A continuación se transcribe textualmente una primera entrevista de un paciente llamado
Marcelo, de 27 años de edad.
PRIMERA ENTREVISTA
Marcelo: Tengo mil problemas. Todos los problemas del mundo. Un día estoy bien, al otro
mal. El doctor me habló de usted el otro día. Él pensó que era depresivo. Yo he pasado
por épocas depresivas, he visto otros doctores, tuve tratamiento con pastillas. Yo siento
que no estoy bien. Tengo cien mil problemas. Soy un caso complicado.
Analista: ¿Por qué no empezamos por alguno de los cien mil problemas?
Marcelo: (se ríe) Hace un año y pico estuve mal. Siempre he sido depresivo por culpa de
mis padres. La depresión es el problema principal. Yo estaba en tratamiento con un
médico. Me dio Meleril. En una época se agravó mucho, tenía un pensamiento repetitivo,
me dieron Tryptanol en dosis pequeñas. Mi mamá tomó tomó Tryptanol toda su vida. Un
día sentí que las pastillas no me hacían efecto y fui donde una psicopedagoga o algo así,
una psicoanalista junguiana. Fue hasta diciembre que fui. Sentí que era algo muy
super cial para todos mis traumas y mis confusiones. Todo eso. Para hablar con ella
hablaba con cualquier amigo.
Tengo problemas existenciales en cuanto a todo: trabajo, situación, estudio,
cuerpo, relaciones. Es todo problemático. Todo (con profundo desánimo). Un día vi un
programa de televisión. Hicieron un diagnóstico de un maníaco-depresivo. Yo siento que
soy un maníaco-depresivo. Un día feliz, todo perfecto; al día siguiente no me quiero
mover, no quiero saber nada de Caracas ni del mundo. ¡Es todo tan complicado! No sé
qué es la depresión. Mi mamá es muy protectora, soy único hijo, tengo 27 años. Mi
mamá es muy traumatizada. Mi papá es el peor hombre del mundo. Algo así como el
complejo de Edipo. Con ella he pasado depresiones. Yo siento que ella me hace creer que
yo tengo una depresión. Yo no sé si la tengo o no la tengo. Si yo hablo tres palabras ella
siente que se le va la mitad de la vida.
No tengo amigos, nadie me quiere, no puedo vivir entre la gente, nadie me llama.
No se me ocurre adónde ir. El otro día me pasó algo muy interesante. Salí con una
muchacha y empecé a preocuparme si me dejaban o no entrar al lugar donde la llevé. Ahí
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empiezan los nervios. Yo sé que tengo que salir con una persona. No me puedo desligar
de mi mamá. Yo trato de buscar los porqué.
Relaciones afectivas con mujeres no tengo. Hace un año que no tengo relaciones
sexuales, me cuesta muchísimo. Tuve una novia con la que estuvimos juntos cuatro años
y cuando terminé me dio la depresión. De allí que vino todo.
¡Se supone!
Analista: ¿Se supone? ¿Quién supone?
Marcelo: Pensé en mi mamá. Ella me dijo: “¡Vamos al médico!”, exactamente hace un año.
Yo me siento muy hebreo pero no creo en Dios. Mi mamá reza dos horas por día. A mi me
parece absurdo. Ella se refugió en la religión. Mi papá no es nada religioso. Nunca ha
tenido cinco palabras conmigo. Lo único que quiere es que yo sea el que él no pudo ser:
un hombre lleno de millones, con su fábrica. Cuando yo estaba con mi novia, ella no
podía venir a mi casa. Toda la relación estaba distorsionada. Yo me voy a mudar. Por n
me mudé. Cuando me mudé tuve el rompimiento con mi novia a las dos semanas.
Analista: ¿Entonces volvió a su casa?
Marcelo: Si, más o menos. (Se ríe). Yo me quedé solo. Me mudé de la fábrica también. Me
mudé a un barrio nuevo, a una fábrica nueva. No tenía dónde ir. Me hice una operación de
liposucción. Tenía los senos muy grandes. No sirvió para nada. ¡Bueno, si sirvió! Cuando
yo era niño era gordísimo. Yo era rechazado por mi gordura. Cuando rebajé de peso, a los
17 años, me quedó mucha grasa en el pecho. Y quiero que me quiten el exceso de grasa.
