SANCHO IV EN 1289

PUBLICADA POR

RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

TOMO I.— TEXTO

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1906 . .. •
MADRID:
BAILLY-BAILLIERE É HIJOS, EDITORES

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AL LECTOR

La presente edición de la Primera Crónica General de España quiere satisfacer


una necesidad sentida hace siglos, y que siempre tropezó con graves dificultades.
No falta edición antigua de esta obra, aunque no fue ciertamente de las publicadas
en los primeros tiempos de la imprenta. Ya se habían adelantado las más importantes
Crónicas particulares de reinados, cuando en 1541 6alió en Zamora por primera vez á
luz la Crónica General, «vista y omendada mucha parte de su impresión por el maes-
tro Florian Docampo, cronista del Emperador >.
Medio siglo después, el librero de Valladolid Sebastián de Cafias obtuvo en 1597
licencia para reimprimir la crónica, y la publicó en 1604. Pero tal como estaba, ya no
podía satisfacer á los estudiosos, en una época en que la crítica do los textos históricos
contaba con insignes cultivadores. Jerónimo Zurita (m. 1580) había cotejado esta edi-
ción de Ocampo con un códice antiguo; y una comparación semejante, descubría en la
impresión errores, deficiencias de toda clase y hasta la omisión de un reinado entero.
No obstante, el libro no tardó en hacerse raro y costoso en el comercio, dejándose
sentir la necesidad de renovar la edición, mejorándola. Pero esta empresa no se vio
coronada por el éxito, auuque contó repetidas veces con el apoyo de los reyes y de las
cortes, que miraban como de interés público la conservación de este venerable monu-
mento de la historia patria, que, á pesar de los defectos, propio de su ancianidad, según
frase de Ocampo, «fue siempre la más larga relación que los Españoles hau tenido de
sus hazañas».

La primera tentativa que conozco para renovar la edición de Ocampo es del eru-
dito bibliófilo don Tomás Tamayo do Vargas, Cronista de Su Majestad, quien, entre los
años 1625 y 1634, por mandado de Felipe IV y de orden del reino reunido en Cor-
tes (•), preparó con gran acopio de elementos un ambicioso plan de publicación de

(') Pura la fecha tuo fundo en que aún Tamayo no se titulaba Cronista mayor de las Indias,
cargo que ejerció desde la muerte del Licenciado Luis Tr ibaldos de Toledo, 20 Octubre 1634,
hasta la suya propia, 2 Septiembre 1641. El cargo de Cronista general de Castilla lo ejerció
d. s4e la muerte de Antonio de Herrera, 27 Marzo 1625 (Alvabbz y Babna, Hijot de Madrid,
IV, 841). Véase lo que decía Tamayo en su Memorial, que debe estar dirigido al Reino junto en
Cortes, y que se halla impreso, sin fecha, en la Biblioteca Nacional, ms. 1749, fol. 357: «Don
Tbomas Tatnaio de Vargas, ChroniBta del Rei nuestro señor, deseoso de dar a V. S. motivo p«ra
que sea benemérito desta Monarchia. . propone lo siguiente... Los [libros] que mas universal-
mente son nece8sar¡os en la República, después de los sagrados, son los de la historia i los de
las leies municipales... Leíanse los años passados con conocida utilidad unos i otros... Mas de
diez años a esta parte, con la introducion de otros que miran mas al gusto que al provecho, ha
venido a perderse el uso de los de las historias de los passados i de las leies del gobierno mejor
de nuestra nación; de suerte que ó ia no se bailan, 6 es en precios tan excesivos que se desalien-
tan ajuntarlos los pocos que desean mejorar do lección... Para remedio de daño que tanto ra cun-

8 86 94

D¡gitize<fDy
II AL LECTOR

todas las historias generales y particulares de España. Poro el ardor con que acometió
su empresa no tuvo resultado alguno.
Un nuevo proyecto de edición corrió a cargo del que en la corte de Carlos II tenía
fama de mejor conocedor de nuestra historia, don Juan Lucas Cortés; quien, por decreto
del Consejo de Castilla, de orden de Su Majestad, recibió el encargo de corregir y res-
taurar en su forma primitiva las historias, empezando por la Crónica General, para
hacer de ellas una real edición. Cortés poseía una buena librería, rica en códices de
nuestras crónicas; disponía de la de su protector el condo de Villaumbrosa, y llegó á
reunir muchos materiales para su empresa (1 ). Poro los cargos públicos le quitaban
todo el tiempo, y nada hubo de acabar de lo mucho que de él se esperaba (*), viendo
inactivo cómo llegaba entonces á su colmo el descrédito del cronista del Emperador,
cuando el marqués de Moudéjar escribía contra él un capítulo do cargos titulado
cMala fe y poca diligencia de Florian de ücampo en la edición de la Historia
General» (*).

diendo debe V. S... aplicar los medios que pudieren ser a proposito, imitándose á si mismo, pues
otras vezes... lo ha hecho procurando que se impriman las historias de los chronistas mejores...
Assi lo hizo V. S. en tiempo del señor Emperador don Carlos nuestro señor, dando orden al
Maestro Florian de Ocampo, su Chroníeta, para que imprimiera la Historia general de España que
mandó juntar el señor Emperador don Alonso... ('). Jíusquese la Cli roñica general de España
que anda en nombre del señor rei don Alonso, los fueros... las historias particulares de los reies...
i confirmarán bien este assumpto, o no hallándose muchos, 6 con gran difficultad i costa». Propó-
nele después que asigne 2000 ducados para los dos 6 cuatro primeros libros de la colección: «Estas
impressiones saldrán dedicadas al ilustre nombre de V. S.»; y Taniayo 6erá el ejecutor apropiado
«por tener hechas advertencias a todo genero de historias de España (*) que convendrá añadir á
estas nuevas impressiones». =E1 Reino accedió á esta petición, como se ve por la Circular que
va á continuación de este Memorial ÍB. Nac, ios. 174ÍI, fol. 860), y dice así: «Don Thomas
Tauiaio de Vargas, Chronista de Su Magestad, por su mandado, i de orden del bkino junto
kn Cobteb, zeloso de que se renueven las memorias antiguas de España que ia se iban perdiendo,
con tanto daño de su nobleza, trata de imprimir: Todas las Historias generales antiguas i moder-
nas, impressas i manuscriptas, ecclesiasticas y seglares de todos los reinos de España. Todas las
particulares de sus Señores Reies, según la orden de los tiempos»; además, las de Varones ilustres
Nobiliarios, Fueros y otras. «A todo esto, sin alterar el texto de los escriptores que se publican,
por la reverencia que se debe a su antigüedad i legalidad, añade de nuevo aparte motas, emien-
das, ilustraciones i aüdicioneb de grande importancia para la noticia, verdad i auctoridad
de nuestra historia... I para hacerlo mejor, trahe a su casa la Imprenta por cinco años, espacio que,
siendo Dios servido, juzga que lo podra conseguir: Aunque para esto ha trabajado sin perdo-
nar a diligencia, fatiga i interés alguno, cotexando mannscriptos, examinando impressiones,
reconociendo archivos... ha juzgado por conveniente dar a todos este aviso para lo particular
«pie cada uno sabrá de su familia por testamentos, cartas de dote, maiorazgos, donaciones... i
otros instrumentos privados que se conservan en los archivos i casas particulares...»
(') Véase Gallardo, Ensayo de una Biblioteca, II, col. 608, con su nota.
(") En mayo de 1683 decía el doctor Diego José Dormer: «El rey nuestro señor, por sn
Consejo real de Castilla, tiene ordenado a don Juan Lucas Cortés, del Supremo de las Indias,
que compruebe y ajaste todas las coronicas de aquellos reynus, para que dellas se haga una real
edición». Hoja 6 de los Preliminares á las Enmiendas y Advertencias de Gerónimo Zorita,
Zaragoza, 1683.
(*) Es el primer capítulo del tratado de Mondbjar sobre la Corrupción de las crónicas impre-
sas de nuestros reyes (conservado en varios manuscritos), donde se expresa asi acerca del encargo
dado á Cortes: «Quantos hubieren hecho el cotejo de lab chronicas que se eonserban manuscrita*
de nuestros reyes con las que corren impresas, habrán reconocido los continuados absurdos, unii-

<•) Inexacto. OoADipo, al dedicar la Crónica del rey Sabio á don Luis do Stúniga y Avila, dice claramente que
la pabUca sin orden superior y á petición de los Impresora* de Zamora Tainayo se confundirá con la Crónica de
que e» autor Ocauipo, para la continuación de la cual pidieron ayuda al Emperador las Cortea de Valladolid
de 1555, ano de la niuertu de Florlán. V. su Coránica, «dic de Benito Cano, I, p. 5 n.
(»( Estas «Nota» a todas las Historias antiguan de España» las cita. Tamayo entre sus obras, en la Junta d* U-
Ucot hatta Mí, Biblioteca Nacional, ms. 9753, s. v. «Thomas«.

