El Pescador y Su Mujer - Hermanos Grimm
El Pescador y Su Mujer - Hermanos Grimm
El Pescador y Su Mujer - Hermanos Grimm
El pescador y su mujer
Por Los hermanos Grimm
1812
Los hermanos Grimm son los recopiladores más famosos de cuentos e historias fantásticas. En este cuento se
narra la historia de un pescador, su esposa y un pez mágico. Mientras lees, subraya los deseos que la esposa
del pescador pide que se le cumplan.
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Estaba un día sentado junto a su caña en la ribera,
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con la vista dirigida hacia su límpida agua, cuando de
repente vio hundirse el anzuelo y bajar hasta lo más
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profundo y al sacarle tenía en la punta un barbo
muy grande, el cual le dijo: —Te suplico que no me
quites la vida; no soy un barbo verdadero, soy un
príncipe encantado; ¿de qué te serviría matarme si no "Vom Fischer und seiner Frau; Darstellung von
puedo serte de mucho regalo? Échame al agua y Alexander Zick (1845–1907)" por Alexander Zick está
déjame nadar. en el dominio público.
—Ciertamente, le dijo el pescador, no tenías necesidad de hablar tanto, pues no haré tampoco otra cosa que
dejar nadar a sus anchas a un barbo que sabe hablar.
Le echó al agua y el barbo se sumergió en el fondo, dejando tras sí una larga huella de sangre.
[5] El pescador se fue a la choza con su mujer: —Marido mío, le dijo, ¿no has pescado hoy nada?
—No, contestó el marido; he pescado un barbo que me ha dicho ser un príncipe encantado y le he dejado
nadar lo mismo que antes.
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—¡Ah! —respondió la mujer; es tan triste, es tan triste vivir siempre en una choza tan sucia e infecta como esta;
hubieras debido pedirle una casa pequeñita para nosotros; vuelve y llama al barbo, dile que quisiéramos tener
una casa pequeñita, pues nos la dará de seguro.
—¿No le has pescado, continuó la mujer, y dejado nadar como antes? Pues lo harás; ve corriendo.
El marido no hacía mucho caso; sin embargo, fue a la orilla del mar, y cuando llegó allí, la vio toda amarilla y
toda verde, se acercó al agua y dijo:
—¡Ah! —repuso el hombre, hace poco que te he agarrado; mi mujer sostiene que debí pedirte algo. No está
contenta con vivir en una choza de juncos, quisiera mejor una casa de madera.
Volvió el marido y su mujer no estaba ya en la choza, pero en su lugar había una casa pequeña, y su mujer
estaba en la puerta sentada en un banco. Le tomó de la mano y le dijo: —Entra y mira: esto es mucho mejor.
Entraron los dos y hallaron dentro de la casa una bonita sala y una alcoba donde estaba su lecho, un comedor y
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una cocina con su espetera de cobre y estaño muy reluciente, y todos los demás utensilios completos. Detrás
había un patio pequeño con gallinas y patos, y un canastillo con legumbres y frutas. —¿Ves, le dijo la mujer, qué
bonito es esto?
Continuaron así durante ocho o quince días, pero al fin dijo la mujer: —¡Escucha, marido mío: esta casa es
demasiado estrecha, y el patio y el huerto son tan pequeños!... El barbo hubiera debido en realidad darnos una
casa mucho más grande. Yo quisiera vivir en un palacio de piedra; ve a buscar al barbo; es preciso que nos dé
4. Espetera (sustantivo): tabla con ganchos en que se cuelgan utensilios de cocina y alimentos
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un palacio.
—¡Ah!, mujer, replicó el marido, esta casa es en realidad muy buena; ¿de qué nos serviría vivir en un palacio?
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—No, mujer, replicó el marido, el barbo acaba de darnos esta casa, no quiero volver, temería importunarle.
[25] —Ve, insistió la mujer, puede hacerlo y lo hará con mucho gusto; ve, te digo.
El marido sentía en el alma dar este paso, y no tenía mucha prisa, pues se decía: —No me parece bien, —pero
obedeció sin embargo.
Cuando llegó cerca del mar, el agua tenía un color de violeta y azul oscuro, pareciendo próxima a hincharse; no
estaba verde y amarilla como la vez primera; sin embargo, reinaba la más completa calma. El pescador se
acercó y dijo:
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—¡Ah! —contestó el marido medio turbado, quiere habitar un palacio grande de piedra.