Cuando me hice la operación mi mamá aprovechó que había que cuidarme un no
moverme por unos días, y ahí entonces volví a casa. Empezamos a hablar con mi mamá
de comprar un departamento. Hace 7 años yo fui a Estados Unidos. Yo estaba con unos
amigos de mis padres. A mi mamá le agarró una depresión terrible. Estaban en una casa
de un doctor; yo le decía que me dejaran ir a Estados Unidos. Yo necesito irme. A mi me
sonaron en quinto año de bachillerato. Se arregló con dinero. Era una cosa muy pirata, no
pude entrar en la universidad. Mi papá no me quiso ayudar. Me metía en negocios que él
quería. Hacía una fábrica para que yo fuera el vicepresidente.
Yo alquilé el departamento con mis ingresos. Empecé a buscar departamento. No
lo hacía mio al otro. No le clavaba un clavo porque la señora, la dueña del departamento,
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era muy quisquillosa. No podía plasti car los pisos. No lo sentía mío. En octubre me
compraron un departamento, era muy grande. Ahora lo estoy arreglando.
Yo quiero cortar con mi casa. Siento que me han hecho mucho daño. Cuando yo
era muchachito, a los 14 años, yo no iba a excursiones del colegio porque era un gordo. Y
tenía miedo de mostrar mi cuerpo gordo. Mi mamá aprovechaba. Yo te voy a comprar un
equipo de sonido para que no te vayas.
Analista: ¿Ella compraba el equipo de sonido como compensación o para que usted no
se fuera?
Marcelo: Para que no vaya. Para estar allí pasando vergüenza, me quedo. Así me fui
quedando. Si yo hubiera ido a todas las excursiones tal vez hoy tendría mejores relaciones
con la gente. No he vivido.
Ayer yo estaba desesperado. Llegué a mi casa a las 7. Me quedé dormido, me
desperté, me levante a las 9, vi que mi mamá entró. Es lo más amoroso del mundo. ¡Un
pan de Dios! Muy buena, cariñosa, número uno. Toda la gente dice: “¡Ojalá yo tuviera una
mamá así!”. Nada de maldad, sino que en todo caso son sus problemas. El ambiente de
mi casa es muy triste. Mi papá a las 8.30 hs. de la noche está dormido. Mi mamá como
una idiota viendo televisión. Tratando de ir a mi cuarto para hablar conmigo. Parece que
ella, cuando él se va a dormir, ella se siente libre para venir a hablar conmigo. Yo tengo
que esperar a mi mamá. Me siento como un prisionero de mi mamá y de la vida. No tengo
derecho a hacer cosas. Yo me acosté a las 11, me levanté a las 2 de la mañana sacando
cuentas. Me sentía mal. Mi mamá es muy temerosa. Cuando yo quería viajar solo, “¿Solo?
¿Cómo vas a ir solo? ¡No tenés un alma al lado!” Cuando le decía que me iba a vivir solo:
“¿Solo? ¡ No tenés con quien hablar!”. Veo que ayer a la una de la mañana me sentía
completamente solo, más solo que si estuviera en en departamento solo. ¡Es cómico! (Se
ríe) porque hasta el servicio de mi casa es una mujer deprimida. En realidad es trágico.
Si yo pudiera hablar una semana con usted, hablaríamos de todo. ¿Qué es mi
depresión? No sé. Yo no vivo, no me siento vivo. No siento que hago las cosas como yo
quiero. Yo busco la aprobación, vivo para la gente, tengo vergüenza, soy tímido.
Analista: ¿Cómo le va en su trabajo?
Marcelo: Mal. Yo creía que era bueno para los negocios. Yo no sé nada del mundo. Soy
una persona poco leída, no tengo facilidad de expresión, me corto ante la gente, no tengo
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carrera, pero yo creía con todo que para los negocios era vivo. Un día vi unos espejos en
Estados Unidos, le dije eso a mi papá y él me dijo que no sabía nada de eso. Yo hice tres
pruebas. “Mirá papá, ¡yo sé cómo hacerlo!” Pasaron varios meses, hice una serie de
pruebas. A mi me gusta trabajar con las manos pero yo no sabía cómo cortar los espejos.