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AL LECTOR III

tenía El tercer intento para renovar esta edición se debe á iniciativa de Carlos IV, quien
en 1798 encargó á la Academia de la Historia la publicación de todas las obras de
Alfonso X á expensas de la real casa (1 ). La Academia, empero, sólo mucho después
de publicadas las obras legales del Rey Sabio, en 1807 y 1836, pensó en la Crónica.
Hacia 1863 preparaba la edición de la misma (*), estando encargados de ella el primer
i> á marqués de Pidal, Gayangos y Caveda (3), los tres bien conocodores de nuestra antigua
han literatura ó historia; pero tampoco llegó á imprimirse nada.

i<\» En fin, fuera de la iniciativa oficial, también la Biblioteca de Autores Españoles


oí f de Rivadeneyra, comenzada en 1846, hubo de pensar en la Crónica de España. Mas en
vano Ludwig Lomcke en 1861, recordando la edición de la obra del Rey Sabio, prome-
tida hacía años por la Biblioteca, le señalaba como modelo la publicación de unos cuan-
tos capítulos de la Crónica que había hecho Wilhelm L. Holland (*); el tiempo pasaba y
las novelas, las comedias, los místicos, el romancero, el epistolario, los poetas, los polí-
ticos, los filósofos, todo hallaba en la Biblioteca de Autores más fácil entrada que las
crónicas. Sólo en 1875, tres años antes de acabarse la Biblioteca, empezada hacía
treinta, Cayetano Rosell dio á luz el primer tomo de los tres dedicados á las crónicas en
la colección, pero desentendiéndose ya francamente de la General; «que no habiéndose
atrevido á sacar á luz, de los códices en que aún subsiste, ni la Real Academia de la His-
toria— no obstante haberlo intentado alguna vez, — mal pudiéramos nosotros acometer
semejante empresa» (5). Y así quedó la Crónica desahuciada de la iniciativa particular,
como antes lo había sido de la oficial.

Lo que desalienta á quien estudia la Crónica es la gran divergencia que se descu-


bre al comparar algunos códices de los muchos en que se conserva tan largo texto.
No puede menos de repetirse con Gonzalo Fernández de Oviedo: «en todas las que
andan por España que General Historia se llaman (al menos las que yo he visto),
no hallo una que conforme con otra, e en muchas cosas son diferentes».

siones y errores que contienen... Aunque procuró don Pedro Nnfiez de Guzman, Marques de
Montealegre y Conde de Villa-Umbrosa, siendo Presidente del Consejo, evitar este defecto, por
la afición y conocimiento que tenia de nuestras Historias, cometiendo de orden de Su Majestad y
con Decreto suyo el que las corrigiesse y publicase de nuebo en su primitiva y devida forma a
don Juan Lucas Cortes, Alcalde entonces de Corte, reconociendo sus grandes noticias y acertado
jui/io, las precisas y continuadas ocupaciones de aquel empleo, y de los demás a que le han ido
ascendiendo sus notorios méritos, nos han frustrado las esperanzas de su execucion, que devia
f mpezar desde la Chronica General con cuio nombre corre impresa la que formó el rey don
Alonso el Sabio desde el origen del mundo hasta la muerte de San Fernando su padre».
Bibliot. Nac., ms. 10625, fol. 1 y 2.
(') Francisco Martínez Marina, Etuayo ¡uetóríco-crítico sobre la antigua legielacit'm,
p. 18- 15 de la edición de 1808, ó tomo I, p. 18-15 de la edición de 1884. Véase también la
edición de las Partida» por la Acadenra de la Historia, tomo I, p. II y III. Don Francisco
Cerda fue quien sugirió al Duque de Alcudia la idea de la edición real de las obras de Alfonso X,
según se dice en el Acta de la sesión de la Academia de la Historia de 10 octubre 1794.
(*) José Amador de los Ríos, JJi$t. critica de la Liter. Española, III, p. 576, nota 1.
(') M. Mila y Fowtanalb, De la Poesía heroico-popular, 1874, p. 413. La copia del
manuscrito i?(scurilense) que dice Mili haber escogido los tres académicos para su edición, con-
sérvala laAcademia en cuatro legajos, con la signatura 11-13-8; está incompleta; tiene algunas
correcciones al texto, que me parecen de letra de Gayangos, y notas con lápiz sobre voces anti-
cuadas. En los expedientes personales de los tres académicos no he hallado nada referente á esta
proyectada edición.
(*) Lemcke, en el Jahrbuch für rom. und engl. Literatur, III, 1861, p. 852, reseñando «La
Estoria de loa 8¡ete Infantes de Lara aus der Crónica General de España herausgegeben von
W. L. Holland», Tubingen, 1860.
I») Biblioteca dt Aut. Españoles, tomo LXVI, p. V. <Bft

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IV AL LECTOR

Dedicado yo hace muchos años al estudio de los códices de las crónicas, creo haber
logrado una clasificación total de ellos, fijando las varias compilaciones y refundicio-
nes que representan y la época á que éstas pertenecen. Los manuscritos que antea se
confundían con el título común de «Crónica General del Rey Sabio», son fruto de casi
dos siglos de actividad historiográfica, comenzando en la Primera Crónica General
mandada hacer por Alfonso X y siguiendo con la Crónica General de 1344. la de
Veinte Reyes, la Tercera y la Cuarta Crónica General, la de 1404 y otras de menor
importancia.
Mediante esta averiguación previa, espero en la presente publicación haber acertado
á ofrecer la Primera Crónica General, libre de las grandes interpolaciones y arreglos de
toda clase que sufrió con el trascurso del tiempo; y esto bastará, aunque en los porme-
nores no siempre haya aprovechado las variantes que mejor representan el texto pri-
mitivo.

Cómo procedí en mi edicióu y de qué códices me he servido lo explicaré en el tomo


segundo de esta obra, que contendrá además un estudio sobre la fecha y las fuentes
del texto, así como un glosario y un índice de nombres propios. Por apéndice irá la
Crónica Abreviada de don Juan Manuel.

Ramón Menéndez Pidal.

29 Abril 1906.

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Mi -2). folio 1 v.
I

ESTORIA DE ESPANNA

QUE FIZO

EL MUY NOBLE REY DON ALFONSSO

FIJO DEL BEY DON FERNANDO ET DE LA KKYNA DONNA BEATRIZ

E6T0BIA DE ESPAÑA.—— 1

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No bilis Hesperie princeps, quem gracia Cristi
Yi-2 Ultrix perfldie saluauit ab omine tristi,
F. 1 v. Princeps laudandus, Alfonsus nomine dictas.
Princeps inuictus, princeps semper uenerandus,
6 Qui meritis laudes superat, qui uindice fraudes
Ferro condempnat, quem fama decusque perhennat,
Hesperie gesta dat in hoc libro manifesta,
Ut ualeat plura quis scire per ipsa futura.
Hinc per pretérita quisquís uult scire futura
w Non dedignetur opus istud, sed memoretur
Sscpius hoc legere, quia quibit plura uidere
Per que proficiet et doctas ad ardua fiet,
Nam sciet an ceptum quodcunque scit id uel ineptum
Finem pretendat, seu finis ad óptima tendat,
10 Per quod peiora fugiens capiat meliora.
Si capis, Hesperia, que dat tibi dona sophia
Regis, splendescet tibi fama decus quoque crescet.-
Rex, decus Hesperie, thesaurua philoeophie,
Dogma dat hyspanis; capiant bona, dent loca uania.