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Marchó el marido, creyendo volver a su morada; pero cuando se acercaba a ella, vio en su lugar un gran
palacio de piedra. Su mujer, que se hallaba en lo alto de las gradas, iba a entrar dentro; le tomó de la mano y le
dijo: —Entra conmigo. —La siguió. Tenía el palacio un inmenso vestíbulo, cuyas paredes eran de mármol;
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numerosos criados abrían las puertas con grande estrépito delante de sí; las paredes resplandecían con los
dorados y estaban cubiertas de hermosas colgaduras; las sillas y las mesas de las habitaciones eran de oro;
veíanse suspendidas de los techos millares de arañas de cristal, y había alfombras en todas las salas y piezas;
las mesas estaban cargadas de los vinos y manjares más exquisitos, hasta el punto que parecía iban a
romperse bajo su peso. Detrás del palacio había un patio muy grande, con establos para las vacas y caballerizas
5. Importunar (verbo): molestar a alguien, especialmente con una solicitud inoportuna y demasiado insistente
6. Turbar (verbo): alterar el ánimo de una persona confundiéndola o aturdiéndola
7. Morada (sustantivo): lugar donde se habita
8. persona que sirve a otra, en especial en las tareas domésticas
9. Estrépito (sustantivo): ruido fuerte y ensordecedor
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para los caballos y magníficos coches; había además un grande y hermoso jardín, adornado de las flores más
hermosas y de árboles frutales, y por último, un parque de lo menos una legua de largo, donde se veían
ciervos, gamos, liebres y todo cuanto se pudiera apetecer.
[35] A la mañana siguiente despertó la mujer siendo ya muy de día y vio desde su cama la hermosa campiña que se
ofrecía a su vista; el marido se estiró al despertarse; diole ella con el codo y le dijo:
—Marido mío, levántate y mira por la ventana; ¿ves?, ¿no podíamos llegar a ser reyes de todo este país? Corre a
buscar al barbo y seremos reyes.
—¡Ah!, mujer, repuso el marido, y por qué hemos de ser reyes, yo no tengo ganas de serlo.
—Pues si tú no quieres ser rey, replicó la mujer, yo quiero ser reina. Ve a buscar al barbo, yo quiero ser reina.
—¡Ah!, mujer, insistió el marido; ¿para qué quieres ser reina? Yo no quiero decirle eso.
[40] —¿Y por qué no? —dijo la mujer; ve al instante; es preciso que yo sea reina.
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El marido fue, pero estaba muy apesadumbrado de que su mujer quisiese ser reina. No me parece bien, no
me parece bien en realidad, pensaba para sí. No quiero ir; y fue sin embargo.
Cuando se acercó al mar, estaba de un color gris, el agua subía a borbotones desde el fondo a la superficie y
tenía un olor fétido; se adelantó y dijo:
10. apenado
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[45] —Vuelve, que ya lo es, replicó el barbo.
Partió el marido, y cuando se acercaba al palacio, vio que se había hecho mucho mayor y tenía una torre muy
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alta decorada con magníficos adornos. A la puerta había guardias de centinela y una multitud de soldados
con trompetas y timbales. Cuando entró en el edificio vio por todas partes mármol del más puro, enriquecido
con oro, tapices de terciopelo y grandes cofres de oro macizo. Le abrieron las puertas de la sala: toda la corte
se hallaba reunida y su mujer estaba sentada en un elevado trono de oro y de diamantes; llevaba en la cabeza
una gran corona de oro, tenía en la mano un cetro de oro puro enriquecido de piedras preciosas, y a su lado
estaban colocadas en una doble fila seis jóvenes, cuyas estaturas eran tales, que cada una la llevaba la cabeza a
la otra. Se adelantó y dijo:
Se colocó delante de ella y la miró, y en cuanto la hubo contemplado por un instante, dijo:
[50] —¡Ah, mujer!, ¡qué bueno es que seas reina! Ahora no tendrás ya nada que desear.
—De ningún modo, marido mío, le contestó muy agitada; hace mucho tiempo que soy reina, quiero ser mucho
más. Ve a buscar al barbo y dile que ya soy reina, pero que necesito ser emperatriz.
—¡Ah, mujer! —replicó el marido, yo sé que no puede hacerte emperatriz y no me atrevo a decirle eso.
—¡Yo soy reina, dijo la mujer, y tú eres mi marido! Ve, si ha podido hacernos reyes, también podrá hacernos
emperadores. Ve, te digo.
Tuvo que marchar; pero al alejarse se hallaba turbado y se decía a sí mismo: No me parece bien. ¿Emperador?
Es pedir demasiado y el barbo se cansará.
[55] Pensando esto vio que el agua estaba negra y hervía a borbotones, la espuma subía a la superficie y el viento la
levantaba soplando con violencia, se estremeció, pero se acercó y dijo:
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—¡Ah, barbo! —le contestó; mi mujer quiere llegar a ser emperatriz.