Encontré un pantógrafo, empecé, no sirvió, pero hice 120 espejos. Vendí mi mercancía.
Aprendí a hacerlo. Yo empecé un taller, hice una fábrica pequeña. Yo los hacía, trabajaba
yo mismo. En realidad me fue bien pero los he puteado. Entraron en todas partes y ahora
no e gusta lo que estoy haciendo. Siempre fui inconstante. Yo sé lo que quiero hacer.
Analista: ¿Qué quiere hacer?
Marcelo: Escultura en vidrio. Lo puedo hacer. Al principio al espejo nacional no lo
aceptaban en las tiendas nas y entonces caímos en Sears, después de eso nadie me
compra. Yo quisiera que la gente estuviera detrás mío, no yo detrás de la gente. Es muy
desagradable trabajar sin saber por qué. Yo hago modelos. No tengo nada seguro. Yo
quisiera vender esta fábrica pero no quiero perder el nombre de la fábrica. El nombre es
“Espejismos Marcelo”. Es lo que hice yo, es lo que siento mío. La idea mía es hacer
espejos. Yo tengo que vender muchos espejos. Es muy diferente hacer una pared de
espejos que vender espejitos de 100 bolívares. Yo tengo que empezar a hacer pruebas,
estropear espejos, inventar mi propia técnica. Yo quería tener una quinta, un lugar
tranquilo. Mi mamá aprovecha: “Te metes en el localcito de al lado de la fábrica para
hacer espejos”. Ella quiere tenerme al lado. El problema es que mi papá quiere que yo
continúe con su fábrica. Yo tengo miedo que sin mis padres yo no podría sobrevivir. ¿Te
importa que te tutee?.
Analista: Como quieras.
Marcelo: Mi papá llama a la fábrica El Parmasan. Eso quiere decir la cosa de la que tú
vives. Ellos dicen que eso es una mina de oro. El miedo de mi mamá es que… nosotros
no somos millonarios pero tenemos dinero, pero vivimos como si fuéramos pobres (se
ríe). No entiendo por qué. Vivimos al día. Con un afán de tener plata afuera, sin saber para
qué, sin disfrutar, sin vivir. Mi mamá es muy temerosa de su Parmasan. Mi papá es medio
loco. Él es igual que yo. Yo quiero terminar con la fábrica. Él también, pero mi mamá no lo
deja. Ella continúa trabajando. Yo decía que mi papá nunca quiso que yo estudiara. Él
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quería que yo sea su empleado en la fábrica. Ése es mi futuro. A mí no me iba a faltar
nada en la vida. Al contrario, me falta de todo en la vida.
Analista: Da la impresión de que te resulta difícil hablar en primera persona de singular. Yo
en lugar de nosotros. Permanentemente dices “mis padres y yo”. Me transmitís tu
sensación de que te falta un lugar que sientas tuyo. Y no sabes qué es lo que tú quieres.
Parecería que sigues viendo la vida a través de un único espejo que es tu mamá. Por
ejemplo, me dices “no sé si estoy deprimido o si mamá dice que estoy deprimido”. Mi
espejo dice que yo estoy deprimido y así debe ser porque si me espejo dice eso… y
como no tengo otros espejos, aunque me dedico a fabricar cientos. Pareciera que te
preguntas si en realidad no eres un espejismo. Ese nombre que es tuyo y que no quieres
perder.
Marcelo: Yo le decía a mamá: “Estoy engordando”. Ella me decía: “No te preocupes, la
mujer te va a querer”. Ja, Ja. Yo a veces le creo mucho. Miro por los ojos de ella. Hace
tiempo sentí una cosa terrible. Me fui a Estados Unidos. Ahí iba a estar mi tía. Yo me fui al
Hotel Fontainebleu con mi mamá. Yo había visto una revista y quería ese hotel. Yo andaba
con mi mamá para arriba y para abajo. Yo pensaba en que cuando estoy en mi casa yo
me siento protegido pero cuando estoy en la calle no soy nadie. En casa yo tengo
derecho. En realidad soy el rey.