20 El noble principe de Espanna, al qual la gracia de Jhesu Cristo vengadera de la porfía


lo saino de toda cosa triste, principe digno de alabanca, Alfonso nonbrado por nonbre,
principe nunca vencido, principe venerabile, el qual por merescimientos sobrepuia a
todas alabanzas, el qual a la veuganca los eugannos con fierro condena, al qual la fama
de qualquier cosa lo perpetua, los fechos de Espanna faze manifiestos en este libro, en
2* guisa que cada cual pueda saber por el muchas cosas venideras.
Onde si por las cosas pasadas quiere alguno saber las venideras, non desden ne esta
obra, mas téngala en su memoria. Muchas vezes conviene esto leer, ca podemos
muchas cosas ver. por las quales te aprouecharas et en las cosas arduas ensennado te
taras; ca ssaberas qualquier cosa si es ayepta la tal o si es ynepta, vayas ante al fin, o el
so fin a las muy buenas cosas se mueua, por el qual fuyendo de las cossas peores tomaras
las meiores.

O Espanna, si tomas los dones que te da la sabiduría del rey, resplandecerás, otrosí
en fama et fermosura crecerás.

El rey, que es fermosura do Espanna et thesoro de la filosofía, ensennancas da a


« los yspanos; tomen las buenas los buenos, et den las vanas a los vanos.

IT El m*. dice •plendec«t.-27 £1 m». podeni».

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*. AQUI SE COMIENQA LA ESTORIA DE ESPANNA

QUE FIZO EL MUY NOBLE REY DON ALFONSSO

FUO DEL NOBLE BEY DON FFERNANDO ET DE LA. RBVNA DONNA BEATRIZ

P ROLO 00 l°s 4ue au*en de uenir, et por que pudiesscn


otrosí connoscer el saber dell arte de geome-
Los sabios antigos, que fueron en los tiem- tría, que es de medir ct los departimientos de
pos primeros et fallaron los saberes et las los grados et las alongancas de los puntos de
otras cosas, touleron que menguarien en sos s lo que a dell uno all otro, et sopiessen los
fechos et en su lealtad si tan bien no lo qui- curssos de las estrellas et los mouimientos de
siessen pora ios que auien de uenir como pora las planetas et los ordenamientos de los sig-
si mismos o pora los otros que eran en so nos et los fechos que fazen las estrellas, que
tiempo; e entendiendo por los fechos de Dios, buscaron et sopieron los astronomianos con
que son espirítales, que los saberes se perde- 10 grand acucia et cuydando mucho en ello; et
ríen muriendo aquellos que los sabien et no por qual razón nos aparecen el sol et la luna
dexando re me nb ranea, porque no cayessen en oscuros, et otrossi por qual escodrinnamiento
oluido mostraron manera por que los sopiés- fallaron las naturas de las yeruas et de las
sen los que auien de uenir empos ellos; et por piedras et de las otras cosas en que a uirtud
buen entendimiento connoscieron las cosas 15 segund sus naturas. Ca si por las escripturas
que eran estonces, et buscando et escodrin- non fuesse ¿qual sabiduría o engenno de omne
nando con grand estudio, sopieron las que se podríe menbrar de todas las cosas passa-
auien de uenir. Mas el desden de non querer das, aun que no las fallassen de nueuo que es
los omnes saber las cosas, et la oluidanca en cosa muy mas grieue? Mas por que los estu-
que las echan depues que las saben, fazen per- » dios de los fechos de los omnes se demudan
der malamientre lo que fue muy bien fallado en muchas guisas, fueron sobresto apercebu-
et con grand estudio; et otrosi por la pereza, dos los sabios ancianos, et escriuieron los
que es enemiga del saber et faz a los omnes fechos tan bien de los locos cuerno de los sa-
que non lleguen a el ni busquen las carreras bios, et otrossi daquellos que fueron fieles en
por quel connoscan, ouieron los entendudos, as la ley de Dios et de los que no, et las leys de
et quel preciaron sobre todas las otras cosas los sanctuaríos et las de los pueblos, et los
el touieron por luz pora alumbrar los sos en- derechos de las clerezias et los de los legos;
tendimientos et de todos los otros que lo et escriuieron otrossi las gestas de los prin-
sopiessen, a buscar carreras por o llegassen a cipes, tan bien de los que fizieron mal cuerno
el yl aprendiessen, et después quel ouiessen so de los que fizieron bien, por que los que des-
fallado, que nol oluidassen. E en buscando pues uiniessen por los fechos de los buenos
aquesto, fallaron las figuras de las letras; et punnassen en fazer bien, et por los de los ma-
ayuntando las, fizieron deltas sillabas, et de los que se castigassen de fazer mal, et por
sitiabas ayuntadas fizieron deltas partes; e esto fue enderezado el curso del mundo de
ayuntando otrossi las partes, fizieron razón, aa cada una cosa en su orden. Onde si parare-
et por la razón que uiniessen a entender los mos mientes al pro que nasce de las escrip-
saberes et se sopiessen ayudar dellos, et saber turas, connoscremos que por ellas somos sa-
tán bien contar lo que fuera en los tiempos bidores del criamiento del mundo, et otrosi > F. 2 < .
darttes cuerno si fuesse en la su sazón; et por de los patriarchas como uinieron unos en pos
que pudiessen saber otrosi los que depues «o otros, et de la salida de Egipto, et de la ley
dellos uiniessen los fechos que ellos fizieran, que dio Dios a Moyscn, et de los reys de la
tan bien como si ellos se acertassen en ello; et santa tierra de Iherusalem , et del destera-
por que las artes de las sciencias et los otros miento dellos, et dell annunciamiento et del
saberes, que fueron fallados pora pro de los nacimiento et de la passion et de la resurrec-
omnes, fuessen guardados en escripto, por 45 cion et de la ascensión de nuestro sennor
que non cayessen en oluido et los sopiessen Ihesu Cristo; ca de tod esto et dotras cosas

11 lot O, S lo 38 JS O dicen el pro; lo» otro» m*t faltan.