Volvió el marido, y cuando estuvo de regreso, todo el palacio era de mármol pulimentado, enriquecido con
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estatuas de alabastro y adornado con oro. Delante de la puerta había muchas legiones de soldados, que
tocaban trompetas, timbales y tambores; en el interior del palacio los barones y los condes y los duques iban y
venían en calidad de simples criados, y le abrían las puertas, que eran de oro macizo. En cuanto entró, vio a su
mujer sentada en un trono de oro de una sola pieza y de más de mil pies de alto, llevaba una enorme corona
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de oro de cinco codos, guarnecida de brillantes y carbunclos; en una mano tenía el cetro y en la otra el
globo imperial; a un lado estaban sus guardias en dos filas, más pequeños unos que otros; además había
gigantes enormes de cien pies de altos y pequeños enanos que no eran mayores que el dedo pulgar.
[60] Delante de ella había de pie una multitud de príncipes y de duques: el marido avanzó por en medio de ellos, y
la dijo:
Entonces se puso delante de ella y comenzó a mirarla y le parecía que veía al sol. En cuanto la hubo
contemplado así un momento:
Fueron enseguida a acostarse, pero ella no estaba contenta; la ambición la impedía dormir y pensaba siempre
en ser todavía más.
[70] El marido durmió profundamente; había andado todo el día, pero la mujer no pudo descansar un momento; se
volvía de un lado a otro durante toda la noche, pensando siempre en ser todavía más; y no encontrando nada
por qué decidirse. Sin embargo, comenzó a amanecer, y cuando percibió la aurora, se incorporó un poco y miró
hacia la luz, y al ver entrar por su ventana los rayos del sol...
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—¡Ah! —pensó; ¿por qué no he de poder mandar salir al Sol y a la Luna? Marido mío, dijo empujándole con el
codo, ¡despiértate, ve a buscar al barbo; quiero ser semejante a Dios!
El marido estaba dormido todavía, pero se asustó de tal manera, que se cayó de la cama. Creyendo que había
oído mal, se frotó los ojos y preguntó:
—Marido mío, si no puedo mandar salir al Sol y a la Luna, y si es preciso que los vea salir sin orden mía, no
podré descansar y no tendré una hora de tranquilidad, pues estaré siempre pensando en que no los puedo
mandar salir.
[75] Y al decir esto le miró con un ceño tan horrible, que sintió bañarse todo su cuerpo de un sudor frío.
—¡Ah, mujer! —dijo el marido arrojándose a sus pies; el barbo no puede hacer eso; ha podido muy bien hacerte
reina y emperatriz, pero, te lo suplico, conténtate con ser emperatriz.
Entonces echó a llorar; sus cabellos volaron en desorden alrededor de su cabeza, despedazó su cinturón y dio a
su marido un puntapié gritando:
Pero la tempestad se había desencadenado y rugía furiosa; las casas y los árboles se movían; pedazos de roca
rodaban por el mar, y el cielo estaba negro como la pez; tronaba, relampagueaba y el mar levantaba olas
negras tan altas como campanarios y montañas, y todas llevaban en su cima una corona blanca de espuma.
Púsose a gritar, pues apenas podía oírse él mismo sus propias palabras:
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"El pescador y su mujer" por los hermanos Grimm es de dominio público.
A menos que se indique lo contrario, este contenido está licenciado bajo CC BY-NC-SA 4.0
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Preguntas de Evaluación
Instrucciones: Lee las siguientes preguntas y subraya la respuesta correcta or responde utilizando oraciones
completas.
2. ¿Cómo se desarrolla a lo largo del texto la idea de que los deseos de la esposa del pescador son
cada vez más peligrosos?
A. a través del cambio de color y consistencia del agua en la orilla
B. a través de las pesadillas de la esposa del pescador
C. a través de las confesiones del pescador
D. a través de las advertencias del barbo
3. ¿Qué fragmento revela que la esposa del pescador no está satisfecha después de que se cumple su
primer deseo?
A. "quisiera mejor una casa de madera" (Párrafo 14)
B. "si vivimos siempre aquí, seremos muy felices" (Párrafo 18)
C. "Yo quisiera vivir en un palacio de piedra" (Párrafo 21)
D. "¿de qué nos serviría vivir en un palacio? (Párrafo 22)
4. ¿A qué se refiere la frase "¿por qué no he de poder mandar salir al Sol y a la Luna?" tal como se
utiliza en el párrafo 71?
A. al deseo de poder dormir de día y vivir de noche
B. al deseo de poseer el control absoluto
C. al deseo de destruir al Sol y la Luna
D. al deseo de mudarse a la Luna
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6. ¿Cuál es el propósito del autor al escribir este cuento? Justifica tu respuesta con fragmentos del
texto.
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Preguntas de Discusión
Instrucciones: Responde las siguientes preguntas. Prepárate para compartir tus opiniones en el grupo
1. ¿Por qué piensas que el pescador acepta pedirle al barbo que cumpla los deseos de su esposa, aún
cuando no está de acuerdo?
2. Según tu opinión, ¿por qué el pez barbo devolvió a la mujer a la choza una vez que ella pidió ser
semejante a Dios?
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