Analista: ¿Yq quién será el primer ministro?
Marcelo: No sé. El médico que vi el otro día me dijo: “La vas a matar”. Esta semana me
dice que llame al doctor, que m dé tres citas a la semana. Yo hablo con ella. Claro, es mi
compañera. Yo le decía que quiero tener citas de 2 horas. ¡No te metas en mi vida! ¡Yo
voy! No es para ti, es para mí.
Analista: Me estabas contando de Fontainebleu.
Marcelo: Mi tía fue a nuestro apartamento. Yo andaba con mi mamá fumándome unos
puros. Una vez en el carro yo iba y pensé: “¿Con quién estoy yo? ¡Coño! ¡En vez de estar
con una mujer!”. Ella sí me acepta todo, pero no hay otra persona que me acepte. Es
triste. Mi mamá dijo: “¡Vamos al departamento!”. Yo hubiera querido tener unos padres
que me hubieran enseñado a vivir. Por lo menos lo mas esencial de la vida. Tener unos
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padres a los que yo pudiera respetar, creer en ellos y obedecerlos. Por ejemplo: ¿Por qué
yo hago que gasten miles de dólares en un hotel porque yo quiera? “¿Tú quieres ir para
allá? Vamos”, me dice. Cuando llegué al departamento tiré las maletas. ¡Tuve una rabia!
“¿Qué hago yo aquí?” A mi mamá le dio un ataque de locura. Se empezó a tirar de los
pelos, a golpearse.
Analista: ¿Un ataque de locura? ¿Por qué?
Marcelo: “¿Por qué no lo dijiste?” Me decía. Es terrible la desesperación. Es como una
niña. Yo era el que le había hecho daño. Nos fuimos todos al hotel. Yo no quería dormir en
el apartamento. Cuando yo dije hace un rato que el doctor me dijo si los mataba. Yo lo he
pensado muchas veces. Querría que se mueran los dos de una vez. Entonces puedo
viajar, tener mi casa, si mis padres no existen. Muy triste. Yo, yo… tuve muchos
problemas el año pasado. En realidad es mucho peor todavía. Yo dormía en mi cuarto,
estaba al lado de mis padres. Mis padres no cierran la puerta de noche. Me los tengo que
calar toda la noche. Cuando yo me iba a mudar dije “¿que hago? o me mudo o me voy a
un estudio que está en la parte nal de la casa”. No tiene baño, no tiene placard. Me metí
ene se cuarto. Al principio tuve miedo de dormir porque estaba solo. Bueno, empecé a
vivir ahí. Si yo llego a casa a las 3 de la mañana, el baño está al lado del cuarto de mis
padres y ellos tienen la puerta abierta. No duerme mi mamá hasta que yo no llegue. Yo
dije que si llego a encontrar así esa puerta me voy de ls casa.
Analista: ¿Cómo es eso de encontrar esa puerta?
Marcelo: ¡Esa puerta abierta! No voy al baño, no me lavo los dientes.
Analista: ¿Qué es lo que tú ves allá?
Marcelo: El cuarto apagado, mis padres durmiendo. Tengo miedo de ver la muerte. Me
acostaba y temía que se murieran. Nunca perdí a nadie. El día que me pase… Cuando me
fui para mi casa yo tenía miedo. Miedo de la soledad, miedo de mí.
Analista: ¿Cómo te fue con tu novia?
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Marcelo: Mal. Yo soy como esas mujeres chapadas a la antigua. No puedo tener
relaciones con cualquiera. Yo era muy dominante, ella era como una niña. Se liberó. Yo
siempre le decía que me iba a casar con ella pero yo pensaba muy mal de ella. Pensaba
que era muy fácil. Que le importaba la belleza, lo físico. Yo tenía miedo que ella se jara en
otros, en tipos buenos mozos. Ella estudiaba arquitectura y ahí hay muchos muchachos
buenos mozos. Yo no iba a la facultad por miedo a que me comparara.
Analista: ¿Por qué tus padres tuvieron un sólo hijo?
Marcelo: No sé para qué lo tuvieron. Me pregunto si yo no soy adoptado. Yo le decía a mi
mamá que fuera a ver un psiquiatra. Ella me decía que ella era normal y yo el anormal.