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1

4 PRÓLOGO. GÉNESIS

muchas no sopieramos nada si, muriendo que los aduxieron a seer pocos; et por mos-
aquellos que eran a la sazón que fueron estos trar la nobleza de los godos et como fueron
fechos, non dexassen cscripturas por que lo uiniendo de tierra en tierra, uenciendo muchas
sopiessemos; et por ende somos nos adebda- batallas et conquiriendo muchas tierras, fasta
dos de amar a aquellos que lo fizieron por que s que llegaron a Espanna, et echaron ende a
sopiessemos por ellos lo que no sopieramos todas las otras yentes, et fueron ellos senno-
dotra manera. Et escriuieron otrosí las nobles res della; et como por el desacuerdo que ouie-
batallas de los romanos et de las otras yentes ron los godos con so sennor el rey Rodrigo et
que acaescieron en el mundo muchas et mará- por la trayeion que urdió el conde do YUan et
uillosas, que se oluidaran si en escripto non 10 cll arcobispo Oppa, passaron los dAffrica et
fuessen puestas; e otrossi el fecho dEspanna, ganaron todo lo mas dEspanna; et como fue-
que passo por muchos sennorios et fue muy ron los cristianos después cobrando la tierra;
mal trecha, recibiendo muertes por muy crue- et del danno que uino en ella por partir los
les lides et. batallas daquellos que la conqui- regnos, por que se non pudo cobrar tan ayna;
ricn, et otrosi que fazien ellos en defendiendo- w et después cuerno la ayunto Dios, et por qua-
se; et desta guisa fueron perdudos los fechos les maneras et en.qual tiempo, et quales reyes
della, por los libros que se perdieron et fueron ganaron la tierra fasta en el mar Meditarre-
destroydos en el mudamiento de los senno- neo; et que obras fizo cada uno, assi cuerno
rios, assi que apenas puede seer sabudo el uinieron unos empos otros fastal nuestro
comiendo de los que la poblaron. » tiempo.
E por end Nos don Alfonsso, por la gracia de
Dios rey de Castiella, de Toledo, de León, de [COMIENQA ELL ESTORIA
Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murcia, , De cuemo Moysm gscriuio d Ubr0 gue ha
de Jahen et dell Algarue, ffijo del muy noble nombre GenesiSf e del dilmio ]
rey don Ffernando et de la reyna donna Bea- 25
triz, mandamos ayuntar quantos libros pudi- I Moysen escriuio un libro que a nom- F. 3.
mos auer de istorias en que alguna cosa con- bre Génesis, por que fabla en el de cuemo
tassen de los fechos dEspanna, et tomamos de crio Dios el cielo e la tierra e todas las cosas
la crónica dell Arcobispo don Rodrigo que fizo que en ellos son, e de cuemo por el peccado
por mandado del rey don Ffernando nuestro ao dell omne, por que passo mandamiento de
padre, et de la de Maestre Luchas, Obispo de Dios, fue echado de parayso, e otrossi de
Tuy, et de Paulo Orosio, et del Lucano, et de cuemo por las culpas e por los grandes yer-
sant Esidro el primero, et de sant Alffonsso, et ros que fizieron los que descendieron da-
de sant Esidro el mancebo, et de Idacio Obispo quel linage aduxo Dios el grand diluuio sobre
de Gallizia, et de Sulpicio Obispo de Gasconna, 35 la tierra, con que los mato a todos, assi que
et de los otros escriptos de los Concilios de no finco dellós fueras Noe e su mugier e tres
Toledo et de don Jordán, chanceller del sancto sos fijos: Sem, Cam e Japhet, e sus mugieres,
palacio, et de Claudio Tholomeo, que departió assi que fueron ocho por todos; e cuenta
del cerco de la tierra meior que otro sabio otrossi en aquel libro mismo que el linage
fasta la su sazón, et de Dion que escriuio uer- to que daquellos descendió comentaron a fazer
dadera la estoria de los godos, et de Pompeyo una torre muy grand, pora apoderarse de las
Trogo, et dotras estorias de Roma las que tierras; mas por que ellos eran muy sober-
pudiemos auer que contassen algunas cosas uios e no connocien ni temien a Dios, fue-
del fecho dEspanna, et compusiemos este libro ron destroydos en esta manera: que nuestro "
de todos los fechos que fallar se pudieron 45 sennor Dios danno el lenguaje en tal guisa
della, desdel tiempo de Noe fasta este núes- ques non entendicn unos a otros, e por esta -
tro. Et esto fiziemos por que fuesse sabudo razón dexaron aquella lauor que fazien; e non
el comiendo de los espannoles, et de quales tan solamientre fueron departidos en los len-
yentes fuera Espanna maltrecha; et que so- guajes, mas aun en las uoluntades, de manera
piessen las batallas que Hcrcoles de Grecia so que non quisieron morar unos con otros. Tod
fizo contra los espannoles, et las mortandades esto cuenta Moysen en este sobredicho libro,
que los romanos fizieron en ellos, et los des- que es en el comiendo de la Biblia. Mas por
truymientos que les fizieron otrossi los vban- que no fablo de cuemo aquellos que se par-
dalos et los silini;os ct los alanos ci los sueuos tieron a quales tierras fueron poblar, quere-

1 O <|uc lo», Ji q. los, E ot lo* -2J Ejiif/rn/c metetado


•i» tordo. O. Corda. E. contft»»en O, -ümo E. de X y O.

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HIJOS DE JAPHET 5
mos lo contar en cst estoria, según lo fallamos assi cuerno Inglaterra, a que llamaron antiqua-
en las estorias antiguas; e dezimos lo assi: mientre Bretanna la mayor; e es Ibernia, a la
que llaman Yrlanda; e son y Escocia e Escan-
2. De cuerno los sabios partieron fas tierras. cia' a <*ue l,aman Nuruega; e es y Thisia e otra
6 ysla que llaman Tile. Todas estas son de
Los sabios que escriuieron todas las tierras parte de cierco, las unas contra occident e
fizieron dellas tres partes: e a la una que es las otras contra l orient. Otras yslas y a me- F. S r.
mayor pusieron nombre Asia, e a la otra Af- ñores, que son de la pertenencia de Europa,
frica, e a la tercera Europa. De Asia e de Af- que yazen en el mar Mediterráneo e co-
frica oydo auedes ya en otros libros quaman- 10 miencan a parte doccident e uan contra orient;
ñas son e quales, mas aquí queremos fablar e los nombres dellas son estos: Mayorga, Mi-
de Europa por que tanne a la estoria de Es- norga, Euica, Formentera, Corsida, Sardcnna,
panna de que uos queremos contar, onde de- Cezilia, Mithclena, la cibdat de Venecia, Creta
zimos assi: que pues que desampararon aque- e Pathmos, Ponto e Curpho, e todas las yslas
líos de fazer la torre e derramaron por el \& menudas que yazen en pertenencia de Cos-
mundo, los fijos de Sem, ell hermano mayor, tantinopla, e aun ella misma yaze en perte-
he reda ron Asta, mas non toda; los fijos de nencia de Europa. Todo lo que es destos ter-
Cam, ell hermano mediano, heredaron toda minos, que uos dixiemos, heredaron siete fijos
Affrica; mas los fijos de Japhet, ell hermano dejaphet: el primero ouo nombre Gomcr, el
menor, comentaron a heredar desde Amano e 80 segundo Magoch, el tercero Maday, el quarto
Thoro que son dos montes en la tierra que es Yauan, el quinto Thubal, el sexto Mosoch y el
llamada Cilicia, e de Siria la mayor, que son seteno Thyras. Gomcr ouo dos fijos, all uno
amas en Asia, et heredaron a buclta con ellas dixieron Asenech e all otro Togorma. Los
toda Europa desde la grand mar, que cerca dAssenech poblaron primeramientre cab un rio
toda la tierra, que es llamado en griego Ocea- a que Uamauan Reno, e llamaron los por y un
no, fasta la otra mar que llaman Mediterráneo grand tiempo reginos, e depues poblaron Ca-
por que ua por medio de la tierra e faze de- labria; e daquel mismo Assenech uinieron los
partimiento entre Europa e Affrica, e acá- que poblaron Pulla, una tierra a que pusieron
basse Europa encabo dEspanna en Cáliz, que nombre Lacia, dond ellos fueron después lia-
es llamada ysla dErcules, o se ayuntan amas so mados latinos; e dAssenech uinieron los pa-
estas mares sobredichas. Onde estos tres phlagones, dond ouo nombre aquella tierra Pa-
Hnages desque ouieron partidas las tierras, phlagonia, e daquellos descendieron los que
assi cuerno uos dixiemos, nos touieron por llamaron ligures e emilios. Dell otro hermano
complidos de lo que auien, e punnaron en Thogorma uinieron los frigianos, e pusieron
toller se las tierras los unos a los otros, por 36 nombre a la tierra Frigia; e de Yauan, ell otro
que ouo entredós muchas guerras, de que na- fijo dejaphet, uino Hyelisa, dond uinieron des-
deron grandes contiendas e lides e muertes, pues los griegos, que son llamados eolides; e
E cuerno quier que los fijos de Cam e de Ja- los cilicianos que poblaron Cilicia. De Gomcr,
phet ganaron alguna cosa en Asia por fuerca, fijo de Japhet, uinieron los que poblaron Gala-
nos non queremos fablar de los otros linages, «o cia, e fueron por end llamados gallogreci. De
fueras solamientre de los fijos de Japhet, por Magoch, ell otro hermano uinieron los cithas,
que ellos fueron comencamiento de poblar e los godos, e los vuandalos, e los seuos, e
Espanna, e por saber mas ciertamientre quan- los alanos. De Maday, fijo de Japhet, uinieron
tas tierras ouieron, conuiene que uos diga- los medos, que poblaron Media. De Yauan,
mos primero quamanna es Europa e quantas 45 fijo de Japhet, uinieron los hyliones, que po-
otras tierras se encierran en ella. blaron una partida de Grecia c depues Troya,
e por esso pusieron por nombre Ylion all alca-
3. De cuerno fue Europa poblada de los fijos car o moraua el rey; e depues que Troya fue
de Japhet. destroyda salieron ende dos hermanos; all uno
50 dizien Priamo e all otro Anthenor; estos ui-
Europa comienca en un rio que a nombre nicron por mar a Uenecia e moraron y grand
Thanays, e de la una parte la cerca el mar tiempo poblando la, fasta que murió Anthenor,
Mediterráneo, e de la otra el mar Océano. Este esoterrol Priamo, so hermano, en Padua, una
rio Thanais nace en los montes Ripheos y es

