Tema 2 Parte 2 Cap 6
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Hª Económica
La superación del cuello de botella que suponía la carestía del transporte hizo posible un
aumento de los intercambios muy superior al aumento de la producción. Las relaciones
comerciales incluían cada vez a más países y más productos, hasta el punto de que podemos
hablar de la aparición de una economía internacional. La integración de los mercados de
factores de producción se produjo exportando factores de los lugares donde eran relativamente
abundantes hacia los lugares donde eran escasos.
Para entender estos procesos hay que tener en cuenta que el comercio, tanto interior
como exterior, se basa en la carencia de un bien o posibilidad de obtenerlo a precios inferiores
de los resultantes de producirlo personalmente o de adquirirlo en el mercado local. Las
principales características del comercio internacional entre 1815 y 1913:
4. Una mayor separación entre las áreas que ofrecen productos primarios y las que
ofrecen productos industriales, y por tanto una mayor división internacional del
trabajo.
Puesto que la producción para la venta y la división internacional del trabajo empezaron
en las economías europeas, no es extraño que la mayor parte del comercio fuera intraeuropeo.
Por otra parte, la demanda europea fue el incentivo para la producción y la comercialización de
los productos de fuera de Europa. De hecho, el impacto de la producción industrial sobre el
resto del mundo generó un proceso de retroalimentación: el deseo de acceder a los productos
industriales impulsaba a las economías atrasadas a privilegiar la producción de los bienes
demandados por los países industriales.
En una primera fase, de 1815 a 1847, la expansión comercial fue moderada y las
políticas económicas proteccionistas e incluso prohibicionistas, siguiendo la tradición
mercantilista de los siglos anteriores. La aceleración del crecimiento comercial sirvió para
caracterizar una segunda fase de 1847 a 1868, que muestra tasas de crecimiento acumulativo
superiores al 5%. Este impulso comercial se vio reforzado por la adopción del librecambismo en
Gran Bretaña y su difusión hacia otros países. Pese a que el gran momentos librecambista no
llegó hasta 1860, el denominado Tratado de Cobden-Cevalier entre Gran Bretaña y Francia. En
una tercera fase, de 1868 a 1896, las tasas de crecimiento del comercio fueron mucho menores
que en la etapa anterior, por varias razones:
Al mismo tiempo, las grandes empresas se organizan a escala internacional con el fin de
salvar los obstáculos que representa el proteccionismo y para mantener los beneficios. En el
primer caso, la solución es crear filiales en los diferentes países. Para mantener los beneficios se
intentó repetidamente la creación de cárteles internacionales, a pesar del éxito de cárteles como
los del zinc, el plomo, etc. Los cárteles internacionales fueron bastante inestables.
Desde el punto de vista de la política comercial, la visión que hemos dado es válida para
Europa. EEUU tuvo sus ritmos propios, a menudo a contracorriente de los europeos y, en
conjunto, muy proteccionistas.
Hay que tener en cuenta que los emigrantes no suelen pertenecer a las clases más bajas
de la sociedad. Los fuertes y repentinos incrementos migratorios provocados por los diferentes
descubrimientos de oro resultan secundarios respecto a la atracción principal para los
emigrantes. Así, un factor importante de emigración es siempre la atracción de los primeros
emigrantes, proclives a explicar más los beneficios que los problemas de su nueva situación y
que animan a amigos a reencontrarse, adelantándoles a menudo el coste del viaje. Esta atracción
aumentó aún más en los momentos en que países como EE.UU, Brasil y Argentina concedieron
tierras, y Brasil también ayudas, para que los emigrantes se instalaran. En segundo lugar,
favorecieron la emigración con la desaparición de barreras legales, el abaratamiento del viaje y
el aumento de su rapidez. La última ventaja importante en este sentido fue la creación de líneas
de navegación regulares. Incluso abrieron agencias que ayudaban a obtener los papeles
necesarios, expendían los billetes y podían llegar a financiarlos. El resultado de la emigración es
el paso de zonas con más ofertas que demanda de trabajo, y por lo tanto con un paro elevado y
rentas bajas a zonas con más baja demanda que oferta de trabajo, y por lo tanto sin paro
considerable y con rentas elevadas.
Para los países receptores de capitales, el resultado dependió del uso que se hizo de
ellos, igual que para cualquier crédito. Representaron una ayuda para el crecimiento de muchos
países. Los peores resultados correspondieron a los países importadores de capital en forma de
deuda pública cuando fue invertido en empresas que no resultaron rentables. Con todo, el
conjunto de la inversión internacional de capitales, igual que la gran emigración europea, tuvo
resultados claramente positivos.
Hasta 1880 la prioridad de los países industrializados no pareció ser tanto la sumisión de
nuevos territorio como la apertura del comercio a escala mundial. El Imperio turco, Persia,
China y Japón fueron forzados a abrirse al comercio europeo mediante tratados comerciales
desfavorables o no deseados. El caso más claro es la guerra del opio. Tras los ingleses, otras
potencias forzaron tratados igualmente favorables a sus intereses. Asimismo, muchos países del
centro y sur de América formalmente independientes se encontraban mediatizados política y
económicamente por una potencia exterior, que podía incluso intervenir militarmente para
asegurar la presencia en el poder de partidarios suyos.
A partir sobre todo de 1880 se produjo en poco tiempo una inmensa ocupación de
territorios que puso bajo el poder de los principales países industrializados la mayor parte de
África, Asia y Oceanía. Este nuevo impulso del colonialismo recibe el nombre de imperialismo.
De hecho, el imperialismo empieza en Europa con el dominio de unos estados sobre pueblos
sometidos. Las razones de la carrera por el dominio del mundo las encontramos, por una parte,
en los descubrimientos de diamantes y de oro, y por otra en la competencia creciente entre los
países industrializados, debía al exceso de producción y la escasez de la demanda como
consecuencia de la depresión económica.