Parece que hubo dos abortos y después vine yo. La situación en mi casa está planteada
de la siguiente manera: mi mamá me tuvo a mí y se refugió en mí. Cuando yo era pequeño
mi papá me quería pagar. (lapsus: quiso decir pegar). Él me amenazaba con que me iba a
mandar a un internado. Era terrible. Ël es muy autoritario y es un pobre pendejo. Agarra a
la gente por el lado del dinero. Mi mamá ha debido divorciarse de él apenas yo nací o
antes de que yo naciera. No tienen nada entre ellos. No son una pareja. Mi mamá volcó
todo el cariño sobre mí, abandonó a mi papá, mi papá ,e tiene rabia. Yo le decía a mi
mamá “Vámonos”, y yo era feliz cuando salía de la casa, cuando él salía de la casa. Yo no
he tenido papá. Me hace falta la gura paterna. En una época llegó un tío mío. Mi tío se
puso a conversar conmigo, estuvo conmigo hasta la una de la noche hablando. Yo me
pregunto: ¿qué es el dinero? Lo que él me ha debido dar son armas para defenderme,
para poder estar con la gente. Mi mamá es mi amiga: yo llego y le cuento todo. No soy
dueño de mi vida, no sé lo que es vivir, no sé nada. Yo hago dinero y me pregunto qué
hago con el dinero. Trabajo, ¿para qué? Estudio, ¿y qué estudio? ¿Qué quiero? A veces
he pensado ser médico psicoanalista (se ríe). No sé qué hacer. Yo hablo con un amigo y
hacemos una especie de terapia juntos. Él tiene todo tan claro, yo voy a la deriva. No sé
qué quiero que pase. No sé si me quería casar con mi novia, no tengo poder sobre mi
vida, todavía me la están decidiendo.
Analista: Me hablaste de una depresión. ¿Cuál fue el momento más difícil de esa
depresión?
Marcelo: Hay un problema con el sexo. Yo vi un programa en que decían que el que se
masturba busca caricias hacia él mismo porque no las tuvo. Yo llevo un año sin relaciones
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sexuales. Yo no la satisfacía a ella, no la podía hacer acabar. Tenía eyaculación precoz. Yo
decía: “Yo sé que tengo que salir de ti”. Yo terminaba con ella y la llamaba luego, al n de
semana siguiente. Yo la necesitaba. Cuando nos acostábamos le decía a ella: “La próxima
vez me busco una prostituta”. Se lo decía a ella. “¡Esto no sirve para nada!”. ¿Cuál fue el
peor momento de mi depresión me preguntas? Cuando cortamos. Desde que ella
consiguió al otro muchacho no quiso volver a acostarse conmigo. El peor momento. Yo
sentí que me estaba yendo de la realidad. Llamé a mi mamá, llamé al médico internista.
Me estaba perdiendo. Era terrible. Tenía una angustia terrible. Miedo, pensamientos
repetitivos, sexuales, mi novia acostándose con otra persona. Ella burlándose de mí. Yo
no entendía cómo si durante cuatro años le importé, ella me podía dejar: Le decía yo:
“¿No tengo algo de valor para ti?”. No podía entender cómo ella me había dejado. Me la
imaginaba a ella gozando y yo estaba sufriendo. Ella vivía y yo no. Yo estaba metido en mí
mismo. Tuve una sensación de locura. Tenía fantasías de castigarla, de pegarle, de
violarla, pero no de matarla. Y yo me masturbaba con esas fantasías de que la castigaba,
de que le pegaba.
Analista: Parece que te costó entender lo que pasó con tu novia, fue un descubrimiento
terrible. “¡A mamá la trato mal y no me deja!” Pero parece que las mujeres dejan.
Marcelo: La primera vez que me acosté con ella, apenas la introduje acabé y yo me dije
“así es mejor”. En el día hoy yo conozco una muchacha, salgo dos veces y no vuelvo a
salir con ella. Es raro porque yo llevaba tres años terminando. Yo quería terminar. Ahora
me da miedo salir con ella y no poder terminar la relación. Estoy como ha merced de la
mujer.
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