. 55 dicen
mar $ ™ — E°„s
» ™-millos. Yuan.*• —V1**-™
O dtren ™*
35 E y p!f.°- P »E
entre . En el grand
. , Asia* y _,Europa. . 5l> O Autouor.
Océano, de la parte de cierco, ay muchas yslas e, Antheno, y «» la unta jw.-m Padua o radia

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6 POBLACIÓN DE ESPAÑA

cibdat que es en Lombardia; e pues quel ouo llegaron a un rio que es dicho Ebro, e touie-
soterrado, tomo grand poder e gano una tie- ron mientes a un estrella que llaman Espero,
rra por tuerca, e por amor de su hermano e por que parece mas a occident llamaron a
pusol nombre Germania, a la que llaman agora aquella tierra Esperia; e depues fueron se
Theuthonia por razón de Mercurio a que lia- g alongando a un rio grand que corre todauia
mauan Theutos; pero todos los demás de la contra orlent desde o nace fasta o cae en la
gente la llaman Alemanna, por un río que ua mar, e pusieron le nombre Ebro; e por ques
por ella a que llaman Lemano; e Alemanna es pagaron mucho daquel agua poblaron cabo
una de las grandes prouincias del mundo, e a della, e camiaron se el nombre que ante auien,
en ella muchas tierras apartadas de que son 10 e assi cuerno les Ilamauan primero compannas
estos los nombres: all una dizen Lotharingki, de Thubal, dixieron les después las compan-
que es Loharenna, la otra Brauancia, otra ñas de Ebro, e por esso ' llamaron a aque- F. 4,
Vestphalia, la otra Frisia, a la que agora dizen Ha tierra Celtiberia. E esta tierra tiene en
Frisa, a la otra Thoringia, la otra Sasonia, que luengo del mar grand, que es aparte de cierno,
llaman agora Sansonna, all otra Sueuia, e di- i* fastal mar Mediterráneo, e dancho fasta los
zenle agora Suaua, all otra Bauualia, a la otra montes Pireneos allende dEbro, contra den-
Franconia, a la otra Carinthia, a la otra Aus- tro faza la tierra llana; e llamaron a tod aquc-
tria, que dizen agora Astarríca; e Francia la lio Carpentanna, e poblaron y quatro uillas: la
antigua fue otrossi una partida de Alemanna, una a nombre Oca que es suso en la montanna
e por essol pusieron nombre Francia, que n que llaman Monte dOca, la otra poblaron
quicr dezir tanto como tierra que fue apar- cabo Ebro contra parte dónente e llamaron
tada e frannida dAlemanna. Bretanna pobló le Calahorra, otra poblaron mas adelante,
Brutho, que fue del linage de los de Troya, e otrossi cabo Ebro, a que pusieron nombre
por essol puso assi nombre, ca enante auie Taragona, e desi poblaron la quarta cabo esse
nombre Situaría e depues le camiaron el u rio mismo mas adelant e llamaron la Auripa;
nombre Ynglaterra, que quier dezir tanto cue- mas después, ell emperador Cezar Augusto,
mo tierra de marauillas. Otrossi de Mosoch, quand la gano por fuerca, camiol el nombre
fijo de Japhet, uinieron los que poblaron Ca- e Uamol Cezar Augusta, a la que agora dizen
padocia, que es una grand tierra, e la pri- Caragoqa. Después, estas compannas fueron
mera cibdat que fizieron pusieron le nombre ao se tendiendo por las tierras e poblaron toda
Masaca por el nombre de Mosoch. Dell otro Espanna, e a las tierras que poblauan ponientes
fijo de Japhet, que ouo nombre Thiras, ui- nombres dessi mismos, assi cuerno los alanos
nierun los thiracianos e poblaron una tierra que poblaron aquella tierra que agora llaman
a que pusieron nombre Thiracia; mas los que Alaua, que es desde! rio Ebro fasta la grand
uinieron depues encortaron le el nombre e so mar de Bayona, e los silingos que poblaron
dixieron le Tracía. Mas del quinto fijo de otra tierra cabo el rio que Ilamauan Cil desde
Japhet, que ouo nombre Timbal, donde uinie- o nace fasta o cae en la mar, e los otros que
ron los espannoles, so linage daquel andudie- llamaron galacios poblaron Galizia, que anti-
ron por muchas tierras, buscando logar pora guamientre solie scer dcsdell agua de Cea fas-
poblar de que se pagassen, fasta que llegaron w tal puerto de Gaya. Después uinieron galeses
a parte doccident a los grandes montes que por mar, que eran echados de su tierra, e arri-
son llamados Pireneos, que departen Espanna barón a un logar que agora llaman Puerto, e
la mayor de la otra, y estos montes comien- poblaron una grand partida de Galizia que era
gan se a la grand mar mayor cabo la uilla que yerma entre los dos ríos que llaman Duero e
es llamada Bayona, que yaze en essa mar a Minno, e pusieron le nombre Portogal. Otras
misma contra cierno, e atrauiessa toda la tie- yentes y ouo que llamaron vuandalos, e aque-
rra fastal mar Mediterráneo e acabasse alli Hos poblaron ell Andaluzia; e tiene en ancho
cab una uilla que dizen Colibre. Et aquestas desdel río que llaman Guadiana fastal mar
gentes de que uos dixiemos, pues que fallaron Mediterráneo, e de luengo desdel mar Océano
aquella tierra, comentaron a poblar todas bo fastal rio que llaman Xucar assi cuerno cae en
essas montannas e fizieron se muy grandes el mar Mediterráneo. Otra tierra y ouo que
pueblos, e llamaron los cethubales que quier llamaron Luzenna, que es entre Guadiana e
dezir tanto cuerno las compannas de Tubal. Tajo, e pusieron le assi nombre unas gentes
Estos fueron descendiendo al llano fasta que que la poblaron a que Ilamauan lusios; pero
56 algunos cuentan que este nombre ouo por fre-
ía O Br»u , K Br«m»ncl».-17 O Auitri». B O Abati*.
18 c Aiuric», q anu, o Btteric» -48 coübr* todo*. .beios
,que mando. y ,fazer „Hercules
. quanqo*\ ouo

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LOS TRES HÉRCULES 7

uencjdo a Gerion, assl cuerno adelante oyre- all otro Bruto; y este nombre que! pusieron
des. Otra tierra ay dentro en ell Andaluzia que fue tomado de los nombres deilos.
llaman Bethica por que corre por ella un río Tres Hercules ouo que fueron muy connom-
que solien llamar Bethis, al que agora dizen brados por el mundo segund cuentan las esto-
Guadalquiuir, e tiene desde o nace este río en 5 rías antiguas: e el primero fue en el tiempo de
la sierra de Segura fasta o cae en el grand mar Moysen, pero nació ante que el, y este fizo
entre ponient e medio día cerca de la ysla de grandes fechos e buenos, mas no son contados
Cáliz. Tod estas tierras sobredichas fueron en estorias, e fue de tierra de Grecia a la parte
pobladas assi cuerno uos contamos, e ouo y que es contra Persia. Hercules el segundo fue
muchos cabdiellos que fueron sennores deltas 10 otrossi de Grecia e fue muy nombrado por su
e que ouieron grandes guerras entre si; mas saber mas que por otra cosa, e fue natural
por que los sos fechos no fueron muy sennala- duna cibdat que dixieron Fenis, e fue assi
dos pora contar en est estoria, tornaremos a llamada porque era tan uiciosa que tenien que
fablar de Hercules, que fue ell omne que mas no auie compannera en el mundo, assi cuerno
fechos sennalados fizo en Espanna en aquella u ell aue fénix que es sola e no a compannera
sazón, lo uno en conquerir las tierras, lo al en ninguna; et esta cibdat pobló Fenis, fijo dAge-
poblando las. ñor, que fue rey de las grandes dos cibdades
que llamauan all una Tiro e all otra Sidon, e

14. De los tres Hercules que ouo en el mundo, f« Padre de Europa la que leuo robada el
e por que se pusieron assl nombre,] *> rey Júpiter, e de Cadmo el que pobló Thebas
que es en Europa, Y este segundo Hercules
Hya oystes de suso contar de cuerno se llamáronle por sobrenombre Sanao, e fue
partieron los lenguages en Babilonia la grand otrossi en tiempo de Moysen, seyg annos ante
en el tiempo de Phalec, que fue del linage que sacasse el pueblo de Israel de Eggipto.
de Noe; e desde aquel Phalec fasta Gedeon, ss Mas Hercules el tercero, el que fizo los muy
que fue juez en Irahel, ouo mil e dozientos grandes fechos de que tod el mundo fabla,
e quaraenta e tres annos. Y en tiempo deste este fue grand e ligero e muy uaiient mas que
Gedeon fue Hercules, aquel que fizo mu- otro omne, e deste fablaron todos los sabios
chas marauillas por el mundo e sennalada- que estorias fizieron, e compusieron grandes
mientre en Espanna, assi cuerno adelant oyre- so libros en que contaron los sos fechos grana-
des en est estoria, y en la uida de Gedeon dos que el fizo por el mundo; et dixieron que
murió Hercules; e ouo desde la su muerte los sabios de Grecia sopieron por sus artes
fasta la segunda prisión de Troya treze annos, que nacrie allí uno, que aurie nombre Hercu-
e desde aquella prisión de Troya fasta Ro- les, que farie grandes e marauillosos fechos
mulo que pobló Roma ouo quatrocientos e 90 por el mundo mas que otro omne; e los dos
quaraenta e dos annos, et desde Romulo fasta Hercules primeros, cuydando que cada uno
que ouo cónsules en Roma ouo dozientos e dellos serie aquel, pusieron se nombre assi,
quaraenta e un anno; e depues fizieron reyes ca segund el lenguage griego fue tomado este
en Roma, e desdel primero rey fastal postre- nombre de dos partes de letras; de her e de
mero que ouo nombre Tarquinio el Soberuio, 40 cieos, que quier dezir batallador onrado o
que perdió por esso el regno e torno el pue- alabado en fuerca y en lit. Este tercero Her-
blo a yudgarse por cónsules assi cuerno de cules fue de muy grand linage, como que fue
primero, ouo quatrozientos e quaraenta e tres fijo del rey Júpiter de Grecia e de la reyna
annos, fasta que torno a auer emperadores Almena, muger que fue del rey Anfitrión. El
en Roma e sennaladamientre en el tiempo de «s reyjupiter, su padre, diol a criar al rey Euris-
Julio Cesar que regno depues desta quenta teo, e fizólo por conseio de su muger donna
quatro annos e seys meses. Mas en el tiempo Juno quel querie grand mal porque era so
que eran los cónsules, enantes que Julio Ce- annado; y esta Juno puso su amor con aquel
sar regnaase cient e siete annos, ouo uno rey Euristeo, que era su uezino, e auie con-
F. 4 r. dellos, que I llamaron Cipio, que destruyo 00 tienda con ella por una poca de tierra de que
Affrica y Espanna por que se leuantaron con- sel pagaua que era en comarca de so regno,
tra Roma; e bien cient annos ante fue pobla- y ella diogela por quel criasse aquel moco,
da la cibdad de Toledo que poblaron dos atal pleyto, que quando fuesse grand que
cónsules de Roma all uno dizien Tholemon e fiziesse del aquello que etlat mandasse. E des
10 Epígrafe del Códice dt la fíibl pr<>vincUil A* Tale
i 0 Tolemoti, K Ttael. 20 E y O tlic+n Cadino.

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8 SEÑORIO DE LOS OR1EOOS EN ESPAÑA. HÉRCULES

que est amor fue puesto y el moco fue ere- es cabo Cepta y entra por tierra dAffrica
ciendo e faziendosse mancebo, fue ligero e una partida. Este Hercules, desque passo
muy ualient mas que otro omne del mundo, e dAffrica a Espanna, arribo a una ysla o entra
no sabie ella fecho grand ni perigloso a que nol el mar Mediterráneo en el mar Océano; e
mandasse enuiar; e el rey Euristeo fazielo assi 5 por quel semeio que aquel logar era muy
cuydando que fazie bien. E segund cuenta la uicioso y estaua en el comienco doccident,
su estoria deste Hercules , desque ell ouo fizo y una torre muy grand, e puso ensomo
muerto el grand puerco montes dArcadia, mato una ymagen de cobre bien fecha que cataua
al toro de Creta que era muy brauo e much contra orient e tenie en la mano diestra una
espauentable , e mato otrossi los tres leones 10 grand llaue en semeiante cuerno que querie
amaños: ell uno en el mont Parthemio e los abrir puerta, e la mano siniestra tenie aleada
dos en la selua Nemea, e mato la grand ser- e tenduda contra orient e auie escripto en la
píente de la laguna de Lerne que auie siete palma: estos son los molones de Hercules,
cabecas, e segudo los ladrones de Cremona E por que en latin dizen por moiones Gades,
que es en tierra de Lombardia, e mato al Rey 15 pusieron nombre a la ysla Gades Hercules»
que era sennor dellos, e segudo las arpias aquella que oy en dia llaman Cáliz. Después
fijas de Fineo que auien ciego a su padre el que esto ouo fecho, coiosse con sus ñaues e
querícn descredar, e fue con Jason el que fue yendo por la mar fasta que llego al rio
aduxo la lana del carnero dorado de la ysla Bethis, que agora llaman Guadalquiuir, e fue
de Coicos, e destruyo Troya la primera ue- 90 yendo por el arriba fasta que llego al logar o
gada, ca el fue el que entro primero en ella es agora Seuilla poblada, e siempre yuan ca-
por fuerca e depues torno a la batalla o el tando por la ribera o fallarien buen logar o
rey Leomedon estaua con su yent e matol por poblassen una grand cibdat, e no fallaron otro
su mano, por que fue destroyda Troya e toda ninguno tan bueno cuerno aquel o agora es
la tierra; et depues desto mato a Diomedes 25 poblada Seuilla. Estonce demando Hercules a
rey de Tracia, e uencio a los centauros que Alias ell estrellero si farie alli cibdat; el dixo
eran un linage muy grand de caualleros muy que cibdat aurie alli muy grand, mas otro la
buenos de armas e much esforzados e mas poblarie, ca no el; e quando lo oyó Hercules
ligeros dotros omnes y el por esfuerzo e por ouo grand pesar e preguntol que omne serie
ligereza los mato a todos, e uencio otrossi a ao aquel que la poblarie; el dixo que serie omne
los de Lacedemonia e mato al rey dellos; e el onrado e mas poderoso que el e de grandes
fue el primero que uencio a las duennas ama- fechos. Quando esto oyó Hercules, dixo que el
zonas quand ellas uencien e destruyen todas farie remembranza por que, quando uiniesse
las otras yentes, e el mato otrossi a los onze aquel, que sopiesse el logar o auie de seer la
fijos del rey Neleo, que fue fijo del rey Sa- 35 cibdat.
turno, e uencio a Acheloo en lit, e caso con
Deyenira, e mato al rey Nesso en batalla dun 5. De cuerno Julio Cesar pobló Seuilla
por otro, e mato otrossi a Busilis rey de por tas cosas que y fallo que fizler a Hercules.
Egypto, e mato a Antheo rey de Libia e de
Affrica, e leuo las macanas de las duennas 40 E puso alli seys pilares de piedra muy gran-
Esperidas; e fue tan buen maestro dell arte des, e puso en somo una muy grand tabla de
de las estrellas que dixieron los sabios que marmol escripia de grandes letras que dizien
sostenie el cielo en los ombros. assi: aqui sera poblada la grand cibdat; y en
somo puso una ymagen de piedra, e tenie la

F. 5. 5. 1 De cuerno Hercules pobló a Cáliz <s una man0 contra orient, e tenie escripto en la
et de las cosas que y fizo. Palma: ,asta ao.u¡ ,,eg° Hercules, y ell otra
mano tenie contrayuso mostrando con el dedo
Después que Hercules ouo tod esto fecho, las letras de la tabla. Onde auino depues, que
ouo diez ñaues e metios en mar, e passo en tiempo de los romanos, quando fueron sen-
dAff rica a Espanna, e troxo consigo un muy so ñores del mundo, ouo desabenencia entre Ju-
gran sabio del arte destronomia que ouo lio Cesar e Pompeio, que eran suegro e yerno,
nombre Alias, y este nombre ganara el por e amos emperadores; e fue puesto en Roma
que morara mucho en el monte Allant, que es que enuiaron a Pompeio a parte dorient e Ju-
much alto, catando las estrellas; y este monte lio Cesar a occident pora conquerir aquello
55 que no obedecie a Roma; e pusieron les plazo
59 AHm E C Q B, Ala» O. Lo mimo columna b, Un. 9f, . . .. _ n„ _ ,
53 AUmt ecq. que fuessen tornados a. V. annos a Roma, y el

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SEÑORÍO DE LOS OR1EOOS. HÉRCULES 9

que no lo fiziesse que numqua iamas fuesse ? De ^ ff ^ ^ ^


recebido por emperador. E Pompeio gano en . mfl/o '
aquellos .V. annos toda parte dorient, e Julio
Cesar en estos .V. annos non pudo ganar sino Hercules, de que ya oyestes dezir, desque
fasta Lérida, que es una cibdat en Espanna 5 ouo fechas aquellas dos yraagenes de Cáliz e
en una tierra que llaman Catalonna. E segund de Seuilla, ouo sabor de ueer toda la tierra
cuenta Lucan, que escriuio est estoria, pues que era llamada Esperia, e metios por la cos-
que se cumplieron los .V. annos, enuiaron le tera de la mar fasta que llego a un logar o es
dezir los romanos ques tomasse, e sino que agora poblada Lixbona, e fue depues pobla-
nol recibrien mas por emperador. El con des- 10 da que Troya fue destroida la segunda uez;
pecho que ouo no lo quiso fazer, mas dixo que e comentara la a poblar un nieto dUlixes que
pues que ell era emperador que tomaua otros, auie aquel mismo nombre, e por que el no la
V. annos pora acabar aquello que comentara; e uuio acabar ante de su muert, mando a una
depues en aquellos otros june annos que el su fija, que auie nombre Buena, que la aca-
tomo conquirio toda Espanna, e quando fue u basse, y ella fizo lo assi, e ayunto el nombre
en aquel logar o primeramientre fue poblada la de so padre y el suyo, e pusol nombre Lixbo-
cibdat de Ythalica, semeiol que no estaua po- na. E cuando Hercules llego a aquel logar,
blada en buen logar, e fue buscar o la assen- sopo como un rey muy poderoso auie en Es-
tasse de nueuo. E quando fue a aquel logar o peria que tenie la tierra desde Taio fasta en
estauan los pilares sobre que pusiera Her- 90 Duero, e por que auie siete prouincias en su
F.Sr. cules la imagen, cato la ' tabla de marmol sennorio fue dicho en las fabliellas antiguas
que yazie por piecas quebrada, e quando que auie siete cabecas; y este fue Gerion, y
uio las letras, fizo las ayuntar en uno e leyó era gigante muy fuerte e muy liger, de guisa
en ellas que allí auie a seer poblada la grand que por tuerca derecha auie conquista la tie-
cibdat; estonce fizo la mudar daquel logar, as rra e auien le por fuerca a dar los omnes la
e poblóla allí o agora es, e pusol nombre Yspa- meatad de quanto auien, tan bien de los fijos
lis, assi como ouiera primeramientre nombre e de las fijas cuerno de lo al, e a los que no lo
quando fue poblada sobre estacas de palos querien fazer mataualos. E por esto era muy
en un logar que llaman Almedina, que es cabo mal quisto de todas las gentes, mas no osa-
Caliz. E cuenta Lucan que desque la ouo alli so uan yr contra el por que no auie y qui los def-
poblada, que fue a Cáliz o auie grand cibdat, tender; et cuando sopieron que Hercules uinie,
e fallo y un grand templo que fizieran los gen- enuiaron le dezir, que el, que tantos buenos
tiles por onra de Hercules, y entre otras mu- fechos fiziera e tantos omnes sacara de premia
chas ymagenes que y auie, fallo una del rey e de mal sennorio, que acorriesse a ellos, e
Alexandre, e dizien todos que fuera fecha a 35 quel daríen toda la tierra. Quando esto oyó
semeianca del, de grandez e de faycon; e quan- Hercules, plogol mucho e fuesse pora alia; ca
do Cesar la uio, estudo la catando grand piega maguer ell era del linage de los gigantes e
cuydando, e depues dixo que si Alexandre tan muy fuerte, no era por esso omne cruo ni de
pequenno fuera de cuerpo e tan feo e tan mala sennoria, ante era muy piadoso a los
grandes fechos e tan buenos fiziera, el, que 40 buenos e muy brauo e fuert a los malos; e
era tan fermoso e tan grand, por que no farie quando oyó las querellas daquellas yentes,
tan grandes fechos o mayores. E cuydando doliosse deltas e fuesse pora ellos. E quando
esto fuesse pora su posada, e sonno essa no- Gerion lo sopo, fuesse con sus huestes pora
che que emprennaua a su madre; e otro dia aquel logar o fue depues poblada la cibdat
llamo a un so estrellero muy bueno que traye, 45 que dizen Crunna, que era estonce yermo,
e dixol lo que cuydara y el suenno que sonnara. Hercules enuio dezir a Gerion que las yentes
Ell estrellero soltol el suenno e dixol que la no auien por que matarse ni por que lazrar,
madre era la tierra; e assi cuerno la metic so mas que lidiassen ellos amos un por otro; y el
si ys apoderaua della, bien assi metrie toda que uenciesse, que fuesse toda la tierra suya,
la tierra en so poder e serie sennor de todo, so E Gerion atreuiendose en su ualentia, e demás
Desdalli mouio e tornos pora Roma e fue de- que era mayor que el, dixo quel plazie. E li-
pues sennor de tod el mundo assi cuerno la su diaron tres días que nos podien uencer; en ca-
estoria lo cuenta. Mas agora tornamos a tablar bo uencio Hercules, e cortol la cabeca. E man-
de Hercules por contar los fechos que fizo en do en aquel logar fazer una torre muy grand,
Espanna. 50 e fizo meter la cabera de Gerion en el cimien-
17 o yuiic», ecq Thaiic». to, e mando poblar y una grand cibdat, e fa-

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10 SEÑORIO DE LOS GRIEGOS. HÉRCULES
zie escreuir los nombres de los omnes e de las uo guarecer, e metios dentro en una cueua
mugeres que y uinien poblar, y el primero po- muy fonda, e cerróla con una grand piedra
blador que y uino fue una muger que auie molar, e pusol de parte de dentro grandes ca-
nombre Crunna, e por essol puso assi nombre denas de fierro, e quand era de noche salie e
a la cibdat.' E una gran partida de la gente que 5 fazie el mal que podie por la tierra, deai tor-
el traye fueron de Galacia, e mandólos poblar ñauas allí e cerraua la puerta de la cueua; e
allí, e por esso fue llamada aquella tierra Qa- por que era liger e corredor mas que otro
lizia. Depues que Hercules ouo poblado Gali- omne, e tomaua las caberas de los omnes e de
zia, uinosse contra parte de mediodía, ribera las bestias que mataua, e colgauaJas a la puer-
de la mar, fasta un rio que dizen Ana, que 10 ta de parte de fuera, cuydauan que comie los
quier dezir en griego tanto cuerno topo, por cuerpos de los omnes tan bien cuerno de las
que ua a logares escondido so tierra e depues bestias, e por esso dizien que era medio omne
sale, e aquel nombre numqual fue camiado, e media bestia. En aquella cueua estudo una
antel llaman agora Guadiana. E por quel se- grand sazón fasta que uino Hercules, yl mato
meio la tierra buena pora criar ganados e 15 allí, segund cuenta la su estoria. Mas por que
otrossi pora caca, moro y una grand sazón e esto non conuiene a los fechos dEspanna, de-
fizo y sos iuegos e mostró hy grandes alegrías xamos de tablar dello, e tornamos a contar
por que uenciera a Gerion e ganara toda la dErcules e de las cosas que fizo en Espanna
tierra de que ell era sennor. E por aquellos depues que uencio a Caco,
iuegos que el fizo allí dizen algunos que puso so
a aquella tierra nombre Lusjtanna, que quier 8. De las uillas que pobló Henales en
dezir en romanz tanto como iuegos de Ana. E Espanna.
depues que esto ouo fecho, fuesse pora Gua-
dalquiuir, al logar o mandara fazer la yma- Ya oyestes desuso cuerno Caco fue uen-
F. 6. gen, e fallóla er'zida e plogol mucho. Desi a» «judo y Hercules segudol fasta Moncayo o el
fue adelant, allí o mandara fazer )a uilla sobre solie morar, e andandol buscando por aquella
los palos, e pusol nombre Hyspalis, e mandola tierra, semeiol muy buena, e por end pobló
cercar de muro e de torres. E depues fue assi una cibdat, al pie de Moncayo, dunas yentes
yendo ribera de la mar, poblando los logares que uinieran con el de Grecia: los unos eran
quel semeiaron que eran de poblar, fasta que so duna tierra que dizien Tiro, los otros dotra
llego a Carthagena, que ouo este nombre de que dizien Ausona, e por esso pusso nombre
Cartago la grand, que es en Affrica, que pobló a la uilla Tirasona, e oy en dia le llaman Ta-
la reyna Didoj e algunos dizen que, por des- racona. E pues que esto ouo fecho, comenco
pecho quel fizieron los daquella tierra, que dir conquiriendo tod aquella tierra, fasta que
passo aquend mar en Espanna e pobló otra as llego a un logar quel semeio que deuie poblar,
uilla que dizen Carthagena, e solien le llamar e fizo y una fortaleza e pusol nombre Urgel,
antiguamientre Carthagena Espartera, por que que quier dezir en latín tanto cuerno apremia-
toda la tierra o es ell esparto, que llaman ago- miento, ca sin falla tod aquella tierra mas la
ra Montaragon, obedecie a ella. E dalli era gano el por premia que por amor. E desque
rey un omne muy grand e muy fuerte que lia- 40 ouo esto fecho, de las diez ñaues que el tro-
mauan Caco, e auie otrossi en so poder las xiera, dexara la una de comiendo en Cáliz, e
tierras que llamauan Celtiberia e Carpentan- leuara las nueve consigo a Oalizia; e desi
na, e quando oyó dezir que uinie Hercules, nol mando que fincassen las ocho allí e quel adu-
quiso obedecer cuerno los otros, mas saco su xiessen la nouena; e al logar o ella arribo se-
hueste e fue lidiar con el, e fue uencudo Caco, « meiol que auie y buen logar de poblar, e mando
e fuxo a un monte much alto que es en Celti- fazer y una uilla, e pusol nombre Barca nona,
beria a que puso el nombre dessi mismo, ca que quier dezir tanto cuerno la nouena barca;
por que dizien a el Caco pusol nombre Mon- e agora llaman le Barcilona. Desque Hercules
cayo; y era logar o auie el grand sabor de ouo conquista toda Espería e tornada en so
morar por que era logar muy sano, e tenie so sennorio, ouo sabor dir andar por el mundo
cabo dessi sos ganados, e por esso fuxo a por las otras tierras e prouar los grandes fe-
aquel logar cuydando se amparar y. Mas quan- chos que y fallasse; empero non quiso que fin-
do sopo que Hercules yua enpos el, nol oso y casse la tierra sin omnes de so línage, en ma-
atender, e fuxo pora tierra de Roma a un ñera que por los que el y dexasse, fuesse sa-
monte que llaman Auentino, que es cerca la u budo que el la ganara; e por esso la pobló
cibdat que llaman Lauina; e aun allí nos tro- daquellas yentes que troxiera consigo que

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SEÑORIO DE LOS QRIEOOS. ESPAN 11
eran de Greda, e puso en cada logar omnes era ende el mas sabidor que auie en Espan-
de so linage. E sobre todos fizo sennor un so na a essa sazón , ca lo aprisiera dErcules
sobrino, que criara de pequenno, que auie c de Alias el so estrellero; e por end ouo
nombre Espan; y esto fizo el por quel prouara con ella su acuerdo de poblar Cáliz. Mas era
por much esforzado e de buen seso; e por s logar muy perígloso por tres cosas: la una
amor del camio el nombre a la tierra que ante por que no auie y abondo dagua, la otra por
dizien Espería e pusol nombre Espanna. el braco del mar que auien a passar por nauio,
la tercera por que era la tierra tan lodosa que

9. De los fechos que fizo el rey Espan non podien y llegar los omnes en iuierno sino
Penglo dessi e de lo que trayen; e so-
en Espanna e de cuento pobló la ysla de Cáliz. «> a 8ran<* brestá ouo conseio con su fija en que manera
Espan , sobrino dErcules , que finco por podrie poblar aquel logar. Ella dixol quel darie
sennor en Espanna, andudo por la tierra e conseio, sol quel otorgasseque no la casasse
fizo la poblar y enderecar, ca era muy mal- si no con qui ella quisiesse; y el fiandosse en
trecha y destroyda por la grand guerra que 15 ella e por que tenie que lo dizie por su pro,
fiziera Hercules; e com era omne sabio y en- otorgogelo. Espan no auie fijo ni fija que he-
tendudo, soposse apoderar della, e pobló los redasse lo suyo sino aquella, e uiniengela pe-
puertos de la mar e otrossi logares en las dir reyes y altos omnes dotras tierras, lo uno
montannas, por o entendió que podrie uenir por ques era ella muy fermosa e muy sesuda,
danno dotras yentes a la tierra; e pobló muy so lo al por ques auie afincar el regno a ella. E
grandes u jilas e buenas, e fizo y iauores ma- muchos la uinieron pedir desta guisa con qui
rauillosas. E la una dellas es la cibdat a que ella non quiso casar, y estudo assi un grand
agora llaman Segouia, e pusol este nombre tiempo de guisa que el padre iua enuegecien-
por que fue poblada cab una penna que dizien do; e los omnes de la tierra temieron se de su
Gouia, e allí fizo muy marauillosa obra pora as muert, e pidieron le mercet que casasse su
adozir ell agua a la cibdat, assi cuerno oy dia fija, por que quando el finasse no fincassen
parece. E acabo la torre del Faro que co- ellos sin sennor. El dixoles que fuessen a ella
F.6v. meneara 1 Hercules, que es cabo la Crun- y ge lo rogassen, y a el quel plazrie mucho,
na; e com era omne muy sabidor, fizo fazer Ellos fueron y pidieron le mercet que casasse,
por grand sabiduría un grand espeto, que ue- so y ella otorgogelo e dixo, que maguer auie
yen en e! uenir las ñaues p^r el mar de muy puesto de non casar sino con qui ella quisiesse,
luenne, e pusol en somo daquella torre; y esto que si a aquella sazón uiniesse alguno quel
fizo el por aguardar se dotras yentes sil ui- conuiniesse, que casarie con el, pues que ellos
niessen guerrear por mar. E por que ell era lo tenien por bien. Desi uinieron la pedir tres
omne que amaua iustícia e derecho e fazie as fiios de reyes muy ricos e con grand algo; ell
bien a los omnes, amauan le todos tanto, que uno era de Grecia, y ell otro dEscancia, el ter-
assi cuerno Hercules se apoderaua de la tierra cero dAff rica. El padre quando lo sopo plogol
por fuerca, assi este se apoderaua della por mucho con ellos, ca los uio muy fermosos e

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